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: Agustín Rivero
El Antiguo Régimen
Absolutismo
Las monarquías absolutas fueron el resultado de un proceso histórico iniciado en la Edad Media, que
supuso la concentración del poder político en la figura de los reyes, y que se convirtió en el sistema
político mayoritario de la Europa Moderna. El mejor ejemplo de monarquía absoluta fue Luis XIV de
Francia, conocido como el rey Sol.
La legitimidad en la que se basaba el sistema era el origen divino, es decir, los reyes lo eran porque
Dios los escogía (“por la gracia de Dios”), y ejercían el poder en su nombre. Así pues, la monarquía se
convirtió en la única depositaria de la soberanía, y concentraba todos los poderes del Estado
(ejecutivo, legislativo y judicial).
El poder del rey era absoluto e incontestable y solo estaba limitado por el derecho natural, aunque en
la práctica, la nobleza y el clero supusieron un contrapoder a esta autoridad, que formaba grupos de
poder en torno a las cortes. Eran los miembros de estos grupos los que eran nombrados por el rey para
formar parte de las instituciones que asesoraban al monarca en los asuntos del Estado (consejo real,
ministros…) Además, también había numerosos funcionarios que llevaban a la práctica sus
decisiones, como la recaudación de impuestos. Este sistema político, denominado absolutismo,
perduró durante todo el siglo XVIII y en algunos casos, durante el siglo XIX.
La sociedad estamental
Más allá de la Corona, el resto de la sociedad se organizaba en tres estamentos a los que se pertenecía
desde el nacimiento: nobleza, el clero y el tercer estado. Estos tres estamentos no gozaban de los
mismos derechos.
La nobleza y el alto clero eran los estamentos privilegiados y estaban exentos de impuestos, contaban
con un sistema judicial propio y ocupaban todos los altos cargos de las instituciones de gobierno y de
la corte. A la vez, continuaban ejerciendo privilegios feudales heredados de la Edad Media, como el
señorío sobre las tierras y sus habitantes.
El tercer estado representaba el 80% de la población. Carecía de privilegios y estaba obligado a pagar
impuestos. Había una gran diversidad socioeconómica en este grupo, en el que entraban desde el más
pobre de los campesinos hasta el más rico de los burgueses. La movilidad social era prácticamente
inexistente, salvo en el caso de algunos burgueses que, a través del enriquecimiento, podían llegar a
ascender a los estamentos privilegiados, pero no era lo habitual.
Estos tres estamentos formaban parte de las asambleas o los consejos de origen medieval, que
permanecían activos. En teoría delimitaban el poder real, pero el monarca solo los convocaba para
pedir ayudas económicas (subir impuestos, pedir contribuciones excepcionales, etc.) y su poder fue
reducido. Estas asambleas se votaban por estamento, por lo que los dos grupos privilegiados imponían
sus decisiones frente al único voto del tercer estado.