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Las Ciudades de Refugio

o, “El Nombre de Jesús”

UN LIBRO PARA JÓVENES

Por John MacDuff, 1874.

"!Qué dulce suena el nombre de Jesús


al oído de un creyente!
Apaga sus dolores, cura sus heridas,
Y aleja sus temores.”

Titulo original:
“The Cities of Refuge”

Traducido por Claudia Juárez Garbalena.


Julio de 2017.

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COMENTARIO DE TRADUCTOR

Querido lector:

¡Bienvenido a este paseo por las Ciudades de Refugio! Un hermoso retrato o representación
del Antiguo Testamento sobre Jesucristo. Él es el Pan de Vida, la Vid verdadera, la Luz del
mundo, el Unigénito de Dios, el Alfa y el Omega, el Buen Pastor, La Puerta de las ovejas, El
verdadero Pan del cielo, el Renuevo de David, el Rey de reyes y Señor de señores, El Camino,
La Verdad y la Vida, El Cordero de Dios, El León de la Tribu de Judá, El Príncipe de paz, El
Maestro, El Gran Sumo Sacerdote, La Salvación Eterna, El autor y consumador de la fe, La
Resurrección y la Vida, El Redentor, El CRISTO, ¡YESHÚA!, ¡El Salvador del mundo!

Es mi oración a Dios que este libro enriquezca tu visión de Él, y porqué no, si aún no le has
recibido en tu vida, que te lleve a aceptarle como tu Salvador, y recibir así la vida eterna. Ha
sido escrito y traducido para gloria y alabanza del DIOS TODOPODEROSO y para exaltar
y dar honor a SU HIJO JESUCRISTO, y es mi gran anhelo y petición que sea una bendición
para todos aquellos que tienen hambre y sed por la verdad.

Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los
hombres, en que podamos ser salvos. Hechos 4:12

Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le
levantó de los muertos, serás salvo. Romanos 10:9

En el amor de Cristo,

Claudia Juárez Garbalena

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Mis queridos amigos:

Este pequeño libro contiene, con algunas adiciones, la sustancia de lo que se dijo un domingo
a varios jóvenes oyentes. Puede servir para recordar a aquellos que escucharon, y para traer
revelación a aquellos que no lo hicieron, algunas simples y conocidas, pero preciosas
verdades del evangelio.

Que Él, cuyo NOMBRE está diseñado para exaltar, te bendiga al leerlo y permita que tu
corazón repita como una propia experiencia feliz, el conocido verso del hermoso himno que
he puesto en la portada.

John MacDuff

I. LAS CIUDADES DE REFUGIO

Habló Jehová a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel, y diles: Cuando hayáis pasado
al otro lado del Jordán a la tierra de Canaán, os señalaréis ciudades, ciudades de refugio
tendréis, donde huya el homicida que hiriere a alguno de muerte sin intención. Números
35:9-11

Cuando viajaba a través de uno de los grandes pasajes alpinos que conducían de Suiza a
Italia, observé, cerca de la carretera, a distancias regulares, varios edificios planos y
cuadrados. En ellos (a veces sobre la puerta, a veces sobre el hielo) estaban inscritas las
palabras: "Refugio No. 1", "Refugio No. 2", "Refugio No. 3", etc. Creo que había veinte en
total. Me dijeron, al indagar, que estaban destinados a ser refugios para los desafortunados
viajeros que pudieran ser alcanzados por las repentinas tormentas que tan a menudo
descienden de las montañas nevadas que rodean la zona. Estos "Refugios", cuando los vi,
estaban vacíos, pues era el comienzo del verano, cuando todo, incluso en aquella región
elevada, parecía brillante y verde. Los rododendros alpinos estaban floreciendo, con sus
flores rosadas, a los lados de la montaña; y ascendiendo habían preciosas flores azules, cerca
de manchas perdidas de la nieve del invierno que todavía llenaban las crestas y los huecos en
las partes más altas del paso. Raramente en esta temporada están los viajeros expuestos a
cualquier peligro de una tormenta alpina.

Es diferente, sin embargo, en invierno o primavera, cuando las avalanchas caen de las alturas,
o la nieve se amontona en grandes masas por este maravilloso camino. Muchos caminantes
temblando han corrido con corazones agradecidos a estos refugios. Algunos han sido llevados
allí, en estado de insensibilidad, por benefactores desconocidos, y al regresar gradualmente
a la conciencia, han bendecido los corazones y las manos amables que los han salvado de una
muerte segura, y ministran ahora para las necesidades de estos refugios. Para otros, ¡ay! han
sido alcanzados demasiado tarde. Rescatados de la nieve de la montaña, han sido trasladados
a estos "refugios" sólo para morir.

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Al pasar por esos "refugios" alpinos, no podía dejar de recordar las maravillosas Ciudades
de Refugio que Dios gentilmente proporcionó en la antigua Palestina para el infortunado
homicida.

Algunas veces sucedía en la tierra de Canaán, como en nuestro propio país, que un hebreo,
sin ningún mal propósito, causaba la muerte de un hermano hebreo. No tenía la intención de
infligir ningún daño; era el resultado simplemente de un desafortunado accidente. Pero, a
pesar de eso, para mostrar lo detestable que es para Dios el derramamiento de sangre, él era
expuesto, por la ley Levítica, a ser asesinado por el Vengador, que era la persona más cercana
y relacionada con el hombre asesinado. Si deseaba escapar por su vida, su única oportunidad
de seguridad era huir a una de estas ciudades de Refugio. No importaba su edad, nombre o
etapa en su vida. Podía ser joven o viejo, príncipe o noble, sacerdote o profeta, él estaba
expuesto cada momento a la muerte, a menos que aprovechara el refugio ofrecido. No había
tiempo que perder. Debía huir inmediatamente. ¡Retardarse podía representar la muerte!

¿No piensas con pena del infeliz fugitivo, obligado así de repente a abandonar su hogar y
todo lo que más amó en la tierra? Si en el momento en que causó la muerte, él estaba
trabajando en su viña, la herramienta de podar debía ser dejada en la rama. Si él estaba arando
con su yunta de bueyes, debía dejarlos andando en el surco. Si estaba ocupado cosechando
en su campo, debía dejar las gavillas desatadas, y los segadores recibirían su salario de manos
de otros. Si regresaba a su casa fatigado por la tarde después de las labores del día, y deseando
un merecido descanso, no se atrevía a "dar sueño a sus párpados". Su hijo podría estar
enfermo y postrado en casa, pero podía ponerlo en peligro al volver a abrazarlo a él y a sus
otros hijos pequeños, y ofrecerles una despedida. Tal vez no tenía tiempo de cambiarse de
ropa ni de llevar su bolso, ni su vara de peregrino. El vengador de sangre podría estar en la
siguiente calle, o en la casa contigua. ¡Esperar otra hora podía ser fatal! "Piel por piel, todo
lo que el hombre tiene dará por su vida". (Job 2:4).

Se apresura con un apuro sin aliento, a lo largo del camino sube el empinado ascenso, con el
pecho agitado y gotas de sudor en la frente. Sus amigos pueden encontrarse con él, pero
agitando la mano, se apresura con un paso veloz. Bronceado por el calor del mediodía, y con
sed, mira con ansia las uvas maduras que cuelgan en racimos púrpura por el camino, o el
agua que gotea por el estrecho barranco. Pero no se atreve a hacer una pausa. Sabiendo muy
bien que el vengador se aproxima en cercana persecución, él se apresura con un ardor
inquebrantable. ¡Una mirada de alivio, al ver por fin, en alguna ladera de montaña, la
anhelada ciudad de refugio! Aliviado, cuando, cansado y con los pies dolidos, cubierto de
polvo, los portales de la ciudad se cierran tras él. Pocos momentos antes, si lo hubiera
alcanzado en la cumbre de la montaña su perseguidor, se habría oído gritar, en amargura y
desesperación: "¿Me has encontrado, oh enemigo mío?" Ahora, a salvo en un refugio seguro,
puede regocijarse exclamando: incluso con el vengador cerca de él, "!Mis enemigos se han
encontrado con su destino!" (Salmo 9:6 KJV).

Estas Ciudades de Refugio forman una de las REPRESENTACIONES en el Antiguo


Testamento del pecador, y de la salvación del evangelio que vendría. Dios usó con frecuencia
tales representaciones para enseñar al pueblo judío grandes verdades del evangelio.

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Justo como sabemos que a los lectores jóvenes les gusta mucho más un libro de historia
cuando tiene retratos en él; así Dios enseñó a la iglesia primitiva, cuando estaba en un estado
de "infancia", por medio de representaciones o tipos; y la presente fue una de ellas.
Representaba y aun representa, al pecador que ha violado la ley divina como perseguido por
un vengador, la JUSTICIA, siguiéndolo con una espada desenvainada, exclamando: "El alma
que peca, ¡seguramente morirá!" (Ezequiel 18: 4) "¡Tengan la seguridad de que los impíos
no quedarán impunes!" (Proverbios 11:21).

Esta es también una representación que se aplica a todos sin excepción, ricos y pobres, padres
e hijos, amos y siervos; "Porque todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios".
(Romanos 3:23). Pero una CIUDAD gloriosa, "la salvación en sus muros y fortalezas", abre
sus puertas. El pecador es exhortado a "escapar allí"; Para "no permanecer en la llanura";
¡Para "huir por su vida, para que no perezca!" (Génesis 19:17). Esa ciudad es Jesús, el
Refugio del pecador y el Amigo del pecador. Una vez dentro de sus muros, ningún enemigo
puede tocarlo: ninguna espada puede aterrorizarle. Puede exclamar triunfalmente: "¿Quién
me separará del amor de Cristo?" (Romanos 8:35).

Queridos jóvenes y amigos, es porque sé que esta Ciudad de Refugio está abierta para los
más jóvenes de ustedes, que ahora escribo estas páginas. Amo leer acerca de un grupo de
pequeños que, hace mil ochocientos años, se reunieron alrededor de sus puertas, pidiendo
admisión; y cuando otros, con palabras crueles, los apartaban, Aquel que tiene las puertas en
su mano, "que abre y nadie cierra" (Apocalipsis 3:7), dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y
no se lo impidáis” (Mateo 19:14). Es porque creo y sé que muchos tan jóvenes como ustedes
han obedecido la invitación del Salvador, y ya han entrado en esta Ciudad feliz, que les pido
que vengan y escuchen mientras les hablo acerca de ella.

Yo creo y sé que muchos de ellos se han dado cuenta de que son pecadores, y que necesitan
un Salvador. Ellos han sido enseñados por la misma Palabra y el Espíritu de Dios, que han
quebrantado Su ley santa, y por lo tanto están expuestos a la ira eterna. Pero ahora están a
salvo dentro del Refugio del Evangelio. El "enemigo" está "quieto". El "vengador" ha
enfundado su espada. Pienso que puedo oír sus jóvenes voces, mientras marchan por las
calles de la Ciudad, cantando: "De la boca de los niños y de los que maman, fundaste la
fortaleza, a causa de tus enemigos, para hacer callar al enemigo y al vengativo [vengador]"
(Salmo 8:2). Y, "Bendito sea el Señor, porque ha hecho maravillosa su misericordia para
conmigo en CIUDAD FORTIFICADA" (Salmo 31:21).

II. LAS SEIS CIUDADES

“Entonces señalaron a Cedes en Galilea, en el monte de Neftalí, Siquem en el monte de


Efraín, y Quiriat-arba (que es Hebrón) en el monte de Judá. Y al otro lado del Jordán al
oriente de Jericó, señalaron a Beser en el desierto, en la llanura de la tribu de Rubén, Ramot
en Galaad de la tribu de Gad, y Golán en Basán de la tribu de Manasés. Estas fueron las
ciudades señaladas para todos los hijos de Israel, y para el extranjero que morase entre ellos,
para que se acogiese a ellas cualquiera que hiriese a alguno por accidente, a fin de que no
muriese por mano del vengador de la sangre, hasta que compareciese delante de la
congregación.” Josué 20: 7-9.
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Es de estas seis ciudades aquí mencionadas, que voy a hablar ahora. El nombre de cada una
de las seis tiene algo significativo que decir acerca del NOMBRE DE JESÚS. Son seis
representaciones o retratos del Salvador, colgados en la galería de imágenes del Antiguo
Testamento. Voy a pedirte que viajes conmigo a estas ciudades de la antigua Palestina. Antes
de entrar en sus puertas, me gustaría volver a repetir el verso del precioso himno colocado al
principio de este libro:

"!Qué dulce suena el nombre de Jesús


al oído de un creyente!
Apaga sus dolores, cura sus heridas,
Y aleja sus temores.”

Primera Ciudad: CEDES

Si miras hacia el norte en el mapa de Palestina, sobre el lago de Merom, cerca de los picos
nevados del monte Hermón y el Líbano, verás dónde se encuentra esta ciudad-Refugio. Los
viajeros recientes describen que sus ruinas todavía están de pie en una cresta rocosa en medio
de verdes colinas, rodeado con los restos de fuertes y castillos construidos en la Edad Media.
Estaba situado dentro de la tribu de Neftalí, y debió ser una gran ciudad en el momento en
que el viejo guerrero Barac, que nació dentro de sus muros, y marchó de sus puertas para
encontrarse con Sísara en la llanura abajo con sus novecientos carros de hierro.

¿Qué dice su nombre de Cristo?

La palabra hebrea CEDES significa "Santo". Jesús era "El Santo". Ninguna mancha de
pecado contaminó su santa naturaleza humana. Ángeles en el cielo, mientras lanzaban sus
coronas a Sus pies, gritaban: "¡Santo, santo, santo!" (Isaías 6:3). Los demonios en la tierra
se vieron obligados a exclamar: "Sé quién eres, EL SANTO DE DIOS" (Marcos 1:24). Los
sacerdotes judíos, mientras hablaron de él en la antigüedad por representaciones, tomaron
"un cordero sin mancha" (Éxodo 12:5). Los profetas judíos, al hablar de Él en sus
predicciones, lo llamaron "El renuevo justo (o SANTO)". (Jeremías 23:5) Los Apóstoles, al
escribir acerca de Él, dijeron: "SANTO, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y
hecho más sublime que los cielos" (Hebreos 7:26). Cuando Él mismo estaba en la tierra, pudo
desafiar a sus peores enemigos diciendo: "¿Quién de vosotros me redarguye de pecado?"
(Juan 8:46). Y poco después de su ascensión, desde su trono en los cielos, lo encontramos
proclamando su nombre: "¡El SANTO, el Verdadero!" (Apocalipsis 3:7).

Lector, recuerda esto. Jesús nunca podría haberte salvado, a menos que Él sea "glorioso en
santidad". Si Él hubiese tenido un pecado en Él, ¡tú y yo estaríamos perdidos para siempre!
Así como una fuga en el arca de Noé la habría hundido, una fuga de pecado en Jesús, la
verdadera Arca de Salvación, ¡nos habría sumergido a todos en las profundidades de la
desesperación eterna! Entonces, amemos caminar alrededor de las paredes de CEDES, y
pensar en nuestra "Ciudad del Refugio" como "El SANTO Hijo de Dios, Jesús" (Hechos
4:27).

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Y cuando reflexionas sobre su santidad, procura ser santo, tal como Él lo fue. ¡Cómo odiaba
el pecado! ¡Cómo le gustaba hacer la voluntad de su Padre celestial! ¡Qué gentil, bueno y
bondadoso fue con todos! Nunca estaba enojado, o sobre pasado por sus emociones, o
colérico o vengativo. Cuando era joven, en su hogar en Nazaret, Él "crecía en sabiduría y en
gracia para con Dios y los hombres" (Lucas 2:52). ¡Sé como Jesús en su santidad! ¡Que
CEDES sea una palabra escrita en sus jóvenes corazones! Cuando sea que tengas problemas,
dificultades o tentaciones, siempre pregunta: "¿Cómo habría actuado el SANTO JESÚS
aquí?" Convierte las palabras del bien conocido himno en una oración. Mientras dices...

"Anhelo ser como Jesús,


Manso, humilde, amoroso, moderado;
Anhelo ser como Jesús,
¡El Santo Hijo del Padre!"

Segunda Ciudad: SIQUEM

Siquem estaba situada al borde de un valle entre las colinas de Efraín. Las famosas montañas
de Ebal y Gerizim se alzaban a ambos lados, de cuyas laderas las bendiciones y las
maldiciones de la ley fueron proclamadas a los oídos del Israel reunido. Si Jerusalén era la
más grande y la más extensa de las ciudades de Palestina, entonces Siquem era quizás la más
bella. Todavía es descrita por los viajeros como uno de los lugares más hermosos de Tierra
Santa, con sus huertos de aceitunas, higos y granadas, y sus bandadas de pájaros cantores,
que han hecho que los habitantes le den a la bella pendiente que se mira hacia abajo, el
nombre de "Valle Musical". No sé si las calles de la antigüedad se parecían a lo que son
ahora. Lo que sigue es la reciente descripción de un viajero familiarizado con ellas: "Tienen
moras, naranjas, granadas y otros árboles mezclados entre las casas, cuyas flores perfumadas
llenan el aire con una dulce fragancia durante los meses de abril y mayo".

No requieres que se te diga que Siquem es una ciudad muy antigua, y que muchos eventos
interesantes en la historia sagrada tuvieron relación con ella. La primera mención que se hizo
de ella fue cuando el patriarca Abraham durmió bajo sus robles, cuando vino a Canaán desde
la lejana Caldea, y erigió su primer altar bajo su sombra (Génesis 12:8); y uno de los últimos
registros bíblicos con respecto a ella, está relacionado con la mujer de Samaria, cuando Jesús
se sentó con ella en “el pozo de Sicar”, y le habló de la mejor fuente, “que salta para vida
eterna" (Juan 4:14).

¿Qué nos dice el nombre SIQUEM de Cristo?

Es una palabra que significa "HOMBRO".

Jesús, nuestro Refugio, llevó a un mundo culpable sobre Sus hombros. Los antiguos tenían
un legendario Atlas, el cual debía llevar la tierra sobre sus hombros. ¡Jesucristo es el
verdadero ATLAS! "¡Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores!"
(Isaías 53:4). Todos los pecados de toda su gente, ¡Jesús se los llevó para siempre! ¡Piensa
en aquella pesada carga que lo postró hasta la tierra en el jardín de Getsemaní, y que causó

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que gotas de sangre salieran de su frente! Ningún otro sino Jesús podría haber llevado un
agobio y una carga tan horribles como éstas. Ningún ángel o arcángel podría haberlo hecho.
Jesús, siendo el Hijo de Dios, fue el único capaz de "salvar perpetuamente" (Hebreos 7:25).
Él es el único "fundamento seguro" que podría sostener todo el edificio (Isaías 28:16-KJV).
Con cualquier otro, habría caído en un montón de ruinas.

Yo amo no sólo visitar la vieja ciudad de Siquem, y pensar en Jesús llevando la culpa de Su
pueblo sobre sus hombros, sino me gusta pensar en Él como el verdadero SIQUEM ahora.
Él es nuestro Siquem a la diestra de Dios. "El gobierno está sobre Su HOMBRO" (Isaías 9:6).
¡El mundo entero es sostenido por Él! ¡Todos los cristianos son sostenidos continuamente
por Él! Los creyentes -los más pobres, los más débiles, los más humildes- están sobre los
hombros de Jesús. Él lleva el peso de todos ellos; amándolos a todos, atendiéndolos a todos,
intercediendo por todos ellos. Todo lo que tiene que ver conmigo: la comida y la ropa, la
salud y la fuerza, los amigos y el hogar, ¡son regalos de Él! Cada lágrima que derramé, él lo
sabe, Él las conoce. Si estoy bajo dolor y prueba, entraré por las puertas de esta ciudad
SIQUEM, y recordaré: "Jesús (Jesús, que murió por mí), me lleva sobre su hombro".

Moisés habla de Dios dirigiendo a los hijos de Israel por el desierto en la antigüedad, como
un padre bondadoso lleva a su hijo débil y cansado en su hombro. "Y en el desierto has visto
que Jehová tu Dios te ha traído, como trae el hombre a su hijo, por todo el camino que habéis
andado, hasta llegar a este lugar" (Deuteronomio 1:31). Y David dice en la hora de angustia:
"Estoy agobiado y necesitado, pero el Señor me lleva en Su corazón" (Salmo 40:17-KJV).

Me gusta mirar ese retrato del Nuevo Testamento: Jesús, el Buen Pastor, llevando una oveja
enferma o a un cordero joven sobre su hombro, de vuelta al redil. Aquella pobre oveja errante
se había extraviado en las montañas oscuras; pero el grandioso y gentil Pastor la había
seguido "hasta que la encontró, y cuando la encontró, la puso sobre sus HOMBROS,
regocijándose" (Lucas 15:5-KJV).

Lector cristiano, ¡qué perfecta seguridad y cobijo tienes en Jesús, y en Su Ciudad del
Evangelio! Mucho, mucho más que el homicida en la antigüedad, en su ciudad de refugio.
Me atrevería a decir que, aunque él fue librado del vengador, el refugiado no podía evitar
algunas veces temer que el vengador pudiera venir secretamente. Me atrevería a decir que,
por la noche, solitario en su cama, a veces soñaba con el vengador que lo asaltaba junto a su
almohada, y él se sobresaltaría de su sueño y quedaría sin descanso ante la atemorizante
visión. No es así en el caso de los que han huido al "Refugio del Evangelio". Ellos pueden
decir con dulce confianza: "En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo tú, Jehová,
me haces vivir confiado" (Salmo 4:8). El que es su "Guardián" dice de ellos: "y yo les doy
vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano" (Juan 10:28).

Tercera ciudad: HEBRÓN

Hebrón es la más antigua de todas las ciudades de Canaán. Después de vagar de un lugar a
otro en la tierra de la promesa, levantando sus tiendas y altares, fue aquí donde los patriarcas
tuvieron por primera vez un hogar asentado. No nos sorprendemos por la selección de la
antigua ciudad cananea, en la tranquila ladera de las colinas del sur, en medio de olivares y
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árboles de terebinto, y con vista hacia abajo a uno de los valles más fértiles de Palestina, con
sus huertos y campos de granos. En su elevación oriental está el lugar que le da en este día
su interés más sagrado: la cueva de Macpela, donde han reposado los huesos de los patriarcas
durante cuatro mil años. Debió estar fuera de sus murallas cuando los ángeles se le
aparecieron a Abraham, mientras estaba sentado a la puerta de su tienda. El cerro colindante
es tal vez el lugar desde el cual el patriarca vio el humo ardiente de Sodoma saliendo de su
propio valle profundo. Fue en Hebrón que David fue ungido como rey sobre Israel. Fue en
medio de sus viñedos y montañas que Juan el Bautista creció como de niño, antes de aparecer
en el desierto de Judea, para hablar de Uno más poderoso que él, "cuyo calzado" él no era
“digno de desatar” (Marcos 1:7).

¿Qué dice el nombre HEBRÓN de Cristo?

En hebreo, significa "comunión" o "amistad". JESÚS ha llevado al hombre culpable a tener


comunión con Dios. A causa del pecado, habíamos perdido esta comunión. ¡No habíamos
hecho a Dios nuestro amigo, sino nuestro enemigo! Fuimos cortados de la comunión con
todo lo que es santo y feliz. Los ángeles, en sus asignaciones de misericordia a través del
universo, pasaron de largo por nuestro mundo; no podían mantener ninguna comunión con
aquellos que se habían rebelado contra su Creador. ¿Ninguno podía salvar este amplio abismo
que separa la tierra del cielo? ¿No podía ser dejada una escalera desde el cielo a la gente
pecadora, para que el hombre caído pudiera una vez más levantarse para mantener
"comunión" con Dios?

JESÚS es el verdadero HEBRÓN: la verdadera escalera de Jacob que descendió del cielo y
llegó hasta la tierra. Jesús ha "reconciliado las cosas en la tierra y las cosas en el cielo"
(Colosenses 1:20 KJV). “Y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los
lugares celestiales con Cristo Jesús" (Efesios 2:6). Nosotros que una vez estuvimos "lejos"
hemos sido hechos "cercanos por la sangre de Cristo" (Efesios 2:13).

Confío en que muchos cristianos que lean esto, amarán visitar en pensamiento la vieja ciudad
de los patriarcas, y morar en su nombre y significado: "comunión". ¡Piensa en lo que tú
hubieras sido sin Jesús, tu Hebrón-Ciudad de Refugio! Habrías sido un pobre marginado de
Dios, un extranjero de todo lo que es santo y feliz. Pero a causa de Jesús, todo ha cambiado.
Dios es tu Padre, Cristo es tu Hermano mayor. En Jesús, Dios te ama -el Espíritu Santo te
enseña- el cielo está abierto para ti. Tú estás inscrito como ciudadano de la gran Hebrón
celestial, de "la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios". Cristo
los ha hecho miembros de la gran familia celestial; ¡para que el pequeño que ama a Jesús,
sea hermano o hermana, esté ante el trono eterno del cielo! Puedes ser privado de la amistad
y comunión humana. El hermano o hermana, padre o madre, o el amigo que alguna vez has
amado cercanamente, puede caer en un absoluto silencio. ¡Pero regocíjate! Nada puede
separarte de un mejor amigo y de una comunión más duradera. A pesar de que todas las
alegrías terrenales perezcan, siempre puedes correr dentro de las puertas de la poderosa
Hebrón de refugio y decir: "¡Nuestra verdadera COMUNIÓN es con el Padre y con su Hijo
Jesucristo!"

"Los amigos terrenales pueden causarme dolor y apesadumbrarme,


Un día son amables, al siguiente me dejan;
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Pero este Amigo nunca puede defraudarme,
¡Oh, cuanto Él me ama!”

Cuarta Ciudad: BESER

Beser estaba situado más allá del Jordán, en la tribu de Rubén. Aunque no se ha descubierto
su sitio preciso, pensamos que estaba encaramado en una de las muchas alturas rocosas del
gran monte Nebo, de cuya cumbre se permitió a Moisés, antes de morir, obtener una vista de
la Tierra Prometida. La porción norte de las aguas del Mar Muerto sería vista desde ella, y
las montañas para pastar de Judá a la distancia. Por su nombre, así como por ser una ciudad
fronteriza, y sujeta a ataques de la tribu guerrera de Moab, Beser probablemente estaría
fuertemente fortificada -similar, tal vez, en este respecto a las ciudades vecinas, con las cuales
los israelitas estaban tan impresionados en su primer acercamiento a Canaán, con "sus
imponentes y altas murallas, que se acercaban al cielo".

¿Qué dice el nombre BESER de Cristo?

Literalmente significa "fortaleza" o ROCA. Jesús es el BESER del creyente. El pecador está
en peligro en todas partes, pero en Jesús está seguro. Se le invita a "recurrir a la
FORTALEZA" como un "prisionero de la esperanza", y una vez dentro de sus puertas,
"aunque un ejército acampe contra él", él no necesitará "temer mal alguno".

¡Qué poderosa fuerza acampa contra él! Hay una Ley Santa de Dios, con todas sus amenazas
y maldiciones terribles. Pero refugiado en el verdadero BESER, puede decir triunfalmente:
"¿Quién acusará a los elegidos de Dios? ¡Dios es el que justifica!" (Romanos 8:33).

Está Satanás, con sus maquinaciones y ardides engañosos e innumerables tentaciones. Él


mismo fue alguna vez un ángel de luz. Él sabe lo que son la santidad y la felicidad. Pero
siendo ahora un espíritu malvado y perverso, ¡busca hacer a otros tan malvados e infelices
como él mismo! Se habla de él en la Biblia como "el hombre fuertemente armado" (Lucas
11:21). ¡Pero Jesús es "más fuerte" que este hombre fuerte! Si has huido por refugio a este
gran evangelio de Beser, y te has asentado dentro de sus fortalezas seguras, puedes exclamar
con alegría: "Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él
confiaré; mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio". (Salmo 18:2).

Está tu propio Corazón Perverso, con sus pensamientos pecaminosos, sus imaginaciones
vanas y sus profundas corrupciones; porque el peor enemigo de un hombre está dentro de él.
El enemigo de tu corazón te tentará a decir una mentira, a jurar, a ser deshonesto, a ser egoísta,
a estar enojado, a ser cruel. Pero Aquel que está a favor tuyo es mayor que todos los que
están en contra de ti. Estás más seguro que en cualquier castillo terrenal, puedes hacer tuya
esta canción de guerrero: "¡Torre fuerte es el nombre de Jehová; a él correrá el justo, y será
levantado!" (Proverbios 18:10).

Allí están las Aflicciones, los Dolores y las Angustias de este mundo, esas cosas que causan
corazones tristes y muchas lágrimas. Pero ese bendito Salvador: tu Roca y Fortaleza, "conoce
tus dolores", porque Él los sintió. Él conoce tus lágrimas, porque Él mismo las derramó.
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Huyendo al verdadero BESER en el tiempo de la aflicción, puedes secar tus lágrimas y
cantar: “Jehová será refugio del pobre [“oprimido”], refugio para el tiempo de angustia. ¡En
ti confiarán los que conocen tu nombre, por cuanto tú, oh Jehová, no desamparaste a los que
te buscaron! (Salmo 9: 9, 10).

Y allí está la Muerte, el postrer enemigo de todos. Pero aun sobre este Rey de terrores y
Terror de reyes, puedes gritar en triunfo desde tu Divino refugio: “¿Dónde está, oh muerte,
tu aguijón?... ¡Más gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro
Señor Jesucristo!” (1 Corintios 15:55,57).

Y Jesús es una Fortaleza para todos los que realmente huyen a Él. Ya he hablado de los niños
pequeños corriendo hacia Él y sonriendo sin temor en los brazos del Salvador. Él combina la
majestad de la Deidad, con la ternura del hombre. Y, ¿qué dice el profeta Isaías de este
verdadero BESER? "Y será aquel varón como escondedero contra el viento, y como refugio
contra el turbión [“tempestad”]; como arroyos de aguas en tierra de sequedad, como
sombra de gran peñasco en tierra calurosa" (Isaías 32: 2).

En una de las grandes fortalezas británicas que fueron asediadas en la última rebelión india,
las madres cristianas estaban acostumbradas a silenciar a sus hijos para que durmieran
cantando: "Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones".
Mis amigos cristianos, "como aquel a quien consuela su madre" así Dios "te consolará".
Aquí está su palabra de consuelo: "Jehová es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y
conoce a los que en él confían" (Nahum 1:7). En las antiguas Ciudades de Refugio, no se
permitía ningún arma de ningún tipo. Los que las poseían tenían que entregarlas. Esto es
cierto en un sentido más noble y mejor, con respecto a la Fortaleza del Evangelio. No puede
haber armas mortales forjadas allí. Pierden filo: "No hay condenación para los que están en
Cristo Jesús". (Romanos 8:1) El arsenal de Satanás ha sido saqueado; El "más fuerte que él"
lo ha "despojado de sus armas, y se llevó sus pertenencias" (Lucas 11:22 KJV).

He dicho que la palabra BESER significa "ROCA", y también "fortaleza". "Confía siempre
en el SEÑOR siempre, porque el SEÑOR DIOS es la Roca eterna" (Isaías 26:4 KJV). Él es
la verdadera ROCA DE LAS EDADES. Nunca podrás expresar lo suficientemente bien con
tus ojos puestos en este glorioso “Refugio”:

"Amado NOMBRE, la ROCA en quien yo edifico mi vida,


Mi escudo y escondite;
Mi tesoro que nunca falla,
¡lleno de almacenes ilimitados de gracia!
"La roca de las edades, traspasada por mí,
¡Deja que me esconda en Ti! "

Quinta Ciudad: RAMOT

Ramot estaba situada en Galaad, dentro de la tribu de Gad, y en algún lugar cerca de las
orillas del arroyo Jaboc, donde Jacob luchó en oración con el ángel. Debió haber ocupado
una posición dominante entre los gloriosos bosques de Galaad. Al igual que Beser, debió
11
estar fuertemente fortificada, debido a los muchos asedios que soportó. Siendo una ciudad
fronteriza de Palestina, estaba situada en la ruta directa tomada por los ejércitos sirios
invasores, y debió estar constantemente expuesta a ataques hostiles.

Se puede pensar en Ramot, entonces, entre las colinas y laderas al otro lado del Jordán, con
sus bosques de robles nativos, donde vagaban los famosos "toros de Basán" (manadas de
ganado salvaje); mientras que las manadas más pacíficas recorrían los prados que bordeaban
los arroyos de las montañas.

¿Qué nos dice el nombre RAMOT respecto a Cristo?

Ramot literalmente significa EXALTACIÓN. ¡Jesús es el verdadero Ramot! ¡Él es "exaltado


para ser un Príncipe y Salvador!" Una vez fue pobre, despreciado, rechazado, crucificado y
muerto brutalmente. Él se compara a sí mismo con un pobre proscrito y exiliado en medio de
estos bosques de Galaad: "Me han rodeado muchos toros; fuertes toros de Basán me han
cercado. Abrieron sobre mí su boca como león rapaz y rugiente" (Salmo 22:12,13). Pero
habiendo sido humillado en la cruz como Salvador sufriente, Él ahora está exaltado en el
trono como un glorioso Rey. "Dios lo ha EXALTADO" (Fil. 2:9). Los ángeles lo exaltan, los
serafines lo adoran, los santos lo alaban, la Iglesia lo magnifica, ¡y la Iglesia redimida cuando
esté en el cielo lo magnificará y exaltará para siempre!

Lector cristiano, deléitate constantemente en caminar alrededor de los muros de Ramot, y


pensar en Jesús "exaltado a la diestra de Dios". Él está allí para defender tu causa. Aunque
exaltado, no ha olvidado a los más abatidos o humildes de su pueblo. Él es el más Grande de
todos los seres creados, pero también es el más bondadoso de todos. Después de su
exaltación, cuando se apareció al anciano y apóstol Juan, Juan se preguntaba si las glorias
del cielo habían alterado el amor y la ternura de Jesús. Él recordaba cuantas veces se recostó
antes sobre el pecho de Jesús. Cuando miró, sin embargo, ahora, al glorioso Ser que estaba
delante de él en Su gloriosa vestimenta, con "Sus ojos como llama de fuego", "Juan cayó a
sus pies como hombre muerto". Pero la misma gentil mano le tocó, la misma dulce voz que
solía escuchar tan a menudo en tiempos pasados, le dijo: "¡No temas!" ¡Qué dulce es para
nosotros pensar que exaltamos, en su alto trono en el universo, a un Salvador inalterado e
inmutable, a un Amigo que vivirá para siempre y que nunca morirá!

“Aunque ahora está ascendido en las alturas,


Nos mira con ojos de un hermano”.

JESÚS está exaltado en el cielo y es exaltado por toda la gloriosa familia del cielo. Pero,
¡Ay!, hay un lugar donde a menudo no es exaltado, sino más bien derribado, y ese es el
corazón humano. Ese corazón ha sido comparado con la posada de Belén, donde había sitio
para cada huésped, ¡menos para el Señor de gloria! Tú que realmente crees en Él, tú a quien
Cristo amó tanto en la tierra, a quien Él acarició en sus brazos de misericordia; ve que no
suceda así contigo. "Hijo mío", dice Él, "¡Dame tu corazón!" Mira entonces, que JESÚS sea
entronado en tu corazón, como Señor de todo. Exáltalo en todo: en tus pensamientos, en tus
palabras, en tus obras. Dale la bienvenida, como los hijos del templo le dieron la bienvenida
en la antigua Jerusalén. Toma su canto y di: “Hosanna al Hijo de David, ¡Bendito el que
viene en el nombre del Señor! Hosanna en las alturas”.
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Sexta Ciudad: GOLÁN

Golán estaba situada en Basán, en la tribu de Manasés, entre las montañas de pastores al norte
del lago de Genesaret. Era el Santuario-Refugio más al norte en el lado este del Jordán, como
Cedes en el oeste; pero no hay acontecimientos particulares relacionados con él en la historia
de la Biblia.

¿Qué nos dice el nombre de esta última Ciudad de Refugio con respecto a Jesús?

GOLAN literalmente significa GOZO. Jesús es verdaderamente el GOLAN de su gente; ellos


pueden tener muchas otras alegrías, pero Él es su "principal alegría". Ellos pueden muy bien
llamarle GOLAN; Porque ninguna verdadera alegría podría haberlos visitado nunca, si no
hubiera sido por él. El mundo habría sido para ellos, desde el principio hasta el fin, un "valle
de Baca" (llanto), si Jesús no hubiera muerto por sus pecados, y salvado sus almas. Bien dijo
el ángel, cuando llegó a las llanuras de Belén para anunciar el nacimiento del Salvador: "¡He
aquí, os doy buenas nuevas de GRAN GOZO!"

No hay un solo paso que el cristiano tome, sin que Jesús sea GOLÁN para él, su "gozo". Él
se desvía, llega a ser una oveja perdida en las montañas oscuras, en busca de paz, pero Jesús
lo encuentra, y le dice: "¡Todos tus pecados son perdonados!" Y él se goza de ello. Él está
vagando como un pródigo, lejos de la casa de su Padre, y Jesús lo lleva a su hogar que había
perdido, y Dios lo llama Su propio hijo, y el cristiano está gozoso con eso. Él tiene que
recorrer un largo y triste viaje antes de llegar a su verdadero hogar en el cielo: Jesús le da su
brazo para apoyarse en él; Y él "sigue su camino regocijándose". Él tiene muchas pruebas
fieras. Jesús le dice que no piense en estas cosas "incomprensibles", sino que "se regocije",
ya que es "participante con Él de sus padecimientos" (1 Pedro 4:12, 13). Él camina por el
oscuro valle de sombra muerte. Jesús lo encuentra allí y lo ayuda allí. Él ve "al Rey en su
hermosura", y el hogar que está aún "lejos"; y, creyendo, "os alegráis con gozo inefable y
glorioso" (1 Pedro 1:8). Y cuando Jesús lo contemple desde su trono en juicio, ¿cuáles serán
sus benditas palabras de bienvenida? "¡Entra en el GOZO de tu Señor!" (Mateo 25:21). Y
cuando, como un rescatado, entre en la dicha de la gloria eterna, él clamará: "¡En Tu
presencia, oh mi Salvador, hay plenitud de GOZO!"

Lector cristiano, el amor se asoma en las paredes de esta Ciudad de Refugio. El escritor
sagrado, al dar la lista de estas seis ciudades, parece haberla guardado hasta el último porque
es una palabra feliz, y habla de las felices perspectivas de todos aquellos que aman
sinceramente al Señor Jesús. Créanme, no hay verdadero gozo, sino en Dios. La alegría de
los malvados es como la de una corriente ruidosa, ruidosa porque es poco profunda. El gozo,
por otra parte, que Jesús da, es como un gran río: profundo, tranquilo, siempre fluyendo,
desbordante -no lleno en invierno y seco en verano- ¡sino lleno, claro y refrescante durante
todo el año! Puede decirse siempre de Jesús, el gran Refugio del Evangelio, y de aquellos
que huyeron a Él, lo que se dijo en la antigüedad acerca de Samaria: "Había gran gozo en esa
CIUDAD" (Hechos 8:8). Ese fue el objeto de todo lo que Cristo hizo y dijo en la tierra: darte
este gozo. "Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea
cumplido." (Juan 15:11). Ámale ahora, y sírvele ahora, y síguele ahora, para que llegues
finalmente al verdadero Golán, en su gloriosa presencia celestial, y "¡TE REGOCIJES para
siempre!"
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"Un día esta pobre lengua tartamuda y balbuceante
Permanecerá en silencio en la tumba,
Pero luego, con una más noble y dulce canción,
¡Yo cantaré de Tu poder para salvar!

III. EL REFUGIO DEL EVANGELIO

"Nosotros, los que hemos huido a Él por refugio, tenemos un fuerte consuelo". Hebreos 6:18
(KJV)

Y ahora, amigos míos, hemos terminado el paseo por nuestra galería de imágenes. Hemos
caminado entre estas seis ciudades en la antigua tierra de la promesa. Repito sus nombres
una vez más, para que los recuerdes.

CEDES - Santidad

SIQUEM- Hombro

HEBRÓN- Comunión

BESER- Fortaleza

RAMOT- Exaltación

GOLÁN - Gozo

¡Qué salvador tan completo! En Él "habita toda la plenitud". En el caso de algunas de estas
ciudades hebreas, "no ha quedado una piedra sobre otra, que no haya sido derribada". Los
búhos están chirriando en medio de sus ruinas, y los chacales rondan por su presa. Pero no
ha sucedido así con Aquel de quien eran representaciones e retratos. ¡Jesús vive para siempre!
Él nunca cambia. El tiempo y la decadencia no pueden desmoronar las paredes del Refugio
del Evangelio. Jesús es "el mismo ayer, y hoy, y por los siglos" (Hebreos 13: 8).

Quiero, en este último capítulo, decirte una o dos cosas más sobre las Ciudades de Refugio.
Déjeme pedirte toda tu atención.

La primera cosa que quiero que recuerdes es que toda la preciosidad del NOMBRE de Jesús,
y toda la seguridad del REFUGIO del Evangelio se derivan de los méritos de su muerte
por los pecadores en la cruz.

Esta es la verdad más grande de todas las verdades, y una de las más sorprendentemente
enseñadas en estas antiguas representaciones y retratos. Si tú lees el registro de la Biblia,
encontrarás que al homicida le era restituida su libertad a la muerte del Sumo Sacerdote
(Números 35:25). Cuando las noticias del fallecimiento del Sumo Sacerdote, y él era el gran
jefe de la nación judía, llegaban a estas ciudades donde estaban estos refugios, me atrevería

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a decir que muchos de sus ciudadanos eran escuchados, con gritos de llanto, lamentando la
pérdida del fiel servidor de Dios. Pero la noticia era muy diferente para el hebreo cautivo.
¡Eso le traía noticias gozosas! Porque ese acontecimiento le permitía salir de su destierro y
acabar con años de dolorosa separación de todo lo que amaba en la tierra. El vengador ya no
podía hacerle daño. Podía regresar, feliz y seguro, a las comodidades de su hogar que había
perdido hace tiempo.

Por lo tanto, querido lector cristiano, es la muerte de tu gran Sumo Sacerdote, la que ha
comprado la liberación de tu cautiverio espiritual. La Ley de Dios ya no puede retenerte. La
justicia ya no puede amenazarte. Puedes seguir adelante con la gloriosa libertad de un hijo
de Dios, diciendo: "¿Quién es el que condenará?, ¡Cristo Jesús es el que murió!"

Puedes imaginarte, a la muerte del Sumo Sacerdote judío, al cautivo hebreo que salía de la
ciudad, dentro de cuyas sombrías paredes había estado encerrado durante mucho tiempo.
¡Puedes imaginarlo, con su corazón alegre, caminando por los valles a través de los cuales él
se apresuraba a su hogar, cantando canciones de gozo! Y tú, oh cristiano, con tu corazón y tu
voz más felices, canta este cántico mientras caminas a tu hogar celestial y lo ves brillando a
lo lejos, al otro lado del Jordán:

"Que me levante del polvo de la muerte,


Para habitar en mi mansión en los cielos,
Esta es toda mi esperanza, este es todo mi ruego,
¡Jesús vivió y murió por mí!"

La segunda cosa que quiero decirte es que, Dios ha hecho que la Ciudad de Refugio del
Evangelio sea de fácil acceso y la ha llenado con abundantes provisiones.

Él hizo el camino lo más claro y simple posible, al homicida en la antigüedad. Las ciudades
estaban generalmente en un lugar alto, así podían ser vistas desde una distancia lejana. Los
caminos que conducían a ellas eran cuidadosamente marcados y se les daba mantenimiento.
Eran más amplios que otros caminos en Palestina (dieciséis yardas de ancho). Los
magistrados y jueces judíos iban una vez al año a inspeccionarlos y a ordenar reparaciones.
Donde se formaban corrientes de agua, había puentes construidos a través de ellos. Donde
había una encrucijada, eran fijadas las señales de "Refugio". Y puesto que no habían puentes
a través del río Jordán, tres de las ciudades fueron colocadas, como he mencionado ya, en un
lado del río, y tres en el otro; de tal forma que todos pudieran llegar fácilmente a ellas, y
ninguno podría tener ninguna excusa para no huir. La ciudad más cercana siempre podría ser
alcanzada por el homicida, en medio día.

Además, se nos ha informado que en todas estas ciudades de refugio había abundantes
almacenes de provisiones. Eran provistos con pozos de agua, y levitas eran puestos en turnos
como porteros o guardianes, de tal forma que estaban listos para dar la bienvenida a cada
fugitivo a estos hogares de seguridad.

Así que Dios ha hecho todo para ti: ha hecho accesible el Refugio del Evangelio. Tu Biblia y
una buena iglesia; tus padres, amigos creyentes; ministros conforme a Su corazón, y los
buenos libros cristianos, son todos, como esas señales para el refugio, apuntando en dirección
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opuesta a las encrucijadas y a los caminos de la razón humana, y al error humano y la justicia
propia para señalarte al Señor Jesucristo, y decir: "¡Huye!, ¡huye!, ¡huye por refugio para
apoderarte de la esperanza que está puesta delante de ti!"

Jesús, el verdadero Refugio del Evangelio, también, está lleno de ricas provisiones. "Tú estás
completo en Él". Él, como el verdadero José, da a conocer los almacenes en sus "ciudades-
tesoro", a toda su gente necesitada. ¿Cuáles son algunas de estas provisiones? Hay perdón,
paz, justificación, filiación, santificación, fuerza para la hora de la debilidad, gracia para la
hora de la tentación y la buena esperanza de la vida eterna para la hora de la muerte. No es
de extrañar que él diga a todo el pobre pecador que busque admisión dentro de estas puertas:
"Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no
tendrá sed jamás" (Juan 6:35).

Como en las ciudades de Canaán, así en esta gloriosa Ciudad del Evangelio de la cual aquellas
eran representaciones, hay un Pozo de agua viva. ¿Que es esto? El Espíritu Santo, que a
menudo está en la Escritura comparado con el agua. "Si alguno tiene sed" dijo Jesús, "venga
a mí, y beba"; “Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él" (Juan
7:37, 39). Esta toda gloriosa fuente no es como las de las ciudades de Palestina, que a veces
se secaban en épocas de sequía, sino que el Evangelio "brota para vida eterna". Los ángeles,
también, son los porteros, los benditos guardianes que guardan las puertas de esta Ciudad del
Evangelio. "¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que
serán herederos de la salvación?" (Hebreos 1:14). Ellos aman ver a través de estas puertas,
y dar la bienvenida a cada viajero errante. Con cuánto gozo dan la palabra: "Abrid las puertas,
y entrará la gente justa” (a aquellos que son justos a través de la justicia de Jesús) (Isaías
26:2).

Es deleitoso, por otra parte, pensar, que al igual que las ciudades judías eran fácilmente
encontradas desde todas las partes de Palestina; así, de todas partes del mundo, la gente puede
ir al más Grande y glorioso Refugio del Evangelio. ¡Pobre pagano del Lejano Oriente! Arroja
tus ídolos; las puertas de la Ciudad del Evangelio están listas para darte la bienvenida.
¡Habitante del lejano oeste! huye a los portales de la misericordia y a la sangre que limpia de
todo pecado. ¡Esquimal en medio de tus nieves polares! ¡africano, entre tus arenas ardientes!
¡Corre al refugio provisto! Hay salvación allí para ti. "El mismo Señor es rico para con
TODOS los que le invocan". ¡Feliz promesa! Llegará el tiempo en que los cristianos de todo
el mundo se encontrarán cantando juntos el mismo canto y pronunciando la misma oración:
"Abridme las puertas de la justicia; entraré por ellas, alabaré al Señor" (Salmo 118: 19).

La tercera cosa que quiero decirte es: Ningún OTRO Refugio puede salvarnos, sino sólo
JESÚS.

Quisiera que tomaras como lema las palabras simples y hermosas que un cristiano que
recientemente ha ido a dormir, escribió: "Estoy seguro de que puedo estar muy agradecido a
Dios por su gran misericordia hacia mí. Solo debo guardar en mi mente que hay un solo
Refugio para huir, ¡y ese es Jesús!"

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Hay muchos otros refugios en los que la gente trata de refugiarse. Ellos piensan que estarán
igualmente seguros en ellos, como en el ÚNICO que Dios ha provisto; pero esos refugios
nunca serán capaces de permanecer en ese día en que se pondrá a prueba todos los refugios.

He visto a algunos hacer de su propia bondad su ciudad de refugio. Ellos imaginaron que no
eran tan malos como otros. ¡Confiaron en la caída torre de Siloé de su propia justicia!

He visto a algunos hacer de la bondad de Dios su ciudad de refugio. Ellos se dijeron a sí


mismos: "Dios es bondadoso, y ciertamente no será tan severo con los pecadores al final. La
justicia, el vengador, ciertamente no perseguirán para siempre con su espada llameante. El
amor de Dios ciertamente sacará lo mejor de su justicia".

¡No dejes que Satanás te engañe! Hay muchos de esos refugios que parecen ser bastante
seguros, pero sobre los cuales Dios ha escrito: "¡Refugios de mentiras!"

Había muchas otras ciudades en la antigua Canaán, que parecían ser tan buenas y tan seguras
como aquellas de las que he estado hablando. Pero ninguna ciudad podía dar refugio seguro
al homicida, excepto una de las seis que Dios había especialmente designado.

¿Qué habría ocurrido si el fugitivo de antaño, al huir del vengador, hubiera dicho: “¿De qué
me sirve ir a Hebrón o a Golán que están tan lejos?” Prefiero huir a un lugar más cercano. Iré
a Jericó, la antigua ciudad de las palmeras; o a Belén, en los montes de Judá; o, mejor aún,
iré a Jerusalén, la capital de la nación, donde está el templo de Sion, y el palacio del rey.
Seguramente estaré mucho más seguro dentro de sus altas murallas y baluartes que en una de
estas pequeñas ciudades de los levitas. ¿No se dice que, en sus palacios Dios es conocido por
refugio?

Si así lo hubiera hecho, sin duda habría perecido. Ni rey ni sacerdote, ni puerta de oro, ni
puerta hermosa, ni muro, ni baluarte, podrían haberlo salvado de la espada del vengador. Las
ciudades de refugio nombradas en la antigüedad, pudieron haber sido "las menos numerosas
en las ciudades de Judá". Pero estas eran las ciudades de la elección de Dios y el orden de
Dios, y eso era suficiente. En ellas, y sólo en ellas, el homicida estaba a salvo del vengador
de sangre.

Y así es con nuestro Refugio del Evangelio. "¡En ningún otro hay salvación!" Rechazando a
Jesús, estamos perdidos para siempre. Todos los demás refugios, por muy buenos o grandes
que fueran, ¡parecerán ser sólo torres de Babel, que caerán sobre los pobres constructores y
los aplastarán en sus ruinas!

Cuando Dios les dijo a los hijos de Israel que rociaran los dinteles y los postes de sus puertas
con sangre, podrían haber sido lo bastante tontos como para decir: "No, lo haremos mejor,
no nos contentaremos con hacer algo tan insignificante; en vez de eso construiremos grandes
muros alrededor de nuestras casas, para que el ángel destructor no pueda entrar". ¿Crees que,
si lo hubieran hecho, sus hijos primogénitos hubieran sido salvados? ¡No! Habría habido
muerte en cada hogar; sus altos muros habrían resultado inútiles. Nada más que la marca
roja de sangre en la entrada de la vivienda sería de algún valor para evitar el golpe de la
muerte.
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Así es con el pecador. Todos los muros que el orgullo, y la justicia propia y las buenas obras
pueden levantar, no harán nada para evitar la espada de la Justicia vengadora de Dios. Sólo
la sangre rociada de la misericordia del pacto lo hará; porque "¡la sangre de Jesucristo su
Hijo nos limpia [y solamente ella nos limpia] de TODO EL PECADO!" (1 Juan 1:7).

Recuerdo que, hace muchos años, mientras asistía al lecho de muerte de un joven, él dijo que
un día soñó que estaba en una tienda que parecía estar sostenida de armas y escudos de
armadura. Un número de personas en la tienda estaban poniéndolos. Pero un hombre estaba
de pie con una espada en la mano, matando a los que pasaban por la calle. Uno tras otro los
hería -su armadura no les protegía- sus cuerpos estaban muertos o heridos en el pavimento.
Con gran temor y terror, dijo el joven, como su turno parecía al fin llegar, y él también debía
tratar de cubrirse con la misma armadura y salir corriendo a la calle fatal, y él no sabía qué
hacer. Mirando a su alrededor, observó, en un estante superior, algo parecido a una tela de
lino blanco arrugado, aparentemente descuidado. Resolvió bajarlo y envolverse en una
porción de él, en lugar de las armas inútiles de hierro y moverse silenciosamente. Cubriendo
su cabeza y su cuerpo, salió disparado siguiendo los pasos de los otros. La espada intentó
herirlo una y otra vez, pero era incapaz de perforar la cubierta de lino. Sólo él estaba a salvo
entre aquella multitud de muertos y moribundos.

Hermosamente este joven soñador dio explicación a su propia "visión de la noche". Y esa
fue: ¡Cuán vanas son todas las alardeadas armaduras de la justicia propia; y cuán seguro y
glorioso es ese "lienzo blanco" cubriendo de la justicia de Jesús! A los ojos de la razón, la
armadura de hierro y acero parece la mejor, más fuerte y más segura. Muchos no "se
someterán o rendirán a la justicia de Dios", y persisten en usar esta armadura. Pero será una
pobre protección contra la espada de la justicia vengadora de Dios. Bienaventurados los que
han sido guiados a mirar hacia arriba por otra justicia, y que han escuchado el mandamiento
divino: "¡Vestíos del Señor Jesucristo!" (Romanos 13:14).

Lector, permíteme preguntar: ¿es este tu caso? No pienses que, porque eres joven y has
cometido pocos pecados, estas más seguro que los que han cometido muchos pecados y que
no tienen la misma necesidad urgente de huir a Jesús por refugio. En el Canaán de la
antigüedad, el homicida estaba en peligro de perder su vida, si había matado a una o muchas
personas. Un solo asesinato, como un solo pecado, lo exponía a la furia del vengador.

¡También, el fugitivo hebreo podría eludir a su vengador! Podría evitarlo, durante días,
semanas o años, para protegerse de su ira. Podía ir, como David hizo para evitar a Saúl, a
alguna cueva de Adulam; podría esconderse en los sombríos recovecos de algún bosque, en
medio de los robles de Basán o de los acantilados rocosos del Jordán o en medio de las alturas
de cedro del Líbano; en las palabras de Ezequiel: "habitando en el desierto con seguridad, y
durmiendo en los bosques" (Ezequiel 34:25). Pero es diferente con el pecador y su vengador,
"La venganza es mía, YO pagaré, dice el Señor" (Romanos 12:19). ¿Quién puede esconderse
de Sus ojos que todo lo ven?

"Si tuviera que encontrar alguna cueva desconocida,


Donde el pie humano nunca hubiera pisado,
Incluso allí no estaría solo,
¡En todos lados estaría DIOS!
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"Él sonríe en el cielo,
Él llena el aire, la tierra, el mar;
Debo en su presencia morar,
¡No puedo huir de Su ira! "

La cuarta cosa que quiero decirte es: Que muchos jóvenes y viejos HAN huido hacia Jesús,
la Ciudad de Refugio del Evangelio, y se han encontrado seguros y felices allí.

¡Cuán delicioso es, año tras año, seguir las huellas de aquellos, jóvenes o viejos, ricos o
pobres, que han huido a ese bendito refugio! Terminaré este pequeño volumen hablándoles
de dos de ellas, ahora en espera de habitar la mejor Ciudad Celestial. Muy diferentes eran
ellas en edad, en país, en su situación exterior. Pero eran iguales en esto: que ambas huyeron
en vida a las puertas del Refugio del Evangelio; y para ambos, el NOMBRE de JESÚS era
especialmente precioso.

La primera era una niña de trece años, la edad, me atrevo a decir, de algunos de ustedes cuyos
ojos están leyendo estas páginas. La vi cuando era brillante y feliz en su hogar adoptivo en
Inglaterra: un dulce lugar en el condado de Kent, en una de esas alturas arboladas que
dominan una extensa perspectiva del río Támesis, mientras este serpentea, llevando el
comercio del mundo. Aquella pequeña vida, tan llena de promesas, fue tomada
tempranamente: su sol se iba antes de que fuera "aún el día". Su partida vino súbita e
inesperadamente. Sus desconsolados padres vieron "el deseo de sus ojos llevado de un
golpe". La querida niña era naturalmente tímida y reservada; ella sintió más de lo que dijo.
Su corazón amoroso y desinteresado se deleitaba en idear planes de utilidad y llevarlos a
cabo. La totalidad del dinero de su bolsillo lo gastaba en la compra de libros cristianos para
los niños de la escuela dominical, a los cuales amaban mucho. Ella ganó el afecto del viejo,
así como del joven. Ella era "la pequeña que solía hablarnos tan hermosamente", fue la
descripción dada, con ojos llorosos, por más de uno de los aldeanos que habían conocido su
amorosa forma de ser, y escucharon su amorosa voz.

En otro vecindario aún más familiar, ella solía ir a las casas con su Biblia, y ofrecerse a leer
a los habitantes que más lo necesitaran; siempre poniendo sus pequeñas manos juntas
primero, para pedir la bendición de Dios, y luego hacer algunas observaciones simples que
pensaba que podrían ser útiles. Aquellos cuyos corazones más se lamentaban por ella, tenían
la más absoluta seguridad de que la gracia de Dios había sido derramada en el corazón de su
querida hija. Después de que ella murió, mientras su madre tomaba su Biblia, las siguientes
dos cartas cayeron al suelo:

“Mis tan queridos papá y mamá:

Voy a escribir esto en caso de que de repente vaya a descansar, con la esperanza de esa tierra
feliz donde la tristeza no será más conocida; y de que quizá ustedes tengan miedo por mi
alma. Conozco mi estado, y sé que soy una pobre y DESDICHADA pecadora. No espero la
redención por mis propios pobres méritos. No tengo miedo de la muerte, ya que la muerte no
es sino abandonar este mundo malvado, con la esperanza futura de un feliz, feliz hogar.
¡Aunque soy muy mala por naturaleza, todo ha sido lavado por la sangre de mi Salvador! El
19
Espíritu Santo me ha enseñado por qué orar y cómo orar. Espero que todos mis queridos
amigos me perdonen si me he enojado cuando me han hablado de mis faltas. Me gustaría,
queridos padres, que el poco dinero y las cosas que tengo, se den a la Sociedad Misionera de
la Iglesia, y a la Sociedad Bíblica. Mi amado Salvador me ha perdonado todos mis
INNUMERABLES pecados, entonces, mis queridos padres, no deben temer por mi alma.
Creo que mi Salvador no me abandonará si confío en Él, y sé que toda mi justicia propia es
como trapo de inmundicia".

El otro papel que se encontró, probablemente estaba destinado a sus hermanos y hermanas.
Y decía lo siguiente:

"Cuando tengas problemas, ve a Dios y cuénteselo todo. El Salvador, que llamó a los niños
para que vinieran a Él, te escuchará, no importa cuál sea el tema, si estas angustiado y
necesitas Su ayuda. Si tienes una lección difícil de aprender, un espíritu difícil de dominar,
una palabra desagradable que decir, un espíritu orgulloso que humillar, sea cual fuere tu
dificultad, llévala a Dios en el nombre de Jesús, y Él te ayudará. Si nosotros, que vemos tan
poco por debajo de la superficie, no estamos complacidos con apariencias externas sin buenas
cualidades interiores, ¡cuánto menos el gran Dios que busca en los recovecos más íntimos
del corazón! El Señor no ve lo que el hombre ve; porque el hombre mira la apariencia
exterior, pero el Señor mira en el corazón. Lo que requerimos es un corazón nuevo purificado
por el Espíritu Santo, lleno de todas las gracias mencionadas en la Epístola de Pablo a los
Gálatas 5:22. ¡Oh! Ve a JESÚS y pídele en oración ferviente que perdone tus pecados y te
conceda el bendito don de un nuevo corazón".

Mis jóvenes amigos, ¿han corrido como esta jovencita, a un Salvador tan generoso? ¿Es el
"nombre de Jesús", tan dulce para ella, igualmente precioso para ti? ¿Suaviza tus dolores?
¿Cura tus heridas, y aleja tus lágrimas y temores? ¿Puedes tú decir, en el espíritu de su
hermosa y reconfortante carta:

"Hasta entonces, Su amor proclamaré


Con cada respiración fugaz;
Y con la música de Su NOMBRE
Se refrescará mi alma hasta la muerte".

Habiéndoles hablado de alguien que recientemente a "dormido en Jesús", quien había huido
tempranamente al amparo del Refugio del Evangelio; ahora les hablaré de una anciana sierva
de Jesús que, aún más recientemente, ha entrado en su glorioso descanso.

Ella fue una feligresa de mi iglesia. Su casa era una humilde cabaña en uno de los pueblos
más hermosos de Escocia. Pobre en este mundo y alguien que sufría casi constantemente,
ella era rica en fe. Era una de las "joyas de Cristo"; su vida estaba "escondida con Cristo en
Dios". Si pudiera aventurarme a nombrar dos peculiaridades que la distinguieran más que
otras, serían éstas: Su Amor por el NOMBRE de JESÚS, y su Vida de ORACIÓN.

"Su nombre", para ella, era "como ungüento derramado" (Cantares 1:3). A menudo me
deleitaba en sentarme con ella en su cabaña, con su Biblia sobre sus rodillas, y escucharla
hablar del "nombre que está sobre todo nombre". Ella mucho tiempo antes, en los primeros
20
años de su vida, había huido a la fortaleza del Evangelio. Creo que su ciudad favorita habría
sido GOLAN, "gozo". Su corazón parecía estar siempre lleno de "paz y gozo en el creer".

Sin duda mucha de esta serena quietud y gozo se derivó de su vida de oración. No es poca
cosa para el escritor de estas páginas saber que no hubo un día durante más de dieciséis años,
en él que no fuera personal y especialmente recordado ante el trono de la gracia por esta
humilde santa.

Una tarde del año pasado, había entrado en su casa, llevando una jarra de agua del pozo de
su jardín. Esa fue la última vez que cruzó su umbral. Cuando abrieron su puerta, la
encontraron sola sobre sus rodillas. La ORACIÓN, siempre había sido el deleite de su vida,
había sido su consuelo y solaz aun cerca de la muerte. Su último acto fue sacar agua de los
mejores "pozos de salvación". ¡Ella vivió en oración, y terminó con alabanzas!

¡Lector! Cuando llegues al final de tu vida terrenal, ¿podrás estar igualmente feliz,
igualmente seguro? ¿Podrías ser capaz de regocijarte así y triunfar en el nombre de Jesús?
Podrías declarar, como lo hicieron estos dos espíritus llenos de la gloria de Dios, antes de
que fueran a descansar: "TENEMOS una ciudad fuerte. ¡Estamos rodeados por los muros de
la salvación de Dios!" (Isaías 26:1 KJV) ¿El Espíritu Santo te enseñó, como les enseñó a
ellas, que eres pecador por naturaleza y que sin Cristo estás en estado de condenación? ¿Has
escuchado la voz de Dios declarando que Él "de ningún modo tendrá por inocente al
malvado?" (Éxodo 34:7) ¿Puedes decir ahora con gozo: "En Dios está mi salvación y mi
gloria; en Dios está mi roca fuerte, y mi refugio?"

¿Estás, igual que ellas, realmente "escondido" dentro de las puertas? El homicida de la
antigüedad, para estar protegido, necesitaba estar dentro de la ciudad-refugio. Incluso si sólo
estaba un paso fuera, el vengador de sangre podía derribarlo. ¡No importaba cuán cerca
estuviera, si no estaba dentro de los portales!

Entonces, no te servirá de nada saber acerca de Cristo, y escuchar acerca de Cristo: debes
conocer la fuerza de los muros de la ciudad, la gloria de sus almenas y la belleza de sus
palacios. Es solamente "el justo que CORRE a ella", quien está "seguro".

Qué más, en conclusión, tengo que decir, sino repetir la solemne invitación: "¡Corre!, ¡huye
por tu vida!" Cada hora que lo pospongas, el tiempo será más corto; el vengador está más
cerca; y las posibilidades de escapar serán menos. No hay tiempo para la demora. Digo esto
a los más jóvenes. Digo más. Los jóvenes pies pueden correr más rápido, lo mismo ocurre
con las almas jóvenes. Nunca irás a Jesús tan fácilmente como ahora. No dejes que nada te
detenga. Se dice que al cavar las ruinas de Herculano (la ciudad enterrada bajo la lava del
Vesubio), el cuerpo de un hombre fue encontrado en una postura erguida, mientras corría por
la puerta de su casa para escapar de la destrucción. Él tenía una bolsa de oro en la mano.
Otros habían escapado con seguridad. Pero este avaro amaba su oro más que su vida. Había
vuelto a buscarlo, pensando que tendría tiempo suficiente para escapar de la terrible
destrucción; pero la corriente ardiente lo alcanzó. ¡Quedó encerrado en una tumba viviente!

Este fue, también, uno de los más tristes incidentes relacionados con estas ciudades de refugio
de la antigüedad, cuando un desventurado fugitivo, jadeante y sin aliento, justo cuando estaba
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muy cerca de la ciudad, cuando ya casi había llegado a la puerta, se derrumbó exhausto. O
quizás el caso de algún otro que se había detenido cansado para dormir, ¡pero que fue
despertado por el vengador justo frente a él, y una espada desenfundada brillando ante sus
ojos!

¡Pero, oh, es más triste, mucho más triste, para cualquiera, joven o viejo, que perezca teniendo
a Cristo tan a la vista! Que permita que el amor al pecado, o el amor al placer, o el amor al
mundo, lo haga llegar "demasiado tarde". Estar casi a salvo, ¡pero no totalmente salvo! Y ser
cortado por la espada de la ira, o alcanzado por el arroyo ardiente: ¡teniendo el cielo tan a la
vista!!!

¡Que Dios conceda que este no sea el caso de ninguno de ustedes!

Concluiré con una imagen más feliz: A los ciudadanos de estas ciudades del Refugio de la
antigüedad, a veces se les veía agrupados en la parte superior de las murallas, observando al
homicida mientras se acercaba, y animándolo cuando estaba débil y agotado. Piensen en la
gran nube de testigos: Patriarcas, profetas, santos, amigos salvos, que ahora están a salvo en
sus puertas, llamándoles a no quedarse fuera, sino a ser "imitadores de aquellos que por la fe
y la paciencia heredan las promesas". "Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de
Dios por un pecador que se arrepiente".

Hemos estado hablando de el "nombre de JESÚS".

Lee el lema sobre la puerta de entrada de todas estas seis ciudades. Lee el lema sobre la puerta
del Refugio del Evangelio: "Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro NOMBRE
bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos, sino en el NOMBRE de
JESÚS".

¡Jesús, mi Refugio! Mírame


Cuando débil y cansado, desgastado, oprimido;
Echo toda mi ansiedad sobre ti,
Tú eres mi DESCANSO.

¡Jesús, mi Refugio! Guía mi camino


Disipa los matices sombríos de la noche,
Oh, por favor, ¡brilla con rayos de alegría!
Tú eres mi LUZ.

¡Jesús, mi Refugio! Tormentas pueden levantarse,


La aflicción arrasa con la gran tempestad,
Pero mi espíritu huye a Tu refugio,
Tú eres mi ROCA.

¡Jesús, mi Refugio! Una legión de enemigos


Puede tratar de arrojarme de la carrera,
Pero en tu fuerza descansaré,
Tú eres mi ESCUDO.
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¡Jesús, mi Refugio! En tu provisión
Tienes felicidad verdadera y pura,
Sin placeres ni distracciones mezclados,
Tu eres mi GOZO.

¡Jesús, mi Refugio! Al borde


Del Jordán, en mi última lucha,
No me dejarás caer:
Eres mi VIDA.

¡Jesús, mi Refugio! Oh, mi suficiencia


Eres todo lo que yo quiero. Lo que sea que ocurra;
A través de la vida, en la muerte, eternamente,
¡Tú eres mi TODO!

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