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TEMA 8

A comienzos del siglo XIX se había intentado llevar a cabo la revolución del régimen
señorial, de manera que en 1808 se había llevado a cabo la revolución liberal, una
etapa que rompía con el pasado. En 1811 se dicta el primer decreto para abolir los
señoríos, algo que se retomará en todos los periodos liberales (1812, 1820, 1823 y
1837). En agosto de la última fecha se va a producir un cierto retroceso, porque se habla
de abolir el régimen señorial pero sin reconocer el concepto burgués de propiedad.
Los señores debían presentar los documentos que probaran la territorialidad de su
señorío, de manera que con ese documento podía justificarse que un noble fuera dueño
de una propiedad. Lo que se pretendía era que esa propiedad cambiara al concepto de
propiedad burguesa: una propiedad libre, individual y absoluta.

En cualquier caso, muchos nobles no tenían los papeles de propiedad. Usando


artimañas como, por ejemplo, el soborno, siempre eran capaces de obtener los
documentos para obtener victoria en sus pleitos. De esta manera el noble ganaba la
propiedad efectiva de sus antiguos señoríos y quedaba legalmente en este formato. Se
reconocen las grandes propiedades, lo que perjudica al campesino, que pasa de ser un
siervo con tierras a ser un trabajador libre, pero sin ellas. En Cádiz, en 1834, ya
pasado el trienio, se dieron las primeras medidas para poner en venta los propios o
tierras de los pueblos. Según esa orden, el beneficio de esa venta de esos propios podía
aplicarse para que fuera un beneficio para los pueblos, aunque había un requisito: que el
dinero de esas ventas tenía que invertirse en comprar deuda del estado. Haciendo
ese formato se llegó a 1855, fecha en la que termina el ciclo desamortizador, lo más
importante es que en esa desamortización no se alcanzó lo previsto, sino que fue un
fracaso (Esto lo vemos más adelante).

Hay que indicar que en España hay un elemento fundamental para comprender como se
establece el estado liberal: superada la etapa del liberalismo más exacerbado, ciertos
sectores de la población, sobre todo la nobleza, va a militar en el bando de los liberales,
lo cual significaba que en la mentalidad de la época se va a crear una nueva aristocracia
que, lejos de alejarse de la ideología liberal, se va a conseguir involucrar dentro de ese
liberalismo y va a pasar a ser un grupo muy respetado y un grupo social que sigue
teniendo bastantes títulos de nobleza, pero tiene una dificultad: no tiene dinero
suficiente para mantener su estatus.

Después de 1830, cuando en la mayoría de los países de Europa la hegemonía social le


pertenece a la burguesía, en España todo va a suceder a la inversa, porque, haciendo una
especie de ensoñación con el pasado histórico, el potencial más importante a nivel
político le va a corresponder a la aristocracia, que se encontraba muy reforzada por la
similitud que tenía con otros grupos de la época y que la única dificultad que tenía era la
de mantener un nivel económico suficiente.

En España, entonces, tenemos una situación totalmente distinta a Europa. Se va a


establecer en el plano político un estado liberal moderado y doctrinario cuya
configuración social se va a marcar en los textos constitucionales de 1845 y 1876, que
son los dos textos de más prolongada vigencia en nuestra historia constitucional. Hay
una desconfianza cada vez mayor entre unas clases medias muy bajas y el estrato más
superior, de tal manera que en España los individuos no se vieron satisfechos por la
revolución política del grupo moderado.

En España se podía poner en funcionamiento una frase: “Si queremos que todo siga
como está, es preciso que todo cambie” (el gatopardo). De los dos estamentos más
importantes que teníamos en España (aristocracia y clero) una nobleza que se ha
trasformado pero no se ha quedado debilitada, que ha salvado sin excesivas perdidas la
difícil situación en que le ha puesto la revolución, y ha permitido involucrarse en una
sociedad predominantemente clasista. Esa aristocracia ha acertado a convertirse en un
grupo social que ya no quiere que su forma de dominio sea el de la tierra, sino que tiene
intención de que el nuevo estado liberal permita que sus antiguas propiedades se
conviertan en esa propiedad burguesa ya mencionada. Esa aristocracia va a seguir
manteniendo los privilegios anteriores y va a mostrarse interesada en integrarse en la
sociedad burguesa, haciendo compras de títulos nobiliarios siempre que sea posible.

La iglesia en estas fechas se va a despegar del campesinado a medida que tenga que
aceptar como un hecho consumado la desamortización. Parece que el verdadero poder
de España lo había tenido hasta ese momento el clero, porque la iglesia española de esas
fechas podía ser entendida como una institución democrática, ya que un primado podía
ser hijo de un carbonero y aun así llegar a ser primado, y por su parte, el episcopado
podían ser individuos respetables pero a la vez generosos y caritativos. Lo más
importante es que esa iglesia va a querer ser una institución de caridad y, por otro
lado, tener también una íntima conexión con otras formas de la vida social. El único
problema que va a tener en estas fechas es la desamortización.

La desamortización se pone de manifiesto desde principios del s19, y es anterior


incluso a la revolución. Esa desamortización sirvió para calentar un poco el caldo que
existía en España del anticlericalismo. Fue un medio oportuno para que los primeros
gobiernos del nuevo régimen hicieran un ataque contundente a la iglesia. De las más
importantes: Martínez de la rosa 1834, Toreno 1835, Mendizábal 1836, Calatrava
1837, Espartero, 1840-43. Estas desamortizaciones fueron una serie de medidas
llamativas de carácter anticlerical de las fechas. La supresión de las medidas
anticlericales también tuvieron en cuenta la abolición del diezmo eclesiástico y la
incautación en calidad de bienes nacionales de grandes propiedades eclesiásticas.
Esto supuso para la iglesia un desmoronamiento brutal, que tiene sus fechas más
importantes entre 1833-1843.

Ese desmoronamiento fue visible en todos los órdenes y se pudo simbolizar en el


aspecto material por la ruina de las abadías, de los monasterios abandonados, y por
la expoliación de multitud de tesoros artísticos de las propiedades eclesiásticas.
Esta situación indicaba cómo se podía aprovechar el estado y por qué. La razón básica
es el pésimo estado de la hacienda española. Era tan mala que se había recurrido
históricamente a buscar empréstitos nacionales o extranjeros, se había emitido deuda y a
pesar de ello se tuvo que poner en marcha otro formato. Se van a vender muchas tierras
“de las manos muertas”, fue una acción que ya se había producido en los últimos años
del reinado de carlos4 (1798-1808). Es entonces cuando se produce la primera
desamortización eclesiástica. Ya se ha producido la guerra de España contra Francia y la
de Francia y España contra Inglaterra, llegando a una situación de absoluta catástrofe.
Así pues, en una fecha tan complicada, se van a enajenar los bienes de la compañía de
Jesús. Esos bienes abarcaban hospitales, hospicios, cofradías, etc. Esos bienes van a
pasar a la hacienda española para liquidar los empréstitos, y esa decisión puede
tomarse como una de las causas por las que la iglesia como institución tardase tanto en
reaccionar ante las medidas liberales, ya que tenía una situación muy molesta ante el rey
carlos4.

El segundo momento de la desamortización tiene lugar en 1820-23, y es una etapa que


va a afectar directamente al clero regular. En estas fechas se van a suprimir
monasterios, órdenes monacales, órdenes militares y la venta de sus bienes se van a
aplicar al crédito público. Dadas las fechas con las que nos encontramos (vuelta al
absolutismo 1823) se va a obligar a la devolución de los bienes adquiridos y se vuelve
atrás en las medidas desamortizadoras.

El tercer momento es en 1835-37, periodo nuevamente liberal, y en estas fechas


Mendizábal restablece el decreto desamortizador de 1820 y las razones que se dan son
las deudas de hacienda y sobre todo que en estas fechas hay más problemas, como la
guerra carlista. Va a llevar a cabo el programa que la revolución de 1820 había
heredado ya de las cortes de Cádiz, sencillamente porque las necesidades financieras
obligan a hacer un ataque decisivo a las tierras de la iglesia, aunque los debates que se
hacen en estas fechas revelan una cierta corriente subterránea del anticlericalismo
español típico del liberalismo izquierdista que existía en aquella época.

La ley de 1820 fue retomada, aboliendo la vinculación civil de una serie de terrenos
que habían pertenecido a la iglesia. La liberación de la tierra fue considerada casi
como el logro del liberalismo español. Hay una serie de leyes desde 1813 a 1855 fueron
vendidas tierras cultivables que habían sido propiedad de los municipios y más adelante
las tierras de la iglesia habían sido vendidas en su mayoría a aquellos individuos que
habían comprado obligaciones al gobierno. Esas propiedades pasaban de manos de los
hidalgos a los compradores. Esa transferencia de tierras aumento la productividad
agrícola, como se había previsto, pero no resolvió el aspecto económico que se
pretendía.

Otra de las medidas se produce concretamente en 1837, y es el momento en la que se


suprimen los mayorazgos, los señoríos y esas propiedades van a pasar a la débil
burguesía que existe en estas fechas. Esta desamortización no creo una gran familia de
propietarios, que era lo que en principio se pretendía, que fuera capaz de hacer una
explotación capitalista de la tierra, ni tampoco saneo todo lo que se pretendía la
maltrecha hacienda española, y lo que ocurrió fue algo obvio, que las tierras de la
iglesia pasaron a formar parte de la propiedad de los pocos burgueses que había en
España. Por otra parte, el pago de estas tierras se hacía muchas veces mediante títulos
de deuda.El sistema de pago claramente va a beneficiar solo a unos pocos, a los que ya
tenían comprada la deuda previamente y a los que tenían dinero suficiente para poder
comprarla. En consecuencia el tipo de ventas de ese momento favoreció la
concentración territorial creó un tipo de propietario nuevo, el absentista, que vive de
lo que le dan las rentas de la tierra pero que no las trabaja. Desde Cádiz, los
liberales defienden la propiedad plena liberalista y acotada, lo que hace que se quede al
margen el campesinado.

Conclusión: un sector de la población va a quedar siempre maltrecho en todas las


revoluciones. (Darle vueltas a esta idea de no tener en cuenta al campesinado)
Economía: la situación a comienzos del s19 hay un cierto estancamiento económico
muy claro. Se debe a: 1) en torno a 1808-1840 la economía española esta frenada por
las pérdidas humanas (guerras) y pérdidas económicas (guerras), 2) destrozos de la
guerra carlista, 3) falta clara de capitales, agricultura no permite una acumulación de
capitales salvo en el caso del viñedo, comercio tampoco posibilita la acumulación de
capitales porque se destruye con la pérdida del mercado colonial, lo que crea una
dependencia del capital europeo y para atestiguarlo basta como ejemplo indicar que el
ferrocarril español fue hecho por los belgas y por empresas belgas. Hay una limitación
del crecimiento demográfico acompañado de un sistema de explotación muy primitivo
que hace que la mayoría de la población se mantenga siempre en el sector primario.

En fechas como 1860, un 62% de la población se dedica aun a la agricultura. Por


otro lado los transportes son muy caros, y como ejemplo, los productos nacionales no
son competitivos porque el trigo de ucrania llegaba a Barcelona más barato que el que
venía de Valladolid. No teníamos recursos económicos y eso significa que hay
dependencia de los abastecimientos exteriores. Hay dificultades en la explotación y
existe un bajo nivel en cuestiones tan básicas como el carbón. Todo ello cerrado con un
bajo nivel cultural de tal manera que en torno a 1880 el 80% de la población es
analfabeta y el acceso a la segunda enseñanza solo lo hace un 0,2%. En cuanto a
demografía no hay datos fiables pero sabemos que hubo un crecimiento bastante
reducido.

Existieron bastantes anacronismos: por un lado existían regiones de economía


tradicional y otros de economía moderna. Había zonas que se vivía con formatos de
economía de subsistencia y otros con ciertos apuntes de carácter capitalista. Esto lleva a
autores, como Nicolás Sánchez Albornoz, a determinar que existe una economía dual.
La aparición de las fuerzas capitalistas en España no se produce hasta 1840 con un
cierto inicio de revolución industrial, ya que en estas fechas se produce cierto
crecimiento de la producción agrícola, la desamortización del suelo, hay sectores como
el de la industria algodonera que empieza a tener un desarrollo en Cataluña, cierta
mecanización, (-…) y desde 1832 ya se empieza a usar la tecnología de vapor. Esto
hace que las fechas finales de nuestra asignatura nos indican que en el futuro habrá un
cierto desarrollo industrial

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