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Instituto de Psicología Clínica

Trabajo Final de Grado-Monografía

CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD

ADOLESCENTE EN LA SOCIEDAD ACTUAL

Docente Tutora: Silvana Contino

Docente Revisora: Sandra Sena

Estudiante: Virginia Cabrera Lazzo

C.I. 3771189-2

Montevideo, junio del 2019.


Resumen

La adolescencia implica un proceso de construcción y reconstrucción, una etapa


de crisis que conlleva cambios complejos ya que engloba lo biológico, lo
psicológico y lo social.

Pensarla como una transición entre la niñez y la adultez impide que se la


reconozca como un momento importante en el desarrollo del ser humano ya que no
es una preparación para la vida, sino que conforma la vida misma. Constituyendo
esta etapa de la vida de los sujetos, la primordial, para el arduo trabajo de la
construcción de su identidad, obteniendo por ende cada quien una subjetividad
singular.

Las adolescencias forman un entramado de pensares, sentires y actuares


teniendo cada adolescente un contexto social único, con su propia cultura, con
diversos referentes adultos que acompañarán o desatenderán este proceso.
Teniendo en cuenta la sociedad que hoy les toca vivir a todos/as.

Dadas las condiciones que en la actualidad se presentan, arrastrando a los


individuos, los adolescentes han cambiado las formas de construir sus bases.
Hoy más que nunca tratan de insertarse en grupos de pertenencia con quienes
puedan compartir sus particularidades, siendo esto muchas veces positivo o
negativo, dependiendo de las características de cada grupo.

De todos modos es de vital importancia la participación y sostén de los/as


adultos en esta etapa adolescente. Más allá de los cambios experimentados por la
sociedad, los adolescentes necesitan de ese mundo adulto contenedor, capaz de
guiarlos en esta compleja tarea de poder sentirse alguien y encontrar su lugar en el
mundo. Logrando de esta forma llegar a ser seres singulares en sí mismos y poder
ser conscientes de ello.

Palabras clave

Adolescencia(s), identidad(es), subjetividad(es), sociedad.


ÍNDICE

1) Introducción………………………………………………………………………..1

2) Precisando conceptos……………………………………………………….......2

_2a- Adolescencia………2

_2b- Identidad……………4

_2c- Subjetividad………..7

_2d- Sociedad……………8

3) Desarrollo………………………………………………………………………..11

4) Conclusiones…………………………………………………………………….28

5) Referencias bibliográficas….………………………………………………....31
1) Introducción

‘’No hay adolescentes sin problemas, sin


sufrimientos, este es quizá el período
más doloroso de la vida. Pero es,
simultáneamente, el período de las
alegrías más intensas, pleno de fuerza,
de promesas de vida, de expansión’’
(Dolto, 1989).

El presente trabajo pretende cuestionar y entender qué es lo que ocurre en la


construcción de la identidad en las adolescencias actuales, teniendo en consideración que la
adolescencia es la etapa de la vida en la cual los sujetos atraviesan por un proceso tanto a
nivel individual como social.
La elaboración de la identidad implica un trayecto que comienza a configurarse a partir de
ciertas condiciones propias de las personas. Dichas condiciones corresponden la identidad
personal, haciendo referencia al conjunto de rasgos y características que diferencian a un
sujeto de otro, es lo que cada individuo trae consigo, lo que es inherente a los mismos.
Como describe Bajardi (2015), tratándose de una identidad subjetiva, es decir como cada
sujeto se ve y se describe a sí mismo.
Además de lo que le es propio a cada uno, se hace necesario visualizar que los seres
humanos son sujetos sociales, lo que significa entender que los individuos se desarrollan
inmersos en diversos grupos sociales. Estos últimos condicionan las distintas identidades
que construirán los/as adolescentes a partir de las múltiples historias de vida, los diversos
contextos culturales, las variadas experiencias vividas por cada sujeto. Será a partir de lo
antedicho que los/as adolescentes forjarán sus cimientos. Bajardi (2015), sostiene que en
relación a la identidad social se habla de una identidad objetiva, en otras palabras, como nos
ven los demás, encontrándose ambas entrelazadas.
A partir de entender la trascendencia de los distintos contextos en la elaboración de la
identidad, se considera indispensable vislumbrar las acciones del mundo adulto para con el
mencionado proceso, ya que el mismo será el responsable de habilitar u obstaculizar dicho
trabajo. Es necesario tener en cuenta que son los/as mismos/as quienes tienen el deber de
orientar y dirigir a los/as adolescentes de acuerdo a su edad, evolución y desarrollo, deberes
que en muchos casos permanecen ausentes.

Es importante poder considerar también la sociedad en la cual las diversas


adolescencias desarrollan sus bases, es decir edifican sus identidades.
Se utiliza el término adolescencias, como plantea Unicef (s/a), ya que los adolescentes no
configuran un grupo idéntico. Lo que puede plantearse como común entre ellos/as es la
edad, ya que habitan realidades distintas y por ende poseen necesidades diversas. Por lo
tanto se considera la existencia de múltiples de ellas, vislumbrando que cada adolescente
posee una historia única, experiencias que les son propias, formas de vida particulares,
vínculos sociales diversos, lo que lleva a que cada sujeto sea un ser singular en sí mismo.
Por este motivo se considera imposible hablar de la adolescencia como si existiera una sola
y se utiliza el concepto adolescencias. Tratando por ende de construir cada uno/a una
identidad, una forma de ser y un estar en el mundo como sea posible, acreditando que
ninguna será igual a la otra.

1
La adolescencia se trata de un proceso psicológico y psicosocial, que varía de persona a
persona, de familia a familia y de época histórica a época histórica. Es una etapa que está
sujeta a cambios y modificaciones continuos, llena de dinamismo, mutable en sí misma.

Como describe Lozano Vicente (2014), actualmente existen variadas concepciones y


teorías que han explorado el término adolescente, contribuyendo a la universalidad de la
idea de adolescencia. Por dicha razón se hace notoria la no existencia de un modelo
universal adolescente.

En lo que refiere a la sociedad actual, se visualiza que la misma ha atravesado un


cambio a lo largo del tiempo, llegando hoy en día a transformarse en una sociedad que
cambia vertiginosamente, con una pérdida del papel educativo de la familia, la oferta de un
consumo sin límites, la falta de horizontes de un futuro certero, la sobre estimulación
sensorial y la sobreexcitación sobre una subjetividad en construcción. Es evidente que lo
antedicho implica transformaciones en los distintos roles, ya sea desde el lugar del mundo
adulto, como también el de los /as adolescentes.

Los conceptos necesarios a desarrollar en la presente monografía para cumplir el


objetivo y tener un sustento serán: la adolescencia y los cambios que la misma implica en
los sujetos. Se trabajará el concepto de identidad especificando como los/as adolescentes
construyen la de cada uno/a. Se hará hincapié en las distintas subjetividades de hoy en día,
así como también se tratará de visualizar como se presenta la sociedad actual especificando
los cambios del mundo adulto y las repercusiones en las diversas adolescencias.

Para dar asertividad al presente trabajo se hará un recorrido a través de diversos/as


autores/as entendiendo la necesidad de sustentar diversos conceptos dentro de un marco
teórico consecuente.

2) Precisando conceptos

Si bien resulta casi imposible separar los conceptos adolescencia, identidad y


subjetividad, se hará lo posible por intentar definirlos por separado. Se plantea la dificultad
de separar los términos mencionados, ya que en la adolescencia es cuando los sujetos
realizan el proceso de construcción de su identidad, obteniendo de esta forma una
subjetividad que les será propia a cada individuo. Se entiende que son conceptos que se
encuentran entrelazados, por lo que la adolescencia implica en sí misma.

_2a- Adolescencia

Para comenzar a definir qué es la adolescencia, se toman las palabras de Pérez Olveda
(2006), quien expresa que ‘’La adolescencia representa un fascinante periodo de transición,
marcado por la emergencia de nuevas capacidades cognoscitivas y cambiantes
expectativas sociales que, en conjunto, moldean y afectan profundamente la propia
naturaleza del concepto de sí mismo’’ (Pérez Olveda, 2006, p.46).

2
Como señala Frioni (2005), la adolescencia es una etapa crucial en la estructuración
psíquica del ser humano ya que en los/as adolescentes se producen movimientos a nivel
inconsciente. Esta etapa conlleva a un retoño pulsional accediendo de esta manera a una
probable sexualidad genital, el o la púber sufre una real transformación corporal, psíquica y
social, el cuerpo padece un desdoblamiento. Por un lado se encuentra con su propia
persona, lo que le es propio y al mismo tiempo aparecen diversas manifestaciones en él/ella
vividas como extrañas, los cambios producidos en su cuerpo producen modificaciones en su
forma de ser y convivir con otros/as.

Desde una postura biologicista según Knobel (1971) la adolescencia es:

La etapa de la vida durante la cual el individuo busca establecer su identidad adulta, apoyándose
en las primeras relaciones objetales-parentales internalizadas y verificando la realidad que el
medio social le ofrece, mediante el uso de los elementos biofísicos en desarrollo a su disposición
y que a su vez tienden a la estabilidad de la personalidad en un plano genital, lo que sólo es
posible si se hace el duelo por la identidad infantil.
(Knobel, 1971, p. 39).

En más intentos por entender cómo se desenvuelve esta etapa de la vida, desde una
postura psicoanalítica, al igual que la de Fiorini (2005), se cita a Kancyper (2005), quien
relata que lo que caracteriza a la adolescencia ‘’es el encuentro del objeto genital
exogámico’’ (Kancyper, 2005, p. 43), es decir, se espera que vuelquen sus deseos hacia un
objeto exogámico. El/la adolescente deja de ser auto erótico y pasa a tener un objeto de
amor. ‘’El período de la adolescencia sería a la vez un punto de llegada y un punto de
partida fundamentales’’ (Kancyper, 2005, p. 43).
Como punto de llegada el/la adolescente puede concientizarse de hechos, de supuestos
anteriores que durante la infancia permanecieron enmudecidos y es en este proceso, en
esta etapa de la vida obtienen significado pudiendo producir en algunos casos resultados
enfermizos.
Por otro lado como punto de partida es un período que lleva a abrirse a novedosos
significados obteniendo de esta forma impensables descubrimientos.
Plantea Kancyper (2005): ‘’se desata un recambio estructural en todos las instancias del
aparato anímico del adolescente (…) y la elaboración de intensas angustias que
necesariamente deberá tramitar (…) para acceder a la plasmación de la identidad’’ (p. 44).
El autor hace referencia a la confrontación generacional y fraterna, la cual necesita de la
aceptación de ese/a otro/a, es decir requiere como algo fundamental, la aprobación y
existencia de nexos parento-filiales y con sus hermanos/as.

La adolescencia representa un momento trágico en el ciclo vital humano, porque en esta etapa
se requiere sacrificar la ingenuidad inherente al período de la inocencia de la sexualidad infantil y
el azaroso lugar desconocido y pasivo a la vez del juego de las identificaciones alienantes
impuesta al niño por otros. Éstas deberían ser develadas y procesadas en esta fase del
desarrollo para que el adolescente alcance a conquistar un conocimiento y un inédito
reordenamiento de lo heredado, y dar a luz a un propio proyecto desiderativo sexual y
vocacional. Proyecto que logrado estructurara y orientará su identidad.
(Kancyper, 2005, p. 47).

El/la adolescente a partir de su momento lógico, desde que va adquiriendo un pensamiento


crítico, empieza a ser identificado en su representación como tal en un lugar definido, lo que
implica el comienzo de su identificación e identidad sexual. El narcisismo primario sería un
estado precoz, narcisismo como un escalón necesario, presente a lo largo de la
construcción de la personalidad. El mismo estará presente a lo largo de la vida
presentándose como un precedente permanente; sin embargo en los/as adultos/as, una
razonable cantidad de narcisismo sano permite equilibrar la percepción individual de las

3
propias necesidades en relación con los/as otros/as, esto es a lo que el/la adolescente
debería llegar. Desde el mismo el/la adolescente deberá llevar a cabo un trabajo de
reconstrucción para obtener ‘’su condición subjetiva de un ser vivo con existencia propia’’
(Kancyper, 2007, p. 30).
En las adolescencias siguiendo con el autor antedicho, se presenta la exigencia de
abandonar el ser por medio de sus padres y hermanos/as para llegar a la conquista de ser
por él/ella mismo/a, lo cual necesita de la renuncia de la imagen idealizada y remota de sus
padres para descubrir en otros/as novedosos ideales, esto conlleva el duelo por el ser
infantil y el duelo por esos padres de la infancia. Por ende podría decirse que tal hecho
implica un desafío que impulsa ‘’el crecimiento hacia la individuación del adolescente’’
(kancyper, 2007, p. 36).

En la misma línea que plantea Huere (2005), se puede decir que la adolescencia para
los/as adultos/as del mundo actual representa una suerte de espejo frente al cual los/as
mismos/as ven sus propias incompatibilidades, al mismo tiempo que sus enigmas, lo que
lleva a una serie de resistencias que van desde la admiración hasta la contradicción para
con esta etapa de la vida.
Continuando con el mismo autor, se describe que los lazos entre la adolescencia y la
sociedad han fluido en dos líneas actuando uno sobre el otro e inversamente, la sociedad
persuade a los/as adolescentes con sus modelos identitarios implantando modelos
identificatorios, mientras los/las mismos/as como grupo etario proceden sobre la misma
como sostén para la proyección, rechazo o idealización, lo que necesitan para obtener su
visualización del mundo.

Se coincide con Cao (2009), cuando describe que los adolescentes se encuentran frente
al decaimiento de los recursos que poseían en su niñez, obligándolos en cierta forma a la
transformación de su narcisismo, reformulación identificatoria, búsqueda de modelos, de
sentimientos de pertenencia. Proceso que se lleva a cabo mediante el desapego de las
figuras parentales y una salida exogámica.
Dicho tránsito comienza con la exploración de puntales en los cuales puedan apoyarse, al
mismo tiempo que sustentarse, y de esta forma ser capaces de lograr un modelo identitario
que se ajuste a las novedosas demandas que la sociedad impone.
En este camino los adolescentes se unen a sus grupos de pertenencia, compartiendo sus
miedos, alegrías, buscando referentes que tengan sus mismas afinidades; para lograr de
esta manera una búsqueda de su identidad.

_2b- Identidad

Para trabajar con el concepto de identidad, se comienza con los siguientes autores. La
adolescencia, como plantean Grassi y Córdova (2010), conlleva una crisis de identidad, un
duelo por el ser infantil, un período de crisis. Dicha crisis por la identidad, así como también
el duelo por el ser infantil, se enlazan a la idea de subjetividad, el sujeto en esta etapa de
la vida crea sentidos que fortalezcan su Yo, lo que implica un engranaje de identificaciones-
desidentificaciones obteniendo el/la adolescente novedosas identificaciones, cancelando al
mismo tiempo otras arcaicas. Lo que trata de descubrir es ¿quién es?, visualizando
mediante esta pregunta identificaciones que viven en el/la adolescente las cuales empiezan
a ser refutadas.
También en esa lucha por la construcción de identidad de los/as adolescentes,
parafraseando a Grassi y Córdova (2010), juega un papel primordial, el de la familia, dónde
se encuentra presente una urgencia, la misma consiste en que los/as adolescentes se
alisten, se inscriban en una equivalencia distinta de la infantil, diferente de lo que ya
conocen y también alejada de lo parental. En relación a esto para el/la adolescente es

4
necesario el corrimiento y reubicación generacional, lo que conlleva el deseo de muerte de
esos padres como operaciones simbólicas registrando de esta forma la temporalidad, es
decir, fabricar un pasado que propicie un futuro en el que se encuentra un por-venir y en el
que no falta el azar.

Para continuar visualizando el proceso de construcción de identidad, se vuelve a retomar


a Pérez Olveda (2006), él que describe, que en el caso de la construcción social de la
identidad, es fundamental que los acontecimientos sociales ocurren en el ámbito de una
sociedad determinada y son aceptados como naturales a ella, siendo producto de la cultura,
llevando a quienes la integran a tener una mirada de la realidad similar a quienes la
comparten. ‘’La identidad es una construcción social, (...) el concepto de sí mismo
representa, (...) la incorporación de las actitudes de la personalidad que personas
importantes consideran fundamentales. Los padres, (...) los amigos íntimos, (...) representan
la fuente principal de dicha retroalimentación’’ (Pérez Olvera, 2006, p. 49).

En este proceso de encontrar su identidad el/la adolescente recurre a sus pares, creando
así un grupo. Este grupo lejos de crear identidades individuales para cada integrante crea
"un proceso de identificación masiva, en donde todos se identifican con cada uno" (Knobel,
1971, p. 59). Debido a que esta etapa se encuentra unida al proceso de duelo por los padres
de la infancia, en ocasiones ocurre que "el proceso es tan intenso que la separación del
grupo parece casi imposible y el individuo pertenece más al grupo de coetáneos que al
grupo familiar" (Knobel, 1971, p. 60).

Esta tendencia grupal es de suma importancia ya que reemplaza en ciertas ocasiones la


dependencia que había con la familia, con los/as referentes adultos/as, implicando que el
mismo grupo con el cual el/la adolescente se determina, va a colaborar con la transición
hacia el mundo adulto, a una supuesta identificación. Entendiendo que el/la adolescente
debería superar el período de tendencia grupal lentamente desligándose del mismo, para
iniciar así un proceso hacia la identidad adulta, hipotetizando que los/las mismos/as poseen
las herramientas necesarias para formar su uniformidad y capacidad para afrontar las
adversidades, como describe Pazos (2007).

Esta disponibilidad previa de un capital simbólico, la posibilidad de mentalizar, va a permitir que


el púber pueda transformar las imágenes corporales nuevas, intensas, inéditas y traumáticas,
procesarlas y apropiarse de estos cambios radicales, extraños a todo lo ya conocido. Ésta
transformación, primero biológica y corporal, sexual, la irrupción de la genitalidad adulta, la
sexualizaciòn del pensamiento, desencadena poderosos procesos mentales a los que el
individuo debe dar trámite a través de la representación de la palabra, es decir la simbolización
del pensamiento, liberando las capacidades del adolescente, sus potencialidades en la
producción del pensamiento.
(Pazos, 2007, p. 108).

Dentro de las características de la etapa transitada en las adolescencias, Knobel (1971),


señala que se encuentran la búsqueda de sí mismo y de la identidad, la tendencia grupal,
las crisis religiosas, la desubicación temporal, la evolución sexual manifiesta, la actitud social
reivindicatoria con tendencias anti o asociales de diversa intensidad, se presentan también
contradicciones sucesivas en todas las manifestaciones de la conducta. Se observa la
separación progresiva de los padres y las constantes fluctuaciones del humor y del estado
de ánimo.

Zermoglio (2013) en su artículo ‘’El síndrome de la adolescencia normal’’ agrega a las


características planteadas por Knobel (1971), la necesidad de intelectualizar y fantasear.

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Todas las características se encuentran entrelazadas unas con otras, conformando el
desarrollo, la transformación o esta etapa de la vida llamada adolescencia.

En este proceso del duelo por la identidad infantil y en la construcción de identidad de


los/as adolescentes como menciona Klein (2006), es fundamental también el papel de la
institución, desde la más micro como la familia, hasta la más macro como lo es la sociedad.
El individuo, su autonomía y la institución se labran juntas para que el sujeto pueda ir
logrando cierta solidez a través de cambios que se van produciendo en él, por este motivo
es fundamental que la institución pueda soportar la capacidad discursiva de los/as
adolescentes. Hoy en día se presenta un cambio en las instituciones, lo que tiene
repercusiones en lo psíquico y por lo tanto en la construcción de subjetividad.

La identidad no es nunca algo estructurado y definido: se va construyendo. En el seno de las


redes de interacción familiares, profesionales y sociales que sitúan a un individuo en el mundo,
en cada momento de su vida se construye y reconstruye permanentemente el conjunto de
rasgos fundamentales que definen a una persona frente a otra y por los cuales esta persona es
re-conocida. Estos rasgos no son neutros, son valorados, son reconocidos, impregnados de
afectividad por los otros en función de las expectativas sociales y de las normas de evaluación
que la sociedad se dé.
(Araujo, 2002, p. 32, en Klein, 2006, p. 38).

Se plantea haciendo referencia a lo anteriormente descrito, que la adolescencia es la


etapa de la vida en la cual cada sujeto sufre diversos cambios, tanto a nivel personal, como
familiar y social; los cuales debe enfrentar pudiendo en el mejor de los casos obtener
resultados óptimos. Para que dichos logros sean buenos, es decir para que contribuyan
favorablemente en ese crecimiento, en ese empezar a ser, en esa construcción de
identidad, y producción de subjetividad, resulta necesario e imprescindible contar con una
contención, un apoyo, una ayuda que acompañe dicho proceso. Esto último se encuentra
influenciado por el mundo interno, la historia de vida, las diversas circunstancias por las
cuales cada quien haya tenido que enfrentar a lo largo de sus vidas. Aquí no se hace
referencia solamente al transcurso de vida del o de la adolescente sino también del mundo
adulto, a los/las referentes; quienes al mismo tiempo son responsables de facilitar u
obstaculizar el triunfo, o quizás expresado de otra forma, son los/as responsables de los
resultados del mencionado proceso.

La adolescencia es mucho más que una etapa cronológica de la vida y el desarrollo madurativo;
es un trabajo de transformación o proceso de expansión y crecimiento, de germinación y
creatividad, que como cualquier proceso viviente tiene logros y fracasos que nunca se
distribuyen en blanco y negro.
(Viñar, 2007, p. 15).

En base a lo expuesto anteriormente y teniendo en consideración el objetivo de este


trabajo, resulta fundamental narrar la crisis adolescente que se encuentra unida al proceso
de construcción de la identidad. Para ello se toma a Dirinò (2015), en concordancia con la
autora se describe que las adolescencias en sí mismas representan una etapa de crisis.
‘’Durante la adolescencia, la búsqueda del “quién soy” se vuelve particularmente insistente’’
(Dirinò, 2015, p. 260). Es en esta etapa de la vida cuando los/as adolescentes deben
confrontar un importante reto, este conlleva constituir su conocimiento y así transformarse
en adultos/as. Se trata de elaborar su identidad, una de las crisis más importantes que se
presentan en esta etapa de la vida. ‘’La identidad es un fenómeno eminentemente subjetivo,
con un fuerte componente emocional, su formación implica un proceso de reconocimiento y
valorización de la propia individualidad’’ (Dirinò, 2015, p. 262).

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Como describe Wilson (2016), ‘’La sola condición de seres humanos nos deja expuestos
a presenciar diferentes tipos de crisis a lo largo de la vida’’ (p. 2).
Continuando con la misma autora se considera necesario expresar que en la existencia de
los individuos, los mismos atraviesan por crisis vitales y repentinas.
En lo concerniente a las crisis vitales, se plantea que se relacionan con la transición de un
ciclo de la vida a otro, las mismas se vinculan con el paso de cada etapa del crecimiento de
los sujetos. ‘’ (...) se consideran a estas crisis como “esperables” o “predecibles”, sabiendo
entonces, (...) que los sujetos están destinados a atravesar ciertas etapas decisivas en
diferentes momentos a lo largo de todo su desarrollo’’ (Wilson, 2016, p. 8).
En relación a las crisis traumáticas o repentinas, se expresa que estas nada tiene que ver
con la evolución de los seres humanos, sin embargo pueden impactar en diversos períodos
de la vida a los mismos. Estas suceden a partir de ciertas circunstancias que se presentan
en la vida, por ende no pueden ser previstas. ‘’Las crisis traumáticas o repentinas se
caracterizan por ser imprevistas, azarosas, intensas, conmovedoras y catastróficas’’ (Wilson,
2016, p. 10).

_2c- Subjetividad

Para entender de qué se habla, cuando se menciona el concepto subjetividad, se toma


nuevamente a Grassi y Córdova (2010). Dichos autores toman el término subjetividad como
idea central en la construcción de identidad, la búsqueda de sí mismos/as y el duelo por el
ser infantil; se puede decir que la misma consiste en significar, en proporcionar un sentido
personal. Dicha subjetividad es materia psíquica viviente, elaborándose la misma mediante
el trueque entre los sistemas intrapsíquico, intersubjetivo y el transubjetivo, esta actividad
nunca termina, tiene un final inacabado.
El desarrollo adolescente como describen Grassi y Córdova (2010), requiere de una batalla
la cual se gana con la obtención de la autoafirmación a través de prácticas que dejen
huellas, inscripciones que personalicen llevando a la apropiación de sí mismo. Por lo tanto
se entiende que los/as adolescentes necesitan de la autoafirmación, auto organización y
autonomía, pero en un tejido, en un entramado, en una red, en la que se encuentran
inmersos, como ser el cuerpo, la historia, el medio, la cultura, la genealogía. Por ende
puede plantearse que la producción de subjetividad es resultado de este entramado, lo
cual no es trata de algo predeterminado, ni preestablecido, sino de un devenir, de algo
nuevo producido con el/la Otro/a, con los/as Otros/as.

Como describe Briuoli (2007), la constitución de la subjetividad requiere que los/as


adolescentes cuenten con las herramientas necesarias para reordenar los significados que
tiene de sí mismos, de los otros/as y de la sociedad. Implica elaborar novedosas
representaciones acerca de su existencia, lo que conlleva a que cada adolescente logre
tener la capacidad de ‘’ (…) verse, expresarse, juzgarse, narrarse, dominarse’’. (Briuoli,
2007, p. 82).
Para llevar a cabo el proceso de constitución de subjetividad es necesaria la presencia de
la familia, de ese mundo adulto capaz de brindar contención, así como también de la
sociedad en la cual las adolescencias se encuentran inmersas, como narra Briuoli (2007).

También en relación al concepto subjetividad, Bula (2015), plantea que como resultado
de la actualidad en la que los sujetos se desarrollan, surgen subjetividades atravesadas por
el predominio de la inestabilidad, la fragilidad, la inseguridad, características posmodernas.
La modernidad anterior a esta nueva realidad en la que se vive, se basaba en las certezas y
la homogeneidad. Hoy en medio de la heterogeneidad reinante, las relaciones
interpersonales traen aparejadas fuertes cambios en la construcción de la identidad y por
ende en las subjetividades que surgen como consecuencia de esto, ya que las mismas se

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constituyen insertas en estas transformaciones. El corolario de esta nueva sociedad lleva a
los sujetos a ejecutar cambios en sus formas de ser y vivir en el mundo, mediante
novedosas maneras de comprenderlo y subjetivarlo, impregnando sus sentimientos, sus
deseos mediante nuevas visiones del mundo. ‘’En la medida que las identidades no se
“pierden”, sino que se configuran en un proceso constante, la identidad se deconstruye y a
su vez se constituye a partir de estas transformaciones’’ (Bula, 2015, p. 31).

Bleichmar (2005), propone reflexionar acerca de cómo articular mediante un debate intra
teórico como la realidad exterior impacta, condiciona y transforma el funcionamiento
psíquico y cuáles son sus consecuencias. Para la misma, dicha realidad no se reduce a algo
representacional dado que los momentos y contextos socio históricos que condicionan las
realidades exteriores son totalmente distintos según la época y el lugar, y por lo tanto no
serán las mismas consecuencias en el psiquismo y en la construcción de las nuevas
subjetividades.
Para lograr entender la respuesta del psiquismo, al igual que las repercusiones que la
existencia construida en el aquí y el ahora ejerce sobre las subjetividades; es imprescindible
admitir la diversidad de realidades que en el presente coexisten. También aparece como
esencial, ‘’ (...) ubicar su incidencia, su impacto, en los diversos tiempos y modos de
funcionar del sujeto psíquico’’ (Bleichmar, 2005, p. 55).

_2d- Sociedad

Es pertinente comenzar por tratar de entender de qué se habla, cuando se plantea


posmodernidad, sociedad que hoy en día se manifiesta, y que efectos produce la misma en
los/as adolescentes, y por ende en la elaboración de sus identidades, para lo antedicho se
toma a Guerra (2006).
Coincidiendo con el autor se entiende que las transformaciones que se presentan en la
actualidad traen aparejados efectos en ‘’la constitución subjetiva y en los vínculos
padres-hijos’’ (Guerra, 2006, p. 41). Hoy en día se vive una mayor aceleración en lo
concerniente a la conexión en la telefonía, en la transmisión televisiva, en la misma medida
que lo que a la existencia de Internet refiere. Como resultado la visión de los sujetos
respecto del espacio se modifica, lo que hace que quede sin vigencia el tiempo de espera.
En la actualidad los/as adolescentes tienen como postulado el hecho de ocupar el tiempo
libre con ciertas actividades, como una forma de colmar ese vacío, que viven en esta etapa
de la vida, sin tener la capacidad de soportar en cierta medida ese tiempo de espera.
Actualmente aparece la preferencia de lugares públicos, como una modalidad de acercarse
a otros individuos. El autor narra que en esta novedosa forma de comunicación entre los /as
adolescentes, los sujetos transitan por dichos espacios sin poder lograr una reciprocidad con
los/as otros/as, sin tener un intercambio personificado, sin llegar a conectarse realmente con
esos/as otros/as, ya que todo se realiza en un tiempo limitado. Dicha situación o modalidad
conlleva a la liviandad de los nexos que establecen los seres humanos entre sí.
Otra característica de las mencionadas transformaciones que inciden en los tiempos
actuales, se trata de, como describe (Guerra, 2006), en la repercusión de Internet y por ende
la comunicación a través de los medios virtuales, lo que tiene una importante repercusión
en el ordenamiento individual, intrínseco de los sujetos. Por lo tanto se puede visualizar que
la fugacidad y precipitación de los tiempos tiene consecuencias en la elaboración de las
identidades. La significación del hecho de que los sujetos puedan encontrarse en conexión
con el resto del mundo, sin importar las distancias ni el tiempo, conlleva a vivir experiencias
que satisfacen a los mismos. Lo que representa para los/as adolescentes ‘’ (...) una
simultaneidad de comunicación con diferentes personas en diferentes lugares y con
diferentes aspectos del self’’ (Guerra, 2006, p. 44). Esto tiene como consecuencia que el
presente sea lo que prima, lo que conlleva a diversas formas que los/as adolescentes

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encuentran para construir sus identidades, obteniendo diversas subjetividades. Siendo lo
principal la manifestación, la exhibición, por encima de lo que es cada sujeto es en sí mismo,
sin llegar a comprometerse y mostrarse frente a esos/as otros/as realmente como son,
dejando la esencia singular de cada uno escondida.
Se vislumbra también una propensión a anteponer la vivencia afectiva, la cual gracias a
dichas modificaciones se vive con gran vehemencia, dejando lo que da forma al sentido real
de las cosas. Los/ as adolescentes de hoy prefieren, como describe el autor, dar más
importancia al impulso, al acto, siendo estas formas de relacionamiento lo que muestran los
sujetos como marca de su personalidad. Al mismo tiempo en esta forma de comunicación,
en esta manera de mostrar quienes son frente a los demás, los límites son vividos como una
exposición, en las formas de expresión de las personalidades de los individuos. Esta forma
de actuación lleva a que dicha conducta sea la forma de plasmar en los/as otros/as la propia
individualidad.
En la actualidad la voz, la conciencia, la intimidad y el tiempo se manifiestan de otra forma
en esta sociedad posmoderna. Hoy en día prima la circunstancia y la vertiginosidad del
tiempo, todo es ahora, todo es ya. Lo que hace notar la importancia que tiene la vivencia
emocional en la estructuración de los sujetos, sobre todo en las adolescencias de hoy.

(...) la sensación de continuidad del self, no estaría tan pautada por un trabajo de interiorización
del objeto, de representación de la huella dejada por la ausencia del objeto, sino que “la
continuidad sensorial” sería propia de las experiencias de la “presentación” de la experiencia
sensorial que genera marca de permanencia en tanto la estimulación esté presente, de manera
de evitar un vacío angustiante.
(Guerra, 2006, pp. 49-50).

Por lo antedicho se hace evidente que a diferencia de culturas anteriores en las cuales
reinaban las utopías y el desarrollo; en la actualidad se exhiben como características de esta
nueva era, la individualidad como motor del progreso, la ausencia de ideales sustituidos por
el consumo masivo, la minimización en la importancia del pasado y el futuro, prevaleciendo
el presente y de esta forma la inmediatez como conductora de la vida; hoy todo se presenta
como efímero, parafraseando a Guerra (2006).

En la actualidad, retomando a Dirinó (2015), se vivencia el volumen de los adelantos,


tanto a nivel tecnológico, científico como de información. Lo que ha traído aparejado
transformaciones a nivel educativo llevando a la expansión del conocimiento.

(...) haciendo de las sociedades una transformación y crecimiento en forma vertiginosa. Tal
situación, (...) da a entender y comprender el por qué los adolescentes de este tiempo, se
empeñan en desarrollar cualidades personales fuertes, duras; a veces, en forma arrogante, pero
inspiradoras’’
(Dirinó, 2015, p. 268).

Como narra Di Segni (2002), en el siglo XXI se presentan imprecisos los contornos de
los/as adultos/as del siglo XIX, los cuales manejaban sus ideales en base al poder, la
autoridad y la represión, en ese momento los/as adolescentes se desarrollaban asimilando
los valores de esa época. En siglo XX cae la representación que tenía el hombre como
autoridad lo que va llevando a que en el siglo actual se haga visible el principio de la
inestabilidad, el desequilibrio, la incertidumbre de los/as adultos/as y de los/as adolescentes
al mismo tiempo, lo que conlleva a las dificultades intergeneracionales. ‘’Sé harán adultos o
lo que nosotros confusamente entendemos por tales, en las primeras décadas del siglo XXI’’
(Di Segni, 2002, p.87), para quienes, ‘’La publicidad y el consumo han crecido con ellos y
forman parte importante de sus vidas’’ (Di Segni, 2002, p. 89).

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A raíz de lo descrito hasta entonces y continuando en la misma línea que la autora, surgen
las interrogantes de ¿qué es lo que transmiten los/as adultos/as en las crisis adolescentes?,
¿qué vínculos se propagan entre adolescentes y adultos?, ¿por qué las adolescencias se
prolongan cada vez más? Siendo como en siglos anteriores el rol de los/as adultos/as el
más importante, implicando entre otras cosas, la dedicación de tiempo como eje principal
para poder afianzar esta etapa de la vida. Surgiendo en el lugar de los necesarios referentes
el cuestionamiento de ¿qué adulto ser y cómo serlo?, ‘’la única salida de la crisis del rol
adulto es ocupar el lugar de tal’’, (Di Segni, 2002, p. 183).

También para abordar esta problemática se retoma a Bleichmar (2005), quien narra que
es necesario tener en cuenta la crisis social actual en la región y reconocer a los actuales
modelos identificatorios y de información que ya no están solamente en el entorno más
cercano como la familia, ni en un devenir generacional. La autora describe que la
desarticulación de representaciones, la composición de valores y la aceptación de
enunciaciones que durante la niñez han sido consentidos o negados por el mundo adulto,
en la actualidad se presentan engorrosos. Lo mismo es consecuencia de que la sociedad
de hoy ha destruido los significados que se llevaban a cabo unos años atrás.
Se hace evidente también que los/as referente encargados/as de acompañar el crecimiento
de los/as niños/as y de los/as adolescentes, se presentan desapegados, no solo de
certezas, sino también ofertas para brindar a los/as mismos/as.

Por todo lo descrito hasta entonces, se hace necesaria la pregunta de ¿cómo abordar
las adolescencias en una sociedad que ha perdido las certezas y en la cual todo se presenta
como incertidumbre? Presentándose la inseguridad como motor de vidas, tanto para los/as
adultos/as, quienes oficiaban de sostén para los/las adolescentes en un tiempo anterior,
como para las adolescencias actuales.

Se manifiesta la urgencia de cómo acompañar esta etapa de la vida de los sujetos, este
proceso de crisis natural y a la vez tan dolorosa. Se entiende que si no existe un sostén
necesario que acompañe este arduo trabajo, resulta muy complejo para los/as
adolescentes en la actualidad tratar de descifrar la etapa que están atravesando. Inmersos
en una sociedad de la inmediatez, sobrecargada de estímulos y sin una visión clara de lo
que puede ocurrir en el futuro, es muy complejo que los/as mismos/as sean capaces de
realizar este trayecto en algunos casos solos/as quedando librados al azar.

Se cree necesario a través de la implicación encontrar una forma de poder ensamblarse


con esta etapa de la vida por la cual todos pasan, entendiendo la importancia de sostener
este proceso, hecho cada vez más complejo en el aturdimiento causado por el progreso
que hoy en día se vive, como plantea Ardoino (1997).
A raíz de lo anterior y coincidiendo con el autor, se plantea que el hecho de implicarse, de
formar una red, un entramado de vínculos cargados de afectividad comportando aspectos
inconscientes de todas las partes, sería imprescindible, ya que las mismas poseen un
tiempo y una historia. Visualizando así la importancia de poder interactuar con estas
adolescencias, debido a que cada sujeto es un ser singular en sí mismo, comprometerse
con la juventud actual debería ser el objetivo perseguido por la sociedad.
Siguiendo con Ardoino (1997) se coincide en que ‘’la implicación no es un fenómeno
voluntario, sino un fenómeno que se padece (…) estamos asidos, sujetados, agarrados a
algo (…) implicación es aquello por lo que nos sentimos adheridos, arraigados a algo, a lo
cual no queremos renunciar’’ (Ardoino, 1997, p. 2).

Es evidente que la sociedad como controladora, gobernadora de las vidas de los


sujetos, posee una influencia directa y más aún en el mundo actual en el cual se
encuentran ausentes los momentos para compartir, para la escucha, para el entendimiento;
debido a la falta de tiempo, a la competitividad, el egoísmo, el individualismo a los cuales

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los seres humanos se encuentran subordinados. Se puede decir entonces que en muchos
casos dichos referente ya no poseen, o quizás no encuentran las herramientas para
sostener el desarrollo de las adolescencias.

Se cree pertinente considerar que la problemática a la cual todos/as se ven


enfrentados/as, radica en el hecho de pensar, especular, y reflexionar ¿qué ocurre con
esos/as adolescentes?, ¿qué modelos identificatorios encuentran?, ¿qué límites los/as
contienen?, ¿qué propósitos persiguen?, ¿hacia dónde van sus ideales, sus conductas, sus
comportamientos? y ¿quiénes son los/as que custodian y conducen sus vidas? Teniendo en
cuenta que las subjetividades han sufrido una metamorfosis debido a los cambios
vertiginosos en los cuales la sociedad se ha visto sometida en los últimos años.

Se hace necesario tratar de ver y confirmar de una manera u otra ¿qué es lo qué ha
pasado con la sociedad, con la familia, con los vínculos?, y por sobre todas las cosas ¿qué
pasa y pasará con esas adolescencias?; a veces tan solas, tan faltas de afecto, de amor, de
acompañamiento; ¿cómo y de qué forma construyen y construirán su identidad?, y por ende
¿cómo son y serán esas subjetividades?, ¿cómo viven y cómo vivirán siendo los/as
adolescentes seres singulares en sí mismos?

3) Desarrollo

Tomando lo expuesto, se puede plantear que los/as adolescentes constituyen una


población en que se encuentra librada a la eventualidad. Evidenciándose la ausencia de
cimientos por parte de los/as adultos/as. Lo que conlleva al excesivo, en algunos casos,
acercamiento para con sus pares quienes en este momento son los/as que ofician de apoyo
para las adolescencias actuales. Se entiende dicha situación como consecuencia de la
sociedad que hoy lidera la vida de todos los sujetos.

Las adolescencias que se despliegan en el aquí y el ahora, así como las que se
desarrollarán, implican tener en cuenta las diversas relaciones dialécticas, es decir los
modos de correspondencia, las vinculaciones existentes entre el individuo y el mundo
social, las cuales influyen una sobre otra retroalimentándose a sí mismas. Relaciones entre
naturaleza y cultura, sujeto y objeto, mente y cuerpo; incluyendo las distintas
confrontaciones de argumentos contrapuestos de los/as adolescentes para con sus
otros/as, dejando entrever la tensión entre un cuerpo físico de adulto/a y un inmaduro
cuerpo social, como lo denomina Foucault (1987); situación en la cual quedan ubicados
los/as adolescentes en la actualidad. Por lo expresado anteriormente es que los/as
mismos/as deben inventarse a sí mismos/as, enfrentando los obstáculos que se les
presentan en su camino de hallazgos.
Cada uno/a de los/as adolescentes coincidiendo con Foucault (1987) se ven forzados/as a
aumentar sus esfuerzos en una lucha frente a diversas fuerzas a las que se encuentran
expuestos/as y de esta forma afianzar la relación con ellos/as mismos/as para ser capaces
de soportar lo que hoy en día les toca vivir en la sociedad actual, y así encauzar sus vidas
ideando novedosas oportunidades de existencia.

Se considera mediante lo expresado hasta entonces, que los/as adolescentes viven en


una sociedad que pareciera no tener lugar para ellos/as, donde muchas veces son invisibles
a la mirada de los/as adultos/as y por ende de la comunidad. Dicha situación conlleva al

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padecimiento de experiencias de soledad, incomprensión, estigmatización, lo que los/as
obliga no solamente a construirse a sí mismos solos/as, sino también a crear un lugar donde
puedan existir.

Actualmente como plantean Vázquez, C., Fernández Moujàn, J. (2016), los contextos
sociales donde los/as adolescentes determinan sus subjetividades gestando sus procesos
de individuación han cambiado. Ante dichos/as sujetos se abre una sociedad que evoluciona
de manera constante, lo que conlleva a la alteración de los estilos de vida de los seres
humanos inmersos en la misma y por ende de las adolescencias.

La adolescencia en sí misma implica vulnerabilidad y es allí donde más se hacen sentir las
nuevas condiciones. (...) El joven adolescente se va despojando de la capa protectora familiar de
la que se compone esta identidad primaria y se asoma al mundo adulto en carne viva para
construir -a prueba y error- ante la mirada de sus pares, su nueva identidad. En este proceso la
Mirada del Otro juega un importante papel. Por un lado por su condición subjetivante, actúa
como base constitutiva del ser que para desarrollarse necesita verse y aprobarse a través del
Otro; primero será la madre, luego el mundo. Y por otro lado, ese ser que hoy está en proceso
de construcción de su propia identidad, es un ser que mira como nunca antes había mirado y
que al mismo tiempo es mirado como nunca antes. La mirada del Otro hoy es más amenazante,
por lo intrusiva y exigente.
(Vázquez, Fernández Moujàn, 2016, p. 38).

Siguiendo con los autores mencionados, se narra que ante el mundo se presentan
transformaciones que implican nuevas formas de ser y estar en el mismo, lo que ha traído
aparejado la caída de las instituciones, en primer lugar el de la familia, como han planteado
otros/as autores/as tomados hasta entonces; presentándose la imagen como agente
principal en la conquista de oportunidades; produciendo efectos contraproducentes como lo
son el no ser y la vertiginosidad.
En los últimos años el mercado ha sobrepasado todas las fronteras llegando así a la
globalización, difuminando las naciones, indefiniendo los límites, obteniendo de esta forma
sujetos que no pueden ser admitidos sin una trama social y a la inversa. El mismo ha
transformado los modos de existencia, ya que su argumentación es la temporalidad
primando así la velocidad, por ende la subjetividad se ve obligada a adecuarse a estas
condiciones que cambian permanentemente.

¿Qué sujeto surge de este desacople, què experimenta, qué desea? El mercado por definición
necesita del consumo constante. Para esto se requiere la producción de nuevas necesidades.
Su alimento es la búsqueda de satisfacción del deseo muchas veces disfrazado de ―obtención
de un producto imprescindible para la existencia. Sin embargo, aquello que hoy es
imprescindible, mañana será reemplazado.
(Vázquez, Fernández Moujàn, 2016, p.40).

Se puede describir que gracias a este momento en el que los seres humanos se
encuentran subsumidos, abstraídos en esta sociedad, conlleva a una devastación de los
argumentos que nombraban a los sujetos y por ende que les designaban un lugar en la
sociedad. A esta situación se la podría nombrar crisis y la misma trae consigo una
inestabilidad en los procesos identificatorios sobretodo de los/as adolescentes quienes
deben adaptarse a nuevas formas de vínculos, nacidos de esta nueva forma de
existencia, donde todo es suplido por la instantaneidad, coincidiendo con Vásquez y
Fernández Moujàn (2016).

De la variedad de configuraciones que ha presentado la adolescencia -como etapa, como rito,


o instante- el agente fundante indiscutido, es el cambio. (...) el joven pierde todo nexo con lo
que fue. Este ser, des identificado, es un ser en situación, sin pasado, sin premisas, sin
conocimiento previo, suelto en un campo participativo, donde lo única sujeción es la identidad
grupal. Este adolescente deambula por los espacios que le brinda el ambiente, mostrándose

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con mutaciones permanentes y múltiples identidades, sin aferrarse a ninguna. En esta
búsqueda que se da en un vacío de antiguas representaciones determinantes y verdades
prestadas; vivencia la experiencia junto a sus pares, en situación sin preceptos.
(Vázquez, Fernández Moujàn, 2016, p.46).

Se visualiza una sociedad que ya no brinda sentido, una sociedad que se encuentra des
identificada, es decir, que no tolera categorías, ni clasificaciones. Actualmente no se
presentan puntos fijos, ya que todo es variable; podría decirse entonces que los/as
adolescentes se encuentran en un devenir confuso, quedando condicionados a la suerte, al
destino que les toque vivir. Como describen Vázquez y Fernández Moujàn (2016),
actualmente ya no existen cimientos sólidos, ‘’ (...) las ideas, la fluidez; la liviandad, la
delgadez, la flexibilidad y la capacidad de adaptación cotizan más alto que el saber y la
experiencia’’ (p. 50). Las nuevas generaciones, en este caso lo que compete a dicho trabajo,
las adolescencias, son producto de una era digital, de una evolución tecnológica
desmesurada. Por ende el tiempo que hace unos años los/as adolescentes tenían para
poder llevar transitar sus crisis y así inscribirse en el mundo adulto, en la actualidad depende
del contexto en el cual los/as mismos se desarrollen. Siendo para algunos/as dicha
moratoria mayor que en otros momentos históricos, y para otros/as casi inexistente.

Se coincide con Tortorella (2015), teniendo en miramiento la realidad que se vive en


Uruguay, se plantea que desde la crisis socioeconómica que se vivió en el año 2002, se
pueden visualizar transformaciones en la cotidianeidad de los sujetos, lo que conlleva a
una metamorfosis en la construcción de la identidad adolescente, entendiendo que dicha
crisis llevó a una alteración en los mecanismos de protección y cuidado que se ejercían en
los/as adolescentes, obteniendo como resultado escenarios de desatención para con
los/as mismos/as, elaborando en estas condiciones subjetividades en peligro.
Comprendiendo que los obstáculos sociales, económicos y laborales impactan en las
diversas familias y en su funcionamiento, se puede decir que estos cambios significaron
desordenes a nivel de las vidas familiares. ‘’Nos encontramos, entonces, con padres
deprimidos y con “poca energía para dar”, “desatentos” o “desamorados”. Los (...)
referentes adultos de estos adolescentes no contaron con las herramientas suficientes
que les permitieran elaborar los efectos que esta crisis producía’’ (Tortorella, 2015, p. 98).
El contexto social y familiar es el crea experiencias de abandono, indefensión, descuido,
injusticia, arbitrariedad y de tristeza. Se puede decir que las experiencias a las cuales se
hacía mención no solo se producen en los/as adolescentes, sino también en sus padres o
adultos/as referentes. Quedando de esta forma los/as primeros/as sin un sostén, sin una
dirección precisa a la cual ir.
Se percibe entonces que la problemática de las adolescencias de hoy, desde una mirada
basada en la actualidad, como lo plantea Tortorella (2015), ya no se centra tanto en los
duelos por los padres, madres de la infancia y las pérdidas que dicha etapa de la vida
conlleva, sino que se encuentra en estrecha relación con la falta de exponentes, es decir
adultos/as referentes. Se observan circunstancias a nivel familiar engorrosas. ‘’Los padres
están muy exigidos socialmente. Están en “crisis” y quedan visibilizados como padres
desatentos, madres desbordadas en su rol materno, lo que les genera angustia y
depresión’’ (Tortorella, 2015, p. 98).
Entendiendo que las figuras parentales no son capaces de mediar como patrones
identificatorios, la construcción de identidad adolescente se basa entonces más en los lazos
con sus pares, lo que produce adolescentes que necesitan afecto y contención en su lucha
por la ‘’independencia para “ser”’’ (Tortorella, 2015, p. 99).
Se puede enunciar que el problema más importante por el que atraviesan los/as
adolescentes actualmente radica en los vínculos, existiendo una grieta entre padres e
hijos/as difícil de cerrar. Hoy se visualizan familias con ciertas problemáticas en la creación
de puentes, es decir familias con dificultades para poder acercarse a sus hijos/as y oficiar de
sostén para los/as mismos/as.

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Tortorella (2015) plantea la hipótesis de que la coyuntura de fragilidad socioeconómica
implicó que los/as adultos/as pasarán a ser endebles. ‘’Esto nos sugiere que a mayor
fragilidad social en que se encuentren los adultos referentes, mayor inestabilidad
encontraremos en los adolescentes’’ (Tortorella, 2015, p. 99).

Como describe Viñar (2009), se plantea que la etapa adolescente de ser un/a otro/a, una
unidad distinta, un todo en sí mismos/as, representa para los/as adolescentes un trabajo
difícil cuando se lleva a cabo en soledad, teniendo en cuenta que anteriormente en el mismo
actuaban las figuras parentales. Hoy en ausencia de dicho hecho, el mencionado transcurso
es colocado en grupos sociales diversos que el/la adolescente encuentra en el exterior. Lo
que ocurre como consecuencia es que la familia ya no es la que regula los
comportamientos, sino el grupo de pares, quedando entonces lo filial en ocasiones
rechazado, siendo las tribus de pertenencia las que obtienen jerarquía para marcar las
pautas.

Mello y Ponzoni (2013), en relación a este tema describen que el espacio de los pares,
es imprescindible para la significación. Para los/as adolescentes son vitales dichas figuras,
ya que en el arduo trabajo de la etapa adolescente, necesitan de esos/as otros/as para
hacerle frente a sentimientos de desasosiego, incertidumbre, vacío, que atraviesan a los/as
seres humanos cuando llevan a cabo las mutaciones propias de esta etapa de la vida, y más
aún en una sociedad falta de certezas, con un mundo adulto que se presenta
desesperanzado. Los ámbitos que los/as adolescentes hoy en día encuentran para
sociabilizarse conforman una especie de amarre ayudando a la construcción de la
subjetividad de cada sujeto. De la misma forma que dichos sitios los/as contienen por un
lado, por otro pueden representar esferas que propicien conductas de riesgo en los/as
mismos/as.

Se considera necesario profundizar en los cambios que han ido atravesando los/as
adultos a través del tiempo, para de esta forma visualizar las repercusiones en los/as
adolescentes, como se ha tratado de exponer hasta el momento.

Se retoma para lo antedicho a Di Segni (2002), con quien se coincide y expresa que en la
actualidad se vive un desequilibrio en la función que los/as adultos/as, lo que implica una
mutación provocando desasosiego, obteniendo como resultado una sociedad híbrida y
engorrosa.
Durante el siglo XIX la forma en la que se vivía se focalizaba en un/a exclusivo adulto/a, el
hombre, dueño del poder y el único capaz de llevar a cabo autoridad, teniendo como
mecanismo de acción la represión con un alto grado de imposición.
Hasta la mitad del siglo XX la niñez se desarrollaba hasta los quince o dieciséis años,
comenzando luego la adolescencia que no pasaba los veintitrés años; durante este
momento los/as adolescentes eran considerados como un modelo a combatir, siendo el
matrimonio la forma mediante la cual los/as sujetos llegaban a ser adultos/as.
En la segunda mitad del siglo XX hubo grandes cambios, entre todo lo que implicaron lo que
se resalta es la preocupación por la construcción de identidad adolescente, la sociedad
precisaba ‘’ciudadanos con conciencia de derechos’’ (Di Segni, 2002, p. 35). Si bien la lucha
feminista ayudó al proceso de cambio, fue la Segunda Guerra Mundial la que incentivó la
lucha de las mujeres y por ende un gran cambio a nivel de pensamiento. A partir de esta
etapa queda casi destruida la ‘’figura patriarcal del hombre’’ (Di Segni, 2002, p. 53).
En antagonismo a la sabiduría, la instrucción adulta se ve naciendo en medio de un conjunto
de ideas, comportamientos, símbolos y prácticas sociales adolescentes. Se manifiesta el
pasaje de una práctica marcada por la verticalidad a una horizontal, que traerá aparejado el
relacionamiento de igual a igual.

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(...), sin importar la edad ni otras características de los involucrados, (...). Ser adulto no era ya el
ideal. Adulto pasó a ser sinónimo de viejo y, como tal, desacreditado en un mundo que ponía al
joven sobre un pedestal. El cuerpo debía mantener la juventud eterna, la mente debía privilegiar
para no aniquilarse.
(Di Segni, 2002, p. 55).

Paulatinamente las transformaciones producidas en la sociedad se vieron influenciando a la


educación, dejando de lado la palabra adulta predominante, trayendo aparejada la ruptura la
autoridad del ayer.
Además de manifestarse cambios a nivel educacional se produjeron mutaciones en los/as
adultos/as, floreciendo estos/as con novedosas capacidades, al mismo tiempo que nuevas
ineficiencias, la existencia se vuelve confusa. Atrapados/as entre el nuevo albedrío y
sentimientos de desamparo los/as adolescentes quedan ubicados en un lugar que se
muestra falto de sustento, ausente de referentes, el cual atraviesan en su intento de
transformarse en adultos/as sin demasiada exigencia por parte de los/as mismos/as;
convirtiéndose el mundo maduro en una comunidad diversa, en la que prima la
heterogeneidad. Donde es posible la aceptación de diferentes culturas formando parte de la
misma trama social.
En un intento de comprender los cambios, se cree necesario hacer una exposición de los/as
diferentes adultos/as que se presentan como sostén de las adolescencias.
Por un lado se encuentran los ‘’Adultos tradicionales’’ (Di Segni, 2002, p. 61). La autora
los/as describe como personas incapaces de evolucionar, siendo continuistas de sus
antecesores, teniendo claras las normas que rigen sus vidas, lo que podría verse como
positivo frente a los/as adolescentes. Al mismo tiempo esto provoca la negación de los
cambios, por ende se encuentran en sentido opuesto a los deseos de sus hijos/as,
produciendo una violencia a nivel familiar sostenida por el enfrentamiento de las distintas
generaciones, lo que se caracteriza por el autoritarismo. Esto significa una forma de ejercer
la autoridad mediante la práctica del poder, frente a la ausencia de un acuerdo construido a
través de la participación de la familia como institución principal en la vida de los seres
humanos.
En otro lugar se visualizan los ‘’Adultos-adolescentes’’ (Di Segni, 2002, p. 65); quienes
pertenecen a la vida adulta por el tiempo que ha trascurrido en sus vidas y por la madurez
que deben o quizás debería presentar. Sin embargo les resulta muy difícil hacerse cargo de
los/as adolescentes y por ende marcar la línea divisoria entre ambos, como describe Di
Segni (2002), ‘’Han declarado su juventud eterna y la sostienen como sea’’ (p. 66).

(...) reniegan de ser adultos, porque cuando adolescentes ellos fueron quienes llevaron adelante
la rebelión contra la generación anterior y dieron por destruida la brecha generacional. Destruir la
brecha significó, en los años 60, mejorar la comunicación intergeneracional, pelear contra los
abusos de poder de los padres, exigir respeto como jóvenes. Pero hoy, para esos adultos,
destruir la brecha significa fundirse con los jóvenes.
(Di Segni, 2002, p. 68).

Estos/as adultos/as aparecen como demagogos ante sus hijos/as, lo que da cuenta de que
los/as instrumentalizan para sus propios fines personales, como forma de proceder en la
vida. A pesar de lo antedicho estos/as adulto/as poseen un lado favorable, el mismo
consiste en la destreza de sostener un positivo intercambio con sus hijos/as.
Continuando en la misma línea que la autora, se puede decir que también se hallan ‘’Los
adultos inseguros’’ (Di Segni, p.71), cuya principal característica radica en el no tener claro
lo que conlleva ser un/a adulto/a, evidenciando una gran dificultad en lo concerniente a su
potestad.
Otro hecho que los describe es el miedo frente a la pérdida de afecto por parte de sus
hijos/as; también se percibe como motor de sus vidas la inseguridad, lo que provoca en
ellos/as una sensación de malestar, desasosiego o irreflexión en relación a una multitud de
contextos.

15
Como virtud, este grupo tiene la de dudar, la de pensar y repensar sus acciones, lo que les
permite adaptarse a situaciones diferentes. (...) La capacidad de pensar y de dudar bien
instrumentada permite también transmitir a los jóvenes una capacidad crítica positiva, que les
permite cuestionarse y cuestionar a quienes los rodean.
(Di Segni, 2002, pp. 74-75).

A pesar de su aspecto positivo, o quizás no tanto, aparece el hecho de no encontrar un


horizonte claro, yendo de un límite a otro, lo que pone en jaque a los/as adolescentes sin
poder interpretar las acciones de sus progenitores.
En lo que refiere a las transformaciones producidas en lo concerniente a la educación, se
coincide con Di Segni, ‘’En el heterogéneo marco de fin de siglo, subsisten bolsones de
autoritarismo en instituciones escolares, pero también aparece la violencia de jóvenes entre
sí o de jóvenes hacia adultos, producto de una educación que ha exagerado en la falta de
límites’’ (Di Segni, 2002, p. 80).
Parafraseando a Di Segni (2002), pero en este caso con la mirada enfocada desde los/as
adultos/as hacia las adolescencias, se expresa que en la actualidad, las mismas se pueden
prolongar hasta los treinta o treinta y cinco años, o en algunas ocasiones no acabar jamás,
ya que no se presenta, como en tiempos anteriores la obligación de dejar esa etapa de la
vida. Esto es una consecuencia más de la ausencia de valorización del mundo adulto,
siendo hoy en día la juventud el modelo a seguir. La sociedad en la que se desarrolla la vida
de los sujetos, abre ante los seres humanos un amplio abanico de cosas que pueden ser
seleccionadas, entre ellas la edad que se pretende tener.

Además, mientras la autoridad paterna se iba desgastando y la materna no alcanzaba para


compensarla, los jóvenes ocupaban el lugar vacante avalados por la cultura que los idealizaba.
Se les delegaba una autoridad -que no había tenido nunca- basada en la idea de que por el
mero hecho de ser jóvenes, sabían lo que debían hacer-se, ya que no habían sido contaminados
por la edad. Que ellos lo creyeran es perfectamente entendible, todo aquello que satisfaga
nuestro narcisismo será rápidamente aceptado. Lo que es más notable es que los adultos que
los rodeaban, luego de una fuerte resistencia, terminaban por aceptarlo.
(Di Segni, 2002, p. 96).

Lo expuesto anteriormente da cuenta del detrimento de los/as referentes adultos/as en


relación a la autoridad que a lo largo del tiempo han ido perdiendo.
Hoy se extienden frente al mundo, adolescentes instruidos/as por el mercado de consumo,
ya no por la primera y fundamental institución, la familia, base y sostén de todo, al menos en
épocas pasadas.
En el actual escenario, los/as adultos/as tendrían que saber diferenciar la representación del
consumo como regresión, así como cuando se registra en el procedimiento de llegar a ser
los/as adolescentes seres singulares. ‘’La era posindustrial sustituyó el ahorro por el
consumo, nos exige consumir constantemente, nos crea deseos nuevos, nos ofrece
insumos para satisfacerlos/as. Lo nuevo tiene valor por el mero hecho de serlo (...) ’’ (Di
Segni, 2002, p.102). La problemática que se presenta hoy en día en relación al mundo
adulto, radica en que ya no aparece como inconveniente el hecho de no vislumbrar a los/as
adolescentes como tales, sino directamente no comprometerse a proceder como deberían.
Desde la mirada de dichos sujetos hacia los/as adultos/as, se puede expresar que los
primeros deniegan a los segundos, negándolos, desestimándolos; rechazándolos mediante
una manifestación de desobedecimiento hasta una de acondicionamiento frívolo.
Otra situación que se despliega en la sociedad actual es la irrealidad en la que viven los/as
adolescentes, consecuencia una vez más de la actuación de los/as adultos/as de satisfacer
todas las necesidades que presentan sus hijos/as a cualquier precio, lo que conlleva a que
estos últimos no interpretan lo que es sentir frustración frente a algo que no se puede
obtener o realizar.

16
(...) el producto más dramático de la cultura adolescente, en la medida en que ésta los ha
convencido de que lo mejor en la vida es vivir la ‘’fiesta’’, disfrutar el aquí y ahora, mientras la
realidad tampoco les ha ofrecido opciones muy tentadoras para contrapesarla; se les ponen por
modelos a ricos y famosos inalcanzables para la condición social de los padres; se lo ha ubicado
como jóvenes en el lugar de ideales, con lo que se ha contribuido a desvalorizar a las figuras
adultas y a los valores que ellas sustentaron.
(Di Segni, 2002, p. 123).

Otra de las cuestiones que es fundamental para continuar entendiendo lo que ocurre en las
adolescencias actuales, es visualizar cómo se desarrolla la coexistencia, el entendimiento
que se construye dentro de las familias y en las instituciones educativas.
Para ello se prosigue con la misma autora, ‘’Convivir, pequeña palabra que encierra
mundos. Compartir tiempo, espacio, afectos, historia, (...) necesidades, deseos; reconocer
diferencias (...) ’’ (Di Segni, 2002, p. 135). Se entiende que la relación entre las distintas
familias jamás ha sido algo que se presente como sencillo. En la actualidad los problemas
que se presentan en dicha convivencia han salido a luz, temas que en el pasado eran
ocultos a causa de una organización social estricta y una estructura familiar patriarcal.
Hoy se manifiesta en el interior de las familias, así como también en las instituciones
educativas la cohabitación de sujetos de diversas generaciones, que por ende evidencian
desigualdades culturales enormes. ‘’ (...) adolescentes y niños que respiran esta ensalada
de influencias y crecen sin pautas, con algunas pautas, con pautas rígidas o con un alto
grado de confusión’’ (Di Segni, 2002, p. 136).
En el presente no solamente se manifiesta una transformación del mundo adulto, sino
también dentro de las familias:

(...) familia nuclear, (...) grupos monoparentales, (...) grupos multiparentales. (...) variantes que
cuestionan la pareja heterosexual como única base familiar: personas solas que tienen o
adoptan hijos, parejas gay que conviven y piden niños en adopción (...). Ninguna de todas estas
formas de organización es totalmente novedosa, todas existieron tapadas por la fachada
homogénea e hipócrita. Lo que hemos hecho es sacarlas a la luz y llevarlas unos pasos más
adelante, cosa que no podía hacerse cuando estaban ocultas.
(Di Segni, 2002, p. 137).

Así como se han expuesto problemáticas existentes dentro de los núcleos familiares, se
entiende que también existen dificultades en las instituciones educativas. Las mismas como
describe la autora, acarrean una moldura tradicional, es decir un escenario disciplinario que
no se corresponde con la sociedad en la que se vive. Por lo tanto se puede decir que dichas
instituciones padecen, se despliegan, se desarrollan a través del caos, la ambigüedad
tratando de mediar entre lo que la tradición impone y la realidad que hoy se presenta.
Además de lo expuesto, se le exige a dichos espacios educativos la función ‘’ (...) de cumplir
un rol de contención ante la familia en crisis. Y esto debe hacerlo estando (...) en crisis’’, (Di
Segni, p. 138). Lo que conlleva a que los/as adolescentes dediquen gran parte de su
transcurso en dichos establecimientos ensayando para subsistir o resistir el desorden que el
mundo adulto les ofrece.
Los/as mismos/as crecen, se desarrollan, viven inmersos en una diversidad que los/as
confunde; sin embargo la misma es inventiva, siempre y cuando pueda ser percibida,
admitida y tolerada, siendo necesario tener la capacidad de instaurar cierta armonía. Lo que
puede resultar un arduo trabajo para los/as sujetos de hoy, insertos en un desconcierto, falto
de certezas y normas que los contengan.
Se hace evidente que la situación que hoy se desenvuelve provoca desacuerdos; el
desorden del mundo adulto junto a las singularidades adolescentes conlleva al surgimiento
de una gran oposición entre ambas etapas de la vida, generando de esta forma conflictos,
que en muchas ocasiones son de difícil resolución. Esto provoca un distanciamiento

17
intergeneracional insuperable, lo que lleva a los/as adultos/as a posicionarse frente a las
adolescencias de diversas formas de acuerdo con sus creencias y valores.
Otra preocupación que surge es saber que ocurre con la violencia y que se hace con la
misma, tanto por parte de los padres, las instituciones y obviamente por parte de los/as
adolescentes. Di Segni (2002) describe, ‘’La violencia es un exceso de agresividad que,
lejos de poder ser utilizada de manera útil para ‘’pelear’’ la vida, lleva a conflictos y daños’’
(Di Segni, 2002, p. 150). Con esto no se pretende plantear la ausencia de límites, sino que
es imprescindible que los mismos sean colocados desde la coherencia y la razón, lo que de
acuerdo a como cada adulto/a se maneje en la vida, será de una forma en algunos casos y
en otros totalmente opuesta.
Continuando con las instituciones educativas surge la necesidad, parafraseando a la autora,
de vislumbrar que ocurre con las mismas. Estas últimas se diferencian del núcleo familiar en
el cual las adolescencias transcurren; en el hecho de que se sustentan en normas y
decretos que organizan, lo que debería suponer una buena convivencia. Sin embargo los
paradigmas que dichos establecimientos manejan en ocasiones no resultan de pactos; en
muchos casos surgen de ciertos anhelos por parte de quienes dirigen los mencionados
organismos; lo que trae aparejado más problemáticas para con los/as adolescentes.

Para llegar a una convivencia mejor en la escuela, la tarea debe comenzar por todos los adultos
en juego: docentes, no docente y padres. Saber qué pensamos sobre la docencia, sobre los
jóvenes, que esperamos de ellos, qué queremos incentivar y qué no toleramos, en qué podemos
acordar y en qué no, esto hoy es indispensable. (...) Para que esto ocurra es necesario crear un
clima no persecutorio, abierto, en el cual las diferencias puedan aparecer sin temor a la crítica
despiadada o a la descalificación.
(Di Segni, 2002, pp. 155-156).

Por lo antedicho, se llega al resultado de que más allá de la diversidad que se puede
encontrar en las múltiples instituciones educativas, aparece en las mismas una obligación de
adiestramiento de las adolescencias, que el mundo adulto encomienda a éstas.
Evidenciando la inseguridad que presentan estos/as referentes para con la crianza de sus
hijos/as, denotando así la emergencia de un otro experimentado, en este caso dichos
ámbitos, que los conduzca en el difícil quehacer del/a adulto/a.

Cualquiera sea el estilo que adopte la familia o la escuela -más tradicional, más adolescente,
más inseguro-, lo que no se puede dejar a un lado es que tiene que tender a una mayor
democratización. Salir de meramente declarativo, en lo que se refiere democratización de
cualquier institución, requiere mucho más tiempo de lo que se supone o de lo que se está
dispuesto a tolerar. Cambiar conductas, formas de organización, cuotas de poder, no es algo
que se termine al ponerlo negro sobre blanco.
(Di Segni, 2002, p. 160).

La institución familiar así como los contextos educativos se ven enfrentados a la obligación
de construir y reconstruir las normas sobre las cuales se sustentan, como consecuencia de
la vertiginosidad que hoy atraviesa la sociedad. Por un lado si este proceso no es llevado a
cabo de forma correcta puede caer en el desprestigio de la potestad que a cada quien le
compete. Sin embargo la supremacía no se desgasta si es planteada desde el lugar de la
madurez y desde la sabiduría. El propósito que debe perseguirse por parte de los/as
adultos/as en cuestión, es el poner pautas pero que sean aceptadas mediante una alianza
entre todas las partes. ‘’Ser adulto hoy requiere dedicar tiempo a pensar qué adulto ser,
cómo serlo (...). Supone (...), esfuerzo en una época en que todo se resuelve por puro
placer’’ (Di Segni, 2002, p. 164).
Se considera necesario para continuar reflexionando acerca de las repercusiones que se
presentan en los/las adolescentes de hoy, qué es lo que ha ocurrido y ocurre en el mundo
adulto, en el lugar de los referentes que deberían oficiar de sustento para acompañar las
adolescencias que se desenvuelven en la actualidad.

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Para ello se continúa con la autora trabajada anteriormente, quien narra que a partir de la
segunda mitad del siglo XX en dichos/as adultos/as se desvanecieron todas las certezas y
por ende seguridad que tenían o al menos creían tener hasta el momento.
Los referentes adultos/as ya no se manifestaron como un patrón a imitar; también las
principales religiones en base a las cuales las familias se basaban, fueron problematizadas;
las ideologías sostenidas hasta entonces fueron ‘’condenadas a muerte’’ (Di Segni, p. 167).
En este período los hombres vieron decaer su figura de autoridad, y por lo tanto las mujeres
ya no pudieron basarse en ellos para sentirse protegidas.

Algunos adultos, unos cuántos, parecen haber adoptado por ‘’a divertirse que se acaba el
mundo’’ y se suben al carro del consumo de todo, de lo que sea, con o sin fondos para
financiarlo. Esclavos de sus deudas, corrieron para pagar deseos nuevos, se sienten ‘’libres’’.
Viven a gran velocidad, porque al detenerse sienten vacío y angustia.
(Di Segni, 2002, p. 168).

El problema que se manifiesta en los/as adultos/as es que no pueden identificar a que


afianzarse, ya que la realidad es que no tienen a qué aferrarse. Sino que deberían entender
que la búsqueda corresponde, debe orientarse, a hallar un prototipo ‘’claro y preestablecido’’
(Di Segni, 2002, p. 168). El hecho de que en el pasado se construyeron patrones rigurosos,
severos, estrictos e inflexibles, los llevó a considerar que los mismos eran inherentes a
ellos/as. Como resultado de dicha creencia los/as adultos/as de hoy se muestran inocentes,
inseguros/as, ya que no encuentran un modelo a seguir, provocando un sentimiento de
vacío, con cierto temor a la libertad que paradójicamente ambicionan. Lo que trae consigo ‘’
(...) la evasión del rol adulto. Se podía elegir renunciar (...), a la responsabilidad sobre otros’’
(Di Segni, 2002, p. 170).
A comienzos del siglo XXI, inevitablemente se visualizan cada vez más los efectos de la
caída de todas las certezas y las mutaciones en los diversos roles, ocurridos a lo largo de la
historia. Los/as adultos/as tendrían que responsabilizarse de ese abandono en el que se
encuentran y tratar de construir novedosos patrones de adultos/as, llegando de esta forma a
ser adultos/as realmente. ‘’ (...) un punto de partida imprescindible es determinar la
necesidad de tal rol adulto’’ (Di Segni, 2002, p. 170).
Lo cierto que los/as adultos/as han cultivado hijos/as desprovistos/as de una cultura, a
causa de sostener ideales acerca de las normas, leyes, pautas, límites, como algo
perjudicial para en la crianza de sus hijos/as. ‘’Crecerán sin limitar su omnipotencia, sin
poder postergar la satisfacción de sus deseos, sin reconocer a los otros para desarrollar
amor hacia ellos y sin capacidad para amarse, (...) como para cuidarse’’ (Di Segni, 2002, p.
173). Criar, pudiendo transmitir valores hacia sus hijos/as, radica en los/as adultos/as, en ser
capaces de tolerar que los/as mismos/as sean ellos/as mismos/as, sin despedazar su
personalidad; pero siempre haciéndoles saber que existen determinados límites que los/as
van a sostener.
Para poder transitar esta etapa adolescente junto a ellos/as, es necesario los/as adultos/as
se esfuercen para lograr una convivencia mediada por acuerdos. Entendiendo que en la
adolescencia, los/as sujetos experimentan cierto abandono por la pérdida de esos ‘’padres
idealizados de la infancia’’ (Di Segni, 2002, p.174). El mundo adulto debería ser capaz de
ser la aprobación de esto, lo que conlleva a que sean ellos/as los/as que puedan dirigir su
propia vida, sin modelos a seguir, creando los/as suyos/as particulares. ‘’Hemos creado y
seguimos creando a diario sustitutos que nos permiten evitar la angustia (...) ’’ (Di Segni, p.
174). Lo descrito por la autora es uno de los problemas a considerar en cuanto a la adultez.

Aceptar que no hay camino sino que se hace camino al andar genera angustia. Y nuestra
sociedad tolera mal la angustia. Parece ahogarse en ella, cualquiera sea su monto, (...); tolerarla
en cierta medida es el único motor del que disponemos para encontrar soluciones, para
ponernos en movimiento.
(Di Segni, 2002, p. 175).

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El tolerar la frustración como tarea esencial de los/as adultos/as, implica posponer su
deleite, su goce; así como también hacerse cargo de sus errores. Es fundamental que el
mundo adulto pueda hacer preciado lo vivido durante su vida, haciendo un uso pertinente de
su experiencia; ‘’ (...) de la que no se puede abusar ante los jóvenes, pero tampoco, (...)
renunciar a ella y someterlos a situaciones que podíamos haberles evitado (...) ’’ (Di Segni,
2002, p. 177).
Es importante también que los/as adultos/as sean capaces de aceptar que los/as
adolescentes muchas veces no comprendan que es lo que pretenden transmitirles, así como
también que acepten sus críticas, siempre desde el lugar del respeto. Tarea que no resulta
fácil en una sociedad que se presenta en un rumbo opuesto, por ende resulta crucial ayudar
a las adolescencias a tolerar sus propias frustraciones.
Ser consciente de la existencia de una crisis en la actualidad, no es sinónimo de poder
solucionarla, es un comienzo para rehacer el papel del/a adulto/a.

Para continuar explicitando que es lo que ocurre en esta sociedad que se presenta, como
se ha venido describiendo hasta el momento, y seguir tratando de vislumbrar las
repercusiones que la misma produce en los/as adolescentes de hoy, se retoma a Viñar
(2009), en su producción ‘’Mundos adolescentes y vértigo civilizatorio’’.
En la misma, el autor narra que con el desarrollo que la medicina ha tenido en los últimos
años y la extinción de muchas enfermedades, en la actualidad se presenta un gran
problema, el mismo se trata de que ‘’entre la pubertad y los treinta años la muerte violenta
ocupa el primer lugar en las causas de mortalidad’’ (Viñar, 2009, p.9). Siendo este otro factor
más que da cuenta que la sociedad ha cambiado y quizás no para bien al menos en lo que a
las adolescencias respecta.

Viñar describe que:

Tratándose de ‘’adolescencias’’, que llegan cuando ya estamos aburridos o fatigados del niño
que gratifica con su aprobación nuestra sabiduría y disciplina, e ingresan a ese escenario que el
saber popular ha llamado (sagazmente) la edad de la bobera, esto nos fastidia y predispone a
solo ver y valorar, en el tumulto adolescente, aquello que es estridencia y desmesura.
(Viñar, 2009, p. 10).

Se coincide con el autor en el hecho de que el mundo se encuentra inmerso en una especie
de torbellino, haciendo referencia a la manera tan acelerada en la cual se transforma, lo que
conlleva alteraciones en la confección de subjetividades.
Otro de los problemas frente a los cuales se enfrenta la sociedad actual, es que los/as
adolescentes son tales en algunos casos hasta la tercer década de la vida, ya sea para bien
o para mal; teniendo en cuenta que actualmente decir que algo es bueno o malo es más
complejo a como se presentaban las cosas en el pasado. Esto se debe a que antes había
prototipos para entre otras cosas, definir la etapa adolescente entre determinadas edades;
compartiendo el pensamiento de Viñar (2009).
También ha habido cambios en los/as referentes a seguir, como se ha descrito hasta el
momento; lo que trae aparejado transformaciones en el conflicto intergeneracional, en el
mismo dice Viñar (2009), ‘’no hay triunfadores ni derrotados, es la calidad de la controversia
y no el resultado lo que cuenta para los protagonistas’’ (p. 17). Asistiendo hoy en día a la
insuficiencia y falta de oposición, el abandono e ineptitud del mundo adulto en el hecho de
poder poner modelos, patrones, cánones a seguir a las adolescencias que se despliegan
frente a sus ojos, debido quizás a la insatisfacción cultural, ‘’vértigo de una mutación
civilizatoria’’ (Viñar, 2009), p. 18).

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¿Qué ocurre en la mente cuando desde temprano en la vida todo ocurre a este ritmo? (...) ¿Qué
ocurre cuando la información y el acontecer vertiginoso viene de la infancia o durante el empuje
pubertiano? ¿Cómo se inscriben interiormente las experiencias? (...) Hoy los síntomas tienen
poca cabida en el espacio mental. (...) El padecimiento no es sufrido sino actuado, no hay
espesor interior o mirada reflejada sobre el sí mismo para interrogar las causas o fuentes del
padecimiento.(...) El presente ya no se presenta en un tríptico, como articulación de lo que fue y
lo que será (es decir del pasado y del futuro), sino que es un presente epiléptico y perpetuo.
(Viñar, 2009, p. 24).

Otro de los temas que se visualizan en la actualidad relacionado con las adolescencias en el
cual también se presentan transformaciones es el proyecto de vida de los/as adolescentes.
Los/as mismos/as se encuentran subsumidos en un mundo donde los medios de
comunicación son fabricantes de ideologías basadas en la incapacidad de la conciencia de
distinguir la realidad de la fantasía; experimentando la realidad a través de la ayuda de
otro/a, mientras ese/a otro/a es algo ajeno; en una sociedad donde pareciera que la
búsqueda más importante es la de estímulos simulados. ‘’ (...) la caída de las utopías o fin
de las ideologías, permea en la mente adolescente como ausencia de referentes y horror al
vacío’’ (Viñar, 2009, p. 29).
Como sugiere el autor el hecho de entrar en un mundo adulto siendo consciente de lo que
implica, es un período importante en esta etapa de la vida y el mismo requiere ser auxiliado
por un/as otro/as. Es en ese lugar consigo mismo y con otros/as cuando los/as adolescentes
fabrican la condición de ser ellos/as mismos/as, y el ser en sí y para sí, este momento es
indispensable en la construcción de identidad.

(...) una definición filiatoria o genealògicaes condición de estructuración psíquica y salud mental.
(...) las diferentes maneras en que un sujeto construye los relatos de su origen, apoyado y
munido de datos objetivos, pero que se organizan según los subrayados y énfasis que cada
sujeto selecciona y que tiñen sus construcciones fantasmáticas. (...) se trata de cómo, en cada
situación cada sujeto se apropia de su historia o más precisamente, se reapropia de ella de
modo recurrente, y lo singular y propio va haciendo relieve y surgiendo de una cultura.
(Viñar, 2009, p. 33)

El autor hace hincapié en la necesidad de que la problemática adolescente no radica en las


adolescencias propiamente dichas, sino en el mundo adulto que las rodea. ‘’Es muy distinto
mirar al otro como un enfermo desadaptado, que acompañarlo a transitar el mundo,
haciéndose menos daño a sí mismo’’ (Viñar, 2009, pp. 33-34).
Otra escenario que se presenta frente a esta etapa de la vida, como describe el autor, son
las mutaciones que los/as adolescentes transitan en la misma, estas confluyen con el
desengaño vivido por las figuras parentales en la mitad de sus vidas. Esto tiene
repercusiones directas en los anuncios que llegan a las adolescencias por parte de sus
referentes, los/as cuales son mensajes de confusión y desorden, como resultado de una
sociedad en la cual los sujetos actúan con indecisión y temor, personas que se
escandalizan ante situaciones que consideran inmorales, muchas veces no involucrándose,
ni acompañando esta etapa de la vida adolescente. Esto tiene como consecuencia directa la
falta de contención en la confrontación necesaria para los/as adolescentes, siendo lo que
domina el mundo actual el deseo por parte de los/as adultos/as, el deseo de evadir el
enfrentamiento. ‘’ (...) la confrontación intergeneracional es hoy tan necesaria, (...) para que
la nueva generación pueda parir su propia novedad y originalidad’’ (Viñar, 2009, p. 36).
En el siglo actual se hace cada vez más complejo encontrar un espacio específico, único de
cada ser humano, un territorio que habilite a dichas adolescencias a poder desarrollar sus
facultades, tener un propósito, un deseo de un proyecto singular y propio de cada uno/a, el
mismo debería ser exclusivo e irremplazable.

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Cuando el adolescente llega al mundo del tercer milenio, (...), ya no hay meta-relatos o discursos
de utopía, encarnados en la autoridad sólida de las figuras patriarcales, sino los patrones fluidos
y cambiantes de la modernidad líquida; ya no hay un establishment social al que adherir u
oponerse, sino una sociedad fragmentada donde hay que inventar o construir un intersticio para
introducirse y lograr un itinerario que dé consistencia y sentido a la propia existencia.
(Viñar, 2009, p. 37).

Los/as adolescentes en la actualidad se encuentran obligados mediante la investigación de


sí mismos a someterse a un coraje que les permita obtener seguridad en ellos/as, logrando
su propia singularidad, y que al mismo tiempo les facilite alejarse de la incertidumbre
característica que el mundo adulto de hoy les ofrece.
En relación a la sociedad que se extiende y envuelve a los seres humanos, Viñar (2009),
habla de ‘’vértigo civilizatorio’’ (p. 40), un mundo de excesos, en el cual la perspectiva del
futuro se presenta insegura, cambiante e inconstante. Es sabido que dicha situación
produce efectos desfavorables para los/as adolescentes, debido a que los sujetos son el
resultado del momento que los acoge, siendo el momento social actual un período de
aceleración constante que atrapa a los sujetos.
A partir de lo antedicho se obtiene como resultado la ausencia de diálogo y momentos
compartidos entre hijos/as y referentes adultos, siendo fundamental para un favorable
desarrollo adolescente, el reconocimiento de unos/as otros/as, lo que parece escasear en
esta época. ‘’El sujeto no se produce sin el otro’’ (Viñar, 2009, p. 44).
En las adolescencias se presenta la contradicción que provoca oscuridad para los seres
que la transitan, del trecho compuesto por un lado por el sufrimiento y por otro por la
majestuosidad propio de las mentes adolescentes, implicando vivir entre una realidad de
fantasías y otra que causa miedo. Por esto resulta tan necesario que dicho transcurso sea
acompañado y sostenido por modelos a seguir en una sociedad donde reina lo
momentáneo por encima de lo perdurable.

Los procesos individuales y grupales de auto identificación y de elección de anhelos, proyectos y


destinos, tramitan ese desasimiento del crédulo mundo infantil, donde eran pensados por sus
mayores. Historizar implica establecer conexiones de sentido, y esta capacidad es inversamente
proporcional al sujeto en estado de máxima vulnerabilidad. Los padres y los valores de la
generación precedente son el modelo o contra modelo, ya sea para sumarse o adherirse, como,
(...), para oponerse y rebelarse, lo que en definitiva no son sino anverso y reverso de la
transmisión generacional, inmersa en los cambios sociopolíticos de cada época y lugar.
(Viñar, 2009, p. 46).

En relación a las formas de manifestación de lo sentido que poseen los/as adolescentes, el


autor hace referencia a que las formas han cambiado, hoy en día los/as mismos/as
transmiten su sentir mediante sus actos y creaciones culturales. El mundo actual que se
desenlaza con una expresividad sin límites, teniendo en cuenta que lo que se produce a
nivel social es totalmente inconsistente, puede poner esta etapa de la vida en riesgo.
Las adolescencias que se despliegan actualmente se ven sometidas a realidades que se
transforman constantemente y por ende son inesperadas, no teniendo en consideración el
mundo adulto de la historia, de lo que el ser es en sí mismo/a o el ser más allá de cualquier
cosa en particular.
Hoy en día los sujetos que acontecen durante la adolescencia no encuentran referentes
específicamente claros, por ende se encuentran frente a la ausencia de entidades concretas
frente a las cuales gestionar su inconformidad y dependencia, entendiendo que esto se debe
a que el equilibrio ha sido perturbado como consecuencia de una prisa que envuelve a la
sociedad actual.

(...) en los jóvenes de hoy llamamos cultura de la urgencia y cultura de lo ilimitado, con pasajes
al acto (...), cuadros que expresan o traducen la crisis de una relación armónica entre el sujeto y
su mundo (...). Hoy la crisis de los referentes exige a cada sujeto un mayor trabajo en el parto de

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la singularidad. (...) Se trata de personalidades fácticas encadenadas al acontecer actual y sin
capacidad de desplegar el tríptico presente-pasado-futuro.
(Viñar, 2009, p. 53).

Coincidiendo con el autor se expresa que resulta indispensable una firmeza que medie entre
la reorganización y la persistencia afianzando la transformación, el descubrimiento y el
resplandor adolescente para promover la estabilidad de los/as mismos/as; ya que se asiste
a un futuro incógnito y angustioso.

(...), la adolescencia es la primavera de la vida -el amor o la pasión de los comienzos, cuando
todo tiene una intensidad (...), cuando todo es promesa de futuro, y los anhelos e ideales son
creíbles y las utopías están al alcance de la mano (...), concebirla como tiempo de derrumbe de
los mitos e idilios de la infancia, cuando ya no somos chicos y aún no somos grandes. Tiempo de
transición, de crisis y de desasosiego en el que los extremos se cruzan y se alternan. (...), es
estar entre amar y llorar sin fuerzas ante el impulso de atrapar el mundo con las manos.
(Viñar, 2009, p. 67).

Teniendo en cuenta que la etapa de la adolescencia es crucial y no accidental, se hace


necesario tener en consideración que este momento de la vida es el más susceptible al
efecto que absorbe y percibe del mundo exterior, cargado de mensajes y de excitaciones
que pueden ser mal asimiladas trayendo aparejados aspectos inhabilitadores para un
insuperable desarrollo.
Asistiendo a las palabras de Viñar (2009) se plantea, ‘’a un aplanamiento o incontinencia del
aparato psíquico para albergar la ansiedad en el espacio mental, y esta se desborda o se
derrama en el mundo externo (actuación) o en el cuerpo’’ (p. 75). Por lo cual se cree que el
desafío consiste en tener la capacidad de cambiar lo inesperado de la actuación en algo
cognoscible para la mente, contribuyendo a que el desorden se transforme en algo
distinguible para los pensamientos adolescentes. Ya que el pasaje al acto es una forma
gratificante para los/as mismos/as, una manera de concretar un deseo o quizás también
protegerse del dolor.
‘’El problema no consiste en categorizar a los individuos como (...) buenos o malos, (...), sino
en plantearlo como resultado de una interacción (...). Es un proceso de subjetivación, de
institución y reconocimiento de un sujeto humano, lo determinante es la relación’’ (Viñar,
2009, p. 91).

Los cambios de significación son cada vez más rápidos e intensos en el mundo contemporáneo.
(...) Hoy en día los referentes sociales que organizan nuestra mente son (...), la familia, los roles
parentales y la filiación, (...). Todos estos parámetros que fueron sólidos, relativamente estables
y nítidos, están convulsionados o estallados. (...) Hoy no solo se trata de que las reglas de
convivencia han cambiado. (...) La sociedad de consumo propicia y se orienta por la
instantaneidad, por temporalidades fugaces.
(Viñar, 2009, pp. 121-122).

Arendt (1972), en Viñar (2009), describe: ‘’Nadie los ve, nadie los oye, sólo aparecen en el
escándalo del motín o del acto antisocial, cuando la miseria material arrastra a la miseria
psíquica e irrumpe desorganizando nuestro mundo de buenas costumbres’’ (p. 132).
En la misma línea que Viñar (2009), se expresa que los seres humanos se encuentran
constituidos por palabras, historias que los/as residen produciéndolos/as desde el
nacimiento hasta la muerte, lo cual no es posible que sea argumentado por la biología. Se
requieren tres generaciones para formar la sociedad de los sujetos, siendo imprescindible el
tiempo vivido, las tramas albergadas en la memoria teniendo en cuenta que los individuos
son construcciones compuestas de palabras.

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Mediante lo expuesto se puede comprender la necesidad urgente de transformar los
pensamientos de los sujetos, para lograr que los mismos se conviertan en voces,
entendiendo de esta forma lo que cada adolescente también necesita decir, y comprender,
cuáles son sus capacidades, sus limitaciones y por sobre todas las cosas sus necesidades.
Y de esta manera lograr un cambio, ese cambio que necesita la sociedad, como conjunto de
personas con muchas cosas en común, soslayando las diferencias, donde lo desigual se
convierte en igualdad.

Volviendo a los motores que promueven este trabajo, es decir que ocurre con las
adolescencias hoy y como construyen sus identidades, se entiende que las mismas son
consecuencia de las mutaciones presentadas por los referentes adultos, por la familia, por
las instituciones que los/as atraviesan, los grupos de pares con los cuales se identifican en
la mayoría de los casos; se evidencia por ende que son el resultado de una sociedad que
actualmente los/as circunscribe, comprometiéndolos/as por un lado y hechizándolos/as por
otro.

Para continuar en la línea de entendimiento de que ocurre actualmente con estas


adolescencias, se toman las palabras de Casas de Pereda (2005), quien describe:

La adolescencia es un espacio tiempo donde los movimientos estructurales de los múltiples


sentidos y no sentidos que refieren a la historizaciòn en acto de la subjetividad, arman,
desarman, construyen, de construyen fantasmas desiderativos en razón de las mociones
pulsionales donde se intenta una reubicación de hombre, de mujer, en lo social. El tiempo lógico
prevalece en la escena psíquica y el a posteriori trabaja a full en todo momento de estructuración
psíquica. (...) Atravesar ese espacio tiempo no siempre se logra y a veces esos engranajes
restan como ruedas soltadas de sus ejes o sus amarras. La estructuración subjetiva, en todo
momento de la vida solo puede hacerse con otro, ante otro y desde el Otro, reuniendo el fuerte
imaginario afectivo y carnal con el símbolo de su palabra por la que circula el deseo ignorado.
(Casas de Pereda, 2005, pp. 31-32).

Parafraseando a la autora se explicita que durante las adolescencias los elementos que
hacen particular esta etapa de la vida son la apropiación de un/as otro/as, de todo lo que de
ese/a otro/a se estima. También aparece la combatividad, como rasgo desobediente, como
un pasar por alto las normas. ‘’Apoderarse-tener-ser constituyen un trípode difícil y azaroso
que reclama todo el tiempo al otro parental y social’’ (Casas de Pereda, 2005, p. 35).
Otro componente de la etapa adolescente consiste en la actuación, los/as mismos/as a
través de sus actos dicen y elaboran su argumentación. ‘’El adolescente se pone en escena
todo el tiempo y suele no estar en condiciones de reconocer las causas o efectos de su acto.
(...) el acto o la actuación deben ser escuchadas como demandas de significación’’ (Casas
de Pereda, 2005, pp. 39-40).

(...) una actividad intensa ininterrumpida, de simbolización para dar sentido a la existencia, para
poder tener un sentimiento de ser y existir, y ello depende de que ese otro parental y social,
escuche, mire, reconozca el extraño mundo adolescente y ni se confundan con èl.
(Casas de Pereda, 2005, p. 42).

Hoy en día es imposible plantear que las adolescencias son las mismas que a lo largo de
la historia, también es inadmisible hablar de ellas como sublevación adolescente, ya que de
esta forma se visualiza una negación a las transformaciones que las mismas han sufrido.
Cómo describe Verìssimo de Posadas (2006), ‘’El adolescente necesita con urgencia ser
alguien’’ (p. 34).

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(...) afirmaciones como construcciones a las que el adolescente recurre como modo de
defenderse de vivencias, tal vez antagónicas, de horror al vacío, de la experiencia de no ser, ser
nadie, ser nada. Responden a la necesidad de certezas, a tentativas de solución a la inquietante
extrañeza respecto al otro en mí, el inconsciente, el extranjero.
(Verìssimo de Posadas, 2006, p. 35).

Lo que se ha expuesto sobre el pensamiento de los/as autores/as anteriores coincide con el


pensamiento de la autora tomada en este caso. La misma describe que en la actualidad se
hace presente la no existencia de entornos contenedores, para que los/as adolescentes
puedan identificarse y al mismo sean capaces de enfrentarse. Sino que se despliega frente
a los/as mismos/as un escenario caracterizado por una superior libertad al igual que una
gran ausencia de seguridad o certezas. Esto se debe a que hoy lo diverso reina en la
sociedad y no se encuentra otra opción que coexistir con esta realidad. ‘’Las estéticas:
ropajes, insignias, como las marcas en el cuerpo ¿no tendrán el sentido de envolturas como
modo de contener los imprecisos límites del infierno?’’ (Verìssimo de Posadas, 2006, p. 36).
El cuestionamiento que se hace necesario es el de entender si la experiencia que en la
actualidad los/as adolescentes viven, ese abismo, no responde, no es una consecuencia de
la atención que los/as mismos/as reciben del mundo adulto.

Continuando con la comprensión de la etapa de la vida adolescente y al mismo tiempo


tratando de visualizar cómo construyen los/as mismo/as su identidad; como se ha tratado de
exponer hasta el momento; se sigue en la línea de Velásquez Pérez (2007), quien narra:

El adolescente y el joven están consolidando una identidad personal y social, y el lenguaje les
permite nombrarla y elaborarla. (...) identidad personal y social como construcción subjetiva que
tiene que recibir un reconocimiento por parte del otro; sea familia, grupo de amigos, profesores,
agrupación juvenil, agrupaciones profesionales, en general instituciones de la sociedad. (...), los
valores que expresan los adolescentes y jóvenes, son: el grupo, la emoción, el cuerpo, el
presente, la estética, la diversión, la participación y la diversidad. Esto tal vez inconscientemente,
e influidos por la sociedad de consumo.
(Velásquez Pérez, 2007, p. 85).

En el igual itinerario que el autor, se expresa que estas significaciones son imprescindibles
en la invención de la argumentación adolescente, lo cual es fundamental para que ellos/as
sean capaces de adjudicarse una identidad social y por ende personal, atravesando esta
última a la primera. Se considera a la identidad personal como una edificación subjetiva,
mediante la cual el sujeto se distingue del resto a través de diversas formas de narrarse,
autoafirmarse, percibirse, reconociéndose en su continuidad y su historia.
El lenguaje en todas sus formas de expresión posibilita la expresión del pensamiento, la
exteriorización de los deseos, así como también de los afectos, por ese motivo el mismo
deviene como medio de construcción de identidad y subjetividad. Logrando los seres
humanos mediante el mismo la construcción de la realidad en la que se encuentran dos
mundos. Por un lado aparece el mundo exterior, es decir la cultura creada por los sujetos y
por otro surge el mundo interno, encontrándose este constituido por los sentimientos,
emociones, deseos, imaginación, fantasías, ya sea a nivel consciente como inconsciente.
Ambos mundos se hallan en una correspondencia activa en la que es imposible excluir a
alguno de los dos mundos, sustentándose entre sí mismos, al mismo tiempo que
diferenciándose uno del otro. Por lo tanto se puede expresar que, ‘’ (...) surge la realidad
como una construcción permanentemente en juego. (...) el sujeto es el lugar del discurso, es
decir, en el acto comunicativo intersubjetivo, el sujeto construye el mundo objeto y se
construye a sí mismo’’, (Velásquez Pérez, 2007, p. 91).
En el mismo camino, el autor sugiere hablar de identidades al igual que adolescencias, ya
que se visualizan múltiples formas de ser y estar en el mundo.

25
Se puede inferir entonces que la construcción de identidad no es una reflexión momentánea,
voluntaria o de autodeterminación absoluta; sería fruto de procesos paulatinos, de identificación
y diferenciación, en una interacción con el entorno, donde se tejen relaciones intersubjetivas
mediatizadas por el poder, el control, las instituciones sociales, los deseos, las intenciones, los
fantasmas y necesidades de los participantes en la relación.
(Velásquez Pérez, 2007, p. 94).

El/la adolescente se ampara en sus modelos identificatorios, ya sea adultos/as o pares, para
consolidar sus ideales, vivir sus experiencias, para existir, reflexionar y proceder en sus
vidas, fortaleciendo y creando así su propia identidad.
Actualmente ‘’las nuevas dinámicas de información y comunicación imprimen un sello en las
nuevas subjetividades e identidades’’ (Velásquez Pérez, 2007, p. 96). Se observa en los/as
adolescentes la incidencia del cambio cultural; lo que ha producido novedosas
identificaciones en los/as mismos/as, no ajustadas o sustentadas en ciertos valores, sino en
‘’ (...) la emocionalidad, la corporeidad, el presentimo y el colectivismos’’ (Velásquez Pérez,
2007, p. 103). Se podría describir entonces que la identidad adolescente se sostiene
mediante la desmesurada demostración continua de emociones y sensaciones; a través de
la existencia de lo corporal, es decir aspectos físicos, motores, intelectuales, sociales y
afectivos, como forma de presentarse frente al mundo, lo que involucra a los sentidos con el
fin de poder expresar lo que se percibe a través de ellos. Una forma en la cual el pasado y
el futuro no forman parte de la realidad, siendo el presente lo único que existe para esta
etapa de la vida, como consecuencia de la sociedad actual.
Por último se puede expresar que otro soporte para dicha identidad es la comunidad en la
que se desarrolla, brindando la misma a los/as adolescentes estabilidad, confianza, sentido
de pertenencia, impidiendo que los sujetos puedan sentirse solos/as y desamparados/as.

Entendiendo que la sociedad actual tiene repercusiones directas sobre las adolescencias
que hoy se desenvuelven, se puede expresar que cada sujeto se construye a sí mismo a
partir de diversas coordenadas, dependiendo de los variados contextos y múltiples espacios
en los cuales se encuentran sumergidos/as.

Para continuar en lo que se viene narrando a lo largo de dicha monografía, se decide


retomar a Mello y Ponzoni (2013). Las autoras, con las que se coincide, describen la
importancia de referentes adultos/as en la producción del sujeto, de su subjetividad, al igual
que los autores/as trabajados hasta el momento. Las mismas narran que la presencia de
los/as mismos/as puede habilitar u obturar dicho proceso, entendiendo a la confrontación
intergeneracional como estructura esencial a la naturaleza humana.

(...) el joven necesita vitalmente contraponerse, oponerse, medirse, desafiar, cuestionar lo que el
otro le brinda. Confrontación que habilita el encuentro-desencuentro con los adultos, a través del
cual explora sus deseos, límites y posibilidades. (...) El trabajo que el joven debe ineludiblemente
realizar, (...), es correlativo a la génesis de nuevos grupos de pertenencia exogámicos que
necesita construir con sus pares.
(Mello, Ponzoni, 2013, pp. 2-3).

Se visualiza que de ese transcurso devienen ciertas conductas que los/as adolescentes
llevarán a cabo en la constitución de sí mismos/as. Las mismas constituyen una forma de
expresión, por ende hablan mucho de un sujeto, sin lograr constatar todo lo que ese/a
adolescente es en sí mismo/a; ya que su psiquismo se encuentra en permanente
construcción y reconstrucción.

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Se considera en el mismo camino que las autoras que ‘’ (…), ninguna acción que se tome
está exenta de riesgo. (...). Vivir implica asumir permanentemente la posibilidad de un
riesgo’’ (Mello, Ponzoni, 2013, p. 4). Es de vital importancia el sostén que los referentes
adultos/as puedan brindar a las adolescencias, ya que de las diversas maneras de
confrontación, dependen las conductas que los/as adolescentes adoptarán en su proceso de
crecimiento. ‘’Lo fecundo de la confrontación reside en poder sostener la tensión que
generan las ineludibles diferencias, con la disponibilidad y contención ofrecidas desde el
lugar adulto’’ (Mello, Ponzoni, 2013, p. 5). El problema radica cuando ese sostén y esa
contención están ausentes, obteniendo como resultado procesos adolescentes
damnificados.

En cada adolescente es muy singular la trama que adquiere esta peripecia en la grupalidad,
cuánto le ofrece de sostén y cuánto le exige de renuncia; cuánto de afirmación a la posibilidad de
elecciones propias y cuánto de imposición y de sometimiento a las decisiones grupales. En estas
tramas sociales, las conductas de riesgo que pueden surgir, algunas a modo de ‘’ritos de
iniciación’’, vehiculizan la búsqueda de reconocimiento y afianzamiento, con el consecuente
efecto de antídoto frente a la indefensión.
(Mello, Ponzoni, 2013, p. 6).

Continuando en la misma línea que las autoras, se coincide que en el dificultoso y penoso
trabajo que los/as adolescentes deben realizar en esta etapa de sus vidas para poder ser
alguien, para lograr existir, los actos que realizan en esa búsqueda de sí mismos/as, en
ocasiones ‘’ (...) se vuelven grito de auxilio al que no se ha podido dar palabras’’ (Mello,
Ponzoni, 2013, p. 6). Dichas acciones se encuentran afianzadas en un sentir omnipotente,
para los/as mismos/as el panorama que se despliega ante ellos/as es tan extenso, que todo
se presenta como posible. Más aún en una sociedad cargada de estímulos, lo que conlleva
al deslumbramiento, a la fascinación, a la fantasía de que todo se puede.
Las manifestaciones realizadas por los/as adolescentes denotan la ausencia de un relato
narrado por los/as mismos/as de su sentir, muchas veces presentándose sentimientos de
orfandad, de soledad; que al mismo tiempo el mundo adulto no ha sido capaz de escuchar.
Una de las consecuencias del desorden social y su repercusión en las adolescencias es la
exclusión social, manifestada de diversas formas. ‘’ (...) no se puede hablar solamente del
desamparo del adolescente: se trata de la vulneración de los ámbitos de pertenencia, de los
que se espera receptividad y refugio’’ (Mello, Pnzoni, 2013, p. 8). Esta situación impulsa a
los/as adolescentes, en algunos casos, a adoptar ciertas conductas de riesgo, ya que es el
único medio a través del cual encuentran una salida.

La temporalidad del adolescente de nuestras sociedades tiene un marcado sesgo hacia la


instantaneidad del presente, por lo que la proyección del futuro y la anticipación que requiere la
posibilidad de pensarlo, queda desdibujada. Es que eso de medir posibilidades reales, explorar
caminos, andarlos y desandarlos, (...) es lento y esforzado y en la fuga hacia adelante, de
velocidad, de escapadas y de quedar sin aliento, quedan olvidados los dolores de ese parto
deseado y temido.
(Mello, Ponzoni, 2013, pp. 8-9).

Consolidando lo expuesto hasta el momento, se expresa que las adolescencias devienen


como consecuencia de los marcos culturales y sociales en los cuales los/as adolescentes se
construyen a sí mismos/as elaborando como pueden sus identidades. Por ende
dependiendo de dichos contextos las condiciones que encuentren para exteriorizar su sentir,
sus formas de ser y estar en el mundo, serán tantas como adolescencias existan, cada una
con la singularidad que le es propia.

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Ser adultos no significa dejar de disfrutar, de reír a gritos, de emocionarse, de apasionarse, de
jugar; significa saber cuándo no tiene sentido hacerlo. Significa, básicamente, terminar la niñez y
la adolescencia en aquello que nos impide manejarnos bien con la propia realidad y con los
otros, abandonar la omnipotencia, reconocer a los otros con sus necesidades y deseos,
aprender a esperar, adquirir autonomía. Abandonar la omnipotencia es imprescindible para no
creerse dios ante los demás y para no sentirse irrompible ante uno mismo; reconocer a los otros
supone preocuparse por conocerlos, escucharlos, aceptar las diferencias, gastar tiempo y
esfuerzo en llegar a acuerdos; aprender a esperar permite postergar placeres a corto plazo para
obtener logros en el mediano, hacer esfuerzos y tolerar frustraciones, no por amor al sufrimiento,
sino para conseguir lo que queremos. Durante siglos nos ubicamos en un lugar especial del que
caímos abruptamente; llevamos algunas décadas en crisis. Es hora de que salgamos de ella.
Debemos ocupar el rol nosotros mismos, en cada casa, en cada escuela. No esperar que otros
cubran el lugar que dejamos vacante y adopten a quienes dejamos huérfanos; no pedir a gritos
que alguien, una figura fuerte, autoritaria -o incluso nuestros hijos nos adopte a nosotros. Ocupar
el rol significa delimitar claramente qué podemos hacer y qué no; buscar el apoyo de pares para
lograr lo que individualmente sea más difícil. No significa renunciar a la diversidad, sino, por el
contrario, defender esa diversidad a todo costo. Debemos salir de la Babel en que vivimos,
dando lugar a acuerdos mínimos reales, no de forma; que nos permitan actuar en conjunto y
contener con cierta coherencia a los más jóvenes. Contamos para ello con posibilidades de
comunicación y conocimientos que no tuvieron las generaciones anteriores, no podemos
desperdiciarlos.
(Di Segni, 2002, pp. 1855-186).

4) Conclusiones

Mediante lo expuesto a lo largo del trabajo a través de los distintos/as autores/as, se


puede evidenciar la interrelación de los/as mismos/as en lo que refiere a conceptos tales
como adolescencia, identidad, subjetividad y sociedad actual.

Concluyendo, la adolescencia es una etapa decisiva en la construcción de identidad,


implicando este proceso un difícil trabajo para los sujetos que lo atraviesan; en el cual es de
vital importancia el acompañamiento de referentes adultos/as y por ende su contención.
Como se ha podido observar la sociedad de hoy presenta muchos cambios, teniendo como
consecuencia un mundo adulto impregnado de desasosiego, lo que ha traído aparejado
dificultades en la construcción de identificaciones sólidas, que sostengan a los propios
adultos y por ende a los adolescentes. Por lo tanto se visualiza que si los/as adultos/as
responsables de sostener este proceso adolescente se encuentran en dicha situación, no
serán capaces de brindar a las adolescencias lo necesario para obtener resultados óptimos
al final de este tránsito.

Teniendo en consideración lo expresado por Torrente Hernández (2004), se entiende que


existen determinados problemas en la instauración de correspondencias afectivas
generadas entre padres, madres e hijos/as, lo que influye determinantemente en las
expresiones de las conductas de los/as adolescentes; como consecuencia de la presente
ausencia en la transmisión de estereotipos, códigos, certezas e ideales.
La misma autora; al igual que algunos de los/as autores/as trabajados a lo largo de la
presente monografía; relata que entre los agentes que inciden tanto a nivel psíquico como
social en el desarrollo adolescente, el más importante es la familia. ‘’ (...) constituye la piedra
angular sobre la que se asientan las múltiples experiencias que van conformando las bases
de la conducta futura de los menores’’ (Torrente Hernández, 2004, p. 100).

Vislumbrando el objetivo del presente trabajo, al igual que tratando de encontrar


respuestas a las interrogantes que han ido surgiendo, se toman nuevamente a Vázquez y
Fernández Moujàn (2016). La autora y el autor con quienes se coincide, plantean que la

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sociedad actual ha transformado la manera de vida de los seres humanos, entre los que se
encuentran los y las adolescentes, por ende para los/as mismos/as se presentan novedosas
condiciones de existencia y por lo tanto nuevas formas de construcción de sus identidades.
Hoy en día como consecuencia de la era virtual que envuelve a los sujetos, aparece como
conductora de vidas la instantaneidad. Ya no es posible el tiempo de espera, sobre todo en
las adolescencias, para las mismas lo que no es posible de descifrar con un click representa
algo inadmisible.
Se despliega actualmente también la ruptura de nexos que afianzaban el hecho de formar
parte de un entramado social que permitía el formar parte de un nosotros. A esto se agrega
la incapacidad de los/as adolescentes de pensar en un futuro como resultado de lo que el
mundo adulto les brinda.
Entre otras cosas estas circunstancias provocan una crisis identificatoria, frente a la misma
aparece, producto de la sociedad que hoy toca vivir, el mercado. El mismo mediante
diversas estrategias intenta ocupar el vacío vivido por los sujetos con esperanzas cargadas
de satisfacción instantánea. Quien es capaz de poder satisfacer dichas propuestas lograra
ser alguien o no en el mundo.
Gracias a esta sociedad de consumo, los/as adolescentes son vulnerados en su condición
de tales, además de significar una población de fácil persuasión por parte de la cultura de
consumo que hoy se despliega.
La autora y el autor esbozan que quedando las adolescencias sin una identidad que les es
propia, la sociedad les brinda, mediante el ejercicio de poder, identidades que puedan ser
propicias para las condiciones de vida que hoy se presentan. De esta forma la misma
transforma a los/as adolescentes en sujetos de consumo sujetas a esta.
Narran que en la actualidad lo que organiza la elaboración de la identidad en las
adolescencias son las redes sociales, las cuales ofician como la mirada de un/a otro/a,
supliendo al mundo adulto referente. Aparece la conectividad como un factor liberación, de
independencia, situación que aleja más aún a los/as adultos/as de los/as adolescentes,
siendo Internet el espacio actual de encuentro. Logrando identidades a través de la imagen
y la exposición que dependen de la cantidad de seguidores o likes que cada quien posea,
como describen Vázquez y Fernández Moujàn (2016).
‘’Por eso los chicos hacen una selección minuciosa de qué mostrarán de sí mismos, porque
con cada publicación se construye su propio relato, una identidad que se construye sin
tiempo mediante’’ (Vázquez y Fernández Moujàn, 2016, p. 49).

Es fundamental que los/as referentes adultos/as tengan la capacidad de enseñar que no


todo es a través de Internet; que sí existe un tiempo, y el mismo es necesario para pensar y
pensarse; que no se necesita de la exposición para ser alguien; que sí existe un futuro, el
cual se coconstruye entre adultos/as y adolescentes; que sí las adolescencias tienen su
lugar en el mundo, más allá de la inmediatez, del consumo y la instantaneidad.

Resulta imprescindible para que el proceso de construcción de la identidad adolescente


sea un trabajo del que se puedan obtener resultados óptimos, la contención adulta, el
acompañamiento y el sostén para con las adolescencias, inmersas en una sociedad
compleja.

Se coincide con lo que describe el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia:

Cuando los adolescentes reciben el apoyo y el aliento de los adultos, se desarrollan de formas
inimaginables, convirtiéndose en miembros plenos de sus familias y comunidades y dispuestos a
contribuir. Llenos de energía, curiosidad y de un espíritu que no se extingue fácilmente, los
jóvenes tienen en sus manos la capacidad de cambiar los modelos de conducta sociales
negativos y romper con el ciclo de la violencia y la discriminación que se transmite de generación
en generación. Con su creatividad, energía y entusiasmo, los jóvenes pueden cambiar el mundo
de forma impresionante, logrando que sea un lugar mejor, no sólo para ellos mismos sino
también para todos.
(UNICEF, 2002, p. 1).

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Continuando con lo que plantea UNICEF (2002), se narra que una de las formas mediante
las cuales los/as adolescentes obtienen confianza en sí mismos, es cuando logran tener
relaciones estrechas con el mundo adulto. El hecho de pertenecer a un grupo contenedor,
podría llamarse familia, habilita a las adolescencias a encontrar herramientas para hacerle
frente a ciertos problemas y teniendo el sostén necesario lograr una óptima autoestima.
Encontrar lazos firmes en el contexto que rodea a los/as adolescentes es primordial para
que los mismos/as puedan sentirse seguros/as y estimulados/as, teniendo la seguridad de
que se encuentran protegidos por ese mundo adulto que los rodea. Para ello es de vital
importancia que los/as mismos/as cuenten con una contención regida mediante normas a
seguir, para de esta forma encontrar una conformidad con su presente y por ende seguridad
en el futuro.

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