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Tabla de contenido

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Epílogo
Siguiente en la serie
Sobre el Autor
Difícil1
KA Merikan

1 “Grind” es una palabra con varias acepciones en inglés, no solo es el verbo “moler” (específicamente
carne), sino también se usa para referirse a algo que es duro, difícil de hacer, generalmente un trabajo.
“No dejaré que nadie le haga daño. Incluso si nunca podrá
ser mío”.

Ezra. Escort2. Cínico. Perseguido por un asesino. Necesita un hombre capaz de cualquier
cosa.
Frank. Cliente. Protector. Leal. Quiere olvidar su pasado violento.

En su 40 cumpleaños, Frank decide que su oportunidad de amar ha pasado.


Pero cuando un viejo amigo lo invita a pasar una noche con un hermoso acompañante,
Frank no está dispuesto a decir que no. De hecho, Ezra demuestra ser tan embriagador que
no quiere dejarlo ir.
Él pagará. Una solución fácil a la soledad. Sin condiciones, sin expectativas, una
transacción limpia y un poco de extravagancia en su, por lo demás, frugal vida.
Eso es todo, hasta que una noche Ezra llega a su puerta, desesperado por protegerse nada
menos que del viejo amigo de Frank. Un hombre tan peligroso como solía serlo Frank.
Ezra tiene su objetivo en la vida muy claro: ganar mucho dinero mientras sea joven y
hermoso y luego casarse con un rico. Sus reglas son igual de simples: mantenerse a salvo y
no enamorarse de sus clientes.
Frank podría ser el tipo de hombre que Ezra prefería: grande, tosco y gentil en la cama,
pero Ezra es lo suficientemente sensato como para saber que un tipo que trabaja en un
depósito de chatarra y no es exactamente dueño de un yate no es buen candidato para
casarse.
Pero Ezra está en peligro y necesita un hombre con puños enormes, no con bolsillos
llenos, por lo que hará todo lo que esté en su poder para asegurar para él el afecto de Frank.
Sólo que Frank nunca planeó involucrarse con su pequeño regalo. Porque si Ezra supiera
sus oscuros secretos, estaría aterrorizado del monstruo que había dejado entrar en su
cama.

2 Se traduce también como “acompañante” pero es más una persona que recibe pagos en dinero o “regalos”
por favores generalmente sexuales y/o de compañía. Es como un/a prostituto/a de clase alta.
Temas: diferencia de tamaño, diferencia de edad, escort, proximidad forzada, los
opuestos se atraen, príncipe de hielo, gigante gentil, renuncia a las relaciones, oscuro
secreto, cicatrices emocionales, trabajo manual3.
Género: Romance M/M oscuro, abrasador y candente
Longitud: ~120.000 palabras (novela independiente)
ADVERTENCIA: Esta historia contiene escenas de violencia, lenguaje ofensivo y
personajes moralmente ambiguos, así como temas de violencia doméstica, trastornos
alimentarios y gordofobia.

3 Usa la expresión “blue neck” (“cuello azul”) que es la contraparte de “white neck” (“cuello blanco”), este

último refiriéndose al trabajo de oficina y el primero siendo el trabajo donde hay que “ensuciarse el cuello” (o
las manos).
Ésta es una obra de ficción. Cualquier parecido de personajes con personas reales, vivas, muertas o no muertas, eventos,
lugares o nombres es pura coincidencia.

Copyright del texto © 2023 KA Merikan

Reservados todos los derechos

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Diseño de portada por

Natasha Snow

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autor comprando su historia en las plataformas oficiales y no difundan por redes sociales como
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Contenido
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Epílogo
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Sobre el Autor
Capítulo 1
Frank
En momentos como este, Frank lamentaba su decisión de no matar más gente.
Tuvo que respirar profundamente mientras contemplaba el rostro lleno de acné del
cajero. —Última vez que te digo, en el cupón dice que es válido hasta hoy.
El resoplido proveniente de la fila detrás de él solo lo agitó más. Podría enfrentarse a
cualquiera de estos cabrones en una pelea. Medía un metro noventa y ocho y un puñetazo
de sus enormes puños podía destrozar una nariz con facilidad, pero eso haría que lo
echaran de Costco sin su cerveza de cumpleaños.
El adolescente le frunció el ceño desde detrás de la caja registradora y se apartó un
mechón de pelo rebelde de la cara. —No, según los términos y condiciones, debe usarse
antes de esta fecha. Lo que significa que era válido hasta ayer. —Luego se inclinó hacia
adelante y puso el dedo en una fila de palabras en fuente negra apenas legible en el cupón,
como si pensara que Frank era ciego o lento.
Si Frank tuviera láseres en los ojos, cortaría al niño por la mitad y acabaría con esto. —
Claramente dice hasta.
El hombre detrás de él resopló de nuevo. —Solo paga la cuarta parte extra, hombre. Dios.
Frank enseñó los dientes. —¡Ese no es el punto! —No quería pagar más cuando tenía un
cupón por esta mierda.
Una mujer de mediana edad parada justo detrás de su espalda arrojó un billete justo al
lado de la mano del cajero y habló con una voz llena de molestia. —Toma, ahora hazlo a
precio completo.
Frank parpadeó y se giró para mirar sus arrugadas facciones. —¡Tengo dinero! Se trata
de principios.
—Bueno, mi principio es recoger a mi hijo de la escuela a tiempo.
Frank la miró con frustración, pero el cajero intervino.
—¿O te gustaría dejarlo?
Todo lo que Frank quería hoy era una buena cerveza para su cumpleaños además de
todas las otras cosas que tenía que comprar para la pequeña fiesta que iba a organizar para
sus amigos en dos días. Hoy cumplía cuarenta años, pero era más conveniente para todos
que fuera el sábado. Entonces la cerveza era lo único para él. ¿Por qué gastaría más dinero
del que debería cuando su cupón era válido? Además, ¿por qué la codiciosa corporación
debería recibir un cuarto adicional que no merecía, incluso si no fuera él quien pagara?
Hasta hace unos meses, Frank habría enviado a su sobrino, Dex, a hacer compras de esta
manera, pero se mudó, dejando a Frank solo con todas las tareas del hogar. Lo cual estaba
bien. Especialmente porque Dex era un despilfarrador y probablemente se habría olvidado
por completo de los cupones. Pero como Frank ahora necesitaba hacer sus propias
compras, haría las cosas a su manera.
—Sí, me gustaría dejarlo, —dijo con voz severa.
El cajero puso los ojos en blanco.
—Todo este tiempo perdido para nada, —dijo la mujer detrás de la espalda de Frank lo
suficientemente alto como para que él lo oyera.
Una parte de él quería darle una mirada de enojo, pero ¿cuál era el punto? Su estado de
ánimo ya se había estropeado. No es que importara si no iba a ver a ninguno de sus amigos
más tarde. Shane y Ros estaban fuera para un evento de adiestramiento canino, y como la
fiesta de cumpleaños se pospuso, Jag y Dane invitaron a la familia de este último a pasar la
noche.
Esta noche, sería solo Frank, cerveza que compraría en algún lugar que no violara sus
derechos de cliente, y Predator. La vieja, no la nueva de mierda.
Había visto la película tantas veces que podía recitar los diálogos de memoria y nunca
dejaba de brindarle consuelo al final de un día difícil.
Frank pagó el resto de sus compras sin decir palabra y agarró las bolsas, con los labios
apretados en una fina línea. Por eso exactamente le gustaba que su casa estuviera en medio
de un enorme depósito de chatarra, lejos de personas con las que no quería tratar.
Era su santuario, un lugar que había hecho suyo y donde sus reglas eran la ley.
El enfrentamiento atrajo la atención de los clientes que esperaban en fila para las otras
cajas registradoras, por lo que se alejó manteniendo la mirada fija en la salida, decidido a
no hacer ningún contacto visual innecesario. Quería estar de vuelta en casa, con pantalones
de chándal cómodos y sin que nadie le estropeara el ánimo con sus tonterías.
Pero mientras se dirigía a su camioneta, destartalada y con un tono rojo oscuro del que
Dex se burló como si fuera viejo, sus ojos terminaron desviándose hacia un par de piernas
largas vestidas con jeans con corte tipo bota. A Frank se le cortó el aliento cuando notó la
forma en que la mezclilla abrazaba las nalgas del hombre antes de dar paso a un ajustado
top de manga larga que mostraba una espalda tonificada.
¿Realmente había pasado tanto tiempo que ver a un tipo cualquiera en un
estacionamiento era suficiente para hacerle la boca agua? La idea de las aplicaciones de
citas hacía que a Frank le entrara urticaria, e incluso los polvos casuales a menudo
resultaban demasiado complicados de organizar cuando tenía tanto trabajo todos los días.
Especialmente porque hoy en día a un hombre no le pueden chupar la polla sin tener que
descargar algo de la AppStore. Pasaba su tiempo libre en su taller o preparándose para la
próxima competición de Hombres Fuertes4, y no le quedaba tiempo para hacerse buenas
selfies.
Pero cuando el extraño se inclinó y metió la compra en el maletero de su coche, Frank no
pudo evitar mirarlo fijamente. Después de todo, era su cumpleaños. ¿Podría ser esto alguna
señal del cielo de que debería vivir un poco?
Una rápida mirada por el espejo lateral de su camioneta confirmó que su larga trenza
negra lucía bien. Tal vez no era un modelo, pero Frank sabía que era un buen partido para
cualquier chico al que le gustaran sus hombres muy masculinos y no tuviera miedo del
músculo extra que tenía. Pero la vida se trataba de ser realista, no de vivir en un mundo de
fantasía5, y Frank no podía salir con nadie a largo plazo. Porque, ¿cómo explicaría sus
frecuentes ausencias, las ocasionales manchas de sangre en su ropa o el hecho de que
guardaba lingotes de oro en las paredes y bajo el suelo? El tipo adecuado para Frank
tendría que estar de acuerdo con la mierda ilegal que sucedía en el depósito de chatarra, y
si Frank había aprendido algo en los últimos cuarenta años, era que no se podía confiar en
la gran mayoría de los hombres. Y aquellos en su línea de trabajo, menos aún.
Pero si bien no quería formar compromisos basados en mentiras, a una aventura de una
noche no le importaría si mintiera sobre su profesión, por lo que verificó dos veces si su
camiseta estaba limpia y se enderezó un poco mientras la emoción hervía a fuego lento
debajo. su piel.
Pero justo cuando estaba a punto de dejar sus compras junto al vehículo y entablar una
conversación con el apuesto hombre, una mujer joven con un vestido floreado corrió hacia
él y deslizó su mano por su bolsillo trasero.
Y eso lo dijo todo.
Frank trató de no tomarse el no rechazo como algo personal, pero el destello de
esperanza que había ardido en su pecho por un breve momento dejó cenizas hirviendo, por
lo que arrojó los productos a la caja del camión con demasiada brusquedad. Maldijo cuando

4 En inglés es “Strongman” pero me gusta dejarlo así en español. Es una competencia real, por si desean

buscar sobre ella.


5 En inglés dice “la la land”, que es básicamente la misma expresión.
uno de los yogures salió disparado a través de la tapa de plástico y salpicó un paquete de
plátanos.
¿Qué más saldría mal hoy?
Le dio al sexy hombre una mirada más por el espejo retrovisor, para asegurarse de
recordar esa cara cuando estuviera solo al llegar la noche. Esto era para mejor. No tenía
todo el día libre para entretener a un hombre, sólo porque dicho hombre tenía unos ojos
bonitos y un buen culo. Su vida se basaba en responsabilidades y por eso había dejado de
tener citas hacía unos años. Para ser justos, coincidió con que necesitaba más dinero en
efectivo para ayudar a su hermana con las facturas médicas, pero el alcohol era
terriblemente caro en los bares, y el tiempo dedicado a perseguir hombres era tiempo que
no se dedicaba a ganar dinero.
Así era.
Se le hizo un nudo en la garganta al pensar que todos sus esfuerzos no dieron frutos, pero
lo dio todo y contó cada día adicional de su hermana en este mundo como una victoria.
Puede que hubieran estado separados la mayor parte de sus vidas, pero aún así
extrañaba su brillante risa en un día como este.
Trató de no pensar demasiado en tener que celebrar sus cuatro décadas solo y se subió a
la camioneta, dirigiéndose directamente al enorme depósito de chatarra que llamaba hogar.
Tardaba veinte minutos en llegar desde el pueblo más cercano, lo que, sobre el papel, no
siempre era bueno para los clientes. Afortunadamente, la mayor parte de los negocios de
Frank se realizaban de forma extraoficial y la ubicación remota no era un obstáculo para
quienes valoraban la discreción por encima de todo.
A Frank le gustaba la tranquilidad del bosque alrededor de su alta cerca. Le gustaba que
cada persona que compartía este lugar con él fuera un amigo. Y que era suyo. Le daba una
sensación de seguridad sobre el futuro pero también le permitía ser generoso con quienes
importaban. Había dado pedazos de tierra a amigos, quienes luego construyeron sus
propias casas, y saber que tenía los medios para ayudarlos era un motivo de orgullo. La
partida de Dex dejó un vacío en la casa de Frank, pero Shane y Jag trabajaban con él a
diario, brindándole toda la compañía que necesitaba.
Pasó la puerta y condujo entre pilas familiares de metal, madera y objetos sin clasificar.
Estaba de cuidador de perros para Ros y Shane, por lo que ni siquiera pasaría la noche en
su propia casa. La breve idea de traer a un chico aquí había sido sólo una quimera.
Extrañaba el sexo. Eso era todo. Tal vez podría tener algo casual con alguien después de
la próxima competencia de Hombres Fuertes, porque atraería al público adecuado. O tal vez
iría a un bar en Pittsburgh una vez que terminara de clasificar la nueva pila de autos viejos
en el lado occidental del depósito de chatarra. No debería llevar más de unos pocos meses.
La casa de Shane y Ros parecía un trasplante inesperado de los suburbios con sus
paredes cuidadosamente pintadas y un jardín con árboles frutales y esculturas fantásticas
que Ros había creado a partir de basura.
Frank tenía un ex que había querido transformar la casa de Frank en algo de ese estilo,
pero todo lo que quedaba de ese intento ahora era una valla que ya no era blanca y que
Frank no tenía corazón para derribar.
El interior de la casa de Shane y Ros era igual de creativo y, aunque estaba lleno de
muebles estampados y esculturas experimentales de Ros, no parecía abarrotado como se
había vuelto la casa de Frank. Estaba agradecido de que Shane se hubiera ofrecido a ser el
anfitrión de la fiesta en su casa, porque la de Frank era un poco como una pocilga en este
momento. Dex solía encargarse de muchas tareas diarias como parte de su trabajo, y
aunque era desorganizado y necesitaba que le repitieran las cosas, hacía las cosas bien, lo
que liberaba a Frank para que se ocupara de otras cosas. Ahora, todo recaía sobre sus
hombros, y cuando se enfrentaba a la elección entre ordenar y descansar después de un día
duro, Frank siempre optaba por lo último.
Cuando Frank puso la compra en el frigorífico, su impecable estado le recordó cuánto
necesitaba limpiar el suyo. Lavar los platos o fregar el baño le parecía tan irrelevante
cuando vivía solo. ¿A quién le importaba de todos modos?
Ros y Shane habían llevado su manada de Rottweilers entrenados al evento, pero dejaron
a los dos perros mayores que habían adoptado en un refugio hace unos meses. Una Pittie
blanca llamada Hera era un amor absoluto, pero su amigo, Eros, era una mezcla impía de
Husky que parecía un Corgi Galés disfrazado de lobo para Halloween. Y se lanzaba a
cualquier pierna a la vista. Ambos lo saludaron con el nivel de entusiasmo que sólo los
perros podrían tener por un hombre que los ignoraba en gran medida, preocupado de que
pudiera empezar a querer una mascota propia si no tenía cuidado. Aún así, cuando se
reunieron con él en el sofá la noche anterior, no tuvo el corazón para ahuyentarlos, y
definitivamente se despertó con Eros a los pies de la cama esta mañana. Pero era
demasiado temprano para descansar, así que dejó salir a los dos perros al jardín y se puso a
trabajar. Normalmente guardaba el grueso libro de contabilidad en un escondite cerca de
su casa, pero sabiendo que tendría algo de tiempo, lo trajo aquí.
Lo mejor es mantener la contabilidad creativa cien por cien analógica.
Frank estaba a punto de comenzar la tediosa tarea cuando lo interrumpió un golpe
rítmico en la puerta. El código secreto de Jag.
Esta iba a ser una velada larga. —¡Adelante! —gritó desde el sofá.
Jag entró corriendo con una amplia sonrisa en su rostro bronceado. No se le escapó a
Frank que había un escudo de plástico del Capitán América pegado al frente de su traje de
sobreviviente del páramo. Habría sido mentira si hubiera afirmado que Jag realmente había
cambiado desde que encontró a su compañero, pero definitivamente olía mejor que antes y
se peinaba el cabello todos los días, ya que su novio tenía mejores medios para convencerlo
de que era importante. Tenía sentido que elementos relacionados con el gusto de Dane por
los cómics también hubieran comenzado a encontrar su camino en el guardarropa hecho
por él mismo para Jag.
Frank miró fijamente el rostro sonriente. —¿Qué? —preguntó cuando quedó claro que
Jag estaba esperando esta pregunta con entusiasmo. Algunos días, se parecía demasiado a
los cachorros de Shane.
Cuando abrió la boca, las palabras salieron como balas de ametralladora. —Coloqué
trampas en un lado de los contenedores de envío. ¡Hoy cayó un zorro y demostró que
funcionan!
Frank se frotó la frente. Una pena por el animal, pero la verdad es que tenían demasiados
zorros deambulando por el depósito de chatarra. Teniendo en cuenta que no estaba el
cadáver en las manos de Jag, Frank recibiría algún tipo de taxidermia sorpresa para su
cumpleaños.
—¿Qué tan grandes son las trampas, Jag? No queremos que los perros resulten heridos.
La boca de Jag se torció. —Bueno, las hice para atrapar intrusos, no zorros, así que...
Oh, maldita sea.
Frank se levantó y guardó el libro de contabilidad. No podía expresar demasiado enojo, o
Jag podría querer ocultar que hizo trampas la próxima vez. —Bueno. Vamos. Muéstrame
dónde están.
Los ojos de Jag se iluminaron y salió directamente, ladrándole a Eros cuando el perro
intentó agarrarse a su pierna y darle un poco de atención amorosa. El perro rebelde ladró y
se dio la vuelta, mostrándole a Jag su parte más vulnerable, lo que Jag aceptó con un
resoplido orgulloso.
Si Frank no lo hubiera encontrado herido hace tantos años, seguramente estaría
liderando su propia manada de lobos a estas alturas. O muerto en una zanja.
—¿Cuándo las colocaste? —Preguntó Frank, siguiendo al Tarzán del depósito de chatarra
más allá de la puerta y hacia el camión. Podían llegar fácilmente a los contenedores a pie,
especialmente cuando atravesaban los montones de basura en lugar de seguir caminos,
pero la propiedad era enorme y no quería que su único buen par de zapatos se arruinara.
—La semana pasada, —dijo Jag, rodando hacia la caja del camión como un especialista en
su mejor momento.
Ponerse al volante y abrir la pequeña ventana en la parte trasera de la cabina le dio a
Frank el tiempo suficiente para contar hasta diez. —Alguien podría haber resultado herido.
¡Deberías haberme informado de inmediato!
El puchero de Jag se reflejó en el espejo retrovisor. —Habrías dicho que no.
Frank puso en marcha el vehículo y se dirigió entre las cercanas colinas de coches
aplastados, hacia el laberinto que los conduciría a los lugares podridos donde los cadáveres
desaparecían sin dejar rastro y los secretos de las personas se guardaban por un precio
justo. —No digo que sea una mala idea en general, pero alguien podría salir lastimado. Ya
sabes, Ros camina por todas partes, buscando basura para hacer esculturas. Cuando dijiste
que el zorro cayó, ¿lo dijiste literalmente? ¿Cavaste agujeros ocultos o algo así?
Jag gruñó. —Sí, deberíamos decirle a Ros que se mantenga alejado de allí. Estaba
pensando en poner púas o vidrio en el fondo, pero por ahora dejé las trampas vacías, así si
alguien se cayera, simplemente se rompería una pierna o algo así.
Sólo se romperían una pierna. No hay problema.
Frank se frotó la cara antes de tomar una curva cerrada hacia una pista estrecha con
montones de neumáticos usados a ambos lados. Pero por muy preocupado que estuviera
del secretismo de Jag, una capa adicional de seguridad alrededor de este punto tan
importante dentro del depósito de chatarra no era una mala idea. Si Jag estaba dispuesto a
arreglar las cosas por su cuenta, ¿por qué no dejarlo? Cualquiera que hubiera resultado
herido habría sido un visitante no bienvenido.
Frank debe haberse quedado callado demasiado tiempo, porque ahora Jag estaba
sonriendo como aquella vez que todos se fueron de viaje y atrapó un pez con los dientes. —
¿Tal vez podrías usar la trampa para conseguir tu propio compañero?
¿De nuevo con esto? ¿Y viniendo de un hombre cuya historia de amor comenzó con el
secuestro de un extraño medio muerto?
Ridículo.
Frank redujo la velocidad a medida que se acercaban a los contenedores de envío vacíos.
A veces, por una tarifa, mantenían a alguien aquí para el club de motociclistas local. Dex
estaba buscando prospectos para ellos ahora y le ofreció al club un descuento como si fuera
el dueño. Ya ni siquiera trabajaba a tiempo completo en el depósito de chatarra y sólo venía
algún día para echar una mano.
—Jag, no necesito atrapar un hombre en una trampa.
—Funcionó muy bien para mí.
Frank suspiró y lo siguió lejos de los contenedores, hacia una zona arenosa con un
enorme agujero en un lugar. La tierra debió caer en la trampa cuando la lona que servía
para ocultar la zanja se hundió bajo el peso del zorro.
—Jag, tengo otras cosas que hacer.
—Dices eso, pero en el fondo tu corazón anhelas un compañero con quien acurrucarte
por la noche, —insistió Jag sin ningún sentimiento de vergüenza por su parafraseo.
Frank frunció el ceño y sacudió la cabeza. —No todo el mundo quiere vivir como un
conejo en una guarida. Soy un hombre adulto y estoy perfectamente bien por mi cuenta. —
Extendió los brazos—. ¿Extraño que me chupen la polla con regularidad? Claro, pero ya lo
arreglaré cuando tenga tiempo. Esto no ayuda. Todavía tengo que mover muchos coches de
la puerta occidental hasta que pueda soñar con días libres.
Los ojos de Jag se iluminaron. —Oh. ¿Puedo quedarme algunos de los oxidados para mi
trampa? Haré que Dex conduzca el camión y Dane ayudará a moverlos. Es muy fuerte. —
Cualquier oportunidad de alardear de su hombre era buena para Jag.
Frank suspiró. —Bien. Pero mantenme informado del progreso, —dijo, porque según su
experiencia, era mejor permitirlo y saber qué estaba haciendo Jag en lugar de descubrir un
día que había seguido adelante con un plan mucho peor.
Cuando Frank regresó a la casa de Ros y Shane, los dos perros lo saludaron como si
hubiera estado fuera por un día entero, no veinte minutos. Cuando abrió el libro mayor y
miró las filas de artículos y números, estaba claro que ni su corazón ni su cabeza estaban
allí, así que pasó junto a la cerca para dirigirse a uno de los enormes neumáticos de tractor
que descansaban cerca. Si no podía pensar, también podría quemar el exceso de energía
haciendo un entrenamiento ligero para la competición.
Pero justo cuando apartaba el pesado objeto de sus tres ruedas hermanas y estaba a
punto de empezar el calentamiento, su teléfono vibró con una llamada insistente.
—¡Mierda! —Gritó hacia el cielo que se oscurecía. Los perros empezaron a ladrar en
respuesta.
Respiró hondo, pero eso no fue suficiente cuando vio el nombre en la pantalla.
Paul.
Y eso significaba una cosa: en lugar de disfrutar de una noche tranquila, tendría
deshacerse de un cuerpo.
—¿Qué pasa? —Frank preguntó cuando contestó la llamada, porque los negocios son lo
primero.
—¡Hola Frankie! Ha pasado un tiempo, —dijo Paul con una voz que delataba cada vez
más cuánto fumaba—. ¿Cómo has estado?
—Ocupado, así que dejemos las formalidades. ¿Tienes basura para mí?
—¿Ocupado? ¿En tu cumpleaños? ¡Y aquí estaba yo pensando que podría sorprenderte
con un poco de diversión!
Bueno, al menos el viejo bastardo no tuvo la no tan brillante idea de llegar a las puertas
del depósito de chatarra sin ser invitado. Si eso hubiera sucedido, Frank le habría arrojado
a Jag, independientemente de haber compartido vivencias pasadas.
Se sentó en el neumático porque tenía el presentimiento de que la charla podría ser más
larga. Posiblemente una de esas en las que Paul intentaba atraer a Frank para que volviera
a realizar trabajos que implicaran producir cadáveres en lugar de simplemente deshacerse
de ellos.
—¿Oh? ¿Es mi cumpleaños? Me olvidé. —En caso de que Paul esperara una invitación.
La risa ronca que resonó en el receptor le trajo recuerdos de una época que, aunque
violenta, había sido mucho más despreocupada. Pero Frank superó la tentación de volver a
las andadas. Había cambiado y no quería volver a ser el hombre que solía ser.
—Bueno, Frank, es tu cuarta década. Algo grande. Necesitas celebrar.
Frank sonrió para sí mismo a pesar de que sus sentimientos por Paul eran, en el mejor de
los casos, ambivalentes. —Bien. ¿Qué tengo que hacer? ¿Salir de fiesta? Ya soy demasiado
mayor para los clubes. Me siento como si estuviera en un kinder cuando a veces lo hago.
—Oh, te entiendo, Frank. ¿Confías en mí?
Pregunta capciosa. —Confío en ti lo suficiente como para ocultar tu mierda. —Lo cual era
un tipo de confianza incriminatoria que iba en ambos sentidos. Ambos tenían las manos
sucias el uno por el otro, lo que creaba un equilibrio perfecto.
—Muy bien. Te enviaré una dirección. Ve a las ocho.
Frank gimió. —Escucha, Paul, te lo agradezco, pero no tengo tiempo...
—Créeme, Frank. Te gustará mi sorpresa. Vive un poco. ¡Dios santo! ¿Ya ni siquiera
puedo darle un regalo a mi viejo amigo?
—Bueno. Bien. Envía la dirección.
Joder. Paul tenía razón por una vez en su vida. Frank merecía vivir un poco.
Especialmente en su cumpleaños.
Capítulo 2
Frank
Las dos horas que quedaban hasta las ocho le dieron a Frank el tiempo suficiente para
ducharse, cambiarse y conducir hasta la dirección que Paul le había enviado. El GPS lo llevó
a una zona con modernos edificios de apartamentos, lo que significaba que tal vez los dos
terminarían bebiendo y recordando los buenos viejos tiempos, omitiendo cuidadosamente
lo malo. Frank había hecho el esfuerzo de vestirse con sus mejores jeans, una chaqueta de
cuero y una camiseta con el logo del negocio de adiestramiento canino de Shane.
Se complementó con botas pesadas, anillos lo suficientemente grandes como para
romper dientes y varios collares que él mismo había hecho con chatarra. Por mucho que le
encantara un poco de joyería, usar joyas no siempre era práctico en la línea de trabajo de
Frank, así que aprovechó la oportunidad y se esforzó al máximo.
Se sintió un poco incómodo al caminar por el pasillo limpio y color crema que no estaría
fuera de lugar en un bonito hotel. Su mundo consistía en transportar basura a un camión y
llenar agujeros en el suelo con cemento, no en lugares lujosos donde la gente bebía
martinis, pero tampoco se sentía intimidado por la riqueza.
A los cuarenta, Frank había pasado por suficientes cosas como para saber que el valor de
un hombre no dependía del tipo de coche que conducía o, en su caso, de cuántos lingotes de
oro había escondido bajo el suelo. Él era quien era y le importaba un carajo lo que alguien
que residiera aquí pudiera pensar de él.
Una vez que encontró la puerta correcta, tocó el timbre, listo para cualquier sorpresa que
Paul tuviera guardada.
Pero cuando se abrió la puerta, su confianza se evaporó como el rocío bajo el sol
abrasador. No se sentía preparado.
El hombre que estaba más allá del umbral no pertenecía a un lugar tan mundano como
este edificio de apartamentos. Sus ojos eran placas gemelas de cobre, y sus labios carnosos
destacaban en su suave rostro que era masculino pero tenía un borde suave en su
pronunciada mandíbula. ¿Y su cabelo? Espeso y oscuro, enmarcaba su rostro con suaves
ondas, como si hubiera sido diseñado por ángeles.
Frank no sabía nada de arte, pero al contemplar la forma musculosa pero delgada del
extraño, supo que el propio Leonardo da Vinci no podría haber conjurado a un hombre más
hermoso. Él era armonía. Perfección. Tan hermoso que Frank olvidó cómo hablar y en lugar
de eso se quedó mirando el suave pecho expuesto por una camisa de seda abrochada con
un solo botón.
Por supuesto. Paul lo había invitado a mostrar su nueva conquista y, en lugar de
recomponerse, Frank mordió el anzuelo e imaginó que sus dedos capturaban uno de los
dos collares de oro que colgaban sobre la carne expuesta.
—Buenas noches, —dijo el extraño en una voz sorprendentemente baja y suave. Todavía
era joven, pero ya no era un niño, como lo demostraban sus ya maduros rasgos.
Frank sonrió, tratando de no mirar el pezón que asomaba por debajo de la camiseta.
Quería ver a esta belleza desnuda y atada a la cama, temblando ante su toque, pero no
importaba lo atraído que se sintiera por este chico, más le valía que no fuera una extraña
situación de trío con la que Paul quisiera invitar a Frank, porque él no compartía.
Especialmente no con Paul. Los dos habían disfrutado de algunos revolcones cuando tenían
veintitantos años, pero no eran el tipo del otro. Entonces no, y menos ahora.
—¿Paul está dentro? —Será mejor que lo esté, porque si dejara a Frank con este hermoso
pedazo de culo, podría haber sobreestimado la moral de Frank.
Los labios rosados se curvaron y el joven rozó con el pulgar la hebilla de un cinturón que
podría valer más dinero que la camioneta de Frank.
Todo en él era caro. Incluso el leve picor del perfume que acariciaba la nariz de Frank se
sentía refinado. Una mirada más cercana a las joyas del extraño hizo que Frank se sintiera
un poco mal vestido y cohibido. Había aprendido bastante sobre relojes caros y cosas
similares gracias a su relación divertida, pero finalmente equivocada, con el dueño de una
tienda de empeño hace muchos años, y las baratijas que este hombre llevaba eran casi tan
finas como él.
—Paul me dijo que te esperara a las ocho. ¿Te gustaria entrar? —dijo el ángel y se hizo a
un lado para dejar espacio para la enorme figura de Frank.
Frank miró su reloj. Llegó a tiempo. —Sí, me dijo que tenía un regalo para mí. ¿Eres su
novio? —Si lo fuera, Frank lo honraría, pero nada le impediría echarle un vistazo a ese culo
respingón frente a él. Los pantalones color arena se ajustaban bastante a la figura y dejaban
al descubierto unos tobillos torneados que quedarían fantásticos con unos brazaletes de
cuero.
Frank nunca vio tipos así en la vida real. ¿Cómo es posible que exista gente tan perfecta?
¿Y por qué Paul torturaría a Frank exhibiendo a este tipo delante de sus narices?
El extraño se rió entre dientes y puso su mano en el brazo de Frank, invitándolo sin decir
palabra al luminoso pasillo. Esta vez, Frank entró y observó la gran sala de estar/cocina con
una pared con paneles detrás del televisor de pantalla plana y un gran sofá verde botella
frente a él. Con detalles dorados y una paleta general brillante, el lugar parecía lujoso pero
no demasiado opulento.
—No soy el novio de Paul, —dijo el hombre y tiró suavemente de la chaqueta de Frank.
Frank se giró para encontrarse con la mirada ámbar de esta personificación del sexo. —
Bueno, en ese caso, mi nombre es Frank. —Él sonrió y extendió la mano a modo de saludo,
porque ¿por qué carajo no? ¿Por qué no debería coquetear? Era demasiado mayor y tenía
demasiada experiencia para creer que alguien estuviera fuera de su alcance. La chispa
estaba ahí o no estaba. Siempre puedes intentar echarle un poco de combustible. ¿Y si lo
rechazaran? No era problema.
El hombre escondió la chaqueta en un armario y tomó la mano de Frank, dándole un
suave apretón. Incluso sus dedos estaban impecables: suaves, tersos, sin un solo callo que
los estropeara.
—Ezra. ¿Qué te dijo exactamente Paul? —preguntó y le mostró a Frank el sofá,
quitándole los dedos. Frank tuvo que evitar seguirlos con los suyos.
Entonces se dio cuenta. Este hombre podría ser una especie de ladrón o un turbio
comerciante de joyas. Podría ser alguien que Paul conociera y que pudiera hacerle un
bonito regalo. Y aquí estaba Frank, coqueteando con él. No es que se le pudiera culpar ante
tanta belleza.
Se sentó en el sofá donde ahora esperaba que le presentaran una selección de joyas para
elegir. —Oh, solo que hay un regalo esperándome aquí.
Ezra negó con la cabeza y se acercó a una mesa de cristal repleta de varias botellas de
licor y vasos. —Típico de Paul. ¿Quieres una bebida? —preguntó, y Frank se encontró
mirando el trasero de Ezra cuando se movió debajo de la tela.
No debería beber si tenía que conducir, pero en el peor de los casos, podría tomar un
Uber para ir a un motel. O tomar una siesta en el camión. Tal vez estaba necesitado, pero sí,
quería tomar una copa con este chico maravilloso que olía como si hubiera dormido en
sábanas de seda y se hubiera bañado en crema.
—Lo que tú quieras de beber.
Una pequeña sonrisa se extendió por los torneados labios cuando Ezra sacó dos vasos
con base ancha y tapa estrecha antes de verter un líquido de color ámbar en cada uno.
Era casi del color de sus ojos.
—Espero que te guste el coñac, —dijo Ezra, sentándose junto a Frank, con las rodillas
dirigidas hacia él.
¿Estaban las joyas escondidas en un compartimento de la mesa de café?
¿O tuvo suerte y al chico bonito le gustaba vivir en los barrios bajos con tipos grandes y
tatuados que podían partirlo por la mitad? Frank sonrió ante la idea y chocó su vaso con el
de Ezra.
—¿Cómo conoces a Paul? —preguntó, porque si Ezra no estuviera tratando de hacer su
trabajo y apresurarlo a irse, Frank se tomaría su tiempo. Disfrutaba demasiado de estar
cerca de esta joya. En su mente, su polla se hundía lentamente entre esos labios regordetes,
pero en la vida real, se abrieron para hablar.
—Él es mi sugar daddy6.
Los pensamientos de Frank se detuvieron cuando su mirada se posó en el collar más
corto del cuello de Ezra. Sus eslabones de oro sostenían un colgante alargado grabado con
la palabra SUGAR.
—Oh, —pronunció Frank de manera casual, pero su mente quedó instantáneamente
envuelta en llamas de lujuria que no había sentido en mucho tiempo. No quería
precipitarse, pero si Paul lo había invitado a pasar tiempo solo con Ezra, ¿era la sugerencia
de que estaba disponible? Tuvo que abrir un poco los muslos para aliviar la creciente
presión entre ellos cuando pensó en todas las cosas que le haría a este hombre si tuviera la
mínima oportunidad. Se aclaró la garganta, pero luego tomó un sorbo de coñac por si acaso.
—¿Y…? —Dejó que la pregunta quedara en el aire para que Ezra pudiera tomarla como
quisiera, porque preguntarle a un chico si él y Paul eran exclusivos no parecía la mejor
etiqueta.
Ezra olió su bebida y tomó un pequeño sorbo, mirando a Frank por encima del vaso.
Frank nunca en su vida había visto algo tan seductor como esas pestañas oscuras cayendo
sobre unos ojos color ámbar.
—Me pidió que te cuidara bien esta noche. Feliz cumpleaños, —dijo Ezra y chocaron sus
vasos.
La razón le dijo a Frank que no debería aceptar tal regalo de Paul. Que esto era una burla.
Que Paul pensaba que Frank no podía echar un polvo sin ayuda.

6Hombre que gasta dinero en beneficio de una relación romántica o sexual, usualmente siendo su pareja
más joven que él. Separados la palabra “sugar” significa “azúcar” y “daddy”, “papi” o “papá”.
Pero…
Él ya estaba aquí. El tiempo de Ezra ya estaba pagado y Frank temía pensar cuánto le
habría costado a Paul. Por otra parte, a Paul siempre le había gustado gastar dinero.
—Gracias. Paul... él no me avisó. —Aunque no era como si Frank tuviera mejor ropa que
usar. Allí estaba el traje, pero no lo habría usado aquí. Más importante aún, se había
duchado.
Pero saber que Ezra estaba disponible para él hacía que centrarse en pensamientos
racionales fuera casi imposible. Nunca antes había pagado por sexo, así que no estaba
seguro de cómo serían las cosas, pero los hilos que lo retenían finalmente se rompieron y
puso su mano sobre el muslo de Ezra. El escalofrío de excitación fue directo a su polla.
Sin ataduras, sin dramas, sólo puro placer.
Los dientes de Ezra se mordieron el labio inferior cuando se contuvo de sonreír más
ampliamente. —Supongo que quieres pasar la noche, —dijo y movió el dorso de su mano
por el hombro de Frank. Su toque activó cada una de las terminaciones nerviosas del
antebrazo desnudo.
—¿Tenemos toda la noche? —Frank le enviaría un mensaje de texto a Dane para que
alimentara a los perros por la mañana, porque no perdería esto. Apretó el muslo de Ezra,
respirando lentamente incluso mientras pensamientos intrusivos le mostraban esas
piernas tonificadas abriéndose para él, la elegante garganta expuesta mientras Ezra gemía
de placer.
Oh, esta noche Frank se permitiría darse un festín y lamer cada centímetro de la piel de
este hombre.
—Incluso te prepararé el desayuno. A menos que seas muy exigente con tus macros7, —
dijo Ezra y apretó el bíceps de Frank. Le estaban pagando por su tiempo, pero había un
destello de emoción en esos hermosos ojos, lo que hizo que Frank esperara que tal vez, sólo
tal vez, a esta cosa bonita le gustaran mucho los hombres que casi duplicaban su tamaño.
—Estoy contento con lo que sea, siempre y cuando haya mucho. —Frank se rió entre
dientes y bebió más coñac para poder dejar el vaso y poder usar la otra mano. Paul era un
imbécil, pero seguro que tenían el mismo gusto por los hombres—. Se me ha abierto
bastante el apetito, ¿sabes? —Deslizó su mano por la parte interna del muslo de Ezra, y el

7“Macros” es la abreviatura de macronutrientes, un término utilizado para describir los nutrientes que su
cuerpo necesita en grandes cantidades, específicamente carbohidratos, grasas y proteínas.
calor abrasador que surgió donde se tocaron confirmó que sí, extrañaba follar. Mucho. Pero
ésta era una nueva frontera y se preguntaba si había reglas que desconocía.
Ezra debió haber estado pensando lo mismo, porque se acercó y capturó uno de los
tornillos sujetos al pesado collar de Frank. —¿Hay algo en particular que te interese? ¿Algo
que deba saber?
Sólo la proximidad de esta criatura celestial estaba confundiendo el cerebro de Frank. —
¿Puedo atarte? —preguntó, lamentando instantáneamente no haber preguntado primero
sobre algo normal. Pero estaba demasiado ansioso, ya que la última vez que tuvo una
pareja que disfrutaba del bondage8 fue hace años.
Ezra negó con la cabeza de inmediato. —No. Pero puedo mantener mis manos quietas, si
quieres, —dijo, tirando del pesado collar mientras jugaba con sus partes, hipnotizando a
Frank y haciéndolo inclinarse más cerca—. En cuanto a mis reglas, usaremos condones y no
puedes dejar ninguna marca en mi piel.
—No me gusta nada loco, —dijo Frank rápidamente, porque no quería asustar a este tipo,
fuera o no un escort—. ¿Puedo besarte?
Su polla ya estaba dura como una roca y no podía esperar para poner la de Ezra igual de
dura. Si pasaran la noche juntos, no dejaría que la incertidumbre lo detuviera. Deslizó su
mano por el muslo de Ezra, toqueteando su paquete con sus nudillos.
¿Fue un suave suspiro el que escapó de esos labios perfectos?
Frank todavía se controlaba.
—Puedes, —susurró Ezra y se inclinó tan cerca que sus narices casi se tocaron. Dejó el
paso final a Frank, perfectamente sumiso a pesar de la evidente confianza con la que se
comportaba. Su aliento olía a menta, invitándole a Frank a cerrar el trato.
No existía nada fuera de esta habitación cuando Frank cruzó el último centímetro y
presionó sus labios contra esas suaves y cálidas almohadas. Ezra pareció permitir
instintivamente que Frank liderara el acto, pero cuando Frank se inclinó, él no dudó en
rodearle el cuello con sus brazos. El abrazo envió burbujas de placer a la cabeza de Frank,
haciéndolo vibrar de emoción. Ni siquiera le importaba que Paul estuviera involucrado de
alguna manera en esto. Lo que importaba era que se le permitió deslizar su mano dentro de
la camisa abierta de Ezra. La seda podía ser fina y suave, pero nada comparada con la
calidez de la carne que cubría.

8 Práctica sexual que consiste en atar o encadenar a una persona para inmovilizarla total o parcialmente.
Frank dejó escapar un gruñido ronco y empujó a Ezra hacia atrás hasta que tocaron el
respaldo del sofá. Ezra abrió las piernas a modo de invitación, como si ya quisiera cerrar a
Frank entre ellas, pero antes de que la emoción se volviera insoportable, Ezra giró la cara y
rompió el beso. Tenía el rubor más hermoso en sus mejillas.
—Date una ducha y prepararé todo, —dijo antes de presionar sus labios contra la
mandíbula de Frank, como disculpándose por arruinarle la diversión.
Frank todavía podía saborear esa deliciosa lengua mientras estaba de pie, ajustando su
rígida polla. Todo lo que podía pensar era en las piernas de Ezra abriéndose para él. —¿Y
después… me visto, o…?
Ezra tomó ambos vasos y se levantó, pasando la entrada y hacia dos puertas más, una de
las cuales ya tenía las luces encendidas, revelándose como el destino de Frank. —Hay una
bata en la percha, pero puedes venir al dormitorio como quieras. Te veré pronto, Frank, ¿de
acuerdo? —preguntó y presionó sus labios contra el hombro de Frank, ya que no podía
alcanzar su rostro a pesar de no ser un hombre bajo.
Una sensación de vértigo hirvió en el pecho de Frank ante el gesto, a pesar de que sabía
que el beso era parte del servicio de Ezra. Eea agradable sentirse apreciado. ¿No podría
disfrutar de la fantasía en su cumpleaños? El sexo podría pagarse, pero sería real. Pondría
sus manos sobre Ezra, lo acariciaría y le daría tanto placer que eclipsaría a todos sus
amantes anteriores.
Frunció el ceño cuando un pensamiento agudo se alojó en su cerebro, negándose a
desaparecer. —No eres heterosexual, ¿verdad? En cualquier caso, te pagarían por la noche,
pero no quiero...
—No soy heterosexual, Frank, —dijo Ezra, quitándose un mocasín sin quitar los ojos de
Frank—. Y me gusta bastante lo que estoy viendo, así que date prisa con esa ducha.
¿Debería estar desnudo cuando salgas? —preguntó y giró para mostrar su forma vestida.
Frank tenía cuarenta años. Su corazón no debería dar un vuelco ante el halago, pero así
fue y nadie necesitaba saberlo. ¿Quizás en el fondo esta era la verdadera razón por la que se
mantuvo alejado del sexo casual? Tenía miedo de perder la cabeza por algún chico bonito y
tener que enfrentar el inevitable rechazo una vez que su hipotético amante olfateara el
turbio negocio que estaba sucediendo en el depósito de chatarra. ¿Pero aquí? Aquí no había
ningún juicio, porque sería una diversión limpia, sin posibilidad de apego emocional.
Le sonrió a Ezra con el pelo erizado por la excitación. —Quédate así. Quiero desnudarte.
Le lanzó un guiño que de alguna manera hizo que las mariposas muertas en el estómago
de Frank cobraran vida, por lo que rápidamente se escondió en el baño, mirando su reflejo
en el gran espejo con forma de líquido que goteaba.
El hombre que vio allí podría ser lo suficientemente fuerte, atlético y guapo, pero no tenía
la apariencia de igualar la de Ezra. Por otra parte, Paul tampoco. O... cualquiera que Frank
conociera, tal vez con la excepción del novio de Shane, Ros. No estaba acostumbrado a
sentirse cohibido, pero ante tanta belleza, no pudo evitar compararse con este hombre que
parecía fuera del alcance de cualquier humano normal. Aún así, incluso si Ezra no hubiera
sido del todo honesto acerca de su atracción por Frank, estaba feliz de tenerlo aquí, y
cualquier cosa que Frank no hubiera obtenido de la Madre Naturaleza podría compensarlo
con sus acciones.
Dejando a un lado sus dudas, se metió bajo la ducha caliente y le dio un suave apretón a
su dura polla, preguntándose si tendría sexo con Ezra más de una vez esta noche. ¿Ezra
querría?
Pero tales pensamientos eran inútiles, así que cerró el agua, se secó y volvió a mirar su
reflejo. El cristal se empañó, pero verse desnudo, con los brazos y el pecho gruesos a la
vista, con el vello oscuro del cuerpo brillando por la humedad, aumentó la confianza de
Frank. Especialmente porque era largo y grueso en todas partes.
Salió del baño sin más, entrando por la otra puerta. El dormitorio era casi tan grande
como la sala de estar, y estaba decorado con buen gusto en el mismo estilo lujoso pero no
demasiado opulento. En el centro había una cama superking con una cabecera lujosa,
iluminada con pequeñas lámparas que proporcionaban la luz suficiente para que Frank
pudiera ver cada detalle.
Ezra cerró las cortinas, mirándolo desde el otro lado de la habitación, y Frank no pasó
por alto la forma en que su mirada se desvió hacia la polla que se alzaba orgullosamente
entre las piernas de Frank.
—Eres un hombre muy impresionante.
Frank abrió los brazos con una sonrisa. —¿Estás seguro de que puedes manejarlo? —dijo
y se acercó a su linda mariposa, emocionado de inmovilizarlo. No habría descrito a Ezra
como pequeño. Ros era definitivamente más delgado y Dex era más bajo, pero la forma
elegante en que se comportaba Ezra, los dedos cuidados y el rostro mimado lo hacían
parecer más frágil. Y por tanto más precioso.
—Siempre puedo morir en el intento, —dijo Ezra con una bonita sonrisa, dando un paso
cauteloso hacia Frank, como si quisiera sentir lo que se esperaba de él.
Frank resopló, sin importarle estar desnudo junto a un Ezra vestido. —¡Guapo e
ingenioso! Estoy obteniendo el valor de mi dinero. O mejor dicho, el de Paul. —Se inclinó
hacia adelante, agarró a Ezra por los muslos y lo levantó sobre un hombro. Sí. Todavía lo
tenía. Cargar cadáveres hacía maravillas en el físico de un hombre. Le dio una palmada
juguetona en el trasero a Ezra mientras lo llevaba a la cama.
Ezra se rió y rodeó el abdomen de Frank con sus brazos, enterrando su rostro en la piel
de su espalda. —¿A qué te dedicas para poder levantarme tan fácilmente?
—Ah, algunos trabajos de construcción, —bastante parecido—, sucios, agotadores, pero
me mantienen en forma a los cuarenta. No es por alardear, pero he ganado una o dos
competiciones de Hombres Fuertes. —Frank tuvo que reprimir una sonrisa mientras
dejaba a Ezra en el borde del colchón.
Se había acostado con un chico hace unos meses, pero eso había sido sólo una mamada
rápida que lo calmó. Quizás a Ezra le hubieran pagado por su tiempo, pero el aire entre
ellos estaba lleno de chispas lujuriosas. No era una conexión mágica de dos corazones, pero
Frank estaba en paz sabiendo que esta noche sería sólo de placer. Una situación clara en la
que no necesitaba pensar demasiado.
Por mucho que quisiera hacer sentir bien a su pareja, no había expectativas que debiera
cumplir. Esta era una noche para disfrutar, así que hundió su nariz en el suave cabello de
Ezra, oliendo su champú.
—¿Competición de Hombres Fuertes? Eso explica por qué estás construido como si
estuvieras a punto de interpretar a un gigante en el próximo gran espectáculo de fantasía,
—susurró Ezra, apretando el pectoral de Frank como si no pudiera creer su tamaño—.
Apuesto a que te disfrazarás de Minotauro para Halloween y obtendrás a todos los chicos
más bonitos.
Frank se rió entre dientes y se relajó con los cumplidos. A veces los conseguía, pero
nunca eran tan creativos. —Sólo uno me pone cachondo en este momento. ¿Mmm?
¿Demasiado cursi? —preguntó cuando Ezra soltó una carcajada. El sonido que hizo fue tan
lindo que Frank ni siquiera se apresuró a desvestirlo y en lugar de eso le hizo cosquillas
debajo de las costillas, provocando con éxito nuevamente.
—Nunca es demasiado temprano para los chistes de papá, señor Cuarentón, —se rió
Ezra, abriendo los muslos a modo de invitación. Sus labios carnosos estaban ahí, como dos
trozos de ciruela que Frank podría chupar para siempre sin perder su dulce sabor.
—No tengo hijos, idiota. Soy súper gay. —Se lanzó a besarlo mientras dejaba que sus
manos abrieran el único botón de la camisa de Ezra. Se atiborraría de este chico toda la
noche, y los chistes tontos sólo lo tranquilizaron más, ya que hicieron a Ezra más humano y
menos una belleza intocable.
—Súper gay, ¿en serio? —Preguntó Ezra, abriendo mucho los ojos, como si estuviera
sorprendido—. ¿Qué implica eso? —Se estaba volviendo más atrevido con su toque y
acarició el cabello de Frank antes de masajear su cuero cabelludo con las yemas de los
dedos.
—Nunca he estado con una mujer. Ni siquiera he sentido curiosidad. Estas son las únicas
tetas que me interesan, —dijo Frank y bajó los labios hasta uno de los pezones de Ezra, que
ya se habían animado y era dulce como un caramelo rosa—. También me encanta chupar
pollas, —murmuró contra la piel fragante.
Ezra se arqueó debajo de él, jadeando mientras apretaba los brazos de Frank. —Ooh… y
tú eres activo o...
Sonó como si su máscara profesional se hubiera deslizado por un momento, e hizo
sonreír a Frank. Podía sentir a Ezra relajarse en su presencia, y su coqueteo estaba
provocando fuegos bajo su piel.
—Oh, lo soy. Simplemente me gusta dar placer. Si me dejas, te haré retorcerte. Me excita
mucho ver a un chico perder el control. Así que no dudes en decirme lo que te gusta,
porque eso es lo que quiero, eso es lo que me pone dura la polla. —Frank presionó su
mejilla entre los pectorales sólo para disfrutar el sonido del corazón de Ezra latiendo más
rápido. Definitivamente estaban llegando a alguna parte.
—Me gusta como suena eso. Y que eres tan grande y puedes moverme con tanta facilidad,
—susurró Ezra, dejando que sus manos recorrieran la espalda de Frank. Sentía como si
quisiera aprender su textura de memoria mientras Frank olía la fragancia picante en su
cuerpo.
Frank se tomó su tiempo pasando sus manos arriba y abajo por los costados de Ezra.
Estaba mayormente sin vello, pero había un rastro que bajaba desde su ombligo y Frank no
podía esperar para explorar todo lo que le esperaba donde terminaba. Siempre había un
elemento de descubrimiento con una polla nueva. ¿Sería grande? ¿Pequeña? ¿Curva? No
podía esperar para chuparla y sentir a Ezra ponerse rígido de placer.
En el sexo, se tomaba su tiempo y expresaba un lado de sí mismo que normalmente
mantenía oculto, porque en la vida real necesitaba hacer bastante mierda, y ser suave en
ello no llevaba a un hombre a ninguna parte. Pero en la cama, especialmente con un
hombre como Ezra, en un lugar tan seguro como esta habitación, podía dejar que las
paredes se derrumbaran. Incluso si en algún escenario jodido Paul colocara cámaras en
algún lugar, ¿cuál sería el sentido? Frank estaba fuera del clóset y no tenía vergüenza de
follar.
Descartó el pensamiento intrusivo como si su cerebro estuviera jugando con él cuando
tenía toda esta belleza frente a él para apreciar y disfrutar.
—Estoy más que feliz de moverte un poco como me plazca, —dijo con una sonrisa
mientras abría el cinturón de Ezra—. Pero no me gusta la fuerza. —El bondage era algo más
de que su pareja cediera el control y dejara la elección del placer a Frank.
Pero no todo tipo de sexo tenía que ocurrir con todas las parejas.
Su nuevo amante dio el más dulce suspiro mientras su dura polla frotaba la mano de
Frank a través de la tela. Los ojos ámbar capturaron los ojos marrones de Frank, y en un
momento de excitación tan alta que todo lo que había más allá de su entorno inmediato
dejó de existir, la voz de Ezra sonó fuerte como un trueno. —Puedo ser tu juguete.
Compláceme.
Sintonizó las necesidades de Frank y las entendió. Esto llenó a Frank de emoción y alivio.
Esta noche tendría su pastel de cumpleaños y se lo comería, sin necesidad de cupones. Le
bajó los pantalones a Ezra junto con su ropa interior sin molestarlo por mucho más tiempo.
De todos modos se correrían más de una vez esta noche.
Mientras Frank arrastraba los pantalones de Ezra hasta sus tobillos, sus ojos se dirigieron
directamente a su premio y se emocionó al encontrar la polla de Ezra dura y arqueada para
chocar con sus labios.
Surgiendo de un lugar con pelo recortado, era simétrica, como el resto de él, y
perfectamente proporcionada a su cuerpo. Frank estaba empezando a preguntarse si todo
esto no era un sueño, pero cuando Ezra se inclinó y capturó los labios de Frank,
provocándolos con su lengua mentolada, quedó claro que incluso el mejor de los sueños no
podía ser tan caliente, tan tocable. Ahora que estaban cerca, podía sentir el suave rasguño
de la barba incipiente donde Ezra parecía perfectamente suave, y había una cicatriz en el
lado derecho de su abdomen. Así que, después de todo, no era una escultura de mármol.
Frank tuvo que decirle a Paul que sería difícil superar un regalo de cumpleaños como
este.
—¿Condones para la mamada? —susurró, provocando a Ezra con su lengua flotando
sobre la cabeza del polla. Ah, el rubor en esas mejillas angulosas no podía ser fingido.
Las pestañas oscuras revolotearon, revelando los ojos que Frank ansiaba hacer cada vez
menos enfocados a medida que avanzaba la noche. —Um… estoy tomando PrEP9. Todo
estaba bien cuando me hice la prueba la semana pasada, así que depende de ti, —dijo con
voz áspera, pero la gota de líquido preseminal que salía de la hendidura de su polla le dijo a
Frank lo que quería su amante. Estaba completamente duro ahora, y la punta rojo cereza de
su polla parecía la más sabrosa de las piruletas.
Frank dejó escapar un suave gruñido y lamió la gota salada hasta la abertura. Obligó a
que los muslos de Ezra se separaran más y casi se rió de alegría ante el escalofrío que sintió
bajo sus dedos. —Oh, tomaré todo lo que estés dispuesto a darme, Ezra, —dijo y envolvió
sus labios sobre la suave cabeza de su polla.
Joder, se sentía bien volver a probar una polla. Pero sentir la forma en que los muslos de
Ezra se pusieron rígidos, cómo se retorcía en la cama, frotando los hombros de Frank, fue
aún mejor. Puede que Frank haya esperado mucho tiempo para esto, pero valió la pena. El
eje rígido pulsaba en su lengua, exigiendo más atención, y Frank era su humilde servidor.
Le encantaba la colonia picante que irradiaba la piel de Ezra y cómo acentuaba su aroma
fresco y natural, pero quería oler menos perfume y más Ezra, así que siguió el rastro hasta
donde su aroma era más fuerte. Agarrando la polla de Ezra, Frank jugueteó con sus bolas
con la lengua. Se tomó su dulce tiempo explorando la suave piel, besando y acariciando
mientras bombeaba la polla de Ezra, sin preocuparse de que su propia polla rígida no
recibiera atención. Estaría follándose este excelente culo más tarde, así que bien podría
tener paciencia y disfrutar el viaje.
Y como estaba pensando en el culo...
Deslizó su otra mano debajo de Ezra y apretó su trasero, presionando su cara contra la
polla y las pelotas de Ezra. Sólo podía esperar que al chico no le importara el rasguño de su
barba incipiente, pero el gemido que salía de la boca de Ezra no sonaba como una queja.

9 Medicamento para tratar la infección de VIH/SIDA o para prevenir contraerla.


—Voy a hacerte rogar por una polla, —susurró Frank contra su piel y lamió el eje,
explorando su suave parte inferior. Incluso si Ezra terminara fingiendo rogar, esta era su
fantasía, así que ¿por qué no pedirla?
Ezra ocultó sus ojos mientras su respiración se aceleraba y abrió las piernas, levantando
los pies de la cama, como si ya no estuviera seguro de lo que quería. —¿Puedo empezar a
rogar ahora? —pronunció y bajó las manos, dejando al descubierto su rostro. Sus mejillas y
su pecho estaban cubiertos con una mancha de color oscuro, y cuando Frank pasó la palma
de su mano por su abdomen, justo más allá de esa polla rígida, los ojos de Ezra se pusieron
en blanco.
—Puedes rogar, pero pasará un tiempo. Todavía no estoy seguro si quiero tragar o ver
semen salpicar tu pecho. —Frank dejó escapar una risita y aplanó su lengua contra la
cabeza del polla, presionándola contra el abdomen de Ezra. Deslizó sus dedos en la grieta
de Ezra y tarareó cuando su calor lo llamó más profundamente. Apenas podía creer que
esta belleza absoluta fuera masilla en sus manos. Y si nunca volvían a verse, esta noche le
dejaría un recuerdo que atesorar.
Una voz en su cabeza le susurró la fantasía de que Ezra terminaría tan enamorado que no
podría olvidar a Frank, pero era mejor aplastarla antes de que se saliera de control. A Ezra
se le permitía disfrutar de su trabajo, pero seguía siendo trabajo.
—Frank… por favor, —susurró Ezra, temblando cuando Frank le frotó uno de sus
pezones mientras jugaba con su dura polla—. Necesito algo... Y tus dedos son tan gruesos.
Esos eran buenos ojos de cachorrito que Ezra le estaba dando.
Puro porno. Su porno personal.
Oh, a Frank le encantaban los pasivos necesitados.
—¿Estos? —Bromeó y encontró el agujero arrugado mientras Ezra empujaba su trasero
hacia adelante, tratando de conseguir algo de fricción. Respirando profundamente, Frank
bebió la polla de Ezra, relajándose instantáneamente por la forma en que lo calentaba
desde adentro. Sí, tragaría. Dejaría que Ezra se corriera en su lengua para poder saborearlo.
Miró el abdomen duro y tonificado que no estaría fuera de lugar en una escultura clásica
y ahuecó las mejillas para observar el cuerpo de su compañero ponerse rígido. El tiempo
dejó de ser lineal y, durante lo que podrían haber sido minutos o segundos, Frank se
atiborró del sabor limpio pero seductor de Ezra. Sobre una piel suave y bronceada estirada
sobre músculos tonificados. De los sonidos necesitados provenientes de la hermosa
criatura temblando en sus brazos.
Los labios de Ezra se abrieron en un gemido descarado y movió su trasero contra la mano
de Frank, temblando y retorciéndose hasta que el semen llenó la boca de Frank en varios
chorros. Su agujero se apretó y se hundió bajo los dedos de Frank mientras se corría, y ver
a este Sr. Perfecto deshacerse de esta manera, hasta que fue despojado de todas las capas
elegantes y convertido en un desastre sudoroso y quejumbroso fue la satisfacción que
Frank había anhelado todo el tiempo.
Dejó que el semen inundara su boca antes de tragar, ansioso por disfrutar cada parte de
este apuesto hombre. Nunca parpadeó, viendo a Ezra pasar del temblor apresurado al
clímax. En un momento, Ezra incluso presionó su pie contra el costado de Frank, con los
dedos doblados, mientras Frank deslizaba la punta de su dedo en el necesitado agujero de
Ezra. Estaba relajado y listo, pero tenso alrededor del dedo, haciendo promesas que Frank
no podía esperar a ver cumplidas. Sería un privilegio estar dentro de alguien tan hermoso y
dulce como Ezra, pero aún no era el momento.
Esto era todo lo que Frank soñaba, pero retrocedió después de tragar lo último del semen
de Ezra y jadeó en busca de aire después de olvidarse de respirar durante demasiado
tiempo. —Eres tan bello. E incluso tu corrida es deliciosa, —susurró y frotó la sensible
abertura de Ezra.
Los músculos tensos se ondularon cuando Ezra se arqueó en la cama. Giró la cabeza
sobre las sábanas y curvó los dedos de los pies, como si no supiera qué hacer con las
sensaciones que recorrían su cuerpo. Pero sus caderas sabían lo que querían,
balanceándose insistentemente sobre los dedos de Frank, como si no hubiera recibido la
nota de que ser penetrado justo después de correrse podría no ser demasiado placentero.
—¿Sí? ¿Era todo lo que querías?
Frank miró la polla que se ablandaba y le dio una probada más. —No todavía. Date la
vuelta. Culo arriba.
Si este banquete era pagado, probaría todo en la oferta del buffet.
Capítulo 3
Ezra
Ezra quería que sus sábanas absorbieran el aroma de Frank para poder disfrutarlo
mientras recuperaba el sueño mañana. Este hombre era pura testosterona. Con bíceps del
tamaño de la cabeza de una persona normal y tan alto, Ezra, que no era un hombre bajo,
tuvo que apoyar la cabeza en la nuca para encontrarse con los ojos de Frank en la puerta.
Tampoco se parecía en nada a sus típicos clientes, y había pasado por suficientes ratas de
gimnasio en su tiempo libre como para tener una muestra válida como comparación.
Esta no era la primera vez que Paul le pedía pasar la noche con alguien. A Ezra le gustaba
tener límites muy claros con los nuevos clientes y examinarlos primero, pero como Paul
pagaba su auto y su apartamento, y era la fuente de ingresos más estable de Ezra, en
realidad no estaba en condiciones de decir que no. Pero aunque Paul le aseguró que Frank
era un hombre guapo, la petición todavía lo dejó algo incómodo hasta que ese amable
gigante con tornillos y clavos a modo de colgantes llamó a su puerta.
No se arrepintió de nada.
Apenas recuperando el aliento, no pudo responder antes de que Frank lo volteara como
si fuera un títere de carne y hueso. Estar sobre sus manos y rodillas, con su rostro
enterrado en la almohada era como una inyección de excitación, a pesar de que se había
corrido hacía un minuto y todavía estaba en lo alto de esa experiencia. Sería incómodo si
Frank lo follara ahora, pero la tentación de esa gruesa polla era tan grande que podría
excitarse nuevamente una vez que esa gruesa polla lo hiciera arder.
—Oh, pero qué belleza —murmuró Frank, y cuando frotó dos dedos sobre el agujero de
Ezra, Ezra no estaba seguro de si el complido era para él o para su agujero. Lo tomaría de
cualquier manera.
Ezra quería decir algo, pero sólo un gemido salió de su boca, porque su cerebro
sobrecalentado no cooperaba. Las manos de Frank eran tan ásperas al tacto, lo que
delataba que realizaba trabajo físico, y algo en ello encendió a Ezra. Los tipos como Frank,
rudos, firmes y con trabajos poco glamorosos, no eran su público objetivo. Pero eran su
indulgencia. Ni siquiera estaba avergonzado de ser un completo desastre, porque Frank no
lo volvería a ver de todos modos.
Era relajante.
Esperaba la punta de la polla de Frank, una petición de lubricante y condones, pero en
lugar de eso, Ezra sintió el suave toque de una lengua caliente y húmeda.
Oh, Frank no había mentido cuando se describió a sí mismo como una persona
complaciente. Ezra gimió en la almohada que acercó desde lo alto de la cama cuando Frank
empujó la punta de su lengua en su abertura, explorándolo con la codicia de un hombre que
no podía hacer esto con tanta frecuencia como deseaba.
Ezra era bueno leyendo a la gente (de otro modo no podría haber estado en esta línea de
trabajo) y el vértigo de Frank, la forma en que actuaba como si fueran amantes en lugar de
un acompañante y su cliente le dijo que no solía contratar trabajadores sexuales.
Las enormes manos de Frank apretaron las nalgas de Ezra y las separaron, enterrando
cualquier pensamiento analítico que pudiera haber pasado por la cabeza de Ezra a
continuación.
Las llamas subieron por sus piernas y bajaron por su columna, creando una autopista de
sensaciones que conducía a su apertura, por lo que empujó hacia la cara de Frank,
curvando los dedos de sus pies y arqueando su columna en respuesta al toque
maravillosamente suave. Su cuerpo y su mente todavía estaban enlentecidos, pero Frank no
lo dejó calmarse y descansar, arrastrándolo hacia la excitación con manos del tamaño de
hogazas de pan y una lengua que ahora se arremolinaba en su agujero.
—Eso... se siente bien, —expresó Ezra, frotándose el pecho y apretando la carne de sus
costillas mientras el músculo suave y húmedo lo abría. Se había preparado para el sexo
anal, pero la lengua lo hacía sentir suave como mantequilla en un día caluroso. Siempre
había tenido facilidad en lo que respecta al placer y la excitación, algo que hacía que su
trabajo fuera mucho más sencillo de lo que podría ser para otras personas, pero ¿estar con
alguien que no sólo era su tipo sino que también se concentraba en darle placer? Fue como
ganar el premio gordo.
—Esta parte de ti también es hermosa. —Frank se rió entre dientes en ese tono oscuro
que sonaba como si hubiera estado bebiendo miel quemada, y mientras su lengua se
deslizaba hasta el perineo de Ezra, sus manos recorrieron las piernas de Ezra hasta hacerle
cosquillas detrás de las rodillas. A este hombre le gustaba tomarse su tiempo y Ezra no se
quejaría.
Bueno, tal vez un poco, sólo porque su interior se sentía tenso por la necesidad de ser
llenado. Pero podía esperar y dejar que Frank… bueno, no exactamente lo llevara al
límite10, ya que lo hizo correrse, pero definitivamente disfrutaba hacer esperar a un
hombre.
Ezra gruñó cuando la lengua jugó con sus bolas mientras la saliva de su agujero se
enfriaba. —Apuesto a que no puedes esperar a sentirme apretarme a tu alrededor, —
balbuceó, moviendo sus caderas contra el toque de Frank—. ¿Podré ver tu polla de cerca
antes de que eso suceda?
Frank le dio una larga lamida en el trasero con su lengua aplanada y separó aún más las
piernas de Ezra. —Mira entre tus muslos, —dijo, pasando dos dedos por la columna de
Ezra.
Cuando Ezra hizo lo que le dijeron, disfrutó de una visión que hizo que su interior se
sintiera cada vez más necesitado. Frank estaba acariciando su gruesa herramienta, sólo sus
muslos y su ingle eran visibles en el marco de las piernas de Ezra. Peludo, grande como un
rinoceronte y cubierto de tatuajes de tigres y autos de la vieja escuela, cumplía todos los
requisitos de Ezra.
La polla era larga y gruesa, y ser estirado por ella se sentiría muy bien. La propia polla de
Ezra ya estaba recibiendo el recado, y verla endurecerse de nuevo, tan cerca de la de Frank,
lo hizo gemir de emoción. —Eso es tan jodidamente sexy. Todo tú eres... como un filete
enorme que quiero comer toda la noche.
Tal vez fue una tontería que decirte, pero no era como si se volverían a ver.
—¿Supongo que entonces realmente aprecias la carne en un hombre? —Frank dijo con
un toque de humor, pero Ezra se quedó sin aliento cuando la cama se hundió bajo la rodilla
de Frank y el rígido miembro desapareció de la vista. Segundos después, la cabeza de la
polla empujó el agujero de Ezra.
Todo su cuerpo se sentía débil y su rostro cayó sobre la almohada mientras luchaba por
no dejar que sus rodillas se separaran más. Era como anticipar una gran taza de chocolate
caliente después de un día duro en el frío, y se preparó mientras se mantenía lo
suficientemente sobrio como para decir—: Los condones y el lubricante están en la mesita
de noche.
Para alcanzarlos, Frank colocó todo su cuerpo encima de Ezra, y su peso, el cosquilleo del
vello de su pecho, hizo que Ezra salivara de deseo. Mierda. Un tipo tan enorme. Por
supuesto, participaba en competiciones de Hombres Fuertes. Ezra lo imaginó tirando de un

10Usa “edging” que es el término sexual para referirse a excitar mucho a alguien pero no concederle el
orgasmo.
camión monstruo y luego él mismo recompensando a Frank con una mamada caliente y
sucia. Prácticamente podía sentir la gravilla lastimándole las rodillas, pero la necesidad de
mostrar su agradecimiento habría sido demasiado grande como para renunciar a ella por
algo tan sin importancia como un poco de incomodidad.
Gimió cuando Frank se echó hacia atrás y echó un poco de lubricante directamente en el
agujero de Ezra.
—Mete la mano entre tus piernas y tócate para mí. Quiero ver. —Su voz era tan ronca
como su barba y tan deliciosa que Ezra habría follado con él por diversión si se hubieran
conocido en circunstancias diferentes. Ah, ¿por qué no le gustaban los chicos elegantes con
traje? Le habría hecho la vida mucho más fácil. Pero no, su preferencia residía en hombres
grandes y fuertes como Frank, y esta joya rezumaba masculinidad cruda sin siquiera una
pizca de violencia.
Con un suave jadeo, curvó su espalda mientras pasaba su mano por su abdomen, pasando
por su polla y sus bolas, para llegar al agujero resbaladizo. La tensión creció en el aire
cuando Frank no dijo nada, respirando ruidosamente en el silencio, pero entonces Ezra
frotó su dedo medio arriba y abajo por la abertura, y solo saber que Frank veía lo que
sucedía hizo que su polla se contrajera contra su propio antebrazo.
—¿Cómo quieres que lo haga? —susurró, ansioso de recibir orientación. Quería que
Frank se volviera loco por él, aunque sólo fuera por esa noche.
Frank lo agarró de la muñeca, muy suavemente, e hizo que Ezra presionara sus dedos
contra el agujero resbaladizo. —Tantea primero, frótalo bien, prepáralo para mí. Eso es
todo, dulzura. Ahora mételos, estírate como lo haces cuando estás cachondo y no hay nadie
cerca que te pueda rascar esa picazón. Te gusta que te follen, ¿no?
El eufemismo del siglo.
Ezra dejó escapar un sonido impío y ahogado mientras se metía su dedo medio, ansioso
por la aprobación de Frank como no lo había estado por nada en mucho tiempo. Su cerebro
se nubló, y cuando esa gran mano trazó círculos por toda su espalda, no pudo evitar el
temblor que recorrió su cuerpo. No era fanático de los apodos, pero en ese momento, todo
lo que quería era ser la dulzura de Frank. —Sí. Me gusta un hombre grande como tú dentro
de mí y abrazándome. Lo deseo muchísimo, —susurró, empujando un segundo dedo para
estirar su agujero, pero ya estaba abierto, resbaladizo por el lubricante, y quería más.
—¿Quieres esto? —Frank preguntó y frotó su rígida polla sobre el trasero de Ezra—.
Fóllate con los dedos. Muévelos más rápido.
Tenía que estar decidido a volver loco a Ezra, porque su grueso pulgar se unió a los dedos
de Ezra. El bastardo incluso rascó el trasero de Ezra con los otros cuatro dedos de su mano.
¡Estaban en el desierto y este hombre cruel le negaba un sorbo de agua!
Frustrado, Ezra tiró de su esfínter y se abrió. El estiramiento ya se sentía bien, pero
cuando Frank no reaccionó de inmediato, comenzó a mover ambos dedos hacia adentro y
hacia afuera, creando una fricción deliciosa.
Reprimió una risa feliz cuando Frank lo agarró de la muñeca y apartó la mano de Ezra. En
su línea de trabajo, tener vergüenza habría sido un obstáculo, por lo que solo sintió
emoción al pensar en Frank observando su agujero y apenas capaz de contener su propia
necesidad.
—¿Crees que hiciste un trabajo suficientemente bueno? ¿Estás listo para mi polla? —
preguntó Frank, pero entró, antes de que Ezra pudiera dar una respuesta ingeniosa. La
gruesa circunferencia estiró el agujero de Ezra y continuó avanzando en un deslizamiento
lento e interminable que dejó a Ezra sin aliento. Frank agarró las caderas de Ezra y se
arrodilló entre sus piernas abiertas, su polla sólida como una roca pero tan caliente y viva.
Ezra apretó la sábana, drogado por las hormonas sexuales que inundaban su cerebro.
Frank tenía una gran polla, lo suficientemente gruesa como para causar un poco de
incomodidad incluso a alguien con tanta experiencia como él, pero había una satisfacción al
dejarla entrar y sentir que su interior se amoldaba a su forma. Le excitó que su cuerpo
podía hacer esto, que podía abrirse a algo tan ancho y largo como ese hermoso monstruo
entre las piernas de Frank, y cuando el dolor disminuyó, reemplazado por una tensión
satisfactoria, miró por encima del hombro, ansioso por ver a su amante.
Esperaba ver a Frank concentrado en su polla penetrando en el cálido cuerpo frente a él,
pero tan pronto como Ezra miró hacia atrás, Frank captó su mirada. Él sonrió, con el rostro
brillante por el sudor fresco, y ni siquiera parpadeó mientras hacía el empujón final que
hizo que las nalgas de Ezra golpearan la pelvis de Frank. Ese último empujón hizo que Ezra
perdiera el aliento mientras un calambre atravesaba sus entrañas, pero un momento de
quietud lo hizo pasar y lo dejó con la increíble sensación de plenitud que tanto anhelaba.
—No estaba seguro de si lo tomarías todo, —bromeó Frank, apretando a Ezra por encima
de los huesos de la cadera—. Realmente eres un tesoro.
Un ronroneo salió de la boca de Ezra mientras arqueaba la espalda, todavía ajustándose a
la enorme presencia en el interior. Había pasado un tiempo desde que había estado con
alguien tan grande. —Por favor, soy un profesional, —dijo y tensó todos los músculos de la
parte inferior de su cuerpo.
Esta vez fue el turno de Frank de perder un poco el control. Dejó escapar un gemido de
sorpresa y movió sus cálidas manos arriba y abajo por la espalda de Ezra, como si
necesitara descargar la tensión repentina moviéndose. —Mierda. Este tiene que ser el
agujero más dulce en el que haya estado mi polla. Vamos, fóllate. —Se mordió el labio y
parecía soñador cuando sus párpados cayeron.
Ezra sonrió, sintiéndose juguetón, pero en ese momento estaba demasiado excitado para
molestar a Frank y detenerlo. Sus objetivos estaban alineados, y lentamente se movió hacia
adelante, jadeando cuando la gruesa polla atravesó su esfínter al salir. Cuando empujó
hacia atrás, metiéndola completamente de nuevo, podía saborear la sal en el labio superior,
pero ese no fue el final de su movimiento. Moviéndose de un lado a otro, se centró en la
urgencia que se desarrollaba en lo más profundo de su interior, en el ardor en su entrada,
en el calor del toque de Frank, pero a medida que se aproximaba, el movimiento de
balanceo se aceleraba, hasta que su cuerpo palpitaba con un placer que sólo crecía.
No se había dado cuenta cuando se había puesto erecto otra vez, pero le dolía la polla
entre las piernas, rogando por tocarla. Tampoco contuvo ningún gemido ni jadeo,
soltándolos libremente, porque si Frank quería un espectáculo, eso era lo que obtendría.
—Oh, sí... Es tan gruesa, —gimió, balanceando sus caderas cada vez más rápido, hasta
que la sensación de calor fundido en el interior se volvió insoportable—. ¿Ya estás listo
para correrte?
—Dios… —murmuró Frank y detuvo a Ezra agarrándolo de las caderas. La avalancha de
embestidas que vino a continuación hizo que Ezra agarrara las sábanas y sus rodillas se
separaran más.
Frank tenía la resistencia de un buey y la misma fuerza.
—Tan bueno. Podría simplemente… follarte así… toda la noche, —resopló Frank entre
una embestida y la siguiente.
El cerebro de Ezra susurró que mañana le dolería mucho si Frank cumplía su deseo, pero
todas las demás partes de él gritaron que sí. —¿Por qué no lo haces? —Bromeó, sin aliento
mientras su dura polla rozaba las sábanas al ritmo de las embestidas de Frank. Se lamió los
labios, echando la cabeza hacia atrás para ver los gruesos dedos de Frank clavándose en sus
caderas, el pecho sonrojado y peludo, la expresión concentrada en su rostro ancho y
masculino. Desnudo y en su elemento, Frank parecía un antiguo guerrero disfrutando del
botín de esta lujuriosa guerra. La larga trenza negra que colgaba sobre su hombro sólo
reforzaba la fantasía. Como si fuera un rey bárbaro reclamando una amante con pleno
conocimiento de que tenía derecho a su cuerpo.
—Porque vas a hacer que me corra demasiado rápido con ese culo apretado. Veo lo que
estás haciendo. ¿Crees que puedes jugar conmigo apretando ese agujero y ordeñandome
como si fueras tú el que está a cargo...?
Como si esto fuera realmente un juego de control, Frank se salió, dejando a Ezra jadeando
y en shock. Antes de que pudiera protestar, Frank lo agarró de la rodilla y lo tumbó boca
arriba.
—Joder, sí, —dijo Ezra con voz áspera cuando Frank se alzó sobre él, ya doblando las
piernas—. ¿Me mostrarás quién está a cargo entonces? —preguntó, frotándose el gran
pecho empapado de sudor. Había algo tan crudo en este hombre, como si hubiera estado
sediento de esto durante mucho tiempo y finalmente tuviera en sus manos el culo perfecto.
Para ser justos, Ezra no pasaba tanto tiempo haciendo sentadillas en vano.
—Claro que sí, —dijo Frank, pero se inclinó para darle un suave beso en los labios a Ezra.
Sus ojos marrones decían mucho sobre la sensación de asombro que sentía en presencia de
Ezra, y aunque Ezra sabía lo que valía, aún así la abierta admiración era halagadora y lo
hacía sentir cálido por dentro de maneras muy diferentes a las que podía lograr el contacto
físico.
Frank no perdió más tiempo. Sus ojos se oscurecieron con determinación mientras
colocaba las piernas de Ezra sobre sus hombros y luego volvía a entrar.
Ezra tembló, abrumado por la intensa sensación cuando en esta nueva posición Frank lo
penetró aún más profundamente. Sus brazos y pecho estaban tensos mientras se mantenía
en pie, pero una fuerte embestida después, Frank estaba montando a Ezra como si nunca se
hubiera detenido.
Su larga trenza caía sobre su hombro y le hacía cosquillas en la piel a medida que se
movían, moviéndose como una serpiente con cada embestida que acercaba a Ezra a la
felicidad. Le encantaba que le hicieran mamadas, pero nada mejor que una buena ración de
polla, y eso era precisamente lo que estaba recibiendo actualmente.
Una muy buena ración de polla.
Jadeando cuando el peso de Frank lo dobló en dos, Ezra se frotó la cabeza de su propia
polla, sin estar seguro de si quería mirar los abdominales de Frank flexionándose mientras
lo embestía, o la expresión severa y concentrada en la cara arriba de él. Una gota de sudor
cayó por la gran nariz de Frank y llegó a los labios de Ezra, haciéndolo temblar de
anticipación. La mayor parte del sexo que Ezra tenía era mediocre, normal, incluso cuando
no estaba trabajando, pero con una química tan ardiente como las chispas que explotaban
cada vez que sus miradas se encontraban, era incapaz de controlarse. Pero tal vez no
importaba si esta noche estaría demasiado sudado, demasiado lascivo, demasiado ido.
Mañana Frank ya no estaría en su vida y quería disfrutar cada minuto de este viaje.
—Sí. Justo así. Duro, —gimió mientras sus entrañas palpitaban alrededor de la dura polla.
La intensa mirada de Frank recorrió a Ezra a lo largo de su mano mientras lo embestía a
un ritmo frenético que hizo que los gatos salvajes tatuados en su pecho cobraran vida y
rugieran. Fue tan jodidamente bueno. Muy emocionante. Y real. Y oh... Ezra se estremeció
cuando Frank giró la cabeza y besó el costado de la rodilla de Ezra.
—Quiero que tú te corras primero. No me detendré hasta que sienta tu semen en mi
barbilla y tu culo necesitado apretando mi polla, —gruñó como un tigre a punto de clavar
sus dientes en su presa. Pero Ezra quería ser consumido. Desgarrado y vuelto a armar.
Él sonrió, escondiéndose brevemente detrás de su antebrazo cuando la fricción se volvió
casi demasiado abrumadora. —Tal vez debería llevarte al límite11, ¿eh?
Frank resopló y se inclinó para presionar su rostro bajo la barbilla de Ezra. —Puedes
intentarlo, pero creo que tu polla sabe lo que quiere. —Con esas palabras, deslizó su mano
entre sus cuerpos sobrecalentados y agarró la polla de Ezra con esa enorme mano. Su
tamaño no hizo que Ezra se sintiera cohibido. En una mano tan grande, cualquier polla
parecería más pequeña.
Sin embargo, no había espacio para reflexionar sobre cosas tan triviales cuando Frank
una vez más aceleró sus embestidas y bombeó la polla de Ezra al mismo ritmo. Lamió el
cuello sudoroso de Ezra y luego raspó con los dientes la piel sensible, como si estuviera a
punto de morder. Ezra sabía que le había dicho que no lo hiciera, pero en ese momento
quería estar cubierto de marcas de dientes y chupetones.
Pero como el caballero que claramente era bajo todos esos tatuajes, Frank lo besó. —
Vamos, gime por mí.
¿No había estado Ezra haciendo esto todo el tiempo? Ya no estaba seguro, pero en ese
momento tenía la boca reseca, el pecho apretado y el interior palpitando de placer. No tenía
sentido contenerse, así que se relajó y se centró en el ritmo de Frank. Sus manos subieron
por el torso firme, por el cuello grueso y sin afeitar, y finalmente se posaron en los lados de

11 Nuevamente el “edging”.
la cara de Frank. Había algo magnético en el encuentro de sus ojos, y cuando Frank pasó el
pulgar sobre la cabeza de la polla de Ezra, todo su cuerpo sufrió un espasmo, liberando la
tensión acumulada.
Ezra no gimió sino que gritó de placer, y eso solo se amplificó cuando Frank cerró los
dientes en su cuello como si fuera un lobo sujetando su presa sin querer perforar la piel. El
semen salpicó entre ellos tal como Frank había querido, y el trasero de Ezra apretó la
gruesa polla dentro de él.
—¡Mierda! ¡Mierda! —siguió diciendo mientras Frank lo embestía en una secuencia
rápida.
—Sí... eso es... —Frank gruñó de placer contra la piel de Ezra, y el calor de su aliento era
demasiado. Ezra no podía recordar haber estado tan abrumado por una follada.
Probablemente fue porque ya se había corrido antes, pero maldita sea, estaba temblando.
A medida que las embestidas de Frank se hicieron menos profundas, envolvió sus
enormes brazos alrededor de Ezra, abrazándolo estrechamente para que ambos pudieran
disfrutar descansando en un capullo de extremidades. Era pesado, pero su tamaño nunca se
sintió desagradable u opresivo, y Ezra cerró los ojos, acercando a su amante mientras esa
hermosa polla seguía bombeando dentro de él. —Córrete dentro de mí, —susurró
suavemente, directamente al oído de Frank—. Se sentirá tan bien.
No necesitaba decirlo otra vez, porque Frank terminó después de una embestida más.
Sólo tuvo que girar la cabeza unos centímetros para alcanzar los labios de Ezra. Los
escalofríos todavía recorrían el cuerpo de Frank mientras profundizaba el beso, dejando
que su lengua explorara un poco.
Tal vez el coñac se le había subido a la cabeza a Ezra, pero podría haber jurado que podía
sentir el semen de Frank inundándolo en una ola caliente. A una parte de él le preocupaba
que el condón se rompiera, pero estaba tomando PrEP y se hacía pruebas periódicamente.
Este abrazo era demasiado delicioso para desenredarlo tan pronto.
Esperaba poder volver a hacer esto antes de que Frank tuviera que irse. Una follada épica
así no pasaba todos los días.
Chupó la lengua de Frank con un profundo gemido y acarició un lado de su rostro para
expresar su agradecimiento. Besarse con él llevó a Ezra de regreso a la cúspide de la edad
adulta, cuando estaba comenzando a explorar su sexualidad y tocar a un chico todavía se
sentía nuevo y emocionante. Se quejó cuando Frank se apartó, pero fue sólo para quitarse
el condón intacto. Un momento después, el dios de los músculos gruesos regresó encima de
Ezra y se envolvió alrededor de él, dejando que sus manos vagaran como si no pudiera
tener suficiente. ¿Cómo podía un hombre tan bestial ser tan dócil y dulce?
Ezra claramente tenía algo que lo domaba.
—¿Necesitas algo de beber? ¿O comida? —eventualmente preguntó entre besos,
disfrutando de la dieta constante de caricias y toques. Esto también era nuevo. Los
hombres con los que se acostaba (tanto ligues como sugar daddys) normalmente no eran
tan dulces, pero lo encontraba tan delicioso que nunca lo señalaría.
¿Quizás podría follar con este hombre de vez en cuando? Nada les impedía intercambiar
números.
Frank parecía un poco aturdido mientras reflexionaba sobre la pregunta, pero luego le
dio a Ezra la sonrisa más genuina. —Sí. Vamos a hacerlo. Consigamos algo de comida. La
necesitaré si queremos repetirlo por la mañana de alguna manera. —Le dio a Ezra un beso
más antes de sentarse.
Era un enorme osito de peluche que Ezra seguía con los brazos y apoyaba la barbilla en el
grueso hombro. —Suena bien para mí. Sólo tengo planes para el mediodía, —bromeó,
porque ¿por qué se negaría a sí mismo esta vez?
—¿Quieres ducharte juntos o solo? ¿O te gusta estar un poco sucio? —Frank bromeó y
frotó el semen sobre el pecho de Ezra.
—Siempre podemos volver a ensuciarnos, —dijo Ezra, satisfecho con el ardor del sexo—.
¿Una ducha conmigo? Y luego podremos escoger algo para comer.
¿Pedirían algo? Los clientes generalmente invitaban a Ezra a un restaurante, pero a él le
gustaba la idea de comer juntos en el sofá mientras veían alguna película tonta que ninguno
de los dos lamentaría perderse si las cosas se calentaban nuevamente. Esa era al menos la
vibra que estaba recibiendo de Frank. Este es el tipo de hombre que quería la “experiencia
de novio” de un acompañante como él.
Al principio, Frank se movía como si tuviera óxido en las articulaciones, pero una vez que
se bajó de la cama y se estiró, la boca de Ezra se secó. Ahora que el fuego anterior se apagó,
Ezra notó que muchos de los tatuajes de Frank no eran exactamente las obras de arte que
parecían desde lejos, pero el hecho de que la tinta no fuera impecable le dio un toque rudo
que a Ezra le gustó bastante. Todavía estaba admirando cada músculo bajo la piel oscura de
Frank cuando Frank lo levantó de la cama.
—Vamos, —dijo Frank con más vigor, cargando a Ezra a través de la habitación—. No voy
a perder ni un minuto de esta noche.
Ezra se aferró a él, abrumado por esta demostración de fuerza. Era tan sexy que Frank
podía hacerle perder la cabeza. —No deberías. Soy todo tuyo esta noche, —dijo cuando
entraron en la ducha y Frank lo bajó a regañadientes.
Le dio a Ezra un beso más y abrió el agua. —¿Es así como consigues chicos nuevos? ¿Una
noche y se enganchan de por vida?
Ezra se rió, sorprendido por la pregunta. Se puso bajo la cálida ducha y dejó que la
temperatura relajara sus músculos. —A veces. Me han dicho que soy una droga. —
Claramente había sido sólo un cumplido, pero le gustaba bastante cómo sonaba. Adictivo y
caro. Ese era él.
Frank se apoyó contra la pared, dejando que el agua goteara por su impresionante
cuerpo, pero Ezra casi podía ver los engranajes girando en su cabeza. ¿Frank podría
permitírselo? Dudo que fuera un trabajador de la construcción habitual.
—No me sorprende. Eso fue… guau, —dijo y sonrió, evaluando a Ezra de pies a cabeza.
Había más que quería decir, y algo en ese silencio vacilante hizo que el corazón de Ezra se
acelerara como un caballo golpeado con un látigo.
Ezra no hacía obsequios para personas que lo conocían como trabajador sexual. Invertía
demasiado dinero y esfuerzo para convertirse en el hombre que era, y estar con él no era
barato. Entonces tomó un poco de gel de ducha y comenzó a frotarlo en su piel mientras
esperaba el movimiento de Frank.
—¿Sería de mala educación preguntar cuánto cobras? Ya sabes, soy un tipo muy ocupado,
no tengo tiempo para salir con alguien, pero si tuviera algo sólido como esto, digamos, una
vez a la semana, podría sacar tiempo.
Algo flotó en el estómago de Ezra, haciéndole cosquillas por dentro, y tuvo que apoyarse
contra la pared de azulejos cuando sus piernas se sintieron un poco inestables. Era
probable que Frank no tuviera idea de lo que podría costar una noche con un escort de alto
nivel, pero preguntó en lugar de intentar cortejar a Ezra para otro tipo de acuerdo. Eso
debería ser apreciado.
—No, es una pregunta justa, —dijo mientras sus pensamientos corrían. Parecía lo
suficientemente bueno como para usar la ley de la escasez a su favor y normalmente
cobraba dos mil por una noche entera, a pesar de vivir en un lugar donde pocas personas
podían permitírselo. Sólo hacía falta un par de hombres dispuestos a soltarle un poco de
dinero. Pero a él sí le agradaba Frank. Y el sexo que habían tenido dejó sus muslos
temblando, así que se aclaró la garganta y habló—. Mil.
Frank permaneció en silencio pero sus ojos se abrieron un poco. Quizás no esperaba que
el regalo de Paul fuera tan caro. Ezra no conocía ningún detalle sobre su conexión. Estaría
investigando el logo de la camiseta de Frank para saber más sobre él. A menos, por
supuesto, que fuera una elección aleatoria y una pista que no lo llevara a ninguna parte. Sin
embargo, le gustaba saber todo lo que pudiera sobre sus clientes y, por lo general, se las
arreglaba para desenterrar lo suficiente como para sentirse seguro, en caso de que las
cosas salieran mal.
Frank lo miró a los ojos. —Entonces tal vez dos veces al mes, —dijo con una risa
incómoda. Pero él no regateó. Como un verdadero caballero. Bien. Ezra ya le daría un
descuento, lo supiera Frank o no.
Probablemente debería sentirse mal por haberle quitado todo ese dinero al hombre que
tenía que reunir los fondos, pero él también necesitaba el dinero, así que ¿por qué debería
tener escrúpulos al respecto? Al final del día, Frank eventualmente pasaría a pastos más
verdes, como todos los demás. El dinero proporcionaba el único tipo de seguridad con que
contaba.
Ezra sonrió y se acercó, apoyando la barbilla en el pecho mojado. —Suena bien.
Capítulo 4
Frank
Un año después…

[¿Filete o pollo?] El mensaje de Ezra llegó con una foto de carne en el mostrador de una
carnicería y fue seguido por una selfie que hizo que el corazón de Frank diera un vuelco. El
rostro bonito y sonriente estaba ligeramente borroso contra el fondo de un mural que
mostraba un campo, y Frank podía ver la lengua lo suficiente para recordar la mamada
descuidada que Ezra le había hecho dos semanas atrás, al final de su último encuentro.
También llevaba un jersey de cuello alto fino que Frank le había comprado cuando fueron
de compras en Navidad. Se verían pronto, pero era agradable que Ezra hubiera accedido a
la experiencia de novio que Frank había solicitado hace más de un año, después de su
primera noche juntos.
Frank no cuestionó si todos los mensajes, las breves llamadas entre visitas y las sonrisas
que Ezra siempre tenía para él eran genuinas, al igual que no preguntó con cuántas
personas estaba saliendo Ezra y cuándo. Una parte de él esperaba realmente agradarle a
Ezra en algún nivel, incluso si su relación fuera una transacción comercial, pero al final del
día, mientras se divirtiera y fuera un caballero al respecto, todo era justo. Ezra recibía
dinero, regalos y, con suerte, un poco de diversión, y Frank podía disfrutar de su compañía
sin poner en peligro su trabajo ni su estilo de vida.
Todos ganaban.
Frank no necesitó pensar dos veces antes de responder al mensaje, ya que sabía que a
Ezra no le gustaba la carne roja. [Pollo. ¿Puedes preparar algunas de esas patatas picantes
para más tarde también?] Porque si bien Ezra era un gatito mimado al que le gustaban las
cosas buenas de la vida, en realidad cocinaba bien y le gustaba hacerlo. Sus comidas eran
mucho mejores que las cenas habituales de Frank en el microondas, así que, por muy tonto
que fuera, Frank las esperaba con ansias al igual que ver a Ezra y festejar de una manera
diferente.
Entonces, tal vez estaba disfrutando demasiado la fantasía de salir con Ezra, pero se
merecía gastar sus ahorros como quisiera. Ezra era su única debilidad. Desde el
fallecimiento de su hermana hace unos años, Frank nunca había perdido el hábito de ser
frugal, y ahora era una bendición, ver a Ezra no era barato.
—Todo esto es pura basura, Frank, —dijo Shane, subiendo la montaña de aparatos
electrónicos y electrodomésticos recién entregados—. Microondas, televisores rotos,
mierda en general.
Frank asintió, demasiado ocupado revisando el nuevo mensaje de Ezra. Estuvo tentado
de enviar una selfie sin camisa, porque siempre recibía una avalancha de elogios, pero con
Shane allí, no podía...
[Estoy probando una nueva receta. Será algo muy especial.]
Frank tragó, permitiéndose fantasear con que Ezra lo favoreciera entre todos los otros
sugar daddys y clientes y... en realidad no quería saberlo. Y ciertamente no habló de Ezra
con Paul después de agradecerle por el regalo después de esa primera vez. Todavía se
sentía extraño saber que ambos se acostaban con el mismo hombre.
Una mano enguantada se agitó frente a su cara, obligándolo a concentrarse en Shane,
quien se había acercado a él sin ser visto. —¿Estás escuchando? Los niños de hoy en día.
Siempre en sus teléfonos.
Frank guardó el teléfono ante los burlones comentarios burlones de Shane. —Te escuché,
pero estás equivocado. Necesitamos revisar esto. Estoy seguro de que encontraremos
muchas piezas útiles. Este es literalmente el objetivo de este depósito de chatarra.
Los hermosos rasgos de Shane se torcieron con disgusto, pero han sido amigos la mitad
de sus vidas, por lo que Frank no tenía dudas de que Shane seguiría adelante con el trabajo
que tenía entre manos. Frank había estado allí para Shane cuando Shane salió de prisión y
se había mantenido en contacto mientras Shane estaba tras las rejas y no tenía a nadie.
—Te gusta mucho enviar mensajes de texto en los últimos meses, —dijo Shane,
perforando a Frank con sus brillantes ojos verdes. Habría sido mucho más fácil evitar su
mirada si no fuera tan alto como Frank.
El día era cálido, así que Shane se quedó allí con sus botas de trabajo, jeans y camiseta
negra, luciendo como un anuncio de constructores atractivos. Incluso se frotó el guante
sobre el chaleco corto y entrecerró los ojos para protegerse del sol poniente.
Pero esto era un trabajo, no una sesión de fotos.
Por otra parte... ¿podrían hacer un calendario de 'Naufragios y reparaciones' para
obtener algo de dinero extra? Los gastos de Frank se habían disparado desde que comenzó
su pequeño capricho el año pasado.
—¿Y? Tengo cosas con las que lidiar todo el tiempo. No es nada nuevo. Incluso organizar
esta entrega tomó algunas semanas, —dijo, fingiendo estar tranquilo, porque lo último que
necesitaba era que Shane descubriera que estaba saliendo con un escort. Sabía que se
ganaría una buena si fuera descubierto.
Shane puso los ojos en blanco y se metió un cigarrillo en la boca antes de encenderlo. —
Vamos, Frankie. Ha sido un tiempo. No quería decir nada, ya que realmente no has tenido
una vida fuera de este lugar por un tiempo, pero ¿no es hora de decirnos qué haces cada
dos semanas, cuando desapareces por la noche?
Frank puso los ojos en blanco y cogió una tostadora desechada sólo para tener algo que
hacer con sus manos. —Obviamente hago porno y luego trabajo como payaso de rodeo.
Shane resopló y dejó escapar una serie de anillos de humo. —Vamos, Frankie, todos
somos adultos. ¿Estás yendo a un club de sexo? Tal vez debería comprobar qué lugar tiene
eventos que coinciden con tus noches libres, ¿eh?
—¿Club de sexo? ¿Y de paso me encuentro accidentalmente en alguno con mi sobrino y su
novio? No, gracias. Es mejor dejar algunas cosas como están, Shane. Les prometo que no
será nada que les resulte contraproducente.
—¿Un follamigo entonces? ¿Finalmente buscaste tener algo? —Shane le guiñó un ojo
pero no dejó de mirar a Frank con sus ojos intensos—. ¿Es con quién desapareciste ese fin
de semana de verano?
Frank sonrió y tomó un cigarrillo del paquete de Shane… luego lo guardó. A Ezra no le
gustaba que fumara, por lo que se abstenía de hacerlo los días en que se veían.
—No es nada serio, y no es precisamente un secreto que me gusta follar de vez en
cuando. No soy un monje.
Aunque ese fin de semana juntos había sido mucho más que follar. Para llevarse a Ezra
por dos días, Frank solo lo vio una vez ese mes, pero habían sido tres días maravillosos.
Había alquilado una cabaña junto a un lago, tenían un jacuzzi, alquilaron un bote y Frank le
enseñó a pescar a Ezra. Cuando Ezra atrapó uno, la expresión de absoluta alegría en su
rostro valió cada centavo que Frank había gastado en el viaje. Más tarde esa noche, Ezra
había estado muy orgulloso de asar el pescado y sí, estaba delicioso. A pesar del amor de
Ezra por el lujo, ese fin de semana había estado feliz con jeans, zapatillas de deporte y una
sudadera con capucha. No es que necesitara ropa cuando se bañaban desnudos.
Después del chapuzón en el lago, a Ezra le salió un sarpullido que le provocó tanto pánico
que Frank tuvo que llevarlo a la farmacia, pero estuvo bien, todo era parte de la
experiencia. Cualquier tiempo que pasaba con él era tiempo bien empleado, y no era como
si Frank pudiera follárselo las veinticuatro horas del día, incluso si quisiera.
—¿No? ¿No llamarás a mi puerta para pedirle ayuda a Ros con el diseño de un anillo de
compromiso? —Shane soltó una risita y cuando Frank abrió la boca, aturdido, agitó la mano
y añadió—. Apuesto a que también podría hacer esposas elegantes.
—Ja. Ja. Muy divertido. Sabía que no debería decirte una mierda. No es nada. Me saca de
este lugar loco de vez en cuando. —No había futuro para él y para Ezra, por lo que Frank
aceptaba cada mes como llegaba y solo planificaba con anticipación cuando era necesario.
Era mejor gestionar tus expectativas si no querías decepcionarte. Ezra habría huido a las
colinas si hubiera sabido qué tipo de trabajo hacía Frank para dedicarle su tiempo.
Shane le mostró sus palmas antes de apoyar una en el hombro de Frank. —Bien, no me
cuentes nada si no quieres. Pero me alegro de que no dejes que esa cosa se seque, —dijo y
miró fijamente la cremallera de Frank antes de alejarse para subir de nuevo a la pila de
chatarra.
Frank puso los ojos en blanco y lanzó una pelota de fútbol pinchada al trasero de Shane.
—¡Eres un idiota!
—¡Frank! ¡Frank! —Jag gritó desde lejos y, por el sonido, estaba corriendo.
Frank no se alarmó, porque en caso de peligro grave, Jag tenía un par de silbatos
especiales. Y un teléfono viejo para comunicarse a distancia. Sólo contenía unos pocos
contactos pero funcionaba.
—¿Qué? —Preguntó Frank, apoyándose en la camioneta mientras Jag emergía de detrás
de un viejo autobús escolar destrozado y se lanzaba hacia adelante con un conjunto de ropa
hecha de tela fina, que flotaba a su alrededor como si fuera una especie de guerrero del
desierto.
—¡Tengo un tesoro! ¡Un buen tesoro!
Frank tragó. Eso significaba oro o piedras preciosas. El trabajo de Jag, además de
proteger el perímetro y buscar intrusos, era buscar objetos preciosos en el depósito de
chatarra. Había sido una curva de aprendizaje para él entender lo que significaba, pero al
final lo había logrado, y Jag ya no le traía a Frank juguetes cubiertos de brillantina ni gafas
de sol rotas.
Se enfrentó a Jag, inmediatamente concentrado en la perspectiva del dinero que podría
obtener de... lo que fuera que se le presentara.
Shane estaba demasiado ansioso por descubrirlo y estiró el cuello desde lo alto de la pila
de aparatos electrónicos. —¿Qué pasa, Frankie?
Jag le tendó a Frank un reloj grueso. —Tiene ese nombre que me dijiste que tuviera en
cuenta. R-O-L-E-X, —lo explicó con orgullo. Su novio le había estado enseñando a leer
desde hacía un tiempo y, aunque el progreso era lento, definitivamente estaba ahí.
La sangre de Frank corrió más rápido cuando sostuvo la pieza. Estaba
sorprendentemente en buenas condiciones y, si le daba un buen brillo, parecería recién
sacado de la tienda. En el fondo de su mente, ya estaba calculando cuánto podría ganar por
esta pieza, pero entonces su teléfono vibró, recordándole qué día era. Sus pensamientos se
desviaron hacia imaginar la pieza elegante pero gruesa en la muñeca bronceada de Ezra.
Algo que usaría todos los días y pensaría en Frank cada vez que mirara la hora.
Nunca le había preguntado a Ezra sobre eso, pero estaba bastante seguro de que el collar
con la palabra SUGAR era un regalo de otro hombre. No debería molestar a Frank. Sabía
cuál era su relación, su acuerdo era claro... pero todavía le molestaba un poco saber que
Ezra no era suyo.
—¡Buen trabajo! —Frank dijo y le dio unas palmaditas en el hombro a Jag—. Comprobaré
si funciona, pero si funciona, conseguiré un buen precio.
Jag sonrió. —Si es así, compra el buen queso. El que tanto le gusta a Dane.
Frank tuvo que admitir que la dedicación de Jag hacia su compañero era bastante
adorable. —Sí, el de la tienda de delicatessen de la ciudad.
También le daba a Dane una buena cantidad de dinero en efectivo por los artículos que
Jag encontraba en el depósito de chatarra, pero si decidía no vender el Rolex, tendría que
calcular el porcentaje de una manera diferente a la habitual.
Jag le sonrió y se frotó las manos. —A Dane le encanta el queso. Asegúrate de comprar
mucho. —No esperó después de eso y salió corriendo como si no pudiera contener su
emoción.
—A Dane le encanta el queso, —se burló Shane de buen humor cuando Jag ya estaba muy
lejos para poder oírlo y Frank no pudo contener la risa.
—Dale un respiro, está enamorado, ¿vale?
Frank odiaba que cuando miraba el Rolex lo único que podía pensar era que a Ezra le
encantan las cosas lujosas. Así que sí, se quedaría el reloj para Ezra.
En los últimos meses, Paul había estado tratando de tentarlo para que regresara para uno
o dos trabajos, pero por mucho que Frank necesitara el dinero, no quería volver a esa línea
arriesgada de negocios llena de rencores, venganza y derramamiento de sangre. Pudo ver
que para Paul, la falta de un socio era una desventaja. A menudo afirmaba que le iba bien
como lobo solitario y se reía de que Frank había sido un lastre innecesario, pero ambos
sabían que a Paul le vendría bien el tipo de músculo que Frank tenía. Paul podría ser un
asesino hábil y un buen tirador, pero tener a alguien en quien confiar en el trabajo era
invaluable.
Pero después de la forma en que se separaron hace años, Frank no volvería a juntarse
con Paul nunca más. Ambos se sabían mierdas el uno del otro, lo que los hacía mantener la
boca cerrada, y eso era todo. Paul debería alegrarse de que Frank se ocupara de algún
cuerpo ocasional por él, y si realmente pensaba que podía tentar a Frank para que
regresara para “un último trabajo”, estaba perdiendo el tiempo.
Frank había visto suficientes películas de acción para saber que el último trabajo era
siempre aquel en el que la vida del héroe se desmoronaba.
Capítulo 5
Frank
El corazón de Ezra golpeó contra la mano que Frank tenía extendida sobre su pecho. Su
ritmo era rápido, duro, triunfante, pero cuando Frank bajó su cuerpo sudoroso hacia la
forma más pequeña de su amante y enterró su nariz en el fragante cabello oscuro,
disminuyó.
El dormitorio olía a excitación y a la colonia picante a la que Frank ahora era adicto, pero
ambos estaban en paz, descendiendo gradualmente de la euforia del sexo.
Ezra tarareó, acariciando la mano de Frank mientras descansaban. Era hermoso,
inteligente y poseía cualidades que a veces hacían que Frank se sintiera casi indigno de su
presencia, pero cuando estaba así, cansado después de una intensa sesión de sexo, las
paredes del encanto profesional se volvían traslúcidas, lo que demostraba que Ezra era un
hombre de carne y hueso.
A Frank le gustaba de cualquier forma, pero en momentos como éste, cuando Ezra estaba
desprotegido, se imaginaba lo que sería tenerlo de verdad.
Pero no era un pensamiento que Frank quisiera considerar.
Ezra rodó su mejilla contra la almohada y lo miró por encima del hombro. —Dame un
momento, —dijo con una risa ronca.
—Tómate todo el tiempo que necesites, —dijo Frank con una sonrisa y suavemente jaló
la oreja de Ezra con los dientes. Le gustaba este momento después del sexo tanto como sus
momentos salvajes entre las sábanas. Tal vez era cursi, pero abrazar a un Ezra sudoroso y
agotado lo hacía sentir todo blando por dentro. Esto era lo más íntimo que podía permitirse
tener sin comprometer su seguridad y la de sus amigos. Las relaciones no eran para él, pero
cuando Frank estaba con Ezra, se permitía fingir que en realidad era sólo un tipo que
poseía un negocio legítimo y no tenía nada que ocultar.
Un ronroneo salió de la boca de Ezra, y extendió la mano hacia atrás, deslizando su mano
por la cadera de Frank, hasta llegar a sus costillas. —¿De dónde vino ese moretón? ¿Duele?
—él susurró.
No era que a sus amigos no les importara, pero cuando Ezra notaba cosas así, Frank se
sentía visto en un nivel completamente diferente. Tal vez queriendo ser mimado un poco
de vez en cuando y sentir que no necesitaba cargar solo con el peso del mundo.
—Ah, no es nada, —le restó importancia al desagradable hematoma que, de hecho,
dolía—. El otro día estaba moviendo una tubería grande con mi sobrino y se me cayó
encima cuando un zorro lo distrajo.
Los largos dedos de Ezra trazaron pequeños círculos sobre las manchas negras y azules.
Era muy perspicaz, siempre notaba pequeñas cosas que nadie más conocía de Frank. —
Tienes que tener más cuidado. A este paso, vas a tener más lesiones que tatuajes. Pero
tengo algo que podría ayudarlas a desaparecer más rápido, si lo deseas. Y no sólo voy a
besarlas para que mejoren, aunque definitivamente lo haré también, —añadió con una risa
ronca.
—Claro. Mientras se trate de que me pongas las manos encima, seré feliz. —Él sonrió y
acarició el cabello de Ezra. Siempre estaba tan brillante y olía como un jardín en lo
profundo de la jungla.
La idea de lucirlo como un premio en su brazo una vez más apareció en su cabeza. Había
querido preguntarle a Ezra la última vez, pero terminó demasiado absorto en sus propios
pensamientos. Frank pagaba por estas reuniones. No debería tener miedo al rechazo. Si
Ezra lo rechazaba, seguramente sería lo suficientemente gracioso y encantador como para
suavizar el golpe, pero la lengua de Frank permaneció atada en nudos cuando llegó su
nueva petición.
Quería invitar a Ezra a un evento de Hombres Fuertes en el que participaría el próximo
mes. Estaba en otro estado, sus amigos no irían, por lo que no habría necesidad de que sus
dos mundos chocaran. Egoístamente, también soñó con Ezra mirándolo en la competencia,
animándolo, tal vez incluso felicitándolo por una victoria. Solo ver los ojos de Ezra abrirse
de par en par y brillar mientras veía a Frank hacer sus maniobras o levantar piedras como
Atlas sería un impulso para el ego de Frank, y luego recibiría una mamada, ya sea que
ganara o perdiera.
Ezra daba unas mamadas increíbles y era completamente descarado en la forma en que
siempre miraba a Frank a los ojos, un artista del placer que siempre adivinaba los deseos
de Frank.
Ezra se movió, y cuando su hombro empujó el pecho de Frank, fue una señal para dejarlo
salir del apretado capullo de carne y sábanas. Pero cuando Frank se levantó, el fino y
musculoso cuerpo de abajo se volteó en lugar de deslizarse fuera del abrazo.
Se veía tan hermoso cuando le quitaba las capas que lo convertían en un premio
escultural. No había perfección en el cabello pegado a una frente húmeda, o en la mezcla
desigual de rojos y rosas que florecían en su cara y torso, pero esas cosas lo hacían más
real. Más tangible. Menos concepto y más hombre. Cuando estaba así, el precioso collar de
oro que debía haber recibido de uno de sus sugar daddys parecía casi fuera de lugar debajo
de su garganta.
Frank tragó cuando los tentadores labios de Ezra se estiraron en una sonrisa, pero
todavía no se atrevía a decir las palabras que quería. No importa cuán gentil fuera, el
rechazo de Ezra habría arruinado el resto de esta noche, y no planeaba irse pronto.
—¿Entonces, cómo fue tu semana? —Preguntó Ezra, porque apenas habían hablado una
vez que Frank entró en su apartamento, demasiado ocupados arrancándose la ropa el uno
al otro. Sus hermosas y cariñosas manos dibujaron patrones sobre la piel de Frank a
medida que subían, pasaban por su garganta y llegaban hasta su rostro. Fue un gesto
sorprendentemente íntimo que Frank lo tomó como una confirmación de que él no era el
único que sentía la asombrosa química que surgía entre ellos cada vez que se encontraban.
Esta noche, sin embargo, los hermosos ojos color ámbar de Ezra brillaron con algo nuevo,
algo que Frank no podía nombrar.
No se hacía ilusiones sobre la naturaleza de su relación. Esperaba que Ezra se divirtiera
durante el sexo y luego viendo películas o hablando, pero Frank era muy consciente de que
él no era el tipo de hombre que Ezra elegiría en la vida real. Ezra querría un tipo que
condujera un Ferrari, no una camioneta destartalada. Un tipo con clase que podía llevarlo a
restaurantes exclusivos y darle una asignación ilimitada para gastos para que pudiera
conseguir todo el Prada que quisiera. Definitivamente no alguien que supiera cómo hacer
desaparecer un cadáver de cien maneras diferentes.
—Realmente fue una mezcla de cosas. Por un lado, teníamos un nuevo envío que
necesitaba revisar y estoy bastante seguro de que hay cosas buenas allí, pero luego estaba
tan ocupado que ni siquiera tuve tiempo de usar mi taller. —Aunque encontró suficiente
tiempo para asegurarse de que el Rolex que quería regalarle a Ezra funcionara.
Las manos de Ezra eran tan suaves y tersas que Frank se encontró inclinándose hacia
ellas mientras su amante le acariciaba la cara y el cuello, pero aunque normalmente hacía
un pequeño comentario sobre las palabras de Frank, u ofrecía una anécdota divertida, esta
noche permaneció en silencio durante tanto tiempo. Sintió una tensión en el aire.
Había oscuridad en la mirada de Ezra esta noche, escondida detrás de la habitual capa de
encanto y sonrisas, y le tomó demasiado tiempo darse cuenta. La inquietud se instaló en el
pecho de Frank mientras sintonizaba con Ezra, notando que su respiración parecía más
pesada de lo habitual, que su contacto se prolongaba más y que su sonrisa era una fracción
más amplia de lo normal.
¿Era un acto? ¿Por qué? ¿Había sucedido algo malo y, aun así, como profesional que era,
Ezra mantuvo una fachada en beneficio de Frank?
Pero no dijo nada, sin estar seguro de si a Ezra le gustaría que le preguntaran sobre su
vida privada cuando, en el fondo, toda su relación no era más que una transacción.
Pero antes de que pudiera tomar una decisión, Ezra se frotó la boca con el pulgar y
sonrió. —¿En qué estás trabajando ahora, grandullón?
Frank pasó las manos por los costados de Ezra, disfrutando del tacto. Por muy caras que
fueran estas reuniones, valían cada centavo. —He estado trabajando en mi propio equipo
para entrenarme para el transporte del marco. Estoy listo para probar con uno más pesado
ahora. —También había hecho un anillo para Ezra con restos de cobre y plata, pero luego
se dio cuenta de cómo se podía percibir y lo guardó en un cajón para que nunca viera la luz
del día.
—¿Estás seguro de que no te romperás la espalda o algo así? Un amigo mío terminó con
problemas por cargar pesos pesados. Y definitivamente tú levantas muchísimo. Por otra
parte, tal vez seas sobrehumano, —añadió Ezra, frotando el pómulo de Frank con el pulgar.
Esta vez, sí se movió debajo de él.
Frank lo levantó sin problemas. —¿Qué opinas? ¿Lo soy? —¿Estaba necesitado? Tal vez,
pero no se sentía mal por eso cuando estaba pagando por el tiempo de Ezra.
Después de todo, esta era su diversión.
Los ojos muy abiertos lo miraron mientras Ezra sonreía, agarrándose del cuello de Frank.
—Mi propio superman12, —dijo y apretó los labios, ahogando a Frank en una ola de
ternura. Le pediría a Ezra que lo acompañara a la competencia.
Haría su propuesta casualmente durante la cena. Si era rechazado, que así sea. A Ezra se
le permitía elegir a qué eventos estaba dispuesto a asistir. Después de todo, tenía otros
amigos a quienes entretener, sobre todo Paul, cuya presencia en su vida Frank preferiría
olvidar.
—Tu superman está muy sudoroso y ambos estamos cubiertos de semen. Es hora de
ducharnos y luego comer para tener energía para la segunda ronda. —Besó esa boca
ansiosa y llevó a Ezra al baño.

12 Se traduce “superhombre” pero creo que es más divertido dejarlo así, como el superhéroe.
Tontearon un poco, pero Ezra terminó rápido y salió corriendo a preparar la comida. Solo
en el gran cubículo, Frank se tomó su tiempo y disfrutó de cómo el agua tibia relajaba sus
músculos. La ducha en casa era demasiado baja para que la usara cómodamente, debido al
techo bajo, por lo que una vez más se preguntó si una pequeña remodelación de su casa no
estaría mal después de todo.
Ansioso por disfrutar de la compañía de Ezra, finalmente salió del baño, vestido con la
bata negra esponjosa que apareció en el baño de Ezra después de su segunda noche juntos.
Era de su tamaño y apreció demasiado el gesto como para no usarla.
Encontró a Ezra vistiendo sólo unos pantalones de pijama ligeros que le llegaban hasta
las caderas y resaltaban la forma redonda de sus nalgas. El aire olía a carne aromática y ya
había dos platos con patatas y ensalada esperando en el mostrador.
—Esto huele tan bien, —murmuró y acarició el trasero de Ezra al pasar. Este era el mejor
regalo que Frank podría haber recibido. Incluso si sus conversaciones rara vez iban más
allá de temas casuales, por razones obvias, estar cerca de este hombre era puro consuelo.
En su presencia, la fatiga y las tensiones de la vida real se disipaban, lo que permitió a
Frank recargarse de preocupaciones y responsabilidades.
Ezra también le había ofrecido un regalo de cumpleaños antes, un grueso cinturón de
cuero marrón, grabado con siluetas de tigre similares a las de la piel de Frank. No era
llamativo pero sí de buena calidad, y si bien el regalo se había comprado con el dinero que
Frank le había pagado a Ezra por el tiempo que pasaron juntos, fue un bonito gesto, que
demostró que Ezra realmente prestaba atención a lo que Frank estaba diciendo, y a sus
gustos.
Ezra apartó la mirada de la cacerola de pechuga de pollo chisporroteante y le sonrió. —
¿Qué exactamente?
Frank se paró detrás de él y olió el cabello mojado de Ezra. —Me gusta especialmente
este suculento trozo de carne, —murmuró, acariciando el costado de Ezra.
—¿Este no? —Preguntó Ezra, ajustando su respingón trasero contra la ingle de Frank con
una sonrisa élfica. Podría tener la belleza de una escultura de hielo, pero con el tiempo, se
derretía en presencia de Frank y, a veces, dejaba escapar esa máscara perfecta.
Frank se arrodilló y presionó sus dientes contra las costillas de Ezra en un simulacro de
mordisco. —Oh, no, definitivamente esto, —murmuró, frotando sus labios sobre la suave
piel.
Podía sentir el cuerpo cálido reaccionar a su toque cuando Ezra se puso de puntillas,
jadeando. Sus dedos se sumergieron en el cabello mojado de Frank y lo mantuvieron en su
lugar, como si quisiera algo más intenso, como una marca, que Frank sabía muy bien que no
estaban permitidas. Después de todo, habría arruinado la fantasía de otra persona.
—¿Costilla?
—Mejor que cualquiera que haya probado. —Suspiró y presionó su frente contra la
columna de Ezra para no perturbar demasiado su cocina. Estaban bromeando, pero
después de un año, podía decir con confianza que Ezra era el hombre más hermoso con el
que Frank había estado, y también el mejor polvo.
—Oh, apuesto a que lo es. Soy una raza rara, —susurró Ezra, apagando la cocina y
colocando la carne en ambos platos. Sus ojos parpadearon con diversión mientras movía
sus caderas, golpeándolas contra Frank.
Frank gimió y se levantó. —¿Sabes que ha pasado un año desde que nos conocimos? —
preguntó, queriendo guiar su regalo. Había estado planeando darle el Rolex a Ezra durante
la cena, para poder follárselo de nuevo mientras usaba la costosa pieza.
Ezra se giró y se arregló el cabello húmedo. Era oscuro como la noche, un fuerte contraste
con esos ojos sin fondo que aún ocultaban un secreto sobre el que Frank ansiaba preguntar.
—Se siente como si hubiera sido sólo muy poco, ¿no? —susurraron los suaves labios.
—Sí. Sé que tienes otras… cosas, —hombres—, que suceden en tu vida, pero realmente
has cambiado la mía para mejor. Verte es como un soplo de aire fresco cada vez. —Le dio a
Ezra un beso más antes de sentarse a la mesa.
Ezra no respondió de inmediato y colocó los platos a ambos lados de la mesa del
comedor junto al balcón. Su mano se deslizó hasta la nuca de Frank y permaneció allí por
un momento. —Sabes, tal vez no debería decir esto, pero el año pasado, tus visitas han sido
algo así como lo más destacado del mes para mí.
Frank resopló con incredulidad, pero algo cálido todavía se enroscaba en su pecho. —
Adulador. Pero lo aprecio. Dime qué te gusta de mis visitas. —Se acercó a la bolsa de lona
que había traído y sacó la pequeña caja que había envuelto y adornado con una cinta,
porque Ezra apreciaba esas cosas.
Su compañero se sentó al otro lado de la mesa, pero su pie encontró el de Frank en el
suelo, como hacía cada semana. Cogió la botella de vino blanco y sirvió un poco en dos
copas, tomándose su tiempo para pensar su respuesta. La llama de la vela que ya había
encendido antes hizo que sus ojos parpadearan como si también tuvieran fuego real
cuando miró hacia arriba. —Nunca nada fue una actuación contigo. Tuve dudas cuando me
pidieron que me reuniera con alguien a quien no había conocido primero yo mismo, pero
funcionó desde el principio.
Frank tragó, congelado en el asiento. Quería creerlo. Ezra nunca hablaba mucho de su
vida privada, no más allá de cosas divertidas o placenteras, pero probablemente había una
buena razón por la que había elegido esta profesión. Era justo que aceptara el dinero que
habían acordado, pero no era imposible que realmente disfrutara su tiempo con Frank.
Su mano se cerró sobre la caja mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas.
Nunca había sido bueno con eso. —Eso es realmente dulce. Es uno de mis mayores placeres
verte perder el control y simplemente sentir, pero también me encanta verte feliz. Como
cuando pescaste ese pez. Ojalá hubiera tomado una foto, porque tu sonrisa era muy grande.
Y como ha pasado un año… te compré una cosita. —Deslizó el reloj sobre la mesa, sin
preocuparse de que su comida estuviera esperando.
Ezra se quedó paralizado, mirando la caja, luego a Frank, antes de volver a mirar el
regalo. —Fue un gran fin de semana. Me gustó hacer algo diferente, —dijo, dejando los
cubiertos para aceptar el regalo de Frank.
Su lengua separó brevemente sus labios, como si estuviera nervioso, pero cuando la
superficie dorada del reloj brilló con el brillo parpadeante de la vela, dejó escapar un suave
suspiro. —Es hermoso.
Frank se frotó la barbilla con nerviosismo, pero luego agarró el tenedor para hacer algo
con las manos. —Espero que vaya con tu estilo. Siempre eres tan elegante.
Unos dedos largos sacaron el reloj de la caja y Ezra lo frotó con ambos pulgares, como si
estuviera acariciando el brazalete segmentado. Pero había algo oscuro en su sonrisa, y el
corazón de Frank se hundió cuando se dio cuenta de que tal vez ese gesto había arruinado
la relación que habían construido hasta ahora. Su aliento ardió cuando Ezra se reclinó en su
silla y miró hacia arriba.
—Necesito decirte algo.
Frank se quedó helado con una patata a medio camino de la boca. —¿Qué pasa? —No le
gustó ni un poco el tono de voz de Ezra.
Había asumido que Ezra había estado nervioso cuando se conocieron, aunque lo ocultó
bien, y en el lago no estaba seguro de estar en un bote después del anochecer, pero esta era
la primera vez que Frank lo vio realmente incómodo. Una tensión enloquecedora apretó los
músculos de la espalda de Frank cuando Ezra guardó suavemente el Rolex en la caja y tomó
un sorbo de vino. Sus perfectos labios se abrieron más de lo habitual para tomar un largo y
poco elegante trago del vaso.
—Quería decírtelo en la mañana, pero creo… dadas las circunstancias, debería hacerlo
ahora. Esto es... difícil —admitió mordiéndose el labio.
Oh, Dios. Odia el reloj.
Mierda.
—¿Hice algo mal? —Frank se llenó la boca de comida, pero apenas podía sentir el sabor,
a pesar de que el pollo estaba tierno y el aderezo para ensalada tan sabroso como siempre.
—No, por supuesto que no, —dijo Ezra, pero su pie dejó su lugar habitual junto al de
Frank—. Es solo que-
La habitación pareció oscurecerse mientras Frank se reprendía a sí mismo por cada
decisión tonta que había tomado. Sabía que otros hombres le ofrecían regalos a Ezra,
incluso algunos muy caros, por lo que asumió que no era nada que rompiera las reglas,
especialmente porque anteriormente le había traído regalos modestos y más normales que
habían sido aceptados con entusiasmo. ¿Se trataba de la confesión de hace unos
momentos?
Su cabeza se sobrecalentó al pensar que tal vez, sólo tal vez, Ezra había querido
expresarle un afecto más profundo pero no podía hacerlo debido a la naturaleza de su
relación, y el costoso regalo arruinó todo al recordarle que estaban en, de hecho, un cliente
y un escort.
Por otra parte, si Ezra tuviera sentimientos reales por Frank, todo cambiaría. Frank se
había convertido en su habitual porque sus reuniones le ofrecían un poco de diversión
limpia que no tenía ninguna conexión con su trabajo o su vida real, pero no podía negar el
hecho de que el hombre sentado frente a él se había metido demasiado profundo debajo de
su piel de lo que debería haberlo hecho. Pero si ambos querían cambiar la naturaleza de su
actual relación, muchos problemas se interponían en el camino. No era como si Ezra
pudiera vivir en el depósito de chatarra que Frank llamaba hogar, y Frank no estaba seguro
de cómo se sentía al invertir sus sentimientos en alguien que se acostaba con otras
personas, incluso si era por trabajo. Pero si salir con Ezra de verdad era una opción, Frank
podría hacer algunos arreglos. Aunque primero necesitarían tener conversaciones sobre el
futuro de Ezra sin los límites de privacidad que un escort tenía derecho a esperar.
Necesitarían conocerse entre sí para salir de esta burbuja.
—Me voy a mudar a California.
Los pensamientos de Frank se detuvieron, chocando contra una enorme pila de frases
entrecortadas y emociones. Miró a Ezra, que había apoyado ambas manos en su regazo y lo
observaba con una expresión casi anormalmente vacía.
El pollo sabía tan amargo que Frank dejó el tenedor.
Qué puto feliz cumpleaños.
Por supuesto, Ezra tenía otros planes. Planes que no involucraban a Frank. Y en ese
nuevo lugar, probablemente encontraría clientes mucho más ricos y con excelentes
conexiones.
Frank gruñó un “hm” y miró la comida para orientarse. Los segundos que pasaban en el
Rolex no le ayudaban a ordenar sus pensamientos.
—Mierda. Apesta para mí, pero... ¿Supongo que tienes algo esperándote allí? O alguien.
Probablemente sea alguien. Alguien con dinero real.
La inhalación de Ezra sonó forzada. —Sí. Desde hace un tiempo, he querido... elevar mi
perfil. Era una decisión entre Nueva York, Las Vegas y Los Ángeles, y me gusta la playa, así
que... —Mientras miraba hacia abajo, volvió a coger el reloj—. Quería decírtelo por la
mañana, pero este regalo... necesitabas saberlo ahora.
—Está bien. Tienes que hacer lo que tienes que hacer. Considéralo un deseo de que
tengas un gran año. —Frank le dio a Ezra una sonrisa falsa, pero dudaba que fuera tan buen
actor como Ezra. Bebió la mitad de su vino de una sola vez, pero eso no fue suficiente para
calmar el ardor en su interior—. Encajarás perfectamente allí con tu hermoso rostro.
—Gracias, —dijo Ezra, mirando su plato apenas tocado—. Eres increíblemente generoso.
—Tal como lo eras tú con tu tiempo. Nunca me echaste cuando me quedaba un poco más
por la mañana, —Pateó suavemente el pie de Ezra, porque parecía deprimido por esto, y a
pesar del agujero que se abría en el pecho de Frank, todo lo que podía pensar era en animar
al apuesto hombre que le había dado tantos momentos felices.
—Es cierto lo que dije antes. Cada dos semanas esperaba con ansias tus visitas, —dijo
Ezra, jugando con el reloj antes de cerrarlo en su muñeca. El oro realzaba el tono oliva de su
piel, haciendo que una parte de Frank anhelara el contacto. Deseaba ser quien agarrara la
mano de Ezra y no la soltara.
Pero el afecto no era, ni podía ser, una cuestión de fuerza. Y, de todos modos, lo que
compartieron siempre había sido diversión buena y sin compromiso.
Volvería a problemas que eran mucho más fáciles de resolver, como encontrar un buen
lugar para esconder los cuerpos hasta que se disolvieran en ácido.
Bebió el resto de su vino y extendió la mano sobre la mesa. Cuando encerró los elegantes
dedos de Ezra en los suyos, su corazón hizo una especie de mierda que no quería analizar.
—Nunca pensé que tendría la oportunidad de pasar tiempo con un chico como tú. —Y
mucho menos follarlo—. Hiciste que el primer año de mis cuarenta fuera fantástico. Mírate
a ti mismo. Lo pasarás en grande en California. Y si alguna vez regresas por la zona y te
apetece vivir en los barrios bajos, tienes mi número. —Le guiñó un ojo por si acaso, aunque
no se sentía nada alegre.
Los ojos de Ezra parecían haber perdido algo de brillo, pero frotó el interior de la muñeca
de Frank. —Lo haré, —dijo en un tono que no parecía una promesa vacía. Levantándose de
su asiento, apretó la mano de Frank con más fuerza y rodeó la mesa hasta llegar a su lado—
. Y si alguna vez estás en California, avísame también. De verdad.
Frank se quedó sin aliento cuando Ezra se inclinó contra él y puso su brazo libre sobre
sus hombros. Suspiró y asintió aunque no era probable que eso sucediera. Podría dejarle el
manejo de las cosas a Shane si Wreck & Repair se tratara solo de autos oxidados y
refrigeradores en desuso, pero como no lo era, no podía permitirse unas vacaciones largas.
Después de un segundo de vacilación, besó la mano de Ezra y luego lo sentó en su regazo.
Tuvo que alejar la silla de la mesa y la comida se estaba enfriando, pero por mucho que le
encantara la cocina de Ezra, no tenía comparación con13 sus labios.
Se abrieron sin dudarlo, y cuando Ezra quedó inerte en los brazos de Frank, soltando el
más suave de los jadeos, la necesidad de tenerlo cerca se convirtió en una picazón que tenía
que rascar.
Sus lenguas chocaron, y mientras Ezra estaba persuadiendo a Frank para que le diera un
beso más profundo en lugar de luchar por el dominio, alimentó una necesidad primaria que
envió adrenalina a cada célula del cuerpo de Frank. La tela fresca que cubría las piernas de
Ezra era tan delgada que podía sentir el vello corporal debajo, y mientras tomaba la parte
posterior de la cabeza de Frank y cambiaba de posición para sentarse a horcajadas sobre su
regazo, tomar su trasero se sentía como la respuesta a la sensación de vacío dentro de
Frank.
Realmente nunca podría tenerlo, pero podría estar dentro de él al menos una vez más,
para sentirlo en esa forma cruda.

13Usa la expresión “couldn't hold a candle to” que es usada para referirse a que la primera cosa no es tan
buena como la segunda. Es una frase idiomática que traducida literalmente no tiene sentido en español.
¿Ezra podría sentir esa necesidad? Esta misma noche quería creer que ya extrañaba a
Frank de la misma manera que Frank lo extrañaba a él.
Este deseo fue como una ola que rodó sobre Frank y lo dejó sin aliento. Agarró el trasero
de Ezra y lo levantó con facilidad, y su amante tuvo que entenderlo sin palabras porque
apagó la vela, luego se echó hacia atrás y apartó los platos, haciendo espacio en el medio de
la mesa justo antes de que Frank lo dejara en el suelo. Tan pronto como tuvo el apoyo de la
madera debajo de él, se inclinó hacia adelante y frotó su rostro contra la curva del cuello de
Frank, besándolo tan suavemente que se sintió como si lo rozaran las alas de una mariposa.
Frank nunca había sido un tipo poético, siempre arraigado en la sombría realidad de la
vida, vislumbrando destellos de placer donde podía, pero alrededor de Ezra... sí, pensaba en
mariposas, en la piel de su amante como pétalos de rosa, y comparaba sus ojos con ámbar,
que podría contener su reflejo para siempre. Porque Ezra se llevaría un pedazo de Frank a
California aunque aún no lo supiera.
Quería decirle eso, expresarlo de alguna manera, pero solo un gruñido inútil salió de su
boca, y decidió bajarle los pantalones a Ezra mientras las manos de Ezra ya estaban en el
cinturón de tela suave que ataba la bata de Frank.
Ninguno de los dos dijo nada, pero cada jadeo, cada susurro de la tela y cada crujido de la
madera parecían fuertes como un disparo. La mirada de Ezra estaba ardiendo, como si ya
estuviera ardiendo por dentro y a punto de prenderle fuego a Frank. Pero a Frank no le
importaba. En el momento en que los pantalones aterrizaron en el suelo, Ezra abrió sus
tonificadas piernas, agarró los pliegues de la bata de Frank y lo atrajo entre sus muslos.
Tal vez realmente lamentaba haber dejado atrás a Frank. Tal vez simplemente le gustaba
mucho que lo follara. Ya no importaba.
Sus labios eran una droga y Frank no tenía muchas ganas de desintoxicarse, así que se
atiborraría de ellos por última vez.
Y sí, mordisqueó el cuello de Ezra, porque a la mierda. Nunca volverían a verse.
Giró sus caderas entre las piernas abiertas de Ezra, extrañando ya las folladas tanto como
extrañaría anticiparlas. Pero lo que también extrañaba eran las relajantes maratones de
televisión, las cenas, los abrazos, los dulces mensajes de texto y las ardientes selfies.
Tenía la erección más triste, pero de todos modos estaba duro como una roca, y nada más
que el dulce y tenso cuerpo de Ezra serviría.
La mano elegante con las uñas pulidas a la perfección se agachó y juntó sus pollas,
apretándolas contra el duro abdomen de Ezra. La sacudida que envió hasta los pies de
Frank podría haber electrizado el suelo, pero estaba completamente concentrado en el
hombre tendido ante él, tan necesitado y sumiso.
Por un momento, Frank se entregó a la fantasía de secuestrar a Ezra de regreso a su
guarida, esposarlo a la cama con los ojos vendados para que nunca pudiera irse, pero él no
era ese tipo de hombre. Y no le habría dado ninguna satisfacción atrapar un ave del paraíso
en una jaula.
Ezra captó su mirada e inclinó las caderas, su mano libre recorriendo el pecho peludo de
Frank como si no pudiera decidir dónde tocar a continuación. —Necesito-
—Sí. Déjame... —Pero cuando Frank intentó alejarse para coger el lubricante y los
condones, Ezra lo rodeó con las piernas y no lo soltó.
—No. Yo… —Se estremeció, una vez más apretando sus pollas. El rubor de sus mejillas
era hipnótico, pero parecía tan irracional como se sentía Frank—. Sabes que estoy tomando
PrEP. A menos que quieras usar condón, estoy bien si no lo usas, —pronunció.
Las palabras despertaron tal fuego en el cerebro de Frank que le resultó difícil pensar con
claridad. Esto era exactamente lo que siempre le decía a su sobrino que no hiciera.
Joder.
Podría dejar una parte de él dentro de Ezra.
—No. Quiero que digas mi nombre cuando te llene con mi semen, —dijo con voz áspera
en el oído de Ezra y levantó las piernas para tener un mejor acceso a ese dulce trasero.
Esto no era un polvo de lástima.
Era buscado. Realmente deseado. De lo contrario, Ezra no habría sugerido hacerlo a pelo.
Ezra asintió frenéticamente, sonriendo, y obligó a Frank a besarlo con tanta fuerza que
hizo que a Frank le diera vueltas la cabeza. En ese momento quedaba muy poca sangre para
mantener su cerebro funcionando, pero no importaba, porque su cuerpo sabía lo que
necesitaba cuando Ezra le pasó una botella. No comprobó si era aceite o algo más,
simplemente lo vertió en su mano y se untó la polla, goteando un poco del lubricante
improvisado sobre las bolas de su amante.
—Eres tan bueno en eso, —dijo Ezra con voz áspera, apretando los pectorales de Frank
con un deseo líquido acumulándose en sus ojos.
Frank no quería pensar en perderse esto en el futuro y se centró en el aquí y el ahora.
Aquí y ahora, Ezra seguía besándolo.
Aquí y ahora, su polla palpitaba de necesidad.
Aquí y ahora, Ezra empujó los platos al suelo, sin importarle si se rompían.
El ruido de los cubiertos infundió a Frank una sensación de urgencia. Lo cual era una
locura porque habían follado hacía una hora. Simplemente no podía tener suficiente.
Cuando Ezra se recostó en la mesa en todo su esplendor, con el cabello mojado extendido
alrededor de su cabeza, su cuerpo delgado y musculoso arqueándose con expectación,
Frank empujó su polla desnuda e incluso sus encías palpitaron de placer mientras
mantenía los muslos de Ezra abiertos y perforaba en él sin piedad.
Ezra no quería misericordia. Quería una polla gruesa dentro de él.
Su amante se arqueó sobre la mesa, con la boca muy abierta, luchando por respirar
mientras se agarraba con una mano del borde de la mesa y bajaba la otra por el pecho de
Frank, mordiéndolo con las uñas. Un silbido salió de sus maravillosos labios, luego un jadeo
ronco y finalmente un gemido bajo cuando sus talones se clavaron en la parte baja de la
espalda de Frank.
El mundo palpitaba con colores borrosos, y Frank podía jurar que escuchó los latidos del
corazón de Ezra cuando ese cuerpo apretado se abrió para su polla.
Se inclinó, agarrando la cadera de Ezra con una mano y manteniéndose arriba con la otra.
—Eres demasiado hermoso cuando estoy dentro de ti, —murmuró Frank, posicionándose
en el estrecho agujero con una urgencia que nunca antes había sentido. Él no quería que
esto terminara y necesitaba entrar en Ezra.
Pero por mucho que anhelara esta conexión, observó a Ezra en busca de reacciones,
admiró cada contracción de sus músculos y luego movió su mano hacia la polla de Ezra,
porque lo que más le excitaba era darle placer. Ver correrse al hombre, con su semilla
caliente goteando de su polla, con la cara sonrojada y la boca abierta en un gemido, era lo
más excitante para Frank.
¿Ver a Ezra en ese estado? Eso fue lo que lo volvió adicto y le hizo gastar tanto dinero que
ni siquiera quería contar para saber la suma total.
—Y tú eres una bestia cuando me follas, —susurró Ezra entre dientes, moviéndose con la
mesa mientras Frank lo embestía una y otra vez, transformando su serena belleza en el
demonio lujurioso que existía ahora—. Te sientes tan bien cada vez.
Sus palabras fueron directas a la cabeza de Frank, y lo embistió más rápido, lo que
provocó que su amante cerrara los ojos con fuerza y girara la cabeza sobre la mesa, como si
no pudiera contener las sensaciones que pasaban por su cuerpo.
—¿Cada. Vez? —Bromeó Frank, embistiendo con fuerza para puntuar las palabras,
mientras frotaba la hermosa polla de Ezra sin ritmo para prolongar su placer.
Se inclinó más para lamer el delicioso sudor que se formaba entre los pectorales de Ezra.
Necesitaba recordar cada segundo de esa noche.
Ezra asintió, sosteniendo nuevamente el rostro de Frank y mirándolo a los ojos. —Cada
vez. Eres tan bueno, —dijo con voz áspera mientras sus entrañas calientes ordeñaban la
polla de Frank, haciendo que su cabeza girara.
Esas palabras hicieron que la excitación de Frank se disparara, y sólo el pensamiento de
que su líquido preseminal ahora estaba lubricando a Ezra lo hizo moverse más rápido.
Apretó con más fuerza la polla de Ezra y la acarició al mismo ritmo frenético. Encajaban
muy bien, y los suaves músculos internos parecían acariciar la polla de Frank cada vez que
embestía.
Su boca tampoco podía tener suficiente y frotó su mejilla contra el pectoral, luego
mordisqueó el rígido pezón. Con Ezra, podía ser su yo más primitivo, y cuando su amante lo
acercó, arqueando su torso hacia él, Frank dejó que el monstruo lo venciera y mordió la
carne caliente antes de chupar la suave piel.
Ezra gimió, pero en lugar de alejarlo, clavó sus dedos en los hombros de Frank,
manteniéndolo allí por un momento más. —Oh Dios. Sí. Frank...
—Eso es. Córrete por mí, bebé. Fóllame la mano como si fuera tuya. Monta mi polla
mientras lo haces, chico necesitado.
Los ojos de Ezra se pusieron en blanco y balanceó sus caderas, haciendo que su abdomen
se pusiera rígido mientras hacía lo que Frank le pedía, sin siquiera tratar de contener su
placer. Su voz era la melodía más hermosa que Frank jamás escuchó, alcanzando un
crescendo cuando el semen salió disparado de su polla, resbalando por el puño de Frank y
pintando el pecho sonrojado de Ezra.
Se llevaría esta maldita imagen a la tumba con él y nadie necesitaba saberlo. Solo suyo.
Ezra nunca había aceptado el bondage, pero cuando Frank movió sus manos para atrapar
las muñecas de Ezra sobre su cabeza, no hubo ninguna queja, solo un jadeo desesperado
para acompañar el último chorro de semen que salía de la polla de Ezra.
Si a Ezra le gustaban las bestias, Frank no se contendría.
Apretó las muñecas de Ezra y desató una avalancha de embestidas, concentrado en
entrar en ese cuerpo angelical que palpitaba con calor alrededor de su polla.
—Mantén tus piernas alrededor de mí, —dijo con voz áspera cuando el agarre de Ezra
sobre él pareció debilitarse.
Los hermosos muslos inmediatamente presionaron a sus costados, y Ezra abrió mucho
los ojos, estremeciéndose levemente pero sin reñirle a Frank por follarlo tan fuerte. —Sí…
yo solo… es demasiado.
—Puedes tenerlo14, precioso, —susurró Frank, pero ya podía saborear el orgasmo en sus
labios. ¿O era el semen de Ezra lo que lamió de su piel? No estaba seguro, pero no importó
porque todo terminó momentos después.
Se presionó con fuerza contra ese trasero respingón, fantaseando con la forma en que su
esperma inundaba las entrañas de Ezra. Su mente estaba tan confusa que ni siquiera podía
recordar la última vez que había tenido relaciones sexuales sin condón. No habría
importado de todos modos porque la forma en que el trasero de Ezra lo apretó era todo lo
que necesitaba saber.
Ezra gritó y apretó las caderas de Frank contra él mientras su pecho subía y bajaba. Abrió
y cerró las manos, que aún estaban atrapadas por las muñecas por Frank, suspirando
suavemente, como si aún no hubiera regresado a la realidad.
—Puedo recibirlo15, Frank.
Una pequeña sonrisa perezosa apareció en los labios de Frank cuando se balanceó contra
el trasero de Ezra, como si fuera su instinto frotar su semen en Ezra.
—Lo has soportado16 tan bien, —murmuró Frank, besando el pecho de Ezra mientras su
polla se ablandaba—. Tal vez necesite ver, —dijo con una chispa de maldad en el pecho.
Soltó las manos de Ezra y separó las piernas mientras se arrodillaba para ver bien el
agujero goteante de Ezra.
Ezra exhaló y se acercó al borde de la mesa. —¿Ves algo que te guste? —susurró con voz
ronca mientras Frank notaba el brillo del aceite en la raja de Ezra. Un rastro de semen
humedecía la piel sobre un pequeño charco que debió haber aparecido por la polla de
Frank mientras se retiraba. La mayor parte todavía estaba en lo profundo del cuerpo
extasiado.
—Sabes que sí... —Se inclinó y extendió las nalgas de Ezra para pasar su lengua aplanada
sobre la carne sensible. No le molestaba el sabor de su propio semen, pero amaba todo
sobre ese agujero bien follado. Cuando Ezra gimió, Frank jugueteó con la punta de su

14 Se está refiriendo a soportar bien lo que le está haciendo Frank y recibir su semen al mismo tiempo, en

inglés la frase es “you can take it” cada vez pero en español no suena igual si no se modifica en varios verbos.
Se aclarará en cada uno.
15 Misma frase de la nota anterior.
16 Misma frase de las notas anteriores pero en otro tiempo, “you have taken it”.
lengua llevándola adentro, temblando de lujuria mientras sostenía los muslos de Ezra—.
Qué criatura tan deliciosa y receptiva.
—Lo soy, —dijo Ezra sin aliento y masajeó la cabeza de Frank con las yemas de los dedos,
animándolo a continuar. Su suave carne ahora estaba estirada y relajada, así que cuando
Frank empujó un dedo dentro de él para sacar más semen, entró sin problemas. Los dedos
de los pies de Ezra se curvaron. Incluso movió un poco su trasero para animarlo.
Frank empujó su dedo hacia adentro y hacia afuera sin prisa mientras besaba las suaves
bolas de Ezra.
No habría forma de que él superara a Ezra. El chico había puesto el listón demasiado alto.
Todo lo que Frank podía hacer ahora era atiborrarse de esta belleza un poco más antes
de volver a su vida sin amor donde intercalaba mamadas mediocres.
Le dio un último beso al agujero de Ezra, pero en el momento en que se levantó, su
amante lo agarró y se sentó, invitando con avidez a Frank a sus brazos.
Era imposible negarlo, pero decir adiós podría resultar demasiado difícil para ambos, por
lo que Frank no se quedó a desayunar y abandonó la cama de Ezra en lo profundo de la
noche, después de una última mirada a su forma dormida. A la luz que se colaba por las
persianas, su hermoso rostro parecía más joven y tan inocente que Frank no habría creído
que pertenecía a un hombre tan cachondo si no hubiera estado allí para presenciarlo.
Pero no se quedó y se fue, deseándole en silencio a Ezra una vida digna de él.
Capítulo 6
Ezra
El aire cálido de septiembre despeinó el cabello de Ezra mientras conducía fuera de la
ciudad, atravesando bosques y campos que ya no producían cultivos. Trató de no dejar que
la molestia se apoderara de él, ya que eso no cambiaría su situación de todos modos, pero
tenía mejores cosas que hacer que lidiar con un cliente que no se presentó a su cita y ni
siquiera se molestó en levantar el teléfono.
Si hubiera sido cualquier otra persona, Ezra lo habría dejado pasar y habría seguido con
su vida, pero Paul había sido su mayor fuente de ingresos durante los últimos dos años y
exigía ser tratado en consecuencia. Lo cual estaba bien. Era bastante guapo, no le
interesaba ninguna mierda rara, era un buen polvo y nunca dejaba de ser generoso con los
regalos, pero a veces también quería quedar en el último minuto o le pedía a Ezra que se
acostara con alguien como un favor. Siempre había compensación, por supuesto, pero
aunque a veces chocaba con sus otros planes, no era como si Ezra pudiera permitirse el lujo
de decirle que no a su fuente de ingresos. Había un número limitado de hombres por aquí
que estaban dispuestos y eran capaces de pagar su tarifa.
Ese no sería el caso en Los Ángeles, a donde se dirigiría en cuestión de días.
No se sorprendió cuando Paul no apareció en su puerta al mediodía, como habían
acordado, ya que llegar tarde no era tan raro en él. Pero cuando pasó una hora mientras
Ezra esperaba, listo para verlo por última vez y continuar con el cierre de este capítulo de
su vida haciendo las maletas y haciendo recados, perdió la paciencia. Paul ya sabía que Ezra
se iría de la ciudad en sólo un par de días, lo cual no apreció, pero convenientemente olvidó
tomar las llaves del costoso auto que le había prestado a Ezra la última vez que se vieron.
En un mundo ideal, Ezra habría aceptado el vehículo como regalo de despedida, pero
como ya habían establecido que su ahora ex sugar daddy quería recuperarlo, podía
recogerlo él mismo en el garaje subterráneo. Ezra no sabía si la ausencia de Paul era una
forma de castigarlo por irse, pero tenía muchas cosas con las que lidiar y no podía permitir
que este tipo apareciera sin previo aviso más tarde, para compensar la cita perdida. Ya no
era como si necesitara atender a Paul.
Por eso tomó la decisión de conducir hasta casa de Paul y entregarle las llaves, o incluso
dejarlas en su porche, para poder recoger el Jaguar17 en una fecha posterior. Incluso podría
darle a Paul un obsequio de consuelo mientras lo hacía, para mantener su relación y
contactos. Nunca se sabía cuándo los viejos conocidos podrían resultar útiles.
Los pensamientos de Ezra una vez más se dirigieron a Frank, y puso los ojos en blanco,
molesto consigo mismo. No era del tipo sentimental y, en su tipo de trabajo, lo último que
alguien necesitaba era encariñarse con un cliente. Pero los dos pasaron buenos momentos,
y aunque Frank pagaba menos que el resto de hombres en la lista de Ezra, debido a que el
cerebro lleno de lujuria de Ezra le dio una tasa de descuento esa primera noche, era
divertido estar con Frank. ¿Y el sexo? Tenían una química loca, y en otro mundo, donde
Ezra fuera el que tenía los bolsillos llenos, habría contratado los servicios de Frank.
Estaba realmente desanimado por la posibilidad de no volver a verlo nunca más, pero si
Ezra quería salir adelante en la vida, necesitaba concentrarse en su plan original y real, no
en tontas fantasías de encontrarse con ese amable gigante en el futuro. Después de todo, la
juventud y la belleza sólo duraban un tiempo, y aunque suponía que su fecha de caducidad
llegaría más tarde que la de las escort femeninas promedio, en algún momento dejaría de
ser el producto de primera categoría. Claro, se cuidaba mucho, iba al gimnasio y a la
esteticista, comía bien y siempre había opciones relacionadas con la cirugía estética, que
podía considerar en el futuro. Pero si quería evitar convertirse en una de esas personas que
perseguían la juventud de tal modo que esa persecución los transformaba en caricaturas
desfiguradas de sí mismos18, necesitaba aprovechar al máximo su mejor momento.
Los Ángeles estaba lleno de otros hombres hermosos con grandes sueños y cuentas
bancarias vacías, razón por la cual había demorado tanto la mudanza en primer lugar. No
quería terminar necesitando vender su tiempo a bajo precio para mantener el estilo de vida
que le permitiera mantenerse al día con el tipo de clientela que buscaba. Por lo tanto, el
contacto que había establecido con un hombre de la industria cinematográfica fue la
respuesta que había estado buscando.
El tipo era un productor de películas de gran éxito, tenía dinero más que suficiente para
gastar en el tiempo de Ezra y en un apartamento para él, siempre y cuando Ezra firmara un
acuerdo de confidencialidad y se convirtiera en su novio exclusivo durante un año. Su
relación podría terminar después de eso, pero estar en los círculos de este hombre le

17 Se refiere a la marca de un auto de lujo, no al animal.


18 Se refiere al exceso de cirugía estética, que provoca deformaciones de los rasgos que no se ven naturales
ni hermosos.
permitiría a Ezra conocer otros clientes potenciales y, en un mundo ideal, seguir los pasos
de su madre y conseguir un esposo rico.
Brindemos por el matrimonio igualitario.
Ezra se preguntó brevemente si Frank era del tipo que se casaría. Se propuso saber cosas
sobre los hombres con los que salía, por lo que sabía que Frank era dueño de un depósito
de chatarra, pero ¿cuánto dinero en efectivo podría generar este tipo de empresa? Una
parte de Ezra encontraba atractivo que Frank ahorrara sus ganancias solo para verlo de vez
en cuando, por lo que se aseguraba de que sus veladas fueran muy especiales.
De alguna manera se había sentido aliviado y decepcionado cuando se despertó el día
anterior y encontró su cama vacía y el dinero en efectivo dejado en la mesa de noche. Frank
ni siquiera le había enviado mensajes desde entonces. Era cierto que hubiera sido
inapropiado, pero aun así disfrutaría saber de él por última vez.
Ezra golpeó el volante con las manos para detener aquellos inútiles pensamientos. Frank
ya era parte del pasado, al igual que Paul, Abraham, Alexander y sus otros clientes. Ahora
estaba Robert, el productor de cine cuyo apellido nunca debe ser mencionado si Ezra no
quería una buena demanda judicial.
Ezra tenía algunos accesorios caros para vender online y cosas que hacer, así que
hablaría con Paul y cerraría este capítulo de su vida. ¿Tal vez era necesario un poco de
distracción?
Su mirada se desvió hacia el teléfono sujeto al agarre frente a él, y momentos después,
estaba llamando a su amiga. Carmen no siempre respondía, ya que tenía más clientes que
Ezra, pero su iPhone era casi una parte de su cuerpo, y él no se sorprendió cuando sus
rasgos esculpidos aparecieron en la pantalla.
—¡Hola, bebé! ¿Qué tal? ¿Quieres invitarme pronto al yate de tu nuevo sugar daddy? —
Ella le mostró sus brillantes dientes blancos y levantó el teléfono para mostrarse sumergida
en burbujas. No lucía como la bañera de su casa.
—¿Me quieres invitar tú a la lujosa bañera de tu nuevo daddy? —Ezra respondió
bromeando, deseando un poco reunirse con ella después de que esto terminara. De lo
contrario, corría el riesgo de pensar demasiado en sus sentimientos encontrados toda la
noche.
—Si alguna vez regresas de California para honrarnos con tu presencia y el brillo de tu
nuevo bronceado. —Ella puso los ojos en blanco.
Carmen estaba bromeando, pero Ezra podía sentir un poco de celos bajo el comentario
indiferente. Mentiría si dijera que no le daba un poco de satisfacción. Después de todo, él se
había ganado a un tipo rico en Los Ángeles mientras ella estaba atrapada en la misma
ciudad en la que empezó hace varios años.
Ignoró la vocecita en el fondo de su cabeza, que le decía que Frank también estaba aquí, y
que una vez que llegara a la tierra prometida de sol y mucho tráfico, probablemente nunca
volvería a ver a ninguno de los dos.
—Lo tendré en mente. Sólo espero no haberme olvidado de nada. Me preocupa lo que
pasará si las cosas no funcionan con mi nuevo chico. Realmente sólo lo vi una vez, —dijo,
girando los hombros para aliviar la dolorosa tensión que los mantenía rígidos.
Carmen hizo un puchero y cogió una fresa cubierta de chocolate del cuenco al lado de la
bañera. Normalmente no comía dulces, por lo que Ezra estaba bastante seguro de que
estaba haciendo esto sólo para mostrar lo que tenía.
—Si es un psicópata, tengo su dirección. Aparte de eso, ¿qué puedes perder? Bueno, te
perderás el placer de mi compañía, por supuesto, pero con una cara como la tuya,
encontrarás otro chico, o varios, si las cosas se ponen difíciles.
Ezra apretó con más fuerza el volante y aspiró aire. Tonos de verde lo rodeaban por
todos lados, pero no le traían la paz. No cuando tenía tantas cosas en la cabeza. —Vi a Frank
anoche. Me despedí, —dijo, y a pesar de que pensaba que ponerlo en palabras le brindaría
algún alivio, las emociones encontradas solo ganaron peso en su corazón.
Carmen gimió, sosteniendo esa maldita fresa en lugar de morderla. Probablemente no lo
haría, sino que usaría el postre como accesorio para una sesión de fotos de Insta. —No me
vengas con Frank otra vez. Contrólate Ezra. No se vive solo de una buena polla.
No hacía falta ser tan grosera. —Él no es el único que es bueno en la cama, ¿de acuerdo?
Me gusta como amigo y es... extraño dejarlo atrás así.
Carmen le dirigió una mirada escéptica. —¿No estarás enamorado de él o algo así? Por lo
que me contaste sobre él, no puede brindarte el nivel de vida que mereces.
Ezra exhaló mientras sus pensamientos volvían al momento en que se despertó y
descubrió que Frank ya se había ido. El dinero que estaba sobre la mesilla de noche había
sido acordado de antemano, pero por una vez se sintió como una confirmación de que la
amistad que compartían siempre había sido sólo un acuerdo comercial.
No debería molestarle, pero le molestaba.
—Sabes que yo no me enamoro.
Carmen puso los ojos en blanco. —He escuchado eso antes de chicas que sintieron algo
por un cliente. Pensé que no funciona así para ustedes los chicos.
—Ese no es el punto. Es un buen tipo, nunca regateó y, aunque pagó por mi tiempo,
nunca me hizo sentir con ganas de obligarlo a ello.
—Es muy probable que simplemente no quisiera sentirse como si fuera un cliente
cualquiera para ti.
La molestia zumbó en la base de la garganta de Ezra. —Ni siquiera lo conociste.
Carmen negó con la cabeza y guardó la fresa para arreglarse un rizo oscuro que caía
sobre su hombro mojado. —Entonces vete a vivir con él si tanto te gusta. Él puede ser tu
daddy en el depósito de chatarra, pueden ir a buscar basura juntos y, por las tardes, pasar
el rato frente a su remolque en tumbonas de segunda mano mientras beben cervezas
calientes porque se le rompió el refrigerador. ¿Es esa realmente la vida que quieres?
No parecía atractiva, sobre todo porque cambiar de rumbo ahora sería imprudente. Ezra
solo conocía a Frank por sus encuentros cada dos semanas y por las conversaciones
telefónicas ocasionales (bueno, tal vez no ocasionales), y no podía predecir qué tipo de
novio sería. O cuánto tiempo le llevaría aburrirse de Ezra y echarlo a la calle sin nada.
Literalmente nada, ya que no habría forma de acumular riqueza en la situación que
acababa de describir Carmen.
—Oh, cariño, no, en realidad lo estás pensando, —dijo, levantando la voz y acercando el
teléfono a su rostro perfecto—. Mira, si quieres estabilidad no puede ser con un cliente. Él
siempre recordará cómo os conocisteis. Una vez que termine el tiempo de luna de miel, eso
empezará a molestarlo. Pregúntame cómo lo sé.
—Frank no se parece en nada a Brian, —protestó Ezra, porque había olido la actitud
podrida de ese hombre desde el momento en que lo conoció en la fiesta de cumpleaños de
Carmen, tres años atrás.
—Todos son como Brian en el fondo. Se ponen celosos, desconfiados y eventualmente te
abandonan o incluso te lastiman al hacerlo. La única seguridad está en crear tu propia
riqueza y depender de ti mismo. ¿Esos tipos? Son cajeros automáticos ambulantes, cariño.
Es una ventaja si son guapos y divertidos.
Ezra no creía por nada del mundo que Frank haría algo para herir sus sentimientos a
propósito, era demasiado gentil para eso, pero tenía razón en una cosa: no podía ayudar a
Ezra a lograr sus objetivos. Y eso era lo importante. Podía sentirse seguro entre las sábanas
cuando envolvía a Ezra con esos enormes brazos, pero no podía proporcionarle esa
seguridad en el mundo real.
Aun así, la forma en que seguía sugiriendo que Frank no era un hombre de gran valor
irritaba a Ezra cada vez que hablaban de él. Pero tal vez no importaba, ya que esa amistad
había terminado. Exhaló al darse cuenta de que casi estaba en la casa de Paul.
—Te tengo que dejar.
—¡Adiós, nene! ¡No dejes de llamarme, cuéntame todo sobre California cuando llegues!
—Parecía como si estuviera a punto de morder su fresa, pero se desconectó antes de que
eso sucediera.
Ezra se detuvo en el camino que lo llevaría a su destino, todavía molesto por el edging
con la fresa19. Paul solía ir a su departamento durante la semana, y lo veía en su casa el fin
de semana, por lo que Ezra sabía dónde dirigirse, y después de limpiar su mente con una
recitación silenciosa de lo último que habían compartido, Ezra siguió el camino que
conducía a la granja escondida entre los árboles.
Después de venir aquí por primera vez, Ezra había examinado los listados de
propiedades para descubrir que había estado en el mercado por última vez unos años antes
y se había vendido por casi tres millones. A pesar de ese precio, tenía una sensación rústica
debido a la forma simple y familiar del edificio principal y las puertas de granero en cada
uno de los cuatro garajes. La fachada cubierta con un revestimiento de madera negra
escondía interiores minimalistas pero lujosos que demostraban que Paul también se daba
sus gustos fuera del dormitorio, pero una parte de Ezra deseaba que no lo invitaran a
entrar. No estaba en el estado mental adecuado para tener sexo. No es que eso lo detuviera
nunca (después de todo, era un profesional), pero mínimo podía desear que no pasara.
Afuera había un BMW negro, pulido a la perfección pero desconocido, lo que sugería que
Paul tenía invitados. Aun así debería haber respondido los mensajes de Ezra, pero como
habría sido descortés molestarlo en esta situación, Ezra decidió entrar al patio y dejar las
llaves en el gabinete en el porche trasero.
Ignorando la entrada principal, Ezra pasó por la hoguera y la cama al aire libre donde
Paul lo había follado más de una vez. Caminó detrás de la casa principal y entró en el área
de grava que conducía al porche. Se sorprendió al ver la puerta trasera abierta pero no lo
pensó dos veces y subió los dos escalones. Sacó su teléfono, listo para enviarle un mensaje a

19 De nuevo el “edging” pero en este momento fue que Ezra no pudo lograr ver a Carmen comer la fresa xD.
Paul tan pronto como las llaves estuvieron detrás de las puertas de vidrio del gabinete
cuando un olor acre apuñaló su nariz.
¿Lejía?
—¿Hola? —Ezra preguntó sin pensar y se giró hacia la puerta mientras se le erizaba el
pelo de la nuca. Tal vez debería ver a Paul después de todo. ¿Y si no hubiera venido antes?
Incluso un hombre fuerte y sano podría sufrir algún tipo de accidente o infarto, y ¿quién
podría ayudarle aquí?
El sudor goteaba sobre el labio superior de Ezra mientras su estómago se hundía por la
repentina preocupación, porque eso tenía mucho sentido. Si Paul hubiera salido, la puerta
trasera seguramente habría quedado cerrada con llave, ¿y ese auto? Tal vez no era el de un
invitado sino una compra nueva que no cabía en el garaje.
Ezra entró en el comedor decorado con vigas oscuras y una mesa larga hecha de un árbol
cortado a lo largo. En el interior, el fuerte olor era aún más penetrante, pero cruzó una
puerta abierta y entró en la enorme sala de estar, sorprendido por un golpeteo.
Deteniéndose en seco, Ezra se concentró en el ruido, solo para escuchar una melodía
apagada proveniente de algún lugar dentro de la casa. Reconoció la voz de Paul, y fue
entonces cuando se dio cuenta de que el grifo era solo agua cayendo, y el cabrón
desconsiderado que lo había dejado plantado antes estaba tomando una ducha en el baño
de la habitación de huéspedes del primer piso.
Ezra puso los ojos en blanco, enojado porque se había preocupado por Paul, quien
claramente lo había ignorado a propósito, solo para joderlo en represalia por haber sido
abandonado por su juguete sexual favorito. Pero como estaba bien, Ezra se dirigió a la
cocina, con la intención de dejar las llaves del auto en el mostrador para que el bastardo
supiera lo que se había perdido con su comportamiento mezquino.
Se acercó a la isla de la cocina, golpeó su teléfono y las llaves del Jaguar contra el
mostrador de mármol y se acercó al refrigerador para tomar un trozo de papel del bloc de
notas magnético cuando su pie resbaló.
Maldiciendo en voz baja, se salvó agarrándose del mostrador, pero luego su mirada se
posó en el amplio espacio entre el fregadero y la isla de la cocina. Su cuerpo se volvió de
piedra20, negándose a moverse o respirar. Sólo que los latidos de su corazón se aceleraron
tan rápidamente que sintió como si estuvieran a punto de romperle la caja torácica.

20Originalmente dice “se volvió madera” pero la intención es la misma, que se quedó paralizado por la
impresión.
Los paños de cocina yacían en el suelo, rojos y marrones, pero gran parte del líquido que
debían absorber permanecía en las baldosas, incluida la gruesa línea que casi había hecho
que Ezra se cayera. Al principio no estaba seguro de lo que estaba viendo, pero luego
reconoció el aroma cobrizo, que en esta habitación no estaba enmascarado por la lejía.
Era sangre, y Ezra se preguntó por qué Paul arruinaría esta hermosa cocina cuando tenía
una gran propiedad disponible para matar cualquier animal que hubiera cazado.
Sólo que no era un animal.
Unos dedos asomaban desde una gran bolsa negra, y cuando Ezra se acercó, sintiéndose
completamente alejado de la realidad, casi parecía como si la mano cortada estuviera
alcanzando una sierra manchada de sangre que descansaba junto a una gran olla que
contenía...
Ezra se dobló por la mitad mientras su estómago convulsionaba, soltando su última
comida en el suelo a sus pies, pero ya estaba retrocediendo, mientras los ojos muertos de
un hombre desconocido lo observaban de forma acusadora desde la olla.
Cuando la ducha, un poco más abajo en el pasillo, dejó de escucharse, el silencio fue tan
fuerte como un disparo y Ezra echó a correr.
El depredador ya no estaba distraído, y en el momento en que sintiera su presencia, su
cabeza se uniría a la del extraño, su cuerpo ya no sería un objeto de placer sino un trozo de
carne.
El mundo a su alrededor se movía en cámara lenta, desdibujándose mientras corría por la
casa y luego al auto que había dejado con las llaves todavía en el encendido. La piel en la
parte posterior de su cuello ardía, sugiriendo que Paul ya lo había visto, que ya se dirigía al
frente del edificio y que mantendría a Ezra con vida durante horas de tortura.
Pero nadie gritó ni disparó en su dirección cuando arrancó el auto y aceleró por el
camino de entrada y luego se alejó de la propiedad con fuego en las venas y un gran peso en
el pecho. Seguramente, estaba violando todas las leyes de tránsito y los límites de velocidad
en su camino desde la propiedad aislada, pero en ese momento agradecería un auto de
policía y la seguridad de un hombre armado a su lado.
Pero cuando entró en una carretera más grande y se unió al escaso tráfico de la tarde, la
tensión se convirtió en alivio, porque Paul lo habría seguido si hubiera sabido que su
secreto había sido descubierto. Y no estaba persiguiendo a Ezra como un maníaco ni
llamándolo, entonces...
Las manos de Ezra temblaron tan repentinamente que se desvió hacia el otro lado de la
carretera, lo que provocó que el camión que se acercaba tocara la bocina, pero el peligro
inmediato lo liberó del estupor inesperado y apretó el volante, regresando al carril
derecho.
Mierda.
Había dejado su teléfono en la puta encimera de la cocina.
Y si Paul no notó su presencia de inmediato, seguramente ya lo había hecho.
Paul, el asesino que cantaba “Purple Rain”21 en la ducha después de cortar a un tipo en
trozos pequeños, sabía que Ezra descubrió lo que había hecho.
Él estaba muerto.
Muerto.
Un sollozo salió de la garganta de Ezra mientras se dirigía hacia el sol poniente, pero éste
no era momento para llorar. Su primer pensamiento fue contactar a la policía, pero Paul
había sugerido en numerosas ocasiones que tenía algunos policías importantes en el
bolsillo. Cualquiera que fuera el acuerdo al que había llegado, podría aplicarse a negocios
turbios, no a asesinato, pero ¿podría Ezra permitirse ese riesgo? No, necesitaba salir de la
ciudad.
Las personas como él eran a menudo bajas desechables para la policía.
Cada órgano dentro de él se contrajo cuando se dio cuenta de que, si bien algunas de sus
cosas ya estaban empacadas, no era como si pudiera simplemente entrar a su
departamento, tomar algunas maletas e irse, porque Paul podría perseguirlo hasta allí
también.
No tenía amigos que le permitieran pasar la noche, pero incluso si eso lo mantuviera a
salvo hoy, ¿luego qué? Estaba totalmente jodido.
Pero mientras agonizaba por estar en esta terrible situación que aparentemente no
ofrecía salida, sus pensamientos frenéticos se calmaron cuando pensó en la única persona
que podría ofrecerle ayuda. Vivía en un lugar remoto que Ezra sólo conocía por encima,
pero buscarlo sería la mejor opción, si Ezra quería seguir con vida.
Giró hacia el depósito de chatarra Wreck & Repair.

21“Purple Rain” es una canción del músico estadounidense Prince y su banda de acompañamiento The
Revolution.
Capítulo 7
Frank
Frank volvió a girar la llanta de tractor con un gruñido frustrado. Nada le iba bien hoy, y
agotarse hasta el punto de desmayarse en su sofá después de este entrenamiento parecía
ser el mejor curso de acción. Cada vez que la gigante goma negra golpeaba el suelo, una
nube de polvo lo golpeaba en la cara como castigo adicional. No es que se lo mereciera.
Se había apegado a las reglas y había ido a ver a Ezra aproximadamente cada dos
semanas, lo cual, si bien era costoso, era manejable gracias a sus ahorros. No se había hecho
ilusiones, entendía que el acuerdo se basaba en dinero y terminaría en un momento u otro.
En el fondo, sabía que Ezra en algún momento pasaría a pastos más verdes. Pero aún así
había golpeado a Frank como el polvo debajo del neumático. Esperado, pero en cierto modo
tan desagradable como si hubiera surgido de la nada. Frank se preguntó si había algo que
podría haber hecho para retener a Ezra por más tiempo. ¿Pagar más? ¿Exprimir su cuenta
bancaria para verlo con más frecuencia? ¿Sacar las armas pesadas y usar los lingotes de oro
que había escondido para emergencias?
—¡Joder! —Gritó cuando el neumático no se movió.
¿O debería haber sido más cariñoso para que Ezra se encariñara con él? Eso habría sido
un fracaso vergonzoso, ya que Ezra no estaba interesado en él de esa manera, aunque su
química era excelente. Fue Frank quien perdió la cabeza y se tragó el anzuelo de la fantasía
que Ezra había creado para él. A pesar de reconocer la realidad de su situación, todavía se
había vuelto adicto a los labios dulces, las piernas abiertas y los cumplidos descarados,
como un niño enamorado, no como un hombre de cuarenta y un años.
Todo eso a pesar de saber que su relación nunca podría convertirse en algo más que sexo
y amistad, porque él no podría haber vivido indefinidamente una doble vida.
Frank agarró una toalla del desvencijado banco cercano. Estaba oscureciendo, pero había
cuatro lámparas exteriores alrededor del área de entrenamiento que había instalado cerca
de su casa. Había creado este espacio como su santuario, e incluso dos veces celebró
competencias locales aquí, pero esta noche no le daba paz.
Desde la noche en que salió temprano del apartamento de Ezra, no podía concentrarse
bien y en cambio se enfadaba como un adolescente rechazado. Por un lado, tal vez esto era
una señal de que en el futuro debería depender de aventuras de una noche; por el otro,
¿cómo podría alguien en el mundo real compararse con la perfección absoluta que había
sido Ezra?
Frank se frotó la cara con la toalla y se sentó en el banco, dudando de que realmente se
hubiera quitado toda la suciedad. De todos modos encendió un cigarrillo, porque ¿a quién
carajos le importaba si estaba sucio o apestaba? Dex podría haberle dicho que se duchara,
pero su sobrino ya no vivía aquí.
Miró hacia el cielo cada vez más oscuro, pensando en la noche que había pasado con Ezra
en esa cabaña en el bosque. Se habían quedado despiertos hasta tarde y Frank había
llevado a Ezra a una excursión nocturna espontánea en el bote, porque la luna llena había
sido muy brillante. Observaron las estrellas reflejadas en el lago y terminaron sintiéndose
tan a gusto que se dieron el lote en el bote como dos adolescentes cachondos. Tuvieron que
detener las pajas en un momento dado, porque el balanceo hizo que Ezra se volviera
paranoico ante la posibilidad de caer al agua, lo que le dio a Frank la oportunidad de
alardear del entrenamiento de salvavidas que había realizado en el pasado.
En presencia de Ezra se había sentido necesitado.
Importante.
Había sido un lobo convencido por un príncipe para que mostrara su suave vientre para
acariciarlo.
¿Pero tal vez esto era para mejor? La molestia que sentía ahora era la señal de que había
perdido el control cuando sabía perfectamente que no podía tener a Ezra de otra manera
sin el riesgo de que corriera a la policía. O peor aún, despreciara a Frank por la escoria que
era.
Dio una larga calada de humo, calmado por su amargo aroma.
Al menos nunca le pidió a Ezra que lo acompañara a la competencia. Eso habría revelado
lo necesitado que estaba de aprobación. No sólo la de Ezra sino también de los conocidos a
los que había deseado mostrarle a Ezra. ¿Y para qué? ¿Para acariciar su ego? Tal vez habría
tenido algún sentido si Ezra realmente quisiera ser su novio, pero en realidad, habría
estado mostrando una mentira y demostrado ser incapaz de retener a una pareja a menos
que le pagara.
Qué jodidamente patético. Shane lo habría comido vivo con bromas si lo hubiera sabido.
Pero ¿qué debería esperar de la vida un tipo como él? Vivía al margen de la sociedad,
tenía un trabajo turbio e incluso la parte que no involucraba cadáveres estaba llena de
óxido, moho y cucarachas esparcidas debajo de refrigeradores en desuso.
Si Ezra hubiera visto dónde vivía Frank, habría corrido hacia las colinas incluso antes de
descubrir los restos humanos escondidos en el depósito de chatarra.
Lo que hizo que todo esto fuera aún más frustrante era que Frank tenía mucha confianza
en todos los demás aspectos de su vida. No tenía miedo de enfrentarse a la gente, podía
empuñar un arma si era necesario y estaba orgulloso del negocio que había construido.
Demonios, tampoco tenía problemas para encontrar conexiones, una vez que se proponía
hacerlo. Sólo cuando se trataba de romance se sentía sin ninguna habilidad.
—¿Frank? —Jag gritó desde lejos y eso hizo que Frank quisiera estrangularlo a pesar de
que no era culpa de Jag que estuviera de humor para asesinar a alguien.
—¡Vete a la mierda! —gritó, apagando el cigarrillo en el banco.
—¡No, Frank, esto es importante! —Dijo Jag, emergiendo del otro lado del pequeño claro
que Frank usaba para entrenar. A la luz amarilla, Jag parecía un hombre de las cavernas que
había encontrado artefactos de una civilización avanzada y había decidido usarlos.
Frank se llevó las manos a la cara. —¿Se trata de los perros? ¡No quiero oírlo! Tú y Dane
podéis lidiar con ellos muy bien.
Normalmente tenía mucha más paciencia con Jag. En los días buenos, encontraba al chico
algo adorable por su sencillez, su honestidad y el amor que sentía por su novio. Sin
embargo, en este momento quería que lo dejaran solo, y esa fue exactamente la razón por la
que no aceptó cuidar a cuatro cachorros.
—No, Dane está a salvo con los cachorros en la casa de Shane. Hay…
Frank levantó las manos. —¿En serio esto no es algo que puedas afrontar por tu cuenta?
Jag agitó la lanza que había hecho con tubo y adornada con plumas. —¡Hay un intruso!
Eso sacó a Frank de su mal humor. —¿Dónde? ¿Policías?
La llegada de la policía a investigar su depósito de chatarra era, y siempre sería, una
pequeña preocupación de fondo, incluso aunque tuviera buenas conexiones con suficientes
polis corruptos como para dormir tranquilo.
Jag movió su peso de un lado a otro. —No… bueno… tal vez no un intruso. Un visitante.
En la puerta.
Frank puso los ojos en blanco. —Son las ocho en punto. Sólo diles que se vayan al
infierno.
Jag resopló. —Le informé sobre el horario de funcionamiento del depósito de chatarra,
pero insiste en que necesita hablar contigo. No reconozco a este individuo.
Algo frío se enroscó en la boca del estómago de Frank. —¿Te dio un nombre?
—Ezra.
Una sensación de frío se extendió por el pecho de Frank como un derrame de petróleo,
paralizando toda lógica. Si bien Frank nunca había nombrado explícitamente su lugar de
trabajo, habría sido bastante fácil averiguarlo para cualquier persona con algunas
habilidades básicas de investigación en Internet. Pero ¿por qué Ezra vendría aquí sin
avisar? Si quería despedirse en persona por algún motivo equivocado, debería haber
llamado. No había sido más que discreto y cuidadoso al respetar los límites de Frank, por lo
que su repentina presencia tenía muy poco sentido.
Frank resopló, pero su instinto le dijo que se moviera a pesar de que estaba sucio y
sudoroso de una manera que Ezra no apreciaría.
—¿Conoces a esta persona? —Preguntó Jag, siguiendo a Frank tan pronto como comenzó
a caminar.
—Sí.
Jag negó con la cabeza. —Frank, ¿cómo se supone que voy a proteger eficientemente el
perímetro si no...
—Solo ve con Dane, —le gruñó Frank con frustración. Algo andaba mal y no tenía energía
para las quejas de Jag.
—No te dejaré solo. Podría haber peligro.
—¿Él estaba solo?
—Sí.
Frank aceleró. —¡Entonces no hay peligro!
Al menos eso esperaba.
Una chispa de esperanza se encendió en el oscuro corazón de Frank. Quizás para Ezra
romper los límites profesionales significaba que ya no quería una relación profesional. Que
después de todo no podía separarse de Frank y su llegada fue un gran gesto que, aunque
inapropiado, habría sido muy dulce.
Frank odiaba que su mente le estuviera jugando malas pasadas.
No dispuesto a hacer esperar a Ezra más de lo necesario, corrió hacia la puerta a pesar de
que sus músculos se quejaban después del entrenamiento anterior. Le llevó cinco minutos
llegar a la entrada principal del depósito de chatarra, pero cuando dejó atrás la última
curva del camino y avanzó hacia la valla, reconoció que efectivamente había un vehículo
esperando al otro lado de la puerta.
¿Tal vez debería haberse sumergido en la casa y lavarse con una manguera en la ducha
después de todo? Estaba pegajoso por la suciedad y el sudor y normalmente no querría que
lo vieran así. Pero si Ezra realmente estaba aquí porque había cambiado de opinión, ¿tal vez
ver la verdadera forma de Frank habría sido la completa desilusión que necesitaba para
seguir adelante? Nunca hubieran funcionado.
Frank se sacudió todas las dudas y se acercó, entrecerrando los ojos en un esfuerzo por
ver al conductor. Pero cuando se acercó lo suficiente, la puerta del vehículo negro se abrió,
liberando una figura tan familiar que Frank olvidó respirar por un momento demasiado
largo. Ezra llevaba una gabardina color arena de alguna marca de moda de renombre de la
que una vez le había hablado con entusiasmo a Frank, y estaba tan elegante como siempre,
pero en lugar de actuar con calma, se acercó a la puerta y se aferró a la malla de acero,
como si fuera un prisionero que esperaba la libertad.
—¿Frank?
La presencia cercana de Jag era un alambre de púas que impedía que Frank tocara a Ezra
de inmediato.
—Ey. ¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó, escribiendo ya el código que hacía que se
abriera la puerta. Entre Jag y Ezra, no podría haberse sentido más cohibido, pero tan pronto
como la puerta de acero se hizo a un lado, Ezra se deslizó para acercarse a Frank.
Pero en lugar de saltar a los brazos de Frank, se metió las manos en el pelo y tiró,
soltando un “joder” sin aliento.
Frank miró a Jag, con los sentidos en alerta máxima. La palidez de los rasgos de Ezra era
tan marcada a la luz de la lámpara. —¿Es esto algo de lo que necesitas hablar en privado?
—preguntó, señalando a Jag.
Ezra tragó y miró a Jag antes de asentir. —Es solo que... el auto... no debería quedarse
aquí, —dijo rígidamente mientras su mirada se dirigía hacia el bosque oscuro más allá de la
cerca.
A Frank no le gustó nada cómo sonó esto. —Está bien, —dijo y se dirigió al vehículo,
porque merecía la pena prestarle atención a lo que fuera que había asustado tanto a Ezra.
Una vez que entró, le abrió la puerta a Ezra, mientras miraba a Jag. —Cierra la valla y
manténte alerta. No vengas a mi casa a menos que sea absolutamente necesario.
Ezra vaciló antes de dirigirse también a Jag. —No le digas a nadie que vine aquí, ¿de
acuerdo? —pidió antes de girarse hacia Frank mientras se hundía en el asiento del
pasajero—. ¿Está bien?
—Lo descubriremos, —dijo Frank con gravedad y se fue, dejando a Jag solo. Tan pronto
como estuvieron en la intimidad del coche, dirigiéndose hacia la casa de Frank, habló de
nuevo—. ¿Qué pasa? No te esperaba por aquí.
Ni esta noche ni nunca, no cuando luzco como una mierda, huelo como un cerdo y mi casa
es una pocilga.
Ezra estiró las piernas y agarró las solapas de su abrigo mientras miraba los montones de
basura revelados por el brillo de los faros. Pero por muy avergonzado que estuviera Frank
de verlo todo, algo angustioso debió haber sucedido y, entre todas las personas, Ezra había
decidido acudir a Frank.
—Lo lamento. Soy un desastre. Esto es difícil, —dijo y escondió su rostro entre sus
manos.
—Yo también soy un desastre. Está bien, —dijo Frank, forzando una sonrisa y señalando
sus pantalones de chándal sucios, pero Ezra no se rió.
Finalmente levantó la vista de nuevo. —¿Qué tan bien conoces a Paul?
Mierda.
—Nos conocemos desde hace mucho tiempo, pero no nos vemos a menudo, —dijo Frank
secamente con la carne en sus huesos ya cocinándose de rabia—. ¿Qué hizo él? —Si Pablo
puso sus manos sobre Ezra de una manera que no habían acordado, entonces Ezra acudió a
la persona adecuada para encargarse del asunto. Al menos le daría a Frank un lugar donde
ejercer toda la energía violenta con la que había estado luchando todo el día.
El aliento tembloroso que Ezra tomó a continuación tocó todas las fibras del corazón de
Frank. —No me vas a creer. Ni yo mismo lo puedo creer y estaba allí, —dijo, frotándose las
manos en unos pantalones de lana con un estampado de tartán pálido.
Esto no parecía nada prometedor. Por un momento, Frank consideró girar hacia la casa
de Shane, que era bonita y limpia, pero entonces tendría que explicarles lo de los cachorros,
y tarde o temprano, la verdad sobre su lugar habría salido a la luz de todos modos.
—Pruébame.
—Él mató a alguien, —dijo Ezra con una voz que provenía de lo más profundo de su
pecho. Se movió en el asiento, doblando una de sus piernas y apoyándola en el asiento
mientras miraba a Frank.
¿Qué haría una persona normal? Frank tenía que preguntarse eso en momentos como
este. —¿Qué carajo? ¿Lo viste hacerlo? —Preguntó con el ceño fruncido cuando llegaron a
la antigua valla blanca que rodeaba su bungalow.
Ezra negó con la cabeza, lo que le dio a Frank un poquito de consuelo. —No. Fui a su casa
para devolverle algo. La puerta trasera estaba abierta, así que entré y... —Bajó ambos pies y
miró hacia otro lado mientras su cuerpo convulsionaba como si estuviera a punto de
vomitar.
Ésta era la confirmación que Frank temía. Ezra nunca aceptaría a Frank tal como era,
pero necesitaba ayuda ahora y la aceptaría de un monstruo como Frank mientras no
supiera la verdad.
Frank estacionó el auto y pasó su mano por la espalda de Ezra, sin estar seguro de cuál
era el protocolo ahora que ya no tenía un acuerdo con Ezra.
—Está bien, —dijo—. Me puedes decir.
Ezra respiró hondo y luego se inclinó y se abrazó al brazo de Frank. Su cabello con aroma
a aloe le hizo cosquillas en el cuello, un doloroso recordatorio de que el propio Frank olía a
zorrillo. —Había... una sierra, trapos y... un tipo simplemente masacrado como a un animal.
¡Tenía la cabeza en una olla!
¡Maldita sea, Paul! El bastardo se estaba volviendo descuidado.
—Santo Dios… —dijo Frank para beneficio de Ezra y lo abrazó, ya que eso era lo que
parecía necesitar. Qué puto espectáculo de mierda—. Sabía que podía ser un hombre
peligroso. —Porque ambos solíamos ser asesinos a sueldo.
—¿Sí? —Preguntó Ezra, agarrando la muñeca de Frank como si necesitara un salvavidas,
y Frank se sintió honrado de ser la presencia constante que eligió—. Dijo que tiene
contactos en la policía. No sabía qué hacer.
La mente de Frank trabajaba a toda velocidad en cómo sacar a Ezra de este lío. —Sí tiene.
Ezra... más importante aún, ¿te vio? —Esperaba que la respuesta fuera no, porque las
posibilidades de que Paul descubriera a Ezra y lo dejara ir eran casi nulas, pero el silencio
embarazoso que siguió a su pregunta hizo que se le secara la garganta.
—Dejé mi teléfono en su casa. Entré en pánico y luego ya era demasiado tarde para
volver a buscarlo, —susurró Ezra, y su suave voz fue como una alarma en la cabeza de
Frank. Por eso no llamó antes de venir aquí.
Lo cual era un jodido desastre porque era más que probable que ese cuerpo en casa de
Paul terminara aquí esta noche. Ezra nunca debería haber sido tocado por la suciedad de la
que Frank no podía lavarse las manos. Era demasiado hermoso y puro para este mundo de
sangre y violencia.
—Joder, —dijo justo cuando sonó su teléfono. La pantalla decía: Paul.
Capítulo 8
Ezra
Ezra se estremeció al ver el nombre de Paul, y su mirada se dirigió al rostro de Frank, que
formó un ceño que lo hizo parecer simultáneamente contemplativo y como un hombre
dispuesto a asumir cualquier cosa. Sus rasgos severos se torcieron y la mano de Ezra se
lanzó hacia su muñeca. La oscuridad que los rodeaba parecía acercarse cada vez más, y si
no aguantaba, podría arrastrarlo lejos.
—No le digas que estoy aquí, —susurró, esperando que el toque le recordara a Frank
cómo lo hacía sentir Ezra. No creía que este hombre simplemente lo delataría, pero había
una parte de él que quería hacer una promesa de más frente a las narices de Frank.
No pudo leer la expresión de Frank, pero su grueso pulgar acarició la mano de Ezra.
—¡Hola! ¿Qué tal? —Preguntó Frank al contestar el teléfono de la manera más neutral.
Como si no acabara de enterarse de que Paul asesinó y desmembró a alguien. Era casi tan
buen actor como lo era Ezra con clientes que no encontraba atractivos.
No se asustó, no explotó porque Ezra apareció aquí sin previo aviso a pesar de que Frank
nunca le ofreció su dirección. Sólido como una roca, Frank soltó una risita ante algo que
dijo Paul. Tal vez este tipo de cosas surgían con la experiencia de la vida, o tal vez el Frank
de la vida real era tan estable como en la cama, pero verlo en el asiento del conductor del
auto de Ezra ya era reconfortante.
Estaba en peligro y sus planes eran inciertos, pero desde el momento en que cruzó la
puerta y tocó a Frank, se sintió seguro.
Intentó escuchar la conversación, pero sólo escuchó a Paul decir algo sobre un coche.
—¿Tiene que ser esta noche? —Frank suspiró, su pulgar todavía acariciando la mano de
Ezra de una manera reconfortante.
Sí, tal vez no era el tipo de hombre más refinado y definitivamente necesitaba una ducha,
pero en este momento, Ezra no necesitaba a un tipo con una camisa Armani. Necesitaba un
tipo que pudiera empuñar un bate de béisbol si fuera necesario.
—Está bien, está bien, sólo llega a tiempo, —dijo Frank, dejando a Ezra desconcertado.
¿Entendió correctamente? ¿Paul vendría aquí?
Su mano apretó la de Frank mientras los ojos del otro hombre se entrecerraban. —¿Ya
estás en camino? ¿Y si no estuviera aquí? —Preguntó, y aunque su voz permaneció firme,
hubo un tic en su frente.
Mierda.
Mierda. Mierda. Mierda.
—Puede que Jag no haya estado aquí. Está bien, siempre está aquí, ¡pero puede ser difícil
de encontrar! Tengo que prepararme. —Frank apagó el teléfono, pero mientras golpeaba el
volante con una mano, la otra permaneció en la de Ezra—. Paul viene con un auto para mí.
No podría decir que no, habría sido sospechoso. Esto es lo que haremos. Llamaré a Jag y él
te llevará a un lugar seguro por el momento. Su novio esconderá tu coche.
Ezra soltó un suspiro estremecido. —¿Un coche? ¿Qué? ¿Por la noche? ¿Qué podría ser
tan...? —Su voz murió cuando se encontró con la mirada de Frank y una terrible
comprensión taladró el fondo de su mente—. Había un vehículo desconocido en su casa.
¡Debe haber sido del tipo muerto! ¡Frank, podría incriminarte!
Tan pronto como dijo eso, se sintió como el mayor idiota. Frank seguramente sabía que
había algo turbio en el coche. Después de todo, lo recibía por la noche. De un asesino.
—Yo me ocuparé de ello, —dijo Frank con la voz de alguien que había manejado cosas
mucho peores en su vida. Su mano se soltó del agarre de Ezra y ya estaba llamando a Jag
cuando salió del auto.
Cada parte del cuerpo de Ezra pesaba una tonelada y se abrazó a sí mismo, mirando la
casa de una sola planta frente a él. La lámpara activada por el movimiento, que se encendió
tan pronto como la forma firme y voluminosa de Frank se movió hacia ella, solo dejaba ver
dentro hasta cierto punto, pero parecía un lugar donde uno podría encontrar jeringas
usadas en el sofá.
¿Era aquí donde Frank pasaba la mayor parte de su semana? ¿Cómo podía permitirse los
servicios de Ezra cuando vivía en este basurero? Se le secó la boca cuando levantó la mano
para mirar el Rolex. Las sucias piezas de la vida de Frank estaban encajando, arrojando luz
sobre cosas antes inexplicables. El depósito de chatarra era sólo una fachada. Para un
perista22.
Oh, esto estaba mal.
Los dientes de Ezra castañetearon mientras escondía su rostro entre sus manos,
sintiéndose atrapado entre un mal menor y la muerte. Su madre le advirtió que tendría que
tratar con gente turbia en esta línea de trabajo, pero él había asumido que no necesitaría
tocar nada de eso, y el dinero sucio valía tanto como el dinero limpio.

22 Es la persona que se dedica a comprar objetos robados.


¿Qué sigue? ¿Lo secuestrarían y lo trasladarían a algún burdel ilegal, donde se volvería
adicto a las drogas debido a la desolación de su vida?
El movimiento en el rabillo del ojo lo distrajo de ese terrible futuro, e incluso Frank se
estremeció cuando un hombre vestido como un guerrero de ciencia ficción emergió de la
oscuridad.
—¿Por qué no contestaste tu teléfono? — rank ladró.
—Pensé que sería más rápido hablar en persona, —dijo el monstruo con esa voz extraña
y grave.
Frank frunció el ceño y se acercó a su… amigo (?), pero luego le dio un empujón en el
hombro. —¿Por qué estabas lo suficientemente cerca cuando te dije específicamente que te
mantuvieras alejado?
Jag sacudió su mechón de pelo. —Razones de seguridad.
Frank levantó los brazos en el aire. —No tengo tiempo para esto, pero hablaremos más
tarde.
Ezra se había encontrado con este extraño en la puerta. Había aparecido de la nada,
pidiendo contraseñas, como si esto fuera Fort Knox23, pero en aquel entonces había
permanecido en las sombras. Ahora que él y Frank estaban debajo de la lámpara, Ezra vio
un conjunto compuesto de basura que no combinaba y trozos de tela rasgada. Era como si
un niño relativamente talentoso intentara vestirse como un personaje de algún juego de
fantasía post-apocalíptico, pero este tipo, Jag, seguramente no era un cosplayer. De una
forma u otra, estaba involucrado en los negocios ilícitos de Frank.
—Necesito que lo lleves a una de tus guaridas al este de aquí. Asegúrate de que esté a
salvo, no lo dejes atrás ni lo pongas a prueba, ¿entendido?
Jag frunció el ceño y su mirada se posó en Ezra. La mitad de su rostro estaba
intensamente iluminada, mientras que la otra se ahogaba en la oscuridad. —¿Por qué?
—No tengo tiempo para explicar esto. Él es importante y Paul vendrá aquí en cualquier
momento, y no lo puede encontrar.
Jag se acercó al coche como un gato aprensivo.
¿Frank iba en serio? Esta persona, Jag, parecía exactamente alguien que Ezra cruzaría la
calle para evitar cruzarse. Pero claro, si la elección era entre su compañía y una muerte
segura, ¿era realmente una elección?
Además, ¿por qué carajo Jag pondría a prueba a Ezra?

23 Fort Knox es una base militar del Ejército de los Estados Unidos ubicada en el estado de Kentucky.
Con un nudo en la garganta, saludó a Jag, quien se acercó a él con el rostro contraído,
como si nunca le hubieran enseñado que uno debía ocultar las emociones ante extraños.
Abrió la puerta del lado de Ezra.
—Vamos, —dijo, pero luego frunció el ceño y se inclinó para... oler a Ezra.
Ezra nunca había retrocedido tan rápido. —¿Qué demonios? —preguntó, encontrando la
pálida mirada del chico. Era guapo de cerca, con un rostro simétrico y el pelo largo que le
caía sobre los hombros en un revoltijo de mechones y trenzas sueltas, pero Paul tampoco
tenía mal aspecto y asesinaba gente.
—¡Jag! —Frank gritó como si estuviera disciplinando a un perro—. Arriba.
Jag resopló y Ezra no tenía a dónde correr cuando este extraño lo agarró del brazo y tiró.
Frank se acercó a ellos con una expresión grabada en piedra. —En caso de que te pierdas,
no lo harás, Jag te mantendrá a salvo, pero por si acaso, —dijo y le entregó a Ezra una
linterna—. Será más fácil encontrarte.
Ezra ansiaba agarrarse a Frank o abrazarlo de nuevo para reforzar lo mucho que
necesitaba ayuda, pero no sabía si querría que lo tocara en compañía, incluso si el
monstruo de la armadura tuviera un novio, quien conduciría el auto de Ezra. ¿Estaba tan
polvoriento como este tipo?
—¿Adónde me llevas? —pronunció, porque si el Rolex era robado, entonces ¿quién sabía
qué otros bienes se movían a través de este lote? Preferiría no saber de dónde sacó Frank el
dinero para pagar su tiempo.
Si tan solo pudiera retroceder unas horas y nunca ir a casa de Paul...
Frank suspiró y ya estaba enviando mensajes de texto a alguien. —Sólo a una de las áreas
del depósito de chatarra a las que es difícil acceder a menos que sepas dónde están. Iré por
ti una vez que Paul se haya ido. —Levantó la vista de su teléfono y miró a los ojos de Ezra—
. Vas a estar bien.
Parecía tan confiado al respecto que Ezra se calmó un poco y le dio un último apretón al
grueso antebrazo de Frank, asegurándose de que recordara la calidez de su toque. —
Gracias. Estaré esperando, —dijo, dando un paso atrás justo cuando las pupilas de Frank se
dilataban.
Frank se detuvo, mirándolo mientras Jag tiraba del brazo de Ezra, alejándolo de la luz y
hacia los enormes montículos de metal retorcido. Sólo entonces Ezra se dio cuenta de lo
vasto que parecía el paisaje de coches viejos y electrodomésticos en desuso, incluso en la
oscuridad. Un hombre podría perderse aquí para siempre, así que ¿tal vez había un método
para esta locura?
Lejos de la casa de Frank, la oscuridad se volvió tan espesa que parecía asfixiante, pero
justo cuando Ezra estaba a punto de buscar un interruptor para encender la linterna, el
rostro de Jag se iluminó con una lámpara brillante colocada en su cabeza. —Sígueme, Ezra,
—dijo y corrió hacia un montón de autos oxidados.
Se sentía extraño escuchar su nombre en los labios de este bicho raro, pero no había
tiempo para pensar en esas cosas, así que obedeció hasta que Jag alcanzó la pared de metal
y goma y… se deslizó en una grieta que seguramente no estaba destinada a ser un paso.
Ezra encendió su propia linterna y arrojó su brillo sobre los vehículos que formaban las
paredes a ambos lados del camino. La suciedad y la podredumbre consumieron a todos y
cada uno de ellos, y miró nerviosamente su ropa. —Oye, ¿no hay otro camino? ¿En algún
lugar menos estrecho?
Jag se apartó el pelo de su hermoso rostro. Parecía engañosamente normal bajo la
extraña mezcla de metal, plástico y tela rota, por lo que tal vez los dos eran más similares
de lo que parecía a primera vista. ¿Qué pasaría si Jag también terminó aquí en una crisis y
nunca se fue? ¿Era esta mierda su futuro? ¿Ezra viviría sus días como un vagabundo de
chatarrería?
—¿Por qué? No eres tan grande, —preguntó Jag, apenas asomando detrás de la basura.
La sangre de Ezra se aceleró. —¿A qué te refieres con por qué? Voy a rasgarme la ropa.
Esto es... un abrigo de Burberry, —dijo, poniéndose la solapa de su mejor ropa exterior. Lo
había usado en casa de Paul para lucir más profesional, ¡y esto fue lo que obtuvo!
Jag le ofreció una mirada vacía. —¿Y qué?
—¿Qué de qué?
—¿Qué tiene que ver que sea un abrigo Burberry?
Oh, joder, claro que este loco no sabía lo que significaba llegar a algún lugar en la vida a
través de sangre, sudor y lágrimas. O más bien, sudor y semen.
Ezra contó hasta diez. —Simplemente no quiero romperlo, ¿de acuerdo?
Jag tarareó. —¿Es una reliquia familiar? Puedo mantenerlo a salvo para ti, —dijo y
extendió su mano sucia por el pasillo.
—Entonces, ¿no hay...? —Saltó cuando un vehículo arrancó detrás de él, porque todavía
estaba al aire libre, y si Paul llegaba ahora y lo veía... ¿podría Frank siquiera protegerlo? ¿Se
arriesgaría a enfrentarse a un asesino?
—Bien, —dijo, pero cuando se quitó el abrigo, su mirada se posó en el suéter de
cachemira y los pantalones a cuadros, por lo que terminó dándole la vuelta al abrigo y
usándolo de esa manera—. Ya voy. ¿Estás seguro de que esto es seguro? —preguntó Ezra,
mirando la pila de al menos cinco autos separados, que podrían derrumbarse sobre ellos en
cualquier segundo.
—Sí, aquí no hay trampas, —dijo Jag, dejando a Ezra aún más desconcertado.
¿Putas trampas? ¿Qué era este lugar?
Pero no había tiempo que perder, así que siguió a Jag hacia este laberinto de metal, su
abrigo enganchándose en un tubo oxidado que sobresalía de un auto desde el principio.
No había nada que hacer al respecto ahora. Ezra trató de no pensar en qué estado
podrían estar sus nuevas botas al final de esta carrera de obstáculos y se concentró en el
futuro. Estaba metido en mierda hasta el cuello y, si no jugaba bien sus cartas, podría
ahogarse. Era difícil pensar con claridad cuando su cerebro se nublaba por la ansiedad,
pero a medida que Jag avanzaba a través de un laberinto de estrechos pasajes hechos de
todo, desde botellas hasta barcos viejos, llegó a la inevitable conclusión de que la
información podría ser la clave para la supervivencia.
Había venido aquí pensando que tenía a Frank bajo sus talones, pero el hombre que Ezra
había conocido durante el año pasado claramente había sido una fachada de un extraño que
todavía podría sentir afecto por Ezra, pero que era un enigma.
Y Ezra odiaba ignorar lo que motivaba a los hombres. —Parece que sabes cómo moverte
por aquí, Jag, —dijo, asegurándose de ser personal, a pesar de que el extraño lo asustaba.
Jag lo miró con expresión seria y señaló un trozo de vidrio afilado para que Ezra lo viera.
—Por supuesto. Este es mi territorio. Aquí no pasa nada sin que yo lo sepa.
—¿Qué tan grande es este lugar?
—Varios acres24, pero no es tan denso en todas partes. Estarás a salvo donde te lleve, no
te preocupes. ¿Conoces a Frank de fuera?
Ezra se mordió el interior de la mejilla. Él era quien hacía las preguntas, pero Jag no lo
sabía, y si esto iba a funcionar, entonces su protector improvisado necesitaba obtener algo
a cambio. Pero ¿qué iba a decirle Ezra? Incluso si este tipo fuera gay y conociera la
sexualidad de Frank, la mayoría de la gente no quería que los demás supieran que pagaban
por sexo. Necesitaba mentir. —Sí. Soy... masajista25.

24 Un acre es una unidad de medición de terrenos utilizada en los Estados Unidos y otros países. Un acre

equivale a aproximadamente 4,047 metros cuadrados.


25 Ezra dice “massage therapist” que literalmente significa “terapeuta masaje”, en español es “masajista”.
Jag se detuvo, pero luego siguió caminando, mirando hacia atrás una y otra vez como
para ver mejor a Ezra. —Conozco los masajes, pero ¿cómo se hace como terapia? A mi
compañero a veces le gusta la terapia de compras, pero no creo que esas dos sean similares.
Ezra sabía todo lo que había que saber sobre la terapia de compras, pero el propio Jag no
tenía ningún sentido. Sonaba como alguien desconectado del mundo. —¿Naciste aqui? —
preguntó, repentinamente aterrorizado, se trataba de algún tipo de situación de
encarcelamiento ilegal, que involucraba a personas que nacían en sótanos y eran dejadas
salir a vivir en este páramo moderno.
Jag lo condujo hasta un claro, pero caminaron hasta el borde, pasando junto a varios
enormes neumáticos de tractor. —Oh, no, nací en un bosque, muy, muy lejos de aquí, pero
necesitaba huir y finalmente llegué aquí. Frank me salvó la vida, así que tengo una deuda
con él que va más allá de la lealtad. Somos hermanos incluso si no compartimos sangre.
Ezra se quedó helado por dentro. —¿Es eso lo que Frank exige de las personas a las que
salva? —preguntó mientras se le secaba la boca.
—¿Qué? No. Frank es un buen hombre, me quedé porque el depósito de chatarra es un
lugar seguro. También es muy entretenido, pero lo descubrirás por ti mismo. Ven. Ven aquí,
—Jag apuntó con su lanza a una escalera al costado de un contenedor de envío y fue el
primero en subirla.
Ezra tragó. Tan lejos de la ciudad, el cielo estaba oscuro y lleno de estrellas, y las grietas
del laberinto que lo rodeaban por todos lados podrían ocultar monstruos que se habían
arrastrado detrás de ellos hasta aquí. Decidió no pensar demasiado en ello y siguió a Jag
hacia un camión grande. El viejo asiento de cuero estaba pegajoso bajo el tacto de Ezra,
pero apartó la sensación de repulsión y siguió a Jag al compartimento detrás de la cabina.
Se detuvo cuando se encendieron las luces de hadas, revelando lo que solía ser el
dormitorio del conductor, con una sola litera y una mesa plegable, que ahora albergaba una
pequeña pila de patatas fritas y latas de coca cola. El lugar olía a humedad y tenía mantas
viejas y sucias que cubrían el suelo en una capa desigual, pero lo bueno era que no contenía
a Paul.
—¿Sí? ¿Frank es bueno? —preguntó Ezra, desesperado por mantener la conversación,
porque cualquier cosa que pudiera descubrir sobre este nuevo Frank podría marcar la
diferencia entre la muerte y la supervivencia.
Jag invitó a Ezra a la manta con un gran gesto como si fuera un trono. —Ah, sí, Frank es
un tío legal. Yo tengo mi propia casa con refri ahora, pero él solía guardar mi carne y nunca
desaparecía nada.
¿Qué significaba eso? Ezra formó una sonrisa en su boca y se paró en la puerta, sin estar
seguro de querer tocar algo sin que fuera necesario. ¿Era esto un sueño? Si lo fuera, y
hubiera caído en una versión retorcida del País de las Maravillas, Jag sería el Gato de
Cheshire.
—Oh, ¿entonces es justo como el rey de este pequeño reino? —Ezra lo intentó, esperando
que su broma funcionara. Lo que realmente necesitaba saber era si su amable cliente, que
seguía las reglas, era propenso a la violencia en su vida real.
La expresión seria de Jag se transformó en una amplia sonrisa ante la comparación, y se
sentó, lo que tenía que significar que estaban en buen camino. —¡Sí! ¡Eso! Ahora lo
entiendes. Él toma las decisiones. Él te ayudará. Nunca dijiste qué es la terapia de masaje.
¿Le haces masajes? Eso es… —Jag se lamió los labios—. Es algo bastante íntimo que
permitirle a alguien. Pero eres muy bonito, así que puedo ver por qué le gustaría eso.
Después de todo, no tiene relaciones serias.
Parte de la tensión en Ezra se disipó. Este era exactamente el tipo de información que
necesitaba. —Bueno, es un hombre guapo. Me interesaría si me aceptara26, —dijo,
esperando que Jag se lo repitiera a Frank como el charlatán que claramente era.
Le había dado muchos masajes a Frank. En todos lados.
Los ojos de Jag se abrieron más y se movió como un animal a punto de atacar. Ezra dio un
paso atrás y se golpeó la cabeza con algo, pero se sintió aliviado al ver a Jag sonreír. —¿Sí?
Lo sabía. ¡Sabía que había algo contigo Creo que podrías ser el tipo de Frank. A diferencia
de mí, él no necesita que su pareja sea fuerte. Pero ahora vive solo y afirma que no le
importa, pero sé que le vendría bien compañía. Yo solía ser así. Siempre por mi cuenta,
convencido de que no necesitaba pareja, ni siquiera un hogar. No era verdad. Un hombre no
está completo hasta que tiene a alguien a quien proteger, a quien sustentar y con quien
aparearse.
Ezra exhaló y asintió, porque este tipo era demasiado intenso para entablar cualquier
tipo de discusión con él. Especialmente porque tal vez no entendiera conceptos que eran
mundanos para Ezra. Pero todo lo que había descubierto hasta ahora lo llevó a la

26Ezra dice “have me” que también se puede entender de forma que Ezra quiere entregarse a Frank,
especialmente así lo entiende Jag.
conclusión de que Frank, quien obviamente ya tenía una debilidad por Ezra, podría ser su
escudo, y tal vez incluso su salida permanente de esta terrible situación. Ezra sólo
necesitaba darle el incentivo adecuado.
Él podría hacer eso.
Después de todo, había estado aprendiendo esa habilidad toda su vida.
Y como Frank estaba bueno27, no habría ningún perdedor en el juego de Ezra.

La palabra que usa es “beefcake” que se traduce como “pastel de carne”, se usa para referirse a un
27

hombre atractivo con grandes músculos.


Capítulo 9
Frank
Frank no podía creer la mierda que había resultado ser esta noche. Y además, una
montaña rusa de emociones. Pensó que nunca volvería a ver a Ezra, y ahora el chico estaba
aquí, en su depósito de chatarra, desesperado por ayuda.
Lo que le dijo a Frank que Ezra que confiaba en él hasta cierto punto, pero también que
no tenía otro lugar adonde ir. Era una regla tácita que Frank no le preguntara a Ezra sobre
su vida personal, pero ahora se encontraba con una grave falta de información. Había
funcionado perfectamente cuando se veían de vez en cuando y se divertían sin ataduras,
pero también significaba que Frank no sabía nada sobre la vida real de Ezra.
Peor aún, como Shane estaba ausente por algo relacionado con perros, Dex estaba
ocupado con su club de motociclistas y Jag tenía que cuidar de Ezra, Paul estaba solo con él.
Y entonces comenzó a preguntar casualmente sobre Ezra, lo que convirtió a Frank en un
pantano sudoroso. Al menos Paul tuvo la cortesía de traer los cuerpos listos para su
eliminación, a diferencia de algunas personas que pensaban que podían arrojar a un tipo en
un baúl empapado de sangre e irse pagar más por la limpieza.
Paul definitivamente había encontrado el teléfono y sabía que Frank había estado
saliendo con Ezra, por lo que Frank no lo negó, pero le dijo a Paul que habían terminado su
acuerdo porque Ezra se iba a Los Ángeles. Eso no significaba que Paul detendría su
búsqueda, pero le dio a Frank un poco más de tiempo para descubrir cómo lidiar con esta
jodida situación. Porque Frank conocía a Paul desde hacía suficiente tiempo como para
estar seguro de que el bastardo vengativo no dejaría que un testigo accidental viviera lo
suficiente como para convertirse en una carga en el futuro.
Mientras hablaba por información, Frank descubrió que el cabrón desmembrado era un
miembro de la mafia que le robaba a su propia familia, pero ese hecho no ayudaría a Ezra a
dormir mejor por la noche. Ezra necesitaría años de terapia después de esto, porque de
ninguna manera estaba acostumbrado a la mierda que era el pan de cada día de Frank.
Nunca debería haber visto lo que tenía y nunca debería haber tenido una razón para venir
aquí.
Una vez que Paul se fue, Frank se lavó la suciedad y la mugre en la ducha, pero sabía muy
bien que nunca estaría lo suficientemente limpio para un tipo como Ezra. Nunca sería capaz
de ser honesto con él, así que las fantasías delirantes de que Ezra quisiera estar con él eran
solo eso. Fantasías.
Nunca podría tener a alguien tan radiante y perfecto, e incluso dejar atrás el crimen no
habría expiado toda la sangre en las manos de Frank. Le estremeció pensar que si Ezra no
hubiera conocido a Frank, podría haber cometido el error de correr a casa directamente
desde casa de Paul. Ya no estaría vivo.
Frank maldijo cuando su cabeza golpeó el cabezal de la ducha y salió del cubículo,
agarrando su toalla. Se secó la humedad de su cuerpo, le dio un apretón firme a su largo
cabello y salió del baño, sintiendo que se le daba un vuelco el estómago al ver su sala de
estar.
Él mismo había hecho muchos de los muebles y estaba orgulloso de ello, pero cada rincón
de su casa era más práctico que elegante. En comparación con el acogedor minimalismo del
departamento de Ezra, el bungalow de Frank era una choza llena de artículos que no
combinaban con una radio desarmada que ocupaba la mayor parte de la mesa, copas del
torneo de Hombres Fuertes en el mostrador de la cocina y bolsas de basura apiladas
alrededor del bote de basura, porque él había estado demasiado ocupado últimamente para
pensar en limpiar.
Agarró la bandeja vacía de una comida de microondas y se deshizo de ella, pero cuanto
más miraba el desorden, más claro estaba que a menos que hiciera que Ezra durmiera en la
guarida de Jag esta noche, no tenía suficiente tiempo para ordenar.
Simplemente se aseguró de que no hubiera lubricante junto al sofá y de que sus armas
estuvieran guardadas bajo llave, pero después de eso, se trenzó el cabello, se puso un par
de jeans limpios y una camiseta y salió con el corazón apesadumbrado.
La presencia de Ezra aquí no conduciría a nada bueno. Paul le había pedido a Frank que
estuviera atento a Ezra, porque todavía tenía las llaves del auto de Paul. Lo cual era mentira.
Pero si le había preguntado a Frank, también se comunicaría con otros conocidos. Ninguna
solución inmediata era infalible, por lo que tendrían que actuar con cautela hasta que fuera
seguro para Ezra irse, pero sus sueños de Los Ángeles se harían añicos, porque no podía ir
al lugar que había dicho que iría.
Ezra no podía seguir publicitando sus servicios y mantener su presencia en sus círculos
habituales. Y eso significaba que ya no podría trabajar como escort, porque tarde o
temprano, Paul lo encontraría.
Aún no sabía cómo darle la noticia, así que se concentró en llegar al refugio lo más rápido
posible. Eran más de las dos de la madrugada y necesitaba dormir antes de tener alguna
conversación seria. Silbó tan pronto como apareció a la vista el camión donde Jag habría
llevado a Ezra y, efectivamente, el guerrero del depósito de chatarra se asomó desde la
cabina antes de enviarle a Frank una señal con su linterna.
Bien. Entonces no hay problema.
Frank subió al taxi y encontró a Ezra frente a un juego de cartas en el suelo. Tan pronto
como vio a Frank, sus ojos se abrieron como platos.
—Estaba preocupado, —dijo, poniéndose de pie. Su mano se posó sobre el brazo de
Frank y el toque provocó que se le pusiera la piel de gallina. Este tipo le provocaba cosas a
Frank. Cosas que no había sentido en mucho tiempo, si es que alguna vez las había sentido,
pero no eran una buena combinación, y sería mejor para Ezra permanecer ignorante del
por qué.
—Veo que Jag te mantuvo ocupado. Pasarás la noche en mi casa y mañana resolveremos
los detalles. Todo salió bien con Paul, pero se tomó su maldito tiempo y estuvo
preguntando por ti.
Jag se apoyó contra la pared de la cabina con un paquete de patatas fritas en la mano. —
¿Por qué no nos dijiste que estabas recibiendo terapia de masaje?
Frank se quedó quieto, sorprendido por esta idiotez. Terapia de Masajes. Más bien
insertando una polla en la garganta de Frank. O haciendo las pajas más increíbles.
Al menos eso significaba que Ezra no le había dicho a Jag la verdad. —Jag, ha sido una
noche larga, ¿de acuerdo?
—Quizás también debería darle terapia de masajes a Dane. Ha estado sintiendo dolor en
el hombro, —dijo Jag con el tipo de sinceridad que nadie más era capaz de mostrar.
—Claro, los amigos de Frank son mis amigos, —dijo Ezra, sonriéndole y se inclinó hacia
Frank para ocultar el hecho de que ahora estaba sosteniendo la camiseta de Frank, como si
necesitara la seguridad de su cercanía.
—Tal vez. Mantén en secreto su presencia aquí, Jag.
—Pero-
Frank sabía exactamente lo que quería decir, así que levantó la mano. —Sí, puedes
decírselo a Dane, pero asegúrate de que comprenda que Ezra debe permanecer oculto.
Jag asintió. —Lo haré.
Frank no esperó más y tiró del codo de Ezra, instándolo a salir al aire fresco de la noche.
La vergüenza subió por la espalda de Frank cuando notó que Ezra le había dado la vuelta
al abrigo, como si temiera que la tierra del depósito de chatarra de Frank se le pegara, pero
no discutió y simplemente bajó la escalera, directamente al suelo lleno de latas vacias.
—Dane escondió tu auto y todo salió bien en ese sentido. ¿Cómo… cómo te sientes? —
preguntó Frank, abriendo el camino con las manos en los bolsillos para no hacer que Ezra
sintiera que se esperaba algo de él. Su nueva situación era un campo minado y ninguno de
los dos necesitaba más perturbaciones de las que esa noche ya les había proporcionado.
Prácticamente podía sentir el aliento mentolado de Ezra en su espalda mientras Frank se
dirigía por un callejón lo suficientemente amplio para su fornida forma. Mantuvo la linterna
baja para enfocar los obstáculos bajo sus pies, pero sus pensamientos estaban fuera de
control. Una vez más, consideró llevar a Ezra a la casa de Shane, ya que permanecería
desocupada durante los próximos días, pero sus pensamientos se estancaron cuando una
mano cálida se cerró sobre su muñeca, como si Ezra estuviera intentando sacar la mano de
Frank del bolsillo.
Frank no podía negarle nada a Ezra, así que entrelazó sus dedos de salchicha con los
elegantes de Ezra.
—Estoy vivo. Gracias a ti.
Permanecieron en silencio durante todo el recorrido a través de los montones de basura.
Sólo cuando entraron al claro que rodeaba la casa de Frank se relajó.
—Lamento mucho que estés en este lío. No es tu culpa, pero tendrás que afrontarlo.
Elaboraremos algún tipo de plan para ti, pero Paul tiene muchas conexiones. Tendremos
que tener cuidado.
Ezra le apretó la mano y, aunque Frank no podía ver su rostro en la oscuridad, sintió lo
que expresaba en el miedo desesperado que rezumaba de Ezra.
—Lamento meterte en esto. Pero eras el único en quien podía confiar.
—Hiciste la elección correcta. Mi casa es muy remota. —Pero por muy estimulante que
fuera la declaración de Ezra, necesitaban una verdadera conversación—. Por razones
obvias, nunca te pregunté sobre tu familia, pero para ayudarte, necesito saber más sobre ti,
Ezra. El verdadero tú. ¿Ese es tu nombre?
Ezra exhaló y miró a Frank mientras estaban parados en medio del depósito de chatarra
en lo profundo de la noche. La linterna agudizó sus rasgos, pero seguían siendo dulces e
inocentes, como si nada pudiera haberlo manchado. —Es mi segundo nombre. Pero lo uso,
ya que el primero es Burton. Es un poco viejo para mí. —No dijo nada sobre su apellido, lo
que hizo que Frank exhalara frustración. Claramente, a pesar de confiar lo suficiente en él
como para venir aquí, Ezra todavía no estaba seguro de poder revelar su verdadera
identidad. Tal vez Frank no debería sorprenderse cuando él también tenía secretos
guardados, pero si era él quien tenía que lidiar con toda esta situación, entonces debería
obtener acceso total.
Soltó la mano de Ezra para abrir la pequeña puerta en la cerca baja que rodeaba su casa.
No estaba seguro de por qué la había mantenido, ya que no lo protegía de nada, pero tal vez
era más sentimental de lo que le gustaría admitir. Su ex había sido quien la había
construido.
—¿De dónde eres? ¿Cuál es tu situación familiar? Necesito saber esta mierda, y nuestro…
acuerdo ha terminado, así que creo que es justo preguntar en estas circunstancias. —
Odiaba ser tan duro, pero tenía la sensación de que Ezra no era plenamente consciente de
que su vida estaba cambiando esa noche, y no en el buen sentido.
El tenue resplandor de las estrellas iluminó a Ezra, quien cruzó las manos sobre el pecho,
protegiéndose del frío. Su suave cabello estaba desordenado, como si acabara de girar su
cabeza contra una almohada de seda. Incluso ahora, era tan jodidamente sexy que Frank
necesitaría mantenerse bajo control en todo momento.
Pero él era un adulto, no un adolescente. Él podría hacerlo.
—Mi familia es local. Simplemente no nos mantenemos en contacto. Cambié mi apellido,
así que no creo que se pueda atribuir nada a ellos. —La sonrisa triste que le ofreció a Frank
fue desgarradora, porque significaba una cosa: había sido rechazado por ellos, ya sea por su
profesión o por su sexualidad. ¿O fue su rechazo lo que lo empujó a convertirse en escort en
primer lugar? La vida costaba dinero y la belleza era un bien caro.
Frank se había entregado a esa belleza durante todo un año.
Frank dejó que Ezra atravesara la puerta, pero luego lo condujo al interior de la casa,
tratando de no considerar lo que Ezra pensaría de su estado. —Estoy en medio de una
renovación, —murmuró, cerrando la puerta detrás de ellos, pero una mirada al rostro de
Ezra reflejado en el espejo que Dex había colgado en la pared opuesta le dijo que su casa
era una decepción para él. Miró a su alrededor, con los ojos muy abiertos como un ciervo
ante los faros, pero cuando Frank se volvió para mirarlo, sus rasgos volvían a ser neutrales,
con el disgusto cuidadosamente oculto.
—Um, está bien. Llegué sin avisarte, así que… —Ezra tragó y nuevamente tomó la mano
de Frank.
Frank tragó con creciente malestar en la garganta. —Ezra, ¿qué crees que va a pasar
ahora? —preguntó y fue al área de la cocina a tomar dos vasos.
Ezra se aclaró la garganta. Su presencia iluminaba la habitación incluso cuando Frank
estaba de espaldas a él, pero también ardía y Frank no sabía qué hacer al respecto. Nada de
esto debería estar sucediendo. Solían tener esta relación clara en las elegantes habitaciones
del departamento de Ezra, y lo que él podía ofrecer aquí era simplemente… no suficiente.
Incluso su televisor tenía algunos píxeles muertos, porque nunca tuvo tiempo de buscar
uno nuevo.
—Y-yo estaba pensando que tal vez podría quedarme aquí por un tiempo, si me dejaras.
Y luego, una vez que todo se calme, ¿ir a Los Ángeles?
Frank apartó algunas piezas de la radio y les sirvió un vaso de bourbon a cada uno. —
Puede pasar mucho tiempo hasta que el 'polvo se asiente' lo suficiente como para poder ir
allí. —Recogió un montón de ropa sucia de una silla para hacerle espacio a Ezra y la arrojó
sobre el sofá—. Al menos por unos días, puedes quedarte aquí y veremos cómo van las
cosas. ¿Tienes algún familiar en Canadá o México? ¿Europa?
Ezra se hundió en el asiento, como si el peso de la sugerencia detrás de las preguntas de
Frank fuera demasiado para soportar. Apretó los dedos y exhaló. —No que yo sepa. He
estado solo por un tiempo, —dijo en voz baja.
Estaba dolorosamente fuera de lugar junto a la mesa con marcas permanentes de tazas y
con la tierra cubriendo la pared detrás de él, donde la tocaba con mayor frecuencia.
—Has estado viendo a Paul más tiempo del que me has visto a mí, así que él debe saber
mucho sobre ti. Él te buscará. Tiene contactos dentro de la policía. Él viaja, por lo que su
alcance es amplio. Tienes que... ¿Ezra? —El corazón de Frank se hundió cuando vio
lágrimas en los bonitos ojos color ámbar—. No tengas miedo, ¿vale? Va a ser... algo. Incluso
si no es lo que esperabas. Esta podría ser una puerta a un futuro que ni siquiera imaginaste.
Lo solucionaremos. —Se acercó a Ezra y se arrodilló en el suelo frente a él.
Incluso el olor de Ezra era abrumador, le recordaba a Frank todos los momentos intensos
que habían pasado juntos, de enterrar su rostro en el cabello oscuro después del sexo
cuando sus corazones todavía latían como locos. Pero ese había sido el negocio y la
especialización de Ezra. En este momento, era un joven impotente.
Ezra respiró temblorosamente y se encontró con la mirada de Frank. —Estoy asustado.
Frank le acarició... la espinilla con los nudillos, porque tocar el muslo se habría sentido
demasiado íntimo. Lo cual fue un acto de equilibrio tan extraño cuando había estado dentro
de Ezra la noche anterior. Pero en aquel entonces las reglas eran claras, al igual que sus
roles.
—Entiendo. Esta noche ambos aprendimos algo terrible sobre Paul, pero sobreviviremos
y dentro de un año todo esto será sólo un mal recuerdo. —Frank ahora se había convertido
en parte de esa pesadilla, ya no era un buen polvo para recordar años después, sino un
engranaje en el feo mundo que se estrelló contra Ezra de la nada.
—¿En un año? —Ezra preguntó con terror apenas contenido—. Pero yo… todas mis cosas
todavía están en casa. Muchos objetos de valor también. ¿Crees que puede rastrear las
transacciones con tarjeta… de alguna manera, como en alguna película de espías?
Frank asintió. —Es posible. Más vale prevenir que lamentar. Dentro de un tiempo, tal vez
pueda buscar a mi amigo Shane e ir a tu apartamento a recuperar tus cosas. Pero no hay
nada más valioso que tu vida. Si tienes ahorros en tus cuentas, déjalos ahí por ahora.
Ezra se presionó los ojos con las palmas de las manos y respiró con dificultad. Pero
cuando la tensión abandonó su cuerpo, dejó que sus muñecas descansaran sobre los
hombros de Frank y se inclinó hacia él. —Frank, yo… no sé qué haría sin ti. Eres tan amable.
Oh Dios… Sería amable con Ezra toda la noche si no estuviera tan mal.
Frank se encogió de hombros. —Yo sólo… he tenido una mano amiga en la vida. En un
momento en el que pensaba que las cosas iban cuesta abajo, mi abuelo me tendió la mano y
terminé heredando este lugar de él, aunque en ese momento no era más que una amenaza
para la sociedad. Siento que tengo el deber de devolver esa amabilidad. Probablemente ya
estaría muerto si él no me hubiera ayudado. —Se preguntó brevemente qué pensaría el
abuelo de su negocio paralelo ilegal, pero de todos modos no estaba allí para verlo.
El corazón de Frank se detuvo cuando Ezra tomó su rostro y le frotó las mejillas con los
pulgares, como siempre hacía cuando estaban juntos en la cama. Era un gesto de ternura
que no tenía cabida en su situación actual, por mucho que Frank deseara inclinarse hacia él
y olvidar que Ezra ahora estaba atrapado aquí, a merced de su buena voluntad.
Se aclaró la garganta y se levantó. —Escucha. Dulzura. Yo... No, así no. —Una respiración
profunda más—. No soy ningún profesor de ética, pero incluso yo sé que no estaría bien
continuar con lo que… teníamos en la situación actual. No espero eso de ti, ¿de acuerdo? —
Incluso si lo deseaba—. Estás atrapado aquí, así que simplemente no estaría bien.
Ezra le devolvió la mirada, ya sin respirar, pero mantuvo su mano sobre Frank, dejándola
deslizarse hacia abajo mientras Frank se levantaba. —Pero esta bien. Quiero que sigamos,
—añadió, tranquilizándose—. Sabes que me atraes.
No podría haber retorcido ese cuchillo más fuerte.
Frank suspiró y decidió poner sus cartas sobre la mesa. —Sólo que no lo sé. Sé que puedo
ponerte la polla dura y hacerte correrte, pero no cómo te sientes realmente con todo esto,
porque pagué por el placer de tu compañía. No te follaré a cambio de protección. Puede que
mi conciencia no esté tan limpia como tu piel, pero eso no está bien. Si quieres devolverme
mi amabilidad, que no es necesario, porque es gratuita, entonces... como puedes ver, mi
casa es un desastre. Limpia, cocíname esas comidas que tanto me gustan y listo.
En momentos como este, Frank deseaba que su brújula moral estuviera un poco más
sesgada, porque en sus ensoñaciones estaba inmovilizando a Ezra contra la mesa, sus
encantadores gemidos y jadeos resonaban en la habitación. En esa fantasía, tenía las manos
atadas por encima de la cabeza y le decía a Frank lo seguro que se sentía aquí. Debajo de él.
Ezra tragó una y otra vez mientras se frotaba los muslos con las manos, más vulnerable
de lo que probablemente se consideraba. —¿No me crees?
Frank quería hacerlo, realmente quería. Pero él no era un niño que pensaba con la polla
como su sobrino. Tenía edad suficiente para saber más de la vida. —No sé qué creer, así
que prefiero ir a lo seguro por el bien de ambos. ¿Entonces qué? ¿Me prepararás ese
desayuno? —Un pequeño consuelo para este desastre. Le tendió la mano a Ezra, quien la
tomó después de un momento de vacilación.
—Te prepararé el desayuno, el almuerzo y la cena, si eso es lo que quieres, —dijo,
sosteniendo la mirada de Frank con tanta intensidad que una descarga eléctrica recorrió su
polla.
No. ¿Se estaba poniendo duro por esto?
Quizás este era su fetiche. Salvar chicos en apuros.
Frank apretó la mano de Ezra, la estrechó como si acabaran de cerrar un trato comercial
y luego se alejó.
No tenía idea de cómo se suponía que iban a vivir juntos y no terminar follando.
Capítulo 10
Ezra
Habitaciones separadas.
Camas separadas.
Cuatro días después de llegar por primera vez a casa de Frank, Ezra estaba trepando las
paredes por frustración. No, no se había convertido espontáneamente en Spiderman28, pero
ahora que todas las superficies de la casa, incluidas las malditas manchas de las paredes,
habían sido limpiadas, ¿cómo iba a distraerse de su libido? Zumbaba en el fondo de su
mente como un mosquito que no lo dejaría en paz.
Se había puesto la ropa con la que había venido cuando aún estaba húmeda, porque se
negaba a ponerse un chándal viejo y manchado o una camiseta rota cuando Frank estaba
cerca. El bastardo era la encarnación de un dios griego mientras él... halaba un auto detrás
de él justo afuera, provocando a Ezra con su cuerpo sin camisa.
¿Cuántas veces al día Ezra debía masturbarse con la tentación que no podía tener delante
de su cara? La masturbación apenas lo calmaba en este punto.
¿Y por qué? ¿Algún código de ética equivocado sostenido por un tipo que (Ezra estaba
ahora seguro de ello) manejaba bienes robados? Claro, había sido una agradable sorpresa
descubrir que Frank no aprovechó la oportunidad para abusar de su posición, pero sin
sexo, Ezra era un ama de llaves glorificada y un caso de caridad. Si estuvieran follando,
sentiría que tenía más influencia sobre Frank. Pero tal como estaban las cosas ahora, cada
paso que diera podría terminar con el suelo desmoronándose bajo sus pies.
No tenía la menor idea de cuándo podría salir de este infierno, y tampoco podía explorar
mucho, porque le habían dicho que nunca se saliera de la carretera principal a través del
depósito de chatarra y tenía explícitamente prohibido tomar ciertos caminos.
Probablemente allí era donde se escondían los bienes robados. Era ridículo jugar a este
juego en el que pretendía no saber lo que Frank hacía, porque su situación abandonó el
ámbito de la normalidad cuando encontró una cabeza cortada dentro de una olla.
Sólo de pensarlo se le hizo un nudo en el estómago, así que guardó la escoba con la que
había barrido la sala y se acercó a la cocina, donde se calentaba lentamente una gran
porción de guiso. Cuando Ezra abrió el paquete por primera vez y vertió su contenido en la

28 El hombre araña.
olla, había trozos enteros de grasa adheridos a la papilla gelatinosa de jugos, carne (?), con
un par de restos de tubérculos agregados para fingir que la comida estaba
nutricionalmente completa. Ahora que la temperatura transformó el guiso en algo que
recordaba más a la comida, no se veía ni olía tan mal, pero Ezra había visto la larga lista de
ingredientes y sabía que lo que estaban a punto de comer bien podría haber sido creado a
partir de productos de la zona de exclusión de Chernóbil.
¿Cuántos aditivos raros necesitaba un maldito almuerzo? Debe ser sólo carne,
preferiblemente orgánica, verduras frescas y algunas especias. Y se podía espesar la salsa
con un poco de harina o incluso una yema de huevo, entonces, ¿qué diablos era un 'agente
espesante' y en qué medida estropearía la flora bacteriana cuidadosamente curada de Ezra?
Él no había pasado años cuidándose para estropearlo todo en unas pocas semanas. Esta
comida no estaba diseñada para la nutrición, y era impactante que Frank lograra verse tan
bien mientras comía esta basura, pero no había nada fresco en la casa, solo cosas
congeladas, latas y cenas de microondas. La ropa mojada hizo que a Ezra le castañetearan
los dientes, pero se sacudió la incomodidad y se levantó la camisa frente al espejo, que
ahora estaba impecable y revelaba todas las imperfecciones. Frank no tenía báscula de
baño, por lo que Ezra no podía estar seguro, pero podía jurar que su abdomen sobresalía
un poco menos hace apenas una semana. A este paso, perdería su forma, le aparecería
papada, luego volvería su acné adolescente y ningún hombre querría volver a tocarlo.
Miró a través de las persianas para ver de nuevo a Frank, que estaba sin camisa,
jadeando, y detuvo su entrenamiento para… empaparse con agua directamente de una
botella.
Ezra podría haber salivado un poco, deseando poder ser esas gotas que recorren el gran
cuerpo de Frank, rastreando cada cresta de músculo, lamiendo cada cabello, hasta debajo
del cinturón, donde llegarían a...
Joder.
Presionó su frente y sus palmas contra la puerta, luchando contra su excitación. Porque si
bien Frank había sido un cliente, también fue un polvo increíble. La forma en que
provocaba la piel de Ezra, cómo tenía la resistencia de un buey, cómo se concentraba en el
placer de Ezra a pesar de que había estado pagando por un servicio y podía pedir que fuera
al revés, como la mayoría de las personas... Todo que se fundió en noches que siempre
esperaba.
¿Por qué entonces las camas separadas?
¿Su posición vulnerable afectaba el deseo de Frank por él? ¿Tal vez lo que el hombre
quería era un escort encantador, no un niño asustado que corrió hacia él en busca de
ayuda? ¿Qué pasaría si la presencia de Ezra aquí destrozara la fantasía y lo convirtiera en
alguien a quien cuidar en lugar de codiciar? Había tratado de asegurarse de que Frank
siempre lo viera en su mejor momento y cuidaba la casa para que su entorno pudiera ser
más propicio para follar, pero no estaba funcionando. Y los pequeños juegos que Ezra solía
jugar, retrasando las respuestas a los mensajes de Frank o burlándose de él con dobles
significados, no funcionarían en su situación actual. ¿Cómo iba a mantener Ezra la ilusión
de intentar hacerse el duro y un muro cuando estaba literalmente a merced de Frank?
De hecho, el lugar ni siquiera estaba tan mal a la luz del día y después de una limpieza
profunda. Todo el lavado y desinfección había sido algo terapéutico. Eso le había dado a
Ezra algo que hacer para distraerse de la terrible situación en la que se encontraba, y si
Frank lo permitía, con gusto también refrescaría la capa de pintura de las paredes.
La casa de Frank era una mezcla de estilos. Tenía buena estructura y un baño reformado
muy espacioso con azulejos modernos, una gran ducha a ras de suelo y calefacción por
suelo radiante. El dormitorio de Frank era básicamente una cama enorme, un armario y un
tendedero con algunas camisetas. Lo cual no tenía sentido, ya que Frank tenía un jardín en
perfecto estado y las habilidades de bricolaje para poner un tendedero afuera para evitar
que se enmohecieran.
Y luego estaba la zona de la cocina con armarios de madera de hace veinte años que, por
su aspecto, podrían haber sido rescatados del depósito de chatarra. En medio de la sala de
estar abierta había una mesa impresionante que Frank había mencionado que había hecho
él mismo, pero estaba cubierta de todo tipo de basura y piezas electrónicas para Dios sabe
qué. El sofá frente al televisor de mierda se tragaba a Ezra cada vez que se sentaba, y
debería haber sido llevado a una de las interminables montañas de basura alrededor de la
casa antes de que le rompiera la espalda a alguien.
El estofado estaba empezando a hervir a fuego lento, por lo que Ezra apagó el fuego,
cubrió la olla con una tapa y tragó, contemplando el interior renovado. Si esta fuera su casa,
habría agregado algunos toques personales, ya que incluso los trofeos de Frank, que Ezra
había puesto en un estante previamente ocupado por revistas viejas y basura, no agregaban
suficiente alma. ¿Frank no había oído hablar de pósters o plantas artificiales? Había algunos
arbustos débiles y flores silvestres en el espacio que pretendía ser un jardín, pero con las
sombrías colinas de metal, caucho y plástico que rodeaban la casa por todos lados, Ezra
necesitaba algo para transformar su prisión en un hogar, o se volvería loco.
No. Ya se estaba volviendo loco por este aislamiento forzado y fuera de sí, pero sin salida,
su posición aquí era tan segura y estable como una silla con patas delgadas como un lápiz.
¿Y el futuro? ¿Qué podría haber allí para él si un asesino lo perseguía?
Lo odiaba todo.
Ya era hora de servir el almuerzo, pero necesitaba enfriarse un poco, así que por ahora
sirvió un poco de té helado que había preparado con bolsitas de té baratas, rodajas de
limón, sal y miel en un vaso.
Salió al sol de septiembre y sonrió casualmente para beneficio de Frank.
La montaña de hombre se giró hacia él y le devolvió la sonrisa mientras se frotaba la nuca
con la toalla. —Estoy exhausto. ¿Te interesa hacer algo bueno luego?
Ezra trató de mantener su temple, pero su mirada fue inmediatamente atraída por el
sudor que hacía que el pecho de Frank brillara al sol y sus mejillas desaliñadas brillaran
como si las hubieran bañado en aceite de bebé. —Estaba pensando que tal vez necesitarías
un masaje después de todo ese ejercicio, —ofreció Ezra, esperando que una cosa llevara a
la otra y que Frank finalmente rompiera las cadenas de principios que lo detenían.
¿O había perdido el interés ahora que Ezra ya no era un príncipe en una torre de marfil
cuyo tiempo necesitaba ser comprado?
Frank tarareó mientras Ezra le pasaba el vaso de té. Lo estaba considerando. —Tal vez
después de ducharme. Tengo un poco de dolor en el hombro. En este momento no quisieras
poner tus manos en nada de esto —Señaló su cuerpo sudoroso, y sí, a Ezra le encantaría
poner sus manos sobre todo eso.
Había algo en el olor a sudor fresco en un hombre que hacía que su cerebro fallara hasta
que lo único que podía pensar era en limpiar toda esa sal y humedad con su propia lengua.
No es de extrañar que cuando Ezra tenía encuentros casuales espontáneamente,
normalmente ocurría en el gimnasio.
Pero no podía decir eso ahora. Él nunca había sido el perseguidor. No, cazaba
convirtiéndose en un premio que todos los hombres seguirían hasta el olvido, lo supieran
todavía o no. Aquellos a quienes eligía honrar con su atención necesitaban demostrar su
valía de una forma u otra, pero estar aquí a merced de Frank convirtió a Ezra en un gusano
patético y necesitado que ansiaba la atención de otro hombre. Éste no era quien era.
—¿Qué pasa si revoco mi oferta más tarde?
Frank se rió entre dientes y tomó un sorbo de té. —¿Tienes algo mejor que hacer, o es un
fetiche con el sudor que recién estoy aprendiendo?
Sí.
—¿No te gustaría saber…?
La chispa entre ellos se disparó directamente a la polla de Ezra cuando sus ojos se
encontraron. —Vaya, este es un té realmente bueno. ¿Lo hiciste tú?
Una clara evasión del tema en cuestión, pero como fue elegante, Ezra lo aceptaría.
—Eso es lo único que puedo hacer desde cero con la comida de tu refrigerador y
despensa. Te servirá mucho mejor que las bebidas isotónicas comerciales o esa porquería
azucarada que pretende contener té.
—¡Oh! Alguien es obstinado, —dijo Frank riéndose, como si aún no supiera eso sobre
Ezra. Bebió más té y ahora incluso la vista de su nuez de Adán balanceándose estaba
poniendo cachondo a Ezra. Estaban aquí solos, con acres de depósito de chatarra entre
ellos y la civilización, y oh, montaría la gorda polla de Frank aquí mismo, en el claro frente a
la casa.
¿Por qué, ah, por qué no podían simplemente follar? De todos modos, era sólo sexo.
—No puedo creer que consigas levantar esos enormes neumáticos si sobrevives con
comida falsa. Esa mierda es radiactiva, —dijo Ezra, esforzándose por mantener la mirada
hacia el norte cuando la brisa llevó el aroma salado y almizclado de Frank a su cara. Por un
momento, su lengua se sintió demasiado espesa para su boca, pero cuando Frank lo miró a
los ojos con ojos como dos carbones, se obligó a pronunciar más palabras—. Esto no es
suficientemente bueno. Si te tomas en serio tu entrenamiento, necesitas mejorar tu físico
con una alimentación adecuada.
Listo, planta la idea de que no es tan perfecto. Hazlo que vuelva a luchar por tu aprobación.
Frank se miró los muslos con una expresión vacía. —¿No te gusta mi comida? Te lo dije,
puedes cocinar lo que quieras…
Ezra ladeó la cabeza. —Para alguien a quien claramente le gusta ser un hombre grande y
fuerte, realmente no dedicas mucha atención a la nutrición, ¿verdad? Y con mucho gusto
cocinaría para ti, pero ¿con qué? Todo lo que tienes está listo para dejarlo caer en el plato.
Frank frunció el ceño y bebió el té, luego… arrojó el vaso al montón de basura cercano. Se
rompió contra el motor de un coche viejo con un sonido agudo. —Como muchas proteínas.
—Resopló y se cruzó de brazos sobre el pecho como si lo que había hecho fuera normal.
Lamentablemente, la nueva posición sólo hizo que sus enormes pectorales y bíceps fueran
más imponentes. El cambio en la atmósfera lo convirtió de un hombre grande y sexy a uno
aterrador y grande, y Ezra temió que el vaso tuviera que romperse para que su nariz
pudiera permanecer intacta.
La tela húmeda que cubría su cuerpo pareció tensarse a su alrededor mientras su
respiración se aceleraba. Aún así, logró mantener su sonrisa. Siempre era mejor seguir
adelante, no alterar las cosas ni enfrentarse a hombres más fuertes que él, pero la tensión
estaba aumentando y la frustración se apoderó de él.
—No quise criticarte. Sólo quiero ayudarte con tus objetivos, y comer muchos batidos y
barras de proteínas no te pondrá en plena forma. Necesitas comida sana. Puedo hacerlo por
ti, pero para eso necesito los productos adecuados.
Una parte de él quería estar bajo Frank aún más ahora, porque ni siquiera el depredador
más letal atacaría el objeto de su deseo.
Frank se frotó la frente con un suspiro. —Está bien, pero no puedo llevarte a la ciudad.
Hazme una lista y veré qué puedo hacer. Dex vendrá por la noche, debería poder enviarlo
de compras.
Dex, el esquivo sobrino de Frank, que ya llevaba dos días seguidos sin llegar.
Simplemente genial.
Ezra abrió la boca, pero entonces una ráfaga de viento más fuerte lo hizo temblar y le
hizo cosquillas en la nariz hasta que estornudó. —Claro.
Las cejas de Frank se alzaron cuando evaluó a Ezra de pies a cabeza. —¿Estás usando
ropa mojada?
Ezra suspiró. —Sí.
Frank negó con la cabeza y señaló la puerta como si Ezra fuera un perro. —¿Por qué? Te
lo dije, puedes usar la mía mientras la tuya se seca. Sé que son demasiado grandes, pero
¿qué importa durante unas horas? ¿Y no te di una de las viejas sudaderas con capucha de
Dex?
Oh, sí, la monstruosidad roja y morada con un patrón de caca de dibujos animados. No
gracias. Puede que Ezra se encontrara en una situación terrible, pero aún no había perdido
su dignidad.
—Uso tu ropa cuando estoy limpiando, pero no me queda bien. Esto me hace sentir bien,
—dijo Ezra, quitándose el suéter húmedo del estómago.
Frank lo instó a entrar con un gesto gentil que no se parecía en nada a la furia apenas
contenida con la que había arrojado el vaso. —Está bien, bueno, hay un montón de ropa
usada que alguien trajo el otro día. Están en un contenedor de envío, por lo que no se
habrán mojado. Le preguntaré a Jag si es seguro ir allí.
¿Ropa usada? ¿De un depósito de chatarra? ¿Era esta la vida de Ezra ahora? ¿Frank no
podía ver que Ezra se estaba marchitando desde dentro?
Quería protestar, pero Frank frunció el ceño y levantó la mano para callarlo mientras
miraba hacia el ancho camino que conducía hasta aquí desde la puerta. Y entonces Ezra
también lo vio: una furgoneta se dirigía hacia ellos. La tensión recorrió su cuerpo, pero se
disipó cuando el rostro de Frank se relajó.
—¿Debería esconderme? —Ezra pidió estar en el lado seguro.
—No, mi amigo Shane finalmente regresó de un curso de adiestramiento canino que
organizó. Él es el que tiene la casa junto a la puerta norte.
Durante los pocos días que estuvo aquí, Ezra obtuvo información básica sobre la
configuración del enorme depósito de chatarra, incluida una solicitud muy severa sobre
dónde no debería ir. En realidad, en la mayoría de los lugares. Frank afirmó que era por
seguridad, pero Ezra no tenía dudas de que las reglas tenían más que ver con ocultarle
actividades ilegales que cualquier otra cosa.
Shane era un hombre que Frank había conocido la mitad de su vida, y vivía en el depósito
de chatarra con su novio Ros, que era escultor, aunque Ezra tenía sus sospechas de que
cualquiera que viviera allí, incluidos Jag y su hombre, Dane, estaba hasta las rodillas dentro
del crimen.
Sin embargo, Ezra estaba feliz de ver una cara nueva, y cuando la camioneta decorada
con figuras de perros caricaturescos se detuvo frente a ellos, se paró junto a Frank a pesar
de que la brisa lo convertía en un carámbano.
Un hombre alto y apuesto, de cabello oscuro y cara de sinvergüenza, salió primero del
vehículo y se acercó a ellos a grandes zancadas. Los ojos verdes se posaron en Ezra desde
arriba de una nariz torcida que de alguna manera añadía aún más encanto a la presencia
magnética del extraño.
—¿Es él? —preguntó el hombre antes de apretar la mano de Frank, lo que confirmó que
él era quien pensaba Ezra.
—Sí, Ezra, Shane, —dijo Frank, dejando a Ezra preguntándose cuánto sabía el amigo de
Frank sobre él—. Y esos son Ros y Cerberus.
Al otro lado de la furgoneta, un hombre de unos veinte años se apeó junto a un pitbull
americano. Mientras el perro meneaba la cola y seguía a Ros, Ezra todavía estaba se acercó
un poco más a Frank, porque el animal no estaba atado, y lo último que necesitaba además
del desastre en el que ya estaba eran cicatrices de una mordedura de perro.
Ros les sonrió mientras se acercaba. Él era... muy bonito. Una nariz grande y bien
formada le daba un aspecto refinado y su piel claramente recibía algo de hidratación. Su
largo cabello oscuro estaba arreglado en dos trenzas holandesas, y una camiseta con un
pitbull de dibujos animados colocado como la Mona Lisa contribuía a su encanto juguetón.
—¡Ey! He oído que Frank tenía un invitado.
De cerca se veía aún más hermoso, con la piel clara y los ojos brillantes. Su presencia hizo
que Ezra se relajara, contento de que hubiera alguien cerca con quien pudiera identificarse.
—Encantado de conocerte. Mi nombre es Ezra.
Ros le estrechó la mano y, aunque sus dedos estaban salpicados de algunos cortes y
cicatrices, propios de alguien que hacía esculturas con chatarra, se cortaba y pulía las uñas.
—¿Por cuánto tiempo se queda?
Frank se aclaró la garganta. —Eso está... por ver.
Shane le sonrió a Ezra y movió las cejas. —¿Mantienes a Frank alerta29? ¡Bien! Tal vez
incluso limpies su casa.
Un comentario juguetón pero bien merecido, por lo que Ezra le ofreció a Shane su sonrisa
más encantadora. —Ya no tendrá que hacerlo más. Sé cómo encargarme de todo.
Ezra dejó eso en el aire y Ros se aclaró la garganta, haciéndole un gesto al perro para que
se quedara detrás de él cuando notó la tensión en el cuerpo de Ezra. Era perspicaz.
Frank resopló. —Si tuviera tiempo para arreglar las cosas...
Ros lo rechazó con un gesto. —Todos sabemos que estás ocupado. Por eso vinimos. Por
cierto, es un gran cinturón. ¿Dónde lo conseguiste? —preguntó, señalando el accesorio que
Ezra le había regalado a Frank para su cumpleaños.
Ambos se quedaron paralizados, perdidos en lo que debían hacer, hasta que Frank
murmuró: —Ah, era de Ezra.
Las cejas de Shane se alzaron. —Alguien tiene gustos caros.
La mirada de Frank se dirigió a Ezra, quien se aclaró la garganta. En realidad, el cinturón
estaba hecho a medida, pero nadie necesitaba saber cuánta atención puso en este regalo
final destinado a recordarle a Frank su breve e inusual relación. ¿Y ahora? Ya no sabía cuál
era su posición respecto de Frank. Y lo odiaba. —Lo elegí porque me recuerda a sus
tatuajes, —dijo, sin querer hablar de dinero.

29 Usa la frase “keep on his toes” que significa estar alerta y listo todo el tiempo por si algo pasa.
—Es el mejor que tengo, —dijo Frank, ofreciéndole a Ezra una sonrisa que hizo que su
pecho se calentara. Pero antes de que hiciera algo de lo que luego se arrepintiera, Ros
intervino.
—Tenemos algo de comida para llevar para todos. ¿Quieres venir a nuestra casa?
¡Comida de verdad! Incluso si se tratara de una pizza de cadena de restaurante de
mierda, al menos estaba recién hecha, no recalentada.
—Que amable de tu parte. Me encantaría conocerlos mejor a los dos, —dijo Ezra,
ignorando el hecho de que Shane lo miraba con una media sonrisa. ¿Tal vez sabía de las
visitas de Frank después de todo?
—Sí, pero tú hiciste el estofado... no quiero que tu trabajo se desperdicie, —dijo Frank,
mirando hacia la casa con una expresión ilegible, pero Ezra tenía la intención de charlar con
Ros y ver si se llevaban bien. Tal vez incluso podría darle algunos consejos de gimnasia,
porque sus pantorrillas eran demasiado delgadas en proporción al resto de su cuerpo.
—Vamos, es solo un guiso preparado previamente. Sería un crimen renunciar a
alimentos frescos para comer algo que probablemente tenga suficientes conservantes para
no enmohecerse durante una semana en el mostrador.
Shane comenzó a reír y empujó el bíceps de Frank. —¡Él ya te conoce! Vamos, tenemos
pollo asado y patatas asadas de ese nuevo lugar francés que le gusta a Ros.
La sonrisa de Ros se amplió y caminó de un lado a otro mientras escuchaba el feliz
ladrido de su perro. —Ah, ¿y las baguettes de masa madre con setas y queso gruyère?
¡Divinas!
A Ezra se le hizo la boca agua. Parecía que Ros era un hombre de gustos mucho mejores
de lo que su entorno sugeriría.
—Por supuesto que iremos, —dijo Ezra y le envió a Frank una brillante sonrisa—. ¡Me
encanta un poco de Gruyère como regalo!
Ros sonrió y le silbó a su perro, volviéndose hacia la furgoneta. —Bueno, hoy puedes
comer todo el que quieras.
En realidad no, pero Ezra no discutiría cuando había comida real en juego. Tal vez fuera
más grasoso, y las baguettes eran bombas de carbohidratos, pero probablemente serían
más saludables que la comida chatarra procesada que había estado comiendo desde que
llegó aquí.
—El queso es queso. Simplemente se siente un desperdicio, —se quejó Frank como si no
le hubiera traído un Rolex a Ezra hace menos de una semana. El mismo Rolex que todavía
estaba en la muñeca izquierda de Ezra, recordándole que si las cosas se ponían difíciles, no
moriría de hambre.
—La comida de calidad nunca es un desperdicio, —le dijo Ezra a Frank, mirándolo a los
ojos—. Y el Gruyère ofrece una experiencia completamente diferente a la del Brie, el Port
Salut o el Gouda, por nombrar algunos. Hay una razón por la que a la gente se le ocurrieron
tantas variedades.
Frank levantó las manos en señal de derrota y agarró su camiseta de la valla. —Mientras
no les importe, estoy sudando después del entrenamiento. Ah, ¿y Ros? —Ros se volvió y ya
abrió la puerta de su camioneta—. Ezra realmente no puede acceder a su ropa en este
momento. ¿Puedes prestarle alguna de la tuya? Pareces tener un tamaño similar.
Fue... en realidad muy amable de su parte preguntar, incluso si Ezra tenía mucho más
músculo que Ros. Aún así, el compañero de Shane era un poco más bajo que él, así que ¿tal
vez algunas de sus prendas más grandes le quedarían bien? ¿Un jogger o una camiseta que
no había sido regalada como mercancía?
Una sonrisa se dibujó en los labios de Ezra mientras miraba a Ros, y el alivio llenó su
corazón cuando el chico asintió.
¿Quizás la vida estaba mejorando?
Capítulo 11
Frank
Ezra era hermoso como un príncipe hecho de hielo. Puede que su piel no fuera pálida,
pero su color oliva era frío y el cabello castaño oscuro caía sobre su nuca como si fuera
claro como la nieve. Sólo sus ojos brillaban como dos velas, torturando a Frank con su
juicio.
Nada de lo que hacía Frank era lo suficientemente bueno. Su comida era mediocre. Su
casa... una ruina. Y, sin embargo, a pesar de todos los comentarios sarcásticos, Frank no
pudo evitar desear a Ezra con tanto fervor que no se sentía cómodo pasando demasiado
tiempo en la misma habitación. No podía permitirse aceptar la oferta que Ezra le había
hecho esa primera noche, no cuando significaba usar la terrible situación de Ezra en su
contra, y especialmente después de haber aprendido cuán debajo de él estaba todo en la
vida de Frank.
Era obvio que Ezra odiaba estar allí y, a pesar de intentar ocultarlo, de vez en cuando su
disgusto se mostraba de una forma u otra. Esconderlo aquí era como encerrar a un
semental árabe galardonado en una vieja y sucia pocilga con agujeros en el techo, pero ¿qué
iba a hacer Frank cuando eso era todo lo que tenía para ofrecer?
Le preocupaba que la estancia prolongada en el depósito de chatarra transformara el
disgusto de Ezra en odio, pero cuando la cuidadosa sonrisa congelada en los bellos rasgos
se derritió al ver a los cachorros, el pecho de Frank también se llenó de calidez. Había visto
la sonrisa que Ezra tenía para ellos antes, durante su viaje al lago y en las raras ocasiones
en que Ezra realmente se relajaba con él, así que verla ahora se sentía como un rayo de
esperanza para un futuro en el que los dos aprendieran a coexistir en paz.
—¡Me van a destrozar! —Ezra gritó, rodando por el suelo mientras la camada de
Rottweilers trepaba sobre él mientras sus padres los observaban con los tres perros
restantes.
Por primera vez no le importó que su camisa se arrugara o que sus pantalones se
convirtieran en un nuevo hogar para el pelo de perro. Frank nunca quiso un cachorro más
que ahora. Tal vez entonces vería más de esas encantadoras sonrisas en su casa.
Al menos mientras Ezra se quedara, que era sólo el tiempo que fuera absolutamente
necesario.
Y por mucho que la naturaleza frugal de Frank luchara contra esto, tuvo que admitir que
el pollo asado era fresco y jugoso, a diferencia de los que compraba congelados a granel, y
el queso gruyere agregaba otra dimensión al sabor de los champiñones. Al igual que las
comidas que Ezra solía prepararle en su departamento, los platos que Shane y Ros les
ofrecían eran deliciosos, nutritivos y preparados con cuidado. ¿Quizás realmente era hora
de cambiar algo en la comida que comía Frank? Porque, por supuesto, esto era mejor que el
guiso ya preparado, pero normalmente estaba demasiado ocupado para cocinar o hacer la
compra con regularidad. Pero si la situación actual hacía a Ezra tan infeliz, entonces Frank
tenía que hacer algo al respecto, incluso si el chico no iba a convertirse en una parte
permanente de su vida.
Ros se sentó en la alfombra junto a Ezra, colgando un peluche encima de uno de los
cachorros. —Oh, son pequeños monstruos. Últimamente no estoy haciendo ningún trabajo.
—Puedo ayudar, —dijo Ezra de inmediato, sacudiendo la oreja de un cachorro que estaba
triunfalmente boca abajo.
Por supuesto que lo haría. Seguramente haría cualquier cosa para liberarse de Frank y de
la obligación de hacerle compañía.
Ros le sonrió. —¿Puedes? Estoy bastante seguro de que Frank tiene una bicicleta vieja
que podrías usar si el otro auto de Frank todavía está averiado.
Por supuesto. ¿Por qué no señalar otro fracaso en la vida de Frank? Nunca llegó a
arreglar el maldito Dodge porque de todos modos usaba la camioneta la mayor parte del
tiempo, por lo que el otro vehículo no era una prioridad.
—Revisaré ese auto, —dijo Frank, separando el pollo. Porque ¿qué más iba a decir? 'No,
Ezra, ¿no puedes venir aquí porque me gusta demasiado mirarte'? Sería mejor si Ezra
tuviera algo más que hacer durante su convivencia forzada, porque la tensión dentro de
Frank se acumulaba cada día y no se podía aliviar rompiendo más vasos.
—¿Lo harías? Eso sería sorprendente. Pasas la mayor parte del día fuera y tal vez a Ros le
vendría bien un poco de ayuda. —Preguntó Ezra, ayudando suavemente al cachorro a
levantarse mientras se sentaba.
—Oh, definitivamente. Requieren mucho tiempo y los otros perros también necesitan
ejercicio diario. —Ros asintió, acariciando a uno de los cachorros con una amplia sonrisa.
Frank no se perdió la forma en que los ojos de Shane se volvieron más suaves cuando
miró a su novio, y trató de no estar celoso, realmente lo intentó, pero su propio barco había
zarpado, y la pequeña alegría que había compartido con Ezra fue arrebatada de él también.
Todos a su alrededor tenían parejas y él estaba feliz por ellos, pero siempre fue un
recordatorio de que su propio estilo de vida no era propicio para tener una pareja,
especialmente porque siempre se había enamorado de hombres que no podía tener.
—Está bien, verte con esa ropa mojada me hace temblar. Vamos a buscarte algo seco, —
decidió Ros, levantándose del suelo.
—Ya se han secado. Soy de sangre caliente, —dijo Ezra con una rápida mirada a Frank—,
pero necesito más de un par de pantalones y una sola camiseta.
Frank estuvo a punto de disculparse, como si fuera de alguna manera culpa suya que Ezra
no tuviera la mejor ropa que podía soñar. Así que mordió el pollo, porque era ridículo. No le
debía nada a Ezra. Estaba ayudando al chico porque quería. Porque era lo correcto para
alguien con quien había pasado tanto tiempo maravilloso.
Tan pronto como Ros y Ezra desaparecieron arriba, Shane pateó el pie de Frank debajo
de la mesa. —¿Escuchaste eso, Frank? Necesita más. ¿Le estás dando sólo la mitad de tu
polla a la vez?
Frank gruñó con la boca llena. —No estamos follando.
Shane se levantó y se acercó a la cocina para tomar dos cervezas. —Mierda. Te conozco
desde hace demasiado tiempo para tragarme este tipo de mentiras —dijo y puso ambas
botellas sobre la mesa.
—Bueno, no lo estoy. La única razón por la que está aquí es porque está en problemas. No
podría decírtelo por teléfono. Es una mierda profunda de la que todavía no sé cómo sacarlo.
Mientras tanto, ¿es como un caramelo para la vista? Claro. Pero no voy a poder chuparlo30.
Y oh, cuánto le encantaría chupar a Ezra. Preferiblemente con esos bonitos ojos
vendados, las muñecas esposadas y las piernas bien abiertas. El bondage era algo a lo que
nunca habían llegado, y aunque Frank aceptaba que a la gente le gustaba lo que le gustaba,
le molestaba tener la sensación de que Ezra rechazaba ese tipo de juego por razones de
seguridad, no porque simplemente no fuera lo suyo. De lo contrario, ¿por qué estaría tan
dispuesto a ser dominado y retenido?
Lo cual era algo en lo que Frank necesitaba dejar de pensar si no quería ponerse duro en
medio de la sala de Shane.
Shane abrió su botella y tomó un trago de cerveza fría, acariciando la cabeza de Hera
cuando ella se sentó a su lado, interesada en la comida que quedaba en la mesa. Este

30 Es un juego de palabras al llamar a Ezra “caramelo”. Pero también conocemos cuanto le gusta a Frank
darle sexo oral a Ezra.
momento le resultó dolorosamente familiar. La casa que Shane ahora compartía con Ros
era mucho más bonita que la choza en la que Frank había vivido cuando Shane se unió a él
por primera vez en el depósito de chatarra, mucho antes de su sentencia de prisión, pero
sentarse así y beber cerveza juntos era un recuerdo de esa época pacífica. ¿Cuántos años
habían pasado? ¿Quince? Shane había sido una presencia en la vida de Frank durante tanto
tiempo que ya no podía contarlo.
—¿Desde cuándo conoces a un chico lo suficientemente bonito como para ser modelo? ¿Y
dónde lo conociste?
—Es un masajista. Tengo un problema en el hombro, —dijo Frank, sin creérselo ni él
mismo, pero esa era la mentira que le habían dado a Jag, así que tarde o temprano, Shane la
habría escuchado. Para evitar mirar los ojos del detector de mentiras de Shane, se
concentró en abrir su cerveza.
—¿En serio? ¿En qué tipo de masaje se especializa?
Ja, por supuesto que la historia de portada sonaba turbia, pero ya no podían cambiarla.
—Masaje deportivo, —dijo Frank sin perder el ritmo, porque había anticipado esta
pregunta.
—¿Sí? ¿Sus trabajos manuales están batiendo récords?
Frank soltó una carcajada y luego tuvo que cubrirse la cara con la mano. Tenía que darle
eso a Shane. —Sí, tal vez estoy enamorado de él como un colegial, ¿vale? Está aquí porque
está bien jodido y no por mí31.
Shane suspiró, golpeando la botella con la uña. —El hombre que lo persigue, ¿es otro de
sus clientes de 'masajes'? —preguntó, haciendo las comillas con los dedos.
Shane vio claramente a través de su mentira, entonces, ¿cuál era el punto de intentar
mantener esta farsa? Frank tomó un trago de cerveza. —Sí, y es Paul Burke de todas las
personas. Ezra terminó en el lugar equivocado en el momento equivocado y ha visto cosas
que no debería haber visto. Necesito descubrir cómo llevarlo a un lugar seguro, porque ya
sabes cómo es Paul. Como un perro con un hueso. Él no dejará pasar esto y no voy a
enterrar a Ezra en un barril dentro de un mes por nada del mundo. —Sólo pensar en ello
hizo que Frank apretara el puño vacío.

31 Usa la palabra “fucked” que además de una maldición como “joder/jodido” significa “follar”. Es decir, la
frase también se leería “bien follado y no por mí”.
Shane exhaló y la sonrisa pícara desapareció de su rostro mientras observaba a Frank en
silencio. Ambos conocían demasiado bien a Paul como para tener una visión positiva de la
situación de Ezra.
—Mierda, —dijo sacudiendo la cabeza—. ¿Qué vas a hacer?
Frank se encogió de hombros. —Por ahora, lo mantendré a salvo, dándole unos días.
Podría comunicarme con Paul en un momento y preguntarle si ha tenido noticias de Ezra
para despistarlo. Le envié un mensaje de texto al teléfono de Ezra en caso de que esté
revisando los mensajes que contiene. ¿Luego? Me comunicaré con mi encargado de las
identificaciones falsas y, cuando sienta que es seguro, le preguntaré a Ezra si prefiere
Canadá o México. Debería cruzar la frontera a pie, sin necesidad de reservar un billete de
avión.
Shane golpeó la mesa con el puño, observando a los cachorros alimentarse de su paciente
madre en la esquina. Su rostro parecía tallado en piedra cuando frunció el ceño, sumido en
sus pensamientos. —Él es el chico con el que has estado saliendo durante el último año,
¿no?
¿Cuál sería el punto de fingir ahora? Frank asintió y tomó más cerveza. —Fue
simplemente un poco de diversión. —Shane probablemente lo juzgaría por eso, pero Frank
era demasiado mayor para preocuparse.
—Debe haber sido más que eso si está aquí. ¿Por qué correría hacia ti entre todas las
personas?
Frank se encogió de hombros. —¿Porque soy grande y peligroso pero también tengo
debilidad por él? Y tenía razón. Supongo que la tengo. Pero cuando yo... ya sabes, cuando
pagaba para verlo, ambos sabíamos cuál era nuestra posición. ¿Esto? Esto es un desastre.
No puedo esperar nada de él en esta situación. No quiero abusar del poder que tengo.
Shane ladeó la cabeza. —¿Y bien? ¿Entonces ustedes dos están cocinándose juntos en una
casa, sabiendo que podrían follar pero no lo hacen? ¿Qué dijo él al respecto?
—Shane, míralo. Estaba bastante feliz con nuestro acuerdo, pero no es como si me mirara
dos veces si nos encontráramos en la calle. Está bien. Yo sé quién soy. No importa. Fue
divertido mientras duró.
Shane frunció el ceño. —Estás actuando como un viejo triste que piensa que no hay nada
para él. Es bonito como una foto, sí, pero ¿por qué te subestimas tanto? Supongo que la
mayoría de los tipos que lo contrataron no eran así —Señaló el cuerpo de Frank.
Las palabras de Shane encendieron una chispa de esperanza que Frank no podía apagar
por mucho que su pesimismo lo intentara. Porque ¿y si él fuera el tipo de Ezra? Frank no
había nacido ayer y era muy consciente de que a algunos chicos les gustan los tipos grandes
y malos, al igual que a Frank le gustaban refinados, con la estructura ósea de los ángeles.
—Realmente no puedo retenerlo aquí para siempre sin que Paul se entere
eventualmente.
Shane puso los ojos en blanco. —¿Entonces de repente se trata de Paul?
Frank abrió los brazos tan abruptamente que un poco de cerveza se derramó de su
botella. —¡No lo sé! Todo esto me está poniendo de los nervios. ¿Tengo siquiera tiempo
para una relación? Y luego está el negocio del que realmente no puede saber nada. No
querría tener nada que ver conmigo si lo supiera. Es muy… delicado, —concluyó
rotundamente.
Los ojos de Shane se abrieron de par en par y fingió cerrar la mandíbula con una mano.
—Oooh, Frankie. No dije nada sobre una relación, pero si eso es lo que piensas, entonces
tienes que apostar por esto. Y si no lo haces, me aseguraré de que él sepa que es posible que
necesites un poco de amor.
Frank se levantó y agarró a Shane por el cuello, porque un hombre tiene límites. —No te
atrevas a...
—Um… ¿todo bien aquí abajo? —Preguntó Ros, bajando las escaleras.
Frank soltó a Shane, pero aun así fulminó con la mirada a su amigo mientras se sentaba.
—Bien.
Capítulo 12
Ezra
La característica más sorprendente del dormitorio de Rosen y Shane era el fresco pintado
en el techo de la alcoba que contenía su cama. Con criaturas fantásticas y hombres con
armaduras brillantes, debería haber parecido exagerado. Típico de nuevos ricos32. Pero en
cambio, era la expresión del talento artístico de Ros, y Ezra no pudo evitar seguir mirando
hacia él mientras se probaba la ropa. Le sorprendió que la mayoría no fueran de marcas
conocidas y a menudo tuvieran un diseño inusual que, supuso, iba con la personalidad de
Ros. Uno de los suéteres que se había probado incluso estaba hecho a mano.
Como sospechaba, Ros usaba otra talla, ya que tenía menos tono muscular y era más bajo,
pero muchas de las prendas que le habían ofrecido estaban bastante bien. Y los pantalones
grises que Ros había comprado en línea y tenía la intención de devolver no solo le
quedaban bien a Ezra sino que también mostraban sus piernas. Los combinó con una
camiseta sencilla, que se metió por dentro y listo, inmediatamente se sintió más como él
mismo. Sin mencionar que la banda chapada en oro del Rolex elevó el conjunto a nuevas
alturas.
—No tienes ni idea de lo feliz que esto me hace. No puedo acceder a ninguna de mis
pertenencias en este momento, —dijo Ezra mientras sus hombros caían un poco.
Ros, que estaba sentado en el suelo junto a una mezcla de Husky y Corgi Galés llamada
Eros, le ofreció una sonrisa. —No te preocupes. Puedes tomar prestada toda la ropa que te
guste. También podría pedirte algunas cosas de primera necesidad, como ropa interior. Si
Frank comprase algo de tu talla, podría llamar la atención de alguien que busque pistas.
Y ahí estaba. A pesar de su alegre personalidad, su amor por la comida de calidad y el
arte, Ros era muy consciente de que quienquiera que estuviera detrás del destierro
temporal de Ezra al depósito de chatarra no era un ciudadano normal. No se han
compartido detalles, pero como sospechaba Ezra, incluso este chico lindo sabía que el
negocio de Frank no era del todo legítimo.
Se aclaró la garganta. —Gracias. En serio.

32“New money” es una frase para referirse a cuando alguien que no está acostumbrado a tener mucho
dinero de repente se hace rico y gasta grandes cantidades en cosas absurdas y muy extravagantes.
—Es un bonito reloj, —dijo Ros en un tono inocente, pero sus grandes ojos revelaron una
curiosidad que venía con el contexto. Reconoció que la joya en la muñeca de Ezra no era
sólo una baratija.
—Fue un regalo, —le dijo Ezra, acercándose a la cama para doblar todos los artículos que
pensaba llevarse. Sonrió cuando su nuca hormigueó con la sensación de ser observado.
No importaba si Ros era su tipo o si quería hacer cualquier cosa con él o no, pero ser
notado le hacía sentir como si todavía tuviera el control. Ese tipo de influencia que sólo
viene con la belleza.
—Generoso. Pero no puedo quejarme ya que el mes pasado fui bendecido con seis
nuevos bebés peludos. ¿Sabes cuánto tiempo te quedarás?
—Frank no me lo dirá. Pero es protector, —añadió Ezra, esparciendo una pizca de
sospecha en los pensamientos que sin duda giraban en la cabeza de Ros. La gente como él
rara vez vivía en depósitos de chatarra en medio de la nada.
Ros ladeó la cabeza, se acercó a la cama cubierta de piel y se sentó contra la cabecera. —
¿Él te dio ese reloj? —Sonrió y le guiñó un ojo a Ezra, sin prisa por bajar las escaleras.
Bingo. Aquí era exactamente donde Ezra quería que esta conversación fuera, y Ros siguió
su hilo como un buen chico.
Era muy diferente a los semiamigos que Ezra tenía en la ciudad. Mientras hacía
preguntas, no intentó alardear y tampoco parecía celoso. Era sólo un sentimiento, pero
Ezra era bueno para sentir estas cosas. ¿Podría ser que estaba tratando de averiguar si Ezra
y Frank eran algo que debía entender si podía tener a Ezra como tercero en su cama y la de
Shane? No habría sido la primera vez.
—Bueno... sí, pero ahora estoy un poco sorprendido, —dijo Ezra—. Este lugar debe
generar más dinero del que parece. Pero claro, no sé nada sobre este tipo de negocios.
La sonrisa de Ros podría haber competido con la de la Mona Lisa. —Suceden muchas
cosas aquí. Shane trabaja un poco con Frank, así que lo sé. Pero varía. Depende de si Frank
tiene un comprador para los artículos o si alguien trae un tesoro coleccionable con toda la
demás basura. Jag ayuda a solucionarlo, pero es mucho trabajo. Pero también estoy
bastante seguro de que Frank tiene ahorros.
Fue una respuesta muy enigmática que no confirmó ni negó las sospechas de Ezra sobre
que Frank moviera bienes robados, pero no quería parecer entrometido y le ofreció a Ros
su sonrisa número cinco. —Sí… estoy increíblemente agradecido por lo que está haciendo
por mí. Es solo que... —Ezra se aclaró la garganta para parecer lo suficientemente inseguro,
pero en realidad, estaba tratando de obtener más información mientras tenía a Ros para él
solo—. Pensé que teníamos buena química. Y ahora él simplemente... simplemente no está
haciendo nada.
Ros se enderezó y abrazó una almohada. —¡Ooh! Entonces te gusta. ¿Él lo sabe? Eso es
raro. ¿Por qué no haría ningún movimiento?
A Ezra definitivamente le gustaba Frank.
También estaba muy cachondo después de un período de sequía de varios días. No estaba
acostumbrado a pasar tanto tiempo sin sexo, especialmente con un semental como Frank
siempre cerca.
—Dijo que sería inapropiado. ¿Puedes imaginarlo?
Ros resopló. —¿Qué? ¿Por qué? ¿Por la diferencia de edad? Hay diez años entre Shane y
yo, y lo estamos haciendo bien.
—Ustedes dos hacen una buena pareja. Nunca os separéis, —dijo Ezra distraídamente y
se echó el pelo hacia atrás, mirando a Ros—. Con Frank… bueno, tuvimos unos momentos
antes de que yo viniera aquí. Pero parece pensar que si me acostara con él, sería por
obligación, lo cual es ridículo. ¿No tiene un espejo?
Los hombros de Ros se hundieron. —Ya veo… Parece un tanque tatuado, pero tiene un
corazón muy tierno. Ayudó a Shane después de salir de prisión, básicamente tiene a Jag
como mascota y nos dio el terreno en el que construimos nuestra casa porque quería que
nos sintiéramos seguros. Pero una vez que decide que algo es lo correcto, puede ser muy
terco al respecto.
Eso era mucho para asimilar. Shane solía estar en prisión, lo que no parecía molestar a
Ros en lo más mínimo, ya que hablaba de ello como si fuera solo una fase por la que el
novio de uno pasaba ocasionalmente, pero lo más importante, ofrecía mucha información
sobre el carácter de Frank.
¿Tal vez él realmente era como parecía durante sus reuniones? Alguien muy generoso.
Alguien bueno.
—¿Qué tengo que hacer? Lo conoces desde hace más tiempo.
Ros se rió. —¡Haz tu movimiento, hombre! ¡Mírate a ti mismo! ¿Cuánto tiempo crees que
podrá resistir? Le doy veinticuatro horas.
Ezra no estaba seguro de si debía sentirse halagado u ofendido, pero la sonrisa de Ros era
genuina y no daba a entender que estuviera esperando una reacción a los disparos que le
había lanzado. —Bueno, puede que tenga algunos trucos bajo la manga.
—Ahí tienes. —Ros dijo encogiéndose de hombros y se levantó para acariciar a Eros que
estaba rascando la cama—. Aunque una vez confesó en Verdad o Reto, después de
bastantes tomas, que una de sus cosas favoritas son los juguetes. Haz con esa información
lo que quieras. —Ros arqueó las cejas.
Ezra señaló con el dedo a Ros mientras las imágenes de Frank sumergiéndose entre sus
piernas con un consolador llenaban su mente más allá de su capacidad, expandiéndose
constantemente. —Oh... está bien... ¿No reveló si tiene alguno? —Preguntó Ezra, molesto
por el tono alto de su voz. Frank ni siquiera había hecho nada todavía y ya estaba poniendo
cachondo a Ezra otra vez.
Ros sonrió. —Quiero decir… es muy seguro que sí, ¿verdad? —Pero entonces Eros
empezó a follarle la pierna y gimió—. Tengo que dejarlo salir. Se pone así cuando tiene
demasiada energía que quemar. ¿No nos pasa igual a todos? —Se rió a carcajadas y empujó
al perro hacia la puerta.
—Creo que podría llevarme a Frank a casa ahora, —dijo Ezra, arrojando la ropa en una
gran bolsa de lona con el logo de una tienda de arte.
Su espalda estaba plagada de hormigas bravas y sólo una cosa, una polla, podía poner fin
a su miseria.
Odiaba la tensión sexual no resuelta.
Ezra siguió a Ros escaleras abajo y, según el número de botellas que había en la mesa,
Frank debía haber bebido al menos tres cervezas. Oh bueno, sería más fácil.
—¿Tienes todo? —Preguntó Frank, enderezándose en la silla.
Ezra le sonrió y dio un pequeño giro para asegurarse de que Frank viera lo bien que se
veía su trasero con esos pantalones. Shane también estaba mirando, pero no era a él a
quien Ezra quería encantar. —Vamos.
Ros corrió hacia la cocina. —Y aquí está la mezcla orgánica para panqueques y los huevos
de los que hablamos, —dijo y empacó los productos para Ezra en otra bolsa.
—Gracias por la comida, chicos. —Frank asintió hacia Shane—. Me pondré en contacto si
surge algo.
Vagas conversaciones sobre crímenes, si es que Ezra alguna vez escuchó alguna. Pero
considerando que ahora estaba huyendo de un asesino literal, cualquier cosa que Frank y
Shane hicieran parecía inofensivo. Saludó a sus anfitriones, les envió un beso de despedida
a los cachorros y abrió el asiento del conductor de la camioneta de Frank, subiéndose
mientras sus pensamientos palpitaban con posibles cosas que decir.
Frank negó con la cabeza. —¿Oh sí? ¿Tienes miedo de que nos choque?
Ezra se sentó pero no podía apartar la vista de los rasgos severos que le provocaban un
escalofrío en el trasero. El perfil fuerte con una nariz ancha, cejas pobladas y labios
carnosos le recordó a Ezra a un león macho, y no podía esperar a volver a convertirse en su
víctima voluntaria.
Era imposible dejar de pensar en lo que Ros le había contado. ¿Cómo es que Ezra no sabía
esto? ¿Por qué Frank no habría sacado a relucir el tema de los juguetes sexuales? A menos
que Ros estuviera jodiendo con él y todo esto fuera una estratagema elaborada para
arruinar las posibilidades de Ezra con Frank. No conocía a Ros lo suficiente como para
confiar en que en secreto no era un entrometido de dos caras. —Tal vez. ¿Lo harías?
Frank se sentó en el asiento del pasajero con el ceño fruncido. —¿Qué? ¿Por qué habría
de hacer eso? ¿Y hacer que pierdas tus preciados huevos orgánicos? No soy tan cruel.
Ezra se rió y cerró la puerta del conductor, deseando acercarse y oler a este pedazo de
hombre. ¿Qué habría hecho Frank si Ezra hubiera puesto su mano en el muslo de Frank y
luego se hubiera inclinado, abriendo su bragueta para liberar al delicioso monstruo
escondido debajo de la mezclilla? —Oh, gracias Frank, eso es muy romántico de tu parte.
Frank se detuvo. —Eh. Supongo que a continuación te llevaré flores y desayuno a la cama.
—Se rió un poco rígidamente y, aunque Ezra acababa de arrancar el camión, necesitaba
continuar con eso de inmediato.
—¿Sí? —preguntó en voz baja mientras el vehículo se alejaba de la casa de Shane y
Rosen.
Frank tragó, su nuez arrastrándose bajo su piel morena. —Entonces, estaba pensando...
—¿Sí?
—No sabía que la comida te molestaba tanto. Como no estamos seguros de cuánto tiempo
necesitarás quedarte aquí, tal vez hagas una lista de compras y puedo comprar todo lo que
necesitas mañana a primera hora.
¿Por qué este hombre era tan dulce?
Ezra se encontró mirando mientras su estómago daba un rápido salto hacia atrás. Había
estado con muchos hombres, muchos de ellos inteligentes, educados y cultos, pero ninguno
le prestaba tanta atención como Frank. Claro, los sugar daddys querían la ilusión de tener
un novio sin el compromiso emocional, pero al final del día, las personas que
intercambiaban dinero y regalos para la compañía de Ezra esperaban satisfacer sus
necesidades. Ezra debía permanecer interesado en cualquier tontería de la que se quejaran,
siempre sonriendo y feliz por su presencia, ya fuera que su día estuviera bien o no.
Y eso era justo. Después de todo, estaba brindando un servicio, pero la dinámica entre él
y Frank parecía genuina desde el principio. Por eso Ezra se había olvidado del
profesionalismo una vez durante su viaje a la orilla del lago, algo asustado por la falta de
opciones de comida adecuadas. No debería haber sucedido, pero Frank no se molestó, ni se
mostró mezquino, ni pasivo-agresivo, y había hecho todo lo posible para calmarlo. Casi
como un… novio.
Y aunque Ezra no podía encariñarse con nadie si quería alcanzar sus metas futuras y
estar financieramente seguro, se había sentido muy bien.
Ezra sonrió y movió su mano abierta por su cuerpo, llamando la atención de Frank hacia
su pecho y abdomen. —Todo esto lo he curtido yo durante años. Nunca me vería así si
comiera cenas de microondas y comida rápida.
Frank era un tipo grande, por lo que probablemente no se emborrachaba fácilmente,
pero su cálida mirada oscura aún era un poco más suave cuando miraba a Ezra. —Apuesto
a que serías igual de lindo con las mejillas regordetas.
Sonó casi como una amenaza, porque Ezra ya sentía que su cara parecía un poco más
redonda de lo normal, hinchada por todo el sodio extra que había estado consumiendo.
Pero Frank no se reía ni ponía los ojos en blanco. No era una broma, ni siquiera una de
buen espíritu, lo que hizo que Ezra se sintiera raro por la forma en que había explotado
antes. —Debería habértelo dicho en lugar de preocuparme. Supongo que ya siento que
estoy usando demasiado tu amabilidad. Y la amenaza de que Paul me encuentre aquí me
mantiene nervioso.
Frank sacudió la cabeza y señaló a Ezra. —Esta es una calle de bondad de sentido único.
Si hago algo por ti es porque así lo elegí, así que no lo cuestiones.
Ezra había vivido tanto tiempo en el mundo de las transacciones que no estaba seguro de
qué hacer con semejante declaración. Era difícil creer que alguien le daría toda esa
protección a cambio de nada.
Pero si Frank hubiera sido tan benévolo y afectuoso con sus amigos, ¿por qué trataría a
Ezra con menos generosidad?
Fue a la vez un alivio y un problema, ya que a Ezra realmente le agradaba Frank, como
amante y como persona. Tal vez no era el tipo de hombre al que elegiría como su futuro
marido, ya que no poseía jets ni yates privados, pero durante la estancia de Ezra aquí, no
había razón para mantener las cosas castas.
El tragó. —Sobre esos comestibles, ¿cuál es el presupuesto?
Frank se encogió de hombros. —Lo que sea. Mientras no sea un pastel cubierto de oro
comestible, está bien.
Ezra se preguntó si Frank se daba cuenta de lo caras que eran algunas cosas si nunca las
compraba, pero luego su mirada se posó en el Rolex que tenía en la mano y exhaló, tratando
de mantener el nivel de la voz mientras hablaba. —¿Entonces estarías bien gastando
cuatrocientos o quinientos?
Podía ver los cálculos en todo el rostro de Frank. —Supongo. Si eso es lo que necesitas.
Normalmente compro congelados, así que no estoy seguro.
Increíble. Y considerando que ya no necesitaba pagar por el tiempo de Ezra, claramente
tenía algo de dinero para gastar.
—Frank. Si puedes permitírtelo, ¿por qué vives así? ¿Por qué no consultas a un
nutricionista para que te ayude a planificar comidas que te ayuden a alcanzar tus objetivos
de ejercicio? ¿Por qué parece que las paredes de tu casa no han sido pintadas en una
década? ¿Por qué está averiado tu coche? No lo entiendo. Les das mucho a tus amigos, pero
también debes cuidarte a ti mismo.
Frank tamborileó con los dedos en la guantera con expresión pensativa. —Supongo que
estoy demasiado ocupado...
Ezra sacudió la cabeza con un suspiro exasperado. —No puede ser sólo eso.
—Yo… Tal vez simplemente adquirí el hábito de ahorrar cada centavo. Hace unos años, a
mi hermana le diagnosticaron cáncer. No habíamos hablado durante años, pero ella no
tenía a nadie más con quien comunicarse, así que me pidió ayuda. Su tratamiento era muy
caro y todo tenía que salir de su bolsillo. También acogí a su sobrino y él necesitaba
bastante mierda. En ese momento, gastar en frivolidades ya no era tan importante. Al final
no la salvó, pero sí le dio más tiempo. Y una vez que puse el negocio en marcha a toda
velocidad, no vi ninguna razón para reducir el ritmo, por si acaso. Así que sí, la casa es lo
que es, no tengo tiempo para cocinar y prefiero comprar cosas que no se echen a perder
fácilmente.
Ezra se quedó sin palabras. ¿Cómo estaba este hombre soltero? Con un cuerpo como el
suyo y una personalidad amable, debería haber muchos interesados en lo que ofrecía,
incluso gratis.
Puso su mano en el antebrazo de Frank, su mirada fija en el camino irregular mientras el
camión avanzaba entre los baches. Ahora sentía un peso extraño en el pecho y no estaba
seguro de cómo deshacerse de él. —Lo lamento. Sobre tu hermana. Hiciste todo lo que
pudiste.
Frank le había contado fragmentos de su vida, pero Ezra se estaba dando cuenta de que
apenas había arañado la superficie. Había muchas cosas que todavía no sabía sobre Frank, y
en este momento, todo lo que no había dicho era un vacío que necesitaba ser llenado.
—Fuiste mi primer capricho desde su enfermedad. Algo solo para mí. —Sonrió de una
manera que hizo que Ezra se arrepintiera de haber llegado a la casa de Frank y haber
tenido que estacionar. Detuvo el vehículo en su lugar habitual sin pensar, y se le puso la piel
de gallina mientras movía sus dedos hacia la mano de Frank, jugando con el pelo que crecía
en el dorso de ella.
—Puede que me gusten las cosas lujosas, pero no necesito ser un lujo.
Frank se rió entre dientes y sacudió la cabeza, luego se llevó la mano de Ezra a los labios
y besó sus nudillos. —Te merecías todo, porque el tiempo contigo no tiene precio.
El corazón de Ezra dio un pequeño y extraño tic, y podría haber jadeado cuando la barba
de pocos días de Frank le raspó los dedos en tal contraste con la forma suave en que sus
labios acariciaron la piel. Todavía recordaba la emoción de ser follado por Frank cuando
ambos creían que era la última vez. Ahora las insistentes emociones que había sentido esa
noche volvieron rápidamente, haciéndolo inclinarse más cerca hasta que...
Sin darse cuenta de la agitación en el corazón de Ezra, Frank abrió la puerta del auto y
saltó.
Ezra quería gritar de frustración.
—Iré a buscar tus cosas, —dijo Frank, como si no hubieran hablado de cosas que
deberían haber sacudido las cosas. Sacó las bolsas de la camioneta y entró directamente a
la casa, dejando a Ezra solo.
Mierda.
Las manos de Ezra golpearon los costados del volante, de modo que un dolor muy
intenso recorrió sus brazos. Odiaba la forma en que Frank actuaba como si ya no estuviera
interesado. Eso hacía que Ezra se sintiera como si él fuera el perseguidor, ¡y ese no era su
trabajo!
Salió de la camioneta y siguió a Frank al interior, preparándose para una pelea. No podía
permitir que esta locura continuara. No era como si no hubieran follado innumerables
veces antes, así que ¿por qué tanta demora?
—Gracias, —dijo, con la mirada fija en la amplia espalda y la nuca bronceada de Frank.
Oh, parecía lo suficientemente caliente como para freír huevos—. Debería devolverte el
favor. ¿Qué tal ese masaje que te ofrecí antes? Claramente, alguien necesita cuidar de ti
cuando tú cuidas de tanta gente.
Frank se volvió hacia él y entrecerró los ojos. Lo estaba considerando. Bien. Tal vez
finalmente podrían...
—Quizas mañana. Tengo algunas cosas que atender con la... cosa. Es demasiado
complicado de explicar. Pero asegúrese de hacer esa lista.
¿Qué cosa? ¡Ezra era lo único que a Frank debería importarle y atender33!
—No tiene por qué llevar mucho tiempo, —dijo Ezra, sabiendo que sus manos eran
mágicas y ningún hombre podría resistirlas, pero Frank negó con la cabeza.
—No, tengo que irme ahora. Tal vez veas un programa que te perdiste, —dijo, señalando
el televisor.
La furia hervía bajo la piel de Ezra, pero respiró hondo para mantener la compostura. —
¿En serio vas a irte ahora?
Se estaba ofreciendo en bandeja. Se había desnudado figurativamente frente al hombre,
joder, sin molestarlo ni engatusarlo. ¿Cómo se atreve a resistirse?
Frank negó con la cabeza y ya se dirigía hacia la puerta. —No tengo tiempo para esto
ahora. Simplemente relájate y disfruta de la noche.
Ezra aspiró aire, pero Frank desapareció antes de que pudiera hablar. Un grito surgió
dentro de él, pero Frank estaba lo suficientemente cerca para escucharlo, así que Ezra
agarró un cojín del sofá y gritó su rabia en él, porque este hombre no merecía descubrir
cuánto se había metido bajo la piel de Ezra. Si lo hiciera, tendría ventaja y eso habría sido
inaceptable.

33 Frank dice “to do” y Ezra lo repite. Ese verbo es el verbo “hacer” en inglés, pero cuando se usa junto a un

nombre ej.: “do Ezra”, significa tener sexo con esa persona. Lo cambié por la palabra “atender” para que se
entienda un poco más, aunque ahora lo aclaro.
Capítulo 13
Frank
Frank no tenía ninguna cosa que atender. La única cosa era evitar a Ezra, porque si no lo
hacía, terminarían en algún tipo de situación complicada, y lo último que Frank quería era
drama.
Sacó algo de energía de su sistema golpeando con un mazo las paredes de un viejo
cobertizo.
Después de horas de ejercicio y violencia sin víctimas, el trabajo estaba hecho. Podía
regresar a casa con una sensación de logro y la esperanza de que Ezra ya estuviera
dormido. No había tenido la intención de contarle la historia de su vida al chico en el auto,
pero rara vez la gente le preguntaba sobre el tipo de cosas que le preguntaba Ezra, así que
simplemente había salido a la luz.
Había estado pensando mucho en ello mientras convertía el cobertizo en astillas y más
astillas.
¿Era tacaño o frugal? Ezra probablemente pensó que era lo primero, y Frank podía ver
que para un tipo como él eso sería un gran desvío. Pero en un nivel más profundo, la
conversación lo obligó a enfrentar la realidad de que Sally había fallecido hacía cuatro años,
y no había ninguna razón para que renunciara a la maldita tostada de aguacate si deseaba
comer una.
Por lo general no lo hacía, pero tal vez podría permitirse algunas prendas nuevas de ropa,
o comprar la cerveza que más le gustaba sin importar si estaba en oferta. Pero los viejos
hábitos cuestan morir, y cuando se detuvo frente a la casa y vio el leve parpadeo de la
pantalla del televisor a través de la ventana, dejó caer los hombros. Lo último que
necesitaba era una confrontación con Ezra.
¿Quizás simplemente se sentía solo? ¿Quizás debería empezar a tener citas con otros
delincuentes y encontrar a alguien a quien no le importara que se deshiciera de cadáveres
para ganarse la vida? Lástima que la idea de sumergir partes del cuerpo en ácido no
pareciera tan romántica.
Lo que quería era un hombre guapo al que mimar y complacer. Pero tenía miedo de
atreverse a sumergir el dedo del pie en las aguas de Ezra nuevamente, porque ya no estaban
claras. Eran aguas bravas. Eran como los rápidos de un río, peligrosos y hermosos, pero si
Frank no tenía cuidado, podría romperse el cuello al atravesarlos. O su corazón.
La oferta de Ezra era tentadora, pero se conocía lo suficiente como para saber que sin los
límites de su situación anterior, podría enamorarse de Ezra en el momento en que bajara la
guardia. Si pasaban mucho tiempo juntos, las líneas que dibujara entre sexo e intimidad
podrían resultar demasiado borrosas para que él las discerniera.
La luz estaba apagada, pero el tenue brillo de la pantalla que mostraba una película muda
protagonizada por un grupo de brujas reveló a Ezra recostado en el sofá bajo la vieja manta
de lana de Frank. En paz, sin miedo a que Paul lo persiguiera, parecía sereno como un gatito
tendido junto al fuego.
A veces hablaba en sueños, algo que las delgadas paredes no podían ocultarle a Frank.
Cada noche, a Frank le preocupaba que Ezra pudiera estar atrapado en una pesadilla, por lo
que esperaba que dejara de balbucear, solo para asegurarse de que Ezra no necesitara ser
consolado. Había sido una bendición que no lo necesitara, porque la cama de Ezra podría
absorber a Frank como arenas movedizas.
Dejó la televisión encendida y fue al baño de puntillas, ansioso por quitarse la suciedad
del día. Solo había comido una barra de proteína mientras estaba fuera de casa, pero como
no quería despertar a Ezra, el plan era correr hacia el dormitorio principal y esconderse allí
con la esperanza de que la insistente necesidad de Ezra de provocarlo pasara.
Sería mejor así y, con suerte, con el tiempo, su relación podría dejar de causar toda esta
tensión.
El agua tibia que goteaba por su cuerpo se sentía casi como dedos acariciándolo, y se odió
por imaginarse a Ezra con él. Esto tenía que parar.
Así que se torturó con agua helada y, una vez que su erección bajó, se secó, se envolvió la
toalla alrededor de las caderas y salió al pasillo.
Sabía que este no era el final de su día cuando vio a Ezra parado en medio de la sala de
estar, su mirada tan fija como su postura.
—Necesitamos hablar, —dijo, todavía con los pantalones que tan deliciosamente
mostraban su trasero.
Frank suspiró, atrapado en la toalla que apenas ocultaba su desnudez. —¿En verdad? No
deberías haberte levantado. Podemos charlar mañana.
Pero los ojos de Ezra brillaron con un filo asesino, por lo que Frank entró en la sala a
pesar de saber que podría terminar herido.
Ezra invadió su espacio personal y clavó su dedo índice en el pecho de Frank, su rostro
torcido en un ceño que recordaba a las brujas adorando al diablo en la pantalla de
televisión que debería haber sido reemplazada hace mucho tiempo.
—Te fuiste durante horas, sin avisarme qué pasaba. ¡Estaba preocupado! Y eso además
del hecho de que claramente me estás evitando, —rugió Ezra con una voz que Frank no le
había oído usar antes. Ahora había fuego crepitante en su mirada, y no sólo las llamas
brillantes de la lujuria.
Frank necesitaba mantener la toalla en su lugar, así que solo extendió un brazo hacia un
lado. Quizás había llegado el momento de poner las cartas sobre la mesa. —¡Porque tu
presencia me resulta difícil! Estás enviando señales contradictorias. Sonriéndome,
tocándome el brazo, ofreciéndome masajes… ¿Cómo se supone que voy a mantener limpia
nuestra situación si sigues haciendo eso? ¡No soy de piedra34!
Ezra se cubrió la cara con ambas manos. —¿“Señales contradictorias”? ¿Pero qué más
claro quieres que sea? Quiero que me folles. Hala. Si lo que quieres es que me humille
lanzándome hacia ti como una puta borracha, ya lo conseguiste. ¡Ya me harté de esto! Y no
me vengas a echar en cara tus reglas, ¿vale? —desafió a Frank, haciendo comillas con los
dedos.
Frank lo miró completamente confundido. ¿Estaba escuchando esto bien? Un rubor
recorrió su cuerpo y su cerebro pidió que lo apagaran para que su polla pudiera hablar. —
¿Esto… estás diciendo que necesitas dinero? ¿Para el viaje en el futuro? —preguntó con
cuidado.
Ezra respiró entrecortadamente y se encontró con la mirada de Frank después de sacudir
su cabello alborotado por el sueño. —Voy a matarte. Es como si no quisieras escuchar. Te
paseas por ahí como Hércules en su mejor momento, poniéndome cachondo todo el día, y
ahora quiero tu polla dura para mí, ¿vale? ¿O algo cambió y ya no te excito? —preguntó,
colocando ambas manos sobre su pecho mientras la vulnerabilidad reemplazaba parte de
la ira en sus ojos, creando una mezcla embriagadora que atraía a Frank como si fuera una
polilla siguiendo la luz de Ezra.
Frank se rindió. Soltó la toalla y la dejó caer al suelo. —Por supuesto que te deseo.
Literalmente se me está poniendo dura mientras me gritas. ¡Estar cerca de ti y no poder
follarte es insoportable!

34 La frase original en inglés es “I’m just a man” que literalmente es “Soy solo un hombre”, pero esto no

tiene sentido en español así que la adapté. El significado es que Frank sí es susceptible a Ezra aunque intente
fingir que no y demasiadas insinuaciones le están acabando su
La mirada de Ezra se posó en la polla medio dura de Frank, e inhaló, con la boca abierta
en una expresión extrañamente inocente. —Para mí también. Te necesito muchísimo, —
dijo y se acercó, tirando de la cabeza de Frank para que sus labios pudieran encontrarse en
el medio.
Fue como saltar al fuego, pero las llamas no lastimaron a Frank. Lo consumieron. Cerró
sus brazos alrededor del cuerpo esbelto pero tonificado que ocupaba todos sus sueños
húmedos.
Sus manos se dirigieron a la cintura de Ezra, luego a su espalda y bajaron, hasta que llegó
a apretar ese culo perfecto. Al mismo tiempo, Ezra lo besó con tanta intensidad que Frank
se estaba mareando. Su lengua no podía acariciar la de Ezra lo suficientemente rápido, y
acercó a Ezra, hasta que pudo presionar su ingle contra el abdomen de Ezra.
La dicha absoluta de ese sentimiento hizo que su polla se moviera contra esa piel
prístina. El deseo corría salvajemente por su sangre, y estaba a punto de levantar a Ezra y
llevarlo al dormitorio cuando Ezra dio un paso atrás, tirando de los brazos de Frank. Sus
mejillas estaban rojas. Sus ojos brillaron e incluso sus dientes blancos brillaron como si el
chico tuviera sed de la sangre de Frank.
Sería una víctima voluntaria de más.
—Ven. Siéntate, —dijo Ezra, sin aliento mientras empujaba a Frank hacia el sofá.
Sin aliento mientras se sentaba, Frank observó a Ezra quitarse los pantalones. —No sé
qué somos... —murmuró a pesar de que todo en lo que podía concentrarse era en el cuerpo
desnudo de Ezra, perfecto como las fotos de hombres sexys en un anuncio de ropa interior.
Pero él estaba aquí, con Frank.
—¿Me veo como que me importa? —Ezra soltó y agarró un tubo de lubricante, apretando
una enorme cantidad en su mano.
Esto era diferente de la forma sumisa en la que había actuado durante su acuerdo,
cuando todo lo que hizo fue responder a los deseos de Frank. Esta noche, él se hacía cargo,
tomando lo que necesitaba mientras sus ojos brillaban con algo tan salvaje que Frank se
dejó caer en el asiento, ahogándose en la densa atmósfera del sexo.
Frank tragó. —No. Parece que quieres una buena ración de polla.
Esta vez, Ezra sonrió, y fue esa clase de sonrisa plena y brillante la que iluminó sus ojos.
—Ajam. Finalmente estamos en la misma página.
Un gemido salió de los labios de Frank cuando Ezra agarró su polla con la mano
resbaladiza. Los dedos de sus pies se curvaron cuando respondió al toque moviendo sus
caderas hacia arriba, y sus bocas chocaron nuevamente en un beso que le quitó el aliento y
fue todo dientes y lengua. Y su hambre no tenía fin. En ese momento, a Frank tampoco le
importaba qué eran, o que le rompieran el corazón, porque esta hermosa criatura, este
hombre que cobraba miles de dólares por su tiempo, lo deseaba a él.
Acarició los costados de Ezra con asombro, derritiéndose en el beso y follando el puño de
Ezra sin vergüenza. No todo el mundo hacía buenas pajas, ¿pero Ezra? Él era un maestro.
Sus dedos eran tan suaves y sedosos, sus gestos tan en sintonía con las necesidades de
Frank. Pero entonces su mano desapareció, y Ezra trepó a Frank como un mono, su mirada
intensa mientras se estiraba hacia atrás para mantener la dura polla en el ángulo correcto.
—Extrañaste esto, grandullón, ¿no? —Gritó cuando Frank se estremeció, abrumado por
la sensación de las nalgas de Ezra frotándose contra la cabeza de su polla.
—Joder, sí.
La habitación se redujo a sólo la burbuja que los rodeaba, y todo excepto la necesidad
dentro de Frank dejó de importar. La necesidad de complacer a Ezra. De poseerlo, de
conectar con él, de estar dentro de él.
De follarlo.
Lo devoraría entero y no dejaría ni una sola migaja si pudiera.
Frank agarró su trasero y abrió sus nalgas para un mejor acceso cuando se deslizó más
abajo en el sofá y arqueó sus caderas hacia arriba para que la cabeza de su polla presionara
contra el caliente agujero.
El agarre de Ezra sobre su polla se hizo más fuerte, y luego se hundió, cerrando los ojos
cuando su cuerpo abrasador dejó entrar a Frank. Se sentía como entrar al cielo por la
puerta principal. Nadie había hecho que Frank lo sintiera tan intensamente, por lo que
mantuvo su mirada en Ezra mientras sus rasgos se tensaban, mientras apretaba los dientes
y jadeaba en respuesta a la intrusión.
Hace apenas unos días, Frank pensó que nunca volvería a tener esto, y ahora aquí estaba,
no solo sosteniendo a Ezra, sino también claramente siendo deseado por él. La emoción se
arremolinaba en su cabeza mientras acercaba a Ezra para darle otro beso, balanceando sus
caderas hasta que su polla estuvo hasta las bolas en el apretado canal de músculos.
Había algo tan primitivo en que su polla fuera aceptada dentro del cuerpo de otra
persona. La conexión fue más allá de las palabras y se expresó en gemidos y jadeos. En la
forma en que podía sentir el escalofrío de Ezra en su polla, o en cómo las uñas de Ezra
penetraron la piel de la espalda de Frank más profundamente que nunca.
Esta vez, Ezra buscó lo que quería, sin estar ya sujeto a un acuerdo que especificara sus
roles. Ya no necesitaba reprimirse y, por una vez, le mostró a Frank su verdadero yo. Fue
estimulante.
Hermoso.
Frank también soltó todo lo que lo retenía, y este hermoso joven, de quien Frank a
menudo se sentía tan indigno, lo aceptó con una sonrisa cada vez mayor.
—Frank... oh sí, —murmuró Ezra, balanceándose hacia adelante y hacia atrás mientras se
acostumbraba a la gruesa presencia dentro de él. Sus mejillas eran tan suaves, tan
hermosas que Frank se lanzó a besar una, y el dulce cuerpo encima de él se inclinó con un
suave gemido—. Esto es tan bueno. Muy bueno.
—Amo estar dentro de ti, —susurró Frank en los labios de Ezra, sin contenerse tampoco.
Sus manos no se cansaban del cuerpo caliente y flexible, y movió sus caderas más rápido,
embistiendo más profundamente en ese agujero apretado y resbaladizo. Dejó sus besos
hasta el cuello de Ezra, y sí, mordió. Chupó. Luego volvió a morder. Porque marcar a Ezra
era lo que necesitaba. No habría otro hombre que encontrara ofensivo los chupones en el
cuello de Ezra.
No habría otro hombre, punto.
Ezra tembló en sus brazos, sosteniéndose mientras se movían juntos, sus piernas
trabajando duro para moverse arriba y abajo en el eje de Frank. Sus manos temblaban
mientras viajaban sobre los planos de la espalda de Frank, sobre sus hombros, la parte
posterior de su cabeza, acariciando suavemente la carne que rara vez era apreciada antes
de conocerse. Su respiración se volvió superficial, su sonido bañó a Frank como cálidas olas
en una playa tropical hasta que los límites de su mente se volvieron borrosos, y se soltó,
escuchando los latidos del corazón de Ezra.
Se movían como olas rápidas durante una tormenta, aferrándose el uno al otro mientras
Ezra se empalaba en él mientras Frank embestía, queriendo marcarlo en todas partes,
incluso debajo de su piel. Estaban en perfecta armonía y Frank dejó de pensar demasiado y
permitió que su cuerpo hiciera lo que le parecía natural. Apretó, acarició, lamió, mordió,
besó hasta que los gemidos de Ezra se convirtieron en aullidos y balanceó su dura polla
contra el estómago de Frank.
Frank se corrió, sosteniendo las caderas de Ezra para meterle la polla unas cuantas veces
más y asegurarse de que su semilla estuviera plantada profundamente. Apenas podía
respirar cuando sus bolas se vaciaron, su cerebro era un confuso lío de excitación.
Ezra gimió y sus labios pronto encontraron la frente de Frank, frotándose contra ella
antes de dejar un rastro de besos suaves y provocadores por toda la piel acalorada. Cada
toque era como una promesa, y Frank anhelaba ver adónde lo llevarían, sin importar el
peligro para su corazón.
—Frankie, —susurró Ezra y acercó la cara de Frank a su fragante pecho. El latido del
corazón que resonaba más allá del esternón era firme, apresurado, todavía muy urgente, y
cuando la dura polla de Ezra goteó líquido preseminal sobre su propio abdomen, encendió
el cerebro de Frank.
—¿Cómo lo quieres, chico necesitado? —Frank susurró, mirando hacia el eje rígido
contra su abdomen peludo. Era mucho más fácil provocarlo ahora que su propia necesidad
estaba satisfecha. Todavía estaba jadeando mientras frotaba la cabeza de la polla de Ezra
con el pulgar.
¿Lo chuparía? ¿Masturbaría a Ezra así, con su propia polla todavía dentro de él? No
permanecería duro por mucho más tiempo.
Pero Ezra tenía una respuesta a cada pregunta y se acercó a la mesa de café y regresó con
un consolador rojo de camión de bomberos de la propia colección de Frank. Sus labios
estaban húmedos por sus besos, su mirada oscura por la excitación, pero lo que más atrajo
a Frank fue la sonrisa descarada que le dijo que Ezra no lamentaba en absoluto haber
revisado las cosas de Frank. Era tan travieso. Muy sexy.
En este momento, a Frank no podría importarle menos. Tal vez mañana le daría una puta
ronda de nalgadas.
—Quiero más.
—Oh, joder, sí, —murmuró Frank y sacó su polla. Fue sólo entonces que se dio cuenta de
que se habían olvidado de discutir si esa vez que habían follado a pelo estableció un nuevo
estándar o si debería haberse puesto un condón esta vez, pero lo hecho, hecho está. Podrían
hablarlo más tarde—. ¿Sabes que esta cosa vibra? —susurró contra los labios regordetes de
Ezra.
No podía creer que estuvieran haciendo esto. Los juguetes le daban todo el control sobre
el placer de su pareja. No se consideraría complaciente en el sentido de una persona a la
que no le importan mucho sus propias necesidades, pero siempre le había excitado ver a
sus amantes retorcerse de lujuria.
Los ojos de Ezra se abrieron, pero la sonrisa malvada que tiraba de sus labios reveló que
no estaba sorprendido. —¿De verdad? Muéstrame cosas buenas —dijo con voz áspera,
mordiéndose el labio y apretando los pectorales de Frank con una fuerza sorprendente. El
tiempo que pasaba en el gimnasio no era sólo para lucirse en ese entonces.
Frank agarró el consolador y lo movió detrás de Ezra, sin romper nunca el contacto
visual. —¿De dónde lo sacaste? —preguntó, rozando burlonamente la punta del juguete
sobre el agujero de Ezra, amando que este hombre necesitado todavía quisiera más.
—El último cajón de tu mesa de noche, —habló Ezra con una voz que goteaba miel—. Lo
chupé antes, pero no es tan espeso como esa maravilla natural entre tus piernas, y no es tan
sabroso.
Oh. Dios.
Este demonio sabía exactamente qué decir para poner a Frank como una moto. Pero
Frank no estaba indefenso y cuando movió la mano, el consolador se sumergió en el
agujero relajado. Los ojos de Ezra parpadearon y se pusieron en blanco cuando los
músculos de sus muslos cedieron y cayó de rodillas, sentándose a horcajadas en el regazo
de Frank.
Era una maldita visión con esos hermosos labios entreabiertos, la polla moviéndose y
goteando líquido preseminal.
—Mierda…
¿Quizás Frank no tendría que esperar por esas nalgadas hasta más tarde?
—¿Y cuándo dije que podías husmear en mis cosas? —preguntó, recuperando
lentamente la compostura mientras perforaba más con el juguete en Ezra.
Justo cuando Ezra abrió la boca para hablar, le dio una fuerte palmada en el trasero. Esta
era una cosa más que no le había permitido hacer debido a los potenciales hematomas.
Bueno, ahora esperaba que Ezra luciera una marca más mañana.
Ezra gimió, su estómago se contrajo cuando presionó su frente contra la de Frank, sus
labios se torcieron mientras se perdía en las sensaciones. —No tendríamos lubricante si no
lo hubiera hecho.
Frank se rió entre dientes y acarició la nalga que se calentaba rápidamente. —Touché.
Pronto, movería su mano hacia la polla de Ezra, pero todavía no... Con un movimiento
oscilante de su muñeca, empujó la polla falsa dentro de Ezra una y otra vez, tomándose el
tiempo para admirar el rubor en sus mejillas y sus labios temblorosos.
La sonrisa de Ezra lo provocó, lo atrajo hacia sí hasta que se inclinó y reclamó esos labios
perfectos con su lengua. Esta noche estaba viendo un nuevo lado de Ezra, y por mucho que
disfrutara de la compañía del aparentemente perfecto escort, este hombre exasperante y
exigente era aún más hermoso.
Los dedos de los pies de Frank se curvaron cuando Ezra se movió, montando el
consolador mientras se besaban. Era insaciable y, sin embargo, Frank deseaba poder pasar
el resto de su vida tratando de satisfacer sus antojos. Esto solo podría haber sido mejor si
las manos de Ezra estuvieran esposadas en su espalda y sus rodillas se mantuvieran bien
abiertas con una barra separadora mientras Frank bombeaba el juguete dentro de él,
deteniéndose cada vez que Ezra se acercaba demasiado al límite.
Suaves jadeos llenaron el aire cuando Ezra frotó su barbilla contra Frank y tomó su
rostro, mirándolo como ninguna persona antes lo había hecho. En ese momento, Frank no
tuvo dudas de que él le importaba.
Independientemente de lo que se escondiera en esa bonita cabeza, Ezra se preocupaba
por él de alguna manera, y su cuerpo hablaba de su atracción por Frank en términos muy
honestos.
Entonces Frank respondió en el mismo idioma.
Deslizó su lengua entre el labio y las encías de Ezra y activó las vibraciones con un botón
en la base del juguete. No se atrevería a parpadear para no perderse ni un segundo de la
reacción de Ezra.
Oh, cómo se retorcía. El aliento quedó atrapado en esa larga y hermosa garganta, los
muslos rígidos a ambos lados de los de Frank.
—Oh… oh sí. Definitivamente vibra, —dijo Ezra con voz áspera, acercando a Frank, como
si quisiera intoxicarlo con el aroma picante de su colonia y la fresca dulzura de la piel. Su
columna se arqueó y soltó un gemido entrecortado, balanceándose hacia adelante y hacia
atrás.
En tan sólo unos días, este joven, casi desconocido, había dejado su huella en todo lo que
tocaba, incluso en las necesidades más profundas y secretas de Frank. Pero cuando alcanzó
su descuidada polla, la necesidad de mantener el control estalló en Frank.
Apartó la mano de Ezra de un golpe, pero antes de que Ezra terminara su gemido lleno de
decepción, Frank envolvió sus dedos alrededor del eje de Ezra.
—Fóllame la mano, —dijo Frank, mirando al hombre frente a él y amando cada segundo
de su conexión. Los ojos color ámbar se pusieron en blanco y Ezra siguió su petición sin
hacer preguntas. Frank sostuvo el consolador en su lugar, imaginando cómo las vibraciones
que podía sentir en su mano frotaban a Ezra desde el interior. Esperaba que le dieran a
Ezra la mejor experiencia de su vida.
—Mírame. Mírame mientras me corro, —susurró Ezra, su mirada intensa mientras se
mecía encima de Frank. Era como un gato salvaje, domesticado pero a la vez no, y Frank no
creía que alguna vez pudiera serlo.
El olor de su excitación se intensificó, respiró más rápido y cuando todo su cuerpo se
puso rígido, a punto de llegar al clímax, Frank empujó el consolador con fuerza, rompiendo
lo que quedaba de la compostura de Ezra.
El semen salpicó la piel de Frank mientras Ezra temblaba, abrazando a Frank y siseando
algunas palabras ininteligibles.
Y luego se quedó inerte y se hundió en el abrazo de Frank, agotado.
Frank apagó las vibraciones y fue gentil al sacar el consolador. Lo dejó caer al suelo sin
cuidado, abrazando a Ezra con un brazo, mientras deslizaba su mano manchada de semen
hacia el trasero de Ezra. Las puntas de sus dedos se sumergieron en el cálido agujero,
provocando la carne sensible mientras ambos disfrutaban del momento postorgásmico.
Tarareó contra la piel de Ezra y dejó besos a lo largo de su hombro. —Tan bonito, pero
tan sucio… —murmuró amorosamente.
Ezra tragó, ocultando su rostro en el cuello de Frank. —¿En el buen sentido?
—En el mejor.
Frank se aseguró de estar listo para no arruinar su movimiento característico y se
levantó del sofá mientras sostenía a Ezra contra su pecho. Sus rodillas temblaron durante
medio segundo, pero sí, todavía podía.
Las estrellas que brillaban hacia él desde los ojos de Ezra eran la única recompensa que
le importaba, pero reprimió la intensa necesidad que florecía dentro de él y llevó a Ezra al
dormitorio que Ezra había limpiado recientemente. Incluso las sábanas estaban limpias y,
cuando Frank lo puso sobre el colchón, apenas podía creer que esto estuviera sucediendo.
Ezra se estiró, sonriéndole mientras Frank corría al baño para mojar una de las toallas de
mano y procedía a limpiar la piel de Ezra mientras sus respiraciones se calmaban.
—¿Crees que ya te has hartado de tener polla? —preguntó y besó la oreja de Ezra
mientras se unía a él para abrazarlo.
Ya a punto de quedarse dormido en la tierra de los sueños, Ezra sonrió y giró su rostro
hacia el pecho de Frank, haciéndole cosquillas con su aliento. —Sí. Por esta noche. Mañana
tendrás que hacerlo todo de nuevo.
—No puedo esperar. —Frank se rió entre dientes y cerró los ojos, pero cuando la
respiración de Ezra se estabilizó después de un rato, los abrió de nuevo para ver el tesoro
en sus brazos. Ezra no lo sabía todavía, pero después de esta noche, todas las apuestas
habían sido cerradas.
Frank lucharía para quedárselo.
Capítulo 14
Ezra
Ezra apenas recordaba haber dormido tan bien como la noche anterior. Por lo general, se
despertaba muchas veces, durmiendo diez horas pero sin descansar. Esta mañana, volvió
en sí con el cuerpo firme y cálido de Frank presionado contra su espalda, y aunque solo
había descansado siete horas, su cuerpo zumbaba de energía. Tener sexo con Frank anoche
puso fin a la tensión que había vivido desde su fuga de la mansión de Paul.
Le gustaba levantarse con dolor en los muslos y el olor a hombre pegado a su piel. Era un
ritual familiar que le aseguró a Ezra que, a pesar de los cambios en su vida, algunas cosas
seguían igual. Seguía siendo hermoso, encantador y deseable: mucho capital que podía
utilizar en su beneficio. En este caso, para asegurarse de que Frank lo apoyara cuando las
cosas se pusieran difíciles.
No era el clásico ojo por ojo, ya que Frank era un gran tipo, que parecía genuinamente
preocupado por su bienestar, y estar con él siempre había sido un placer, pero seguía
siendo sólo un hombre, regido por lo que fuera más importante, cómodo y conveniente en
ese momento. El trabajo de Ezra era hacerse indispensable, pero seguro que tenía la
intención de disfrutar el proceso.
Logró zafarse del abrazo de Frank sin despertar al gigante y terminó en la cocina,
preparando el desayuno.
Cuando Frank salió de la ducha, estaba volteando el primer lote de panqueques hechos
con la mezcla que Ros le había dado. Tenían un contenido reducido de azúcar, pero Ezra
todavía tenía la intención de preparar su propio desayuno con huevos y tomates enlatados.
—El café está listo, —informó mientras el suelo chirriaba bajo el peso de Frank.
Frank vestía solo sus jeans, complementados con el cinturón que Ezra le había regalado
por su cumpleaños. El tono frío del cuero marrón combinaba muy bien con la extensión de
los poderosos músculos que formaban el pecho de Frank. El cabello oscuro creaba un
camino para la mirada de Ezra, y se encontró sonriendo, necesitando ser cepillado un poco
cerca del pezón izquierdo de Frank. Ezra se mantenía casi sin vello, pero le gustaba el de
otros hombres y le encantaba sentirlo contra su propia piel.
Frank lo miró a los ojos con una sonrisa. —Eso huele increíble, —dijo, y acarició la
espalda de Ezra. Inclinarse hacia el tacto era lo más natural que podía hacer.
Ezra frotó la parte posterior de su cabeza contra el pecho de Frank y le sonrió, oliendo el
gel de ducha fresco y el almizcle limpio de su cuerpo. La piel de Frank tenía un hermoso
tono bronceado, sus cejas pronunciadas y bajas sobre los ojos, dándole un aire de nobleza.
Qué hombre tan guapo. ¿Qué suerte tuvo que Ezra se quedara con él entre todas las
personas?
Jadeó cuando unas grandes manos, que la noche anterior lo sostenían con tanta facilidad,
se posaron en sus caderas, reclamándolo de esa manera protectora que tranquilizó su
corazón. Así podría ser cada mañana en un futuro imprevisible, y aunque ese tipo de vida
doméstica le resultaba cómoda, no estaba acostumbrado a ella. Las únicas veces que se
había acostado con el mismo hombre más de una noche seguida fue porque ese hombre
había llevado a Ezra de viaje. ¿Esto cambiaría las cosas? ¿Hacer que el tiempo que pasaba
con él le parezca menos valioso a Frank debido a su mundanidad?
Los latidos de su corazón comenzaron a acelerarse cuando Frank le besó la oreja.
Unos brazos calientes y fuertes rodearon su cintura, como para aliviar sus
preocupaciones. —Espero que no te importen todas las marcas que te dejé. Quizás me
sobrepasé un poco anoche. Aunque es tu culpa. Desatas la bestia que hay en mí.
Un hormigueo de calor viajó desde la nuca de Ezra hasta su cuerpo, haciéndolo apoyar
parte de su peso sobre Frank mientras sus piernas se debilitaban ante el toque. Oh, había
visto todos los moretones y marcas que le dejó la noche anterior. En cualquier situación
normal, habría estado furioso, sin importar lo bien que se hubiera sentido ser chupado y
mordido en ese momento, porque molestaría a sus otros clientes si les cobrara por algo que
no fuera la perfección. Pero no había nadie aquí para ver las marcas rojas en la carne de
Ezra, así que negó con la cabeza y puso los panqueques en el plato antes de verter más
masa en la sartén caliente.
El aceite chisporroteó como lo había hecho su cerebro cuando puso sus manos sobre
Frank la noche anterior. Ezra se había acostumbrado a cierto grado de poder sobre los
hombres con los que dormía, y no tenerlo cuando Frank era su único salvavidas le hacía
sentir como si el suelo bajo sus pies estuviera hecho de cristal. La noche anterior lo puso
nuevamente en tierra firme, pero en el fondo sabía que esa no era la única razón de su
emoción. Algo en este hombre hacía que Ezra perdiera un poco la cabeza, como aquella vez
que decidió saltarse los condones sin ninguna buena razón, porque iba a ser su último
encuentro y se sentía arrepentido por ello. O cuando se había olvidado de ellos otra vez la
noche anterior y había dejado que Frank lo mordiera por todas partes, desafiando la
incomodidad de ser penetrado casi demasiado rápido porque necesitaba desesperadamente
tener esa gran polla dentro de él.
Por lo general, era razonable y calculador, por lo que descubrir que dadas las
circunstancias correctas (o incorrectas) actuaba de manera tan irracional como todos los
demás lo dejaba inquieto. No le gustaba estar sucio y preocuparse por el riesgo de contraer
enfermedades de transmisión sexual (ITS) de las que la PReP no lo protegía, por lo que
cuando las reglas que había establecido terminaban infringiéndose, la culpa generalmente
residía en que el cliente se olvidaba de ponerse el condón. ¿Pero esas dos últimas veces?
Había sucedido porque Ezra quería que Frank se corriera dentro de él, y eso lo asustó.
Frank acarició la oreja de Ezra. —¿Porque tan callado? ¿Te hice sentir incómodo? —
preguntó y se alejó para sentarse a la mesa.
Ezra ni siquiera se había dado cuenta de lo absorto que estaba en sus propios
pensamientos. Por otra parte, ¿no se le permitía estar un poco frenético y nervioso después
de ver a un tipo desmembrado hace días?
Necesitaba controlar algo más allá de la polla de Frank y decidir cómo proceder. Esto
debería implicar descubrir qué estaba pasando exactamente en el depósito de chatarra.
—No. Lo siento, —dijo y agarró la jarra de café recién hecho camino a la mesa. Puso su
mano sobre el antebrazo de Frank y frotó el espeso vello corporal con su pulgar mientras
llenaba las dos tazas preparadas para ellos—. Es un poco abrumador. No estoy
acostumbrado a estar con alguien todas las mañanas.
La mirada de Frank era inquisitiva cuando se posó en Ezra. Ahora bien, esto era nuevo.
Ezra siempre había pensado en Frank como un tipo de clase trabajadora con necesidades
simples, y eso le convenía. Habían tenido citas divertidas y tranquilas, compartían sentido
del humor y tenían una química asombrosa. Pero algo en la forma en que Frank lo miraba
ahora, como si quisiera quitar todas las barreras de Ezra hasta que descubriera la verdad
sobre él, sugería que Frank tampoco le había mostrado su verdadero yo.
—No sé cuánto durará esto, pero podemos arreglar las cosas de otra manera si necesitas
tiempo para ti.
¿Y qué era exactamente “esto”? ¿Ezra siendo perseguido por un asesino a sangre fría?
¿Ellos teniendo algún tipo de relación con reglas que él no entendía? De cualquier manera,
necesitaba tranquilizar a Frank.
—No es así. Siempre me he sentido bien con tu compañía, pero necesito entender el
cambio. Realmente nunca viví con otro hombre, —dijo Ezra y regresó a la cocina,
rompiendo huevos en la segunda sartén.
Frank se sentó lo suficientemente cerca como para extender la mano y acariciarle el
trasero. —¿Nunca viviste con un novio?
¿Qué fue esa pregunta? ¿Ezra se estaba volviendo loco o eso implicaba que Frank los
consideraba novios después de anoche? ¿Era una forma de atraparlo aquí?
Pero el furioso zumbido en sus venas se apagó cuando recordó con qué severidad Frank
había intentado no permitir que esto sucediera precisamente. Simplemente estaba siendo
demasiado cauteloso cuando la pregunta de Frank probablemente era un intento de
conversación. Si pasaban más tiempo juntos, era natural hablar de todo tipo de cosas.
Y como ya no eran un acompañante y su cliente sino… amigos que follaban, tenía sentido
que Frank quisiera hablar sobre temas que antes habían estado prohibidos. La boca de Ezra
se secó cuando hilos de inseguridad se abrieron paso hasta su pecho, pero ya no estaba
destinado a ser sólo un bien hermoso. Era una realidad desconocida, pero mientras
estudiaba a Frank sentado a la mesa con una sonrisa curvando la boca que había dejado
deliciosas marcas en todo el cuerpo de Ezra, tuvo que admitir que a una parte de él le
gustaba este cambio.
Lo hacía sentir más humano.
Frank no era un mal tipo. De hecho, fue un milagro que Ezra tuviera a alguien como él en
quien confiar.
Así que se rió entre dientes, moviendo su trasero hacia Frank mientras volteaba el tocino,
casi listo para servir la comida. —Nunca tuve novio, punto.
Frank se rió y tomó un sorbo de café. —Ahora sólo me estás tomando el pelo. ¿Por qué no
hubieras tenido novio?
Ezra frunció el ceño y tomó dos platos grandes, que comenzó a llenar con la comida,
asegurándose de que el de Frank contuviera más panqueques y más de... todo. —
Simplemente no he tendido. Supongo que quería uno desde la escuela secundaria, pero yo
era muy feo antes de mi glow-up35, así que lo más cercano a un novio que tuve fue liarme
una que otra vez con otro chico por un tiempo.

35Dejé el término en inglés porque actualmente es usado, se refiere a cuando una persona mejora mucho,
generalmente en su apariencia física y debido en parte al paso del tiempo.
Frank resopló, mirándolo de arriba abajo. —No lo creo. Tienes esos hermosos ojos que
parecen dos llamas y un rostro deslumbrante. ¿Fue una elección de estilo? ¿Eras emo o algo
así?
¿Dos llamas? Ezra no creía que Frank tenía suficiente conocimiento de metáforas para
llegar a esa descripción, pero aun así lo halagaba. Podría ser como las hermosas concubinas
de antaño, alabadas en canciones por su belleza y encanto. ¿Por qué no?
—No, pero tenía un acné horrible y estaba gordito. Un tipo como tú no me habría tocado
ni con un palo.
Frank sonrió y agarró un tenedor tan pronto como Ezra puso el plato frente a él. —¿Un
tipo como yo? ¿Qué tipo de hombres crees que me gustan? Porque puedo asegurarte que
nunca he estado con un diez sólido antes de ti.
El pecho de Ezra vibró, como si Frank hubiera tirado de la cuerda atada a una campana
que colgaba en el lugar de su corazón. Normalmente se burlaría de Frank llamándolo un
siete sólido, para incitarlo a esforzarse más y pagar más, pero no se atrevía a hacerlo y
simplemente se sentaba a su lado junto a su propia comida. —Y puedes quedarte con mi yo
actual. ¿Por qué perderías el tiempo con un tipo torpe y que parece que padecía de viruela?
Frank no se rió. Ladeó la cabeza mientras comía. —¿De verdad crees eso?
Ezra se detuvo, sintiendo como si Frank acabara de empujarlo por un acantilado y ahora
estuviera cayendo en picado, sin estar seguro de si había algo blando sobre lo que aterrizar
debajo. —Así es el mundo, ¿no? Todo el mundo prefiere a la gente atractiva. Puedo decirte
por experiencia propia que mi vida cambió por completo cuando la gente empezó a
encontrarme atractivo.
—¿Y cómo sucedió eso exactamente? —Preguntó Frank. Aun así, se acercó a la mesa y
acarició la mano de Ezra—. Esto es delicioso.
Ezra sonrió y para empezar tomó un sorbo de café. —Un buen dermatólogo. Un dietista.
Un entrenador personal. El estirón36. Terminar la pubertad. De repente, la gente me prestó
atención, me habló más y ya no sentí que alguien que me daba su polla para que se la
chupara me estaba haciendo un favor. Mamá me animó a cuidarme, me ayudó a elegir ropa

36 Usa el término “growth spurt” refiriéndose a los períodos de crecimiento acelerado en las personas que

son más evidentes cuando el niño es un bebé (en el primer año de vida) y durante la adolescencia
(comenzando aproximadamente a los 11 años para las niñas y aproximadamente a los 13 años para los
niños). Decidí traducirlo así para que se de la idea que Ezra se refiere que también era bajito y tenía poco
desarrollo de sus características adultas.
nueva y cuando estaba en el último año de la escuela secundaria, sentí que existía de la
manera que siempre debí existir.
Frank dejó de masticar por un segundo y luego tragó. —Y eso fue hace más de un año,
¿verdad? —Miró a Ezra con el ceño fruncido.
Predecible.
—No te preocupes, no he manchado tu brújula moral. Tengo veintitrés años, —dijo Ezra,
comenzando su comida con los tomates. Fibra primero. Luego proteínas, y terminaba con
carbohidratos para mantener el pico de azúcar al mínimo. Se sentía culpable por
atiborrarse de tanto pan y queso en la casa de Ros y Shane, por lo que el menú de hoy tenía
que ser perfecto.
El alivio de Frank fue tan obvio que su expresión hizo reír a Ezra.
—Bueno. Bien. Puede que me gusten los chicos más jóvenes que yo, pero no soy un
asaltacunas. Entonces eras cercano a tu mamá, pero… ¿ya no lo eres? ¿Por qué perdiste el
contacto?
Ezra masticó un poco más lento para pensar en su respuesta. Él no habría llamado
cercana su relación con mamá. Simplemente tenían mucho en común y ella lo veía tal como
era.
—Por el trabajo que elegí hacer. Ella piensa que es sucio y me dijo que estoy en camino
de chupar pollas a cambio de drogas, —dijo riendo—. Ella es una hipócrita, así que
tampoco siento la necesidad de acercarme a ella.
Por otra parte, había terminado teniendo de cliente a un asesino, y ahora tenía que
esconderse en un depósito de chatarra con un tipo diferente de criminal, así que tal vez ella
no había estado tan equivocada después de todo. No es que la elección que ella hizo de
quedarse con un marido de mierda fuera mejor.
—¿Qué quieres decir? —Frank preguntó entre un bocado y otro. Nunca antes había sido
tan curioso y Ezra se debatía entre sentirse halagado por la atención y receloso de que
estuviera revelando demasiado. Otra cosa que mamá le había enseñado. Mantén tus cartas
ocultas. Podrían usarse en tu contra.
Se llenó la boca, ganando tiempo una vez más mientras Frank lo observaba, con los ojos
tan abiertos, tan interesados en lo que Ezra tenía que decir. La mayoría de las personas con
las que había pasado tiempo estaban más interesadas en hablar de sí mismas y no estaba
seguro de lo que eso significaba.
Pero su familia no era un gran secreto, así que se encogió de hombros. —Se casó por
dinero. Pero supongo que ella piensa que está bien venderse si se trata de una sola persona.
O tal vez simplemente se puso celosa cuando dejé de ser el gordito puerto que era y
comencé a recibir más atención de los chicos que de ella.
—Entonces, ¿cómo llegaste a ser escort si tu mamá estaba en contra?
Ezra se rió. —Mamá no podía decirme qué hacer una vez que cumpliera dieciocho años.
Debería culparse a sí misma por decirme que me dedicara una profesión que me diera
acceso a hombres de alta calidad, ya que yo era gay y todo eso. Hice algunos trabajos como
modelo y comencé a salir para buscar mis contratos cuando era adulto. Creo que empezó
como lo hizo mucha gente. Un tipo me ofreció dinero en efectivo por pasar tiempo con él
mientras su esposa estaba fuera y el resto es historia.
Se había sentido bien ser deseado. Y pronto descubrió que el dinero que podía ganar con
la profesión le ofrecería la oportunidad de vivir de forma independiente y alcanzar
cualquier objetivo que eligiera.
—¿Que me cuentas de tu padre? ¿Cortaste el contacto con tus padres?
Ezra tomó más café a pesar de que su estómago se retorcía por el hielo, como si una
anguila lo hubiera atravesado. —Realmente no hay mucho que decir sobre él. Nunca estuvo
muy centrado en la familia. A diferencia de ti. ¿Cómo es que perdiste el contacto con tu
hermana? —preguntó, ansioso por centrar la atención en Frank porque cuanto menos
hablaran Ezra de su padre, mejor.
Frank dio un pensativo empujón a sus panqueques con el tenedor. —Me junté con gente
problemática cuando era joven. No crecí con dinero, así que no sé si estaba compensando o
simplemente por avaricia, pero de un estallido violento a otro, terminé en una pandilla.
Muchos de mis tatuajes son de aquella época. Por extraño que parezca, a diferencia de mi
familia, a esos tipos les parecía bien que yo fuera gay, incluso hacían alguna broma
ocasional. Pero ya era bastante grande cuando era adolescente, así que nadie me jodió.
Mirando hacia atrás, los chicos mayores debieron haber entendido que sería útil, entonces,
¿qué les importaba con quién yo follara?
Ezra no esperaba obtener tanta información sin insistir. La mayoría de los chicos que
conocía le habrían contado una historia que los presentaba como víctimas de las
circunstancias o los prejuicios. No estaba acostumbrado a tanta honestidad y su corazón
latía más rápido, advirtiéndole que esto podría ser una trampa.
Eligió caer en ello.
—¿Es así como conoces a Paul?
Frank asintió. —Sí, él es dos años mayor que yo y es gay, así que naturalmente nos
acercamos.
Ezra exhaló y puso su mano sobre la rodilla de Frank, porque si bien Frank era un tipo
grande y duro, tenía un corazón tierno y recordar el pasado podía resultar desagradable. —
Lo lamento. Debe haber sido un shock descubrir que él es...
Las palabras se atascaron en la garganta de Ezra, y cuando su cerebro le recordó la
cabeza mirándolo con dos ojos sin vida, el olor a panqueques se convirtió en el repugnante
olor a podredumbre.
Frank suspiró y apretó los dedos. —Es… no lo sé. Parece una progresión natural para él.
Durante unos años, Paul y yo fuimos realmente una fuerza a tener en cuenta. Dos jóvenes
tontos que buscan problemas, robaban coches y vendían drogas. Mi relación con mi
hermana ya era tensa debido a ese estilo de vida, y mi padre era una basura que no valía ni
el sofá en el que se pedorreó durante veinte años. Pero todo llegó a un punto crítico cuando
mi hermana quedó embarazada a los diecinueve años. De un tipo diez años mayor que ella.
—Miró a Ezra—. Lo más irónico de todo es que le di una paliza al tipo, pensando que estaba
tomando una noble venganza. Y eso solo sirvió para que él se fuera y mi hermana se negó a
hablar conmigo durante años.
Ezra frotó el muslo de Frank y se acercó, sintiendo de repente que el interrogatorio había
sido un error. A la gente no le agradaban aquellos que les hacían sentir mal,
independientemente de los motivos. —Lo lamento. No debería haberme entrometido, —
dijo, aunque la honestidad que brotaba de la boca de Frank era desconcertante. Era como
descubrir a este hombre desde cero después de un año entero de sexo. Como si él también
hubiera mantenido una fachada a pesar de que era él quien pagaba para no tener que
hacerlo. Y, extrañamente, toda esta nueva información no se sentía como cuando los
clientes se quejaban de sus esposas o de sus problemas en el trabajo, usando a Ezra como
su dócil caja de resonancia que les decía que tenían razón y que las otras personas eran
horribles.
No, Frank quería conectarse y estaba abierto a ello. Quería dejar entrar a Ezra, y eso de
alguna manera era más aterrador que la sangre en la alfombra de Paul. Aunque quizá no
que la cabeza cortada.
—No lo estés. Disfruté el tiempo contigo cuando pagué, pero ¿esto? —Frank acarició la
mano de Ezra—. Creo que necesitaba esto. Quiero conocerte, Ezra. Incluye el acné, las
alergias alimentarias y la adicción al aguacate. Me gusta tu cara bonita, pero eso no es todo
lo que quiero, ¿entiendes?
Mierda.
Ezra se quedó helado cuando la realidad de esta situación chocó contra él. Frank acababa
de declarar que quería que fueran más que amigos. ¿Ezra había tenido tanto éxito en
seducirlo? Su tiempo juntos fue un placer, sí, pero Ezra tenía planes: un hombre, con suerte,
todavía esperándolo en Los Ángeles, un negocio que comenzar y todo un mundo por
descubrir. No quería quedarse atrapado en este depósito de chatarra para siempre, y si
bien los sentimientos románticos motivarían a Frank a protegerlo, también lo disuadirían
de lidiar con el problema real de Ezra, Paul, y dejarlo ir.
En la superficie, Frank parecía un tipo genuino, pero el hecho de que estuviera
involucrado en un crimen y no lo hubieran atrapado demostraba que sabía cómo guardar
secretos. ¿Iría tan lejos como para mantener a Ezra aquí con el pretexto de que era lo
seguro? Por lo que Ezra sabía, es posible que Frank ya se hubiera puesto en contacto con su
antiguo amigo y le hubiera dicho que mantendría a Ezra callado, alejado del mundo y, por
lo tanto, sin peligro para la libertad de Paul.
Odiaba saber ahora lo que Frank realmente pensaba. Ezra no tenía forma de verificar la
sinceridad de las palabras de Frank, que lo habían dejado en este terrible limbo.
Pero si sus sentimientos eran tan crudos y confusos, ¿por qué la directa declaración de
Frank hizo que sus entrañas revolotearan?
—Yo... nunca me dijiste eso antes, —dijo Ezra, manteniendo la voz firme.
—Debido a que nuestra relación anterior se regía por reglas que no quería romper. Pero
luego viniste aquí, necesitando ayuda, y no importa cuántas veces te dije que no usaré tu
situación para intercambiar favores, todavía querías algo conmigo. Sólo puedo asumir que
sientes lo mismo que yo.
Lo que era ese sentimiento quedó flotando en el aire entre ellos pero permaneció tácito.
Sin embargo, Ezra todavía quería saber si Frank se refería a un acuerdo temporal o algo
más permanente. Y mientras las palabras se atascaban en su garganta, sus pensamientos
galopaban hacia un mundo al que se había mudado aquí para siempre. Claro, la casa de
Frank podría ser un basurero, pero era un basurero con buena estructura, y si la calidad de
la renovación del baño era algo a tener en cuenta, las habilidades de bricolaje de Frank eran
de primera categoría.
Lo más importante es que, en ese futuro, se despertaría con la nariz enterrada en el
pecho tatuado de Frank todas las mañanas.
Las mejillas de Ezra ardieron y, mientras su cabeza daba vueltas un poco, agradeció la
estabilidad de la silla debajo de él. Se sintió débil ante la declaración de Frank, y por mucho
que intentara encontrar agujeros en sus palabras, parecían sinceras.
Ezra estaba en una encrucijada y se preguntó si no debería abandonar la seguridad del
camino principal y dirigirse al bosque. Por ahora, el sol brillaba a través de las hojas,
salpicando la maleza cubierta de musgo, pero si abandonaba la ruta que había estado
siguiendo durante años, todas las metas que se había fijado para su futuro se perderían.
¿Era este un riesgo que podía permitirse correr por una sola persona?
¿Cómo podía estar él, el hombre que Paul siempre llamaba su príncipe de hielo,
considerando esto?
Hasta ahora, Frank había demostrado su valía en todo momento. Había sido paciente,
había acogido a Ezra a pesar del riesgo para su propia seguridad y nunca había cuestionado
lo que Ezra había visto en casa de Paul. Su protección se sentía como una red de seguridad
que no se rompería bajo Ezra sólo porque dijera algo incorrecto.
Nunca antes había tenido eso, y aunque Frank no podía ofrecerle la cantidad de dinero o
las conexiones que le ofrecería Robert, el productor de cine, su promesa tenía peso. A
diferencia de la de cualquier otra persona.
—Sí, me gustas. Simplemente no pensé que pudiéramos... —Tragó, tan fuera de su
ambiente que sus habituales habilidades de conversación le estaban fallando.
Frank asintió y apretó los dedos de Ezra. —Podemos. He estado... solo durante bastante
tiempo. Pero si quisieras darle una oportunidad a esto, estoy en un punto en el que estoy
listo para intentarlo. Pero no hay prisa. Piénsalo. ¿Qué planes tenías en Los Ángeles...?
El ruido del motor de una motocicleta detuvo a Frank, pero Ezra todavía estaba atascado
procesando las palabras de Frank. Ningún hombre le había hablado jamás con tanta
seriedad. Y a pesar de saber que sucumbir a sus deseos habría sido un error, se permitió
imaginar una vida en la que sería la cucharita pequeña37 de Frank, lo animaría durante las
competiciones y tal vez incluso le prepararía almuerzos saludables para llevar como un
buen amo de casa.
Él no debería querer eso.

37En la posición de “cucharita” es la persona que es abrazada. La que abraza se le conoce como “cuchara
grande”.
Ese no era el plan.
Pero la repentina llegada de un extraño fue una excusa conveniente para frenar esta
conversación por el momento. —¿Quién es? —preguntó, levantándose de su silla—.
¿Debería esconderme?
Frank soltó la mano de Ezra para mirar por la ventana, pero solo sacudió la cabeza
cuando regresó a la posición anterior junto a la mesa. —No, es solo mi sobrino, Dex. Tendré
que ir... a mirar algunas piezas de motocicleta cuando llegue su club.
Frank se levantó para ponerse una camiseta y Dex entró después de llamar brevemente a
la puerta.
—¡Ey! Vine tempr... ohh, hola. —Los ojos marrones de Dex se centraron en Ezra, y sonrió
de una manera diabólica que encajaba con su aspecto extravagante y demostró que su cara
de chico buena, cubierta por completo con una capa de pecas, era una mentira.
Tenía que ser un poco mayor que Ezra, pero toda su vibra gritaba “niño peligroso, no le
des cerillas”38. Su melena estaba teñida de rubio y peinada en forma de mohawk flexible,
con lados rebajados con un diseño de un rayo afeitado en el cabello corto. Dos expansores
negros llenaban los lóbulos de sus orejas y sus brazos y cuello estaban cubiertos por una
variedad aleatoria de tatuajes. Llevaba una sencilla camiseta negra debajo de un chaleco de
cuero y decía Estoy con un estúpido encima de una flecha que apuntaba a su entrepierna.
Frank había hablado de su sobrino varias veces, pero verlo en persona completó el
cuadro.
Frank suspiró. —Está bien, solo estaba desayunando.
Su sobrino sonrió y caminó hacia la mesa, cogiendo un plato en el camino. —Joder, tío.
Tengo hambre. ¿No me vas a presentar? Dex. —Se sentó y le tendió la mano a Ezra.
Ezra la estrechó, se presentó y señaló la jarra medio vacía sobre el mostrador. —También
hay café. Todavía debería estar caliente.
Dex tomó tres panqueques de una vez y luego los roció con un chorro de jarabe de arce.
—¿Tú hiciste esto? Mi tío rara vez organiza un banquete como éste. Por lo general, solo
come una lata de frijoles, pero le provocan39...
—¡Cállate, Dex! —Frank gruñó y volvió a sentarse, con su expresión pasando de
levemente molesto a nube de tormenta.

38 Es una de las advertencias más comunes de peligro para los niños.


39 No completa la frase, pero posiblemente se refiere a que le provocan gases xDD este Dex.
Dex levantó las manos en señal de derrota. —Está bien, está bien, sólo digo. No sabía que
estábamos en presencia de un caballero —Se rió como una hiena y le guiñó un ojo a Ezra.
Ezra se escondió detrás de su taza, porque todo en el sobrino de Frank era ruidoso,
bullicioso, tal vez incluso un poco peligroso, aunque esa última impresión podría deberse a
que lucía los colores del club de motociclistas. —¿Quizás ustedes dos tengan algo que
discutir? —preguntó, encontrando la mirada de Frank. La energía de Dex era demasiada,
demasiado acelerada y, además, toda a la vez.
Antes de que Frank pudiera responder, Dex habló con la boca llena. —Oye... No, no te
vayas, bebé.
Frank se erizó y sus fosas nasales se dilataron. —Él no es tu 'bebé'.
—¿Es tuyo entonces? —Dex movió las cejas—. ¿O alguien más le mordió el cuello?
Las mejillas de Frank se oscurecieron. —No es asunto tuyo. Solo cómete tu maldito
panqueque.
Pero Dex no le dio descanso y se volvió hacia Ezra. —Debes ser realmente especial. Nunca
trae a nadie. Aunque puedo ver por qué, —dijo y su mirada se deslizó hacia los pezones de
Ezra, haciéndolo querer taparse.
Eso le valió a Dex una bofetada en la nuca.
La forma en que las cosas se intensificaron desde la llegada de Dex fue un shock para
Ezra, pero estaba seguro de que Frank no lo alentaría a coquetear o acostarse con su
sobrino, independientemente de lo que Dex pudiera querer. De aspecto excéntrico y con
una mente que aparentemente superaba la velocidad de la luz, estaba lejos del tipo de Ezra
y también tenía la vibra de alguien a quien le gustaban las cosas raras en la cama. No,
gracias.
Pero a medida que la confianza de Ezra crecía, se encontró con los ojos marrones y habló.
—Si sospechas que estoy con él, ¿por qué estás coqueteando conmigo delante de sus
narices?
Dex se rió a carcajadas y agarró otro panqueque. —¡El gatito tiene garras! Me gusta. Sólo
estoy jugando con él. Y nunca se sabe...
—Oh, tu novio lo sabrá —dijo Frank con los dientes apretados.
Eso hizo que Dex masticara mucho más lento. —De todos modos, estos panqueques son
una bomba. ¿Puedo tomar un poco para llevar?
Ezra sonrió y agarró la mano de Frank para asegurarse de que supiera que estaba bien.
Dex no daba miedo, sólo... era abrumador. —Depende. ¿Sigues con hambre? —Porque el
desayuno era para Frank y Dex podía quedarse con las sobras.
Frank le apretó la mano, lo que hizo que todas las mariposas no deseadas revolotearan
dentro de Ezra. Sabía que Frank estaba feliz de presumirlo porque Ezra era joven y bonito,
pero aun así se sentía bien que lo reconocieran de esa manera. La mayoría de los hombres
con los que se acostaba estaban muy encerrados en el armario, por lo que no podía salir
con ellos a lugares con más gente. Y de todos modos no habría sido real. Si bien aún no
estaba seguro de qué tenía con Frank, ese algo era definitivamente real.
—Ya terminé, pero ¿podrías empacarme algo? Estaremos fuera un tiempo.
Dex puso una cara de tristeza cuando Frank agarró el plato de debajo de sus dedos. —Lo
siento, ¿vale? La fuerza de la costumbre.
Frank lo miró con los ojos entrecerrados y luego le arrojó un panqueque a la cara, pero su
sobrino lo atrapó.
—Por supuesto. ¿Cuándo vuelves? —preguntó Ezra, levantándose de la mesa para
preparar el almuerzo de Frank—. También podrías pasar por aquí si lo sé y tomar algo
calentito, —añadió, porque la perspectiva de pasar todo el día solo en este lugar
desconocido se le acercaba con más insistencia. No podía dedicar mucho tiempo a hacer
ejercicio, ya había preparado la lista de compras, no tenía herramientas para cuidarse y
había usado el único yogur que había en el refrigerador para calmar su piel, lo que lo dejaba
sin nada. Muy pronto, sus poros empezarían a congestionarse y no quería que eso
sucediera con Frank. ¿Ros tendría alguna mascarilla o exfoliante facial de calidad? ¿O era
una de esas personas exasperantes que casualmente tenían una piel perfecta?
—Hasta la tarde, y la conexión telefónica en el depósito de chatarra es, en el mejor de los
casos, irregular. Otra razón por la que te dije que no te aventuraras a salir.
—Aunque yo podría pasar a comer algo... —sugirió Dex mientras masticaba su último
panqueque. Era delgado para una persona que parecía llenarse la boca con cualquier cosa
que le apeteciera en un momento dado.
—No puedes. Tienes trabajo, —dijo Frank—. ¿Pero puedes hacer que uno de tus
prospectos40 compre los alimentos de Ezra?

40 Los Prospectos de los clubs de motociclistas son candidatos a ser miembros parcheados/oficiales en un

futuro en dependencia de cómo se muestren en este período, son los que se encuentran más abajo en la
cadena de mando y los mandan a hacer cualquier tipo de tarea tediosa que siempre debe cumplir si es
indicado por un miembro parcheado. El período de tiempo que pasen como Prospectos puede variar.
Dex se encogió de hombros. —Claro, de todos modos no se les permite estar aquí hoy.
Ezra frunció el ceño, porque ¿por qué a los motociclistas jóvenes no se les permitiría usar
las partes de las motocicletas? Pero ver que Frank pensaba en sus necesidades incluso
cuando él mismo no podía lidiar con ellas cambió su enfoque de inmediato. Entonces, ¿qué
pasaría si Frank vendiera motocicletas robadas o algo así mientras se ocupaba del suyo?
Por supuesto, Ezra hubiera odiado perder su propio vehículo, pero había grados de
criminalidad y Frank era un buen hombre en el fondo.
—¡Gracias, eso sería de gran ayuda! Necesitamos mascarillas y fibra en esta casa.
Dex sonrió, mordiéndose los labios. —Lo entiendo. Me hice un facial41 ayer mismo.
Ezra lo miró sorprendido. —¿Sí? —preguntó, pero frunció el ceño cuando entendió el
verdadero significado detrás de la sonrisa de Dex. A veces hacía ese tipo de faciales porque
a algunos clientes les gustaban mucho y, al final del día, no era terrible, pero no le gustaba, y
el semen siempre de alguna manera le entraba en el ojo. El desorden también lo hacía
sentir feo, y le molestaba que algunas personas con billeteras abultadas acudieran a él
porque querían arrancarle su refinada máscara. —Esto no es cómodo. No te conozco.
—Dex. Ya te estás pasando, —dijo Frank con voz gélida—. ¿No lees el ambiente? Para.
Ahí, el caballero de Ezra con camiseta y jeans, viene en su rescate. Quizás no debería
gustarle tanto, pero así era.
Dex suspiró y sus hombros se hundieron. —Solo estaba bromeando... Tienes que admitir
que la idea de que te pongas una mascarilla es muy divertida.
El estruendo de más motocicletas afuera puso fin a esta farsa, y Ezra se levantó para
empacar los panqueques restantes para el almuerzo de Frank. Añadió una pequeña lata de
duraznos, así como el tocino sobrante, un poco de jamón y la botella pequeña de jarabe de
arce que había encontrado en el cajón de especias casi vacío.
Frank se acercó a él y Ezra se inclinó, ansioso por probar el aroma masculino que llevaba.
—Gracias, —dijo Ezra en voz baja, empacando toda la comida en una bolsa de lona—. Es
abrumador.
El pecho de Frank retumbó con un zumbido, y besó el costado de la cabeza de Ezra, sin
rehuir de mostrar que eran... algo en presencia de Dex.
—No le prestes mucha atención. Es inofensivo en el fondo.

41 En inglés se dice igual que “tratamiento facial” pero se denomina así a la práctica sexual de correrse en la
cara de una persona y cubrirla de semen.
—No soy inofensivo, —dijo Dex, enojado como si no ser una amenaza para la sociedad
fuera algo malo—. Estoy literalmente...
Alguien golpeó la puerta, que se abrió tan pronto como Frank les gritó que entraran.
Entró un hombre alto, deteniéndose en seco cuando su mirada se posó en Ezra. A primera
vista, parecía elegante y lo suficientemente guapo como para ser modelo de portada de las
novelas románticas de chicos malos que una de las conocidas de Ezra consumía en masa en
su tiempo libre. Pero el sencillo conjunto compuesto por jeans, una camiseta pálida y una
chaqueta de cuero estaba marcado con parches de un club de motociclistas reales, y el
cabello oscuro y brillante no pudo desviar la atención de Ezra de la gran cicatriz que
atravesaba la mejilla y el labio del extraño. También llevaba una especie de arnés para
sujetar un objeto grande a su espalda, y Ezra se puso rígido, preocupado de que pudiera ser
una ametralladora.
—Tienes un invitado, —dijo el hombre en voz baja, cerrando la puerta detrás de él. Dejó
que sus brazos colgaran a los costados mientras caminaba hacia la mesa, mirando en
dirección a Ezra como si estuviera considerando si valía la pena aplastar a esta araña en
particular.
Frank asintió. —Y es posible que necesites una correa más corta para Dex, Hammer.
Dex abrió los brazos. —¿Qué? ¡Solo estaba siendo amigable!
Oh. Esto era interesante.
Además, ¿qué clase de nombre era Hammer42?
El alto extraño cuadró los hombros, robusto como un ariete humano. —¿De qué está
hablando? —preguntó, fijando su mirada fría en Dex, cuyos chistes murieron como fuego
durante una tormenta.
Él puso los ojos en blanco. —Sólo decía que Ezra es bonito. Nada de malo con eso. Todos
tenemos ojos.
—La última vez que lo comprobé, los ojos no pueden coquetear, —dijo Hammer,
mirándolo entrecerrando los ojos.
Ezra tragó, porque lo último que quería era que Dex lo culpara por la confusión en su
relación. —No fue nada serio.
Frank parecía contento con este avance mientras guardaba las herramientas en una bolsa
de lona.

42 Recomiendo leer Dickhead (el libro anterior a este) para conocer el guiño en esta pregunta. “Hammer”
significa “martillo” en inglés.
—Me lo imaginé, —dijo Hammer, ladeando la cabeza mientras Ezra terminaba de
empacar el almuerzo de Frank con una botella de agua y un termo con lo que quedaba del
café—. Él sabe que lo dejaría como una papa caliente si hace algo a mis espaldas.
Dex volvió a sonreír y deslizó su dedo en una trabilla del cinturón en la parte delantera
de los jeans de Hammer. —Y es por eso que nunca lo haré. Fueron los panqueques. Eran tan
buenos que perdí la cabeza.
Hammer negó con la cabeza y se inclinó, besando los labios de Dex con tanta suavidad
que Ezra miró hacia otro lado, sintiéndose como un intruso, a pesar de que los dos hombres
sabían que no estaban solos.
Ezra se volvió hacia Frank, quien le sonrió, aparentemente listo para irse, y oh, era tan
guapo. Ezra no era en absoluto pequeño, pero al lado de un tanque como él, se sentía como
el twink43 más frágil del mundo y en cierto modo le gustaba. Aunque preferiría no esperar
por él todo el día.
—¿Puedo ir contigo? Prometo que no seré una molestia, —dijo, entregándole la comida a
Frank.
Hammer y Dex intercambiaron miradas, luego Hammer le dio una palmada en el hombro
a Dex. —Esperaremos afuera.
Frank suspiró tan pronto como salieron. —Será extremadamente aburrido para ti. Sólo
piezas de motocicletas y un grupo de motociclistas que pasan demasiado tiempo
mirándolas mientras beben cerveza y me hacen perder el tiempo.
Ezra ladeó la cabeza y curvó la boca. —Vamos, Frank, sé exactamente lo que están
haciendo todos ustedes ahí fuera.
Frank se detuvo. —¿Lo sabes?
Ezra suspiró. —Eh. Es obvio que esas piezas son robadas. Estás moviendo coches y otras
mercancías, ¿verdad?
—S-sí. No quería que lo supieras. —Frank acarició el cabello de Ezra con una expresión
ilegible.
Ezra le ofreció una sonrisa y tomó la cálida mano que colgaba del costado de Frank. —
Está bien. Y estoy tan aburrido. Ya limpié todo dos veces. ¡No tengo nada que hacer!
Frank se inclinó y le dio un beso rápido. —Tengo algo para ti.

Término del argot gay inglés que describe a hombres homosexuales jóvenes que apenas superan la
43

mayoría de edad o que aparentan esto, atractivos, esbeltos y usualmente carente de vello corporal.
El corazón de Ezra latió más rápido cuando Frank abrió un gabinete junto al fregadero y
sacó una caja enorme. La puso sobre la mesa.
—Tengo estos recibos que no he clasificado. Podrías ordenarlos por fecha y tipo.
Abarrotes, servicios, artículos del hogar, etc.
Obviamente, eso significaba que Ezra no estaba invitado a unirse a Frank durante el
horario comercial, pero la enorme caja ofrecía un desafío que Ezra podía afrontar
fácilmente mientras escuchaba música. Cogió algunos de los papeles, que Frank debía
haber estado aplastando durante un rato para que cupieran más, y frunció el ceño. —Esto
es de hace dos años. ¿Por qué está en la cima y... cuándo fue la última vez que hiciste esto?
Por favor, ¿dime que no son gastos laborales mezclados con gastos personales también?
Frank lo besó en los labios una vez más, luego puso su almuerzo en la bolsa de lona y
cerró la cremallera. —Y eso es algo que debes resolver tú. Regreso más tarde.
Ezra tarareó, dejando la caja. —Está bien, estaré esperando aquí como Cenicienta
mientras ustedes van al baile. Asegúrate de que el prospecto del club de motociclistas
venga, así tendré más recibos que presentar, —le dijo a Frank, un poco más tranquilo.
Supuso que los motociclistas tal vez no querrían que un extraño husmeara en sus negocios.
—¡No pierdas ningún zapato! —Frank gritó al salir y Ezra no pudo evitar sonreír.
Se sentía mucho más relajado ahora que era… algo de Frank.
Pero de todos modos descubriría exactamente a qué se dedicaba Frank a su debido
tiempo.
Capítulo 15
Ezra
Ezra se preguntó si el kimchi que había preparado desde cero no sería demasiado picante
para Frank, pero siempre podría prepararle otro lote en unos días. Por ahora, sin embargo,
estaba ocupado armando loncheras que Frank podía llevarse en cualquier momento.
Saludables y deliciosas, estaban llenas de todos los micros y vitaminas que un hombre
necesita no sólo cuando realiza mucho trabajo físico sino también cuando entrena con el
objetivo de ganar masa muscular. Y follar. Mucho. Uno de ellos podría satisfacer toda la
ingesta calórica diaria de Ezra, pero alguien tan activo como Frank no necesitaba
preocuparse por exagerar.
La cocina olía a pescado asado, verduras al vapor y varias mezclas de especias que harían
cada comida fresca, pero Ezra aún no había terminado y se acercó a la estufa para
comprobar el guiso de pavo. Le gustaba cocinar. No lo llamaría su pasión, pero algo sobre
controlar lo que entraba exactamente en su cuerpo lo tranquilizaba y lo calmaba. Y como
Frank no se preocupaba lo suficiente por sí mismo, la misión de Ezra se convirtió en
ayudarlo a sentirse mejor con el tipo de comida adecuada. Dos semanas después, ya podía
ver avances.
Frank trató de que no se notara, pero al principio se había mostrado escéptico, y verlo
cada vez más aficionado al nuevo plan de alimentación motivó a Ezra a emplear toda su
creatividad para poner esa sonrisa de satisfacción en ese hermoso rostro. Se sentía bien
estar a cargo y organizar todas las cosas para las que Frank no tenía tiempo.
Frank lo apreciaba. No había dinero involucrado, a pesar de que Frank lo alojaba, lo
protegía, compraba todos los alimentos, etc. Ezra no podía nombrar su relación, pero
tampoco era como un intercambio o trueque. Su cerebro ansioso a veces sugería que Frank
sólo estaba haciendo todo esto por tener sexo, pero la realidad demostraba lo contrario.
Frank había asumido el papel de su novio, y Ezra no lo odiaba en absoluto, incluso si
Carmen lo hubiera llamado tonto, que había caído en una trampa de obsequios
permanentes, camino a perder su bien más preciado, la juventud.
La palabra con A flotaba en el pecho de Ezra de vez en cuando, y la empujó de regreso al
fondo de su mente, donde debería permanecer junto con los restos del pasado de Ezra, pero
no podía negar que Frank se había convertido en todo su mundo. Era un osito de peluche,
con garras para cualquiera que se atreviera a tocar a Ezra. Estable. Seguro. Amable.
El protector que Ezra nunca tuvo.
Así que sí, Ezra con mucho gusto lavaba la ropa para ambos, se hacía cargo de las
comidas de Frank y limpiaba la casa, no solo porque quería esas cosas, sino porque sabía
que Frank también las necesitaba.
La competencia de Hombres Fuertes para la que Frank se estaba preparando se acercaba
rápidamente, y no había habido un día en el que Ezra no se imaginara entre la audiencia,
animando a su campeón. Lástima que Paul todavía estuviera ahí fuera, y Frank podría
decidir dejarlo bajo el cuidado seguro de Shane y Jag.
Una cabeza apareció en la ventana abierta de la cocina y de repente Ezra gritó y dejó caer
su espátula.
—Mmm... huele bien, —dijo Jag.
Ezra ya debería estar acostumbrado a que este tipo lo asuste.
—¿Quieres un poco? —preguntó, porque todas las loncheras ya estaban llenas y de todos
modos tenía la intención de distribuir la comida restante entre los amigos de Frank.
También habría sido una oportunidad para visitarlos a todos, algo que Ezra anhelaba cada
vez más.
—¡Oh! —Los ojos de Jag se abrieron y sonrió, intentando entrar por la ventana, pero Ezra
se rió y lo empujó hacia atrás.
—¡Usa la puerta!
Jag resopló y aterrizó en el suelo. —Está bien. Aunque habría sido más rápido, —
murmuró, desapareciendo de la vista.
También habría significado barro en la encimera de la cocina. Ezra lo sabía porque ya
había sucedido antes. Tratar con Jag era como entrenar a un perro medio salvaje, pero justo
como los perros, era leal y a diferencia, podía limpiar él mismo.
La alegría brilló en el pecho de Ezra y arrojó un pedacito de pollo asado hacia la puerta
tan pronto como se abrió. —¡Atrapa!
Cuando Jag chasqueó los dientes, agarrando el bocado como un animal, Ezra se echó a
reír y no pudo parar por un rato. Jag era la persona más extraña que Ezra había conocido
jamás y, sin embargo, tampoco era completamente consciente de ello. A diferencia de
cualquiera de los amigos de Ezra, a Jag le importaba una mierda que las personas a su
alrededor hicieran comentarios condescendientes sobre su ropa, o que él no hiciera
algunas cosas como los demás. Decía lo que pensaba de la manera más directa y era tan
refrescante como aterrador.
A su alrededor, Ezra bajaba un poco la guardia, porque ¿qué tendría que demostrarle a
alguien que pensaba que usar tres cinturones y un collar hecho con llaves viejas era el
último grito de la moda?
Así que sí, a Ezra no le importaba que Jag lo viera con una sudadera holgada y pantalones
deportivos. Después de todo, estaban limpios y eran de buena calidad.
—Te daré un poco más tarde para que te lo lleves a casa, —dijo Ezra, apagando el fuego
debajo de la olla de estofado de pavo y se secó las manos en el delantal—. ¿Tienes tiempo
para un juego? —Preguntó, porque había estado tratando de enseñarle a Jag los conceptos
básicos de jugar a las cartas y fantaseaba con iniciar una noche de juegos semanal para
todo el equipo del depósito de chatarra. ¿Quizás pronto podría proponerle esa idea a
Frank?
Jag miró hacia la mesa de la cocina con el ceño fruncido, pero finalmente negó con la
cabeza. —No. Frank me pidió que hiciera algunas cosas importantes. —Dio unas
palmaditas en el saco de cuero que llevaba en la cadera, que Ezra consideraba la bolsa
medieval para el vientre.
Ezra tarareó. —Dijo que volverá tarde. ¿De qué se trata esto? —preguntó y apiló las
loncheras antes de guardarlas en el enorme refrigerador.
Jag sacó varios artículos de su bolso y los colocó sobre la mesa.
Una calculadora.
Una caja de madera antigua.
Un vaso de plástico con asa brillante.
Tres relojes diferentes. Uno de plástico para niños, otro con correa de cuero y otro, un
reloj dorado para mujer que parecía sorprendentemente caro.
Su presencia hizo que Ezra mirara el Rolex en su muñeca, pero Jag continuó y colocó
varias piezas de joyería sobre la mesa, completando su colección con una pequeña bola de
vidrio (¿cristal?) que tenía un soporte en forma de calavera.
—Le traigo cosas interesantes que encuentro. No siempre estoy seguro de cuáles valora
la gente, pero él lo sabe.
—¿Encuentras dónde? ¿En el depósito de chatarra? —Ezra preguntó y tomó un brazalete
que parecía antiguo. No era un experto pero la maldita cosa parecía estar hecha de oro.
¡Mucho oro además! El calor chisporroteó en sus mejillas mientras examinaba los hallazgos
uno tras otro. El reloj de oro era un Tissot.
Jag envolvió sus musculosos brazos sobre su pecho y sonrió con orgullo. —Sí. Está lleno
de tesoros. Frank no tiene tiempo para ocuparse de todos mis hallazgos, pero sí dice cuáles
guardar y cuáles no. Podría mostrártelo.
Ezra levantó la vista mientras la casa se encogía a su alrededor. —¿Quieres decir que hay
más de esto?
Jag frunció el ceño. —Por supuesto. Lo he estado guardando en un lugar seguro, seco y
listo para que lo revise cuando tenga tiempo.
Los engranajes en el cerebro de Ezra giraron cuando puso la comida restante en el
refrigerador antes de enfrentar a Jag con energía renovada. Si Frank no tenía tiempo para
procesar elementos que podrían valer dinero, ¿tal vez Ezra podría ayudarlo con eso
también?
—¿Y puedes mostrármelo? —preguntó.
Jag se encogió de hombros. —Por supuesto. Eres su compañero. Lo que es de él, es tuyo.
Ezra se atragantó con las palabras mientras su cerebro se llenaba de algodón de azúcar
que definitivamente no debería saber tan dulce. —¿Dijo eso?
Jag ladeó la cabeza. —Él no necesita hacerlo. Es obvio. Entonces, ¿qué cosas tomamos y
cuáles dejamos? —Señaló la mesa, mientras la cabeza de Ezra latía con una palabra.
Compañero.
Compañero.
Compañero.
¿Él lo era? ¿El compañero de Frank? Sonaba tan primitivo44, para nada como novio, o
compañero de vida, o incluso esposo. Y le gustaba.
Negando con la cabeza, abandonó los pensamientos insistentes y le escribió una nota a
Frank, en caso de que apareciera durante el día y se preocupara por la ausencia de Ezra. —
¿Por qué dices eso? —preguntó, recogiendo las cosas que pensó que podrían ser valiosas, y
eso incluía la bola de cristal, ya que podría ser antigua. Tendría que comprobarlo en línea.
—Vives con él, te apareas con él, le preparas comida. Él te protege, te provee y te reclama
como suyo. —Jag ahora miraba a Ezra como si fuera él quien necesitara que le explicaran
las cosas lentamente.
El corazón de Ezra se sintió apretado, como si alguien lo tuviera en un puño.
—La vida no siempre es tan sencilla. Ojalá lo fuera, pero no lo es, —murmuró y sacó su
chaqueta nueva de la percha para protegerse del aire fresco.

44 Recuerden que Jag usa la palabra “mate” que es algo más animal.
Jag volvió a guardar los artículos elegidos por Ezra en su bolsa de cuero. —La gente
complica innecesariamente las cosas. Usa botas, podrías ensuciarte.
—Se vuelve complicado cuando necesitas algo más que refugio y un poco de comida, —
dijo Ezra, siguiendo su sugerencia.
Jag le dedicó una sonrisa y le guiñó un ojo. —Por supuesto. Necesitas sexo también.
Eso no era lo que Ezra quería decir, pero lo dejó pasar y abrió el camino afuera. —Sé que
Dane tiene más cosas. Un televisor, tres consolas de juegos, dos computadoras diferentes.
Jag se enderezó con orgullo y comenzó a caminar a paso rápido. —Sí, le proporciono todo
lo que necesita.
Para ser justos, era Dane quien tenía un verdadero trabajo como informático, pero si a
Jag le pagaban por los “tesoros” que le traía a Frank, entonces efectivamente contribuía.
¿Quién era Ezra para ilustrarlo sobre las realidades del capitalismo cuando Jag vivía en el
mundo del trueque?
Cuando Jag giró hacia un pequeño sendero donde a Ezra le habían dicho específicamente
que no fuera, Ezra se detuvo en seco.
—¿Se nos permite…? Quiero decir, Frank me dijo que no es seguro ir allí.
Jag hizo un gesto con la mano. —Es seguro si estás conmigo. Te mostraré qué debes tener
en cuenta. Frank es demasiado cauteloso. El depósito de chatarra está lleno de aventuras si
sabes cómo navegar por él.
Ezra no había mirado las montañas de basura circundantes de esa manera antes, pero Jag
era como un niño a punto de mostrarle su guarida. Y eso fue algo emocionante. Ezra no
había jugado de esta manera desde hacía mucho tiempo, siempre temeroso de lo que
alguien pensaría de él, de ensuciarse o de que le tomaran una fotografía poco favorecedora.
Ninguna de esas cosas importaba aquí, así que después de un momento de vacilación,
siguió a Jag hacia lo desconocido. En un momento, Jag levantó un viejo colchón que yacía de
lado, revelando un pasaje que conducía a un camino paralelo. Eso hizo que Ezra volviera a
sentirse como un niño.
Charlaron sobre los lugares favoritos de Jag para conseguir los tesoros para Frank, pero
mientras estaban escondidos detrás de un viejo camión con óxido comiéndose todo su
costado, el contenedor que resultó ser su destino estaba a solo una corta caminata desde la
casa de Frank.
Las puertas estaban cerradas con un candado, pero Jag subió a la parte superior del
contenedor y, momentos después, saltó con una llave en la mano. La unidad de
almacenamiento estuvo abierta en menos de un minuto, y cuando Jag encendió la linterna
que había dentro, iluminando tres filas de estantes de metal llenos de cajas y artículos
sueltos por igual, Ezra sintió como si el suelo estuviera a punto de desmoronarse bajo sus
pies. Porque ¿qué carajos?
—¿Eso es…?
—Dane la llama la cueva de Aladino. —Jag abrió el otro lado de la puerta desde adentro,
dejando entrar más luz, y Ezra estuvo seguro de haber visto destellos de plata y oro por
todas partes. También había vajillas enteras que parecían antiguas, e incluso una lámpara
de araña de cristal escondida en la parte trasera del compartimento.
—Oh, Dios mío... —Ezra se quedó sin aliento cuando tomó una escultura art deco
alargada. Conocía este estilo porque uno de sus antiguos clientes era un fanático de los
coches antiguos, y adornos de capó como éste podían alcanzar precios bastante altos, si se
sabía dónde venderlos.
De hecho, era la cueva de Aladino.
Estaba tan aturdido por la gran cantidad de objetos que lo rodeaban que su voz sonó
aguda. —¿Por qué Frank no vendió nada de esto? —¿Es un acaparador? Vino a la mente de
Ezra, pero dudaba que Jag entendiera ese concepto.
—Vende cosas cuando tiene tiempo, pero normalmente sólo aquellas cuyo valor ya
conoce. Las cosas que necesita reflexionar, investigar o arreglar terminan aquí. Aunque a
veces simplemente no tiene tiempo para ello. Lo cual es una pena, —dijo Jag con un suspiro,
tomando un gato siamés de porcelana.
Una auténtica locura.
Sin embargo, cuando Ezra pensó que ahora tenía la oportunidad de ayudar a Frank con
una tarea que probablemente lo abrumaba, la determinación ardía profundamente dentro
de él como un carbón encendido. —¿Quizás si pudiéramos vender algo de esto, Frank
tendría un poco de descanso? ¿Tal vez tomarse un tiempo libre? —Reflexionó Ezra,
tratando de no entusiasmarse demasiado con los artículos. Después de todo, todavía no
conocía su valor. Pero eso no era algo que Internet y una casa de empeño amigable no
pudieran solucionar.
Empezaría por catalogar cosas, empezando por aquellos artículos que reconociera como
fáciles de vender.
Ezra jadeó, acercándose a uno de los estantes tan rápido que casi tropezó con una
cómoda de viaje antigua. —Eso es un Birkin. ¡Es un maldito bolso Birkin! —dijo, agarrando
el elegante y casi impecable bolso de cuero. Necesitaba verificar todos los detalles, pero
podía jurar que era un Birkin. Desde el candado dorado hasta las costuras precisas, todo en
él gritaba lujo.
Jag se acercó a él con una sonrisa. —Y estaba lleno de dinero en efectivo cuando lo
encontré cosido en un abrigo viejo, que estaba lleno de un montón de otras prendas en un
armario que alguien trajo aquí.
Ezra se quedó mirando la sonrisa de satisfacción de Jag, pero quería gritar, porque esto
era jodidamente ridículo. ¿Por qué Frank pasaba su tiempo moviendo autos oxidados de un
lugar a otro cuando podía concentrarse en todo esto? Sin embargo, en lugar de quejarse,
murmuró—: Eres un gran rastreador. Creo que necesitamos una cámara.
Se había equivocado al juzgar este lugar. Él había sido el miope. Claro, estaba lleno de
basura, era peligroso y bastante sucio, pero escondía todos estos tesoros. Miró a través de
la puerta, a los montones que oscurecían el horizonte, y en lugar de un callejón sin salida,
vio infinitas posibilidades.
Capítulo 16
Ezra
Hacía tiempo que Jag se había aburrido de revisar minuciosamente un artículo tras otro.
La última vez que Ezra lo comprobó, se había quedado dormido en la puerta, con la boca
bien abierta mientras roncaba y jadeaba entre episodios de gruñidos y murmullos, pero eso
no interrumpió la concentración de Ezra. Muchos de los artículos necesitarían ser
revisados dos veces: algunos en línea, otros por expertos que podría ayudar a Frank a
encontrar, pero había miles de dólares en cosas pudriéndose en el contenedor, dinero que
podría ayudar a Frank a renovar su casa, o comprar una camioneta nueva.
Y si bien quería hacerle la vida más fácil a Frank ayudándolo con esto, no podía negar la
emoción de descubrir sellos de marcas y características que Internet prometía que eran
copias distinguidas de artículos genuinos. Podría poner todas esas cosas en óptimas
condiciones, ponerlas en eBay o en casas de empeño. Para algunos incluso podría ponerse
en contacto con casas de subastas físicas. Estaba en la cúspide de algo nuevo, y la emoción
que lo llenaba resonaba en su cráneo, hasta que la lectura se volvió casi meditativa.
Un crujido en la puerta lo sacó de su hiperconcentración, y cuando miró hacia arriba, vio
a Jag medio dormido, pero ya trepando con su lanza en mano.
—¿Quien va? —murmuró aturdido.
—Soy sólo yo, —dijo Frank, levantando las palmas de las manos, pero mirando por
encima del arma de Jag y hacia Ezra.
Estaba algo… elegante esta noche. Claro, tenía jeans puestos, pero estaban limpios, no los
rotos que usaba para el trabajo, y en lugar de una sudadera con capucha, llevaba una
camisa negra debajo de su chaqueta de cuero favorita. Verlo así hizo que la holgura de los
pantalones deportivos de Ezra pareciera más prominente. Sólo entonces se dio cuenta de
que el aire tenía un tinte agrio de su sudor, y la camiseta seguramente se le pegaba en los
lugares que estaban húmedos.
—Oh, llegas... temprano, —dijo Ezra, agarrando la chaqueta impermeable y cubriéndose
con ella. Intentaba lucir siempre lo mejor posible con Frank, y este atuendo no lo era.
—Sí, tengo una sorpresa para ti. Simplemente no esperaba encontrarte aquí. —Frank
lanzó una mirada furiosa a Jag, quien simplemente se encogió de hombros.
Ezra parpadeó cuando sus ojos se reajustaron para mirar hacia la puerta abierta en lugar
de hacia objetos bien iluminados. ¿Cuándo había oscurecido? ¿Cuánto tiempo había estado
aquí? —Frank. Siéntate. Este es un verdadero bolso Birkin, —dijo Ezra, tomándolo—. Estoy
noventa por ciento seguro de ello. ¡Tienes tantas cosas valiosas aquí!
Frank se acercó a él con una sonrisa curiosa. —¿Qué bolso? —preguntó y, para absoluta
mortificación de Ezra... tiró de la oreja de gato de la diadema rosa que Ezra olvidó que se
había puesto para mantener su cabello fuera de sus ojos mientras se inclinaba sobre los
objetos.
Se quedó paralizado y luego se la quitó. —Me veo tan tonto. Lo siento, pero me emocioné
mucho. Sé que no tienes tiempo para nada de esto, pero yo podría hacerlo por ti. Si me
dejas, —añadió más rotundamente cuando se le ocurrió que tal vez Frank no estuviera
contento con este acontecimiento. ¿Qué pasaría si le preocupara que Ezra pudiera robarle?
El hecho de que Jag considerara a Ezra como el “compañero” de Frank no significaba que
Frank lo hiciera.
Frank se rió entre dientes y le acarició el pelo, pero Ezra todavía estaba nervioso por las
posibles consecuencias. —¿Estás emocionado por qué? ¿Qué has estado haciendo?
Muéstrame.
Jag intervino. —Él sabe todos los nombres de estas cosas.
Ezra se aclaró la garganta y se subió la cremallera de la chaqueta. —Tal vez no todos,
pero tengo una idea bastante clara sobre algunos y podría buscar otros, si me das tu
consentimiento. Empecé a catalogarlos, medirlos y tomarles fotografías. Lamento haber
hecho que Jag me trajera hasta aquí sin preguntarte primero, pero pensé que podría
ayudarte, —añadió, encontrando la mirada de Frank, que se centró en él con la calidez del
chocolate caliente. Del tipo que Ezra ya no se permitía pero que todavía recordaba desde la
infancia.
—No me esperaba esto, pero sería de gran ayuda. Sé que hay objetos de valor aquí, pero
no siempre tengo tiempo para ocuparme de ellos. Odio tener que describir artículos para
eBay. Luego la gente me hace un sinfín de preguntas estúpidas sobre los artículos, se queja
de que no respondo de manera “oportuna” y cosas así. Es una gran molestia. No quiero que
te sientas obligado…
La forma en que acarició a Ezra fue tan tierna que quiso inclinarse hacia él como si fuera
un gato, y luego lamer el pulgar de Frank y arrastrarse hasta su regazo...
—No, no, lo haré con mucho gusto. Me gusta investigar cosas, y si eso puede liberar algo
de tu tiempo, entonces eso es mi beneficio, —dijo Ezra, echándose el cabello hacia atrás
para dejarlo un poco más ordenado.
Frank le sonrió y se inclinó para susurrarle al oído. —Eres un buen chico.
Ese susurro. El aroma del jabón y almizcle. Todo era Frank, y Ezra sintió una deliciosa
sacudida en su entrepierna, a pesar de que Frank no lo había tocado. —Claro que lo soy. Un
verdadero premio, —dijo, guiñándole un ojo a Frank a pesar de que actualmente se sentía
como una versión inferior de sí mismo.
—Entonces déjame darte mi sorpresa45 y, si quieres, puedes volver aquí mañana. Jag se
asegurará de que conozcas el camino más seguro.
Lo que también significaba que Frank le confiaba todos estos objetos de valor, porque si
no estaban catalogados, no tendría forma de saber qué desapareció. Y, por extraño que
parezca, Ezra no lo consideró ingenuo. Frank confiaba en él. Eso era todo.
Era algo poderoso de saber, y Ezra no pudo evitar agarrar la mano de Frank. —
¿Sorpresa? ¿Vamos a salir? —dijo mientras la esperanza se encendía en su pecho.
Frank tragó, sacándolo de la cueva de Aladino. —Un poco. Un cambio de escenario.
Lamento no poder llevarte exactamente a un restaurante elegante.
Bien.
Paul.
Ezra había quedado tan absorto en su nueva realidad que casi había olvidado por qué
estaba allí en lugar de en un yate frente a la costa de California. Si bien la amenaza a su vida
y la incomodidad de tener que permanecer en un lugar a veces lo hacían sentir desesperado
acerca de su futuro, no se arrepentía de estar cerca de Frank, o incluso de Jag, Ros y todos
los demás. En su mayor parte, se sentía útil, apreciado por sus contribuciones y, aunque
Frank estaba fuera con tanta frecuencia, siempre colmaba de atención a Ezra cada vez que
estaba presente. Era una vida mundana, pero también de paz y sin el estrés constante de
tener que ser suficiente.
—Oh, ¿en casa?
Frank besó sus labios mientras salían. —Mejor. —Volvió a mirar a Jag—. Cierra todo con
llave, ¿de acuerdo?
Jag asintió con expresión seria. —Dane me dijo que esta noche hay luna de sangre46. Ten
cuidado.

45 Usa el término “treat you” que se usa para cuando se invita a alguien a una comida elegante, o cuando se

le atiende por su comodidad, también se usa para recibir un regalo. Por eso lo dejé así.
46 La popularmente conocida como “blood Moon” o luna de sangre sucede durante un eclipse lunar total, en

el que la tierra bloquea la luz que la luna recibe del sol, recibiendo el color rojizo de la luz refractada por la
atmósfera terrestre.
Frank sonrió. —Lo haremos, gracias por la advertencia.
—¿Luna de san...? —Ezra tropezó con una lata cuando su mirada se posó en el enorme
círculo anaranjado en el cielo—. ¡Oh, vaya!
Frank lo condujo por un pasaje diferente, uno que finalmente los llevó al camión
estacionado en medio de una calle estrecha entre montones de muebles desechados. Abrió
la puerta del vehículo para Ezra como si fuera una limusina, no una chatarra destartalada.
—Jag tiene algunas supersticiones al respecto, simplemente creo que es tierno. Y
tenemos una noche cálida y sin nubes, así que ¿por qué no disfrutarla?
Ezra se humedeció los labios cuando su cuerpo ardió bajo el peso de la mirada de Frank.
—Me siento mal vestido. ¿Deberíamos hacer una parada rápida para ducharme en la casa?
—el intentó—. No sabía que era una cita nocturna.
Frank resopló y puso en marcha el motor. —Claro. Quería sorprenderte, así que es mi
culpa. ¿Pero sabes que creo que estás lindo así?
Tampoco estaban lejos de la casa, así que Ezra se inclinó y frotó su nariz contra la mejilla
de Frank, oliéndolo de nuevo. —Lo lamento. Sólo te llevará cinco minutos y no tendrás que
soportar mi olor a sudor en toda la noche.
La sonrisa de Frank se hizo más amplia. —Espero poder hacerte sudar más tarde.
Ezra sonrió, con el corazón alegre. —Será un tipo diferente de sudor, —dijo, apoyando su
cabeza en el hombro de Frank mientras la camioneta se movía.
Podría haber tardado más de cinco minutos en ducharse y ponerse ropa limpia, pero
aunque seguía siendo casual, el nuevo atuendo le quedaba mucho mejor a Ezra y no
acortaba ópticamente sus piernas. Y como sabía que pasarían unas horas en un lugar aún
no revelado, preparó algunos bocadillos antes de unirse a Frank en el auto.
Cuando Frank empezó a conducir, señaló al cielo. —Parece tan inquietante. Dane me dijo
que teníamos la posibilidad de verlo esta noche.
La luna rojiza parecía mucho más grande de lo habitual y arrojaba un brillo amarillento
sobre el depósito de chatarra mientras se alejaban cada vez más de la casa de Frank.
—Y puedes verlo muy bien aquí. Sólo nosotros y el cielo, ¿verdad? —preguntó Ezra,
colocando su mano sobre el muslo de Frank.
—Me recuerda a ese fin de semana que tuvimos. El cielo también estaba despejado y las
estrellas muy brillantes. Sé que eres un chico de ciudad, pero espero que realmente lo
hayas disfrutado.
Recibir dinero por divertirse fue parte de cada encuentro que Ezra tuvo con Frank
durante su primer año, y la escapada de fin de semana también había sido increíble. Ni un
solo momento de esos dos días le había parecido estar trabajando.
No era de extrañar que Ezra se hubiera encariñado tanto con Frank que a veces olvidaba
que, de hecho, estaba aprisionado por la bestia que merodeaba más allá del depósito de
chatarra.
—Me encantó estar solo nosotros dos, —confesó—. Y espero que olvides mi crisis.
Frank se rió entre dientes. —Nunca. Fuiste tan lindo. Me sentí como un héroe cuando te
llevé a la farmacia.
—E incluso allí no tenían pasto de trigo, —murmuró Ezra antes de golpear a Frank con el
codo—. Dios, esto nos perseguirá para siempre, ¿no?
—Lo hará, pero está bien. Puedes querer todas las cosas raras de salud que quieras
siempre y cuando no me obligues a usar pasta de dientes con carbón. Aaa y aquí estamos.
Cuando Frank detuvo el camión, por un momento Ezra no estuvo seguro de lo que estaba
mirando, pero la silueta de un barco se recortaba claramente contra el cielo
resplandeciente. Más largo que tres sedanes en fila, estaba encima de una pila de otra
basura, pero cuando Frank hizo clic en algo en su teléfono, luces de colores colocadas
alrededor de la barandilla iluminaron la noche, transformando el barco en desuso en una
atracción de feria.
—¡Ta-dah! —Dijo Frank, señalándolo y abriendo ya la puerta—. Sé que querías estar en
un yate en California, así que pensé que podrías disfrutar una pequeña parte de la
experiencia aquí.
Ezra se hundió en el asiento bajo el peso de todos los pensamientos alegres que
aparecían en su cabeza, y apretó el muslo de Frank con más fuerza mientras su mente
transformaba el barco en un costoso barco flotando en algún lugar frente a la costa de
Italia.
Robert, el productor de cine, afirmó tener uno en el Mediterráneo. Si bien era bastante
guapo, incluso su breve tiempo con Ezra había dejado claro cuánto le encantaba al hombre
hablar, principalmente sobre sí mismo. Lo cual era bastante justo. Siendo pagado por su
tiempo, Ezra podía follar o asentir ante cualquier tontería que le dijeran (a él le daba lo
mismo), pero ninguna de esas cosas le relajaba.
Pero Frank escuchaba lo que Ezra tenía que decir y en lugar de planificar una cita según
su propio gusto, hizo el esfuerzo de darle a Ezra un poco de magia.
Frank se rió y empujó la barbilla de Ezra para cerrar su boca. —Vamos, veamos cómo le
va en aguas abiertas.
—¿Hiciste todo esto? ¿Por tí mismo? —Preguntó Ezra, deslizándose fuera de la
camioneta y acercándose al bote iluminado con varias hileras de pequeños LED. Una parte
de él quería ir directamente hacia la sorpresa, pero sus piernas lo llevaron primero hacia
Frank, así que se lanzó hacia sus cálidos brazos.
—Sí. Soy bueno en cosas de bricolaje, fue fácil. Has pasado por muchas cosas y quería que
lo olvidaras todo por una noche. —Frank lo abrazó y le besó la coronilla.
Incluso en esta noche otoñal, su presencia mantenía cálido a Ezra, y sonrió, frotando su
cara contra el pectoral de Frank mientras respiraba el aroma de la seguridad.
Era mucho más fácil tirarle dinero a alguien, tener una experiencia exquisita preparada
por otra persona, que ensuciarse las manos. Pero las de Frank eran encantadoras, a pesar
de los callos, las asperezas y las cicatrices. Ezra presionó una de ellas contra sus labios.
Cuando miró hacia arriba, los ojos de Frank brillaban como la luna.
Cuando Frank lo instó suavemente a avanzar, Ezra retrocedió.
—Espera, traeré los bocadillos.
Con la bolsa de comida en la mano, siguió a Frank cuesta arriba.
—La gente tira la mierda más rara, ¿sabes? Este barco tiene varios agujeros en el casco,
pero por lo demás está bien. Después de usted. —Frank sonrió y señaló la escalera sujeta al
costado del barco.
—Oh, gracias, Capitán, —dijo Ezra con una voz demasiado educada y le ofreció la mano a
Frank. La electricidad chispeó cuando sus pieles se encontraron, y él subió los peldaños a
un ritmo lánguido, como era apropiado para un caballero elegante de una época pasada. La
brisa le peinó el pelo, trayendo consigo el aroma del bosque que rodeaba el depósito de
chatarra. Había algo en ese momento que lo conectaba con el cielo, llegando mucho más
allá de lo que sus ojos podían ver, pero luego Frank se unió a él en la cubierta y sus brazos
devolvieron a Ezra a la realidad.
Frank también debió haber tenido en cuenta la necesidad de limpieza de Ezra, porque las
barandillas habían sido pulidas y la madera de la terraza, aunque desgastada, no estaba
cubierta de suciedad.
Frank lo abrazó con un brazo mientras jugueteaba con algo en su teléfono, y momentos
después, el sonido de las olas rompiendo contra la playa llegó desde algún lugar cercano.
—Ooh, será mejor que entremos. Es marea alta. —Frank se rió y los condujo escaleras
abajo hasta una pequeña cabaña.
Ezra estaba tan atónito que apenas dijo nada mientras contemplaba el interior con un
sofá al lado de donde seguramente solía haber una mesa y una pequeña cama en el fondo.
La linterna no podía revelarlo todo, pero el suelo también parecía polvoriento, y las mantas
que habían desaparecido misteriosamente hacía dos días cubrían los asientos junto con un
montón de cojines.
Frank bajó la cabeza para evitar golpearse contra el techo. Cogió un encendedor y
encendió varias velas, iluminando el espacio con un cálido resplandor. Cada una reveló más
de la acogedora cabina, incluidas dos botellas de vino y las galletas sin gluten favoritas de
Ezra, y una fuente de queso y uvas.
No había otra palabra para ello. Esto era mágico.
Frank olía como el cielo, Ezra casi podía imaginar que el sonido de las olas era real, y
Frank debió haber usado un ambientador en la cabina porque el olor a pino ocultaba
cualquier humedad que el viejo barco pudiera contener.
Ezra no habría cambiado esta experiencia por dinero. Esto era algo que no podías
comprar.
Aquí había cariño.
Sensibilidad.
Quizás incluso la palabra que empieza con A.
Encantado, colocó la bolsa de comida en el suelo y se giró para mirar a Frank, que estaba
justo detrás de él, encorvado hacia adelante para caber bajo el techo bajo y mirando a Ezra
con anticipación, como si le preocupara que pudiera haber algo más que entusiasmo en él.
Ezra quería besarlo. Abrázalo. Hacer cosas indescriptibles en este piso. Celebrar esta
noche. Simplemente porque sí.
—No sé qué decir. Esto es... como algo sacado de una película, —dijo, girándose para
señalar el interior.
—Simplemente disfrútalo, —dijo Frank y acarició su costado—. Sé que trabajo mucho, así
que este es un momento para nosotros dos.
Alto y con la constitución de un toro de monta, Frank no parecía alguien con tendencias
románticas, pero de todos los hombres con los que Ezra había estado durante un tiempo
más largo, él era el más considerado y afectuoso. Sus manos podían ser del tamaño de
hogazas de pan, pero se sentían como terciopelo cuando tocaban a Ezra, como si Frank
infundiera en cada caricia toda la ternura de su corazón.
Sonriendo, Ezra deslizó sus brazos alrededor del cuello de Frank, poniéndose de puntillas
mientras sus cuerpos chocaban. —¡Esto es tan asombroso, Frank! ¿Quién necesita un yate
cuando puedes tener el mágico MS Junkyard47?
—Y el capitán ni siquiera necesita estar al timón, por lo que sus manos quedan libres
para hacer otras cosas. —Frank sonrió y lo besó, deslizando sus manos por el cuerpo de
Ezra hasta su trasero.
A Ezra le encantaba ser deseado. Y nadie nunca lo había deseado como lo deseaba Frank:
dispuesto a poner mucha dedicación y esfuerzo para hacer que el mundo de Ezra fuera un
poco más colorido. Y aunque las muestras de agradecimiento que Ezra solía recibir eran
doradas o verdes, en ese momento anhelaba toda la gama de tonos de la manta y el cálido
color marrón de los ojos de Frank.
Inhalando su lujuria, Ezra agarró los pliegues de la chaqueta de Frank y usó el peso de su
propio cuerpo para girarlos antes de empujar a Frank en el sofá, listo para trepar a él como
a un árbol.
Frank se rió entre dientes, apretando el trasero de Ezra en promesa de las cosas que le
haría. —¿Sin vino primero? ¿Seguro? —Bromeó, pero estaba más que feliz de alcanzar el
cinturón de Ezra tan pronto como su trasero aterrizó en el sofá.
Ezra sonrió, ebrio de pura alegría mientras extendía los brazos en un movimiento
dramático. —Realmente quieres vino cuando puedes tener todo esto... —Se interrumpió
cuando su brazo chocó contra algo caliente. Inicialmente no pensó en ello, pero luego el
rostro de Frank se puso rígido.
Cuando siguió la mirada oscura, una de las mantas estaba ardiendo.
Ezra se quedó helado, pero Frank lo agarró por la cintura y lo levantó como si no pesara
nada. —¡Afuera! ¡Sal! —gritó mientras lo dejaba junto a las escaleras, corriendo ya hacia el
creciente fuego.
El instinto de Ezra fue ayudar, pero el espacio era pequeño, el humo se elevaba hacia él y,
en todo caso, podría terminar interponiéndose en el camino de Frank. Necesitaba creer que
Frank sabía lo que estaba haciendo. Al salir, miró hacia atrás y vio a Frank abrir una botella

47Las siglas MS vienen de “Mediterranean Shipping Company” que es una compañía dueña de muchos
cruceros y yates de lujo. “Junkyard” significa “depósito de chatarra”, pero me gustó dejar así el nombre.
de refresco. Lo derramó sobre la manta, ya tosiendo, y usó la tela mojada para sofocar las
llamas.
Ezra se quedó atrás, listo para sacar a Frank si el fuego terminaba extendiéndose, pero
momentos después, las llamas se apagaron y Frank lo miró, arrodillado bajo el brillo de las
velas restantes.
Una sensación de frío apretó alrededor del pecho de Ezra, porque este era el momento de
la verdad, donde las cosas podían ir de dos maneras, pero no quería ver a Frank criticarlo
por arruinarlo todo, no después de compartir momentos tan hermosos, y habló primero. —
Lo lamento. ¡Lo lamento! No te enojes.
No estaba seguro si era el humo que lo asfixiaba o el estrés de lo que acababa de suceder,
pero le recordó aquella época en la que aún era un adolescente e hizo tostadas en la cocina.
Quemó el pan y la alarma de incendio se disparó durante la conferencia telefónica de su
padre. Papá se acercó con su teléfono, aliviado de que no hubiera fuego. Apagó la alarma y
se rió de ello ante sus compañeros. Pero tan pronto como terminó la llamada, papá golpeó a
Ezra con tanta fuerza que se golpeó la cabeza contra el mostrador y terminó necesitando
puntos. Fue una suerte poder cubrir esa cicatriz con su cabello.
Frank lo miró mientras apagaba todas las velas, y su silencio arañó a Ezra, manteniéndolo
quieto. Estaban aquí solos, y si algo sucediera, nadie ayudaría a Ezra, por muy fuerte que
gritara.
—Está bien. No te quemaste, ¿verdad? —preguntó Frank.
Ezra hizo un sonido suave en el fondo de su garganta y se quedó en el escalón superior,
tratando de equilibrar su respiración. —No, —susurró, perdido en este momento
inesperado. No había visto a su padre en años, entonces ¿por qué regresaba para
perseguirlo?—. Lo siento mucho. Arruiné tu sorpresa.
Frank subió unos pasos por las escaleras para agarrarle la mano. —Está bien, bebé. El
queso ni siquiera se derritió, —dijo y se rió, aliviando la tensión en el pecho de Ezra—. Pero
ahora hay humo allí abajo. Tú quédate ahí arriba, yo cogeré las mantas que no se quemaron
y nos quedaremos en la terraza. De todos modos queríamos mirar la luna.
Sostener su mano era como manipular la cosa más preciosa que existe, a pesar de que era
tan grande y estaba cubierta por una piel que no era tan suave como la de Ezra. Entonces la
besó de nuevo. —Sí. Quedémonos afuera. Estoy seguro de que podemos mantenernos
calientes el uno al otro.
Frank le sonrió y lo soltó mientras los latidos del corazón de Ezra volvían a su ritmo
normal. —Y también tenemos alcohol para ayudar con eso, —dijo y desapareció bajo la
cubierta para recoger todo.
Trabajaron juntos, Frank le pasó cosas desde abajo y en poco tiempo Ezra creó un nido
con vista a la luna sobre el bosque más allá de la cerca del depósito de chatarra. Incluso
sacaron el edredón de la cama para mayor calidez.
Una vez que se acomodaron juntos, el ardiente deseo de antes permaneció inactivo, pero
Ezra apoyó la cabeza en el brazo de Frank y lo observó bajo el brillo de la luna mágica. En
una noche como ésta, lo imposible parecía estar más a su alcance, y cuando sus miradas se
encontraron de nuevo, el corazón de Ezra dio un pequeño baile.
Frank no se había enojado.
Había mantenido la calma y se había asegurado de que Ezra estuviera bien a pesar de
haber arruinado los planes de esa noche.
—Esta es la mejor cita nocturna en la historia de las citas nocturnas. Menos el fuego, por
supuesto.
—Oh, Ezra… Eres muy amable. Apuesto a que has disfrutado de muchas experiencias de
cinco estrellas. —Frank dijo y besó un lado de su cabeza mientras acercaba a Ezra.
Ahí estaba, Frank subestimando nuevamente sus esfuerzos. Era un hombre muy seguro
de sí mismo en algunos asuntos, pero de alguna manera exasperantemente autocrítico en
otros.
—No le pagaste a nadie para que hiciera esto. Te tomaste el tiempo de tu día para hacer
algo que me hiciera feliz, —dijo Ezra, levantándose sobre un brazo para sujetar a Frank y
asegurarse de que entendiera—. Nadie había hecho eso por mí antes.
Frank se acarició la cara y miró a Ezra a los ojos. —No lo creo. ¿Ningún novio tratando
desesperadamente de llamar tu atención con una bufanda tejida a mano?
Ezra se rió entre dientes y frotó la barba incipiente en la mejilla de Frank, flotando en sus
brazos en este barco imaginario, pero muy real. —Ya te dije que nunca tuve novio. Y...
bueno, para muchos de los hombres con los que me reuní, invitarme a algo se trataba más
de lo que sentían por ellos mismos que por mí. Me llevaron a un hotel de cinco estrellas
porque querían estar en un hotel de cinco estrellas.
Pero Frank era diferente. Incluso cuando había estado pagando activamente para
encontrarse con Ezra, siempre actuaba como si fuera él quien necesitaba ganarse la
atención de Ezra, y no al revés.
—¿Es esto lo que siempre haces con los chicos con los que sales? —Ezra continuó con
una pequeña sonrisa.
Frank negó con la cabeza y se apartó lo suficiente para abrir la botella de vino. —
Sobreestimas mi vida amorosa. He estado demasiado ocupado para tener novio.
Especialmente cuando estaba ahorrando para pagar los tratamientos de mi hermana. Antes
de eso, tuve varios, pero fue hace mucho tiempo. Uno me engañó. Otro era muy sumiso y
quería que lo dominara, lo cual no es lo mío. El siguiente se cansó de vivir aquí y quiso
mudarse, pero yo no lo hice. Intentamos llegar a un acuerdo por un tiempo. Colocó la cerca,
hizo un huerto en el patio trasero, pero chocamos por la forma en que hablaba del lugar al
que llamo hogar. En algún momento, el resentimiento se volvió demasiado.
La culpa se hundió profundamente en la carne de Ezra al recordar los comentarios
enojados que había hecho sobre este lugar en esa primera semana angustiosa, pero ya no
odiaba estar allí. De hecho, se sentía bastante cómodo con personas que no se preocupaban
tanto por su exterior como aquellos que conoció en su vida anterior. El depósito de
chatarra escondía posibilidades interesantes, y aunque una parte de Ezra todavía soñaba
con California y un estilo de vida que eventualmente lo llevaría a la seguridad y la solvencia
que ansiaba, le reconfortaba saber que el hombre con el que dormía lo cuidaba y no lo veía
como una mercancía.
—Lo siento. Eran claramente muy tontos. Necesitas elegir mejor.
Frank se detuvo con el vino en la mano. —Olvidé las copas.
Ezra se encogió de hombros y agarró la botella para beber directamente de ella. Porque,
joder. No era demasiado delicado para disfrutar de una buena bebida como ésta. Lo único
que importaba era que pudiera disfrutar de este momento con Frank.
—¿Te gusta? Elegí un vino californiano. —Frank sonrió y tomó la botella una vez que
Ezra terminó con algunos tragos.
Ezra se rió entre dientes, amando la acidez en su lengua. —Te contaré un secreto. No sé
nada de vino. Prácticamente sólo distingo entre las marcas que me gustan y las que no, así
que cuando compro, sólo busco etiquetas elegantes, —dijo, apoyando su nariz contra el
brazo de Frank.
Frank silbó. —¡Ooh! No tienes tanta clase como pretendes. Travieso. Travieso. ¿Qué más?
¿Me vas a decir que no sabes qué queso es cuál? ¿Debería haber puesto esas pequeñas
tarjetas con nombres en el plato48? —bromeó.

48 Las tarjetas que nombran los quesos en los buffets, tiendas donde se exhiben muestras, etc.
Ezra se rió y besó la mejilla de Frank, ansioso por fundirse en su cuerpo. —De hecho, se
me da mucho mejor el queso, —dijo y tomó la botella que le tendía Frank para calentarlo
con unos sorbos más—. Y los relojes, —dijo, mostrándole a Frank el Rolex que le había
regalado a Ezra en lo que habían pensado que habría sido su última noche juntos.
—Me alegra que lo hayas conservado, —dijo Frank y se inclinó para coger un trozo de
queso.
Ezra resopló. —¿Estás bromeando? Este es mi seguro de vida. Si las cosas empeoran, me
salvarás sólo para recuperar el reloj.
Frank se rió y lo apretó más cerca. —Imbécil. Mejor dime qué queso es este, porque si no
puedes, esta cita se acabó.
Ezra hizo un espectáculo de inhalación ruidosa. —¡No puede ser! —Pero tomó el bocado
directamente de los gruesos dedos de Frank, asegurándose de darles una lamida
provocativa—. Mm, Manchego.
Definitivamente era Brie.
Frank lo miró en silencio. —Bien, puedes quedarte.
Ezra movió las cejas, llamándolo sin decir palabra, pero este juego no importaba
mientras estaban sentados juntos bajo un dosel de estrellas, flotando hacia alguna costa
lejana donde la realidad no tenía relación con los sueños.
Ezra se inclinó y metió la mano debajo de la camisa de Frank. Estaba frío en comparación
a su abdomen abrasador y la impactante diferencia hizo que Frank se moviera contra Ezra
mientras encajaban como las únicas piezas del rompecabezas necesarias para formar una
imagen completa.
—¡Jag! No, oye. ¿Por qué no dijiste que estaban en una cita? —Dane preguntó en voz baja,
sacando a Ezra de este pequeño capullo mágico de ternura.
Jag no tuvo tales escrúpulos mientras rodeaba el barco para mostrarse al pie de la
montaña de chatarra. —No, está bien, viene más gente.
Tan típico. Jag no tenía ningún sentido de privacidad. Fue un milagro que nunca
comenzará a orinar en un rincón de la habitación, pero tal vez Frank ya le había entrenado
para que no lo hiciera. Pero si bien esto arruinó sus planes románticos, no tenía sentido
llorar sobre la leche derramada. Tal vez ya era hora de que Ezra adoptara un poco de
espontaneidad. Al menos tenían mucha comida para compartir gracias a que él trajo una
bolsa entera.
Frank se puso rígido y miró por encima de la barandilla como un perro guardián
alarmado por los intrusos. —¿Qué demonios? ¿Qué gente? ¿Qué estás haciendo aquí?
Jag agitó su mano restándole importancia, arrastrando un gran trozo de madera. —Les
dije a Shane y Ros que vinieran.
—Lo siento, Frank. Está obsesionado con esto de la luna de sangre. Dice que nadie
debería dormir esta noche. —Dane abrió los brazos y el lado rubio de su cabeza pareció en
llamas bajo el brillo rojizo de la luna. Tenía la apariencia más inusual, con un lado rubio y
de ojos azules mientras que el otro era moreno con una mirada oscura y ardiente. Era como
si gemelos idénticos de diferente color se hubieran fusionado en un tipo alto con muslos
gruesos y una cara sonriente. Y aunque Dane había cubierto su cuerpo con tatuajes de
superhéroes y actualmente usaba una sudadera con capucha de anime, era capaz de
discutir cosas más allá de la cultura popular, y Ezra había compartido varias
conversaciones interesantes, aunque breves, con él.
—Voy a hacer una hoguera, —dijo Jag, sin notar la agitación de Frank, o ignorándola
voluntariamente—. Hay algo de madera adentro, —dijo, subiendo a la cubierta a pesar de
las protestas de su hombre.
—¡Jag, por favor, basta! —gritó Dane.
Frank tomó más vino y luego miró a Ezra. —¿Está bien contigo? Es difícil detenerlo
cuando se le mete algo como esto en la cabeza. Y... ¿podría ser divertido?
Su mirada buscaba, como si le preocupara que la más pequeña imperfección pudiera
causar resentimiento, pero Ezra lo besó, ya resignado a una velada de más de dos. —Este
yate no se irá, ¿verdad? Podríamos venir aquí solos mañana.
El estruendo de un auto que se acercaba señaló la llegada de Shane y Ros, lo que significó
que las ruedas que Jag puso en movimiento ya no podían detenerse, por lo que Ezra se
estiró junto a Frank y desempacó las cajas de comida que de todos modos habrían sido
demasiado para los dos.
Jag salió de la cabaña con un montón de tablas rotas que Frank debía haber guardado en
alguna parte y tosió, sacudiéndose el humo del pelo. —Veo que ya intentaste hacer fuego,
pero no puedes hacerlo adentro. No sin un agujero arriba.
Frank se pasó la mano por la cara. —Gracias por la información, la tendré en cuenta la
próxima vez.
Jag asintió con una sonrisa. Iluminado por la luna rojiza, se inclinó sobre la barandilla y
miró a Dane. —¡Aquí hay mucho queso!
—¿Alguien dijo queso? —gritó Ros desde lejos, acercándose al montículo del bote con un
abrigo largo y suelto que lo hacía parecer el mago más lindo—. ¡Menos mal que traje
focaccia y vino!
Él era el único aquí con un gusto más exigente en comida, y eso hizo que Ezra sintiera una
extraña conexión con él. Como si él también hubiera vivido una vida mejor pero felizmente
la hubiera cambiado por una en el depósito de chatarra con Shane y un grupo de perros.
Eros y Hera siguieron a Shane, moviendo la cola y completando el caos absoluto que
había estallado desde la llegada de Jag.
—¡Arrr49, extraños! —gritó Ezra, frotando la espalda tensa de Frank, porque había hecho
todo bien, e incluso el fracaso de sus planes para esta noche ya sabía a risa y buena
compañía.
—¡Arrr! ¿Habrá lugar para dos viajeros en su cubierta, capitán? Arrr, —intentó Shane,
pero Ros le dio un golpe en las costillas, riéndose.
—¡Eres un pirata terrible!
Shane se rió y acercó a Ros para darle un beso. —Dex debería haber invitado a ese tuerto
de su club entonces. ¿Cómo se llama? ¿Cyclops50? Es gay, ¿no?
Frank se frotó la frente. —¿Dex también viene?
Shane sonrió. —Después de todo, no puede perderse la fiesta de la luna de sangre.
—Sí, pero a menos que se lo hubiera dicho a Hammer, probablemente estarán aquí en
dos horas, —comentó Dane, dirigiéndose a la escalera, pero cuando Jag lo alcanzó, gravitó
hacia su brazo y se dejó levantar.
—Para entonces ya tendremos el fuego encendido. Mientras no duerman, estarán bien,
—aseguró Jag a todos, tomando a Dane en sus brazos tan pronto como lo tuvo en la
cubierta. Se veían divertidos juntos, como una pareja que se hubiera conocido en la Comic
Con51 o en algún otro evento de esa naturaleza. El hecho de que Jag no estuviera haciendo
cosplay de un personaje de la franquicia Mad Max52 era solo un pequeño detalle.
—Y a todas esas personas que lo hacen, ¿qué les pasa? —Preguntó Ezra, curioso por la
forma en que funcionaba la mente de Jag.

49 Mi torpe intento de plasmar el ruido de un pirata que Ezra imita.


50 “Cíclope” en inglés.
51 Miles de coleccionistas y amantes del mundo cómic se acercan a este evento para comprar y vender

reliquias y conocer a los escritores e ilustradores más populares.


52 Película sobre un futuro apocalíptico marcado por la escasez de agua, petróleo y energía, crisis

económica y el caos social, las pandillas de facciones dominan las carreteras de Australia, donde no existe
presencia del Estado por la crisis económica. Se puede apreciar un entorno desordenado y distópico.
—Pesadillas de sangre, —dijo Jag sin perder el ritmo.
Ros se rió y se unió a ellos en la cubierta. —¿Qué significa eso? ¿Pesadillas sobre
hemorragias nasales? ¿Vampiros?
Ezra se empujó debajo del brazo de Frank y miró hacia el rostro fantasmal de la luna, que
parecía inusualmente sonrojada esa noche. Como si se anticipara al plan de Frank y se
hubiera acercado a la Tierra sólo para mirar.
Sonrió ante la idea de que la luna fuera una pervertida y tomó un bocado de manchego
mientras Jag encendía el fuego debajo con la ayuda de Shane.
Dane se aclaró la garganta y se acomodó en un fragmento vacío de la cubierta cercana. —
Lamento haberte arruinado la noche. Pero siente tanta pasión por las cosas más inusuales
que tengo que complacerlo.
Ezra sonrió y sacó una caja de pimientos rellenos que había traído consigo. —Eso es
realmente dulce. Te entiendo, se ve lindo con esa capa atada en la espalda.
El rostro de Dane se iluminó como una nueva estrella y apoyó su barbilla barbuda en la
palma de su mano, tomando uno de los pimientos. —Cambié mi vida por él y valió la pena.
Frank miró por encima de la barandilla y observó a Jag instruir a Shane sobre cómo
colocar la madera.
—¡Sé lo que estoy haciendo! —Shane resopló.
Frank salió del capullo y le arrojó a Dane otra almohada. —Voy a ayudarlos antes de que
empiecen a pelear.
Ezra tarareó en protesta, pero cuando Frank se detuvo, le dio un beso y lo empujó
suavemente hacia adelante. —Tómese su tiempo, yo me encargaré de las tareas de
hospedaje, Capitán, pero espero su presencia con ansias.
Frank sonrió antes de deslizarse fuera de la cubierta y correr hacia el fuego aún no
encendido cuando Ros susurró con la voz temblorosa de una doncella en apuros—: Pero
vuelva rápido. Tengo mucho frío, Capitán.
Ezra le arrojó un cojín y sacudió la cabeza. —¡No hablo así!
Ros se rió entre dientes con la boca llena de pan. —Vamos, todos los queremos de vuelta
aquí. Debería haber traído un suéter, pero cuando Jag dijo que estaríamos en un barco, en
cierto modo asumí que estaríamos dentro, ¿ya que se trata de que la luna dé miedo?
—Es mi culpa que la cabina sea inhabitable, —dijo Ezra y le entregó a Ros uno de los
edredones rescatados.
—¿Quieres decir que no intentaste hacer una hoguera en la cabina? —preguntó Dane,
apenas reprimiendo la risa.
—Oh, lo hice. Tan fuerte que casi me prendo fuego, —dijo Ezra mientras todos
compartían la botella abierta.
—¿Lo hiciste para que Frank fuera el héroe? —preguntó Ros antes de terminar el vino. A
este ritmo, tal vez alguien debería enviarle un mensaje de texto a Dex pidiéndole más
bebida, pero Ezra no sentía la necesidad de una relajación artificial. Había tranquilidad en
este momento bajo el cielo estrellado. ¿Solo él y los amigos de Frank, que tal vez también se
estaban convirtiendo en sus amigos? Ninguno de ellos se mostró tenso ni crítico, en
marcado contraste con los otros conocidos de Carmen y Ezra.
¿Lo convertía en una mala persona el hecho de no extrañar a ninguno de ellos y aun así
siempre sentirse tan feliz de ver a alguien de los chicos del depósito de chatarra? ¿Que se
sentía bien no lucir siempre lo mejor posible y no anticipar comentarios sobre el más
mínimo cambio en la apariencia? No habría discusión sobre las macros de los alimentos
que habían, o si era seguro comer todo ese gluten en la focaccia.
La última vez que había visto a Carmen en persona, ella le había dicho que eligiera un
Bloody Mary en lugar del cóctel que quería, para reducir calorías antes de irse a las playas
de California, y aunque estaba molesto con ella, había elegido el Bloody Mary. Y ahora que
pasaba tiempo con personas que no valoraban tanto las cosas que eran primordiales en la
vida normal de Ezra, estaba empezando a sentirse avergonzado por la forma en que había
dejado que ese estilo de vida dictara todo lo que hacía. Debería haber sido al revés.
—Él siempre será un héroe para mí, —susurró Ezra con una sonrisa.
Ros se inclinó para pellizcar la mejilla de Ezra. —¡Oooh! Eso es adorable.
Dane miró por encima de la barandilla con una suave sonrisa. —Jag me salvó la vida. Ese
tipo de vínculo no se puede romper.
Ezra abrió la siguiente botella de vino y se la pasó primero a Dane. —¿Está bien
preguntar qué pasó?
Dane bebió pero luego asintió y tomó otro pimiento. —Claro. Siempre me han gustado los
chicos malos, pero ¿mi ex? Era simplemente malvado. Literalmente intentó asesinarme.
Mientras Dane continuaba, contando la historia de cómo conoció a Jag, lo que pasaron y
sus sentimientos al respecto, Ezra se dio cuenta de que nunca se había unido a nadie de esta
manera. Sus padres fueron siempre fríos. Las personas que había considerado amigos,
siempre dispuestas a hacer comentarios mordaces en lugar de bromas y nunca se abrieron
como lo había hecho Dane, sin querer mostrar sus partes más vulnerables. Era… nuevo. Y si
bien la actitud relajada de los chicos con los que ahora salía lo hacía sentir incómodo a
veces, era reconfortante verlos decir lo que pensaban y pelear sin el objetivo de lastimarse
el uno al otro.
Eso le hizo querer abrirse también, incluso si aún no estaba listo.
Ezra no tenía idea de cómo sería su futuro después de Paul, pero esa era su parte
racional. El lado emocional ya se sentía como en casa con estos chicos y con Frank,
simplemente pasando el rato, siendo él mismo y sin tener que colocarse una máscara ni
mirar por encima del hombro en todo momento.
Capítulo 17
Ezra
A Ezra se le estaban acabando las PrEP. Había otra botella en su apartamento, pero no
podía sacar el coche del cobertizo y conducir a casa como si todo ese asunto de que Paul
fuera un psicópata asesino nunca hubiera sucedido.
Era algo importante, porque él y Frank se saltaban los condones por completo, y no era
como si pudiera pedirle a Frank que se hiciera la prueba sin hacerlo él mismo. Habría sido
de mala educación. Sin mencionar que como Frank ya estaba haciendo tanto por él, Ezra no
quería ser desagradecido, lo que lo dejaba preocupado cada vez que revisaba la cantidad de
pastillas en su frasco. Le quedaban tres.
Frank no parecía del tipo que se enoja cuando le preguntan sobre su estado de salud, y
nunca pareció tener problemas con los condones tampoco, pero nunca se sabía. Ezra quería
creerle a Frank cuando afirmó haber estado con él solo el año pasado, pero la gente mentía
sobre estas cosas, como Ezra había descubierto al principio de su carrera, cuando una ETS
lo dejó fuera de servicio.
Y no era como si Frank estuviera presente todo el tiempo. Su misterioso trabajo exigía
atención a horas intempestivas del día y de la noche y, por lo que Ezra sabía, podría estar
saliendo con alguien en lugar de trabajar. Por otra parte, ¿qué derecho tenía Ezra a exigir
cualquier forma de fidelidad? Había sido un escort durante casi toda su vida adulta y
muchos de sus clientes engañaban a sus parejas, a quienes aparentemente amaban y con
quienes tenían buenas relaciones. Los humanos eran una especie egoísta, e incluso el
hombre más bondadoso podía distorsionar la realidad para su propio beneficio.
Una voz desde lo más profundo de su pecho le aseguró que Frank había demostrado ser
confiable, responsable y amable incluso en circunstancias en las que tuvo que dejar de lado
sus propios deseos por el bien de Ezra. Pero la vida era una maestra dura y había castigado
a Ezra por tener fe en la gente tantas veces como para contarlas.
Temía que el hombre que lo hacía sentir tan seguro, tan deseado, no fuera el verdadero
Frank.
¿Y entonces qué?
A Ezra se le hizo un nudo en la garganta y bajó la tapa del viejo escáner que estaba
usando para transferir todos los papeles olvidados a un disco duro. Intentó volver a la hoja
de cálculo que había creado, pero sus pensamientos seguían desviándose hacia el hombre
que le había ofrecido ayuda cuando más la necesitaba.
Tal vez Ezra se estaba engañando a sí mismo, porque se había encariñado mucho con
Frank, pero le gustaba pensar que la relación que habían desarrollado durante el año
pasado era real, incluso si se había forjado en condiciones controladas, y que Frank
realmente era la persona que parecía ser.
Ezra quedó sorprendido cuando Frank le dijo por primera vez que quería que su relación
fuera más que un acuerdo o amigos follando. Pero si bien podría haber sido una
estratagema para aprovecharse de un hombre en una situación imposible, Frank siempre
había mostrado su afecto por Ezra con acciones en lugar de palabras y dinero. E incluso
para un cínico como Ezra, eso se sentía bien.
La noche en el barco se había transformado en una velada con amigos, pero Frank había
preparado todo pensando en su placer, hasta la marca de galletas favorita de Ezra, y como
ya estaban follando cuando Frank quería, ¿qué otra razón habría para todo ese esfuerzo si
no cariño legítimo?
Encantaba a Ezra tanto como lo asustaba.
Demasiado ansioso para quedarse quieto, se levantó del escritorio y regresó al
dormitorio que ahora compartían. Ya había cambiado las sábanas después del festival
sexual de la noche anterior, pero necesitaba moverse y tal vez también ver a Frank, que
todavía estaba trabajando en la vieja bicicleta de Ros. Había comenzado a repararla
después de que Ezra se quejara de que el camino hasta la casa de Ros tomaba demasiado
tiempo. No necesitaba que se lo pidiera ni le prometieran de que Ezra haría algo por él a
cambio y lo hacía porque pensó que haría la vida de Ezra aquí un poco más fácil, como una
persona amable y normal que no se convertiría en un dragón en el tercer acto de la obra, en
un giro de guión que todos esperaban.
Ezra se asomó a través de las cortinas y se lamió los labios cuando los músculos se
movieron bajo la camiseta de Frank mientras apretaba un perno junto a la rueda delantera
de la bicicleta.
Habían pasado tres semanas desde que Frank superó sus extrañas inhibiciones y se folló
a Ezra, y desde entonces habían estado en un nivel sensual. No era inusual que un cliente
tocara a Ezra al pasar, o actuara de manera tierna fuera de las actividades del dormitorio,
pero nunca había estado tanto con un hombre, y la atención continua de Frank recalibró
algo muy profundo dentro de él.
Llegó un punto en el que Ezra estaba en la puerta tan pronto como Frank llegaba a casa,
como un cachorro ansioso por ser acariciado, y eso no era propio de él en absoluto.
Siempre se había visto a sí mismo como un premio que ganar, porque las cosas escasas
valían más dinero y esfuerzo, pero en esta nueva realidad donde Ezra necesitaba a Frank
para sobrevivir, su valor no parecía tan sencillo.
Una parte de él temía que Frank perdiera el interés o comenzara a darlo por sentado, lo
que hacía que cada mirada al espejo le pusiera los nervios de punta. Había cosas que Ezra
hacía todos los días para seguir siendo la mejor versión de sí mismo. Todavía estaba
haciendo ejercicio con el equipo limitado de la casa de Frank y comiendo bien, cortesía de
alimentos frescos, pero sin ropa que le quedara bien y sin tratamientos cosméticos
regulares, pronto podría dejar de verse tan atractivo. El cambio no sería perceptible para
Frank de inmediato, pero comenzaría a notar que algo era diferente en Ezra y
eventualmente ya no lo vería como digno de todos sus esfuerzos. Y aunque Ezra no quería
pensar en eso, sabía que ser rechazado por Frank aplastaría su corazón, que tan
imprudentemente había estado regalando poco a poco.
Cuanto más feliz estaba aquí, mayores eran los riesgos. Y más dolorosa la posible caída.
Ezra no pudo evitar sentir que la pequeña cicatriz en su barbilla, que había tratado con
tanto cuidado durante los últimos dos años, se hacía más visible sin la aplicación diaria de
crema, y justo hoy, había descubierto un grano en su sien. No era inmediatamente evidente
detrás de su cabello oscuro, pero era una señal clara de que los cosméticos que el
despistado prospecto había elegido en el supermercado eran de calidad incluso inferior a la
que sugería la lista de ingredientes. Sin mencionar que la crema hidratante barata estaba
haciendo un trabajo de mierda en hidratar, y el exfoliante contenía cáscaras de nuez
trituradas, que Ezra se negaba a poner cerca de su preciosa piel.
Muy pronto, tendría la piel seca desprendiéndose de su nariz como la de un vagabundo
descuidado, y Frank vería que todo en él era una ilusión cuidadosamente mantenida. ¿Qué
pasaría entonces? ¿Tendría que hacer concesiones donde no quería hacerlas para
compensar el hecho de ser un producto de mala calidad?
Su mirada se dirigió al cajón inferior de la mesita de noche de Frank, donde había
encontrado todos los juguetes sexuales durante la búsqueda frenética entre las cosas de su
anfitrión. Aparte de su primera noche juntos, Frank nunca expresó su deseo de atar a Ezra,
pero había un montón de equipo de bondage en ese maldito cajón, y no había manera de
que Frank no fantaseara con usarlo con Ezra cada vez que follaban.
Ezra, el bello escort, fácilmente podría decir que no, pero ¿podría Ezra, el hombre que
necesitaba protección, hacer lo mismo sin sufrir las consecuencias? La verdad que no
estaba dispuesto a considerar era que si un hombre tan grande y fuerte como Frank
quisiera atarlo o romperle ambas piernas para evitar que corriera, Ezra no podría
detenerlo, pero rechazar las cuerdas y esposas, le ofreció una ilusión de control a la que no
estaba dispuesto a renunciar.
Pero eso no significaba que no estuviera pensando en ello. En la seguridad de su
imaginación, Frank podría atarlo a la cama mientras Ezra usaba una venda en los ojos y lo
provocara hasta que temblara, desesperado por correrse. El dolor no era lo de Frank. Le
gustaba dar placer, ver a Ezra perder el control, y lo más probable es que usara el bondage
para excitarlo hasta que suplicara, incapaz de tocarse a sí mismo.
No.
Sin bondage.
El bondage era un riesgo innecesario, y aunque quería hacer feliz a Frank y mantener su
atención por más tiempo, lo había permitido una vez en el pasado y había pagado por ello.
No había sucedido nada terrible, pero su cliente no lo liberó cuando se lo pidió, y la
restricción duró tanto que Ezra terminó orinándose. Nunca volvió a ver al tipo, pero la
humillación se le quedó grabada como una marca en la frente.
Y ahora que pensaba en eso, sentía la vejiga anormalmente llena, así que salió del
dormitorio y se dirigió al pequeño cuarto de baño de al lado. Frank lo mantenía limpio y lo
había renovado con un alto nivel, eso no se podía negar, pero era tan simple53 hasta el
punto de que parecía tan básico como las duchas del gimnasio de Ezra. Todas las
superficies eran blancas, a excepción de un espejo que Frank debió haber comprado en
algún lugar en oferta, ya que tenía un marco con un pez de dibujos animados. Ezra había
intentado decorar el baño con una alfombra y colgó un póster enmarcado de Ferrari que
estaba acumulando polvo en un rincón de la habitación de invitados, pero este lugar
necesitaba más que eso: al menos toallas a juego y una nueva capa de pintura de un color
que no fuera blanco.
Estaba a punto de hacer sus necesidades cuando el estruendo del motor de un auto
afuera lo sobresaltó tanto que se estremeció y terminó orinando el retrete y el piso.
Mierda.

53 La palabra que usa es “utilitarian” que se refiere a cuando algo tiene un diseño simple que solo está para
el propósito del uso que fue creado.
Estaba perdiendo el control.
A pesar de la seguridad que Frank le brindaba, la revelación sobre Paul lo dejó asustado
como un conejito a punto de sufrir un ataque al corazón por escuchar una rama
rompiéndose detrás de él.
—¡Ey, Frankie! —Shane dijo afuera—. ¿Trabajando como esclavo para tu bonito
grumete? —preguntó, haciendo referencia a la noche de la luna de sangre.
Ezra exhaló y miró hacia la pequeña ventana. Estaba abierta pero opaco, por lo que
terminó de aliviar su vejiga y pasó directamente a la limpieza que tanto necesitaba. Shane
podría ser todo sonrisas, pero era un tiburón. Ezra podía sentirlo en sus huesos y no quería
dejar que oliera sangre en el agua.
—Esta bicicleta está en buenas condiciones. Ezra y Ros se agradan, y esto hará que
moverse entre nuestras casas sea más fácil hasta que arregle el Dodge, —dijo Frank
mientras Ezra rociaba el asiento y el piso con lejía antes de limpiar todo con papel
higiénico.
—¿Crees que eso hará que se quede? ¿Qué pasa si usa esa cosa para huir54?
Ezra dejó caer el papel empapado en desinfectante en el inodoro y miró fijamente a la
ventana mientras su estómago se hundía esperando la respuesta de Frank.
Frank gimió. —Eres un idiota, ¿lo sabías? No lo mantendré aquí a la fuerza, pero tampoco
irá muy lejos en bicicleta. Le dije qué rutas puede tomar y cuáles evitar.
Ezra se aclaró la garganta y abrió un chorro de agua para lavarse las manos, pero toda su
atención estaba en las voces de afuera, porque si Ezra podía influir en Frank, Shane
también podía hacerlo, y si esa era su actitud hacia Ezra, entonces necesitaba ser observado
atentamente.
¿Ros había repetido algo que Ezra había dicho sin pensar? ¿Era por eso que Shane estaba
aquí, tratando de sembrar semillas de duda en Frank?
—¿Y crees que él te escuchará? —preguntó Shane, sin saber que podrían escucharlos—.
No quieres mezclar el placer con el trabajo, Frankie... aunque supongo que él ya lo hace.
—Él no está trabajando ahora, ¿verdad?
Ezra sintió la agitación en Frank y deseó ver su rostro, porque era bastante bueno
leyendo expresiones.

54 Usa “to ride away into the sunset” que significa “montarla hacia la puesta de sol en el horizonte” que
básicamente significa huir, pero de forma dramática como en una peli, Shane lo usa para burlarse.
Shane respondió después de una larga pausa. —No sé. ¿Lo está? Y si no lo está... ¿volverá
a hacerlo?
Ezra cerró el grifo y tragó, acercándose más a la ventana. En su situación actual, no podía
hacer planes para el futuro. El hombre con el que debía mudarse a Los Ángeles
probablemente ya había olvidado su existencia y se había mudado a otra cara bonita, pero
todavía le gustaba soñar en grande.
Y los grandes sueños no tenían cabida en medio de la nada.
—¿Qué te importa? —preguntó Frank.
—Solo estoy cuidando de ti. ¿Te estás enamorando de este niño?
—Tiene más o menos la edad de Ros, ¡así que no lo llames niño!
—Un tema delicado, ya veo, ya veo. —Shane se rió sin mucho humor—. Sé que es bonito,
pero… con su profesión, sabe lo que hace y qué decirle a un hombre para hacerlo bailar a su
antojo. No dejes que te use...
—¿Parece que no puedo cuidar de mí mismo? ¿Qué estás insinuando, eh?
Shane suspiró, quedándose en silencio por un segundo sin aliento que hizo que el
corazón de Ezra latiera más rápido. —Mira, no soy bueno con esta mierda emocional, así
que no quiero que lo tomes a mal, pero hablando en serio, Frank, estuviste un poco solo
estos últimos años. Es comprensible que te encariñes con alguien que te hace sentir bien.
Pero seamos realistas, te conoció como cliente y no habría venido aquí si no estuviera en
peligro. Sólo digo que no pierdas la cabeza sólo porque te sientes bien.
—Aún no sé si se quedará, ¿vale? Todo el asunto con Paul debe enfriarse para que
sepamos si puede irse con seguridad. Pero ¿por qué te resulta tan difícil creer que él
realmente me quiera? ¿Porque es joven y atractivo?
—Porque probablemente ha visto más pollas que yo en prisión y sabe exactamente cómo
cambiar esa cara bonita por favores. Te está usando como ese tipo que conocía y que
chupaba una polla por cigarrillos. A él no le importa...
Un fuerte golpe fue seguido por Shane maldiciendo. Ezra se apoyó contra la pared de
azulejos, respirando lentamente mientras las crueles palabras se clavaban profundamente
en su cerebro, doliéndole como si fueran fragmentos de vidrio. No era un tipo desesperado
que se acostaría con cualquiera. Era un premio por cuyo tiempo la gente estaba dispuesta a
pagar mucho. Valoraba a cada cliente y los elegía basándose en ciertos estándares. Sí, tal
vez utilizó ciertas… técnicas para enganchar a la gente, pero eso no significaba que tuviera
la intención de mentirle a Frank de ninguna manera.
Le gustaba Frank.
Realmente le gustaba tanto Frank que lo asustaba y lo confundía.
¡Y Shane no tenía derecho de hablar de su vida cuando claramente tenía el estilo de un
playboy55! Ezra podía olerlo desde kilómetros de distancia. ¿Pensaba que no recibir pago
por ello lo haría mejor que Ezra?
—¿Por qué fue eso? ¡Solo estaba siendo honesto porque eres como una familia para mí!
—Shane se quejó.
—¡Me vale tres mierdas tu honestidad! Apuesto a que Dex se acostó con más chicos que
Ezra, y gratis. ¿Y qué? ¿Qué importa? Es una persona, imbécil. Tiene sentimientos. ¿Pueden
crecer sus sentimientos por mí? No lo sé, pero yo sí voy a intentarlo. No porque sea guapo,
sino porque sí, me siento bien cuando estoy con él. Me gusta verlo sonreír. Hay una razón
por la que perseguiste a Ros cuando él no quería ver tu cara, y le construiste una maldita
casa. No es porque dé buenas mamadas. Es mucho más que eso, y lo sabes, no importa cuán
cínico intentes actuar.
El calor se posó en los hombros de Ezra y se frotó el pecho cuando lo sintió casi
demasiado apretado alrededor de su corazón. Había pasado mucho tiempo desde que Ezra
sintió que tenía a alguien de su lado, apoyándolo incondicionalmente.
Las personas que conocía a diario (empleados de tiendas, esteticistas) eran amables y
educados porque brindaban un servicio. Los conocidos más cercanos a él eran buenos sólo
para pasar el tiempo, pero no les confiaría su verdadero yo.
¿Podría revelárselo a Frank?
—Bien, —murmuró Shane en una voz tan baja que Ezra apenas podía oírlo—. Sólo vine a
decirte que se están fabricando sus nuevas identificaciones, pero el Elefante56 subió sus
precios, así que son doscientos extra.
—¿Y viniste a mí por dinero? ¿Cuántas veces te saqué la fianza...?
—Le pagué, ¿vale? ¡Solo te lo hago saber!
Frank se quedó en silencio durante unos segundos, lo que provocó que Ezra se pusiera de
puntillas y mirara por la rendija dejando entrar aire fresco. Afuera, los dos hombres
estaban uno frente al otro, pero la tensión debió haberse disipado, porque ambos estaban
encorvados como globos que perdieron algo de aire. Ezra contuvo la respiración cuando
Frank habló.

55Se refiere a una persona que folla mucho con muchas personas distintas.
56Esto es una curiosidad, pero al hacer mención de este personaje podemos ver que las otras series de las
autoras “Guns n' Boys” y, por lo tanto, “Sex & Mayhem” suceden en el mismo universo de esta.
—Gracias por lidiar con esto. Y en cuanto a la otra cosa… te amo, Shane, y sé que sólo
estás tratando de cuidar de mí, pero no hables de él de esta manera. Lo digo en serio.
Las emociones que Ezra había estado intentando evitar con tanto esfuerzo ahora
inundaron su pecho. Había sido fácil descartar las amables palabras y promesas de Frank
como halagos cuando las decía frente a Ezra. Pero ahora estaba claro que el afecto de Frank
no era sólo para lucirse, y el hematoma que se estaba formando en la mejilla de Shane
demostraba que Frank consideraba a Ezra digno de pelear con su mejor amigo. Y aunque
Ezra no era una damisela débil, incluso si sus músculos estaban construidos para lucir más
que para funcionar, se sentía agradecido con su príncipe azul mazado.
Los hombres gays eran tan capaces de tener prejuicios como cualquier otro grupo.
Siempre había alguien que intentaba sentirse mejor golpeando a otra persona, y como
pasivo y escort había escuchado bastantes insultos57. Pero ahora le dolió más escuchar a
alguien tratando activamente de usar esos estereotipos para infundir dudas en Frank,
independientemente de sus intenciones.
Luchó contra el impulso de darle un abrazo a Frank, pero se quedó quieto hasta que
Shane cambió de tema y preguntó sobre algo que tenía que ver con la presión en la rueda
de la bicicleta.
Ezra se puso en movimiento.
Fue sólo cuando tomó una bebida para Frank al salir que se dio cuenta de que los dos
hombres estaban discutiendo sobre identificaciones. En concreto, su nuevo DNI. Frank no le
había dicho que había comenzado el proceso de adquirir una nueva identificación para
Ezra, pero había estado trabajando para garantizar su seguridad todo el tiempo en lugar de
buscar formas furtivas de mantener a Ezra atado.
Con el batido que había preparado antes en la mano, Ezra salió de la casa y a lo largo de la
pared, hacia las dos voces que le hacían hervir la sangre, por diferentes razones.
—Ey, Frank, —se anunció antes de doblar la esquina.
—Ya casi termino aquí, —dijo Frank mientras Shane murmuraba un “ey”, encendiéndose
un cigarrillo. En ese momento, Ezra no quería verlo, así que se concentró en Frank y le
ofreció una amplia sonrisa que de alguna manera llegó hasta su pecho, calentándolo desde
adentro.
—Hora de la merienda, grandullón, —dijo, entregándole a Frank el vaso alto.

57 Usa el término “slut shaming” que se refiere a avergonzar a la persona a base de insultos alrededor de ser
una “puta”. No encontré una forma de darle sentido.
La sonrisa de Frank se amplió y se volvió hacia Shane. —Él me ha hecho un plan de
alimentación, ¿sabes? Aparentemente he estado consumiendo menos proteínas.
Shane resopló. —¿Tú? ¿Comiendo poco?
—Bueno, él estaba comiendo, un montón de comida basura que no era buena para él, —
dijo Ezra y se inclinó cerca de Frank, frotando su espalda en amplios círculos—. Hago todo
desde cero y es todo orgánico, sin aditivos extraños. Y las macros son precisas, por lo que
puede volverse aún más fuerte.
—¿Me quieres más grande? —preguntó Frank, y miró a Ezra a los ojos con tanta emoción
que Ezra no supo cómo manejarla.
Shane se rió. —He visto ese monstruo y no necesita ser más grande.
Ezra frotó su cara contra el pecho de Frank. Olía a café y a aire cálido de la tarde, y nada
malo sucedería mientras Ezra permaneciera cerca de él.
—Te ignoraré, Shane. Frank es exactamente como debería ser. Sólo estoy tratando de
optimizar su dieta para que el entrenamiento sea más fácil y productivo.
Frank tomó un sorbo del batido y luego revolvió el cabello de Ezra. —¿Ves? Me conseguí
uno inteligente.
Ezra resopló y se giró antes de apoyar la barbilla en el beso de Frank. ¿Era una debilidad
que abrazarlo le diera a Ezra una sensación de paz? —No has visto nada todavía. Ya casi he
terminado con todas sus facturas y recibos.
—Tal vez tengas que quedártelo, —dijo Shane como si no hubiera tratado de convencer a
Frank de que no saliera con Ezra hace cinco minutos.
Frank bebió con una expresión feliz mientras abrazaba a Ezra con su brazo libre. Ezra
una vez probó una manta pesada y odió lo atrapado que lo hacía sentir, pero el peso del
brazo de Frank, o incluso de su cuerpo, siempre lo tranquilizaba, así que cerró los ojos,
disfrutando de la presencia constante a su lado.
—¿Dijiste que la bicicleta está lista?
Frank le entregó el vaso vacío. —Por completo. Sólo recuerda no desviarte de los
caminos que te mostré. Es fácil perderse en este lugar y no todos los montones están
asegurados.
Para Ezra era obvio que todas las carreteras con asfalto serían seguras para conducir,
pero Frank no quería que se acercara a lugares donde podía ver algo que no debería. Él
estaba bien con eso. La bicicleta le ofrecía la oportunidad de hacer ejercicio y moverse más
rápido, y lo último que quería era mezclarse con las personas equivocadas.
Bueno, técnicamente ya lo había hecho, pero mientras no supiera quiénes eran los
clientes de Frank, ese hecho podía ignorarse.
—Lo haré, no te preocupes. Prefiero no estar enterrado vivo bajo una avalancha de
basura.
Shane dio una calada al humo. —Odiarías que te rayen ese reloj.
Ezra sintió que Frank se tensaba a su lado, pero se apresuró a acariciarle la espalda. No
había necesidad de agitarse nuevamente. —Bueno, es una de las pocas cosas que todavía
tengo.
—Te entiendo. Tuve que dejar todas mis cosas cuando fui a prisión, —dijo Shane y le dio
una palmada en el hombro a Frank—. Pero Frankie guardó la mierda importante para mí.
Frank respiró hondo. —Esto no es una prisión. Podrá recuperar sus cosas.
La sangre de Ezra corrió más rápido, pero mantuvo la calma, no queriendo que esta
oportunidad se convirtiera en una trampa si decía algo incorrecto. —Sí, el contrato de
arrendamiento de mi apartamento se acaba pronto y me estoy preocupando un poco por lo
que pasará con mis pertenencias.
Frank miró a su amigo. —Shane no tiene nada que hacer hoy. Puede venir conmigo y
podemos recoger algunas de tus cosas. Sólo dime qué es lo más valioso o importante.
Una sensación de alivio inundó a Ezra tan rápido que apenas notó la caída de los
hombros de Shane. Pero, para crédito del bastardo prejuicioso, no protestó. —¿Harías eso
por mí? —preguntó como si no hubiera expresado sus preocupaciones por esa misma
razón.
—Claro, bebé, solo haz una lista, —dijo Frank y besó un costado de su cabeza—. Te
llevaría con nosotros, pero no creo que sea seguro.
Ezra se detuvo, porque no era el bebé de nadie. ¿O sí? Su mente decía que no, pero
cuando se encontró con los ojos oscuros e intensos de Frank, su cuerpo dijo que sí, que
definitivamente lo era.
Capítulo 18
Frank
La puerta se abrió con un clic sordo, y cuando no salió ningún sonido detrás de ella,
Frank la abrió, mirando hacia el interior oscuro del apartamento de Ezra. El brillo de la
lámpara sobre sus cabezas y la de Shane iluminaba el piso de paneles del interior y ofrecía
suficiente luz para revelar las formas ásperas de los muebles en la sala de estar, pero si
alguien estaba esperando la llegada de Ezra al dormitorio, solo había una manera de
descubrirlo.
—Revisa la sala de estar. Iré a la derecha, —susurró Frank y quitó el seguro de su arma,
pero cuando Shane presionó el interruptor de la luz, ambos se detuvieron al ver la sala
abierta.
Parecía como si un huracán llamado Paul lo hubiera atravesado dos veces.
Shane silbó. —Esto parece prometedor.
El poco humor en su voz impulsó a Frank a actuar, y ambos fueron a sus respectivos
lados, revisando el apartamento en busca de intrusos. No encontraron ninguno, pero todo
el lugar estaba destrozado. Incluso el colchón donde Frank había dormido hace sólo unas
semanas no se había salvado y ahora presentaba largos desgarros que mostraban su
interior destripado.
La sola idea de que pudiera haber sido Ezra cortado desde la ingle hasta la garganta hizo
que Frank se estremeciera. No había muchas cosas que lo conmovieran estos días, pero
Ezra no era un saco de carne desechable. Frank había elegido protegerlo, hacerlo suyo si
Ezra se lo permitiera.
Caminar por el lugar que conocía tan bien y verlo en ruinas le hizo querer regresar y
quedarse al lado de Ezra, como su perro guardián personal, pero ese era un pensamiento
irrazonable. Ezra estaba a salvo en el depósito de chatarra, con Jag vigilándolo. Y Paul
debería agradecer a los cielos que no había alcanzado a Ezra esa primera noche, porque si
Frank hubiera visto los ojos color ámbar mirándolo desde la segunda bolsa para cadáveres
esa noche, probablemente habría roto su promesa de nunca más matar de nuevo.
Frank guardó su arma. —Parece seguro. Vamos a buscar sus cosas —dijo y regresó al
pasillo para coger las bolsas de lona que habían traído consigo.
Shane suspiró y sacó la lista de compras de esta noche en su teléfono antes de entrar a la
cocina. —Este lugar parece una declaración. ¿De verdad crees que podrás ocultárselo a
Paul para siempre?
Frank se acercó a uno de los armarios con pensamientos sombríos dando vueltas en su
mente. Quería gritarle algo a Shane, pero la pregunta era razonable, aunque inquietante.
—Probablemente no, pero ni siquiera sé si se quedará. Con la nueva identificación, si
viaja lo suficientemente lejos, estará a salvo.
—Sólo que no quieres que vaya a ningún lado... —Shane miró en su dirección mientras
abría un cajón grande.
Ezra les había dado instrucciones sobre un montón de suplementos. Colágeno en polvo,
vitaminas y todo tipo de cosas que Frank no cuestionaba, pero no le gustaba lo desesperado
que parecía Ezra por estas drogas pseudomilagrosas.
—No. Pero no soy Jag. No le pondré un collar alrededor del cuello ni lo encadenaré a la
pared. O quiere quedarse o no.
Shane metió botella tras botella en la bolsa, con expresión rígida como si estuviera
sopesando sus opciones después de dejar sus huellas dactilares por toda la escena del
crimen. Frank estaba a punto de agarrar los dos pares de zapatos que Ezra pidió cuando la
voz oscura de su amigo lo hizo detenerse.
—Mira, Frank, lamento lo de antes, —dijo Shane, arrojando la bolsa sobre el mostrador
de la cocina mientras lo miraba con una expresión tensa en la boca—. Solo estoy
preocupado porque eres como un h—no, eres más que un hermano, porque ni siquiera sé
dónde estaría si nunca me hubieras tomado bajo tu protección. Pero tú tienes tu propia
opinión y yo me excedí. Si quieres que proteja a ese chico como si fuera mío, lo haré.
Frank no tenía idea de cuánto necesitaba escuchar eso. Un peso cayó de sus hombros
ante las palabras de Shane.
—Gracias hombre. Hacía mucho tiempo que no estaba tan decidido a estar alguien. Sólo
han pasado unas pocas semanas y él se incorporó a mi vida con mucha facilidad. No estaba
seguro de cómo le iría en mi casa poco lujosa, pero ya la había convertido en su hogar.
Pensé que no necesitaba mucho más en la vida que mis amigos, las cenas de microondas y
alguna que otra mamada, pero estar cerca de él me muestra lo que me estaba perdiendo.
No sé qué haría si se fuera, pero tampoco sé si querrá quedarse a largo plazo. Confío en que
realmente le gusto, pero no estoy seguro de que estar confinado en un depósito de chatarra
no erosione todo eso con el tiempo.
Shane exhaló y le dio una palmada en el brazo a Frank en un gesto de apoyo. —Debes
maximizar tus posibilidades. Haz que se sienta cómodo. Venir aquí esta noche es un buen
paso adelante.
Frank se acercó al montón de zapatos que se estaba derrumbando y que se encontraba
frente al armario donde Ezra normalmente los guardaba. Sacó el primer par que Ezra pidió
cuando Shane continuó.
—Pero ahora hablamos de verdad. La comodidad y el lujo es el menor de sus problemas,
porque podemos hacer mejoras en tu casa, diablos, incluso construirle una extensión para
guardar toda su ropa. ¿Pero estaría de acuerdo con nuestro trabajo paralelo secreto? Se
horrorizó cuando descubrió lo que estaba haciendo Paul.
Y ese era el centro de las preocupaciones de Frank. Ezra ya sabía que Frank no se
dedicaba nada bueno, pero si descubría el alcance de ello, ¿podrían tener un futuro? El
traslado de bienes robados difícilmente entraba en la misma categoría que el traslado de
cadáveres. Ezra no era el tipo de persona que lavaba la camiseta ensangrentada de su
hombre y luego le preparaba la cena.
—Lo sé. He estado pensando mucho en ello. ¿Tal vez exista una buena forma de decirlo
que no lo asuste?
Shane arqueó las cejas. —¿“Nos deshacemos de la materia orgánica que trae la gente sin
recursos”? ¿Como una organización benéfica?
—No es gracioso, —dijo Frank, pero se rió de lo absurdo de todo.
—Ese es realmente un buen eslogan. Deberíamos poner eso en una taza y regalársela a
nuestros mejores clientes, —dijo Shane y le dio un codazo a Frank en su camino hacia un
estuche de viaje que había sido destripado en medio de la sala de estar. Su contenido estaba
esparcido por todo el suelo como partes de un cuerpo después de la explosión que había
cambiado la vida de Frank. Y, oh Dios, lo mismo podría haberle pasado a Ezra.
Frank se sacudió el recuerdo intrusivo lleno de chorros de sangre.
—Dex tuvo suerte de encontrar a Hammer. Pueden hacer cosas jodidas juntos. ¿Qué chico
normal aceptaría el tipo de cosas que hacemos? Incluso Ros sólo está de acuerdo con eso
porque le salvó el trasero cuando lo necesitó.
Shane resopló. —Ni siquiera quiero saber qué hacen esos dos en privado. Ros, sin
embargo... Podría haberse ido, pero aun así me eligió a mí. Depósito de chatarra, manos
sucias y todo. Entonces tal vez haya una oportunidad para ustedes dos. Sólo necesitas
considerar realmente si puedes confiarle esto. ¿Confías en él, Frankie?
Frank suspiró y abrió un compartimento oculto en el centro multimedia debajo del
televisor. Los matones que habían destrozado el lugar no debieron haber sido demasiado
diligentes, porque el alijo de objetos de valor de Ezra estaba justo donde él había dicho que
estaría. Lo que significaba que Ezra le confió a Frank sus joyas de oro. También había
confiado en Frank lo suficiente como para buscarlo después de encontrarse con el desastre
de Paul. ¿Pero sentiría lo mismo si supiera toda la verdad sobre el pasado de Frank? Y,
francamente, también su presente.
Shane hizo una mueca. —Estás dudando.
—Porque es complicado. Confío en él... hasta cierto punto. Confío en que no me delataría
con la policía. Confío en que no envenenará mi comida y desaparecerá. Confío en que es
verdad cuando dice que le gusta cuando lo follo. ¿Pero confío en que se quedará cuando
descubra que hay cuerpos en descomposición en nuestro patio trasero? No sé.
Shane suspiró y escogió prendas que coincidían con las de la lista. Una sonrisa se dibujó
en su rostro mientras le mostraba a Frank la ropa interior negra de Versace, pero sus
palabras no podrían ser más sombrías. —Yo diría que necesita más tiempo, pero ¿puedes
permitírtelo con Paul detrás de Ezra? ¿Hasta dónde llegarías para protegerlo? Si se queda,
Paul lo sabrá tarde o temprano.
La necesidad de romper algo estaba creciendo dentro de Frank, y como el lugar ya era un
desastre, pateó un jarrón al otro lado de la sala. La única vez que estaba empezando a sentir
algo por alguien, y tenía que ser difícil.
—Lo suficientemente lejos. Yo me ocuparé de Paul cuando llegue el momento. Se puede
razonar con él y no creo que esté celoso de Ezra.
Shane se estiró y tiró del brazo de Frank camino al dormitorio. Ese espacio aparecía en su
lista de cosas por buscar incluso más ampliamente que la sala de estar. —¿No te… molesta?
Frank tuvo que respirar profundamente para no abollar la pared con su puño, porque
estar allí y ver las ruinas de la antigua vida lujosa de Ezra estaba haciendo que todas las
emociones que había reprimido salieran a la superficie. —Por supuesto que me molesta.
Cuando yo… —Una inhalación más—. Cuando le estaba pagando, simplemente lo bloqueé.
Que tuviera otros clientes no fue algo que discutimos. Me ayudaba no saber quiénes eran.
Aparte de Paul, lo cual… sí, es jodidamente molesto, pero ¿qué puedes hacer? Es diferente
ahora.
—¿Él lo sabe? Oye, las cosas con Paul se calman y haces un trato. ¿Y qué? Volverá a...
—No, no lo hará.
Shane levantó las cejas, cargando su bolso lleno de cosméticos esparcidos por el suelo. —
¿Y si él quiere?
Incluso intentar pensar en ello hizo que la sangre de Frank se espesara tanto de celos que
su cabeza daba vueltas, haciéndolo buscar el apoyo de la pared.
Shane frunció el ceño ante el colchón desgarrado que descansaba contra la pared del
dormitorio y se acercó al armario abierto. Ezra trataba cada prenda que poseía como algo
precioso y siempre lucía inmaculado, pero los bastardos que se abrieron paso a través de
su apartamento en busca de pistas sobre el paradero de Ezra habían tirado toda la ropa
cara al suelo. La camiseta beige que Ezra usó durante su viaje al lago con Frank estaba
incluso marcada con la huella de un zapato deportivo, como si fuera un trapo sin valor.
—Trabajo descuidado, incluso si es una marca popular, —señaló Shane, señalando el logo
en el medio de la impresión. Luego caminó hacia el armario medio vacío y cogió un
taburete para llegar al fondo del estante superior.
Frank encontró la capacidad cerebral para responderle a Shane. —Él no necesitaría
hacerlo. Yo cuidaría de él.
Shane miró hacia atrás con una sonrisa mientras sacaba una caja de zapatos. —¿Serías su
nuevo sugar daddy?
—No, yo sería su pareja, quien lo apoyaría en la vida
Shane miró la lista que tenía en la mano y luego comenzó a hurgar en la caja. —¿Y si le
gusta?
—¿Qué? —Frank frunció el ceño, incapaz de concentrarse en encontrar el siguiente alijo
de joyas.
—Sabes, a algunos tipos les gusta la emoción de follar con muchas personas distintas, es
posible que también quiera tener su propio dinero. Podría ser simplemente un trabajo para
él. Tienes que hablar con él sobre eso.
La idea de que Ezra se encontrara con otros hombres mientras era su compañero de vida
era tan repulsiva que Frank no pudo encontrar las palabras para responderle a Shane. Lo
que solía estar bien cuando Frank había aceptado su suerte en la vida como cliente del
hermoso escort no funcionaría ahora que los sentimientos estaban involucrados de verdad.
Shane miró a Frank desde un cuaderno abierto con una sonrisa maliciosa. —Oooh,
Frankie… encontré oro. Escucha. “A Frank no le gusta que le meta el dedo”. ¿Ni siquiera una
pequeñita acción por la puerta trasera?
Frank se movió antes de que pudiera comprender lo que pasó. —¡Guarda eso! ¡Esa es su
mierda privada!
—Un montón de mierda privada sobre muchas personas diferentes, cuidadosamente
catalogadas, para que pudiera estudiar sus notas antes de trabajar, —dijo Shane, dando un
paso atrás para seguir leyendo—. ¡Oh, Frank! ¡Te hizo un descuento!
Frank le arrancó el cuaderno de la mano y Shane se dejó caer en una silla en el rincón de
lectura de Ezra, que actualmente mostraba una copia maltratada de un libro sobre
fabricación de perfumes en la mesa auxiliar.
—Debes gustarle, —comentó.
El calor se deslizó desde el centro del cuerpo de Frank y se extendió a sus extremidades y
cara, pero a pesar de que el cuaderno se sentía como brasas en sus manos, no se atrevió a
cerrarlo cuando se abrió en la página marcada con una cinta morada. La de él.
Se lamió el sudor fresco de su labio superior, observando el guión ordenado siguiendo
una serie de viñetas, pero aunque sabía que no debía romper la confianza de Ezra al leer
nada de eso, sus ojos se fijaron en las palabras como si fueran agua sucia en medio de un
desierto. Gran parte era información práctica sobre lo que le gusta y lo que no le gusta a
Frank, pero mientras traspasaba los límites que nunca debería haber cruzado, encontró
una nota escrita apresuradamente que decía dulce y grueso como un panqueque58.
El calor se extendió por su pecho como si todavía lo estuvieran cocinando en esa sartén.
En lugar de mantequilla, estaba chisporroteando por el afecto de Ezra. Él le gustaba. En
verdad le gustaba a Ezra.
Y aunque sabía que esto no debía ir más lejos, levantó el pulgar del medio, con plena
intención de pasar la página cuando sus ojos se posaron en un pequeño dibujo hecho con
bolígrafo azul. No revelaba ningún talento artístico, pero la cruda ilustración de un rostro
abriendo bien la boca para una polla grande y gruesa con cabello oscuro y bolas de aspecto
pesado tenía el vapor dentro de su cráneo creando aún más presión.
El mejor polvo de mi vida, decía la nota al lado.
Frank cerró el cuaderno antes de que sus ojos pudieran robar más información privada.
No sólo estaba avergonzado de leerlo frente a Shane. No debería haberlo hecho en absoluto.
Pero él no era de piedra.
Shane estaba jugando con una cadena de oro y sonrió cuando sus miradas se
encontraron. —¿Algo de interés? Te ves muy rojo.

58 Se puede referir tanto a Frank como a su pene, a los dos me atrevo a decir xD.
Frank metió el cuaderno en el bolsillo lateral de la bolsa de lona antes de agregar varias
fotografías y un par de elementos que descansaban en el fondo de la caja. No los miró, no
queriendo que terminara como había sucedido con el cuaderno, porque a pesar de que solo
tenía cosas buenas que decir sobre él, le recordaba que su relación con Ezra estaba
construida sobre una base de dinero y mentiras. ¿Había realmente esperanza para ellos
cuando una vez más demostró que Ezra no podía confiar en él ya que leyó su diario?
Shane le arrojó el collar y Frank lo atrapó sin pensar. —¿Quizás deberías darle esto si
quieres ser su sugar daddy?
Frank abrió la palma de la mano para revelar la joya que Ezra había usado tantas veces
alrededor de su cuello. La palabra SUGAR en oro macizo parecía juguetona cuando se
conocieron. Ahora abrió un agujero negro en lo profundo del corazón de Frank. La
información que había robado del cuaderno demostraba que le agradaba a Ezra, pero
Shane tenía razón. ¿Tal vez Ezra realmente disfrutaba de su estilo de vida como
acompañante y regresaría con entusiasmo si tuviera la oportunidad?
Era un pensamiento intolerable. Incluso más que la perspectiva de perderlo debido al
trabajo secreto de Frank, o que Ezra decidiera dejarlo atrás como un mal recuerdo al que
nunca volvería una vez que comenzara una nueva vida en Los Ángeles. Pero si Frank se
enfrentara a la elección entre salir con un hombre que se acostaba con otros para ganarse
la vida, o perderlo por completo, ¿podría mantenerse firme?
Había estado evitando conversaciones difíciles como ésta, optando en cambio por vivir
con Ezra el día a día. Ni siquiera sabía qué quería hacer Ezra en Los Ángeles porque tenía
miedo de la respuesta. Si hubiera habido un hombre al que hubiera querido conocer allí,
¿habría cambiado eso, dadas las circunstancias? California estaba muy lejos de Pensilvania.
Con una identificación falsa, podría estar tranquilo allí, a menos que quisiera convertirse en
modelo o actor.
Su pulgar trazó una superficie rugosa en la parte posterior del colgante, así que lo giró
para ver letras nítidas que convirtieron sus preocupaciones en pura rabia. Decía Para mi
postre favorito: Paul.
Maldito Paul.
¡Siempre tenía que tenerlo todo y prefería destruirlo antes que dejarlo ir!
Frank se giró y, con el collar clavándose en la palma de su mano mientras apretaba el
puño, golpeó el colchón destrozado una y otra vez.
—¡Mierda! —Gritó para aliviar algo de su furia.
Cuando finalmente dio un paso atrás, jadeando, Shane permaneció en silencio. Al menos
no tenía comentarios inteligentes que agitaran más a Frank.
—¿Tienes todo? —murmuró Frank-.
—¿Qué pasa? —Shane preguntó en voz baja.
—Paul. El puto Paul. Siempre jodiéndome de alguna forma. No se va a la mierda. No es
suficiente que me ocupe de su basura. Sigue presionándome para que vuelva a trabajar con
él, y si abro esa compuerta, no acabará ahí. Sé que me pedirá eso a cambio de dejar en paz a
Ezra.
Shane frunció los labios. —Haz lo que tengas que hacer, Frank. Yo te respaldaré.
Frank asintió y arrojó el collar en la bolsa de lona. Ezra tenía derecho a decidir qué quería
hacer con él.
Capítulo 19
Ezra
Ezra solo se giró por un momento, pero cuando volvió a mirar a Jag, la gran lengua rosada
del idiota estaba afuera y doblando la mitad inferior de la mascarilla que descansaba sobre
su rostro. —¡No! ¡Ese gel no es comestible! Vomitarás, —advirtió, observando cómo Jag se
inclinaba hacia adelante, apoyaba su peso en los nudillos y escupía en el suelo que Ezra
había trapeado antes.
—¡Huele a fresas! ¡Pero es amargo! Dijiste que no es como el jabón. —Jag le dirigió a Ezra
una mirada sospechosa a través de la fina y húmeda capa, pero volvió a sentarse.
Si bien los primeros encuentros de Ezra con Jag habían sido tensos, estaba empezando a
comprenderlo mejor y, con eso, se sentía más a gusto con el chico. Parecía un poco como un
lobo domesticado, así que mientras recibiera golosinas y nadie lastimara a su manada, era
perfectamente inofensivo.
Y, francamente, a Ezra no le importaría convertirse en miembro temporal de ese club
exclusivo. Al menos mientras el problema con Paul siguiera siendo motivo de
preocupación. —También es un cosmético, pero no te lava la cara. Hará que tu piel esté más
bonita. ¿Ves? —preguntó Ezra, acercándose para que Jag pudiera ver su tez con más detalle.
Antes de que pudiera estremecerse, Jag puso sus ásperos dedos contra su mejilla con las
cejas arqueadas. —Es tan suave. Una vez encontré un bolso y era muy suave, así de suave.
Ezra dejó escapar una risa incómoda y se alejó, sentándose en el suelo frente a Jag. —
¿Qué tipo de bolso era ese?
Sin toda su armadura, máscara o gafas, Jag no parecía ni la mitad de peligroso.
Especialmente con una mascarilla de tela que seguía moviéndose porque no podía evitar
que su cara se moviera. —Tenía que ser algún tipo de cuero. Pensé que era muy bonito, así
que se lo di a Dane, pero dijo que era un bolso de mujer.
Dane habría estado aquí si no estuviera trabajando en su importante trabajo remoto de
informático, así que Ezra sonrió y tomó un sorbo de agua con magnesio. —Estoy seguro de
que le gustará tocar tu suave piel.
—¿Eso crees? Dice que le gusta mi piel. —Jag se llevó las manos a la cara pero se impidió
tocar la mascarilla en el último segundo—. Supongo que hay lugares en mi cara donde no
crece. ¿Debería usar una mascarilla en mis dedos?
La mirada de Ezra se posó en las manos grandes y ásperas con uñas gruesas que eran un
poquito demasiado largas. —Um… bueno, podrías empezar a usar una pasta con azúcar
para eliminar las células muertas de la piel e hidratarla regularmente con una crema
especial. Estoy seguro de que Dane podría comprarte ambas cosas.
Jag miró sus manos con asombro como si las viera por primera vez. —¿Tengo piel
muerta? ¿Puedes escribir los nombres de las cremas? Sabe leer muy bien.
Dane era el tipo de persona que Ezra esperaría que se juntara con otro nerd para poder
asistir a convenciones de cómics todos los años, pero Jag, que tenía un cuerpo esbelto y una
cara que a las cámaras le hubiera encantado, no sentía nada más que adoración por él. Era
muy tierno. De una manera inesperada.
—Todo el mundo tiene la piel muerta. Generalmente se cae en pedacitos tan pequeños
que no te das cuenta. Y sí, tu novio...
—Mi compañero, —corrigió Jag con el entusiasmo de un cachorro.
—...tu compañero es muy inteligente. Se lo escribiré.
Jag se sobresaltó y se puso de pie de un salto segundos antes de que Ezra escuchara el
motor de un camión, pero luego se calmó sin siquiera mirar por la ventana. —Es sólo
Frank.
Ezra se quitó la mascarilla de la cara. —¿Cómo lo sabes?
Jag negó con la cabeza. —Su camioneta chisporrotea de vez en cuando.
Este tipo era tan extraño y Ezra no pudo evitar amar eso sobre él. Ahora que Jag lo
protegía, a Ezra le gustaba que pudiera ser una presencia tan aterradora cuando quisiera.
Pero lo más importante es que Frank había vuelto con las cosas de Ezra y no podía esperar
para poner sus manos en ambos59.
—Creo que tu turno de guardia ha terminado, —le dijo a Jag y se levantó, dirigiéndose a
la cocina. Cogió una caja que contenía la mitad de los pequeños envoltorios de huevos que
había hecho antes y se la ofreció a Jag—. Para ti y Dane.
La brillante sonrisa en el rostro de Jag calentó el corazón de Ezra. Nunca había cocinado
para sus conocidos, demasiado preocupado de que despreciaran su trabajo por sus
restaurantes de lujo favoritos, pero Jag no podría estar más feliz cuando tomó la caja y la
sostuvo con reverencia.
—¡Ooh! ¡A Dane le encantará esto! Gracias.

59 Sus cosas y Frank, duh xD.


Justo cuando Ezra se inclinaba para quitarle la mascarilla a Jag, Frank entró con Shane,
cada uno con dos grandes bolsas de lona.
—¿Estaban ustedes, señoras, teniendo una pequeña sesión de spa? —preguntó Shane,
tirando su equipaje al suelo mientras Frank caminaba hasta el sofá antes de colocar las
bolsas que llevaba allí.
Ezra quiso darle un abrazo de inmediato, pero había tensión en su forma de comportarse
y su rostro era como una máscara de acero.
Jag se encogió de hombros. —No sé qué es eso, pero nos pusimos mascarillas y ahora mi
piel es más suave que un bolso de cuero de mujer.
Shane se rió y acarició la cara de Jag. —¡Lo es!
—Ezra dice que a Dane le gustará, —se jactó Jag, sacudiendo su desgreñada melena.
—¿Quieres verlo rápido? Podría llevarte, —dijo Shane, pero a pesar de que él y Jag eran
tan ruidosos, la atención de Ezra no se desvió de la figura alta y de anchos hombros que
estaba parada a solo unos pasos de distancia. Había algo raro en Frank esta noche, e hizo
que el corazón de Ezra latiera más fuerte, como si estuviera bombeando demasiada sangre
a la vez.
Jag consideró la oferta de Shane durante mucho tiempo, como si hubiera mejores
opciones que ir en coche. —Sí, —dijo al final—. Los huevos todavía están calientes. A Dane
le gustarán más frescos.
—Vamos, entonces, —dijo Shane y saludó a Frank antes de fijar su mirada en Ezra por un
rato demasiado largo. Escalofríos calientes recorrieron la espalda de Ezra, provocando
calambres en su interior, porque algo debía haber sucedido desde que Shane y Frank se
habían ido a su apartamento, y odiaba saber que una vez que la puerta se cerrara detrás de
sus invitados, lo desconocido vendría por él.
Las palabras de advertencia de Carmen sobre las citas con clientes siempre estuvieron en
algún lugar de su mente, le gustara o no.
—Nos vemos mañana, —dijo, logrando mantener la voz firme.
—Gracias chicos, nos vemos, —dijo Frank, levantando la mano para despedirse—. Estoy
bastante seguro de que trajimos todo lo que mencionaste, pero la mala noticia es que la
casa estaba destrozada. Los chicos de Paul deben haber estado allí. Es bueno que hayas
escondido bien los objetos de valor.
Ezra exhaló, concentrándose en el aire que salía de sus pulmones mientras se acercaba a
Frank, aliviado de que su extraño comportamiento fuera causado por la preocupación más
que por la ira. —Muchas gracias.
Frank lo acercó para darle un fuerte abrazo que fue tan enigmático como agradable. Pero
él no dijo nada, sólo le besó la coronilla.
Ezra tarareó y besó el pectoral de Frank, escuchando los constantes latidos del corazón
tan cerca de su oído que parecía un mensaje sin palabras. —Tal vez fue imprudente. ¿Y si
estuvieran allí cuando llegaste? —murmuró.
—Bueno, no lo estaban. Está bien, —dijo Frank, calentando el cabello de Ezra con su
aliento, pero algo andaba mal en su aura. Preguntas no dichas surgieron bajo la superficie,
pero justo cuando Ezra se puso rígido por la aprensión, Frank apretó la parte de atrás de la
camiseta de Ezra y lo olfateó—. Hueles bien. ¿Fresas?
Ezra sonrió y tiró de las presillas del cinturón de Frank, acercándolo al frente del sofá. La
tensión que había sentido momentos antes se convirtió en anticipación, y empujó a Frank,
haciéndolo caer en el asiento. —Quería lucir bien para ti.
Finalmente. Una sonrisa. Pero el peligro no había terminado, porque si bien Frank no
había expresado las dudas que tenía todavía, se acercaba y Ezra necesitaba atraer a Frank
de nuevo a su esquina.
—Siempre te ves bien para mí. Incluso cuando te salió ese sarpullido —bromeó Frank,
porque en el momento en que ocurrió, afirmó que apenas lo había visto.
—Adulador. Debo ser muy bueno en la cama, —susurró Ezra, colocándose entre las
piernas abiertas de Frank y apoyando sus manos en el respaldo, a cada lado de la cabeza de
Frank.
Frank todavía estaba rígido, pero las nubes gradualmente se disipaban de sus rasgos
mientras miraba a Ezra en silencio. ¿Tal vez necesitaba una distracción del peligro en el que
se había puesto a sí mismo y a Shane al visitar el antiguo apartamento de Ezra?
Su respuesta llegó cuando Frank pasó las manos por los costados del cuerpo de Ezra, su
mirada oscura cálida pero penetrante, como si estuviera evaluando si Ezra valía la pena por
todo este problema. Si todavía no estaba seguro, Ezra podría darle todas las razones y
ahuyentar cualquier pregunta que flotara en la cabeza de Frank.
—En la cama. En el sofá. En el piso. En un barco… —susurró Frank mientras las
comisuras de su boca se levantaban, haciendo que su rostro fuera menos severo.
Ezra sonrió, recordando la paja que le había hecho a Frank en medio del lago a
medianoche. —Oh, te gustó esa, ¿eh? —bromeó, inclinándose para presionar sus labios en
la oreja de Frank. Su piel oscura y su cabello negro olían a seguridad, abrumadores por su
dulce almizcle mientras pasaba la lengua contra la cálida carne.
Las manos de Frank se deslizaron hasta el trasero de Ezra y lo apretaron. —Me gustaría
llevarte allí de nuevo una vez que todo esto termine.
Hablar sobre el futuro parecía inútil, pero cualesquiera que fueran las decisiones que
tomaría Ezra una vez pasado el peligro, en ese momento su mundo estaba limitado a la casa
de Frank. Su aprobación lo era todo, y el miedo al rechazo era como una espada palpitante
que podría caer sobre el cuello de Ezra en el momento más inesperado.
—Prefiero concentrarme en el ahora, —murmuró, flexionando sus nalgas en el agarre de
Frank mientras dejaba besos por el desaliñado cuello de su hombre.
—Yo también, —susurró Frank con tanta ternura que algo dentro de Ezra se retorció.
Empujó sus manos por la camiseta de Ezra, recorriendo su columna mientras giraba su
cabeza para que sus labios se encontraran.
Fue electrizante, y Ezra se encontró inclinándose más cerca, hasta que su rodilla se
deslizó entre los muslos abiertos de Frank y empujó su suave polla a través de la mezclilla.
Ambos jadearon y la tensión tácita en Frank alimentó su toque. Cuando sus ojos se
encontraron y los labios de Frank casi se abrieron, sin duda para lanzar una bomba que
empujaría a Ezra contra la pared, quedó claro que Ezra necesitaba distraerlo.
Frank se humedeció los labios y miró a Ezra a los ojos. —¿Y si nosotros-
—¿Follamos? —Ezra soltó porque la luz roja brilló en su mente como loca. Había un
fuego en la cabeza de Frank y necesitaba apagarlo. Y sólo se le ocurrió una forma tan
natural como respirar.
Allí estaba. Esa vacilación en el rostro de Frank. Lo que fuera que había estado
considerando estaba siendo borrado por la lujuria.
—Dios… ¿qué me estás haciendo? —susurró Frank, arqueando sus caderas hasta el tacto,
mientras deslizaba su mano sobre la nalga de Ezra hasta su muslo.
Mordió el anzuelo.
¿Pero quién era el pez? Porque a Ezra le encantaba estar entre los musculosos muslos de
Frank y verlo perder el control. Cada vez que recordaba la declaración anterior de Frank
acerca de querer darles una oportunidad, ser algo más, todo su cuerpo hormigueaba con la
necesidad de demostrarle a Frank que valía la pena. Era cierto que tal vez había otras
opciones en el horizonte, que habían parecido tentadoras antes de que la verdad sobre Paul
aplastara los planes de Ezra, pero todas eran endebles como casas hechas de naipes en
comparación con la firme seguridad de la presencia de Frank. Cuando todo lo demás en su
vida era borroso, Frank era lo único que no.
Quizás fue ingenuo. Tal vez era un débil mental y estaba renunciando a un futuro
glamoroso que merecía, pero si su hombre de Los Ángeles hubiera llamado a la puerta y le
hubiera ofrecido el mismo tipo de protección que Frank, Ezra se habría quedado.
Su madre se habría burlado de él sin piedad si hubiera visto en qué basurero terminó,
pero Frank estaba aquí, y en ese momento era lo único que importaba. La comprensión lo
golpeó con el poder y la velocidad de un tren bala, y se rió suavemente, moviéndose para
posar su trasero sobre el muslo firme de Frank.
Esta noche no se hablaría mucho. Podrían comunicarse piel con piel.
Era como si su cerebro se estuviera poniendo al día con lo que su corazón había
descubierto cuando escuchó a escondidas la conversación de Frank con Shane. No importa
lo duro que había trabajado para construir un muro entre él y cualquier sentimiento que
pudiera desarrollar hacia los hombres en su vida, esta vez se le habían acercado
sigilosamente. Quería que Frank se preocupara por él, y no sólo porque buscaba seguridad
como una rata que intenta saltar al primer bote salvavidas cuando el barco se está
hundiendo.
Por primera vez en su vida tenía algo sólido.
Los hombres con los que se había acostado eran atractivos y desechables, o clientes que
pagaban. Pero con Frank había construido un tipo diferente de relación, algo que era
intangible, invisible y, sin embargo, parecía inquebrantable. Nunca había estado con nadie
cuyo afecto no fuera condicional, y eso incluía a sus padres.
Frank siempre había mostrado su corazón y había estado claro desde el principio que no
sólo respetaría los límites de Ezra sino que también lo trataría como a una persona, no sólo
como algo bonito para entretenerlo. Pase lo que pase, Frank estaría ahí para él cuando
fuera importante, y el sentido de pertenencia que eso creó hizo que el corazón de Ezra
latiera más rápido. ¿Era realmente un tonto por querer quedarse aquí?
Por una vez, Ezra no quería abusar de la dedicación de otro hombre para su beneficio. Él
sólo quería... estar. Con él.
—Hueles tan bien, —le susurró Eza a Frank, deslizando ya su mano entre ellos, donde la
dura polla de Frank lo esperaba como un premio.
—Hueles a fresas y a detergente de algodón. Me encanta eso. Hueles a hogar, —murmuró
Frank en los labios de Ezra, abrazándolo cerca mientras compartían aire, sentados juntos
en tal felicidad que Ezra comenzaba a sentirse ingrávido en esos fuertes brazos.
Tú también hueles a hogar, quiso decir Ezra, pero las palabras se le atascaron en la
garganta cuando se dio cuenta de que eso sería mentira. Frank olía como el tipo de hogar
que Ezra nunca tuvo. Uno que no estaba lleno de gritos, platos rotos y moretones
escondidos con maquillaje.
Había tenido dudas antes, pero ahora sabía en un nivel más primario que Frank nunca
abusaría de él de ninguna manera. Que era dedicado, seguro y leal hasta el extremo. Como
uno de los Doberman de Shane, atacaría cualquier amenaza a Ezra, pero no le haría daño.
Su madre habría dicho que era estúpido y de voluntad débil por confiarle su corazón a un
hombre. Pero claro, se había casado por dinero, ¿y adónde la llevó eso?
—Te mostraré cómo me haces sentir, —prometió Ezra, arrodillándose frente a Frank.
—Espero que sea cachondo, —dijo Frank, mirándolo a los ojos mientras se desabrochaba
los jeans.
Una risa surgió desde lo más profundo del pecho de Ezra mientras masajeaba las
musculosas piernas. —¿Por tu polla? Siempre, —murmuró y se inclinó hacia delante,
atraído por el olor almizclado de la lujuria y el fresco toque del gel de ducha de Frank.
El pensamiento lógico abandonó su cabeza cuando Frank se bajó los pantalones lo
suficiente como para que Ezra viera su polla rígida. Aquí era donde podía perderse. No
hablar de temas serios. Sólo los gemidos de Frank y su semen.
Ezra levantó la vista mientras pasaba la lengua por la polla caliente. Frank se estremeció
y cerró los ojos brevemente, como si no pudiera soportar la excitación que corría por sus
venas y palpitaba contra los labios de Ezra.
Su mano estaba cálida en el cabello de Ezra, y su peso era tan alentador que Ezra fue a
por ello y derribó a ese hermoso monstruo mientras apretaba los gruesos muslos de Frank.
Perdido en el paraíso de las pollas, Ezra envolvió sus dedos alrededor de la base de la
polla de Frank. El intenso aroma de su excitación hizo que los dedos de sus pies se curvaran
y arqueó su cuerpo para que la tela de sus pantalones pudiera ejercer presión sobre su
propia polla.
—Tu boca es tan condenadamente cálida y suave. —Había un sonrojo en el rostro de
Frank, y eso iluminó una sonrisa engreída que hizo que Ezra considerara detenerse sólo
para poder subir a su hombre y montarlo.
Sólo pensar en eso le hizo girar su trasero y deslizar su mano libre hasta su propia
cremallera.
—No te masturbes. Me ocuparé de ti cuando hayas terminado, —susurró Frank,
moviendo sus manos a lo largo de la cabeza de Ezra para acariciar sus orejas—. Me encanta
ver esa carita excitada que pones.
Ezra se estremeció. No podía esperar a probar el semen de Frank. Quería hacerlo perder
la cabeza, pero ¿a quién le estaba mintiendo? Ahora era tan adicto a Frank que todo lo que
hacía era en gran medida egoísta.
—Oh, joder. Eres tan buen chico, —dijo Frank con voz áspera, disfrutando del trato como
a la realeza que Ezra estaba ansioso por darle con cada lamida.
La sangre de Ezra estaba ardiendo, pero necesitaba más y chupó el duro eje, provocando
su mitad inferior y las bolas de Frank con sus ansiosas manos. La sal en su lengua le hizo la
boca agua y tarareó, mirando a escondidas a su amante.
Frank estuvo magnífico. Como un león que sabía que pertenecía a la cima de la cadena
alimentaria. El gran tamaño de su polla palpitante hizo que Ezra se mareara, y mientras lo
complacía, temblando de deseo, los gruñidos de Frank llenaron la sala de estar.
Ezra era quien los provocaba. Él era la fuente de la excitación de Frank y estaba tan
emocionado de hacerlo correrse que lo haría incluso si la promesa que pronto Frank lo
haría correrse a él no estuviera sobre la mesa.
Había trabajado duro en el pasado para brindar un buen servicio, ser memorable o ver a
alguien arder por él con ferviente lujuria, pero nunca antes había experimentado esta
intensa necesidad de hacer feliz a otro hombre. Tal vez fuera patético, pero ya no le
importaba la dignidad.
Profundos escalofríos recorrieron todo su cuerpo cuando los muslos de Frank se
tensaron, cuando sus pies se deslizaron sobre el suelo y sus manos se volvieron menos
suaves, lo que llevó a Ezra a trabajar su eje más rápido. Oh, cómo necesitaba Ezra el semen
de Frank rodando por su lengua.
Quería cada gota.
—Joder, joder... tan bueno, —gimió Frank, moviéndose un poco más abajo en el sofá
mientras apretaba el cabello de Ezra—. Ya casi me corro, voy a llenarte la boca como
quieras. —Movió sus caderas hacia arriba y Ezra profundizó aún más, creando un infierno
de calor que sólo podía terminar de una manera.
Supo que ocurrió cuando los muslos de Frank empujaron sus hombros y su mano apretó
el cabello de Ezra, manteniéndolo abajo en un gesto dominante que hizo que su propia
polla palpitara.
Luego, la dura polla palpitó entre su lengua y su paladar, y quedó reducido a un desastre
cachondo y hambriento de semen mientras Frank expresaba su placer en una serie de
gruñidos ahogados.
—Eso es... Todo para que lo tragues, —murmuró Frank mientras Ezra acariciaba su
palpitante polla con los labios, sintiéndola palpitar dentro de él.
Frank soltó el cabello de Ezra cuando terminó y simplemente lo acarició suavemente.
Pero Ezra quería, no, necesitaba más que gentileza. Su piel ardía y se levantó tan pronto
como tragó todo lo que Frank tenía para él. No le importaba cómo llegara, pero lo
necesitaba ahora.
—Por favor, Frank...
La mirada de Frank estaba borrosa cuando acercó a Ezra al sofá, donde hizo que Ezra se
arrodillara con las piernas abiertas sobre el regazo de Frank. La cabeza de Ezra giró cuando
Frank se deslizó más abajo en el asiento y agarró el trasero de Ezra para acercarlo. Luego
su boca tomó la polla de Ezra, chupándola con tanto fervor que Ezra tuvo que agarrarse del
respaldo del sofá para estabilizarse.
Su piel se sentía demasiado tirante para su cuerpo, y gimió, mirando el oscuro rubor que
florecía en los rasgos bronceados de su amante. El cabello de Frank, siempre tan
pulcramente plisado en una trenza, ahora parecía encrespado por el roce contra los cojines.
Sus amplios labios se estiraron alrededor de la polla de Ezra, moviéndose hacia arriba y
hacia abajo por el eje empapado de saliva en un ritmo hipnotizante que rápidamente llevó a
Ezra a un nuevo nivel.
No duraría mucho.
Frank no se introducía su polla por completo, pero eso no era necesario cuando su lengua
era tan hábil y su boca proporcionaba toda la fricción que Ezra podía soñar. Frank frotó su
frente contra el abdomen de Ezra, el gesto tan caliente que envió chispas por la columna de
Ezra, pero fueron los dedos separando sus nalgas y luego provocando su agujero lo que lo
llevó al límite.
Echó la cabeza hacia atrás, jadeando en busca de aire mientras el placer lo recorría con la
fuerza de rápidos salvajes. Sus nalgas se tensaron sobre los dedos provocadores mientras
se corría en la lengua de Frank.
Por una vez, su cerebro estaba vacío de pensamientos intrusivos sobre el pasado o el
futuro.
Impulsado, se colgó sin fuerzas del respaldo, todavía envuelto en los fuertes brazos
mientras Frank se levantaba.
Frank se rió entre dientes. —Un placer. Me encanta cuando pierdes el control. —Apretó
con más fuerza a Ezra, encerrándolo en un abrazo sudoroso.
—Tú me obligas a perderlo. —Ezra acarició el costado de la cara de Frank y rodeó el
grueso cuello con sus brazos. Estaba listo para una pequeña siesta.
El corazón de Frank latía rápidamente contra él, y Ezra puso su mano sobre el pecho de
su hombre, imaginando que latía así por él. Que era especial, no sólo una cosa bonita que
daba buenas mamadas.
Se abrazaron durante mucho tiempo y ninguno de los dos dijo nada. Una extraña
sensación de calma se apoderó de Ezra cuando se quitó la camiseta y descansó sobre Frank
medio desnudo. Estaba en paz, como si este hombre y su hogar en el depósito de chatarra
fueran realmente suficientes para asegurar la felicidad de Ezra.
Pero en algún momento, Frank extendió su brazo hacia la bolsa de lona que estaba en el
suelo y sacó el cuaderno de notas de clientes de Ezra.
—¿Podemos hablar? —preguntó, haciendo que la sangre de Ezra se congelara.
Capítulo 20
Ezra
El cuaderno que Frank tenía en la mano había estado con Ezra desde que empezó a
trabajar como escort. Sus esquinas estaban desgastadas por el uso frecuente y el lomo tenía
arrugas, lo que de alguna manera siempre le recordaba a Ezra el hecho de que él también
eventualmente envejecería y que su fortuna debía hacerse en el presente.
Pero ahora mismo, el paquete de papel era como una granada que podría explotar en
cualquier segundo.
Sin embargo, Frank lo abrazó, tan afectuosamente como lo había sido antes de sacar el
cuaderno. —Lo encontramos cuando recuperamos tus fotos, y nunca pregunté sobre los
otros hombres con los que te estabas viendo...
Una bola de plomo pesaba sobre las entrañas de Ezra, pero no podía seguir con la
pregunta golpeando el interior de su cráneo. —¿Lo leíste?
El prolongado silencio le hizo querer esconderse bajo una manta y no irse nunca más.
—Se… se abrió en la página marcada con la cinta, así que sí, eché un vistazo pero no leí
nada más. No me importa ser un panqueque dulce y grueso, siempre y cuando seas tú quien
lo coma. —Frank estaba tratando de aligerar el ambiente, lo cual tenía que ser una buena
señal.
Aun así, la mente de Ezra seguía nublada y las inseguridades desatadas por la opinión de
Shane sobre su estilo de vida lo mantenían nervioso. Frank nunca había sido violento,
mezquino ni poco sincero, pero la mayoría de los hombres preferirían no oír hablar de las
conquistas de su pareja, especialmente en detalles clínicos. Ese cuaderno contenía muchos
secretos, y verlo ahora hizo que Ezra se avergonzara ante la posibilidad de que Frank los
supiera todos.
Quizás no debería hacerlo. Eligió el camino de su vida sabiendo todos (bueno, la mayoría)
de los pros y los contras. Una parte de él lo había hecho para fastidiar a sus padres y para
no depender más de ellos, pero había estado en paz con eso, incluso cuando el cliente era
aburrido o no era del tipo de Ezra. Pero los sentimientos que había desarrollado por Frank
le hicieron dudar de sí mismo.
Durante muchos años, había conseguido mantenerse centrado en objetivos a largo plazo
y mantenerse alejado del romance. Ahora los muros que había mantenido firmemente en
su lugar se habían agrietado, y se sentía como si lo hubieran dejado caer a una distancia
nadando entre dos islas, pero se ahogaría por pura indecisión.
Las palabras parecían astillas de madera en su boca seca, pero aun así habló. —Son sólo...
notas privadas.
Frank deslizó su mano por la columna de Ezra y luego hasta su cabello. —Está bien, pero
me obligó a pensar que tal vez ambos estemos evitando algunos temas que necesitan ser
discutidos. —Su voz era suave como el terciopelo, como para amortiguar los golpes que se
avecinaban, pero solo logró que Ezra se sintiera como si lo estuvieran asfixiando en lugar
de apuñalado.
Apartó la mirada y de repente se dio cuenta de su desnudez. ¿Era esta una conversación
que deberían tener sin pantalones? ¿Y si uno de ellos quisiera huir?
Pero Frank siguió acariciándolo, como si Ezra fuera un animal salvaje atrapado en
trampas y necesitara ser calmado.
La mente de Ezra estaba abarrotada con todas las palabras que podía decir, pero en lugar
de eso le sonrió a Frank, con la esperanza de distraerlo. —No he estado evitando nada.
Estamos bien tal como están.
—¿Lo estamos? Necesito saber lo que piensas ahora, bebé. —Frank dejó claro su punto
besando su sien—. ¿Quieres agregar más páginas a este cuaderno cuando Paul ya no sea
una preocupación? ¿Sería en Los Ángeles o aquí?
La boca de Ezra se abrió. Con Paul persiguiéndolo en algún lugar más allá de los límites
del depósito de chatarra, no podía imaginar ningún futuro que no involucrara a Frank. Pero
ahora que las dudas lo golpeaban en la cara, estaba cuestionando su propia cordura. ¿Se
había olvidado por completo de los objetivos y planes por los que había trabajado? ¿Por un
tipo que no encajaba en ellos en lo más mínimo? La respuesta estaba en la forma en que
todavía se aferraba a la robusta forma de Frank, pero ¿y si las intensas emociones que
había estado sintiendo fueran sólo algún extraño mecanismo de defensa similar al
síndrome de Estocolmo? ¿Y si todo cambiara una vez que volviera a ser libre?
—Yo... ¿Qué piensas tú? —preguntó para evitar la pregunta.
Frank tarareó tan fuerte que Ezra lo sintió en el pecho. —Creo que depende de lo que
planeaste hacer en California. Pero pondré mis cartas sobre la mesa, Ezra. Te quiero. Eres
todo lo que nunca supe que necesitaba. Eres divertido, más inteligente de lo que aparentas
y un maldito buen partido. Sé que mi casa no es una mansión grande y lujosa, pero
podríamos arreglar algo, si quisieras. Dicho esto... si eliges quedarte conmigo, no podrás
ligar con otros chicos. Una cosa era cuando era tu cliente, pero si voy a hacer todo lo
posible, no podría soportar saber que estás con otra persona. Supongo que soy yo tratando
de averiguar si no es negociable para ti. Si quieres seguir haciendo ese tipo de trabajo más
de lo que me quieres a mí.
Ezra lo miró fijamente, su cerebro carecía de oxígeno e incapaz de encontrar una
explicación que tuviera sentido para esto. Pero sólo había uno: Frank era exactamente
como se había presentado todo el tiempo. Honesto. Directo. Confiable.
Ezra hizo un ruido estúpido y bajó la mirada, luchando con su naturaleza desconfiada.
Frank no era como todas las personas que habían demostrado ser fraudes en el pasado, y
en el fondo lo había sabido desde el principio. Por eso había confiado en él. Por eso había
captado sentimientos.
Se encontró con la mirada de Frank, calmado por la calidez que irradiaba, pero eso no
hizo que responderle fuera más fácil, así que decidió presionar. —Te escuché a ti y a Shane
hablando detrás de la casa.
Frank gimió y se cubrió la cara, como si estuviera avergonzado. —Lo siento, sé que sólo
está cuidando de mí, pero dijo algunas cosas realmente malas. Pero quise decir todo lo que
dije. Quiero confiar en ti y quiero darnos una oportunidad. Depende de ti, bebé. —Su pecho
se hundió en una profunda exhalación cuando encontró la mirada de Ezra y jugó con su
cabello.
¿Cómo estaba tan tranquilo con todo esto mientras Ezra se había deteriorado hasta
convertirse en un desastre de dudas? ¿Frank siempre sería una roca en la que podría
confiar o era solo una ilusión que escondía un montón de piedras que podrían
desmoronarse en cualquier segundo?
—Tú sabes quien soy. Leiste ese cuaderno, —insistió Ezra a pesar de sentir el corazón en
la garganta—. ¿No cambiarás de opinión sobre esto una vez que te acostumbres a mi
presencia?
Frank acunó su rostro con manos cálidas y le dio un beso tan intenso que alejó el miedo.
—No me importa con cuántos hombres te hayas acostado mientras seas mío ahora. No
cambia nada. Lo único que me importa es por qué elegiste hacer eso en primer lugar, cómo
te sientes ahora al respecto o si alguna vez te lastimaste en el proceso. Y esas cosas me
importan porque quiero entenderte mejor. Quería hacerlo antes, pero no era mi lugar.
Ezra tarareó de acuerdo y apoyó la barbilla en el pectoral de Frank. No sabía cómo
manejar tanta sinceridad, pero ante ello, sólo podía mentir para salir de la incómoda
conversación u ofrecer lo mismo a cambio. Y no quería jugar más con Frank.
Este hombre era otra cosa. Y aunque no tenía las cualidades del enigmático esposo rico
con el que Ezra se había imaginado en el futuro, el corazón que hacía mucho tiempo había
decidido ignorar sólo quería a Frank.
Respiró hondo, abrumado por una avalancha de emociones que aún no estaba preparado
para compartir. —Puedes preguntarlas ahora.
—¿Por qué elegiste ser escort? Supongo que se trata de dinero, pero no es un trabajo que
mucha gente elegiría. —Frank apartó un mechón de cabello que caía sobre la frente de
Ezra. Su toque, tan suave, envió calor por la espalda de Ezra, hasta los dedos de los pies.
Se habían acostado muchas veces, charlando después del sexo, pero esto se sentía
diferente. Como si cada palabra dicha en voz alta pudiera revelar un secreto. Por una vez,
Ezra no quiso retirarse.
Confiaba en Frank.
Lo quería.
Quería ser suyo.
Al darse cuenta, se le hizo un nudo en la garganta, pero no le impidió hablar. —Quería
dejar la casa de mi familia y esta parecía la forma más rápida de llevarme a donde quería
estar en el futuro. Te hablé de un tipo que se ofreció a pagarme por mi tiempo. Después de
eso investigué y, como todavía vivía en casa y no necesitaba mucho dinero en efectivo de
inmediato, fue fácil empezar poco a poco, eligiendo clientes dispuestos a pagar lo que yo
exigía. Obtuve más de ellos a través del boca a boca y planeé no dejar ningún rastro en
línea, pero luego mamá descubrió lo que estaba haciendo y mis padres me dieron un
ultimátum. Fue entonces cuando publiqué mi primer anuncio y me mudé.
Frank dudó, y en ese momento fue obvio para Ezra que nunca se le había pasado por la
cabeza buscar el perfil de Ezra en línea. Bien. —¿Te gusta? Como trabajo, quiero decir. ¿Es
esto algo que querías seguir haciendo en Los Ángeles? ¿O había... alguien a quien querías
unirte allí?
Otra pregunta complicada, pero más fácil de responder. —Depende. A veces, parecía
pasar el mejor momento y además recibir un pago. Otras veces… bueno, era sólo un trabajo.
Supongo que la peor parte fue tener que complacer a personas que consideraba insufribles,
lo mejor fue saber qué motivaba a la gente y...
Ser adorado.
Sabiendo que para esos hombres su valor equivalía a joyas caras y grandes fajos de
billetes. —Me gusta follar, —dijo Ezra, mordiéndose el labio.
Los cálidos ojos de Frank se desviaron hacia las clavículas de Ezra mientras respiraba
profundamente. —¿Que te paguen por ello no cambió tu forma de sentir acerca del sexo
cuando se ofrece gratuitamente?
Antes de conocer a Frank, Ezra no habría imaginado que un tipo como él fuera tan
perspicaz. Entre su tamaño, el exterior brusco y los tatuajes, Ezra lo habría considerado un
imbécil caliente, pero tenía un corazón lo suficientemente grande como para mantener
unida a su extraña familia del depósito de chatarra, y más inteligencia emocional de la que
el terapeuta que Ezra veía en ocasiones. Las preguntas de Frank hicieron que Ezra se
sintiera visto, como si no les pidiera simplemente saber cómo atrapar a Ezra de manera
más efectiva.
—También me relacionaba con gente desempleada, —dijo encogiéndose de hombros, sin
estar seguro de lo que Frank quería evaluar con esa pregunta—. Nunca tuve novio porque
se complicaría todo. Pero también, si... —Respiró hondo y apartó la mirada del rostro de
Frank—. Por el potencial dramático y porque ese tipo de persona podría simplemente
querer tenerme y no dar mucho a cambio.
—¿Qué esperas recibir entonces? ¿De este candidato a novio? —Frank sonrió y tiró de la
oreja de Ezra.
El apretón dentro del pecho de Ezra fue casi doloroso. No sabía cómo se había enredado
con Frank tan rápido, pero sucedió y la única manera era seguir adelante.
Quería darles una oportunidad como pareja, sin importar lo tonto que fuera.
—Para ser honesto, siento que soy yo quien no está haciendo lo suficiente. Siempre estás
afuera, trabajando duro, y yo simplemente me pudro en casa, limpiando el mismo piso por
segunda vez ese día.
Frank le dio una suave palmada en el trasero. —Eso es tonto. Tú eres el valor, no lo que
haces por mí. Aunque definitivamente me encanta mi nuevo plan de alimentación y que tú
me cuides. En todo caso, me preocupa que estés fuera de mi alcance ahora que el dinero ya
no está sobre la mesa.
El rostro de Ezra decayó. —Quiero decir… necesitamos dinero, pero decir eso es una
locura. Eres el único con el que siempre quise saltarme los condones.
Dejando a un lado el riesgo de ITS, siempre se había sentido cohibido por el potencial de
desorden que conllevaba hacerlo a pelo, pero en presencia de Frank se sentía más tranquilo
con esas cosas. Sin embargo, sobre todo, en este punto el deseo de darle todo a Frank, tener
su polla desnuda dentro y luego aceptar su semen caliente era tan insistente como la sed.
Frank se rió entre dientes y pasó los dedos desde la barbilla de Ezra hasta su nuez de
Adán. —Veo que ese es el mayor cumplido que podrías ofrecerme. No voy a mentir, se
siente tan bien estar dentro de ti sin nada que nos separe. Sólo quiero asegurarme de que
sientas que también estás obteniendo lo que necesitas. Incluso si las cosas ya no están
claras.
—¿Qué estás ofreciendo? —Preguntó Ezra, frotando sus dedos sobre el costado de la cara
de Frank.
—A mí. Todo de mí. Sé que terminaste aquí por las razones equivocadas, pero tal vez esta
sea una oportunidad desperdiciada para nosotros. Cualesquiera que sean los planes que
tuvieras, yo podría ayudarte a hacerlos realidad. Eres tan joven, tan inteligente, que podrías
hacer cualquier cosa que te propongas.
Fue lo más dulce que alguien le haya ofrecido a Ezra, y aunque era poco probable que
Frank pudiera ayudarlo a conseguir el tipo de financiación que necesitaba para que sus
planes futuros tuvieran éxito, ¿tal vez había otras formas de llegar allí? —De hecho…
planeaba mudarme con un tipo en Hollywood. Habíamos redactado un contrato, un
acuerdo de confidencialidad y todo. Miobjetivo era casarme con un rico o de alguna manera
conseguir suficiente dinero en efectivo para encontrar conexiones y comenzar un negocio.
Sabes que estoy interesado en el cuidado de la piel y es una industria tan grande. Quería un
trozo de ese pastel. —Se frotó la cara, esperando que Frank no se desanimara por la
verdad, pero si le daban una oportunidad a esta locura, entonces Ezra necesitaba mostrarse
tal como era.
Las cejas de Frank se alzaron mientras acariciaba el costado de Ezra. —¿Querías ser un
esposo trofeo con un imperio de cosméticos?
Ezra gruñó, ocultando su rostro en el pecho de Frank. —¡Ahora estás haciendo que
parezca una tontería!
¿Era una tontería? Un plan similar había funcionado para su madre... hasta cierto punto.
Frank se rió entre dientes y lo abrazó con fuerza. —¡No! Era… un plan. —Él resopló de
todos modos—. Si estás dispuesto a darme la oportunidad de hacer realidad tus sueños,
seguro que lo intentaré. Una vez que arreglemos las cosas con Paul, podremos evaluar lo
que necesitas. No sé mucho sobre esas cremas que tanto te gustan, pero para ti son
importantes y eso es lo único que me importa.
Era ridículamente dulce. Frank claramente no tenía idea de qué tipo de inversión podría
implicar este tipo de empresa, pero tal vez si Ezra decidiera reducir sus planes y en lugar
de abrirse camino hacia el éxito, tomara un préstamo o probara otra ruta alternativa, aún
podría tener éxito. Entonces otra vez...
—En realidad no se trata de las cremas, como las llamas, —dijo Ezra y le dio un suave
pellizco a la nariz de Frank—. Me gusta el cuidado de la piel, pero es algo que puedo hacer
por diversión. Lo que realmente quería era… algo estable para el futuro, para no terminar
atado a alguien como lo está mi mamá con papá. Firmaron un acuerdo prenupcial y ella
realmente no tiene nada propio y no se divorciará de él, porque eso significaría… bueno,
dejar atrás no solo el estilo de vida al que estaba acostumbrada sino también la seguridad
financiera.
Frank asintió con una sonrisa cada vez mayor. —Está bien, entonces cuando nos casemos
para que puedas vivir tus sueños de esposo trofeo, no habrá acuerdo prenupcial.
¿Frank hablaba en serio o bromeaba? Ezra no podía decirlo y se puso nervioso en el
momento en que Frank levantó la mandíbula, ayudándolo a cerrar la boca. —Um... será
mejor que ese anillo sea algo especial, —bromeó Ezra a pesar de que ya imaginaba a Frank
todo arreglado para su futura boda imaginaria. ¿Tenía siquiera un traje?
¿Era ingenuo por su parte? Probablemente. Pero por una vez quería dejar de preocuparse
por la posibilidad de que palabras bonitas ocultaran mentiras. —Te arrepentirás de esa
decisión una vez que esté arrugado y ya no sea tan religioso a la hora de hacer ejercicio.
Frank pellizcó la mejilla de Ezra. —Mutuamente excluyentes. No tendrás arrugas si tus
mejillas se vuelven regordetas.
Ezra resopló. —Nada que una limpieza con jugos no pueda solucionar.
Frank se aclaró la garganta. —Bebé… um… no puedo pensar en una buena manera de
preguntar sobre esto, pero… sabes que no necesitas estar tan concentrado en estar en
forma, ¿verdad? Quiero decir, haz ejercicio todo lo que quieras, come un cuarto de aguacate
si eso es todo lo que tienes apetito, pero a veces pareces muy... ansioso por esto, y me
preguntaba si puedo ayudarte de alguna manera.
Ezra frunció el ceño. —¿Ayudarme? Le doy a mi cuerpo exactamente lo que necesita, —
dijo y levantó el torso de Frank para mostrar los músculos tonificados por los que trabajaba
duro todos los días—. Un cuerpo como este no surge de morirme de hambre, si eso es lo
que estás sugiriendo.
Frank puso sus manos en la cintura de Ezra. —Lo sé, y te ves increíble. He estado
rodeado de culturistas, así que sé que las cosas pueden salirse de control con todo el conteo
y el régimen. A veces la gente olvida que se les permite disfrutar de las cosas.
Ezra tragó saliva mientras la incomodidad resonaba bajo su piel. —No lo sé, me da paz
saber que estoy en el plan, ¿sabes?
Había tanta comprensión en los ojos oscuros de Frank cuando asintió. Su presencia
tranquilizadora podría ser un ancla que mantuviera firme a Ezra incluso en la tormenta
más feroz.
—Simplemente creo que sería bueno para ti si te dieras más margen de maniobra para
cuando la vida se interponga en tu camino.
Ezra tragó y bajó la cara hacia el pecho de Frank, que estaba caliente como una
reconfortante taza de café. —¿Como aquella vez que fuimos al lago y la tienda no tenía los
productos adecuados?
Frank lo abrazó con un suave suspiro. —Sí. Justo así. Parecías un poco... asustado, y todo
eso porque olvidaste empacar pasto de trigo y no pudiste encontrarlo en la tienda local.
Tiene que haber cierto margen de maniobra en tus planes de alimentación, para no
volverte loco cuando las cosas no salen bien.
—Bueno, en esa tienda sólo tenían pan blanco como la nieve y ningún producto fresco.
Las patatas fritas tampoco sustituyen a las patatas hervidas —murmuró Ezra, aunque en
retrospectiva pudo ver que había actuado como un demente con el pasto de trigo. Frank
probablemente debería haberlo dejado allí mismo. Pero mientras que la única tienda cerca
de la cabaña junto al lago solo vendía alimentos preparados y no ofrecía nada que Ezra
normalmente compraría, su viaje había durado dos días, y no era como si su análisis de
sangre perfecto se hundiera permanentemente si alguna vez comía un pastelito para el
desayuno.
Frank se aclaró la garganta. —Supongo que quiero que sepas que puedes relajarte un
poco. La comida que cocinas sabe mucho mejor que mis cenas de microondas, pero si te
preocupa lo que pensaré de ti si tus abdominales están un poco menos tonificados, no lo
hagas. Eres perfecto para mí.
Perfecto.
Eso era todo lo que Ezra siempre quiso ser para Frank.
Quería señalar que era fácil decir esas cosas, pero Frank también tenía imperfecciones y a
Ezra nunca le importaron. A diferencia de Ezra, no siempre se aplicaba protector solar, por
lo que tenía un poco de quemadura solar en la frente y, a pesar de que su piel era
generalmente firme, había arrugas en la frente bronceada y a los lados de los ojos. Tenía
cicatrices. Y ese tatuaje de ratón en su costado no sólo estaba descolorido sino también feo,
como el primer intento de alguien. Pero nada de esto le importaba a Ezra, porque cuando
miraba a Frank, lo veía completo en lugar de detalles sin importancia.
Por supuesto, Frank no era el tipo de hombre que necesitaba tener una piel perfecta y
ropa bonita. Su atractivo residía en la aspereza de su exterior y la calidez de su sonrisa,
pero si Ezra ya no necesitaba atraer al hombre promedio con dinero para gastar en él,
entonces tal vez podría... no importarle menos, pero ser un poco más... ¿relajado con sus
rutinas?
—Te preocupas por mí.
Frank besó sus labios. —Por supuesto que sí. ¿Puedo decirte algo? Prométeme que no te
enfadarás.
Ezra ya se sentía tenso después de ese preámbulo, pero se encogió de hombros y dijo—:
Adelante.
—Dex se olvidó de mi cumpleaños, así que el otro día me compró unos pastelitos y me
encanta tu plan de alimentación, pero sí, me los comí. Quería llevármelos a casa para que
pudieras tener uno, pero luego me preocupaba que te enojases conmigo por hacer trampa
en el plan. —Frank respiró hondo—. Preferiría que pudiéramos ser más flexibles al
respecto. Si es posible.
Ezra dejó caer la cabeza y se rió contra el pecho de Frank. —¡Oh Dios, Frank! ¡Regla del
ochenta y veinte! Si sigues el plan el ochenta por ciento de las veces, eres oro, —dijo antes
de detenerse con el aire en lo profundo de su pecho. Él nunca siguió esa regla. Siempre era
cien por ciento de éxito o de fracaso, y ver que su perfeccionismo ya había afectado a Frank
era… inquietante. Cuando el aire salió de sus pulmones, deslizó sus brazos alrededor de su
amante—. Lo lamento. Sentías que necesitabas esconderme comida y todo eso es culpa mía.
Frank besó un lado de la cabeza de Ezra, y la intimidad del gesto, la vulnerabilidad de la
conversación, hicieron que Ezra se diera cuenta de que nunca había tenido esto. Podría ser
su yo más real con Frank, sin necesidad de actuar para mantenerlo interesado.
—Me gusta cómo suena esa regla. Especialmente porque la comida que planeaste para mí
me hace sentir genial y tú la cocinas encima. Es sólo que a veces necesito relajarme. Y claro,
tal vez eso signifique que no ganaré la competencia estatal de Hombres Fuertes, pero estoy
perfectamente feliz de quedar segundo o tercero, si eso significa que mi vida cada día es
más cómoda.
No era un concepto con el que Ezra estuviera familiarizado. Su madre solía participar en
concursos de belleza y ella siempre le decía a Ezra que sólo el primer lugar contaba. Que si
no podías ser el mejor, era preferible dejar de intentarlo, porque nadie se acordaba de los
perdedores. Podría haber tenido éxito gracias a sus consejos, pero ¿le había hecho feliz?
—Ya has ganado. Conmigo, —susurró, tomando la mandíbula de Frank. Se sintió tonto al
decir esas cosas en voz alta, pero no eran mentiras, y su vergüenza desapareció cuando la
sonrisa de Frank iluminó la habitación.
—Eres demasiado adorable. Yo… —Tragó y apretó con más fuerza la cintura de Ezra—.
Te amo. ¡No necesitas responderlo! Solo quiero que lo sepas.
La cabeza de Ezra era tan ligera que pensó que podría flotar hasta el techo y quedarse
allí, mirando al hombre que le hacía sentir cosas que nunca antes había experimentado. El
miedo por el futuro se estaba arraigando en algún lugar del fondo de su mente, pero
aunque en ese momento se sentía como estar al borde de un acantilado, las cálidas y
oscuras aguas de los ojos de Frank prometían seguridad si saltaba.
Su respiración se aceleró, pero justo cuando estaba a punto de abrir la boca, el teléfono
de Frank les gritó desde el suelo.
—Salvado por la campana, —dijo Frank con humor en su voz mientras besaba la sien de
Ezra antes de alcanzar el dispositivo.
Ezra se rió entre dientes, pero sintió una oleada dentro de él. Y se sintió muy bien. Frank
le dio a Ezra una suave palmada en el trasero para que se levantara. La voz de Shane era
vagamente reconocible en el auricular, pero la expresión de Frank se volvió seria y se
levantó, como si quisiera evitar que Ezra escuchara a escondidas lo que decía.
Tonto. Frank necesitaba entender que tampoco tenía que ocultar quién era. Sí, vendía
piezas de automóviles robadas y chucherías. No era la gran cosa. No era como si matara
gente.
Capítulo 21
Ezra
Ezra extrañó a Frank desde el momento en que las dos luces rojas en la parte trasera de
su camioneta desaparecieron de la vista, pero se había acostumbrado a que Frank saliera
corriendo para ocuparse de sus negocios. Tal vez fuera para mejor, porque necesitaba
tiempo para digerir lo que había sucedido en la última hora.
Frank dijo la palabra con A, y Ezra no tenía ganas de huir.
Cuando empezó a acompañar a alguien, un supuesto amigo le había advertido que
aplastara cualquier sentimiento que pudiera desarrollar de raíz. Ezra se las había arreglado
para hacer eso hasta que la verdad sobre Paul salió a la luz. Hacía sólo tres semanas que
había estado dispuesto a dejar atrás a Frank por una oportunidad lucrativa. Pero ahora
mismo, después de menos de un mes de vivir con este hombre sin límites claros, la idea de
no verlo nunca más era como un clavo que se clavaba cada vez más profundamente en el
pecho de Ezra.
Nunca antes se había sentido así y era jodidamente aterrador.
Caminando alrededor del sofá, como un animal en una jaula demasiado pequeña para su
tamaño, respiró hondo en un intento de despejar su cabeza de las dudas que surgían cada
vez que se permitía sentirse eufórico por la confesión de Frank.
Su padre también afirmó haber amado a mamá una vez, pero estaban resentidos con el
otro desde que Ezra tenía uso de razón. Si se permitía confiar en Frank de la misma manera
que mamá había confiado en su esposo, podría terminar sin nada una vez que terminara el
período de luna de miel, el dinero que había estado ahorrando a lo largo de los años sería
consumido por la vida y cualquier negocio que pudiera intentar.
¿Podría permitirse ese riesgo por un solo hombre, independientemente de lo bien que se
sintiera su toque?
La mirada de Ezra recorrió las bolsas de lona que Frank había traído a petición suya,
tranquilizándose al verlas. Frank no se trataba sólo de palabras y de colmarlo de regalos.
Pertenecía a una raza rara de clientes que no habían intentado probar los límites de Ezra ni
una sola vez y parecían preocuparse por quién era él por dentro.
Mamá le había dicho una vez que dejó de ser lo suficientemente deseable para su padre
alrededor de los treinta años, pero los signos de descontento en el matrimonio de sus
padres habían sido evidentes incluso en la primera infancia de Ezra. Como aquella vez que
papá se negó a llevarla de viaje con amigos porque se había hecho un corte de pelo que él
no aprobaba y no quería que lo vieran con ella. O esa vez que ella lo había avergonzado a
propósito frente a alguien del trabajo, para vengarse de él por alguna ofensa pasada. Hubo
moretones y le impidió usar el dinero. Los gritos y la constante amenaza de que su ira se
volviera contra él.
Pero seguramente no todas las relaciones eran así. A diferencia de papá, Frank tenía
amigos genuinos, que claramente confiaban mucho en él. No podían haber venido de la
nada.
Ezra se dejó caer en el sofá con un suspiro desinflado y agarró el diario lleno de notas
sobre los hombres con los que había estado saliendo para trabajar. Como buen proveedor
de servicios, necesitaba recordar detalles sobre ellos para asegurarse de que siempre se lo
pasaran bien, pero Frank todavía se le había metido bajo la piel desde el principio. Nunca
había sido un cliente más.
Ezra disfrutaba cada momento en su compañía, incluso los pequeños, como mirar
televisión juntos o charlar sobre nada. Tal vez era aburrido, pero la tranquila energía que
exudaba Frank tranquilizaba su alma. Pensar en él hacía que el pecho de Ezra ardiera como
una hoguera. Por una vez, dejó que las llamas se desarrollaran en lugar de tratar de
contenerlas, y el brillo que produjeron expuso los pensamientos oscuros que acompañaron
a Ezra toda su vida como lo que eran: cadenas que lo alejaban de algo por lo que había
estado hambriento.
El rugido lejano del motor de un coche le hizo levantarse y acercarse a la ventanilla
delantera. Todavía no estaba listo para expresar sus sentimientos por Frank, pero Ezra
quería hacerle saber que estaban ahí antes de que perdiera el coraje.
Ver tres pares de faros en lugar de uno apagó su entusiasmo, pero luego se dio cuenta de
que no venían en la dirección correcta y se detuvo con un peso cayendo lentamente en su
estómago, porque algo andaba mal en esto.
Había un teléfono prepago que Frank le dejó para emergencias, y aunque la cobertura
móvil a veces era irregular por aquí, los mensajes de texto generalmente se enviaban. Si
alguien llegara a la casa, Frank se lo habría hecho saber a Ezra. No serían Shane ni Dex, ya
que estaban fuera con Frank, y ninguno de los otros habitantes del depósito de chatarra
habría llegado con tres vehículos.
El peso en el estómago de Ezra se enfrió cuando se alejó de la ventana y vio las bolsas de
lona que Frank había recuperado de su antiguo apartamento unas horas atrás.
Podría ser una coincidencia, pero ¿y si no lo fuera? Ezra había estado durmiendo con Paul
durante tres años y extrañaba el hecho de que él fuera un asesino, entonces, ¿por qué no
tendría a alguien vigilando la casa de Ezra?
No era imposible.
De hecho, a pesar de la fuerte sensación de que estaba exagerando, Ezra necesitaba estar
fuera de la casa o se asfixiaría debido a una parálisis pulmonar.
Giró sobre sus talones y corrió hacia el dormitorio más pequeño, agarrando el teléfono
celular de la mesa en el camino. Cerrando la puerta detrás de él, se subió a la cama y fue
directamente hacia la ventana abierta.
Era ridículo.
Probablemente se trataba de algunos clientes que llegaban al lugar equivocado, pero
prefería ser un cobarde patético antes que correr el más mínimo riesgo de que los recién
llegados no fueran amigos.
El aire frío abrió sus vías respiratorias cuando algo afilado le cortó la palma, pero su piel
se entumeció de inmediato y cerró la ventana detrás de él, corriendo hacia el cobertizo al
otro lado del gimnasio al aire libre de Frank mientras el brillante resplandor de los faros se
filtraba a través de la noche, creando suficiente iluminación más allá de la casa principal
para que Ezra evitara los equipos aleatorios esparcidos por el lugar.
Tan pronto como vio la bicicleta apoyada contra el costado del cobertizo, supo que sería
su salida. El miedo se hundía en sus articulaciones, instándolo a agacharse en la oscuridad y
cubrirse la cabeza para evitar ser encontrado, para evitar la violencia. Detrás de él, el lugar
en el que se había sentido tan seguro, se convirtió en una forma completamente negra, que
aún lo protegía de quienquiera que viniera tras él pero no era impenetrable.
No podía dejar de moverse. Agarrando las manijas de la bicicleta, la alejó de los
misteriosos invitados. Si se trataba de una falsa alarma, entonces no perdería nada, pero
pensamientos molestos en el fondo de su cabeza seguían sugiriendo que Paul podría haber
dejado cámaras ocultas en el antiguo apartamento de Ezra. Después de ver a Frank y Shane
allí, habría sabido exactamente dónde encontrar a Ezra.
Entonces tal vez se reuniría con Frank con la excusa de algunos autos robados. No sería
problema. Este podría ser un buen momento para confrontarlo sobre todo el tema de que
era perista y terminar con el secreto de una vez.
Temeroso de llamar la atención, corrió hacia la estrecha carretera que salía detrás de un
autobús de dos pisos destrozado que anunciaba una película de principios de la década de
2000. Los motores de los coches seguían encendidos, como si los invitados quisieran seguir
adelante inmediatamente después de obtener lo que habían venido a buscar.
El miedo le recorrió la espalda como un hilo de hielo ante un fuerte golpe en la puerta,
porque no sonó como si alguien estuviera pidiendo entrada. El extraño exigía que lo
dejaran entrar, y cuando una voz desconocida gritó el nombre de Frank, Ezra corrió hacia
adelante, guiado por el tenue resplandor de la luna en lo alto.
Corrió por su vida.
Ezra subió a la bicicleta tan pronto como estuvo detrás del autobús y ya no corría el
riesgo de ser visto desde la casa. Cuando eligió uno de los dos números de teléfono que
tenía en marcado rápido, temblaba de ansiedad. Entre dos altos montones de grandes
electrodomésticos, las sombras oscurecían el camino por delante, lo que le obligaba a
acelerar a ciegas, pero después de unas cuantas vueltas de pedales, la luz montada en la
parte delantera de la bicicleta se encendió, iluminando el estrecho camino cubierto de
grava.
Luchando por respirar, Ezra movió las piernas más rápido y entrecerró los ojos en un
esfuerzo por ver con mayor claridad mientras esperaba que se conectara la llamada, pero el
auricular intercalado entre su hombro y su cabeza ofreció silencio.
Y luego, “La persona con la que estás tratando de comunicarte no está disponible
actualmente”, le dijo una voz sin personalidad ni emoción tan fuerte que casi dejó caer el
teléfono cuando el dolor le atravesó el oído.
Lo que significaba que Frank tenía que estar en algún lugar profundo del laberinto de
basura, precisamente donde le había dicho a Ezra que no fuera.
Ezra comprendió la renuencia de Frank a revelar algunos hechos sobre su vida, pero en
esas circunstancias no había lugar para el secreto.
Las piernas de Ezra giraban más rápido que nunca mientras tomaba uno de los caminos
prohibidos, y aunque una parte de él temía resbalar en el suelo irregular y salir disparado
de la bicicleta, directo de cara, tenía demasiado miedo para reducir la velocidad.
El ruido sordo en sus oídos podría bloquear el ruido de un coche que se acercaba, pero
decidió concentrarse en el camino que tenía por delante, e incluso si terminaba sin
encontrar a Frank, al menos podría esconderse y esperar a que pasara el peligro en algún
lugar del paisaje interminable de hormigón, plástico y metal.
Estaría bien.
Estaba a punto de seguir la carretera cuando ésta se ensanchó, pero la luz montada en la
parte delantera de la bicicleta reveló grandes surcos curvos en la grava, como si un
vehículo hubiera dado recientemente un giro rápido. Redujo la velocidad y miró hacia
atrás, a tiempo para ver un camino hábilmente oculto a la vista por ser casi paralelo al que
Ezra había seguido hasta allí.
Frank era un hombre engañosamente inteligente, por lo que, por supuesto, utilizaría las
señales visuales a su favor. También había un viejo camión sin ventanas estacionado justo
al lado del pasaje, y Ezra apostaría su dedo a que bloqueaba el camino cuando el pasaje no
estaba en uso activo. Sin embargo, en bicicleta podía pasar fácilmente.
Su corazón latía cada vez más rápido, eufórico de estar cada vez más cerca de la
seguridad de los brazos de Frank. No le pasaría nada malo allí, incluso si Frank inicialmente
se enojara porque Ezra no hizo lo que le dijo.
Podría jurar que vio una luz tenue en la distancia y ya se sentía mareado de alivio. El olor
a tierra en el aire resultaba reconfortante por su familiaridad. La luna salió de detrás de las
nubes en su gloria amarilla, iluminando el camino por delante como para ayudarlo a
encontrar a Frank.
Ya casi estaba allí.
Podía sentirlo en sus huesos incluso antes de que el camino entre los autos apilados lo
arrojara a un área vacía similar a la que rodeaba la casa de Frank. Varios contenedores de
envío se encontraban en el medio de la plaza, reunidos alrededor de un calentador exterior
de leña y desplegándose como rayos que un niño podría dibujar alrededor de un círculo
para representar el sol.
Varias motocicletas estaban estacionadas cerca, pero lo único que Ezra notó fue la
camioneta de Frank parada junto a ellas, por lo que detuvo su bicicleta y la dejó caer, y echó
a correr hacia las llamas brillantes. El nombre de Frank le quemó la garganta, pero el miedo
y la conmoción mantuvieron su voz dentro, por lo que corrió hacia adelante, sabiendo que
lo encontraría una vez que estuviera a salvo.
Una risa divertida aligeró aún más la tristeza en su pecho, porque sonaba como Dex.
Incluso si Frank no estuviera aquí en ese momento, su sobrino sabría cómo lidiar con los
intrusos. Ezra corrió hacia el contenedor abierto donde se originaba la voz. El rugido de
una herramienta eléctrica le provocó un escalofrío en la espalda, pero por lo que sabía, Dex
estaba desmontando piezas de coche. Lo cual, aunque ilegal, era lo último que le importaba
a Ezra.
Estaba sin aliento cuando entró, parpadeando cuando una luz blanca brillante asaltó sus
ojos.
—Fra-
Su voz murió en su garganta.
Carne cruda se encontraba apilada en el borde de una mesa de acero, y otro cadáver
colgaba de un gancho en la parte trasera, desangrando en un enorme cubo. Pero no importa
cuánto intentó la mente de Ezra darle sentido a lo que estaba viendo, las manos muy
humanas levantadas por Dex como pequeñas banderas revelaron que esto no era, de hecho,
el resultado de una cacería en el bosque alrededor del depósito de chatarra.
Tropezó y resolló mientras sus pulmones exigían aire.
Esto no puede estar pasando.
Sólo entonces vio a Hammer en un pequeño taburete junto a Dex, escondido en la
oscuridad como una sombra amenazadora. Las sonrisas desaparecieron de sus rostros en
el momento en que vieron a Ezra, reemplazadas por máscaras en blanco.
Ezra no pudo retroceder lo suficientemente rápido, y el abrumador hedor a sangre lo
asustó tanto que se movió hacia un lado y golpeó un balde. Traqueteó cuando este cayó al
suelo y derramó intestinos empapados de sangre sobre sus zapatos.
No pudo contener el grito.
Con guantes de goma y un delantal manchado de rojo, Dex parecía un carnicero amigable,
pero todas las partes humanas llevaron a Ezra de regreso a la escena en casa de Paul, que lo
trajo aquí en primer lugar.
El grito de Ezra puso a Dex en movimiento y escondió las manos cortadas detrás de su
espalda.
—No creo que debas estar aquí, cariño60, —dijo Dex, pero Hammer ya se estaba
moviendo.
Se levantó del taburete y agarró un enorme mazo que había estado apoyado contra la
pared. El chirrido que su cabeza hizo contra el suelo envió a Ezra corriendo hacia la
oscuridad del exterior, lejos de la sangre, las tripas y las personas que habían comido en su
mesa pero no eran mejores que el monstruo que cazaba a Ezra.

60 Dex le dice “sweetcheeks” que significa literalmente “mejillas dulces” pero simplemente es un apodo
tierno.
Su mente luchó con lo que eso significaba, pero en ese momento la necesidad de huir
superó todo lo demás, y casi voló hacia el borde de la plaza, donde montones de autos y
neumáticos podrían protegerlo de los depredadores.
Podría haber evadido a los lobos que lo habían seguido hasta allí, pero ¿y si los cazadores
con los que se había topado resultaban aún más peligrosos?
Dex se había estado riendo, riendo mientras le cortaba las manos a algún pobre diablo.
¿Qué. Mierda?
La camioneta de Frank estaba justo allí. No es posible que Dex esté haciendo esto sin que
él lo sepa. ¿Era éste el “negocio” con el que necesitaba lidiar esta noche?
A medida que esta nueva realidad se iba imponiendo, la visita de Paul en la primera
noche de Ezra en el depósito de chatarra tuvo perfecto sentido. Paul no había venido a
deshacerse del coche de la víctima. Había venido para deshacerse del cuerpo.
Y Frank lo había ayudado, mientras le aseguraba a Ezra que no sabía nada sobre las cosas
terribles que Paul estaba haciendo.
¿Qué había estado pensando Ezra? Esos dos hombres eran amigos.
Amigos lo suficientemente unidos como para follar con el mismo escort y para que Paul
no solo le presente a Frank a Ezra sino que también pague su primera visita.
Por supuesto, Frank sabía que Paul era un asesino a sangre fría.
El aliento se quedó atrapado en la garganta de Ezra, pero aun así siguió corriendo. No
podía seguir el camino, porque Dex y Hammer lo alcanzarían en segundos y colocarían a
Ezra sobre la mesa del carnicero de Dex. Pero si encontraba un escondite lo
suficientemente bueno y esperaba que todo pasara, ¿quizás tuviera una oportunidad?
¿Frank se disculparía siquiera por lo que estaba a punto de suceder, o elegiría evitar la
confrontación y dejar a Ezra en manos de los lobos con piel de oveja?
Mamá tenía razón. La confianza era un error. Siempre.
Un disparo rugió detrás de Ezra, haciéndolo tropezar, pero no importó si no sintió dolor
debido a la adrenalina o porque el tirador falló. Una voz que sonaba engañosamente
parecida a la de Frank llegó a los oídos de Ezra, pero la seguridad era su único objetivo y se
dirigió hacia la grieta entre dos columnas de neumáticos de camión, con la esperanza de
que lo llevaran a un refugio.
Ezra se acercó a ellos, listo para cambiar de posición y moverse hacia los lados cuando el
suelo se abrió debajo de él como si estuviera hecho de cartón. Frenético, intentó agarrar
algo, pero momentos después, se estrelló contra un lecho de rocas y el mundo retumbó en
advertencia. El entumecimiento se extendió por su brazo mientras miraba hacia la luna que
se oscurecía justo a tiempo para ver una forma masiva que lo seguía más allá del borde del
agujero.
Cuando el metal golpeó su cabeza, haciéndola explotar de dolor, no le quedó el
autocontrol para aguantar su voz y gritó. El terror puro se hundió en sus huesos cuando la
sangre llenó su boca.
Capítulo 22
Frank
Esto era un problema.
—Por última vez, no autoricé a Dex a darles un descuento, —dijo Frank, mirando a Lion
desde la caja en la que se había instalado. El presidente del Demon Brethren MC 61 levantó
la barbilla y un poco de la ceniza de la punta de su cigarrillo se desmoronó y se depositó en
su espesa barba. Frank no se molestó en decírselo.
—Sin embargo, él es un miembro. Se podría decir que está haciendo lo suyo pro bono —
dijo Lion.
Frank exhaló pero no estaba dispuesto a retroceder a pesar de que los otros motociclistas
se reunieron a su alrededor como gaviotas alrededor de un niño comiendo papas fritas. —
Pero él también trabaja para mí, y esta es mi propiedad, mi negocio, y cuando él hace lo
suyo aquí, está en mi horario.
—Hammer también está ayudando y no lo tienes en el personal.
Frank se rió. —La última vez que lo vi, estaba sentado leyéndole a Dex uno de sus putos
cuentos.
Una silueta alta y oscura emergió de las sombras detrás de la espalda de Lion, y el ojo de
cristal rojo del hombre brillaba con el brillo proveniente de la estufa de leña cercana, como
si fuera el próximo Terminator. —Propongo un compromiso. Somos clientes recuentes.
¿Quizás cada décima vez debería ser gratis?
Frank levantó las manos en el aire. —Ustedes son ridículos. Esto no es Costco. ¡No voy a
dar cupones! ¿Sabes cuánto riesgo estoy tomando al hacer esto? ¡Pensilvania tiene la pena
de muerte!
El cabrón tuerto frunció los labios y se cruzó de brazos sobre el pecho. —Existe la
prórroga…
Frank gruñó, sintiendo que estaba perdiendo la cabeza. —No me importa.
Lion suspiró, como si fuera él quien perdiera este trato. —Sin embargo, Cyclops tiene
razón: el riesgo para ti es mayor que el de los policías. ¿No podríamos conformarnos con...?
Un grito rasgó el aire, claro en la noche silenciosa, aunque distante.

61Nombre del club de motociclistas fuera de ley del que Dex y Hammer son miembros. MC son las siglas de
“Club de Motociclistas” y el nombre significa “hermandad demoníaca”.
La sangre de Frank se heló, porque sonaba como Ezra, y la estupidez de Dex, o los
cupones por eliminación de cadáveres ya no importaban.
Se dio la vuelta y corrió hacia la voz a tiempo para ver a Hammer emerger del contenedor
con su arma favorita en la mano. Dex estaba muy cerca y gritaba: —¡Oye, detente!
Con su sangre convirtiéndose en mercurio, Frank se unió a ellos a tiempo para ver a Ezra
tropezar y alejarse rápidamente de la luz como si hubiera visto un fantasma. O dos
cadáveres.
Mierda.
Un arma disparada tan cerca que la descarga hizo que a Frank le zumbaran los oídos, y
miró hacia atrás para ver a uno de los motociclistas apuntando su arma de fuego hacia el
cielo. Lion pasó junto a Cyclops, sus colmillos revelados por un ceño fruncido. —¿Un
testigo?
—¡Ezra! ¡Detente! ¡No vayas allí! —Gritó Frank, porque la seguridad de Ezra era lo
primero, pero luego se volvió hacia Lion—. Si alguien le pone un dedo encima, está
jodidamente muerto, ¿entiendes? —Corrió tras Ezra tan pronto como la advertencia salió
de su boca, porque el área alrededor de los contenedores estaba llena de las malditas
trampas de Jag, y se dirigía directamente hacia ese perímetro invisible.
No tenía idea de por qué Ezra había decidido romper las reglas y seguirlo hasta aquí,
pero ese era un asunto que podrían discutir más tarde, porque en ese momento, Frank
estaba corriendo con Ezra hacia las trincheras ocultas. —¡Detente! ¡Hay trampas! ¡Ezra! —
rugió, pero su voz se quebró cuando su amante desapareció de la vista, hundiéndose bajo
tierra. Una fracción de segundo después, el viejo y grande Jeep que estaba cerca cayó hacia
adelante como si lo empujara una mano invisible.
Cada parte de Frank sintió el impacto que hizo luego de rodar y caer hacia la trampa
donde había caído Ezra.
También podría haberse estrellado contra su corazón. Frank acababa de confesarle sus
sentimientos a la persona más preciada de su vida y ahora podría perderlo de la manera
más horrible. ¿Tendría que manejar el frío cadáver de Ezra como si fuera el saco de carne
desechable de algún criminal degenerado?
Frank no era un velocista, pero cuando Ezra gritó como un animal herido, sus pies apenas
tocaron el suelo.
No tenía tiempo para hundirse en la autocompasión porque Ezra descubrió su secreto, o
para preocuparse por lo que pasaría ahora que lo sabía. Salvarlo era lo único que
importaba.
Pensar habría sido una pérdida de tiempo, por lo que Frank actuó tan pronto como llegó
al vehículo. Se agachó, agarró el chasis y levantó la maldita cosa con un rugido.
Sus muslos estaban en llamas, sus brazos gritaban de dolor y cada tendón de su cuerpo le
advertía que no continuara con esta hazaña, pero Frank estiró la espalda y subió el jeep. Ya
no sentía que habitaba su cuerpo, obligándolo a trabajar como un titiritero que dirige los
músculos desde algún lugar más allá de su cuerpo.
Levantar el coche no era opcional. Tenía que hacerlo, así que lo hizo.
Resopló, su cuerpo era una bola zumbante de agonía, pero no lo soltaría aunque eso lo
matara.
Los gritos de Ezra lo estimularon, pero entonces aparecieron siluetas oscuras a su lado y
los hombres se unieron a él, aliviando algo de la tensión en su espalda y articulaciones.
—¡Que alguien lo agarre! —pronunció, sin aliento por el esfuerzo.
El cabello pálido de Dex brilló en el borde de su visión cuando su sobrino descendió a la
trampa, y momentos después, la voz de Hammer atravesó la noche como un hacha.
—¡Más alto, vamos!
Frank no dudó. Sintió como si sus pulmones estuvieran a punto de ser aplastados por la
presión de todos lados, pero entonces alguien le dio una palmada en el hombro, dándole
permiso para descansar.
—¡Está fuera!
Frank lo soltó y el cambio abrupto hizo que sus músculos temblaran tanto que cayó de
rodillas. Pero cuando vio a Ezra rodeado de otros y la sangre manchando el suelo de donde
lo habían arrastrado, se arrastró sobre manos y rodillas, frenético en su necesidad de
actuar.
Alguien encendió una linterna, pero lo que reveló fue peor de lo que Frank podría haber
imaginado. El rostro de Ezra estaba cubierto de tanta sangre que era difícil saber dónde se
había originado, su camiseta estaba rasgada, revelando moretones y uno de sus dedos
torcido en un ángulo antinatural.
—Tenemos que... llevarlo... al hospital, —dijo Frank con voz áspera, sorprendido por lo
agotado que estaba. Apenas podía hablar y no podía permitirse el lujo de averiarse como un
coche usado.
Cuando Ezra gorgoteó sangre, Cyclops se abrió paso con un botiquín de primeros auxilios
que consiguió de joder sabía dónde. —Gírale la cabeza o se ahogará, —ordenó.
—Tenemos que ir... a urgencias, —murmuró Frank, pero cuando Ezra gimió, mirando al
cielo como si estuviera viendo algo más que la luna y las estrellas, Frank puso su mano en
su brazo y le dio un apretón—. ¿Puedes oírme? Es Frank. Te sacaremos de esto.
Ezra se estremeció cuando Cyclops le rasgó la camiseta por completo. Frank estaba listo
para gruñir, pero la presencia de Dex lo mantuvo alejado del borde de la cordura.
—Yo conduciré, Frank.
Frank quiso arrancar la mano de Cyclops cuando vagaba sobre el pecho de Ezra, pero se
detuvo el tiempo suficiente para que el motociclista dijera—: Creo que tiene las costillas
rotas.
No, joder, mierda.
Frank observó cómo otro par de manos ponía vendas sobre el rostro de Ezra mientras él
miraba, todavía sorprendido por lo que acababa de suceder.
Por lo general, Frank era quien mantenía la calma por el bien de todos, pero ahora ni
siquiera podía ayudar a Ezra, porque sus manos estaban temblorosas y tan débiles que no
podría haber cogido un vaso de plástico. Era un inútil y su cerebro no parecía funcionar
bien, como si estuviera medio dormido.
—Trae una manta de mi camioneta para que podamos transportarlo de manera segura,
—dijo entre dientes, desesperado por tomar el control de la situación, porque ¿quién más
garantizaría la supervivencia de Ezra? Sólo a él le importaba.
Los ojos ámbar se volvieron hacia él a la luz intensa de la linterna y Frank apretó el brazo
de Ezra. —Te tengo. Estará bien.
Ezra parpadeó pero no emitió ningún sonido, mirándolo desde detrás de las tiras blancas
de tela que ya estaban cambiando de color.
Una parte de él temía que su chico no lo lograra, pero cada célula de su cuerpo sabía que
todo estaría bien. Tenía que ser así. No aceptaría ningún otro resultado.
Momentos después, cuatro personas trasladaron el cuerpo inerte de Ezra a la camilla
improvisada, y él ni siquiera emitió sonido, respirando aceleradamente cuando Frank se
levantó con la ayuda de Hammer y lo siguió hasta el camión.
Shane apareció de la nada y ayudó a Frank a meterse en la camioneta, siguiéndolo
directamente detrás de él.
—¿Qué carajos pasó? —preguntó mientras Dex arrancaba el motor y Hammer saltaba
desde el lado del pasajero.
Frank resopló, acariciando suavemente el cabello empapado de sangre de Ezra con sus
dedos flácidos. —Cayó en... la trampa de Jag.
—¿Qué estaba haciendo él aquí? —preguntó Shane, con los ojos muy abiertos, pero aun
así se inclinó sobre Ezra para mantenerlo seguro en caso de que el viaje se pusiera lleno de
obstáculos.
—¡Despejaremos el camino! —Lion gritó desde un lado y se fue en su motocicleta.
Frank negó con la cabeza. —No sé. Sucedió demasiado rápido.
Ezra murmuró algo y levantó la mano mientras el vehículo se movía, provocando
temblores por toda la plataforma del camión.
—Joder, —gruñó Shane—. Vine apenas escuché el disparo, pero no sé qué está pasando.
Jag me atrapó en el camino y dijo que la puerta había sido “atravesada”, sea lo que sea que
eso signifique. Revisaré las cámaras cuando esté a salvo en el hospital.
El cerebro revuelto de Frank se aferró a la nueva información mientras intentaba juntar
las piezas del rompecabezas. Ezra no habría venido a buscar donde le dijeron que no fuera
a menos que tuviera una buena razón.
Frank miró a Shane, helado hasta los huesos. —Cámaras. Paul podría haber dejado
cámaras en el apartamento de Ezra.
Shane frunció el ceño. —Mierda.
Capítulo 23
Ezra
Ezra estaba demasiado exhausto para moverse, hablar o abrir los ojos.
Así que simplemente se dejó ser, flotando en entre el sueño y la realidad. No le importaba
nada en el mundo, e incluso si así fuera, no habría tenido la fuerza para hacer nada al
respecto. Una parte de él estaba contenta en este limbo perfecto, pero eventualmente
comenzó a notar cosas como el constante pitido cerca, el dolor que a veces lo sacaba de un
sueño pacífico y la sequedad en su boca. Una vez que no pudo soportarlo más, abrió los ojos
y vio un ramo de flores en una mesa frente a su cama.
Giró su dolorida cabeza hacia un lado, sólo para ver a Frank sentado erguido en la silla
junto a él. Agitó su enorme mano, que estaba envuelta con una venda. ¿Qué era eso? Ezra no
podía recordarlo.
—Hola, dulzura. ¿Estás adolorido? ¿Necesitas algo?
Una profunda sensación de algo está mal se instaló en el estómago de Ezra. Tenía algo
pegado a la cara y, cuando se concentró, se dio cuenta de que tenía una gasa adherida a su
nariz. Intentó hablar, pero su lengua se sentía como un trozo de madera cuando pidió agua.
La palabra salió como un murmullo bajo, pero Frank pareció entender y vertió un poco de
agua en un vaso de plástico.
—Está bien si necesitas descansar. También puedo pedirle a la enfermera más
analgésicos, —dijo Frank en voz baja mientras le ofrecía el vaso a Ezra.
El líquido frío llenó la boca de Ezra y él lo absorbió como una esponja. Cada trago aclaró
sus pensamientos, y cuando el vaso estuvo vacío, parpadeó, mirando los cables conectados
a su pecho.
—¿Por qué estoy aquí? —preguntó, sin estar seguro de por qué su mente se negaba a
trabajar a su velocidad normal. Puede que estuviera despierto, pero su cerebro parecía
medio dormido. Su voz sonaba apagada y hueca.
Frank asintió y le tomó la mano, sopesándola suavemente entre sus cálidas palmas. —
Tuviste un accidente. En el depósito de chatarra. ¿Qué es lo último que recuerdas? —Frank
se llevó la mano de Ezra a los labios y la besó.
Uno de los dedos de Ezra estaba entumecido y entablillado, pero el resto de su brazo
también estaba cubierto por un yeso rígido, que comenzó a provocarle picazón en el
momento en que lo vio.
Le palpitaba la cabeza y se hundió más en la almohada cuando algo grande y pesado se
apresuró hacia él en un destello de recuerdo. Pero entonces, Frank levantó esa cosa y lo
sacó de un agujero en el suelo.
—Me salvaste.
Los labios de Frank se abrieron en una tierna sonrisa. —Hice lo que pude. Corriste hasta
lo más profundo del depósito de chatarra por la noche. ¿Recuerdas por qué?
Ezra parpadeó, luchando con la fatiga que nublaba su mente. Recordaba haber corrido,
sintiéndose frenético y desesperado por alcanzar a Frank, y cuando la imagen de tres
vehículos acercándose y un resplandor blanco que convertía la casa en una sombra pasó
por su cerebro, apretó sus dedos intactos sobre la gruesa y cálida palma de su amante.
—Alguien vino. Y no contestaste tu teléfono. Así que corrí. Creo que cogí la bicicleta.
Frank asintió. —Lo lamento. No tenía nada de señal. Nos preocupa que Paul pudiera
haber tenido cámaras en tu apartamento, porque alguien irrumpió en el depósito de
chatarra esa noche y vino directamente a mi casa. No debería haberte dejado solo.
Ezra sacudió la cabeza y se atragantó cuando el miedo que lo había impulsado a huir
regresó, como si el peligro todavía estuviera presente. —¿No te vas ahora?
—No lo haré. He estado aquí todo el tiempo. Sólo intercambio con alguien si necesito ir al
baño, pero por ti, orinaré en un balde. —Sus ojos eran suaves y llenos de emoción mientras
besaba una vez más la mano rota de Ezra.
Pero algo estaba mal. Faltaban piezas en este rompecabezas, y su cuerpo podía sentirlo
como una náusea creciente, incluso si su cerebro no se estaba poniendo al día. —No vi a la
gente, pero sabía que venían por mí, así que huí por la ventana. Estaban golpeando la
puerta, —susurró Ezra, desesperado por volver sobre sus pasos y darle sentido a lo que
había sucedido.
¿Por qué respiraba con tanta dificultad?
—¿Entonces no los reconociste? —Frank acercó su silla para sentarse junto a la cama.
Ezra exhaló y se estremeció cuando un dolor sordo recorrió su pecho. —No. Me hubieras
dicho que vendría alguien. Entonces pensé que te encontraría donde me dijiste que no
fuera. Vi los contenedores y...
Sus pensamientos se aceleraron, sólo para chocar contra sangre y más sangre. Se
estremeció, soltando su mano del agarre de Frank mientras pedazos de realidad caían
torpemente en su lugar, formando una serie de eventos que terminaron con él cayendo al
vacío.
La habitación se enfrió.
—Tú matas gente.
Frank tragó y la sonrisa desapareció de su rostro al igual que la de Dex cuando vio a Ezra
en ese contenedor de horrores.
—No es tan simple, —dijo Frank con voz apagada, pero no intentó tocar a Ezra
nuevamente y lo observó con aún más atención. Se sentía como si un cazador lo hubiera
inmovilizado contra el suelo y ya estaba herido.
Si Frank quisiera, podría romperle el cuello ahora mismo, y Ezra no podría hacer nada al
respecto. —Igual que Paul... y yo no lo vi, —murmuró mientras la máquina aceleraba sus
quejas agudas.
Frank entrelazó sus gruesos dedos en su regazo. —No soy como Paul, —dijo, pero miró
hacia el suelo como si de hecho fuera culpable de todo lo que Ezra le acusó—. Hago
algunas... cosas malas, pero quería protegerte de ellas.
—¿Protegerme? Me mentiste. Y... estaban desangrando a alguien como a un cerdo en tu
casa. Estuviste allí y dejaste que sucediera, —dijo Ezra, alzando la voz mientras todo su
cuerpo palpitaba.
No podía creer que hubiera sucedido de nuevo.
Era tan malditamente ingenuo.
—Por favor. Dulzura. No grites, —dijo Frank en voz baja, entonces, ¿por qué sonaba
como una amenaza—. Es cierto. Trato con algunas personas malas y ayudo a deshacerse
del desastre que dejan. Pero… Todos son criminales. Están ahí por algo. No estoy ayudando
a ningún asesino en serie.
—Dex se reía mientras jugaba con partes de un cuerpo, —dijo Ezra, estremeciéndose
cuando el dolor le sacudió el borde de la boca. Levantó su mano buena para tocarla y
sintió… algo allí.
¿Cinta médica?
¿Estaba bien su cara?
Frank tragó. —Dex es… Él es un poco diferente. Sin embargo, las personas que viste ya
estaban muertas. Y sí, sé cómo te debe sonar eso.
Sonaba psicótico. —¿Qué diablos les pasa a todos ustedes? —pronunció Ezra, tratando de
alejarse más, pero la incomodidad lo hizo caer de nuevo entre las sábanas. Estaba atrapado.
Por su propio cuerpo—. ¿Y conmigo? Tienes una fábrica de muertos en tu patio trasero y no
me di cuenta…
Frank se masajeó la mano sin levantar la vista. —No quería que vieras nada de eso.
Apenas hemos empezado a hablar sobre el futuro y el problema con Paul aún no está
resuelto. —Frank respiró hondo—. No soy una amenaza para ti, bebé.
¿Bebé? ¿En serio?
El pecho de Ezra se apretó y, aunque Frank era un hombre tan peligroso, no podía
contener sus pensamientos mientras llegaban a él en oleadas gigantes de ternura. —¿Por
qué iba a creer eso? Mintiste sobre tu trabajo, ¿por qué no mentirías sobre cualquier otra
cosa?
No podía creer que se hubiera sentido tan seguro con Frank. ¿Era eso lo que se sentía al
estar en el ojo de la tormenta?
—No me habrías querido si lo supieras, —dijo Frank con los dientes apretados, como si
fuera culpa de Ezra que la gente desapareciera en el patio trasero de Frank.
—¿Entonces querías hackear el sistema mintiéndome? —preguntó Ezra, cada vez más
tenso a medida que el lenguaje corporal de Frank se volvía más defensivo.
Había dormido en la misma cama con este asesino durante tantas noches.
Frank tomó su mano. —Ezra... sigo siendo yo, ¿de acuerdo?
No pensó antes de alejarse tan rápidamente que su cuerpo luchó por mantener el
equilibrio sobre el suelo. Frank lo haló hacia atrás, pero Ezra apartó su mano tan pronto
como pudo. —¡No!
—Lamento que tuvieras que ver eso. —Frank se recostó en la silla, cruzó los brazos sobre
el pecho y le recordó a Ezra lo enormes que eran cuando sus músculos se hinchaban.
¿Frank realmente había levantado un auto para salvarlo o fue un sueño jodido?
—Apuesto que lo eres. Ahora ya no puedes jugar al Sr. Bonachón, —susurró Ezra,
imaginando una realidad en la que nunca había ido a casa de Paul ese día. Si no hubiera
sido por ese error fatal, ya estaría en Los Ángeles, disfrutando del sol y la atención de su
nuevo sugar daddy.
Habría pensado en Frank con cariño y nunca habría descubierto quién era realmente.
—Espero... um... ¿entiendes que no puedes contarle a nadie lo que viste? —preguntó
Frank, y su expresión se transformó en una máscara de indiferencia. ¿O era resignación?
Ezra no estaba seguro.
¿Era una amenaza? Un escalofrío recorrió a Ezra y, por mucho que intentara detenerlo,
sus manos comenzaron a temblar al recordar los intestinos cayendo sobre sus zapatos.
Nunca volvería a usarlos. ¿Estaban siquiera aquí? Lo dudaba.
—Te dije que no fueras allí, —murmuró Frank como si eso fuera una excusa para lo que
se escondía en la parte más vulnerable de su depósito de chatarra.
—Y engañarme para que… —Ezra se atragantó, sin querer terminar esa frase, porque
terminaba con un “me enamorara de ti”.
Ya se había enamorado de Frank, como el tonto que tan claramente era. Le había hecho
jodidos panqueques a Frank y clasificado sus recibos, felizmente hirviendo a fuego lento en
la atención de Frank como una rana hervida a fuego lento mientras ese monstruo cortaba a
todos sus hermanos en pequeños pedazos.
—No era mi intención engañarte para que hicieras nada. Todo lo que te dije fue en serio.
Pero… entiendo cómo debes sentirte. He cubierto tu tratamiento y estoy vigilando para que
estés a salvo aquí. Nos iremos a casa cuando estés listo y, una vez que estés curado y
hayamos tratado con Paul, podrás hacer lo que tengas que hacer.
A casa. Como si Ezra pudiera llamar así a la casa de Frank.
Era una prisión de la que quizás nunca saldría. ¿Y qué garantía tenía de que Frank
cumpliría su promesa y trataría con Paul? También podría encerrarlo como el hombre del
saco y atrapar a Ezra indefinidamente. Hasta que la soledad y el miedo derritieran
cualquier resolución que Ezra tuviera en ese momento.
—¿Mi tratamiento?
Frank suspiró. —Tienes dos costillas rotas, un dedo y un brazo rotos. Y necesitabas
puntos. Pero tuviste suerte de no tener ninguna lesión en ningún órgano interno, —añadió
como si algo de esto pudiera considerarse suerte.
La mente de Ezra zumbó y su mano buena se levantó, tocando la gruesa capa de gasa y
vendaje en su rostro. —¿Puntos?
—El auto que te cayó encima... era viejo, tenía muchos pedazos de metal afilados, te cortó
mucho, pero no te rompió la mandíbula, y tus dientes están bien, solo... la nariz, —la voz de
Frank se volvió más tranquila a medida que avanzaba como si supiera muy bien cuánta
carga llevaban sus palabras.
Incluso los recuerdos del contenedor se estaban volviendo borrosos cuando la mente de
Ezra se derritió bajo el peso de estas revelaciones. ¿Le tuvieron que coser la cara? ¿Y su
nariz? ¿Qué carajo le había pasado a su nariz?
El pitido se aceleró y Frank se levantó, tratando de tomar su mano nuevamente, pero
Ezra se apartó y miró a su alrededor mientras sus músculos debilitados ganaban fuerza. —
Un espejo... necesito verme.
—Dulzura, todavía no hay nada que ver puedas, debes dejar las vendas puestas.
Eso significaba que era malo.
—¡No me llames 'dulzura', joder! —espetó Ezra.
Frank se llevó las manos a la nuca y se alejó. —Me rompí la nariz y todo sanó bien. Sólo
necesitas tiempo para recuperarte.
—Se acabó. Mi vida se acabó, —murmuró Ezra y cayó hacia atrás como si alguien hubiera
dejado caer una bola de plomo directamente sobre su pecho herido. ¿Qué se suponía que
debía hacer ahora? ¿Y con una cara jodida? ¿Quién querría su experiencia en el cuidado de
la piel cuando tenía cicatrices por todas partes y la nariz torcida? ¿Quién lo querría ahora
como acompañante62?
Frank se deslizó junto a la cama, como si hacerse más pequeño fuera a ayudar de alguna
manera. —Difícilmente. Esto es sólo un obstáculo en tu camino. Usarás tus cremas y todo
sanará muy bien.
—Quiero verlo, —dijo Ezra con los dientes apretados.
—¿Cuál es el punto, Ezra? Hay puntos, todo está amoratado y sensible. Sólo te pondrás
nervioso. Deja que sane un poco.
Ezra cerró los ojos, aspirando aire cálido que de alguna manera olía a Frank y, a pesar de
todas las revelaciones sobre él, ese aroma almizclado pero fresco todavía lo tranquilizaba.
Estaba jodido.
—Bien. Siempre existe la cirugía plástica, ¿verdad?
—Estoy seguro de que no la necesitarás. Tienes tu belleza natural. —Frank le sonrió con
cariño, como si no estuviera mirando a una momia—. Los médicos hicieron un muy buen
trabajo en tu mejilla. Dentro de unos meses nadie podrá darse cuenta de que se abrió, estoy
seguro.
También podría haber empujado a Ezra fuera de la cama y arrojarlo al duro suelo. O
directo al infierno.
—Se cortó. Se abrió. ¿Como si fuera el puto Joker? Pero sólo una mejilla, así que seré solo
un “joke”63. Eso es lo que soy ahora.
Pero por el momento no se pudo hacer nada. Ezra ni siquiera podía levantarse de la
cama, y mucho menos correr, y todavía estaba en peligro debido a un lunático que lo quería
muerto. Y enamorado de un hombre que sólo se deshacía de cuerpos.

62 Usa el término “arm candy” que significa “caramelo de brazo” referenciando su trabajo como escort de

lujo debido a sé extraordinaria belleza.


63 Es un juego de palabras, “joke” significa “broma/chiste”. Ezra dice que ahora es un chiste.
¿Qué más podría salir mal?
Frank se levantó. —¿Quieres… pasar tiempo a solas? Podría irme.
Esto.
Precisamente esto podría salir mal.
Ezra lo miró fijamente, poniéndose rígido. —¿Me vas a dejar? ¿Después de todo esto? —
dijo con voz áspera, con las entrañas retorciéndose de vergüenza, porque después de gritar
a Frank, allí estaba él, rogando por su protección.
Fue patético.
Él era patético.
Tal vez debería alegrarse de que Frank se hubiera molestado en traerlo aquí en lugar de
hacer lo que haría cualquier asesino racional y deshacerse del testigo de inmediato.
Frank dudó pero luego una vez más se acercó a Ezra, dejándole la decisión a él. —Estaré
vigilando. Puedes descansar. Ezra... lo siento mucho. Quisiera que tuvieras más opciones.
Debería tomar la mano de Frank a cambio de la seguridad que le ofrecía en un mundo
donde Ezra era una presa marcada, pero estaba demasiado herido, demasiado enojado y
con demasiadas drogas para ser racional.
Así que simplemente miró la mano y agarró la manta con la que estaba cubierto.
—¿'Opciones'?
—Si nunca hubieras sabido lo que hago, hubiera sido más fácil para ti simplemente irte.
Todavía quiero que sientas que puedes, pero tendrás que quedarte conmigo hasta que todo
se calme. Pero… mis sentimientos por ti son honestos. Tendrás tiempo para pensar en ello.
Sobre nosotros, —murmuró lo último como si fuera algo de lo que avergonzarse.
—No existe un nosotros —murmuró Ezra, encontrando la mirada de Frank—. Eres
alguien que no conozco.
Y aun así volvería al depósito de chatarra con Frank. Estaba aterrorizado por lo que había
visto en el contenedor, pero no era estúpido. Frank al menos tenía una razón para
mantenerlo con vida, a diferencia de Paul y sus matones. Y esa razón eran, bueno, sus
sentimientos. Aunque era endeble e intangible, si era una rama que pudiera salvarlo de la
perdición, Ezra se agarraría de ella.
La parte cínica de Ezra, la misma que lo había hecho comenzar su carrera de
acompañante, sabía que era más probable que Frank lo protegiera si todavía eran una
pareja, pero el chico ingenuo que se había enamorado de un cliente también vivía en Ezra, y
él creía que Frank lo mantendría a salvo de todos modos. Después de todo, traerlo al
hospital había sido una apuesta, pero Frank había decidido correr ese riesgo por el bien de
Ezra.
Él se preocupa por ti, susurró su patético corazón mientras Frank volvía a sentarse en el
sillón con las manos vendadas apretadas en puños. Frank se había lastimado al levantar un
auto para salvarlo.
¿Convertía a Ezra en un mal hombre el hecho de que disfrutara saber esto a pesar de la
verdad sobre Frank?
Eligió seguir su instinto y se encontró con la mirada de Frank. Puede que todavía no
supiera toda la verdad sobre él, pero la noche anterior había dejado una cosa clara: podía
confiarle a Frank su seguridad. Especialmente porque Frank corría el riesgo de quedar
expuesto a la policía al traerlo aquí, y aun así lo había hecho, priorizando la salud de Ezra
sobre su libertad.
—No pongas esa cara. Me superarás cuando me quiten los puntos y ya no sea un premio.
—Estoy seguro de que serás tan adorable como siempre, —dijo Frank en voz baja, su voz
cálida como un baño perfumado con pétalos de rosa flotando en la superficie. En ese
momento, Ezra quería estar en su abrazo, incluso si contenía sangre.
—Sí, como esos cachorros que nacen sin patas traseras.
Frank sonrió. —Exactamente. Muy lindo.
Pero Ezra no se reía. No tenía idea de cómo sería su vida ahora.
Y odiaba eso.
Capítulo 24
Frank
Frank quería ser un caballero, darle a Ezra espacio y tiempo para pensar las cosas
detenidamente, pero la forma en que Ezra retiraba su afecto dolía como si lo apuñalaran
con un cuchillo sin filo una y otra vez. Frank sabía que esto sucedería eventualmente (solo
había un tiempo limitado para que un secreto como el suyo pudiera mantenerse oculto a su
compañero de vida), pero había logrado convencerse a sí mismo de creer lo contrario.
Era un tonto sin remedio.
Este era el último día de Ezra en el hospital. Si bien necesitaba tiempo para recuperarse
por completo, se había calmado porque lo dejaba solo cuando Frank necesitaba ir al baño,
lo que significaba que Frank ya no intercambiaba turnos con amigos y prácticamente se
mudó al hospital, durmiendo en un sillón a unos pasos de la cama de Ezra.
Miraban la televisión casi constantemente, lo que disipaba el silencio asfixiante que se
extendía entre ellos como una pared, pero no lograba sacar a Frank de la sensación de
arrepentimiento y fracaso. Debería haber sabido que amar a alguien normal, sin ninguna
conexión con el inframundo criminal, era un fracaso casi garantizado, pero había
perseguido a Ezra porque él quería hacerlo.
Como para mostrar qué tipo de vida se estaba perdiendo Ezra, sus programas de
televisión preferidos fueron The Real Housewives de cualquier lugar64 y The Kardashians.
Sin embargo, no hizo comentarios al respecto, solo miró con los ojos vidriosos como si solo
la mitad de su mente estuviera concentrada en el programa. A veces sonreía cuando los
personajes hacían algo particularmente escandaloso, así que eso era un progreso, pero una
vez que descubrió más sobre el alcance de las heridas en su cara, se cerró casi por
completo.
Frank tenía suerte de tener amigos tan confiables, porque Shane se hizo cargo de su
trabajo en el depósito de chatarra y, aunque una vez llamó a Frank para hablar sobre un
cliente en particular, el negocio aún no había colapsado. Dex, por otro lado, proporcionaba
un flujo constante de comida, entregada fresca todos los días. Las comidas eran un poco
impredecibles pero, en la mayoría de los casos, mejores que la comida del hospital o los
bocadillos de la máquina expendedora. Había prometido traer su famoso ramen hoy, así

64Este programa de televisión inserta el nombre de algún lugar al final, Frank se refiere a que Ezra veía
todos ellos.
que Frank esperó en un salón en el segundo piso, usando la recogida de comida como
excusa para dejar la abrasadora mirada acusatoria de Ezra por un par de minutos.
Era mejor así, desde la última vez que Ezra había visto a Dex, las manos que preparaban
las comidas caseras estaban cubiertas de sangre humana. Lo último que Ezra necesitaba en
su estado actual era confrontar a la persona que todavía regresaba a él en violentas
pesadillas.
Frank siempre estaba ahí para calmarlo, pero una breve sacudida del hombro de Ezra era
lo único que podía hacer, porque Ezra no quería abrazos, caricias o cualquier contacto
físico que no fuera estrictamente necesario. La perspectiva de llevarlo a casa hoy más tarde
llenó de temor a Frank, pero sus propios sentimientos y sentido del deber no dependían de
si Ezra también lo amaba, por lo que lo protegería y lo ayudaría a recuperarse durante el
tiempo que fuera necesario.
Le debía mucho a Ezra por todas las mentiras que le había dicho.
—¡Ey! Lamento llegar tarde, —gritó Dex desde lejos, ganándose la mirada de un
conserje—. Un imbécil estacionó en el lugar para personas discapacitadas y yo tuve que
estacionar completamente atrás. Y había allí un montón de palomas, y una no tenía pata,
entonces me sentí mal y terminé dándole pan...
Frank se tomó un segundo para procesar el revoltijo de palabras mientras Dex se
acercaba con una gran bolsa térmica. —¿Qué? No estás discapacitado.
Dex puso los ojos en blanco. —Simplemente era entrar y salir, no es la gran cosa. Y ese
coche era un McLaren 720S plateado con carrocería mate personalizada. Por lo que esa
persona seguramente no está discapacitada, porque ¿dónde cabría una silla de ruedas en
ese tipo de vehículo? —Parecía tan seguro de su lógica que Frank odiaba reventar su
burbuja.
—Hay discapacidades que no tienen nada que ver con estar en silla de ruedas.
Dex se encogió de hombros. —¿Oh sí? Entonces, ¿por qué el cartel tiene una silla de
ruedas? Es para gente de...
—Dex, solo dame la comida mientras aún esté caliente.
Dex puso los ojos en blanco y le entregó la bolsa. —Tranquilo, debes tener mucha
hambre. Empaqué una ración extra porque me excedí un poco con el caldo. A Hammer
realmente le encanta el ramen auténtico, así que aprendí a hacerlo en YouTube, en el canal
de una señorita japonesa. Con subtítulos y todo, pero aun así lo arruiné las dos primeras
veces. Es mucho más trabajo que hacer ramen con un paquete. Tienes que cocinar la carne
y los huesos durante mucho tiempo y agregar ingredientes especiales. Tuve que viajar
hasta Pittsburgh, pero vale la pena. ¿Sabes que la gente seca el pescado y luego lo ralla,
como si fuera queso?
Eso hizo que Frank se detuviera. —¿Qué? ¿Como... hojuelas de pescado?
Dex se dio cuenta instantáneamente de eso. —Bueno… no como las hojuelas de carne de
pescado normales. Son unas tiras finas como el papel. Y es tan bueno. A Hammer le encanta
mi ramen. Ahora que aprendí tanto sobre cómo hacerlo desde cero, experimento con ello
de todos modos. Pondré algunos nuggets de pollo o agregaré salsa picante.
—¿Espero que estos no tengan nuggets? Cuando Ezra todavía hablaba conmigo, solía
decir que los nuggets son cincuenta por ciento carne y cincuenta por ciento veneno. —Una
vez hizo su propia versión, usando pollo fresco de una tienda de delicatessen, y luego lo
horneó en el horno con una capa hecha de copos de maíz. Estaban tan deliciosos que Frank
todavía recordaba con cariño esa comida. Todo lo que Ezra había cocinado para él había
sido una delicia. En parte porque era casero con ingredientes frescos, en parte porque
estaba hecho pensando en Frank.
Ser rechazado por él era como un dolor físico, pero Frank había pasado por mucho,
entonces, ¿qué más daba otro golpe?
Dex resopló. —No, sé que tu chico es elegante, así que le puse un poco de carne de cerdo,
huevo y aceite de sésamo. Ah, y cebolleta, por supuesto. Por cierto, ¿no te parece un
nombre raro? ¿Cebolleta65? Si sólo crece en primavera, ¿cómo es que podemos conseguirlo
fácilmente durante todo el año? ¿Y es siquiera una cebolla, o la llamamos así porque la raíz
se parece un poco a una cebolla, así que les dio pereza nombrarla?
Frank negó con la cabeza. —No sé.
Dex ladeó la cabeza. —¿Estás bien, Frank? ¿Estás cansado de estar en el hospital todo el
tiempo? ¿O estás molesto porque no podrá darte mamada por un tiempo?
Frank gruñó como un oso que despierta temprano de su hibernación. —¡No se trata solo
de sexo!
Dex levantó las manos. —Está bien, está bien, aunque tienes que admitir que se trata de
sexo si le pagaste por ello. Podrías haber dicho que estabas así de cachondo. Tengo amigos
con los que podría haberte contactado.
Frank contó hasta diez, pero la ira no se disipaba. —¿Amigos que pueden soportar el tipo
de trabajo que hacemos? No quiero salir con un motociclista psicópata. Lo quiero a él.

65 En inglés es “spring onion”, que significa literalmente “cebolla de primavera”.


Las cejas de Dex bajaron y suspiró, sacudiendo la cabeza. —Te tiene en su mano, Frank,
¿no? —Dio un paso adelante y abrazó a Frank—. No te preocupes, pronto mejorará. El
médico dijo que todo sanará con el tiempo, ¿verdad?
Frank se puso tenso, pero luego se relajó con el abrazo y le dio unas palmaditas en la
espalda a Dex. Si bien no siempre era lo suficientemente consciente socialmente como para
decir lo correcto, Dex lo intentaba y tenía un gran corazón para aquellos que le importaban.
—Él sanará. Pero me duele que sufra tanto. No quiere hablarme, pero lo oí llorar después
de ver todos los puntos en su cara. No sé cómo ayudarlo. Lo único que sé es que vio lo que
hago y no quiere participar en ello.
Dex se apartó y puso los ojos en blanco con una expresión tonta. —¡Oh, vamos! Si Ros y
Dane pueden estar de acuerdo, él también. No es gran cosa. Todo esto podría haberse
evitado si simplemente se hubiera anunciado en lugar de caminar directamente hacia la
carnicería. Y en cuanto a su rostro, ¿cómo espera que se vea? Está todo hinchado ahora. Las
personas lucen terribles después de la cirugía plástica, pero después de unos meses tienen
mejor cara.
—Vendrá conmigo porque todavía le tiene miedo a Paul, pero no veo mucho futuro para
nosotros. Me odia.
—¡Oh, dios mío! Eres tan pesimista. Solo dale una buena P y él encontrará sus propias
excusas para dejar de preocuparse por tu trabajo. Él dirá: 'ooh, le tengo tanto miedo a Paul,
cariño, necesito tu polla dentro de mí para detener las pesadillas'. —Dex se secó una
lágrima invisible y, mientras Frank le empujó el pecho por la falta de respeto, todavía se rió
entre dientes.
—Vete a la mierda y asegúrate de que mi refrigerador esté abastecido con todas las cosas
que le gustan para cuando regresemos hoy.
Dex saludó a Frank como un soldado a su superior y giró sobre sus talones.
—¡Y no aparques en plazas para discapacitados, imbécil! —Frank le gritó, pero una
sensación extraña que no pudo identificar se instaló en su pecho.
¿Conocía a alguien que condujera un McLaren? Un coche poco común.
Aceleró las escaleras y se dirigió por el pasillo, saludando a la amable enfermera que
periódicamente visitaba a Ezra, pero la sensación de aprensión agitaba sus entrañas como
pequeñas agujas que no podían hacer ningún daño pero causaban una incomodidad
interminable. Apretando el asa de la bolsa, caminó un poco más rápido, dirigiéndose a la
última habitación a la izquierda.
Ni siquiera llamó, ya que estaba demasiado agitado cuando llegó a la puerta. Le sudaban
las palmas de las manos y el corazón le latía más rápido porque acababa de golpear al
dueño de un coche así.
Paul estaba sentado en el sillón de Frank y miró hacia arriba con una expresión en
blanco.
—Tienes algo mío, —dijo con voz fría, apuntando con una pequeña pistola directamente
a Ezra.
Capítulo 25
Frank
El corazón de Frank se detuvo antes de correr tan rápido que apenas se contuvo para no
moverse. Ezra no parecía herido, pero tenía las manos entrelazadas con bridas y sus ojos
parecían inyectados en sangre donde emergían de las vendas. Frank sólo podía ver una
parte detrás del gran vendaje que protegía la nariz en proceso de curación, pero incluso
con la hinchazón, el cambio fue lo suficientemente marcado como para notarlo. Las yemas
de los dedos de Ezra temblaron cuando se encontró con la mirada de Frank, suplicando
ayuda en silencio.
No dejes que me lleve.
Y Frank no lo haría.
Él nunca lo haría. Incluso si Ezra decidiera dejarlo atrás como si fuera una pesadilla. No
sería la primera persona en darle la espalda a Frank al darse cuenta de que su corazón era
negro como el alquitrán. Pero Frank lo amaba de verdad. Había sido así por más tiempo del
que estaría dispuesto a admitir.
—Paul, —dijo con voz firme y cerró la puerta detrás de él, colocando la bolsa con comida
en el suelo.
El reptil con piel humana ajustó su posición en la silla en la que Frank había estado
durmiendo las últimas noches, sus ojos pálidos le recordaban al agua. Era como si no
hubiera ningún alma detrás de ellos. Cuando la cabeza bien afeitada se movía, era como
enfrentarse a un dragón de Komodo. Y aunque el tiempo había marcado el rostro de Paul
con arrugas e hinchazón debajo de los ojos, sus manos estaban firmes como si todavía fuera
el asesino frío de veinte años que Frank conoció hace ya tanto.
—Podría habérmelo llevado ya, pero elegí esperar a que regresaras, por a los viejos
tiempos, pero ahora que perdió su cara bonita...
—¿Qué carajo quieres? —preguntó Frank, acercándose, pero su mirada seguía vagando
por todos los miembros de Paul, cauteloso de lo que el bastardo podría hacer a
continuación. Este hombre tenía la empatía de un cocodrilo y era tan eficiente como un
cazador. Frank sabía que no debía subestimarlo.
Paul suspiró y golpeó la pequeña pistola contra su muslo, haciendo que Ezra soltara un
quejido cuando el cañón de la cosa apuntó a su cabeza. —Tenía cámaras en su
apartamento, Frank. Pensé que tal vez querrías quedártelo por un tiempo, pero ya es
suficiente. Ya te divertiste. Ha visto cosas que no debería y necesita venir conmigo.
Recuerda quién te lo presentó en primer lugar, viejo amigo. Fui yo, —dijo con una sonrisa
que mostraba todos sus dientes.
Frank ya no podía pensar con claridad. La mera idea de que este monstruo llevara a Ezra
a cualquier parte, y que lo lastimara, de que sus ojos fríos fueran lo último que Ezra viera
antes de que su vida se extinguiera, hizo que la mente de Frank se nublara con tanta furia
que fue directo a la garganta de Paul.
Los ojos fríos se abrieron y se enfocaron un poco demasiado tarde. Durante un horrible
momento, antes de que las manos de Frank encontraran la garganta de Paul, el olor a
pólvora pareció casi inevitable, pero Paul vaciló y, cuando Frank golpeó su frente contra el
cráneo del reptil, la pistola cayó al suelo.
Con sus manos ahora libres, Paul intentó quitar los dedos de Frank de su garganta, pero
cuando intentó apartarlos, Frank puso todo su peso sobre ese maldito cuello. Tal vez
terminaría en un juzgado por asesinato, pero si lo encarcelaban, al menos se pudriría tras
las rejas sabiendo que Ezra estaba a salvo y libre.
—Él es mío, —rechinó Frank entre dientes, mirando a Paul a los ojos sin siquiera
parpadear. Una oleada de adrenalina lo golpeó junto con el poder electrizante de hacer que
un hombre se quedara sin aliento.
Paul no podía hablar, pero entendió. Su cara roja y morada se lo dijo a Frank.
Frank pensó que estaba ganando este choque mortal cuando Paul dejó de luchar con sus
manos, pero entonces el agarre de acero estaba sobre sus bolas, y cuando Paul puso su
fuerza en el doloroso apretón, puntos oscuros nublaron la visión de Frank.
—¡Hijo de puta! —Frank gritó y retrocedió tambaleándose, luchando contra las náuseas
que se apoderaban de su cuerpo. No tuvo tiempo de concentrarse en el dolor, pero cuando
levantó la cabeza, listo para un contraataque, una bandeja de plástico lo golpeó de lleno en
la cara, llenando su visión con puntos brillantes. La sangre tenía un sabor amargo en la
lengua mientras se le entumecían la nariz y los labios, pero cuando Paul volvió a girar la
bandeja hacia él, Frank se sumergió debajo de ella. El suelo pasó debajo de ellos a gran
velocidad, y justo cuando el borde de la bandeja se estrelló contra la espalda de Frank, Paul
chocó contra la pared con tanta fuerza que el televisor colocado encima emitió un crujido
de advertencia.
Pero el hijo de puta ahora era como una víbora en modo de ataque, y aunque era más
viejo y más pequeño, Paul tenía experiencia en artes marciales. Frank dependía de su
tamaño y fuerza, así que apretó a Paul, tratando de sacarle el aire de los pulmones, pero
Paul atacó y metió los dedos en un punto sensible debajo de las costillas de Frank.
Frank gimió y empujó la mano de Paul, pero eso le dio suficiente margen de maniobra
para escaparse de Frank como una anguila. Frank lo alcanzó de inmediato, pero solo logró
arrancarle la chaqueta al bastardo mientras rodaba hacia la cama, ante el grito de dolor de
Ezra.
Ver a Ezra caer al suelo como un saco de patatas hizo que los instintos protectores de
Frank se alarmaran, pero de esta manera al menos estaba fuera del alcance de Paul, por lo
que Frank se arrastró hacia la bestia que saltaba del colchón con un resoplido. Si pudiera
poner ambas manos sobre la cabeza del bastardo y atrapar su cuerpo contra algo, solo
necesitaría un poco de fuerza para romperle el cuello.
¿Y luego qué?
No lo sabía, pero Ezra estaría a salvo.
Frank se centró en los puntos que necesitaba apuntar y no se dio cuenta de que Paul
chasqueaba la mano como si fuera la cola de un escorpión antes de que el dolor le quemara
el muslo.
Paul le metió una jeringa en la pierna.
—¡Maldito! —Frank gruñó, deslizándose por el suelo mientras se arrancaba la cosa.
Su mano pasó por encima de la pequeña mesa auxiliar con la comida de Ezra y agarró una
pequeña botella con forma de limón del jugo agrio que Ezra ponía en sus ensaladas.
Frank no pensó. En el momento en que Paul se lanzó hacia él, le giró la botella al cabrón y
le echó jugo de limón en los ojos.
Un gruñido sordo escapó de los labios de Paul mientras se cubría la cara, pero el
momento cargado de adrenalina se detuvo rápidamente con el fuerte golpe en la puerta.
La realidad se acercaba a ellos y Frank estaba demasiado aturdido para reaccionar antes
de que al sonido se le uniera una voz femenina.
—¿Todo está bien? Voy a entrar.
Se dio la vuelta cuando la puerta se abrió y entró una mujer diminuta vestida con una
bata rosa. Se ajustó sus gruesas gafas y los miró fijamente. —¿Dónde está el paciente?
—Baño, —dijeron Frank y Paul al unísono.
—Y… ¿qué está pasando aquí? —bajó sus lentes y frunció el ceño ante la comida y los
platos esparcidos por el suelo.
—Yo... resbalé, —murmuró Paul, todavía frotándose los ojos.
Frank hizo todo lo que estuvo en su poder para evitar reconocer a Ezra, que yacía en el
suelo al otro lado de la cama, fuera de la vista de la enfermera. Pero por el rabillo del ojo,
Frank lo vio meterse debajo de la cama.
—Puedes pedirle al conserje un trapeador y un balde, —dijo con severidad y cerró la
puerta detrás de ella, como para asegurarse de que entendieran que ella no tendría que
lidiar con el desorden.
Frank aspiró una bocanada de aire con aroma a limón y volvió a mirar a Paul justo a
tiempo para oír hablar a Ezra.
—¡No te acerques más!
Frank se convirtió en hielo cuando miró hacia abajo y vio a Ezra en el suelo, agarrando el
arma de Paul y apuntándola en su dirección general.
Paul todavía estaba entrecerrando los ojos y frotándose los ojos mientras fruncía el ceño,
dando palmaditas ciegas a la mesa cercana hasta que encontró una jarra de agua. —Te
tiemblan las manos. ¿Qué crees que vas a hacer con eso, Sugar66? —preguntó y luego vertió
el líquido transparente directamente en su cara para lavar el jugo ácido.
Frank gruñó, lleno de tanto odio hacia Paul que quería destrozarlo y escuchar su sangre
aplastarse, pero no quería ser atrapado por una bala perdida si asustaba a Ezra haciendo
un movimiento repentino. —No lo subestimes. Le enseñé a disparar. —Un farol, pero haría
que Paul se lo pensara dos veces antes de su siguiente movimiento.
El agua salpicó el suelo y humedeció la parte delantera de la camisa de Paul cuando éste
sacudió la cabeza como un animal. Inmovilizó a Frank con sus ojos enrojecidos. —¿Qué es
lo que pasa contigo? Hay cientos de chicos como él.
—No los hay. Él es especial para mí, —dijo Frank claramente. No tenía sentido esconder
estas cartas ahora.
Paul miró a Ezra, que agarraba el arma con tanta fuerza que sus nudillos estaban blancos.
—Ha visto demasiado, Frank. Tú lo sabes.
Sí, era cierto. Si Ezra decidía hablar con la policía, pasarle una nota a la enfermera o algo
por el estilo, la operación del depósito de chatarra de Frank podría verse comprometida. Y
aunque él podía asumir la culpa de lo que se encontrara allí, es posible que todos los
hombres que dependían de él, su familia elegida, tampoco salieran ilesos. Pero no podía

66 Como podemos ver aquí, el collar que tiene esta misma palabra no se refiere al “sugar” del término

“sugar daddy”, sino al apodo por el que lo llamaba Paul. Está hecho para que nos percatemos en este
momento de la historia.
renunciar a la vida de Ezra por nada, ni siquiera por todas las demás personas que le
importaban a Frank.
—Él no hablará. Mi negocio también está en juego y respondo por él.
Paul se secó los ojos de nuevo, su pecho se movía a un ritmo lento mientras asimilaba
eso. —Te has vuelto suave. Debería haberte mantenido a dieta de chicos bonitos todo el
tiempo. Entonces nada de esto habría sucedido.
—Tomo mis propias decisiones, —dijo Frank con severidad, sabiendo que Paul también
se refería a todas las otras decisiones que había tomado en el pasado, incluidas las que los
llevaron a separarse.
Pablo levantó las manos. —Lo sé bien. Hagamos a una tregua. No pensé que fueras tan en
serio con mis sobras67.
—Estás tentando tu suerte, Paul. Estoy muy cerca de destrozarte incluso si eso significa
que la policía se involucra.
Frank odió la sonrisa que aparecía en el rostro de Paul. Era astuto y siempre precedía a
alguna tontería que salía de esa boca mentirosa.
—Ya veo que todavía tienes tus instintos. Y nuestra pequeña pelea me mostró que
definitivamente estás en tu mejor momento. Hay un trabajo con el que agradecería tu
ayuda...
—No.
Paul tuvo la audacia de poner los ojos en blanco. —Valió la pena intentarlo. Bien.
Quédatelo si quieres. Pero si habla, sé dónde viven tú y todos tus amigos, —dijo mientras el
tono agradable de su voz adquiría un tono más agudo.
Y Frank sabía dónde estaba escondido el cuchillo ensangrentado de Paul, procedente de
un asesinato años atrás. Habían existido en este limbo durante mucho tiempo y podían
continuar mientras el bastardo se mantuviera civilizado.
Frank asintió. —Lo sabes. Así que vete a la mierda.
Paul negó con la cabeza y agarró su chaqueta del suelo. —No olvides pedirle al conserje
un trapeador y...
—¡Vete! —Frank señaló la puerta y esta vez Paul no discutió y desapareció sin decir una
palabra.

67 El término que Paul usa aquí tiene doble sentido, “sloppy seconds” puede significar las sobras o restos de

una comida, pero también se usa para denominar la práctica sexual en la que un hombre eyacula en el interior
de una cavidad de otra persona y aún con el semen del primer hombre, otro introduce su pene en ese mismo
lugar.
La habitación era un desastre y parecía exactamente como si dos hombres hubieran
estado peleando aquí hace unos momentos, pero todo lo que Frank podía ver era a Ezra
sentado en el suelo detrás de la cama con las rodillas levantadas para mantener firme la
pequeña pistola.
Frank se deslizó delante de él, como si estuviera calmando a un gatito abandonado bajo la
lluvia toda la noche. —Está bien. Puedes bajar el arma, —dijo y extendió la mano. Calmar a
Ezra iba antes que lidiar con cualquier dolor y molestia, pero cuando los ojos muy abiertos
lo miraron desde encima del vendaje, supo que no sería un proceso sencillo.
—Acaba de llegar aquí, —pronunció Ezra con voz temblorosa, todavía agarrando el arma
entre sus pálidos dedos.
—Lo sé. Lo lamento. Debería haber tenido a alguien aquí en todo momento. Pensé que
estábamos fuera de peligro. Pero ahora estás a salvo. Él entiende la situación. —Frank
terminó arrodillado en el suelo y acarició la espinilla de Ezra. Verlo ponerse rígido ante el
toque se sintió como una puñalada, pero Frank no tenía derecho a decirle a Ezra cómo se
suponía que debía sentirse y en su lugar se sentó a su lado, esperando que su presencia
fuera suficiente para ofrecerle a Ezra una sensación de seguridad.
Los pálidos labios de Ezra se movieron. —Si me llevara… ¿me haría lo mismo que le hizo
al hombre que vi?
No tenía sentido mentir. —Eso... es posible. Pero no te llevó. Y no te llevará. Me aseguraré
de eso. Sé que después de lo que viste en mi casa, tu confianza en mí es... irregular, pero te
prometo esto. Me aseguraré de que estés a salvo.
La hermosa nuez de Adán donde a Frank le encantaba dejar rastros de besos se movió. —
Atrapado. Porque en el momento en que deje de estar bajo tu protección, atacará de nuevo.
¿Es eso lo que estás diciendo?
Eso duele. Frank bajó la cabeza y apoyó los brazos en las rodillas. Atrapado. Así era como
Ezra veía estar cerca de él ahora. —No. Lo solucionaré. Si Paul me cree, y ahora sabe que no
debe joderme, te dejará en paz. Pero preferiría que te quedaras conmigo mientras te
recuperas. ¿Cómo están tus costillas? Esa fue una caída desagradable.
Ezra guardó silencio, como si la conmoción de lo sucedido sólo lo golpeara ahora, pero
finalmente habló. —Me caí del otro lado. No soy tan frágil. Es mejor para mí
acostumbrarme a un nuevo tipo de vida más temprano que tarde, —dijo con gravedad y le
ofreció el arma a Frank.
Sólo entonces Frank se dio cuenta de que las malditas bridas todavía estaban en sus
muñecas. —No hay nada de malo en ser frágil y dulce. No mereces que te aplasten sólo
porque no sabes luchar. —Se puso de pie para coger un cuchillo. El hospital ofrecía
cubiertos de plástico, pero Frank le había comprado a Ezra un bonito juego de cubiertos
que incluía un cuchillo para carne, porque sabía que Ezra apreciaba esas cosas.
—No importa lo que merezco, —murmuró Ezra, mirando a Frank con los ojos todavía
rodeados de moretones que hacían que su tono brillante resaltara aún más—. Ya no tengo
futuro. Mi vida está arruinada y siempre tendré que cuidarme las espaldas. Esa es la
realidad.
A Frank le rompió el corazón escuchar eso. Sostuvo la mano de Ezra para estabilizarla
mientras cortaba las ataduras. —Las dificultades pasan. Eres muy joven y tienes la vida por
delante, incluso si no lo sientes así en este momento. Esto es sólo un obstáculo en el camino
y estaré ahí mientras te recuperas. Sé que debe ser frustrante para ti y que preferirías no
estar cerca de mí, pero necesitas ayuda ahora mismo. No viene con ningún compromiso y
una vez que te sientas seguro y capaz, tomarás tus decisiones.
Las que seguramente me cortarán el corazón por la mitad.
El rostro de Ezra estaba inexpresivo de una manera que Frank nunca había visto antes
del accidente. Era como si esa maldita trampa hubiera aplastado no sólo su cuerpo sino
también su espíritu.
—No lo comprendo. Eres un asesino. Claramente puedes enfrentarte a Paul. ¿Por qué lo
dejas vivir?
Así era como Ezra lo veía ahora. No es de extrañar que su corazón estuviera cerrado para
Frank. —Porque estoy fuera del negocio de matar, —dijo con más dureza de lo que le
hubiera gustado, pero sólo pensar en el pasado desencadenó una cantidad de ira que no
esperaba. Frotó las muñecas de Ezra donde se habían clavado las bridas—. ¿Quieres que lo
mate? —susurró sin levantar la vista.
El sí quedó en el aire sin ser dicho, porque si pasaba por la boca de Ezra, sería cómplice
de la muerte de alguien, y su corazón era demasiado cálido, demasiado suave bajo ese
exterior helado para aceptar eso. —¿Pero solías serlo? ¿En ese tipo de negocios?
Frank asintió y soltó las muñecas de Ezra cuando ya no tuvo excusa para tocarlas. —Con
Paul. Pero como dije, las dificultades pasan y la vida avanza, amortiguando el dolor.
—¿Qué pasó?
Frank negó con la cabeza. —Mierdas bastante feas, Ezra. No es nada de lo que te gustaría
oír si quieres dormir por la noche. —Respiró hondo y se levantó—. Traeré ese trapeador.
Cuando Ezra no respondió, Frank le ofreció la mano, pero fue rechazada con un
movimiento de cabeza cuando Ezra se levantó por sí solo.
Sin nada más que decir, Frank salió de la habitación, pero en el momento en que la puerta
se cerró detrás de él, se apoyó contra la pared del pasillo y escondió su rostro entre sus
manos.
Podría haber perdido a Ezra. Paul podría habérselo llevado. Y aunque Ezra nunca dejaría
que Frank se volviera a acercar, Frank todavía quería sólo lo mejor para él. Necesitaba que
Ezra volviera a ponerse de pie y sonreír. Esa necesidad era tan visceral como el odio de
Frank hacia Paul.
Capítulo 26
Ezra
Ezra agradeció que su nariz estuviera sanando tan bien. Seguía algo hinchada y
magullada, pero su forma no había cambiado mucho, y aunque no luciera exactamente
como antes del accidente, era bastante atractiva, aunque un poco entumecida.
Las cicatrices eran otro asunto.
La de la ceja izquierda cortaba la parte superior de la nariz, pero era superficial, al igual
que el corte en la barbilla. Quizás podría eliminarlas con láser, pero ¿la enorme cicatriz que
corría horizontalmente a lo largo de un lado de su cara? Un trozo de metal le había
atravesado la mejilla. Más de cinco semanas después, la cicatriz seguía sobresaliendo,
grande, y lo perseguía incluso por la noche, cuando agonizaba por un futuro en el que la
belleza de sus rasgos no sería lo primero que la gente notaría en él.
Su corazón comenzó a latir con fuerza mientras apartaba la mirada del espejo y caminaba
alrededor de la mesa para alejarse del calor que hervía a fuego lento debajo de su cráneo.
La piel de su brazo izquierdo estaba demasiado caliente y, aunque se había acostumbrado
al yeso, todavía quería quitárselo lo antes posible.
Frank le había dicho que no necesitaba hacer ninguna tarea doméstica mientras se
recuperaba, pero si bien todo era más difícil y tomaba más tiempo, no soportaba ser tan
inútil. Entonces Ezra cocinaba, lavaba platos y limpiaba, todo con una mano. También
terminó de ocuparse del papeleo atrasado en el depósito de chatarra y recientemente se
había puesto a poner a la venta algunos objetos de valor que Jag había encontrado, porque
¿qué más podía hacer en todo el día? Había un tiempo limitado que podía dedicar a
investigar la recuperación de cicatrices antes de que el miedo al futuro lo arrojara a un
pozo de regodeo y autocompasión.
A medida que la presión en el pecho de Ezra aumentaba, bajó al suelo, apoyó los dedos de
los pies y el brazo bueno y comenzó a hacer lagartijas. Después de cuarenta repeticiones, el
dolor en su hombro derecho se sentía casi como si sus músculos estuvieran a punto de
desgarrarse, y terminó colapsando de costado, sin aliento pero un poco más tranquilo.
Rodando sobre su espalda, Ezra observó las sillas, la mesa, el sofá, todo ello se alzaba
sobre él como edificios de gran altura bajo el horizonte del techo. Solía tener dos manchas
(bichos aplastados, probablemente), pero cuando Ezra salió del hospital, ambas habían
desaparecido.
De hecho, toda la casa había estado impecable hasta el punto de que parecía recién
habitada, con una nueva capa de pintura en las paredes y difusores de aromas en todas las
habitaciones. El refrigerador estaba lleno con todos los favoritos de Ezra, y una bolsa nueva
de polvo de pasto de trigo esperaba junto a la licuadora. Frank incluso le había ofrecido a
Ezra su propia habitación para que la usara mientras se recuperaba y se mudó a la pequeña
habitación con una cama que era demasiado chica para él.
Él lo estaba intentando.
Las cosas cambiaron después del ataque de Paul. Antes de que sucediera, Ezra no hablaba
con Frank, asustado por los sentimientos que todavía tenía por él a pesar de las cosas
terribles que había visto. Pero la experiencia traumática rompió un dique dentro de él, y
aunque él y Frank solo charlaban sobre las cosas más mundanas, al menos había algo de
comunicación, y ambos fingieron que el elefante no estaba en la habitación68. Pero Frank
trabajaba mucho, por lo que Ezra se quedaba solo la mayoría de los días. No estaba seguro
de si Frank lo estaba evitando o si tenía mucho que hacer, pero cuando casualmente intentó
sacarle esa información a Jag, descubrió que Frank no conocía la palabra descanso.
Cada día, parecía que el mundo de Ezra se encogía aún más, pero cada vez que salía de los
alrededores inmediatos de la casa, una sensación de temor subía por su espalda y apretaba
su garganta, advirtiéndole que Paul podría estar observándolo desde detrás de los
montones de de basura. O que un paso en la dirección equivocada podría terminar con él
cayendo en otra trampa, una trampa preparada para mantenerlo aquí.
La paranoia hizo que su mundo fuera tan pequeño.
Cuando alguien entró a la casa sin llamar, Ezra se levantó tan abruptamente que se
golpeó la frente contra la parte inferior de la mesa y volvió a caer. Porque Frank siempre
llamaba a la puerta, a pesar de ser su propia casa.
—Joder, —murmuró y se frotó la cabeza. Justo lo que necesitaba. Un moretón grande y
gordo además de los que ya tenía. Oh, bueno, no era como si pudiera ponerse más feo.
—¡Oh! Lo siento. No te vi allí, —dijo Ros—. Dex me dijo que estarías fuera.
La sensación de pánico se convirtió en alivio, y Ezra se puso de pie, usando la mesa para
levantarse con las piernas temblorosas. —¿Por qué pensaría eso? —pronunció, recordando
esa vez que se despertó y encontró a Jag mirándolo a través de la ventana como un

68 La frase “el elefante en la habitación” se refiere a un tema que no ha sido hablado pero todos saben que

existe pero prefieren no sacar a la luz, algo grande y notable que no se puede esconder pero se finge ignorar
su existencia.
acosador, porque quería “ver cómo estaba”. Más bien, descubrir las cicatrices que tenía
Ezra.
Ros puso varios sacos de yute sobre la mesa.
—No estoy seguro. Creo que dijo que Frank le dijo que te llevaría de compras. —Ros
empujó hacia atrás algunas de sus bellos y largos mechones ondulados. En este punto, verlo
tan casualmente hermoso parecía una afrenta personal.
Comparado con él, Ezra era una sombra y se avergonzaba de insultar mentalmente las
proporciones de las piernas de Ros. Porque, ¿qué importaba eso cuando Ros parecía tan
feliz consigo mismo y tenía la completa adoración del hombre que amaba? Lo tenía todo,
mientras que el único tropiezo de Ezra (apostar al sugar daddy equivocado) había arrasado
sus esperanzas para el futuro.
Porque ¿qué iba a hacer ahora? ¿Usar todo el dinero que había ahorrado para buscar una
carrera más convencional y arriesgarse a que no dé sus frutos?
Sus días como acompañante de lujo habían terminado.
—Él... no me dijo que íbamos a algún lado, —dijo Ezra, incapaz de evitar la amargura en
su voz, aunque la sintió en lo profundo de su garganta, antes de que las palabras salieran de
su boca. Frank claramente no estaba listo para ser visto con él en el pueblo más cercano a
su casa—. Uh, ¿te gustaría algo de beber?
Ros miró hacia afuera, sin duda ansioso por volver a su divertida vida en lugar de
quedarse con el miserable en el que se había convertido Ezra, pero luego asintió y cerró la
puerta. —Algo cálido estaría bien. ¿Tienes chocolate caliente? Hace frío ahí fuera.
—Sí, —dijo Ezra de inmediato y corrió hacia el área que contenía todos los ingredientes
del batido, incluido el cacao en polvo crudo—. Leche de avena, ¿vale? ¿Lo endulzas? Tengo
azúcar y estevia69.
Se sintió patético tan pronto como terminó de hablar. Si seguía sonando tan necesitado,
Ros pronto encontraría una excusa para irse y pasaría el resto del día solo, como casi todos
los días desde que regresó del hospital.
Ros le sonrió y empezó a desempacar la comida. —Sorpréndeme. Estuve en la ciudad e
hice algunas compras para ustedes.
Ezra se detuvo, pero se tragó su amargura sin decir una palabra. Deseaba poder estar tan
tranquilo con lo que contenía su comida, pero en este momento, todo en lo que pensaba era
en el contenido de las bolsas que Ros colocó sobre la mesa.

69 Es mejor conocido como un edulcorante natural.


¿Quizás Frank tenía razón? ¿Tal vez era ridículo que dejara de probar nuevos alimentos
por temor a disfrutarlos y comenzar a desearlos demasiado?
Vale, incluso él sabía que era ridículo.
—Gracias. Que amable de tu parte. Lo siento... lamento no haberme pasado. Todavía
estoy en recuperación, —murmuró y vertió un poco de leche de avena en una sartén antes
de ponerla al fuego.
Ros miró el rostro de Ezra con… ¿lástima? ¿Compasión? Ezra no podía decirlo. —
Entiendo. Estás pasando por algo muy duro, tómate todo el tiempo que necesites. Y déjame
saber si puedo ayudar de alguna manera. No puedo imaginar lo molesto que debe ser hacer
cosas con una sola mano.
—No, esta bien. En realidad no tengo mucho que hacer aquí, así que puedo tomarme mi
tiempo, —dijo Ezra y añadió cacao a la leche antes de revolverla con un batidor. La mirada
de Ros calentó su espalda como una marca, pero no tenía idea de qué hacer al respecto, así
que fingió que todo estaba bien.
—Escuché que Frank levantó un auto para sacarte. Parece que todo ese entrenamiento
valió la pena. Shane a veces se burlaba de él diciéndole que no tenía sentido el tipo de
entrenamiento de fuerza que él hace, pero el otro día, cuando Shane pensó que yo todavía
estaba dormido, lo vi a través de la ventana, luchando por voltear uno de esos neumáticos
enormes.
Ezra miró por encima del hombro, sorprendido por la confesión de Ros pero también
conmovido. Apenas recordaba lo que le había sucedido después del shock de ver a Dex
jugando con restos humanos, pero habría estado muerto si no fuera por Frank.
—Afortunadamente para él, no eres tonto como yo y no caerás en una trampa.
Ros suspiró mientras desempaquetaba una bandeja de plástico llena de donas. —No es
tonto. No podrías haberlo sabido. Busco mucho en el depósito de chatarra, e incluso a
menudo le pido a Jag que venga conmigo cuando quiero ir a un área que no conozco. Él es
quien mejor conoce este lugar.
Ezra se quedó helado y apartó la mirada de las donas. —¿Cómo afrontas todo lo que
sucede aquí? —preguntó, batiendo más rápido el chocolate caliente, porque la sola
presencia de pasteles que no podía ignorar por cortesía hacía que le subiera la presión
arterial.
Ros fácilmente podría haber hecho una broma sobre la cuestión para restarle
importancia, pero su rostro se puso serio. —A mí… no me gusta el peligro de lo que hacen,
pero se convirtió en algo extraño en el que ya no temo a las personas involucradas.
Pensarás que es raro, pero he visto a Shane hacer algunas cosas violentas para protegerme
y eso me hizo sentir seguro. Los motociclistas tampoco me asustan. Es como con mis
Rottweilers, son míos, ¿sabes?
La presión en la garganta de Ezra creció hasta que sintió como si hubiera una roca con
bordes afilados clavada allí. —¿Has visto realmente las cosas que hacen?
Esta vez Ros no lo miró a los ojos, muy interesado en la letra pequeña en la parte trasera
de una bolsa de copos de avena. —Algunas cosas, y no son bonitas, lo sé. Pero sigo
apoyando a Shane. Tal vez sea una estupidez de mi parte, pero confío en él.
El batidor cayó de la mano de Ezra y apoyó los dedos en el borde de la encimera,
observando el líquido marrón claro girar dentro de la olla. Su movimiento afectó su propio
sentido del equilibrio, por lo que cerró los ojos, tratando de ahuyentar las imágenes
intrusivas. —No puedo entender esto y la forma en que Frank siempre ha actuado conmigo.
Es como si fueran dos personas diferentes.
Ros reflexionó un rato y se sentó junto a la mesa. —Bueno… ¿tú eres siempre igual con
todos?
—No es tan extremo. Simplemente no entiendo cómo puede ser tan tierno y luego ir a ver
a Dex cortar gente como si fuera carne de cerdo, —dijo Ezra y tomó dos tazas antes de
verter el cacao en ambas. Se aseguró de agregar estevia al de Ros, pero dejó el suyo amargo.
La leche era bastante dulce de todos modos.
—Tal vez sea porque sabe que son malas personas. ¿O porque ha visto lo suficiente como
para volverse insensible a la violencia?
A pesar de que la mente de Ezra inicialmente se rebeló contra ese concepto, podía
identificarse con él. Por mucho que le gustara el sexo y el coqueteo, muchos clientes no
eran su tipo, nada buenos en la cama, poco interesantes o tenían opiniones que lo hacían
arder de rabia. Había aprendido a encerrar partes de sí mismo cuando eso sucedía. Reírse
de chistes groseros y no esperar nada más que dinero a cambio de todos sus esfuerzos.
¿Quizás era lo mismo para Frank?
—Creo que él nunca quiso que yo lo supiera.
Ros asintió y tomó un sorbo de chocolate caliente tan pronto como Ezra colocó la taza
frente a él. —Todo el mundo quiere mostrarle a la persona que le importa sólo lo mejor de
sí mismo. Pero sin conocer lo feo no puede haber una conexión real.
No se equivocaba. No era como si Ezra hubiera descubierto todas sus cartas delante de...
bueno, de cualquiera. ¿Era correcto esperar que Frank lo hiciera?
Se sentó en una de las otras sillas y sopló aire en la bebida caliente para enfriarla. —Ha
sido extraño desde que me enteré. Frank apenas está aquí. ¿Sabes si todavía me quiere
cerca o preferiría que me fuera a casa? —preguntó, escondiéndose detrás de la taza
mientras sus músculos faciales se contraían contra su voluntad.
No había ninguna casa a la que ir.
Ros volvió a animarse más, como si la nube oscura que lo cubría se hubiera disipado. —Él
siempre ha trabajado tanto desde que lo conocí, así que no creas que eres tú quien hace que
se mantenga alejado. Estoy bastante seguro de que te quiere cerca. De hecho, el otro día me
preguntó si podía ir a ayudarte a remodelar tu habitación para que fuera más de tu gusto.
Él se preocupa por ti, Ezra.
Entonces, ¿por qué no estaba él aquí, tratando de convencer a Ezra de que nada había
cambiado?
Tal vez entraba en contradicción con todo lo que le había dicho a Frank en el hospital,
pero ¿no se le permitía un poco de caos en su mente después de todo lo que había pasado?
Y a pesar de la constante melancolía y autocompasión, esperaba a Frank todos los días,
siempre con la esperanza de que hubiera un gran avance. Que tal vez hablarían como antes,
para que ya no se sintiera tan fuera de control. Porque en este momento sentía que no
aportaba ningún valor a nadie.
—Siento que debería sentirme repugnado por lo que he visto, y lo estoy, pero también
extraño a Frank.
Ros asintió mientras tomaba un sorbo de su taza. —No quiero intentar influir en ti.
Depende de ti decidir para qué tipo de vida estás preparado, porque la de aquí no es sólo
un lecho de rosas.
Ezra asintió, dejando que las olas de calor y frío lo atravesaran mientras pensaba en
todas las veces que él y Frank se habían reído juntos, en él protegiendo a Ezra en el hospital
como si su propia vida estuviera en juego, no la de otra persona. Cómo a pesar del rechazo,
Frank le había declarado a Paul que Ezra era suyo. Pero Ros tenía razón: sólo él podía tomar
decisiones sobre el futuro.
—Gracias. Tengo mucho en que pensar.
La puerta se abrió de golpe, sorprendiéndolos a ambos, pero en lugar de entrar, Dex se
quedó allí como un ciervo ante los faros, mirando a Ezra.
—Oh. Mi culpa. Pensé que Frank te había llevado de compras.
Tenía el mismo aspecto que esa noche, menos el delantal, los guantes y la sangre. Pero a
pesar de que la tensión mantenía rígidos los músculos de Ezra, sabía que no habría mejor
oportunidad que ésta para descubrir más.
—Tenemos donas, —dijo sin pensar.
Dex miró hacia el umbral como un vampiro que necesitaba una invitación explícita para
entrar, pero una mirada a la caja llena lo atrajo. —Frank me dijo que no viniera cuando
estuvieras aquí, pero sé que si tan solo pudiera explicarte lo que pasó, lo entenderías.
Ezra no estaba tan seguro de eso, pero apreciaba que Frank pensara en su comodidad. —
Claro. Pasa, —se oyó decir, aunque su imaginación evocó el desagradable olor a sangre.
Si quería tomar decisiones y recuperar cierto control sobre su vida, necesitaba más
información.
Ros sorbió su chocolate en silencio, pero Dex lo llenó sin problemas.
Agarró un donut y se sentó en la mesa, al lado de Ezra. —Sé que lo que viste se veía mal,
pero esos tipos a los que estaba cortando eran una escoria total, y solo me reía porque
Hammer me estaba leyendo su historia, y había algo allí acerca de que un tipo se estaba
poniendo manos a la obra70 con el otro. Como, 'ooh, no te pongas manos a la obra conmigo',
y yo estaba sosteniendo las manos, así que fue muy divertido cuando me imaginé
poniéndome manos a la obra. Con manos en mis manos.
Ezra se habría reído si Dex fuera un personaje de una película de acción, un justiciero
cómico exagerado, pero esto era la vida real, y la forma alegre en que hablaba sobre el
asesinato era horrenda.
Aún así, Ezra mantuvo la calma y asintió, tragando grandes tragos de chocolate para
darse más coraje. —¿Cómo que eran escoria?
Dex se metió todo el donut en la boca y sólo entonces lo masticó, levantando el dedo para
indicar que estaba llegando a él. La pausa le dio a Ezra un momento para notar la camiseta
que Dex llevaba debajo de su sudadera con capucha abierta. Era negra pero tenía un
estampado de color neón en el frente, con una señal de alto, un martillo y un reloj. ¿Los
símbolos significaban... 'Detente, es hora de beber71'?

70 Adaptación de la palabra que usa Dex que es “handsy” la cual significa tocar a otra persona de forma

sexual y viene de la palabra “hand” que significa “mano”.


71 La frase es “Stop, hammer time”, siendo “hammer time” una forma coloquial de decir que es hora de

darse un trago/beber. Sin embargo ya conocemos que Hammer es el novio de Dex, por lo que incluye ese
doble sentido en la camiseta.
¿Cómo era este tipo miembro de un club de motociclistas? Las habilidades que había
mostrado en ese contenedor debieron ser su boleto de entrada.
Dex tragó. —Entonces. Esos dos tipos robaron drogas, lo cual ya es bastante malo,
¿verdad? Había mucho dinero involucrado, pero luego, cuando los localicé con Hammer,
descubrimos que querían introducirlos de contrabando dentro de cachorros.
Ros comenzó a ahogarse con tanta fuerza que Dex se inclinó hacia él y le dio unas
palmaditas en la espalda, pero continuó como si nada hubiera pasado.
—Exactamente. Dulces cachorritos inocentes con la barriga llena de pastillas. Y es cierto,
porque ya se lo habían hecho a uno de ellos. Llegamos a tiempo para salvar a los demás,
pero a uno hubo que llevarlo al veterinario y todo. —Frotó el hombro de Ros—. Ese es el
que les traje esa noche. ¿Está bien?
—Sí, un amigo mío lo va a adoptar, —dijo Ros, agarrando una dona.
Dex abrió los brazos. —Entonces, lo que viste fue una especie de malentendido, porque lo
entiendo, se veía mal, pero en última instancia, se trataba de salvar cachorros, y no se
puede decir que sea algo tan terrible.
Ezra dudaba mucho que a quien le robaron las drogas le importara salvar a los cachorros,
pero Dex sonaba tan honesto en su disgusto que era fácil apoyarse en su versión de los
hechos. Y aunque no tenía sentido cuestionar el lado moral del tráfico de drogas en su
conjunto o por qué Dex estaba involucrado de alguna manera, Ezra asintió, queriendo que
se sintiera escuchado. —¿Alguna vez has hecho esto solo con personas al azar? Como…
¿sois sicarios?
Para sorpresa de Ezra, Dex se inclinó hacia delante y deslizó los dedos por su mandíbula.
—¡Noo! Cariño, somos como... hacemos lo que hay que hacer, pero no somos psicópatas.
Quiero decir, técnicamente, Hammer podría estar en ese espectro, pero me tiene como su
brújula moral, ¿sabes?
¿Perdón?
Ezra retrocedió, escapando del toque. —No necesitaba saber eso. ¿Qué pasa con Frank?
Porque ese era el objetivo de esta conversación.
—Frank es… quiero decir, es como el propietario72. Del cementerio. —Dex miró a Ros—.
¿Los cementerios tienen alquiler o se compra un lugar?
Ros se encogió de hombros, indicando que no tenía idea, por lo que Dex continuó.

72 Usa “landlord” que su traducción literal viene siendo “señor de las tierras”.
—Él se ocupa de todo lo que se le presenta, pero generalmente también elige con quién
trabaja. Pero no es que venga un camión de cadáveres todos los días. Es algo ocasional. La
mayor parte del tiempo está ahí afuera trabajando con la basura que la gente le trae, o
haciendo todas las cosas habituales del depósito de chatarra. Esto es enorme, por lo que
siempre hay algo que hacer. Le he estado diciendo que necesita contratar a alguien para
que lo ayude, pero dice que no tiene tiempo. ¿Pero cómo se supone que va a ganar tiempo si
no recibe ayuda? Lógica, hombre. —Dex se tocó la sien.
—Lo sé, él nunca está en casa, —murmuró Ezra, repentinamente molesto. Sobre
permanecer en la oscuridad. Sobre quedarse solo todo el día. Pero, sobre todo, estaba
enojado consigo mismo por no haber actuado antes—. ¿Puedes traerme coñac? ¿O vino
tinto? —preguntó, mirando a Dex.
Dex lo miró entrecerrando los ojos. —¿Tienes veintiún años? Ah, ¿qué diablos me
importa? Claro. —Él se rió y saltó de la mesa, agarrando una dona más.
Ros también se levantó. —Me iré.
La mano de Ezra se disparó a su muñeca, porque lo último que quería era dejar a Ros con
una mala impresión. Su vida nunca volvería a ser lo que solía ser y necesitaba cambiar las
cosas. Tal vez incluso tenga amigos que no quieran simplemente cotillear. —Hablemos
pronto.
—Claro, deberías venir a ver la escultura en la que estoy trabajando. —El rostro de Ros
se iluminó con una sonrisa genuina. Algo que los viejos amigos de Ezra nunca mostraron.
Dex mordió su segundo donut. —La he visto y sigo pensando que necesita dos pollas.
Ros puso los ojos en blanco y empujó a Dex hacia la puerta. Lo cual era agradable, porque
a pesar de que técnicamente era una persona segura, Ezra todavía se sentía incómodo por
estar a solas con Dex. —Ni siquiera necesita una polla.
Los vio irse y se hundió más en la silla mientras sus hombros se relajaban. Había llegado
el momento de romper el punto muerto entre él y Frank, cueste lo que cueste. Le deberían
quedar unas horas para prepararse, pero tomaría medidas.
Cuando su mirada se posó en las donas, su sangre cantó con nueva energía y agarró una
con glaseado negro y rellena de crema. Era enorme, grasa y con carbohidratos, y
representaba todo lo que uno debía evitar para mantenerse en forma y saludable, pero
nadie moría por comerlo. Ros lo hacía y parecía el hermano más guapo de Legolas. Si Ezra
iba a enfrentarse a los demonios de Frank, además de a los suyos propios, no podría tener
miedo de algo tan mundano como los productos horneados.
Cuando mordió y el azúcar se derritió en su lengua, se sintió lleno de vida.
Capítulo 27
Frank
Pasar calor y sudar mientras cortaba muebles podridos no era la idea de diversión de
Frank, pero ayudaba a aliviar algo de la tensión con la que ahora vivía todos los días.
El sol ya se estaba poniendo, pero no regresaría a casa hasta que no pudiera retrasar más
su regreso, porque su presencia ponía nervioso a Ezra. Si bien no fue culpa de Frank que
Paul comenzara a cazar a Ezra, todas las demás calamidades en la vida de Ezra sí lo eran.
Las heridas en su hermoso rostro, las cicatrices emocionales de las mentiras y las pesadillas
sobre personas desmembradas eran el resultado de que el destino lo pusiera en el camino
de Frank.
Si nunca se hubieran conocido, tal vez Ezra estaría ahora mismo en la soleada California,
descansando junto a la piscina y disfrutando de la atención de alguien que podría hacer
realidad todos sus sueños. Allí era donde pertenecía, no al pozo de muerte y negocios
sucios de Frank. Ni siquiera en su brazo durante la competencia de Hombres Fuertes que
tuvo lugar mientras Ezra aún estaba en el hospital. Frank la había olvidado hasta que un
compañero deportista lo llamó para preguntarle por su ausencia, pero no importaba.
Nada importaba hasta que lograra ayudar a Ezra a ponerse de pie.
No le prestó mucha atención al zumbido de un motor que se acercaba, ya que estaba justo
al lado de la carretera principal que cruzaba el depósito de chatarra, pero cuando el
vehículo se detuvo a sus espaldas, bajó el hacha y miró por encima del hombro. El viejo
Ford de Dane se abrió, escupiendo a Jag, a quien pronto siguió su novio.
—¡Frank, Frank!
Frank se enderezó y dejó caer el hacha, congelado hasta los huesos. Si Jag había
conseguido que Dane lo llevara, esto tenía que ser serio. —¿Qué pasa? ¿Ezra está bien?
—¿Qué? Sí, está bien, —dijo Dane, acercándose también.
Jag se paró detrás de su novio y se puso de puntillas en un obvio intento de ser un poco
más alto mientras lo abrazaba por detrás. —Ezra te quiere en casa.
Frank se quedó quieto y ladeó la cabeza hacia ellos dos. —¿Por qué? ¿Qué está
sucediendo?
Dane señaló a Jag. —Jag dice que es urgente.
—¿Urgente cómo? Necesito que uno de ustedes sea mucho más específico. Tengo mucho
trabajo que hacer aquí.
Dane frunció el ceño en una expresión de desaprobación que rara vez se permitía, por
muy educado que fuera. —Vamos, Frank. Quiere que vuelvas a casa. ¿Desde cuándo no
quieres verlo?
Jag se olió el pelo y se encontró con la mirada de Frank. —Pensé que querías que él fuera
tu compañero. ¿Eso cambió?
—¿Qué importa lo que quiera si él no piensa en mí de la misma manera? A veces es
necesario ser un hombre y aguantar el rechazo. He sido muy claro sobre lo que siento por
él en el pasado. El barco ha zarpado. —Negó con la cabeza y tomó el hacha, listo para volver
al trabajo. Su vida amorosa, o la falta de ella, no era una emergencia.
Dane se acercó, claramente decidido a no darle descanso a esto. —¿Por qué insistiría en
hacerte regresar a casa si no quisiera verte?
Jag asintió. —¡Exactamente! Y he visto a Dex entregarle alcohol y a Ros traerle comida...
—¿Y ese espionaje? —Frank espetó, aunque la idea de que Dex le llevara alcohol a Ezra
era... preocupante.
Dane se aclaró la garganta y se puso erguido como si pensara que era el Capitán América
a punto de darle un buen consejo al joven. —A Jag le gusta vigilarlo porque lo dejas solo
todo el día.
Frank soltó el hacha. De nuevo. Porque ya podía ver que no había salida. Los dos
tortolitos lo molestarían hasta que regresara a casa. Bien. Simplemente les demostraría a
ellos y a sí mismo cuánto Ezra no lo quería cerca.
—No es un perro, puede pasar tiempo solo. Se está recuperando de sus heridas, mira
televisión y vende cosas en eBay, no es una tortura.
Jag gruñó. —Si Dane me pidiera que viniera, lo dejaría todo e iría. ¡Si descuidas así a tu
pareja, él encontrará a otra persona!
Dane parpadeó y volvió a mirarlo. —Yo no…
Jag lo besó con una sonrisa. —Lo sé, pero Frank necesita comprender la gravedad de la
situación.
Frank respiró hondo y contó hasta diez. —Bien, voy a casa. ¿Feliz?
El rostro de Jag se iluminó. —¡Sí!
Dane asintió, probablemente dándose cuenta de que la pregunta era retórica. —Él me lo
dirá si desapareces a mitad de camino, —dijo, como si Frank pudiera dejarse influenciar
por la presión de un hombre casi quince años más joven.
Pero lo que sea. Siempre podía ver lo que Ezra quería y luego volver a trabajar.
Frank negó con la cabeza y ni siquiera se despidió antes de dirigirse a su camioneta.
Vivir con Ezra durante las últimas cuatro semanas no había sido fácil. A Frank le dolía ver
a la persona que amaba sufriendo, pero no poder expresar sus sentimientos hizo que todo
fuera aún más difícil. Así que el lugar al que llamaba hogar ya no era más que un refugio.
Una vez que Ezra decidiera irse, probablemente se sentiría aún peor, como el armazón de
un edificio.
Quizás entonces Frank simplemente incendiaría el lugar en un intento de enterrar el
pasado y construir algo completamente nuevo.
Condujo directamente a casa y, aunque afuera ya estaba oscureciendo, el brillo que venía
del interior no le resultaba atractivo. Era una advertencia, ahuyentándolo como si fuera un
animal salvaje acechando alrededor de una hoguera en el bosque. Pero era mejor quitarse
la tirita más temprano que tarde, así que saltó del camión y caminó directamente hacia la
puerta.
Estaba a punto de tocar, ya que Ezra se asustaba fácilmente estos días, pero cuando la
puerta se abrió antes de que tuviera la oportunidad de hacerlo, el corazón de Frank se
detuvo antes de lanzarse al galope.
La camisa de seda que llevaba Ezra dejaba al descubierto la parte superior de su pecho. A
pesar del yeso y el cabestrillo, Ezra lucía elegante y refinado con el mismo top que llevaba
la noche en que se conocieron. La boca de Frank se secó cuando pudo echar un vistazo al
pezón de Ezra.
¿Era esto una especie de premio de consolación para él en la noche en que Ezra
anunciaba su partida? Frank había pensado que Ezra al menos esperaría a que le quitaran
el yeso.
—Um… oye. ¿Jag me dijo que había algo urgente? —preguntó, acercándose, incapaz de
evitarlo. Como una polilla a la llama.
Ezra exhaló y, aunque su lenguaje corporal todavía mostraba un deseo de mantener la
distancia, le ofreció a Frank una sonrisa. —Es tarde. Pensé que podríamos comer juntos, —
dijo, dando un paso atrás para dejar entrar a Frank.
Frank se lamió los labios. —¿Cocinaste para mí?
Esta era definitivamente una cena de despedida. El alcohol estaría ahí para suavizar el
golpe, justo como cuando Ezra le había dicho que se iba a Los Ángeles. Sólo que esta vez no
habría sexo de despedida, porque Frank no aceptaría sexo por lástima.
Tal vez esto sería mejor, pero Frank ya extrañaba tener a Ezra cerca. Su deseo de tenerlo
aquí por un tiempo más era egoísta, pero en el fondo también le preocupaba que, sin nadie
que lo controlara, Ezra pudiera consumirse en el duelo por un futuro que ya no podría
tener.
—Estoy haciendo pasta, —dijo Ezra, mordiéndose el labio.
Frank no volvería a trabajar, ¿verdad? No había otra manera. Tenía que aceptar su
destino, cualquiera que fuera.
—Estoy todo sudado, déjame darme una ducha rápida, —dijo, eligiendo cruzar el umbral
y entrar en la calidez del aire con aroma a tomate.
—No tardes mucho, —dijo Ezra, pasando por una mesa puesta para dos, con una planta
artificial en el medio—. Esta casi terminado.
—Bueno. Huele bien. —Frank se atrevió a sonreír antes de dirigirse a la ducha, pero
sintió como si retrasara la inevitable caída de la guillotina. Por otra parte, si iba a recibir
malas noticias, al menos no apestaría mientras sucedieran.
Puede que Ezra no lo recuerde con cariño, pero tal vez al menos no sentiría ningún
disgusto al recordar el tiempo que pasaron juntos.
El gran peso en el pecho de Frank no disminuyó durante la breve ducha, pero cuando
regresó a la sala con una ropa limpia, se sintió al menos más humano. Era la primera vez
que se sentaban en la misma mesa desde el regreso de Ezra del hospital, y trató de no
emocionarse por eso. Tal vez alguien como él realmente no merecía amor, y era hora de
enfrentar ese hecho en lugar de esconder la cabeza en la arena y fingir que simplemente no
tenía tiempo para tener una cita.
—Siéntate, —le dijo Ezra, usando unas pinzas para colocar largos espaguetis con salsa de
tomate en dos platos. Frank ansiaba ayudarlo, ya que tener una sola mano hacía que tareas
tan simples fueran innecesariamente difíciles, pero no quería sugerir que Ezra era incapaz
de cuidar de sí mismo y terminó haciendo lo que le decía.
—Gracias. De hecho tengo mucha hambre. ¿Cuál es la ocasión? —pidió sacar eso del
camino.
Miró fijamente el rostro de Ezra cuando la mano elegante que ansiaba cubrir con besos
colocó el plato frente a él. La cicatriz más grande en el rostro de Ezra era prominente
debido a su enrojecimiento, pero no afectaba su estructura facial, que era tan
impresionante como siempre. En todo caso, la imperfección lo hacía parecer más real a los
ojos de Frank, más tangible. No era un ángel ni un modelo de portada de revista, sino
alguien a quien Frank podía tocar, besar y hacerle todo tipo de cosas indescriptibles.
No es que Ezra quisiera volver a querer algo así.
—Te lo dije, ya no hablamos mucho, —dijo Ezra, sentándose cerca de Frank con una
botella grande de vodka. Pareció confundido por un momento, como si recién ahora
hubiera recordado que no tenía su otra mano para desenroscarla. Su mirada se posó en
Frank.
Oh. Así que ese había sido el objetivo de las disposiciones sobre alcohol. Para que se
pudieran relajar un poco. Frank seguro que lo necesitaba, así que abrió la botella sin perder
tiempo.
—Lo lamento. No pensé que fuera algo que necesitaras de mí, —dijo mientras la culpa lo
aplastaba por otro de sus fracasos. Incluso había discutido ese punto con Jag y Dane como
un viejo gruñón cuando Ezra se consumía solo y esperaba una palabra suya.
—No creo que haya sido muy divertido estar cerca de mí últimamente, así que lo
entiendo. No es a lo que estás acostumbrado de mi parte, —dijo Ezra en voz baja,
observando cómo se vertía el licor claro en un vaso.
—Has pasado por mucho. Tienes derecho a estar enojado o molesto. Sólo desearía poder
ayudar. —Frank tomó un trago y disfrutó del ardor, pero luego agarró el tenedor para picar
la comida.
Ezra exhaló y hizo girar un poco de pasta integral con pollo y salsa en su tenedor. —Tal
vez sí, pero ¿y tú?
—¿Mmm? ¿Qué hay de mí? Estoy bien. Mis manos están completamente curadas y eso fue
lo único con lo que yo tuve que lidiar. —Frank se encogió de hombros y hurgó en la comida,
dolorosamente consciente de lo cerca que estaba de Ezra. Lo suficiente para sentir el olor
provocador de la colonia picante de Ezra, o vislumbrar un pezón cada vez que Ezra se
inclinaba hacia adelante. ¿Era una tortura o el cielo? No estaba seguro.
—Eso no es cierto, ¿verdad? —Preguntó Ezra, encontrando su mirada—. Tienes que
lidiar conmigo, con mi estado de ánimo y... con todos los problemas que causé, —añadió,
sacudiendo la cabeza mientras sus ojos se oscurecían un poco.
El primer instinto de Frank fue negarlo, afirmar que nada le molestaba, para que Ezra
pudiera sentirse más tranquilo, pero tuvo la sensación de que Ezra no quería sutilezas.
Quería tener una conversación y Frank sólo podía mentir durante un tiempo.
—No eres una carga, Ezra. Es sólo que... a veces es un poco difícil estar cerca de ti, debido
a nuestra historia. Así como ver a Paul me recuerda cosas que no quiero recordar, verte a ti
me recuerda cosas que no quiero olvidar. Pero estar expuesto a eso puede doler.
Ezra inhaló y vació su vaso de vodka. Su rostro era hermoso incluso cuando el agudo
amargor del líquido le hacía hacer una mueca. —Hablé con Ros antes y me arrepiento de no
haber hecho más preguntas cuando hablamos de Paul y tú.
Una alarma sonó en la cabeza de Frank, pero al menos tenía comida deliciosa con la que
calmarse. —¿Por qué? Todo es historia.
—Una historia que todavía nos afecta a ambos. Y quiero saber qué pasó. ¿Por qué
trabajaste con él? ¿Porque te detuviste? ¿Por qué sigue reapareciendo como un sarpullido
desagradable? —Ezra preguntó y les sirvió más bebida.
Si Ezra quería saberlo todo, Frank definitivamente necesitaba otro trago. —Puedes dejar
cosas atrás, aprender de ellas, pero aún así permanecen contigo y te convierten en la
persona que eres ahora. Mi pasado es feo, Ezra. Y supongo que piensas bastante mal de mí
por lo que hago en el presente. No quería que tú también vieras toda la mierda que dejé
atrás.
Ezra se acercó, sus ojos ámbar como dos velas iluminando a Frank para interrogarlo. —
¿Me lo dirás si te lo pregunto?
Una herida en carne viva se abrió dentro de Frank como si Ezra la estuviera abriendo con
sus dedos desnudos, por lo que tomó otro trago de vodka para desinfectar la tierna carne.
—Si eso es lo que quieres, lo haré. No necesito guardarte secretos. —Porque si Ezra
quisiera incriminarlo, ya tenía toda la munición necesaria y Frank no iba a atraparlo aquí
para siempre.
Exhalando, encontró la mirada de Ezra y puso su destino en esas delicadas y hermosas
manos. La nariz aún hinchada se ensanchó cuando Ezra asintió, masticando su comida sin
prestarle atención, como si solo le importaran las cosas que Frank pudiera decirle.
Frank respiró hondo. —Cuando los dinosaurios todavía vagaban por la tierra y yo tenía
diez años, —Ezra negó con la cabeza con una pequeña sonrisa y pateó el pie debajo de la
mesa—, mi mamá nos dejó a mí y a mi hermana con mi papá y regresó a Nueva Zelanda.
Puede que esto no parezca que tenga mucho que ver con Paul, pero llegaremos allí.
Ezra tragó y comió más espaguetis, pero su atención parecía absorbida por las palabras
de Frank. Después de cuatro semanas de evitarse el uno al otro, fue como si se accionara un
interruptor, y aunque esto no se parecía en nada a la sensación de familiaridad de antes del
accidente, la dopamina corrió por las venas de Frank.
—La cuestión es que mi padre no era un buen hombre, y no culpo a mi madre por cruzar
el océano para escapar de él, pero eso me dejó a mí, como el hijo mayor y su nuevo objetivo.
Tenía que crecer rápido y lo hice. No sólo mentalmente, sino también físicamente. Cuando
era adolescente, era grande, enojado, pobre y gay. No es una gran combinación, pero cuanto
más violento me ponía, más podía ver a mi padre retroceder.
Frank abrió la boca para continuar, pero se quedó sin aliento cuando Ezra puso su mano
en su antebrazo, llenando la fina capa de aire que los separaba con fuegos artificiales.
—Lo siento, —susurró.
Frank tragó y lentamente entrelazó sus dedos cuando Ezra no retrocedió. Tal vez era
codicioso de su parte robar el contacto de esta manera, pero lo disfrutaría de todos modos.
—Para corregir la parte de ser pobre, me metí en una pandilla. La mayoría de los tatuajes
de tigre que tengo son de esa época. Y para esos chicos ni siquiera era un problema que yo
fuera gay. En retrospectiva, puedo ver que lo único que les importaba era que yo no tuviera
miedo y tuviera la fuerza para respaldarlo. Pero me sentí aceptado, me compré el mejor
auto que pude permitirme y me follé a cualquier chico lindo que no me tuviera demasiado
miedo.
Ezra sacudió la cabeza y frotó la mano de Frank con el pulgar, tragando saliva. —Tienes
el aura de alguien peligroso. Cuando te vi por primera vez, estaba... preocupado. Es una de
las partes difíciles de ser escort. Se ve mucha gente a puerta cerrada.
Frank le apretó la mano con más fuerza. —Lamento que te hayas sentido así. ¿Es por eso
que estabas en contra del bondage? Lo entiendo. ¿Por qué confiarías en un gran bastardo
tatuado que ni siquiera pagó su servicio?
Ezra se encogió de hombros y se acercó de nuevo, hasta que su rodilla encontró la de
Frank debajo de la mesa. —Incluso las personas más guapas pueden hacer algo
impredecible. Las personas que nunca tuvieron que vivir bajo el mismo techo con mi padre
siempre pensarían que era muy educado y amable. Y puede serlo cuando está de buen
humor. Nunca supe cuándo cambiaría y eso se me quedó grabado.
Frank quería abrazarlo, encerrarlo en un capullo de seguridad, porque entendía el
significado detrás de las palabras de Ezra. Dolorosamente. —¿Es por eso que no estás en
contacto con tu familia?
Ezra se lamió los labios. —Mis padres son ambos… difíciles a su manera. Mi papá llegaba
a casa enojado y descargaba todo eso sobre nosotros. La mayoría de las veces, simplemente
era desagradable, pero a veces se volvía físico. No de esta manera estereotípicamente
violenta, pero me abofetearía si pensaba que hice algo mal o me empujaría. A veces,
realmente no lo veía venir.
—Él hizo lo mismo con mamá, pero ella no quiere dejarlo, así que no puedo ayudarla.
Especialmente ahora, después de convertirme en acompañante. Literalmente fingió
vomitar cuando se enteró. —Ezra giró los hombros, como si ya no pudiera soportar la
tensión que los mantenía rígidos—. Aunque siento que ella me preparó para esto. Ella me
animó a lucir bonito y a encontrar un chico que me cuidara.
Frank se haría cargo de Ezra en un abrir y cerrar de ojos, pero decirlo habría hecho que
Ezra se sintiera incómodo, así que se quedó callado, ansioso por besarlo para alejar la
tristeza que eclipsaba el hermoso rostro de Ezra.
Ezra se lamió los labios. —Entonces, supongo que lo que estoy tratando de decir es que
entiendo cómo tener tantas ganas de salir de casa puede llevar a decisiones que tienen su
propio peso. Y también me encantaba el dinero que llegaba sin las ataduras de mi padre.
Llegar a follarme a cualquier chico que quisiera cuando no estaba trabajando y sentir que
nadie podía decirme qué hacer. Me sentí poderoso.
Frank asintió, sorprendido de lo similares que eran sus situaciones en esencia. —Pensé
que era intocable. Alguien a quien otros acudían con problemas. Luego Paul se unió a la
pandilla durante algunos problemas que tuvimos con la policía, y se desató el infierno.
Hicimos tonterías varias veces, pero rápidamente descubrimos que había mejores formas
de conectarnos. Era mayor que yo, vicioso y me impresionó. Yo ni siquiera tenía veinte años
cuando comencé mi primer trabajo con él, y no sabía realmente de qué se trataba hasta que
la mierda se desató. Fuimos a recuperar algunas armas de un tipo que se las robó y
terminamos matándolo. Sucedió tan rápido que me tomó horas comprender realmente que
le habíamos quitado la vida a alguien.
Ezra soltó a Frank para servirles más alcohol a ambos, pero sus dedos estaban atrás,
apretando los de Frank como lo hacían antes de que las cosas se complicaran. Palideció
pero no apartó la mirada.
—¿Cómo fue eso?
Frank se bebió la bebida, ya no estaba de humor para terminar su pasta. —Horrible.
Emocionante. El peor dia de mi vida. Y un viaje de poder absoluto. ¿Y el respeto que recibí
de la gente cuando se corrió la voz? Enorme. Paul me animó y nos convertimos en un
equipo de dos hombres para los trabajos más difíciles. Nos ocupamos de la mierda juntos,
entrenamos, alquilamos un apartamento para nosotros dos e incluso formamos doble
equipo con algunos chicos. Al mismo tiempo, estaba en un lugar donde sólo vivía el día a
día. Sentí que podía morir en cualquier momento, así que nada importaba realmente y no
planeé mi futuro.
Ezra tragó y tocó el pelo del dorso de la mano de Frank. —¿Qué cambió?
—Mi abuelo volvió a aparecer en escena. No estaba en contacto con él, pero mi padre
murió en un accidente automovilístico y creo que quería volver a conectarnos. Él era el
dueño de todo este lugar antes que yo. Hablar con él era muy diferente a las conversaciones
superficiales con todos mis amigos. No estaba ciego, podía ver que yo era una mala semilla.
Incluso acepté su primera invitación sólo porque esperaba obtener algo de dinero de él.
Pero me hizo preguntas sobre el futuro, algo que ignoré hasta entonces, y empezamos a
reunirnos aproximadamente cada semana. Con él podría ser, digamos… más suave. Olvidé
cómo ser así con Paul.
—Al mismo tiempo, Paul se volvió agresivo con respecto a un próximo trabajo que yo
consideraba demasiado arriesgado. La pandilla quería deshacerse de un tipo que nos delató
a la policía. Paul insistió en que necesitábamos enviar un mensaje, por lo que quería que
fuera público. Quería colocar un explosivo en el coche del tipo, pero a mí me preocupaban
los transeúntes inocentes. Incluso entonces, intenté tener algún tipo de código moral. Sé
que esto puede que no te importe, pero nunca quise lastimar a nadie que no lo mereciera.
—No recuerdo exactamente cómo, pero le expresé algunas de mis preocupaciones a mi
abuelo. Creo que tal vez me estaba quejando del dinero y él me dijo que podía venir a
trabajar para él, construirme un futuro, aprender sobre su negocio y hacerme cargo del
depósito de chatarra en el futuro. Fue como si encendiera una chispa al final de un túnel
oscuro. De repente, el respeto que recibía de mi pandilla no era el de estar sentado en un
trono, sino el de estar encadenado a él.
Ezra hizo que Frank sintiera lo mismo que el abuelo. Hizo que Frank quisiera ser mejor.
Ser confiable y honesto, alguien a quien Ezra nunca tendría que temer. Había pasado
mucho tiempo trabajando en soledad, sin nadie a quien llamar suyo, pero los iris cobrizos
de los ojos de Ezra prometían posibilidades con las que rara vez se permitía soñar.
—Estoy feliz de que lo tuvieras en tu vida. Creo que debiste haberlo seguido a él en lugar
de a tu padre, —dijo Ezra.
Frank sonrió, acariciando la mano de Ezra a pesar de que lo que estaba a punto de decir
no era nada por lo que sonreír. —Tal vez lo que tengo en común con él es que también
actué demasiado tarde. Le creí a Paul cuando dijo que el trabajo estaba bien preparado y no
retrocedí aunque yo quisiera. Sólo fui con Paul porque dijo que me necesitaba en caso de
que el tipo se escapara de alguna manera.
—Lo que siguió fue un desastre absoluto. Un baño de sangre... —La voz de Frank tembló,
así que se tomó otro trago y se lo bebió—. Nuestro objetivo no salió solo. Se iba de
vacaciones con toda su familia. No actué lo suficientemente rápido, dudé y segundos
después, los cinco estaban muertos o agonizando. Él, su esposa y sus tres hijos. La sangre
cubría el pavimento, recuerdo vívidamente las tripas de alguien deslizándose por una
alcantarilla como una serpiente. Hubo un grito impío, como un lamento por todos los que
ya estaban muertos, y luego simplemente se detuvo. Pensé que estaba acostumbrado a la
sangre, pero ese día rompió algo en mí.
La expresión de Ezra era tensa, pero no soltó la mano de Frank y no importaba mucho si
era por el bien de Frank o por el suyo propio. Ambos necesitaban apoyo esta noche. —¿Fue
entonces cuando lo dejaste?
Frank asintió. —Nunca pude arreglar lo que pasó, pero le dije a Paul que no volvería a
matar. Ambos nos lanzamos mierda el uno al otro y creo que él entendió que lo que hizo fue
mi última gota. No fue sencillo, pero me desenredé de la pandilla con el pretexto de que
necesitaba cuidar a mi abuelo. Por extraño que parezca, fueron comprensivos. Pero con
esas conexiones todavía en el espejo retrovisor, cuando heredé el lugar, terminé siendo la
persona a quien acudir cuando era necesario esconder o desaparecer algo, porque este
lugar es muy vasto y remoto. No me encantaba, pero apenas llegaba a fin de mes con
negocios legítimos, y el trabajo sucio ocasional mantenía a flote el depósito de chatarra. Y
luego mi hermana se enfermó e hice lo que tenía que hacer.
Las emociones pasaron por los rasgos de Ezra como trenes de carga veloces en
direcciones opuestas. —¿Son todos malas personas?
—Sí, ese es el trato con el club de motociclistas y las pocas personas que lo saben. No soy
perfecto, Ezra. Nunca compensaré lo que hice, pero trato de continuar el legado de mi
abuelo a mi manera. No es fácil cuando eres gay y estás al margen de la sociedad, así que
ayudé a Jag cuando lo necesitaba, le di una mano a Shane y le hice un lugar en mi casa a
Dex. En el proceso, también les ensucié las manos, pero la vida no es blanco o negro. Nos
apoyamos unos a otros como familia, no como en la pandilla, donde todo se trataba de ser
útiles. No como con Paul.
Ezra asintió y sus labios se estiraron en la más suave de las sonrisas. Frank se habría
tragado una anguila viva para recibirla más a menudo. —Todos te aman como a un
hermano mayor, —dijo y apretó la mano de Frank con tanta ternura que la esperanza
iluminó todo el cuerpo de Frank.
Respiró hondo, impulsado por el alcohol que corría por sus venas. —Y estoy feliz de
brindarles a las personas un lugar al que puedan llamar hogar. Eso um... te incluye a ti, Ezra.
Cuando los ojos de Ezra se iluminaron, Frank continuó—: Sé que tienes grandes planes y
que tarde o temprano los lograrás, pero hasta entonces, podrías quedarte aquí de forma
más permanente si no me desprecias. Te he visto poniendo cosas en eBay, arreglando mi
contabilidad. Eres muy bueno en estas cosas. Si te quedaras más tiempo, podría construir
una extensión de esta casa, darte tu propia entrada y todo eso.
Tan rápido como Ezra le había ofrecido a Frank el sueño de tal vez arreglar las cosas
entre ellos en el futuro, todo eso desapareció cuando Ezra lo soltó y se levantó, alejándose
unos pasos de la mesa. El pecho de Frank se apretó cuando vio los hermosos hombros subir
y bajar a un ritmo agonizantemente lento mientras su corazón contaba fracciones de
segundo antes de lo inevitable.
Lo había jodido. Ezra sólo había querido aclarar las cosas antes de dejarlo atrás, y había
cruzado límites invisibles.
Ezra habló antes de poder disculparse. —Está bien. Lo entiendo. Estaré fuera de tu
alcance. Mañana.
Frank no estaba seguro de cómo entender eso. —¿Qué? Ezra, acabo de decir que podrías
quedarte. ¿No te gusta el trabajo? Podrías hacer otra cosa. O nada —añadió, no queriendo
que Ezra sintiera que tenía que trabajar para ganarse la vida.
Todavía de espaldas a él, Ezra se cruzó de brazos sobre el pecho y respiró larga y
laboriosamente. —No necesito compasión, Frank. Entiendo que no quieres este tipo de
carga cuando ya no soy como era, —dijo con una voz hecha de cristales rotos y agujas.
Frank tragó y se levantó tan abruptamente que su silla se cayó. —¿Qué 'carga'? No eres
una carga. Tú… alegras mi vida. ¿De qué estás hablando?
—¿Entonces por qué ya no quieres verme? Pensé que podríamos… volver a como eran las
cosas.
Cuando su voz se convirtió en un sollozo, Frank corrió hacia él presa del pánico y lo
abrazó por detrás, desesperado por no verlo derramar otra lágrima. —No, dulzura, claro
que quiero verte. Todo el tiempo. Cada día. Cuando me despierto y antes de irme a dormir,
—dijo entre dientes, sin querer ocultarlo más—. Pero no puedo esperar que aceptes mis
manos sucias. Pensé que esto habría sido lo que querías.
Frank todavía estaba procesando lo que Ezra había dicho, porque no podía comprender
que después de todo lo que había escuchado esa noche, Ezra podría quererlo.
La respiración de Ezra sonaba laboriosa cuando se giró y se acercó, ocultando su rostro
de la vista de Frank. —Soy un desastre. Ya te he costado mucho tiempo y dinero, y es
posible que siempre tenga cicatrices feas. Pero nunca me sentí así, Frank. Sólo contigo.
La boca de Frank se secó y los latidos de su corazón se aceleraron. Ahora se arrepentía de
haber discutido con Jag por haber regresado temprano a casa. Esto era por lo que Ezra
quería que volviera, y había estado demasiado atrapado en su propia cabeza para verlo.
Acarició las perfectas ondas en su cabello negro, eufórico y aturdido como si se hubiera
bebido una botella entera de vodka, no un par de tragos. —Bebé… te entiendo. Y las
cicatrices no son feas. Son sólo cicatrices. Justo hoy estaba pensando en lo hermoso que
eres, en lo mucho que extraño tocarte, en lo feliz que me hace cuidarte.
Ezra respiró hondo y se secó los ojos antes de inclinarse hacia atrás para mirar a Frank.
Tenía los ojos rojos y húmedos y el rostro todavía hinchado por las heridas sufridas hacía
casi un mes, pero su alma maltrecha era tierna y dulce. Frank quería hacerlo suyo.
—Tal vez fue mejor que todo esto haya pasado, porque si no fuera así, estaría muy lejos.
Nunca te volvería a ver y te extrañaría, extrañaría… esto.
—¿No crees que habrías sido más feliz allí? —preguntó Frank. Tal vez estaba un poco
necesitado, pero estaba muy abrumado por las posibilidades que se abrían frente a él. Este
hombre era la persona más preciosa que jamás había conocido y haría todo lo posible para
hacerlo feliz.
Ezra apretó sus párpados para evitar las lágrimas. —Frank, nunca antes había sido feliz.
Nunca. ¿Orgulloso? ¿Cómodo? Sí, pero no feliz. Me sentí diferente a tu alrededor. Me sentí
bien. Confié en ti. ¿Tú y yo? Se siente bien, —susurró, colocando su mano sobre el pecho de
Frank.
Frank la apretó con la suya, ahogándose. El muro que los había mantenido separados
durante semanas se derrumbó, y en lugar de usar martillos para alcanzarse, tentativamente
abrieron puertas al corazón del otro al mismo tiempo.
—Todavia te amo. Nunca dejé de hacerlo. Si me dejas cuidar de ti, prometo hacerte feliz.
—Frank se inclinó para robar un beso de los labios temblorosos de Ezra.
La chispa entre sus bocas se extendió hasta las puntas de los dedos de los pies de Frank
cuando Ezra cayó sobre él con un suave gemido, como si su cabeza estuviera dando vueltas.
—Por favor. Hazme feliz. —Pero cuando Frank quiso besarlo de nuevo, Ezra se apartó con
una pequeña sonrisa y corrió al dormitorio, dejándolo con colibríes en el estómago.
El rostro de Frank se calentó cuando Ezra salió con una caja grande que Frank había
metido debajo de la cama mientras limpiaba. Contenía todo el equipo de bondage que no
había usado en mucho tiempo, y el hecho de que Ezra se lo presentara hizo que las encías
de Frank hormiguearan de excitación.
Ezra lo miró con esos hermosos ojos dorados, haciendo que el corazón de Frank diera un
vuelco.
—Confío en ti, —susurró Ezra.
Capítulo 28
Ezra
Las personas que habían dado forma a la vida de Ezra no le ofrecían motivos para confiar
en nadie. Pero el hombre que estaba frente a él, con motas doradas en los ojos y brazos
como de acero, se sentía como un hogar que podía enfrentar cualquier tormenta,
manteniéndolo a salvo y seco.
El corazón de Ezra latía en proporciones iguales de miedo y euforia, pero puso la caja de
juguetes sexuales sobre la mesa y la empujó hacia Frank, porque ya había terminado de
huir de sus propios demonios. No necesitaba precauciones cuando se trataba de Frank.
—¿He mencionado que eres lo mejor de mi vida? —Murmuró Frank, inclinándose para
darle un suave beso mientras acercaba a Ezra con sus enormes manos que siempre se
sentían tiernas en lugar de amenazantes—. Quiero besar cada centímetro de ti.
Su toque fue como un trago de agua fría después de horas en el desierto, y Ezra se
encontró temblando cuando se le puso la piel de gallina. —Extrañé esto, —susurró,
poniéndose de puntillas para estar un poco más cerca de Frank.
Las manos deslizándose alrededor de su cintura y hasta su trasero debilitaron sus
piernas. No tenía idea de lo caliente que había estado antes de que Frank lo tocara.
—¿Mi lengua? —Frank bromeó y lamió la comisura de la boca de Ezra.
Oh Dios.
—Todo. Tú. Todo tú, —le dijo Ezra, colocando sus manos en brazos que podrían
dominarlo con tanta facilidad. Frank era una bestia peligrosa, pero no para él. Nunca para
él. Cualquiera que quisiera hacerle daño debía tener miedo.
—Pensé que te había perdido, —dijo Frank y le apretó el trasero. Sus besos llegaron
hasta la mandíbula de Ezra, con la reverencia de un peregrino que había llegado a las
puertas de un templo y estaba a punto de disfrutar de la gloria de las reliquias sagradas. No
le importaban las cicatrices, y si bien eso tenía mucho sentido, considerando el tipo de
persona que era, aun así se sentía como una revelación.
La belleza por la que amaba a Ezra iba mucho más allá de su apariencia, y saber esto hizo
que Ezra quisiera convertirse en la persona que Frank veía en él. —Yo también pensé lo
mismo. Quizás sea egoísta de mi parte, pero quiero confiar en ti en todo. Cuando dices que
esas personas merecían lo que recibieron, te creo, —dijo Ezra, fijando sus ojos en los de
Frank mientras las manos firmes se posaban en su cintura, sosteniéndolo cerca.
Los dedos de Frank hurgaron debajo de la camisa de Ezra mientras mordisqueaba su
mandíbula. Él había deseado esto por mucho tiempo. Era tan obvio como el hecho de que
amaba a Ezra, no sólo lo que Ezra podía hacer por él.
—Eres un tesoro, dulzura. Ah, pero las cosas que te haré esta noche… Olvidarás que
tienes un pasado o un futuro.
La sangre salió del cerebro de Ezra, corriendo entre sus piernas cuando Frank lo hizo
girar como si fuera un títere y cubrió todo su pectoral con una mano. Ardía, pero de una
manera que lo hizo inclinarse ante el tacto cuando la barba incipiente raspaba su
mandíbula antes de que una lengua caliente trazara una línea por su cuello.
—Te diría que te desnudaras para mí, pero obtendrás un regalo por ese brazo. Dime si te
duele algo, —susurró Frank y desabotonó la camisa de Ezra—. Te quiero desnudo antes de
elegir cómo atarte.
Cada letra de esas tres últimas palabras hizo que el cuerpo de Ezra vibrara con una
mezcla de ansiedad y alegre anticipación. Sabía con certeza que Frank lo dejaría ir en el
momento en que se lo pidiera, pero todavía no estaba acostumbrado a ceder tanto control
durante el sexo. En la cama, era sumiso y le gustaban los hombres grandes y fuertes, pero si
bien cualquier control que tuviera alrededor de ellos podría ser una ilusión, estaba ahí,
manteniéndolo cuerdo. Este sería un paso hacia un bosque que anteriormente había
resultado peligroso, pero confiaba en Frank para mantenerlo a salvo.
—Por favor. Sigo olvidando lo molesto que es este yeso, —dijo con una pequeña sonrisa,
lo que provocó que Frank le desabrochara la blusa y luego le quitara la tela suave y
refrescante mientras manipulaba con cuidado el brazo y el cabestrillo.
—Espero que esté sanando bien. —Frank preguntó y besó la nuca de Ezra, pero no estaba
dispuesto a perder el tiempo y desabotonó los pantalones de Ezra al mismo tiempo. La
forma en que la tela presionó contra la polla de Ezra hizo que su cabeza girara, y se inclinó
hacia Frank, listo para abrir su apetito presionando sus bocas juntas.
—No puedo esperar a estar completamente curado para poder besarte. Y luego poner
mis labios alrededor de tu polla, provocándote toda la noche.
Frank exhaló mientras le bajaba los pantalones y la ropa interior a Ezra a un ritmo
agonizante. —Pero sólo cuando ya esté bien. Aunque me duele decir eso. Das las mamadas
más increíbles.
Ezra sonrió mientras su pecho se iluminaba de vértigo. —Oh, lo sé. Sólo espera y te
recompensaré, —dijo y le guiñó un ojo a Frank por encima del hombro antes de estirar su
mano hacia atrás, entre las piernas de Frank.
—No, bebé. Quiero que esta noche se trate exclusivamente de ti. —Frank se rió entre
dientes y apartó la mano—. Sin embargo, es un placer para mí. Cuidarte, hacerte que te
corras, sentir que confías en mí.
Frank agarró a Ezra por la cintura y sentó su trasero desnudo sobre la mesa de madera.
Le dio un beso más a los labios de Ezra antes de deslizarse hacia abajo para quitarle los
zapatos.
Hizo que Ezra se sintiera como un príncipe al que su sirviente desnudaba y como una
comida de celebración preparada para devorar. Una vez que Frank quitó hasta la última
prenda de la ropa de Ezra, se quitó su propia camiseta justo en frente de Ezra.
Y qué espectáculo fue. Cada vello del pecho de Frank, cada cresta de músculo pedía sus
manos. Quería romper ese maldito yeso en su brazo sólo para poder usar ambas palmas.
Sin pensarlo, Ezra se acercó a Frank y su mirada descendió por su fuerte figura hasta
detenerse en el bulto en la parte delantera de sus pantalones. —Eso parece incómodo, —
dijo con voz entrecortada.
—Viviré, —dijo Frank, pero abrió uno de los botones de sus jeans—. Necesito prepararte.
Un escalofrío recorrió la columna de Ezra cuando Frank abrió la caja llena de juguetes y
equipo bondage. La excitación hizo que su rostro se llenara de calor, y la excitación de no
saber lo que estaba por venir le dio a Ezra una emoción inesperada. No había sido muy
minucioso al inspeccionar la caja todas esas semanas atrás, pero ahora quería probar todo
lo que contenía y ver los ojos de Frank brillar de lujuria.
Los pensamientos de Ezra flotaron hasta la última vez que los gruesos dedos de Frank lo
habían abierto, y abrió los muslos, tratando de calmarse mientras su polla exigía atención,
dura como el acero. —Sí, por favor.
La mirada de Frank recorrió a Ezra, desde su cara hasta su polla. —Sé exactamente cómo
te quiero.
Sacó un juego de correas de cuero y guió a Ezra a través del proceso de ponerse lo que
resultó ser un arnés para el pecho con varios anillas en D73. La respiración de Ezra se
aceleró al no saber a dónde iría esto, pero cuando Frank envolvió sus brazos alrededor de

73 Es un tipo de anillas en BDSM que van en posiciones estratégicas de los conjuntos de cuero, son para atar
por ahí otra anilla, una correa, etc.
la cintura de Ezra para cerrar las correas en la espalda, fue invadido por una sensación de
calma, como si lo hubieran dejado caer en un estanque oscuro lleno de agua tan cálida
como su propio cuerpo. Podía perderse en el aroma fresco y jabonoso de Frank y
aprovechó la oportunidad para besarle el hombro.
Allí estaba él, felizmente permitiendo que un hombre lo atara sin la menor preocupación.
¿Cuándo pasó eso?
¿Cuándo un hombre se apoderó tan completamente de él? ¿Y desde cuándo no le
importaba?
Las correas que sujetaban el arnés a su alrededor estaban algo flojas, para evitar
comprimir su pecho, pero cuando Frank tiró del cuero, la extraña sensación de ingravidez
hizo que la mente de Ezra volara.
—¿Qué te gusta de esto? —preguntó cuando Frank le puso un brazalete en el yeso y lo
usó para sujetar el brazo en curación al arnés.
Frank sonrió mientras pasaba a cerrar las correas de cuero en los muslos de Ezra, justo
encima de las rodillas. —Me gusta saber que confías en mí lo suficiente como para dejarme
hacer esto. Que me creas cuando te digo que te daré el placer que necesitas y no sufrirás
por él. Tener acceso a tu hermoso cuerpo de la forma que quiera. Que confías en que te
soltaré si me lo pides, pero también saber que no me lo pedirás, porque sabes que no te
haré daño.
Frank habló con confianza mientras extendía su mano sobre el pecho de Ezra y lo
empujaba hacia la mesa sin usar mucha fuerza. Algo en la firmeza detrás de ese movimiento
hizo que las mariposas en el estómago de Ezra revolotearan rápidamente, pero no luchó
contra la gravedad y descansó en la mesa, contemplando a Frank casi como si lo estuviera
viendo por primera vez.
Siempre había considerado a Frank guapo, con sus rasgos fuertes y masculinos, su espeso
cabello oscuro y sus ojos profundos como pasadizos secretos que conducían a misterios
que Ezra estaba desesperado por descubrir. —Había un chico, un bully74, que siempre me
sujetaba, y aunque siempre tuve miedo de que se saliera de control, a una parte de mí le
gustaba. La forma en que se sentía caliente contra mí. La forma en que me tocó más que
nadie en mi vida. Fue entonces cuando comencé a tener fantasías de que eso se convertiría
en más, —dijo Ezra sin aliento, mientras recordaba haber descubierto sus primeros pasos
en la atracción sexual y saber de inmediato que no era como la mayoría de los niños—.

74 Término usado para referirse a un abusón, el que ejerce el bullying.


¿Recuerdas cuándo supiste que esto te gustaba? —preguntó, haciendo tintinear las anillas
de metal.
Frank tarareó, dando vueltas alrededor de la mesa con una pequeña sonrisa. Agarró la
muñeca de Ezra y tiró de ella hasta la esquina. Había cierta finalidad en la forma en que
unió la esposa de la muñeca de Ezra a una que Frank envolvió alrededor de la pata de la
mesa.
Luego procedió a recoger los vasos y los platos, como si Ezra no estuviera allí, desnudo,
duro y desesperado por más.
—Tenía un amante al que le gustaba que lo dominaran. Él era bastante pequeño, pero
necesitado y cachondo. Una noche me estaba arañando tanto la espalda que yo sólo quería
follármelo en paz. —Frank se rió entre dientes mientras dejaba un plato en la encimera de
la cocina—. Así que lo agarré por las muñecas y las sostuve por encima de su cabeza. La
forma en que me miró cuando hice eso y al instante se calmó. Mmm… Fue como si
encendiera un fuego en sus ojos. Él se volvió loco por completo, se corrió como nunca antes
y supe que yo quería más. Quería dárselo, pero ser responsable de su placer. Él se correría
bajo mis términos. Pero sólo fue divertido porque a él le gustaba. —Frank regresó a la mesa
despejada y se encontró con la mirada de Ezra desde arriba—. Quiero que te guste. DIme si
en algún momento no te gusta. Quiero verte cachondo, con la cara roja y tu polla dura de
excitación.
A este paso, Frank no necesitaría tocar a Ezra, porque solo escucharlo decir cosas tan
sucias hacía que su corazón latiera más rápido y su piel ardía. Los miedos que le habían
impedido dejar que Frank le hiciera esto antes desaparecieron como un dibujo en la arena
arrastrado por la brisa. —Entonces ven acá.
—¿Y sabes qué más me gusta? —Frank bromeó mientras pasaba sus dedos por el brazo
de Ezra, hasta su pecho y pellizcó su pezón—. Que no decides. Solo disfrutas la experiencia.
Y qué gran experiencia era ver a Frank desde su perspectiva. Su tamaño hacía que Ezra se
sintiera muy pequeño en comparación. Frank era un hombre tan impresionante, como un
noble guerrero que siempre hacía guardia al lado de Ezra. Tenía sentido darle todo lo que
necesitaba.
—Eso es tan cruel, —se quejó Ezra, tensando sus muslos para follar lentamente el aire
con su rígida polla. Pero no estaba arrepentido, ni preocupado, ni verdaderamente
impaciente. Había emoción al estar a merced de Frank y provocarlo.
Tenían tiempo. Se entendían. Frank lo quería.
—Solo un poco. Pero el dolor no es lo mío, así que no te azotaré, —dijo Frank mientras
rodeaba la mesa, deslizando sus dedos sobre el tenso abdomen de Ezra y quitándolos justo
cuando parecía que estaba a punto de tocar su eje.
Se paró entre las piernas de Ezra y las abrió en un movimiento decisivo.
El fuego brotó de debajo de sus ásperas palmas y subió por los lados internos de los
muslos de Ezra antes de retorcerse alrededor de su ingle. Sus entrañas se sentían vacías, su
agujero sensible, y mientras miraba los jeans desabrochados de Frank, todo lo que quería
era sentir su dura polla contra su piel. Olerla. Saborearla. Tenerla dentro de él.
—Sí…
Aunque ahora mismo habría dejado que Frank le azotara. Tal vez no demasiado fuerte,
pero lo haría si Frank le dijera que era parte de la experiencia.
En lugar de bajarse los pantalones y mostrar esa polla monstruosa, Frank volvió a
tomarse su tiempo. Levantó la pierna de Ezra y sujetó un mosquetón por encima de la
rodilla de Ezra a una anilla en la parte inferior del arnés del pecho.
El aire quedó atrapado en los pulmones de Ezra cuando Frank jugueteó con la hendidura
de su polla con la punta de su dedo, pero luego procedió a bloquear la otra pierna de Ezra
en la misma posición, lo que dejó a Ezra tan abierto, tan disponible, listo para ser tomado.
Frank deslizó sus manos debajo de las caderas de Ezra para levantarlas un poco y luego
escupió en el agujero expuesto.
—Estoy a punto de divertirme mucho contigo... —Frank murmuró y usó dos dedos para
esparcir la saliva sobre el necesitado agujero de Ezra. El toque fue tan intenso que el resto
del cuerpo de Ezra se sintió entumecido, lo que dejó su mente concentrada únicamente en
la sensación de cosquilleo mientras la necesidad interior crecía, dominando todo lo demás.
—Quiero ser tu juguete, —susurró Ezra, moviendo las caderas para pedir más, pero
Frank no le dio nada más allá de lo que ya había planeado.
—Mío para tocarte, amasarte, pellizcarte y... chuparte. —Frank apretó su trasero con una
mano, mientras que la otra se dirigió hacia la polla de Ezra. Se inclinó hacia adelante y
lamió la cabeza de su polla con la lengua aplanada—. ¿Mío para follarte cuando me
apetezca? —bromeó con una sonrisa diabólica.
Incluso los pies de Ezra temblaron cuando el pulgar de Frank frotó la parte inferior de su
glande. La sensación que produjo fue casi demasiado intensa, pero cuando las correas de
cuero le impidieron moverse, sintió un extraño consuelo al no poder hacerlo. En confiarle a
Frank su cuerpo y no tener que preocuparse por nada. —Dios, sí, —gimió, tratando de
meter la punta del dedo de Frank dentro de él, sin éxito—. Te extrañé muchísimo. Quiero
que me folles hasta que rompamos esta mesa.
Incluso el aire se sentía como una presencia física, haciendo que sus pezones se
fruncieran mientras Frank lo provocaba con un toque que era demasiado suave para
impulsar las cosas hacia adelante pero que lo atormentaba hasta el punto en que arqueaba
descaradamente su cuerpo expuesto, buscando más.
—Oh, yo también te extrañé. No tienes idea de cuánto necesitaba probarte de nuevo, —
dijo Frank y envolvió sus labios alrededor del palpitante glande de Ezra.
Recién ahora Ezra comenzaba a apreciar la maldad de verse privado de poder de esa
manera. No podía empujar la cabeza de Frank, ni presionar su pie en la espalda de Frank
para que metiera su polla más profundamente. Y, sin embargo, en lugar de frustrarlo, esta
nueva realidad le permitió simplemente disfrutar del toque de Frank sin dudar de sí
mismo.
Frank debió haber tomado el lubricante mientras guardaba los platos, porque mientras
chupaba la polla de Ezra, un dedo resbaladizo rodó contra el agujero de Ezra. El contacto
repentino hizo que Ezra se pusiera rígido por la anticipación, y giró su cuerpo,
derritiéndose en el contacto.
—Mierda. Sí. Mételo dentro de mí. Por favor. Frank.
Frank tarareó, su lengua y sus labios vibraron alrededor de la polla de Ezra.
Se sentía jodidamente bien volver a tener sexo. Había tenido tanta hambre que la espera
fue demasiada, pero podía conseguir que Frank se lo follara fuerte y rápido en otra ocasión.
Si Frank necesitaba jugar con él lentamente, Ezra estaba dispuesto a permitírselo.
El dedo grueso lo perforó sin previo aviso, y Ezra se arqueó sobre la mesa, temblando
cuando su ardiente y fornido príncipe lo chupó con más fuerza. Esta era su casa, y sin
vecinos que escucharan sus gemidos, dejó escapar un aullido ahogado, abriendo más los
muslos.
Ha pasado tanto tiempo desde que Ezra sintió algo parecido a esto que su cuerpo tembló
bajo las caricias de Frank, ansioso por correrse una y otra vez. —Yo... uh... te necesitaba
tanto que usé uno de tus juguetes mientras pensaba en ti, —murmuró, mirando el rostro
sonrojado entre sus piernas.
Los dedos de Frank se clavaron en su muslo, manteniéndolo en su lugar mientras miraba
hacia arriba, ahuecando sus mejillas alrededor de la polla empapada de saliva.
—¿Hiciste qué? —Se enderezó, dejando que la rígida polla de Ezra se moviera impotente
sobre su abdomen, necesitando atención—. Cuéntame sobre eso.
Apartó el dedo y Ezra se movió sobre la mesa, desesperado por volver a llenarse. Era
como estar iluminado desde dentro, y la única forma de sobrevivir al creciente calor era...
bueno, que lo follaran. El cerebro de Ezra era un lío de cables en cortocircuito, por lo que ya
no podía pensar en metáforas. Necesitaba la herramienta gruesa y rígida de Frank dentro
de él. En este. Puto. Momento.
—Usé el consolador rojo. Lo froté contra mi agujero, insertando solo la punta al principio,
y lo hice debajo de esa estúpida manta con peso, porque te quería encima de mí, y ahora te
deseo muchísimo.
—Tendrás que mostrarme en otro momento, —dijo Frank con una sonrisa, pero en lugar
de empujar su polla dentro de Ezra, rodeó la mesa nuevamente y tomó algo de la caja.
Tenía que estar igual de desesperado por follar, considerando que había abierto dos
botones más de sus jeans. Pero en lugar de hacerlo y dejar a Ezra goteando y saciado, se
acercó con un… ¿antifaz para dormir?
No.
Una venda para los ojos.
Puso el sencillo antifaz negro sobre los ojos de Ezra y lo ató a un lado de su cabeza,
tarareando una melodía vertiginosa.
Ezra se puso frenético al principio, y debió parecer inseguro, porque Frank se detuvo,
sosteniendo su cálida mano sobre el pecho de Ezra, como si quisiera estabilizarlo. ¿Cómo
lograba tener sus palmas tan secas cuando Ezra estaba tan excitado?
—¿Estás bien?
La tensión, que por un momento hizo que el cuerpo de Ezra se volviera demasiado rígido,
pasó y respiró hondo, como si esa pregunta deshiciera todos los nudos de sus músculos. —
Sí.
—Quiero que sólo sientas cosas, que te pierdas en lo que tengo para darte.
Lo cual sonaría bastante romántico si no fuera por el contexto de lo que Frank quería dar.
Frank se alejó, pero Ezra sabía que no lo dejaría colgado. No saldría a fumar ni le tomaría
una foto en secreto. Ezra estaba a salvo con Frank.
Cuando los labios de Frank volvieron a su lugar sobre la polla de Ezra, gimió y se arqueó
en la mesa. Frank lo acarició dondequiera que pudiera alcanzar, su toque como cálidas olas
rompiendo sobre Ezra mientras él permanecía en su propia cabeza, concentrado en el
placer.
La succión se hizo más intensa y Ezra comenzó a disfrutar sin saber de dónde vendría el
siguiente pellizco o caricia. Sonrió para sí mismo cuando los dedos de Frank encontraron su
camino hacia su pezón, pero al mismo tiempo, algo duro pero flexible empujó su agujero sin
piedad.
El cerebro de Ezra se congeló durante medio segundo, porque casi esperaba la polla de
Frank, pero ese no podía ser el caso en esta posición.
Un juguete entonces. Resbaladizo, más pequeño que una polla, se alojó dentro del cuerpo
sobrecalentado de Ezra con facilidad.
Y luego Frank encendió las vibraciones, enviándolo volando fuera de la mesa,
desesperado por follar la boca de Frank, especialmente cuando su amante movió el plug,
haciéndolo presionar contra la próstata de Ezra. Fue una tortura deliciosa, pero él no
protestó y se retorció sobre la mesa en busca de los labios calientes. Pero Frank no tuvo
piedad de él y dejó su polla enfriándose en el aire mientras jugaba, tirando del pequeño
juguete lo suficiente para estirar los músculos de la abertura de Ezra antes de empujarlo
completamente nuevamente.
—¿Tú... no quieres... —Ezra ya no sabía lo que estaba tratando de preguntar, abrumado
por el flujo constante de sensaciones que eran a la vez demasiado suaves y demasiado
duras para hacerlo correr.
Y para hacer las cosas aún más desesperadas, justo cuando podía sentir que se acercaba
el orgasmo, Frank soltó el juguete, dejándolo al borde del orgasmo.
—En este momento eres una imagen muy bonita frente a mis ojos. Completamente
abierto, balanceando tus caderas como si fueras a agonizar a menos que te folle, babeando
sobre la mesa como un animal en celo.
¿Babeando? ¿Había babeado?
Ni siquiera se había dado cuenta, pero hubo un momento en el que giró la cabeza,
jadeando y gimiendo mientras la saliva se acumulaba en su mejilla.
—No me gusta ser feo, —se quejó Ezra, cerrando las piernas, que colgaban en el aire,
atadas a su arnés, pero que no fueron forzadas a abrirse. Oh, la deliciosa presión sobre su
rígida polla le hizo sentir ganas de frotarse con algo. ¿Qué es la dignidad? ¿Se come?
Frank dejó escapar una risa ronca. —No eres feo. Eres el hombre más sexy que he visto
en mi vida, y cuando te sueltas, es aún más excitante. Pero pareces sobrecalentado. Vamos a
tratar con eso.
Sí. Vamos.
Pero mientras Ezra se preparaba mentalmente para la polla caliente de Frank, su amante
se alejó. El suave sonido de sus pasos fue seguido por el sonido de… ¿la nevera abriéndose?
Antes de que Ezra pudiera haber cuestionado o adivinado de qué se trataba, su pezón fue
apuñalado por una sacudida de frío que lo hizo intentar apartarse. Frank lamió su hombro
un segundo después y lo hizo derretirse en la mesa. —¿Eso es… un cubito de hielo? —
pronunció mientras el pequeño objeto helado se movía a través de su pecho, dejando tras
de sí un rastro húmedo.
—Sí. Quiero que te enfríes un poco, para que no te corras en el momento en que entre en
ti.
¿Cómo se suponía que eso ayudaría cuando el juguete zumbaba dentro de él
insistentemente, enviando sacudidas de placer a su polla? Estaba abrumado por
sensaciones contradictorias, y cuando Frank movió el cubo hacia abajo, besando el agua
que dejaba, Ezra comenzó a sentirse tan confundido que ya casi no distinguía arriba de
abajo. Los dientes encontraron su pezón, la piel apuñaló su piel como pequeñas agujas
mientras el trozo de hielo rodeaba su ombligo y continuaba su viaje, seguido por los labios
de Frank.
—Por favor. Por favor, —suplicó Ezra, encerrado en la oscuridad y sin plena coherencia.
Odiaba y amaba esto al mismo tiempo.
Pero lo único que consiguió fue que Frank apagara el juguete y luego lo sacara. —¿Es esto
lo que querías? —preguntó y dejó que el cubo de hielo se derritiera en el abdomen de Ezra
mientras tomaba otro y, como un loco absoluto, envolvió sus dedos alrededor de la polla de
Ezra con el suave trozo de hielo en su palma.
Era como si lo quemaran, pero con un frío glacial, y gritó, girándose tan rápidamente que
Frank tuvo que atraparlo cuando se encontró demasiado cerca del borde de la mesa. Su
mente era un torbellino de formas y colores que lo mantenían a merced de Frank como
perros guardianes deformes.
—No… no… por favor.
—¿No? Puedes decirme que pare y te desate, ¿sabes? —le recordó a Ezra, con un nivel
completamente nuevo de crueldad.
Ezra no quería que esto terminara. Quería todo lo que Frank quería darle y satisfacer
todos sus antojos. Sin embargo, en ese momento, su cuerpo estaba sobrecargado de
sensaciones. Se convirtió en un desastre que gemía, derritiéndose ante el toque de su
hombre.
Frank sacó el hielo frío y húmedo de la blanda polla de Ezra, pero luego deslizó el cubo
por sus pelotas, sobre el perineo y hasta llegar al estirado y sobrecalentado agujero de Ezra.
Cada músculo y tendón de su cuerpo se puso rígido, y aunque odiaba la idea de que se
deslizara dentro de él, una parte de él sentía curiosidad, y si eso era lo que Frank quería
hacer, ¿por qué no dejarlo? ¿Se sentiría entumecido una vez que se convirtiera en agua fría?
Gimió el nombre de Frank y se quedó quieto con anticipación, existiendo sólo para sentir.
Frank giró el hielo contra el agujero de Ezra pero no lo empujó.
Gracias a Dios.
Ezra no habría elegido esto, no habría jugado consigo mismo de esta manera. Y, sin
embargo, había algo liberador en permitir que Frank usara su cuerpo como quisiera.
Un sonido sugirió que el hielo aterrizó en el suelo.
Frank tarareó y Ezra pensó que lo tocaría otra vez, pero la gruesa circunferencia de la
carne caliente presionando contra su abertura lo despertó al darse cuenta de que era la
polla de Frank.
—Se ha enfriado… —susurró Frank y besó el muslo de Ezra—. No puedo mantener eso
por mucho tiempo.
—No… quiero decir, sí. Sí. Sí, Frank, —murmuró Ezra mientras sus sentidos se volvían
locos por la avalancha de estimulación. Sólo había una cosa que quería en este momento y
parecía que estaba a punto de conseguirla.
Los dedos cubiertos de lubricante de Frank se sentían tan grandes alrededor de la polla
medio dura de Ezra, llevándolo hasta la excitación mientras la gruesa polla presionaba
insistentemente contra su agujero.
—¿Eso es lo suficientemente caliente? —Preguntó Frank, dejando a Ezra confundido por
la pregunta inesperada.
Pero entonces… sí. Se estaba volviendo caliente.
Frank debe haber usado lubricante calefactor, porque estallaron chispas dondequiera
que se esparcía.
—No, —susurró Ezra con una voz vergonzosamente quebrada—, no es suficiente.
Todavía tengo frío por dentro. Tanto frío.
La cabeza roma de la polla de Frank ya estaba presionando su abertura, pero no lo
suficiente como para entrar. Frank no tenía por qué tener tanto autocontrol con una belleza
como Ezra, sin importar cuán inesperadamente delicioso fuera ser objeto de tantas
provocaciones.
—Supongo que también tengo que calentarte desde dentro, —dijo Frank, pero esta vez
había un tono ronco en su voz. Estaba perdiendo el control al menos un poco, y eso le dio a
Ezra toda la satisfacción que necesitaba.
Justo cuando una sonrisa tonta florecía en sus labios, Frank agarró las caderas de Ezra y
lo jaló hacia el borde de la mesa, clavándosela completamente a Ezra en el proceso.
—¡Joder, tan bueno! —Frank pronunció, apretando la rígida polla de Ezra.
Todo sucedió tan rápido que Ezra inicialmente jadeó por aire, pero cuando su mente
alcanzó la realidad y entendió que Frank estaba dentro de él, un gemido estalló desde lo
más profundo de su pecho. Podía sentir cada centímetro cuadrado del eje y el cojín de pubis
contra sus nalgas mientras cedía, temblando en respuesta a este momento absolutamente
satisfactorio.
—Oh, sí. Sí. Sí.
—¿Cómo eres... tan... perfecto? —Preguntó Frank, acentuando cada palabra con un
movimiento de sus caderas.
La polla de Ezra palpitaba con calor en el agarre de Frank, goteando líquido preseminal
por todo su abdomen, pero la polla de Frank era el evento principal. Cada fuerte embestida
le recordaba a Ezra cuánto había extrañado esto, y después de todos los juegos previos,
sintió como si su agujero estuviera preparado para ser follado tan bien y listo para sentir el
intenso placer de la polla de Frank empujando su próstata una y otra vez.
Fue indescriptible. El sexo con Frank siempre había sido increíble, pero algo acerca de las
ataduras, la oscuridad por el antifaz y la inevitabilidad de lo que le estaba sucediendo a
Ezra convirtió cada sensación al máximo, dejándolo luchando por recuperar la cordura
mientras Frank comenzaba a follarlo con embestidas profundas. No parecía tener prisa,
embistiendo rápido pero retrocediendo a un ritmo agonizante, pero Ezra estaba sumergido
en la experiencia, escuchando los suaves gruñidos de su hombre y los golpes de piel contra
piel. Estaba ardiendo, pero cuando Frank agarró el arnés para evitar que su cuerpo se
deslizara, Ezra realmente se sintió suyo. Le pertenecía a Frank hasta los huesos.
Frank se inclinó sobre él, separando los muslos de Ezra y capturando sus labios para el
más suave de los besos, consciente de la herida que se estaba curando en su rostro. Pero el
movimiento de su mano sobre la polla de Ezra y la velocidad a la que perforaba el trasero
de Ezra no tenían nada de esa gentileza. Su respiración era rápida, sus embestidas
entrecortadas y pronto se correría.
Ezra apretó su agujero con fuerza, ansioso por darle todo. No podía esperar a volver a
llenarse con el semen de Frank. Lo anhelaba. Soñaba con eso.
No quería cualquier polla caliente.
Quería a Frank.
Se atragantó y sus ojos se llenaron de lágrimas bajo la venda mientras el éxtasis recorría
cada célula de su cuerpo, ahuyentando todo el miedo y la tristeza que había sentido en las
últimas semanas. Finalmente había conocido a alguien en quien podía confiar no sólo su
cuerpo sino también su alma, y eso hizo que el ruido en su cabeza se silenciara.
Esto era todo lo que siempre quiso.
El placer lo atravesó en un rápido zumbido. Frank había estado embistiendo
insistentemente dentro de él, besándolo, tocándolo, y luego Ezra se corrió.
—Oh, joder... qué bueno, —murmuró Frank contra la mandíbula de Ezra, cabalgando su
agujero con la urgencia de un hombre a una pulgada de romper un récord.
Los músculos de Ezra se contrajeron de placer alrededor de la rígida polla de Frank, y él
flotó en la ola de su orgasmo, gimiendo y curvando los dedos de los pies.
La forma en que Frank se quedó quieto por un momento, apoyando más peso en Ezra, le
dijo que Frank también había llegado allí. Mordió el cuello de Ezra, su corazón latía tan
fuerte que Ezra lo sintió incluso sin que sus pechos se tocaran. No era necesario. Después
de todo, Frank estaba dentro de él y Ezra podía sentir su pulso como si fuera el suyo.
Ahora que ambos habían terminado, sus músculos se sentían flácidos y se dejó descansar
bajo Frank mientras el aire fresco perfumado a semen y sudor llenaba sus pulmones. Pero
al mismo tiempo, la venda de los ojos de repente se sintió opresiva, al igual que las esposas.
—¿Frank? Quiero ver.
Frank se rió entre dientes y solo necesitó un movimiento de su mano para empujar la
venda de los ojos de Ezra y quitarla de sus ojos.
Oh, qué imagen tan magnífica era Frank de cerca. Enrojecido por un tono rojo oscuro y
saciado, observó a Ezra con absoluta dedicación. —¿Te gusta lo que ves? —Frank preguntó
y le dio un tierno beso.
Ezra asintió, demasiado cansado para hablar. Había extrañado mucho a Frank a pesar de
vivir en la misma casa, pero ahora que la neblina del placer ya no se apoderaba de su
mente, cada emoción que había llevado en lo más profundo ahora hervía a fuego lento justo
debajo de la superficie. —Quiero abrazarte.
La mirada de Frank se suavizó. —Oh, dulzura… —Alcanzó la esposa que unía la muñeca
de Ezra a la pata de la mesa en la esquina y soltó el mosquetón, liberando el brazo de Ezra.
Justo cuando Ezra envolvió su brazo alrededor del grueso cuello de su hombre, Frank lo
abrazó con fuerza. Se sintió tan bien. Tan perfecto.
Quería que este sentimiento durara para siempre.
—Te amo, Frank, —le susurró Ezra directamente al oído.
Frank lo apretó con tanta fuerza que sintió como si el yeso en el brazo de Ezra fuera a
romperse en cualquier momento. —Yo también te amo. Te amo mucho. Tú eres mi tesoro.
Eso era lo que Ezra quería ser. El preciado tesoro de Frank. Alguien a quien nunca
querría dejar ir, sin importar lo que pasara.
Deseó poder fundirse en esos fuertes brazos y ahogarse en el aroma de Frank.
Tenía un futuro aquí, con Frank. Uno que nunca había imaginado y, sin embargo, ahora
era tan obvio que ningún otro tenía sentido.
Ezra no necesitaba a Los Ángeles, a un rico sugar daddy o algún collar de oro de mierda.
Necesitaba un hombre que estuviera a su lado cuando las cosas se pusieran difíciles,
cuando se rompiera el brazo o cuando pareciera que su cara había sido arrastrada sobre la
grava. Con Frank, podría relajarse, ser él mismo y tal vez saltarse un día de gimnasio si
estuviera enfermo, o comer un donut sin sufrir un colapso mental.
Frank era consuelo. Seguridad. Y amor. Tanto amor.
Capítulo 29
Frank
Frank todavía no podía creer que Ezra fuera suyo, a pesar de que ya llevaba semanas
despertándose con él en sus brazos. A pesar de todo lo que Frank le había contado sobre su
pasado, Ezra decidió confiar en él. Había elegido a Frank en lugar de Los Ángeles, en lugar
de ganar dinero como sugar baby75 y en lugar de cualquier otro hombre atractivo que con
gusto haría suyo a Ezra dándole un auto caro y una casa palaciega.
En cambio, Ezra eligió una vida en el depósito de chatarra, un lugar que significaba
mucho para Frank, y lo convirtió en su hogar. En el proceso, se apasionaba por los hallazgos
que encontraba. El tesoro escondido que acumuló polvo a lo largo de los años era su nuevo
proyecto, y se entusiasmó tanto con las subastas en eBay que Frank se aseguró de celebrar
las mayores guerras de ofertas.
Ezra también era meticuloso con el dinero y, como Frank siempre había detestado
ocuparse de la contabilidad, le confió todo a su amante. De vez en cuando, Ezra le
informaba sobre el estado de sus finanzas y últimamente le había sugerido derrochar en
unas lujosas vacaciones en invierno. Frank se ponía un poco nervioso cada vez que pensaba
en dejar el depósito de chatarra durante una semana entera, y mucho menos dos, pero Ezra
tenía razón. Apenas se tomaba un tiempo libre y, en ocasiones, todo el mundo merecía un
descanso.
Desde que Ezra se había mudado definitivamente, Frank se había visto obligado a
afrontar el hecho de que no todos los trabajos en Wreck & Repair eran una emergencia.
Necesitaba priorizar su relación para que tuviera éxito, incluso si eso significaba dejar una
tarea por el momento y volver a ella al día siguiente en lugar de trabajar hasta altas horas
de la noche.
Ezra se lo merecía.
Frank se lo merecía.
Pero como Ezra también estaba interesado en pasar tiempo con sus amigos, terminaron
en Costco, comprando su gran cena de Acción de Gracias, que Ezra quería cocinar para
todos. Incluso sugirió visitar una tienda de descuento, sugiriendo que no deberían gastar
demasiado en comida si querían las vacaciones de sus sueños.

75 La contraparte de “sugar daddy”, es quien recibe el dinero y los regalos de este.


Frank le habría dado todos los lingotes de oro que poseía y luego habría hecho todo lo
posible para ganar más dinero, pero a pesar de haber perseguido a hombres con altos
ingresos en el pasado, Ezra insistió en que preferiría pasar más tiempo con Frank, incluso si
eso significaba menos dinero en su presupuesto. Y aunque Frank entendía vagamente que
Ezra había elegido quedarse porque lo amaba a él, esta era la prueba de cuánto le
importaba.
Ezra incluso se había lanzado al mundo de los cupones, por lo que podían ahorrar para el
viaje de sus sueños con más facilidad. Fue tan impresionante como preocupante,
considerando la personalidad obsesiva de Ezra, pero al final del día la naturaleza práctica
de esta nueva pasión los benefició a ambos. Al final, Frank decidió dejarlo hacer lo suyo y
diseñar estrategias para las compras como quisiera. Se aseguraba de llevarle a Ezra
cualquier revista que tuviera cupones y, a veces, se sentaban a la mesa y los recortaban
juntos, charlando o viendo las noticias.
Frank insistió en conseguir el pavo de un amigo granjero. Sería de la mejor calidad y
gratis, ya que el tipo le debía un favor, pero todas las demás opciones con respecto a la
comida dependían de Ezra. Se las tomó muy en serio y Frank sonrió al verlo comprobar su
extensa lista mientras giraban hacia otro pasillo. El yeso ya no estaba, y aunque a Ezra le
preocupaba que las cicatrices de su rostro no sanaran lo suficientemente rápido, Frank
definitivamente vio progreso. Sin embargo, hablar de ellas era un campo minado, por lo que
no las mencionaba a menos que Ezra lo hiciera primero. Lo mismo ocurría con los hábitos
alimenticios de Ezra.
Frank se quedó atrás para echar un vistazo a las proteínas en polvo, pero cuando alcanzó
a Ezra, su hombre estaba de pie cerca de una mesa con muestras.
Ezra se quedó mirando un pequeño trozo de mazapán cubierto de chocolate como si
fuera una de esas extrañas arañas que se enterraban en la tierra y atrapaban a sus presas
desprevenidas metiéndolas bajo tierra. En este caso, el pequeño vaso de papel para muffins
que contenía los dulces desempeñaba el papel de trampa, y Ezra claramente estaba
tratando de convencerse a sí mismo de que tomar uno no sería un gran error.
Ya había buscado mazapán en Internet y explicó (más para sí mismo que para Frank) que
contenía algunos minerales y vitaminas, por lo que no era completamente inútil desde el
punto de vista nutricional, pero al final del día era pasta de almendras con mucha azúcar.
La vida de Ezra sería mucho más fácil si aceptara que no todas las comidas necesitaban ser
equilibradas, pero eso era algo que él mismo debería resolver.
Frank sólo podía apoyarlo, lo cual a veces era difícil porque, al no tener inhibiciones
relacionadas con la comida, no entendía el proceso que estaba sucediendo en la mente de
Ezra. De hecho, nunca pensó mucho en ello y evaluaba sus comidas basándose
exclusivamente en el sabor. Estar en el plan de alimentación de Ezra lo convenció de que su
actitud anterior había sido un error, ya que podía ver los resultados de comer de manera
más consciente, pero el equilibrio siempre era lo mejor, y le dolía ver cuánta angustia
pasaba Ezra cada vez que algo no era perfectamente según el plan.
Pero la paciencia estaba en la naturaleza de Frank, por lo que acarició la espalda de Ezra
para animarlo. Esto tenía que suceder al propio ritmo de Ezra, pero comenzó a ver a un
terapeuta por sus problemas alimentarios y estaba progresando al no medir el peso de
cada comida. Probar nuevos alimentos era parte del proceso, así que cuando Ezra se metió
el trozo de mazapán en la boca y lo masticó como un niño que prueba el brócoli por
primera vez, el pecho de Frank se iluminó de alegría.
—¿Cómo es?
Ezra tarareó, chupando la comida con expresión incierta. —Muy dulce.
—¿Demasiado dulce?
—Sí. Lo que más pruebo es el glaseado de cacao dulce.
Frank asintió y le dio un suave apretón a la mano de Ezra. —A mí tampoco me gustó
mucho. Al menos ahora lo sabes.
Ezra negó con la cabeza. —Tenía un amiga que comía bolitas diminutas de mazapán con
chocolate amargo como regalo una o dos veces por semana. Ella dijo que se permitía eso
porque no era solo azúcar pura como las gomitas, pero al final del día, un dulce es un dulce,
¿no?
—También puedes comer el que realmente disfrutas, —le dijo Frank y empujó el carrito
por el área con ropa, que de todos modos nunca tuvo nada de su talla.
—Oh, mira eso, —dijo Ezra, corriendo hasta un soporte con gafas de sol. Cogió un par con
monturas verde bosque y lentes ahumados antes de posar para Frank. Las gafas no sólo
combinaban bien con el traje atenuado pero elegante de Ezra, que presentaba su abrigo
Burberry favorito, sino que también complementaban su piel bronceada y su cabello
oscuro.
—¿Te gustan? Serían geniales para el invierno, —bromeó, luchando contra la sonrisa.
—Perfectas para unas vacaciones de invierno bajo el sol, —bromeó Ezra y agarró un par
de gruesas monturas de carey antes de ponérselas en la nariz a Frank—. Pareces un
personaje de Mad Men.
—¿Es como Mad Max pero gay? —Frank preguntó pero se miró en el espejo, sin estar
seguro de si el comentario de Ezra era un cumplido o una broma.
Ezra resopló y puso su mano sobre la de Frank, donde todavía descansaba en el asa del
carrito. Fue lo suficientemente discreto como para pasar desapercibido para los demás
clientes, pero el cálido toque de unas manos perfectamente suaves ardía contra la piel de
Frank.
—No, es un programa ambientado en los años cincuenta y está lleno de tipos bien
vestidos y con traje, —dijo Ezra y sacó su teléfono—. Tú podrías ser un ejecutivo, yo podría
ser tu amante beatnik76 secreto. Todo está bien, —dijo antes de apoyarse en Frank para
tomarles una foto rápida.
Frank puso una cara seria para acompañar su papel, pero parecía más un mafioso de los
80 que cualquiera que pudiera trabajar en una oficina. —¿Debería ponerme un traje? Sería
útil cuando desmonte el próximo coche oxidado.
Ezra se rió entre dientes y su rostro se relajó de pura alegría. Nada era mejor que verlo
así, realmente a gusto. Alimentaba una parte de Frank que antes no había estado satisfecha,
y recién ahora estaba empezando a darse cuenta de cuánto necesitaba cuidar a alguien de
esta manera. Hacía que su corazón se llenara.
—Si quieres hacer este escenario77 que acabo de mencionar, ahorremos para uno. De lo
contrario, no es necesario. Te ves muy bien tal como eres, —dijo Ezra, mirándolo con ojos
brillantes.
Frank sonrió. —Mírate, primero con cupones y ahora ahorrando. ¿En quién te has
convertido?
Ezra suspiró y su rostro se detuvo detrás de las gafas mientras contemplaba la pregunta.
Cuando respondió, su voz sonó tranquila y seria. —Creo que estar en tu casa me hizo
darme cuenta de que todas esas cosas elegantes nunca me hicieron feliz. Tú sí.

76 Este era el nombre de un movimiento juvenil que surgió en los años cincuenta en Estados Unidos y tuvo

auge en las dos décadas siguientes; se caracterizó por el rechazo militante de ciertos valores sociales y por
una actitud vitalista. A los seguidores de este movimiento, especialmente los que adoptaban un aspecto
peculiar (vaqueros, cabello largo) y una forma de vida marginal, se les llamaban así.
77 Usa la palabra “roleplay”, que se refiere más a un escenario sexual.
Frank le dio un breve abrazo. Lo besaría, pero no quería arriesgarse a que alguien
montara un pleito. —Eres tan dulce. Entonces, ¿qué más tenemos en la lista?
Ezra quitó las gafas de la cara de Frank. —¿Aparte de esos dos pares de gafas de sol? Creo
que hemos terminado.
Frank se rió entre dientes y empujó el carrito de compras en la otra dirección, pero se
apresuró demasiado y chocó con el de otra persona.
La joven lo miró con el ceño fruncido. —Mira dónde estás...
Ezra la miró fijamente mientras ella parpadeaba, ajustándose el pañuelo de seda que se
había atado alrededor del cuello de manera elegante.
—¿Carmen? ¡Pensé que no te volvería a ver! Deberíamos ponernos al día.
Le dio a Ezra una mirada nerviosa que permaneció en el rostro lleno de cicatrices un
poco más de lo que era cortés, luego miró a Frank. —Oh, sí, deberíamos hacerlo. Estoy muy
ocupada, ¿sabes? Ni siquiera suelo comprar aquí, es solo que mi mamá quería este pastel en
específico.
La mirada de Frank recorrió el montón de cosas en su carrito. Definitivamente no había
venido aquí sólo por un pastel, pero no había ninguna razón para señalar su mentira.
Ezra se frotó el hombro y le sonrió. —Este es Frank. ¿Recuerdas? Te hablé de él. —Luego
presentó a la mujer como su vieja amiga, pero la energía que Frank estaba recibiendo de
ella sugirió que preferiría no haberse encontrado con ellos en absoluto.
Carmen le dio a Frank la sonrisa más falsa que jamás había visto. —¡Ah, sí! Por supuesto,
el príncipe azul. Sólo he oído cosas buenas. Lamento no poder charlar demasiado. ¡Tengo
que irme, pero llámame, Ezra, nos pondremos al día! —dijo y salió corriendo, lanzando a
Ezra un beso en el aire.
La vio alejarse pero no se molestó en responder al adiós, contemplando el repentino
silencio que no se hizo menos sonoro por el ruido blanco de otros clientes. Frank tragó,
preocupado si los sentimientos de Ezra no habían sido heridos, pero puso los ojos en
blanco, mirando a Frank.
—Ella huye como un gato atrapado con la cara en el plato de mantequilla. ¿Crees que
encontraremos su carrito abandonado, para que no tenga que hacer cola ahora que la pillé
comprando en las rebajas?
Frank se rió entre dientes, apoyándose en el carrito de compras. —Ella tenía mucho más
que pastel allí, te lo aseguro. ¿Qué pasa con ella?
Ezra se llevó las manos a las mejillas y por un momento miró al vacío, como si estuviera
buscando las verdades sobre el universo. —Ella es tan snob. Lo sabía antes, pero vaya. Esto
fue… esclarecedor. Probablemente tenga miedo que le diga a todos los que conocemos que
la vi comprando papel higiénico barato. Probablemente se desmayaría si le dijera que tengo
cupones. —Su expresión se relajó y le dio un suave apretón al brazo de Frank—. Sabes, ella
me dijo que no debería encariñarme contigo. Claramente no escuché, ¿verdad?
Frank frunció el ceño. —Ahora estoy confundido. ¿Qué fue eso? ¿No le dijiste que soy
material de novio?
Ezra sonrió y se acercó con una sonrisa tan perversa que provocó un fuego en la boca del
estómago de Frank. —Ella predijo que desperdiciarás mis mejores años y luego me dejarás
sin nada. Entonces, ¿cómo será todo, Frankie? ¿Serás un buen novio y me comprarás esas
gafas de sol? —preguntó, tocando los marcos verdes.
Frank ladeó la cabeza, pero luego miró a su alrededor y agarró una almohada de uno de
los estantes. —Incluso esta almohada de seda por si acaso. Sólo para tu cabeza perfecta78.
Ezra se rió entre dientes, guapo como un modelo que finge disfrutar de la vida en un
vídeo musical de alto presupuesto, y aunque las cicatrices aún eran muy prominentes, no le
quitaban nada de su encanto o belleza. No a los ojos de Frank. —No tienes que pagar por
una buena mamada de mi parte. Será un placer, —susurró y bajó las gafas mientras le
guiñaba un ojo.
Frank resopló —Estoy en mi mejor momento, ¿sabes? ¿Tal vez eres tú quien desperdicia
mis mejores años? Usando los jugos de mi vida y todo eso.
Ezra chocó su cadera contra la de Frank y susurró—: Nadie necesita saber que me gusta
dejarte seco. —Luego abrió el camino hacia las cajas registradoras y su mirada acarició
burlonamente el frente del cuerpo de Frank, recordándole la conversación llena de
insinuaciones que acababan de tener. Desafortunadamente, estaban en un lugar público, lo
que obligó a Frank a pensar en cosas poco sexys para evitar que su polla incomodara a
otros clientes. Sabía exactamente lo que quería hacer con su travieso novio tan pronto
como llegaran a casa.
Encontraron el carrito de Carmen abandonado, como predijo Ezra, y se sirvieron un
paquete de barras de nueces que ella había dejado en él. Su pérdida. Ganancia de ellos.

La frase es “for your perfect head” y tiene doble sentido, la otra forma de entenderla es “por tus perfectas
78

mamadas”. Ya que “to give head” (“dar cabeza”) significa “dar una mamada”.
Pagar la compra tampoco fue fácil, ya que resultó que uno de los cupones de Ezra
acababa de agotarse. Habiendo aprendido la lección en el pasado, Frank quería disuadirlo
de discutir, pero… Ezra no discutió. No se enojó. En cambio, era como un perro mostrando
sumisamente su vientre al alfa detrás de la caja registradora. Su cara era dulce como
cuando le había pedido a Frank un masaje en los pies la noche anterior, su voz suave y casi
arrepentida mientras le contaba al cajero acerca de una abuela inexistente que le había
dado el cupón para sus compras de Acción de Gracias.
Al final de la actuación, la pareja que esperaba en la fila, la cajera y su gerente estaban
derritiéndose por su personaje de nieto modelo y, aunque el cupón estaba desactualizado,
obtuvieron un descuento equivalente.
Frank negó la cabeza mientras salían de la tienda. —Recuérdame que nunca me pelee
contigo. Eso fue a la vez aterrador e impresionante.
Ezra sonrió y tiró del cinturón de Frank cuando llegaron al camión. —Sé que tengo un
gran poder, pero prometo manejarlo con responsabilidad. Estarás bajo mi protección
especial, —dijo, comenzando a cargar la parte trasera del vehículo junto a Frank.
—Tal vez puedas usarlo cuando nos vayamos de vacaciones y una tumbona se rompa
debajo de mí79. —Le guiñó un ojo a Ezra.
Estaba tan… feliz. Claro, su vida no estaba libre de dificultades y estrés, pero parecían
más llevaderos con Ezra cerca. Como si su presencia suavizara cada golpe.
Ezra hizo un puchero. —¡Aww, te cuidaría muy bien si te lastimaras en el proceso! Tus
vacaciones se convertirían en un tren todo incluido de cócteles, masajes y mamadas. Dicho
esto, no te lastimes a propósito, —dijo Ezra y le guiñó un ojo antes de inclinarse hacia la
camioneta mucho más de lo necesario, lo que hizo que la mente de Frank creara imágenes
de cómo se veía ese trasero perfecto debajo del abrigo a cuadros.
Había gente alrededor, ocupada en sus asuntos, entrando o saliendo, pero estaba
oscureciendo y Frank no quería esperar más. Tiró de la muñeca de Ezra y lo hizo girar,
luego besó sus suaves labios, separándolos ansiosamente con la lengua. Lo habría follado
en la parte trasera de la camioneta si no estuvieran en un estacionamiento concurrido.

79 De nuevo el doble sentido y aunque aquí es más claro igual lo explico, Frank dice de estar debajo de la

“protección especial de Ezra” y que debajo de él habrá una tumbona que se romperá (a suponer por lo que
estarán haciendo ambos arriba de ella), o sea que quiere tener sexo con Ezra y que este lo monte encima de
una tumbona.
Ezra debió haber estado esperando esto, porque se moldeó a Frank como si fuera arcilla,
y aunque su beso fue breve, en lugar de satisfacer el creciente deseo, avivó todos sus
fuegos.
Pero no importó. Su casa estaba a treinta minutos de distancia y eventualmente llegarían
a ella. Una vez que llegaran allí, Frank sería libre de recordarle a Ezra qué podría lograr al
provocarlo.
Estaba seguro de que ambos disfrutarían mucho ese resultado.
Ezra sonrió mientras se despedían, y aunque Frank miró a su alrededor para asegurarse
de que nadie estuviera a punto de ponerse desagradable con dos hombres enamorados, la
gente estaba demasiado ocupada con sus compras de Acción de Gracias como para prestar
atención a los extraños. Especialmente ahora que el cielo se había oscurecido.
—Sí, Frank, lo haremos, —respondió Ezra a la pregunta que Frank no había expresado, y
empujó el carrito lejos del vehículo.
—Oh, las cosas que te haré... —Frank se rió y le dio una palmadita en el trasero a Ezra
antes de caminar hacia el lado del conductor.
Había tenido relaciones antes, pero ninguna fue como ésta. Ezra era la respuesta perfecta
a todas sus necesidades: capaz pero necesitaba la ayuda y protección de Frank. Suave pero
con una lengua afilada. Había un equilibrio en su amor, y cada día que pasaba le aseguraba
que esto no era sólo un sueño prolongado. Este hermoso hombre que podría elegir a
cualquiera lo eligió a él, y Frank estaba decidido a demostrar que era digno del amor de
Ezra. Siempre.
Tenían sus horarios de comida, rituales diarios e incluso había una constante en la forma
en que Ezra siempre sostenía su mano sobre el muslo de Frank cuando conducían. Casi
parecía como si hubieran estado juntos durante años, no meses.
Y a diferencia de todos los novios anteriores de Frank, Ezra lo conocía por completo. Lo
bueno, lo malo, lo feo, Frank lo había expuesto, y Ezra lo eligió de todos modos.
—Paul me llamó ayer, —dijo Frank, porque si bien no quería molestar a Ezra, era
esencial que supiera lo que estaba pasando.
La mano en su pierna se movió, pero el rostro de Ezra no mostró emoción cuando Frank
lo miró. —¿Por qué?
—Él lo hace de vez en cuando. Desde que me separé de él hace años. Afirmando que me
necesitaba desesperadamente sólo para “este último trabajo”, pero así es como las cosas
siempre empeoran. Nunca es un trabajo más. Entonces lo rechacé. A mí también me cabreó
porque preguntó por ti y no le voy a decir una mierda. —Frank gimió y frotó la mano de
Ezra—. Perdón por arruinar el momento, solo necesitaba desahogarme.
Ezra suspiró. —No, está bien. ¿Qué quiere saber? Si él se preocupara por mí de alguna
manera, no habría intentado matarme.
Frank negó con la cabeza. —Simplemente le gusta tener hilos que mover. ¿Tú…? Tu
acuerdo con él. ¿Fue una conexión superficial o algo más profundo? —Se sintió incómodo al
hacer esa pregunta, pero preferiría tener más cartas bajo la manga.
Ezra permaneció en silencio durante tanto tiempo que Frank lamentó su decisión de
hablar, pero cuando abrió la boca, su voz era clara y tranquila. —No me gustaba
especialmente como persona. Ahora creo que la razón por la que eligió estar conmigo en
lugar de con un novio de verdad es porque no quería correr el riesgo de ser expuesto por lo
que es. Pero en ese momento lo vi como uno de esos tipos a quienes les gusta tener todo el
poder y todo a su medida. Entonces no, no hay sentimientos involucrados. Sólo dinero.
Frank respiró hondo. —Bueno. Para que quede claro, hubiera estado bien de cualquier
manera, no tengo ningún problema con lo que solías hacer. Quería saber sobre él
específicamente para saber si solo está siendo una amenaza o en realidad está celoso. Es un
hombre peligroso, así que no quiero subestimarlo.
Los ojos de Ezra perdieron algo de su agudeza, haciéndole saber a Frank que había dicho
lo correcto. —No que yo sepa. Estoy bastante seguro de que no me habría pedido que me
acostara con sus amigos si estuviera celoso de mí.
—Eso es cierto. Aunque tomé en cuenta que tal vez solo quería presumir. Pero entonces
no le habría parecido bien que siguiera viéndote. ¿Estás...? —Se lamió los labios—. Estás
bien con no hacerlo más, ¿verdad? ¿No... lo extrañas?
Estaba oscuro y el brillo de los faros que se reflejaban en el asfalto era la única luz que
llegaba a los rasgos de Ezra mientras conducían por el bosque en dirección a su casa. Tragó,
una vez más tomándose su tiempo. En muchas personas, este silencio habría sido una señal
de ira o dolor, pero Frank estaba aprendiendo gradualmente que a Ezra le gustaba pensar
las cosas antes de hablar.
—En realidad me siento aliviado. Había mucho estrés ligado a mi trabajo. No digo que las
personas que contratan acompañantes sean malas, pero existen ciertas expectativas que
conlleva pagar por sexo y compañía. Tener que estar siempre activo y nunca dejar la
máscara. La necesidad de ser siempre perfecto, porque eso es lo que se espera a ese precio.
Una vez busqué un grupo de discusión sobre acompañantes. Alguien estaba mirando mis
dientes, que al parecer no son lo suficientemente blancos. Estuve muy consciente de ello
por un tiempo.
Frank apretó el volante con impotencia y rabia. —Santo Dios, joder. Eres una persona. La
gente está jodida de la cabeza. Me alegro de que ya no sea algo con lo que tengas que lidiar.
Ezra se encogió de hombros y acarició el muslo de Frank, como si estuviera tratando de
calmar a un animal agitado. —Es útil poder separar quién eres de lo que estás haciendo; de
lo contrario, sería una experiencia muy difícil. Porque mientras algunos clientes son
perfectamente normales, otros son unos idiotas. Disfruté el dinero, pero hay una razón por
la que seguí teniendo sexo además del trabajo. El trabajo no estaba allí para satisfacer mis
necesidades. Pero no me arrepiento de nada. Me dio libertad de mis padres. Y me dio a ti —
añadió con una voz tan dulce que la garganta de Frank de repente se sintió espesa.
Frank se llevó la mano a los labios y besó los nudillos de Ezra. —Te amo.
Los ojos de Ezra eran como estrellas brillantes, iluminando la oscura cabina cuando
sonreía. —Me aseguraré de que nunca te detengas. Pero es bueno no tener esta presión
constante por la perfección. Me gusta estar contigo, porque lo que hago ahora no se trata
sólo de mi encanto o mi apariencia. Realmente sólo necesita importarme lo que pienses,
amor.
—Y eres genial en eso. Sé un par de cosas sobre joyas, pero por la forma en que
investigas el valor potencial de todos los artículos… no tendría paciencia.
Se acercaban a la puerta del depósito de chatarra y una sensación de vértigo se extendió
una vez más por el pecho de Frank. Porque ahora ésta no era sólo su casa. Era de ellos. Y
aunque odiaba a Paul por el trauma que le había causado a Ezra, el bastardo finalmente los
había unido.
Shane estaría en casa pronto, así que Frank dejó la puerta abierta para él y se dirigió
directamente a la casa, pero tan pronto como regresó al vehículo, la mano de Ezra se
deslizó de su muslo y ahuecó su entrepierna, dibujando un remolino sobre ella con el dedo
de una sola mano.
—¿Cuánto tiempo nos llevará guardar todo cuando lleguemos? —preguntó en un tono
inocente.
—Te amo, pero no dejaré que el helado se derrita. Tendremos que hacer una carrera. —
Aún así, Frank deslizó su mano sobre la de Ezra, cada vez más emocionado. Este era el tipo
de cosas que le hacían sentir como si tuviera veinte años otra vez. Ese zumbido de
excitación siempre permaneció en el aire, incluso cuando ninguno de los dos tenía ganas de
hacer nada más que abrazarse.
Había encontrado su Santo Grial en Ezra, y se aseguraría de recordarles siempre a ambos
lo mucho que eso significaba.
—Las cosas del congelador van al congelador, —estuvo de acuerdo Ezra mientras sus
largos dedos tocaban el piano en la creciente polla de Frank—. Pero hoy tengo poca
paciencia. Quizás tenga que servirme yo mismo para ti.
Frank movió las cejas. —Parece que necesito esposarte mientras me tomo mi tiempo
para guardar las cosas en el refrigerador correctamente. ¿Debería hacer eso desnudo?
Los dientes de Ezra brillaban como perlas cuando sonreía. —¡No me harías eso!
Lo que en Ezra significaba, joder, sí.
Había una buena razón por la que Frank había instalado ganchos de techo tanto en el
dormitorio como en la cocina.
—Tendrás que averiguarlo, —dijo Frank y estacionó frente a su casa.
Necesitaba deshacerse de esa vieja y sucia valla. Era hora de cambiar las cosas y no
pensar en el pasado, pero ahora mismo tenía planes más importantes. Planes que
involucraban acero sobre piel desnuda.
Sonrió cuando Ezra se dirigió directamente hacia la parte trasera del vehículo y lo atrapó
antes de que Ezra lograra recoger alguna de las bolsas. —Basta con esto. Estás siendo un
calientapollas, —dijo, cargando a Ezra sobre su hombro y dándole una palmada en el
trasero.
Ezra se rió, retorciéndose por el golpe, pero en lugar de continuar con su acto, rodeó a
Frank con sus brazos y lo abrazó en el camino hacia adentro.
El fuego ya estaba quemando el cerebro de Frank, por lo que necesitaba actuar rápido,
antes de alcanzar su punto de ebullición y olvidarse de las bolsas llenas del congelador.
—¿Qué crees que estás haciendo? —Preguntó Ezra, fingiendo alejarse tan pronto como
Frank lo dejó en la cocina/comedor.
Frank se rió entre dientes y se agarró la mandíbula para darle un beso. —Lo que sea que
quiera. Ahora desnúdate mientras busco la mierda del congelador. Tienes treinta segundos,
—dijo y giró sobre sus talones.
—¿Qué harás si no lo logro? —Ezra volvió a hablar, pero Frank ya podía oír el crujido de
la ropa. Al fin y al cabo, era un buen chico.
Para cuando Frank regresó con las bolsas que importaban, Ezra ya se estaba quitando los
pantalones y los zapatos. Joder, era hermoso... Absolutamente deslumbrante,
independientemente de la cicatriz en su rostro. En todo caso, sólo hacía que su belleza
resaltara más.
Frank podría haber salivado un poco al ver la polla de Ezra ponerse rígida.
—Me encanta ver tus pezones tan duros por el frío, —se rió Frank y arrojó las bolsas en
el congelador sin molestarse en desempacarlas de una manera más organizada. Ya habría
tiempo para eso. En este momento, tenía sed.
Ezra se apoyó contra la pared, su cuerpo suave y tonificado era un placer para los ojos
mientras se encontraba con la mirada de Frank en un claro desafío. Alguien quería ser
maltratado esta noche.
Frank abrió su cajón de la diversión y sacó un par de esposas, mirando a su presa
desnuda. Cuando se movió hacia la derecha de la mesa, Ezra se movió hacia la izquierda.
Hicieron este baile varias veces, pero cuando Ezra rodeó la mesa y se acercó al pasillo,
corrió hacia el dormitorio.
Esa fue la señal de Frank. Alcanzó y agarró a Ezra por la cintura antes de que pudiera
llegar a su destino.
La risa salió del pecho de Ezra mientras golpeaba la espalda de Frank, pero cuando Frank
empujó su cara y su pecho contra la mesa y presionó su creciente polla contra el culo
desnudo, el sonido murió en los bonitos labios.
El cerebro de Frank se nubló mientras se inclinaba, empujando su nariz a través del
fragante cabello en la parte posterior de la cabeza de Ezra, pero quería estar listo antes de
que comenzaran a jugar, así que en lugar de seguir su instinto inmediato de masajear la
hermosa espalda de su amante, Frank tiró de él. hacia el gancho, le esposó las manos y
luego sujetó la larga cadena al techo.
Sólo entonces, con Ezra asegurado, se quitó la chaqueta y luego la camiseta, sólo para
disfrutar del pequeño y necesitado gemido de Ezra. Sus ojos color ámbar ardían y su polla
medio dura atrajo la mirada de Frank mientras se estudiaban el uno al otro en ese
momento de deliciosa agonía.
¿Qué pasaría esta noche? ¿Frank debería mantenerlo así? ¿Desnudo en medio de la
habitación, cambiando su peso con impaciencia mientras lo tocaba y lo provocaba? Sería
puro placer follarlo en esta posición, cuando no tenía nada contra qué frotarse ni a dónde
correr.
Ezra se estremeció y se puso de puntillas cuando Frank tocó sus pelotas, pero en el
momento en que esas caderas angulosas se movieron hacia adelante, buscando más, Frank
se obligó a alejarse, ante el gemido suplicante de Ezra.
Ambos se quedaron quietos ante el zumbido de un vehículo que se acercaba, pero el
camino más corto de Shane a casa incluía el terreno despejado al lado de su casa, por lo que
Frank le dio un beso a los labios de Ezra y cerró las cortinas antes de dirigirse al
dormitorio, para recoger las herramientas que le gustaría usar esta noche. La colección
había ganado recientemente un nuevo artículo: una pluma larga y muy suave, y la tomó,
imaginando el brillo necesitado en los ojos de Ezra una vez que las delicadas plumas
pasaran sobre su piel con cruel gentileza.
El auto que se detuvo frente a su casa abruptamente hizo que a Frank se le erizaran los
pelos de los brazos, y corrió a la cocina, en caso de que Shane tuviera la estúpida idea de
aparecer. Pero justo cuando salía del dormitorio, unos pasos rápidos afuera sugirieron que
allí no quedaba tiempo. Frank maldijo en voz baja y se paró frente a Ezra para ocultarlo
cuando se abrió la puerta.
—Por favor, joder, sal de aq... —comenzó, pero Shane no fue quien entró corriendo, y
Frank extendió los brazos para proteger a Ezra, dejando caer la caja de juguetes.
Un pequeño vibrador rodó por el suelo y golpeó el zapato de Paul.
Capítulo 30
Frank
El primer instinto de Frank fue agarrar una manta y cubrir a Ezra, pero sus pies no se
movieron cuando se convirtió en una pared entre su amante y un antiguo amigo que había
resultado ser un dolor de cabeza. Se le quedó el aliento en la garganta porque no estaba
preparado para esto. No tenía un cuchillo, una pistola o incluso un trozo de cuerda para
arrebatarle un arma potencial de la mano a Paul, pero protegería a Ezra con su propia vida
de todos modos.
La respiración apresurada detrás de él hizo que el fino cabello de su nuca se erizara,
como si el peligro acechara por todas partes a su alrededor, pero con Paul inmovilizándolo
con los ojos muy abiertos, solo había una cosa en la que podía concentrarse.
—¿Qué carajo estás haciendo aquí? —Frank preguntó con una voz que parecía venir de
algún lugar muy dentro de él.
Paul cerró la puerta justo cuando el gruñido de los motores resonaba bajo los pies de
Frank.
—A-alguien viene, —susurró Ezra cuando la mirada de Frank se dirigió al arma en la
mano de Paul.
El reptil calvo ladeó la cabeza de una manera que hizo que un hueso tronara en algún
lugar de su cuello y suplicó—: Frank, tienes que ayudarme.
—No tengo que hacer una mierda, —escupió Frank, muy preocupado de que Paul
pudiera arremeter y hacer algo impredecible.
—Si hubieras trabajado conmigo, no habría sucedido, ¿así que hazme este maldito favor?
—Pidió Paul, con la cara sudorosa.
Frank frunció el ceño. —La cagaste. ¿Y se supone que yo debo recoger los pedazos?
—Por los viejos tiempos, Frank. Tal vez sean seis. Guardaespaldas del casino. Matones.
Fácil.
La sangre de Frank se convirtió en hielo. —¿Los trajiste hasta aquí? ¿A mi casa? ¿Qué
carajo? Sal. ¡Ahora!
Una gota de sudor rodó por la frente de Paul y se deslizó por el costado de su nariz
mientras miraba a Frank, jadeando mientras los vehículos rugían cada vez más cerca. —Me
van a liquidar. No tuve elección.
El pecho de Frank se sentía apretado. Pesado. Y una parte de él odiaba ver a su ex
camarada en esta situación, pero le había dicho que no tantas veces y aun así había venido
aquí, poniendo en peligro todo y a todos los que Frank quería proteger. Jag podría haber
resultado herido en algún intento imprudente de detener a los intrusos, o Shane,
sorprendido al ver extraños en el depósito de chatarra. Y finalmente, Ezra, que estaba
desnudo, vulnerable e incapaz de huir.
—Hiciste tu cama. Ahora duerme en ella80.
Las comisuras de la boca de Paul se torcieron cuando los vehículos se detuvieron. Afuera
estallaron voces, pero Frank no se movió. No esta vez.
—¿Preferirías verme desangrarse en tu puerta que ayudar? ¿Después de todo lo que
hemos pasado? —Dijo Paul, sin inmutarse cuando alguien tocó la bocina afuera antes de
gritar su nombre completo.
—Deberías haber olvidado que existo cuando te lo dije.
Una bala destrozó una ventana sin previo aviso y, mientras Paul se agachaba, Frank se
acercó a Ezra.
—¡No disparen! ¡Está aquí! —Gritó, ansioso por agarrar un arma.
—¡Entonces entréguelo! ¡Estamos rodeando la casa! Ese fue un disparo de advertencia,
—rugió una voz profunda.
Buena puta advertencia cuando el disparo salió de la nada y podría haber matado a
cualquiera de los dos.
—Quédate abajo, —le susurró Frank a Paul, y por mucho que odiara dejar el lado de Ezra,
dio tres pasos hacia un lado para alcanzar el cajón con su-
—Lo siento, Frank. No me dejas opción, —dijo Paul con voz áspera, haciendo que las
alarmas en la cabeza de Frank se convirtieran en una cacofonía.
En el fondo, sabía lo que iba a ver. Pero cuando se dio la vuelta y vio un arma apoyada
contra la ahora pálida piel de Ezra, el cañón presionado contra su mejilla mientras Paul
estaba detrás de él, abrazándolo por detrás, el mundo se detuvo.
El pecho de Ezra se movía a un ritmo rápido, bombeando respiraciones superficiales
mientras miraba a Frank con ojos brillantes mientras ese reptil de hombre se ponía un
poco más erguido, sabiendo que había ganado.
—Intenté ser amable, Frank. Sabes que lo hice, —dijo Paul como para suavizar el golpe.
Para él no había vuelta atrás.

80 Esta frase significa hacerse responsable de las acciones de uno mismo que provocaron un mal resultado.
—¿Entonces? —rugió el extraño afuera—. Tengo a mis hombres por todos lados.
Entrégalo y te dejaré en paz.
—¡Lo estoy intentando! —Frank gritó en respuesta, atravesando el lío de pensamientos
frenéticos que se agolpaban en su cabeza, sólo para llegar a un callejón sin salida cada vez,
¿porque esa pistola apuntaba a la cara de Ezra? No le dejó opciones.
—¡Intenta más, joder! El bastardo intentó matarme y hay que sacrificarlo.
Alguien iba a morir esta noche, y no sería Ezra mientras Frank tuviera algo que decir al
respecto.
—Está bien, —susurró Frank y dio un paso más cerca—. ¿Cómo quieres hacer esto? Seis
de ellos.
La mirada de Paul recorrió el lugar. Era un animal acorralado a punto de arremeter.
Cualquier ventaja que tuviera desaparecería en el momento en que se alejara de Ezra.
Podría haber venido aquí en busca de ayuda, pero ya no confiaba en Frank, y por una buena
razón.
Las manos de Frank se cerraron en puños mientras los dedos de Paul se movían, tirando
de las clavículas de Ezra en un movimiento que parecía distraído pero que parecía una
caricia. Los ojos húmedos se encontraron con los de Frank, suplicando ayuda, pero cuando
la mano ofensiva pasó por el rostro de Ezra, la boca suave y bonita se abrió de golpe,
mostrando los dientes.
Paul rugió, abriendo mucho los ojos cuando Ezra mordió el costado de la mano del
bastardo. Ambos se estremecieron cuando el arma se disparó, llenando el aire con el ardor
de la pólvora.
Por una fracción de segundo, el corazón de Frank se detuvo.
El tiempo se detuvo.
Pero fue sólo su cerebro el que permaneció en el limbo durante demasiado tiempo,
porque el cuerpo de Frank ya se estaba moviendo.
La bala alcanzó el techo sin siquiera rozar a Ezra, y cuando Frank vio que Paul se
agachaba para recoger su arma caída, cargó contra él como una excavadora. El bastardo
rodó por el suelo, se puso de pie como un hombre mucho más joven y agarró un cuchillo de
la encimera de la cocina. Al menos ya no podía dispararles.
—¡Dame la oportunidad de huir, cabrón! —Paul dijo con voz áspera, retrocediendo,
porque ambos sabían que sus posibilidades en esta pelea habían cambiado drásticamente.
Demasiado poco y demasiado tarde. Su tregua terminó en el momento en que Paul
amenazó a Ezra en la casa de Frank.
Frank podría haber estado con el torso desnudo, pero ese cuchillo no era un bisturí.
Mientras evitara una puñalada en el estómago, sobreviviría, así que se lanzó hacia adelante,
agarrando la muñeca de la mano ofensiva de Paul y su garganta. La pared estaba demasiado
cerca para que el bastardo pudiera maniobrar para salir del agarre de Frank, y gruñó
cuando la madera crujió por el impacto. Intentaría patear, pero Frank conocía de memoria
la técnica de Paul y se acercó para pisarlo. Luego, con el movimiento más firme de su mano,
le rompió la muñeca a Paul y el cuchillo cayó.
En el momento en que Paul dejó de ser una amenaza seria, Frank le rodeó el cuello con el
brazo y se giró con este títere de carne en sus brazos. La sangre zumbó en sus venas como
avispones enojados cuando encontró los ojos de Ezra. —¿Quieres que yo…? —preguntó, a
pesar de que las lágrimas que corrían por el rostro sonrojado de Ezra hicieron que Frank
quisiera tomar la decisión por su cuenta.
Tal vez no debería poner esto en la conciencia de Ezra, pero él estaba aquí y merecía
opinar.
Frank pateó las piernas de Paul, haciéndolo caer de rodillas, y apretó los músculos de su
estómago, para protegerse del codo que volaba hacia él, pero Paul debe haber entendido
cuán terribles eran las cosas, porque agarró el antebrazo de Frank y trató de tirar de él.
—Por favor-
Ezra asintió, sosteniendo la mirada de Frank, y eso fue todo.
Frank giró la cabeza de Paul y lo dejó caer al suelo.
Respiró hondo mientras su mente se vaciaba. No sentía lástima por Paul, pero tal vez
había sucedido demasiado rápido y aún no lo había afectado. Paul nunca habría dejado de
imponerse a Frank, y Ezra siempre habría sido su objetivo para amenazar a Frank para que
cumpliera.
Frank tomó nota de los labios temblorosos de Ezra. —Lo siento, —murmuró, levantando
el cadáver mientras su cabeza colgaba de su lado—. Necesito lidiar con ellos primero.
Parecen ser de gatillo fácil, —dijo y se dirigió hacia la puerta como si fuera una pesadilla.
—Oh, está bien, —murmuró Ezra mientras Frank gravitaba hacia la salida, sin apenas
sentir la tensión y la fatiga que normalmente seguían a una pelea difícil. Anunció que
saldría y esperaba que los bastardos que esperaban afuera mantuvieran su oferta de
perdonar a todos si les entregaba a Paul. No habían especificado si vivo o muerto.
Sus faros iluminaron directamente la casa, y Frank bajó los ojos, entrecerrándolos
mientras salía, dejando caer la forma inerte al porche. Pero como era Paul, y ese cabrón
nunca podría facilitarle las cosas a la gente, su cadáver rodó escaleras abajo hasta caer en el
barro.
Pudo ver un arma bajar en la periferia de su visión, luego uno de los hombres dio un paso
adelante, hacia la luz.
—¿Está... muerto?
Frank respiró hondo. —Las cosas se salieron de control, pero obtuvísteis lo que queríais,
así que llevároslo y largaos de mi propiedad.
Ahora que sus ojos comenzaban a acostumbrarse a las luces brillantes que apuntaban
directamente hacia él, vio a los hombres mirándose entre sí. Claramente, no habían oído
hablar de los otros servicios de Wreck & Repair.
Un hombre vestido con ropa formal se adelantó y colocó su arma en una funda debajo de
la chaqueta del traje. —¿Por qué? Tú eres quien lo asesinó.
—Y ustedes lo querían muerto, así que tomad el maldito cadáver. —Frank no podía creer
que tuviera que discutir sobre esto. Como si esta noche no hubiera sido suficiente
espectáculo de mierda.
—Está en tu propiedad.
—Lo arrinconásteis aquí, —dijo Frank, respirando profundamente.
El extraño se tomó un momento para pensar y luego encontró oro. —Quieres dinero,
¿no?
Frank respiró hondo y se quedó atascado en algún lugar de su garganta. —Sí, quiero puto
dinero si voy a deshacerme de él por vosotros, —dijo con los dientes apretados.
El líder suspiró e intercambió unas palabras con uno de sus compañeros, quien se acercó
al maletero de su vehículo y lo abrió. —Bien. Supongo que te lo debo por perturbar tu paz
esta noche. No hay razón para desperdiciar conexiones, —dijo mientras su hombre se
acercaba a Frank.
Vestido con una camiseta gris debajo de una chaqueta corta, parecía engañosamente
normal, pero la forma en que su mirada recorrió a Frank, buscando puntos débiles y armas,
sugería que no era un matón común y corriente. Pasó por encima del cuerpo de Paul y llegó
a Frank, luego le ofreció la mano como debería hacerlo un caballero educado antes de
ofrecerle un fajo de billetes. Había un billete de cien dólares en la parte superior y,
basándose en esto, Frank estimó que su pago sería un par de miles. Esta vez no le importó
la suma exacta. Sólo quería que se fueran, para poder atender a Ezra.
—KP, dale mi tarjeta, —afirmó el líder cuando el soldado de infantería estaba a punto de
irse.
Frank se abstuvo de poner los ojos en blanco, porque este no era momento para hacer
enemigos. Así que mantuvo su rostro neutral mientras el hombre le pasaba una tarjeta.
—Encontrarás mi información de contacto en la cerca. Al salir.
KP retrocedió, pero el líder resopló y entró en su coche. —¡Un placer hacer negocios con
usted!
—Igualmente, —mintió Frank y observó a los intrusos retirarse por el mismo camino por
el que habían llegado, en una ordenada caravana. Sólo cuando las luces traseras del último
desaparecieron de su vista respiró profundamente el aire con olor a gasolina y regresó al
interior.
Ezra estaba temblando cuando se encontró con la mirada de Frank, y mientras el cuerpo
de Frank estalló de rabia al ver sangre alrededor de su boca, pronto se dio cuenta de que
tenía que ser la de Paul.
—¿Es seguro? —Ezra susurró, como si temiera que alguien pudiera escucharlo.
—Sí, —dijo Frank en piloto automático, incapaz de deshacerse de la tensión de su cuerpo.
Pero no esperó y abrió las malditas esposas del gancho en el techo.
Envolvió el cuerpo tembloroso de Ezra en sus brazos con un profundo suspiro. Estaba a
salvo. Y Paul nunca volvería a llegar a él.
Ezra giró las muñecas, como si sus manos hubieran muerto un poco en la posición
vertical, pero luego sus brazos rodearon a Frank, atrayéndolo como si fuera Frank quien
necesitara simpatía, no él.
—¿Estás bien? —él susurró.
—Estoy bien. ¿Estás seguro de que no estás herido? —Frank acarició la cálida espalda de
Ezra, tranquilizándose al tocar la cálida piel de su amante, pero Ezra siguió mirándolo como
si Frank fuera un animal asustado que necesitaba ser persuadido.
—Estoy bien. Me protegiste.
—Te lo prometí. —Frank besó un lado de su cabeza, relajándose lentamente en su
abrazo—. Lamento que tuvieras que verlo.
Pero sus músculos instantáneamente se tensaron nuevamente ante el estruendo de un
auto que se acercaba y miró a través de la ventana rota donde la cortina se había caído del
poste. Una mirada al suelo cubierto de cristal le hizo levantar a Ezra y sentarlo en la mesa.
Pero cuando estaba a punto de agarrar su arma, la voz de Shane lo hizo relajarse.
—¿Frank? ¿Ezra?
El alivio recorrió profundamente los huesos de Frank mientras observaba a Ezra cubrirse
con el abrigo que había dejado en el respaldo de la silla. Frank preferiría cuidar de él ahora,
pero con Shane aquí, explicarle lo sucedido tenía prioridad.
—Estamos bien, —dijo Frank y se paró en la puerta, mirando a su amigo, quien
contemplaba el cadáver que descansaba con la cara en el suelo.
Shane también se relajó y le hizo un gesto a Paul. —Pasé tres putos Hummers81 en el
camino hacia aquí, ¿y ahora esto? ¿Qué carajo?
Frank se frotó la frente. —Bueno… ya está hecho. ¿Quieres ayudar o qué? —preguntó,
agitando el fajo de billetes en el aire.
Shane arqueó las cejas pero asintió. —Déjame decirle a Ros que llegaré tarde a casa.

81 Se refiere a los vehículos.


Capítulo 31
Ezra
Ezra se sintió entumecido. La tarde se había convertido perfectamente en noche, y ahora
había un resplandor rojo oscuro en el borde del horizonte, prediciendo el próximo
amanecer. No pensó en ponerse nada adecuado y llevaba los mismos elegantes zapatos de
cuero y el mismo abrigo Burberry con el que había ido de compras. Ahora se sentía no sólo
demasiado elegante sino también cómico.
Era un payaso. Uno bien vestido, pero un payaso al fin y al cabo.
Frank había sugerido que Ezra podría quedarse en casa y no presenciar nada de las
consecuencias, pero ya no se escondería de la verdad. Era poco probable que él mismo
hiciera este tipo de trabajo, pero si eso era lo que hacía su hombre, necesitaba verlo con sus
propios ojos.
—No puedo creer que haya hecho algo como esto después de todo lo que ustedes dos han
pasado, —dijo Dex, una vez más ajustando la posición de Paul en el asiento trasero del auto
en el que había entrado el bastardo, como si importara ahora.
—No lo vamos a convertir en momia. No necesita verse bonito. El compactador va a
reorganizar esa preciosa pose de todos modos, —dijo Shane, exhalando una nube de humo
de cigarrillo.
Frank también estaba fumando. Algo que rara vez hacía, y nunca cerca de Ezra desde la
única vez que Ezra había expresado su disgusto por ese hábito. Esta noche, sin embargo, no
iba a decirle nada.
Dex le dio al cadáver una mirada más antes de retroceder. —¿Puedes enseñarme ese tipo
de combinación de poder para romper un cuello?
Frank se tomó su tiempo para inhalar y luego exhalar el humo. —No.
Dex parecía casi ofendido. —¿Por qué no?
—Tendrías que ser más fuerte.
Dex frunció el ceño antes de mover su cuerpo como si a un niño pequeño le dijeran que
no era lo suficientemente alto para subirse a la montaña rusa. —Soy fuerte. Tenemos un
gimnasio en el MC y hacemos ejercicio todos los días.
Ezra exhaló, gravitando más cerca del lado de Frank mientras Shane miraba el gancho
magnético que se cernía sobre todos ellos como un dragón oxidado. —¿Vamos a hacer esto?
Es casi de mañana y todavía tenemos que enterrar al cabrón una vez que esté aplastado.
Frank arrojó el cigarrillo bajo sus pies y dio un paso adelante cuando Dex cerró de golpe
la puerta de Paul y saltó en su lugar. —¿Puedo hacerlo? De esta manera no tendrás que
subirte completamente a la cabina, —dijo como si Frank fuera un hombre mayor incapaz
de lograr tal hazaña.
Frank gimió. —Claro, sírvete. Pero también tienes que ayudar a enterrarlo. Shane ya puso
en marcha la máquina de cemento.
Era extraño verlo tan emocionalmente carente. El Frank que Ezra conocía podía no ser un
rayo de sol o un charlatán como su sobrino, pero siempre había habido una calidez en él,
que ahora parecía ausente, como si la suave llama dentro de él se hubiera extinguido. Y
aunque Ezra quería desesperadamente preguntarle una vez más cómo se sentía acerca de
lo sucedido, estaba claro que recibiría la misma respuesta desdeñosa que había recibido
antes.
Ezra había estado aterrorizado cuando Paul entró, y más aún cuando esa fría y pesada
pieza de metal empujó su cara, pero ahora no sentía nada más que fatiga. La parte racional
de su mente sabía que lo había arriesgado todo al morder la mano de Paul. Esa bala podría
haberle destrozado los dientes, herido, tal vez incluso matado, pero en ese momento tanto
él como Frank estaban en peligro, y distraer a Paul parecía ser su única oportunidad.
No sabía cómo se había obligado a hacerlo.
¿Quizás en el fondo era más valiente de lo que creía?
El rugido del metal lo puso rígido, pero entonces, la enorme garra levantó el auto con el
cadáver de Paul como si fuera un juguete y lo trasladó a una imponente pieza de
maquinaria del tamaño de un gran cobertizo.
Dex parecía concentrado como un niño grande jugando con sus juguetes favoritos. Ezra
nunca lo consideraría normal después de lo que había visto en ese contenedor antes de su
accidente, sin importar si sus acciones realmente estaban motivadas por salvar cachorros.
Aún así, este era el sobrino de Frank y, por lo tanto, su familia.
Shane encendió otro cigarrillo y se acercó a ellos. —Puedes irte, Frank, nosotros
podemos encargarnos del resto.
—¿Seguro? —Preguntó Frank.
Shane señaló a Ezra con la barbilla. —Sí, estoy bastante seguro de que ustedes dos
necesitan hablar.
Ezra exhaló y agarró la mano de Frank, apretándola firmemente cuando encontró la
mirada de Shane. Shane no había estado seguro de sus intenciones al principio, pero tal vez
los eventos de esta noche finalmente lo convencerían de que Ezra estaba en esto por mucho
tiempo y que tenía la intención de apoyar a Frank.
—Gracias. Sí, —dijo antes de que Frank pudiera decir algo.
Frank simplemente asintió con la cabeza hacia Shane como si pudieran tener una
conversación compleja sin palabras y apretó la mano de Ezra. —¿Te parece bien caminar?
Ezra asintió. —Quizás necesite eso, —dijo, alejando a Frank de los demás y llevándolo
hacia su casa. Frank encendió una linterna para revelar el camino y Ezra se centró en él en
lugar de en los agudos gritos del metal rompiéndose detrás de ellos.
Durante un rato caminaron en silencio, refrescados por el aire de la noche, pero entonces
Frank habló. —Si algo así vuelve a suceder y soy yo quien termina muerto, necesito que
pienses primero en tu seguridad, ¿de acuerdo? Nadie excepto Shane lo sabe, pero tengo
pequeños lingotes de oro almacenados debajo del piso de nuestra casa. Debajo de la cama,
debajo de la ducha y debajo del sofá. Tendrías que coger un hacha y romper el suelo allí.
Son pequeños, por lo que es más fácil sacar provecho de ellos y el precio del oro no fluctúa
tanto...
—Frank. Que va a estar bien. Pero… aprecio que me digas esto, —dijo Ezra, a pesar de
que la idea de Frank muerto hizo que las entrañas de Ezra se retorcieran y la bilis le subiera
por la garganta. Al final del día, Paul estaba muerto y ellos estaban a salvo.
Por un momento, se preguntó por qué Frank vivía de esa manera si tenía lingotes de oro
escondidos, pero cuando ese primer pensamiento se asentó, entendió las razones sin tener
que preguntar. Sería divertido tener más dinero para gastar, pero en el trabajo de Frank,
necesitaba un respaldo. Un desliz podría generar gastos médicos que el seguro no podría
cubrir o un soborno que debía pagarse en el acto.
Los lingotes de oro eran seguridad y protección.
A Ezra le gustó mucho eso, así que apretó la mano de Frank para tranquilizarlo. Eran más
parecidos de lo que Frank podía imaginar.
Frank respiró hondo. —Lamento que tuvieras que verlo suceder, pero creo que no había
otra manera. Paul nunca se habría rendido.
Ezra, que hasta ese momento analizaba todas las cosas que debía decir, se paró frente a
Frank y lo tomó de los brazos. —Lamento haberte dicho que lo hicieras. Sé que significó
mucho para ti que ya no quieres ser un asesino, —dijo en un suspiro antes de bajar la
mirada hacia la linterna apuntada hacia abajo en la mano de Frank.
En el silencio, podía oír claramente a Frank tragar.
—Es solo que... es algo que traté de cumplir, pero cuando él te amenazó, mis reglas ya no
importaron.
La exhalación de Ezra sonó temblorosa mientras se acercaba medio paso. —Me
preocupaba que pudieran dispararte a través de la ventana mientras estábamos en un
callejón sin salida. Todo sucedió muy rápido, y cuando lo mantuviste en su lugar, su muerte
parecía una solución muy sencilla. Pero no debería haber sido mi decisión. Es mi culpa que
rompiste tus reglas y ahora estás sufriendo. Puedo sentirlo.
Tal vez Frank no lo supiera, o incluso no lo quisiera, pero su vida anterior no había
embotado sus emociones. Todavía estaban muy vivas bajo ese exterior estoico, y Ezra
necesitaba desesperadamente sacarlas a la superficie, saber que su relación no cambiaría
debido a esta noche.
Frank lo abrazó y le acarició la espalda con un movimiento tranquilizador que fue tanto
para Ezra como para él. —No es tu culpa. Te di la opción porque quería que tuvieras la
última palabra. Es una gran carga que puse sobre tus hombros, pero no lo vi así en ese
momento.
El aire abandonó el pecho de Ezra mientras se hundía contra Frank, absorbiendo su
aroma. Terroso pero fresco, siempre sería su consuelo. Sólo podía esperar que Frank
sintiera lo mismo por él.
—Quiero que sepas que nada cambió entre nosotros. Sé que lo hiciste para protegerme.
Frank besó la parte superior de su cabeza. —Yo solo… Él consiguió que matara una vez
más, ¿sabes? Y ahora nunca más volverás a verme de la misma manera.
Ezra miró hacia arriba y tragó aire como si estuviera a punto de ahogarse en la tristeza de
Frank. Este era un hombre que haría cualquier cosa por él. Incluso a riesgo de distanciarse
del hombre que amaba.
Podría haber visto muchas más muertes que Ezra, pero de todos modos lo afectaba. —
Nunca. Frank, eres mío, —dijo Ezra, acariciando las mejillas desaliñadas con los dedos.
Los ojos de Frank eran como dos pozos de dolor reprimido, pero Ezra ya no tenía miedo
de probar sus aguas.
—¿Está seguro? Lo entendería, —susurró, pero la forma en que apretó su mano en la
nuca de Ezra hablaba de su deseo de volver a ser como eran las cosas hace horas, antes de
que Paul trajera la violencia a su casa.
Ezra respiró hondo, inclinándose, y cuando este hombre del tamaño de una torre reflejó
su gesto, sus frentes se tocaron. Su piel estaba en llamas, pero prefería quemarse hasta
convertirse en cenizas antes que dejar ir a la única persona que realmente quería
protegerlo. Cuidarlo. Amarlo.
—Estoy seguro. No me dejes fuera ahora.
Finalmente. Su corazón dio un vuelco ante el atisbo de sonrisa en los labios de Frank.
—Tú eres mi todo, —dijo Frank y dejó caer la linterna al suelo para sostener a Ezra con
ambos brazos—. Quiero que te sientas seguro en nuestra casa y conmigo.
Estar tan cerca de él, sentir los latidos de su corazón y sentir el contacto de unos labios
sonrientes drenaron los vapores que Ezra había estado corriendo durante las últimas
horas, y se dejó inerte en los brazos de Frank, respirando su esencia.
—Me he pasado la vida preocupándome por mi futuro, pero finalmente lo encontré. Ya
no tengo miedo.
—Haré que el objetivo de mi vida sea que tú nunca lo tengas —dijo Frank e incluso el
regusto amargo del cigarrillo en su lengua tuvo un sabor dulce cuando besó a Ezra.
Por fin ambos estaban en casa.
Epílogo
Ezra
El concurso estatal de Hombres Fuertes no era tan llamativo como lo hubiera sido a nivel
nacional o internacional, pero no importó. Frank literalmente había levantado un auto para
salvar la vida de Ezra, y ahora estaba en lo más alto del podio, presentando su trofeo
mientras la multitud aplaudía.
Ezra estaba muy orgulloso de su hombre.
Y el evento también fue un día muy divertido e informal, acompañado de una feria, gente
mostrando sus caballos y un deslizamiento de tierra. No sufriría un deslizamiento de tierra
aunque alguien le pagara, pero era divertido verlo.
Ezra todavía estaba un poco cohibido por las cicatrices que dejó el terrible accidente en
el depósito de chatarra, pero se estaban desvaneciendo cada día, y con el tiempo y el
cuidado adecuado podrían volverse indetectables en uno o dos años.
Deseaba que no le importara, realmente quería, pero aunque estaría eternamente
agradecido de que todas sus heridas se hubieran curado bien, no podía deshacerse de la
sensación de que debía lamentarse por su rostro que ya no era perfecto. El viejo Ezra
habría temido que eso pudiera afectar su valor de mercado, pero eso ya no era una
preocupación, no con un hombre tan sólido como Frank a su lado.
Se sentía bien ser amado.
—Estoy animando a mi Bill, pero Frank se lo merece. Esta vez se superó a sí mismo, —
dijo Vicky, aplaudiendo a su lado.
Se habían conocido recién hoy pero ya se habían simpatizado. Ella y Bill eran conocidos
de Frank, algunas de las personas con las que salía en estos concursos. Vicky era rubia,
ruidosa y tenía pedrería en los jeans, por lo que Ezra se sorprendió de lo rápido que se
habían hecho amigos. Pero esa había sido la curva de aprendizaje de Frank desde el
principio. No juzgar un libro por su portada. Ezra claramente aún tenía un largo camino por
recorrer.
—Bill también estuvo increíble. Debe ser esa lesión de la que me habló, —le dijo Ezra,
pero ella negó con la cabeza.
—No, son sus hábitos. No bromeo, dice que se está alimentando o algo por el estilo, pero
sé que solo quiere pizza y pollo frito con demasiada frecuencia. Deberíamos contratarte
para que le hagas un plan de nutrición, como hiciste para Frank. Me lo contó todo.
Ezra se detuvo. —Oh... todavía no tengo las calificaciones.
Vicky puso los ojos en blanco. —Bill necesita toda la ayuda que pueda conseguir. No
pedirá ningún certificado.
Ezra soltó una risita y se encogió de hombros. —Bien entonces. Simplemente llama a
Frank y arreglaremos algo.
Frank estrechó la mano de los ganadores del segundo y tercer lugar, pero luego bajó del
escenario y fue reemplazado por un grupo de baile infantil. La multitud todavía animaba a
los atletas cuando Ezra intentó llegar al borde de las gradas, ansioso por felicitar a su
hombre en persona en lugar de mirarlo intensamente. Pero cuando llegó a los escalones de
madera y bajó al suelo, un hombre ya estaba parado al lado de Frank, felicitándolo con gran
entusiasmo. Musculoso pero no tan grande como Frank, el extraño no parecía fuera de
lugar en este tipo de torneo, pero cuando la decisión de Ezra de no interferir y esperar su
turno se convirtió en demasiadas palmaditas en la espalda por parte del extraño, perdió la
paciencia y se dirigió hacia su hombre fuerte.
—¿Quién es tu amigo? —Preguntó, reprimiendo los términos cariñosos que le apretaban
la boca, porque no sabía muy bien qué tan tolerante era esta multitud, y no quería arruinar
la victoria de Frank con un toque de homofobia.
Frank sonrió al verlo y puso a Ezra debajo de su brazo de una manera masculina que
podría interpretarse simplemente como un gesto amistoso.
—Jack, mi compañero, Ezra. Hago lo mejor que puedo para lucirme delante de él, por eso
se ha ganado la mitad de este trofeo. —Frank se rió, revolviendo el cabello de Ezra.
Jack sonrió, pero sus ojos clavaron a Ezra como si fuera una molesta mosca a la que hay
que aplastar. Guau. Si este tipo quería tanto a Frank, debería haberlo reclamado cuando
todavía tenía la oportunidad, porque Frank ahora estaba fuera de sus límites. Frank no
pareció notar el aire de confrontación y siguió charlando sobre una nueva marca de barras
de proteína hasta que Jack se disculpó y siguió su camino.
Ezra exhaló y, mientras se alejaban del campo donde se había llevado a cabo la
competencia, esquivando grupos de gente borracha, acarició discretamente la espalda de
Frank en agradecimiento.
—Primero que nada, felicidades, estuviste increíble y me encanta que algunas personas
sepan quién soy para ti. En segundo lugar, ¿quién era ese tipo y por qué me miró como si
quisiera que me pudriera en la zanja?
Frank se rió a carcajadas y sacudió la cabeza. —Estos concursos… atraen al tipo de chicos
a los que les gustan los hombres de mi tamaño. Puede que no lo creas, pero en algunos
círculos soy muy excitante. —Él movió las cejas—. Y dado que la mayoría de los otros
chicos que compiten son heterosexuales, podría haber disfrutado de ganarme un fan82 o
dos.
Ezra se rió cuando abandonaron el área de competencia y se dirigieron al recinto ferial
que presentaba un par de atracciones de carnaval, algunos juegos y camiones de comida.
—Nunca hubiera creído que la gente podría encontrarte atractivo. Sólo estoy aquí por
accidente, —se burló, ahora discretamente interesado en desempeñar el papel de fan de
Frank. Tal vez una vez que no estuvieran tan cerca de otras personas, podrían estacionar en
un lugar discreto y...
—Lo sé, realmente tuviste que bajar tus estándares para estar conmigo, pero ¿tal vez
podrías entregarme a Jack? Problema resuelto, —bromeó Frank. Había pasado un tiempo
desde que Ezra lo había visto tan despreocupado y se sentía muy bien.
El pecho de Ezra ardía de necesidad. Si pudiera, le pondría laureles de oro en la cabeza a
Frank y luego le prepararía un baño para que se sintiera realmente apreciado. —Tengo
muchísimas ganas de besarte, joder.
Frank le acarició la nuca. —Lo sé, dulzura. Espera un segundo. Conozco un lugar. Podría
enfrentarme a cualquier tipo que intente quejarse de nosotros, pero no quiero terminar
arrestado.
Señaló más abajo, la fila de camiones con comida. Al final, detrás de un puesto con
algodón de azúcar, había una mesa de picnic con dos bancos largos, ocultos del sol por una
gran sombrilla azul.
La mayoría de la audiencia estaba mirando a los niños actuar, por lo que este lugar aún
era lo suficientemente discreto para los propósitos de Ezra. Saltó y le dio un beso a Frank
en el momento en que decidió que nadie los detectaría directamente. —¡Estuviste tan
genial ahí fuera! Todavía no puedo creer que puedas hacer esas cosas con tu cuerpo, —
murmuró y apretó juguetonamente ambos pectorales de Frank.
Frank se rió y flexionó sus músculos bajo el toque. —Tendré que recordártelo en el hotel.
Porque sí, se iban a dar el capricho de pasar un fin de semana entero fuera. En una
habitación con bañera de hidromasaje.

82 Utiliza el término “groupie” que define a las chicas que siguen a sus ídolos (generalmente musicales) con
el afán de tener relaciones sexuales con ellos.
Ezra se lamió los labios mientras pensamientos traviesos pasaban por su cabeza. Pero no,
no podían simplemente tener un rapidito en la caja del camión, esperando lo mejor, así que
necesitaba soportar esta tortura por un tiempo más. —Mi memoria es perfecta cuando se
trata de tu cuerpo.
Frank lo llevó suavemente hasta el banco y se sentó a su lado. —¿Estás seguro? ¿Puedes
mapear cada centímetro de mí? —Colocó el brillante trofeo en forma de copa entre ellos,
jugando con el asa.
Olía a la loción para después del afeitado amaderada que Ezra le había comprado para
Navidad y a sudor fresco evaporándose al sol. Incluso el número de mal gusto pegado al
frente de su camiseta le quedaba bien a un hombre tan hermoso como él.
Ezra se inclinó para darle otro beso y tocó la rodilla de Frank. —¿De verdad dudas de mí?
¡No puedo creer la falta de respeto!
—Bueno, ni siquiera pediste ver mi trofeo, ¿qué te parece eso de falta de respeto? —
Frank se rió entre dientes y lo acercó a Ezra, quien lo tomó pero no dejó que su mirada se
desviara de los fuertes rasgos de Frank.
—Podría servirte batidos en esto, para que recuerdes lo que está en juego.
Frank sonrió y se frotó la nuca mientras agarraba la mano de Ezra. —Amaría eso. Pero
será mejor que primero compruebes si no hay polvo por dentro.
Ezra resopló, confundido. —Um, simplemente ve… —Su voz murió cuando notó un
círculo de plata y cobre descansando dentro de la taza. El anillo irradiaba un calor que
ardía en su rostro, quemaba su cerebro y seguía provocando incendios en toda su piel
mientras miraba el hermoso y atractivo rostro de Frank.
—¿Qué…?
Tal vez el rubor en las mejillas de Frank no había sido causado por la exposición al sol o
por el esfuerzo anterior. ¿Quizás estaba nervioso? Se deslizó un poco más cerca de Ezra,
apretando su mano mientras Ezra tomaba el anillo, descubriendo que un pequeño
diamante estaba incrustado en su cabeza.
Era una pieza única, muy parecida a las joyas que Frank creaba a veces en su taller. ¿Será
obra de sus propias manos?
—Si me lo permites, me gustaría hacerlo oficial. Sólo ha pasado un año desde que te
mudaste conmigo. Pero sé que eres el indicado. Simplemente lo eres.
Ezra se quedó mirando el sencillo anillo con surcos decorativos a ambos lados de la
piedra. Ahora recordaba su perorata sobre la inutilidad de las joyas elegantes. Frank debe
haber notado lo que dijo acerca de que las piezas importantes deben ser hechas de modo
que queden en toda ocasión.
Su pecho estaba tan apretado que casi deseaba masajear la tensión, pero en el brillo del
amor de Frank, no se atrevió a moverse y arruinar la perfección de este momento. —Vas en
serio. Yo… no pensé que esto fuera algo que quisieras.
Frank se acarició la mano con el pulgar. —Sí. Quiero que te sientas seguro. Lo que es mío
es tuyo, pero tiene que quedar por escrito. Bromeé sobre eso una vez, ¿recuerdas? Cuando
me dijiste que tu mamá estaba atrapada debido a un acuerdo prenupcial.
Ezra sí recordaba eso, pero en ese momento lo descartó como si Frank intentara
tranquilizarlo. ¿Había hablado en serio en aquel entonces? —Te amo. Por supuesto que yo
también quiero esto.
Frank exhaló. ¡Así que había estado nervioso! Qué adorable. —Oh, gracias joder. Por un
momento me preocupé de haberme disparado en el pie.
Increíble.
—Frank. Sabías que planeaba conseguir un marido de gran valor. Simplemente no pensé
que tendría éxito tan rápido, —murmuró Ezra, quedándose sin aliento a mitad del camino y
susurrando el resto mientras colocaba el anillo en la gran y cálida palma de Frank.
La sonrisa de Frank fue gentil cuando sus gruesos dedos agarraron los elegantes de Ezra
y deslizó el anillo en su dedo. —Soy como mi depósito de chatarra. Tosco por fuera, pero
lleno de sorpresas y gemas escondidas.
Ezra tembló un poco cuando el genial anillo se colocó en su lugar, ya mirando como en
casa en su dedo, como si Frank hubiera llevado un molde de su mano a la joyería. —Tú eres
la joya, Frank. Una joya que nadie en su sano juicio podría pasar por alto, —dijo,
entrelazando sus dedos mientras la brisa le peinaba el cabello.
Frank se rió y le dio un beso. —¿Porque soy muy grande?
—No, Frankie, porque tu corazón es incluso más grande que tus bíceps, —dijo Ezra,
tragando para que sus ojos dejaran de llorar. Era demasiado sensible, pero no le importaba.
Se casaría con este hombre. Ya había encontrado su felicidad con Frank, y ahora tenía un
diamante que la acompañaba, porque a Frank le importaban las cosas que hacían feliz a
Ezra.
El dulce olor del algodón de azúcar sólo lo hizo más feliz.
—No puedo esperar para mostrarte algo aún más grande más adelante. —Frank sonrió y
lo besó de nuevo.
Ezra se rió y se lanzó hacia sus brazos después de comprobar si todavía estaban solos.
Pero cuando los brazos familiares se cerraron a su alrededor, todo lo que quería era
celebrar. —Siempre estás tan ansioso como la primera vez, —dijo y olió la dulzura en el
aire.
Frank lo abrazó con fuerza. —Oh, recuerdo haber perdido la mitad de mis células
cerebrales cuando me di cuenta de que podría acostarme contigo.
Ezra se rió entre dientes, eufórico por todos los elogios. —Deberíamos celebrarlo. ¿Sabes
que nunca he comido algodón de azúcar? —Señaló el puesto cercano.
Frank retrocedió con una expresión cómicamente sorprendida. —¿Qué? ¿Por qué?
—Mi mamá solía decir que era azúcar pura, así que no tenía sentido comerlo.
Frank sacudió la cabeza y se levantó. —Solucionaremoa eso ahora mismo. Está bien si lo
odias, pero tienes que probarlo.
Aún abrumado pero ebrio de alegría, Ezra tomó su mano y se levantó también. Al viejo él
se le habría ocurrido una excusa para no comer alimentos sin valor nutricional,
especialmente uno que no había probado. Pero ya no era esa persona, y si había aprendido
algo al casi perderse una relación con Frank, era que nunca más dejaría que viejas
inhibiciones y prejuicios lo detuvieran. A pesar de mudarse a un lugar remoto, su mundo
ahora parecía más amplio y más emocionante, ¿y ese anillo en su dedo? Puede que no
cambiara mucho, pero significaba más que todas las muestras de adoración que alguna vez
había recibido.
¿Le gustaría el algodón de azúcar? Él no lo sabía. Pero estaba emocionado por probarlo
con Frank.

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Wanted (“Buscados”)
KA Merikan
El lado equivocado de las vías #5

Liver. Playboy extraordinario. Engreído. Cachondo. Mataría por su mejor amigo.


Knox. Kickboxer con resentimiento y una afección cardíaca. Llorón. Se desharía de un
cuerpo por su mejor amigo.
Ambos: Buscados para ser interrogados en relación con un asesinato.
Ambos: Posiblemente, tal vez enamorados el uno del otro y ni siquiera lo saben.

¡Muy pronto!
Unlovable Bastard83
KA Merikan
“No es que no seas digno de ser amado. Solo tienes miedo del amor”.

Después de años de trabajar para un usurero, Robert termina con sangre y violencia.
Todo lo que tiene que demostrar es una bolsa de dinero y toda una vida de
remordimientos. No hay otra forma de salir de su línea de trabajo que en una bolsa para
cadáveres.
Entonces Robert decide morir.
Pero en la noche que elige sellar su propio destino, el destino le ofrece la oportunidad de
redención. Cuando Robert salva a un hermoso y joven escort de una muerte terrible, no
tiene idea de que está poniendo en movimiento mucho más que un último intento de
probar que dentro de la cáscara endurecida, es un ser humano decente.
Encantador, ingenioso y lleno de sonrisas, Nathan es todo lo que Robert podría soñar. Él
también está listo para caer en los brazos de su rudo protector. Robert, por otro lado,
nunca ha estado con un hombre y primero tendrá que luchar contra sus propios demonios
si debe aceptar que todo su ser quiere hacer suyo a Nathan.
Con su antiguo jefe buscándolos a los dos, el tiempo corre y Robert podría simplemente
no tener la oportunidad de decidir antes de que sea demasiado tarde. Más importante aún,
Robert no se detendrá ante nada para proteger alhombre que lo hizo sentir vivo de nuevo,
el hombre quién es la única cosa entre él y el abismo.

“Nunca tuve que pensar mucho sobre la muerte antes, pero lo hice ayer. Pensé que moriría. En
un agujero. Cubierto con tierra. Asfixiándome bajo tierra.
Pero luego me salvaste.”

83 Este libro tiene otro título que es “We met in death” o “Nos encontramos en la muerte”.
Temas: de enemigos a amantes, protector, crueldad, homofobia, crimen,
autodescubrimiento, conflicto familiar, diferencia de edad, escolta, odio a sí mismo, primera
vez, venganza, fuga.

Género: Romance M/M oscuro, valiente y contemporáneo.

Longitud: ~90.000 palabras (novela independiente, HEA)

ADVERTENCIA: Esta historia contiene escenas de violencia, tortura, menciones al


suicidio, lenguaje ofensivo, personajes moralmente ambiguos, homofobia y lenguaje
homofóbico.

Disponible en AMAZON
Sobre el Autor
K.A. Merikan es un dúo de escritoras queer que no creen en seguir el camino trillado. En
sus libros podrás sumergirte en peligrosos romances con mafiosos, motociclistas fuera de
ley y chicos malos, todo desde la seguridad de tu sofá. Les encanta lo extraño y lo
maravilloso, salirse de lo convencional y cambiar los estereotipos tanto en la vida como en
la ficción. Sus historias no rehuyen explorar el lado más oscuro del romance MM y
presentan una variedad de antihéroes, rebeldes, inadaptados y desvalidos que van contra la
corriente.
Prepárate para giros impactantes, humor negro, emociones crudas y escenas candentes.

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