Está en la página 1de 226

Nicole Dykes Outcast

~1~
Nicole Dykes Outcast

~2~
Nicole Dykes Outcast

~3~
Nicole Dykes Outcast

Nota del staff


Esta traducción está hecha sin fines de lucro. Es un trabajo
realizado de lectoras a lectorxs a quienes les apasiona de igual
manera la lectura MM.
Con esto no queremos desprestigiar a los autores que invierten su
tiempo creando estas obras que tanto amamos. Nuestro único fin
es que la lectura llegue a más personas.
Recuerden siempre apoyar a los autores comprando su material
legal y dejando reseñas en las plataformas como incentivo y
demostrar lo mucho que los amamos.

~4~
Nicole Dykes Outcast

Marginado: Que forma parte del grupo social de personas que


no están integradas en la sociedad a causa de la falta de trabajo,
vivienda o medios económicos y la escasa posibilidad de
alcanzarlos.

~5~
Nicole Dykes Outcast

Contenido
1. Hayden 20. Tristan
2. Tristan 21. Hayden
3. Hayden 22. Tristan
4. Hayden 23. Hayden
5. Tristan 24. Tristan
6. Tristan 25. Hayden
7. Hayden 26. Hayden
8. Tristan 27. Tristan
9. Hayden 28. Hayden
10. Tristan 29. Tristan
11. Hayden 30. Hayden
12. Tristan 31 Hayden
13. Hayden 32. Tristan
14. Tristan 33. Hayden
15. Hayden 34. Hayden
16. Tristan 35. Tristan
17. Hayden Prólogo
18. Tristan Nota del autor
19. Hayden

~6~
Nicole Dykes Outcast

Sé tú mismo sin pedir disculpas. Sé fuerte, y siéntete orgulloso de


lo que eres. No le debes nada a nadie más que ser tú mismo.
Ahora brilla, ¡magnífico humano!

~7~
Nicole Dykes Outcast

Playlist
Here Comes The Sun
SYML

Don’t Stop Me Now


Queen

Caution
The Killers

Hold My Hand
Lady Gaga

Somebody To Love
Queen

1,2,3,4
Plain White T’s

~8~
Nicole Dykes Outcast

3 O’Clock Things
AJR

Exile (feat. Bon Iver)


Taylor Swift

**No poseo los derechos de ninguna de estas canciones, pero son


las que escuché mientras escribía este libro. Cada canción tiene un
vínculo con la historia a su manera**

~9~
Nicole Dykes Outcast

Sinopsis
Hayden
Soy el divertido. El ruidoso. El que opina demasiado y no tiene
filtro.
Soy yo sin disculpas desde el primer día, y no ha sido fácil.
Cuando me echaron de casa a los dieciséis años, elegí estar solo
antes que no ser mi verdadero yo.
Ahora he encontrado mi familia y un trabajo que me encanta. Lo
tengo todo, y sin embargo...
Sigo siendo un marginado en muchos sentidos.

Tristan
No soy divertido. Soy demasiado tranquilo. Soy reservado.
Realmente no tengo una razón para ello. Tuve una familia cariñosa
que era lo suficientemente ruidosa como para que me
desvaneciera en el fondo.
Y entonces, me tropecé en una amistad con el humano más audaz
que he conocido.
Hermoso y fuerte. Me confunde. Me desafía. Me hace querer salir
de las sombras y descubrir quién quiero ser.
Puede que su familia lo haya rechazado, pero no lo merecían.
Hayden estaba destinado a brillar, no a ser expulsado por nadie. Él
hace que el mundo sea más brillante, y ni siquiera yo puedo
resistirme a ello.

~ 10 ~
Nicole Dykes Outcast

Prólogo
Hayden

—¿Y éste?— Miro fijamente el polo azul marino que sostiene


Tristan e intento ser paciente con el pobre hombre. Porque aunque
cualquier cosa le queda bien, se viste muy aburrido. Cuando debería
ser atrevido. Brillante y hermoso.
Eso es lo que es Tristan, incluso si no lo sabe, que claramente
no lo sabe. Incluso si rara vez sonríe y suele vestir de negro. Siempre
tiene esa expresión seria y no es muy hablador. —Ummm—. Ladeo
la cabeza hacia un lado, todavía tratando de encontrar algo que
decir.
—Aburrido—. Lo tira a la cama y luego se deja caer sobre ella,
levantando sus brazos musculosos y tatuados para cubrirse la cara
con sus grandes manos.
Dios mío. El hombre es porno ambulante. Y de nuevo, no tiene
ni idea. No ve que las mujeres -y algunos hombres- de esta ciudad
lo adulan todo el tiempo. No puedo probar esto, pero juro que
algunos de los llamados ‘accidentes’ reportados a la Oficina del
Sheriff a lo largo de los años han sido fabricados con la esperanza
de que el oh-tan-guapo oficial Tristan McKay venga a rescatarlos.
Quiero decir, vamos. Hace dos semanas, una mujer llamó para
reportar una zarigüeya en su porche trasero.

~ 11 ~
Nicole Dykes Outcast

Y Tristan fue corriendo, como el héroe que es. Pero dicha


zarigüeya, sospechosamente, ya se había ido cuando llegó.
Explícame eso.
La vigilo, Sra. Henderson.
Y bueno, la primera vez que pasé un rato a solas con el oficial
McKay fue cuando sacó mi coche de una zanja. Puedo confirmar que
fue un accidente real, y no estaba tratando de que viniera a
rescatarme. Pero, maldita sea, una vez que oí esa risa sincera que
había ocultado hasta entonces y pude mirar esos ojos brillantes
suyos, me quedé enganchado. Y admito que he considerado fingir
un pequeño incidente una o dos veces desde entonces.
Pero tal vez el fraude del accidente no sea necesario porque
aquí estoy, en su cabaña del lago, ayudándole a revisar su
limitadísima selección de vestuario. Por supuesto, estoy haciendo
esto porque él tiene una cita esta noche.
Con una amiga mía.
Pero está bien. Está totalmente bien. Voy a ayudarlo a elegir
un gran atuendo con algún color decente. Tendrá una cita con
Tammy, se enamorará -porque es increíble, y lo digo de verdad- y
vivirán felices para siempre.
Mientras yo muero solo.
Está totalmente bien.
Cállate. Cállate. Lo está.
Me siento en el borde de su cama, que es una modesta queen
size, pulcramente hecha con un edredón negro. —Encontraremos
algo.

~ 12 ~
Nicole Dykes Outcast

—Estoy bastante seguro de que voy a morir solo, y Amanda


debería dejar que eso ocurra—. Me rio cuando sus palabras
coinciden con mis pensamientos internos sobre mí mismo mientras
él gime sobre su hermana, que es dueña de un complejo turístico
aquí en el Lago de los Ozarks y que también ha formado una rápida
e inseparable amistad con Tammy.
—Eso sí que sería una tragedia. Eres un buen partido.
Se quita las manos de la cara y se sienta. —Ni siquiera conozco
a Tammy. En absoluto. ¿En qué demonios estaba pensando
Amanda, tendiéndonos una trampa?
Puedo garantizar que a Tammy le importa un carajo no
conocerlo porque tiene ojos en la cabeza, y el hombre es digno de
babear. Mide más de un metro ochenta de altura y tiene el pelo
oscuro que mantiene recortado y limpio. Su piel está naturalmente
bronceada por pasar todo el tiempo que puede al aire libre, y está
tatuado y musculoso. No tiene ni un gramo de grasa, pero tampoco
es estúpido.
En resumen, es perfecto. Y es tan heterosexual como la
mierda. La historia de mi vida.
Tristan no es alguien que realmente llega a conocer a nadie.
Por lo general, se mantiene a sí mismo, a menos que esté en la
patrulla. Incluso entonces, estoy bastante seguro de que maldice
cuando se ve obligado a la interacción humana. —Estaba pensando
que Tammy es increíble—. Me rio para mis adentros porque sé que
Amanda está bastante obsesionada con Tammy y tiene planes para
meterla en la familia. Ya se ha casado con estos dos en su cabeza y
tiene dos puntos cinco sobrinos con la valla de ladrillo blanco y
todo.
Pero esto no se lo digo a Tristan. Tendrá que lidiar con su
hermana en su momento. Y aunque no he tenido la oportunidad de
hablar con Tammy sobre esta próxima cita, estoy seguro de que
~ 13 ~
Nicole Dykes Outcast

está, sin duda, emocionada. Ambos hemos babeado abiertamente


por el sexy policía desde que nos mudamos aquí y empezamos a
trabajar en las cabañas que compraron nuestros amigos Raelynn y
Law, y ambos hablamos de los métodos que utilizaríamos para
sacarlo de su caparazón. Abrirlo y desmontarlo.
Ninguno de los dos pensó nunca que sería realmente posible.
Debería estar allí ahora mismo, hablando de su próxima cita y
ayudándole a elegir un traje para cortejarle, pero Tristan me
sorprendió en la fiesta de Nochebuena y me pidió ayuda antes de
que supiera que esta cita iba a tener lugar. Así que aquí estoy, y voy
a superar esto, a pesar de mi pequeñísimo enamoramiento del
policía heterosexual y sexy que protagoniza todos mis sueños
húmedos.
—Pobre de ti. Tienes que salir a cenar con una chica preciosa,
dulce y divertidísima que, sin duda, te adorará, mientras yo me
quedo dentro de mi pequeña cabaña y trato de decidir si soy de
gatos o de perros—. Entorno los ojos hacia él. —Estoy pensando en
el gato. Odian a todo el mundo. Se mantienen al margen a menos
que realmente necesiten algo, y exigen respeto. Creo que un gato me
atraparía.
Su sonrisa es megawatt1, demasiado brillante y grande, porque
hace que mi estúpido estómago haga esa cosa de revoloteo
enfermizo. Debería ir al médico. —Te veo con un gato.
—Genial. Está decidido entonces—. Vuelvo a su armario,
empujando una camisa negra tras otra en busca de algún maldito
color. —Conseguiré un gato, y tú saldrás con Tammy y lo pasarás
muy bien.

1
Medida de potencia que es igual a 1 millón de watts.

~ 14 ~
Nicole Dykes Outcast

—Parece agradable—. Intento no pensar en lo agradable que


será Tammy si le da la oportunidad. Es mi amiga. La quiero. Ella se
merece tener un tipo caliente y dulce como Tristan. No estoy celoso.
No lo estoy.
Todavía no entiendo por qué me pidió que lo ayudara a elegir
algo para su cita. Dice que es porque le he hecho pasar un mal rato
porque su vestuario es aburrido, pero juro que no es así. No tanto.
Es decir, tengo un problema de filtro. Si me viene a la cabeza, mi
boca ya está hablando antes de que tenga la oportunidad de
detenerla, pero da igual.
Soy yo. Hayden Zachary Fitzpatrick. Y más vale que nadie se
atreva a mencionar mi nombre completo. Lo odio. Siempre lo he
odiado. Y cuando dejé mi ciudad natal de Alabama a los dieciséis
años, debería haberlo cambiado todo.
Pero, ¿quién tiene tiempo para hacerlo cuando tiene dieciséis
años y está huyendo, viviendo en la calle y dependiendo de extraños
para que le cuiden? Sí, la respuesta es nadie.
—¿Hayden?— Oh, maldita sea. Estaba diciendo algo, ¿no? Yo
también hago eso: irme por las ramas mientras el gran mundo sigue
su curso.
—¿Sí?
—He dicho que creo que hay una camisa de botones granate
en algún lugar—. Se levanta y se acerca a mí, y yo hago lo posible
por no olfatearle porque somos nuevos amigos y probablemente eso
no sea del todo apropiado. Debes de ser un amigo de toda la vida
para esa mierda, estoy seguro. Se acerca a mí y, maldita sea, lo
inspiro con avidez y, por supuesto, huele bien. Limpio y fresco con
un toque de bosque o pino. Algo así. Saca una camisa roja oscura y
crujiente que es más arándano que granate, pero servirá, y se la
pone sobre el pecho.
—¿Tal vez?

~ 15 ~
Nicole Dykes Outcast

Asiento con la cabeza en señal de aprobación. —Sí. Es algo, al


menos.
Se limita a sonreír, sacudiendo la cabeza ante mi evidente
desaprobación. —¿Y los pantalones?
—Definitivamente deberías llevar pantalones—. Aunque a ella
no le importaría.
Esta vez pone los ojos en blanco. —Ya. ¿Cuáles?
—¿A dónde la llevas?
—Al Lodge.
No digas nada, Hayden. —El lodge—. Como en el resort de su
hermana que tiene un restaurante.
—¿Qué?— Se ve tan adorablemente preocupado, y me siento
mal.
—Nada.
—Hayden—, insiste con autoridad natural.
—Es que... ¿No es un poco...?— Intento pensar en una forma
agradable de decirlo, ya que el pobre chico se cuelga de mis palabras
como si realmente tuviera todas las respuestas. Alerta de spoiler:
no las tengo. Le digo que no, porque a quién le importa si es el
restaurante más cercano y si es muy fácil para él entrar, ya que su
hermana es la dueña. Tammy probablemente estará encantada, y
yo soy un lío complicado. —Nada—. Le sonrío. —Parece perfecto.
Hay incluso una chimenea.
Me estudia detenidamente durante un momento y luego
asiente con la cabeza lentamente. —Eso es lo que estaba pensando.
—Bueno, creo que si tienes unos pantalones negros, debería
funcionar. O incluso unos bonitos vaqueros. Te pongas lo que te
pongas, estarás de escándalo.

~ 16 ~
Nicole Dykes Outcast

Ahora casi sonríe. —Gracias por tu ayuda, Hayden. Te lo


agradezco mucho—. Pone una mano firme en mi hombro, sus ojos
se encuentran con los míos. —Eres un gran amigo.
Amigo.
Sí, voy a morir solo.

~ 17 ~
Nicole Dykes Outcast

Uno
Hayden

Unos seis meses después...

—Jesús. En serio, ¿cuántas veces hay que hacer ejercicio para


tener un cuerpo así?— Casi estoy hiperventilo cuando Tristan se
despoja de su camiseta negra, dejándola bien doblada en el muelle.
—Estás haciendo el ridículo otra vez—. Sonríe y, Dios mío, es
precioso. Su sonrisa es casi tan cegadora que casi me hace caer.
Pero en serio, no hay mejor espécimen de hombre en esta
tierra que Tristan McKay. Y está ahí de pie con un traje de baño azul
brillante -sí, un color realmente brillante/gris porque yo ayudé a
elegirlo- y nada más.
Su cuerpo es más que una locura. Bronceado con músculos
ondulados y tatuajes repartidos por todo el cuerpo. Y realmente no
sabe lo hermoso que es. Quiero decir, hay esos tipos que dicen que
pare pero realmente quieren decir que siga y que haga cumplidos.
Pero ese no es Tristan. Me dice que estoy siendo ridículo y que deje
de decir lo hermoso que es porque no lo ve.
Aunque todo el mundo lo ve.
No me he molestado en ponerme una camiseta antes de salir
al muelle desde su camarote y estoy de pie con mi bañador amarillo
brillante, tan corto como el infierno, que me abraza el culo con
~ 18 ~
Nicole Dykes Outcast

fuerza y apenas contiene mi paquete. No es que a Tristan le importe


un bledo dicho paquete.
Suspiro.
Pero está bien. Hago lo posible por no mirar a mi mejor amigo
mientras se mete en el lago. Y realmente es mi mejor amigo estos
días. Siempre querré a mis amigos Raelynn, Lawson, Nash y Adrian.
Pero seamos sinceros, ahora que se han emparejado, no me
necesitan tanto.
Raelynn y Lawson, a quienes conocí primero y que son los
dueños de este grupo de cabañas, están esperando un bebé pronto.
Y Adrian y Nash se han reunido recientemente después de años de
separación, por lo que es un constante festival de bandas de amor
alrededor de su cabaña.
Uno al que no estoy invitado, lamentablemente.
Así que eso abrió la puerta a mi amistad con Tristan. Después
de que le ayudé con su traje para su cita con Tammy, empezamos a
salir. No fue raro en absoluto. Es como si el universo dijera: ‘Toma,
ahora son amigos’, y lo aceptamos.
Empezó a venir regularmente a ver cómo estaba en el trabajo
-en las cabañas de Rae y Law- y yo empecé a ir a su casa a ver
películas y a pasar el rato con él y su pastor alemán, Roxy. Sí, a
Tristan le gustan los perros.
Al parecer, justo antes del Día de Acción de Gracias, perdió a
su perro -que tenía catorce años cuando murió- y estaba totalmente
destrozado por ello. Cuando me lo contó, no tuve más remedio que
ayudarlo a intentar superar su dolor. No me gusta verlo triste,
déjame decirte.
Hace unos meses fuimos a un refugio y encontramos a Roxy,
que era la más pequeña de su camada. Les estaba costando
encontrarle un hogar, a pesar de ser la cosa más bonita que he visto
nunca.

~ 19 ~
Nicole Dykes Outcast

Todavía es un cachorro y su dueño la mima muchísimo, ya que


a menudo pierde los zapatos con este chucho tan rebelde, pero la
adora. Tanto es así que está sentada en el muelle junto a mis pies,
esperando la orden de saltar con su hombre.
Su hombre, eso sí, no el mío.
De nuevo, suspiro.
—Vamos, chica—, le dice, y Roxy no pierde el tiempo, saltando
al agua y nadando hacia él, más que emocionada por lamerle la cara.
Yo también, chica.
—Hayden, vamos. ¿Vas a unirte a nosotros o qué?
—Supongo—, digo dramáticamente antes de meterme en el
agua con ellos, tratando de no mojarme el pelo porque es
exactamente como me gusta ahora.
Nadamos bajo el sol del verano, disfrutando de la tranquilidad
de nuestro lugar en el lago, a pesar de ser temporada turística.
Aunque, sinceramente, casi todas las temporadas están llenas de
turistas. A la gente le encanta estar aquí durante las vacaciones, a
pesar del frío que hace.
Quizá sea lo único que echo de menos de Alabama. Podría
prescindir de la nieve y de congelarme las pelotas. Pero acurrucarse
alrededor de una chimenea con cacao caliente no está tan mal.
Cuando salimos, tumbados en las toallas que extendemos en
el muelle uno al lado del otro, miro al cielo y no puedo resistirme a
preguntar: —¿Vas a contarme alguna vez qué pasó en tu cita con
Tammy?
Tammy sigue siendo una de mis mejores amigas, y no está
emparejada, aunque últimamente pasa una cantidad obscena de
tiempo con Amanda, así que de nuevo... es solo Tristan para mí,
todo el camino en el lugar de mejor amigo.

~ 20 ~
Nicole Dykes Outcast

—No—, dice con facilidad mientras se tumba de espaldas, su


perra sigue intentando sacudirse el agua de su pelaje cerca del borde
del muelle.
—Triiiistan—, gimoteo, pero él sólo se ríe, rodando hacia su
lado y sosteniendo la cabeza sobre su mano, con el codo doblado.
—Ya te lo he dicho. Fuimos a cenar. Fue agradable, pero no
pasó nada más.
—Eso no puede ser cierto—. Aunque eso es más o menos lo que
me dijo Tammy también. No lo entiendo. Ambos son personas
extremadamente hermosas. Ambas divertidas e inteligentes. Es
divertido hablar con ambos. ¿Cómo es posible que no salga nada de
eso?
—Es cierto. Apenas hablamos durante la cena. Creo que sólo
hablamos de la nieve que caía fuera, nada más. La llevé a casa y me
fui sin siquiera un beso de buenas noches. Eso fue todo.
Me pongo de lado para mirarlo, molesto porque tiene que
estar dejando algo de lado. —¿Por qué no la besaste?
Se encoge de hombros, rodando de nuevo hacia su espalda con
un resoplido. —No lo sentí, y créeme, ella no podía esperar a alejarse
de mi aburrido trasero.
—Tu culo es cualquier cosa menos aburrido—, digo, añadiendo
toda la insinuación que puedo.
Gira esa hermosa cara en mi dirección y suelta una preciosa
carcajada con una persistente sonrisa. —Créeme. Estuve aburrido
en esa cita. No tenía nada de qué hablar. No fue así—. Hace un gesto
entre nuestros cuerpos, y mi idiota corazón empieza a galopar en mi
pecho ante la insinuación.
Que puede hablar conmigo. Que tenemos todas las cosas que
decirnos. Que lo que tenemos no es aburrido.
Pero es amistad. Eso es todo lo que es. Amistad.

~ 21 ~
Nicole Dykes Outcast

—No lo entiendo. Tammy puede hablar con cualquiera.


Seguramente, ella llevó la conversación.
—Quiero decir, lo intentó, pero no sé, Hayden...— Suspira,
mirando al sol, con los ojos entrecerrados. —No se me ocurría nada
que responderle, y al final se dio cuenta de lo aburrido que soy.
—No eres aburrido—, vuelvo a decir porque realmente no lo
es. Me encanta pasar tiempo con él, y no voy a perder el tiempo
aburriéndome.
—¿Podemos dejarlo? ¿Por favor?—, pregunta, un poco triste.
Realmente no lo entiendo, pero supongo que si no funcionó,
no funcionó. No se pueden forzar estas cosas. O está o no está.
—Bueno, cuéntame algo divertido entonces.
Se ríe suavemente y luego bloquea el sol con su brazo sobre los
ojos mientras Roxy se acurruca entre nosotros, sin importarle en
absoluto que huela menos que agradable ahora mismo. —Bueno, la
señora Henderson ha vuelto a llamar esta semana.
Ya sé que esto va a ser bueno. —Uh-oh ¿Qué fue esta vez?
¿Otra zarigüeya?
Sonríe y sacude la cabeza. —No. Esta vez ha sido un ruido
sospechoso—. Espero. —Fui allí y sólo eran unas viejas tuberías
oxidadas en su sótano. Me juró que había alguien en la casa.
—Comprobaste todas las habitaciones, ¿verdad?— Sonrío
porque así es él, y ya sé la respuesta antes de que la confirme.
—Estaba asustada. Se aferró a mí todo el tiempo.
—Podría haber llamado a su marido—, le digo, todo divertido.
—Su marido es camionero, y creo que dijo que estaba en
Minnesota. Realmente no era un gran problema. No es que tuviera
nada mejor que hacer.

~ 22 ~
Nicole Dykes Outcast

—¿Más que salvar al mundo de las tuberías oxidadas?—


pregunto, bromeando.
Se ríe y suelta el brazo, girando la cabeza para mirarme. —Oye,
alguien tiene que hacerlo.
Me rio. —Eres la hierba de las mujeres mayores—. Tiene al
menos sesenta años y está casada. Y sigue sin poder quitarle las
manos de encima.
Sacude la cabeza. —Estás haciendo el ridículo otra vez.
¿Ves? Adorablemente despistado.

~ 23 ~
Nicole Dykes Outcast

Dos
Tristan

—Amanda, déjalo—. Suspiro mientras termino mi almuerzo,


empezando a arrepentirme de haber venido al albergue para mi
descanso.
Mi hermana tiene buenas intenciones, de verdad. Pero se
preocupa demasiado por mí. Llena mi té helado y coloca el vaso
junto a mi plato vacío. —No lo entiendo. Tammy es increíble. Por
no mencionar que es preciosa.
—Pasas el rato con ella—. Acabo de hablar con Hayden sobre
esto ayer después de que fuéramos a nadar. Me rio, pensando en la
adorable mirada de confusión en su cara. Hablando de guapos.
Rápidamente trato de alejar ese pensamiento, no tan
sorprendido como debería. La verdad es que en los últimos meses
me han venido a la cabeza muchas veces pensamientos como ese
sobre Hayden. Es el mejor amigo que he tenido, y básicamente salió
de la nada.
Le pedí ayuda para encontrar ropa para mi cita con Tammy, y
aunque la cita fue un fracaso, terminé con un amigo increíble.
Hayden es todo lo que yo no soy. Es audaz y divertido. Se desvive
por hacer sonreír a la gente, y es libremente él mismo.
Lo admiro muchísimo.

~ 24 ~
Nicole Dykes Outcast

Y sí, aunque soy heterosexual... no se puede negar que Hayden


es hermoso. Su cabello rubio arenoso es más claro en verano, pero
siempre está peinado de forma desordenada y ondulada, de modo
que es más largo en la parte superior y casi le cuelga en los ojos. Su
cara es impresionante: pómulos altos, una nariz recta y perfecta,
labios rosados y unos ojos tan bonitos que casi te dejan estupefacto
cuando lo miras.
De acuerdo, tal vez tenga que dejar de pensar en mi mejor
amigo de esa manera. Es raro, ¿verdad?
—Sólo inténtalo una vez más—, sigue insistiendo Amanda.
No se equivoca. Tammy es genial, pero no hubo conexión
alguna. Fue incómodo, y no pude encontrar nada que decir. No
encuentro conexiones fáciles con la mayoría de la gente. Nunca lo
he hecho. He tenido unos cuantos amigos íntimos, mientras crecía
y a lo largo de los años, pero nunca voy a ser el alma de la fiesta.
Sonrío para mis adentros. No como Hayden. Parece tan
extrovertido, y aunque yo no hablaba mucho cuando lo conocí, de
alguna manera rompió mis muros introvertidos muy rápido y
decidió que íbamos a ser amigos.
—No—, le digo a Amanda con firmeza pero con calma. —No
hubo química. Ninguna—. Mi hermana resopla y yo sonrío porque
sé que tiene buenas intenciones. —Sabes, no soy el único McKay que
está soltero.
Me hace un gesto de despedida con la mano al instante. —
Estoy bien estando sola.
—Yo también—, le respondo, y realmente lo estoy. Tengo todo
lo que podría desear. Un lindo cachorro, que definitivamente me
mantiene alerta, un mejor amigo, que francamente hace lo mismo.
Mi hermana vive en la misma ciudad que yo y tiene un bonito y
cómodo alojamiento donde puedo venir a descansar y a veces
incluso a socializar. Un gran trabajo que me encanta.

~ 25 ~
Nicole Dykes Outcast

No necesito nada más.


Ella estrecha los ojos en mi dirección. —Sin embargo, estoy
súper ocupada. Soy dueña de un negocio y salgo con Tammy todo el
tiempo. Películas, clubes, compras.
—Oye, yo tengo un trabajo a tiempo completo, y cuando no
estoy trabajando, salgo con Hayden. Y él me arrastra a muchos de
esos lugares también—. Hombre, le encanta ir de compras. Y yo
disfruto viéndolo pasar por una tienda, entusiasmándose con los
colores y las rebajas. Disfruto especialmente de sus pequeños
resoplidos de fastidio cuando no puedo distinguir entre el azul
cobalto y el azul iceberg. Para mí los dos son simplemente azules.
Ella sonríe ante eso, sacudiendo la cabeza con cariño. —Vaya.
Realmente somos iguales, ¿no?
Asiento con la cabeza, incapaz de discutir. —Más o menos.
Excepto que tengo un perro.
Se ríe de eso. —Es cierto.
—No has salido con nadie desde Todd, ¿eh?— Pregunto
suavemente porque sé lo duro que fue para ella esa ruptura. Pero su
ex es un completo imbécil que la engañó durante años. No podría
haber sido más feliz que cuando ella le dio una patada en el culo a
la acera.
—No. He terminado con eso. Los hombres son imbéciles.
—Vaya, gracias, hermana.
Ella empuja mi hombro juguetonamente. —Sabes lo que
quiero decir.
—No. Todd era un imbécil. No todos los hombres lo son. Y te
conozco. Eres una romántica de corazón, que es algo que no
tenemos en común.
Pone una especie de mirada azucarada y evocadora mientras
mira por la ventana y suspira, haciéndome saber que no me

~ 26 ~
Nicole Dykes Outcast

equivoco en absoluto. —Nunca se sabe. Podría haber un hombre en


la tierra -que no sea mi hermano y que no sea un imbécil- que se
quede varado en mi casa de campo una Navidad.
Suelto una carcajada. —Tienes que dejar de ver Hallmark.
—Nunca—, canta mientras empuja la puerta para volver a la
cocina, y yo me rio, terminando mi bebida antes de volver al trabajo.
Quiero a mi hermana, pero necesito que deje de intentar
emparejarme.
Eso nunca va a suceder.

~ 27 ~
Nicole Dykes Outcast

Tres
Hayden

—¿Quieres dejar de mirarlo? Podrías haberlo tenido,


¿sabes?— Le lanzo un arándano a Tammy mientras ella mira por la
ventana del comedor de la cabaña donde estamos desayunando.
Por supuesto, el maldito oficial Hotness ha pasado corriendo,
sin camiseta, hace un momento, y nos ha saludado a los dos. Tammy
aparta lentamente sus ojos del gran ventanal y los estrecha hacia
mí. —No. Nunca lo tuve.
—Lo tuviste para una cita—, digo, haciendo lo posible por
mantener la amargura en mi tono.
Tristan está junto al lago, estirándose después de su carrera. Y
de acuerdo, quizá tampoco puedo concentrarme en el desayuno.
Jesús, esos pantalones cortos realmente se extienden a través de su
culo perfecto de la manera correcta. ¿De qué estaba hablando?
Un arándano me da en la nariz y me vuelvo hacia Tammy, que
se ríe. —¿Ves? No es fácil concentrarse con él ahí.
—De acuerdo—. Doy un sorbo a mi zumo de naranja,
intentando calmarme.
—Una cita en la que no podía esperar a alejarse de mí desde el
principio. Donde dijo tal vez dos palabras todo el tiempo.

~ 28 ~
Nicole Dykes Outcast

—Oh, cariño. Tienes que dirigir la conversación con Tristan—


. Al menos al principio, cuando aún se están conociendo. Realmente
es la definición del tipo fuerte-silencioso.
Pone los ojos en blanco, pero sonríe. Tammy siempre está
sonriendo. Es genuinamente feliz y siempre me alegra el día. —Oh,
créeme que lo he intentado. Una y otra vez. Fui una mujercita
totalmente desesperada. Y ese chico no quería nada de mí.
—Eso es imposible—, digo, y ella se ríe.
—¿Verdad? Soy muy guapa—. Pone el acento sureño.
Mientras yo me esfuerzo por no dejar salir mi acento sureño,
Tammy abraza el suyo. —Lo eres. Nunca entenderé qué demonios
ha pasado.
Me despide dejando caer un billete de diez sobre la mesa
mientras se levanta. —Tengo que ir a trabajar. Raelynn se está
poniendo un poco peleona con ese feto dentro de ella.
Me río porque no es una broma. Nuestra pequeña amiga -y
empleadora- está dispuesta a dejar de estar embarazada. No me
malinterpretes, será una madre excelente, pero ahora mismo da un
poco de miedo. —Sí, me alegraré cuando el pequeño esté aquí y
recuperemos a la dulce Rae.
Está de acuerdo y me besa en la mejilla antes de marcharse, y
yo mordisqueo mi desayuno mientras echo alguna que otra mirada
al lago. Por la impresionante vista de los árboles y la naturaleza y la
mierda.
Definitivamente, no a mi sexy mejor amigo, que está brillando
con el sudor de su carrera y tomando el sol que acaba de salir.
No. Eso no.
—¿Puedo ofrecerte algo más?— Su hermana me pilla mirando
a Tristan mientras está de pie junto a mi mesa con una sonrisa
cómplice en la cara.

~ 29 ~
Nicole Dykes Outcast

—No. No gracias. Estoy bien. Totalmente bien. Muy bien—.


Hayden, cállate.
Me ofrece una sonrisa amable y me da unas palmaditas en el
hombro mientras empieza a recoger la mesa. Después de pagar la
cuenta y dejar una propina decente, escapo por la puerta principal.
Y me encuentro con el objeto de mi obsesión. —Hayden. Hola.
Su sonrisa es tan bonita. Hago todo lo posible por mirar sólo
su cara y no dejar que mi mirada baje para ver todo lo demás que es
bonito en él. —Hola—, apenas chillo.
—Esperaba que todavía estuvieras aquí.
—¿Ah sí? ¿Me echas de menos?— Coqueteo descaradamente.
Sin embargo, él no se da cuenta. —Por supuesto, pero también
tengo que pedirte un favor.
—Lo que sea—. Bajo las escaleras para reunirme con él, y
caminamos por el sendero de arena junto al lago.
Tristan parece un poco nervioso mientras caminamos,
mirando a sus pies. —Tengo otra cita esta noche, y me preguntaba
si me ayudarías a elegir algo para ponerme.
Mi corazón se hunde, lo cual es estúpido. Y totalmente
patético. Por supuesto, tiene una cita. Le pongo la sonrisa que me
caracteriza y le doy un codazo en el hombro sudoroso. —Por
supuesto, lo haré.
Sonríe, sus ojos se encuentran con los míos. —Gracias.
—De nada. Sabes, esto es divertido para mí—. O no. Pero no,
es divertido. Puedo jugar a disfrazarme. Eso siempre es divertido.
¿A quién le importa si es para una cita que va a tener con alguien
que no soy yo? Es divertido. —Así que, una cita, ¿eh?
Me esfuerzo por sonar feliz y curioso en lugar de deprimido y
malhumorado. —Sí—. Se ríe. —Amanda estaba en mi de nuevo
sobre las citas, y luego, una mujer en el desayuno me invitó a salir.
~ 30 ~
Nicole Dykes Outcast

—¿Hoy?
Asiente con la cabeza mientras continuamos nuestro paseo. —
Sí. Estoy bastante seguro de que Amanda le pagó, pero da igual.
Parecía bastante agradable. Está de vacaciones ahora mismo, así
que no hay posibilidad de largo plazo, pero quizá sea una buena
práctica.
Me burlo de la idea de que Amanda tenga que pagar a alguien
para salir con Tristan y me odio un poco por estar encantado de que
esa mujer no sea de por aquí y se vaya pronto. No es agradable
pensar eso como amigo. —Bueno, tal vez lo pases bien.
Ya está. Eso es algo que un amigo diría totalmente.
—Sí, no lo sé. Pero supongo que podría intentarlo—. Su sonrisa
dice que no cree que vaya a salir nada. —¿Y tú? ¿Tienes alguna cita
próximamente?
La verdad es que sí, pero se me revuelven las tripas de todo
menos de emoción. Sin embargo, hace meses y meses que no tengo
sexo. Y maldita sea, no soy un santo. Necesito echar un polvo. Con
urgencia. Se ha convertido en una necesidad en este punto.
Afortunadamente, las aplicaciones lo hacen fácil hoy en día, y
aunque mi cita para el viernes no será un partido de amor, se ve
bien sin camisa. —Eh—. Me encojo de hombros. —Un encuentro, al
menos.
Él frunce el ceño ante eso, y por un segundo, pienso que tal vez
va a juzgarme. —Estarás a salvo, ¿verdad?
Sonrío porque duh, por supuesto que sólo se preocupa por mi
seguridad. —Por supuesto. Puedo cuidar de mí mismo. Ya lo sabes.
—Sí, pero nunca se sabe quién está en esas aplicaciones—. Ya
me ha sermoneado sobre esto antes. Pero realmente, en un lugar
como los Ozarks -que está demasiado cerca del Cinturón Bíblico
para mi gusto, pero aquí es donde terminé, y estoy como atrapado
aquí -ahora- no hay muchas opciones.

~ 31 ~
Nicole Dykes Outcast

He conocido a muchos turistas que buscan pasar un buen rato,


aquí y allá. Y he conocido a un par de lugareños que están muy
metidos en el armario, pero, de nuevo, no hay muchas opciones
para una cosa segura. Al menos la aplicación lo pone fácil.
—¿A qué hora es tu cita?— Cambio de tema.
Sabe lo que estoy haciendo pero no se molesta en
sermonearme más. —A las siete.
—Estaré allí a las cinco para prepararte.
—Eres un buen amigo—. Me sonríe y trato de no detenerme en
esa palabra.
Amigo.
Eso es todo lo que soy ahora. Y todo lo que siempre seré para
Tristan.

~ 32 ~
Nicole Dykes Outcast

Cuatro
Hayden

Estoy de poco humor después de mi charla con Tristan. Sé que


es una estupidez. Debería estar contento de que tenga una cita... y
lo estoy.
Lo estoy intentando.
En lugar de ir a trabajar de inmediato -hey, estoy bastante
unido a los propietarios, y prácticamente hago lo que quiero,
cuando quiero, siempre que el trabajo se haga- decido pasar por la
cabaña de Adrian y Nash.
No me molesto en llamar a la puerta -ya se sabe que no tengo
que hacerlo- y voy directamente a la entrada de la cabaña, miro por
el salón y no encuentro a nadie, así que me aventuro a entrar en la
cocina.
Me recibe un Nash sin camiseta, que está de pie junto a los
fogones, cocinando lo que supongo que es tocino porque huele
fenomenal. Adrian está en la mesa de la cocina, vestido para el
trabajo con vaqueros y camiseta, y dando un sorbo a su café, sin
parecer sorprendido de verme.
—Hayden, justo a tiempo.
—¿De verdad? Quiero decir que ninguno de los dos está
desnudo—. Me siento en una silla en la mesa, y Adrian sólo sonríe,
demasiado acostumbrado a mí ahora.

~ 33 ~
Nicole Dykes Outcast

—Es un juego muy divertido el que hacemos, pero sabes que


siempre nos levantamos antes que tú.
—Maldita sea. Yo y mis costumbres nocturnas—, refunfuño.
Nash trae un plato de huevos con tocino y lo pone delante de
Adrian antes de mirarme. —¿Tienes hambre?
—No, he desayunado con Tammy.
En su lugar, coloca una taza de café delante de mí, conociendo
mi adicción, antes de sentarse con su propio plato y su café. Miro el
líquido negro en mi taza designada: es de color amarillo brillante y
dice: ‘Soy un puto rayo de sol’, y es mi favorito absoluto.
—Sí, esto no es lo que pedí—, digo, arrugando la nariz, y
Adrian se ríe.
—La crema de menta está en la nevera.
—Me conoces muy bien—. Sonrío mientras recupero mi crema
favorita, vertiendo una generosa cantidad en mi café antes de tomar
un sorbo y suspirar felizmente.
—Eres ridículo—, dice Nash con una sonrisa cariñosa, y me
recuerda a Tristan, lo que hace que mi humor se agriete.
Maldita sea. Esto no está nada bien.
Me vuelvo a sentar en la silla. La crema puede quedarse fuera
un poco más. Ya la guardaré más tarde.
—Bien, ¿qué pasa?— Nash pregunta, conociéndome
demasiado bien. Adrian está llegando rápidamente a ese estado
también.
—Nada—. Doy un sorbo a mi café, pero ninguno de los dos se
lo cree, y resoplo mientras vuelvo a dejar la taza sobre la mesa. —
Tengo una cita el viernes.
Adrian frunce el ceño. —Ah, bueno. Bueno, creo que tu cara
está confundida porque eso parece algo agradable.

~ 34 ~
Nicole Dykes Outcast

—Sí, tu cara definitivamente no está diciendo que tienes una


cita. O algo bueno que se avecina—, añade Nash oh-tan-ayudante-
siempre.
—Ninguno de los dos va a ser nunca tan divertido como yo.
Deberían rendirse—. Tomo otro trago de café, reprendiendo en
silencio mi cara por no hacer lo correcto. Debería sonreír.
Probablemente voy a tener un sexo bastante decente el viernes.
Esto es algo bueno, cara.
Lamentablemente, incluso después de beber más cielo líquido
de mi taza, mi cara no coopera, y lo sé.
—¿Qué está pasando?— Las facciones de Nash están llenas de
preocupación ahora. —¿Por qué no estás emocionada por tu cita?
Me encojo de hombros. —No lo sé. Es mi tipo. Grande y
corpulento. Puede que sea demasiado mandón para mí, pero ya
veremos. No he hablado mucho con él—. Me dijo que me pusiera
algo bonito. Como si cualquier cosa que me pusiera no fuera bonita
como la mierda.
Pero dejo eso fuera.
—¿Lo mandón no es tu tipo?— pregunta Adrian, casi
sorprendido.
Nash suelta una carcajada. —Hayden es el jefe.
Le sonrío a Nash. Porque, ¿ves? Me conoce bien. —Maldita
sea, sí.
Adrian se ríe y sacude la cabeza. —Ah, debería haberlo sabido.
—Si no es tu tipo, ¿por qué sales con él?—. Nash me dirige esta
pregunta, y sé que mi cara se lo dice todo porque se acomoda en su
silla. —Oh.
—¿Qué quieres decir con —oh—?— Me siento un poco más
recto en mi silla, con la espalda rígida.

~ 35 ~
Nicole Dykes Outcast

Comparten una mirada y me dan ganas de asfixiarlos a los dos


con la mantequilla de la mesa. Muerte por mantequilla. Podría ser
una realidad. Adrian me mira con compasión, lo que me hace
estremecerme. —El enamoramiento no se va, ¿eh?
Maldita sea.
—¿Qué enamoramiento?— Intento hacerme el tonto.
No funciona. —Sí. ¿Te has olvidado del gran enamoramiento
que tienes con el policía local que pasa más tiempo aquí que en
cualquier otro sitio?
—Vive aquí—, digo en respuesta a Nash, pero vuelvo a
encogerme porque, maldita sea, me ha pillado.
—Sí, ese policía—. Se sienta, con los ojos puestos directamente
en mí, preparándose para esa charla de hermano mayor cuando no
es mi hermano. —¿Has intentado alguna vez decirle lo que sientes?
Eso me hace reír, pero no hay humor en ello. —¿Y arruinar la
mejor amistad que he tenido? No.
Se pone una mano sobre el corazón en señal de falso dolor. —
Ouch.
Pongo los ojos en blanco, tomando otro sorbo de café. —Oh,
por favor. Si estás realmente herido, Adrian te besará y todo será
mejor.
Adrian sonríe, sin discutir en lo más mínimo. —Lo haré—, le
dice a Nash y luego vuelve a centrarse en mí. —Deberías decírselo.
—¿Decirle qué exactamente? Es mi amigo. Mi amigo
heterosexual.
—Al que te quieres tirar—, añade Nash.
Me encojo de hombros porque eso no se puede discutir. —En
realidad, la mayoría de mis fantasías lo tienen a él follando, pero no
me importa cambiarlo a veces.

~ 36 ~
Nicole Dykes Outcast

—No necesitaba saber eso—. Nash sonríe.


Pero me siento vulnerable, y no me gusta. No quiero hablar de
nada de esto. —No tengo un enamoramiento o sentimientos o lo que
sea que ustedes dos estén diciendo—. No lo tengo. —Es guapísimo.
Y sería totalmente mi tipo si no fuera por ese pequeño y molesto
detalle de que es heterosexual.
—Asumiste que yo también era heterosexual—, dice Nash, lo
cual es totalmente cierto. El maldito me hizo creer que sólo le
gustaban las mujeres durante mucho tiempo. Pero no importaba. Él
no me veía de esa manera. Sólo me veía como un hermano pequeño.
—Bueno, él es heterosexual, y somos amigos. Muy buenos amigos.
No voy a arruinar eso—. Levanto mi taza, con la esperanza de lograr
cierta despreocupación. —Incluso lo estoy ayudando a prepararse
para una cita esta noche—. Mis ojos se estrechan hacia Nash. —Con
una mujer.
Los dos me miran como si estuviera completamente loco, y yo
bebo otro trago de mi café, saboreando el sabor antes del sermón.
Es Adrian el que se encarga de la charla. —No puedes hablar
en serio. ¿Vas a ayudar al chico del que estás enamorado a elegir un
traje para una cita?
—No es que no lo haya hecho antes.
Sí, parece tan preocupado como Nash. —No puedes hacer eso.
Eso es...
—Doloroso—, suministra Nash.
Mi estómago se retuerce de nuevo, y lo odio. —Está bien.
Totalmente bien—. Claramente estoy tratando de convencerme a mí
mismo. —Puedo manejar esto. Y honestamente, espero que
funcione porque si lo hace, puedo superar este pequeño
enamoramiento o lo que sea—. Agito la mano, todavía tratando de
actuar como si no fuera nada. Vuelven a compartir una mirada, y yo

~ 37 ~
Nicole Dykes Outcast

miro hacia la mantequilla. Lo juro por Dios. —Dejen de mirarse.


Estoy bien.
Adrian parece no estar convencido. —No tienes que hacer eso:
ayudarlo a prepararse para una cita. Eso es una tortura.
—No es un problema. Soy un buen amigo. Y eso es todo.
—Eres Hayden. Te mereces que te quieran—, dice Adrian, y
suena muy seguro de ello. Pero sólo hace que me sienta mal del
estómago.
—Voy a ayudarlo esta noche. Estoy bien. Totalmente bien—.
No hablo de lo de merecer ser querido.
Querido.
Sí, claro

~ 38 ~
Nicole Dykes Outcast

Cinco
Tristan

Estoy nervioso por mi cita. No tengo ni idea de por qué. La


verdad es que no. Quiero decir, la mujer es atractiva y parecía
bastante agradable. Pero no sé si sentí una conexión.
No sé qué demonios me pasa. ¿Por qué es tan difícil hacer una
conexión honesta, por Dios? ¿Qué se supone que debo hacer?
¿Derramar mis entrañas en la primera cita? ¿Contarles todo
sobre mí, sólo para parecer interesante? ¿Sólo para que se queden
un rato antes de decidir que, de hecho, no soy tan interesante?
Me cuesta mucho abrirme, lo sé. Pero el hecho de conocer a
alguien en la primera cita es un hecho. Se supone que tienes que
hablar. Y yo no lo hago.
Gruño y me paso una mano por la cara en señal de frustración
antes de mirar a Roxy, que me mira con sus grandes ojos de perrito
adorador. —Esto va a ser un desastre.
Ladea su linda cabecita y yo me río, inclinándome para
rascarle entre las orejas.
—Es tan bonita que debería aparecer en la página web de la
ciudad. Atraería a muchos turistas.
Me río al oír la voz de Hayden y me pongo de pie, sonriendo.
—Vuelves a hacer el ridículo. Y no es que este pueblo necesite ayuda
para ganar visitantes.

~ 39 ~
Nicole Dykes Outcast

Hayden me aparta del camino, entrando de rebote en mi salón


y pareciendo tan despreocupado y feliz como siempre. Lleva una
bolsa de papel con asas que parece haber ido de compras.
—¿Qué es eso?
Sonríe, iluminando su mega sonrisa en mi dirección. —Te he
traído un regalo.
—¿Qué?— Mi frente se frunce y sacudo la cabeza. —No. No
hace falta que me regales nada.
Pone los ojos en blanco y se sienta en mi sofá, tendiéndome la
bolsa mientras Roxy salta en su regazo emocionada, dándole besos
de cachorro. Hayden se ríe y se pelea alegremente con ella mientras
le quito la bolsa de las manos.
—Ábrela—, dice, jugando con mi perra.
Sigo sus órdenes y saco una camisa de manga corta con
botones florales de color rosa y azul y un par de pantalones cortos
de lino blanco, mirándolos a ambos durante lo que me parece un
largo rato. —Uhm
Oigo la diversión en la voz de Hayden. —Para tu cita.
Todavía sosteniendo la camisa y los pantalones cortos en mis
manos, lo miro con una pregunta en mis ojos. —¿Mi cita?
Se aleja de Roxy, que sigue saltando sobre él, y le da unas
palmaditas en la cabeza mientras se levanta, y luego se acerca a mí.
Mi perra no se alegra de que se haya ido, pero no lo persigue. En su
lugar, se limita a apoyar su pequeña barbilla en el sofá,
observándonos. —Dijiste que querías ayuda.
—Sí...— Vuelvo a mirar la camiseta. Los colores son vibrantes,
pero no parecen caricaturescos. Es una camisa bonita, pero está
muy lejos del negro habitual -o, si me siento un poco loco, del azul
marino- que llevo. —Es que...

~ 40 ~
Nicole Dykes Outcast

No quiero herir sus sentimientos, pero creo que no lo he hecho


porque tiene una amplia sonrisa. —Bueno, soy yo quien te ayuda.
Supongo que la llevarás al restaurante.
Hago una mueca porque sí, sí, pienso hacer precisamente eso.
Me siento en la silla que hay detrás de mí. —Mierda, soy previsible.
Sonríe, sentándose en el borde del sofá más cercano a la silla.
—Prefiero la fiabilidad.
—Bueno, esa es una buena manera de decirlo—, digo sin
palabras.
Se ríe con facilidad. —Es algo bueno, y créeme, vas a estar muy
sexy—. Miro fijamente el traje que aún tengo en las manos y lo
observo con recelo. Vuelve a hacerme señas para que me calle. —Es
verano. La vas a llevar a un alojamiento junto al lago. Confía. Confía
en mí.
Y lo hago. Realmente lo hago.
Lo cual es una locura total.
—Bien. Confío en ti.
Sonríe y se levanta, indicándome con las manos que haga lo
mismo. —Bueno, ve a vestirte y luego empezaremos a buscar unos
zapatos decentes. Será mejor que tengas unas sandalias, o
tendremos que ir de compras.
—Creo que tengo unas que me compró Amanda debajo de la
cama. Necesito una ducha antes de cambiarme.
—Perfecto. Eso me dará tiempo para encontrar y
probablemente limpiar esas sandalias—. Me despide mientras se
dirige directamente a mi dormitorio. Me río mientras entro en el
baño con mi nueva ropa en la mano.
Me desnudo y empiezo a ducharme, pensando en la suerte que
tengo de tenerlo como amigo, antes de meterme bajo el chorro de
agua. Me enjabono rápidamente y me lavo antes de enjuagarme y

~ 41 ~
Nicole Dykes Outcast

salir de la ducha, esperando haber tenido tiempo de hacer la cama


esta mañana.
Seguro que sí. Soy una especie de criatura de costumbres, una
criatura limpia. Pero incluso si me olvidara y dejara las cosas
desordenadas, estoy casi seguro de que Hayden nunca me juzgaría.
Me seco con la toalla y me pongo rápidamente mi nueva ropa,
me miro en el espejo y sacudo la cabeza.
¿En qué demonios estaba pensando Hayden?
La camiseta es de mi talla, pero sigue siendo muy ajustada. Las
mangas se detienen en la parte superior de mi bíceps y muestran
gran parte de mis brazos tonificados. Se me pega al cuerpo y se me
aprieta más a medida que me subo cada botón.
Me siento ridículo hasta que entro en mi habitación y Hayden
me mira como un cono de helado que se muere por ser lamido. Y no
puedo decir que lo odie.
Me muevo inquieto con el cuello de la camisa antes de que él
se acerque, desabrochando el botón superior y alisando la camisa
hacia abajo con un movimiento elegante y sin esfuerzo. —Estás
perfecto.
Me quedo mirando sus labios mientras se mueven y una vez
más, por lo que parece la millonésima vez, no tengo ni idea de lo
que me pasa. Es mi amigo. Me alegro de que esté aquí para
ayudarme.
Estoy agradecido.
Eso es todo.
Se acerca a la cama y sostiene un par de sandalias negras que
no había visto desde que Amanda me las compró. Parecen casi
nuevas. —Definitivamente necesitaban algo de limpieza. Pero ahora
están como nuevas—. Sonríe, y yo no puedo evitar sonreír con él, la
sensación de calidez en mi vientre que no puedo ubicar.

~ 42 ~
Nicole Dykes Outcast

—Gracias.
—Estás muy guapo—. Vuelve a acercarse a mí, me da los
zapatos y me besa la mejilla como hace a veces. —Vas a dejarla
boquiabierta, pero recuerda hablar.
Me rio de eso mientras sale de mi habitación, y me sorprendo
a mí mismo viendo su culo flexionarse en sus ajustados pantalones
cortos con cada paso.
Eso es definitivamente diferente para mí.
¿Cuándo diablos he visto culo de un hombre al caminar?
Mierda. Me estoy volviendo loco.
Me paso los dedos por el pelo húmedo e intento como un
demonio sacudirme lo que sea esta sensación antes de ponerme las
sandalias y encontrar a Hayden, que está manteniendo a mi
cachorro ocupado con un nuevo juguete que veo que ha traído a
escondidas. —No sé cómo agradecerte esto.
Me sonríe dulcemente. —Oh, seguro que se te ocurre algo—.
Me guiña un ojo, enviando una sensación de cosquilleo a través de
mi cuerpo, y una vez más, jodiendo mi mente antes de que le dé a
Roxy un beso en su nariz húmeda y se acerque a mí, acariciando mi
hombro. —Diviértete esta noche.
—Eh... sí—. Me agarro la nuca, la manga de la camisa tirando
de mi bíceps cuando lo hago. —Gracias.
—Habla—. Sonríe. —Sé tu habitual y agradable persona.
Resoplo mientras abre la puerta de la cabaña. —Sí, no soy
agradable.
Se encoge de hombros. —Que se joda quien diga que no lo eres.
Eres un maldito sol.

~ 43 ~
Nicole Dykes Outcast

Me río de eso antes de darle las gracias de nuevo, y se dirige


hacia su cabaña, que está a poca distancia de la mía.
Y aunque se supone que tengo que ir a recoger a mi cita, no
puedo evitar sentir que prefiero pasar la noche con Hayden.

~ 44 ~
Nicole Dykes Outcast

Seis
Tristan

El viernes, como es lógico, no tengo una cita. La cita de la otra


noche estuvo bien, pero no fue especial. Hablamos un poco. Le
pregunté de dónde era y qué había hecho de vacaciones hasta ahora.
Pero nada destacó realmente.
Hubo más silencio incómodo que conversación, y si soy
totalmente honesto, no pude dejar de preguntarme qué estaba
haciendo Hayden durante la mayor parte de la cita.
Lo cual no tiene sentido.
Pero estoy tratando de no leer demasiado en él. Es divertido
salir con él, y esa cita fue aburrida.
Esta noche, Hayden tenía una cita, o todavía está en su cita.
No lo sé. Y en lugar de sentarme en casa y preguntarle por su cita de
mañana, cuando sin duda nos veremos, estoy totalmente alterado y
paseando a mi perro en dirección a su cabaña.
Quiero decir, Roxy tiene que salir a pasear. Y Hayden no vive
muy lejos de mí. No es que lo esté espiando exactamente.

~ 45 ~
Nicole Dykes Outcast

Me estremezco ante mis propios pensamientos porque soy


policía, y aquí estoy acechando a mi amigo.
Es maravilloso.
Aún así, mis instintos me dicen que debería comprobarlo. No
es que no pueda cuidarse a sí mismo -sé que es fuerte-, pero esta
cita me pareció extraña por alguna razón. Cuando me lo contó, no
parecía muy contento de salir con un desconocido.
Y eso es lo que este tipo es para Hayden. Un completo extraño.
Así que, estoy dando un paseo casual por su casa. Si veo otro
coche aquí, me iré. Juro que lo haré. Roxy lleva su correa, pero
cuando reconoce la cabaña de Hayden, no tiene intención de ser
sigilosa.
Tira de la correa, tratando de correr hacia su cabaña.
Rápidamente miro a mi alrededor y no veo otro coche aparte del de
Hayden. Por lo que sé, podrían estar todavía en su cita. Pero a Roxy
no le importa. No le importa en absoluto. Está ladrando y tirando
de mí hacia la puerta mientras yo intento callarla y averiguar cuál
es mi plan.
No pasa mucho tiempo antes de que se encienda la luz del
porche y Hayden abra la puerta, sonriendo al instante a mi chucho.
—¡Roxy! ¿Qué te trae por aquí, chica?— Se libera de mi agarre y da
saltos en las piernas de Hayden, ladrando felizmente, y él se ríe,
arrodillándose para acariciarla y rascarle detrás de las orejas. —Te
has enterado de que mi cita fue un fracaso y querías hacerme
compañía, ¿verdad, chica?—, me dice.
Me doy cuenta de que lleva unos pantalones cortos de color
azul marino con veleros y una camiseta blanca. Probablemente no
es lo que se puso para su cita. Parece más bien un pijama. —¿Tu cita
no fue bien?

~ 46 ~
Nicole Dykes Outcast

Se levanta, todavía rascando la cabeza de Roxy mientras me


reconoce. —Estuvo bien, pero lamentablemente no hubo encuentro
de amor. ¿Qué te trae por aquí?
De repente siento una oleada de vergüenza: no quiero admitir
que estaba espiando, pero tampoco quiero mentirle. —Tenía un mal
presentimiento.
Sus ojos buscan en los míos durante lo que parece una
eternidad, la intensidad es algo a lo que nunca me acostumbraré.
Una cosa que he notado sobre Hayden desde que nos conocimos es
que la mayoría de la gente lo considera alegre y divertido, pero sé
que hay algo más en él. Mucho más. Algo un poco más oscuro que
la forma en que se retrata a sí mismo.
—¿Quieres entrar?
Asiento con la cabeza antes de tener siquiera la oportunidad
de pensarlo porque sí quiero entrar. Quiero saber que está bien. —
Sí. Tal vez por un rato.
Nos hace señas a Roxy y a mí para que entremos, deteniéndose
para darle una de las golosinas que guarda para ella junto a la
puerta, y luego nos conduce a su sofá, donde puedo ver que tiene
algo en pausa en la televisión. —¿Quieres algo de beber? Esta noche
tengo palomitas y una fiesta de lástima total.
—¿Agua?
Asiente, me trae una botella de agua y se acomoda de nuevo
en el sofá, envolviendo una manta alrededor de sus hombros y
agarrando un bol de palomitas para dejarlo en su regazo. Roxy salta
y se sitúa junto a él, totalmente despreocupada por ser grosera, y
luego me siento junto a ella cuando Hayden parece complacido de
que esté allí, en lugar de molesto. —¿Por qué la fiesta de lástima?
Intenta reírse como siempre, cogiendo el mando. —Oh, estaba
bromeando—. Pulsa el play en lo que parece ser una película de
terror para adolescentes, con los ojos puestos en la pantalla.

~ 47 ~
Nicole Dykes Outcast

—Hayden—, le insto a que me cuente más. —¿Estás bien?


No aparta la vista del televisor mientras un asesino
desquiciado acecha a una chica, que creo que es Paris Hilton, y se
encoge de hombros. —Estoy bien. Me encanta ver películas de
terror. Siempre me animan.
—Eso es un poco desquiciado—, digo, bromeando totalmente
sobre esa parte, pero añado: —Sin embargo, acabas de admitir que
estás triste y, por lo tanto, no estás bien.
—Odio cuando juegas a ser policía.
—Eso es ser humano. No el policía que hay en mí. ¿Qué ha
pasado?— Tengo que preguntar, la aprensión me está matando.
Hay demasiados escenarios corriendo por mi mente de lo que
podría haber pasado en su cita.
—Sólo fue una mala cita. No es gran cosa—. Levanta el hombro
y luego dirige su mirada hacia mí. —Fue un poco agresivo.
—¿Agresivo?— Mi voz es un gruñido feral que apenas
reconozco, y puedo sentir que Roxy se tensa ante mi tono. —¿Qué
ha pasado?
—En realidad no es para tanto—. Intenta tranquilizarme, pero
siento todo mi cuerpo tenso por la ira y la necesidad de saber qué
ha pasado. Debe notarlo porque suspira. —Estoy bastante seguro de
que no quieres saber todos los detalles, pero ya que estás siendo una
molestia...
—Cuéntame—, lo interrumpo porque quiero saberlo.
—No nos molestamos en cenar ni nada. Los dos sabíamos lo
que era: sólo un enganche. Lo invité a venir aquí. Apareció y nos
pusimos manos a la obra—. No sé cómo describir la sensación que
tengo en las tripas cuando me cuenta lo de su cita o lo de su relación,
sea lo que sea, pero, por alguna razón, no me gusta oír que se ponga
a hacer algo con alguien. Lo cual es raro. Es mi amigo. Tal vez sea el

~ 48 ~
Nicole Dykes Outcast

miedo que siento por lo que pasó después. —En fin, nos estábamos
besando y desnudando, pero luego me llamó puta.
—¿Qué?— Estoy seguro de que sueno tan cabreado como me
siento. —¿Qué carajo? ¿Por qué te llamó así?
—Creo que se suponía que era una charla sucia, pero...— Se
aclara la garganta, y sus ojos vuelven al festival gore de la pantalla.
—Me molestó, y ya no estaba de humor, así que le dije que se fuera—
. Sus ojos se encuentran con los míos. —Y lo hizo. Eso es
literalmente todo. No es nada.
—No es nada. No debería haberte llamado así. Puedes tener
sexo con quien quieras. Eso no te convierte en una puta.
Da una risa sin humor, su mirada se desplaza de nuevo a la
película. —Yo era una puta.
Lo dice en voz tan baja que al principio no capto lo que está
diciendo. —¿Quieres decir que tienes muchos enganches? Porque
eso es...
—No—, me interrumpe rápidamente. —Quiero decir que me
acostaba con hombres por dinero.
No hemos sido amigos durante mucho tiempo. Sé que conoció
a Raelynn y a Lawson cuando todos vivían en la calle, pero no le he
preguntado demasiado sobre esa época, y realmente no ha ofrecido
mucha información. —¿Cuándo?
No me mira, y lo odio. —Cuando no tenía hogar. Hice lo que
tenía que hacer para sobrevivir—. Hay un borde en su tono, casi
retándome a decir algo negativo para él. Pero ningún juicio saldrá
de mí.
—Lo siento mucho, Hayden.
—Sí, bueno—. Sus ojos se encuentran con los míos. —Fue
mejor que ser quien me dijeron que tenía que ser. Al menos tenía
algo de control. No mucho, pero algo. La casa de mis padres era
peor.
~ 49 ~
Nicole Dykes Outcast

La mayoría de la gente no puede imaginarse elegir la falta de


hogar por encima de un techo. Pero créanme, a lo largo de los años
como policía, he visto muchas situaciones hogareñas malas, así que
lo entiendo. —¿Eran abusivos?
—No físicamente—. Suspira, envolviendo la manta con más
fuerza, ignorando las palomitas. —Sólo odiaban que su único hijo
fuera gay. No quería jugar al fútbol. No quería ir a su iglesia todos
los domingos. Odiaban casi todo de mí.
Trago con fuerza, la bilis sube a mi garganta junto con la ira
que siento. —¿Cómo puede alguien odiarte?
Se ríe, pero de nuevo, no tiene gracia. —Lo hacían. Créeme.
Pero no me echaron. No directamente. Me dijeron que podía
quedarme siempre que no le dijera a nadie que era gay, que no
actuara como tal y que hiciera prácticamente todo lo que me
pidieran.
—Eso es muy jodido.
Me dedica una débil sonrisa. —No podía hacerlo. No quería
hacerlo, ni siquiera por un segundo. Así que hice las maletas y me
fui.
—¿Qué edad tenías?
—Dieciséis.
Me duele el corazón por él. —Lo siento.
Su mano me hace un gesto de que no pasa nada. —De todos
modos, como era una puta de verdad, la palabra no me excita,
supongo—. Se aclara la garganta. —Sabes, cuando te han abofeteado
y llamado puta por alguien que paga por ello, no es tan divertido.
No me gusta que se llame puta, y tampoco me gusta la
vergüenza que oigo en su voz. —Hiciste lo que tenías que hacer. Eso
no le da derecho a nadie a insultarte o pegarte. Nunca.
—Realmente no fue para tanto. Sólo fue un desvío.

~ 50 ~
Nicole Dykes Outcast

—Hayden...— Empiezo, pero él sacude la cabeza,


impidiéndome decir más, aunque hay tanto que quiero decir.
—No lo hagas, ¿okey? Lo sé. Soy increíble. He pasado por el
infierno y he vuelto. He vuelto totalmente más fabuloso que antes.
Quiere que esta conversación termine, y no puedo decir que lo
culpo. ¿Quién quiere hablar de las partes dolorosas de su pasado?
El otro día me quejaba de tener que revelar cosas sobre mí,
pero por alguna razón, con él, quiero hacerlo.
—Nunca he arrestado a nadie por prostitución.
Sus ojos se encuentran con los míos, con las cejas fruncidas en
señal de confusión. —Bueno, son los Ozarks. Supongo que no hay
mucho de eso por aquí.
Eso definitivamente no es cierto. —No. Seguro que hay,
pero...— Me humedezco la garganta mientras trago y me lamo el
labio inferior para humedecerlo también. Es tan extraño lo
libremente que puedo hablar con Hayden. —Siempre pensé que era
una ley estúpida. Es tu cuerpo, deberías poder hacer lo que quieras
con él. ¿Y quién dice que salir con alguien no es prostitución? Todo
el mundo recibe algo a cambio de otra cosa.
—Qué romántico—. Él sonríe. Y esta vez, es una sonrisa
genuina de Hayden: brillante y hermosa.
—Sólo digo que no me parece bien que podamos decirle a la
gente que no tenga sexo a cambio de otra cosa.
—Sí, bueno. No lo hacía a menudo, pero cuando lo hacía, no
era porque quisiera follar con alguien. Necesitaba el dinero para
vivir.
—Siento que hayas tenido que hacer eso, especialmente si lo
odiabas. Pero no creo que debas sentir ninguna vergüenza.
Defendiste lo que eras y sobreviviste.

~ 51 ~
Nicole Dykes Outcast

Me mira directamente a los ojos, la mirada intensa y que dice


tanto, sin decir nada al mismo tiempo. No nos movemos. Nos
miramos fijamente y respiramos mientras la película de terror
suena de fondo.
Hay más cosas que quiero decir. Mucho más. Quiero decirle
que es valiente y que no es justo que haya tenido que tomar esa
decisión. Y más sobre mi trabajo.
Pero me contengo porque el momento es demasiado grande.
Demasiado real. Y no sé cómo me siento al respecto. Apenas puedo
pensar.
A veces odio el mundo. Odio lo que la desesperación puede
hacer a la gente. Ya he visto demasiado.
Es por lo que me mudé aquí. Quería algo sencillo.
Pero la forma en que me está mirando ahora, y la forma en que
me siento en este momento…
Es cualquier cosa menos eso.

~ 52 ~
Nicole Dykes Outcast

Siete
Hayden

Mis ojos se abren lentamente, adaptándose a la oscuridad que


me rodea, pero es el cuerpo firme y cálido contra el que me aprieto
el que roba la mayor parte de mi atención. Y el delicioso aroma de
ese cuerpo cálido. Oh, Dios mío.
Me incorporo, dándome cuenta de dónde estoy, pero también
algo confuso por el sueño. Estoy en mi salón. En mi sofá. Y la
persona cálida, de olor delicioso y cuerpo firme sobre el que estaba
recostado es Tristan, que sigue profundamente dormido.
Oigo suaves ronquidos y miro hacia abajo, viendo a Roxy
totalmente desmayada en el suelo. Debemos de haberla molestado,
aplastándola entre nuestros cuerpos cuando vimos una película de
terror tras otra anoche.
Empezamos con House of Wax, la versión de 2005. Y luego la
seguimos con La matanza de Texas, la versión de los años 2000
también. ¿Qué puedo decir? Me encantan las películas slasher 2 ,
pero prefiero las más nuevas. Mi capacidad de atención es
demasiado limitada cuando se trata de las más antiguas. Quiero
decir, mátalos ya, ¿quieres? Dios mío.

2
El cine slasher, o simplemente el slasher, es un subgénero del cine de terror producido en el contexto del así
llamado cine de explotación. El término mismo, slasher, es un anglicismo derivado de la palabra «slash»
(«cuchillada» o «corte» en inglés).

~ 53 ~
Nicole Dykes Outcast

¿Quién tiene tiempo para toda esa mierda de caminar lento?


La pantalla está ahora en negro, y cuando miro el reloj, veo
que son las cuatro de la mañana. Cuando anoche escuché a Roxy
ladrar fuera de mi cabaña, me alegré demasiado. Porque adoro a ese
cachorro, pero también sabía que Tristan estaría con ella.
Mi cita apestaba. No hay duda de ello. Puede que le haya
restado importancia a Tristan, porque podía ver ese fuego protector
ardiendo en sus ojos. No voy a mentir -era súper sexy- pero no
ayuda en nada a este estúpido enamoramiento que parece que estoy
desarrollando con él. Y es un policía. No necesito meterlo en ningún
problema.
Mis padres siempre se aseguraron de decirme que mi vida no
sería más que lágrimas y caos si no seguía sus costumbres. Por
mucho que quiera decir que todo eso era mentira y que sé que sólo
trataban de manipularme, todavía se me queda grabado.
No quiero provocar el caos en la vida de Tristan.
Y manejé mi cita muy bien. No le gustó lo de las bolas azules,
pero después de insultarme y refunfuñar, se fue. Pero todavía no
puedo creer que Tristan se quedara a ver películas conmigo.
No creo que sean necesariamente su tipo de películas
favoritas, pero parecía estar pasando un buen rato. Y luego nos
quedamos dormidos.
Despertar acostado a medias sobre su cuerpo se sentía
demasiado bien. Tan bien que uno podría acostumbrarse a ello
demasiado rápido. Y eso no puede suceder.
Acostarse con un chico heterosexual es un absoluto no-no.
Tristan bosteza, lo que hace que lo mire, y se incorpora
lentamente, con una sonrisa en la cara. Al menos no parece
horrorizado por despertarse a mi lado. No es que haya pensado que
lo haría. No es ese tipo de persona.
—Hola—. Su voz es profunda y espesa por el sueño.
~ 54 ~
Nicole Dykes Outcast

—Hola.
Mira a Roxy, que se ha animado con su voz y está muy
interesada en nuestra sencilla conversación. —Supongo que debería
irme—. Vuelve a bostezar. Aunque está oscuro en el salón, todavía
puedo distinguir la definición de sus brazos, y se me hace la boca
agua. —Probablemente necesita un paseo.
Asiento con la cabeza, sin querer que se vaya pero diciéndome
a mí mismo que es malo pensar así. —Siento haber vomitado
palabras por todas partes antes—, digo, odiando la vulnerabilidad
que aflora.
—No lo siento en absoluto—. Me mira -como si realmente me
viera- y sé lo sincero que es cuando dice: —Puede que no sea bueno
hablando de mí mismo, pero soy bastante bueno escuchando. Estoy
aquí cuando quieras hablar.
Es realmente un buen oyente. No entiendo por qué ninguna
de esas citas funcionó. Quiero decir, ¿un tipo atractivo que escucha?
¿Realmente escucha lo que dices y no quiere hablar de lo increíble
que es y de lo mucho que gastó en su último corte de pelo sólo
porque podía?
Y sí, he estado en algunas citas con algunos fracasados, así que
mi listón está bastante bajo. Pero Tristan es realmente el mejor.
—Sé que lo eres, pero no debería haber dicho nada de eso. No
quiero que me veas de otra manera.
—Pues yo sí—. Se me revuelven las tripas inmediatamente,
pero cuadro los hombros y enderezo la espalda, esperando no
parecer afectado por esas palabras.
—Claro que sí. Descubrir que tu amigo era una puta es
bastante chocante—, intento bromear pero fracaso porque sé que
mi cara dice que esto es cualquier cosa menos gracioso. No es
divertido. Es una de mis mayores inseguridades.

~ 55 ~
Nicole Dykes Outcast

Hice lo que tenía que hacer. No lo cambiaría, pero todavía no


puedo evitar no querer que me vea así. Como un chico desesperado
que dejó lo que la mayoría de la gente asumiría como un buen hogar
para vivir en la calle y dejar que la gente usara su cuerpo por dinero.
—Por favor, no te llames así—, dice con amabilidad pero
también con firmeza. Es más una exigencia que una petición.
—Es lo que era—, digo a la defensiva.
—No. La palabra puta tiene una connotación negativa. Y la
forma en que lo dices, dice lo mucho que detestas esa palabra. El
hecho de que hayas echado a tu ligue por llamarte así me dice lo
mucho que la odias. Así que no lo digas de ti porque no es lo que
eres.
El corazón me retumba en el pecho. —¿Entonces qué soy?—
Mi voz es una ronca y silenciosa en la casi silenciosa habitación.
—Un superviviente—, dice con tanta facilidad, y odio que las
lágrimas me piquen en el fondo de los ojos. He luchado tanto cada
noche que he pasado en la calle. Me tumbaba allí, solo en la acera o
a veces en un banco, y esperaba que nadie se metiera conmigo.
Esperaba estar a salvo una noche más hasta que el sol saliera por
fin.
Sobreviví.
Y él lo ve.
De alguna manera, después de conocerme por poco tiempo,
después de ser verdaderos amigos por menos de un año, y sólo
ahora sabiendo que no tengo hogar, él realmente me ve de la
manera que yo quisiera que todos me vieran.
—Gracias—. Es una respuesta poco convincente, pero es la
única que tengo.
Sonríe y me aprieta la rodilla con su fuerte mano en un gesto
de consuelo. —Siempre puedes hablar conmigo.

~ 56 ~
Nicole Dykes Outcast

Jesús, ¿por qué eso es tan perfecto y tan malditamente


deprimente a la vez?
¿Y por qué demonios un hombre con el que realmente podría
tener una oportunidad no puede decir todas las cosas correctas
como Tristan?
La vida no es ni de lejos justa.

~ 57 ~
Nicole Dykes Outcast

Ocho
Tristan

Es mi día libre. Hayden también tenía el día libre, así que me


preguntó si quería ir a nadar con él. Yo, por supuesto, acepté la
oferta. Siempre me ha gustado nadar desde que era un niño, pero
sobre todo quería verlo.
Han pasado unos días desde nuestra improvisada fiesta de
pijamas -okey, quizá no una fiesta de pijamas completa, pero me
desperté con él después de quedarme dormido en el sofá -. Y
después de todo lo que me contó, quiero asegurarme de que nuestra
amistad sigue siendo sólida.
Llámalo raro, pero no tengo muchos amigos. Siempre me ha
gustado que sea así. Pero me importa mi amistad con él. Es
importante para mí, y no puedo dejar que piense que lo veo de otra
manera. Quise decir lo que le dije. Creo que tiene derecho a hacer lo
que quiera con su propio cuerpo, pero me jode que lo hayan puesto
en esa situación.
Que pensara que era mejor estar en la calle -sin tener un techo,
sin saber de dónde vendrá su próxima comida y teniendo que usar
su cuerpo como una mercancía- que vivir con sus padres.
Imbéciles.
Con Roxy a cuestas, llego primero a nuestro lugar en el lago.
Dejo una toalla para Roxy, con algunos de sus juguetes en el muelle,

~ 58 ~
Nicole Dykes Outcast

antes de dejar mi camisa y mi propia toalla y subir al lago. El agua


está caliente y el sol me da en la piel, que ya está bronceada.
Mis pensamientos están con Hayden. ¿Aparecerá? Fue su
idea, pero quizá se lo haya pensado mejor.
No tengo que preguntármelo mucho tiempo porque oigo los
excitados aullidos de Roxy y luego la sonrisa en la suave voz de
Hayden antes de ver al hombre en persona. Mis ojos se abren de par
en par ante la escasa tela que cubre su cuerpo, que en realidad es la
única forma de describirlo porque es el bañador naranja más
pequeño que he visto nunca.
Me quedo mirando más tiempo del debido, pero no puedo
evitarlo. Mis ojos recorren cada centímetro de piel lisa expuesta. Lo
he visto antes en traje de baño. Pero no estoy seguro de haber
prestado nunca tanta atención.
Sé que es más pequeño de estatura -al menos, más pequeño
que mi cuerpo, mucho más grande y voluminoso-, pero es ágil y
elegante. No es voluminoso, pero está extremadamente tonificado.
Cada músculo es prominente en su delgada estructura. Tampoco
tiene mucho vello corporal. No tiene vello en el pecho y sólo un
pequeño rastro rubio desde el ombligo que desaparece en los
pantalones cortos que abrazan lo que parece ser un paquete
bastante sustancial.
¿Y por qué demonios estoy pensando en su paquete?
Eso también es nuevo.
Ha traído una toalla, pero eso es todo, y la tira en la cubierta
antes de chapotear en el lago sin ninguna duda. Así es Hayden,
saltando sin miramientos, pero ahora sé más del nivel profundo de
él. Y empiezo a sospechar que esta faceta suya libre, siempre feliz y
bromista es una fachada para encubrir la oscuridad.
No es que Hayden sea falso, ni siquiera cerca. Es el ser
humano más genuino que conozco, pero creo que le duele

~ 59 ~
Nicole Dykes Outcast

demasiado dejar que alguien vea ese nivel más profundo, y creo que
hace todo lo posible por ocultarlo.
—¿Por qué tan fúnebre? —, pregunta, salpicándome
alegremente.
Lo miro a los ojos, esperando que me diga su verdadero estado
de ánimo, cómo se siente realmente, pero solo veo una sonrisa de
comemierda y una feliz curiosidad. —No estoy de mal humor. Sólo
que no estaba seguro de si me ibas a dejar plantado.
Se ríe de eso, nadando alrededor y mirando hacia el cielo
brillante, su cabeza inclinada hacia atrás, disfrutando del calor. —
Nunca haría eso. Estoy bastante seguro de que eres el único que está
dispuesto a soportar mi culo de alto mantenimiento en estos días.
—No eres de alto mantenimiento—. Quiero que suene firme,
pero puede que haya sonado un poco más áspero de lo que
pretendía, como un gruñido profundo.
Sus ojos se cruzan con los míos y una sonrisa juguetona se
dibuja en su rostro. —Soy muy exigente—. Su sonrisa se intensifica.
—Y orgulloso de ello.
Me encanta esta faceta suya de seguridad en sí mismo, y para
que conste, no creo que sea una actuación. Creo que ha desarrollado
confianza y debe hacerlo. Es brillante y hermoso. Inteligente y
dulce. Cariñoso. Y bueno, no estoy seguro de lo que me pasa ahora
mismo porque no puedo dejar de mirarlo.
No cuando captura agua del lago y se la echa en el pelo,
mientras sus bíceps se flexionan. —Deberías estarlo.
Sonríe y vuelve a meter los brazos en el agua mientras
nadamos un poco más profundo, manteniéndonos los dos a flote
con los brazos. —Lo estoy—. Guiña un ojo. —¿Estás bien?
Asiento con la cabeza, aunque por la forma en que sigo
observando sus labios carnosos y rosados, no estoy del todo seguro

~ 60 ~
Nicole Dykes Outcast

de que eso sea cierto. —Estoy bien. Es que no quería que te sintieras
raro por lo de la otra noche.
Sacude la cabeza, todavía sonriendo. —Es parte de mí, y tienes
razón, soy un superviviente. He luchado como un demonio para
llegar a donde estoy, y estoy orgulloso de ello.
—Deberías estarlo—, me hago eco de mis palabras de hace un
momento, y él se ríe, salpicándome de nuevo.
—Lo estoy—, afirma y luego aclara, —pero tampoco quiero
hablar de ello. Fue una época oscura para mí, y odio pensar en ello.
Me arrastra a un lugar que no me gusta.
—¿Es ahí donde has estado los últimos días?— Pregunto,
nadando más cerca de él. El impulso de tocarlo es fuerte, pero me
resisto. —¿El lugar oscuro?
Se ríe, aún nadando. —No. He estado ayudando un poco más
en las cabañas. Están completamente llenas, y los huéspedes han
estado muy necesitados. Con Rae súper embarazada, he querido
adelantar algo de lo que faltaba.
—Eres un buen amigo.
—Lo sé, ¿verdad?—, dice juguetonamente, y me arranca una
carcajada de lo más profundo de mi pecho. No estoy seguro de
haber reído mucho antes de conocer a Hayden, pero ahora sí. Parece
que siempre me estoy riendo.
Hayden se pone a flotar de espaldas, en lugar de nadar o
moverse, y su ligero cuerpo roza sin esfuerzo la superficie del agua,
y no puedo apartar la mirada. Me fijo en cada músculo nervudo, en
cada centímetro de piel suave. Su hermoso rostro y sus labios
carnosos.
Mi polla se agita en mi bañador y mi corazón se acelera al
notar mi reacción ante él. Nunca había sentido este tipo de
atracción innegable hacia un hombre, ni hacia nadie. Un deseo tan
grande que parece que cada nervio de mi cuerpo se ilumina con una

~ 61 ~
Nicole Dykes Outcast

energía incontenible. No lo entiendo, pero tampoco puedo negar


esta atracción.
Ha ido creciendo sutilmente con el tiempo, pero hoy es como
una explosión de deseo que no puedo entender.
¿Realmente me atrae Hayden? ¿Sexualmente? ¿Estoy bien
con eso? ¿Lo estaría él? ¿O pensaría que soy un completo
asqueroso?
Mierda. ¿Qué demonios está pasando?
—Entonces, ¿hay alguna cita de la cual tengamos que ir a
comprar?—, me pregunta, su tono casual y ligero mientras muevo
los brazos por el agua del lago, enloqueciendo internamente.
Nunca me había sentido atraído por un hombre. Nunca. Ni
una sola vez. No me habría molestado si lo hubiera hecho, pero me
parece una locura. Toda mi vida he pensado que era totalmente
heterosexual, y ahora, de repente, estoy teniendo pensamientos -y
no platónicos en absoluto- sobre mi mejor amigo. Mi mejor amigo.
Hombre.
Hayden deja de flotar, sus brazos vuelven a golpear el agua
mientras se enfrenta a mí. —¿Tristan?
Sí. Me ha hecho una pregunta. —No. No quiero forzarlo—,
respondo finalmente. —Si estoy soltero para siempre, entonces
estoy soltero para siempre. No me importa.
—¿No quieres amor?— Lo pregunta inocentemente, con
curiosidad, con la cabeza ladeada mientras me examina.
Dios, es hermoso. Y no de una manera femenina. Es hermoso,
pero sus rasgos son totalmente masculinos. Mandíbula afilada.
Nariz prominente. Labios carnosos y llenos que parecen fuertes a
su manera. Muchos lo llamarían bonito, pero no voy a hacer el típico
chivo expiatorio de los hombres y justificar mi atracción por él de
esa manera. No diré que es de aspecto femenino y de alguna manera
intentaré fingir que ha engañado a mi cerebro.

~ 62 ~
Nicole Dykes Outcast

Eso es estúpido. Es él. Es Hayden quien me atrae. Mi amigo.


Mi fuerte, seguro y dulce amigo, que también es un hombre gay. Es
él quien me atrae.
—No me atrae—. Me observa con atención, esperando más. —
Sólo que no creo salir en estos montajes de cita, cuando no hay
atracción.
Se lame el labio inferior, y, mierda, mis ojos se fijan en ese
movimiento. No puedo apartar la mirada ni siquiera cuando su
lengua vuelve a estar en su boca. —Sí, la atracción es buena—. Su
voz es áspera, y me pregunto si él también puede sentirlo.
—Estoy bien con la forma en que la vida va ahora—. Por muy
confuso que sea, no es una mentira.
Sonríe. —Yo también—. Y luego se encoge de hombros. —
Aunque no me importaría añadir el echar un polvo a eso—. Se ríe
como si hubiera contado un chiste y nada, pasando de su
afirmación, pero mi cerebro está atascado allí.
Mi polla se tensa contra la tela del bañador, pensando en cómo
sería eso. ¿Cómo besa Hayden? ¿Es lento y dulce o simplemente
enérgico y apasionado? ¿Cómo sería abrazar su cuerpo contra el
mío y explorar su boca? ¿Cómo se sentirían esos labios carnosos
envueltos en mi tensa erección? El calor inunda mi cerebro ante los
sucios pensamientos que se agolpan en mi mente.
Mierda, me alegro de que el agua me llegue al pecho y oculte
mi situación actual.
Necesito resolver algunas cosas.
Y muy pronto.

~ 63 ~
Nicole Dykes Outcast

Nueve
Hayden

Puede que Tristan no entienda del todo mi obsesión por las


películas de terror, pero las ve conmigo. Y no se ríe todo el tiempo
burlándose de las películas, como Adrian y Nash. No se encoge y
grita todo el tiempo, como hace Tammy, que suele taparse la cabeza
con una manta. Y no se niega rotundamente a mirar, como Rae y
Lawson.
No. Se sienta a mi lado en el sofá de mi cábala, come bocadillos
y a veces hace las preguntas más adorables. Pero no parece
importarle en absoluto sentarse aquí conmigo.
Y a Roxy, mi chica, le encantan las películas de terror. Se sienta
a nuestro lado, ya sea en el suelo o en el sofá, mirando y ladrando
como la pequeña malvada que es.
—No lo entiendo.
Uh-oh. Aquí viene el comentario, como siempre me pasa con
Adrian y Nash; juro que esos malditos no pueden dejar que las
películas slasher sean lo que son: un maldito buen rato.
—¿No entiendes qué?— ¿Le molesta que haya elegido la nueva
Pesadilla en Elm Street para ver esta noche? ¿Preferiría ver una
película de acción o una comedia?
Probablemente debería haber mezclado un poco.

~ 64 ~
Nicole Dykes Outcast

—¿Por qué no llaman a la policía? Quiero decir, es nuestro


trabajo—. Dios mío, ¿ves? Es demasiado adorable.
—Oh, cariño. Sí llaman a la policía, pero, y sin ofender a tu
profesión elegida en absoluto...— ¿Cómo lo dejo entrar en esto? —
Um... Los policías son bastante inútiles en todas las películas de
terror. Son unos idiotas torpes.
Su expresión facial pretende ser severa, pero me hace reír. —
¿Qué? Eso no puede ser cierto.
—Oh, sí lo es. Normalmente, son de los primeros en morir. El
héroe o la heroína deben salvarse—. Me siento un poco más erguido
con las piernas recogidas y dobladas, de modo que el bol de
palomitas se asienta perfectamente en mi regazo.
Sigue pareciendo adorablemente perturbado. —Eso es jodido.
Me rio y le doy una palmadita en su fuerte hombro -demonios,
es firme-. No. Mal, Hayden. —No pasa nada, grandullón. Seguro
que si estuvieras en una película de terror, serías un superviviente
final—. Me encojo de hombros. —Al menos hasta la secuela.
Eso parece aligerar un poco su estado de ánimo mientras
agarra un puñado de palomitas de entre mis piernas, y yo intento
como un demonio no darle demasiadas vueltas a su movimiento
completamente inocente. —Entonces, si fueras el héroe de una
película de terror, ¿salvarías totalmente al policía?—. Me mira
juguetonamente, y mi estúpido corazón revolotea en mi pecho.
Genial, ahora tengo una afección cardíaca. Probablemente
debería hacer que me revisaran.
—Por supuesto, lo haría—. Y lo haría. ¿Quién demonios lo vio
venir? Quiero decir, antes de conocer a Tristan, realmente no era un
fanático. Había visto algunas cosas realmente caóticas mientras
vivía en las calles. Suficiente para saber que los policías no siempre
están del lado correcto de la ley. Me esforzaba por evitar tener que
interactuar con la policía. Tanto si estaban de servicio como si sólo

~ 65 ~
Nicole Dykes Outcast

venían al albergue para eventos sociales. No quería tener nada que


ver con las fuerzas del orden. ¿Pero ahora, conociendo a Tristan? Si,
el tal vez me ha hecho cambiar de opinión sobre algo de eso.
Sé que es uno de los buenos. Él honestamente quiere ayudar a
la gente. Ya sea por tuberías oxidadas o por varios bichos, el hombre
quiere ayudar.
—Es bueno saberlo—. Se mete algunas palomitas en la boca y
no puedo evitar verlo masticar. Masticar no debería ser sexy. De
hecho, debería ser algo molesto ¿Pero ver cómo mueve la boca y esa
garganta musculosa hace el movimiento de tragar? Sí, lo hace para
mí.
Literalmente, todo lo relacionado con Tristan lo hace para mí.
Esto no es bueno. Lo juro por Dios, estoy perdiendo la cabeza.
Podría jurar que me estaba mirando el otro día cuando fuimos a
nadar. Como si me mirara fijamente. Tanto, que tuve que alejarme
de él y nadar un rato para convencer a mi erección de que se fuera
antes de que pudiera salir del agua.
Simplemente me hace cosas.
Me preocupaba que fuera incómodo estar con él después de
haberme desahogado, pero no fue así. Todo con él se siente cómodo
y correcto. Me parece bien que conozca mi pasado, aunque sea un
tema delicado para mí. Incluso si todavía siento algo de vergüenza
subyacente. Sé que no me juzga, a pesar de ser policía.
No me hace sentir sucio. Me hace sentir fuerte, como si fuera
un superviviente. Como si hubiera hecho algo grande al sobrevivir
en las calles. Nunca me había sentido así. Incluso cuando Lawson y
Raelynn intentan atribuirme el mérito de haberles ayudado a salir
de la calle, en realidad, fueron ellos. El talento artístico de Lawson
lo sacó de esa situación, junto con Rae y yo. Todo lo que hice fue
mostrarles cómo sobrevivir ahí fuera durante un tiempo y utilizar
algunos de mis contactos para conseguirnos pizza. Diablos, cuando

~ 66 ~
Nicole Dykes Outcast

Lawson enfermó, incluso me ofrecí a usar mi cuerpo para


conseguirle medicinas, pero no me dejaron.
Puede que hayan sido los primeros en mostrarme mi valor,
pero es Tristan quien me muestra mi fuerza. Él me hace sentir digno
y fuerte. Pero también me confunde. Me hace anhelar cosas
estúpidas que no puedo tener.
Como ahora mismo, mientras la película continúa, y un
adolescente tras otro es masacrado por Freddy Krueger, podría
jurar que está mirando mi boca. Mirando mis labios como si
quisiera probarlos. Lo cual es una puta locura.
¿Ves? Confundido. Es heterosexual. Yo sé esto. Mi
enamoramiento de él está bien. Proviene de nuestra amistad y de
que él sepa la verdad sobre mí y siga siendo mi amigo. Sigue
haciéndome sentir bien conmigo mismo. ¿Quién no se enamoraría
de un tipo así? Es totalmente normal, aunque probablemente
debería controlarlo mejor. Como no mirarlo y pensar que él me mira
a mí. Pensar que tal vez, sólo tal vez, él podría querer algo.
Ugh, realmente necesita seguir adelante y casarse ya. Tal vez
su esposa podría tener un par de hijos, y entonces, el hechizo de
enamoramiento se romperá. Tiene que ser así. Esas son las reglas,
maldita sea.
Pero no... Ahora mismo no está saliendo con nadie. Está
pasando su tiempo trabajando y siendo padre de un cachorro. Y está
ocupado siendo increíble. Demasiado impresionante. Diciendo las
cosas correctas cuando necesito escucharlas. Trayéndome tacos
después de su turno.
¡Tacos!
Quiero decir, vamos. ¿Qué se supone que debo hacer?
¡Oh! Y putos gusanos de gomitas. Gomitas. De. Gusanos.

~ 67 ~
Nicole Dykes Outcast

Sabe lo mucho que me gustan, y los trae con los tacos y luego
sugiere que veamos una película de terror. ¿Qué demonios está
tratando de hacerme?
Es demasiado perfecto.
Y yo estoy completamente jodido.

~ 68 ~
Nicole Dykes Outcast

Diez
Tristan

Creo que estoy enamorado de mi mejor amigo.


Me quedo mirando a Hayden mientras ve la película,
masticando palomitas y totalmente cautivado por el gore de la
pantalla. Es tan jodidamente guapo que no puedo dejar de mirarlo,
y creo que realmente estoy enamorado.
No.
Es más que eso. Mucho más.
—¿Cuánto tiempo viviste en la calle?
Hayden parece comprensiblemente aturdido por esa pregunta
mientras desvía su mirada del televisor hacia mí. —Vaya,
¿conversación profunda esta noche?
Siento que se me calientan las mejillas, ligeramente
avergonzado por haber soltado la pregunta como si nada.
Estábamos pasando una noche estupenda, llena de tacos, gusanos
de gomitas y películas de terror, pero he tenido que arruinarla
abriendo la boca. Pero tengo curiosidad. No puedo dejar de pensar
en su pasado. O en él, ahora mismo, en el presente. E incluso en el
futuro.
—No tienes que decírmelo—. Y lo digo en serio. Por muy
curioso que sea, lo dejaré caer si él realmente quiere que lo haga.
Nunca quiero hacerle daño.

~ 69 ~
Nicole Dykes Outcast

—¿Por qué quieres hablar de esto?— Me observa con atención


mientras Roxy sigue mirando la pantalla. Hayden jura que le gustan
las películas de terror tanto como a él, y tengo que decir que no creo
que se equivoque.
—Quiero saber más sobre ti—, respondo con sinceridad.
Coloca el bol de palomitas en la mesa de centro y se gira,
metiendo un pie bajo el trasero y mirándome directamente. —Tú
sabes más de mí que nadie.
Mi corazón se hincha ante esa admisión, y no puedo negar lo
bien que me hace sentir. Quiero ser la persona en la que confíe.
Dios, creo que quiero serlo todo para él. ¿Cómo demonios hemos
llegado hasta aquí? —No tienes que decirme nada.
—Unos cuantos años—. Su barbilla está levantada y preparada
con la fuerza y la gracia que he llegado a asociar con Hayden. —No
quiero que me defina, así que no hablo de ello.
Me duele el corazón porque lo entiendo. Lo entiendo muy
profundamente. —Fui policía en St. Louis durante dos años. Lo
odiaba—. Parece sorprendido, pero respiro profundamente. —
Intentan presentar esa ciudad como una gran ciudad turística con
muchas cosas para hacer en familia. La ciudad gemela de Kansas
City. Y lo es. Y tienen mucha de esa mierda allí, pero también hay
un sórdido subsuelo de crimen. Mucho, mucho crimen, y ahí es
donde trabajé—. Mi voz se ha quedado ronca al hablar de esa época
de mi vida. Esos dos años en los que trato de no pensar nunca. —
Tampoco quiero que esa época me defina. Así que lo entiendo.
Me estudia detenidamente, parece inseguro sobre qué decir y
qué hacer con sus manos mientras juguetea con la manta que hay
en el respaldo del sofá detrás de él. —¿Así que por eso eres tan
callado?
Casi me río. Siempre me han visto como el tipo fuerte y
silencioso. Incluso cuando era pequeño, no veía ninguna razón para
hablar a menos que me preguntaran algo. —Puede ser. Pero no—.
~ 70 ~
Nicole Dykes Outcast

Sacudo la cabeza. —Siempre he sido callado, pero nunca hablo de


esa parte de mi vida. Nunca—, digo con insistencia, queriendo que
sienta mi sinceridad y la gravedad de mi verdad. Porque no hablo
de eso con nadie más, ni siquiera con Amanda. Simplemente no lo
hago. Mi hermana sabe que nunca hay que hablar de esa época y lo
respeta. —Y yo nunca te juzgaría.
Eso le arranca una pequeña sonrisa. —Sé que no lo haces. Me
siento más seguro contigo de lo que me he sentido nunca con nadie.
¿Por qué eso hace algo en mi interior? Los pone en una
licuadora y me desconcierta totalmente. Se siente seguro conmigo.
Y ahora, todo lo que quiero hacer es que se sienta así.
—¿Estás bien?— Parece preocupado ahora mientras coloca su
cálida palma en mi rodilla desnuda. Llevo puestos unos pantalones
cortos que él eligió para mí; me los puse después de mi turno y antes
de ir a comprar tacos para sorprenderlo en la cena. Son más cortos
de lo que suelo llevar y de un color coral, pero a él le encantan. —Te
ves raro.
—No estoy seguro—, respondo con sinceridad porque estoy
retorcido por dentro. No sé qué significa todo esto y sé que me atrae.
Sé que pienso en él sin parar, y me pregunto cómo sería besarlo.
Pero tengo miedo. Por la razón que sea, tengo miedo de dar
ese paso. Es el mejor amigo que he tenido, ¿y si no me ve así? ¿Y si
piensa que he perdido la cabeza y me aleja?
¿Y si no quiere volver a verme nunca más?
No podría soportar que eso sucediera.
Sé, sin duda, que lo que siento es real, pero no tengo ni idea de
cómo decírselo. Ni siquiera sé por dónde empezar. Y perderlo no es
una opción.
Me frota un círculo tranquilizador en la rodilla, con los ojos
llenos de preocupación. —Oye, sabes que siempre puedes contarme
cualquier cosa. ¿De acuerdo?

~ 71 ~
Nicole Dykes Outcast

¿Estará de acuerdo con esto? No sé la respuesta a eso. Es tan


bueno, y ni siquiera se da cuenta, pero dudo seriamente que yo sea
su tipo. No sé vestirme con ninguna mierda. Soy predecible y
aburrido. Soy policía, y aunque él no lo ha dicho abiertamente,
tengo la sensación de que la policía no fue muy amable con él
cuando vivía en la calle. Tengo que mantener la calma y tratar de
resolver esto.
Poner mi cabeza en orden.
Dice que puedo contarle cualquier cosa, y sé que lo cree. Sé
que quiere que eso sea cierto, pero esto...
Esto es enorme.
Esto da miedo. Siempre da miedo exponerse. No es que lo
haya hecho alguna vez. Nunca quise hacerlo. Pero me aterra decir
algo ahora, así que no lo hago. Lo ignoro y volvemos a ver la película
juntos porque no estoy preparado para hablar de esto. No estoy
preparado para decirle a mi mejor amigo en el mundo -que apareció
de la nada y se abrió paso en mi vida- que creo que me estoy
enamorando de él.
Porque esto podría destruir nuestra amistad.
Lo queramos o no.

~ 72 ~
Nicole Dykes Outcast

Once
Hayden

—Creo que Tristan va a romper conmigo—, resoplo mientras


apoyo la frente en la barra de la cocina de Tammy. Ella tiene una
pequeña cabaña de dos habitaciones cerca de la mía, y yo paso
mucho tiempo aquí, aunque últimamente mucho menos.
—¿Qué? ¿Están follando? Lo sabía—. Exclama Tammy, y yo
refunfuño mientras me siento erguido en el taburete y sacudo la
cabeza.
—No—. Apoyo el codo en el suave granito y la barbilla en la
palma de la mano. —Por eso apesta aún más que haya roto conmigo.
Tammy pone sus preciosos ojos en blanco y me pone delante
una taza de café con la cantidad justa de azúcar y crema. La taza es
otra de mis favoritas que dice ‘Oh, for’ con el dibujo de un zorro y la
palabra ‘sake3’ debajo. Es la taza de Tammy, y le queda bien. Pero la
uso cuando estoy aquí. —Ese hombre te adora y te ha robado
totalmente, diciendo que es tu nuevo mejor amigo. ¿Por qué
demonios iba a romper contigo?
Ahí está ese tono sureño de nuevo.

3
Oh for sake, es una exclamación que muestra sorpresa, impaciencia, ira o alguna otra emoción, según el
contexto. Vendria a ser nuestro 'oh, por Dios' 'Oh, por el amor de Dios'

~ 73 ~
Nicole Dykes Outcast

Pero me siento mal del estómago, y no puedo explicar del todo


por qué. —Ha estado... distante. No sé. Las cosas iban tan bien. Me
trajo tacos.
—Y gusanos de gomitas—. Ella levanta una mano como si
pudiera silenciarme. —Lo sé. Lo has repetido una y otra vez. Tacos,
gusanos de gomita y películas de terror. Es perfecto.
—Pero no lo he visto en cinco días desde aquella noche. No sé
qué hice—. Tal vez lo miré demasiado. Lo hice sentir incómodo.
Sé que no debo abrazar a un chico heterosexual. Lo sé. Pero lo
hice de todos modos. Y luego pasé varias noches más haciendo eso
de nuevo, acurrucados en mi sofá, viendo películas. Quiero decir,
no hemos dormido juntos desde esa noche, pero ha sido... No lo sé.
¿Intimo?
Estoy seguro de que lo he asustado.
—Sin ánimo de ofender a tu nuevo bestie4—. Tammy se apoya
en el mostrador, sonando un poco agría, pero sé que está
bromeando. —¿Pero no es sólo Tristan? Quiero decir, estoy bastante
segura de que el término 'tipo fuerte y silencioso' se inventó para él.
—No, Tammy. Quiero decir que sí, lo era al principio. Pero se
ha abierto mucho a mí. Hablamos todo el tiempo. Todos los días.
Pero ahora, no, nada.
Su cara la hace parecer comprensiva. —Tal vez sólo está
ocupado en el trabajo.
Bueno, podría estarlo. Pero siempre ha sacado tiempo para
venir a verme después del trabajo, o incluso durante su turno. Ha
pasado por las cabañas, diciendo que estaba ‘revisando a los
huéspedes’. Pero en realidad, estaba allí sólo para pasar el rato. Pero
no ha hecho nada de eso en los últimos cinco días, y no puedo evitar
sentirme totalmente inseguro por ello.

4
Bestie es una abreviatura de Best – friend que vendría a significar mejores amigos.

~ 74 ~
Nicole Dykes Outcast

Me cuesta mucho abrirme a alguien, aunque sea difícil de


creer. Por fuera soy el burbujeante, alegre y sarcástico alma de la
fiesta. Hace tiempo que aprendí a ser ese tipo. Si estás riendo y
sonriendo todo el tiempo, la gente no piensa en preguntar si estás
bien. No indagan más.
Tristan fue desgastando ese exterior brillante y soleado, y yo
lo dejé. Le dije, a un policía, que solía vender mi cuerpo para
sobrevivir. Le abrí esa herida, ¿y esto es lo que hace?
Estoy enfadado y confundido. Sobre todo estoy enfadado
conmigo mismo porque lo sabía. Sabía esa noche que debía callar,
pero no lo hice. Quería decírselo. Quería hablar de ello y sentirme
seguro con él. Me gustó acercarme a él.
¿Por mi estúpido enamoramiento? Tal vez.
Pero se sentía como algo más. Como si fuera un humano en el
que pudiera confiar. Como si fuera alguien que me permitiera
desnudar mi alma. Y ahora, realmente no puedo explicar este
sentimiento, pero algo no está bien.
No puedo evitar la sensación de que me está evitando a
propósito.
—Habla con él—. Tammy pone su suave y pequeña mano sobre
la mía, sus ojos brillan con sabiduría y quizás un poco de lástima. —
Sabes que tienes que hacerlo.
—¿Y si es malo?
—¿Por qué iba a ser malo? Ustedes están bastante unidos por
la cadera todo el tiempo.
—Exactamente—, digo incrédulo. —Lo estábamos, y luego
boom, de repente, nada. Nada en absoluto. Ni siquiera un mensaje.
—¿Le has enviado un mensaje de texto?—, me responde con
ese tono ardiente que me resulta molesto en este momento, pero
que normalmente me resulta entrañable.

~ 75 ~
Nicole Dykes Outcast

Suspiro irritado. —Lo hice hace un par de días. Y nada.


—¿Qué has mandado por mensaje?
—Era un meme jodidamente divertido.
Sus bonitos ojos se ponen en blanco y yo resoplo, ligeramente
molesto conmigo mismo. —Okey, bien. Tal vez tenga que hablar con
él.
—Sí, buena idea.
Me tomo el resto del café y pongo la taza en el fregadero. —
Tengo que ir a trabajar. Gracias por escucharme, zorra.
—Siempre, zorra—, canta orgullosa, y me hace reír mientras se
inclina para abrazarme y me besa la mejilla. —Todo va a salir bien.
Probablemente esté lidiando con alguna mierda relacionada con el
trabajo. O se ha escapado con la señora Henderson.
—No. Es gracioso—, digo, y ella suelta una carcajada.
Salgo de su casa, maldiciéndola a ella y a la Sra. Henderson sin
ninguna razón, mientras me dirijo a las cabañas de alquiler. Mi
primer trabajo del día es alquilar botes a amigos que no paran de
llamarme ‘amigo’ y ‘hermano’ y me ponen de los nervios, pero da
igual.
No son tan malos de ver, si cerraran la boca. Está claro que son
universitarios de vacaciones de verano, que beben cerveza y miran
las chicas en bikini en la playa de arena del lago.
Finalmente, los ubico y vuelvo a la cabaña de alquiler,
tratando de evitar el caluroso sol. Me gustaría que Tristan estuviera
aquí. Me encantaría ir a nuestro propio lugar y mojarnos, pero no.
Podría darle una mirada, un poco, ya sabes, una mirada totalmente
amistosa. Y él me llamaría ridículo, y eso sería todo. Pero no va a
pasar por aquí hoy. Puedo sentir que no lo hará en mis entrañas.

~ 76 ~
Nicole Dykes Outcast

Porque me está evitando totalmente.


Ojalá supiera por qué.
Y cómo arreglarlo.
Tammy tiene razón. Tengo que ir directamente a la fuente.

~ 77 ~
Nicole Dykes Outcast

Doce
Tristan

Estoy evitando a Hayden.


Me siento como una mierda por ello.
No sé cómo lidiar con estos sentimientos que he estado
teniendo. Pero estar lejos de él todavía se siente mal, como si me
faltara una parte de mí. Lo cual es una completa locura. Yo no soy
ese tipo. No necesito que nadie me haga sentir... ¿qué?
Sí. Sí. Hayden hace que todo se sienta bien, y los últimos cinco
días han estado mal. Aun así, no tengo idea de qué hacer al respecto.
Después de mi turno, vuelvo a casa y juego con Roxy,
sonriendo durante una partida de tira y afloja con su juguete de
cuerda favorito, aunque todavía me siento fatal por esta semana.
Después de darle de comer, abro la puerta trasera de la cabaña y le
pongo el collar a la larga cadena con la que la controlo hasta que
pueda construir una valla. Tiene un montón de juguetes, agua y una
gran caseta de perro para mantenerla ocupada hasta que salgo de la
ducha.
Cuando me aseguro de que está segura, entro y abro el agua
caliente, me quito el uniforme y me meto bajo el chorro. Mi mente
se dirige inmediatamente a Hayden. Me pregunto si estará
enfadado conmigo. Es imposible que no sepa que pasa algo.
Siempre encuentro tiempo para visitarlo.

~ 78 ~
Nicole Dykes Outcast

Siempre.
Y no lo he hecho. Porque soy una cobarde total.
Me pregunto si me odia. O si está a punto de venir y aporrear
mi puerta para exigirme respuestas.
La idea no debería ser tan excitante. No debería ponerme la
polla tan dura hasta dolerme. Pero maldita sea, si no lo hace. Me
consume la idea de ver ese fuego en sus ojos, de oírle llamarme y
exigirme que le cuente lo que pasa.
De mí admitiendo finalmente mis sentimientos por él.
Santa. Mierda. Creo que nunca he estado tan duro en mi vida.
Aunque lo estoy, sólo de pensar en que me está gritando.
Sí, lo tengo mal.
Debería terminar de lavarme y salir de la ducha para ir a
buscar a Hayden. Para hablar todo con él como un adulto, pero no
lo hago. No puedo.
En lugar de eso, envuelvo mi mano alrededor de mi eje rígido
y me acaricio lentamente con la hermosa cara de Hayden en mi
mente. Sus pómulos altos y sus labios carnosos. Su actitud
descarada a la que no puedo resistirme. Me acaricio cada vez más
rápido, sin dejar que el sentimiento de culpa se apodere de mí.
Me permito tener esto, aunque sólo sea esto. Cuando me
corro, es con el nombre de Hayden en los labios en un grito
estrangulado mientras apoyo la frente en los azulejos de la ducha.
Cuando cierro el agua y salgo, no siento que haya tenido uno
de los mejores orgasmos de mi vida, a pesar de la sensación de
euforia absoluta de hace unos momentos. Me siento agobiado por
la verdad que estoy negando.
La verdad de que siento algo por mi mejor amigo pero soy
demasiado cobarde para decírselo. La verdad de que me aterra
decírselo y que me aleje. Que no me quiera como yo lo quiero.

~ 79 ~
Nicole Dykes Outcast

Me seco y me pongo unos pantalones cortos para correr y una


camiseta, pensando que un trote con Roxy me despejará la cabeza.
Pero cuando salgo al patio trasero, mi corazón se desploma al
instante porque no la veo por ninguna parte.
No.
La busco a mi alrededor. La llamo. Entonces veo que su collar
sigue atado a la cadena. O bien se ha zafado o ha ocurrido algo
mucho peor.
¿Y si alguien se la ha llevado?
El corazón me late en el pecho, la bilis me sube a la garganta
mientras grito por ella. Salgo corriendo hacia la cabaña de Hayden;
mi única esperanza es que haya ido a verlo. Es mucho menos
cobarde que yo.
Cuando llego a su propiedad, casi caigo de rodillas al ver a
Hayden sentado en los escalones con mi perra aparcada a su lado
mientras le rasca las orejas cariñosamente. —Estaba a punto de
llamarte para informar de la fuga.
Se ve tan impresionante como siempre, con una sonrisa
socarrona en los labios, todavía vestido con su uniforme de trabajo:
un polo verde que le queda perfecto y unos pantalones cortos
blancos. Me acerco, agarrando suavemente la cara de Roxy y
rascando sus mandíbulas. —Me has dado un susto de muerte, chica.
¿Qué voy a hacer contigo?
Roxy se limita a ladrar, totalmente orgullosa de sí misma
mientras se revuelve en las escaleras, jugando alegremente antes de
que la suelte.
—Gracias—, le digo a Hayden, aunque mi sentimiento de culpa
vuelve con toda su fuerza, ahora que estoy en su presencia.
—Realmente necesitas conseguirle a esta chica una valla—,
dice en tono de broma, pero juro que puedo escuchar el dolor en su
voz desde mi distancia esta semana.

~ 80 ~
Nicole Dykes Outcast

—Sí, lo sé. Me pondré a ello pronto. Está en mi lista desde


siempre.
Me dedica una sonrisa triste. —Has estado demasiado
ocupado pasando el rato y viendo películas de terror con cierto
lugareño, ¿eh?
Lo miro a los ojos, el dolor en su cara es evidente. —Sí. No me
arrepiento, pero tengo que hacer que le construyan una valla.
—Entonces, supongo que eso no es lo que estabas haciendo
esta semana—. Se levanta, con las manos en los bolsillos, y casi me
alivia que me llame la atención. De que no me haya abandonado
totalmente.
Pero todavía no me salen las palabras. —Lo siento, no. Es que
he estado ocupado.
La mentira es una mierda, y su cara me dice que él también lo
piensa. Pero se limita a asentir. —Bueno, tengo que ir a una comida
al aire libre en las cabañas principales.
Normalmente, me haría ir con él. Suplicaría, rogaría y
lloriquearía hasta que aceptara ir a hacer vida social, pero esta vez
no lo hace. Se limita a besar la parte superior de la cabeza de Roxy
y a regalarle una sonrisa. —La próxima vez que vengas de visita,
asegúrate de decírselo a tu papá primero, niña tonta.
Sonrío débilmente ante eso, con el pecho ardiendo de tanta
rabia y decepción hacia mí mismo. Mi corazón me grita que hable
con él. Que se lo diga. Es el hombre más amable y comprensivo que
conozco, pero no consigo que mi voz lo haga.
—Gracias por mantenerla aquí y vigilarla.
—No hay problema.

~ 81 ~
Nicole Dykes Outcast

Esto es tan incómodo. Y extraño. Y odio cada segundo


mientras recojo a Roxy en brazos y la llevo de vuelta a mi cabaña.
Nunca he estado en esta posición antes.
Nunca me había preocupado tanto por nadie.
Y lo voy a estropear.

~ 82 ~
Nicole Dykes Outcast

Trece
Hayden

—Vamos, niño bonito. Muéstranos cómo se hace—. Pongo los


ojos en blanco ante el imbécil neandertal. Todo lo que quería era un
trago rápido y un par de rondas de billar en la taberna local. Está lo
suficientemente cerca como para poder ir andando desde mi casa.
Después de mi inesperado encuentro con Tristan la noche anterior
y un largo día de trabajo, pensé que era una buena idea.
Este lugar suele ser frecuentado por los lugareños, y la
mayoría de ellos son humanos decentes. Pero por alguna razón esta
noche, este vaquero de gran tamaño y sus amigos turistas
decidieron pasar por aquí y acosarme mientras intentaba jugar al
billar solo.
Lo peor es que estoy casi cien por cien seguro de que al que no
para de llamarme niño bonito le encantaría tirarse sobre mí.
Haciendo las clásicas idioteces reprimidas alrededor de sus colegas
machistas y haciéndose el gracioso y odioso.
Divertido para mí.
Debería irme. Sé que debería, pero cada gramo de terquedad
en mí dice que no me eché atrás. Ni siquiera si son cuatro. No
importa. Soy tan válido como ellos. Merezco estar aquí tanto como
ellos, y no me voy a ir.

~ 83 ~
Nicole Dykes Outcast

Hago mi tiro, metiendo la bola ocho y luego vuelvo a poner el


taco en la pared, volviéndome hacia el señor camisa de franela y
botas vaqueras. —Disfruta.
—Ah, no seas así. Sabes que te dejaremos jugar. O al menos
ser nuestra animadora ya que eres tan condenadamente guapo.
Sus amigos se ríen, y no parecen darse cuenta de que su amigo
está muy concentrado en lo guapo que soy. No, creen que es un
insulto. Que su gran héroe me está poniendo en mi lugar.
Por la puta razón que sea, todos han decidido que necesito
esto.
Estoy a punto de ponerme bocazas cuando se abre la puerta y
entra mi policía favorito, ataviado con su uniforme negro que me
hace pensar en cosas pecaminosas y estúpidas. Ni siquiera me
gustan los policías. No tengo un fetiche por el uniforme. Realmente
no lo tengo.
¿Pero el maldito oficial Tristan McKay en uniforme?
Sí, eso lo hace por mí.
Eso lo hace todo para mí.
—Chicos—. Su voz profunda me produce un escalofrío cuando
se acerca.
—¿Qué estás haciendo aquí?— Le pregunto porque no suele
trabajar en el turno de noche.
Mira alrededor de la taberna, asintiendo a Denise, la dueña,
que está de pie detrás de la barra y parece aliviada de verlo.
Entonces me doy cuenta de que ha llamado a la policía local por los
chicos revoltosos, y mis mejillas se calientan de vergüenza. Porque
puedo cuidar de mí mismo. No necesito que nadie llame a la policía
por mí porque estos chicos estén borrachos y me hagan burlas.
—Sólo paso para ver cómo va todo.

~ 84 ~
Nicole Dykes Outcast

—Bien.— Agarro mi cerveza de la mesa donde la dejé y le doy


un trago. —¿Por qué trabajas en el turno de noche?
Se encoge de hombros mientras mira al Sr. Flannel. —Porter
avisó de que estaba enfermo y no estaba haciendo nada importante.
—Y sin embargo has estado muy ocupado esta semana—, le
lanzo e inmediatamente deseo poder rebatirlo. Pero estoy
amargado. Así que demándame. Estoy enfadado porque sé que
mintió cuando dijo que estaba demasiado ocupado para salir. Y
estoy muy enfadado porque no me dice lo que pasa.
También estoy enfadado conmigo mismo porque no lo
presioné el otro día. Tenía demasiado miedo de escuchar su
respuesta.
Un destello de culpabilidad recorre su rostro demasiado
apuesto, pero lo ignora. En su lugar, se centra en el neandertal y sus
amigos. —¿Se lo están pasando bien, chicos?
El líder se limita a mover la cabeza con nerviosismo. —Oh, sí.
Estábamos tratando de convencer a tu amigo de jugar una partida
de billar con nosotros.
—Les pedí que se fueran hace una hora—, dice Denise,
moviéndose al lado de Tristan, con los brazos cruzados de una
manera nada tonta, y yo casi maldigo en voz baja.
No la he oído pedirles que se vayan, pero no hay duda de que
lo ha hecho. Este lugar está muy concurrido esta noche, y en lugar
de hacer una escena, debe haber decidido que una llamada al
departamento de policía era mejor que involucrar a otros locales.
Lo cual es inteligente porque este bar ha sido destrozado más de
una vez en una o dos peleas.
—¿Es así?— Tristan pregunta, sus enormes brazos también se
doblan sobre su pecho, las venas de sus músculos estallando con el
movimiento.

~ 85 ~
Nicole Dykes Outcast

—Ah, diablos, sólo estábamos halagando su vestimenta. Es


tan...— dice, arrastrando su mano en un movimiento de arriba a
abajo dirigido a mí antes de aterrizar en, —llamativo.
Llevo literalmente una camisa blanca abotonada, doblada
hasta el codo, con pantalones cortos verde menta y sandalias. Pero
sí, claro. Llamativo. —Bueno, no todos podemos enrollarnos en un
mantel y ser vaqueros.
—¿Qué has dicho, guapo?— Da un paso más hacia mí, pero el
gran cuerpo de Tristan le bloquea el paso.
—De acuerdo, la dueña les ha pedido que se vayan todos. Este
es su negocio, y tiene derecho a hacerlo—. Mira a Denise. —¿Deben
algo?
Ella niega con la cabeza. —De ninguna manera iba a abrir una
cuenta para ellos. Tuve un mal presentimiento en cuanto entraron.
—De acuerdo—. Su voz gotea con autoridad. —Continúa. O te
arrestaré. A partir de ahora, están invadiendo el lugar.
Refunfuñan, pero se van sin rechistar, y yo me quedo con rabia
mientras termino mi cerveza y lanzo un billete de 20 a la barra para
Denise, saliendo furioso tras ellos.
Sorprendentemente, Tristan no me deja ir. Me alcanza, con su
voz grave, y me dice: —Hayden, espera.
Me doy la vuelta sobre un pie, sin saber muy bien por qué estoy
tan enfadado. —¿Por qué? ¿Para que vuelvas a jugar al señor policía
malo? No necesito que me rescates.
—Lo sé—, dice en voz baja. El único sonido que oigo es el de
los neumáticos del camión girando sobre el pavimento mientras los
idiotas hacen su gran salida. —Fui yo quien atendió la llamada. No
podía ignorarla.
—No debería haberte llamado—. Me cruzo de brazos como un
niño petulante, pero no me importa. Me evita toda la semana, ¿y
ahora aparece?
~ 86 ~
Nicole Dykes Outcast

—Quería venir. Eran cuatro contra uno. Podrían haberte


herido.
—¿Qué iban a hacer, insultarme hasta la muerte?
Me mira de forma severa, con la mandíbula desencajada. —
No. Sabes que esa situación podría haberse vuelto peligrosa. Mierda
como esa ocurre todo el tiempo. Crímenes de odio sin sentido.
Le digo que no, poniendo los ojos en blanco, pero sé que tiene
razón. Habría bastado un par de copas más y que yo no me echara
atrás para que se pusiera feo. Realmente feo. —No es la primera vez
que me enfrento a esa mierda. Habría estado bien. Y también estoy
bastante seguro de que a su pequeño cabecilla le habría encantado
llevarme al baño para pasar un buen rato, y por eso estaba tan
alterado.
No parece sorprendido. Lo que sí me sorprende es el gruñido
de enfado que sale de su boca. —Tú no habrías hecho eso.
Me rio sin humor, sin saber de qué demonios va esto. —Oh no,
oficial McKay...— Me burlo con una voz dulce como la miel,
inocente. —Nunca follaría en un lugar público. Eso sería ilegal.
—Para—. Vuelve a sobresaltarme con su tono rudo, y luego
sacude la cabeza, casi pareciendo dolido mientras se pasa los dedos
por el pelo. —Por favor.
—No estaba interesado en él. No es mi tipo—. Por la razón que
sea, siento que necesito enfatizar eso.
—Lo siento, Hayden.
No creo que esté hablando de esta situación actual. —Estoy
bien.
Su mandíbula hace un tic con lo que parece ser una
frustración. —Deja que te lleve a casa.
Vaya, cómo me gustaría que eso fuera como sonó a mis oídos.
Una súplica para que me lleve a casa y me destroce el cuerpo con

~ 87 ~
Nicole Dykes Outcast

esas grandes manos. Pero lamentablemente, sé que no es así. —No,


gracias
—Hayden...
Le detuve, —No lo hagas. Soy un chico grande, y puedo
caminar a casa. Estoy bien. Gracias por salvar el día.
No espero a que diga nada más, y todavía no tengo ni idea de
lo que está pasando entre nosotros. Lo único que sé es que lo odio
absolutamente. Sin embargo, cuando llego a mi casa, me sorprende
un rabo que se mueve unido a una perra demasiado orgullosa de sí
misma y alborotada, que está sentada en mi porche.
Me río y me acerco a ella, rascándole la cabecita. —¿Te has
vuelto a liberar? ¿Qué voy a hacer contigo, chica?
Ladra alegremente, y yo sacudo la cabeza ante la adorable
cachorra antes de abrir la puerta principal y llevarla al interior.
Enciendo la luz y saco el teléfono para hacer una foto rápida y, antes
de que pueda disuadirme, se la envío a Tristan.
Fiesta de construcción de vallas en tu casa mañana por la
noche. No puedes decir que no.
Me responde casi al instante.
Oh, por el amor de Dios.
Puedo imaginar su cara de incredulidad ahora mismo, y me
hace gracia por dentro. Él ama a esta perra, sin embargo, no
importa lo mucho que lo vuelve loco.
Puede pasar la noche aquí, si te parece bien. La llevaré de
vuelta mañana.
Su respuesta es sencilla.
Gracias.
Me río y tiro el teléfono en la mesita antes de dejar que Roxy
se acueste conmigo en el sofá.

~ 88 ~
Nicole Dykes Outcast

No sé qué demonios pasa entre él y yo, pero supongo que Roxy


lo va a arreglar porque no me queda más paciencia.
Vamos a hablar en esta fiesta de construcción de vallas,
aunque me mate.

~ 89 ~
Nicole Dykes Outcast

Catorce
Tristan

No tenía ni idea de lo que supondría una fiesta de construcción


de vallas, pero no debería haberme sorprendido cuando Hayden se
presentó en mi puerta con Roxy, Nash, Adrian, Tammy, mi
hermana y Lawson. Junto con un camión lleno de madera y
herramientas. Rae se quedó en las cabañas en caso de que algún
invitado necesitara ayuda.
Con toda la ayuda extra, no se tarda mucho en levantar la valla
y construirla lo suficientemente robusta y fuerte como para
soportar la ira de Roxy, que sin duda hará todo lo posible por saltar
la valla de dos metros. Estoy sorprendido de lo bien que ha ido y de
cómo todos se han ofrecido a ayudarme sin que yo lo pidiera. No
estoy seguro de haber tenido eso en mi vida. De hecho, sé que no lo
he tenido.
Pido que traigan pizza y hago una carrera de cervezas para
agradecerles su ayuda y, uno a uno, todos van saliendo lentamente
de mi casa hasta que sólo quedamos Hayden, Roxy y yo. Limpio las
cajas de pizza y las botellas de cerveza, mientras Hayden pasa el rato
con Roxy, y me esfuerzo por encontrar el valor para hablar con él.
Sé que está molesto conmigo, y debería estarlo. Sé que le debo
una explicación. Si no quiero perder su amistad, voy a tener que
decirle la verdad.

~ 90 ~
Nicole Dykes Outcast

Cuando termino de limpiar, me dirijo al salón para sentarme


junto a él, odiando el aire incómodo que se respira en la habitación.
Nunca ha sido así con él.
—Han sido muy amables al ayudar.
Se encoge de hombros, actuando como si no fuera gran cosa.
Y tal vez para ellos, no lo es. —Son bastante buenos en estas cosas.
Quiero decir, Nash trabajó en la construcción durante mucho
tiempo y ayudó a construir la mayoría de las cabañas desde cero.
—Eso es increíble.
Asiente, rascando las orejas de Roxy y sin mirarme. Pero
entonces lo hace. Su mirada se sitúa directamente en mí, y mi ritmo
cardíaco se acelera a un ritmo incontrolable porque sé que anoche
fue fácil para mí, y puedo ver que ha terminado con eso. —¿Por qué
me has estado evitando? Y no me digas que es porque estás
demasiado ocupado.
—Yo…— Soy un cobarde. No me salen las palabras.
—¿Es porque te hice sentir incómodo? Eso es todo, ¿no?
—¿Qué?— Pregunto, totalmente confundido porque no lo vi
venir en absoluto. —¿Cómo me habrías hecho sentir incómodo?
Pone los ojos en blanco, pero veo la incertidumbre en ellos. —
Vamos. ¿Un chico heterosexual despertando con un chico gay?
Estoy seguro de que eso te asustó. Acariciarse con un tipo.
¿Cree que eso me molestó? —Eso no fue...— Sacudo la cabeza.
—No. Eso no me incomodó. Al menos, no de la manera que tú
crees—. Sólo. Di. Lo.
—Mira, sé que soy demasiado. ¿De acuerdo? Me gusta abrazar
y ver películas de terror. Soy un coqueto. Un coqueto enorme, pero
no me hago ilusiones de que vaya a pasar algo entre nosotros. No
estoy tratando de convertirte ni nada por el estilo.

~ 91 ~
Nicole Dykes Outcast

Hay una amargura en su tono que no creo que vaya dirigida a


mí, sino tal vez a algo de su pasado. —En primer lugar, creo que eso
es estúpido. No se convierte a alguien en gay. No es una elección.
De nuevo con los ojos en blanco mientras abraza sus brazos a
su cuerpo, pareciendo inseguro y casi temeroso de lo que va a salir
de mi boca. Odio el dolor con el que ha lidiado, y sé que ha sido
herido. —¿Alguien te acusó de eso?
Se ríe, pero es frío e insensible. —No te preocupes por eso.
Tampoco necesito que me lo arregles.
—Hayden.
Levanta una mano para silenciarme, mirándome fijamente a
los ojos. —Dime por qué me evitas. No quiero perderte. Es patético
y desesperado y mucho más de lo que jamás pensé que admitiría en
voz alta, pero es cierto. Contigo, yo sólo... No puedo perderte. Si
quieres que mantenga la distancia cuando salgamos, puedo hacerlo.
—No—. Me acerco a él en el sofá para probar mi punto. Roxy
se interpone entre nosotros, pero debe estar aburrida o harta de que
la aplasten, porque salta hacia abajo y se dirige a la cocina, donde
están su comida y su agua. —No quiero más distancia, Hayden.
Me mira con confusión y dolor. Sólo quiero decirlo. Mi
corazón late dentro de mi pecho, una y otra vez, mi mente me grita
que simplemente lo diga. Que le diga lo que siento, porque no hay
nada peor que él piense que no quiero ser su amigo o estar cerca de
él. Pero se levanta antes de que pueda forzar las palabras.
—¿Sabes qué? Está bien. No puedo hacer esto. Aléjate de mí.
Es mejor que lo hagas ahora que después, porque ahora ya me duele
muchísimo.
—No.— Me pongo de pie rápidamente, de cara a él. —Por
favor, no te vayas.
—No lo entiendo—, dice, con dolor en sus palabras. Está muy
enfadado conmigo, y no puedo culparlo. Pero estoy congelado del

~ 92 ~
Nicole Dykes Outcast

miedo, aún sabiendo que esto es estúpido. Que la verdad no puede


dañar nuestra amistad tanto como mi silencio. —Sólo. Dilo. Dime.
¿Qué está pasando? Puedo soportarlo todo, pero no puedo soportar
el silencio.
No digo nada, y él empieza a dirigirse a la puerta, frustrado.
Cuando su mano alcanza el picaporte, es cuando finalmente
encuentro mi voz. —Hayden, espera—. Se detiene, pero no se gira
para mirarme, y me doy cuenta de que voy a perderlo. —Estoy
enamorado de ti.
Baja la mano y se gira lentamente para mirarme, con toda la
cara pálida. —¿Estás qué?
Bien, lo has hecho. Hiciste que las palabras salieran. Así que
continúa. —Estoy enamorado de ti, Hayden. Da miedo decirlo, pero
es verdad.
No se mueve. Se limita a mirarme fijamente mientras mi
corazón se retuerce en mi pecho, haciendo locos movimientos
acrobáticos que me hacen sentir que podría enfermar o
desmayarme o ambas cosas. —¿Me quieres?
Asiento con la cabeza, dando un paso tentativo en su
dirección. —Sí.
Parece abrumadoramente desconcertado mientras me mira
fijamente, inmóvil. —¿Por eso me has estado evitando? ¿Porque me
quieres?
—Me da miedo. Nunca me había sentido así. Nunca. No quería
que me apartaras o que pensaras que intentaba aprovecharme de
ti—. Trago grueso, tratando de calmar mi corazón que late
desenfrenadamente. —Entiendo que no sientas lo mismo.
Su ceño se arruga. —Sabes que te quiero.
—¿Lo haces?— El corazón se me acelera de nuevo, pero esta
vez con esperanza, mientras doy otro paso más. Pero no me gusta la
desconfianza que veo en su mirada. No parece alguien que acaba de

~ 93 ~
Nicole Dykes Outcast

corresponder su amor a alguien que acaba de confesar su amor. —


¿De verdad?
Ladea la cabeza y saca la lengua para mojar el labio inferior, y
mis ojos siguen el movimiento. —Eres mi mejor amigo. Por
supuesto, te quiero.
Algo no está bien. —Estoy enamorado de ti, Hayden. Como en
lo romántico.
Sí, sabía que algo estaba mal porque se burló inmediatamente.
Me hace señas como si estuviera haciendo el ridículo. —No. No lo
estás. Eso es una puta locura.
Ahora soy yo el que tiene la confusión escrita en la cara. —¿Por
qué?
—¿Qué tal si llamo al gran y enorme elefante Dumbo en la
habitación?— Vuelve a agitar la mano de forma errática. —Eres
heterosexual.
—Quizá no lo sea.
Ahora da un paso en mi dirección, su cuerpo finalmente se
mueve de su sitio. —¿Ah sí? ¿Has besado alguna vez a un chico?
Frunzo el ceño, no me gusta su tono. Me está desafiando,
tratando de alejarme, pero no sé por qué. —No.
—¿Has besado a una mujer?
—Sí—, respondo, sin saber por qué importa, pero decidiendo
seguir adelante.
—Exactamente.
—Entonces, sólo porque no he besado a un hombre, ¿no crees
que pueda estar enamorado de ti?—. Doy un paso más hacia él, mis
ojos buscan los suyos, tratando de entenderlo.

~ 94 ~
Nicole Dykes Outcast

—Tú no eres gay. Soy gay. Nunca volveré a entrar en el


armario. Nunca—, escupe enfadado, y sé, sin duda, que esto se debe
a tantos desengaños de su vida anterior.
—Nunca te lo pediría—. Por fin llego hasta él, mi mano ahueca
su mandíbula y lo mantiene en su sitio, para que pueda mirarme a
los ojos y, con suerte, ver que no estoy bromeando. Que esto no es
una broma. Estoy desesperadamente, locamente enamorado de él.
No importa que sea un hombre y que nunca me haya atraído un
hombre. Todo lo que importa es él y yo.
Y que estoy enamorado de él. No puedo dejar de pensar en él.
No quiero hacerlo.
—No estás enamorado de mí—. Sacude la cabeza, moviéndola
contra mi mano, que sigue amoldada a la suave piel de su cara. —
Confía en mí.
Me inclino hacia él, respirando su aroma embriagador, limpio
y sexy. Mi corazón sigue latiendo rápidamente, y mi respiración es
agitada cuando mis labios se acercan a los suyos. —Confía en mí.
Pienso en besarte todo el tiempo.
Su boca se abre de par en par mientras sus ojos buscan los
míos, casi suplicándome que no diga nada más. Sólo sacude la
cabeza, con una expresión desesperada.
—Todo el tiempo, Hayden. Nunca he besado a un hombre, es
cierto. Nunca he querido hacerlo, pero pienso en probar tus labios
todos los días.
—¿Así que estabas teniendo una especie de locura
homosexual? ¿Por eso me alejaste? ¿Porque querías besarme?
Coloco mi mano libre contra la pared detrás de él, dándome
cuenta de que, de alguna manera, hemos acabado en la esquina del
salón, con mi cuerpo más grande encerrándolo, pero sé que él sabe
que puede alejarse de mí si realmente quisiera. Se queda congelado,

~ 95 ~
Nicole Dykes Outcast

y yo me quedo ahí, firme y seguro, porque lo quiero. Odio haberlo


alejado. Odio haberlo hecho sentir inseguro, pero lo quiero.
Mucho.
—No—. Mis labios se posan sobre los suyos y él no se aparta.
—Te he evitado durante días porque tenía miedo de esto—. Rozo
mis labios sobre los suyos suavemente pero no presiono. Muevo mi
mano desde su cara hasta el otro lado de su cabeza contra la pared.
—De que te enfades conmigo y me alejes. De que no me quieras
como yo te quiero.
Su lengua sale, lamiendo lentamente el borde de mi boca, un
movimiento sensual y seguro. —Por supuesto que te quiero. Eres el
tipo más sexy que he visto nunca. Eres un sueño húmedo andante—
. Mueve su boca sobre mi mandíbula, sus labios se mueven hacia mi
oído, haciéndome jadear de necesidad. —Pero verás, Tristan, soy
muy, muy gay—, me raspa en el oído. —Y he besado a muchos,
muchos chicos.
Un gruñido salvaje sale de mi garganta, uno que no puedo
controlar aunque lo intente. Un gruñido que debe sorprenderlo,
porque aparta sus labios de mi oído y sus ojos se dirigen
directamente a los míos. No pierdo más tiempo. Puede que él no
crea que mis sentimientos son reales, pero no hay forma de fingir el
loco magnetismo que atrae mis labios hacia los suyos, y cuando se
encuentran, hay una chispa de electricidad que fluye por todos los
nervios de mi cuerpo y que es tan intensa que sé que él la siente. El
gemido más sexy que he oído nunca sale de su boca, y me lo trago
mientras nuestras bocas se mezclan.
El beso es hambriento, desesperado y necesitado en todos los
sentidos. Las palabras no funcionan, pero no hay forma de
confundir esta sensación mientras nuestras lenguas se enredan y
nuestros labios se funden. Sus manos se dirigen a mi pelo, tirando
de mí para acercarme, y me apresuro a obedecer, con mi cuerpo
aplastado contra el suyo.

~ 96 ~
Nicole Dykes Outcast

Cuando siento la dura cresta de su erección presionando


contra la mía, gimo contra sus suaves y carnosos labios y le suplico:
—Te necesito, Hayden. Te anhelo. No puedo dejar de pensar en ti.
—Jesús, esto tiene que ser un sueño—, dice entre besos
acalorados. Su mano baja hasta el botón de mis calzoncillos,
abriéndolo y bajando la cremallera con un movimiento fluido. Su
mano se adentra en mis calzoncillos, agarrando mi dolorosa polla
mientras jadea: —Mierda, claro que eres grande. Incluso más
grande de lo que me imaginaba cuando te vi con ese bañador negro
la primera vez que te vi con él.
La fiesta del jacuzzi. A la que Amanda me rogó que fuera, para
que pudiera ser social y no un ermitaño como me decía con tanto
cariño. Esa noche también me fijé en Hayden. La forma en que sus
ojos se deslizaban por mi cuerpo, calentándome como nunca antes
me había sentido. Pero entonces me lo sacudí de encima. No volveré
a hacerlo. Esta cosa entre nosotros es real.
—Te deseo—. Me agarro a su nuca y lo beso con hambre. —Te
necesito.
Asiente mientras me devuelve el beso, su mano me acaricia
lentamente mientras pasa el pulgar por el presemen de la punta de
mi polla, haciéndome sisear de excitación y necesidad. —Sé lo que
necesitas.
Me suelta, pero sólo para empujar mis calzoncillos hacia
abajo, sin dejar de besarme, mordiéndome los labios y la mandíbula
y volviendo a chuparme la lengua y volviéndome loco. Pronto se
deshace de sus pantalones, juntando nuestras ingles mientras se
arquea contra de mí, con su polla deslizándose contra la mía.
—Oh, mierda—. Nunca he sentido nada tan intenso en mi vida
como su polla deslizándose contra la mía.
—Lo sé, bebé—. El apelativo cariñoso me hace estremecer
mientras lo sostengo entre mis brazos y me empujo contra él,
persiguiendo las chispas que se deslizan por mi columna vertebral
~ 97 ~
Nicole Dykes Outcast

con cada movimiento. Cuando nos rodea con su mano,


acariciándonos juntos, vuelvo a jadear.
—Oh, mierda, Hayden. Sí. Por favor. Por favor. Por favor—.
Nunca he estado tan necesitado en mi vida. Nunca he estado tan
desesperado, pero no puedo dejar de suplicar mientras su mano nos
acaricia juntos. Nuestros cuerpos se retuercen contra la pared y el
otro, su otra mano agarra mi pelo y su boca ataca la mía.
Cuando grita, su liberación cubre mi polla y facilita el
deslizamiento de su mano, mi visión se vuelve borrosa. Me aferro a
él con todo lo que tengo antes de que un grito ronco salga de mi boca
y me pierda, mi semen se una al suyo y todo el peso que llevaba
antes desaparezca.
Tiene que saber que voy en serio.
Los heterosexuales no se corren sobre su mejor amigo.
No tengo ni idea de lo que soy, y no me importa.
Todo lo que necesito es Hayden.

~ 98 ~
Nicole Dykes Outcast

Quince
Hayden

Soy un maldito idiota.


¿En qué demonios estaba pensando?
Quiero decir, okey, estaba pensando que Tristan está tan
jodidamente bueno, que no podía dejar escapar la oportunidad de
tocarlo de verdad. Pero ahora he jodido completamente la mejor
amistad que he tenido.
Por qué cree que está enamorado de mí, no tengo ni idea.
Quiero decir, no es el tipo de hombre que dice eso sólo para meterse
en los pantalones de alguien. Lo sé, pero aún así.
No está enamorado de mí.
Tal vez está teniendo una crisis gay. Tal vez piensa que soy lo
suficientemente bonito.
Me estremezco al pensarlo. ¿Cuántos tipos en el armario me
han dicho eso antes? Que soy tan bonito que podría convertirlos.
Que era mi culpa que me quisieran a mí y no a una mujer. Siento
náuseas al pensar en ello. Mis padres estarían muy orgullosos.
¡Mierda!
Miro la forma dormida de Tristan en su gran cama, y mi
corazón realmente duele. Es un verdadero dolor dentro de mi
pecho, sabiendo que esto fue la cosa más estúpida que pude haber
hecho. Se sintió bien. Claro que sí, pero fue una estupidez.
~ 99 ~
Nicole Dykes Outcast

Más que estúpido.


Tristan es bueno. Demasiado bueno. Demasiado bueno para
mí. Sólo le haré daño.
Pienso en la voz de mi padre después de pillarme con uno de
los chicos de la iglesia, un chico un par de años mayor que mis
quince años. Un chico muy metido en el armario, que jugaba al
fútbol y era conocido como el hombre de nuestro colegio. El chico
que se agarró a mi pelo y gritó mi nombre mientras se corría en mi
garganta justo antes de que mi padre entrara a vernos.
Ese día quiso golpearme. Lo vi en sus ojos, pero nunca me
tocó. Fueron sus palabras las que casi me matan.
‘Eres una jezabel 5 , Hayden. Enviado a tentar lo bueno del
mundo con tu pecado. Ese chico tiene todo a su favor, y tú lo
engañaste. Tú y tus formas de prostitución. Sólo causarás caos
dondequiera que vayas’
Después de que Tristan y yo nos corriéramos, no lo dejé
hablar. Poniendo mi dedo en sus labios, lo hice callar antes de que
fuéramos a su baño y nos limpiáramos en silencio. Me llevó a su
cama y a sus brazos, y me permití ese momento.
Me permití creer la mentira.
Que alguien como él podía quererme.
Me quedé allí hasta que su respiración se estabilizó y supe que
se había dormido, y entonces me levanté de la cama, vistiéndome
en silencio.
Siento que mi corazón se ha partido en dos mientras beso la
cabeza dormida de Roxy y salgo por la puerta principal, cerrándola

5
es el nombre de la reina de Israel que aparece en los libros de los Reyes de la biblia judía y cristiana. Se trata
de una reina de origen fenicio que restableció el culto a los dioses semíticos Baal, Asherah y El durante su
mandato conjunto con Ajab, y finalmente fue arrojada desde los muros de su palacio por sus propios
sirvientes, según cuenta la tradición, hartos de su opresión y costumbres exageradamente libertinas.

~ 100 ~
Nicole Dykes Outcast

tras de mí e intentando escabullirme a mi cabaña antes de que el


dolor de todo esto me supere.
Porque sí que duele. Me duele tanto que siento que no puedo
respirar. Ni siquiera estoy seguro de querer hacerlo. Pero entonces,
porque mi suerte es una mierda, justo cuando salgo del último
escalón del porche, veo a Nash de pie con una mirada inquisitiva en
su rostro severo.
—¿Hayden?
—Mierda—. Es más de medianoche. ¿Qué demonios está
haciendo en casa de Tristan? —¿Qué estás haciendo aquí?
Ladea la cabeza, sus ojos se deslizan detrás de mí y luego
vuelven a mi cara. —¿Qué haces todavía en Tristan? Todos nos
fuimos hace horas.
—Lo sé.— Sé que parezco jodidamente culpable, mi pelo
probablemente todavía despeinado por mi pequeña escapada
sexual con Tristan. —Me quedo con Tristan todo el tiempo.
No se lo cree. —¿Pasó algo?
Me acerco a él y me alejo de la cabaña, esperando que la noche
oscura oculte la verdad. —No. ¿Qué pasaría? ¿Y qué demonios estás
haciendo aquí?
Empiezo a caminar hacia mi casa con Nash caminando
conmigo. —Necesitaban una reparación de emergencia en la cabaña
tres.
Mierda. Por supuesto, lo hacían. Eso está muy cerca de la casa
de Tristan. Justo. Mi. Suerte. —Oh.
—¿Oh?— Por supuesto, me llama la atención. —¿Qué está
pasando? Pareces agitado.
Camino un poco más rápido, pero Nash y sus largas piernas
me siguen el ritmo con facilidad. Maldito sea. —Estoy bien. Fue una

~ 101 ~
Nicole Dykes Outcast

fiesta divertida, y a Roxy le encantará su nuevo patio trasero


vallado. Fue un buen día.
—¿Terminó como un buen día?
Su tono evidencia sus sospechas. Dejo de caminar y me vuelvo
hacia él. —Mira, no puedes decirlo, ¿okey? Es un policía. Y no es
gay.
—Claro. Por eso hueles a sexo después de salir de su casa.
Pongo los ojos en blanco y empiezo a caminar de nuevo
mientras me encojo de hombros. —Tal vez soy un desviado y me he
masturbado en su casa, oliendo su jabón en su baño.
—Eso es demasiado detallado y un poco espeluznante, pero no
creo que eso te haya despeinado.
—Me gusta hacerlo—. Mi voz es sin humor y fría.
Me agarra del brazo, impidiéndome caminar y obligándome a
mirarlo. —Sabes que no se lo diré a nadie, pero te ves jodido. Te
conozco. ¿Qué ha pasado?
—Nada. Nada importante. Sólo he jodido la mejor amistad que
he tenido y probablemente le he fastidiado la cabeza al mejor tipo
del mundo. Pero ya sabes, la típica noche para mí.
No entra en mi juego, nunca me deja salirme con la mierda de
autodesprecio de la que soy culpable con demasiada frecuencia. —
Hayden.
—Dice que cree que está enamorado de mí. De mí.
No parece tan sorprendido como debería. —Y eso es una
locura, ¿por qué?
—Porque soy yo. Porque es él. Es heterosexual.
—De nuevo, tu pelo revuelto y tu aspecto libertino ahora
mismo dicen lo contrario. Te dije hace tiempo que no asumieras la

~ 102 ~
Nicole Dykes Outcast

sexualidad de nadie. Tú, de todas las personas, sabes mejor que es


eso.
—Es heterosexual. Sale con mujeres. Nunca había besado a un
hombre hasta...— Me detengo, pero mierda, ahora sabe, con
seguridad, que al menos nos hemos besado.
—¿No sientes eso por él?—, me pregunta seriamente.
Ni siquiera me lo planteo por un segundo, porque ¿qué sentido
tiene? —No importa. Quiero decir, en serio. No sé lo que es el amor.
Mi amigo vuelve a fruncir el ceño. —¿No crees que lo que
Adrian y yo tenemos es amor?
Suspiro profundamente y respondo con sinceridad: —Creo
que lo que tienen es precioso. Creo que es lo más parecido al amor
que he visto en la vida real. Pero lo que yo piense no importa.
—Sé que tu familia...
—No lo hagas. No importa. ¿De acuerdo? Simplemente no lo
hagas—. No puedo soportarlo. No quiero hablar de esto, y estoy a
dos segundos de colapsar. Necesito irme. —Se acabó. Por favor, no
se lo digas a nadie, ¿sí? Para ser una gran ciudad, seguro que tiene
vibraciones de pueblo.
—Hayden, cuando te escabulliste de su cabaña, ¿te
despediste?
La culpa me atraviesa, pero intento disimularla. —Estaba
dormido. Habría sido una grosería.
No se ríe. No se ríe en absoluto. De hecho, parece
decepcionado conmigo.
Mierda. Ouch.
—Entonces, ¿se va a despertar solo? ¿Sin ninguna explicación?
Hago que mi voz sea lo más despreocupada posible. —
Experimentó. Se vino. Estará bien. Es un niño grande.

~ 103 ~
Nicole Dykes Outcast

Ahora, Nash parece enfadado. Más enfadado de lo que jamás


pensé que me apuntaría. —Tienes que volver y hablar con él como
un adulto.
—No fue gran cosa—. Intento mantener la voz firme, pero me
tiembla.
—Dijo que estaba enamorado de ti.
—Sí, bueno, tengo mucho talento—. Trato de disimularlo,
usando el sexo como suelo hacer. La gente normalmente me deja
salirme con la mía, haciéndome pasar por el bromista que todos
conocen. Pero Nash parece enfadado.
—No hagas eso. Si te alejas ahora, puede que no seas capaz de
repararlo. No te hagas esto.
—¿Hacer qué?— Lo miro fijamente.
—Auto sabotearte. No lo hagas.
—No me digas lo que tengo que hacer. Puede que me conozca,
pero no lo sabe todo. Sólo le haré daño. Lo sé, y no voy a volver.
Ahora, si me disculpa, necesito una ducha, y los orgasmos me sacan
de quicio.
—No hagas esto, Hayden—, me suplica, y mi corazón está
completamente destrozado ahora mientras me alejo de mi amigo.
Sé que está tratando de cuidar de mí. Sé que se preocupa.
Pero yo estoy cuidando de Tristan. Y lo mejor que puedo hacer
por él es fingir que nunca sucedió.

~ 104 ~
Nicole Dykes Outcast

Dieciséis
Tristan

Despertarme solo en mi cama no suele molestarme, pero


hombre, esta mañana me ha dolido. Le dije que estoy enamorado
de él. Nos besamos. Tuvimos orgasmos mutuos. Luego se fue.
Se escabulló en la noche, como si nada significara, y siento que
podría morir.
O querer morir.
¿Cómo pudo hacerme eso?
Sé que lo estaba pasando mal con todo el tema de los
sentimientos, y lo entiendo, pero no pensé que se iría sin hablar
conmigo primero.
Me ducho y me visto, mientras me pregunto si ha sido un
sueño muy detallado. Pero sé que no lo era. Finalmente tuve a
Hayden en mis brazos, y luego se ha ido.
Compruebo mi teléfono, pero no hay ningún mensaje suyo.
Para cuando doy de comer a Roxy y la dejo salir, asegurándome de
que tiene agua y comida en su caseta, estoy echando humo.
¿Cómo ha podido hacerme esto?
Me dirijo a la casa de mi hermana para desayunar, sin querer
hablar de ello, pero sin querer tampoco quedarme callado. Me
siento más perdido y desorientado que nunca, y Amanda se da
cuenta enseguida.
~ 105 ~
Nicole Dykes Outcast

—¿Qué ha pasado?— Me sirve una taza de café, con los ojos


muy abiertos.
—La he cagado—, digo mientras bebo un trago del líquido
caliente, siseando por el ardor pero también agradeciéndolo.
—¿Tú? ¿Mi hermano perfecto? ¿El que no puede hacer nada
malo?
Pongo los ojos en blanco. Amanda siempre pensó que yo era
el favorito de nuestros padres. Creo que era sólo porque yo era el
callado que no decía ni hola. —Creo que perdí a Hayden.
—¿Cómo lo perdiste?— Ella toma el asiento a mi lado, con la
preocupación y la confusión escritas en su rostro mientras apoya la
barbilla en la palma de su mano.
Suspiro pesadamente, tomando otro sorbo del café negro. —
Le dije que estoy enamorado de él—. Espero. Y espero. Y espero un
poco más. Mirando a cualquier parte menos a ella.
Sé que mi hermana es una buena persona. No me va a juzgar,
pero aun así es probable que me sorprenda. Cuando mis ojos se
encuentran con los suyos, no puedo leerla. —¿Estás enamorado de
él?
Asiento con la cabeza. —Sí.
Se lo piensa detenidamente antes de soltar su mano para
cubrir la mía. —¿Por qué no me lo dijiste?
Me encojo de hombros. —No sabía cómo afrontarlo yo mismo.
Fui un idiota y me escondí de él porque no podía afrontarlo o no
sabía cómo expresarlo—. Siento la garganta dolorida por todas las
emociones que amenazan con ahogarme. —Y ahora, lo he
estropeado todo.
—¿Cómo exactamente?
Me sonrojo ligeramente, algo que no suelo hacer, y sus ojos se
abren de inmediato. —Ha pasado algo.

~ 106 ~
Nicole Dykes Outcast

—¿Algo?— Ella sonríe, sus ojos se abren aún más con


diversión. —¡Oh, Dios mío! Te has enrollado con Hayden.
—Shhh...— Intento que calme su voz, aunque el comedor no
está lleno en este momento. —No necesito que todo el pueblo hable
de Hayden.
Se burla, recostándose en su silla. —Creo que probablemente
hablarán de ti, hermano.
Hago una mueca, no me importan mucho los chismes sin
sentido de por aquí, pero tampoco quiero que nadie rebaje lo que
fue la noche anterior. Al menos para mí.
Mi hermana frunce el ceño ahora mientras me observa. —
Estoy segura de que Hayden no se lo dirá a nadie. Y yo nunca te
haría algo así. Nadie tiene que saberlo.
—Es eso—, digo con firmeza. —Lo gritaría a los cuatro vientos,
Amanda. No me importa que nadie sepa que estoy enamorado de
él.
Ahora parece ligeramente dolida, acomodándose el pelo
detrás de la oreja. —¿Desde cuándo sabes que eres gay? No tenías
que ocultármelo.
Suspiro fuertemente, tratando de ser paciente porque sé que
todo esto probablemente se siente como si saliera de la nada. Yo y
mi ser callado siempre guardando secretos. —No creo que sea gay.
—¿Qué?— Su ceño se arruga, y sería casi gracioso si la
situación no se sintiera tan condenadamente seria.
—Estoy enamorado de Hayden. Creo que lo estoy desde hace
mucho tiempo. Se ha ido construyendo con el tiempo. Pero él es el
primer chico que me interesa de esa manera.
Ella está tratando de entender, y la amo por eso. —Bien. Lo
entiendo—. Se incorpora un poco en su asiento. —Definitivamente
puedo entenderlo, pero ¿cómo lo has estropeado?

~ 107 ~
Nicole Dykes Outcast

—No creo que me corresponda—, digo mi mayor temor en voz


alta, y me duele aún más.
Su delgado brazo me pasa por encima del hombro y me abraza
de lado, apoyando su sien en la mía. —Dios, eso tiene que doler.
Al principio no digo nada, el dolor es demasiado grande. —Por
eso lo evité cuando me di cuenta de cuáles eran mis sentimientos.
No creí que me correspondiera. No quería perderlo, pero no podía
mantener la boca cerrada.
—Me alegro de que no lo hicieras.
Giro la cabeza para mirarla y ella se aparta ligeramente. —
¿Qué? ¿Por qué?— Me duele.
—Porque amar a alguien en silencio tampoco es bueno. La
verdad es mejor que la mentira.
Sacudo la cabeza, sintiendo esa sensación de malestar en mis
entrañas. —No. No lo creo. Podría haber vivido con el secreto más
tiempo y seguir siendo su amigo. Simplemente se fue, Amanda. Se
escabulló en medio de la noche como si yo fuera su mayor
vergüenza.
—Tal vez sólo está confundido. O asustado. Quiero decir,
dijiste que lo evitaste por un tiempo cuando lo descubriste,
¿verdad?
Asiento con la cabeza. —Sí, pero...
Me detiene. —Sin peros. Eres un hombre adulto. Eres un
policía. Puedes darle unos días de espacio para resolver las cosas y
luego hablar como adultos.
La miro fijamente con una mirada furiosa. —A veces te odio.
Se ríe, se levanta y agarra la jarra de café. —No. No lo haces.
Todo va a salir bien. Te lo prometo.
—¿Y si no lo hace?— Pregunto con cruda vulnerabilidad y, una
vez más, siento que voy a vomitar.
~ 108 ~
Nicole Dykes Outcast

Me aprieta el hombro con su pequeña mano y sonríe. —Al


menos has tenido el valor de decirle lo que sientes. Ahora le toca a
él. Pero al menos está ahí fuera la pelota.
No creo que tenga razón en esto, por muy inteligente que sea.
Creo que tal vez algunas cosas es mejor no decirlas porque
ahora mismo, sólo quiero arrastrarme en un agujero y no salir
nunca.

~ 109 ~
Nicole Dykes Outcast

Diecisiete
Hayden

Necesito enfrentarlo. Sé que lo necesito. No puedo perderlo


como amigo.
Estoy seguro de que se asustó por lo que pasó entre nosotros,
y luego cuando se despertó al día siguiente sin mí, tengo la
esperanza que haya tenido la oportunidad de superarlo. Que no me
odie o crea que lo engañé o algo así.
No lo sé.
Engañaste a ese chico, Hayden.
Mierda. Lo último que necesito es escuchar la voz de odio de
mi padre.
Bien, puedes hacerlo. Sólo llama a la puerta. Finge que no ha
pasado nada. Estoy seguro de que eso es lo que él espera también.
Llamo a la puerta, esperando que esté en casa pero también
que no. Cuando Tristan abre la puerta unos instantes después, mi
corazón se acelera y siento las palmas de las manos húmedas por la
adrenalina que me recorre. Ahora sé lo que es besarlo.
Sé exactamente lo grande que es su polla y cómo suena cuando
se corre.
Me quedo mirando, como un idiota, mientras él me evalúa con
cautela. Sus ojos me recorren, y no oculta la sorpresa en ellos. —
¿Hayden?
~ 110 ~
Nicole Dykes Outcast

Mi nombre se dice como una pregunta, y me encoge ante su


sorpresa de que esté aquí. —Sí. ¿Esperabas a alguien más?— Intento
sonar juguetón, pero ¿y si lo estaba? Mierda. Mierda. Mierda.
No me gusta esta sensación que se está gestando dentro de mi
pecho. No puedo ubicarla del todo y no me atrevo a explorarla.
—No. No esperaba a nadie más—, me asegura su profunda voz
de barítono. —Pero tampoco te esperaba a ti.
—¿Por qué no ibas a esperarme?—. Niega. Niega. Niega. Es
mejor vivir en la negación. Vamos, Tristan. Únete a mí.
—Tú sabes por qué—. Maldita sea.
—Bueno... así que estás enfadado—, digo en voz baja. No estoy
seguro.
—Por supuesto, estoy enfadado—. Me mira incrédulo, como si
hubiera perdido la cabeza, y se me hunde el estómago. —Nos hemos
besado. Hicimos algo más que besarnos—. Siento cómo se me
calientan las mejillas al oír eso. ¿Qué demonios es eso? Pero no se
sonroja en absoluto. Está cabreado. —Y luego me dejaste. En medio
de la noche, como si no significara nada para ti.
—Eso no es...
Pero no ha terminado. —No te despediste ni me dijiste que me
verías pronto. No. Simplemente te fuiste, y luego, no supe nada de
ti hasta que apareciste en mi puerta, actuando como si nada hubiera
pasado. Como si no fuera el peor día de mi vida despertarme solo
después de haberme acostado o que estábamos enamorados.
—¿Enamorados?— Me burlo, pero sólo a medias. No puedo
ocultar mi sorpresa. Pensé que le había explicado esto: que no
estaba enamorado de mí. Que sólo me quiere como amigo. No
puede hablar en serio.
—Sí—. Sale al porche conmigo pero no cierra la puerta. —
Enamorado. Te dije que estaba enamorado de ti.

~ 111 ~
Nicole Dykes Outcast

—Y yo te dije que no estabas enamorado de mí.


—Y luego nos besamos y nos masturbamos juntos. Luego nos
acostamos juntos en mi cama. Y luego, me desperté solo.
Me estremezco ante el tono agudo y el dolor que escucho en su
voz. Yo hice eso. Pero es bueno porque me recuerda por qué me fui
esa noche. —Es lo mejor, créeme.
—No. No lo es—. Es tan malditamente terco. —¿Por qué te
fuiste?
Intento encogerme de hombros para salir del paso. No le doy
importancia. Alejarlo todo. —Simplemente no podía lidiar con la
mañana siguiente—. La verdad sale en su lugar.
—¿Lidiar con qué?
Me acerco al borde del porche y me siento en el último escalón,
queriendo salir corriendo, pero él se une a mí, su gran hombro
invadiendo el mío. —Tú enloqueciendo. Eres heterosexual.
—Ya te lo he dicho. Que no haya estado con un chico antes no
hace que eso sea cierto. Yo quería todo lo que pasó.
Has engañado a ese chico.
Intento sacudirme mis pensamientos internos, pero me siento
mal mientras sacudo la cabeza lentamente de lado a lado. —No. Sólo
crees que soy guapo y que hace tiempo que no tienes sexo—. Se me
revuelven las tripas y me agarro el estómago con los brazos.
—Hayden, mírame—. No lo hago. No puedo. —Hayden—.
Vuelve a decir mi nombre con autoridad y una calma que no puedo
ignorar. Me giro lentamente para mirarlo a los ojos.
—Puedo echar un polvo cuando quiera. Sólo que rara vez lo
quiero—. Trago grueso al mirarlo y ver la seriedad que hay en él.
—¿Por qué yo, entonces?

~ 112 ~
Nicole Dykes Outcast

Él sonríe, pero es una sonrisa triste mientras levanta una


mano y toma mi mejilla. —Esto es real para mí. No sé cómo ocurrió
ni cuándo exactamente, pero cuando digo que estoy enamorado de
ti, lo digo en serio. Lo digo con todo lo que llevo dentro. Estoy
enamorado de ti, Hayden. Y no me avergüenzo ni me asusto por
ello. Para nada.
—Jesús—, respiro, apoyándome en su mano sin siquiera
pensarlo mientras intento escuchar sus palabras, escucharlas de
verdad. No pueden ser reales. No puede hablar en serio. Quizá mi
padre tenga razón y yo tenga algún tipo de poder. Está bajo mi
hechizo, y voy a arruinar su maldita vida.
—Si no sientes lo mismo por mí, está bien. Puedo aceptarlo.
Pero si sientes lo mismo pero tienes miedo de que no sea real, no
puedo aceptarlo. Lo que siento es muy real.
—Estás hechizado—, digo estúpidamente, y me sorprende
momentáneamente cuando se ríe. Es rápido, pero es una risa.
—Sí. Tal vez. Pero es uno que me alegra que hayas lanzado.
Estoy enamorado de ti, Hayden.
—Sigues diciendo eso—. Otra vez con los latidos del corazón.
Mi respiración es tan rápido que temo desmayarme. Porque no
puede ser real. No hay manera. —No creo en el amor.
Deja caer su mano sobre el muslo y yo lloro inmediatamente
la pérdida de su contacto. Pero no se va. —¿No crees?
Sacudo la cabeza lentamente. —No para mí. Nadie me querrá
nunca de verdad. Soy el payaso, Tristan. El que hace reír a todo el
mundo y mantiene el ambiente ligero porque no soporto sentir la
oscuridad. Y tampoco soporto que nadie que me importe se quede
atrapado ahí.
Sus labios se convierten en una pequeña sonrisa que no
entiendo. —No eres un payaso. Eres la persona más real que he
conocido en mi vida, y te importa. Te preocupas mucho por todos

~ 113 ~
Nicole Dykes Outcast

los que quieres. ¿No crees en el amor? Por favor. No creo en eso.
Esparces amor en cada lugar al que vas, Hayden.
—Yo… yo…— Tartamudeo, perdido y sin saber qué decir
porque nadie me ha dicho nada tan amable en mi vida.
—Además, me aterrorizan los payasos. Así que no puedes ser
un payaso, o esto nunca funcionará. Y yo quiero que funcione.
Lo miro, asimilando eso y suelto una carcajada sorprendido.
—¿Que estás qué?
—Aterrado—, dice, totalmente serio, y eso me hace soltar una
carcajada.
—¿Eres policía y te dan miedo los payasos?
Se encoge de hombros y finge un escalofrío. —Jodidamente
espeluznante. Veré cualquier película slasher que quieras, pero
nunca veré It. Nunca.
Me vuelvo a reír. Me rio tan fuerte que me duele la barriga.
Tengo que limpiarme las lágrimas de los ojos mientras miro
fijamente a este policía grande y duro, que aparentemente tiene
terror a los payasos y, por la razón que sea, cree que está enamorado
de mí.
Sin embargo, esta última parte me tranquiliza y mi risa se
detiene rápidamente. —Eres demasiado bueno para mí.
—Eso es una mierda total—, me responde sin pensarlo.
—Es cierto.
—No lo es, en absoluto—. Su mano vuelve a cubrir mi mejilla.
—No hagas eso. Estoy enamorado de ti. Tú me conoces. No miento
y no soy estúpido. Así que tienes que confiar en mí cuando te digo
que estoy enamorado de ti. Si todavía no lo estás, está bien.
¿Cómo puede ser tan condenadamente perfecto?
—Entonces, ¿qué quieres de mí?

~ 114 ~
Nicole Dykes Outcast

Su pulgar pasa suavemente por mi mejilla y sonríe. —Algo


real. No bromas ni insinuaciones sexuales. Simplemente real.
Conozco tu verdadero yo, Hayden, tanto si quieres mostrármelo
como si no. Lo veo. Y estoy enamorado de ti.
—Tienes que dejar de decir eso—, digo con un tono juguetón y
una sonrisa, sin embargo, para que sepa que en realidad no quiero
que deje de hacerlo.
—Nunca—. Se inclina lentamente, como si pidiera permiso, y
yo se lo doy con un rápido movimiento de cabeza antes de que sus
labios rocen los míos. Me besa suave y lentamente, como si no
tuviera ninguna prisa. Le devuelvo el beso con intensidad, porque
la necesidad me está arañando desesperadamente sin mi permiso.
No quiero necesitarlo.
No quiero amarlo.
Pero creo que podría hacerlo.

~ 115 ~
Nicole Dykes Outcast

Dieciocho
Tristan

Odio que me hiciera despertar solo la noche después de que


nos besáramos por primera vez.
Pero no odio la forma en que me besa ahora: desinhibido y
desesperado. Como si tuviera miedo de que sea yo la que huya
ahora.
Aun así, sé que no puedo hacer esto ahora. Necesito más, y no
puedo dejar que aleje sus sentimientos utilizando el sexo.
No sé todo por lo que ha pasado, pero imagino que le ha hecho
daño. Lo hizo sentir indigno, y eso me mata. Hayden es el humano
más digno que conozco. Y haré todo lo que pueda para
demostrárselo.
Incluyendo no usarlo por su cuerpo.
Al menos, hasta que tengamos algunas cosas establecidas.
Quiero mucho más.
—Hayden—, respiro contra sus labios, pero su boca sigue
ocupada, engatusándome, burlándose de mí, suplicando más y
haciéndome flaquear. —Hayden—, lo intento de nuevo y pongo mis
manos muy suavemente en sus hombros, empujándolo hacia atrás.
—Me gusta esto.

~ 116 ~
Nicole Dykes Outcast

—Bien—, dice, inclinándose hacia delante y mordiendo mi


labio inferior con sus dientes antes de pasar su lengua por el lugar
maltratado.
Sonrío, pero lo mantengo a distancia, mientras me esfuerzo
por conservar mi última pizca de control. —Me gusta mucho esto,
pero tenemos que hablar.
Gime, y es demasiado adorable. —No quiero hablar.
—Lo sé.— Suelto las manos y me pongo de pie, acercándome a
él. —Pero tenemos que hacerlo.
Pone los ojos en blanco con un resoplido frustrado, pero me
toma la mano de todos modos y deja que le ayude a ponerse en pie.
Entramos y lo saluda Roxy, que salta inmediatamente a su regazo
cuando se sienta en el sofá. —Supongo que vamos a hablar todos.
Me rio pero agarro uno de sus juguetes de cuerda y se lo tiro.
—Roxy. Busca—. Ella lo mira, luego a mí, luego a Hayden, lamiendo
su cara antes de ir a regañadientes tras el juguete. Hayden sonríe
mientras la mira, y yo tomo asiento a su lado en el sofá. —Habla.
Tenemos que hablar.
Sacude la cabeza, con aspecto inseguro y nervioso. —No sé si
puedo decir todas esas cosas. Estoy...— Traga, y veo cómo su
garganta trabaja con el movimiento antes de que mi mirada vuelva
a sus ojos. —Estoy roto.
—No. No lo estás.
—Sí. Lo estoy. Hay muchas cosas que no sabes de mí.
—¿Como que te fuiste de casa a los dieciséis años y viviste en
la calle?— Pregunto con conocimiento de causa. Seguro que no hay
nada que pueda hacer que no le quiera. —¿Que sobreviviste? ¿Que
hiciste todo lo necesario para vivir cuando tus padres te
abandonaron? ¿Y qué salvaste a Lawson y a Rae también?

~ 117 ~
Nicole Dykes Outcast

—Ellos me salvaron. Vinieron y me sacaron de allí.


Probablemente seguiría en la calle, tomando pollas por dinero—. El
odio que escucho en su voz, el desprecio por sí mismo casi me mata.
—Eres fuerte—. Le agarro la cara con las dos manos y le obligo
a mirarme. —Lo has conseguido. Eso es lo único que importa.
—He robado.
Quiere asustarme. —Sobreviviste.
Me observa con sospecha en sus ojos. —¿Por qué te
enamoraste de mí? ¿Por qué? Tú eres tú… Este hombre increíble y
fuerte que se gana la vida protegiendo a la gente, y yo no soy nadie.
—No, no eres nadie, ni siquiera cerca. Eres mi mejor amigo, y
me enamoré de ti porque eres la persona más fuerte que he
conocido. Eres fuerte y franco. Hermoso—. Se inclina hacia mí con
cada frase, pero no creo que sepa que lo está haciendo. —¿Por qué
me dejaste la otra noche?
Un sollozo parecido a un gemido sale de su boca. —No soy
bueno para ti.
—¿Quién lo dice?
Se burla, pero no lo suelto ni siquiera cuando intenta apartar
la mirada. Necesito que no se aleje. —Mi padre, por ejemplo.
—No lo conozco. Y aunque lo conociera, me importaría un
carajo lo que pensara.
—Te haré daño, Tristan. Por favor—. Me suplica, sus manos
rodean mis muñecas mientras le sujeto la cara.
—Soy un chico grande.
—Seguro que lo eres—, ronronea con insinuación, tratando de
enmascarar todo lo que siente. Pero no voy a dejar que se salga con
la suya.

~ 118 ~
Nicole Dykes Outcast

—Para. No uses el sexo. Eres precioso y muy sexy, pero


también eres más que eso. Quiero cada parte de ti, incluso la fea.
Especialmente lo feo. Lo quiero todo.
—No puedo creer que estés enamorada de mí—. Esto se dice
de una manera que me dice que realmente, realmente no puede
creerlo. Que en algún momento decidió que no era digno de ser
amado. Por la vida. Por sus padres. Tal vez otras cosas que nunca
sabré.
Y sé que va a tomar tiempo convencerlo de que es todo lo
contrario. Que se merece todo el amor del mundo.
—Estoy enamorado de ti. Pero podemos ir despacio—. Lo beso
suavemente en los labios, mis manos siguen enmarcando su cara, y
me retiro antes de que pueda profundizar el beso. —Ten una cita
conmigo.
—¿Una qué?— Parece horrorizado.
—Una cita. Ya sabes. ¿Una cena? ¿Una película? Algo. Ni
siquiera me importa si son payasos. Sólo quiero tener una cita
contigo.
Me aparta las manos de la cara y yo se lo permito, dejándolas
caer antes de que me suelte y se eche un poco hacia atrás. —No.
Se me hunde el corazón, me duele la garganta por el rechazo
mientras trago con fuerza y respiro profundamente, sabiendo que
no puedo obligarlo a corresponderme. —¿No?
Niega con la cabeza. —Eres algo importante en esta ciudad. Si
empiezas a salir con un chico, será una gran noticia. Todo el mundo
lo sabrá.
—No me importa—. Y realmente no me importa. No es de su
incumbencia, de todos modos, pero que hablen.
—A mí sí.
—¿Por qué?

~ 119 ~
Nicole Dykes Outcast

—Porque eres el chico de oro. Eres un policía y el que todos


quieren que los salve. El chico local del que todos están tan
orgullosos.
—Okey...— No sé a dónde quiere llegar con esto. —Si el hecho
de que esté con un hombre cambia alguna de sus opiniones sobre
mí, no podría importarme menos.
—Oh, lo hará. Créeme—. La amargura gotea de su tono, pero
no puedo culparlo. Sé que el mundo es una mierda. Sé que hay
imbéciles por todas partes.
Le aparto de la cara un mechón de pelo rubio oscuro que le ha
caído sobre los ojos. —No me importa.
—No puedo ser yo quien te arruine. Me echarán de la ciudad,
y aquí me gusta.
Moriré antes de dejar que eso suceda, pero de alguna manera,
no creo que eso sea lo que él quiere escuchar ahora. Su pasado
impacta profundamente cada movimiento que hace ahora. Empiezo
a ver por qué se esfuerza tanto en no dejar entrar a nadie de verdad,
por qué hace bromas y trata de convencer constantemente a todo el
mundo de que no lo tomen en serio. —No me has arruinado. Quiero
estar contigo. Me importa una mierda que seas un chico. Eso no me
arruina.
—Sin embargo, lo haré—, dispara con poco esfuerzo, como si
ya tuviera esto en mente. —Te haré daño. Te romperé. Te arruinaré.
Es lo que hago. Lo arruino todo.
—Eso no es cierto—, digo con firmeza porque bien, su pasado
le ha dicho eso, pero no tengo que dejar que lo crea. Ya no.
—Lo es, pero no estoy diciendo que no a una cita.
—¿No lo haces?— Pregunto, intrigado, con mi esperanza en
alza.
—No. Sólo quiero mantenerlo en secreto durante un tiempo.

~ 120 ~
Nicole Dykes Outcast

—¿Un secreto?— Repito, no me gusta nada cómo suena eso.


No quiero mantenerlo en secreto. Quiero gritarlo en voz alta, tan
alto como pueda. Gritarlo por toda la ciudad y decirle a todo el
mundo que Hayden es mío. Aunque realmente no lo sea. Todavía
no, al menos.
—Necesito que esto sea tranquilo mientras averiguamos qué
es esto, ¿de acuerdo? ¿Por favor?— Sus ojos me suplican, y sé que
no puedo negarle nada.
—Está bien. Pero sigo queriendo una primera cita.
—¿Cómo?— Parece inseguro, pero no dice que no.
—Déjamelo a mí. Me encargaré de todo. ¿Mañana por la
noche?
Sonríe con cuidado y luego asiente. —De acuerdo. Mañana—.
Mira alrededor de la habitación con incertidumbre. —¿Significa eso
que tengo que irme ahora?
Sonrío y lo atraigo a mi lado, envolviendo mi brazo alrededor
de él y disfrutando de la sensación de su cuerpo contra el mío. —No.
Seguimos siendo amigos. Pase lo que pase, siempre seremos
amigos, Hayden, aunque nunca puedas quererme como yo te
quiero.
Hace un ruido estrangulado y ahogado antes de volver a
sacudir la cabeza. —Pareces muy seguro.
—Lo estoy—. Es cierto. Nunca he estado tan seguro de nada en
mi vida.
—De acuerdo—. Se muerde el labio inferior y se inclina para
besarme, y Dios, quiero volver a saborearlo. El dolor está
físicamente a punto de matarme, pero me retiro y sacudo la cabeza
con firmeza.
—No antes de nuestra cita.

~ 121 ~
Nicole Dykes Outcast

—¿Me estás tomando el pelo?— Lo dice riéndose y como si yo


fuera ridículo, pero parece feliz.
—No. Hablo muy en serio—. No puedo volver a despertarme
solo. Y tal vez una cita no le demuestre exactamente lo que siento
por él, pero tal vez sea suficiente para demostrar lo serio que soy.
Que lo quiero. Que no me voy a ninguna parte.
Por favor, quédate.

~ 122 ~
Nicole Dykes Outcast

Diecinueve
Hayden

—¿Tristan?— La puerta está ligeramente entreabierta. Es la


hora que habíamos acordado, así que me adelanto, abro la puerta
del todo y entro. No me saluda Roxy, lo cual es raro, pero entonces
veo a Tristan saliendo del pasillo.
—Hola—. Dios, tiene buen aspecto. Hay que admitir que le
echo mierda sobre su vestuario, pero nadie lleva el negro básico
como él. Esta noche lleva una sencilla camisa negra abotonada,
remangada hasta el codo, con unos vaqueros que se pegan a sus
musculosos muslos y me hacen gemir de deseo.
Esto no puede ser real.
Sin embargo, su sonrisa me dice que lo es, mientras camina
hacia mí, los dos sin saber cómo saludarnos mientras nos quedamos
de pie torpemente. —Gracias por venir.
—Quiero decir, aquí es donde normalmente estaría de todos
modos—. Miro a mí alrededor. —Salvo que normalmente me recibe
una bola de pelo.
Sonríe y luego señala el patio trasero. —Roxy está en su nuevo
patio vallado. No te preocupes, me he asegurado de que tenga sus
juguetes favoritos, comida y mucha agua. Pero pensé que para
nuestra primera cita, tal vez deberíamos ser sólo nosotros.

~ 123 ~
Nicole Dykes Outcast

—¿Esto está sucediendo realmente entonces?— Lo digo como


una pregunta e inmediatamente me siento estúpido por permitirme
expresar mis pensamientos en voz alta.
Su sonrisa lenta y su mirada paciente son suficientes para
derretir mis nervios. —Sí. Primera cita. La primera de muchas, y
ojalá algún día podamos salir de mi casa—. Señala la mesa de la
cocina, donde veo que hay dos platos y recipientes de comida para
llevar. —Pero por ahora, creo que esto podría funcionar.
Mi nariz me lleva a la mesa, y mi estómago gruñe cuando me
doy cuenta de que son tacos lo que estoy oliendo. —¿Tacos?
Él asiente y me acerca la silla para que tome asiento. Decido
no ser difícil por una vez y lo hago. Se acerca a la encimera de la
cocina y agarra algo antes de dejar caer una bolsa delante de mí. —
Y gusanos de gomitas, por supuesto.
—Tacos y gusanos de goma—. Mi cabeza gira hacia el salón. —
¿Y una película de terror?
Él sonríe, colocando los tacos en nuestros platos. —Por
supuesto. Aunque...
—Nada de payasos—, digo con una sonrisa diabólica, casi
riendo ante la idea de que a mi poli malo le aterroricen los payasos.
Finge un escalofrío mientras toma asiento al otro lado de la
mesa. —Sí. Pensé que tal vez la nueva Amityville Horror. No he visto
esa todavía.
—Ryan Reynolds, sin camiseta. Apúntame—. Doy un mordisco
al taco, un gemido de felicidad cae de mis labios mientras un
gruñido de enfado se escapa de Tristan. Me río, pero también no
puedo creer que esté celoso. —Tranquilo, chico. Te prefiero sin
camiseta cualquier día.
—Claro que sí—. Le da un mordisco y mis nervios vuelven a
aparecer.
—Esto es como todas las noches con nosotros, ¿sabes?
~ 124 ~
Nicole Dykes Outcast

Mastica y traga antes de dar un trago de agua y volver a dejar


el vaso sobre la mesa para prestarme toda su atención. —Pero
ahora, sabemos que es una cita de verdad.
—¿Pero por qué?
Ladea la cabeza, claramente confundido por mi pregunta. —
¿Por qué, qué?
Quiero mirar hacia otro lado, mi miedo casi me ahoga, pero no
soy ese tipo. No huyo. Afronto las cosas de frente, y necesito saberlo.
—¿Por qué quieres salir conmigo ahora? ¿Qué ha cambiado de
repente?
Se ríe de eso, lo que me sorprende porque pensé que se
enojaría. Quiero decir, acabamos de tener esta conversación, pero
su paciencia es uno de los muchos rasgos increíbles de Tristan. —
No creo que haya sido de repente. Creo que me he enamorado de ti
desde que te conocí. Sólo que no sabía lo que era.
—¿Cómo es posible?— Quiero abofetearme por hacerlo
examinar esto. Probablemente debería aguantar por la vida y no
tratar de convencerlo de lo contrario. —Quiero decir, lo siento. Es
que no lo entiendo.
—Puedes preguntarme cualquier cosa—. Sus grandes hombros
se encogen y se echa hacia atrás en su silla, con una mirada
pensativa. —Nunca me gustaron mucho las citas. Es decir, mis
amigos hablaban de sexo todo el tiempo, y yo escuchaba, pero
nunca me pareció bien. Nunca sentí la necesidad de salir y echar un
polvo, como parecían hacer ello.
Lo miro fijamente, con los ojos muy abiertos. —Tú no eres
un...— Trago saliva, tratando de aliviar la sequedad de mi garganta,
—eres virgen, ¿verdad?—. Y añado rápidamente: —Quiero decir que
me parece bien. Está totalmente bien. Incluso genial. Súper genial—
. Cállate. Cállate. Hayden.

~ 125 ~
Nicole Dykes Outcast

Riéndose de mi incesante parloteo, sacude la cabeza. —No. No


soy virgen, pero las pocas veces que me he acostado con alguien, fue
como si tuviera que hacer un verdadero esfuerzo para querer
hacerlo. No sé. Es difícil de explicar.
Me esfuerzo por ser delicado con mi siguiente pregunta
porque no me tomo la sexualidad o la identidad a la ligera. —¿Eres
asexual?
Definitivamente, el otro día parecía que le gustaba tontear,
pero hay diferentes niveles. No hay nada escrito ni definido en lo
que respecta a la sexualidad.
Sacude la cabeza ante eso, tomando otro sorbo de agua. —No
lo creo. Durante mucho tiempo sentí que algo estaba roto dentro de
mí. Intenté tener citas cuando era más joven, cuando alguien me
invitaba a salir, pero por lo general se aburrían bastante rápido o se
cansaban de ser los que daban el primer, segundo e incluso tercer
paso. Nunca me sentí bien. Hasta que llegaste tú.
Trato de entender, pero creo que no lo hago. —¿Hasta mí?—
Repito estúpidamente.
—Cuando te vi en aquella fiesta en el jacuzzi, algo cambió.
Sentí una especie de atracción hacia ti que nunca había sentido
antes. Entonces no lo entendí. Y luego, cuando me ayudaste a
prepararme para mi cita con Tammy, y pasamos tiempo juntos a
solas, no sé, me sentí bien. Como si tuviéramos que conocernos.
—Como amigos—, suplí porque pensé que eso era todo lo que
podía querer de mí.
—Quizá entonces, pero para cuando me ayudaste con la
segunda cita, lo único que quería era saltármela y estar contigo.
Luego empecé a notar lo extremadamente hermoso que eras y
quería besarte tanto que pensé que podría morir si no lo hacía.
—Eso es un poco dramático—, intento bromear, pero mi voz
sale entrecortada.

~ 126 ~
Nicole Dykes Outcast

Él sonríe. —Creo que tú sacas eso de mí.


Me río. —Parece que lo hago.
—Me encanta—, dice con tanta seriedad que casi me deja sin
aliento. Sus ojos se centran intensamente en los míos. —Te quiero.
—No paras de decir eso.
Asiente con la cabeza. —Probablemente voy a seguir
diciéndolo a menos que me pidas que pare.
Debería hacerlo. Sé que debería. —Podría hacerte daño. Lo
sabes, ¿verdad? No soy bueno, Tristan. Sé que ves lo bueno en todo
el mundo, pero no hay nada en mí.
—Eso es una mierda—, replica rápidamente. —Sí la hay. No sé
lo que hicieron tus padres, bueno, no todo, o lo que hizo cualquier
otra persona para hacerte creer eso, pero esto es muy real. Haré
todo lo posible para que entiendas lo increíble que eres.
—La cagaré—, digo, tratando de ahogar las lágrimas, porque
quiero decir que eso no es nada sexy en una primera cita.
—No lo harás. Es imposible que lo hagas.
—Hay muchas cosas que no sabes de mí.
—¿Cómo qué? Ya hemos hablado de esto, pero podemos
volver a hacerlo si lo necesitas—. Sacudo la cabeza porque le he
contado mucho más de lo que le he contado a nadie. Sonríe y sé lo
que va a decir antes de añadir: —Todo lo que necesito saber de ti es
que eres el tipo más dulce del mundo. Escondes tu dolor y te
esfuerzas al máximo por hacer reír a los demás porque no soportas
que nadie sienta lo que tú sientes en el fondo—. Sí, se me escapa una
lágrima y resoplo, tratando de contenerla. —Te gustan las películas
de terror, los gusanos de gomita y los tacos. Y tu color favorito es el
lavanda. Lo cual me parece entrañable y, sinceramente, cambiaría
todo mi vestuario a lavanda si eso te hiciera sonreír.

~ 127 ~
Nicole Dykes Outcast

Sonrío a través de mis lágrimas mientras las limpio. —Me


gusta el negro. Al menos en ti.
Él sonríe. —Bien. No estoy seguro de que pueda llevar el
lavanda.
—Puede que nunca sea capaz de decir las palabras, ¿sabes?—
Digo, con la vulnerabilidad envuelta en cada palabra porque él
merece ser amado.
Se encoge de hombros con facilidad. —Está bien. Voy a seguir
saliendo contigo, si te parece bien. Y ya veremos en qué queda todo.
Miro los tacos en mi plato. —Quiero decir, ¿realmente puede
ir hacia arriba desde aquí? Tacos, películas de terror y gusanos de
gomitas. No hay otro sitio al que ir que no sea hacia abajo.
Sacude la cabeza, pero la sonrisa de su cara es absolutamente
preciosa. Parece estar en paz.
¿Puede esto realmente funcionar?
¿Puede alguien realmente amarme?
Todavía no puedo creerlo. Pero algo me dice que Tristan lo va
a intentar.

~ 128 ~
Nicole Dykes Outcast

Veinte
Tristan

Después de devorar los tacos, agarramos los gusanos de


gomita y nos dirigimos al sofá, donde empiezo The Amityville
Horror y él se acurruca a mi lado. Con mi brazo alrededor de él, hay
una sensación de bienestar que nunca había sentido en mi vida. —
Creo que podría ser demisexual.
Gira la cabeza para mirarme, sin juicio alguno en sus ojos, solo
curiosidad. —¿Sí?
Asiento con la cabeza. —Creo que necesito una conexión
profunda antes de querer dar ese paso. Creo que por eso antes
siempre se sentía tan forzado. Y equivocado.
Me roza la mejilla con su suave mano. —Siento que hayas
tenido que pasar por eso. Y sé que tu hermana intentaba ayudar,
pero que te hayan tendido una trampa todo el tiempo debe haber
sido difícil.
Asiento con la cabeza. —Lo fue. Sentía que algo estaba mal en
mí. Como si tuviera que haber algo mal.
Sonríe con dulzura y me da un beso casto en los labios. —No
te pasa nada.
No dejo que se aparte y le agarro la cara con las manos,
mirándolo a los ojos. —Definitivamente me atraes.

~ 129 ~
Nicole Dykes Outcast

Sin embargo, no parece complacido por eso. En cambio,


parece pálido, casi asustado. Y no es la película de miedo que se
reproduce de fondo lo que lo hace. —Había un tipo, perfecto jugador
de fútbol, que salía con la animadora principal. Tipo de héroe
local—. Escucho con atención, sin soltarlo. —Mi padre nos pilló
juntos. Dijo que lo engañé.
—Oh, Hayden—, digo las palabras en voz baja porque puedo
sentir su dolor mientras habla.
—Mi padre dijo que arruiné su vida. Y lo hice.
—¿Cómo? ¿Estando con él? No lo obligaste—. Lo sé sin tener
que preguntar. Hayden nunca haría eso.
—Dijo que lo engañé. Que usé mi belleza femenina para
engañar al chico. Y sí lo arruiné Tristan. Lo hice.
—¿Cómo?— Vuelvo a preguntar.
Niega con la cabeza, y rastreo una lágrima que se desliza desde
su ojo hasta su mejilla y sobre mi mano, pero no la suelto. —Estaba
en el camino de ir a la universidad para jugar al fútbol, tal vez
incluso jugar como profesional un día. Pero lo busqué—. Hace una
pausa por un momento, con la voz tensa. —Apenas llegó a su primer
año antes de suspender. Al parecer, se iba de fiesta. Perdió su beca
y se mudó a su casa.
—Eso no es culpa tuya—, digo con firmeza, mirándole a los
ojos, pero él niega con la cabeza.
—Sí lo es. Es culpa mía. Me lo he follado. Si nunca hubiera
coqueteado. Le he tentado. Hice que me besara y más...
—Lo obligaste—. Lo digo con duda en mi voz porque no fue eso
lo que pasó. Sé que no fue así.
—Le tenté—. Quiero discutir, pero él sigue. —Ahora está
muerto. No duró ni un año en casa. Chocó su coche contra un poste
en una carretera vacía, demasiado drogado y borracho para
detenerlo. Lo hizo por mi culpa.
~ 130 ~
Nicole Dykes Outcast

—Hayden.— Suelto mi agarre en su cara y atraigo su cuerpo


hacia el mío. —Eso no fue culpa tuya.
Niega con la cabeza, pero se queda pegado a mi pecho. —Tú
no lo sabes. Mi padre tenía razón. Hago daño a la gente. Causo caos,
y no puedo hacerte eso.
—¿Como si mi vida fuera tan condenadamente perfecta?—
Coloco mis manos sobre sus hombros y lo empujo hacia atrás para
poder mirar sus ojos acuosos. —Te quiero, Hayden. Me haces sentir
más vivo de lo que nunca me he sentido, y francamente no me
asusta un poco de caos.
—Soy un marginado, Tristan. Destinado a vivir la vida en el
exterior, viendo a todos los demás ser felices.
—Mentira—, digo con feroz determinación. —Si tú eres un
marginado, entonces yo también lo soy. Con mucho gusto me
quedaré fuera contigo.
Se limpia la cara, apartando las lágrimas.
—Puede que le hayas dado a ese chico el único regalo que ha
recibido. Pasar su joven vida en el armario sin poder ser libre, sin
poder ser quien realmente era, tuvo que ser una tortura. Le diste
una muestra de libertad, Hayden. Y eso es un regalo.
—Un regalo que lo mató.
—Eso no es culpa tuya.
Se limpia la cara de nuevo y luego deja escapar una pequeña
risa. —Vaya primera cita, ¿eh?
Sonrío y atraigo su cuerpo hacia el mío. —Todavía no ha
terminado, pero sí, ha sido bastante genial, si me preguntas.
—Estás loco.
Me rio, con los ojos fijos en la televisión, pero sin prestar
atención.

~ 131 ~
Nicole Dykes Outcast

Y cuando se mueve para sentarse en mi regazo, con sus manos


en mis hombros, la película me importa un carajo. —Entonces, ya
que llegamos a nuestra primera cita, ¿eso significa que podemos
hacer esto?— Se inclina, sus labios se ciernen sobre los míos, pero
no se compromete del todo con el beso. Todavía no. Espera.
—Eso depende.
Su labio inferior se asoma en un mohín mientras se aparta de
mi cara. —¿De qué?
Sonrío y le paso una mano por la espalda. —¿Estás usando el
sexo porque esta conversación es demasiado intensa?
Su lengua sale, lamiendo su labio inferior antes de arrastrar
ese mismo labio entre sus dientes, y niega con la cabeza. —No.
Quiero decir, fue intenso y más de lo que nunca quise contar a
nadie, pero me alegro de que esté ahí fuera. Y te creo cuando dices
que no fue mi culpa. Al menos tanto como puedo.
Mi corazón se calienta ante eso. —Bien. Porque no lo fue.
Empieza a inclinarse de nuevo, pero le pongo las dos manos
en las caderas y lo mantengo en su sitio. —Dios mío, ¿qué tengo que
hacer para llegar a las partes buenas?—, gime, y me río de nuevo.
—¿Estarás aquí por la mañana?
No puedo soportar volver a despertarme solo, y lo sé. Necesito
que lo sepa. Piensa en mi pregunta, tardando tanto que mi corazón
empieza a acelerarse. —Sí.
—Gracias. Mierda—. Me agarro a su nuca y tiro de él hacia mí,
necesitando desesperadamente volver a saborear sus labios, y
consigo mi deseo. Su boca choca contra la mía con un hambre feroz
mientras me devora, y yo me abro para dejarlo.
Nunca me había sentido tan bien. Nunca. Se acerca a mí, se
sienta a horcajadas sobre mis muslos, sus manos se arrastran por
mis pectorales mientras yo me agarro a su nuca. Nuestras lenguas

~ 132 ~
Nicole Dykes Outcast

se enredan y mis labios hormiguean, casi entumecidos por la insana


presión.
Empieza a desabrocharme la camisa lentamente,
mordisqueándome la mandíbula mientras me inclino hacia atrás y
le doy más acceso. —Por favor, deja que te haga sentir bien—, raspa
los dientes contra mi cuello mientras afloja el último botón. —Es
algo que se me da muy bien.
No. Le agarro por los hombros y tiro de él hacia atrás para
mirarle a los ojos una vez más. —No hagas eso. Eres bueno en
muchas cosas.
—Siempre llamándome la atención por mis tonterías—. Sonríe
con cariño.
—Siempre lo haré.
Se inclina de nuevo, y esta vez no lo retengo. Me pierdo en la
sensación de sus deliciosos labios rozando la piel desnuda de mi
pecho antes de que me despoje de la camiseta por completo. —
Jesús, eres demasiado perfecto—. Me pasa las manos por los
pectorales, sus pulgares rozan mis pezones endurecidos y me
envían una descarga eléctrica directamente a las pelotas.
—Yo pienso lo mismo de ti—. Encuentro sus labios mientras
trabaja en el botón de mis vaqueros, aparentemente sin querer
perder más tiempo, y estoy más que de acuerdo con ese plan. Puede
que aún no esté preparado para corresponderme, pero soy un
hombre paciente.
Su camisa es la siguiente, tirada junto a la mía en el suelo, y
luego se levanta, agarrando algo del bolsillo trasero antes de
quitarse los pantalones cortos y los calzoncillos, quedándose
descaradamente desnudo delante de mí.
—Ahora, desnúdate tú.
Me gusta su lado mandón y confiado, así que obedezco
rápidamente, bajándome los pantalones y la ropa interior por los

~ 133 ~
Nicole Dykes Outcast

muslos y quitándomelos de una patada. Se toma un momento para


recorrer con su mirada todo mi cuerpo.
Me enseña lo que tiene en las manos -un preservativo y un
paquete de lo que creo que es lubricante- y se me corta la
respiración cuando se acerca. —¿Esto está bien? ¿O es demasiado
rápido?
No consigo que me salgan las palabras. Ver el condón puede
haber provocado un cortocircuito en mi cerebro. Da otro paso
cauteloso hacia mí.
—Está bien, si es demasiado. O si ya no te interesa...
—Hayden—, lo detengo rápidamente. —Lo deseo tanto que me
tiemblan las manos—. Las sostengo frente a mí para demostrar mi
punto.
Vuelve a subir a mi regazo, colocando el condón y el lubricante
a mi lado en el sofá y rodeando mi cuello con sus brazos. —¿O es por
los nervios?
Sacudo la cabeza. —No. Es por las ganas—. Me inclino hacia él
y capturo sus labios en un beso acalorado, pero sencillo. —Deseo—.
Lo beso con más fuerza y me aferro a sus caderas mientras él avanza
y nuestras pollas se encajan. —Pura necesidad—, jadeo contra sus
labios.
Siento que sonríe contra mi boca mientras asiente con la
cabeza y apoya su frente en la mía. —Podemos esperar. Esto
también se siente bien.
Oigo la sutil pregunta formulada como una afirmación. Me
deja decidir. —No. Lo quiero todo. Quiero cada parte de ti—. Me
alejo lo suficiente para mirarle a los ojos. —Si eso es lo que quieres.
—Definitivamente quiero, pero no sé cuánto de mí puedo
darte.
—Tomaré lo que pueda conseguir—. Sonrío, me inclino hacia
él y lo beso con fuerza, tratando de mostrarle exactamente lo que
~ 134 ~
Nicole Dykes Outcast

siento, y cuando él alcanza el condón, enfundándome rápidamente,


casi lo pierdo allí mismo. —Oh Dios, Hayden.
—Está a punto de ser aún mejor—. Abre el otro paquete, y
después de untarse los dedos, se pone detrás de sí mismo. No puedo
ver lo que está haciendo, pero los gemidos jadeantes que salen de
su boca me ponen celoso de sus dedos. Quiero ver. Quiero ser yo
quien lo haga, pero Hayden no me da la oportunidad.
Me besa furiosamente, su otra mano cubre mi polla cubierta
con el condón y unta el lubricante, acariciándome lentamente con
un agarre lo suficientemente flojo como para que pueda perder la
cabeza. —Oh, Dios.
Sonríe mientras me besa, pero luego se mueve, guiando mi
dolorosa polla hacia su agujero lubricado. Antes de que pueda
moverme o pensar o hacer algo, me engulle su apretado calor.
—Oh, Jesús. Mierda.
—Oh, mierda, eres grande—. Mueve sus caderas en mi regazo,
llevándome más dentro de él mientras me aferro a sus caderas e
intento pensar en otra cosa que no sea el acogedor apretón de su
glorioso culo rodeando mi polla.
Se levanta, pero no lo suficiente como para que me deslice
hasta el final, dejando sólo la punta. Luego vuelve a bajar, esta vez
para introducir toda mi polla en su interior. Mis pelotas se aprietan
a mi cuerpo y mis dedos se clavan en su carne. —Santa. Mierda.
—Eres bueno para el ego—, dice mientras empieza a cabalgar
sobre mí, tomando el control de nuestro placer mientras me aferro
a él y me pierdo en la experiencia sexual más estimulante de mi
vida.
Sus manos me agarran por los hombros con fuerza mientras
trabaja con pericia sobre mi polla y me mordisquea los labios, la
mandíbula y el cuello. Inclino la cabeza hacia un lado y él aprovecha

~ 135 ~
Nicole Dykes Outcast

para chuparme el apretado tendón del cuello, haciéndome gemir y


empujar hacia él.
—Oh, sí, eso es, cariño—, canturrea. —Estoy cerca. Estoy tan
cerca. Tócame.
No vacilo, mi mano se dirige a su dura polla, deleitándose con
el presemen de la punta y usándola para sacudirla al ritmo de cada
largo golpe de mi polla dentro de él. —Oh, mierda, Hayden. No voy
a durar mucho más.
—Estoy tan cerca. Estás tan jodidamente caliente—. Me
muerde el hombro y la clavícula. —Tan caliente.
Muevo mi mano sobre su eje resbaladizo y muevo mis caderas
junto con el elegante deslizamiento de las suyas antes de que deje
escapar un grito, mi mano se vuelve pegajosa y húmeda por su
liberación, justo a tiempo para que mi placer acelerado lo alcance.
Mi polla se sacude dentro de él y se libera en el condón que desearía
que no estuviera allí.
—Mierda.
Se inclina hacia delante, con la cara pegada a mi pecho, y
siento que sonríe contra mi piel caliente. —Sí.
Me río. —Jesús, eso ha sido lo mejor que he sentido nunca.
—Entonces, no te arrepientes, supongo—. Lo dice en broma,
pero oigo el miedo en sus palabras. Agarro su cara entre mis manos,
todavía intentando recuperar el aliento.
—De nada. Nunca me arrepentiré de nada de lo que hagamos
juntos.
—¿Lo prometes?— Es un susurro sin aliento, esperanzado.

~ 136 ~
Nicole Dykes Outcast

—Lo prometo—. Beso sus labios, y él me deja, sin intensificar


el beso, es casi perezoso, y es tan jodidamente hermoso.
Tengo miedo.
Espero que no me deje, ahora que ha terminado esto.

~ 137 ~
Nicole Dykes Outcast

Veintiuno
Hayden

Me despierto con un maravilloso dolor en el culo y un gran


brazo fornido que me cruza por el medio. Creo que puedo estar en
el cielo. No recuerdo haber muerto, pero si esto es el cielo, estoy
bien.
—Roncas.
Jadeo y me giro para mirar a Tristan, que ni siquiera tiene los
ojos abiertos. —No ronco.
Se pone de lado para mirarme, con los ojos abiertos y
traviesos. —Sí que lo haces. Y es muy bonito—. Me besa la sien y,
aunque quiero discutir con él, mi cuerpo me traiciona y acabo
acurrucándome a su lado.
—Pues claro que lo es. Me involucra.
—Me alegra ver que tu ego sigue siendo enorme.
Arrastro mi mano lentamente sobre su pecho desnudo,
amando la sensación de firmeza bajo mis dedos. —Hablando de
enorme...— Me muevo sobre el hueso de su cadera y empiezo a
acercarme a su polla, pero me agarra de la muñeca.
—Me alegro de que sigas aquí esta mañana—. Su voz adquiere
un tono más serio, y me atraen sus ojos en lugar de su
impresionante cuerpo.

~ 138 ~
Nicole Dykes Outcast

—Prometí que estaría. Sé que metí la pata la última vez, pero


no rompo mis promesas.
Asiente con la cabeza, retirando la mano de mi muñeca pero
entrelazando nuestros dedos y colocando juntos nuestras manos
encerradas en mi cadera desnuda. —Me lo creo.
—Bien—. Porque es cierto, aunque me empeño en no hacer
demasiadas promesas. No quiero hacerle daño nunca, y no voy a
mentir.
—¿No estás enloqueciendo?— Odio tener que cuestionarlo,
pero lo hago.
—¿Por qué iba a estar enloqueciendo?— Parece realmente
confundido.
Arqueo una ceja hacia él. —Ya sabes... el sexo gay.
Pone los ojos en blanco y me aprieta la mano. —¿Por qué iba a
asustarme por eso? Nunca me he corrido tanto en toda mi vida.
Le devuelvo la mirada, pero no puedo evitar la sonrisa de bobo
ni el sentimiento de orgullo que me recorre el pecho. —Bueno, soy
muy bueno.
Me suelta la mano y me agarra de la cadera, atrayéndome
hacia él. —Lo eres—. Sus labios se arrastran sobre los míos y trago
saliva ante la intensidad de sus ojos. —Pero no fue sólo el orgasmo.
Fue todo—. Me besa la boca, lenta y sensualmente, aparentemente
sin importarle el aliento matutino, y yo tampoco puedo decir que
me importe. —Fuimos tú y yo, y fue perfecto.
Fue perfecto. Tan malditamente perfecto que creo que tuve
que recordarme a mí mismo que debía respirar un par de veces
durante todo el asunto. Fue intenso y crudo. Apasionado. Y se sintió
tan malditamente bien. ¿Por qué nunca ha sido tan bueno antes?
Tristan.

~ 139 ~
Nicole Dykes Outcast

Esa es la respuesta. Nunca ha sido como él antes, y eso es más


que aterrador.
—He visto a los chico heterosexual enloquecer una o dos veces,
y créeme, no es bonito—. Necesito justificar mis preguntas.
—No soy heterosexual—. Me besa suavemente y se pone de
espaldas, tirando de mí hacia su lado y sin dejarme ir. —Y no me voy
a asustar.
—Tampoco creo que fueran realmente heterosexuales. Al
menos, no lo eran cuando tenían sus pollas en mi boca.
Ese pequeño gruñido sexy que me está gustando retumba en
su pecho, y me río mientras arrastro mi dedo por las crestas de sus
abdominales. —¿Te han hecho daño alguna vez?
Sacudo la cabeza distraídamente, aún arrastrando el dedo por
los surcos y sin mirarle. —No. Sólo me acusaron de engañarlos.
Decirme que me darían una patada en el culo si se lo cuento a
alguien. Como si alguna vez hubiera conocido a alguien a quién
contarle. Fue ridículo.
—¿Engañarlos? Jesús, mierda. La gente es estúpida.
Me río de eso y luego miro su hermoso rostro y la barba oscura
que cruza su mandíbula, arrastrando mi mano sobre la aspereza. —
Lo son. Pero les encantaba decirme que soy tan guapo que al
principio pensaban que era una chica.
No se ríe, su cara se queda en modo de cabreo. —No eres guapo
de forma femenina. Eres bonito como un hombre sexy, divertido y
perfecto.
Me rio por eso. —Bueno, gracias, pero no necesito que me lo
reafirmen. Está bien.
La forma en que me mira, sus ojos tan intensos y seguros
mientras busca en las profundidades de mi alma es desconcertante
y reconfortante al mismo tiempo. —Nunca me había sentido así,
Hayden—. Arrastra su mano por mi mejilla como yo lo hice con él
~ 140 ~
Nicole Dykes Outcast

hace un momento. —Me enrollaba de vez en cuando porque


pensaba que era lo que se esperaba de mí, pero nunca fue así—.
Observo el trabajo de su garganta mientras traga y luego inspira
profundamente y lo suelta. —Cuando me desperté solo después de
aquella primera noche contigo…
Pongo la mano sobre sus labios, sin estar segura de poder
escuchar más.
Pero él sigue hablando. —Nunca había necesitado tanto a
alguien o algo en mi vida. Es tan jodidamente diferente contigo.
Todo se siente más grande y mucho mejor.
Me muerdo el labio inferior, una vez más intentando luchar
contra mis lágrimas. ¿Qué carajo? Realmente no soy un llorón, lo
juro. —¿Por qué?
Sacude la cabeza con una gran sonrisa. —Casi nunca pregunto
por qué. No tiene sentido. Simplemente es verdad.
Arrugo la nariz. —Eres policía. Así que estoy bastante seguro
de que el 'por qué' es una parte importante de tu vida.
Se ríe de eso y me acerca a él mientras apoyo la cabeza en su
hombro. —No. Quiero decir, ¿por qué aparece un animal en el
porche de la señora Henderson? ¿Qué voy a hacer, interrogar a una
zarigüeya?
Me rio ante eso, sin poder evitar que el ligero sonido de la brisa
salga de mis labios. —Bueno, tal vez deberías hacerlo. No me fío de
esa vieja.
El estruendo de su risa debajo de mí es suficiente para hacer
mi semana entera, lo cual no es bueno. ¿Ahora dependo de la risa
de Tristan para ser feliz? No. Bien.
—Bien, bien. A veces me cuestiono el por qué. Pero no contigo.
Eres lo primero que tiene sentido, y no voy a cuestionarlo. Lo único
que temo es que huyas de mí—. La conversación vuelve a ponerse
seria, y mi pecho se aprieta. —Por favor, no huyas de mí.

~ 141 ~
Nicole Dykes Outcast

—¿Y si nunca puedo creer que alguien me ama?


Me levanta la barbilla con los dedos y lo miro a los ojos justo
antes de que me apriete un beso en los labios. —Nunca dejaré de
intentarlo.
Se me corta la respiración. Quiero discutir con él. Quiero
decirle que no valgo la pena. Que soy un montón de trabajo y de
problemas, pero no puedo. Veo la determinación en sus ojos.
Sé que no podré disuadirlo de esto.
No ahora.
Nunca.

~ 142 ~
Nicole Dykes Outcast

Veintidós
Tristan

—Oh, mierda—, jadeo cuando Hayden me agarra las nalgas


con ambas manos y empuja mi polla aún más hacia el fondo de su
garganta, tragando de alguna manera a mi alrededor. ¿Cómo
mierda lo hace?
Aprieto el pelo con la mano y gruño, con mis caderas dando
empujones superficiales, pero parece que no tiene reflejo nauseoso.
O no le importa, porque sus dedos se clavan en mi culo,
atrayéndome hacia él con fuerza.
—Hayden, voy a correrme. No puedo...— No se detiene,
simplemente traga a mi alrededor una y otra vez. El apretón caliente
y húmedo de su garganta a mi alrededor es demasiado, y me corro
en su garganta.
Hemos pasado todas las noches juntos esta última semana
desde nuestra primera cita, y ha estado llena de todas las cosas que
me gustaban de nuestra amistad, excepto el sexo, que es casi
perfecto.
Se levanta, me engancha el cuello con la mano y me arrastra a
un sucio beso que sabe a menta por su pasta de dientes y mi
liberación, haciéndome gemir en su boca mientras siento su dura
polla contra mi muslo.
Empiezo a rodearlo con la mano, como hago normalmente,
pero decido arrodillarme. —Tris, no tienes que hacer esto.
~ 143 ~
Nicole Dykes Outcast

—Quiero hacerlo—. Lo miro, con el agua cayendo sobre mis


pestañas, con el corazón latiendo a un ritmo loco. No porque no
quiera hacerlo, sino porque quiero que sea bueno para él.
Obviamente, nunca he chupado una polla antes. Y estoy
seguro de que ha estado con algunos imbéciles bastante buenos en
su pasado. Mis puños se aprietan en los costados al pensar en eso,
y trato de apartarlo. No me importa su pasado, eso es el pasado,
pero que me demanden si no soy el mejor chupapollas que ha
tenido.
Con determinación y un poco de miedo, tomo su pene como el
acero en la mano y lo acaricio una vez, tratando de ganar valor. —
Sí—, dice mientras su cabeza se apoya en la pared de azulejos de mi
ducha.
Escuchar la lujuria que desprenden sus palabras es suficiente
para estimularme, y saco la lengua para probar el presemen salado
que brilla en la punta de su polla enrojecida. No está nada mal, y me
meto toda la cabeza en la boca, chupando suavemente y provocando
un gemido sincero en sus labios.
—Sí, Tristan. Así de fácil.
Sé que aún no podré tomarlo todo, pero me deslizo lentamente
por su polla, arrastrando mi lengua por cada vena y saboreando
cada jadeo y gemido. Saboreando el escozor cada vez que sus dedos
se tensan en mi pelo.
—Sí. Oh, Dios. Estoy cerca.
Hago lo mismo que él hizo conmigo y agarro su apretado culo
con las manos, tomando más de él y casi con arcadas cuando llega
al fondo de mi garganta. Pero cuando se disculpa, chupo más fuerte
y tomo un poco más en mi boca, mis mejillas se ahuecan.
—Mierda, me voy a correr.
Gimo alrededor de su polla justo cuando chorros calientes de
semen golpean la parte posterior de mi garganta y mi lengua, y me

~ 144 ~
Nicole Dykes Outcast

lo trago hasta que me empuja suavemente hacia atrás y luego me


pone de pie.
—Vaya, cuando decides que vas a hacer algo, te comprometes
de verdad, ¿eh?
Me rio y lo atraigo con un beso antes de lavarnos y
enjuagarnos, justo a tiempo para que el agua caliente se agote.
Cuando nos estamos secando, me llama la atención en el espejo. —
Deberías ir a esa cosa que Rae y Law organizan esta noche en las
cabañas.
Me seco el pelo con una toalla antes de secarme el resto del
cuerpo y me la cuelgo alrededor de la cintura. —¿Qué cosa?
—Es una hoguera. Noche de malvaviscos. Debería ser
divertido.
—Nunca he ido a una.
Me mira fijamente a través del espejo mientras se revuelve el
pelo —¿Qué? ¿Me estás tomando el pelo? ¿Nunca has comido un
malvavisco?
Me rio ante la expresión de asombro de su hermosa cara. —
No. Pero no me gusta el chocolate, así que no es tan extraño.
Ahora su mandíbula casi toca el mostrador, y doy un paso
detrás de él, rodeando su cintura. —No. Eso es una puta locura. ¿No
te gusta el chocolate? Eso es todo, se acabó. Esto nunca funcionará.
Mi corazón empieza a latir más rápido en mi pecho mientras
pienso en sus palabras. Bromeando o no, está empezando a ver esto
como algo real. —Eso es algo que rompe el trato, ¿eh?
Le mordisqueo el cuello, y él se inclina hacia mí, extendiendo
un brazo hacia atrás para rodear mi cuello y mantenerme en su sitio.
—¿Eres alérgico?
Sonrío, negando con la cabeza mientras exploro su delicada
garganta con mis labios. —No. Sólo que no me gusta el sabor.

~ 145 ~
Nicole Dykes Outcast

Se gira en mis brazos, ahora de cara a mí. —¿Me estás


tomando el pelo? ¿A quién no le gusta el chocolate?
Me encojo de hombros, pero me siento más ligero y libre que
nunca en mi vida, y no puedo evitar sonreír. —A mí.
Sus cejas se juntan en señal de fastidio mientras resopla, pero
luego me hace un gesto para que mí calle. —Bien. Entonces puedes
comer galletas y malvaviscos. Pero, por favor, por el amor de Dios,
dime que comerás malvaviscos.
Me río, con mucho entusiasmo y feliz como el infierno
mientras asiento con la cabeza. —Sí. Puedo hacerlo—. Pero un
pensamiento se apodera de mí, robando la sensación de luz por un
momento. —Pero no quieres que nadie sepa lo nuestro...
Se muerde el labio inferior hinchado y observo cómo parece
debatirse con algo. —No... todavía. Yo sólo...
Suspiro y me inclino hacia él, besando brevemente sus labios.
—Bien. Entonces, ¿cómo voy a hacer esto contigo?
—Siempre te arrastro a la mierda social. La gente ya está
acostumbrada—, dice fácilmente mientras entramos en mi
habitación, ambos agarrando nuestra ropa. Él se pone la suya de
anoche, y yo me pongo mi uniforme, ya que tengo que ir a trabajar
pronto.
—Puedes ponerte algo de mi ropa si no quieres ponértela—,
digo, y él parece aceptar mi oferta, buscando una camiseta de mi
armario, pero luego se detiene.
—Esto es como un paseo de la vergüenza, ¿sabes?
Me dirijo a mi vestidor y saco un par de pantalones cortos de
gimnasia con cordón y se los doy. —No hay que avergonzarse.
Tómalos.
Resopla, pero se viste con mi ropa, que engulle su esbelto
cuerpo.

~ 146 ~
Nicole Dykes Outcast

—Entonces, ¿es una cita secreta?— Retomo la conversación


donde la dejamos en el baño, y no estoy seguro de cómo me siento
al respecto. Quiero decir, quiero pasar todo el tiempo que pueda con
él. ¿Pero en secreto? ¿Sin poder tocarlo? ¿O besarlo? Me parece una
tortura.
—No.— Suspira, tomando asiento en mi cama para ponerse los
tenis. —Es una cita de amigos. Dijiste que siempre seríamos amigos,
¿verdad?
Pero yo quiero ser mucho más.
Sin embargo, asiento con la cabeza lentamente, recordándome
a mí mismo que debo ser paciente. Que estamos dando pasos lentos
y firmes en la dirección correcta. Después de todo, es salir de la
cabaña, ¿no? Eso es bueno.
—De acuerdo. Voy a ir.
Se levanta de un salto después de atarse los dos zapatos y me
rodea el cuello con sus brazos justo cuando termino de meterme la
camisa del uniforme y de abrochar los pantalones. —Estás muy sexy
con el uniforme.
—¿Me estás utilizando para esto?
Vuelve a recorrer mi cuerpo con una risa divertida y lo empujo
juguetonamente, y él se ríe, capturando mis labios y dándome un
beso de muerte, dejándome sin aliento y deseando mucho más. No
quiero ir a trabajar. No quiero hacer nada.
Sólo quiero pasar el día envuelto en Hayden.
¿Quién demonios soy yo?
—Sólo un poco más, ¿sí?— Lo dice como una promesa, una que
hace que me duela el corazón, pero también la esperanza.
Asiento con la cabeza y lo beso de nuevo.
Sólo un poco más.

~ 147 ~
Nicole Dykes Outcast

Veintitrés
Hayden

Tal vez esto fue un error.


No puedo dejar de mirar a Tristan mientras habla con su
hermana, Amanda, y Tammy cerca de la hoguera. Es decir, estoy
seguro de que la gente está acostumbrada a que lo mire, pero ahora
que lo he visto desnudo y lo he visto deshacerse... sí, estoy bastante
seguro de que la mirada ha cambiado.
Seguro que todos se dan cuenta.
—Tienes que parar—. Nash atrae mi atención, y arrastro mis
ojos de Tristan y me vuelvo hacia mi amigo.
—¿Qué?
—Parece que estás pensando en momentos muy sensuales con
el policía.
Pongo los ojos en blanco, pero ¿no era eso exactamente lo que
estaba haciendo? —No puedo evitarlo.
—Pero no quieres que nadie lo sepa, ¿verdad?— Nash es el
único que lo sabe -aunque, estoy bastante seguro de que es un hecho
que se lo ha dicho a Adrian porque esas son las reglas cuando estás
con alguien. Pero es el único con el que lo he hablado, y le he dicho
que no quiero que nadie más en la ciudad lo sepa.
Él cree que es una tontería, pero tengo que hacer lo posible
para proteger a Tristan.
~ 148 ~
Nicole Dykes Outcast

Por eso venir a esta gran reunión con un montón de lugareños,


mezclados con los turistas que se hospedan en las cabañas, fue un
error porque no puedo no ser evidente.
—Yo no…
—Entonces deja de mirarlo como si quisieras lamerle todo el
cuerpo.
Eso no me ayuda a no pensar en eso. Mi mente está en
arrastrar mi lengua por cada plano duro del cuerpo de Tristan
cuando Nash chasquea sus dedos delante de mi cara y se ríe
mientras yo, una vez más, tengo que obligarme a dejar de mirar a
mi poli caliente.
—Mierda. ¿Por qué tiene que estar tan estúpidamente
caliente?
—¿Por qué no puedes contarle a todo el mundo lo de ustedes
dos? No lo entiendo, Hayden. Dijiste que le parecía bien. Entonces,
¿por qué ocultarlo?
Tomo asiento en el porche de la cabaña principal, sin estar
preparado para unirme al gran grupo todavía, y Nash toma asiento
a mi lado. —No quiero que todo el mundo piense que he engañado
a su policía favorito en una especie de aventura gay.
De reojo, veo que Nash levanta una ceja, pero no puedo
mirarlo a los ojos. —No has hecho nada. Y no hay nada malo en una
aventura gay -sea lo que sea-, pero no creo que esto sea en absoluto.
Trago bruscamente y respiro hondo, mirando hacia la orilla
del lago, amando la forma en que el sol se pone sobre el agua y los
matices de púrpura, rosa y naranja en el cielo. —¿Y cómo lo sabes?
Sonríe cuando me vuelvo hacia él. —Porque te ha mirado
exactamente igual. Está enamorado de ti. De verdad, enamorado. Y
no porque quiera follar contigo. No porque esté en una especie de
experimento o aventura, sino porque ve al verdadero tú, Hayden.
Porque te quiere.

~ 149 ~
Nicole Dykes Outcast

Intento no atragantarme. No quiero llorar. No soy un llorón,


maldita sea. Pero que me digan toda la vida que no soy querible y
luego que me digan que sí regularmente las personas que más me
importan, es demasiado.
No pueden estar todos equivocados, ¿verdad?
—¿Por qué?
Sólo sonríe y luego me abraza de costado y me revuelve el pelo.
—Pregúntale. Te lo dirá. Pero eres adorable. Eres una de las
personas más adorables que he conocido. Disfruta de ello. Créelo.
—Te estás poniendo muy sensiblero, ahora que estás
enamorado y todo eso.
Se ríe y me empuja juguetonamente, poniéndose de pie, y yo
le sigo. —Sí, el amor hace eso. Pero escucha, sabes que soy muy
protector contigo, ¿verdad?
Pongo los ojos en blanco, pero también sonrío, porque por
mucho que me vuelva loco, siempre me ha tratado como si fuera su
hermano pequeño. —Sí, es molesto.
Se ríe. —Confío en Tristan contigo. No tengo ni idea de por
qué. No puedo explicarlo, pero veo lo protector que es contigo,
también, y sé que es bueno para ti. ¿Me has oído decir eso alguna
vez?
Sacudo la cabeza. —No, normalmente llamas a los chicos que
están a mi alrededor ‘imbéciles’.
—Porque siempre estás rodeado de imbéciles—, dice sin
esfuerzo, y no puedo evitar la carcajada que brota de mí porque es
verdad.
No salgo con nadie. Pero ha habido algunos turistas con los
que he follado, de vez en cuando, que han venido a las cosas del
grupo, y digamos que ninguno de mis amigos era fanático de ellos.

~ 150 ~
Nicole Dykes Outcast

Mis ojos se dirigen de nuevo a Tristan mientras ríe y bromea


con su hermana y Tammy. Rae y Lawson se han unido a su grupo.
Les encanta. Se integra fácilmente en el grupo, a pesar de no ser
muy hablador.
Mis amigos son buena gente: son amables con cualquiera
hasta que les dan una razón para no serlo. Pero para que acepten a
alguien en el grupo y lo quieran, tiene que ser realmente especial.
Y Tristan es así de especial.
—No le gusta el chocolate—, digo mientras caminamos hacia
el grupo.
—Bueno, mierda. No lo sabía. Tienes razón. Déjalo en paz—,
dice Nash con un tono divertido, y yo me rio, empujando su
hombro.
—¿Verdad?
Sacude la cabeza y rodea con sus brazos a Adrian, que acaba
de salir de su casa con más malvaviscos para la hoguera, y yo suspiro
satisfecho, observándolos. La forma en que Adrian se apoya en el
gran cuerpo de Nash mientras le pasa los malvaviscos a Tammy es
natural y fácil.
Mis ojos se desvían hacia Tristan, que me sonríe, y me apetece
físicamente hacer lo mismo con él. Apoyarme en su cuerpo y
respirarlo. Decirles a todos nuestros amigos y a su hermana que
estamos juntos.
Pero no puedo hacerlo. Veo a algunos policías locales aquí, sus
compañeros de trabajo.
Veo al dueño de la taberna y a la dueña de la cafetería del
pueblo, donde todo el mundo va a comer galletas y salsa y a
desayunar los domingos, y puedo oír sus crueles susurros.
Dicen que convertí a su policía favorito en gay.

~ 151 ~
Nicole Dykes Outcast

Que lo engañé de alguna manera, y no puedo. No quiero que


cotilleen sobre Tristan, pero tampoco quiero que hablen de mí.
Es doloroso admitirlo, pero es cierto, no puedo soportarlo. Ya
tuve suficiente de eso mientras crecía.
¿Viste a ese chico Fitzpatrick? Algo está mal con ese chico. Su
padre necesita darle una buena paliza.
Me estremezco, pensando en todas las cosas que escuché
sobre mí, mientras crecía. Como si no hubiera estado allí.
Tristan se merece mucho más que todo eso.

~ 152 ~
Nicole Dykes Outcast

Veinticuatro
Tristan

Algo parece estar mal con Hayden. Algo que no puedo ubicar.
Parecía tan feliz hoy, pero esta noche en la hoguera, se siente mal.
Como si estuviera pensando de nuevo.
No quiero nada más que arrastrarlo a mis brazos y besar la
parte superior de su cabeza. Decirle que deje de pensar tanto, pero
sé que eso no es lo que quiere.
Ahora mismo, quiere que seamos sólo amigos en público.
Pero en realidad podría matarme.
Me lo estoy pasando bien -sorprendentemente bien- estando
rodeado de tanta gente durante tantas horas, pero todo se estropea
cuando veo sus ojos y sé que algo no va bien.
Entonces lo veo tratando de alejar los pensamientos oscuros,
bromeando con Tammy y Adrian. Diciéndoles que él es el mejor
fabricante de malvaviscos y que ellos deberían retirarse.
Todos se ríen y lo observan con una admiración que no creo
que él vea. Y todavía veo esa oscuridad en sus ojos. —Entonces,
¿puedes hacerme uno sin chocolate, Hayden? Ya que eres el mejor—
, intento bromear.
Me sonríe, pero no es su verdadera sonrisa. Conozco su
verdadera sonrisa. Me encanta su verdadera sonrisa. Odio la falsa
que tiene ahora en la cara. —Claro que sí, bicho raro.

~ 153 ~
Nicole Dykes Outcast

Todos los que nos rodean se ríen, excepto Nash y yo. Nash me
llama la atención, con una mirada de preocupación en su rostro, y
me pregunto de qué estaban hablando. Quiero preguntarle a Nash,
a Hayden o a ambos.
Quiero tener todas las conversaciones del mundo sobre
Hayden, con Hayden y con todos los que lo conocen. Quiero toda la
historia, porque estoy tan perdido por este hombre, que sé que está
sufriendo. Que sigue sin abrirse del todo, pero en lugar de eso,
agarro la galleta graham rellena de un pegajoso malvavisco
carbonizado y le doy las gracias a Hayden amablemente antes de
darle un bocado desordenado.
—Está mucho mejor con chocolate—, dice mientras da un
mordisco al suyo.
—No estoy de acuerdo—, digo con una sonrisa y le doy un
suave codazo en el costado. Es el único contacto que hemos tenido
esta noche, y no es suficiente. No es suficiente. Observo cómo Nash
y Adrian se ponen cómodos alrededor del fuego, con el brazo de
Nash sobre los hombros de Adrian mientras ríen y hablan con sus
amigos.
Veo a una Raelynn muy embarazada apoyada en Lawson
mientras se toman de la mano. Y me duele el corazón de celos
porque Hayden no se sienta a mi lado en el círculo. Se sienta entre
Nash y Tammy, mientras yo tomo asiento junto a mi hermana.
Pero sé que tengo que tomarme esto con calma con él. Me ha
pedido tiempo y se lo voy a dar.
Entonces, sin previo aviso, un hombre se acerca por detrás de
Hayden, con una sonrisa de felicidad en la cara. Cubre los ojos de
Hayden con un —Adivina quién.
Estoy en el borde de mi asiento, listo para arrancar sus manos
de Hayden cuando él retira las manos, dándose la vuelta con una
gran sonrisa que me avergüenza un poco decir que odio
absolutamente. —¿Cooper?
~ 154 ~
Nicole Dykes Outcast

El tipo, que es demasiado guapo, está radiante ahora. —Pensé


que te encontraría aquí, guapo.
Hayden se levanta y se gira completamente hacia esta persona
Cooper. ¿Qué clase de nombre es ese? Un puto nombre estúpido. Lo
odio. Lo odio. Odio la forma en que mira a Hayden con deseo en sus
ojos, como si lo conociera. Como si lo conociera como yo lo conozco.
Mierda. Mierda. Mierda.
—Eh, sí—. Hayden se agarra la nuca con la mano, nervioso.
Hace falta todo lo que hay en mí para no levantarme, echármelo al
hombro y llevarlo a mi cabaña como el cavernícola que
aparentemente soy. No soy el dueño de Hayden. Lo sé. Pero odio a
este hijo de puta. —No sabía que estabas en la ciudad.
—Bueno, si alguna vez revisaras tus mensajes, lo harías—. El
tipo da una sonrisa babosa. Okey, quizás no es realmente babosa.
Quizás sólo me lo parece a mí. ¿Pero quién es este tipo?
Hayden me lanza una rápida mirada, pero es breve.
Demasiado breve. Quiero gritar. Aprieto los puños y casi me
deshago de lo que queda de mi malvavisco.
—Eh, sí. Lo siento.
Nash refunfuña algo que no capto del todo, pero juro que
suena como un ‘imbécil’, y Adrian le da un codazo.
El tipo, Cooper, no reconoce a nadie más. No, sus ojos sólo
miran a Hayden. —¿Quieres salir de aquí? ¿Ponernos al día?
—Ummm—. Hayden suena conflictivo, como si lo estuviera
considerando. ¿Cómo puede considerarlo cuando mi polla estaba
en su boca sólo esta mañana? Cuando tuve su gloriosa polla en mi
boca esta mañana. Probé su semen y escuché sus gritos de placer.
Todo mi cuerpo está rígido, y cuando oigo a Hayden decir: —
Claro—, estoy bastante seguro de que podría perderme en un
apagón de rabia. Los veo alejarse del grupo y me quedo sentado,
aturdido y enfadado.
~ 155 ~
Nicole Dykes Outcast

Amanda se inclina hacia mí. —Oye, no pasa nada. Hayden


nunca te haría daño a propósito. Creo que no sabía qué hacer.
Ella mantiene la voz baja, pero yo estoy cabreado, y mi voz es
un poco demasiado alta cuando respondo: —Él tenía que saber que
irse con ese tipo no era la mejor opción. ¿Qué demonios fue eso?
Ella sacude la cabeza con impotencia porque estoy seguro de
que no tiene ni idea, pero es Nash quien se levanta y hace un gesto
con la cabeza en mi dirección. —Vamos a dar un paseo.
No quiero dar un paseo con Nash. Quiero ponerme en plan
cavernícola con Hayden, pero respiro hondo y me pongo en pie,
siguiéndolo después de tirar el resto de mi malvavisco a la basura.
—¿Quién es ese tipo?— Apenas puedo contener las vibraciones
de mi voz.
—Un puto turista.
—Sí, eso he pillado—, digo y luego me doy cuenta de que
probablemente tenía razón en lo que creía haber oído decir a Nash.
—¿Pero quién es él para Hayden?
Se encoge de hombros mientras nos alejamos del grupo y no
en la misma dirección que Hayden y ese cabeza de imbécil.
—Nash. ¿Quién es él?
—Es sólo un tipo. Un tipo que viene aquí en verano y se enrolla
con Hayden.
Mi visión se vuelve roja ahora mientras me detengo. —¿Y
Hayden se fue con él? ¿Qué carajo?
Nash deja de caminar y me doy cuenta de que ya no me muevo.
Mi cuerpo quiere instintivamente volar en la dirección opuesta para
encontrar a Hayden, pero me quedo en el sitio, en guerra conmigo
mismo. —Hayden no se va a enrollar con él.
—¿Y cómo lo sabes?— Intento mantener mi voz uniforme.
Debería ser fácil para mí. Soy el tipo tranquilo y sensato. Soy un
~ 156 ~
Nicole Dykes Outcast

policía bien entrenado. Pero estoy cabreado. Más furioso que nunca
en mi vida.
Sus ojos se estrechan en mi dirección. A Nash se le da bien lo
de la calma porque no le tiembla la voz. —Porque está enamorado
de ti.
Me burlo en voz alta, como un niño enfadado y no como un
hombre adulto. —Sí, seguro que se sintió así cuando se fue con otro
hombre. Uno con el que ya ha follado antes. Cuando no me reconoce
en absoluto porque no quiere que nadie sepa lo nuestro—. Me tiro
del pelo, con la frustración a flor de piel. —Maldita sea, eso no es
amor.
—Lo sé—, dice con una voz tranquilizadora que sólo sirve para
enfurecerme más. —Hayden...— Suspira. —No conoce el amor. Está
en un territorio desconocido, Tristan. Y sé que tú lo sabes.
Trago bruscamente, con la garganta apretada por los celos y la
ira, pero sé que Nash tiene razón. Sé que toda su vida ha sido una
locura. La gente que se suponía que lo amaba le decía que no era lo
suficientemente bueno, que no era amado. Pero, ¿cuándo empezará
a creerme que fueron ellos los que se equivocaron?
—Estamos juntos—. Lo digo, pero se me aprieta el estómago
porque ¿realmente lo estamos?
—Lo sé—, dice con mucha más seguridad de la que yo puedo.
—Él te quiere. Sólo que no puede creer que lo quieras también.
—Pero lo hago. Se lo digo todo el tiempo.
—Lo sé—. Odio esa frase ahora mismo. —Todo lo que puedes
hacer es seguir diciéndole eso. Una y otra vez. Y mostrarle, una y
otra vez. El amor con Hayden tendrá que ser constante. Y lo va a
joder porque la vida lo jodió a lo grande. Porque a una edad muy
temprana, tuvo que elegir entre un hogar, donde le decían lo inútil
que era todo el tiempo, y las calles, donde era otro don nadie.
—Pero no es un don nadie.

~ 157 ~
Nicole Dykes Outcast

—Eso lo sé—. Pone una mano sobre su corazón y luego me


señala a mí. —Ya lo sabes—. Señala en dirección a donde se fue
Hayden, con los ojos puestos en mí. —Pero él no lo sabe. Le
inculcaron esa mierda cuando era joven, y desgraciadamente, no
desaparece con que la gente te diga que lo eres todo. Debería,
realmente debería funcionar así, pero tú y yo sabemos que no es así.
—Entonces, ¿qué hago?— Odio lo impotente que sueno. Yo soy
el que está acostumbrado a ayudar a los demás.
—Lo quieres. Lo quieres a pesar de todo. Y le dirás que lo es
todo—. Vuelve a asentir en dirección a Hayden. —Hasta que él lo
crea.
—¿Cómo puedo hacer eso cuando se empeña en huir de mí?
—Eso no lo sé. Depende de ti, pero por favor, no te rindas con
él. Vi un cambio en él incluso antes de que ustedes dos se juntaran.
El solo hecho de estar cerca de ti acalla el odio que hay en su
interior. Quiere creer que es lo suficientemente bueno, Tristan.
—¿Y ese tipo?— Pregunto con mucha más amargura de la que
pretendo, pero que le den a ese tipo.
—Ese tipo no es nada. Hayden estaba -estoy seguro- muy
conflictivo sobre qué hacer y lo pilló desprevenido, pero no va a
pasar nada.
Parece seguro, pero yo no lo estoy. Si Hayden quiere vender
que sólo somos amigos, que se enrolle con ese tipo lo haría. Pero
siento que voy a vomitar. —No entiendo por qué no me deja
decírselo a todo el mundo. No me importa que nadie lo sepa. Quiero
que todo el mundo lo sepa.
Nash asiente solemnemente. —Le he dicho que esto es una
estupidez, pero le preocupa tu reputación.
—A la mierda mi reputación.

~ 158 ~
Nicole Dykes Outcast

Una lenta sonrisa se desliza por su rostro. —Sí, lo sé. Estoy


trabajando para hacerle ver que eso te importa una mierda, pero es
un tipo duro. Ha pasado por mucho, Tristan. Demasiado.
Mi mandíbula hace un tic, y todo mi cuerpo está tenso. —Me
voy a mi cabaña. Tengo que ver cómo está mi perra. Si vuelve, ¿le
dirás dónde he ido?
Asiente con la cabeza. —Sí. Se lo diré.
Se me hace un nudo en la garganta mientras le doy las gracias
y me alejo.
Porque, ¿y si no quiere venir a verme?
¿Y si vuelve a huir?
No creo que mi corazón pueda soportarlo.

~ 159 ~
Nicole Dykes Outcast

Veinticinco
Hayden

¿Qué demonios estoy haciendo con Cooper? No quiero estar


con Cooper. Quiero estar con Tristan, no escuchando a este puto
inútil hablar de su carrera en el mercado de valores o alguna mierda
y de lo importante que es.
Sigo mirando hacia el fuego, pero está demasiado lejos. ¿Está
Tristan enfadado? ¿Acaso le importa? Diablos, probablemente esté
aliviado de que alguien haya venido a quitarme de encima.
Dios sabe que soy mucho.
Demasiado.
Eso es lo que siempre han dicho de mí, ¿verdad? Que soy
demasiado. Demasiado ruidoso. Demasiado gay. Demasiado guapo
para ser un chico.
¡Carajo!
—¿Hayden?
Oh, diablos, ¿qué quiere? —¿Si?
—Te he preguntado si quieres volver a mi cabaña. He echado
de menos este cuerpecito apretado—. Arrastra su dedo por mi
pecho, y me siento físicamente mal.

~ 160 ~
Nicole Dykes Outcast

Cooper no me quiere. No le importo. Me sorprende que


incluso recuerde mi nombre. No pregunta nada sobre mí. Porque
sólo quiere picar y salir, y yo se lo he permitido. Demasiadas veces.
Porque pensé que no merecía nada mejor que eso.
Porque al menos, era abiertamente gay y no tenía problema en
decirme que quería follar conmigo. Pero ya no me conformo con lo
mínimo.
No quiero que me toque. Quiero estar acurrucado en la cabaña
de Tristan con Roxy a mi lado en el sofá, viendo películas de terror.
—No.
—¿No?— Su ceja perfectamente cuidada se levanta. —¿Cómo
qué no? Esto es lo que hacemos. Cada vez que estoy en la ciudad.
¿Ahora te haces el difícil?
Me sostiene del brazo, pero se lo quito de un tirón. —No. No
me hago el difícil. Simplemente no quiero que me tengas. Ni a
nadie, excepto a una persona. Una persona especial. La única
persona. Y estoy perdiendo el tiempo aquí contigo cuando podría
estar con él.
Estoy divagando. Lo hago, pero se siente bien decir las
palabras. —¿Estás saliendo con alguien?
Asiento con la cabeza y mantengo mi voz fuerte y firme. —Sí,
lo hago. Tengo novio.
Cooper se burla bruscamente y luego tiene la audacia de reírse
de mí. —¿Tú? ¿Tienes novio? ¿El Sr. No puedo pasar la noche? ¿El
Sr. Fóllame y Lárgate? ¿Tú?
Su tono condescendiente me irrita y le digo con desprecio: —
Sí. Yo. Tengo un novio. Un novio caliente y sexy, que sabe que es de
buena educación asegurarse de que su pareja también se venga. Que
no besa como un puto golden retriever. Y que pregunta sobre mi día
y mi trabajo. Que no siga hablando de sí mismo a cada rato. Es
perfecto.

~ 161 ~
Nicole Dykes Outcast

Se burla de nuevo, poniendo los ojos en blanco como si


estuviera aburrido. —Claro. Un tipo así no te querrá por mucho
tiempo, Hayden. Sinceramente, ¿qué tienes que ofrecerle? Estás a
un paso de ser una maldita consejera de campamento.
Mierda. No dejes que vea que te duele. No lo hagas. —Vete a
la mierda, Cooper. Pierde mi número—. Me alejo de él con piernas
temblorosas, sabiendo que tiene razón. No tengo nada que ofrecer
a Tristan.
Sé que soy más trabajo de lo que valgo. ¿Por qué me fui con
Cooper cuando Tristan estaba sentado allí mismo, a sólo un par de
metros de mí? ¿Por qué no le dije a Cooper que se fuera a la mierda?
¿Por qué meto la pata constantemente?
Por fin llego a la hoguera, y mi corazón casi se parte en dos al
no ver a Tristan. ¿Por qué se iba a quedar? Un tipo como él no va a
esperar eternamente a que me recomponga.
Tengo suerte de que se haya quedado tanto tiempo como lo
hizo.
Antes de que pueda sentarme o, ya sabes, correr lejos, Nash
me agarra del brazo y me lleva con él a un lado. —¿Estás bien?
No.
Estoy muy lejos de estar bien.
Oigo todas las voces en mi cabeza. Mi padre. Nuestra pequeña
ciudad de mierda. Cooper. Todas ellas diciéndome que no estoy
bien.
—¿Dónde está?
—Ha vuelto a su casa para ver cómo está su perra.
Asiento lentamente, sabiendo que en realidad no se fue sólo a
ver a Roxy. —¿Me odia?— Miro a Nash con angustia, y él me ofrece
una sonrisa triste.

~ 162 ~
Nicole Dykes Outcast

—No. Le duele que te hayas ido con ese imbécil y no le hayas


dejado gritar al mundo que estás con él. Pero creo que lo entiende.
Sacudo la cabeza salvajemente ahora. —Es imposible que lo
entienda. ¿Qué carajo me pasa, Nash?— Levanto una mano. —No
respondas a eso. Es una conversación demasiado larga.
No se ríe. Se limita a tirar de mí en un abrazo que casi hace
que me derrumbe sobre mí misma. —No hagas eso. Ve a hablar con
tu hombre.
Sacudo la cabeza, todavía envuelto en su abrazo. —No es mío.
Soy demasiado cobarde para que sea mío.
—Entonces deja de ser cobarde—. Se agarra a mis hombros y
separa mi cuerpo del suyo. —Él te quiere.
—No debería.
—Lo hace—, dice con firmeza.
—Lo arruinaré, Nash. Lo sabes. Lo arruinaré como arruino
todo.
Mueve la cabeza hacia mí, una mirada de tristeza y lástima
llenando su mirada mientras mira alrededor del campamento. —No
has arruinado nada. Nos ayudaste a construir este lugar. Ayudaste
a Rae y a Law a salir de las calles. Nos ayudaste a Adrian y a mí a
sacar la cabeza del culo y a estar juntos por fin. Le diste a Tammy
un sentido de autoestima que nunca tuvo. Tú curas a otros, Hayden.
Nunca los rompes. Ahora, tienes que confiar en otra persona para
que te ayude a curar tu dolor.
Las lágrimas se agolpan en mis ojos ahora porque sé que está
hablando de Tristan. —Es fuerte, pero no sé si es tan fuerte.
—Dale la oportunidad de intentarlo. Él lo quiere. Dios, lo
quiere. Y tú. Deja que lo intente, Hayden, porque creo que es el
único que puede. Eres uno de mis mejores amigos en el mundo, y
quiero que lo haga. Quiero que entienda lo bueno que es de verdad.

~ 163 ~
Nicole Dykes Outcast

Me limpio las lágrimas. —Maldito seas, Nash.


Se ríe, pero hasta yo me doy cuenta de que está ligeramente
ahogado por esta discusión, y eso no es propio de él. —Por favor, ve
con él. Hazle saber que Cooper...— dice su nombre con tanto asco
que casi me rio, —no significa nada para ti.
—No significa nada.
—Ya lo sé. Ahora ve a decírselo a tu hombre.
Me suelta y me da unas palmaditas en la espalda antes de que
me ponga en marcha hacia la cabaña de Tristan, intentando como
un demonio ganar fuerzas para enfrentarme a él.
Cuando llego a la parte del camino donde tengo que elegir
entre ir a su casa o a la mía, me detengo. Me quedo parado un rato
porque no sé si podré hacerlo: dejar entrar de verdad a otro ser
humano.
Es aterrador.
Casi me paraliza.
¿Y si me odia?
¿Y si no lo hace?
¿Y si es tan testarudo que quiere seguir intentando arreglarme
cuando estoy totalmente roto y eso nunca sucederá? ¿Cuánto
tiempo puede realmente querer perder conmigo?
Las preguntas siguen dando vueltas en mi cabeza, y no tengo
ni puta idea de lo que voy a hacer.

~ 164 ~
Nicole Dykes Outcast

Veintiséis
Hayden

Permanezco allí durante demasiado tiempo, pero al final,


decido enfrentarme a Tristan. Estoy cansado de huir de él. Odio que
mi primer instinto sea huir, pero es así. Siempre lo ha sido. Y hasta
ahora, correr ha sido mi mejor amigo.
No me arrepiento de mi pasado.
Pero sí me arrepiento de haber huido de Tristan cada vez que
lo he hecho. E incluso esta noche, huir con Cooper fue huir en cierto
modo. Incluso yo lo sé.
Llamo a la puerta de Tristan, por fin me armo de valor y
espero. Y espero. La luz del porche no se enciende y no oigo a Roxy
ladrar.
Es extraño.
Camino por detrás de la cabaña y, como una enredadera, me
asomo por la valla, sin ver tampoco allí a Roxy. Ya es una buena
perrita guardiana: ladra si oye un grillo en el exterior, así que sé que
no está dentro.
Me guío por el puro instinto y camino a lo largo del lago,
sospechando que está por aquí. Y cuando oigo el chapoteo y el
ladrido alegre de Roxy, sonrío. Se sienten como en casa, incluso
cuando no saben que estoy aquí.
Incluso cuando no puedo verlos, Tristan y Roxy son mi hogar.

~ 165 ~
Nicole Dykes Outcast

Y eso es jodidamente aterrador. No he llamado a un lugar un


hogar en mucho tiempo, y mucho menos a una persona y su perro.
Pero aquí estamos, carajo.
No pierdo el tiempo, me quito la camiseta y los pantalones
cortos, los dejo en el muelle y me uno rápidamente a ellos en el agua
caliente del lago antes de que pueda convencerme de que no quiero
correr más.
Tristan parece sorprendido, su cara apenas es visible a la luz
de la luna, pero puedo ver su sorpresa. Roxy está feliz mientras nada
en el agua, ladrando un saludo y subiendo al muelle.
Tendremos un encuentro apropiado en un rato.
—Hola—. Digo en voz baja, pisando el agua delante de Tristan.
—Hola—. Su voz es tranquila. Me odio por hacerle eso.
—No ha pasado nada con Cooper. Te lo prometo. No quería
que pasara nada con él. Nunca quiero que pase nada con él—.
Continúo porque él no dice nada. —Quiero decir, en serio, Tristan.
Ahora que sé cómo besas, no hay manera de que lo deje besarme. O
cualquier otra cosa. Quiero decir que su polla está bien, pero no es...
—Para. Por favor, para—, dice, y yo me doy una patada mental.
—Divago cuando estoy nervioso.
Veo un atisbo de sonrisa mientras se acerca a mí, pisando
fuerte. —Lo sé. Y eso me gusta.
—Pero querías que parara—, digo con un poco de dolor en mi
voz, aunque sé por qué me pidió que parara.
—Porque la idea de que alguien más te toque me vuelve
homicida. Y soy un puto policía, así que no debería admitirlo.
No puedo evitar la satisfacción que siento por eso, pero lo
hago.
—No te regodees.
~ 166 ~
Nicole Dykes Outcast

Maldita sea, siempre llamándome la atención. —Lo siento. Me


entró el pánico. No sabía qué hacer. Si tú y yo no estuviéramos
juntos, probablemente me habría ido con él. Soy una puta. Es lo que
hago. La gente está acostumbrada.
—Para—, detiene mi divagación de nuevo. —No eres una puta.
O una puta o cualquier otro nombre despectivo que esos imbéciles
te hayan llamado. No eres ninguna de esas cosas. Eres hermoso, por
dentro y por fuera. Lo eres todo, Hayden. Y estoy haciendo todo lo
posible para comprendas ese punto.
—Pero como que me odias, ¿verdad? Quiero decir que ya
tienes que estar harto de esto. Y esto es sólo el principio.
—Nunca podré hartarme de ti. Nunca. Te quiero, Hayden.
Maldito sea. Sé que no está mintiendo, el obstinado bastardo.
—Yo también te quiero.
Él sonríe, acercándose. —Me tienes a mí.
—No te merezco—. Es mi peor temor.
—Eso es una mierda. Lo entiendo. Entiendo por qué te sientes
así, y sé que no es sólo por buscar atención o pescar cumplidos. Sé
que, en el fondo, realmente crees que no mereces ser feliz.
No puedo hacer esto. Todo en mi interior me grita que debería
huir, o nadar muy rápido, pero no lo hago. Me quedo, simplemente
pisando el agua.
—Siempre me dijeron que arruinaría cualquier cosa que
tocara.
—¿Tus padres?— Asiente con la cabeza en respuesta a la
pregunta. —Son unos imbéciles que no te merecían.
—Eres muy bueno, Tristan.
Su mano húmeda roza mi mejilla y se inclina, sus labios rozan
los míos. —Tú también lo eres. Y haré cualquier cosa para que lo
veas.
~ 167 ~
Nicole Dykes Outcast

—Nash dijo que lo harías.


—Lo haré. Pero no me dejes. Puedo ser paciente, pero no creo
que pueda ver a nadie más tocarte.
Sonrío, mi frente se apoya en la suya. —Porque el homicidio
está mal.
Se ríe y luego me agarra la nuca, ambos nos mantenemos a
flote mientras nuestros labios chocan brevemente.
—¿Podemos volver a tu casa ahora? Tus besos son calientes,
pero no estoy seguro de que merezca la pena ahogarse por ellos.
Es una mentira total. Me ahogaría por él en un instante, pero
lo conozco. Me salvaría antes de que eso ocurriera.
Asiente con la cabeza, rozando de nuevo sus labios sobre los
míos, y entonces nadamos hasta el muelle, y me da una toalla extra
antes de secarse con la suya.
—¿Has traído una toalla para mí?
Se pasa la toalla por el pelo mojado. —Sabía que volverías a
mí.
—Siento haberme ido con él. Nunca iba a hacer nada. Necesito
que lo sepas.
Parece pensarlo mientras se seca esos perfectos abdominales
y me distrae de cualquier cosa que pueda salir de su boca. Por
suerte, me limpio la baba de la barbilla y me centro, justo a tiempo.
—Lo sé. En el fondo, creo que lo sabía, pero al parecer, me
conviertes en un cavernícola.
Estoy radiante ante eso, demasiado feliz. —Mierda, sí. Puedes
ser un cavernícola cuando quieras conmigo.
Se ríe, se envuelve la toalla alrededor de la cintura y silba a
Roxy antes de que nos dirijamos a su cabaña. Después de dar de
comer a Roxy y dejarla con su juguete favorito, me agarra de la
mano y me lleva a su dormitorio, cerrando la puerta tras él, y luego
~ 168 ~
Nicole Dykes Outcast

aprieta mi cuerpo contra la pared, sus labios atacando los míos. —


Sé que deseas esperar antes de poder decírselo a todo el mundo,
pero quería gritarlo esta noche. Quiero que seas mío. Quiero decirle
a todo el mundo que eres jodidamente mío.
Eso no debería ser caliente. Soy independiente, maldita sea.
No soy posesión de nadie, pero él no lo dice de manera que me haga
sentir que soy menos que él. No, cuando dice esas palabras, me dice
que soy mucho más a sus ojos.
—Soy tuyo—, jadeo cuando su boca se dirige a mi cuello,
chupando con fuerza y reclamándome. Es tan sexy que no puedo
pensar, pero sé que lo digo en serio. —Soy tuyo, Tristan.
Siento que sonríe contra mi piel mientras baja por mi pecho,
se arrodilla y me quita la toalla antes de bajarme los pantalones,
dejándome totalmente desnudo.
—El agua en la que acabamos de estar estaba asquerosa.
—Ya he tenido mi boca en tu piel. No me importa ensuciarme,
Hayden.
Jesús, mierda. Creo que podría derretir mi cerebro. —Ungh,
no.— Le agarro la mano y tiro de él hacia arriba. —Dúchate.
Tenemos que ducharnos.
Se ríe, pero no discute. En absoluto. Se limita a aceptar mi
locura y me acompaña a su ducha, enjabonándonos a los dos y
dejándonos bien limpios antes de volver a su cama para ensuciarnos
de verdad.
Se toma su tiempo conmigo cuando me he secado y estoy
desnudo en su cama. Mis dedos se enredan en su pelo mientras me
lame cada centímetro de piel, y luego se lleva mi polla a la boca y me
acerca cada vez más al límite antes de tirar de mí y hacerme
maldecir.
Soy un desastre sudoroso y suplicante. —Mierda, ¿es este mi
castigo por hablar con Cooper? Porque lo siento, mierda—. Muevo

~ 169 ~
Nicole Dykes Outcast

la mano sobre mi estómago hacia mi dolorida polla, a punto de


envolver mi mano alrededor del eje, pero él agarra mi mano junto
con la otra y las inmoviliza por encima de mi cabeza con una de sus
enormes manos.
—No me hagas sacar las esposas.
No. Eso no está bien. No quiero estar esposado nunca más,
pero mi estúpida polla traicionera se sacude entre nosotros para
demostrar que soy un mentiroso. Tristan puede hacer lo que quiera
conmigo. —Me portaré bien—, prometo sin aliento.
—Mantenlas aquí arriba—, gruñe antes de soltarme, y me
agarro al cabecero de madera para obedecer mientras mi corazón
late desbocado en mi pecho.
Vuelve a su tortura, pero esta vez su lengua explora mis
pelotas y luego mi agujero, dando vueltas lentamente mientras me
acaricia la polla con la otra mano, mis caderas se agitan
salvajemente, buscando el alivio justo fuera de mi alcance.
—Por favor. Por favor, fóllame ya. Lo necesito. Te necesito.
No dice nada, sólo procede a deslizar su lengua dentro de mí,
haciéndome balbucear aún más. Soy un desastre suplicante, pero
no muevo las manos. Las mantengo firmemente por encima de mi
cabeza, y finalmente, por fin, agarra el lubricante y un condón,
haciéndome sollozar de alivio.
Hasta que se toma su tiempo para abrirme. Un dedo y luego
dos. —Mierda, Tris. Ahora. Te necesito ahora. Estoy jodidamente
preparado.
Pero nada. Sólo continúa su asalto con su boca en mi polla y
sus dedos en mi culo golpeando mi próstata con cada golpe, y estoy
demasiado cerca. Esto es genial, pero lo necesito dentro de mí.
Necesito sentirlo, necesito saber que esto es real y que no me va a
dejar.
No sé cómo lo hará, pero es lo que necesito ahora.

~ 170 ~
Nicole Dykes Outcast

—Tristan, por favor. Te necesito. Mucho—, gimoteo. Echo la


cabeza hacia atrás y jadeo, hambriento y desesperado por él. —Por
favor—. Nunca he dicho tanto por favor en toda mi vida, pero
cuando se trata de Tristan, maldita sea, recuerdo mis modales.
Sus dedos abandonan mi culo, arrancándome un gemido de
rabia, y su boca deja mi polla antes de subir lentamente por mi
cuerpo, y me doy cuenta de que su polla ya está enfundada en el
condón.
—Multitarea, ya veo.
—Soy muy bueno en la multitarea.
—Te creo—. Asiento con la cabeza, sintiendo que el balbuceo
se acerca. —Me creo cualquier cosa que me digas. Incluso te creo si
dices que el mundo es plano. Es jodidamente plano, jódeme de una
vez.
Se ríe y sacude la cabeza, sus labios presionan suavemente
contra los míos. —No creo que el mundo sea plano, que conste.
Asiento con la cabeza. —Bien. Me da igual. Puedes estar
totalmente loco, sin embargo, y no me importaría mientras me
metas la polla... ahora.
Se ríe de nuevo, pero su polla está finalmente alineada con mi
agujero, y no me importa lo ridículo que suene. Cuando por fin está
dentro de mí, completamente profundo, nos quedamos congelados,
los dos tumbados, jadeando.
Mi mente libra una guerra interna entre lo bien que se siente
con él dentro de mí y la necesidad de correr. Porque da mucho
miedo dejar entrar a alguien. Y no sólo en mi cuerpo -eso es fácil-
sino en mi corazón. Ese maldito ha sido destrozado tantas veces.
Pero aquí estoy, dejándolo entrar porque lo deseo tanto que
apenas puedo soportarlo.
Quiero decirle lo poco que puedo soportar. Lo mucho que lo
deseo. Lo mucho que...
~ 171 ~
Nicole Dykes Outcast

No, no puedo decir eso. Todavía no.


Pero no tengo que hacerlo, porque se está moviendo dentro de
mí, empujando una y otra vez, golpeando mi próstata y haciéndome
gritar. —Sí. Sí, Tristan. Sí—. Me muevo con él, agarrando sus duros
músculos y dejándome llevar.
Mi polla entra en erupción entre nosotros sin previo aviso,
disparando semen por todas partes, y mi culo se aprieta alrededor
de él, estrangulando su gran polla antes de que él también se suelte.
Se descarga en el condón y emite el más sexy de los gemidos
mientras me muerde el cuello, y yo me aferro a él con todas mis
fuerzas.
Porque no lo dejaré ir.
Me niego.
Me voy a permitir tener esto durante todo el tiempo que
pueda.

~ 172 ~
Nicole Dykes Outcast

Veintisiete
Tristan

Hayden babea mientras duerme. Y ronca un poco. Y me


encanta. Le sonrío, tumbado sobre mi pecho, babeando y roncando
y tan feliz.
Es precioso.
Y es mío. Me lo dijo anoche, y me sentí como si estuviera en la
cima del mundo. Cuando terminamos y nos aseamos, abrimos la
puerta para que Roxy pudiera entrar si lo deseaba. Parece que
definitivamente lo hizo, evidenciado por sus ladridos desde su cama
al final de la mía.
Pero no está encantada con mi falta de voluntad para
moverme de mi cómodo lugar, acurrucado junto a Hayden. Salta a
la cama y ladra más fuerte cuando intento hacerla callar.
—Rox, vuelve a la cama.
—Oye, no le hables así a mi chica—. Hayden ya está despierto,
pero sus ojos aún no están abiertos.
Le paso la mano por el pelo manchado de sueño y sexo. —Lo
siento, no es partidaria de dormir más allá de la salida del sol.
Salta sobre mis piernas y luego se abre paso entre nosotros,
escarbando entre nuestros cuerpos desnudos, pero se queda por
encima de las sábanas, acariciando el cuello de Hayden. Él sólo

~ 173 ~
Nicole Dykes Outcast

sonríe, rascándole las orejas. —Está bien. Nunca he sido un gran


dormidor, de todos modos.
—Estabas durmiendo bastante bien antes de que la amenaza
empezara a ladrar.
Hayden y Roxy me lanzan una mirada simultánea. Hayden
sacude la cabeza y besa su nariz húmeda. —No es una amenaza. Sólo
es una mujer fuerte que sabe lo que quiere.
Me rio de eso, pero maldita sea, si mi corazón no se hincha aún
más. Quiere a mi perro. Y ha dicho que es mío. ¿Qué más puedo
pedir?
Quiero decir... de acuerdo, quizás un verdadero ‘te amo’
también estaría bien, pero estoy seguro de que lo conseguiremos.
Cuando él esté listo. Sólo espero que me deje amarlo. Eso es lo que
realmente necesito.
—Tengo que ir a trabajar—. Miro por la ventana de la
habitación, viendo el sol salir sobre el lago y sonrío porque me
encanta esa vista. Es una de las mayores ventajas de vivir junto al
lago.
Y tener a Hayden en mi cama, abrazando a mi perro, mientras
miro la vista. Sí... no hay nada mejor que esto.
Acerco mis labios a los de Hayden por encima de la cabeza de
Roxy. —¿Vendrás esta noche?
—Sí—. Su respuesta es tan fácil que casi me olvido de respirar.
Algo cambió anoche. Ahora nos sentimos más permanentes que
nunca.
—Bien.
Mira a Roxy y luego a mí. —¿Quieres que la lleve a dar un
paseo? Tengo algo de tiempo antes del trabajo y no me importa salir
con mi chica.

~ 174 ~
Nicole Dykes Outcast

—Sí, eso sería genial. Puedes quedarte aquí todo el tiempo que
quieras—. O para siempre. Pero no creo que pedirle que se mude
conmigo sea la mejor idea en este momento.
—Bien, cerraré cuando me vaya y pondré a la amenaza más
bonita del mundo en el patio trasero antes de irme.
Me río y salgo de la cama de mala gana. Me visto, sin ganas de
irme del todo, pero luego le doy un beso de despedida antes de
dirigirme al resort para tomar un desayuno rápido sobre la marcha.
Sé que ya estoy sonriendo a lo grande, pero cuando mi
hermana me ve, creo que puede haber sido aún más grande de lo
que pensaba. Parece que no puedo evitarlo. Me da un termo de café
caliente y un burrito para desayunar, pero no me deja ir.
—¿Qué demonios tienes en la cara?
Pongo los ojos en blanco ante su broma. —No tengo ni idea de
lo que quieres decir.
Se acerca, me pasa la mano por la boca y frunce el ceño. —No.
Eso no lo ha borrado.
Le quito la mano cuando lo intenta de nuevo, pero maldita sea,
no puedo dejar de sonreír. —Basta ya.
—Entonces, ¿vas a decirme de qué va todo esto?
—Soy feliz, Amanda. Eso es algo bueno, ¿verdad?
Ella asiente exageradamente con la cabeza, pero sigue
pareciendo sorprendida. —¿Por Hayden? No parecías tan feliz
cuando te fuiste de la hoguera anoche.
No quiero pensar en Cooper ni en la sensación de miedo de
haber perdido a Hayden de la noche anterior, y vuelvo a fruncir el
ceño. —Lo solucionamos.
Ahora está radiante, prácticamente rebotando sobre sus pies.
—Qué bien. Porque aunque esto...— hace un gesto con la mano
hacia la sonrisa de mi cara, —es raro, me gusta mucho.
~ 175 ~
Nicole Dykes Outcast

—Sí. A mí también.
—¿Ya te va a dejar decírselo a alguien? Aunque todo el pueblo
lo sabe.
Eso es preocupante, y mis ojos se estrechan en su dirección. —
¿Cómo que todo el pueblo lo sabe? Sólo te lo he dicho a ti.
Me hace un gesto para que me callé y agarra una jarra de café
mientras el restaurante empieza a llenarse. —Sí, bueno, Nash lo
sabe, lo que significa que Adrian lo sabe. Estoy seguro de que
Tammy lo sabe, aunque no hayamos hablado de ello. Tiene una
sonrisa de complicidad. Lo que significa que Rae probablemente
también lo sabe. Y por lo tanto, Lawson lo sabe.
No estoy seguro de si su teoría es correcta o no, y
honestamente, no me importaría si todo el maldito mundo supiera
que Hayden es mío y yo estoy seguro de soy suyo, pero no creo que
Hayden esté allí todavía. —Sólo hazme un favor y no se lo digas a
nadie más, ¿de acuerdo? Y eso no es todo el pueblo. Esos son amigos
cercanos.
Pone los ojos en blanco y puedo sentir que se acerca su
comentario, pero parece contenerse un poco. —No puede
esconderte para siempre.
—No es a mí a quien trata de ocultar.
Parece triste por eso, pero eso no es lo que quiero. Quiero
sentir la euforia que sentía antes de entrar aquí. Maldita sea, voy a
tener que empezar a preparar mi propio maldito desayuno.
Me pone una mano en el brazo y toma aire, sus ojos son
amables. —Cuando esté listo, estoy deseando contárselo a todo el
mundo.
Me rio. —Tú y yo, los dos.
Me da un rápido abrazo lateral y me voy al trabajo con el
mismo brío.

~ 176 ~
Nicole Dykes Outcast

Porque Hayden es mío, aunque el resto del mundo aún no lo


sepa.
Él. Lo sabe.
Y eso es suficiente para mí.

~ 177 ~
Nicole Dykes Outcast

Veintiocho
Hayden

Realmente me gusta este hombre.


Quiero decir, ¿cómo podría no hacerlo? Cuando nos
presentamos en su casa esta noche casi a la misma hora, tenía una
bolsa de mi restaurante favorito en la mano. Listo para alimentarme
con tacos y ver películas de terror.
Esta noche, hemos probado una de las nuevas películas de
Halloween, que no es tan buena, pero realmente no importa porque
tengo la lengua de Tristan en mi garganta y mis dedos en su pelo.
Su cuerpo duro está encima del mío.
Y, por una vez, no podría importarme menos las películas de
terror o cualquier otra cosa.
Pero me pregunto cuánto tiempo va a aguantar conmigo.
Quiero decir, no puedo evitarlo. Es perfecto. En todos los sentidos.
Es un protector. Es sexy y divertido, cuando quiere serlo. No suelta
cosas inapropiadas en los peores momentos. Es tranquilo e
inteligente. Realmente piensa en las cosas antes de decirlas.
Quiero decir, ¿quién hace eso?
—¿Hayden?
Mierda. Creo que puedo estar demasiado lejos en mi cabeza,
porque Tristan comienza a levantar su glorioso cuerpo del mío, y no

~ 178 ~
Nicole Dykes Outcast

puedo tener eso. Agarro sus caderas y lo mantengo pegado a mí. —


No, no te vayas.
Se ríe, sus labios rozando los míos. —No creo que haya sido yo
el que se haya ido a algún sitio. ¿Dónde está tu mente?
—Se supone que no debes preocuparte por mi mente—. Hago
rodar mis caderas, frotando nuestras pollas una contra la otra,
haciéndonos gemir a los dos. —Se supone que deberías estar
intentando quitarme la ropa.
—Créeme, ahí es donde me dirigía, pero te desviaste un poco
por un segundo.
—Estoy bien—, digo, y sé que no es convincente.
Se sienta y se aparta de mí, haciéndome maldecir mientras me
voy con él, sin querer dejarlo ir. —Háblame. ¿Qué pasa?
Me mira fijamente mientras se sienta en el sofá, con el pelo
revuelto, la camisa arrugada y los labios deliciosamente hinchados
y húmedos por mi boca. Y quiere hablar.
—Nada. Lo prometo. Vamos a la hora de los desnudos. Esta
película es una mierda, pero no me rindo. Tenemos que verla hasta
el final.
Se pasa los dedos por el pelo revuelto y mira la televisión. —
¿Cuenta cómo ver si hemos estado tonteando todo el tiempo?
Asiento con la cabeza de forma exuberante y me inclino hacia
él, rodeando su cuello con los brazos. —Sí, por supuesto. Cuenta
totalmente. Ahora vamos a desnudarnos. Te necesito dentro de
mí—, le susurro con dureza al oído.
—¿Esta bien?— Gira la cabeza para que estemos cara a cara.
—¿Esta bien?
Se muerde el delicioso labio inferior y tiene un aspecto
condenadamente adorable: el hombre fuerte e imperturbable que
está nervioso por mí. Su mano se lleva a la nuca. —Que he estado
~ 179 ~
Nicole Dykes Outcast

dentro de ti… pero...— Hace una pausa, con el rostro casi ceniciento.
—No has estado dentro de mí.
Oh, dulce Jesús. —¿No?— Sí, se supone que no debes
responder con una pregunta, Hayden. —Quiero decir que no, que
no me molesta en absoluto. Soy un pasivo feliz. Súper feliz. Quiero
decir, sí. Maldito culo codicioso. Quiero tu polla todo el tiempo.
Viviría con ella dentro de mí si pudiera—. Cállate. Jesús. Joder. Sus
ojos están muy abiertos ahora, y sí, estoy bastante seguro de que lo
he asustado. Bien hecho, Hayden. Lo mantuviste a distancia, te
hiciste el desentendido, y ahora, le dejaste saber lo necesitado que
puedes estar.
Va a huir.
Probablemente debería.
Pero se queda quieto, su mano cae en su muslo vestido de
jeans. —Oh, bueno.
—¿Está bien?— Pregunto con nerviosismo. ¿Está haciendo
tiempo hasta que pueda encontrar una manera de salir de aquí?
Quiero decir, es su casa, pero seguramente, todavía quiere huir
lejos. Mandar a buscar sus cosas y demás después.
—Sí.— Él pone su mano en mi muslo ahora. —Quiero decir, no
me opongo ni nada, pero no puedo prometerte que alguna vez
quiera realmente una polla en mi culo.
Una risa nerviosa brota de mi garganta. —Está bien.
Totalmente bien. Aunque me encantaría presentarte tu próstata; es
jodidamente mágica. Pero si tampoco quieres hacer eso nunca,
estoy bien. Totalmente bien.
¿Por qué demonios estoy divagando ahora? La verdad es que
me parece bien.
Se ríe y me besa los labios, con su gran mano en la nuca, sin
soltarla. —Estoy bien con eso, seguro. Confío en ti, Hayden, y haré
cualquier cosa para hacerte feliz.

~ 180 ~
Nicole Dykes Outcast

—Confía en mí en esto, grandullón. Tu próstata te hará feliz.


Se ríe de nuevo. —Te creo.
—Pero de verdad, nunca hagas nada sólo para hacerme feliz.
Eres un ser humano y tus necesidades también importan—. Tengo
que decirlo. Me tomó mucho tiempo llegar a eso, a creer eso sobre
mí mismo. Así que no puedo dejar que Tristan se entregue por mí.
—Lo que tú y yo tenemos es especial—. Su frente se apoya en
la mía mientras mantiene su agarre en mi cuello. —En nuestra
relación, hay suficiente confianza para que ambos consigamos
exactamente lo que necesitamos. Te lo prometo.
Trago con fuerza, mis reacciones a lo que está diciendo brotan,
y Dios, quiero decirle tantas cosas ahora mismo. Quiero decirle lo
perfecto que es y que empiezo a sentir que yo también estoy
enamorado de él, pero lo único que consigo es asentir.
Sin embargo, sonríe, sin llamarme la atención y sin obligarme
a decir las palabras. Es como si lo supiera, y me besa suavemente.
Sus labios sobre los míos, la mejor sensación del mundo. Pero
demasiado pronto, se separa de mí, sus ojos cuestionan antes que
sus palabras. —Entonces, si no era eso, ¿dónde estaba tu mente?
—Mierda. No eres normal, ¿lo sabes?— Hago un mohín,
recostándome en el sofá con un resoplido, y él sólo se ríe.
—Sí. Cuéntame.
—Eres perfecto—, suelto, y sus ojos se abren de par en par,
claramente sin esperarlo. —Quiero decir, demasiado perfecto.
Se mueve incómodo en el sofá, con una expresión cautelosa.
—¿Demasiado perfecto? ¿Qué significa eso?
—Significa que soy un desastre total, esperando a estrellarme
en tu vida. ¿Y cuándo te vas a cansar de eso? Tienes que hacerlo. Las
personas perfectas no deben estar con los naufragios. No es natural.

~ 181 ~
Nicole Dykes Outcast

—No soy perfecto—, dice de forma firme y exigente, pero no le


creo ni por un segundo. ¿Cómo puede no ver lo perfecto que es?
—Lo eres. Eres policía. Te ganas la vida protegiendo a la gente.
Eres un gran hermano mayor, que vigila a su hermana varias veces
al día. Soportas mi culo de tren todos los días.
—Para. Hayden, no soy perfecto en absoluto. Y puede que sea
un policía, pero créeme, eso no me hace perfecto. No podría hacerlo
en todos los aspectos del trabajo. Para nada.
—¿Qué significa eso?— Ahora tengo curiosidad porque lo he
visto en modo policía, y es fantástico.
Esa mirada oscura que hace tiempo que no veo vuelve a su
apuesto rostro, y se encoge ligeramente de hombros. —Significa que
pedí que me trasladaran aquí después de sólo dos años en St. Louis
porque no podía soportarlo. Pedí el turno de día aquí porque,
aunque por la noche es bastante tranquilo, no puedo manejar
ciertas cosas. No quiero hacerlo.
Quiero saber mucho más, pero tampoco quiero presionarle.
Está claro que le atormenta esa época.
—¿Me lo contarás?
Me hace un leve gesto con la cabeza y respira profundamente.
—No es para tanto. O no debería serlo. Quería ser policía. Me tomé
en serio mi formación y pensé que me aburría aquí. Pensé que
quería emociones. Me equivoqué.
Escucho en silencio mientras me recuesto contra el brazo del
sofá, y él arrastra mis pies a su regazo, aparentemente ocupado con
un lujoso masaje de pies del que nunca me quejaré.
—La primera semana en St. Louis, nos llamaron a mi
compañero y a mí a una tienda del centro. En una zona bastante
sórdida. Un lugar largamente olvidado por el resto del mundo, que
necesitaba urgentemente ayuda y restauración. Había allí un niño

~ 182 ~
Nicole Dykes Outcast

de doce años, al que el dependiente había pillado metiendo comida


en su capucha.
Me pongo rígido, porque ¿cuántas veces he robado en tiendas
como la que describe, sólo para sobrevivir? Pero no digo nada,
aunque no estoy seguro de querer oír que ha detenido a ese chico.
—Tenía hambre. Sé que lo tenía. Una mirada a él y me lo dijo.
Y aunque se supone que no justifico el robo, una parte de mí lo
entendió. Así que pagué al dependiente por la compra y dejé al chico
libre con una advertencia. A mi compañero no le gustó, pero no
quiso pelear conmigo por ello.
Sonrío ante eso porque suena a Tristan. Sabía que era bueno.
Pero mi sonrisa desaparece cuando veo la mirada ominosa en
su rostro y sus manos detienen su roce con mis pies. —Al día
siguiente, nos llamaron al mismo lugar—. Parece tan dolido que el
corazón se me aprieta en el pecho y apenas puedo obligarme a
respirar. —El empleado pensó que el niño -ese niño de doce años-
tenía una pistola. Le disparó. Dijo que el niño estaba tratando de
robarle.
—Jesús—, suelto, pero él no mueve un músculo.
—El niño murió. El empleado...— Sacude la cabeza. —Fue
como si fuera un héroe, como si hubiera hecho algo para detener el
crimen o alguna mierda. Pero el chico no estaba armado. Incluso si
estaba tratando de robarle, no tenía un arma.
—¿Hubo cargos?— Pregunto, pero ya sé la respuesta. Puedo
verla en su cara.
—No—. Empieza a frotarme los pies distraídamente, y me doy
cuenta de que no ha terminado de hablar de su época en la ciudad,
mucho más grande. —Dos años después, respondimos a una
llamada de violencia doméstica. Sabía como suelen ser esas cosas.
Lo he visto. Mujeres demasiado asustadas para presentar cargos

~ 183 ~
Nicole Dykes Outcast

contra los imbéciles manipuladores con los que se casaron. No tenía


ninguna esperanza. Ninguna.
Lo escucho atentamente, preocupado por él aunque esto haya
ocurrido hace tiempo.
—Pero ella lo hizo. Fue valiente. Quería que lo acusaran y lo
encerraran. Estaba muy orgulloso. Ni siquiera la conocía, pero
estaba orgulloso de ella. Y me sentí tan bien, como si hubiera hecho
algo bueno en el mundo. A pesar de que ella hizo la parte más difícil.
Y sin embargo, parece tan condenadamente triste mientras me
cuenta esto. —¿Qué pasó?
—Nos llamaron de nuevo a esa misma casa tres meses
después. Pero esta vez, ella no abrió la puerta toda ensangrentada y
rota.
Espero, conteniendo la respiración.
—No contestó a la puerta en absoluto. Tuvimos que patearla.
Y los encontramos a ambos en su dormitorio. Él la mató, y luego el
cobarde se suicidó. Y me di cuenta de que no hice nada bueno. Sólo
lo retrasé al convencerla de que lo acusara. Ella volvió con él un mes
después y retiró los cargos.
Saco los pies de su regazo y me inclino hacia delante, rodeando
su cuello con los brazos. —Eso no es culpa tuya.
—Pero lo fue. Me sentí tan condenadamente desesperado.
Cada día había algo más, y al final ya no podía hacerlo. Tuve que
salir. Corrí, Hayden. Volví aquí a esta vida mucho más simple. Huí.
—¿Crees que eso te hace menos perfecto?
—¿No lo hace?— Suena tan atormentado que esta vez soy yo
quien agarra su cara con mis manos, haciendo que me mire.
—No. Te hace aún más perfecto.
Se ríe sin humor, burlándose de la idea. —¿Cómo?

~ 184 ~
Nicole Dykes Outcast

—Porque te importa tanto que tu corazón no podría soportar


ver la fealdad en este mundo. Y tú eres el humano más perfecto—.
Mis labios rozan los suyos.
—Te amo—. Sus labios se mueven sobre los míos, y no me
obliga a decírselo. Simplemente me besa, y lo dice en serio.
Completamente. Al cien por cien.
Me ama.
Y tengo que encontrar la manera de decirle que le quiero
también.

~ 185 ~
Nicole Dykes Outcast

Veintinueve
Tristan

Él me ama. Sé que lo hace.


Nunca tuve la intención de hablar de mi tiempo en St. Louis,
pero honestamente fue lo más fácil de hacer con él la otra noche.
Quería decírselo. Necesitaba decírselo por fin a alguien.
Porque me he sentido como un fracaso durante mucho tiempo, pero
él no me hace sentir así. Me hace sentir amado. Él me hace feliz, y
tal vez algún día, voy a ser capaz de dejar ese tiempo de mi vida.
Al menos, en su mayor parte.
Creo que siempre recordaré a esa mujer y a ese niño. Se fueron
de este mundo cruel demasiado pronto porque el mal acecha en
todas partes.
Pero Hayden me recuerda que el bien existe. Diablos, él es una
historia de éxito, lo crea o no. Logró atravesar toda la mierda y llegar
a esta vida que tengo que admitir que es jodidamente perfecta.
Un ejemplo: sigo a un Hayden totalmente desnudo en el lago,
guiado sólo por la luz de la luna.
Qué espectáculo más jodido.
La luz de la luna rebota en su perfecta y pálida piel, mostrando
cada cresta de músculo tonificado. Su culo se flexiona a cada paso,
y no puedo concentrarme en lo que dice, a pesar de haber estado

~ 186 ~
Nicole Dykes Outcast

dentro de ese culo esta misma mañana, porque con él soy


insaciable.
Él es todo lo que quiero. Todo el tiempo.
No tengo suficiente, y no me quejo.
Deja su toalla en la cubierta y salta sin ningún miedo, y yo lo
sigo porque Hayden me hace valiente. Él hace que el mundo sea
mejor sólo por estar aquí. Hayden es la luz en toda la oscuridad.
Y por primera vez desde que tengo uso de razón, no me
importa nada mientras chapoteamos en el oscuro lago. Me rodea
con sus extremidades cuando llegamos a la parte del lago en la que
puedo tocar el suelo fangoso con solo nuestras cabezas y hombros
asomando por encima del agua, y me besa con avidez. Mi polla está
tan dura como la suya mientras nos besamos y nos manoseamos,
los dos desesperados por corrernos pero sin querer que se acabe. Es
muy sexy. Todo en él es elegante e impresionante. Me hace desearlo.
Creo que deberíamos ir por ello porque tenemos todo el
tiempo del mundo. Podemos ir de nuevo, pero justo cuando estoy a
punto de sugerir un rapidito, oigo un fuerte silbido seguido de una
carcajada. —¡Totalmente atrapado!
—¿Adrian?— Hayden grita, todavía en mis brazos mientras
mira hacia el muelle.
—¿Cuántas leyes está infringiendo, oficial?— se burla Adrian,
y entonces Hayden y yo somos iluminados por un círculo de luz de
una pequeña linterna.
Hayden se tapa los ojos con un brazo y sisea: —Este es nuestro
sitio. Lárgate.
Oigo la risa profunda y baja de Nash y la risa divertida de
Adrian, sabiendo que Hayden y yo no vamos a conseguir ningún
tipo de orgasmo ahora. Pero siento que Hayden sonríe contra mi
cuello cuando Nash habla: —Entonces, ¿esto significa que ustedes
dos tienen sus mierdas juntas?

~ 187 ~
Nicole Dykes Outcast

—Sí. Ahora deja de apuntar esa luz—, dice Hayden sin ningún
tipo de veneno en su tono. Está contento.
La luz finalmente abandona nuestros rostros, pero es sólo
unos momentos después que se nos unen ambos hombres. —Lo
sabía. Hayden y el policía, sentados en un árbol—, canta Adrian, y
yo intento no reírme. Realmente lo hago. Pero no funciona porque,
bueno... Yo también estoy feliz.
—Duh. Ya lo sabías—. Hayden los salpica. —Y esto es súper
grosero. Bloquearnos la polla así. ¿Qué he hecho yo para merecer
esto?— Hayden utiliza una dulce y falsa voz inocente que nos tiene
a todos cacareando ahora.
—¿Verdad? Irrumpir en nuestra casa repetidamente a lo largo
de los años no te suena?— pregunta Nash.
Hayden sigue actuando de forma inocente. —No. No puedo
decir que lo haga. Y si eso ocurrió, no es que haya podido ver nada
de lo bueno de todos modos.
Adrian salpica a Hayden, y Hayden le devuelve el chapuzón, y
antes de que nos demos cuenta, todos estamos enzarzados en una
guerra sin cuartel que termina en un desastre empapado y lleno de
risas antes de que todos nos sequemos en el muelle, cubriendo las
partes importantes con nuestras toallas.
—Estás taaaan enamorado—, canta Adrian al oído de Hayden,
y sé que debe ser una venganza de antes de conocerlos. Adrian no
suele ser tan juguetón.
—Cállate. Cállate—, refunfuña Hayden, pero yo me limito a
rodearlo con el brazo, feliz de disfrutar de este momento con sus
amigos, tal vez incluso con nuestros amigos. Supongo que ahora
puedo llamarlos así. ¿Quién iba a pensar que tendría amigos?
Pero veo lo mucho que lo quieren. Veo lo felices que son de
que estemos juntos. Así que sí... amigos.

~ 188 ~
Nicole Dykes Outcast

E incluso si Hayden no puede decir las palabras, veo la sonrisa


astuta en su cara cuando Adrian le llama la atención, cuando dice
que estamos enamorados de nuevo, eso es suficiente para mí.
Son películas de terror y tacos. Gusanos de gomitas y nadar
desnudos en el lago. Ser atrapado por nuestros amigos y forzar los
malvaviscos en mi garganta. Es babear y roncar. Es todo este gran
cuadro de amor que nunca soñé que podría tener.
Y cuando por fin pueda decírmelo... cuando diga esas
palabras, no creo que nada cambie realmente.
Porque Adrian tiene razón, estamos muy enamorados.

~ 189 ~
Nicole Dykes Outcast

Treinta
Hayden

—Oh, mierda—. La profunda voz de Tristan gimiendo en su


habitación me anima a meter mi dedo lubricado dentro de él,
alcanzando el punto perfecto y deslizando su polla hasta el fondo de
mi garganta al mismo tiempo.
Está perdiendo la cabeza, y es un espectáculo glorioso. Mi gran
policía, retorciéndose en la cama, con sus caderas golpeando hacia
arriba y forzando su polla aún más en mi garganta. Hago un sonido
de asfixia, y él se disculpa, pero le hago un gesto para que se calle,
todavía acariciando ese fuego dentro de él y haciéndole suplicar que
se libere.
No bromeaba cuando dije que estaba totalmente de acuerdo
con que nunca se metiera mi polla en el culo, pero también estaba
totalmente de acuerdo con un poco de experimentación. Decir que
está disfrutando que le masajeen la próstata es un eufemismo total.
Sus dedos se deslizan por mi pelo mientras agarra con más
fuerza, haciéndome gemir y encorvar la cama. —Sí. Hayden, Dios.
Tu boca. Ungh. Sí.
Me encanta hacer que se corra. Me encanta cada parte de este
hombre.
Entonces, ¿por qué no puedo decirlo en voz alta?

~ 190 ~
Nicole Dykes Outcast

—Hayden, me estoy viniendo. ¡Mierda!— E inmediatamente


después de su advertencia, su semen golpea la parte posterior de mi
garganta. Le ordeño la próstata una y otra vez hasta que me ruega
que pare y me acerca a su boca para darme un puto beso asqueroso
que saboreo.
—¿Qué te ha parecido?— Pregunto con una sonrisa de
complicidad.
—Ha sido jodidamente increíble—. Sonrío y luego jadeo
cuando su gran mano rodea mi polla, acariciándola con autoridad
como sólo él puede hacerlo. Su confianza es asombrosa, pero
totalmente justificada. Tristan es realmente bueno en todo lo que
hace.
—Entonces, ¿crees que querrás hacerlo de nuevo?— Jadeo
contra sus labios, empujando mis caderas y forzando mi polla
dentro de su apretado puño.
—Sí. Dios, sí, pero desearía no haberme corrido todavía
porque me apetece mucho estar dentro de ti.
Me río. —Esta mañana estabas dentro de mí.
—Quiero vivir ahí—. Vuelvo a gemir, mi lengua se enreda con
la suya mientras me acerco a mi liberación, empujando mis caderas
mientras él me hace trabajar.
—Yo también quiero eso.
Sonríe mientras me besa, pero yo grito mientras mi semen
cubre su mano, mis pelotas se vacían mientras me arqueo dentro de
él. No sé cómo podría cansarme de esto. Maldita sea. Nunca pensé
que sería capaz de soportar tanto de un humano, pero no tengo
suficiente.
Definitivamente lo dejaría vivir dentro de mí.
Los dos nos tumbamos de espaldas, pegajosos y saciados,
respirando con dificultad pero con enormes sonrisas en la cara
cuando mi teléfono suena con un mensaje.
~ 191 ~
Nicole Dykes Outcast

—Vete. Fuera—, refunfuño porque, sinceramente, todo lo que


necesito está aquí, bajo este techo. No me importa de quién sea el
mensaje.
—¿Vas a contestar?— Mi super responsable novio tiene que
preguntar. No puede evitarlo.
—No. Mis brazos son de gelatina y estoy esperando a que tu
polla se recupere—. Me doy la vuelta para que mi cuerpo esté
encima del suyo. —Realmente me gusta que estés dentro de mí todo
el tiempo.
Se ríe, el movimiento sacude mi cuerpo mientras le muerdo el
cuello juguetonamente y luego me agarra el culo, haciéndome
chillar. Pero luego nos voltea para que él esté encima y busca mi
teléfono, entregándomelo. —Podría ser importante.
Pongo los ojos en blanco, pero sigo desbloqueando el teléfono
y le lanzo una mirada enojada totalmente falsa antes de comprobar
quién me envía mensajes durante mi éxtasis post-orgasmo. Es
decir, eso es una jodida grosería. Pero inmediatamente me siento,
empujando el gran cuerpo de Tristan cuando veo el mensaje.
—Mierda, Rae va a tener el bebé.
—Mierda—, repite, bajando de la cama y buscando sus
vaqueros. Me lanza mis pantalones cortos mientras se viste. —Y no
ibas a verlo.
—No es que sepa cómo atender un parto. Estoy seguro de que
estarían bien sin mí—, digo, pero el corazón me retumba en el pecho
porque Rae va a tener el bebé.
¡Voy a ser tío!
Quiero decir, más o menos. Sí, totalmente vas a ser el tío
Hayden, y Tristan será el tío Tristan. Eso es si pudiera superarme
y decirle lo mucho que lo amo. Que quiero estar con él para siempre
y sólo con él. Sí, eso estaría bien.

~ 192 ~
Nicole Dykes Outcast

Vuelvo a la realidad cuando Tristan, que ya está


completamente vestido, me agarra la cara con sus grandes manos y
me mira intensamente. —Hayden, vamos. Vas a ser tío y te
necesitan allí.
—Claro. Tienes mucha razón. Necesito salir de mi cabeza. Esto
es bueno. Tan bueno.
Se ríe, sacudiendo la cabeza y luego besando mis labios
rápidamente antes de deslizar una camisa sobre mi cabeza y agarrar
mi mano para tirar de mí hacia el coche.
Mis pensamientos están desordenados mientras nos lleva al
hospital, pero eso no es nada nuevo. Rae y Lawson, los niños que
conocí en la calle -niños sucios, cansados y muertos de miedo- van
a tener un bebé esta noche.
Su amor ganó. Han vencido al mundo asqueroso y van a traer
un bebé, que nunca conocerá la fealdad con la que todos crecimos.
Este bebé será amado por todos los que lo rodean por quienquiera
que resulte ser.
Es increíble.
Soy un caso perdido y estoy lleno de emociones cuando
llegamos al hospital. Pero cuando veo a Rae y Law en la cama del
hospital, acunando a su bebé recién nacido, sé que todo está bien en
el mundo.
—El tío Hayden y el tío Tristan están aquí—, dice Rae con
dulzura a su bebé, que está envuelto en sus brazos.
—¿Nombre?
—Jacklyn Rose—. Lawson sonríe, y yo me quedo de pie,
atónito, asimilando al bebé.
Lo miro. —Me estás jodiendo, ¿verdad?
Los dos niegan con la cabeza. Adrian y Nash, que también
están aquí, se limitan a reírse porque lo saben. —Es un nombre

~ 193 ~
Nicole Dykes Outcast

bonito. ¿Qué tiene de malo?—, pregunta mi adorablemente


despistado Tristan.
Me vuelvo hacia él. —Cuando estos dos necesitaban carnés
falsos -no te has enterado por mí, por cierto-—, le guiño un ojo, y él
se limita a hacerme un gesto para que continúe. —Puede que les
haya conseguido carnés con el nombre de Jack y Rose Dawson.
Se lo está pensando. Vamos. Seguro que ha visto la película. —
¿De Titanic?
Ves, sabía que lo amaba. Asiento con la cabeza. —Sí.
Se ríe y me rodea con sus grandes brazos para que estemos de
cara a la cama. —Sí, pensaba que era muy divertido—, explica Rae,
pero está radiante y no puede apartar los ojos de la pequeña Jacklyn
Rose. —Pero resultó ser uno de los mejores momentos de nuestras
vidas. Logramos salir de allí gracias a esas identificaciones.
Siento la sonrisa de Tristan aunque esté de espaldas a su
pecho. —Bien—. Suena entrecortado. —Eso es bueno.
—Cada día te pareces más a Hayden—, bromea Nash, y le hago
un gesto de fastidio antes de aprovechar la oportunidad de abrazar
a mi nueva sobrina.
Cuando nos metemos en la cama de Tristan unas horas más
tarde, juro que todavía puedo olerla en mí. Todavía oigo sus
pequeños suspiros de satisfacción y no puedo creer que algo tan
puro y hermoso haya surgido de una circunstancia tan fea y
horrible.
Estaban huyendo, viviendo en las calles porque el padrastro
de Rae era un violador imbécil y Lawson haría cualquier cosa para
protegerla. Ahora son dueños de negocios y padres.
—¿Quieres hijos?— suelto porque claro, eso es lo que haces
cuando no puedes comprometerte del todo y ya sabes, decir que te
quiero.

~ 194 ~
Nicole Dykes Outcast

Tristan sólo sonríe contra mi cuello, abrazando mi cuerpo al


suyo. —No pensé que lo hiciera. Pero, ¿tal vez?— Lo dice como una
pregunta que lo desconcierta. —Nunca he tenido una relación seria.
Nunca he estado enamorado—. Me besa la garganta y yo inclino la
cabeza hacia un lado para darle más acceso. —Pero ver al hombre
que amo con un bebé en brazos esta noche me ha dado ideas.
Me río, pero sale como un chirrido nervioso. Me quiere, y
puede decirlo con tanta libertad. —Sí, yo tampoco pensé que los
quería.
—¿Y ahora?— Se apoya en el codo.
—Ahora, tal vez—, le digo porque parece que no puedo decirle
que ver al hombre que amo con un bebé en brazos me ha hecho
sentir cosas en mi interior.
Me hizo desear cosas que nunca pensé que podría tener.
—Bueno, tal vez. Ya veremos después de ver a Rae y a Law
durante los próximos meses. He oído que los primeros meses son
duros.
Me estremezco sólo de pensarlo. No dormir. Me encanta
dormir. Un bebé que grita y llora. —Quizá adoptemos un niño no
tan pequeño.
Se ríe al oír eso, dejando que su cabeza caiga de nuevo sobre
la cama. —Sí. Me parece un plan.
Le beso la nariz, justo cuando está a punto de dormirse y me
permito soñar con tener esa vida. Con llegar a casa después del
trabajo o con que él llegue a casa después del trabajo y ver a los
niños gritando y la casa destrozada. La cena en el horno,
probablemente quemada. Y pedir pizza porque estamos demasiado
cansados para preparar otra cosa.

~ 195 ~
Nicole Dykes Outcast

Intercambiar pajas apresuradas en la ducha porque esos niños


siempre están despiertos y metidos en nuestros asuntos, y es el
único lugar en el que podemos estar a solas.
Una sonrisa se dibuja en mis labios mientras me recuesto y
sueño mientras sigo despierto.
Parece una felicidad absoluta.

~ 196 ~
Nicole Dykes Outcast

Treinta y uno
Hayden

—Hola, guapo—. Tristan cierra la puerta del coche y se acerca


a su porche mientras mi corazón hace lo posible por escapar de mi
pecho.
—Hola, ya estás aquí. Pensé que no llegarías a casa hasta
dentro de una hora.
—¿Decepcionado?— Hago un falso mohín.
Pone los ojos en blanco como si eso fuera lo más ridículo que
ha oído alguna vez y se reúne conmigo en el porche con un beso. —
No. Feliz.
Yo. También.
—¿Dónde está la amenaza?—, pregunta, buscando a Roxy a su
alrededor. Si salgo temprano, suelo sacarla de la valla y pasamos el
rato.
—Umm...— Esto es por lo que mi corazón está tratando de
huir. —¿Se está quedando con Adrian y Nash esta noche?— Lo digo
como la pregunta que no es.
—¿Ella está ahí? ¿Por qué?— No parece molesto, sólo curioso.
Me acerco a la mecedora de su porche y levanto mi bolsa de
lona ya preparada. —¿Vendrás a algún sitio conmigo?

~ 197 ~
Nicole Dykes Outcast

—Por supuesto que sí—. Ni siquiera tengo que argumentar


para convencerlo. Eso me encanta.
—De acuerdo, genial. Los dos tenemos mañana libre y no está
muy lejos. He reservado una habitación de hotel, pero si quieres
venir a casa, podemos hacerlo. No te preocupes.
Su dedo se acerca a mis labios, deteniéndome suavemente. Sus
dientes blancos y rectos se muestran con su sonrisa. —Hayden, dije
que quería ir. Estoy feliz de ir a cualquier parte contigo.
Y lo dice en serio. No intenta ser cursi ni conseguir nada de mí,
sólo quiere hacerme sonreír.
Y lo hace. Todo el tiempo.
—De acuerdo. Vamos a empacar entonces.
Acepta y nos dirigimos a su casa. Él se apresura a hacer las
maletas mientras yo hago todo lo posible por mantener mis manos
quietas. Pero resulta imposible, y acabo cayendo de rodillas para
chupársela antes de que me detenga y me incline sobre la cama,
empalándome con esa gran polla una y otra vez antes de que haga
un desastre con el edredón y me llene el culo con su semen. Dejamos
los condones hace un mes.
Fue justo después de que Raelynn tuviera a Jacklyn, cuando
tuvimos la discusión sobre querer tener hijos algún día. Todavía no
he sido capaz de decir las palabras, pero me dice que me ama todos
los días, y sé que lo hace.
No sólo lo dice, lo demuestra. No hemos pasado ni una noche
separados. Mi cabaña está casi sin usar, pero él sigue sin
presionarme para que diga las palabras. No me dice que tengo que
comprometerme porque creo que sabe que lo hago.
Que él es el único que quiero.
Pero se lo voy a decir. Después de este viaje. Después de que
finalmente me deshaga de los demonios que me persiguen. O al
menos, espero poder hacerlo.
~ 198 ~
Nicole Dykes Outcast

Cuando estamos semilimpiados, llevamos las maletas a mi


coche y nos llevo hacia Kansas City. Hacia mi pasado. Y él no
pregunta a dónde vamos. Se limita a poner la radio y a sostenerme
la mano mientras habla de su día y me pregunta por el mío.
Confía en mí. Confía en mí al cien por cien.
Casi ha oscurecido por completo antes de que giremos por la
avenida Troost, en el centro de Kansas City. Mi ritmo cardíaco se
acelera y las palmas de mis manos empiezan a sudar. Intento mis
ejercicios de respiración profunda, pero nada puede reducir mi
ritmo cardíaco en este momento.
Aquí es donde solía vivir. Llamaba a estas calles mi hogar.
Aparco el coche bajo un paso elevado marcado con grafitis y
salgo con un cansado Tristan detrás de mí. —¿Qué hacemos aquí?
—Yo vivía aquí—, digo, mirando alrededor de las calles mal
iluminadas. —Dormí allí…— Señalo un lugar contra una vieja valla
oxidada, —más veces de las que puedo contar.
Él mira a su alrededor, observando el paisaje. Estoy seguro de
que está horrorizado. —Sobreviviste—, dice con calma, tomando mi
mano.
—Aun así fue mejor que vivir bajo el techo de ellos.
Me besa la parte superior de la cabeza y atrae mi cuerpo hacia
él. —Eres un tipo duro, Hayden. Tienes que saberlo.
—Realmente no tuve elección.
—No. — Apoya mi cabeza en su hombro y aprovecho el
momento para dejar que me sostenga porque estoy muy cansado.
Porque me he sostenido a mí mismo durante muchos años. —Lo
hiciste. Podrías haberte quedado y dejar que te controlaran, pero no
lo hiciste. Luchaste. Y sobreviviste. Y te admiro muchísimo.
Sólo dilo.

~ 199 ~
Nicole Dykes Outcast

—Te amo —. Lo dice tan fácilmente mientras besa mi sien. —


Este lugar no te define.
Miro a mí alrededor, la basura en el suelo, la pintura en el
cemento, y los indigentes en la distancia, tratando de salir adelante.
Pienso en todas esas noches durmiendo aquí, preguntándome si
sería la última.
Preguntándome si quería sobrevivir porque significaba hacer
cosas con mi cuerpo que no quería hacer. Significaba robar a gente
buena. Significaba trabajar cada segundo de cada día. Y estaba
cansado.
Muy cansado una edad muy temprana.
Y entonces, conocí a Raelynn y Lawson, y vi la lucha en ellos.
Reconocí el fuego que ardía en sus ojos y el cansancio en sus almas.
Sabía que tenía que ayudarlos, pero nunca pensé que ellos me
ayudarían a mí también.
—Este lugar es parte de mi historia, pero tienes razón, no me
hizo—. Me giro y miro a Tristan de frente porque él es mi futuro, y
esto es mi pasado. —Me hizo a mí.
Él sonríe y me besa los labios. —Sí. Lo hiciste, eres valiente.
Le devuelvo el beso y luego me tomo un segundo para
respirarlo, ignorando el hedor de la ciudad y los sonidos de las
bocinas y las ambulancias en la distancia. —Vamos al hotel.
Realmente necesito un poco de alivio del estrés y servicio de
habitaciones.
—Servicio de habitaciones, ¿eh?—, pregunta con una ceja
levantada.
Miro a mí alrededor una vez más y sonrío. —Sí. He estado
ahorrando y he derrochado. Un largo camino desde aquí, ¿eh?
—Sabes que eres perfecto para mí, ¿verdad?—. Sus manos
agarran mis caderas, y me mantiene en su sitio mientras espera.

~ 200 ~
Nicole Dykes Outcast

—No. ¿Por qué?


—No creí que fuera capaz de volver a ver lo bueno en el mundo.
Nunca. Pensé que sólo viviría mi vida, trabajando los turnos fáciles
e ignorando el mundo. Pero entonces llegaste tú y decidiste que
íbamos a ser amigos.
—De nada—, lo interrumpo porque me está poniendo inquieto
con tantas palabras bonitas.
—Gracias—. Me besa la nariz, pero sigue sujetando mis
caderas mientras se inclina hacia atrás para mirarme a los ojos. —
Me has enseñado lo bueno que puede ser el mundo. Lo brillante que
eres cada día, a pesar de la oscuridad con la que creciste. A pesar de
vivir aquí y pasar por Dios sabe qué. Hayden, hiciste una vida para
ti y tus amigos—. Empiezo a discutir, pero él no me deja. —Tú hiciste
esto. Y eres la prueba de que puede mejorar.
Mi garganta está seca y atascada por la emoción. Sé que lo dice
en serio. Quiere decir cada una de las palabras. Le paso una mano
por la mejilla, observando que hace bastante frío y que
probablemente deberíamos irnos. Ninguno de los dos lleva
chaqueta.
—Te amo—. Obligo a las palabras a salir, y casi se quedan
atrapadas en un sollozo. No porque no quiera decirlas o porque no
las sienta, sino porque las siento.
Lo digo de verdad.
Su gran mano se dirige a mi mejilla y su pulgar limpia una
lágrima renegada que se ha escapado. Pero sonríe, con los ojos
también llorosos. —Yo también te amo.
—Lo sé—, digo tontamente antes de besarlo.
Porque lo sé.

~ 201 ~
Nicole Dykes Outcast

Treinta y dos
Tristan

—Aquí tienes—. Hayden me quita la taza de café y la examina.


—Hmmm.
—¿Hmmm?— Me siento a su lado en la mecedora que compré
el mes pasado. Realmente necesitamos dos en el porche, no sólo
una. Teniendo en cuenta que así es como pasamos la mayor parte
de las mañanas juntos.
—Tenemos que comprarte unas tazas nuevas.
Miro la taza negra del resort y enarco una ceja en su dirección,
con el sol saliendo por detrás. —¿Tazas nuevas? ¿Qué pasa con mis
tazas?
—Blah—, dice con una cara tan seria y claramente horrorizada
que tengo que reírme.
—¿Blah?
Asiente con la cabeza, dando un sorbo a su café lleno de crema
y azúcar. —Blah. Es muy aburrido, Tristan. Y los dos sabemos que
eres de todo menos aburrido.
Suelto otra carcajada y me balanceo en la silla mientras bebo
un trago de mi café negro solo, disfrutando del escozor del amargor
al tocar mi lengua. Maldita sea, me encanta el café. Y este hombre.
—Quédate aquí conmigo. Trae tus tazas.

~ 202 ~
Nicole Dykes Outcast

No es una pregunta, no realmente. Pero tampoco es una


exigencia. A estas alturas sabe que puede decirme que no cuando
quiera, pero no creo que quiera hacerlo. Se anima al oír eso y se
sienta un poco más recto en su silla. Pero luego se hace el
desentendido, tomando un sorbo de su café de mi aburrida taza. —
Supongo que podría hacerlo—. Me sonríe, manteniendo la
pretensión de que no está sumamente feliz en este momento. —Y
traeré algunas de mis almohadas brillantes porque tu sofá negro me
mata un poco el alma.
Me río de eso, tomando un trago de mi café. —Trae lo que
quieras. Esta es tu casa ahora.
—Creo que lo ha sido durante un tiempo—, dice mientras mira
al lago, con una mirada soñadora en sus ojos, y tiene razón. Lo ha
sido. He sido su hogar, y él también el mío, pero nunca lo hemos
admitido.
Cuando finalmente me dijo que me amaba, al principio, tuve
un poco de miedo de que fuera una casualidad. Que fuera sólo el
momento y ver donde tuvo que sobrevivir durante tanto tiempo.
Pero lo ha dicho todos los días desde entonces. Múltiples veces.
Hayden me hace saber todo el tiempo que no fue una
casualidad lo mucho que me ama. Y yo me aseguro de seguir
haciendo lo mismo. En todo caso, cada día me enamoro más de él.
—¿Alguna vez has pensado en St. Louis?— Sus hermosos ojos
se encuentran con los míos, y veo que hay aprensión en ellos cuando
hace su pregunta. —¿Alguna vez echas de menos la gran ciudad?
—No—, respondo rápida y honestamente. —Ninguna parte de
mí la echa de menos en absoluto—. Trago grueso, colocando mi taza
en una mesa entre nuestras sillas. —¿Eso te molesta?
Supongo que esa es mi mayor inseguridad. Me alegro de
haberle hablado de esa época de mi vida, pero me preocupa que
piense que soy un cobarde. Sé que todavía lucho con esos
sentimientos. —En absoluto. ¿Por qué iba a molestarme?
~ 203 ~
Nicole Dykes Outcast

Me encojo de hombros. —Me preguntas si lo echo de menos.


Me devuelve un encogimiento de hombros junto con una
sonrisa traviesa. —Sólo quería asegurarme de que es aquí donde
quieres estar. Quiero decir, si me voy a mudar...
Le sonrío, imaginando a dónde va esto. Tiene miedo. Todo se
siente demasiado bien, y le preocupa que me inquiete. —Este es mi
hogar. Este es nuestro hogar—. Tomo su mano entre las mías. —
Eres todo lo que podría desear.
Se está mordiendo el labio inferior, reflexionando,
procesando... y Dios, espero llegar a la conclusión de que nunca le
mentiría. —No echo de menos a mis padres. En absoluto. Es raro,
¿verdad?
Le aprieto la mano y sacudo la cabeza. —No fueron buenos
padres. No te querían por lo que eres, Hayden. Eran unos padres de
mierda, y no te culpo en absoluto por no echarlos de menos. No te
merecían.
De nuevo, se queda pensativo. —Sí. Tienes razón—. Me ofrece
una sonrisa triste. —Eres demasiado buena persona para la vida en
la ciudad como policía. Es demasiado.
No quiero pensar en esa época, y no estoy seguro de que tenga
toda la razón. Trabajé con muchos hombres buenos, y parecían
manejarlo bien -tal vez lo ocultaban mejor o tal vez no se habían
quebrado todavía-, pero todavía siento el aguijón del fracaso
cuando pienso demasiado en ello.
—Me alegro de que me haya llevado hasta ti—. Eso es cien por
ciento verdad, y ahora me dedica su verdadera sonrisa, se levanta
de la silla, coloca su café junto al mío y se sienta a horcajadas sobre
mis muslos.
—Creo que este lugar es perfecto para nosotros. Creo que este
es nuestro lugar.

~ 204 ~
Nicole Dykes Outcast

Le echo el pelo hacia atrás, manteniendo mi mano detrás de


su cabeza y mirándole a los ojos. —Yo también. Y me alegro de que
te mudes oficialmente, aunque definitivamente vas a tirar toda mi
mierda.
Echa la cabeza hacia atrás y se ríe de eso. Es casi una risa
malvada, pero luego asiente. —Lo haré. Soy puro caos, cariño.
—Me encanta cada segundo—. Aprieto su lindo culito con la
mano libre y me deleito con el chillido que sale de sus labios justo
antes de besarlo profundamente y hacerle saber lo mucho que me
gusta. Lo mucho que lo amo.
Puede venir y cambiar cada parte de mi vida, y se lo
agradeceré. Porque antes de él, mi vida era aburrida.
Ahora, es brillante y reluciente. Ruidosa y caótica.
Todo lo que no tenía ni idea de que quería.
Y nunca he sido más feliz.

~ 205 ~
Nicole Dykes Outcast

Treinta y tres
Hayden

—Jesús, eres un humano diminuto. ¿Cuántas cosas puedes


tener?— Nash refunfuña mientras lleva otra de mis cajas al
dormitorio que ahora comparto oficialmente con Tristan.
—No soy diminuto. Soy perfecto—, digo con una mano en la
cadera. —Y tú eres voluminoso como la mierda. Seguro que unas
cajitas no te harán daño.
Tira la caja al suelo. —¿Unas cajitas?— Mira a su alrededor, y
okey, sí: puede que tenga muchas cosas, pero está bien. La cabaña
de Tristan es mucho más grande que la mía, y él no tiene casi nada.
Es decir, minimalista total.
—Sí. Y no tires mis cosas preciosas así. Podría haber cosas
rompibles.
Se limita a ignorarme, dirigiéndose a mi cabaña para buscar
aún más. Empiezo a pensar que Tristan y yo les debemos a nuestros
amigos algo más que una cena por esta mudanza. Pero bueno, se
han ofrecido.
—¿Atormentando a Nash otra vez?— Los fuertes brazos de
Tristan rodean mi cintura, y yo me inclino instintivamente hacia él.
—Por supuesto que no. Se está quejando de todas mis cosas.
¿Te lo puedes creer?

~ 206 ~
Nicole Dykes Outcast

Se ríe, besando mi cuello suavemente y negando con la cabeza.


—Tú. Descarado.
—¿Verdad?— Inclino la cabeza hacia un lado y deslizo mis
dedos por su pelo corto, disfrutando del rastro de sus labios a lo
largo de mi piel.
Un chillido lo arruina todo demasiado rápido. —Oh, Dios mío,
basta. No me he ofrecido a ayudarte a mudarte para que puedas
hacerte el tonto en tu habitación mientras nosotros hacemos todo
el trabajo duro.
Tristan no se aparta de mí al oír la voz de su hermana. Sólo se
ríe suavemente. —Nadie te ha pedido que mires.
—Qué asco, Tris—. Nos lanza algo, y cuando miro al suelo, veo
que es un par de calcetines de mi cajón.
Tristan me suelta justo cuando Tammy entra en la habitación,
llevando una caja. —Déjalos en paz, Amanda. Están enamorados.
Tammy me guiña un ojo y me acerco a ella, agarrando la caja.
—Por eso eres mi favorita.
—Oye, probablemente voy a ser tu cuñada algún día—, se
queja Amanda mientras se tumba en la cama. —Debería ser
totalmente tu favorita.
—La revelación completa, hermana—. Me siento a su lado y le
doy una palmadita en la rodilla. —Tu hermano me folló en esta
cama momentos antes de que llegaran todos hoy.
Le doy mi sonrisa más dulce e inocente, y ella vuelve a chillar,
saltando y refunfuñando. Tammy sólo se ríe histéricamente de eso
y envuelve su brazo sobre el hombro de su amiga. —Vamos, vamos
por un poco de cloro para tus orejas.
—No creo que eso funcione—, dice Tristan, pero Tammy se
limita a hacerle un gesto para que se calle, y los dos nos reímos
mientras se une a mí en la cama, besando mis labios pero
manteniéndolo casto y molesto. —¿En serio?
~ 207 ~
Nicole Dykes Outcast

Me encojo de hombros. —Oye, tú eres el que se enamoró de


mí. Intenté advertirte.
Él sólo se ríe. —Nunca cambies.
—Eso te lo puedo asegurar—. Miro a mi alrededor todas las
cajas y suspiro, sabiendo que va a ser una putada desempaquetar,
pero este es mi hogar ahora. Odio llamar a un lugar mi hogar.
Mi corazón y mi cabeza están en guerra todo el tiempo. Mi
cerebro intenta decirme que nadie me querrá nunca de verdad, y
que Tristan conseguirá una oferta de trabajo en una gran ciudad a
la que pertenece, y me dejará aquí. Pero mi corazón -sí, mi corazón
es grande- me dice que él nunca miente. Que esto es lo que quiere.
Que odiaba la gran ciudad, y que quiere estar aquí. Con Roxy
y conmigo. En esta misma cabaña en el lago. Que somos para
siempre, pase lo que pase.
Y mi corazón tiene razón. Mi cerebro es un idiota.
Al menos, cuando se trata de amor. —Te amo—. Lo digo alto y
orgulloso. Tristan sonríe y me besa de nuevo.
—Yo también te amo. Gracias por mudarte conmigo.
—Gracias por permitirme jugar con todas tus cosas y
cambiarlo todo totalmente. Eso es lo que hago.
—Y te quiero por ello.
¿Ves? Mi corazón tiene razón. Él me ama. No importa lo que
haga, él me ama. Mis padres estaban equivocados. No soy inútil, y
no arruino las cosas. Pensé que tenía todos esos pensamientos
oscuros bajo control antes de conocer a Tristan, pero no era así. Sólo
los había enterrado y había evitado que la gente me conociera de
verdad.
Me burlaba y hacía bromas de mí mismo, y la gente me dejaba
salirme con la mía en la mayoría de los casos. Pero él nunca lo hizo.
Me hizo ver mi valor y no aceptó nada menos.

~ 208 ~
Nicole Dykes Outcast

Y ahora sé que sí, tengo suerte de tenerlo, pero él tiene la


misma suerte de tenerme a mí.
Quiero decir, hola... Soy un buen partido.
—¿Crees que Tammy y Amanda están follando?
Los ojos de Tristan se abren de par en par mientras se gira
hacia mí, sorprendido por mi pregunta. Okey, supongo que aún se
está acostumbrando a que le diga las cosas sin tapujos. Qué raro. —
¿Qué?— Pero sonríe.
—¿Qué? ¿Nunca has pensado en ello? Quiero decir que
siempre están cerca la una de la otra. Tammy hace que Amanda esté
menos tensa. Y siempre están riendo.
—Tú hacías lo mismo por mí cuando sólo éramos amigos.
Entrecierro los ojos hacia él porque duh. —Y ahora follamos.
Como todos los días. ¿Ves lo que quiero decir?
Parece que se lo está pensando y se encoge de hombros. —
Puede ser. No lo sé. Amanda nunca ha dicho nada al respecto.
—Sí, Tammy tampoco lo ha hecho, y es una bocazas.
—Bueno, supongo que si lo están, lo hacen. Bien por ellas.
Nada mejor que enamorarse de tu mejor amiga—. Me besa en la sien
y yo lo empujo juguetonamente.
—Estás muy sensiblero ahora que estás enamorado.
—Mm-hmm.— Me empuja hacia la cama, con su gran cuerpo
sobre el mío y me inmoviliza bajo su peso de la forma más deliciosa.
—Te encanta.
—Me encanta—, digo sin aliento, feliz de estar atrapado bajo
él cualquier día.
—Jesús. Mierda. Al menos hagan que parezca que están
ayudando—. Nos interrumpe el culo gruñón y cansado de Lawson
antes de dejar caer una caja al suelo.

~ 209 ~
Nicole Dykes Outcast

—Oye, te hemos sacado del infierno de la dentición del bebé


esta mañana. Deberías agradecérnoslo—, digo con sorna, y Tristan
me pellizca la cadera mientras nos sienta a los dos en la cama.
—Lo siento, Lawson. Parece que no puedo controlarme con él.
Lawson se limita a refunfuñar, que parece ser la reacción que
estamos recibiendo de todos nuestros amigos hoy, así que nos
levantamos para terminar de ayudarlos a ayudarnos. Cuando todo
lo mío está en nuestra nueva casa y les hemos servido la comida,
menos Lawson, que tenía que volver con el bebé y Rae, nos dejamos
caer juntos en el sofá.
El brazo de Tristan me rodea el hombro. —Hice que llevaran
la comida a la cabaña de Rae y Law.
Me apoyo en su hombro. —Eres un buen hombre.
—Fue muy amable de parte de Lawson ayudar. Creo que tu
plan para niños pequeños es muy bueno.
Me rio, pero asiento con la cabeza. Quiero a mi sobrina
pequeña a muerte, pero oh Dios mío, es una chillona.
—¿Aún quieres eso?— Recojo una de las almohadas de color
azul y verde brillante que he traído y la coloco inmediatamente en
el sofá negro, abrazándola contra mí.
—Lo quiero todo contigo, Hayden—, dice sin ningún esfuerzo.
—Sé que soy molesto—. Giro la cabeza para mirarlo y casi me
rio al ver la cara de perplejidad que tiene ahora. —Siempre
preguntándote si esto es lo que quieres, si realmente me amas o si
siempre me amarás. Si fuera inteligente, no estaría tratando de
convencerte de que no me ames.
—Eso nunca podría pasar—. Me agarra la barbilla con los
dedos y mantengo los ojos clavados en los suyos incluso cuando
Roxy salta a nuestros regazos. —Te dije que soy un hombre
paciente. Eso nunca va a cambiar, y siempre te diré lo mucho que te
amo. Pídelo. Cuando quieras.
~ 210 ~
Nicole Dykes Outcast

—Se hará aburrido.


—No. Soy un hombre de rutina. Es imposible que eso ocurra.
Roxy da un ladrido de acuerdo, y yo me rio, totalmente feliz y
más seguro de lo que me he sentido en toda mi vida. Le doy un breve
beso en los labios y luego los dos le damos a Roxy el cariño y la
atención que reclama y merece antes de acomodarnos para un largo
día de deshacer las maletas.
Son mi hogar. Ya casi no tengo que recordármelo porque es mi
verdad, y mi paciente hombre me lo recuerda cada día.

~ 211 ~
Nicole Dykes Outcast

Treinta y cuatro
Hayden

—Dios mío, ¿por qué tiene que ser tan sangriento y


asqueroso?— Tammy chilla mientras se cubre la cara con las manos
y se acurruca en el sofá.
Intento no poner los ojos en blanco ante mi amiga. Quiero
decir, vamos. Es Cabin Fever. Ni siquiera es una película slasher,
por el amor de Dios. —Porque sí. Destapa tus ojos, gallina.
—No. Así—. Sólo se tapa los ojos con la manta y Roxy ladra
desde su lado del sofá, junto a mí.
Acaricio su suave oreja. —Así es, chica. Díselo tú. Esta película
no da miedo.
—Es asquerosa—, dice ella, todavía escondida bajo la manta.
—Y espeluznante. Nunca entenderé su fascinación por estas
películas.
Me meto un trozo de palomitas en la boca y mastico, sin que
me molesten sus quejas. —Porque son un buen momento. A
diferencia de mi mejor amiga.
Tammy se sienta, mirándome a mí y no a la pantalla. —Como
si yo fuera tu mejor amiga. Me han sustituido por cierto policía sexy
y atractivo.

~ 212 ~
Nicole Dykes Outcast

Le lanzo un trozo de palomitas y ella se ríe, devolviéndoselo.


—Como si no me hubieran sustituido por una adorable dueña de un
resort.
Se sonroja, y yo suelto una carcajada porque lo sabía.
Definitivamente, algo está pasando. —Bueno, ella es muy superior—
, se burla, y lo dejo pasar. Supongo que me lo dirá cuando esté
preparada. Si es que alguna vez está preparada.
Que yo sepa, Tammy sólo ha sido sincera conmigo. Y estoy
bastante seguro de que me ha contado cada una de sus aventuras
con demasiado detalle. Quiero decir, es como somos. —Ouch, perra.
Se ríe y se acurruca en mi hombro, haciendo todo lo posible
por ponerme ojos de perrito. —Mira, estoy muy contenta de que
tengamos una noche de amigos, pero no soy Tristan, y no me gustan
estas películas.
Suspiro, poniendo en pausa la película porque sé que no
debería obligarla a verlas. —Bien, de acuerdo. ¿Qué quieres ver?
Ella se anima al oír eso, llena de emoción y aplaudiendo. —
¿Pitch Perfect6?
Rápidamente la busco y la empiezo con una feliz Tammy a mi
lado. Aunque me gusta mucho esta película, no ayuda a alejar mi
mente del hecho de que Tristan no está aquí ahora mismo porque
está trabajando en el turno de noche.
Y sé lo mucho que odia el turno de noche. Aunque el índice de
criminalidad aquí es bastante bajo -nada que ver con el de St. Louis-
, no puedo evitar los nervios en el estómago al pensar en él ahí fuera,
patrullando de noche.
—No estás cantando—, se queja Tammy.

6
Notas Perfectas en español.

~ 213 ~
Nicole Dykes Outcast

—Estoy preocupado por Tristan—, admito con facilidad,


porque realmente es una de mis mejores amigas y, a pesar de que
nos hacemos pasar un mal rato, sé que se preocupa.
—Estará bien. Es un buen policía.
—Sí, pero el mundo es un mal lugar.
Se acurruca contra mí. —No siempre. Tú y yo lo sabemos.
Estoy a punto de argumentar que ambos conocemos las partes
realmente malas, pero entonces oigo que se abre la puerta principal
y me levanto de un salto, justo cuando Tristan entra. No le doy
tiempo y salto a sus brazos, rodeándole con las piernas y besándole
la cara.
Se ríe y me abraza con fuerza. —Bueno, hola a ti también.
—Tammy es aburrida. Sólo quiere ver películas sobre grupos
de acapella.
Me besa, todavía sosteniéndome, y luego retira sus labios de
los míos. —¿Es así? ¿Y eso no te gusta?
—Me gustas—. Lo beso de nuevo, y Tammy hace un ruido de
náuseas detrás de nosotros. La oigo moverse, pero estoy demasiado
fascinado por Tristan. Huele bien, demasiado bien para haber
estado atrapado en un coche patrulla toda la noche.
—Son realmente asquerosos—, dice Tammy, y la hago señas a
espaldas de Tristan. Oigo su bonita risa. —Quiero todos los detalles
mañana—, canta antes de que oiga cómo se cierra la puerta, y
Tristan deja caer mis pies al suelo.
—Eso ha sido un poco grosero por nuestra parte.
—Oh, por favor—. Lo ignoro y me dirijo hacia el sofá,
llevándolo conmigo de la mano. —Una vez fui testigo de cómo le
hacían una mamada en una fiesta. Estaba oscuro, pero sabía lo que
estaba haciendo. No tenemos secretos.

~ 214 ~
Nicole Dykes Outcast

Tristan me rodea con su brazo en el sofá y saluda a Roxy, que


se sube a su regazo. Dejo Pitch Perfect y continúo donde lo dejé en
Cabin Fever. —¿Le cuentas todo sobre nosotros?
Me pongo ligeramente rígido porque no parece enfadado, pero
no sé si lo estaría. —¿Te molestaría si lo hiciera?
—No—, dice sin esfuerzo.
Me relajo un poco. —No le cuento todo. Pero probablemente
podría elegir tu polla de una alineación de conversaciones si tuviera
que hacerlo—. Alza una ceja. —No hay fotos, lo juro—. Levanto las
manos inocentemente, pero él sabe que nunca lo haría. —Es que soy
muy bueno recitando los detalles.
—¿Ah, sí?— No se molesta en absoluto, pero noto que el
pantalón de su uniforme se abren de par en par, y por suerte Roxy
ya se ha separado, retirándose por la puerta trasera al patio trasero,
donde suele estar.
No pierdo más tiempo porque Dios, lo he echado mucho de
menos.
Me quito rápidamente los pantalones -de ambos-, empujando
los suyos hacia abajo y pateando los míos completamente. Por
suerte, tengo lubricante en la mesa junto al sofá, y no tardo en
hundirme en su gloriosa polla.
—Oh, mierda, sí—. Me agarro a sus fuertes hombros,
tomándome mi tiempo, sintiendo cada centímetro que me estira.
—Te he echado de menos—, respira, me besa los labios y se
aferra a mis caderas, moviendo mi cuerpo mientras se introduce en
mí.
—Yo también te he echado de menos—, jadeo con dureza
cuando golpea mi próstata en el ángulo justo, mis dedos apretando
sus hombros. —Oh, Dios, sí. Te he echado tanto de menos.
Se diría que han pasado días y no sólo horas desde la última
vez que nos vimos, pero así es como se siente siempre con él. Sí,
~ 215 ~
Nicole Dykes Outcast

podemos hacer cosas por separado y funcionar el uno sin el otro,


pero parece que no queremos hacerlo.
Espero que se desvanezca, pero aún no lo ha hecho. De alguna
manera, el deseo sólo parece arder más y más con cada día, y estoy
tan jodidamente aquí para ello.
Lo cabalgo hasta que ambos nos deshacemos y me recuesto
contra su pecho, totalmente agotado. —¿Estuvo bien?
—Supongo que te refieres al turno de noche y no a la jodida.
Levanto la cabeza para mirarle a los ojos. —El polvo fue
fenomenal. La prueba está en mi culo.
Su polla reblandecida se sacude ante mis palabras, tratando
de reponerse, y yo me rio sin paliativos. Me pellizca el culo
juguetonamente. —El turno estuvo bien. Una pelea de bar, pero eso
fue todo.
—Bien—. Me siento aliviado, y estoy seguro de que se me nota
en la cara.
Me besa la nariz y luego la mejilla. —Estoy bien, Hayden. De
verdad. Puedo soportar hacer mi trabajo.
—Ya lo sé. Nunca he pensado diferente—. Y no lo he hecho,
pero al escuchar sus historias de horror, me preocupo por él. No
quiero que vuelva a pasar por algo así. Quiero paz para mi dulce
hombre.
—Oye.— Ahora sostiene mi cara entre sus manos. —Puedes
preocuparte por mí. Me gusta que te preocupes por mí. Te amo.
Sin pensarlo dos veces, abro la boca con una sonrisa. —Yo
también te amo, carajo.
—Vamos a limpiarnos y a terminar la película. Necesito ver
quién vive.
—Dios, te amo—, digo mientras me levanta y me lleva al baño,
donde nos damos una ducha rápida y a tientas, haciéndonos un paja
~ 216 ~
Nicole Dykes Outcast

y corriéndonos los dos de nuevo antes de ponernos los pantalones


del pijama y volver al sofá.
—Eres tan hermoso—, dice mientras su mano roza mi mejilla.
—Sé que lo odias, pero lo eres.
—No lo odio tanto viniendo de ti. Y no añades como una
chica—, digo con mi mejor acento sureño burlándome de cómo lo
oía de pequeño, —al final de esa frase.
Sacude la cabeza con una sonrisa y coloca mi cabeza en su gran
y amplio hombro. —Eres precioso, como mi Hayden.
Sonrío ante eso. No puedo evitarlo. —Sabes, me encantaba
llevar maquillaje. No como un completo payaso, sino un poco de
colorete y algo de rímel—. Me inclino lo suficiente para mirarlo a los
ojos. —Quiero decir, has visto mis ojos, están hechos para resaltar.
Ahora sonríe, me mira profundamente a los ojos y asiente con
la cabeza. —Entonces, ¿por qué no te lo pones ahora?
Me encojo de hombros, sintiéndome vulnerable mientras
vuelvo a apoyar la cabeza en su hombro. —Hace mucho tiempo que
no lo llevo. Cuando mi padre me pilló jugueteando con el maquillaje
de mi madre fue una de las dos veces en mi vida que estuve seguro
de que me iban a dar una paliza. Estaba muy enfadado.
Siento que Tristan se pone rígido bajo mi cabeza. —Imbécil.
Me río, con mi dedo recorriendo su pecho desnudo y su
estómago. —Sí. De todos modos, decidí que probablemente no
debería usar más maquillaje.
—Sabes que puedes, ¿verdad? Le daré una paliza a quien diga
lo contrario. Felizmente.
—Lo dice el policía—, bromeo, pero mi sonrisa no hace más
que aumentar porque creo que lo dice en serio. No es que necesite
o quiera que lo haga.

~ 217 ~
Nicole Dykes Outcast

Se encoge de hombros. —Valdría la pena. Y no te equivocas,


tus ojos están hechos definitivamente para brillar. Me encantaría
verlo.
No hay burla en su tono. No hay vergüenza. Sólo una especie
de actitud de haz lo que quieras con la que vive su vida. —¿No te
importaría que te vieran conmigo maquillado?
No hemos dicho a toda la ciudad que estamos juntos, pero es
bastante conocido. Quiero decir, vivimos juntos. Siempre estamos
juntos. La gente lo sabe. Y creo que tenía razón, a nadie le importa.
Cuando entramos en el resort para desayunar el fin de semana
pasado, Tristan me tomó de la mano, sus ojos buscando mi permiso,
y yo asentí antes de entrar en el restaurante con la cabeza alta y los
dedos entrelazados.
Y todo el mundo se limitó a sonreír y saludar con normalidad.
—Siempre estoy orgulloso de que me vean contigo, pase lo que
pase. Con o sin maquillaje. Creo que te quedaría muy bien.
Lo beso suavemente, tomándome mi tiempo y saboreándolo
realmente porque amo a este hombre. Este hombre perfecto que me
acepta por lo que soy y siempre lo ha hecho.
—Quizá lo pruebe.
Sonríe contra mis labios. —No puedo esperar.
Volvemos a la película entonces, y no me dice que es
asqueroso. Se limita a verla conmigo con la cabeza apoyada en su
hombro.
Así es la felicidad total y completa.

~ 218 ~
Nicole Dykes Outcast

Treinta y cinco
Tristan

Es Halloween, y como puedes imaginar, es la fiesta favorita de


Hayden. Amanda está organizando una gran fiesta en el resort, y
nosotros vamos a ir. Ni siquiera discutí porque no puedo esperar a
ver a Hayden brillar en la fiesta en su día festivo favorito.
Decidió que teníamos que elegir los disfraces de cada uno, y
no puedo decir que odie el mío. Miro mis pantalones blancos con
adornos dorados en los laterales y me pongo la chaqueta amarilla
sobre una camiseta blanca. Me miro en el espejo, ajustando mi falso
bigote negro, e inspecciono mi pelo engominado.
—Estás muy guapo—. Hayden me agarra de las caderas y se
inclina hacia el reflejo del espejo. Me doy la vuelta lentamente,
rodeando su cintura desnuda con mis brazos. —Hablando de guapo.
Desde que me dijo que quería llevar maquillaje cuando era
más joven, me muero por verlo. No porque sea femenino, sino
porque es parte de él. Es lo que él quería, y Dios mío, creo que se me
cae la baba.
No estaba seguro de con qué ir cuando eligió a su ídolo,
Freddie Mercury, para mi disfraz, pero cuando vi el disfraz de
Ángel, por alguna razón me llamó.
No es que sea menos angelical, pero seamos sinceros, tiene un
lado oscuro. Uno que me encanta.

~ 219 ~
Nicole Dykes Outcast

Me quedo con cada centímetro de él, su tutú negro y sus alas


a juego. La diadema negra sobre su pelo rubio, y el maquillaje, un
negro intenso sobre sus párpados con delineador negro y máscara
de pestañas. Es impresionante.
Quiero decir, realmente me roba el aliento. —Eres
jodidamente hermoso.
Sonríe, radiante de orgullo cuando lo suelto, y da una pequeña
vuelta. —Sí, me veo jodidamente bien—. Mueve las cejas
juguetonamente. —¿Estás listo, Freddie?
—Te morías por decir eso, ¿no?—. Lo atraigo hacia mí por la
cintura, y él inclina la cabeza hacia atrás y se ríe.
—Totalmente.
—Estoy listo. Vamos—. Agarra la correa de Roxy,
enganchándola, y miro a mi perra, que va vestida con un traje de
abejorro. No parece disgustada por el disfraz que Hayden ha elegido
para ella.
Sin embargo, estoy seguro de que le permitirá hacer cualquier
cosa. Lo quiere mucho.
Le sonrío. Lo mismo, chica. Lo mismo.
Hayden me mira mientras yo lo miro después de ver cómo ha
vestido a nuestro perro, y se encoge de hombros. —Ella me dijo que
esto es lo que quería. Es un poco extravagante.
Me río y le doy un beso en los labios antes de salir. Canta —
Don't Stop Me Now— durante todo el camino hasta el resort y,
cuando llegamos, todos nuestros amigos ya están allí. Rae y Law
llevan un bonito disfraz familiar: Rae es Caperucita Roja y Lawson
es un leñador. El bebé Jacklyn es un lobito adorablemente envuelto.
—No está mal—, dice Hayden, tomándolos en cuenta.
—Sabes que te encanta—, dice Rae mientras lo abraza y luego
da un paso atrás, con el bebé en brazos, y nos mira con una risa.

~ 220 ~
Nicole Dykes Outcast

—¿Lo has hecho disfrazarse de Freddie Mercury?


—Perra, por favor. No tuve que obligarlo a hacerlo. Él quería
hacerlo.
Juego con el bigote falso y sonrío. —¿Quién no querría ser el
mejor líder del mundo de la banda más genial de la historia?
Hayden me besa con fuerza en la boca, sonriendo con orgullo.
—Maldita sea, te amo. Te amo de verdad.
Sonrío y le rodeo la cintura con el brazo. —Yo también te amo
mucho, mucho.
—Sí. Nuestro ángel ha encontrado definitivamente a su
pareja—. Oigo la voz de Adrian antes de que Nash y él se unan a
nosotros.
Los dos van vestidos con uniformes de béisbol, pero en lugar
de apellidos, las espaldas dicen Pitcher y Catcher, respectivamente.
Me río. —¿Hayden también eligió sus disfraces?
Hayden se ilumina, leyendo el reverso de cada uno. —¡No!
Pero eh, siempre pensé que sería al revés.
Nash, que lleva la camiseta del uniforme de Pitcher, le echa la
bronca, pero se ríe.
—Oh, por favor, sabes que somos vers—, añade Adrian, y
Hayden se carcajea con conocimiento de causa.
—Están demasiado unidos—, bromeo, tirando de Hayden a mi
lado, y él se apoya en mí.
—Es demasiado tarde para echarse atrás, Tris. Estás atrapado
con todos nosotros.
No me gustaría que fuera de otra manera, pero no necesito
decirlo. Todos lo saben, al igual que Hayden.

~ 221 ~
Nicole Dykes Outcast

No sabía lo desesperado que estaba por esta familia


encontrada hasta que conocí a Hayden, pero no la cambiaría por
nada.
Pronto, también se nos unen Tammy y Amanda, que, por
cierto, llevan un disfraz de pareja. Tammy es un Hugh Hefner sexy
con una bata roja y negra, con un sedoso camisón negro debajo y un
sombrero de capitán blanco en la cabeza, y mi hermana es una
conejita de Playboy.
Parecen felices y contentas mientras se acercan y bromean con
nosotros. Quizá Hayden tenía razón sobre ellas, pero todavía no han
dicho nada.
La fiesta es muy divertida, pero para cuando llegamos a
nuestra casa y vemos Halloween, el original, estoy agotado.
Pero muy feliz.
Empiezo a creer que esta es mi nueva normalidad.
Y con Hayden acurrucado a mi lado, con una película de terror
reproduciéndose mientras come gusanos de gomitas, ¿cómo no
podría ser feliz?

~ 222 ~
Nicole Dykes Outcast

Halloween
Hayden

4 años después

—Vamos, marido. Mueve el culo—. Golpeo a Tristan en su


apretado culo, y él sólo se ríe, dándose la vuelta, llevando a nuestro
hijo pequeño, y mierda, eso es caliente. Y también es un hermoso
espectáculo para la vista.
De acuerdo, adoptamos un niño de tres años el año pasado, y
es increíblemente perfecto, todo lo que podríamos haber querido.
Pero entonces decidimos que necesitaba un hermano, y esta vez
optamos por la subrogación.
Y sí, tenía toda la razón. Los bebés son un montón de trabajo.
Pero también lo son los niños pequeños. Y ambos merecen tanto la
pena.
—Estoy casi listo. No te preocupes.
—Oh, estoy preocupado. Tu hermana y Tammy me han
amenazado con las pelotas si no llegamos a la fiesta a tiempo—.
Puede que lleguemos tarde muchas veces. Pero, ¿alguna vez has
intentado preparar a un bebé de tres meses y a un niño de tres años
al mismo tiempo?
Esa mierda es difícil.

~ 223 ~
Nicole Dykes Outcast

¿Y adivina quién tenía razón sobre Tammy y Amanda? Una


vez que superaron sus inseguridades, consiguieron ser felices la una
con la otra. Se van a casar este invierno.
Lo cual, si me preguntas, es una locura. Quiero decir, no la
parte de la boda, sino la parte del invierno. ¿Quién quiere casarse
cuando hace un frío de mierda afuera? Pero cada uno a lo suyo y
todo eso.
Se ríe y se inclina para besarme rápidamente. —Bueno, no
podemos permitir que pierdas las pelotas.
—¡Pelotas!—, grita nuestro hijo mientras entra corriendo en la
habitación con Roxy pisándole los talones, ladrando alegremente,
ambos vestidos y listos para ir a la fiesta. Roxy lleva un gorro de
pizza porque no se puede tener Tortugas Ninja sin la pizza.
—Es genial—, digo riendo porque, vamos, es divertido.
Tristan hace todo lo posible por no parecer divertido, pero no
puede ocultar su sonrisa mientras agarro a nuestro hijo y lo beso,
haciéndole cosquillas en el costado mientras se retuerce y trata de
zafarse.
Estoy emocionado por la fiesta de esta noche en la cabaña,
pero tampoco puedo esperar a volver a nuestra casa. Tuvimos que
ampliar la cabaña, pero Lawson y Nash estuvieron más que felices
de ayudarnos con la renovación. Nos quieren, lo prometo.
Y no es que vayamos a poder volver aquí, ver una película de
miedo y follar en el sofá. No, esos días pueden quedar en el pasado
por un tiempo, pero de nuevo, vale la pena.
Y nos haremos pajas a escondidas en la ducha antes de que
nuestro hijo decida que definitivamente necesitamos que no
duerma en nuestra cama. Porque eso es lo que hace. Sonrío, todavía
sorprendido de poder compartir mi corazón no sólo con Tristan,
sino también con dos hijos, a los que quiero más que a nada en el
mundo, y ellos me aman también. Incondicionalmente.

~ 224 ~
Nicole Dykes Outcast

Somos las Tortugas Ninja porque nuestro hijo de tres años las
adora en este momento, y no queremos enfadar a ese niño
innecesariamente. Quiero decir, hablar de chillidos.
Pero lo amo. Y las Tortugas Ninja son geniales.
Me encanta nuestra pequeña familia y todo lo que hemos
hecho juntos, a pesar de que estos disfraces no hacen nada por
presumir del cuerpo sexy de mi marido, que lleva a nuestro pequeño
bebé tortuga atado al pecho. Me he maquillado, así que sí, es
divertido. Mis párpados están pintados con un verde brillante, y
también llevo un grueso delineador de ojos y máscara de pestañas.
Pero no es diferente de un día normal. No me maquillo todos
los días, pero cuando quiero, lo hago. Ya no me preocupa ser
demasiado nada. No demasiado ruidoso. No demasiado gay. No
demasiado yo.
Soy yo sin disculparme. Todo el tiempo.
Porque Tristan me ama como soy.
¿Y qué podría ser mejor que eso?

~ 225 ~
Nicole Dykes Outcast

Agradecimientos
Espero que todos hayan disfrutado de Hayden y Tristan.
Definitivamente disfruté escribiéndolos. De hecho, me encantó.
Fue muy divertido dejarme llevar y hacer exactamente lo que
quería para este libro. No me preocupé de mucho y pude incluir
muchas de mis cosas favoritas. Películas de terror, tacos, otoño,
Halloween. Todas mis favoritas.
Espero que se hayan divertido tanto como yo. Espero que nada de
esto les haya hecho daño a ninguno de ustedes. Espero que si han
sido heridos en el pasado por personas que debían amarlos,
puedan encontrar la paz. No le debes nada a nadie, excepto ser tú
mismo.
Muchas gracias a Ariadna por la preciosa portada y ya sabes, por
aguantarme y demás. No me dejes. ¡No está permitido!
¡Lo mismo digo, Dena! ¡No me dejes nunca! Muchas gracias por
estar siempre ahí.
Estoy muy agradecida a todo mi equipo que me ayuda a sacar mis
libros y llevarlos al mundo, y estoy increíblemente agradecida a
mis lectores. Muchas gracias por su apoyo y amabilidad. Significa
mucho para mí.
¡Sean buenos con los demás y sigan leyendo!

~ 226 ~

También podría gustarte