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01 - Forget Me Not - Brooke Blaine
01 - Forget Me Not - Brooke Blaine
Forget Me Not
UNFORGETTABLE DUET #1
BROOKE BLAINE
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Esta traducción fue realizada por maravillosas lectoras con el único objetivo de
promover la lectura y que esta pueda llegar a todas partes. Ninguna persona fue
compensada monetariamente por la elaboración de la misma.
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Capítulo 1 Capítulo 10
Capítulo 2 Capítulo 11
Capítulo 3 Capítulo 12
Capítulo 4 Capítulo 13
Capítulo 5 Capítulo 14
Capítulo 6 Capítulo 15
Capítulo 7 Capítulo 16
Capítulo 8 Agradecimientos
Capítulo 9 Sobre la autora
SINOPSIS
Ese día…
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CAPITULO UNO
—Es lunes, y ya sabes lo que eso significa —dijo Mike mientras apagaba el
motor de Big Bertha1 y me miraba expectante.
—Sip. Café extra-negro viniendo —Cuando abrí la puerta del lado del
pasajero, la mano de Mike aterrizó firmemente en mi brazo, deteniéndome antes de
que pudiera salir de la ambulancia, y lo miré por encima de mi hombro.
Levantando mis cejas, miré alrededor, buscando a quien fuera con quien Mike
pensaba que estaba hablando, y cuando leyó mi expresión burlona, resopló.
Si, como sea, me tenía allí. Algo siempre me retuvo de decirle hola al chico de
los ajustados pantalones chinos y corbata y camisas almidonadas que veía casi todas
las mañanas en el pasillo de café en Joe´s Grab ´N Go, y Mike nunca podía resistir la
oportunidad de atacarme por ello. Nunca debí haberle dicho sobre mi
enamoramiento en primer lugar, pero ser mi mejor amigo y compañero de trabajo
significaba que tendíamos a compartir mucho tiempo juntos entre llamadas de
emergencia.
1
Big Bertha: Traducido literalmente seria ¨Gran Bertha¨. Al ser un apodo se deja en el original.
Tomé un recipiente de mentas y lancé un par a mi boca antes de tirarlo de
nuevo en la consola—. Créeme. Lo sé.
Eso es. Necesito poner mi maldita vida en orden de nuevo. Trabajar todos estos
tiempos extras para conseguir algo de dinero adicional durante los días festivos—y
darles a los chicos con familias algo de tiempo libre—había hecho que mis
actividades extracurriculares fueran en descenso. Si no tenía sexo pronto, colapsaría
y estallaría en llamas. O, peor, haría mi movimiento con el chico heterosexual.
—Ey, Ollie —llamó Mike, y me detuve con mi mano sobre la puerta de Grab
´N Go antes de moverme a un lado para dejar pasar a la dama detrás de mí. Cuando
me di la vuelta, una sonrisa malvada jugaba en sus labios mientras metía la bomba
de gasolina en el tanque de Big Bertha, y comenzó a mover sus caderas.
Oh, por el amor de…
—Y mientras estas en eso, tal vez podrías traerme una de esas frituras de
manzana, ¿lo harías? ¿Y una soda para después?
Demasiado para las resoluciones de Año Nuevo, pensé. Eso había durado menos
de una semana. No es como si pudiera culparlo cuando la tentación venia en una
atractiva canasta de productos recién horneados que había en el mostrador de Joe
todas las mañanas—incluso a mí me costaba pasarlos de largo. Aun así, Mike había
querido perder las veinte libras que había arrastrado desde Halloween y me hizo
jurarle que lo mantendría bajo control.
Ese cabrón. Sacudí la cabeza y lo fulminé con la mirada, y luego entré, ahora
decidido a comprar los buñuelos de manzana y, personalmente, metérselos en su
entrometida garganta.
—Buenos días, Oliver —me saludó Joe desde detrás del mostrador donde
estaba atendiendo a un cliente, y le sonreí antes de agarrar una cesta con asa y
dirigirme por el pasillo hacia la Sprite de Mike. Tomé la tercera botella de la parte
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delantera—sí, jamás tomaba la primera cosa de algo—y la dejé caer en la cesta
cuando la puerta del congelador se cerró detrás de mí.
Hoy estaba vestido con un par de pantalones negros, con una camisa blanca
abotonada y una corbata azul medianoche—siempre puestas juntas muy bien, desde
su cabello marrón oscuro elegantemente despeinado, tan oscuro que era casi negro,
hasta sus mocasines negros. Un rastrojo de un par de días cubría su mandíbula
usualmente recién afeitada, y me imaginé como se sentiría bajo mis manos mientras
tomaba un lado de su rostro y lo atraía hacia el mío…
—¡Maldita sea!
2
3
Bluebird: Pájaro Azul. Se deja en el original por ser un apodo.
—¿De nuevo? —Joe se rascó la mandíbula y luego dijo—: Lo lamento por eso,
Reid. Haré que alguien venga a arreglarla hoy.
Eso no fue estática, pensé, pero no estaba dispuesto a esclarecerlo, así que en
cambio hice un gesto hacia la cafetería casi vacía—. No hay problema. Ve por ello.
Una sonrisa agradecida curvó sus labios—. Gracias —luego se sirvió una taza
llena de café y rascó su mandíbula cuando dijo—: ¿Alguna vez has tenido una de
esas mañanas?
—Todo el tiempo.
—Ayuda que podamos filtrar la cafeína por vía intravenosa para un disparo
más rápido en los días malos.
—Mamá era una gran fan de Laurel y Hardy4. Me alegro que no haya ido con
Stan —Tan pronto como las palabras salieron de mi boca, me di cuenta de que era
una referencia innecesaria porque él probablemente no tenía idea de quién
demonios eran Stan Laurel y Oliver Hardy, pero Reid me sorprendió como la mierda
al reír.
—Tu mamá tiene buen gusto. Solía ver esa cosa en casa de mi nana —dijo, y
luego dejó ir mi mano.
—No creo que responda a una paliza, Joe —dijo Reid, mientras agitaba dos
cremas en su café.
4
Laurel y Hardy: Fueron un dúo de comediantes durante la primera era clásica de Hollywood. El equipo
estaba compuesto por el inglés Stan Laurel (1890–1965) y el estadounidense Oliver Hardy (1892–1957). Se
hicieron muy conocidos a finales de la década de 1920 hasta mediados de la década de 1940 por su comedia
slapstick, con Laurel interpretando al torpe e infantil amigo del pomposo matón Hardy.
Cuando Joe golpeó la máquina, Reid negó hacia el terco hombre. Luego tapó
su taza y me sonrió—. Gracias de nuevo, Ollie. Te debo una.
Joe gruñó lo que sonaba como un adiós y siguió jugueteando con la máquina
de latte mientras yo enjuagaba la olla de la cafetera y empezaba a preparar una dosis
recién hecha. 13
—Esa tiene que ser la sonrisa más grande y tonta que he visto en tu feo rostro
—dijo Mike, mirándome como si me hubieran crecido dos cabezas—. ¿Finalmente
lo hiciste? ¿Lo invitaste a salir?
—Maldita sea. 14
Se echó a reír y rasgó la bolsa de buñuelos con una mano, mientras mantenía
la otra sobre el volante. Cuando me hizo jurar la semana pasada que lo mantendría
en el buen camino mientras ¨cortaba la mierda¨, pensé que estaba loco. Incluso con
veinte libras en su fuerte estructura de seis pies5, Mike estaba tan atractivo como
siempre. Rizos negros, muy recortados, un bronceado permanente y hoyuelos que
solo parecían haberse profundizado en los últimos meses.
Los más calientes siempre son heterosexuales. Lo son en Floyd Hills, al menos, pensé,
mi mente corriendo de vuelta al hombre con el que siempre me aseguraba de
encontrarme durante la semana. Y si, también recibí esa vibra recta de Reid, aunque
incluso él no podía negar la chispa que había estallado en llamas cuando nuestras
manos se habían rozado entre sí. Sin embargo, eso no fue suficiente para colgar
ninguna esperanza, por mucho que lo quisiera.
—No, él no lo sabía.
5
1.83 mts aprox.
—Bueno, ahora tienes una oportunidad6 —dijo Mike, guiñándome un ojo—.
Y eso fue solo un juego de palabras si quieres que lo sea.
—¿Qué?
Mike se echó a reír mientras yo encendía la radio para ahogar cualquier otro
comentario que su azúcar alta quisiera lanzar, pero cuando Bing Crosby comenzó a
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cantar sobre un país de las maravillas de invierno, Mike gruñó y apretó los botones
para cambiar el canal.
—No puedo creer que todavía estén tocando música navideña en enero. ¿No
recibieron la nota de que Papá Noel ya vino a la ciudad y todo lo que trajo fue una
maldita tormenta de nieve? ¿Cuándo diablos voy a usar una tormenta de nieve por
aquí? Creo que mis suegros pidieron una.
—No es así como quiero que empiece mi día —dijo, cortando una intersección
para hacer una vuelta a la izquierda en Mercer.
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La frase que dice Mike es ¨You have an opening now¨, que según el contexto se traduciría como ¨Tener
pase libre para entrar¨. Se entiende que el doble sentido es una insinuación de que ahora Ollie tiene carta
blanca para follarse a Reid.
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ETA (Estimated Time of Arrival): Tiempo Estimado de Llegada.
—Prepárate —dije—. Tengo la sensación de que va a ser uno largo.
Había visto la escena tantas veces antes, pero nunca había tenido el aliento
yendo apresuradamente en mis pulmones, nunca tuve un débil sonido de zumbido
en mis oídos, y nunca tuve una sensación salvaje de pánico apoderándose de mi
pecho como lo hice en ese momento.
La ventanilla del lado del conductor estaba rota con una mancha de sangre,
pero aun intacta, y traté de no mirarla cuando tomé la manija de la puerta y la
encontré bloqueada. No estaba dispuesto a arriesgarme a romper una ventana cerca
de él, y necesitaba alcanzarlo rápidamente, así que arranqué el manguito de la
presión arterial de la bolsa que había agarrado antes de salir de la ambulancia. Con
mis dedos, abrí la parte superior del marco de la puerta lo suficiente para pegar el
mango dentro y luego comenzar a bombear.
—Vamos, vamos —dije, sintiendo que el reloj dejaba de marcar mientras Reid
yacía inmóvil a unos centímetros de distancia.
Cuando el mango se expandió, la puerta comenzó a separarse del auto,
dándome suficiente acceso para desbloquear la puerta con una varilla delgada y
luego abrirla.
Mi corazón latía más rápido de lo que lo había hecho en toda mi vida, pero
de alguna manera mis manos estaban firmes cuando me puse los guantes y luego
agarré la muñeca de Reid, todo el entrenamiento y los años que pasé en situaciones
de emergencia me mantuvieron conectado a la tierra.
Tenía pulso, gracias a Dios, aunque no era tan fuerte como me hubiera
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gustado y su respiración era superficial. Pero él estaba vivo. Por ahora.
—¿Qué tenemos? —dijo Mike detrás de mí, y miré por encima del hombro
para ver que tenía la camilla y el collarín cervical listos para ser usados. Uno de los
equipos de bomberos y equipos de rescate se detuvieron detrás de nosotros en busca
de apoyo, mientras que los otros fueron al cuatro por cuatro para sacar al conductor
de la camioneta, a quien podía ver que estaba en alerta e intentando salir del
vehículo solo…
Revisé los signos vitales de Reid mientras abría la puerta trasera para Mike y
luego regresé mi atención de vuelta a Reid. Mike se subió al asiento trasero y, junto
con los demás, comenzamos la complicada danza de sacar a Reid del auto mientras
yo mantenía estable su columna vertebral.
Había cortes a lo largo del lado derecho de su hermoso rostro por los
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fragmentos de vidrio que se habían disparado en el aire cuando el camión se estrelló
contra él, y varias astillas permanecieron incrustadas en su mejilla. Su cabello oscuro
estaba enmarañado con sangre que caía hasta su ceja.
Durante todo el tiempo que trabajamos, entubándolo e iniciando las IV, seguí
hablando y le dije a Reid lo que estaba sucediendo en todo momento, aunque si era
honesto, también era para mantenerme cuerdo.
—Vamos.
Ugh. Sí, mal momento para esa broma, pero eran bromas horribles o nada en
absoluto, y sentí la necesidad de seguir hablando, para que me escuchara y supiera
que alguien estaba con él.
—¿Puedes creer que nunca aprendimos los nombres del otro antes de hoy?
Eso es un poco tonto, ¿verdad? Siempre pasándonos de largo el uno al otro por las
mañanas, pero nunca diciendo nada. De hecho, siempre pensé en ti como Bluebird
en mi cabeza, no es que alguna vez dijera eso en tu cara —miré sus ojos aún
cerrados—. Bueno, no a tu cara de vigilia, de todos modos.
Por el rabillo del ojo, pude ver a Mike llevándonos a través de la carretera y
supe que escuchaba cada palabra que decía, aunque intentaba no reaccionar de
ninguna manera. Me encogí de hombros. No es como si no supiera más que Reid.
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—Probablemente estés pensando, ¿por qué Bluebird, verdad? —continué—.
La primera vez que te vi, vestías esta camisa azul claro debajo de la chaqueta, y había
una especie de broche de plata en tu solapa que parecían alas. Supongo que se
destacó para mí, y... bueno, tú realmente me llamaste la atención. Entonces,
supongo... Supongo que por alguna razón, Bluebird se me vino a la cabeza, así que
eso es lo que eras desde ese momento.
Miré su pantalla de signos vitales y tragué—. No sé por qué dije todo eso,
pero ahí tienes. A veces las cosas no tienen sentido, pero tienes que lidiar con eso.
Algo así como lo que está pasando ahora —respiré hondo mientras estudiaba su
rostro. Ese hermoso rostro, herido, y el hombre al que pertenecía y que no merecía
lo que le estaba pasando ahora. Me sentía surrealista, pasar de nuestra conversación
no hace ni media hora a llevarlo rápidamente al hospital. Me recordó lo que sabía
que era verdad todos los días—la vida no era justa y no dejaba pasar a nadie solo
porque era una buena persona. No conocía a este hombre, pero sabía en mi instinto
que él era bueno. Y haría todo lo que estuviera a mi alcance para mantenerlo
respirando, para mantenerlo a salvo.
Los ojos de Reid se abrieron entonces, esos orbes de color marrón oscuro
mirándome fijamente, y supe que me había escuchado, porque podía ver el
entendimiento mezclado con el miedo.
¿Aunque, este? No había manera de que pudiera dejar a Reid aquí sin saber
que había superado esto. Probablemente parecería una locura para cualquier otra
persona, pero aunque realmente no nos conocíamos, él era parte de mi vida diaria,
incluso durante esos pocos minutos en el lugar de Joe. Ni siquiera podía pensar en
la posibilidad de que nunca recuperaría esos momentos cada mañana. Que no
estaría allí mañana, taza recargable debajo de la salida del latte, llenándolo y luego
vertiendo tres azúcares, dos cremas.
8
HIPPA: Ley Federal de Responsabilidad y Transferibilidad de los Seguros Médicos.
No sabía cuánto tiempo había estado allí, perdido en mis pensamientos,
cuando una mano me sujetó el hombro. No tuve que mirar para saber que era Mike,
y el apretón de su mano fue todo el apoyo que necesitaba.
—Bertha está limpia —dijo en voz baja—. Pensé que necesitabas un poco de
tiempo…ya sabes.
Un tono sonó en las radios que usamos, y luego llegó una llamada.
Mordedura de animal al otro lado del pueblo, no es grave.
Setenta y dos horas desde que dejé a Reid en el hospital, donde ahora yacía
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en el cuarto piso en un coma inducido médicamente para curar la hinchazón en su
cerebro. Y esto era además de las costillas rotas, el pulmón perforado, la torcedura
de la muñeca y el tobillo, y los muchos cortes y contusiones en todo el cuerpo.
Salí del ascensor justo a tiempo para ver a una doctora apartando a una
familia que solo podría haber sido la de Reid, a juzgar por la sala de espera vacía y
la forma en que todos compartían sus rasgos, y no me avergoncé de espiarlos. Había
escuchado a la doctora dar actualizaciones sobre la condición de Reid y lo que había
sucedido, había visto a su madre llorando suavemente en la camisa de su esposo.
Quería acercarme a ellos, ofrecerles algunas palabras de consuelo, pero ¿quién era
yo? Nadie más que un extraño, y no quería interferir en su sufrimiento de ninguna
manera, así que había esperado. Esperé y observé, igual que ahora, una hora después
de que mi turno hubiera terminado.
Miré la fila de sillas en donde los padres de Reid estaban hablando con la
doctora que acababa de salir para informarles. Había sospechado cuando lo vi por
primera vez que el hombre que estaba a unos pocos pasos de distancia era el padre
de Reid. Tenía los mismos ojos color café, la misma constitución alta y los hombros
fuertes. La mujer envuelta con fuerza en uno de sus brazos era de donde venía el
tono de piel marfil de Reid. Habia pasado de largo a su madre una vez, y ella me
había ofrecido la misma sonrisa educada que Reid me había regalado todas esas
mañanas en el lugar de Joe. Y junto a ella, sentada con las piernas cruzadas en una
de las incómodas sillas del hospital y agarrando un rústico libro gastado, aunque
su atención estaba centrada en lo que el doctor estaba diciendo, estaba sentada una
mujer más joven, tal vez en su adolescencia.
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UCI: Unidad de Cuidados Intensivos.
Sin desprenderme como una enredadera, escuché todo lo que podía sobre lo
que el médico les estaba diciendo sobre el progreso de Reid.
Buen pronóstico...sanando... respirar por su cuenta... ya comenzó el proceso de sacarlo
del coma...
¿Pero escuchar que Reid iba a salir adelante? Esa fue la mejor noticia que
había escuchado, tal vez jamás.
—Él lo logrará —dijo ella, con la voz quebrada—. Nuestro bebé va a estar
bien.
Apartando los ojos para darles su momento privado, me dije que esto era
suficiente. Reid pasaría por esto, y podría y debería seguir adelante, lo quisiera o no.
Bueno, al menos eso fue lo que me dije a mí mismo hasta que el padre de Reid
habló.
—¿Por qué no vamos todos a cenar a la cafetería? —le dijo a su esposa, y antes
de que ella pudiera protestar, levantó la mano—. No has comido mucho de nada en
días.
Miré por el pasillo para verlos subir al ascensor, y cuando las puertas se
cerraron detrás de ellas, debatí durante un minuto antes de saltar de mi silla.
Tenía que verlo. Solo para checar por mí mismo que lo que la doctora había
dicho era verdad, y luego lo dejaría tranquilo y le permitiría sanar en paz.
Por suerte para mí, resultó que había un cambio de turno en la estación de 25
enfermeros, y todos estaban demasiado ocupados charlando como para darse cuenta
de que un miembro que no era de la familia inmediata que Reid se estaba deslizando
por el pasillo para verlo...
—Estás en mucho mejor estado que la última vez que te vi. Me alegra que
hayas escuchado. Ya sabes, cuando te dije que esperaras. Y ahora mírate. El Doc dice
que te despertarás pronto, y con suerte no tendrás demasiado dolor ni recordarás el
accidente. He escuchado que algunas personas dicen que no recuerdan nada y otras
dicen que lo reviven nuevamente en sus sueños.
Metí mis manos en los bolsillos de mis jeans desgastados y me balanceé sobre
mis talones. Mis ojos se fijaron en las fotos y tarjetas que se veían a lo largo de la
pared, y una sonrisa dibujó mis labios.
—Parece que tus estudiantes te extrañan. Sé que yo lo haría —mi boca se cerró
de golpe al admitirlo, pero luego pensé: Supéralo. No es como si recordará algo de
esto de todos modos.
Mirando hacia abajo a la cara de Reid, memoricé sus rasgos en caso de que
fuera la última vez que lo viera. No había ninguna garantía de que regresara a Castle
Hill o se detuviera a tomar un café en Joe's. Demonios, ni siquiera había ninguna
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garantía de que fuera completamente él mismo cuando saliera del coma. Cambios
de personalidad, pérdida de memoria... lo que sea, lo he visto y oído. Esperaba que
eso no le sucediera a Reid, pero por si acaso...
Me di la vuelta para irme, mirando por encima del hombro una última vez la
expresión pacífica de Reid, cuando de repente se abrió la puerta de la habitación de
Reid, y oí a su madre decir—: Solo seré un segundo, olvidé mí…
Tan pronto como me vio de pie junto a la cama, se detuvo, con sorpresa y
confusión cruzando su rostro. Pero cuando su mirada se desvió detrás de mí, todo
lo que había estado a punto de decir fue olvidado cuando su boca se abrió en un
grito ahogado.
—Oh, Dios mío —Se llevó los dedos a los labios cuando comenzó a avanzar,
y rápidamente me aparté del camino, deseando también mezclarme contra la pared.
Qué idea tan estúpida fue colarse aquí. Una verdadera estúpida...
Me giré tan rápido que casi perdí el equilibrio, y más aún cuando vi que los
ojos marrones de Reid estaban abiertos, y me miraban fijamente.
Tengo que salir de aquí, pensé, retrocediendo, listo para salir sin más aviso,
cuando el padre y la hermana de Reid doblaron la esquina.
Oh, mierda. Realmente no había pensado en esto, y ahora había violado diez
diferentes leyes de privacidad, tuve un encuentro con la familia de Reid... oh, y Reid
estaba ahora despierto y viendo cómo se desarrollaba todo. Que gran manera de
hacerlo, Ollie. Enserio.
Cuando fui a moverme alrededor de él, tenía toda la intención de irme antes
de que pudieran llamar a seguridad para venir aquí y golpearme el culo, pero en ese
momento, una palabra tuvo a ese plan volando por la ventana.
—Ollie. 27
Me quedé helado.
Hubo un sonido sibilante, y Reid tosió un poco, pero luego volvió a llamar mi
nombre, y esta vez supe que no había sido un producto de mi imaginación.
—Reid... Oh, Dios mío —Su madre rompió a llorar cuando alcanzó su rostro,
y luego pareció recordar sus heridas y le dio un beso en la frente. Se acurrucó a su
alrededor, las lágrimas brotaban mientras se abrazaban—. No tienes idea de lo
preocupados que estábamos.
—Sí, señor.
Pero resultó que no tenía que responder en absoluto, porque Reid habló de
nuevo.
—Él me ayudó —Nuestros ojos se dispararon hacia Reid, quien me miró con
una expresión que parecía algo como curiosidad. Y aprecio—Me dijiste... que
luchara.
—¿Es eso cierto? —preguntó el padre de Reid—. ¿Eres uno de los doctores
aquí?
—Gracias. Gracias —susurró, una y otra vez, apretándome con fuerza antes
de alejarme. Luego se secó la cara y dijo—: Será mejor que vaya a ver a esa enfermera.
—Gracias —dijo, su voz vacilante, y miré hacia arriba para verla entrelazando
sus dedos—. Gracias por lo que hiciste por Reid y por controlarlo. Él podría no estar
aquí si no fuera por ti.
Dios, ni siquiera quería pensar en eso. El qué podría haber sido. Las cosas
habían sucedido por una razón, exactamente como se suponía que debían. Tenía que
creer eso, aunque deseaba que no hubiera tenido que pasar por ningún dolor.
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—Debería dejarlos a todos para... ponerse al día —dije, y luego miré a Reid.
Sin duda se sentiría abrumado por todo lo que le había sucedido en los últimos días,
y necesitaría tiempo para curarse, estar con su familia, recordar—. Estoy muy feliz
de verte despierto.
Está bien. Lo arreglaré cuando llegue la primavera, pensé, bajando los escalones
del porche delantero, y mientras lo hacía, uno de los ladrillos se soltó y se tambaleó
bajo mi pie.
Genial. Otra cosa para agregar a la lista. No es que tuviera alguna razón para
quejarme. En general, era una casa acogedora, una más agradable de lo que esperaba
mi escaso presupuesto.
Comencé con un ritmo fácil, dejando que mis músculos se calentaran al frío.
Correr era una forma de despejar mi mente de todo lo relacionado con el trabajo que
amenazaba con volverme loco. Empujarme a mí mismo era la única forma que
encontré para dejar de lado lo que no podía controlar y dejarlo atrás, así que creo
que era una especie de terapia.
La semana pasada había sido inusualmente áspera, las condiciones heladas
en las mañanas causaban una gran cantidad de accidentes automovilísticos, y con
cada llamada a la que respondíamos, mi mente volvía a Reid.
—¿Ollie?
Estaba tan desconcertado por la voz que venía detrás de mí que casi me comí
el pavimento cuando mis rodillas amenazaron con doblarse. Reduje la velocidad
hasta detenerme y luego me di la vuelta, levantando una mano mientras observaba
el sol brillante. Cuando pude ver quién era, me quedé boquiabierto.
—¿Mejor? —Se rió entre dientes y se metió las manos en los bolsillos de la
chaqueta—. Sí, no es difícil estarlo.
—Definitivamente mejor que la última vez que te vi —traté de no darle una
gran mirada, pero estaba resultando imposible. Casi había olvidado lo hermoso que
era el hombre—. Estás, uh... ¿estás bien?
A pesar del frío, el calor subía por mi cuello. Mi primer instinto siempre fue
minimizar mi rol, pero con Reid, me encontré diciendo—: Me alegra ver que te está
yendo mejor.
Nos quedamos parados torpemente, ninguno de los dos parecía saber qué
decir, pero, de nuevo, no nos conocíamos realmente, ¿verdad?
—Oh, sí, he estado tratando de tomar un poco de aire fresco. Poco a poco
recupero la velocidad, ¿sabes?
—¿Te gustaría unirte a mí? Realmente no tengo muchas ganas de correr esta
mañana de todos modos.
—¿Oh si? ¿Corres? —Mierda, ¿cómo recordaría eso?—. Quiero decir, uh…
Reid se rió—. Sé lo que quieres decir. Y no lo creo. Por lo que me han dicho,
realmente no me gustaba mucho el deporte. O cualquier actividad cardiovascular,
para el caso. Acabo de ver a la gente aquí afuera corriendo y pensé que parecía algo
saludable.
Me reí entre dientes. No tuve que mirarlo de arriba abajo para ver que
probablemente estaba equivocado al no sudar. Estaba mucho más delgado de lo que
había estado antes del accidente, pero antes de eso, Reid había tenido una
constitución atlética de la que me había enganchado—y en la que había pensado a
menudo—por lo que tenía que pasar algún tiempo en un gimnasio.
Cuando pasamos por mi casa, dije—: ¿Te importa si te hago una pregunta
personal?
—Tal vez no —dije, mis labios se curvaron hacia arriba—. Pero… ¿Qué es
exactamente lo que recuerdas?
—Como detenerse en una gasolinera para tomar una bebida, pero no tenían
lo que quería —Sus mejillas se tiñeron de la más leve sombra de rosa cuando dijo—
. Recuerdo tu rostro. Sé que hablamos, pero no tengo ni idea de lo que se dijo. Sé que
me vestí para ir a algún lugar, al trabajo, creo, pero no puedo decirte dónde está o
qué hice. ¿Y antes de eso? Supongo que ahí es donde se pone difícil —Se sacó el
gorro y lanzó una bocanada de aire—. Cuando me desperté en el hospital y vi a mis
padres, pensé que estaba soñando. Se veían mucho más viejos que la última vez que
los vi. ¿Y Anna, mi hermana? Ni siquiera estaba en la secundaria todavía, pero me
dicen que se está preparando para graduarse de la escuela secundaria. Y, claro, ella
lo parece. Pero mi cerebro no comprende realmente que parece que me estoy
perdiendo una parte de mi vida de diez años.
Dejo escapar un silbido—. Maldita sea. ¿Diez años? Así que eso te haría tener,
¿qué?
Oh, Dios mío. ¿Diecisiete? ¿Pensaba que todavía tenía diecisiete años? No
estaba seguro de lo que se suponía que debía hacer con esa información además de 34
eliminarla.
—No todo está cortado y seco —continuó—. Tengo destellos de cosas que
parecen haber llegado después de la secundaria, pero nada tiene sentido.
—Al igual que al ver una película de tu vida, solo no reconoces a los
personajes.
—No puedo imaginarlo —¿Cómo sería perder todo ese tiempo, todos esos
recuerdos? La gente que conociste, los lugares a los que fuiste. Tu trabajo. Toda tu
vida como la conociste, bam, desapareció en un instante. ¿Y los recuperaría alguna
vez, o tendría que comenzar básicamente desde cero? ¿Cómo presionar un botón de
reinicio en tu vida?
—Treinta y dos.
—¿Y eres casado? ¿Tienes una novia?
Casi me ahogo con una risa—. No. Y no —Y luego, para decir lo que se
volvería obvio muy pronto, dije—. Tampoco un novio.
Reid hizo una doble toma—. Oh —dijo, sin parecer demasiado molesto por
eso, sino como si no lo hubiera pensado—. ¿Por qué no?
—Supongo que podrías decir que estoy casado con mi trabajo —Ah, y parece
que lo tengo mal por un chico de veintisiete años que no puede recordar nada de su vida.
35
—¿Entonces tú vives solo?
—¿Alguna mascota?
—Nop.
—¿Oliver ...?
—Cualquiera está bien, pero mis amigos me llaman Ollie —Le solté la mano,
no porque quisiera, sino porque podría empezar a preguntarme por qué quería
entrelazar nuestros dedos tan pronto después de presentarnos.
—Estás bromeando, ¿verdad? —Reid negó—. ¿Vas por ahí salvando vidas
como una especie de superhéroe y ni siquiera quieres aceptar un ¨gracias¨?
—Sí.
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—No creo que me hayan llamado así antes —Me froté la mandíbula—. ¿Cuál?
—¿Qué superhéroe?
—Si voy a ser uno, será mejor que al menos sea uno de los buenos.
—¿Quien?
—Uh, no importa.
Cuando llegamos a nuestra quinta vuelta alrededor del lago, pude ver que
estaba empezando a perder un poco el aliento. Por lo poco que sabía de él, parecía
ser el tipo de persona que se excedía incluso si no se sentía capaz de hacerlo, así que
decidí darle una salida fácil.
10
Ant-Man: Hombre Hormiga.
—¿Eso deja tiempo para la diversión?
¿Diversión? ¿Qué era eso? Siempre había sido el chico al que mis amigos
llamaban para pasar el rato, pero los había rechazado tanto trabajando locas horas
extras que habían dejado de preguntar. Maldita sea, ¿cuándo me había convertido
en una historia tan triste?
—No mucho —admití. Aunque eso necesitaba cambiar, y pronto. Pese a que
ya lo había dicho después de Navidad…
—Tengo razón.
—Seré presumido cuando me digas que te tomaste un día libre para ir a los
bolos.
—¿Bolos?
—O ir de bar en bar, hacer senderismo o lo que sea que hagas para divertirte.
—¿Sí?
—Bueno. Tal vez te encuentre de nuevo pronto —dijo, y sonó como una
pregunta para mis oídos.
—Bien, parece que somos vecinos, así que no creo que puedas deshacerte de
mí.
No lo había pensado de la manera en que salió, y esperaba que no tuviera la
impresión equivocada. Bueno, era la impresión correcta, pero no tenía la intención
de dársela ni nada, así que—Ah, mierda. Esto apesta.
—Sería bueno tener un amigo cerca —dijo, metiendo las manos en sus
bolsillos—Uno que recuerdo, de todos modos.
Amigo. Sí, siempre había tenido mucho más que sentimientos amistosos hacia
Reid, pero podía manejar esta cosa de la amistad. Había algo cautivador en su
sencillez, y en la forma inquisitiva y abierta en que se acercaba al mundo después
38
del trauma por el que había pasado. Siempre había pensado en él como un toque
reservado, tal vez vacilante, cuando lo había visto en casa de Joe, pero esta versión
de Reid parecía ser todo menos tímida.
—Nos vemos más tarde, Ollie —dijo mientras se dirigía a través de la hierba
que conducía a la puerta del patio trasero de sus padres. Cuando fue a cerrar la
puerta detrás de él dejé de mirar el tiempo suficiente para despedirme.
Pero, ¿a quién estaba engañando? Esto estaba tan lejos del adiós que era
prácticamente un nuevo comienzo.
CAPITULO CINCO
—Que jodido milagro que contestaste tu teléfono —dijo Mike cuando recogí
mi celular la tarde siguiente—. Deb me pidió que te llamara unas cincuenta veces
hoy. 39
—Es mi día libre, ¿qué quieres? —bostecé mientras metía mis pies en un par
de zapatillas para ir a revisar el correo, desde que me había olvidado ayer. Tan
pronto como salí, lo lamenté. Joder, hacía frío.
—Vamos, tienes que comer. Además, ella tiene un amigo al que ha estado
esperando que conozcas…
—Y ahí está —dije—. Nunca pensé que me habrías preparado una cita a
ciegas, hombre. Eso es frío.
—Lo que está frío es tu cama. Solo estoy tratando de ayudar a mi amigo aquí.
—Si tengo que verte esperar en Joe una vez más para que ese tipo entre…
—No espero —dije, rodando los ojos y sacando una pila gruesa de sobres del
buzón. Está bien, tacha eso. Tal vez no lo había revisado en toda la semana—. Te
diré una cosa, llama a los chicos e iremos a un Bar en Broad una noche esta semana.
Lo que había empezado a decir entró en una oreja y luego salió en la otra
cuando miré hacia arriba y vi a Reid caminando por el sendero del lago y subiendo
por mi calle. Evidentemente, él ya me había visto, porque había una sonrisa en su
rostro mientras saludaba en mi dirección.
Con el correo en la mano, le hice una seña a Reid para que se acercara y,
mientras cruzaba la calle, dije—: Uh, Mike, te devolveré la llamada.
—Espera, ¿vas a venir esta noche?
—Más tarde —dije, y apreté el botón de finalizar llamada cuando Reid subía
a la acera. Sin un gorrito puesto, pude ver que su cabello normalmente grueso y
oscuro comenzaba a crecer nuevamente—. Oye. Me encontraste.
—¿Ah, sí? —levanté una ceja. Reid, vestido con unos jeans oscuros que se
asentaban un poco flojos en sus caderas y una camisa con cuello y una chaqueta 40
ligera, no parecía alguien que saliera a caminar. Pero con la forma en que su nariz y
mejillas estaban teñidas de rosa por el frío, parecía que había estado afuera por un
tiempo.
—Pensé que tal vez habías aceptado mi sugerencia de jugar a los bolos.
—Eso sería genial. Quiero decir, siempre y cuando no creas que soy algún
tipo de caso de caridad.
Lo dijo como una broma, pero parecía haber verdad detrás del tono alegre.
La idea era ridícula para mí, y entonces me di cuenta de que tal vez él estaba tan solo
como yo, por diferentes motivos—. De ningún modo. Deberíamos hacerlo.
—¿Sí?
—Seguro.
Recordando mis modales, incliné mi cabeza hacia la casa—. ¿Tú, eh, quieres
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entrar?
—Ten cuidado con este paso —dije, pateando el ladrillo inestable en la tercera
escalera. Reid lo esquivó cuando abrí la puerta y me aparté para que entrara
primero.
¿No toma café...? Supongo que nadie lo había perseguido en su hábito de beber
latte—. Una orden de agua viniendo.
—Gracias —dijo, mientras examinaba mi colección de películas apiladas en
uno de los estantes del centro de entretenimiento—. Por cierto, ayer busqué en línea
Ant-Man. Terminé viendo la película.
—No está mal. Pero sigo diciendo que si vas a ser un superhéroe, Superman
es el camino a seguir.
—No creo que nadie esté en desacuerdo contigo sobre eso —le dije, dándole
un agua helada y luego volviendo a la cocina para llenar una taza con café recién 42
preparado para mí. Cuando volví, Reid todavía estaba de pie en el mismo lugar y
bebiendo su agua. Señalé hacia la zona de estar—. Los sofás no muerden, ya sabes.
—Así que —tomó uno de los marcos de fotos en la mesa de café—. ¿Son estos
tú y tu familia?
—Así es.
—¿Hijo único?
—Solo yo.
—Buena suposición.
—Las tengo.
—Entonces dispara.
—¿Como yo? —dijo Reid, con una pequeña sonrisa curvando sus labios.
—Como tú.
—No creerías lo común que es eso —dije mientras me pasaba una mano por
el cabello. Se me ocurrió entonces que todavía estaba en mi pijama con mi pelo
haciendo todo lo que quisiera, mientras Reid estaba sentada en mi sofá con unos
jeans perfectamente almidonados. Oh bien. Muy tarde ahora. Tosí para aclararme la
garganta y tomé otro trago de café antes de decir—: Mi amigo, Mike... era su primer
día en el trabajo, y nos llamaron por una caída. Así que llegamos allí y el chico se
había cortado la mejilla bastante mal cuando se cayó. Tenía sangre corriendo por su
barbilla y cuello. Pero lo que pasa con las laceraciones faciales es que sangran como
locas, por lo que se veía peor de lo que era. Envié a Mike a buscar algunos
suministros y más tarde descubrí que había vomitado sus entrañas en todas partes.
Por todos los arbustos, la acera. Él nunca, jamás lo superará.
Reid dejó escapar una estruendosa risa—. Ése sería yo. Necesitas una aguja y 44
estoy fuera.
—Sí, tal vez sigas enseñando a estudiantes de secundaria —Oh. Espera. Abre
la boca, mete el pie. Otra vez—. Quiero decir... si alguna vez vuelves a ello. Mierda, lo
siento.
—Mhmm. Dijiste que habías estado enseñando durante unos meses y podrían
ser un grupo difícil…
—Huh —se movió hacia adelante en el sofá, con los codos en las rodillas—.
Así que déjame ver si lo entiendo. Nunca habíamos hablado antes, ¿pero me quejé
de mi trabajo?
—Para ser justos, estabas teniendo una especie de día mierda por la mañana
—Me encogí de hombros—. La máquina de café estaba averiada.
Bajó los ojos hacia donde estaba rodando el cristal entre sus manos—. ¿Por
qué viniste a visitarme al hospital?
—¿Es eso algo que haces con todas las personas a las que ayudas? —dijo.
—Si.
—Sí.
—Te lo agradezco, Ollie. Espero haber hecho lo mismo por ti, si nuestras
posiciones se hubieran invertido —Fue a levantar su vaso a los labios y se detuvo—
46
. Espera. ¿Dijiste que tomo café?
No pude evitar la risa que me dejó cuando levanté mi taza—. Sólo un latte
todos los días. ¿Has siquiera probado el café últimamente?
—Uh... voy a tener que pasar de eso —dijo, luego terminó su agua—.
Entonces... ¿Tenías algún plan hoy además de responder todas mis preguntas?
Supongo que probablemente tengas que trabajar, ¿eh?
—No, hoy no voy. Hay algunas cosas que podría estar haciendo, supongo,
pero normalmente me relajo y no hago mucho de nada.
—¿Qué? No, quédate —Entonces, antes de que supiera que iba a salir, dije—
: ¿Cómo te sientes acerca de la pizza? ¿Y tal vez una película? Prometo que tengo
algo mejor que Ant-Man en mi escondite.
Diablos sí, lo hago. Pero ahora no era el momento para tanto entusiasmo—
Por supuesto. Sin presión, pero parece que podrías usar un día tranquilo tú mismo…
—Estoy seguro. Pero hay algo importante que tenemos que discutir si te
quedas.
Reid volvió a sentarse en el sofá—. ¿Y qué es eso?
—¿Pepperoni o salchicha?
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CAPITULO SEIS
Él arrugó la nariz—. Tienes esa sonrisa tan fea en tu cara otra vez.
—¿Esto tiene algo que ver con la razón por la que nos plantaste a mí ya Deb
anoche? ¿Recibiste una oferta mejor? —bromeó.
—Mira, no te ofendas, porque sabes que los amo, pero puedo pensar en un
millón de cosas diferentes que preferiría estar haciendo en lugar de ir con ustedes.
—No lo hago.
—¿Por qué tiene que ser un quién? Tal vez finalmente pude dormir un poco.
Fue mi día libre.
Mike resopló—. Te aseguro que una jodida siesta es una cosa que no
conseguiste.
—Eres un pervertido.
—Y estas evitándome.
—Whoa, whoa, espera un segundo. ¿Lo estás viendo de nuevo? ¿Esta noche?
—Cállate —dijo Mike, luego gritó lo suficientemente fuerte como para que
uno de nuestros compañeros de trabajo asomara la cabeza para ver de qué se trataba 49
la conmoción. Mike estaba inconsciente mientras me señalaba—. Para mí, eso es una
cita.
Antes de que pudiera salir del garaje, Mike decidió que sería una buena idea
despertar todo el edificio, porque su voz sonó en las paredes cuando gritó—: ¡Ey,
Ollie! Asegúrate de tener una buena primera cita —Cuando me volví para mirarlo
con horror, él me guiñó un ojo—. Chicos como eso.
Realmente necesitaba que alguien me recordara por qué era amigo de ese
tipo.
Con mis dedos medios apuntando hacia él, salí de la habitación con el sonido
de su risa siguiéndome por el pasillo.
—Está bien, no sé si alguna vez he estado allí antes para decir esto , pero esa
fue sin duda la mejor comida que he comido en mi vida —Reid se frotó el estómago
con aprecio mientras sostenía la puerta que conducía Fuera de Fisherman's Grill
abierta.
Reid me miró, sus ojos brillaban bajo la farola—. Esa es una buena oferta.
—Lo sería si lo dijera en serio —metí las manos en los bolsillos de la chaqueta
para no sentirme tentado a hacer algo estúpido, como agarrar su mano, y luego le di
un codazo cuando pasé—. Vamos, lento.
—Oh, cielos, no sabía que ibas a pasar por aquí. Es tan bueno verte. Será mejor
que vengas aquí —agarró a Reid por los hombros y le dio un fuerte abrazo mientras
él me miraba para preguntarme quién demonios era la mujer.
Cuando se apartó, Reid le dirigió una sonrisa vacilante y dijo—: ¿Sabes quién
soy?
—¿Por qué? ¿Cómo podría olvidar a un artista tan talentoso como tú, Reid
Valentine? —dijo la mujer—. Además, sabes muy bien que siempre has sido mi
favorito. Sin embargo, ha pasado tanto tiempo desde que viniste. ¿Qué puedo hacer
por ti?
—Oh, uh... no creo que le importara si yo…—Reid miró hacia el piano de cola
y la mujer se quedó sin aliento.
—Reid, estaría encantada. Sí, por favor —dijo, haciendo un gesto para que
siguiera adelante.
Seguí detrás de él mientras pasaba una mano con reverencia por encima del
piano.
—¿Tocas? —pregunté.
—Sí —susurró, y luego se sentó en el banco, con la espalda recta y los dedos
sobre las teclas. Ciertamente lucia como un pianista, pero no fue hasta que sus manos
se movieron suavemente a través de las teclas, como si se estuviera familiarizando
con ellas, que me di cuenta de que no solo lucia como uno, lo era.
Una melodía suave y triste llenó la tienda, y por el rabillo del ojo vi a la mujer
apoyada en el mostrador de la parte trasera, con las manos entrelazadas sobre el
pecho, radiante.
—Gracias —dijo, sin perder una nota. La forma en que sus manos se
deslizaban con tanta gracia sobre las teclas era fascinante, y sabía sin lugar a dudas
que podía verlo tocar durante horas. Quería preguntarle dónde había aprendido a
tocar. Quería preguntarle tantas cosas, pero por el momento, estaba feliz con
escuchar.
—¿Oh?
—Ella me ayudó a juntar algunas cosas —dijo Reid, mientras sus largos y
elegantes dedos bailaban a través de las teclas—. Me preguntaba por qué había ido
a la enseñanza cuando lo único que quería hacer cuando era más joven era hacer una
gira por el mundo tocando música. Resulta…—su mano se deslizó hasta el final de
las teclas, y sonó un centelleo de notas—, que lo hice.
—Te diré un secreto —le dije, y esperé hasta que sus ojos estuvieran en los
míos. La tristeza se arremolinaba en sus profundidades marrones, y deseé a Dios
poder borrarla. Darle el nuevo comienzo que necesitaba. Había algo tan confiado en
el hombre que estaba sentado a mi lado, y fue por eso que no dudé en lo que dije a
continuación—. Nunca he estado tan asustado como el día en que te vi boca abajo
en tu auto. Creo que oré más ese día de lo que nunca lo he hecho en mi vida.
—Porque eras alguien para mí, nos conociéramos o no. Sabía que tu vida
podía depender de cuán rápido pudiera sacarte de ese auto. Qué tan rápido
podríamos estabilizarte y llevarte al hospital. Te garantizo que no me sentía muy
valiente.
Los ojos de Reid se llenaron de lágrimas cuando sostuve su mirada, para que
pudiera sentir la verdad de mis palabras. No me importaba si él veía a través de mí
entonces; solo quería que sintiera la conexión entre humanos que tan
desesperadamente necesitaba.
Tragó saliva antes de dejar caer sus ojos, sus párpados se cerraron.
—Gracias, Ollie.
—No creo que haya estado tan relajado en semanas. Podría escuchar esa
canción todas las noches.
—Voy a tomar ese elogio.
—Deberías. Fue hermoso —miré hacia atrás para ver si la mujer todavía
estaba cerca, pero después de la demostración emocional de Reid, debe haberse
escabullido hacia atrás para darnos algo de privacidad—. Sabes, creo que la mujer
que trabaja aquí era tu maestra.
—No, solo di: Hey, he tenido una lesión cerebral masiva y no tengo ni idea
de quién diablos eres, así que ¿puedes iluminarme, por favor?
—¿Sí? —preguntó, con una sonrisa cada vez más amplia—. Está bien, veamos
—Después de un momento, comenzó a tocar una melodía alegre y feliz que reconocí
pero no pude ubicar, y bailó un poco en su asiento, haciéndonos reír a los dos.
—Es tu vida.
—Sí. Pero, ¿qué sucede cuando no puede pagar las facturas y tu familia te
ofrece algún tipo de estabilidad? Un auto nuevo, un apartamento, una forma de
levantarme financieramente en lugar de viajar como un gitano y esperar un
concierto.
—Lo tomaste.
—Lo tomé —Reid suspiró—. Son buenas personas. Tienen las mejores
intenciones, sé que lo hacen. Pero es difícil no estar resentido después de todo lo que
sucedió...
—Bueno, las cosas podrían ser peores. Podrías ser un banquero como tu papá.
Aunque los de secundaria pueden ser peores. ¿Qué está haciendo tu madre?
Reid me miró y sonrió tristemente—. Mamá es una maestra.
Ahh. Bueno, ahí lo tienes. No tenía que decir nada más. Las presiones de la
familia y la falta de dinero llevarían a cualquiera a elegir la vida estable.
Cuando Reid terminó las últimas notas, empecé a aplaudir, y luego se levantó
y me hizo una reverencia exagerada.
—Maldita sea. Si esa es la tarifa actual de un pianista en estos días, tendré que
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quedarme en casa. ¿Estaba pensando en algo un poco más dulce?
—Vendido —dijo Reid, agarrando mi brazo para sacarme del banco, mientras
me reía de su entusiasmo.
Los últimos días habían pasado volando; había tomado turnos de doce horas
en lugar de mis ocho habituales, y estaba empezando a inquietarme. Habían pasado
tres días desde que había visto a Reid, y me encontraba caminando por mi casa como 57
un adicto al crack en busca de un golpe.
Patético.
Después de una ducha rápida, me puse unos jeans y le arranqué las etiquetas
a una Henley de manga larga que había comprado el otro día. El clima no podía
decidir si quería hacer calor o frío esta semana, así que tuve que comprar algo de
ropa nueva que sirviera a ambos.
Coloqué un poco de pomada en mis dedos y luego la pasé por mi cabello. Las
hebras de color otoñal eran naturalmente onduladas, y como tendían a ser un poco
ingobernables, traté de domesticarlo lo mejor que pude. Mantuve los lados y el
frente cortos, porque de lo contrario, las cosas podrían volverse desordenadas y
rápidas.
—En realidad, es por eso que estaba llamando. Lamento haberte hecho esto,
hombre, pero Ted y yo nos hemos detenido en la estación, por lo que podría ser una
noche larga. ¿Te importa si lo movemos al fin de semana?
Probablemente fue una mierda de mi parte sentirme aliviado, pero, bueno, lo
estaba. Siempre había disfrutado una noche de fiesta, pero mi mente había estado
preocupada por alguien más durante mucho tiempo para pensar en otra cosa.
—Nah, lo tenemos. Pero tal vez esto te libera para un poco de acción con tu
chico, ¿sí?
—Sí, lo tengo.
Unos segundos más tarde, Reid abrió la puerta, una mezcla de sorpresa y
alegría en su hermoso rostro. Descalzo y con sus pantalones deportivos negros y una
camiseta, era la imagen más caliente de casual que jamás había visto, y tuve que
evitar que mi mandíbula cayera.
—En serio.
La forma en que lo dijo sonaba tan mal que no creí que se diera cuenta de que
le estaba haciendo un cumplido a otro hombre. Simplemente salió de forma natural,
como si estuviera hablando del clima.
—Listo —dijo.
—No creo que estés preparado para lo que está por suceder, pero espero con
ansias el desafío.
—Oh, así es como va a ser, ¿eh? —Se rió—. Espero poder demostrarte que
estás equivocado.
—Hola, mamá. Vamos a jugar a los bolos —le informó Reid antes de que ella
pudiera contestar—. Volveré en un rato.
—Oh. Eso está bien —miró con curiosidad entre Reid y yo—. Sólo sé
cuidadoso.
Después de cambiarnos los feos zapatos que parecían requeridos por todos
los bolos del país, Reid y yo escogimos nuestras bolas de boliche y, viendo que no
había nadie en el carril a nuestro lado, tomamos las dos sillas detrás de los
monitores.
Giré mi cabeza para enfrentarlo, mi boca cayendo abierta. ¿De dónde vino
eso?—. ¿Cómo...? —dije, sin palabras. ¿Cuándo le había dicho siquiera...? En la
ambulancia, cuando pensé que no podía oírme. Qué manera de vomitar las palabras,
Ollie.
—Uh, no. No, no soñaste eso —podía sentir el arrebato de vergüenza por todo
mi cuerpo. ¿Por qué era que este hombre tenía ese efecto en mí? Nunca había sido el
tipo de persona que tenía conciencia de sí mismo por nadie, ¿pero Reid? Me redujo
al estado de Ollie adolescente; solo esperaba que no se mostrara.
—Me gusta Bluebird —dijo Reid, una sonrisa se extendió lentamente por su
rostro. Se había curado tan bien en el exterior, su piel suave y sin un rastro del vidrio
que se había incrustado unas semanas antes—. ¿Ollie?
—Correcto —dije, escribiendo el apodo que había pensado para él hace tantos
meses.
—No estoy aquí para conocer chicos. Estoy aquí para darte una patada en el
culo —dije, poniéndome de pie, y luego levantando la bola que había escogido del
estante antes. Después de alinear mi tiro, envié la bola a toda velocidad por el carril,
el impacto derribó los diez pinos de un solo golpe.
Regresé a Reid con una sonrisa come mierda en mi rostro y tomé asiento a su
lado.
Se tomó su tiempo para alinear su tiro, pero cuando soltó la bola, aterrizó con
un fuerte golpe y rápidamente entró en el canal.
—¿Qué? Soy el que tiene una lesión cerebral. Deberías estar yendo fácil
conmigo.
Solté una carcajada mientras me levantaba para tomar mi turno—. Eres una
especie de prodigio musical. Puedes dejarme tener esto.
—Ey, Superman. No tengo que dejarte tener una mierda. Solo estoy 62
calentando.
Dejé escapar un silbido bajo su burla y dije—: Se está poniendo serio ahora.
¿Te apetece una apuesta?
Hice otro golpe, y cuando me dejé caer de nuevo en mi asiento, Reid negó.
—¿De verdad quieres que me levante y te deje aquí jugando bolos solo?
—Minigolf —dijo Reid cuando regresó después de disparar dos bolas en una
fila—. Apuesto a que soy realmente loco en el minigolf.
—Haz lo que quieras —dije, pero antes de que pudiera recoger mi bola, Reid
corrió detrás de mí.
—Bien, bien. Tal vez no sería una mala idea, al menos, aprender a evitar la
canaleta.
Reid puso sus manos bajas en sus caderas—. Estoy bastante seguro de que así
es como lo estaba haciendo.
Abrazó la pelota contra su pecho, y cuando se acercó, puse mis manos sobre
sus hombros y lo guié hacia donde necesitaba estar de pie.
—¿Ves esas flechas ahí abajo? También eres diestro, así que quieres apuntar
a la segunda flecha a la derecha. Y asegúrate de bajar lo suficiente para que la bola
se deslice de tus manos.
—Oh, ¿entonces no la lanzas como una pelota de béisbol? —dijo Reid, su voz
goteando sarcasmo, y si él hubiera sido mío, habría estado tentado de besar lejos esa
sonrisa de satisfacción en su rostro.
—Sí, excepto que gira un poco el brazo —alcancé su muñeca, sentí el pulso
constante bajo los dedos, mucho más fuerte que la última vez que lo había tocado de
esa manera, y luego lo acerqué de la manera correcta. Cuando miré hacia arriba, los
ojos oscuros de Reid me miraban con interés, y algo en su expresión hizo que mi
corazón diera un vuelco—. Intenta eso —dije suavemente, y luego lo dejé ir y me
aparté para mirar.
—Has renunciado a tus secretos ahora. Solo es cuestión de tiempo hasta que 64
supere al maestro.
—Por supuesto que sí. No soy un aficionado. Solo tengo curiosidad por lo que
harías.
Podría haber jurado que lo sentí temblar ligeramente bajo mis manos antes
de soltarlo, pero tenía que estar imaginando cosas.
Dio un paso inestable hacia adelante, pero luego se recuperó y envió la bola
por el carril. Cuando derribó todos los pinos menos uno, dio un fuerte grito antes de
girarse y señalarme.
Reid se echó a reír hasta que sus ojos se movieron más allá de mí, y luego su
sonrisa se apagó. Me di la vuelta para ver a chico de camisa roja de pie junto a
nuestras sillas, con la cabeza inclinada hacia un lado mientras me daba una mirada
nada sutil.
11
La frase original es ¨Feel free to overtake me anytime¨, el doble sentido de la frase sería algo así como
¨Siéntete libre de follarme en cualquier momento¨.
12
Juego de palabras, en ingles dice ¨coming¨Reid se refiere a que va a por él, es decir, a vencerlo, sin
embargo Ollie lo interpreta como ¨correrse¨, esto en términos sexuales.
—Espero que no te importe —dijo, levantando lentamente su mirada hacia
mi rostro—, pero noté que le estabas dando indicaciones a tu amigo, y pensé... ¿tal
vez podrías ayudarme también?
Indicaciones. La única cosa que el chico quería para apuntar era la mejor
forma de chuparme.
—Está bien. Soy un aprendiz rápido —dijo, con un tono seductor en su voz—
. No tardará mucho. 65
—No creo…
—…así que si quieres hablar o…lo que sea, entonces puedes. No lastimará mis
sentimientos...
66
—Reid —dije, y esperé hasta que me miró—. No voy a ninguna parte. Sé que
crees que quiero estar en cualquier lugar que aquí contigo, pero puedo asegurarte
que ese no es el caso.
Los ojos de Reid se ensancharon un poco.
Su boca se curvó hacia un lado, y cuando un plato lleno de papas fritas fue
empujado hacia él, tomó una y se la metió en la boca—. Supongo que no puedo
dejarte ir tan fácilmente —dijo, masticando.
Después de no mostrar piedad y patear el culo de Reid no solo una vez, sino
dos veces, nos amontonamos de nuevo en mi auto y encendí el calefactor. La
temperatura había descendido drásticamente mientras estábamos dentro, y nos
sentamos allí temblando y viendo cómo la nieve más ligera golpeaba el parabrisas 67
hasta que el aire caliente comenzó a funcionar.
—Escuché que Miami está bien en esta época del año —Fui a poner el auto en
reversa, pero la mano de Reid en mi brazo me detuvo.
Él asintió y soltó mi brazo, y deseaba que no tuviera que hacer eso. Estaba
muy consciente de cada vez que me tocaba y, sin embargo, sabía que no había nada
detrás de sus gestos, nada más que una amistad natural al estar cómodo con alguien.
Que estuviera cómodo conmigo debería haber sido suficiente. Deja que sea suficiente,
Ollie, por el amor de Dios.
—Estoy seguro de que solo se preocupan por ti. También ha sido un ajuste
por su parte.
—Entiendo —pasó una mano por el rastrojo que cubría sus mejillas,
atrayendo mi atención a su fuerte mandíbula. El Reid antes del accidente parecía
meticuloso en mantener su rostro limpio y afeitado, pero tenía que admitir que el
poco crecimiento que mantenía ahora se veía sexy—. Puedo verlo en sus ojos. La
espera. Me pregunto si alguna vez volveré a ser quien fui.
—Estoy pensando que tal vez debería ir a mi casa —dijo—. A vivir, quiero
decir.
—Sí.
—Oh —Reid levantó sus caderas para sacar su billetera del bolsillo trasero, y
luego sacó un pedazo de papel—. Sesenta y dos, Lyons Drive en el complejo Garden
Lakes. Apartamento 2ª.
Reid sonrió, su rostro medio en las sombras desde donde había aparcado bajo
una farola—. Ya lo verás.
Reid se pasó la mano por la cabeza, deshaciéndose de las ráfagas de nieve que
habían caído en su cabello y en su chaqueta—. ¿Ves lo que quiero decir? La
decoración es... ni siquiera tengo palabras.
Me reí entre dientes y solté la cortina—. ¨No el beige¨ debería ser fácil de
encontrar.
—¿De verdad?
—Eso sería genial —dijo, con los hombros caídos—. Creo que me volvería
loco si tuviera que vivir aquí como está ahora. 70
—Tienes un gran lugar, como del tipo de que realmente quieres ir a casa.
—Bueno, puedes venir cuando quieras —Reid levantó las cejas y yo dije—.
Quiero decir, tengo una habitación extra si necesitas…escapar... o algo así.
Me dio una sonrisa torcida—. No debes ir por ahí haciendo una oferta como
esa a extraños. Ellos pueden tomarlo en cuenta.
Confía en mí cuando digo que no me importaría en absoluto. De verdad.
—Te ofrecería una bebida, pero no creo que tenga nada... Espera. Tal vez lo
haga —fue a la cocina y comenzó a abrir gabinetes—. Nunca lo he comprobado
antes, pero los de veintisiete años suelen tener un alijo de licor, ¿verdad?
Oh, Dios, lo olvidé. Probablemente nunca recordó haber tomado una copa
antes en su vida, ¿verdad?
—Ta-da —Reid levantó una botella medio vacía de Crown Royal—. Encontré
algo.
—Whoa, whoa, whoa —dije riendo—. Tal vez debas probarlo primero. Mirar
que es lo que piensas.
Reid volvió a levantar la botella y el líquido ámbar restante se agitó en su
interior—Voy a asumir que soy un fan.
Tuve que apretar mis labios para no sonreír. Esto va a ser interesante…
—Huele a whisky.
—El whisky huele horrible. Infierno. Apuesto a que también sabe horrible —
Cuando tomó un pequeño sorbo y su rostro se arrugó, me reí—. Ugh. No creo que
me guste eso.
Reid volvió a oler el vaso e hizo una mueca, pero tomó otra pequeña cantidad
del líquido.
Con un tsk, dije—: Primero tomas café y ahora whisky. Puede que tenga que
revocar tu tarjeta de adulto.
—Al menos no tendré que preocuparme por que te mueras hasta que te
mudes —Fui a tomar su vaso y lo vertí en la botella, pero Reid lo retiró.
—De acuerdo, eso es suficiente, ambicioso —dije, riendo entre dientes cuando
logré quitarle el vaso antes de que lo terminara—. Si te llevo de vuelta borracho y
vomitando, puede que nunca vuelvas a salir de la casa.
—¿No se supone que eso es una especie de rito de paso?
—No cuando tienes veintisiete años, no lo es.
—Si el whisky fuera una canción —continuó—, creo que comenzaría con un
punch y luego se cocería a fuego lento en algo lento y fácil —Sus dedos bailaban en
el aire como si estuviera tocando la canción, y fue entonces cuando noté lo que
faltaba flagrantemente en la habitación.
—¿Huh?
—¿Qué?
Desde el accidente o incluso antes, no lo sabía, pero ¿qué clase de mierda era
esta? ¿Había dejado de seguir su sueño por una vida estable y ahora ni siquiera tenía
un instrumento para tocar en su tiempo de inactividad? Parecía extraño que no
tuviera acceso a lo que obviamente era su pasión, a menos que robara unos
momentos en la escuela.
—Apuesto a que siempre podrías ir a esa tienda de música en Broad. La mujer
parecía tan emocionada de tenerte allí, probablemente te pagaría por tocar.
—Deberías hacerlo.
—Supongo que eso significa que tendré que superarlo y preguntar por su
nombre, sin embargo.
—Te lo digo, usa la excusa de la lesión cerebral. Tienes la tarjeta perfecta para
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salir de la cárcel sin problemas allí mismo.
—Hmm. Tal vez Air on the G String de Bach... algo de los nocturnos de
Chopin, tal vez nueve. Luego te metería un poco de Beethoven, tal vez Moonlight
Sonata, para que no te aburrieras.
—Podrías.
Reid frunció el ceño—. Confío en ti. Lo que debería ser raro, ¿verdad? Pero es
como... estoy a salvo contigo.
—Te creo.
Pasó un largo momento en el que solo me miró, esos grandes ojos marrones
se abrieron y buscaron los míos, como si estuviera tratando de encontrar una
respuesta a una pregunta que solo él podía escuchar.
—No sé por qué estoy diciendo estas cosas —susurró, finalmente rompiendo
el silencio—. Se supone que deben permanecer en mi cabeza —reiteró su declaración
golpeteando su sien y dejando escapar una risa autocrítica.
—Bueno.
Jugó con su labio inferior entre los dientes de nuevo, como si se preparara
para hacer una pregunta cargada y no estuviera seguro de cuál sería mi respuesta—
. ¿Alguna vez te sientes solo? ¿Tu solo, en esa gran casa tuya?
—¿Me siento solo? —impulsándome del piso con los pies, mecí la silla de un
lado a otro mientras pensaba en su pregunta. ¿Me sentí solo? Por lo general, estaba
demasiado ocupado para pensarlo y tenía grandes amistades en el trabajo y fuera
de él. ¿Pero me siento solo? Claro que sí, especialmente cuando Reid salía por mi
puerta—. Supongo que lo hago.
—¿Cuando?
Fue una confesión honesta, y una que me golpeó duro. Siempre parecía tan
tranquilo con lo que le había sucedido, que era difícil reconciliar al hombre
despreocupado con el que había pasado por una experiencia tan terrible. Pero, por
supuesto, estaba aterrorizado, incluso si sus temores solo se manifestaban en sus
sueños. Reid nunca se había mostrado completamente a mí de esa manera, pero, de
nuevo, ¿por qué iba a poner todas sus preocupaciones y tristezas a los pies de
alguien que estaba conociendo? Yo era la persona que lo ayudó, a falta de una
palabra mejor, a olvidar.
Había una inocencia tan dulce en sus palabras que quería inclinarme,
capturar su rostro entre mis manos y unir nuestros labios hasta que el mundo
exterior desapareciera. Con él, tal vez no estaría tan inquieto, y tal vez conmigo, él
no estaría tan asustado.
75
—En cualquier momento —le dije—. Puedes llamarme, día o noche, en
cualquier momento.
—¿Que lo es?
—Sé que dijiste que estás ocupado y no tienes tiempo para una relación,
pero... eres realmente un gran tipo, y parece una pena que no tengas a nadie con
quien compartirlo.
Mi corazón se contrajo, y tuve que mirar hacia abajo en mi regazo para que
no viera las lágrimas que amenazaban con derramarse de mis ojos.
—Gracias por decir... todo eso. Pero estoy bien —Simplemente no me di cuenta
de lo vacía que estaba mi vida hasta que la llenaste.
Era hermoso. Tan, tan hermoso. Y ahora sabía que no era solo la forma en que
se veía o la persona que había tomado todos los días; él era hermoso
—Nada está mal. Solo pensé que tal vez te gustaría ver tu sorpresa.
Las cejas de Reid subieron a su línea de cabello—. ¿Una sorpresa? ¿Para mí?
—Sólo ciérralos.
—Sorpresa —dije, señalando hacia todo el piano de cola Vanna White, pero
mientras más tiempo pasaba sin hablar, más vacilaba mi sonrisa. Estaba tan quieto
y callado, no estaba seguro de si estaba respirando.
¿Por qué no haría esto por él? Era más la pregunta—. ¿Te gusta?
La sonrisa de Reid creció cuando se sentó y miró las teclas. Unos segundos
después, colocó sus dedos y comenzó a tocar, y sonaba como la misma dulce canción
de cuna que había inventado en la tienda de música el otro día.
—Ollie…
Él negó, y pensé que estaba a punto de comenzar otra pelea, pero luego
me lanzó una sonrisa radiante—. Gracias.
—Punto a favor.
—Puedes pensar que lo amas hasta que sepas lo que es. Es una especie de
regalo egoísta, en realidad.
—Sí, sí, lo prometo —Lo que sea que tuviera bajo la manga me tenía intrigado,
pero no podía empezar a adivinar qué podía ser. No escuché sus pasos en la baldosa,
o ningún sonido en absoluto.
Fue lo que sucedió cinco segundos más tarde lo que nunca podría haber
soñado, no en un millón de años.
Esto no podría ser real. No había manera de que Reid estuviera de pie en mi
cocina besándome. De ninguna manera él había iniciado las cosas. Esto tenía que ser
un sueño, porque la realidad era demasiado alucinante para comprenderla
completamente.
Dios, cómo quería pasar mis manos debajo de su camisa para sentir su cuerpo
mientras lo apretaba más contra mí. Quería que su excitación se presionara contra la
mía, volviéndome loco hasta que no pudiera soportarlo más. Luego lo empujaría
contra el mostrador, desabrocharía sus pantalones y me dejaría caer sobre mis putas
rodillas.
Un gemido escapó de mis labios al pensarlo, y Reid lo tomó como una luz
verde, porque entonces levantó su otra mano y sentí la suavidad de terciopelo de su
lengua sumergiéndose para frotarse contra la mía.
Joder, esto había ido demasiado lejos. Nunca quería parar, y ese era el
problema. Me tomó todo lo que tenía, cada onza de control, separarme y empujarlo
a un brazo de distancia.
81
Los labios de Reid estaban rosados, y mientras estaba allí respirando
pesadamente, con los ojos vidriosos por el deseo, al principio no pareció hacer clic
que ya no estaba correspondiéndole. No fue hasta que parpadeó para enfocarse
cuando se dio cuenta de lo que estaba pasando. Que lo estaba alejando. Que esto no
podría suceder.
—No es eso…
—No te disculpes…
Se pasó la mano por el cabello y luego se frotó la cara—. Es solo que he estado
teniendo todos estos pensamientos, y podría haber jurado que tú también lo sentiste,
pero... estaba equivocado. Por favor, solo olvídalo.
Se detuvo y me miró—. Sobre ti —dijo, como si fuera la cosa más natural del
mundo pensar en mí.
—Me gustas, Ollie. Me gusta estar cerca de ti. Pasar tiempo contigo. Y
últimamente he estado pensando en cómo sería besarte.
—Sí, lo hago.
82
—Creo que has olvidado lo fuerte que te golpeaste la cabeza.
—No soy un experto, pero no creo que funcione de esa manera, Ollie.
Jesucristo, Reid. Me froté las sienes—. No eres gay. Nunca has estado con
hombres en tu vida. Entiendo que puedes ser curioso, pero no estoy dispuesto a ser
tu experimento, ¿de acuerdo? —Mi corazón no podría manejar eso. Era mejor no
saber lo que me estaba perdiendo cuando se diera cuenta de que tener sentimientos
por un hombre, sexual o de otro tipo, no era para él.
—No te estoy pidiendo que lo hagas —dijo, luciendo sorprendido—. ¿Por qué
estás tan enojado?
—Esto fue una mala idea —dijo, con voz baja y desigual—. Lo siento, Ollie.
Ojalá pudiera retractarme —Me lanzó una última mirada y luego negó antes de
pasar a mi lado—. Te veré más tarde.
—Me voy.
—Reid, espera —finalmente lo llamé, pero la única respuesta que obtuve fue
el sonido de la puerta cerrándose de golpe detrás de él.
CAPITULO DIEZ
—¿Debo preocuparme por qué te ves cómo alguien molesto con tu café, ¿o
tengo que intentar adivinarlo? —dijo Mike un par de días después mientras
pasábamos por una tienda departamental en el centro comercial de la ciudad
mientras estábamos entre llamadas. Quería recoger algunas cosas para el 84
cumpleaños de su esposa, y era ir con él o enfurruñarme en la plataforma como las
últimas cuarenta y ocho horas.
—No estoy de humor —Sí, incluso para mis oídos sonaba como un
adolescente malhumorado que había perdido sus privilegios de iPad. Patético.
—¿No? Asustaste como la mierda los culos de los internos esta mañana, por
ejemplo.
—¿Lo hiciste?
Mike se quedó allí parpadeando—. Estas bromeando. Dime que está a punto
de vacilarme y que no lo rechazaste o algo estúpido.
—Oh, Dios mío. Oh, Dios mío —gruñó Mike—. Dime que no lo hiciste.
—Lo siento, pero voy a necesitar que vuelvas aquí y repitas todo eso en mi
oído bueno. Porque pensé que te oí decir que el chico del que has estado enamorado
te besó por siempre y lo apartaste, pero eso no puede ser correcto, porque no eres
un imbécil.
—Reid todavía está tratando de averiguar quién es, y todo lo que estoy
haciendo es hacer que las cosas sean más confusas para él.
—¿Y si este es quien es ahora? —Cuando mi boca se abrió y se cerró sin una
respuesta, Mike asintió—Sí. ¿Entonces qué?
—Maldita sea, lo haré. Tienes miedo —Sus cejas se alzaron—. Sí, me has oído.
Tienes miedo de que cualquier día se despierte, me refiero a eso en sentido figurado,
y recuerde que se supone que debe estar metido hasta la muñeca en un coño.
—Mike…Jesús.
—Tal vez eso sea burdo, pero solo estoy diciendo lo que no harás. Sabes que
tengo razón.
—Estoy en una buena racha ahora, así que no, y te diré por qué —El humor
se desvaneció de sus ojos cuando me agarró por los hombros para hacerme
enfrentarlo—. Tú, mi amigo, eres demasiado duro contigo mismo —puse los ojos en
blanco y traté de alejarme, pero su agarre era fuerte—. No, no, escucha. Es verdad.
Pareces pensar que todos en el mundo merecen la felicidad excepto tú. Pero sé cómo
te sientes acerca de este chico. He visto lo que has estado haciendo por él. No hay
una onza de mala intención allí. Probablemente nada que él te haría a ti, tampoco.
Cerré mis ojos. Dios, odiaba cuando tenía razón. Odiaba ser tan cauteloso con
Reid, mientras que involuntariamente lo estaba arruinando todo.
—Deja de luchar, mi hombre —dijo Mike, con un tono más suave del que
nunca había escuchado—Te preocupas por el chico. Joder, hazlo. No quiero tener
que decírtelo dos veces.
—Estamos bien.
—Eso es un regalo para ti, no para ella —le dije, arrebatando las perchas de
sus manos y poniéndolas de nuevo en el estante—. Dale un día en el spa. Te
agradecerá por eso.
Mike frunció los labios pero luego asintió—. Si, bien. De todos modos, estos
no durarían mucho tiempo —Luego soltó un gruñido para insinuar que los estaría
destrozando en pedazos.
—Hey, no crees que esos lugares de masaje también den un final feliz a las
mujeres, ¿verdad?
Chillé hasta detenerme—. ¿A dónde has ido para obtener un maldito final
feliz?
—Claro, no lo harías.
—Camino al estereotipo.
—Bueno, siento haberte dicho esto, pero no sabría de ningún lugar como ese. 88
—¿Mike?
—¿Sí?
—Cállate.
—Estaré en el camión.
Sorprendentemente, dejo que Mike vaya a casa en una sola pieza. Después de
pasar por uno de los spas del centro de la ciudad para obtener la tarjeta de regalo de
Deb—y la seguridad de que eran profesionales y no contrataban a ningún hombre
atractivo para molestar a Mike—había llegado el momento de dejarlo todo y regresar
a casa por un largo tiempo en la ducha con agua caliente.
Pero todavía estaba inquieto, mi mente luchaba contra sí misma. Hablar con
Mike antes me había demostrado lo estúpido que estaba siendo. Porque cuando
llegó el momento, ¿de qué estaba realmente preocupado? ¿Que Reid no estaba en
posición de pensar claramente por sí mismo?
¿O es que yo estaba demasiado jodidamente asustado de que terminara
lastimándome?
A eso se reducía todo, ¿no? Estaba asustado como la mierda. Y ese miedo me
hizo alejar la única cosa que realmente quería.
Reid.
Cuanto más corrí, más claro se volvió que había cometido un gran error con
Reid la otra noche. Debería haberme arrodillado, agradeciéndole a Dios o a mis
estrellas de la suerte que habían estado escuchando mis sueños, pero en cambio,
creía que era demasiado bueno para ser verdad.
Solo esperaba que no fuera demasiado tarde para arreglar las cosas.
Al final resultó que, no tendría que golpear la puerta de sus padres, porque
al acercarme, pude ver a Reid de pie junto al lago, rompiendo pedazos de pan de la
bolsa que sostenía y tirándoselos a los patos graznando, que prácticamente se
empujaron entre sí para bucear por la comida.
Ah, así que no había sido el único que estaba enfadado hoy—. No estaba
seguro de si querías verme.
Los ojos de Reid se estrecharon—. ¿Por qué no querría verte? Creo que dejé
en claro cuánto quiero verte.
—¿Por qué te asustaste? —dijo, caminando hacia mí, sus ojos marrones
chocaron contra los míos—. He visto la forma en que me miras, Ollie. Es posible que
tenga algunos agujeros que no puedo reconciliar, pero no soy estúpido.
—Reid…
—No, no he terminado. He tenido dos días para reflexionar sobre esto, así
que solo tendrás que escuchar —Se detuvo y se puso las manos en las caderas—.
¿Dónde estaba?
Reprimí una sonrisa—. Soy la única persona con la que te sientes normal.
—Ahí vas asumiendo otra vez. Así que digamos que no sé por qué. ¿De qué
tienes que tener miedo?
—Tú.
—Le doy pan a los patos en mi tiempo libre, por el amor de Dios. No soy tan
aterrador.
Una sonrisa hervía a fuego lento en el borde de mis labios—. Esa es sólo una 91
de tus muchas cualidades entrañables.
—No quiero hacerlo. La cosa es…—Solo dilo. Él ya lo sabe, así que dilo—. Estoy
jodidamente loco por ti.
—Ollie —dijo, su voz tan fuerte que sonaba como un susurro estrangulado—
. Tú no eres. Yo no haría eso.
Un calor que no había sentido en años se extendió por mi pecho, y por mucho
que intenté reprimir una sonrisa, se liberó de todos modos.
—Sé lo que estás pensando —dijo Reid, dando un paso hacia mí—. ¿Qué pasa
si de repente recuerdo mi vida antes de ti y de alguna manera te miro de manera
diferente? —dio otro paso, esta vez acercándose más—. Pero todo lo que puedo decir
es que debes confiar en que puedo tomar mis propias decisiones. No entiendo lo que
está sucediendo más que tú, pero al menos estoy dispuesto a intentarlo. ¿Lo estás
tú?
Acuné la cabeza de Reid con mis dedos y barrí su mandíbula con mis
pulgares. Respiró inestable mientras buscaba en sus ojos, buscando alguna señal de
vacilación.
Me perdí en él, justo allí, en medio del lago, mientras el sol se desvanecía en
la noche, y era mejor que cualquier cosa que pudiera haber imaginado. Le hubiera
besado allí para siempre si no hubiera sido por una bola rebotando y golpeando la
parte posterior de mis pantorrillas.
Nos separamos, justo cuando un niño pequeño de unos cinco años corría por
el banco hacía de la pelota, con su madre volando detrás de él.
El niño corrió colina arriba, pelota en mano, y me volví hacia Reid, que tenía
una sonrisa en su rostro y me estaba mirando, no a la familia que pasaba.
Eché mi cabeza hacia atrás en una carcajada y dejé que mis manos bajaran por
sus brazos. La piel de gallina cubrió su piel donde la toqué. Me gusta eso. Eso me
gustaba muchísimo.
—No dejes que eso se te suba a la cabeza, Bluebird.
Reid me sonrió y luego se levantó sobre las puntas de sus pies para besarme
de nuevo, pero antes de que lo hiciera, susurró—: Demasiado tarde.
93
CAPITULO ONCE
Pasamos todas las noches juntos esa semana. Una noche volvimos a
Fisherman´s Grill y pasamos por la tienda de música de nuevo. Reid finalmente
había reunido el coraje para preguntarle a la mujer cómo la conocía, y ella le dijo que
lo había asesorado en la universidad. 94
Contenido restrictivo; aún así era más feliz de lo que podía recordar haberlo
sido—jamás.
Ese fin de semana, cuando le pregunté a Reid si estaba listo para una
aventura, y él respondió con un contundente—. Infiernos, sí —decidí llevarnos una
hora al este a uno de mis lugares escondidos favoritos. Cuando terminamos en la
montaña, recordé la conversación que había provocado la idea en primer lugar.
—Estoy aprendiendo todas estas cosas sobre mí, pero aún no sé lo suficiente sobre ti
—dijo Reid, mientras yacía en mi regazo y le acaricié el cabello distraídamente.
—Suficiente —dije—. ¿Y cuándo sabrás lo suficiente?
—Cuando conozca todo.
—Hmm. Eso podría tomar un tiempo.
Con un encogimiento de hombros y una sonrisa perezosa, dijo—: Tengo un tiempo.
Se me había ocurrido entonces que, en lugar de decirle las cosas que
disfrutaba, sería mucho más interesante si pudiera mostrarle. Y en la mitad de una
de las montañas del norte de Georgia se encontraba un tesoro escondido, uno que
comenzó en un estacionamiento abandonado hace mucho tiempo.
Cuando nos detuvimos, Reid bajó sus gafas de sol y miró alrededor del
espacio descuidado. Las malas hierbas crecían a través de las grietas en la grava, y
la única señalización que indicaba que había algo más allá de los arbustos crecidos
de forma salvaje era una señal de madera destartalada pintada con la palabra
¨Cuidado¨. 95
—Define 'aquí'.
—Dijiste que estabas listo para una aventura, ¿verdad? —abrí mi puerta—.
Vamos a tener una.
—No seas tonto —dije, sacando la mochila de alimentos y bebidas del asiento
trasero y poniéndomela—. Los payasos no cortan. Rebanan y comen en pedazos.
—¿Qué?
Con una ceja levantada, Reid abrió su puerta, y recorrí la parte trasera de mi
auto para tomar su mano. Lo guié a través de una pequeña abertura en los arbustos,
y cuando pasamos junto a ellos, sus ojos se agrandaron.
Y más allá de eso, un vistazo de lo que una vez había sido un camino de
ladrillos amarillos de colores brillantes que conducía a través del denso bosque.
—¿Qué es este lugar? —dijo Reid mientras nos dirigíamos hacia la entrada.
—Tal vez ese fue el problema. No lo hacían —hice un guiño cuando nos
acercamos al arco de ladrillo abierto, donde una taquilla estaba inactiva a la
izquierda, y una tienda de regalos cerrada subía a la derecha. No había puertas, ni
cerraduras que nos impidieran salir, y cuando entramos, Reid tiró de mi mano.
Reid frunció los labios, pero no se resistió cuando nos conduje hacia el camino
desigual de ladrillos que se habían desvanecido a un amarillo opaco—. Pareces ser
bastante rompe reglas. Entrar a escondidas en viejos parques, a escondidas en las
habitaciones del hospital….
—Sí, claro. Fueron las zapatillas de color rojo rubí las que lo hicieron,
¿verdad? ¿Eso es lo que te obsesionó? O tal vez simplemente te guste el ambiente
espeluznante de los lugares abandonados.
—¿Escalofriante?
—¿Encantadoramente espeluznante?
Negué—. Creo que es un poco romántico —señalé los árboles que se elevaban
a cada lado de nosotros, sus ramas rígidas y severas, a diferencia de la última vez
que había estado aquí, rodeado por la exuberante vegetación del verano. O el tiempo
anterior a eso, cerca de Halloween, cuando las hojas habían estado cambiando y
ensuciando el suelo—. Oh. Bien... es bueno en cualquier otra época del año, supongo.
Supongo que el invierno hace que tome una sensación diferente. No pensé en eso.
Mientras caminábamos, señalé las vistas, que había buscado en línea después
de mi primera visita. La choza con una bicicleta oxidada contra el frente había sido
la casa de la familia de Dorothy, y el campo en la parte posterior habría servido como
un zoológico para los huéspedes del parque cuando estaba abierto. Más abajo, había
una tienda de disfraces para que niños y adultos se disfrazaran de sus personajes
favoritos de la película. Y luego, a lo lejos, en una colina, un imponente castillo con
agujas que representaban la Ciudad Esmeralda.
—Uno de los chicos en el trabajo salía con una chica que estaba obsesionada
con el Mago de Oz y sabía de este lugar. Lo mencionó de pasada una vez, así que hice
el viaje hacia aquí arriba.
Después de extender la manta que había traído para que nos sentáramos,
preparé los contenedores del almuerzo y las bebidas que había empacado esa
mañana, y nos comimos nuestros sándwiches mientras contemplamos la vista.
—Oye, grosero. ¿Y cómo es que consideras que esta es nuestra primera cita?
Reid se apoyó en una mano y entrelazó sus dedos con los míos.
—A veces, en mis días libres, me gusta subir a mi auto e irme lejos —le dije—
98
. Conducir a un lugar en el que nunca he estado o perderme y tratar de encontrar mi
salida. Descubro parques frescos y abandonados como este, o lugares en los que
nunca he estado. Hay tanta belleza y lugares interesantes que la gente nunca verá
porque tienen demasiado miedo de salirse del camino trillado —froté mi pulgar
contra el suyo—. Además, me aleja de la mayoría de la raza humana.
Reid asintió mientras miraba hacia las colinas—. Creo que también me gusta
eso. Un descanso para el cerebro…
—¿Un descanso para el cerebro? —Me reí entre dientes—. Creo que ya has
tenido suficiente de eso, ¿no lo dirías?
—¿Promesa?
—Por favor, dime que esta es tu manera de hacerme pagar —murmuré contra
sus labios, y mientras me inclinaba para más, él se recostó.
Las fosas nasales de Reid se ensancharon cuando miró hacia abajo, y se dirigió
hacia mí otra vez, pero yo levanté una mano.
—Tal vez pueda ayudar —sugirió, pero entonces vi el brillo diabólico en sus
99
ojos—. ¿Podría darte una mano...?
—Reid.
—Está bien, está bien —Se rió de nuevo antes de quedarse callado—. Hay
algo que quería preguntarte, pero no tienes que responder si no quiere.
—Ahora, eso no suena como el hombre que exigió saber "todo "sobre mí.
—Estaba tratando de darte una salida, pero tienes razón. Tienes que decirme.
—Okay —juntó sus manos en su regazo—. ¿Cuándo supiste que eras gay?
—¿Eso es?
—Por cómo lo hiciste sonar, pensé que estabas pidiendo cosas tipo bóveda.
—Oh, eso suena jugoso. ¿Puedo tener las cosas de la bóveda también?
—Me lo imaginé.
—¿Eso te molesta?
—No —le contesté—. Esa es tu llamada. Nunca te presionaré para que hagas
algo que no estés listo para hacer. Quiero decir, puedes levantarte mañana y decidir
que no quieres hacer esto. Y eso estaría bien —Mal. Dolería como un hijo de puta—. En
los últimos meses, has pasado un momento digno de pena, y se te permite tomar las
cosas a cualquier ritmo que se sienta cómodo.
—¿Sí?
Sus palabras derritieron mi corazón, pero no fui tan tonto como para creerlas,
todavía no.
—No. Sí.
—¿Cómo se …? Um. Quiero decir, ¿cómo funciona cuando tú...? —Un sonrojo
golpeó sus mejillas mientras luchaba por decir lo que más le interesaba—. Al igual
que tú... o alguien... Ah, mierda. No sé lo que estoy tratando de decir.
—Oh —Su sonrojo se profundizó—. Entonces, sí, eso es lo que quise decir.
—Bueno. Y para que lo sepas, no hay prisa aquí, ¿de acuerdo? Quiero pasar
tiempo contigo, en la forma que sea necesaria.
Me alcanzó y me pasó la mano por el brazo—. Gracias por traerme aquí. Por
mostrarme esta parte de ti.
—¿Puedo? —preguntó.
—¿Sí?
Después de que nos separamos y nos pusimos de pie, Reid me ayudó a tirar
todo en la mochila, y cuando vi la evidencia de su excitación presionada firmemente
contra sus pantalones, tuve que decirme que me detuviera y pensara en algo,
cualquier cosa, otra cosa antes de volar mi carga en mis jeans sin que él siquiera me
tocara.
Y... mierda. Él quería tocarme. De la misma manera que quería tocarlo. Podía
verlo en su mirada y sentirlo en la vibración entre nosotros.
Tuve los nudillos blancos de tanto apretar el volante todo el camino a casa, y
el silencio entre nosotros casi me volvía loco. Reid estaba callado, y él nunca estaba
callado, lo que me habría preocupado si no hubiera visto sus puños apretados en su 103
regazo mientras intentaba no mirarme.
Apenas recordaba salir del auto o abrir la puerta principal, pero todo se volvió
tan claro como el cristal en cuanto la puerta se cerró de golpe detrás de nosotros.
Reid se lanzó hacia mi boca al mismo tiempo que lo alcancé, y nos devoramos
mutuamente mientras intentábamos quitarnos los zapatos. Nos tropezamos juntos
por el pasillo, nuestros labios no se dejaron el uno al otro durante más tiempo del
necesario para quitarnos las camisas. Al entrar en mi habitación, caímos en la puerta,
las manos de Reid en mi cabello y las mías lo sostuvieron contra mí.
—No —luché por más aire, tratando de calmar mi puto libido—. No es eso.
Dios, no. Bajé su mano a la parte delantera de mis jeans, donde mi polla se
contrajo tan pronto como entró en contacto—. Créeme. Joder no, no lo he hecho. Pero
te quiero demasiado para que esto termine en los próximos cinco minutos.
—¿Estás molesto?
—No. No molesto.
—¿Asustado?
—Um... no lo creo.
104
—¿Ansioso?
—¿Sí?
—Sube a la cama.
Sus ojos se abrieron un poco, pero luego hizo lo que le ordenaron y se deslizó
de nuevo sobre el colchón, vestido solo con un par de bóxers gris oscuro. Mantuve
mis jeans puestos por el momento, porque necesitaba esa barrera si iba a intentar
tomar las cosas lentamente. Subiéndome al colchón, me deleitaba con cómo Reid me
seguía, con la lujuria girando detrás de esos ojos marrones. Se levantó sobre sus
rodillas cuando lo hice, y tomé su cara entre mis manos.
—Puedes detener esto en cualquier momento —le dije, porque una pequeña
astilla aún me retenía, hasta que escuché las palabras que necesitaba escuchar salir
de su boca.
Si esto era todo lo que alguna vez hubiera tenido, nuestras bocas
fusionándose y nada más, sabía que todavía moriría como un hombre feliz. Pero el
apetito de Reid parecía coincidir completamente con el mío, porque se agachó de
espaldas y me jaló con él.
Estirándome a su lado, arrastré las yemas de mis dedos entre sus pectorales,
luego sobre su estómago, y pude ver la forma en que su cuerpo temblaba bajo mi
toque—. ¿Todavía estás nervioso?
Sonreí—. ¿Me dirás si es demasiado? —Fui más abajo, mis dedos entrando
furtivamente debajo de la banda de sus bóxers para barrer sobre la tersa piel que 105
llevaba a los suaves rizos que sabía que serían tan oscuros como el cabello de su
cabeza.
—Espera.
Me quedé helado.
Miré hacia abajo, donde todavía llevaba mis jeans, aunque colgaban abiertos
de donde los había desabotonado—. ¿Eso es... lo que quieres —Dios sabía que no
quería empujarlo de ninguna manera, pero joder ... la idea de estar desnudo contra
él casi me envió directamente al orgasmo.
Cuando Reid asintió, lamiendo sus labios, no había forma de que le negara
nada de lo que pedía.
Me puse de pie cuando se sentó sobre sus codos, y luego enganché mis
pulgares debajo de la cintura de mis bóxers y los empujé hacia abajo, junto con mis
jeans, sobre mis caderas, dejándolos caer al suelo antes de patearlos lejos
—Solo quédate ahí por un minuto —murmuró mientras sus ojos se perdían
en mí. Mi corazón martilleaba bajo su lectura; nunca antes había estado tan abierto 106
y vulnerable ante la mirada de alguien, nunca me habían pedido solo mirarme, no
como Reid me estaba mirando. Como si quisiera memorizar cada centímetro, como
si mi cuerpo guardara secretos que quería descubrir lentamente.
Cuando sus ojos se encontraron con los míos otra vez, el afecto que vi allí se
había mezclado con su anhelo—. Eres hermoso.
Hermoso. Yo. Este cuerpo mío, imperfecto y con cicatrices, era de alguna
manera hermoso para este hombre, y fue entonces cuando supe que no habría
contención esta noche, no para ninguno de los dos.
Con manos inestables, abrí el cajón al lado de mi cama, saqué una botella de
lubricante y un condón y los puse sobre el tocador. Para su crédito, Reid no pareció
desconcertado por mi suposición. De hecho, cuando volví a subir a la cama, él
alcanzó el lubricante y el condón y los puso a su lado en el colchón.
—Si no quieres venirte, deberías haber mantenido tus jeans puestos —dijo,
sentándose y apartando mi mano para poder agarrar mi erección. Pre-semen con
cuentas en la punta, y cuando él hizo girar su pulgar sobre la cabeza, mis ojos
prácticamente se pusieron en blanco.
Su mano era una jodido maestra; sabía exactamente qué tan duro, cuánto
tiempo y cómo cambiarlo para ralentizarlo—mantenerme—al borde.
Oh, Dios tenía razón, porque SU. JODIDO. SABOR. No había nada igual,
decadente y picante, mi nueva comida favorita. Mientras retrocedía, hice círculos
alrededor de la cabeza de su polla con mi lengua, bromeando antes de chuparlo
entre mis labios. La satisfacción que sentí al sentir su erección hinchándose dentro
de mi boca no se parecía a nada que hubiera sentido antes. Volví a este hombre loco.
Eso fue evidente por los gemidos que saqué de él y la forma en que sus dedos en mi
cabello se apretaron hasta el punto de dolor. Sabía que se estaba acercando, pero no
podía decidir si quería que me bajara por la garganta o por el culo.
—Ollie —dijo, sin aliento—. Quiero...—no pudo pronunciar las palabras, así
que levantó el paquete de condones que estaba a su lado, y cuando mis ojos se fijaron
en eso, me deslicé hacia arriba con un pop.
—Estoy muy seguro. Quiero hacer esto. Quiero saber qué se siente estar
dentro de ti.
Mis ojos se cerraron brevemente, y cuando se abrieron, supe que tenía que
ver el infierno ardiente rugiendo dentro de ellos—. Entonces, ¿Reid?
—¿Sí?
—Ven aquí —dije, y cuando se unió a mí, vertí el líquido en mi palma y cubrí
su polla—. Vas a necesitar usar esto. En mí también.
Bajando en la cama hacia él, doblé las rodillas y extendí las piernas. Con su
polla sobresaliendo frente a él, listo para tomarme, Reid me miró—todo de mi—por
primera vez, y luego hizo algo que tenía una sonrisa curvando mi boca. Se lamió los
labios.
—Cristo, eres sexy —dijo, mientras se acomodaba entre mis muslos y vertía
más lubricante en su polla cubierta. Inclinó su erección mientras lo vertía, y sentí el
líquido donde lo necesitaba.
—Entra en mí, Reid —El sonido gutural saliendo de mi boca no sonaba como
yo, pero Reid se mordía el labio mientras alineaba su polla contra mi agujero
caliente.
—Oh, wow —dijo en voz baja cuando se detuvo, y yo agarré sus caderas de
nuevo y lo obligué a seguir. Acogí con satisfacción la quemadura que se produjo por
no estirarme de antemano, y por no haber tenido una pareja en meses. El placer
bordeaba al punto del dolor, pero lo acogí. No solo lo quería, sino que lo necesitaba.
Si no hubiera sido por la picadura, hubiera pensado que estaba alucinando el
hermoso y delgado cuerpo de Reid sobre mí, su piel ligeramente bronceada
contrastando con mi blanco pálido.
—Oh, Dios mío, no puedo —dijo Reid, su frente llena de sudor—. Te sientes
muy bien... demasiado apretado. Voy a venirme.
—Mírame —dije, y esperé hasta que lo hizo—. No te vendrás hasta que te
sienta dentro de mí. Todo tú.
Con sus ojos aún en los míos, siguió mi orden, gruñendo y empujando hacia
adentro hasta la empuñadura. Una vez que estuvimos completamente unidos, corrí
mis manos hacia la suave curva de su culo y le di una última instrucción—: Ahora
tómame.
El ascenso de una ola inminente amenazó con cubrirse sobre mí justo cuando
Reid gritaba—: Voy a venirme... no puedo aguantar.
Dejé escapar una risita débil, mi cuerpo todavía cansado, pero tenía razón.
"Intenso" no era suficiente para describir lo que acababa de suceder entre nosotros.
Abrí el cajón junto a la cama, luego metí la mano en el interior y agarré una
toalla, y Reid se movió a regañadientes a su espalda para que yo pudiera limpiarlo.
Después de que me limpié, tiré la toalla en el recipiente de lavandería y retiré las
sábanas. Reid nunca se había quedado a dormir, no toda la noche, y esperaba que
no estuviera a punto de ponerse su ropa y marcharse.
—Mmm —dijo.
110
—También tengo algunas cicatrices perversas como recuerdo.
—Lo haré —dijo, y luego bostezó. Estuvo en silencio por un largo tiempo, y
pensé que se había ido a dormir, pero luego dijo—: ¿Ollie? ¿Siempre es así?
Había pasado mucho tiempo desde que oré, pero mientras yacía allí con Reid
en mis brazos, le envié un rápido agradecimiento a quienquiera que estaba
escuchando. Nada ni nadie habían encajado conmigo tan perfectamente como Reid
Valentine, e hice un voto para hacer lo que fuera necesario para mantenerlo en mi
vida.
Feliz.
Sano.
Juntos.
CAPITULO TRECE
Fue dos semanas después, cuando me desperté en medio de la noche con una
cama vacía y los sonidos de caricias de una canción de cuna en el piano. Por unos
minutos, me quedé allí, feliz de escuchar mientras el sueño se movía en los bordes, 111
pero pronto mi deseo de ver a Reid y asegurarme de que estaba bien superó
cualquier necesidad de cerrar los ojos de nuevo. Me quité las sábanas y me puse un
par de pantalones deportivos antes de caminar por el pasillo.
La casa estaba a oscuras, el mundo afuera aún dormía, y cuando miré el reloj,
la hora era las tres de la madrugada. Desde que Reid se había estado quedando más
a menudo que no ahora—todo este tiempo diciéndole a sus padres que volvería a su
apartamento—dijo que no había sufrido ninguna de las pesadillas que lo
atormentaban regularmente, despertándolo de un sueño mortal. Esperaba que esta
noche no hubiera sido diferente, pero nunca se había levantado para tocar antes. Esa
fue la razón principal por la que había dejado el calor de la cama: necesitaba
controlar a mi hombre.
—Estoy seguro de que no quieres decir a las tres de la mañana —dijo con una
sonrisa, mientras sus dedos se movían sobre las teclas de nuevo.
—No esta noche. Me desperté con una idea de cómo terminar una canción en
la que he estado trabajando y no quería olvidar.
—Estoy feliz de hacerte sentir así —coloqué mi parte de arriba del cuerpo
sobre el piano con la barbilla en mis brazos y dejé que mis ojos se cerraran mientras
él tocaba. No podía imaginar un sonido más hermoso en el mundo. Si quisiera tocar
todas las noches, no habría nada más con lo que quisiera despertarme.
—¿Estás bien?
—No, creo que lo tengo ahora —garabateó algo en el cuaderno y luego arrojó
el bolígrafo sobre él—. A veces tengo que sacarlo. Pero ahora estoy cansado. Listo
para volver a la cama contigo —dijo, tomando mis manos extendidas. Lo acerqué,
acariciando mi rostro contra el calor de su cuello.
—Estás sesgado.
113
—No lo estoy —Le di un beso debajo de la oreja—. Sólo soy afortunado.
—Puede que no digas eso después de esta semana —le dije. Después de la
molestia incesante de Mike sobre cuándo iba a conocer oficialmente a Reid,
finalmente me rendí, y para mi sorpresa, Reid había saltado a la idea. Mike traía a
Deb, y no tenía dudas de que esos dos se llevarían tan bien con él como en una casa
en llamas. Pero aun así, Mike era suficiente para echar a alguien fuera si no estaban
plantados con la suficiente firmeza.
—Él no me asusta.
Estuvo en silencio durante mucho tiempo, y solo eso me dijo que había dado
un golpe en el blanco—. El doctor dijo que son ataques de pánico. A veces golpean
tan fuerte que creo que voy a morir.
—¿Cómo se siente?
Mi corazón se apretó por la lucha por la que pasaba, incluso después de todo
este tiempo. Puso cara de valiente, pero por dentro estaba aterrorizado. No se sabía
si o cuando el pánico desaparecería, si alguna vez lo recordaría, pero nada de eso
estaba bajo mi control. Todo lo que podía hacer era estar allí. Ser el ancla que 114
necesitaba para el mundo real.
—No lo sé. Una parte de mí quiere saber quién soy... quién era antes de mi
accidente. Pero, ¿y si no me gusta quién era?
—¿Por qué?
Pero me quedé despierto, el silencio que una vez había disfrutado ahora
ensordecedor en su ausencia.
115
CAPITULO CATORCE
—Soy solo yo —gritó Reid cuando cerró la puerta de mi casa al día siguiente
después de que llegué a casa del trabajo.
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Puse una cacerola de carne molida magra en la estufa para dorar y luego
comencé a separar los trozos con una cuchara de madera—. Oye, estoy en la cocina.
Reid dobló la esquina, y nunca falló que tan pronto como entraba en cualquier
habitación en la que estaba, su rostro se iluminó y una amplia sonrisa cruzó sus
labios. Y no era una amistosa sonrisa de, oye, ¿cómo estás?, al menos ya no más. Era
una expresión guardada solo para mí, y con la forma en que mi estómago soltaba
mariposas salvajes cada vez que lo veía, sabía que esa sensación no desaparecería a
corto plazo.
—Solo te estoy dando algo que esperar —dijo, y la promesa de lo que pasaría
más tarde me tenía listo para decir joder a la cena. Siempre preferí mi postre primero.
—No es agradable burlarse —dije, empujando mi trasero contra él. Sus manos
se deslizaron por la parte delantera de mis pantalones, frotándose contra mi
creciente erección, y dejé escapar una maldición.
—Mmm. Diría que me siento muy bien con eso. ¿Y haces tu propio
117
condimento para tacos? Maldita sea. Anoté.
Me reí y besé su nariz, todavía asombrado de que podía hacer algo tan simple
como eso.
Reid cerró el grifo y entrecerró los ojos—. ¿Es esa tu manera de mantenerme
fuera de la cocina y lejos de tus pantalones?
—Supercalifragilisticexpialidocious.
—Oh. Lo sabía.
—¿Qué hay de este? —tocó una pequeña mierda que reconocí de inmediato.
Todo se sentía tan normal, preparar la cena mientras Reid tocaba en el fondo.
Fácil. Hogareño. Como debería ser.
La música se detuvo de repente, y miré por encima del hombro para ver a
Reid sacudiendo la cabeza antes de mover el cuello de un lado a otro.
—¿Estás bien?
Le guiñé un ojo antes de volver a preparar la cena, pero unos minutos 118
después, la música se detuvo otra vez, y esta vez, Reid se inclinó sobre las teclas,
agarrando su cabeza.
—¿Estás bien? ¿Reid? —dejando caer la lechuga que había estado triturando,
corrí hacia él y me agaché.
—Nada. Pasará —Pero con los ojos aún cerrados y el rostro arrugado, lo que
le estaba causando dolor, evidentemente, no se detenía.
—¿Dónde duele?
—Ollie…
Algo en mi rostro debe haberle dicho que no discuta, porque asintió—. Bueno.
—No, no estoy enojado. Estoy… —me froté los ojos con el índice y el pulgar—
, preocupado. Lo siento, no es mi intención reprocharte eso. Pero si algo va mal…
Dios, cómo esperaba que tuviera razón. Pero tenía una sensación de
hundimiento en mis entrañas. Llámalo intuición, pero algo me dijo que necesitaba
que lo revisaran, y tenía que suceder ahora. Conocía las señales, conocía los
síntomas, pero no sabría nada con seguridad hasta que lo lleváramos al hospital para
un examen.
—¿Trato? —preguntó.
Vacilé y luego asentí—. Trato.
Tal vez había estado en este negocio demasiado tiempo. Tal vez me estaba
volviendo paranoico.
O tal vez no…
Salí del auto en un instante y rodeo el capó justo cuando él abrió la puerta.
Me dejó tomar su mano, algo que nunca habíamos hecho en público, y ese pequeño
acto no se perdió en mí. Mi estómago se volcó sobre sí mismo, los nervios y las
mariposas luchaban en mi vientre mientras lo guiaba a través de las puertas dobles
automáticas de la entrada y por el pasillo a la sala de espera de emergencias.
Empujó su silla hacia atrás y se puso de pie—. Voy a ver quién está libre.
¿Preferencia?
Negué—. Farruggia lo vio la última vez.
—Está bien —dijo ella—Dile que llene la pantalla de ingreso allí, y volveré en
un segundo.
—Gracias, Connie.
Esta vez, Reid fue quien tomó mi mano, entrelazando sus dedos con los míos
mientras pasábamos por la estación de enfermeros, llena de las personas que conocía
y con las que trabajaba a diario. Con los labios apretados, les hice un gesto con la
cabeza cuando pasamos, y aunque había interrogatorios sobre lo que estaba
sucediendo, todos parecían entender que ahora no era el momento de charlar.
Connie nos llevó a una de las salas de examen, donde tomaron el peso y los
signos vitales de Reid antes de que nos dejaran en la sala solos. Me senté en la silla
al lado de la mesa mientras Reid se ponía la prenda de vestir requerida, y cuando se
acomodó en la mesa, tomó mi mano y la apoyó bajo su muslo.
—Hah. Apuesto a que te gustaría quitarlo —Me guiñó un ojo y me las arreglé
para sonreír, porque joder, si iba a intentar hacer chistes en lugar de preocuparse en
un tenso silencio, entonces tenía que seguir adelante.
Entonces se abrió la puerta, y entró una mujer alta con un moño castaño
encima de su cabeza. Le tendió la mano a Reid—. Hola, soy la Dra. Rebecca
Farruggia —Luego, me vio sentado al otro lado de él—. Ollie, hola.
—Lo pondré en orden ahora y alguien debería estar aquí para llevarte pronto.
No sabía por qué dije eso. Sabía que eso no iba a suceder, y la mirada en los
ojos de Reid cuando sus ojos se encontraron con los míos me dijo que él también lo
sabía.
—Ollie...
13
CAT: Tomografía Axial Computarizada.
Me acerqué al borde de mi asiento y tomé su mano en la mía otra vez—. Lo
sé, Reid —dije, y luego le di un beso en la palma de la mano—. Lo sé.
123
CAPITULO QUINCE
—Hola, señora Valentine. Este es Ollie, soy el…—vacilé, sin saber cuánto
sabía ella—, amigo de Reid.
—¿En Floyd? ¿El hospital de Floyd? —La conexión se apagó como si hubiera
retirado el teléfono, y pude escucharla repitiendo lo que le había dicho a alguien.
Cuando volvió a la línea, dijo—: ¿Ollie? Estaremos allí pronto.
—Bueno. Puede que no sea necesario, pero sé que le gustaría tenerlos aquí
por si acaso.
—Por supuesto —se dirigió al interruptor para que solo un débil resplandor
sobre el mostrador se filtrara a través de la habitación, y poco después, Reid se
acomodó en la cama.
Eso me hizo reír, y él también logró sonreír—. Recibirás un taco aún más
increíble el martes cuando te sientas mejor.
—Me gusta el sonido de eso. Pero por ahora —dijo, golpeando su dedo contra
sus labios—, ¿un beso?
Los minutos deben haber pasado cuando Reid se tensó y gimió contra mis
labios. Me aparté y bajé su cabeza suavemente hacia la cama, y luego esperé a que
pasara el dolor.
Los ojos de Reid se abrieron mientras jadeaba, y una lágrima solitaria escapó
por su sien—. Lo siento.
—No lo hagas —le dije, limpiando la humedad—. Voy a hacer tacos para ti,
tú me darás besos. Es lo justo.
Sus ojos brillaban hacia mí—. Tuve bastante suerte de conocerte, Oliver
McFadden. ¿Cómo ocurrió eso?
—Bueno —dije, acercando la silla a la cama—, todo comenzó con una
máquina de café…
—Oh Dios. Supongo que tendré que intentarlo y ver de qué se trata todo este
alboroto después de todo.
—¿Sí?
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—¿Cómo lo tomaba? ¿Mi café?
—¿No es así?
Reprimí una sonrisa—. Tendrías el latte regular, creo que tal vez porque te
gustaba un poco de espuma o tal vez te gustaba la leche. Luego agregarías tres
azúcares y dos cremas extra.
Los labios de Reid se curvaron—. Creo que me has estado prestando atención,
Ollie McFadden.
—Solo me sorprende que te haya tomado tanto tiempo darte cuenta —Lo dije
como una broma, pero una expresión de preocupación cruzó su rostro.
—No pude solo no haberlo notado. Si fuera un tipo inteligente, no hay forma
de que no te hubiera notado.
—Reid, este es la Dra. Boswell, una neurocirujana aquí en Floyd —dijo la Dr.
Farruggia—. Las dos hemos revisado tu CAT, y hay algo que debemos discutir.
127
Joder joder joder
La Dra. Boswell se hizo cargo entonces, pero era como la maestra de los
dibujos animados de Peanuts14, donde la escuchaste hablar pero no podías distinguir
una maldita cosa que estaba diciendo. Mi cabeza se volvió borrosa mientras la
sangre rugía en mis oídos. Me limpié el sudor de la frente con el dorso de la mano y
traté de concentrarme, pero sabía muy bien lo que le estaban diciendo. De vez en
cuando, una palabra saldría del trueno en mi cerebro y solo confirmaba lo que ya
sabía.
—Sangrado ... lóbulo temporal ... necesaria... hoy ...
—Tenemos que operar —dijo la Dra. Boswell—. Hoy, con tu permiso, Reid.
De alguna manera, sabía que esas palabras salían, pero eso no hacía que fuera
más fácil escucharlas en voz alta. Y por la falta de conmoción en el rostro de Reid,
supongo que desde el principio supo que sus síntomas eran más graves que un
simple dolor de cabeza.
Reid parpadeó cuando sus ojos encontraron los míos, y yo asentí para indicar
que ella estaba diciendo la verdad y estaba de acuerdo—. Necesitaré llamar a mi
familia…
14
Sitio web de entretenimiento, especializado por ilustraciones o caricaturas.
—Tus padres están en camino —dije—. Llamé mientras estabas haciendo el
escáner CAT. Deberían estar aquí pronto.
—Oh... está bien... está bien —Se miró las manos, con los dientes mordiendo
su labio—. Supongo que... tienen mi permiso. Si no hay otra opción.
—Me temo que no, Reid. Pero no te preocupes, te cuidaremos bien. ¿Tienes
alguna pregunta para mí?
—No lo sé.
128
Le dio una sonrisa comprensiva—. Sé que esto es probablemente un poco
alarmante para ti. Pero si hay algo en lo que pienses que te gustaría saber, solo
pregunta. ¿Bueno?
—Okay.
—No lo sé —contesté—. Espero que no. Pero cada vez que hay una lesión
cerebral, se abre a posibilidades.
—¿Así que podría olvidarte? —Su mirada era tan directa, tan penetrante, que
juré que podía ver la respuesta que temía en mi cabeza como si estuviera escrita en
una valla publicitaria—. Esa es una posibilidad remota, ¿sin embargo?
Tragué el nudo en mi garganta y traté de sonreír—. Ahora, ¿por qué harías
una cosa así?
—Ollie. ¿Podría?
Reid miró hacia otro lado, desviando su mirada hacia el equipo médico
instalado en la esquina—. Cuando me despierte, podría no ser yo. Puede que ya no 129
te conozca —Sus ojos se volvieron vidriosos—Y me gusta conocerte.
Sabía que él era mejor para hacer promesas que no podía cumplir, yo no
podía, pero asentí de todos modos, esperando que fuera verdad.
—No fue nada de lo que hicieron, se los aseguro —dije—. Nada que él hizo
tampoco. A veces sucede, y no puedes predecirlo; solo puedes intentar tratarlo antes
de tiempo… —Al darme cuenta de lo que estaba a punto de decir, y no querer decir
esa mórbida posibilidad, lo intenté de nuevo—. Lo mejor es detectarlo temprano, y
eso es lo que están haciendo ahora.
Alguien en la puerta se aclaró la garganta, y cuando giramos en su dirección,
Sue, una de las enfermeras, se quedó allí con una mirada de disculpa en su rostro—
. Lo siento mucho, pero no podemos permitir más de dos visitantes en la sala a la
vez.
La expresión de su cara me dijo que no quería que me fuera, pero que 130
necesitaba pasar este tiempo con su familia.
—Ollie, gracias. Una vez más, has estado allí para Reid, y no sé cómo
podemos…—Su madre se interrumpió cuando rompió a llorar, y su esposo la rodeó
con el brazo.
Cuando las puertas dobles se abrieron y salí a la sala de espera, sentí como si
me estuviera moviendo en cámara lenta. Tomé la silla más cercana y me hundí en
ella, poniendo mis codos en mis rodillas y mi cabeza en mis manos.
Y luego esperé.
Y esperé.
Y esperé.
Una mano en mi hombro me sobresaltó, pero solo era Sue, que venía a ver
cómo estaba. Ella no me preguntó cómo estaba, eso se podía leer en mi cara.
—Estamos listos para ti, Reid —dijo la Dra. Boswell, entrando a la habitación
con un equipo que iba arrastrando una camilla.
131
—Pero…—Reid hizo un gesto hacia mí—. ¿Puedo tener un minuto con él?
¿Por favor?
—Tienes esto —dije, luchando contra las emociones que amenazaban con
abrumarme si las dejaba salir. Necesitaba ser fuerte para él, incluso si no lo sentía.
—Estaré aquí.
Me sonrió, una sonrisa llena de esperanza y tal vez algo más—amor. Amor,
de la forma en que amas a tu amigo o un ser querido. Posiblemente no podía decirlo
de otra manera, pero el sentimiento estaba allí de todos modos. Eres alguien a quien
amo y me importa. Regresaré a ti.
Y luego se fue.
No, no se ha ido. Estaba temporalmente fuera de la vista. Iba a superar
esto mejor que nada.
No lo pensaría.
CAPITULO DIECISEIS
En este momento, el anestesiólogo estaba ahí arriba, dándole las drogas que
lo pondrían en un sueño profundo. No sabía cuánto duraría la cirugía ni cuándo
podría verlo después. No sabía si se despertaría y me sonreiría, si habría alguna
complicación. No sabía nada.
La nota doblada quemó un agujero en mi palma. Léelo, gallina. ¿No era eso lo
que Mike siempre me había llamado cuando me molestaba sobre Reid? Y ahora, aquí
estaba, con él, pero demasiado aterrorizado para abrir una puta nota.
Me abofetearía si me viera.
Ollie
Sé que estás preocupado. Y tal vez yo también.
Olvida eso. Estoy muy preocupado. Ahí. Lo admití. Estoy jodidamente aterrorizado,
pero estaba tratando de no mostrarlo frente a ti.
No parece justo que haya vuelto, pero no hemos pasado por estas últimas semanas
para rendirnos ahora.
Acabo de encontrarte. No te estoy perdiendo y no te olvidaré, sin importar lo que pase.
Pero si, de alguna manera, el peor escenario se hace realidad, necesito que me prometas
que no te rendirás conmigo.
Ayúdame a recordar. 134
Con los ojos empañados, releo la carta una vez, dos veces, una docena de
veces más. Lo leí una y otra vez hasta que la memoricé, y luego me apoyé contra las
ventanas y cerré los ojos. Incluso entonces vi sus palabras, y una vez más sentí el
temor de un desastre que se avecinaba y que no podía parar.
Pasó una hora y la oscuridad cayó cuando hice otra vuelta alrededor del
hospital, y comencé a sentir inquietud. No podía imaginarme que la cirugía cerebral
duraría solo una hora, pero ¿qué sabía? Quería estar allí cuando él saliera.
Un poco más de dos horas y finalmente subí al cuarto piso. Cuando salí del
ascensor y entré en la sala de espera, el padre de Reid levantó la vista de donde
estaba sentado mirando algo en su teléfono e inclinó la cabeza hacia mí antes de
volver a él. Su esposa tenía la mirada perdida desde donde estaba recostada sobre
su hombro, pero tuve la sensación de que no estaba dormida. Pensé que sabían que
quería que me dejaran solo. O tal vez fueron ellos quienes querían quedarse solos.
De cualquier manera, estaba agradecido por el silencio.
Había varias otras sillas llenas, así que me dirigí a un rincón junto a la
ventana, donde todavía tendría una vista de las puertas cada vez que el cirujano
salía a darnos una actualización. Bueno, para dar a sus padres una actualización. Yo
estaría espiando.
135
El tiempo pasó. Dejé de revisar la hora en mi teléfono. En realidad, como la
batería estaba casi muerta, apagué la cosa completamente. Le había enviado un
mensaje a mi jefe antes para hacerle saber lo que estaba sucediendo, y había puesto
a alguien en mi lugar en el trabajo para el día siguiente.
La primera sonrisa en horas levantó mis labios, y no fue hasta que la mamá
de Reid puso su mano en mi brazo que me di cuenta de que me había ido.
—Pero…
—Ninguno de nosotros puede verlo por un tiempo, y estas sillas no son muy
cómodas para una siesta. Te prometo que te llamaré si algo cambia.
La Dra. Boswell asintió—. Dormir bien esta noche te hará bien. Él estará bien
esta noche. Descansando, como todos ustedes deberían.
Odiaba que tuvieran razón. No podía hacer nada si estaba aquí o en casa, así
que, con cierta reticencia, dije—: Está bien. Tengo el teléfono de Reid, pero ¿puedo
darles mi número?
—Por favor, descansa un poco —dijo ella, dándome un último apretón antes
136
de dejarme ir.
—Voy en camino.
Debería haber visto las señales cuando abrió los ojos y me vio allí de pie.
Debería haber prestado atención, pero estaba demasiado atrapado en mi felicidad al
ver a Reid despierto y respirando como para notarlo.
No fue hasta que cometí el error de alcanzar su mano y él la retiró hasta que
la bola cayó, junto con mi estómago.
La vida como la conocí terminó con tres pequeñas palabras, once letras, seis
sílabas, todas provenientes de la boca del hombre del que me había enamorado. El
que me miraba con esos hermosos ojos marrones, empañados solo por la expresión
vacía detrás de ellos y el leve ceño fruncido grabado entre sus cejas.
FIN.
Gracias
¡Gracias por leer Forget Me Not! Sé que lo hice. Te maté con ese final. Aunque
me amas, ¿verdad?
Si este libro te gustó puedes ponerte en contacto con ella, es fácil de 139
encontrar—solo mantén un oído cerca de su tono de llamada de Rick Ashley que la
ha dominado por años. . O puedes buscarla en www.BrookeBlaine.com.
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