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Forget Me Not
UNFORGETTABLE DUET #1

BROOKE BLAINE
3

Esta traducción fue realizada por maravillosas lectoras con el único objetivo de
promover la lectura y que esta pueda llegar a todas partes. Ninguna persona fue
compensada monetariamente por la elaboración de la misma.

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¡Disfruta tu lectura, cariño!


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Contenido

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Capítulo 1 Capítulo 10
Capítulo 2 Capítulo 11
Capítulo 3 Capítulo 12
Capítulo 4 Capítulo 13
Capítulo 5 Capítulo 14
Capítulo 6 Capítulo 15
Capítulo 7 Capítulo 16
Capítulo 8 Agradecimientos
Capítulo 9 Sobre la autora
SINOPSIS

Tres azucares, dos cremas. 6

Así es como tomabas tu café en Joe´s Grab ´N Go.

Pero no recuerdas eso.


No recuerdas nada.

Nada, eso es, excepto a mi…

Ese día…

Y la tragedia que nos catapultó juntos.


Dedicatoria
Forget me Not está dedicado a todos aquellos primeros en responder—los
verdaderos superhéroes del mundo.

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CAPITULO UNO

—Es lunes, y ya sabes lo que eso significa —dijo Mike mientras apagaba el
motor de Big Bertha1 y me miraba expectante.

Palmee el bolsillo de mi pantalón para asegurarme de haber metido mi


billetera dentro antes de salir esta mañana, y cuando sentí el contorno del tríptico,
asentí. 8

—Sip. Café extra-negro viniendo —Cuando abrí la puerta del lado del
pasajero, la mano de Mike aterrizó firmemente en mi brazo, deteniéndome antes de
que pudiera salir de la ambulancia, y lo miré por encima de mi hombro.

—Significa que no seas tonto, Ollie, eso es lo que significa.

Levantando mis cejas, miré alrededor, buscando a quien fuera con quien Mike
pensaba que estaba hablando, y cuando leyó mi expresión burlona, resopló.

—Sí, me refiero a ti —dijo.

—¿Estás hablando conmigo?

—Malditamente correcto que lo hago.

Agité mi cabeza—. No soy un tonto, y lo sabes.

Mike se encogió de hombros y dejó ir mi brazo—. Bueno. Pruébalo.

—No puedo hacer eso.

—Tú puedes. Solo que no lo harás.

Si, como sea, me tenía allí. Algo siempre me retuvo de decirle hola al chico de
los ajustados pantalones chinos y corbata y camisas almidonadas que veía casi todas
las mañanas en el pasillo de café en Joe´s Grab ´N Go, y Mike nunca podía resistir la
oportunidad de atacarme por ello. Nunca debí haberle dicho sobre mi
enamoramiento en primer lugar, pero ser mi mejor amigo y compañero de trabajo
significaba que tendíamos a compartir mucho tiempo juntos entre llamadas de
emergencia.

—Es heterosexual, Mike. Déjalo en paz, ¿sí?

—No lo sabes con seguridad.

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Big Bertha: Traducido literalmente seria ¨Gran Bertha¨. Al ser un apodo se deja en el original.
Tomé un recipiente de mentas y lancé un par a mi boca antes de tirarlo de
nuevo en la consola—. Créeme. Lo sé.

—¿Le preguntaste desde la última vez que te vi?

Poniendo los ojos en blanco, ignoré su pregunta y abrí la puerta—. ¿Quieres


ese café o no?

—Mhmm. Tenemos una cita, también.

—Jesús —murmuré, cerrando la puerta ante de que pudiera hacer cualquier


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otra petición. Podía escucharlo riéndose detrás de mí mientras iba a bombear
gasolina. Y por el rabillo del ojo, un destello de color rojo entrando en un lote de
estacionamiento tenia a mi corazón bombeando un poco más rápido. Era ridículo
que incluso por un segundo me preguntara si lo vería, desde que apenas había
pasado un día laborable en cuatro meses cuando no lo había visto. Pero ese aleteo
de anticipación aún me emocionaba, los pocos minutos cuando podía verlo todas las
mañanas siendo lo más destacable de mi día.

Eso es. Necesito poner mi maldita vida en orden de nuevo. Trabajar todos estos
tiempos extras para conseguir algo de dinero adicional durante los días festivos—y
darles a los chicos con familias algo de tiempo libre—había hecho que mis
actividades extracurriculares fueran en descenso. Si no tenía sexo pronto, colapsaría
y estallaría en llamas. O, peor, haría mi movimiento con el chico heterosexual.

—Ey, Ollie —llamó Mike, y me detuve con mi mano sobre la puerta de Grab
´N Go antes de moverme a un lado para dejar pasar a la dama detrás de mí. Cuando
me di la vuelta, una sonrisa malvada jugaba en sus labios mientras metía la bomba
de gasolina en el tanque de Big Bertha, y comenzó a mover sus caderas.
Oh, por el amor de…

—Y mientras estas en eso, tal vez podrías traerme una de esas frituras de
manzana, ¿lo harías? ¿Y una soda para después?

Demasiado para las resoluciones de Año Nuevo, pensé. Eso había durado menos
de una semana. No es como si pudiera culparlo cuando la tentación venia en una
atractiva canasta de productos recién horneados que había en el mostrador de Joe
todas las mañanas—incluso a mí me costaba pasarlos de largo. Aun así, Mike había
querido perder las veinte libras que había arrastrado desde Halloween y me hizo
jurarle que lo mantendría bajo control.

—¿Estás seguro de que quieres hacer eso? —le pregunté.


Mike miro fijamente el Mazda32 rojo y su sonrisa se ensanchó—. La vida es
demasiado corta para dejar pasar las cosas buenas, ¿no te parece?

Ese cabrón. Sacudí la cabeza y lo fulminé con la mirada, y luego entré, ahora
decidido a comprar los buñuelos de manzana y, personalmente, metérselos en su
entrometida garganta.

—Buenos días, Oliver —me saludó Joe desde detrás del mostrador donde
estaba atendiendo a un cliente, y le sonreí antes de agarrar una cesta con asa y
dirigirme por el pasillo hacia la Sprite de Mike. Tomé la tercera botella de la parte
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delantera—sí, jamás tomaba la primera cosa de algo—y la dejé caer en la cesta
cuando la puerta del congelador se cerró detrás de mí.

Mantuve un agarre firme en el asa mientras me tomaba mi tiempo para


caminar hacia el pasillo lejano, la anticipación construyéndose en mis entrañas.
Finalmente, doblé la esquina y, tal como sucedía cada día, Bluebird 3estaba de pie
frente a la estación de café, con la taza recargable en mano y de alguna manera
luciendo aún más hermoso de lo que recordaba. Mi memoria nunca le hacía justicia.

No me moví cuando colocó su taza debajo de la boquilla de la máquina y


presionó un botón, y sabía exactamente lo que tendría, lo mismo que todas las
mañanas: un latte con leche y tres azucares, dos cremas.

Hoy estaba vestido con un par de pantalones negros, con una camisa blanca
abotonada y una corbata azul medianoche—siempre puestas juntas muy bien, desde
su cabello marrón oscuro elegantemente despeinado, tan oscuro que era casi negro,
hasta sus mocasines negros. Un rastrojo de un par de días cubría su mandíbula
usualmente recién afeitada, y me imaginé como se sentiría bajo mis manos mientras
tomaba un lado de su rostro y lo atraía hacia el mío…

—¡Maldita sea!

La maldición de Bluebird me sacó de mi estupor cuando mis pies lograron


moverse de nuevo, y al acercarme, vi que el habitual liquido marrón que salía de la
maquina era un blanco turbio.

Dejó escapar un suspiro frustrado—. Ey, Joe —le gritó al dueño—. La


máquina de latte esta averiada.

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3
Bluebird: Pájaro Azul. Se deja en el original por ser un apodo.
—¿De nuevo? —Joe se rascó la mandíbula y luego dijo—: Lo lamento por eso,
Reid. Haré que alguien venga a arreglarla hoy.

—No hay problema —respondió Reid, arrojando el agua caliente de su taza


en la bandeja y, hola, finalmente pude ponerle un nombre al rostro: Reid. ¿Cómo era
que había pasado tanto tiempo sin saberlo?

Saqué un par de tazas grandes desechables del estante y alcancé la cafetera al


mismo tiempo que Reid, nuestros dedos se rozaron ligeramente antes de que ambos
retrocediéramos. Su toque atravesó como una sacudida eléctrica mi corazón, y la
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sorpresa que iluminó sus ojos me dijo que yo no fui el único afectado.

—Lo siento —dijo, y luego se aclaró la garganta—. Jodida estática.

Eso no fue estática, pensé, pero no estaba dispuesto a esclarecerlo, así que en
cambio hice un gesto hacia la cafetería casi vacía—. No hay problema. Ve por ello.

—Oh…uh —Le echó un vistazo a lo poco que quedaba y sacudió la cabeza—


. Está bien. Tú fuiste primero.

—Nah, adelante. Algo me dice que lo necesitas más que yo.

—¿Estás seguro? —preguntó Reid, su frente se frunció como si no quisiera


imponerse, pero no me habría importado que tomara el ultimo café cada día,
siempre y cuando esos ojos chocolate oscuros permanecieran en mí.

—Insisto —dije, y luego me incliné para susurrar conspiradoramente—.


Además, se dónde Joe guarda los repuestos. Solo haré otra tanda.

Una sonrisa agradecida curvó sus labios—. Gracias —luego se sirvió una taza
llena de café y rascó su mandíbula cuando dijo—: ¿Alguna vez has tenido una de
esas mañanas?

—Todo el tiempo.

Reid me miró, y luego sus ojos se movieron hacia mi nombre y el titulo


pegado en mi uniforme. Oliver McFadden. Paramédico—. Si, por supuesto que sí.
Paramédico, ¿eh? No sé cómo lo haces.

—Ayuda que podamos filtrar la cafeína por vía intravenosa para un disparo
más rápido en los días malos.

Se echó a reír mientras abría tres paquetes de azúcar y los echaba a su


bebida—. Creo que estoy en el campo equivocado.

—¿Qué es lo que haces?

—Enseño educación musical en Castle Hill.


—¿A estudiantes de secundaria? —silbé—. Creo que me quedaré con mi
trabajo.

—Algunos días no te culparía. En su mayoría son un buen grupo, pero hay


unos pocos cuya misión es hacer huir a los nuevos profesores.

—¿Y tú eres uno de los nuevos?

—Cuatro meses, y corriendo —tiró los paquetes vacíos a la basura y luego me


tendió la mano—. Soy Reid, por cierto.
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Miré su mano durante un par de latidos antes de tomarla en la mía. Sus largos
dedos estaban fríos al tacto, a diferencia de mis dedos siempre calientes. Podría estar
a -50o afuera, y mis manos aun estarían calientes.

—Ollie—dije, y luego negué—. Bueno, Oliver…pero todo el mundo me llama


Ollie.

—Ollie —repitió Reid, todavía estrechando mi mano—. Nunca he conocido a


un Ollie antes.

—Mamá era una gran fan de Laurel y Hardy4. Me alegro que no haya ido con
Stan —Tan pronto como las palabras salieron de mi boca, me di cuenta de que era
una referencia innecesaria porque él probablemente no tenía idea de quién
demonios eran Stan Laurel y Oliver Hardy, pero Reid me sorprendió como la mierda
al reír.

—Tu mamá tiene buen gusto. Solía ver esa cosa en casa de mi nana —dijo, y
luego dejó ir mi mano.

Extrañé el contacto de inmediato.

Antes de que pudiera responder, los nudosos dedos de Joe se apretaron en


mi brazo mientras se acercaba a nosotros y golpeaba el costado de la máquina de
café con su bastón.

—No creo que responda a una paliza, Joe —dijo Reid, mientras agitaba dos
cremas en su café.

—Funcionó una vez antes. Por George, lo haré suceder de nuevo.

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Laurel y Hardy: Fueron un dúo de comediantes durante la primera era clásica de Hollywood. El equipo
estaba compuesto por el inglés Stan Laurel (1890–1965) y el estadounidense Oliver Hardy (1892–1957). Se
hicieron muy conocidos a finales de la década de 1920 hasta mediados de la década de 1940 por su comedia
slapstick, con Laurel interpretando al torpe e infantil amigo del pomposo matón Hardy.
Cuando Joe golpeó la máquina, Reid negó hacia el terco hombre. Luego tapó
su taza y me sonrió—. Gracias de nuevo, Ollie. Te debo una.

—En cualquier momento —dije, y lo decía en serio—. Espero que tu mañana


mejore.

—Cuento con ello. Adiós, Joe. Dejaré el dinero en el mostrador.

Joe gruñó lo que sonaba como un adiós y siguió jugueteando con la máquina
de latte mientras yo enjuagaba la olla de la cafetera y empezaba a preparar una dosis
recién hecha. 13

Tiempo después, dos humeantes tazas y una bolsa llena de buñuelos de


manzana, volví a subir a Big Bertha, todavía recuperándome de mí charla con Reid.
Joder, era muy raro en mi estar en la luna por un chico, por el amor de Dios, pero
había algo en el que me había llamado la atención desde el primer día y nunca la
dejó ir. El encuentro de hoy solo había servido para despertar mi curiosidad.
Siempre lo había creído mayor, tal vez a mediados o a finales de los veinte, pero dijo
que solo había estado en Castle Hill desde hace cuatro meses. ¿Tal vez eso
significaba que acababa de salir de la universidad? O podría ser que se había
trasladado de alguna parte. Definitivamente en algún lugar todavía en el sur, desde
que parecía tener los modos de alguien que había crecido con padres que usaban los
convencionalismos de Si, señor y No… gracias, señora que hablan en esa parte del país,
aunque su acento no lo traicionó mucho.

—Esa tiene que ser la sonrisa más grande y tonta que he visto en tu feo rostro
—dijo Mike, mirándome como si me hubieran crecido dos cabezas—. ¿Finalmente
lo hiciste? ¿Lo invitaste a salir?

Tiré la bolsa de buñuelos y la soda en el regazo de Mike—. Siéntete libre de


ahogarte con eso.

—Ahh, voy a tomar eso como un sí, entonces. ¿Te derribó?

Después de colocar los cafés en la consola, abroché mi cinturón de seguridad


y esperé a que Mike entendiera la pista de que necesitábamos movernos.

—¿Qué demonios, hombre? —dijo—. ¿Me vas a dejar colgado?

Arqueé mi frente en su dirección, y cuando no dije nada, soltó un gruñido y


comenzó a subir a la plataforma.

—Uno de estos días, Ollie —se quejó, saliendo de la estación de servicio—.


Sabes toda mi mierda personal. A ver si vuelvo a derramar mis tripas de nuevo.

—No sabría qué hacer si no pudieras hablar sobre Deb veinticuatro/siete.


—Ey, no es mi culpa que haya anotado una buena. Solo es para que todos
sepan de lo que se están perdiendo —mientras Mike se detenía detrás del tráfico, me
miró y movió sus cejas negras.

—Asegúrate de hacernos un favor a todos y reparte bolsas para vomitar la


próxima vez que comiences —asentí hacia la bolsa de pasteles en su regazo—. Y no
le digas a Deb que estoy haciendo un trabajo horrible para mantenerte en forma.

—No, a ella le gustan mis lonjas de amor.

—Maldita sea. 14

Se echó a reír y rasgó la bolsa de buñuelos con una mano, mientras mantenía
la otra sobre el volante. Cuando me hizo jurar la semana pasada que lo mantendría
en el buen camino mientras ¨cortaba la mierda¨, pensé que estaba loco. Incluso con
veinte libras en su fuerte estructura de seis pies5, Mike estaba tan atractivo como
siempre. Rizos negros, muy recortados, un bronceado permanente y hoyuelos que
solo parecían haberse profundizado en los últimos meses.

Los más calientes siempre son heterosexuales. Lo son en Floyd Hills, al menos, pensé,
mi mente corriendo de vuelta al hombre con el que siempre me aseguraba de
encontrarme durante la semana. Y si, también recibí esa vibra recta de Reid, aunque
incluso él no podía negar la chispa que había estallado en llamas cuando nuestras
manos se habían rozado entre sí. Sin embargo, eso no fue suficiente para colgar
ninguna esperanza, por mucho que lo quisiera.

—Su nombre es Reid —dije, rompiendo el silencio en la cabina, y cuando la


cabeza de Mike se sacudió en mi dirección, con un buñuelo medio metido en la boca,
ya no pude evitar la sonrisa en mi rostro—. Enseña música en la escuela secundaria.

Mientras tomaba mi café casualmente, la mandíbula de Mike prácticamente


se estrelló contra el piso—. No, mierda —una bocina sonó detrás de nosotros, y Mike
pisó el acelerador, sacudiendo la cabeza—. Jodida maldita suerte. ¿De qué más
hablaron?

—Nada. Joe se acercó para darle una conmoción cerebral a la máquina de


café, y ese fue el final de eso.

—Maldición, Joe. Qué manera de ser un bloquea-pollas.

—No, él no lo sabía.

5
1.83 mts aprox.
—Bueno, ahora tienes una oportunidad6 —dijo Mike, guiñándome un ojo—.
Y eso fue solo un juego de palabras si quieres que lo sea.

—Oh, Jesús. Lo he hecho ahora.

—¿Qué?

—Creé un monstruo que usa juegos de palabras en mi contra.

Mike se echó a reír mientras yo encendía la radio para ahogar cualquier otro
comentario que su azúcar alta quisiera lanzar, pero cuando Bing Crosby comenzó a
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cantar sobre un país de las maravillas de invierno, Mike gruñó y apretó los botones
para cambiar el canal.

—No puedo creer que todavía estén tocando música navideña en enero. ¿No
recibieron la nota de que Papá Noel ya vino a la ciudad y todo lo que trajo fue una
maldita tormenta de nieve? ¿Cuándo diablos voy a usar una tormenta de nieve por
aquí? Creo que mis suegros pidieron una.

Riendo, llevé mi café a mis labios y soplé suavemente, mientras Mike


continuaba hojeando las estaciones hasta que comenzó a sonar una canción country.
Comenzó a cantar, algo sobre nombrar a bebés y perros, lo que normalmente me
haría matarlo con los ojos. Pero como su boca ahora estaba ocupada y no buscaba
más información sobre mí, no me molesté en luchar para cambiar la estación. Dejaría
que pusiera ¨Boot Scootin¨Boogie para todo lo que me importaba. Hasta que llegara
una llamada, mi mente estaría ocupada en…otras cosas.

Un rápido tono de emergencia llegó a través de la radio, y apagué la música


cuando una llamada llegó desde el despacho.

—Unidad 110, por favor responda Código 3 a la intersección de Mercer y


Thomas en un accidente de varios vehículos con múltiples heridos. Los bomberos
están respondiendo por posible extracción.

Tomé el receptor—. Diez-cuatro, Unidad 110 en ruta. ETA 7menos de dos


minutos —dije, mientras Mike dejaba caer la bolsa de plástico en el piso a mis pies
y encendía las luces y sirena.

—No es así como quiero que empiece mi día —dijo, cortando una intersección
para hacer una vuelta a la izquierda en Mercer.

6
La frase que dice Mike es ¨You have an opening now¨, que según el contexto se traduciría como ¨Tener
pase libre para entrar¨. Se entiende que el doble sentido es una insinuación de que ahora Ollie tiene carta
blanca para follarse a Reid.
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ETA (Estimated Time of Arrival): Tiempo Estimado de Llegada.
—Prepárate —dije—. Tengo la sensación de que va a ser uno largo.

El tráfico que se dirigía hacia el este ya comenzaba a retroceder, las carreteras


congestionadas a la hora pico de la mañana, Ahora, con el accidente por delante y
los autos sin poder moverse hacia un lado, Mike tuvo que arrastrarnos al carril de
suicidio para poder pasar. Desde la dirección opuesta, una unidad de respaldo, junto
con dos autos de policía y un camión de bomberos, viró hacia la intersección, aunque
parecía que nosotros llegaríamos primero.

Podía ver el humo elevándose hacia adelante y, a medida que nos


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acercábamos, parecía venir de debajo del capó de un camión negro cuatro por cuatro
que se había estrellado contra un…

—Oh, mierda…Ollie…—la voz de Mike se apagó cuando ambos vimos el


lado del pasajero aplastado del auto que había sido deshuesado. El destrozado auto
no había sido rival para el vehículo más grande; parecía que se habían deslizado en
el centro de la intersección durante el impacto. El capó del auto se inclinaba en un
ángulo antinatural con la mitad del camión dentro y los vidrios rotos cubriendo la
carretera.

Había visto la escena tantas veces antes, pero nunca había tenido el aliento
yendo apresuradamente en mis pulmones, nunca tuve un débil sonido de zumbido
en mis oídos, y nunca tuve una sensación salvaje de pánico apoderándose de mi
pecho como lo hice en ese momento.

Porque el auto destrozado, al que estaba respondiendo, no era otro que el


brillante Mazda3 de Reid.
CAPITULO DOS

Es extraño lo que recuerdas en esos segundos de puro horror. Cuando el


mundo va en cámara lenta y todo como lo conoces, ha cambiado.
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Recuerdo a Mike acercándonos hacia el accidente, con mi mano en la puerta
antes de que hubiéramos siquiera llegado a detenernos. Recuerdo haber visto las
luces de los otros socorristas por el rabillo del ojo, casi allí, pero no del todo. Fuimos
los primeros, y en una situación en que los segundos podrían significar la diferencia
entre la vida o la muerte, supe que tenía que actuar—rápido.

—Escucha, ¿Por qué no te haces cargo del equipo de repuesto mientras lo


asisto? —comenzó Mike, pero antes de que pudiera terminar ese pensamiento—y
antes de que nos detuviéramos por completo—yo estaba saltando fuera de la
plataforma y corriendo hacia los escombros, el golpeteo de sangre en mi cabeza
siendo todo lo que podía escuchar.

El humo salía de debajo de capó del camión, pero no vi un incendio y no había


fugas de gas. Debido a donde los autos habían aterrizado, el tráfico se había detenido
en todas direcciones, a menos que un imbécil intentara maniobrar alrededor del
accidente, la escena estaría a salvo de cualquier posible accidente, al menos hasta
que llegara el otro personal de emergencia.

Cuando me acerqué, pude ver la forma en que se encontraba su auto, pero


fue la silueta de Reid desplomado sobre la bolsa de aire del volante lo que hizo que
mi corazón tartamudeara y que comenzaran las oraciones. Oh Dios, por favor déjalo
estar vivo. Por favor, no lo dejes morir. Por favor, ayúdame.

La ventanilla del lado del conductor estaba rota con una mancha de sangre,
pero aun intacta, y traté de no mirarla cuando tomé la manija de la puerta y la
encontré bloqueada. No estaba dispuesto a arriesgarme a romper una ventana cerca
de él, y necesitaba alcanzarlo rápidamente, así que arranqué el manguito de la
presión arterial de la bolsa que había agarrado antes de salir de la ambulancia. Con
mis dedos, abrí la parte superior del marco de la puerta lo suficiente para pegar el
mango dentro y luego comenzar a bombear.

—Vamos, vamos —dije, sintiendo que el reloj dejaba de marcar mientras Reid
yacía inmóvil a unos centímetros de distancia.
Cuando el mango se expandió, la puerta comenzó a separarse del auto,
dándome suficiente acceso para desbloquear la puerta con una varilla delgada y
luego abrirla.

Mi corazón latía más rápido de lo que lo había hecho en toda mi vida, pero
de alguna manera mis manos estaban firmes cuando me puse los guantes y luego
agarré la muñeca de Reid, todo el entrenamiento y los años que pasé en situaciones
de emergencia me mantuvieron conectado a la tierra.

Tenía pulso, gracias a Dios, aunque no era tan fuerte como me hubiera
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gustado y su respiración era superficial. Pero él estaba vivo. Por ahora.

—¿Reid? —dije, necesitando que me contestara, pero no hubo respuesta.


Joder—. Reid, si puedes escucharme, te sacaré de aquí. Solo necesito que te quedes
conmigo, ¿está bien? Y no intentes moverte.

Un gemido emergió de su garganta, mientras rápidamente cortaba su


cinturón de seguridad y luego comencé a tomar una evaluación visual de sus
lesiones. Tenía sangre manando por la herida en el lado izquierdo de su cráneo,
donde parecía que la fuerza del impacto había lanzado su cabeza hacia la ventana
del conductor, por lo que había en definitiva un traumatismo cerebral y una posible
lesión en el cuello y la columna vertebral. No parecía haber otro sangrado
importante, aunque el daño que no podía ver era siempre lo que más me
preocupaba. Sin mencionar que el humo que escapaba del capó de la camioneta
hacía difícil ver o incluso respirar.

—¿Qué tenemos? —dijo Mike detrás de mí, y miré por encima del hombro
para ver que tenía la camilla y el collarín cervical listos para ser usados. Uno de los
equipos de bomberos y equipos de rescate se detuvieron detrás de nosotros en busca
de apoyo, mientras que los otros fueron al cuatro por cuatro para sacar al conductor
de la camioneta, a quien podía ver que estaba en alerta e intentando salir del
vehículo solo…

Revisé los signos vitales de Reid mientras abría la puerta trasera para Mike y
luego regresé mi atención de vuelta a Reid. Mike se subió al asiento trasero y, junto
con los demás, comenzamos la complicada danza de sacar a Reid del auto mientras
yo mantenía estable su columna vertebral.

—Lento…lentamente —le dije a mi equipo cuando Reid comenzó a


murmurar incoherentemente—. Te tengo, Reid. Todos te tenemos —Y luego, para
tranquilizarlo aún más, comencé a explicar lo que estaba sucediendo—. Sentirás
varios pares de manos en diferentes partes de tu cuerpo en este momento, y eso es
porque debemos asegurarnos que tu columna vertebral quede inmovilizada
mientras te sacamos del auto.
Dejó salir un pequeño gemido de reconocimiento y apretó los ojos cerrados
mientras continuábamos moviéndolo, y no escapó de mi atención que inhalaba una
respiración cada vez que alguien tocaba su brazo y costado derechos. Los otros
también se dieron cuenta y, mentalmente catalogué esas lesiones mientras
trabajábamos para ponerlo sobre la camilla.

Me paré en la cabeza cuando neutralizamos el cuello y columna vertebral con


un collarín cervical, y fue entonces cuando finalmente pude ver bien a Reid.

Había cortes a lo largo del lado derecho de su hermoso rostro por los
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fragmentos de vidrio que se habían disparado en el aire cuando el camión se estrelló
contra él, y varias astillas permanecieron incrustadas en su mejilla. Su cabello oscuro
estaba enmarañado con sangre que caía hasta su ceja.

—¿Reid? ¿Puedes verme? —dije, mientras sacaba una linterna y la encendía.


Cuando abrió los ojos, sentí un poco de alivio de que sus pupilas no se hubieran
dilatado—lo que hubiese sido una muy mala señal en caso de traumatismo craneal—
y levanté un dedo para que él lo siguiera. Luego cambié mi dedo por la luz para ver
como respondía, pero en ese momento, Reid hizo un horrible sonido de jadeo, como
si no pudiese respirar, y nos pusimos en acción.

Durante todo el tiempo que trabajamos, entubándolo e iniciando las IV, seguí
hablando y le dije a Reid lo que estaba sucediendo en todo momento, aunque si era
honesto, también era para mantenerme cuerdo.

Una vez que estuvimos cargados, subí en la parte trasera de la ambulancia


junto a Reik y miré a Mike.

—¿Estás bien? —preguntó, y supe que se refería tanto a mi como a Reid.


Exhalando un suspiro, le di un rápido asentimiento.

—Vamos.

Mike cerró de golpe las puertas de la plataforma, dejándome solo en el


pequeño espacio con Reid y su respiración agitada.

No podía tomar ese sonido. No de él.

Con la necesidad de romper el silencio inestable mientras trabajaba para


medicarlo y estabilizarlo, dije—: Y pensaste que la máquina de latte rompiéndose
era el punto más bajo del día.

Ugh. Sí, mal momento para esa broma, pero eran bromas horribles o nada en
absoluto, y sentí la necesidad de seguir hablando, para que me escuchara y supiera
que alguien estaba con él.
—¿Puedes creer que nunca aprendimos los nombres del otro antes de hoy?
Eso es un poco tonto, ¿verdad? Siempre pasándonos de largo el uno al otro por las
mañanas, pero nunca diciendo nada. De hecho, siempre pensé en ti como Bluebird
en mi cabeza, no es que alguna vez dijera eso en tu cara —miré sus ojos aún
cerrados—. Bueno, no a tu cara de vigilia, de todos modos.

Por el rabillo del ojo, pude ver a Mike llevándonos a través de la carretera y
supe que escuchaba cada palabra que decía, aunque intentaba no reaccionar de
ninguna manera. Me encogí de hombros. No es como si no supiera más que Reid.
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—Probablemente estés pensando, ¿por qué Bluebird, verdad? —continué—.
La primera vez que te vi, vestías esta camisa azul claro debajo de la chaqueta, y había
una especie de broche de plata en tu solapa que parecían alas. Supongo que se
destacó para mí, y... bueno, tú realmente me llamaste la atención. Entonces,
supongo... Supongo que por alguna razón, Bluebird se me vino a la cabeza, así que
eso es lo que eras desde ese momento.

Miré su pantalla de signos vitales y tragué—. No sé por qué dije todo eso,
pero ahí tienes. A veces las cosas no tienen sentido, pero tienes que lidiar con eso.
Algo así como lo que está pasando ahora —respiré hondo mientras estudiaba su
rostro. Ese hermoso rostro, herido, y el hombre al que pertenecía y que no merecía
lo que le estaba pasando ahora. Me sentía surrealista, pasar de nuestra conversación
no hace ni media hora a llevarlo rápidamente al hospital. Me recordó lo que sabía
que era verdad todos los días—la vida no era justa y no dejaba pasar a nadie solo
porque era una buena persona. No conocía a este hombre, pero sabía en mi instinto
que él era bueno. Y haría todo lo que estuviera a mi alcance para mantenerlo
respirando, para mantenerlo a salvo.

Sus cejas se fruncieron, y me encontré diciendo—: Estás bien. ¿Me escuchas?


No voy a dejar que te pase nada, pero tienes que prometerme que seguirás luchando.

Los ojos de Reid se abrieron entonces, esos orbes de color marrón oscuro
mirándome fijamente, y supe que me había escuchado, porque podía ver el
entendimiento mezclado con el miedo.

Toqué suavemente su brazo para tranquilizarlo. Te tengo, pensé, deseando


que no brillaran lágrimas no derramadas en sus ojos.

Pero luego sus párpados se cerraron y su pulso disminuyó aún más, y mi


estómago se hundió.

—Mike, tienes que apresurarte —grité—. Ahora.

—Casi allí, Ollie. Haz que se agarre fuerte.


No te atrevas a ir a ninguna parte, pensé, manteniendo mi mano en la muñeca
de Reid, como si pudiera obligarlo a quedarse. En esos tensos segundos antes de
llegar al Hospital Floyd—en verdad, no había tardado más de un minuto, sentí que
fueron horas.

El equipo de trauma estaba listo cuando llegamos, Mike había dictado el


código en el camino, y fue una transición relativamente suave llevar a Reid a una
sala de emergencias y cambiarlo al equipo del hospital. Mis ojos nunca lo dejaron
cuando le informé a la doctora sobre el accidente y nuestro tratamiento en ruta, y
después de informarle sobre sus signos vitales y posibles lesiones, ella se hizo cargo. 21

Sabía que no debía flotar alrededor mientras hacían su trabajo, pero la


necesidad de quedarme era tan fuerte que casi no podía forzar a mis pies a moverse.
Pero lo hicieron, lento pero con seguridad, y cuando salí de la habitación, envié
oraciones silenciosas para que esta no fuera la última vez que lo viera. Que hubiese
salido adelante con el menor daño posible.

Y luego la puerta se cerró y él se había ido, fuera de mi vista o de cualquier


otro transeúnte, y solo podía quedarme allí, sintiéndome entumecido e indefenso
ahora que estaba fuera de mis manos. Pero eso es lo que era el trabajo. Era para lo
que me había inscrito. Ser el primero en la escena en el momento más crucial para
una víctima, pero no estaba en la descripción de mi trabajo saber cómo le fue a un
paciente una vez que nos íbamos. Nunca faltó que me preguntara por ellos cuando
salí del hospital y de regreso a casa al final del día. ¿Estaban bien? ¿Se han
encontrado con otras complicaciones? A veces llamaba a la sala de emergencias, y si
respondía una enfermera con la que era amigable, recibía un resumen, las
infracciones a la privacidad de la HIPAA8 se condenaban, pero la mayoría de las
veces, dejaba el trabajo dentro de las paredes del hospital.

¿Aunque, este? No había manera de que pudiera dejar a Reid aquí sin saber
que había superado esto. Probablemente parecería una locura para cualquier otra
persona, pero aunque realmente no nos conocíamos, él era parte de mi vida diaria,
incluso durante esos pocos minutos en el lugar de Joe. Ni siquiera podía pensar en
la posibilidad de que nunca recuperaría esos momentos cada mañana. Que no
estaría allí mañana, taza recargable debajo de la salida del latte, llenándolo y luego
vertiendo tres azúcares, dos cremas.

No, no iba a pensar en eso. Era demasiado morboso cuando mi instinto me


dijo que había salido de esto.

8
HIPPA: Ley Federal de Responsabilidad y Transferibilidad de los Seguros Médicos.
No sabía cuánto tiempo había estado allí, perdido en mis pensamientos,
cuando una mano me sujetó el hombro. No tuve que mirar para saber que era Mike,
y el apretón de su mano fue todo el apoyo que necesitaba.

—Bertha está limpia —dijo en voz baja—. Pensé que necesitabas un poco de
tiempo…ya sabes.

—Gracias —Lo miré, de repente sintiéndome más cansado que en años—.


¿Eso de verdad acaba de suceder?

—Sí. Sí, amigo, lo hizo. 22

Un tono sonó en las radios que usamos, y luego llegó una llamada.
Mordedura de animal al otro lado del pueblo, no es grave.

—Tenemos que irnos —dijo Mike, y yo asentí distraídamente mientras


continuaba mirando la puerta por la que Reid había desaparecido.

Regresaré, pensé, tragando saliva mientras dejaba que Mike me sacara de la


entrada de emergencia. Será mejor que todavía estés aquí y despierto la próxima vez que
te vea.
CAPITULO TRES

Habían sido setenta y dos horas.

Setenta y dos horas desde que dejé a Reid en el hospital, donde ahora yacía
23
en el cuarto piso en un coma inducido médicamente para curar la hinchazón en su
cerebro. Y esto era además de las costillas rotas, el pulmón perforado, la torcedura
de la muñeca y el tobillo, y los muchos cortes y contusiones en todo el cuerpo.

Pero podría haber sido peor. Mucho peor.

El día del accidente de Reid, regresé al hospital después de mi turno, con la


esperanza de obtener alguna información sobre cómo se encontraba, y supe que
estaba en la UCI9, por lo que la UCI fue a donde fui.

Salí del ascensor justo a tiempo para ver a una doctora apartando a una
familia que solo podría haber sido la de Reid, a juzgar por la sala de espera vacía y
la forma en que todos compartían sus rasgos, y no me avergoncé de espiarlos. Había
escuchado a la doctora dar actualizaciones sobre la condición de Reid y lo que había
sucedido, había visto a su madre llorando suavemente en la camisa de su esposo.
Quería acercarme a ellos, ofrecerles algunas palabras de consuelo, pero ¿quién era
yo? Nadie más que un extraño, y no quería interferir en su sufrimiento de ninguna
manera, así que había esperado. Esperé y observé, igual que ahora, una hora después
de que mi turno hubiera terminado.

Miré la fila de sillas en donde los padres de Reid estaban hablando con la
doctora que acababa de salir para informarles. Había sospechado cuando lo vi por
primera vez que el hombre que estaba a unos pocos pasos de distancia era el padre
de Reid. Tenía los mismos ojos color café, la misma constitución alta y los hombros
fuertes. La mujer envuelta con fuerza en uno de sus brazos era de donde venía el
tono de piel marfil de Reid. Habia pasado de largo a su madre una vez, y ella me
había ofrecido la misma sonrisa educada que Reid me había regalado todas esas
mañanas en el lugar de Joe. Y junto a ella, sentada con las piernas cruzadas en una
de las incómodas sillas del hospital y agarrando un rústico libro gastado, aunque
su atención estaba centrada en lo que el doctor estaba diciendo, estaba sentada una
mujer más joven, tal vez en su adolescencia.

9
UCI: Unidad de Cuidados Intensivos.
Sin desprenderme como una enredadera, escuché todo lo que podía sobre lo
que el médico les estaba diciendo sobre el progreso de Reid.
Buen pronóstico...sanando... respirar por su cuenta... ya comenzó el proceso de sacarlo
del coma...

Fue asombroso lo rápido que se levantó la pesadez que se había asentado en


mis hombros durante los últimos tres días con esas palabras, y dejé caer mi cabeza
en mis manos. No tenía sentido culparme a mí mismo de ninguna manera por su
condición, lo sabía, pero me costaría encontrar a alguno de mis compañeros de
24
trabajo que no hubieran pensado lo mismo en mi posición. La auto-culpa era solo
algo que venía con el trabajo. Siempre te preguntabas qué podrías haber hecho de
manera diferente, qué hubiera cambiado el resultado si solo hubieras hecho x, y, y z
en su lugar.

¿Pero escuchar que Reid iba a salir adelante? Esa fue la mejor noticia que
había escuchado, tal vez jamás.

Su madre abrazó a la doctora, y cuando se apartó y volvió al abrazo de su


marido, se secó los ojos.

—Él lo logrará —dijo ella, con la voz quebrada—. Nuestro bebé va a estar
bien.

Apartando los ojos para darles su momento privado, me dije que esto era
suficiente. Reid pasaría por esto, y podría y debería seguir adelante, lo quisiera o no.

Bueno, al menos eso fue lo que me dije a mí mismo hasta que el padre de Reid
habló.

—¿Por qué no vamos todos a cenar a la cafetería? —le dijo a su esposa, y antes
de que ella pudiera protestar, levantó la mano—. No has comido mucho de nada en
días.

—Pero…—comenzó, sin embargo su esposo negó.

—Sin peros. Puedes regresar allí con él después de tomar un descanso —


levantó la barbilla—. No te puede pasar nada.

El conflicto enfrentó su elegante rostro, pero finalmente asintió.

—Bien, pero hagámoslo rápido. Quiero estar allí cuando se despierte.

—Trato —dijo, y le besó la nariz.

Junto con su hija, caminaron hacia el lado de los ascensores, y mi corazón


comenzó a latir a un ritmo rápido a medida que se formaba el pensamiento. Reid
había tenido al menos un miembro de su familia en su habitación todo el tiempo que
había estado en la UCI, pero ahora todos estarían en la planta baja durante al menos
una buena media hora...

Miré por el pasillo para verlos subir al ascensor, y cuando las puertas se
cerraron detrás de ellas, debatí durante un minuto antes de saltar de mi silla.

Tenía que verlo. Solo para checar por mí mismo que lo que la doctora había
dicho era verdad, y luego lo dejaría tranquilo y le permitiría sanar en paz.

Por suerte para mí, resultó que había un cambio de turno en la estación de 25
enfermeros, y todos estaban demasiado ocupados charlando como para darse cuenta
de que un miembro que no era de la familia inmediata que Reid se estaba deslizando
por el pasillo para verlo...

La habitación cuatro-veinte-cuatro estaba oscura y silenciosa cuando entré sin


hacer ruido, las luces se atenuaron y el sol se había ido hacía mucho tiempo. Cuando
doblé la esquina y Reid apareció, casi podía imaginar que simplemente estaba
durmiendo tranquilamente. Le habían afeitado el cabello para coserle la herida en la
cabeza y aún llevaba las cicatrices de batalla del accidente, pero en mi opinión, nunca
se había visto más hermoso.
Está vivo. Él va a estar bien

Respirando profundamente, caminé lentamente hacia su cama. Ahora que


estaba aquí, no estaba seguro de qué decir o hacer, así que hice lo que siempre hacía
cuando estaba al límite: divagué.

—Estás en mucho mejor estado que la última vez que te vi. Me alegra que
hayas escuchado. Ya sabes, cuando te dije que esperaras. Y ahora mírate. El Doc dice
que te despertarás pronto, y con suerte no tendrás demasiado dolor ni recordarás el
accidente. He escuchado que algunas personas dicen que no recuerdan nada y otras
dicen que lo reviven nuevamente en sus sueños.

Metí mis manos en los bolsillos de mis jeans desgastados y me balanceé sobre
mis talones. Mis ojos se fijaron en las fotos y tarjetas que se veían a lo largo de la
pared, y una sonrisa dibujó mis labios.

—Parece que tus estudiantes te extrañan. Sé que yo lo haría —mi boca se cerró
de golpe al admitirlo, pero luego pensé: Supéralo. No es como si recordará algo de
esto de todos modos.

—Entonces, supongo que no te veré por un tiempo. No me quejaré mucho


sobre eso, ya que al menos estarás cerca para tomar un café. Me aseguraré de decirle
a Joe que tenga la máquina de latte en perfecto estado para cuando regreses. Tengo
la sensación de que después de la paliza que le dio el otro día me dirá que tendrá
que pedir una nueva de todos modos.

Un ruido fuera de su habitación me hizo congelarme y escuchar a quien


pudiera estar a punto de entrar y atraparme, pero después de varios segundos,
volvió a haber silencio, y dejé escapar un suspiro de alivio.

Mirando hacia abajo a la cara de Reid, memoricé sus rasgos en caso de que
fuera la última vez que lo viera. No había ninguna garantía de que regresara a Castle
Hill o se detuviera a tomar un café en Joe's. Demonios, ni siquiera había ninguna
26
garantía de que fuera completamente él mismo cuando saliera del coma. Cambios
de personalidad, pérdida de memoria... lo que sea, lo he visto y oído. Esperaba que
eso no le sucediera a Reid, pero por si acaso...

—Cuídate, Bluebird —le dije, y luego, en un impulso, me agaché y le di un


suave apretón en la mano—Te estaré observando.

Me di la vuelta para irme, mirando por encima del hombro una última vez la
expresión pacífica de Reid, cuando de repente se abrió la puerta de la habitación de
Reid, y oí a su madre decir—: Solo seré un segundo, olvidé mí…

Tan pronto como me vio de pie junto a la cama, se detuvo, con sorpresa y
confusión cruzando su rostro. Pero cuando su mirada se desvió detrás de mí, todo
lo que había estado a punto de decir fue olvidado cuando su boca se abrió en un
grito ahogado.

—Oh, Dios mío —Se llevó los dedos a los labios cuando comenzó a avanzar,
y rápidamente me aparté del camino, deseando también mezclarme contra la pared.
Qué idea tan estúpida fue colarse aquí. Una verdadera estúpida...

—Estás despierto —dijo ella.


¿Qué?

Me giré tan rápido que casi perdí el equilibrio, y más aún cuando vi que los
ojos marrones de Reid estaban abiertos, y me miraban fijamente.

Una parte de mí se emocionó al verlo despierto. La otra parte entró en pánico.

Tengo que salir de aquí, pensé, retrocediendo, listo para salir sin más aviso,
cuando el padre y la hermana de Reid doblaron la esquina.

Los ojos de su padre se estrecharon—. ¿Quién eres tú?

Oh, mierda. Realmente no había pensado en esto, y ahora había violado diez
diferentes leyes de privacidad, tuve un encuentro con la familia de Reid... oh, y Reid
estaba ahora despierto y viendo cómo se desarrollaba todo. Que gran manera de
hacerlo, Ollie. Enserio.

—Lo siento mucho —dije, levantando las manos—. Realmente no debería


estar aquí. Lo lamento…

Cuando fui a moverme alrededor de él, tenía toda la intención de irme antes
de que pudieran llamar a seguridad para venir aquí y golpearme el culo, pero en ese
momento, una palabra tuvo a ese plan volando por la ventana.

—Ollie. 27

Me quedé helado.

Hubo un sonido sibilante, y Reid tosió un poco, pero luego volvió a llamar mi
nombre, y esta vez supe que no había sido un producto de mi imaginación.

Me giré lentamente, hacia donde la familia de Reid se veía tan sorprendida


como yo. Aunque tenía la atención de Reid, la suya estaba totalmente centrada en
su hijo y su hermano.

—Reid... Oh, Dios mío —Su madre rompió a llorar cuando alcanzó su rostro,
y luego pareció recordar sus heridas y le dio un beso en la frente. Se acurrucó a su
alrededor, las lágrimas brotaban mientras se abrazaban—. No tienes idea de lo
preocupados que estábamos.

—¿Mamá? —Reid frunció el ceño mientras miraba a sus padres—. ¿Papá? Se


ven... diferentes —cerró los ojos con fuerza antes de abrirlos de nuevo—. ¿Estoy
soñando?

—No bebé. Estas despierto ahora. Estarás bien.

—No entiendo —La mirada de Reid se desvió hacia su hermana y frunció el


ceño—. ¿Te conozco?

Su madre puso su brazo alrededor de los hombros de la chica y la atrajo hacia


sí—. ¿No sabes quién es? —preguntó con suavidad, mientras los ojos de la
adolescente se llenaban de lágrimas.

Reid la miró de reojo—. No lo creo.

—Es Anna —dijo ella—.Tu hermana.

—No —dijo Reid, sacudiendo la cabeza—. Anna solo tiene siete.

Probablemente es solo la sedación, quería decir, pero no quería atraer más


atención de la que ya tenía.
—¿Siete? —Su madre parecía sorprendida, pero se recuperó rápidamente—
Ve por el doctor o la enfermera —dijo en voz baja a su esposo, quien asintió, pero
cuando se dio la vuelta, se dio cuenta de que todavía había un extraño entre ellos,
yo.

—Ollie, ¿verdad? —me preguntó, mirándome de arriba abajo como si lo que


llevaba me fuera a delatar. Al menos no estaba en mi uniforme.

—Sí, señor.

—¿Cómo conoces a mi hijo? 28

—Yo…—¿Cómo responder a esa pregunta sin perder mi trabajo o dejar caer


la verdad sobre que tenía un enorme crush gay por su hijo?

Oh, que se joda. No era un cobarde.

Pero resultó que no tenía que responder en absoluto, porque Reid habló de
nuevo.

—Él me ayudó —Nuestros ojos se dispararon hacia Reid, quien me miró con
una expresión que parecía algo como curiosidad. Y aprecio—Me dijiste... que
luchara.

Entonces dejé de respirar. ¿Cómo demonios recordaba eso, pero no recordaba


que su hermana ahora era adolescente?

—¿Es eso cierto? —preguntó el padre de Reid—. ¿Eres uno de los doctores
aquí?

Sacudí mi cabeza, y mi voz se atoró en mi garganta—No, solo soy un


paramédico.

—¿Solo un paramédico? —dijo su madre, caminando hacia mí—. ¿Solo un


paramédico que salvó la vida de nuestro hijo?

—Yo…—Mis ojos volaron de regreso a Reid, quien todavía me estaba


mirando, y tragué saliva—. Es... es mi trabajo.

El padre de Reid me sorprendió entonces al atraerme para un fuerte abrazo.

—Gracias. Gracias —susurró, una y otra vez, apretándome con fuerza antes
de alejarme. Luego se secó la cara y dijo—: Será mejor que vaya a ver a esa enfermera.

Cuando salió de la habitación, me quedé allí incómodamente mientras la


madre de Reid me observaba.
—¿Qué tan malo fue? —dijo, y supe exactamente lo que estaba preguntando.
Agarré la parte de atrás de mi cuello y miré hacia abajo, sin querer revivir el
accidente para que ella pudiera verlo representado en mi rostro—. Bastante malo.

—Gracias —dijo, su voz vacilante, y miré hacia arriba para verla entrelazando
sus dedos—. Gracias por lo que hiciste por Reid y por controlarlo. Él podría no estar
aquí si no fuera por ti.

Dios, ni siquiera quería pensar en eso. El qué podría haber sido. Las cosas
habían sucedido por una razón, exactamente como se suponía que debían. Tenía que
creer eso, aunque deseaba que no hubiera tenido que pasar por ningún dolor.
29
—Debería dejarlos a todos para... ponerse al día —dije, y luego miré a Reid.
Sin duda se sentiría abrumado por todo lo que le había sucedido en los últimos días,
y necesitaría tiempo para curarse, estar con su familia, recordar—. Estoy muy feliz
de verte despierto.

—Te veré de nuevo, ¿verdad? —dijo, y la cautivamente forma en que me


miraba me hizo querer darle todo lo que pidiera.

Y así lo hice—. Puedes contar con ello.


CAPITULO CUATRO
SEIS SEMANAS DESPUÉS

La segunda mitad de febrero resultó ser terriblemente fría. Habíamos tenido


un poco de nieve la semana pasada, pero ahora no era más que temperaturas y 30
ráfagas de viento por debajo de lo normal.

Eso no me había impedido realizar mis carreras diarias de cinco millas.


Mientras cerraba la puerta de mi casa, pensé nuevamente en pasar por la ferretería
esta semana para pintar. La puerta estaba desconchada y desvanecida, ya no era el
rojo brillante que tenía cuando compré la casa. Ahora que lo pienso, las persianas de
color verde cazador también podrían necesitar una nueva capa de pintura, y las
hojas marchitas todavía cubrían el césped de la purga del otoño hace meses.
Desafortunadamente, mis dos habitaciones necesitaban más amor y cuidado del que
últimamente había tenido tiempo, ya que había tomado más turnos de lo habitual,
desde que era un paramédico. Podría haber necesitado varias horas más en un día...
o un clon.

Está bien. Lo arreglaré cuando llegue la primavera, pensé, bajando los escalones
del porche delantero, y mientras lo hacía, uno de los ladrillos se soltó y se tambaleó
bajo mi pie.

Genial. Otra cosa para agregar a la lista. No es que tuviera alguna razón para
quejarme. En general, era una casa acogedora, una más agradable de lo que esperaba
mi escaso presupuesto.

Después de empujar la llave de la casa dentro del bolsillo de mi sudadera,


comencé a correr lentamente por la calle hacia el lago que servía como punto central
del vecindario. Una amplia acera bordeaba toda la circunferencia del lago, y dado
que medía casi exactamente media milla alrededor, me facilitó el seguimiento de mis
vueltas.

Comencé con un ritmo fácil, dejando que mis músculos se calentaran al frío.
Correr era una forma de despejar mi mente de todo lo relacionado con el trabajo que
amenazaba con volverme loco. Empujarme a mí mismo era la única forma que
encontré para dejar de lado lo que no podía controlar y dejarlo atrás, así que creo
que era una especie de terapia.
La semana pasada había sido inusualmente áspera, las condiciones heladas
en las mañanas causaban una gran cantidad de accidentes automovilísticos, y con
cada llamada a la que respondíamos, mi mente volvía a Reid.

No lo había visto desde el día en que se despertó, pero…pensaba en él a


menudo. Supongo que aún se estaba recuperando y todavía no había vuelto a
trabajar, pero no estaba seguro.

No teníamos ningún amigo en común, que yo supiera, para preguntar cómo


estaba, y ni siquiera soñaría con rastrear su dirección para averiguarlo por mí
31
mismo. Está bien, eso era una mentira. Tal vez lo pensé, pero en realidad nunca lo
haría.

En la mitad de la marca, justo enfrente de mi casa, subí el ritmo y disfruté de


la quemadura en mis músculos mientras se estiraban. Me quedé sin aliento frente a
las nubes blancas cuando entré en el día claro y fresco, y no se me había escapado el
aviso de que solo había dejado atrás a un pequeño puñado de corredores y
caminantes esta mañana. Por lo general, no era sorprendente ver a las familias
alimentando a los patos que pasaban el rato alrededor del lago, o casi tropezar con
niños en sus bicicletas, pero el clima helado en el norte de Georgia no obligaba a las
personas a dejar sus cómodas camas.

Montón de holgazanes, pensé con una risita.

—¿Ollie?

Estaba tan desconcertado por la voz que venía detrás de mí que casi me comí
el pavimento cuando mis rodillas amenazaron con doblarse. Reduje la velocidad
hasta detenerme y luego me di la vuelta, levantando una mano mientras observaba
el sol brillante. Cuando pude ver quién era, me quedé boquiabierto.

—¿Reid? —dije, completamente estupefacto de que pudiera estar parado a


unos pocos pies de distancia, en mi vecindario de todos los lugares. Era como si
pensar en él justo en ese momento lo hiciera materializarse.

Con un par de pantalones deportivos negros y una chaqueta a juego, y


vistiendo una gorra tipo beanie, Reid cruzó el trozo de hierba que separaba el
sendero de las casas que retrocedían hasta el lago. Su sonrisa fue amistosa mientras
caminaba hacia mí.

—Pensé que eras tú.

—Te ves…—¿Increíblemente guapo? ¿Surrealista? ¿Vivo?

—¿Mejor? —Se rió entre dientes y se metió las manos en los bolsillos de la
chaqueta—. Sí, no es difícil estarlo.
—Definitivamente mejor que la última vez que te vi —traté de no darle una
gran mirada, pero estaba resultando imposible. Casi había olvidado lo hermoso que
era el hombre—. Estás, uh... ¿estás bien?

—Lo estoy, sí —Se miró a sí mismo y luego me sonrió—. Mi cuerpo está


completamente curado, solo esperando que mi mente se ponga al día.

Oh no…—. ¿Qué quieres decir? —Aunque sabía exactamente lo que quería


decir.

—Los médicos me dijeron que podría tener alguna pérdida de memoria a 32


corto plazo debido a la cantidad de medicamentos que usaron para mantenerme en
coma durante unos días. Sin embargo, parece ser un poco más permanente.

Jesús—. Siento escuchar eso.

—Está bien. Frustrante, pero…—Se encogió de hombros y pateó una pequeña


roca en el camino hacia el lago—. Lo siento, no tenía la intención de detener tu
carrera, es solo que... bueno, no reconozco a muchas personas hoy en día, así que
creo que me emocioné al ver una cara familiar.
Familiar... ¿yo? ¿Yo era familiar? Definitivamente surrealista.

—También quería darte las gracias —continuó—. Es extraño que no pueda


recordar mucho de antes de mi accidente, pero recuerdo lo que hiciste por mí —su
voz se redujo—. No creo que pueda olvidarlo.

A pesar del frío, el calor subía por mi cuello. Mi primer instinto siempre fue
minimizar mi rol, pero con Reid, me encontré diciendo—: Me alegra ver que te está
yendo mejor.

Nos quedamos parados torpemente, ninguno de los dos parecía saber qué
decir, pero, de nuevo, no nos conocíamos realmente, ¿verdad?

—¿Tú… ibas a dar un paseo? —pregunté finalmente.

—Oh, sí, he estado tratando de tomar un poco de aire fresco. Poco a poco
recupero la velocidad, ¿sabes?

Que se vaya a la mierda mi carrera. No estaba dispuesto a dejar pasar la


oportunidad que estaba golpeándome en la cara.

—¿Te gustaría unirte a mí? Realmente no tengo muchas ganas de correr esta
mañana de todos modos.

El rostro de Reid se iluminó—. Por supuesto.


Me moví hacia el exterior del camino para que pudiera tomar el espacio más
corto hacia adentro y luego dejar que él estableciera el ritmo, sin querer que se
excediera.

—¿Esto es demasiado lento? —preguntó mientras nos acomodábamos en un


paso casual. No es una caminata rápida, pero tampoco es un paseo tranquilo.

—De ningún modo. Esto es genial.

—He estado tratando de trabajar hasta una carrera corta. Simplemente no


estoy allí todavía. 33

—¿Oh si? ¿Corres? —Mierda, ¿cómo recordaría eso?—. Quiero decir, uh…

Reid se rió—. Sé lo que quieres decir. Y no lo creo. Por lo que me han dicho,
realmente no me gustaba mucho el deporte. O cualquier actividad cardiovascular,
para el caso. Acabo de ver a la gente aquí afuera corriendo y pensé que parecía algo
saludable.

Me reí entre dientes. No tuve que mirarlo de arriba abajo para ver que
probablemente estaba equivocado al no sudar. Estaba mucho más delgado de lo que
había estado antes del accidente, pero antes de eso, Reid había tenido una
constitución atlética de la que me había enganchado—y en la que había pensado a
menudo—por lo que tenía que pasar algún tiempo en un gimnasio.

Cuando pasamos por mi casa, dije—: ¿Te importa si te hago una pregunta
personal?

—Puede que no sepa la respuesta —bromeó.

—Tal vez no —dije, mis labios se curvaron hacia arriba—. Pero… ¿Qué es
exactamente lo que recuerdas?

Se quedó en silencio a mi lado y miró a los patos que pasaban en el agua—.


Es raro. Recuerdo fragmentos del día del accidente.

—Como detenerse en una gasolinera para tomar una bebida, pero no tenían
lo que quería —Sus mejillas se tiñeron de la más leve sombra de rosa cuando dijo—
. Recuerdo tu rostro. Sé que hablamos, pero no tengo ni idea de lo que se dijo. Sé que
me vestí para ir a algún lugar, al trabajo, creo, pero no puedo decirte dónde está o
qué hice. ¿Y antes de eso? Supongo que ahí es donde se pone difícil —Se sacó el
gorro y lanzó una bocanada de aire—. Cuando me desperté en el hospital y vi a mis
padres, pensé que estaba soñando. Se veían mucho más viejos que la última vez que
los vi. ¿Y Anna, mi hermana? Ni siquiera estaba en la secundaria todavía, pero me
dicen que se está preparando para graduarse de la escuela secundaria. Y, claro, ella
lo parece. Pero mi cerebro no comprende realmente que parece que me estoy
perdiendo una parte de mi vida de diez años.

Dejo escapar un silbido—. Maldita sea. ¿Diez años? Así que eso te haría tener,
¿qué?

—Diecisiete —dijo—. Casi dieciocho. Pero mi licencia de conducir dice


veintisiete.

Oh, Dios mío. ¿Diecisiete? ¿Pensaba que todavía tenía diecisiete años? No
estaba seguro de lo que se suponía que debía hacer con esa información además de 34
eliminarla.

—No todo está cortado y seco —continuó—. Tengo destellos de cosas que
parecen haber llegado después de la secundaria, pero nada tiene sentido.

—Al igual que al ver una película de tu vida, solo no reconoces a los
personajes.

Él me miró con los ojos entrecerrados, el sol en sus ojos—Exactamente.

Regresábamos a la casa de la que había salido y yo incliné la cabeza hacia


ella—. ¿Es esa tu casa?

—¿Qué? —siguió mi mirada—. Oh. No, es el lugar de mis padres. Me he


estado quedando con ellos desde…—Se encogió de hombros—. La casa que dicen es
mía no se siente como una.

—No puedo imaginarlo —¿Cómo sería perder todo ese tiempo, todos esos
recuerdos? La gente que conociste, los lugares a los que fuiste. Tu trabajo. Toda tu
vida como la conociste, bam, desapareció en un instante. ¿Y los recuperaría alguna
vez, o tendría que comenzar básicamente desde cero? ¿Cómo presionar un botón de
reinicio en tu vida?

—Basta de todo eso —dijo Reid, rompiendo mis pensamientos—. Cuéntame


de ti.

—¿Qué hay de mí?

—Bueno, considerando que lo único que sé de ti es que tu trabajo es evitar


que la gente muera, yo diría que me lo cuentes todo.

Me reí—. No quieres saber todo.

—Seguro lo hago. Empezaremos fácil ¿Cuántos años tienes?

—Treinta y dos.
—¿Y eres casado? ¿Tienes una novia?

Casi me ahogo con una risa—. No. Y no —Y luego, para decir lo que se
volvería obvio muy pronto, dije—. Tampoco un novio.

Reid hizo una doble toma—. Oh —dijo, sin parecer demasiado molesto por
eso, sino como si no lo hubiera pensado—. ¿Por qué no?

—Supongo que podrías decir que estoy casado con mi trabajo —Ah, y parece
que lo tengo mal por un chico de veintisiete años que no puede recordar nada de su vida.
35
—¿Entonces tú vives solo?

—Solo yo, yo mismo y yo.

—¿Alguna mascota?

—Nop.

—¿Tu verdadero nombre es Ollie?

Asenti—. Abreviación para Oliver.

—¿Oliver ...?

—McFadden —dije, y cuando dejé de caminar, me miró y luego retrocedió.

—¿Qué? ¿Hice demasiadas preguntas?

—No. ¿Es solo que nunca me dijiste tu nombre, Reid...?

—Oh. Valentine. Reid Valentine.

—Un placer conocerte, Reid Valentine —¿Jodidamente Valentine? Seré


condenado si ese no es el nombre más perfecto para este hombre. Extendí mi mano, y él la
miró por un momento antes de que una sonrisa torcida cruzara su rostro.

—Encantado de conocerte también, Oliver McFadden. ¿O prefieres Ollie?

—Cualquiera está bien, pero mis amigos me llaman Ollie —Le solté la mano,
no porque quisiera, sino porque podría empezar a preguntarme por qué quería
entrelazar nuestros dedos tan pronto después de presentarnos.

Cuando comenzamos a caminar de nuevo, Reid dijo—: Me alegro mucho de


haberte encontrado hoy, Ollie.

Oh, sí. Mi jodido estómago dio la vuelta.

—También yo —dije, tratando de mantener mi voz despreocupada—. Me


alegro de verte en tus pies.
—No estaba seguro de cómo contactarte. Ya sabes. Para decirte lo agradecido
que estoy por lo que hiciste.

—No tienes que hacer eso.

—Estás bromeando, ¿verdad? —Reid negó—. ¿Vas por ahí salvando vidas
como una especie de superhéroe y ni siquiera quieres aceptar un ¨gracias¨?

Resoplé—. ¿Un superheroé?

—Sí.
36
—No creo que me hayan llamado así antes —Me froté la mandíbula—. ¿Cuál?

—¿Qué superhéroe?

—Si voy a ser uno, será mejor que al menos sea uno de los buenos.

Cuando Reid frunció el ceño, me di cuenta demasiado tarde de que, mierda,


tal vez no recordaba ninguno de los nombres de los personajes. Pero luego dijo—.
Superman.

—Uf. Estoy tan feliz de que no hayas dicho Ant-Man10.

—¿Quien?

—Uh, no importa.

Me sorprendió lo fácil que fue la conversación cuando una milla se convirtió


en dos. Reid tenía un sinfín de preguntas para mí, y estaba muy feliz de responder
cada una. Para alguien que había pasado por lo que él había pasado en las últimas
semanas, era, notablemente, no amargado. En cambio, era curioso, amable y abierto.
Tan abierto como podría ser, de todos modos.

Cuando llegamos a nuestra quinta vuelta alrededor del lago, pude ver que
estaba empezando a perder un poco el aliento. Por lo poco que sabía de él, parecía
ser el tipo de persona que se excedía incluso si no se sentía capaz de hacerlo, así que
decidí darle una salida fácil.

—Debería regresar a casa, prepararme para el trabajo —le dije al llegar al


tramo donde estaba la casa de sus padres.

—Oh —dijo Reid, la expresión cruzando su rostro era en partes iguales,


aliviada y decepcionada—. ¿También trabajas los fines de semana?

—Normalmente no, pero he estado cubriendo más turnos últimamente.

10
Ant-Man: Hombre Hormiga.
—¿Eso deja tiempo para la diversión?

¿Diversión? ¿Qué era eso? Siempre había sido el chico al que mis amigos
llamaban para pasar el rato, pero los había rechazado tanto trabajando locas horas
extras que habían dejado de preguntar. Maldita sea, ¿cuándo me había convertido
en una historia tan triste?

—No mucho —admití. Aunque eso necesitaba cambiar, y pronto. Pese a que
ya lo había dicho después de Navidad…

—Eso es muy malo. Creo que trabajas demasiado duro. 37

Cuando nos detuvimos, me agarré de la nuca y la estiré de lado a lado—.


Puede que tengas razón.

—Tengo razón.

—Y te ves demasiado engreído por eso.

—Seré presumido cuando me digas que te tomaste un día libre para ir a los
bolos.

—¿Bolos?

—O ir de bar en bar, hacer senderismo o lo que sea que hagas para divertirte.

—Bolos —dije de nuevo, riendo—. Bueno, te mantendré informado sobre


cómo va.

—Haz eso. ¿Y Ollie?

—¿Sí?

—Gracias por el paseo.

—En cualquier momento —De verdad. Siéntete libre de unirte a mí en cualquier


momento.

—¿Estás aquí todos los días?

—Alrededor de cinco días a la semana, por lo general. He estado trabajando


mucho últimamente, por lo que a veces todavía está oscuro.

—Bueno. Tal vez te encuentre de nuevo pronto —dijo, y sonó como una
pregunta para mis oídos.

—Bien, parece que somos vecinos, así que no creo que puedas deshacerte de
mí.
No lo había pensado de la manera en que salió, y esperaba que no tuviera la
impresión equivocada. Bueno, era la impresión correcta, pero no tenía la intención
de dársela ni nada, así que—Ah, mierda. Esto apesta.

—Sería bueno tener un amigo cerca —dijo, metiendo las manos en sus
bolsillos—Uno que recuerdo, de todos modos.

Amigo. Sí, siempre había tenido mucho más que sentimientos amistosos hacia
Reid, pero podía manejar esta cosa de la amistad. Había algo cautivador en su
sencillez, y en la forma inquisitiva y abierta en que se acercaba al mundo después
38
del trauma por el que había pasado. Siempre había pensado en él como un toque
reservado, tal vez vacilante, cuando lo había visto en casa de Joe, pero esta versión
de Reid parecía ser todo menos tímida.

—Nos vemos más tarde, Ollie —dijo mientras se dirigía a través de la hierba
que conducía a la puerta del patio trasero de sus padres. Cuando fue a cerrar la
puerta detrás de él dejé de mirar el tiempo suficiente para despedirme.

Pero, ¿a quién estaba engañando? Esto estaba tan lejos del adiós que era
prácticamente un nuevo comienzo.
CAPITULO CINCO

—Que jodido milagro que contestaste tu teléfono —dijo Mike cuando recogí
mi celular la tarde siguiente—. Deb me pidió que te llamara unas cincuenta veces
hoy. 39
—Es mi día libre, ¿qué quieres? —bostecé mientras metía mis pies en un par
de zapatillas para ir a revisar el correo, desde que me había olvidado ayer. Tan
pronto como salí, lo lamenté. Joder, hacía frío.

—Deb está haciendo lasaña. Quería saber si vendrías más tarde.

—Lasaña, ¿eh? No sé. Suena sospechosamente como una invitación de


lastima para mí.

—Vamos, tienes que comer. Además, ella tiene un amigo al que ha estado
esperando que conozcas…

—Y ahí está —dije—. Nunca pensé que me habrías preparado una cita a
ciegas, hombre. Eso es frío.

—Lo que está frío es tu cama. Solo estoy tratando de ayudar a mi amigo aquí.

—No necesito ninguna ayuda.

—Si tengo que verte esperar en Joe una vez más para que ese tipo entre…

—No espero —dije, rodando los ojos y sacando una pila gruesa de sobres del
buzón. Está bien, tacha eso. Tal vez no lo había revisado en toda la semana—. Te
diré una cosa, llama a los chicos e iremos a un Bar en Broad una noche esta semana.

—¿Sí? Estoy a bordo para eso. Ah, y quería preguntarte…

Lo que había empezado a decir entró en una oreja y luego salió en la otra
cuando miré hacia arriba y vi a Reid caminando por el sendero del lago y subiendo
por mi calle. Evidentemente, él ya me había visto, porque había una sonrisa en su
rostro mientras saludaba en mi dirección.

—¿Ollie? —dijo Mike—. ¿Escuchaste lo que dije?

Con el correo en la mano, le hice una seña a Reid para que se acercara y,
mientras cruzaba la calle, dije—: Uh, Mike, te devolveré la llamada.
—Espera, ¿vas a venir esta noche?

—Más tarde —dije, y apreté el botón de finalizar llamada cuando Reid subía
a la acera. Sin un gorrito puesto, pude ver que su cabello normalmente grueso y
oscuro comenzaba a crecer nuevamente—. Oye. Me encontraste.

—Estaba en el vecindario y eso —bromeó—. Solo estoy tomando algo de aire


fresco.

—¿Ah, sí? —levanté una ceja. Reid, vestido con unos jeans oscuros que se
asentaban un poco flojos en sus caderas y una camisa con cuello y una chaqueta 40
ligera, no parecía alguien que saliera a caminar. Pero con la forma en que su nariz y
mejillas estaban teñidas de rosa por el frío, parecía que había estado afuera por un
tiempo.

—Sí —Sus ojos se posaron en mi ropa—. ¿Te acabas de despertar?

Miré hacia abajo a la camiseta azul descolorida y los pantalones de chándal


en los que me había quedado dormido cuando llegué a casa tarde anoche.
Probablemente me veía como un lío arrugado, y no sabía lo que mi cabello estaba
haciendo. Pasando mi mano libre sobre los hilos enmarañados, dije—: Culpable.

—Tarde en la noche, ¿eh? ¿Trabajo o placer?

—Estoy bastante seguro de que sabes la respuesta a eso —le dije.

—Pensé que tal vez habías aceptado mi sugerencia de jugar a los bolos.

—No se me ocurriría ir sin ti —Las palabras salieron sin premeditación, pero


una vez que estuvieron allí, no parecía una idea tan loca.

—Eso sería genial. Quiero decir, siempre y cuando no creas que soy algún
tipo de caso de caridad.

Lo dijo como una broma, pero parecía haber verdad detrás del tono alegre.
La idea era ridícula para mí, y entonces me di cuenta de que tal vez él estaba tan solo
como yo, por diferentes motivos—. De ningún modo. Deberíamos hacerlo.

—¿Sí?

—Seguro.

La expresión aliviada de Reid se volvió aprensiva—. Mira, lo siento si esto es


raro, es solo que…todo el mundo se siente como un extraño en este momento. Y sé
que dijiste que realmente no nos conocemos, pero…—se mordió el labio—. Eres la
única persona que me resulta familiar.
Era ridículo lo mucho que mi corazón se emocionaba con sus palabras,
incluso cuando mi cabeza trataba de recordarme que estaba tratando con alguien
con una lesión cerebral traumática al que le había dado la vuelta el mundo entero.
No es exactamente el momento de desmayarse, Ollie.

Reid se ajustó la chaqueta, y fue entonces cuando me di cuenta de lo frío que


estaba, y como un gilipollas, lo había dejado afuera para que se congelara. Sin
mencionar que todavía estaba en una camiseta delgada.

Recordando mis modales, incliné mi cabeza hacia la casa—. ¿Tú, eh, quieres
41
entrar?

Los labios de Reid se arquearon en una sonrisa agradecida, y cuando asintió,


cerré el buzón, mi estómago se revolvió y me dirigí por el camino hacia la puerta
principal.

—Ten cuidado con este paso —dije, pateando el ladrillo inestable en la tercera
escalera. Reid lo esquivó cuando abrí la puerta y me aparté para que entrara
primero.

Entró tentativamente, como haría cualquier extraño entrando a la casa de otra


persona. Verlo allí, dirigirse por el pasillo, fue completamente surrealista. ¿Cómo
había manejado la vida una mano para tener a Reid caminando por mi casa en este
momento?

Se detuvo cuando el pasillo se abrió a la sala de estar, y en ese momento


estuve agradecido de no haber sido un bobo soltero. Tampoco hay mucha
decoración: un par de cómodos sofás grises, un sillón reclinable de gran tamaño,
mesa de centro de cristal, televisor y centro de entretenimiento. Nada en las paredes,
excepto un certificado enmarcado que colgaba sobre el sofá. Limpio. Sencillo.

—Tienes un gran lugar —dijo.

—No es nada lujoso, pero es mi hogar.

—Me gusta —Sus manos desaparecieron en los bolsillos de su chaqueta—.


Creo que debo haber tenido un trabajo de decorador en el mío o algo así, porque
nada de eso parece algo que me gustaría. Quiero decir, está bien, pero... no es
hogareño, si eso tiene sentido.

—Tiene perfecto sentido. ¿Puedo traerte un poco de café o algo?

—Oh, no bebo café, pero el agua sería genial.

¿No toma café...? Supongo que nadie lo había perseguido en su hábito de beber
latte—. Una orden de agua viniendo.
—Gracias —dijo, mientras examinaba mi colección de películas apiladas en
uno de los estantes del centro de entretenimiento—. Por cierto, ayer busqué en línea
Ant-Man. Terminé viendo la película.

—¿Oh, si? ¿Y?

—No está mal. Pero sigo diciendo que si vas a ser un superhéroe, Superman
es el camino a seguir.

—No creo que nadie esté en desacuerdo contigo sobre eso —le dije, dándole
un agua helada y luego volviendo a la cocina para llenar una taza con café recién 42
preparado para mí. Cuando volví, Reid todavía estaba de pie en el mismo lugar y
bebiendo su agua. Señalé hacia la zona de estar—. Los sofás no muerden, ya sabes.

—Correcto. Por supuesto —dijo, rodeando la mesa de café y tomando asiento


en el medio del sofá, mientras yo tomaba el sillón reclinable.

Levantando la taza a mis labios, tomé un sorbo y luego dije—. Entonces.

—Así que —tomó uno de los marcos de fotos en la mesa de café—. ¿Son estos
tú y tu familia?

—Así es.

—¿Hijo único?

—Solo yo.

—¿Viven sus padres por aquí?

Negué—. Solo soy yo.

—No estás muy receptivo, ¿verdad? —bromeó—. ¿Dónde viven ahora?

—Ellos no lo hacen. Murieron cuando yo tenía diecisiete años.

La boca de Reid se cerró de golpe y volvió a mirar la foto—. Ahora me siento


como un asno. Lo lamento.

—No lo hagas. Fue hace mucho tiempo.

—Si no te importa que pregunte, ¿cómo…?

—¿Murieron? Accidente automovilístico.

La cabeza de Reid se disparó.

—Un conductor de camión había estado en la carretera demasiado tiempo. Se


quedó dormido al volante. Se desvió hacia nuestro carril antes de que mi padre
pudiera moverse y nos golpeó de frente.
—Mierda, Ollie —Reid puso la foto de nuevo en su lugar.

—Así que sé lo que es despertar y no saber quién eres. No lo hice durante


unos días, e incluso cuando mis recuerdos volvieron, deseé a Dios que no lo
hubieran hecho.

Estuvo en silencio durante mucho tiempo—. Lamento mucho que hayas


tenido que pasar por todo eso.

—Está bien. Te hace crecer rápido.


43
—¿Es por eso que decidiste ir al campo médico?

—Buena suposición.

—Si estoy haciendo demasiadas preguntas, puedes decirme que me calle.

Me reí—. Me imagino que tienes muchas preguntas en general en este


momento.

—Las tengo.

—Entonces dispara.

—¿Sí? Tú lo pediste —dijo, luego tomó un sorbo de su agua y se recostó en el


sofá, con un brazo extendido a lo largo de la espalda—. ¿Por qué decidiste
convertirte en un paramédico? ¿Por qué no un enfermero o un médico?

—Creo que la decisión se tomó por mí la noche de mi accidente. No estaría


aquí si no fuera por la mujer que me ayudó primero. Ella fue capaz de sacarme del
auto antes de que se incendiara. Me salvó. Se quedó conmigo. Me dio la oportunidad
de luchar. Quiero ser el primero en la escena para tratar de darle esa oportunidad a
alguien más.

—¿Como yo? —dijo Reid, con una pequeña sonrisa curvando sus labios.

—Como tú.

—Eso es bastante valiente. ¿Alguna vez te asustas?

—Todo el tiempo —. Especialmente cuando vi el Mazda3 rojo aplastado de


cierta persona…

—No creo que pueda estar en el campo de la medicina. Probablemente me


desmayaría a primera vista de la sangre.

—No creerías lo común que es eso —dije mientras me pasaba una mano por
el cabello. Se me ocurrió entonces que todavía estaba en mi pijama con mi pelo
haciendo todo lo que quisiera, mientras Reid estaba sentada en mi sofá con unos
jeans perfectamente almidonados. Oh bien. Muy tarde ahora. Tosí para aclararme la
garganta y tomé otro trago de café antes de decir—: Mi amigo, Mike... era su primer
día en el trabajo, y nos llamaron por una caída. Así que llegamos allí y el chico se
había cortado la mejilla bastante mal cuando se cayó. Tenía sangre corriendo por su
barbilla y cuello. Pero lo que pasa con las laceraciones faciales es que sangran como
locas, por lo que se veía peor de lo que era. Envié a Mike a buscar algunos
suministros y más tarde descubrí que había vomitado sus entrañas en todas partes.
Por todos los arbustos, la acera. Él nunca, jamás lo superará.

Reid dejó escapar una estruendosa risa—. Ése sería yo. Necesitas una aguja y 44
estoy fuera.

—Sí, tal vez sigas enseñando a estudiantes de secundaria —Oh. Espera. Abre
la boca, mete el pie. Otra vez—. Quiero decir... si alguna vez vuelves a ello. Mierda, lo
siento.

La confusión llenó su rostro—. ¿Cómo supiste que hacía eso? ¿Enseñar a


estudiantes de secundaria?

—Me lo dijiste. El día de...—hice un gesto en su área general y comprendí que


lo entendía en sus ojos.

—Oh. ¿Así que de eso es lo que hablamos? ¿Mi trabajo?

—Mhmm. Dijiste que habías estado enseñando durante unos meses y podrían
ser un grupo difícil…

—Huh —se movió hacia adelante en el sofá, con los codos en las rodillas—.
Así que déjame ver si lo entiendo. Nunca habíamos hablado antes, ¿pero me quejé
de mi trabajo?

—Para ser justos, estabas teniendo una especie de día mierda por la mañana
—Me encogí de hombros—. La máquina de café estaba averiada.

Reid me miró como si hubiera perdido la cabeza, y luego comenzó a reírse,


suavemente al principio, y luego más fuerte hasta que se disolvió en un ataque de
histeria. No sabía qué encontraba tan divertido, pero su risa era contagiosa y me
hizo sonreír. No importa cuál sea la causa, era bueno verlo reír así.

—No sé por qué me estoy riendo —dijo, tosiendo mientras trataba de


controlarse—. Sé que esto no es gracioso en absoluto. Simplemente encuentro
extraño que mi día fuera horrible debido a supuestamente terroríficos estudiantes
de secundaria y una máquina rota. ¿Qué fue lo que me hizo vomitar mis entrañas
sobre ti cuando pasé al lado o algo así?
—Casi desearía que lo hubieras hecho. Entonces, lo que sucedió después
podría haberse evitado —cerré la boca y me froté la cara. Obviamente, no había
querido que eso saliera de la manera en que probablemente sonaba para los oídos
de Reid, y traté de aclarar—. Sólo quiero decir que no hubieras estado en el
accidente…

—Sé lo que quieres decir, Ollie —dijo Reid, dulce comprensión en su


sonrisa—. Pero supongo que eso me lleva a algo más sobre lo que he sentido
curiosidad. Algo personal.
45
Personal, ¿huh? Cinco dólares dijeron que la palabra gay salía de su boca a
continuación, pero como estaba preparado para eso, dije—: Puedes preguntar
cualquier cosa.

Bajó los ojos hacia donde estaba rodando el cristal entre sus manos—. ¿Por
qué viniste a visitarme al hospital?

Okaay, entonces no la palabra gay. En su lugar, había hecho la única pregunta


que no quería responder.

—¿Es eso algo que haces con todas las personas a las que ayudas? —dijo.

Pensé en mentir, diciéndole que siempre me escabullía en las habitaciones de


los pacientes para controlarlos, pero cuando vi la sinceridad en sus ojos, no pude
ocultar la verdad.

—¿Respuesta honesta? —dije, y él asintió—. No. No, nunca visito a los


pacientes después de que los traslademos al hospital —Antes de que pudiera hacer
la pregunta que sabía que tenía en la punta de la lengua, agregué—: A veces los
verifico de otras maneras. Llamo a la sala de emergencias y, si un amigo toma el
teléfono, me darán un breve resumen. Pero ni siquiera debería estar haciendo eso,
porque es una violación de la privacidad del paciente…

Las cejas de Reid se alzaron—. ¿Lo es?

—Si.

—¿Y el día del accidente fue la primera vez que hablamos?

—Sí.

Se frotó la frente, como si estuviera pensando profundamente mientras


asimilaba lo que había dicho—. Entonces no entiendo. No lo tomes a mal, pero...
¿por qué estabas en mi habitación cuando me desperté?

—Porque…—Estaba sin palabras—. Tienes que entender, te vi todos los días.


Siempre llegabas al mismo lugar que yo, a Joe, y comprabas tu café con lattee diario,
sí, bebes café. Y no lo sé, Reid. No, no nos conocíamos, pero sentí que te conocía. Tú
me conocías. ¿Y cuando tomé la llamada y vi que estabas tú en ese accidente? Tenía
que saber que estabas bien una vez que me fui, si estaba mal o no.

Reid no se movió, no parpadeó. Solo me miró mientras parecía procesar lo


que dije. O quizás él estaba viendo a través de lo que le dije por aquello que no
necesitaba ser mencionado. Pero luego asintió y miró la bebida en sus manos.

—Te lo agradezco, Ollie. Espero haber hecho lo mismo por ti, si nuestras
posiciones se hubieran invertido —Fue a levantar su vaso a los labios y se detuvo—
46
. Espera. ¿Dijiste que tomo café?

No pude evitar la risa que me dejó cuando levanté mi taza—. Sólo un latte
todos los días. ¿Has siquiera probado el café últimamente?

—No. Simplemente asumí que lo odiaba.

—¿Quieres probar un poco?

—Uh... voy a tener que pasar de eso —dijo, luego terminó su agua—.
Entonces... ¿Tenías algún plan hoy además de responder todas mis preguntas?
Supongo que probablemente tengas que trabajar, ¿eh?

—No, hoy no voy. Hay algunas cosas que podría estar haciendo, supongo,
pero normalmente me relajo y no hago mucho de nada.

—Y aquí estoy, molestándote mucho —Reid se puso de pie.

—¿A dónde vas?

—Creo que probablemente he tomado suficiente tiempo.

—¿Qué? No, quédate —Entonces, antes de que supiera que iba a salir, dije—
: ¿Cómo te sientes acerca de la pizza? ¿Y tal vez una película? Prometo que tengo
algo mejor que Ant-Man en mi escondite.

La línea entre las cejas de Reid se frunció—. ¿Quieres que me quede?

Diablos sí, lo hago. Pero ahora no era el momento para tanto entusiasmo—
Por supuesto. Sin presión, pero parece que podrías usar un día tranquilo tú mismo…

Reid se mordió el labio mientras parecía debatir consigo mismo, y me


pregunté qué fue lo que le hizo querer irse. ¿Sentía que estaba pisando mis dedos?
O, peor aún, ¿pensaba que quería golpear en él o algo así?—. Si estás seguro...

—Estoy seguro. Pero hay algo importante que tenemos que discutir si te
quedas.
Reid volvió a sentarse en el sofá—. ¿Y qué es eso?

—¿Pepperoni o salchicha?

47
CAPITULO SEIS

—Oh no —dijo Mike, llegando al lugar donde estaba sentado en la parte


trasera del inventario de verificación de la plataforma al día siguiente.
48
—¿Qué pasa?

Él arrugó la nariz—. Tienes esa sonrisa tan fea en tu cara otra vez.

—Vete a la mierda —puse los ojos en blanco y volví a mi lista de verificación.

—¿Esto tiene algo que ver con la razón por la que nos plantaste a mí ya Deb
anoche? ¿Recibiste una oferta mejor? —bromeó.

—Mira, no te ofendas, porque sabes que los amo, pero puedo pensar en un
millón de cosas diferentes que preferiría estar haciendo en lugar de ir con ustedes.

—Estás evitando mi pregunta.

—No lo hago.

—Amigo. Lo haces. ¿Quién es la causa de tu aspecto demasiado feliz esta


mañana?

—¿Por qué tiene que ser un quién? Tal vez finalmente pude dormir un poco.
Fue mi día libre.

Mike resopló—. Te aseguro que una jodida siesta es una cosa que no
conseguiste.

—Eres un pervertido.

—Y estas evitándome.

Conocía a Mike lo suficientemente bien como para saber que no dejaría de


hurgar hasta que saliera a la luz. Me sirvió bien, porque cuando el zapato esté en el
otro pie, yo haría lo mismo.

Bajando el portapapeles, dije—: Si te lo digo, tienes que prometer que no harás


ninguna gran cosa al respecto.

—Entooonces, ¿es un gran problema, pero no quieres que actúe como si lo


fuera? Lo tengo.
—Eso no es…—suspirando, sacudí la cabeza y luego procedí a darle la
versión condensada de cómo Reid y yo nos habíamos encontrado y nos habíamos
hecho amigos durante los últimos días. Ni siquiera había terminado la parte de la
cena esta noche cuando me interrumpió.

—Whoa, whoa, espera un segundo. ¿Lo estás viendo de nuevo? ¿Esta noche?

Oh, aquí vamos—. Solo vamos a bajar a Fisherman´s Grill...

—Cállate —dijo Mike, luego gritó lo suficientemente fuerte como para que
uno de nuestros compañeros de trabajo asomara la cabeza para ver de qué se trataba 49
la conmoción. Mike estaba inconsciente mientras me señalaba—. Para mí, eso es una
cita.

—No es una cita.

—Es una cita.

—Es una cena.

—Sí, una cita para cenar.

Le tiré el portapapeles y él lo atrapó riendo—. ¿Tienes el resto de esto? —le


pregunté.

—¿Por qué? ¿Necesitas prepararte para tu cita?

Sacudiendo la cabeza, salté de la plataforma e ignoré los ruidos sexuales


simulados de Mike detrás de mí. Jesús. No podía llevar a ese tipo a ningún lado.

Antes de que pudiera salir del garaje, Mike decidió que sería una buena idea
despertar todo el edificio, porque su voz sonó en las paredes cuando gritó—: ¡Ey,
Ollie! Asegúrate de tener una buena primera cita —Cuando me volví para mirarlo
con horror, él me guiñó un ojo—. Chicos como eso.

Realmente necesitaba que alguien me recordara por qué era amigo de ese
tipo.

Con mis dedos medios apuntando hacia él, salí de la habitación con el sonido
de su risa siguiéndome por el pasillo.
—Está bien, no sé si alguna vez he estado allí antes para decir esto , pero esa
fue sin duda la mejor comida que he comido en mi vida —Reid se frotó el estómago
con aprecio mientras sostenía la puerta que conducía Fuera de Fisherman's Grill
abierta.

Cuando la puerta se cerró detrás de nosotros, me reí entre dientes y envolví


mi bufanda alrededor de mi cuello para evitar el frío en el aire—. No creo que haya
visto a nadie comer tantas patas de cangrejo antes. Me alegra que te guste.

—No es una palabra lo suficientemente fuerte —dijo, deteniéndose en la


50
mitad del muelle para mirar algo en el lago oscuro—. ¿Crees que sacan sus peces de
aquí?

—Probablemente algo de eso sea cierto.

—Ugh, no puedo pensar en más comida —dijo, empujando la barandilla—.


No te importa rodar por la calle, ¿verdad? Puede que no llegue al auto.

—Te cargaría, pero las cincuenta libras de carne de cangrejo en tu estómago


pueden retrasarnos.

Reid me miró, sus ojos brillaban bajo la farola—. Esa es una buena oferta.

—Lo sería si lo dijera en serio —metí las manos en los bolsillos de la chaqueta
para no sentirme tentado a hacer algo estúpido, como agarrar su mano, y luego le di
un codazo cuando pasé—. Vamos, lento.

—No soy lento. Estoy lleno.

Me reí entre dientes mientras él fingía arrastrarse detrás de mí, y reduje la


velocidad lo suficiente para que me alcanzara.

—¿Has estado aquí últimamente? —le pregunté, señalando con la cabeza


hacia Broad Street. Traducción: ¿Recuerdas el centro de Floyd Hills? Cuando sacudió
la cabeza, observé todas las diminutas luces blancas que rodeaban los árboles que
bordeaban las calles, dando al centro un brillo festivo para lo que a veces era un
triste febrero—. ¿Quieres echar un vistazo alrededor?

Reid sonrió—. Sí. Me gustaría eso.

Caminamos por la acera, y señalé cada una de las paradas, restaurantes y


bares que pasábamos, muchos de los cuales se cerrarían pronto. Reid escuchó con
avidez, haciendo preguntas o bromeando mientras mirábamos dentro de las
ventanas del escaparate.

Cuando nos acercamos a la música de Newton, Reid se detuvo y entrecerró


los ojos en el letrero antes de mirar por la ventana de la tienda y de nuevo.
—Conozco este lugar —murmuró, acercándose a la ventana para mirar
dentro.

—¿Has estado aquí antes?

—Creo que sí —escudriñó varios instrumentos, guitarras y una batería, pero


cuando sus ojos se posaron en el piano de cola, su mano se acercó al cristal.

—¿Qué es? —Cuando él siguió mirando fijamente, revisé los horarios de la


tienda. Sigue abierto—. ¿Quieres entrar?
51
—Creo que sí —empujando el marco de la puerta, entró en la pequeña tienda
como si estuviera en trance, y solo podía imaginar lo que estaba pasando por su
mente en este momento. ¿Algo volvía a él? ¿Sería este el comienzo, el incidente que
provocó que sus recuerdos inundaran los espacios oscuros en su mente?

La puerta se cerró detrás de nosotros, y una mujer que parecía estar en su


mitad a finales de los sesenta salió de la parte de atrás de la tienda y nos saludó
calurosamente antes de ver a Reid.

—Oh, cielos, no sabía que ibas a pasar por aquí. Es tan bueno verte. Será mejor
que vengas aquí —agarró a Reid por los hombros y le dio un fuerte abrazo mientras
él me miraba para preguntarme quién demonios era la mujer.

Cuando se apartó, Reid le dirigió una sonrisa vacilante y dijo—: ¿Sabes quién
soy?

—¿Por qué? ¿Cómo podría olvidar a un artista tan talentoso como tú, Reid
Valentine? —dijo la mujer—. Además, sabes muy bien que siempre has sido mi
favorito. Sin embargo, ha pasado tanto tiempo desde que viniste. ¿Qué puedo hacer
por ti?

Reid miró a la mujer como si intentara saber exactamente cómo la conocía, y


cuando no respondió después de unos pocos latidos, le di un codazo sutil. Parpadeó,
sacudiendo la cabeza.

—Oh, uh... no creo que le importara si yo…—Reid miró hacia el piano de cola
y la mujer se quedó sin aliento.

—Reid, estaría encantada. Sí, por favor —dijo, haciendo un gesto para que
siguiera adelante.

Seguí detrás de él mientras pasaba una mano con reverencia por encima del
piano.
—¿Tocas? —pregunté.
—Sí —susurró, y luego se sentó en el banco, con la espalda recta y los dedos
sobre las teclas. Ciertamente lucia como un pianista, pero no fue hasta que sus manos
se movieron suavemente a través de las teclas, como si se estuviera familiarizando
con ellas, que me di cuenta de que no solo lucia como uno, lo era.

Una melodía suave y triste llenó la tienda, y por el rabillo del ojo vi a la mujer
apoyada en el mostrador de la parte trasera, con las manos entrelazadas sobre el
pecho, radiante.

Rodeé el piano y me senté junto a Reid en el banco mientras él seguía


52
tocando, sus movimientos ya no eran tentativos sino magistrales—. Eso es hermoso.

—Gracias —dijo, sin perder una nota. La forma en que sus manos se
deslizaban con tanta gracia sobre las teclas era fascinante, y sabía sin lugar a dudas
que podía verlo tocar durante horas. Quería preguntarle dónde había aprendido a
tocar. Quería preguntarle tantas cosas, pero por el momento, estaba feliz con
escuchar.

—Alguien vino a visitarme hoy —dijo en voz baja.

—¿Oh?

—Ella dijo que salimos por varios años.

Ignoré la punzada en mi pecho—. ¿No la recuerdas?

—Realmente no. Su nombre era Natasha. Aunque era agradable. Hermosa.


Puedo ver por qué me sentiría atraída por ella.

La forma en que habló tan despreocupadamente sobre su amor pasado, una


mujer, solo sirvió como recordatorio de que Reid nunca sería una opción para mí.
Me dio una bofetada en el rostro, como si dijera: Despierta, estúpido, y no pude
evitar encogerme. No era como si hubiera olvidado que Reid era heterosexual. No,
era más como si el pensamiento no se me hubiera ocurrido o siquiera que importara.
Solo nos estábamos conociendo, pero enfrentarse al conocimiento de una mujer en
su pasado... Bueno, mierda. Eso fue doloroso, aunque no debería serlo.

—Ella me ayudó a juntar algunas cosas —dijo Reid, mientras sus largos y
elegantes dedos bailaban a través de las teclas—. Me preguntaba por qué había ido
a la enseñanza cuando lo único que quería hacer cuando era más joven era hacer una
gira por el mundo tocando música. Resulta…—su mano se deslizó hasta el final de
las teclas, y sonó un centelleo de notas—, que lo hice.

Mis cejas se levantaron—. ¿Hiciste una gira? ¿Tocando el piano?


—Mhmm. Natasha tenía un álbum de recortes de fotos que había guardado
con diferentes lugares de todo el país. Lugares pequeños, por supuesto, nada
importante, pero aun así. Lo estaba haciendo.

—¿Ella…?—tragué—. ¿Mencionó su relación en absoluto? ¿Por qué


rompieron?

—Esto va a sonar extraño, pero... no sabía qué decirle. Te he preguntado a ti,


alguien a quien apenas conocía en mi otra vida, un centenar de preguntas, pero esta
persona con la que supuestamente pasé dos años de mi vida, nada —La melodía
53
cambió entonces, girando a un acalorado retumbar de notas bajas—. Ella me mostró
las fotos de nosotros juntos, viajando, pasando vacaciones con mi familia. Se sentía
como si estuviera viendo la vida de otra persona. No lo entiendo Simplemente me
pongo tan... enojado. Hay todos estos espacios en blanco, y no sé qué se supone que
debo hacer, o quién soy, o cómo recuperar mi vida —golpeó las teclas mientras sus
emociones se derramaban—. O incluso si quiero recuperar esa vida. Por lo que he
visto, no puedo decir que lo haga. Como... quiero empezar de nuevo. Nueva pizarra,
nuevo comienzo, pero ni siquiera sé cómo hacerlo...—Se atragantó con sus palabras
y retiró las manos.

En el silencio que llenó la habitación sin la música, el único sonido que se


podía escuchar era su aliento saliendo en jadeos desgarrados. Sin pensarlo, puse mi
mano en su espalda, deseando de alguna manera aliviarlo del pánico y la frustración
que había dentro de él. No se alejó, permitiéndome frotar círculos lentos a lo largo
de su columna vertebral mientras se limpiaba los ojos con la manga.

—Lo siento —susurró—. Me estoy esforzando mucho.

—Está bien. No tienes que ser valiente todo el tiempo.

Reid dejó escapar una risa estrangulada—. Lo dice Superman.

—Te diré un secreto —le dije, y esperé hasta que sus ojos estuvieran en los
míos. La tristeza se arremolinaba en sus profundidades marrones, y deseé a Dios
poder borrarla. Darle el nuevo comienzo que necesitaba. Había algo tan confiado en
el hombre que estaba sentado a mi lado, y fue por eso que no dudé en lo que dije a
continuación—. Nunca he estado tan asustado como el día en que te vi boca abajo
en tu auto. Creo que oré más ese día de lo que nunca lo he hecho en mi vida.

—¿De verdad? —dijo—. ¿Por qué?

—Porque eras alguien para mí, nos conociéramos o no. Sabía que tu vida
podía depender de cuán rápido pudiera sacarte de ese auto. Qué tan rápido
podríamos estabilizarte y llevarte al hospital. Te garantizo que no me sentía muy
valiente.
Los ojos de Reid se llenaron de lágrimas cuando sostuve su mirada, para que
pudiera sentir la verdad de mis palabras. No me importaba si él veía a través de mí
entonces; solo quería que sintiera la conexión entre humanos que tan
desesperadamente necesitaba.

Tragó saliva antes de dejar caer sus ojos, sus párpados se cerraron.

—Gracias, Ollie.

—De nada, Reid.


54
Se enderezó de nuevo, respiró hondo y yo solté la mano de su espalda. Mi
brazo rozó su costado, enviando piel de gallina por mi espina y un temblor visible
a través de Reid. Entonces comenzó a tocar, sus dedos deslizándose sobre las teclas
una vez más.

La melancolía de antes se convirtió en algo más pacífico, casi como una


canción de cuna con la que podría dormirme.

—Me gusta esta. ¿Sabes cuál es?

—No estoy tocando esto de memoria —dijo suavemente, y mientras seguía


inventando la canción a medida que avanzaba, dejé que mis ojos se cerraran. Sin
embargo, demasiado pronto, todo había terminado, y Reid se rió entre dientes
cuando se empujó hacia mí.

—Te hice dormir. Eso no es bueno —reflexionó, aunque sus labios se


curvaron hacia arriba.

—No creo que haya estado tan relajado en semanas. Podría escuchar esa
canción todas las noches.
—Voy a tomar ese elogio.

—Deberías. Fue hermoso —miré hacia atrás para ver si la mujer todavía
estaba cerca, pero después de la demostración emocional de Reid, debe haberse
escabullido hacia atrás para darnos algo de privacidad—. Sabes, creo que la mujer
que trabaja aquí era tu maestra.

La boca de Reid se inclinó hacia un lado—. No es con la que crecí, pero...


¿quizás más tarde? No lo sé. Sin embargo, me sentiría extraño preguntar.

—No, solo di: Hey, he tenido una lesión cerebral masiva y no tengo ni idea
de quién diablos eres, así que ¿puedes iluminarme, por favor?

Él rió—. Solo así, ¿eh?


—Síp. Fácil —miré hacia abajo, donde sus dedos aún estaban sobre las
teclas—. Y hablando de fácil... ¿te importa tocarme otra?

—¿Sí? —preguntó, con una sonrisa cada vez más amplia—. Está bien, veamos
—Después de un momento, comenzó a tocar una melodía alegre y feliz que reconocí
pero no pude ubicar, y bailó un poco en su asiento, haciéndonos reír a los dos.

—Reid, esto es obviamente algo en lo que eres increíble, y si te estuvieras


ganando la vida haciendo lo que amabas, ¿por qué lo dejarías? ¿Acaso... Natasha...
lo sabía?
55
—Al parecer, mis padres no estaban muy interesados en mi elección de
carrera. Lo que es divertido cuando se considera que me obligaron a tomar clases de
piano tres veces a la semana cuando crecía. Para ser culto —dijo con una sonrisa—.
Creo que querían decir que las lecciones eran más una cosa de "mantenerme fuera
de problemas" que una carrera.

Levanté una ceja—. ¿Tienen algo en contra de las artes?

—Simplemente no es un trabajo "real”. Mis padres... La cosa es que no


provienen del dinero. Mi papá se abrió camino a través del banco, y prácticamente
perforaron mi cabeza sobre cuanto necesitaba la universidad y un trabajo estable.

—Es tu vida.

—Sí. Pero, ¿qué sucede cuando no puede pagar las facturas y tu familia te
ofrece algún tipo de estabilidad? Un auto nuevo, un apartamento, una forma de
levantarme financieramente en lugar de viajar como un gitano y esperar un
concierto.

—Lo tomaste.

—Lo tomé —Reid suspiró—. Son buenas personas. Tienen las mejores
intenciones, sé que lo hacen. Pero es difícil no estar resentido después de todo lo que
sucedió...

—Porque no habrías regresado aquí con un auto nuevo y no habría habido


un accidente —terminé—. Esa es una buena razón para estar enojado para mí, pero
estaría dispuesto a apostar que su culpa es igual de mala.

—Es por eso que estoy tratando de no estar enojado.

—Bueno, las cosas podrían ser peores. Podrías ser un banquero como tu papá.
Aunque los de secundaria pueden ser peores. ¿Qué está haciendo tu madre?
Reid me miró y sonrió tristemente—. Mamá es una maestra.
Ahh. Bueno, ahí lo tienes. No tenía que decir nada más. Las presiones de la
familia y la falta de dinero llevarían a cualquiera a elegir la vida estable.

Cuando Reid terminó las últimas notas, empecé a aplaudir, y luego se levantó
y me hizo una reverencia exagerada.

—Creo que mereces una propina después de eso.

—Veinte y cincuenta solamente, por favor.

—Maldita sea. Si esa es la tarifa actual de un pianista en estos días, tendré que
56
quedarme en casa. ¿Estaba pensando en algo un poco más dulce?

—¿Oh si? Estoy dispuesto a negociar.

—Todo depende de si todavía estás lleno. Hay una heladería asesina en la


calle, y...

—Vendido —dijo Reid, agarrando mi brazo para sacarme del banco, mientras
me reía de su entusiasmo.

—El helado es su kryptonita. Es bueno saberlo —me dije a mí mismo cuando


me puse de pie.

—Apresúrate, Ollie —dijo Reid, sus ojos brillando—. De repente me muero


de hambre.
CAPITULO SIETE

Los últimos días habían pasado volando; había tomado turnos de doce horas
en lugar de mis ocho habituales, y estaba empezando a inquietarme. Habían pasado
tres días desde que había visto a Reid, y me encontraba caminando por mi casa como 57
un adicto al crack en busca de un golpe.

Patético.

Desafortunadamente, no habría tiempo para una solución, ya que había


prometido salir esta noche con los chicos. Solíamos juntarnos al menos una vez a la
semana en el centro de la ciudad, ya fuera para jugar al billar o salir a tomar cervezas,
pero últimamente la vida se había interpuesto, no solo para mí, sino para todos
nosotros.

Después de una ducha rápida, me puse unos jeans y le arranqué las etiquetas
a una Henley de manga larga que había comprado el otro día. El clima no podía
decidir si quería hacer calor o frío esta semana, así que tuve que comprar algo de
ropa nueva que sirviera a ambos.

Coloqué un poco de pomada en mis dedos y luego la pasé por mi cabello. Las
hebras de color otoñal eran naturalmente onduladas, y como tendían a ser un poco
ingobernables, traté de domesticarlo lo mejor que pude. Mantuve los lados y el
frente cortos, porque de lo contrario, las cosas podrían volverse desordenadas y
rápidas.

Mi celular sonó cuando estaba terminando, y me limpié las manos antes de


contestar.

Mike. No hay duda de que estaba llamando para asegurarse de que no me


arrepentí.

—Sí, todavía voy a ir, mamá —dije como un saludo.

—En realidad, es por eso que estaba llamando. Lamento haberte hecho esto,
hombre, pero Ted y yo nos hemos detenido en la estación, por lo que podría ser una
noche larga. ¿Te importa si lo movemos al fin de semana?
Probablemente fue una mierda de mi parte sentirme aliviado, pero, bueno, lo
estaba. Siempre había disfrutado una noche de fiesta, pero mi mente había estado
preocupada por alguien más durante mucho tiempo para pensar en otra cosa.

—Bien por mí. ¿Necesitan una mano?

—Nah, lo tenemos. Pero tal vez esto te libera para un poco de acción con tu
chico, ¿sí?

Gruñí—. Él no es mi chico, y no habrá ninguna acción. Solo quítate eso de la


cabeza. 58

—Nunca digas nunca, mi hombre. Un segundo —Debe haber retirado el


teléfono de su oreja, porque hubo una conversación confusa, y luego—: Lo siento,
Ollie, tengo que correr. Déjale saber a los demás, ¿quieres?

—Sí, lo tengo.

Cuando colgué, una idea comenzó a formarse, y antes de que pudiera


disuadirme, agarré mi billetera y salí por la puerta.

Dos minutos después, estaba en el porche delantero de la casa de los padres


de Reid tocando el timbre de la puerta. Si no podía sacarlo de mi mente, también
podría hacer algo al respecto.

Unos segundos más tarde, Reid abrió la puerta, una mezcla de sorpresa y
alegría en su hermoso rostro. Descalzo y con sus pantalones deportivos negros y una
camiseta, era la imagen más caliente de casual que jamás había visto, y tuve que
evitar que mi mandíbula cayera.

—Ollie —dijo—. ¿Qué te trae por aquí?

—¿Estás listo para jugar a los bolos?

Parpadeó—. ¿Bolos? ¿De verdad?

—En serio.

Una enorme sonrisa estalló en su rostro—. Demonios sí. ¿Ahora?

—A menos que estés ocupado.


—No, ahora está bien —hizo una pausa y miró su atuendo—. Probablemente
debería cambiarme…

—No, no lo hagas —dije rápidamente, y cuando levantó las cejas, me encogí


de hombros como si no pensara que se veía precioso, tan hermoso como siempre—.
Lo que tienes puesto está bien.

—¿Sí? De acuerdo, déjame ponerme mis zapatos, entonces —desapareció por


un minuto, y luego regresó, cerrando la puerta detrás de él y bloqueándola. Mientras
se encogía en una chaqueta ligera, sus ojos recorrieron mi pecho, y sentí su mirada
59
como si fuera una marca de hierro—. Me gusta esa camisa —dijo, levantando su
cuello—. Es del mismo color que tus ojos, casi.

La forma en que lo dijo sonaba tan mal que no creí que se diera cuenta de que
le estaba haciendo un cumplido a otro hombre. Simplemente salió de forma natural,
como si estuviera hablando del clima.

Por supuesto, en el interior me estaba acicalando como un orgulloso pavo


real, tanto que incluso podría haber lucido de esa manera.

—Gracias —le dije—. ¿Listo?

—Listo —dijo.

En un humor burlón ahora, entrecerré los ojos.

—No creo que estés preparado para lo que está por suceder, pero espero con
ansias el desafío.

—Oh, así es como va a ser, ¿eh? —Se rió—. Espero poder demostrarte que
estás equivocado.

Cuando salimos del porche, un SUV blanco se detuvo en el camino al lado de


mi auto, y su madre salió, tan inmaculada como la primera y única vez que la vi en
la habitación del hospital de Reid. Levantó una de esas bolsas reutilizables de la
tienda de comestibles, llena hasta el borde, cerró la puerta del asiento trasero y luego
comenzó a subir la pasarela, y cuando me vio, se sobresaltó.

—Oliver…Hola —dijo, cambiando la bolsa a su cadera mientras una sonrisa


educada cruzaba sus labios—. ¿Cómo estás?

—Hola, señora Valentine. Estoy bien, ¿y usted?

—Hola, mamá. Vamos a jugar a los bolos —le informó Reid antes de que ella
pudiera contestar—. Volveré en un rato.
—Oh. Eso está bien —miró con curiosidad entre Reid y yo—. Sólo sé
cuidadoso.

Reid besó la mejilla de su madre y alcanzó la bolsa que llevaba—. Lo seré.


¿Puedo llevar esto adentro por ti?

—¿Qué? No, no, lo tengo. Ustedes, chicos, vayan a divertirse.

—Adiós, señora Valentine —dije, sacando mis llaves del bolsillo—. Lo


protegeré con mi vida.
60
—Por supuesto —frunció el ceño, pero logró otra pequeña sonrisa, pero hasta
el fondo de mi auto, pude sentir su mirada cuestionadora en mi espalda.

Después de cambiarnos los feos zapatos que parecían requeridos por todos
los bolos del país, Reid y yo escogimos nuestras bolas de boliche y, viendo que no
había nadie en el carril a nuestro lado, tomamos las dos sillas detrás de los
monitores.

—Supongo que no quieres a Ant-Man —bromeé, mientras configuraba


nuestros perfiles de usuario. Reid había mencionado mi nombre como Superman,
por supuesto, pero en mi mente, no necesitaba un nombre inventado. Valentine era
tan perfecto como podía serlo.

—¿Qué pasa con Bluebird? —sugirió.

Giré mi cabeza para enfrentarlo, mi boca cayendo abierta. ¿De dónde vino
eso?—. ¿Cómo...? —dije, sin palabras. ¿Cuándo le había dicho siquiera...? En la
ambulancia, cuando pensé que no podía oírme. Qué manera de vomitar las palabras,
Ollie.

—¿No es así como me llamaste? —dijo Reid, y luego frunció el ceño—. No


soñé eso, ¿verdad?

—Uh, no. No, no soñaste eso —podía sentir el arrebato de vergüenza por todo
mi cuerpo. ¿Por qué era que este hombre tenía ese efecto en mí? Nunca había sido el
tipo de persona que tenía conciencia de sí mismo por nadie, ¿pero Reid? Me redujo
al estado de Ollie adolescente; solo esperaba que no se mostrara.
—Me gusta Bluebird —dijo Reid, una sonrisa se extendió lentamente por su
rostro. Se había curado tan bien en el exterior, su piel suave y sin un rastro del vidrio
que se había incrustado unas semanas antes—. ¿Ollie?

—¿Hmm? —Me sacudí fuera de mi estupor—. Lo siento, ¿qué dijiste?

—Dije, ¿por qué no lo configuras? —Reid hizo un gesto hacia el monitor.

—¿Quieres ser Bluebird?

—Pensé que ya lo era.


61
Maldito. Estomago. Revoloteando.

—Correcto —dije, escribiendo el apodo que había pensado para él hace tantos
meses.

Reid agitó su pajita en su refresco, su mirada se deslizó a mi lado—. Ese tipo


te está mirando.

—¿Quién? —dije, mirando alrededor del carril más cercano al nuestro.

—No, allá en el carril ocho, con la camisa roja.

Me di la vuelta y de inmediato me encontré con los ojos de un atractivo chico


de cabello oscuro, tal vez a mediados de los treinta. Me sonrió, pero mientras que
normalmente le daba la señal para que se acercara, me giré hacia el monitor para
terminar de configurar.

—¿Qué? —preguntó Reid—. ¿No es tu tipo?

—No estoy aquí para conocer chicos. Estoy aquí para darte una patada en el
culo —dije, poniéndome de pie, y luego levantando la bola que había escogido del
estante antes. Después de alinear mi tiro, envié la bola a toda velocidad por el carril,
el impacto derribó los diez pinos de un solo golpe.

Regresé a Reid con una sonrisa come mierda en mi rostro y tomé asiento a su
lado.

—Oh, tenemos un profesional en nuestras manos. De acuerdo, entonces —


Reid se levantó y estiró su cuerpo de lado a lado con movimientos exagerados que
me hicieron sonreír.

—Adelante —le dije—. Enséñame. Te reto.

Se tomó su tiempo para alinear su tiro, pero cuando soltó la bola, aterrizó con
un fuerte golpe y rápidamente entró en el canal.

Cuando levanté una ceja, dijo—: Tenía la intención de hacer eso.


El segundo tiro de Reid logró hacerlo solo un poco mejor, derribando dos de
los pinos. Cuando se sentó a mi lado y vio la sonrisa en mi rostro, se encogió de
hombros.

—¿Qué? Soy el que tiene una lesión cerebral. Deberías estar yendo fácil
conmigo.

Solté una carcajada mientras me levantaba para tomar mi turno—. Eres una
especie de prodigio musical. Puedes dejarme tener esto.

—Ey, Superman. No tengo que dejarte tener una mierda. Solo estoy 62
calentando.

Dejé escapar un silbido bajo su burla y dije—: Se está poniendo serio ahora.
¿Te apetece una apuesta?

—¿Por cuántos puntos me dejarás ganar?

—No te voy a dejar hacer una maldita cosa. No me gusta perder.

Hice otro golpe, y cuando me dejé caer de nuevo en mi asiento, Reid negó.

—Estoy empezando a arrepentirme de todas mis palabras.

—¿Te rindes tan pronto?

—Nunca —Entonces algo por encima de mi hombro llamó su atención—.


Todavía está mirando.

—¿Camisa roja? Déjalo mirar.

—¿Realmente no estás interesado?

—¿De verdad quieres que me levante y te deje aquí jugando bolos solo?

Reid frunció el ceño—. Realmente no. Al parecer soy un jugador de bolos de


mierda. No deberías dejarme solo. Al menos no sin una direccional.

Riéndome entre dientes, lo empujo de su asiento—. Ve y arrójalo, entonces.


Es tu turno.

—Minigolf —dijo Reid cuando regresó después de disparar dos bolas en una
fila—. Apuesto a que soy realmente loco en el minigolf.

—¿Quieres que te dé un par de consejos en tu próximo turno? Gratis.

—¿Y admitir que eres el rey de los bolos? Nunca.

—Haz lo que quieras —dije, pero antes de que pudiera recoger mi bola, Reid
corrió detrás de mí.
—Bien, bien. Tal vez no sería una mala idea, al menos, aprender a evitar la
canaleta.

—¿Eso crees? —sonreí y subí a la plataforma—. Ahora mira lo que estoy


haciendo. Estoy girado ligeramente a la derecha y estoy lo suficientemente lejos para
dar unos cuatro pasos antes de soltar la bola. Ahora, para intentar un golpe, la bola
debe golpear la esquina entre el primer y el tercer pasador. Ese es el que está en el
frente y el que está a tu derecha. Así que ahí es donde apunto —retrocedí y luego
seguí las instrucciones que acababa de mostrarle, y unos segundos después, la bola
se estrelló contra los pinos y los envió a dispersarse. 63

Reid puso sus manos bajas en sus caderas—. Estoy bastante seguro de que así
es como lo estaba haciendo.

—Sueltas la bola tan tarde que probablemente haya una abolladura en el


carril. Ven acá.

Abrazó la pelota contra su pecho, y cuando se acercó, puse mis manos sobre
sus hombros y lo guié hacia donde necesitaba estar de pie.

—¿Ves esas flechas ahí abajo? También eres diestro, así que quieres apuntar
a la segunda flecha a la derecha. Y asegúrate de bajar lo suficiente para que la bola
se deslice de tus manos.

—Oh, ¿entonces no la lanzas como una pelota de béisbol? —dijo Reid, su voz
goteando sarcasmo, y si él hubiera sido mío, habría estado tentado de besar lejos esa
sonrisa de satisfacción en su rostro.

—No, listillo —traté de ignorar lo cerca que estábamos, su espalda rozando


mi frente. Intenté no respirar el aroma del champú que llevaba o pasar mis manos
por sus hombros hasta sus bíceps. No tuve que pensar en cómo se sentiría su piel
bajo mis manos, o imaginar el temblor de su estómago cuando alcanzara el botón de
sus jeans…

—¿Dónde quieres que la deje caer?

Lo solté y me puse a un lado para darle espacio para moverse—. Da unos


cuatro pasos, mantén el ojo en esa flecha y luego recórrelo de esta manera una vez
que llegues aquí —le dije, mostrándole el seguimiento.

Reid cambió la bola a su otra mano y luego imitó mi movimiento—. ¿Cómo


eso?

—Sí, excepto que gira un poco el brazo —alcancé su muñeca, sentí el pulso
constante bajo los dedos, mucho más fuerte que la última vez que lo había tocado de
esa manera, y luego lo acerqué de la manera correcta. Cuando miré hacia arriba, los
ojos oscuros de Reid me miraban con interés, y algo en su expresión hizo que mi
corazón diera un vuelco—. Intenta eso —dije suavemente, y luego lo dejé ir y me
aparté para mirar.

Reid se concentró de nuevo en el carril y se tomó su tiempo para alinearse, y


cuando soltó la bola esta vez, cayó de sus manos y rodó suavemente por el carril
antes de derribar la mitad de los pinos.

—Diablos, sí —dije mientras Reid sonreía—. Mucho mejor.

—Has renunciado a tus secretos ahora. Solo es cuestión de tiempo hasta que 64
supere al maestro.

Siéntete libre de superarme en cualquier momento11, pensé—. Siete bolos abajo y él


se vuelve un engreído bastardo.

Se rió y recuperó su bola—. Ahora, ¿qué hago con el resto de estos?

Jadeé—. ¿Quieres decir que no lo sabes?

—Por supuesto que sí. No soy un aficionado. Solo tengo curiosidad por lo que
harías.

—Mhmm, claro —dije, disfrutando de la burla mientras le dirigía una vez


más a dónde pararse y hacia dónde apuntar para derribar los bolos restantes—. Está
bien, Bluebird. Muéstrame lo que tienes.

Podría haber jurado que lo sentí temblar ligeramente bajo mis manos antes
de soltarlo, pero tenía que estar imaginando cosas.

Dio un paso inestable hacia adelante, pero luego se recuperó y envió la bola
por el carril. Cuando derribó todos los pinos menos uno, dio un fuerte grito antes de
girarse y señalarme.

—¿Mira eso? Estoy viniendo por ti12.

Ciertamente lo espero—. Me gusta un desafío. Tráelo.

Reid se echó a reír hasta que sus ojos se movieron más allá de mí, y luego su
sonrisa se apagó. Me di la vuelta para ver a chico de camisa roja de pie junto a
nuestras sillas, con la cabeza inclinada hacia un lado mientras me daba una mirada
nada sutil.

11
La frase original es ¨Feel free to overtake me anytime¨, el doble sentido de la frase sería algo así como
¨Siéntete libre de follarme en cualquier momento¨.
12
Juego de palabras, en ingles dice ¨coming¨Reid se refiere a que va a por él, es decir, a vencerlo, sin
embargo Ollie lo interpreta como ¨correrse¨, esto en términos sexuales.
—Espero que no te importe —dijo, levantando lentamente su mirada hacia
mi rostro—, pero noté que le estabas dando indicaciones a tu amigo, y pensé... ¿tal
vez podrías ayudarme también?

Indicaciones. La única cosa que el chico quería para apuntar era la mejor
forma de chuparme.

—En realidad, estoy un poco ocupado...

—Está bien. Soy un aprendiz rápido —dijo, con un tono seductor en su voz—
. No tardará mucho. 65

—No creo…

—Deberías ir —dijo Reid, y cuando le lancé una mirada, me dirigió una


sonrisa tensa—. Es egoísta mantenerte solo para mí cuando podrías estar ayudando
a alguien más.

¿Y qué? Sé egoísta, quise decir, pero cuando comencé a protestar, inclinó la


cabeza hacia las concesiones.

—Voy a agarrar algunas papas fritas o así —dijo—. Tomate tu tiempo.

—Reid…—Fui a seguirlo, pero chico de camisa roja se paró frente a mí.

—¿Dónde deberíamos empezar? Creo que podría estar usando la bola de


tamaño incorrecto. ¿Tal vez podría usar la tuya en su lugar? —miró la cremallera de
mis pantalones.

Jesús, ¿de verdad. Miré a Reid, solo en la línea de concesión. No podía


pensar en otro hombre, ni siquiera en un chico-en-tu-cara como camisa roja. No
cuando aún podía sentir la forma en que el brazo de Reid rozaba el mío cada vez
que pasaba junto a mí o se sentaba a mi lado, y no mientras la intoxicante colonia
que llevaba llenaba mi nariz y hacía que mi cabeza diera vueltas.

—Mira —dije—, aprecio que quieras mi…ayuda, pero no estoy interesado.


Encuentra las bolas de alguien más para jugar.

Y antes de que pudiera decir otra palabra, me dirigí al puesto de concesión


justo cuando Reid se movía hacia el mostrador.

—Creo que estoy de humor para nachos —dije, deslizándome a su lado y


escaneando el menú.

Reid hizo una doble toma—. ¿A dónde fue tu nuevo amigo?

Me encogí de hombros y le di al adolescente detrás del mostrador un billete


de diez dólares para cubrir nuestros pedidos— Lejos.
—¿Por qué? ¿Por mí?

—Porque estoy ocupado y no estoy interesado.

Reid suspiró—. Mira, Ollie, no quiero interferir en tu vida más de lo que ya


lo hecho…

—No estás interfiriendo...

—…así que si quieres hablar o…lo que sea, entonces puedes. No lastimará mis
sentimientos...
66
—Reid —dije, y esperé hasta que me miró—. No voy a ninguna parte. Sé que
crees que quiero estar en cualquier lugar que aquí contigo, pero puedo asegurarte
que ese no es el caso.
Los ojos de Reid se ensancharon un poco.

—Deja de tratar de deshacerte de mí o darme a alguien más —continué—. Sé


que estás nervioso por lo mal que te voy a patear el culo en este juego, pero creo en
las revanchas. ¿No es así?

Su boca se curvó hacia un lado, y cuando un plato lleno de papas fritas fue
empujado hacia él, tomó una y se la metió en la boca—. Supongo que no puedo
dejarte ir tan fácilmente —dijo, masticando.

—Tienes toda la razón. Necesito a alguien que me dé un reembolso por mi


dinero.

El adolescente me entregó un plato de nachos y mi cambio, y mientras nos


dirigíamos a nuestro carril ahora vacío, Reid dijo—: Estás loco, ¿lo sabías?

—Estoy en la jodida cima de la locura —estuve de acuerdo, y luego pensé en


seguir algunos consejos de Alicia en el País de las Maravillas—. Pero todas las mejores
personas lo están.
CAPITULO OCHO

Después de no mostrar piedad y patear el culo de Reid no solo una vez, sino
dos veces, nos amontonamos de nuevo en mi auto y encendí el calefactor. La
temperatura había descendido drásticamente mientras estábamos dentro, y nos
sentamos allí temblando y viendo cómo la nieve más ligera golpeaba el parabrisas 67
hasta que el aire caliente comenzó a funcionar.

Los dientes de Reid castañetearon cuando pusimos nuestras manos frente a


las rejillas de ventilación para calentarlas—. No creo que esté hecho para el clima
frío. Deberíamos estar en una playa en algún lugar.

—Escuché que Miami está bien en esta época del año —Fui a poner el auto en
reversa, pero la mano de Reid en mi brazo me detuvo.

—¿Te importa si no volvemos todavía?

—Por supuesto. ¿Está todo bien?

Él asintió y soltó mi brazo, y deseaba que no tuviera que hacer eso. Estaba
muy consciente de cada vez que me tocaba y, sin embargo, sabía que no había nada
detrás de sus gestos, nada más que una amistad natural al estar cómodo con alguien.
Que estuviera cómodo conmigo debería haber sido suficiente. Deja que sea suficiente,
Ollie, por el amor de Dios.

—Está empezando a sentirse un poco sofocante en la casa de mis padres, eso


es todo —dijo, recostándose en su asiento, mirando la nieve que golpeaba la
ventana—. Me miran como si fuera a romperme en cualquier momento.

—Estoy seguro de que solo se preocupan por ti. También ha sido un ajuste
por su parte.

—Entiendo —pasó una mano por el rastrojo que cubría sus mejillas,
atrayendo mi atención a su fuerte mandíbula. El Reid antes del accidente parecía
meticuloso en mantener su rostro limpio y afeitado, pero tenía que admitir que el
poco crecimiento que mantenía ahora se veía sexy—. Puedo verlo en sus ojos. La
espera. Me pregunto si alguna vez volveré a ser quien fui.

Me quedé en silencio y escuché, porque ¿qué podía decir? No había


manera de saber si alguna vez podría llenar los agujeros en su memoria, y no estaba
dispuesto a darle ninguna falsa esperanza. Por otra parte, a veces parecía que
prefería no saber quién había sido antes, lo que me hizo sentir aún más curiosidad
por el hombre sentado a mi lado

—Estoy pensando que tal vez debería ir a mi casa —dijo—. A vivir, quiero
decir.

—Tú podrías. Si sientes que estás listo para eso.

—Oye—dijo, moviéndose en su asiento para mirarme, con los ojos


encendidos—. ¿Quieres verlo?
68
—¿Tu lugar?

—Sí.

Retuerza mi brazo, ¿por qué no?

—Por supuesto. ¿A dónde? —dije, poniendo el auto en reversa y


retrocediendo.

—Oh —Reid levantó sus caderas para sacar su billetera del bolsillo trasero, y
luego sacó un pedazo de papel—. Sesenta y dos, Lyons Drive en el complejo Garden
Lakes. Apartamento 2ª.

—Inteligente de tu parte escribirlo.

—También está en mi licencia, pero no estaba seguro de recordar las


instrucciones exactas —admitió, mientras nos guiaba hacia la carretera principal—.
Solo he estado allí un par de veces.

Mi trabajo significaba que conocía la ciudad como la palma de mi mano, y


antes tuve que responder llamadas en Garden Lakes, así que supe exactamente a
dónde nos dirigíamos, pero cuando Reid comenzó a recordar las instrucciones—
correctamente—me sorprendió. Para escuchar, me contenté con dejarle tomar la
iniciativa. Después de unos minutos, señaló la entrada de un vecindario más
adelante y me dijo que girara a la izquierda. Volví a parpadear, entré en el carril de
giro y esperé a que pasara el flujo constante de automóviles.

Garden Lakes era el nivel superior de la vida en apartamentos en Floyd Hills,


cerrada y con varios lagos privados, de ahí el nombre. Después de marcar el código
en la puerta—también anotado en el papel—conduje por el complejo hasta que Reid
me dijo que me detuviera.

—Eso es todo —dijo, asintiendo hacia el balcón del segundo piso de un


edificio bien cuidado azul con detalles en madera y adornos blancos que me
recordaban a una acogedora cabaña en la que me había alojado durante un viaje de
invierno a Pigeon Forge hace un año.
—Esto está bien —dije, apagando el motor.

—Yo también pensé lo mismo.

—¿Por qué escucho un ''pero'' allí?

Reid sonrió, su rostro medio en las sombras desde donde había aparcado bajo
una farola—. Ya lo verás.

Seguí a Reid por las escaleras y aproveché la oportunidad para disfrutar de


la vista de su culo mientras no había nadie más alrededor. Los bolos había sido una
69
prueba de autocontrol con todas sus inclinaciones, y los pantalones atléticos que
llevaba abrazando su culo de una manera que me hizo querer estirarme y tocarlo.

Cuando llegamos al segundo piso, Reid sacó una llave de su billetera, y


cuando se giró hacia mí, forcé mis ojos hacia arriba.

—Esto es todo —dijo, y luego fue a desbloquear el cerrojo—. Hogar, dulce


hogar —empujó la puerta para abrirla y me indicó que pasara, y cuando entré, la
manga de mi chaqueta rozó contra él, y el calor de su aliento me acarició el cuello,
enviando piel de gallina en su estela.

Estaba oscuro cuando entré, y cuando Reid me siguió, encendió el interruptor


de la luz, arrojando el apartamento en un mar de luces.

Reid se pasó la mano por la cabeza, deshaciéndose de las ráfagas de nieve que
habían caído en su cabello y en su chaqueta—. ¿Ves lo que quiero decir? La
decoración es... ni siquiera tengo palabras.

Pensé que se refería a la falta de decoración. Aunque el apartamento era


grande, abierto y estaba completamente amueblado, y había pinturas que colgaban
de las paredes, todo era tan…suave.

—Bueno —dije, paseando por la cocina y en la sala de estar—. Siempre


puedes quitarlo todo y deshacerte de ello. Empieza desde cero —dejé a un lado una
de las pesadas cortinas beige, revelando una visión nocturna del lago debajo—.
¿Cuál es tu color favorito?

—Um…—Reid miró a su alrededor las paredes beige, la alfombra beige y los


muebles beige—. ¿No el beige?

Me reí entre dientes y solté la cortina—. ¨No el beige¨ debería ser fácil de
encontrar.

—Supongo, pero ni siquiera sabría por dónde empezar,


—Te dirá qué. Tengo una amiga en el trabajo al que le gusta hacer este tipo
de cosas esporádicamente. Puedo ver si ella puede ayudarte a desarrollar algunas
ideas.

—¿De verdad?

Encogiéndome de hombros, dije—: Si quieres. Sin presiones ni promesas,


pero puedo hablar con ella.

—Eso sería genial —dijo, con los hombros caídos—. Creo que me volvería
loco si tuviera que vivir aquí como está ahora. 70

—Oh, no es tan malo.

—Solo lo dices para ser amable.


—No lo hago. Lo juro.

—Tienes un gran lugar, como del tipo de que realmente quieres ir a casa.

—Bueno, puedes venir cuando quieras —Reid levantó las cejas y yo dije—.
Quiero decir, tengo una habitación extra si necesitas…escapar... o algo así.

Me dio una sonrisa torcida—. No debes ir por ahí haciendo una oferta como
esa a extraños. Ellos pueden tomarlo en cuenta.
Confía en mí cuando digo que no me importaría en absoluto. De verdad.

—Te ofrecería una bebida, pero no creo que tenga nada... Espera. Tal vez lo
haga —fue a la cocina y comenzó a abrir gabinetes—. Nunca lo he comprobado
antes, pero los de veintisiete años suelen tener un alijo de licor, ¿verdad?

Oh, Dios, lo olvidé. Probablemente nunca recordó haber tomado una copa
antes en su vida, ¿verdad?

—Ta-da —Reid levantó una botella medio vacía de Crown Royal—. Encontré
algo.

—Uh, ¿seguro que quieres empezar con eso?

—¿Por qué no?

—No hay razón.

Encontró un par de vasos en uno de los armarios y los colocó en la barra de


la cocina a mi lado, luego procedió a verter una cantidad saludable en ambos.

—Whoa, whoa, whoa —dije riendo—. Tal vez debas probarlo primero. Mirar
que es lo que piensas.
Reid volvió a levantar la botella y el líquido ámbar restante se agitó en su
interior—Voy a asumir que soy un fan.

Tuve que apretar mis labios para no sonreír. Esto va a ser interesante…

—A tu primer trago —le dije, chocando mi vaso con el suyo—. Segunda


ronda.

—Segunda ronda —estuvo de acuerdo. Luego se llevó el vaso a la boca y,


justo antes de tomar un sorbo, frunció el ceño y se llevó el vaso a la nariz. Luego se
echó hacia atrás y sus ojos comenzaron a humedecerse—. Oh, mierda. Eso huele 71
horrible.

—Huele a whisky.

—El whisky huele horrible. Infierno. Apuesto a que también sabe horrible —
Cuando tomó un pequeño sorbo y su rostro se arrugó, me reí—. Ugh. No creo que
me guste eso.

—Puede que te guste con Coca Cola.

Reid volvió a oler el vaso e hizo una mueca, pero tomó otra pequeña cantidad
del líquido.

Con un tsk, dije—: Primero tomas café y ahora whisky. Puede que tenga que
revocar tu tarjeta de adulto.

—Seguramente me gusta la cerveza. Creo que la he tenido y me ha gustado.


Tal vez.

—Al menos no tendré que preocuparme por que te mueras hasta que te
mudes —Fui a tomar su vaso y lo vertí en la botella, pero Reid lo retiró.

—No, lo haré, y tú también —Luego me señaló—. Bebe.

Mis ojos se ensancharon cuando bebió un gran trago, y traté de no reírme


mientras se estremecía.

—Realmente no tienes que beber eso.

—Sí. No necesito que se revoque mi tarjeta de adulto —Reid me guiñó un ojo


y volvió a dar un sorbo.

—De acuerdo, eso es suficiente, ambicioso —dije, riendo entre dientes cuando
logré quitarle el vaso antes de que lo terminara—. Si te llevo de vuelta borracho y
vomitando, puede que nunca vuelvas a salir de la casa.
—¿No se supone que eso es una especie de rito de paso?
—No cuando tienes veintisiete años, no lo es.

Me hizo un gesto con la mano mientras caminaba hacia la sala de estar y se


dejó caer en el sofá de aspecto rígido—. Creo que tenías razón. Tal vez con Coca Cola
la próxima vez.

Dejé mi propio vaso sobre el mostrador, necesitando mantener una cabeza


clara alrededor de él, y elegí el sillón reclinable más cercano a Reid.

—Esto es bonito. Me siento cálido. Al igual que el alcohol se propaga a través


de tu cuerpo, ¿sabes? —Se deslizó por el sofá hasta que estuvo acostado boca arriba 72
y se frotó el estómago con las manos—. Como una manta para tus entrañas.

Oh Dios. Ya lo estaba sintiendo.

—Si el whisky fuera una canción —continuó—, creo que comenzaría con un
punch y luego se cocería a fuego lento en algo lento y fácil —Sus dedos bailaban en
el aire como si estuviera tocando la canción, y fue entonces cuando noté lo que
faltaba flagrantemente en la habitación.

—¿Dónde está tu piano?

—No tengo uno.

—¿Por qué no? ¿No es eso algo importante para ti?

—Algo sobre quejas por ruido.

Ventajas de vivir en un apartamento justo allí—. Lo tengo ¿Así que prácticas


en casa de tus padres?

—No, se deshicieron de él hace años.

—¿Huh?

Reid dejó de "tocar" e inclinó la cabeza hacia atrás para mirarme.

—¿Qué?

—Bueno, ¿dónde tocas?

—Yo…no lo sé. Supongo que no lo hago.

Desde el accidente o incluso antes, no lo sabía, pero ¿qué clase de mierda era
esta? ¿Había dejado de seguir su sueño por una vida estable y ahora ni siquiera tenía
un instrumento para tocar en su tiempo de inactividad? Parecía extraño que no
tuviera acceso a lo que obviamente era su pasión, a menos que robara unos
momentos en la escuela.
—Apuesto a que siempre podrías ir a esa tienda de música en Broad. La mujer
parecía tan emocionada de tenerte allí, probablemente te pagaría por tocar.

—Oye —dijo, sentándose—. Esa no es una mala idea.

—Deberías hacerlo.

—Supongo que eso significa que tendré que superarlo y preguntar por su
nombre, sin embargo.

—Te lo digo, usa la excusa de la lesión cerebral. Tienes la tarjeta perfecta para
73
salir de la cárcel sin problemas allí mismo.

—Sí, sí —Se hundió de nuevo mientras trazaba el patrón de remolino del


brazo de la silla—. ¿Vendrías a verme si tocara?
—Si me pagas.

Él volvió a disparar—. ¿Seriamente?

—No —dije, riéndome de su expresión de asombro.

—Oh. Bien —Se movió sobre su estómago, estirándose en el sofá como un


gato, y apoyó la barbilla en sus brazos—. Me gustaría que vinieras.
También me gustaría que te vinieras, no es que estemos pensando en algo que sea
remotamente igual—. ¿Qué tocarías?

—Hmm. Tal vez Air on the G String de Bach... algo de los nocturnos de
Chopin, tal vez nueve. Luego te metería un poco de Beethoven, tal vez Moonlight
Sonata, para que no te aburrieras.

Dejo escapar un resoplido poco elegante—. Nunca me aburriría.

—Podrías.

—No lo haría. Créeme.

Reid frunció el ceño—. Confío en ti. Lo que debería ser raro, ¿verdad? Pero es
como... estoy a salvo contigo.

No había manera de que no pudiera escuchar el rápido staccato que hizo mi


corazón en ese momento, y solo podía tratar de calmar esa mierda tomando una
respiración antes de decir—. Lo estás.

—Te creo.
Pasó un largo momento en el que solo me miró, esos grandes ojos marrones
se abrieron y buscaron los míos, como si estuviera tratando de encontrar una
respuesta a una pregunta que solo él podía escuchar.

—No sé por qué estoy diciendo estas cosas —susurró, finalmente rompiendo
el silencio—. Se supone que deben permanecer en mi cabeza —reiteró su declaración
golpeteando su sien y dejando escapar una risa autocrítica.

Cristo, él era demasiado jodidamente lindo para su propio bien.

—Está bien. Me gusta escuchar tus pensamientos. 74

—¿Sí? Bien... dime algo.

—Bueno.

Jugó con su labio inferior entre los dientes de nuevo, como si se preparara
para hacer una pregunta cargada y no estuviera seguro de cuál sería mi respuesta—
. ¿Alguna vez te sientes solo? ¿Tu solo, en esa gran casa tuya?

—¿Gran casa? —Me reí—. Apenas.

—Estás desviando la pregunta.

—Una pregunta tan seria. ¿Estás sintiendo la corona?

—Tal vez. Tal vez no. Todavía no has respondido.

—¿Me siento solo? —impulsándome del piso con los pies, mecí la silla de un
lado a otro mientras pensaba en su pregunta. ¿Me sentí solo? Por lo general, estaba
demasiado ocupado para pensarlo y tenía grandes amistades en el trabajo y fuera
de él. ¿Pero me siento solo? Claro que sí, especialmente cuando Reid salía por mi
puerta—. Supongo que lo hago.

—¿Cuando?

—Por la noche, en su mayoría. A veces no puedo dormir, y... —suspiré antes


de admitir —Sería bueno tener a alguien…—Sería bueno tenerte allí.

Reid puso su mejilla sobre sus brazos—. Yo tampoco puedo dormir. Me


despierto por las pesadillas. Las que recuerdo y otras que no.

Fue una confesión honesta, y una que me golpeó duro. Siempre parecía tan
tranquilo con lo que le había sucedido, que era difícil reconciliar al hombre
despreocupado con el que había pasado por una experiencia tan terrible. Pero, por
supuesto, estaba aterrorizado, incluso si sus temores solo se manifestaban en sus
sueños. Reid nunca se había mostrado completamente a mí de esa manera, pero, de
nuevo, ¿por qué iba a poner todas sus preocupaciones y tristezas a los pies de
alguien que estaba conociendo? Yo era la persona que lo ayudó, a falta de una
palabra mejor, a olvidar.

—¿Puedo llamarte? —dijo—. ¿Si los dos estamos despiertos en medio de la


noche? Tal vez podamos ayudarnos a dormir el uno al otro.

Había una inocencia tan dulce en sus palabras que quería inclinarme,
capturar su rostro entre mis manos y unir nuestros labios hasta que el mundo
exterior desapareciera. Con él, tal vez no estaría tan inquieto, y tal vez conmigo, él
no estaría tan asustado.
75
—En cualquier momento —le dije—. Puedes llamarme, día o noche, en
cualquier momento.

Él me sonrió entonces, aparentemente satisfecho con esa respuesta. Pero


luego arrugó la frente y dijo—: Es una pena, ya sabes.

—¿Que lo es?

—Sé que dijiste que estás ocupado y no tienes tiempo para una relación,
pero... eres realmente un gran tipo, y parece una pena que no tengas a nadie con
quien compartirlo.

Mi corazón se contrajo, y tuve que mirar hacia abajo en mi regazo para que
no viera las lágrimas que amenazaban con derramarse de mis ojos.

Pero mi aliento estremecedor me debe haber delatado, porque dijo—: Lo


siento. No quise molestarte. Pero creo que… mereces ser feliz. ¿Y tengo la sensación
de que tal vez no lo eres?

Dios, ¿de dónde viene eso? ¿Podría ver a través de mí?

—Gracias por decir... todo eso. Pero estoy bien —Simplemente no me di cuenta
de lo vacía que estaba mi vida hasta que la llenaste.

—Siempre puedes llamarme —dijo, justo cuando dejaba escapar un gran


bostezo. Sus ojos comenzaron a cerrarse, pero sabía que tenía que llevarlo a casa
antes de que hubiera ido demasiado lejos como para despertarse. Lo dejé descansar
un poco mientras vertía el licor en la botella de Crown, lo guardaba y luego
enjuagaba los vasos. No fue fácil levantarlo, y una vez que estuvo arriba, se contentó
con bajar las escaleras medio dormido, y tuve que sujetarlo para que no se cayera.
Aparentemente, una vez que Reid estaba fuera, él estaba fuera.

Abrí mi auto y lo ayudé a entrar, y cuando me puse detrás del volante, lo oí


decir mi nombre en voz baja.
—Gracias por hoy —Las palabras de Reid se arrastraron un poco,
traicionando su agotamiento cuando cerró los ojos de nuevo y apoyó la cabeza
contra el marco de la puerta. Lo había mantenido fuera demasiado tarde, pero nunca
era fácil dejarlo, y sentía la creciente necesidad de absorber todo el tiempo que
pudiera mientras era posible. ¿Quién sabía cuánto tiempo lo tenía para mí, cuando
decidiera seguir adelante?

Alcanzando el pecho de Reid, jalé el cinturón de seguridad y lo abroché. Con


la luz de la luna atravesando su rostro, se veía tranquilo, y me permití verlo mientras
su respiración se reducía a un ritmo constante de entrada y salida. Con él metido en 76
el asiento del pasajero, casi podía fingir por un momento que era mío. Que habíamos
estado en la ciudad y nos dirigíamos a casa juntos. El pensamiento no parecía estar
tan lejos de su alcance mientras aún estaba a una distancia de contacto.

La punta de mis dedos ansiaba acercarse, y aunque no quería despertarlo, me


encontré incapaz de evitar inclinarme y pasar el dorso de mi mano suavemente a lo
largo de su mandíbula. El rastrojo allí se sintió sorprendentemente suave, y solo
cuando moví mi mano en la dirección opuesta picó un poco. Cuando Reid ni siquiera
se movió, repetí el movimiento otra vez, presionando mi suerte.

Era hermoso. Tan, tan hermoso. Y ahora sabía que no era solo la forma en que
se veía o la persona que había tomado todos los días; él era hermoso

Las palabras estaban en la punta de mi lengua cuando Reid se arqueó, y antes


de que pudiera alejarme, se apoyó en mi mano de modo que estuviera ahuecando
su mejilla. Contuve el aliento, esperando que sus ojos se abrieran, que él me atrapara
tocándolo cuando no debería estarlo. Pero no se despertó, cayendo de nuevo en su
profundo sueño. Le di una última mirada, memoricé la forma en que se veía con su
rostro perfecto acunado en mi mano, y luego retiré mi brazo lentamente. Cuando se
quedó dormido donde estaba, solté un suspiro y me recosté en mi asiento.

Eso había sido demasiado cerca. Pero la rápida sacudida de mi sistema


me había dado una idea, y fue con ese pensamiento que conduje a casa a mi
durmiente Príncipe Encantador.
CAPITULO NUEVE

—¿Puedes moverlo un poco a la derecha? Sí, delante de la ventana. Perfecto.

Cuando los cargadores colocaron el regalo de Reid en el lugar indicado, me


apoyé contra la pared y me imaginé la reacción que tendría Reid cuando viera lo que 77
había encontrado esa misma mañana. No era lujoso por cualquier tramo de la
imaginación, pero tenía la sensación de que apreciaría el gesto, y como era mi día
libre, no quería perder otro momento en mostrarle. Después de darles una propina
a los cargadores, se fueron y envié un mensaje de texto rápido a Reid.

Ni siquiera cinco minutos después, sonó el timbre de la puerta, y no se detuvo


hasta que abrí la puerta, riéndome ante la impaciencia de Reid. Se quedó parado en
la puerta, sin aliento y con las manos en las caderas.

—¿Corriste todo el camino hasta aquí? —pregunté.

—Dijiste rápido —Me miró de arriba abajo—. ¿Qué está mal?

—Nada está mal. Solo pensé que tal vez te gustaría ver tu sorpresa.

Las cejas de Reid subieron a su línea de cabello—. ¿Una sorpresa? ¿Para mí?

—Sí. Cierra los ojos.

—Espera… ¿es una buena sorpresa o una mala sorpresa?

—Sólo ciérralos.

—Estás siendo muy críptico hoy.

—Creo que el término sureño apropiado es 'claro como lodo'. ¿Están


cerrados? —agité mi mano frente al rostro de Reid, y cuando estuve satisfecho de
que no estaba mirando, le tomé la muñeca y lo guié por el pasillo. No había espacio
en la sala para lo que había encontrado en una tienda de segunda mano en una
ciudad de Floyd Hills, por lo que su sorpresa estaba ocupando el lugar donde solía
estar mi pequeña mesa de cocina—ya que nunca la usé de todas formas.

—¿Puedo abrirlos ya? —dijo Reid.

—Eres tan impaciente.

—Creo que disfrutas volviéndome loco.


Tosí mientras pensaba, no tienes ni idea—. Mantenlos cerrados —Cuando nos
detuvimos en la abertura entre la cocina y la sala de estar, mis nervios me dominaron
y casi le di la vuelta. Tal vez lo hubiera exagerado. O tal vez no fue una gran idea
después de todo…

—Ollie, me estás matando aquí.

—Ok, ok —dije, y solté su muñeca—. Puedes abrirlos.

—Finalmente —Cuando los ojos de Reid se abrieron, la sonrisa en sus labios


cayó cuando su mandíbula se aflojó, y se congeló. 78

—Sorpresa —dije, señalando hacia todo el piano de cola Vanna White, pero
mientras más tiempo pasaba sin hablar, más vacilaba mi sonrisa. Estaba tan quieto
y callado, no estaba seguro de si estaba respirando.

—Uh, pensé…—me aclaré la garganta—, ya que no puedes tener uno en tu


casa, podrías... ya sabes. Tal vez tener uno aquí. Para usarlo cuando quieras.

—Yo... yo no…—parpadeó un par de veces—. No sé qué decir. Ollie...

Mi estómago se desplomó—. Si no te gusta, puedo llevármelo —dije


rápidamente—. Sé que probablemente no sea del tipo al que estás
acostumbrado…que estabas acostumbrado. Pero toca, y tengo a alguien viniendo
más tarde hoy para que lo afine por ti, así que suena bien.

—Me compraste un piano —susurró Reid, mientras avanzaba hacia él y


pasaba una mano por encima. Luego me devolvió la mirada, la expresión en su
rostro aún era de shock pero también… ¿aprecio?

El alivio me recorrió mientras se frotaba los labios, su cabeza temblaba como


si no pudiera creer lo que estaba viendo.

—¿Por qué harías esto por mí?

¿Por qué no haría esto por él? Era más la pregunta—. ¿Te gusta?

—¿Me gusta? Ollie, es... demasiado.

—No lo es —hice un gesto hacia el banco—. Bueno, adelante. Pruébalo.

La sonrisa de Reid creció cuando se sentó y miró las teclas. Unos segundos
después, colocó sus dedos y comenzó a tocar, y sonaba como la misma dulce canción
de cuna que había inventado en la tienda de música el otro día.

Me relajé contra un lado de la nevera mientras lo veía hundirse en la melodía,


y no tenía que decirme qué pensaba de su regalo; pude ver la euforia escrita en todo
su rostro. Cuando terminó de tocar, cerró la parte superior sobre las teclas y
mantuvo la cabeza baja—. Ollie, este es el regalo más increíble que me pudiste haber
dado.

—Me alegro de que te guste.

—Me encanta, lo hace. Pero...—Sus ojos se encontraron con los míos—. No


puedo aceptar esto.

—Por supuesto que puedes.

—No, es demasiado. No deberías haber gastado tu dinero en mí.


79
—Reid —Me acerqué al piano y lo miré—. No puedo imaginarme comprando
algo que me diera la mitad del placer que obtendría al escucharte tocar. También es
mi elección cómo gastar mi dinero, y si decides que no quieres aceptarlo, está bien.
Se quedará aquí como decoración.

—Ollie…

—No voy a tomar un no por respuesta. Lo amas. Sé que lo amas. Solo di


gracias y disfrútalo. Por favor.

Él negó, y pensé que estaba a punto de comenzar otra pelea, pero luego
me lanzó una sonrisa radiante—. Gracias.

—De nada. Ves, eso no fue tan difícil, ¿verdad?

Con una risa, dijo—: Supongo que no. Y me encanta. Es hermoso.


Aún más hermoso contigo detrás de él.

—¿Tienes hambre? Puedo hacer algo de comer si me tocas otra.

—Eso es una transacción bastante buena.

—Yo también pensé lo mismo. ¿Están bien las hamburguesas? Puedo


encender la parrilla.

—En realidad…—Reid se puso de pie y se balanceó sobre sus talones—, antes


de que hagas eso, hay algo que quería darte, pero no estoy seguro de si es algo que
quieres.

—Reid, no tienes que darme nada.

—Tampoco tú, pero lo hiciste de todos modos.

—Punto a favor.

—Pero... Bueno, la cosa es que sabías que me encantaría el piano. No estoy


seguro de cómo te sentirías por mi regalo.
—No seas tonto. Si es de ti, me encantará.

—Puedes pensar que lo amas hasta que sepas lo que es. Es una especie de
regalo egoísta, en realidad.

—¿Oh, sí? Ahora tengo curiosidad —dije.

—Cierra los ojos y voy a buscarlo.

—¿Lo trajiste contigo?

—En una forma de hablar. Ciérralos. 80

Entrecerré los ojos antes de hacer lo que él decía.

—¿Quién está siendo críptico ahora?

—No te muevas, y no mires. ¿Promesa?

—Sí, sí, lo prometo —Lo que sea que tuviera bajo la manga me tenía intrigado,
pero no podía empezar a adivinar qué podía ser. No escuché sus pasos en la baldosa,
o ningún sonido en absoluto.

Fue lo que sucedió cinco segundos más tarde lo que nunca podría haber
soñado, no en un millón de años.

Un par de labios cálidos y suaves presionaron suavemente contra los míos al


mismo tiempo que la mano de Reid se apoderó de la parte posterior de mi cuello. Si
no me hubiera estado sosteniendo en su lugar cuando mis ojos se abrieron, me
habría echado atrás con sorpresa.

—¿Está esto bien? —murmuró contra mis labios, y mi boca se abrió


automáticamente para él antes de que mi cerebro pudiera procesar lo que estaba
sucediendo.

Esto no podría ser real. No había manera de que Reid estuviera de pie en mi
cocina besándome. De ninguna manera él había iniciado las cosas. Esto tenía que ser
un sueño, porque la realidad era demasiado alucinante para comprenderla
completamente.

Por un momento, me concentré en los labios de Reid moviéndose contra los


míos, y la forma en que el tentativo toque que había mostrado había empezado a
convertirse en algo más intenso.

Dios, cómo quería pasar mis manos debajo de su camisa para sentir su cuerpo
mientras lo apretaba más contra mí. Quería que su excitación se presionara contra la
mía, volviéndome loco hasta que no pudiera soportarlo más. Luego lo empujaría
contra el mostrador, desabrocharía sus pantalones y me dejaría caer sobre mis putas
rodillas.

Un gemido escapó de mis labios al pensarlo, y Reid lo tomó como una luz
verde, porque entonces levantó su otra mano y sentí la suavidad de terciopelo de su
lengua sumergiéndose para frotarse contra la mía.

Joder, esto había ido demasiado lejos. Nunca quería parar, y ese era el
problema. Me tomó todo lo que tenía, cada onza de control, separarme y empujarlo
a un brazo de distancia.
81
Los labios de Reid estaban rosados, y mientras estaba allí respirando
pesadamente, con los ojos vidriosos por el deseo, al principio no pareció hacer clic
que ya no estaba correspondiéndole. No fue hasta que parpadeó para enfocarse
cuando se dio cuenta de lo que estaba pasando. Que lo estaba alejando. Que esto no
podría suceder.

Un rubor se deslizó por sus mejillas mientras tartamudeaba—. Lo-lo siento,


pensé que... debo haber entendido mal.

—No es eso…

—No debería haber hecho eso. Lo siento.

—No te disculpes…

Se pasó la mano por el cabello y luego se frotó la cara—. Es solo que he estado
teniendo todos estos pensamientos, y podría haber jurado que tú también lo sentiste,
pero... estaba equivocado. Por favor, solo olvídalo.

—¿Pensamientos? ¿Qué tipo de pensamientos?

Se detuvo y me miró—. Sobre ti —dijo, como si fuera la cosa más natural del
mundo pensar en mí.

Oh, Dios. No importa. No necesitaba escuchar esto. No necesitaba que él me


tentara más de lo que ya lo hacía, porque apenas podía contenerme tal como estaba.
Pero tenía que saber...—. ¿Qué tipo de pensamientos?

—Me gustas, Ollie. Me gusta estar cerca de ti. Pasar tiempo contigo. Y
últimamente he estado pensando en cómo sería besarte.

Santa mierda. Me encontré sacudiendo la cabeza. ¿Cómo fue que no retuvo


nada? ¿Que ni siquiera se le ocurrió esconderse de mí? Ni siquiera podía admitir que
mis sentimientos iban más allá de la superficie, pero aquí estaba él, exponiéndolo
todo.
Apoyándome en el mostrador, mi voz salió áspera como un papel de lija
cuando pregunté—: ¿Y ahora que tienes?

Dio un paso hacia mí—. Quiero besarte otra vez.

El shock y la adrenalina que fluían a través de mi sistema me hicieron


retroceder, golpeando el mostrador tan fuerte que supe que tendría una contusión
más tarde—. No sabes de lo que estás hablando.

—Sí, lo hago.
82
—Creo que has olvidado lo fuerte que te golpeaste la cabeza.

—¿Qué? ¿Crees que un golpe en la cabeza me hizo querer besarte? ¿Estar a tu


alrededor? —soltó una carcajada—. Eso es ridículo.

—Simplemente no estás pensando con claridad en este momento, ¿de


acuerdo? —Hah, sin juego de palabras intencional, no es que el tema fuera
remotamente divertido. Ni siquiera entendía por qué de repente me sentía tan
molesto, aparte de que sabía que él se daría cuenta de que estaba cometiendo un
error, tarde o temprano, y no quería que me lastimaran. Tal vez Reid no tenía malas
intenciones, pero un desastre era todo lo que sucedería aquí si lo besaba de nuevo.
Y joder. Eso

—No soy un experto, pero no creo que funcione de esa manera, Ollie.

Jesucristo, Reid. Me froté las sienes—. No eres gay. Nunca has estado con
hombres en tu vida. Entiendo que puedes ser curioso, pero no estoy dispuesto a ser
tu experimento, ¿de acuerdo? —Mi corazón no podría manejar eso. Era mejor no
saber lo que me estaba perdiendo cuando se diera cuenta de que tener sentimientos
por un hombre, sexual o de otro tipo, no era para él.

—No te estoy pidiendo que lo hagas —dijo, luciendo sorprendido—. ¿Por qué
estás tan enojado?

—Enojado no es la palabra correcta.

—Entonces, ¿qué es? Obviamente, te he molestado y esa no fue mi intención.

—Me sorprendiste, eso es todo.

—No una buena sorpresa —murmuró, y luego dejó escapar un profundo


suspiro—. ¿Puedo preguntarte algo? —Sin esperar a que yo respondiera, dijo—:
¿Cómo explicas el hecho de que te recuerdo? Todo lo demás que rodea el día de mi
accidente es confuso, pero por alguna razón, eres muy claro. ¿Crees que es una
especie de coincidencia?
No. Me crucé de brazos—Sí lo hago.

—Bueno, yo no. Y no creo que tú tampoco lo hagas.

Su mirada oscura penetró a través de mí, y la mitad de mí quería recuperar


todo lo que acababa de decir y comenzar de nuevo. Regresar a cuando sus labios
estaban sobre los míos, mejor de lo que habían sido en mis sueños. Pero la otra mitad,
la mitad lógica y realista, me dijo que me aferrara a cualquier sentido de
preservación que pudiera. Fue más difícil decirlo que hacerlo con la forma en que
me dolía físicamente el corazón con cada latido violento.
83
Vi el momento en que su persistencia vaciló. Su mandíbula se apretó como si
tuviera que forzarla a cerrarse o surgirían más palabras. Y con la forma en que no le
estaba devolviendo nada más que empujones duros, parecía que su lado de auto
preservación también estaba ganando.

—Esto fue una mala idea —dijo, con voz baja y desigual—. Lo siento, Ollie.
Ojalá pudiera retractarme —Me lanzó una última mirada y luego negó antes de
pasar a mi lado—. Te veré más tarde.

—Espera, ¿qué estás haciendo?

—Me voy.

—No, Reid, no tienes que irte…

—Y no tengo razón para quedarme. Has hecho tu punto —Sus ojos


parpadearon hacia la esquina de la cocina—. Gracias por el piano —Luego se fue
por el pasillo sin darme otra mirada.

—Reid, espera —finalmente lo llamé, pero la única respuesta que obtuve fue
el sonido de la puerta cerrándose de golpe detrás de él.
CAPITULO DIEZ

—¿Debo preocuparme por qué te ves cómo alguien molesto con tu café, ¿o
tengo que intentar adivinarlo? —dijo Mike un par de días después mientras
pasábamos por una tienda departamental en el centro comercial de la ciudad
mientras estábamos entre llamadas. Quería recoger algunas cosas para el 84
cumpleaños de su esposa, y era ir con él o enfurruñarme en la plataforma como las
últimas cuarenta y ocho horas.

—No estoy de humor —Sí, incluso para mis oídos sonaba como un
adolescente malhumorado que había perdido sus privilegios de iPad. Patético.

—¿No? Asustaste como la mierda los culos de los internos esta mañana, por
ejemplo.

—Bueno. Casi me timaron mientras se suponía que estaban limpiando Big


Bertha.

—Oh. Bueno, de todos modos, acabo de agarrar un buñuelo de manzana y ni


siquiera trataste de quitarlo de mi mano.

—¿Lo hiciste?

—No, pero demuestra que no estás prestando atención a la mierda.

Suspiré—. ¿Ya conseguiste lo que necesitabas?

—Mira, si hubieras estado prestando atención, sabrías que no he comprado la


maldita cosa en primer lugar. No eres de ayuda.

—No necesitas ayuda. Solo dale algo bueno.

—¿Bueno? —Mike se burló—. Un nuevo microondas es bueno. Cambiar su


aceite y afinar su auto es bueno. Ninguna de esas cosas me va a hacer ganar puntos.

—Estás casado; no necesitas comprar cosas para tener sexo.

—Dicho como alguien que nunca ha estado casado —Cuando mi rostro no


dejó ver una sonrisa, Mike me dio un fuerte codazo—. ¿Qué sucede contigo?
¿Finalmente haces tu movimiento en Bluebird y él te rechaza?

—No del todo —tiré mi taza de café vacía en un contenedor de reciclaje


cercano—. Me besó.
Mike se quedó boquiabierto y salió un montón de nada.

—Sí. Esa fue mi reacción también.

—Mierda, Ollie. Deberíamos hacer estallar un poco de champaña o derrochar


chocolate —Mike comenzó a volverse loco, flexionando los hombros mientras se
movía a cada latido de esa gruesa cabeza suya.

—Vamos, no me hagas celebrar solo —Cuando no me uní, dejó de bailar y


puso los ojos en blanco—. Amigo, ¿cuál es el problema?
85
—¿Cuál es el problema? Eso debería ser obvio.

—Uh…—agitó su mano para que me explicara.

—No es gay. Está confundido Y no debería estar besándome.

Mike se quedó allí parpadeando—. Estas bromeando. Dime que está a punto
de vacilarme y que no lo rechazaste o algo estúpido.

—No lo entenderías —dije, alejándome.

—Oh, Dios mío. Oh, Dios mío —gruñó Mike—. Dime que no lo hiciste.

—Te dije que no lo entenderías.

—Lo siento, pero voy a necesitar que vuelvas aquí y repitas todo eso en mi
oído bueno. Porque pensé que te oí decir que el chico del que has estado enamorado
te besó por siempre y lo apartaste, pero eso no puede ser correcto, porque no eres
un imbécil.

—Es lo que dije.

—Cambié de opinión, entonces. Eres un idiota.

—Mike, dame un descanso aquí…

—¿Qué te de un descanso? ¿Qué carajo, hombre? ¿Qué sucede contigo?

—No lo sé —Demasiado inquieto para estar allí discutiendo, comencé a


caminar—. No sabe lo que está haciendo.

—Como la mierda que no lo hace.

—Reid todavía está tratando de averiguar quién es, y todo lo que estoy
haciendo es hacer que las cosas sean más confusas para él.

—Correcto. Lo quieres. Él te quiere. Nunca puede suceder —Mike se golpeó


la frente—. Espera, no, no es así.
—Se supone que debes estar de mi lado.

—¿Del lado de 'soy un maldito imbécil'?

—El lado de 'Estoy aprovechándome de alguna manera de él'.

—Por favor, recuérdame cómo es que estas aprovechándote cuando es él


quien te besó.

—¿Has olvidado que sufrió un trauma cerebral importante?

—Uh, no. Yo estuve ahí. 86

—Entonces sabrías cómo algo así puede cambiar a una persona.

—¿Y si este es quien es ahora? —Cuando mi boca se abrió y se cerró sin una
respuesta, Mike asintió—Sí. ¿Entonces qué?

No estaba dispuesto a darle la satisfacción de tener un poco de razón, así que


lo ignoré y seguí caminando.

—¿Sabes cuál creo que es tu problema? —dijo.

—No, pero tengo la sensación de que me lo dirás.

—Maldita sea, lo haré. Tienes miedo —Sus cejas se alzaron—. Sí, me has oído.
Tienes miedo de que cualquier día se despierte, me refiero a eso en sentido figurado,
y recuerde que se supone que debe estar metido hasta la muñeca en un coño.

—Mike…Jesús.

—Tal vez eso sea burdo, pero solo estoy diciendo lo que no harás. Sabes que
tengo razón.

—¿Podrías por favor irte a la mierda? —Déjame autodestruirme en paz.

—Estoy en una buena racha ahora, así que no, y te diré por qué —El humor
se desvaneció de sus ojos cuando me agarró por los hombros para hacerme
enfrentarlo—. Tú, mi amigo, eres demasiado duro contigo mismo —puse los ojos en
blanco y traté de alejarme, pero su agarre era fuerte—. No, no, escucha. Es verdad.
Pareces pensar que todos en el mundo merecen la felicidad excepto tú. Pero sé cómo
te sientes acerca de este chico. He visto lo que has estado haciendo por él. No hay
una onza de mala intención allí. Probablemente nada que él te haría a ti, tampoco.

Cerré mis ojos. Dios, odiaba cuando tenía razón. Odiaba ser tan cauteloso con
Reid, mientras que involuntariamente lo estaba arruinando todo.
—Deja de luchar, mi hombre —dijo Mike, con un tono más suave del que
nunca había escuchado—Te preocupas por el chico. Joder, hazlo. No quiero tener
que decírtelo dos veces.

Cuando asentí, una sonrisa se extendió lentamente por su rostro—. ¿Sí?


¿Estamos bien? —dijo.

—Estamos bien.

—Fan-jodido-tastico —Me dio una palmada en el hombro, y cuando


caminamos de nuevo, pasamos por una sección llena de lencería femenina, y Mike 87
se detuvo bruscamente y dejó escapar un silbido—. Hoo-la, ahora estamos hablando.

Y así, el tiempo para una conversación seria había terminado.

—¿Qué estás haciendo? —dije.

—Ahora que he resuelto tus problemas por ti—eres bienvenido—necesito


comprarle algo mi esposa —hojeó el estante y, después de agarrar un par de
conjuntos de encaje apenas decentes, me los ofreció…—. ¿Qué piensas? ¿A Deb le
gustaría el blanco o el rosa?

—Eso no es lo que ella quiere.

—¿Cómo lo sabes? Podría hacerlo —los miró de nuevo—. Le gusta el rosa.

—Eso es un regalo para ti, no para ella —le dije, arrebatando las perchas de
sus manos y poniéndolas de nuevo en el estante—. Dale un día en el spa. Te
agradecerá por eso.

Mike frunció los labios pero luego asintió—. Si, bien. De todos modos, estos
no durarían mucho tiempo —Luego soltó un gruñido para insinuar que los estaría
destrozando en pedazos.

—No estoy tratando de escuchar esto —dije, caminando hacia la salida,


mientras me seguía los talones. Al menos había dejado caer nuestra conversación
anterior, y por eso estaba agradecido.

—Hey, no crees que esos lugares de masaje también den un final feliz a las
mujeres, ¿verdad?

Chillé hasta detenerme—. ¿A dónde has ido para obtener un maldito final
feliz?

—¿Qué? No me estoy refiriendo a mí, lo estoy diciendo en general —Luego


me dio un codazo—. ¿Por qué, sabes de uno?

—Jesús —murmuré—. No.


—Hah, estaba bromeando. Nunca haría eso.

—Claro, no lo harías.

—No lo haría. Pero en serio, tampoco le conseguiré a mi esposa un poco de


mierda de final feliz, así que será mejor que me avisen si ofrecen ese tipo de servicios.

—Camino al estereotipo.

—No se trata de estereotipos; es una pregunta legítima.

—Bueno, siento haberte dicho esto, pero no sabría de ningún lugar como ese. 88

—Correcto. Prefieres que tus finales felices permanezcan en tu cabeza, y no


me refiero a la que está debajo de tu cinturón.

—¿Mike?

—¿Sí?

—Cállate.

—Hey, estoy hablando en serio.

—Estaré en el camión.

—Oh, vamos, te estaba dando mierda —Cuando abrí la puerta de salida, lo oí


reír y gritar—. ¡Ollie! Vamos, Ollie, regresa. Juro que no le diré a nadie sobre la
erupción.

Sorprendentemente, dejo que Mike vaya a casa en una sola pieza. Después de
pasar por uno de los spas del centro de la ciudad para obtener la tarjeta de regalo de
Deb—y la seguridad de que eran profesionales y no contrataban a ningún hombre
atractivo para molestar a Mike—había llegado el momento de dejarlo todo y regresar
a casa por un largo tiempo en la ducha con agua caliente.

Pero todavía estaba inquieto, mi mente luchaba contra sí misma. Hablar con
Mike antes me había demostrado lo estúpido que estaba siendo. Porque cuando
llegó el momento, ¿de qué estaba realmente preocupado? ¿Que Reid no estaba en
posición de pensar claramente por sí mismo?
¿O es que yo estaba demasiado jodidamente asustado de que terminara
lastimándome?

Ding, ding, ding. A ganar a ganar, pollo para cenar.

A eso se reducía todo, ¿no? Estaba asustado como la mierda. Y ese miedo me
hizo alejar la única cosa que realmente quería.

Reid.

Cristo, yo era un poco tonto.


89
Después de cerrar el agua, agarré una toalla y me pregunté qué hacer al
respecto. ¿Llamaba a Reid y me disculpaba? ¿Quería que lo hiciera? ¿O necesitaba
darle espacio?

Todavía inseguro después de quitarme la toalla, y demasiado ansioso por


sentarme, decidí hacer la única cosa que siempre ayudaba a aclarar mi cabeza a pesar
de que necesitaría otra ducha más tarde—salí a correr.

Naranja y rosa rayaron el cielo parcialmente nublado cuando el sol comenzó


a descender, y la temperatura era lo suficientemente suave como para salir y
saltarme una chaqueta.

Cuanto más corrí, más claro se volvió que había cometido un gran error con
Reid la otra noche. Debería haberme arrodillado, agradeciéndole a Dios o a mis
estrellas de la suerte que habían estado escuchando mis sueños, pero en cambio,
creía que era demasiado bueno para ser verdad.

Solo esperaba que no fuera demasiado tarde para arreglar las cosas.

Al final resultó que, no tendría que golpear la puerta de sus padres, porque
al acercarme, pude ver a Reid de pie junto al lago, rompiendo pedazos de pan de la
bolsa que sostenía y tirándoselos a los patos graznando, que prácticamente se
empujaron entre sí para bucear por la comida.

Reduje la velocidad a un trote ligero y dejé que mi respiración se ralentizara


y cuando estaba a solo unos metros de distancia, Reid finalmente levantó la vista,
con una expresión inescrutable en su rostro.

—Oye —dije, dando un paso adelante con cautela, como si me estuviera


acercando a un animal asustadizo que podría huir.

—¿Viniste todo este camino por mí, o solo saliste a correr?

Ah, así que no había sido el único que estaba enfadado hoy—. No estaba
seguro de si querías verme.
Los ojos de Reid se estrecharon—. ¿Por qué no querría verte? Creo que dejé
en claro cuánto quiero verte.

Levanto mis manos—. Sé que lo hiciste. Y lo siento, me asusté…

—¿Por qué te asustaste? —dijo, caminando hacia mí, sus ojos marrones
chocaron contra los míos—. He visto la forma en que me miras, Ollie. Es posible que
tenga algunos agujeros que no puedo reconciliar, pero no soy estúpido.

—Sé que no lo eres.


90
—Sabes, desde que salí del hospital, he estado caminando sobre cáscaras de
huevo con todos. Mis padres, mi hermana, la gente a la que llamé amigos. Fuiste la
única persona que me hizo sentir normal. La única persona con la que no me sentía
estúpido.

—Reid…

—No, no he terminado. He tenido dos días para reflexionar sobre esto, así
que solo tendrás que escuchar —Se detuvo y se puso las manos en las caderas—.
¿Dónde estaba?

Reprimí una sonrisa—. Soy la única persona con la que te sientes normal.

—Sí, y maldito seas por eso si te vas a asustar por un beso.

—Tienes razón —enderecé mis hombros y dejé escapar un suspiro—. Me


asusté.

—¿Te asustaste? ¿Por qué?

—Creo que sabes por qué.

—Ahí vas asumiendo otra vez. Así que digamos que no sé por qué. ¿De qué
tienes que tener miedo?

—Tú.

Reid retrocedió como si lo hubiera abofeteado—. ¿Por qué?

Antes de que pudiera responder, el enjambre de patos que había estado


alimentando se colocó en el banco de hierba y rodearon a Reid, picoteando la bolsa
de pan sobrante que sostenía. Metió la mano en el interior y arrojó un par de
puñados al lago, enviando a la mayoría de los patos a remar en el agua mientras los
otros rezagados se quedaban alrededor de sus pies, buscando pedacitos en el suelo.
—Eso es todo lo que tengo, chicos —dijo, arrojando el resto de la hogaza al
lago—. Vamos. Shoo. Vayan a comer algo de pescado. Así es, la proteína es mejor
para ustedes que los carbohidratos.

Mientras todos regresaban al agua fría y nadaban en busca de otra comida, se


limpió las migajas de las manos y me enfrentó de nuevo.

—Le doy pan a los patos en mi tiempo libre, por el amor de Dios. No soy tan
aterrador.

Una sonrisa hervía a fuego lento en el borde de mis labios—. Esa es sólo una 91
de tus muchas cualidades entrañables.

Reid me miró y negó lentamente—. Me estás confundiendo, ¿lo sabes?

—No quiero hacerlo. La cosa es…—Solo dilo. Él ya lo sabe, así que dilo—. Estoy
jodidamente loco por ti.

Reid inhaló bruscamente, sus ojos se ensancharon y yo seguí adelante antes


de que tuviera la oportunidad de decir algo.

—Solo me contuve la otra noche porque no quería cometer un error que


desearías poder volver atrás. No quiero ser un error para ti.

—Ollie —dijo, su voz tan fuerte que sonaba como un susurro estrangulado—
. Tú no eres. Yo no haría eso.

—Eso lo dices ahora, pero…

—Pero nada. No eres el error de nadie, especialmente el mío.

Un calor que no había sentido en años se extendió por mi pecho, y por mucho
que intenté reprimir una sonrisa, se liberó de todos modos.

—Sé lo que estás pensando —dijo Reid, dando un paso hacia mí—. ¿Qué pasa
si de repente recuerdo mi vida antes de ti y de alguna manera te miro de manera
diferente? —dio otro paso, esta vez acercándose más—. Pero todo lo que puedo decir
es que debes confiar en que puedo tomar mis propias decisiones. No entiendo lo que
está sucediendo más que tú, pero al menos estoy dispuesto a intentarlo. ¿Lo estás
tú?

Alcancé su brazo y lo atraje hacia mí, y vino voluntariamente. Su frente rozó


la mía, y como lo superaba por unos centímetros, tuvo que estirar un poco el cuello
para mirarme. Nadie más existía con él mirándome así—el lago, la gente que pasaba,
todo se desvaneció hasta que todo lo que pude ver y sentir fue Reid.
—¿Podemos intentar esto de nuevo? —pregunté, dándole la oportunidad de
cambiar de opinión y alejarse si quería, pero cuando la lengua de Reid salió a
humedecerse los labios, esa fue la única señal que necesitaba.

Acuné la cabeza de Reid con mis dedos y barrí su mandíbula con mis
pulgares. Respiró inestable mientras buscaba en sus ojos, buscando alguna señal de
vacilación.

—Bésame, Ollie —susurró, y ese fue el empujón final que necesitaba.


Inclinando mi cabeza hacia la suya, hice el primer movimiento esta vez, rozando mis
92
labios contra los suyos antes de tomar su boca en la mía. Sus labios se separaron
cuando me recibió dentro, y sus manos se movieron hacia mi cintura, sujetándome
con fuerza. No pude detener el estremecimiento que me recorrió mientras me
permitía saborear el sabor y la sensación de él. Sabía cómo la fruta prohibida más
deliciosa, pero me convencí de que era mío para ser tomado.

Mientras nuestras lenguas se enredaban, Reid gimió y sus manos se movieron


de mi cintura a mi espalda baja, presionándome contra él, dejándome sentir su
excitación contra la mía. En un reflejo, empujé mis caderas hacia las suyas, y jadeó
antes de perseguir mis labios ansiosamente por más.

Me perdí en él, justo allí, en medio del lago, mientras el sol se desvanecía en
la noche, y era mejor que cualquier cosa que pudiera haber imaginado. Le hubiera
besado allí para siempre si no hubiera sido por una bola rebotando y golpeando la
parte posterior de mis pantorrillas.

Nos separamos, justo cuando un niño pequeño de unos cinco años corría por
el banco hacía de la pelota, con su madre volando detrás de él.

—Jack —gritó, mientras el chico agarraba la pelota donde había aterrizado a


mis pies—. Te dije que no la tiraras hasta que llegáramos a casa —suspiró y se frotó
la frente y luego nos dio una sonrisa educada y cansada—. Lo siento por eso.

—No hay problema —dije, manteniéndome pegado al frente de Reid, porque,


bueno, estaba duro como una puta roca.

El niño corrió colina arriba, pelota en mano, y me volví hacia Reid, que tenía
una sonrisa en su rostro y me estaba mirando, no a la familia que pasaba.

—Entonces —agarró la cintura de mis pantalones—. Estás realmente loco por


mí, ¿eh?

Eché mi cabeza hacia atrás en una carcajada y dejé que mis manos bajaran por
sus brazos. La piel de gallina cubrió su piel donde la toqué. Me gusta eso. Eso me
gustaba muchísimo.
—No dejes que eso se te suba a la cabeza, Bluebird.

Reid me sonrió y luego se levantó sobre las puntas de sus pies para besarme
de nuevo, pero antes de que lo hiciera, susurró—: Demasiado tarde.

93
CAPITULO ONCE

Pasamos todas las noches juntos esa semana. Una noche volvimos a
Fisherman´s Grill y pasamos por la tienda de música de nuevo. Reid finalmente
había reunido el coraje para preguntarle a la mujer cómo la conocía, y ella le dijo que
lo había asesorado en la universidad. 94

Hubo un par de noches que trabajé hasta tarde, y terminamos ordenando y


descansando en el sofá, pasando más tiempo hablando que prestando atención a
cualquier cosa en la televisión. Me sorprendió saber que una vez que Reid tomaba
una decisión acerca de algo, no se mostró tímido respecto al seguimiento, y fue
especialmente cierto ya que habíamos aclarado el aire entre nosotros. Si quería
besarme, lo hacía. Si quería tomar mi mano, la alcanzaba. Amaba la forma en que
siempre quería estar cerca o tocando, su mano siempre haciendo contacto, ya sea en
mi cintura, mi brazo, mi muslo. Y aunque las cosas no habían progresado más allá
de nuestros arreglos nocturnos, me contenté con seguir así durante el tiempo que
necesitara.

Contenido restrictivo; aún así era más feliz de lo que podía recordar haberlo
sido—jamás.

Ese fin de semana, cuando le pregunté a Reid si estaba listo para una
aventura, y él respondió con un contundente—. Infiernos, sí —decidí llevarnos una
hora al este a uno de mis lugares escondidos favoritos. Cuando terminamos en la
montaña, recordé la conversación que había provocado la idea en primer lugar.

—Estoy aprendiendo todas estas cosas sobre mí, pero aún no sé lo suficiente sobre ti
—dijo Reid, mientras yacía en mi regazo y le acaricié el cabello distraídamente.
—Suficiente —dije—. ¿Y cuándo sabrás lo suficiente?
—Cuando conozca todo.
—Hmm. Eso podría tomar un tiempo.
Con un encogimiento de hombros y una sonrisa perezosa, dijo—: Tengo un tiempo.
Se me había ocurrido entonces que, en lugar de decirle las cosas que
disfrutaba, sería mucho más interesante si pudiera mostrarle. Y en la mitad de una
de las montañas del norte de Georgia se encontraba un tesoro escondido, uno que
comenzó en un estacionamiento abandonado hace mucho tiempo.

Cuando nos detuvimos, Reid bajó sus gafas de sol y miró alrededor del
espacio descuidado. Las malas hierbas crecían a través de las grietas en la grava, y
la única señalización que indicaba que había algo más allá de los arbustos crecidos
de forma salvaje era una señal de madera destartalada pintada con la palabra
¨Cuidado¨. 95

Reid se inclinó sobre mí para mirar el tablero de instrumentos cuando apagué


el auto—. Uh, ¿nos quedamos sin gasolina?

—No. Estamos aquí.

—Define 'aquí'.

—Dijiste que estabas listo para una aventura, ¿verdad? —abrí mi puerta—.
Vamos a tener una.

Reid se quedó quieto—. Siento que un payaso demente saldrá de esos


arbustos y me cortará en trozos pequeños.

—No seas tonto —dije, sacando la mochila de alimentos y bebidas del asiento
trasero y poniéndomela—. Los payasos no cortan. Rebanan y comen en pedazos.

—¿Qué?

—Estoy bromeando. Pero no te preocupes; yo te protegeré.

Con una ceja levantada, Reid abrió su puerta, y recorrí la parte trasera de mi
auto para tomar su mano. Lo guié a través de una pequeña abertura en los arbustos,
y cuando pasamos junto a ellos, sus ojos se agrandaron.

A unos trescientos metros de distancia se encontraba la antigua entrada de


ladrillos del parque, con un cartel verde y amarillo descolorido colgando sobre la
entrada proclamando: Estamos listos para ver al Mago…

Y más allá de eso, un vistazo de lo que una vez había sido un camino de
ladrillos amarillos de colores brillantes que conducía a través del denso bosque.

—¿Qué es este lugar? —dijo Reid mientras nos dirigíamos hacia la entrada.

—Fue un parque de diversiones construido en los años setenta, pero en


realidad nunca despegó. Ha estado abandonado por décadas, y creo que la mayoría
de las personas han olvidado que existió alguna vez.
—¿Un parque de diversiones del Mago de Oz? ¿Por qué no sería eso enorme?
Especialmente si tenían monos voladores.

—Tal vez ese fue el problema. No lo hacían —hice un guiño cuando nos
acercamos al arco de ladrillo abierto, donde una taquilla estaba inactiva a la
izquierda, y una tienda de regalos cerrada subía a la derecha. No había puertas, ni
cerraduras que nos impidieran salir, y cuando entramos, Reid tiró de mi mano.

—¿Se considera una violación si está abandonado?

—Probablemente. No te importa romper algunas reglas conmigo, ¿verdad? 96

Reid frunció los labios, pero no se resistió cuando nos conduje hacia el camino
desigual de ladrillos que se habían desvanecido a un amarillo opaco—. Pareces ser
bastante rompe reglas. Entrar a escondidas en viejos parques, a escondidas en las
habitaciones del hospital….

Dejo escapar una estruendosa risa—. No te quejas, ¿verdad?

—No sobre lo último.

—Bueno, querías saber más sobre mí —Me detuve y señalé.

—¿Estás tratando de decirme que estás obsesionado con el Mago de Oz?

—No —dije con un resoplido.

—Sí, claro. Fueron las zapatillas de color rojo rubí las que lo hicieron,
¿verdad? ¿Eso es lo que te obsesionó? O tal vez simplemente te guste el ambiente
espeluznante de los lugares abandonados.

—Bingo. Pero no creo que sea espeluznante. Es más…

—¿Escalofriante?

—¿Encantadoramente espeluznante?

Negué—. Creo que es un poco romántico —señalé los árboles que se elevaban
a cada lado de nosotros, sus ramas rígidas y severas, a diferencia de la última vez
que había estado aquí, rodeado por la exuberante vegetación del verano. O el tiempo
anterior a eso, cerca de Halloween, cuando las hojas habían estado cambiando y
ensuciando el suelo—. Oh. Bien... es bueno en cualquier otra época del año, supongo.
Supongo que el invierno hace que tome una sensación diferente. No pensé en eso.

Reid vino a pararse frente a mí y agarró mis solapas de la chaqueta—. Creo


que es genial. ¿Tengo un tour privado?
—Mhmm —dije, mientras me centraba en sus labios, y no pude resistir
inclinarme hacia delante para probar. Se inclinó hacia mí, profundizando el beso,
pero antes de que mi polla pudiera sentarse y darse cuenta, Reid se apartó y soltó
mi chaqueta. Luego volvió a tomar mi mano.

—Vamos a ver al Mago, ¿verdad? —dijo con una sonrisa, mientras


emprendíamos el camino de ladrillos amarillos, con cuidado de evitar los ladrillos
que sobresalían en un ángulo extraño. Lo último que necesitábamos era otra visita a
la sala de emergencias, pero para un esguince de tobillo—. Tal vez él pueda
ayudarme a reubicar mi cerebro… 97

—¿Por qué crees que estamos aquí?

Me golpeó, empujándome fuera del camino hacia la hierba mientras sacudía


la cabeza—. Sabelotodo.

Mientras caminábamos, señalé las vistas, que había buscado en línea después
de mi primera visita. La choza con una bicicleta oxidada contra el frente había sido
la casa de la familia de Dorothy, y el campo en la parte posterior habría servido como
un zoológico para los huéspedes del parque cuando estaba abierto. Más abajo, había
una tienda de disfraces para que niños y adultos se disfrazaran de sus personajes
favoritos de la película. Y luego, a lo lejos, en una colina, un imponente castillo con
agujas que representaban la Ciudad Esmeralda.

—Esto es increíble —dijo Reid—. ¿Cómo has encontrado este lugar?

—Uno de los chicos en el trabajo salía con una chica que estaba obsesionada
con el Mago de Oz y sabía de este lugar. Lo mencionó de pasada una vez, así que hice
el viaje hacia aquí arriba.

A medida que nos acercábamos la Ciudad Esmeralda, el bosque se abría a un


área grande que había sido despejada para que las familias hicieran un picnic, y nos
conduje a un parche que no había sido invadido por maleza. La cerca que había
corrido a lo largo del perímetro había desaparecido hacía mucho tiempo, lo que nos
daba una magnífica vista de las colinas de abajo.

Después de extender la manta que había traído para que nos sentáramos,
preparé los contenedores del almuerzo y las bebidas que había empacado esa
mañana, y nos comimos nuestros sándwiches mientras contemplamos la vista.

Cuando terminó, Reid se limpió las manos y me lanzó una sonrisa


maliciosa—. Primera cita con Ollie: un viejo parque espeluznante.

—Oye, grosero. ¿Y cómo es que consideras que esta es nuestra primera cita?

—Primera cita fuera.


—Mhmm. Primera cita espeluznante afuera —murmuré, fingiendo hacer
pucheros.

—En realidad —se deslizó más cerca de mí y me besó en la mandíbula—. Esto


es muy genial. Me gusta que me hayas llevado a un lugar inesperado.

—Me gusta lo inesperado.

Reid se apoyó en una mano y entrelazó sus dedos con los míos.

—A veces, en mis días libres, me gusta subir a mi auto e irme lejos —le dije—
98
. Conducir a un lugar en el que nunca he estado o perderme y tratar de encontrar mi
salida. Descubro parques frescos y abandonados como este, o lugares en los que
nunca he estado. Hay tanta belleza y lugares interesantes que la gente nunca verá
porque tienen demasiado miedo de salirse del camino trillado —froté mi pulgar
contra el suyo—. Además, me aleja de la mayoría de la raza humana.

—No pareces demasiado antisocial —bromeó.

—No, pero es bueno relajarse a veces. Mi trabajo es estresante, y cuando llega


a ser demasiado, me gusta poder escapar y despejar mi cabeza.

Reid asintió mientras miraba hacia las colinas—. Creo que también me gusta
eso. Un descanso para el cerebro…

—¿Un descanso para el cerebro? —Me reí entre dientes—. Creo que ya has
tenido suficiente de eso, ¿no lo dirías?

Su mandíbula cayó abierta y luego se echó a reír—. Oh, touché, touché.


Tendré que hacerte pagar por eso.

—¿Promesa?

La cabeza de Reid se giró en mi dirección, y dos segundos después me empujó


de nuevo sobre la manta y puso su mano en mi pecho para sostenerme en su lugar.

—¿Qué…? —empecé, pero Reid se movió sobre mí, a horcajadas en mi


cintura, y luego se agachó y me besó, efectivamente haciéndome callar.

—Por favor, dime que esta es tu manera de hacerme pagar —murmuré contra
sus labios, y mientras me inclinaba para más, él se recostó.

—En realidad, sí —Su peso sobre mi estómago desapareció cuando se apartó


de mí y tomó un trago de su agua como si no me hubiera atacado.

—Wow —Me senté y sacudí la cabeza, aturdido—. Eres un maldito


provocador malvado.
—¿Cómo fue eso para un cerebro roto?

—Has probado tu punto. Y cortaste mi circulación —dije, cambiando mi


creciente erección para poder sentarme.

Las fosas nasales de Reid se ensancharon cuando miró hacia abajo, y se dirigió
hacia mí otra vez, pero yo levanté una mano.

—Whoa, chico. Dame unos minutos para calmarme.

—Tal vez pueda ayudar —sugirió, pero entonces vi el brillo diabólico en sus
99
ojos—. ¿Podría darte una mano...?

—Joooder, eso no está ayudando. Habla de otra cosa —dije, mientras me


recostaba en la manta para estirarme.
—¿Algo más que la enorme pitón en tus pantalones?

Dejo escapar una risa estrangulada—. Sí, aparte de eso.

—¿Supongo que tampoco quieres hablar sobre la mía?

—Reid.

—Está bien, está bien —Se rió de nuevo antes de quedarse callado—. Hay
algo que quería preguntarte, pero no tienes que responder si no quiere.

—Ahora, eso no suena como el hombre que exigió saber "todo "sobre mí.

—Estaba tratando de darte una salida, pero tienes razón. Tienes que decirme.

Me reí entre dientes cuando me moví a mi lado y me apoyé sobre mi codo


para prepararme para lo que fuera que venía en mi camino—. Adelante. Dispara.

—Okay —juntó sus manos en su regazo—. ¿Cuándo supiste que eras gay?

—¿Eso es?

—¿Qué? Esa es una pregunta muy personal.

—Por cómo lo hiciste sonar, pensé que estabas pidiendo cosas tipo bóveda.

—Oh, eso suena jugoso. ¿Puedo tener las cosas de la bóveda también?

—Tal vez un día si lo pides amablemente —dije, guiñando un ojo—. Y para


responder a tu pregunta, creo que siempre lo he sabido. No recuerdo un momento
en el que alguna vez hubiese un lapso de claridad para mí. Simplemente siempre
fue así.

—¿Y tu familia lo sabía?


—Lo sabían. Me sentaron para la "charla", tú sabes cual, y hombre. Mi padre
lo manejó como un campeón —pasé mi mano por el rastrojo en mi mejilla mientras
pensaba—. No creo que haya conocido a un hombre gay en su vida, pero nunca se
avergonzó ni se abstuvo de decirme exactamente qué esperar y cómo mantenerme
a salvo. No creo que lo haya respetado más de lo que lo hice entonces. A veces, en
una ciudad conservadora puede ser difícil ser alguien fuera de la caja mayoritaria,
pero nunca sentí nada más que orgullo cuando me miró. Eso también va para mi
mamá.

—Me suenan como buenas personas. 100

—Sí —dije, asintiendo—. Los mejores.

Reid miró sus manos inquietas—. Todavía no le he contado a mi familia sobre


ti.

—Me lo imaginé.

—¿Eso te molesta?

—No —le contesté—. Esa es tu llamada. Nunca te presionaré para que hagas
algo que no estés listo para hacer. Quiero decir, puedes levantarte mañana y decidir
que no quieres hacer esto. Y eso estaría bien —Mal. Dolería como un hijo de puta—. En
los últimos meses, has pasado un momento digno de pena, y se te permite tomar las
cosas a cualquier ritmo que se sienta cómodo.

Reid se recostó sobre su costado e imitó mi postura, apoyado en su codo—.


¿Ollie?

—¿Sí?

—Nunca me veo cambiar de opinión sobre ti.

Sus palabras derritieron mi corazón, pero no fui tan tonto como para creerlas,
todavía no.

—¿Puedo hacerte otra pregunta?

—No. Sí.

—¿Cómo se …? Um. Quiero decir, ¿cómo funciona cuando tú...? —Un sonrojo
golpeó sus mejillas mientras luchaba por decir lo que más le interesaba—. Al igual
que tú... o alguien... Ah, mierda. No sé lo que estoy tratando de decir.

—¿Me estás preguntando si soy activo o pasivo?

—Uh... no sé lo que eso significa.


No, mierda, Ollie, por supuesto que no—. Básicamente significa si me gusta follar
o me gusta que me follen.

—Oh —Su sonrojo se profundizó—. Entonces, sí, eso es lo que quise decir.

—Ya me lo imaginaba. Y no tienes que sentirte tímido para preguntar. Esa es


una pregunta normal y es muy importante cuando conoces a alguien con quien
quizás quieras estar de esa manera. Sinceramente, mi preferencia es que me gusta
ser pasivo—eso es ser follado—pero cambiaría y estaría arriba por alguien que me
importara.
101
Reid asintió y se quedó en silencio por un largo tiempo, pero después de que
un minuto pasó y todavía no dijo nada, dije—: ¿Es eso demasiado para asimilar?

—¿Eh? Oh no, no. Estaba... archivándolo para más tarde.

—Bueno. Y para que lo sepas, no hay prisa aquí, ¿de acuerdo? Quiero pasar
tiempo contigo, en la forma que sea necesaria.

Me alcanzó y me pasó la mano por el brazo—. Gracias por traerme aquí. Por
mostrarme esta parte de ti.

—Es mejor saber en qué te estás metiendo ahora.

—Confía en mí, no me quejo. Ni siquiera cerca —Reid se mordió el interior


de la mejilla y pareció debatir consigo mismo—. ¿Y si… yo quisiera más? ¿Estaría
bien?

Joder, sí, quería decir, pero me obligué a moderar mi reacción.

—Creo que podría manejar eso.

—¿Sí? —movió su mano sobre mi hombro, por mi cuello, y luego volvió a


bajar, pero esta vez arrastró sus dedos por mi pecho. Respiré temblorosamente
cuando mi estómago se apretó bajo su toque, y cuando llegó al borde de mi camisa,
sus ojos se movieron hacia los míos.

—¿Puedo? —preguntó.

Cuando asentí, su mano desapareció debajo de la tela, y mi piel se estremeció


donde sus dedos rozaron mis abdominales y el espacio entre mis pectorales. Luego
su pulgar rozó mi pezón endurecido, inhalé un suspiro y tuve que morderme el labio
para no gemir.

Se acercó más, hasta que nuestros cuerpos se alinearon, y luego empujó su


rodilla entre mis muslos, abriéndolos para que nuestras piernas se enredaran y
pudiera envolver su brazo alrededor de mi cintura. Cuando sellé nuestros labios,
sus caderas empezaron a balancearse contra las mías, y la fricción de nuestros
pantalones rozando nuestras erecciones, la sensación de él moviéndose contra mí, y
el conocimiento de que fuimos mi cuerpo y yo los que causaron esta reacción en
Reid…Quería jodidamente explotar. No podía obtener lo suficiente, y sabía que no
duraría mucho si seguíamos adelante.

Reid fue el primero en separarse, respirando con dificultad, y aunque no


quería detenerme, tampoco quería que su primera experiencia conmigo fuera en un
pedazo de tierra. Quería que pudiéramos tomarnos nuestro tiempo, y quería lamer
y chupar y besar cada centímetro de su delgado cuerpo… 102

—Ollie —La voz de Reid era ronca y llena de necesidad—. ¿Podemos…?

—¿Sí?

—¿Podemos volver a tu casa? —No me perdí la forma en que sus caderas se


movieron cuando presentó su solicitud, o la forma en que mi ritmo cardíaco subió
otra muesca—. Quiero…

Oh mierda. Cuando su mano apretó mi culo, presionándonos más cerca, Reid


ni siquiera tuvo que terminar su oración. Podía sentir su pulso bajo mis dedos,
corriendo tan rápido como el mío. Sabía exactamente lo que quería. Lo que yo
también quería. Cómo diablos se suponía que debía llevarnos a casa con la furiosa
erección que ahora estaba llevando, no lo sabía, porque era más difícil de lo que
nunca había sido, y todo era por él.

—Sí —susurré, luego lo besé de nuevo, profundo y ansioso, haciéndole saber


que estaba despierto—en más de una forma—por lo que fuera que quisiera hacer.

Después de que nos separamos y nos pusimos de pie, Reid me ayudó a tirar
todo en la mochila, y cuando vi la evidencia de su excitación presionada firmemente
contra sus pantalones, tuve que decirme que me detuviera y pensara en algo,
cualquier cosa, otra cosa antes de volar mi carga en mis jeans sin que él siquiera me
tocara.

Y... mierda. Él quería tocarme. De la misma manera que quería tocarlo. Podía
verlo en su mirada y sentirlo en la vibración entre nosotros.

Solo rezaba para que pudiéramos llevarnos a casa antes de la combustión.


CAPITULO DOCE

Tuve los nudillos blancos de tanto apretar el volante todo el camino a casa, y
el silencio entre nosotros casi me volvía loco. Reid estaba callado, y él nunca estaba
callado, lo que me habría preocupado si no hubiera visto sus puños apretados en su 103
regazo mientras intentaba no mirarme.

Apenas recordaba salir del auto o abrir la puerta principal, pero todo se volvió
tan claro como el cristal en cuanto la puerta se cerró de golpe detrás de nosotros.

Reid se lanzó hacia mi boca al mismo tiempo que lo alcancé, y nos devoramos
mutuamente mientras intentábamos quitarnos los zapatos. Nos tropezamos juntos
por el pasillo, nuestros labios no se dejaron el uno al otro durante más tiempo del
necesario para quitarnos las camisas. Al entrar en mi habitación, caímos en la puerta,
las manos de Reid en mi cabello y las mías lo sostuvieron contra mí.

Escuché sus pantalones caer al suelo, y luego alcanzó el mío. Cuando


desabotonó mis jeans, mis ojos se abrieron y me di cuenta de lo que había estado a
punto de dejar que sucediera.

—Espera, espera, espera —dije, agarrando sus muñecas y empujándolo un


poco hacia atrás—No quiero —respiración profunda—, apresurar esto.

—Si estás preocupado sobre si voy a cambiar de opinión…

—No —luché por más aire, tratando de calmar mi puto libido—. No es eso.

La frente de Reid se frunció—. Espera, ¿tú has cambiado de opinión?

Dios, no. Bajé su mano a la parte delantera de mis jeans, donde mi polla se
contrajo tan pronto como entró en contacto—. Créeme. Joder no, no lo he hecho. Pero
te quiero demasiado para que esto termine en los próximos cinco minutos.

Cuando lo solté, retrocedió, sus pies tropezaron con el marco de la cama. Se


volvió para mirar a lo que se había topado, y al ver mi cama tamaño king, dijo—: Oh
Dios —me miró, luego volvió a mirar la cama, luego otra vez a mí—. Tienes razón.
La tienes. Mierda.

Se frotó el estómago como si fuera a estar enfermo, y esperaba que no pensara


que todo esto era un error ahora que la realidad se estaba estableciendo.
—¿Estás bien? —le pregunté.

—¿Por qué me siento nervioso de repente?

—¿Estás molesto?

—No. No molesto.

—¿Asustado?

—Um... no lo creo.
104
—¿Ansioso?

Tragó—: S-sí, creo que tal vez es eso.

Di un paso hacia él—: ¿Cómo te sientes ahora?

—Como... quiero que te acerques más.

Otro paso—. ¿Y ahora?

Estaba lo suficientemente cerca como para que Reid se estirara y colocara su


mano contra mi estómago—. No creo que sean nervios lo que siento.

Cubrí su mano con la mía—. ¿Reid?

—¿Sí?

—Sube a la cama.

Sus ojos se abrieron un poco, pero luego hizo lo que le ordenaron y se deslizó
de nuevo sobre el colchón, vestido solo con un par de bóxers gris oscuro. Mantuve
mis jeans puestos por el momento, porque necesitaba esa barrera si iba a intentar
tomar las cosas lentamente. Subiéndome al colchón, me deleitaba con cómo Reid me
seguía, con la lujuria girando detrás de esos ojos marrones. Se levantó sobre sus
rodillas cuando lo hice, y tomé su cara entre mis manos.

—Puedes detener esto en cualquier momento —le dije, porque una pequeña
astilla aún me retenía, hasta que escuché las palabras que necesitaba escuchar salir
de su boca.

—No quiero parar.

Acercando su cara a la mía, chupé su labio inferior, y cuando gimió, empujé


mi lengua dentro del calor caliente y húmedo de su boca.

Si esto era todo lo que alguna vez hubiera tenido, nuestras bocas
fusionándose y nada más, sabía que todavía moriría como un hombre feliz. Pero el
apetito de Reid parecía coincidir completamente con el mío, porque se agachó de
espaldas y me jaló con él.

Estirándome a su lado, arrastré las yemas de mis dedos entre sus pectorales,
luego sobre su estómago, y pude ver la forma en que su cuerpo temblaba bajo mi
toque—. ¿Todavía estás nervioso?

—No por ti.

Sonreí—. ¿Me dirás si es demasiado? —Fui más abajo, mis dedos entrando
furtivamente debajo de la banda de sus bóxers para barrer sobre la tersa piel que 105
llevaba a los suaves rizos que sabía que serían tan oscuros como el cabello de su
cabeza.

La respiración de Reid se enganchó—. No va a serlo. Confía en mí —Su


erección se tensó, se volvió gruesa y dura contra el material delgado, y capturé sus
labios en un beso antes de mover mi mano para ahuecarlo.

Jadeó contra mi boca cuando lo acaricié a través de la tela, sus besos se


volvieron hambrientos, y luego se separó lo suficiente como para decir—: Eso se
siente... tan bien —Cuando arqueó la espalda, envió sus caderas contra mí mano,
codiciosa y ávida. Aquí era donde lo quería, desesperado por más.

Pero él no era el único que necesitaba más.

Me levanté, acomodándome sobre mis rodillas, y luego agarré su cintura con


ambas manos. Cuando bajé sus bóxers lentamente por su cuerpo, disfruté la vista de
verlo desnudo y debajo de mí por primera vez.

Era jodidamente perfecto.

Rizos marrones y muy recortados rodeaban su polla enrojecida, la longitud


hinchada apuntando hacia su dueño, quien me observaba con ojos voraces.

Dejando a un lado sus bóxers, me acomodé entre sus muslos, salivando ya al


probar lo que había deseado durante tanto tiempo...

—Espera.

Me quedé helado.

Tomó un suspiro tembloroso—. ¿No puedo verte?

Miré hacia abajo, donde todavía llevaba mis jeans, aunque colgaban abiertos
de donde los había desabotonado—. ¿Eso es... lo que quieres —Dios sabía que no
quería empujarlo de ninguna manera, pero joder ... la idea de estar desnudo contra
él casi me envió directamente al orgasmo.
Cuando Reid asintió, lamiendo sus labios, no había forma de que le negara
nada de lo que pedía.

Me puse de pie cuando se sentó sobre sus codos, y luego enganché mis
pulgares debajo de la cintura de mis bóxers y los empujé hacia abajo, junto con mis
jeans, sobre mis caderas, dejándolos caer al suelo antes de patearlos lejos

Luego fui a regresar a la cama, pero Reid levantó la mano.

—Solo quédate ahí por un minuto —murmuró mientras sus ojos se perdían
en mí. Mi corazón martilleaba bajo su lectura; nunca antes había estado tan abierto 106
y vulnerable ante la mirada de alguien, nunca me habían pedido solo mirarme, no
como Reid me estaba mirando. Como si quisiera memorizar cada centímetro, como
si mi cuerpo guardara secretos que quería descubrir lentamente.

Cuando sus ojos se encontraron con los míos otra vez, el afecto que vi allí se
había mezclado con su anhelo—. Eres hermoso.

Hermoso. Yo. Este cuerpo mío, imperfecto y con cicatrices, era de alguna
manera hermoso para este hombre, y fue entonces cuando supe que no habría
contención esta noche, no para ninguno de los dos.

Con manos inestables, abrí el cajón al lado de mi cama, saqué una botella de
lubricante y un condón y los puse sobre el tocador. Para su crédito, Reid no pareció
desconcertado por mi suposición. De hecho, cuando volví a subir a la cama, él
alcanzó el lubricante y el condón y los puso a su lado en el colchón.

Oh, mierda. Estaba listo, y acabábamos de empezar. Tuve que pellizcar la


cabeza de mi polla para evitar llegar justo allí, y cuando Reid se dio cuenta de lo que
estaba haciendo, sus fosas nasales se ensancharon.

—Si no quieres venirte, deberías haber mantenido tus jeans puestos —dijo,
sentándose y apartando mi mano para poder agarrar mi erección. Pre-semen con
cuentas en la punta, y cuando él hizo girar su pulgar sobre la cabeza, mis ojos
prácticamente se pusieron en blanco.

—Reid…Ah, mierda —dije, mientras envolvía su mano alrededor de mi


longitud y comenzaba a masturbarme. Mis caderas se empujaron hacia adelante por
su propia cuenta cuando agarré la parte posterior del cuello de Reid para sostenerme
con fuerza.

Su mano era una jodido maestra; sabía exactamente qué tan duro, cuánto
tiempo y cómo cambiarlo para ralentizarlo—mantenerme—al borde.

Con una maldición, dije—: Todavía no —y lo obligué a ponerse de espaldas


antes de que pudiera sacarme un orgasmo. Me dolía físicamente la polla por la falta
de su toque, pero esta noche no se trataba de mí. De ninguna manera. Era sobre el
hombre debajo de mí, con el que había fantaseado en tener en mi cama durante más
meses de los que podía recordar en ese momento. Él estaba allí, con las piernas
abiertas, y mirándome como siempre había imaginado. Y luego dijo dos palabras
que me hicieron pasar a la acción.

—Ollie... por favor.

Me coloqué entre los muslos de Reid, mi boca se humedeció al verlo


extendido ante mí. Luego enganché mis brazos debajo de sus piernas y llevé sus
107
caderas a mi boca como un festín que me moría por devorar.

Que de hecho lo hacía.

Cuando mi boca se hundió sobre la polla de Reid, sus caderas se alzaron, y la


punta de su polla golpeó la parte de atrás de mi garganta.

—Oh Dios, Ollie —dijo, agarrando la colcha—. Oh Dios.

Oh, Dios tenía razón, porque SU. JODIDO. SABOR. No había nada igual,
decadente y picante, mi nueva comida favorita. Mientras retrocedía, hice círculos
alrededor de la cabeza de su polla con mi lengua, bromeando antes de chuparlo
entre mis labios. La satisfacción que sentí al sentir su erección hinchándose dentro
de mi boca no se parecía a nada que hubiera sentido antes. Volví a este hombre loco.
Eso fue evidente por los gemidos que saqué de él y la forma en que sus dedos en mi
cabello se apretaron hasta el punto de dolor. Sabía que se estaba acercando, pero no
podía decidir si quería que me bajara por la garganta o por el culo.

Por suerte, Reid tomó esa decisión por mí.

—Ollie —dijo, sin aliento—. Quiero...—no pudo pronunciar las palabras, así
que levantó el paquete de condones que estaba a su lado, y cuando mis ojos se fijaron
en eso, me deslicé hacia arriba con un pop.

Me senté sobre mis talones—. ¿Estás seguro?

—Estoy muy seguro. Quiero hacer esto. Quiero saber qué se siente estar
dentro de ti.

Mis ojos se cerraron brevemente, y cuando se abrieron, supe que tenía que
ver el infierno ardiente rugiendo dentro de ellos—. Entonces, ¿Reid?

—¿Sí?

—Ponte el maldito condón.


Con dedos torpes, le tomó un par de intentos para abrir el paquete, pero logró
deslizar la goma en la primera vez. Mi culo se apretó en previsión de tenerlo dentro
de mí, y recogí el lubricante y abrí la tapa.

—Ven aquí —dije, y cuando se unió a mí, vertí el líquido en mi palma y cubrí
su polla—. Vas a necesitar usar esto. En mí también.

Reid se estremeció cuando le entregué el lubricante, y tomé su barbilla entre


mis dedos pulgar e índice. Lo besé lentamente, concienzudamente,
apasionadamente, diciéndole en ese beso exactamente cuánto lo deseaba, y mientras
108
lo hacía, el temblor se calmó. Esta vez, él fue quien me empujó sobre mi espalda, y
la sonrisa maliciosa curvando sus labios me dijo que estaba esperando esto tanto
como yo.

Bajando en la cama hacia él, doblé las rodillas y extendí las piernas. Con su
polla sobresaliendo frente a él, listo para tomarme, Reid me miró—todo de mi—por
primera vez, y luego hizo algo que tenía una sonrisa curvando mi boca. Se lamió los
labios.

—Cristo, eres sexy —dijo, mientras se acomodaba entre mis muslos y vertía
más lubricante en su polla cubierta. Inclinó su erección mientras lo vertía, y sentí el
líquido donde lo necesitaba.

—Entra en mí, Reid —El sonido gutural saliendo de mi boca no sonaba como
yo, pero Reid se mordía el labio mientras alineaba su polla contra mi agujero
caliente.

Estaba listo, oh, malditamente listo, y estaba a punto de decírselo, cuando


lentamente empujó la cabeza de su erección dentro de mí. En un suspiro, se retiró,
pero alcancé sus caderas y lo sostuve allí.

—Simplemente hazlo. Despacio. No me harás daño —Lo guié de regreso a mi


entrada, y cuando la punta me penetró, respiré hondo, dejándolo salir cuando Reid
empujó hacia adentro y siguió adelante esta vez.

—Oh, wow —dijo en voz baja cuando se detuvo, y yo agarré sus caderas de
nuevo y lo obligué a seguir. Acogí con satisfacción la quemadura que se produjo por
no estirarme de antemano, y por no haber tenido una pareja en meses. El placer
bordeaba al punto del dolor, pero lo acogí. No solo lo quería, sino que lo necesitaba.
Si no hubiera sido por la picadura, hubiera pensado que estaba alucinando el
hermoso y delgado cuerpo de Reid sobre mí, su piel ligeramente bronceada
contrastando con mi blanco pálido.

—Oh, Dios mío, no puedo —dijo Reid, su frente llena de sudor—. Te sientes
muy bien... demasiado apretado. Voy a venirme.
—Mírame —dije, y esperé hasta que lo hizo—. No te vendrás hasta que te
sienta dentro de mí. Todo tú.

Con sus ojos aún en los míos, siguió mi orden, gruñendo y empujando hacia
adentro hasta la empuñadura. Una vez que estuvimos completamente unidos, corrí
mis manos hacia la suave curva de su culo y le di una última instrucción—: Ahora
tómame.

Si hubiera pensado que Reid se contendría conmigo solo porque era su


primera vez, estaba equivocado. Él sabía exactamente qué hacer, exactamente cómo
109
tomarme y hacer que mis dedos se doblaran con cada empuje de sus caderas.

Inclinándose sobre mí mientras continuaba moviéndose, tomó mis labios,


hundiendo su lengua en lo profundo para que no hubiera una parte de él que no
estuviera unida a cada parte de mí. No fue suficiente para él, el sexo. Quería estar
completamente conectado, lo físico, lo emocional, entrelazado. Lo había querido
dentro de mí durante tanto tiempo, y ahora que lo estaba, era mucho... más. Más
intenso, más emocional y más consumidor de lo que jamás hubiera imaginado.

El ascenso de una ola inminente amenazó con cubrirse sobre mí justo cuando
Reid gritaba—: Voy a venirme... no puedo aguantar.

—Vente conmigo —gruñí, las venas de mi cuello tensándose cuando el


orgasmo más poderoso de mi vida me abrumó y amenazó con consumirme.
Débilmente, escuché a Reid gritar mi nombre, sentí que sus caderas se sacudían
erráticamente, pero estaba demasiado lejos en el éxtasis de mi clímax como para
notarlo. Unos segundos más tarde, Reid se derrumbó encima de mí, la evidencia de
mi orgasmo entre nosotros, y ambos llenos de sudor, pero ninguno de los dos nos
molestamos en movernos. Mis extremidades se sentían pesadas, como si hubiera
corrido una maratón en un calor sofocante del desierto. Los dos nos acostamos allí,
recuperando el aliento y esperando que la niebla carnal se levantara.

—¿Cómo eres real? —Las palabras de Reid fueron amortiguadas contra mi


pecho.

—Había estado pensando lo mismo sobre ti.

—Eso fue —levantó la cabeza para mirarme—, jodida-mente-increíble.

Dejé escapar una risita débil, mi cuerpo todavía cansado, pero tenía razón.
"Intenso" no era suficiente para describir lo que acababa de suceder entre nosotros.

Abrí el cajón junto a la cama, luego metí la mano en el interior y agarré una
toalla, y Reid se movió a regañadientes a su espalda para que yo pudiera limpiarlo.
Después de que me limpié, tiré la toalla en el recipiente de lavandería y retiré las
sábanas. Reid nunca se había quedado a dormir, no toda la noche, y esperaba que
no estuviera a punto de ponerse su ropa y marcharse.

Cuando tiró de la sábana sobre sus caderas y palmeó el espacio vacío a su


lado, solté un suspiro de alivio y me deslicé debajo de las sábanas. Reid se acurrucó
en mi costado, un brazo sobre mi cintura y su mejilla apoyada en mi pecho. Desde
mi ángulo, pude ver la cicatriz en su cabeza, y puse mis dedos ligeramente alrededor
de ella—. Parece estar sanando bien.

—Mmm —dijo.
110
—También tengo algunas cicatrices perversas como recuerdo.

Eso llamó su atención—. ¿Oh si? ¿Dónde?

—¿Quieres decir que no te diste cuenta? Supongo que tendrás que


encontrarlas.

—La próxima vez. Me aseguraré de hacer una revisión exhaustiva de tu


cuerpo.

Sonreí al pensar que habría una próxima vez—. Haz eso.

—Lo haré —dijo, y luego bostezó. Estuvo en silencio por un largo tiempo, y
pensé que se había ido a dormir, pero luego dijo—: ¿Ollie? ¿Siempre es así?

Mi brazo se apretó alrededor de él—. No, Bluebird. No, nunca es así.

Colocó un beso en mi pecho, y en segundos, su cuerpo se levantó y cayó en


las respiraciones profundas y pacíficas del sueño.

Había pasado mucho tiempo desde que oré, pero mientras yacía allí con Reid
en mis brazos, le envié un rápido agradecimiento a quienquiera que estaba
escuchando. Nada ni nadie habían encajado conmigo tan perfectamente como Reid
Valentine, e hice un voto para hacer lo que fuera necesario para mantenerlo en mi
vida.

Feliz.

Sano.

Juntos.
CAPITULO TRECE

Fue dos semanas después, cuando me desperté en medio de la noche con una
cama vacía y los sonidos de caricias de una canción de cuna en el piano. Por unos
minutos, me quedé allí, feliz de escuchar mientras el sueño se movía en los bordes, 111
pero pronto mi deseo de ver a Reid y asegurarme de que estaba bien superó
cualquier necesidad de cerrar los ojos de nuevo. Me quité las sábanas y me puse un
par de pantalones deportivos antes de caminar por el pasillo.

La casa estaba a oscuras, el mundo afuera aún dormía, y cuando miré el reloj,
la hora era las tres de la madrugada. Desde que Reid se había estado quedando más
a menudo que no ahora—todo este tiempo diciéndole a sus padres que volvería a su
apartamento—dijo que no había sufrido ninguna de las pesadillas que lo
atormentaban regularmente, despertándolo de un sueño mortal. Esperaba que esta
noche no hubiera sido diferente, pero nunca se había levantado para tocar antes. Esa
fue la razón principal por la que había dejado el calor de la cama: necesitaba
controlar a mi hombre.

Permaneciendo en las sombras, me apoyé contra la puerta que conducía a la


cocina, sin querer molestarlo, pero lo suficientemente cerca para verlo. Iluminado
solo por la luz de la luna que se filtraba a través de las tablillas de las persianas, Reid
se sentó al piano con los ojos cerrados, su cuerpo meciéndose suavemente mientras
tocaba.

Los minutos pasaron, y de vez en cuando se detenía, tomaba el bolígrafo que


estaba encima del piano y anotaba algo antes de continuar o comenzar a tocar, y
todo el tiempo permanecí en silencio, tomando el momento. Solo mirándolo. Él no
se había vestido antes de venir aquí; su pecho estaba desnudo y solo llevaba un par
de boxers. Desde donde estaba, podía ver los fuertes músculos de sus hombros y
brazos tensándose y flexionándose bajo la suave extensión de marfil de su piel
mientras tocaba. Sabía lo que era correr mi lengua a lo largo de las crestas y curvas
allí, lo firme que se sentía su cuerpo bajo mis labios. Lo firme que se sentía su polla
mientras empujaba mis labios, también—una sonrisa inclinó mis labios ante el
pensamiento.

El cabello de Reid había vuelto a crecer rápidamente, y ahora tenía la misma


longitud que había tenido cuando éramos extraños. Pero donde solía combinarlo
con un estilo meticuloso y perfecto, ahora lo estropeaba con sus dedos en un estilo
de despertar y andar que le convenía—y no tenía que decirle que prefería el look de
recién-follado más. Teniendo en cuenta que siempre que estaba cerca, nunca podía
dejar de pasar mis dedos a través de las hebras y atraerlo hacia mí, tenía la sensación
de que podía decirlo, y esa era la razón por la que seguía usándolo de esa manera.

Cuando me vio de pie en la puerta, la música se detuvo.

—¿Te desperté? —preguntó.

—En absoluto —sacudí la cabeza y entré en la habitación—. Quiero que


toques cuando te apetezca. 112

—Estoy seguro de que no quieres decir a las tres de la mañana —dijo con una
sonrisa, mientras sus dedos se movían sobre las teclas de nuevo.

—Me refiero a cualquier momento —caminando hacia él, sonreí y luego me


incliné sobre el piano para darle un beso. Tarareó en la parte de atrás de su garganta.

—No fue una pesadilla esta noche, ¿verdad?

—No esta noche. Me desperté con una idea de cómo terminar una canción en
la que he estado trabajando y no quería olvidar.

—¿La que estabas tocando ahora?

—Sí. ¿Te gusta?

—Es mi favorita. Lo tocaste la noche que encontramos la tienda de música en


el centro.

Sonrió—. Me recuerda a ti. La manera en cómo te sientes. La forma en que me


haces sentir —comenzó la lenta melodía de nuevo desde la parte superior—.
Seguro... atesorado... en casa.

—Estoy feliz de hacerte sentir así —coloqué mi parte de arriba del cuerpo
sobre el piano con la barbilla en mis brazos y dejé que mis ojos se cerraran mientras
él tocaba. No podía imaginar un sonido más hermoso en el mundo. Si quisiera tocar
todas las noches, no habría nada más con lo que quisiera despertarme.

Nada más que el hombre mismo, eso era.

De repente, la música se detuvo, y cuando abrí los ojos, vi la cabeza de Reid


hacia abajo y su frente apretada con fuerza.

—¿Estás bien?

Cuando la cabeza de Reid se disparó, recompuso su rostro y luego me dio


una pequeña sonrisa—. Sí, estoy bien —dijo, poniéndose de pie.
—No tienes que parar.

—No, creo que lo tengo ahora —garabateó algo en el cuaderno y luego arrojó
el bolígrafo sobre él—. A veces tengo que sacarlo. Pero ahora estoy cansado. Listo
para volver a la cama contigo —dijo, tomando mis manos extendidas. Lo acerqué,
acariciando mi rostro contra el calor de su cuello.

—Es una de mis cosas favoritas en el mundo, escucharte tocar.

—Estás sesgado.
113
—No lo estoy —Le di un beso debajo de la oreja—. Sólo soy afortunado.

—Yo también tengo suerte.

—Puede que no digas eso después de esta semana —le dije. Después de la
molestia incesante de Mike sobre cuándo iba a conocer oficialmente a Reid,
finalmente me rendí, y para mi sorpresa, Reid había saltado a la idea. Mike traía a
Deb, y no tenía dudas de que esos dos se llevarían tan bien con él como en una casa
en llamas. Pero aun así, Mike era suficiente para echar a alguien fuera si no estaban
plantados con la suficiente firmeza.

—¿He mencionado que no puedo esperar a conocer a tus amigos?

—Ellos están emocionados de conocerte también. Pero todavía me estoy


disculpando de antemano por la boca de Mike.

—Él no me asusta.

—Debería. Demonios, él me asusta.

Reid se echó a reír cuando nos metimos de nuevo en la cama, la conversación


se convirtió en besos lánguidos cuando nos cubrimos el uno al otro y nos
acomodamos en un silencio apacible, del tipo que venía antes de dormir. Pero a
medida que pasaban los minutos, y a pesar del comentario de Reid sobre estar
cansado, parecía no poder descansar. Prácticamente podía escuchar su mente yendo
a una milla por minuto a mi lado, y me desenredé de él y lo enfrenté de lado.

—¿Qué te despierta usualmente? —dije—. ¿Cuándo es malo?

Estuvo en silencio durante mucho tiempo, y solo eso me dijo que había dado
un golpe en el blanco—. El doctor dijo que son ataques de pánico. A veces golpean
tan fuerte que creo que voy a morir.

—¿Cómo se siente?

—Se siente como si alguien estuviera sentado en mi pecho, aplastando mis


pulmones, y tengo este sentimiento de... Es difícil de explicar —esperé mientras
buscaba las palabras—. ¿Demoledor, tal vez? ¿Vacío? ¿Temor? Con los sueños, no
puedo decir qué es real y qué no. ¿Estoy recordando cosas que sucedieron, o están
inventadas? Creo que tal vez esa es la parte más aterradora. Sentir que no tengo
sentido de la realidad. Estoy bastante seguro de que eso es lo que desencadena los
ataques.

Mi corazón se apretó por la lucha por la que pasaba, incluso después de todo
este tiempo. Puso cara de valiente, pero por dentro estaba aterrorizado. No se sabía
si o cuando el pánico desaparecería, si alguna vez lo recordaría, pero nada de eso
estaba bajo mi control. Todo lo que podía hacer era estar allí. Ser el ancla que 114
necesitaba para el mundo real.

Como si estuviera leyendo mi mente, dijo—: Pero no me siento así cuando


estoy contigo. Todo se va. Parece que... me anclas... de alguna manera —Luego se
levantó sobre sus codos—. No puedo imaginar que lo que tenía antes podría haber
sido tan increíble como lo que tengo ahora. Incluso con los agujeros, los ataques de
pánico, la frustración... casi siento que tengo una pizarra limpia. ¿Tiene sentido? Lo
que no importa es lo que sucedió antes, y ahora puedo descubrir qué me gusta, qué
no me gusta... qué es lo que amo.

Una oleada de calor inundó mi vientre, pero no estaba dispuesto a dejarme


leer entre líneas sus palabras. En cambio, dije—: Te ayudaría a recordar. Si eso es lo
que quieres.

—No lo sé. Una parte de mí quiere saber quién soy... quién era antes de mi
accidente. Pero, ¿y si no me gusta quién era?

Negué con la cabeza—. Eso es imposible.

—¿Por qué?

—Porque me atrajiste —Una sonrisa se arrastró por su cara, y lo besé—. ¿Así


que ves? No podrías haber sido tan malo.

—Tal vez —puso su cabeza en mi hombro—. ¿Podemos quedarnos así en su


lugar?

—¿En cama? ¿Desnudos?

—Mmm. Esas cosas también.

Rodeé mi brazo protectoramente alrededor de él, deseando protegerlo de las


pesadillas, el vacío que sentía. Deseando poder devolverle las piezas faltantes.
¿Cómo lo cambiaría eso? ¿Cómo nos cambiaria? ¿Y lo haría si eso significara que
podría perderlo? Se había convertido en una parte tan integral de mi vida en tan
poco tiempo que la idea de estar sin él era insoportable. Inconcebible.
Traté de no detenerme en esos pensamientos, distrayéndome besando la
parte superior de su cabeza y arrastrando mis dedos a lo largo de su columna
vertebral. Su cuerpo comenzó a relajarse, y pronto, el sueño lo alcanzó de nuevo.

Pero me quedé despierto, el silencio que una vez había disfrutado ahora
ensordecedor en su ausencia.

115
CAPITULO CATORCE

—Soy solo yo —gritó Reid cuando cerró la puerta de mi casa al día siguiente
después de que llegué a casa del trabajo.
116
Puse una cacerola de carne molida magra en la estufa para dorar y luego
comencé a separar los trozos con una cuchara de madera—. Oye, estoy en la cocina.

Reid dobló la esquina, y nunca falló que tan pronto como entraba en cualquier
habitación en la que estaba, su rostro se iluminó y una amplia sonrisa cruzó sus
labios. Y no era una amistosa sonrisa de, oye, ¿cómo estás?, al menos ya no más. Era
una expresión guardada solo para mí, y con la forma en que mi estómago soltaba
mariposas salvajes cada vez que lo veía, sabía que esa sensación no desaparecería a
corto plazo.

Mío, pensé, mientras Reid se acercaba y plantaba un persistente beso en mis


labios. Todo mío.

—Te ves guapo en un delantal —dijo, tocando la correa alrededor de mi


cuello. Nunca usé uno, pero cuando había estado recogiendo la comida para esta
noche, había visto el montón de delantales de Besa al Chef y no había podido
resistirme. Cualquier excusa para poner los labios de Reid en los míos.

Entonces Reid se acercó a mi oreja y envolvió sus brazos alrededor de mi


cintura desde atrás—. Apuesto a que te verías bien solo con el delantal también.

Joooder. Si estaba tratando de ponerme duro, estaba teniendo éxito. Mi polla


golpeó contra mi cremallera, y gemí—. Si estás aquí para torturarme, está
funcionando.

—Solo te estoy dando algo que esperar —dijo, y la promesa de lo que pasaría
más tarde me tenía listo para decir joder a la cena. Siempre preferí mi postre primero.

—No es agradable burlarse —dije, empujando mi trasero contra él. Sus manos
se deslizaron por la parte delantera de mis pantalones, frotándose contra mi
creciente erección, y dejé escapar una maldición.

—Reid —dije. Si no se detenía, estaba a punto de tenerlo como cena en su


lugar. Pero luego soltó una carcajada y sus manos desaparecieron de donde me
estaban volviendo loco.
—Me comportaré. Por ahora.

—No creo que sepas cómo. Y no me estaba quejando.

—Espero que no —apoyó la cabeza en mi hombro y me observó mientras


medía los polvos de chile, ajo y cebolla, y los mezclaba—. Huele bien. ¿Qué estás
haciendo?

—¿Cómo te sientes sobre martes de taco?

—Mmm. Diría que me siento muy bien con eso. ¿Y haces tu propio
117
condimento para tacos? Maldita sea. Anoté.

Me reí y besé su nariz, todavía asombrado de que podía hacer algo tan simple
como eso.

—¿Cómo puedo ayudar? —preguntó, mientras se acercaba al fregadero y se


lavaba las manos.

—Puedes proporcionar el entretenimiento.

Reid cerró el grifo y entrecerró los ojos—. ¿Es esa tu manera de mantenerme
fuera de la cocina y lejos de tus pantalones?

Fingí shock—. Nunca querría alejarte de mis pantalones.

—Seguuuro —dijo, riendo mientras se sentaba al piano. Hubo una pausa, y


luego comenzó una canción de ritmo rápido que combinaba perfectamente con el
estado de ánimo.

—Me gusta esa. ¿Cuál es?

—Supercalifragilisticexpialidocious.

—Oh. Lo sabía.

Reid se rio de nuevo—. Me encanta que seas tan fácilmente impresionable.

—Es difícil no serlo cuando eres tú.

—¿Qué hay de este? —tocó una pequeña mierda que reconocí de inmediato.

—¿'El viejo McDonald tenía una granja'? Ahora te estás burlando.

Volvió a cambiar la canción mientras sacaba la sartén de la estufa y vertí la


carne en un colador para drenar la grasa. Luego, enjuagué la sartén, volví a poner la
carne y la rocié en mi condimento casero.

Todo se sentía tan normal, preparar la cena mientras Reid tocaba en el fondo.
Fácil. Hogareño. Como debería ser.
La música se detuvo de repente, y miré por encima del hombro para ver a
Reid sacudiendo la cabeza antes de mover el cuello de un lado a otro.

—¿Estás bien?

—Si estoy bien. Solo estirándome un poco.

—¿Es un indicio de que debería desnudarte más tarde para un masaje?

Reid se lamió los labios y asintió—. Oh diablos, sí.

Le guiñé un ojo antes de volver a preparar la cena, pero unos minutos 118
después, la música se detuvo otra vez, y esta vez, Reid se inclinó sobre las teclas,
agarrando su cabeza.

—¿Estás bien? ¿Reid? —dejando caer la lechuga que había estado triturando,
corrí hacia él y me agaché.

—Estoy bien —dijo, sosteniendo su cabeza.

—¿Qué está pasando? ¿Qué está mal?

—Nada. Pasará —Pero con los ojos aún cerrados y el rostro arrugado, lo que
le estaba causando dolor, evidentemente, no se detenía.

—¿Qué pasará? ¿El dolor insoportable?

Gruñó—. Es sólo un dolor de cabeza.

—¿Dónde duele?

—En el costado. Justo aquí —dijo, cubriendo el lado izquierdo cicatrizado.

—¿Solo un dolor de cabeza donde tu cráneo se estrelló contra el vidrio y lo


rompió? ¿En cualquier otro lugar?

—No. Y no es un gran problema.

Mi mente regresó a la noche anterior, cuando estuvo en este mismo lugar y


se detuvo y sacudió la cabeza como si hubiera tenido que evitar algo. Algo como un
jodido dolor de cabeza, ¿tal vez?

—¿Cuánto tiempo has estado teniendo este tipo de dolor?

—Ollie…

—¿Cuánto tiempo, Reid?

—Un par de días…—inhaló bruscamente y se dobló con la cabeza en sus


manos, y eso fue todo. Mi adrenalina pateó.
Con una maldición, apreté su rodilla y corrí para apagar la estufa. Luego
agarré mis llaves del mostrador.

—¿A dónde vas ... ah ... ir?

Me giré para enfrentarlo—. Corrección: a dónde vamos. Y ya sabes la


respuesta a eso —Me agaché para buscar mi billetera en los bolsillos, pero cuando
no estaba allí, corrí por la casa para revisar mi habitación. Al encontrar lo que estaba
buscando en la cómoda, metí la billetera en el bolsillo del pantalón y fui a buscar a
Reid.
119
—Ollie, esto es una locura. Se está aliviando ahora.

—¿Una locura? —negué. Puede que no entienda las implicaciones de lo que


podría estar sucediendo, pero me maldeciría si dejo que algo se pase por alto. No
me arriesgué, no con Reid—. No, lo que es una locura es no decirle a nadie que estás
sufriendo. Loco es no hacer nada al respecto —Le tendí la mano para que lo tomara,
y cuando se puso de pie, le dije—: Necesitamos que te miren, y me sentiría mejor si
lo hiciéramos ahora. ¿Bueno?

Algo en mi rostro debe haberle dicho que no discuta, porque asintió—. Bueno.

Cuando salíamos a mi auto, mi corazón latía como mil caballos galopando


sobre mi pecho.

Es solo una precaución, me dije a mí mismo mientras lo metía dentro y cerraba


la puerta. Él está bien. No hay necesidad de enloquecer. Se le permite tener dolores de
cabeza.

Cuando me abroché el cinturón y arranqué el auto, la voz tranquila de Reid


llenó el espacio entre nosotros—. ¿Estás enojado conmigo?

—No, no estoy enojado. Estoy… —me froté los ojos con el índice y el pulgar—
, preocupado. Lo siento, no es mi intención reprocharte eso. Pero si algo va mal…

Reid apartó mi mano de la cara y la sostuvo en su regazo—. No hay nada de


qué preocuparse. Estoy bien. Pero si te hace sentir mejor, me haré un chequeo y
luego podrás pasar la noche compensándome por estar equivocado.

Dios, cómo esperaba que tuviera razón. Pero tenía una sensación de
hundimiento en mis entrañas. Llámalo intuición, pero algo me dijo que necesitaba
que lo revisaran, y tenía que suceder ahora. Conocía las señales, conocía los
síntomas, pero no sabría nada con seguridad hasta que lo lleváramos al hospital para
un examen.

—¿Trato? —preguntó.
Vacilé y luego asentí—. Trato.

—Bien —dijo, soltando mi mano para poder abrocharse el cinturón de


seguridad. Cuando fue a abrocharse, vi el estremecimiento en su rostro—otro
disparo de dolor; apostaría mi sueldo a ello. Pero cuando me miró y vio mi
preocupación, ensayó sus rasgos en una pequeña sonrisa.

No me estaba engañando, pero no dije nada cuando arranqué el auto y salí


disparado del camino de entrada. Gracias a la mierda, el hospital estaba a poca
distancia de mi casa. Me sentía desesperado por llegar allí, al menos para que
120
tuviéramos un poco de tranquilidad.

Reid apoyó su cabeza en mi hombro, y el hecho de que estuvo tranquilo


durante el viaje al hospital hizo que mi estómago se sintiera inquieto. Pensé en
llamar a sus padres, pero si resultaba que no era nada, no tenía sentido molestarlos.

Tal vez había estado en este negocio demasiado tiempo. Tal vez me estaba
volviendo paranoico.
O tal vez no…

El viaje de diez minutos tomó menos de ocho, y cuando aparqué en el


estacionamiento de la sala de emergencias y apagué el motor, Reid frunció el ceño.

—¿La sala de emergencias? Espera, ¿pensé que solo íbamos a un médico?

—Lo hacemos. Un médico de urgencias.

—Pero...—cerró los ojos, suspirando—Bien. Okay.

Salí del auto en un instante y rodeo el capó justo cuando él abrió la puerta.
Me dejó tomar su mano, algo que nunca habíamos hecho en público, y ese pequeño
acto no se perdió en mí. Mi estómago se volcó sobre sí mismo, los nervios y las
mariposas luchaban en mi vientre mientras lo guiaba a través de las puertas dobles
automáticas de la entrada y por el pasillo a la sala de espera de emergencias.

—Ollie, oye —dijo Connie, la gerente de la oficina, cuando nos acercamos a


la ventana. Ella nos miró a los dos y debe haber captado la expresión sombría de mi
cara, porque su sonrisa cayó—. ¿Qué te trae aquí?

Incliné mi cabeza hacia Reid—. Estuvo involucrado en un accidente


automovilístico a principios de enero. Actualmente está experimentando un dolor
insoportable en el punto de la lesión —Apenas logré las siguientes palabras—. Me
gustaría que lo revisen lo más rápido posible por una... posible complicación.

Empujó su silla hacia atrás y se puso de pie—. Voy a ver quién está libre.
¿Preferencia?
Negué—. Farruggia lo vio la última vez.

—Está bien —dijo ella—Dile que llene la pantalla de ingreso allí, y volveré en
un segundo.

—Gracias, Connie.

Cuando me di la vuelta, Reid ya estaba en el kiosco, ingresando su


información y los síntomas a través de la pantalla táctil, y traté de no flotar detrás de
él. Cuando terminó, las puertas que conducían a la parte de atrás se abrieron, y
Connie nos indicó que la siguiéramos. 121

Esta vez, Reid fue quien tomó mi mano, entrelazando sus dedos con los míos
mientras pasábamos por la estación de enfermeros, llena de las personas que conocía
y con las que trabajaba a diario. Con los labios apretados, les hice un gesto con la
cabeza cuando pasamos, y aunque había interrogatorios sobre lo que estaba
sucediendo, todos parecían entender que ahora no era el momento de charlar.

Connie nos llevó a una de las salas de examen, donde tomaron el peso y los
signos vitales de Reid antes de que nos dejaran en la sala solos. Me senté en la silla
al lado de la mesa mientras Reid se ponía la prenda de vestir requerida, y cuando se
acomodó en la mesa, tomó mi mano y la apoyó bajo su muslo.

—¿Qué estás pensando? —preguntó.

—Que tan sexy te ves con ese vestido.

Reid se rió entre dientes y tiró de la tela verde guisante—. No es mi mejor


color.

—Pero de alguna manera lo logras.

—Hah. Apuesto a que te gustaría quitarlo —Me guiñó un ojo y me las arreglé
para sonreír, porque joder, si iba a intentar hacer chistes en lugar de preocuparse en
un tenso silencio, entonces tenía que seguir adelante.

Entonces se abrió la puerta, y entró una mujer alta con un moño castaño
encima de su cabeza. Le tendió la mano a Reid—. Hola, soy la Dra. Rebecca
Farruggia —Luego, me vio sentado al otro lado de él—. Ollie, hola.

—¿Está bien si se queda? —preguntó Reid, su agarre en mi mano


apretándose.

Ella le sonrió—. Por supuesto —retiré la mano cuando comenzó su examen,


mientras le hacía preguntas, y no pude evitar pensar en lo extraño que era estar del
otro lado de la relación paciente/médico, especialmente en el fondo como lo estaba
ahora. Tomó todo lo que tenía sentarme en silencio, no responder las preguntas, no
ofrecer mi propia opinión.
Déjala hacer su trabajo. Por eso estás aquí.

Después de que terminó su examen, la Dr. Farruggia se recostó en el


taburete—. ¿Cómo se siente tu cabeza ahora? —preguntó—. ¿Es más un dolor sordo
o un dolor punzante?

—Es un dolor punzante que va y viene. Sin embargo, en este momento no


duele mucho. 122

—Bueno, Reid, me gustaría hacer una exploración CAT13 primero para


asegurarme de que no haya nada por lo que debamos preocuparnos —La Dra.
Farruggia me miró brevemente y pude leer su evaluación correcta entrelíneas: la
exploración era necesaria para asegurarse de que no había sangrado en su cerebro—
. Entonces, dependiendo de lo que eso nos diga, lo tomaremos desde allí.

Reid me miró y yo asentí, de acuerdo con su plan.

—Está bien —dijo—. ¿Cuándo hará el escaneo?

—Lo pondré en orden ahora y alguien debería estar aquí para llevarte pronto.

—Oh. Bien, entonces.

Ella se levantó y le estrechó la mano de nuevo—. Volveré cuando tengamos


tus resultados. Si tienes algún dolor, háznoslo saber presionando el botón de
llamada del control remoto, ¿de acuerdo?

—Lo haré. Gracias.

La Dra. Farruggia me sonrió antes de salir de la habitación, hundiendo


nuevamente la habitación en silencio.

—¿Ves? —dije, fingiendo alegría—. Solo un análisis rápido y te enviarán a


casa con un poco de Tylenol.

No sabía por qué dije eso. Sabía que eso no iba a suceder, y la mirada en los
ojos de Reid cuando sus ojos se encontraron con los míos me dijo que él también lo
sabía.

—Ollie...

13
CAT: Tomografía Axial Computarizada.
Me acerqué al borde de mi asiento y tomé su mano en la mía otra vez—. Lo
sé, Reid —dije, y luego le di un beso en la palma de la mano—. Lo sé.

123
CAPITULO QUINCE

Se llevaron a Reid de nuevo para volver a tomarle la prueba de CAT poco


después de que se marchara la Dra. Farruggia, y esperé solo en la habitación vacía,
mirando el teléfono de Reid en mis manos. Me lo había entregado para que lo 124
mantuviera mientras estaba allí, y me pregunté si debía llamar a sus padres. Tenía
la intención de esperar hasta que tuviéramos los resultados para hacerles saber si
era necesario o no venir, pero si estuviera en su lugar, querría saber qué estaba
pasando.

Hojeé sus contactos, buscando los números de sus padres, y cuando vi el


nombre de "Mamá", presioné el botón de llamada. Su madre contestó en el segundo
timbre.

—Reid, te estás perdiendo el salmón más extraordinario —dijo a modo de


saludo. Se oía el ruido de personas que charlaban en el fondo y el tintineo de
cristales—. Deberías haber venido con nosotros.

—Hola, señora Valentine. Este es Ollie, soy el…—vacilé, sin saber cuánto
sabía ella—, amigo de Reid.

—Oh, sí, Ollie, hola. ¿Todo está bien?

—En realidad…—¿Cómo poner esto para que no se asustaran?—. Reid ha estado


sufriendo de algunos dolores de cabeza esta semana. Me aseguró que no era nada
grave, pero tuvo otro esta noche, y pensé que deberíamos revisarlo, solo para estar
seguros. Él está recibiendo un escaneo en Floyd en este momento, y deberíamos
saber algo pronto.

—¿En Floyd? ¿El hospital de Floyd? —La conexión se apagó como si hubiera
retirado el teléfono, y pude escucharla repitiendo lo que le había dicho a alguien.
Cuando volvió a la línea, dijo—: ¿Ollie? Estaremos allí pronto.

—Bueno. Puede que no sea necesario, pero sé que le gustaría tenerlos aquí
por si acaso.

—Gracias. Aprecio que nos dejes saber.

—En cualquier momento —colgué justo cuando Reid regresaba a la


habitación y me levanté para saludarlo—. Bastante fácil, ¿eh?
—Mhmm —Se estremeció cuando otro disparo de dolor pareció atravesarlo,
y se cubrió los ojos con la mano.

—¿La luz lo empeora? —miré a la enfermera que lo había llevado—. Sue,


¿podemos atenuar las luces?

—Por supuesto —se dirigió al interruptor para que solo un débil resplandor
sobre el mostrador se filtrara a través de la habitación, y poco después, Reid se
acomodó en la cama.

Me incliné y acuné su rostro, presionando un beso en su frente y deseando 125


poder aliviar el dolor al hacerlo.

—Estoy tan enojado —dijo, con el rostro en blanco—. Realmente quería el


martes de taco.

Eso me hizo reír, y él también logró sonreír—. Recibirás un taco aún más
increíble el martes cuando te sientas mejor.

—Me gusta el sonido de eso. Pero por ahora —dijo, golpeando su dedo contra
sus labios—, ¿un beso?

—Tantos como quieras.

Con una mano en el costado de la cama para mantenerme firme, pasé la


lengua por su labio inferior, provocando la entrada, y sonrió y me concedió el acceso,
levantando la cabeza para encontrarse con mi boca. Nuestras lenguas hacían
movimientos lentos y lánguidos el uno contra el otro, cada uno de nosotros tratando
de memorizar la sensación del otro. Nada más existía cuando nos encontrábamos de
esta manera. No había hospital. Sin dolores de cabeza. Sin preocupaciones por lo
que pueda pasar. Solo nosotros dos, devorándonos mutuamente como si nunca
antes hubiéramos tenido la oportunidad y sin pensar en lo que sucedería si nunca
tuviéramos la oportunidad otra vez.

Los minutos deben haber pasado cuando Reid se tensó y gimió contra mis
labios. Me aparté y bajé su cabeza suavemente hacia la cama, y luego esperé a que
pasara el dolor.

Los ojos de Reid se abrieron mientras jadeaba, y una lágrima solitaria escapó
por su sien—. Lo siento.

—No lo hagas —le dije, limpiando la humedad—. Voy a hacer tacos para ti,
tú me darás besos. Es lo justo.

Sus ojos brillaban hacia mí—. Tuve bastante suerte de conocerte, Oliver
McFadden. ¿Cómo ocurrió eso?
—Bueno —dije, acercando la silla a la cama—, todo comenzó con una
máquina de café…

—Oh Dios. Supongo que tendré que intentarlo y ver de qué se trata todo este
alboroto después de todo.

—Oye, fue un cambio de vida la primera vez —dije, señalándome.

—Huh. Nunca pregunté...

—¿Sí?
126
—¿Cómo lo tomaba? ¿Mi café?

—¿Por qué crees que lo sabría? —bromeé.

—¿No es así?

Reprimí una sonrisa—. Tendrías el latte regular, creo que tal vez porque te
gustaba un poco de espuma o tal vez te gustaba la leche. Luego agregarías tres
azúcares y dos cremas extra.

—Uh, eso es específico. ¿Lo tengo así cada vez?

—Cada vez, aunque el sabor de las cremas cambiaba ocasionalmente. Ah, y


excepto cuando estabas ocupado maldiciendo a la máquina por descomponerse, y
luego te conformarías con las cosas normales como yo.

Los labios de Reid se curvaron—. Creo que me has estado prestando atención,
Ollie McFadden.

—Solo me sorprende que te haya tomado tanto tiempo darte cuenta —Lo dije
como una broma, pero una expresión de preocupación cruzó su rostro.

—No pude solo no haberlo notado. Si fuera un tipo inteligente, no hay forma
de que no te hubiera notado.

Abrí la boca, un comentario burlón en la punta de mi lengua, pero hubo un


golpe rápido en la puerta, y luego la Dra. Farruggia entró en la habitación, seguida
de...
Mierda. Oh mierda.

Mi corazón se detuvo, y cualquier esperanza que hubiera tenido de haber


entrado en pánico, de haber sido demasiado cauteloso al traer a Reid aquí, se
desvaneció en un instante cuando la mujer detrás de la Dra. Farruggia apareció y
cerró la puerta detrás de ella. No había ninguna razón para que una neurocirujana
estuviera visitando a Reid a menos que fuera por una razón.
Una puta razón realmente mala.

Mi cuerpo se calentó, como si alguien me hubiera sumergido en un recipiente


de agua hirviendo, y de repente no pude respirar. Tiré del cuello de mi camisa y
puse mis codos en mis rodillas.

Oh Dios, me iba a desmayar antes de que dijeran algo.

—Reid, este es la Dra. Boswell, una neurocirujana aquí en Floyd —dijo la Dr.
Farruggia—. Las dos hemos revisado tu CAT, y hay algo que debemos discutir.
127
Joder joder joder

La Dra. Boswell se hizo cargo entonces, pero era como la maestra de los
dibujos animados de Peanuts14, donde la escuchaste hablar pero no podías distinguir
una maldita cosa que estaba diciendo. Mi cabeza se volvió borrosa mientras la
sangre rugía en mis oídos. Me limpié el sudor de la frente con el dorso de la mano y
traté de concentrarme, pero sabía muy bien lo que le estaban diciendo. De vez en
cuando, una palabra saldría del trueno en mi cerebro y solo confirmaba lo que ya
sabía.
—Sangrado ... lóbulo temporal ... necesaria... hoy ...

Volví a enfocarme de nuevo, justo cuando Reid dijo—: Lo siento, ¿puede


repetir esa última parte de nuevo?

—Tenemos que operar —dijo la Dra. Boswell—. Hoy, con tu permiso, Reid.

De alguna manera, sabía que esas palabras salían, pero eso no hacía que fuera
más fácil escucharlas en voz alta. Y por la falta de conmoción en el rostro de Reid,
supongo que desde el principio supo que sus síntomas eran más graves que un
simple dolor de cabeza.

—¿Supongo que no hay otra manera de... arreglarlo? —preguntó.

—Me temo que no —dijo la Dra. Boswell—. El sangrado en el cerebro es una


condición grave que puede ser fatal si no se trata. No podemos correr el riesgo de
esperar.

Reid parpadeó cuando sus ojos encontraron los míos, y yo asentí para indicar
que ella estaba diciendo la verdad y estaba de acuerdo—. Necesitaré llamar a mi
familia…

14
Sitio web de entretenimiento, especializado por ilustraciones o caricaturas.
—Tus padres están en camino —dije—. Llamé mientras estabas haciendo el
escáner CAT. Deberían estar aquí pronto.

—Oh... está bien... está bien —Se miró las manos, con los dientes mordiendo
su labio—. Supongo que... tienen mi permiso. Si no hay otra opción.

—Me temo que no, Reid. Pero no te preocupes, te cuidaremos bien. ¿Tienes
alguna pregunta para mí?

—No lo sé.
128
Le dio una sonrisa comprensiva—. Sé que esto es probablemente un poco
alarmante para ti. Pero si hay algo en lo que pienses que te gustaría saber, solo
pregunta. ¿Bueno?

—Okay.

—Volveré con mi equipo en un momento para poner las cosas en marcha.


Sólo tranquilízate un poco.

Reid asintió, y cuando ella salió de la habitación, pude sentir su aturdido


silencio como algo tangible en el aire.

—¿Cómo sucedió esto? —susurró—. Se suponía que debía estar mejorando,


no…—Se interrumpió por un sollozo, pero luego se mordió el puño y volvió a
recomponerse.

—Sólo respira —dije—. Y si quieres llorar, puedes hacerlo también.

Reid respiró hondo y lo dejó escapar lentamente antes de repetir el


movimiento nuevamente. Cuando volvió a abrir los ojos, el miedo que había estado
allí ya no era la emoción más dominante, aunque aún persistía. En su lugar estaba
la aceptación, y mientras exhalaba de nuevo lentamente, alcanzó mi mano.

—Gracias por cuidarme. Por cuidarme lo suficiente de mí como para traerme


aquí —Me incliné para besarlo suavemente en los labios, y cuando me senté de
nuevo, dijo—: Esto no será como la última vez, ¿verdad? No voy a despertar y
olvidar todo de nuevo. ¿Cierto?

—No lo sé —contesté—. Espero que no. Pero cada vez que hay una lesión
cerebral, se abre a posibilidades.

—¿Así que podría olvidarte? —Su mirada era tan directa, tan penetrante, que
juré que podía ver la respuesta que temía en mi cabeza como si estuviera escrita en
una valla publicitaria—. Esa es una posibilidad remota, ¿sin embargo?
Tragué el nudo en mi garganta y traté de sonreír—. Ahora, ¿por qué harías
una cosa así?

—Ollie. ¿Podría?

—No lo sé —dije de nuevo, deseando poder darle una respuesta definitiva—


Espero que no. Estoy seguro de que las probabilidades son escasas, pero no lo sé. Y
no te haré una promesa que no estoy cien por ciento seguro de que pueda cumplir.

Reid miró hacia otro lado, desviando su mirada hacia el equipo médico
instalado en la esquina—. Cuando me despierte, podría no ser yo. Puede que ya no 129
te conozca —Sus ojos se volvieron vidriosos—Y me gusta conocerte.

Temblor. Temblor. Temblor. Mi corazón no estaba listo para esa posibilidad—.


También me gusta conocerte —Respira. Sólo respira—. Pero no pienses en el qué pasa
si. Piensa en despertarte conmigo.

—Lo recordaré —dijo, apretando su mandíbula cuando sus ojos se


encontraron con los míos—. Te juro que no te olvidaré. No olvidaré nada de eso —
Su mano apretó la mía tan fuerte que mi circulación se cortó—. Te prometo que
despertaré por ti.

Sabía que él era mejor para hacer promesas que no podía cumplir, yo no
podía, pero asentí de todos modos, esperando que fuera verdad.

La puerta se abrió, y cuando los padres de Reid entraron corriendo, ataviados


con un elegante atuendo de noche que me dijo que definitivamente había
interrumpido la noche, solté la mano de Reid y me puse de pie.

—Bebé, vinimos lo más rápido que pudimos —dijo su madre, rodeando la


cama para plantarle un beso en la frente, y luego se movió hacia un lado para que el
padre de Reid lo saludara también.

Me quedé allí como un elefante en la habitación hasta que ambos miraron en


mi dirección.

—¿Ya escuchaste algo? —preguntó su madre, y procedí a darles un resumen


de lo que habían encontrado y lo que sucedería a continuación. La mano de su madre
pasó por su boca, y miró a Reid—. Oh, Dios mío. ¿Cómo... hicimos algo mal? No
sabía sobre los dolores de cabeza y…

—No fue nada de lo que hicieron, se los aseguro —dije—. Nada que él hizo
tampoco. A veces sucede, y no puedes predecirlo; solo puedes intentar tratarlo antes
de tiempo… —Al darme cuenta de lo que estaba a punto de decir, y no querer decir
esa mórbida posibilidad, lo intenté de nuevo—. Lo mejor es detectarlo temprano, y
eso es lo que están haciendo ahora.
Alguien en la puerta se aclaró la garganta, y cuando giramos en su dirección,
Sue, una de las enfermeras, se quedó allí con una mirada de disculpa en su rostro—
. Lo siento mucho, pero no podemos permitir más de dos visitantes en la sala a la
vez.

Que se joda esa maldita regla.

Señalé la puerta con mi pulgar—. Solo estaré afuera tomando un café —A


Reid, le dije—: Te veré antes de que regreses.

La expresión de su cara me dijo que no quería que me fuera, pero que 130
necesitaba pasar este tiempo con su familia.

—Ollie, gracias. Una vez más, has estado allí para Reid, y no sé cómo
podemos…—Su madre se interrumpió cuando rompió a llorar, y su esposo la rodeó
con el brazo.

—Gracias —dijo sobre su cabeza, y la gratitud en sus ojos dijo lo suficiente.

Las miradas de mis colegas al salir de la habitación de Reid estaban llenas de


simpatía, y pude sentir el apoyo que me estaban enviando sin necesidad de
pronunciar ninguna palabra.

Cuando las puertas dobles se abrieron y salí a la sala de espera, sentí como si
me estuviera moviendo en cámara lenta. Tomé la silla más cercana y me hundí en
ella, poniendo mis codos en mis rodillas y mi cabeza en mis manos.

Y luego esperé.

Y esperé.

Y esperé.

Una mano en mi hombro me sobresaltó, pero solo era Sue, que venía a ver
cómo estaba. Ella no me preguntó cómo estaba, eso se podía leer en mi cara.

—¿Puedo conseguirte algo, Ollie? ¿Algo de café? ¿Algo para comer?

—No —dije, frotándome la cara—. Pero gracias, Sue.

Me apretó el hombro—. Grita si necesitas algo.

Cuando las puertas se abrieron de nuevo, los padres de Reid entraron y yo


me puse de pie.

—Están a punto de llevárselo de nuevo, pero quería verte primero —dijo su


madre—. Se supone que debemos ir a la sala de espera en el cuarto piso.
—Gracias —dije, mientras los veía irse, y luego esperé hasta que las puertas
se abrieron de nuevo y se apresuraron a entrar.

Había un bloc de notas en el regazo de Reid cuando entré, y rápidamente


arrancó la página superior y la dobló.

—Ollie —dijo—. Antes de irme, quería…

—Estamos listos para ti, Reid —dijo la Dra. Boswell, entrando a la habitación
con un equipo que iba arrastrando una camilla.
131
—Pero…—Reid hizo un gesto hacia mí—. ¿Puedo tener un minuto con él?
¿Por favor?

—Lo siento, pero tenemos que prepararte para el proceso preoperatorio.

Esto estaba sucediendo demasiado rápido. Ni siquiera tuvimos la


oportunidad de decir lo que necesitábamos, y Dios sabía que no estaba preparado
para la posibilidad de perderlo, sin importar cuán irracional pudiera ser ese temor.
Pero el médico en mí sabía que su vida estaba en peligro, y cada segundo que
sostenía las cosas era un segundo en que las cosas podían cambiar dramáticamente.
No podría vivir con eso si algo le pasara a Reid.

—Tienes esto —dije, luchando contra las emociones que amenazaban con
abrumarme si las dejaba salir. Necesitaba ser fuerte para él, incluso si no lo sentía.

Reid extendió la mano y, cuando la agarré, dijo—: Lo prometo. Te prometo


que despertaré por ti —Luego se llevó las manos unidas a la boca y me besó la palma
de la mano, y antes de soltarlo, me pasó el trozo de papel que había estado
sosteniendo—. Te veré pronto, Ollie.

—Estaré aquí.

Me sonrió, una sonrisa llena de esperanza y tal vez algo más—amor. Amor,
de la forma en que amas a tu amigo o un ser querido. Posiblemente no podía decirlo
de otra manera, pero el sentimiento estaba allí de todos modos. Eres alguien a quien
amo y me importa. Regresaré a ti.

Apreté su mano y me aparté de la cama cuando lo trasladaron a la camilla, y


mientras lo cargaban y lo sacaban de la habitación, los ojos de Reid se quedaron en
los míos. Lo seguí hasta donde se me permitió, pero luego nos acercamos a un
conjunto de puertas y llegó el momento. Me llevé los dedos a los labios y él hizo lo
mismo.

Y luego se fue.
No, no se ha ido. Estaba temporalmente fuera de la vista. Iba a superar
esto mejor que nada.

Tenía que lograrlo.

Estaba aturdido mientras salía de la sala de emergencias. ¿Habían pasado


horas desde que nos habíamos despertado esta mañana, Reid yaciendo
tranquilamente a mi lado? Nunca había tomado ningún tiempo con él por sentado,
queriendo saborear cada momento en caso de que fuera fugaz, pero joder ... Nunca
pensé que esto sucedería.
132
El ascensor estaba vacío cuando entré. Esperaría con los padres de Reid en el
cuarto piso. Estaría dentro y fuera de la cirugía—con éxito—pronto. Y luego la vida
volvería a la dicha que había sido en las últimas semanas.

Simplemente no podría haber otra manera.

No lo pensaría.
CAPITULO DIECISEIS

No llegue al cuarto piso. En cambio, me encontré saliendo del ascensor, 133


bajando por el vestíbulo y saliendo por las puertas delanteras del hospital.

No quería sentarme en un silencio incómodo con los padres de Reid mientras


ellos podían o no hacer preguntas que no pudiese responder. No quería tener que
ponerles una cara de valiente para que no se preocuparan aún más porque yo fuera
un médico y asustarlos. Y no quería leer la nota que Reid me había dado con nadie
más a mí alrededor.

La lluvia golpeaba el pavimento, obligándome a permanecer debajo del toldo


de la entrada. Apoyándome contra la pared de las ventanas, dejé caer la cabeza hacia
atrás mientras inhalaba aire húmedo. Una parte de mí quería leer la nota de
inmediato, pero la otra mitad sabía que lo que estaba dentro probablemente me
rompería.

En este momento, el anestesiólogo estaba ahí arriba, dándole las drogas que
lo pondrían en un sueño profundo. No sabía cuánto duraría la cirugía ni cuándo
podría verlo después. No sabía si se despertaría y me sonreiría, si habría alguna
complicación. No sabía nada.

Nunca me había sentido más inútil en mi vida.

La nota doblada quemó un agujero en mi palma. Léelo, gallina. ¿No era eso lo
que Mike siempre me había llamado cuando me molestaba sobre Reid? Y ahora, aquí
estaba, con él, pero demasiado aterrorizado para abrir una puta nota.

Me abofetearía si me viera.

Con cuidado, desdoblé el papel y escrito en su pulcro garabato en la página,


había una carta.

Ollie
Sé que estás preocupado. Y tal vez yo también.
Olvida eso. Estoy muy preocupado. Ahí. Lo admití. Estoy jodidamente aterrorizado,
pero estaba tratando de no mostrarlo frente a ti.
No parece justo que haya vuelto, pero no hemos pasado por estas últimas semanas
para rendirnos ahora.
Acabo de encontrarte. No te estoy perdiendo y no te olvidaré, sin importar lo que pase.
Pero si, de alguna manera, el peor escenario se hace realidad, necesito que me prometas
que no te rendirás conmigo.
Ayúdame a recordar. 134

Ayúdame a encontrar mi camino de regreso a ti.


Te amo,
Tu Bluebird.

Con los ojos empañados, releo la carta una vez, dos veces, una docena de
veces más. Lo leí una y otra vez hasta que la memoricé, y luego me apoyé contra las
ventanas y cerré los ojos. Incluso entonces vi sus palabras, y una vez más sentí el
temor de un desastre que se avecinaba y que no podía parar.

Respirando profundamente, traté de aclarar mi mente y centrarme en lo


positivo. Esa era la única cosa que podía controlar en este momento.

Todo estaría bien.

Cuando la lluvia cesó y se disipó en un ligero rocío, empujé la puerta de


cristal. Caminé por el estacionamiento hasta la acera que corría el perímetro del
enorme complejo y seguí el camino. Necesitaba alejarme de mis nervios, y necesitaba
el aire fresco, ninguno de los cuales encontraría al sentarme o pasear por la sala de
espera confinada y hermética, aunque me dirigía ahí de nuevo lo suficientemente
pronto. Mantuve un ojo en la hora, al igual que en el teléfono de Reid, en caso de
que hubiera una actualización y sus padres llamaran.

Pero no la habría. Aún no. Era demasiado temprano para eso.

Pasó una hora y la oscuridad cayó cuando hice otra vuelta alrededor del
hospital, y comencé a sentir inquietud. No podía imaginarme que la cirugía cerebral
duraría solo una hora, pero ¿qué sabía? Quería estar allí cuando él saliera.

Un poco más de dos horas y finalmente subí al cuarto piso. Cuando salí del
ascensor y entré en la sala de espera, el padre de Reid levantó la vista de donde
estaba sentado mirando algo en su teléfono e inclinó la cabeza hacia mí antes de
volver a él. Su esposa tenía la mirada perdida desde donde estaba recostada sobre
su hombro, pero tuve la sensación de que no estaba dormida. Pensé que sabían que
quería que me dejaran solo. O tal vez fueron ellos quienes querían quedarse solos.
De cualquier manera, estaba agradecido por el silencio.

Había varias otras sillas llenas, así que me dirigí a un rincón junto a la
ventana, donde todavía tendría una vista de las puertas cada vez que el cirujano
salía a darnos una actualización. Bueno, para dar a sus padres una actualización. Yo
estaría espiando.
135
El tiempo pasó. Dejé de revisar la hora en mi teléfono. En realidad, como la
batería estaba casi muerta, apagué la cosa completamente. Le había enviado un
mensaje a mi jefe antes para hacerle saber lo que estaba sucediendo, y había puesto
a alguien en mi lugar en el trabajo para el día siguiente.

Pasó un tiempo cuando se abrieron las puertas y salió la Dra. Boswell. Me


levanté de un salto mientras se dirigía hacia los padres de Reid y corría detrás de
ellos justo a tiempo para verla sonreír.

—Lo hizo bien —dijo la Dra. Boswell—. Lo hizo realmente bien.

El alivio que sentí casi me hizo caer de rodillas, mientras explicaba en


términos sencillos los detalles de la cirugía y lo que sucedería después en términos
de recuperación. Pero todo lo que escuché fue que él estaba bien.

No, mejor que bien. Lo había hecho "muy bien".

La primera sonrisa en horas levantó mis labios, y no fue hasta que la mamá
de Reid puso su mano en mi brazo que me di cuenta de que me había ido.

—Vete a casa, Ollie —dijo amablemente—. Duerme un poco. Puedes volver


y verlo a primera hora de la mañana.

—Pero…

—Ninguno de nosotros puede verlo por un tiempo, y estas sillas no son muy
cómodas para una siesta. Te prometo que te llamaré si algo cambia.

La Dra. Boswell asintió—. Dormir bien esta noche te hará bien. Él estará bien
esta noche. Descansando, como todos ustedes deberían.

Odiaba que tuvieran razón. No podía hacer nada si estaba aquí o en casa, así
que, con cierta reticencia, dije—: Está bien. Tengo el teléfono de Reid, pero ¿puedo
darles mi número?

Su mamá me entregó su teléfono, y después de que escribí mis dígitos, me


tomó por sorpresa envolviéndome en sus brazos con fuerza.
—Gracias —dijo—. Por estar aquí ahora y por cuidar a mi hijo. No sé qué
haríamos sin ti.

Me pregunté si se sentiría de la misma manera si supiera cómo me sentía


realmente con respecto a Reid, pero le devolví el abrazo y saboreé la comodidad que
el toque de una madre podía proporcionar. Había pasado tanto tiempo desde que
me habían abrazado así, y no me había dado cuenta de lo desesperadamente que me
habían privado de ello.

—Por favor, descansa un poco —dijo ella, dándome un último apretón antes
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de dejarme ir.

Cómo se suponía que debía dormir, no lo sabía, pero de alguna manera mi


cuerpo sabía que no debía luchar, porque tan pronto como llegué a casa, me
desplomé de agotamiento y estaba afuera tan pronto como mi cabeza golpeó la
almohada.

Mi teléfono sonó cuando salió el sol a la mañana siguiente y contesté al


primer timbre.

—Está despierto —dijo la madre de Reid—. Pensé que te gustaría saberlo.

—Voy en camino.

Después de la ducha más rápida conocida por el hombre, me puse algo de


ropa y salí por la puerta. Pero mientras manejaba hacia el hospital, me di cuenta de
que había olvidado una cosa importante, así que me dirigí a la tienda de comestibles
más cercana para remediarlo muy rápido. No podía aparecer para ver a mi hombre
con las manos vacías, después de todo.

El viaje hasta el ascensor pareció demorar más de lo que lo había hecho el


viaje en auto, y con impaciencia di unos golpecitos con el pie hasta que las puertas
se abrieron. En el pasillo, pasé junto a la madre de Reid, quien me dijo que se dirigía
escaleras abajo para tomar un poco de desayuno, y me alegré secretamente de que
se hubiera ido para que Reid y yo pudiéramos tener nuestra reunión sin nadie
mirando. No sabía por qué estaba tan nervioso, pero la sensación de inquietud que
había tenido toda la mañana no me iba a dejar mientras me dirigía hacia la
habitación de Reid con un jarrón lleno de hortensias azules y lirios blancos en mis
manos.

La puerta de su habitación estaba desbloqueada, pero de todos modos le di


un rápido golpe antes de entrar. Las luces estaban apagadas cuando entré, pero las
persianas que cubrían las ventanas estaban abiertas, dejando entrar la luz del sol de
la mañana. Al doblar la esquina, me detuve cuando vi los ojos de Reid cerrados. Lo
último que quería hacer era despertarlo, pero Dios, fue tan bueno verlo, incluso
dormido.
137
Busqué un lugar donde colocar el jarrón y, mientras iba hacia la ventana, los
ojos de Reid se abrieron.

—Reid... Dios mío. No tienes ni idea de lo jodidamente bueno que es verte


despierto —dije, y sabía que mi sonrisa tenía que estar dividiendo mi rostro, era tan
grande. Dejé el jarrón sobre la mesa y me acerqué a su cama. Su cabello fue afeitado
de nuevo, y una venda cubría el lado izquierdo de su cabeza, pero podría haber
estado cosido de la cabeza a los pies y todavía habría pensado que era el humano
más hermoso que había andado por el planeta—. La Dra. Boswell dijo que lo estás
haciendo muy bien —dije, alcanzando su mano.

Debería haber visto las señales cuando abrió los ojos y me vio allí de pie.
Debería haber prestado atención, pero estaba demasiado atrapado en mi felicidad al
ver a Reid despierto y respirando como para notarlo.

No fue hasta que cometí el error de alcanzar su mano y él la retiró hasta que
la bola cayó, junto con mi estómago.

Y lo que dijo a continuación fue lo que sabía que se quemaría en mi memoria


para siempre. Cada vez que lo pensara, volvería a sentir su dolor, mordiéndome la
carne y burlándose de mí. Una herida abierta y dolorosa que nunca sanaría.

La vida como la conocí terminó con tres pequeñas palabras, once letras, seis
sílabas, todas provenientes de la boca del hombre del que me había enamorado. El
que me miraba con esos hermosos ojos marrones, empañados solo por la expresión
vacía detrás de ellos y el leve ceño fruncido grabado entre sus cejas.

—¿Quién eres tú?

FIN.
Gracias

¡Gracias por leer Forget Me Not! Sé que lo hice. Te maté con ese final. Aunque
me amas, ¿verdad?

Bueno, no te preocupes, porque no tienes que esperar mucho tiempo para el


final de la historia de Ollie & Reid.

Mientras tanto, si disfrutaste de Forget Me Not, considera dejar un 138


comentario en el sitio donde compraste el libro. Tal vez ayude a Reid a recordar...
<3
Sobre la autora
Brooke Blaine es una autora estadounidense de romances
contemporáneos que van desde la comedia hasta el suspenso y romance. El ultimo
ha asustado a su conservadora familiar sureña de por vida, bendito sean sus
corazones.

Si este libro te gustó puedes ponerte en contacto con ella, es fácil de 139
encontrar—solo mantén un oído cerca de su tono de llamada de Rick Ashley que la
ha dominado por años. . O puedes buscarla en www.BrookeBlaine.com.
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Si disfrutaste el libro, te invitamos a que visites nuestro blog o consultes


nuestro Goodreads para ver nuestras próximas traducciones. ¡Nosotras te
esperamos ansiosas con una taza de té en las manos! Tambien estamos en busca de
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mail para recomendar algún libro que te gustaría incluyéramos en proyectos
futuros y con gusto te leeremos: asoulinacup@gmail.com

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