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Efesios 6:10-18Nueva Versión Internacional (NVI)

La armadura de Dios
Por último, fortalézcanse con el gran poder del Señor. 11 Pónganse toda
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la armadura de Dios para que puedan hacer frente a las artimañas del
diablo. 12 Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra
poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este
mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones
celestiales. 13 Por lo tanto, pónganse toda la armadura de Dios, para que
cuando llegue el día malo puedan resistir hasta el fin con
firmeza.14 Manténganse firmes, ceñidos con el cinturón de la verdad,
protegidos por la coraza de justicia, 15 y calzados con la disposición de
proclamar el evangelio de la paz. 16 Además de todo esto, tomen el
escudo de la fe, con el cual pueden apagar todas las flechas encendidas
del maligno.17 Tomen el casco de la salvación y la espada del Espíritu,
que es la palabra de Dios.

Oren en el Espíritu en todo momento, con peticiones y ruegos.


18 

Manténganse alerta y perseveren en oración por todos los santos.

1.-

El cinturón (de la verdad): “Por tanto, manténganse firmes y fajados con el cinturón de la


verdad, revestidos con la coraza de justicia” (Efesios 6:14). El cinturón de la verdad
comprende dos sitios: nuestros corazones y nuestras mentes. La verdad nos mantiene
seguros en Cristo y hace que todas las demás piezas de la armadura funcionen de
manera eficiente. El cinturón de la verdad mantiene nuestra armadura en su lugar.
Comprométete a caminar diariamente en la luz de la verdad de Dios: “Enséñame, Señor,
tu camino para que camine yo en tu verdad” (Salmos 86:11).

2.-

La coraza (de la justicia): “Revestidos con la coraza de justicia” (Efesios 6:14). Un


soldado que tiene puesta la coraza se adentra en la batalla confiado y con valentía. El
diablo está constantemente atacándonos con mentiras, acusaciones y haciéndonos
recordar nuestros pecados pasados. Sin la coraza de la justicia, estos traspasarían hasta
llegar a tu corazón. Tienes que estar seguro de tu identidad en Cristo Jesús. Acércate
confiadamente a su presencia (Hebreos 4:16).

3.-

El calzado (de la paz y preparación): “Y calzados con la disposición de proclamar el


evangelio de la paz” (Efesios 6:15). El calzado nos permite pisar con libertad y sin temor
mientras nos enfocamos de lleno en la batalla en nuestras manos. Nos ayuda en nuestro
movimiento y defensa. El calzado que Dios nos da nos impulsa hacia delante para
proclamar la paz verdadera, la cual solo existe en Cristo. Prepárate para seguir al Señor
en toda circunstancia.

4.-

El escudo (de la fe): “Además de todo esto, tomen el escudo de la fe, con el cual pueden
apagar todas las flechas encendidas del maligno” (Efesios 6:16). El escudo no solo nos
protege el cuerpo, sino también nuestra armadura. El escudo de la fe tiene una función
específica, sobre la cual la Biblia es muy clara: apagar todas las flechas encendidas del
maligno. No alguna, sino todas. El escudo se mueve con el ataque en toda dirección.

5.-

El casco (de salvación): “Tomen el casco de salvación” (Efesios 6:17). El objetivo de


Satanás: tu mente. Las armas de Satanás: sus mentiras. El enemigo quiere hacernos
dudar de Dios y de nuestra salvación. El casco protege nuestras mentes para que no
dudemos de la verdad de la obra de salvación de Dios en nosotros. “Nosotros que somos
del día, por el contrario, estemos siempre en nuestro sano juicio, protegidos por la coraza
de la fe y del amor, y por el casco de la esperanza de salvación” (1 Tesalonicenses 5:8).

6.-

La espada (del Espíritu): tomen “la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios”
(Efesios 6:17). La espada es la única arma de ataque en la armadura, pero también es un
arma de defensa. Los callejones sin salida, argumentos y pensamientos son todas armas
que el enemigo usa en contra nuestra. Con la espada del Espíritu, la palabra de Dios,
tenemos todo lo necesario para lidiar con todas ella. Necesitamos confiar en la verdad de
la Palabra de Dios. Tener confianza en el valor de su Palabra, y tener hambre y sed de
ella.
7.-

Oración. “Oren en el Espíritu en todo momento con peticiones y ruegos.


Manténganse alerta y perseveren en oración por todos los santos” (Efesios 6:18)

8.-

Trata de ayudar directamente en alguna necesidad u oportunidad. Distribuye


su armadura (física y espiritualmente) dando una mano y hablando de Jesús lo
más que puedas. Todo seguidor de Cristo “armado” tiene la capacidad de hacer el
bien para Cristo, directamente a él haciéndole el bien a su familia incluidas las
viudas, los huérfanos, los cojos, los ancianos y los enfermos (entre los hermanos y
hermanas de Jesús). Veamos lo que dice 2 Corintios 10:3-5:
 3: “Pues aunque vivimos en el mundo, no libramos batallas como lo hace
el mundo”.
 4: “Las armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen el
poder divino para derribar fortalezas”.
 5: “Destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el
conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para que se
someta a Cristo”.

Varias veces se han hecho impresiones con el nombre de Oraciones del Justo
Juez, y esas oraciones, impresas hasta en verso, no son sino un conjunto de
disparates, sin sentido y una falsificación sacrílega de la verdadera oración, por
lo cual no es extraño que no produzca sus maravillosos resultados.

La presente impresión, aprobada y reconocida hasta por los patriarcas


armenios y de Jerusalén, es una copia exacta sacada de su original que,
grabada en una plancha en oro, existe en el Convento de religiosos armenios
de Santa María Egipciaca al pie del Monte Líbano, de donde el rey Salomón
tomó los cedros para dedicar a Dios el primer Templo en Jerusalén.
Dicha plancha de oro fue encontrada en el Monte Calvario, enterrada junto al
peñasco en que se fijó la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo, y la descubrió el
príncipe Godofredo de Boullón, en la guerra que emprendió contra los
mahometanos para rescatar los santos lugares de Jerusalén.

Con esta oración el citado príncipe se hizo invisible en varios encuentros que
tuvo con los turcos y lo mismo su cristiano ejército: basta decir que a esta
oración se debió el completo triunfo de las armas cristianas que hacían gran
mortandad en los infieles sin que ellos vieran ni por dónde eran atacados, por
lo que trescientos soldados cristianos vencieron a millón y medio de impíos
mahometanos y recobraron los santos lugares, siendo de notar que no pereció
ni uno solo de los que rezaban con devoción y fe esta oración.

Esta oración es muy eficaz para librarse de enemigos, de persecuciones de


justicia, de guerras, prisiones, pestes y de toda clase de peligros de mar y
tierra, como naufragios, asaltos en camino y de todo peligro, como lo
demuestra la experiencia de más de tres siglos. Será muy útil después de esta
oración rezar el cántico de Magnificat.

Divino y Justo Juez de vivos y muertos, eterno sol de justicia, encarnado en el


casto vientre de la Virgen María por la salud del linaje humano.
Justo Juez, creador del cielo y de la tierra y muerto en la cruz por mi amor. Tú,
que fuiste envuelto en un sudario y puesto en un sepulcro del que al tercer día
resucitaste vencedor de la muerte y del infierno.
Justo y Divino Juez, oye mis súplicas, atiende a mis ruegos, escucha mis
peticiones y dales favorable despacho.
Tu voz imperiosa serenaba las tempestades, sanaba a los enfermos y
resucitaba a los muertos como Lázaro y al hijo de la viuda de Naim.
El imperio de tu voz ponía en fuga a los demonios, haciéndoles salir de los
cuerpos de los poseídos, y dio vista a los ciegos, habla a los mudos, oído a los
sordos y perdón a los pecadores, como a la Magdalena y al paralítico de la
piscina.
Tú te hiciste invisible ante tus enemigos, a tu voz retrocedieron cayendo por
tierra en el huerto los que fueron a aprisionarte y cuando expirabas en la Cruz,
a tu poderoso acento se estremecieron los orbes.
Tú abriste las cárceles a Pedro y le sacaste de ellas sin ser visto por la guardia
de Herodes. Tú salvaste a Dimas y perdonaste a la adúltera.
Suplícote, Justo Juez, me libres de todos mis enemigos, visibles e invisibles: la
Sábana Santa en que fuiste envuelto me cubra, tu sagrada sombra me
esconda, el velo que cubrió tus ojos ciegue a los que me persiguen y a los que
me deseen mal, pies tengan y no me alcancen, ojos tengan y no me vean,
manos tengan y no me tienten, oídos tengan y no me oigan, lengua tengan y
no me acusen y sus labios enmudezcan en los tribunales cuando intenten
perjudicarme.
¡Oh, Jesucristo Justo y Divino Juez!, favoréceme en toda clase de angustias y
aflicciones, lances y compromisos y haz que al invocarte y aclamar al imperio
de tu poderosa y santa voz llamándote en mi auxilio, las prisiones se abran, las
cadenas y los lazos se rompan, los grillos y las rejas se quiebren, los cuchillos
se doblen y toda arma que sea en mi contra se embote e inutilice.
Ni los caballos me alcancen, ni los espías me miren, ni me encuentren. Tu
sangre me bañe, tu manto me cubra, tu mano me bendiga, tu poder me oculte,
tu cruz me defienda y sea mi escudo en la vida y a la hora de mi muerte.
¡Oh, Justo Juez, Hijo del Eterno Padre, que con Él y con el Espíritu Santo eres
un solo Dios verdadero! ¡Oh Verbo Divino hecho hombre! Yo te suplico me
cubras con el manto de la Santísima Trinidad para que libre de todos los
peligros y glorifiquen tu Santo Nombre.
Amén.
Divino y Justo Juez, acompáñame en mi viaje, líbrame de todo peligro o
accidente, defiéndeme de mis enemigos y socórreme en mis necesidades.

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