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UNIDAD 2.
✔ Mellado Prado, Pilar- La reforma institucional en el tratado de Lisboa: “cambiar algo para que nada
cambie”.
De Niza a Lisboa, la larga travesía de la incertidumbre.
La UE desde sus inicios fue una planificación estrictamente racional: el establecimiento de lazos sólidos entre los
intereses económicos (recordar que empieza por la CECA) de naciones tradicionalmente enfrentadas. Se esperaba la
creación de una mutua y estrecha dependencia que conduciría a una aproximación política y en último término a un
gobierno común.
Aunque es innegable los avances del establecimiento de un Mercado Común, una unión económica y monetaria,
paradójicamente, reflejó que en el plano político o superestructural cada intento de apoderamiento de las instancias
de gobierno de la Unión tropieza con la resistencia de Estados miembro. La progresión de esta crisis es
indudablemente ascendente.
Por ejemplo, la ampliación de 2004 trajo a los Estados fundadores de Europa una cierta indigestión, diluyendo la
sensación de identidad común y de solidaridad que iba unida a la Europa más pequeña. Sin embargo, el error en sí,
no ha sido la ampliación en sí misma, sino el no haberse preparado para un funcionamiento más amplio. Es decir, la
ampliación se podría haber hecho más lentamente, preparando también a los ciudadanos europeos, evitando, por
ejemplo, que los electores franceses y holandeses se desquitaran con Europa por su frustración económica, cuando
la integración significaría más prosperidad. En este sentido, la Unión Europea se convirtió en un chivo expiatorio de
los fallos de los gobierno nacionales.
(Recordar charla de Fantini sobre Covid-19. Habla del virus como una lupa, que no muestra más que lo que existe, lo
que ya se venía gestando, como por ejemplo, la crisis europea, la falta de presupuesto en los países menos
desarrollados, la actitud de Bolsonaro y Trump, etc.)
Otro ejemplo, es el referéndum Irlandés sobre el Tratado de Lisboa en 2008, que culminó en un voto negativo de la
población de este país, frenando las intenciones de concretar la integración de los 28 países y reavivando la crisis de
confianza de los ciudadanos europeos hacia el modelo de gobierno europeo. Frente a esto se tuvo que agregar una
cláusula al Tratado (un chantaje según la autora), la cual concedía un representante irlandés permanente cada 5 años
en la Comisión. En 2009 se realiza nuevamente un referéndum y se ratifica el Tratado finalmente.
Las novedades institucionales: el triunfo del “mínimo común denominador” (método comunitario).
El Consejo Europeo y la creación de una presidencia estable.
El Tratado de Lisboa incluye al Consejo Europeo en el marco institucional de la Unión, junto al Parlamento Europeo,
el Consejo (de Ministros), la Comisión Europea, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, el Banco Central Europeo
y el Tribunal de Cuentas (art. 13.1 TUE).
El nuevo artículo 15.2 del TUE dispone que el Consejo Europeo está compuesto por «los Jefes de Estado o de
Gobierno de los Estados miembros, así como por su Presidente y por el Presidente de la Comisión». De esta forma,
el Tratado de Lisboa incluye en la composición del Consejo Europeo una nueva figura, el Presidente del Consejo
Europeo.
La reforma del Consejo Europeo vino impulsada principalmente por Francia y Alemania, y en menor medida por el
Reino Unido y España. En cuanto a la creación de una Presidencia estable del Consejo Europeo y no sometida a la
rotación cada seis meses, responde a la propuesta de los entonces Presidentes de la República francesa (J. Chirac)
del Gobierno español (J. M. Aznar) y del Gobierno británico (T. Blair), propuesta conocida como Propuesta ABC (por
las iniciales de los apellidos de quienes la hicieron) y recogida por el Presidente de la Convención sobre el futuro de
Europa.
El artículo 15.5 del Tratado de la Unión Europea dispone que: «El Consejo Europeo elegirá a su Presidente por mayoría
cualificada para un mandato de dos años y medio, que podrá renovarse una sola vez. En caso de impedimento o falta
grave, el Consejo Europeo podrá poner fin a su mandato por el mismo procedimiento». El Presidente del Consejo
Europeo «no podrá ejercer mandato nacional alguno» y deberá ser nacional de un Estado miembro. Por otro lado, la
actividad del Presidente no está sometida a ningún tipo de control por parte del Parlamento: únicamente, al término de
cada reunión del Consejo Europeo, el Presidente del Consejo Europeo debe remitir un informe al Parlamento Europeo.
En cuanto a sus funciones, el Presidente del Consejo Europeo:
a) Presidirá e impulsará los trabajos del Consejo Europeo;
b) Velará por la preparación y continuidad de los trabajos del Consejo Europeo, en cooperación con el
Presidente de la Comisión y basándose en los trabajos del Consejo de Asuntos Generales;
c) Se esforzará en facilitar la cohesión y el consenso en el seno del Consejo Europeo.
Asimismo, el Presidente del Consejo Europeo asumirá, en su rango y condición, la representación exterior de la Unión
en los asuntos de política exterior y de seguridad común, sin perjuicio de las atribuciones del Alto Representante de la
Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad (artículo 15.6 TUE).
Todo esto se refleja en la elección del hasta entonces Primer Ministro belga, Hermann Van Rompuy –un político
desconocido en el contexto europeo e internacional– como primer Presidente del Consejo Europeo (2009). Es la
manifestación más evidente de que los Jefes de Estado o de Gobierno de la Unión no desean un nuevo dirigente
político europeo que se coloque por encima de ellos y que ensombrezca su propio liderazgo. Grave error que debilita
a la Unión Europea tanto en el ámbito interno como internacional.
En cuanto al Consejo en sí, el Tratado de Lisboa dispone con respecto a la votación dentro del mismo que «el
Consejo Europeo se pronunciará por mayoría simple en las cuestiones de procedimiento y para la aprobación de su
Reglamento interno» (artículo 235.3 TFUE) y por mayoría cualificada en otras ocasiones, como por ejemplo, la
propuesta al Parlamento Europeo del candidato a Presidente de la Comisión (artículo 17.7 TUE) o la elección del
Presidente del Consejo Europeo.
En cuanto a sus funciones, el Tratado de la Unión Europea dispone genéricamente que el Consejo Europeo «dará a
la Unión los impulsos necesarios para su desarrollo y definirá sus orientaciones y prioridades políticas generales»
pero «no ejercerá función legislativa alguna».
Resulta evidente entonces, que el incremento del peso específico del Consejo Europeo pone de relieve que el
principio intergubernamental, lejos de retroceder, se ha incrementado para compensar los avances del principio
supranacional a través del incremento de competencias del Parlamento Europeo.
** (Pensar en las teorías de las Unión Europea, específicamente en el debate entre Federalismo (supranacionalidad)
e intergubernamentalismo) **
La nueva figura del Alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad.
El Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad es nombrado por el Consejo
Europeo, por mayoría cualificada, con la aprobación del Presidente de la Comisión.
El Tratado le otorga el mandato de contribuir con sus propuestas a elaborar la política exterior y de seguridad común y
a ejecutarlas como mandatario del Consejo, actuando del mismo modo en relación con la política común de seguridad
y defensa.
En consecuencia, presidirá el Consejo de Asuntos Exteriores, apoyándose en un servicio europeo de acción exterior,
servicio que trabajará en colaboración con los servicios diplomáticos de los Estados miembros y estará compuesto
por funcionarios de los servicios competentes de la Secretaría General del Consejo y de la Comisión y por personal
en comisión de servicios de los servicios diplomáticos nacionales.
El Alto Representante es también, por disposición del Tratado, uno de los Vicepresidentes de la Comisión. Como tal,
se encargará, dentro de la Comisión, de las responsabilidades que incumben a la misma en el ámbito de las
relaciones exteriores y de la coordinación de los demás aspectos de la acción exterior de la Unión.
Aunque la finalidad de esta figura es dotar de mayor visibilidad y coherencia la acción exterior de la Unión, el triple
papel que asume como parte del Consejo Europeo, Vicepresidente de la Comisión, y Presidente del Consejo de
Asuntos Exteriores, generará numerosos problemas y disfuncionalidades. Por ejemplo, en el caso de que se aprobara
una moción de censura contra la Comisión.
Además, al igual que ha ocurrido con el nombramiento de Van Rompuy como Presidente del Consejo Europeo, el
nombramiento como Alta Representante de Lady Ashton, una británica totalmente novata en un terreno tan
resbaladizo como la diplomacia, revela de nuevo la clara voluntad de los Estados miembros de oscurecer al máximo
la relevancia de este nuevo cargo europeo. Además, como en el caso del Presidente del Consejo Europeo, el Alto
Representante está exento de cualquier tipo de control por parte del Parlamento Europeo.
Por último, no podemos olvidar las seguras fricciones que surgirán entre el Presidente del Consejo Europeo, el
Presidente de la Comisión, y el Alto Representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, tres cargos a los
que el Tratado otorga funciones de representación exterior.
La Comisión Europea: su debilitamiento en el contexto institucional.
Al representar la Comisión el interés general de la Comunidad, los Tratados le atribuyen el poder de iniciar e impulsar
la política comunitaria, lo cual significa que el Consejo y el Parlamento Europeo sólo pueden decidir y ejercer sus
poderes normativos sobre la base de una propuesta de la Comisión. Sin embargo, en algunos casos, la especialidad
de los actos legislativos acepta que la iniciativa puede ser tomada por los otros organismos.
Por esta razón, decimos que la comisión no solo ha perdido el monopolio del derecho de iniciativa legislativa, sino que
sus iniciativas sufrirán a su vez un serio control por parte de los Parlamentos nacionales. El Tratado de Lisboa,
reconoce por primera vez a los Parlamentos nacionales como parte del tejido democrático de la Unión Europea, y en
consecuencia les otorga una participación más activa en las actividades de la misma.
El protocolo n°2 supone un fortalecimiento de los parlamentos nacionales a través de un “sistema de alerta temprana”,
mecanismo de control político a partir del cual todo parlamento nacional podrá dirigir a los Presidentes del
Parlamento Europeo, del Consejo y de la Comisión un dictamen motivado que exponga las razones por las que
considera que el proyecto no se ajusta al principio de subsidiariedad.
El Tratado de Lisboa, además introduce una importante novedad al prever una iniciativa legislativa popular, Un grupo
de al menos un millón de ciudadanos de la Unión, que sean nacionales de un número significativo de Estados
miembros, podrá tomar la iniciativa de invitar a la Comisión, en el marco de sus atribuciones, a que presente una
propuesta adecuada sobre cuestiones que estos ciudadanos estimen que requiere un acto jurídico de la Unión para
los fines de la aplicación de los Tratados».
En cuanto a la composición de la Comisión, está compuesta por un número de miembros correspondiente a los dos
tercios del número de Estados miembros, que incluirá a su Presidente y al Alto Representante para Asuntos
Exteriores y Política de Seguridad, a menos que el Consejo Europeo decida por unanimidad modificar dicho número.
Estos serán seleccionados mediante un sistema de rotación estrictamente igual entre los Estados miembros que
permita tener en cuenta la diversidad demográfica y geográfica del conjunto de dichos Estados. Para ello se deben
tener en cuenta los siguientes principios:
a) Rigurosa igualdad en la determinación del orden de turno y el período de permanencia.
b) Cada una de las Comisiones debe reflejar la diversidad demográfica y geográfica del conjunto de los Estados
miembros.
Esto se derrumba o se contradice con la ratificación y referéndum irlandeses explicados anteriormente, significando
un claro debilitamiento de la Comisión y reduce su eficacia y solvencia. El debate está entre representación total y
representación justa. El interés general de Europa y de cada Estado miembro, independientemente de su población,
es preservar la eficacia de la Comisión, y la eficacia no es compatible con la total inclusividad. Cuanto más grande
sea el colegio, más diversas las referencias de cada Comisario y más bajo el común denominador, al poder no lo
resalta el tamaño, sino las destrezas personales de los Comisarios y su autoridad política.
En cuanto a la elección del presidente de la Comisión, el Parlamento Europeo elegirá al candidato por mayoría de los
miembros que lo componen, la participación del parlamento refuerza la legitimidad del presidente. Si el candidato no
obtiene la mayoría necesaria, el Consejo Europeo propondrá en el plazo de un mes, por mayoría cualificada, un
nuevo candidato, que será elegido por el Parlamento Europeo nuevamente y designado por el Consejo Europeo.
Por su parte, el Consejo, de común acuerdo con el Presidente de la Comisión electo, adoptará la lista de las demás
personalidades a las que se proponga nombrar miembros de la Comisión, de acuerdo con los criterios mencionados
anteriormente. Mientras que el Alto Representante para los Asuntos PES, nombrado por el Consejo Europeo y
aprobado por el presidente de la Comisión, será el vicepresidente de la Comisión. Una vez designados el presidente,
el vicepresidente (Alto comisionado PES) y los miembros, se somete a aprobación del Parlamento nuevamente.
Frente al Consejo Europeo y al Parlamento Europeo, que salen fortalecidos del Tratado de Lisboa, la Comisión sufre
un notable debilitamiento en el contexto institucional. La pérdida del monopolio de la iniciativa legislativa, el
mantenimiento de un comisario por Estado miembro, la incursión en su seno de una figura nombrada por el Consejo
Europeo (el Alto Representante para Asuntos Exteriores y de Seguridad Común), el sistema de alerta temprana que
permite a los Parlamentos nacionales neutralizar una propuesta de la Comisión, nos permite afirmar, con la mayoría
de la doctrina, que la Comisión es la gran perdedora del Tratado de Lisboa.
El Consejo: el “Trío de Presidencias” y la modificación del sistema de votaciones.
La presidencia del Consejo, será desempeñada por grupos predeterminados de tres Estados miembros («Trío de
presidencias») durante un período de 18 meses. Estos grupos se formarán por rotación igual de los Estados
miembros, atendiendo a su diversidad y a los equilibrios geográficos en la Unión. Además, cada miembro del grupo
ejercerá por rotación, durante un período de seis meses, la presidencia de todas las formaciones del Consejo. Esto
supone, pues, que cada país que ocupe la presidencia debe colaborar estrechamente con los dos siguientes. El
objetivo de este nuevo procedimiento es dotar de una mayor continuidad a las iniciativas y trabajos de la Unión
Europea.
En cuanto a las votaciones, el nuevo sistema por mayoría cualificada establece una doble mayoría: de Estados y de
población. En este sentido, se prevé a partir de 2014, que la mayoría cualificada se definirá como un mínimo del 55%
de los miembros del Consejo que incluya al menos a 15 de ellos y representen a Estados miembros que reúnan como
mínimo el 65% de la población de la Unión. La minoría de bloqueo estará compuesta por al menos cuatro miembros
del Consejo. Sin embargo, en aquellos casos en que no todos los miembros del Consejo participen en la votación, la
mayoría cualificada será igual a la anterior, pero la minoría de bloqueo será un mínimo de miembros que representen
más del 35% de la población + un miembro.
El objetivo de las nuevas definiciones de la mayoría cualificada es garantizar que el Consejo no pueda adoptar
decisiones por una minoría o una mayoría de Estados sin el respaldo de la población. Evidentemente, se trata de una
opción que pretende obtener una mayor legitimidad democrática de las decisiones del Consejo, pero también es cierto
que el mecanismo legislativo debe reflejar el hecho de que la Unión Europea es una unión de Estados y de
ciudadanos: al compartir el poder legislativo el Parlamento y el Consejo, uno de los dos legisladores debe representar
esencialmente a los ciudadanos y el otro a los Estados. Si el peso demográfico es determinante en los dos, el
equilibrio se rompe.
Este sistema de votación que considera la proporción de población ha recibido ciertas críticas, se ha apuntado que al
sustituir los votos ponderados por la proporción de un Estado en el total de población, «desaparece la degresividad.
Las ganancias y pérdidas de los Estados miembros en términos de peso, y en comparación con Niza, son el valor
invertido de su anterior sobre o infrarrepresentación.
Por último, a pesar de que varias materias todavía requieran la unanimidad, varios asuntos han pasado a decidirse
por mayoría cualificada. Sin embargo la abstención de los miembros presentes o representados no impedirá la
adopción de los acuerdos del Consejo que requieran unanimidad, ya desde el Tratado de Ámsterdam, se ha
establecido un tipo de unanimidad que no exige que todos los miembros del Consejo voten a favor de una
determinada posición, sino que no haya votos en contra (si hay abstenciones y no votos en contra se aprueba).
El Parlamento Europeo: el «ganador neto» del Tratado de Lisboa.
Antes de la entrada en vigor del Tratado de Lisboa (2009), el Parlamento Europeo estaba compuesto por 736
«representantes de los pueblos de los Estados reunidos en la Comunidad», elegidos por sufragio universal directo por
un período de cinco años, según lo dispuesto en el Tratado de Niza. Se mantuvo así hasta 2014 porque las
elecciones parlamentarias fueron antes de la entrada en vigor del T de Lisboa. A partir de 2014 el Parlamento
Europeo se compone por representantes de los ciudadanos de la Unión cuyo número no excederá de 750 más el
Presidente. La representación de los ciudadanos será decrecientemente proporcional, con un mínimo de 6 diputados
por Estado miembro y no se asignará a ningún Estado miembro más de 96 escaños. En este sentido, el Consejo
Europeo adoptará por unanimidad, por iniciativa del Parlamento Europeo y con su aprobación, una decisión por la que
se fije la composición del Parlamento Europeo, de acuerdo con los principios que hemos señalado.
La composición del Parlamento con un número tan elevado de miembros no facilitará el funcionamiento interno de la
Cámara. Muchas de las dificultades con las que se enfrenta la regulación de las instituciones radican en la
especificidad del propio sistema político comunitario. Por eso, a pesar de que el Parlamento Europeo representa a los
ciudadanos en el marco institucional de la Unión, su composición está concebida de un modo que nunca ha sido
estrictamente proporcional al número de habitantes de los Estados miembros. En consecuencia, el valor y el peso de
los votos de los ciudadanos de los diferentes países no son igual.
La única solución satisfactoria desde una perspectiva democrática sería la proporcionalidad integral, de tal manera
que todos los diputados representarían entonces al mismo número de habitantes. Pero la elección ha sido otra, la
proporcionalidad decreciente, y por tanto, la puerta de la reforma sigue abierta.
Lo verdaderamente significativo es que con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, el Parlamento Europeo se ha
convertido en colegislador real asumiendo la competencia de decidir, junto al Consejo, casi todos los actos legislativos
comunitarios. Algunos de los aspectos frente a los cuales el Parlamento se fortaleció son:
a) La práctica generalización del procedimiento legislativo ordinario (codecisión). Se agregan 40 nuevas materias,
pudiendo este intervenir en casi todos los procesos legislativos.
b) La modificación del procedimiento presupuestario. La aprobación del presupuesto anual corresponde al Parlamento y
al Consejo conjuntamente, siguiendo un procedimiento inspirado en el de la codecisión legislativa: ambas
instituciones deben ponerse de acuerdo, dentro de los límites trazados por el marco financiero plurianual.
c) La aprobación previa de todos los acuerdos internacionales. en los casos siguientes: acuerdos de asociación; acuerdo
de adhesión de la Unión al Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades
Fundamentales; acuerdos que creen un marco institucional específico al organizar procedimientos de cooperación;
acuerdos que tengan repercusiones presupuestarias importantes para la Unión; acuerdos que se refieran a ámbitos a
los que se aplique el procedimiento legislativo ordinario.
d) La participación en los procedimientos de revisión de los Tratados, a través del derecho de iniciativa en el
procedimiento de revisión ordinario.
**Codecisión. Hoy en día se denomina “procedimiento legislativo ordinario” (sitúa al Parlamento Europeo a la altura o
en igualdad con el Consejo de Europa, para tomar ciertas decisiones), distinto del “procedimiento legislativo especial”
(el PE solo tiene competencia consultiva). Al primero se lo llamaba codecisión, fue introducido por el Tratado de
Maastricht sobre la Unión Europea (1992), y ampliado y hecho más efectivo por el Tratado de Amsterdam (1999). Con
el Tratado de Lisboa que entró en vigor el 1 de diciembre de 2009, el nuevo procedimiento legislativo ordinario se
convirtió en el principal procedimiento legislativo del sistema de toma de decisiones de la UE.
Conclusión:
En definitiva, y como hemos podido comprobar, el interés de los grandes Estados miembros no ha sido el
fortalecimiento de las instituciones para hacer frente a los retos de la Unión en el presente y en el futuro, sino aquilatar
sus propias cuotas de poder y mantener sus equilibrios.
✔ Torres Espinosa: La Comunidad Europea del Carbón y del Acero. Un exitoso y aún inacabado
experimento institucional.
UNIDAD 3.
✔ Dür y González. ¿Más hombres ciegos y más elefantes? Una revisión de la literatura más reciente sobre
la integración europea.
El fin del debate entre neofuncionalismo e intergubernamentalismo.
El neofuncionalismo fue la primera respuesta teórica a la integración europea en los años cincuenta. La idea básica
era que la integración de unos sectores llevaría necesariamente a la de otros sectores y la integración económica
acabaría conduciendo a la integración política (teoría del spill-over).
Sin embargo, los años sesenta ya mostraron que el progreso de integración no era tan rectilíneo como habían
predicho Haas y otros autores. Este fallo llevó a Haas, en 1975, a anunciar la “obsolescencia” de su teoría.
En los años ochenta Wayne Sandholtz y John Zysman (1989) estudiaron la creación del Mercado Único a partir del
neofuncionalismo. En 1998, Stone Sweet y Sandholtz, han propuesto una teoría de la integración europea que
pretende explicar el desarrollo de la gobernanza supranacional. Los tres elementos principales de su argumentación
se basan en las tesis del neofuncionalismo: el desarrollo de una sociedad transnacional, el rol de los actores
supranacionales y la resolución de las externalidades de la política internacional como objetivo de la integración
europea.
El intergubernamentalismo, en contraposición con el neofuncionalismo, argumenta que los Estados son los actores
más importantes en la integración europea. Stanley Hoffmann, negó a mediados de los años sesenta, que la
integración europea debilitase el Estado nación. Según su interpretación, la integración permitía a los Estados
resolver problemas demasiado complicados para ser solucionados dentro del contexto nacional. La integración
europea, por consiguiente, reforzaba el papel del Estado y no el de los actores supranacionales.
En los 90, Andrew Moravcsik, expuso su teoría del “intergubernamentalismo liberal”, en la cual mantiene que no hay
progreso automático como señalaba el neofuncionalismo, sino que la integración europea es sólo una respuesta a
“cambios tecnológicos” que requieren políticas comunes. Las preferencias de los Estados se definen por los grupos
de interés domésticos que exigen en algunos casos mayor integración para responder a desafíos tecnológicos. Los
gobiernos responden a estas demandas con negociaciones intergubernamentales cuyo resultado depende de las
preferencias y del poder relativo de los Estados. Osea, las instituciones supranacionales son sólo compromisos
creíbles.
Pero el intergubernamentalismo liberal ha recibido numerosas críticas dirigidas, en particular, a la parcialidad de su
teoría, capaz sólo de explicar las “grandes negociaciones” en la UE. Precisamente esta limitación del
intergubernamentalismo liberal explica la falta de posteriores estudios basados en esta teoría.
El neoinstitucionalismo y el estudio de la gobernanza y de la europeización: nuevos enfoques de la integración
europea.
El neoinstitucionalismo parece útil a la hora de explicar el rol de las instituciones en el proceso de integración.
El concepto de la gobernanza intenta mostrar la complejidad del sistema político de la UE y cómo los actores políticos
responden a ésta.
La literatura sobre la europeización trata de explicar cómo el proceso de integración influye en los Estados miembros
a nivel doméstico.
- El neoinstitucionalismo: la importancia de la estructura.
La literatura surgida en los últimos años se caracteriza por su heterogeneidad, derivada de dos factores
fundamentales: 1) se utiliza el concepto de instituciones tanto como variable independiente (se analiza cómo la
existencia de las instituciones influye el comportamiento de los actores) como dependiente (se estudian las razones
que llevan a la creación de instituciones y a su cambio). 2) La existencia de distintas variantes del
neoinstitucionalismo aumenta considerablemente la heterogeneidad de la literatura aplicada a la integración europea.
Se distinguen tres variantes del neoinstitucionalismo:
Institucionalismo de la elección racional: Define las instituciones como el contexto estratégico en el que los individuos
racionales persiguen sus intereses. Esta variante tiene dos aplicaciones centrales: 1) algunos autores analizan cómo
las instituciones pueden afectar el comportamiento de los actores que pueden favorecer u obstaculizar determinadas
acciones. 2) otros autores intentan explicar por qué los actores escogen unas instituciones específicas y no otras a
través del institucionalismo de la elección racional; las instituciones sirven para resolver los fallos del mercado. Los
actores racionales crean instituciones según el problema que tienen que afrontar.
Institucionalismo histórico: Entiende la integración europea como un proceso cumulativo en el que las decisiones
previas marcan las futuras. El objetivo es delinear los orígenes y el desarrollo de las estructuras institucionales en el
tiempo. La idea es que tanto la negociación estratégica como la formación de las preferencias están condicionadas
por el contexto institucional. Las decisiones anteriores pueden tener consecuencias no intencionadas en el presente;
incluso las preferencias de los actores están influidas por el pasado puesto que son una variable endógena en los
procesos políticos.
Institucionalismo sociológico: Pone el acento en cómo los actores se adaptan a las instituciones y las interiorizan
mediante procesos cognitivos. Las instituciones pueden constituirse en actores y determinar sus intereses mediante
procesos de socialización. Las instituciones pueden construir, a través de procesos interactivos, las identidades e
intereses de los Estados miembros y de los grupos dentro de ellos. Aunque el neoinstitucionalismo ha asumido un rol
dominante en los estudios de la integración europea, la literatura no ha resuelto algunos de los problemas
fundamentales: 1) Existe mucha confusión sobre la definición de instituciones. 2) El hecho de que los estudios traten
las instituciones, a la vez, como variable dependiente, independiente e interviniente introduce cierta confusión puesto
que algunos autores parten de las instituciones para explicar resultados políticos sin tener en cuenta que los actores
políticos también pueden crear nuevas instituciones o cambiar las existentes para alcanzar sus intereses. 3) Existen
algunos problemas en lo relativo a la investigación empírica. 4) Si bien es cierto que los estudios neo-
institucionalistas han mostrado que las instituciones tienen una influencia, aún faltan los instrumentos para medir
dicha influencia.
La gobernanza: el estudio de la complejidad.
Se pueden distinguir tres usos del concepto de gobernanza: 1) En un sentido amplio, se define como “los procesos e
instituciones, tanto formales como informales, que guían y condicionan las actividades colectivas de un grupo
determinado”. La gobernanza equivale a la autoridad para formular e imponer reglas. 2) La nueva gobernanza, se
refiere a un nuevo modelo de relación entre el Estado y la sociedad alternativo al modelo tradicional basado en la
jerarquía y los controles que se concibe como un mecanismo de regulación y como un proceso de aprendizaje
colectivo basado en la coordinación, en el que los actores sociales también juegan un papel fundamental en la
creación y el seguimiento de reglas.
El enfoque de la literatura sobre la gobernanza ofrece una serie de ventajas analíticas: 1) pone énfasis en algunos
actores sub y supranacionales poco estudiados hasta ahora; 2) no se opone a la
introducción de conceptos que provienen de otras disciplinas de las ciencias políticas; 3) no sólo ha estudiado dónde
y cómo se han utilizado los nuevos modos de gobernanza en la UE, sino que también ha intentado responder a la
pregunta de si éstos son más eficientes, eficaces y democráticos que los tradicionales; 4) el concepto de gobernanza
no pretende competir con las teorías clásicas de la integración europea; por el contrario, busca complementarlas.
Las críticas más destacadas a este enfoque subrayan: 1) que el mismo concepto de gobernanza es
fundamentalmente descriptivo, osea, describe una situación sin hacer aportar argumentos causales. De ahí que haya
surgido mucha literatura empírica pero no un cuerpo teórico con una lista de hipótesis y una metodología propia. 2) Es
cuestionable el supuesto del que parte la literatura sobre la gobernanza multinivel, según el cual no se puede
comparar la UE con otros sistemas políticos puesto que es un caso sui generis. Pero partiendo de las relaciones
internacionales, otros autores han mostrado la ubicuidad del regionalismo y el valor de la comparación, identificando
similitudes entre la UE y otros casos de regionalismo.
La europeización: la influencia de la integración en los Estados.
Estudia el impacto de la integración europea en los Estados miembros. Las instituciones supranacionales han dejado
de ser la variable dependiente y el nivel doméstico ha pasado a asumir este rol.
La nueva literatura muestra que el proceso de integración europea ha influenciado muchos aspectos de los sistemas
políticos nacionales, empezando con las estructuras e instituciones domésticas, las políticas nacionales, la opinión
pública, los partidos políticos, los grupos de interés y la cultura política.
Tres interpretaciones de las causas:
La primera mantiene que la presión de adaptación, junto con la selección competitiva, produce cambios a nivel
doméstico (las políticas comunitarias influyen directamente en las políticas de los Estados miembros por ej. el Pacto
de Estabilidad que limita el déficit permitido en los presupuestos nacionales)
Las políticas comunitarias pueden cambiar los incentivos de los actores domésticos (algunos actores saldrían
ganando con las políticas comunitarias mientras que otros perderían, lo que cambia el equilibrio entre los intereses
domésticos en los Estados miembros)
Finalmente, existe una última interpretación de la europeización que pone énfasis en la difusión de las ideas y del
aprendizaje (La participación en el proceso de integración europea puede exponer a los actores políticos a ideas
nuevas que se diseminan en diferentes países y, por lo tanto, influenciar a los actores domésticos.)
En cuanto a las consecuencias, no existe un consenso general. La observación según la cual no se puede hacer un
argumento a priori sobre el impacto de la europeización ha derivado en algunos intentos de delinear los factores que
favorecen la convergencia o la divergencia. Cinco factores que medían en las consecuencias de la europeización.
Primero, la vulnerabilidad económica es un factor mediador del impacto de las decisiones tomadas a nivel europeo
(los E que enfrentan mas crisis estan mas abiertos a cambios politicos)
Segundo, la capacidad de reaccionar a las presiones externas de las instituciones políticas de un Estado miembro
tiene una influencia ambigua en el proceso de adaptación.
Tercero, las políticas e instituciones establecidas determinan la respuesta de un Estado a las presiones de
adaptación.
Cuarto, las preferencias de los actores domésticos son importantes, dado que pueden estar a favor de cambios o en
contra.
Finalmente, dichas preferencias pueden cambiar a partir del discurso establecido en el proceso de integración
Todos estos factores mediatizan el impacto de la europeización en las instituciones y políticas domésticas y
determinan convergencias, divergencias o inercias.
La europeización, por ejemplo, afecta no sólo las políticas públicas de los Estados miembros, sino también los grupos
de interés, mientras que estos últimos a su vez intentan influenciar las políticas públicas y las decisiones a nivel
europeo. Existen, por tanto, muchos efectos de retroalimentación (“feedback”) por lo que una metodología basada en
variables dependientes e independientes no permitiría llegar a conclusiones convincentes.
Conclusiones.
La característica más importante de los nuevos enfoques es que no son contradictorios entre si, sino más bien
complementarios puesto que la utilización de uno no es excluyente
de los demás.
Los autores de la gobernanza a varios niveles en la UE explican la europeización como una de sus consecuencias.
Además, tanto los estudios sobre la gobernanza como sobre la europeización se centran en el análisis de las
instituciones.
La armonía entre los tres enfoques sólo se ha visto perturbada por la introducción de un nuevo debate de carácter
meta-teórico que se presenta en la sección siguiente.
Racionalismo versus constructivismo: el nuevo debate meta-teórico de la integración europea.
En los años noventa, se ha podido apreciar un incremento en el número de análisis racionalistas basados en los
supuestos de que los individuos son racionales y egoístas y que en general tienen intereses materiales.
Paralelamente, se ha observado un aumento en el número de estudios que critican los supuestos del racionalismo, el
constructivismo.
El constructivismo, en oposición al racionalismo, mantiene que las acciones de los individuos no se pueden explicar
únicamente a partir de sus intereses materiales (los individuos son vistos como construcciones del mundo social en
que viven).
El racionalismo en el estudio de la integración europea tiene tres aplicaciones fundamentales.
En primer lugar, se concentra en explicar las causas y las consecuencias de las instituciones. En cuanto a las
instituciones como variable dependiente, Hix intenta explicar por qué los gobiernos de los estados miembros
aceptaron incrementar el poder del PE en el Tratado de Ámsterdam. En cuanto a las instituciones como variable
independiente, los métodos y supuestos de la elección racional han sido utilizados para evaluar las consecuencias de
los cambios introducidos en los procedimientos de toma de decisiones en las últimas Conferencias
Intergubernamentales celebradas en la UE.
En segundo lugar, algunos autores racionalistas estudian el proceso de integración europea como un “juego a doble
nivel”. Para explicar la interacción entre un Jefe de Gobierno que negocia al mismo tiempo con otros Jefes de
Gobierno (nivel I) y con actores domésticos (nivel II).
En tercer lugar, Mark Pollack (2003) ha introducido el estudio de la relación entre los principales (“principals”) y los
agentes (“agents”) en el análisis de la integración europea. En esta interpretación, los gobiernos (principales) delegan
autoridad a las instituciones comunitarias (agentes) con el objetivo de resolver problemas funcionales.
Los defensores del constructivismo argumentan que el proceso de integración europea puede cambiar la identidad,
los intereses y el comportamiento de los Estados. Además, el constructivismo pone el acento en los procesos de
aprendizaje y de socialización a nivel europeo y en la difusión de las normas europeas a nivel nacional. Sin embargo,
la mayoría de los autores sostiene que el constructivismo no puede ser una macroteoría de la integración europea,
sino más bien una perspectiva general que puede derivar en teorías específicas.
Craig Parsons estudia cómo las ideas influyeron en el comportamiento de los actores en la creación de la Comunidad
Económica Europea (1957). El mayor interés de dicho trabajo consiste en que no sólo intenta analizar si las ideas son
importantes, sino también cuál es su impacto en los procesos políticos. Cuestiona la interpretación racionalista
basada en el supuesto de que las ideas son definidas a partir de los intereses objetivos.
En resumen, a pesar de los distintos enfoques teóricos y empíricos, el debate entre el racionalismo y el
constructivismo no está necesariamente basado en substanciales diferencias, sino que, por ahora, se trata más bien
de un debate meta-teórico. Dicho debate no debería ser el más influyente en los estudios del proceso de integración,
puesto que no contribuye directamente a mejorar su comprensión. Por el contrario, sería importante aceptar que
ambas perspectivas tienen objetivos distintos y que cada una puede contribuir al estudio de distintos aspectos del
mundo social.
¿Qué hemos aprendido y hacia dónde vamos? (esto esta al pedo para mi)
El análisis de la carencia democrática de las instituciones europeas e, idealmente, el desarrollo de nuevos modos de
corregir el tan acuñado déficit democrático tienen que ser asimismo objetivos legítimos de los estudios sobre la
integración europea.
Por consiguiente, en el futuro la evaluación de la literatura académica debe basarse no sólo en su capacidad de
explicar los hechos ocurridos sino además en sus logros a la hora de responder a estos desafíos normativos.
UNIDAD 4.
✔ Pintado Lobato: La presencia de EEUU en AmLat. Hacia una nueva concepción de hegemonía
regional. América Latina, quedaba reducida en las consideraciones geoestratégicas a un mero “patio trasero”
maleable a los intereses del Estado dominante.
El aumento del poder mundial de Estados Unidos no ha hecho sino incrementar su capacidad de influencia pese a
que América Latina no sea una prioridad para Estados Unidos, siempre más cerca identitariamente de Europa. La
relación entre EE.UU. y América Latina estaba caracterizada por una creciente asimetría de poder acompañada por
una fuerte asimetría de intereses. EE.UU. se vio con la capacidad de influir no solo políticamente sino en muchas
ocasiones económica y militarmente en el devenir de la política nacional de los Estados latinoamericanos y caribeños.
La evolución de las relaciones ha estado marcada principalmente por la propensión de Estados Unidos hacia el
intervencionismo. La política norteamericana hacia sus vecinos del sur podría definirse de aislacionista hasta
principios del siglo XIX, cuando comienzan las independencias de los países latinoamericanos. La decisión del
presidente Monroe de reconocer a los Estados independientes de América Latina demostró a Europa su voluntad de
protagonizar un rol mayor en la región. Doctrina Monroe: uno de los documentos clave de las relaciones regionales,
que advirtió toda nueva incursión colonial en la región por parte de las potencias europeas que amenazase la recién
adquirida independencia de estos Estados sería considerada como una amenaza a los Estados Unidos. El gobierno
norteamericano rompe definitivamente con su aislacionismo declarándose la fuerza dominante en el hemisferio.
Las esperanzas de sentar las bases para una buena vecindad se alejaron por la sed de territorio de los mandatarios
norteamericanos. La guerra con México, fue el punto de inflexión que demostró a los jóvenes Estados
latinoamericanos que los intereses nacionales estaban por encima de la buena voluntad de Estados Unidos.
La llegada a la presidencia norteamericana de Theodore Roosevelt acrecentó el espíritu agresivo de Estados Unidos
frente a América Latina. La zona del Caribe y América Central se convirtió en un área con derecho a controlar, ya sea
a través de medios financieros, como comerciales o militares. El apoyo a la independencia de Panamá, muy favorable
a los
intereses comerciales norteamericanos, fue una clara muestra de que los Estados Unidos no iban a aceptar un no por
respuesta.
El corolario de Roosevelt supuso la proclamación de la política intervencionista. Los estadounidenses empezaron a
asumir la responsabilidad de poner orden político y financiero en el hemisferio.
Las naciones de la zona centro del continente pasaron de una influencia estadounidense a una dependencia en sus
elecciones políticas nacionales.
La Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría, han marcado esencialmente las relaciones entre Estados Unidos y el
resto de países del continente. La revolución cubana y su posible efecto sobre los distintos nacionalismos de América
Latina llevó a una de las crisis más importantes en la política exterior estadounidense. Los Estados Unidos vieron
peligrar sus
intereses económicos pero en este caso en lugar de enviar un contingente militar, impulsaron el alzamiento militar.
Esto debilitó aún más la ya maltrecha imagen de Estados Unidos en la región. En los años sucesivos, las
administraciones norteamericanas de Carter y Reagan mostraron giro en la política norteamericana en la región. Del
intervencionismo militar se pasó a una exportación de los valores políticos y económicos liberales con funestas
consecuencias.
Estados Unidos se ha autoproclamado impulsor y policía de la democracia. Más allá de una mera retórica, ha
empujado a las naciones latinoamericanas al cambio político, pero no siempre con fines democráticos ni
benevolentes.
“¡Voy a enseñar a las repúblicas sudamericanas a elegir buenos hombres!”. Tenían una “obligación moral” de conducir
a las naciones hacia una senda democrática. Principalmente en la época de la Guerra Fría, América Latina ha asistido
a una manipulación del concepto de democracia por parte de Estados Unidos, únicamente motivado por el servicio a
sus propios intereses políticos y económicos.
La intervención norteamericana en las cuestiones políticas soberanas de los Estados latinoamericanos ha modelado
los gobiernos para favorecer los intereses de la potencia. Ese compromiso de “enseñar” a América Latina a elegir a
“buenos hombres” como gobernantes proclamado por Wilson se tradujo intervenir en los asunto internos de los países
latinoamericanos soberanos, muchas veces a través de la vía militar, para colocar a políticos afines a los intereses.
Distinguirse dos acciones principales: 1) cambios en las políticas estadounidenses que elevan los costes financieros,
y un endurecimiento de las condiciones comerciales; 2) presiones para modelar las estrategias económicas de los
países de América Latina, instituciones dependientes del sistema económico neoliberal como el Fondo Monetario
Internacional o el Banco Mundial.
Tres épocas principales de acción: 1) Del siglo XX hasta 1930. Importante intervencionismo imperial, la mayoría en la
cuenca caribeña fuerzas militares invadían el país, retiraban al gobernante de turno e instalaban un gobierno
provisional favorable a sus intereses. 2) De 1940 hasta el final de la de 1980. Las relaciones políticas
latinoamericanas se vieron influenciadas por la división soviético-estadounidense, elevó las necesidades de seguridad
de los Estados Unidos. Los principales enemigos habían sido las dictaduras de izquierdas y las guerrillas
revolucionarias, osea los gobiernos de izquierdas. El caso Chileno fue considerado por algunos como “el ataque más
descarado a la democracia por parte de Estados Unidos”. Un ataque por varios flancos al modelo de
socialdemocracia por el que abogaba Allende que fue poco a poco ahogado por las presiones económicas exteriores
y las triquiñuelas de la derecha y el poder militar. Lo importante para Estados Unidos no eran sus intereses
económicos en la región sino el peligroso ejemplo que suponía la llegada al poder por la vía democrática del
socialismo. El gob norteamericano empleó una estrategia de bloqueo económico y financiero invisible, mientras
realizaba un apoyo encubierto a la oposición concretado con un respaldo y estímulo explícito al golpe militar del
ejército. Sin duda, el posterior establecimiento de un gobierno dictatorial derechista con un modelo económico
ultraliberal colmó las ansias estadounidenses. Esto contribuyó, no solo a derrumbar el gobierno de Allende, sino todo
el sistema democrático de Chile. 3) De la década de los 90 en adelante. Coincidiendo con el inicio de la globalización.
La etapa posterior a la Guerra Fría fue sin duda una de acomodamiento de los gobiernos latinoamericanos a las
políticas de Washington.
La caída de las exportaciones provocó importantes crisis nacionales a lo largo de la “Década Perdida” de los 80 que
socavaron la legitimidad de los gobiernos.
A finales de los 80, la comunidad financiera, encabezada por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco
Mundial (BM), diagnosticó que los problemas de América Latina eran de índole estructural. La receta de la comunidad
financiera internacional fue el Consenso de Washington: unas medidas de carácter neoliberal y capitalista centradas
en cuatro aspectos principales (liberalización comercial, privatización, reformas financieras y reformas laborales).
La aplicación de la receta económica de las instituciones económicas internacionales neoliberales tuvo sus
consecuencias más sangrantes en el caso de Argentina.
Si bien muchos elementos de la crisis argentina se deben a errores y políticas equivocadas de la política interna, se
agravaron gracias al Consenso de Washington. Las medidas generaron un parón en la economía informal y
provocaron una importante subida del desempleo. El nuevo gobierno norteamericano liderado por George W. Bush
dio un giro en la política económica hacía América Latina y canceló los préstamos, al igual que lo hizo el FMI. En
consecuencia, el presidente argentino instauró el denominado como “corralito” que durante un año restringió la
liquidez monetaria de los argentinos paralizando casi completamente el comercio y el crédito. Fué el ejemplo más
claro del fracaso de las políticas económicas neoliberales en América Latina.
Con la llegada del nuevo siglo y el afianzamiento de los regímenes democráticos en la región, se comienza a
vislumbrar un cambio de patrón en las relaciones. Si bien Estados Unidos continúa firmemente como el Estado más
poderoso, la emergencia de varios gobiernos de izquierdas, mayor integración regional, la emergencia de un nuevo
polo de poder, la entrada de China en los mercados latinoamericanos, hacen presagiar una modernización en los
patrones de cooperación.
Dos visiones diferenciadas: 1) América Latina se encuentra en una etapa pre-moderna en la que debe continuar su
esfuerzo por alcanzar la posición del norte. 2) América Latina está siguiendo un camino diferente al del norte, debido
a sus particularidades culturales.
La tercera vía, que mejor se ajusta a la realidad latinoamericana, es la de una modernidad compleja, con sociedades
híbridas que experimentan un crecimiento desigual en el que las características premodernas, modernas y
posmodernas se combinan en una forma de sincretismo. Una constante pugna entre lo tradicional y lo moderno, lo
local y lo global.
No podemos hablar de una sola América Latina, sino de los países y subregiones El gobierno norteamericano no
puede defender una sola política para América Latina, sino que comienza a tratar a los países como individuales, con
sus características diferenciadas.
La emergencia de Brasil. El desarrollo económico y, sobre todo, su creciente influencia política a nivel internacional
suponen todo un reto para los Estados Unidos. La política norteamericana hacia Brasil se ha centrado en asuntos
económicos y comerciales; sin embargo, en cuestiones políticas ambas administraciones mantienes reticencias. En
Washington no gustó la tendencia del expresidente Lula da Silva, de estrechar lazos con países africanos y de
Oriente Próximo, ni mucho menos su condescendencia con Hugo Chávez. Esto repercutió en la falta de apoyo por
parte de Washington a la candidatura brasileña a un asiento permanente en el Consejo de Seguridad. Asimismo, el
gobierno norteamericano sigue reticente a la redistribución del voto y del poder en instituciones como el FMI y el BM,
reforma por la que presionan los BRICS.
La “amenaza izquierdista” de 2006 y 2007 en Bolivia, Ecuador y Nicaragua, Venezuela han encendido las iras en
EE.UU. y provocó que la alianza izquierdista de América Latina haya decaído como frente común.
La influencia de la cultura norteamericana es enorme en la región y su poder económico, gigante. Los Estados cada
vez confían menos en su vecino del norte debido a que todos los gobiernos latinoamericanos tienen un fuerte lazo
comercial con Estados Unidos. La búsqueda de nuevos mercados y las alianzas regionales son algunos modos de
contrarrestar el dominio histórico que los EE.UU. han ejercido.
UNIDAD 5
✔ Sanahuja José Antonio, “Del “Regionalismo abierto” al “regionalismo post-liberal”. La estrategia del
regionalismo abierto.
A partir de 1990 se empieza a hablar de regionalismos. El “nuevo regionalismo”, en una aparente paradoja, pretende
crear capacidades de regulación para hacer frente a los desafíos económicos y de seguridad internos y externos que
generan la globalización y la regionalización, pero al mismo tiempo contribuye a profundizar ambos procesos, al estar
basado en políticas de liberalización económica intrarregional con una baja protección externa. Desde esta época
AMLAT definió un mapa de integración que mostraba distintas estrategias.
México se distanció de América Latina y de la retórica integracionista y adoptó una vía pragmática de integración con
Norteamérica a través del primer acuerdo “sur-norte” de este periodo. Tras optar por la apertura unilateral, Chile siguió
un modelo similar, basado en un número apreciable de acuerdos bilaterales, como los firmados con la UE y Estados
Unidos en 2002. Otros países, en cambio, optaron por estrategias regionalistas partiendo de la cercanía geográfica, la
historia, la proximidad socio cultural, o intereses compartidos a causa de las interdependencias regionales, como el
MCCA, SICA, CAN y el Mercosur. Estos últimos dos en crisis, por posturas escepticistas, deterioro de la unión
aduanera, la primacía de intereses domésticos, las convulsiones financieras y las dudas y el verdadero interés de
Brasil en la iniciativa, en el caso del Mercosur, mientras que en el caso del CAN, por su estructura institucional
ineficaz y por lo tanto desacreditada, incumplidos compromisos políticos, iniciativas “bolivarianas” y otras ideas de
estrategias radiales (acuerdos de LC con terceros). Ambos actores están siendo puestos a prueba por ofertas de
negociación de actores externos, como USA o la UE, lo que desafía su cohesión interna.
Cuando hablamos de CRISIS DE LA INTEGRACIÓN REGIONAL existen ciertos argumentos de distintos actores:
- El “socio renuente”, aquellos países que en cada grupo definen el “mínimo común denominador” e instan al
cumplimiento de los compromisos asumidos en la región.
- El “disgregador externo”, haciendo referencia a Estados Unidos y los tratados bilaterales de libre comercio.
- El “agente desestabilizador”, que constituye las políticas impulsadas por el gobierno de Venezuela.
Agotamiento de regionalismo abierto.
A mediados de la década de los ‘90, instituciones como la CEPAL, el BID y el BM, definieron las condiciones y las
políticas necesarias para mejorar la eficiencia y la productividad, y contribuir así a la modernización y transformación
productiva. Estas incluían una mayor liberalización del intragrupo y una integración más profunda, que suprima
barreras arancelarias y no arancelarias, físicas, fiscales, etc. Sumado a eso, no debía existir preferencia regional
frente a terceros, debían adoptarse reglas comunes, una política de competencia y una política comercial común ante
terceros, además de cierta convergencia macroeconómica (política fiscal y monetaria ppalmente). Requería a su vez
políticas sectoriales, afrontar las asimetrías entre socios y mejora la cohesión social y territorial.
Un examen demuestra que la estrategia de “regionalismo abierto” ha sido implementada de manera parcial y
selectiva, poniéndose énfasis en la integración negativa (liberalización comercial intragrupo), que en la positiva
(políticas comunes y construcción de instituciones). Es así como vemos efectos positivos en la creación de comercio,
ya que el comercio intrarregional creció más que el comercio total. Sin embargo, pese a estos indicadores positivos, el
primero ha tenido un marcado carácter pro-cíclico.
Se percibe además una paradoja, pues el modelo del regionalismo abierto se basa en la desgravación arancelaria y la
liberalización comercial intrarregional, entonces ¿por qué no ha crecido más el comercio intrarregional? Algunos de
los factores que lo impiden son:
- El crecimiento de las expos a los mercados asiáticos, particularmente a China, afectando las cifras del comercio
intrarregional.
- La escasa complementariedad de las economías latinoamericanas.
- El menor peso del comercio intrafirma e intraindustrial.
- La persistencia de barreras no arancelarias, administrativas por ejemplo.
- Inestabilidad macroeconómica y el recurso de las medidas unilaterales en caso de crisis.
- Elevados costes de transporte por la escasa estructura física o su baja calidad.
Aun así, se pueden reconocer ciertos aspectos positivos de la integración de este período, como la creación de
mercados más atractivos para la inversión extranjera, la internacionalización de empresas latinoamericanas y la
aparición de las denominadas “multilatinas” o “translatinas”.
Podemos hablar de un agotamiento en la dimensión institucional, como un “regionalismo ligero” caracterizado por el
intergubarnamentalismo. En nombre de la soberanía nacional y el rechazo a crear burocracias onerosas, la región ha
rechazado aspectos como la toma de decisiones por mayoría, o a la existencia de un derecho de la integración de
carácter imperativo, lo cual priva a los procesos de integración de mecanismos decisorios, de legitimación y de control
adecuados, erosionando su eficacia y credibilidad.
La debilidad de las instituciones y las políticas también contribuye a explicar la vulnerabilidad externa de los
esquemas de integración. Éstos no cuentan con mecanismos capaces de impedir medidas unilaterales que inducen
un comportamiento procíclico en los flujos comerciales, dañan a los socios regionales y agravan las asimetrías y las
desigualdades en la distribución de sus costes y beneficios, restando apoyo social a los procesos. La “doble crisis” de
Mercosur, causada por la crisis brasileña en 1998, y argentina en 2001, ilustraría estos problemas. Esto resulta en
incertidumbre y daña la credibilidad de los grupos regionales ante terceros, que se muestran cada vez más escépticos
frente a estos compromisos. Podríamos decir que es producto de la necesidad de preservar cierto margen de
maniobra en la política nacional y la defensa de los intereses nacionales frente a los países vecinos, especialmente
cuando existen marcadas asimetrías de tamaño, poder y riqueza, como ocurre en Mercosur.
Ello ha dado origen a entramados institucionales en los que a menudo la forma prevalece sobre la función, lo cual
constituye el caso de los parlamentos regionales. Aunque el examen de las instituciones de integración también debe
considerar su legitimidad y calidad democrática. Estos órganos se encuentran al margen del proceso decisorio, que al
ser de carácter intergubernamental, está dominado por los ejecutivos, y ello se ha traducido en serios problemas de
legitimidad e imagen para algunos de estos órganos. A ello hay que sumarle la debilidad, o ausencia, de marcos
institucionalizados de participación de la sociedad civil y la debilidad de lo que podría denominarse la “dimensión
ciudadana” de la integración.
Los dilemas de la inserción externa y los acuerdos “sur-norte”.
Otro factor que debemos considerar al hablar de la crisis del “regionalismo abierto” es la ampliación de las opciones
extrarregionales y los dilemas que derivan de ella para las estrategias internacionales de la región. Es decir, que
AMLAT se encuentra en un mundo con más opciones múltiples pero a su vez con más incertidumbre. En esta materia,
se trata de sortear el riesgo y la incertidumbre a través de un conjunto de acuerdos multi, pluri y bilaterales, lo que el
autor llama “regionalismo disperso” o spaghetti bowl (Jagdish Baghhwatti), lo cual al mismo tiempo debilita la cohesión
interna de la integración impidiendo su profundización.
A la larga los acuerdos Sur-Norte y la integración regional son incompatibles, y ello plantea un dilema fundamental
para América Latina. Desde el año 2000, se observa un fuerte incremento de los acuerdos “sur-norte” firmados o en
proceso de negociación, lo cual se observa, en particular, en Estados Unidos. Los factores que explican esta
tendencia son:
- Mantener el statu quo, es decir preferencias comerciales no recíprocas, ya no es viable.
- La incertidumbre respecto a las negociaciones de la “ronda de Doha” (2001) y los propios acuerdos de integración
aconsejaban abrir otras opciones de negociación.
- estos acuerdos sur-norte podrían proporcionar acceso garantizado a los mercados de Estados Unidos y la UE,
eliminando la incertidumbre dado su carácter unilateral, lo cual resultaría un estímulo a la inversión extranjera.
- tienen una cobertura más amplia y compromisos de liberalización más profundos que los acuerdos de integración
“sur-sur”.
- establecen un entorno más competitivo y mayores incentivos para la competitividad y la eficiencia, y son la base de
estrategias “radiales” más abiertas y flexibles para la inserción internacional.
Se deben evaluar, sin embargo, algunos costos:
- Los TLC priman sobre el derecho interno, suponiendo menor autonomía para las políticas de desarrollo.
- Conlleva negociaciones naturalmente asimétricas, que resultan favorables para países avanzados.
- Si no se tiene en cuenta el impacto de la liberalización y los costes del ajuste, el precio a pagar en términos de
capacidad productiva, empleo y exclusión social puede ser muy elevado.
- la opción por un modelo de “integración profunda” sur-norte puede generar efectos discriminatorios en relación a los
socios regionales, erosionando los incentivos económicos de la integración regional.
¿Hacia un regionalismo “post-liberal”? La redefinición de la integración en América Latina y el Caribe
A partir de la crisis del regionalismo abierto, nace una nueva oleada de propuestas que apuntan a una redefinición del
regionalismo y la integración. Sus características:
a) La primacía de la agenda política, y una menor atención a la agenda económica y comercial, lo que no es ajeno a la
llegada al poder de distintos gobiernos de izquierda, al tono marcadamente nacionalista de esos Gobiernos, y a los
intentos de ejercer un mayor liderazgo en la región por parte de algunos países, en particular Venezuela y Brasil.
b) El retorno de la “agenda de desarrollo”, en el marco de las agendas económicas del “post-consenso de Washington”,
con políticas que pretenden distanciarse de las estrategias del regionalismo abierto, centradas en la liberalización
comercial.
c) Un mayor papel de los actores estatales, frente al protagonismo de los actores privados y las fuerzas del mercado del
modelo anterior.
d) Un énfasis mayor en la agenda “positiva” de la integración, centrada en la creación de instituciones y políticas
comunes y en una cooperación más intensa en ámbitos no comerciales, lo que, como se indicará, ha dado lugar a la
ampliación de los mecanismos de cooperación sur-sur, o la aparición de una agenda renovada de paz y seguridad.
e) Mayor preocupación por las dimensiones sociales y las asimetrías en cuanto a niveles de desarrollo, y la vinculación
entre la integración regional y la reducción de la pobreza y la desigualdad, en un contexto político en el que la justicia
social ha adquirido mayor peso en la agenda política de la región.
f) Mayor preocupación por los “cuellos de botella” y las carencias de la infraestructura regional, con el objeto de mejorar
la articulación de los mercados regionales y, al tiempo, facilitar el acceso a mercados externos.
g) Más énfasis en la seguridad energética y la búsqueda de complementariedades en este campo.
h) La búsqueda de fórmulas para promover una mayor participación y la legitimación social de los procesos de
integración.
Estos rasgos muestran el rechazo latinoamericano a las políticas neoliberales del “Consenso de Washington”, que
algunos líderes de la región identifican expresamente con el “regionalismo abierto” y con grupos como el Mercosur y
la CAN, considerados “neoliberales”. Estos gobiernos ven, además, a la globalización como un fenómeno negativo,
vinculándolo estrechamente con el neoliberalismo, frente a lo cual se reclama una estrategia defensiva basada en el
retorno a un Estado fuerte y eficaz y la integración regional, en parte, se redefine como estrategia al servicio de ese
“Estado desarrollista”. Ello ha alentado discursos y políticas neo-nacionalistas y la consiguiente revalorización del
principio de soberanía en algunos países latinoamericanos.
Es importante anotar que estos elementos guardan relación con el contexto o expresan tendencias más amplias. En
otras regiones y países, el “retorno al Estado” también es visto como mecanismo defensivo frente a la globalización y
sus consecuencias negativas, como la crisis financiera de 2007-08, o las vicisitudes del Tratado de Lisboa y el
rechazo popular a la profundización de la integración europea.
Las propuestas latinoamericanas “post liberales” que encontramos en AMLAT son concretamente el ALBA y la
Unasur, aunque ninguna puede ser considerada una iniciativa de integración en el sentido clásico del término por las
características enumeradas arriba, no hablan de integración comercial con fines económicos y comerciales, sino más
vinculado a una posición política dogmática, entre otras cuestiones. Además no puede hablarse de una nueva etapa
en la integración regional ya que no hubo cambios contundentes, sino que estas propuestas coexisten con los
acuerdos “sur-norte”, y el decantamiento de algunos países hacia estrategias radiales (hub and spoke) de inserción
internacional.
El ALBA y el TCP: Los proyectos “bolivarianos” de integración .
El proyecto bolivariano de política exterior pretende, en primer lugar, construir una “nueva geopolítica internacional”,
basada en un “mundo multipolar” frente a la hegemonía de Estados Unidos, y frente al unipolarismo en todas sus
manifestaciones. Incluso cuando este aparece “disfrazado de multilateralismo”, algo que debe ponerse en relación
con la resistencia que ha mostrado Venezuela a las iniciativas de reforma de Naciones Unidas. En segundo lugar, en
relación al objetivo anterior, se pretende construir un “bloque de poder suramericano” basado en el principio de
soberanía, capaz de entablar relaciones “sur-sur” con África y Asia.
Esa integración alternativa promoverá el “comercio justo” eliminando las asimetrías y buscando el equilibrio de las
partes; y estará basada en los principios de cooperación, complementariedad, solidaridad y reciprocidad, así como en
el respeto de la soberanía de cada país.
Finalmente, el proyecto bolivariano busca promover la “Diplomacia de los Pueblos”. Este concepto, lanzado en la
contra-cumbre de Mar del Plata (Argentina), en noviembre de 2005, alude a la incorporación de los movimientos
sociales a la integración, como complemento, más que como sustituto de la diplomacia tradicional, evitando el
“elitismo” que los ha caracterizado. La propuesta bolivariana, sin embargo, es ambigua en lo que se refiere al modelo
de integración económica que se persigue, al igual que su posición ambivalente hacia grupos como el Mercosur y el
CAN, pues los cuestiona, pero no llega a rechazarlos.
La propuesta concreta de este movimiento y estos gobiernos es la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA),
surgida como alternativa al ALCA. El ALBA es, en primer lugar, el resultado de una “diplomacia de cumbres” de alto
perfil político y mediático, y pese a su retórica integracionista, constituye, sobre todo, un marco de cooperación sur-
sur basado en la afinidad ideológica, más que en una complementariedad económica que no sería imaginable sin el
petróleo venezolano. De hecho, en el proceso de cumbres se observa que la agenda política ha ido adquiriendo
mayor relevancia y los países miembros, particularmente Cuba y Venezuela, han empezado a introducir cuestiones de
política exterior ajenas a la agenda de cooperación económica, como el conflicto de Colombia, o la propuesta de 2008
de constituir una alianza defensiva. Elemento clave del proceso ha sido el acceso en términos preferenciales al
petróleo venezolano, a través del acuerdo bilateral Cuba-Venezuela, de Petrocaribe, creada en junio de 2005 y parte
del proceso del ALBA.
Sin embargo, es importante observar que la mayor parte de los 14 países del Caribe que son parte de Petrocaribe no
lo son del ALBA, debido al fuerte sesgo ideológico y antiestadounidense de este último proyecto, con el que muy
pocos Gobiernos del Caribe están dispuestos a comprometerse. De hecho, la “diplomacia petrolera” de Venezuela no
ha logrado alinear a los países de la región en una plataforma anti-ALCA, ni despejar las suspicacias suscitadas por lo
que desde el Caribe se percibe como una posición hegemónica de Venezuela.
Su significado es mayor en el ámbito social y político, como símbolo de oposición a los TLC. Por otra parte, con este
modelo es dudoso que se pueda promover la transformación productiva y las mejoras de eficiencia y competitividad
que la región necesita para su inserción internacional.
UNIDAD 6.
✔ Álvarez Macías: Dos años de funcionamiento del Parlamento del MERCOSUR: una evaluación preliminar.
Introducción.
La integración en América Latina ha visto aflorar órganos parlamentarios regionales (MERCOSUR). 2007, entraba en
pleno funcionamiento el Parlamento del MERCOSUR (PM), en reemplazo de su antecesora, la Comisión
Parlamentaria Conjunta (CPC).
Al presente, la elección de los parlamentarios regionales es indirecta, al ser designados por los respectivos congresos
nacionales. la nota novedosa es que el Parlamento deberá estar conformado, a partir de 2011, por legisladores
elegidos por los ciudadanos a través de sufragio universal directo y secreto, convirtiéndose en la única institución del
bloque que contará con una representación democrática directa. Este análisis, en un esquema institucional como el
del MERCOSUR, que concentra toda la capacidad de decisión en los órganos intergubernamentales, nos remite a la
noción de déficit democrático en el funcionamiento del proceso de integración. Primera parte. Las funciones
legislativas y de control del Parlamento.
Cuatro competencias principales: legislativa, de control -y presupuestarias-, representativa, y de legitimación.
La función legislativa. Este es un ámbito de especulaciones ambiguas en el caso del Parlamento del MERCOSUR. El
Parlamento regional aún está lejos de constituirse en el “brazo legislativo” del bloque. Las competencias incluyen
poder “emitir declaraciones, recomendaciones e informes sobre cuestiones vinculadas al desarrollo del proceso de
integración”, es decir, actos no vinculantes.
El PM puede proponer proyectos de normas y, elaborar estudios y anteproyectos de normas
nacionales, orientados a la armonización de las legislaciones nacionales de los Estados Partes. Si bien significan un
avance no obligan ni a los órganos decisorios del MERCOSUR ni a los parlamentos nacionales a legislar en base a
las propuestas del Parlamento.
Los órganos decisorios del bloque tienen la obligación de transmitir al Parlamento los proyectos de normas antes de
ser aprobados, para que éste emita un dictamen. los órganos
decisorios del MERCOSUR no están obligados a aprobar la norma según los términos del dictamen del Parlamento
sino que sólo tienen la obligación de solicitarlo.
El papel del PM es básicamente consultivo, deliberativo y de formulación de propuestas, sin poder real de creación
legislativa.
En cuanto al poder de control el Parlamento puede efectuar pedidos de informes u opiniones por escrito a los órganos
decisorios y consultivos del MERCOSUR sobre cuestiones vinculadas al desarrollo del proceso de integración que
deben ser respondidos en un plazo máximo de 180 días.
El Parlamento puede invitar a representantes de otros órganos del bloque, para informar y/o evaluar el desarrollo del
proceso de integración, e intercambiar opiniones. Y además, debe “recibir, al finalizar cada semestre a la Presidencia
Pro-Tempore del MERCOSUR, para que presente un informe sobre las actividades realizadas durante dicho período”,
y “al inicio de cada semestre, para que presente el programa.
El PM no tiene ninguna potestad sobre el nombramiento o remoción de los miembros de los órganos decisorios del
bloque.
En su papel político el Parlamento detenta funciones referidas a la preservación de la democracia y el respeto de los
derechos humanos. Y es su deber presentar un informe anual sobre la situación de los derechos humanos en la
región.
Segunda parte. Los resultados hasta el presente.
A partir de la VI sesión ordinaria (octubre 2007) el Parlamento inició su accionar propiamente dicho. De los resultados
de las sesiones sólo pueden destacarse la Declaración de Apoyo al régimen institucional de Bolivia, la Declaración de
respaldo a las gestiones del Presidente de Venezuela Hugo Chávez para un acuerdo humanitario en Colombia, la
condena al genocidio del pueblo armenio, y la Declaración de respaldo a los derechos argentinos sobre las Islas
Malvinas.
Además de la emisión de dictámenes y recomendaciones, el Parlamento del MERCOSUR posee otras atribuciones
legislativas, aunque no implican estrictamente la “creación” de normas supranacionales sino que se circunscriben a
“proponer proyectos de normas MERCOSUR al CMC” o “elaborar estudios y anteproyectos de normas nacionales”,
como mencionamos anteriormente. Es en este ámbito donde la labor del Parlamento regional es altamente deficitaria.
Esta situación atenta directamente en contra de algunas de las principales intenciones del Parlamento, esto es,
avanzar en los objetivos de armonización de las legislaciones nacionales y agilizar la incorporación a los
ordenamientos jurídicos internos de la normativa del MERCOSUR que requiera aprobación legislativa.
Las competencias del PM para hacer las investigaciones necesarias para elaborar el informe están cobrando
protagonismo, dando lugar a polémicas con los gobiernos acusados de violaciones, especialmente, los de Paraguay y
Venezuela.
En resumen, pese a un liderazgo incipiente en materia de derechos humanos, la actividad del PM ha sido sumamente
comedida, destacando la aprobación de actos característicos de la forma mínima de intervención de un parlamento,
esto es, su función consultiva y de deliberación, a través de declaraciones y recomendaciones.
Lo más preocupante es el hecho de que temas de relevancia para las sociedades de los Estados Partes siguen
ausentes del debate parlamentario regional.
Tercera parte. Las funciones de representación y legitimación. Las elecciones directas y la composición definitiva del
Parlamento.
Según el Protocolo Constitutivo del Parlamento, en una primera etapa de transición (2006–2010), los parlamentarios
son designados por los propios parlamentos nacionales. Esto implica un doble mandato: nacional y regional.
A partir de la segunda fase (2011-2014) todos los parlamentarios sean elegidos por la ciudadanía procurando
“asegurar una adecuada representación por género, etnias y regiones según las realidades de cada Estado”.
Así, los parlamentos elegidos democráticamente tienen una función de representación y legitimación que dota de
mayor representatividad al proceso de integración.
La elección de los miembros del Parlamento por sufragio universal directo se constituye como un medio para la
promoción de la participación ciudadana en el proceso de integración, el aumento de la legitimidad democrática, y la
construcción de una comunidad e identidad “mercosureñas”. No obstante, el Parlamento hizo una propuesta sobre
una proporcionalidad atenuada debido a las enormes diferencias poblacionales entre los socios.
La llamada "representación ciudadana” es un criterio de proporcionalidad atenuada, concebido para evitar esa
asimetría.
Cuarta parte. El debate sobre el déficit democrático: reflexiones finales.
Existe un problema del llamado “déficit democrático” causado por la falta de mayor participación del poder legislativo
en el proceso de toma de decisiones, esto es, la ausencia de mecanismos propios de control y de creación de
normas.
Explicar el “déficit democrático” en términos de falta de efectiva intervención del órgano legislativo en el proceso
decisorio implica que difícilmente la existencia del Parlamento del MERCOSUR, tal como ha sido instituido, sea capaz
de enmendarlo.
El Parlamento dista de ser un auténtico órgano legislativo. El Parlamento del MERCOSUR se constituye en un órgano
con funciones básicamente consultivas sin protagonismo en los procesos de decisión del bloque.
La falta de competencias relevantes y el consecuente papel relegado en el proceso de toma de decisiones hacen del
Parlamento un órgano jurídicamente poco relevante en el esquema institucional. Por consiguiente, es incierta su
contribución a la internalización de normas, la armonización de legislaciones nacionales y la seguridad jurídica del
bloque. Desde el punto de vista político, el Parlamento del MERCOSUR fue concebido para ejercer un papel
fundamental en la defensa de la democracia y los derechos humanos, así como en la protección de los diversos
intereses de la población.
Sus actividades legislativas se han limitado a la elaboración de declaraciones y recomendaciones carentes de efectos
en el proceso de toma de decisiones de la estructura institucional del bloque.
El Parlamento regional no ha logrado aún convertirse en un foro de discusión donde puedan incorporarse cuestiones
y problemas que actualmente no tienen cabida en un esquema esencialmente intergubernamental e inclinado a las
cuestiones económico-comerciales.
Una institución costosa e ineficiente pondría en juego la –ya de por sí escasa– confianza de las sociedades de los
Estados Partes en el proyecto integracionista.
Para que el establecimiento del Parlamento constituya un aporte institucional positivo y no forme parte de una
inconveniente multiplicación de órganos, debería encarnar la representación política y social de las comunidades de
los Estados participantes.
✔ Caetano Gerardo: Breve Historia del Mercosur en sus 20 años. Coyuntura e instituciones.
En términos geográficos e históricos, la Cuenca del Plata ha presentado un contexto bipolar, al menos hasta la
década del 80 del siglo XX, con la competencia entre Argentina y Brasil por el liderazgo de la región. Los otros tres
países chicos: Uruguay, Paraguay y Bolivia, siendo los últimos dos países mediterráneos, sin salida al mar
(“prisioneros geopolíticos”), cuya única salvación es la integración regional.
Paraguay: constituía un aliado fundamental para Argentina para establecer el eje longitudinal norte-sur en la cuenca
del Plata. Sin embargo, por falta de políticas y planes estratégicos para incluir a Paraguay en la política exterior
argentina, Paraguay termina inclinándose por la política brasilera.
Bolivia: al no presentar los recursos hídricos que llamaban a Argentina a establecer ese importante eje, junto con la
perdida de la salida al Pacífico en 1870, mantenía la necesidad de dependencia de Argentina y Brasil.
Uruguay: Las dificultades para la delimitación de sus fronteras a lo largo de la historia y el hecho de ser un “estado
tapón” entre ambos grandes sudamericanos, lo ha llevado a ejercer una postura pendular.
Recorrido institucional.
- Acta de Foz de Iguazú 1985 – Sarney y Alfonsin. Conjunto de acciones y negociaciones para prefigurar un proceso de
integración de alcance global. Marco: coyuntura signada por fenómenos como los problemas crecientes del
endeudamiento externo, el auge del proteccionismo, el deterioro de los términos de intercambio a nivel internacional y
las implicaciones positivas de la estabilidad político-institucional de ambos países en la etapa posdictatorial.
- En 1986 Acta para la Integración Argentino-Brasileña, que estableció el Programa de Integración y Cooperación
Económica (PICE), en procura de una convergencia comercial gradual y flexible entre ambos países frente a terceros
mercados. Al constituir una perspectiva de integración más abarcativa, llamó a los demás países de la región a
desplegar sus intenciones integracionistas bilaterales. En esta instancia Uruguay busca acoplarse para no quedar
fuera del proyecto.
- A partir de 1990, con el cambio de rumbo de la política regional: Menem en Argentina (1989) y Collor de Mello en
Brasil (1990). Se firma el Acta de Buenos Aires entre ambos líderes, un modelo integracionista muy diferente
comenzaba a ser proyectado y programado, que proponía el establecimiento de “un Mercado Común entre (ambos
países), el que deberá encontrarse definitivamente conformado el 31 de diciembre de 1994”. Se pondría “especial
énfasis en la coordinación de políticas macroeconómicas y en las rebajas arancelarias generalizadas, lineales y
automáticas, como metodologías primordiales para la conformación del mercado común”. En el Anexo I, se enfatizaba
que la “columna vertebral” de todo el proceso estaría dada por “rebajas arancelarias generalizadas, lineales y
automáticas para llegar al 31 de diciembre de 1994 al arancel 0 (cero) y eliminación de barreras para- arancelarias
sobre la totalidad del Universo Arancelario”. Se acordaba de todos modos que en aquellos “sectores considerados
especialmente sensibles o altamente dinámicos y provistos de tecnologías de punta” se podrían establecer “acuerdos
especiales que (tuvieran) en cuenta sus características particulares”. Por su parte, en el Anexo II se creaba un Grupo
de Trabajo Binacional para la conformación del Mercado Común, al que en adelante se llamaría Grupo Mercado
Común (GMC).
- Ampliación del bloque: en 1989 presidía Luis Alberto Lacalle en Uruguay, compartiendo ideas y percibiendo el
potencial de la integración bilateral argentino brasileña, decide la incorporación al Acta. Buscaba ser acompañado por
Chile y Paraguay para ejercer un mayor contrapeso en la región, pero por un lado, Chile imposibilitaba su
incorporación debido a los distintos niveles de apertura de sus aranceles, incompatibles con los de Brasil, en cambio
Paraguay si se incorporó, firmando el Tratado de Asunción posteriormente en 1990.
Apostaba a una institucionalidad netamente intergubernamentalista y a un perfil integracionista muy prioritariamente
comercial, rasgos articulados de manera coherente con las orientaciones fuertemente liberales de los gobiernos y
Presidentes firmantes del acuerdo.
El formato institucional presente en el Tratado de Asunción de 1991 ofrecía tres rasgos definitorios de las
aspiraciones y voluntades de los Estados Partes:
1) un neto sesgo intergubernamental de los órganos decisorios del bloque.
2) la definición tácita de que los acuerdos integracionistas tendrían el alcance de “actos legales incompletos” (NO
derecho comunitario), sin el desarrollo de una normativa MERCOSUR que pudiera ostentar la condición de algo
cercano a un Derecho Comunitario y con la anticipación de una más que problemática internalización de normas
integracionistas dentro de los derechos y leyes de los Estados partes.
3) “la ausencia de un órgano jurisdiccional autónomo y propio del bloque”, lo que habría de traducirse en la configuración
de mecanismos de solución de controversias extremadamente flexibles y morosos, orientados a la negociación
gradual y a veces poco menos que interminable entre los gobiernos. El Protocolo de Brasilia de diciembre de 1991,
centrado en la definición de un régimen transitorio para la solución de controversias, optó finalmente por la vía de la
constitución de tribunales arbitrales ad hoc de jurisdicción obligatoria, régimen que el tiempo verificó como claramente
insuficiente y poco efectivo en la práctica.
Luego de la firma del Tratado fundacional, comienza un período de transición en el que aumentó el comercio
intrarregional, la IED y el acuerdo sobre la suspensión de barreras arancelarias fue modificándose año tras año. En
cuanto a sus relaciones externas, el bloque incrementó las relaciones con USA a través de la creación en 1991 del
Consejo Consultivo sobre Comercio e Inversiones, impulsado por Bush en el marco de la Iniciativa de las Américas, y
comienza a estructurarse un Acuerdo de cooperación comercial con la UE.
Algunos avances:
1991.
- Entra en funcionamiento la Comisión Parlamentaria Conjunta.
- Se adopta un Código de subsidios y Antidumping del GATT en relación a los productos agrícolas.
- Se crea el Consejo Industrial del Mercosur.
- Convenio en materia de telecomunicaciones (Arg, Br y Uru)
1992.
- Plan Trienal de educación (armonización de sistemas educativos, capacitación de recursos humanos para la
integración, etc).
- Declaración de Canela (armonización de posturas frente a la Conferencia de la ONU sobre Medio Ambiente).
- Declaración de las Leñas para pautar plazos y medidas concretas para avanzar en la
integración. 1993.
- Entra en vigor el Protocolo de Brasilia para la resolución de controversias.
- Se concluye el Acuerdo del Arancel Externo Común, prácticas desleales de comercio y reducción del desfasaje
cambiario.
- Controles integrados en fronteras y convergencia de medidas sanitarias y fitosanitarias.
- Se suscribe el Reglamento Relativo a la Defensa Contra las Importaciones que sean objeto de Dumping o de
subsidios provenientes de países no Miembros del Mercado Común del Sur.
1994.
- Protocolo de Colonia para la protección de inversiones dentro del Mercosur.
- Negociaciones para concretar la Unión Aduanera.
- Protocolo sobre Jurisdicción internacional en materia Contractual.
- Norma Vitivinícola del Mercosur.
- Se crea la Comisión de Comercio del Mercosur.
Consolidación institucional y anticipos de la crisis (1994-1999)
En 1994 se firma finalmente el Protocolo Ouro Preto, que estableció “un régimen definitivo hasta que se produjera la
convergencia plena del arancel externo común. Con la firma del Protocolo podía darse por concluida una primera
etapa de consolidación institucional del MERCOSUR, tras los años de transición e implementación inaugurados con el
Tratado de Asunción de marzo de 1991. Sin embargo, todavía se percibía la alta dependencia del bloque de los
flujos comerciales y financieros internacionales, y por otro lado, la incapacidad de actuar y dar solución a momentos
de inestabilidad o crisis. Además la apuesta aperturista y comercial, pese a sus primeros frutos positivos, no pudo
evitar las fricciones y conflictos provocados por las gravosas adaptaciones de algunos sectores ante las nuevas reglas
comunes que se adoptaron.
Más allá de las declaraciones presidenciales de apoyo y comprensión dentro del MERCOSUR, las fricciones
comerciales aumentaron y los choques entre sectores enfrentados por el cumplimiento o por la perforación de las
reglas del bloque se acrecentaron muy claramente en este período. Las crecientes disputas comerciales entre Brasil y
Argentina se traducían en perforaciones unilaterales de los acuerdos previamente establecidos, lo que hacía perder
credibilidad en la consistencia y en la vigencia posterior de los acuerdos firmados. Desde sus asimetrías, los
pequeños del bloque también sufrían perjuicios cada vez más severos, exigidos por la necesidad de una ampliación
de sus mercados que advertían bloqueada y por una accesibilidad plena al mercado ampliado del MERCOSUR. La
emergencia de problemas domésticos en las economías nacionales de los Estados Parte, en particular de los más
grandes, venía también a poner de manifiesto la debilidad institucional del bloque, así como su incapacidad de
autonomía, de administración de conflictos y de negociación intrazona ante los avatares de los flujos comerciales
internacionales.
Crisis y conflictividad. Parálisis e intentos de relanzamiento. (1999-2000)
En 1999, sumado a la crisis financiera que azotaba a la región, Brasil devaluó su moneda provocando además una
disminución en las exportaciones de los demás países del Mercosur desfavoreciendo sus balanzas comerciales. Es
por ello que debieron comenzar a diversificar su mercado exportador para poder sortear la crisis lo mejor posible. Los
miembros comenzaron a tomar decisiones unilaterales como el acercamiento de Brasil al CAN con la firma de un
tratado de preferencias arancelarias, o el intento fallido de Menem de incorporar a Argentina a la OTAN. El
MERCOSUR comenzaba a transitar su peor momento y los gobiernos de los Estados Partes desplegaban estrategias
unilaterales sin asumir los riesgos de buscar soluciones concertadas para enfrentar la crisis del bloque.
El escenario regional quedaba así dominado por la suspensión de negociaciones, las medidas unilaterales, las
declaraciones amenazantes de los gobernantes, la creación de mecanismos ad hoc como salida de emergencia ante
la crisis, la sucesión de reuniones que terminaban sin acuerdo o con declaraciones genéricas y vacías. Aquel por
tantos motivos crítico año 2001 no pudo terminar de manera más dramática para el MERCOSUR: la XXI Cumbre del
MERCOSUR a realizarse en Montevideo en diciembre, debió suspenderse debido a la ausencia de los representantes
argentinos por la escalada de la crisis en aquel país.
De la crisis del “MERCOSUR fenicio” a los programas augurales de otro modelo de integración (2002-2003)
En el año 2002, asume Duhalde en Argentina tomando medidas como el fin de la convertibilidad peso-dólar y un
nuevo acercamiento a Brasil para negociar acerca del acuerdo automotriz. Para este año, Uruguay era el más
afectado de la crisis, pasó por un intento de negociación con USA que fracasó y termino demostrando la dependencia
a los grandes del bloque para salir de la misma. En cuanto al Mercosur, se vieron varios avances que reflejaron su
reactivación en varios asuntos. Estaba más que claro que se requería una institución más coordinada y conjunta,
menos ejecutivista y mayormente orientada a enfoques auténticamente regionalistas. Por otro lado, los integrantes del
Foro Consultivo Económico y Social no sólo reclamaban una mayor participación de los actores de la sociedad civil
sino que con la misma firmeza enfatizaban acerca de la necesidad de consolidar el rol de los Parlamentos como
ámbitos centrales del proceso de integración.
En julio de 2002 se firmaba el Protocolo para la Solución de Controversias en el MERCOSUR, avance sustantivo que
revelaba que la situación de críticas dificultades económicas y sociales por las que atravesaba la región podía
configurar un escenario propicio para darle mayor peso y agilidad al proceso integracionista.
En 2003, al asumir Lula Da Silva en Brasil, sostuvo un discurso MERCOSUReño e integracionista mucho más
decidido y consistente, eje programático que en particular confrontó en el balotaje con el candidato “oficialista” José
Serra, mucho más escéptico que su mentor, el entonces Presidente Cardoso, respecto a la promoción del
MERCOSUR como núcleo de una nueva propuesta de desarrollo y de política exterior para el Brasil. Tanto antes
como después de ser electo, Lula insistió en el imperativo de consolidar al MERCOSUR como un “proyecto político”,
en tanto instrumento insustituible no sólo para articular las economías de los países de la región sino también para
dotar al bloque de una verdadera identidad internacional, a los efectos de comparecer y negociar con más fuerza en
el conflictivo escenario mundial.
En una reunión entre Duhalde y Lula en Enero de 2003: “el MERCOSUR es también un proyecto político, que debe
contar con la más amplia participación de todos los segmentos de las sociedades de los Estados Partes, hoy
representados en el Foro Consultivo Económico y Social. Coincidieron en la importancia de fortalecer la Comisión
Parlamentaria Conjunta, en el sentido de avanzar, en consulta con los demás participantes, en la dirección de un
Parlamento del MERCOSUR, así como en estudiar los posibles sistemas de representación y formas de elección (…)
Es fundamental garantizar la más amplia participación de nuestras sociedades en este proceso, con la revitalización
de instituciones como el Foro Consultivo Económico y Social y la Comisión Parlamentaria Conjunta, y con la creación,
en plazo relativamente breve, de un Parlamento del MERCOSUR”.
En este marco, en la XXIV Cumbre del MERCOSUR, Brasil presentó a la Cumbre un Programa para la consolidación
de la Unión Aduanera y el lanzamiento de un Mercado Común titulado “Objetivo 2006”. En ese documento,
presentado muy poco antes de la Cumbre, no había grandes innovaciones de contenido pero sí un énfasis tal vez
inédito en la expresión de voluntad política por avanzar a paso renovado en el proceso de integración. Algunas de las
propuestas brasileras eran: Instituto Social para conducir una reflexión común sobre los temas sociales compartidos;
la continuidad y profundización de los acuerdos en las áreas de migración, trámites legales y cooperación judicial, “la
eliminación de las perforaciones del AEC”, un Programa de Nueva Integración con temas como integración educativa,
cooperación en ciencia y tecnología, integración física, entre otros.
Por su parte, Argentina (Kirchner) proponía: la creación del Instituto de Cooperación Monetaria del MERCOSUR,
como paso indispensable en la perspectiva de avanzar en la concreción gradual de políticas monetarias convergentes
y hasta comunes, mencionándose por ejemplo la posibilidad de la creación y administración de una primera emisión
de una moneda común. Este consistía en:
a. el diseño de un plan de emisión y administración de una primera emisión de moneda común, de acotada magnitud, a
ser concretada en el corto plazo;
b. la creación de mecanismos e instancias de investigación y discusión respecto a los temas relevantes que hacen a la
unificación monetaria;
c. el diseño y supervisión de las diferentes etapas de integración monetaria, interactuando y coordinando tareas
regulatorias y operativas, con las instituciones monetarias, financieras, fiscales y económicas de cada país y del
bloque regional.
Por su parte, Paraguay, basándose en el diagnóstico crítico sobre la NO consideración de las asimetrías económicas
y sociales de los países pequeños y sobre el impacto negativo de la Zona de Libre Comercio en los mismos, propuso
medidas compensatorias en varios rubros: arancelario, desarrollo fronterizo, negociaciones externas, infraestructura,
capacitación de mano de obra, etc. Su perspectiva de crecimiento económico y sostenible de Paraguay y su inserción
competitiva en el Mercosur, llevaban a apoyar un modelo de industrialización de sus condiciones productivas y un
mayor mercado exportador.
Uruguay, en la presidencia pro témpore en ese momento, no llevó propuestas concretas.
Con el fin de la recesión, y en un período de recuperación y crecimiento, se dio un mayor acercamiento pragmático
bilateral entre Lula y Néstor, manifestados en la declaración de Buenos Aires 2003 y la Declaración de Copacabana
de 2004.
La no concreción del Protocolo Ouro Preto II en 2004 y la tentación de la “inflación institucional”: balances razonables.
En todo este contexto favorable a las ideas integracionistas y la relación estrecha entre Argentina y Brasil, sumado a
que se habían logrado varios avances durante la presidencia pro témpore brasilera, se esperaba que al cumplirse los
10 años de Oruo Preto, se firmara un compromiso mayor en la Cumbre de 2004, algo así como un Protocolo de Ouro
Preto II. Por cierto esta hipótesis no se concretó.
A pesar de que durante los años 2002-2004 el Mercosur fue un punto importante en las campañas electorales y en las
agendas políticas de estos mandatarios, para el segundo semestre de 2004 reemergió con fuerza los lobbies anti
Mercosur. Por su puesto que lo que pretendían estas voces era la exigencia de mucha más flexibilización dentro del
MERCOSUR, así como una acendrada defensa de la vía de los acuerdos bilaterales con EEUU, de acuerdo al
formato preferido de los TLC ya firmados por entonces por la gran potencia norteamericana con varios países del
hemisferio.
En suma, confluían muchos motivos para que la inicial desmesura de expectativas en torno a la Cumbre de diciembre
de 2004 se fuera desinflando en forma progresiva en los meses previos a la cita. Más allá de la persistencia de alguna
voz militante, el escepticismo comenzó a ganar -también en forma desmesurada- a los actores más pro-
integracionistas dentro del MERCOSUR, quienes llegaron a la Cumbre ya con bajas expectativas y hasta con la
intención de denunciar la pérdida de una nueva oportunidad.
Tensiones e intersecciones entre las tendencias de profundización, flexibilización y ampliación: impulso y freno de una
inflexión (2005-2008).
Más allá de que las expectativas por un nuevo Tratado no se concretaran y que en el 2004 resurgieron con cierta
estridencia algunos problemas tradicionales en el funcionamiento cotidiano del MERCOSUR. A pesar de la asunción
gubernamental de Tabaré Vázquez en marzo de 2005 en Uruguay, la reelección de Lula en el 2006, el triunfo de
Cristina Fernández de Kirchner en Argentina en 2007 y la victoria electoral de Fernando Lugo en 2008 en Paraguay,
el advenimiento de estos nuevos gobiernos en la región no sólo no pudo crear el contexto apropiado para la ansiada
consolidación del proceso de integración sino que tampoco pudo evitar la emergencia y radicalización de conflictos
bilaterales, de proyectos más o menos velados de flexibilización extrema del bloque, así como de la reinstalación
progresiva de un relativo estancamiento en el funcionamiento general y cotidiano del proceso de integración. Sobre
este último aspecto más general, podría resultar indicadores la persistencia de los problemas comerciales entre los
Estados Partes, las dificultades para concertar posturas comunes en negociaciones ante terceros extra-zona o en
foros multilaterales.
Un hito importante de estos tiempos es lo ocurrido en la IV Cumbre de las Américas celebrada los días 4 y 5 de
noviembre de 2005 en la ciudad argentina de Mar del Plata, los cuatro Estados Parte del MERCOSUR, a los que se
sumó con una argumentación más extrema el Presidente venezolano Hugo Chávez, coincidieron en rechazar con
firmeza el proyecto ALCA, impulsado por México y Estados Unidos.
Tampoco hubo realizaciones excepcionales durante el bienio 2007-2008. No es que no se hayan producido en este
período hechos relevantes en la perspectiva del fortalecimiento del bloque: el gobierno uruguayo, por ejemplo,
anunció en setiembre de 2006 su decisión final negativa a acordar un TLC clásico con los EEUU, con lo que en un
contexto muy adverso y sensible (agravado de manera particular por el corte de puentes en el Río Uruguay, el
conflicto entablado con Argentina y la inoperancia del MERCOSUR como bloque para mediar en el diferendo, que
terminó dirimiéndose en la Corte Internacional de Justicia de La Haya). Con el telón de fondo de la agudización del
diferendo entre Argentina y Uruguay por el tema de las “pasteras”, durante aquellos años no faltaron otras señales de
distanciamiento, consolidándose un inesperado escenario de fragmentación y conflictividad política, sobre todo luego
de las expectativas renovadas –y tal vez desmesuradas– de años anteriores.
Feliz Peña analizaba en 2006 lo que sucedía en el Mercosur, definiendo tres lineamientos u orientaciones:
1. “hacia la ampliación”, con la incorporación en curso como socio pleno de Venezuela y los pedidos en el mismo sentido
de Bolivia y Ecuador.
2. “hacia una mayor profundización del proceso de integración”, por la puesta en funcionamiento del Parlamento del
MERCOSUR, del FOCEM y de la negociación avanzada de un sistema de pagos bilaterales en moneda local entre
Argentina y Brasil, que luego de su evaluación podría ser extendida al comercio con los otros socios.
3. “hacia la flexibilización de los compromisos e instrumentos vigentes del MERCOSU”, examinó el reclamo (impulsado
principalmente por Uruguay con el apoyo de Paraguay) de la habilitación a los socios menores para que pudieran
celebrar acuerdos comerciales preferenciales y bilaterales con terceros, en virtud de las grandes dificultades de
accesibilidad a la zona de libre comercio del bloque y a la fuerte inoperancia de éste en el plano de la negociación
comercial conjunta con terceros.
En 2007, durante la Cubre presidencial llevada a cabo en Enero de ese mismo año, se destacan algunas iniciativas
concretas en relación a los tres puntos explicados anteriormente:
1. Se amplía el proceso, recibiendo legalmente las solicitudes de Bolivia y Ecuador, y sumando un representante
permanente de Perú ante la Comisión de Representantes Permanentes.
2. Se profundizó la integración, inaugurando formalmente el Parlamento del MERCOSUR, se comenzó de manera
efectiva la implementación del FOCEM a través de la aprobación del financiamiento para proyectos específicos, en
especial radicados en Paraguay y Uruguay;
3. En cuanto a la flexibilización, Brasil lideró la presentación de una propuesta concreta para eliminar de manera rápida y
definitiva el doble cobro del arancel externo común y para habilitar la flexibilización de las normas de origen para
productos procedentes de Paraguay y Uruguay, a los efectos de que estos fueran considerados productos
MERCOSUR cuando tuviesen un componente nacional de 30% y no del 60% como era requerido hasta entonces.
En 2007 con la reelección de Lula Da Silva, Brasil demostró nuevamente interés en el Mercosur y en finalmente
concretar este proceso integracionista. Creía que la profundización del bloque constituiría los cimientos de su
proyecto de afirmación sudamericana.
Fortaleza frente a la crisis global y agenda de profundización: posibilidades reales para una consolidación positiva del
MERCOSUR (2008-2011).
Para comenzar el período debemos hablar de la crisis internacional de 2008 y las graves repercusiones que tuvo,
sobre todo en el segundo semestre de 2008 y 2009, mientras que en 2010 hubo una fuerte recuperación. Los
aspectos más afectados fueron:
- Desaceleración de las exportaciones en la región.
- Caída del precio de las commodities, lo que agravó el déficit de las relaciones de intercambio.
- Caída considerable del PBI.
- Caída de las remesas, lo cual para algunos países significó el desbalance de la cuenta corriente.
- Disminución de los flujos de IED.
- Dificultades para el acceso al crédito externo.
- Menos participación de AmLat en los flujos de ayuda oficial al desarrollo.
Sin embargo, se dice que los países latinoamericanos estaban preparados para enfrentar la crisis, debido
principalmente a:
- Las políticas macroeconómicas prudentes que en los años anteriores fueron aplicadas en la mayoría de los países del
continente y del MERCOSUR fortalecen la posición de la región ante los embates de la crisis.
- Han aumentado de manera consistente las reservas internacionales netas, lo cual ha permitido incluso a varios
gobiernos aplicar políticas anticíclicas ante los giros de contracción, amortiguando algunos de sus efectos.
- La deuda pública ha disminuido en forma considerable en la región, lo cual se traduce en una relación favorable entre
los montos de la deuda externa de corto plazo y el nivel de las reservas internacionales.
- Los niveles de exposición externa de los sistemas financieros sudamericanos en relación con los mercados
internacionales resultan relativamente bajos.
- Las tasas de inflación han permanecido, en general, estables en la región, favorecidos en algunos casos (Chile,
Colombia, Perú, Brasil) por la adopción de políticas monetarias anticíclicas.
Aunque también, debemos mencionar aspectos no tan positivos como:
- El aumento de las tasas de desempleo, sobretodo juvenil.
- Deterioro de los puestos de trabajo.
- Asimetrías sociales, entre países y entre sectores dentro de los mismos.
- Empeoran los índices de pobreza a indigencia, y la desigualdad en la distribución del ingreso.
- Impacto mayor en los sectores históricamente más vulnerables (mujeres, niños, pueblos originarios, etc.)
- Incremento de la inseguridad, la violencia la conflictividad dentro de las sociedades.
- Incremento de los fenómenos migratorios.
- Sobre demanda de políticas sociales, lo que deriva en un mayor gasto público.
Muchos analistas tienden a coincidir en que desde América del Sur en general y desde el MERCOSUR en particular,
una respuesta certera y profunda ante esta coyuntura desafiante de la crisis global, puede configurar una oportunidad
para profundizar ciertas definiciones políticas estratégicas. Aunque sin una superación plena de sus problemas, el
MERCOSUR del último bienio 2008-2010 parece haber recuperado parte de su capacidad de propuesta y de
profundización, lo cual puede advertirse con una nueva agenda en materia de integración productiva, apoyo a las
pymes, integración en políticas sociales, etc.
En relación a los vínculos bilaterales de sus Estados Partes, el 2010 se inició con buenos augurios para el
MERCOSUR. El acercamiento entre la Presidente argentina Cristina Fernández de Kirchner y el novel Presidente
uruguayo José Mujica puso en vías de una tramitación negociada el conflicto entre Argentina y Uruguay por la planta
de celulosa UPM (ex Botnia). El fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya del 20 de abril de 2010 pudo
darse así en un contexto nuevo, mucho más abierto a una negociación sensata entre las partes, que incluyera
además otros temas conflictivos de la agenda bilateral. A ello se sumó en mayo el ya referido anuncio formal del
relanzamiento de las negociaciones comerciales con la Unión Europea, con toda su relevancia en varios sentidos.
Este acercamiento derivó en la Cumbre de San Juan, en donde se logró el acuerdo alcanzado en torno a los
Lineamientos para la Eliminación del Doble Cobro del Arancel Externo Común y Distribución de la Renta Aduanera y
a la aprobación de un Código Aduanero del MERCOSUR, lo que hizo rebrotar el optimismo dentro del bloque. Luego
de 20 años de una historia cambiante y azarosa, el MERCOSUR vuelve a encontrarse con una coyuntura propicia. En
efecto, las fortalezas exhibidas frente a la crisis global, la renovada consideración del MERCOSUR (con el emergente
Brasil en el liderazgo) en el concierto internacional y el avance de una agenda de profundización dentro del bloque,
resultan evidencia suficiente del signo positivo que rodea la conmemoración de estas dos décadas del proceso de
integración.
UNIDAD 7.
🡺 Granato, Oddone. Vázquez: El Tratado de Libre Comercio de América del Norte: agenda cumplida y agenda
pendiente.
El comercio entre Estados Unidos y Canadá fue continuo y sustancial desde el fin de la 2GM, y la importancia
comercial de México para USA creció particularmente con posterioridad a la crisis de la deuda de 1982. El TLCAN
está inspirado en el preexistente Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y Canadá (CUSFTA según sus
siglas en inglés) de 1988, que continúa vigente entre estos dos países con respecto a determinadas materias.
El TLCAN se firmó en 17 diciembre de 1992, fue ratificado por los Estados firmantes a lo largo de 1993, y entró en
vigor el 1 de diciembre de 1994. Este instrumento tiene por objeto eliminar las barreras al comercio, facilitar el
movimiento transfronterizo de bienes y servicios entre los países miembros, promover la competencia leal dentro de la
zona de libre comercio, incrementar las oportunidades de inversión y las posibilidades de una protección eficaz a
través de los derechos de propiedad intelectual.
En cuanto a las características centrales de la armonización comercial encontramos un alto nivel:
1) Libertad de circulación de transportes relacionados con el comercio;
2) libre tránsito de hombres y mujeres de negocios pero no de trabajadores sin capacitación;
3) reconocimiento mutuo de títulos profesionales;
4) derecho de establecimiento de cualquier tipo de instituciones financieras conforme al tipo y forma jurídica decidida por
los inversionistas;
5) un capítulo atinente al derecho de propiedad intelectual de patentes (principalmente científicas).
Cada uno de estos elementos configuran una libre circulación de recursos humanos altamente especializados y de
inversiones corporativas / financieras de gran cuantía, a lo que se le suman productos de alta industrialización y
tecnología; en su mayoría provistos por los Estados Unidos y Canadá. Hasta el momento, el aporte sustantivo de
México en esta triangulación está compuesto, principalmente, por la fuerza de trabajo de obreros no especializados
(mayoritariamente para la labor en las maquiladoras), su complejo petroquímico, y los recursos minerales, acuíferos y
de biodiversidad de su territorio.
Marco institucional.
Presenta un bajo nivel institucional, parecido a la de una simple ZLC pero con una estructura específica para la
solución de controversias comerciales.
El órgano rector es la Comisión de LC (CLC) integrada por ministros y funcionarios en el nivel de gabinete que
designa oportunamente cada país. Celebra sesiones anuales ordinarias, presididas por cada una de las partes
sucesivamente. La Comisión establece sus propias decisiones que, al menos que la misma determine lo contrario,
serán tomadas por consenso. Sus funciones son:
a) supervisar su puesta en práctica;
b) vigilar su ulterior desarrollo;
c) resolver las controversias que pudiesen surgir respecto a su interpretación o aplicación;
d) supervisar la labor de todos los comités y grupos de trabajo establecidos conforme a este Tratado, incluidos en el
Anexo 2001.2;
e) conocer de cualquier otro asunto que pudiese afectar el funcionamiento del Tratado.
La Comisión recibe apoyo administrativo y técnico de un Secretariado, integrado por secciones nacionales, frente a
las cuales las partes deben establecer una oficina permanente de su sección y asumir sus respectivos gastos.
En cuanto a la solución de controversias existen dos sistemas:
● (Cap XX) uno general, aplicable a todas las controversias que eventualmente surgieren entre los países miembros
relativas a la aplicación o interpretación del Tratado. A pesar de que el Tratado establezca que las parte deben en
todo momento llegar a un acuerdo en la aplicación del mismo, y que mediante la cooperación y consultas se
esforzarán por alcanzar una solución mutuamente satisfactoria, cualquiera de las partes puede solicitar la revisión de
algún aspecto en específico, entregando la solicitud a su sección de secretariado y a las otras partes. En el caso de
no lograr resolver un asunto, cualquiera de las partes puede solicitar que se reúna la Comisión. También encontramos
una sección referente a procedimientos internos y solución de controversias comerciales privadas.
● (Cap XIX) uno específico de revisión y solución de controversias en materia de antidumping y cuotas compensatorias.
Cada una de las Partes se reserva el derecho de aplicar sus disposiciones jurídicas en materia de cuotas antidumping
y compensatorias a los bienes que se importen de territorio de cualquiera de las otras Partes, así como cada una de
las Partes se reserva el derecho de cambiar o reformar sus disposiciones jurídicas en materia de cuotas antidumping
y compensatorias, siempre que, de aprobarse una reforma a la ley antidumping o de cuotas compensatorias de una
Parte, esta establezca concretamente la parte y los plazos incluidos.
Aspectos relevantes del comercio exterior mexicano desde la perspectiva de la integración.
La economía mexicana sufrió un cambio estructural tanto a mediados como a fines de la década de 1980 que la llevó
a configurarse como una de las economías más abiertas del mundo, firmando, en este sentido, varios tratados de libre
comercio, de los cuales el más importante resulta ser el TLCAN, ya que se ha convertido en uno de los principales
lineamiento de la economía y la política exterior y comercial mexicana. Este llamado “desarrollo hacia afuera”
comenzó a desarrollarse finalizada la bipolaridad, por impulso de la revolución informática y tecnológica y su impacto
en los proceso productivos, sumado a la amplia formación de espacios económicos a nivel internacional. El interés
mexicano sobre el TLCAN también se posa en la relación que establece entre la crisis de deuda, las reformas
económicas y los acuerdos regionales, con la convicción de que el Tratado, fomentando y atrayendo la IED, puede
sustentar el desarrollo político y económico mexicano a largo plazo.
Dada la histórica volatilidad de las políticas en México, la firma de acuerdos internacionales parecía proveer un
mecanismo para que los líderes se comprometieran con los esfuerzos reformistas frente a los inversores extranjeros y
la oposición política interna. Por otra parte, los costos de producción, la ubicación geográfica y los estándares de
producción de las manufacturas mexicanas, contribuyeron a ampliar el comercio de México con otras regiones del
mundo: el Cono Sur de América Latina y Europa. Mientras que en ámbito multilateral resaltamos tres hechos clave de
la estrategia mexicana de apertura comercial y vinculación con la economía mundial:
- la membresía en 1993 al APEC.
- El ingreso en 1994 a la OCDE.
- La suscripción en 2000 del Acuerdo de Asociación Económica, Concertación Política y cooperación con la Unión
Europea.
Debemos a su vez hablar del impacto económico que genera el Tratado de LC para México. No siempre los
resultados son del todo positivos y ese es el caso del sector agropecuario mexicano y sus trabajadores. Parte de la
fuerza laboral, perdida en el campo, se trasladó al sector servicios pero, en su gran mayoría, se sumó al sector
informal de la economía que, por cierto, se ha convertido en un fenómeno estructural del comportamiento económico
mexicano.
El problema de la emigración en la agenda bilateral Estados Unidos – México.
De la agenda bilateral México - Estados Unidos, hay tres grandes temas a resolver: el problema migratorio, la
cuestión ambiental y la seguridad. En el caso mexicano, la inmigración está altamente relacionada con el sistema de
producción de maquila y las particularidades que éste genera. La maquila centraliza la industria en la zona fronteriza
binacional, en donde encontramos las peores condiciones ambientales y, asimismo, las peores condiciones de
trabajo; también el geoespacio fronterizo, donde se produce la penetración mexicana a los Estados Unidos.
En el marco del TLCAN el concepto maquila describe al sistema y condiciones de producción (el programa de
Maquila) que se desarrolla en factorías ubicadas en ciudades mexicanas lindantes con la frontera de los Estados
Unidos. Estas compañías: se erigen sobre capital extranjero, utilizan mano de obra mexicana, importan insumos del
exterior sin aranceles o gravámenes y desarrollan productos manufacturados que no se van a comercializar
directamente en México. El producto finalizado en la Maquila a un bajo costo se vende fuera del territorio nacional
donde reside la empresa maquiladora a valores más competitivos que permiten ganar nuevos mercados.
El decreto de maquila en México data de 1965, y encuentra una doble causa: por un lado, lograr un sistema de
producción de alta rentabilidad a bajo costo que pudiera obtener manufacturas capaces de penetrar mercados antes
impensados (como China o India). Por otro lado, las maquiladoras surgen como un sistema de contención a la
migración mexicana hacia Estados Unidos.
Como antecedente a este decreto, encontramos el Convenio Bracero fue firmado por Estados Unidos y México,
estipulando el trabajo temporal de ciudadanos mejicanos en los ranchos y territorios del sur de Norteamérica
(lindantes con la frontera), siendo asignados principalmente a la pizca (recolección) de algodón, al cultivo agrícola y al
mantenimiento de los ferrocarriles. Ante el flujo migratorio que supuso el convenio braceros, la situación de
desempleo imperante en México, y las ventajas económicas comparativas que presentaba el escenario, los gobiernos
de Estados Unidos y México pusieron en marcha el programa de las maquiladoras.
Con anterioridad a 1990, los acuerdos migratorios eran, en cierta medida, beneficiosos para las crecientes oleadas de
inmigrantes mexicanos que prestaban su fuerza de trabajo, pero, para 1996, aumentan los controles fronterizos bajo
la nueva Ley de Reforma de la Inmigración Ilegal y de Responsabilidad del Inmigrante que incluía medidas “filtro” para
la obtención de la residencia en Estados Unidos. En general, a partir de la entrada en vigor del TLCAN, las acciones
para detener los flujos migratorios se intensificaron por parte de las autoridades estadounidenses, lo que dejaba en
claro que el Tratado se limitaba a establecer un marco para el libre movimiento de mercancías y de capital, pero no
para las personas y la mano de obra. Este proceso se manifiesta, en una creciente polarización y segmentación de
los mercados, que estas transformaciones han generado, en el lado estadounidense, así como por la precarización y
empobrecimiento de las condiciones de empleo y reproducción de la fuerza de trabajo, en el lado mexicano.
El TLCAN como alianza energética y de seguridad.
En este asunto existen dos áreas sensibles: el narcotráfico y el terrorismo. Luego del 11S nace la idea de la
securitización, junto con la de sociedad de riesgo. En la cumbre trinacional del 2005, Estados Unidos expuso la
necesidad de llevar la ZLC más allá, hacia una Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte, bajo
la forma de una serie de “candados de seguridad”. USA declara la guerra contra las drogas, en toda Latinoamérica,
aunque haciendo especial énfasis en México como país productor y de tránsito de drogas en la región, junto con el
objetivo de afianzar la solidez de una red de defensa contra el terrorismo internacional. Los candados de seguridad se
complementan con una integración energética, que pone en primer plano los recursos petro-eléctricos de los
integrantes del TLCAN.
Implicancias políticas del TLCAN para terceros países de la región.
La experiencia ha demostrado que la constitución del TLCAN se dio con manifiestas asimetrías entre sus miembros.
La primera se observa en los Estados Unidos por sobre los dos otros miembros del TLCAN, en un esquema que fuera
oportunamente denominado como el del tiburón y las dos focas (Saxe Fernández, 2005). Una segunda asimetría se
observa entre los dos países más desarrollados y México.
UNIDAD 8.
🡺 Renard: The Asian Infraestructure Investment Bank (AIIB): China’s new multilateralism and the erosion of the
West.
Esta “nueva institución multilateral para el nuevo siglo”, como así se autodenomina, es el Asian Infrastructure
Investment Bank (AIIB). Impulsado por China y atrayendo a los países más poderosos del mundo y rechazado por
USA, refleja una nueva realidad geopolítica.
- 2013 Octubre, se comunica la iniciativa de crear el Banco
- 2014 Memorando de entendimiento firmado por 21 países que se unen al comienzo de la iniciativa.
- 2015 Marzo, cerraba la deadline para ser miembro fundador con 58 países habiendo aplicado. Se decide que el voto
de cada miembro dependerá de su PBI y que la sede del Banco será en Beijing, junto con un secretario Interino.
Es una iniciativa complementaria a los mecanismos de financiamiento que ya existen, claramente fundamental, ya
que muchos de los países asiáticos requieren infraestructura de cantidad, y China por su parte cuenta con grandes
cantidades de dinero para prestar. El AIIB confirma e institucionaliza el rol emergente de China como prestamista y
como donante a nivel regional y mundial.
A pesar de que China no tiene muchos amigos en el barrio, sino que presenta varias diferencias con muchos de ellos,
el imponerse como prestamista le da mucha influencia, que también es lo que está buscando.
Esta nueva iniciativa no puede desvincularse de la insatisfacción que presenta China con respecto al espacio y el
lugar que se la en las instituciones financieras internacionales como el Asian Development Bank, el BM y FMI,
encabezados por Japón en el primer caso y por USA en los otros. Es por eso que ciertas economías emergentes
como China han cuestionado el rol de estas instituciones dominadas por occidente, ante lo que China busca
alternativas multilaterales.
Siguiendo con el descontento de China hacia los juicios occidentales sobre la misma, se la ha acusado de Dumping,
de priorizar las relaciones bilaterales sobre las multilaterales, de practicar multilateralismo a la carta, etc. Cuando en
realidad todos los países lo hacen y por otro lado ha estado participando de los organismos multilaterales de igual
manera que el resto.
Por otro lado, las instituciones multilaterales occidentales son creación de occidente post 2GM, cuando China tenía
menos voto que los países del Benelux inclusive. Han pasado años y las cosas han cambiado. Al mismo tiempo, son
entornos que reflejan valores y normas occidentales, que han generado un sentimiento de amor-odio al sistema liberal
occidental, al que se ha resistido en varios aspectos y en varias circunstancias.
A pesar de que China ha jugado un rol importante tanto en la organización para la cooperación de Shangai y en los
BRICS, no fue suficiente. Esta nueva iniciativa, el AIIB, es más inclusiva, ya que está abierta a cualquier país que
quiera pertenecer, inclusive Taiwán (!), presenta además una agenda más positiva, cooperativa y de acercamiento
entre acreedores y prestatarios, lo que la hace una institución más prometedora y atrayente. Por supuesto que
significa un desafío hacia el orden liberal predominante, siendo un orden multilateral alternativo con China a la
cabeza.
Esta inactiva también podría significar un cambio en la percepción que se tiene de China y su hard power, sumando a
su soft power que ha sido overshadowed por el anterior por mucho tiempo. Su estrategia también es acercarse a
ciertos países amistosamente a través de la inversión y la retórica. (Pensar en agenda las relaciones Sur Sur entre
iguales, la facilidad a la hora de acceder al financiamiento, la idea de gobernanza global de China). El Banco
demostrará a su vez la efectividad de la dirección e iniciativa china.
Con esta iniciativa China ha generado tres grandes divisiones en occidente:
1. La mayoría de los aliados de USA del Asia Pacífico como Australia o Corea del Sur aceptaron unirse al Banco, a
pesar de las objeciones y el lobby de USA. Frente a la situación USA parece haber respondido con el TPP, donde se
excluyó la participación de China.
2. UK ha sido el primer Estado europeo en querer formar parte del AIIB, países que tienen una relación especial. Días
después 13 países europeos más se unieron a la solicitud, inclusive socios transatlánticos importantes de USA como
Dinamarca o los Países Bajos, de igual forma, a pesar de la presión de USA.
3. La UE se vio dividida en cuanto a la decisión de participar o no del AIIB, con lo que claramente demostraron no haber
coordinación en el marco de la Unión, y China pudo ver cuán fácil es dividirlos.
No es resultado solo del creciente poder de china, sino también de su creciente influencia en todo el mundo. China ha
demostrado de esta forma, una nueva habilidad para atraer seguidores y dividir a sus oponentes, incluso desacreditar
su oponente principal: USA.
Los estados europeos que quisieron incorporarse a esta nueva institución han ofrecido indirectamente cierta
legitimidad al poder chino y a la misma. Para esta parte de Europa también existen ciertos intereses. En este caso
puede ser una estrategia para “multilateralizar” China y hacer que juegue un rol más importante a nivel mundial, sin
descartar por supuesto, beneficios económicos. Sabiendo de antemano que China crecerá muchísimo y su influencia
también en los próximos años, convirtiéndose en una de las mayores potencias del mundo, comenzar a incorporarla
suavemente al sistema multilateral para una transición más tenue es una buena y sabia estrategia, aunque el
centrismo de occidente al que China se niega es producto también del eurocentrismo, irónicamente.
Algunos de los representantes europeos afirmaron que parte de las motivaciones de unirse al AIIB fueron el tratar de
influenciar y moldear la institución desde adentro, lo cual sería más fácil que desde afuera, aunque tampoco hay
mucha seguridad de cuanto se puede influenciar al gigante asiático, ya sea desde adentro o desde afuera.
Se cree que los países europeos que todavía no han adherido, pero que tampoco han tomado distancia de la
iniciativa, están analizando costos y beneficios y que son potenciales futuros miembros. El costo mayor que pueden
tener es en términos financieros, es decir el aporte de capital que se debe hacer al banco. Otro costo puede ser la
relación con Estados Unidos, sobre todo para países más pequeños o con menos influencia que no se quieren o no
pueden arriesgar su relación con USA. En cuanto a los beneficios, podemos hablar de una cuestión de prestigio como
miembros fundadores, o beneficios de inversión e infraestructura del mismo Banco. Por último, podemos prever una
posible tercera opción de vinculación entre aquellos estados europeos que estén en duda o bajo presión de unirse
como miembros, constituyéndose por ejemplo como socios observadores, algo que todavía no se ha considerado
pero que puede resultar una alternativa low-coast, low-benefits suficiente para mantener una buena relación con
China.
Conclusiones.
Por primera vez, China está demostrando liderazgo y persuasión en la creación de una institución multilateral
aceptada globalmente, lo cual es una clara señal de que el orden mundial está cambiando. Sin embargo, ese cambio
llevará tiempo, sumado a que USA no permitirá una rápida ni sencilla transición de poder. El mundo debe entender
que el status quo tiene ciertas imitaciones, y que están cambiando las relaciones de poder. La UE (parte), lejos de
querer impulsar la reforma del orden liberal y su centrismo, está tratando de asegurar y reestablecer la legitimidad del
multilateralismo, frente el exponencial crecimiento de China.
🡪 Cerezoli: Mapas de África Subsahariana: las espacialidades del subcontinente en el siglo XXI.
(Apuntes de solo una parte del texto)
La integración africana se construye según tres factores aglutinantes:
1) Factores económicos:
En 1980 se determinó una “hoja de ruta” para la construcción de una economía sostenible y perdurable en el tiempo,
programa denominado el Plan de Acción de Lagos. El objetivo principal del proyecto era consolidar una Comunidad
Económica Africana (CEA), con la finalidad de lograr la autonomía económica. Esta tuvo lugar en 1991, tras el
Tratado de Abuja (Nigeria). La CEA determinó un plan de trabajo gradual en base al desarrollo de las regiones
africanas, configuradas en procesos de integración subregional.
2) Factores políticos:
La importancia del desarrollo de algunos Estados africanos, cuya relevancia internacional es representativa, conlleva
a un incremento de las asimetrías internas. Un ejemplo lo constituye Nigeria en el contexto de la Comunidad
Económica de Estados de África del Oeste (CEDEAO), donde los demás Estados miembros han consolidado una
unión monetaria bajo la moneda Franco CFA, vigente desde sus inicios coloniales franceses, pero la histórica
dominación británica combinada con la fuerte presencia internacional como exportador de petróleo fortalece la
tendencia hacia una acción unilateral.
3) Factores sociales:
La inexistencia de una lengua común y la injerencia de las ex metrópolis en materia económica, no posibilitan el
desarrollo. La situación es similar en el caso de las monedas, ya que su inconvertibilidad no contribuye a un
relacionamiento directo. La existencia de una tendencia nacionalista a conservar las monedas locales y por tanto
inconvertibles en la comercialización entre Estados africanos. Esto se debe sumar a la estrechez de los mercados, la
escaza eliminación de las barreras comerciales, las diferencias culturales y el desinterés político.
Una última referencia al desarrollo de los procesos de integración corresponde a la Unión Africana (UA), heredera de
la OUA. La continuidad de un panafricanismo mínimo, donde se plantea el desarrollo de las regiones para consolidar
luego una unidad continental, se observa en los principales objetivos de la organización. Surgida en Durban
(Sudáfrica) en 2002, plantean la consolidación de un sistema de seguridad continental, capaz de gestionar los
conflictos internos.