Los pensadores políticos de la Ilustración
Thomas Hobbes: el Estado surge por temor
(1588-1679)
Hobbes afirmaba que, en sus orígenes, hombres
y mujeres habían vivido en plena libertad según
sus deseos, gozando de derechos sin límites. Ese
estado de naturaleza, sin embargo, tenía un lado
negativo: si los deseos de uno chocaban con los
de otro, no había reglas que dieran la razón a
uno o a otro. Los más débiles estaban sometidos
a los más fuertes y la vida era una guerra de
todos contra todos. “El hombre era el lobo del
hombre” decía Hobbes. Por eso, en determinado
momento los individuos prefirieron perder algo
de libertad a cambio de seguridad. Cada uno de
ellos hizo un pacto con los demás, para dar el
derecho de gobernar a un hombre o grupo de
hombres que ejerciera el poder en beneficio de
todos. Una vez que el gobernante era electo por
la mayoría, todos debían obedecerlo; incluso los
que no lo habían votado, pues nadie podía
deshacer el pacto que cada uno había hecho con
los demás. La multitud unida en una sola
voluntad conformaba el Estado. El gobernante o
titular del Estado era el soberano, su poder era
absoluto e indivisible porque provenía de la
unión de todos. Los súbditos eran, frente a él,
como las estrellas en presencia del sol.
Hobbes
¿Cómo vivían los hombres
en el estado de naturaleza?
El pacto: en quién se
delegaba el poder. ¿Quién
era el soberano?
¿Cómo era el poder del
gobierno electo?
¿Qué podía ocurrir en caso
de incumplimiento por parte
del gobierno?
John Locke: la que manda es la Ley
(1632-1704)
Al igual que Hobbes, Locke pensaba que el
Estado no era la forma natural de vida de los
hombres en sociedad, sino resultado de un
contrato o pacto entre ellos. Compartía con él
que originalmente hombres y mujeres gozaban
de sus derechos y deseos en plena libertad, y
que el choque de intereses provocaba la guerra.
En algún momento los individuos decidieron
hacer un pacto para garantizar la paz y los
derechos de cada uno, mediante reglas y jueces
imparciales. Por esta razón, renunciaron a
gobernar por su cuenta y transfirieron el poder.
A diferencia de Hobbes, Locke planteó que ese
poder se delegaba no a una persona o grupo de
personas, sino al conjunto de la sociedad. El
colectivo social en el que residía el poder
transferido por todos era el Estado. Para Locke,
la soberanía no se encarnaba en una persona
sino en el conjunto. Los gobernantes electos
estaban autorizados a hacer las leyes y a usar el
poder para hacerlas cumplir y juzgar. La primera
responsabilidad recae en el poder legislativo, la
segunda en el ejecutivo. Las leyes debían ser
conocidas por todos y nadie quedaba exento de
obedecerlas, ni siquiera el rey. Para Locke, el
poder más importante del Estado era el
legislativo. Si alguno de los gobernantes electos
no cumplía la función que la sociedad le había
delegado, podía ser destituido por el conjunto
social; incluso destronado, si se trataba del rey.
Locke