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esas relaciones iniciales influyen durante la evolución del

1 ~I niño, cosa que no pueden hacer las relaciones posteriores


1 en la misma proporción en virtud del mismo hecho de que
l
son ·posteriores. También se debe en parte al hecho de que
1 1
es en !os primeros años de vida que el niño está indefenso,
y en consecuencia depende del medio para su protección,
para su satisfacción, y para la vida misma durante un pe-
ríodo mucho más prolongado que cualquier otro mamífe-
ro. En otras palabras, los factores biológicos per se desem-
V. EL APARATOPSIQUICO peñan un gran papel en la determinación de la importan-
(conclusi6n) cia, así como la naturaleza de nuestras relaciones interper-
sonales, puesto que ellas resultan en lo que podríamos
denominar fetalización post partum prolongada, caracterís-
En este/capítulo final sobre la llamada hipótesis estructu- ti.ca de nuestra evolución como seres humanos.
ral del aparato psíquico discutiremos algunos aspectos de En la literatura psicoanalítica, el término "objeto" se
la relación_ individual con las personas de su medio y tam- utiliza para desigruu-_personas o cosas del ambiente exte-
bién el terna del desarrollo del superego. Como de costum- rior que tienen importancia psicológica en la vida psíquica
bre, procuraremos comenzar con la situaéión existente en de uno, sean tales "cosas" animadas o inanimadas. Del
los muy primeros. tiempos de la vida para proseguir luego mismo modo, la frase "relaciones con el objeto" se refiere
con el asunta" durante el trascurso del desarrollo ·del niño a la actitud y comportamiento con respecto a tales obje-
y en la-vida posterior. tos. Por conveniencia usaremos dichos términos en la con-
Freud fue el primero en dar un cuadro claro de la gran sideración siguiente.
importancia que para nuestra vida y evolución psíquica Suponemos que en las primeras etapas de la vida, como
tiene la relación con las otras personas. Lasprimeras, claro lo hemos dicho en el Capítulo III, el niño ignoni. los obje-
está, son los padres; relación que en un principio está. re- tos como tales y que sólo en forma gradual aprende a dis-
ducida primordialmente· a la madre o al sustituto de la tinguirse a sí mismo del objeto durante los primeros meses
madre. Un poco más tarde se entra en relación con los de su desarrollo. También hemos afirmado que entre los
hermanos, <;> compañeros muy· próximos, y con el padre. objetos más importantes de la infancia están las diversas
Freud señaló que las personas a las que el niño está uni- partes del cuerpo del mismo niño, verbigracia, sus dedos y
do en sus primeros años ocupan una posición en su vida su boca. Todos ellos son en extremo importantes como
mental que es única en cuanto a influencia concierne. Esto fuentes de gratificación y de allí, presumimos, que están
es verdad tanto cuando la unión del niño a esas personas muy catectizados por la libido. Para ser más precisos de-
es por lazos de amor, de odio o d~ ambos, y esto filtimo biéramo6 decir que las representaciones psíquicas de esas
es por mucho, lo más habitual. La importancia de esas pri- partes del cuerpo del niño están muy catectizadas, pues ya
meras adhesiones puede deberse en parte al hecho de que no creemos más, como algunos psicoanalistas lo hicieron ,
que la libido es como una hormona que puede trasportarse "normal" o "sano". También consideró que esas fuerzas
a cualquier parte del organismo y fijarse allí. Este estado libidinales que catectizaban las representaciones psíquicas
de libido orientada hacia sí mismo Frnud lo denominó de los objetos mantenían la misma relación con el cuerpo
narcisismo, por aquel joven griego de la leyenda, Narciso, principal de la libido narcisista que los seudopodi~s ~n~
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que se enamoró de sí mismo. ameba con su cuerpo. Es decir. que 1a l'b'd 1 1 o o~bJPt~ma en-
La ubicación actual del concepto de narcisismo en la va de la libido narcisista y puede retomar a ella si más
teoría psicoanalítica es relativamente incierta. Esto se debe tarde el objeto fuera abandonado por alguna razón.
a que ese concepto fue creado antes de que Freud hubiera Volvamos ahora a la cuestión del desarrollo de las rela-
formulado su teoría dual de los impulsos. Como conse- . cioncs con los objetos. La actitud del niño hacia los pri-
cut!ncia, sólo el impulso sexual halló un lugar en el con- meros objetos de los que toma conocimiento es autocen-
cepto de narcisismo, y éste nunca ha sido puesto explícita- trada en forma exclusiva, como es natural. El niño al prin-
mente de acuerdo con la teoría dual de los instintos o con cipio sólo está interesado por las gratificaciones que el
la hipótesis estructural. ¿Debemos considerar, por ejemplo, objeto le brinda, es de~+.icon ~pecto d~l objeto que
que la energía autodirigida que surge del impulso sexual es podríamos denominar ~ de necesidades. Es de
también parte del narcisismo? ¿Qué parte del aparato suponer que el objeto al principio sólo está catectizado
psíquico está catectizado por la energía impulsiva de ca- cuando el niño comienza a experimentar alguna necesidad
rácter narcisista? ¿Es el ego mismo, o son partes del ego, o. que puede ser gratificada por o mediante el objeto, que en
aun quizá son otras partes del aparato· psíquico aún no otro sentido. no existe psíquicamente para el niño. Consi-
definidas? Estas son preguntas que no han recibido toda- deramos que sólo en forma gradual se 5!t ro la una rela-
vía respuesta definitiva. ción continua, es decir, una catexia ooJbt1va persistente
Sin embargo, a pesar del hecho de que el concepto de aun en ausencia de una necesidad inmediata que el objeto
narcisismo no ha sido puesto aún al día, por así decir, pueda satisfacer. Podemos expresar la misma idea en tér-
sigue siendo una hipótesis de trabajo útil y necesaria en la minos más subjetivos al decir que es en forma gradual que
teoría psicoanalítica. En general, el término se utiliza para el niño desarrolla un interés por los objetos de su circuns-
indicar por lo menos tres cosas algo distintas, aunque. rela- tancia que persiste aun cuando no persigue placer o gratifi-
cionadas, cuando se lo aplica a un adulto. Ellas son: cación de parte de ellos. En un comienzo, por ejemplo, la
1) una hipercatexia de sí mismo; 2) una hipocatexia de los madre interesa al niño sólo cuando éste tiene hambre o la
objetos de la circunstancia, y 3) una relación patológica- necesita por alguna otra razón, pero luego la madre se
mente inmadura con esos objetos. Cuando se aplica el tér- hace psicológicamente importante sobre una base continua
mino a un niño, claro está, indica por lo general lo que y no en forma episódica.
consideramos que es una etapa normal o característica de No conocemos bien los modos precisos en que se esta-
los primeros tiempos del desarrollo .. Pudiera valer la pena blece una relación de carácter continuo, con el objeto o
añadir. que Freud consideraba que_ la mayor porción de la las etapas por las que pasa, en particular las primeras eta-
libido permanecía narcisista, es decir, autodirigida, durante pas. Es digno de mencionar el hecho de que los primeros
toda la vida. Esto suele mencionarse co~o narcisismo objetos son los que denominamos objetos parciales. Lo

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de la ambivalencia es míis aparente que real. Los 3enti-
cual significa, por ejemplo, que pasa un buen tiempo antes mientos conscientes con respecto al objeto reflejan a me-
de que la madre exista como un solo objeto para el niño; nudo una mitad de la ambivaiencia, mientras que la otra
antes de eso, su pecho, o la mamadera, su mano, su cara, mitad se mantiene inconsciente, aunque no por ello menos
etc., son objetos separados en la vida mental del niño; y poderosa en su efecto sobre la vida mental del individuo.
puede que hasta distintos aspectos de lo que físicamente Tal persistencia de la ambivalencia está asociada a menudo
es el mismo objeto sean también objetos diferentes para el con graves conflictos y síntomas neuróticos, como se
niño, en vez de estar unidos y relacionados. Por ejemplo, podría esperar.
el rostro sonriente de la madre puede ser al principio para Otra característica de las relaciones nuevas con el objeto
el niño distinto de su aspecto irritado o de reproche, su es el fenómeno de la identificación con el objeto, lo cual
voz amante puede ser un objeto distinto de la que regaña, ya lo hemos estudiado en el Capítulo III. Allí señalamos
etc., y puede ser que sólo después de un tiempo esas dos la gran importancia de la parte desempeñada por la identi-
caras o esas dos voces sean percibidas como un solo ficación en el complejo proceso de !a evolución del ego.
objeto. Aunque existen muchos motivos de identificación, afirma-
Creemds que es probable que sólo a fines del primer mos que cualquier relación con el objeto lleva en sí una
año de vida, se establezca una relación continua con el tendencia a identificarse con él, es decir, a asemejarse al
objeto. Una de las características importantes de tales rela- mismo; y cuanto más primitivo el estado de desarrolio del
ciones con el objeto es el alto grado de lo que denomina- ego, más pronunciada la tendencia a la identificación.
mos ambivalencia. Es decir, que sentimientos de amor Podemos comprender, por tanto, que las relaciones con
pueden alternar con igual intensidad con los de odio, el objeto desempeñan en los primeros tiempos de vida un
según las circunstancias. Hasta podemos dudar que las fan- papel de suma importancia en el desarrollo del ego, puesto
tasías o deseos destructores para con el objeto que se que cierta parte del ego es. en cierto modo un precipitado
puede aceptar que se presentan a fines del primer año han de esas relaciones. Además se ha destacado en años recien-
de ser considerados de intención hostil. Por cierto que tes que las re!aciones inadecuadas o insatisfactorias con los
podrían terminar en la destrucción del objeto si se llevaran objeto~, es decir con el medio, en los primeros tiempos de
a cabo, pero el deseo de un pequeño o su fantasía de de- vida pueden dificultar el desarrollo apropiado de aquellas
glutir el seno de la madre puede ser tanto una represión funcion~:; del ego que hemos discutido en el Capítulo IV:
primitiva de amor como de odio. Sin embargo, no hay 1"' p·N ~ c.9-...de la realidad
el-1-er-1tk-r-i-0- · y e 1 d omm10
· · d e 1os 1mpu
. 1sos
duda de que alrededor del segundo año de vida el niño (Spitz, 1945; Beres y Obers, 1950). De este modo se
comienza a experimentar sentimientos de rabia como de puede en el comienzo del ciclo vital prep,lrar la escena
placer con respecto al mismo objeto. para la producción de graves dificultades psicológicas en la
La ambivalencia precoz persiste normalmente en cierta infancia o en la vida adulta (Hartmann, 1953 a).
extensión durante toda la vida, pero por lo común es Como dijimos en el Capítulo III, durante toda nuestra
mucho menor aún. hacia el término de la niñez que del vida persiste inconscientemente, en todos nosotros una
segundo al quinto ai10 de vida, y aun menor en la adoles- tendencia a identificarnos con los objetos muy catectizan-
cencia y en la vida adulta. Por cierto que la disminución
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tes, aunque normalmente no ocupa la posición predomi- xacto; el término apropiado sería el de "prefálico ".
nante en las relaciones con los objetos, durante la vida De cualquier manera, en la literatura psicoanalítica, la
posterior, que es carac:terística de la temprana infancia. relación del niño con el objeto suele denominarse de
Esta •persistencia inconsciente de la tendencia a identifi- acuerdo con la zona erógena que está desempeñando el
carse con el objeto no. es sino un ejemplo de un atributo papel principal en su vida erótica, en ese momento.
general de muchos modds o características precoces del Tal designación tiene por cierto una importancia histó-
funcionamiento mental que, excedidos en cuanto a la vida rica. Freud estudió las etapas del desarrollo erótico antes
mental consciente concierne, siguen existiendo sin que nos de estudiar los otros aspectos de la vida mental de esas
demos cuenta de su existencia y actuación continua. primeras épocas y fue el primero en aclararlas, de modo
No obstante, si la identificación prosigue desempeñando que es l)iltural que los nombres de las etapas del desarrollo
un papel importante en las relaciones con los objetos en la libid~ se utilizaran luego para caracterizar todos los
vida adulta, ~onsideramos que es una evidencia de mal fenómenos de ese período de la vida del niño. Cuando se
desarrollo del ego lo bastante grave como para considerarla trata de las relaciones con los objetos, el uso de la termi-
patol6gica. Los primeros ejemplos notables de tal desarro- nología erótica tiene más que el mero valor histórico.
llo incorrecto fueron comunicados por Helene Deutsch Sirve para recordarnos ql!e después de todo son los impul-
(1934), que las denominó personalidades "como si". Estas sos y quizá, principalmente, el impulso sexual, los que
eran personas cuyas personalidades variaban según sus rela- buscan los objetos en primer lugar, pues es sólo a través
ciones con los objetos en una forma camaleónica. Si una de los objetos que se puede lograr la descarga o gratifica-
persona tal estaba enamorada de otra intelectual, su perso- ción. La importancia de las relaciones con los objetos está
nalidad y sus intereses se adaptaban al tipo intelectual. Si determinada primordialmente por la existencia de nuestras
entonces abandonaba esa relación y se unía a un gángster, exigencias instintivas y la relación entre impulso y objeto
se adaptaba de todo corazón a su actitud y modo de vida. es de importancia fundamental durante toda la vida. Sub-
Como se podría esperar de acuerdo con nuestras conside- rayamos este hecho porque se trata de algo que a veces se
raciones previas, Helene Deutsch comprobó que las prime- pierde de vista frente a las conexiones descubiertas más
ras relaciones con loa objetos, es decir sus relaciones con recientemente entre las relaciones con los objetos y el
los padres, habían sido ampliamente anormales. Desde desarrollo del ego.
entonces se han comunicado casos similares de desarrollo Cuando el niño tiene de dos y medio a tres años y me-
inadecuado o detenido del ego, v.gr., Anna Freud (1954 dio, entra dentro de lo que· suele trasformarse en las rela-
b). ciones con los objetos, más intensas y plenas de destino de
Las primeras etapas de las relaciones con los objetos toda su vida. Desde el punto de vista de los impulsos,
que hemos intentado caracterizar hasta aquí suelen como el lector recordará por nuestra discusión del Capítu-
conocerse como relaciones pregenitales con los objetos, lo II, la vida psíquica del niño se trasforma a esta edad del
o en forma más específica, relaciones anales u orales nivel anal al fálico.
con los objetos. Precisamente, el uso l!_SOstumbrado de Esto significa que los impulsos y deseos principales o
la palabra "pregenital" en conexión con esto es ine- más intensos que el niño experimenta con respecto a los

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objetos de su vida instintiva serán fálicos de ahí en adelan-
te. No es que el niño abandone rápida o totalmente los etapas de evolución del ego. Hasta persisten a pesar de una
deseos orales y anales, que dominaron su vida instintiva en ausencia prolongada del objeto mismo. Además, ya en la
las etapas previas, sino por lo contrario, como dijimos en época en que la fase fálica está bien estabiecida, el niño es
el Capítulo 11, que esos deseos prefálicos persisten bien capaz de distinguir bastante claramente entre sí mismo y
dentro de la etapa fálica misma. Pero durante esta etapa el objeto y puedP. concebir los objetos como personas se-
desempeñan un papel subordinado y no predominante. mejantes a él mismo con sentimientos y pensamientos
La etapa fálica es distinta de las anteriores desde el similares. Por cierto que este último proceso va tan lejos
punto de vista del ego al igual que con respecto a los im- como para ser algo irreal. a causa de que tanto los anima-
pulsos. En el caso del ego, sin embargo, las diferencias se les como los juguetes se toman como humanos y porque
deben al desarrollo progresivo de las funciones del ego que los propios pensamientos e impulsos del niño pueden ser
.... caractenza todos los años de la infancia Y, muy en espe- proyectados hacia otra persona en forma incorrecta, como
cial, los primeros, mientras que las modificaciones de la hemos visto en el Capítulo IV. Pero lo que aquí deseamos
vida instintiva, es decir en el ello, de orales a anal y a fáli- establecer es que la evolución del ego del niño ha alcan-
ca se deben principalmente, estimamos, a las tendencias zado un nivel en la etapa fálica donde las relaciones con
biológicas heredadas. los objetos son factibles en un terreno comparable con el
El ego del niño de tres o cuatro años está más experi- de los años posteriores de la infancia y de la edad adulta
mentado, más evolucionado, más integrado y en conse- aun cuando no sean semejantes a ellos en todo sentido. L~
cuencia más diferenciado en muchas formas del ego del naturaleza de la propia conciencia y de la percepción de
ni110 de uno a dos años. Estas diferencias se aprecian en los objetos en el niño de cuatro o cinco años es tal que
ese aspecto del funcionamiento del ego con el cual esta- hace posible la existencia de sentimientos de amor u odio
mos más relacionados en este momento, es decir .en lai, hacia un objeto determinado así como de sentimientos de
características vinculadas al ego, de las relaciones del niño celos, temor y rabia hacia un rival que contienen todas las
con los objetos. Si se ha desarrollado en forma normal, ya características esenciales de tales sentimientos en la vida
el niño no posee más a esta edad relaciones parciales con posterior.
objetos: las diversas partes del cuerpo de la madre, sus dis- Las relaciones más importantes con el objeto en la fase
tintos temperamentos y sus papeles antagónicos de la fálica son aquellas agrupadas como Complejo de Edipo.
madre "buena" que grdtifica los deseos del niño y de Por cierto que el período de vida de alrededor de dos años
madre "mala" que los frustra, todos, los reconoce el niño Y medio a los seis años se denomina fase edípica o perio-
a esta edad como formando un solo objeto denominado do edípico tan a menudo como se lo nombra etapa o fase
madre. Más aún, las relaciones del niño con los objetos ~álica. La~ relaciones con los objetos que abarca el comple-
han adquirido ahora un grado considerable de permanencia JO de Ed1po son de máxima importancia tanto para la evo-
o estabilidad. Las catexias orientadas hacia un objeto per- lución normal como patológica. Freud consideró que los
sisten a pesar de la ausencia temporaria de necesidad de hechos de esta fase de la vida son cruciales (Freud, 1924
ese objeto, cosa que no es cierta para las muy primeras a) Y aunque ahora sabemos que hechos aun anteriores pue-
den ser cruciales para algunos individuos, de modo que en
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sías de incesto con el progenitor del mismo sexo y deseos
ellos los sucesos del período edípico tienen menos impor- homicidas con respecto al del sexo opuesto. A su vez, se con-
tancia que los del período prefálico o preedípico, todavía sideró al principio que esta constelación de fantasías y
parece probable que los acontecimientos del período edí- emociones era excepcional, pero con el tiempo se recono-
pico son de importancia crucial para la mayoría de las per- ció en cambio, que era general.
sonas y de muy grande importancia para casi todos. En breve resumen puede decirse entonces que lo que
Nuestro conocimiento del complejo de Edipo evolucio- denominamos complejo de Edipo es una actitud doble con
nó en este sentido. Freud descubrió bastante pronto la respecto a ambos padres: por una parte un deseo de elimi-
presencia habitual en las vidas mentales inconscientes de nar al padre odiado· por celos y tomar su lugar en una
sus pacientes neuróticos de fantasías de incesto con res- relación sexu.ll con la madre, y por otra parte un deseo de
pecto al progenitor del sexo opuesto, combinadas con eliminar a la madre odiada por celos y de tomar su lugar
.. celos y rabia homicida hacia el progenitor del mismo sexo. con el padre .
A causa de la analogía entre tales fantasías y la leyenda Veamos si podemos darle un sig·nificado más real a esta
griega de Edipo, el que mat6 por ignorancia a su padre y formulación en extremo condensada mediante el intento

1 se casó con su madre, fue que Freud denominó a esa cons-


telación el complejo de Edipo (Freud, 1900). En el tras-
de trazar el desarrollo típico riel complejo de Edipo en
forma esquemática. Pero antes de comenzar, una palabra
curso de los primeros diez o quince años de este siglo se de advertencia. El hecho aislado más importante a tener
hizo evidente que el complejo de Edipo no era sólo una en cuenta acerca del comple:') de Edipo es la intensidad y
característica de la vida mental inconsciente de los neuró- la fuerza de los sentimientos involucrados. Es un verdade-
ticos, sino que por lo contrario se hallaba también presen- ro romance. Para muchas personas, el más intenso de toda
te en las personas normales. La existencia de tales deseos su vida, pero en cualquier caso tan intenso como cual-
en la infancia y los conflictos a los cuales pueden dar ori- quiera otro que el individuo pueda experimentar jamás. La
gen son. en realidad una experiencia común a toda fa hu- descripción que sigue no puede comenzar por llevar al lec-
manidad. tor lo que éste debe tener en su mente ,,¡¡.lcomenzar a leer-
Es verdad, como lo aclararon muchos antropólogos, que lo: la intensidad de la tempestad de pasiones de amor y
en culturas distintas de las nuestras existen diferencias con odio, de ansias y celos, de furia y temor que ruge dentro
respecto a la vida mental y los conflictos de la infancia, del niño. A esto es que nos referimos al tratar de describir
pero la mejor evidencia disponible por el momento habla el complejo de Edipo.
en favor de la existencia de impulsos incestuosos y parrici- Al comienzo del período edípico el peque~~ _v_,,aJ!:....~.tP
das y de conflictos en tomo de ellos en todas las culturas mujer, suele tener con la madre su relación ~ mas
que conocemos (Róheim, 1950). fuerte. Con esto queremos decir que las representaciones
Además de la comprensión de que el complejo de Edipo psíquicas de la madre están más catectizadas que cuales-
es universal, nuestro conocimiento de los deseos edípicos quiera otras, excepto las del propio niño y principalmente
mismos aumentó durante las dos pri,meras décadas de este su cuerpo. Como veremos más tarde, ésta es una excep-
siglo para incluir los que en un principio fueron denomi- ción importante. El primer paso claro hacia la fase edí-
nados deseos edípicos inversos o negativos, es decir, fanta-
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pica, entonces, es el mismo para ambos sexos, en cuanto
conocemos, y consiste en una expansión o extensión de la único objeto de su amor se presentan los deseos de la anu-
relación ya existente con la madre para que incluya la gra- lación o desaparición de cualquier rival, suelen serlo el
tificación de los deseos genitales que despiertan en el niño. padre y los hermanos. Se admite que la rivalidad entre los
Al mismo tiempo se desarrolla un deseo de su amor y hermanos tiene más de una fuente, pero es seguro que la
admiración exclusivos, lo que es presumible que esté co- principal es el deseo de posesión exclusiva de uno de 1011
nectado con el deseo de ser grande y de "ser papito" o de progenitores.
"hacer lo que papito hace" con la madre. Claro está que Estos celos homicidas despiertan graves conflictos den-
lo que "pupito hace" es algo que el niño a esta edad no tro del niño, en dos terrenos. El primero es el temor obvio
comprende con claridad. No obstante, por sus propias por el castigo de parte del padre, en particular, al que a
reacciones físicas, sin considerar cualquier oportunidad esa edad el niño parece considerarlo como verdaderamente
que pudiera haber existido de observación de los padres, omnipotente. El segundo es que están en conflicto con los
debe relacionar sus deseos con las sensaciones excitantes sentimientos de amor y admiración y, muy a menudo, con
en su's genitales y, en el c~o del varón, con la sensación y sentimientos de extrañamiento y dependencia concurrentes
fenómeno de la ~~~~~- ~omo lo descubrió Freud ya con respecto al padre o al hermano mayor, y también con
muy temprano en su trabajo sobre pacientes neuróticos, el el miedo a la desaprobación paterna por el deseo de des-
niño puede desarrollar una o varias fantasías acerca dt? las trnir a un hermano menor. En otras palabras, el niño teme
actividades sexuales de sus padres, que él desea repetir con tanto al castigo como a la pérdida del amor como conse-
la madre. Por ejemplo, puede llegar a la conclusión de que cuencia de sus sentimientos de celos.
van al cuarto de baño juntos, o que se miran mutuamente Desde este pucto, nos resultará conveniente considerar
los genitales, o que se llevan a la boca el del otro, '? que en forma separada la evolución del complejo de Edipo en
se los tocan cuando están juntos en la cama. Estas conje- la niña y en el varón. Comenzaremos con este último.
turas o fantasías del niño, como se pudo ver, están en La experiencia de los psiconálisis de numerosos adultos
general relacionadas con las experiencias placenteras del Y niños, así como la evidencia proveniente de la antropo-
niño con adultos con las que ya estaba familiarizado o con logía, los mitos religiosos y populares, las creaciones artís-
sus propias experiencias autoeróticas. No puede haber ticas y varias otras fuentes, han demostrado que el castigo
duda alguna, además, de que al pasar los meses y los años, que el niño teme como consecuencia de sus deseos edípi-
las fantasías sexuales del niño crecen con su experiencia y cos por la madre, es la pérdida de su propio pene. Es lo
conocimiento. Debemos añadir también que el deseo de que se conoce en la literatura psiconalítica como castra-
darle hijos a la madre, como lo hizo el padre, es uno de ción. La evidencia de por qué el niño ha de temer esto
los deseos edípicos más importantes y que las teorías sin considerar el ambiente individual o cultural de la infan:
sexuales de este período están muy relacionadas con el cia, ha sido presentada o formulada en forma distinta por
problema de cómo se hace esto, así como en qué forma diferentes autores, y no necesitamos preocuparnos por una
salen los niños cuando se los hace. discusión al respecto en este lugar. Para nuestros propósi-
Junto con los deseos sexuales hacia la madre y de ser el tos bastará con saber que el hecho es así.
La observación que hace el niño de que hay en realidad
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personas que no poseen penes, es decir, las nmas o muje- madre junto a él. Cuando también estos deseos se ven
res, le convence de que su propia castración es una posibi- frustrados, como debe ocurrir en el trascurso habitual de
lidad real y el temor de perder su muy apreciable órgano los acontecimientos, la niña puede volver a su anexión pri-
sexual precipita un intenso conflicto sobre sus deseos mera con la madre y permanecer reducida en su conducta
edípicos. Este conflicto puede llevar al repudio de tales sexual de toda la vida al deseo de poseer un pene y de ser
deseos; en parte quedan abandonados y en parte, repri- un hombre. Más normalmente, sin embargo, la niña recha-
midos; es decir, que son remitidos a los rincones más re- zada por el padre en su deseo de ser su único objeto
cónditos de la mente inconsciente del niño. sexual, se ve forzada a renunciar a sus deseos edípicos y
La situación se complica por el hecho de que el peque- reprimirlos. Lo que en la niña corresponde a la angustia
ño está agitado por celos rabiosos contra su madre por el por la castración del varón -tan importante como deter-
rechazo de sus deseos de posesión exclusiva de sus caricias minante poderoso del destino de los deseos edípicos del
y de su cuerpo, y esto o refuerza aquéllos o da origen a niño-, es, primero, la mortificación y los celos conocidos
un des~o de liberarse de ella (de matarla) y de ser·amado por "envidia del pene" y, segundo, el temor a la lesión
en vez por el padre. Puesto que esto también lleva al genital que está de acuerdo con el deseo de ser penetrada
temor de la castración, una vez que ha aprendido que ser y fecundada por su padre.
mujer es carecer de pene, estos deseos pueden verse re- El lector comprenderá que esta presentación tan con-
primidos. densada de lo esencial del complejo de Edipo es de tipo
De este modo vemos que tanto los deseos masculinos muy esquemático. En realidad, la vida mental de cada
•• como femeninos del período edípico despiertan la angustia niño durante este período es única para él o ella y está
l
.. por la castración y puesto que el niño no está ni física ni profundamente influida tanto por las experiencias de los
sexualmente maduro, sólo puede resolver los conflictos dos primeros años de vida, que precedieron al período edí-
•1 agitados por sus deseos ya por el abandono de los mismos,
ya por el mantenerlos dominados mediante los diversos
pico, como por los acontecimientos del período edípico
mismo. Por ejemplo, uno puede imaginarse cuán inmensas
mecanismos de defensa y otras operaciones defensivas del pueden ser las consecuencias de la enfermedad, ausencia, o
ego. muerte de un padre o de un hermano, o por el nacimiento
En el caso de la niña la situación es algo más compli- de un nuevo hermano, la observación de la relación sexual
cada. Su deseo de hacer el hombre con la madre no se entre sus padres u otros adultos, o por la seducción sexual
funda en el temor a la castración, ya que claro está que del niño por un adulto o por un niño mayor, si cualquiera
no posee un pene que pueda perder. Termina por lamen- de estos hechos se produjera durante el período edípico.
tarse de no estar equipada de esa manera y esa apreciación Además de estos factores de su ambiente, consideramos
trae apareados sentimientos intensos de vergüenza, inferio- que es factible que los niños varíen en sus capacidades o
ridad, celos (envidi;;i del pene) y rabia contra la madre por predisposiciones constitucionales. Freud (1937) mencionó
haber permitido que ella naciera sin pene. En su rabia y las variaciones que pueden producirse de la herencia instin-
desesperación se vuelve normalmente hacia su padre como tiva, por ejemplo, en la tendencia a la bisexualidad. es
objeto principal de amor y espera tomar el lugar de la decir, en la predisposición del niño hacia la femineidad y

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expres1on directa de los impulsos sexuales y agresivos que
de la nma hacia la masculinidad. El afirmó, y la mayoría el niño experimenta hacia sus padres. El que esta sustitu-
de los psicoanalistas están de acuerdo en ello, que cierto ción mediante la fantasía y la estimulación autoerótica de
grado de bisexualidad existe normalmente en la esfora las acciones reales con personas reales rea a la larga más
psíquica de todo ser humano. Este es por cierto el corola- beneficiosa o más perniciosa para el niño depende en parte
rio del hecho de que el complejo de Edipo incluye en de qué normas valorativas elija uno, pero de cualquier
forma normal fantasías de unión sexual con ambos padres. manera la cuestión parece ser ociosa. La sustitución es ine-
Está claro, no obstante, que las variaciones de la intensi- vitable, porque en último análisis es impuesta ·al niño por
dad relativa de los componentes masculinos y femeninos su inmadurez biológica.
del impulso sexual pueden influir en forma considerable Con el abandono de la fase edípica, suele dejars€: la
en la relativa intensidad de los diversos deseos edípicos. masturbación genital o disminuye muchísimo, y no reápa-
Por ejemplo, una tendencia constitucional, desusada- rece hasta la pubertad. Las fantasías edípicas originales
mente fuerte, hacia la femineidad en un varón podría son reprimidas, pero versiones disfrazadas de las m1Smas
esperarse que favorezca el desarrollo de una constelación persisten en la conciencia, en el soñar despierto peculiar
edípica eh la cual el deseo de tomar el lugar de la madre de la infancia y continúan ejerciendo una influencia im-
en unión sexual con el padre sea más intenso que el deseo portante sobre casi todos los aspectos de la vida mental:
de ocupar el lugar del padre junto a la madre. También sobre las formas y objetos de la sexualidad adulta; sobre la
puede ser cierta la inversa en el caso de una tendencia actividad creadora, artística, vocacional y otras formas
constitucional, desusadamente fuerte, hacia la masculini- sublimadas; sobre la formación del carácter; y sobre cua-
dad en una niña. Que esto sea o no el resultado efectivo lesquiera síntomas neuróticos que el individuo pueda desa-
en un caso determinado, dependerá naturalmente de cuán- rrollar.
to la tendencia constitucional haya sido favorecida o anta- Esta no es la única forma en que el complejo de Edipo
gonizada por los factores ambientales. Más aún, cuál puede influye sobre la vida futura del individuo, no obstante.
ser la importancia relativa de la constitución y del ambien- Tiene además una consecuencia específica que tiene una
te es algo que ~i:m no hay forma de estimar en modo satis- importancia muy grande sobre la vida mental subsiguiente
factorio. En realidad. en nuestra labor clínica por lo ge- y que nos proponemos considerar a continuación. Esta
neral ignoramos los factores constitucionales y tendemos consecuencia es la formación del superego, la tercera del
por tanto a perder de vista su posible importancia compa- grupo de funciones mentales que Freud postuló en su lla-
rada con los factores ambientales, que suelen ser más mada hipótesis estructural del aparato psíquico.
obvios y por ello más impresionantes. Como dijimos en el Capítulo III, el superego correspon-
Existe por lo menos otro aspecto importante de la fase de en una forma general a lo que solemos denominar la
edípica que aún no hemos mencionado y que no debemos conciencia. Comprende las funciones morales de la perso-
pasar por alto. Se trata de la masturbación genital que nalidad. Estas funciones ·incluyen 1) la aprobación o desa-
suele constituir la actividad sexual <;le!niño durante este probación de los actos y deseos sobre la base de la recti-
período de vida. Tanto la actividad masturbatoria como tud; 2) la autoobservación crítica; 3) la exigencia de repa-
las fantasías que la acompañan sustituyen en gran parte la
143
142
,' 1
nnnouuau aon ll
rac1on o de arrepentimiento por el mal hecho, y 4) la pro- hará lo que ella desea o accederá sólo por temor al casti-
pia estimación o el propio amor como recompensa por los go. Durante el trascurso de la etapa edípica misma, las
pensamientos o actos virtuosos o deseables. Contrariamen- cosas comienzan a cambiar en este sentido y alrededor de
te al significado habitual de "conciencia", consideramos los cinco a seis años la moralidad comienza a ser una cues-
que las funciones del superego son a menudo inconscientes tión interior. Es entonces, creemos, que el niño comienza
en gran parte o por completo. Es cierto de este modo, por primera vez a sentir las normas morales y la necesidad
como Freud lo dijo (1933), que mientras, por una parte, de que las culpas se castiguen, que haya un arrepentimien-
el psicoanálisis demostró que los seres humanos son menos to y que se las borre, proviei;te de adentro y no de otra
morales de lo que ellos mismos habían creído que eran persona a quien debemos obedecer. Además estimamos
-mediante la demostración de la existencia de deseos · que no es hasta los nueve o diez años que este proceso de
inconscientes en cada individuo que éste repudia y niega interiorización se ha hecho lo bastante estable como para
conscientemente- ha demostrado, por otra parte, que ser permanente por esencia, aunque esto normalmente esté
existen más exigencias y prohibiciones morales, y más aún sujeto a agregados y modificaciones durante toda la
estrictas, en cada uno de nosotros de cuanto sabíamos en adolescencia y en cierto grado quizás aún en la vida
forma consciente. adulta.
Para volver al tema del origen del superego, suele haber ¿Qué es lo que ocurre para determinar esta interioriza-
acuerdo en la actualidad que sus tempranos comienzos, o ción fatal? En cuanéto podemos comprenderlo, en el curso
quizá como podríamos decirlo mejor, sus precursores, se del abandono y represión o repudio en alguna otra forma
encuentran presentes en la etapa prefálica o preedípica. de los deseos incestuosos y homicidas que constituyen el
Las exigencias y prohibiciones morales de los padres, o de complejo de Edipo, las relaciones del niño con los objetos
.. las criadas, gobernantas y maestros, que pueden ~ctuar se trasforman Pn grado considerable en una identificación
como sustitutos de los padres, comienzan a tener influen- con ellos. En vez de amar y odiar a los padres, que él su-
; cia en la vida mental del niño desde muy temprano: su
influencia es aparente al término del primer año. Podemos
pone que se opondrían y castigarían t.ales deseos, se torna
igual a sus padres en el repudio de esos mismos deseos.
mencionar al pasar que las exigencias morales de este pe- Así el núcleo original de prohibiciones del superego es la
ríodo son bastante simples, si las juzgamos desde nuestras exigencia de que el individuo repudie los deseos incestuo-
normas de adultos. Entre las más importantes se cuentan sos y hostiles que correspondieron a su complejo de
las relacionadas con su disciplina con respecto a las eva- Edipo. Más aún, esta exigencia persiste durante toda la
cuaciones. Ferenczi denominó a estos precursores del su- vida, inconscientemente claro está, como la esencia del
perego la "moral del esfínter". superego.
Empero, en la fase preedípica el niño trata a las exi- Vemos, por t.anto, que el superego tiene una relación
gencias morales que se le hacen como a parte del ambien- particularmente íntima con el complejo de Edipo y que
te. Si la madre, o algún otro árbitro •moral, se halla presen- está formado como conSécucncia de las identificaciones
te en persona y el niño desea complacerla, evitará la tras- con los aspectos morales y prohibitivos de los padres,
gresión. Si está solo o si está disgustado con la madre no identificaciones que nacen en la mente del niño en el pro-

144 145
ceso de disolución o alejamiento del complejo de Edipo.
El superego, podríamos decir, consiste originariamente en superego. El ego ha adquirido no sólo un aliado con el
las imágenes interiorizadas de los aspectos morales de los superego, sino también un amo.
padres en la fase fálica o edípica. Desde entonces las exigencias del superego se suman a
Examinemos ahora con cierto detalle algunos aspectos las del ello y a las del ambiente, ante las cuales el ego
de este proceso de identificación. Al hacerlo debemos debe inclinarse y entre las cuales debe procurar ser el
tener presente que la función principal del ego en el mo- mediador. El ego es capaz de participar del poder de los
mento en que se producen tales identificaciones es la padres mediante la identificación con ellos, pero sólo a
lucha en defensa contra los empeños edípicos. Sabemos costa de permanecer en cierto grado sometido a ellos en
que el temor que motiva principalmente esta lucha es la forma permanente.
angustia por la castración en el varón y sus análogos en la Freud (1923) formuló otras dos observaciones concer-
niña y que la lucha misma ocupa el centro de la escena de nientes a la formación de estas identificaciones, que intere-
la vida psíquica del niño a esta edad. Todo lo demás es sa conocer aquí.
paru;, de ella, consecuencia de ella o dependiente de ella. La primera 'de estas observaciones es que el niño experi-
Desde el punto de vista del ego el establecimiento de las menta las prohibiciones de sus padres en gran parte como
identificaciones que forman el superego es una ayuda muy órdenes o reproches verbales. La consecuencia de esto es
grande para sus esfuerzos defensivos contra los impulsos que el superego mantiene una estrecha relación con los
del ello que él procura dominar. Significa que las prohibi- recuerdos auditivos y en particular con los recuerdos de la
ciones paternas se han instalado en la mente en forma per- palabra hablada. Alguna percepción intuitiva de este hecho
manente, y desde allí pueden vigilar al ello. Es como si, al es la posible responsable de la frase hecha común que
identificarse de este modo con los padres, el niño pudiera habla de las "voces de la conciencia " 1 • En estados de re-
asegurarse de que ellos están presentes siempre, de· modo gresión psicológica, tales como los sueños (Isakower,
que cuandoquiera que un impulso del ello amenaza con 1954) y ciertos tipos de enfermedades mentales graves
hacerse valer los padres están a mano, listos para reforzar (Freud, 1923) el funcionamiento del superego se percibe
su exigencia de que se lo repudie. bajo la forma de palabras habladas que la persona experi-
Podemos ver que las identificaciones del superego son menta como provenientes de una fuente exterior a él, tal
una ventaja para el ego desde el punto de vista de la de- como lo hicieron las órdenes de sus padres cuando era
fensa. Hasta podríamos ir más lejos y decir que son el pequeño. No se debe suponer, no obstante, que el super-
apoyo esencial para el ego en este sentido. No obstante, ego está en relación exclusiva con las percepciones o re-
desde el punto de vista de la independencia del ego y de cuerdos auditivos. Los recuerdos de otras percepciones
su libertad para disfrutar de la gratificación de los instin- sensoriales, tales como las visuales o táctiles, también están
tos, las identificaciones del superego son una gran des- relacionados con él. Por ejemplo, un paciente muy asusta-
ventaja. Desde la época de formación del superego, el ego do de sus propias fantasías hostiles, al llegar al máximo de
pierde una buena porción de su libertad de acción y per- 1
En castellano y otro• Idiomas se confunden ,n una sol.a palabra los dos
llanllicados del vocablo "conciencia"; en 11.iPmán, en cambio, Beronssuein lndl·
manece de allí en adelante sometido a la dominación del ca el 1entldo "de conocimiento". y Gewlssen corresponde a la acepción em•
pleada en esta fraee. /N. del T.)

146
147
un ataque de angustia aguda sentía que le abofeteaban el Así, desde el punto de vista del ello, el superego es el
rostro cuandoquiera que pensaba en ponerse iracundo. En sustituto y el heredero de las relaciones edípicas, con el
este caso el superego al obrar era experimentado como un objeto. Es por este motivo que Freud lo describió como
castigo físico que provenía del exterior, del mismo modo dueño de raíces arraigadas en la profundidad del ello.
en que se lo había castigado en su infancia. Vemos, además, que la formación del superego determina
La segunda de las observaciones de Freud ( 1923) fue la trasformación de una cantidad sustancial de catexias
que en gran medida las imágenes paternas introyectadas . "' P.$.
o bJetwa&-en au t oenta d as o narc1S1s
.. ta s. Por 1o comun
, son
para formar el superego eran aquellas correspondientes a las catexias más abiertamente sexuales y las más directa o
los superegos de los padres. Es decir, suele ocurrir que los violentamente hostiles las que son así abandonadas, mien-
padres, al educar a sus hijos, tienden a darles una discipli- tras que los sentimientos de ternura y de hostilidad menos
na muy semejante a la que ellos recibieron de sus propios violenta continúan unidos a los objetos originales. Es decir
padres durante su infancia. Sus propias exigencias morales, que el niño conserva sus sentimientos de cariño y de rebe-
adquiridas durante la vida temprana, las aplican a sus lión u odio menos violento hacia los padres. Para evitar las
hijos, c~yos superegos en consecuencia reflejan o se aseme- confusiones, debemos aclarar que de ninguna manera aban-
jan al de sus padres. Esta característica tiene una conse- dona el niño todos los impulsos incestuosos u homicidas
cuencia social importante, como lo señaló Freud (1923). con respecto a sus padres; por lo contrario, por lo menos
Determina la perpetuación del código moral de una socie- una porción de ellos, y en muchas (quizás en una mayoría
dad y es responsable en parte del conservadorismo y de la de las personas), una porción considerable de los mismos
resistencia a modificar las estructuras sociales. están nada más que reprimidos, o existe alguna otra defen-
Consideramos ahora algunos aspectos de la formación sa contra ellos. Esta porción continúa viviendo en el ello,
1
del superego que suelen estar más conectados con el E;lloque como lo hacen otros deseos reprimidos, orientada aún

1 i con el ego. Como Freud lo señaló (1923), las identificaciones


del superego son en cierto grado la consecuencia del abandono
de las relaciones incestuosas con el objeto, correspondientes al
hacia los objetos originales y evitada su expresión abierta
por actos o pensamientos y fantasías conscientes sólo por
la oposición constante de las contracatexias que el ego
complejo de Edipo. En este sentido estas identificaciones son dirige contra ella. No obstante, estos deseos edípicos repri-
en parte la consecuencia de la pérdida del objeto. El lector midos, con sus catexias, no contribuyen a la formación del
recordará que cuando se retiran las catexias instintivas del superego (Freud, 1923). Por tal motivo han sido omitidos
objeto original, su búsqueda constante de otro objeto lleva a la de estas consideraciones pese a su importancia obvia.
formación de una identificación con el objeto original dentro Es un hecho sorprendente, pero de fácil observación,
del ego mismo O~~~~'1! ~mtonces se unen las catexias. Las que que la severidad del superego de una persona no está en
enn catexias 0 se ~8nvierten en narcisistas. forma necesaria ni habitual relacionada con la severidad
En el caso en que ahora estamos interesados, claro está, con que los padres se opusieron a sus deseos instintivos
las identificaciones que se constituyen de esta manera den- cuando era niño. Esto es lo que podíamos haber esperado
tro del ego comprenden esaparte especial del ego que se de acuerdo con lo visto hasta aquí. Puesto que el superego
denomina el superego. es el padre introyectado, podríamos esperar que el niño de

148 149
cia a las prohibiciones del superego o de castigar al ego
padre severo tuviera un ego severo y viceversa. En cierta por sus trasgresiones. En otras palabras, la severidad del
extensión esto es, sin duda, cierto. Es muy probable que superego está determinada· por la cantidad de energía agre-
las amenazas de castración directas formuladas a un niño siva a su disposición y ésta, a su vez, mantiene una rela-
durante el período edípico, por ejemplo, o amenazas simi- ción más estrecha con las catexias agresivas de los impul-
lares a una niña de la misma edad tiendan a originar la sos edípicos del niño hacia los padres que con la severidad
formación de un superego indeseablemente severo y, en de las prohibiciones de los padres durante la fase edípica
consecuencia, una prohibición indeseable y severa de la de ese niño. El pequeño cuyas fantasías edípicas sean par-
sexualidad y de la agresividad, o de ambas, en la vida pos- ticularmente violentas y destructoras tenderá a poseer un
terior. sentido de culpa más fuerte que uno cuyas fantasías sean
No obstante, parece que otros factores distintos de la menos destructoras.
severidad de los padres desempeñan el papel principal en Nuei:tro comentario final sobre la formación del super-
la determinación de la severidad del superego. El factor ego desde el punto de vista del ello es éste. Una forma d<.:
principal sería la intensidad del componente agresivo de expresar los conflictos del período edípico es la de decir
los propios deseos edípicos del niño. En forma más sim- que los impulsos del ello asociados a los objetos de ese
ple, aunque con lenguaje menos exacto, podemos decir período, a los padres, se le present.·m al niño como expo•
que es la intensldad de los propios impulsos hostiles del niéndolo al peligro de una lesión orgánica. En el caso de
niño hacia sus padres durante la fase edípica la que consti- un varón el temor es por la posibilidad de perder el pene.
tuye el factor principal en la determinación de la severidad En el caso de la niña se trata de un temor análogo de le-
del superego, antes que el grado de hostilidad o de sevE'ri- sión genital, o una intensa sensación desagradabl~ de mor-
dad de los padres con respecto al niño. tificación a causa de la falta de pene, o ambos. De cual-
Creemos que es posible compre11der o explic3):' esto de quier manera, ex~st~. un conflicto entre las exigencias de

i la siguiente manera. Cuando se abandonan los dei:eos edí-


picos y se los remplaza por !:is identificaciones del su-
perego, la energía impulsiva que antes catectizaba dichos
las catexias obje~c;por una parte y por otra, de las auto-
catexias o catexias narcisistas. Es instructivo consignar que
la cuestión se resuelve en favor ~e las catexias narcisistas.
objetos pasa a ponerse por lo menos parcialmente a dispo- Las peligrosas caiexias obJe~ quedan reprimidas o
sición de la parte recién establecida del ego que denomina- abandonadas, o resultan dominadas o repudiadas de otra
mos el superego. De este modo la energía agresiva a dispo- manera, mientras que las catexias narcisistas, permanecen
sición del supereio deriva de la energía agresiva de las intactas en esencia. De este modo se nos recuerda una vez
catexias objet~~dipicas y las dos son por lo menos pro- más el hecho de que el componente narcisista de la vida
porcionales, sino iguales en cantidad. Es decir, cuanto instintiva del niño es normalmente más fuerte que la parte
mayor sea la cantidad de energía agresiva en las catexias que concierne a las relaciones con los objetos, aun cuando
obje~ edípicas, mayor será la cantidad de tal energía éstas son mucho más fáciles de observar y por consiguien-
que está subsiguientPmente a disposición del superego. te más propensas a ocupar nuestra atención.
Esta energía agresiva puede volverse entonces contra el ego No podemos abandonar el tema de la formación del
cuandoquiera que surja la ocasión de reforzar la obedien-
151
150
superego sin discutir algo sus modificaciones y acrecenta-
mientos producidos posteriormente en la infancia, en la En general podemos decir que una vez trascurrida la
adolescencia y aun en cierto grado durante la vida adulta. fase edípica es el superego el que inicia y refuerza las acti-
1 vidades defensivas contra los impulsos del ello. Tal como
Cada uno de estos agregados y alteraciones resulta de
1
una identificación con un objeto del ambiente del niño o el niño en el período edípico temía que sus padres lo cas-
f
del adulto, o más bien, con el aspecto moral de tal objeto. traran y reprimía o repudiaba sus deseos edípicos con el
1 Al principio, tales objetos son exclusivamente personas fin de evitar ese riesgo, del mismo modo el niño o el adul-
1 cuyo papel en la vida del niño es similar al de sus padres. to en el período postedípico teme en forma inconsciente a
Como ejemplos de tales personas, tenemos a los maestros, las imágenes paternas introyectadas, es decir, al superego y
1 educadores religiosos y personal doméstico. Más tarde el domina los impulsos del ello con el fin de evitar el riesgo
niño puede introyectar personas con las que no tenga con- de disgustar al superego. La desaprobación de parte del
tacto personal y aun personajes históricos o de ficción. superego toma así su lugar como última de la serie de si-
Tales identificaciones son comunes en particular en la tuaciones de riesgo ante las cuales el ego reacciona con
prepubertad y en la adolescencia. Modelan el superego angustia, como lo hPmos discutido en el Capítulo IV
individual en el sentido de una aceptación de las normas e (Freud, 1926). Para rt!petir y c-ompletar la lista de aquel
ideales morales de los grupos sociales a los que pertenece. capítulo, desde el punto de vista Lronológico la primera de
Cuando nos detenemos a pensar las diferencias conside- las situaciones de riesgo es la pérdida del objeto; luego, la
rables que se hallan entre los códigos morales de los diver- pérdida del amor del objeto; la tercera, el temor a la cas-
1
1
sos grupos sociales, apreciamos que una gran parte del tración o una lesión genital análoga; y la última consiste
1
• superego del adulto es el resultado de estas identificacio- en la desaprobación por parte del superego.
1

.
# nes posteriores. Pueden producirse modificaciones en el
superego durante la vida adulta, como ocurre por ejemplo
Como el lector rt>cordará, estas situaciones diversas de
riesgo no desaparecen sucesivamente a medida que aparece
1 como consecuencia de una conversión religiosa. No obstan-
te, el núcleo original formado durante la fase edípica sigue
la siguiente. Se trata más bien de que cada una desempeña
por tumo el papel principal como fuente de angustia y
siendo siempre la parte más firme y efectiva. Como conse- como ocasión para que el ego emplee medidas defensivas
cuencia, las prohibiciones contra el incesto y el parricidio contra cualesquiera impulsos del ello que precipiten o
son las partes de la ética de la mayoría de las personas amenacen precipitar una situación de peligro.
que están mejor interiorizadas o, a la inversa, que son las La desaprobación de parte del superego tiene algunas
menos propensas a ser trasgredidas. Otras prohibiciones del consecuencias que son conscientes y que por tanto nos
superego son más susceptibles de trasgresión si existe una resultan familiares y otras que son inconscientes y por lo
oportunidad particularmente favorable o una tratación cual sólo se hacen aparentes como resultado de una inves-
demasiado fuerte. tigación psicoanalítica. Por ejemplo, todos conocemos la
Deseamos discutir ahora algunos. aspectos del papel que sensación dolorosa de tensión que se denomina culpa o
desempeña el superego en el funcionamiento del aparato remordimiento, y no va;ilamos en conectarla con la actua-
psíquico una vez que se ha formado. ción del superego. No obstante, existen otros fenómenos
psíquicos igualmente familiares cuya relación con el su-
152
163
Lex taüoni8 significa en un modo simple que el castigo por
perego es menos obvia, pero también estrecha. Así, como alguna iniquidad o crimen ha de pagarse con que el malhe-
Freud (1933) lo señalara, la causa más común de S<?nti- chor sufrc1 la misma lesión que infligió. Esto se expresa en
mientos de inferioridad dolorosos y en apariencia inexpli- forma más familiar en la exigencia bíblica de "ojo por ojo
cables es la desaprobación por el superego. Por razones y diente por diente". Este es w1 concepto de justicia pri-
prácticas, a tales sentimientos de inferioridad se los deno- mitivo en dos sentidos. El primer sentido corresponde a
minan sentimientos de culpa. Es obvio que éste es un que se trata de un concepto de justicia que es caracterís-
· punto de considerable importancia clínica, pues nos dice tico· de las estructuras sociales históricamente viejas o pri-
que un paciente con apreciables sentimientos de inferio- mitivas. Sin duda que este hecho es de gran importancia,
ridad o autoP.stima disminuida está probablemente acusán- pero no nos concierne por el momento. El segundo sen-
dose en forma inconsciente de alguna iniquidad, sin tomar tido, que sí nos concierne, es que la ley del talión es en
en consideración qué razones conscientes pueda aducir
esencia el concepto de justicia de los niños. La cuestión
para explicar sus sentimientos de inferioridad.
interesante e inesperada acerca de ello es el grado en que
Tal 9omo la desaprobación del ego por p_arte _del su-
este concepto persiste en forma inconsciente en la vida
perego •da origen a sentimientos de culpa o mfenoridad,
adulta y determina el funcionamiento del superego. Las
igual pueden los sentimientos de goce o felicidad o autosa,-
penalidades y castigos inconscientes que el superego impo-
tisfacción ser el resultado de la aprobación por parte del
ne se comprueba en el psicoanálisis que se adaptan en
superego de alguna conducta o actitud del ego. Ese res-
numerosas ocasiones a la ley del talión, aun cuando la per-
plandor "virtuoso", como su antagonista la sensación de
sona haya superado ya desde mucho antes la actitud pueril
culpa, es un fenómeno familiar, claro está, y ambos senti-
en cuanto concierne a la vida mental consciente.
mientos o estados mentales pueden compararse con facili-
•· dad con la situación mental del pequeño cuyos padres lo
En cuanto a la falta de discriminación entre deseo y
hecho, es un lugar común en la investigación psicoanalítica
alaban y amán por su conducta, o lo reprenden y castigan.
que el superego amenaza con un castigo casi tan severo a
En otras palabras, los sentimientos conscientes que resul-
tan de la aprobación o desaprobación del superego en la uno como al otro. Resulta claro que no sólo el hacer algo
vida posterior son · fáciles de comprender cuando aprecia- está prohibido por el superego; es también el deseo o el
mos que el superego está constituido por las imágenes impulso mismo Jo interdicto o castigado, según cuál sea el
paternas introyectadas y que durante toda la vida la rela- caso. Estimamos que esta actitud del superego es una con-
ción entre el ego y el superego es muy semejante a la exis- secuencia del hecho de que un .nif10 de cuatro o cinco
tente entre el niño y sus padres. añós o menor distinga entre sus fantasías y sus acciones
Exis~n dos características de la manera de obrar del super- con 'mucha m;nor claridad que durante la vida posterior.
ego que suelen ser inconscientes en la vida adulta y que de- Está dominado en gran parte por la convicción de que
muestran con claridad su conexión con los procesos mentales "con desearlo basta para hacerlo" y esta actitud m_ágica se
de aquellos tempranos períodos de la niñez en los cuales se perpetúa en la actuación inconscient•? del superego en la
origina el superego. La primera de ellas es la ley del talión y la vida ulterior.
segunda es la falta de discriminación entre deseo y hecho. Otra carncterística de la manera de obrar inconsciente

164 155
¡,
il.
11

del superego es que puede resultar en una necesidad tam- dejado alhajas sin tocar, 4u,· .. ran tan valiosas como las
bién inconsciente de expiación o autocastigo. Tal necesi- que por fin robó, precisamente porque sabía que le resul-
dad de castigo es en sí misma inconsciente y sólo puede taría difícil disponer de ellas sin que la policía lo descu-
descubrirse por lo común mediante el psicoanálisis. No briera tarde o temprano. Parece inevitable la conclusión de
obstante, una vez que uno sabe que tal cosa existe y está que este criminal dispuso en forma inconsciente su propio
a la expectativa, halla evidencias de su presencia mucho arresto y encarcelamiento. En vista de cuanto sabemos
más frecuentemente de lo que podría imaginarse. Por hoy acerca de las formas inconscientes de obrar de la
ejemplo, es muy instructiva en este sentido la oportuni- mente, podemos decir que su motivo para proceder de esa
dad, como psiquíatra de una prisión, de leer los registros manera fue su necesidad inconsciente de ser castigado.
oficiales sobre las formas en que se capturan los presos. El Claro está que la necesidad de ser castigado no necesita
l
1
propio deseo inconsciente de castigo en el criminal es con
frecuencia de máxima ayuda parala policía. A menudo el
estar conectada con malas acciones reales, como en el caso
recién descrito. También puede ser la consecuencia de fan-
11 criminal, en forma inconsciente, provee a la policía de tasías o deseos conscientes o inconscientes. Sin duda que,
1
1
pistas que él mismo sabe que lo llevarán a ser descubierto como Freud (1924 c) lo señaló, la carrera criminal de una
,.,,'1 y capturado. Por cierto que no suele ser posible psicoanali- persona puede comenzar como consecuencia de su nece-
zar a un criminal, pero en algunos casos los simples datos sidad de ser castigado. Es decir, la necesidad inconsciente
del prontuario pueden bastar para poner las cuestiones en surgida de los deseos edípicos reprimidos puede determi-
claro. nar la realización de un crimen cuyo castigo sea seguro.
Por ejemplo, cierto ratero actuó con éxito durante más A tal persona suele conocérsela como criminal por senti-
de un año de la siguiente manera. Frecuentaba distritos de miento de culpa.
., viviendas de clase media inferior, en los que la entrada a Empero, debemos añadir que la necesidad inconsciente
cualquier departamento podía efectuarse con toda facili- de castigo no resulta necesariamente en acciones criminales
dad por la puerta o escalera traseras. Con vigilar durante la que sean castigadas por alguna autoridad legal. Se puede
mañana hasta que el ama de casa saliera a hacer sus com- disponer en vez otras de sufrimiento o autoinjuria, tales
pras, podía entonces forzar su entrada al piso vaoío y, como el fracaso en la carrera (la llamada "neurosis de des-
como no dejaba impresiones digitales y sólo robaba dinero tino"), lesiones físicas "accidentales", y similares.
en efectivo, la policía no tenía manera de dar con él. Era Se puede comprender con facilidad que un superego
obvio que ese ratero sabía lo que hacía y durante meses la que insista en el autocastigo o en la autolesión se torne en
policía fue incapaz de impedir sus actividades en forma un peligro, desde el punto de vista del ego. No nos sor-
concreta alguna. Parecía que sólo la mala suerte fuera prenderá, por tanto, el aprender que el ego puede emplear
capaz de poner término a su carrera. De pronto alteró sus contra el superego mecanismos de defensa y otras opera-
costumbres: en vez de robar sólo dinero se llevó también ciones defensivas que son por entero análogas a aquellas
alhajas y las empeñó por una suma relativamente pequeña que habitualmente emplea contra el ello. Quizás el ejem-
en una casa de empeños cercana, y en pocos días cayó en plo siguiente pueda servir para aclarar lo que queremos
manos de la policía. En muchas ocasiones anteriores había decir con esto.

156 157
l1l1

Un hombre con fuertes tendencias "voyeurísticas" en su


infancia ["voyeur", el que obtiene satisfacción sexual por psicología del grupo que en una monografía sobre ese
la contemplación de estímulos, sexuales. N. del T. J llegó a tema señaló Freud ( 19 21). Ciertos grupos por lo menos se
ser en su edad adulta el sostén activo y poderoso de una mantienen unidos en virtud del hecho de que cada uno de
sociedad contra los vicios. En relación con ella era extre- sus miembros se ha identificado o ha introyectado a la
madamente celoso del des-cubrimiento y procesamiento de misma persona, que es el jefe de ese grupo. La consecuen-
lds vendedores de láminas obscenas; puesto que sus activi- cia de esta identificación es que la imagen del jefe se hace
dades en este sentido involucraban la observación continua parte del superego de cada uno de los miembros del
de figuras de hombres y mujeres desnudos, es fácil ver que grupo. En otras palabras, los diversos miembros del grupo
le ofrecían una oportunidad fácil para la gratificación tienen en común ciertos elementos del superego. La volun-
inconsciente de su voyeurismo. Pero este comentario se tad del jefe, sus órdenes y sus preceptos se tornan así en
hace más bien desde el punto de vista de la lucha defen- leyes morales de sus sucesores. Aunque la monografía de
'I Freud fue descrita mucho antes del advenimiento al poder
siva o conflicto entre el ello y el ego antes que de un con-
flicto entre el ego y el superego. Desde este último punto de Hitler, su análisis de este aspecto de la psicología de
de vista p.odemos decir dos cosas. En primer lugar, el sen- grupos explica muy bien las alteraciones extraordinarias
timiento de culpa que hubiera sido consciente en la infan- que la influencia de Hitler produjo en las normas morales
cia como consecuencia de contemplar cuerpos desnudos de los millones de alemanes quf' fueron sus partirlarios.
no era aparente cuando miraba figuras sin ropas durante la Es probable que en los grupos y sectas religiosas esté involu-
vida adulta. Su ego había tenido éxito en impedir que sen- crado un mecanismo similar. En tales casos los diversos miem.
timiento de culpa alguna tuviera acceso a ·su conciencia y bros del grupo tienen una ética común, es decir, elementos del
superego comunes que derivan de la identificación con el
•· lo había proyectado en cambio sobre otros. Eran entonces
otras personas las culpables de voyeurismo o, con mayor mismo dios o jefe espiritual. Aquí el dios desempeña el mismo
precisión, las que eran malas y debían ser castigadas por papel, psicológicamente hablando, que el jefe o el héroe del
sus deseos y acciones voyeurísticas. Además, el ego de grupo no religioso. Esto no constituye una sorpresa, por cier-
nuestro hombre había establecido una formación ~~el~ to, en vista de la estrecha relaci6n que sabemos existía en
etóa contra su sentimiento de culpa, de modo que en vez forma consciente en las mentes de los pueblos entre sus dioses
de una sensación consciente de culpa se sentía consciente- ~ héroes, aun en pueblos tan civilizados como los romanos del
mente .superior y en especial virtuoso por su interés absor- imperio, que deificaban a sus emperadores como cosa normal.
bente por la indagación y descubrimiento de figuras de Quizá podríamos finalizar nue~ro estudio del superego
cuerpos de&nudos. mediante la anotación de lo esencial de su origen y naturale-
~o sabemÓs si las defensas del ego contra el superego ~- Surge como <:onsecuencia de la introyección de las prohibi-
son un fenómeno constante, pero no hay duda que pue- ciones Y exhortaciones paternas de la fase edípica y durante
den producirse y por lo menos en algunos individuos son toda la vida su esencia inconsciente sigue siendo la prohibición
de considerable importancia práctica (Fenichel, 1946). de los deseos sexuales y agresivos del complejo de Edipo, pese
Existe una relación importante entre el superego y la a las numerosas alteraciones y agregados que sufre más tarde
durante la infancia, en la adolescencia y aun en la vida adulta.
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