Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1.
2
Traducción
Mir
Corrección
Mona
3
Diseño
Lola’
SINOPSIS ....................... 5 7 ................................. 75
1 ................................. 13 9 ................................. 98
2 ................................. 22 10 ............................. 111
6 ................................. 64
¡De las autoras internacionales superventas, Ker Dukey y K Webster llega una lectura rápida,
caliente, de amor instantáneo HH independiente de su colección Kinky Reads!
5
Soy un dios del rock.
¡Este es un romance tórrido y sensual con una pequeña cantidad de BDSM que seguro te hará
sonrojar! ¡Una combinación perfecta entre sexy e intensa que puedes devorar en una sentada! ¡Y
conseguirás un final feliz que te hará desmayar!
6
7
Para los que anhelan el aguijón de un látigo.
El ardor de un azote firme.
El dolor de un mordisco.
Abraza el dolor.
El dolor solo hace que el placer sea mayor.
Blaine
E
l sudor gotea de nuestra piel sobrecalentada, los movimientos
entre nosotros son como una danza: hábiles, fluidos, poderosos.
Cada embiste encuentra agarre, creando un juego de resistencia,
fuerza y dominio. En sincronía, la pesada respiración hace eco a través de la
habitación.
Necesito esta liberación, esta salida. Perdimos a un oficial hoy; muerto en
cumplimiento del deber. Mi cabeza se aclara con cada latido de mi corazón
acelerado. Solo somos nosotros dos. Yo doy, él toma. Embisto, empujando mi 9
cuerpo hacia adelante con golpes poderosos.
—Eso es bueno —me dice—. Dame más.
Le doy más, bam, bam, bam. Vacila, sus pies se tambalean hacia atrás.
Dejo caer mis manos, tragando un poco de aire. Los moretones florecen en la
mejilla de mi compañero, justo como sé que lo harán en mi mandíbula. Los
rounds cortos se han convertido en una especie de tradición para nosotros.
Siempre que el trabajo se pone feo, venimos al gimnasio a golpearnos como la
mierda hasta sangrar lo feo.
—¿Has terminado? —Me quito los guantes y le doy unas palmaditas en la
espalda.
Él responde limpiándose el labio y asintiendo.
—¿Unos tragos? —pregunto, esperando que diga que no. Quiero
encontrarme un buen culo en el que hundirme.
—No, Jess está cocinando. Puedes venir a cenar.
—Paso. Ya he probado la comida de tu esposa antes. Y me pasé dos días
casado con el baño.
—Le diré que dijiste eso. —Se ríe.
Me ducho y me cambio, mirándome en el espejo en busca de cortes,
sellando uno en mi ceja con un poco de cinta antes de salir.
El bar está animado. Los viernes por la noche siempre está lleno. Me gusta
el ruido que inunda mi cabeza.
Llamo al camarero y pido un par de chupitos y una cerveza, comprobando
mi teléfono mientras espero. Le envío un mensaje de texto a Ronan y a su
hermano, Ren, para preguntarles si vienen esta noche. Este lugar es propiedad
de la chica de Ronan, y a ella le gusta hacer apariciones para mantener a la
multitud amontonada. Sofina es un nombre famoso estos días, después que
Ronan, mi mejor amigo y propietario del sello discográfico, lanzara su carrera.
Recibo respuestas rápidas de ambos. Ronan está trabajando, y Ren envía una
foto del interior de Hush, un club de sexo que posee nuestro amigo.
Ren: Tengo planes ;)
10
—¿Por qué estás sonriendo? —canturrea una voz masculina, y el dueño
de dicha voz se acerca sigilosamente a mí, inclinando su cerveza hacia mi
teléfono.
Lo reconozco de por aquí. Me ha mirado en más de una ocasión, pero
nunca se atrevió a acercarse a mí. Normalmente me gusta cazar, pero esta noche,
solo quiero follar y dormir, así que bebo los chupitos que deja el barman y levanto
mi barbilla hacia él.
—Sonreía ante los pensamientos que me pasaban por la cabeza sobre las
formas en que podría destruirte —desafío, y una sonrisa juega en mis labios.
Traga saliva, y sus ojos nunca se apartan de los míos. Es alto y tiene un
cuerpo robusto con músculos tonificados. Rasgos suaves, una cara dulce y
atractiva con cabello castaño desgreñado, del tipo surfista. Si tuviera que
adivinar, diría que está a principios de los veinte. Me gustan jóvenes.
—¿Eso es una promesa o un desafío? —pregunta, lamiendo sus labios.
—Era una advertencia. —Sonrío—. Recoge tu abrigo.
Hemos estado en mi casa durante cinco putos minutos, y él ya me está
irritando por tratar de ser el activo desde su maldita posición pasiva.
—¿Quieres chuparme la polla? —pregunta, frotando su mano por el bulto
en su jean.
Entrecierro los ojos.
—¿Te has ganado que mis labios estén en tu polla? Quítate la puta ropa
—digo con voz ronca.
Está a punto de dejar caer su jean cuando una música suena de su
bolsillo. Una jodida música familiar. Gimo. 11
—Por favor, dime que ese no es tu tono de llamada —gruño.
Él se mete un mechón de cabello detrás de su oreja, luciendo avergonzado,
y sus mejillas se enrojecen.
—Berlín Scandal. Como me encantan. ¿Los conoces? Su mierda es
bastante pegadiza. —Sonríe, metiendo la mano en el bolsillo para sacar su
teléfono.
Maldita sea si los conozco bien. Su cantante principal acecha mis
pensamientos, persiguiendo mis malditos sueños. Xavi Jacobs, una pequeña
mierda con una gran boca que necesita una mano firme que lo domine.
El chico frente a mí toca la pantalla, y luego la última canción de Berlín
Scandal comienza de nuevo. La voz ronca de Xavi tararea desde el dispositivo,
calentando el aire y haciendo crecer mi polla.
—Tengo su álbum en Spotify —me dice, agitando su teléfono—. Me gusta
follar con música, pero puedo apagarla si quieres.
Girando mis hombros, dejo caer mi jean y me quito la camiseta. Mis venas
bombean toda la sangre de mi cuerpo a mi polla.
—No, déjala encendida e inclínate.
12
Xavi
H
eroína.
No tocaré esa mierda ni con un palo de tres metros. Le
debo eso a Lex. Eso lo robó de mi compañero de banda, Owen,
y de mí. El hermano pequeño de Owen y mi mejor amigo tuvo una sobredosis.
Nos dejó destrozados y en carne viva. Expuestas al público, nuestras heridas
sangraron para que todos las vieran.
Frotando mi palma sobre mi cara, trato desesperadamente de mantener el
dolor encerrado en el cavernoso hueco de mi corazón. Cuando estoy aquí, con 13
ellos, no quiero que vean que muero un poco cada puto día sin él.
Te odio, Lex.
El pensamiento es como un lodo amargo arrastrándose por mis venas,
infectándome peor que cualquier dosis de la perversa heroína.
No lo odio. Nunca pude. Por eso murió. Porque no pude decirle que no. No
pude conseguir que viera que se estaba matando lentamente.
Y ahora, sin él, soy yo quien muere.
La música retumba, zumbando a través de mi ser, recordándome que no
estoy solo en mi enorme casa. Hay cientos de jodidas personas dando vueltas.
Berlín Scandal es la banda alternativa más popular que este país ha visto desde
los 90 cuando Nirvana dominaba las listas. Nuestro estilo grunge es considerado
“un homenaje al pasado”. Abrimos para grandes actos como Pearl Jam, Alice in
Chains y Foo Fighters, que la siguen rompiendo a pesar de haber hecho esta
mierda durante décadas. Mientras ellos se aferran a su antigua base de fans que
tienen la edad de mis padres, Berlín Scandal está arrasando con todas las
adolescentes y las fanáticas de Harry Styles con nuestra vibra oscura.
Somos diferentes, pero familiares.
Comercializables como la mierda.
Gracias a Harose Records.
La irritación se agita en mi estómago. Ren Hayes nos cortejó muchísimo.
Apareció en casi todos los conciertos, alabándonos y adorándonos. Owen,
nuestro líder guitarrista, me rogó a mí, a Seth y a Riley que firmáramos con
Harose. Estábamos todos todavía en carne viva por Lex y cedimos.
Dinero.
Estamos nadando en él, y lo hemos estado haciendo desde que escribimos
nuestros nombres en las líneas de puntos. Hemos realizado una gira por
veintiséis estados en cuestión de meses. Nuestro álbum debut, “Hurt Me”, ha
sido platino tres veces porque millones de personas en todo el mundo se
obsesionan con nuestra música.
Esto es todo lo que siempre soñamos.
14
Lo que queríamos desde el principio.
Somos ricos, populares y nos chupan la polla a veces, tres veces por noche.
Todos están felices... excepto yo.
Owen puede empujar la muerte de su hermano hace dos años a un agujero
y pisar la tapa para mantenerlo cerrado, pero yo no funciono de esa manera. Con
cada canción que escribo y cada letra que ato al micrófono, revivo el dolor de la
noche que me dejó. El dolor es un alambre de púas envuelto alrededor de mi
corazón, perforando el órgano roto y haciéndolo sangrar hasta secarlo. Cada día
es peor que el anterior. Haría cualquier cosa para adormecer el constante dolor
dentro de mí, incluso si eso significa crear dolor por fuera.
Agarro mi paquete de cigarrillos antes de sacar uno y presionarlo entre
mis labios. Abro mi Zippo1, uno que Lex me dio, y estudio la llama mientras mi
21
Blaine
A
l llegar a mi condominio después de trabajar quince horas
seguidas, debato si ignorar el timbre de mi celular. El nombre de
Ronan parpadea como una advertencia y a pesar de mi necesidad
de dormir, respondo.
—¿Qué pasa, Hayes? ¿No sabes qué hora es? ¿No deberías estar
acurrucado alrededor de tu niña durmiendo como un bebé?
Su risa profunda se desvanece en un gruñido atontado: —Sí, eso es
exactamente lo que debería estar haciendo, pero ese hijo de puta punk está 22
siendo transmitido en vivo peleando con sus compañeros de banda.
Un gruñido interno retumba en mi pecho. Aprieto la parte superior de mi
nariz para aliviar el dolor del cansancio.
—Iré a enfriar las cosas. —Exhalo con un aliento frustrado.
—Te debo. —Él suspira.
—Siempre me debes una. Un día me cobraré —gruño, sonriendo. Él sabe
que estoy mintiendo. Ronan Hayes es mi mejor amigo y haría cualquier cosa por
mí. Le haré este favor y el próximo cuando surja.
El hijo de puta punk en cuestión es Xavi Jacobs. Un tipo propulsado al
estrellato a una edad muy temprana. El chico está jodidamente perturbado, cosa
que está metiéndolo en problemas. Está actuando mal. Es un puto grito de ayuda
si alguna vez vi uno. Pero es difícil comunicarse con cabrones con derecho como
él. La paciencia de Ronan se está agotando. Si Berlín Scandal no hiciera un
montón de dinero para su sello discográfico, los dejaría como carbón caliente.
Tuve que cuidar a este niño antes.
Sus ojos están llenos de dolor.
Una nube oscura de dolor y pesar lo seguía, empapándolo en miseria.
Lo he visto tantas veces antes. Está agobiado y necesita una forma de
liberar el dolor. El autosabotaje es su arma preferida. Me hierve la sangre ver a
alguien tan talentoso con el mundo a sus pies actuar tan imprudentemente.
Mi palma se contrae. Quiero enseñarle como liberar ese dolor de alguna
manera beneficiosa para él, placentera. ¡Mierda! Necesito sacar a este chico de
mi cabeza. Hay algo en él que llama a la depravación dentro de mí: al Dom… al
papi…. al sádico.
Al entrar en su calle, muestro mi placa al tipo de seguridad que está en la
puerta que conduce a la mansión de Xavi. Me saluda con un encogimiento de
hombros derrotado.
Luces rojas y azules destellan a través del oscuro cielo nocturno, y gimo.
Alguien llamó a la policía, haciendo que esto doliera más de lo que esperaba.
Unas voces elevadas ladran y chillan sobre la música estridente cuando
23
salgo de la camioneta. Una multitud se ha reunido en el jardín delantero, y los
flashes de teléfonos celulares parpadean como luciérnagas mientras capturan
imágenes ciberanzuelo.
Se hacen llamar amigos o fanáticos, pero son carroñeros que se alimentan
de los cadáveres de los miembros de la banda a los que dicen adorar. Y su
favorito es Xavi Jacobs.
Empujo a través de la multitud de personas, moviéndome hacia las voces
que están peleando. Tres personas, boca abajo, detenidas y esposadas, aparecen
a la vista. Tres cuartos de la banda.
—¿Dónde está Xavi? —le pregunto a O'Neil, un uniformado que conozco
de la delegación de policía.
El rostro de O'Neil se contrae con confusión.
—Esto es solo una queja de perturbación de la paz. No es necesario que
esté aquí, señor —me asegura.
—Yo te diré a ti dónde tengo que estar. Déjalos levantarse —le digo,
haciendo un gesto con la cabeza hacia la banda comiendo tierra.
Son puestos de pie. Todos menos uno están sin camisa y empapados. La
sangre gotea de la nariz del grandulón, que creo que toca el bajo. Su ceja está
partida y su mandíbula tiene un tic de frustración. Qué jodido lío.
—¿Dónde está Xavi? —Exijo de nuevo.
Sacudiendo la cabeza, gruñe: —No quiere salir de la piscina.
—Está atrás con Davis —refunfuña O'Neil, señalando una puerta lateral
mientras le quita las esposas a los otros chicos.
—Mueve a esta gente de aquí —grito—. Y que alguien apague esa puta
música.
—Oye —escupe el grandulón—, esa es nuestra música.
Sonriendo, me acerco a él, todo mi metro noventa y ciento diez kilos de
músculo. Él es grande, pero yo soy más grande. La intimidación parpadea en
sus ojos mientras estoy cara a cara con él.
—Sigue así, y la única música que harás será en una ducha en prisión
24
mientras los presos deciden cuál te convierte en su perra.
—Fue Xavi. —Levanta la barbilla—. Me atacó.
Xavi sale corriendo por la puerta con solo un jean empapado, el botón
superior desabrochado y sin zapatos. Un cigarrillo mojado y roto cuelga de sus
labios y un vendaje medio deshecho vuela como una cinta giratoria en su mano.
Se ríe con los labios apretados, mirando por encima del hombro al Oficial
Daniels, que lo persigue a paso de tortuga, exhausto. El hijo de puta es mayor
que todos estos tipos juntos. Los ojos de Xavi chocan con los míos, y sus pies
vacilan. Patina sobre la hierba y casi se cae de bruces. Colocando mis manos en
mis caderas, lo miro. Sus hombros se desinflan, dándose cuenta que la hora de
jugar ha terminado.
—Yo me encargo de esto, Daniels —le digo al oficial que agita una mano
derrotada en el aire, inclinándose para llevar aire a sus pulmones ardientes antes
de volver cojeando a su auto patrulla murmurando maldiciones en voz baja.
—Vayan a limpiar el lugar —les digo a los otros miembros de la banda.
Ellos gimen pero hacen lo que les digo. Buenos chicos.
El lugar ha sido despejado de admiradores y la música finalmente es
apagada. El patio está jodidamente destrozado y ni un imbécil se queda para
ofrecer limpiar esta mierda. ¿Quién necesita enemigos cuando tienes amigos que
destruyen tu casa y ventilan tus discrepancias en línea?
—¿Por qué me haces venir aquí cuando debería estar en la cama ahora
mismo? —gruño, quitando el cigarrillo de la boca de Xavi, dejándolo caer al
suelo, y aplastándolo bajo mi bota.
Me mira con bolas de acero. Xavi es mucho más pequeño que yo, delgado
y natural. Mientras que yo soy construido, sus músculos son sutiles y delgados.
Como una típica estrella de rock drogada viviendo su “mejor” vida.
—No te estoy impidiendo que te vayas a la cama, abuelo. —Se cruza de
brazos sobre su pecho y sonríe, mostrando un perfecto conjunto de dientes
blancos manchados por un corte en el labio. Este niño necesita disciplina y
anhelo repartirla. Mis ojos se concentran en el carmesí derramado en su labio
25
inferior. Deseo morderlo allí, presionar el ardor y ver si se rompe.
—Entra en la maldita casa antes de que pierda mi mierda y me tengan que
llevar en el auto patrulla —le advierto, señalando la puerta abierta.
—Estábamos jodiendo —se queja—. Un idiota llamó a la policía. Es un
malentendido.
—Estabas siendo transmitido en vivo actuando como un maldito idiota. Se
suponen que son una familia, una banda unida a través de la amistad. Así no
es como actúan los mejores amigos. ¿Incluso se caen bien?
Sus rasgos se oscurecen con furia.
—Nos amamos. Somos hermanos —espeta tan pronto como estamos
dentro, recogiendo una botella de cerveza de una mesa y tirándola contra la
pared a mi lado. Se rompe con un estrépito, y los fragmentos rebotan al contacto,
ensuciando la habitación. Sus profundos ojos marrones se agrandan mientras
mi rostro se endurece.
Marcho hacia él, agarrándolo por la garganta y empujando su espalda
contra una pared. Me acerco, ahogándolo con mi tamaño. No se resiste o intenta
soltar mi agarre. Su nuez de Adán se balancea bajo mi palma. Color tiñe sus
mejillas. Esto lo enciende. El calor ruge a través de mi ser, exigiendo atención.
Empujando mi pulgar contra el corte en el labio, sonrío cuando jadea y sus
pupilas se dilatan. La sangre florece y cubre la yema de mi pulgar. Delicioso.
—Creo que solo quieres que te ponga mis esposas —me burlo, empujando
hacia él hasta que estamos al ras.
—Que te follen —murmura más allá de la presión que estoy aplicando con
mi pulgar.
—Yo follo, chico. Sigue faltándome el respecto y me follaré esta bonita boca
tuya solo para callarte.
Su cuerpo se pone rígido, incluso su polla. Una tormenta rabia en sus ojos,
y luego el hechizo se rompe cuando una chica en calzas rosas con unas tetas
que se derraman de la parte superior de su atuendo que es demasiado pequeño
para su complexión entra por la puerta principal, distrayéndonos a ambos.
26
—Oh, lo siento, oficial. —Se sobresalta cuando nos ve—. Solo quería darle
a Xavi su celular. Se le cayó de su bolsillo cuando toda la pelea comenzó. —Ella
se encoge de hombros.
Se lo quito, soltando a Xavi.
—Gracias cariño. —Guiño y un rubor carmesí florece en sus mejillas.
—Puse mi número ahí, Xavi. ¿Me llamarás? —Ella se muerde el labio y
saluda antes de irse.
Deslizando la pantalla, tengo acceso. Niego con la cabeza con asombro.
—¿No bloqueas tu teléfono?
—¿Por qué lo haría? —argumenta de una manera petulante que le hará
ganar un castigo un día, de mi parte—. Por lo general, soy solo yo quien lo tiene.
—Hasta que hagas estupideces como perder el control mientras golpeas a
tus putos compañeros de banda porque tienes un rencor que fácilmente provoca
disputas y no admites que necesitas ayuda —gruño, la furia me recorre.
¿Qué tan estúpido puede ser?
Estas personas solo quieren usarlo y abusar de él.
Él es un entretenimiento para ellos. No es una persona. Un puto
espectáculo, un espectáculo de mierda para el caso.
—No necesito ayuda. Tengo veinte años. Soy rico y famoso. Ser un desastre
es exactamente lo que se supone que debo ser.
Riendo, lo inmovilizo con una mirada entrecerrada.
—¿Crees que conseguir todo lo que quieres en la vida te da derecho a ser
un idiota?
—¿Quién dijo que esto es todo lo que quiero? —espeta, quitando el celular
de mis manos—. No deberías asumir una mierda, Detective.
Tomo una respiración para calmarme, inmovilizándolo en su lugar con mi
intensa mirada. Debajo del exterior enojado hay un niño muy roto. Necesita a
alguien que lo rearme.
—Ve a hacer las paces con tu banda. Ronan tendrá que hacer milagros
para arreglar este lío.
—¿Vas a aparecer cada vez que la cague? —Sonríe con suficiencia,
27
doblando los brazos sobre su pecho. Mechones húmedos de cabello rizado
cuelgan sobre su rostro. Quiero hacer un puño con ellos en mis manos.
Lamiendo mis labios, recorro su cuerpo con la mirada. Él se retuerce.
—¿Es por eso que sigues metiéndote en problemas? ¿Por la esperanza de
que venga a disciplinarte? —murmuro con un gruñido profundo.
Su mandíbula se tensa y sus brazos caen, haciendo que sus manos se
encrespen en puños.
—¿Qué? No —resopla en un tono defensivo—. ¿Por qué diablos querría
eso?
Porque está escrito en toda tu maldita cara.
—Cálmate, muchacho. Solo estoy jodiendo contigo. —Sonrío con
suficiencia—. ¿Vas a comportarte si me voy? No quiero que me llamen de nuevo
para venir aquí por esta mierda menor. Cuando hago visitas a domicilio a
primera hora, espero infligir la carnicería, no limpiarla. —Alzo una ceja en
desafío.
Sus rasgos se arrugan, tratando de entender a qué me refiero. Él
encontrará un día, cuando esté listo para admitirse a sí mismo por qué está
arremetiendo contra todos, todo el maldito tiempo.
Él cede con un asentimiento, pero ya no encuentra mi mirada penetrante.
—Me voy a dormir. Hablaré con todos por la mañana.
—Buen plan. Dulces sueños. —Con eso, lo dejo. Guardé mi número en su
teléfono cuando Mallas Rosas me lo dio. La próxima vez que se sienta raro y
quiera actuar, con suerte lo pensará dos veces y me llamará.
Subo a mi camioneta y llamo a Ronan. Responde al segundo timbre. Ese
pobre bastardo no pudo volver a dormirse.
—Hola, ¿qué pasa? —Exhala pesadamente.
—He limpiado la casa. Se van a dormir. Necesitarás hacer un poco de
control de prensa y sacarlos juntos a la vista del público como un frente unido,
lo antes posible.
—Ya estoy en eso. Ese hijo de puta me hace perder demasiado el sueño.
Está fuera de control —dice entre diente apretados.
28
—Está sufriendo, Ronan. Necesita terapia.
—Necesita una mano firme. —Ronan bufa.
—Bueno, eso también. —Sonrío, a pesar de que no puede verme.
—¿Qué sugieres?
—Haré lo que pueda —le aseguro—. Déjamelo a mí.
Termino la llamada y espero a que las luces del interior se apaguen antes
de conducir mi culo cansado a casa.
Xavi
—¡A
rruinados! —Se queja el estilista en el momento en que
los cuatro paganos entramos en el estudio GQ—.
¿Dónde está Marcus? ¡Qué alguien me traiga a Marcus!
Seth sonríe.
—Esto es tu culpa, Zavee.
Estamos maltratados, magullados y con una resaca del carajo.
Definitivamente culpa mía. Al menos mis compañeros de banda están
acostumbrados a mi mierda. Seth fue el más rápido en perdonarme, seguido de 29
Riley. Owen me habla, pero todavía está enojado.
—Nos vemos tensos —discuto, encogiéndome de hombros.
—Tensos, jóvenes y tontos —retumba una voz profunda detrás de
nosotros—. Todavía vendibles, gracias.
Ren Hayes se acerca a nosotros y me agarra del hombro.
—Ustedes, imbéciles, están en todas las redes sociales. He estado en un
frenesí con Twitter salvando sus traseros. —Está sonriendo, lo cual es bueno.
Sonreír definitivamente es bueno.
—Somos hermanos. Peleamos —digo como si nada. Los hermanos no se
excitan por el otro y luego se enojan por ello. Pueden ser mis hermanos pero
anoche, alimentado por el alcohol, mi estúpido cuerpo reaccionó al estado medio
desnudo de Owen. Se parece mucho a su hermano, y a veces es doloroso. No
estaba pensando con claridad debido a la mierda tóxica que corría por mis
venas... nada más.
No soy gay.
Entonces, ¿por qué diablos estoy actuando como si lo fuera?
Mientras Ren discute su estrategia para convertir nuestra pelea en algo
que pueda usar, me separo del grupo y me dejo caer en una silla. Reviso las
redes sociales y me encojo interiormente. Es una mierda que siempre estemos
en exhibición. Siempre hay alguna “groupie” esperando capturar todos los
momentos. Buenos y malos. Mayormente malos. Extraño los días en que íbamos
a tocar al garaje de Lex y Owen. Riley golpeaba la batería, molestando a todos
los adultos en un radio de un kilómetro. Lex no tenía un hueso musical en su
cuerpo, pero era nuestra mascota oficial.
Y narcotraficante oficial.
Maldición, terminamos fuera de control tan rápido. Especialmente él.
Mientras nosotros nos enfocábamos en la música y hacer demos para enviar a
los sellos, él se centraba en colocarse más. Mi mejor amigo bajó mientras
nosotros subíamos. Y luego se quedó abajo. Dos metros abajo.
El dolor me adormece. El impulso de encontrar un bar es fuerte. En
30
cambio, saco mi Zippo.
Clic.
Quemar.
La llama naranja baila bajo la ventilación del aire acondicionado sobre mí
amenazando con explotar. Como yo. Apenas aguantando mientras todo funciona
en mi contra. Apago el encendedor y froto la pegatina de nuevo.
Dios, lo extraño.
Alguien se ríe cerca, robándome mi melancolía. Owen, como líder no oficial
de nuestra banda, agita sus manos en el aire mientras le explica su idea más
nueva a Ren. Lo miro por un largo rato, solo tomándome un momento para
asimilar lo mucho que se parece a Lex. Riley me lanza una sonrisa comprensiva.
Seth me enseña juguetonamente el dedo medio.
No puedo creer que hayamos peleado.
En frente de todos.
No los merezco. Les iría mucho mejor con un líder más responsable. Uno
que no esté tan jodido de la cabeza. Uno que no se odie a sí mismo y la vida que
se le ha dado gentilmente.
Mi mente deriva hacia el Poli Imbécil, también conocido como Blaine. Él se
mete bajo mi piel como lo hace Ronan. Pero mientras que Ronan voltea su mierda
y quiere explotar sobre mí, Blaine actúa como si quisiera poseerme. Sus ojos
marrones oscuros no solo me miran, ellos ven dentro. A través de mí.
Inspeccionan cada célula dentro de mí. Es entrometido como la mierda. Odio que
tenga esa habilidad.
No quiero que me vean.
Sí, lo haces.
Lo que más odio es la forma en que mi cuerpo se enciende como la llama
de mi Zippo. En lugar de marcarme la carne y castigarme, me quema desde
adentro hacia afuera, incinerando mi propio ser. Es jodidamente enloquecedor.
No puedo evitar recordar la forma en que me agarró la garganta y me
empujó contra la pared. Si fuera inteligente, me habría intimidado su pura fuerza
31
y tamaño. El tipo podría romperme con un chasquido de su muñeca.
Pero no me rompió.
Me mantuvo en mi lugar, su cuerpo calentando el mío y sus ojos
penetrando en mí. Ellos hacían promesas, promesas que no yo tenía esperanzas
de interpretar. Amenazas y advertencias. Si seguía con mi mierda, él me haría
comportarme. Mi polla se sacude en mi jean y la ira me atraviesa.
Que se joda.
No es mi padre.
No firma mis cheques.
El tipo es un maldito policía con actitud. Probablemente se vaya a casa
cada noche y se masturbe con videos míos cantando. No me toca ni me moldea
ni me dice lo que mierda hacer. No soy suyo, ni lo seré nunca. Sus ojos contaban
una historia, una que decía que no le encantaría nada más que inclinarme y
tomar mi culo. La palabra gay estaba escrita por todas partes en la forma en que
me inmovilizó de una manera dominante. Bueno, hijo de puta, qué puta lástima.
Bateo para el otro equipo. Me gustan las chicas con tetas gordas, coños
resbaladizos y cuero apretado moldeando sus culos redondos. Me gusta el
cabello al que puedo agarrarme y un cuello perfumado que pueda chupar.
No quiero músculos ni barba.
No necesito una puta polla. Ya tengo una.
Y aun así... no puedo sacarlo de mi cabeza, la forma en que me inmovilizó,
el control que irradiaba de él, su deseo de tenerme y poseerme.
Él tenía el poder de hacerlo también.
—Acabemos con esta mierda de una vez —ladro—. Estoy listo para
emborracharme y ustedes imbéciles vienen conmigo.
32
40
Blaine
H
ush, el club de sexo propiedad de un buen amigo mío, es a
donde vengo cuando necesito soltar a la bestia. Compañeros de
juego dispuestos se alinean para saciar mis oscuros antojos
aquí. Sin embargo, esta noche, parece que no puedo ubicarme en el espacio
mental correcto. Estoy preocupado por un hijo de puta en particular que acaba
de pasar a toda velocidad por el sistema estéreo con su nueva canción que está
volando alto en las listas en este momento.
Odio saber eso. Saber qué canciones son suyas, qué tan bien lo está 41
haciendo, qué está haciendo, dónde lo está haciendo. ¿Soy el cazador o la puta
presa?
Debería estar concentrado en mi nuevo caso, pero estoy lejos de estar
jodidamente concentrado últimamente. Mi mente está saltando como un océano
embravecido, lista para estrellarse contra la orilla para ver si cierto chico puede
manejar la ola con la que estoy listo para empaparlo.
La letra canturrea por la habitación, burlándose de mí, y su voz acaricia
el lugar en un tono sexy, creando el ambiente. Me recuerda el bombeo de mi
pulso después de un polvo duro, y no puedo dejar de pensar en tener a ese chico
clavado contra la pared.
Su actitud rota y autodestructiva le habla al sanador dentro de mí, al
detective impulsado a diseccionar y encontrar una solución satisfactoria. Pero
esa puta sonrisa y esa chispa de desobediencia le hablan al Dom que soy. Me
hace querer esposarlo, enseñarle todas las formas en que puedo ponerlo de
rodillas y hacerlo suplicar mi firme castigo.
—¿Otra? —dice Ren, recordándome que no estoy solo.
Me llevo la botella de cerveza a los labios y apuro lo último del líquido.
—No, quiero mantener la cabeza despejada.
Está sonriendo con suficiencia. Puedo sentirlo en su tono cuando dice: —
¿Tienes grandes planes esta noche? Levi te ha estado follando con los ojos desde
que te sentaste. —Sigo el camino de su mirada hacia Levi, el cantinero que ha
estado tratando de conseguir meterme dentro de sus pantalones desde los
albores de los tiempos.
No me gusta joder con el personal de Joshua. Es una falta de respeto hacia
él y siempre conducirá al drama. Levi sin duda sería un buen polvo, pero eso es
todo lo que quisiera de él, arruinarlo para otros hombres. Sé que sería uno de
esos tipos pegajosos que piensan que tienen lo que se necesita para mantenerme
atado a un hombre. Y eso no es algo que esté entreteniendo en este momento.
El asiento a mi lado se hunde cuando Joshua se une a nosotros, colocando
42
otra ronda de cervezas en la mesa antes de lanzar su brazo sobre el respaldo de
mi asiento. Él hace un gesto hacia el bar donde Levi todavía está mirando hacia
aquí.
—Estás distrayendo a mi barman de nuevo —bromea.
—¿Qué puedo decir? Soy atractivo. —Me encojo de hombros, rodando los
hombros para aliviar la tensión acumulada allí. No es Levi a quien quiero.
Necesito sacar a ese chico de mi puto sistema.
—Así que quería hablarte de algo —anuncia Joshua, inclinándose hacia
adelante, apoyando los brazos en la mesa y ladeando la cabeza ligeramente.
Enarco una ceja, intrigado. Ren se inclina desde mi otro lado, convocado
por la curiosidad.
—Digamos que la perversión de una mujer es una escena de juego de
roles... la fantasía de una violación —susurra, como si alguien fuera a fruncir el
ceño ante esa mierda aquí—. ¿Cuál es el protocolo para ese tipo de cosas?
Levanto la mano.
—Siempre que tengas su consentimiento, está bien.
—¿Eso no es algo que ofreces aquí? —aclara Ren, haciéndolo pasar por
una pregunta. Si lo es, no es algo de lo que sepamos, y considerando que somos
sus mejores amigos y hemos estado viniendo aquí desde que abrió el lugar, creo
lo sabríamos.
Esta es una pregunta personal.
Tomando un trago de su bebida, Joshua niega con la cabeza.
—No, no es algo que se ofrezca aquí, o algo que quiera introducir, pero
tengo un cliente que me preguntó sobre estas cosas.
—¿Qué quieres saber, Joshua?
—Si un juego de roles sucediera de la manera más realista posible, ¿puede
ser contraproducente para el agresor?
—Consigue un contrato, férreo y no hagas nada que no sea consentido en
el contrato —le advierto.
—Entonces, ¿quién es? —Ren sonríe, inclinándose más hacia adelante,
como una jodida adolescente desesperada por chismes.
43
—Vete a la mierda. —Joshua le devuelve la sonrisa—. Sabes que mantengo
todo confidencial.
—Es por eso que jugamos aquí —digo, chocando su botella con la que él
me trajo.
—¿A quién vas a recomendarle? —Ren empuja, sabiendo por completo que
Joshua no subcontrataría para algo tan delicado. Siempre ha estado enfocado
en proporcionar un lugar seguro para que las personas vivan sus fantasías y
fetiches. La seguridad es una alta prioridad para él, y el juego de roles es donde
obtiene su éxito.
—Por el amor de Dios, este tipo está paranoico —se burla Ren,
distrayéndose por algo en su teléfono.
La interrupción le da a Joshua un respiro.
—¿Quieres tu habitación esta noche? —pregunta, pero Ren se está
poniendo muy nervioso con quien diablos sea que le esté enviando mensajes de
texto y eso despertó mi interés, así que solo niego con la cabeza.
—¿Qué está pasando, Ren? —pregunto, jugando con la etiqueta de la
botella.
Bajando su teléfono, nota algo al otro lado del bar y su comportamiento
cambia por completo. Una sonrisa que llega a sus ojos ilumina su rostro, y luego
se está poniendo de pie.
—Xavi está teniendo un colapso o alguna mierda. Puede que tengas que ir
a poner en orden su trasero. En cuanto a mí, mi mujer acaba de llegar. Tengo
una noche de depravación planeada para ella. —Me guiña un ojo y me abandona
con otra misión de rescate.
Es hora de enviarle un mensaje de texto al chico...
44
49
Xavi
M
i corazón casi se sale de mi pecho. Me hace preguntarme qué
mierda tomé del barman. El barman gay que pensó que yo era
gay.
No lo soy.
Entonces, ¿por qué diablos seguí a Blaine a su habitación como un perrito
enamorado? ¿En qué estaba pensando? ¿Que él estaba esperando que yo entrara
en razón para que pudiéramos tener sexo?
Un pequeño escalofrío recorre mi columna vertebral ante la imagen que 50
corre dentro de mi cabeza. Desnudo. Sudoroso. Blaine presionado contra mí, su
boca fusionada con la mía. Mi polla está adolorida y dura como una roca,
tratando desesperadamente de escapar de los confines de mis pantalones.
Cuando llegué a su habitación, él ya estaba en la ducha. Una vez más
interpreté mal la situación. No me estaba esperando. No, Blaine se estaba
encargando de las cosas él mismo. Fui demasiado gallina para quedarme y mirar,
aunque quería hacerlo. Incluso con el vapor de la ducha, pude ver las curvas de
sus hombros anchos y su estrecha cintura. Muslos gruesos y musculosos.
Masculino como puede ser. Y ahí estaba, con una mano presionada contra la
pared mientras tiraba con destreza de su polla.
Cierro los ojos con fuerza, ignorando la necesidad de tocarme.
Duro. Estoy tan jodidamente duro.
No entiendo lo que me pasa por la cabeza últimamente. Con Devon, estaba
enojado y odiaba que asumiera que yo era gay. ¿Pero con Blaine? Como que
espero que él crea que soy así, así dará el primer paso… desabrochará el resto
de mi jean y me tomará en su mano.
Mis ojos se abren de golpe y escucho en la oscuridad. Su cama cruje
cuando se mueve, poniéndose cómodo. La necesidad de levantarme y entrar allí
es enloquecedora.
¿Y luego qué?
¿Me arrastro en la cama junto a él y le suplico que fuerce en mí las cosas
que anhelo secretamente?
No anhelo una mierda. Esas son las drogas.
Creo. Maldición, espero.
Cuando el impulso es demasiado intenso, tomo el asunto en mis propias
manos. Desabrocho los botones restantes en mi jean. El aire fresco besa mi polla
caliente y palpitante, y una gota de líquido pre-seminal lubrica la punta.
Esto es jodido.
Estoy en la casa de un policía a punto de masturbarme pensando en él.
En circunstancias normales, esto suena exactamente como el tipo de
51
mierda por la que te arrestan. ¿Pero ahora mismo? Creo que estoy a salvo de
eso. A salvo de los ojos indiscretos del mundo. A salvo de las miradas críticas y
las palabras de la gente que no entiende qué diablos me está jodiendo la cabeza.
Blaine parece ver algo dentro de mí que yo mismo no puedo ver. Y en lugar
de explotarlo, es como si tuviera un plan. Solo desearía estar de acuerdo con
dicho plan.
Mi mano se envuelve alrededor de mi polla, haciéndome sisear de placer.
En la oscuridad, con el aroma masculino y poderoso de Blaine impregnando cada
centímetro de su casa, es fácil fingir que es su mano. Pero su mano es más
grande y más fuerte. Apuesto a que me masturbaría fuerte. Tiro hasta el punto
de dolor, apretando los ojos mientras persigo esta fantasía de estar con él.
Más fuerte. Más fuerte. Más fuerte.
Respiro pesadamente, gimiendo silenciosamente mientras mi cuerpo se
estremece de placer. La necesidad de correrme es abrumadora. Anhelo más que
mi mano, pero es todo lo que tengo. Ninguna fan sucia en la que hundir mi
polla...
Mi pene se ablanda un poco.
¡Jesús!
Blaine. Blaine. Blaine.
Su voz ronca. Su mirada oscura y penetrante. Sus carnosos labios rosados
que lucen como si se sintieran bien presionados contra los míos. Su gruesa polla
frotándose contra la mía mientras me clava contra la pared.
¡Mierda!
Un chorro de semen caliente sale de mí, salpicando mi pecho. El cuarto
gira, mareándome. El calor corre por mis venas como si hubiera recibido un
golpe de algo súper adictivo, algo que hará que me maten como a Lex.
Maldita sea, ¿qué diablos estoy haciendo?
Abro los ojos para inspeccionar el desastre que hice. Mi pecho delgado y
tatuado brilla a la luz de la luna. La punta de mi polla todavía gotea mi liberación.
Todavía estoy excitado y ansioso por más, a pesar del hecho de que simplemente
52
me pajeé como un fenómeno confundido en la sala de estar de un policía.
Si estuviéramos juntos, ¿él lamería el semen de mi pecho?
¿Lo recogería con el pulgar y me lo metería en la boca, forzándome a
probarme?
Cuando mi pene se contrae, impaciente por ceder a sus demandas, dejo
escapar un pesado suspiro.
A la mierda esto.
A la mierda Blaine.
Y a la mierda mi estúpida polla.
La vergüenza es una emoción poderosa. Para mí, es una asesina de musas
y destructora del estado de ánimo. También me pone paranoico como la mierda.
Desde anoche en casa de Blaine, he estado dando vueltas.
Limpié mi “desorden” y me escapé de la casa del policía como una especie
de adolescente malo alejándose de su padre autoritario. Pero en mi caso, estaba
escapando de mi abrumador deseo de estar con el policía. Si el sentimiento es
mutuo o no, no viene al caso.
No lo deseo.
No deseo a ningún hombre.
Gracias que siempre puedo contar con la banda para recordarme cómo ser
53
un hombre. Me desperté jodidamente tarde hoy en la cama de invitados de Seth.
No sé cómo diablos llegué aquí, aunque mis mensajes de texto dejan un rastro
de ruego de que viniera a buscarme. Ahora, hay una fiesta en la planta baja.
Ruidosa como la mierda también.
Después de una ducha rápida donde me prohibí pensar en la ducha de
Blaine, me visto con unos vaqueros negros con agujeros que encuentro en el
armario de Seth, una de sus camisas blancas ajustadas y me pongo las botas.
Él es como una chica así que su baño está lleno de mierda para peinarse. Una
vez que hago que mi cabello oscuro tenga un estilo que se ve desordenado pero
caliente como la mierda, tomo un cepillo de dientes sin usar y me ocupo del
sabor en mi boca que me recuerda las malas decisiones de la noche anterior.
Tan pronto como bajo las escaleras, puedo escuchar un riff de guitarra
familiar. Owen presumiendo, solo, por el sonido del mismo. Bajo las escaleras y
escaneo la creciente multitud. Varias mujeres escasamente vestidas sueltan
gritos cuando me ven. No soy un imbécil, así que asiento y les muestro una
sonrisa asesina antes de encontrar a Owen.
Está sentado en el hogar de la chimenea, sin camisa, con una Gibson Dove
acústica en su regazo y un cigarrillo colgando de sus labios mientras toca algo
familiar. No es aconsejable probar canciones nuevas con invitados, por lo que
tendemos a apegarnos a las que ya conocen. Aprendimos eso por las malas
cuando tuvimos una sesión espontánea de improvisación una vez durante una
fiesta. Ese video de YouTube aún obtiene más éxito “gratuito” que cualquier cosa
que hayamos producido en un estudio o tocado en el escenario.
Me acerco a él y le desordeno el cabello mientras rasguea “Heartache from
Below”, la primera balada poderosa que hicimos.
—Y luego su mejor amigo entra y pregunta dónde está la maldita pizza —
canturreo con la voz que hace que las chicas pierdan sus bragas en un instante.
No es la letra de la canción, pero si no lo supieras, te enamorarías.
Se ríe y me da una patada. Le sonrío antes de dirigirme a la cocina para
ver qué puedo conseguir. Una vez en la enorme cocina de Seth, encuentro a una
54
chica sentada en el mostrador que luce como un jodido placer.
Diminuta como el infierno.
El cabello largo y castaño.
Labios rojos regordetes.
Sus tetas se derraman fuera de su vestido y el dobladillo apenas cubre su
coño. Tiene piernas cortas, pero son bonitas y están bien formadas. Se verían
geniales envueltas a mi alrededor. Mientras escribe en su teléfono y el brillo que
ilumina su rostro, yo me apoyo contra la nevera y la miro.
Ella es exactamente lo que necesito.
Una maldita distracción.
Un recordatorio de que cualquier mierda confusa que haya estado
sucediendo es solo eso: confusa. Me gusta lo que veo con esta chica. Es mi tipo.
Mi teléfono suena y lo saco, ignorando las llamadas perdidas de Blaine que
recibí esta mañana. Pasando a Twitter, miro para ver qué me estoy perdiendo.
Un montón de mierda de Owen: imágenes de su cuerpo sin camisa rasgueando
su guitarra de momentos antes. Incluso una de mí jugando con su cabello.
Mierda, esta gente es rápida. La foto de nosotros dos ya tiene más de cuarenta
mil me gusta. Saco una foto de la chica, hago un primer plano de su boca, y
tipeo: “¿Dónde puede un hombre encontrar una boca bonita como esta para
besar?”
Tan pronto como envío el tweet, miro a la chica. Ella mira fijamente la
pantalla. Luego frunce el ceño y acerca el teléfono. Cuando determina que es
ella, su boca se abre mientras dice “Oh, Dios mío”. Sus ojos azules se levantan
hacia los míos.
—Ahí hay una —digo, como si acabara de encontrar la respuesta a mi
pregunta, mientras meto mi teléfono en el bolsillo—. La pregunta es, ¿esa bonita
boca quiere que la besen?
Me acerco a ella y agarro sus rodillas, separando sus muslos para poder
pararme entre ellas. Con lo corto que es su vestido, probablemente esté
mostrando su ropa interior a cualquier persona en las inmediaciones. Deslizo mi
mano en su cabello y la beso con fuerza. Mis labios y mi lengua dominan los de
55
ella, y ella me recompensa con dulces maullidos.
Mi estómago gruñe, haciéndola reír.
Es suficiente para sacarme del momento y recordarme por qué no he
comido. La cagué y le envié un mensaje de texto a Blaine para que viniera a
salvarme anoche. Como resultado, dormí todo el día tratando de olvidar ese
horrible error.
—Vamos —gruño, tirando de ella a mis brazos.
Su risa me estimula mientras la llevo a través de la casa, más allá de los
espectadores curiosos, y arriba. Una vez dentro de la habitación de invitados,
cierro la puerta y la arrojo sobre la cama. Debajo de su vestido, veo un destello
de una tanga negra.
—Recuéstate —ordeno—. Quítate las bragas y enséñame lo que voy a
follar.
Se muerde el regordete labio inferior y se saca la tanga. Me la arroja, y
luego abre las piernas como una puta experimentada, dejando al descubierto los
labios rosados de su vagina hacia mí. Esta mierda solía ponerme loco. Puedo
follar durante horas. Soy implacable.
Entonces, ¿por qué demonios tengo que frotar mi polla a través de mi jean
para tratar de ponerla dura?
—Tócate —ordeno, ganando algo de tiempo—. ¿Qué tan mojada estás?
Se mete un dedo en el coño y lo saca. Brilla a la luz. Como si fuera una
piruleta, se chupa el dedo, haciendo una demostración de disfrutar su sabor.
Mi polla ni siquiera se mueve.
Ahora no.
Mierda.
Se sienta de rodillas y se quita el vestido, descubriendo sus tetas. Enormes
y apenas se quedan dentro de su sujetador negro. De rodillas, gatea hacia el
borde de la cama.
—Te veo mirando estas —dice entrecortadamente mientras aprieta sus
tetas—. ¿Quieres follarlas?
La idea de juntar sus tetas mientras le follo el escote es algo que
56
normalmente sería una obviedad.
Y todavía…
Necesito una copa o diez. Estoy demasiado sobrio.
Antes de poder decir eso, ella está abriendo mi jean prestado. Ellos caen a
mis tobillos sin ceremonias, mostrando mi polla flácida. Su mirada de sorpresa
es suficiente para hacerme entrar en pánico, y el pánico no ayuda al estado de
mi polla. Mil pensamientos pasan por mi cabeza sobre lo que ella está pensando.
Es irracional, pero no puedo evitar que la paranoia me coma vivo.
—Necesito un trago —digo con voz ronca mientras comienzo a alcanzar mi
jean.
—Ven aquí —ronronea, alcanzando mi suave polla—. Déjame darle vida.
Oh Jesús. Esto es malo.
Su lengua sale y prueba mi punta mientras trabaja mi endeble polla en su
pequeña mano. Cuanto más fijamente miro en estado de shock a mi polla inútil,
más terror se levanta dentro de mí. Mis ojos se deslizan hacia su teléfono en la
cama.
Mi incapacidad para ponerme duro podría ser una maldita sensación
mediática en el momento que ella me suelte.
No. No. No.
Maldición, no.
—¿Todo bien? Me han dicho que soy excelente dando mamadas.
—Sí, solo necesito un minuto. Me acabo de despertar. —Me río
nerviosamente.
—¿Podemos traer a tu amigo si lo prefieres? ¿Tu compañero de banda?
¿Owen, tal vez?
¿Qué diablos quiere decir con eso? Maldición, ahora mi polla se mueve.
—Oh... —canturreó—. Creo que a tu polla le gusta esa idea.
Mierda.
—Yo... eh... pare, señorita.
Hace pucheros y me mira confundida.
57
—Cassidy.
—Bien… um, Cassidy. ¿Podemos tomarnos un respiro por un segundo?
No estoy sintiéndome muy caliente.
—Claro —dice ella—. Solo miraré mi teléfono hasta que estés listo…
—¡No! —grito, haciéndola saltar—. Quiero decir… uh, por favor. Necesito
hablar con mi sello discográfico. Es importante. ¿Puedes quedarte aquí viéndote
así de jodidamente bonita?
Mis palabras la hacen derretirse.
—Recuéstate y ponte cómoda —le insto.
Mientras ella retrocede y se toca, golpeo su teléfono al suelo, levanto mi
jean y llamo a Ren. Ella está concentrada en masturbarse, así que me engancho,
recojo su teléfono y lo guardo en mi bolsillo mientras espero a que conteste.
Sin respuesta.
Mierda.
De mala gana, llamo a Ronan. Odio tener que hablar con él, pero tiempos
desesperados requieren medidas desesperadas. No puedo permitir que esta
mierda salga. Esto podría ser catastrófico para mi reputación.
—Xavi Jacobs —dice a modo de saludo. Tranquilo, cauteloso, un poco
enojado.
—Ronan —susurro, metiéndome en el baño contiguo—. Estoy totalmente
jodido.
—¿Ahora qué? —gruñe.
Mi corazón se acelera.
—Yo... uh, estaba esta chica y... —Pellizco el puente de mi nariz.
—Di lo que tengas que decir, hombre. A menos que no esté respirando. En
ese caso, no digas nada más —dice con impaciencia—. Sácalo.
—No puedo ponerme duro.
La línea se queda en silencio.
—¿Me estás pidiendo un consejo sobre sexo?
Dejo escapar una ráfaga de aire.
58
—Maldición, no. Ella está diciendo mierda sobre que necesito a Owen o a
uno de los chicos en la habitación para ponerme duro. Temo que le dirá a todo
el puto mundo. Ayúdame. Por favor.
—Ya veo. Estás en casa de Seth por lo que parece. Estaré allí en quince
con un AC2.
Aunque lo llamé para pedirle ayuda, no esperaba que fuera tan servicial.
—¿De verdad?
—De verdad. No digas una palabra ni hagas nada estúpido hasta que
hablemos. Y, Xavi, ¿hay algo que deba saber sobre tú y Owen?
—¿Qué carajos? No, claro que no.
—Está bien.
63
Blaine
E
stacionando en el camino de grava fuera de los caminos
maltrechos y hacia la cabaña que mi viejo me dejó, ya me siento
diez toneladas más ligero.
Amo la ciudad, pero la mierda que veo en mi trabajo puede dejar una
marca en el alma. Es bueno limpiarla de vez en cuando. Es terapéutico estar en
la naturaleza.
Xavi gime entre sueños, con el ceño fruncido por sueños turbulentos. Me
estiro sobre el asiento para descansar una mano sobre su pecho cuando 64
comienza a sacudirse un poco, las visiones que se apoderan de él, lo mantienen
esclavizado.
Se queda quieto bajo mi toque, las líneas planchan su frente.
Su serena inocencia ahora se muestra en su forma dormida.
Es jodidamente hermoso de ver. Piel pálida, en contraste con su oscuro
cabello salvaje rizado alrededor de las orejas, y una nariz recta que conduce a
labios carnosos que lucen firmes y suaves a la vez.
Me duele el cuerpo por inclinarme y probarlos.
En una habitación llena de gente, puede obligar a un mar de personas solo
con su presencia, pero estar a solas con él es algo completamente distinto.
Cuando está despojado de su actitud y ego engreído, hay algo vulnerable y casi
delicado sobre él, e intensamente seductor.
Levanto la mano para acariciar su mejilla, mis nudillos rozan la suave piel,
provocando que se mueva en sueños y se ponga rígido bajo mi toque.
Su mano se extiende para tomar la mía. Dedos fuertes y largos se
envuelven alrededor de mi puño.
—¿Qué estás haciendo? —pregunta con brusquedad.
Apartando mi mano de la suya, asiento con la cabeza hacia la cabaña.
—Ya llegamos.
Sentándose y moviéndose en su asiento, levanta las cejas y abre la boca.
—Vaya, es...
—¿Qué?
—Bonita, grande. —Sus labios se curvan brevemente en una sonrisa
torcida.
—¿Pensaste que iba a ser una choza donde tendríamos que compartir un
catre para mantenernos calientes? —pregunto con un bufido.
Responde a mi pregunta volviendo la cabeza hacia la ventana.
Mierda, sí él pensaba eso.
—Mi abuelo construyó este lugar con sus dos manos. Ha estado en mi
familia durante mucho tiempo. Mi padre me lo pasó a mí. Me gusta venir aquí
65
para descomprimir —le digo.
—¿Y traer aquí imbéciles que necesitan controlarse? —comenta, frotando
sus palmas por su jean con ansiedad.
—Nunca he traído a nadie aquí. —Hago una mueca. La noticia parece
sorprendernos a los dos.
Me detengo y apago el motor, pero no me muevo para salir.
—No quiero que sientas que esto se te impuso, o que eres un prisionero
aquí. Tienes que querer estar aquí. ¿Entiendes lo que te estoy diciendo? Quiero
ayudarte.
El camión se queda en un silencio sepulcral. Mi corazón comienza a latir
con fuerza mientras se toma su tiempo en decidir si está listo para esto.
Para mí.
Si quiere volver, lo llevaré, pero será difícil librarme del deseo que tengo
por este maldito chico.
Mis manos se aprietan en el volante para evitar agarrarlo y ladrarle: —
Dime que estás listo, muchacho, porque aquí vengo.
—Quiero estar aquí —dice finalmente en un tono suave.
Abriendo la puerta, salto y siento una abrumadora necesidad de sonreír.
Está listo.
Estoy listo. Tengo una maldita fiebre ardiendo dentro de mí por este chico,
y debería correr porque lo voy a romper para rehacerlo. Pero correr ahora no le
servirá de nada. Estoy en llamas, y él no solo está en mi camino, él es mi destino.
Siguiéndome dentro, observa el lugar con los ojos muy abiertos y con el
asombro de un niño. Es un espacio abierto que incluye un área de juegos con
una mesa de billar y un bar, y una enorme área de descanso con un televisor de
pantalla plana montado sobre la chimenea. Mi lugar favorito, aparte de la
elección obvia, es la cocina. Es enorme con una barra de desayuno como una
isla justo en el centro. Hay algo íntimo y erótico sobre cocinar para otra persona,
especialmente si es porque ambos se mueren de hambre por gastar energía
follando día y noche.
66
—¿Quieres un recorrido? —pregunto, moviéndome hacia la escalera de
madera en la parte trasera de la cabaña.
Quitándose la chaqueta, se pasa los dedos por el cabello antes de meterlos
en los bolsillos de su jean y asentir.
—Seguro.
Puedo sentir su energía nerviosa. Irrita a la bestia dentro.
Señalando la primera puerta cuando llegamos arriba, digo: —Toallas y
ropa de cama de repuesto. —Sin perder el ritmo, abro la puerta y entro—.
Habitación principal.
Miro como sus ojos toman el espacio, ensanchándose mientras escanea
los aparatos de placer sexual colocados al lado de la cama king-size en medio de
la habitación. La tenía preparado para el placer, pero nunca encontré a nadie
que quisiera traer aquí. Hasta ahora.
—¿Eso es una ducha? —pregunta, haciéndome sonreír. De todas las cosas
sobre las que preguntar…
—Sí.
Toda la pared posterior es un panel deslizante de vidrio que conduce a una
ducha completa del ancho de la habitación. Lo sigo mientras examina la pared
exterior que también está hecha de cristal y mira hacia el bosque circundante.
La hice instalar el verano pasado. Algo sobre ver y ser visto hace que mi polla
palpite.
—¿Quieres probarla? —Bromeo.
—¿Para que puedas mirar? Pervertido —se burla.
—¿Tienes miedo que eso te haga gay? —Me burlo, riendo entre dientes
cuando estrecha sus ojos hacia mí.
—Que te den —escupe, y una fea actitud defensiva se hace cargo.
Tal vez sea porque estamos aquí en mi espacio, o tal vez sea el hecho de
que ya no acepto su maldita boca siendo usada para abusar en lugar de
divertirme, pero mi mano salta, dándole un revés en la mejilla, atrapando su
labio con mi nudillo en el camino. Se balancea hacia atrás, cayendo contra la
pared y jadeando en sorpresa.
67
—¡Me pegaste!
Me acerco a él, ahogándolo en mi altura y peso. Agarrando su mandíbula
entre el pulgar y el índice, levanto su mirada hacia la mía.
—He dejado que esa línea pasara por tus labios demasiadas veces, y parece
que crees que es aceptable decirlo pero no hacerlo —gruño, inclinándome para
lamer la mancha de sangre floreciendo en su labio inferior.
Se estremece al principio, pero luego se relaja debajo de mí. Doy un paso
más finalmente cediendo a la necesidad de sentir sus labios sobre los míos.
Muerdo su labio gordo y carnoso manteniendo el contacto visual.
Una exhalación pasa por sus labios. No estoy seguro si es de pánico o
excitación, pero lo tomo como lo último y deslizo mi lengua contra la junta de su
boca, probándolo. Cuando se separa, me meto adentro para acariciar su lengua.
Menta y cigarrillos atacan mis papilas gustativas. Los movimientos cálidos y
húmedos de su lengua me ponen jodidamente loco.
Sal de tu caparazón, pequeño. Ve lo que hay aquí fuera. Muéstrame que eres
un hombre.
El beso es lento, explorador, mientras recorre los recovecos de mi boca.
Ofrezco estímulo persuasivo, gimiendo de placer, haciendo bailar mi
lengua contra la suya. Pronto se vuelve hambriento, y nuestras bocas tienen un
duelo, acariciando con urgencia, forzando al otro. Me aparto sin aliento y listo
para follarlo. Sus ojos son expresivos y brillan con lujuria. El surco en su ceja
me dice que está peleando consigo mismo, que quiere esto, pero tiene miedo de
admitírselo.
Evitando ser imprudente con él, trazo el contorno de su boca con la yema
de mi dedo.
—¿Por qué tienes tanto miedo de sentir lo que sientes? —imploro,
desesperado por todos sus secretos, sus palabras, verdades, confesiones.
—No sé cómo apagarlo.
—¿Apagar qué?
Su labio inferior tiembla, la emoción lo consume. Agarro su rostro,
68
acariciando las yemas de mis pulgares sobre sus mejillas, mis ojos le suplicaban
que se abra a mí.
—El dolor, el miedo, la verdad de lo que creo que puedo ser —dice
apresuradamente.
Es doloroso verlo tan preocupado. Estar tan comprometido es nuevo para
mí, y es peligroso porque me va a encantar aún más cuando finalmente acepte
lo que está sintiendo, cuando llegue a estar dentro de él, en mente, cuerpo y
maldita alma. Me tiene atrapado en él, atrapado por su belleza dolorosamente
definida y su alma torturada; por la desesperada necesidad que tiene de ser
rescatado. Eso es lo que jodidamente hago.
Estaba destinado para mí.
Y aquí estoy, muchacho.
—Puedes ser libre aquí. Solo somos tú y yo. —Toco mis labios con los suyos
antes de apartarme—. Báñate. Fue un viaje largo —le insto, dejando la
habitación para que pueda recuperar la compostura.
Saco nuestras bolsas del camión, agarro madera de una pila que dejé aquí
la última vez para encender un fuego y cargo la cocina con los alimentos traje
antes de escuchar la ráfaga de la ducha desde arriba. Tomo nuestras maletas y
me dirijo arriba, dejando caer la suya en una de las habitaciones libres. Va a
querer espacio.
Al entrar en mi habitación, encuentro el montón de su ropa desechada en
la entrada de la ducha.
El rocío zumba, golpeando la pared de vidrio, el vapor distorsiona la parte
superior del vidrio, pero no me oculta su forma. Lo veo completamente debajo
del spray.
Su postura enfatiza el músculo magro de sus muslos y culo, disminuyendo
en una cintura delgada y espalda estructurada. Su cabeza está inclinada como
en adoración.
Adórame, muchacho.
Su piel cremosa e impecable me invita a mancharla.
Pronto.
69
Su físico es atlético e innegablemente delicioso. Quiero devorar cada
centímetro de él hasta que se convierta en un tembloroso desastre de sudor y
semen.
Limpiando el agua de su rostro, se vuelve hacia el vidrio, y nuestra mirada
choca. Se congela, empuñando sus manos a los costados, su mandíbula tiene
un tic, y su polla se pone rígida para saludar. Me acerco a la división entre
nosotros y apoyo las palmas de las manos en la barrera transparente. Lamiendo
mis labios, gimo, mi boca se llena de saliva.
—Toca tu polla para mí, chico. Muéstrame cómo te castigas por sentir
mierda que crees que no deberías —le digo.
Titubea, sus hombros colapsan y sus ojos se cierran, pero el aumento y la
caída constante de su pecho lo traicionan. Él está tan jodidamente encendido,
que su polla se ve más dura que el granito.
La longitud venosa y gruesa debe ser de unos buenos veinte centímetros y
pulsa con un dolor que conozco demasiado bien. La punta reluce como un jodido
postre jugoso suplicando ser engullida por mi garganta.
La anticipación prolongada casi me hace romper el vidrio y tomar su culo
contra la pared exterior. Pero luego sus ojos se abren, llameando con una luz
recién descubierta. Una confianza y seguridad que no ha mostrado hasta este
punto.
Toma su polla firmemente en su palma y la acaricia, lenta y
tortuosamente.
—¿Solo vas a mirar? —pregunta, amortiguado por el sonido del agua
detrás de él.
—Es justo —digo con una sonrisa—. Tú me has visto a mí. Ahora es mi
turno.
Extendiendo la mano, la fija donde está la mía al otro lado del divisor.
Nuestras miradas se encuentran, y nos miramos fijamente mientras él tira y tira
de su polla, acariciando la punta con su pulgar, frotando los jugos que gotean
70
de allí. Mi polla empuja contra la cremallera de mi jean, gritándome que la saque
e imite los movimientos del chico.
Sus dedos acarician y bailan sobre su polla, trabajándose como si
estuviera haciendo un riff oscuro, provocador y eufórico.
Sus labios se abren mientras jadea y gime. Acelerando su ritmo, envuelve
la circunferencia en su puño, sacudiéndose con ferocidad, arriba y abajo,
apretando, frotando, abarcando. Su rostro se contrae casi con agonía. Sus
gemidos rebotan alrededor de la ducha mientras cintas blancas de semen brotan
contra la ventana, y su abultada cabeza de hongo pulsa su liberación toda para
mí.
Quiero lamer la semilla salada y follar su cara con su carga sobre mi
lengua.
Succiona aire para llenar sus pulmones agotados, y su polla se ablanda
pero no se pone completamente flácida; luego suelta su polla como si estuviera
en llamas. Entrando en el spray, me da la espalda, y la vergüenza lo cubre más
que el agua.
Me va a estallar una vena si no me ocupo de mi propia polla furiosa, pero
necesita saber que lo que acaba de hacer está bien.
Él está jodidamente a salvo conmigo.
Me quito la ropa, abro la puerta y entro. El agua humedece mi piel con su
calor, sin hacer nada para enfriar mi piel caliente.
—¿Qué estás haciendo? —niega, y el miedo brilla en sus ojos.
—Tomando una ducha —respondo, ignorándolo y me dispongo a lavarme,
tratando de no aliviar el dolor de abajo.
—¿La gente sabe de ti? —pregunta después de un momento de nada más
que salpicaduras de agua.
—¿Saber qué? —Me vuelvo hacia él.
Sus ojos bailan sobre mi cuerpo, bajando a mi polla y volviendo a mis ojos.
—¿Que te gustan los hombres?
—Si me preguntas si oculto quién soy, la respuesta es no. Soy quien soy.
71
No estoy avergonzado de mi preferencia sexual. No me define en ningún otro
aspecto de mi vida. No es una elección que hice. No es algo que podamos
controlar. Es parte de quienes somos, no todo lo que somos.
—¿Entonces, quién eres? —pregunta con un sentido de urgencia.
Reflexiono sobre su pregunta por un momento.
—Soy un detective, un buen amigo, un hijo cariñoso. Un hombre gay
compasivo, leal, feliz y un poco depravado. —Doy un paso más cerca—. ¿Quién
eres tú?
—No lo sé —se atraganta, sosteniendo mi mirada y haciendo que mi
corazón se acelere—. ¿Cómo se siente?
—¿Cómo se siente qué? —pregunto, la aspereza hace que mi voz suene
como un gruñido.
Traga y observo el movimiento de su garganta.
—¿Estar con un hombre?
El agua cae a su alrededor, proporcionándole una sensación de refugio, de
oscuridad.
—Es liberador. —Mi atención se dirige a sus labios carnosos y rosados—
. Cuando es algo que deseas, anhelas, cuando es un fuerte deseo que te muerde,
te pide liberación, alivio, permiso, puede ser todo.
—No lo quiero. Maldición, odio incluso pensar en ti —gruñe desesperado
por convencerse a sí mismo más que a mí.
Hijo de puta.
Doy un paso hacia él y aprieto sus bolas en mi puño, haciéndolo gritar y
agarrar mi brazo.
—¡Qué carajos! Suéltame —grita, con pánico en su expresión.
—Tú suéltame. Quita tus putas manos ahora —le ordeno, apretando sus
bolas, haciendo que su torso se tense, que el músculo magro se contraiga.
Sus manos caen y su respiración aumenta en grandes tragos.
—Discúlpate por ser un pequeño mocoso —exijo.
Cuando no responde, aprieto mi agarre. Uso mi otra mano para agarrar su
72
garganta, arrastrando su cabeza hacia mí.
—Tu pene se está engrosando con cada segundo que sostengo tus bolas,
muchacho. Tus labios están ansiosos por ser besados de nuevo, y tu trasero se
retuerce con el anhelo de cuándo voy a hundir mi polla grande y gorda dentro
de él hasta la empuñadura. Haré que te corras en segundos con mi mano, mi
lengua y mi pene. Y no lo odiarás. Te va a encantar. —Toco sus labios con un
golpe de los míos—. Ahora, dime que lo sientes y te dejaré tocar mi polla.
La punta de su pene se clava en mi muslo, y su respiración dificultosa casi
se sale de control.
—Lo siento, lo siento mucho —espeta. Y lo hace. Sus cejas están surcadas
y toda la confianza se ha ido. Quiere aceptación y aprobación.
Esta es una recompensa que puedo darle.
Beso la punta de su nariz.
—Buen chico. Ahora, envuelve tu mano alrededor de mi polla y juega
conmigo como jugaste contigo antes. Cuando me corra, soltaré tus huevos.
Su toque es suave al principio, inseguro y descuidado, pero cuando aprieto
mi agarre en su garganta, su mano agarra mi polla con más firmeza, acariciando
la longitud. Sus oscuras orbes buscan las mías, las pupilas dilatadas hasta
convertirse en cabezas de alfiler, con un brillo de anhelo reluciente. El agua se
enfría, saturando nuestra carne febril. Quiero lamer todas las gotas que perlan
su piel.
Sentir su palma en mi polla me está volviendo loco. Mi compostura se está
deslizando. Todo lo que quiero hacer es lastimarlo y follarlo.
Trabajando mi polla como si fuera suya, masajea mi longitud, dándole
atención a la punta hasta que mis bolas se tensan y el calor se despliega por mi
columna vertebral. Entonces me estoy corriendo, caliente, furioso, y sobre los
dos. El fluido cremoso decora su torso y mi antebrazo. Gimo y me estremezco
cuando las olas restantes de placer recorren mi polla.
Liberando mi agarre sobre sus bolas, pero no su garganta, deslizo mi dedo
a través del semen antes que el agua lo lave y lo llevo a mis labios, probándome,
luego choco mis labios con los suyos, forzando mi camino hacia su boca
73
expectante. Lo violo, y él toma todo lo que tengo para darle. Entonces, lo libero.
—Gracias. Ahora, agradéceme —exijo.
—Gracias —dice, con voz temblorosa y su cuerpo se estremece por el ahora
agua fría que nos cae encima.
Cierro la ducha y tomo una toalla para cada uno.
—Sécate, luego ven abajo por algo de comida. Dejé tu bolso en la
habitación de invitados al final del pasillo —le digo mientras me dirijo al armario
en busca de ropa limpia.
—¿Eso me hace gay ahora? —dice desde el otro lado de la habitación.
Un suspiro sacude mi pecho.
—Xavi, no necesitas etiquetar las cosas, especialmente cuando eso te pone
tan nervioso. ¿Quieres decirme por qué tienes tanto miedo de ser gay o que la
gente piense que lo eres?
No.
Se aferrará a esa mierda hasta que se la quite a la fuerza.
Y lo haré.
—Quiero dormir. ¿Puedo estar solo un rato? —Frunce el ceño, frotando su
mano sobre las llagas en su muñeca.
—Por supuesto. Te guardaré algo en el microondas por si te despiertas y
tienes hambre.
—Está bien, gracias.
Lo observo salir de la habitación, con la cabeza gacha y los hombros
caídos. No sé si hemos dado un paso hacia adelante o dos hacia atrás.
De cualquier manera, está atrapado aquí conmigo, y no nos iremos hasta
que progresemos.
74
Xavi
S
anta mierda.
¿Qué he hecho?
Sabía que esto pasaría… nosotros. Al menos hasta cierto
punto. Diablos, estuve de acuerdo. Ahora, sin embargo, estoy reconsiderando mi
razonamiento.
Si esto sale a la luz...
La necesidad de consultar las redes sociales es más adictiva que cualquier
droga que haya consumido. Me pongo unos pantalones de chándal después de 75
la ducha y busco mi teléfono. Cuando deslizo el dedo para activarlo, me irrita
descubrir que no tengo barras de servicio.
Qué. Demonios.
Estamos en el medio de la nada, así que, por supuesto, no tenemos señal.
Mi mano tiembla mientras dejo el teléfono sobre la cómoda y lo miro
fijamente. ¿Qué debo hacer? Le dije a Blaine que quería dormir, pero mi mente
está zumbando. Necesito un cigarrillo, pero no creo que le guste que encienda
uno en su casa. Agarro el paquete de cigarrillos y mi Zippo, y los guardo en el
bolsillo antes de ponerme una camisa. No estoy ansioso por enfrentarme a él
ahora mismo, así que me escabullo por la cabaña modernizada en una caminata
hacia el aire libre.
El calor de su mirada me quema mientras cocina en la cocina, pero lo
ignoro. Mi estómago gruñe en el momento en que inhalo algo sabroso. Sin
embargo estoy demasiado nervioso para comer.
Cuando salgo, el frío del aire vespertino muerde la carne expuesta de mis
brazos y pies descalzos. Disfruto del escozor. Hay un columpio en el porche
oscuro así que me dejo caer sobre él, apoyando los pies en una mesa frente a él.
Pesco mis cigarrillos y enciendo el extremo antes de aspirar una calada,
intentando y fallando en que mi cuerpo deje de temblar.
Me masturbé frente a él.
Y entonces…
Mierda. Estoy tan jodido.
Ignorando la rigidez de mi polla al recordar cómo se sentía sostener la polla
de Blaine en mi agarre, tomo otra calada. Soplo el aire calmante con dureza y
estudio mi Zippo a la luz de la luna.
Si Lex estuviera aquí, le exigiría que arreglara lo que me pasa. Porque él lo
vio incluso cuando yo no pude. Y él me amaba de todos modos. Él era así de
asombroso. No juzgaba. Era sabio. Siempre directo al grano. Me duele la
garganta de la emoción. Era jodidamente joven para morir.
Las lágrimas pican mis ojos y lo odio. Odio lo fragmentada que se siente
76
mi mente todo el maldito tiempo. Solo necesito... necesito un respiro, maldita
sea.
Necesito un respiro de mí.
—Necesito un respiro de mí —canturreo, mi voz ronca por la emoción. Me
gusta la forma en que suenan las palabras. Crudas y frágiles. Sería un buen
gancho.
Los grillos cantan con una cadencia relajante que me enfría un poco los
nervios. Pienso en más letras que podrían funcionar mientras presiono mi Zippo
en la madera del columpio buscando el ritmo. Mi mente vuelve a Lex.
¿Qué pensaría de Blaine?
Probablemente estaría celoso al principio, luego se reiría y me mandaría a
la mierda. Yo con un policía ya es jodidamente loco. Pero Lex quería que fuera
feliz, sin importar si era con un hombre o una mujer. Lo sé en el fondo. Sí, Lex
sonreiría, su alma entera brillando, y diría: —Tú haz lo tuyo, hermano.
Pero ni siquiera sé quién soy. Ni siquiera sé quién quiero ser.
La risa de Lex resuena en mi cabeza y tiemblo. Presiono mi cigarrillo entre
mis labios y abro el Zippo. La llama baila en la oscuridad, tentadora y seductora.
Me la paso por el antebrazo, silbando por el ardor. Cuando no puedo soportar la
quemadura por más tiempo, cierro la tapa y exhalo una columna de humo.
Termino mi cigarrillo antes de tirarlo al suelo del porche y apagarlo con mi pie
descalzo.
—Ni siquiera sé quién soy —canto, mi voz baja y triste—. Ni siquiera sé
quién quiero ser. —Me froto la cara, luchando contra la confusión guerreando
dentro de mí—. Necesito un respiro de mí.
—¿Nueva canción?
Me sobresalto ante el sonido de la voz profunda de Blaine.
—Tal vez.
—Me gusta. —Se acerca a mí y me entrega mi acústica—. Te oí cantando
y pensé que esto podría ayudar. La cena está en el horno.
—Gracias —murmuro mientras la pongo sobre la mesa. Cierro los ojos,
esperando que me deje solo.
77
—¿Qué diablos, Xa?
El dolor atraviesa mi brazo cuando lo agarra; sus rasgos son oscuros y
amenazantes en las sombras.
—¿Qué? —Gruño.
—Tienes que dejar esta mierda —dice entre dientes, soltando mi brazo—
. Eso es jodido.
—Lo que sea, hombre.
Se pone en cuclillas frente a mí para que estemos cara a cara.
—En mi casa, ten un poco de respeto, muchacho.
Me tenso por la forma ronca en que me llama “muchacho”. Cada vez que
lo dice, un calor quema mi columna vertebral.
—Me gusta el dolor —le digo, encontrando su mirada con la mía.
—Mientras estés aquí, no harás esa mierda —dice, haciendo un gesto con
la cabeza hacia mi Zippo.
Lo ignoro hasta que se pone de pie y comienza a alejarse.
—¿Por qué no me dejas quemarme? —Mis palabras son susurradas,
principalmente para mí mismo. Tal vez sean letras, tal vez sean una súplica.
Camina hacia mí y se sienta. Sus dedos se clavan en mi mandíbula
mientras me gira para mirarlo. Mi cuerpo hormiguea por su toque.
—¿Te gusta el dolor? —pregunta, hay desafío en su tono.
Por supuesto que estoy a la altura de las circunstancias.
—Sí, ¿tienes algún problema con eso?
Sus labios se curvan en una sonrisa siniestra que hace que mi estómago
se apriete con anticipación.
—Mi problema es que seas tú mismo quien te esté infligiendo el dolor. Ese
es mi trabajo, muchacho.
—¿Quieres lastimarme?
—Entre otras cosas.
—¿Por qué?
—Porque me gusta. Y en base a tu necesidad de sentir como una
distracción de lo que está pasando dentro de ti, diría que a ti también te gustará.
78
—¿Algo así como azotarme?
Ante esto, se ríe. El sonido es intenso, profundo y vibrante. Decido justo
entonces, que realmente me encanta su puta risa. Me recuerda la forma en que
Lex y yo reiríamos hasta llorar. Mis compañeros de banda y yo somos cercanos,
pero nunca he sido tan cercano a ellos como lo era con Lex. La idea de reír sin
una preocupación en el mundo como tantos días en mi pasado hace que un hilo
de esperanza parpadee dentro mí.
—Las nalgadas son para los Christian Grey del mundo —dice sonriendo.
—¿Como el tipo de esa película porno?
—Sé que no eres ingenuo, muchacho. Eso estaba lejos de ser puto porno.
El señor es refinado y estructurado. Contratos y tonterías. —Él levanta una ceja
mientras arrastra su mirada hacia mi labio partido—. Yo soy más animal. Salvaje
y posesivo. Con la necesidad de dominar. El control está insertado en mi ADN.
Cada aliento, cada pensamiento, cada acción son alimentados por mi deseo de
cazar a mi presa. Eso es lo que me impulsó a unirme a la policía.
—Entonces, las nalgadas están fuera de discusión —digo con fuerza.
Frota su pulgar a lo largo de mi mandíbula, haciendo que se me pongan
los pelos de punta.
—No soy limitado en mis formas de castigar. Si necesito poner a mi chico
en forma y lo único que tengo disponible es mi mano, entonces usaré mi maldita
mano.
No estoy seguro de cómo me siento sobre recibir una nalgada.
Sin embargo, mi polla está semidura en mis pantalones.
—¿De qué estás tan asustado? —pregunta, deslizando su palma por mi
garganta. Aprieta ligeramente—. Dime, y no mientas.
Trago y cierro los ojos.
—No lo sé.
—¿Deseas mucho quemarte? —pregunta, su voz es un gruñido profundo.
Abro los ojos de golpe.
—Sí.
—Entonces voy a dejar que te quemes. —Se inclina hacia adelante y besa
79
mis labios castamente—. Pero voy a ser yo quien te queme. —Sus dientes tiran
de mi labio inferior, enviando bucles de placer bailando hasta mi polla—. No solo
en tus brazos. —Libera mi cuello y arrastra sus nudillos por el costado de mi
garganta—. Aquí —dice mientras rodea mi pezón sobre mi camiseta—, y aquí.
Mi respiración se entrecorta cuando acaricia mi otro pezón. Quemar mis
pezones suena como una maldita tortura. Entonces, ¿por qué diablos estoy
encendido?
—Y aquí —murmura, pasando sus nudillos sobre mis abdominales
inferiores.
Casi dejo de respirar cuando anticipo que irá más abajo, pero en cambio,
pasa su nudillo sobre el interior de mi muslo.
—Quizás aquí también. No lo he decidido. —Suena divertido—. Voy a
hacerte llorar.
Me burlo.
—Sí, claro.
—Lamento decírtelo, Xa, pero no sabes una mierda.
Frunciendo el ceño, aparto su mano.
—Y tú no sabes una mierda sobre mí.
—Eres transparente como el infierno —dice, no afectado por mi actitud
enojada—. Te escondes de tus sentimientos hasta que te comen vivo. Y en lugar
de dejar que ellos te consuman, seré yo quien te consuma. —Se inclina hacia
adelante, colocando su boca en mi oreja y haciéndome cosquillas—. Estoy
hambriento, muchacho. Jodidamente hambriento de ti.
Dejo escapar un gemido de sorpresa cuando me muerde el lóbulo de la
oreja.
—Termina de trabajar en tu canción. Voy a servir un poco de comida. —
Se pone de pie, abandonándome en el columpio con una polla medio dura y el
corazón explotando de sentimientos confusos.
Arde... arde... arde...
Quiero que me lastimes.
La canción se desenreda dentro de mi cabeza. Agarro mi guitarra, con
80
ganas de ponerle música a las palabras. Con los ojos cerrados, rasgueo los
acordes y canto.
Me pierdo en mis pensamientos cuando el columpio se mueve mientras él
vuelve a sentarse. No estoy seguro de cuánto tiempo ha pasado, pero ha
preparado dos platos y un par cervezas. Dejo mi guitarra en el suelo y recojo mi
plato.
—Esto no huele a lasaña congelada —digo mientras apuñalo la comida
humeante con mi tenedor. Gimo cuando tomo un bocado—. Esto es demasiado
bueno para ser congelado.
Él se ríe.
—Mientras tu trasero holgazán dormía en el camión, corrí al almacén para
conseguir algunos indispensables. Una dama llamada Hilda siempre tiene algo
casero cocinado, listo para recalentar. Lasaña es uno de los favoritos de la
ciudad.
—Amo a Hilda —digo mientras inhalo la lasaña.
—Mide apenas un metro y medio y tiene una verruga en la cara. ¿Aún la
amas?
—Sí —bromeo—. Voy a tener todos sus bebés.
—Puedes decírselo la próxima vez que vayamos a la ciudad.
Terminamos nuestra comida mientras me cuenta sobre algunos de los
policías novatos con los que trabaja. Disfruto de sus historias mientras bebo la
cerveza... hasta que me doy cuenta de lo doméstico que se siente todo esto.
Familiar, como con Lex, y sencillo.
Me pongo de pie de un salto, repentinamente vivo y lleno de nervios.
—Necesito ir a la cama. —Antes de que pueda discutir, agarro mi guitarra
y me arrastro escaleras arriba.
Se sentía como una maldita cita ahora mismo.
Una cita que estaba disfrutando.
Estoy dividido entre querer hacer una maldita rabieta y volver corriendo
abajo para continuar la noche. En cambio, camino de un lado al otro dentro del
dormitorio.
81
De un lado al otro.
De un lado al otro.
De un lado al otro.
Me quedo mirando mi Zippo, que lo tiré sobre la cama. La necesidad de
abrirlo y escaldar mi piel es intensa. Podría. Pero Blaine dijo...
Quiere hacerme daño.
Una calma me invade ante la idea de entregar mi dolor para que él lo
controle. Siempre estoy tan agotado mentalmente, y un peso se levanta ante la
idea.
Antes de que cambie de opinión, salgo de la habitación en su búsqueda.
Lo encuentro en la cocina lavando los pocos platos que ensuciamos. Cuando ve
mi expresión maníaca, sus rasgos se endurecen.
—Cuando la mierda se amontona tan alto en mi cabeza, la única forma de
hacer que se vaya es quemándola. Algo sobre esa llama contra mi piel, me deja
en blanco e insensible por dentro. Y cuando tú... —Paso mis dedos por mi cabello
desordenado, tirando hasta el punto del dolor—. Tú haces que todos estos
confusos sentimientos empeoren. Siento que mi cabeza va a explotar.
—Pero... —dice haciendo una pausa, desafiándome a rogar por lo que
necesito.
—Pero necesito que lo hagas por mí. Dijiste que lo harías, y jodidamente
necesito eso. Ahora mismo.
—Quieres que te haga daño, ¿no?
Trago y asiento con la cabeza.
—Di las palabras, muchacho. —Se acerca a mí, hasta que estamos nariz
con nariz—. Dilas.
—No puedo —susurro, mi polla está dolorosamente dura entre nosotros.
Agarra mis caderas y me empuja contra la pared. Dejo escapar un silbido
cuando él mece sus caderas contra las mías, lo que me permite sentir lo excitado
que él también está. Sus labios se fusionan con los míos, y dejo escapar un
gemido derrotado mientras él me domina con su beso. Él empuña mi camisa y
me acerca aún más.
82
—Dilo, Xa. —Me besa tan profundo que me marea—. Necesito escuchar
que las dices. Tú necesitas escucharte decirlas.
Mi cuerpo duele y zumba con la necesidad de sentir el ardor que prometió
que me daría, un dolor que adormecerá mis pensamientos y calmará mi
tumultuoso corazón.
—Por favor, Blaine —murmuro—. Lastímame.
Sonríe contra mis labios.
—Buen chico.
Esas palabras son una inyección de heroína directamente en mis venas.
Me gusta la forma en que se sienten al deslizarse a través de mí, drogándome.
El buen chico de Blaine.
Mierda.
Quiero hacer esto... sea lo que esto sea.
Santa mierda.
Esto está ocurriendo.
Estoy en medio de la habitación de Blaine, con mis manos levantadas
sobre mi cabeza, y esposado a una rejilla de metal en el techo. Me hizo quitarme
la camiseta, pero mantener los pantalones puestos, lo cual, por razones por las
que me odio, me decepcionó.
Me encanta tener sus ojos en mis partes. Me pone dolorosamente duro.
Me encanta el dolor que evoca dentro de mí; el ardor.
Arde... arde... arde...
83
Saca mi encendedor de mi bolsillo y enciende una pequeña vela roja que
ha sacado de un cajón. Mis ojos siguen sus movimientos, la anticipación espesa
el aire que nos rodea. El resplandor de la llama parpadea su promesa.
—Cuando te vi por primera vez, mi pene palpitaba con las imágenes que
conjuré en mi cabeza de ti colgado así —canturrea, sus ojos se oscurecen como
un depredador a punto de saltar—. Cuando llegué a tu casa la noche que te
metiste en una pelea, tuve que luchar contra todos mis instintos para no darte
una paliza, luego extenderte sobre el sofá, arrancarte ese jean ajustado y mojado
de tu cuerpo y extender tus nalgas antes de llenarte con mi gran polla gorda.
Empujando más allá del músculo, piel con piel, hasta que gritaras de dolor, y
luego de placer.
Se acerca y la sangre corre por mis venas, golpeando mi corazón como un
tambor dentro de mi pecho.
—Esa sonrisa de superioridad que haces sin esfuerzo debería ser un
crimen. Es enloquecedor no poder apartarla de tus labios con un beso. Quiero
sentir tus labios alrededor de mi polla, bombear mi liberación por tu garganta,
dejar mi sabor en tu lengua durante días —se burla. Trago saliva y muevo mis
pies, tratando de esconder mi furiosa erección, pero él sabe, jodidamente sabe
lo que me gusta más que yo.
Levantando la vela por encima de mi hombro, deja que la cera se derrame
de la parte superior sobre mi piel y observa mi rostro en busca de una reacción.
Un siseo sale de mis labios cuando hace contacto, el aguijón se siente como
pequeñas agujas clavándose en mi carne. La sonrisa de sus labios me hace bailar
por dentro. Él disfruta esto, de mí, de lastimarme. Complacido con mi reacción,
baja el brazo, haciendo más rápido el contacto de la cera con mi piel. Los goteos
corren un par de centímetros por mi músculo pectoral antes de solidificarse, las
rayas rojas son como arte contra mi carne pálida.
Me concentro en el dolor. Es lo único que es real para mí. La dulce
liberación permite que toda la culpa sucia y turbia dentro de mí se filtre,
84
derramando el odio tóxico que tengo para mí mismo. Cuando su mano quita la
cera y su lengua húmeda besa la picadura, gimo. El dolor y el placer alteran mi
mente. Quiero perseguir el subidón que me da. Ninguna droga me puede dar
esto.
El ardor familiar enciende mi carne mientras la cera gotea sobre mi pecho.
Mi polla se tensa y mi respiración se acelera con cada gota. El fuego mengua,
luego un nuevo fuego comienza dentro de mí cuando sus labios acarician mis
pezones, provocando, tentando, prometiendo. Quiero gritarle que toque mi polla.
Por favor tócame en todas partes y dame todo lo que me he negado. Pero soy
demasiado cobarde para pedirlo, para admitir que es lo que quiero. Solo me hace
anhelar el dolor.
—Lastímame —me ahogo, desesperado por ser castigado.
Los ojos tristes de Lex destellan detrás de mis párpados. Quiero retroceder
el tiempo y decirle todo lo que debería haberle dicho antes de morir.
Era real, Lex. Ojalá pudiera haber admitido eso. Quizás las cosas podrían
haber terminado de manera diferente...
Cuando el calor se detiene, abro los ojos para encontrar a Blaine parado
frente a mí, con un puto látigo, como un sexy vaquero moderno.
—Te voy a azotar diez veces, y si no me ruegas que me detenga, te
recompensaré. —Camina a mi alrededor para estar a mi espalda. Unas manos
grandes y cálidas tocan la cintura de mis pantalones de chándal, el calor de su
cuerpo está tan cerca que rocía mi espalda, y su aliento está justo encima de mi
oreja—. No necesitarás estos —tararea, empujándolos por mis piernas.
Mi polla salta, golpeando la parte baja de mi estómago y mis nalgas se
contraen. Es emocionante tenerlo detrás de mí. Realza todo. Cuando no sabes lo
que viene, es electrizante. Un escalofrío recorre mi columna vertebral mientras
da un paso atrás. Empuño las ataduras, preparándome para el chasquido del
látigo.
El silbido en el aire es mi única advertencia antes de un golpe de fuego
explote en mi espalda. Retrocedo, dando un tirón hacia adelante por el contacto,
85
luego casi gimoteo por la emoción. El aguijón es enfurecido y mi polla palpita. El
placer me recorre cuando llega el siguiente.
El dolor es demasiado bueno.
—Dos —ladra Blaine detrás de mí, su voz ronca por la necesidad.
El siguiente se dispara, encontrando apoyo en mis nalgas.
Crack, whoosh, plaf.
Fuego.
Dolor.
Placer.
Arde... arde... arde.
Cinco…
Fuego.
Dolor.
Placer.
Arde... arde... arde.
Seis... siete... ocho... nueve...
Mi cuerpo se cae cuando golpea el último; la euforia envía ondas de choque
de adrenalina a través de mi sistema. Mi pecho palpita exhausto, con
respiraciones llenas de lujuria.
—Eres un buen chico, Xavi. Jodidamente perfecto —gruñe Blaine, el sudor
adorna su pecho desnudo, y su polla tira de la cremallera de su jean. ¿Me va a
follar con eso ahora? Mis pensamientos vagan mientras deja caer el látigo y se
pone de rodillas delante de mí.
Mierda.
Agarrando mis caderas, me sonríe antes de que su lengua se deslice para
saborear la bondad salada que reluce en la cabeza de mi polla. Mi polla se sacude
por el contacto, y el calor calienta mi columna. Santa mierda, este policía me
está lamiendo la polla.
—Quiero drenar tu puta polla, muchacho. Tomar todo lo que te queda para
dar. Dime qué quieres que haga —exige.
Respondo como el buen chico que soy.
86
—Quiero que me chupes la polla. —No siento la habitual ola de culpa,
humillación. No, me gané el puto placer al soportar el dolor.
—Buen chico —me dice Blaine, y florezco bajo sus elogios como si él fuera
el sol y yo una flor desesperada por no marchitarse.
Cuando abre la boca para recibirme, contengo la respiración. La calidez de
sus labios a medida que descienden por mi longitud es mejor que cualquier cosa
que haya sentido. Todo mi cuerpo hormiguea con la sensación, híper-consciente
de todo contacto. Su lengua caliente se desliza sobre mi polla, sorbiendo. Su
cabeza se balancea hacia arriba y hacia abajo a lo largo, llevándome por su
garganta. Mis rodillas se doblan y mis bolas se tensan. Muerdo mi labio para no
eyacular demasiado rápido. Quiero saborear esto, vivir este momento el mayor
tiempo posible.
Me succiona fuerte y profundamente, ahuecando sus mejillas. Su saliva
cae por todas partes sobre mí, lubricando mi polla, creando un deslizamiento
gratificante. Deja un rastro de besos por mi polla hasta mis bolas. Las chupa en
su boca y tararea a su alrededor. Casi me hace gritar de la agonía de placer. Es
un artista allí abajo. Encajamos perfectamente, a cal y canto. Un puño cerrado
aprieta la base de mi polla mientras sus labios trabajan en la abultada cabeza,
chupando, sorbiendo, lamiendo, moviendo, tirando, arriba y abajo por mi eje.
Cuando no puedo soportarlo más, lo pierdo y muevo mis caderas hacia adelante,
follando su cara, y él me deja. Sus dedos agarran mis doloridas nalgas mientras
castiga su garganta forzándome más fuerte y más profundo. Grito, y mi esperma
brota en olas abrasadoras, salpicando la parte posterior de esa garganta. Me
acepta con entusiasmo, tomando cada gota. Mi cuerpo se estremece por la fuerza
de la emocional liberación. Una lágrima se escapa de mi ojo.
Eso fue todo.
Poniéndose de pie, limpia la lágrima con su pulgar y agarra mi barbilla,
obligando a que nuestros ojos se encuentren.
—Eres hermoso, muchacho. Sabes a dolor y gloria, y no puedo tener
suficiente. —Inclinándose hacia adelante, me lame el labio y luego lo chupa en
su boca. Mi sabor todavía es potente en su lengua.
87
Muéstrame.
Mírame.
Satisfáceme.
Arde... arde... arde...
Blaine
E
star tumbado en mi cama con Xavi tirado a mi lado boca abajo,
desnudo y saciado, es gratificante. Sabía que me necesitaba, pero
no sabía cuánta era esa necesidad.
Después de aplicar un poco de bálsamo en su espalda, se derrumbó en la
cama y no se ha movido desde entonces. Su respiración es fatigada, pero sé que
está despierto.
—Dime en qué piensas cuando usas el encendedor en ti —digo, mirando
al techo. 88
El silencio llena la habitación mientras toma aire y lo retiene.
—El mundo a mi alrededor se derrumbó cuando Lex murió. Lo decepcioné,
y la jodida culpa me devora. —La honestidad hace que sus palabras sean crudas
e irregulares.
—¿Entonces el quemarte es para castigarte a ti mismo?
—Lo era al principio. Ahora es una necesidad, un deseo para escapar de
mi cabeza.
Inclinándome sobre mi codo, me vuelvo para mirarlo, acariciándolo por
encima del hombro con una suave caricia.
—¿Cómo murió?
—Sobredosis. —Su voz se espesa de emoción.
—Él era gay, ¿verdad?
Se vuelve bruscamente, su ceño está fruncido.
—¿Cómo sabes eso?
—Soy detective. Fue una corazonada.
Su cabeza cae sobre la almohada mientras me mira, moviendo su cuerpo
hasta sentirse cómodo.
—Lex tenía esta energía, ¿sabes? Podía entrar en una habitación e
inmediatamente, era una fiesta, un mejor lugar donde estar. Su risa era
contagiosa. Infectaba a todas las personas con las que entraba en contacto. —
Una sonrisa baila en sus labios—. La noche que murió... —traga saliva—,
hablamos de sus sentimientos por mí. —Las lágrimas se acumulan en sus ojos
oscuros. Tengo tantas ganas de atraparlas, besarlas para apartarlas, pero no me
muevo. Le permito que finalmente libere lo que tiene dentro—. Yo también lo
sentía, ¿sabes? Pero estaba tan asustado, tan aterrorizado de lo que quería decir
sobre mí. ¿Su hermano, Owen? Siempre estaba hablando de comerciabilidad y
cómo nuestra imagen era lo que nos vendía. Cuatro chicos solteros era vendible
para nuestras fans femeninas. Sentí la presión de ser algo que no era. Owen
necesitaba que yo fuera el líder perfecto: heterosexual y un imán de coños. —
Cerrando los ojos con fuerza, se atraganta—. Le dije a Lex que no era gay. Que
89
estaba halagado, pero que solo éramos amigos y solo seríamos amigos. Solo
jodidos amigos. —El agua gotea de sus ojos, quemando un camino sobre su nariz
y filtrándose en la almohada—. Lo hice sentir como una mierda, lo hice querer
esa dosis.
—No, no hagas eso. Él era un adicto. Se inyectó esa mierda él mismo.
—Pero si hubiera sido honesto con él —susurra—. Si le hubiera dicho que
era real... Blaine, era real y le mentí.
—¿Y luego qué? ¿Su adicción habría desaparecido? Pasara lo que pasase,
todavía se iba a inyectar ese veneno en las venas esa noche, Xavi.
Él asiente, pero los movimientos son rígidos y su mandíbula está tensa.
—En el fondo, lo sé. Pero aun así murió con mi mentira en la cabeza.
—No estabas listo, y probablemente él lo sabía. Eran mejores amigos. Él
te conocía, Xa, maldita sea, te conocía. —Lo tomo en mis brazos, dejando que
libere toda su ira y lágrimas—. Va a estar bien, muchacho. Lo prometo.
Necesito un respiro de mí.
Ni siquiera sé quién soy. Ni siquiera sé quién quiero ser.
Necesito un respiro de mí.
Me gusta el dolor. Lo necesito.
Sentir la llama, suprimir la culpa.
Necesito un respiro de mí.
Lastímame.
Rasgo su camisa y mi boca se fusiona con la suya una vez más. La cabina
de la camioneta está oscura y nuestros alientos empañan las ventanas. Su polla
es liberada de su jean como prometí que lo haría. Le doy un tirón, duro e
implacable. Grita cuando muerdo con fuerza su labio inferior, tirando de él.
—Saca mi polla —le indico con voz ronca.
Busca a tientas mi jean, luego tiene mi pene adolorido en su mano caliente.
Juntos, nos masturbamos, rápida y frenéticamente. Es un frenesí,
recordándome a cuando salí del armario en la escuela secundaria y tuve mi 96
primer encuentro con un chico. Xavi vuelve a hacerme sentir joven. No un
amargo policía gruñón al que le gusta estar encima de chicos rotos como él.
—Maldición —siseo—. Estoy a punto de correrme.
Me trabaja más duro y luego estoy gimiendo. Mis bolas se tensan de placer.
Un gruñido se le escapa antes de que su propio semen brote, empapando mi
mano. Una vez que estamos saciados, agarro su camisa descartada y nos limpio.
Le coloco de nuevo su jean, y luego hago lo mismo por mí. Cuando comienza a
deslizarse fuera de mi regazo, agarro sus caderas.
—Me gustas aquí —le digo, presionando un beso en su pecho.
Se relaja, luego pasa sus dedos por mi cabello.
—No estoy acostumbrado a todo esto todavía.
—Pero te gusta.
—Sí.
Paso las palmas de las manos por los lados de sus costillas, admirando su
físico delgado y musculoso.
—¿Te gusta ser policía? —pregunta, sus dedos rascando mi cuero
cabelludo en una forma íntima que nunca he experimentado con nadie.
Yo no doy abrazos.
Con Xavi, sin embargo, quiero abrazarlo como la mierda.
—Desde que era niño.
—¿Y ahora?
Arrugo la frente. Pienso en Frank Sanders. Disparado en la puta cara por
un hombre al que hizo detenerse por exceso de velocidad. Esa mierda me
perturba cada vez que sucede.
—No es tan satisfactorio como antes —admito. Me sorprende decir esas
palabras. No se lo he admitido a nadie, ni siquiera a Ronan o a Joshua.
—¿Alguna vez harías otra cosa?
—He recibido algunas ofertas para hacer seguridad privada. Cuanto más
mayor me hago, más lo considero. El dinero es mejor —digo con un gruñido—.
97
Tal vez algún día.
—No puedo imaginarme haciendo nada más que cantar desde el alma. Sin
mi voz, no soy jodidamente nadie.
Agarro su mandíbula, y nuestros labios casi se tocan.
—Tu música es una parte importante de ti, pero no eres tú. Eres profundo
y llevas tu corazón en la manga. He visto la forma en que hablas de tus
compañeros de banda. Hay más de ti que lo que puedes hacer. Te veo,
muchacho.
No me responde, solo me besa con fuerza. Puedo sentir la sonrisa contra
mi boca y prometo darle más elogios. Él brilla cada vez que se los doy.
Xavi Jacobs necesita que alguien como yo lo saque de su agujero, lo
desempolve y le muestre lo jodidamente increíble que es.
No solo alguien.
Yo.
Xavi
E
stoy ansioso.
Y estresado como el infierno.
No me follará. He estado muriendo por ello. Demonios, me
ha estado preparando para eso. Creo que finalmente he superado el bloqueo
mental de estar con un tipo. Con Blaine, no se siente gay ni mal, simplemente
se siente bien. Me despierto con su olor impregnando a mi alrededor y vivo para
escuchar el timbre profundo y grave de su voz cuando me dice buenos días.
Nunca supe que me encantaría una rutina tan simple, y con un hombre, pero lo 98
hago.
Lo que hace que sea increíblemente difícil saber que nos vamos hoy y no
hemos follado.
¿Qué pasa conmigo?
¿Cambió de opinión?
¿Estoy demasiado destrozado de la cabeza?
—Tira tus maletas en la camioneta cuando estés listo para partir. Nos haré
algo de comer antes de cargar para ponernos en camino. —Su orden no da lugar
a la discusión.
Que se joda.
La ira se agita en mis entrañas. Es una pastilla mucho más fácil de tragar
que el rechazo.
Tú rechazaste a Lex, idiota.
Sí, y mira dónde lo llevó eso.
Para esta noche, mi vida será como de costumbre. Noches pasadas con
mis amigos y fiestas llenas de chicas que quieren tener sexo con cualquier
miembro de la banda más caliente de América. Volveré a estar bajo el
microscopio y seré popular como la mierda.
Eso es lo que soy.
Xavi Jacobs, vocalista de Berlín Scandal.
Jodidamente caliente.
Rudo.
Divertido.
No este…
No un jodido twink3 que vive con un policía que siente lástima por él.
Jesús. Cuando lo expongo de esa manera, puedo ver lo patético que soy. No es
de extrañar que no quiera follarme. Yo no querría follarme. Querría enviarme de
vuelta a casa. De vuelta a ellos. A mi gente. A los que me aman por quien creen
que soy… alguien jodido y arruinado.
Blaine no es Lex.
99
Blaine es solo un tipo que pensó que podía jugar conmigo y se metió en
algo complicado.
El rechazo me atraviesa, caliente y furioso. Trato de ignorarlo mientras tiro
mi mierda en la cabina de su camioneta. Una vez que cargué mis maletas, fumo
en cadena, mientras mis manos tiemblan violentamente. Estoy vibrando con una
energía salvaje que se acumula en algo catastrófico. Odio sentirme impotente
ante eso.
Un trueno retumba en la distancia e inhalo el aroma de la lluvia que se
avecina. Es tan tranquilo aquí afuera y bueno para el alma. Pero ahora que me
voy, todos mis demonios han salido para jugar con mis emociones.
Necesito volver allí y comer, pero no puedo enfrentarlo.
No cuando siento que voy a llorar como un marica.
3Twink: término del argot gay inglés que describe a hombres homosexuales jóvenes que apenas
superan o aparentemente no han superado la mayoría de edad.
Para mí es real.
Quiero gritarle a Blaine como nunca pude con Lex.
Pero, ¿qué pasa si me dice que fue divertido, pero que soy demasiado para
él? ¿Que fue genial mientras duró, pero que está listo para volver a su vida... sin
mí en ella?
La lluvia comienza a golpear mi cara. Levanto la cabeza para aceptar el
abuso de las gotas punzantes. El impulso de arder, a pesar de las fuerzas de la
naturaleza que intentan apagarme, es fuerte.
Saco mi Zippo de mi bolsillo, y por primera vez desde Blaine me atrapó con
él, lo abro con la intención de quemar algo de control en mis sentidos. En el
momento en que la llama chamusca los vellos de mi brazo, algo oscuro destella
hacia adelante, apartando de un golpe el encendedor de mi mano. Golpea la
hierba con un ruido sordo.
Me quedo mirando unos ojos violentos.
Oh, mierda.
Nunca había visto a Blaine tan... enojado.
100
—¿Qué diablos, Xa? —gruñe; su voz no es tan diferente al trueno detrás
de él.
Apretando la mandíbula, intento apartar mi mirada de la suya. ¿Cómo
explico la tormenta de emociones dentro de mí? Maldición, no quiero.
—Solo vámonos —respondo.
—Mírame cuando hablamos, muchacho. —Su helada orden me fuerza a
mirarlo—. Eso es mejor. Ahora vas a decirme por qué demonios desarrollaste un
problema de actitud en los últimos diez minutos.
—¡No importa! —rujo, empujándolo lejos de mí, necesitando espacio, aire
y libertad.
—A mí me importa —gruñe, lanzándose contra mí de nuevo. Sus manos
agarran mi camisa y me empuja contra el costado de su camioneta—. ¿Qué
pasó?
Me duele la garganta.
Para mí fue real. Eso es lo que pasó.
—Muchacho, con la forma en que aprietas los dientes, puedo decir que
estás conteniendo un montón de mierda que desesperadamente necesitas decir.
Sácalo.
La lluvia cae con más fuerza, empapándonos rápidamente hasta los
huesos.
—Tengo nostalgia —miento—. Solo quiero irme a casa.
Sus fosas nasales se dilatan. Sus ojos brillan intensamente.
—¿Así es como quieres jugar esto?
Levanto la barbilla y lo miro con el ceño fruncido.
—Síp.
Mueve sus caderas contra las mías. Mi cuerpo reacciona naturalmente
después de semanas de estar con él. Soy duro. Él está duro. Ambos estamos
encendidos y listos. Listos para algo que él no dará.
—Castigo a los mentirosos —dice, y sus ojos caen a mis labios. Mueve sus
caderas contra la mías, enviando chispas de placer por mi cuerpo—. ¿Quieres
ser castigado, Xa?
101
Sí.
—No.
—Supongo que tengo mi respuesta. —Él arrastra suaves besos a lo largo
de mi cara mojada hasta mi cuello. Luego me muerde.
—¡Mierda! —gimo, tratando y fallando de empujar a la bestia salvaje lejos
de mí.
Siento su sonrisa en mi garganta. Imbécil sádico. Entonces su boca está
chupando fuerte como lo hace con mi polla. Gimo. Se siente bien, demasiado
bien. Con solo sus labios en mi cuello y su polla frotando la mía, estoy
empezando a olvidar sobre qué estaba enojado. Todo lo que siento es a él. Sobre
mí. Ardiendo dentro de mí. Su toque es adictivo y emocionante.
Real.
Voy a echarlo de menos.
Empiezo a empujarlo, pero él tira del botón de mi jean, luego su mano
caliente está dentro de mis pantalones, agarrando mi adolorida longitud. Sus
tirones en mi polla son dolorosos y castigadores, pero embisto contra él con
entusiasmo. Un gemido bajo retumba de mí cuando mis bolas se tensan.
Me suelta y retrocede.
—¿Qué carajos? —Jadeo, y mi pecho palpita.
—Ponte de rodillas, muchacho, para que pueda follarte la cara. Los
mentirosos tienen que ahogarse en polla antes de que puedan correrse.
Jesús, es un bastardo inmundo.
Quiero pelear con él por esto. Quiero exigir saber qué está pasando. Por
qué no soy lo suficientemente real para él. En cambio, caigo de rodillas, tirando
del botón y cremallera, con ganas de saborearlo. Él sisea en el momento en que
agarro su longitud y lamo su punta.
Grueso, venoso, largo.
He soñado con esta jodida polla enterrada profundamente dentro de mí
por demasiado tiempo. Está en la punta de mi lengua suplicar por ello. Cuando
lo miro, él agarra un puñado de mi cabello con una mano, tirando tan fuerte que
hace que las lágrimas cosquilleen en mis ojos.
102
—No te limites a mirarla, Xa —ordena—. Chúpala. Pruébala. Trágame por
tu garganta. ¿Entendido?
Mis labios se abren. Fóllame, por favor. Debe sentir mis ruegos porque
sacude su cabeza hacia mí antes de guiar mi boca hacia su polla.
Eso es todo.
Un maldito adiós.
Dado que esta es probablemente la última polla que chuparé, arrojo hasta
la última onza de mi ser en hacerle la mamada. Chupo, sorbo y me atraganto.
Me ahogo con su polla gorda y aprieto sus bolas. Raspo mis dientes a lo largo de
su longitud e inhalo su olor familiar. Y cuando lo escucho gruñir de placer, lo
obligo profundamente en mi garganta, tratando desesperadamente de ignorar la
forma en que mis músculos se contraen para rechazar su grosor.
—Mi maldito muchacho —dice con voz ronca mientras se corre, fuerte y
violento por mi garganta.
El calor quema mi garganta maltratada, pero lo acepto. A veces las
despedidas son amargas, pero jodidamente perfectas. Una vez que me trago lo
último, me paro con piernas temblorosas, incapaz de encontrar su mirada. Se
cierra la cremallera y luego se abalanza sobre mí.
—Tu castigo por mentir —gruñe mientras agarra mi pene y aprieta—, es
mirarme a los ojos mientras hago que te corras. Necesito ver todas tus verdades,
incluso si no las dices.
Nuestros ojos se bloquean mientras me acaricia.
Placer. Dolor.
Odio. Amor.
Euforia. Devastación.
¿Por qué no me follas?
¿Por qué no me amas?
Sus ojos nunca dejan los míos, lo que me obliga a revelar en silencio todos
mis secretos. La lluvia esconde mis lágrimas, pero no oculta el dolor. Cuando mi
cuerpo tiembla con la necesidad de correrse, me acaricia con fuerza hasta que
103
me libero con un gemido. Me tiembla la barbilla. No sé qué hacer.
Me estoy volviendo loco.
Mañana a esta hora, estaré oficialmente perdido.
Su mano agarra mi mandíbula y besa mi labio tembloroso hasta que se
detiene.
—Vámonos a casa, muchacho. Es hora.
Dos semanas después…
119
Xavi
Dos meses después…
M
e abriste a la mitad.
Me llenaste de ti.
Nunca necesité puntos de sutura, porque eres el maldito
pegamento.
Sonrío, imaginando a Sofina repitiendo esas palabras conmigo. Sonará
dulce con su voz aterciopelada goteando como miel por todas estas letras
120
oscuras. Que nos reuniéramos para una colaboración fue una de las mejores
ideas de Ronan hasta el momento.
Sofina es jodidamente brillante. Lo que empezó como una cena entre
amigos rápidamente se convirtió en una sesión de lluvia de ideas en la cocina de
Ronan. Juguetonamente comenzamos a cantar una de sus canciones, luego una
de las mías, y luego como que las mezclamos, bromeando. Los ojos de Ronan
estaban jodidamente enormes cuando él y Blaine llegaron poco después.
Y así nació nuestra colaboración.
Hemos decidido escribir algo nuevo, ella y yo. Vamos a grabar dos
versiones: una balada poderosa, una versión de notas altas, y luego una con los
chicos, completa con batería, bajo y riffs de guitarra pesados. Fue nuestra idea
hacer dos versiones de las mismas canciones, grabadas de manera diferente para
tratar de comercializarlas tanto para público de rock como de pop. Ronan fue fiel
a su palabra. Le probé que podía mantenerme alejado de las drogas y de
problemas, y renegoció nuestro contrato. “Arde” fue solo un atisbo de lo que
podía hacer, y él lo sabía.
Ha sido el número uno durante ocho semanas seguidas sin signos de
moverse del primer lugar.
Desde esa noche en el bar de Sofina, se encendió y ha brillado desde
entonces.
Me destrozas y no me importa.
En todas partes. Estás en todas partes.
Escribo las letras más nuevas posibles. Esta noche, chuparé la polla de
Blaine, y luego le pediré la contraseña del acceso inalámbrico del Wi-Fi que trajo
con nosotros en caso de que Ronan necesitara estar en contacto. Estamos en la
cabaña, a la que le gusta mantener libre de tecnología, pero a veces, si lo trabajo
bien, me dice que soy un buen chico y me da todo lo que quiero. Esta noche,
solo quiero hacer Facetime con mi nueva amiga Sofina y ver qué piensa.
—Por lo general, cuando sonríes así, estás a punto de meterte en
problemas —dice Blaine mientras cierra la puerta principal detrás de él.
121
Quedo estúpidamente aturdido al verlo. Él ha estado fuera cortando
madera como un maldito leñador, ya que se dice que llegará una tormenta
invernal esta semana. Pero mi hombre de sangre caliente está empapado en
sudor y ha perdido su camiseta. Se me hace la boca agua mientras observo sus
músculos tensos y tatuados.
Maldición, está buenísimo.
—¿Qué? —pregunta, arqueando una ceja y frotando su palma por sus
abdominales cincelados—. ¿Te gusta algo de lo que ves?
Me río.
—Eres un idiota. Haces esta mierda a propósito, ¿no? Para distraerme del
trabajo.
—Venimos aquí para que tú también juegues —dice, y sus ojos oscuros
brillan con malicia.
Levantándome del sofá, tiro el cuaderno a un lado y me acerco a él. Su
aroma masculino, salado con un toque de pino, me da sed de lamer cada
centímetro de humedad en él. Me conformo con un beso acalorado que hace que
me agarre el culo con fuerza.
—Creo que podría tomarme un descanso para jugar —bromeo, mordiendo
su labio inferior.
Él se aleja, sonriendo.
—Déjame ducharme primero. Quédate aquí como buen chico. Vuelvo
enseguida.
Tan pronto como se da la vuelta para subir las escaleras, pongo los ojos
en blanco. Miro los músculos de su espalda flexionándose mientras sube las
escaleras, y miro su trasero. Quédate. Sí, claro.
Me arranco la camisa y acecho tras él. Nunca tendré suficiente de este
hombre. Todavía me asusta a veces que haya abandonado los coños para
conformarme con una polla. Cuando me siento deprimido, eso jode un poco con
mi cabeza. Pero todo lo que toma es un beso de Blaine para hacer que mi corazón
atraviese mi pecho. Él aleja todo el malestar y la confusión, llenándome de
certeza y de él. Juntos, encajamos. Somos jodidamente perfectos. No tengo que
122
demostrárselo al mundo, solo a él. Y todos los días, trabajo duro en demostrarle
a Blaine que soy un hombre que vale la pena tener.
Resulta que Owen también tenía razón. A nuestras fans no les importa a
quién amo. Las mujeres todavía me quieren, y también los hombres. Pero más
que eso, quieren nuestra música.
El sonido de la ducha corriendo me saluda en el momento en que entro a
nuestra habitación. Blaine ya está desnudo y está dando un paso bajo la lluvia.
Me quito la ropa, pisándole los talones. Cuando llego bajo el chorro de agua
caliente, sacude su cabeza hacia mí.
—Me desobedeciste, muchacho.
Le encanta.
Al hijo de puta le encanta castigarme, así que soy un buen chico si somos
jodidamente francos. Le estoy dando lo que quiere. La oportunidad de azotarme
hasta la sumisión de una manera que nos pone dura la polla a los dos.
—Soy un rebelde —le digo con una sonrisa mientras tomo el jabón—.
¿Puedo compensártelo?
Sus ojos se oscurecen cuando asiente. Empiezo a enjabonar su pecho,
pasando mis dedos a lo largo de las ranuras de sus músculos V, tocándolo a
propósito en todas partes excepto en su polla dura como una piedra.
—Eres un provocador —gruñe.
—Te gusta.
No discute. Cuando le doy la vuelta con fuerza, se ríe, y el sonido intenso
resuena en la ducha. Juguetonamente, le doy un golpe en el culo mojado.
—Tal vez yo esté a cargo esta vez —me burlo.
—Lindo —gruñe—. Realmente jodidamente lindo.
Lo abrazo por detrás, frotando mi polla en la raja de su trasero.
—Vas a aceptarlo, muchacho —me burlo con voz profunda—. Cada largo
centímetro.
Él gruñe.
El jabón se desliza de mi agarre y golpea el suelo.
123
—Recógelo, muchacho —ordeno, pretendiendo sonar como él—. Recógelo
para que pueda follar tu estrecho agujero.
Soy girado tan rápido y estrellado contra la pared de la ducha, que me
sorprende que no nos envíe a través del cristal. Sus ojos son fuego y lujuria,
ardiendo salvajemente mientras aprieta mi garganta con fuerza. Nuestras pollas
están duras, apretadas entre nosotros, mojadas y jabonosas.
—Estás en problemas ahora —advierte, y sus ojos caen para mirar mi
boca.
Me lamo los labios y sonrío.
—Bueno. Ahora castígame para que pueda obtener la contraseña del Wi-
Fi.
La comisura de su boca se contrae, y mentalmente me choco los cinco por
casi hacerlo sonreír después de haberlo cabreado. Rápidamente acomoda sus
rasgos y agarra mi muñeca con su otra mano, guiándola hacia su polla caliente.
—Vas a tener que ganártela, muchacho.
Lo masturbo bajo el agua, lavando los restos del jabón, y luego cuando me
arrodillo, mis ojos nunca se apartan de los suyos. Agarra un puñado de mi
cabello y sisea en el momento en que toco su punta con mi lengua.
Mientras lo tomo profundamente en mi boca, no puedo evitar sentirme en
paz. Blaine era todo lo que nunca supe que necesitaba. De alguna manera él lo
sabía y se sintió atraído por mí. Y me obligó a enfrentar cosas que quizás nunca
hubiera podido enfrentar solo.
Ahora él es dueño de cada parte de mí.
Empuja con fuerza, deslizándose fácilmente en mi garganta y haciendo
que mis músculos se aprieten. Mi mente baila con todas las posibilidades de
cómo me tomará esta noche. Toda la noche. Duro, brutal, implacable. Y al final
de la noche, caeremos juntos en un lío de miembros sudorosos y te amo
susurrados.
Lo siento, Sof, no trabajaré esta noche.
Estoy a punto de ser un chico malo y jugar con mi hombre.
Toda. La. Noche.
124
Lanzando mis ojos a los de Blaine, le doy una mirada malvada antes de
raspar mis dientes a lo largo de su polla.
—Eso justo ahí te meterá en problemas —gruñe.
Sacando su polla, sonrío.
—¿Una azotaina?
Sus ojos se entrecierran.
—Usa tu imaginación, muchacho.
Mi mente se tambalea con el millón de cosas que podría hacerme. Todo
oscuro, tortuoso y caliente como el infierno.
No puedo esperar.
De las autoras internacionales más vendidas, Ker Dukey y K Webster llega una lectura
independiente de ritmo rápido, oscura, caliente e instalove de su colección KKinky Reads.
Peligrosa y prohibida.
Satisfacer las fantasías puede curarte de la oscuridad de la realidad.
Mientras le quitaba las capas, encontré más de lo que cualquiera de los dos
esperaba.
¡Este es un romance sensual oscuro y pervertido! ¡Una combinación perfecta de oscuridad y sexy
que puedes devorar en una sola sesión! ¡Conseguirás un final feliz que te hará desmayar!
Ker Dukey
Todos mis libros tienden a ser romance
oscuro, al borde de su asiento, la angustia llena al
lector.
Mi consejo para mis lectores al iniciar uno de
mis títulos... es prepararse para lo inesperado.
Siempre he tenido pasión por la narración, ya
sea a través de las letras o cuentos para dormir con
mis hermanas adolescentes. 126
También solíamos hacer representaciones
para interpretar historias.
Quise convertirme en actriz desde temprana edad para poder vivir muchos
papeles, pero por desgracia aprendí desde el principio que mi mente era
demasiado activa... (Yo terminaría queriendo cambiar el guion).
Veía películas o programas de televisión y pensaba en maneras en que
podían haber mejorado la historia si tomaran otra dirección, así que pensé que
era mejor que yo contara la mía.
Mi mamá siempre tenía un libro en su mano cuando yo era joven y me
transmitió su amor por la lectura, inspirándome a aventurarme a escribir el mío.
Tiendo a tener un borde muy oscuro en mi escritura.
No todas las historias de amor son hechas de luz; algunas se crean en la
oscuridad, pero son tan poderosas y dignas de ser contadas.
Cuando no estoy perdida en el mundo de los personajes me encanta pasar
tiempo con mi familia.
Soy una mamá y eso está en primer lugar en mi vida, pero cuando tengo
tiempo libre me encanta asistir a conciertos de música o sesiones de lectura con
mi hermana menor.
K. Webster
Es la autora de docenas de libros románticos
en muchos géneros diferentes, incluyendo romance
contemporáneo, romance histórico, romance
paranormal y romance erótico. Cuando no está
pasando tiempo con su esposo con el que lleva
casada doce años y sus dos adorables hijos, participa
activamente en las redes sociales y se conecta con
127
sus lectores.
Sus otras pasiones además de escribir
incluyen la lectura y el diseño gráfico. A K siempre se
la puede encontrar frente a su computadora
persiguiendo su próxima idea y tomando cartas en el asunto. Espera el día en
que vea uno de sus títulos en la pantalla grande.
¡Puedes encontrar fácilmente K Webster en Facebook, Twitter, Instagram,
Pinterest y Goodreads!
128