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URBANO Y YUNI. Psicología del desarrollo. Enfoques y perspectivas del curso vital.

CAP 8. EL CICLO DE LA ADULTEZ


La adultez surge de la juventud y su trabajo psicosocial consiste en abandonar paulatinamente la
moratoria psicosocial y en asumir el compromiso de participar en la vida social ejecutando una
tarea que le otorgue una posición dentro de la estructura de una comunidad. Ocupar una posición
social posibilita que el adulto se responsabilice de sus propias necesidades y deseos, en un trabajo
que concilie las demandas sociales con los ideales personales respecto de lo que es ser un adulto.
El sujeto adulto realiza un esfuerzo por lograr adhesiones comprometidas respecto de vínculos
afectivos, de trabajo y de asunción y concreción de la orientación sexual decidida. Este
"compromiso" supone una evaluación más realista que está al servicio de optimizar aquello con lo
que se cuenta más que de buscaridealmente una adhesión irrealizable.
En el ciclo vital de la adultez el sujeto pone en juego la integridad conseguida en el trabajo de
elaborar/definir su propia identidad; y la flexibilidad de sus autoconceptos y expectativas para ir al
encuentro afectivo de un otro que lo complemente en aquello que le falta, en un vínculo de
intimidad que requiere el descentrarse de las propias necesidades y deseos para idear un proyecto
compartido.
Elaborar un proyecto compartido en la vida adulta exige establecer una relación de intimidad en
donde se conjugue la convicción de establecer una alianza de estilos de vida diferentes que tiendan
solidariamente a generar un espacio común gobernado por pautas de reciprocidad. El proyecto
compartido resultante en la adultez se sustenta en la convicción amorosa de que para ir al
encuentro con otro se debe sacrificar algo de sí.
El adulto, ya maduro psicosexualmente, busca satisfacer una necesidad psicobiológica de
"procrear" junto con la persona con la que ha establecido una adhesión de mutua solidaridad
afectiva. Generar una nueva vida es sintetizar en un nuevo ser el producto del proyecto compartido
y es abrir un espacio para canalizar la necesidad de cuidar de otro ser al cual se le transfiera el
anhelo de los ideales propios.
El sujeto adulto ha realizado un trabajo psicosocial tendiente a afianzar su identidad personal y a
desplegar su potencialidad intelectual y creativa en la expresión de una acción manifiesta en la
asunción de diversos roles. El adulto ya sabe cuidarse a sí mismo y necesita vehiculizar esta acción
de cuidado hacia otro sujeto, idea o producto que surja de su inventiva creativa. La posibilidad de
cuidar y de preocuparse por otro/s es el resultado del logro de "ser capaz de cuidarse a sí mismo y
ocuparse de aquello a lo cual se adhiere afectivamente". La adultez despliega en el afuera el
trabajo de hacer-se responsable de "sí mismo". Los sujetos adultos se encuentran dispuestos a
ofrecerse como "modelos ejemplares" capaces de preocuparse de la generación anterior (los
padres) y de ocuparse de la generación próxima (los hijos), en un intercambio en donde se
transmitan los valores ideales aprehendidos en el trabajo comunitario de hacerse cargo de sí
mismo.
La adultez es el ciclo vital legitimado para ejercer con autoridad el mantenimiento del "proceso
comunal consistente en la organización cultural de la interdependencia de las personas (ethos)".
Sostener el "ethos comunitario" requiere que el sujeto adulto se encuentre plantado en sus
convicciones y proyectos, es decir, que pueda hacerse cargo de sostener sus propios ideales de
una manera comprometida y responsable. Tener autoridad para cuidar de aquello que se genera,
sean estos nuevos seres, productos e ideas, requiere del adulto -además del compromiso- la
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conciencia responsable para no excederse en esta autoridad.


La adultez, en tanto ciclo generacional que se encuentra entre la adolescencia juvenil y la vejez,
exige al sujeto adulto la comprensión amorosa sobre estas dos generaciones antagónicas.
Comprensión paciente respecto de la "moratoria psicosocial" de los jóvenes y la disposición para
orientar la exploración que este grupo realiza en pos de sus autodefiniciones. En cuanto a la
relación con la generación que le ha cedido su lugar social: los mayores, se le exige la tolerancia y
el recato en los juicios respecto de los modos en que esta generación ha ejercido la función de
cuidado.
El trabajo psicosocial de la adultez consiste en gestar creativamente algún producto que represente
y refleje el trabajo realizado en pos de un proyecto. De ahí, la urgencia por generar "algo"
productivo que dé cuenta de que el movimiento de la energía creativa no se estanca. Estancarse
representa no ser productivo, no manifestar en el "afuera" la concreción de un proyecto. Esto es lo
que diferencia a la adultez de la generación que le precede "el no permiso social de seguir
explorando indefinidamente sin arraigarse, ni arriesgarse". El adulto se genera a sí mismo en los
productos que genera; se pare a sí mismo en sus gestaciones. Gestar la identidad en sus productos
es afianzar raíces que sustentan al Yo como un proyecto en sí mismo y al Yo en su vínculo con
otros.
El aprendizaje psicosocial del ciclo vital de la adultez, está dado en el aprender a cuidar aquello que
se genera. El cuidado supone ocuparse de aquello que ha sido objeto de preocupación. Desde la
estructura social la ética, el derecho y los sistemas de creencias religiosas se ocupan de promover
en los sujetos una conciencia de cuidado mas universal que incluya solidariamente a todos los
sujetos de una comunidad, más allá de que sean afines a los ideales particulares de cualquier
grupo. Ello con el fin de cultivar la tarea de cuidar a/en las generaciones próximas como una
manera de preservar la supervivencia de la humanidad misma y de garantizar el “recambio
generacional” en la estructura.
En definitiva, la adquisición psicosocial en la adultez se resume en tener cuidado, cuidar de,
preocuparse por sí mismo, por los productos, ideas y seres que genera; y, por el sostenimiento
de los intercambios comunicativos entre las generaciones.

CAP 9. EL CICLO DE LA VEJEZ


La vejez en tanto ciclo evolutivo supone un arduo trabajo psicosocial consistente en permanecer
"integrado" en un cuerpo que manifiesta el desgaste natural de los años; una psiquis que ha tenido
que afrontar y enfrentar una sucesión de pérdidas, a las cuales mediante un trabajo de otorgar
sentido ha debido extraerle alguna ganancia; y, un lugar social que ha variado históricamente
desmintiendo la productividad generativa del sujeto envejecido y restándole poder social en la
participación comunitaria.
La vejez plantea el trabajo de permanecer “integrado” a través de la puesta en juego de la
confianza básica al servicio de la esperanza de continuar generativa; confianza que trasciende la
desesperanza que produce la conciencia y la anticipación de la propia muerte.
En la vejez el continuar ligado a un compromiso vital es posible en la medida en que el "Yo
psicosocial" consolidado da paso al "Yo existencial" que posee la autoconciencia comprensiva de la
historia vivida y que puede asignarle a la vida un nuevo sentido, conforme a la ganancia que le
provee la comprensión de lo vivido. Erikson plantea que durante la vejez se adquiere una "identidad
existencial" que le permite al sujeto integrar la discontinuidad de los acontecimientos pasados,
presentes y futuros, otorgándoles una
continuidad existencial que trasciende la racionalidad objetiva del Yo y que lo sitúa como un "núcleo
invariante" a partir del cual el Yo se percibe a sí mismo "integrado" a pesar de los cambios e
idéntico a sí mismo. La identidad existencial permite al sujeto envejecido mirar la vida
comprendiendo lo vivido, lo cual supone una acción de procesamiento/metabolización de aquello
que sabe por propia experiencia.
Durante la vejez el sujeto debe emplear su sabiduría y ponerla al servicio de la integridad yoica, la
cual supone una coherencia en la continuidad interna y en la trascendencia de la generatividad a
partir de la perdurabilidad de los productos, ideas y seres que sobreviven a la existencia finita del
sujeto. La sabiduría le permite al sujeto comprender su finitud y otorgarle sentido a la posibilidad de
desintegrarse en la muerte.
En el ciclo de la vejez el Yo realiza un trabajo para extender su autocomprensión a los modos de
experiencia humana. Razón por la cual, el sujeto se adhiere a un vínculo de camaradería con
aquellos sujetos que forman parte de su contexto inmediato y en quienes ha transferido su ideal de
continuidad.
Los otros significativos son los depositarios de las energías amorosas transferidas en los productos
gestados. Los productos gestados sobreviven a la perennidad de la muerte y son los otros
significativos quienes mediante su recuerdo van a impedir que la muerte desintegre todo lo
generado.
El sujeto que atraviesa la vejez sabe de sí mismo y comprende los procesos vitales en la medida en
que ha tenido una acción activa en el procesamiento de los cambios que se han ido introduciendo
con el tiempo. El vivir más cantidad de años no garantiza el aprendizaje y la comprensión del sí
mismo; es la acción de saborear los acontecimientos vividos lo que le permite entender/comprender
de una manera más integrada la vida y elaborar un sentido filosófico que trascienda la experiencia
sensible.
El riesgo del ciclo de la vejez está dado en que el sujeto movido por la creencia de que los años
traen aparejados sabiduría, puede ubicarse en una posición omnipotente en donde su filosofía de
vida derive en una comprensión dogmática de los acontecimientos vitales; y actuar con respecto a
las generaciones próximas como aquel caminante que ha recorrido todos los caminos.
Durante el ciclo de la vejez el sujeto realiza una revisión evaluativa de los acontecimientos vividos
hasta el presente. Esta revisión de lo vivido tendrá como objetivo el intentar comprender la propia
experiencia de vida a fin de intentar interpretar el sentido de aquello ganado a partir de lo perdido.
La posibilidad de extraer ganancias de las pérdidas dependerá del bienestar subjetivo que sienta el
sujeto y de la sensación de esperanza que surja frente a aquello que se presente como no
adquirido. Esta revista de la
propia experiencia de vida es inevitable atravesar por un sentimiento de desesperanza, pues "la
desesperanza expresa el sentimiento de que el tiempo es corto, demasiado corto para intentar
empezar una nueva vida y para emprender vías alternativas"
En la vejez lo que permite arribar a un proceso de madurez sustentada en la fortaleza del Yo y en el
trabajo de "integración" de sus capacidades, es la búsqueda intencional y consciente por alcanzar
una visión que posibilite "iluminar" la experiencia existencial de una comprensión de aquello que
aparece como vedado al entendimiento racional.
La vejez como ciclo generacional arriba a un logro psicosocial consistente en el discernimiento
comprensivo de acontecimientos que en otros ciclos vitales aparecen como contradictorios y
vedados a una explicación basada en un juicio que concilie lo paradójico y opuesto al servicio del
entendimiento vivencial. De ahí que, "integridad" y "sabiduría" se complementan recíprocamente
como fuerzas que contribuyen a la expansión del Yo dentro del proceso del curso vital.
El sujeto que transita la vejez realiza una revisión de las experiencias vividas en el pasado
intentando poner en la "balanza" aquello a lo cual le ha extraído rédito de aquello que le ha dado
perdida. El sujeto realiza un inventario del patrimonio existencial con el que cuenta, con la
esperanza de realizar una nueva inversión de su capital con el afán de obtener algún beneficio. El
futuro constituye el espacio en el cual pretende ubicar el proyecto esperanzador de adquirir el logro
de aquello que se evalúa como faltante.
Esta inversión constituye el último intento que realiza el Yo sustentado en un "mediano plazo", en el
que intenta decidir conciliando discernimiento/ ilustración/intuición.
La "sabiduría" de la vejez consiste en la captación atenta de los acontecimientos que hay que
atravesar y la escucha consciente de los sentimientos que despierta la vivencia de los mismos.
Mirar y escuchar atentamente las señales internas es el trabajo que requiere del sujeto el situarse
en una posición comprensiva de su realidad. La "sabiduría" consiste en informar a la razón de
aquello que se vivencia con el sentimiento y, conforme a ello "iluminar" la experiencia del actuar.
La sabiduría es la resultante del trabajo continuado y progresivo que realiza el Yo por mantenerse
unido e integrado en las versiones que realiza reflexivamente de sus experiencias vitales durante el
transcurrir en el tiempo. La "integridad" le permite al Yo permanecer en contacto con el mundo, con
las cosas y los seres; con quienes realiza una experiencia de intercambio tangible y concreta a
través de la cual despliega su desarrollo en pos de fortalecerse en la adquisición de sus conquistas.
De otra manera, el Yo
correría el riesgo de perderse en ideales intangibles y en logros etéreos emergentes de objetivos
fantaseados que no se materializaran en una experiencia sensible.
Durante la vejez el trabajo por sostener la integridad del Yo se intensifica y la revisión de la
experiencia se hace de una manera panorámica, a fin de "saborear" atenta y conscientemente los
logros y las vicisitudes del diario vivir; confrontando reflexivamente los ideales pasados con los
logros presentes y proyectando prospectivamente expectativas futuras.

CAP 10. EL CICLO DE LA ANCIANIDAD


Erikson plantea que en la vejez avanzada que va desde los 80 a 90 años aproximadamente, se
produce una gran sensación de desintegración; lo cual amenaza la expansión y el crecimiento
logrado por el Yo hasta ese momento. Por ello, el sujeto realiza un trabajo psíquico dominado por
una tensión amenazante y debe realizar un esfuerzo por extraer de esta tensión una energía que lo
situé en una posición de expansión.
Durante la vejez avanzada se toma conciencia del debilitamiento producido en el cuerpo en ciclos
vitales anteriores; ello genera en el sujeto cierto extrañamiento y desconfianza de sus capacidades.
Está desconfianza amenaza la certeza de lo que se puede esperar respecto del poder hacer y
resolver; lo cual instaura la duda respecto de la autonomía del cuerpo y de las decisiones para
emprender alguna actividad que exija cierto esfuerzo.
El sujeto anciano siente amenazada la seguridad de autocontrol de su propio cuerpo, lo cual le
genera vergüenza y le exige apuntalar su confianza mediante un acto de confianza y fe que le hace
pensar que "nada ni nadie es lo suficientemente seguro como para controlar lo impredecible". De
ahí que, sabiamente apela a la voluntariedad de sus actos para resolver con autonomía aquello que
lo pone en duda.
Durante la ancianidad la confirmación de la definición del rol se ve interpelada; más que la pregunta
existencial de quién soy? Surge la pregunta psicosocial de. cuál es mi función y mi posición dentro
de esta estructura comunal? Enfrentar los cambios de valores, de roles, de posiciones de poder
dentro de una estructura familiar y comunitaria exige al anciano resolver la pregunta existencial de
cuál es mi finalidad? De la calidad de esta respuesta dependerá la posibilidad de que el Yo
resignifique su proyecto para sí y re-ubique sus acciones respecto de los otros; para poder decir:
"soy lo que puedo hacer con lo que sobrevive en mí". De ahí que, en la ancianidad intimar con el "sí
mismo" pueda parecer al observador externo un signo de retraimiento y aislamiento y, sin embargo,
es una nueva manera de utilizar la energía productiva.
Es necesario tener en cuenta que un sujeto de ochenta o noventa años ha experimentado variadas
pérdidas en lo que hace a vínculos de relaciones lejanas y de relaciones próximas como padres,
hermanos, esposos e, incluso, de hijos. Estas pérdidas enfrentan al sujeto cara a cara con la idea
de la muerte como una posibilidad cercana. Para enfrentar y afrontar esta sucesión de pérdidas, el
anciano apelara a su confianza básica; la cual constituye el motor de la esperanza y es el soporte
en donde se asienta la fe que otorga razón de ser a la trascendencia y continuidad de la existencia.
La posibilidad que tendrá el anciano para afrontar el deterioro de su cuerpo y los déficits crecientes
de ciertas facultades dependerán del trabajo tendiente a desarrollar lo que Tornstam denominó
"gerotrascendencia". La "gerotrascendencia" es un cambio que realiza el sujeto respecto de la
perspectiva del tiempo, la vida, la muerte y, por ende, constituye la resignificación que realiza el Yo
en relación con el ecosistema no solo contextual sino universal. Este cambio de perspectiva supone
situarse en una visión más elevada de aquella provista por la racionalidad materialista y otorgar un
sentido más abarcativo al Yo en comunión con los otros y con el universo. Esta perspectiva supone,
por parte del anciano, elevarse por encima de los condicionamientos que le impone la erosión
natural que produce el tiempo en la materialidad del cuerpo y en la inmaterialidad de su Yo; y,
otorgarle una nueva dimensión al espacio/tiempo en relación a la adquisición de una nueva
comunicación e intimidad con el "sí mismo”.
Tanto la vejez intermedia (entre los 70 y 80 años aproximadamente) como la ancianidad, le exigen
al sujeto que la transita una redefinición de los autoconceptos que elabora el Yo de sí mismo; lo
cual pone a prueba la "identidad temporal", pues, ya no se cuenta con la posibilidad prospectiva de
poner en un tiempo futuro aquello que no se tiene en el presente. La conciencia del presente cae
por su propio peso y se hace difícil "engañar" al Yo en un trabajo por conservar desde la
"apariencia" la pseudo juventud que emerge para estar a tono con las expectativas sociales.
El trabajo de la ancianidad consiste en caminar despojándose de la preocupación de la huella
dejada; más bien, consiste en el compromiso que el Yo establece reflexivamente con su propio
deseo, "recreando" la ilusión que produce la esperanza emanada de la confianza de que el Yo está
seguro en el contacto íntimo con el sí mismo. El aprendizaje de la ancianidad es que el Yo se
convierte en el escultor de su propio deseo, dándose a sí mismo la oportunidad de ser para sí y de
entregarse a los otros ligeros de falsas expectativas. El Yo comprende que para elevarse de la
materialidad de la vida tiene que desprenderse de sus posesiones; de ese modo puede entregarse
confiadamente a los otros significativos como una manera de asegurar que al partir de este mundo
permanecerá aquello que entregó.
Todo lo expuesto, pone en evidencia que la síntesis yoica es un trabajo que ocupa al sujeto durante
todo su proceso de desarrollo evolutivo y que no cesa hasta los momentos finales de la vida o, por
lo menos, del uso de las capacidades mentales, que proporcionan las herramientas para el ejercicio
de la autonomía y la búsqueda de libertad personal. Este proceso se da de manera solidaria con los
procesos somáticos y condicionado por los procesos de interacción comunitaria propios de un
contexto en el marco de una época determinada. La síntesis yoica es así el producto del proceso de
subjetivación iniciado de un modo de funcionamiento basado en la dependencia primaria de otro,
para pasar a una progresiva independencia y lograr una autonomía capaz de reconocer la
interdependencia con los otros como la base del propio desarrollo.

Seminario internacional sobre género y diversidad sexual en la vejez. Conferencia:


Masculinidad y
vejez
RICARDO IACUB.
Los varones, la vejez y el poder:
El objetivo es conocer cuáles son las transformaciones que emergen en los varones en esta etapa
vital, considerando especialmente aquellos relativos a la pérdida de poder y al modo en que los
cambios corporales inciden en las representaciones de género del sujeto.
Se presentarán narrativas hegemónicas que describen y articulan estas temáticas desde algunos
ejes puntuales que he elegido para su tratamiento.
La indagación acerca de los desequilibrios de poder que se producen por diversas contingencias,
tales como el cambio de edad, permite distinguir y comprender una serie de procesos psicológicos
que afectan la configuración de la identidad.
Los efectos de significado y sentido que se producen en una determinada correlación de edad y
género,como la que estamos señalando, debe tener en cuenta que los relatos hegemónicos sobre
los varones viejos impactan de maneras disímiles según la clase social, el nivel educativo, la
generación, las etnias, u otros criterios. Los cuales tendrán efectos particulares sobre las prácticas
sociales, los proyectos de género específicos y los recorridos singulares que se propongan.
La investigadora estadounidense Toni Calasanti señala que los sujetos son actores con cuerpos
específicos y que esto determina un posicionamiento particular a nivel del sujeto y el otro. Más aún
más cuando ese cuerpo toma ciertas características que lo vuelven distinto al sí mismo previo. Es
decir que su identidad estará afectada por las modificaciones que afecten dicho cuerpo. Ese cuerpo
no puede pensarse autónomamente, sino que está basado en un contexto cultural que lo estima, lo
valora, lo comercializa y lo consume de distintas maneras. Más precisamente, como señala el
filósofo francés Michel Foucault, le impone regímenes disciplinarios o de con- trol. El denominado
biopoder construye, selecciona y determina ciertos cuerpos, en detrimento de otros, generando
mecanismos que determinan que algunos sean los destacados y otros queden relegados, es decir
organizados en una lógica de jerarquías de poder. Sin embargo, el sujeto nunca es meramente
padeciente, sino que es un sujeto que resiste, que transforma, que conforma espacios particulares
donde puede seguir teniendo ciertos manejos de poder y control sobre si y su contexto.
La filósofa estadounidense Judith Butler considera que las identidades son ficciones, no porque no
sean reales, sino porque son relatos posibles que generan escenarios, prácticas y proyectos
sociales que constituyen referentes o ideales regulatorios del sí mismo. . ¿Qué significa esto?
Cuando quiero saber que significa ser varón o tener cierta edad, necesito basarme en relatos, en
proyectos o prácticas sociales que me dicen y convalidan identidades ya constituidas. Es decir, si
yo no doy con la figura esperada de varón, hasta qué punto puedo creer que lo soy: “hasta qué
punto soy varón si no juego a la pelota, o si me gusta más la muñeca que el revólver”. Este tipo de
cuestiones inciden y constituyen identidades y es allí donde la coherencia entre el dato indicativo,
que incluye a un sujeto en un grupo determinado, y el cuerpo y la identidad efectiva tienen que
tener ciertos niveles de correspondencia. Cuando se la pierde, el sujeto deja de saber quién es, y
aún más, carece de legitimidad ya que dejará de ser reconocido por los otros y por la propia
expectativa que el sujeto supone de los otros. Es decir que el otro puede no reconocer en ese señor
mayor a un hombre, con las insignias de una masculinidad adulta, y este factor tiene un alto nivel
de incidencia, ya que parte de la legitimidad de la masculinidad se juega en el ámbito del
reconocimiento público.
Cotidianamente utilizamos términos referenciales a partir de los cuales la cultura nos promete poder
llegar a ser varón, mujer o la referencia que fuera y es allí donde nos contrastamos, nos miramos
en ese espejo y buscamos ciertos niveles de adhesión o coherencia. Cuando no alcanzamos esos
niveles, aparece la sensación de “estar fuera de”, en un lugar no legítimo y esto suele resultar
perturbador a nivel del bienestar psicológico. En este sentido, la gerontóloga estadounidense Kate
De Medeiros sostiene que afirmamos o sostenemos nuestros relatos en meta narrativas que
comunican valores, expectativas de una cultura y que construyen un “depósito de formas” que
modelan nuestras historias.
En busca de lo masculino en la vejez
Si cotejamos imágenes de lo masculino en la vejez, simplemente jugando con lo que aporta
Google, se pueden ver imágenes que parecen algo contradictorias, hallamos desde el anciano
desvalido física o mentalmente, el adulto mayor poderoso deportista, o aun, la figura del mago, que
es de una película actual. Esta imagen sigue teniendo cierta vigencia porque la cultura occidental
construyó la figura del sabio en el varón viejo y el mago es en buena medida deudora de la anterior.
Es decir que aun la tenemos en el depósito de nuestra cultura por más que nosotros no lo
consideremos de la misma manera en este momento. Todos sabemos que hubo un Abraham que
construyo el pueblo judío, que era un varón viejo, y este peso de la vejez sigue estando de alguna
manera presente. Tenemos otras imágenes ligadas a una virilidad casi estereotipada y rescato esta
otra foto, de un hombre mayor vestido como un “oso”, pero con un osito. Los osos son un grupo gay
que viste con cueros, suelen ser gordos, peludos y donde la vejez no aparece como un elemento
negativo para esa estética que se propende con los valores de lo toscamente masculino. De esta
manera podemos ver que la masculinidad no se corresponde necesariamente con la
heterosexualidad, sino a un relato que puede ser variable y adaptable a múltiples formas.
La gerontología en su afán de definir sus propias fronteras construyo, un viejo sin género. Es decir,
una entidad nueva que parece que no reviste género porque es tan particular que el género no la
alteraba, y por otro lado, en esta tendencia asexualizadora hacia el viejo, parecía que los límites
entre uno y otro se perdían. Todo esto contribuyó a lo que podemos llamar la “invisibilidad cultural”
de los varones viejos. La masculinidad es una construcción social acerca de lo que significa ser
varón en determinado tiempo y lugar, con características fluidas y sensibles a los cambios
históricos y culturales. Sin embargo, es importante considerar que no es tan fluido como a veces,
los posmodernos queremos que lo sea.
Ser varón, cuesta caro
La socióloga francesa Elisabeth Badinter sostiene que “ser varón, cuesta caro” y la socióloga
australiana Raewyn Connell agrega que pocos pueden estar a la altura de la versión hegemónica
de la masculinidad. Lo que indica el demandante rol de género que supone la masculinidad y a lo
que se puede agregar la continua demostración del mismo. Por ello en nuestra cultura la mujer “es”,
mientras que el varón tiene que demostrarlo. Es decir, es una definición en la que el límite entre ser
varón y no serlo es un desafío y una amenaza siempre presente.
En nuestra cultura existe el lugar del “marica”, que no necesariamente es el gay, aparece como
algo que puede desplazar a un hombre de su ser hombre, y por esto el ser varón cuesta caro.
Badinter lo arguye muy bien cuando describe las ceremonias africanas para poder volverse
hombre, donde muchos chicos terminan muriendo simplemente para demostrar que pueden cazar
un león y que muchas veces terminan siendo cazados por estos. Lo que nos lleva a preguntarnos “.
por qué sería tan importante demostrarlo siempre”? y a lo que podríamos responder, porque la
adhesión concita mucho prestigio, pero también porque no adherir genera mucho desprestigio.
Las expectativas sociales sobre la masculinidad están demandadas muy fuertemente en diversos
campos, aunque Connell los sintetizan en cuatro:
1. El deporte, en nuestro país y quizás gran parte de nuestra región específicamente el fútbol, se
asocia con la virilidad. Jugar, mirar, comentar sobre fútbol es uno de los espacios de sociabilidad
más clásicamente masculina. Lo que constituye, que más allá del interés que concita, es una
demostración positiva de cuan varón sos y como demostras tu virilidad a partir de esto. El deporte
jugado u hablado, son dos prácticas con alto contenido de masculinidad.
2. La sexualidad, porque es la demostración cabal de que un hombre puede tener una mujer y
todos los varones sabemos el costo que tiene acceder a una mujer. El primer acto sexual, tiene un
valor de afirmación masculina, ya que implica constatar que uno fue capaz y que se demuestra a
otros dicha capacidad, desde el padre a los compañeros. Luego se pasa al aspecto contable de
cuantas veces se pudo y con cuantas mujeres.
3. Aparece la paternidad, como otra demanda masculina en relación al poder aportar, al poder
mantener. Las investigaciones demuestran el costo psíquico que tienen los varones al no poder
mantener una familia o que la mujer lo pueda mantener.
4. El trabajo aparece como otro de los lugares de demostración de la masculinidad. El trabajo es
uno de los espacios donde se combina la posibilidad de ganar, de competir, de demostrar potencia
y capacidad y en un espacio más delineado, aún hoy, para el hombre que para la mujer. De allí que
la jubilación tenga efectos diferenciales para uno y para el otro, y que para los varones las
identidades laborales absorban gran parte de la identidad de un sujeto ya que no solo pierde un
espacio valorado sino de demostración de masculinidad.
Más allá de estos aspectos es importante destacar el valor que se le otorga al poder físico,
económico, el desapego emocional, el coraje, la autonomía. Este último aspecto lo destacaría en
relación al control físico sobre sí y la preocupante exposición ante los otros.
La psicóloga argentina israelí Gabriela Spector Mersel sostiene que el ideal actual sobre la
masculinidad parece terminar con la mediana edad, ya que los varones viejos quedarían afuera de
las demandas habituales sobre lo masculino, y concretamente, se los deja sin parámetros para la
expresión de género.
En lo cotidiano, hay mucha más fluidez y podemos encontrar múltiples masculinidades ligadas a
contextos variados. Así como también hallamos estrategias que disminuyen la presión social. Una
de las actitudes más habituales de los adultos mayores es cuando empiezan a tener dificultades
físicas buscar disminuir la exposición. El nivel de control que requieren sobre si y sobre su
masculinidad pareciera volverse más exigente en los ámbitos externos, y no tanto en los internos,
donde no aparece tan vergonzante el pedir ayuda a la esposa, pero sí parece vergonzante ir al
médico.
Encarnar y personificar la vejez
Los contextos de la masculinidad, suponen diversos ámbitos donde se producen sentidos, uno de
estos es el propio cuerpo como objeto de interpretación y de prácticas. En este punto, tomo un
concepto que en inglés se llama “embodiment” que podría ser traducido como encarnación y
El sociólogo francés David Le Breton dice que los límites del cuerpo dibujan a su escala el orden
moral y significativo del mundo. Pensar el cuerpo es otra forma de pensar el mundo y el vínculo
social; de allí que un trastorno introducido en la configuración del cuerpo, introduce un desorden en
la coherencia del mundo.
Lo que le pase a nuestro cuerpo, no es indistinto, ya que por un lado modifica la relación física con
la realidad, pero también los relatos desde donde sustentábamos dicha relación. Transformación
que producirá tensiones en las representaciones desde donde nos situábamos, así como generará
nuevos relatos desde donde afirmar nuestra posición. La representación del cuerpo es uno de los
contextos más definitorios de las personas, ya que incide en los modos de relación, reconocimiento,
control y manejo.
La habilidad para mantener la autonomía personal y el control sobre su cuerpo, en la mediana y
tercera edad, es un indicador de envejecimiento exitoso en la cultura occidental tanto para su
identidad masculina como para la identidad personal. Y en este punto, la actividad física es un
medio para los varones viejos para preservar una autoimagen de género y mantener cierto sentido
de continuidad en el tiempo.
La pérdida de este control personal tiene mucho que ver con la acrecentada dificultad de mantener
ciertas prácticas físicas habituales y cuando se vuelven menos predecibles generan altos niveles de
inseguridad o inhibición. De esta manera, así como la actividad física es un medio para los varones
viejos de preservar una autoimagen masculina que ayuda a mantener un sentido de continuidad, la
pérdida del control personal vuelve la constitución de la masculinidad inestable y el género debe ser
renegociado.
La noción del “hacer” masculino es considerado “un acto en sí mismo” asociado con la valoración
de sus cuerpos y sí mismos. Mantener un modelo de juventud arquetípico no aparece tan asociado
a lo estético en el varón, sino más bien a la funcionalidad, y lo podemos ver en muchos aspectos
donde la seguridad no reside tanto en ese aspecto, si no que pasa por un ideal de fortaleza física.
En las mujeres muy viejas la delgadez aparece como un ideal muy valioso, y es común escuchar:
“aunque sea estoy flaca”, mientras que en los varones es más habitual escuchar “todavía camino X
cuadras”.
La idea del “cuerpo máquina” es una metáfora mucho más masculina y concretamente remarca una
masculinidad instrumental o utilitaria. Es “yo puedo hacer, manejarme, controlar la situación que
tengo cerca mío” y donde el cuerpo deviene un eje de la representación del sí mismo. Esto
explicaría la relación del cuerpo con la utilidad y también debería convocarnos a pensar de qué
modo se lidia con estas limitaciones. Uno de los ejemplos clásicos es el conducir automóviles, y
cuantas veces la propia familia interviene cuidando una dimensión del sujeto que no
necesariamente es la que le interesa al viejo.
Cuando el varón se siente útil y activo, no se siente viejo. Solo se piensa viejo cuando se siente
pasivo. Esto nos llevaría a pensar que la vejez no es un elemento en sí, sino un criterio dependiente
de cómo me sienta. Concretamente, la gente se siente vieja cuando se encuentra en situaciones de
debilidad. La vejez, en general, es una categoría que sirve para describir la falta, lo que ya no
tengo.
En término de narrativas hegemónicas, la vejez se ve como un proceso de declinación, donde
sienten que pueden perder el estatuto masculino. Es mucho más habitual en los varones la
disociación entre un “antes” donde era verdaderamente hombre, asociado al trabajo, y un “ahora”
donde ya no son lo que eran antes. Cuando son evaluados en relación a hombres más jóvenes,
suelen sentirse menos hombres, mientras que, si no son evaluados en relación a los varones más
jóvenes, pueden percibirse como exitosos en lo que sea que hagan como varones. Los varones
suelen compararse menos con las imágenes de los medios porque las consideran inalcanzables, se
preocupan menos por la evaluación externa de su cuerpo, es decir, que, a pesar de todas estas
demandas generales, sigue habiendo esta capacidad de seleccionar lo que sí se puede seguir
haciendo. Mientras los varones más jóvenes se focalizan en mejorar la apariencia para ganar
capital social, los varones más viejos se focalizan más en el fitness y la prevención de la salud.
De la negación a la caída en la enfermedad
Este quizás sea uno de los temas más complejos ya que los cuidados del varón viejo sobre su
salud no resultan los esperables. En el relato masculino el tener que ir al médico, muchas veces
suele entrar en confrontación con los ideales masculinos. Razón por la cual retrasan la visita e,
incluso hoy, hay investigaciones que demuestran que una de las causas por las que los varones
viven menos es porque llegan tarde al médico. Buscar ayuda, tener que esperar en los consultorios,
la percepción de fragilidad,la falta de confianza, el seguir una indicación, o que el médico tome
control sobre los cuidados de salud aparecen como factores de preocupación para muchos
varones. Las mujeres se entregan más al apoyo del otro, mientras que los varones tienen mucha
más dificultad a legar esa parte del controla un con la demanda masculina del auto control
masculino, así como evitar situaciones de dependencia, fragilidad y hasta de dolor.
Carol Gilligan sostenía que las ideas de virilidad que aún tenemos, tienen mucho que ver con el
varón medio mediterráneo, donde el ágora o espacio público era el ámbito en donde se producía lo
masculino.
Quizás por ello podemos preguntarnos porqué el hombre sale a menos actividades públicas que la
mujer.
Los varones mayores pueden otorgar un gran valor a dicho reconocimiento y esto condice en el
mayor control de su auto exposición y que cuando surgen problemas físicos, frenen el contacto con
el afuera. La focalización en la valoración de la percepción ajena sobre si puede llevarlos a sentirse
“castrados” por la discapacidad.
La potencia absoluta
La masculinidad hegemónica estimula la sed de éxito, agresividad y dominio que se reflejan a nivel
sexual en una búsqueda de competencia, energía y disposición permanente; no tanto porque el
hombre necesite estar todo el día teniendo relaciones, si no que el hombre necesita contar todo el
tiempo que sigue siendo hombre. Si los escenarios culturales prevalecientes estimulan a los
hombres jóvenes a ver su sexualidad como un medio para reafirmar su identidad de rol masculino y
su maduración hacia la adultez, en los hombres mayores evitar cualquier fallo también puede
representar un proceso autoafirmante que le permita retener el sentido masculino del yo, así como
el declive sexual relacionado con la edad puede ser considerado un proceso de
desmasculinizacion.
Esta tensión aparece por ello especialmente en dos momentos de la vida, la adolescencia porque
es donde resulta fundamental demostrar la potencia masculina, y luego en la vejez, ya que las
condiciones de la sexualidad cambian y pueden resultar menos predecibles. lo que lleva a que
nuevamente la masculinidad tenga que ser repensada.
Todo declive sexual aparece como una amenaza permanente, frente a lo cual uno puede entender
por que se recurre tanto al Viagra. En principio, pienso que este medicamento ha solucionado un
trastorno físico que se manifiesta en la discapacidad eréctil, pero también a su manera permite que
el varón se asegure y afirme ante el temor a la desmasculinizacion antes señalada.
Hay investigaciones que indican que cuando la mujer deja de tener relaciones sexuales, en
términos generales, no conduce a la depresión. Mientras que para los varones el retiro de las
relaciones sexuales se asocia con la depresión. El uso del término: “impotencia”, refleja un
momento significativo en la construcción social de la sexualidad masculina que da cuenta del
demandante guión sexual masculino.
De hecho, vemos cómo los jóvenes usan Viagra para demostrar su potencia masculina, sin que
exista un límite físico acusado.
La disfunción eréctil episódica lleva a menudo a la auto-recriminacion y a un ciclo de “espectador”,
por el cual los hombres se miran a sí mismos en su desempeno y consecuentemente resulta más
difícil obtener y mantener una erección.

IACUB. Erótica y Vejez.


CAP 6. ¿Revolución sexual en la vejez? Discursos en torno al cuerpo y el sexo de los viejos
en la
última mitad del siglo XX.
Desde la segunda mitad del siglo XX se ha producido una serie de transformaciones en la moral
social que han dado lugar a la denominada ‘’revolución sexual’’. El erotismo en la vejez, no ha sido
un tema de profunda reflexión cultural ni ha tenido la misma dinámica; sin embargo, hoy se escucha
un nuevo discurso que posibilita y alienta la sexualidad.
Una nueva ideología se encapsula en ciertos grupos específicos, pero lo cierto es que permanece
la impresión general de rechazo hacia el erotismo en la vejez. El horror estético aparece como la
categoría más fuerte de descalificación. En el discurso habitual, surge la referencia a la
discapacidad fáctica para lo sexual, discapacidad pensada dentro de una lógica donde el viejo es el
enfermo y el ejercicio de su sexualidad puede ser causante de un daño físico. Otra de las
manifestaciones descalificatorias se relaciona con la representación tierna, infantilizada y
desensualizada del anciano.
Uno de los argumentos paradigmáticos de la actualidad, que ha ido modelando los discursos
positivos sobre la sexualidad en la vejez, es la crítica contra la discriminación. Se trata de una
retórica que predomina en el discurso gerontológico, y que convierte a los viejos en uno de los
tantos grupos descalificados socialmente, donde la sexualidad resulta tan desconsiderada como
otros aspectos de su vida.
En las últimas décadas, se ha producido una modificación en la perspectiva sobre la cuestión hacia
un enfoque más optimista, al demostrar que la salud, la sexualidad y otras variables pueden ser
desmitificadas y reconsideradas desde una visión más positiva. La sexualidad de los viejos se ha
convertido en un estandarte, lo que ha contribuido a profundizar la crítica a la ideología del viejismo,
asociada a las nociones de asexualidad, regresión e incluso perversión.
Las edades de la sociedad - Posmodernidad, edad y erotismo
Las edades de la sociedad posmoderna se diversifican, se multiplican y se explotan, sus
definiciones y sus características no funcionan más por razones a la vez demográficas, económicas
y culturales. Existe, actualmente un cambio en la temporalidad adjudicada a cada edad, así como
una flexibilización respecto de sus límites, lo que permite hallar adolescencias alargadas o
envejecimientos postergados. En este sentido, el curso de vida posmoderno es visto como una
extensión de la adultez en dos direcciones: hacia atrás (desaparición de la infancia) y hacia
adelante (desaparición de la tercera edad), lo que lleva al hombre a vivir como adulto joven, edad
que sintetiza las ideas de responsabilidad, autonomía y consumo diversificado.
Esta nueva lógica, también produce un cambio en la posición de los viejos, quienes rechazan la
suave retirada de la vida y se oponen a perder derechos y privilegios obtenidos a través de una
politización de la vejez sin precedentes.
La actual flexibilización de los límites también provoca una creciente similitud en los modos de
presentación de los actores sociales: los gestos, las posturas, las modas y las formas de las
búsquedas de placer; son similares entre padres e hijos, y se observa una tendencia hacia un estilo
más informal (uni-age).
Hoy, al separar al viejo en grupos de pares y asociarlo a una vejez sin marcos rígidos que
presupongan imágenes estereotipadas acerca de su conducta, se lo incluye dentro del dispositivo
social. Y al presuponer que tiene los mismos deseos que el resto de las personas, se lo inserta
dentro de las demandas generales.
La ética de la ocupación - La gerontología: sus visiones y críticas
Desde los años 60’, estudiosos de la gerontología han intentado salir de los esquemas
discriminatorios al proponer para los viejos un estilo de vida ‘’activo’’ similar al de los jóvenes, que
evidenciara el fondo mítico de los prejuicios y pusiera en juego valores de la juventud en la
organización de sus actividades.
La teoría gerontológica ha considerado el campo de las actividades posibles en la vejez no sólo
como un instrumento empírico profesional, sino también como un lenguaje crítico acerca de las
narrativas prejuiciosas sobre esta etapa de la vida.
Más allá de sus críticas, la idea de la actividad halló un espacio fecundo (no sólo en el campo
gerontológico), sino también en la comunidad, que encontró en la ocupación una continuidad con el
proyecto vital de trabajo y la percibió como saludable en sí misma en la vejez. Es decir, que frente
al fantasma de la dependencia, la enfermedad y la soledad senil, se constituyó un fuerte consenso
social sobre la idea de la actividad como un polo positivo.
‘’El liberalismo de la neutralidad’’ - Nuevos estilos de vida
Otra línea argumentativa que ha contribuido al cambio social es la denominada ‘’ética de la
autenticidad’’.
La gente de la cultura de la autenticidad, presta apoyo a cierto tipo de liberalismo de la neutralidad.
Uno de sus principios básicos es que una sociedad liberal debe ser neutral en cuestiones que
atañen a lo que constituye la vida buena. La vida buena es aquello que c/u busca a su manera, y un
gobierno faltaría a la imparcialidad, y por tanto al respeto equitativo si tomara partido en esta
cuestión.

Envejecimiento exitoso - Micromundos de mayores


Uno de los fenómenos más llamativos de las últimas décadas, es la agrupación de los mayores en
espacios específicos asociados a la recreación, el turismo y la educación. Estos ‘’micromundos
comunitarios’’ posibilitan un tipo de sociabilidad que incluye el erotismo, y suponen estilos de vida
definidos por una ideología denominada del ‘’envejecimiento exitoso, activo o positivo’’.
Este enfoque considera a la vejez a partir de las demandas actuales impuestas a todo sujeto, más
allá de que estos espacios (paradójicamente) estén signados por la diferencia etaria. Su objetivo, es
la integración y la equiparación de oportunidades para los mayores.
La propia denominación de ‘’tercera edad’’ surge como un resultado de nuevas políticas sociales
para la vejez. Uno de los objetivos, es evitar que sea la condición de jubilado la que defina la
situación social del viejo y no la continuidad con su propio estilo de vida. Este concepto, es pensado
como ‘’el debilitamiento de la definición en relación a la jubilación, en provecho de una definición
que privilegie su posición en el transcurso de las edades’’.
La tercera edad determina un modo de envejecer que remite a la oportunidad, con actividades
diversas que semejan a las de otras edades y que intentan romper con la idea de fin o retiro.
Incluso, se ha transformado en un sector de consumo no sólo de asistencia médica y
farmacológica, sino de mercancías similares a las producidas para otros grupos etarios. Se
conforma así, un nuevo marketing para personas mayores, que introduce también la sexualidad
como oferta de una actividad cada vez más demandada. Estos espacios, proponen una serie de
programas en los que el erotismo suele tener un lugar posible. La percepción del atractivo, surge a
escala de la vejez, medida que dentro de su grupo etario, ya que aquí se propugnan (por ejemplo),
concursos de belleza.
En estos espacios, se facilita una estética del amor en la vejez, que permite recrear un escenario en
el cual el envejecimiento no resulte un estorbo, sino un rasgo conducente al encuentro. Además,
habilitan la readecuación de los deseos asociados a la juventud, de modo que sean admisibles en
la vejez.
De la máscara rechazada a la representación elegida - El cuerpo como proyecto
En las sociedades posmodernas, el modo de gobierno del cuerpo se ha modificado: se lo regula
con el objetivo de buscar placer. Se apunta a producir una fetichización de la sexualidad.
Con la estetización de la vida cotidiana, el cuerpo se torna proyecto. La centralidad del gimnasio y
del deporte en la cultura moderna son un ejemplo de ello.
El proyecto del cuerpo carga con una serie de significaciones asociadas al ideal de la juventud. El
parecer bello o joven toman un sentido común, así como el parecer viejo se asocia con lo feo.
El estilo ‘’uni-age’’ (antes mencionado), enseña que el cuerpo idealizado de la juventud es posible a
cualquier edad si se realizan los esfuerzos adecuados. En este sentido, la fantasía posmoderna es
la de crear cuerpos a medida.
● El sujeto transetario: los sujetos ‘’transetarios’’ son aquellos que conforman una nueva categoría
social basada en una identidad emergente, donde la edad deja de ser un dato preciso no sólo
para definir un rol social, sino también la imagen de un individuo que haga las veces de ‘’una
persona de cierta edad’’. Se retoma el sueño del rejuvenecimiento que podían otorgar los dioses
griegos, o la fuente de juventud del Renacimiento, pero con tecnologías más eficaces que le
permiten al individuo recuperar una representación de sí más deseable.

Para estos sujetos, el cuerpo deja de ser un destino inalterable, por el contrario; las biotecnologías
constituyen un recurso para devenir más auténticos, más parecidos a la idea de sí mismos. La
cuestión erótica está en el centro de dichas transformaciones.
La sexualidad se encuentra fuertemente comprendida en este enfoque, por lo cual una de las
derivaciones culturales que se desprenden es que la tecnología, puede convertirse en el resorte
final de las preguntas en relación con el sexo de los mayores.
CAP 7. La corrección del sofisma. La nueva normativa sexual.
La especialista Kaplan consideraba que los nuevos conocimientos de la sexología habían
modificado el ángulo desde donde se concebían las disfunciones sexuales. Sostenía que estas no
siempre derivaban de graves trastornos psicopatológicos, sino que podían reducirse a “problemas
inmediatos y sencillos”, como la anticipación de un fracaso, las humillaciones, las exigencias
exageradas, etc. Además, afirmaba que la terapia sexual se distinguía por la implementación de
tareas sexuales y comunicativas, y que debía apuntar al alivio de la disfunción.
La sexualidad, desde este punto de vista, funcionaba a través de aprendizajes y de una
comunicación con la pareja lo suficientemente fuerte como para encontrar pautas de interacción
válidas y esencialmente móviles en el tiempo. Kaplan consideraba que el aprendizaje era clave
para acceder a un saber abierto y racional, y que en la vejez era el conocimiento de los cambios en
las funciones sexuales característicos de esta etapa de la vida lo que posibilitaba romper con los
prejuicios existentes. En este sentido, las nuevas conceptualizaciones en sexología preferían no
considerar, la dificultad sexual como síntoma, para evitar así relacionarla con el paradigma médico.
La noción de “inhibición aprendida” supone la asociación del impulso sexual con sentimientos
negativos, los cuales limitaban la posibilidad de goce. Por ejemplo el del deseo sexual aprendido a
partir de prejuicios sociales que lo consideraban pernicioso o negativo.
Alfred Kinsey planteó una nueva manera de pensar y situar a la sexualidad, en tanto la desligaban
de la clínica médica o psicológica para estudiarla desde la sociología y extraer los datos partiendo
de la estadística.
Aplicó un criterio de envejecimiento amplio, ya que marcó el comienzo de esta etapa en la
adolescencia: “el sexagenario o el octogenario que repentinamente se interesan por los problemas
de la senectud están ya muy lejos del momento en que empezó su transformación senil”. Por ello
recomendaba que las investigaciones gerontológicas se orientaran desde el comienzo de la
declinación biológicas, es decir, en la juventud.
Uno de los puntos que Kinsey cuestionó fueron los estudios clínicos que buscaban demostrar la
existencia de un periodo climatérico de brusca reducción de la estimulación sexual presente en los
varones. Sostenía que una de las causas de la disminución de la actividad sexual era la declinación
física y fisiológica, que generaba fatiga; pero también halló un factor determinante en el
aburrimiento frente a la repetición de la misma experiencia, y el agotamiento de las posibilidades
debido a la falta de ensayo de nuevas técnicas, nuevas formas de contacto y nuevas situaciones.
Enfrentó también la teoría del desgaste erótico en relación con la cantidad de relaciones sexuales.
Consideraba que aquellos que habían comenzado temprano se mantenían más tiempo en una vida
sexuales activa, aunque reconocía que los efectos de la fatiga psíquica antes descripta.
Masters y Johnson al referirse al tema de la vejez señalaron un sofisma, difundido socialmente en
su época, según el cual “la incompetencia sexual es un componente natural del proceso de
envejecimiento”.
La metodología educativa era el mecanismo que promovía la modificación del sofisma, y para ello
se servían de una prolija descripción de los cambios producidos con la edad, lo que evidenciaba
que no implicaban incompetencia ni desinterés sexual. Consideraban verdaderamente relevante la
cuestión pedagógica, ya que aseguraban que una educación prejuiciosa y, represiva inhibía el
acceso a la sexualidad en las personas de edad.
Las conclusiones a las que llegaron fueron las siguientes:
● El envejecimiento puede enlentecer la respuesta sexual humana, pero no terminar con ella
● El mejor predictor del nivel de la sexualidad humana es el nivel de actividad sexual de los años
tempranos.
Simone de Beauvoir formuló con audacia una crítica violenta al puritanismo con el que había
sido pensada la erótica en la vejez -que condenaba la práctica de la sexualidad que no tuviera
como fin la reproducción- así como al modelo psicoanalítico que consideraba al viejo como
regresivo y cuya sexualidad podía devenir perversa. Sin embargo retomó el cauce de la diferencia
entre pulsión e instinto, lo cual le permitió repensar la sexualidad de una manera más amplia, sin
objetos precisos. Si la finalidad era placer, sostenía entonces que el viejo o vieja podían encontrar
caminos auxiliares sin que esto los llevase necesariamente a un goce genital y sin que supusiera
un goce perverso.
Otro mito que criticó fue el de la perversión en la vejez relacionada con los casos de paidofilia,
voyeurismo y exhibicionismo. Cuestionó esta hipótesis a través de las estadísticas de la
investigadora en sexualidad Isadore Rubin, quien encontró que la franja etaria comprendida entre
los 30 y 40 años era la más proclive a los atentados contra “la moral y las buenas costumbres”. A
partir de datos extraídos de investigaciones, denunció que la incidencia del exhibicionismo en los
viejos no era relevante.
Una de las formas discursivas desde la cual se produjo una relectura de la sexualidad fue la
psicología. Esta mirada, heredada del psicoanálisis permitió pensar el cuerpo como afectado no
solo por del orden de lo biológico sino también por el psicológico. Desde el PSA la sexualidad es
el eje a partir del cual se conforma lo subjetivo. Según la formulación adoptada por Lacan, el
sujeto ‘’es’’ en su relación al deseo.
El erotismo del sujeto está asociado al valor fálico que posee el cuerpo. Lacan señala, que nos
volvemos deseables por la falta que causamos en el otro. Pero, es evidente que los valores
estéticos de c/época habilitan ciertos cuerpos más que otros y que, como sostenía S. de
Beauvoir, es complejo para los viejos ubicarse como objeto de deseo.
La corriente lacaniana se distingue por presentar a la sexualidad sin edad, y por no estar totalmente
subsumida a la genitalidad, lo cual permite abrir el marco de posibilidades en el plano de los goces.
Desde la corriente lacaniana, la psicoanalista francesa Maud Mannoni, propone una visión donde la
cuestión de la vejez resulta inseparable de su construcción social. Puntualiza una temática
recurrente: la desubjetivación progresiva que sufre el anciano ante diversas confrontaciones vitales.
Desde la internación geriátrica, hasta la pérdida de contacto con sus seres queridos.
Para la autora, el deseo sólo está limitado por no tener lugar para el otro, por lo que si este lugar se
restablece, aparecerán otras vías de deseo. Así también, para ella, la sexualidad se halla abierta a
múltiples vías (no limitadas por la genitalidad).
El psicoanalista argentino Leopoldo Salvarezza, propone una novedosa lectura de la vejez desde
un contexto psicoanalítico más abarcativo, que incorpora el saber gerontológico y sexológico. Toma
la noción de sexualidad de una manera similar a la de erotismo y se amplía la lectura inicialmente
acotada de la genitalidad, al tiempo que se la utiliza como marco para pensar el deseo relativo al
otro en sus múltiples articulaciones y a lo largo de toda la vida.
Investigaciones sobre la sexualidad en la vejez
● Se orientan a la POSIBILIDAD más que a la limitación.
● No sólo algunos sujetos continúan con su actividad sexual a lo largo de la vejez, sino que una
pequeña porción la aumenta.
● No se deja de tener relaciones ni deseo por la edad. El deseo persiste.
● Para la mayoría el placer sexual se incrementa con la edad.
● No se observa retiro de la sexualidad ni renuncia del goce.
● Algunas parejas continuaban manteniendo relaciones sexuales incluso después de los 80 años.
● La viudez y el deterioro en la salud eran los principales factores que daban por terminada la
sexualidad en la vejez, no así la longevidad.
CAP 8. De los mitos a los goces. El pluralismo sexual
¿La sexualidad como recurso para el bienestar? Los mitos sexuales de la vejez
La gerontología aborda la sexualidad desde un discurso moderno y científico que se enfrenta a otro
calificado mítico, moralista o puritano y que intenta presentar a la sexualidad y al envejecimiento
como
términos que no se excluyen mutuamente. No sólo eso, sino que considera la vida sexual activa
como un
valor central en la salud. Entre los mitos vinculados con esta cuestión, se encuentran los siguientes:
● La sexualidad no es importante en la vejez
● La práctica sexual no es considera normal en esa etapa de la vida
● No debería alentarse a volver a casarse a aquellas personas mayores que han quedado viudas
● Es lógico que un hombre mayor busque a una mujer joven, pero no lo contrario
● La gente mayor debería ser separada en instituciones por sexo para evitar problemas familiares,
institucionales y comunitarios.
Ebersole y Hess aluden al concepto de ‘’sensualidad’’ que a diferencia de la sexualidad, aparece
como una percepción personal e íntima y a la vez, como una expresión interpersonal. También. se
considera necesario no sólo hallar otros medios para lograr el goce sexual, sino también promover
la masturbación como una forma de dar alivio a tensiones sexuales y mantener en buen estado las
funciones genitales.
Existe una dimensión del erotismo asociada a la fantasía, que revela una medida de goce privado,
muchas veces vergonzante. Este modo de erotismo, se presenta especialmente en las mujeres y es
considerado por ellas como un aspecto importante de su vida.
En torno a la diversidad de goces - Las cuestiones de género
Troll y Parron creen que los roles de género, posteriormente a la mediana edad, tienden a
mantenerse estables y sólo se modifican en una minoría. Sin embargo, otras investigaciones,
sugieren una mayor diferenciación en la temprana adultez y una mayor indiferenciación en la vejez.
Gutmann relaciona este hecho con el tiempo que sigue a la jubilación, cuando el hombre pasa a un
espacio manejado por la mujer y afirma que existe una tendencia a considerar que en esta etapa se
produce una suavización del carácter masculino y un endurecimiento de la mujer. Debido a los
cambios ambientales y de roles sociales, los roles de género se flexibilizan en esta etapa y
permiten mejor adaptabilidad.
Envejecimiento gay y lesbiano
Kelly encontró que la vida sexual de los homosexuales mayores está en gran parte de los casos,
suficientemente satisfecha. Existe una importante evidencia de una considerable porción de viejos
gays y lesbianas que mantienen relaciones afectivas de largo término, o que viven solos pero que
están en pareja.
Quam y Whitford sostienen que la generación actual de mayores gays siente que este momento,
más allá de la homofobia que persiste socialmente, no parece comparable con lo que vivieron en su
juventud. El ‘’tener que salir del clóset’’ en circunstancias penosas y con alto riesgo. Por tal razón,
diversos investigadores especulan que ser homosexual puede facilitar el envejecimiento exitoso. El
haber atravesado esta vivencia de discriminación puede mejorar la capacidad para hacer frente a
otras crisis.
Se estima además, que los cambios de rol asociados con el envejecimiento pueden ser menos
severos, ya que los roles de género son más flexibles a lo largo del curso vital.

¿El geriátrico cura, aísla u hospeda? - El erotismo en el encierro


La situación de los geriátricos carga con los estigmas de la asexualidad atribuidos a la vejez. La
separación del lecho en los matrimonios sigue siendo un rasgo característico de esto, así como la
aplicación de sedantes ante las emergencias de deseos sexuales. El trato colectivo expolia la
privacidad de las vivencias íntimas, entre las que se encuentra el amplio repertorio de lo sexual.
El modo en que este control incide sobre la subjetividad genera una discapacidad aprendida y una
infantilización que lleva a formas diversas de erotismo, donde se reemplaza el acto sexual o la
masturbación por variantes menos elegidas, como la erotización anal o uretral; o una excesiva
preocupación por lo corporal.
La biomedicalización del envejecimiento - Patologías, farmacología y sexualidad
La biomedicalización del envejecimiento, define una ideología social prevalente en la actualidad que
piensa la vejez como un proceso patológico y que, la interpreta desde una perspectiva médica. El
control que se produce sobre los cuerpos viejos, busca eliminar cualquier tipo de riesgo posible, lo
que limita ciertos márgenes de libertad entre los que se incluye la elección de su propio goce.
Uno de los temores más habituales entre los hombres mayores (generalmente) es a la ‘’muerte por
orgasmo’’, al asociar el acto sexual con el ataque cardíaco. También, existe la creencia de que las
mujeres posmenopáusicas, pueden ser más vulnerables a este tipo de muerte. Sin embargo, estas
muertes son extremadamente raras (2 en un millón) y la mayoría se produce en situaciones
altamente estresantes.
Las demencias afectan la sexualidad de modos muy diversos, indican conductas a las que se las
suele catalogar de ‘’inapropiadas’’ como por ejemplo: los viejos pueden presentarse desnudos,
masturbarse públicamente o exhibir una gran desinhibición de su deseo sexual.
La confusión, la agitación y la angustia que sienten por sentirse perdidos o sin control de su
realidad, llevan a demandas de afecto que pueden ser consideradas con connotación sexual o
inapropiadas. Al aferrarse a los otros, besarlos o masturbarse, buscan volver más familiar y
conocido su contexto, es decir; buscan seguridad y sentido.
Tempranamente se observa un deterioro en la función eréctil y en las mujeres, trastornos del deseo
y falta de lubricación durante la excitación. No obstante, la capacidad de sentir placer se mantiene
de modos muy diversos.

Formas de envejecer: condiciones y necesidades de las personas mayores

Sagrario Garay Villegas


Capítulo 5 entre cuerpos, placeres y deberes.
un acercamiento a la sexualidad de mujeres mayores
Los seres humanos somos seres sexuados y sexuales por naturaleza, siendo una dimensión vital
que le permite a estos construir el bienestar personal y sentirse integrados a su medio social. no
obstante Aunque la sexualidad es un proceso subjetivo este involucra elementos Bio culturales que
permiten elaborar la historia y la cultura, lo cual le otorga el carácter Dinámico, espacial y
temporal.
la sexualidad se refiere a una categoría social que los individuos integran a partir de sus
experiencias de percepción e interacción en torno al sexo, al cuerpo y a la sexuacion desarrolladas
en lo biológico, lo psicosocial, sociocultural y lo político.
La sexualidad Entonces es y se materializa a través de un cuerpo que si vienes biológico es el
instrumento y medio de comunicación de lo sexual. en torno a él se construyó en sujetos sexuados
bajo una enorme plasticidad los que operan en esquemas amplios de significación simbólica,
aprendizaje normalización social y desarrollo de experiencias colectivas quedan orden al todo
social. Esta materialización de lo sexual marca simbólicamente diferencias entre los esquemas
corporales, que culturalmente pueden ser ratificados, nulificados, transformados o cambiados de
acuerdo a las necesidades particulares de un grupo social.
no sexual está permeado por un cúmulo de discursos que le dan sentido y significado Al ejercicio
sexual, estos discursos tienen la Consigna de producir un sujeto sexual acorde a las normas
sociales establecidas. Dentro de los saberes discursivos se construye un modelo de sujeto
conforme a ciertos estereotipos en los que se socializa y normaliza el cuerpo y la sexualidad. Es
así se espera que la persona interioricé y viva estas dimensiones de acuerdo al convencimiento
sexual, es decir que se Piense y que sus acciones se orienten de acuerdo a sus características
afectivas funcionales psicológicas así como las asignaciones de los roles sociales.
Consecuentemente la sexualidad se transforma en un producto humano de complejos de saberes
discursivos sexualizante, que para efectos de este escrito, se tomará en el discurso de género y el
edadista como Pilares de control y sanción que inciden en las prácticas y la organización social
normalizada en torno al cuerpo y alosexual.
como producto humano se ha delimitado una sexualidad hegemónica que permite poner en
evidencia los significados y contenidos que permitan los uso del cuerpo y la sexualidad, y que a su
vez enaltecen valores sociales asociados a la belleza, la juventud la salud la higiene, la
reproducción el coito vaginal y la heterosexualidad . Estos estos valores constituyen lo normal y lo
anormal, el bien y el mal, Lo sano y lo patológico, lo divino y el pecado, Por lo que todo lo que
sale de estos convencionalismos es sujeto de prohibición censura e invisibilización.
desde esta concepción de lo sexual sea considerado el uso de la sexualidad y del cuerpo
transgreden las normas sociales, puesto que si la sexualidad está afincada en fines utilitaristas
como la reproducción y la juventud ¿ Cómo poder explicar el ejercicio sexual en Las edades
avanzadas? al no haber explicación se manda la sexualidad al campo de la nulificacion, posición
Qué es agudizada por los estereotipos, mitos prejuicios que atribuyen este grupo poblacional no
sólo como sujetos sexuales sino como sujetos de una categoría social cargada de significados y
simbolismos, que explican no sólo su retiro voluntario de áreas como el deseo, el placer las
relaciones íntimas sino también contribuyen a un proceso de desconexión con todos los sexual.
Las mujeres mayores la sexualidad representa un campo de censura, a la mujer se le exige la
monogamia y la fidelidad comportamiento propio para el fin de la reproducción y la Constitución de
una familia en el matrimonio,Ahí entra juego el papel de la maternidad la que se ASUME como la
mayor expresión de la feminidad, fincada por un deseo imprescindible el instinto de ser madre,
además las mujeres en sociedades donde el género es regulador, aprenden a descorporalizar el
placer y el deseo sexual, haciendo que el ejercicio sexual sea una relación de dependencia y
pasividad con el hombre.
Después del periodo reproductivo- con el inicio de la menopausia se espera que la mujer regrese a
la inactividad sexual ya que ha acabado con el mandato de género destinado a la descendencia.
Es así que la vejez sexual no tiene representación dentro de lo imaginario social, puesto que se
relaciona con una pérdida Inevitable del ejercicio sexual, evento que es alimentado por saberes
sociales, culturales, médicos y religiosos.
Señala Iacub la sexualidad en la vejez ha sido una temática poco abordada desde el punto de vista
cultural, histórico y político, lo cual es reflejo de la nulificacion que la sociedad ha creado acerca de
este tema, silencio que se ha reflejado en el campo de las ciencias sociales al existir limitados
intentos por estudiar el fenómeno desde una visión integral.
precisiones teóricas
La sexualidad Se presenta como dinámica y diversa por lo tanto construida, es ahí donde se
requiere retomar enfoques complementarios como el sociocultural para analizar la complejidad de
esta problemática, de esta manera el filtro teórico de este capítulo es el construccionismo social,
un marco interpretativo a través del cual se accedió de manera subjetiva a la gestión y manejo de
los cuerpos sexuados de mujeres.
Sociólogos como berger y Gergen tienen como principales postulados los siguientes:
1- cada fenómeno social puede y debe ser comprendido solamente En referencia al todo
estructurado
2- todos los fenómenos sociales son hechos históricos
3- y todos los fenómenos sociales aparecen al mismo tiempo como producto y productores de
significado con respecto al todo. pero a su vez le confieren sentido.
entienden las sociedades como una realidad objetiva y subjetiva a la vez ya que señalan que la
producción del conocimiento está mediado por un continuo proceso dialéctico compuesto por tres
momentos: la externalización, la objetivación y la internalización los que ocurren por su ocurrencia
simultánea y tienen como finalidad inducir al individuo a ser miembro de la sociedad. De esta forma
se concibe el conocimiento como algo que se construye y es elaborado por el individuo durante el
proceso de aprendizaje, en el cual el conocimiento y el saber no son fijos sino que son relativos
creando una propia concepción de la realidad y del mundo que se vive.
señalan que la construcción del conocimiento No resulta de las creaciones autónomas de
significado por individuos aislados, sino que comienza cuando el individuo ASUME el mundo en el
que vive con otros. los distintos tipos conocimientos pueden identificarse como versiones
consensuadas de la realidad, producto de la interacción y negociación interpersonal, en donde el
significado no se produce únicamente como resultado de la mente, sino como referencia en el
contexto del discurso que lo sustenta. De este modo se entiende que en los múltiples contextos se
encuentran diversos significados, es decir que para un mismo fenómeno se pueden encontrar una
heterogeneidad de significados, desde el cual se definen interpretaciones distintas para un mismo
fenómeno.
esta teoría señala que los individuos aprenden a nociones de sentido y Significado de acuerdo con
el contexto en el que se desenvuelven , Dentro de este ámbito El construccionismo social Busca
explicar cómo las personas llegan a describir explicar y dar cuenta del mundo en el que viven .Para
ello se toman tres supuestos: el lenguaje, el producto social y el significado.
¿Qué implica tomar el construccionismo social dentro del estudio de la sexualidad en mujeres
mayores? qué la sexualidad y el cuerpo se construyen socialmente, son objeto de
representaciones, significaciones y estereotipos tipificados que son normalizados y aprendidos en
el proceso de socialización imponiendo limitaciones al organismo, así como se pone limitaciones a
la sociedad, constituyendo esto la esencia de la institucionalización en un momento en particular.
En el marco del proceso de socialización y en particular en el de la sexuacion, el individuo se
interioriza que su cuerpo es sexuado, qué es sujeto de deseo y necesidades, De tal suerte que
está sexuacion está mediatizada por las normas, valores estereotipos y formas específicas de las
relaciones sociales establecidas en la sexualidad hegemónicas, esto pone de manifiesto el
mecanismo social mediante el cual el cuerpo y la sexualidad son construidos regulados y objetivos.
No existe una forma Universal de significar la sexualidad puesto que la cultura se encarga de
proveer los esquemas y categorías generales para sistematizar las experiencias sexuales, estas
experiencias influencian la subjetividad del individuo dándole identidad y sentido, sin embargo en el
establecimiento de él continuo sexo sexualidad, existen diferencias y desequilibrios de poder en los
patrones de socialización de hombres y mujeres que hacen de un posicionamiento sexual
asimétrico, lo cual es reflejado en los significados que rodean la sexualidad y el cuerpo del hombre
y la mujer.
Dentro de la estructura cultural se construyen, reconocen y asignar atributos sexuales a hombres y
mujeres a partir del esencialismo del cuerpo, De tal suerte que las diferencias biológicas operan lo
sexual a través del sistema patriarcal.
el cuerpo Encarna espacios privilegiados en la determinación del sexo no sólo se trata de órganos
y funciones sino que está cargado de significaciones, nociones y lenguajes que forman parte de la
cultura y la interacción social. Es así que el cuerpo sexual de la mujer toma una connotación
femenina cuando se le asignan tareas, funciones y roles válidos socialmente, los que mediante la
normalización las mujeres se han apropiado e interiorizado los patrones y normas de
comportamiento. Se se asimila entonces que la cultura tiene como modelo a un cuerpo femenino
sano reproductivo y productivo, que funciona como eje normalizante sal marcar patrones de
simbolización, significación, representaciones y prácticas con respecto al cuerpo y el sujeto
sexuado.
Algunos autores concuerdan en señalar que los usos del cuerpo están referidos a las siguientes
características desde las que se configura una sexualidad femenina patriarcal:
● hetereorotismo obligatorio
● adulta, génito- coital- pasiva, ya que otras experiencias no son reconocidas como tales;
● ligada al amor sin amor no hay erotismo y el amor construido como renuncia y entrega
● en el matrimonio
● confines de procreación y desarrollo de la familia donde el placer y la satisfacción pasan a
un segundo plano
● como mujer objeto para ser usada por otro- como imposibilidad de decisión, de iniciativa, de
sabiduría y de lenguajes propios,
● desde un cuerpo vivido, síntesis de la impureza, del mal y del pecado
● prohibición del autoerotismo, incluso hasta desconocerlo y del homoerotismo genital.
● la sexualidad es considerada como pecaminosa. sólo justificable por los nobles fines de
procreación, debe concluir en la menopausia o más o menos en la quinta década de vida.
● actividades de corte íntimo que no pueden manifestarse en público.
a las mujeres se les sexualisa puesto que se les enseña que tienen un cuerpo sexuado hecho del
que se cobra conciencia bajo los límites de las propias pautas sociales y culturales. Este proceso
se ve modificado también por medio de las etapas de vida, asi cómo de los discursos sexuales
antes que interior y se reproduzca, qué para el tema que nos ocupa representa una serie de
significados paradójico con relación a la sexualidad y en su cuerpo, dando una multiplicidad de
interpretaciones que son producto de una serie de discursos y saberes que se han alimentadosu
subjetividad.
metodología
Se trata de un estudio de corte cualitativo saca través de esta mirada fue posible acceder a relatos
abiertos reflexivos y espontáneos desde los cuales las mujeres construyen su subjetividad en el
ambiente natural del fenómeno objeto de estudio, Cabe señalar que esta investigación forma parte
de un estudio más amplio realizado con hombres y mujeres mayores durante el 2018.
Las eras de las mujeres participantes oscilarán entre los 60 y 69 años de edad. La técnica de
recolección de información fueron las entrevistas a profundidad y la observación participante, se
diseñó una guía de entrevista si una guía de observación, el análisis de la información fue hecha
de forma artesanal por el método de codificación abierta, se construyeron códigos y categoría de
análisis que se derivaron en las preguntas y objetivos de estudio.
Resultados:
El significado que las mujeres mayores le atribuyen a la sexualidad constituye una
continuidad respecto a cómo se dio en otras edades y se relaciona íntimamente con Las
edades y creencias que alimentaron su ejercicio sexual en otras etapas de su vida.
las mujeres se adhieren a determinadas creencias y estereotipos que favorecen la
continuidad de una sexualidad hegemónica que se instala en una sociedad patriarcal, ya
que se caracteriza por la represión y el ocultamiento de la misma, reflejo de una sociedad
que censura la sexualidad femenina, lo cual en este documento nombramos sexualidad
femenina patriarcal. No obstante surgió en una minoría de participantes algunos
mecanismos de ruptura con este patrón en cuanto al uso de su cuerpo, mujeres que se han
atrevido a salir de los esquemas establecidos y que han tenido un ejercicio más libre de su
sexualidad en su cuerpo clasificados como sexualidad como ruptura patriarcal.
visto que existe una polarización de los relatos de las mujeres los resultados están
estructurados en una serie de apartados.
Sexualidad femenina patriarcal:
Dentro de este patrón de análisis se pudo constatar que las construcciones sociales dominantes de
feminidad ocupan un lugar preponderante en la vida de las mujeres mayores, construcciones que
le permiten actuar como matrices de sentido respecto a si mismas hacia otras mujeres y hacia los
otros varones. De tal forma que en los relatos se evidencia un apego a las construcciones sociales
de feminidad, maternidad y emociones derivadas de estas. Es así que la categoría social de
madre es percibida como elemento determinante en la vida de las mujeres, que incluso se
considera en el centro de la identidad de género.
así Dentro de la construcción social presente en los discursos enfatiza El Deber ser tradicional de
la mujer de casa, la madre, la abnegación, el servicio a los demás, la pasividad la dependencia
sexual y la invisibilización lo cual se concuerda con los valores sociales y culturales con los que
estás mujeres fueron sociabilizados y desde las que se definen el uso de su cuerpo. Estos estos
discursos muestran la autocensura de las mujeres para tener un ejercicio sexual y erótico que
exceda los parámetros establecidos socialmente, premisa que han sido ampliamente discutidas en
la literatura.
Cuerpo funcional:
los discursos silenciados:
Como punto de partida dado el peso de los estereotipos y prejuicios que rodean la sexualidad en la
vejez, para las participantes fue difícil hablar sobre el tema, existió resistencia para traspasar el
espacio íntimo, hablar de esas cosas con una desconocida les resultó incómodo, conversar sobre
lo sexual aparece como algo inapropiado.
Ser madre como prioridad:
La sexualidad dominante está ligada a la capacidad reproductiva de la mujer dentro de los relatos
de los participantes ubicadas en este patrón, Por lo que su cuerpo adquiere un significado de y para
la maternidad. De esta forma ellas adquieren la categoría de sujeto en lo que respecta la
reproducción, como pareja y como madre ideal, este estatus de sujeto no sexual sino reproductivo
niega la existencia de la libido, del deseo y del erotismo de las mujeres situándolas en el plano del
hogar y del cuidado de los hijos. Por tanto, se muestran como pasivas en La Búsqueda del placer
sexual, percibiéndose más como madre que como sujeto sexuales.
desde la visión de las entrevistadas el hecho de tener hijos las orilla consagrarse Al cuidado y la
crianza, situación que las excluye de seguir manteniendo contacto sexual.
La menopausia fría:
Dado que la maternidad representa para las mujeres un hecho biológico cargados de sentidos es
coherente que el perder la capacidad reproductiva entra en crisis con la función socialmente
atribuida al cuerpo sexual, pausia es un evento importante para la vida de las mujeres hecho que se
ha colocado socialmente como condicionamiento del deseo sexual, e incluso puede ser un
parteaguas en esta etapa de sus vidas. Alrededor de este evento se han gestado un conjunto de
significados sociales que determinan que a partir de la menopausia todo placer y deseó desaparece
o está prohibido, lo cual sugiere la sublimación de las necesidades sexuales y afectivas.
cuando termina la menstruación algunas mujeres sienten haber perdido una parte de sí misma, de
lo que las Define e identifica de en su carácter de reproducción, y por lo tanto se presentan
también el temor a lo que algunos autores han denominado la menopausia fría, la menstruación es
un simbolismo de la procreación, por lo tanto al no haberla se muestra como el camino que lleva
inevitablemente al cese de la actividad sexual.
Sólo con la bendición de Dios:
Dentro de los relatos Se observa que el matrimonio es el espacio de legitimación en donde las
relaciones sexuales son permitidas ya que siendo producto de una sociedad conservadora y
apegada a referentes morales y religiosos, la sexualidad se reduce al uso instrumental del sexo en
el matrimonio, elemento que da reconocimiento social, y herencia de una cultura judeocristiana.
Conviene subrayar que el discurso judeocristiano fue un recurso a lo largo de las entrevistas qué
las mujeres utilizaron para entenderse a sí misma y explicar la sexualidad, la educación religiosa
ha supuesto una limitación importante para la vivencia de la sexualidad como un espacio propio y
legitimado de satisfacción y realización personal.
la negación y el olvido:
La negación de la sexualidad se asocia con la pérdida de la reproducción y la capacidad Funcional
que explicaba su ejercicio.

Cuerpo para el placer:


Una máquina: el sexo carente de placer
En la cultura patriarcal existe poca aceptación del placer sexual femenino, lo que ha llevado a
estigmatizar y desvalorizar a las mujeres que responden activamente a este, iacub al respecto
afirma que históricamente se ha ahogado la capacidad de las mujeres de sentir placer durante el
ejercicio de su sexualidad, puesto que ellas no descubren sus propios procesos de placer, las
zonas de su cuerpo, ni las prácticas que le permitan disfrutar. En en la pasividad aprenden a
participar en el acto sexual desde la subordinación, y en la entrega, aman a los hombres, se les
someten y son sus aprendices, pero sin la permisividad de sentir placer corporal.
coria sostiene que el mismo sistema patriarcal jerarquiza y discrimina el deseo sexual femenino,
en las entrevistas realizadas se pudo observar que no existe una apropiación subjetiva del cuerpo
para el placer, sino algo mecánico donde las mujeres aprendieron a participar sin mostrar sus
deseos con sus parejas, ni mucho menos cuestionarlos a ellas mismas, esta idea enlace la idea
de un cuerpo objeto no un cuerpo para el placer subjetivo.
uno de los resultados tal vez el más importante y general generalizado es la frigidez, lo que
algunos autores señalan como feminidad castrante.
Prohibido tocar
El autoerotismo o la estimulación de la zona erógena o masturbación femenina no constituyen una
práctica suficientemente instalada en la vida cotidiana de las mujeres, en vista de que sobre esa
práctica se sitúan prejuicios y estereotipos que hacen de su ejercicio algo pecaminoso, sucio y
perverso. Este este hecho ha producido una fragmentación del cuerpo femenino con sus zonas
erógenas, en este caso para las mujeres el autoconocimiento de su propio cuerpo es motivo de
vergüenza pudor y rechazo hecho que deja de manifiesto una educación sexual restrictiva que ha
sido interiorizado.
sherry y Harriet Puntualizan que la mujer no se siente con el derecho de desear a alguien tampoco
a la auto estimulación para provocar el propio placer ya que suele percibir su cuerpo como objeto
de trabajo sacrificio y sumisión en la espera de uno otro Quién es el que descubre su sexualidad, lo
cual la hace dependiente.
cuerpo como instrumento de servicio: El Deber antes que el placer
Lagarde comenta que el cuerpo femenino está formado por los cuerpos de las mujeres y por todos
aquellos que las ocupan, el cuerpo de la mujer del cuerpo limitado por la piel de cada una todas las
extensiones que se les atribuye el cuerpo de la mujer incluye también los cuerpos y las vidas de los
hijos y de los conyuges, las instituciones jurídicas y políticas. Asi A lo largo del ciclo de la vida el
cuerpo femenino es un cuerpo ocupado.
El cuerpo de las mujeres Además del reproductivo fue un cuerpo de trabajo al Servicio del otro
dentro del espacio doméstico, área considerada femenina dentro del sistema sexo- género. Las
mujeres en este obtienen por medio de el nombre, estatus, Rango adscripción, reconocimiento de
los hijos y manutención económica, pero también atención afectiva, los cuales Son recursos
desde los cuales se permiten experimentar gozo, Claro está no es un gozo sexual.
Entonces se espera que ellas sean quienes asuman las tareas no sólo del cuidado y socialización
dentro de la familia, sino también que se hagan cargo de las funciones dentro del hogar como los
quehaceres domésticos, en tal caso las mujeres se sienten abrumadas por las actividades que
socialmente se les confiere, así aspectos como las relaciones emocionales la vinculación afectiva,
el goce, la pasión y el amor pasan a un segundo plano.
durante toda su vida de casada quién enfatiza que más allá de las caricias o abrazos, para ella es
más importante que su esposo contribuye a la tarea doméstica, siendo una actividad que ayudaría
equilibrar la relación de pareja.
el cuidado como forma de ser mujer
La sexualidad verse reprimida se traslada a otras dimensiones para contrarrestar la pérdida o la
insatisfacción, Para ello se vale de otros objetivos y o actividades que la ayudan a compensar el
aspecto sexual, dentro de ésta Se movilizan a la realización de actividades diversas en las que se
encuentran placer como el trabajo la música el cuidado de los nietos grupos religiosos entre otro.
Hablando específicamente del cuidado las mujeres aceptan el deber moral y social de hacerse
cargo de los otros, la mujer ASUME el cuidado de los miembros de la familia como un compromiso
natural definido como una responsabilidad y una tarea que le corresponde socialmente. En este
sentido el cuidado se constituye social y culturalmente como una tarea femenina circunscrita al
ámbito privado doméstico y que en este caso utiliza como mecanismo de negación a su sexualidad.
Sexualidad como ruptura patriarcal.
Un hallazgo de esta investigación lo constituyó la aparición de una sexualidad que rompía
con los significados socialmente dominantes, ya que dentro de los relatos de algunas
mujeres participantes se descubrieron significados que otorgaban a la sexualidad y el
cuerpo un espacio lúdico, permisivo y flexivo. Dentro dentro de la dinámica social Existen
un proceso de alteración que viene a modificar y cuestionar el proceso de socialización
aprendido, siendo el caso de los relatos considerados en este apartado, las mujeres
mostraron una subjetividad abierta al gozo y el placer que si bien comentaron la importancia
de los afectos, también puntualizaron el disfruto del coito, lo cual se considera una
incursión o un espacio típicamente masculinizado, el del Disfrute del falo.
además de una apropiación del cuerpo para el disfrute el gozo y el placer.
Cuerpo reproductivo: el desvanecimiento de la reproducción
Para las mujeres mayores existe una mayor permisividad del acto sexual sin la preocupación del
embarazo, ito para el que fueron socializadas durante toda su vida, Consecuentemente aparece
este una ruptura los significados y el mandato sociocultural de la reproducción y la maternidad, tal
hecho podría leerse como la oportunidad que expresan las mujeres mayores de vivir la experiencia
sexual más allá de lo socialmente establecido.
el hecho que existe un divorcio de los términos sexualidad- reproducción aparece en pocos
discursos de las mujeres, especialmente en aquellas con mayor nivel de escolaridad y mayores
recursos económicos, elementos que les han dado la posibilidad de ampliar su margen de
referencia en cuanto a temas sexuales visión con el que se deriva el concepto “Mariano” de la
sexualidad.
la menopausia como Liberación
A pesar de la carga de significado que tienen la menopausia Para algunas mujeres representa una
etapa de mayor libertad y posibilidad de disfrutar ótico que depende de los recursos como la
escolaridad, las relaciones sociales que establece no mantienen, la capacidad de relaciones
afectivas que establecen y de los Ecos del discurso biomédico en sus vidas.
la sexual posmenopáusica no es uniforme, de acuerdo con coria Para algunas mujeres es un
Quantum y se mantiene Después de ella, con los cambios evidentes que responden a la
experiencia y al cuerpo mayor, Mientras que otras se aprovechan este momento para replantearse
la relación e incluso para finalizar no sólo su vida reproductiva sino también sexual, Claro está que
esta decisión tiene que ver con la situación personal, emocional, consultor al y física
cuerpo para el placer: el placer para sí mismo:
Dentro del trabajo de campo se pudieron observar resistencias de las féminas a los mandatos
socioculturales, las cuales abrieron un panorama de posibilidad de gozo y placer, permitiéndose
ser sujetos de deseo y de placer.
este patrón permite construir nuevas formas de subjetividad en las cuales remiten a un carácter
reflexivo y transformativo de los significados sociales dominantes en la cultura patriarcal.
La construcción de la sexualidad como ruptura se encontró sobre todo en mujeres con mayores
niveles de escolaridad, Independencia económica y con una posición media alta, lo cual es de
especial interés al considerar que han sido mujeres que a pesar de estar insertas en un contexto
mediatizado por valores sociales que proscriben a la vejez como asexual no han tomado estos
preceptos para Sí y han construido significados alternos a los hegemonicos, lo cual habla de una
multiplicidad de interpretaciones.
hablando de esto en las narrativas se advierte un cambio en la calidad de las relaciones, por lo
que se amplía la capacidad de disfrute por lo tanto, se puede dar paso a una relación menos
genital, en la que adquiere mayor protagonismo otro tipo de prácticas sexuales como la proximidad
física, las caricias los besos la estimulación de zonas erógenas, los abrazos y el acompañamiento.
Yo sola me hago el amor
Estas mujeres señalan a la masturbación como un espacio de intimidad personal como un elemento
que ayuda a afrontar el estrés, a liberar tensiones como placer y espacio para la Fantasía, y sobre
todo como continuidad de la actividad sexual con o sin disponibilidad de pareja.
tal práctica según lo expresan las entrevistadas se han ayudado a mantener con autonomía sexual
y a fomentar el autoconocimiento y la libertad, Además de que las mujeres mayores incorporan el
autoerotismo, desafiando la idea de que la satisfacción está en un solo órgano sino en toda la
persona lo cual amplía los recursos de disfrute.
Cuerpo lúdico
De acuerdo hayaku la corporalidad de la sexualidad no sólo se hace visible en el aspecto genital
sino a través de los juegos, los pensamientos y las fantasías, que implican signos y rituales de
intercambio simbólico, tales como el uso de objetos eróticos, los códigos y las palabras la creación
de fantasías a partir de la imaginación y los recuerdos.
las fantasías sexuales son representaciones mentales imaginarias que estimulan la exitación, el
placer y el deseo, ya que a su vez permiten la creación del preámbulo amoroso sexual. En el caso
de las mujeres mayores reconocieron la importancia de tener pensamientos y fantasías sexuales en
esta etapa de la vida con lo cual se evidencia un reposicionamiento de su cuerpo y de su
sexualidad.
reflexiones finales:
Los resultados acerca de los cuerpos deberes y placeres mostrados en este capítulo,
permiten constatar que aún están presentes los discursos que hacen alusión a un uso
feminizado del cuerpo. Cabe Resaltar que las participantes no sólo interiorizan los
discursos sociales, sino que a su vez se ven reflejados en un trabajo de reflexión y
elaboración subjetiva de los significados que circulan en el mundo social.
Dentro de los significados dominantes de la sexualidad femenina de acuerdo a los
discursos de género, los expertos en el tema señalan los asociados a la genitalidad, el
coito, las prácticas unidireccionales, la juventud, la reproducción y la maternidad.
es así que dentro de los discursos se puso constatar que determina dos significados
sociales sobre todos los asociados a la reproducción y a la maternidad ocupan un lugar
predominante en la vida de las mujeres mayores, lo que se nombró sexualidad femenina
patriarcal. está Le permita actuar como matrices de sentido respecto a sí mismas, hacia
otras mujeres y hacia los otros varones, de tal forma que los discursos se evidencia un
apego a las construcciones sociales de feminidad, maternidad y las emociones
sobrecargadas de significados, las cuales marcaron los principales usos que las
participantes hacen de su sexualidad y su cuerpo.
en los discursos se enfatiza El Deber ser tradicional de la mujer de casa, la madre, al
servicio de los demás, la dependencia sexual, lo cual se concuerda con los valores sociales
y culturales con los que estas mujeres fueron socializadas. Estos discurso muestran la
autocensura de las mujeres para tener un ejercicio sexual y erótico que exceda los
parámetros establecidos socialmente.
no hay qué omitir qué, durante el proceso de análisis de estas narraciones se observaba
un diferente posicionamiento frente a la sexualidad y el cuerpo el cual varía va dependiendo
de la edad, el nivel socioeconómico, la ocupación la escolaridad y el poder adquisitivo que
tenían las mujeres mayores, en este caso podemos hablar de significados móviles
contrapuestos e inadecuados representando una subjetividad en crisis, ya que para la
persona mayor representa un conflicto interiorizar los discursos modernos de exaltación de
la sexualidad cuando ellos han sido producto de una educación represiva y poco tolerante,
y de las construcciones sociales que giran en torno a ella. Esto se muestra en las diversas
narrativas en las mujeres mayores había apertura en ciertos aspectos del fenómeno, pero
muestran una visión más arraigada a lo tradicional en otras dimensiones.

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