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En colaboración con:
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A Alden siempre le han gustado los retos, y ¿qué podría ser más
difícil que no uno, sino dos chicos testarudos? 5

Hace cinco años, el ejército me devolvió a casa con una pierna menos y
con cicatrices que cubrían la mitad de mi cuerpo. Aprendí a vivir con ello,
me construí una nueva vida y encontré la manera de amar el nuevo cuerpo
que me habían dado... sólo hay una cosa que no puedo aceptar.

No tengo derecho a querer a alguien tan vibrante y hermoso como


Nolan, no cuando una parte muy vital de mi anatomía ya no funciona. ¿Qué
utilidad tendría un hombre como yo para él?

Parece que Alden no puede dejar de entrometerse entre nosotros dos, y


odio admitirlo, pero hay algo en él que consigue arreglar lo que está roto en
mí.

¿Alguien más ha desarrollado alguna vez una manía de Daddy después


de haber volado en pedazos, o sólo soy yo?

Y aún más importante, ¿seremos capaces de encontrar una forma de


encajar los tres juntos?

***Stubborn Boys es el tercer libro de la serie The Perfect Boys. Se


puede leer como un libro independiente, pero será más divertido como parte
de la serie.
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Es demasiado pronto para servirme una copa.


Lo sé, pero eso no me impide mirar la botella de whisky importado
de veinte años que tengo sobre la mesa durante demasiado tiempo. La
soledad es algo curioso. No es divertida, por supuesto. Tiene una forma de
hacer que los días se mezclen entre sí, arrastrándose en un interminable
atasco de vacío y demasiado alcohol.

Antes no quería tener compañía. Estaba perfectamente bien solo o


con cualquier chico, o chicos, que me llamaran la atención por una noche.
No me faltan aficiones e intereses para mantener mi atención, y no me
importa tener mi propio negocio.
Hace varios años fui vagamente consciente de un cambio en mis
deseos y necesidades. Comenzó con un malestar en torno al tipo de chicos
con los que solía disfrutar. Todavía me emocionaba ganarme la sumisión de
los chicos más obstinados, pero empecé a notar que me sentía vacío después
del espectáculo. Ya sea en el club o en mi casa, una vez que los enviaba a
su casa, con el culo rojo y saciado, un vacío entraba en mi pecho y deshacía
la calma que había trabajado toda la noche para lograr.
Me encontré con que cada vez iba menos al club, ya no buscaba a
los chicos para que desfilasen en las numerosas recaudaciones y fiestas a las
que asistía, y me lanzaba a mis aficiones con mayor entusiasmo,
frenéticamente a veces.
Ahora que mis dos socios -barra- mejores amigos tienen sus propios
chicos permanentes, es difícil seguir negando lo que realmente me
preocupa. Yo también quiero eso para mí. El problema es que el hombre al
que le he echado el ojo... Bueno, no estoy seguro de que seamos
compatibles.
Desvío mi atención de la botella al oír los pasos fuera de la puerta
de mi oficina. El corazón me late un poco más rápido, aunque pongo los
ojos en blanco ante mi reacción. Soy un hombre de negocios de éxito, un
Daddy Dom seguro de sí mismo, he viajado por todo el mundo y mi lista de 7
experiencias es casi interminable... y, sin embargo, aquí estoy todo agitado
por el mero sonido de su inconfundible paso.
Una suave llamada a la puerta de mi despacho me hace sentarme
más erguido, enderezar los hombros y arreglar por reflejo mi corbata,
aunque no tengo ninguna duda de que está impecable y el estado de mi
corbata no tendrá ningún impacto en la opinión que Gannon tiene de mí...
que, para que conste, parece ser bastante baja.
—Pasa,— Dije, la calma en mi voz contradice la forma en que mi
estómago baila cuando la puerta se abre y Gannon llega a la entrada. Sus
anchos hombros parecen poner a prueba los límites de la camisa de vestir
que lleva, con las mangas blancas y definidas arremangadas, dejando al
descubierto el tatuaje negro y gris que decora su antebrazo, entrelazado
alrededor de las cicatrices que se levantan en su piel.

—Es sólo mientras estamos en la oficina, no te preocupes. Los


bajaré para que los clientes potenciales no vean mis tatuajes —, dice a la
defensiva, malinterpretando claramente el significado de mi persistente
mirada, lo que probablemente sea lo mejor de todos modos.
—Mm,— Tarareo pensativo. —Por casualidad no tienes los
informes de nuestra reunión de ayer, ¿verdad?— pregunto, cogiendo el café
que él pone sobre mi mesa y dándole un sorbo.
—Los tengo. Espera.— Sale de mi despacho y vuelve un momento
después con una carpeta en la mano. La deja también sobre mi mesa y se
queda allí mientras yo la abro para leer los informes. No debería ser ni la
mitad de embriagador que tenerlo ahí, esperando mi próxima orden. Resulta
que no me aburren los chicos guapos ni el estilo de vida en general. Sólo
estoy cansado de todos los equivocados.
Mi polla se estremece cuando una fantasía se crea sin mi permiso,
una ensoñación en la que ordeno a Gannon que, bajo mi enorme escritorio,
sostenga mi endurecida polla en su boca mientras respondo a mis correos
electrónicos matutinos. Trago saliva y destierro ese pensamiento
inapropiado.
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Aunque no fuera su jefe, nunca me ha dado ninguna indicación de


que le interese lo más mínimo el estilo de vida Daddy-kink.
Se aclara la garganta y yo levanto la vista del papeleo que he estado
mirando a ciegas durante Dios sabe cuánto tiempo. Le dedico una sonrisa
apretada.
—Gracias por esto.
—No hay problema. ¿Algo más?

—No por el momento.— Se da la vuelta para marcharse, pero la


perspectiva de volver a estar solo me hace sentir un pico de pánico. —
Espera.

Gannon se detiene en la puerta y se apoya brevemente en el marco


antes de volverse hacia mí. Su rostro es ingeniosamente inexpresivo, el
mohín de sus labios es más tentador de lo que tiene derecho a ser, y
empiezo a sentirme como un lascivo, mirando continuamente a un hombre
que nunca ha expresado el más mínimo interés en mí. Por supuesto, puede
ser por eso que estoy tan fascinado con él. Siempre he amado un buen
desafío.
—¿Estarás en la recaudación de fondos este fin de semana?— Lo
pregunto porque ahora que me mira expectante, necesito decir algo.
—Siempre lo estoy. ¿Necesitas que recoja tu traje de la tintorería?—
preguntó.
—No, eso no será necesario.
Asiente con la cabeza y se queda un momento más, con sus ojos
castaños profundos clavados en mí, como si tratara de encontrar la forma
correcta de preguntar lo que sea que tenga en mente, o tal vez simplemente
se pregunte por qué le he llamado para preguntar algo tan trivial.

—Antes de que Barrett conociera a Sterling, me hacía llamar a


veces al club para que le organizara citas cuando no tenía tiempo de buscar
las suyas propias para fiestas o recaudación de fondos.— Deja que la 9

implicación quede entre nosotros. Estaría dispuesto a investigar a los chicos


por mí si estoy buscando una cita para el evento.
Dado que mi polla sigue medio dura por el parpadeo de una fantasía
que no me he atrevido a explorar y que ni siquiera recuerdo la última vez
que jugué con alguien, debería aceptarlo. El hecho de que ninguno de los
chicos que he conocido en los últimos años haya conseguido interesarme no
significa que alguno no lo haga... si sigo intentándolo, claro.
—No, gracias,— Respondo, y él vuelve a asentir.
—¿Algo más?— lo comprueba por segunda vez, y yo sacudo
bruscamente la cabeza.
De todos modos, no hay nada en lo que pueda ayudarme.

Cuando me desperté hace cinco años, con una pierna menos y lleno
de metralla, mi primer pensamiento fue, joder, ahí va mi carrera. Mi
segundo pensamiento fue, gracias a Dios, estaba solo en el vehículo. Si
tienes que ser volado por una bomba de carretera, es mucho mejor no tener
la culpa de que alguno de tus hombres muera encima.

Llevaba casi una década en el ejército y tenía la firme intención de


hacerla mi carrera. Lo último que esperaba era encontrarme un día llevando
café a un grupo de multimillonarios con trajes que costaban más que la casa
en la que crecí. Pero bueno, la vida te lanza bolas de nieve.
Para que quede claro, la casa en la que crecí no era especialmente
una mierda, sólo son trajes estúpidamente caros.
Al menos utilizan su dinero para el bien, invirtiendo en startups1 e
investigaciones que benefician al bien común. Aunque tenga que asistir a
un montón de fiestas. Parece que lo único que quieren hacer los ricos es dar
fiestas.
10
Un flash de mi mejor amigo, Nolan, mirándome con desprecio entra
en mi mente y hace que mis labios se muevan. Prácticamente puedo oírlo,
con las manos en las caderas y un pequeño resoplido irritado entre sus
labios pintados de rojo.
—¿Y que hay de malo en las fiestas?

Mi corazón da un aleteo afectuoso antes de sacudirme la imagen. No


puedo ir allí.
Me concentro en la pantalla del ordenador, donde estoy revisando
una solicitud de financiación de un cliente antes de enviarla a Barrett.
Centrarme en el trabajo es un uso mucho mejor de mi tiempo.
Por supuesto, nada es tan fácil.
A mi lado, en el escritorio, vibra mi teléfono. Una sonrisa salta a
mis labios antes de escudriñar rápidamente mis rasgos, como si Nolan
pudiera verme de algún modo a través del teléfono. Sé que es un mensaje
suyo incluso antes de mirar. Nadie más me envía mensajes. Mi hermano
siempre llama, y si Barrett o Alden necesitan algo, simplemente me gritan a
través de la oficina.
NOLAN: ¿Cena en mi casa esta noche? Tengo pollo que está a
punto de estropearse si no lo cocino.

GANNON: No puedo imaginar cómo podrías hacer que eso suene más
tentador.

1
Son empresas que comercializan productos y/o servicios a través del uso de la información y la
comunicación. (TIC’s) como un modelo de negocio escalable el cual le permite un crecimiento rápido y
sostenido.
NOLAN: Es una habilidad. Siéntate libre de envidiarme.
Me río y le envío un emoji de pulgar hacia arriba para hacerle saber
que estaré allí. Es mejor que ir a casa y cocinar algo en el microondas. E
incluso si no puedo permitirme sentir esos estúpidos sentimientos de aleteo
por Nolan, su amistad es, con diferencia, lo mejor de mi vida ahora mismo. 11
Y no lo digo en el sentido de —ay de mí, mi vida es una mierda—. La
amistad de Nolan es así de increíble.
Con la promesa de cenar en su casa esta noche, mi día se alegra
inmediatamente. Silbo mientras me abro paso a través de mi interminable
lista de tareas pendientes hasta que mi alarma suena a las seis de la tarde
para avisarme que es hora de acabar con la mierda del día.
Me dirijo por el pasillo al despacho de Barrett, llamo a la puerta
abierta y me apoyo en el marco para esperar a que desvíe su atención de lo
que esté trabajando. Cuando levanta la vista, me dedica una de sus fáciles
sonrisas. La primera vez que nos vimos, recuerdo que pensé que no podía
creer que alguien tan rico y poderoso como él pudiera tener una sonrisa tan
infantil. Me tranquilizó al instante, lo cual fue bueno, ya que estaba a punto
de sudar a través de mi traje, convenciéndome de que la entrevista de
trabajo era una pérdida de tiempo para ambos. No es que tuviera una
maldita experiencia como asistente de empresa.

Se lo dije, y él se rió y dijo que no tenía experiencia en la


contratación de un asistente, así que tendríamos que resolverlo juntos. Me
alegro de que haya encontrado a alguien a quien quiera tanto como a
Sterling. Un buen tipo como Barrett se lo merece.
—Me voy a ir a menos que necesites algo.
—Estoy bien,— dice y luego hace una mueca como si acabara de
recordar algo. —Se suponía que te iba a invitar a cenar esta noche. A
Sterling se le ha metido en la cabeza que eres un cachorro perdido y herido
o algo así.
Resoplo y me engancho la bandolera al hombro. —Ah,si, la imagen
del perro de tres patas es poderosa,— concedí. —Pero no temas porque ya
tengo planes para cenar. Nolan me va a tirar un hueso.

Barrett levanta una ceja y me doy cuenta de cómo ha sonado eso.


—No como un hueso. Ah, joder, sabes qué, no voy a intentar más
bromas metafóricas. Estoy saliendo con Nolan y él va a cocinar la cena. No 12

hay huesos. Probablemente sea un aburrido maratón de HGTV que odiaré,


pero me sentaré de todos modos porque Nolan hace los comentarios más
divertidos.
—Parece una buena noche. Se lo diré a Sterling, pero estoy seguro
de que insistirá en que te atraiga allí otra noche, así que prepárate,—
advierte.
Hago un saludo perezoso y doy un paso atrás en la entrada de su
despacho. —Ten una buena noche.

—Tú también,— me llama mientras me dirijo al pasillo que ya se


está oscureciendo.

El timbre de la puerta de casa suena justo cuando me pongo una


camisa, con el pelo todavía húmedo por la ducha que me he dado al llegar a
casa del trabajo. Hoy he tenido una cliente que insiste en tener pájaros vivos
en su fiesta de compromiso. No tenía ni idea de lo que cagan los
guacamayos. Voy a tener que idear una solución porque seguro que ella
tampoco tuvo en cuenta la mierda de los pájaros. Por supuesto, soy el
organizador del evento, así que es mi trabajo preocuparme por todas las
cosas de mierda y demás mientras ella disfruta del mejor día de su vida.
Corro hacia la puerta principal, tropezando con los zapatos que dejé
en medio de la puerta cuando entré antes. Me quedo sin aliento cuando
pulso el botón para abrir la puerta principal, y no por el corto trayecto desde
mi habitación hasta la puerta, sino por mi ridículo y probablemente no
correspondido enamoramiento del hombre que sube las escaleras.
Respiro profundamente y tiro de la parte delantera de mi camisa en
un vano intento de planchar cualquier arruga. Hay un fuerte contraste entre
los trajes de diseño que llevo al trabajo todo el día y la ropa relajada que me
pongo en cuanto estoy en mi apartamento, y es difícil decir cuál es mi
verdadero yo. ¿Quizás ambos? Como las dos caras de una moneda. 13

Abro la puerta de un tirón antes de que Gannon llegue a ella porque


está claro que no tengo ningún tipo de escalofrío.
Capto una ligera mueca de dolor en las comisuras de los ojos de
Gannon cuando entra en mi apartamento. Me pregunto si habrá usado la
loción que le regalé para evitar las llagas causadas por la prótesis. Me
abraza y no puedo hacer nada para no derretirme contra su fuerte estructura
durante medio segundo antes de aclararme la garganta y enderezarme.
—Lo siento, se me hizo tarde para llegar a casa, así que aún no he
empezado a cenar.
—No tengo ninguna prisa.— Se encoge de hombros y me sigue
hasta la cocina, deslizándose en uno de los taburetes frente a la barra.
Mientras me ocupo de sacar todos los ingredientes de la nevera para
el pollo cremoso al ajo, le cuento a Gannon el angustioso drama de los
pájaros con el que he tenido que lidiar hoy. Él se ríe con la historia, agarra
una tabla de cortar y pica un poco de brócoli mientras compartimos
nuestros días.

Mi corazón da una pequeña punzada ante la domesticidad del


momento. Tal vez debería decirle lo que siento. Existe la posibilidad de que
él sienta lo mismo, ¿no? Mis manos tiemblan mientras vierto la salsa sobre
el pollo mientras miro disimuladamente en dirección a Gannon, dejando
que pase por mi mente una fantasía en la que él levanta la vista en este
preciso momento, y cuando nuestras miradas se cruzan, ambos sabemos que
nos hemos estado ocultando el mismo secreto.
Deja de cortar y levanta la vista, y el corazón se me queda en la
garganta. Una sonrisa relajada se dibuja en sus labios y empuja el brócoli
hacia mí. Me quedo mirando demasiado tiempo y me mira de forma
extraña.

—¿Qué? ¿Tengo algo en la cara?— Se levanta y se limpia la


mejilla, y yo me acobardo por completo, dando un rápido movimiento de
cabeza y centrando mi atención en mezclar el brócoli con el pollo y la salsa. 14

—Lo siento, me estoy tomando el tiempo,— miento.


—No sé cómo lo haces todo,— dice, volviendo a nuestro anterior
tema de conversación con facilidad mientras meto la cazuela en el horno
para que se cocine.
—Es divertido,— Dije. —Además, ¿quién más va a mantener un
techo tan fabuloso sobre mi cabeza?— Hago un gesto sarcástico alrededor de
mi cocina.

—Todavía. ¿Cuándo duermes? Te juro que siempre tienes al menos


media docena de eventos en los que estás trabajando, cada cliente más
necesitado que el anterior.— Gannon se levanta mientras yo pongo el
temporizador del horno, y luego nos dirigimos juntos a la sala de estar.
Un cansancio pesa sobre mi cuerpo al recordar lo mucho que estoy
haciendo malabares, que he estado haciendo malabares desde hace años.
Me dije a mí mismo que una vez que mi negocio estuviera en marcha, sería
capaz de delegar más, de aliviar parte del ajetreo. Alerta de spoiler, eso no
es en absoluto lo que es llevar un negocio con éxito.
—El sueño es para los débiles,— Bromeo, un bostezo sale a la
fuerza de mi boca, delatándome por completo.
Gannon se ríe y se sienta en el sofá, extendiendo un brazo sobre el
respaldo en señal de invitación. Lo acepto, me siento cerca y apoyo la
cabeza en su hombro con otro bostezo.
—Puedes elegir algo para ver,— Le ofrezco el control remoto en su
dirección con el pie. Se inclina hacia delante, desplazándome del cómodo
lugar que ocupa su hombro, y lo agarra de la mesita. Cuando vuelve a
sentarse, devuelve el brazo a su lugar en el respaldo del sofá, pero esta vez
intento mantener un poco más de distancia. Estoy seguro de que no quiere
que esté pendiente de él. ¿O tal vez sí? Por supuesto, hay una manera fácil
de averiguar la respuesta. Puedo simplemente preguntarle. Pero todavía soy
demasiado cobarde para hacerlo.
15

Revisa las sugerencias de —para ti— durante unos minutos antes de


decidirse por un programa de remodelación de casas que sé a ciencia cierta
que no le interesa. Ah, a la mierda, me inclino de nuevo. Me mira y sonríe,
dejando caer su brazo para rodearme por completo.

Voy a armarme de valor para decirle lo que siento. De verdad que sí...
pronto.
16

Me miro la polla inútilmente flácida, como si la frustración


suficiente fuera la clave para que se me pare la polla. Si ese fuera el caso,
no tendría ningún problema porque estoy muy frustrado. ¿Recuerdas esas
bolas curvas que mencioné? Resulta que el universo no había terminado de
reírse de mí después de quitarme la pierna y mi carrera. La zorra también
quería mi dignidad y decidió añadir la disfunción eréctil a la lista.

Suspiro y aprieto mi polla flácida, tirando con tanta fuerza que


empieza a doler. Pero todavía no hay el más mínimo indicio de excitación.
Cierro los ojos y me permito hacer lo que más evito: evocar la imagen de
Nolan. Nolan se esconde detrás de mis párpados, no vestido con uno de sus
trajes de diseñador que intenta convencer a todos los ricos snobs de que es
de allí, sino con la camiseta raída y enormemente grande de la ASU que
suele llevar los domingos por la mañana, junto con un par de pantalones
negros de yoga que abrazan las curvas de sus pantorrillas y muslos. Está
tumbado en el sofá a mi lado, con los pies en mi regazo, con una expresión
relajada, casi somnolienta, mientras me sonríe dulcemente, con las pestañas
revoloteando de forma tentadora. Sabe exactamente lo que me hace, y le
encanta. Hay un bulto en la parte delantera de sus pantalones, el material
está tan apretado que puedo ver cada vena y cresta mientras me muestra una
sonrisa malvada y desliza su mano dentro.

Una cálida sensación de anhelo me llena la boca del estómago y me


recorre la piel... pero mi polla sigue siendo blanda.
—Mierda,— Murmuro, soltando el agarre de mi polla y cambiando
mi peso para dar un puñetazo a la almohada más cercana, un gruñido feroz
de agravación retumbando en mi pecho mientras la golpeo.
Anoche, en la cocina, me pareció ver un parpadeo de interés en sus
ojos. Como si estuviera imaginando las cosas en las que intento no pensar
demasiado. Me burlo amargamente de mí mismo mientras echo las mantas
hacia atrás y me levanto de la cama. El reloj de la mesita de noche me avisa
de que, gracias a mi intento de sesión de pajas, llego quince minutos tarde.
Tendré que ducharme rápido y no afeitarme si quiero llegar a la oficina a
tiempo.
17

Mi mente se queda fija en Nolan mientras agarro la muleta que está


cerca de mi cama y la uso para hacer palanca y ponerme de pie... bueno, de
pie, y luego me dirijo al baño.
¿Por qué me dejé llevar por la fantasía de Nolan esta mañana? Todo
lo que hizo fue hacer que mi pecho se sintiera apretado por la decepción.
Nunca va a suceder, así que ¿por qué molestarse en soñar con ello? ¿Cómo
mierda le serviría a Nolan si ni siquiera puedo hacer funcionar mi polla?
Estoy seguro de que todos los hombres del mundo sueñan con enamorarse
de una asistente de corporativo con una sola pierna y una polla flácida. Solo
espera, ese va a ser la próxima licenciatura, recuerda mis palabras.
Abro la ducha y me subo al banco que hay dentro, cogiendo el jabón
para empezar a lavarme antes de que el agua esté caliente. Al estar en el
ejército, aprendes a lidiar con pequeños inconvenientes como el agua fría.
Para cuando el agua empieza a calentarse, ya me he enjuagado y agarrado
una toalla.
Me visto con mi prótesis y mis zapatos en menos de diez minutos.
¿Quién necesita dos piernas cuando estoy batiendo récords de velocidad con
una?
Por desgracia, esta mañana parece decidida a joderme. Tengo un
pedido permanente en la cafetería que está a la vuelta de la oficina. Se carga
a la tarjeta de mi empresa, así que cada mañana sólo tengo que pasarme por
allí y recoger los cafés recién hechos y reservados sin tener que esperar en
la interminable cola de los zombis matutinos y los imbéciles que no pueden
decidir qué pastel quieren comer. Todos son el mismo azúcar y
carbohidratos, elige uno y sigue adelante. Pero al parecer, hay una nueva
barista y no está al tanto de nuestro acuerdo.
Como si no bastara con esperar en la cola y mantener la calma
mientras me llama a tientas y me da las bebidas equivocadas... para colmo,
derrama uno de los cafés sobre la parte delantera de mi camisa.
Imposibilidad de masturbarse, una ducha fría, y ahora una camisa
empapada y manchada de café. Sí, que maldita mañana.
—Estoy bien,— Murmuro con aspereza, cogiendo un fajo de
servilletas e intentando no sisear por el ardor del café caliente contra mi 18

piel.
Me prepara una taza nueva y la pone con cuidado en la bandeja de
bebidas esta vez. Le doy las gracias y meto un billete de cinco en el tarro de
las propinas. La pobre chica parece estar teniendo una mañana bastante
dura. Además, es un buen karma, ¿no? Seguro que me viene bien.

Cuando por fin llego a nuestro piso, me dirijo directamente a mi


despacho en lugar de entregar los cafés de inmediato. Tengo que hacer algo
con mi camisa, o estoy seguro de que Alden hará eso de quedarse mirando
hasta que me disculpe. Rara vez sé por qué me disculpo, sólo que tengo la
ineludible necesidad de decir algo para hacer que esa sensación de
retorcimiento dentro de mí se detenga.

Me he enfrentado a gente que literalmente intentaba matarme y, sin


embargo, un ricachón mimado que me mira demasiado tiempo me pone
nervioso. Imagínate eso.

Después de dejar los cafés sobre el escritorio, me dirijo directamente


al baño, me desabrocho y me quito la camisa una vez dentro. Abro el grifo
y meto la parte de la camisa empapada de café bajo el grifo, refunfuñando
un poco mientras hago lo posible por lavarla.
La frustración que sentí en la cama esta mañana ha vuelto con
fuerza, me aprieta los hombros y hace que me pique la garganta al tragar
alrededor de ella. Quiero golpear la pared más cercana. Quiero lanzar algo.
Quiero ser capaz de masturbarme como un maldito ser humano normal.
—¿Dónde está Gannon? ¿Llega tarde? Necesito mi café,— Oigo a
Alden quejarse desde el otro lado de la puerta. Nadie sabe con quién está
hablando, pero el agarre mortal que tengo sobre la cuerda de mi ira se
rompe. Me acerco y abro la puerta de un tirón, con la camisa empapada en
una mano, el agua goteando en el suelo del baño, la parte superior desnuda,
todos mis tatuajes y cicatrices a la vista.

Alden parpadea sorprendido antes de recomponerse.


—Oh, aquí estas,—dice con calma, sus ojos se dirigen a mi pecho y 19
luego vagan hacia abajo antes de volver a mi cara.
—¿Te puedo ayudar con algo?— dije.

Si en el pasado consideraba que sus mangas remangadas eran una


distracción, eso no tiene absolutamente nada que ver con el hombre que
está de pie completamente sin camisa, con todo el cuerpo tenso por una
rabia que apenas logra contener.
Mi polla se hincha mientras catalogo con avidez cada una de las
ásperas cicatrices y trazos de tinta que dan a los planos de su cuerpo una
hermosa textura. ¿Puede ayudarme en algo? Seguro que se me ocurren una
o dos cosas.

—¿Por qué exactamente estas medio desnudo en la oficina?— logro


preguntar una vez que arrastro mi atención de nuevo a su hermoso rostro
enojado.

—Porque estoy teniendo una mañana de mierda. Si quieres tu café,


está en mi oficina.
Barrett y Kiernan tienen a sus dulces y recatados chicos. No hay
nada que me haga bombear la sangre como la furia apasionada que brilla en
los ojos de Gannon en este momento. No debería pincharlo. Lo sé. No es
mío para que lo haga entrar en un frenesí de rabia antes de besarlo sin
sentido y ordenarle que me folle hasta que se le pase la rabia.
—Te das cuenta de que estoy tratando de dirigir un negocio
multimillonario, ¿verdad?— pregunto con frialdad porque, aparentemente,
incluso cuando sé que no debo hacerlo, no puedo evitarlo.
El ceño de Gannon se frunce, su agarre de la camisa se hace más
fuerte y un gruñido sale de su garganta. Mierda. Mi polla palpita.
Me mira fijamente durante varios segundos y empiezo a
preguntarme si está pensando en la violencia. —Increible.— murmura 20
después de varios segundos, pasando a mi lado y dirigiéndose directamente
a su despacho... todavía sin camiseta.
Regresa un tiempo después con mi café en su mano extendida, con
la camisa mojada pero abierta. Es evidente, por las manchas marrones, lo
que estaba haciendo sin camisa en primer lugar.
Capta mi mirada y emite otro profundo sonido de irritación en el
fondo de su garganta. —Estoy trabajando en ello. Aquí está su café, su
alteza. Ahora, tenga la amabilidad de irse a la mierda.

Otro pico de calor me atraviesa, junto con la clara comprensión de


que me he pasado de la raya. Las disculpas saltan a mis labios, pero antes
de que tenga la oportunidad de pronunciarlas, la puerta del baño se cierra de
nuevo en mi cara y me quedo de pie en el pasillo, con mi taza de café en la
mano y sintiéndome como un completo idiota.
—Mierda.
Escucho el sonido del agua corriente y los gruñidos silenciosos y
frustrados de Gannon que resuenan a través de la puerta. Mirando mi polla
aún dura, le envío una mirada severa. —Todo esto es tu culpa.
Mi erección es totalmente impenitente. En ese caso, supongo que la
penitencia queda a mi cargo. Tomé lo que era claramente una mañana de
mierda para Gannon y lo hice peor. Y lo que es más lamentable, quedé
como un completo imbécil.
Vuelvo a mi oficina, pensando en la mejor manera de enmendarlo,
cuando se me ocurre una idea muy obvia. Tomo las llaves del coche de mi
escritorio y me dirijo directamente al ascensor.
El tráfico es escaso, así que sólo tardo unos minutos en llegar a mi
tienda de ropa favorita. Aparco mi Bentley y me dirijo al interior. El
vendedor, y quiero decir quiero decir chico, se levanta con ganas cuando
me ve. Es difícil saber si es porque reconoce un buen cheque de comisión
cuando lo ve o porque espera atraerme para que le pida otra cita. Tal vez un
poco de ambos. Después de todo, ¿por qué conformarse con una buena
comisión cuando puedes pasar todas las noches en la cama con un papá rico 21

que te dará acceso a tu propia tarjeta de crédito sin límite?


—Alden, no te esperaba hoy.— Ryan se acerca a mí y se pone
demasiado cerca, inclinando la cabeza hacia arriba y batiendo las pestañas
hacia mí. —¿Hay algo que pueda mostrarle? Tenemos algunas corbatas
nuevas encantadoras.
Su voz gotea con la sugerencia, pero a diferencia de mi interacción
inapropiadamente combativa con Gannon, mi polla está completamente
desinteresada. Es un chico bastante agradable, y ciertamente intenté darle
una oportunidad—por insistencia de Barrett y Kiernan, si soy sincero—pero
simplemente no es mi tipo.
—Necesito una camisa,— Respondo con sencillez, manteniendo un
tono cortés pero distante.
—No hay problema. Tengo tu medida en el archivo, así que
dame sólo un segundo.

—No es para mí.— Se me ocurre, algo tarde, que no conozco las


medidas de Gannon.
—¿Oh?— Un destello de celos cruza la expresión de Ryan. —
¿Entonces un regalo para un amigo?
—Algo así. Es más grande que yo, con los hombros muy anchos.—
Hago un gesto, tratando de calcular su tamaño en mi mente. —
Musculoso,— Añado, con la boca un poco seca al recordar al hombre sin
camiseta. Manejando ese poderoso cuerpo…
Maldita sea, son esos pensamientos los que me trajeron aquí en
primer lugar. Concentrate. Aclaré mi garganta. —Probemos un diecisiete,
un blanco crujiente, por favor.
—En marcha.
Cuando vuelvo a la oficina, Kiernan y Barrett están en la sala de
conferencias, revisando una pila de papeles. Estoy seguro de que es una
reunión en la que debo estar incluido, pero primero… 22

Gannon ya no está en el baño, pero la puerta de su despacho está


cerrada. En lugar de permitirme seguir molestándole, cuelgo la camisa en el
pomo de la puerta y doy un rápido golpe antes de alejarme a toda prisa.

Dios sabe que es probable que interprete el regalo como un insulto,


pero espero que lo tome como la ofrenda de paz que pretendo que sea.
Puedo aceptar que no está destinado a ser mío, pero odio que piense mal de
mí. Claro que no soy tan encantador o afable como mis amigos, pero desde
luego no soy el gilipollas que él parece creer que soy…

Al menos, la mayor parte del tiempo.

—Cereza, ¿verdad?— Sterling comprueba, sacando un tarro de


cerezas de la gran y bien organizada nevera.
—Si, por favor,— respondo, saltando sobre la encimera y dejando
que mis piernas se balanceen libremente. Me siento muy mal al poner mi
trasero sobre unas encimeras de mármol tan caras, pero estoy seguro de que
Sterling y Barrett lo han hecho peor.
Sirve nuestras bebidas y me da una. Se apoya en la barra de enfrente
y levanta su vaso. —Por las cerezas que cuestan más que una comida
entera,— dice, riéndose mientras golpeo mi vaso contra el suyo con un tic,
tic.

Tomo un sorbo de la bebida y tarareo alegremente cuando el dulce


sabor llega a mi lengua.
—¿Alguna vez has pensado en lo descabellado que es haber pasado
de apenas poder pagar una comida a vivir en una mansión con un daddy
obscenamente rico atendiendo todos tus caprichos?
Sterling resopla en su bebida y busca a tientas una servilleta antes de
bajar el vaso y limpiarse la cara. —Me mima, pero no atiende todos mis 23

caprichos.
Me río, balanceando los pies y tomando otro trago. —Sabes a que
me refiero.
—A veces todo es como un sueño,— confiesa, bajando la voz hasta
casi un susurro, como si temiera que alguien le oyera, aunque sólo estemos
los dos.
Sterling trabajaba en un bar de un pueblito de Texas cuando conoció
a Barrett, que lo dejó boquiabierto. Todo fue muy ceniciento. Sus humildes
raíces y su entrañable acento le hacen aún más cercano. No es que vaya a
contarle el tiempo que pasé viviendo en un coche o cuando se escapa el
acento sureño.

Levanta la mano y se toca la gran y oscura marca de nacimiento que


le cubre un lado de la cara, casi como si estuviera comprobando si sigue
ahí. Si sigue siendo la persona que siempre fue antes de que su vida diera
un vuelco en todos los sentidos. Lo entiendo. Realmente lo entiendo. Es un
sentimiento extraño, querer desesperadamente deshacerte de tu pasado y a
la vez estar aterrorizado de olvidarlo todo a la vez.
—Estoy pensando en ir finalmente por ello este fin de semana,—
Suelto, cambiando de tema antes de que acabe por quebrarme y contarle a
Sterling toda mi patética historia de fondo.
—¿Ir por ello?— Ladea la cabeza con curiosidad.
—Con Gannon.— Nunca he admitido directamente a Sterling, o a
nuestro otro amigo, Emerson, que estoy enamorado del estoico y guapo ex-
soldado convertido en asistente corporativo, pero estoy seguro de que es
obvio para cualquiera que tenga ojos.
Su sonrisa se amplía. —Finalmente. ¿Piensas que él gusta de ti?—
Arrastra la nariz al final de su pregunta. —Dang, eso sonaba realmente a
instituto. No es que yo estuviera cotilleando mucho en el instituto, y
definitivamente no estaba hablando de chicos guapos.
—Sí, ser abiertamente gay donde yo crecí tampoco era una buena 24

idea.— Dejé mi bebida a medio terminar a mi lado en la barra. —En cuanto


a Gan, no tengo ni idea de si está interesado. A veces me parece que podría
estarlo, pero luego pienso que si está interesado en mí, ¿por qué no ha
hecho ningún movimiento?
—Quizás por la misma razón que tú no lo hiciste,— Sterling dijo.
Un poco de esperanza florece en la boca del estómago. —Quizás,—
Estoy de acuerdo, tratando de no dejarme llevar demasiado por las fantasías
de cómo podría reaccionar cuando haga mi movimiento.
Pero esa posibilidad es suficiente para fortalecer mi determinación
de hacerlo ya.
Después de todo, ¿qué es lo peor que puede pasar?
25

Siempre me siento un poco como un agente encubierto en estas


fiestas de recaudación de fondos, vestido con mi traje de diseño, entablando
una pequeña charla con los invitados adinerados como si perteneciera, al
menos un poco. Me pregunto qué pensarían si supieran que pasé la mayor
parte de mi infancia viviendo en un coche mientras mi madre intentaba
desesperadamente mantener un techo sobre nuestras cabezas.

El pánico me recorre la garganta ante la sola idea de que alguien en


esta habitación pueda saber de dónde vengo. Se me escapa una risa
estrangulada al darme cuenta de lo ridículo que estoy siendo. Ya saben que
no soy uno de ellos. Soy el organizador de la fiesta, por el amor de Dios. En
lo que a ellos respecta, estoy un paso por encima de la ayuda. Aun así, está
bien fingir de vez en cuando que pertenezco a ellos, que soy sofisticado y
bien educado, que conozco a toda la gente adecuada y que nací sabiendo
qué utensilio usar para cada plato. ¿Dónde veraneo? En Martha's Vineyard,
por supuesto. Deberíamos reunirnos este año, cariño.

Como invocada por mis pensamientos erráticos y semipaniculares,


una copa de champán aparece justo delante de mi cara, con las burbujas
pegadas a los bordes interiores de la copa de champán y su dulce aroma
haciéndome cosquillas en la nariz. Sonrío al ver la mano que la sostiene.
Incluso sin las reveladoras cicatrices en relieve que asoman por debajo de
los puños de las mangas, no me costaría adivinar quién acaba de percibir mi
desesperada necesidad de beber. Arrastro los ojos hacia el brazo y giro la
cabeza para encontrar a Gannon de pie justo detrás de mí, con los labios
torcidos en una sutil sonrisa que se muestra más en sus ojos que en su boca.

Se me revuelve el estómago y se me calientan las mejillas. Las luces


son lo suficientemente tenues como para esperar que no se dé cuenta de la
forma en que su cercanía me hace sonrojar como un colegial tonto con su
primer enamoramiento. Aunque, si aún no se ha dado cuenta, quizá debería
hacer mi jugada ya.

—Gracias. Necesitaba esto.— Tomo la copa de entre sus dedos y


me lo llevo a los labios. Las burbujas bailan sobre mi lengua mientras trago 26
un sorbo; mi pegajoso brillo de labios deja una mancha en el borde de la
copa cuando lo bajo.
—Pensé que podrías necesitarlo,— dice con conocimiento de causa,
poniendo una mano casualmente contra mi espalda baja. ¿Es casual? Tal
vez los dos estemos jugando al juego de la timidez demasiado bien, o tal
vez sólo sea una ilusión por mi parte. Le echo una mirada disimulada a un
lado de la cara, aunque he pasado tanto tiempo mirándolo en secreto que
podría hacer un dibujo de él con los ojos cerrados. Tiene una pizca de barba
en el borde duro de la mandíbula, las cicatrices que coinciden con las de sus
brazos son apenas visibles por encima del cuello de la camisa. Aunque no
sonríe mucho, hay líneas de expresión grabadas en las esquinas de sus ojos.
Me pregunto si antes sonreía más. Me pregunto muchas cosas sobre
Gannon que me da miedo preguntar. —Al parecer las cosas van bien.
—¿Hmm?— Vuelvo a centrar mi atención en la sala que nos rodea
y en la fiesta que se está celebrando. —Oh, sí. Ya estamos en camino de
duplicar el objetivo de recaudación de fondos que fijó Barrett.
—Esas son buenas noticias.— Me quita la mano de la espalda y se
la mete en el bolsillo, de pie, con los hombros erguidos, mientras examina
lentamente la habitación y se lleva la copa a los labios.
—¿Te gustaría bailar?— pregunto bruscamente, sorprendiéndome
tanto a mí misma como a Gannon. No es que nunca hayamos bailado en
estas cosas, pero por la forma en que me mira, es como si pudiera sentir el
cambio entre nosotros también.
—Nolan,— dice, con un toque de precaución en su voz profunda y
seductora.
—¿Un baile?— Propongo, con una ridícula sensación de
desesperación, como si ésta fuera mi única oportunidad, y si no la
aprovecho ahora, nunca va a suceder. Sin esperar su respuesta, le quito la
copa de champán de la mano y dejo las dos sobre la mesa más cercana.
—Uno,— asiente con un suspiro, que intento no tomarme como
algo personal. Sé que está acomplejado por su forma de moverse en la pista 27

de baile, pero a la mierda. Tiene tanto derecho a bailar como cualquier otro.
Me sigue a la pista de baile, llena de gente con vestidos de gala
escandalosamente caros y trajes a medida, bailando al ritmo del cuarteto de
cuerda que he contratado para la ocasión. A la gente rica le encantan los
cuartetos de cuerda.
Me vuelvo hacia Gannon y le cojo una mano, rodeando su cuello
con la otra. No soy un hombre pequeño ni mucho menos, pero él es sólido,
todo hombros anchos y músculos fuertes. Incluso con casi la misma altura,
consigue hacerme sentir pequeño, como si pudiera levantarme y sostenerme
contra una pared si quisiera.

Nolan malo, me regaño a mí mismo mientras las imágenes mentales


de nosotros dos desnudos, los músculos de Gannon temblando por el
esfuerzo de empujarme mientras me sostiene, revolotean por mi mente y
hacen que mi polla se agite.

Me aclaro la garganta y enfoco los ojos en el rostro de Gannon, que


se balancea con cierta torpeza contra mí, tratando de mantener el equilibrio
con su pierna protésica.

—Somos amigos desde hace tiempo— digo, tratando de no


encogerme por la innecesaria formalidad de mi tono.

Sonríe. —Si, creo que sí— Coincide con mi afecto con un aire de
burla.
—Alguna vez... lo que quiero decir es, ¿crees que...?— Me lamo los
labios, el sabor del champán y el brillo del lapiz labial de fresa me llenan la
boca. —Mierda, debería haberme hecho notas para seguir.— Resoplo una
risa nerviosa, y Gannon me aprieta la mano en la espalda.
—Escúpelo, No.
Ok, a la mierda. Si las palabras no cooperan, siempre están las
acciones. Cierro los ojos y me inclino hacia él, con el corazón agitado 28
mientras acorto la distancia entre nosotros. Pero en lugar de encontrar sus
labios como esperaba, tropiezo hacia delante, mis ojos se abren de golpe
para encontrar a Gannon dando un paso apresurado hacia atrás para
esquivar el beso.
Unas cuantas personas de nuestro entorno inmediato dejan de bailar
para ver el humillante choque de trenes que es mi vida en este momento.
—Lo siento,— Gannon murmura, me suelta la mano y se apresura a
salir de la pista de baile lo más rápido que puede con su andar rebuscado.
—Mierda.

Decir que fue doloroso de ver sería quedarse corto. Cuando Gannon
huye del salón de baile, moviendo la cabeza a cada paso hasta que
desaparece de la vista, mi primer instinto es ir tras él.
Bebo un profundo trago de mi vaso de whisky, el suave y caro
alcohol se desliza cálidamente por mi garganta mientras me obligo a
permanecer sentado y a considerar lo que es realmente mejor. No como un
hombre que lleva meses admirándolo sin remedio, sino como alguien que
quiere lo mejor para él.
Cuando Nolan cerró los ojos y frunció sus bonitos y brillantes labios
hace unos momentos, debo admitir que experimenté una chispa
momentánea de celos. Llevo meses observando a los dos perderse las
miradas anhelantes como un espectador de una mala obra de teatro,
esperando el momento en que dejen de fingir y se admitan mutuamente que
hay algo más que amistad en sus caricias y sonrisas silenciosas. Algunos
días me encuentro apoyando a los dos. Otros días...
Otros días me dejo llevar por tontas fantasías que probablemente
nunca se harán realidad.
Trago el resto de mi bebida y me pongo en pie, con la mente puesta 29
en ir tras Gannon mientras me prometo a mí mismo que no me aprovecharé.
Me aferro a la esperanza de que algún día vendrá a mí por voluntad propia,
y hasta entonces, no voy a ponerle la mano encima. No importa lo
desesperadamente que lo desee.
Me tomo un momento para arreglar los botones de mi traje, alisando
el sedoso material y pasándome los dedos por el pelo para asegurarme de
que estoy totalmente arreglado. Que no sea el momento adecuado para
hacer mi jugada no significa que no pueda estar presentable delante de él.

Antes de que tenga la oportunidad de perseguirme, casi me arrolla


un borrón con un traje de Armani morado.

—Lo siento,— Nolan se lamenta y trata de esquivarme. Por instinto,


alargo la mano para agarrarle el brazo.

—Toma asiento.— Le empujo hacia la silla vacía que acabo de


dejar.
—Lo único que quiero es irme de aquí.
—Ok.— Con una mano todavía en su brazo, lo dirijo hacia la salida
opuesta a la que dejó Gannon. Casi espero que intente zafarse de mi agarre o
que argumente que está bien por su cuenta, pero se limita a dejarme guiar con
algún que otro resoplido. Me palpo los bolsillos del traje con impotencia,
como si esperara encontrar un pañuelo. La última vez que lo comprobé, no
era un anciano de ochenta años y, por tanto, no solía llevar pañuelos.

Veo una servilleta de tela sin usar en una de las mesas por las que
pasamos, todavía doblada hábilmente en forma de cisne. La cojo y me la
meto en el bolsillo, empujando la puerta cuando llegamos a ella para hacer
pasar a Nolan.
Se abre al tranquilo callejón que hay detrás del edificio, el espacio
iluminado por una única farola, lo que probablemente sea lo mejor teniendo
en cuenta que la vista consiste en un puñado de contenedores y el lateral de
otro edificio de ladrillo. 30

Nolan se sienta en el primer escalón y yo hago lo mismo, metiendo


la mano en el bolsillo para ofrecerle la servilleta.

—Gracias.— Lo toma y se suena la nariz ruidosamente. —He


doblado estos, tú sabes.
—No, no lo sé. Asumí que tenías personal que se encargaba de estas
cosas.
Se encoge de hombros. —Soy un poco bastante perfeccionista,—
confiesa, bajando la voz como si estuviera divulgando su más profundo
secreto. —Nunca se me ha dado bien delegar porque nunca nadie hace nada
como yo quiero.

Una sonrisa se dibuja lentamente en mis labios. —Me identifico.

Se ríe y vuelve a sonarse la nariz, con los hombros caídos mientras


apoya los codos en las rodillas. —Soy un maldito idiota.
—No lo eres,— Le aseguro.
—Lo viste, ¿cierto?— preguntó. —Mierda, Apuesto a que todo el
mundo dentro lo vio. Al menos esta gente tiene demasiada clase como para
haber tomado un video para subirlo a TikTok o alguna mierda.

—Demasiada clase—, concuerdo. —Es más probable que sea


Twitter.

—Que divertido,— murmura, secándose las mejillas manchadas de


lágrimas. —¿Crees que hay una manera de recuperar nuestra amistad, o la
he echado a perder?
—No te conformes con la amistad. Está interesado en ti.— No estoy
seguro de por qué digo eso. ¿No sería más de mi interés animar a Nolan a
seguir adelante? ¿Buscar a alguien que no tenga también mi ojo puesto en
él? Por otra parte, nunca he tenido problemas para compartir. Me burlo de
mí mismo. Como si Gannon fuera mío para compartir. 31

Quiero a Gannon. ¿Pero qué clase de daddy sería si su felicidad no


es mi principal prioridad?
Nolan sacude la cabeza. —Él sólo…
—He visto la forma en que te mira, Pet. No lo descartes todavía.—
No sé de dónde viene el apodo de cariño, pero Nolan no protesta.
—Entonces, ¿qué debo hacer?
—Hmm,— Tarareo pensativo. —Tal vez pueda encontrar una
manera de ayudar, ya sabes, organizar las cosas un poco para ti.
—¿Por qué?— preguntó. —Estoy seguro de que tienes cosas mucho
más emocionantes de las que preocuparte que mi vida sexual y la de
Gannon, o lo que sea.

Dificil.

—¿Por qué?— repetí. —Porque, lamentablemente, soy totalmente


incapaz de ver llorar a un chico sin intervenir para ayudarle.
Nolan arruga la nariz. —No soy un chico.— Hace flamear la
servilleta con desprecio. —No te ofendas, Sterling y Em parecen felices y
todo, pero no necesito nada de esa mierda. Bueno, tal vez los azotes, pero
me estoy cuidando muy bien.
Se endereza aparentemente de forma inconsciente, cuadrando los
hombros y fijando la mandíbula de forma desafiante, lo que me hace sentir
calor en la boca del estómago. ¿Había pensado antes que Nolan era
demasiado manso y dócil para ser mi tipo?
—Por supuesto. No quise decir eso,— le aseguro, observando con
continuo placer la forma en que se eriza como un gatito peleón. Me apetece
informarle que ser débil o incapaz no es en absoluto lo que define a un
chico, pero me temo que eso no caiga bien en este momento. Quizá en otro.
—La cuestión es que quiero ayudar.
32

—Lo pensaré.

Nunca he abandonado un evento antes de tiempo. Ni siquiera el que


tuvo lugar en mis primeras semanas de trabajo, cuando tuve un ataque de
TEPT de poca intensidad y de la nada, antes de que se me solucionara la
mierda del trauma.
Pero salgo volando de esta como si me ardiera el culo, dirigiéndome
directamente a mi coche, con el corazón en la garganta mientras tanteo el
llavero, dejándolo caer y casi pateándolo bajo el coche, lo que habría sido
una imagen fantástica: yo tumbado boca abajo en el asfalto con mi traje,
intentando sacar las llaves de debajo de él.
Por suerte, no llego a eso. Consigo abrir el coche, prácticamente me
meto dentro y salgo del estacionamiento como si acabara de robar un banco.
No es hasta que estoy a mitad de camino que suelto un largo y profundo
suspiro, mi pecho se aprieta y mi garganta arde cuando un sollozo se abre
paso.
Nolan intentó besarme.Mierda, quería dejar que me bese.
Agarro el volante con fuerza hasta que me duelen los nudillos.
Nunca he sido una persona que maldiga las circunstancias de la vida. La
mierda pasa, ¿sabes? Pero joder. Esto es tan malditamente injusto. Ya era
bastante difícil apartar mis sentimientos cuando vivía asumiendo que eran
unilaterales. ¿Cómo se supone que voy a hacerlo ahora?
Ni siquiera me paré a ver su cara. Debe de estar destrozado. Se me
revuelve el estómago y vuelvo a maldecir en voz baja. El edificio de mi
apartamento está a la vista, pero me asalta la indecisión. Quizá debería
volver y hablar con él. ¿Pero qué le diría?

Lo siento, Nolan, me gustas, pero tengo la polla rota.

Sólo puedo imaginar las miradas de confusión y lástima que podrían 33

cruzar su expresión. O peor aún, de comprensión. No quiero aceptar que


quizá nunca vuelva a tener una vida sexual normal, y alguien como Nolan
seguro que tampoco debería conformarse con eso.

Me meto en el estacionamiento, directamente en la plaza para


minusválidos cerca de la puerta principal, y salgo del coche antes de darme
la oportunidad de cambiar de opinión. Nolan puede estar decepcionado esta
noche, pero se le pasará. Mañana por la mañana, probablemente se
preguntará en qué estaba pensando al querer besarme en primer lugar. Es
mejor así.

La idea hace que mi corazón se acelere casi hasta el pánico, pero


alejo con fuerza ese sentimiento. Las cosas con Nolan no pueden pasar.
Maldita sea, me gustaría que fuera diferente, pero no lo es. Tengo la vida
llena de retos, y eso es todo.

Nolan debería encontrar un hombre que le dé todo lo que se merece.


Me dirijo al interior y me quito el traje en piloto automático antes de caer en
la cama. Sorprendentemente, no es la idea de que esté con otra persona lo
que me molesta. Es el miedo a que esta noche haya arruinado nuestra
amistad, a que lo pierda por completo.

Alcanzo mi teléfono, mi hilo de mensajes con No aparece tan pronto


como se desbloquea. Me envió fotos del lugar y de su traje justo antes de
que llegara, y antes de eso, el hilo está lleno de memes y pensamientos
aleatorios que solemos enviarnos a lo largo del día.

Me duele el corazón al hojearlo y, al final, escribo un breve mensaje


y pulso el botón de envío antes de poder convencerme de que no lo haga.
GANNON: Lo siento.

Apago el teléfono después de eso, lo pongo en mi mesita de noche y


me hundo en mi cama, deseando un poco que me trague entero.
34

Me gustaría poder decir que el sueño llega fácilmente, pero por


supuesto, no es así. Permanezco despierto durante horas, mucho después de
que mi cuerpo y mi mente estén agotados.

Una pregunta me persigue dentro de mi cabeza, dando vueltas y


vueltas sin encontrar respuestas: ¿qué se supone que debo hacer ahora.
35

Repiqueteo con los dedos mi escritorio, esperando escuchar el


sonido revelador de los pasos de Gannon fuera de mi oficina. Tal vez no
debería entrometerme entre los dos, pero es obvio que los sentimientos de
Nolan no son unilaterales. No sé qué es lo que retiene a Gannon, pero si
todo lo que necesita es un pequeño empujón para ser feliz, ¿cómo puedo
negarle ayuda?

Llama a mi puerta y espera. Me enderezo la corbata y me aliso la


camisa, y me siento recto en la silla antes de llamarle para que entre.

—Café,— gruñe, entrando y dirigiéndose a mi escritorio para dejar


la taza.

Se gira para irse, pero me aclaro la garganta. —Sobre la otra


noche.— Le doy un toque de autoridad a mi tono, y él se detiene.

—¿Qué hay sobre eso?— pregunta sin darse la vuelta.

—Nolan estaba muy dolido por tu rechazo. Pasé más de una hora
consolándolo después de que te fuiste.

Gannon gira tan rápido que casi pierde el equilibrio y se apoya en


mi mesa para recuperarlo. Un caleidoscopio de emociones pasa por su
rostro: ira, arrepentimiento, dolor, celos. Entrecierra los ojos y me estudia
como si fuera a ser capaz de leer en mi cara lo que quiero decir exactamente
con lo de la comodidad. Su reacción confirma lo que ya sabía. Sea cual sea
la razón por la que se aleja del beso, no es por falta de interés.

—No es algo de tu incumbencia,— dice bruscamente, todavía


agarrando el borde de mi escritorio, con la mandíbula tintineando mientras
trabaja para controlar sus emociones. Es hermoso.

—Hmm,— Tarareo pensativo. —Quizás no, pero estoy eligiendo


hacerlo de mi incumbencia.
36
Se burla, y yo me inclino hacia delante, cruzando las manos sobre
mi escritorio y encontrándome con sus ojos: oscuros, tormentosos y de
absoluta perfección.

—Sé que estás acostumbrado a salirte con la tuya, pero esto no tiene
nada que ver contigo.

Ignoro su protesta. Estoy acostumbrado a salirme con la mía, y esta


no será una excepción. —Vas a ir a casa de Nolan esta noche y te vas a
disculpar.— Incluso sin quererlo, ahora estoy en modo daddy, mi voz es
baja y profunda, autoritaria.

Gannon traga. —Ya me disculpé. Dejó el mensaje como leído.

—Un texto no es una disculpa. Esta noche, vas a ir a su casa y te vas


a disculpar en persona,— Repito, esta vez con más firmeza, mi tono no deja
lugar a discusiones.

Para mi satisfacción, Gannon asiente con fuerza. Su consentimiento


es mejor que una boca caliente y húmeda alrededor de mi polla. Acaricia
algo mucho más profundo dentro de mí, algo primario y profundamente
arraigado en el núcleo de mi ser.

—Ok— dice, consiguiendo que la única palabra suene áspera y


tensa mientras se endereza.

—Buen chico,— Ronroneo por costumbre.

Su respiración se entrecorta y da un paso atrás a trompicones.

—Necesito volver a trabajar,— murmura, agachando la cabeza


mientras se da la vuelta y se apresura a salir de mi despacho mientras yo me
quedo atónito, con la polla dura como el acero.

Parece que estaba equivocado en algunas cosas.


37

Me apoyo en la puerta cerrada de mi despacho, con el pecho agitado


mientras intento recuperar el aliento.

¿Qué mierda acaba de pasar?

Miro con asombro mi polla innegablemente dura. No recuerdo la


última vez que tuve una erección espontánea que no fuera cuando estaba
dormido, e incluso entonces, son raras.

Buen chico. Las palabras de Alden resuenan en mis oídos, haciendo


que mi polla palpite con fuerza.

—Mierda,— murmuro, desabrochando apresuradamente mi cinturón


y abriendo mis pantalones.

No me tomo el tiempo de pensar en lo inapropiado que es esto en el


trabajo ni de analizar exactamente qué demonios me pasa. Simplemente
envuelvo mi mano alrededor de mi dolorosa erección y jadeo en silencio.

Me tiemblan las rodillas y apoyo más mi peso en la puerta, cada


centímetro de mi piel se calienta mientras mi polla parece aumentar de
grosor y dureza cada vez que las palabras vuelven a sonar dentro de mi
mente. El profundo y rico timbre de la voz de Alden, más pesado que
cuando está en modo de negocios, más firme que su voz habitual. Es pura
autoridad y sexo.

Hundo los dientes en el labio inferior para no gemir en voz alta


mientras me acaricio furiosamente, mis pelotas se tensan con cada pasada
de la mano, el presemen me salpica la palma de la mano.

Conjuro más palabras en ese mismo tono dentro de mi mente. Alden


me insta a que me folle la mano, murmurando que soy un buen chico
cuando choco mis caderas hacia delante y me trago otro gemido antes de 38
que pueda salir de mis labios. Imagino a Alden apoyado en mi escritorio a
unos metros de distancia, observándome con acalorada curiosidad mientras
me ordena que siga, más rápido, más, más.

Exhalo una ruidosa bocanada de aire por la nariz, mordiéndome tan


fuerte el labio que saboreo la sangre, mi orgasmo me invade de forma tan
inesperada que me marea. Me acaricio a través de las abrumadoras olas de
placer, con gruesos y calientes impulsos de semen que salen de mi polla
hasta que mis pelotas se agotan y me desplomo cansado y satisfecho contra
la puerta.

Me acerco a mi escritorio, saco unos cuantos pañuelos de papel de la


caja, y los utilizo para limpiar la suciedad de semen que tengo en la mano y
en la ropa interior. No es perfecto, pero es suficiente para pasar el día.
Luego me desplomo en la silla, con el cuerpo más relajado de lo que ha
estado en años, pero con la mente acelerada.

Es demasiado esperar que lo que sea que haya causado mi


disfunción eréctil se haya curado mágicamente, pero joder, quiero que sea
verdad. Es eso o Alden tiene una línea directa con mi polla que nadie más
tiene, y maldita sea, no estoy muy seguro de qué hacer con eso. Apenas
conozco al hombre, aparte de ser uno de mis jefes y alguien con quien me
relaciono de vez en cuando fuera del trabajo en grupo.

Me paso las manos por la cara y respiro profundamente. Creía que


mi situación no podía ser más jodida, pero parece que me equivocaba. Toda
la paz que me proporcionó el orgasmo épico empieza a desvanecerse
mientras una nueva oleada de ansiedad se abre paso. ¿Cambia esto la
situación con Nolan? ¿Tal vez haya una manera de que yo pueda ser el
hombre que él necesita?
Me burlo, negándome a dejar que ese tipo de esperanza me
consuma. Sólo me llevaría a la angustia.

Entonces, ¿qué hago?


39
La respuesta lógica es empezar con la sugerencia de Alden... la
orden es más bien. Iré a casa de Nolan esta noche y me disculparé en
persona. Y luego me quitaré de la cabeza esta erección y orgasmo
espontáneos y probablemente no relacionados con Alden. La correlación no
es igual a la causalidad, después de todo. Estaba en su oficina cuando mi
cuerpo se despertó por primera vez en mucho tiempo. No tuvo nada que ver
con él. Simplemente estaba cerca.

Contento con mi plan, me siento erguido y me pongo a trabajar.

Es una noche de pantalón de chándal y camiseta raída mientras me


tumbo en el sofá deseando que exista el delivery de vino. Quiero
emborracharme, pero ¿merece la pena ponerse ropa de verdad para salir de
casa? Esa es la pregunta más importante que me he planteado durante más
de una hora, con una pregunta posterior sobre qué demonios voy a hacer
con la cena.

Mi estómago gruñe de acuerdo, pero no tengo la energía emocional


para levantarme e ir a la cocina, y mucho menos para cocinar algo.

Sabía que existía la posibilidad de que Gannon me rechazara, pero


en el fondo estaba seguro de que él sentía lo mismo. Y ahora tengo miedo
de haber arruinado todo. Anoche me envió un mensaje diciendo —Lo
siento—, pero todavía estoy trabajando en una respuesta que no sea
simplemente rogarle, como un adolescente patético, que me diga por qué no
le gusto.

Una llamada a la puerta de mi apartamento me saca de mi muy bien


organizada fiesta de compasión. ¿Qué puedo decir? Soy un organizador de
eventos hasta la médula. 40

Con un gemido, me levanto del sofá y me dirijo a la puerta para


abrirla de un tirón. Mi corazón se detiene y luego se pone a latir
fuertemente al ver a Gannon al otro lado.

—Qué…

—Alguien salía cuando subí, así que me colé. No estaba seguro de


que me dejaran subir si llamaba,— explica, con una pizca de disculpa en su
voz. —He traído pollo a la naranja y una botella de vino barato.

Trago saliva por la sensación pegajosa en mi garganta y doy un paso


atrás para dejarle entrar.

—¿Cómo sabías que necesitaba vino desesperadamente?—


pregunto, siguiéndole por el pasillo y dirigiéndome luego a la cocina para
coger los tenedores y las copas de vino.

—¿Cuándo no tienes una necesidad desesperada de vino?

—Buen punto.— Mis labios se mueven en una sonrisa que cae en


cuanto recuerdo por millonésima vez el ridículo que hice anoche.

Él abre los recipientes de comida china mientras yo sirvo dos copas


de vino muy generosas. Al igual que cuando preparamos la cena juntos la
semana pasada, el proceso nos resulta familiar a los dos, y hace que me
duela el corazón de nuevo.

Gannon y yo volvemos al salón para ponernos cómodos en el sofá


con nuestra comida y bebida.
—Cuando no respondiste a mi mensaje, no sabía si debía darte un
poco de espacio o ir a sentarme en tu puerta hasta que estuvieras dispuesto a
dejarme intentar disculparme nuevamente. Esta vez en persona,— dijo.

—Tu no tienes nada porque disculparte. 41

—¿No tengo?— Me levanta las dos cejas mientras picoteo un


bocado de pollo. —Te has puesto ahí fuera, y yo...

—Me rechazaste,— Termino por él antes de que pueda intentar


endulzarlo.—No pasa nada. No te gusto así.

—Eso no es…— Se aclara la garganta, pareciendo un poco


impotente mientras deja caer su mirada hacia el recipiente de arroz frito que
tiene en la mano. —No soy el tipo adecuado para ti.

—¿Por qué no?— Dejo la comida en la mesa de café y me inclino


hacia delante. —Sabes que me importa una mierda tu pierna, ¿verdad? O
tus cicatrices. Estoy... estoy un poco loco por ti, Gan.— A la mierda. Por un
centavo, por una libra.

Su expresión se arruga de dolor y retrocede unos centímetros, su


mano libre se dobla en un puño apretado que coloca en su regazo. —Eres
increíble, No.— Su voz es tensa, y cuando por fin levanta la vista hacia mí,
sus ojos brillan con lágrimas no derramadas. —Hay un hombre ahí fuera
que te va a dar todo lo que te mereces.

Se inclina hacia mí y mi corazón se vuelve loco. En el último


segundo, roza sus labios con mi mejilla. Es un tierno roce de su boca, que
me eriza la piel, tan electrizante como si me hubiera besado de verdad.

No quiero que un hombre de ahí fuera sea lo que Gannon cree que
merezco. Quiero al hombre que está aquí.

¿Puede Alden realmente ayudarme? Tal vez valga la pena


averiguarlo.
—No tienes nada por lo que disculparte.— Le digo a Gannon de
nuevo cuando se inclina hacia atrás.
—¿Dime que me perdonas de todos modos, para saber que
estamos bien?
42

Puse mi mano sobre la suya. —Estamos bien. Lo prometo.


43

Jugueteo con el delicado gemelo con la bandera del arco iris en mi


manga izquierda mientras el ascensor asciende a una velocidad
dolorosamente lenta. Después de la visita de Gannon anoche, estoy más
seguro que nunca de que mi interés no es unilateral. El problema es que no
tengo la menor idea de hacia dónde ir.

Una cosa que he aprendido sobre él a lo largo de los años es que es


muy terco. Si trato de presionarlo, va a retroceder y clavar sus talones. Si
voy a convencerlo de que le dé una oportunidad, necesito un plan.

La puerta se abre con un pequeño y alegre tintineo, y salgo al


familiar y silencioso piso. Russel Investments sólo tiene cuatro empleados,
repartidos en una planta de oficinas de tamaño normal. Aquí nunca hay caos
ni mucho ruido. Es un lugar tranquilo.

—Nolan, hey,— dice Gannon, sin molestarse en ocultar la sorpresa


en su tono cuando sale de su despacho y me ve. —¿Te esperaba?— Mira su
teléfono con el ceño fruncido, como si estuviera anticipando un mensaje
perdido.

—Uh, no. De hecho, pasaba por aquí con una factura para la gala
que estoy preparando para finales de mes.— Me saco la mentira de la
manga y me doy cuenta inmediatamente de que era una estupidez.

—Normalmente me los envías por correo electrónico,— dice, y sus


ojos se dirigen a mis manos vacías.

—Um, en realidad, estaba…uh…— Mierda, necesito una excusa


mejor. Por supuesto, mi cerebro decide ser totalmente inútil, quedándose
totalmente en blanco como si no hubiera conocido una buena mentira en
toda mi vida.

—Le pedí que se pasara por aquí.— La suave voz de Alden atrae
nuestras miradas hacia la izquierda. Está de pie en la puerta de su despacho,
44
con un aspecto tan arreglado como siempre, pero extrañamente menos
engreído de lo que recuerdo haberlo encontrado en el pasado.

Vuelvo a mirar a Gannon y me doy cuenta de que frunce el ceño


mientras sus ojos se mueven entre los dos.

—Cierto, estoy aquí para hablar con Alden,— Acepto rápidamente,


dando un paso en su dirección.

Parece que Gannon quiere decir algo, su boca se aplana en una fina
línea antes de asentir con fuerza y volver a su despacho sin decir nada más.

Dejo escapar un suspiro, sintiéndome aliviado y como la mierda al


mismo tiempo. Estoy tratando de sacarlo de su caparazón, no de hacerle
creer que me estoy tirando a Alden. Ugh. Está bien, eso se puede arreglar,
pero primero tengo que hablar con Alden. Me vuelvo hacia él con una
sonrisa de agradecimiento y dejo que me acompañe a su oficina.

He estado aquí una o dos veces para discutir detalles de eventos en


los que me pidió específicamente que opinara, pero nunca mire a mi
alrededor. Esta vez lo hago, fijándome en los libros que hay en la estantería
detrás de su escritorio. La imagen que tengo de él en mi cabeza es la de un
hombre de negocios serio, así que espero que las estanterías estén llenas de
libros de motivación, de estrategia empresarial quizás. Me sorprende
encontrar una mezcla de ciencia ficción y del lejano oeste. Interesante.

Tomo asiento en el sillón de cuero frente a su escritorio y me fijo en


las fotos enmarcadas a las que, de nuevo, nunca había prestado atención.
Hay varias de Alden con Barrett y Kiernan, en varias etapas de sus vidas—
diez años, joven adulto, posiblemente su graduación—así como unas
cuantas fotos que me arrancan una sonrisa. Alden en la cabina de una
avioneta, con una enorme sonrisa en la cara. Alden vestido como un
auténtico vaquero, sosteniendo un trofeo. Alden de pie junto a un pez que es
fácilmente tan grande como él.

—Um, ¿Qué diablos es esto?— pregunto señalando la foto de


45
cowboy. Se ríe, el sonido es cálido y rico, me sorprende una vez más y
haciéndome ver que todo lo que sé del hombre se basa en suposiciones y
primeras impresiones.

Pasé por una fase de rodeo a los veinte años. Casi le da un ataque al
corazón a mi madre.— Sonríe con cariño ante la fotografía.

—¿Una fase de rodeo?— repito con divertida sorpresa.

Asintió. —Montar a caballo.— Se frota distraídamente la clavícula.


—No estuvo exento de lesiones, pero fue ciertamente emocionante.

Asiento en silencio, reorganizando toda mi visión del mundo para


encajar esta nueva información de él. Cuando no ofrece más detalles, me
aclaro la garganta y me arrimo al borde de la silla. —Quería disculparme.

—¿Por?— Me levanta las dos cejas.

—Por llorar sobre ti la otra noche.— Recojo una pelusa imaginaria


de mis pantalones. —Después me sentí un tonto. Soy un hombre adulto.
Debería ser capaz de manejar el rechazo mejor que eso.— Se me hace un
nudo en la garganta al recordar a Gannon esquivando mi beso, pero me
obligo a alejar esa sensación.

—Todo el mundo necesita un hombro de vez en cuando. No hay que


avergonzarse de ello.

Asentí. —Tenes razón. No lo hay. Supongo que debería dar las


gracias en su lugar.

Una mirada reflexiva cruza su rostro y me doy cuenta por primera


vez de lo guapo que es: rasgos afilados y angulosos, ojos penetrantes pero
sorprendentemente amables. También me deshago de eso. Estoy aquí
porque quiero que me ayude a llegar a Gannon, no para pintar un cuadro de
Alden.

—Eres más que bienvenido,— dijo simplemente. 46

—Entonces…um.— No sé muy bien cómo pedírselo o, mejor dicho,


decirle que quiero aceptar su oferta de ayuda.

—¿Qué estaras haciendo esta noche para la cena?— Alden


preguntó, sorprendiéndome de nuevo.

Parpadeo al procesar la pregunta y luego me meto el labio inferior


entre los dientes momentáneamente. —No tengo planes.

—Excelente. Únete a mi en la cena.—No parece una petición, pero


deja una pausa al final para que pueda reaccionar.

—Ok.— Mi respuesta me toma tan desprevenido como la pregunta.


¿Me está invitando a una cita, o es para que hablemos de mi relación con
Gannon y de cómo Alden cree que podría ayudar? Debería aclararlo, pero
no lo hago.

—Te recogeré a las siete.

—Genial.— Me lamo los labios secos y me levanto, sacando mi


tarjeta de visita del bolsillo delantero y poniéndola sobre su escritorio. —Mi
teléfono celular está aquí. Mándame un mensaje y te enviaré mi dirección.
Te veré entonces.

Todavía estoy un poco aturdido cuando salgo de su despacho y casi


me topo con Gannon en el pasillo. Su expresión es tormentosa mientras
estudia mi rostro.

—¿Qué fue todo eso?— Me pone las manos en los brazos, el


contacto inocente me pide que me incline hacia él y entierre mi cara en el
pliegue de su cuello, que lo rodee con mis brazos y no lo suelte nunca.

Trago con fuerza y fuerzo una sonrisa, dando un paso atrás para no
abordarlo.
47

—Cosas del trabajo. Tengo que irme, pero te enviaré un mensaje más
tarde.

—Ok.

Puedo sentir los ojos de Gannon sobre mí mientras vuelvo a subir al


ascensor.

Voy a convencerle de que me dé una oportunidad... de que nos dé


una oportunidad, cueste lo que cueste.

No tenía intención de invitar a Nolan a cenar, pero me encuentro


sonriendo cuando sale de mi despacho, entusiasmado por la perspectiva de
conocerle mejor. Ya lo juzgué mal una vez, asumiendo que era similar a
Sterling y Emerson: callado, complaciente, aburrido si me preguntas.
Tengo curiosidad por ver en qué más me he equivocado.

Y, por supuesto, no puedo ayudar a su situación con Gannon a


menos que lo conozca mejor. Tal vez una parte de mí quiere estar seguro de
que él también es lo suficientemente bueno para mi aguerrido soldado.

Menos de dos minutos después de que Nolan se vaya, la puerta de


mi despacho se abre de golpe sin siquiera llamar. Levanto la vista del
ordenador y me encuentro con Gannon entrando a toda prisa, con la
mandíbula tensa y los ojos encendidos. El corazón me late más rápido y la
piel se me pone de gallina.

—¿Puedo ayudarte?— Pregunte calmadamente.

Resopla, deja unos papeles sobre mi mesa y se vuelve hacia la


48
puerta. Estoy a punto de llamarle y preguntarle por qué está de tan mal
humor, pero no es necesario. Sólo da dos pasos antes de volver a girar hacia
mí.

—Entonces, ¿qué, eres su hombro para llorar una noche y ahora vas
a salir con él?

Ah. Estaba escuchando a escondidas. Lucho contra la sonrisa que se


dibuja en mis labios, me inclino hacia atrás en la silla y cruzo el tobillo
sobre la rodilla.

—Me has oído invitarle a cenar. ¿Te molesta eso?

Hace otro sonido irritado y mi polla se hincha. Quiero quitarle el


ceño de la cara de un beso.

—Si, me molesta como la mierda,— dice después de unos


segundos, con la respiración agitada mientras mira las fotos enmarcadas en
mi escritorio como si estuviera pensando en romper algunas por si acaso.
Me gustaría que lo hiciera. Me daría la excusa perfecta para inclinarle y
sacarle esa actitud a nalgadas. Al pensarlo, se me revuelve el estómago.

—Creo recordar que él expresó un interés en ti, que tú rechazaste,—


Le recordé.

Su mandíbula se mueve y sus fosas nasales se agitan. —Eso fue


porque…— Se pasa las manos por la cara, y cuando las baja, parte de la
rabia desaparece, sustituida por una expresión medio impotente que sólo
sirve para avivar el fuego dentro de mí, tentándome a levantarme del
escritorio y rodearlo con mis brazos. ¿Se hundirá en mí y aceptará su propia
necesidad de consuelo, o luchará hasta que lo agote?
—¿Eso no fue qué?— Le pidó.

Sus ojos vuelven a brillar. —No es de tu incumbencia, pero no es


porque no puedo…— Gannon traga con fuerza, su manzana de Adán se
balancea. —No es porque no tenga sentimientos por él. 49

Ya lo suponía, pero una punzada de celos me revuelve el estómago


de todos modos. No le envidio a Nolan ninguna parte de Gannon, pero
¿quién va a cuidar de él en todas las formas que ni siquiera se da cuenta que
necesita? ¿Quién va a cuidar de Nolan, en realidad? Quizá sea una pregunta
que pueda responder esta noche en la cena.

—Ve tras él entonces. Seguro que aún no ha llegado a su coche.


Mejor aún, llámalo y dile que serás tú quien lo acompañe a cenar esta
noche. No me interpondré en tu camino.— Hago un movimiento de barrido
con la mano y su ceño se frunce.

—En primer lugar, no es algo que se pueda negociar. Aceptó cenar


contigo. Y en segundo lugar, algo que aprendí hace mucho tiempo es que
no puedes tener todo lo que quieres. Simplemente no quiero ver que los dos
se enamoren delante de mis narices mientras yo estoy relegado a un
segundo plano.

Vuelve a aparecer el atisbo de impotencia. Dejo de lado mi fachada


fría y me inclino hacia delante, apoyando los codos en el escritorio mientras
lo miro. —Dime por qué.

—¿Por qué qué?— Se eriza.

—¿Por qué crees que no puedes tenerlo si lo quieres?— Cuando no


contesta inmediatamente, intento adivinar qué es lo que le retiene. —¿Crees
que a él le gusta demasiado el dinero y que tú no sientes que tienes
suficiente?

Gannon resopla por la nariz. Eso es un no.


—¿Te preocupa que tu pasado te haya dañado demasiado como para
merecer a alguien tan hermoso como Nolan?— Lo intento de nuevo, y
parece que se agita más. —Podrías simplemente decírmelo si no quieres que
lo adivine.
50

—No es de tu incumbencia.

—Cuando irrumpiste aquí lanzando un ataque como un niño, me


invitaste a hacer de esto mi asunto,—Cuando discuto, sus ojos se oscurecen.

—No estoy lanzando un ataque. Estás siendo…— No termina el


pensamiento, sólo sacude la cabeza y mira hacia la puerta como si
estuviera considerando salir. No lo detendré. Al menos, no creo que lo
haga.

—Estás actuando como un mocoso.— No estoy seguro de si estoy


tratando de incitarlo o no, pero parece hacer el truco de todos modos.

—Tengo una maldita disfunción eréctil. ¿Es esa una razón


suficiente? ¿Eres feliz ahora?

Se me corta la respiración en cuanto las palabras salen de mi boca.


No puedo creer que acabe de decirle a mi puto jefe que mi polla no
funciona. Me preparo para evitar la lástima o la diversión en su expresión,
pero en lugar de eso, me mira con sorpresa por un momento antes de que su
expresión vuelva a ser la misma curiosa, pero neutral que parece llevar
siempre.

—Interesante— dice, recostándose de nuevo en su silla. —Parecía


que...— Se interrumpe, estudiándome por un momento. —Entonces,
¿nunca...?
Se me calienta la cara al recordar el encuentro de ayer, la discusión
y mis posteriores... actividades. Me aclaro la garganta, con los ojos fijos en
su escritorio porque estoy seguro de que si lo miro, mi cara me delatará.

—Rara vez—, respondo. No sé por qué no vuelvo a decirle que se 51

meta en sus putos asuntos. —He probado con pastillas, pero me dan una
migraña enorme.

—Hmm—, canturrea pensativo como si realmente estuviera


considerando la situación y trabajando en la búsqueda de un consejo.
Extrañamente, prefiero eso a la lástima que esperaba. No lo suficiente como
para quedarme a ver qué piensa mi jefe sobre que debo hacer con mi polla.
Por supuesto, mi mente elige ese momento para revivir la fantasía que tuve
ayer, en la que estaba muy abierto a escuchar lo que Alden pensaba que
debía hacer con mi polla.

Esta vez no se me pone dura, pero hay un cosquilleo caliente que no


esperaba. Carraspeo por segunda vez y sus labios se mueven divertidos.

—¿Necesitas una pastilla?

—Estoy bien.— Con mi confesión, se me ha quitado un poco el


viento de las velas, y la rabia y los celos que sentí cuando irrumpí aquí se
han atenuado hasta quedar reducidos a cenizas. No quiero que Alden
elimine a Nolan, pero ¿qué voy a hacer al respecto? Mis opciones son
decirle a Nolan la vergonzosa verdad o dejarle marchar para que encuentre
a otra persona. Joder, ambas opciones apestan.

Me dirijo hacia la puerta, me detengo con la mano en el pomo y


miro por encima del hombro a Alden. —Es alérgico a los frutos secos.
Asegúrate de que ninguno acabe en su plato.

No me quedo para saber cuál será la respuesta de Alden. Ni siquiera


recuerdo en qué estaba trabajando antes de que apareciera Nolan, y estoy
demasiado inquieto para volver a mi despacho y revisar más papeleo y
correos electrónicos, así que, en su lugar, me dirijo al ascensor. Un poco de
aire fresco y más café podrían ayudar.

Esta mañana, cuando entro en la cafetería, es la misma camarera


nueva la que está detrás del mostrador, pero parece que se está haciendo
52
con el trabajo. Hace bien mi pedido a la primera y no me derrama nada. Al
menos una cosa va bien hoy.
Con mi café en la mano, miro a mi alrededor en busca de una mesa
libre. Veo a Kiernan, el tercer socio de Russel Investments, sentado en una
mesa de la esquina, comiendo una magdalena y leyendo un periódico. No
sabía que todavía se imprimían periódicos físicos. Conociendo a esta cosa,
no me extrañaría que el hombre lo hiciera imprimir personalmente o que
comprara la propia empresa sólo para asegurarse de seguir recibiendo
ediciones diarias recién impresas.
Me acerco a él, haciendo una mueca de dolor en el muslo, con los
músculos acalambrados por la sensación antinatural de la prótesis, incluso
después de unos años de adaptación. Al menos es mejor que estar muerto.

Levanta la vista cuando me acerco a la mesa y me dedica una


sonrisa irónica.

—Uy, parece que me has atrapado haciéndome la rata.

Arqueo una ceja, dejo el café en la mesa y me acomodo en la silla


con un pequeño suspiro de alivio cuando se me desentumecen los músculos.

—¿Tomar café y leer el periódico es tu versión de hacerte la rata?


Eres un hombre salvaje,— me burlo con un tono inexpresivo, dando un
sorbo a mi taza.

Kiernan se ríe. —Intenté convencer a Em de que se tomara el día


libre conmigo, pero se empeñó en llevar una librería profesional con un
horario regular. Hacer algo escandaloso sin mi chico no sería lo mismo. Así
que, aquí estoy.
—Bueno, no lo diré si no lo haces,— Me lo cambio, pellizcándome
el puente de la nariz en un intento de aliviar el dolor de cabeza por tensión
que empieza a formarse.

—¿Mañana difícil?— adivina.


53

Suelto una carcajada a mi pesar. Tal vez debería contarle a Kiernan


también mi disfunción eréctil. Mejor aún, enviaré un memorando de la
empresa. Kiernan y Barrett pueden contárselo a sus novios, y todos podemos
discutirlo en la próxima cena. Muy divertido.
—Puedes decirlo así,— Murmuró. —¿Alden siempre ha sido
tan…?— Me quedo con la boca abierta y sacudo la cabeza.
Kiernan se ríe. —Si, lo fue.— Termina su café y deja la taza vacía.
—Trata de ser más tolerante con él. Ha estado bastante solo desde que
Barrett y yo nos establecimos. Y si le dices que te dije eso, estás despedido.

Sonrío y mi corazón se compadece de él. Claro que se siente solo


porque sus dos mejores amigos de toda la vida han encontrado a sus almas
gemelas. Eso fastidiaría a cualquiera. ¿Es realmente justo que le envidie una
cena con alguien? Después de todo, si puede hacer feliz a Nolan, ¿no es eso
lo más importante?

Trago con la garganta apretada.

Mierda, ojalá hubiera una forma de verlos a los dos felices... y de


que yo también lo fuera.
54

Llego al edificio de Nolan a las siete en punto y compruebo la


dirección que me ha dado. Vive en un barrio medianamente agradable, nada
que ver con la comunidad cerrada en la que yo vivo, pero ciertamente muy
lejos de los barrios bajos. El exterior del edificio podría necesitar un poco
de jardinería, pero por lo demás, se ve bien.

Aparco el coche y salgo, preparándome para averiguar cuál es su


apartamento y poder ir a recogerlo. No me alejo ni dos pasos del coche
antes de que salga por la puerta principal, vestido con un traje nuevo, y con
un aire de contoneo al acercarse. La luz de la farola capta sus rasgos y noto
un ligero brillo en sus mejillas y labios. ¿Y lleva puesto rímel? Está
impresionante.

Me apresuro a rodear el coche para abrir la puerta del pasajero antes


de que pueda alcanzarla. —Iba a subir a buscarte como es debido,— Digo
con un poco de severidad.

Suelta una carcajada, se detiene frente a mí y me mira a los ojos. —


Puedo subir las escaleras yo solo, gracias. Me imaginé que eras del tipo
puntual, así que me arriesgué a bajar justo a las siete.

Sonrío y me hago a un lado, señalando la puerta del pasajero abierta.


Nolan se desliza dentro y, por un momento, me permito imaginar cómo
sería si tanto él como Gannon estuvieran metidos en el rollo de daddy... si
quisieran que yo fuera su daddy. La idea me hace doler de anhelo antes de
forzarla a desaparecer.

Desearlo no sirve de mucho. Voy a ayudar a juntar a los dos, y


ahora que sé lo que retiene a Gannon, al menos tengo un punto de partida.
No espero que sea un problema fácil de resolver, pero estoy seguro de que
ayer se excitó en mi oficina. Así que tal vez no sea un caso de incapacidad,
sino más bien un caso de ir por el camino equivocado. Y eso es algo en lo
que me siento bastante seguro de poder ayudar.
55
Doy la vuelta al coche para entrar también. Mientras me deslizo por
el interior, sorprendo a Nolan acariciando el suave cuero del asiento,
encendiendo sucesivamente cada una de las luces del techo y examinando el
tablero táctil.

—Lindo auto,— dice mientras me abrocho el cinturón. Sonreí.

—Gracias.— Cuando salgo del aparcamiento, Nolan se acomoda en


su asiento. —Elegí un restaurante de mariscos. ¿Qué te parece?

—Oh, ¿Es Le Petite Fin? Amo ese lugar.

Vuelvo a sonreír, contento de haber elegido bien el restaurante.

—Ese es. Y para que quede claro, yo te invité a cenar, así que yo
pago. Sin discusiones.

Hace un sonido de rechazo pero no protesta.

Me acerco a la radio para encenderla. Ya está puesta en mi emisora


favorita de hair metal de los ochenta. Tamborileo los dedos contra el
volante al ritmo de la canción de Twisted Sister que suena por los altavoces,
y Nolan vuelve a reírse.

—¿En serio?

—¿Qué?— pregunto, apartando los ojos de la carretera el tiempo


suficiente para mirarle. Me mira con divertida incredulidad.

—No me parece que seas un tipo de hair metal.


—¿Oh? ¿Qué clase de tipo te parezco?— Estoy seguro de que puedo
adivinar. No es difícil descifrar cómo me ve la mayoría de la gente: estirado,
arrogante, materialista.

—Clásico,— responde sin perder el ritmo.


56

—Mm, entonces te sorprendería saber que he ido a la sinfonía


exactamente dos veces en mi vida y me quedé dormido las dos veces.

Nolan se ríe. —Estás mintiendo.

—Lo juro por Dios.— Levanto una mano del volante para dejar
claro mi punto de vista. —Roncaba tan fuerte que me pidieron que me fuera
después de que varias personas se quejaran de que estaba ensombreciendo
la sección de percusión.

—Huh,— dice pensativo. —Empiezo a pensar que eres muy


diferente de lo que imaginaba.

No estoy seguro de por qué, pero esa simple afirmación me hace


sentir algo dentro del pecho. Sé que no quiere decir nada con eso. Él tiene
su corazón puesto completamente en Gannon—y quién podría culparlo—
pero de todos modos tiene algo de agradable.

Llegamos al restaurante y le ofrezco mis llaves al aparcacoches. Por


supuesto, Nolan sale del coche antes de que pueda apresurarme a abrirle la
puerta. No sé por qué me molesta. Después de todo, esto no es una cita,
pero me parece mal dejar que lo haga él mismo.

Pongo una mano en la parte baja de la espalda de Nolan y le guío


hacia la puerta, lo que permite, pero no sin que una sonrisa ligeramente
burlona tuerza sus bonitos y brillantes labios. El maître nos saluda y nos
acompaña a mi mesa habitual junto a un gran ventanal que ofrece una
impresionante vista de las montañas. Está demasiado oscuro para ver en
este momento, pero prefiero la mesa de todos modos.
—Aquí tienen una fabulosa colección de vinos,— dijo cuando nos
dejaron solos con nuestros menu. —El Albert Bichot Cote de Nuits de 22
años esta absolutamente para morirse.

La mayoría de los chicos con los que salgo son de la alta sociedad, 57
así que no es raro que salga con alguien que sabe de vinos, pero hay algo en
la gracia y la confianza que tiene Nolan cuando le entrega la carta de vinos
al camarero y mueve las pestañas que hace que mi corazón se estremezca.
El camarero asiente, y entonces Nolan vuelve su mirada hacia mí.

—Probablemente vengas aquí más a menudo que yo. ¿Puedes


recomendar tu plato favorito?— pregunta, y esa inocente pregunta provoca
una nueva oleada de anhelo. Es tan perfecto como Gannon, en todos sus
aspectos.

—Si, con certeza puedo— Respondo, echando un vistazo al menú


simplemente para orientarme un momento.

Me tomo un momento para comprobar que el plato de salmón que


quiero pedir para él no contiene frutos secos, y luego le digo mi selección al
camarero, que toma los menús y nos deja solos.

—Así que, misterioso jinete de toros.— Nolan se inclina hacia


delante, con una chispa de interés en sus ojos. —Creía que te había
descubierto, pero después de años de trabajar juntos, de vernos
regularmente, de fiesta en fiesta, de repente descubro que pilotas aviones y
escuchas hair metal. ¿Qué más no sé de ti?

—Esa es una pregunta peligrosa, Pet.— Estoy seguro de que el tono


coqueto está cruzando la línea, pero a Nolan no parece importarle. En todo
caso, hay un ligero rubor en sus mejillas que me intriga.

—¿Por qué todas esas aficiones extremas? No parece encajar con tu


imagen de hombre rico.

—Te lo dije. Me gustan los desafios.— Dejo que mi mirada se


detenga en la suya durante unos instantes. —Tal vez porque mi vida ha sido
tan fácil en muchos aspectos, la encuentro aburrida. Desde mi primer
recuerdo, todo el mundo me ha dicho que sí, me ha dado todo lo que he
pedido sin protestar. Puedo tener todo lo que quiero. Hacer lo que quiera.
Es agotador. Luchar por algo, ganarse algo, es mucho más satisfactorio.
58

—Eso…tiene mucho sentido. Pero pensé que toda la mierda de papá


en la que estás metido es todo si, señor, no, señor

El camarero elige ese momento para pasar con nuestra botella de


vino. Por supuesto, no hace ningún comentario, pero sus cejas se alzan con
interés. Muerdo mi diversión y le doy las gracias por el vino antes de volver
a centrar mi atención en Nolan.

—Primero, estas pensando en Doms, no en Daddies. Segundo, el si,


Daddy, es mucho más satisfactorio luego de haberlo ganado, como
cualquier otra cosa.— Hago girar el vino y lo huelo antes de tomar un
sorbo. Nolan tenía razón. Es exquisito.

—Huh. Entonces, ¿te gustan los chicos que discuten contigo y esas
cosas?— Ladea la cabeza, su interés por el tema parece genuino.

—El término coloquial es mocoso— Sonrío. —Algunos Daddies


d i s f r u t a n de los chicos que son suaves y dulces, a los que les gusta
hacer lo que se les dice y sólo se les castiga por diversión, si es que lo
hacen.

—¿Pero a tí no?

—No. Me gustan los chicos con algo de lucha. Me gusta que me


hablen de vuelta y que les den una paliza para que se comporten. Me gusta
darles cuerda a mis chicos y luego decirles que me follen hasta que su
rebeldía se haya agotado y estén dispuestos a comportarse. Ser daddy es
cuidar de tu amante, y los niños mocosos y testarudos necesitan que se les
cuide tan bien como a los dulces y angelicales.
—Oh.— Nolan parece un poco falto de aliento, moviéndose en su
asiento y tomando un profundo trago de su vaso de vino. —Yo, um…No
entendí muy bien lo de los daddies cuando lo vi en acción con Sterling y
Em y sus daddies, pero la forma en que lo haces suena... diferente.

—Lo es,— concuerdo. 59

No sé si hace calor aquí o si el vino se me está subiendo a la cabeza,


pero no puedo dejar de sonrojarme. Incluso mucho después de que nuestra
conversación se aleje de todo lo perverso, sigo pensando en el calor de los
ojos de Alden y, francamente, en lo jodidamente caliente que sonó cuando
describió su versión de la perversión de daddy kink.

—¿Qué te hizo decidirte por la planificación de eventos?—


pregunta Alden mientras terminamos la comida y nos levantamos para
irnos.

—¿A quién no le gusta organizar una fiesta?— Me vuelve a poner la


mano en la parte baja de la espalda y me sorprende lo reconfortante que me
resulta. Nunca he sido el tipo de hombre que necesita sentirse reconfortado o
protegido. Puedo manejar la mierda muy bien por mi cuenta. Pero el hecho
de que Alden parezca entender eso y todavía quiere cuidar de mí hasta un
punto es... no estoy muy seguro de cómo describirlo.

Tengo la sensación de que me va a costar un poco de tiempo


analizar todas las cosas nuevas que sé de él y averiguar lo que significa.
Llegamos al coche y, esta vez, dejo que me abra la puerta. No estoy seguro
de por qué significa tanto para él, pero de nuevo, es algo agradable.

—Me acabo de dar cuenta de que nunca hablamos de Gannon,—


Digo mientras se aleja del restaurante.
—No lo hicimos,— concordo, sonando como si acabara de darse
cuenta también. —La culpa es tuya por distraerme con historias de tus
salvajes años universitarios.

Me río, una sensación de calidez se instala en mi pecho. —Tú


60
querías saber más,— señalo.

—Quería,— está de acuerdo y luego se aclara la garganta. —Puedo


tener un plan para juntarlos a ti y a Gannon. Pero necesito que confíes en
mí, ¿puedes hacerlo?

Para un hombre al que apenas conocía desde hace unos días, la


respuesta es sorprendentemente fácil. —Si.

—Bien.— Mantiene los ojos en la carretera, pero puedo ver que una
sonrisa se extiende por su rostro. —Ven a cenar a mi casa el viernes y
déjame el resto a mí.

—Ok.— Asentí. Teniendo en cuenta que ni siquiera sé qué es lo que


frena a Gannon, es difícil creer que Alden sea capaz de arreglarlo
mágicamente. Pero parece tan seguro de que puede, que es fácil dejarse
llevar y confiar en que lo hará.

Entramos en el aparcamiento de mi edificio de apartamentos y


Alden se mete en la plaza libre justo al lado de donde está aparcado mi
coche. Salgo y él me sorprende haciendo lo mismo. Lo que no me
sorprende es la cara que pone al ver mi coche.

Frunce el ceño, arrugando la nariz, y yo me erizo.

—Esa cosa es una trampa mortal,— murmura. No es la primera vez


que opina sobre mi coche y, al igual que antes, se me ponen los pelos de
punta.

—Lo siento, no todos vamos en un puto Bentley,— Me burlo.


—Mm, cierto, ¿dónde está la diversión de un coche si no tienes que
temer por tu vida cada vez que vas a más de treinta kilómetros por hora?

—Oh, vete a la mierda, ostentoso. — No estoy seguro de por


qué este tema me toca tanto las narices, o tal vez sea por la forma
61
despectiva en que Alden mira la primera cosa que tuve el dinero para
comprarme. Él no entiende la importancia de este coche, pero yo estoy
cabreado por ello de todos modos.

Sus dos cejas se disparan. —¿Ostentoso?— repite, y me siento


extrañamente como si estuviera a punto de ser regañado.

—Así es, culo ostentoso.— Me redoblo la apuesta. —¿O tal vez


prefieres una polla rica?— Doy un paso adelante, mi pulso retumbando en
mis oídos al invadir su espacio. —¿Cabrón mimado?— Le ofrezco otra
opción. —Ego…

Jadeo cuando sus labios se estrellan contra los míos, cortando mi


lista de insultos. Me agarro a la parte delantera de su traje, con la intención
de apartarlo, pero en lugar de eso, me encuentro acercándolo más,
recibiendo su beso contundente con la misma fiereza. Sus dientes me rozan
el labio inferior, mi lengua saquea su boca, su áspera respiración coincide
con la mía cuando me empuja contra el coche y gana el dominio, la lucha
desaparece mientras me derrito ante la fuerza de su boca en la mía. Parece
tanto una lucha de poder como un acto íntimo.

Puedo saborear el vino en sus labios, y el beso se suaviza un poco en


cuanto cedo. Mi corazón se agita y mi estómago se desploma, y suspiro
alrededor de su lengua mientras mi polla se endurece.

El beso termina tan abruptamente como empezó. Alden se retira,


con el pecho agitado mientras se pasa los dedos por el pelo. Tiene las
mejillas enrojecidas y los labios húmedos e hinchados. Parece tan
sorprendido y excitado como me siento yo.

—¿Estás bien para subir a tu apartamento por tu cuenta, o quieres


que te acompañe?— pregunta.

—Mejor no. Eso fue…um…

Asiente con la cabeza, sin añadir nada a mi evaluación incompleta


de lo que sea que haya sido. —¿Te veré el viernes?— pregunto de repente. 62

—Viernes,— Concuerdo. El viernes, cuando me ayude a


conquistar a Gannon. Sí, claro.

Se me hace un nudo en la garganta y me enderezo, apartándome de


su coche y pasando una mano por la parte delantera de mi camisa para
alisarla. Me siento aturdido, casi borracho, mientras me dirijo al interior y
subo las escaleras de mi apartamento.

¿Qué fue eso? He pasado años enamorado de Gannon, ¿y ahora me


enrollo con pomposos multimillonarios? Tal vez estoy un poco borracho.
¿Cuánto vino tomé? No lo recuerdo, pero no creo que fuera tanto.

Doblo la esquina hacia mi apartamento y me detengo al ver a


Gannon sentado en el suelo, con la espalda pegada a mi puerta.

Mierda.

—Hey,— Digo tímidamente, dándome cuenta de lo estúpido que


parece estar esperando a que Nolan llegue a casa después de su cita.

—Hey.— Se detiene frente a mí, mira hacia abajo con una sonrisa
dulce y torcida y me ofrece una mano para ayudarme a subir.

Sentarse en el suelo fue mi segunda peor idea de la noche, y eso es


decir algo. Me cuesta unos cuantos intentos, pero finalmente, me levanto.
—Escuché a Alden invitándote a cenar esta noche,— suelto,
pasándome la mano nerviosamente por la nuca.

—¿Y tu estabas celoso?— adivina, sin molestarse en ocultar una


sonrisa de satisfacción.
63

—No,— Me burlo, dejando caer mi mirada al suelo. —Yo estaba,


uh…

—Celoso— dice de nuevo, y yo me río, negando con la cabeza.

—No,— Insisto, aunque está claro que no estoy engañando a


ninguno de los dos. —Pero ahora que estás a salvo en casa, probablemente
debería irme.

—¿Qué? No seas estúpido. Entra.

Me hago a un lado para que pueda abrir la puerta y le sigo dentro sin
protestar. Nos quitamos los zapatos y Nolan se dirige a la cocina. Oigo el
tintineo de las copas mientras me acomodo en el sofá y, un minuto después,
vuelve con dos copas de vino.

—Iba a pedir algo más fuerte, pero ya estoy un poco achispado por el
vino, así que pensé que seguir con él era la apuesta más segura,— me
explica, entregándome uno de los vasos.

Se sienta en el sofá a mi lado, acercándose como siempre mientras


busca algo que ponerse. Se decanta por un programa de diseño de interiores
y yo me fijo en el botón superior de su camisa desabrochado y en sus
pestañas, que parecen kilométricas esta noche. Me inclino un poco más, el
familiar y encantador aroma de él me hace cosquillas en la nariz y hace que
mi corazón se acelere.

—¿Cómo fue la cena?— Pregunto, sin saber si espero que diga que
Alden es una compañía terrible o que se lo han pasado de maravilla.
—Fue agradable.— Toma un sorbo de su bebida y se inclina hacia
mí, aparentemente de forma inconsciente. —Él es diferente de lo que había
pensado que era. Él es muy… interesante.

—¿Interesante?— Me hago eco.


64

—Sí, como, ¿sabías que solía montar caballos? Ganó un trofeo o algo
así.

Hay una chispa en los ojos de Nolan que no había visto antes. Mi
pecho se contrae. Así que se han llevado bien. La felicidad en su expresión
me calienta por dentro. Es todo lo que quiero para él, pero, egoístamente,
desearía haber sido yo quien la pusiera ahí.

—¿Vas a tener otra cita con él?— La tensión en mi voz hace que los
ojos de Nolan se dirijan a mí con fuerza.

—No fue una cita.— Pero incluso mientras lo dice, sus mejillas se
vuelven rosas. Sus ojos se encuentran con los míos y se quedan ahí, el
sonido de la televisión se desvanece en el fondo mientras nos miramos
fijamente. Mis razones para rechazarlo son sólidas, y estoy seguro de que
hay un millón de maneras en las que Alden es mejor partido que yo, pero no
puedo apartar la mirada. No puedo detener la sensación de anhelo
desesperado que me inunda el pecho.

—Quería dejar que me besaras la otra noche. La noche de la


recaudación de fondos,— Confieso, apenas por encima de un susurro, como
si hablar demasiado alto pudiera romper el delicado momento.

Sus ojos se posan en mis labios y angula su cuerpo hacia mí. —¿Por
qué no lo hiciste?— Su voz coincide con la mía, suave y frágil.

—Hay cosas que me da vergüenza contarte, No. Cosas que me


hacen sentir imposible.

—¿Y si quiero que me beses de todos modos?


Es el filo de la esperanza en su voz lo que me deshace. Ni siquiera
soy consciente de haber elegido hacerlo, pero en un instante, cierro el
espacio entre nosotros.
65
Apenas es un beso, tan susurrado como nuestra conversación, el
mínimo roce de mi boca con la suya. Sin embargo, me enciende el cuerpo.
Las mariposas me llenan el estómago y un escalofrío me recorre la espalda.
Pero, tal y como me temía, mi polla sigue sin moverse.

Nolan inclina la barbilla y aprieta un poco más sus labios contra los
míos, separándolos suavemente y profundizando el beso. Su aliento se
repite en mis labios y, por un segundo, la erección deja de ser lo más
importante del mundo.

Cuando se retira, respiro entrecortadamente, con la cabeza dando


vueltas y el corazón retumbando. Quiero acercarme a él para besarlo de
nuevo, pero su mirada me detiene.

—Bese a Alden,— confiesa, y mi corazón se desploma.

—¿Cuándo?

—Justo ahora, afuera.

Se me forma un nudo en la garganta y todo mi cuerpo se entumece.

No es una cita.

—Debería irme.— Utilizo el brazo del sofá para ayudarme a


levantarme, ignorando la mano que Nolan me ofrece para mantener el
equilibrio.

—Gan, espera.

No puedo. No puedo
Pero la verdad es que no estoy enfadado con ninguno de ellos. Estoy
enfadado con mi jodida e inútil polla y con el hecho de que parece que el
universo se está riendo de mí de nuevo.
66
Mierda.
67
No es fácil evitar a alguien cuando son dos de los cuatro empleados
de una oficina, pero por Dios, hago lo que puedo.

Llegué temprano para poder poner el café de Alden en su mesa unos


minutos antes de que apareciera normalmente. Y desde entonces, me he
mantenido lo más ocupado posible para evitar cualquier motivo de contacto
con el hombre.

Creo que puedo ser un hombre más maduro y aceptar que él es la


mejor opción para Nolan. Puedo hacerme a un lado y dejar que los dos
encuentren la felicidad y el amor y todas esas cosas maravillosas y
sensibleras sobre las que la gente escribe poesía. Pero no estoy seguro de
poder mirarle a la cara esta mañana, sabiendo que se está llevando al
hombre del que estoy enamorado.

De hecho, no estoy seguro de poder sentarme aquí y ver cómo


sucede todo. Golpeo el botón de retroceso, eliminando la lista repetitiva del
currículum que estoy actualizando. El malestar me irrita mientras miro
fijamente la sección de educación. ¿Quién va a contratarme y pagarme tan
generosamente como lo ha hecho Barrett sin un título universitario?

Además, mierda, me gusta trabajar aquí. Me gusta el trabajo que


hacemos. Me gusta la cantidad de responsabilidad que me han dado, y odio
admitirlo, pero me gustan los tres. Bueno, Alden no tanto hoy.

—Mierda,— murmuro, pellizcando el puente de la nariz.


Si hubiera devuelto el beso a Nolan en primer lugar, nada de esto
estaría pasando. ¿Por qué no lo hice?

Una llamada a la puerta de mi despacho hace que mi ritmo cardíaco


se dispare. ¿Y si es Alden? No estoy seguro de poder interactuar con él
ahora mismo sin regañarle. Por otra parte, no es que no lo haya hecho en el
pasado. No es como si fuera a despedirme.

—¿Sí?— Llamo, tratando de sonar menos ansioso de lo que me siento.

No es Alden el que entra. Barrett se ve tan seguro y arreglado como 68

siempre. El brillo que tiene desde que conoció a Sterling sigue siendo tan
brillante como siempre.

—¿Dime que no llego demasiado tarde con una invitación a cenar


hoy? Sterling va a tener mi cabeza si vuelvo a dejar caer la pelota.

Mi reacción instintiva es la de pedir limosna. No estoy precisamente


de humor social. Pero después de todo lo que ha hecho por mí a lo largo de
los años, no me siento bien rechazándolo.

—Si, puedo hacerlo,— confirmo.

—Genial. Creo que Sterling dijo que invitaría a Nolan y Em también,


así que debería ser divertido.

Me acobardo. —¿Nolan se une?

—Si .¿Eso es un problema? ¿Ustedes pelearon o algo?

—No, no exactamente,— Murmuro.

Después de la última noche, no estoy seguro de cuál es nuestra


posición. Todavía puedo sentir el recuerdo de su boca contra la mía, la
dulce forma en que suspiró cuando nuestros labios se encontraron. Mi
corazón se abre paso en mi garganta. Al igual que no estoy seguro de poder
dejar este trabajo, no puedo imaginarme una vida en la que no sea al menos
amigo de Nolan. Pero entonces, ¿dónde me deja eso? ¿Voy a tener que
quedarme sentado viendo cómo se enamoran? ¿Me pedirá Nolan que sea el
padrino de su boda?

Se me ocurre otro pensamiento. Alden es un Daddy. Al menos, esa


es la impresión que siempre he tenido. ¿Significa eso que va a ser el Daddy
de Nolan? Una imagen invade mi mente de Alden inclinándose cerca del
oído de Nolan y susurrando buen chico en ese tono profundo y resonante
que usó conmigo el otro día.

Mi polla hormiguea y mi corazón tartamudea mientras los celos 69

bombean por mis venas. Lo extraño es que no estoy seguro de cuál de ellos
estoy celoso. Creo que podrían ser los dos por diferentes razones.

—¿Gannon?— Barrett suena preocupado, lo que me obliga a apartar


mis pensamientos melancólicos y a dedicarle una sonrisa forzada.

—Lo siento, Hoy tengo muchas cosas en la cabeza. Cenar será


grandioso. ¿Debería llevar algo?

—Nop, estate allí a las seis.

—Lo tienes.

Barrett se va y yo cierro mi currículum sin guardarlo.

No estoy seguro de qué diablos voy a hacer, pero no creo que


renunciar y huir de la situación sea la mejor solución. No lo hice cuando
estaba en el extranjero, y lo que estaba en juego allí era mucho más
importante que un corazón roto.

Estoy demasiado inquieto para quedarme sentado, así que alejo la


silla de mi escritorio y me pongo de pie, gimiendo mientras mi pierna se
acalambra por un momento antes de relajarse. Esta mañana he pasado
demasiado tiempo sentado. Normalmente, voy de un lado a otro de la
oficina, manteniéndome ocupado, pero evitar a Alden parecía más fácil
desde mi oficina.

Calculo mentalmente el riesgo de encontrarme con él si me


escabullo y voy a la pequeña cocina del personal a preparar un café, y
finalmente decido que vale la pena arriesgarse. Me siento como si estuviera
de nuevo en la milicia, abriendo sigilosamente mi puerta y escuchando
cualquier señal de él. Cuando no oigo nada, asomo rápidamente la cabeza,
en cuclillas, lo suficiente como para que mi cabeza esté más baja de lo que
esperaría un enemigo. Sé que no es tan grave, pero joder, si me pongo en
modo sigiloso, lo hago bien.

Cuando me aseguro de que el pasillo está vacío, salgo. Me pego a la 70

pared mientras me dirijo rápidamente hacia la cocina, manteniendo los ojos


y los oídos atentos a cualquier señal de que me hayan visto. Cuando me
acerco a la puerta de la cocina, suelto un silencioso suspiro de alivio, agarro
el pomo y entro... donde Alden está de pie frente a la encimera, maldiciendo
a la cafetera.

Mierda.

Considero la posibilidad de salir rápidamente de la habitación, pero


desgraciadamente tropiezo, gracias a mi maldita prótesis. Cuando me agarro
al marco de la puerta, Alden levanta la vista.

—Oh, Dios, sabes cómo funciona esta maldita cosa, ¿no?

Gruño en respuesta. Seguro, quería café primero, pero estaría


encantado de prepararlo para ti en su lugar.

Se hace a un lado y yo me acerco a grandes zancadas para hacerlo.


Mientras arreglo el desastre que ha hecho con los pozos del café—añadió a
la cesta suficiente para cuatro tazas, se apoya en el mostrador, con el peso
de sus ojos sobre mí.

—¿Día ocupado?— preguntó.

Vuelvo a gruñir, vierto la cantidad correcta de agua y pulso el botón.


Estoy a punto de salir corriendo de la cocina antes de que pueda incitarme a
una discusión, como parece que le gusta tanto hacer, cuando mi estómago
ruge con fuerza. Miro el reloj y me doy cuenta, por primera vez, de que ya
es tarde y no me he molestado en comer.

Miro la nevera, intentando recordar si tengo algo ahí que merezca la


pena comer y, lo que es más importante, si quiero aguantar otros minutos
aquí con Alden para prepararlo. Mi orgullo gana y me apresuro a salir de la
cocina. He pasado más hambre. Sobreviviré.

De vuelta a mi despacho, me sumerjo de nuevo en el trabajo. Sólo


soy vagamente consciente del paso del tiempo mientras examino más 71

solicitudes de financiación, clasificándolas en montones de legítimas e


ilegítimas cuando otro golpe en la puerta de mi oficina me interrumpe.

—Adelante.

Esta vez no es Barrett, ni tampoco Alden. Un repartidor entra con


una bolsa marrón, con el logotipo de mi café favorito en la parte delantera.

—Lo siento. Creo que tienes la oficina equivocada. No ordene


nada.— Mi estómago gruñe en señal de protesta cuando el olor a cebollas y
carne de charcutería llega a mi nariz.

—¿Gannon Olsen?— comprueba, leyendo el nombre en su


teléfono. Frunzo el ceño y asiento con la cabeza.

—Soy yo.

—Entonces estoy en la oficina correcta. Disfruta.— Dejo las bolsas y


se fue.

Todavía frunzo el ceño confundido mientras abro la bolsa y saco mi


sándwich favorito y una bolsa de patatas fritas con sal y vinagre, mi pedido
habitual. Incluso hay una galleta de chocolate en el fondo.

Me pregunto por un momento si lo habrá enviado Nolan, pero luego


me doy cuenta de lo tarde que es. Supondría que ya he comido. ¿Entonces
quién?

Recuerdo que mi estómago gruño mientras Alden está a mi lado en


la cocina. Todo mi cuerpo se calienta ante el inesperado gesto de
consideración.
Sonrío al recibir la notificación de que el almuerzo de Gannon ha
sido entregado. Me invade una sensación de paz al saber que ya no está 72

sentado en su despacho con hambre simplemente porque sigue enfadado


conmigo por lo de ayer.

Tamborileo con los dedos contra la madera de caoba de mi


escritorio, mi mente está tan confusa esta tarde como lo ha estado desde el
beso de anoche. No porque tenga la impresión de que haya algo malo en
desarrollar sentimientos por varias personas a la vez, he estado en varios
arreglos poliamorosos extremadamente felices, sino porque parece que
estoy haciendo lo impensable y enamorándome de un segundo hombre que
aparentemente tiene poco o ningún interés en el Daddy kink.

Tal vez sea una señal de que debo abandonar el estilo de vida. Si lo
hago, ¿podría haber una forma de tener a los dos? Me burlo de mí mismo.
Por supuesto que no la hay. Daddy o no, Gannon y Nolan están interesados
el uno en el otro, no en mí.

Suena mi móvil, el nombre de Nolan ilumina la pantalla. Una


sensación cálida y agradable baila dentro de mi pecho a pesar de mí mismo.

—¿Hola?— Respondo con un ronroneo.

—Alden, hola— Parece tan nervioso como anoche cuando nos


separamos. Mis labios se mueven con otra sonrisa. Espero a que me diga
por qué ha llamado, pero se produce un largo silencio que finalmente me
hace tomar el control de la llamada.

—¿Puedo ayudarte con algo, Pet? ¿O simplemente llamaste para


hablar?— Me recuesto en la silla, alisando mi mano sobre la pierna
ligeramente arrugada de mis pantalones.

—Ambos, ¿Supongo?— No parece estar seguro, los nervios


palpables se desprenden de él incluso a través del teléfono, lo cual es más
encantador de lo que él mismo podría creer.

—¿Oh? ¿De qué hablaremos? Podría hablarte de unas vacaciones en


Belice con las que he estado soñando todo el día, o…
73

—Pase un buen tiempo en la cena,— interrumpe, y mi sonrisa se


amplía, mi corazón da un pequeño aleteo.

—Me alegro. Pase un momento también agradable. Tu eres


excepcionalmente una buena compañía.

Nolan suelta una breve carcajada, como si creyera que sólo estoy
siendo cortés. —Yo um…— Se oye un sonido crepitante al otro lado,
seguido del chasquido de lo que parece una puerta que se cierra. —Me
gusto el beso también.— Lo dice en voz baja, posiblemente por miedo a
que alguien lo escuche. La idea me quita algo de entusiasmo.

—Fue un excelente beso,— concuerdo. —En mi opinión, vale la


pena repetirlo. Sin embargo,…

—Gannon, si,— estuvo de acuerdo. —Yo sigo…gustando de él,


queriendolo. Yo lo s…

—Shh, Pet.— No necesito disculpas. Las cosas no habrían


funcionado de todos modos. Incluso reflexionando sobre la idea de
renunciar a la perversión de Daddy hace un momento, nunca podría hacerlo,
no conservando ningún ápice de felicidad en mi vida.

—También vino anoche,— confesó.

—¿Lo hizo? ¿Y cómo fue eso?

—Nos besamos.— Hay una cualidad de ensueño en esta admisión


particular. Prácticamente puedo oír la sonrisa bobalicona que, estoy seguro,
se extiende por sus labios.
Una extraña mezcla de celos y alegría me llena el estómago. Estoy
emocionado por los dos. Realmente lo estoy. No querría separarlos por nada
del mundo. Pero tal vez, egoístamente, he querido desempeñar un papel
más importante para ayudarles a encontrar el camino el uno al otro.

—Eso es fantástico.— Vuelvo a tamborilear con los dedos 74

sobre mi escritorio.

—Lo fue, pero

—¿Pero?

—Bueno, le dije sobre nuestro beso. No podía mentirle.

—No esperaría a que lo hicieras,— concuerdo. —¿Estaba molesto?

—Se fue sin decir nada. Creo que estoy totalmente jodido.

Me entran ganas de amonestarle por su lenguaje antes de recordar


que no es mi chico.

—Dijiste que confías en mí,— le recordé.

—Lo hago,— responde apresuradamente, enviando un


estremecimiento de satisfacción a través de mí.

—Dios. Entonces deja que me encargue de esto. La esperanza no está


perdida.

—Si, ok. Yo solo—— El final de su frase queda ahogado por un


golpe en la puerta de mi oficina.

—Un momento, Pet— Me quito el teléfono de la oreja. —


Adelante.

La puerta se abre y Gannon se queda de pie, con un aspecto un


poco contrariado, pero igual de incómodo que el que apareció antes en
la cocina.

—¿Estoy en un mal momento?— preguntó, sus ojos cayendo en el


teléfono en mi mano.

—No.— Levanto el dedo para indicar que sólo será un momento y vuelvo 75
a acercar el teléfono a mi oído. —Let me call you back.

—Oh, está bien. Podemos hablar más tarde,— dijo Nolan.

—Si, lo haremos.— Se lo aseguro, y ambos nos despedimos y


colgamos. Dejo el teléfono y centro mi atención en Gannon. —Ya no me
evitas. Eso es un progreso.

Su mandíbula se mueve y, un momento después, exhala un largo suspiro


por la nariz, con las fosas nasales abiertas.

—He venido a agradecerte que me hayas traído la comida. Fue muy


amable. Nadie ha...— Sus músculos se flexionan y tiemblan de nuevo
maravillosamente mientras parece luchar con lo que está tratando de decir. —
Estoy acostumbrado a preocuparme por mí mismo, y fue... agradable.

Sonrío lentamente. —Ha sido un placer—. Asiente con fuerza y se da


la vuelta para marcharse. —Gannon—, le devuelvo la llamada. —Ven a mi
casa el viernes.

Resopla con diversión o burla. Es difícil saberlo. —¿Por qué?

—Estoy preparando la cena y me gustaría tener tu compañía.

Gannon estrecha sus ojos hacia mí. —No creo que sea una buena
idea.

Que Dios me ayude, que nunca se diga que soy un egoísta. —Nolan
estará allí.

Su expresión cambia por completo, pasando de un anhelo


esperanzador a una máscara protectora. —Entonces parece que tres serían
una multitud.

—Él te quiere ahí. Yo te quiero ahí.

Cambia su peso, dejando caer sus ojos al suelo. —Bien,— muerde 76


la palabra con brusquedad.

—Excelente.

Un obstáculo menos. Ahora me toca a mí asegurarme de que la cena


salga bien. Dije que me gusta un buen desafío.
77

—En la cocina,— Sterling me llama cuando entro en su casa.

He visto el coche de Em fuera cuando he aparcado, así que no me


sorprende en absoluto ver que Sterling no está solo.

—Cada día estás más guapo, cariño,— le digo a Em, sonriendo ante
su característica camiseta de unicornio púrpura.

Se ríe y se sonroja. —Gg-g-gracias.

Me acerco a grandes zancadas a la encimera donde ambos están


preparando la cena, y agarro la tabla de cortar más cercana para ayudar.

—Siento que no te he visto en un tiempo. ¿Cómo estás? ¿Cómo van


las cosas con Kiernan?— le pregunto a Em mientras todos trabajamos, con
el sonido de los cortes y la música del altavoz inteligente llenando la
cocina. Sterling sirve y reparte vasos de vino a cada uno de nosotros.

—Las cosas están b-bien.— La sonrisa bobalicona que se extiende


por su cara confirma que está tan estúpidamente enamorado de su Daddy
como Sterling lo está del suyo.

Los miro a los dos con una fugaz curiosidad. Los dos son un poco
más... bueno, supongo que necesitados de lo que yo me he considerado
nunca. Supuse que todo el asunto de Daddy se debía a eso, pero la forma en
que Alden habló de ello ayer me hizo sentir más curiosidad de lo que me
gustaría admitir, incluso a mí mismo.

—¿Qué es esa mirada?— pregunta Sterling, observándome con


desconfianza.
—¿Qué?— Fingiendo inocencia.

—Hubo una m-m-mirada— Em concordó.

Suspiré. —No es nada. Tuve una cena con Alden la otra noche y, no 78

lo se, hablamos un poco de las cosas de Daddy, y supongo que me dio un


poco de curiosidad, eso es todo.

—¿Cenaste con Alden?— repite Sterling, sin molestarse en ocultar la


conmoción de su voz. Em deja de picar para mirarme también a mí.

—¿Cc-cc-como una cita?

Me burlo, concentrándome en la zanahoria que estoy cortando,


consciente de que mis mejillas están repentinamente calientes. —No, no
como una cita. Nos vimos para poder hablar de Gannon.

—¿Qué hablaron sobre Gannon?— Sterling pregunto.

—Bueno, nada en realidad, no terminamos hablando de él,—


Confieso, y ambos siguen mirándome fijamente. —Y nos besamos cuando
me dejó.

Sterling dejo el cuchillo. —¿Tú qué?

—Besarse sssuena como una cita,— Em dijo.

Me quejo. —Mierda, ok, aquí está la cosa. Estoy super confundido.


Estoy enamorado de Gannon. He estado medio enamorado de él durante
años, y no puedo...— Trago en torno a la espesura de mi garganta, mis
emociones suben e intentan ahogarme. —No puedo imaginar la vida sin él.
Entonces, ¿cómo diablos puedo estar por ahí besando a Alden y teniendo
estos estúpidos sentimientos de vértigo cuando me llama Pet?

—¿Ese es el sobrenombre para ti?— Las cejas de Sterling


prácticamente desaparecen cuando las levanta tan alto.
—Una vez que un Daddy tiene un apodo para tí, se a-acabo.— Em
sacude la cabeza con gravedad.

—No estoy buscando un Daddy. ¿Y no me escucharon decir que


estoy enamorado de Gannon?— Una cantidad irracional de irritación sube a 79

mi pecho.

—No es por nada, pero Daddy Barrett me dijo que a Alden le gusta
mucho jugar con un par de chicos a la vez.— Sterling mueve las cejas y
sonríe.

—¿Pervertidos?,— Murmuro, esperando que ninguno de los dos se


dé cuenta de lo mucho que me calienta la cara esa información.

—No.— Sterling se acerca y agarra una rodaja de zanahoria de mi


tabla de cortar, metiéndosela en la boca. —Quiero decir, sí, estoy seguro de
que es pervertido. Pero la forma en que Daddy me dijo, sonaba como algo
más que eso. Como si estuviera saliendo con los dos. ¿Cómo se llama eso?
¿Poligamia?

—P-Poliamor,— Em dijo.

—Bien, lo que sea, no importa. El punto es que el beso fue un error.

—Oh, ¿Fue malo?— Sterling pregunto.

—¿Qué? No.— Vuelvo a sentir la garganta apretada al recordar la


fuerte presión de la boca de Alden contra la mía, la forma en que tomó el
control de todas las mejores maneras. —Estoy enfocado en convencer a
Gannon de que vale la pena ver hacia dónde podrían ir las cosas entre los
dos,— Digo con decisión.

El sonido de la puerta principal al abrirse pone fin a la conversación.


La clara cadencia de los pasos de Gannon hace que mi corazón se acelere y
mis manos tiemblen tanto que tengo que dejar el cuchillo en el suelo o
arriesgarme a perder un dedo. Sterling debe darse cuenta porque me da una
palmadita en el hombro para tranquilizarme. Le dedico una sonrisa apretada
y luego me giro para saludar a Barrett y Gannon cuando entran en la cocina.

80

Incluso sabiendo que Nolan iba a estar en la cocina cuando entrara,


mi corazón no deja de hacer todo lo posible por salirse del pecho. Barrett
cruza la cocina para abrazar a Sterling. La forma en que lo besa es tan tierna
que parece una invasión de la intimidad. Barrett roza con sus labios los
bordes de la marca de nacimiento de color morado oscuro que se extiende
por la mejilla de Sterling. Hace años que aprendí a aceptar mis cicatrices,
pero hasta este momento no se me había ocurrido preguntarme si alguien
podría amarlas simplemente porque son parte de mí.

Mi corazón se acelera aún más y me meto torpemente las manos en


los bolsillos simplemente porque no sé qué otra cosa hacer.

—Hey,— Nolan dijo, sonando tan inseguro sobre la situación como


me siento yo.

—Hey.

Sterling se aclara la garganta. —Estoy a punto de poner la cena en el


horno, ¿quieren poner la mesa por mí?

Barrett arquea una ceja hacia su chico, pero hace lo que le ha


pedido, agarrando una pila de platos mientras yo saco los cubiertos.

Mientras trabajamos en poner la mesa, mi mirada se desvía más de


una vez hacia la cocina, donde Nolan está bebiendo vino y apoyado en la
encimera. Sonríe ante algo que dice Emerson o Sterling, y todo mi pecho se
aprieta.

Apartarme y dejar que Alden lo tenga es probablemente lo correcto,


pero no estoy seguro de poder hacerlo. Como si sintiera mis ojos en él,
Nolan se acerca y nuestras miradas se encuentran. Nuestro breve beso de la
noche anterior vuelve a sonar en mi mente, mis labios hormiguean al
recordarlo. Tal vez haya una forma de hacer que esto funcione. ¿Es posible?
Mierda, quiero que sea posible.
81

Termino de repartir los cubiertos en cada plato y vuelvo a la cocina.

—Gracias por hacer esto,— Sterling dijo con una sonrisa. —¿Puedo
ofrecerte una copa de vino?

—Estoy bien, gracias,— respondí. —Nolan, ¿puedo hablar contigo


un minuto a solas?

—Si, claro.— Deja su copa de vino medio vacía en la encimera y


me sigue hacia la puerta corredera que da a la terraza. Empieza a refrescar
mientras el sol desaparece tras el horizonte y el cielo se tiñe de tonos rosas
y anaranjados.

Nolan se apoya en la baranda, cerrando los ojos y respirando


profundamente. Le observo durante unos instantes, con las emociones en
conflicto dentro de mí, lo que me impide averiguar lo que viene a
continuación.

Nunca me ha importado sentirme inestable. Es parte de lo que


inicialmente me atrajo del Ejército. Hay órdenes y expectativas claras. No
hay preguntas sobre lo que se supone que debes hacer en cada momento. A
veces es más fácil así.

Abre los ojos y se vuelve en mi dirección.

—Lo siento,— dijimos al mismo tiempo y luego reímos.

Nolan me hace un gesto. —Ve primero.

—Oh no, está bien. Puedes empezar.


Tal vez todo esto fue un error. Nunca estuvimos tan incómodos el
uno con el otro antes de que los besos estuvieran sobre la mesa. Maldita
sea. Ahora estoy pensando en besarme con él encima de una mesa.

—Lo siento por besar a Alden,— dice Nolan y luego hace una 82

mueca.—Mierda, no, en realidad no. Fue un buen beso, y él no es el chico


que pense que era, pero no me saco este sentimiento de encima, este deseo
desesperado de tener más contigo.

Espero sentir otra oleada de celos ante la información de que no se


arrepiente del beso con Alden, que le gustó el beso y que parece que le
gusta el hombre en sí. Pero, sorprendentemente, no está ahí. Lo que hay es
alivio por saber que no le ha hecho desearme menos.

—Siento haberme marchado anoche después de que me lo dijeras.

—Esta bien. Yo podría haber reaccionado igual.— Nolan sonríe,


esta vez genuinamente, y hace que se me revuelva el estómago.

—Oh, ¿así que tú puedes liarte con Alden, pero yo no?— Me burlo.

Un calor inesperado recorre sus ojos. —En realidad, eso podría ser
algo caliente.

Me río y doy un paso más hacia él, apoyando las manos en la


baranda detrás de él y acorralándolo. Nolan me pone una mano en el pecho,
enroscando sus dedos en la tela de mi camisa y arrugándola en su puño.
¿Puede sentir la forma salvaje en que late mi corazón mientras el olor cálido
y familiar de él llena mis pulmones?

Sus ojos vuelven a encontrarse con los míos, los dos estamos lo
suficientemente cerca como para que nuestras narices se rocen y
compartamos el mismo aire.

—Hola,— dijo suavemente. Sonreí.


—Hola.— Igualo su tono, acercándome ligeramente. No puedo
evitarlo.

—Que conste que el beso contigo también fue muy bueno.

Juguetea distraídamente con los botones de mi camisa. 83

—¿Cual fue mejor?— Me arrepiento de la pregunta en cuanto sale


de mis labios. ¿Qué bien puede salir de cualquiera de las dos respuestas?

—Ambos son diferentes.

De alguna manera, consigue la única respuesta que me hace sentir


mejor por haber preguntado. Asiento con la cabeza y muevo mi cuerpo para
sentir su contacto con el mío. Su respiración se entrecorta en cuanto nos
tocamos, lo que me hace arder la piel.

Por un segundo, me encuentro preguntándome qué podría haber sido


tan diferente en la forma de besar de Alden. Cierro los ojos y, cuando los
abro, vuelvo a estar en el momento con Nolan. Sin duda, volveré a
preguntarme por Alden más tarde, cuando esté solo, pero ahora mismo, no
existe nadie en el mundo excepto el hombre que tengo delante.

—¿Dónde nos deja esto? ¿Quieres salir con él? ¿Quieres salir
conmigo?— pregunto.

—Si,— dice y luego se ríe suavemente. —¿Estás diciendo que has


cambiado de opinión sobre nosotros?

Tengo tantas ganas de decirle que sí. Quiero besarle y confesarle


todo lo que me he esforzado en no sentir durante los últimos dos años. Pero
nada ha cambiado. Estoy apretado contra él, con la forma de su polla
endurecida contra mí. Quiero besarlo hasta que ambos estemos duros y
jadeantes. Quiero aprender un millón de maneras de hacerle gemir mi
nombre. Quiero a Nolan desnudo y satisfecho, sudado en mi cama. Mi
corazón late más rápido, esta vez con la ansiedad de no poder darle ninguna
de esas cosas.
—Estoy diciendo…— Flexiono mis dedos contra la baranda y dejo
caer mi frente contra la suya. —Es complicado,— Me cubro, y siento que
se desinfla.

—Pero tengo sentimientos por ti también. 84

—¿Sentimientos?— Hay un temblor en su voz lleno de la misma


delicada esperanza que se abre paso en mí.

—Sentimientos de querer besarte de nuevo. Me muero de ganas de


ver a dónde puede llevar esto. Sentimientos de terror de que lo vaya a
arruinar.

Nolan se ríe, apretando su agarre en mi camisa.—Somos dos.

—Bien, entonces supongo que la respuesta a tu pregunta de qué


significa esto es: vayamos paso a paso y tratemos de no arruinarlo juntos.

—Eso suena bien.

—Bien,— Repito.

—Ll-ll-lamento interrumpir, pero la cena esta lista,— Em dice.

Nolan afloja su agarre de mi camisa y yo me enderezo, dedicándole


a Em una sonrisa por encima del hombro. —Ya vamos.

Él vuelve a entrar y yo dudo una fracción de segundos antes de


agarrar la mano de Nolan. Puede que mi polla no funcione, pero eso es un
problema para otro día. Esta noche, voy a llevarme la victoria, y como le he
dicho, lo resolveremos a partir de aquí.
85

Eche un vistazo a la cocina y hago una rápida lista mental para


asegurarme de que todo este preparado. No he estado tan nerviosa por tener
chicos en casa desde... bueno, nunca, en realidad. Sin embargo, no son
chicos, y no son para que juegue con ellos. El progreso de la noche depende
de ellos, pero no pienso ponerle la mano encima a ninguno de los dos.

Compruebo mi reloj: faltan dos minutos para las seis y media.


Gannon debería llegar en cualquier momento. Como si mis pensamientos
me llamaran, suena el timbre de la puerta. Una nueva oleada de nervios me
recorre. A medida que avanza la semana él se ha ido relajando un poco
hacia mí, pero todavía no estoy seguro de qué esperar esta noche. Supongo
que el tiempo lo dirá.

Me dirijo a la puerta principal y me desabrocho el botón de la


chaqueta antes de abrirla. Gannon está vestido como todos los días en la
oficina, con una camisa de vestir que apenas contiene la anchura de sus
hombros, las mangas remangadas para dejar al descubierto los tatuajes de
sus brazos, y un buen par de pantalones. Sus labios se mueven en un intento
de sonrisa, pero los mismos nervios que bailan en mi interior están escritos
en su cara. Eso me hace cambiar de opinión inmediatamente.

Puede que Gannon no sea un chico, o mi chico en realidad, pero está


claro que necesita alguna dirección para sentirse relajado y poder disfrutar
de su velada, y yo puedo proporcionársela.

—Adelante.— Me hago a un lado y le hago un gesto para que entre.

Ha estado en mi casa en muchas ocasiones, para fiestas o por


motivos de trabajo, pero nunca hemos estado los dos solos. Mira la entrada
y se detiene a admirar la pintura que adquirí recientemente de varios
hombres desnudos entrelazados.

—Linda,— dice, y yo sonrío.


86
—Gracias.—Me uno a él para disfrutar de la pintura por un
momento antes de poner una mano suave contra su espalda para guiarlo a la
sala de estar. —¿Te gustaría beber algo?— le ofrezco mientras se acerca a
grandes zancadas al sofá para ponerse cómodo. —Teniendo en cuenta,—
Interrumpo antes de que pueda responder, —que tengo una regla. No
hay contacto sexual de ningún tipo si alguna de las partes ha estado
bebiendo.

Observo cómo un abanico de emociones recorre su rostro: confusión,


interés, lujuria, curiosidad. Casi puedo leer la pregunta en su mente, ¿qué
tipo dede orgía está planeando Alden esta noche? Vuelvo a sonreír,
dejando la opción en sus manos. Desde luego, no voy a forzar nada, y por lo
que entiendo en este momento, no necesitan que lo haga. Y, sin embargo,
Nolan no ha suspendido la cena.

—Agua,— finalmente respondió.

—¿Gasificada o no?

—Honestamente, podrías traerme agua del grifo y no notaría la


diferencia,— contesto.

—No hay que pensar en ello,— bromeo antes de dirigirme a la


cocina para servir un vaso de Perrier.

Cuando vuelvo a la sala de estar, encuentro a Gannon examinando


mi estantería, del mismo modo que Nolan lo hizo en mi despacho. No estoy
seguro de qué es lo fascinante de mis hábitos de lectura.

—The Hitchhiker’s Guide to the Galaxy?— lee en un lomo,


lanzándome una mirada incrédula, con una ceja arqueada.

—Es divertidísimo. ¿Lo has leído?—Le ofrezco el vaso y él lo toma,


volviendo al sofá.
87
—Es mi favorito, de hecho. Sólo que no...

—¿No crees que leo libros así?— Supongo, y él asiente. —Me gusta
la ciencia ficción y un poco de alta fantasía. Prefiero los libros con una
buena dosis de humor.

—Yo también.

Tomo asiento unos centímetros más abajo en el sofá, abriendo la


chaqueta del traje y cruzando el tobillo sobre la rodilla mientras me pongo
cómodo. —Te pedí que vinieras antes que Nolan para que pudiéramos
hablar antes de que llegara.

Gannon da un sorbo a su agua y luego deja el vaso sobre la mesa de


café. Por costumbre, una voz severa salta de mis labios.

—Posavasos.

Coge uno rápidamente y lo desliza bajo el cristal con una mirada de


disculpa. Su reacción es mucho más sorprendente que mi deslizamiento
accidental hacia el modo daddy. Me mira como si quisiera que le
confirmara que ha hecho lo correcto, así que le hago un pequeño gesto con
la cabeza mientras se acomoda de nuevo en su asiento.

—¿De qué quieres hablar?— La pregunta tiene una ligera ventaja.


—¿Mi polla rota?— supone.

Hago un ruido de desaprobación en el fondo de mi garganta. —


Nada sobre ti está roto.— Se burla y mira con atención su pierna protésica.
—Nada sobre ti está roto,— reiteré.
—Bien. ¿Deberíamos hablar del tiempo entonces? Ha sido
terriblemente soleado, ¿no?— Su tono está impregnado de sarcasmo,
pidiendo que una mano firme le enrojezca el culo.

—No, me gustaría hablar de tus erecciones poco fiables si no te 88


importa,—Respondo con calma.

Gannon estrecha sus ojos hacia mí. —Okay, doctor, ¿qué le gustaría
saber? ¿La frecuencia? ¿Qué tan duro me pongo? ¿Lo jodidamente
frustrado que me siento cuando quiero masturbarme, pero no puedo?

—¿Han determinado tus médicos si hay un problema físico causado


por lo que te ocurrió?

Su mandíbula se mueve. —Me siguen diciendo que estoy bien. Lo


que hace que sea aún más irritante cuando quiero que se me ponga dura y
no puedo. Está todo en mi maldita cabeza, así que ¿no debería ser capaz de
salir de ella?

—No es tan sencillo. Los problemas psicológicos son tan reales


como los físicos, y es mucho más que una cuestión de mente sobre materia.

—Entonces, ¿qué? ¿Voy a tener que pasar el resto de mi vida con


una polla que no se pone dura cuando quiero?— Resopla con frustración y
me acerco para poner mi mano sobre la suya.

—Tal vez. Tal vez no. Tal vez hay maneras de trabajar a través de él
que sería más eficaz que el intento obstinado de masturbarse una polla
flácida,— sugiero, y él suelta una carcajada, deshaciendo parte de la tensión
de sus hombros.

—Quizás,— murmura.

—Pero, en cualquier caso, vale la pena decir que un hombre no se


define por su erección. No es menos digno de un amante que cualquier otro.
Deja caer sus ojos hacia mi mano sobre la suya, como si acabara de
darse cuenta. Espero que se aparte, pero no lo hace. En lugar de eso, levanta
la vista y sus ojos están llenos de una vulnerabilidad que me llega a lo más
profundo de mi ser.
89
—Se merece a alguien que le dé placer y sea...——traga con
fuerza——intimidad con él.

—Hay muchas maneras de hacerlo sin la polla,— Señalo.—Pero


creo que debes ser sincero con Nolan al respecto. No porque le vaya a
importar, sino porque tiene que entender por qué se lo estás ocultando.

Gannon se inquieta, pero no se aparta. —Si no se lo digo yo, ¿lo


harás tú?

—Por supuesto que no. No es mi lugar.

Se burla. —Eso no te ha impedido entrometerte hasta ahora. ¿Qué es


todo esto de todos modos?— Hace un gesto de barrido de la sala de estar. —
¿No hemos venido a cenar para que te metas en cosas que no te
corresponden? ¿O estoy interpretando mal la situación?— Por fin vuelve a
mirarme a los ojos.

—Sí, pensaba entrometerme. ¿Preferirías que no lo hiciera?—


Pregunto, y cuando no responde, lo tomo como un permiso para hacer
exactamente lo que había planeado. —Todavía no estoy del todo seguro de
por qué, para ser sincero,— confieso. —Es mi buena acción del año,
supongo.

—¿Qué quieres decir?

—Seguramente ha sido dolorosamente obvio que... te he admirado


durante bastante tiempo.

Sé que Barrett y Kiernan lo han notado. A veces he asumido que esa


era la raíz del distanciamiento de Gannon conmigo.
—¿Me admirabas?— repite, mirándome fijamente con una
expresión de estupefacción que se transforma lentamente en irritación. —
¿Qué quieres decir con que ha sido obvio? Esto no es la escuela media.
Cuando tienes un interés en alguien, deberías decírselo.
90
Le dirijo una mirada mordaz. —¿Como lo frontal que fuiste con
Nolan?

—Eso es diferente.— Finalmente retira la mano y sus ojos se


vuelven de ese color tormentoso que hace que mi corazón se acelere.
Prácticamente puedo ver cómo se le gira la cabeza. —Todas esas cosas
que has hecho por mí. Todas las veces que pensé que me mirabas porque
desaprobabas algo...

—Sí, no sé por qué estás tan inclinado a pensar lo peor de mí.—Me


burlo más que nada, pero la culpa baila por su cara.

—Te gusta Nolan,— señala innecesariamente.

—Si,— Estoy de acuerdo. —De ahí que diga que juntarlos a los dos
es un acto excepcionalmente desinteresado por mi parte.

—No me gusta esa mierda de Daddy.— No sé si intenta


convencerme a mí o a sí mismo con la forma en que endereza los hombros
y ensombrece su expresión.

—¿Estás seguro?— Mi voz baja, los recuerdos de su reacción


cuando usé mi voz de Daddy en la oficina me hacen ser más que
escéptico sobre esa afirmación.

La incertidumbre se refleja en sus rasgos, su nuez de Adán se


balancea mientras traga y se mueve en su asiento. —No.

Algo cruje en el aire entre nosotros y él se acerca a mí. Parece un


movimiento inconsciente, con el cuerpo rígido y las preguntas escritas en la
cara. Sigo su ejemplo y me inclino unos centímetros hasta que compartimos
espacio, pero sin llegar a tocarnos.

¿Cuántas veces he imaginado la áspera presión de su boca cediendo


bajo la mía? Es aún más indomable que los caballos salvajes que me
gustaba montar, y no lo querría de otra manera. No necesito domarlo. Sólo 91
quiero tocarlo desesperadamente.

Suena el timbre de la puerta y Gannon se sobresalta, el momento se


rompe, pero quizás no se pierda para siempre. Sólo el tiempo lo dirá.

Llegué un poco temprano, pero algo me dice que Alden prefiere


llegar temprano que tarde. Me he pasado la última hora paseando por mi
apartamento, esperando a que fuera lo suficientemente tarde para salir, así
que he pensado que era mejor venir ya.

Me sorprende encontrar el coche de Gannon ya en la entrada cuando


llego. Quizá esté tan ansioso como yo por la cena. Se oyen pasos al otro
lado de la puerta y luego se abre.

Se me seca momentáneamente la boca al ver a Alden en la puerta.


No lo he visto desde el beso, pero nos hemos estado enviando mensajes de
texto y llamando con mayor frecuencia durante toda la semana. El
estómago se me revuelve con una ráfaga de sentimientos vertiginosos y
lujuriosos que son tan excitantes como confusos.

—Hola, Pet,— me saluda con una sonrisa y me tiende la mano. La


agarro y me acerca, rozando con un beso mi mejilla y provocando una
nueva oleada de electricidad en mi piel.

—Es bueno verte otra vez, Alden.

Me lleva al interior y le sigo hasta el salón, donde Gannon está


sentado en el sofá con un aspecto ligeramente desequilibrado y un ligero
rubor en las mejillas. Hace un movimiento para levantarse a saludarme,
pero le hago un gesto para que baje, cruzando la habitación rápidamente
para que no se levante.
92
Al igual que Alden, Gannon me da un beso en la mejilla cuando lo
alcanzo, sus suaves labios me abrasan la piel y hacen que todo mi cuerpo se
caliente. Me duele la polla por la confusa excitación cuando me tomo un
breve momento para imaginar que tengo sus dos bocas en mi cuerpo a la
vez.
Mierda, ¿qué me pasa? Gannon y yo acabamos de hablar de ver
cómo van las cosas, y aquí estoy fantaseando con un trío cuando ni siquiera
nos hemos acercado a un trío.

—Siéntate. Te traeré un trago,— Alden ofrece. —Te diré lo mismo


que le dije a Gannon. Eres bienvenido a cualquier bebida que elijas, pero
tengo una regla contra cualquier actividad sexual bajo este techo si alguno
de los participantes participa en el alcohol.

Mis ojos se dirigen al vaso de lo que parece agua en la mesa frente a


Gannon, mi corazón late más rápido. —Agua, por favor,— contesté.

Alden sonríe. —Vuelvo enseguida.

—¿Llevas mucho tiempo aquí?— Pregunto una vez que Gannon y yo


estamos solos.

—No mucho. Alden y yo teníamos algunas cosas que hablar.— Es


una declaración inocua, pero el rubor no ha abandonado sus mejillas, y
tengo que preguntarme si los dos estaban haciendo algo más que hablar.

Espero sentir una ola de celos. En lugar de eso, lo único que


encuentro es curiosidad. Las cosas están mucho más enredadas entre
nosotros de lo que pensaba, pero sorprendentemente, no me parece mal. De
hecho, todo lo contrario.
Alden vuelve con un vaso de agua para mí. Espero que tome
asiento, pero se queda de pie frente al sofá, mirándonos a los dos durante
varios segundos como si nos evaluara.

—Tengo una petición,— dice finalmente. 93

—¿Una petición?— Repito.

—Sí. Sé que ustedes dos no están muy familiarizados con el kink de


daddy. Posiblemente no les haga nada en absoluto.— Me muevo en mi
asiento y siento que Gannon hace lo mismo. Hace una semana, habría
dicho que no, que no me hace nada, ¿pero ahora? Ahora no estoy tan
seguro. Tal vez sólo dependa del Daddy. —Pero me gustaría que me
siguieras la corriente, sólo por esta noche.

—¿Qué significa eso exactamente?— Gannon pregunta.

—Significa que mientras los dos estén aquí, me dejan estar al


mando. Cualquiera de ustedes puede decir una palabra segura en cualquier
momento. Simplemente digan la palabra rojo y todo se detiene. A falta de
eso, ambos pondrán su confianza en mí y verán a dónde conduce la noche.

Mi polla se sacude y una sorprendente cantidad de excitación me


recorre. Alden prometió que nos ayudaría, pero no pensé que sería tan...
directo. Me imaginé que encontraría una manera de empujarnos juntos y
dejarnos solos. Tal vez preparar el ambiente con algo de Marvin Gay y
velas. Esta manera es ciertamente más emocionante.

Miro a Gannon, que parece tan intrigado como yo. Intercambiamos


una mirada, y puedo ver la curiosidad en sus ojos. Quiere intentarlo, pero
quiere que yo haga el primer movimiento.

Vuelvo a mirar a Alden y vuelvo a asentir. —Okay.— Me lamo los


labios y luego sonrío. —Pero no te voy a llamar Daddy.

Se ríe. —No pensé que sería tan fácil, Pet. No pasa nada. De todos
modos, prefiero ganarme ese título—. Alden dirige su atención a Gannon,
esperando su respuesta.

Gannon se frota la mano en la nuca, con el ceño fruncido, antes de


soltar finalmente un largo suspiro. —Bien. 94

—Excelente.— Hay un ligero cambio en la expresión y el lenguaje


corporal de Alden. Es más bajo que nosotros dos, pero en un instante, de
alguna manera está dominando cada gramo de poder en la habitación. —
Entonces sean buenos chicos y vayan a lavarse para la cena.

Me eriza la piel ante la extrañeza de que otro adulto me diga lo que


tengo que hacer, pero supongo que no hay nada malo en ello, y acabo de
acceder a intentarlo. Es para una noche, y quién sabe, puede que acabe
siendo divertido.

Me pongo de pie y ofrezco mi mano para ayudar a Gannon a


levantarse.

—El baño es la segunda puerta a la izquierda, y luego ambos pueden


unirse a mí en el comedor,— Alden nos instruye.

He estado en su casa unas cuantas veces y siempre me ha


impresionado el tamaño de su baño de invitados. Es más grande que mi
único baño, y sin duda más elegante. Las paredes de color verde bosque se
ven acentuadas por accesorios de color negro azabache con detalles
dorados. Yo diría que es oro de verdad. Gannon y yo estamos junto al
lavabo, hombro con hombro, lavándonos las manos.

—Me siento como si tuviera seis años,— dice, sonando más divertido
que molesto por ello.

Me río de acuerdo. Incluso cuando tenía seis años, no creo que mis
padres me dijeran nunca que fuera a lavarme para cenar. Diablos, la mitad
de las veces la cena era una bolsa de patatas fritas de una máquina
expendedora en el asiento trasero del coche, es decir, hogar dulce hogar.
—Me pregunto qué nos hará hacer a continuación. ¿Nuestros
deberes, tal vez?— Bromeo.

—¿Sacar la basura?— adivina.


95
—Hacer la cama,— Yo me encargo de otra opción.

Al mencionar la cama, ambos nos quedamos paralizados mientras


nos enjuagamos las manos. Sus ojos se encuentran con los míos, y hay un
conflicto evidente. ¿Se ha replanteado lo que hablamos la otra noche?
¿Quiere que las cosas vayan más despacio o que se suspendan por
completo?

—Sabes, no tenemos que seguir con esto—, ofrezco suavemente. —


No me refiero sólo a lo de esta noche con Alden, sino a todo. Si cambias de
opinión…

Me corta con una presión demasiado breve de sus labios contra los
míos. —Quiero hacerlo.

—Okay.— sonrío.

—A mí también. Por si no fuera ya obvio.

Gannon exhala un suspiro divertido por la nariz. —Vamos, será


mejor que vayamos al comedor. Quién sabe cuál será el castigo por tardar
demasiado.

—Mm, ahora tengo un pensamiento.— Agarro la toalla de mano del


gancho que hay junto al lavabo y me seco las manos. —¿Crees que nos
hará inclinarnos sobre la mesa para que nos den una paliza?— Mi polla se
calienta y se hincha al pensarlo, y los ojos de Gannon se vuelven un poco
borrosos, como si también lo estuviera imaginando.

Vale, puede que los dos estemos un poco metidos en el tema de las
perversiones.
Cuando llegamos al comedor, los sitios ya están colocados, con
platos llenos en cada uno de ellos y Alden sentado en la cabecera de la
mesa, sorbiendo de un vaso que parece también de agua.
96
—Tomen asiento,— dice, señalando la mesa.

Mi estómago gruñe en cuanto me siento y el sabroso olor de un


asado me hace cosquillas en la nariz.

—¿Tienes un chef?— Pregunto, alargando una zanahoria asada en


mi tenedor.

Alden se ríe. —No. Me gusta más cocinar para mí.— Me mira a mí


y luego a Gannon. —Aunque me gusta aún más cocinar para la compañía.

Doy un mordisco al asado y gimo por lo jugoso que está. —Esto es


increíble.

—No hables con la boca llena.— Vuelve a utilizar esa voz severa,
más profunda y dominante que su voz cotidiana. ¿Por qué es tan sexy?

Me trago la comida que tengo en la boca y murmuro un lamento.

—En ese sentido, no más lenguaje inapropiado de esas bonitas


bocas por el resto de la noche tampoco,— añade, tomando un bocado de su
cena y masticando lentamente.

—¿Hablas en serio?— pregunta Gannon, y Alden lo mira con una


mirada de advertencia mucho más caliente de lo que tiene derecho a ser. Tal
vez vaya a inclinar a alguien sobre la mesa para que le dé unos azotes si no
nos comportamos. Francamente, me gustaría tanto ver a Gannon recibir una
como ganarme una yo mismo.

Me meto debajo de la mesa para ajustar mi erección, que ahora se


está acercando, y un pequeño escalofrío me recorre al rozar mi mano con la
polla.

—Ponme a prueba y descúbrelo,— responde con una sonrisa


peligrosa. —Te lo dije, estoy siendo excepcionalmente desinteresado esta
noche. Al menos déjame tener un poco de diversión primero. 97

Vuelve el mismo rubor que había en sus mejillas cuando llegué, y


muevo los ojos de un lado a otro entre los dos.

—¿Se besaron o algo así?— Me desahogué.

—No, Pet. ¿Te pondrías celoso si lo hiciéramos?

Vuelvo a registrarme, buscando cualquier lugar emocionalmente


tierno que pueda estar al acecho, listo para crear una tormenta de
inseguridad en cualquier momento. Pero no encuentro nada. Todavía no sé
qué es lo que retiene a Gannon, pero estoy seguro de que siente algo por mí.
Y en cuanto a Alden, no me parece el tipo de persona que alguien podría
poseer de todos modos. La idea es casi ridícula. El hecho de que me haya
besado una vez de la forma en que lo hizo, que se tome el tiempo de
cuidarnos esta noche sin pedir nada a cambio, ya se siente especial.
Compartir ese tipo de especial con Gannon se siente bien. Se siente mejor
que simplemente guardarlo todo para mí.

—No. Creo que deberían besarse. Si quieren, por supuesto.

Gannon se atraganta con la comida que tiene en la boca y tose un


momento antes de conseguir tragar. Me mira por encima de su vaso de agua
mientras engulle un poco, sus ojos buscan los míos.

—Eres fascinante, mi pequeño Pet.

—¿Gracias?— No estoy seguro de si pretende ser un cumplido o no,


pero Alden se limita a reírse de nuevo, con un sonido tan rico y cálido como
la voz que utiliza con nosotros mientras somos su... bueno, suyos. Otra
sacudida caliente hace que mi polla palpite, un hilillo de presemen que se
filtra y pega la cabeza de mi polla a mis sedosos calzoncillos.

—Eres bienvenido.— Su tono es divertido y sus ojos se detienen en


mí unos segundos más antes de dirigirlos a Gannon. —Mientras comemos,
¿por qué no aprovechas para aclarar a Nolan la razón por lo que eras reacio 98
a entablar una relación con él?

Mi polla no es lo único interesado en esta conversación ahora. Miro


a Gannon, observando cómo clava una patata con el tenedor, mucho más
fuerte de lo necesario. Sus fosas nasales se agitan y su mandíbula hace
tictac.

—¿Puedo salir de esta conversación con una palabra de seguridad?

—Puedes hacerlo. Pero creo que ambos sabemos que nada puede
avanzar, y no me refiero sólo a esta noche, hasta que le digas,— señala.
Gannon maldice en voz baja y la expresión de Alden vuelve a ser severa. —
Voy a dejar pasar esa, pero es la última. Eres bienvenido a ponerme a prueba
cuando lo consideres oportuno.

Gannon le mira con recelo durante un momento, con una chispa de


curiosidad en su rostro, antes de mirarme directamente a mí. Por lo visto, ha
optado por no hablar con seguridad. Dejo los cubiertos y le presto toda mi
atención.

—Mi polla está rota.

¿Rota? ¿Eso siquiera es posible? He oído hablar de personas que se


lesionan el cartílago. ¿Es eso lo que quiere decir? ¿Está escayolado o algo
así?
Alden se aclara la garganta y mira a Gannon de forma mordaz.
Gannon suspira.

—No esta rota,— aclara.

—Tengo disfunción erectil. ¿Mejor?— La última parte está


dirigida a Alden más que a mí.

—Mucho.

—Okay,— digo, tomándome un segundo para procesar la 99


información. —¿Eso es todo? Quiero decir, ¿por eso pensaste que no
podíamos salir?

Gannon frunce las cejas y me mira como si yo fuera un poco lento.

—No puedo ponerme duro, No. O, al menos, no todo el tiempo, y


normalmente no cuando quiero.

Se me ocurre que hubo una clara falta de algo presionado contra mí


la otra noche en el balcón cuando sé que mi erección estaba caliente y
palpitante contra él. No pensé nada en ese momento. Algunos tipos tienen
un gatillo de pelo—ejemplo, yo—y algunos chicos necesitan un poco más
de amor antes de llegar a donde quieren ir. Parece que es incluso más que
eso con Gannon. Pero si eso es lo único que se interpone en nuestro camino,
estoy seguro de que podemos resolverlo.

—No creo que te des cuenta de lo loco que estoy por ti. Si estar en
una relación contigo significa no tener sexo, bien. Si significa que nos
ponemos creativos o que la penetración no es una opción en absoluto, vale.
Y si significa que me paso horas y horas acariciando y lamiendo tu polla
hasta que se te pone dura, me parece más que bien. Te quiero a ti, Gan, no
sólo a tu polla.

Traga y vuelve a agarrar el agua con una mano temblorosa.

—Allí. ¿No nos alegramos de que todo esté al descubierto ahora?—


dice Alden alegremente. —Hará que el resto de la noche sea mucho más
agradable al no tener eso sobre nuestras cabezas.

—¿Qué es el resto de la noche?— Pregunto, esperanzado y nervioso


al mismo tiempo.
—Paciencia, Pet. Ya lo veras.

100
101
Se las arregla para ser tanto la cena más lenta como la más rápida de
mi vida. Tengo curiosidad por saber qué ha planeado Alden. ¿Va a usar esa
voz extra profunda y ordenarnos que hagamos cosas mientras él mira? Un
calor líquido llena la boca de mi estómago y mi polla se estremece al
pensarlo. Joder, a lo mejor esta noche se me pone dura de verdad. La
excitación me invade y encuentro la mirada de Nolan al otro lado de la
mesa. Sus bonitos labios se curvan en una sonrisa y sus ojos bailan con la
misma emoción que me electriza de pies a cabeza.

—¿Han terminado los dos?— pregunta Alden, y yo aparto los ojos


de Nolan por un momento para mirar mi plato de comida a medio comer.

—Termine,— Digo, dejando el tenedor en el suelo.

—Yo también.— Nolan sonríe un poco más, volviéndose hacia


Alden y batiendo un poco las pestañas hacia él, pero no lo hace de esa
manera burlona y a propósito que hace tan a menudo, sino que es más bien
una reacción inconsciente hacia el propio hombre.

—Excelente. Dejen sus platos por ahora entonces, y por qué no


vamos a la biblioteca.

—¿La biblioteca?— repite Nolan, frunciendo el ceño.

Alden se ríe. —Está en el piso de arriba. Es un ambiente más


acogedor que la sala de estar.

Nuestras sillas rozan el suelo cuando ambos nos levantamos,


dejando nuestros platos como se nos indicó, y le seguimos por las escaleras
hasta el segundo piso.
—Wow,— murmura Nolan cuando entramos en la biblioteca. Los
techos son altos y en cada pared se acumulan estanterías que estoy seguro
de que ha tenido que hacer especialmente. El olor a cuero y a papel
envejecido inunda la habitación, con una acogedora zona de asientos
situada en la esquina más alejada.
102

—He estado en tu casa una docena de veces. ¿Cómo es que nunca


he visto esta habitación?— pregunto. Me acuerdo de la visita inicial a la
casa que hizo cuando todos llegamos aquí hace unos años. Si no recuerdo
mal, la puerta de esta habitación estaba cerrada y no dio ninguna
explicación al respecto.

—Es como mi pequeño santuario,— nos explica, llevándonos a los


sofás.

—Nos mostraste tu mazmorra sexual en el piso de abajo,— Nolan le


recuerda.

Alden arquea una ceja. —Sala de juegos,— corrige.

—¿Hay alguna diferencia?— pregunta Nolan con diversión.

—Uno suena demasiado amenazante para describir las cosas que me


gustan.

Mi paso vacila y mi corazón tropieza consigo mismo cuando otra


cálida oleada me da esperanzas para esta noche. —¿Qué te gusta?— Me
sorprendo preguntando, mi voz sale más ronca de lo que pretendía.

Alden mira por encima de su hombro y sonríe, deteniéndose y


señalando el sofá más cercano. —¿Qué me gusta?— Se acomoda en la
única silla y se pone cómodo. —Me gusta tomar a un chico desafiante y
atarlo a mi cama, burlándome de él hasta que me suplica que le alivie. Me
gusta que me inclinen por un chico enfadado, no dejándole correrse hasta
que haya sacado toda su rabia.— Trago con fuerza cuando Alden hace su
lista, su voz baja e hipnotizante, llena de peligrosas promesas. —Y me
gusta mucho ver cómo los chicos se dan placer entre sí. Con mis
instrucciones, por supuesto.

Nolan se estremece a mi lado y asiente lentamente, con los ojos fijos


en Alden.
103

—Sentados,— ordena Alden. Me hundo en el sofá y Nolan empieza


a pasar por delante de mí para reclamar el otro lado. —En su regazo.

Se detiene a trompicones frente a mí y se sube a mi regazo, a


horcajadas. Se mueve un momento, intentando acomodarse. Su polla, ya
dura, choca con la mía, provocando una chispa de sensibilidad en mi cuerpo
y en mis pelotas.

Me rodea el cuello con los brazos y me sonríe. —Hola—


Resoplo una carcajada.

—Hola.

—Ustedes dos son perfectos, ¿no?— Dice Alden con nostalgia. —


Sean buenos chicos y bésense.

Nolan se lame los labios y vuelve a ponerse en mi regazo. Desliza


una de sus manos por mi nuca hasta llegar a mi pelo mientras el corazón me
martillea en el pecho. Estoy más nervioso ahora que antes de nuestro primer
beso. Aquello fue tan precipitado, mis celos y el miedo a perderlo me
impulsaron a actuar. Pero este momento está cargado de expectativas.
Hemos tenido días para pensar en esto, él conoce los retos a los que se
enfrenta esta relación, y sigue en mi regazo mirándome como si hiciera
cualquier cosa por mí.

Me invade una sensación embriagadora y lo arrastro para besarlo, y


nuestros labios chocan más desesperadamente que la primera vez. Aquel
beso estaba lleno de todo lo que habíamos retenido durante los últimos
años, ambos demasiado asustados para decir algo. Este beso parece una
promesa de futuro.
La lengua de Nolan se arrastra contra la mía, nuestras bocas se
calientan la una contra la otra, el bulto en la parte delantera de sus
pantalones crece y palpita contra mí. Deslizo las manos hacia su culo,
sintiendo la flexión de los músculos mientras él se aprieta contra mí. Hundo
104
mis dedos en sus nalgas y lo beso aún más profundamente.

Gime alrededor de mi lengua, y de repente soy muy consciente de


que Alden nos está mirando. No ha emitido ningún sonido desde que
empezamos a besarnos, pero puedo sentir sus ojos sobre nosotros y eso me
produce una nueva emoción.

—Juega con sus pezones, Pet.

Nolan no duda en soltar sus brazos de mi cuello y deslizarlos hasta


mi pecho. Me roza con los pulgares los duros pezones y un pulso de calor
me recorre hasta los huevos. Lo deseo tanto, pero ¿qué pasa si todavía no se
me pone dura del todo? Incluso si lo consigo, no siempre dura mucho.
Una sensación de opresión envuelve mi pecho y el calor se enfría.

—Gannon, estás pensando demasiado.— Alden hace tsks. —No


puedes pensar en nada más que en sus manos sobre ti.

Ese permiso es todo lo que necesito para relajarme. Alden dice que
no necesito pensar en nada en este momento, y confío en él. Todo lo que
existe es este momento. No importa lo que venga después.

Cierro los ojos y siento las manos de Nolan bajo mi camisa, con los
botones abiertos. Me rodea los pezones con los pulgares y me hace saltar
chispas.

—Es sensible,— dice, acariciando mis pezones un poco más fuerte,


haciéndome retorcer y jadear.

—¿Lo es? Hmm, tal vez deberíamos tener sus pezones perforados.
Entonces sería aún más divertido para ti jugar con ellos.
Los dos gemimos, y mi polla empieza a agitarse. Sé que son sólo
palabras, ya que todo esto es sólo por esta noche, pero la idea de que otra
persona tome una decisión así por mí es más caliente de lo que esperaba. Si
pudiera tomar decisiones así, podría tomar otras. Tal vez no tendría que
105
preocuparme tanto y podría sentirme como ahora.

Nolan aprieta el duro acero de su polla contra la mía, acariciándome


a través de la fina seda de los pantalones de vestir de ambos. Puedo sentir el
calor incluso a través de la tela, y puedo imaginar cómo se sentiría la piel
sobre la piel. Quiero sentir el calor del interior de sus muslos, el cosquilleo
de su pelo contra mi piel, nuestras pollas apretadas.

—De rodillas, Pet,— Alden ordena, y la polla de Nolan se


estremece contra mí. Roza su boca con la mía una última vez y luego se
pone de rodillas frente a mí.

En algún momento, me desabrochó completamente la camisa sin


que me diera cuenta. Mi abdomen está a la vista: tatuajes, cicatrices y todo.
Aparto mis ojos de Nolan por un segundo y miro hacia arriba para ver a
Alden observándonos. Hay un bulto visible en la parte delantera de sus
pantalones que no se molesta en ocultar. Es un hombre más bajo y delgado,
y casi me atrevería a decir que es un jovencito si no fuera tan dominante,
pero está claramente dotado.
Nos observa con los ojos encapuchados, con los brazos apoyados en
los lados de la silla y las piernas abiertas. Lleva desabrochados los botones
superiores de la camisa, mostrando una mata de pelo oscuro en el pecho.

Nolan roza con sus dedos el borde de la cicatriz del lado de mi


estómago, que termina justo encima del hueso de la cadera.

—Quítale los pantalones. Sé que los dos nos morimos por ver esa
bonita polla de él.

Nolan se ríe y trata de desabrochar mis pantalones, con los dedos


tanteando nerviosamente antes de conseguirlos. La ansiedad vuelve a bailar
en los bordes, pero hago lo que ha dicho Alden y me concentro en la
sensación de las manos de Nolan sobre mí, el arañazo de sus dedos cuando
los engancha en los bordes de mis pantalones y calzoncillos, la forma en
que su aliento es cálido contra mi estómago, el sabor de él todavía en mis
labios por nuestro beso...
106

—Buen chico,— Alden murmura, y mi polla pulsa, engrosando


lentamente.

—Oh,— dice Nolan con un carraspeo de sorpresa, con los ojos


puestos en el bulto aún semiblando. Me baja los pantalones y yo levanto las
caderas para ayudarle. Mi polla cae sobre el muslo mientras los pantalones
y los calzoncillos se acumulan alrededor de los tobillos. —Tienes unas
pelotas enormes,— ronronea, deslizando sus manos por el interior de mis
muslos. —¿Puedo?— Se detiene justo antes de llegar a mis pelotas. Pero sé
que no me está pidiendo permiso.

—Bésalos,— Alden le da instrucciones, y Nolan gime, me agarra de


los muslos y se inclina para dar un beso caliente y húmedo con la boca
abierta en cada uno de ellos.

—Mierda,— Jadeo, agarrándome a los cojines del sofá.

—Te dije que no estabas roto,— Alden dice con suficiencia, y yo


miro hacia abajo, sorprendido de encontrar mi polla completamente dura.

Nolan gime, con su boca todavía en mis pelotas, enviando


vibraciones a través de mí. Arrastra su boca hasta la base de mi polla,
acariciando su lengua contra mí antes de apartarse.

—¿Puedo?— pregunto otra vez.

Mi polla se hincha un poco más al pensar en su boca caliente


alrededor de alrededor de mí.

—Si, Pet. Haz que nuestro chico se sienta bien con esa hermosa boca
sucia tuya.

Todo mi cuerpo tiembla cuando él se inclina y me da más besos con


la boca abierta a lo largo de mi pene, el ligero roce de sus dientes al final de
cada uno me enciende las terminaciones nerviosas y me aprieta los huevos.
107

Cuando llega a la cabeza, empujo contra sus labios, manchando un


trozo de presemen contra ellos con un rastro brillante. Lo lame con un
zumbido tranquilo y feliz, y luego me rodea con sus labios.

—Oh, mierda,— Jadeo ante el húmedo recorrido de su lengua sobre


mi cabeza y la succión de sus labios mientras me traga.

Mis ojos se desvían y vuelvo a fijarme en Alden, que nos observa


con una expresión tan descompuesta que se diría que es él quien tiene la
garganta apretada tragando alrededor de su polla. Su mano cae sobre su
regazo y roza con sus dedos el duro contorno entre sus piernas. Deja
escapar un sonido suave, con los ojos pegados a la forma en que la cabeza
de Nolan se mueve hacia arriba y hacia abajo en mi polla. Una mezcla de
saliva y presemen se desliza por mi pene, y él recoge un poco en sus dedos
y luego los desliza entre mis mejillas para burlarse de mi agujero.

El calor se acumula en la boca del estómago y mis caderas se agitan,


forzando mi polla a profundizar. Nolan tiene arcadas, los músculos de su
garganta se tensan en torno a mí, lo que hace que ponga los ojos en blanco
y se me corte la respiración.

Mis dedos se enredan en su pelo y le obligan a chuparme un poco


más despacio, gimiendo cuando encuentra la velocidad perfecta. Dejo
escapar un suspiro y me sumerjo en la sensación que se está acumulando en
mis pelotas, esa tensión caliente casi dolorosa de un orgasmo inminente.

—Alden,— Jadeo porque sé que es él quien tiene que decir que está
bien. Sólo ese pensamiento—que depende de otra persona—envía un pulso
caliente a través de mí, y casi lo pierdo.
—Vamos,— responde, y el alivio me recorre. Vuelvo a girar las
caderas, pero esta vez Nolan parece estar preparado, y su garganta se abre
aún más para mí. —No te lo tragues todo, Pet.

Un rayo recorre mi columna vertebral y mis pelotas se contraen. El


108
placer me invade en jadeos y gemidos. Mis dedos se aprietan en el pelo de
Nolan mientras golpeo mis caderas contra su cara y me corro en su
garganta. Nolan se echa hacia atrás, atrapando parte de mi flujo en su
lengua y manteniéndola allí. Empujo superficialmente en su boca, las
réplicas de mi orgasmo siguen recorriéndome hasta que Nolan me suelta de
su boca.

—Besalo,— dice Alden, y Nolan vuelve a subirse a mi regazo.


Vuelve a meter su lengua pegajosa entre mis labios y yo gimo.
Intercambiamos el sabor salado entre nosotros hasta que Alden dice que es el
turno de Nolan.

Aprieta su dura polla contra mí y deslizo una mano entre nosotros


para sentirla. Está duro y palpitante. Incluso a través de sus pantalones,
puedo sentir cada vena de su erección.

—¿Qué es lo más fácil para ti?— Nolan comprueba. Ponerme de


rodillas no va a suceder, por desgracia.

—Gannon, acuéstate,— dice Alden, decidiendo por mí antes de que


yo tenga que hacerlo.

Nos acomodamos y le indica a Nolan que se quite los pantalones.


Un momento después, está a horcajadas sobre mi cara, con su polla sin
cortar colgando a centímetros de mis labios, mi lengua deseando probarla.
Nolan apoya sus manos en el brazo del sofá y arrastra su erección contra mi
boca.

Separo los labios para él y Alden tararea en señal de aprobación. —


Lo que daría por tenerlos a los dos más allá de una noche,— suspira con
nostalgia. Nolan se queda quieto y gira la cabeza en dirección a Alden. No
puedo ver la mirada que comparten, pero una posibilidad extrañamente
esperanzadora me ronda por la cabeza.

Nolan vuelve a centrar su atención en mí, empujando de nuevo, y la


cabeza de su polla se engancha a mis labios abiertos. Una gota de presemen
109
se derrama sobre mi lengua. Jadea y el sofá gime mientras se agarra al
brazo.

—No juzgues mi gatillo corto. Ha pasado demasiado tiempo, y me


he masturbado pensando en ti como un millón de veces.

Me río, el sonido vibra en mi lengua mientras lamo la cabeza de su


polla. Vuelve a gemir y se introduce más profundamente en mi boca. El
peso de su polla presionando contra mi garganta hace que un tipo de placer
más profundo se instale en mi interior. Nolan respira con fuerza, jadeando
cosas que no puedo oír mientras me folla la boca.

Clavo mis dedos en sus muslos flexionados, animándole a follar más


profundo y más rápido, a utilizar mi boca para correrse.

—Gan,— Grita mi nombre, la longitud de su polla pesa mucho


contra mi lengua. —Estoy cerca.

No bromeaba con lo de no durar, pero joder, eso es aún más


excitante. Oigo el sonido de una cremallera y abro un ojo para ver a Alden
metiendo la mano en sus pantalones. Gimo alrededor de la polla de Nolan.
Me folla la boca más frenéticamente, haciendo ruidos estrangulados y
desesperados.

—No te lo tragues,— Alden vuelve a decir, con un tono destemplado.

Nolan parece tomárselo como un permiso, y jadea con fuerza


mientras se retira para follarme la boca más superficialmente, con sus
muslos temblando bajo mis dedos mientras se derrama sobre mi lengua. Me
llena la boca de semen salado hasta que empieza a gotear por las comisuras
de mis labios. Introduce y saca su polla reblandecida de mi boca unas
cuantas veces más, estremeciéndose antes de sacarla.

—Beso,— Alden instruye por, ¿cuál, la tercera o cuarta vez?


He perdido la cuenta.
110
Giro la cabeza y agacho el dedo hacia Alden. La sorpresa cruza su
expresión expresión, pero se levanta. Sus pantalones cuelgan abiertos, su
polla expuesta y dolorosamente roja. Tenía razón. Es enorme. Mi agujero se
aprieta ante la idea de ser llenado por él. Quizá... algún día. Levanto la
cabeza y me agarro a la parte delantera de su camisa para arrastrarlo hacia
abajo.

Si hubiera imaginado mi primer beso con Alden, no habría sido el


que es. Su boca es tan dominante como esperaba. Lo que no esperaba era lo
mucho que me iba a gustar. Puede que yo haya empezado, pero de alguna
manera él es dueño de cada segundo de este beso. Me quita el semen de
Nolan de la lengua, haciéndolo rodar entre nosotros. Gotea entre nuestros
labios, pegándonos entre los besos.

Tal vez se supone que debo esperar para preguntar—Todavía no


tengo del todo claro todo esto de daddy—pero no puedo evitar acercarme a
la polla expuesta de Alden. Se agarra a mi muñeca en cuanto envuelvo mis
dedos alrededor de la base de su erección. Pero no me detiene. Utiliza su
agarre para masturbarse con mi mano.

Nolan se pone encima de mí y yo rompo el beso con Alden para


encontrarlo cerca. Alden sonríe.

—¿Te sientes excluido, pequeño Pet codicioso?— arrulla antes de


inclinarse para reclamar la boca de Nolan. Los observo luchar con sus
labios y lenguas, apretando y aflojando mis dedos alrededor de su eje
mientras él mueve mi mano hacia arriba y hacia abajo. Gime en la boca de
Nolan, y su beso se vuelve más frenético mientras folla en mi puño.

Al igual que Nolan, no dura mucho. Un gemido bajo se ahoga


contra la boca de Nolan antes de que empiece a derramarse sobre mis
dedos, con gruesas cuerdas de semen caliente corriendo por su longitud y
cubriendo mi mano. Se estremece y vuelve a acercar su boca a la mía.
Todavía puedo sentir el sabor persistente del semen de Nolan, junto con el
sabor de sus dos bocas.
111
Este beso es más lento, más perezoso, ya que sus empujes son más
lentos y las últimas gotas de semen salen de sus bolas.

—Eres un niño travieso, haciéndome romper la promesa que me


hice a mí mismo,— dice mientras se aparta y vuelve a meter su ahora
blanda polla en los pantalones.

Me saltan a la lengua las ganas de burlarme de él para que se


adelante y me castigue, pero eso sólo son más promesas de un después que
probablemente no se produzca.

—Lo siento,— En cambio, murmuro.

Alden se ríe, se sube la cremallera de los pantalones y se inclina


para besarme por última vez.

—No te disculpes.

—Okay.— Si él dice que no, no lo haré.

—¿Por qué no van al dormitorio de invitados, al final del pasillo?


Tiene un baño adjunto para que puedan asearse bien, y luego quiero que los
dos pasen la noche.

—¿Por qué?— Nolan pregunta.

Una expresión recorre el rostro de Alden antes de ocultarla bajo una


sonrisa. —Porque es tarde y te quiero aquí. Ahora, vete.

Nolan se baja de mi regazo y luego me ofrece una mano para


levantarme, con los muslos tambaleantes por el reciente orgasmo. Vuelvo a
mirar a Alden mientras sigo a Nolan hacia la puerta de la biblioteca.

—¿Dormirás con nosotros?— pregunto.

112

No sé quién está más sorprendido por la petición de Gannon, si él o


yo. Sus ojos se abren de par en par por un momento antes de volver a
neutralizar su expresión.

—Duerme con nosotros, — Nolan está de acuerdo.

Mi corazón salta contra mi caja torácica, palpitando con fuerza.


Dormir con ellos parece la mejor y la peor idea a la vez. Preferiría
quedarme con ellos, disfrutar del resto de esta noche antes de que se
despierten mañana por la mañana y se den cuenta de que ya no les sirvo. Y,
por supuesto, incluso después de una escena menor como la que hemos
compartido esta noche, prefiero atender a mis chicos después... y a mí
misma si soy sincera. La atención posterior no es sólo para el sustituto.

Se me hace un nudo en la garganta y asiento con fuerza. —


Cualquier cosa que los dos quieran esta noche.— Empujo todo mi anhelo
hacia el fondo para poder concentrarme durante unas horas más en sus
necesidades. —Ahora, vamos a limpiarte. Los dos están muy
desordenados.

Gannon mira su mano cubierta de semen como si acabara de darse


cuenta. —Los dos tienen también manchas de semen en la boca. Me
gustaría que siguieran así, cubiertos de sudor y semen, preferiblemente
desnudos, pero no voy a dejar que se duerman así.

Los expulso de la biblioteca, los sigo y los dirijo hacia el dormitorio


de invitados.
—Whoa,— dice Nolan cuando entran. Una cama hecha a medida
ocupa gran parte de la habitación. Tiene el tamaño de una cama de
matrimonio y media. Tengo la misma en mi dormitorio, pero no siempre me
apetece entretenerme allí, así que tenía sentido tener otra en la habitación de
113
invitados.

—El baño está justo por ahí.— Hago un gesto hacia la puerta del
otro lado de la habitación y luego tomo asiento en el borde de la cama para
quitarme los zapatos mientras ellos entran juntos a asearse. —Debería haber
cepillos de dientes de repuesto bajo el lavabo,— Los llamó.

El sonido del agua corriente y las voces bajas me recuerdan que no


estoy solo, al menos por esta noche. El nudo en el pecho se alivia y miro la
cama perfectamente hecha. ¿Con cuántos chicos he compartido esta cama?
No puedo contarlos. Sin embargo, sólo unos pocos chicos especiales han
estado en mi cama. Miro en dirección al cuarto de baño, con las palabras en
la punta de la lengua para invitarlos a mi dormitorio. Pero creo que eso
haría que me doliera aún más cuando las cosas volvieran a la normalidad
por la mañana.

El sonido de la risa de Nolan me saca de la cama y me lleva hacia la


puerta abierta del baño. Me siento aún más miron que antes, apoyado en el
marco de la puerta, observando cómo los dos se apartan juguetonamente
para llegar al lavabo, sonriendo y forcejeando. Después de un momento, la
tontería se calma y las miradas que se intercambian pasan de ser juguetonas
a tiernas, sus manos se rozan distraídamente.

Los dos terminan de cepillarse los dientes, con un paño húmedo ya


en el suelo de su limpieza inicial, y Gannon sonríe tímidamente a Nolan.
Acabo de ver cómo se la chupan, pero el beso que Nolan inicia ahora es tan
dulce y suave que siento que no debería permitirme verlo. El corazón se me
encoge y empiezo a retroceder hacia la puerta. Tal vez debería salir de la
habitación, ir a mi dormitorio y dejarles disfrutar del resto de la noche. Está
claro que mi trabajo ha terminado aquí y dudo que me echen mucho de
menos.
—Alden,— dice Nolan, y me detengo. Se gira para mirarme, con
Gannon detrás de él que aún parece un poco aturdido por el beso. Cruza el
baño en unos pocos pasos, deteniéndose frente a mí. Nolan me coge la cara
entre las manos y se inclina para rozar sus labios con los míos.
114

Las mariposas revolotean en mi estómago y la respiración se me


escapa de los pulmones. El beso es tan breve que no tengo tiempo de hacer
nada más que quedarme aturdido y tratar de recomponerme en cuanto se
retira.

—Gracias por esta noche. Ha sido perfecta,— Nolan dice en voz baja.

Me aclaro la garganta. —Por supuesto. Verlos a los dos felices me


hace bien el corazón.— Por reflejo, me llevo la mano a la corbata,
recordando demasiado tarde que no llevo ninguna en este momento. Nolan
sonríe ante la torpeza del movimiento. —Realmente debería dejarlos a los
dos por esta noche.

—Pensé que habías dicho que íbamos a hacer lo de Daddy por la


noche. ¿O es que te estás salvando de ello?— pregunta Gannon, y yo suelto
una carcajada.

—No voy a dar una palabra de seguridad.

—Bien. Cumplimos con nuestra parte haciendo todo lo que dijiste.


¿No merecemos una recompensa?

Me muerdo una sonrisa. Para ser un hombre que dice no saber casi
nada de este tema, sabe cómo hacer de mocoso desafiante. —En realidad,
no es así como funciona. La satisfacción de ser un buen chico es una
recompensa en sí misma.

Gannon se burla, y Nolan se une a él en su expresión escéptica. No


puedo evitar reírme de nuevo, con el corazón dando volteretas. No debería
desearlos tanto como lo hago, pero son demasiado perfectos.
—Deja ya de hacerte el mártir y prepárate para ir a la cama con
nosotros,— Nolan insiste.

—¿Un mártir?— Repito, arqueando la ceja hacia él.


115

—¿Por favor?— Pone el labio inferior en un mohín. Gannon no va


tan lejos, pero también hay un mínimo indicio de ojos de cachorro en él.

—Bien,— Suspiro. Puedo atender a mi pobre corazón mañana


cuando se vayan. —Métete en la cama. Ahora mismo voy.

Pasan por delante de mí para hacer lo que les digo, y yo entro en el


baño, cerrando la puerta tras de mí. Dedico un momento a ordenar el baño
y, sobre todo, a centrarme. Me aseo y abro un cepillo de dientes adicional.
Oigo el crujido de la ropa y las sábanas, junto con el bajo murmullo de sus
voces de nuevo. Cuando se hace el silencio, me pregunto si estarán
acostados en la cama besándose como si estuvieran desesperados por
recuperar el tiempo perdido.

No puedo evitar preguntarme si alguna vez encontraré a alguien—o


varios—como lo han hecho todos los que me rodean. ¿Estoy condenado a
estar solo para siempre? Termino de prepararme para ir a la cama y vuelvo
a la habitación. Ya están bajo las sábanas, la pierna ortopédica de Gannon
en el suelo junto a la cama y su ropa en una pila desordenada al lado.

Me desabrocho los botones restantes de la camisa y me la quito. Los


dos me observan en silencio mientras me quito la camisa sobre la silla del
escritorio, seguida de los pantalones y los calcetines. Cuando no tengo nada
más que los calzoncillos, Nolan lanza un silbido coqueto y yo sonrío.

—La adulación te llevará a todas partes, Pet,— me burlo mientras


levanto el borde de las sábanas y me deslizo en la cama. Gannon está en el
centro, y Nolan está a un buen metro de distancia en su otro lado,
pareciendo tan nervioso como yo.
He dormido al lado de tantos hombres diferentes en mi vida que es
increíble. Entonces, ¿por qué mi corazón late tan rápido? Qué ridículo.

Me acerco y apago la luz que hay junto a la cama, sumiendo la


habitación en una relativa oscuridad. La luz de la luna que entra por los
116
grandes ventanales es suficiente para que pueda ver a los dos con claridad.
Nolan se pone de lado, de cara a nosotros, mientras Gannon se tumba de
espaldas, mirando al techo.

—¿Claustrofobico?— Lo consulto con Gannon, que niega


con la cabeza.

—No.

—Bien.— Me acerco. Si esta es la única noche que tengo, más vale


que la disfrute. —Acércate, Pet.

Me acurruco cerca del lado de Gannon y, cuando Nolan hace lo


mismo en el otro lado, paso un brazo por encima de ambos.

Gannon se queda rígido en el centro por un momento antes de


levantar un brazo para deslizarse bajo mi cabeza. Apoyo la cabeza en el
pliegue de su axila, la piel rugosa de su hombro y su pecho me tienta a
rozarlo con suaves besos, así que lo hago.

Hace sonidos suaves y dulces que me deshacen.

—A dormir, chicos,— Instruyo en voz baja.

Nolan bosteza obedientemente y, al poco tiempo, la respiración de


ambos se ha vuelto más lenta y pesada. No duermo tan fácilmente, incapaz
de dejar de observarlos en la oscuridad y de preguntarme si hay alguna
manera, cualquier manera, de que puedan ser míos.
117

Me despierto lentamente, el peso de los brazos de Gannon a mi


alrededor me adormece una y otra vez hasta que finalmente lucho por
recuperar la conciencia. Todavía puedo recordar el sabor salado y rico de su
semen en mis labios la noche anterior, mi garganta doliendo con esa
sensación satisfactoria y bien utilizada. Gimo en silencio, mi polla se agita
cuando me asaltan los recuerdos de la noche anterior.

Gannon me aprieta la nariz contra la nuca y me rodea con sus brazos,


emitiendo un sonido alegre y retumbante desde su garganta. Levanto el
cuello para no molestarle, y veo que el otro lado de la cama está vacío.
Alden me parece madrugador, así que probablemente se haya levantado para
dirigir el mundo o lo que sea que haga en su tiempo libre.

—¿Lo de anoche fue real?— pregunta con voz ronca.

—Estamos semidesnudos en un lujoso dormitorio que no pertenece a


ninguno de los dos, así que pienso que sí.

Se ríe, en voz baja y cálida, con su aliento rozando mi piel. Gannon


me acerca a él, apretando mi cuerpo contra el suyo, con su suave polla
presionando mi culo. Sé que esta burbuja perfecta no puede durar siempre,
pero mientras no diga nada estúpido, probablemente pueda durar unos
minutos más, ¿no?

—Quiero más, Gan.— Sip, estupido, como eso. Así se hace, Nolan.

Se tensa, e incluso antes de que empiece a retroceder, puedo sentir


cómo se retrae emocionalmente.

—No puedo, No.


Me doy la vuelta para enfrentarme a él, agarrándolo y rodeando su
bíceps con mis dedos para evitar que se levante de la cama.

—Pero anoche…
118

—Anoche, mi polla estaba bajo el hechizo que Alden consigue tener


sobre ella.— Puedo oír la frustración en su tono, pero debajo de eso, hay un
hilo de calor.

Los celos calientes y amargos se agudizan en la boca del estómago,


me aprietan la garganta y hacen que mis dedos se retuerzan contra su brazo.
Alden puede ponérsela dura, pero yo no. Tal vez me esté metiendo en un
lugar que no me corresponde. Los dos podrían tener algo especial, algo real.
Ciertamente no me necesitan en medio de ello.

Hundo los dientes en el labio inferior, estudiando su rostro mientras


mi corazón palpita nervioso. Gannon me devuelve la mirada, con el mismo
anhelo y afecto en los ojos que tenía justo antes de besarme la noche
anterior. No importa lo que tenga que ver Alden con todo lo demás que
ocurra, ese beso fue sólo entre nosotros dos, y significó algo.

Mierda, esto es complicado.

—¿Y si quiero más?— Pregunto en voz baja, temiendo esperar


demasiado la respuesta que quiero.

—¿Cómo funcionaría eso? ¿Qué pasa con Alden? Esto se siente


tan… desordenado.— También hay un eco de esa misma esperanza asustada
en su tono.

—¿Tenemos que tener todas las respuestas a la vez? ¿No podemos


simplemente…?— Me acerco de nuevo, con la mano en el centro de su
pecho, donde puedo sentir su corazón retumbando bajo mi palma. —¿Verlo
sobre la marcha?
Gannon arrastra sus dedos contra mi cadera, vacilando por un
momento antes de clavarlos con más fuerza y arrastrarme hacia él para que
estemos pecho con pecho, las piernas encontrando una forma de envolverse
el uno al otro, su cálida y suave polla contra la mía.

—¿De verdad quieres eso? ¿Aunque esté roto?— Hay un ligero 119

temblor en su voz.

—No estas roto,— Digo con fiereza, poniendo una mano en su


mandíbula y mirándole profundamente a los ojos. —¿Quién dice que el sexo
tiene que consistir en excitarse? ¿No puede ser simplemente compartir un
momento juntos?

Para demostrarlo, rozo mis labios con los suyos. La boca de Gannon
está caliente, cediendo bajo la mía al instante, ablandándose y cayendo al
ritmo de mis labios mientras intercambiamos besos lentos y sensuales.
Presiona sus dedos con más fuerza en mi piel, su lengua se desliza dentro de
mi boca, buscando la mía.

Incluso con su polla blanda mientras está presionada contra mí,


puedo sentir el hambre. El deseo desesperado que coincide con el mío con
cada suspiro que vibra contra mi lengua y con cada movimiento de sus dedos
mientras intenta por todos los medios que nuestros cuerpos se acerquen más
de lo que ya están.

Mi polla palpita contra la suya, pero excitarse es lo más alejado de mi


mente mientras profundizo el beso, arrastrando mis manos por los duros
planos de su cuerpo, por las cicatrices llenas de baches y las extensiones
lisas, el vello de su cuerpo haciéndome cosquillas en las palmas. Lo que le
dije iba en serio. Este momento, este momento de exploración y conexión,
vale tanto como un orgasmo, quizá más.

Rompe el beso y apoya su frente en la mía.

—Si realmente quieres esto, intentaré,— dice con voz ronca.


Sé que ya dijimos que veríamos hacia dónde van las cosas, pero esta
promesa se siente aún más sólida. Todo está al descubierto ahora, incluyendo
cualquier cosa complicada que esté pasando con Alden y nosotros dos. Y a
pesar de todo eso, todavía quiere resolverlo.

—Realmente lo quiero,— Lo digo con toda la convicción que tengo. 120

—Okay.— Me beso nuevamente.

Nos quedamos así un rato hasta que nos dolieron los labios de tanto
besarnos y el tiempo dejo de existir. Si no fuera por mi vejiga llena y el
estómago gruñendo de Gannon, probablemente podríamos quedarnos aquí
todo el día.

—Tengo que orinar, luego vamos a ver dónde está Alden,— sugiero,
deslizándome de mala gana de los brazos de Gannon. Mi polla dura estaba
presa en mis sedosos calzoncillos al salir de la cama, pero la ignoro, lo que
no es fácil con los ojos de Gannon clavados en ella.

Después de un momento, parpadea y aparta los ojos. —Alden,— dice


en voz baja, y juro que puedo oír cada una de mis preocupaciones reflejadas
en esa sola palabra.

¿Cómo se supone que funciona todo esto? ¿Alden sólo estaba


jugando con nosotros anoche, o también siente algo? ¿Estamos realmente
considerando no sólo ver si las cosas funcionan con nosotros, sino también
navegar por una relación a tres bandas completa con la perversión de
Daddy? Parece una locura, pero mi corazón casi estalla de deseo cuando
pienso en Alden.

—Lo resolveremos,— Se lo prometo, y él asiente.


Nolan entra en el cuarto de baño, y la flexión de su culo dentro de sus
calzoncillos rojos y sedosos resulta fascinante. Se detiene y me lanza un
guiño por encima del hombro antes de cerrar la puerta del baño tras de sí.

Echo las sábanas hacia atrás y arrastro la mano sobre mi polla apenas
dura. Quizá Nolan tenga razón. No nos hemos corrido. Ni siquiera parecía 121

especialmente motivado para hacerlo a pesar de su evidente excitación, pero


aun así se siente jodidamente increíble besarlo y abrazarlo así.

Me desplazo hasta el final de la cama y cojo mi prótesis. Antes de


ponérmela, me froto la piel en la zona en la que la manga me ha dejado en
carne viva e irritada, y hago una mueca de dolor.

—Gan,— dice Nolan con tono admonitorio. Levanto la vista para


verlo cruzar el dormitorio. Ni siquiera he oído cómo se abre la puerta del
baño. Viene directamente al extremo de la cama y se arrodilla frente a mí. —
No has usado la crema que se supone que debes usar, ¿verdad?— Hace un
gesto mientras examina la piel enrojecida.

—A veces,— me defiendo. —Lo olvido muchas veces.

Suspira, presionando un suave beso allí, y luego levanta la vista hacia mí. —
No me hagas delatarte ante Alden. Probablemente te castigaría por no
cuidarte.

A pesar de la burla en su voz, la amenaza me produce una oleada de


excitación.

—Puedo hacerlo mejor,— Lo prometo, y Nolan asiente. Me quita el


pomo y lo pone, luego se levanta para que yo pueda ponerme la prótesis.

—Vamos.— Me ofrece su mano y la cojo. Los dos nos vestimos con


la misma ropa de la noche anterior, nuestras camisas de vestir arrugadas y
apestando a sexo. Intercambiamos sonrisas silenciosas y esperanzadas,
rozándonos innecesariamente como si no pudiéramos soportar no tocarnos,
aunque sea por unos segundos. Sé que no puedo, pero que Nolan sienta lo
mismo es embriagador y reconfortante, aunque todavía tengamos mucho que
resolver.

En cuanto salimos de la habitación, el olor a tocino y café hace que


mi estómago vuelva a rugir. Nolan se ríe y yo vuelvo a cogerle la mano,
juntando nuestros dedos y ganándome otra sonrisa suya. 122

Seguimos el delicioso aroma hasta la cocina, donde encontramos a


Alden en la hornalla, volteando panqueques. Está vestido de manera
informal con un pantalón de chándal gris y una camiseta blanca. Nunca lo he
visto con otra cosa que no sea un traje… y su ropa interior de anoche. Es una
sensación íntima ver este lado de él.

Nolan se inclina hacia mí y deja escapar un suspiro soñador, lo que


me hace pensar que sus pensamientos coinciden con los míos.

El sonido alerta a Alden de nuestra presencia. Mira por encima de su


hombro, mirándonos a los dos de arriba abajo. Sus labios se tuercen en una
media sonrisa que parece triste, tal vez un poco melancólica.

—¿Durmieron bien?

—Mejor de lo que he dormido en años,— respondo.

Nolan asiente y mira la cafetera. —¿Podemos…?— Señala.

—Toma asiento. Te traeré café,— Alden dijo.

—No tienes que hacer eso. No eres realmente nuestro Daddy,—


Nolan le recuerda con una risa.

Los hombros de Alden se tensan, su sonrisa parcial cae.

—Claro,— murmura, volviendo a prestar atención a las tortitas.

Nolan me suelta la mano y se ocupa de preparar una taza de café


mientras yo me quedo atrás, tratando de ordenar todo lo que pasó anoche y el
hecho de que Alden no estaba en la cama con nosotros cuando nos
despertamos esta mañana.

Nolan termina de preparar su café y toma un sorbo. —Mierda, esto es


bueno,— suspira. 123

—El lenguaje,— le recuerda Alden, volviendo momentáneamente a


ese comportamiento severo de la noche anterior.

Nolan se ríe y lleva la taza humeante a la mesita del rincón del


desayuno. Con un periódico extendido sobre ella y un jarrón de flores frescas
en el centro, es mucho más acogedora que la gran mesa de comedor formal
de la otra habitación.

—¿Como dormiste?— Pregunto mientras voltea los panqueques en


dos platos.

—No puedo quejarme,— responde con un tono plano, un mundo


aparte del tono grave, cálido y resonante que utilizaba con nosotros la noche
anterior. Es incluso más distante que su voz de trabajo.

Agarro dos tazas más de los ganchos de la pared que hay detrás de la
cafetera y lleno cada una de ellas. He preparado el café de Alden tantas
veces que podría hacerlo mientras duerme: tres cremas, un azúcar y solo una
pizca de canela. Le añado un chorrito de leche al mío y luego pongo el suyo
en la encimera, justo a su lado.

Mira la taza y luego a mí, con una expresión indescifrable en sus


ojos. —No tenías que hacer eso.

—Quería hacerlo.

Su nuez de Adán se balancea mientras traga y vuelve a apartar su


mirada de la mía. Me siento como si hubiera perdido un paso, con el
estómago vacío y el equilibrio completamente perdido. ¿Nos equivocamos
con lo que está pasando entre los tres? ¿Esto es una manía de Alden y ahora
está aburrido de nosotros?

Miro a Nolan, que parece tan confundido como yo. Me encuentro con
su mirada, y él se encoge de hombros, frunciendo el ceño con una pizca de
mala cara cuando vuelve a mirar a Alden, que sigue preparando nuestro 124

desayuno con esmero.

Llevo mi café a la mesa y tomo asiento frente a Nolan. Un momento


después, Alden trae los dos platos a la mesa y pone uno delante de cada uno.

—¿Y el tuyo?— Nolan pregunta.

—Lamentablemente, no puedo acompañarte esta mañana. Tómense


su tiempo, sírvanse de la ducha en el dormitorio de invitados si quieren, o de
la piscina si les apetece nadar. Sólo salgan cuando estén listos para irse.

Antes de que ninguno de nosotros tenga la oportunidad de discutir o


de insistir en que se quede a desayunar con nosotros, sale de la cocina. El
sonido de una puerta abriéndose y cerrándose en el segundo piso suena tan
definitivo y, sorprendentemente, hace que me duela el pecho.

¿Hemos hecho algo mal?

Soy un cobarde.

Me derrumbo en el pequeño sofá de mi despacho y entierro la cara


entre las manos. Me prometí a mí mismo que iba a estar bien. Disfrutar del
desayuno con los dos y luego enviarlos felizmente por su camino. Pero la
mirada de los dos, desarreglados y felices, junto con el recordatorio de Nolan
de que la noche anterior no fue más que un juego para ellos, hace que mis
pulmones se sientan demasiado pesados para respirar adecuadamente.
No son míos, por mucho que lo desee.

Me levanto del sofá y cojo la botella de whisky de mi escritorio,


desenrosco el tapón y me la llevo a los labios. Hago una pausa antes de dar
un sorbo, con la imagen de la expresión de preocupación de Kiernan 125

bailando en mi mente.

—Maldita sea,— murmuro, dejándolo más fuerte de lo necesario con


un golpe contra mi escritorio y volviendo a poner la tapa.

Beber mis problemas es la peor idea posible. Tampoco puedo


alejarlos con la mierda. La idea de cualquier otro chico—o chicos—en mi
cama es totalmente desagradable. Entonces, ¿dónde me deja eso?
Enamorado de dos chicos… hombres que no están interesados en la
perversión de Daddy y que probablemente no estén interesados en mí.

Vuelvo a sentarme, esta vez en la silla de mi escritorio, y me pongo a


trabajar para mantenerme ocupado. La cocina está demasiado lejos de mi
despacho para que pueda oírles disfrutar del desayuno, pero imagino que se
están riendo y hablando en voz baja de esa forma que habla dolorosamente
de la familiaridad entre los dos. Nunca me necesitaron para encontrar su
camino. Simplemente intentaba meterme donde no debía.

No estoy seguro de cuánto tiempo ha pasado antes de que haya un


ligero golpe en mi puerta.

Me aclaro la garganta. —Estoy ocupado,— miento.

Hay silencio al otro lado, y me pregunto si simplemente están ahí,


esperando a que cambie de opinión y les invite a entrar. Casi lo hago, pero
¿qué bien podría salir de ello? Es mucho más fácil si establezco un límite
ahora. Para el lunes, no habrá más que profesionalidad entre nosotros de
nuevo.

—Queríamos darle las gracias por el desayuno.— La voz de Nolan


está amortiguada por la gruesa puerta.

—Y anoche,— Gannon agrega.

Me muero por sacudirme esta melancolía y verlos bien, pero


simplemente no me atrevo. —De nada. Vuelvan a casa con cuidado. 126

Hay silencio durante varios segundos más antes de oír sus pasos
retirándose.

Esto es lo mejor. ¿Qué haría yo con dos hombres que no tienen


ningún interés en ser chicos de todos modos? Y lo que es más importante,
¿qué harían ellos conmigo?

Tal vez este sueño que he empezado a albergar sobre el amor y la


eternidad esté simplemente demasiado lejos de mi alcance. Esas cosas no
son para todos, después de todo. Tengo una vida plena por mi cuenta. ¿No
puedo ser feliz con eso?

Espero unos minutos más antes de salir de mi despacho y me dirijo


directamente a la cocina para limpiar. Para mi sorpresa, encuentro todo
limpio y guardado. Incluso han lavado los platos y los han colocado en el
tendedero.

Mis labios esbozan una sonrisa, y otro sentimiento agridulce me


recorre el corazón. Realmente son unos chicos perfectos. Ojalá...

Me niego a pensar en ello, así que me quito la ropa y salgo por la


puerta trasera a la terraza de la piscina. No me pierdo ni un paso, atravieso el
cemento caliente y me sumerjo en la superficie fresca y suave del agua.

Tal vez si no hubiera sido tan frío con ellos esta mañana, podría
haberlos convencido de quedarse a nadar conmigo. Lo único que habría
hecho es retrasar lo inevitable, pero habría sido un bonito recuerdo en el que
pensar: los dos chapoteando y riendo. Me duele el pecho con el fantasma de
una alegría que me he robado.
Supongo que es lo mejor.

127
128

Saco las tostadas francesas del horno y compruebo el reloj de la


cocina para ver cuánto tiempo tengo antes de que lleguen los chicos y
Lorna, la hermana de Barrett, para nuestro almuerzo mensual de los
domingos. Como si fuera una señal, suena el timbre de la puerta.

Saco el champán de la nevera y voy a dejar entrar a mis amigos.


Pasé la mayor parte del día de ayer nadando y lamiendo mis heridas, pero
no me siento mucho mejor esta mañana. Es una tontería insoportable
sentirme así de desconsolado por unos chicos que, para empezar, nunca
fueron míos, pero no consigo convencer a mi corazón de ello.

—Luces como la mierda,— Barrett dijo tan pronto como abri la


puerta.

—Dormí como la mierda,— Explico, permitiendo un abrazo


enérgico de cada uno de mis amigos. Le doy a Lorna un beso en la mejilla
mientras ella también entra.

—No le hagas caso. Estás muy elegante con esas ojeras. Están muy
de moda ahora en la alta costura,— dice, y yo me río.

—Eso es sólo porque las modelos están demasiado ocupadas


tomando cocaína para dormir lo suficiente,— digo rotundamente.

—Pish, eso es un estereotipo, amor,— Lorna amonesta.

Los conduzco a todos al interior y directamente a la cocina mientras


Kiernan se ocupa de prepararnos a todos mimosas, Barrett y Lorna ponen la
mesa y yo llevo toda la comida al comedor para colocarla en el buffet.
—¿Por qué la falta de sueño?— pregunta Kiernan una vez que todos
tenemos los platos y vasos llenos.

—No hay razón en particular,— miento.

Barrett arquea una ceja y Lorna resopla con divertida incredulidad. 129

¿Por qué estas personas son mis amigos?

—Oh, vamos. No somos tan estúpidos. Ya que no estás cacareando,


supongo que no fue una falta de sueño divertida,— Lorna supone.

—¿Dónde están tus chicos hoy?— pregunto, ignorando su


comentario y buscando desesperadamente un cambio de tema.

—Los enviamos a que los mimen en el spa,— Barrett contesto. —


Ahora, deja de evadir la pregunta.

—Tuve a Gannon y Nolan en la noche del viernes y jugamos un


poco. Fue algo de una noche, una escena muy vainilla, y eso es todo. ¿Está
tu curiosidad satisfecha ahora?— digo.

—Whoa,— Kiernan dijo. —Sabíamos que te gustaba Gannon, pero


Wow —, murmuro, tomando un trago de mi mimosa.

—Si.

—Espera, si era viernes, ¿cómo explica eso tu falta de sueño


anoche?— Barrett pregunta.

—Está suspirando—, adivina Lorna, con una expresión de asombro y


dulzura que cruza sus rasgos. Sí, mi dolor es francamente adorable.

—Oh, maldición—. La cara de Barrett se transforma en simpatía


también. —¿No están interesados en más?

Me burlo. —Te dije que era muy vainilla. Nuestros intereses no se


alinean. Les estaba ayudando, eso es todo.
—¿No están buscando a un Daddy?— Kiernan se pasa los dedos por la
barba castaña, frunciendo el ceño mientras parece considerar la situación.

—Ni siquiera son niños—, refunfuño. Sin embargo, hubo algunos


momentos mientras jugábamos en los que pensé que... tal vez. Pero la actitud 130

despreocupada de Nolan a la mañana siguiente fue prueba suficiente de que no


significaba nada para ellos.

—Entonces, ¿por qué lo aceptaron?— Barrett frunce el ceño. —¿No


disfrutaron de la suave escena?

—La disfrutaron—. Pienso en toda la noche, y no hubo un solo


momento en el que no parecieran estar contentos con cómo iban las cosas.

—¿Has preguntado si están interesados?— Pregunta Kiernan.

—Bueno, no. Pero...

—La comunicación—, dice Lorna simplemente. —Sabes que esa es la


piedra angular del kink, o realmente, de cualquier relación. No hagas
suposiciones sobre lo que sienten sin preguntarles.

—Tal vez—, murmuro antes de dar un bocado a mi comida,


masticando lentamente para poder considerar sus consejos. Tanto Nolan como
Gannon fueron bastante claros al decir que la perversión de Daddy no les
interesa. Sin embargo, cuando compartimos la cena la semana pasada, era
obvio que Nolan tiene una comprensión muy limitada de lo que implica la
perversión de Daddy. ¿Tal vez haya algún tipo de compromiso que podamos
alcanzar? ¿Podría ser feliz con una versión intermedia en la que el rollo de
Daddy no sea todo el tiempo, pero en la que pueda tener a los dos? Mi corazón
palpita de anhelo. Sí, creo que podría ser feliz.

Tal vez ni siquiera sea necesario un compromiso. Tal vez


simplemente necesiten experimentar el estilo de vida antes de poder decir
con seguridad que no es para ellos.
La esperanza casi me ahoga. La empujo hasta un nivel más
razonable y vuelvo a respirar para mantenerla bajo control.

—Hablare con ellos otra vez,— Lo concedo.

—Bien, pero primero duerme un poco. Pareces un extra en The 131

Walking Dead,— Barrett aconseja.

—Lo tomo en cuenta.

—Realmente tengo que ir,— Nolan dice, con sus palabras


amortiguadas contra mis labios, con un tono de humor.

Gimo en señal de protesta y vuelvo a besarle más profundamente,


arrastrando mi lengua contra la suya. Gimo al sentir su dulce sabor en mis
sentidos. Me agarra la parte delantera de la camisa y me muerde el labio
inferior.

—Nos estamos volviendo buenos en esto.— Sonrío contra sus


labios y acribillo sus mejillas y su barbilla con besos hasta que se ríe y se
retuerce en mis brazos.

—La práctica hace al maestro,— dijo.

—Mm-hmm,— Zumbé de acuerdo, y me acerqué para dar otro beso.

—Pero no ahora.— Finalmente se desprende de mis brazos con una


expresión juguetona. —Porque en serio tengo que ir. Voy a llegar tarde y la
gente rica odia esperar por la mierda.

Se pasa las manos por el pelo, colocando los mechones


desordenados en su sitio, y luego se alisa los botones del traje.
—Gracias por traerme café,— Digo yo, aunque el café con el que
pasó hace más de una hora está sin duda frío a estas alturas. Merece
totalmente la pena.

—Era sólo una excusa para enrollarme contigo.— Me sonríe 132

descaradamente.

—Estoy más que feliz de que me seduzcan con café.— Me levanto del
sofá y camino con Nolan hacia la puerta.

—Tengo una semana muy ocupada. Estamos entrando en la temporada


de bodas, así que estoy desbordado.— Pone su mano contra mi pecho, su palma
plana contra mi corazón. —Pero quiero tener una primera cita oficial. ¿Qué tal
el jueves por la noche?

—Estoy ahí—, acepto, rozando otro beso en sus labios. —Esta


semana concretaremos los detalles. Y si estás demasiado ocupado para
cocinar o lo que sea esta semana, sólo envíame un SOS, y estaré allí con
comida para llevar y hacer.

—Eso suena mucho mejor que Netflix y Chill,— dice riendo. —


Voy a mantenerlo. Y ahora sí que me tengo que ir.

Abro la puerta y me apoyo en el marco de la misma para observar su


retirada hasta que se pierde de vista. Una vez que se ha ido, vuelvo a entrar
en mi apartamento con un suspiro de felicidad. Vuelvo al salón y me
acomodo en el sofá.

Acaricio distraídamente mi polla parcialmente dura a través de los


pantalones de deporte. Casi una hora de besos y manoseos con Nolan, y
apenas logré más que un semi. Él no parecía frustrado en absoluto,
ronroneando y besándome sin miramientos. Pero, joder, me importa.

Entiendo lo que dijeron Nolan y Alden sobre que no es lo más


importante, pero siendo realistas, ¿cuánto tiempo querrá Nolan seguir en
una relación con alguien con quien no puede tener sexo de forma constante?
Mi mente vuelve a ese estado de relajación en el que Alden
consiguió ponerme. Tal vez esa sea la clave. Estoy demasiado metido en mi
cabeza. Pero incluso sabiendo eso, no me parece que pueda simplemente
romper mis sentimientos y arreglar el asunto. Agarro el teléfono con un
suspiro, abro el navegador y navego hasta mi página porno favorita. Merece 133

la pena averiguar si me gusta la perversión de Daddy, o si Alden tiene algún


tipo de capacidad de encantar serpientes, ¿verdad?

Todo lo que tengo que escribir en la barra de búsqueda es Da y


Daddy kink aparece como primera sugerencia. Las otras opciones de
búsqueda son un poco más intimidantes: Daddy se folla a un niño,
Padrastro, Juguete de Daddy...

Hago clic en el enlace superior y elijo el primer vídeo. Empieza


como cualquier otro vídeo porno que he visto: dos tipos besándose junto a
una cama, manoseándose la ropa sin quitársela de inmediato.

—Quieres la polla de Daddy, ¿no?— El hombre más grande y


musculoso susurra. El otro hombre gime y asiente, poniéndose de puntillas,
buscando desesperadamente otro beso.

Si el desorden de la habitación no es un indicio de que se trata de un


aficionado, la auténtica pasión que se desata entre ellos cuando el Daddy le
ordena al chico que se desnude lo confirma. Las manos del chico tiemblan
mientras se esfuerza por hacer lo que dice su daddy. El hombre más grande
se deshace en elogios, acariciando y besando cada centímetro del cuerpo del
otro mientras su piel queda expuesta.

Vuelvo a acariciar mi polla con la mano libre y me sorprendo al ver


que vuelvo a estar casi completamente empalmado. Cierro ese vídeo y
pruebo otro al azar. El siguiente es más duro, con una calidad claramente
más profesional. En éste, el chico está inclinado sobre el regazo de su
Daddy, haciendo gestos de dolor y gimiendo mientras recibe una paliza. La
repetida bofetada de la mano contra la piel resuena con fuerza por encima
de los jadeos de placer del chico.
—Oh mierda,— Jadeo, me meto la mano por la parte delantera del
chándal y aprieto mi polla, ahora completamente erecta.

Me acaricio al ritmo de las fuertes bofetadas, con los muslos


temblando y las nalgas hormigueando mientras me pregunto qué se debe
sentir. El viernes por la noche, tuve la tentación de presionar a Alden con la 134

regla de las malas palabras para ver qué hacía. Ver esto me hace desear
haberlo hecho. ¿Me habría azotado allí mismo en la mesa de la cena? ¿Le
habría gustado ver a Nolan?

Ese es el pensamiento que me lleva al límite, mis pelotas se tensan


mientras derramo cuerdas de semen caliente y pegajoso sobre mis dedos.
Los ojos de Nolan se clavan en mí, sus jadeos excitados se encuentran con
mis oídos mientras Alden me golpea hasta que me corro sobre su muslo.
Gimo y me empujo en el puño, con los pulmones apretados y la piel
ardiendo mientras mi orgasmo me destroza.

Cuando mi polla empieza a estar hipersensible, suelto el teléfono y


saco la mano de los pantalones, apoyando la cabeza en el respaldo del sofá.
Así que, al parecer, el hecho de que me hayan hecho explotar me ha
convertido en un fetiche de los Daddys. Eso tiene que ser nuevo, ¿no?

Resoplo ante la idea de llamar a mi médico para preguntarle si eso


es un efecto secundario conocido. Supongo que no lo es. Y sin embargo,
aquí estamos.

Se me aprieta el pecho cuando Nolan vuelve a entrar en mi mente.


¿Qué significa esto para nosotros? ¿Hay alguna esperanza para nosotros a
largo plazo si sólo se me pone dura cuando está involucrado Daddy?

Estoy arrastrando el culo cuando vuelvo a mi apartamento muchas,


muchas horas después. Hoy he reservado accidentalmente dos consultas y
he acabado no con una, sino con dos novias a las que he tenido que tratar
con tacto prometiéndoles su propia boda de ensueño de Barbie. Veo un
montón de cisnes de origami y mierda de pájaro en mi futuro.

Me quito los zapatos y voy arrastrando los pies hasta el salón, donde 135

me derrumbo en el sofá. El estómago me gruñe, pero la idea de levantarme


a preparar algo para la cena es más que agotadora. Suspiro y cojo el mando
a distancia, pongo un programa de cazadores de casas, me quito los
calcetines con pereza y me desabrocho la camisa.

Podría enviarle un mensaje a Gannon para aceptar su oferta de


cenar, pero ya es tarde. Puede que esté en la cama o, como mínimo, relajado
y en la cama. Cierro los ojos y me lo imagino desnudo bajo las sábanas, con
su piel texturizada y tatuada a la vista, sus pezones oscuros endurecidos,
aunque su polla aún no esté en su punto.

Sonrío al imaginarme deslizándome en la cama junto a él como si lo


hubiera hecho un millón de veces. Un sentimiento de nostalgia me llena el
pecho. Tal vez un día. Aunque, tengo que admitirlo, la imagen en mi mente
se siente algo incompleta.

Vuelvo a abrir los ojos, y el sentimiento de felicidad en mi interior


es sustituido por un fuerte sentimiento de culpa. La he cagado con Alden.

Saco mi teléfono del bolsillo y abro el hilo de mensajes entre los


dos. Desde nuestra primera cena juntos, nos hemos estado enviando
mensajes de texto a diario, a veces varias veces al día. No ha sido nada del
otro mundo, sólo simples mensajes del tipo este cliente está poniendo a
prueba mi paciencia y qué debo comer, pero estaba empezando a
encariñarme con ellos... con él.

No he recibido ningún mensaje nuevo desde el viernes.

El recuerdo de los labios de Alden sobre los míos hace que me duela
todo. Mi cuerpo recuerda exactamente lo que sentí al tener el fuerte cuerpo
de Gannon bajo el mío, la flexión de sus músculos mientras subía y bajaba
la mano por el enorme eje de Alden, la vibración de los gemidos de Alden
contra mi boca, el sabor del semen mío y de Gannon en sus labios, los tres
conectados en un momento perfecto.

Me estremezco al recordarlo, mi polla se endurece rápidamente


mientras el dolor que me recorre el cuerpo se estrecha justo entre las 136

piernas.

Pero es una locura, ¿no? ¿Cómo podría funcionar? En primer lugar,


está el tema de la perversión de daddy. Y en segundo lugar, las relaciones
ya son bastante difíciles entre dos personas, ¿no?

No he estado viviendo bajo una roca. Sé lo que es el poliamor.


Supongo que, en el fondo de mi mente, siempre asumí que era
principalmente una cosa de sexo pervertido y no una manera de que
cualquier persona razonable fuera sobre las relaciones.

Pero por muy enamorado que esté de Gannon, la idea de alejarme de


Alden me pone físicamente enfermo. Siempre he pensado que cualquiera
que tenga varias parejas no debe amar a ninguna de ellas lo suficiente como
para comprometerse, pero ahora creo que estaba subestimando las
capacidades del corazón. No siento que haya una cantidad finita de espacio
que estoy tratando de dividir entre los dos. Es más bien como si mi corazón
se estuviera expandiendo para que haya espacio para ambos.

¿Gannon también siente esto? ¿Qué pasa si no es así? ¿Y está Alden


siquiera interesado de todos modos?

Mis pensamientos vuelven a la incómoda mañana del día siguiente,


cuando la tímida sonrisa de Alden se volvió fría porque le di poca
importancia a lo que había pasado.

—Mierda,— murmuro para mis adentros, desplazándome hasta el


final de nuestros mensajes y haciendo clic en la casilla para escribir uno
nuevo.
Nolan: Leí ese libro del que me hablaste. El de los vaqueros en el
espacio...
El mensaje aparece como leído casi inmediatamente. Contengo la
respiración mientras espero su respuesta. Me olvido de mi polla dura
mientras me tumbo para ponerme cómodo en el sofá, sujetando el teléfono 137
con fuerza mientras miro fijamente la pantalla a la espera de su mensaje.

Alden: Es ridículo, ¿no?

Nolan: De la mejor manera. Tengo que ir a buscar el segundo a la


tienda de Em en algún momento de esta semana si encuentro tiempo.

Alden: Yo lo tengo. Te lo puedo prestar.

Nolan: Me gustaría. Gracias.

Me quedo tumbado unos minutos, esperando otro mensaje, el roce


de mis entrañas sólo se ha calmado parcialmente. Respiro profundamente y
escribo otro mensaje.

Nolan: Lamento haberle quitado importancia al asunto de Daddy el


sábado por la mañana. No estaba seguro de cómo actuar o realmente cómo
lidiar con el hecho de que me gustaba. Por una noche, quiero decir... no es
que quiera ser tu chico para siempre y que elijas mi ropa y demás. Joder,
todavía estoy jodiendo esto.
Alden: No lo estás jodiendo. Gracias por ser honesto, y gracias por
la disculpa. Supongo que yo también estuve un poco hipersensible esa
mañana. No debí tomármelo tan a pecho como lo hice.

Sonrío, los nudos tensos de mi interior se relajan.


Nolan: Bien, este libro...

Alden: Sí, me muero de ganas de escuchar tus opiniones.

138
139
Normalmente dejo el café de Alden primero por la mañana. Es lo
más lógico por la ubicación de su oficina en relación con las otras dos. Esta
mañana no. Esta mañana, cada vez que pienso en Alden, siento un revoloteo
nervioso en la boca del estómago. Empezó cuando me desperté, con los
restos de un sueño que aún se aferraban a mis pensamientos. Un sueño que
recuerdo vagamente que tenía que ver con Alden, Nolan y yo... sentados un
domingo por la mañana jugando a las cartas y bebiendo café.

Eso es mucho más raro que si hubiera tenido un sueño sexual con
ellos.

Una vez que los cafés de Barrett y Kiernan se han dejado caer, se
me han acabado las excusas para entretenerme, y lo último que quiero es
dejar que su café se enfríe mientras me escondo en mi despacho
contemplando este... supongo que lo llamaría flechazo, aunque la palabra
suena tan infantil.

Recojo su café y me dirijo por el pasillo hacia su despacho, con el


corazón martilleando a cada paso. Pongo los ojos en blanco cuando llego a
su puerta y dudo. Es sólo Alden. Sólo porque sé cómo se siente su enorme y
palpitante polla cuando se libera en mi mano...

Mierda, vale, táctica equivocada.

Trago con fuerza y alejo ese recuerdo.

Es Alden. Esto está bien. Levanto el puño y doy un golpe seco.

—Adelante,— me llama. Levanta la vista de su ordenador cuando


abro la puerta y entro. —Un poco tarde esta mañana, ¿no?
Mi mandíbula se tensa, una irritación familiar se agudiza en mi
pecho. Sin embargo, por primera vez noto la diversión y el calor que bailan
en sus ojos. ¿Me ha estado provocando a propósito todo este tiempo? No sé
si debería sentirme ofendido o halagado. No bromeaba con lo de que me
140
había echado el ojo mucho antes de que la osadía de Nolan en aquella gala
lo pusiera todo patas arriba. Y apenas le conozco.

Cruzo la habitación y dejo su café sobre el escritorio. Normalmente,


daría una réplica mordaz y me retiraría de su despacho, pero me encuentro
pegado al lugar, mirándole fijamente mientras da el primer sorbo al vaso de
papel.

—Dime algo que no sepa de ti.

—¿Perdón?— Alden arquea una ceja y se reclina en su silla con el


café en la mano.

—No debería ser difícil. Todo lo que sé es que te gusta llevar trajes
que cuestan más que mi coche, y que eres el cliente que más se relaciona
por aquí.— Tomo asiento en la silla frente a su escritorio.

—Eso no es cierto. También sabes cómo tomo el café y que soy un


poco mirón.— La burla vuelve a aparecer en su voz.

Resoplo una carcajada. —Entonces, dime algo.

—Hmm.— Vuelve a dar un sorbo a su café mientras parece


reflexionar. —Me tomé un año libre de la universidad para ir de mochilero
por Europa del Este. Dejé todas mis tarjetas de crédito en casa y realicé
trabajos manuales para pagar la comida y el alojamiento en los albergues.
Eso, y también intercambié más de unos cuantos favores sexuales, pero eso
fue más por disfrute que por otra cosa.— Sonríe ante el recuerdo, un cariño
que suaviza sus ojos.
Me río, tratando de imaginármelo veinte años más joven, temerario
y sin ataduras, mientras cambiaba las mamadas y el lavado de vajilla por un
sucio alojamiento. Es casi imposible de imaginar.

—¿Estaban tus padres enfadados?


141

—Furiosos,— dice con otra sonrisa. —Sin embargo, fue uno de los
mejores años de mi vida. Pensé en quedarme en Volgogrado con este
hermoso hombre que no hablaba ni una palabra de inglés pero que tenía una
boca de pecado. Pero Barrett y Kiernan vinieron y me hicieron entrar en
razón, me trajeron a casa y me convencieron de terminar la universidad.
Fue lo mejor, pero a veces me pregunto qué pasó con Mikhail.

—Wow.— Me encuentro sonriendo junto a él, viéndolo bajo una luz


totalmente diferente a la que tenía. Nolan tenía razón. No tenía la menor
idea sobre Alden antes de esto.

—¿Y qué hay de ti?— pregunta. —¿Qué es lo que no sé?

Creo que me estoy enamorando de ti, y no estoy seguro de cómo es


posible o cómo funcionará. Parece que sólo puedo excitarme cuando hay
un perverso involucrado. Estoy jodidamente confundido, pero más excitado
de lo que he estado en años.

Me aclaro la garganta, negándome a confesarle ninguna de esas


cosas. No aquí, y ciertamente no ahora. —Tenía un perro de tres patas
cuando crecía. Se llamaba Petey. Ahora me parece una fuerte dosis de
ironía, o tal vez fue el universo el que me preparó, porque lo primero que
pensé cuando me desperté y me enteré de que había perdido una pierna fue:
Oye, a Petey no pareció importarle, así que seguro que aprenderé a vivir
con ello.

—Hmm,— tararea, estudiándome con una mirada pensativa. —


Espero que no parezca condescendiente, pero realmente admiro la forma en
que has manejado los retos que te han tocado.
Me encojo de hombros. —¿Qué iba a hacer? ¿Hacerme un ovillo y
morir allí?

—Algunas personas lo hacen.


142

—No soy algunas personas.— Incluso yo puedo oír el orgullo en mi


voz. Tiene razón. Miré a los ojos de mis peores temores: perder la carrera a
la que había planeado dedicar mi vida, dañado físicamente, completamente
perdido en cuanto a lo que debía venir después...

—Lo se.— Las palabras son un ronroneo bajo y lujurioso, y su


expresión pasa de la calidez al calor total en cuestión de segundos.

Mi corazón late más rápido. Es demasiado fácil imaginarle con esa


misma expresión mientras me ordena que haga lo que le plazca. Siento un
cosquilleo en la polla y trago saliva, dándome cuenta de que lo haré, sea lo
que sea.

—Debería volver a mi oficina,— Digo débilmente, sin hacer ningún


movimiento para levantarme.

Alden asiente lentamente. —Supongo que sí.

Me pongo en pie, demorándome aún, incapaz de obligarme a


alejarme cuando todavía tengo tantas preguntas que pesan en mi mente.

—¿Crees que podría venir alguna vez... para hablar?— pregunto.

Alden enarca una ceja. —Por supuesto. Puedes venir cuando


quieras. ¿Algún tema en particular del que te gustaría hablar, o es una
sorpresa?

Suelto un resoplido de diversión por la nariz. No estoy preparado


para sacar el tema de Daddy en el trabajo... Ni siquiera estoy seguro de
estarlo en privado, pero creo que debo hacerlo. —Llamémoslo sorpresa.

—Lo espero con ansias.

Salgo de su despacho, con el corazón haciendo gimnasia dentro de


143
mi pecho.

Pero antes de que pueda planear ir a casa de Alden para otra


conversación, necesito ser honesto con Nolan. Incluso si eso hace que me
mire de otra manera. Cuando vuelvo a mi despacho, saco mi teléfono para
enviarle un mensaje.

Gannon: Hey, baby.

Nolan: Wow, eso es raro.

Gannon: ¿Raro de mala manera?

Nolan: Increíblemente extraño. ¿Qué pasa?

Gannon: Sé que estás agobiado esta semana, pero esperaba poder


traer comida para llevar esta noche y hablar contigo de algo.

Nolan: Claro. Debería estar terminando las cosas alrededor de las 7,


si eso funciona. ¿Está todo bien?

Gannon: A las 7 suena bien. Las cosas son... complicadas.


Gran sorpresa, ¿eh? Aunque será mejor hablar en persona que por
texto.
Nolan: Ok. Te veré a las 7.
El críptico mensaje de Gannon me ha tenido toda la mañana
revisando ansiosamente mi teléfono, considerando una y otra vez llamarle y
rogarle que me saque de mi miseria y me diga qué está pasando. ¿Ha
cambiado de opinión y quiere cancelar las cosas? ¿Ha pasado algo?
144
Compruebo la hora, deseando que sean al menos las seis y media, y
gimiendo cuando me doy cuenta de que sólo es mediodía. ¿Cómo voy a
aguantar siete horas más con esta incógnita sobre mi cabeza?

—¿Nolan?

—¿Hmm?— Me doy cuenta de que mi ayudante, Tucker, ha estado


diciendo... algo... desde hace Dios sabe cuánto tiempo, y no he oído ni una
palabra.—Lo siento, mi cabeza está en otra parte.

Me dedica una sonrisa paciente. —Tenemos algo de tiempo antes de


mostrarle a la Sra. Castellano los locales para la fiesta de aniversario. ¿Por
qué no vas a almorzar o a tomar un café, para despejar tu mente?

¿Almuerzo? Es perfecto. Sonrío. —Excelente idea. Volveré en una


hora.

Prácticamente corro hacia mi coche. La oficina de Gannon no está


lejos, pero Dios sabe cómo puede ser el tráfico del mediodía, y quiero tener
el mayor tiempo posible para hablar con Gannon. Tengo la suerte de
encontrar una plaza de aparcamiento justo delante de su edificio, y espero
impaciente a que el ascensor suba al último piso.

Las puertas se abren y me apresuro a bajar sin prestar atención. Me


topo con Alden, pequeño pero robusto, que suelta un respingo y me pone
las manos en los brazos para evitar que lo atropelle.

Un revoloteo excitado comienza en mi vientre y se extiende por mi


cuerpo, una risita nerviosa burbujea en mi garganta.
—Alden, hola.

Mueve los labios en una media sonrisa. —Pet,— sa lu da . —Si estás


aquí por Gannon, creo que no volverá hasta dentro de unas horas. Él y
Barrett están sentados para una reunión de almuerzo.
145

Mis hombros se hunden.

—Mierda,— murmuro, dirigiendo rápidamente una mirada a Alden


para ver si va a reñirme por mi lenguaje. La expresión severa y a la vez
divertida de su rostro me hace pensar que quiere hacerlo, pero se contiene.
Por supuesto que sí. He dejado muy claro que no estoy buscando un Daddy,
así que ¿por qué me siento mínimamente decepcionado de que no diga
nada? —Bueno, supongo que será un almuerzo para mí solo entonces.

—Qué tragedia,— se burla, y se me ocurre una idea.

—Lo es,— concuerdo. —No querrás salvarme de mi propia


empresa, ¿verdad?

—¿Me estás invitando a comer?— Alden pregunta.

—Lo estoy haciendo. ¿Qué dices?

Me mira fijamente durante algunos de los segundos más largos de


mi vida, con un nudo en el estómago mientras me preparo para lo que
parece un rechazo inevitable. Cuando asiente, es todo lo que puedo hacer
para no dejar escapar un audible suspiro de alivio.

—El almuerzo suena maravilloso. Guíame por el camino.

Vuelvo a llamar al ascensor y subimos juntos. Hay algo en el hecho


de estar a solas con él en el reducido espacio del ascensor más lento del
mundo que hace que mi cuerpo sienta un cosquilleo de calor y conciencia.
Me aclaro la garganta y cambio mi peso de un pie a otro mientras
miro fijamente las puertas metálicas.

—Estoy aparcado justo en frente. Podemos coger mi coche,—


sugiero. Alden me sigue, arrugando la nariz de nuevo en cuanto estamos a
146
la vista de mi coche.

—Por el amor de Gucci, no vamos a tener esta conversación de


nuevo,— Gimo.

—¿Qué? No he dicho nada,— defiende, abriendo el lado del


pasajero y entra.

—Lo veo en tu cara,— Digo una vez que estoy dentro también. —
Entiendo que no está a tu altura, pero es mi coche. Ten un poco de respeto.

—No se trata de normas,— argumenta. —Este coche es inseguro.


Prácticamente se mantiene unido con cinta adhesiva y pensamientos felices.

—Lo es,— acepto rotundamente. —Así que será mejor que sigas
pensando en positivo, o en cualquier momento estallaremos en llamas.

Él suelta una carcajada, lo que alivia parte de la tensión del


momento. Arranco el coche y me dirijo al restaurante de sushi más cercano.

Como en nuestra cita, fue que incluso una fecha, Alden me abre la
puerta, con su mano en la parte baja de mi espalda mientras me lleva al
interior del restaurante. Está bastante lleno, pero conseguimos una mesa.
Sin duda porque Alden le da una propina, con astucia y al estilo de James
Bond. No voy a mentir. Hace calor.

—Viví en un coche durante un tiempo,— Confieso, desplegando la


pesada servilleta de tela que hay junto a mi sitio y doblándola hábilmente en
forma de cisne, simplemente para tener algo que hacer con las manos.
—¿En ese auto?— pregunta, con un tono comprensivo.

—No. Fue cuando era un niño. Pero creo que, en el fondo de mi


mente, siempre estoy preparado para tener que hacerlo de nuevo. Sé que
podría conseguir algo más bonito. Ciertamente me lo puedo permitir,
pero...— Me encojo de hombros. —Ese coche fue lo primero que compré 147

con mi propio dinero. Supongo que es especial.

—Eso es comprensible. Pero sabes, podrías conservar el coche por


valor sentimental y aun así conseguir uno más nuevo y seguro,— razona
mientras despliego el cisne y lo vuelvo a doblar en forma de rosa esta vez.

—Eso es ridículo. No voy a pagar por un segundo coche cuando ya


tengo uno,— Me burlo.

Tararea, tomando un sorbo del sake que pidió. —No sabía que
habías crecido así.

—Nadie lo sabe.

—¿Ni siquiera Gannon?

Hago un sonido sin compromiso y le entrego la rosa que he doblado.


La suave sonrisa que baila en sus labios cuando ve lo que he hecho me hace
palpitar el corazón.

—Sabe lo básico. Sólo que no es algo de lo que me guste hablar


mucho. No me gusta que la gente me vea así.

—Es difícil cuando la gente hace suposiciones basadas en tus padres


y tu educación,— está de acuerdo, y yo vuelvo a mirarle a los ojos, pasando
la comprensión entre nosotros. Puede que hayamos crecido en extremos
completamente opuestos del espectro, pero hay una extraña clase de
camaradería en todo ello.
—Creo que nunca te he dado las gracias por la noche del viernes,—
digo yo. Alden parpadea ante el rápido cambio de tema, pero se incorpora
enseguida.

—No necesitas hacerlo.


148

—Quiero hacerlo de todos modos. Y siento de nuevo cómo actué a la


mañana siguiente. El hecho de que no entienda del todo estas cosas no
significa que deba quitarle importancia.

—Gracias.— Su pie roza el mío por debajo de la mesa y su


expresión se relaja.

La amistad que empezamos a forjar hace poco parece haber vuelto a


su cauce, y eso nos reconforta sorprendentemente.

Llega nuestra comida y nos ceñimos a temas más ligeros durante el


resto de la comida, cotilleando sobre las personas de la alta sociedad que
ambos conocemos y hablando de libros. Es una comida deliciosa que
consigue alejar mi mente de Gannon y de lo que sea que quiera discutir, al
menos durante una hora.

Cuando vuelvo a parar frente a la oficina, Alden se desabrocha el


cinturón y se gira hacia mí. —¿Quieres que le diga a Gannon que has
venido?

—No, lo veré esta noche de todos modos. Gracias por la compañía. El


almuerzo fue agradable.

—Lo fue,— acepta, dudando un momento antes de inclinarse para


besar mi mejilla. —Sé bueno, Pet.

Se baja y entra, dejándome aún más confundido y retorcido de lo


que estaba. Suspiro y me alejo de la acera para dirigirme a mi oficina para
mis citas de la tarde.
*****

El día pasa mucho más rápido después de comer, y para cuando 149
llego a mi apartamento, justo antes de las siete, encuentro a Gannon
esperando con una bolsa de lo que huele a comida india para llevar.

—Mm, eso huele divino.— Huelo el aire y él se ríe.

Se hace a un lado para que yo pueda abrir la puerta, y mi estómago


se revuelve en nudos de ansiedad ante la apretada sonrisa que me dedica.
Me sigue directamente a la cocina y deja la bolsa en la encimera mientras
yo saco los platos, con la cerámica chirriando gracias a mis manos
temblorosas. Los dejo junto a la comida y respiro profundamente,
armándome de valor para mirarle a los ojos.

—Si me estás dejando, ¿puedes decírmelo ahora? Ya sabes,


arrancarlo rápido como una tirita.

—¿Dejarte? ¿Por qué iba a dejarte?— Él frunce el ceño.

—No lo sé. Querías hablar, pero no querías decir por qué.

—No porque quiera dejarte. Aunque es posible que quieras dejarme


después de que te lo diga.— Mete la mano en las bolsas y saca cada uno de
los recipientes, concentrando en la tarea mucha más atención de la necesaria.

—Todavía estoy a favor del enfoque de la tirita. Sea lo que sea,


dímelo.— Me apoyo en la encimera y me aprieto el labio inferior entre los
dientes mientras espero a que caiga el martillo. Puedo saborear los restos
del brillo de labios de fresa que me he aplicado antes.

—Creo que me gustan las cosas de Daddy,— confiesa, con su


atención todavía fijada en servir nuestros platos, el olor del curry me hace
agua en la boca.

—Lo sé... o, quiero decir, me lo imaginaba.— No sé por qué está tan


nervioso para decírmelo. Era bastante obvio que se estaba excitando la otra
noche. Diablos, yo también lo estaba.
150

—No, me gusta mucho.— Por fin vuelve a mirarme a los ojos, y


puedo ver el conflicto que arde en ellos.

—Como, ¿Quieres un Daddy? ¿Quieres que Alden sea tu Daddy?—


Se me seca la garganta, los nervios vuelven con fuerza. Realmente parece
que me está dejando en este momento.

—No. Si.— Sus fosas nasales se agitan y resopla con irritación. —


No lo sé. Quiero hablar más con él sobre esto. Pero no quiero renunciar a ti.
¿Es eso posible? Sé que hablamos un poco sobre tal vez resolver las cosas
la otra mañana, pero ¿cómo funcionaría eso?

—No tengo idea,— admito, dando un paso adelante y quitándole el


tenedor de la mano, poniéndolo en el plato más cercano. Le rodeo el cuello
con los brazos y le miro. —Tal vez Alden pueda decirnos cómo funciona. O
podemos descubrirlo. O... no lo sé. Lo que sí sé es que te quiero. Y punto.
No voy a alejarme de esto. Deberías hablar con Alden y averiguar más.
Averiguar lo que sientes y lo que quieres de él.

—Si voy a casa de Alden, le pregunto sobre la perversión de Daddy,


y me excita la conversación, ¿no es eso engañar?— Hay un tono
desesperado en su voz que quiero calmar, así que me inclino y rozo mis
labios con los suyos.

Se hunde en mí, y parte de la tensión desaparece de su cuerpo


mientras presiona su boca contra la mía. Cuando nos separamos, apoyo mi
frente en la suya.

—Esta es nuestra relación. Nosotros definimos lo que es el engaño.


Ve a casa de Alden, pregúntale lo que necesites saber, haz lo que te parezca
correcto. ¿De acuerdo?

—Okay,— se hace eco, besándome de nuevo. —Si estás seguro.


151
Me rodea con sus brazos por el medio y me lleva de nuevo contra el
mostrador, aprisionándome y separando mis labios con su lengua.

—Estoy seguro. Todo lo que quiero es que seas feliz,— Digo entre
besos, arrastrando mis dedos sobre su suave y corto pelo, mi polla
endureciéndose contra él mientras me enjaula. —Y tener la oportunidad de
besarte y tocarte.

Demuestro mi punto de vista pasando mis dedos por su nuca y luego


por su pecho. Noto las duras puntas de sus pezones a través de su camiseta,
y un suave bulto en sus vaqueros que presiona mi rápida erección. Sonríe
contra mis labios, me desabrocha la camisa de vestir y desliza sus manos
por debajo, el calor de su contacto hace que mi respiración se entrecorte y
mi polla se estremezca.

—Soy tuyo. Ahora estás atrapado conmigo,— promete.

—Entonces creo que estoy de acuerdo con que seas de Alden


también, si es lo que quieres.

Es una conversación tan pesada, pero con nuestras manos y bocas


moviéndose una contra la otra, no parece que nada se acabe. Todo lo
contrario. Se siente como si estuviéramos pensando en cómo hacer que esto
dure.

Gannon me toca la polla a través del sedoso material de mis


pantalones, y yo gimo en su boca, moviendo las caderas para empujar
contra su palma.

—No puedo dejar de pensar en lo bien que sabías la otra noche,—


me dice entre fuertes besos. —El peso de tu polla en mi lengua,— continúa,
apretando mi pene y sacando un jadeo de mis labios. —El pulso de tu
orgasmo.

—Gannon—, jadeo su nombre contra su boca, clavando mis dedos


en sus hombros. —Yo también quiero chuparte. 152

—Yo no...— Traga, agachando la cabeza para mirar el bulto en la


parte delantera de sus pantalones.

—No me importa.— Le beso de nuevo y luego le presiono el pecho


para que dé un paso atrás. Agarrando su mano, lo saco de la cocina y lo
arrastro por el corto pasillo hasta mi dormitorio, con la cena casi olvidada.

En cuanto llegamos a mi habitación, me desvisto en una ráfaga de


botones y cremalleras, tirando a ciegas cada prenda una vez que me he
liberado de ella. Gannon hace lo mismo y se desprende de su ropa una a
una, incluida su prótesis, justo antes de desplomarse en la cama con una
sonrisa.

Me detengo a los pies de la cama, desnudo de pies a cabeza, con la


polla palpitando, ignorada mientras se balancea entre mis muslos. Estoy
mucho más concentrado en el cuerpo desnudo de Gannon que en el mío. Es
tan impresionante, la confianza y la vulnerabilidad se mezclan en sus ojos,
los planos de su cuerpo están adornados con un mapa de su vida, cicatrices
y tatuajes por igual. Su polla está medio dura contra su muslo, encajada en
una mata de vello púbico oscuro.

Lo lameré y chuparé con gusto hasta que me duela la mandíbula,


hasta que la cena que nos espera en el mostrador se arruine por completo y
tengamos que pasar hambre por la noche.

—Mierda,— murmura en voz baja, retorciéndose bajo mi mirada.

—¿Qué?— Consigo apartar los ojos de su cuerpo y volver a su cara,


envolviendo distraídamente una mano alrededor de mi polla y acariciándola
lentamente.

—La forma en que me miras. Es como...— Se detiene y deja que el


resto de la frase quede en el aire entre nosotros.
153

Le sostengo la mirada y asiento lentamente. No estoy preparado


para decirlo, y él no está preparado para oírlo, pero el entendimiento ocupa
todo el espacio de la habitación, demasiado pesado por un momento antes
de que rompa la tensión subiéndose a la cama.

—¿Puedo?— Pregunto, acariciando su pierna. Su respiración se


entrecorta y asiente con la cabeza.

Aprieto el primer beso contra su rodilla cicatrizada y callosa. La piel


parece menos irritada que la otra mañana, así que debe estar usando la
loción como le dije. Me recorre una onda de satisfacción y, por un segundo,
creo que podría entender un poco a Alden.

Gannon gime cuando le doy besos lentamente por el interior del


muslo. Se rodea la polla con el puño, tirando y acariciándose con un toque
de desesperación. Cuando llego al centro de sus muslos, le doy un casto
beso en los huevos y le pongo la mano encima para detenerlo. Deja escapar
un suspiro frustrado, y yo le doy otro suave beso en la esponjosa cabeza de
su polla.

—Relajate,— Yo tarareo. —No hay prisa, y el único objetivo que


tengo es adorar cada centímetro de ti.

Afloja su agarre, sus músculos se relajan mientras deja escapar un


largo suspiro y luego asiente. —Lo siento.

—No lo sientas.— Beso la cabeza de su polla una vez más y luego


continúo mi viaje por su cuerpo.
Trazo la forma de sus coloridos tatuajes con mi lengua,
memorizando cada centímetro de él. Todas y cada una de las cicatrices
elevadas y dentadas reciben un suave toque de mis labios. Mientras lo
exploro con la boca, le acaricio los pezones con los dedos, sonriendo contra
su piel cada vez que jadea o deja escapar un ruido estrangulado.
154

Cuando llego de nuevo a su boca, Gannon jadea, su pecho se agita


con cada respiración, sus labios se calientan como el pecado cuando
volvemos a chocar en un beso desesperado y húmedo. Nuestras lenguas se
enredan y se deslizan una contra la otra, mi polla palpita desesperadamente
contra el grueso y peludo muslo de Gannon. Me pongo a horcajadas sobre
él, alineando nuestras pollas. Está más duro de lo que estaba, pero sigue
siendo suave. Su polla está abrasadoramente caliente, creciendo y
engrosando por milímetros mientras empujo contra él.

No tiene ningún problema como él cree. Sólo necesita un poco de


atención extra. No puedo imaginarme que tenga una queja al respecto ni en
un millón de años, que es aproximadamente el tiempo que pienso
mantenerlo.

La polla me hormiguea, el calor se acumula en mi estómago y me


aprieta los huevos con cada movimiento de mis caderas. Nuestros besos son
más lenguas desesperadas que otra cosa, sus manos amasando las mejillas
de mi culo.

Extrañamente, se siente un poco extraño no tener a Alden en la


esquina de la habitación observándonos. Al darme cuenta de ello, rompo el
beso y lucho contra el impulso de sacar el teléfono del bolsillo para
llamarlo.

—¿Todo bien?— Gannon lo comprueba.

Su sólido cuerpo bajo el mío me arrastra de nuevo al presente, y le


sonrío. —Todo es increíble. Pero estoy bastante seguro de que nos
prometimos mamadas.
Con otra sonrisa, me pongo sobre las manos y las rodillas y me doy
la vuelta, de modo que estamos dispuestos de pies a cabeza... o más bien, de
cara a la polla.
155
Emite un sonido hambriento y se lleva inmediatamente mis pelotas a
la boca. Gimo, una sacudida de necesidad me recorre, mi polla se sacude
violentamente y derrama un pegajoso presemen contra su piel.

Arrastro mi nariz contra su polla mientras él me vuelve loco,


lamiendo y chupando mis pelotas hasta que están doloridas y pesadas.
Lentos y húmedos lametazos en su pene para que se endurezca poco a poco.
Alterno los lametones con suaves besos de boca abierta desde los huevos
hasta la cabeza y viceversa.

Gannon abandona mis pelotas, rodeando con su mano la base de mi


erección y acercándola a su boca. Gimo y gimo, enviando vibraciones de
sonido por mi lengua y a lo largo de su polla.

Sus labios son cálidos y húmedos cuando los cierra alrededor de la


cabeza de mi polla, lo que hace que se me enrosquen los dedos de los pies y
se me corte la respiración en la garganta.

Mierda, mierda, mierda, repito en mi mente, conteniendo


desesperadamente las ganas de descargar mi semen sobre sus labios y su
lengua con demasiada rapidez. Me meto la polla en la boca y sigo
acariciándola con golpes de lengua. Ahora está dura, no tan dura ni tan
gruesa como la otra noche, pero poco a poco se va acercando. Relajo la
garganta y lo llevo hasta la raíz, zumbando y chupando mientras subo y
bajo la cabeza.

Gannon vuelve a agarrarme las nalgas mientras me chupa, y el tirón


de mis nalgas hace que se separen y expongan mi agujero al aire más fresco
de la habitación. Un dolor vacío me invade, mi agujero se agita y palpita
para ser llenado. Quiero rogarle que me meta los dedos, pero eso requeriría
que soltara su polla de mi boca, y eso es un pase difícil.

Parece leerme la mente, arrastrando sus dedos por la saliva que aún
se aferra a mis pelotas y hasta mi agujero. Gimo con la boca llena, con su
polla sacudiéndose e hinchándose, presionada entre mi lengua y el paladar.
156

Me acaricia con los dedos el borde fruncido de mi agujero,


arrancando más sonidos ahogados de mi garganta mientras lo chupo más
fuerte y más rápido, con la desesperación creciendo en mi interior. Gannon
imita mis movimientos, metiendo mi polla en su garganta más rápido, más
profundo, más húmedo. Sus caderas se agitan, forzándolo a entrar más en
mi garganta, y yo me lo trago con gusto, presionando mi nariz contra sus
pelotas y manteniéndolo allí hasta que mis pulmones empiezan a arder por
otra respiración.

Me rodea y acaricia el agujero con dos dedos, añadiendo presión


poco a poco hasta que la punta de un dedo se desliza dentro, y estoy
acabada. Mis muslos se aprietan y tiemblan, mis pelotas se contraen
dolorosamente y mi orgasmo llena su boca.

Su polla se ablanda un poco en mi boca mientras se concentra en


sacarme hasta la última gota de semen, y sólo me suelta cuando empiezo a
retorcerme por exceso de sensibilidad. Quiero desplomarme a su lado, pero
aún no he terminado con él. Me apoyo en las manos y las rodillas y
empiezo a chuparlo con más fuerza, deslizando una mano entre sus piernas
para hacer rodar sus pelotas contra mi palma.

Me empieza a doler la mandíbula, pero no me importa. Se la


chuparé toda la noche, y estaré en la puta luna de hacerlo. Cada gemido
estremecedor que sale de sus labios me incita a seguir acariciándolo,
lamiéndolo, llevándolo a mi garganta una y otra vez hasta que finalmente
suelta un grito estrangulado mientras gruesas y saladas cuerdas de su
descarga pintan mi lengua y salpican el fondo de mi garganta.

Cuando empieza a ablandarse, le lamo la cabeza de la polla por


última vez, provocando un escalofrío en todo su cuerpo antes de soltarlo.
Mi cuerpo está pesado y cansado, pero consigo darme la vuelta de nuevo, y
Gannon me arrastra inmediatamente contra él.

No estoy seguro de cuánto tiempo permanecemos tumbados,


157
abrazados el uno al otro, recuperando el aliento, pero finalmente, mi
estómago gruñe y ambos nos reímos.

—No tenemos que vestirnos para cenar, ¿verdad?— Pregunto,


perezosamente estirándose sobre el cuerpo de Gannon.

—No, por supuesto. Sin embargo, vamos a tener que recalentar la


comida.

Bostezo y asiento contra su hombro. —Por eso se inventaron los


microondas.

Se ríe. —¿En caso de sesenta y nueve?

—Exactamente.
158

Me demoro en la solicitud de compra, sopesando las probables


consecuencias frente a la satisfacción de hacer algo bueno por Nolan. No es
un coche extravagante. Ya me disuadí de comprar un Maserati de gama
alta. Pero seguro que un Honda de precio razonable no es una exageración.

Envío la solicitud antes de que pueda disuadirme, y hago saber al


concesionario que pagaré con gusto el doble de la cantidad para que me
entreguen el coche con una nota mía también. Satisfecho con mi decisión,
cierro el portátil, lo dejo a un lado y miro la habitación vacía.

Suspiro, tamborileando los dedos contra mi muslo. Es jueves por la


noche. Podría ir a la discoteca. Aunque, a estas alturas, ni siquiera estoy
seguro de que mi membresía esté al día. ¿Cuándo fui por última vez? ¿Hace
seis meses? ¿Un año? No, tiene que haber sido más tiempo que eso.

¿Puede el silencio ser aplastante? Este ciertamente lo parece. Me


pongo en pie de un salto, desesperado por hacer algo que no sea estar
sentado en mi salón mirando la pared. Suelo pasar noches como ésta en mi
biblioteca, relajándome con un libro. Pero no me he atrevido a entrar en la
biblioteca desde que Gannon y Nolan estuvieron aquí.

Opto por tomar una copa. Tal vez me dé un baño después. Cruzo la
habitación hacia mi carro de bar y cojo una botella de whisky perfectamente
envejecida. Antes de que tenga la oportunidad de servirla en un vaso, suena
el timbre de la puerta.

El corazón me salta dentro del pecho. Han pasado tres días enteros
desde que Gannon me preguntó si podía pasarse por aquí alguna vez, y no
ha vuelto a sacar el tema. Aunque esta semana se ha convertido en un
hábito una agradable charla con el café de la mañana. Hasta el punto de que
me he planteado traer unos bollos mañana por la mañana para tener algo
que ofrecerle cuando venga a mi despacho.

Me tiembla la mano de forma vergonzosa mientras dejo la botella


sin abrir y me dirijo a la puerta principal. Sólo unos segundos antes de abrir
159
la puerta me doy cuenta de que apenas estoy vestido para recibir invitados,
ya que me he puesto una camiseta y unos pantalones de deporte cuando he
llegado antes a casa desde la oficina.

No voy a hacer esperar a quienquiera que sea, así que me


desentiendo de la preocupación y abro la puerta.

Tal y como esperaba, Gannon está de pie al otro lado, con aspecto
ansioso y un poco como si estuviera considerando darse la vuelta y salir
corriendo antes de que yo abriera la puerta. Una lenta sonrisa se dibuja en
mis labios, pero me contengo para no excitarme demasiado.

—Gannon,— Digo su nombre simplemente porque quiero sentir su


forma en mis labios. —Adelante.

Duda un momento, sus ojos recorren mi atuendo informal y luego


vuelven a mirar mi cara. Sus labios se curvan en una sonrisa antes de asentir
y entrar. —Gracias. Espero que sea un buen momento.

—Te dije que vinieras cuando quisieras,— le recuerdo. —¿Puedo


ofrecerte algo de comer o beber? Estaba a punto de servirme un whisky
justo antes de que llegaras,— le ofrezco mientras le conduzco por el pasillo
hacia el salón.

Gannon toma asiento en el sofá, nuestras miradas se cruzan mientras


parece sopesar cuidadosamente la pregunta. —Agua está bien,— responde
finalmente.

Sería bastante fácil suponer que no es un hombre de whisky, pero su


respuesta tiene un peso que provoca en mí un trino vertiginoso y
esperanzador.
—Agua será. Ponte cómodo. Ahora mismo vuelvo.

Atravieso la casa a grandes zancadas hasta llegar a la cocina y


respiro profundamente para calmarme en cuanto me quedo solo. Por
160
costumbre, me estiro para enderezar la corbata antes de darme cuenta de
que no llevo ninguna. A Gannon no parece importarle cómo voy vestido,
así que supongo que no debería preocuparme por ello.

Sirvo dos vasos de agua y preparo rápidamente una bandeja con


fruta y varios quesos por si tiene hambre o simplemente quiere algo con lo
que entretenerse mientras hablamos. ¿Sólo ha venido para eso? Para hablar.
Me agarro al borde del mostrador, cierro los ojos y vuelvo a respirar
profundamente, negándome a dejarme llevar por la vertiginosa esperanza
que se arremolina en mi interior.

Recojo la bandeja y la llevo de vuelta al salón, donde Gannon está


esperando, inclinado hacia delante con los codos apoyados en las rodillas,
haciendo rebotar la pierna con ansiedad.

Mi reacción instintiva es ir hacia él y encontrar una manera de


calmarlo, pero las interacciones como estas son mucho más complicadas
cuando las reglas no están claras. No es mi niño, no es mi nada... a menos
que decida que quiere serlo.

Dejo la bandeja en el suelo y él levanta la vista con una sonrisa


tensa, echándose hacia atrás y extendiendo los brazos sobre el respaldo del
sofá.

—Gracias,— dice.

—De nada.— Tomo asiento en el caro sillón de cuero que se


encuentra frente al sofá, cruzando el tobillo sobre la rodilla y
comprometiéndome a dejar que Gannon tome la iniciativa en lo que sea que
haya venido a discutir.
—No estaba seguro de si iba a venir o no. Nolan me animó a
hacerlo,— confiesa, cogiendo uno de los vasos de agua y bebiendo un
sorbo. Veo cómo su garganta se tambalea con el trago, su lengua sale para
recoger una gota perdida de su labio inferior cuando baja el vaso.
161
Un zumbido de deseo se instala en mis entrañas.

—¿Y de qué quería Nolan que me hablaras?— pregunto.

Gannon sonríe y emite un sonido divertido. —No, esto no es una


situación de pedir consejo a un amigo. Acabo de hablar con él sobre el
tema, y me impidió acobardarme, supongo.—

Pasa el pulgar de un lado a otro sobre el cristal liso que tiene en la


mano, su rodilla sigue rebotando. Está claro que va a necesitar un pequeño
empujón para empezar.

—Gannon,— Digo su nombre con firmeza, con un toque de


autoridad en mi tono. —Cuéntame.

Sus ojos vuelan hacia los míos, un rubor rosado que se cuela en sus
mejillas incluso cuando el más mínimo indicio de desafío destella tras sus
ojos grises y tormentosos.

—Quiero saber más sobre la perversión de Daddy.

Otra sacudida de excitación me atraviesa. Incluso el hecho de que


sienta curiosidad por las perversiones de papá es mejor de lo que esperaba.

—¿Qué quieres saber?

—¿Cómo funciona? ¿Es todo el tiempo o sólo en la cama o en


ciertos momentos? ¿Qué cosas controla o decide un Daddy? Antes
mencionaste los castigos. ¿En qué consisten? El porno sólo me ha llevado
hasta aquí con todo esto.— Hace una lista de preguntas y vuelve a dejar el
vaso en el suelo. Se frota ansiosamente la mano contra la nuca antes de
volver a mirarme.

—En primer lugar, no tengo nada en contra del porno, pero nadie
debería aprender este estilo con él. Es como intentar aprender a conducir
viendo esas horribles películas de Furiosamente rápidos2 o como se llamen.
162

Gannon suelta una carcajada. —Justo cuando empezabas a parecer


realista y cercano.— Mueve la cabeza y yo le lanzo una mirada burlona.

—Soy más del tipo de ciencia ficción y películas de terror— le


explico con indiferencia. —Por desgracia, la respuesta al resto de tus
preguntas es: depende.

—¿De?

—En el Daddy, en ti, en el acuerdo al que lleguen los dos juntos—


Me esfuerzo por no imaginarlo con otro daddy. Nolan es una cosa, pero la
idea de que otro hombre lo cuide como he soñado durante años es
demasiado.

Mueve la cabeza de forma algo ausente. —Ayúdame porque quiero


entenderlo.

—¿Quieres entender la perversión de Daddy?— aclaro.

—Quiero entender lo que estoy sintiendo y si realmente quiero esto,


o si es sólo una nueva perversión porno en la que me he interesado y que
milagrosamente parece superar mis problemas de disfunción eréctil la
mayoría de las veces.— Puedo oír la frustración en su voz, y las ganas de
consolarlo vuelven a surgir en mi interior.

Quiere saber si la perversión de Daddy es para él. Estoy seguro de


que puedo encontrar una manera de ayudarle a descubrirlo.

2
Jajaja habla de la película: fast to the furious
—Ven aquí.— Descruzo las piernas y acaricio mi regazo.

Gannon levanta las dos cejas con incredulidad. —¿Quieres que me


siente en tu regazo?

—He tenido chicos más grandes que tú que lo han hecho. Ahora, 163

ven aquí,— Le digo más severamente la segunda vez. Sólo duda un


momento antes de levantarse y cruzar el pequeño espacio que nos separa.
Mira los altos brazos de la silla, tratando de averiguar la mejor manera de
hacer que esto funcione, y yo tarareo. —Buen punto, esta silla no es del
todo propicia para sentarse en el regazo. El sofá sí lo es.

Me pongo en pie y cojo la mano de Gannon. Él la agarra con ganas,


como si yo fuera una balsa salvavidas en medio del océano, y lo llevo
conmigo al sofá. Me siento y le doy un tirón de la mano. Se sube a mi
regazo y se queda sentado, rígido, hasta que empiezo a frotarle la mano por
la columna vertebral, animándole a relajarse.

Gannon se derrite contra mí, deja escapar un suspiro y me permite


rodearlo con los brazos.

—Esto es lo que el kink de papá es en el fondo,— explico. —


Estabas ansioso, y yo voy a mejorarlo. Cómo llegaremos, cómo será, todos
esos detalles, son cosas que un buen Daddy te hará a medida.

Me muevo en su regazo, sorprendido por lo reconfortante que es


tener sus brazos alrededor de mí a pesar de que es mucho más pequeño que
yo.
—Cuando lo pones así, suena... dulce,— Me lo planteo.

—Shh, que no te oigan decir eso los chicos buscadores de oro,—


susurra en escena, y yo me río.
—Es un pensamiento extraño,— confieso. —La idea de dejar que
otra persona se ocupe de mí, aunque sea sólo un poco de tiempo.— Sacudo
la cabeza y trago saliva, imaginando lo que se sentiría al saber que hay
alguien... no, no alguien, que Alden está pendiente de mí, preocupándose por
mí, cuidando de mí. Un sentimiento cálido me recorre. —Da miedo, pero
164
creo que lo quiero.

Su mano sigue contra mi espalda. —¿Conmigo? ¿O has venido a


preguntarme si puedo emparejarte con alguien agradable?— Sonríe ante su
propia broma, pero su voz es demasiado tensa para ocultar el rastro de
inseguridad que hay en ella.

—Sí, si conoces a alguien,— Me burlo, y su mandíbula se


estremece. —Te estoy jodiendo.

Suelta un suspiro divertido y estrecha los ojos hacia mí. —Bueno,


ya tienes lo de mocoso, así que es un buen comienzo.

Nos miramos fijamente durante unos largos segundos en silencio,


ambos parecemos intentar averiguar qué pasa a continuación.

—¿Por qué no vamos a nadar?— Alden sugiere.

La sugerencia me pilla desprevenido, pero asiento con la cabeza.

—No tengo bañador. Supongo que eso no será un problema—


Sonrío mientras me pongo de pie.

—Bañarse desnudo es realmente la única forma de disfrutar


de una piscina privada.

—En ese caso, guíame por el camino.

Es un paseo corto desde el salón hasta la terraza de la piscina, pero


es suficiente para que mis nervios empiecen a aparecer. ¿Realmente
estamos haciendo esto? No tengo la menor idea de cómo tener un Daddy, o
de cómo ser un chico, en realidad. Se me contrae la garganta y se me
revuelven las tripas. Cuando Nolan me dio su bendición para venir aquí y
hablar, el sexo estaba implícito, pero ¿tropezar con una relación completa
de Daddy-chico con Alden? No creo que hayamos hablado de eso. Joder,
¿qué estoy haciendo?
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—Gannon,— dice mi nombre con firmeza, haciendo que mis


pensamientos en espiral se detengan. —Este es el plan: nos vamos a
desnudar completamente y nos vamos a bañar juntos. Es probable que nos
besemos.— Sonríe y yo me río, y la tensión desaparece de mis hombros. —
Y luego vamos a hablar de cómo podría ser esta relación. Después de eso,
vas a ir a casa y a consultarlo todo con la almohada, a hablar con Nolan, a
hacer lo que necesites antes de decidir si esto es lo que realmente quieres.

Tira lentamente de los botones de mi camisa, desabrochándolos uno


a uno, estando tan cerca que puedo oler su loción después del afeitado
picante y sentir su aliento contra mi cara con cada exhalación.

—Okay,— Estoy de acuerdo, dejando que la sensación de calma


que provoca su tono me inunde. No tengo que saber qué coño estoy
haciendo. Sólo tengo que confiar en que Alden lo sabe.

—Pero necesito que sepas algo.— Sus ojos se encuentran con los
míos y me sostienen la mirada, la intensidad que arde en su expresión me
atrae como una polilla a la llama. —Esto no es un juego para mí. Estoy
buscando algo duradero, al igual que tú y Nolan.

Asiento con la cabeza, la fuerza de su energía me atrae, nuestras


narices se rozan mientras muevo la cabeza en señal de comprensión.

—No es un juego,— concuerdo. —Todavía no se lo que es, pero no


es un juego.

—Esa parte la resolveremos juntos.

—Okay,— Vuelvo a decir, dejando que me quite la camisa de los


hombros una vez una vez que está completamente abierta. No nos besamos,
pero nuestros labios permanecen cerca del otro, el silencio pesa entre
nosotros mientras nos desnudamos mutuamente. Mis dedos rozan su carne
cuando está expuesta, y los suyos hacen lo mismo. Se me pone la piel de
gallina y se me entrecorta la respiración, que se me atasca en el pecho cada
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vez que me toca.

—Eres tan hermoso, Gannon—. Me recorre las cicatrices y pasa sus


dedos por el tatuaje de mi hombro—un árbol blanco y negro con raíces
profundas y ramas desnudas.

Quiero dar las gracias, o tal vez burlarme de la absurda palabra


utilizada para describirme, pero no es eso lo que sale cuando abro la boca.

—¿No tengo un apodo?— Me siento tonto e incluso un poco


enfadado, pero extrañamente, estar con Alden hace que a veces me parezca
bien ser así. Como si pudiera dejarme llevar y dejar de preocuparme por
cómo se supone que debo ser.

—¿Quieres un apodo?— me pregunta, arrastrando sus dedos por mi


pelo corto.

Mi instinto es reírme de la necesidad, decirle que solo estoy


bromeando. Pero quiero uno. Cada vez que llama a Nolan su Pet, siento un
pequeño destello de celos. Ni siquiera tengo que responder. Lo lee en mi
cara, se inclina hacia delante y me da un beso en los labios.

—Mi dulce y obstinado Treasure. Está bien necesitar cosas, aunque


sea algo tan simple como un nombre especial para ser llamado.

Me burlo, pero de todos modos se me dibuja una sonrisa en los


labios y una sensación de calidez me llena la boca del estómago. Treasure.
¿Así es como me ve?

—Gracias,— Digo en un susurro tembloroso.


—No necesitas agradecerme, Treasure.

No sé qué decir a eso, así que me concentro en desabrocharle los


pantalones. Cuando se los bajo, su polla se libera, gruesa y dura entre
nosotros. Los nervios vuelven a temblar en la boca del estómago,
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haciéndome sentir como una virgen ruborizada.

Alden me baja también los pantalones y los calzoncillos, y mi polla


está medio dura. Me apoyo en sus hombros para mantener el equilibrio y
poder quitarme los pantalones, y luego miro hacia el sofá del patio.

—Necesito sentarme para poder…— Hago un gesto hacia mi pierna


ortopédica.

—¿No puedes nadar con ella puesta?

—Podría, pero el cloro las rompe más rápido y son muy caras de
reemplazar. Puedo nadar bien sin él, siempre y cuando no te importe ser mi
muleta para ir a la piscina.

—Por supuesto que no.— Espera mientras me la quito, me echa una


mano cuando estoy listo para levantarme y se coloca rápidamente bajo mi
brazo para mantener el equilibrio.

El agua es agradablemente suave mientras bajamos los escalones de


la piscina. Una vez que soy capaz de confiar mi peso al agua, me desprendo
de Alden y me doy la vuelta para flotar sobre mi espalda. El sol se ha
puesto mientras hablábamos dentro, pero el cielo nocturno sigue siendo de
un color oscuro, ya que la luz de la ciudad lo hace demasiado brillante para
ver las estrellas.

Los dos nadamos durante un rato, hablando de cosas intrascendentes


e intercambiando sonrisas.

Cierro los ojos, todavía flotando sobre mi espalda, y cuando los


abro, Alden está de pie sobre mí, al revés de mi perspectiva. Hay una
mirada serena en sus ojos cuando los barre sobre mí, aterrizando en mi cara
después de un momento. A pesar de que el agua me refresca el cuerpo, esa
mirada me calienta por completo. Lo siento como una caricia. Treasure. Mi
polla se estremece, hinchándose lentamente.

—No me tientes esta noche, Treasure.— Dice con una sonrisa de 168

satisfacción.

—Entonces no me mires así— Contraataco, devolviéndole la


sonrisa.

—Qué mocoso,— murmura, pero no parece una queja. En todo caso,


sus ojos se encienden aún más, la energía entre nosotros palpita de forma
palpable, vibrando a través de mi pecho e irradiando a través de mi cuerpo.

Ni siquiera veo venir el beso. En un segundo me está provocando


con la mirada, y al siguiente, sus labios están sobre los míos, boca abajo,
con mi labio inferior atrapado entre los suyos. Jadeo contra su boca, con el
pulso retumbando en mis oídos. Nos besamos la otra noche cuando
estábamos los tres juntos, pero eso fue diferente. Fue un momento de lujuria
ciega. Acababa de enterarme de que sentía algo por mí, y todo estaba un
poco borroso.

Este beso no vive en el mismo universo que aquél. Este beso es la


culminación de una semana de tomar café juntos cada mañana y conocer
todos los detalles sorprendentes e interesantes sobre él, una semana de
mirar atrás a los años que nos conocemos y replantear cada interacción bajo
una nueva luz, una semana de preguntarse cómo sería si le pidiera a Alden
que fuera mi Daddy. Es tierno y desesperado al mismo tiempo, caliente y
que provoca escalofríos. Se siente como el final de una parte de mi vida y el
comienzo de una completamente nueva.

Es mucho para un solo beso, pero de alguna manera Alden lo


consigue, dirigiendo el ritmo de nuestras bocas y lenguas, sus dedos
arrastrándose por mi pecho y mi vientre, nuestra respiración sincronizada.
Cuando rompe el beso, vuelvo a jadear, esta vez porque me olvidé
de respirar por un momento mientras él se ocupaba de destrozarme con un
simple beso. Sonríe a través de los labios húmedos e hinchados, y dibuja su
dedo, mojado con el agua de la piscina, por mi nariz hasta trazar mis labios.

—Hermoso,— vuelve a murmurar. 169

Nos besamos y hablamos un poco más, simplemente existiendo


durante un rato en un momento tranquilo y perfecto. Finalmente, nos
dirigimos al extremo de la piscina y Alden se retira. Introduce los pies en el
agua y yo floto entre sus piernas, mirándole mientras me acaricia el pelo
corto con los dedos.

—Ya he probado arreglos casuales de Daddy sólo en el dormitorio,


y seré honesto, no fue lo ideal para mí. Dicho esto, si quieres empezar poco
a poco, estaría dispuesto a intentarlo,— dijo.

Sacudo la cabeza. —No creo que eso sea lo que quiero. No sé


realmente lo que significaría tener un Daddy a tiempo completo para mi
relación con Nolan. Tú... quiero decir, tú y Nolan parecían tener algo entre
ustedes antes de que todo pasara. ¿Hay potencial ahí? ¿Seríamos los dos tus
chicos?

—Me gusta Nolan, y estaría abierto a ello. Pero él tiene que decirme
que es lo que quiere.— Alden tiene una mirada lejana, llena de anhelo. Él
también sigue queriendo a Nolan. —Centrémonos en nosotros por ahora,—
dijo. —En cuanto a cómo funcionaría, podría ser complicado, pero
podemos resolverlo.

—¿Qué tipo de cosas le gusta hacer a tus chicos? ¿Qué reglas


tienes?— Pregunto, con curiosidad por saber cómo sería esto fuera del sexo.

—Mm,— canturrea pensativo. —Me encantaría hacer cosas


pequeñas y cotidianas para ti, como afeitarte la cara o elegir tu ropa interior.
¿Qué te parece el encaje?— Hay una pizca de burla en su voz, pero ha
dicho que esto no es un juego, así que debe hablar en serio.
—Podría llevar encaje si quieres,— Estoy de acuerdo, y Alden gime.

—Te quiero todo desafiante y crecido, pero maldita sea, eso también
es sexy,— dice, y yo me río y levanto la cara para darle otro beso. Alden
roza sus labios con los míos, esta vez con un toque apenas perceptible. — 170

En cuanto a las reglas,— continúa. —Nada de lenguaje grosero, pero eso ya


lo hemos discutido. Tendrías que verme cada noche si no estamos juntos,
comer sano, una discusión sobre la carrera y los objetivos futuros que
usaremos para hacer un plan de cinco años para ti.

Escupo una carcajada. —¿Esa es la manía de papá?

—No todo son azotes y jaulas para pollas, Treasure. Aunque


también estoy dispuesto a discutirlos.

—¿Y las bragas de encaje?— Pregunto, encontrándome más


intrigado de lo que esperaba por esa sugerencia anterior.

—Si tu quieres,— me hace eco, atrayéndome para otro beso lento y


dominante.
Utilizo el dedo corazón para aplicar la sombra de ojos oscura en los
párpados y después la aliso con una brocha de maquillaje. Me acostumbré a
usar el dedo corazón cuando empecé a maquillarme en el instituto, porque
que le den a quien no le guste.

Cuando estoy satisfecho con mis ojos, saco mi pintalabios rojo


cereza favorito del cajón y me lo pongo. Suelo ir más sutil, pero esta noche
es una ocasión especial y quiero estar más que fabuloso.

Me tiemblan las manos de los nervios mientras me abrocho los


botones de la camisa de vestir rosa pálido. No he tenido ocasión de
preguntarle a Gannon cómo ha ido su charla con Alden, pero supongo que
lo sabré esta noche. Es una situación tan extraña que me dan ganas de
reírme, pero estoy demasiado ansioso para encontrarle la gracia todavía. Es
mi primera cita oficial con un hombre del que estoy enamorado desde hace
años, y me muero por saber cómo le fue con la propuesta que le hizo a otra
persona la otra noche.

Mi mente ha sido excelente a la hora de rellenar las posibilidades:


los dos desnudos, besándose, azotándose, follando. Mi polla cobra vida
cuando las imágenes llenan mi mente por centésima vez en las últimas
treinta y seis horas. Prácticamente me he frotado hasta quedar en carne viva
al imaginarlo.

Llaman a mi puerta y las mariposas se agolpan en mi estómago


como si fuera mi primera cita. Supongo que, en muchos sentidos, es la
primera cita lo que importa. Gannon es mi para siempre. Lo creo, aunque
las cosas parezcan complicadas ahora mismo.
Cuando abro la puerta, Gannon me recibe con un ramo de orquídeas
de color zafiro. Me quedo boquiabierto.

—Gan, son hermosas.

—Las orquideas son tus favoritas, ¿cierto?— pregunta tímidamente.

—Lo son. Muchas gracias.— Tomo las flores y agarro la parte


delantera de su camisa con la mano libre, atrayéndolo para darle un beso.

Sonríe contra mis labios. —Hola.

—Hola,— Le respondo. Le suelto, dejando sus labios apenas


teñidos de rojo por mi carmín. —Lo siento.— Me río y le paso el pulgar por
la boca para intentar limpiársela.

—No te preocupes por eso.— Me besa el pulgar y vuelvo a sonreír.

—Déjame poner esto en agua, y luego podemos irnos.

Sólo tardo un minuto en encontrar un jarrón y colocar las flores.


Mientras bajamos las escaleras, Gannon me pone una mano en la espalda,
pero es totalmente diferente a cuando lo hace Alden. La autoridad posesiva
que irradia Alden está en un mundo propio. No es la primera vez en esta
semana que siento una gran nostalgia por ese hombre.

Miro a Gannon, con un millón de preguntas en la cabeza sobre la


situación de Alden, pero no quiero lanzarme sobre él. Tengo que darle la
oportunidad de sacar el tema él mismo.

—¿Adónde vamos?— Pregunto una vez que estamos en su coche.

—Pensaba que íbamos a ir a ese bonito asador que hay en el


Strip,— sugiere.

—Eso suena muy bien.


Mientras conducimos, le hablo de mi ajetreada semana de trabajo
negociando los precios de los locales, convenciendo a los clientes de que
acepten o rechacen diferentes ideas, intentando desesperadamente ceñirme a
los presupuestos cuando algunas expectativas se salen de los límites de los
precios. Es agotador, pero me encanta.

Gannon se ríe, simpatiza y bromea conmigo. La sensación no es


diferente a la de todos nuestros años de amistad, excepto que ahora, cuando
siento el impulso de pasar la mano por la consola central y ponerla en su
muslo, lo hago. Él sonríe y yo le aprieto la pierna.

El restaurante está lleno, pero él se adelantó y consiguió una reserva,


así que nos sentamos rápidamente. Pedimos una copa de vino cada uno y
pedimos unos minutos con el menú.

—Fui a lo de Alden el jueves por la noche,— Gannon suelta en


cuanto nos quedamos solos.

Asiento con la cabeza y dejo mi menú. —¿Cómo ha ido? Quiero


decir, si quieres contármelo. No tienes por qué hacerlo. He estado
investigando sobre cómo funcionan las relaciones poliamorosas, y mucha
gente prefiere mantener las cosas totalmente separadas, así que si no
quieres…

—Quiero decirte,— me corta. —Fue... increíble.

Alcanzo mi vaso de agua, esperando que no note el temblor de mi


mano cuando lo agarro y bebo un profundo trago. —Bien. ¿Hiciste... um,
hubo...?

—Nos besamos, y fuimos a nadar... desnudos.

Asiento otra vez. —¿Y lo de Daddy? ¿Lo averiguaste? ¿Es tu Daddy


ahora?— Por el bien de Gannon y Alden, quiero que la respuesta sea sí.
¿Pero por mi bien? No estoy del todo seguro.
—No oficialmente. Quiere que me tome un par de días para pensar
en las cosas y hablar contigo. Se lo está tomando muy en serio y no quiere
que tome una decisión precipitada.

Hay un cierto alivio en esa información. Alden no me parece un tipo


prepotente, pero el hecho de que no quiera precipitar a Gannon en una
decisión sobre algo así habla muy bien de él.

—Pero es lo que quieres, ¿no? Le vas a dar el tiempo adecuado,


pero ¿le vas a decir que sí?

Me mira a través de la mesa con una intensidad ilegible en sus ojos.

—¿Qué sientes por él?

Nolan parece desconcertado por mi pregunta. Para él, estoy seguro


de que no tiene relación con el tema, pero para mí lo es todo. He pasado las
últimas treinta horas considerando esta situación desde todos los ángulos,
imaginando un millón de escenarios y versiones diferentes de lo que podría
ser para siempre, y sólo podía vernos realmente felices con uno de ellos.

—¿Por tí?— intenta aclarar, tomando su copa de vino en el


momento en que el camarero se la entrega, enviándole una sonrisa de
agradecimiento.

—No, por tí.

—No lo sé…— Se detiene y sacude la cabeza.

—Antes de que tú y yo empezáramos a resolver esto, había una


chispa de algo entre los dos,— le recordé.

—Había,— concordó. —Pero no estoy seguro de que lo de Daddy


sea para mí. Además, tú y él tienen mucho más sentido. Él te ha querido
durante años, probablemente tanto como yo.

—No es una situación de una u otra— le recuerdo. —Y el tema de


los Daddy-kink, no creo que sea de talla única como ambos asumimos que
era. Olvida todo eso por un segundo. Sólo quiero saber lo que sientes por él.

Nolan empieza a hacer origami con su servilleta de tela, y yo sonrío


mientras le observo, dándole tiempo para que elabore su respuesta. —Me
gusta,— finalmente confiesa. —Es interesante y amable, es muy sexy... es
genial.

El alivio me atraviesa. —Okay.— Eso es todo lo que necesito


saber por ahora. Sé que el tema de los Daddy es un problema, pero
mientras haya algo ahí, creo que los tres podemos resolverlo. —
Entonces, sí, le voy a decir que sí.

—¿Decirle si a quien?— La voz de Alden, justo detrás de mí,


me sobresalta.—Alden,— Expreso su nombre en un tono
vergonzosamente reverente.

—Siento interrumpir. Estaba sentado allí y los vi a ustedes dos.


Pensé en venir a saludar un momento.

Miramos en dirección a la mesa que ha señalado. —¿Estas solo?—


pregunta Nolan, frunciendo el ceño.

—Así es la vida de un soltero,— Alden responde con desparpajo,


pero sus ojos le delatan.

Nolan y yo intercambiamos una mirada, una conversación sin


palabras que fluye entre nosotros. Él no quiere que Alden esté solo más que
yo, y puede que aún no sepamos cómo se va a resolver todo esto, pero
sabemos que debe estar aquí con nosotros.

—Únete a nosotros,— Nolan dice.

Alden mira entre los dos.

—Únete,— concuerdo.

—No quiero estropear su cita,— dice vacilante.

—No lo harás. Te queremos aquí,— Nolan insiste.

Alcanzo la mano de Alden. —Por favor, ¿Daddy?

La palabra en mis labios envía una avalancha de emociones a través


de mí que no espero. Se siente como un regreso a casa, como un consuelo.
Se siente bien.

Alden emite un sonido silencioso y estrangulado, su garganta se


balancea mientras traga con fuerza y me aprieta la mano.

—Por supuesto, Treasure,— dice y luego mira a Nolan. —Gracias,


Pet.

Alden hace una señal al camarero para que traiga una silla más y le
acerque su copa de vino. En cuanto se sienta con nosotros, todo parece
encajar. Se siente exactamente bien.

—¿Ya has hecho el pedido?— Nolan pregunta.

—No, estaba a punto de hacerlo cuando los vi a ustedes dos.—


Recojo mi menú por primera vez y lo abro, ojeando todas las
opciones con indecisión.

—Hiciste un gran trabajo al elegir por mí cuando salimos antes,—


Nolan dijo. —¿Podrías ordenar por mi otra vez?— Hay una dulzura inusual
en su voz. No es que no sea dulce normalmente, pero esto es diferente.

Es interesante y despierta un calor inesperado en mi interior. Parece


hacer lo mismo con Alden, cuyos ojos arden mientras sonríe a Nolan.

—Claro, Pet.

—¿Para mi también?— Pregunto, dejando mi menú abajo.

—Nada me gustaría más.

Es algo insignificante, que él elija mi cena, pero asienta algo en lo


más profundo de mi ser que antes no me había dado cuenta de que estaba
inquieto.

Es posible que esté leyendo demasiado, pero ninguno de ellos ha


tocado su vino desde que me senté. Yo tampoco lo he hecho.

Es encantador verlos juntos. Las miradas coquetas que intercambian


y la familiaridad de la forma en que interactúan entre sí. Me duele el
corazón por ellos, pero es diferente de lo que era antes. El sentimiento ya no
es desesperado. Es simplemente más sentimiento del que mi pobre corazón
puede soportar de una sola vez.

—Estás sonriendo,— dice Nolan, sonriéndome.

—Lo dices como si nunca me hubieras visto sonreír.

—Esta es una diferente.— Inclina la cabeza como si me


estuviera estudiando.

—¿Diferente cómo?
—Más,— responde simplemente. Me acerco a él y le cojo la mano,
amando la sedosa suavidad de su piel bajo las yemas de mis dedos. Quiero
tumbarlo y tocar cada centímetro de él. Mi polla se hincha de acuerdo.

—Bien, la comida es excelente,— Me burlo. Miro a Gannon, que


también me observa. Todavía tenemos que tener una discusión oficial, pero
la palabra Daddy en sus labios esta noche se sintió como su respuesta.
También sentí que hacía temblar el suelo debajo de mí y que hacía que todo
estuviera bien en el mundo. A lo largo de los años, muchos chicos me han
llamado Daddy, algunos de forma reverente y sincera, y otros intentando
manipularme, pero parece que he estado esperando toda mi vida para oírlo
de él.

Aprieto la mano de Nolan. ¿Soy lo suficientemente codicioso como


para esperar escucharlo de Nolan algún día también? Sí, creo que sí. Puede
tomarse todo el tiempo que necesite.

Cuando termina la comida, un pesado aire de expectación se cierne


sobre la mesa, ambos esperan que les cuente lo que ocurre a continuación.
Saboreo la sensación durante unos segundos—esa propiedad pura y sin
adulterar de este momento. Si les digo que se vayan a casa, lo harán. Si les
pido que vuelvan a mi casa, vendrán. Y si los llevo al coche y les digo que
follen en el asiento trasero, lo harán con gusto.

—Quien condujo.

—Yo lo hice,— Gannon responde.

—Las llaves.— Le tiendo la mano y él los saca del bolsillo sin


protestar. Vuelvo a llamar a nuestro camarero, apunto rápidamente mi
dirección y saco unos cuantos billetes de cien dólares de mi cartera. —
¿Podría molestarle para que me deje este coche cuando termine su turno
más tarde?

Mira el papel y el dinero. —¿Esto es en serio?


—Muy,— Se lo aseguro.

—Okay, no hay problema.

—Excelente, gracias.— Le entrego unos cuantos billetes más para


cubrir nuestra comida, así como una generosa propina, y me pongo de pie.
—¿Nos vamos?

Los dos se quedan boquiabiertos. —¿Y si me roba el coche?—


Gannon pregunta en voz baja una vez que el camarero se ha ido.

—Entonces te comprare uno nuevo.— Me encojo de hombros. Por


trescientos dólares, tengo la sensación de que cumplirá, pero nunca se sabe.

Se levantan también, intercambiando una mirada incierta.

—Entonces, ¿Ahora qué?— Nolan pregunta.

—Ahora, vamos a volver a mi casa.— Hago una pausa, dándoles la


oportunidad de protestar. Ninguno de los dos dice nada, así que continúo.
—Vengan. Tengo un postre decadente que será perfecto para compartir.—
Les muevo las cejas y los dos se ríen.

Pongo una mano en la espalda de Gannon mientras los conduzco


fuera, enganchando a Nolan por el brazo y arrastrándolo cerca para poder
susurrarle al oído.

—Te quiero en el asiento trasero con Gannon en el viaje a casa.


¿Puedes ser un buen chico y darle la atención que se merece? Juega con su
hermosa polla.

Se le corta la respiración y asiente rápidamente. —Buen Pet.— Le


beso la concha de la oreja y se estremece.

—¿Qué estás susurrando?— Gannon nos mira con desconfianza


cuando salimos a la acera. Los dirijo hacia mi coche, dedicándole una
sonrisa malvada.

—No hay nada de qué preocuparse.

Cuando llegamos a mi coche, abro la puerta trasera y les hago un


gesto para que entren. Gannon se desliza primero y Nolan prácticamente se
lanza tras él. Me río de su entusiasmo y observo por un momento cómo
sorprende a Gannon con un fuerte beso. Mi polla se engrosa al ver cómo sus
lenguas se enredan, con sonidos apagados procedentes de ambos.

Hermoso.

Consigo apartarme de la vista y subir al asiento delantero.


El corto trayecto a casa es la tortura más dulce que me he inventado.
para mí. Las ventanas se empañan con sus pesadas y jadeantes respiraciones.
El sonido húmedo y descuidado de los besos y los gemidos ahogados
resuenan en mí, haciendo que mi polla palpite, caliente y pesada, atrapada
contra mi pierna. El zumbido de la cremallera de Gannon al desabrocharse
me hace contener un gemido.

Cuando llego a un semáforo, miro por el retrovisor y veo la mano de


Nolan rodeando la polla expuesta de Gannon, haciéndola endurecer con cada
caricia. Me agacho, presionando mi mano contra la erección, sintiendo su
pulso contra mi mano mientras me doy un rápido apretón.

Los ojos de Nolan se encuentran con los míos en el espejo y me


dedica una sonrisa sucia, acariciando a Gannon un poco más rápido. Gannon
abre las piernas y deja caer la cabeza contra el reposacabezas.

Alguien detrás de mí toca el claxon, alertándome de que el semáforo


ha cambiado. Me quito la mano de la polla y la encañono durante el resto del
camino a casa. Cuando aparco el coche, vuelvo a echar un vistazo al asiento
trasero, pero esta vez, en lugar de encontrar a Nolan haciendo lo que le han
dicho, los dos están susurrando entre besos en la oreja y el cuello.

—¿Están conspirando contra mí?— Pregunto en tono de broma.


Consiguen sonrisas iguales y pícaras. —Quizas,— Gannon admite.

—Que me superen en número no cambia el hecho de que yo esté al


mando,— Les recuerdo.

De nuevo, los espero—o, más exactamente, Nolan—para protestar


por esa afirmación. Ninguno de los dos lo hace. Los dos me miran
expectantes, todavía respirando con dificultad, con las bocas húmedas e
hinchadas por los besos. La polla de Gannon sigue fuera de sus pantalones,
un poco más que medio dura, oscura por la sangre que la llena.

Se retuerce bajo mi mirada. —Daddy,— murmura con impaciencia


sin aliento.

Esa palabra en sus labios me hace sentir otro pico de calor, haciendo
que mi polla se sacuda.

—¿Por qué no entramos?— sugiero, desabrochando el cinturon y


saliendo del coche. Los dos salen juntos del asiento trasero a trompicones,
borracho de lujuria mientras Gannon se guarda la polla, sin molestarse en
subirse la cremallera de los pantalones, y me siguen por las escaleras hasta
la casa.

En cuanto entramos, se dan otro beso cargado de lengua y tratan de


desabrocharse la ropa allí mismo, en el vestíbulo.

Me aclaro la garganta y se separan. —Por muy caliente que sea ver


un rapidito en la entrada, mejor nos llevamos esto al dormitorio.

Ambos asienten. Gannon se acerca a mí y me alborota el traje


mientras me da un beso hambriento, con el sabor de Nolan aún en los
labios. Le agarro la nuca y profundizo el beso, introduciendo mi lengua en
su boca y metiendo la mano entre nosotros para acariciar su cálida y
semifirme polla.
Nolan se abalanza también, con su boca caliente y húmeda en mi
garganta, los dos haciendo ruidos de entusiasmo que van directos a mis
pelotas.

Termino el beso y me acerco para darle a Gannon un rápido golpe


en el culo por distraerme.

—Habitación,— vuelvo a decir, esta vez con más firmeza.

Él asiente con la cabeza, toma la mano de Nolan y se dirige a las


escaleras. Me aflojo la corbata y me encojo de hombros mientras los sigo.

—Mi habitación,— Aclaro cuando empiezan a girar a la izquierda


hacia el dormitorio de invitados de nuevo.

Quiero a mis chicos en mi cama esta noche. Un temblor de


satisfacción me recorre. Mis chicos. Eso es lo que son ahora, ¿no? Hay que
tener otra conversación, por supuesto, pero es obvio que no están en
condiciones de hacerlo esta noche.

Esta noche, arriesgaré mi corazón lo suficiente como para tenerlos


en mi cama, y mañana por la mañana tendremos la discusión que hay que
tener. Esta noche, sólo hay una cosa de la que tenemos que hablar antes de
disfrutar el uno del otro.

—Siéntense,— Mando una vez que estamos todos en el dormitorio.

Gannon se sienta en el borde de la cama. Nolan, bendito sea, se deja


caer al suelo justo donde está. ¿Cómo he podido tener un momento de duda
de que en el fondo es un sumiso? Los dos me miran con expresión ansiosa,
con la ropa desarreglada por todos los manoseos que se hicieron en el coche
y en el piso de abajo.

Saco mi teléfono del bolsillo y saco mi historial médico para


mostrarles mi última prueba de ITS. Lo miran y ambos hacen lo mismo,
mostrándome sus resultados negativos.
—Yo también tomo la PrEP,— Gannon agrega.

—Yo también,— Nolan dijo.

—Excelente. Esto no implica que tengamos que tener sexo con


penetración esta noche o renunciar a los condones,— Aclaro.

Los dos comparten otra mirada conspiradora. ¿Quizás relacionado


con lo que sea que estaban susurrando en el coche?

—Hay algo que queremos, Daddy,— Gannon confiesa. —Fue idea


de Nolan.

—¿Es eso cierto?— Paso mis dedos por el suave cabello de Nolan y
él se inclina hacia mi contacto. —¿Y cuál es la idea?

—Es sucio,— dice Nolan con una sonrisa.

—Eso espero.— Me río. Se acerca para acercar su cara al bulto de


mis pantalones, lo que hace que mi polla se retuerza, pero no parece que
tenga intención de explicar su plan. Vale, puedo seguirle el juego. —
Podemos jugar con dos condiciones.

Nolan se lame los labios y me mira mientras sigue acariciando mi


erección, con el material deslizándose sobre mi dolorida polla y provocando
pequeñas descargas de calor.

—Si,— acepta sin siquiera preguntar cuáles son las condiciones.

—Bien Pet. Desnúdame, y no se te permite venir a menos que yo lo


diga. ¿Entendido?

Asiente con la cabeza y busca el botón de mis pantalones. Mientras


tantea el terreno, yo le señalo a Gannon con un dedo. Se levanta de la cama
y se acerca lo suficiente como para que le dé un beso.
—Ayúdalo,— Le instruyo cuando suelto sus labios.

Gannon empieza inmediatamente a desabrocharme la camisa


mientras Nolan me baja los pantalones y los calzoncillos, mi polla se libera
y roza su mejilla. Quiero agarrar la base y burlarme de sus bonitos labios
rojos con la punta, ver si su carmín mancha mi polla cuando me la chupa.
Pero estoy de acuerdo en dejar que sea él quien tome la iniciativa... por
ahora.

Se inclina y me da un casto beso en la cabeza de la polla, una gota


de semen se adhiere a sus labios cuando se retira, haciéndolos
pecaminosamente brillantes. Se pone en pie y ayuda a Gannon a terminar
con mi camisa, y los dos me la quitan juntos de los hombros.

—¿Vas a acostarte en la cama?— Incluso cuando se trata de su


juego, lo pide con tanta delicadeza.

Hago lo que me pide, colocándome en el centro de la cama,


poniéndome cómodo con un brazo bajo la cabeza y las piernas abiertas. Mi
polla descansa gruesa y palpitante contra mi vientre.

Se besan de nuevo, se agarran a la ropa del otro, se desprenden de


ella una a una mientras sus labios se mueven el uno contra el otro. Nolan se
frota contra Gannon sin pudor. La exploración nerviosa y la emoción de la
novedad que destilaron la última vez son sustituidas por una sensación de
familiaridad y una necesidad más profunda el uno del otro.

Observo, hipnotizado, cómo mis pelotas se vuelven pesadas a


medida que más presemen sale de mi polla y se acumula en mi piel. Cuando
están completamente desnudos y la prótesis de Gannon es removida, los dos
se unen a mí en la cama. A pesar de la piel enrojecida de Gannon y su
respiración agitada, su erección flaquea.

—Estoy feliz de dejar que te diviertas, Pet. Pero tendrás que darme
sólo un momento.— Me incorporo y busco alrededor de Nolan para llegar a
mi mesita de noche, donde anoche escondí algo en un arranque de
esperanza de que Gannon acabaría llegando a mi cama. No esperaba que
fuera tan pronto. —Ven aquí, Treasure.

Saco el anillo para el pene que he comprado. No cualquier anillo


para el pene, sino uno diseñado médicamente para ayudar a la disfunción
eréctil. Me agacho para acariciar su polla y le atraigo para darle un beso
profundo, sus jadeos vibran contra mi lengua mientras le pongo el anillo
alrededor de la base de la polla, ayudándole a hincharse por completo.

—Oh,— dice, bajando la mirada a su polla cuando termino el beso.

Sonrío y vuelvo a tumbarme, poniéndome cómodo. —Continúa.—


Hago un gesto para que Nolan continúe con su plan.

Gannon se inclina hacia delante y atrae mi pezón entre sus dientes.


Un gemido áspero y desgarrado brota de mi garganta, mi polla se sacude
mientras todo mi cuerpo se enciende por el calor húmedo de su boca y el
agudo escozor de sus dientes. Antes de que pueda respirar, Nolan rodea con
sus labios la cabeza de mi polla.

Zumba, lamiendo el presemen de mi raja mientras chupa la cabeza


de mi polla. Gimo, moviendo mis caderas para enterrarme más
profundamente en su boca. Gannon pasa de un pezón a otro, aumentando la
sensación abrumadora de la bonita boca de Nolan sobre mí.

Sus manos me recorren, sus duras pollas me rozan mientras se


agolpan en mi cuerpo y me hacen ver las estrellas. Nolan me chupa la polla
más profundamente hasta que llego al fondo de su garganta, y entonces se
retira. Me agarro a su pelo, enredando mis dedos en él para tener una
apariencia de control.

Gannon abandona mis pezones y me besa y mordisquea el vientre y


el hueso de la cadera hasta que entierra su nariz en mi pubis, sacando la
lengua para probar mi pene, mojado por la saliva de Nolan. El presemen se
desliza por él y se posa en su lengua. Nolan se aparta, rodeando con su
mano la base de mi polla para acariciarla mientras se une a Gannon en
largas y sucias lamidas como si mi polla fuera su sabor favorito de helado.

Sus lenguas se enredan y rozan entre sí, con un ritmo desigual pero
que me arrastra al límite. El presemen brota de mí como un grifo, cada gota
disputada por sus lenguas en duelo. Encuentran el camino hacia un beso de
boca abierta con la cabeza de mi polla firmemente entre ellas, sus lenguas
deslizándose alrededor de mí, los suaves y húmedos labios intercambiando
mi polla de un lado a otro mientras se besan.

—Daddy,— Gannon ronca. —Nolan quiere usar tu semen como


lubricante para follarme. Di que puede, por favor.

Vuelve a rodear mi polla con sus labios antes de que tenga la


oportunidad de responder, su súplica rebota en mí y hace que se me encojan
los dedos de los pies.

—¿Es eso cierto?— Consigo decir entre dientes, con los dedos todavía
agarrando el pelo de Nolan. —¿Quieres que te llene la boca con mi semen
para que puedas lamerlo en el agujero de Gannon y follarlo hasta que se
desmorone?

—Si,— dice Nolan antes de arrastrar su lengua por la longitud de mi


erección para encontrarse de nuevo con la boca de Gannon, reanudando su
beso alrededor de mi polla.

Empujo entre sus bocas, el calor se acumula en la boca del estómago


mientras mis pelotas se contraen y mis muslos empiezan a temblar.

—Prepárate entonces,— advierto, mi voz es pura grava de contener


gemidos y maldiciones.

Gannon deja mi polla a Nolan, arrastrando su lengua hasta mis


pelotas y luego chupándolas en su boca. La doble sensación de la boca de
Nolan alrededor de mi polla, acariciándome con la lengua mientras mueve
la cabeza, y la de Gannon en mis pelotas es todo lo que necesito.
Me corro con un grito, agarrando el pelo de Nolan para evitar que
profundice demasiado, descargando mi semen sobre su lengua hasta que
empieza a gotear de entre sus labios rojos como cerezas. Mi polla palpita
visiblemente con cada ola de mi orgasmo que me atraviesa.

Cuando me suelta de su boca, gimo, y una gota de mi espeso y


pegajoso semen cae entre sus labios. Está claro que esto es lo que estaban
tramando en el coche, porque Gannon no pierde el tiempo y se coloca
encima de mí, con sus gruesos muslos a horcajadas sobre mi cuerpo, como
si ya supiera exactamente lo que Nolan quiere que haga.

Nolan le da unas ruidosas palmadas en el culo, y Gannon gime, sus


párpados se agitan y sus mejillas se enrojecen. Se estremece cuando Nolan
se coloca detrás de él, un sonido estrangulado que sale de su boca y un
lametón húmedo que llega a mis oídos. Me imagino mi semen, mezclado
con la saliva de Nolan, esparciéndose por su agujero.

Mi polla da una patética sacudida. Si volviera a tener la resistencia


de un veinteañero. Pero no me voy a quejar de tener el mejor asiento de la
casa mientras Gannon sigue jadeando y gimiendo, sus muslos temblando
mientras el ruido húmedo se convierte en el sonido muy claro de los dedos
de Nolan entrando y saliendo de su agujero.

Mordisqueo la mandíbula de Gannon, recorriendo con las manos su


cuerpo mientras Nolan lo abre, murmurando cosas indistintas que no puedo
oír del todo por encima de la sangre que corre por mis oídos y de los
sonidos jadeantes y calientes de Gannon.

El anillo para la polla parece estar haciendo efecto. Su dura polla se


balancea y roza mi estómago mientras ensancha un poco más las piernas, el
temblor de sus muslos se vuelve casi demasiado para sostenerlo.

Estoy a punto de decirle a Nolan que la posición no le va a


funcionar, pero se da cuenta por sí mismo, empujando a Gannon
completamente encima de mí. Ahora puedo verlo por encima del hombro de
Gannon mientras sigo lamiendo y besando su piel. Nolan está igual de
sonrojado, su pecho sube y baja con fuerza mientras se alinea detrás de
Gannon.

Todo su cuerpo se tensa contra mí cuando Nolan entra en él.

—Tan sucio,— Murmuro junto a su oreja, mordisqueando su lóbulo


mientras empujo mi suave polla contra la suya. —Te está metiendo mi
semen en tu agujero. Dile lo mucho que te gusta para que sepa lo buen
chico que es.

—Me gusta,— susurra, en un tono demasiado bajo para que Nolan


lo oiga la primera vez. Le vuelvo a pellizcar la oreja y Gannon gime. —Me
gusta,— dice de nuevo, más fuerte. —Me encanta, No. No pares. Joder. No
te detengas.

Nolan gime y se abalanza sobre él con más fuerza, sacudiendo su


cuerpo contra el mío. Su polla rechina contra la mía, abrasadora y dura
como el acero. Gannon gira la cabeza y encuentra mis labios con los suyos,
gruñendo y jadeando en mi boca mientras Nolan lo folla lenta y
profundamente. La mano de Nolan choca con la mía en la espalda de
Gannon y entrelaza nuestros dedos. Es un pequeño gesto, pero lo significa
todo.

Puede que sea la primera vez que los dos comparten esto, pero
ambos quieren que yo forme parte de ello.

La polla de Gannon empieza a gotear presemen contra mí, sus


gemidos se vuelven más desesperados alrededor de mi lengua. Deslizo mi
mano en el estrecho espacio entre nosotros para agarrar su polla.

—Haz que se corra, Nolan. Muéstrale lo bien que puedes hacerle


sentir,— Ordeno. —Y luego llénalo con tu liberación.

Los dos gimen, el golpe, golpe, golpe de la piel sobre la piel se hace
más rápido a medida que Nolan acelera su ritmo. Acaricio a Gannon al
ritmo de los empujones. Su polla se hincha en mi agarre y empieza a
palpitar. Nolan grita, sin duda sintiendo el apretón de los músculos internos
de Gannon a su alrededor mientras el orgasmo se apodera de él.

El semen de Gannon me salpica el estómago y me recorre la mano,


dejándome la piel pegajosa. Lo acaricio más rápido, sacando hasta la última
réplica, mientras los gemidos de Nolan se unen a los suyos, y nuestro semen
se mezcla ahora dentro de Gannon para formar un hermoso lío.

Se desploman a ambos lados de mí una vez que están agotados, sin


aliento, y completamente libertinos.

Beso suavemente a Nolan en los labios y luego a Gannon,


alternando entre los dos mientras se acurrucan. Una ducha sería lo ideal,
pero no parece que ninguno de nosotros tenga energía para ello. Finalmente,
salgo de entre ellos para coger un paño húmedo y limpiarlos a los dos.

Gannon sonríe somnoliento mientras le quito el semen de la piel y le


quito el anillo del pene. Cuando me muevo para limpiar la pegajosidad de
entre sus nalgas, su húmedo agujero ablandado es demasiado tentador para
resistirse. Me inclino y arrastro la lengua sobre él, provocando otro grito
ahogado cuando introduzco la lengua para saborear el semen de Nolan que
lo llena.

—Daddy,— y yo sonrío, retirándome y besando su trasero.

Nolan es el siguiente, riéndose un poco mientras lo limpio. —Me


hace cosquillas,— explica, y levanta la cabeza para darme un beso cuando
se lo ofrezco. Zumba al sentir el sabor de su semen en mi lengua y lo chupa
más profundamente antes de soltarme.

—Descansen, chicos.— Me levanto para deshacerme de la tela usada.

—Prometiste el postre,— Nolan me lo recuerda con un bostezo, y


yo me río.
—¿Qué te parece la nata montada en las tortitas por la mañana?—
Le ofrezco, y él asiente.

Una vez que me he aseado yo también, vuelvo a meterme entre


ellos, que ya están casi dormidos. Cierro los ojos y escucho sus
respiraciones uniformes y sincronizadas.

No soy un hombre que reza, pero lo digo de todos modos. Ya me


estoy enamorando de los dos. Enamorándome de lo que podríamos tener los
tres juntos siempre y cuando ambos estén listos y dispuestos a dar el salto.
Me despierto sudando, metido entre dos cuerpos desnudos y
calientes. No estoy seguro de cómo ha sucedido eso, ya que no es la
configuración en la que nos quedamos dormidos, pero no me voy a quejar.
Empujo las mantas hacia abajo lo suficiente como para poder refrescarme
sin tener que arrastrarme de entre ellas.

Nolan refunfuña en señal de protesta somnolienta y se acurruca más


cerca de mí. Alden me acurruca la cara en el pliegue del cuello del otro lado
y me invade una sensación de absoluto bienestar. Así es. Así es como
quiero pasar el resto de mi vida.

Es casi ridículo darse cuenta de lo aterrorizado que estaba por esto,


por no ser suficiente. No ha habido una cura mágica para mi disfunción
eréctil, pero de alguna manera, no lo ven como un problema.

Arrastro mis dedos hacia arriba y hacia abajo por la curva de la


columna vertebral de Nolan, por encima de su trasero y de vuelta entre sus
omóplatos, su piel se llena de piel de gallina tras mi contacto. Tararea con
alegría y me besa el hombro.

Me duele el culo por haber sido utilizado anoche de la mejor


manera. Siempre me he considerado versátil, pero con mis problemas de
disfunción eréctil, me he preguntado si volveré a superar a alguien. Tal vez
con su ayuda, pueda lograrlo. Me estremece la idea de tener mi polla
enterrada en el apretado calor de cualquiera de sus culos. Mi polla se hincha
perezosamente bajo las sábanas. No es un tipo de excitación urgente, sino
más bien un agradable baño caliente.

Alden gime cuando empieza a despertarse, estirándose y


bostezando. Una lenta sonrisa se dibuja en sus labios cuando la niebla del
sueño desaparece de sus ojos y nos ve a Nolan y a mí acurrucados junto a
él.

—¿Llevas mucho tiempo despierto, Treasure?— pregunta en voz


baja.

—Solamente un par de minutos,— Le susurro de vuelta.

Nolan vuelve a emitir un sonido molesto en la garganta y aprieta


más los ojos. Me río. Alden también sonríe, con una expresión cariñosa en
la cara, mientras Nolan intenta taparse la cabeza con las mantas.

—Bueno, si no es una persona madrugadora, supongo que podemos


entretenernos hasta que esté listo para despertar,— dice, con una voz
juguetona y sugerente a la vez.

—Lo que quieras, Daddy.— Decir esa palabra hace que mi polla se
hinche un poco más, que una sensación de calor se extienda desde la boca
del estómago hasta todos mis miembros. Los párpados de Alden caen y su
polla se endurece rápidamente contra mi muslo.

—No habías follado en un tiempo antes de anoche, ¿verdad?—


pregunta, y yo niego con la cabeza. —¿Cómo te sientes?

—Un poco dolorido, pero bien.

—Deja que Daddy revise,— dice con ese tono firme y exigente.

—¿Qué?

Me dirige una mirada severa.—Dije, que dejes mirar a Daddy. Ponte


boca abajo como un buen chico.

Trago, una emoción que me recorre tan rápido que me hace temblar
un poco mientras me pongo boca abajo como me ha indicado. Alden me
quita las sábanas de encima, me agarra las nalgas y las separa. Mi orificio
se tensa instintivamente, y el aire frío que entra en él hace que todo mi
cuerpo se estremezca.

Jadeo al sentir la suave presión de los labios de Alden sobre mi


sensible pliegue. Ya me han lamido muchas veces en mi vida, y eso es
suficientemente íntimo, pero esto, esto es como un beso de buenos días para
mi agujero, y es tan jodidamente dulce que las lágrimas afloran
vergonzosamente a mis ojos.

Me suelta las mejillas y me besa la base de la columna, subiendo


lentamente por la espalda hasta llegar a la base del cuello. Suelto una
carcajada cuando me pellizca suavemente el cuello. Su polla está dura
contra mi culo, pero no parece sentir más urgencia que yo, y se toma su
tiempo para cubrir cada centímetro de mi espalda con besos, volviendo cada
vez a mi cuello para dar suaves mordiscos.

Frota su nariz contra la concha de mi oreja, su cálido aliento cae en


cascada sobre mi piel. —Estoy loco por ti, Treasure.

Los ojos me arden de nuevo y se me hace un nudo en la garganta.


Hay un millón de cosas que quiero decir en respuesta, pero no se me ocurre
ninguna, así que, en lugar de eso, me doy la vuelta para cambiar nuestras
posiciones, yo encima de él, a horcajadas sobre Alden de frente, y le doy un
beso de muerte.

Cuando me separo, encuentro a Nolan, totalmente despierto,


observándonos con una sonrisa somnolienta en la cara. —Es un espectáculo
para despertar.

—Buenos días, Pet. Ven aquí.— Alden palmea el lugar justo a su


lado y Nolan se contonea alegremente por la cama para acercarse a
nosotros. Levanto el brazo para atraerlo y tenerlos a los dos debajo de mí.

—Buenas,— murmuro, inclinándome para darle un beso a Nolan.


Los tres nos besamos así durante un rato, y los labios de cada uno se
vuelven borrosos al poco tiempo.

El estómago de Nolan acaba gruñendo y yo me río contra su boca.

—Tengo que darles de comer, chicos, y luego tenemos que tener


una conversación,— Alden dice. —Relájense en la cama durante diez
minutos más y luego bajen y acompáñenme.

Dejo que Alden se levante a regañadientes, dejándose caer en el


cálido lugar que ocupaba junto a Nolan mientras se acerca al borde de la
cama y se levanta. Está muy seguro de su desnudez y se acerca a la ventana
para correr las cortinas y dejar que el sol de la mañana bañe su cuerpo
delgado y tonificado. Su polla está dura, pero no le presta atención mientras
abre su tocador y se pone un pantalón de pijama suelto.

Desaparece en el cuarto de baño durante uno o dos minutos y,


cuando regresa, deja un frasco de loción sobre la mesilla de noche.

—Este es el mejor ungüento del mercado para prótesis. Nolan, sé


bueno y ponle esto a Gannon esta mañana, ¿quieres?

—Okay,— está de acuerdo, y me golpea otra oleada de emociones.


El anillo para el pene de anoche, la loción de esta mañana. Todavía no le he
dicho oficialmente que sí, pero de todos modos está pensando en mí. Ya se
está ocupando de mí.

—Daddy,— Le llamo antes de que pueda salir de la habitación. Se


detiene en la puerta. —Por si no es obvio, mi respuesta es sí.

—¿Si?— pregunta.

—Sí a ti, a esta relación, a cualquier regla que quieras darme. Sí a


todo.

Otra de esas tiernas sonrisas se apodera de su rostro. —Gracias,


Treasure. ¿Por qué no lo discutimos más durante el desayuno? Disfruta de
unos minutos más con Nolan.— Nos guiña un ojo, sale y cierra la puerta
tras de sí.

Nolan y yo nos besamos lenta y dulcemente en cuanto nos


quedamos solos, saboreando los labios del otro y aguantando los últimos
minutos de esta acogedora burbuja que hemos encontrado esta mañana
antes de tener que levantarnos.

—Hey, ¿cómo te sientes respecto a lo de anoche?— Le pregunto


entre besos.

—¿El sexo, o…?— Me dedica una sonrisa tímida.

—Todo. Alden, nosotros, todo.

—En general, positivo.

Me río entre dientes. —¿Nada más específico?

—No estoy seguro. Los veo juntos, lo de Daddy, y encaja, lo


entiendo. No estoy viendo totalmente cómo encajo con todo eso. Pero me
gusta mucho Alden. Es sexy y dulce. Es perfecto. Y mierda, sabe que estoy
enamorado de ti.— Sus palabras hacen que mi corazón se tambalee, saltando
un latido y luego rompiendo al galope. Los ojos de Nolan se abren de par en
par como si se diera cuenta demasiado tarde de lo que acaba de decir. —
Quiero decir... um... no como…

Le corto con otro beso, reclamando sus labios con los míos con
fiereza. Mi corazón no se calma, las mariposas se desatan en mi estómago
cuando Nolan recibe mi beso con la misma fuerza.

—Yo también te amo, No.

Se ríe contra mis labios, el sonido lleno de alivio y alegría. —Joder.


Lo siento. Lo arruiné. Quería que la primera vez que te lo dijera fuera en
una cena elegante o algo así.

—Fue perfecto.— Choco mi nariz contra la suya. —Vamos,


vistámonos para poder desayunar.

Asiente con la cabeza y me besa una vez más antes de que los dos
nos incorporemos y trabajemos para salir de la cama. Se pone encima de
mí, agarra la loción que Alden me ha dado y se desliza por el suelo junto a
la cama. Giro las piernas y él me pone una generosa cantidad de crema
sobre la piel hinchada y llena de cicatrices donde descansa mi prótesis.
Nolan se toma su tiempo para frotarla, besando justo debajo de mi rodilla
antes de deslizar mi calcetín sobre ella y agarrar mi prótesis.

Cuando termina, compruebo que está bien colocada y que se siente


cómoda, y luego me ayuda a ponerme de pie. Nos vestimos despacio,
intercambiando más besos y sonrisas, murmurando Te amo una y otra vez,
sin que ninguno de los dos parezca cansarse de decirlo o escucharlo.

Para cuando bajamos a la cocina, me siento más que borracho de


amor y mareado.

Estoy volando por escuchar a Gannon decir que me quiere, pero a


medida que nos acercamos a la cocina, los nervios empiezan a revolotear en
mi estómago, sin embargo. ¿Y si digo algo equivocado y vuelvo a herir los
sentimientos de Alden? ¿Y si quiere hablar de cosas de las que no estoy
preparado para hablar?

—Relájate,— susurra Gannon, apretando mi mano.

Asiento con la cabeza y entramos juntos en la cocina. Al igual que la


última vez, Alden está preparando tortitas como había prometido, con una
lata de nata montada y algunas chispas, sirope y salsa de chocolate sobre la
mesa para que podamos ponerle lo que queramos.

—Ahí estan. Estaba a punto de ir a buscarlos. Estoy terminando el


último panqueque, y también hice huevos revueltos. Tomen asiento, y les
traeré café a los dos.

El impulso de discutir salta a mis labios. Acaba de hacer el


desayuno. No hace falta que nos traiga también el café. Gannon vuelve a
apretarme la mano, como si intuyera que estoy a punto de decir
exactamente lo contrario.

—Gracias, Daddy,— dice, y yo asiento rápidamente.

—Gracias.

Alden sonríe. —Es un placer.

En pocos minutos, los tres estamos sentados a la mesa con los platos
llenos y el café delante.

—¿Prefieren discutir las cosas ahora o después del desayuno?—


pregunta Alden mientras engulle despreocupadamente sus tortitas con nata
montada, sacando un dedo de la parte superior y lamiéndolo.

—Ahora,— Gannon responde inmediatamente.

—Ahora esta bien,— Estoy de acuerdo, incluso mientras mi


estómago se retuerce con nuevos nervios.

—Okay. Empezaré con Gannon.— dice Alden, y Gannon deja el


tenedor, dispuesto a prestarle toda su atención. Es muy extraño ver cómo se
mete en este otro papel. Uno que es diferente del Gannon de todos los días,
pero que tampoco lo es. Como si hubiera estado cociendo a fuego lento bajo
la superficie todo el tiempo, esperando a salir. —Eres mío ahora.— Gannon
asiente con entusiasmo y Alden sonríe. —Entonces necesitas reglas. La
primera es que te refieras a mí como Daddy, incluso en público, a menos que
me digas que te sientes incómodo en una situación particular. La segunda es
que no hay lenguaje grosero. Tercero, necesitas mi permiso para venir a
menos que te diga específicamente que le doy ese privilegio a Nolan por ese
día. También me aseguraré de que comas bien y de que estés bien
atendido.— Enumera cada regla con los dedos y Gannon asiente con la
cabeza.

—Si, Daddy. Me parece justo.

La sonrisa de Alden se vuelve perversa. —A partir de ahora te


vestiré para los eventos. Eso incluye también tu ropa interior.

Gannon se sonroja, y tengo la sensación de que me he perdido una


conversación anterior. —Todo lo que quieras.

—Perfecto,— Alden ronronea y se inclina sobre la mesa para besar a


Gannon, que se derrite en cuanto sus labios se tocan. Es una de las cosas más
bonitas que he visto nunca. —Puede que tenga más reglas para ti a medida
que avancemos, pero creo que es un buen comienzo.— Vuelve su atención
hacia mí, y mi mano empieza a temblar tanto que se me cae el tenedor. —
¿Te sentirías cómodo viniendo aquí?— Acaricia su regazo.

Miro a Gannon, que sonríe, pero no me da ninguna indicación de lo


que debo hacer en un sentido u otro.

—Um, okay.— Me alejo de la mesa y la rodeo. Alden es más bajo


que yo, pero por lo demás, nuestras estaturas son similares. Espero que sea
incómodo, pero una vez que estoy en su regazo con sus brazos rodeándome,
se siente... bien.

—Dime lo que piensas de todo este asunto de Daddy.

—Me gusta ver cómo te ocupas de Gannon, y me gusta que a él le


guste,— respondo.

—Eso es bueno. Pero ¿y para ti? Puedes ser honesto. Si no te


interesa lo más mínimo, ya lo resolveremos. Si tienes curiosidad, pero no
estás seguro, puedo trabajar con eso. No hay respuesta equivocada.

Trago y trato de organizar todo lo que estoy pensando. —Creo que


he pasado toda mi vida confiando sólo en mí mismo, y la idea de poner
tanta fe en otra persona es aterradora. Tampoco estoy seguro de cómo me
siento con respecto a las reglas y la sumisión y todo eso.— Me retuerzo en
su regazo y me lamo los labios. —Pero las cosas que hemos hecho hasta
ahora, como las reglas en el dormitorio que tuviste anoche, no las odio.

—Okay. ¿Qué te parecería tomarte las cosas con calma y ver cómo
va? Podemos decir que nos estamos viendo. No esperaré que me llames
Daddy o cualquier otra cosa que no sea Alden a menos que lo elijas, y la
única regla que tendrías por ahora es la misma que la de Gannon: tus
orgasmos me pertenecen. Pero no habrá excepciones para ti como para él.

Eso me da miedo. —Entonces, si estoy en casa haciéndome una


paja, ¿tendría que llamarte para preguntarte si puedo venirme?— Decir las
palabras en voz alta hace que mi polla palpite. La única respuesta de Alden
es una sonrisa desafiante. —¿Qué pasa si Gannon y yo estamos juntos, y él
va a caer sobre mí? ¿Tenemos que parar y llamarte para pedirle permiso?

Gannon emite un sonido estrangulado y sin aliento desde el otro


lado de la mesa.

—Parece estar de acuerdo con esa regla. ¿Lo estás tú?— Alden
pregunta.

¿Lo estoy? Mi estómago se retuerce de nuevo, pero esta vez no son


los nervios, sino el calor y la excitación. —Okay.

—Buen Pet.— Alden me besa como lo hizo con Gannon, un beso


áspero y reivindicativo que me deja los labios hormigueando cuando
termina. Me da una palmadita en el culo. —Ahora, vamos a comer.

Me deslizo fuera de su regazo y vuelvo a mi asiento.


Gannon y Alden entablan una conversación mientras yo trato de
asimilar todo lo que ha sucedido desde la noche anterior. Las cosas son
sólidas y van por buen camino con Gannon. Alden está siendo perfecto y
paciente conmigo, y todo parece encajar.

La única pregunta que me asalta es si puedo ser un buen chico para


Alden.

Supongo que el tiempo lo dirá. Pero si no lo hago, ¿qué significará


eso para Gannon y para mí?

Hay mucho en juego. ¿Y si lo arruino todo y los pierdo a ambos?


Han pasado dos días desde la cita que se convirtió en trío y la
mañana siguiente con Alden, y sigo en las nubes. Aunque lo de no venir sin
permiso es mucho más difícil, no es un juego de palabras, de lo que pensé
que sería. No te das cuenta de la frecuencia con la que te masturbas hasta
que no te lo permiten.

Anoche, los tres tuvimos una llamada a tres bandas antes de


acostarnos. Sólo hablamos, nada sucio, pero de todos modos me levanté
demasiado tarde. Por eso me abrocho la chaqueta y me paso los dedos por
el pelo en lugar de peinarlo adecuadamente mientras bajo las escaleras de
mi apartamento.

A pesar de las prisas, me detengo antes de llegar a mi coche,


distraído por la visión de un coche nuevo y brillante con un gran lazo rojo
en el capó. También hay una nota doblada pegada al lazo. Por curiosidad,
me inclino cuidadosamente sobre el capó y levanto con el dedo índice la
esquina del papel para ver a quién le regalan un coche nuevo.

Jadeo cuando veo mi nombre garabateado en el papel, junto con las


palabras: Disfrútalo. Besos y abrazos. Alden.

Oh, no, no lo hizo. La rabia me atraviesa mientras arranco el arco y


la nota del coche, me acerco al contenedor de basura que hay a pocos
metros y lo meto dentro.

Cómo se atreve. Cómo mierda se atreve. Estoy tan enfadado que me


tiemblan las manos mientras busco a tientas las llaves en mi bolsillo. Las
llaves de mi coche, no un lujoso y brillante... ¿qué? ¿Soborno? ¿Esta es su
manera de intentar convencerme de que este tan metido en esto como
Gannon? Y después de decirle por qué mi coche significa tanto para mí.
Y yo que pensaba que Alden estaba siendo tan comprensivo con mi
deseo de tomarme las cosas con calma. Qué maldito idiota debe pensar que
soy. O tal vez sólo piensa que soy un buscador de oro. ¿Para eso es el
coche?

Me enfurezco durante todo el camino hasta su oficina, olvidando por


completo mi horario matutino. Tampoco tengo ni idea de si obedezco una
sola ley de tráfico. Lo único que sé es que mi enfado ha aumentado cuando
aparco el coche delante del edificio y entro a toda prisa. Estoy demasiado
enfadado como para esperar al ascensor, y prácticamente subo las escaleras
a toda velocidad hasta el último piso. Si tuviera la capacidad de sentir algo
más que rabia en este momento, me tomaría un minuto para estar
malditamente impresionado conmigo mismo.

—Hey, Nolan.— Barrett me saluda con una sonrisa cuando me


cruzo con él en el pasillo. Creo que gruño en respuesta. No estoy seguro.

Estoy respirando fuertemente, ya sea por mi enojo o por mi hazaña


olímpica de correr escaleras, no tengo idea, cuando abro de golpe la puerta
de Alden sin llamar. Está hablando por teléfono cuando entro, y su puerta
golpea contra la pared y rebota contra mí.

Al principio sonríe, mirándome de arriba a abajo de esa maldita


manera tan halagadora, que casi me hace olvidar mi furia durante medio
segundo. Luego me acuerdo del coche, y vuelve con toda su fuerza.

—¿En qué demonios estabas pensando?— Exijo.

—Lucas, voy a tener que volver a llamarte,— Alden dice


tranquilamente en el teléfono antes de terminar la llamada. —¿Tienes el
auto?— supuso.

Me burlo. —Sí, tengo el puto coche. ¿Qué carajo?— Pregunto de


nuevo, cerrando la puerta tras de mí y avanzando a toda prisa para golpear
mis manos en su escritorio. —Me dijiste toda esa mierda de tomarte las
cosas con calma y luego vas y me compras un coche. ¿En qué maldito
universo es eso tomarse las cosas con calma?

La mandíbula de Alden hace un tic y se echa hacia atrás en su silla,


estudiándome con una mezcla de lo que parece ser molestia y calor en su
expresión. Pero no dice ni una palabra para defenderse ni para calmarme,
así que sigo rabiando.

—Sé que mi coche no es lo suficientemente bueno para su culo


snob. ¿Ese es el problema? ¿Te da vergüenza que te vean conmigo? ¿Temes
que todos tus amigos ricos se den cuenta de que tu novio creció pobre?
¿Sabes qué? Yo también solía tener ese maldito miedo, pero ya lo superé.
Iré a la próxima gala de los presumidos y les diré a todos de dónde vengo, y
si eso te molesta, puedes irte a la mierda.

En algún momento de mi despotricasión, Alden se levanta y rodea el


escritorio. Me corta con sus labios contra los míos en un duro beso. Le
muerdo los labios con brusquedad, agarrando la parte delantera de su
camisa para evitar que termine el beso antes de tiempo, aunque todavía
estoy en una galaxia de cabreo que no se ve desde la Tierra.

Me deja descargar mi rabia en su boca hasta que la sensación de


opresión y calor en mi pecho por fin empieza a aliviarse y mi rabia se
reduce a un nivel más manejable.

—Primero de todo,— dice con ese tono de voz severo y dominante


cuando rompemos el beso, —Compré ese coche antes de nuestra
conversación de este fin de semana. Pedí un color personalizado, así que
tardó un par de semanas en ser entregado. Y en segundo lugar, si no me
tomara las cosas con calma contigo, ahora mismo te tendría doblado sobre
el escritorio con los pantalones por los tobillos y el culo al aire para que te
diera unos azotes y te enseñara a no hablarme de esa manera.

Se me corta la respiración ante la imagen mental que está pintando.


Supongo que pedir el coche hace unas semanas lo hace ligeramente menos
malo, pero no del todo. Sigo enfadado, pero me ha picado la curiosidad.
—Bien.

—¿Bien?— repite Alden, enarcando una sola ceja y enderezo los


hombros y le miro desafiante.

—Bien,— Mordí la palabra por segunda vez. —Muéstrame lo que es


realmente ser tu chico entonces.

Le doy otro beso fuerte en la boca.

—Eres mi chico con o sin los azotes,— Gruño contra sus labios. —
Pero estoy más que feliz de darte una paliza y luego sentarme a conversar
sobre lo que realmente te molesta.— Nolan asiente, con las pupilas
dilatadas y la respiración agitada mientras se aferra a la parte delantera de
mi caro traje, arrugando la sedosa tela. No me importa. En lo que a mí
respecta, puede hacer trizas el maldito traje. —¿Recuerdas tu palabra de
seguridad?

Nolan vuelve a mover la cabeza. —Rojo.

—Bien Pet. Entonces bájate los pantalones e inclínate sobre el


escritorio.

La polla se me ha puesto dura desde el momento en que vi la furia


en su cara cuando entró en mi despacho, pero eso no es nada comparado
con la forma en que late y palpita mientras se desabrocha el cinturón con
dedos temblorosos y se baja los pantalones y los calzoncillos por los
tobillos. Su erección parece sólo medio interesada en lo que está sucediendo
mientras se acerca torpemente al escritorio y se inclina.

El bonito culo de Nolan, de color melocotón, es la definición de la


perfección, los músculos apretados por los nervios, los hoyuelos de la parte
baja de la espalda suplicando que los llene de whisky para que pueda
sorberlos. Estoy tentado de caer de rodillas, separar sus mejillas y
deleitarme con su agujero. Pero esto es un negocio, no un placer.

Tal vez el coche era demasiado. Estoy dispuesto a admitirlo. Sin


embargo, tiene que aprender a no sacar conclusiones precipitadas ni dejar
que su ira y su desconfianza se apoderen de él si quiere que esto dure. Salta
cuando le pongo la mano en la nalga.

—Shh, Pet,— murmuro, frotando su piel hasta que empieza a


calentarse. —¿Sabes qué hiciste mal?

Sacude la cabeza, pero responde a la pregunta de todos modos. —Te


grité.

—No me molestan los gritos. Lo que me molesta es la falta de


confianza.— Retiro mi mano y la vuelvo a bajar con un chasquido contra su
mejilla. Se sacude, su piel se enrojece por el impacto, un agudo jadeo cae de
sus labios. —La confianza y la comunicación son la base de una buena
relación,— Digo con calma, dando otro par de golpes.

Nolan maúlla, pero inclina el culo para obtener más. Entre sus
piernas abiertas, puedo ver cómo sus pelotas se tensan y se acercan a su
cuerpo a medida que aumenta su excitación. Me acerco para susurrarle al
oído, apretando y amasando su piel caliente. —Los azotes son parte de tu
castigo, Pet. Pero tu verdadero castigo es que esa dura y dolorida polla tuya
no va a tener ningún alivio hoy.

Se queja. —No.

Me enderezo y le vuelvo a dar una palmada en el culo, lo


suficientemente fuerte como para que me duela la palma de la mano. —La
próxima vez, confiarás en Daddy lo suficiente como para tener una
conversación tranquila cuando estés molesto, ¿no?

Nolan asiente, cerrando las manos en puños, con los brazos


extendidos sobre su cabeza en mi escritorio. Está tan absorto en la
sensación de los azotes que no reacciona al sonido de la puerta que se abre
detrás de mí ni al ruido suave y asustado que le sigue. Pero yo sí. Miro por
encima del hombro, dispuesta a ladrar a Kiernan o a Barrett para pedirles un
poco de intimidad, pero es Gannon quien está allí.

Sus ojos se centran inmediatamente en la piel enrojecida de Nolan,


en la forma en que sus muslos tiemblan por el esfuerzo de sostenerlo.
Gannon cierra rápidamente la puerta tras de sí, y la cerradura encaja en su
sitio.

—Excelente momento, Treasure. Nolan decidió que necesitaba un


poco de disciplina esta mañana.— V uelvo a acariciarle el culo hasta que su
cuerpo empieza a relajarse, y se desprende de la tensión de esperar el
siguiente golpe. Se hunde contra mi escritorio, sus caderas se agitan al
empujar instintivamente contra el escritorio, su dura polla en busca de
alivio.

Vuelvo a mirar a Gannon, su respiración acelerada y su cara


sonrojada, con un indicio de bulto en la parte delantera de sus pantalones.
Con los ojos clavados en los suyos, le doy otro golpe en el culo a Nolan,
que chilla. Gannon se sobresalta como si sintiera mi mano, y sus labios se
separan en un sonido silencioso.

—Creo que has tenido suficiente,— decido. —¿Qué piensas, Pet?—


Mueve la cabeza perezosamente hacia arriba y hacia abajo, recostado contra
el escritorio como un muñeco de trapo. Qué bonito. Arrastro mi mano por
su columna vertebral y aprieto un beso contra la parte posterior de su
hombro antes de enderezarme y mirar de nuevo a Gannon. —Pero no lo he
hecho.— Agarro mi erección a través de los pantalones para intensificar el
contorno. Quiero que Gannon vea cada vena palpitante de mi polla, que
sepa exactamente las ganas que tengo de correrme dentro de él.

—Puedes azotarme,— ofrece en un tono ronco.

Sonrío. —¿Puedo follar contigo en su lugar?


Ni siquiera responde, sólo empieza a desabrocharse los pantalones.
Nolan hace otro sonido frustrado desde el escritorio. Vuelvo a apretarle el
trasero ablandado.—Apuesto a que se siente tan caliente y apretado por
dentro.

Mis chicos gimen. —Y la próxima vez,— Continúo, —los dos van


a follar conmigo.

Me doy la vuelta y veo a Gannon acariciando su polla parcialmente


dura. La ansiedad que solía cubrirlo cuando no estaba completamente duro
no está ahí. Es sólo un hombre que juega con su polla, impaciente por
llenarse.

—¿Puedes inclinarte sobre mi escritorio?— pregunto.

—Si, Daddy,— responde obedientemente, poniéndose de pie junto a


Nolan e inclinándose hacia delante. Sus pantalones ya están desabrochados,
así que basta con un suave tirón para que se acumulen alrededor de sus pies.

Me arrodillo detrás de él, agarro sus nalgas tensas y carnosas con las
manos y las separo. Su agujero se agita y se aprieta. Gime al primer
contacto de mi lengua con su pliegue, que pasa por su agujero una y otra
vez hasta que empieza a relajarse y a ablandarse. Tiene un sabor limpio y
jabonoso, con un mínimo toque de sudor.

Lamo y mordisqueo su borde hasta que jadea para mí, metiendo la


lengua para que se moje y se abra para mí. Oigo el sonido húmedo de las
bocas entre sí y me alejo para encontrar a los dos con los labios
entrelazados. Me acerco para tocar el culo de Nolan en forma de
recordatorio.

—No te vengas.

Gruñe contra la boca de Gannon. Me pongo de pie y me bajo la


cremallera del pantalón con una mano, la otra sigue ocupada con su
agujero. Rodeo la entrada blanda y salpicada de saliva con el dedo corazón,
introduciéndolo lentamente.

Gimo ante la increíble estrechez y el calor abrasador, mi polla se


sacude con avidez.

Necesito estar dentro de él. Ahora.

El sonido de la cremallera de Alden hace que mi cuerpo se


estremezca con impaciencia. Los labios y la lengua de Nolan se deslizan
contra los míos. Jadeo y grito en su boca mientras Alden presiona la gruesa
cabeza de su polla contra mi agujero. Estoy empapado de su saliva, lo
suficiente como para que una parte se haya escurrido y se acumule en mis
pelotas, que me duelen y se tensan.

Se balancea contra mí, presionando contra mi agujero, pero no lo


suficientemente fuerte como para introducirse en él. Roza el agujero,
agarrando el borde y empujando la longitud de su polla sobre él. Rompo mi
beso con Nolan para maldecir con impaciencia.

Inesperadamente, la mano de Alden golpea con fuerza la mejilla de


mi culo, enviando una punzante sacudida a través de mí, haciendo que mi
polla cobre vida por completo mientras reprimo un sonido estrangulado. Mi
agujero también se aprieta por el impacto, una sensación palpitante y
caliente que me atraviesa y me hace sentir dolorosamente vacío.

—Lenguaje,— me recuerda con calma, sin dejar de mecerse contra


mí.

A la tercera o cuarta vez, empuja la cabeza de su polla un poco más


fuerte contra mi agujero. Empieza a ceder, a abrirse a él, su erección apenas
entra en mí.

En su escritorio, su teléfono móvil empieza a sonar. Hago un gesto


para que se calle, pero Alden se inclina sobre mí y lo toma, deteniéndose con
la punta de su polla dentro de mí.

—¿Hola?— responde con calma.

Abro la boca para hacer un comentario sarcástico sobre que este no es el


mejor momento para recibir llamadas, pero él penetra unos centímetros más,
robándome el aliento mientras me muerdo la lengua para ahogar un gemido.
Miro a Nolan, que sigue recostado contra el escritorio, con los brazos apoyados
bajo la cabeza mientras observa con ojos lujuriosos y encapuchados cómo
Alden me llena lentamente.

—No, no, que no va a funcionar,— dice por teléfono, mientras su


mano libre me aprieta la cadera y su larga y gruesa polla me abre,
centímetro a centímetro. —Pensé que ya habíamos hablado de esto.
¿Todavía tienes el correo electrónico que te envié?

Su polla palpita y se retuerce dentro de mí mientras se entierra hasta


la empuñadura, con sus pelotas presionadas contra las mías y sus caderas
totalmente pegadas a las mejillas de mi culo. Cómo puede sonar su voz tan
tranquila y profesional mientras yo lucho por recuperar el aliento entre
gemidos y súplicas silenciosas.

Vuelve a salir con la misma lentitud con la que me llenó, y mis


músculos internos se agitan alrededor de él, apretándose desesperadamente
en un intento de retenerlo dentro. El único indicio de que está tan excitado
como yo es la dureza de sus dedos en mi piel y el hecho de que esté tan
empalmado que puedo sentir el pulso de su polla, palpitando contra mi
borde estirado.

—Excelente. Si, es correcto.— Me llena de nuevo, empezando a


acelerar su ritmo. Quienquiera que esté al otro lado del teléfono esta
recibiendo unos mm-hmms y aahs mientras Alden empieza a follarme como
es debido, consiguiendo milagrosamente mantener su respiración uniforme
mientras me penetra.

Mi polla está atrapada contra su escritorio, la suave madera


acariciando mi erección con cada rebote. Estoy desesperado por
envolverme con la mano y perseguir el orgasmo que se está gestando en mi
interior, haciendo que mis músculos se tensen y mis pelotas se contraigan.
Alden me está follando salvajemente, con su calma absoluta aún intacta de
una manera que hace que todo esto sea deliciosamente sucio.

¿Seré capaz de quedarme callado, o el desconocido al otro lado del


teléfono me oirá perder el control mientras el semen sale de mi polla y mi
cuerpo se deshace de placer? Estoy tan cerca, tan malditamente cerca. Pero,
de alguna manera, la orden de Alden de no correrse sin permiso consigue
retenerme. Quiero ser bueno para él. Mis tripas se tensan, y Nolan gime y
gime junto a mí como si fuera él quien se dejara follar.

Cada empujón me empuja más al límite de mi control, mi cuerpo


tiembla con él. —Escucha, déjame llamarte en unos minutos.

Ni siquiera estoy seguro de que la otra persona tenga la oportunidad


de responder antes de que termine la llamada y su teléfono caiga al suelo
con un ruido sordo. —Vamos,— gruñe, y yo suelto un gemido de alivio.

Me acerco a la polla, pero me corro antes de tocarme, los chorros


calientes de mi liberación salpican mis dedos, mi culo palpita alrededor de
él. Alden suelta un gemido bajo y su semilla caliente me llena.

Me penetra con fuerza, gruñendo y chillando, hasta que los


orgasmos de ambos empiezan a desvanecerse, dejándonos caídos contra el
escritorio al igual que Nolan.

Alden se ríe sin aliento, se pone de pie al cabo de un momento y


rodea el escritorio para coger una elegante caja de pañuelos.

—Un hombre no puede hacer ningún trabajo con ustedes dos


alrededor,— dice, y nos sonreímos el uno al otro.

Primero levanta a Nolan, teniendo cuidado con su descuidada


erección mientras sube los pantalones de Nolan, le guarda la polla y le sube
la cremallera. A continuación, me limpia a mí, pero incluso con el semen y
la saliva limpiados del pliegue de mi culo, en cuanto me enderezo, puedo
sentir su semilla goteando de mi agujero. Me estremezco y aprieto.

—Treasure, vuelve a trabajar,— me instruye, dándome una rápida


palmada en el culo mientras me señala la puerta aturdida. —Pet, Imagino
que llegas tarde al trabajo, así que vete, pero mándame un mensaje cuando
nos veamos para almorzar y así podremos discutir las cosas.

Salimos juntos de su oficina y nos separamos junto a los ascensores


con un lento beso.

—¿Qué demonios era eso de ahí?— Nolan pregunta, sonriendo a mí


con una mirada de recién follado.

—No lo sé. Pero fue caliente.

Se ríe. —Sí, muy caliente. Incluso si ahora tengo bolas azules


épicas.—Sonrío y le beso una vez más.

—Te amo. Te llamaré más tarde.

Sube al ascensor y las puertas se cierran tras él. Vuelvo a mi


despacho sintiéndome borracho de amor y atontado.
Mi teléfono vibra en el bolsillo, sin duda otro mensaje de Gannon
preguntando si estoy bien. Me acompañó al ascensor después de la fiesta de
amor en el despacho de Alden esta mañana, pero estábamos tan aturdidos
que ninguno de los dos dijo mucho más que Te amo justo antes de subir y
marcharse.

Poco después, empezó a enviarme mensajes de texto, preguntando


de qué se trataba las nalgadas, y cuando no respondí a ellos, preguntando si
estaba bien. Se me hace un nudo en el estómago al saber que probablemente
esté en su despacho preocupándose por mí. No sé qué decir.

Me siento desorientado y todavía un poco confuso. Estaba tan


enfadado cuando irrumpí allí, y Alden me dobló y me azotó hasta que todo
lo que quería hacer era caer a sus pies y ser un buen chico para él. Quería
prometerle que aceptaría cualquier coche que me comprara, que haría
cualquier cosa que me pidiera. Como, ¿qué carajo?

El pecho se me aprieta cuando vuelvo a sentir esas emociones, la


bulliciosa habitación que me rodea se desvanece en un borrón mientras
lidio con la enormidad de todo esto. ¿Fue un error aceptar una relación
como esta? Estoy increíblemente enamorado de Gannon, y cada día me
enamoro más de Alden, pero eso no significa que esta sea la relación
adecuada para mí.

—Lo estás haciendo mal,— Salgo de mi aturdimiento cuando veo a


una de mis pequeñas abejas trabajadoras atando uno de los lazos más
descuidados que he visto nunca en el respaldo de una silla del gran salón.
Me apresuro a enseñarle la forma correcta de hacerlo para que los clientes
sientan que el camión de dinero que me pagaron para su evento de
aniversario fue bien gastado.
Mientras revoloteo por la habitación, asegurándome de que todo
está exactamente bien, y de acuerdo, tal vez microgestionando un poco, me
doy cuenta de la sensación de que alguien me mira. Miro por encima del
hombro y se me corta la respiración al ver a Alden en la puerta,
observándome con una sonrisa en los labios y la intensidad en los ojos.

Mi piel se calienta y mi corazón tropieza con sus propios latidos, mi


culo palpita al instante al recordar que hace unas horas estaba agachado.
Una parte de mí quiere dejar caer el centro de mesa del que me estoy
ocupando y correr hacia él, pero otra parte se eriza al instante ante esa idea.
Mencionó que hablaríamos más tarde, pero nunca le envié un mensaje sobre
el almuerzo, así que no estoy seguro de qué está haciendo aquí.

Me tomo mi tiempo, sacando todas las flores y asegurándome de


que los tallos tienen la longitud que quiero y que ninguno de los pétalos está
aplastado o magullado. Todas están perfectas, por supuesto. La florista que
las hizo es una con la que llevo años trabajando. Hace un trabajo exquisito.
Pero esto me da la excusa que necesito para recomponerme antes de volver
a dejar el jarrón en el centro de la mesa y dirigirme a Alden.

—Estas mesas están demasiado juntas. ¿Podemos moverlas?—


pregunto mientras paso por delante de un conjunto de mesas que se sienten
abarrotadas. Saltan para solucionar el problema y sonrío. Cuando vuelvo a
mirar a Alden, él también sonríe.

—Es impresionante verte tan al mando así,— me dice en cuanto


estoy a su alcance.

El cumplido hace que la tensión en mi pecho se alivie, pero mis


nervios se niegan a bajar del todo. —¿Es así? Pensé que me preferías
sumiso y flexible.

Su sonrisa se amplía. —Te lo dije. Prefiero a mis chicos con algo de


lucha.— Saca las manos de los bolsillos y mira a su alrededor. —¿Hay
algún lugar donde podamos ir a hablar unos minutos? ¿O tienes tiempo para
comer?

Me meto el labio inferior entre los dientes, considerando la oferta.


Todavía tengo mucho que hacer hoy, teniendo en cuenta lo tarde que he
llegado esta mañana, así que asiento hacia los vestuarios. —Podemos hablar
aquí.

Es una habitación acogedora con un sofá y varios espejos, así como


un perchero y algunas obras de arte preciosas que decoran las paredes.
Cierro las puertas tras de sí y me dirijo al sofá para sentarme. Hago una
mueca de dolor cuando mi tierno trasero choca con el cojín.

—Lo siento,— Alden dijo inmediatamente.

—¿Por azotarme?— Le arqueo una ceja. No estoy seguro de si


lamento los azotes en sí mismos, pero podría prescindir de la forma en que
me dejaron descolocado.

—No,— dice sin una pizca de vergüenza. —En cuanto te despedí,


me sentí completamente mal por ello. Tu primer azote no debería haber
terminado con una expulsión. Ningún azote debería. Puede que me guste
jugar un poco más duro de vez en cuando que algunos Daddys, pero el
cuidado posterior no es algo que me salte. Sabía que llegabas tarde al
trabajo, pero eso no es excusa.

Se me vuelve a hacer un nudo en la garganta y trago con fuerza,


intentando, sin éxito, despejar la sensación. —¿Qué es el cuidado posterior?

—Para mí, son mimos, muchos elogios, discutir la escena, y a


menudo frotar una loción calmante en cualquier piel sensible.

Una fuerte sensación de anhelo casi me ahoga, y asiento rápidamente.


Espera, ¿me está ofreciendo o simplemente me está diciendo que eso es lo
que le gusta hacer?

Alden parece tomárselo como una invitación, se acerca a grandes


zancadas al sofá para sentarse a mi lado y me atrae hacia sus brazos. Lo hago
sin protestar, apoyando la cabeza en su hombro, y una sensación de calma se
apodera de mí.

—Así está mejor.— Me besa la parte superior de la cabeza,


presionando su nariz contra mi pelo, y su aliento lo agita con cada
exhalación. A pesar de la confusión con la que he estado luchando toda la
mañana, me hundo en él y me relajo.

—¿Cómo sabías dónde encontrarme?— pregunto, sintiéndome un


poco adormecido con el calor del cuerpo de Alden contra mí. No me había
dado cuenta hasta ahora de lo mucho que me habían quitado los azotes,
tanto física como emocionalmente. No porque no me haya gustado. Creo
que me gustó demasiado, o al menos más de lo que esperaba. Siempre
pensé en los azotes como algo pervertido y sexy, pero eso era... emocional.

—Tu asistente,— Alden responde. —En realidad, era demasiado


fácil. Es inseguro para él dar tu ubicación a cualquier persona al azar que
llame para pedirla.

Pongo los ojos en blanco. —No eres exactamente al azar. Sabe que
eres mi novio.

—No soy tu novio,— dice con firmeza, y yo levanto la cabeza para


mirarle, con el corazón haciendo todo lo posible por salirse del pecho. Le
grité una vez, ¿y ahora hemos terminado? Creía que había dicho que esto
iba en serio. Pensé que incluso podría estar enamorado de mí...

—Relájate, Pet.— Me rodea con sus brazos y me doy cuenta de que


he empezado a hiperventilar. Respiro más lenta y profundamente, dejando
que su olor familiar me llene y me relaje de nuevo. —No soy tu novio,—
Alden dice nuevamente. —Soy tu Daddy.

Resoplo, y Alden se estremece, haciendo que me arrepienta


inmediatamente de la reacción despectiva. Todavía me pica el culo por la
mano que me ha puesto antes, y me duelen la polla y las pelotas por no
haberme liberado. Lo que ha pasado antes en su despacho parece haber
cambiado las cosas. No estoy seguro de estar preparado para todo eso.

—La misma diferencia. Nos conocemos, tenemos sexo. Por eso te


dijo dónde estaba.— Intento zafarme de su abrazo, pero me sujeta con más
fuerza. Alden puede ser pequeño, pero es muy fuerte.

—No es la misma diferencia.— Su voz es grave y peligrosa, y me


hace sentir una oleada de nervios y excitación. Hay una amenaza justo
debajo de la superficie. No me doblaría y me azotaría de nuevo aquí, con mi
bastón al otro lado de la puerta, ¿verdad? —Eres mío para cuidarte, para
quererte... para mantenerte a salvo.

El auto.

—Te dije que no quiero deshacerme de mi coche. Es sentimental.

—No te he dicho que te deshagas de él. Si hubieras venido a mi


despacho y hubieras hablado conmigo tranquilamente de ello, te habría
dicho que hay sitio en mi garaje para él. Me aseguraré de que reciba un
mantenimiento regular para que siga funcionando bien, pero en el día a día,
puedes conducir el coche más seguro que te compré.

Cuando lo dice así, parezco un mocoso petulante. En el mundo real,


comprarle a alguien un coche no es razonable, pero Alden no vive
exactamente en el mundo real, y debería haber tenido en cuenta eso.

—Lo siento. Debería haber hablado contigo en lugar de lanzar un


ataque,— Concedo.

—Buen Pet,— murmura, presionando un beso en mi mejilla.

—Gracias…— Las palabras se me atascan en la garganta, mis


entrañas se retuercen de nervios ante la idea de decirlo en voz alta y lo que
significará. Lo ha dicho antes, y tiene toda la razón. No es un juego. Todo
es cuestión de confianza. ¿Puedo confiar en él lo suficiente como para darle
este poder sobre mí? Creo que ya lo hago. Sólo tengo que admitirlo ante mí
mismo y ante él. Me aclaro la garganta y lo vuelvo a intentar. —Gracias,
Daddy.

A Alden se le corta la respiración. —Lo que sea, Pet,— murmura,


me coge la mandíbula y me acerca la cara para darme un beso lento y
profundo.

Me dejo hundir en él, hundirme en él. ¿A quién quiero engañar con


esta mierda de la caída? Ya me he caído.

Tamborileo con los dedos contra el escritorio, comprobando por


millonésima vez si se me ha escapado una notificación de texto de Nolan.
Imposible, teniendo en cuenta que he estado comprobando cada cinco
segundos desde que subió al ascensor esta mañana.

Fue caliente, más que caliente, entrar en la oficina de Alden y


encontrar a Nolan en medio de una paliza. Pero el silencio de la radio me
tiene en vilo. ¿No le gustaba el asunto? ¿Lo asustó?

Y no sé dónde demonios ha desaparecido Alden, pero más vale que


sea para hablar con Nolan.

Mi teléfono vibra en mi mano y casi lo dejo caer en mi prisa por


contestar.

—Nolan,— Digo, sonando vergonzosamente entrecortada al responder.

Se ríe al teléfono, con un sonido cálido y acogedor. —Hey, Sexy.


Siento por preocuparte.
—¿Estas bien? ¿Hablaste con Alden?

—He hablado con Alden y estoy bien. Fue un poco demasiado para
mí esta mañana, pero ahora que hemos hablado las cosas, me siento mucho
mejor. Me siento increíble en realidad, sólido.— Puedo oír la felicidad
relajada en su voz. Se instala en mi corazón y me lleva junto a él, sonriendo
mientras me recuesto en mi silla.

—Bien. Me alegro. Te amo.

—Te amo también, Gan,— dice. Oigo el ruido del trabajo que se
hace de fondo en su lado, pero no parece muy preocupado por ello. —Lo
llame Daddy.

Sonrío aún más antes de tratar de calmarlo rápidamente. No quiero


adelantarme a los acontecimientos. —¿Cómo te sentiste?

—Increible y correcto.

—Estoy muy contento. Esto va a funcionar, No. Puedo sentirlo.


Creo que estoy enamorado de él,— confieso.

—Yo también.— La alegría en su voz es desbordante, los dos


haciendo ruidos vertiginosos en el teléfono como un par de adolescentes
titubeando sobre nuestros enamoramientos. —Escucha, tengo que dejarte ir
porque Dios sabe que el trabajo de un planificador de eventos nunca
termina, pero le pedí a Alden que viniera a mi casa a cenar esta noche. Los
tres podemos pasar el rato, cocinar la cena juntos, lo que sea. No tengo una
cama gigante como la suya, pero pensé que sería bueno dejarle entrar un
poco más en nuestro mundo.

—Eso suena perfecto. Te veré esta noche.

Colgamos y, con la preocupación por Nolan fuera de mi mente, por


fin puedo concentrarme en el trabajo durante el resto del día.
A las cinco, Alden asoma la cabeza en mi despacho.

—¿Puedo convencerte de ir conmigo a la casa de Nolan?— me


pregunta, rodeando mi mesa y ofreciéndome la mano.

Doy un suspiro fingido. —Supongo que sí. Aunque, tal vez, si


me pongo difícil, podré disfrutar de uno de esos azotes para mí.

Tomo su mano y me pongo de pie, la sonrisa perversa que se


extiende por sus labios me hace sentir un cosquilleo de pies a cabeza.

—No te preocupes, Treasure, Te enrojeceré el culo cuando esté


listo. Pero si es por diversión en vez de por castigo, te vas a correr.

Me estremezco y asiento obedientemente. Puedo ser bueno, y


ciertamente puedo ser paciente.

Agarro mi bolso y me lo cuelgo al hombro y dejo que Daddy Alden


me lleve al ascensor. con su mano alrededor de la mía, recordándome que no
tengo nada de qué preocuparme mientras él esté cerca. Y por lo que veo,
tiene la intención de estar cerca.

Cuando entramos en el aparcamiento de Nolan, veo su coche


aparcado junto a uno nuevo y bonito que no reconozco. Debe ser un nuevo
vecino.

—Por cierto, le he comprado un coche a Nolan,— dice Alden


despreocupadamente mientras aparcamos y salimos.

—¿Qué? ¿Estás loco? Le encanta su coche.— Debe haber sido lo


que inició la situación esta mañana.

—Lo hemos solucionado,— me asegura. —Tu coche es todavía


bastante nuevo, pero estaría encantado de comprarte algo más bonito.

Resoplo una carcajada. —No, gracias. Nolan y yo no somos tipos


materiales. Sé que estás acostumbrado a los chicos guapos que te cuelgan a
cambio de diamantes...

Alden me agarra del brazo y le miro. La expresión de seriedad en su


rostro me hace parar en seco.

—Ustedes dos son perfectos exactamente como son,— dice con


firmeza.

—Y tu eres perfecto para nosotros.

Nos dirigimos al apartamento de Nolan. Abre la puerta ya vestido


con su ropa más informal para la noche: unos pantalones de yoga negros y
una camiseta de gran tamaño que le hace parecer delicado.

Alden y yo nos turnamos para darle un beso de bienvenida, y mi


corazón se acelera cuando oigo a Nolan susurrar la palabra Daddy y la cara
de Alden se ilumina.

Me acerco a Gannon para que los tres disfrutemos del mismo


momento, con el corazón casi más lleno de lo que puedo soportar, teniendo
a mis dos chicos por completo.

—Antes de empezar con la cena, necesito que te bajes los


pantalones,— le digo Nolan.

El chisporrotea y la cara de Gannon se contorsiona en un adorable


mohín. —Hey, no debería recibir una segunda paliza antes de que yo reciba
una.
—Sí, espera un momento. Estoy siendo bueno,— Nolan protesta.

—En primer lugar, creo que ambos olvidan quién está al mando. Yo
decido quién necesita unos azotes y cuándo—. Me meto la mano en el
bolsillo para sacar la loción que pasé por casa después de mi reunión con
Nolan en el almuerzo. —Y en segundo lugar, no voy a darle unos azotes.
Quiero ponerle un poco de loción en su bonito culito para que no le salgan
moretones. Ahora, vamos a la sala de estar.

Esta vez se van sin protestar. Gannon se sienta en el sofá y yo le


sigo mientras Nolan se queda nervioso un momento.

—Creo que Daddy dijo que te bajaras los pantalones,— le recuerda


Gannon, sonriendo esta vez.

—Así es, y luego te quiero aquí sobre mi regazo.

Nolan desliza sus dedos en la cintura de sus pantalones, tirando de


ellos hacia abajo, junto con su ropa interior. Su polla es suave, que es
extrañamente más íntimo que una erección furiosa, mientras se sube a mi
regazo. Con Gannon sentado a mi lado, Nolan se cruza de brazos y apoya la
cabeza en el regazo de mi otro chico.

El enrojecimiento ha desaparecido de su piel desde esta mañana,


pero aún sisea de ternura cuando le pongo la mano encima.

—¿He sido demasiado duro contigo esta mañana, Pet?— Lo


compruebo, echando un chorro de loción en mi mano para poder atender
suavemente su culo.

Sacude la cabeza contra el regazo de Gannon. —No. Me


gusto…Lo necesitaba.

—Así es,— Estoy de acuerdo, disfrutando de la forma en que se


relaja cuando el bálsamo empieza a calmar su piel.
—Gracias por cuidar de él, Daddy,— dice Gannon, haciendo que mi
corazón dé un vuelco en mi pecho.

—Por supuesto. Es mi trabajo y me gusta hacerlo.

Una vez que mi chico está bien atendido, le ayudo a levantarse y los
tres nos dirigimos a la cocina. Al igual que antes en el salón, Nolan se pone
inmediatamente en el papel de director, sacando varios alimentos y
dándonos instrucciones a cada uno de nosotros sobre lo que quiere que se
haga. Estoy más que feliz de obligarlos, viendo como Gannon también salta
rápidamente a obedecer. Es obvio que han cocinado juntos antes.

Es un acto íntimo en sí mismo. Me devano los sesos para pensar si


alguna vez he cocinado con alguien. He tenido un chico aquí o allá sentado
en la encimera mientras preparaba una comida, pero nunca he cocinado con
alguien. Es sorprendentemente agradable.

Los tres hablamos de nuestros días de trabajo, nos reímos y


disfrutamos de la compañía del otro mientras bebemos las copas de vino
que Nolan nos sirvió a cada uno. La comida probablemente habría sido más
rápida y fácil de preparar sola, pero cuando nos sentamos a comer juntos, la
comida sabe fenomenalmente mejor por haber sido hecha por todos
nosotros.

—Hay una recaudación de fondos a la que me han invitado a finales


de mes,— les digo mientras nos entretenemos con la cena. —Me encantaría
que ambos me acompañaran como mis acompañantes.

—¿Se puede llevar dos acompañantes?— Nolan pregunta.

—Pet, son diez mil dólares por plato. Van a caer de rodillas y me
van a dar las gracias por comprar un asiento extra.

Ambos se ríen. —Suena muy bien. ¿Es más elegante que mis trajes
habituales?— Gannon pregunta.
—Pueden dejarme el vestuario a mí.— Sonrío perversamente, con
un delicioso plan formándose en mi mente.

Cuando terminamos de comer, también limpiamos juntos. Nolan


lava los platos y Gannon los seca mientras yo limpio las encimeras y guardo
la comida. Me detengo a observarlos, riendo e intercambiando besos frente
al fregadero. Siento el corazón tan lleno que casi me cuesta respirar, pero es
la sensación más hermosa del mundo.

—Te amo,— Me desahogué.

Ambos dejan de hacer lo que están haciendo, mirando por encima del
hombro a mí.

—¿ A Gannon o…?— pregunta Nolan, con una expresión de


incertidumbre.

Me río entre dientes. —A ambos.

Nolan deja caer el plato en el que está trabajando en el fregadero


con un chapoteo, y Gannon tira su trapo empapado sobre la encimera, y los
dos se acercan a mí tan rápidamente que me dejan sin aliento cuando los
tres chocamos.

Gannon me cubre la cara con duros besos mientras Nolan se limita a


abrazarme con tanta fuerza que juro que oigo crujir los huesos.

—Nosotros también te amamos,— Gannon dice.

Nolan asiente. —Lo hacemos. Estamos enamorados de tí, Daddy.

Es tanta la alegría que surge en mi interior que lo único que puedo


hacer es reírme. Reírme de lo lejos que han llegado las cosas en tan poco
tiempo, reírme de lo mucho que hemos tardado en llegar hasta aquí cuando
hemos estado delante el uno del otro todo el tiempo, y reírme de lo
absolutamente increíble que es tener por fin a mi para siempre aquí, en mis
brazos.
Abro la cremallera de una de las dos bolsas de traje que tengo
colgadas en el armario, y sonrío al deslizar los dedos por el suave y caro
material de la americana negra. A Gannon le va a sentar de maravilla.
Vuelvo a subir la cremallera y compruebo también la de Nolan. Conozco a
mis chicos lo bastante bien como para haber elegido un color más excitante
para mi Pet, un tres piezas fucsia que no dudo que le hará girar las cabezas
toda la noche.

Todos ellos pueden sentirse libres de mirar y sentir celos por los
hermosos chicos que tengo en mis brazos. El sonido del timbre me aparta
de admirar la ropa que he elegido para ellos esta noche.

Abro la puerta y me encuentro con mis dos chicos, vestidos de


manera informal, con un bolso de maquillaje en la mano de Nolan y el
brazo de Gannon alrededor de sus hombros.

—No me digas que ya han perdido las llaves.

—No estábamos seguros de que fueran sólo para emergencias,—


Gannon explica, y yo hice un sonido desaprobatorio.

—Son para que puedan ir y venir a su antojo. Quiero que se sientan


como en casa todo lo que quieran.— Les hago pasar al interior y me dirijo
directamente a mi habitación, con ellos siguiéndome. —Desnudanse,— les
digo en cuanto llegamos a la habitación.

—¿Qué tienes para que nos pongamos?— Nolan estira el cuello,


intentando echar un vistazo a las bolsas del traje.
—Paciencia. Tengo algo más para ti antes de llegar a los trajes.—
Le lanzo a Gannon una sonrisa malvada y sus mejillas adquieren un ligero
tono rosado.

Me apoyo en la cómoda y disfruto del espectáculo mientras se


desnudan el uno al otro, intercambiando breves besos y tirando al suelo la
ropa desechada. Una vez que se han quedado en ropa interior, abro el cajón
de arriba para agarrar la primera prenda que quiero que se pongan: dos
delicadas tangas de encaje, uno en un tono blanco nacarado y el otro rojo
cereza.

—Vi estos y pensé en los disfraces que llevarán a la mascarada, el


ángel y el demonio.— Le doy el blanco a Gannon y el rojo a Nolan. —Casi
no pude quitarles los ojos de encima a ninguno de los dos durante toda la
noche.

—Odio que hayamos tardado tanto en... verte,— dice Gannon,


apretando la ropa interior en su puño con el ceño fruncido.

Me meto en su espacio, acercando mi cara a la suya para poder rozar


mi boca con la suya. —Valió la pena esperar por ti.

Emite un sonido jadeante y se inclina hacia mí, y yo sonrío contra


sus labios, acercando una mano para golpear su culo juguetonamente. Él
jadea.
—Póntelos,— le digo con firmeza, y él asiente.

Mi polla cobra vida una vez que mis dos chicos tienen puestos sus
bonitos encajes, sus suaves pollas rellenando la parte delantera con bultos
que hacen la boca agua, la llamativa tela enmarcando sus culos de forma
atractiva.
—Estoy tentado de doblarlos a las dos y darles unos azotes, sólo
para ver cómo las huellas de mis manos complementan su delicada lencería.

Nolan jadea y Gannon gime, su polla se agita y se hincha lentamente.


—Por favor, Daddy.

—Hmm.— Le doy un apretón a su firme mejilla, mi polla se


engrosa al saber que el culo de Gannon está dolorido por mi mano toda la
noche mientras lo hago desfilar delante de los estirados de la sociedad. —
¿Qué piensas, Pet? ¿Debería darle unos azotes antes de irnos?

Gannon se aprieta contra mí. —Di que si, No,— suplica, su polla se
pone rígida.

—No tendremos tiempo para que te vengas,— Le advierto. —


Tendré que azotar tu culo y dejarte dolorido por la liberación hasta más
tarde.

Vuelve a gemir, todo su cuerpo se estremece.

—Azotalo, Daddy,— dice Nolan, bajando la mano para ajustar su


erección, estirando la tela de su tanga y probando los límites del encaje.

—Muy bien.— Sonrío y tomo asiento en el borde de la cama. —


Ven.— Me doy una palmada en el regazo y Gannon no pierde el tiempo y
se lanza sobre mis muslos, con el culo en alto, con pequeños temblores de
ansiedad que sacuden su cuerpo.

Le paso la mano por la generosa protuberancia de su culo, su piel


lisa y cálida, sus músculos moviéndose bajo mi contacto.

—Un chico tan bonito y bueno,— alabo, retirando la mano antes de


bajarla con un duro golpe.

He pasado demasiado tiempo viendo escenas de azotes en el último


mes. Las he visto repetidamente, obsesionado con los gemidos jadeantes y
el asombro en las caras de los sumisos, poniéndome duro e inquieto por el
sonido de bofetadas de la mano del Dominante mientras da golpe tras golpe.
Pero no importa cuántas veces haya visto, no me han preparado para la
sensación de estremecimiento de los huesos, de la piel, del alma, de la mano
de Alden aterrizando en mi culo por primera vez.

Jadeo y me inclino sobre sus piernas. Las uñas de los pies pintadas
de morado de Nolan están justo en el borde de mi visión antes de que se me
cierren los ojos. Alden me rodea con un brazo y me sujeta mientras me da
varias bofetadas rápidas en el culo y en la parte superior de los muslos. Mi
polla se hincha y me duele, y cada golpe fuerte hace que se me caliente la
boca del estómago y se me encojan los dedos de los pies.

—Deberías ver las huellas de las manos de Daddy en tu trasero,


Treasure,— murmuro suavemente.

—Muéstrame— Susurro.

Oigo a Nolan tanteando un momento y el click de la cámara de su


teléfono. Abro los ojos y lo veo deslizando su teléfono en mi línea de visión,
una foto de mi culo enrojecido, enmarcado por la tanga blanca, la forma de
la mano de Alden clara como el día. Vuelvo a gemir y mi polla se sacude
contra el suave encaje.

—Gracias, Daddy

Alden emite un sonido suave y me aprieta las doloridas nalgas antes


de darme unos cuantos golpes más, lo que hace que todo pensamiento
consciente desaparezca de mi mente durante unos instantes. Todo mi cuerpo
parece estar hecho de nubes y placer.

—Buen chico,— alaba de nuevo, con una voz que suena rica y cálida
pero lejana. Me siento como un muñeco de trapo cuando me quita de su
regazo y me coloca en la cama. Nolan dice algo, pero suena aún más distante
que Alden. La cama se agita a mi lado y, en pocos segundos, estoy rodeado
de dos cuerpos cálidos.

El tiempo deja de existir mientras disfruto del estado de relajación y


flotación en el que me han puesto los azotes, hasta que empiezo a recuperar
lentamente la conciencia. Lo primero que noto es el dolor punzante en el
culo, que me arranca un gemido entre doloroso y excitado.

—¿Cómo te sientes, Treasure?

—Tan bien,— murmuro, acurrucando mi cara contra el pecho de


Alden.

—Eso fue muy caliente.— Nolan empuja su dura polla cubierta de


encaje contra mi culo, y vuelvo a jadear.

—Nada de eso.— Oigo una leve bofetada, seguida de una risa airosa
de Nolan.

—Voy a ponerte un poco de loción en el culo, y luego, si estan listos,


pueden vestirse.

Asiento con la cabeza. Las manos de Alden son suaves mientras me


aplica una loción fría en el culo. Cuando termina, vuelvo a estar totalmente
consciente, aunque todavía completamente relajado. Aprieto el culo para
sentir el dolor sordo de los músculos y me pongo de pie para coger la bolsa
del traje que me ofrece Alden.

Nolan jadea alegremente cuando abre el suyo.

—Daddy, esto es tan perfecto.

—Pensé que te gustaría.— Alden le roza la mejilla con un beso y


ambos nos vestimos. No sé cómo sabía nuestras medidas exactas, pero
nuestros trajes nos quedan de maravilla.

Entre el dolor sordo de mi culo y la sensación de que el suave y liso


encaje acuna mi polla, la tanga se siente como un sucio secreto que se
esconde bajo el traje, mi polla está más dura de lo que recuerdo. Puede que
no dure mucho, y es posible que cuando la necesite de verdad más adelante,
me falle, pero la ansiedad de preguntarme ha desaparecido por completo.
Alden y Nolan me quieren, y eso no tiene nada que ver con el estado de mi
polla en un momento dado.

No puedo pensar en una sensación más hermosa y liberadora.

Alden y yo esperamos mientras Nolan se maquilla un poco, agitando


las pestañas hacia los dos y luego dándonos un beso a cada uno para dejarnos
los labios manchados con el mismo carmín rojo que lleva.

Una vez que todos estamos listos para irnos, los tres nos apilamos en
la limusina que Alden tiene esperándonos. Nos sirve a cada uno una pequeña
copa de champán.

—Un brindis,— dice, levantando la copa. —Por el amor.—


Chocamos nuestras copas con las suyas. —Por el amor.— decimos. —Y por
los azotes,— añado con una sonrisa.

—Y por los orgasmos,— añade Nolan.

Alden sacude la cabeza y nos sonríe a los dos, murmurando algo


sobre golpes que nos hace reír a los dos.

La recaudación de fondos es tan lujosa como cabría esperar por diez


mil dólares el plato. Aunque, por ese precio, uno pensaría que te darían algo
más que delicadas porciones. Una cosa que nunca entenderé de la gente
rica: lo mucho que les gustan sus minúsculas porciones de comidas raras.

—Necesito el postre,— Declaro mientras bajamos de la limusina en


casa de Alden varias horas después.

Aparte de la comida, fue una noche fantástica. Hice que mis dos
hombres salieran a la pista de baile, pasé mi tarjeta a algunas personas
porque soy así de trabajador, y posé como una diva en la alfombra roja. Sí,
había una puta alfombra roja. Te juro que no podrías inventar mi vida
aunque lo intentaras.

—Puede que tenga un poco de helado en el congelador,— dice


Alden, guiándonos por las escaleras hasta la puerta principal.

Agarro a Gannon de la mano para que se apresure, y los dos nos


reímos mientras acabamos corriendo hacia la cocina. Me despojo de la
americana y del precioso chaleco que llevo debajo, y los dejo caer sobre el
respaldo de una de las sillas de la cocina. Gannon y Alden siguen su
ejemplo, todos nos aflojamos las corbatas y nos ponemos más cómodos.

Alden agarra un bote de Rocky Road de la nevera mientras yo saco


tres cucharas del cajón y me subo de un salto para sentarme en la encimera.
Los dos se amontonan a mi alrededor y los tres compartimos el postre recién
sacado del bote.

Alden se mete entre mis piernas, haciendo un intento juguetón de


interceptar mi siguiente bocado de helado antes de que llegue a mi boca.

—No,— Me quejo con una carcajada. —Gannon, sálvame. Está


intentando robarme el postre.

Daddy Alden me hace cosquillas y yo chillo. Gannon rodea a Alden


con sus brazos por detrás, uniéndose a la pelea. Me meto la cucharada de
helado en la boca victoriosamente.

Alden me reclama la boca con un fuerte beso, el calor de sus labios


contrasta con el frío de nuestro postre.

—Mm, intercalado entre mis chicos. No puedo decir que haya una
mejor posición para estar,— se burla, mordiéndome el labio inferior mientras
Gannon le besa el costado del cuello. —De hecho, esto es lo que quiero esta
noche.

—¿Qué es eso, Daddy?— pregunta Gannon mientras Alden me quita


el cartón de helado, junto con la cuchara, y los deja a un lado.

—Los dos...,— gira la cabeza para que Gannon pueda ver su


acalorada sonrisa tan bien como yo. —Al mismo tiempo.

Se me corta la respiración y Gannon gime. —Mierda, qué calor,—


murmuro.

—Lenguaje—, gruñe Daddy, enviando un temblor de excitación por


mi columna vertebral.

Le sonrío descaradamente. —Creía que nos tocaba mandar esta


noche.

—No es lo mismo mandar que estar al mando.— Alden me tira del


labio inferior entre los dientes con un fuerte escozor, y yo jadeo. —Los
quiero a los dos arriba, en la cama, desnudos para mí. Nos vemos allí en un
minuto.

Sale de entre mis piernas y yo salto del mostrador, agarrando de


nuevo la mano de Gannon.

Gannon me aprieta los dedos en cuanto nuestras manos se conectan,


y veo una pizca de aprensión en su expresión. —Daddy, ¿puedo preparar a
Gannon para que te dé placer mientras esperamos?

Alden acaricia el suave bulto en la parte delantera de los pantalones


de Gannon, y desliza sus labios sobre la mejilla ronca de Gannon. —Es una
excelente idea, Pet.

Tira del lóbulo de la oreja de Gannon entre los dientes, provocando


un estremecimiento de todo el cuerpo antes de soltar la polla y enviarnos un
golpe en el culo a cada uno.

Mi polla ya está dura y dolorida mientras subimos las escaleras, de la


mano, la promesa de Alden sobre su caliente y apretado agujero es suficiente
para ponerme tremendamente cachondo. ¿Y si se refería a lo que creo que
quería decir sobre nosotros dos a la vez? Me muerdo un gemido y mi
erección se agita violentamente.

En cuanto atravesamos la puerta del dormitorio, nos lanzamos a un


beso frenético, desnudándonos mutuamente con manos torpes y
desesperadas. La lengua de Gannon se desliza contra la mía, pesada y
húmeda. Me aprieto contra su polla medio dura a través del sedoso material
de nuestros pantalones de traje, el material texturizado del encaje que
envuelve mi polla enciende terminaciones nerviosas que no sabía que tenía.
La tanga se frota contra mi agujero mientras nos besamos y nos embestimos
mutuamente, elevando el frenesí al máximo.

La puerta se abre con un chirrido detrás de mí, y Daddy saluda. —


Eso no parece preparar a Gannon.

Hago un sonido contra los labios de Gannon que está entre una risa y
un gemido. —Lo es, lo juro.

Gannon también se ríe, el sonido retumba en su pecho y vibra contra


mí. Daddy vuelve a azotar mi culo juguetonamente. —Sáquense la ropa, a la
cama.

Nos apresuramos a obedecer, despojándonos del resto de nuestra


ropa y de la prótesis de Gannon, incluida la bonita ropa interior, en un
montón en el suelo antes de caer juntos en la cama.

Alden se sitúa a los pies de la cama y se desnuda lentamente, con los


ojos puestos en nosotros dos, con un aire de tranquilidad a pesar del rubor de
sus mejillas y de la enorme silueta de su erección que le cubre los
pantalones.
Me retuerzo contra las suaves sábanas y la respiración de Gannon se
acelera a mi lado. El calor de nuestros cuerpos desnudos irradia entre
nosotros, con su erección apoyada parcialmente en su muslo. Cuando Alden
se desviste por completo, rodea la cama y se dirige a la mesita de noche,
sacando un frasco de lubricante y el anillo para el pene que le puso a Gannon
antes, así como otro de cuero negro.

—Algo para cada uno de mis chicos.— Sonríe y se arrodilla a los


pies de la cama.

Gannon se apoya en los codos y observa con los ojos pesados cómo
Daddy le rodea el pene con una mano y le da unas cuantas caricias firmes
hasta que la polla empieza a hincharse y engrosarse.

—Hermoso,— elogia Daddy, inclinándose para dar un beso a la


cabeza de la polla de Gannon mientras desliza el primer anillo de pene
alrededor de su base.

Jadeo y me retuerzo, desesperado por alcanzar mi polla para aliviar


parte de la presión que está aumentando hasta un nivel enloquecedor.

Alden le da el segundo anillo de pene a Gannon. —Pon esto en


nuestro Pet.

Gannon asiente, rodando hacia mí, con su polla ahora completamente


dura rozando mi cadera, la punta resbaladiza de presemen mientras tantea un
momento antes de colocar el anillo de cuero alrededor de mi polla.

Todo mi cuerpo se calienta de inmediato, el latido de mi ingle se


vuelve tan intenso que es lo único en lo que puedo pensar. Todo mi cuerpo
se pone en alerta, me duelen los pezones, se me tensan las pelotas, cada
centímetro de mi piel arde mientras me empujo impotente en el aire, con mi
erección golpeando contra mi vientre.

Daddy se ríe y yo gimoteo. —Shh, Pet,— murmura, pasando sus


manos por mi vientre, haciendo que mis músculos se agiten y se tensen
mientras me empujo hacia él de nuevo, esperando que se apiade de mí y
juegue con mi polla. —De pie.

—Daddy,— gimoteo. ¿De pie? ¿Cómo espera que me mantenga


erguido cuando cada gramo de sangre de mi cuerpo está atrapado en mi
erección?

—Sé un buen chico Pet.

Sigo protestando, pero hago lo que me dice mientras se sube a la


cama, a horcajadas sobre el regazo de Gannon. Alden abre el lubricante,
agarra la mano de Gannon y vierte un poco en sus dedos.

—Ven, Pet,— dice, y yo me apresuro a acercarme, frotando


descaradamente mi dolorida polla contra la curva de su espalda mientras le
rodeo para que me unte también los dedos.

Alden gira la cabeza, tarareando mientras me da un beso en la


mandíbula. Me estremezco, dejando que guíe mi mano entre las mejillas de
su culo. Los dedos de Gannon ya están allí, explorando suavemente la
fruncida entrada de Alden.

Gimo, arrastrando mis dedos contra los suyos y uniéndome a él para


provocar el borde del agujero de Daddy. Alden murmura su aprobación y se
relaja ante nuestras caricias, dejándonos entrar un dedo cada vez hasta que le
llenamos cuatro, su borde se estira, el sonido húmedo del lubricante llena la
habitación con cada una de nuestras embestidas coordinadas.

Los nudillos de Gannon chocan con los míos, el calor del agujero de
Alden hace que me cueste respirar y mi polla está más dura que nunca.

—Suficiente,— dice Alden sin aliento pero con no menos autoridad.


Hay algo insoportablemente sexy en la forma en que se las arregla para
mantener el control incluso cuando es tan evidente que se está destrozando.
O tal vez sea que Gannon y yo queremos que tenga ese control, por
muy bien que lo estemos destrozando, incluso antes de follarlo como es
debido.

—Treasure, tu primero, — Alden dice, y ambos sacamos los dedos,


uno a la vez, de la misma manera que entraron.

—¿Y si...?,— empieza a preguntar Gannon.

—Shh,— Daddy lo calla. —Son perfectos, y ustedes, chicos, me van


a volver loco esta noche. Ahora, dale a Daddy tu polla. Pet, ¿por qué no le
ayudas?

Gannon gime cuando meto la mano entre ellos para agarrar su polla,
alineándola para que su cabeza quede presionada contra la entrada de
Alden.

—Así es,— elogia Daddy, con las manos apoyadas en los anchos
hombros de Gannon mientras baja, tomando la polla dentro de sí lentamente.

Mi erección sigue sacudiéndose y moviéndose con simpatía mientras


veo cómo se traga la de Gannon. Cuando está completamente sentado, Alden
comienza a rebotar hacia arriba y hacia abajo, la polla de Gannon brillando
con lubricante cada vez que se levanta de ella.

El presemen gotea de mi raja y lo atrapo con los dedos,


estremeciéndome al frotarlo sobre la dolorosamente sensible cabeza de mi
polla.

—Pet,— jadea Daddy, alcanzando a ciegas y luego arrastrando mi


cuerpo contra su espalda.

—¿No será demasiado?— Pregunto, golpeando la cabeza de mi polla


contra su borde ya estirado. La polla de Gannon palpita en su interior, el
plástico de su anillo de pene se engancha a la cabeza de mi polla.
—A Daddy le gusta un poco de dolor con su placer, Pet. Será
perfecto.

Me introduzco con facilidad y la respiración se me escapa de los


pulmones ante la intensa presión del espacio reducido. Gannon gime grave y
profundamente, y Alden tiembla entre nosotros mientras le llenamos el
agujero hasta el tope.

—Oh m—uhhh,— Me detengo antes de pronunciar accidentalmente


la maldición, sin querer arriesgarme al posible castigo de que no me dejen
correrme si meto la pata. —Es tan bueno, Daddy.

Empujo las caderas sin poder evitarlo, con los ojos en blanco al sentir
la gruesa y dura erección de Gannon atrapada contra la mía, palpitando y
retorciéndose en el estrecho espacio al igual que la mía.

Alden echa la cabeza hacia atrás y suelta un profundo gemido de


satisfacción que me aprieta las pelotas y me pone la piel de gallina.

—No te muevas,— ordena con una voz áspera y totalmente


destrozada, inclinándose hacia delante para agarrarse al edredón a ambos
lados de la cabeza de Gannon.

Es una hazaña heroica, pero consigo dejar de empujar, clavando los


dedos en sus caderas y gimiendo con la polla enterrada hasta la raíz dentro
de él. Oigo la respiración entrecortada de Gannon, que coincide con la mía, y
sus gruesos muslos, a ambos lados de los míos, tiemblan por el esfuerzo de
mantenerse quietos mientras Alden empieza a rebotar sobre nuestras pollas.

Gira y hace girar sus caderas, haciéndome ver las estrellas, el calor
llenándome cada vez que nos lleva a lo más profundo de su húmedo e
imposiblemente apretado agujero. Los músculos internos de Alden se
contraen y agitan alrededor de nosotros con cada empuje.

—Qué perfectos juguetes para follar son mis chicos guapos,— elogia
entre dientes apretados.
Mi polla se hincha de forma imposible dentro de los estrechos
confines de su canal. —Daddy, — jadeo. —No voy a durar.

Vuelve a gemir, follando más rápido con nuestras pollas. —Suelta,


Pet. Lléname.

Dejo escapar un sonido desesperado, todo mi cuerpo se tensa y


palpita a la vez, el calor sube dentro de mí con tanta violencia que me roba la
respiración. Y entonces empiezo a pulsar dentro de él, disparando con fuerza
mientras cubro la polla atrapada de Gannon con gruesas cuerdas de mi
semen.

Ambos gruñen y gimen, Alden sigue empujando mientras yo jadeo y


me estremezco sin poder evitarlo, mis caderas se mueven solas.

—Sí, tan bueno, Pet, tan jodidamente bueno,— elogia, ordeñando el


semen de mí hasta que mi ablandada polla se desliza fuera de su agujero.

Con Gannon todavía totalmente empalmado dentro de él, me


arrodillo detrás de ellos para ver cómo Alden renueva su furia, follando
como un loco sobre la polla de Gannon, su erección ya no sólo brillante por
el lubricante, sino recubierta de mi semen. Rezuma del agujero de Alden,
forzado a salir con cada embestida hasta que gotea por la parte posterior de
sus muslos.

Gimoteo, con los ojos clavados en el espectáculo positivamente


pornográfico, mi cuerpo demasiado agotado para hacer otra cosa que no sea
disfrutar de la vista.

Las pelotas de Gannon se tensan y es la única advertencia antes de


que Alden le ordene correrse también, cayendo los dos en un frenesí de
pasión animal mientras se desatan juntos. Alden busca a tientas mi mano, y
esta vez la sujeta con fuerza mientras ambos aguantan sus orgasmos.
Cuando se desploman en un montón jadeante, me subo a la cama
junto a ellos, encajando bajo el brazo de Gannon y recibiendo con alegría los
besos que ambos me ofrecen.

No sé cómo he tenido la suerte de que esta sea mi vida, pero me


prometo a mí mismo que me aseguraré de que ambos sepan cada día lo
mucho que los quiero.

Para siempre.
Despertarme sudado y entre Alden y Nolan se ha convertido en mi
nueva forma favorita de despertarme. Tal vez me estoy adelantando, pero
hago un cálculo mental de cuánto tiempo nos queda a Nolan y a mí en
nuestros contratos de alquiler y si será demasiado pronto para mudarnos
todos juntos.

Si Alden nos quisiera aquí ni siquiera está en cuestión. Estoy seguro


de que podría decirle que quiero mudarme hoy mismo y él iría a hacer las
maletas por mí.

Nolan bosteza y se estira a mi lado, acurrucando su cara en mi axila.

—¿Crees que habrá que convencer a Daddy para que nos deje
mudarnos aquí? Porque yo podría vivir totalmente la vida de la piscina.

Me río, nuestros pensamientos están claramente en el mismo lugar.

—Creo que podría ser persuadido,— Alden responde desde mi otro


lado. —Maldita sea, nos hemos acostado tarde,— murmura.

—Es domingo. ¿Tienes que ir a algún sitio?— pregunto,


aferrándome a la idea de pasar el día en la cama, pedir comida para llevar y
disfrutar de la compañía del otro.

—Es domingo de almuerzo. Tengo que estar en lo de Kiernan en


veinte minutos.

—Ooh, almuerzo,— Nolan tararea felizmente. —¿Habrá Bloody


Marys?
—Habrá todo lo que quieras, Pet.

Entierro mi cara en el lateral del cuello de Nolan y le doy un beso


antes de girarme para hacer lo mismo con Alden. Supongo que nos
levantamos y nos vamos a almorzar.

—Oye, ¿realmente saben que los tres estamos juntos?— Me devano


los sesos intentando recordar la última vez que nos reunimos con Sterling y
Emerson. Tuvo que ser el mes pasado, antes de que las cosas empezaran a
calentarse entre los tres.

—No oficialmente. Qué mañana tan perfecta para compartir las


buenas noticias.— Alden parece más animado ante la idea, empuja las
sábanas y se desliza fuera de la cama. Gimoteo y me doy la vuelta, con el
culo todavía dolorido por los azotes de la noche anterior y los músculos
que olvidé que me protestaban por el entrenamiento que nos dio Daddy.

—¿Cómo te sientes, Daddy?— pregunta Nolan astutamente,


acercándose a mí para pellizcar el culo desnudo de Daddy.

Mira por encima de su hombro con una mirada peligrosa, una ceja
arqueada como si preguntara a Nolan si está seguro de querer seguir ese
camino. Nolan parece no inmutarse y le devuelve la sonrisa.

—Agradablemente dolorido y completamente satisfecho.


Gracias por preguntar.—

—Me alegro de ser útil, Daddy,— Nolan se burla, y yo me


río.

Los dos nos levantamos de la cama y Alden se arrodilla para


ayudarme con mi prótesis.

—Ambos saben que soy totalmente capaz de hacer esto por mi


cuenta, ¿verdad?—Le sonrío mientras me frota la loción en la piel antes de
colocarme el calcetín.
—No se trata de lo que eres capaz de hacer, Treasure. Se trata de lo
que nos gusta hacer por ti.

Nolan asiente con la cabeza. —Te amamos.

Mi corazón se desborda. Todavía no puedo creer la suerte que he


tenido de tener a estos dos increíbles hombres en mi vida, toda mía, para
siempre.

—Yo también los amo a ambos.

Una vez colocada mi prótesis, Nolan me ofrece una mano para


ayudarme a ponerme en pie. Los tres nos vestimos, sin ninguna prisa,
intercambiando besos entre las prendas. Nolan y yo nos ponemos la ropa
que usamos anoche en casa de Alden, y él se pone una camisa de vestir y
unos bonitos pantalones.

—¿Estamos mal vestidos?— Pregunto, mirando mi camiseta y mis


jeans.

—En absoluto. Es que no dejo que nadie más que ustedes me vean
con mis cosas casuales,— responde con un guiño.

Intento recordar todos los encuentros, incluso los casuales, de los


últimos años, y tiene razón. Hasta que empezamos a acercarnos, nunca lo
había visto con otra cosa que no fuera un traje. El hecho de saberlo me hace
sentirme cálido por dentro, como si pudiéramos ver esa parte especial y
secreta de él que nadie más conoce.

Como era de esperar, somos los últimos en llegar a la casa de


Kiernan, y las voces resuenan en el pasillo desde la cocina en cuanto
entramos. Hay un olor hogareño a café y tocino y el sonido de una risa
cálida y acogedora llenando el aire.

Una de las cosas que más me preocupaba encontrar de nuevo


cuando me licenciaron del ejército era esa misma sensación de familia y
camaradería. Acepté el trabajo cuando Barrett me lo ofreció porque la paga
era buena y me gustaban las causas que financian, pero he encontrado
mucho más que eso. Todos se han convertido en mi familia. Alden me
aprieta la mano y yo sonrío.

—Vamos, démosle a Nolan su Bloody Mary.— Daddy nos guiña un


ojo y le seguimos hasta la cocina.

Barrett baila juguetonamente con Sterling mientras Em les anima y


Kiernan está de pie junto a los fogones, haciendo tortillas.

—Ya era hora,— Barrett saluda a Alden con una sonrisa. Cuando
sus ojos se posan en Nolan y en mí, su sonrisa se amplía. —¿Y qué tenemos
aquí? Veo a dos hombres muy desaliñados en esta mañana de domingo.
¿Hemos tenido una pequeña fiesta de pijamas?

—Daddy,— Sterling le regaña. —No es asunto nuestro.

—No pasa nada. No hay ningún secreto. Es que he estado


demasiado preocupado para darles las buenas noticias.— Alden vuelve a
tomarme la mano y apoya su barbilla en el hombro de Nolan.

—Bueno, ciertamente explica todo el ruido que viene de su oficina


últimamente,— Kiernan bromea, lanzándonos una mirada cómplice.

—Te dije que éramos demasiado ruidosos,— Nolan dice.

Alden se encoge de hombros, sin arrepentirse. —Fue una pausa


productiva.

—Uh-huh.— Barrett rie. —Bueno, me alegro de que hayan sacado


la cabeza del culo.

—Yo también,— concuerdo.

—Conmigo tres,— Nolan interviene.


Alden nos da un beso en la mejilla a cada uno y luego se dispone a
conseguirnos bebidas—un Bloody Mary para él y Nolan y un café para mí.
Mientras Alden y sus amigos se dedican a discutir sobre sus negocios, yo
rodeo con un brazo a Nolan, que ha entablado una conversación con Em y
Sterling, contándoles del coche que le compró Alden, con una historia que
se va completando con los ojos en blanco.

—Es ridículo,— dice, sacudiendo la cabeza incluso mientras sonríe.


—Viví la mitad de mi infancia en el estrecho asiento trasero de un Civic de
mil novecientos setenta y tantos que, juro, se mantenía unido con cinta
adhesiva y pura fuerza de voluntad. Lo último que necesito es un coche
nuevo recién salido de la cadena de montaje con todas las características
especiales y una pintura personalizada.

Em y Sterling disimulan bien su sorpresa ante la confesión de


Nolan, pero el silencio que sigue a su declaración flota en el aire. Le
estrecho el brazo para ofrecerle el apoyo silencioso que pueda necesitar.
Hace poco más de un año me habló de su infancia de una forma poco
directa, y en aquel momento pude comprobar lo difícil que le resultaba
admitirlo.

—Es difícil acostumbrarse a que te mimen cuando has crecido con


tan poco,— dice finalmente Sterling, y Em asiente rápidamente con la
cabeza.

—Lo es,— Nolan está de acuerdo, y la tensión se le quita de los


hombros.

—Sigo d-d-diciéndole a Daddy Kiernan que no necesito diamantes


en todo,— dice Em, poniendo los ojos en blanco. Todos nos reímos,
llamando la atención de nuestros Daddys.

—Sólo hablando de lo ridículos que son los tres,— dice Nolan con
descaro.
—Continúa entonces.— Alden nos sonríe y mi corazón da otro de
esos ridículos aleteos.

Una parte de mí siempre ha sabido que las cosas acabarían


funcionando, incluso cuando había largas y solitarias noches en las que no
veía la forma de que eso fuera cierto. Tal vez no podía verlo porque, ni en
un millón de años, habría imaginado tener dos hombres increíbles en mi
vida, y mucho menos que uno de ellos fuera mi Daddy. Tal vez sea bueno
que nunca haya imaginado nada de esto porque, de todos modos, no hay
forma de que ninguna fantasía esté a la altura de la realidad.

Algunas cosas tienen que suceder en su propio tiempo y las mejores


cosas no se pueden planificar.

¿Y Nolan y Daddy Alden? Son absolutamente las mejores cosas. Me


inclino para susurrar cerca del oído de Nolan.

—Estoy de acuerdo contigo. Vamos a ver si rompemos nuestros


contratos de alquiler y sorprendemos a Daddy mudándonos.

Una enorme sonrisa se dibuja en sus labios y asiente, inclinándose


hacia mí. —Hagámoslo.

—Uh-oh, ¿qué están tramando ahora?— pregunta Alden,


acercándose sigilosamente detrás de mí.

—Nada, Daddy,— Nolan responde de forma poco convincente, y la


risa que le sigue realmente no ayuda a venderlo.

—Ustedes son unos chicos problemáticos— Alden sacude la cabeza,


pero la sonrisa de su cara no me convence de que sea una queja.

—No nos querrías de otra manera,— digo.

—Realmente no lo haría,— concuerda. —Son mis chicos perfectos


exactamente como son.
Mis entrañas se estremecen cuando abandono las tortitas de
chocolate que estoy volteando en la sartén para asegurarme una vez más de
que las cajas en la mesa están colocadas exactamente en la posición
correcta. Como si tenerlas perfectamente perpendiculares asegurara que mis
chicos estén contentos con los regalos.

Tal vez sea un error. Las cosas han ido perfectamente durante el
último año, y este gesto me pareció apropiado... me pareció correcto como
celebración de nuestro aniversario. Pero ahora me pregunto si debería haber
hablado con ellos primero. Tal vez no estén interesados en este tipo de
compromiso. O tal vez no signifique para ellos lo que significa para mí.

El sonido de la puerta del dormitorio abriéndose y cerrándose en el


piso de arriba, seguido de dos pares de pasos, me pone el corazón en la
garganta. Por un momento, me planteo agarrar las cajas de la mesa y
guardarlas en un cajón, al menos hasta que tenga la oportunidad de hablar
con ellos primero, de asegurarme de que quieren el regalo por el que he
pasado el último mes agonizando.

El olor a quemado llega a mi nariz y maldigo, abandonando mi


tortura interna para intentar salvar las tortitas. Le doy la vuelta a las que
había dejado hace un par de minutos, frunciendo el ceño ante los bordes
ennegrecidos antes de tirarlas al cubo de la basura que hay junto a la
encimera y echar más masa en la sartén.

Gannon y Nolan entran en la cocina, tomados de la mano, vestidos


únicamente con la sedosa ropa interior que les puse anoche. Sonrío al
verlos, con el sueño revuelto, y mis nervios se calman casi al instante.

—Buenos días,— Digo alegremente, haciéndoles señas a ambos


para que se acerquen.—Feliz aniversario,— Digo, presionando un beso en
los labios de Gannon y luego en los de Nolan.

—Feliz aniversario, Daddy,— murmura Gannon, besando mi


hombro desnudo mientras mi boca sigue ocupada por la de Nolan. Sonrío
contra sus labios mientras él pasa juguetonamente su lengua por los míos.

—Feliz aniversario,— Nolan se hace eco cuando nos separamos.

—Estoy preparando el desayuno.— Se los digo sin necesidad. Tal


vez todavía estoy un poco nervioso.

—Huele como si estuvieras quemando el desayuno, daddy —, Nolan


se burla.

—Hey.— Le doy un golpe en el culo con la espátula que tengo en la


mano y chilla. —Hay regalos en la mesa para ti, pero no los abras todavía.

—¿Un regalo?— Gannon sonríe.

También le doy un golpe burlón con la espátula, por si acaso.

—Sí. Ahora, ve a sentarte, y les traeré el café y el desayuno en un


minuto.

Al igual que en el desayuno de hace un año, cuando hicimos las


cosas oficiales, pongo en la mesa un abanico de opciones de aderezos poco
saludables pero deliciosos para que los chicos elijan.

Mi estómago empieza a retorcerse de nuevo de ansiedad mientras


termino la comida y les sirvo a ambos un café. Ya no hay vuelta atrás. Han
visto las cajas y, aunque las retire, se preguntarán qué había dentro.
Llevo el café a la mesa y luego los platos, respirando profundamente
antes de sentarme. Ambos esperan pacientemente, mirando las cajas de
regalo sin tocarlas.

—Adelante,— digo finalmente, saludando a sus regalos.

Nolan recoge el suyo con entusiasmo y lo rompe sin dudarlo. Gannon


es un poco más contenido, dando un sorbo a su café antes de tomar la caja y
desatar el lazo. Un silencio angustioso se apodera de la mesa cuando ambos
descubren los regalos que hay dentro: pesadas cadenas de plata a juego con un
hermoso y decorativo nudo triple en el centro.

Me aclaro la garganta y tomo mi taza de café para dar un sorbo.

—Son collares de día. Pensé que eran lo suficientemente sutiles como


para que ambos se sintieran cómodos llevándolos a tiempo completo sin
tener que explicarlos, pero sabríamos lo que significan. Y probablemente
cualquier otra persona de la comunidad kink también los reconocería.

—¿Qué significan?— Gannon hace la pregunta obvia.

—En el mundo del kink, el collar es más o menos parecido al


matrimonio. Es un compromiso importante entre un Dominante y su
sumiso. Significa que me perteneces, que te cuido... que te quiero.

Nolan mete la mano en su caja y arrastra delicadamente el dedo


sobre la cadena. —Es hermoso.

Gannon asiente. —Es increíble. Te amo.

Nolan saca el collar de la caja con cuidado, se desliza fuera de su


silla, en el suelo, y camina de rodillas hacia mí. El corazón me da un
vuelco.
Sólo en los últimos meses ha empezado a arrodillarse ante mí. La
felicidad absoluta de su sumisión, ganada con tanto esfuerzo, me deja sin
aliento cada vez.

—¿Me lo pones, Daddy?,— me pregunta con un ligero temblor en


la voz.

—Claro, Pet.— Tomo la cadena y la coloco alrededor de su


garganta, uniéndola en la nuca. Cuando está puesta, inclina la cabeza hacia
arriba, con una mirada de paz y felicidad grabada profundamente en su
expresión.

—¿Cómo se ve?— pregunta.

—Perfecto,— murmuro, sin apartar los ojos de su rostro. Me inclino


hacia él y lo beso de nuevo, saboreando sus dulces y carnosos labios.
Suspira en mi boca y el sonido me llena de pies a cabeza. —Te amo,— digo
cuando rompo el beso.

—También te amo, Daddy.— Nolan sonríe.

Miro y veo a Gannon observándonos con adoración en los ojos, con


una mínima sonrisa en los labios.

—¿Puedo ponerte el tuyo también, Treasure?

Asiente con la cabeza y me pongo en pie. Nolan vuelve a su silla y


yo me pongo detrás de Gannon. Lo rodeo para sacar su collar de la caja y se
lo abrocho al cuello de la misma manera. Al igual que Nolan, un suspiro de
cuerpo entero le recorre como si sintiera la importancia del collar, el peso
de mi propiedad, directamente en su alma.

Me inclino para mordisquearle el lóbulo de la oreja y le doy besos


por el lateral del cuello hasta que gira la cabeza y puedo reclamar sus
labios.
—Te amo,— Murmuro contra su boca.

—Te amo, Daddy. Gracias por esto. Significa mucho.

Vuelvo a mi asiento y los dos mantienen una de sus conversaciones


sin palabras, sus ojos lo dicen todo mientras ambos mueven la cabeza hacia
mí, moviendo las cejas y gesticulando.

Me río. —¿Hay algún problema?

—No,— se apresura a asegurar Nolan.

—No hay problema, es solo que...— Gannon se tira el labio inferior


entre los dientes y luego se pone en pie de un empujón. —Espera.

Sale de la habitación y, mientras esperamos a que vuelva, me meto


mis tortitas en la boca, masticando despacio mientras estudio a Nolan en
busca de alguna pista sobre lo que están tramando los dos.

—Tus trucos mentales Jedi no van a funcionar conmigo, Daddy.

—¿Trucos mentales Jedi?— Resoplo divertido.

—Sí, eso de mirar fijamente.— Me señala la cara. —No voy a


decírtelo antes de que Gan vuelva.

—Me parece justo.— Sonrío y vuelvo a sacudir la cabeza.

Gannon vuelve un minuto después, con el mismo aspecto de


nerviosismo que yo tenía cuando bajaron los dos por primera vez.

—¿Qué tienes ahí, Treasure?— Asiento con la cabeza al ver su puño


cerrado. Vuelve a sentarse y él y Nolan intercambian otra mirada.

—Hemos estado hablando,— empieza Nolan.


—Y aunque no podemos casarnos todos, hemos pensado que estaría
bien hacer algún tipo de ceremonia de compromiso juntos.— Gannon
extiende su mano, abriéndola para mostrarme tres anillos idénticos. Los tres
tienen un diseño de triple nudo similar al de los collares. Grandes mentes,
aparentemente.

Mi corazón comienza a retumbar de nuevo, mi garganta se constriñe


mientras la alegría hace que mi corazón se hinche.

—¿Lo dices en serio?— Pregunto.

—Por supuesto que sí,— dice Nolan.

—En realidad, estábamos organizando un poco la sorpresa, pero con


lo de los collares, me pareció bien hacerte saber que hemos estado en la
misma página. Ya sabes, el compromiso, desde siempre.

—¿Qué tipo de sorpresa?— Pregunto, tan feliz que siento que voy a
estallar. Mis chicos parecen un auténtico sueño con mis collares alrededor
del cuello. El hecho de que hayan estado pensando en el para siempre por
su cuenta lo hace aún mejor.

—Un viaje al sur de Francia, todos nosotros, más nuestros amigos,


para una ceremonia sorpresa en la playa,— confiesa Nolan.

—Eso suena increíble. Gracias, chicos. No puedo creer que haya


tenido tanta suerte. ¿Por qué no guardas los anillos por ahora y los
intercambiamos como es debido en la ceremonia?

Gannon deja los anillos junto a su plato.

—Somos los afortunados,— dice, y Nolan asiente con énfasis.

—Nos haces muy felices. Me enfadaba mucho cada vez que me


acobardaba por no decirle a Gannon lo que sentía todos estos años, pero
creo que no era el momento adecuado. No lo sabía, pero estábamos
esperando que las cosas se pusieran en su sitio contigo también. Los tres
estábamos hechos el uno para el otro. Encajamos. Estamos bien.

—Tienes toda la razón, Pet.— Extiendo la mano para tomar la suya,


llevándola a mis labios para besarla. —Los quiero a los dos sin medida. Mis
chicos perfectos y testarudos.

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