Está en la página 1de 514

1

2
CRÉDITOS
Traducció n
Mi r

Correcció n
N a ni s

Diseño
M or eli n e

3
Índice
SINOPSIS 5 13 146 29 369

PREFACIO 7 14 152 30 378

PLAYLIST 9 15 167 31 389

PRÓLOGO 12 16 183 32 399

1 13 17 202 33 411

2 17 18 219 34 439

3 27 19 239 35 457

4 41 20 254 36 469

5 48 21 266 EPÍLOGO
KEMPER 488
6 61 22 289
EPÍLOGO DASH
7 67 23 309 499

8 77 24 318 NOTA DE LA
AUTORA 508
9 98 25 335
PRÓXIMO LIBRO
10 113 26 340 511

11 127 27 356 SOBRE LA


AUTORA 512
4
12 135 28 362
SINOPSIS
Esta es la Penitenciaría de Alabastro...
Dónde te envían cuando el mundo piensa que estás muerto. Y créeme,
desearás estarlo.
Somos la mancha en la sociedad. Los monstruos, los asquerosos, tus
documentales favoritos de Netflix cobrando vida.
Nos encierran y tiran la llave, porque nos lo merecemos.
Pero yo no. Solo soy un humilde ladrón de bancos. No pertenezco aquí,
rodeado de psicópatas y asesinos sin remordimientos... Al menos, no creo que lo
haga.
Salir ileso es mi máxima prioridad. Desafortunadamente para mí y para mis
compañeros de prisión, los responsables son más peligrosos que nosotros.
Verás, los guardias dirigen el espectáculo, y parece que he llamado la
atención del más retorcido.
Tiene un nombre, pero bien podría ser oficial. Nos movemos uno alrededor
del otro como un sol y una luna, girando en un eje de lujuria y tormento confuso
hasta que la verdad se distorsiona, y lo que una vez temí se convierte en lo que
anhelo; mi vil adicción, de alguna manera muy exquisita.
La realidad se deforma en la mazmorra y me quedo
preguntándome qué prisión es peor... la que sostiene mi cuerpo
o mi mente.

5
Atención
¡NO LEER NI PUBLICAR SPOILERS! Te ruego que pienses
en tus compañeros lectores, en tus reseñas, tus
publicaciones... en todas partes. Revelar giros en la
trama es un movimiento de cretino. Y lo prometo, será
divertido ir a ciegas.

Distorted 1 es el primer libro de la serie la Penitenciaria de Alabastro. Es


un romance H/H, con final feliz. Cada libro de esta serie es técnicamente
independiente, aunque están interconectados, por lo que se recomienda
leerlos en orden, ya que se harán referencias a esta historia en libros
posteriores.

¡Distorted está destinado a audiencias maduras y lectores de mente


abierta ÚNICAMENTE! Si prefieres la misma historia de siempre, este libro
no será para ti. Esta historia es oscura, probablemente más oscura para
algunos que para otros, así que procede con precaución y, si eres provocado
fácilmente, mantente alejado.

Has sido advertido.

1 Distorsionado.
PREFACIO
E
stás a punto de entrar voluntariamente en una prisión.
Por eso, no hace falta decir que este libro es oscuro, al
igual que lo será toda la serie. Sigo siendo una gran defensora
de que los conceptos oscuros y tabú son subjetivos. ¿Creo que
este libro es extremadamente oscuro? No. ¿Creo que será extremadamente
oscuro para algunos lectores? Absolutamente.
Personalmente, me gusta pensar en esta serie como un romance al
estilo Tarantino. Y si ese es el caso, entonces este libro es Pulp Fiction.
Contiene material que podría ser desencadenante para algunos, y aunque
personalmente no creo que sea tan malo, aun así debo advertir que
procedan con precaución.
Este libro no es el romance típico, y definitivamente no es una historia
promedio. La oscuridad es solo un aperitivo. Debes entrar en este libro con
la mente abierta, y si lo haces, será recompensado.
Lo más importante, por favor... por favor, por favor, por favor no leas
ni publiques spoilers. Entenderás por qué me estoy volviendo loca con esto
después de leer el libro. Y te lo digo ahora mismo, leer spoilers arruinará tu
experiencia con la lectura, al igual que si compartes spoilers arruinará la
experiencia de lectura para los demás. Incluso si eres alguien que afirma
que los spoilers no afectan el disfrute de la historia, tengo que insistir en
que no lo hagas. Por favor confía en la autora en esto.
Te ruego que seas cortés y respetuoso, con tus reseñas, tus
publicaciones, en grupos de Facebook. Recuerda que un comentario
deshonesto puede arruinar toda la cosa para otra persona.
No seas ese tipo. La sinopsis está aquí para guiarte sin revelar nada.
Fuera de eso, si quieres saber tanto qué pasa, lee el maldito libro.
¿Alguna vez te he guiado mal antes? No respondas eso ;)
7
Este libro está dedicado a cualquier
persona lo suficientemente valiente como
para aceptar sus problemas...

Lo suficientemente valiente como para


bailar con sus demonios.

A q u í e s t án l a s h e r m o s a s d e f o r m i d a d e s
en todos nosotros.

8
PLAYLIST
¡Escúchala en Spotify!
TROLLZ - 6ix9ine (with Nicki Minaj)
Never Satisfied - CORPSE
Machine Gun (F**k The NRA) - YUNGBLUD
LOCKED UP PT. 2 - 6ix9ine, Akon
Prison Bound - Social Distortion
Heathens — Twenty One Pilots
Take What You Want - Post Malone (feat. Ozzy
Osbourne & Travis Scott)
Man in the Box (Live at Glasgow Barrowland) -
Alice In Chains
body bag - Machine Gun Kelly & Travis Barker
(feat. YUNGBLUD & Bert McCracken)
Monster - Shawn Mendes & Justin Bieber
bloody valentine (Acoustic) - Machine Gun Kelly
& Travis Barker
casual sabotage - YUNGBLUD
Paint It, Black - Ciara
Down In A Hole (Live at the Majestic Theatre) -
Alice In Chains
Blood - In This Moment
Pain (Stripped Acoustic Version) - Three Days
Grace
You Know What They Do To Guys Like Us in Prison
- My Chemical Romance
Kill Somebody - YUNGBLUD
9
Tourniquet - Marilyn Manson
Parents - YUNGBLUD
It Is What It Is - Mayday Parade
I Think I’m OKAY - Machine Gun Kelly (with
YUNGBLUD & Travis Barker)
Freak On A Leash – Korn feat. Amy Lee
cotton candy - YUNGBLUD
Addicted (Acoustic) - Saving Abel
Prison Sex - TOOL
Little Lies - Fleetwood Mac
Give ‘Em Hell, Kid - My Chemical Romance
BITE - Troye Sivan
Wicked Game - Daisy Gray
Prison Song - KZXV
Mood - Fame on Fire
love song - YUNGBLUD
In The End (Mellen Gi Remix) - Tommee Profitt
weak when ur around - blackbear
Mother - Mindy Jones
Hold You Down - DJ Khaled feat. Chris Brown,
Future & Jeremih
Every Time You Leave - I Prevail, Delaney Jane
Into It - Chase Atlantic
ice cream man - YUNGBLUD
Blurry - Don Vedda
BLUE - Troye Sivan, Alex Hope
Hurts So Good - Astrid S
Chills - Why Don’t We
Hold On, We’re Going Home - Pia Mia
11 Minutes – YUNGBLUD (with Halsey, feat. Travis
Barker)
Mind Is A Prison - Alec Benjamin
Titanium - Madilyn Bailey
Colors (Stripped) - Halsey
Crimson and Clover - Heart
10
“Cuéntame cada cosa terrible que hayas hecho
y déjame amarte de todos modos”.

—Sa de A n d r i a Z ab a la
Canciones de Guerra.

11
PRó LOGO
P
uedes escapar de casi cualquier cosa... Cualquier cosa menos
de ti mismo.
Todas esas noches que soñaba con liberarme, con salir,
nunca supe que estaba encerrado profundamente en los
confines de mi propio yo. Rodeado de barras de metal y sujetado con
cadenas más fuertes que cualquiera que pueda atarme físicamente.
Una enfermedad se parece mucho a una prisión, aunque consume
desde adentro. Lo mismo puede decirse de la negación.
¿Cómo sigue revoloteando una mariposa en un frasco de vidrio?
¿Cómo canta todavía un pájaro desde dentro de su jaula?
¿Me merecía todo lo que me estaba sucediendo? Asumía que sí.
Y, sin embargo, nunca habría procesado nada de eso, si no me hubiera
despertado ante los sonidos de una risa...

12
1
Dash

—M
aldición, hombre. Le pegaste demasiado fuerte.
—¿De qué estás hablando, idiota? Apenas lo
toqué.
—Amigo, está inconsciente.
La risa hace eco y es extraña. Desconocida, aunque me recuerda a la
escuela secundaria, cuando los chicos más grandes se burlaban de mí.
Tirando los libros en mis brazos de una palmada mientras caminaba hacia
el cuarto período de estudio.
Odiaba a los hijos de puta de los deportistas entonces, y estoy seguro
que no puedo soportarlos ahora.
—Oh, mira. Se está despertando.
Mis párpados se abren, y el resplandor de una masiva luz fluorescente
arriba me provoca algunos parpadeos pesados. El costado de mi cabeza
duele como una perra irradiando dolor por el cuello y el hombro derecho.
Mirando alrededor de la habitación, veo dos rostros vagamente
familiares. Los que me arrastraron a esta lúgubre habitación desde otra
lúgubre habitación. Bien, ahora recuerdo…
Y me golpearon en la cabeza por una razón que no puedo recordar del
todo, aunque estoy seguro que estaba justificado.
—Encantado de tenerte de vuelta con nosotros, rayito de sol. —Uno de
los imbéciles tira de mí hasta ponerme de pie, donde me tambaleo por un 13
momento, notablemente más suelto sin las cadenas—. Ahora, intentemos
esto de nuevo. Desnúdate e inclínate.
—Eres un maricón, hombre. —Se ríe el otro guardia.
—En tus sueños. —El primero me empuja contra la pared mientras se
dirige a su compañero de trabajo. Entonces sus ojos están sobre mí de
nuevo—. Mira, hombre, esta es la única vez en este lugar donde te inclinarás
por elección, así que si fuera tú, lo saborearía.
Sé lo que está pasando. No soy estúpido, y por mucho que lo haya
sentido toda mi vida, no estoy loco.
Realmente no estaba deseando que llegara esta parte...
Considero pelear de nuevo, aunque no funcionó exactamente bien para
mí la primera vez. Además, he estado mirando las pistolas paralizantes en
la cadera izquierda de cada guardia, y las Glocks reales a la derecha. No
estoy seguro de por qué necesitan ambas, pero tengo el presentimiento que
si no coopero, lo descubriré antes de lo que me gustaría.
Vacilante y lo suficientemente lento como para ganarme suspiros de
frustración y ojos en blanco de ambos guardias, me saco la camiseta por la
cabeza, luego me desabrocho los vaqueros y me los quito. Una vez en mi
bóxer, me quedo ahí por un momento, frunciendo el ceño lo mejor que
puedo.
Desafortunadamente, los guardias parecen aburridos y no se ven
afectados por mi mirada. Así que exhalo un suspiro largo y empujo hacia
abajo mi bóxer favorito, rosa fuerte con los conos de helado, que Lola me
regaló por mi cumpleaños. No es exactamente la elección ideal para usar
frente a estos tipos, pero no había previsto que esto sucedería cuando me
vestí ayer por la mañana.
—¡Vayaaa, mira esa polla! —grita un guardia mientras el otro aplaude.
—¡Bravo, chico! Esa es una buena pitón.
¿¿Qué carajos?? Levanto una ceja y ambos se echan a reír.
—Es broma. —El de la izquierda cruza los brazos sobre el pecho—.
Hemos visto un trillón de pollas. La tuya no es especial, así que deja de
actuar como si esto fuera un striptease para nuestro beneficio. Esta es
literalmente la peor parte de mi trabajo.
Mis ojos se dirigen al de la derecha mientras él salta:
—Sí, cuando me gradué de la escuela secundaria, mi consejero no
14
mencionó que no ir a la universidad resultaría en buscar drogas y armas en
los rectos como trayectoria profesional. —El otro guardia se ríe—. Por el
amor de Dios, solo date la vuelta y agacharte para que podamos terminar
con esto.
Apretando los dientes, hago lo que dicen, girándome lentamente y
doblándome por la cintura. Miro las grietas en el cemento para distraerme
de los pasos detrás de mí. Y del chasquido de un guante de goma. Y de la
sensación fría y completamente sin lubricación de un dedo empujando
dentro de mí.
Jesucristo, esto es terrible.
Esa única grieta llega hasta el suelo. Y mira, hay una cucaracha muerta.
Excelente.
Después de lo que se siente como una hora agonizante de sondearme
en busca de armas que de alguna manera podrían caber en mi culo, el
guardia suspira.
—Está bien. Está limpio.
—Creo que lo disfrutaste demasiado. —Se ríe el otro tipo. No puedo
decir si me está hablando a mí o al que acaba de registrarme.
Debe ser lo último. Porque ese fue el momento menos agradable que he
pasado en un largo tiempo.
Uno de ellos abre la pesada puerta de la habitación por un momento y
toma algo de alguien. Parece ropa.
Un mono. Del tono gris más descolorido que he visto en mi vida.
—Póntelo. —Me arroja las telas y las agarro justo a tiempo.
Examinando el mono en mis manos no puedo evitar notar...
—¿Sin bóxer? —Mi barbilla se eleva en su dirección.
Uno de ellos se ríe mientras el otro sonríe.
—¿Eso va a ser demasiado incómodo para ti, princesa? —Abro la boca,
pero continúa—. No me importa. No estamos aquí para satisfacer tus
necesidades, y seguro como el infierno que me importa un carajo si ir sin
ropa interior te hace infeliz.
Parpadeo ante ellos un par de veces antes de colocarme mi nuevo
guardarropa. La ropa tiene tanto almidón como el infierno, y tengo que tirar
de la cuerda en los pantalones casi hasta el final para de poder atarlos
firmemente alrededor de mi cintura.
15
—Estas cosas apestan —gruño en beneficio de nadie, ni siquiera del
mío.
—Todo aquí apesta. —El guardia se dobla y vuelve a sujetar la cadena
de esposas alrededor de mis tobillos, luego agarra con fuerza mis muñecas
y hace lo mismo, mientras su amigo abre la puerta y sale frente a mí. Él
extiende su mano ante un largo tramo de pasillo siniestro—: Bienvenido a
la Penitenciaria de Alabastro.

16
2
Dash
Hace 1 semana…

M
i mente se siente como una estación de televisión que es
solo de estática. Sin programación.
Sin preocupaciones, sin pensamientos; nada en
absoluto. Solo vacío. Por ahora.
Esto es lo que me gusta. La tranquilidad. Cuando el ruido se acumula,
me hace querer hacer locuras solo para silenciarlo.
El humo de mi cigarrillo se arremolina en el aire, se dispersa y se
extiende en el cuarto. Hay una neblina ya que Lola y yo estamos fumando
en este momento. Nos gusta que cada uno fume su propio cigarrillo cuando
terminamos de follar, y es porque somos separados. No compartimos un
cigarrillo como un ritual fácil y reconfortante post-sexo, uniéndonos
mientras yacemos desnudos y saciados en su pequeña cama. No somos ese
tipo de cosa.
No somos ningún tipo de cosa. Si comparto una colilla con Lola, es
antes de follar para deshacerme del ruido, cuando estoy en mi frenesí y ella
se está preparando para tomar lo que doy. Pero después de correrme, y que
se ha calmado, somos dos planetas individuales, girando en el espacio, sin
nada que nos vincule al otro.
Por eso me gusta Lola. Ella no espera nada. No quiere nada. Y nada es
lo que conseguirá conmigo.
Vacío.
17
—Mi hermano quiere que lo llames. —Finalmente habla después de lo
que parece una eternidad en una mente desconectada—. Dijo que tiene algo
para ti.
—Gracias.
Saliendo de la cama, voy por mis pantalones y me visto
apresuradamente. Es el momento perfecto para llamar a Kent. De todos
modos, estaba a punto de empezar a buscar mi próximo trabajo. Necesito
más fondos, ya que estoy ahorrando para una nueva vida y todo eso. Algún
día reuniré el coraje para irme a otra parte… Para viajar.
Alejarme de ese detective de la sexagésima primera delegación de
policía que tiene un problema conmigo. Estoy bastante seguro que me están
siguiendo.
Por supuesto que sé cómo perderlos. No soy un aficionado. Pero sigue
siendo un inconveniente.
Mientras alcanzo el pomo de la puerta del dormitorio de Lola, su
pequeña voz asalta mi espalda.
—¿Quieres hacer algo este fin de semana?
La miro por encima del hombro. Ella está sentada en su cama, la
sábana solo cubre su mitad inferior, exhibiendo sus tetas. No son muy
grandes, pero aun así tienen una forma agradable. Lola tiene veintiún años,
y su cuerpo tiene esa firmeza juvenil, aunque su piel pálida a menudo está
salpicada de hematomas al azar. Ella hace travesuras; sé que las hace. Pero
no pregunto.
Porque no me importa exactamente.
Sopla un mechón de cabello negro azabache fuera de su cara.
—¿Como pizza y películas?
Lo que ella sugiere está fuera de lo común para nosotros, y podría ser
porque últimamente he estado a la deriva. No voy a ninguna parte en
particular, pero creo que la corriente de mis comportamientos me está
alejando de Lola. No puedo decir si eso me molesta o no.
Disfruto de su compañía, pero principalmente porque es sencilla y está
dispuesta a lo que sea. No hace preguntas y me ayuda a calmar el ruido,
que es muy necesario en esos días cuando vuelvo de un trabajo, enfurecido
18
por el miedo y la adrenalina, requiriendo más atención de la que solo mi
mano me podría dar.
La última vez, no pude dejar de reír; maniáticamente, como si el Joker
me hubiera arrojado gas de la risa. Ella gateó sobre mis caderas y se deslizó
sobre mí mientras presionaba sus pulgares en la posición perfecta en mi
garganta.
Las estrellas estaban vivas, nadando en mi visión, como un
caleidoscopio.
—No estoy seguro de estar por aquí este fin de semana —respondo,
observando sus ojos azules en busca de una señal de que está decepcionada.
No veo nada y de nuevo, no estoy seguro si yo estoy decepcionado.
Tampoco estoy seguro de ser capaz de sentir tales cosas en otras
personas.
—¿Te vas a algún lado? —Apaga su cigarrillo en un cenicero en la
mesita de noche.
—No. Pero si este trabajo de tu hermano sale bien, estaré trabajando.
—¿Así que podrías estar por aquí?
—Siempre estoy por aquí...
—Cierto. —Se deja caer sobre su estómago y luego mueve una mano en
mi dirección.
Se acabó la conversación. Hora de irse.
Salgo de su apartamento en menos de diez segundos y de su edificio en
diez más. Mi hermosa bebé, Zadira, brilla hacia mí desde la acera y casi
sonrío.
Ese trabajo de pintura dulce lila quedó mortal. Apenas recuerdo cómo
se veía antes que le hiciera el cambio de imagen tipo helado.
Deslizándome en mi Audi R8 Spyder, despego, pasando volando por las
calles laterales hasta Ocean Parkway mientras digo adiós a Crown Heights
por ahora, y cruzo de vuelta a mi territorio. Brooklyn ha sido mi hogar
durante toda mi vida. No conozco ningún mundo fuera de Nueva York. Lo
máximo que me he alejado de mi casa son los Hamptons.
Sueño con huir a un clima cálido. Suele ocurrir después de un escape
particularmente desgarrador, mientras estoy acostado en cualquier lugar
que me mantenga seguro en mi aturdimiento post-orgasmo. Veo arena y sol,
aguas cristalinas y pájaros coloridos. Bebidas gaseosas rosadas con 19
sombrillas en ellas.
Eso sería agradable.
Finalmente vuelve a calentar en la ciudad después de un invierno
traicionero. Puedo salir con solo una camiseta y vaqueros por primera vez
en seis meses.
Hago una llamada por Bluetooth y solo medio timbre después, mi amigo
Kent está refunfuñando a través de los altavoces.
—¿Qué hay, Reznikov? Pensé que tal vez no tendría noticias tuyas. —
Suena como que está comiendo, lo cual es asqueroso. Odio cuando la gente
mastica al teléfono.
—Bueno, recibirías una respuesta mucho antes si me llamaras en lugar
de enviarme mensajes a través de tu hermana. —Pongo los ojos en blanco,
aunque las únicas personas que pueden verme son los robots en la cámara
de tráfico del semáforo en rojo que acabo de saltarme.
—¿Qué puedo decir? Lo mejor para mí es mantenerte en la familia. —
Se ríe y yo aprieto los dientes.
No estoy en su familia y nunca lo haré. No me voy a casar con su puta
hermana.
—Está bien, vayamos al grano, idiota. Tienes algo para mí...
Él exhala un sonido.
—Efectivamente. Mi primo, Ray... lo conoces. De todos modos, conoce
a un tipo que puede llevarte al Municipal en Flatbush.
Un escalofrío palpable me recorre.
He estado esperando una entrada en el Municipal por un tiempo. Su
seguridad es ridícula y tienen muchas cosas sin marcar a mano. Conozco
ya el diseño ya que he estado jodiendo por la zona casi toda mi vida. Un par
de semanas de tiempo de preparación y podría conseguir lo suficientemente
como para irme a esa escapada para la que he estado ahorrando.
—Sin embargo, solo hay una condición. —La voz de Kent interrumpe
mis pensamientos y espero a que explique, probablemente sobre cómo el
chico de su chico quiere una mayor tajada. Esa suele ser siempre la
condición—. Tiene que ser este fin de semana.
Estoy tan sorprendido que casi aprieto los frenos por accidente.
—¿¿Qué?? ¿Este fin de semana? Eso es como en cinco días. Maldición,
no. No soy idiota. 20
No lo soy. Mi padre me enseñó a ser mejor que un pequeño ladrón de
caja chica. Más importante aún, me crio para que siguiera una regla por
encima de todas las demás:
No dejarse atrapar.
Sin suficiente tiempo de preparación, es casi una garantía de que la
regla será rota.
—Vamos, Dash. Eres un jodido profesional —prosigue Kent, como si
los halagos realmente me convencieran de hacer esto—. Sé a ciencia cierta
que has estado explorando el Municipal desde hace años. No es como si no
conocieras el lugar lo suficientemente bien.
—Eso no tiene nada que ver. —Enciendo los calentadores de mi asiento
ya que de repente estoy temblando—. No trabajo como un aficionado. Ya
deberías saberlo.
—Lo sé. Pero también sé que a partir del viernes por la tarde, el
Municipal tendrá más billetes sin marcar que cualquier otro banco de la
ciudad. —Mi boca se hace agua—. Y para el sábado por la noche se recogerá
la mayor parte, lo que significa que solo tienes una ventana de
aproximadamente dieciocho horas. Mi chico puede hacerte entrar.
—El chico de Ray —lo corrijo, asegurándome de que sepa que él no es
elegible para ningún tipo de tajada extravagante aquí.
Se ríe.
—Sí. El chico de Ray. Entonces, ¿debería decirle que estás dentro?
Mi mirada se fija en las líneas amarillas que desaparecen debajo de mi
vehículo mientras conduzco. No estoy seguro de que deba hacer esto. De
hecho, estoy casi explícitamente seguro que no debería.
Mi padre me enseñó bien y sé que si estuviera aquí ahora mismo, me
golpearía en la cabeza por siquiera escuchar a este debil.
Eso es idiota en ruso.
Doblo a la derecha y doblo en mi cuadra, llevando a Zadira a lo largo
de la acera frente a mi casa. Apago el motor con una exhalación y la miro.
Mi hogar, que no se ha sentido como un hogar desde que tenía quince
años. Es una cámara de tortura. Un espacio de noventa metros cuadrados
de calamidades y expectativas podridas. 21
Incomodidad. Desconfianza. Asco.
—¡¿Dash?! ¿Estás ahí, hombre? ¿¿Hola??
Parpadeo.
—Sí. Te llamaré luego.
Le cuelgo a Kent mientras él todavía está hablando y me obligo a salir
del coche. Cada escalón que subo por la escalinata es más pesado que el
anterior, y mi mano todavía tiembla mientras desbloqueo la puerta
principal. Siempre es así.
Odio este lugar. Temo volver.
No tengo muchos amigos. Y los amigos que tengo son idiotas, como
Kent, siempre buscando algo de mí. No puedo considerarlos mis compinches
o algo así... Ninguno es lo suficientemente sólido como para dejarme
quedarme a pasar la noche con ellos.
Lo que pasa es que tengo suficiente dinero para conseguir mi propia
casa. O incluso quedarme en un hotel... Me gustaría ganar más dinero para
mi estrategia de salida, pero tengo una buena parte guardada.
Y, sin embargo, no puedo dejarla...
Es enfermo, lo sé. No debería querer nada más que abandonarla, como
lo hizo papá. Pero simplemente no puedo hacerlo. No puedo y eso me marea.
Tropezando a través de la puerta, voy hacia la cocina, moviendo mis
ojos rápidamente para asegurarme que no esté despierta. Rara vez se
levanta. Ella nunca sale de su dormitorio, a menos que venga a la cocina
para servirse un trago, o tal vez a tomar algo pequeño para picar.
Me esfumo, para que no tengamos que cruzarnos.
Caminando silenciosamente hacia mi habitación, paso junto a la de ella
y me estremezco. El tiempo se ralentiza mientras miro la madera, pensando
en lo que hay al otro lado.
Sacudiendo la cabeza, me obligo a moverme y a entrar en mi
habitación, cerrando la puerta tan suavemente como puedo detrás de mí,
cerrándola con el candado que compré en la ferretería. Una vez que sepa
que nadie más puede entrar, podré respirar mejor. La pelusa alrededor de
mi visión se aclara y siento que mi ritmo cardíaco se nivela.
Debería darme una ducha, ya que huelo a sexo y cigarrillos, pero
normalmente espero hasta la mitad de la noche para hacerlo, para
asegurarme que ella se haya desmayado. En cambio, me quito la camiseta
22
y la tiro al suelo. Pasando el espejo agrietado en la parte de atrás de la puerta
de mi armario, mi reflejo me llama la atención.
Pasando mis dedos por mi cabello platinado, tiro de él brevemente. Mi
cabello es naturalmente rubio pálido, por lo que cambiarlo a este color
plateado brillante no fue difícil. Semanas más tarde y no se ven raíces. Me
gusta.
No soy demasiado vanidoso en muchas áreas, pero cuando se trata de
mi cabello, y mis tatuajes, disfruto encajar las visiones que tengo de mí
mismo. No estoy realmente seguro de lo que eso significa...
Estoy un poco cansado.
Los círculos oscuros debajo de mis ojos son evidencia de eso. No están
mal ahora mismo, pero no duermo mucho cuando no tengo proyectos en los
que trabajar. Necesito mantenerme ocupado. Es lo único que calma el ruido.
Bueno, eso y el sexo; alguna forma de orgasmo. No sé por qué soy así...
simplemente lo soy, y no tiene sentido analizarlo en exceso. Todo lo que sé
es que debería pensar en un próximo movimiento pronto, o comenzaré a
girar. No puedo ponerme así de nuevo...
Pasan las horas mientras paseo por mi dormitorio de un lado al otro,
considerando si debería tomar el trabajo del primo de Kent. Es estúpido
siquiera considerarlo, pero la cantidad de dinero que podría ganar en quince
minutos allí es condenadamente casi irresistible.
Sacudiendo la cabeza, me dejo caer al suelo y empiezo a hacer flexiones.
Me ayudan a concentrarme.
1, 2, 3…
No tiene por qué ser este fin de semana.
8, 9, 10…
Llevo un tiempo esperando al Municipal, pero estoy seguro que volverá
a aparecer.
16, 17, 18…
He explorado algunos otros. Elegiré uno y eso será todo.
24, 25, 26…
Simple.
28.
Seguro. 23
30.
—Una jodida cosa segura. —Exhalo con fuerza, levantando mi torso
hacia arriba así puedo aplaudir entre cada flexión, perdiéndome en el conteo
hasta que haya hecho cien y me tiemblan los brazos.
Cayendo sobre mi estómago, me estiro y cierro los ojos con fuerza.
Cientos de miles de dólares pasan por mi mente.
No soy una persona codiciosa. La única razón por la que quiero el
dinero es porque no tengo otra forma de conseguirlo. Claro, trabajar en una
tienda podría pagar las facturas... apenas. Quiero decir, después de todo,
esta es la ciudad de Nueva York. Es difícil encontrar un trabajo que te ayude
a llegar a fin de mes y ahorrar para una posible escapada.
Y no soy exactamente egoísta, simplemente no tengo a nadie en quien
confíe o me importe lo suficiente para compartir mis ganancias. Lola y yo
comemos pizza de vez en cuando. A veces salgo a tomar algo con Kent y sus
estúpidos amigos.
Fuera de eso... estoy solo.
Mi mente vaga instintivamente por el pasillo... hacia mamá.
Claro, si finalmente tengo el coraje de irme, tendré que asegurarme de
encargarme de ella. Pero eso es un dolor de cabeza en el que no tengo ganas
de pensar bien ahora.
Echando un vistazo al reloj de mi mesita de noche, veo que es poco más
de medianoche, lo que significa que debería estar bien ir a darme una ducha.
Mi estómago ruge. Creo pediré comida con Postmates y haré que me la
entreguen por la ventana nuevamente, así no tengo que arriesgarme a que
suene el timbre o que el ruido en la puerta principal llame la atención.
Agarro una muda de ropa y abro la puerta lo más silenciosamente
posible, yendo de puntillas más allá de la habitación de mamá hasta el baño.
En la ducha, lo hago rápido, luego salto y me visto, sentándome en el borde
de la bañera mientras ordeno mi pedido en Wendy's.
Pero me congelo. Mi barbilla se levanta mientras miro la puerta del
baño.
Creo haber escuchado algo.
Aguantando la respiración, espero. Tal vez fue el ruido en mi cabeza...
A veces es difícil distinguirlo.
24
—¡Dascha! —Un fuerte lamento atraviesa mis tímpanos y me
estremezco.
Dejo caer mi teléfono y me cubro la cabeza con los brazos.
—Dascha, por favor, cariño. ¡Mamá te necesita!
—Vete a la mierda... —gruño contra mis rodillas, balanceándome hacia
adelante y hacia atrás—. Solo déjame tranquilo.
—Dascha... ¡por favor...!
—¡VETE A LA MIERDA! —rujo y salto, abriendo la puerta del baño de
golpe.
Irrumpo hasta su puerta y golpeo con mis puños cien veces mientras
ella grita mi nombre desde el interior de la habitación. Su voz sangra en mi
cráneo como una vena abierta. Ruido, ruido y ruido acumula presión como
una lata de refresco agitada a punto de estallar.
Dascha... Eres la estrella del baile de mamá.
No... por favor, no...
Finalmente, nuestro vecino del apartamento de arriba comienza a
golpear el piso para callarme, lo cual hace. Momentáneamente, de todos
modos.
Entro en mi habitación y cierro la puerta con tanta fuerza que hace
vibrar el panel de yeso. Bloqueando mi candado rápidamente, corro hacia
mi cama, saltando y tapándome los oídos con todas mis fuerzas.
Dascha, mamá te ama...
Ya no necesitamos a papá, ¿verdad, malysh? 2
Las lágrimas caen de mis ojos.
No. Supongo que no.

Cuando mis párpados se abren, la luz entra por las rendijas de las
persianas.
Mi cabeza está pesada por todo el estrés de anoche... Los gritos y el
llanto. Me pesa, estoy seguro. Si no me tiñera el cabello de blanco,
probablemente se volvería de esa manera por sí solo, aunque solo tenga 25
veinticinco años y todos en mi familia tengan un notorio cabello muy bueno.

2 Bebé, en ruso.
Parpadeando para despejarme, tropiezo hacia mi armario y muevo la
pared falsa, alcanzando el interior. Agarro mi pequeña caja fuerte y coloco
la combinación, algo que nadie adivinaría jamás, y la puerta se abre con un
clic.
Saco mis fajos de uno en uno. No hay tantos como me gustaría.
Trescientos cuarenta y dos mil.
Eso no es suficiente para toda la vida. Si trato de irme con tan poco
dinero, terminaré haciendo más trabajos una vez que llegue a donde voy, lo
que derrota el propósito de la jubilación.
Está bien, piensa, Dash. No es gran cosa. Solo termina de explorar las
otras ubicaciones, redúcelo a una y haz tu movimiento.
Suspiro y cierro los ojos. Sí, eso es si puedo evitar al detective Polla-
Floja. Él y sus muchachos me han estado siguiendo cada vez más
últimamente. Odio tener que estar constantemente mirando por encima de
mi hombro. Pronto descubrirán mis maniobras de deslizamiento elegidas.
—Mierda... —Sé lo que tengo que hacer. Guardando todas mis cosas,
voy a mi teléfono.
Es arriesgado, pero Kent tenía razón. Soy una leyenda en estos lares.
Si cualquiera podría lograrlo, sería yo.
Hago la llamada y reanudo mi ritmo de anoche.
—Hijo de puta. —Kent se ríe en el teléfono—. Esperaba que te
convencieras.
Me froto las sienes con los dedos.
—Sí, sí. Escucha, dile a Ray que necesito conocer a su chico primero.
No trabajo con extraños.
—Por supuesto. ¿Qué crees, que nací ayer?
—Y si estoy haciendo esto en cuatro días, tendré que empezar ahora.
—¿El lugar habitual? —pregunta Kent, sonando como si ya estuviera
levantándose y moviéndose.
—Dile que estaré allí en diez. —Me pongo las botas y luego hago una
pausa—. Que sean quince. Necesito esquivar a alguien.
26
3
Dash
i
1 día dentro.

T
oma tiempo acostumbrarse a caminar con cadenas alrededor
de los tobillos. Termino arrastrando los pies como un zombi
mientras el guardia que estaba metido hasta los nudillos en
mi culo hace unos minutos me arrastra, resoplando porque
me está tomando demasiado tiempo.
El pasillo por el que caminamos es largo. Y oscuro.
Todo este lugar es bastante húmedo. Realmente no se siente como
ninguna prisión en la que haya estado antes. En realidad, nunca he estado
en prisión, como preso. He sido arrestado, pero por lo general me retienen
en la central de reserva durante un día hasta que mi abogado me saca,
debido a pruebas insuficientes para retenerme.
Eso no es lo que pasó esta vez.
Creo que hace casi cuarenta y ocho horas que me arrestaron. Nunca
siquiera llegué a la central.
Me di cuenta del hecho de que algo turbio estaba sucediendo cuando
mi abogado nunca apareció. Y cuando me drogaron. Después me desperté
con los ojos vendados, en lo que parecía un barco o un ferry.
—¿Dónde diablos estoy? —pregunto, aunque ya lo he preguntado como 27
diez veces, y nadie me dirá nada más que el nombre de este maldito lugar.
La Penitenciaría de Alabastro.
Nunca antes la había escuchado. Los lugares habituales son como
Rikers, Tsing... Ya saben. Prisiones federales.
Este lugar me recuerda a un asilo.
—Cállate —responde el guardia, abriendo puerta tras puerta. Hemos
estado caminando eternamente.
El vago olor del océano es lo que también me lleva a creer que cruzamos
el agua para llegar aquí. El viaje anterior a eso, durante el cual estaba
inconsciente, tuvo que haber sido de al menos un par de horas. Ya estoy tan
fuera de sí, y la atmósfera de este lugar lo está empeorando.
No me siento bien. Y no me gusta estar encerrado. Me hace querer
gritar.
Me lo trago cuando llegamos a una última puerta. Está abierta y soy
empujado a través de ella.
Aquí está más oscuro, menos fluorescentes. Mis pies quieren chirriar
para detenerse por lo que veo adentro: una sola silla con un hombre
sentado, de espaldas a mí, rodeado por seis guardias más en fila, uno al
lado del otro. Están todos en uniforme, como los chicos que me trajeron
aquí. Y todos sus rostros están inmóviles. Sin emociones.
Está demasiado oscuro para distinguir mucho sus rasgos, pero debo
señalar que hay una mujer. Ella ciertamente se destaca entre todos estos
tipos grandes. No es baja de ninguna manera, pero aun así es más baja que
el más bajo de los hombres. Ella se ve como tal vez de algún tipo de
ascendencia asiática, con cabello negro azabache recogido en una coleta
alta.
Honestamente, creo que asumir que su feminidad podría ofrecerme
cualquier necesidad de consuelo sería una tontería. Con solo mirarla ella
me asusta más que cualquiera de estos tipos gigantes.
El guardia que sostiene mi brazo me empuja hacia adelante mientras
la puerta detrás de nosotros se cierra de golpe. Entonces los dos que me
estaban paseando se colocan junto a los demás mientras el hombre sentado
en la silla se levanta lentamente.
—Dascha Reznikov —habla, todavía con la espalda hacia mí mientras
parpadeo, observándolo.
Es alto, probablemente más alto que cualquier otra persona en esta 28
habitación. Tal vez uno noventa y cinco o más. Y parece relativamente
delgado, con un traje de tres piezas hecho a medida. Es extraño de ver, dado
donde estamos, pero en este hombre, parece funcionar. Aun así, él parece
que pertenece a Wall Street, no a esta lúgubre habitación en una prisión
destartalada.
El hombre gira sobre sus talones, ofreciéndome una sonrisa maliciosa.
Su rostro es familiar. No estoy seguro de cómo ni por qué, ni de dónde, pero
hay algo sobre él…
Su rostro es todo anguloso. Pómulos altos, mandíbula rígida, pero la
parte de él que más destaca es su cabello. Es blanco. Y no como el color
plateado con el que yo tiño el mío.
El suyo es el blanco más blanco que he visto en el cabello de una
persona. No parece como si viniera de la vejez, porque aunque obviamente
es mayor, no puede tener más de cincuenta. Y con ojos tan oscuros como el
carbón, parece un brujo o un fantasma o algo así.
—Manuel Blanco —se presenta con voz suave y nítida. Puedo
visualizarlo saliendo de su boca, como una nube de humo—. Soy el alcaide.
Ah... El alcaide. Espléndido.
Hace un gesto hacia la silla.
—Por favor. Toma asiento.
—Estoy bien —gruño. Prefiero quedarme parado e intentar tener
alguna forma de control que permitir lo que sea que esté planeando
hacerme... En esta habitación apartada, rodeado de músculo.
—Eso no fue una solicitud —insiste, con un sonido aún tan melodioso,
que sería fácil pasar por alto la mordacidad detrás de él.
Pero no lo hago.
Sopesando mis opciones, decido ceder. Contraatacar no me ha llevado
a ningún lugar todavía, además de que podría necesitar guardar mis
fuerzas.
Doy pequeños pasos, teniendo cuidado con mis cadenas, hacia el
centro de la habitación y me dejo caer en la silla, descansando mis codos en
mis rodillas mientras mis ojos escanean la fila de oficiales penitenciarios
ante mí. Aparte de los dos que han estado llevándome por todas partes,
reconozco un par de caras de cuando fui traído al principio. Este lugar
ciertamente parece escasamente empleado, pero es otra cosa que me
29
recuerda que esto no funciona como una prisión normal.
En mi camino, no vi a ninguna mujer en la recepción, ni a ningún
sirviente... Hasta ahora, solo he visto guardias, como esta gente. ¿Ellos
hacen todo aquí? Debe haber al menos un conserje o un cocinero, ¿verdad?
Todos me miran con rostros vacíos pero amenazantes.
—He escuchado mucho sobre ti. —La voz del alcaide viene de mi
derecha y mis ojos van hacia él—. Según mi propia investigación, creo que
has estado librándote desde hace bastante tiempo. Y, sin embargo, fue ayer
lo que sirvió como clavo final en tu ataúd. Le hiciste daño a la persona
equivocada, Dascha. Y ahora pagarás por tus crímenes.
—Robé un puto banco —gruño, sosteniendo su mirada oscura—. No
pertenezco aquí.
Los ojos del alcaide se entornan en rendijas mientras cruza los brazos
sobre el pecho.
—Al contrario, señor Reznikov. Creo que estás exactamente donde
perteneces.
Algo sobre cómo dijo eso provoca un escozor, arrastrándose por la parte
de atrás de mi garganta, como reflujo ácido. Trago y niego con la cabeza,
mirando mis zapatos, sin cordones.
—Quiero hablar con mi abogado —susurro, pateando la nada en el
suelo. Me encantaría actuar duro ahora mismo, poner la delantera para que
no piensen que soy débil, pero estoy tan cansado. Cualesquiera que sean
las drogas con las que me dispararon de camino aquí realmente me están
molestando.
El alcaide se desliza para pararse frente a mí.
—La Penitenciaria de Alabastro guarda cien reclusos. —Habla con
calma, ignorando mi solicitud—. Eres el número 101. —Lo miro y la
comisura de su boca se arquea—. Y yo soy responsable de todos ustedes.
Mis oficiales también. —Hace un gesto detrás de él—. Será mejor que puedas
pensar en mí como una especie de guardián. Estoy aquí para velar por todos
ustedes, Dascha. Pero no te equivoques, la desobediencia no será tolerada.
Estás aquí porque eres una amenaza para la sociedad. Y más que intentar
la corrección en una institución federal, lo que te permitiría oportunidades
para una vida renovada en el exterior, te han enviado a mí. Estoy seguro
que puedes entender lo que esto significa... 30
Su voz se arrastra mientras levanta una ceja opaca. Mi mente está
dando vueltas a través de sus palabras, buscando respuestas a mis muchas
preguntas que podrían esconderse en su fraseo enigmático. Habla como si
fuera de otra época. No estoy seguro de haber escuchado a alguien hablar
como lo hace este tipo... Perfecta dicción y pronunciación; sin acento,
aunque asumirías de un nombre como Manuel Blanco que es una especie
de hispano.
Él es obviamente educado, lo que me hace preguntarme, más que nada,
por qué está dirigiendo un lugar como este. ¿Por qué él?
—¿Entiendes por qué estás aquí, Dascha? —Se inclina un poco en la
cintura para mirarme—. ¿Realmente?
Mis pensamientos se arremolinan y se arremolinan, los recuerdos de
ayer por la mañana llegan a través de toda la pelusa. Cierro los ojos y niego
sutilmente con la cabeza.
—Yo... robé la Cooperativa de Crédito Municipal... —Mi voz sale
rasposa. El silencio circundante se siente espeso, opresor.
Reabriendo los ojos, miro al alcaide. Me está mirando como si no
entendiera lo que estoy diciendo, y me recuerda a cuando era niño, a mi
adolescencia; la gente me miraba como si estuviera hablando en otro idioma.
Deja de mirarme de esa forma…
Mi rodilla rebota, y mis dedos se mueven inquietos en mi regazo. Tiro
de mis cadenas y hacen ruido, el sonido resuena en las paredes. En la
barricada de guardias parados frente a mí, un solo movimiento atrapa mis
ojos y se lanzan a la derecha, al último hombre en la línea de cuerpos.
Es un tipo grande, alto y musculoso, tal vez más que el resto de ellos,
y visiblemente cubierto de tatuajes. Pero su mano izquierda es lo que estoy
viendo. Él está golpeando la yema del dedo medio y el pulgar juntos, lento
pero preciso. Distrae… hipnotiza.
Observo que tiene algo en la mano derecha, pero está demasiado oscuro
para distinguirlo. Parece un dispositivo de mano negro... No es un arma ni
una pistola paralizante. Esas están en su pistolera, como en el resto de ellos.
Aun así, no puedo concentrarme en lo que está sosteniendo porque el
golpeteo de sus dedos en su otra mano se sincroniza con el pum, pum, pum
de mi pulso.
Puedo oírlo. Como el agua de un grifo que gotea.
El alcaide habla de nuevo, pero su voz no se registra. Estoy demasiado
ocupado mirando los dedos del hombre. 31
Tap…
Tap…
Tap…
Una garganta se aclara, sacándome de mi trance. Miro al alcaide, que
me mira fijamente, desconcertado. Chasquea los dedos y asiente, a lo que el
guardia tatuado avanza. Cuando se acerca a mí, sostiene el artículo en su
mano para que pueda verlo.
Oh, mierda no...
Mi boca se abre cuando el tipo se acerca, haciendo clic en el interruptor
de la recortadora portátil que comienza a zumbar.
—¿Esto es realmente necesario? —protesto, mis ojos rebotando de un
lado a otro entre el guardia y el alcaide.
Ninguno de los dos reconoce mi evidente disgusto, el oficial tatuado
envuelve una gran mano alrededor de la parte posterior de mi cabeza para
mantenerme quieto mientras lleva la maquinilla a mi cuero cabelludo, sin
perder tiempo por mi cabello.
Observo que un trozo de cabello platino cae al suelo, casi gimiendo
mientras revolotea en cámara lenta. Ah, hombre... vamos.
—Verás, tenemos que defender las cosas nosotros mismos aquí, señor
Reznikov —prosigue el alcaide mientras el gigante guardia imbécil procede
a afeitarme la cabeza.
Mi cabello… todo mi precioso cabello, cayendo sobre mi regazo y mis
zapatos. Y yo solo tengo que quedarme sentado aquí, encadenado, y dejar
que suceda.
Esto está tan jodido.
—Este lugar es mi responsabilidad, y confío a mis oficiales para que
supervisen todas las operaciones. Son una extensión de mí cuando no estoy
cerca. Pero hay una cosa que me gustaría decirte, y quiero que me escuches.
—Agarra mi barbilla y me sacude la cara hasta que lo miro, lo que me obliga
a detenerme de ver desaparecer todo mi cabello—. Estás aquí para quedarte.
No te irás. Jamás.
Sus palabras son profundas y están poseídas por todas las emociones
severas que he escuchado o sentido jamás.
—La Penitenciaría de Alabastro será tu hogar por el resto de tus días
—susurra, y sus dedos huesudos se clavan en mi mandíbula—. Deja que
32
eso se asimile.
Me suelta la cara y se endereza, tirando de las solapas de la chaqueta
de su traje. El zumbido en mi cráneo me pone la piel de gallina en todo mi
cuerpo, y puedo decir que la mayor parte de mi cabello se ha ido debido a lo
fría que está ahora mi cabeza. Tiemblo, de miedo, de comprensión; por
ambos.
Estoy en la cárcel para siempre. No voy a ninguna parte.
Ningún abogado vendrá a salvarme. No tendré ninguna llamada
telefónica. Ni visitas.
¿Dónde está este lugar y cómo está establecido...?
Aquí es donde envían a la gente a pudrirse.
—No merezco estar aquí... —Mi voz brota de entre mis labios
temblorosos—. No soy malo.
El hombro del alcaide se levanta en un leve encogimiento de hombros,
como diciendo, bueno. Mi estómago se retuerce en un nudo implacable
mientras retuerzo las manos en mi regazo y otra vez, mi mirada se posa en
el suelo.
Esto no puede estar sucediendo. No puedo estar aquí para siempre.
No puedo quedar atrapado.
No. No, no, no… Déjenme salir.
Siento que mi cerebro gira en espiral y cierro los ojos, apretándolos, mi
respiración se vuelve dificultosa. Intento acurrucarme en mí mismo, pero no
funciona. Estoy encadenado, tengo frío y estoy jodidamente atrapado.
De repente, la maquinilla se queda en silencio y unos dedos rozan la
base de mi cuello. Están calientes, y presionan un poco mi nuca. Respiro
hondo y lo sostengo.
—Dascha, no importa lo que digas —continúa el alcaide mientras yo
lucho por mantenerme tranquilo—. La jodiste. Y ahora te has ido.
¿Ido?
Exhalando, niego con la cabeza. Pero los dedos permanecen
posicionados sosteniéndome la parte de atrás del cuello, casi como cuando
sostienes a un gato.
Me congela. Me siento incómodo y ni siquiera puedo prestar atención
al alcaide porque este tipo grande que acaba de afeitarme la cabeza todavía
me está tocando y es extrañamente relajante. Es reconfortante y no me
gusta.
33
Intento alejarme, pero la mano es tan grande y firme que realmente no
puedo escapar de ella. Un dedo, probablemente un índice, traza la base de
mi cráneo. Tengo un tatuaje ahí. ¿Puede verlo? ¿Es por eso que está haciendo
eso?
¿Importa? No quiero que este idiota me toque. Jesús, apenas acabo de
llegar aquí y ya me metieron dedos en el culo y un tipo grandote está
tocándome el cuello. Esto no es lo que quiero... no me gusta.
El alcaide se inclina para inspeccionar mi nuevo corte de cabello y luego
levanta la mirada hacia el guarda detrás de mí y le da un breve asentimiento.
Supongo que es en aprobación porque el guardia quita su mano de mi
cuello, aunque no sin antes deslizar sus dedos por mi nuca.
Me deja con escalofríos y un nudo de disgusto en el estómago cuando
se aleja, reuniéndose con sus compañeros oficiales. Nuestros ojos se
encuentran y su expresión oscura es completamente ilegible. Todo lo que
puedo hacer es fruncir el ceño, aunque obviamente no se ve afectado por
ello. No me da reacción alguna.
Mis labios se abren, como si estuviera a punto de regañarle, regañarlos
a todos, pero antes de que siquiera pueda considerar qué decir, el alcaide
aplaude.
—Hagan que el señor Reznikov se instale en su nuevo hogar. —Se
desliza hacia la puerta pero se detiene antes de llegar allí, mirándome por
última vez—. Oh, ¿y Dash? Recuerda... estaré observando.
Él sonríe con suficiencia, pero luego se va antes de que pueda procesar
sus palabras. Tan pronto se ha ido, todos los guardias comienzan a moverse.
Los dos que me estaban acarreando de un lado al otro antes, desaparecen
por la puerta por la que entramos cuando dos personas nuevas me agarran;
un chico con cabello rubio y la chica.
Cada uno toma un brazo y me obliga a ponerme de pie. Mis ojos no
pueden evitar mirar hacia el tipo tatuado que acaba de robarme mi hermoso
cabello. Él se va pisando fuerte sin palabras, saliendo por una puerta
diferente, y mi mandíbula se aprieta.
Creo que encontré un nuevo enemigo. Tengo mucha rabia y agresividad
construyéndose en mis músculos en este momento, estar encadenado no
ayuda, y ya que no soy de los que se odian a sí mismos, necesito a alguien
más a quien culpar.
Creo que a ese gran imbécil le vendrá bien. 34
Antes de que pueda pensar demasiado en ello, los guardias me
arrastran hacia la puerta opuesta.
—Vamos, 101 —dice la mujer oficial, con voz ronca y, sin embargo, de
alguna manera suave, como la de una cantante de salón.
—Es hora de conocer a tu nuevo compañero de habitación. —Se ríe el
tipo.
Lo miro boquiabierto.
—¿Qué significa eso?
Por supuesto que no me responden. Simplemente me arrastran de un
lado a otro, por muchos pasillos y a través de puertas gigantes de metal
pesado, que siempre parecen abrirse justo cuando lo necesitamos. Mirando
hacia el techo, noto las cámaras.
Quizás eso fue lo que Blanco quiso decir cuando dijo que estará
observando. Supongo que ven todo lo que sucede. Entonces debe haber más
gente trabajando aquí que los que veo. ¿Más guardias detrás de escena?
Casi parece extraño que este edificio tenga un servidor en
funcionamiento para operar cámaras de seguridad. Es tan repugnante. Todo
el lugar es de hormigón por todas partes, y rayas blancas gotean de las
esquinas en lo que parecen fugas de agua, grietas en paredes y pisos, moho
negro. Parece completamente inseguro. Y ya que está claramente lejos del
resto de la civilización, me pregunto si el público en general incluso sabe
que existe la Penitenciaría de Alabastro.
Tendría que asumir que no, ya que definitivamente nunca había oído
hablar de esto antes de haber llegado.
La última puerta que atravesamos nos lleva a las celdas. Tienen
completamente el aspecto de la vieja escuela, como era de esperar, a juego
con la atmósfera de este lugar. Barras de metal en abundancia.
Mientras camino por el pasillo, mi cabeza se mueve de un lado a otro,
asimilándolo todo. Los prisioneros son completamente visibles, sin
privacidad en absoluto. La mayoría de ellos yacen en sus literas, mirando a
la nada. Algunos están conversando entre ellos, pero todos parecen
quedarse en silencio cuando paso. Las cabezas se vuelven en mi dirección y
escucho gritos provenientes de las celdas que ya he pasado.
—¡Oye, Joy! ¿Quién es el chico nuevo, cariño?
—¿Ya lo han reclamado?
35
—Rook... ¿Vendrás más tarde?
Mi cabeza gira para mirar por encima del hombro, pero la guardia ladra:
—Ojos al frente. —Soy testigo de ella echándole un vistazo al tipo que
sostiene mi costado derecho, curvando sus labios—. ¿De verdad, Rook?
¿Ren? ¿Crees que es una buena idea?
El guardia, que estoy deduciendo se llama Rook, pone los ojos en
blanco.
—No estoy recibiendo críticas tuyas, de todas las personas.
—No es crítica. Solo estoy buscando algunos detalles. —La chica se ríe.
Los ojos de Rook me miran brevemente.
—Joy. Ahora no.
—Lo siento, chico. —Su sonrisa se ensancha y no puedo evitar notar
cuán blancos y rectos son sus dientes. Ella tiene una gran sonrisa, que no
asumirías al ver lo aterradora que puede llegar a ser. Pero luego desaparece
cuando su mirada se posa en mí, y gruñe una vez más—: Dije, ojos al frente.
Llegamos a la última celda al final y la chica, Joy, abre la puerta que
da la casualidad de que se desbloquea cuando coloca la mano en el pestillo.
Es muy extraño. Miro de nuevo al techo y entrecierro los ojos hacia la
cámara.
—Luth, aviso. Tienes un nuevo compañero de cuarto —dice Rook,
perturbando el cuerpo acostado en la litera de arriba, que parece haber
estado durmiendo.
—Trata de no aburrirlo hasta la muerte como al último —canta Joy,
aunque hay un poco de humor en su tono.
—Yo diría que debería estar agradecido que no lo pusieran con Ren o
Kieran —responde el prisionero, saltando de la litera.
Me mira mientras los guardias me desatan las muñecas y los tobillos.
Hago lo mismo. Tiene la cabeza rapada, como yo ahora, lo cual supongo que
debe ser una regla del alcaide. Algún tipo de movimiento de poder, para
mantenernos a todos en línea. Uniformes.
Sin decir nada, los guardias toman mis cadenas y salen de la celda, las
puertas se cierran detrás de ellos.
Mi frente se arruga.
—Esperen, ¿eso es todo? ¿No consigo algunos suministros o algo? Una
almohada, un cepillo de dientes... ¿¿Jabón?? 36
Ambos guardias se ríen para sí mismos, sacudiendo la cabeza mientras
se alejan de nosotros, dejándome con mi nuevo compañero de celda y todas
mis preguntas. Escucho voces que les gritan cosas desde otras celdas. De
hecho, parece que pueden haberse detenido a hablar con otro recluso.
—Hermano, no sé en qué tipo de prisiones lujosas tipo centro turístico
has estado antes, pero debes deshacerte de todas esas expectativas —dice
mi compañero de celda, y lo miro—. En serio, ese es el mejor consejo de
primer día que puedo darte. Si estás esperando que alguien venga por ti, no
lo hagas. Si crees que alguien de aquí te va a dar algo para que tu estadía
sea más cómoda, no contengas la respiración. Esto no es una prisión... esto
es la Penitenciaría de Alabastro.
Agarro mis muñecas, frotando algo de sensación en ellas mientras
estudio al tipo por un momento, analizándolo para ver cómo puedo
sobrevivir compartiendo una celda con él. Parece bastante normal, aunque
eso no significa nada. Más o menos de mi altura, un poco más delgado, sin
tatuajes visibles.
No estoy seguro de poder confiar en él.
—Soy Dash, por cierto. —Extiendo la mano y él la estrecha sin
vacilación.
—¡Oh, mierda! ¡Eres el ladrón de bancos! —Esboza una sonrisa—.
Escuchamos que vendrías. Eres un poco famoso fuera, ¿eh?
—No sé nada de eso. —Me doy la vuelta para ver la celda. Son tres
paredes de hormigón sin ventanas, rejas por puerta, una litera, un lavabo
sucio y un inodoro plateado. Eso es todo—. ¿Tienes nombre?
—Sí, lo siento. Soy Lexington o Lex. Recluso 25. Pero todos aquí me
llaman Luthor.
Lo miro, registrando lo que está diciendo.
—Cierto. Lex Luthor. —No puedo evitar sonreír. Lo entiendo totalmente.
Definitivamente se parece al villano de Superman—. ¿Eres inteligente o algo
así?
Se ríe a carcajadas.
—O algo así.
Su sonrisa me dice que no revelará lo que hizo para entrar aquí. Por lo
menos no de inmediato, lo que me pone en desventaja ya que aparentemente
todos ya saben lo que yo hice.
37
—¿Sabes dónde estamos? ¿Dónde se encuentra este lugar? —le
pregunto, golpeando el colchón de la litera de abajo. Es tan duro como una
roca. Genial.
—Estamos en una isla. A unos diez kilómetros de la costa de Nueva
York —me dice, apoyado contra la pared y cruzando los brazos sobre el
pecho—. La Penitenciaría de Alabastro se mantiene en secreto para el
público en general. Es un último recurso financiado por el gobierno. Aquí es
donde envían a los criminales que quieren asegurarse que nunca salgan.
Trago saliva sobre mi garganta seca.
—Dulce. ¿Entonces simplemente no tenemos más derechos?
Él niega con la cabeza.
—Este lugar está técnicamente fuera de suelo estadounidense, en
jurisdicción internacional. Es completamente jodido.
—¿Cuánto tiempo llevas aquí?
Luthor se encoge.
—Según mi recuento, unos cinco años.
—Jesús... —Respiro, frotando una mano sobre mi cara—. No
pertenezco aquí. Robé un maldito banco, hombre. Yo no... yo no...
Un grito atraviesa mi cerebro y me estremezco, cerrando los ojos con
fuerza. Alcanzo mi cabello para tirar de él, pero no está allí. Se ha ido.
—Oye... no pienses en ello —dice Luthor, y su mano aparece en mi
hombro. Me estremezco, mis ojos se abren de golpe mientras doy un paso
atrás. Estas personas necesitan dejar de tocarme. Él levanta sus manos en
defensa y se ríe—. Lo siento. No estaba tratando de meterte mano.
Le doy una mirada escéptica.
—Esa guardia... ¿es la única mujer aquí?
Su sonrisa se vuelve malvada.
—Joy Jameson. Sí, y créeme, ella es más dura que la mayoría de los
hombres. En este lugar, hay que tener cuidado con ellos más que con
nosotros.
—¿Con ellos te refieres a los oficiales?
—Sí. No hay muchas reglas para mantenerlos en línea. Ellos ejecutan
este lugar para el alcaide, que no anda mucho por ahí.
—¿Con qué frecuencia lo ves?
38
—Casi nunca. Tal vez, como una vez al mes, aparece. Deja que los O.C. 3
hagan lo que sea que quieran. Creo que él tiene su propia mierda.
Hago una pausa.
—¿Qué quieres decir con eso?
Me empuja para pasarme y se sienta en mi cama. Tomo asiento a su
lado, asegurándome de mantener suficiente distancia entre nosotros, ya que
todavía no confío en este tipo. O en cualquiera, para el caso.
—La Penitenciaría de Alabastro se encuentra en una isla, ¿verdad? —
explica—. Bueno los oficiales no pueden trasladarse aquí todos los días.
Entonces, en cambio, viven en la mansión del alcaide, al otro lado de la Isla
de Alabastro.
Mis ojos se abren. ¿¿Qué carajos??
—Sí. —Se ríe—. Ninguno de nosotros la ha visto nunca, obviamente.
Pero escuché de algunos oficiales que el alcaide tiene esta mansión gigante
en la costa opuesta. Probablemente a un par de kilómetros de la prisión. Él
tiene su ala separada y les deja tener rienda suelta en su lado.
Esta es una gran cantidad de información para asimilar de una vez. Y
todavía no le he preguntado cuándo comemos, si podemos salir fuera... Si
alguna vez conseguiré un par de bóxer.
Miro alrededor de la celda de nuevo.
—Este lugar es desagradable.
Él asiente.
—Sí. Y está empeorando. El edificio se está cayendo a pedazos y oí un
rumor que realmente no hay financiación. La comida apesta, la electricidad
se va todo el tiempo… —Mis ojos se iluminan. Pero antes de que siquiera
pueda expresarlo, me corta—. No afecta a las cerraduras ni a las cámaras,
así que ni siquiera vayas allí. El servidor tiene una fuente de alimentación
independiente.
—Maldita sea, hombre. Esto apesta. —Me dejo caer sobre mi espalda.
—Sí. Y será mejor que te acostumbres, novato. Escucha,
probablemente soy el mejor compañero de celda que podrías pedir aquí. Soy
limpio y tranquilo. Soy retraído, y no tengo visitantes yendo y viniendo a
cada hora como Ren. —Le echo un vistazo y alzo mi ceja. Esta es la tercera 39
vez que escucho ese nombre ya—. Todo lo que pido es que aceptes la

3 O.C.: Oficial correccional.


naturaleza de nuestra situación. Mi último compañero de celda... Bueno,
solo digamos que le costó adaptarse a sus circunstancias. Él empezó a
volvernos locos con su incesante lloriqueo. Era jodidamente demasiado.
Créeme, no quieres ser ese tipo.
Mi estómago se retuerce un poco cuando le pregunto:
—¿Qué le pasó?
Luthor me mira fijamente por un momento, y una expresión solemne
cruza su rostro, sus ojos verde pálido se oscurecen significativamente. Sin
decir nada se levanta de la cama y se sube a la suya.
El silencio ensordecedor dura en nuestra celda varios minutos antes de
que hable de nuevo.
—Descansa un poco. Comeremos en un rato. —Su tono es serio,
incluso cauteloso—. Puedes usar mi cepillo de dientes hasta que
averigüemos cómo conseguirte uno propio.
Me hundo en mi áspera manta y pienso en el hecho de que ahora estoy
viviendo en un lugar donde ni siquiera puedo tener mi propio cepillo de
dientes.

40
4
Dash
Hace 3 días…

M
is rituales del día anterior al trabajo son casi más atractivos
que el trabajo mismo.
Dije casi.
La noche anterior, siempre voy a mi restaurante
favorito y como hasta reventar, sabiendo que probablemente no comeré
durante otras veinticuatro horas después de eso. El estrés y la adrenalina
realmente matan mi apetito. Esta noche comí pollo parmesano con
espaguetis, y seguí con gofres, con extra de mantequilla y almíbar.
Luego fui a casa de Lola para una mamada rápida antes de comprar
un helado del camión de Mr. Softee 4 en la cuadra. Tengo afición por lo dulce.
Papá solía gritarme al respecto, pero luego se fue, y conseguí lo que quería.
Algo así. No realmente.
De todos modos, el helado suave de vainilla bañado en cereza es la vida.
De hecho, me siento bien sobre mañana, que es lo que me lleva a seguir
a Lola de vuelta a su casa y pasar cuarenta y cinco minutos lamiendo su
coño como si fuera un puto cono de helado. Amo cuando ella envuelve sus
piernas alrededor de mi cabeza y me asfixia con su coño. Fue tan bueno que
tuve que hacerla correrse cuatro veces.
Ahora estoy conduciendo a Zadira por las calles de regreso a mi casa.
No tengo prisa porque sé que no dormiré esta noche. Estaré demasiado 41

4 Mister Softee: franquicia de camiones de helados blandos.


ocupado repasando los planes para mañana diecisiete veces más para
asegurarme de que no me he perdido nada.
Las luces rojas en mi retrovisor me hacen poner los ojos en blanco.
Buen momento, idiota.
Me detengo y saco mi licencia de mi billetera preparándome, no es como
que la necesitaré. Ya sé quién es y él definitivamente sabe quién soy.
Estoy bajando la ventanilla mientras el detective Polla-Floja se acerca
con ese contoneo arrogante que me hace sentir náuseas.
—¿Ha salido a una reunión nocturna, señor Reznikov? —murmura,
tomando mi licencia de conducir mientras se la entrego.
—En realidad, solo vengo de la casa de mi novia, Linnick.
Probablemente deberías saberlo, ya que eres un acosador obsesivo.
Él resopla.
—Cierto. Lola Reed. —Sonríe—. ¿Cómo está su hermano?
—Aún es un idiota. ¿Me detuviste solo para tener una charla informal,
o me vas a dar una multa por ir un kilómetro por encima del límite de
velocidad de nuevo?
Él sonríe y mira mi licencia, como si el hijo de puta aún no la tuviera
memorizada ya. Luego me mira y entrecierra la mirada.
—¿Cómo está tu madre?
Mi estómago cae, se hunde y se tensa. Trago saliva lentamente,
esperando que no lo note, apretando mi mano en un puño a mi lado.
—Está bien.
—Sabes, si alguna vez necesitas algo... alguna ayuda con ella, o algo
así, estoy seguro que podríamos conseguir que alguien pueda pasarse.
—No es necesario. ¿Hemos terminado aquí? —Me estiro a través de la
ventana y le arrebato mi licencia.
Sus ojos se abren momentáneamente, pero lo ignora como si no
estuviera afectado antes de enderezarse.
—Claro que sí, Dash. Que tengas una gran noche. —Se vuelve para
alejarse, pero se detiene y mira por encima del hombro—. Y oye, nos vemos
por ahí. 42
Me saluda, como un maldito perdedor cursi, y sale pisando fuerte hacia
su coche patrulla, subiendo y conduciendo sin dudarlo.
Exhalo lentamente, apoyando mi cabeza contra el asiento. Estoy seguro
que esto podría ser visto como un mal presagio... Un hombre inferior leería
más en esta pequeña detención, y tal vez pisaría los frenos un poco.
Pero no soy inferior a nada, me recuerdo mientras me pongo de nuevo
en marcha, conduciendo a casa.
Está en mi sangre. Y tengo un maldito trabajo que hacer.

Aplasto una tercera lata de Red Bull en mi puño y la lanzo por la


ventana. Estoy vibrando. Zumbando por no dormir y el extra, extra de
cafeína.
Zadira está estacionada en la calle, fuera de la vista de posibles
cámaras. Y estoy sentado dentro de ella, respirando constantemente. La
adrenalina ya se está acumulando, mezclándose con la energía de mi cuerpo
como un tornado, ciclando mi interior.
Estoy listo para irme.
Alcanzando el asiento trasero, agarro mi bolsa de viaje. Dentro está mi
máscara y mi Scorpion 5, ambos necesarios para el espectáculo.
Para la excursión de hoy, elegí una de esas máscaras de espantapájaros
de Batman. Esa cosa que parece un saco de arpillera con dos agujeros para
los ojos. De hecho, es más cómoda de lo que parece. Odio lo sudoroso que
puedo ponerme debajo de las de goma, así que esta funcionará bien.
Saco mi arma y reviso el cargador para asegurarme. Está lleno, como
sabía que lo estaría, y tengo una recarga de repuesto en el bolsillo. Saliendo
del auto, con la bolsa en mano, subo la cuadra y cruzo el callejón, hacia la
entrada trasera de la Cooperativa de Crédito Municipal. Me pongo la
máscara por la cabeza mientras el amigo de Ray, Mike, ya me está abriendo
la puerta, tal como estaba previsto. Saco mi ametralladora fuera de la bolsa
y me echo la correa al hombro.
El Scorpion es el último recurso. Siempre rezo para no necesitar usarlo,
pero como mi padre solía decir, más vale prevenir que curar. Si soy rodeado,
será mejor que sepan que voy a caer con una ráfaga de balas. 43

5 Scorpion: subfusil checoslovaco, desarrollado en la década de 1960.


—¿Estás listo? —pregunta Mike, guiándome rápidamente por la parte
de atrás, pero no sin antes buscar algo fuera de lo común.
Por supuesto que yo también lo hice, y todo se ve bien. Pero lo dejo
hacer lo que quiere. Este es su lugar de trabajo, después de todo. Y por lo
que entiendo, lo ha estado robando por un tiempo, en cantidades mucho
menores. Tiene su forma de hacer las cosas, y eso está bien, siempre y
cuando no interfiera con la mía.
Haciendo caso omiso de su pregunta, camino por un largo pasillo y giro
a la derecha, luego a la izquierda, según los planos que he estado estudiando
durante dos días. Mirando a Mike por encima del hombro, le doy un rápido
asentimiento y él asiente en respuesta, con la cabeza todavía lanzándose
por todo el lugar.
Debe estar nervioso. Eso es lindo. Supongo que esto es más importante
que robar unos cincuenta a la semana para gastos menores.
Empujando a través de una puerta, bajo mi ametralladora de mi
hombro y la coloco en mis manos.
Todo se ralentiza como si estuviera bajo el agua.
Los empleados me notan. Sus ojos se ensanchan. Sus rostros
palidecen.
Ellos me miran fijamente.
Y durante unos segundos perfectos, todo está en silencio. Tranquilo.
Fácil.
Pero, por supuesto, eso no dura. Y lo siguiente que sé es que mi voz
está ladrando órdenes.
—¡Muy bien, damas y caballeros! ¡Todos al puto suelo!
Una mujer grita. Luego otra.
El pánico sobreviene hasta que grito:
—¡Ahora!
Caen al suelo.
—En caso de que no lo hayan entendido todavía —hablo claramente
desde debajo de mi máscara, atravesando la habitación, sobre los brazos y
piernas de las personas que yacen en el suelo—. Esto es un robo. Si todos 44
permanecen tranquilos, saldrán de esta vivos. Si alguien se mueve, muere.
Me agacho y agarro el brazo de Mike, levantándolo y tirando de él
conmigo, haciendo que parezca que es mi rehén, no mi cómplice.
—Llévame a la caja de seguridad —exijo. Y lo hace, temblando. No sé si
es para el espectáculo, pero honestamente, no lo parece. Parece muy
nervioso.
Pero no puedo preocuparme por eso en este momento. Tengo
aproximadamente cinco minutos antes de que llegue la policía, activada por
la alarma silenciosa que estoy seguro que acaba de ser presionada.
Mi pulso es parejo, mi respiración constante mientras nos movemos
entre los cuerpos. Miro a cada uno de ellos, asegurándome que sus narices
estén en la alfombra. Cualquiera que tenga el descaro de mirar hacia arriba,
inmediatamente estrella la cara contra el suelo tan pronto como se
encuentra con mis ojos.
Creo que los tengo bajo control. Simplemente no quiero a los clientes
dentro del banco actuando o tratando de ser héroes, así que tengo que
asegurarme de que el estrés de estas personas permanece contenido.
—Recuerden lo que dije. —Me agacho junto a una chica rubia. Ella está
llorando, en silencio, obligándose a no mirarme—. Si se mueven... —Ella
está sollozando como loca y pongo los ojos en blanco—. ¿Qué pasa si te
mueves, rubia? No me hagas arrancarte tu bonito cabello.
—M-morimos —solloza contra el suelo—. Si nos movemos, morimos.
—Buena chica —le susurro, incapaz de resistirme a pasar mis dedos
por su cabello haciendo que se estremezca, y llore abiertamente.
Suspiro y me levanto, arrastrando a Mike conmigo a la caja fuerte. El
siguiente minuto y medio pasa demasiado rápido. Nos lleva mucho tiempo
entrar en la caja fuerte, mientras estoy ocupado revisando a mis amigos en
el piso, asegurándome de que nadie se mueva lo cual, para su crédito, en
realidad no lo hacen.
Están malditamente quietos. Parecen cadáveres.
Mi cabeza nada y parpadeo con fuerza, concentrándome en la caja
fuerte que ahora está abierta. Voy por los billetes sin marcar, llenando mi
bolso hasta que pesa una tonelada, luego empujo a Mike fuera del camino.
Haciendo una línea recta hacia la salida por la que entramos, miro el
reloj en la pared. Tengo menos de dos minutos para meterme en Zadira y
arrastrar el puto culo.
—Gracias a todos por su cooperación —murmuro, moviéndome a través 45
de la puerta y hacia el pasillo.
Empujo la salida trasera del banco, pero inmediatamente cierro la
puerta de golpe de nuevo, una vez que veo lo que me espera en la parte de
atrás.
Maldito idiota.
Mi mirada se posa sobre Mike, y él tiene el descaro de parecer
arrepentido.
Levanta las manos.
—Dash, lo siento. Yo no...
Inclino mi Scorpion y disparo una bala en su maldito cráneo.
Mierda, mierda, mierda.
El idiota me delató. Hay policías por todas partes.
—¡Mierda! —Me lanzo de regreso al banco.
El disparo claramente irritó a todos porque ahora todos están gritando
como locos.
—¡Quédense abajo! —grito—: O serán los siguientes.
Tengo que llegar al frente del banco y asegurar las puertas. Me tendrán
rodeado. Salir yo solo es demasiado arriesgado.
Necesito un rehén. Maldita sea. Esto se va yendo en picado rápido. Así
es usualmente como funciona, supongo.
Agarro a la rubia por el brazo y la pongo de pie, arrastrándola como un
niño que no quiere salir de una juguetería.
—No quiero lastimarte —siseo, tratando de consolarla porque está
prácticamente cayéndose, está tan asustada—. Solo haz lo que te digo y
estarás bien, ¿de acuerdo?
No parece convencida, pero asiente y aprieta los labios temblorosos.
—¿Tienes las llaves del frente? —le pregunto. Ella asiente con
vacilación—. Bien. Vamos.
Desafortunadamente, no es tan fácil. De alguna manera, estos policías
saben algo que yo no. Tan pronto como miro a través de la partición que
separa la parte posterior del frente, veo mi peor pesadilla.
El banco ya está lleno de policías. Están avanzando. Atrapándome
dentro.
46
¡Esa rata de mierda! Les dijo dónde estaría y cuánto tiempo me llevaría.
Menos mal que está muerto.
La sangre me corre por los oídos y no puedo pensar. Todo se está
volviendo borroso. Lucho por concentrarme en los sonidos del llanto de la
chica; su esbelto brazo se pone rígido en mi agarre.
Mi visión vuelve a nublarse cuando un policía me ve.
—¡Quieto!
—¡Deja ir a la chica!
Apunto mi ametralladora a su cabeza y la arrastro hacia atrás.
—Mierda, mierda, mierda —tarareo para mí mismo, esforzándome por
pensar.
¿Cómo puedo salir de esto?
Vuelven flashes de papá. De él gritando.
Mamá llorando… Papá rompiendo cosas.
Nada de esto tiene sentido.
—Nos vamos de aquí... —murmuro, aunque apenas reconozco mi
propia voz.
—¡¿Qué?! —chilla la chica—. No, por favor. ¡Solo déjame ir!
Ignorándola, tiro de ella conmigo hacia la parte trasera, pero esta vez
me dirijo a otra salida, a un lado. Ella está llorando y llorando.
Por favor, por favor, por favor.
—Cállate —gruño mientras la llevo a la puerta—. Realmente espero que
lo logres... —digo y ella chilla.
Abriendo la puerta, empujo a la chica y salgo detrás de ella, mi arma
en su espalda.
El sol brilla en mis ojos, una agradable brisa acaricia mi cabello
platinado.
Me gusta. Se siente agradable. Esto se siente... bien.
Pero las cosas buenas no duran.
Y todo se desdibuja volviéndose rojo.
Rojo como en mucha, mucha sangre.

47
5
Dash
i
1 día dentro.

U
n movimiento me despierta. Más bien me despierta de un
sobresalto, y entro en pánico por un segundo antes de ver los
ojos brillantes y el rostro pálido de mi nuevo compañero de
celda.
—Lo siento. No fue mi intención asustarte —dice Luthor—. Es solo que
es la hora de cenar y probablemente deberías comer. Las drogas del traslado
realmente te joden. La comida ayuda.
Asiento de mala gana y me siento mientras él retrocede, pasando una
mano sobre su cabeza afeitada.
—Solo una pequeña advertencia —prosigue mientras yo me paro y me
estiro. Todo mi cuerpo está adolorido, especialmente mi cabeza—. Algunos
de los chicos son geniales, pero todos estamos aquí por una razón... porque
estamos jodidos. Solo sé cuidadoso.
Le levanto una ceja. La ignora.
—A O'Malley y a Kang les gusta pelear, pero solo empezarán algo
contigo si están nerviosos o son acorralados. Y Ren... —Su voz se arrastra
antes que él resople—. No le diría nada personal sobre ti. Y definitivamente
no hagas ningún trato con él.
48
¿¿Qué diablos significa eso??
En lugar de hacer los miles de millones de preguntas que tengo,
simplemente asiento y miro alrededor. Dijo que era hora de comer, pero no
veo guardias en la puerta.
Pero luego, en el momento justo, aparece un oficial y la celda se
desbloquea. Recuerdo vagamente la cara de este tipo de antes, con el
alcaide. Él es alto y musculoso, como parece ser la mayoría de ellos. La
característica distintiva de este tipo es su cabello castaño recogido en un
moño.
Parece un idiota.
—Muy bien, reclusos —se queja el tipo—. Espaldas contra la pared.
Luthor ya está allí, así que sigo su ejemplo. Los pasos del guardia se
acercan a nosotros y me cachea, luego hace lo mismo con Luthor. No estoy
realmente seguro lo que está comprobando. ¿Quizás navajas o algo así?
Quién sabe.
—Vamos, señoras —susurra y luego deja la celda, Luthor va detrás de
él. Yo los sigo.
Cuando pasamos por las otras celdas, noto que algunos reclusos
todavía están allí, mientras que otras celdas están vacías.
—¿Comemos en diferentes momentos? —le pregunto a Luthor.
—Sin hablar —ladra el oficial, todavía mirando hacia adelante,
acompañándonos por el largo pasillo.
Miro a Luthor y él sonríe, encogiéndose de hombros. Luego asiente
hacia el oficial frente a nosotros y pronuncia las palabras se las da de jefe.
Niego con la cabeza. Este lugar es jodidamente extraño.
Apenas puedo comprender lo que está pasando. Todavía no sé
realmente por qué estoy aquí, en este lugar apartado, al estilo de Alcatraz.
Quiero decir, sé que he estado librándome robando bancos durante años, y
finalmente me atraparon. Pero no hay forma de que puedan relacionarme
con mis otros robos por este. Y no hay absolutamente ninguna forma de que
hayan encontrado mi caja fuerte. El escondite solía ser de mi papá. Ha
sobrevivido a múltiples órdenes de registro a lo largo de los años.
Pero incluso si encontraran mi fondo de escape, lo que realmente
apestaría, ¿cómo justificaría eso enviarme aquí? Este lugar es una sentencia
49
de muerte.
Peor. Al menos con una sentencia de muerte puedes vivir en una
prisión de máxima seguridad que aún te permite tener tus propios artículos
de tocador. Y luego te mueres, eventualmente. Sin alboroto ni desorden.
Ya puedo decir que este lugar es puramente alborotado y desordenado.
Sé que Luthor dijo que aceptara mi situación, pero es muy difícil
cuando no tengo información, y básicamente desperté aquí, sin llamadas
telefónicas, abogados o un juicio involucrado.
Lo último que recuerdo es que estaba rodeado por policías en las
afueras de la Cooperativa de Crédito Municipal. Una vez que de alguna
manera me tuvieron bajo custodia, alguien puso una bolsa sobre mi cabeza
y me inyectó algo.
Y luego me desperté, mareado, en la parte trasera de un todoterreno
cruzando el agua hacia esta mierda abandonada por Dios, con recuerdos
llenos de agujeros y la cabeza nadando con preguntas.
Mis pensamientos problemáticos se silencian cuando el viejo moño
decide que tenemos permitido hablar, entablando conversación con Luthor.
—Entonces, Luth, ¿te estás llevando bien con tu nuevo compañero de
cuarto? —Él sonríe sobre su hombro. Seguimos caminando, a través de
pasillos y puertas que se abren cuando nos acercamos a ellas.
—¿Qué te importa, Velle? —pregunta Luthor, sin sonar tan
entusiasmado por estar hablando con este guardia en particular.
—Me preguntaba. —El oficial levanta un hombro casual—. Ya sabes
que Darcey ha estado ansioso por algo de compañía. Podría haberlo puesto
allí si quisiera, ¿sabes?
¿Él podría haberme puesto en alguna parte? ¿No es decisión del
alcaide?
—¿Sí? Bueno, ¿por qué no lo hiciste? —pregunta Luthor. El oficial se
encoge de hombros de nuevo—. Pregunta capciosa. Porque sabes muy bien
que Darcey no puede tener compañeros de celda. No funciona.
—Tal vez tengas razón —dice, luego se pone frente a nosotros,
bloqueando las puertas dobles—. Pero seguro que sería entretenido verlo
pasar. Por lo que fuera que durara, de todos modos.
El guardia me sonríe, una sonrisa comemierda de dientes blancos y
50
rectos que me dan ganas de golpearlo un par de veces. Ensangrentarlo un
poco.
Miro al guardia con los ojos entrecerrados y me guiña un ojo. Luego se
da vuelta y empuja las puertas para abrirlas, llevándonos a la cafetería más
lamentable que he visto en mi vida.
La habitación está tan sucia como el resto del lugar. Consiste en más
paredes de piedra, agrietadas y manchadas, algunas mesas de picnic de
metal dispuestas en el centro del cuarto. Sin ventanas. Luces fluorescentes.
Dios, este lugar apesta.
Luthor me da un codazo en el hombro.
—Vamos.
Lo sigo hasta donde parece que debería haber un buffet de comida
siendo atendido, como en una cafetería habitual. Pero no lo es. En cambio,
hay un montón de bandejas alineadas, cada una con un sándwich envuelto.
Y una puta caja de jugo. Como del tamaño más pequeño disponible.
—¿Esta es realmente nuestra cena? —le pregunto a Luthor, mirándolo
boquiabierto con leve incredulidad mientras toma su bandeja.
—Sí. —Suspira—. Aprenderás a apreciar los sándwiches. No los
conseguimos a menudo. Por lo general, es un montón de carne misteriosa
que se ha recalentado cincuenta mil veces antes de que nos llegue. Creo que
este jamón y queso caducados son probablemente mejor. Probablemente.
Se aleja con su bandeja. Mirando alrededor de mí, noto que todos los
ojos están puestos en mí así que tomo la mía y me muevo, sin querer
asociarme con nadie más. Luthor parece más normal, al menos en
comparación con el espectáculo de monstruos incontinentes que describió
antes, y no estoy deseando que me arrincone ninguno de ellos.
Luthor toma asiento en una mesa al borde de la habitación y yo me
dejo caer junto a él, todavía haciendo muecas a mi sándwich cuando dos
tipos se sientan frente a nosotros.
—¿Quién es éste? —dice uno de ellos, arqueando una ceja oscura. Sus
ojos se lanzan entre Luthor y yo, y no puedo evitar notar lo azules que son.
Verlos me hace darme cuenta que los de Luthor son más verdes que azules.
—Chico nuevo —refunfuña Luthor, desenvolviendo su sándwich. Yo
espero que él diga más, ya que no ha sido tímido con las palabras hasta este
punto. Pero no explica.
—Vamos, Lexington. No puedes estar enojado conmigo para siempre — 51
dice el tipo con los brillantes ojos azules. Sonríe, encantador—. Tarde o
temprano tienes que perdonarme. —Miro a Luthor.
Él mira a través de la mesa.
—Tu comportamiento nos afecta a todos. No entiendo cómo todavía no
puedes ver eso.
—Eres un verdadero anticuado, ¿lo sabías? —El tipo sonríe
inclinándose hacia atrás en su silla.
Mis ojos se mueven brevemente hacia el hombre sentado a su lado. Él
es un tipo asiático con un tatuaje de dragón gigante en el cuello. Y está
viendo la interacción entre Luthor y el otro tipo de cerca, aparentemente
comprometido.
—Ren, por el amor de Dios. —Luthor sacude la cabeza sutilmente,
separando el sándwich que ha desenvuelto—. Los guardias son de Velle. —
Sus ojos se levantan—. Todos ellos…
¿Así que este es el Ren del que no dejo de escuchar?
El tipo cruza los brazos sobre el pecho.
—¿Estás celoso?
Está sonriendo, pero Luthor no parece divertido.
—Suficiente. Al menos estás sacando algo de todos estos...
—¿Todos estos qué? —Ren salta, entrecerrando los ojos.
Luthor se queda callado por un momento antes de responder:
—Arrumacos.
Los ojos de Ren se iluminan y echa la cabeza hacia atrás, dejando
escapar una risa estruendosa. No puedo evitar notar una minúscula sonrisa
pasar por los labios de Luthor, aunque la aplasta antes de que se vuelva
completamente visible.
—Arrumacos. Me encanta eso. Esa es la palabra del día. —Se vuelve
hacia el tipo a su lado—. Byron, ¿cuál es la palabra del día?
—Arrumacos —repite el tipo asiático, parpadeando un par de veces
hacia Luthor, con diversión escrita en su rostro.
—Realmente me gusta. —Suspira Ren entre risas—. Y para tu
información, sí. Estoy sacando algo de los arrumacos. —Hace una pausa,
los ojos revoloteando hacia mí brevemente antes de decir—: Te lo contaré
más tarde. ¿Puedes venir a la mía? Ya que tienes un invitado que no 52
conozco...
Me lanza una mirada evaluativa. No puedo hacer nada más que
quedarme sentado aquí y tratar de parecer aburrido.
—No voy a ir a ninguna parte contigo. —Luthor arranca un trozo de
pan de su sándwich y se lo mete en la boca—. Por cierto, Dash, estos son
Ren y Kang. Chicos, este es Dash. Él es el 101.
Asiento con la cabeza, sin saber qué decir. El tipo asiático, Byron Kang,
asiente hacia mí y murmura un débil:
—Qué onda.
Pero Ren todavía me está mirando fijamente, sus ojos se deslizan hacia
arriba y hacia abajo una y otra vez. Me está haciendo sentir extraño
mientras me distraigo desenvolviendo mi sándwich, dirigiéndome a la única
persona relativamente normal en ese lado de la mesa.
—¿Ustedes dos son compañeros de celda? —le pregunto a Kang,
asintiendo entre él y Ren.
Kang se ríe.
—No, gracias a Dios. Nadie quiere ser compañero de habitación de este
tipo. Tiene demasiados visitantes. —Él mira a la derecha y Ren finalmente
deja de mirarme fijamente lo suficiente para guiñar un ojo. Kang pone los
ojos en blanco—. Mi compañero de celda es un irlandés loco llamado
O'Malley. Estaba de camino, pero se perdió…
Luthor mira a Kang, a lo que Kang se encoge de hombros y niega con
la cabeza. Acabo de llegar y ya estoy perdido. Parece que están pasando
muchas cosas y no entiendo nada de esto.
No estoy seguro de querer entender nada de esto.
—No te preocupes, Byron. Estoy seguro que tu compañero de cuarto
está bien —le canta Ren a Kang. Luego se inclina hacia adelante para dejar
caer los codos sobre la mesa, apoyando la barbilla en sus manos, con los
ojos clavados en los tuyos de verdad—. Dash. Ese es un nombre genial. ¿Es
tu nombre real? Me gusta conocer los nombres de pila de las personas.
Apodos y apellidos son geniales y todo, pero disfruto ser más personal, ¿me
entiendes?
—En realidad no —le digo con voz ronca—. Simplemente me gusta que
me llamen Dash. Es un apodo.
Nos miramos fijamente durante lo que parecen minutos. No quiero
ceder a ningún juego que este tipo esté tratando de jugar, especialmente
después de lo que dijo Luthor antes. Y solo viendo cómo Luthor reacciona 53
ante él... hay algo sobre este tipo. Sospecho de él.
Desafortunadamente para mí, Ren no cede. Él simplemente se queda
allí sentado, con la cabeza sobre sus manos, mirándome lascivamente.
Decido darle un mordisco a mi sándwich, un movimiento del que me
arrepiento de inmediato.
Lo escupo en el segundo que toca mi lengua, tosiendo mientras los
chicos se ríen.
—Lo siento, hombre. —Se ríe Luthor—. Pequeña broma de iniciación.
No confíes en ningún lácteos que te den aquí. Nunca. Queso incluido. —
Asiente hacia el sándwich.
Tiro del pan y me doy cuenta que el queso, o lo que una vez fue queso,
está ahora verde y velloso.
—Jesucristo. —Me estremezco, escupiendo en mi bandeja. Los chicos
se siguen riendo de mí—. Eso sabe a mierda.
—Lo más probable es que el jamón esté bien. El pan también está bien.
Pero el queso... sí, no —dice Kang—. Esa mierda se parece a las cosas que
crecen en la ducha de abajo.
—Tienes razón —coincide Luthor.
—Así que este lugar es realmente terrible, ¿eh? —les pregunto, y todos
asienten.
—Afirmativo —dice Ren—. Así que cuando nuestro amigo Luthor aquí
me avergüenza por los arrumacos, probablemente puedas entender por qué
querría adquirir ciertos productos externos. —Mis ojos se iluminan. Puedo
sentir que sucede—. He estado aquí durante quince años, después de todo.
—Vaya. —No puedo evitar que la palabra brote de entre mis labios—.
¿Quince años? Eso es muchísimo tiempo.
Ren asiente, aunque no puedo evitar notar que Kang aprieta la
mandíbula mientras saca el queso mohoso de su sándwich, azotándolo
contra la pared detrás de nosotros.
—Sí. Entonces, si puedo intentar conseguir cosas, será mejor que creas
que voy a usar mis habilidades excepcionales para hacerlo. —Ren le sonríe
directamente a Luthor, quien lo mira furiosamente.
—Excepcionales —se burla Kang, y Ren le da un codazo.
—¿Oh, sí? ¿Qué conseguiste esta vez, Warren? —Luthor levanta su ceja 54
clara.
Ren parece sonreír ante el uso de Luthor de lo que supongo es su
nombre de pila.
—Te lo dije, no confío en este tonto. —Apunta con el pulgar en mi
dirección—. Pero si vienes más tarde, compartiré. —Ren se inclina hacia
adelante—. Sáltate la ducha. ¿Por mí?
—Absolutamente no —murmura Luthor.
No me importa el drama que esté sucediendo entre estos dos. Mis oídos
se animan ante la mención de cosas. De fuera.
—¿Puedes conseguir un cepillo de dientes? —le pregunto a Ren en un
susurro, con lo que estoy seguro es desesperación ahogando mi tono. Siento
a Luthor agitado a mi lado pero no puedo evitarlo. Me encanta cepillarme
los dientes.
Ni siquiera me siento como un humano hasta que me cepille bien por
la mañana. Sobreviviré muchas tonterías, pero no tener un cepillo de dientes
propio podría ser lo que me vuelva completamente loco.
Ren sonríe.
—Estoy seguro que puedo. Pero no ayudo a personas que no son mis
amigos. Y no te conozco... —Me lanza una mirada y suspiro.
—Mi nombre es Dascha. Dascha Reznikov. Soy ladrón de bancos.
Kang me está fulminando con la mirada como si fuera un idiota. Ni
siquiera quiero ver cómo Luthor me mira con el ceño fruncido, pero es
palpable.
La sonrisa de Ren se ensancha. Tiene un aspecto de chico bonito. Creo
que entiendo sobre lo que advirtió Luthor antes, porque parece como si
probablemente fuera bueno manipulando. No estoy seguro de lo que eso
significa sobre por qué está aquí, o lo que podría significar que yo esté aquí
con él.
Solo quiero un maldito cepillo de dientes. Y tal vez algunos bóxeres.
—Lo sé —responde Ren con calma—. Todos hemos oído hablar de ti
incluso antes de que llegaras.
—¿Cómo? —pregunto—. Quiero decir, ¿tienen alguna conexión con el
mundo exterior? ¿TV? ¿Internet?
Esta vez todos se ríen. 55
—No, cariño. No conseguimos nada de eso. A menos que nos hagamos
arrumacos con los guardias. —Ren mira a Luthor que rueda los ojos—. Y
por mucho que mis amigos actúen como si fuera una prostituta,
vendiéndome por suministros, tendrías mejor suerte contando a los reclusos
que no han hecho eso que los que sí. Es solo una parte de estar aquí. Pero
averiguarás eso lo suficientemente pronto.
Miro a Luthor y sus ojos se mueven al suelo. Entonces miro a Kang y
él hace lo mismo.
—¿Hablan en serio? —Miro boquiabierto a Ren—. ¿¿Así que me estás
diciendo que la única forma de conseguir algo en este lugar es follándose a
los guardias??
—Bueno, no sería tan dramático al respecto —murmura—. Pero sí, más
o menos. Los oficiales son nuestros únicos vínculos con el exterior. Y estoy
seguro que puedes decirlo por las condiciones aquí, que la financiación es
inexistente. Ellos solo nos dan lo mínimo para mantenernos vivos. E incluso
entonces, a veces no es suficiente.
Ren se queda callado y los tres comparten una mirada.
De acuerdo, tendré que preguntar sobre eso en otro momento.
—Espera, así que si ya sabías mi nombre y lo que hice, ¿qué quieres
que te diga? —Me agarro a la mesa—. Realmente quiero un cepillo de
dientes, hombre. Sin ofender a Luthor, pero la idea de compartir uno con él
me da ganas de morirme.
Ren se ríe.
—No te culpo. Quién sabe dónde ha estado su boca.
—Verga —le gruñe Luthor a Ren.
—Ese era exactamente mi punto. —Sonríe y Luthor está prácticamente
furioso—. De todos modos, no necesito ninguna información de ti en
particular. Solo estoy pensando que podría necesitar un favor en algún
momento. Si aceptas deberme una, veré lo que puedo hacer.
Soy estúpidamente impulsivo. Me doy cuenta de eso cuando digo:
—Trato. —Y me estiro a través de la mesa para estrechar la mano de
Ren.
—Eres un idiota —susurra Luthor, mordisqueando más pan duro.
—Cepillo de dientes —le digo a Ren, agarrando su mano con fuerza—.
Ve lo que puedas hacer. 56
—Entendido, Dascha. —Me guiña un ojo.
Bueno, tal vez esto fue un error.
Antes que pueda pensar demasiado en mi imprudente decisión de
hacer un trato con alguien que aparentemente se complace en moverse por
una prisión de todos presos hombres, las puertas de la cafetería se abren
de golpe y todos giran la cabeza.
Uno de los guardias que me llevó a mi celda antes, Rook, entra tirando
de un preso encadenado junto con él. El preso... bueno, digamos que si lo
vieras sin el mono, las esposas y los grilletes, esperarías que estuviera en
un aula de Harvard resolviendo problemas matemáticos complejos como
Will Hunting. 6 O incluso cantando las primeras versiones de rock 'n' roll en
los años cincuenta, estilo Buddy Holly.
El tipo es la definición de pretencioso. Tiene los anteojos de montura
negra y todo.
Rook lo lleva a una mesa vacía y lo empuja hacia abajo mientras el otro
guardia de antes, Velle, entra a trompicones, visiblemente furioso. Todo el
mundo se queda en silencio en un intento por escuchar su conversación.
—¿Qué diablos está haciendo aquí arriba? —le sisea Velle a Rook.
—No lo sé, hombre —dice Rook y se encoge de hombros—. Me dijeron
que lo trajera para cenar esta vez. Creo que el tipo en aislamiento...
—Me importa un carajo quién dijo qué —lo interrumpe Velle—. Esa era
una pregunta retórica, idiota. Estoy a cargo de este lugar, ¿entendido? La
próxima vez que alguien te dice que hagas algo, asegúrate que yo lo haya
autorizado.
Rook lo mira fijamente por un momento, desconcertado.
—¿No crees que eso podría ser inconveniente? Esperar para verificar
todo, quiero decir...
Uno de los otros guardias que cuidaban las puertas se ríe. Velle lo
fulmina con la mirada.
—No me gusta tu insubordinación, Rookie. 7 Si supieras lo que es bueno
para ti, escucharía y dirías sí, señor. Sin discusión.
Rook inclina la cabeza hacia un lado, aunque no hay mucha resistencia
en su rostro mientras habla:

6 Will Hunting: Personaje principal de la película Good Will Hunting protagonizada por Matt 57
Damon. Will tiene un intelecto del nivel de un genio y una excelente memoria eidética; pero
en lugar de explotar su talento opta por vivir una vida fácil y sin compromisos trabajando
en limpieza.
7 Rookie: Novato.
—Sí, señor.
Los ojos de Velle permanecen fijos en el rostro de Rook por un
momento, y no puedo ver lo que está sucediendo desde donde estamos
sentados, pero ciertamente puedes sentir la tensión.
—Ve a buscarle una bandeja —le ordena Velle finalmente a Rook en un
susurro ronco. Los labios de Rook se mueven, pero no puedo escucharlo.
Mis ojos se mueven hacia el preso, tratando de averiguar por qué se ve
tan familiar. Esta no es la primera vez que me siento así desde que llegué
aquí. El alcaide definitivamente también me parecía familiar, aunque
todavía no estoy seguro de por qué. Pero con este recluso, mi cerebro
finalmente encaja en su lugar y mis ojos se agrandan.
—Oh, mierda... —susurro—. Felix Darcey. Es él, ¿verdad? —Miro a
Luthor, luego a Ren, luego a Kang. Me devuelven la mirada y sus caras son
toda la confirmación que necesito.
El Escultor.
Felix Darcey, conocido en el mundo exterior como El Escultor gracias a
los medios, es un infame asesino en serie. Estuvo por todas las noticias hace
un par de años cuando presuntamente fue asesinado por la policía durante
un intento de arrestarlo.
Dijeron que era responsable de la muerte de al menos treinta y cinco
personas. Las estrangulaba y les cortaba la cara en varias expresiones,
dejando sus cuerpos expuestos en lugares extraños. Su última víctima fue
encontrada colgado en la parte superior del árbol de Navidad en el
Rockefeller Center como una especie de ornamento trastornado.
—Dijeron que estaba muerto... —Jadeo, incapaz de dejar de mirar
fijamente.
El rostro de Darcey se vuelve hacia nosotros y Luthor me patea debajo
de la mesa. Aparto la mirada justo a tiempo, pero puedo sentirlo mirando
en nuestra dirección, lo que me incita a mirar una vez más. Es una locura
lo teóricamente normal que se ve el tipo.
Siempre son los normales, supongo.
—Sí, bueno... claramente, no lo está —dice Ren—. Él ha estado aquí
por un tiempo, pero no lo vemos mucho. Por lo general, lo mantienen abajo.
58
—El año pasado le dieron un compañero de celda después de que
suplicara y suplicara... —murmura Kang, luego traga—. No funcionó bien.
Observando todos sus rostros, no necesito detalles.
Es el Escultor, después de todo.
Rook le lleva un sándwich a Darcey y se sienta a su lado,
desenvolviéndolo y arrancando pedazos, dándoselos de comer lentamente.
Tan extraño como es esto, estoy fascinado. El tipo es tan peligroso que ni
siquiera se le permite comer solo.
Velle observa a Rook de cerca, con ojos oscuros y observadores. Me
hace preguntarme…
—Ese tipo... Velle. —Comienzo, mirando a Ren primero, ya que parece
tener la primicia de todo—. ¿Es importante o algo así?
Ren asiente.
—Él es el O.C. principal. El alcaide lo deja a cargo ya que no aparece
mucho. Velle y Joy dirigen el lugar para el alcaide. Joy es dura, pero justa.
Velle, por otro lado... es una serpiente. Realmente nunca puedes decir
cuáles son sus intenciones.
Luthor resopla y los ojos de Ren se posan en él.
—Lo siento. Solo sonaba como si estuvieras hablando de otra persona
por un segundo.
—Lex, lo entendemos —dice Ren—. No confías en mí ahora mismo. Pero
te voy a ganar otra vez, lo prometo.
—Sí, buena suerte con eso. —Luthor niega con la cabeza.
Para mi propia consternación, me encuentro repentinamente
interesado en el drama entre los dos, aunque sé que debería quedarme al
margen y guardarme para mí. Es solo mi primer día... El primer día del resto
de mi vida, aparentemente. Dios…
Lo último que quiero es dejarme llevar por las tonterías de este lugar.
Necesito ser inteligente.
La voz de papá resuena en mi cerebro...
Mantén los ojos abiertos en todo momento. Escucha y observa.
Derzhi glaza otkritimi. 8
Mi mente vuelve al banco, hace dos días.
Gritos y disparos pulsan en mi cerebro y cierro los ojos.
Debo haberme desconectado por un momento porque lo siguiente que 59
sé es que Luthor me está sacudiendo el hombro.

8 Mantén tus ojos abiertos en ruso.


—Dash. Amigo... tenemos que irnos.
Miro hacia arriba para encontrarlo de pie. Todos lo están, y los guardias
nos están ladrando para que nos pongamos en movimiento.
Levantándome lentamente, busco a Darcey con la mirada, pero no está.
Rook nos saca al resto de la cafetería y de nuevo por los muchos pasillos
que conducen a las celdas. Y todo el tiempo me estremezco por los sonidos
de disparos y gritos.

60
6
Dash
Hace 10 Años…

—¿Q
ué ves, Dascha? —pregunta mi padre,
luego me da una mirada expectante.
Intento concentrarme realmente en lo
que estamos observando, desesperado por
ver lo que papá ve y hacerlo orgulloso. Mis
extremidades están un poco temblorosas, pero las ignoro y observo a los dos
hombres descargando el camión blindado. Usando los prismáticos, estudio
lo que están haciendo, levantando y colocando, concentrándome en lo que
papá estaría centrándose.
Noto una diferencia en los números de su carga y jadeo:
—Esos son billetes sin marcar. Montones de ellos.
—Muy bien —refunfuña mi padre desde el asiento del conductor.
Bajo los binoculares y lo miro, ahogando mi sonrisa para que no
parezca obvio que estoy extasiado por su pequeño elogio.
—¿Y qué significa eso? —pregunta y me congelo por un segundo—.
Piensa. ¿Qué día es hoy?
—Viernes... —susurro, principalmente para mí, considerando sus
palabras y lo que me ha estado enseñando durante años—. Regresarán
mañana por la tarde para recoger.
—Mañana por la mañana, probablemente —me corrige—. Este banco 61
solo está abierto hasta el mediodía los sábados.
Asiento, regañándome por no recordar eso. Estúpido.
Mi cara se lanza en su dirección de repente.
—¿Eso significa que lo atacarás esta noche?
—No, hijo. Estamos explorando esta ubicación, aprendiendo los
patrones. —Enciende el motor de su viejo Cadillac negro—. Es importante
recordar que un trabajo apresurado termina de una manera... contigo tras
las rejas. —Asiento de nuevo, pero mi padre sigue mirándome—. ¿Cuál es
la regla número uno, Dascha?
—No dejarse atrapar —digo con confianza.
Me da un pequeño asentimiento de aprobación y frunce los labios, lo
más parecido que hace mi padre a una sonrisa. Lo acepto.
Mientras conducimos de regreso a casa, su voz interrumpe el sonido de
Lyube reproduciéndose a través de la casetera.
—Voy a llevarte a mi próximo trabajo.
Mi cabeza da vueltas y lo miro boquiabierto, sorprendido.
—¿En serio? —Su rostro permanece severo, como de costumbre—. ¡Eso
es genial!
—Necesitarás estar preparado, Dascha —continúa—. Esto no es algo
que hacemos por diversión. Te estoy presentando el negocio familiar, como
mi padre hizo conmigo, y su padre antes de eso.
—Claro, por supuesto. —Intento ponerme tan serio como él. Es duro,
sin embargo, cuando quiero saltar para celebrar.
Nunca he hecho mi propio trabajo. He robado cosas de las tiendas
antes, estéreos de coche, mierda así. Solo minutos de crimen suficientes
para apaciguarme mientras lo mantenía contenido para que mi padre no se
enterara. Ha estado llevándome con él en trabajos durante años. La última
vez, me dejó ser el conductor del escape, que fue todo un honor.
¿Pero permitirme realmente entrar en el trabajo? Ese es el siguiente
nivel. No puedo esperar a mostrarle de qué estoy hecho.
Una voz me susurra algo, pero cierro los ojos y la aparto. Cuando los
vuelvo a abrir, veo que los ojos de mi padre se apartan de los míos. Tragando
mis inseguridades, miro hacia adelante durante el resto del viaje.
Cuando llegamos a casa, papá se detiene en el camino de entrada y yo
salto del auto, saludando a nuestra vecina de arriba, la señora Petrovsky, 62
mientras entro. Papá se queda atrás, hablándole en ruso, preguntándole si
necesita algo mientras me muevo por el pasillo hasta nuestro apartamento.
He vivido aquí toda mi vida. Mis padres huyeron de Rusia cuando mi
madre tenía tres meses de embarazo y se mudaron a vivir con mi tía abuela
del lado de papá, que era dueña de este apartamento. Realmente no la
recuerdo; ella falleció cuando era pequeño, pero sé que me nombraron en
honor a ella, ya que ella era importante para mi padre. Nací y crecí aquí en
Brooklyn, y este pequeño departamento sirvió de escenario para toda mi
infancia.
El lugar no está mal. No hay mucho espacio, pero no importa. Soy hijo
único. Tengo unos primos que viven en la zona y solía salir con ellos cuando
era más joven. Pero en los últimos años, todo el mundo como que ha
desaparecido.
No es difícil adivinar por qué...
Mientras me dirijo a la cocina, mi ritmo se ralentiza. Mi madre está
despierta, paseando alrededor de la mesa usando la bata de baño de
siempre. Su cabello naturalmente rubio plateado cuelga en su cara,
luciendo un poco sucio. Y está murmurando para sí misma.
Trago y considero huir en dirección opuesta, pero justo cuando estoy a
punto de retroceder, su rostro se levanta y nuestras miradas se cruzan. Sus
ojos verdes están brillantes, y las pupilas casi inexistentes en su estado
reducido. Deja de murmurar y me da una sonrisa suave, indicándome que
vaya hacia ella. Es entonces que me doy cuenta de lo que tiene en la mano
derecha. Un cuchillo.
—Mamá... —murmuro, con los ojos fijos en el cuchillo que sostiene
terriblemente cerca de su muñeca.
—Dascha, malysh, ven a ayudar a mamá. —Me hace señas, su voz
suave como siempre.
Mi madre es hermosa por fuera; hermosa, de verdad. Pero por dentro
está dañada.
—Mamá, uberi nozh 9 —le digo en voz baja que guarde el cuchillo—.
Papá se va enojar.
—Zabud’ o nem 10 —se burla, parpadeando—. Él no entiende. Eres
como yo, Dascha. Eres la estrella del baile de mamá. Papá nunca entenderá
el caos, no como nosotros.
Mi mandíbula se aprieta al igual que mis puños. 63

9 Baja el cuchillo en ruso.


10 Olvídate de él en ruso.
—No soy como tú.
—Pero lo eres, sladkiy. 11 No se puede evitar.
Niego con la cabeza. No... Me niego a ser como ella. No estoy roto. No
estoy…
Las voces susurran: Sí, lo estás. Tú también estás roto. Algún día ese
serás tú.
—¡No! —gruño, tirando mi cabello de la raíz.
—Dascha, nos están diciendo qué hacer —habla, su voz resuena y se
derrite junto con el ruido en mi cerebro—. Debemos escuchar.
En ese momento, mi padre irrumpe en la habitación. Mis ojos se lanzan
hacia él, mientras el miedo se aferra a mí desde el interior. Mi padre tiene
mal genio cuando se trata de mi mamá y sus... problemas.
Sus ojos se oscurecen, y las líneas de su rostro se vuelven severas
mientras mira a mi madre. La emoción que veo, que irradia de su cuerpo
como un aura oscura, es odio. Veo odio en el rostro de mi padre por mi
madre y en ese momento, cada recuerdo que tengo de sus incesantes peleas,
a veces fuertes e incluso al borde de la violencia, encajan en su lugar.
Nunca he visto a mis padres abrazarse o besarse. Ni siquiera estoy
seguro de haberlos visto tocarse, ni mi padre le ha sonreído a mi madre, en
años. No están enamorados, en absoluto.
Ni siquiera creo que sabría cómo luciría el amor si me golpeara en la
cara.
—Lana. —La voz de mi padre hierve hacia mi madre como una serpiente
a punto de atacar—. Hvatit. 12
—No eres nuestro dueño, Alexander. —Mi madre se endereza,
presionando el cuchillo en su muñeca—. Me dicen que eres un hombre
malvado. Debería creerles.
—Perra loca —sisea mi padre y puedo ver el golpe en mi madre, como
si le hubieran disparado. Yo mismo lo siento—. Dascha, ve a tu habitación.
—Papá, por favor... —murmuro, pero él me interrumpe con una mirada
fulminante.

64

11 Dulce en ruso.
12 Suficiente en ruso.
—Ahora, Dascha. —Sus ojos vuelven a mi madre y se miran fijamente
en silencio mientras finalmente obligo a mis pies a que se muevan y los
arrastro hacia mi habitación.
Tan pronto como mi puerta se cierra detrás de mí, comienzan los gritos.
Estoy acostumbrado a eso, por supuesto. Mis padres pelean mucho, pero
incluso más que su pelea es su agotada indiferencia siempre presente. Mi
padre está cansado todo el tiempo. Él apenas siquiera parece interesado en
los trabajos que hace. Y mi madre, bueno, ella es un caparazón de ser
humano.
Este episodio de hoy no es algo que suceda con mucha frecuencia. Por
lo general ella se queda encerrada en su dormitorio, escuchando música y
leyendo Nietzsche. Mi padre destruyó muchas copias de sus libros,
convencido de que la lectura contribuye a sus pensamientos dispersos y
comportamientos erráticos, pero siempre se las arregla para localizar más.
Ella se vuelve obsesiva por la noción del Ubermensch, la idea de Nietzsche
de un Superhombre, o una persona que ha logrado una verdadera
autorrealización.
He leído los libros antes. Solía aburrirme hasta quedarme dormido,
pero a medida que crecí, empezaron a tener un poco de sentido. Siempre me
ha encantado la idea de liberarme de las normas sociales. Sé que no soy
como todos los demás. No me siento como un chico normal, y por mucho
que lo niegue, hay diferencias en las cosas que pienso y siento…
Mis necesidades se desarrollan a medida que crezco hacia la adultez.
Acabo de cumplir quince años, pero la falta de atención de mis padres
me obligó a crecer más rápido que a cualquier otra persona de mi edad. Pasé
mucho tiempo solo, y lo he hecho desde que era un niño pequeño. Mi madre
realmente solo me crio como ella necesitaba; me dio las necesidades básicas,
pero a medida que crecí hacia la adolescencia, se apartó. Y mi padre siempre
sale con sus amigos, o está trabajando. Siempre trabajando. A veces no
vuelve a casa durante días y siempre ha sido así.
Perdí mi virginidad el año pasado con una chica de la escuela. No
estaba tan desesperado por ello como algunos de mis amigos, pero ella se
ofreció, así que acepté. Me la había estado sacudiendo durante años, así que
finalmente experimentar tener el sexo sobre el que todo el mundo siempre
está delirando fue más tentador que el acto en sí. La chica, Megan, hizo la 65
mayor parte del trabajo, lo que me gustó. Ella me empujó en su cama, me
abrazó y tomó lo que quería, lo que me excitó más que ella. Y
afortunadamente, mi polla se mantuvo dura el tiempo suficiente para que
no fuera vergonzoso.
Estuvo bien. Así que lo hicimos unas cuantas veces más después de
eso, hasta que consiguió un novio. Luego lo hice con un par de sus amigas,
pero siempre parece terminar de la misma manera, con la chica dejando
nuestro arreglo casual por algo más estable. Dejándome por alguien
emocionalmente equipado, que supongo que yo no lo soy.
Me gustaría serlo, pero los sentimientos no están ahí. No puedo
obligarlos.
He pensado en fingirlo, pero la idea de conformarme intencionalmente
con lo que alguien más quiere va en contra del código de Nietzsche.
No quiero ser controlado por los deberías del mundo.
Los gritos fuera de mi puerta se convierten en cosas estrellándose y
rompiéndose, y no me doy cuenta, hasta que finalmente se queda en
silencio, que he estado paseando por mi habitación todo el tiempo. Al mirar
hacia la ventana de mi habitación, veo que afuera está oscuro. Parece que
han pasado horas y ni siquiera me di cuenta.
Suspiro y me dejo caer en mi cama. Tú también estás roto.
Cubriendo mi rostro, respiro en mis manos. No importa, nada de eso lo
hace. Voy a trabajar con mi padre. Me haré cargo de su oficio...
Un pensamiento que acaba de dar lugar a una nueva idea, una que
pesa mucho en mi espalda.
¿Cuál es el final en una vida criminal?

66
7
Dash
ii
2 días dentro.

A
la mañana siguiente me despierto de mi sueño inquieto con
sonidos de golpes.
Ni siquiera es el peor de todos los ruidos incesantes que
escuché anoche. Estoy sorprendido de que pudiera hacer que
mi mente se apagara del todo. Deben haber sido las drogas sobrantes en mi
sistema...
Alcanzando mi almohada delgada, me cubro la cabeza con ella, pero los
golpeteos siguen adelante.
—¡A levantarse y brillar, perras! —La voz que grita es femenina, así que
sé inmediatamente que es Joy.
Odio saber cosas sobre este lugar. No quiero estar aquí en absoluto, y
mucho menos reconocer a los guardias por sus voces. Puaj.
—Hora de ducharse, Luth —ladra Joy desde el otro lado de las barras
donde estaba simplemente golpeando con una cachiporra.
—Cinco minutos, Jamesy —se queja Luthor desde la litera de arriba—
. ¿Por favor?
—Dos minutos —se queja Joy y luego se aleja, golpeando las otras
celdas. 67
Escucho a Luthor suspirar, mientras se mueve sacudiendo toda la
litera destartalada. Salta y se frota los ojos.
—¿Quieres usar el cepillo de dientes primero? —me pregunta.
Levanto la almohada de mi cabeza. No parece emocionado con su
oferta, pero tengo que apreciarlo, de todos modos.
—Gracias, hombre —gruño, rodando fuera de la cama.
Vagando hacia el lavabo de metal de mierda, tomo su cepillo de dientes,
que parece muy limpio. Gracias a Dios por eso. Giro la perilla izquierda para
el agua caliente, pero no sale nada.
—No hay agua caliente... —Giro la perilla derecha para agua fría—. ¿Por
qué no estoy sorprendido?
—Hay agua caliente en las duchas —dice Luthor mientras mea
literalmente a un metro y medio de mí. Estoy tratando de no concentrarme
en eso—. Bueno... agua cálida.
Se necesita todo lo que tengo para no suspirar de extremo desprecio
por esta situación de mierda mientras busco pasta de dientes. Luthor debe
captarlo porque salta.
—Oh sí, lo siento. La escondí debajo de mi colchón. —Hace gestos con
la cabeza hacia la cama—. Del lado extremo izquierdo. Utiliza la menor
cantidad posible, por favor. No estoy seguro de cuándo podré conseguir más.
Levanto su colchón y agarro el tubo de Colgate, exprimiendo pasta del
tamaño de un guisante antes de volver a ponerla donde la encontré.
—¿Siquiera quiero saber qué tuviste que hacer para conseguir esto? —
Lo miro antes de continuar con mi cepillado. Es muy satisfactorio, ya que
no llegué a hacerlo ayer, con lo de despertar en ese extraño vehículo.
—Nop —refunfuña Luthor, empujándome a un lado para salpicar agua
fría en su cara.
Termino de cepillarme y escupo en el fregadero.
—Al menos dime que fue Joy a quien fuiste capaz de sobornar por el
contrabando. —Enjuago bien el cepillo antes de entregárselo a Luthor. Al
darme cuenta de la mirada que me está dando, me congelo—. Oh mierda, lo
siento. Si te gustan los chicos, es totalmente genial. Simplemente no capté
esa vibra de ti. Quiero decir, había algo de tensión entre Ren y tú, pero
podría ser solo él...
Luthor se ríe y niega con la cabeza, buscando la pasta de dientes él 68
mismo.
—Hombre, realmente eres un novato.
—¿Qué se supone que significa eso?
Él suspira.
—La cosa es que las líneas se vuelven borrosas en este lugar, hermano.
Estamos aquí por el resto de nuestras vidas... Joy es la única mujer, y ella
es propiedad de Velle. Incluso si ella quisiera follar con uno de nosotros,
sería como meter tu polla en un nido de avispas. Estoy seguro que se sentiría
bien durante un par de segundos antes que desearas no haber nacido
nunca.
Parpadeo un par de veces.
—Oh. Entonces, Joy y Velle están... ¿juntos?
Luthor sonríe.
—¿Por qué? ¿Planeas invitarla a una cita?
Me río entre dientes por primera vez en días. Se siente extraño.
—No, solo quiero decir... no lo sé. Estoy tratando de tener una idea de
lo que sucede aquí. Parece un poco como una telenovela.
Luthor se ríe.
—Días de nuestra vida en Guantánamo. —Me río con él—. Como dije,
las líneas se vuelven borrosas. Cuando eres desterrado a un infierno como
este por el resto de tus días, te concentras en hacer todo lo que puedes para
sentirte como si aún estuvieras vivo. Esta no es una prisión normal. No
tenemos televisión, no nos permiten libros, cartas, escribir...
Me da un vuelco el estómago.
—¿Ni siquiera puedes escribir o dibujar?
Me lanza una mirada comprensiva y su tono de imitación repite:
—La única forma de conseguir cosas es a través de los guardias.
Lo estoy entendiendo ahora. Después de años sin literalmente nada
que hacer más que mirar una grieta en la pared, ¿qué es un favor sexual
para alguien que no te atrae si te da un trozo de papel y un maldito bolígrafo?
Ese es probablemente el pensamiento más deprimente que he tenido
en mucho tiempo.
Creo que Luthor nota la expresión lúgubre en mi cara, porque me da
unas palmaditas en el hombro, luego continúa cepillándose los dientes. Está 69
escupiendo en el lavabo cuando Joy vuelve, abriendo la celda.
—¿Listos para irse, holgazanes? —Ella se para a un lado, indicándonos
que salgamos—. Eso fue obviamente retórico. Muévanse.
—Ella es un maldito rayo de sol en la mañana —me dice Luthor
mientras pasamos más allá de Joy. Ella le da una patada en la espinilla y él
gime de dolor, aunque ambos están sonriendo.
Me doy cuenta que Luthor parece tener una buena relación con los
guardias. Bueno, al menos con aquellos con los que lo he visto interactuar.
Supongo que ya que lleva cinco años aquí, deben haberse conocido un poco.
Tan reacio como soy de asociarme con los guardias, Rook y Joy no parecen
horribles. Velle me preocupa un poco, sin embargo.
Caminamos un rato por todos los largos pasillos, tomando un rumbo
diferente esta vez, lejos de la cafetería.
—Así que Joy, dado que Dash es nuevo y todo eso, ¿no crees que sería
bueno mostrarle el sótano? —pregunta Luthor, y Joy le da una mirada sobre
su hombro.
—Es un privilegio de una vez al mes, recluso —advierte Joy, pero
Luthor hace pucheros de cachorro de hacia ella. No puedo evitar sonreír,
porque es muy divertido presenciarlo. Alguien que se parece a Lex Luthor
haciendo pucheros—. Pareces un asesino en serie cuando haces eso. —Ella
se ríe y luego suspira—. Kang me ha estado rogando que lo entrene, así que
tal vez iré a buscarlos cuando vayamos. —Luthor lanza un pequeño
puñetazo en el aire pero ella lo apaga—. No será hasta dentro de un tiempo,
así que no te emociones demasiado.
—Seguro. —Luthor sonríe—. Por supuesto. Gracias, Jamesy.
—Lo que sea por mi Luth —susurra, luego frunce el ceño—. De vuelta
en la fila, recluso.
Luthor sofoca su sonrisa y me guiña un ojo cuando Joy no está
mirando.
Cuando finalmente llegamos a las duchas, mis nervios regresan con
toda su fuerza. Es otra habitación formada por tres losas de hormigón,
agrietadas y con rayas blancas en los muros. Los pisos también son de
piedra, y los desagües son pocos y están distantes entre sí, lo que significa
que básicamente estás parado en el agua sucia de todos los demás.
Me da escalofríos solo mirarlo. Joy tiene que empujarme hacia adelante 70
para meterme dentro.
Hay cinco cabezales de ducha en línea, separados por una pared de
aproximadamente un metro ochenta de altura, por lo que la mayoría de
nosotros somos más altos que ella, seguidos de otros cinco cabezales de
ducha. Básicamente, puedes tener algo de privacidad si la ducha no está
llena, pero ahora cuento al menos a otros diez presos dando vueltas.
Algunos de ellos parece que están terminando, pero cuando Luthor y yo
entramos, veo a Kang y Ren entrando, junto con otros dos tipos cuyas caras
solo reconozco de la cafetería de ayer.
Joy nos deja en las duchas, y no veo a ninguno de los otros guardias
por el momento, pero puedo escucharlos justo afuera de la puerta. No puedo
evitar quedarme de pie aquí, congelado. Realmente no sé qué hacer. No me
he sentido tan incómodo desde la primera vez que tuve que ducharme
después de la clase de gimnasia en la escuela secundaria.
Estoy bien con estar desnudo y me siento lo suficientemente cómodo
en mi propia piel. No es eso. Es no conocer a estas personas, que deambulan
a alrededor de mí con sus pollas fuera. No confío en ellos. Y no me gusta ser
vulnerable alrededor de personas en las que no confío.
Decido observar a Luthor de nuevo, como lo he hecho, ya que él sabe
lo que hay que hacer. Puedo intentar jugar como si no fuera el chico nuevo
si actúo como si perteneciera. Lo último que quiero ser ahora es el chico
nuevo, desnudo en las duchas. Siento que eso me tiene en una enorme
desventaja.
Luthor agarra una toalla de una pila de ellas y luego se saca sus
zapatos y se quita el mono, doblándolo y colocándolo todo encima del muro
que separa las duchas. Esto parece ser lo que todos están haciendo, así que
me arrastro alrededor de la pared hasta la ducha en la que nadie ha entrado
todavía y me desnudo, equilibrando mis cosas en la parte superior de la
pared. Giro la perilla oxidada para el agua, y chisporrotea agua congelada
durante al menos tres minutos antes de que finalmente se caliente. Mientras
lo hace, me concentro en localizar un poco de jabón, ya que no nos dieron
nada para usar.
No puedo evitar notar que un par de chicos tienen bolsas Ziploc con
sus propias barras de jabón dentro. Quién sabe qué tuvieron que hacer para
conseguir eso...
El pensamiento me hace estremecer mientras presiono el dispensador 71
en la pared un par de veces hasta que sale un poco de líquido. Huele a jabón
para manos. Mi piel va a estar tan jodida después de esto...
Al menos ya no tengo que preocuparme por mi cabello. Tal vez por eso
nos afeitan la cabeza, para que no tengan que pagar por el champú. No es
que lo harían si tuviéramos cabello...
Mis pensamientos vagan mientras me lavo, sorprendido de tener este
puesto para mí solo. Hay cuatro cabezales de ducha desocupados a mi lado,
lo que me pone repentinamente inquieto. ¿Por qué estoy solo aquí?
Entonces escucho un ruido que aprieta mi estómago. Es un sonido
distintivo.
Mirando por la esquina de la pared hacia las otras duchas, mis ojos se
amplían.
Ren está de rodillas frente a Luthor y Kang, que están acurrucados
juntos. Parece que la razón por la que están tan cerca el uno del otro es para
que Ren pueda meterse sus dos pollas en la boca a la vez. No funciona
exactamente así, pero Ren alterna entre sacudir a uno y chupar al otro, y
luego lamerlos a los dos juntos. Y desafortunadamente, ni siquiera me doy
cuenta de que estoy lo suficientemente perturbado por esta escena hasta
que la he estado observando durante muchos generosos segundos.
Parpadeando con fuerza, me doy la vuelta, negando con la cabeza. No
quiero ver eso. Claro, la gente puede tontear con quien quiera. No tengo
problema con las relaciones entre personas del mismo sexo. Sí lo tienes.
Pero soy heterosexual y nunca me han atraído los chicos. Y la cosa es
que no puedo decir si estos chicos son realmente gay, o simplemente están
pasando el tiempo con el otro. Como dijo Luthor antes, sobre las líneas
borrosas.
Eso está bien para ellos, pero ese nunca seré yo. No puedo tontear con
un tipo porque estoy aburrido y no hay un coño cerca. No funciona así para
mí.
Un gruñido pesado atrae mi atención hacia la otra ducha. Suena como
que alguien está teniendo dificultades y tengo que mirar. Espiando alrededor
de la pared de nuevo, soy testigo de cómo Kang empuja a Ren contra el
cemento. Bombea del dispensador un puñado de jabón en su palma, y luego
lo acaricia sobre su erección.
Sé a dónde va esto y aparto la mirada una vez más, volviendo a mi
ducha privada. Supongo que es por eso que todos querían estar allí juntos... 72
quiero decir, bien por ellos, supongo. Pero no me interesa.
Los gruñidos son cada vez más fuertes y pasan de ruidos agraviados a
gemidos de placer. Lo único que me da curiosidad es qué está haciendo
Luthor durante todo esto. Creo que es evidente que Kang y Ren están
follando, pero definitivamente había algún tipo de tensión entre Luthor y
Ren ayer.
Tal vez solían ser algo, pero Ren es claramente muy popular aquí...
Supongo que a Luthor no le gustaría algo así. Entonces otra vez, ¿qué
diablos sé de algo de esto?
Inclinando mi cabeza hacia atrás de nuevo, veo a Luthor apoyado
contra la pared, observando de cerca cómo Kang perfora a Ren por detrás.
Trago saliva, mi garganta tan seca como un desierto. Mi estómago está
rodando con disgusto, enviando una opresión a mi pecho. Nunca había visto
nada así; ciertamente no en la vida real, pero tampoco en el porno ni en
ninguna otra cosa. Nunca he visto a dos chicos juntos, porque no es lo mío.
Y sin embargo, por alguna razón, cuando miro hacia abajo, me doy
cuenta que mi polla está dura. Se está clavando directamente en la pared
de hormigón.
Mi frente se arruga mientras miro mi erección, preguntándome qué
diablos está haciendo. ¿Te sientes bien, amigo? Esto no es lo que nos gusta
ver.
Los ruidos sexuales rebotan en las paredes y mantengo la vista fija en
mi pene porque me aterroriza levantar la mirada. Ya no quiero mirar eso. Es
asqueroso. Súper asqueroso.
¿Dónde están los guardias? ¿No detienen cosas como esta? Supongo que
no lo harían...
Mis ojos se deslizan, lentamente, de regreso a la escena frente a mí,
solo para ver si hay alguien más alrededor. En realidad, hay algunos otros
reclusos deambulando fuera de las duchas, completamente imperturbables
por lo que está sucediendo. Kang envuelve su mano alrededor de la garganta
de Ren desde atrás, usando la otra para sostenerlo abierto mientras él...
Mierda. Qué diablos... Esto es horrible. ¿Cómo podría gustarle eso a
alguien?
—Fóllame. —Ren suelta un susurro grave—. Más duro, Lex.
Sus palabras se registran y me doy cuenta de que sus ojos están fijos
en Luthor, incluso aunque está siendo destrozado por otra persona. Luthor
está mirando a Ren, su polla dura, aunque no se está tocando. Él solo está 73
mirando, con unas emociones muy intensas en su rostro.
—Lex... por favor —gruñe Ren, y veo que su mano se extiende hacia
Luthor.
Vacilante, los dedos de Luthor se deslizan sobre los de Ren. Pero luego
parpadea pesadamente y aprieta su mandíbula, girando y echando a correr.
Lo miro irse vistiéndose apresuradamente mientras pisa fuerte hacia la
salida de las duchas.
Después de su desaparición, noto un par de ojos en la dirección en la
que acaba de desaparecer, observándome. Oscuros y familiares...
Es el guardia tatuado de ayer, el que me afeitó la cabeza. Él está parado
en la entrada de las duchas, mirándome fijamente.
Mis cejas se juntan mientras lo miro, preguntándome por qué diablos
está parado allí y por qué me mira así. Sus ojos se lanzan a Ren y Kang, que
todavía está follando, ruidosamente, a pesar de que Luthor se ha ido de su
pequeña fiesta. Cuando su mirada vuelve a mí, cae a debajo de mi cintura.
Me dan ganas de taparme. Miro hacia abajo, a mi erección, todavía de
pie en un saludo completo. Pero en realidad, no es culpa de mi polla. Ella
no sabe qué está pasando. Solo escuchó ruidos sexuales y se excitó. Mi polla
se pone dura todo el tiempo durante situaciones incómodas. Siempre ha
sido un problema para mí.
Observo al guardia y él me devuelve la mirada, inclinando la cabeza
hacia un lado. Honestamente, ¿qué diablos quiere este imbécil? ¿No puede
simplemente irse?
—¿Disfrutando del espectáculo? —Una voz profunda me sobresalta, y
me estremezco; echo un vistazo a la derecha justo para ver a Velle
acercándose.
Por supuesto que él está completamente vestido y yo estoy
completamente desnudo, lo que me pone incómodo. Me estiro por mi ropa,
pero él la agarra primero.
—Oye. No tan rápido, recluso —murmura—. ¿Estás seguro que estás
todo limpio? No podemos permitir que regreses a tu celda aún sucio. —Sus
ojos profundos brillan hacia mí—. Especialmente después de un espectáculo
como ese. —Hace un gesto con la cabeza hacia los sonidos de Ren siendo
follado.
—Dame mi ropa. —Inflo mi pecho tanto como puedo. El tipo es más 74
grande que yo, no demasiado, pero definitivamente es más alto y más ancho.
Aunque no me importa. No le tengo miedo a este imbécil.
—Dije que no tan rápido —gruñe Velle—. Todavía eres nuevo, así que
te daré un pase libre, pero aprenderás a no desobedecerme. Te conviene
entender esto desde el principio, 101. Soy tu dueño.
—Vete a la mierda —digo apretando los dientes.
Los sonidos sexuales me distraen. Mi mente es inestable, irritante ya
que necesito ser agudo ahora mismo. No puedo dejar que este idiota me pase
por encima.
—Te equivocas —dice, y me empuja contra la pared—. Mira, puedes
actuar enojado, pero tu polla está dura. Eso significa que te gusta lo que
ves. O lo que estás escuchando.
Mis ojos se lanzan a la puerta donde estaba ese enorme guardia
tatuado. Él todavía está ahí. Él está observando a este imbécil empujarme
y no está haciendo una mierda para ayudar.
Supongo que no me sorprende. Estoy solo.
—Escúchalos. —Velle me arrincona—. A Ren le gusta duro, y la polla
gorda de Kang hace el truco, aparentemente. Te gustaría ver más, ¿no?
—Absolutamente no —siseo en su cara, sin retroceder.
—Te equivocas de nuevo, recluso. —Me agarra la cara y la retuerce
hasta que me veo obligado a mirar por encima de mi hombro de nuevo. Trago
saliva al ver a Ren agarrarse a la pared, perdido en sea cual fuere la
sensación que está consiguiendo, dura y profunda.
Aprieto los ojos y fuerzo mi cabeza hacia atrás, mirando al gran idiota
ante mí.
—Te escuché ayer —exclama Velle, su mano recorriendo mi cuello y
clava mi cuerpo desnudo contra la fría pared de piedra con su peso corporal.
Lucho contra él, pero cuando su mano izquierda se desplaza hacia su Glock,
trago—. Quieres un cepillo de dientes. Sabes, puedo conseguirte uno.
También puedo conseguirte mejor comida. —Se inclina y sus labios rozan
mi oreja—. ¿Quieres eso?
Mi estómago se revuelve. No estoy tratando de pensar en el hecho de
que puedo sentir su erección sobre mí a través de la capa de tela que nos
separa. Los músculos se endurecen en todo mi cuerpo mientras me
enderezo.
75
—No pido mucho, recluso —murmura Velle, el sonido de su voz ralla
mi cerebro.
Mi rabia está burbujeando. Sé que no es inteligente atacar a alguien
con su mano en un arma... Pero estoy seguro que no está amartillada. Estoy
seguro que no.
—Estoy seguro de podrías hacer que me corra con esa boca de puchero
tuya en, oh, no sé... diez, quince minutos. Y luego conseguirás un cepillo de
dientes. —Usa la mano derecha para tocar mis labios y me siento enfermo.
Voy a vomitar. Luego lo voy a asesinar.
—¿Qué dices, recluso? —Él se frota contra mí y tomo la oportunidad.
Levanto la rodilla, llevándola a su ingle con fuerza. Y en una fracción
de segundo, cuando se echa hacia atrás un poco, le doy un cabezazo, justo
en la nariz.
—¡Argh! ¡Pequeño hijo de puta! —ruge.
—Digo que te vayas a la mierda —siseo mientras él cae de rodillas,
ahuecando sus bolas.
Agarrando mi ropa rápidamente, me la pongo mientras salgo corriendo
de las duchas. Desafortunadamente, no llego muy lejos.

76
8
Dash
ii
2 días dentro.

N
o puedo ver una mierda. No funciona bien para mis intentos
de caminar, por lo que se supone que básicamente me están
arrastrando.
No puedo decir dónde estoy ni a dónde voy. Esto debe
ser profundo en el edificio en algún lugar porque el olor a moho y agua de
mar es mucho más acre. Y hace mucho más frío.
—Realmente la jodiste, recluso —sisea la voz y me estremezco.
Mi ojo ya está adolorido y puedo sentir cómo se hincha donde Velle me
golpeó.
No me arrepiento de lo que hice. Todavía no, de todos modos... Pero
estoy seguro que eso está sujeto a cambio.
Me arrancan la bolsa de la cabeza y parpadeo con fuerza, mirando
alrededor de mí. Estoy frente a una celda... pero no la mía. Es muy diferente
a la mía.
Primero, tiene menos de la mitad del tamaño de la celda que
compartimos Luthor y yo. La cama, si quieren llamarlo así, parece la parte
del colchón de una cuna, tirado en el suelo con una miserable manta
encima. 77
Sin lavabo. Sin inodoro. Solo un maldito cubo en la esquina.
—¿Q-qué es esto? —pregunto, mirando al guardia. Es un tipo cuyo
nombre no sé, y me está mirando como si estuviera completamente jodido.
No me hace sentir bien.
No me responde, por supuesto, y me empuja dentro de la celda,
cerrando la puerta de un golpe detrás de mí. La puerta no está hecha de
barrotes como en las otras celdas. Esta es de metal, obviamente pesada, con
una pequeña ventana de plexiglás en la parte superior, de solo unos
centímetros por unos centímetros.
Trago y miro alrededor de mí. No necesito una respuesta de nadie para
saber que esto es aislamiento en solitario.
Aislamiento en solitario. También conocido como castigo dentro del
castigo.
Puedo creer al cien por cien que atacar a Velle me hizo aterrizar en
aislamiento. Él está a cargo. Y tal vez eso le haga sentir que puede acosar a
todo el mundo, pero yo no hago eso. No dejo que la gente me pisotee. Nunca
lo he hecho.
No desde…
Cierro los ojos y niego con la cabeza. No. No voy a ir allí ahora. Necesito
intentar mantener mi ingenio. Necesito estar atento aquí. Estoy seguro que
puedo hacerlo. ¿Cuánto tiempo pueden retenerme aquí realmente, de todos
modos? ¿Unos pocos días? ¿Una semana?
Eso es solo una semana de tranquilidad. Y cagar en un balde...
Respirando constantemente, ignorando el pozo de inquietud en mi
estómago, deambulo hacia el colchón en el suelo y me dejo caer. Cubriendo
mi rostro con mis manos, trato de relajarme. No soy bueno con los espacios
pequeños, pero estoy tratando de no pensar en ello.
Mis ojos recorren las paredes que me rodean. Está tan oscuro aquí que
apenas puedo ver siquiera, no es que haya nada que mirar, de todos modos.
Es solo concreto por todas partes. La única luz entra a través de la pequeña
ventana en la puerta y la grieta de dos centímetros debajo del fondo. Incluso
con eso, no es mucho.
Me quedo mirando la puerta durante lo que parecen horas, pero, por
supuesto, no tengo ni idea qué hora es o cuánto ha pasado. Todo lo que sé
es que mi trasero ahora está dolorido como mi ojo de estar tanto tiempo 78
sentado en él. Dormir sobre esta cosa va a apestar.
—Mierda... —gruño en voz alta, a nadie—. Mierda, mierda, mierda.
—Suena familiar. —Una voz apagada viene de detrás de mí y entrecierro
los ojos, dándome la vuelta para mirar hacia la pared.
—¿Quién está ahí? —Presiono mi palma contra el cemento.
—Dime tu nombre primero —dice la voz, y casi puedo escuchar una
sonrisa en ella.
No es reconfortante.
No debería decirle nada a esta persona. Podría usarlo en mi contra.
Quién sabe cuánto tiempo estaré aquí... Lo último que necesito es un idiota
en la celda contigua jodiendo conmigo.
—No necesito decirte una mierda. —Trazo una grieta en la pared con
mi dedo que corre hasta aproximadamente un centímetro por encima del
suelo.
—Bueno, sí. Sé que no es necesario. —Continúa la voz—. Pero deberías.
—¿Por qué?
—Porque vas a empezar a volverte un poco loco aquí. Hablar con
alguien definitivamente puede ayudar.
Entrecierro la mirada hacia la pared, tratando de imaginarme a la
persona del otro lado.
—Bueno, todavía no te he dicho mi nombre y aun así me estás
hablando —señalo.
Él se ríe.
—Me has superado, hombre misterioso. Felicidades.
Mis labios se arquean, pero lo apago rápido.
—Estoy orgulloso. ¿Cuánto tiempo has estado aquí?
Silencio. No escucho nada más que silencio, y el silencio aquí es muy
silencioso. Lo único que se oye es el sonido del agua goteando desde algún
lugar en la distancia.
—¿Ninguna respuesta? Eso es genial. —Golpeo mis dedos en la pared—
. No tienes que responder eso, supongo...
Todavía nada. Pongo los ojos en blanco. Qué idiota.
—El tratamiento del silencio. Realmente maduro. —Me dejo caer de
espaldas en el cubre colchón. Tengo mucho frío y me rodeo con los brazos—
79
. ¿Siempre hace tanto frío aquí?
Silencio.
—Maldito idiota obstinado —murmuro y cierro los ojos.
Quizás debería intentar descansar. Eso podría ayudar a que el tiempo
pase más rápido. Ponerme al día con un sueño reparador.
Mantengo los ojos cerrados durante un rato. Nuevamente, no estoy
seguro de cuánto tiempo. Pero eventualmente los vuelvo a abrir porque no
puedo dormir. Estoy tenso por lo puramente jodido que es todo esto.
Me pregunto qué estará haciendo Luthor... si siquiera sabe dónde
estoy. Me pregunto qué estaba pasando con él antes en la ducha. Ren estaba
siendo follado por Kang, pero parecía que quería que fuera Luthor...
Tanto drama en este lugar. Al menos en aislamiento estoy lejos de todo.
Estoy lejos de todo...
Mis miembros vibran, llenos de energía. Mis dedos golpetean, mis
dedos de los pies se mueven en mis zapatos mientras pienso en mis
calcetines sucios... Me pregunto si alguna vez podré lavarlos.
Rodando sobre mi estómago, me cubro la cabeza. Mi mente no se
detiene. Todo es tan ruidoso.
Si no me muevo ahora mismo, explotaré. Salto del suelo y empiezo
caminar de un lado al otro.
¿Qué está pasando fuera? ¿Está lloviendo? ¿Está soleado? ¿Hay un
arcoíris?
¿Qué le pasó a mamá…? ¿Ella todavía está ahí? ¿Se está preguntando
por mí?
Paseo, paseo, paseo. Haciendo un agujero en el piso de concreto.
¿Lola está bien? ¿Se enteraron ella y Kent de lo que pasó? ¿Los policías
les dijeron a todos que morí cuando me enviaron aquí para que nadie hiciera
preguntas?
Mierda.
Me dejo caer en el suelo y empiezo a hacer flexiones, contando en mi
cabeza, una y otra vez, para distraerme. Mi cerebro se está descarrilando.
Necesito controlarlo.
Atrapado.
No. No pienses en eso. Solo cuenta. 80
Llego al ciento sesenta y dos y colapso sobre mi estómago, sin aliento
y dando vueltas. Ya sea que cierre los ojos o los mantenga abiertos, todo lo
que veo es negro.
Nada de color. El color se ha ido.
Me acurruco en una bola y trato de olvidar todas las cosas que echo de
menos. Pasan las horas, palpablemente, hasta que estoy rígido.
Mi estómago gruñendo me despierta, lo que significa que
aparentemente me desmayé. No he comido desde ayer, y básicamente fue
solo un trozo de pan. No he bebido agua desde esta mañana. Mi boca tiene
un sabor extraño.
Me obligo a sentarme y mirar la rendija debajo de la puerta. La
iluminación sigue siendo exactamente la misma. No tengo idea de qué hora
del día es de nada alrededor de mí. Una leve sombra parpadea en la luz,
como si alguien estuviera cerca.
Arrastrándome más cerca de la puerta, me tumbo en el suelo, mirando
por debajo para comprobar si puedo ver algo. No puedo, pero escucho
débiles pasos.
—¿Hola? —Mi voz raspa mi garganta. Por supuesto que nadie responde.
Cuento otras dos horas en el suelo, mirando por la rendija, esperando
a ver si pasa alguien. Tal vez me traigan agua, al menos.
Pero no. No sucede, y finalmente me levanto. Tengo frío y estoy mareado
mientras decido hacer listas en mi cabeza, para pasar el tiempo.
Envolviéndome con la manta, nombro los cincuenta estados. Cuento
todos los presidentes de los Estados Unidos que puedo recordar, las
capitales de los estados, marcas de automóviles y luego modelos, y para
cuando termino de enlistar todo el menú de McDonald's, estoy acostado
sobre mi espalda, mirando hacia un techo negro.
Puedo sentir la debilidad apoderándose de mí. Creo que han pasado
casi treinta y seis horas desde que me trajeron aquí, pero, por supuesto, no
lo sé con certeza. No puedo decir si se siente como una eternidad o si
realmente lo ha sido. Tal vez ha sido más extenso…
Cerrando los ojos, golpeo con el puño la pared a mi lado.
—Mi nombre es Dash.
Silencio, pero solo por un momento esta vez, hasta que:
—Me alegro que te hayas dejado convencer. Soy Felix.
Mis ojos se abren de golpe. 81
Darcey.
El Escultor.
Han pasado tres días, según mis cálculos. Darcey está de acuerdo
conmigo, así que creo que es una suposición acertada. Todavía no hemos
recibido comida ni agua.
Y me estoy debilitando.
Darcey parece que lo está haciendo mejor que yo, pero a veces se vuelve
silencioso y creo que es porque se ha desmayado. Esto no es bueno.
No duraremos mucho más.
Ahora que lo pienso, ha estado callado durante horas. Golpeo la pared
tan fuerte como puedo sin fuerzas, lo que no es fuerte en absoluto.
—Oye —digo con voz ronca—. ¿Estás bien ahí?
Le toma un momento antes de decir:
—Sí. Mi lengua está muy seca.
—La mía igual. No pueden matarnos de hambre, ¿verdad?
—Pueden hacer lo que quieran —dice, y me estremezco, apretando la
manta alrededor de mis hombros—. Pero no lo harán. Eso es exactamente
lo que hacen. Lo máximo que he pasado sin comida ni agua son cuatro días,
así que, con suerte, para mañana nos darán algo.
—No puedo creer esto... —susurro, sobre todo para mí, pero Darcey
responde.
—¿No puedes?
Felix Darcey parece ser un tipo bastante bueno, aunque en este punto
tener a cualquiera con quien hablar es una bendición, así que tomaré lo que
pueda conseguir. Nosotros hemos estado charlando durante días,
simplemente tratando de mantener nuestras mentes ocupadas;
manteniéndonos distraídos de las punzadas de hambre, y la locura que
viene con el hambre y la deshidratación.
Dicho esto, no hemos hablado de nada serio o personal. Me niego a
asustarlo o enojarlo preguntándole sobre sus crímenes o por qué está aquí
abajo y aparentemente él siente lo mismo. O simplemente no le importa. 82
De cualquier manera, tenemos un par de equipos deportivos en común,
lo que ha sido suficiente. No hablamos de comida, porque nos volverá locos.
Lo mismo va para el sexo y los viajes. Si no podemos tenerlo ahora, entonces
no tiene sentido torturarnos.
En su lugar, nos centraremos en quién ganó los últimos Superbowls,
películas favoritas, y libros que tuvimos que leer en la escuela secundaria.
Ambos estamos de acuerdo en El Señor de las Moscas parece extrañamente
aplicable ahora.
—Atención —dice Darcey mientras se acercan pasos.
Son pesados, pisando fuerte por el pasillo. Aguanto la respiración,
rezando por comida y agua. No sé cuánto más pueda soportar.
Los sonidos de las llaves tintinean en mi cerebro. Es la primera vez que
escucho eso desde que estoy en la Penitenciaria de Alabastro. El servidor
controla todas las demás puertas. Sin embargo, aparentemente estas no.
La puerta se abre y una figura oscura que no puedo distinguir me lanza
una botella de agua. Ya está abierta y solo medio llena, pero la aceptaré.
Entonces una bandeja de plástico se desliza por el suelo, la puerta se cierra
de golpe y es bloqueada antes de que pueda echarle un vistazo al guardia.
Sin embargo, ni siquiera me importa porque estoy demasiado ocupado
abriendo frenéticamente la botella de agua y tragando, tan lentamente como
puedo, para no asfixiarme ni derramarla. Mis manos tiemblan mientras
bebo, la hidratación tan necesaria se siente extraña en mi garganta. Trago
y sorbo de nuevo, observando mi botella. No queda mucho más, y necesito
guardar el resto.
Echando un vistazo a la bandeja en el suelo, veo la corteza de un
sándwich y el corazón de una manzana. Mi labio inferior tiembla, pero
aprieto la mandíbula para apartarlo. Estoy siendo alimentado con basura...
como un maldito vagabundo.
No puedo... no...
Mis ojos comienzan a lagrimear, pero niego con la cabeza y me obligo a
animarme, recogiendo la corteza y comiéndola lentamente.
Prestando atención a los sonidos en la celda de Darcey, escucho lo que
creo que es su puerta abriéndose. Luego el murmullo de voces. Me acerco a
la pared para poder escuchar.
—De pie, recluso —dice una voz, y escucho cadenas.
83
Presiono mi mano contra la pared. Se lo están llevando.
Mi estómago da un vuelco de decepción. Sé que llevan a Darcey a
lugares en ocasiones, como ese día en la cafetería. Me dijo que lo llevan a
las duchas también, generalmente cuando no hay nadie más allí.
Me alegro que se vaya de aislamiento y, claro, estoy celoso. Pero ¿qué
puedo hacer? En este momento, me preocupa más el hecho de que mi única
fuente de entretenimiento se va. Mi único amigo, si eso es lo que es, se ha
ido. Y estoy solo.
La puerta de su celda se cierra, seguida por el distintivo movimiento de
ellos arrastrándolo por el pasillo. Suspiro y dejo caer mi cabeza contra la
pared, la depresión me golpea fuerte y rápido. Estoy debilitado, en cuerpo y
mente, que estoy seguro es el punto de tenerme aquí. Están tratando de
romperme... y se siente como si estuviera funcionando.
Las próximas horas pasan más lentas de lo que lo han hecho en tres
días. Siento cada segundo que pasa. Me como todas las cortezas y
mordisqueo el corazón de la manzana. Pasa otro día. Como las semillas y el
tallo.
Termino mi agua, porque no puedo evitarlo. Tengo tanta sed, tanta
hambre, que estoy empezando a alucinar.
Las luces del pasillo parpadean.
—¿Dónde estás, Dascha? —susurro en la oscuridad—. No puedo
encontrarte.
Mi visión se desvanece y me desmayo por un tiempo. Cuando vuelvo,
vuelvo a abrir los ojos y ver otros ojos mirándome a través de la ventana de
la puerta.
Estoy seguro que es una alucinación, pero no puedo apartar la mirada
de ellos.
Son profundos y amenazantes. Observándome.
—¿Por qué siempre me estás observando...? —Mi voz se arrastra desde
mi garganta.
Los ojos siguen mirándome fijamente.
—¿Me estás observando morir...?
Mis párpados caen una vez más.
Cuando me despierto, estoy rígido y helado. Todo mi cuerpo se siente 84
como si estuviera lleno de plomo, y mi boca está seca y calcárea,
recordándome que no me he cepillado los dientes en días. Odio esta
sensación... Y solo empeorará, ya que aquí no hay siquiera un Luthor que
comparta su cepillo de dientes conmigo. Supongo que tengo mayores
preocupaciones ahora...
Recuerdo los ojos de anoche, incapaz de decir si era un sueño extraño
provocado por el hambre, o si realmente había unos ojos oscuros
mirándome fijamente a través del cristal. El pensamiento supura.
Girando mi cuello hacia un lado, me sobresalto cuando veo una botella
de agua nueva en el piso a mi lado. Una completa. Y una manzana entera.
Ni siquiera está mordida.
Me levanto lo más rápido que puedo y agarro la botella, bebiendo la
mitad de inmediato. Se siente increíble; el agua se desliza hacia mi esófago.
Me siento y como la mitad de la manzana lentamente, masticando mientras
sonrío todo el tiempo. No puedo decir qué tipo de manzana es por los sabores
que estallan en mi lengua, aunque morderla parece limpiarme los dientes,
marginalmente de todos modos. Es algo.
El tiempo pasa mientras miro fijamente la puerta, observándola como
si fuera un televisor. Imagino que está puesto The Big Bang Theory. Me gusta
ese programa.
Me como el resto de mi manzana, saboreando cada bocado. El azúcar
me está dando un poco de energía, y tengo que apreciarlo. Ya me siento más
caliente.
Sheldon dice algo ridículo y me río.
Pasan unas horas más, y creo que mis recuerdos de Big Bang se están
mezclando porque los episodios ya no tienen mucho sentido. En cambio me
levanto y camino alrededor de la celda, mirando el cubo en la esquina.
Gracias a Dios, todavía no he tenido que cagar una mierda, supongo que
porque apenas he comido nada en días. Sin embargo, no estoy deseando
que llegue el momento. Ya puedo oler vagamente la orina allí, sobrecargando
mis sentidos.
Mi mente se enciende con una idea. Vagando hacia el colchón en el
suelo, me dejo caer y empiezo a tocar las costuras del borde. Pasan las horas
mientras hago esto, y eventualmente consigo soltar algo de material. Rasgo
y rasgo, con cuidado, hasta que he quitado una sábana de sesenta
centímetros. La llevo al balde y la dejo encima, usándola como tapa de
inodoro improvisada. Luego vuelvo al colchón y rasgo más pedazos,
85
pequeños cuadrados que puedo usar como papel higiénico cuando
finalmente tenga que cagar.
Va a apestar, pero al menos esto es algo.
Todo el trabajo me cansa, así que me acuesto y miro la puerta un poco
más. Después de un rato, se acercan unos pasos y me tenso con
anticipación. Quizás están trayendo más comida. O trayendo de vuelta a
Darcey. No escucho arrastre de pies o cadenas, por lo que probablemente
no sea lo último.
Alguien se acerca a mi puerta, pero no escucho las llaves. No puedo ver
nada a través de la ventana, y sin embargo hay sombras en la grieta debajo
de la puerta. Alguien está parado ahí afuera.
Me incorporo y observo. No pasa nada. No se mueve ni habla pero
puedo sentir la presencia del otro lado. Resuelvo levantarme y vagar hacia
la puerta.
Cuando estoy a unos dos metros de distancia, elijo hablar.
—Hola... —Mi cabeza se ladea mientras observo la sombra—. ¿Quién
está ahí?
No hay respuesta, lo que no me sorprende. He estado hablando mucho
conmigo mismo últimamente. Me estoy acostumbrando.
—¿Sabes cuánto tiempo más estaré aquí? —pregunto dando un paso
más cerca—. ¿O si puedo darme una ducha pronto...?
Acercándome aún más, realmente puedo sentir la presencia. Es
complicado, como un espesor en el aire que no puedo entender. Creo que
escucho respirar, pero no puedo decir si me lo estoy imaginando.
—¿No puedes simplemente decir algo? —siseo, y mis frustraciones se
hacen cargo.
Estoy tan harto de estar aquí. Estoy harto de morirme de hambre. Estoy
harto de orinar en un balde. Estoy harto de oler mi propio sudor.
Odio esto.
Pisando fuerte hacia la puerta, la golpeo con fuerza.
—¡Oye! ¡Maldición, respóndeme imbécil!
Eso funciona. Aparece una cara en la ventana de plexiglás y casi
tropiezo hacia atrás.
Es el guardia. Ese idiota gigante tatuado que me afeitó la cabeza, y
luego observó cómo Velle intentaba molestarme. Sus ojos oscuros son duros
86
y están grabados con una ferocidad peligrosa, pero no me importa. Yo
también estoy jodidamente enfurecido, y tengo más razón para estarlo que
este tipo. Después de todo, él es libre y yo no.
Lo odio.
—¿Cuál carajo es tu problema, idiota? —siseo con la mandíbula
apretada—. ¿Eres retrasado o algo así? Te hice una pregunta.
Su mirada se estrecha hacia mí, y aunque no habla, de alguna manera
puedo escuchar lo que está pensando. O al menos, lo que creo que está
pensando.
Cuidado, recluso.
—Solo dime cuándo diablos saldré de aquí... —Me froto la cara—. Por
favor.
Suspira, todavía mirándome a través de la ventana manchada.
Esa no es mi respuesta para darte.
Me doy la vuelta y empiezo a asaltar la habitación. Estoy tan
jodidamente sobre esto, que no puedo soportarlo más.
—Voy a hacer una soga con mi manta y me voy a colgar —murmuro,
siendo deliberadamente un idiota terco. No puedo evitarlo. Mis emociones
me están volviendo loco y estoy tan jodidamente hambriento y cansado—.
Encontraré una manera... No puede ser tan difícil.
Un fuerte golpe en la puerta detiene mi paseo. Miro hacia la ventana
donde el guardia me mira intensamente.
—No hagas eso —gruñe.
Tengo que registrar que escucho su voz por primera vez. Interesante
que me he encontrado con este monstruo espeluznante en unas pocas
ocasiones y, sin embargo, esta es en la primera que habla.
No hagas eso. Las palabras resuenan con un acento cavernoso.
Lo miro fijamente por un momento.
—Bueno, ¿qué más se supone que debo hacer?
Él resopla un sonido pícaro, como un animal, luego se vuelve y se va
furioso, y sus fuertes pisadas avanzan por el pasillo.
Mi frente se arruga y niego con la cabeza. ¿Qué demonios fue eso?
No hagas eso.
87
El tipo es un puto bicho raro. Probablemente ya no debería hablar con
él. Parece peor que Velle… Los tranquilos siempre son los peores.
Sacando a propósito ese extraño encuentro de mi mente, me ocupo con
algunas horas más de caminar y pensar, aunque después de un poco mi
energía se desvanece. Intento seguir así cantándome canciones, pero
finalmente me acuesto en mi colchón delgado, me acurruco debajo de mi
manta y me desmayo.
Cuando me despierto, es bajo un sudor frío, mientras me estoy frotando
contra el suelo. Escucho suaves gemidos y cuando me recupero, me doy
cuenta que vienen de mí.
Tragando, alcanzo por debajo de la cintura para ajustar mi pene. Está
tan duro como una maldita roca. Realmente duele. Mis bolas están
apretadas, casi como si estuvieran atadas con un elástico.
Se me ocurre en este momento que no me he corrido en más de una
semana. No desde la última vez que estuve con Lola, y ahora me está
haciendo mella. Mi cabeza está congestionada y nublada por el ruido, y sé
lo que esto significa...
Necesito correrme, pero no quiero masturbarme en este lugar
exactamente. Aunque creo que en aislamiento es probablemente el momento
más a solas que estaré en prisión. Tal vez debería terminar con esto de una
vez.
Rodando sobre mi estómago, me empujo contra el colchón, imaginando
que estoy rellenando el apretado y cálido coño de Lola con mi polla. No se
siente igual, pero continúo, tratando realmente de recordar la sensación.
Cálido, suave y rosado...
Fóllame, Dash. ¡Más fuerte!
Me quejo de frustración. Esto no funciona. No puedo correrme así.
Necesito algo más… necesito más.
Con vacilación, trato de agarrarme la garganta, hundiendo mis dedos
en los puntos de presión mientras me meto en la cama, rezando por algo
que alivie esta tensión. No soy bueno haciéndomelo a mí mismo, pero puedo
intentar...
Pasos. Me congelo y me doy la vuelta, mirando a la ventana. No veo a
nadie, pero ahora puedo escuchar a alguien alejarse, silenciosamente.
Alguien me estaba observando. ¿Era ese tipo?
88
Jesucristo… ¿Me ve dormir todas las noches?
¿Me observa? ¿Mira mi pene?
Una ola de vergüenza me recorre el estómago al pensarlo. Debería
matar mi libido, pero desafortunadamente para mí, la vergüenza no reduce
mis erecciones. Eso por lo general solo lo empeora.
Aun así, no puedo masturbarme ahora, no cuando estoy pensando en
ese idiota merodeando fuera de mi puerta como un maldito asqueroso.
Sin entender que lo vamos a dejar, mis bolas palpitan para igualar mi
pulso acelerado. Estoy muy alterado y no sé por qué. Supongo que puedo
atribuirlo a no correrme en un tiempo...
De cualquier manera, lo ignoro y dejo que los golpes dentro me vuelvan
a dormir.

A la mañana siguiente, creo, me despierto emocionado por la


posibilidad de otra manzana y más agua. Pero cuando no veo nada en el
suelo, eso debilita mi espíritu más de lo que quiero admitir.
Odio que me controlen así. Están manipulando mis emociones
dándome esperanza por comida y agua, y luego me la arrebatan. Es jodido,
lo que creo que definitivamente es parte de su plan. Debería intentar
burlarme de ellos. Superarlos, aunque no estoy seguro de cómo.
Me encantaría ignorar la próxima comida y agua que me den, pero no
puedo callar lo que mi cuerpo necesita. Requiere alimento para sobrevivir, y
ahora mismo está obteniendo lo mínimo.
Me paso el día cantando, en varias posiciones. Primero, mientras
camino por la circunferencia de la habitación, segundo, sentado con las
piernas cruzadas y tercero, acostado sobre mi espalda. Canto diferentes
canciones que recuerdo, y después de un tiempo ni siquiera sé lo que estoy
cantando. Simplemente sale.
No me importa. Ya no tengo la energía para reflexionar y solo necesito
mantener mi mente ocupada, sin pensar en la comida o lo que está pasando
afuera.
Horas más tarde, me desmayo en mi colchón y me despierto sudando
de nuevo. Arrastrando aire en mis pulmones en la oscuridad, puedo sentir 89
el brillo sobre la piel expuesta de mi frente y brazos. El calor de mi cuerpo
contrasta con el frío pellizco del aire rozando mi piel bañada en sudor. Toco
mi polla y lloro ante la sensación. Envolviendo mi puño alrededor de ella,
tiro lentamente, y mis ojos se cierran. Me acaricio un par de veces, pero
luego me detengo, mis ojos se abren de golpe y lanzándose hacia la puerta.
Ojos. Creí ver ojos de nuevo. No puedo decir si son reales o no.
Mirando hacia la grieta en el suelo, no veo una sombra. En la ventana,
los ojos se han ido. Si estaban allí para empezar.
No había nadie allí, Dash... está en tu cabeza.
Exhalo lentamente, la incertidumbre me hace encogerme. No puedo
masturbarme si creo que ese tipo está ahí fuera. Es desagradable. No quiero
pensar en él mirándome tocarme.
Soltando mi polla, me dejo caer sobre mi estómago y me cubro la cabeza
con mis brazos.
—Vete a la mierda, pervertido —murmuro contra mi cama.
Me toma horas volver a dormirme, y las pesadillas y susurros me
poseen.

Al día siguiente, de nuevo, supongo, mientras paseaba lentamente por


mi agotamiento, escucho pasos. Luego llaves.
Mis músculos se tensan con los sonidos, pero tengo poco tiempo para
prepararme.
—Contra la pared, 101 —retumba una voz, y la reconozco de inmediato
del otro día.
Retrocediendo gradualmente, observo la puerta mientras se abre, y el
gran asqueroso tatuado entra caminando penosamente dentro de mi celda.
Él sostiene una bandeja y una botella de agua.
Mirándome con severidad, coloca la bandeja en el suelo y yo la miro.
¿Media barra de granola y un melocotón mohoso?
—Que alguien llame a Gordon Ramsay 13 —murmuro, y el guardia
levanta una ceja.
90
13Gordon Ramsay: es un chef, dueño de restaurantes y presentador de televisión británico.
Es conocido por presentar programas de televisión y espacios de telerrealidad sobre cocina,
tanto en Reino Unido como en Estados Unidos. Entre los más conocidos se encuentran
Hell's Kitchen.
No lo había visto así de cerca desde el día en que me afeitó la cabeza, e
incluso entonces, realmente no estaba mirando. Es muy grande. No soy un
tipo pequeño de ningún modo, pero tiene que tener un par de centímetros
de altura más que yo, y lo que parece como probablemente al menos veinte
kilos más de músculo. Y mientras que mi propio cuerpo está decorado de
forma informal con tatuajes dispersos, él está envuelto en ellos; casi cada
maldito centímetro. Cada centímetro visible, de todos modos.
Cruzando los brazos sobre mi pecho, frunzo el ceño con orgullo,
haciéndole saber que no le permitiré que me joda.
—Estás muy lejos de Hell's Kitchen, recluso —dice, luego sostiene la
botella de agua.
Mis ojos permanecen en los suyos por un momento antes de bajar a la
botella. Está llena y sin abrir. Extendiendo la mano, trato de tomarla, pero
él se aferra a ella por un momento. Mis dientes rechinan mientras tiro más
fuerte hasta que la suelta con una sutil sonrisa de suficiencia.
—Está fría —susurro con incredulidad. Todas mis botellas hasta ahora
habían estado calientes como pis.
—De nada —gruñe, luego se da vuelta y sale de la celda sin otra
palabra.
No es mucho de charlar, ese.
Mi mente procesa el familiar sonido de la pesada puerta cerrándose y
las llaves tintineando, girando para colocar la cerradura en su lugar.
Seguido por supuesto por sus pasos resonando por el pasillo.
Me quedo mirando la puerta durante minutos antes de abrir la botella
y beber la mitad de un trago satisfecho. Luego me siento en el suelo y como
mi barra de granola, esperando un par de horas antes de sacar el moho del
melocotón y comer la parte buena de postre.
Apenas puedo recordar cuánto tiempo he estado en aislamiento en este
momento. Perdí la cuenta después del sexto día, y pensar en ello me dificulta
respirar. Es tan pequeño aquí; tan oscuro, húmedo y terrible. No quiero
pensar en cuánto hace que no me ducho. No huelo mal, pero entonces,
¿cómo podría saberlo de todos modos? No es que nada huela bien aquí.
Apoyado contra la pared, cierro los ojos, en un intento de calmarme. El
ruido se está acumulando y mi cráneo está pesado. Algo me hace cosquillas 91
y me estremezco, abriendo mis ojos y veo una cucaracha arrastrándose
sobre mi pierna.
—¡Mierda! —Le doy un tirón a mi pierna y la sacudo, viendo que corre
hacia la puerta y se va por debajo. Suspiro y golpeo mi cabeza contra la
pared—. Como si fuera realmente así de fácil...
Se siente como de noche otra vez mientras me quedo dormido. Me
gustaría pensar que mi cuerpo conoce naturalmente la diferencia entre la
noche y el día, después de años de acondicionarlo para intentar dormir y
despertar en los horarios habituales. Dicho eso, nunca he sido bueno
durmiendo, y mi propio despertador interno está definitivamente roto.
Mis ojos se cierran mientras me acuesto en mi cama, y mi mano va a
la deriva hacia mi polla, incluso aunque sé que no debería. Un toque hace
que se infle como un globo. No he pasado tanto tiempo sin correrme en más
de lo que puedo recordar.
Desde que era niño, primero en llegar a la pubertad y todo eso, descubrí
que los orgasmos son una forma perfecta de calmar los ruidos en mi cabeza.
Cuando se acumula demasiado, lo único que puedo hacer para liberar la
presión es correrme. Dicho esto, las sacudidas regulares ya no me sirven
exactamente.
Mi mano se desliza hacia mis bolas, frotando y apretando, lo suficiente
para que un pequeño dolor haga que me hormigueen los dedos de los pies.
Uso mi mano derecha para seguir adelante con mis bolas mientras la
izquierda agarra mi eje con fuerza.
—Mmm... —No puedo evitar el sonido que retumba en mi garganta
mientras tiro.
Me imagino a Lola detrás de mis ojos, abriendo las piernas para revelar
su pequeño coño rosa. Mi pulso se acelera mientras acaricio, lento y
apretado. Eso es…
Trago, necesitando más; necesitando algo más.
Mi mente divaga y una chica rubia que vi en el Municipal aparece en
mi cabeza. Sus labios húmedos tiemblan mientras llora.
Gruño cuando mi pene reacciona a esa imagen, engrosándose en mi
palma. Me tironeo de las bolas hacia arriba, provocando debajo de mi cabeza
mientras me imagino empujándola de rodillas y obligando a mi polla a bajar
por su bonita y asustada garganta.
Un grito resuena en mi mente, el olor a sangre y pólvora me abruma. 92
¿Qué demonios…?
Mis ojos se abren y mi corazón late con fuerza.
Santo cielo. Él me está mirando.
Los ojos siniestros del gran guardia tatuado se conectan con los míos
mientras me mira fijamente, y un calor amenazante emana de su mirada.
Dejo de sacudirme, quitando las manos de mí por completo,
removiéndolas de mis pantalones.
—Vete a la mierda, pervertido —murmuro, incapaz de detener la falta
de aliento en mi voz.
Espero que me fulmine con la mirada, y que simplemente se vaya. Para
lo que no estoy preparado, sin embargo, es el arma que destella en la
ventana. Mi corazón se tambalea.
Golpea el plexiglás con su Glock.
—Continúa.
Mis ojos se amplían.
—No.
Puedo ver su mandíbula apretada desde donde estoy.
—Continúa, o entraré y lo haré yo mismo. —Su amenaza, en un tono
profundo y furioso, me alcanza a través de la puerta.
¿Lo hará él mismo? ¿Qué demonios? ¡De ninguna manera!
—Vete a la mierda —le siseo desde mi pequeña cama en el suelo,
manteniéndome firme.
Pero luego escucho el tintineo de sus llaves en la cerradura de la puerta
y el pánico aumenta. No quiero que entre aquí. La puerta es la única
protección que tengo de él. Necesito esa defensa.
—Está bien, está bien —concedo—. Jesús. Por favor, no entres.
Sus ojos vuelven a los míos y levanta una ceja, expectante. Me molesta
como la mierda. Mis músculos están tensos de odio por este maldito imbécil.
¿Quién diablos se cree que es de todos modos? Amenazándome...
Dándome comida cuando le da la gana. Probablemente sea él quien decida
cuando puedo comer, lo que significa que me ha estado matando de hambre
durante una semana, de forma intermitente.
Qué se joda este imbécil. Es un maldito psicópata.
—¿Y bien? Vamos, 101 —espeta—. Mi paciencia se está agotando.
93
Lo miro boquiabierto por un momento, sintiéndome solo un poco
impotente. Todo lo que puedo ver es su rostro, gracias a Dios, aunque no es
muy reconfortante. Se parece al típico estúpido, con cabello castaño muy
claro y ojos oscuros. En realidad no sé de qué color son realmente, son tan
intensos que casi coinciden con el negro en su Glock nueve.
Es abrumador, como la idea de masturbarse frente a él. Pero supongo
que debería pensar en ello. Si no lo hago yo mismo, él va a entrar aquí y no
puedo permitirme eso. Además, necesito correrme. Ha pasado mucho
tiempo, y mi cabeza está jodida.
Necesito este orgasmo. Necesito calmar el caos.
Tumbándome y acomodándome en el colchón, cierro los ojos y finjo que
estoy en cualquier parte menos aquí. Mi mano derecha se desliza de mala
gana dentro de mis pantalones, acariciando mi polla, que todavía está dura
como una piedra. No ha bajado sabiendo ese tipo está ahí afuera,
observando.
Trago saliva e imagino un coño mojado esperando a que empuje dentro.
—Pantalones abajo. —El sonido de su profundo retumbar me recuerda
dónde estoy, sacándome de cualquier fantasía que estuviera imaginando.
Mi mandíbula se aprieta mientras tiro de mis pantalones por debajo de
mi trasero, manteniendo mis ojos cerrados porque no quiero verlo
mirándome la polla. No quiero verlo reaccionando a mí.
Tragando la saliva que ha llenado mi boca de repente, y acaricio
lentamente de las bolas a la punta, usando mi pulgar para provocar debajo
de la cabeza regordeta. Se siente bien. Se siente… mejor de lo que suele
hacerlo, sacudiéndola simplemente sin nada más.
Dejo escapar un suave jadeo mientras mi mano se mueve, con la cabeza
inclinada hacia atrás hasta que...
—Abre tus malditos ojos, recluso.
Cuando abro los párpados, nuestros ojos se conectan, justo en el
centro. Su rostro está quieto; sin emoción, ni reacción. Es ilegible, lo que
honestamente es un alivio. No quiero saber lo que está pensando en este
momento...
—Continúa.
Así que lo hago, porque tengo que hacerlo. Mi mano trabaja en mi polla,
lenta y duramente, como a mí me gusta. Me masturbo, con los ojos fijos en
94
los del guardia y los suyos en los míos. Ni siquiera está mirando mi pene,
su mirada se funde con la mía.
Es asqueroso. Me siento enfermo por lo que está pasando, mi estómago
se retuerce de vergüenza y malestar. Pero, por supuesto, mi polla todavía
está dura. Siempre está dura en los peores momentos.
En realidad, está estirada y palpitante, me duelen las bolas con la
necesidad de correrme.
Utilizo mi mano izquierda para palmearlas. Eso lo atrapa. Sus ojos caen
debajo de mi cintura, y mi puto pene palpita.
—Folla tu puño. Más fuerte —exige, y su amplio pecho se mueve
visiblemente en la parte inferior de la ventana.
—¿Te gusta mirar, maldito enfermo? —digo aunque eso no me detiene
de follarme el puño, con fuerza, mientras lo mira.
—Mmm... Continúa —tararea antes que sus ojos vuelvan a los míos—.
Dime cuánto lo odias.
—Odio esto —gimo, luego escupo en mi palma para obtener un poco de
lubricación antes de quemarme la puta piel.
—Odias estar aquí, ¿no? —Su voz suena en mí, a través de la puerta
de metal, desde el otro lado de la habitación—. Odias que te controlen...
—Sí... —gimo, y mis párpados caen por lo bien que se siente. Pero un
fuerte golpe en la puerta da lugar a que disparen para abrirse.
—Mírame, recluso —gruñe. Él está tan cerca de la puerta, que es casi
como si fuera la puerta. O no hay puerta.
Podría entrar aquí ahora mismo... Tiene el poder para hacer eso.
¿Lo haría? ¿Qué haría si entrara?
El pensamiento envía un escalofrío de miedo a través de mi cuerpo que
aterriza pesadamente en mi pecho. Ignorándolo, mi mano trabaja más
rápido en mi polla mientras miro sus ojos oscuros.
—No quiero esto. —Jadeo, golpeándome la polla con más fuerza—. Te
odio.
—¿Me odias? —susurra, su tono francamente sucio, con excitación
goteando de su voz.
Se me ocurre que no puedo ver sus manos. ¿Y si él también se está
masturbando?
95
Masturbándose mirándome...
—Eres repugnante. —Me muerdo el labio.
—Mmm… sí. Maldición, me odias tanto. —Sus ojos se posan en mi polla
de nuevo. Por alguna razón, cada vez que lo hace, esta palpita con
atención—. No tienes control, Dash. Estás indefenso aquí.
Mi nombre en sus labios suena extraño. Es perturbador, pero mis bolas
se paralizan con la necesidad de correrse, y mi orgasmo se avecina.
Me levanto la camisa para asegurarme de no correrme sobre ella, ya
que sé que no conseguiré otra. Los ojos del guardia se elevan a mis
abdominales y se lame los labios.
—Maldito maricón —reduzco la velocidad, sacudiéndome
deliberadamente para sus ojos oscuros—. Te gusta mi polla, ¿no? ¿Quieres
entrar aquí y tocarla?
Vaya... ¿de dónde salió eso?
Sus ojos encuentran los míos y parece inseguro mientras el terror se
apodera de mi garganta. No quiero que entre aquí. No sé por qué dije eso.
Solo estaba tratando de burlarme de él, y salió. ¿Por qué diablos me estoy
burlando de él de todos modos? Él está forzando esto...
—Ahora mismo, me gusta mirar tu boca —dice, con los ojos en mis
labios—. Tienes unos buenos LCP 14, recluso.
¿Qué es eso?
En lugar de comentar, y caer en el juego, solo me concentro en mi
orgasmo. Puedo sentirlo venir… Y lo quiero. Lo necesito.
—Cállate, imbécil. —Acaricio con más fuerza.
—¿Me odias?
—Te odio... vete a la mierda... —Mis ojos ruedan hacia mi cráneo
mientras ordeño el semen de mi polla.
—Córrete para mí, 101 —la voz se cuela dentro de mi cerebro mientras
estallo en un orgasmo asombroso.
Gimo, y pulsos de semen decoran mis abdominales.
—No es para ti... nunca para ti.
Demasiados días de tensión acumulada estallan de mi polla mientras
se retuercen hacia afuera, mis labios temblando a través de palabras que ni
siquiera puedo precisar.
96

14 LCP: Labios para chupar polla.


Mis ojos permanecen en la ventana y observo cómo el guardia se acerca,
dejando caer su cabeza hacia el plexiglás.
—Maldición... —Suspira y mi polla se sacude en mi mano.
Trago saliva, feliz en aturdimiento. Finalmente veo colores de nuevo y
no puedo apartar la mirada de la cara en la ventana. La única luz en esta
oscura habitación.
Mis dedos se arrastran distraídamente hacia el semen resbaladizo de
mis abdominales. Los ojos del guardia se abren y me mira fijamente,
respirando visiblemente con dificultad.
Todo está silencioso. Solo respiraciones. La mía y la suya.
Finalmente, vuelve a hablar.
—¿Por qué le pegaste a Velle de todos modos?
Mis cejas se arrugan en confusión, pero respondo:
—Quería que le chupara polla por un cepillo de dientes.
El guardia sonríe. Me recuerda cuando la luz del sol golpea una joya.
Luego se ríe, en voz baja; nada más que una pequeña bocanada de aire.
Y él golpea la ventana con los nudillos antes de girarse y alejarse.

97
9
Dash
iiii iiii ii
12 días dentro.

M
e despierto con el sonido familiar de las llaves tintineando
y las bisagras de la puerta gimoteando.
Mis ojos se abren lentamente cuando un gran guardia
que realmente no reconozco entra pisando fuerte dentro mi
celda y cruza los brazos sobre su pecho.
—Levanta tu trasero hippie, recluso. —Sonríe y asiente hacia la pared—
. Vas a salir de aquí.
Un pequeño rayo de esperanza brilla en mi pecho mientras me
incorporo lentamente.
—¿A salir?
El oficial se ríe y niega con la cabeza.
—A salir de aislamiento. Contra la pared, 101. No tengo todo el día.
Mi estómago cae un poco, pero decido permanecer optimista mientras
me paro y retrocedo contra la pared. Él levanta las cejas y me lanza un par
de esposas, así que me las pongo, lo más sueltas posible, con la esperanza
de evitar los pellizcos. Luego él rápidamente me encadena los tobillos, me
agarra del brazo y empieza a arrastrarme. Me despido silenciosamente de 98
mi repugnante celda de confinamiento, con la esperanza de no tener que
poner un pie aquí nunca más.
Caminamos por el pasillo, y cuando nos acercamos a la puerta, se abre
ante nosotros, y otro guardia entra, sosteniendo el brazo de Felix Darcey.
Parpadeo hacia él, mis labios se separan como si quisiera decir algo,
aunque no puedo pensar lo suficientemente rápido en lo que debería ser
antes de que me arrastren a través de la puerta por la que él acaba de llegar.
Miro sobre mi hombro y Darcey me da un rápido asentimiento, antes de que
el guardia que lo sujeta le dé una patada en la pierna.
—Muévete, recluso.
Caminamos un rato, pasillo tras pasillo, y se pone un poco más cálido,
lo cual mi piel helada aprecia. No puedo evitar notar que no se molestaron
en cubrirme la cabeza con una bolsa al salir, ni tampoco lo hicieron con
Darcey. Debe haber sido por efecto la primera vez.
Una vez que llegamos al corredor de celdas que reconozco, mi
respiración se vuelve más fácil, y parpadeo lentamente. Nunca pensé que
me sentiría tan aliviado al ver las celdas de la cárcel pero esto es
significativamente mejor que donde he estado. No puedo esperar a ver el
rostro pálido de Luthor, sentarme en un inodoro... Apoyar mi cabeza en una
almohada.
Doblamos la esquina y pasamos por las filas de celdas. Los presos
inmediatamente empiezan a gritar y a aullar.
—¡Vive!
—101, ¿tienes hambre, chico?
—Oye, ¿al menos te dieron un balde, novato?
—Oye, Skeletor, ¡¿valió la pena?!
Trago saliva e ignoro los gritos, enfocando mi mirada hacia adelante.
Finalmente llegamos a mi celda y estoy muy agradecido de ver a Luthor
saltando desde la litera superior. La puerta se abre y el guardia me empuja
adentro, quitándome las esposas con poco entusiasmo. Se va sin una
palabra, y miro a Luthor, inseguro de qué esperar.
No sé si me va a golpear en la cabeza y llamarme idiota, lo cual estaría
plenamente justificado. Por supuesto que no hace eso.
En cambio, se lanza hacia adelante y me da un fuerte abrazo que dura
solo un segundo.
99
—Me alegro de verte, hermano. Pero maldita sea, apestas.
Se aparta y se ríe de mi desgracia. No puedo evitar sonreír a cambio.
Yo también me alegro de verlo.
—¿Cuánto tiempo estuve allí? —Miro alrededor de nuestra pequeña
celda, que parece una suite de hotel enorme en comparación con donde pasé
los últimos días—. Perdí la cuenta después de un tiempo.
—Han pasado diez días. Aparentemente el tiempo suficiente para que
te crezca esa pequeña pelusa de basura blanca. —Sonríe y se acerca,
tocándome la barbilla.
Pongo los ojos en blanco y aparto su mano de un golpe, luego me froto
la mandíbula. No me crecen buenas barbas, por eso nunca lo intento. Me
salen parches, así que me gusta mantenerme bien afeitado. Estoy seguro
que es la menor de mis preocupaciones, pero me gustaría afeitarme si fuera
posible.
Haciendo un gesto con la cabeza, le digo:
—No tienes barba. ¿Eso quiere decir que les dan acceso de maquinillas
de afeitar? No puedo imaginar que lo harían...
—Si lo pides amablemente, Joy te afeitará la cara a la hora de la ducha
—me dice, y casi me río hasta que me doy cuenta que no está bromeando.
Este lugar está jodido. Sea lo que sea, es mejor que pasar hambre en el
sótano.
Mi estómago gruñe audiblemente y Luthor me da una mirada de humor
mezclado con preocupación.
—Te perdiste el desayuno, pero al menos nos ducharemos en un rato
—me dice, me da una palmada en el hombro y luego pisa fuerte hacia la
cama—. Tengo algo para que aguantes hasta la próxima comida. —Rebusca
en su colchón—. Escondí un par de barras de granola en el colchón para
emergencias. Solo tengo que encontrarlas…
—Gracias, hombre. —Me acerco a la cama. Pero antes de que pueda
sentarme, noto algo.
Es un cepillo de dientes. Un Oral B nuevo, dentro de un paquete de
plástico, apoyado sobre la parte superior de mi almohada.
Mi frente se arruga mientras lo miro por un momento, sorprendido.
Pasando por encima, lo recojo y lo inspecciono, la confusión acribillando mis
100
pensamientos.
—Luthor... ¿dejaste esto aquí? —murmuro, boquiabierto ante el cepillo
de dientes como si fuera un cruce entre un regalo inesperado y la tarjeta de
presentación de un asesino en serie.
—¿Qué? —pregunta Luthor, sin prestarme atención mientras busca
sus bocadillos escondidos.
—Es un cepillo de dientes... —Mi voz sale con un bufido perturbado.
—¿Eh? —Aparta la mirada de lo que está haciendo para ver el artículo
en mis manos—. No. No, definitivamente no fui yo.
—Bueno, ¿viste quién lo dejó? —Levanto una ceja interrogante.
—No, hombre. —Se encoge de hombros—. Nadie entra. A menos que
alguien lo haya dejado mientras yo estaba en la cafetería.
—¿Quién...? —Mis palabras se arrastran ante el recuerdo de unos ojos
oscuros e intensos, mirándome fijamente a través de una pequeña ventana
de plexiglás.
¿Ese gran hijo de puta me dejó esto? ¿Se supone que esto es una especie
de regalo... después de lo que pasó anoche?
Trago saliva con la garganta irritada. No quiero aceptar esto si es algo
que me mantendrá vinculado a ese imbécil espeluznante. Pero mi boca sabe
jodidamente asquerosa, y puedo sentir los días en mis dientes desde la
última vez que me cepillé. Odio esta sensación más que nada. Te lo digo, soy
como obsesivo sobre eso.
Físicamente necesito usar este cepillo de dientes, más de lo que necesito
ducharme o afeitarme. Entonces, a pesar de las alarmas internas
advirtiéndome sobre aceptar un regalo de un potencial depredador, abro el
paquete y saco mi nuevo cepillo de dientes de plástico brillante,
maravillándome de su belleza.
—Mientras cavas allí, ¿quieres tirarme la pasta de dientes? —le
pregunto a Luthor, que ha reanudado su búsqueda de comida. Me mira—.
¿Por favor?
Lanzándome hacia el lavabo, mojo la cosa justo a tiempo para que me
arroje el tubo. Exprimo un pequeño trozo y tan pronto como el cepillo entra
en mi boca, cierro los ojos en puro éxtasis.
—¿Crees que fue de Velle? —pregunta Luthor, y mis ojos se abren,
101
parpadeando en su dirección—. Quiero decir, no estaría más allá de él
enviarte a aislamiento para luego darte lo que querías. Le encanta jugar.
Joder con tu mente es su truco extra. Él es como Ren de esa manera...
Al mencionar a Ren, su rostro se vuelve un poco amargo, aunque hay
algo de anhelo visible que no puede ser ignorado. Pero parece apartarlo,
mirándome mientras me cepillo y me encojo de hombros ante su pregunta.
Casi puedo garantizar que este cepillo de dientes no fue dejado por Velle,
pero no voy a entrar en toda esta cosa sobre el gran guardia tatuado de
aislamiento que me obligó a masturbarme mientras me observaba.
Prefiero fingir que todo eso nunca sucedió.
Durante unos minutos después de haber terminado de cepillarme los
dientes, no puedo dejar de pasar mi lengua sobre ellos. Es asombroso
cuánto más humano me siento en un instante. Luthor me encuentra una
barra de granola, y aunque me acabo de lavar los dientes, engullo la cosa
en tres bocados, bajándola con agua del lavabo. Sabe a cobre, pero es mejor
que nada.
Acostado en mi cama, exponencialmente más cómodo que el cubre
colchón en el piso de concreto, escucho mientras Luthor me pone al día con
todo lo que sucedió mientras estaba en aislamiento, que no fue tanto. Aun
así, es bueno estar en presencia de otro ser humano de nuevo. Si hubiera
algo positivo de pasar tiempo en aislamiento, es que definitivamente me hizo
apreciar lo que tengo aquí, aunque no parece mucho. Aparentemente,
siempre puedes perder más, lo cual es un pensamiento aterrador y
aleccionador.
Lo siguiente que sé es que estamos escuchando gritos de las otras
celdas, los cuales son específicos por la presencia de cierto guardia. Y
efectivamente, la delicada sin embargo impenetrable mirada de Joy
Jameson llega a nuestra celda. Me siento y la cama tiembla, supongo que
Luthor hace lo mismo.
—Hola, 101. —Sonríe Joy a través de los barrotes—. Es bueno ver que
todavía estás con nosotros. Bueno, no para ti, pero ya sabes.
Me burlo y me levanto, moviéndome hacia la pared, mientras Luthor
salta y hace lo mismo. Ella entra, con Rook justo detrás de ella, y nos ponen
las esposas y los grilletes.
—¿Tenemos que ser esposados cada vez que vamos a algún lado? —
pregunto, más que nada por curiosidad—. Quiero decir, ¿a dónde vamos a
ir realmente?
—Escucha, recluso —retumba Joy, tirándome hacia adelante y 102
empujándome a través de la puerta de la celda hasta que tropiezo—. Te
esposamos porque nos da la puta gana. Y no puedes hacer preguntas. Ahora
camina.
Dios. Alguien está de mal humor.
Caminamos con el sonido de las cadenas y otros reclusos conversando
mientras los guardias los acorralan hacia las duchas. Cuando llegamos, Joy
y Rook nos quitan las esposas y los grilletes, recordándome lo nervioso que
todavía estoy de ir a la ducha. Esta vez, sin embargo, la ansiedad es más
fácil de ignorar ya que sé lo mucho que la necesito. Estoy esperando el agua
en mi piel lo suficiente como para agarrar una toalla y desnudarme antes
de que pueda recordar mis nervios.
—Joy —tarareo en su dirección antes de que pueda salir por la puerta.
Se vuelve hacia mí y levanta una ceja con impaciencia—. ¿Hay alguna forma
posible de que podría convencerte de que me afeites? —Ella me da una
mirada extraña, la esquina de sus labios carnosos arqueándose un poco—.
La cara, obviamente. —Sonrío y ella se ríe.
—Normalmente diría que no, pero no puedo soportar mirar a esa
mierda tipo Uncle Kracker 15 por un segundo más. —Suspira, mirando el
pelo demasiado crecido en mi cara. Me río mientras ella le da un codazo a
Rook y le dice—: Vuelvo enseguida.
Joy desaparece y aprovecho la oportunidad para lavarme. Chorreando
un poco de jabón en mis manos, las froto y hago espuma, poniéndome
debajo del agua cálida y lavándome el cuerpo, rápido pero a fondo. Me
enfrento a la pared, ignorando a los otros presos, que están todos hablando,
gritando, peleando o follando. Hay todos tipos de ruidos ocurriendo
alrededor de mí, pero estoy haciendo un buen trabajo bloqueándolos y
guardándome para mí.
Cerrando los ojos, dejo correr el agua sobre mí por un momento,
saboreando la sensación. Las imágenes parpadean detrás de mis ojos,
haciendo clic en mi cerebro como un proyector de diapositivas. Muchas
cosas corren, corren, corren, acelerando mi ritmo cardíaco.
Cuando me doy la vuelta y abro los ojos, me encuentro con la mirada
atormentadora de mi acosador. Estupendo.
Está merodeando al otro lado de las duchas, junto a la otra salida. Luce
como si fuera uno de los guardias de guardia, vigilándonos para asegurarse
103

15 Uncle Kracker: es un cantautor y músico estadounidense conocido por su country y

rock.
que no nos estamos matando, lo que me confunde porque pensé que él era
el guardia de aislamiento. ¿Qué diablos está haciendo aquí arriba?
Lo miro con ojos entrecerrados mientras me seco, sintiendo el calor en
su mirada, lo que me hace querer cubrirme, aunque me niego a hacerlo. Me
niego a darle la satisfacción.
—Muy bien, 101. —La voz de Joy me aparta del gran idiota—. Ponte
estas esposas.
—¿Puedo vestirme primero? —pregunto con un poco de actitud extra
en mi tono, porque definitivamente no quiero que me esposen desnudo.
Ella pone los ojos en blanco.
—Lo que sea, pero hazlo rápido. Tengo mejores cosas que hacer con mi
tiempo.
Está bien…
Me pongo la ropa de un salto, me pongo las esposas y me quedo quieto
mientras Joy frota crema de afeitar en mi mandíbula. Mis ojos se mueven
inconscientemente hacia la parte posterior de la habitación. El oficial
todavía está allí. Observándome.
Siempre observando.
—¿Quién es ese tipo? —le pregunto a Joy, con los ojos clavados en el
hijo de puta tatuado. Sus iris son tan jodidamente oscuros que no se sabe
dónde terminan y dónde comienzan las pupilas. Es preocupante.
—Deja de hablar, recluso —gruñe Joy, arrastrando la navaja por la
curva de mi barbilla—. A menos que quieras que te corte accidentalmente
la arteria carótida.
El nudo en mi garganta se mueve cuando trago, pero ella sigue adelante
afeitándome los estúpidos pelos irregulares aspirantes a barba hasta que mi
cara queda agradable y suave de nuevo. Y mis ojos se quedan en el tipo
grande en la esquina, observándolo mientras él me observa a mí, todo el
tiempo preguntándome qué diablos quiere.
Realmente preferiría no tener ninguna atención sobre mí,
especialmente no de los enormes guardias aterradores a los que les gusta
agitar Glocks. Me encantaría darle un puñetazo en la puta cara, pero estoy
seguro que no funcionaría bien para mí, como tomar represalias contra Velle
104
no lo hizo.
—Listo, 101 —dice Joy, secándome la cara con una toalla—. Mucho
mejor. —Sonríe y me tomo un momento para admirar sus dientes blancos.
—Gracias. —Me alejo, pero ella me agarra del brazo.
—Escucha, recluso. Solo diré esto una vez. —Comienza, dándome una
mirada intensa con sus ojos marrones—. Eres nuevo, así que aún no lo
sabes, pero con suerte lo estás averiguando... No quieres enfrentarte cara a
cara con Velle. Sé que aceptar tu destino aquí es una píldora difícil de tragar,
pero tienes que tragártela. Solo puedo mantenerlo a raya hasta cierto punto.
John Chevelle tiene una correa larga aquí, y aun así le encanta liberarse de
ella. —Hace una pausa para dejar que sus palabras se asienten, cosa que
hacen—. Solo sé cuidadoso.
Realmente no puedo formular una respuesta en este momento, así que
simplemente asiento, a lo que ella asiente a cambio, luego me agarra y me
arrastra fuera de las duchas. Mi cabeza se vuelve al salir, buscando al
imbécil tatuado, pero se ha ido.

No puedo dormir. Hay demasiado ruido en mi cabeza y en las celdas de


alrededor. No tengo idea de lo que está pasando en este lugar, pero no lo
recuerdo tan ruidoso. O tal vez simplemente me acostumbré al silencio de
aislamiento.
Levantándome, lentamente, para no despertar a Luthor, aunque es
poco probable ya que puedo oírlo roncar, voy al centro de la habitación y
hago flexiones. Hago unas cincuenta antes de tomar un descanso para
estirarme de rodillas. Cuando levanto la cabeza, salto tan fuerte que casi me
caigo hacia atrás.
Es el guardia. Está jodidamente parado ahí, fuera de mi celda,
mirándome fijamente. De nuevo.
—Maldito acosador —murmuro con incredulidad, y mi corazón
martillea detrás de mis costillas.
Su cabeza se ladea hacia un lado, pero no dice nada. Me levanto
lentamente y lo miro, preguntándome qué diablos quiere, o cómo puedo
deshacerme de él. Mis ojos se posan en el nombre en su placa.
—Kemper. —Entrelazo mis dedos mientras estiro mis brazos sobre mi 105
cabeza—. Es bueno finalmente ponerle un nombre a la cara de un mirón.
Le arqueo una ceja, sintiéndome bastante orgulloso de mi comentario
inteligente. Hasta que me doy cuenta que sus ojos están en mis
abdominales. O mejor dicho, mis abdominales inferiores, expuestos por mi
camiseta, que está levantándose mientras me estiro. Dejo caer mis brazos
rápidamente.
Arrastra sus ojos hacia los míos.
—¿Te gustó tu regalo?
Me congelo. El cepillo de dientes. Fue él.
—No te pedí que me dieras eso —digo, incapaz de pensar en nada
inteligente en respuesta. Ojalá pudiera decir que no lo había abierto, o tal
vez tirárselo de vuelta en la cara. Pero la cosa es como mi posesión más
preciada en este momento.
—No es necesario que me pidas nada, Luscious 16 —ruge, la mirada
cortándome como malditas navajas—. Te lo daré de todos modos.
Sus ojos oscuros se iluminan con diversión, aunque no sonríe ni
siquiera apenas. Antes de que pueda responder, se da vuelta y se aleja
pisando fuerte, y sus ruidosos pasos resuenan por el pasillo.
Mis manos se cierran a mis costados, y la ira burbujea dentro de mí.
Esto es una jodida y completa mierda.
No quiero que este hijo de puta me preste atención. No lo quiero
apareciendo por todas partes, observándome constantemente. No quiero
que me dé cosas... Y ciertamente no quiero mensajes espeluznantes y
crípticos de él.
Necesitaré recordar preguntarle a Luthor sobre este tipo mañana. Para
ver cuán peligroso es realmente.
Estoy tenso después de esa interacción, y termino acostado en la cama
mirando a la parte de abajo del colchón de Luthor durante horas hasta que
mis párpados finalmente caen.
Solo unas horas más tarde nos despertamos para el desayuno, por el
que estoy muy emocionado. Me muero de hambre y no me importa lo terrible
que sea la comida. En este punto creo que comería comida para perros.
Para mi sorpresa, nos dan gofres Eggo 17 y tocino para microondas, que
según Luthor son manjares en la Penitenciaria de Alabastro. Los gofres
obviamente han sido quemados en el congelador hasta morir porque están
deformados y duros como rocas. Y, por supuesto, no hay jarabe ni nada.
106

16 Luscious: dulce, sabroso, apetitoso, delicioso.


17 Eggo: marca de gofres congelados.
Pero aun así, son jodidamente deliciosos. Como dos y cuatro tiras de tocino
marchitas, ya que Ren no está por ninguna parte y hay una bandeja extra.
Sería un poco incómodo mirar a Kang sin recordar cómo estaba
embistiendo a Ren la última vez que lo vi, pero afortunadamente mi hambre
me distrae, haciendo que me importe un carajo. Eso y que ha despertado mi
interés cuando me cuenta cómo él y Joy entrenan juntos en el sótano.
—Es como la única recreación que tenemos —explica desde el otro lado
de la mesa de la cafetería mientras básicamente inhalo las migajas que
quedan de mi desayuno—. Joy a veces me deja llevar a la gente con nosotros,
así que me aseguraré de que vengas.
Asiento.
—Gracias. ¿Por qué puedes entrenar con ella?
—Los dos somos coreanos. —Se encoge de hombros—. Supongo que
eso significa que tenemos algo en común. Además, necesita un compañero
de entrenamiento y el resto de los chicos no entienden una cosita llamada
forma —se burla y niega con la cabeza, lo que hace reír a Luthor.
Unos minutos más tarde, los guardias irrumpen y comienzan a
reunirnos para regresar. Joy viene a buscarnos a Luthor y a mí, pero Rook
entra y me agarra del brazo. Ella le lanza una mirada, y yo también, pero él
la ignora, sacándome de la cafetería antes que a los demás.
—¿A dónde vamos? —No puedo ocultar la aprensión en mi voz.
—No te preocupes por eso —gruñe, pero estoy preocupado y pongo el
freno, patinando hasta detenerme hasta que tiene que arrastrarme—.
Vamos, recluso. No es nada serio, solo camina.
Me trago los nervios mientras me lleva a través de algunas puertas,
terminando en una habitación que parece que se supone que es una especie
de consultorio de un médico. Hay una silla de examen en el medio de la
lúgubre habitación con grilletes adjuntos. El miedo sube por mi garganta
hasta que veo a Ren salir de la esquina. Ahora estoy suficientemente
confundido.
—¿Qué diablos es esto? —Mi cabeza se balancea entre Ren y Rook.
—Estoy bien. Gracias. —Ren asiente a Rook, quien me empuja más
hacia la habitación.
107
—Tienes diez minutos —agrega, luego sale de la habitación, cerrando
la puerta de un golpe en mi cara.
Mi cabeza gira lentamente hacia Ren.
—¿Por qué estoy aquí? —Miro alrededor de la habitación incompleta—
. ¿Qué diablos es este lugar?
Ren se encoge de hombros.
—Es una habitación vacía al azar. Solo necesitaba un lugar privado
para hablar contigo un segundo.
—¿Hablar de qué? —Retrocedo un poco, pero él se acerca.
—Sobre tu compañero de celda. —Suspira, y entrecierro los ojos.
—Cierto. Tú y Luthor... Tienen algo, ¿eh? Es bastante difícil perdérselo.
—Mira, esa es la cosa. —Aprieta la parte de atrás de su cuello, mirando
al suelo—. Casi teníamos algo. Pero entonces... la jodí un poco. Es una larga
historia, pero es por eso que necesito un favor tuyo.
—Bueno, no creo que te deba nada. —Cruzo los brazos sobre mi
pecho—. Ya conseguí un cepillo de dientes por mi cuenta. No, gracias a ti.
Él resopla una risa.
—Amigo, desapareciste. No estaba seguro si todavía estabas con
nosotros. —Sus ojos brillan hacia mí y entiendo el significado de sus
palabras.
—No hay nada que pueda hacer para ayudarte, Ren. —Mi barbilla se
inclina—. Si la jodiste con Luthor, tendrás que descubrir cómo solucionarlo
tú mismo.
—Dascha. —Da otro paso más cerca—. Luthor es muy… complejo. Él
no es como el resto de nosotros. Definitivamente no como yo. Y eso me
encanta. Pero es difícil para mí ser yo mismo y tratar de retenerlo. Él es... —
Ren deja de hablar y suelta un aliento sólido—. Él es mío. Simplemente no
lo sabe todavía.
No puedo hacer nada más que parpadear hacia él. Realmente no sé qué
tiene que ver esto conmigo.
—Todo lo que quiero es acercarme a él, pero no me deja. Él no funciona
de esa manera. Así que, en cambio, tengo que acercarme a él a través de
otra persona. —Se acerca a mí, y retrocedo hacia la silla, tropezando hasta
quedar sentado en la maldita cosa.
—¿De qué carajo estás hablando? —Intento levantarme, pero él se
inclina sobre mí, agarrando los brazos a ambos lados de la silla, 108
encerrándome.
—Necesito que seas como un representante. —Se acerca a mi cara
hasta que me aparto.
—No me gustan los tipos. —Trato de ponerme de pie una vez más, pero
él coloca una mano sobre mi pecho y me empuja hacia abajo.
—Lo sé, lo sé —dice casualmente—. Pero todo el mundo tiene
necesidades, Dascha. Puedo chuparte la polla tan bien que te quedarás
bizco durante unos minutos. —Tira de su labio inferior con los dientes, y no
puedo evitar que mis ojos caigan hacia él—. Fingiré que eres Lex y tú puedes
fingir que soy una chica de casa. ¿Alguna vez te ha tragado la polla un tipo?
Su ceja oscura se arquea y le doy una mirada como si estuviera loco.
—No he estado aquí el tiempo suficiente para estar tan desesperado.
—Sí, bueno, no se trata de desesperación, cariño. —Sostiene su gran
cuerpo sobre el mío—. Nunca vas a salir de aquí. Bien podrías tener un poco
de entretenimiento en el corredor de la muerte.
Hago una pausa por un momento, mirándolo boquiabierto. Sus ojos
azules son brillantes en la tenue iluminación de la habitación, su barba
oscura recubre su mandíbula angulosa.
Mi pecho se siente apretado, como si él estuviera jodidamente sentado
encima.
—No entiendo cómo chuparme la polla te ayudará con Luthor —
murmuro.
Su mano cae a mi muslo, y el dedo índice recorre una línea hasta mi
ingle. Mi estómago se revuelve en protesta y agarro su mano con fuerza para
detenerlo.
Sus pupilas se dilatan visiblemente.
—Te lo dije, tengo que fingir. Puedes volver a tu celda y contarle a Lex
lo que pasó. Puede que esté enojado, pero en el fondo le gustará.
—No voy a decirle una mierda. —Niego con la cabeza.
—Entonces no lo hagas. —Se encoge de hombros—. Él lo descubrirá,
de todos modos.
—Esto suena como un maldito plan estúpido —me burlo—. Creo que
eres gay como la mierda y estás desesperado por tragar una polla.
Su hombro se levanta de nuevo.
109
—¿Y? ¿Cómo es eso un problema para ti? Consigues bajar por mi
garganta y yo obtengo lo que quiero también. Ganar, ganar.
Mi mente está dando vueltas por la falta de sentido que tiene todo esto
cuando su mano se mueve hacia mis pantalones, tirando del cordón hasta
que lo desata. Le doy una mirada mordaz que no hace nada para intimidarlo,
porque él procede a tirar de la cintura de mis pantalones. Y por alguna
maldita y estúpida razón, no lo detengo.
Sin embargo, tampoco lo ayudo. No levanto mi trasero para que él
pueda conseguir bajarlos, me quedo ahí sentado, sólido e inseguro por todo
esto. No tengo idea de lo que está sucediendo, pero estoy congelado y parece
que no puedo detenerlo.
Ren me baja los pantalones lo suficiente como para sacar mi polla,
apretándola en su mano mientras acaricia todo el camino hacia arriba. No
está dura, pero se está llenando rápidamente, lo cual es jodidamente
ridículo. Siempre puedo confiar en mis erecciones para traicionarme en
situaciones incómodas.
Cierro los ojos de golpe, imaginando que una chica sexy está
palmeando mi polla, y luego mis bolas.
—Tienes una buena polla —susurra Ren, y lo miro.
Gruño:
—No hables, maldición. —A lo que él se ríe, lo que me molesta como la
mierda.
—Lo siento —susurra, y sin perder el tiempo sella sus labios sobre la
cabeza de mi polla.
Siseo, cerrando los ojos de nuevo. No sé qué diablos estoy haciendo o
por qué lo estoy haciendo, pero no puedo decir que no se siente bien.
Supongo que ese siempre ha sido el problema conmigo. El sexo se siente tan
distante, que nunca sé realmente qué me va a gustar. Apenas estoy
conectado conmigo mismo mientras está sucediendo, mucho menos con la
otra parte. Parece como que disfruto de todo, siempre y cuando sea
diferente. No tengo control sobre mi deseo sexual, y aparentemente incluso
menos control sobre mi sexualidad.
Todo lo que sé es que no me atrae este tipo, pero su boca se siente
jodidamente bien, ya que se desliza hacia arriba y hacia abajo por mi
longitud. Sigo fingiendo que es la boca de una chica, y funciona bastante
bien con los ojos cerrados. La lengua recubre el envés, con los dientes 110
envainados detrás de los labios. Caliente, húmedo, con unos deliciosos
ruidos de succión.
Mi polla está sólida como una roca en cuestión de segundos mientras
me follo la boca que se me ofrece, queriendo estirar la mano y agarrar la
cabeza, pero refrenándome, ya que sé que sentiré el cabello corto de un tipo
y eso sin duda me sacará del trance.
Las respiraciones se escapan entre la succión y se sienten fantásticas.
Unos dedos tiran de mis bolas mientras mi polla empuja la parte posterior
de la garganta. Se mueve más y más profundo, sacándome un gemido. Luego
uno aún más fuerte cuando siento que la garganta se aprieta alrededor de
mi eje al tragar.
—Dios, maldición... —Me tapo los ojos con las manos, por si acaso—.
Chupa mi puta polla.
Un suave murmullo de aprobación me sale de la boca y no lo odio. No
importa. Mi polla está siendo propiedad de esta boca. Es tan jodidamente
bueno... La lengua, masajeando, girando alrededor de mi cabeza, la
lubricación de la saliva, la succión. Dios, la succión es tan buena.
Odio a dónde van mis pensamientos, pero no puedo dejar de pensar en
cómo él tenía razón... Es realmente bueno.
—Vuelve a tragarme la polla —le exijo, y él lo hace, llevándola hasta el
fondo, y ahogándose con ella. Se siente jodidamente fenomenal. Mi cuerpo
está caliente por todas partes—. Dios, maldita sea…
Sorbiendo y chupando y follando con la boca, mis bolas se hinchan y
puedo sentir que el orgasmo ya se avecina. Y la idea de correrme en lo
profundo de la garganta de este tipo me ha desatado.
—¿Quieres beber mi semen? —Jadeo, follando su cara mientras mis
ojos se abren, contra mi voluntad, pero lo hacen. Y miro hacia abajo para
verlo tomar cada centímetro de mí y amándolo.
Gime alrededor de mi polla, y las vibraciones me hacen sentir un
cosquilleo. Sé que estoy a punto de estallar, y se sentirá tan jodidamente
bien.
Los sonidos de él succionándome la vida resuenan en la pequeña
habitación, y hace que todo sea más caliente. Está jodidamente mal... no
quiero esto, y se supone que no debemos estar haciéndolo.
Pero mi polla está enterrada en una garganta apretada y estoy a punto
de correrme, fuerte. 111
—Maldición, sí... —Agarro la parte de atrás de su cuello mientras mi
polla pulsa.
Justo cuando estoy alcanzando la euforia, la puerta se abre.
Mi cabeza gira a la izquierda, y mis ojos se encuentran con la mirada
impenetrablemente oscura del oficial Kemper. Mi acosador.
Imagínate.
Pero me voy a correr, y no hay forma de detenerlo.
Mi cabeza cae hacia atrás, con los ojos clavados en el guardia mientras
me fulmina con la mirada, observando mi polla siendo tragada por la
garganta profunda de Ren, y chorros de mi semen llenan su boca mientras
lo traga todo.
La mandíbula del oficial Kemper se aprieta visiblemente mientras me
dispara llamas de rabia, y yo solo jadeo a través de mi clímax con Ren
tarareando en mi polla, chupando, chupando y chupando hasta que
literalmente no queda nada.
Me muerdo el labio, con la cara tan enrojecida que puedo sentirla. No
tengo idea de qué hacer. No sé por qué está aquí, aparte de que me está
acechando, y ahora parece como si quisiera matarme o a Ren. O a los dos.
Finalmente Ren aparta sus labios de mí y suspira, como si estuviera
agotado. Como si él mismo acabara de correrse.
—Maldición, Lex... —lloriquea, y lo miro boquiabierto. Pero a él no le
importa, y no me mira. Simplemente se desploma en el suelo a mis pies, en
su propio aturdimiento. Es jodidamente loco que realmente se estuviera
imaginando a Luthor todo el tiempo.
Creo que me estaba imaginando a otra persona, aunque no era nadie
en específico. Supongo que no puedo relacionarme con lo que está
sintiendo...
Solo me corro. Solo, incluso cuando estoy con otra persona.
Mi pecho se aprieta y miro hacia la puerta, hacia mi loco guardia
acosador. Pero él no está ahí. La puerta está cerrada.
Estrechando mi mirada hacia ella, todo se siente un poco borroso. Ren
tira de mis pantalones de nuevo y se para, guiñándome un ojo.
—Gracias, Dascha. —Sonríe, golpeando la puerta una vez—. Eso fue
divertido.
112
10
Dash
iiii iiii iii
13 días dentro.

R
ook me acompaña de regreso a mi celda en silencio. No es
que esperaba que charlara conmigo, pero estoy en mi cabeza,
y no en un lugar para hablar en este momento, de todas
formas.
Cuando llego allí, Luthor ya está dentro, acostado en su litera. Me mira
cuando entro, y una intensa ola de culpa me invade. No tiene sentido. No le
pedí a Ren que me chupara la polla. Se me vino encima diciéndome que era
su forma de sentirse cerca de Luthor, aunque ahora que estoy pensándolo
en voz alta después del hecho, tiene aún menos sentido.
Luthor me lanza una mirada mientras me trago mi vergüenza. Me
siento terrible incluso aunque, según Luthor, él y Ren no son nada. No sé
por qué me importaría... O por qué lo haría él. Además, no me gustan los
tipos en absoluto. Tuve que fingir que era una chica para que me gustara.
Creo. Realmente no lo sé... Tengo la cabeza confundida al respecto
ahora.
—¿A dónde te llevaron? —pregunta Luthor, no tan inquisitivo, como si
estuviera esperando algo. Como si ya supiera dónde estaba.
Considero brevemente mentir, pero luego decido que no vale la pena el 113
esfuerzo. Si él se va a enojar por esto, preferiría saberlo ahora, en lugar de
lidiar con las secuelas de que la verdad se descubra más tarde.
—Ren me arrinconó en una habitación vacía. —La respuesta me irrita.
Mis ojos se sienten más abiertos de lo habitual.
Luthor se sienta.
—¿Sí? ¿Qué dijo…?
—No se trató realmente de lo que dijo. —Me estremezco—. Él uh...
¿supongo que le gustas?
Luthor se ríe y niega con la cabeza.
—Sí. Tiene formas extrañas de demostrarlo. Te dije que las líneas se
vuelven borrosas aquí, hombre.
Pongo mis manos a los costados.
—No soy gay. Esto es simplemente... raro para mí. Yo no... —Niego con
la cabeza, sin saber realmente lo que estoy tratando de decir. De repente
estoy agotado.
—Sí, yo tampoco —dice, y le doy una mirada, a la que se ríe—. No,
realmente no lo soy. De hecho, nunca he... —Se calla y sacude la cabeza—.
No te preocupes. No importa. Siento que Ren te atacara de esa manera, pero
te dije que tuvieras cuidado con él. Le encanta joder con la gente y no puedes
confiar en él.
—Él no estaría exactamente alto en mi lista de personas en las que
confiar. —Me dejo caer sobre mi cama antes de acostarme y sentir que
Luthor hace lo mismo encima de mí—. No confiaría en nadie aquí. Excepto
tal vez tú.
—Oh, me siento halagado —bromea, y me burlo—. Oye, quería
preguntarte… Cuando estabas en aislamiento, ¿viste a O'Malley en alguna
parte? Es un irlandés, pálido, de cabello negro...
—No vi a nadie, en verdad. Aparte de los guardias, la única persona
que con quien hablé fue Darcey.
—¿Hablaste con Darcey? —Luthor parece sorprendido.
—Sí. Estaba al otro lado de mi muro. —Hago una pausa,
preguntándome brevemente si Darcey está bien. El tipo se dedica a esculpir
gente. Estoy seguro que se las está arreglando—. Honestamente, no pude
ver mucho mientras estuve allí. Sé que había otras celdas, pero no escuché
ni vi a nadie más. 114
—Mierda... —murmura Luthor, y eso me pone nervioso. Espero que
este chico O'Malley también esté bien.
No estoy seguro de por qué me importa, pero la repentina sensación de
camaradería es difícil de ignorar.
Mirando el fondo del colchón de Luthor, me pierdo en mis
pensamientos. No he estado en la Penitenciaria de Alabastro por mucho
tiempo y ya apenas puedo recordar cómo era la vida en el exterior. Este lugar
tiene una forma de poseerte. Supongo que por eso es tan horrible... Peor que
una prisión normal, porque no hay nada que hacer más que la mierda jodida
hacia la que te llevan.
Sin libros, sin televisión, sin actividades recreativas. Quiero decir,
maldición... puedo ver la necesidad de encontrar distracciones en cualquier
cosa.
—Dash... —canta la voz de Luthor.
—¿Sí?
—¿Cómo se sintió... con Ren? —Su tono está plagado de vacilación,
pero aun así puedo escuchar la curiosidad, clara como el día.
—Amigo, yo no...
—Solo quiero decir, ¿se sintió como si realmente le gustara? —Suena
tan esperanzado, me sentiría inclinado a darle la respuesta que obviamente
quiere, incluso si no fuera la verdad. La cual es.
—Sí... —susurro, parpadeando con fuerza para borrar la imagen de Ren
aspirando mi polla entre sus labios—. Pero no por mí.
—¿Qué quieres decir?
Hago una pausa por un momento antes de responder:
—Dijo tu nombre.
Lo escucho respirar fuerte.
—Por lo general lo hace...
—No sé qué está pasando con ustedes. —Comienzo, frotando una mano
sobre mi cara—. ¿Pero puedes hacerle saber que no quiero estar en el
medio? Solo estoy tratando de sobrevivir aquí.
—Lo sé, hermano —murmura—. Lo siento.
—No lo hagas. Solo no esperes que vuelva a suceder.
Me doy la vuelta sobre mi estómago y pronto Luthor está roncando. El 115
sonido me arrulla hacia una ondulante tierra de ensueño.
Las voces y los rostros brillan y se retuercen.
Se transforman uno en otro.
Dascha. Por favor, malysh...
Hazle compañía a mamá. Por favor…
Basta.
Basta.
BASTA.
¡Por favor, no me hagas daño! ¡Solo suéltame!
Un grito me despierta y salto en la cama. Me duele la cabeza, y se siente
pesada como si estuviera llena de cemento. Mis ojos luchan por abrirse, y
una dureza familiar debajo de mi colchón me provoca un aumento del
pánico.
Mis ojos intentan adaptarse, pero está oscuro alrededor de mí. Cuando
finalmente los froto y los abro completamente, todo lo que veo es la luz que
se filtra desde una pequeña ventana y una grieta aún más pequeña...
No.
—No. —Jadeo, rodando sobre el suelo helado.
No estoy en mi litera. Estoy sobre un cubre colchón en el maldito piso
de cemento.
Mi respiración se vuelve irregular mientras miro alrededor de mí, a la
celda lúgubre y sucia mucho más pequeña que en la que me quedé dormido.
—¡¿Qué diablos?! —La confusión estalla en mi mente.
Estoy jodidamente en aislamiento de nuevo. ¡¿Cómo diablos es esto
posible?!
No me quedé dormido aquí. Salí.
No hay forma... ¿¿Por qué está pasando esto??
Mi mente gira en espiral, dando vueltas y deformándose hasta que
apenas puedo respirar. No puedo decir qué es real y qué ya no lo es.
Acurrucándome en una bola en el suelo, cierro los ojos con fuerza, tratando
de calmar mi mente acelerada, pero no funciona.
Todo está jodidamente frío y húmedo. Cuando abro los ojos, veo el cubo
al otro lado de la habitación y tengo arcadas. ¿¿Por qué??
116
Un grito brota de mi garganta, vibrando en las gruesas paredes. Mi
cabeza está tan pesada que apenas puedo levantarla.
Apoyándola en el suelo y cubriéndola con mis brazos, me balanceo
lentamente para calmarme. Mi frecuencia cardíaca está fuera de control y
necesito controlarla antes de realmente empezar a entrar en pánico. Mi
respiración se acelera desesperadamente.
Lo siguiente que sé es que me estoy despertando de nuevo, mis ojos
parpadean para abrirse. Debo haberme desmayado.
¿Qué demonios…?
Esto es tan confuso. ¿Qué diablos estoy haciendo aquí? ¿Cuándo me
trajeron? ¿Fui drogado? No recuerdo nada.
Finalmente me las arreglo para ponerme de pie, y mis rodillas se
tambalean cuando lo hago. Deambulando hacia la puerta, intento mirar por
la ventana. No puedo ver nada que no sea el pasillo vacío.
—¡Hola! ¡¿Qué diablos está pasando?! ¿¿Por qué estoy aquí?? —grito.
Por supuesto nadie responde.
Pero eso me recuerda...
Corro hacia la pared y la golpeo un par de veces.
—¿¿Darcey?? ¿Estás ahí?
Sin respuesta. Mierda.
Esto es una mierda. Sé que me fui de aquí. Lo recuerdo…
Camino en círculos por la habitación cientos de veces hasta que me
duelen los pies y tengo que dejarme caer de nuevo en el suelo. Temblando,
acerco mi manta andrajosa y me cubro. Esta es la misma habitación... lo sé.
La manta huele igual. Todo está exactamente como estaba cuando me fui.
Y ahora estoy jodidamente de vuelta. Esto es una locura.
Parpadeo hacia el techo por un momento hasta que escucho pasos
pesados acercándose por el pasillo. Casi puedo adivinar quién es.
Y efectivamente, los ojos oscuros aparecen en la ventana. Mi mirada se
estrecha cuando me siento, el cráneo me palpita, pero lo aparto. Miro a la
cara del oficial Kemper en ese pequeño cuadrado; cabello rubio oscuro
despeinado y colgando en sus ojos.
—¿Por qué estoy de vuelta aquí? —le gruño, y la ira llena mis miembros
mientras me pongo de pie.
117
No dice nada, solo me mira fijamente mientras me acerco a la puerta.
La gigante losa de acero bien podía ni siquiera estar allí porque podría
aplastarla para atravesarla y matar a este imbécil.
—¿Tú hiciste esto? —Mi tono está mezclado con una rabia contenida.
Sus ojos permanecen en los míos, aunque todavía no responde. Es
jodidamente exasperante—. ¡¿Me pusiste de vuelta aquí, jodido psicópata?!
Mi voz sube varias muescas en la palabra jodido, hasta que el gran
imbécil descubre los dientes.
—Hiciste tu cama, recuso —gruñe—. Lástima que hayas elegido mal la
compañía para meterte en ella.
Mi boca se abre, pero antes de que pueda replicar, se da la vuelta, y se
va hecho una furia.
—¡Oye! ¡Vuelve aquí y déjame salir, maldito pedazo de basura! —ruge
mi voz por el lugar, pero sé que hace mucho que se fue.
Dejo escapar un bramido y golpeo la puerta cien veces, sabiendo muy
bien que nadie está escuchando.

Creo que han pasado tres días. Intento llevar la cuenta, pero es difícil
sin ventanas o cualquier cosa, especialmente cuando tu alma se está
deteriorando lentamente con cada segundo que pasa. Por lo general, la luz
es la mejor manera de realizar un seguimiento, pero aquí abajo no hay nada.
Solo los mismos tonos fluorescentes que vienen del pasillo fuera de mi
puerta.
Ayer recibí una botella de agua y algo de comida. Medio sándwich de
mortadela que me hizo vomitar diez minutos después de comerlo. Aunque
la manzana estaba buena, gracias a Dios.
Pasé un montón de horas tratando de averiguar qué hice para aterrizar
de nuevo aquí, pero me di por vencido porque me estaba volviendo loco.
Pensar que ese gran imbécil podría haberme drogado y traído aquí porque
vio a Ren chupándome la polla hace que una furia cegadora recorra mis
extremidades. Si cree que tiene algún tipo de reclamo retorcido sobre mí,
necesita que le revisen el cráneo. Me importa un carajo ese tipo, y si alguna
vez comete el error de entrar en esta celda conmigo de nuevo, no me
detendré hasta romper su maldita mandíbula. No me importa si me matan. 118
La depresión aparece después de un tiempo y me cuesta moverme.
Segundos, minutos, horas, días. Todos están conectados y ninguno tiene
sentido. No tengo ningún concepto de lo que está sucediendo en ningún otro
lugar que no sea dentro de esta pequeña celda que huele a moho y orina.
Lo siguiente que me despierta es el sonido de la puerta al abrirse. Estoy
listo para lanzarme, pero antes de que pueda, una manzana rueda por el
suelo, golpeando mi pie. Entonces la puerta se cierra de golpe.
—¡Maldita sea, maldita escoria! —Trato de gritar, pero mi voz es toda
rasposa—. ¡Regresa aquí!
Estoy demasiado cansado para respaldar mis amenazas vacías con
cualquier acción, así que solo tomo la manzana y me la como con rabia
mientras escucho las fuertes pisadas.
Al día siguiente me las arreglo para levantarme y canto para mantener
mi mente firme. Estoy deambulando por el perímetro de la celda cuando
escucho pasos de nuevo. Eso es todo.
Me arrastro hacia la derecha de la puerta, esperando que la abra y
pueda tirarme de cabeza, o sobre él, antes de que sepa lo que está
sucediendo. Desafortunadamente, él simplemente mira a través de la
ventana, directamente hacia mí, como si ya supiera lo que iba a intentar.
Hace un gesto con la cabeza hacia la parte de atrás de la celda.
—Contra la pared, recluso.
—No —digo con voz ronca. Y pone los ojos en blanco.
Voy a apuñalar a este tarado.
—Ahora, recluso, o no te gustará lo que suceda incluso más de lo que
ya lo vas a odiar.
No puedo evitar tragarme el nudo que aparece en mi garganta, de mala
gana me muevo hacia la pared del fondo para estar de pie con mi espalda
contra ella.
Sus llaves tintinean en la puerta cuando la abre antes de entrar. Lo
fulmino con la mirada con todo el odio que tengo disponible, pero, por
supuesto, no se ve afectado. Estoy seguro que es fácil sentirse seguro
cuando eres tan grande. Y tienes las putas armas colgando de tu cintura.
Él está a unos dos metros de mí y yo solo sostengo la pared, sabiendo
que no estoy en mi momento más fuerte, y luchar contra este idiota
probablemente no saldrá bien. Pero necesito hacer algo. 119
Me está haciendo la vida imposible y ni siquiera sé por qué.
—¿Qué quieres decirme, 101? —dice con tono aburrido. Como si yo
estuviera incomodándolo a él.
—Eres un idiota enfermo —escupo, con la mandíbula apretada con
animosidad acumulada—. Me pusiste aquí por... por lo que viste. —No quise
hacer una pausa en medio de esa declaración. Solo sucedió.
—¿Y por qué piensas eso? —Levanta una ceja tranquilamente,
cruzando los enormes brazos sobre un pecho aún más grande.
—Como que lo dijiste —resoplo—. Me importa una mierda, eso no
importa. Déjame salir. Ya hiciste tu punto.
Me mira especulativamente, dando un paso adelante.
—¿Y qué sentido tiene eso, Luscious?
—Deja de llamarme así. —Mis manos se cierran a mis costados—.
Maldito maricón.
Se ríe, dando otro paso.
—Tu boca es tan viciosa. Es extraño que eso también sea tan tentador...
Una oleada de confianza me recorre con el deseo de estrujarle el cuello
a este hijo de puta espeluznante. Me enderezo y me inclino hacia adelante.
—Oh, entonces eso es lo que es esto. —Mis ojos se entrecierran—.
¿Desearías que fuera tu boca…? ¿En lugar de la de Ren? —Su mandíbula
hace tic visiblemente—. ¿O me querías, deseando que estuviera de rodillas?
Sus ojos permanecen oscuros, su rostro no se ve afectado mientras se
acerca. El miedo me agarra desde dentro, pero me obligo a no mostrarlo,
aunque las manos me tiemblan un poco. Este tipo es mucho más grande
que yo. Podría intentar atacarlo, pero sé que me dará una paliza.
Mientras estoy sopesando mis opciones, se acerca a mí, usando sus
cinco o siete centímetros de altura sobre mí para intentar hacerme
retroceder. Pero no lo hago.
—La cagaste, recluso —murmura, y su aliento golpea mi cara. Es
mentolado, cosa que me confunde—. Y ahora es momento de corregirte.
—¿Corregirme? —me burlo—. ¿Qué significa eso? ¿Qué vas a hacer,
golpearme?
—Mm-mm. —Niega con la cabeza lentamente, y sus ojos caen a mis
labios—. De rodillas, 101. Vamos a poner a trabajar esa irresistible boca
120
tuya.
¿Qué…?
—¿Qué carajo? —Me ahogo—. De ninguna jodida manera, maricón.
Vete a la mierda con esa mierda.
Sus labios se arquean.
—Tengo formas de hacerte cooperar, recluso.
Mis músculos se ponen rígidos en protesta por lo que sugiere. Sé que
está armado, pero también sé que no hay forma de que su Glock esté
amartillada. Podría darle un rodillazo como lo hice con Velle.
Creo que percibe a dónde van mis pensamientos porque desata una
sonrisa, una que es más brillante de lo que me gustaría registrar. No me
gusta lo que está pasando…
Acerca su rostro al mío y yo retrocedo instintivamente.
—Vete a la mierda, psicópata —siseo—. Acércate a mí y te arrancaré la
polla.
Él deja escapar una risita.
—No creo que lo hagas...
—¿Quieres probar esa teoría, idiota?
Mi adrenalina está subiendo cien muescas, y todo mi cuerpo vibra en
preparación para hacer mi movimiento. No puedo leer bien a este tipo, así
que podría tener que arremeter contra él y atacar.
Pero antes de que pueda, se encoge de hombros y susurra:
—Es tu elección, recluso.
Da un paso atrás y veo mi apertura. Sin embargo, lo que no veo es su
mano izquierda alcanzando su pistolera.
Lo siguiente que sé es que está llevando su Taser hacia mi cuello.
Y un fuerte hormigueo recorre mi cuerpo, quemando y sacudiendo mis
músculos.
Sucede tan rápido que caigo de rodillas, sin control alguno.
Mi cuerpo chisporrotea y se tensa, una y otra vez en tan rápida
sucesión, que es como si cientos de voltios fluyeran por mis venas a la vez.
Incluso después que el Taser ha dejado mi carne, todavía está dando
vueltas, nadando sobre mí. Suelto un ruido de impotencia, y mi cuerpo se
desploma hacia adelante, mi cabeza descansando en sus muslos, 121
completamente sin quererlo.
Mi mente está en blanco durante varios generosos segundos y no puedo
pensar en nada. Todo es una estática silenciosa, una pequeña sensación de
paz que me calienta desde adentro hacia afuera.
Hasta que escucho su voz gruñona por encima de mi cabeza.
—Eso está mejor, Luscious. ¿Ves? Eso no estuvo tan mal, ¿verdad?
Toma mi barbilla entre sus dedos y levanta mi rostro para que pueda
verlo. Mi boca sabe a cobre, y la saliva se acumula debajo de mi lengua.
—Ahora, abre o recibirás más. No quieres eso, ¿verdad? —Levanta las
cejas como si quisiera que le conteste, pero no hay forma de que pudiera
producir palabras ahora mismo.
Simplemente balbuceo y muevo un poco la cabeza, porque no. No, no
quiero nunca más. No más electricidad, por favor.
Ese fue un dolor como ningún otro. No sabía que los voltios pudieran
dominar a una persona con tanta eficacia. Quiero decir, lo he visto antes,
obviamente, pero verlo y sentirlo son dos cosas muy diferentes.
—Abre la boca —exige el oficial Kemper. Mi mente gradualmente se
acelera de nuevo al tiempo real a medida que comprendo lo que quiere.
Quiere meterme la polla en la boca. No puede suceder eso. De ninguna
jodida manera…
Niego con la cabeza, levemente incoherente y aún incapaz de hablar o
moverme.
—Haz lo que se te dice, recluso —gruñe, la impaciencia cubre su tono
mientras sus dedos tiran de mi mandíbula, y mi boca se abre fácilmente
para él. Quiero tanto cerrarla, pero no está funcionando.
Gimo con la boca abierta un poco.
Claramente no está satisfecho, porque gruñe:
—Más amplio.
No hago ningún movimiento para hacer nada, así que me agarra la
mandíbula con más fuerza con sus dedos gigantes, tirando de ella hasta que
está casi tan abierta como puede. Mi mandíbula está tensa por el impacto,
y es difícil abrirla. Eso y que me estoy tratando de resistir. Realmente lo
estoy intentando.
No quiero esto. No puedo dejar que haga esto.
122
Sostiene mi cara con fuerza entre sus dedos mientras su mano
izquierda trabaja en su cinturón, y luego su cremallera. Mi mente registra
lo que está pasando, y por dentro intento como el infierno luchar, pero mi
cuerpo no reacciona. No tengo control sobre mis músculos. Apenas me
puedo mantener erguido de rodillas, por eso me sostiene, descansando mi
peso corporal en sus piernas.
El miedo y el pánico pican mi mente cuando lo veo sacar su polla dura
de los pantalones. Es jodidamente enorme y gruesa y cierro los ojos,
forzando mi boca a que se cierre. Funciona durante un segundo hasta que
la vuelve a abrir.
—No pelees conmigo, Luscious. O aumentaré el siguiente golpe —
amenaza, y sus oscuros ojos enojados permanecen en los míos—. ¿Quieres
eso?
Niego con la cabeza lentamente, encogiéndome mientras mi mirada cae
hacia la gran polla frente a mi cara. Me va a lastimar. Simplemente luce
dolorosa.
Sin decir una palabra más, la lleva a mi boca y mete la cabeza. Gruño,
cerrando los ojos con fuerza, ignorando el sabor de la carne que no quiero.
Sabe a sal y jabón cuando la frota a lo largo de mi lengua, metiendo solo los
primeros centímetros en mi boca abierta.
Su gran mano se envuelve alrededor de la parte posterior de mi cráneo,
recordándome cuando me afeitó la cabeza. Pensé que esa experiencia había
sido la peor, pero ahora esto está sucediendo.
Quiero morirme, maldición.
Manteniendo los ojos cerrados, él usa su otra mano para apretar mi
mandíbula, para que permanezca abierta de par en par, empujando más
profundamente en mi boca.
—Chupa, Luscious, o esto podría volverse mucho más desagradable —
ruge sobre mí.
No quiero nada más desagradable. Esto ya es lo peor posible.
Aceptando mi destino, acepto lo que está sucediendo y lo que necesito
hacer para terminar de una vez. Me imagino que estoy en cualquier lugar
menos aquí, chupando el objeto firme con vacilación. La cabeza es gorda, y
empuja la parte posterior de mi garganta. Me atraganto y él gime.
Por alguna razón, el sonido me hace abrir los ojos y miro hacia arriba.
Sus ojos están cerrados, y se muerde el labio. Creo que le gusta lo que estoy 123
haciendo y en lugar de aprovechar esta oportunidad para morderlo, giro mi
lengua alrededor de su polla.
—Maldición, Luscious —susurra, su voz temblando un poco. El sonido
hace que mi polla se mueva en mis pantalones. Y me enoja como la mierda.
Mis dientes caen un poco sobre su piel y sus ojos se abren de golpe. Él
me dirige una mirada de advertencia, así que decido no protestar y hago lo
que puedo para terminar con esto. Envaino mis dientes detrás de mis labios
y le ofrezco mi boca, aunque no hago nada, porque no quiero. Si él quiere
usar mi boca, lo que sea, pero yo no haré ningún esfuerzo.
Sin embargo, no parece necesitar que lo haga, porque me agarra la
nuca más fuerte y me folla la cara, lento pero áspero. Gruñidos por aire
brotan de mi garganta alrededor de su enorme polla mientras la empuja
cada vez más profundo.
—Mmm... Esos deliciosos labios —gime, y su pulgar acaricia un
pequeño círculo en mi mandíbula—. Por favor chupa, Dash. Por favor…
No tengo idea de lo que hace clic en mi cerebro cuando suplica, pero
algo sucede y me impulsa a hacer lo que quiere, usando mis labios para
chuparle la polla. Es duro, largo y grueso, y me duele la mandíbula. Me
duele y la saliva está goteando por las comisuras de mi boca. Al menos es
un poco de lubricación.
Mi cerebro está aturdido. Realmente no sé dónde estoy... estoy cansado
y hambriento y ni siquiera sé si esto realmente está sucediendo.
Mi mano izquierda se cuela entre mis muslos, rozando mi pene, que
está palpitando.
—Mmf... —El ruido retumba alrededor de su gran polla gorda y él gime
un sonido entrecortado.
Miro hacia arriba y veo su cabeza cayendo hacia la pared.
—Eso se siente tan bien. Chupa más fuerte...
Hago lo que dice, yendo más fuerte y más profundo, con arcadas, pero
deseando que termine. Recuerdo lo que Ren me hizo el otro día y lo hago,
perdiéndome en el ritmo, fingiendo que no soy yo.
Este no soy yo. No estoy haciendo esto.
Estoy en otro lugar... Muy, muy lejos.
Estoy en Tulum, en la playa, bebiendo una bebida gaseosa rosa con
una sombrilla en ella. 124
Kemper mete su polla profundamente en mi garganta y no puedo evitar
tragar sobre ella. Me duele, y las lágrimas brotan de mis ojos mientras me
folla la boca, más áspero y más rápido.
—Dash... —Su voz hace eco mientras va tan profundo que sus bolas
golpean mi barbilla, y más—. Voy a correrme por tu garganta apretada,
bebé.
El terror se apodera de mí. No quiero hacer esto... No quiero que se corra
en mi boca. Intento retroceder, pero él me agarra con más fuerza,
manteniéndome en el lugar.
—Bebe hasta la última gota, recluso —exige, sin aliento—. Mierda...
mierda, mierda, mierda sí...
Y lo siguiente que sé es que un líquido salado y tibio me baja por la
garganta. Intento tragar, pero es espeso y demasiado, demasiado rápido.
Toso y me ahogo con él, haciendo que algo se derrame de mi boca.
Mi propia polla sacude un líquido resbaladizo. Puedo sentirla.
—Dascha... Jesús —gruñe Kemper con la mandíbula apretada.
Después de lo que se siente como una hora de él corriéndose en mi
boca, su polla deja de pulsar y él tira de ella, respirando pesadamente
mientras acaricia mi cabeza.
—Vaya... eres jodidamente perfecto, Luscious —elogia mientras yo
tomo aire en mis pulmones.
Levanto la mano para limpiar el semen sobrante de mi cara, pero él me
detiene.
—Lámelo —ordena en un tono ronco.
Mis ojos se deslizan hacia él desde donde estoy arrodillado en el suelo,
bloqueando su mirada oscura, con las pupilas dilatadas mientras mi lengua
lame el resbalón restante en mis labios. Desliza un poco en mi barbilla con
su dedo y lo mete en mi boca, mirándome con malicia hasta que lo chupo.
—Mmm... Lo hiciste tan bien, 101 —canturrea, ayudándome a ponerme
de pie.
Me tiemblan las rodillas, los músculos de las piernas, el estómago, los
brazos… por todas partes. Mi cabeza está en una bruma silenciosa, y no
puedo hacer nada más que mirarlo, sintiendo la humedad en mis 125
pantalones, pero rezando para que no se dé cuenta.
No quiero que sepa que una parte retorcida de mí disfrutó parte de lo
que acaba de suceder. No sé qué parte... Comenzó como la peor cosa que
jamás me ha pasado, pero mi cuerpo rara vez reacciona de la misma manera
que lo hace mi mente.
No lo entiendo. No quería eso. Odié su polla en mi boca. Odio que
todavía pueda saborearlo en mi lengua y en mi garganta. Su sabor salado
está cubriendo mi boca.
Y ni siquiera tengo mi maldito cepillo de dientes.
—¿Puedo tomar un poco de agua? —Mi voz rechina. Parpadeo, vacío;
amortiguado.
El oficial Kemper sonríe y luego sostiene mi mandíbula suavemente,
rozando mi labio inferior con su pulgar.
—¿Qué dices, recluso?
—Por favor. —La palabra se escapa antes de que pueda procesarla.
—Buen chico —murmura. Sus ojos, miran rápidamente mi colchón en
el suelo—. Ve a descansar un poco. Te traeré agua.
Asiento y tropiezo con mi cama, caigo al suelo y me tumbo. Mis
párpados se cierran incluso antes de que se haya ido. Me duermo antes de
escuchar la cerradura hacer clic.
Cuando mis ojos se vuelven a abrir, me pongo de costado y las primeras
cosas que veo son tres botellas de agua, dos manzanas...
Y un recipiente de plástico lleno de gofres Eggo calientes y tocino.

126
11
Dash
iiii iiii iiii iiii
19 días dentro.

C
uando un guardia al azar me lleva de vuelta a mi celda, no
puedo evitar mirar por encima mi hombro cada dos
segundos.
Estoy nervioso, al borde. Mi paso por aislamiento esta
vez fue más corto que la vez anterior, pero ciertamente aún peor, ya que me
drogaron y me puso allí un loco violador delirante.
Miro detrás de mí de nuevo. No hay nadie.
El guardia tira de la cadena que une mis puños.
—Sigue, recluso. Si te caes, te patearé en la cara.
Ni siquiera me importa su amenaza en este momento. Estoy demasiado
ocupado reproduciendo ayer en mi cabeza, estremeciéndome con los
recuerdos.
Fui abusado. Fue una experiencia terrible. No tomo en serio para nada
la respuesta física que tuvo mi cuerpo, porque eso me pasa. No significa
nada.
Ese gran imbécil me violó de una manera en la que nunca había sido
abusado antes, y siento como si algo dentro de mí se hubiera roto cuando 127
lo hizo. Nunca he sido perfecto. Mi vida siempre ha sido una mancha
empañada de lo que querrías que tu existencia pareciera. Pero aun así...
Esto es diferente.
No me avergüenza admitir que tengo miedo. No quiero volver a ver a
ese tipo y no puedo permitir que me envíen de vuelta a aislamiento. Cuando
estoy ahí abajo, me quedo solo con él. Quedo vulnerable y bajo su control.
No puedo volver. No lo haré.
Caminamos por la larga fila de celdas hacia el final, y los bramidos
revolotean más allá de mi reconocimiento. Sé que todos están gritando
cosas, pero no puedo oír qué están diciendo. Soy un zombie.
—Dascha. —Mi nombre se cuela en mi oído y mi cabeza salta hacia la
derecha, sabiendo quién me está llamando. Ren está sosteniendo los
barrotes de su celda, dándome una mirada. No estoy seguro de lo que
significa, pero no importa.
Su pequeño truco en esa habitación podría haber sido lo que me llevó
a aislamiento esta vez. Ciertamente llamó la atención de mi acosador, y por
eso no tengo nada que decirle a Ren.
Miro al frente y sigo caminando, hasta el final, hasta que llegamos a
Luthor y a mi celda. Me empujan adentro y me quitan las esposas, y tan
pronto como el oficial se va, me dejo caer en mi cama, soltando un largo
suspiro. Siento a Luthor mirándome desde su litera, pero ni siquiera puedo
mirarlo en este momento.
Estoy tan agotado que me siento sin vida.
—Amigo, ¿qué pasó? —pregunta y mis ojos se abren, mirándolo cuando
su cabeza cuelga boca abajo, con preocupación en su rostro—. Me desperté
y no estabas.
—Me drogaron. —Me froto los ojos—. Me desperté en aislamiento.
—¿Por qué? —Jadea, luego parpadea—. No es como si necesitaran una
razón, supongo...
—Creo que es por lo que pasó con Ren —le digo. Luthor luce aturdido—
. El guardia de aislamiento había entrado cuando nosotros... Es un puto
raro, así que creo que eso lo enfureció y ahora estoy en su radar. Está
completamente jodido.
La cabeza de Luthor se inclina hacia un lado, todavía boca abajo.
—¿Qué guar…?
Un golpe lo interrumpe y miramos hacia la puerta de nuestra celda. 128
—¡Muy bien, señoras! Pónganse las bragas —canta Joy mientras abre
las rejas y entra—. Hora de irse.
—¿Ir a dónde? —Me paro, y mi cuerpo irradia tensión. La inquietud
endurece mis músculos hasta que mis dedos se contraen.
—Hora de un recreo —dice mientras Luthor baja de su litera—. Kang
extendió una invitación para ustedes.
—Bien —murmura Luthor, luego me mira—. Créeme, te gustará.
No me atrevo a salir de la celda, tengo miedo de ver al oficial Kemper
en alguna parte donde sea que vayamos. Pero supongo que sería bueno
hacer algo de ejercicio; ejercitar en cualquier lugar que no sea en una celda
diminuta. No estoy seguro de dónde sucede el combate, pero si a Luthor le
parece bien, entonces estoy seguro que estaré bien.
Bueno, tal vez…
Joy solo nos esposa las manos, llevándonos por el pasillo,
deteniéndonos mientras consigue a Kang, y para mi disgusto, a Ren.
Luego camina por un rato, pasando guardias aquí y allá, dándoles no
más que un simple asentimiento. Me sorprende, y no, que ella esté llevando
a cuatro reclusos varones a un lugar no revelado por ella misma, sin
respaldo. Supongo que al menos Velle sabe a dónde va. Además, es de Joy
de quien estamos hablando. Le tengo un poco de miedo. Ella obviamente
puede manejarse sola.
Siento a Ren mirándome mientras atravesamos puerta tras puerta, y
bajamos pasillos y rampas que claramente nos llevan más abajo en el
edificio. Mi quijada se tensa, pero sigo ignorándolo, caminando en silencio.
Finalmente, me da un codazo en el brazo.
—Dash... lo siento.
—¿Por qué? —espeto, mirándolo por el rabillo del ojo.
—Yo no... —Comienza y luego hace una pausa, probablemente para
averiguar cómo responder—. Si lo que pasó tuvo algo que ver con que
volvieras a ser enviado a aislamiento. No tenía idea…
—Sí, bueno, ese guardia que entró es un puto loco, así que para futuras
referencias supongo que mejor te mantienes alejado de mí —murmuro y
pongo los ojos en blanco.
Estoy realmente cansado. Con suerte, cualquier actividad que hagamos
aquí aumentará mi adrenalina o algo así. 129
Ren se queda callado a mi lado, y giro la cabeza para encontrarlo
mirándome boquiabierto. Sus cejas están juntas y me está dando una
mirada. Esa mirada, la que me hace sentir loco.
Deja de mirarme de esa forma.
—Joy, ¿podrías decirnos qué le pasó a O'Malley? —La voz de Luthor
interrumpe mi angustia—. Estamos realmente preocupados por él.
Joy se queda callada por un momento, lo que hace que mis ojos se
dirijan hacia ella. Ella usa una máscara sin emoción, que parece ser un
rasgo característico de todos estos putos oficiales. Aun así, puedo sentir la
tensión saliendo de ella cuando deja de caminar y se enfrenta a Luthor.
—Mira, todo lo que puedo decirte es que no es una situación Freeman
—dice en voz baja—. Él todavía está aquí.
—¿Está en aislamiento? —pregunta Kang, luego todos me miran por
un segundo, ya que aparentemente soy el residente experto en aislamiento.
—No más preguntas, reclusos —ladra Joy, luego se vuelve y nos lleva
a través de otra puerta.
Todos entran antes que yo, y cuando lo hago, mis ojos se abren, y mi
cabeza pivotea hacia adelante y hacia atrás para observar mi entorno.
Estamos en una habitación enorme. La más grande que he visto desde que
estoy aquí.
Las condiciones son tan malas como en el resto del edificio, pero al
menos es abierta de par en par. Tiene aproximadamente el tamaño de una
cancha de baloncesto, lo cual es apropiado ya que tiene dos aros. Hay
algunos equipos de gimnasio contra la pared del fondo, algunas pelotas de
baloncesto y lo que parece un saco de boxeo. Usado como la mierda, pero
aun así.
La esperanza me llena al ver los aros. Disfruto jugando al baloncesto.
Siempre he sido bastante bueno, y solía enseñarles a los niños de mi
vecindario, antes de que papá comenzara a llevarme a trabajos y a
enseñarme el oficio familiar.
Joy y Kang se dirigen directamente a donde está colocada la bolsa, y yo
deambulo alrededor lentamente, mirando mientras se cubren los nudillos.
Joy se saca las botas de combate, y Kang se quita las zapatillas y la camisa.
Joy también se quita la suya, hasta que solo lleva un sujetador deportivo y 130
sus pantalones.
Trago un poco de baba. Su cuerpo es jodidamente apretado, y es lindo
de ver. Mis ojos se mueven hacia Kang, observándolo estirarse. Estoy
intrigado por su sparring. Quiero ver exactamente lo que hacen juntos.
Pero me distrae el sonido de una pelota de baloncesto rebotando en el
cemento. Luthor está driblando, luego pasa el balón a Ren. Ren dribla un
par de veces y luego se lo devuelve. Van y vienen por un momento, antes de
que Luthor despegue, lanzándose hacia el aro más cercano. Ren está sobre
él igual de rápido, sin embargo, y obtiene la pelota en cuestión de segundos,
arremetiendo contra el aro para encestar.
Le levanto la ceja mientras le sonríe a Luthor. Ren es un tipo grande,
no mucho más grande que yo, pero ciertamente está hecho para lo que sea
que esté haciendo.
—¡Dash! —me llama Luthor y salgo de mis pensamientos—. ¡Vamos!
Bloquea a este imbécil por mí.
Ren se ríe.
—En sus sueños, perras.
Mi boca quiere sonreír, pero no permitiré que reaccione ante Ren en
este momento. Todavía estoy enojado con él y desconfío de lo que sea que
esté tratando de hacerle a Luthor. Para ser honesto, Luthor parece un tipo
realmente íntegro. Inteligente, amable, tranquilo y empático. Me siento
protector con él. No ha hecho nada más que ayudarme desde que llegué
aquí, y lo último que quiero es que Ren lo joda.
Es como el hermano que siempre quise, y Ren parece una serpiente.
Corro hacia Luthor y me pasa la pelota. Driblando, me muevo alrededor
de Ren, que está tratando de detenerme, pero no está funcionando. Me
deslizo hacia el otro aro y giro justo a tiempo para disparar. Cae en la red,
aunque en realidad no hay redes en estos aros.
—¡Buen tiro! —Luthor aplaude—. Vaya, me alegro que te hayamos
traído. No soy bueno y Ren siempre me gana.
—Sin embargo, dos contra uno no es exactamente justo —se queja Ren,
tirando de su camisa sobre su cabeza.
Luthor hace lo mismo, así que los sigo. No quiero exactamente sudar
por toda mi única camisa, por la que todavía no me han ofrecido ni un lavado
desde que estoy aquí. 131
—Cállate. No seas un bebé —bromea Luthor con Ren, quien
honestamente solo luce emocionado de que estén pasando tiempo juntos.
Realmente no entiendo por qué no puede actuar como una persona normal
a la que le gusta otra persona, en lugar de jugar todo tipo de juegos.
No es que sea un experto en relaciones. No tengo ni idea de lo que estoy
hablando.
Nos pasamos la pelota un poco, disparando aquí y allá, y se siente
jodidamente estupendo. Cuando miro a Joy y Kang, los veo golpeándose y
pateándose, bloqueando y avanzando. No estoy seguro de qué estilo de lucha
están haciendo, pero parece intenso. Claramente, esta es la razón por la que
solo hacen esto juntos. Es algo que tienen en común.
El juego continúa un poco, y sobre todo gracias a mí, ya que Luthor
tenía razón y no es muy bueno, estamos ganándole a Ren, aunque no por
mucho. Ren es realmente bueno. Es grande y vence en defensa. Además,
definitivamente tiene más energía que yo; ambos lo hacen. Mi cuerpo está
agotado por la falta de sueño y nutrición. La adrenalina está funcionando,
pero aun así, es solo un apósito adhesivo. Puedo sentirme resbalando.
Luthor recibe la pelota y se dirige al aro, esquivando a Ren. Corro por
el lado, con la esperanza de que pueda pasármela y evitar las intensas
tácticas defensivas que está tomando Ren. Él está por encima de Luthor, y
me estoy dando cuenta cuánto le gusta esto. Es tiempo con Luthor, y
supongo que eso es todo lo que quiere.
—Vamos, bebé —se burla Ren, cubriendo a Luthor en casi todos los
ángulos—. Lo tienes.
—Vete a la mierda, Ren —gruñe Luthor, y puedo decir que no está
bromeando. Ren parece pensar que es un juego, pero Luthor no está
jugando.
—¿Desde cuándo dejas que la gente te empuje? —Ren sonríe, chocando
contra él una y otra vez.
Mis dientes rechinan mientras me acerco a ellos. No me gusta lo que
está pasando aquí. Mis ojos se dirigen a Joy y Kang, que no nos prestan
ninguna atención, y cuando miro de nuevo a Ren y Luthor, me hierve la
sangre.
—Ven a mí, Lexington. —Ren continúa, empujando a Luthor hasta que
él finalmente se detiene, lanza la pelota y se endereza.
—¿Es esto lo que quieres, Ren? —sisea Luthor en su cara—. ¿Una puta 132
reacción, maldita puta de la atención? ¡Bueno, aquí está!
Ren se burla en su rostro:
—Solo quiero que te importe.
—¿Adivina qué, Warren? —Luthor se inclina—. No me importa.
Veo la cara de Ren cambiar, de una leve diversión a pura rabia. Él se
lanza hacia adelante y empuja a Luthor, quien se tambalea un poco hacia
atrás. Él recupera su estabilidad y se lanza hacia Ren con un rugido.
Caen al suelo, pero con su tamaño, Ren se pone encima de Luthor
rápidamente, luciendo como si estuviera a punto de golpear su cara. Sin
darle la oportunidad, salto sobre él, derribándolo fuera de Luthor. Nos
peleamos un poco, pero termino arriba, aprovechando la oportunidad para
callar a Ren.
Mi cerebro está a todo volumen, todo resuena en mis oídos. No puedo
hacer que desaparezca, y lo siguiente que sé es que Joy y Kang están
apartándome de un Ren con la cara ensangrentada.
Parpadeo un par de veces mientras me retienen, mi respiración es
pesada y mis nudillos están en carne viva. El tiempo pasa en cámara lenta
mientras miro alrededor de mí. Ren está sobre su espalda en el suelo, con
la nariz sangrando hasta la boca y se está riendo a carcajadas, como un
loco.
El rostro de Luthor está quieto, más pálido que de costumbre. Parece
horrorizado. Kang también. Ambos parecen no tener idea de lo que acaba
de pasar.
Yo tampoco lo sé.
Pero cuando miro a Joy, está visiblemente furiosa.
—Vas a volver a aislamiento, 101 —dice echando humo, sin perder el
tiempo en esposar mis manos ensangrentadas.
—¡No! Espera, por favor. —El tiempo se acelera y ahora estoy
temblando. No puedo volver allí.
No era mi intención hacer esto. Ni siquiera recuerdo lo que hice. Todo
sucedió tan rápido...
—Joy, vamos —murmura Luthor—. Fue un error. Él solo estaba...
—Cállate, recluso —dice Joy, y luego se quita la radio de su funda—.
Velle, baja aquí. Trae refuerzos.
—¡Joy, por favor! —Intento razonar con ella, pero está sin aliento, 133
resoplando y mirando a Ren en el suelo mientras se ríe histéricamente.
Parece y suena como un lunático. Sería alarmante si no estuviera
demasiado ocupado perdiendo mi propia cabeza.
No puedo volver a estar en aislamiento. No con… él.
—La cagaste, recluso —dice Joy—. No depende de mí. No podemos
dejar que te salgas con la tuya dejando sin castigo mierda como esta. Es
parte de las reglas.
—¡¿Qué jodidas reglas?! —grito—. ¡No hay reglas en este lugar! ¡Es un
maldito infierno en la tierra!
—Sí, bueno, un pequeño consejo. —Niega con la cabeza y escucho
pesados pasos en la distancia, cada vez más cerca—. Si estás atrapado en
el infierno para toda la eternidad, sería prudente no pinchar al Diablo.
Tragando mientras Velle y Rook entran pisando fuerte en la habitación,
observo la escena, me pregunto quién es el Diablo en esa analogía...
¿Y cómo demonios puedo escapar de él?

134
12
Dash
iiii iiii iiii iiii
19 días dentro.

E
sta es una habitación diferente. No es la mía habitual. Hay
una cama aquí.
Aparte de eso, parece más o menos igual. Pero el colchón
endeble está sobre una estructura de metal, como una cama.
Me acerco a la pared donde la cama está levantada y observo algo tallado en
el hormigón.
Mirándolo, leo las palabras, nací así. Paso mis dedos sobre ellas, luego
palmeo la pared. Por la razón que sea, sé que esta es la celda de Darcey.
Puedo decirlo.
No sé por qué me pusieron aquí, pero creo que dormir en una cama
adecuada en lugar del piso podría estar bien. Ya veremos, supongo. Estoy
tratando de mantenerme optimista, y no pensar que estoy de nuevo aquí,
solo un par de horas después que salí.
El tiempo pasa como siempre en aislamiento. Lento.
Consigo agua y algunas sobras. Recito los episodios de Big Bang Theory
que recuerdo. Canto y hago flexiones, aunque no puedo hacer demasiadas
con mi energía tan baja.
Solo intento concentrarme en otra cosa que no sea mi entorno. Estoy
135
tratando de no imaginar que cada sonido que escucho son pasos pesados
acercándose.
A pesar de ese miedo, no escucho nada. Durante al menos dos días. La
única persona que viene es el guardia que me trajo aquí. Me entrega comida,
y luego un día más tarde me trae un balde lleno de agua tibia con jabón y
una toallita. Le doy una mirada como si estuviera loco, porque esta es
definitivamente la primera vez. No tengo idea de lo que está pasando en este
lugar.
Le pregunto cuándo puedo volver, pero por supuesto me ignora.
Creo que a la noche siguiente me despierto con el sonido de unos pasos
pesados. Al principio, creo que estoy teniendo una pesadilla, pero luego las
llaves tintinean y la puerta siendo desbloqueada hace clic en mi cerebro.
Todo mi cuerpo se tensa.
No, no, no… Por favor no.
Sentándome rápidamente, saco las piernas de la cama, preparándome
para salir corriendo. A dónde, no estoy seguro, pero no puedo volver a
hacerlo. No puedo estar solo en una habitación con este hijo de puta.
Estoy tan débil, y él lo sabe. Creo que le gusta.
Su gran cuerpo está envuelto en sombras cuando entra a la celda y
cierra la puerta. Trago, y mi cabeza se sacude lentamente. Mientras me
pongo de pie, él da un paso más cerca.
—No te muevas, recluso —me ordena, y mis dientes rechinan juntos
ante el sonido de su voz. No lo he escuchado desde esa noche, y realmente
esperaba no hacerlo nunca más.
No tuve tanta suerte.
—Por favor... Solo vete. —Levanto mis manos—. No te quiero aquí.
Se acerca aún más, la luz de la pequeña ventana de la puerta ilumina
un lado de su rostro. El rastrojo delinea su mandíbula, y sus ojos oscuros
brillan un poco cuando se aparta un mechón de cabello dorado de la cara
con sus grandes dedos.
—¿Por qué no? —Su cabeza se inclina hacia la derecha mientras
camina hacia mí.
Decido adoptar otra táctica.
—¿Por qué estoy en la celda de Darcey? —Quizás si lo mantengo
hablando y cambio de tema, no avanzará hacia mí. Me está alcanzando, pero 136
intentaré cualquier cosa en este punto para mantenerlo alejado.
—Es un poco más cómoda, ¿no crees? —Da un paso hacia donde estoy
parado, y la parte de atrás de mis piernas se presiona contra la cama. Estoy
atrapado; no hay ningún lugar hacia donde salir corriendo.
—¿Qué quieres? —Mi voz raspa mi garganta mientras miro hacia arriba
a su rostro. No puedo evitar recordar cómo lucía cuando estaba mirándome
de rodillas.
Con su polla pulsando en mi boca.
Mi estómago se revuelve y mi pecho se aprieta.
—Quería ver algo —murmura, su voz es lo suficientemente profunda
como para casi vibrar dentro de mí. Me hace temblar, y el miedo hormiguea
en mi columna.
Antes de que pueda responder, me empuja hacia atrás en la cama.
Aterrizo sobre mi espalda e inmediatamente trato de saltar, pero él se sube
encima de mí. Lucho contra su tamaño, mientras usa su peso corporal para
sujetarme al colchón, colocando sus gruesos muslos a cada lado de mis
caderas.
—¡Quítate de encima, imbécil! —grito, y me agarra de los brazos
inmovilizándolos sobre mi cabeza—. Vete a la mierda, maricón. —Le escupo
la cara y sus ojos se cierran.
Cuando se vuelven a abrir, trago saliva ante la expresión que me está
dando. Pura ira.
—Cálmate, recluso. —Sostiene mis muñecas con una mano mientras
toma un par de esposas de su pistolera—. Simplemente lo empeorarás para
ti.
Abrocha las esposas en mis muñecas alrededor de la barra de metal de
la cabecera. Miro hacia arriba, preguntándose frenéticamente si esta es la
única razón por la que estoy en la habitación de Darcey.
¿Es solo para poder esposarme a la cama? Eso sería completamente
jodido.
Una vez que estoy asegurado, menea sus caderas contra las mías
lentamente, y puedo sentir su forma sólida, frotándose contra mí.
Encogiéndome, vuelvo la cara, así no tengo que mirarlo. No puedo creer que
esté sucediendo esto.
137
—Vine aquí para hacer algo por ti, Luscious. —Pasa una mano por mi
costado, levantándome la camisa con ella—. No seas insubordinado.
—No quiero que hagas nada por mí —susurro—. Por favor, déjame.
Déjame solo.
Se ríe como un idiota sádico. Creo que le gusta mi malestar, una noción
preocupante. Su mano recorre mis abdominales, trazando las líneas y los
tendones de músculo hasta el borde de mis pantalones. Me estremezco y
lucho por apartarme de su toque, pero él está sentado a horcajadas sobre
mis piernas y no puedo moverme.
—¿Por qué estás siendo tan reticente? —Me baja los pantalones lo
suficiente para que mi polla salga. No está completamente dura, pero sí lo
suficientemente firme, y recorre una gran palma sobre ella.
Cierro los ojos y lucho contra cualquier reacción a su toque. Odio esto.
Odio lo mucho que me traiciona mi cuerpo. Odio a este tipo. No me atrae,
pero a mi estúpida polla le gusta demasiado estar incómoda.
Me acaricia en su puño un par de veces, luego se mueve hacia abajo,
colocándose en mis piernas lo suficiente como para mantenerme quieto,
mientras alinea su rostro con mi entrepierna.
—Me hiciste pensar el otro día. —Me mira. Yo cierro los ojos para no
enfrentarme a él, pero sigue hablando—. Sobre cuánto te gustó que esa
pequeña puta te hiciera una mamada.
Ante eso, mis ojos se abren de golpe y lo miro boquiabierto.
—¿Qué…?
—Obviamente te corriste fuerte, Luscious —tararea, dibujando una
línea en mi pelvis con su dedo—. Te vi.
—No quería. —Tiro de mis esposas—. No me gustan los hombres. No
quiero esto, maldición.
Ignora mis protestas.
—Sin embargo creo que podría hacer que te corrieras mucho más
fuerte. —Su lengua se aplana, y la desliza por mi polla hasta que se
estremece.
—Mierda. —Jadeo incontrolablemente. Mi corazón se acelera y ya
puedo sentir el sudor reuniéndose en mi frente; incluso en el frío de esta
habitación, estoy ardiendo.
—¿Alguna vez has llegado al borde, Dascha? —Mueve mi cabeza con su 138
lengua una vez y mi polla casi intenta meterse en su maldita boca. Lloriqueo
de frustración—. ¿Quieres que te lleve al borde hasta que estés a punto de
estallar?
—No... no, por favor. —Me retuerzo.
Una vez más, me ignora, arrastrando su lengua hasta mis bolas,
lamiendo y chupando, suavemente, enviando sangre a mi polla hasta que
palpita.
—Basta. —Mis párpados caen—. No quiero esto.
—Solo finge que es la boca de una chica —susurra, chupando mi
cabeza entre sus labios. Gimo y luego me muerdo el labio para taparlo.
Manteniendo los ojos bien cerrados, trato de imaginar que no sé quién
es, como lo hice con Ren; que es una chica cualquiera. Pero lo que está
haciendo con su lengua es algo que nunca antes había sentido. No puedo
evitar abrir los ojos para mirar hacia abajo y observar.
Su lengua está trabajando por sí sola, trazando y provocando, mis
bolas, mi eje, hasta mi pelvis. Pellizca los músculos en la V y luego presiona
besos en todos mis abdominales, trabajando hasta mi pezón izquierdo antes
de chuparlo entre sus labios.
—Basta —lloriqueo y me estremezco cuando un rayo agudo de placer
me golpea. La piel se eriza en un pico y cuando su boca la suelta, el aire
fresco pica con la humedad de su saliva—. Ah...
—Tu cuerpo es perfecto, expuesto de esta manera. —Vuelve a chupar
el pezón, esta vez con más fuerza, mientras empuja sus caderas contra mi
erección.
Cerrando los ojos con fuerza, finjo que estoy en otro lugar. La boca se
mueve a mi otro pezón y hace lo mismo, adorando, chupando y mordiendo,
lamiendo círculos y círculos durante lo que parecen horas. Mi polla está tan
jodidamente dura que tiene su propio pulso.
Deja mis pezones tiernos y vuelve a mi polla, sorbiendo la cabeza entre
sus labios hasta que mi espalda se arquea fuera de la cama.
—Puedo saborearte, bebé —canta, sosteniendo mis caderas con sus
grandes manos mientras me lleva a su boca, succionando profunda y
lentamente, llegando solo a burlarse de mí un poco más—. Quieres correrte,
¿no?
Ni siquiera sé qué hacer. Odio que esté haciendo esto en contra de mi
voluntad, pero se siente tan jodidamente bien. Mi cerebro está revuelto. Su
boca cálida en mi polla es demasiado. 139
Chupa más, una y otra vez, y antes de que pueda procesarlo, estoy
observándolo, y pequeños jadeos escapan de mis labios. Sus ojos oscuros
se encuentran con los míos, y ellos se ven negros. Profundos, como un pozo
sin fondo.
Gime en mi polla y puedo sentir el orgasmo acercándose rápidamente.
Mis caderas se mueven contra su cara y justo cuando creo que va a
chupar el semen fuera de mí, se detiene, retira su boca y retrocede.
—No... espera —murmuro, tirando de mis esposas—. ¿Por qué…?
—Te lo dije, te voy a llevar al borde hasta que no puedas moverte —dice
casualmente, palmeándose los pantalones.
Mis ojos se fijan en el contorno de su erección mientras parpadeo,
registrando sus palabras. He sido llevado al borde antes, porque me gusta
el ardor de ello, cuando me pongo justo al borde del acantilado.
Pero no quiero que este idiota lo haga. No quiero que me controle así.
No lo quiero a él en absoluto.
Mis caderas se mueven en el aire, desesperadas por algún contacto con
mi polla, que está estirada, rosada y suplicando algo que definitivamente no
quiero de este hombre. Su mano recorre suavemente mis centímetros, y el
cosquilleo del contacto repentino provoca un gemido necesitado de mis
labios temblorosos.
La lujuria nubla mi mente mientras lo miro. No creo que me atraiga.
Es un hombre, y nunca he mirado a un hombre de ninguna manera sexual.
Pero de alguna manera eso no está relacionado con su género,
objetivamente, supongo que es atractivo. Quizás muy atractivo, si me dejara
verlo así, que no lo hago.
—Déjame en paz —gruño, y la vergüenza calienta mis mejillas al ver a
mi polla, tan dura y apuntando directamente a él, como si supiera de dónde
vienen las buenas sensaciones.
—Eres tan bonito, bebé. —Se inclina y chupa la coronilla de mi polla,
ásperamente, haciendo que se me doblen los dedos de los pies. La suelta
con un sonido húmedo y luego suspira—: Quiero probarte. —Nuestros ojos
se conectan—. ¿Quieres bajar por mi garganta de la forma en que yo lo hice
el otro día?
—No —miento.
Es mentira, porque por mucho que lo odie, y no quiera tener nada que
140
ver con él, necesito correrme. Es en lo único en lo que puedo pensar. Esta
liberación está construyéndose en mis entrañas, apretándome como una
morsa.
—Bebiste tanto de mi semen esa noche, Dascha —ronronea,
arrastrando sus labios acolchados por mi eje—. ¿Te gusta tenerme dentro
de ti? Podría poner otras partes de mí dentro de ti, si quieres...
El miedo se lanza por mi pecho y niego con la cabeza.
—No. No, no quiero eso. Por favor, simplemente…
—Entonces dime lo que quiero escuchar —murmura, besando mi
cabeza una y otra vez. Sus labios son tan suaves que es jodidamente
tortuoso.
—¿Qué, ah, quieres escuchar? —Mis muñecas se entumecen de tirar
de las esposas.
—Dime cuánto te encantó mi polla en tu garganta —insiste, y luego
mueve su lengua.
—No me encantó —siseo.
—Nadie cree eso. Dime. —Chupa mi polla en su boca y me deja
deslizarla hasta su garganta.
—Maldición… me, um… encantó tu polla. En mi garganta. —Libero las
palabras en voz baja, vacilante, sabiendo que son mentira.
Vuelve a saltar y yo gimo por la pérdida de sensación.
—Dime cuánto te encantó tragarte todo mi semen.
Él se mete mi polla hasta la garganta de nuevo y mis ojos se mueven
hacia atrás, acentuando el ardor en mis entrañas.
—Me encantó tragar tu semen —le susurro.
—Sigue —me ordena mientras me chupa, como un verdadero retorcido
hijo de puta.
—Me encantó el sabor. —Mi espalda se arquea de nuevo—. Me encantó
chupar el semen de tu gran polla.
—Eso es cierto, bebé. ¿Quieres que te haga correr, Luscious?
—Sí. Sí, por favor.
Él va con todo sobre mí, rápido y constante, apretando mis bolas lo
suficientemente fuerte que duele. Pero me gusta. Odio que me guste, pero
me gusta.
Me succiona hasta el borde de nuevo y se detiene. Mi cuerpo zumba.
141
No puedo hacer esto.
Se sienta y desabrocha su cinturón, bajándose los pantalones y
sacando su polla.
—No, por favor no. —Jadeo.
—Relájate —dice, luego presiona su erección contra la mía y comienza
a frotarlas juntas—. Dios, eso se ve bien.
Contra mi voluntad, mis ojos se deslizan entre nosotros para mirar.
Nuestras pollas tienen cerca de la misma longitud, pero la suya es más
gruesa. Es como un monstruo; con cabeza grande y gorda. Luce enfadada.
—Tu polla es tan bonita —murmura, acariciándose contra mí, más y
más fuerte, haciendo que su respiración se vuelva irregular—. Dios, Dash,
córrete conmigo.
—Yo... yo voy…
Mi cabeza está toda borrosa, como si estuviera llena de algodón. Estoy
sudando mi ropa, frotándome con él mientras nos sacude, y al final el roce
de nuestras bolas es lo que me empuja al límite.
—Voy a correrme contigo, bebé. —Jadea, y yo suelto primero. Pero solo
por un segundo, y luego me sigue.
El semen de ambos está empapando su mano, mientras jadeos y
gemidos resuenan a través del cuarto oscuro, mi cabeza da vueltas y mi
cuerpo estalla en escalofríos. Mi polla palpita y pulsa durante lo que se
sienten como horas, y él no deja de acariciar gradualmente mientras me
recuerdo cómo respirar.
Cuando finalmente termina, me derrito en la cama, con mis brazos
doloridos por encima de la cabeza, y las muñecas irritadas, aunque no
puedo sentir mucho más que estática. Su peso encima de mí es tan ligero
como una pluma.
Al recordar mi entorno, mis párpados se abren para mirarlo. Lo
encuentro mirándome fijamente; el único movimiento en la habitación es su
ancho pecho hinchándose y luego desinflándose con respiraciones
profundas.
Sus ojos son azules.
Sosteniendo mi mirada, se lleva la mano a la boca y lame la mezcla de
nuestra porquería que ha empapado su piel. Luego se inclina y como un
142
maldito reflejo que nunca entenderé, mis labios se abren.
Pero no me besa. No mete la lengua en mi garganta en alguna tosca
demostración de poder, como pensé que lo haría. En cambio, tararea junto
a mis labios, hasta que siento la vibración. Recorre mi cuello, hacia mi
pecho, asentándose caliente en mi estómago como un trago de vodka.
Trago saliva mientras él retrocede, se baja de un salto y se sube los
pantalones.
No dice una palabra, simplemente me quita las esposas de la cama y
se va, dejando la celda y cerrando la puerta al salir. El azul se ha ido y me
quedo ahí tirado, frotándome las muñecas adoloridas y respirando.
Solo respirando. Ni más ni menos.

—Dascha, cariño. Ven aquí.


Niego con la cabeza. No me siento bien. Ya nada se siente bien, ya que
él se ha ido.
Es como si el mundo hubiera cambiado, hubiera pasado por un agujero
de gusano y todo se ve y suena igual que siempre, solo que oscuro. Mal.
Maligno.
—Tu papá no nos amaba lo suficiente, mi dulce. —La voz angelical de
mamá alcanza mis oídos, haciéndome cosquillas en el lóbulo frontal—. Por
eso se fue. Es un mal hombre. No entiende a la gente como nosotros...
¿La gente como nosotros? ¿Qué diablos significa eso?
Mamá extiende su mano fría y entrelaza nuestros dedos. La dejo, pero
me incomoda. Siempre he sido más cercano a mi papá. A pesar de su falta de
afecto, era una presencia tranquila y razonable que me hacía sentir bien. Él
me mostró cómo ser fuerte.
Y ahora se ha ido. Me dejó con ella... Solo.
Mamá es débil y quiere que yo también lo sea. Quiere que yo sea como
ella.
—Dascha, consíguele una bebida a mamá, por favor. —Suspira, como si
el mero acto de hablar fuera abrumador.
Asiento y salgo de su habitación hacia la cocina. Mirando alrededor de
143
mí, noto lo desesperado que se siente todo ahora.
¿Por qué me dejaría solo con ella? ¿Por qué no me amaba lo suficiente
como para quedarse?
Busco en el armario y saco la botella de vodka. Entonces escojo un vaso
y lo lleno hasta la mitad con el líquido transparente. El olor familiar me hace
cosquillas en la nariz.
Llevo la bebida a la habitación de mamá, de vuelta al espacio
tenuemente iluminado, con las cortinas corridas para mantener la luz fuera.
Se sienta en su cama y me sonríe. Eso me recuerda a cuando era pequeño, el
día de Navidad. Cuando ella me observaba abrir los regalos. A ella siempre
le encantó darme cosas, solo para ver mi reacción.
Me quita la bebida y la bebe lentamente. Luego pregunta:
—¿Te gustaría probar, malysh?
Niego con la cabeza, y una sensación repugnante se desliza dentro de
mí.
—Vamos, amor. Solo un pequeño sorbo. —Sonríe—. Papá no está aquí
para enojarse.
Me estremezco ante sus palabras. ¿Por qué me recordaría que se fue?
Creo que es su culpa de todos modos... sospecho que lo es. Papá no sabe cómo
tratar con ella.
Yo tampoco.
Acaricia la cama junto a ella y tomo asiento, de mala gana. Ella me
entrega el vaso y lo tomo, bebiendo lo suficiente para que quede satisfecha.
Esta no es la primera vez que pruebo vodka. Tengo casi dieciséis años. Pero
papá siempre me dijo que no dejara que las sustancias me distrajeran.
Mantén tu cerebro lo más despejado posible, Dascha. Confía en mí.
Le devuelvo el vaso a mi madre y ella toma un sorbo. La atmósfera en la
habitación es melancólica. Como si una nube lúgubre se cerniera sobre
nosotros. Quiero salir y escapar de ello.
Tal vez pueda ver a algunos amigos... Ir a la casa de Kent y jugar
videojuegos o algo así. Tengo que salir de aquí.
Hay un monstruo en esta habitación. Puedo sentirlo, y si lo dejo,
envolverá sus manos alrededor de mi garganta y me forzará a caer.
—Dascha, acuéstate con mamá. —Coloca su vaso en la mesita de noche
y se acurruca de lado—. Solo por un momento.
El monstruo tiene voz. Es una familiar. 144
—No quiero, mamá —murmuro, tratando de resistir la caída de la
oscuridad sobre mí como una lona gigante—. Quiero ir afuera.
—Por favor, bebé. Por mí.
Envuelve sus brazos alrededor de mi cintura y me tira hacia la cama. No
puedo siquiera resistirme. Soy demasiado débil.
Soy justo como ella.
Acurrucado en la cálida cama, cierro los ojos y dejo que la tristeza se
haga cargo. Mamá me sostiene por detrás y respira en mi nuca. Mis dientes
rechinan, pero no tengo la fuerza para moverme.
Sus miembros están fríos. Y rígidos.
Su agarre sobre mí se aprieta hasta que no puedo moverme. Intento
escabullirme, pero es inútil. Ella está trabada alrededor de mí, como una mala
hierba.
Como un esqueleto, los huesos congelados me capturan. Atrapándome.
Finalmente me arranco y cuando miro hacia abajo, ella se está
pudriendo.
Grito fuerte y salgo corriendo de la habitación lo más rápido que puedo.
Pero la habitación nunca termina.
Continúa por kilómetros.
Mi corazón late frenéticamente en mi pecho mientras trato de escapar.
Una voz femenina grita en mi oído.
Los disparos me hacen estremecer. La sangre me salpica la cara y el
peso que me sujeta se vuelve más pesado.
Luego, de la nada, los gritos cesan. Han sido silenciados.
El humo de la pólvora en el aire me quema la nariz.
Estoy cubierto de sangre. Está en todas partes por mis manos y brazos,
roja, espesa y pegajosa.
Miro alrededor de mí y no sé dónde estoy.
Estoy en la habitación de mamá. Estoy en el banco. Estoy en el suelo.
Mi cara está en la grava, con una rodilla en la nuca.
La voz de mi madre besa el lugar.
—Eres todo lo que necesito en este mundo, Dascha.
Y todo se vuelve negro. 145
13
Oficial Kemper

S
iempre está oscuro aquí abajo. Me gusta.
A veces me escabullo en la esquina, donde las luces
fluorescentes no llegan. Me quedo allí y me mantengo callado.
También me gusta la tranquilidad. El ruido me pone
ansioso.
Sin embargo, los ruidos de esta noche fueron buenos... Los que hicimos
juntos. Hasta que me fui.
Luego tuvo una pesadilla.
Estaba gritando en sueños. No estoy seguro de lo que quería decir. Pero
lo observé por un tiempo, solo para asegurarme de que no se lastimaría
involuntariamente. Ese es mi trabajo, supongo.
Y ahora Dascha se golpea la cabeza contra la pared, una y otra vez.
Lleva aquí cinco días y solo le hemos dado de comer dos veces. Si pudiera
sentirme mal, lo haría. Pero no puedo, así que no lo hago.
Se ve bonito cuando se siente miserable. Extra añadido.
Dicho esto, no quiero que se consuma. Su cuerpo es algo perfecto para
mirar, en la forma en que es. Esbelto, pero tenso y musculoso. Todas esas
líneas definiendo sus brazos, y su pecho… sus abdominales. Me gusta mirar
sus abdominales. Disfruté lamiéndolos la otra noche. Me gusta el sabor de
su piel. Es tan dulce como el caramelo que tu mamá no te deja comer, y
cuando lo pruebas a escondidas es mucho mejor de lo que imaginabas. 146
Haré que se lo lleven de regreso hoy. Necesita comer algo más que
costras y corazones de manzanas. Podría darle más, pero no es una buena
idea. No puedo tratarlo como el juguete precioso que es. No puedo dejarme
llevar por esta obsesión…
Necesito controlarlo un poco. Yo no hago esto. No me interesan los
hombres.
Pero Dascha Reznikov no solo es un hombre. Es un regalo. Un
espécimen perfectamente roto enviado desde los cielos. Afectado y abollado,
y aun así precioso.
Parpadeo hacia él a través de la ventana. Está de espaldas a mí, por lo
que no puedo verlo. Aunque podría saber que estoy aquí. Por lo general lo
hace.
Su cabello está volviendo a crecer y eso me hace sonreír. Me gustaba
su cabello... fue una pena afeitarlo.
El Alcaide es un imbécil por hacer eso, pero su camino sigue.
Cuando afeité la cabeza de Dash, sentí su tristeza. A él también le gusta
su cabello. Lo molestó verlo caer, y fue entonces cuando supe que necesitaba
estar más cerca de él, de alguna manera. De cualquier forma.
La tristeza de Dascha es palpable. La lleva en la manga, casi como una
insignia de honor. No se avergüenza de sus imperfecciones, eso está claro.
Su mente está rota, y ha hecho las paces con eso, o es felizmente
inconsciente. Pero de cualquier manera, él no rehúye el cavernoso vacío
espacio dentro de sí mismo.
Me dan ganas de llenarlo todo el tiempo. Quiero rellenarlo hasta que
esté rebosante de algo más que oscuridad.
Quizás yo soy la oscuridad... Pero no lo creo. Creo que podría ayudarlo.
Quiero ayudarlo.
Me dirijo a la sala de control para que uno de los otros guardias saque
a Dash de aislamiento cuando Brenner me pasa. Ya lo está haciendo.
Perfecto.
Esto me dará algo de espacio. Algo de distancia.
Es necesario. No puedo estar apegado a un recluso como este. Es malo
para mi trabajo.
Peor para mi relación.
Observo desde el pasillo mientras Brenner entra en la celda de Darcey 147
para conseguir a Dash. Fue idea mía poner a Dash en la celda de Darcey.
Sentí que estaría un poco más cómodo. Hay muchas cucarachas en la celda
solitaria habitual de Dash. Es bastante asquerosa.
Además, Darcey está con O'Malley ahora mismo... En el ala este. Nadie
va mucho allí realmente. No sé por qué O'Malley está allí. Eso es todo de
Velle. Él simplemente hace lo que el alcaide quiere, y el resto de nosotros
tenemos que seguir sus órdenes a ciegas.
Darcey está ahí porque el alcaide no sabe qué hacer con él. Está
fascinado con el Escultor, como la mayoría de la gente, y no lo quiere
pudriéndose en una celda, especialmente si puede ser estudiado.
No estoy necesariamente de acuerdo con todo eso, pero no me pagan
por pensar.
Dash parece cansado mientras lo transportan, arrastrando las esposas,
por el largo corredor hacia los pasillos ascendentes, de regreso con los
presos comunes. La forma en que la Penitenciaria de Alabastro está
establecida es interesante. Hay tantos pasillos, y todos parecen iguales. Es
como un laberinto, es muy fácil perderse. Y casi no tiene ninguna escalera
real, aunque hay varios niveles. Los pasillos son rampas sutiles que te llevan
hacia arriba o hacia abajo, sin que realmente te des cuenta.
El único factor distintivo que te permite saber qué aislamiento está más
abajo que las instalaciones de los presos comunes es cuánto más frío hace
aquí. Y cuanto más acre es el olor del océano.
No es el mejor lugar para trabajar, pero no tengo muchas opciones. Con
mi... historia, cuando el alcaide me ofreció la oportunidad de trabajar y
redimirme ante los ojos de la sociedad, salté sobre ello.
¿Decisión cuestionable? Claro, pero no estaba en una posición para ser
quisquilloso. Todavía no lo estoy.
Sigo detrás de Dash y Brenner, en silencio, para que ni siquiera sepan
que estoy observándoles. Odio ver círculos oscuros debajo de los ojos de
Dash. Espero que tenga tiempo de descansar un poco en su celda antes de
que lo lleven a rastras a ducharse o a comer. Aunque, también necesita
ambas cosas.
Tal vez pueda dejarle algo... algo agradable, como el cepillo de dientes.
Sabía que lo deseaba mucho y estaba feliz de dárselo.
Podría dejarle más comida, pero tengo que ser sutil al respecto. No 148
quiero que nadie se entere. Además, normalmente no se supone que deba
estar con los presos comunes. No es que no pueda estar aquí, pero me
necesitan en aislamiento. Si Velle me ve acechando por aquí a menudo, lo
usará en mi contra.
Es ese tipo de hombre.
Cinco minutos después de caminar, llegan a la fila de celdas que
conducen a la de Dash, y yo me quedo atrás, para que los otros presos no
me vean. Los escucho gritándole cosas a Dash, y aprieto los puños a los
costados. Él no es de ellos para burlarse.
El recuerdo de él siendo complacido por esa pequeña zorra bocona de
Warren Xavier asalta mi mente y cierro los ojos, tirando de mi cabello
mientras un gruñido incontrolable sale de mis labios. No quiero que nadie
toque lo que es mío, especialmente no el residente mentiroso y manipulador
de la Penitenciaria de Alabastro. Ren les dice a todos que solía ser un
acompañante de alta gama fuera, pero no creo una palabra de ello. Todo lo
que sale de su boca es mentira, y la única vez que deja de escupir es cuando
dicha boca está ocupada tomando cosas.
Mis dientes casi se convirtieron en polvo cuando vi a Dash
observándolo, con su hermosa polla desapareciendo dentro de esa boca
llena de mentiras. Lo último que Dash necesita es ser chupado por Ren,
doble sentido incluido. Es como una maldita plaga.
Pero por mucho que quiera ordenarle a Dash que se mantenga lejos de
Ren, sé que no me escuchará. Todavía me odia. Por ahora…
Si trato de decirle qué hacer, hará deliberadamente lo contrario. Es una
mascota obstinada, mi Luscious. Supongo que tendré que sentarme y ver
qué hace. Con suerte, tomará la decisión correcta.
Puedo ser muy rencoroso cuando estoy comprometido. Él podría
descubrirlo por las malas.
Mi polla se llena y palpita ante las imágenes de ese cuerpo perfecto,
extendido y a mi merced. Se ve tan diferente a todo lo que siempre quise.
Creo que me gusta eso.
Me gusta su piel pálida y lechosa, decorada con manchas de tinta. Sus
tatuajes no son como los míos. No tiene tantos, y no están conectados. Son
aleatorios, intrascendentes, como los pensamientos de Dash.
Me gusta echar un vistazo al interior de su mente dañada.
Apoyando mi cabeza hacia atrás en la pared, cierro los ojos, pasando 149
una mano por mi erección. Dios, cómo quiero reclamar a ese hombre. Quiero
tomar lo que nunca antes le ha entregado a nadie...
Estoy seguro que no quiere perderlo conmigo, pero hechos son hechos.
Alguien de aquí lo tomará tarde o temprano. Apostaría en Velle ya que he
visto la forma en que mira a Dash.
Velle es egoísta. Me niego a dejarle tener lo que quiero, especialmente
cuando tiene muchas otras avenidas para correrse. Velle es como Ren en
algunas formas, aunque muy diferente en la forma en que le gusta tomar.
No dejaré que Dash sea presa de estos buitres. Él es mi juguete,
después de todo.
Me miró estando de rodillas con tanta promesa en esos ojos color
avellana. Las cosas que puede hacer por mí van más allá de lo físico; el
placer que obtengo de verlo retorcerse y luchar. Es más que eso.
Él podría ser el que arregle mi confusión interior, y creo que podría
hacer lo mismo por él. Tal vez seamos dos piezas destrozadas e irregulares
que podrían hacer clic juntas, a pesar de todos los fuegos que arden a
nuestro alrededor.
Niego con la cabeza; sacudiendo el color de esos ojos, un bosque de
tentación.
No entiendo mi necesidad por este chico. No creo que quiera a un tipo...
Sin mencionar a uno que es más joven que yo. No es que realmente importe
en el esquema general. El hecho de que tenga polla es mucho más
preocupante. Y no coño.
Aunque, hay formas de evitar eso...
Mi polla se estremece de nuevo y ahora me duelen las bolas. Puede que
necesite verlo de nuevo esta noche. No sé cómo hacer que suceda, ya que
está fuera de aislamiento. Escabullirme en su celda es probablemente la
peor idea que jamás haya tenido.
Pero entonces la idea de no descubrir nunca lo apretado que es, me
hace querer morirme. Y si alguien más lo consigue primero, entonces tendré
que asesinar a ese alguien.
Resoplando de frustración, me marcho, de regreso a la mazmorra de mi
dominio. Voy a encontrar un regalo para Dascha, y de esa manera estará
más inclinado a dejarme hacer las cosas que cree que no quiere.
Ni siquiera estoy seguro de cómo sé que yo las quiero... excepto que las
quiero. Desesperadamente. 150
Quiero que Dascha Reznikov sea mi juguete roto, en todos los sentidos.
Y tengo el hábito de conseguir lo que quiero, especialmente cuando es lo que
podría ser mi muerte prematura.

151
14
Dash
iiii iiii iiii iiii iiii i
26 días dentro.

E
stamos regresando de las duchas cuando veo a Ren. Han
pasado varios días desde que lo ataqué, aterrizando en
aislamiento una vez más, pero todavía tiene una visible
cicatriz en el labio inferior y un ligero hematoma amarillento
junto a su ojo derecho.
Es interesante, todo lo que pasó en la sala de recreo en el sótano. No
solo no recuerdo lo que le hice a Ren, y créanme, me he devanado los sesos
intentándolo, sino que está claro que ni siquiera trató de contraatacar.
Después de todo, él es más grande que yo, tal vez por unos centímetros
y algo de músculo. No es todo fornido y lleno de esteroides como el guardia
de aislamiento en el que me niego a pensar ahora mismo, pero tiene algo de
peso que lanzar. Estoy seguro que si hubiera querido lanzar un swing o dos,
podría haberme hecho algún daño, o a lo sumo sacarme de encima de él.
Pero en lugar de eso, simplemente se quedó allí tirado y lo tomó. Luego se
rio como un loco durante minutos y minutos.
Eso lo recuerdo. Todavía estaba riendo cuando Rook me arrastró hacia
aislamiento, mientras Velle y Joy rodeaban a los demás. Fue extraño por
decir lo mínimo.
152
Ren es impredecible. Realmente me encantaría estar lejos de él, pero
parece que no será muy fácil en este lugar.
Me lanza una mirada, esta especie de mirada de reojo, cuando nos
cruzamos. No puedo decir con precisión lo que quiere transmitir con la
mirada, pero no parece interesado en represalias por lo que le hice. En todo
caso, luce arrepentido. Lo reconozco porque así me miró el otro día, cuando
se disculpó por acorralarme en esa habitación.
No importa. No me importa qué tipo de miradas me dé Ren. No puedo
confiar en él. Cada vez que estamos cerca el uno del otro, me envían a
aislamiento, así que si no acercarme a él es lo que se necesita para no volver
a ser enviado allí nunca, entonces eso es lo que haré.
No puedo volver. No después de lo que pasó la última vez.
El oficial Kemper es un puto violador. No me importa si me corrí... eso
es irrelevante. Me corro todo el tiempo cuando no debería.
Todavía recuerdo uno de mis primeros robos... era la primera vez que
lo hacía solo. Salí con ochenta y siete de los grandes en una jodida funda de
almohada, luego monté a Zadira como un maldito jefe, esquivé a la policía
de Hempstead y aceleré hacia una casa segura que había preparado, que en
realidad era un turbio motel a las afueras de Sunrise.
Me detuve en el estacionamiento y mi polla estaba tan dura que estaba
teniendo palpitaciones. Estaba oscuro fuera, así que cuando miré alrededor
y no vi a nadie, decidí sacar rápidamente mi polla, allí mismo. Cuando me
corrí, vi jodidas estrellas y galaxias; otros sistemas solares de color y luz.
Fue entonces cuando me di cuenta que las situaciones de mucha
adrenalina me ponían duro. Incluso más las incómodas o inoportunas. ¿Y
la vergüenza? Olvídalo.
Hay algo retorcido en mi cerebro, y mientras que la vergüenza hace que
otras personas se sientan algo enfermas, supongo, que hace que mi maldita
polla se ponga dura. ¿Inconveniente? Sí. Pero no dejo que cosas así me
desanimen.
Simplemente paso por casa de Lola después de mis trabajos. Porque
ella me conoce; sabe lo que me excita y tranquiliza mi mente. Y ella está
dispuesta a lo que sea. ¿Qué podría no gustarme de eso?
Aun así, los orgasmos que me da nunca han sido tan intensos como
los que he tenido aquí... y me niego a pensar en eso ahora mismo. No estoy
enfrentando una mierda. Tengo demasiadas tonterías de las que 153
preocuparme, como un acosador violador, otros guardias que están tratando
de atraparme, y un preso que es propenso a meterme en problemas,
involuntariamente o no.
Mi visión se agita y escucho algo. Mi cabeza gira a la derecha, luego a
la izquierda. Pero no veo nada más que los pasillos habituales, que nos
llevan de regreso a nuestras celdas. Ren se ha ido. Él ya está a cinco metros
de distancia, dirigiéndose hacia las duchas.
Miro a Luthor que camina a mi lado, y parece perdido en sus propios
pensamientos. Mirándolo, se me ocurre algo...
—¿Haces que Joy te afeite la cabeza? —le pregunto, curioso.
Su rostro se inclina en mi dirección.
—Sí. Pero ella lo haría si se lo pidiera como si no. Política del alcaide.
—Sus ojos se elevan a mi cabeza por un momento—. Te lo cortarán.
Probablemente la semana que viene.
Frunzo el ceño y me paso la mano por el cuero cabelludo. Mi cabello
apenas está saliendo. Esperaba que me lo dejaran crecer, al menos un poco.
Odio tener la cabeza rapada. Se ve bien en Luthor, supongo. Va con
toda su cosa de Lex Luthor. Pero en mí... no lo sé, me siento un poco perdido.
Quizás siempre me siento así.
¿Quién soy?
Parpadeo con fuerza mientras nos acercamos a nuestra celda. Rook nos
empuja dentro y luego el otro guardia, creo que se llama Peters, nos quita
las esposas. Nos dejan y me froto las muñecas, mirando las crudas marcas
rojas en ellas. Esas no son de este momento.
Son de la otra noche. Con él.
Mi mirada instintivamente gira alrededor, como si esperara verlo
acechando fuera de mi celda. O dentro de ella.
Parece salirse con la suya, al igual que el resto de los guardias. Es
exactamente como Luthor me advirtió... Los O.C. controlan todo el lugar. Y
todavía no he visto al alcaide desde ese primer día, no es que le importe lo
que está sucediendo. Estoy seguro que lo sabe.
Ojos que no ven, corazón que no siente.
Respirando lentamente, me siento en mi cama y me recuesto. Me pasa
un escalofrío por la piel y tiro de mi fina manta, envolviéndola alrededor de
mis hombros.
—Hace frío aquí.
154
—Deberías haber estado aquí en invierno —dice Luthor desde la litera
de arriba.
—¿Estuvo mal?
Se queda callado por un segundo antes de responder.
—El antiguo compañero de celda de Ren... se enfermó mucho.
Su tono me da más escalofríos, haciendo que zumben por mi columna.
—Mierda.
—Sí. Él, um, tuvo que ser trasladado por aire a un hospital. —Hace
una pausa y lo escucho exhalar un suspiro—. No hemos vuelto a verlo ni a
saber de él desde entonces. No estoy seguro de lo que eso significa…
—Jesús... —Cierro los ojos y trato de imaginarme que estoy en un lugar
cálido.
Tulum. No puedo esperar a estar allí algún día.
Pero cuando abro los ojos, veo la misma celda húmeda. El fondo del
colchón gastado de Luthor, los barrotes oxidados de nuestras literas, las
grietas en el hormigón y los residuos de agua blanca goteando de las
esquinas del techo.
Esto no es Tulum, y cuanto más desee estar allí, más recordaré que
estoy aquí.
Atascado. Atrapado en el infierno con la compañía más jodida
disponible.
Un grito resuena entre mis oídos, retumbando en mi cerebro. Es fuerte
y tengo que cubrirme la cabeza con los brazos para estabilizarlo todo.
—Mierda... —gruño, las voces y el ruido crecen y crecen.
—¿Qué? —Vagamente registro la voz de Luthor.
—Nada. —Apenas puedo oírme—. ¿D-dónde crees que está O’Malley?
—pregunto, solo para quitarme del foco.
—Maldita sea, ni siquiera lo sé, pero podría estar en el mismo lugar que
Darcey. —Luthor habla, aunque en realidad no estoy escuchando—.
Ninguno de nosotros ha visto a Darcey tampoco, así que tal vez estén
juntos...
No sé si pensé que podría salir de aquí o algo así, o tal vez pensé en
tratar de vivir mi sentencia, que teóricamente es la eternidad, podría darme
una apariencia de vida. Pero claramente, subestimé lo terrible que es la 155
Penitenciaría de Alabastro.
No puedes vivir tu sentencia aquí, no con los guardias enloquecidos,
sin brújulas morales de las que hablar, condiciones repugnantes e inseguras
que matan reclusos.
Eso es lo que quieren...
Te quieren muerto, por eso estás aquí.
Todos piensan que estás muerto, y ahora lo estás. Estás casi muerto.
Me acurruco en una bola y me balanceo hacia adelante y hacia atrás,
concentrándome en la voz de Luthor. Todavía está hablando y creo que está
diciendo algo sobre sí mismo, de antes de venir aquí. Ojalá pudiera
escucharlo, pero las otras voces son tan fuertes. Lo están ahogando.
Tarareo para mí mismo, en un intento de nivelar mi respiración. Solo
estoy tratando de mantenerme presente, pero lo siguiente que sé es que mis
ojos se abren y todo está oscuro. Las luces están apagadas en el pasillo,
menos uno o dos tubos fluorescentes que dejan siempre encendidos.
Me enderezo en la cama y escucho el sonido de los ronquidos de Luthor.
Por lo menos uno de nosotros está relajado.
Soy un desastre nervioso y cuando estoy considerando masturbarme
para calmarme, una figura ensombrecida aparece fuera de nuestra celda.
—No... —murmuro, sentándome. Tienes que estar jodiéndome.
La puerta se abre lentamente, el pesado metal tintineando lo suficiente
para que el gran marco entre, cerrándola detrás de él.
Está envuelto en la oscuridad, pero, por supuesto, sé quién es. Nadie
más entra en nuestra celda. Nadie más acecha mi vida de esta manera. Mi
corazón ya está bombeando en mi pecho mientras da un paso hacia adelante
hasta que solo su lado derecho es marginalmente visible.
No dice nada, pero puedo oírle pensar. Puedo decirlo por cómo me está
mirando que se está preparando para que corra o grite, no es que piense
que cualquiera de esas acciones me ayudaría. Pero las estoy considerando.
Cualquier cosa debe ser mejor que una repetición de nuestras experiencias
pasadas.
Mis músculos se tensan en preparación y él levanta una ceja. Ni
siquiera lo pienses, recluso.
—¿Qué diablos quieres? —ladro en voz baja. Estoy dividido entre querer 156
despertar a Luthor para ver si podría ayudar, y querer asegurarme de que
se quede dormido, para mantenerlo fuera de esta mierda.
El oficial Kemper parpadea lentamente sobre sus ojos vidriosos, y el
escudo oscuro le proporciona un aura de inquietante vacío. Él simplemente
luce amenazador sin siquiera considerar las cosas que ya ha hecho para
demostrar que lo es.
Dando unos pasos más cerca, se acerca a mí como lo ha hecho antes.
Y me quedo sentado en mi cama, preparándome. No sé qué va a hacerme,
pero no voy a ocultar que estoy nervioso por eso. Tengo miedo de las cosas
que él hace... y cómo reacciona mi cuerpo a ellas.
Odio que probablemente le haga pensar que estoy interesado. No quiero
que piense eso.
Lo detesto.
—Te extrañé —susurra finalmente, y algo extraño sucede en mi
estómago. Quiere rodar disgustado, pero en cambio se retuerce y salta, como
si alguien me hubiera puesto patas arriba.
—Desearía que me dejaras en paz —le digo en voz baja manteniendo
ese borde habitual en mi tono—. Crees que esto es una especie de juego del
gato y el ratón, pero no quiero formar parte de él. No soy tu puto roedor.
Sus labios se curvan sutilmente, y un pequeño bufido viene de alguna
parte, como una leve risita. Sería fácil pasarlo por alto, excepto que le
ilumina los ojos significativamente. Cierra la distancia entre nosotros,
mirándome desde donde está parado.
Me niego a mirarlo, pero él toma mi barbilla entre sus dedos,
levantando mi cara hasta que nuestros ojos se encuentran.
—¿Qué pasa si eres el felino en este escenario? —Entrecierra los ojos.
Mis labios se abren, pero antes de que pueda reaccionar más, se mete en mi
cama y dando tumbos hacia mí.
Retrocedo rápido, tan rápido como puedo tratando de escapar de él
mientras él viene hacia mí, agarrando mi pierna y arrastrándome más cerca.
Lo pateo, yendo por su ingle, pero me bloquea. Cada vez que intento
golpearlo, lo bloquea, como si supiera a dónde voy antes de intentarlo. Es
más que frustrante.
Como no puedo atraparlo a la ofensiva, voy por la defensa,
retorciéndome incontrolablemente como un maldito gusano en un anzuelo.
Gruñe cuando le doy un rodillazo en el estómago, recurriendo a lo que hizo 157
el otro día y arrodillándose sobre mis caderas, inmovilizándome debajo de
él.
—Deja de retorcerte —sisea, atrapando mis dos muñecas en una suya,
y yendo por sus esposas de nuevo.
—No. No, detente —exijo, más fuerte que antes. Se congela y sus ojos
se ensanchan, luego se lleva el dedo índice a los labios, diciendo shhh.
—Si uno de los otros guardias escucha, ellos también entrarán —
advierte, dándome una mirada severa—. Realmente no creo que quieras eso,
Luscious. Confía en mí.
—No confío en ti. Y deja de llamarme así —digo entre dientes apretados.
Me ignora y sujeta las esposas en mis muñecas alrededor de la barra
de metal de mi litera. Intento apartarlo de mí, pero pesa demasiado.
Eventualmente me canso de intentarlo y mis ojos se cierran mientras
recupero el aliento.
—¿Ya terminaste? —Su tono está marcado por la impaciencia y me
hace querer estallar de odio por todo este hijo de puta.
—¿Por qué me estás haciendo esto? —murmuro, no necesariamente
para él. Solo estoy diciéndolo.
Porque no es la primera vez que me siento así... fuera de control y a
merced de otra persona. Y lo odio.
—Créeme, desearía entender mi atracción por ti, Dascha —masculla,
luego saca otro par de esposas.
Trago saliva.
—¿Para qué son esas? —Mis ojos se clavan en el metal brillante en sus
manos.
Él no responde, pero toma mi tobillo en su mano y coloca una esposa
alrededor de él. Tan pronto como lo hace, empiezo a moverme de nuevo,
luchando contra lo que pienso que está tratando de hacerme.
—Deja de moverte, recluso, o volverás a recibir una descarga —
amenaza con sus palabras obviamente, pero aún más con la expresión de
su rostro. Él todavía está ensombrecido un poco por la falta de luz que llega
al interior de la celda. Todo lo que puedo ver realmente son algunos
mechones de cabello dorado colgando en su rostro y la incipiente barba
oscura en su mandíbula cuadrada. Y los océanos sin fondo en sus malditos
ojos.
158
Sigo moviéndome.
—Me importa una mierda. Vuelve a paralizarme. No voy a dejar que me
esposes las piernas a esta cama.
Tira de mi pierna por la esposa y se clava en mi piel. Duele como una
perra, pero la ignoro y sigo pateando. Hasta que gruñe y saca la Glock fuera
de su pistolera, sosteniéndola en alto.
Dejo de moverme y él bloquea la esposa en la barra en el extremo de mi
litera.
—No me dispararás. —Mi voz se arrastra y no puedo evitar sonar
completamente inseguro de mi propia declaración. Porque no estoy seguro
si me disparará.
Podría hacerlo.
—¿Quieres arriesgarte, recluso? —Levanta una ceja arrogante, luego
usa su mano izquierda para colocar otro par de esposas en mi otro tobillo,
mientras apunta la Glock sorprendentemente cerca de mi cara. Asegura la
última esposa alrededor del metal, y luego guarda su arma—. Sabes, las
cosas que quiero te darán placer también. No estoy aquí solo para tomar.
—No quiero placer de ti —digo, sin aliento por todo el forcejeo.
—¿Estás diciendo que no te divertiste la otra noche? —Se inclina sobre
mí, acercándose a mi cara. Su aliento huele a menta de nuevo. Como
gaulteria. Es... familiar.
Me inclino tanto como puedo mientras estoy sujeto y entrecierro la
mirada hacia su rostro engreído.
—Eso es exactamente lo que estoy diciendo.
La comisura de su boca se levanta.
—Yo digo que es mentira. A nadie le gustan los mentirosos, Dascha.
—Que. Te. Den.
Presiona sus caderas contra las mías con más fuerza.
—Ten cuidado con lo que deseas, 101.
Frota una y otra vez, sus caderas ondeando hacia las mías, como olas
chocando contra una orilla y lo que me distrae de mi odio.
—Él te va a escuchar. —Hago un gesto con la cabeza hacia la litera de
Luthor. Estoy realmente sorprendido que no se haya despertado todavía. La 159
litera se mueve por todos lados, e incluso aunque no somos ruidosos, él está
ahí arriba.
El tipo podría dormir durante un maldito terremoto.
—¿Y? —Presiona más contra mí, trazando mi polla con la suya. Puedo
sentir lo duro que está a través de nuestros dos pantalones.
—Quítate de encima de mí —gruño de nuevo, retorciéndome, aunque
no hay ningún lugar a donde ir. Estoy atado a la merced de este imbécil.
Mueve su rostro hacia el hueco de mi cuello.
—Mmm... sigue luchando conmigo, Luscious. Me gusta duro. —Su
aliento me hace cosquillas en la carne y un escalofrío me recorre, apretando
todo. Mi estómago, mis pezones, mis putas bolas. Dios, esto es jodido.
Me quedo quieto.
—Bien, entonces no haré nada.
—Eso también funcionará —se burla, dejando un beso lento y tierno
en mi pulso. Trago saliva sobre mi garganta irritada y él mueve sus labios
allí, arrastrándolos sobre mi nuez de Adán.
—¡Uf, eres un maldito lunático! —Giro tanto como puedo, pero él coloca
sus manos sobre mi pecho. Mis pezones duelen bajo sus palmas
cubriéndolos, incluso a través de mi camisa—. Por favor, solo apártate de
mí.
—Ríndete ante mí, Dascha. —Levanta la cara para mirarme—. No
quiero desearte más de lo que tú quieres que yo te desee.
—¿Qué? —Jadeo, confundido por sus palabras, pero también por lo
jodidamente cálido que me siento ahora mismo.
—Creo que sabes que podemos hacer cosas divertidas juntos. —Su voz
vibra en mí mientras me levanta la camisa para exponer mis abdominales,
pasando un dedo hacia abajo para trazar la línea por encima de mis
pantalones. Mi polla se mueve visiblemente y llama su atención. Sus ojos
oscuros brillan.
Él tira de mis pantalones hacia abajo, y mi polla salta, lista para la
acción. Un rubor de vergüenza sube por mi cuello. Giro la cara hacia un
lado para no tener que verlo mirándome. Baja mis pantalones más que la
última vez y mi cabeza se lanza para mirar hacia abajo a lo que está
haciendo. Mis pantalones están alrededor de mis rodillas y está sacando
algo de su bolsillo.
El terror golpea mis miembros. Será mejor que no esté haciendo lo que
160
creo que está haciendo.
Sus ojos encuentran los míos y sonríe.
—No te preocupes, Luscious. No voy a follarte. —Dejo escapar un
suspiro de alivio, pero luego susurra—: Todavía.
—No. Nunca. —Tiro de mis puños como si eso fuera a hacer algo—.
¿Qué es eso? ¿Qué estás haciendo?
—Shh… cálmate. Estás actuando como un bebé. —Juguetea con lo que
sea tenga en la mano, y trato de calmarme lo suficiente para prestar
atención.
Parece un pequeño tubo de loción. ¿Qué…?
—No... —Trato de forzar mis piernas para cerrarlas, pero no puedo. Se
mantienen abiertas por las esposas de mis tobillos.
No me está prestando atención. Solo se está rociando loción en los
dedos y los está frotando.
—No me toques —gruño mientras su mano se desliza entre mis piernas.
—¿Tienes idea de lo bien que te ves en este momento? —Un dedo cálido,
y húmedo se empuja hacia mi trasero y exhalo con fuerza, aceptando mi
destino.
No puedo luchar para salir de esto. Supongo que todo lo que puedo
hacer es fingir que estoy en algún otro lugar y tomar en cuenta el hecho de
que dijo que no me follará...
Aunque no estoy seguro de cuán digno de confianza es mi violador.
—No... quiero... —Mi respiración se entrecorta cuando traza el borde.
Como que hace cosquillas, de una manera extraña. Como algo que podría
sentirse bien si lo quisiera, cosa que no.
Se apoya en mi muslo derecho y me presiona un poco hasta que me
tenso. Mordiéndome el labio, niego con la cabeza, porque no. No, no, no,
esto no es bueno. No quiero esto.
—Aléjate de mí, maldito maricón. —Las palabras salen de mi boca entre
jadeos que creo que son míos, pero me niego a abrir los ojos. Un dedo rompe
el umbral de mi culo y arde como el maldito infierno.
—¿Quién es el maricón aquí, bebé? —se queja junto a mi oído,
frotándose contra mí, haciendo que la fricción cree un calor a nuestro
alrededor como un infierno—. Tienes mi dedo medio en tu bonito culito.
Un gruñido de protesta sale de mis labios, pero de alguna manera se 161
convierte en un gemido cuando el dedo se mueve más profundo.
—Tú eres el maricón. Porque piensas que mi culito es bonito.
—Tienes un buen punto, Luscious. —Se ríe, y luego lame el lóbulo de
mi oreja—. Ahora, relájate para mí. Quiero hacerte sentir bien.
Me chupa el lóbulo de mi oreja entre sus labios y se siente jodidamente
bien. No quiero que lo haga, pero me recuerda a las chicas con las que solía
relacionarme cuando era adolescente. Siempre hacían esto, lo de chupar la
oreja. Mi polla responde, y mis músculos se relajan, solo un poco. Lo
suficiente para que él mueva el dedo.
Surge más profundo, y luego lo saca, casi por completo. La sensación
es incómoda.
—Vete a la mierda —grazno con voz ronca mientras él mueve su dedo
hacia adentro y hacia afuera, solo alrededor de unos centímetros de ida y
vuelta mientras me chupa el lóbulo de la oreja, luego mueve esos malditos
labios hacia mi cuello.
—Dulce caramelo delicioso —canta, y una mano aparece en mi torso
mientras la otra se mueve entre mis piernas—. Dime qué quieres.
Su pulgar rodea mi pezón hasta que jadeo. Luego empuja su dedo
profundamente, curvándolo ligeramente para presionar algo que dispara un
rayo a través de mis entrañas.
Mis bolas se levantan en un instante y se me escapa un suave gemido.
—Que me... den...
Lo hace de nuevo, y mis ojos se mueven hacia atrás en mi cráneo.
—Eso es lo que yo pensaba, bebé. —Retira el dedo y lo siguiente que sé
es que otro se le une, dentro de mi culo. Empujándome y estirando un lugar
donde nada ha entrado antes.
Lo odio, pero me encanta, y es tan jodidamente confuso.
—No... —Me balanceo en su mano contra mi voluntad, queriendo nada
más que mover mis brazos o piernas. Odio estar así atrapado, con alguien
en quien no confío.
Se siente tan mal y, sin embargo, mi polla duele.
—Dios, estás apretado, Dash —tararea, follándome con sus dedos
mientras se frota en mi pierna. Su rastrojo roza la sensible piel de mi cuello
y yo gimo.
¿Por qué me gusta esto? No quiero que me guste... 162
—No quiero esto... —canto las palabras una y otra vez mientras él
chupa mi pulso, empujando sus dedos tan profundamente en mi agujero
como puede, haciendo que el ritmo haga juego con el de sus caderas.
—¿Esa es la verdad, Dascha? —Su gran cuerpo me cubre mientras sus
dedos grandes y largos alcanzan ese punto de nuevo.
Él lo acaricia y mis labios tiemblan al pronunciar la palabra:
—No.
—Eres perfecto. —Aprieta su dura polla contra mí, follándome en seco
mientras sus dedos bombean en mi culo, entrando y saliendo, una y otra y
otra vez hasta que me estoy volviendo jodidamente loco.
—M-mm... —Mis ojos se cierran y trato de empujar hacia atrás contra
su mano. Quiero más.
Maldición. Ni siquiera me importa lo que esté sucediendo en este
momento, esto se siente reconfortante.
Me tira de la barbilla.
—Abre los ojos, recluso. —Lo hago, mordiéndome el labio para
mantener los gemidos dentro—. Dime qué quieres ahora, bebé.
La profundidad de sus ojos es abrumadora. Del azul más negro que he
visto jamás. Como la parte del océano que te ahoga con la presión.
Ante esos ojos, ni siquiera sé quién soy.
—Más —le susurro, y él mira mis labios por un momento antes de
meter un tercer dedo en mi culo.
Gimo en voz alta, y el dolor y el placer se mezclan en algo como
empapando cada nervio de mi cuerpo en gasolina y luego encendiendo un
fósforo. Kemper mira hacia abajo entre nosotros, viéndose a sí mismo
follarme con los dedos en el culo. Él gruñe y se lame los labios, y la forma
sólida como una roca se clava en mi muslo a través de sus pantalones.
Miro hacia abajo también, pero todo lo que puedo ver es su enorme
brazo trabajando entre mis piernas. No puedo imaginarme lo que me está
haciendo su mano, pero puedo sentirlo. Todo lo que tengo es sensación.
—Tu trasero es tan acogedor, bebé. —Bombea y bombea en mi trasero,
alcanzando el lugar que me ataca. Él sigue localizándolo y creo que voy
correrme pronto. Puede que se acerque sigilosamente...—. Apenas puedo 163
mover los dedos.
—Mierda... mierda... —Es todo lo que puedo decir.
—Tengo tantas ganas de meter la polla aquí —me dice, y luego su otra
mano agarra un puñado de mi camisa, arrastrándome hacia él aún más
fuerte—. Quiero follarte. Dios, Dash, déjame follarte.
—No —murmuro mientras mis párpados caen y siento que empuja algo
que despierta mi orgasmo, llevándolo a primer plano en mi cuerpo.
—Tengo que correrme —resopla, luego usa su mano izquierda para
desabrocharse el cinturón apresuradamente, bajando la cremallera y
sacando su polla. Es más grande de lo que recuerdo.
La acaricia con fuerza en su puño, los ruidos de golpes se alternan
entre él sacudiéndose y bombeando su mano contra mí lo más fuerte
posible. Duele un poco, pero me gusta. Honestamente… el dolor es placer
en este punto. Son la misma maldita cosa.
—Voy a... —susurro, luego me detengo. Porque este tipo no es mi
amante, o mi amigo. No quiero decirle que voy a correrme.
Pero lo voy a hacer. Fuerte.
Aprieto los labios, y los gritos detrás de ellos apenas se detienen
mientras mi polla emite chorros de semen. Él no deja de bombear sus dedos
en mí mientras me corro, y hace que el orgasmo dure mucho más que
cualquier otro que haya tenido antes.
Se siente como si estuviera acelerando por una autopista a trescientos
kilómetros por hora con la cabeza por la ventana. Todo pasa zumbando, y
estoy mareado y sin aliento. Me corro tan jodidamente fuerte, apretando sus
dedos como si no quisiera que dejaran nunca mi cuerpo.
Mis ojos se abren y miro hacia abajo, recuperando el aliento, el pulso
se acelera, la sangre bombea a través de mi cerebro mientras lo veo ordeñar
su polla gigante, corriéndose sobre mi polla, que finalmente se detuvo y yace
sobre mis abdominales, gastada y rodeada de cosas brillantes. Y ahora él
está pulsando su propio semen por todas partes, haciendo un gran lío.
Pero ni siquiera me puede importar porque todo mi cuerpo está
entumecido. Ahora estoy en el río lento en el parque acuático. Relajado,
tranquilo. Sin ruido, sin dolor. Todo se siente tan jodidamente agradable.
El oficial Kemper exhala con fuerza y deja caer la cabeza hacia adelante,
haciendo que su cabello cuelgue sobre sus ojos cuando se encuentran con
los míos, lanzándome una mirada. No estoy seguro cómo sé lo que quiere 164
que sienta, pero parece mucho menos aterrador ahora mismo.
Me recuerda a la calma. Naranja y amarillo. Como una puesta de sol.
Saca los dedos de mí y la incomodidad queda enmascarada por la
cantidad de color que rodea su rostro. Me alegro de estar esposado porque
siento que mi mano habría intentado tocarlo en este momento.
Su mandíbula, o tal vez su pecho. Apartar un poco de cabello de su
cara.
Parpadeo con fuerza y me deshago de eso.
—¿Te gustó? —susurra y no se está burlando de mí. No suena
aprensivo o amenazante. Solo está preguntando, genuinamente interesado.
Niego con la cabeza para decir no, pero luego murmuro:
—Sí.
Me sonríe, una de esas cosas iluminadas, como la vez que me miró
desde fuera de la ventana. Es una linda sonrisa. Es… bonita.
No. No, no lo quiero. No quiero esto.
Tiro de mis esposas, y la ansiedad de estar atrapado regresa con vigor.
Él exhala y rueda fuera de mí, quitando mis esposas, las de mis manos
primero y luego las de cada uno de mis pies. Tan pronto como tengo mis
manos de nuevo, froto algo de sensación en ellas, mirando hacia abajo a mi
polla, cubierta por la humedad del orgasmo de otro hombre.
Su semen se parece al mío. El mío está en todos mis abdominales,
porque ni siquiera estaba tocando mi polla.
Me hizo correrme con sus dedos. Ni siquiera me pajeó, ni una sola vez.
Paso un dedo distraídamente por la cosa translúcida en mis
abdominales, arrastrándola hasta mi polla y mezclándola con la suya. Luego
se acerca a mí sosteniendo papel higiénico. Lo alcanzo, pero él no me lo
entrega. En cambio, limpia el semen de mi estómago, luego mi polla,
sosteniendo mi mirada con la suya mientras lo hace. Mi cara está caliente
mientras me limpia, y me siento sobre mis codos, mirándolo en silencio.
¿Qué diablos se supone que debo hacer ahora? ¿Qué digo? ¿¿Qué
diablos está pasando??
—¿Cuál es tu nombre? —pregunto, y levanta una ceja antes de mirar
hacia abajo, a su placa—. Me refiero a tu nombre de pila. Tú conoces el
mío... ¿no es justo que conozca el tuyo?
—Créeme, no hay nada de esto que sea justo, Luscious —tararea, y una 165
oscura expresión cruza su rostro. Se da vuelta y arroja el papel al inodoro,
subiéndose los pantalones y abrochándose el cinturón, un aire de tranquila
tensión lo rodea una vez más.
Parece hostil de nuevo, un problema de actitud que solo desaparece
cuando se corre, aparentemente. Luego reaparece, como una máscara.
Supongo que puedo entender eso... Si es una especie de gay en el
armario o algo así.
En un intento por averiguar cuál es su historia, aunque no sé por qué
me importa, le pregunto:
—¿Tienes novio?
—¿Por qué? ¿Te estás postulando para el papel, recluso? —espeta. Hay
diversión en su rostro, pero es alarmante, no amistosa.
—Eres un pedazo de mierda. —Me dejo caer en mi cama y me subo
rápido los pantalones, alisando mi ropa y rodando sobre mi costado, de cara
a la pared para no tener que mirar su estúpida cara de idiota violador—. Por
favor muéstrate la puta salida, maricón.
—Lo que quieras, 101 —murmura, y pongo los ojos en blanco.
Cuando lo escucho alejarse, se me cae el estómago y no sé jodidamente
por qué.
No lo quiero aquí. Lo odio, pero por alguna razón ahora mismo me
siento como un maldito polvo; como un sucio secreto que se esconde en la
oscuridad. Trago fuerte mientras la presión se acumula detrás de mis ojos.
—Te traje esto —gruñe su voz y miro hacia arriba para verlo colocando
algo a mis pies.
Luego se va, la puerta de la celda se cierra con un ruido metálico.
Espero un minuto antes de sentarme para ver lo que dejó.
Cuando lo recojo, no puedo evitar que la euforia florezca en mi pecho.
Es un paquete de tres bóxeres. Unos malditos Calvin Klein. Los caros...
Y un kit de viaje con pastillas de jabón, pasta de dientes y pañuelos.
Trago, y mis labios se curvan con una pequeña sonrisa.
No puedo evitar notar que claramente falta algo en el kit, así que le doy
la vuelta y leo el reverso. Se supone que viene con jabón, pasta de dientes,
pañuelos…
Y loción.
166
15
Dash
iiii iiii iiii iiii iiii iii
28 días dentro.

C
uando abro los ojos, estoy alarmado. No por los gritos de
otros presos en el pasillo de celdas, ni porque Luthor esté
haciendo algunos ruidos extraños sobre mí. Ni siquiera
porque me duela un poco el trasero, y me duelan las
muñecas aún más.
Estoy alarmado porque dormí durante todo ese tiempo. Dormí profunda
y tranquilamente, por varias horas. Eso no sucede a menudo. Normalmente
tengo suerte si llego a los cuarenta y cinco minutos entre despertarme cinco
o seis veces. Paso la mayoría de las noches paseando o acostado en la cama
mirando a la nada. Solo me desmayo después de agotarme hasta el punto
que mi cuerpo se apaga.
Me siento renovado. Aunque marginalmente... no me permitiré
aceptarlo. No quiero este sentimiento de él.
Me concentro en el hecho de que me duele el trasero, porque me duele.
Cuando digo que duele, estoy exagerando. Es más como un leve latido que
simplemente me recuerda lo que sucedió en la zona anoche. No soy un chico
de trasero. A veces me gusta el dolor, y las sensaciones incómodas a menudo
me ponen duro como una roca, pero nunca he estado inclinado a hacer
cualquier cosa con él. Llámenme anticuado, pero siempre me hizo sentir un
167
poco raro pensar en ello.
Quizás eso sea inmaduro. Bien, definitivamente lo es. Pero no puedo
evitar pensar de la forma que siempre lo he hecho, hasta anoche.
Ese idiota gigante violó mi trasero con sus dedos, y la sorpresa es que
me corrí. ¿¿Qué diablos significa eso?? ¿Cómo se supone que me sienta sobre
esto?
Creo que tal vez debería ignorarlo por ahora...
Me siento y estiro mis músculos adoloridos, mirando hacia arriba,
preguntándome qué diablos está haciendo Luthor ahí arriba. Suena como
si estuviera raspando algo.
Maldita sea... Luthor probablemente escuchó todo lo que pasó anoche.
Esto va a ser incómodo.
Una vez de pie, miro hacia su litera para ver qué está haciendo. Su
espalda está girada en mi dirección, por lo que realmente no puedo decirlo.
Pero cuando me siente observándolo, se vuelve sobre su hombro.
—Buenos días, compa. —Sonríe, luego vuelve hacia lo que sea que esté
haciendo.
—Hola —gruño, luego me froto los ojos—. ¿Qué estás haciendo?
—Haciendo una computadora. —Lo dice tan casualmente que apenas
sé cómo responder. Por un segundo, creo que tal vez está de hecho
fabricando una computadora.
Pero luego recuerdo que no hay forma...
—Explica, por favor —insisto, y se ríe.
—Bueno, no una computadora real. Aún. —Se mueve hacia un lado
para revelar lo que ha estado haciendo. Hay algo tallado en la pared junto a
su cama. Se ve como un plano para algún tipo de dispositivo—. Tengo que
hacerlo en la pared porque no tengo papel o lápices. De todos modos, si
puedo intentar conseguir las piezas necesarias, eventualmente podría hacer
esto.
—¿Podrías? —No puedo evitar la conmoción en mi voz.
—Sí. Es como lo mío. —Me sonríe por encima del hombro. Mi boca
cuelga abierta—. Fui a la universidad temprano. Berkley. Estaba estudiando
para ser diseñador. —Resopla una pequeña risa y niega con la cabeza,
recordando claramente algo cómico—. Construí la máquina más increíble 168
que jamás haya existido en el garaje de mis padres. Por supuesto que ahora
todo está guardado como evidencia...
Parpadeo. Vaya. De acuerdo, todo el asunto de Lex Luthor realmente se
está combinando.
—¿Cuántos años tienes? —Es la única pregunta que puedo pensar en
hacer ahora mismo, de todas las muchas que ensucian mi mente.
Él ríe.
—Veintitrés.
Mis cejas saltan hacia el techo.
—¿¿Viniste aquí cuando tenías diecinueve??
—Afirmativo. —Asiente, ni mucho menos tan miserablemente como
cabría esperar que alguien suene al hablar de esto.
Es tan joven... Ya ha desperdiciado gran parte de su vida aquí, y todavía
le queda el resto.
Eso es increíblemente deprimente. Pero en lugar de continuar en la
terrible dirección de esta conversación, decido liderar de un camino más
optimista.
—¿Qué necesitarías para hacer eso? —Hago un gesto con la cabeza
hacia lo que está tallado en su pared.
—Oh, hombre. Mucho. —Se ríe—. Obviamente, la forma más fácil sería
poner mis manos en una computadora. Puedo desarmarla y reconstruirla.
Pero eso es bastante improbable, así que voy a ver si puedo sobornar a Joy
para que me traiga piezas de repuesto y sobras.
—Deben reciclar las PC viejas y esa mierda cuando terminan con ellas,
¿cierto?
—No estoy seguro. Quiero decir, mira a tu alrededor. La financiación es
inexistente. Probablemente no reemplacen las cosas con frecuencia.
—Sí, pero si los servidores controlan todas las puertas, las cámaras y
todo eso... Yo diría que es muy importante mantener eso en funcionamiento.
Me mira de reojo por un segundo.
—Tienes razón.
Mi boca se arquea en una curva complacida.
—Veré qué puedo hacer para ayudar.
Su cabeza se ladea hacia un lado.
169
—No me digas que te estás subiendo a bordo a todo el asunto de
coquetear con los O.C. por materiales.
Un poco de calor sube por mi cuello mientras me obligo a no pensar en
los bóxeres Calvin Klein que llevo debajo de los pantalones del mono y la
bonita barra de jabón Dove para Hombres que planeo usar en la ducha hoy.
O Luthor estaba inconsciente anoche y no escuchó al oficial Kemper
entrar y atacarme, o se está haciendo el tonto para salvarnos de la potencial
incomodidad.
—No, no necesariamente. —Miro hacia otro lado—. Puede que conozca
a alguien que podría conseguirnos piezas viejas antes de que las tiren.
Alguien que probablemente no se lo dirá a Velle.
—Ese es un buen punto. —Asiente—. No quiero que ese idiota sepa qué
está pasando, y con Joy es muy probable que Velle se involucre. ¿A quién
conoces, de todos modos? Eres el maldito novato.
Se ríe y salta de su litera. Menos mal que está demasiado ocupado
buscando su pasta de dientes para notar mis movimientos nerviosos y
probablemente mi cara sonrojada.
Es una idea terrible para mí siquiera considerar pedirle cualquier cosa
al oficial Kemper. Ya es bastante malo que me quite lo que quiere sin una
jodida preocupación en el mundo. Agreguemos favores a la mezcla y las
cosas para mí podrían empeorar definitivamente.
—Nadie importante. —Me encojo de hombros, tratando de actuar con
indiferencia.
Luthor se vuelve hacia mí, y lo miro por un segundo, preguntándome
si tal vez realmente no escuchó nada anoche. ¿Es posible que tenga un sueño
tan profundo que ni siquiera sintió que las literas se movían? Porque ellas
definitivamente lo hicieron. No fue una transacción delicada.
No revela nada mientras extiende su pasta de dientes, y sin pensarlo,
niego con la cabeza.
—Tengo la mía. —Las palabras salen antes de que pueda detenerme, y
él hace una mueca, frunciendo las cejas.
—¿Primero un cepillo de dientes, y ahora pasta de dientes? —Me mira
con los ojos entrecerrados y luego deja caer la mirada hasta mi cintura.
Me subo más los pantalones, pero es demasiado tarde. Son tan grandes
que no tienen otra opción, que ceder un poco, y la banda de Calvin Klein es
bastante difícil de no ver. 170
Sus ojos vuelven a los míos y parpadea, como si estuviera esperando
que diga algo. Mi boca se abre, pero realmente no sé cómo explicarlo de una
manera que tenga sentido.
Ni siquiera tiene sentido para mí.
Afortunadamente, en ese momento, la voz de Joy irrumpe en la celda,
sorprendiéndonos.
—¡Buenos días, perras! —Ella deambula por el interior, sonriendo como
una diabla, golpeando la porra contra su mano—. Asuman posición.
Mi frente se arruga, luego miro a Luthor. Suspira y niega con la cabeza,
moviéndose inmediatamente hacia la pared y colocando sus manos sobre
ella.
—¿Y bien? Muévete, 101. No me siento muy paciente hoy,
especialmente cuando se trata de ti, nuestro residente alborotador.
No puedo evitar la ráfaga de aire que huye de mis labios.
—¡¿Yo?!
Su mandíbula se tensa visiblemente, así que decido dejarlo pasar y
hacer lo que ella dice. Lo último que quiero es enojarla lo suficiente como
para que me envíen de vuelta a aislamiento.
La idea, sin embargo, se aloja en mi cerebro por una fracción de
segundo, que ya es mucho más de lo que debería estar allí. Cierro los ojos y
lo aparto porque es estúpido. ¿¿Por qué diablos querría volver a
aislamiento?? Es el Infierno.
Me acerco a Luthor y pongo las manos en la pared, volviendo la cabeza
sobre mi hombro ante el sonido de Rook y Velle irrumpiendo dentro de
nuestra celda.
—¿Qué están haciendo? —le pregunto cuando Joy comienza a
palparnos.
—Revisiones —responde Luthor—. Lo hacen como una vez a la semana
por lo general. Te perdiste las últimas al estar en aislamiento.
Sus palabras me aturden por un segundo. He pasado más tiempo en
aislamiento de lo que he estado en mi propia maldita celda en este momento.
Eso es jodido. No es de extrañar que Joy me llamara alborotador.
Rook y Velle proceden a tirar nuestra mierda por todos lados, 171
rebuscando cosas, en busca de drogas o armas, supongo, porque ven el
cepillo y la pasta de dientes de Luthor en el lavabo y no les prestan atención.
Rook recoge mi kit de viaje, lo mira con los ojos entrecerrados durante un
segundo y luego lo arroja sobre mi cama.
—¿Nuevo guardarropa, recluso? —pregunta Joy y miro hacia abajo
mientras tira de la cintura de mis Calvins. Trago saliva, sin decir nada, solo
sosteniendo su mirada fija.
—Vaya. Estos son más bonitos que los míos —se burla Rook desde la
cama, levantando mis otros dos pares de bóxeres del paquete.
—¿Por qué, qué usas? —le gruñe Velle—. ¿Unos Hanes blancos
apretados?
Rook mira a Velle, quien sonríe con suficiencia.
—¿No te gustaría saber...?
Los dos se intimidan con la mirada por un segundo, y la tensión en la
habitación es palpable. Miro a Joy para ver su reacción a todo esto, y ella
está observándolos interactuar con los mismos ojos abiertos que Luthor y
yo tenemos.
Velle se acerca a Rook, y la mirada en el rostro de Rook es de un minuto
de preocupación. Velle lo pasa por unos cuantos centímetros, y aunque
ambos son bastante enormes, Velle tiene esta aura de dominación
calculadora que me pone nervioso. Pero aparentemente Rook lo ve de
manera diferente, porque parece que no tiene ningún problema para
obedecer ahora mismo.
—Apuesto a que puedo adivinar qué tipo de bragas usas, novato —
gruñe Velle en su cara.
Rook entrecierra los ojos.
—¿Quieres un premio?
—Hmm... Esa es una idea —prosigue Velle, con su rostro a escasos
centímetros del de Rook—. Si acierto, ¿qué gano?
Rook se pasa la lengua por el labio inferior.
—¿Qué le gustaría, oficial?
La mirada en los ojos de Velle es de pura hambre, recordándome a
alguien más que conozco.
—Chicos. —La voz suave de Joy interrumpe la densidad en el aire, y
los dos se vuelven hacia ella, aparentemente habiendo olvidado dónde
172
están—. ¿Hemos terminado aquí?
Velle se endereza y ladra:
—Todo despejado. —Luego le lanza una mirada rápida a Rook antes de
salir pisando fuerte de nuestra celda, murmurándole a Joy al salir—:
Sígueme, oficial Jameson.
Joy prácticamente corre tras él, dejando a Rook solo con nosotros
mirándolo fijamente. Se pasa una mano por su cabello rubio oscuro y exhala
ininterrumpidamente.
—Se acabó el espectáculo, reclusos —se queja—. Si quieren darse una
ducha hoy, les sugiero que me sigan. Ahora.
Luthor y yo nos enderezamos, arrastrando los pies para conseguir
nuestras cosas rápido mientras Rook sale de la celda y corremos tras él.
—Eso fue raro —le susurro a Luthor cuando estoy seguro que Rook
está justo fuera del alcance de oído.
—Ni que me lo digas. Aparentemente, nadie está fuera de los límites. —
Luthor sacude su cabeza.
¿Qué carajos, hombre? ¿Qué pasa con la prisión que convierte a los tipos
en jodidos homosexuales? No lo entiendo...
Mis pensamientos son un lío enredado durante toda la ducha. Rook me
da una navaja para afeitarme, aunque él está parado a mi lado todo el
tiempo, supongo que para asegurarse que no intente nada. No es como si
fuera fácil con una maquinilla de afeitar desechable con una maldita hoja.
Afortunadamente mi pelo es tan fino que no toma mucho esfuerzo afeitarme
la cara.
Cuando nos vamos, me encuentro observando a Rook por un segundo.
Es un tipo muy atractivo, de una manera que es difícil perdérselo. Una
especie de cara de chico lindo, es como Ren en ese sentido, con hoyuelos y
una mandíbula como de príncipe de Disney. Excepto que su cabello es rubio
mientras que el de Ren es negro, y es un poco más bajo. Aun así, el tipo
tiene este tipo de aura encantadora del medio oeste. Parece que podría ser
un vaquero o un peón de rancho o algo así. Y es agradable. Bueno, tan
agradable como puede ser alguien aquí.
No es como Velle o Kemper. En realidad, parece todo lo contrario.
También noto que interactuar con Joy hace que Rook se ilumine de
inmediato. Está claro que siente algo por ella, por la forma en que la mira.
La forma en que siempre sonríe cuando ella está cerca. Me hace pensar en 173
lo que dijo Luthor, sobre que las líneas se desdibujan.
Todos estos tipos parecen no tener ningún problema en acostarse con
otro tipo si es necesario, porque no hay mujeres disponibles para ellos. Y
hace que me pregunte si realmente se consideran gay o bisexuales, o si solo
están aburridos. ¿Hay siquiera una diferencia?
Quizás la sexualidad sea fluida. Porque si somos totalmente honestos,
no me resultó difícil darme cuenta de lo atractivo que es Rook.
O Kemper. Pero esa es una historia diferente. Tal vez lo hubiera notado
por mí mismo si no me hubiera obligado a interactuar con él...
Está bien, eso no es probable. Es un lunático espeluznante que me
electrocutó y agitó una pistola en mi cara. No es alguien en quien debería
estar pensando en ningún tipo de capacidad.
Al pensarlo, miro alrededor de mí. No lo he visto acechando como solía
hacerlo. Tal vez se mantenga alejado para siempre.
Estoy vacío cuando salimos de las duchas. Regresamos a la celda, pero
cuando llegamos, Velle agarra a Luthor y se lo lleva a algún lugar. Eso me
pone extremadamente nervioso. No dijeron que estaba en problemas ni
nada, pero no estoy seguro a dónde lo llevarían.
Se ha ido durante horas. Es difícil concentrarse sin saber si está bien.
Luthor se ha convertido en mi mejor amigo en este lugar. Parece la única
persona racional alrededor, y eso siempre ha sido algo a lo que me he
aferrado.
Cuando mi padre se fue, perdí a la persona tranquila y sensata de
nuestro hogar, y eso me dejó sintiéndome fuera de control durante la mayor
parte de mi vida. Eso es, hasta que mejoré en la gestión de mi trabajo. Pero
claramente todavía estoy jodido por eso.
No me gusta pensar en todos los problemas que tengo. La negación
funciona mucho mejor. Es como una manta cálida y acogedora que te
protege de las frías manos implacables de lo desconocido. La autoconciencia
está sobrevalorada.
Estoy haciendo flexiones cuando escucho pasos en dirección hacia mi
celda. Mi estómago se hace un nudo mientras me levanto lentamente,
alejándome de la puerta. Mi corazón está en mi garganta, y miro al frente,
preparándome para ver esos estanques de muerte sin fondo, la gigantesca
criatura premonitoria que viene por mí una vez más. 174
Pero en cambio es Velle quien se acerca a mi celda, y el pequeño toque
de decepción que se esconde dentro de mí es tan incómodo que quiero
vomitarlo.
—Hola, 101 —canta Velle, abriendo mi celda y entrando como el
maldito dueño del lugar. Supongo que lo es, en cierto modo—. ¿Listo para
cenar?
Asiento de mala gana, aunque la expresión de mi cara es obviamente
una de confusión.
—¿Dónde está Luthor?
—Está bien —responde Velle, de forma incorrecta, pero aun así. Es una
respuesta—. Él se reunirá contigo en la cafetería. —Se acerca y susurra—:
No necesitas preocuparte. —Luego guiña un ojo.
Acepto lo que dice, porque no tengo muchas opciones y avanzo para
irme con él. Pero levanta una mano para detenerme.
—Sería negligente si no aprovechara esta oportunidad para advertirte,
recluso —dice, con una sonrisa casualmente presumida en el rostro—. ¿Esa
mierda que hiciste en las duchas cuando llegaste por primera vez? Ese es el
tipo de cosas que solo puedes hacerlas una vez. Espero que haya sido
satisfactorio para ti.
—Escucha, oficial, no necesitas molestarte con amenazas —intervengo,
cruzando mis brazos sobre mi pecho—. Tu novia ya se te adelantó. Bueno,
quiero decir que Joy lo hizo. Sé que tienes algunos...
Sus ojos brillan con algo parecido a la rabia, y su mandíbula se aprieta
visiblemente. La sonrisa de suficiencia todavía intacta. Este tipo es bueno.
—Cálmate, Reznikov. Solo quería decir que lamento que hayamos
empezado con el pie equivocado —tararea, a solo unos centímetros de mi
cara—. Y basado en todo el contrabando que encontramos en tu celda hoy,
diría que parece que ya has encontrado a alguien más para financiar tu
comodidad aquí en la Penitenciaria de Alabastro. —Hace una pausa para
dejar que sus palabras se asienten—. Bien por ti. Me alegro que todo haya
salido para mejor. Aparentemente, ya tengo suficientes novias... ¿cierto?
Me da una fuerte palmada en el hombro y me estremezco, la ira
aumenta mientras él hace un movimiento giratorio en el aire con el dedo.
—Date la vuelta, recluso. Manos a la espalda.
Hago lo que dice, aunque no me han esposado de esta manera desde
que fui detenido. Por lo general, simplemente te esposan por delante y, a
veces, lo hacen con tus tobillos también. A veces no. Supongo que depende 175
de quién lo haga y el estado de ánimo que tenga ese día.
Aparentemente, hoy Velle se siente como un idiota más grande de lo
habitual.
Me esposa por la espalda y luego suspira.
—Bien. Vamos, 101.
Se vuelve y camina hacia la puerta. Lo sigo detrás, pero justo antes de
que salga de la celda, gira rápido y me da un revés en la cara. Es tan fuerte,
y tan inesperado, que caigo de rodillas.
Parpadeando pesadamente, aturdido y casi viendo estrellas, inclino mi
cabeza hacia adelante por un momento antes de mirarlo. Miro en su
dirección, y el imbécil tiene el descaro de darme esa maldita sonrisa de
nuevo.
—Lo siento. Ahora estamos a mano —dice, extendiendo la mano y
agarrándome por el brazo para levantarme.
Hay tantas cosas que quiero decir; maldecirlo, gritarle en la cara,
decirle hijo de puta. Recordarle que ya me golpeó, justo después de que yo
lo golpeé a él, por lo que con eso ya estábamos a mano. Y hay tantas cosas
que quiero hacer; arremeter contra él, darle un cabezazo de nuevo, o darle
una patada en el jodido rostro.
Pero no puedo hacer nada de eso. Estoy esposado y él está a cargo.
Él es John Chevelle, O.C. director de la Penitenciaría de Alabastro. Yo
solo soy el recluso 101.
Muevo mi mandíbula por un momento, y el calor en mi cara causa un
ardor bastante notable en mi mejilla. Me hace un gesto para que lo siga,
cosa que trato de hacer.
Y luego me golpea de nuevo, esta vez más fuerte. Con la palma abierta,
justo en el costado de la cabeza.
No me caigo, pero mi cuerpo se lanza hacia la derecha y espero ver
pajaritos flotando alrededor de mi cabeza, como en los Looney Tunes.
—Mierda —gruño, inmediatamente cuadrándome con él. No puedo
evitarlo. Este tipo va a ser apuñalado. No me importa si no tengo mis manos
o un arma.
Encontraré una manera.
Velle no me tiene miedo en absoluto. Solo se queda ahí parado, con los 176
brazos cruzados sobre su pecho, esperando que haga un movimiento para
que pueda tomar represalias. Golpearme un poco más probablemente, y
luego enviarme de vuelta a aislamiento.
La idea vuelve a parpadear. Tal vez debería volver a aislamiento...
No. ¿De qué carajo estás hablando? Te matan de hambre ahí abajo. Te
electrocutan y te violan.
También te violan aquí, idiota.
Sacudo la cabeza para callar el maldito ruido. Velle me está dando una
mirada que no entiendo. Es como si estuviera esperando algo. Él sabe algo…
Quizás sepa sobre el oficial Kemper. Velle sabe todo en este lugar.
Probablemente sepa lo que me ha estado haciendo Kemper. Ahora me está
provocando al atacarme, sabiendo que si me defiendo, puede enviarme para
ser atormentado un poco más.
Mientras pienso en esto, recuperándome del bombeo en el costado de
mi cara, Velle envía un gancho de derecha en mi estómago. Un uuf sale de
mis labios mientras me curvo por la cintura, cuando todo el aire es golpeado
de mis pulmones. Toso un par de veces, deseando tener mis manos para
acunar mi estómago. El golpe fue tan fuerte que siento que podría tener una
hemorragia interna.
—Vete a la mierda, suka 18 —siseo, sin aliento.
Velle se ríe.
—Recuerda esto, 101. Tú y yo ni siquiera estamos a mano. —Me agarra
la cara y me sacude con fuerza, así puedo mirarlo—. Yo estoy a cargo. Tú
eres mi perra. Soy tu dueño.
Estoy rechinando los dientes hasta convertirlos en polvo mientras
frunzo el ceño, sin querer nada más que escupir su maldita cara.
—Dilo —exige. Su mano se mueve hacia su Taser.
—Tú eres mi dueño —dijo echando humo, apretando mi puño una y
otra vez para evitar reaccionar. Velle levanta las cejas con anticipación y yo
respiro hondo—. Soy tu perra.
Me golpea suavemente en la mejilla y luego me endereza.
—Perfecto. Es maravilloso escuchar eso, recluso. Ahora, vamos a
buscarte algo de comer.
177

18 Puta en ruso.
Me arrastra fuera de la celda y me estremezco de dolor. Mi estómago
no se siente mal ahora que puedo respirar de nuevo, pero me palpita la cara.
Apesta. Espero no tener una marca.
Velle camina rápido, delante de mí, pasando la fila de celdas hacia las
cinco puertas diferentes que nos llevarán a la cafetería, así que troto para
poder alcanzarlo. He decidido que a pesar de lo mucho que quiero
estrangular a este imbécil, tal vez ahora que se vengó, responderá una
pregunta que me he estado preguntando durante semanas.
—Oye, ¿qué le pasó a Darcey? —pregunto, caminando a su lado.
Sus ojos se lanzan en mi dirección.
—¿Por qué te importa?
—Solo tengo curiosidad. —Me encojo de hombros—. Él estaba a mi lado
en aislamiento, luego lo movieron y no lo he vuelto a ver desde entonces.
—Bueno, sé que esto puede ser una sorpresa para ti, recluso, pero el
paradero de otros prisioneros no es exactamente asunto tuyo.
Habla muy casualmente, incluso cuando está siendo un maldito
imbécil de proporciones bíblicas.
—Sabes, diría que te den, pero no creo que ese sea un problema contigo
—murmuro, caminando delante de él. Disminuye la velocidad cuando nos
acercamos a una de las puertas, y me vuelvo para ver por qué la demora. Él
solo me mira, sonriendo con suficiencia—. ¿Qué?
Él hace un gesto con la cabeza hacia la puerta.
—Avanza. Inténtalo.
Mis cejas se arrugan en confusión, pero uso mi brazo para empujar la
puerta. Naturalmente, no se mueve. No es de extrañar.
Entonces Velle da un paso adelante y empuja la puerta. Se abre
enseguida.
—Recuerda tu lugar aquí, 101. Eres un número, no una persona. No
haces las preguntas, no puedes decir una mierda, ni tratar de defenderte.
Haces lo que nosotros te decimos o te mueres. Fin de la historia.
Velle pasa a mi lado a través de la puerta. Y lo sigo el resto del camino
a la cafetería en silencio.
178
En la cena, estoy sentado solo. No estoy seguro de por qué, pero me
siento solo. Después de todo eso con Velle, mi estado de ánimo está en su
punto más bajo. Odio ser avasallado y desairado como un pedazo de mierda.
No soy una persona demasiado engreída, porque ser así no me beneficia
en absoluto. Pero también sé que tengo algunas buenas cualidades. Soy
muy bueno haciendo trabajos de pintura en los coches de la gente. Soy
incluso mejor robando cientos de miles de dólares de instituciones
financieras. Hago un infame sándwich de queso a la parrilla.
No soy basura. Tengo cosas que ofrecer.
Pero aquí dentro soy basura. Peor que basura. Soy algo que existe solo
para ser usado y luego descartado. Ese es mi único propósito terrenal ya, y
solo hubo otro caso en el que me sentí así en mi vida. No es algo que quiero
repetir.
Desafortunadamente para mí, mi momento de silencio y reflexión
interna se trunca cuando Ren y Kang se acercan a mi mesa y se dejan caer
con sus bandejas.
—Hola, Dascha —canta Ren en un tono perfectamente agradable, como
si la última vez que interactuamos no hubiera estado golpeando su cara con
mis puños mientras él se reía como un loco desenfrenado.
Lo miro, pero solo por un segundo antes de volver a mis rancios nuggets
de pollo, que supongo que han estado en el congelador desde los noventa.
—Hola, hombre —dice Kang, y mis ojos se mueven rápidamente hacia
él.
Murmuro:
—Qué onda. —Porque no es como si él me hubiera hecho algo, aunque
él y Ren parecen un paquete a veces, lo que todavía me confunde.
—¿Dónde está Luthor? —pregunta Ren, mirando a su alrededor
frenéticamente. Su tono no es nada menos que angustiado.
Mientras podría disfrutar de su confusión por un segundo o dos más,
decido decirle.
—No estoy seguro, pero Velle dijo que vendría a cenar.
—¿Está bien? —Se inclina sobre la mesa, con los ojos muy abiertos y 179
brillando con malestar.
—Creo que está bien —ofrezco, aunque no estoy en posición de decirle
eso. No tengo ni idea de lo que le está sucediendo a Luthor en este momento;
una noción que tensa mi pecho.
Este lugar no se siente bien sin Luthor.
—Solo trata de comer. —Kang le da un codazo al brazo de Ren—. Estoy
seguro que está ayudando a Joy con alguna cosa.
—¿Eso pasa? —pregunto.
—A veces. —Kang me fulmina con la mirada—. Él ha estado aquí un
tiempo, por lo que tienden a confiarle cosas.
Mis ojos se mueven hacia Ren.
—¿Tú no has estado aquí más tiempo?
Ren se muerde el labio y sus ojos se posan en su plato. Comienza a
picotear la piel alrededor de sus uñas, incesantemente. Me hace sentir
incómodo solo de verlo. Se va a hacer sangrar.
—¿Quién se llevó a Luthor? —interviene Kang, redirigiendo la
conversación.
Levanto una ceja hacia Ren por un momento, antes de responderle a
Kang.
—Velle. Fue justo después de la ducha.
—¿Se ha ido todo el día? —Ren suspira, luego niega con la cabeza una
y otra vez—. Si le hicieron algo, será su maldito funeral. —Sus ojos se
levantan a los míos—. Tengo vínculos con la Cosa Nostra.
—¿¿Qué?? ¿En serio? —Estoy atónito, por muchas razones. Mis ojos
rebotan hacia Kang, que está mirando su comida, pinchándola con el dedo.
—Sí. No me gusta hablar mucho de eso, pero tengo muchas conexiones
en el exterior —susurra Ren—. Consígueme un teléfono celular y todos lo
lamentarán.
—Ren —ladra Kang, en voz baja—. Come tu maldita comida. Estoy
seguro que está bien.
No puedo evitar mirarlos fijamente, preguntándome qué diablos está
pasando aquí. Estoy tan perdido.
Nos quedamos en silencio durante unos minutos, picoteando nuestra 180
comida, hasta que las puertas de la cafetería se abren de golpe y Joy entra
tranquilamente, arrastrando a Luthor con ella. Él está esposado por las
muñecas y los tobillos, pero aparte de eso, parece normal.
Ren casi salta de su asiento, pero se obliga a permanecer sentado,
observando cada movimiento de Luthor con ansiedad. Joy le quita todas las
esposas y luego señala una bandeja de comida que le dejaron a un lado.
Todos lo miramos fijamente mientras él la agarra y camina hacia nuestra
mesa, tomando asiento a mi lado.
Suspira y toma uno de los nuggets de pollo, frunciendo el ceño.
—¿Sin salsa de tomate? Esto es malo.
—¡¿Estás bien?! —Ren prácticamente grita, y Luthor lo mira,
sorprendido. Ren se aclara la garganta—. Quiero decir, Dash estaba
preocupado. Nadie nos decía dónde estabas.
—Acabas de enterarte que no estaba. —Le sonrío a Ren, quien me da
una mirada.
Luthor se ríe.
—Estoy bien. Necesitaban ayuda con el servidor en el ala este.
Aparentemente, se avecina una tormenta y han estado teniendo problemas
con eso.
—¿Entonces te lo pidieron a ti? —Kang parece tan sorprendido como
estoy seguro que todos nos estamos sintiendo.
—El alcaide estaba allí. —Luthor se encoge de hombros—. Obviamente
me dijeron que si jodía cualquier cosa, me darían de comer a los tiburones,
así que hice lo que dijeron, bajo vigilancia, por supuesto.
Mis ojos se amplían.
—¿Tiburones?
—¿Estuviste en el ala este? —Jadea Kang mientras todos me ignoran—
. ¿Tú…?
—Sí —le responde Luthor—. Vi a O'Malley. Bueno, pasé por su
habitación. Lo están examinando... No estoy seguro de lo que están
haciendo. Mi conjetura es que tienen a Darcey ahí abajo también.
—¿En serio? —Me inclino, interesado en lo que está pasando con
Darcey. No es que seamos amigos o algo así, pero él me ayudó a superar mi
primera vez en aislamiento. Esperaba que no estuviera muerto.
—Escuché a un par de guardias hablando de cómo están enviando
alguna especie de doctor en psicología de lujo hasta aquí para Darcey — 181
prosigue Luthor—. Estaban todos enojados porque apenas tienen fondos
para arreglar la plomería, pero pueden gastar todo tipo de dinero en traer a
un imbécil para estudiar al Escultor como si fuera un proyecto de ciencia.
—Tiene sentido —dice Ren—. Es un preso de alto perfil. Me tuvieron
allí cuando llegué al principio, atado a una mesa como un paciente mental.
Juega con los dedos de nuevo mientras yo entrecierro mi mirada hacia
él, preguntándome de qué carajo está hablando. Abro la boca para decir algo
al respecto, pero Luthor me da un codazo. Le lanzo una mirada, aunque no
me está prestando atención, porque está observando a Ren con
preocupación en sus ojos.
—Oye —dice Luthor, y Ren mira hacia arriba—. Estoy bien. Solo estaba
ahí para ayudarlos, eso es todo.
Ren deja escapar un suspiro silencioso y asiente.
—Yo no estaba preocupado. Dash sí.
Mi frente se arruga mientras lo miro boquiabierto a través de la mesa.
El tipo es un maldito chiflado. Normalmente no soy yo quien le da esta
mirada a la gente, pero estoy tan confundido.
Luthor se ríe suavemente y pasa un brazo por mi hombro.
—¡Ohh, Dash! ¿Estabas preocupado por mi viejo yo? —Pongo los ojos
en blanco y él se ríe de nuevo, dándole un mordisco a su nugget, haciendo
una mueca—. Dios. Esto es jodidamente asqueroso.
Todos nos reímos juntos después de eso, y no puedo ignorar lo mucho
mejor que me siento que antes. Al menos Luthor está bien. Este lugar está
completamente jodido pero creo que cuanto menos tiempo pase tratando de
darle sentido a todo, más capaz seré de aguantar esto. Es duro vivir cada
día sin saber lo que sucederá a continuación, especialmente para mí. Me
gusta tener un plan.
Cuando todo está fuera de control, puedo sentirlo. Como un tornado
negro que gira y gira a mi alrededor, haciendo un desastre con todas las
cosas que he tratado de ordenar desde que papá se fue. Es una especie de
inquietud frenética lo que me hace vibrar. No me gusta.
Mis ojos se deslizan hacia las puertas de la cafetería mientras los chicos
hablan. Sus voces se mezclan en el fondo mientras miro esas puertas,
preguntándome si veré ese par de ojos oscuros.
182
No lo veo. Y debería alegrarme por eso.
16
Dash
iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iii
43 días dentro.

L
as luces parpadean. Mirando hacia arriba, veo que está
sucediendo una vez más.
Ha habido una gran cantidad de tormentas brutales
azotando la costa este en las últimas dos semanas. La primera
sucedió dos días después que Luthor ayudara con las cosas de la sala de
control. Duró dos días, luego unos tres días después hubo otra tormenta
que duró casi un día completo. Y ahora está esta, que comenzó ayer y sigue
siendo fuerte.
La única forma en que sabemos que algo está sucediendo afuera es
porque la electricidad ocasionalmente se va. La oscuridad en este lugar es
especialmente oscura. No la hemos perdido por más de un par de minutos
hasta ahora, pero la tormenta de esta noche parece ser la más dura.
Podemos escuchar vagamente el viento afuera, ondeando y azotando el
edificio antiguo.
Eso y, por supuesto, que tenemos que escuchar a los O.C. quejándose
sobre el clima sin parar. No sé de qué se están quejando. No es como si
tuvieran que lidiar con dormir en el frío helado, bajo techos con goteras y
sin agua caliente para ducharse. Viven a un par de kilómetros de distancia
en una mansión.
183
—Va a ser difícil leer si se van las luces —murmuro, pasando la página
de la copia gastada de El Resplandor que le pedí prestada a Ren. Es uno de
los únicos cinco libros aproximadamente en toda la prisión, lo cual es una
especie de parodia. El Resplandor es genial, pero ya lo he leído. Supongo que
tendré que acostumbrarme a releer hasta que alguien consiga un libro
nuevo.
—No me lo recuerdes —responde Luthor desde arriba—. No podré jugar
con esta mierda en la oscuridad.
La semana pasada, Luthor se topó con algunos componentes antiguos
de computadora. No era mucho y no me dijo cómo logró adquirirlos, pero es
un buen proyecto para él. Ha estado trasteando con ellos durante días.
Escuchamos una conmoción e inmediatamente guardo mi libro debajo
de mi almohada, sentándome en la cama. Los pasos suenan, y las puertas
suenan, lo que significa que están recogiendo al próximo grupo para cenar.
Los pasos pesados que se acercan a nuestra celda terminan perteneciendo
a Velle, recordándome cuánto tiempo ha pasado desde que escuché los
pasos pesados de otro guardia tatuado gigante.
Después de esa noche, hace dos semanas, apenas he visto al oficial
Kemper. Supongo que solo se está quedando en aislamiento, lo que debería
ser un alivio. Sin embargo en realidad no lo es, porque me hace sentir aún
más explotado. Por alguna razón, que él me use de manera continua me
parece más respetuoso que usarme un par de veces antes de descartarme
como un suspensorio gastado. No tiene mucho sentido, pero mis
inseguridades se están apoderando de mí.
No lo quiero, y no quiero que él me quiera a mí. Pero tampoco parezco
querer que él no me quiera. Es muy confuso.
Velle nos lleva a la cafetería donde conseguimos nuestra comida y nos
acomodamos, como siempre. Kang viene a sentarse con nosotros, y puedo
sentir a Luthor buscando a Ren, en secreto. Escuchamos una risa familiar
y nuestras cabezas saltan directamente para encontrar a Ren sentado a una
mesa con otros reclusos que no conozco muy bien. Los he visto por
alrededor, pero no conversamos, así que no recuerdo sus nombres. Pero ahí
está Ren, charlando con ellos como si estuviéramos en un maldito club de
campo o algo así, y puedo sentir a Luthor hirviendo a mi lado.
Desafortunadamente, no soy experto en ofrecer consejos y todos
terminamos comiendo en silencio, lanzando una mirada ocasional en
dirección a Ren. Para alguien que obviamente está enamorado de Luthor, 184
no parece muy preocupado por eso ahora mismo. Más pruebas de que no
tengo ni idea de qué diablos está pasando entre ellos.
De repente, las luces sobre nuestras cabezas se atenúan y todos
miramos a nuestro alrededor. Luego se apagan por completo. Todavía está
la iluminación del generador de respaldo, que nos deja con un brillo
apagado, pero está mucho más oscuro de lo que se supone que debe ser
aquí.
Y todo el mundo se vuelve jodidamente loco.
Hay gritos, aullidos y chillidos viniendo de todas direcciones. Unos
pocos reclusos se ponen de pie, y un tipo incluso se sube a la mesa. Tengo
una potente necesidad de taparme los oídos. El ruido es abrumador.
—¡Cierren la puta boca! —ladra Velle y amartilla su arma.
Eso funciona. Todos son silenciados de inmediato.
Velle fulmina con la mirada al tipo sobre la mesa hasta que se desliza
hacia abajo, con la cola entre sus piernas.
Nuestras cabezas giran hacia el resto de los guardias, todos los cuales
tienen sus armas fuera. No hay posibilidad de disturbios. Nos tienen
rodeados y todos están armados. Seríamos estúpidos si hiciéramos un
movimiento, incluso si hay más de nosotros que de ellos.
—Muy bien, cretinos inútiles. No quiero escuchar otra palabra hasta
llevemos sus lamentables traseros de regreso a sus celdas —interviene Joy.
Ella es como una mini Velle. Dios.
—Esto no va a ser una cosa —dice Velle, su tono es mucho más
tranquilo que el de Joy, aunque nadie cree que no sea exactamente tan
agresivo como ella—. Tienen dos minutos para terminar su comida y los
llevaremos de vuelta.
—Bueno, eso apesta. —Suspira Kang—. Es desperdiciar un apagón si
me preguntas.
—¿En qué se diferencia esto de las luces apagadas? —Luthor se ríe—.
Iremos a dormir más temprano.
—No a todos nos gusta dormir tanto como a ti, bicho raro. —Sonrío, y
Kang me señala de acuerdo.
—Solo digo. Hubiera sido genial quedarse aquí, tal vez encender unas
pocas velas. Contar algunas historias sobre fantasmas. —Kang intenta
hacer el sonido de un fantasma espeluznante mientras Luthor y yo lo 185
miramos como si estuviera loco.
—Nunca nos darían velas —murmura Luthor—. No con Ren alrededor.
—¿Por qué? ¿Es pirómano o algo así? —Miro entre los dos.
En lugar de responderme, los dos miran en dirección a Ren y sus
amiguitos, que no son tan pequeños. En realidad son tipos gigantes, y Ren
está parado allí, levantándose la camisa para mostrarles un tatuaje en su
cadera.
—Está fuera de control —murmura Kang, a lo que asiento.
—Déjalo hacer lo suyo —insiste Luthor, aunque no suena entusiasta al
respecto—. Así es él. Los tipos así necesitan estar aquí. Él no podría
funcionar en el mundo.
—Eso es bastante jodido —respondo, y Luthor se encoge de hombros.
—Si quiere ser asado por un par diferente degenerados cada noche, esa
es su prerrogativa. Simplemente no quiero que intente arrastrarme a su
locura.
Toda esta conversación es deprimente como el infierno, y todo lo que
quiero en el mundo ahora mismo es hacer algo divertido con mis amigos, si
pueden llamarse así. Ni siquiera recuerdo la última vez que me divertí. Tengo
veinticinco, por el amor de Dios. Se supone que debo estar en el mundo,
joder y pasármela bien.
Me levanto lentamente, notando que los guardias están reuniendo a
todos para volver. Veo a Rook dirigiéndose hacia nosotros y mi idea
comienza a fortalecerse en mi cabeza.
—Oigan chicos, cuando les dé la señal, síganme —le susurro a Luthor
y a Kang.
Las cejas de Luthor se fruncen.
—¿De qué diablos estás hablando? ¿Qué señal?
—Solo espera a que te lo diga, luego sígueme —les digo de nuevo—.
Tengo una idea.
—¿Qué tipo de idea? —Kang suena inseguro.
—Amigo, no sé lo que estás pensando, pero no a todos nos encanta el
aislamiento tanto como a ti —se queja Luthor.
—Créeme, funcionará —digo justo cuando Rook se acerca a nosotros.
—Muy bien, reclusos. Vamos. —Rook nos indica que nos pongamos de
pie, colocándonos las esposas a cada uno individualmente. Solo en las
186
manos, lo cual es perfecto.
Tomo nota de dónde están las llaves de las esposas en su cinturón,
marchando hacia adelante ante su orden, fuera de la cafetería y hacia el
largo pasillo. Es mucho más oscuro aquí sin las luces principales, y estamos
tratando de mantenernos juntos sin tropezar simultáneamente entre sí.
Una vez que atravesamos la última puerta antes de las celdas, me
detengo abruptamente frente a Rook, lo que hace que choque contra mí.
—¿Qué diablos, 101? —refunfuña Rook—. Muévete.
—Oye, Rook, me estaba preguntando. —Giro lentamente, sin darle
espacio para moverse—. ¿Si nos dejas pasar un rato antes de que
regresemos? Solo esta vez.
Rook resopla y niega con la cabeza.
—No. Muévete, recluso.
Trata de empujarme, pero me muevo contra él, moviendo mis labios
hacia su oído.
—Podría hacer que valga la pena tu tiempo.
Puedo sentir lo tenso que ya está, así que es probable que mi
acercamiento a él pueda funcionar. Pero solo necesito que funcione el tiempo
suficiente para que pueda arrebatarle las llaves de las esposas de su
cinturón. Luthor y Kang me miran boquiabiertos desde atrás de él,
probablemente preguntándose qué demonios estoy haciendo.
Para ser honesto, yo mismo no estoy muy seguro. Fue un plan bastante
espontáneo, pero tengo que intentarlo. Quiero al menos tomar una
oportunidad como algo divertido.
—Reznikov, esto no funcionará —murmura Rook, aunque una mano
repentina aparece en mi cadera. No estoy seguro si la usará para moverme,
pero ahora solo está descansando allí.
Definitivamente no tengo la intención de intercambiar favores sexuales
con Rook, independientemente de si creo que es un buen tipo. Mis líneas
aún no están tan borrosas. Solo quiero intentar escabullirme un rato con
mis amigos y aprovechar el corte de energía. Y creo que Rook es exactamente
el guardia adecuado para permitirnos hacer eso.
—¿Qué no funcionará? —susurro, moviendo mis manos a su cinturón,
aunque él las atrapa antes de que puedan llegar allí—. Vamos, oficial. Solo
187
queremos pasar el rato un poco. Te deberé una.
Su rostro se aparta unos centímetros para poder mirarme, y sus ojos
caen a mi boca. Eso me da una sensación de hundimiento en el estómago,
como cuando pasas la primera caída en una montaña rusa. Y la cosa es que
ya no puedo decir si eso significa que siento asco o curiosidad.
Trago saliva y él se da cuenta, su ancho pecho se mueve hacia arriba y
hacia abajo con sus respiraciones constantes. En este punto, por la forma
en que Rook está reaccionando conmigo, podría dejar que hagamos lo que
estoy pidiendo sin que tenga que robarle las llaves de las esposas.
Pero luego toma mis manos esposadas y las mueve hacia abajo. Mis
ojos se quedan en los suyos, profundo verde musgo, mientras mis dedos
alcanzan las llaves de su cinturón. Las rozo, antes de que él empuje mis
manos hacia su entrepierna.
Un poco de miedo y mucha vergüenza me inundan mientras él usa mis
manos para frotar su erección justo frente a mis amigos. Este plan se va a
pique, y ya no tengo idea de lo que estoy haciendo, mi cara se calienta bajo
sus ojos hambrientos mientras respira bruscamente y desea mi boca.
—Digamos que te doy lo que quieres —ruge Rook, y su grueso eje se
endurece rápidamente contra mis dedos—. ¿Cuándo puedo cobrarme ese
favor? Porque tengo que admitirlo, recluso... tu boca se ve jodidamente
irresistible.
Un escalofrío de júbilo mórbido me recorre ante los elogios que recibo
de otro guardia más. Sé que no debería importarme, y ser conocido por tener
una boca irresistible no es exactamente la tarjeta de presentación que
quieres en la prisión, pero no puedo evitarlo. Ahora mismo, me gusta esta
atención.
Aun así, no tengo idea de cómo responder a su pregunta. No quiero
chuparle la polla. Estaba fanfarroneando antes, apenas llegando a un
acuerdo con pensar que es atractivo. Es un concepto muy diferente estar
tan cerca y personal de esta manera.
Abro la boca para hablar, pero luego la puerta opuesta se abre de golpe
y Velle entra, Glock en mano, luciendo como si estuviera a punto de comerse
vivo a alguien.
Sus ojos se entrecierran mientras contempla la escena. Luthor y Kang,
esposados en el otro extremo del pasillo, mientras yo le hago una paja a
Rook por encima de los pantalones. Que no es realmente lo que está
sucediendo, pero ciertamente así es como se ve, y puedo decir por la tensión
en los ojos de Velle que no está contento con eso.
188
—Oficial Samuels. —Velle inclina la cabeza hacia un lado mientras baja
su arma—. ¿Cuál parece ser el problema aquí?
A pesar de todo su crédito, Rook parece un poco aterrorizado en este
mismo momento. Él está claramente aturdido, mirando a Velle como si
sospechara que está a punto de conseguir que le patee el trasero, y
honestamente, creo que es una gran posibilidad.
¿Qué carajo me posee para hacer esto? Nunca lo sabré, pero decido
hablar en su nombre.
Levantando un hombro en un leve encogimiento de hombros,
murmuro:
—Solo quería ver si los rumores eran ciertos.
Nunca he visto a Velle conmocionado, pero ahora mismo esa es la
mirada que estoy consiguiendo. Y Rook también me mira boquiabierto como
si me hubiera vuelto completamente loco. Tal vez lo haya hecho.
Pero ya estoy en esta madriguera de conejo, así que...
—Se dice por aquí que el novato tiene la pieza más gruesa —sigo—.
Solo estaba comprobándolo, supongo.
Velle se adentra más en la habitación y me mira alzando la ceja.
—¿Es eso así, recluso? —Es obvio por su tono y la expresión de su
rostro que no me cree. Estoy tan jodido—. ¿Y bien? ¿Qué opinas? —Se
desliza más cerca de nosotros, con ojos oscuros en la poca luz—. ¿Es una
polla lo suficientemente gruesa para ti?
Ante sus palabras, se me ocurre que mis manos todavía están tocando
la polla de Rook. Está muy dura, a pesar de que nos han atrapado, lo que
podría significar que Rook sufre las mismas aflicciones que yo cuando se
trata de erecciones inconvenientes.
Trago sobre una garganta tan rasposa que es como papel de lija. Podría
haberme jodido a mí mismo aquí. No sé qué va a hacer Velle a continuación,
así que simplemente asiento.
—Pero verás, el problema es que realmente no puedes saber cómo es
fuera de estos pantalones. —Velle apunta a Rook con el pulgar, como si no
fuera una persona, sino un trozo de carne—. Esconden mucho. —Se vuelve
hacia Rook e instruye con calma—: Saca la polla, Samuels.
La cara de Rook se transforma en una de horror, y sus mejillas
realmente se sonrojan visiblemente, a pesar de que está oscuro aquí. Sacude
189
la cabeza lentamente.
—Velle, yo no...
—Es oficial Chevelle —sisea—. Soy tu superior, y harás lo que te digo.
Ahora, saca tu jodida polla para que Reznikov pueda conseguir verla mejor.
Rook me mira, casi disculpándose, lo cual es una locura ya que lo metí
en esto. Luego se desabrocha el cinturón lentamente, se desabrocha los
pantalones y los baja lo suficiente para sacar su polla. Está dura, aunque
no completamente roca sólida. Aun así, es larga y gruesa, con venas visibles
y una punta gruesa.
Ojalá pudiera decir que me aterroriza, pero desafortunadamente para
mí no es la polla más aterradora que me han presentado recientemente, una
revelación que me hace preguntarme qué diablos está pasando con mi vida.
Velle, por otro lado, parece que realmente está tratando de no verse
afectado por lo que está sucediendo, pero sus ojos no lo dejan mientras se
deslizan hacia la erección expuesta de Rook. Soy testigo de cómo su nuez
de Adán se mueve en su garganta antes que su mirada ardiente regrese a
mí.
—¿Qué piensas ahora, 101? —Su voz es un gruñido bajo que tensa mi
columna vertebral—. Es una buena polla, ¿verdad? —Asiento, pero por
supuesto ahora que abrí esta maldita caja no está satisfecho—. ¿Por qué no
miras más de cerca...?
Rook tartamudea:
—No creo que eso sea...
—Cállate, oficial —espeta Velle, luego me empuja de rodillas.
Caigo con un ruido sordo, y mi respiración se acelera cada vez más a
cada segundo. No puedo ver alrededor del grueso cuerpo de Rook para
descubrir cómo Luthor y Kang está reaccionando a esto, lo que
probablemente sea algo bueno. Estoy seguro que están tan horrorizados
como yo. Y todo es culpa mía, así que no califico para estar molesto por eso.
La dura polla de Rook está justo frente a mi cara, y no sé qué hacer.
No quiero hacer lo que creo que Velle me va a obligar a hacer. Una cosa fue
cuando Kemper me obligó a hacerlo. Estábamos los dos solos, en
aislamiento. Nadie lo sabía, y podía ocultárselo al mundo.
Pero esto es diferente. Estos son dos guardias a los que tengo que ver
todos los días, mi compañero de celda y otro preso. Mis amigos, incluso.
La vergüenza calienta mi sangre y la envía bombeando directamente a 190
mi polla, que no es así como debo reaccionar ante esto. Cierro los ojos y
trato de ignorarla, pero luego Velle se agacha y agarra la polla de Rook en
su mano, empujándola hacia mi boca.
Me alejo, pero él toma la parte de atrás de mi cabeza con la otra mano
y me obliga a acercarme.
—Vamos, recluso —tararea Velle—. Dale al novato una muestra de esos
labios carnosos.
—No. Por favor... —murmuro, inseguro de qué decir y tratando de
mantener la boca cerrada a toda costa.
—Abre, recluso —ordena Velle, sonando tan siniestro como jamás lo he
oído—. Dejaste en claro que no querías hacer esto por mí y, sin embargo,
aquí estás, encerrado en un pasillo oscuro, examinando la polla de mi oficial.
Eres bastante confuso, ¿lo sabías, Dascha?
Hiervo en silencio, manteniendo los labios cerrados, por miedo a que si
los separara le diera tiempo para hacer su movimiento. Pero mis ojos todavía
están abiertos, y lo que veo es la gran mano de Velle empuñada alrededor
de la polla de Rook, construyendo una caricia gradual.
La respiración de Rook es irregular y audible en el pequeño espacio en
el que estamos juntos. No puedo apartar los ojos de lo que está sucediendo
justo frente a mi cara; la mano de Velle sacudiendo, lenta pero
vigorosamente. Y no puedo decir que no me está poniendo exponencialmente
más duro con solo mirar.
—¿Le has estado comprando cosas, Harley? —susurra Velle en el oído
de Rook mientras bombea su polla, más y más fuerte—. ¿Se ha abierto para
ti ya, como esa putita de Xavier?
—No. No, lo juro —exclama Rook, y luego inclina su cabeza hacia
Velle—. Nunca lo toqué.
—Te refieres a esta puta —ruge Velle, y ni siquiera puedo ser molestado
por el hecho de que acaba de llamarme puta. Estoy demasiado ocupado
observando la polla de Rook, con la punta brillando mientras Velle pasa su
pulgar por debajo, provocando un suave sonido en la parte posterior de la
garganta de Rook—. Porque ya sé que has dejado tu parte justa de semen
en la boca de Ren.
—Jesús, Velle. —Jadea Rook, luego Velle suelta mi cabeza y lleva su
mano izquierda hasta la garganta de Rook. 191
—Dime la verdad, Harley —demanda Velle, apretando hasta que las
mejillas de Rook se vuelven aún más rojas.
—Sí... Ren me la chupó, pero eso es todo —responde Rook, empujando
las caderas en la mano de Velle, follándola frente a mis ojos. Mi propia polla
está tan dura que está tratando de escapar de mis pantalones.
—¿Cuantas veces? —pregunta Velle, y su mano se acelera.
—Dos veces.
—¿Lo prometes?
—Sí, sí. Lo prometo.
—¿Fue el único?
—Sí. Él se ofreció y yo lo acepté. No sabía... —Se calla con un gemido
cuando Velle se empuja contra la espalda de Rook.
Velle está trabajando la polla de Rook como un loco, curvando los dedos
para sostener sus bolas, mientras él se aprieta contra el trasero de Rook por
detrás. Sé que debería moverme. Podría totalmente ahora que no me
mantienen en el lugar, pero estoy atascado.
No puedo mover un músculo. Todo lo que puedo hacer es mirar y
escuchar los sonidos de dos hombres jugando frente a mí.
—Se supone que eres mío. ¿Recuerdas? —gruñe Velle, y luego lame la
oreja de Rook, cuya vista me recuerda a hace dos semanas... con Kemper.
—Lo soy —gime Rook, y su cuerpo tiembla visiblemente—. Pensé que...
yo... Maldición, Velle, me voy a correr.
Los ojos de Velle se fijan en los míos, y en una fracción de segundo me
da una opción. Y mi cuerpo actúa por sí solo para decidir.
Abro la boca y la deslizo sobre la cabeza gorda de la polla de Rook,
chupando un poco mientras Velle la sacude en mi boca, más rápido durante
dos segundos antes de que se corra.
—Maldición... sí... Jesucristo, santa mierda... —Jadea Rook, ronco por
la mano de Velle alrededor de su garganta mientras su polla pulsa chorros
de líquido salado en mi lengua.
Sale a borbotones una y otra vez, llenando la parte posterior de mi
garganta mientras lo trago. Mi polla se contrae en mis pantalones, como lo
hizo la vez con Kemper, aunque esto se siente un poco diferente.
Elegí hacer esto. No fui forzado. Y si bien fue una experiencia
fascinante, no me puso tan duro como la vez que Kemper me obligó.
192
Aun así, tragué otra carga de semen, y esta vez fue mi elección, en
cierto modo. ¿¿Qué carajo me está pasando en este lugar??
Cuando Rook termina de correrse, me aparto y me pongo de pie con
piernas temblorosas. La respiración pesada de Rook hace eco a nuestro
alrededor, y Velle suena un poco agotado también. Él y Rook se miran
durante unos generosos momentos, antes de arreglarse y volver al negocio.
Velle se aclara la garganta y pisa fuerte hacia la puerta donde unos
conmocionados Kang y Luthor están parados, ambos con manchas visibles
de humedad en los pantalones.
Mi mandíbula se aprieta mientras trago una y otra vez, el semen de
Rook sabe a culpa en mi lengua.
Velle agarra a Luthor y Kang y abre la puerta, pero antes de irse, se
vuelve hacia Rook.
—Llévalo a aislamiento.

Las luces en aislamiento están casi todas apagadas y la energía aún no


ha regresado.
Rook me lleva en silencio, la tensión incómoda entre nosotros es pesada
como una manta de lastre. Me entrega a uno de los otros guardias que está
usando una linterna para ver, y luego se aleja a trompicones sin mirarme ni
una vez.
Me siento como un maldito idiota por lo que hice. Rook es el mejor
guardia aquí y lo enojé.
Ahora realmente me siento como un pedazo de basura. Y aquí es
exactamente donde la basura pertenece; en el basurero.
Todo está húmedo y mohoso aquí abajo por la lluvia. Afortunadamente,
el guardia me pone en la celda de Darcey de nuevo, así que al menos no
estoy en el suelo, aunque hay agua goteando de algún lugar. Puedo oírla. Y
con las luces en el pasillo apagadas, no puedo ver una mierda. Es
jodidamente aterrador.
Acostado en la cama, trato de no pensar en lo mucho que la he jodido,
pero las voces son fuertes y me encojo tanto que tengo calambres.
Curvándome hasta convertirme en una bola, trato de ignorar el ruido,
193
frotando mi polla lentamente. Aún está dura de antes, y la culpa me hace
sentir extraño.
Finalmente, me desmayo y vuelvo a abrir los ojos ante la luz.
Parpadeando un par de veces, miro alrededor al leve resplandor que
tengo al lado. Hay velas encendidas aquí ahora. Frotándome los ojos, me
siento y observo tres velas, una en cada rincón de la habitación. Y cuando
miro hacia la puerta, veo al oficial Kemper, el hombre sombra, apoyado
contra ella.
No sé qué decir, así que me quedo callado por un momento, solo
mirándolo fijamente. Se ve exactamente igual que la última vez que lo vi, lo
cual es esperado por supuesto. Solo han pasado dos semanas, pero
honestamente, había pasado de verlo cada pocos días a no verlo por un
tiempo. De hecho pensé que tal vez se había ido de Alabastro.
No me alivia que todavía esté aquí. No, esa no es la palabra. Solo
indiferente.
Camina hacia mí, deteniéndose al pie de la cama. Inclinando mi rostro,
miro su cuerpo alto y grande, el cabello arenoso revuelto, la barba incipiente
lo suficiente para darle un aspecto duro a lo largo de su mandíbula, no es
que lo necesite. La línea de la mandíbula es dinámica, al igual que el resto
de sus líneas.
Y luego están los ojos. Esos orbes profundos de azul negruzco. Ellos
me recuerdan el dolor y el poder, dos cosas que a menudo van juntas.
No estoy seguro si alguna vez va a hablar, así que decido ir primero.
—Mucho tiempo sin verte. —Mi voz es ronca.
No responde ni reacciona mucho, aparte de parpadear. Nos miramos
fijamente por unos segundos más antes de que se siente a mi lado en la
cama. Mi conciencia aumenta de inmediato, y aunque no le tengo tanto
miedo como antes, todavía estoy en alerta. La verdad es que no sé cómo me
siento al verlo. Es una sensación extraña, entre alivio y disgusto. Si no fuera
por el oficial Kemper, no tendría idea de que podría sentir estas cosas juntas.
—¿Por qué estás aquí, 101? —Finalmente habla, en un tono cuidadoso,
con la voz más parecida al gruñido bajo de un animal que está a punto de
atacarte.
Tomo un respiro antes de contestar.
—Realmente no tengo ni idea.
194
Él sonríe, desatando los colores temprano esta vez. Sus dientes son
rectos y blancos, rodeados por el color rosado de sus labios, y los rayos que
salen de su sonrisa. Es una paleta de colores completa.
—Me gusta eso —dice a través de su brillante sonrisa, y sus dedos se
mueven donde sus manos descansan sobre sus propios muslos. Me llama
la atención brevemente antes de echar un vistazo de nuevo hacia él.
Apretando los dientes, me recuerdo los sentimientos adecuados que
debo tener en esta situación.
—No me importa lo que te guste.
Resopla una pequeña risa.
—Tan temperamental. A mí me importa lo que a ti te gusta, Luscious.
—¿Eso es así? —Levanto la ceja y él asiente—. Bueno, no me gusta que
me llamen Luscious. —Su sonrisa se ensancha, maliciosamente,
recordándome al Gran Lobo Feroz—. Y no me gusta que me den descargas
eléctricas.
—Gajes del oficio. —Se encoge de hombros.
—Eso no tiene sentido. —Me apoyo contra la pared, manteniendo un
poco distancia entre nosotros. Obviamente lo nota porque vuelve la cara
para observarme más de cerca.
Ignorándolo, cierro los ojos, aunque puedo sentirlo mirándome. Es
pesado y caliente, y me sofoca un poco. Pero mentiría si dijera que no me
intriga.
—Déjame tocarte... —susurra a mi lado, ese olor a gaulteria se mezcla
con su aroma; limpio, como el jabón que me dio, con un toque de algo más
que no puedo identificar.
—No —protesto, aunque una parte de mí sabe que es inútil resistirse.
Sucederá lo quiera o no, y hay un extraño nuevo consuelo en eso.
—Eso no fue una solicitud —dice con voz ronca, sin sorprender a nadie
con ese comentario.
Abro los ojos y giro la cabeza un poco, atrapando su mirada por solo
una fracción de segundo antes de que se ponga de pie. Empieza a
desabotonar su camisa y mi pulso acelera por instinto.
Mi boca corre, ya que no puedo pensar en qué más hacer en este
momento.
—Pensé que tal vez habrías desaparecido o algo... —Me detengo y trago
mientras él se quita la camisa—. Sabes, porque no te vi por un tiempo... 195
—¿Eso te molestó? —Su cabeza se inclina, y yo simplemente lo miro
con los ojos muy abiertos. Realmente no quiero darle la satisfacción de mirar
su torso sin camisa, pero es un plano muy ancho de músculos, la mayoría
de ellos cubierto de tinta.
Brazos, hombros, pecho, abdominales... esa forma en V en la pelvis.
Hay músculos por todas partes y más tatuajes de los que podría contar. Es
más tinta que hombre. Bueno, en realidad no. Hay mucho hombre.
Parpadeo.
—No. No me importa. Solo estoy conversando.
Se inclina sobre mí y yo retrocedo.
—Basta de hablar, Dascha. Las únicas palabras que quiero escuchar
de ti son sobre lo jodidamente bien que te estoy haciendo sentir. ¿Lo
entiendes?
La sangre corriendo en mis oídos casi lo ahoga. Mis palmas están
sudorosas, y no puedo imaginar qué decir o hacer a continuación. Asiento,
porque eso es fácil.
No más charla.
¿Qué hará para que me sienta bien...?
Casi pregunto, pero me dijo que no hablara, y una parte trastornada
de mí quiere escucharlo.
Agarra el dobladillo de mi camisa y la levanta por encima de mi cabeza,
arrojándola sobre la cama. Luego me baja un poco los pantalones,
deteniéndose cuando ve que estoy usando el bóxer que me dio.
Sus ojos se funden en los míos, y el azul evoluciona hacia una profunda
catacumba de cielo de medianoche arremolinado.
Él tira de los pantalones hacia abajo el resto del camino, y mi corazón
late como loco mientras se detiene para mirar mi cuerpo, tomando una
respiración profunda y soltándola igualmente.
—Te ves delicioso con estos, bebé. Justo como sabía que lo harías.
Mi cerebro me urge a protestar. A seguir luchando a pesar de lo mucho
que mi cuerpo quiere uno de esos orgasmos asesinos que me sacará ahora
mismo.
—Y-yo no soy tu bebé —gruño, la vacilación clara en mi tono.
Me ignora por completo, gateando sobre mí deliberadamente para 196
presionar un suave beso en mi esternón. Trago saliva, clavando los dedos
en la cama a ambos lados. Ni siquiera estoy jodidamente esposado, y estoy
dejando que lo haga.
No. No, no, no, tienes que detener esto.
No eres gay. Incluso si sientes curiosidad, esto es demasiado rápido. Es
demasiado.
Me retuerzo y él siente mis inquietudes de inmediato, arrodillándose
sobre mí para sostenerme, inmovilizándome las muñecas con sus manos.
—No seas tímido conmigo ahora, Dascha —canturrea—. Lo estabas
haciendo tan bien.
—No quiero esto —susurro mi frase de referencia.
—Sí, dices mucho eso —me desafía, quitándose las esposas de la
pistolera—. Pero luego ronroneas cuando te corres, como un gatito feliz.
Entonces, ¿a qué le debería creer, Luscious? ¿A tus palabras o a tus
acciones?
Mis labios tiemblan.
—No me esposes. Por favor. Me portaré bien.
Deja escapar un suspiro entrecortado, parpadeando lentamente.
—Dios... si quieres hacer que me corra en mis pantalones, por todos los
medios sigue diciendo cosas así.
Mi polla se sacude con fuerza entre mis piernas y trago saliva. Él se
aleja de mí entonces sin decir nada más, y me pone boca abajo. El hecho de
que mi culo esté ahora disponible para él me pone severamente tenso. Creo
que puede sentirlo, porque sus grandes manos bajan por mis omóplatos y
susurra:
—Relájate.
Esposa mis manos detrás de mi espalda y tira de mis caderas para que
esté sobre mis rodillas, con el rostro enterrado en la cama. Procede a bajar
mis Calvins, lentamente, hasta que mi culo está expuesto y estoy vibrando
de miedo, vergüenza y deseo, todo mezclado junto como un potente cóctel.
No entiendo por qué me siento tan necesitado... Nunca quise estar en
esta posición antes. Él no me agrada. No lo quiero. Todavía está forzando
esto…
¿Cierto?
—Dascha... mi dulce, dulce caramelo. —Se arrastra detrás de mí,
subiendo sus manos para sostener mi trasero en dos puñados.
197
—Por favor no... —lloriqueo en la cama.
Estoy jodidamente asustado. No quiero esto, pero creo que voy a dejar
que lo haga. Es tan jodidamente confuso que podría llorar.
Pero justo cuando espero oírle desabrocharse el cinturón, cuando creo
que me va a follar con fuerza por el culo porque eso es lo que hacen los
violadores, deja caer un beso delicado sobre mí. La calidez de su aliento
realmente me sorprende. Esta no es la sensación que esperaba.
Sus labios recorren la raja de mi trasero mientras deja besos suaves
por toda mi piel, tarareando a medida que avanza. Luego me empuja un
poco hacia adelante, un fuerte empujón hasta que mi cara se alisa en la fina
manta y extiende mis mejillas. Trago toda la saliva que llena mi boca
mientras me abre de par en par con sus manos firmes, y luego me besa allí...
en el medio.
Jesucristo, ¿qué diablos está pasando?
Mi rostro está más caliente que la chimenea de Satanás. Puedo sentir
la vergüenza extendiéndose por mi cuello como un fuego incontrolado
mientras acomoda su boca en mi culo y besa, arriba, abajo, y finalmente
sobre él, como una diana. Me está besando el agujero del culo.
—Guhh... —Creo que quería decir algo, pero sale ininteligible.
Y antes de que pueda intentarlo de nuevo, desliza su lengua sobre mi
agujero; una lamida fuerte que me hace jadear en voz alta. Su boca está
tibia y húmeda cuando va por otra probada, lamiendo en círculos, dando
vueltas y vueltas, aplanando su lengua y usando sus labios para chupar.
—Maldición... ¿qué estás haciendo...? —Me retuerzo debajo de él, pero
él me sostiene quieto con una gran mano presionando la parte baja de mi
espalda, enterrando su boca en mi culo mientras tira la casa por la ventana.
Se detiene el tiempo suficiente para decir:
—Voy a hacer que te corras de comerte el culo, bebé. —Luego lame,
besa y chupa unas cuantas veces más, antes de preguntar—. ¿Está bien?
Mi cerebro está revuelto. No sabría usar otras palabras si lo intentara.
La única disponible para mí es:
—Sí.
—Bien —ruge hacia mí desde atrás—. Ahora, relaja tu pequeño y
apretado agujero para que pueda meter la lengua dentro.
198
El aire frío de la habitación pica mi carne caliente, ya pegajosa por el
sudor mientras trato de relajarme. Quiero saber cómo se siente esto. No hay
forma de que pueda detenerme ahora. Viajaré en este tren hasta el infierno.
Kemper fuerza su lengua en mi culo y mientras lo hace, me relajo
incluso más, queriendo ver cuánto puede hacerlo; hasta dónde puede llegar.
Es lo más increíblemente extraño que he sentido en mi vida, pero cuando la
hace girar, y luego chupa al mismo tiempo, me pongo bizco.
—Mmm... tienes un coñito tan dulce, Dash —gruñe, y su lengua me
azota constantemente con dureza.
Mi cara está en llamas. La vergüenza dentro de mí por sus palabras
convierte a mi polla en un puto poste de metal. Está tan dura que puedo
sentir las venas palpitando, y la cabeza latiendo líquido pre seminal.
Necesito algún tipo de fricción, pero él está sujetando mis caderas hacia
atrás, así que ni siquiera puedo frotarme contra la cama.
—¿Te gusta cómo me como tu coño, bebé? —Sostiene mi culo tan fuerte
que estoy seguro que tendré moretones. Pero no me importa.
Dios, se siente increíble. No tenía idea de que pudiera sentirse así. No
sabía que palabras tan degradantes podrían excitarme tanto.
Tal vez realmente se está imaginando que se está comiendo a una chica
y no a mí. Tal vez quiere que sea mujer porque le avergüenza que le gusten
los tipos. No digo que no entiendo, porque en este momento, estoy dejando
que un tipo gigante, musculoso y tatuado me haga algo que nunca en un
millón de años pensé que querría.
Y estoy como a dos segundos de correrme.
—Mierda... mierda, mierda, mierda... —gimo en la cama mientras él
lame hacia arriba y abajo mi perineo, desde mis bolas hacia arriba y hacia
abajo.
Chupa mis bolas entre sus suaves labios, luego va por mi culo de
nuevo, haciendo que su saliva me lubrique increíblemente. Es tan
jodidamente sucio que sé que me voy a correr pronto. Puedo sentirlo
acercándose cada vez más.
—Bebé, voy a sacar mi polla, ¿de acuerdo? —Jadea—. No te follaré,
pero necesito correrme en tu trasero.
Murmuro algo que ni siquiera entiendo contra la manta mientras su
cinturón tintinea y su cremallera desciende, todo el tiempo mientras su
lengua provoca mi culo, empujando dentro de mí y acariciando de maneras
que nunca pensé que una lengua podría. 199
Lo sé tan pronto como se saca la polla porque puedo escucharlo
sacudiéndosela, rápido, y está gruñendo en mi culo. Palabras sucias y
tortuosas de pura perversión dejan sus labios, fluyendo directamente dentro
de mi cuerpo...
Me encanta comerte, bebé... Me encanta saborear tu dulce agujero.
Sabes a azúcar, Dascha. A tu pequeño coño apretado le encanta que lo laman
y lo chupen, ¿no es así? No puedo esperar hasta el día en que me dejes meter
mi dolorida polla dentro de ti...
Grito un ruido irregular cuando mi orgasmo me alcanza, y me corro,
agresivamente, sobre la manta. Mi polla palpita y duele por lo que se sienten
como horas, y chorros de semen lo empapan todo. Y me importa un carajo
porque se siente divino.
El mundo es brillante y todo se mueve en cámara lenta.
Kemper aparta la boca de mí, jadeando:
—Voy a correrme, bebé.
Y siento la cabeza de su polla, justo en mi entrada. Un pequeño
escalofrío de miedo me atraviesa al pensar que podría empujarla dentro. Los
dedos de mis pies se curvan.
Pero en cambio lo siento correrse en mi culo, el líquido tibio sale
disparado para cubrirme. Se presiona en mi agujero mientras se libera, y la
cabeza me empuja lo suficiente como para que pueda sentir su semen
chorreando dentro. La punta de su polla está empujando mi culo ahora
mismo, y él está descargando su carga en mí. Solo la punta... solo lo
suficiente.
La sordidez hace que mis bolas palpiten, y un poco más de semen gotea
de mi polla.
Cuando el mundo finalmente comienza a moverse de nuevo, las
grandes manos de Kemper masajean mis nalgas. Lo siento desbloquear las
esposas, frotar mis muñecas, mis brazos y mis hombros. Me pone de lado,
y estoy tan fuera de sí, que apenas noto que me está limpiando. Tiene paños
mojados que huelen a limpio, y los usa para limpiar mi estómago, y luego
mi trasero. La vergüenza está al borde de mi conciencia, pero no puedo
alcanzarla en este momento.
Estoy en un estado de aturdimiento cegador, como si una espesa niebla
me envolviera.
Kemper me sube los bóxeres y luego los pantalones. Muevo mis 200
párpados pesados esperando oírlo irse. Pero en cambio se arrastra detrás de
mí, haciendo que la pequeña cama se hunda con su monstruoso peso.
Coloca un gran brazo alrededor de mi cintura y tira de mí contra él.
Es inquietante que estemos haciendo esto. No quiero acurrucarme con
un hombre. No debería querer acurrucarme con él. Debe verse ridículo...
Dos hombres grandes de más un metro ochenta, acurrucándose en lo que
es básicamente un catre.
Pero él es cálido y realmente cómodo. Su aliento mentolado me hace
cosquillas en la nuca, lo que me recuerda cuando me afeitó la cabeza... a
cómo sus dedos me rozaron allí.
Se me ocurre que ninguno de los dos lleva puesta la camiseta, pero no
tengo frío. Estoy aliviado en serenidad, aunque no lo entiendo.
No está bien, pero se siente como si lo estuviera.
—Callum —susurra detrás de mí mientras me estoy durmiendo.
—¿Hm? —Mis dedos se estiran para tocar su brazo.
—Mi nombre… es Callum. Cal.
Una sonrisa tira de mis labios.
—Encantado de conocerte, Cal. —Él se ríe y eso hace que vibre mi
espalda—. Eres un jodido bicho raro —susurro, completamente saciado en
cada sentido de la palabra mientras me quedo dormido.
Presiona un beso en la base de mi cráneo.
—Soy lo que tú eres...

201
17
Oficial Kemper

M
e quedé dormido por un momento.
No debería haberlo hecho. Estoy en el puto trabajo,
pero después de ese intenso orgasmo, y el atractivo de
simplemente abrazarlo con una calidez tranquila, no había
forma de que pudiera combatirlo.
Desafortunadamente, mi sueño ligero de satisfacción se ve
interrumpido por la pesadilla del chico.
Al principio, no tengo ni idea de lo que está pasando. Él está
refunfuñando en sueños y retorciéndose. Aprieto mi brazo alrededor de su
cintura, esperando que eso lo mantenga calmado.
No lo hace. Ahora está agitado, murmurando cosas que no puedo
entender. Me incorporo lentamente a su lado, mirando mientras lloriquea, y
los músculos de su cuello se tensan cuando su rostro se contrae en algo
para mostrar su infelicidad con lo que sea que esté sucediendo en su mente
contaminada.
Trago saliva, no me gusta esto ni un poco. Estirándome hacia adelante,
toco su frente húmeda.
—Dascha. —Mi mano roza su sien mientras se mueve de un lado a otro,
con los ojos cerrados de golpe bajo la presión—. Estás bien. Relájate, bebé.
Pero no se detiene. Él continúa, estremeciéndose como si estuviera
teniendo una maldita convulsión. Mi mandíbula se aprieta. Odio verlo así
dolorido, y aún más, odio ser indefenso. Me pone de los nervios.
202
No conozco bien a Dascha Reznikov, pero he estado pensando en él
durante bastante ya y es seguro decir que me he enamorado un poco. He
aprendido cosas de observarlo, y aunque sé que él no está bien, yo creo que
es perfecto. No sé qué causa estos problemas que tiene mientras duerme,
pero solo quiero quitárselo todo.
—¡No! —ruge fuerte, balanceando su brazo hacia mí. Me atrapa en el
costado, y gruño, agarrando su muñeca y tratando de contener su arrebato.
Él se queja—: Me obligaste a hacerlo... —En un murmullo apresurado que
apenas puedo entender. Pero capto sus palabras y me retuercen las
entrañas.
Estábamos durmiendo profundamente, recuperándonos pacíficamente
de un intenso encuentro sexual antes de esto. Y ahora no sé qué hacer para
recuperarlo.
Intento agarrar su mano mientras sale lanzada y eventualmente la
atrapo, abrazándola con la mía mientras murmura más tonterías. Mirándolo
de cerca, me pregunto qué está tratando de decir. Ojalá pudiera estar en su
mente. Ojalá pudiera ver lo que está viendo.
Solo quiero saber qué le está molestando para poder solucionarlo.
Después de varios minutos de estremecimiento, Dash finalmente deja
de moverse, derritiéndose en la cama, y las arrugas de su frente se suavizan
mientras su respiración se nivela. Me recuesto a su lado de nuevo y miro su
rostro, estudiando la perfecta simetría.
Es tan hermoso. Nunca pensé que un hombre pudiera ser hermoso así.
Dascha parece un sueño, incluso cuando está teniendo una pesadilla.
Su cuerpo es todo músculo contorneado, como el David de Miguel Ángel, e
igual de pálido, con esa tez lechosa que quiero lamer completa. Sus ojos son
de un verde amarronado, avellana en estado puro. Me recuerda a un viaje
de campamento en el bosque; despertarse al amanecer con el canto de los
pájaros, y salir de tu tienda solo para encontrar árboles de hoja perenne y
musgo cubierto de rocío salpicando la tierra sólida, con un amanecer
asomando a través del espacio entre los árboles.
Mi pulgar roza la suave piel de su mejilla y él no se mueve.
Probablemente esté agotado después de la aflicción que estaba
experimentando. Había planeado irme antes de que despertara. En realidad,
no tenía ninguna intención de quedarme dormido aquí. Él estaba tan
cálido...
203
Pero ahora que sé que está sufriendo, no puedo dejar que se despierte
solo en una celda fría y húmeda.
Echo un vistazo a la puerta y parece que volvió la electricidad, las luces
fuera iluminan el pasillo una vez más. Mirando a mis velas, veo que casi
están agotadas, y la cera se ha derretido por todo el suelo. Decido que tal
vez algo de comida y agua serían un buen regalo para él al despertar,
especialmente después de esa terrible pesadilla.
Arrastrándome para salir de la cama lentamente, me detengo y miro
mientras él me alcanza. Mi pecho se aprieta con fuerza, una contradicción
de la compleja tranquilidad que inunda mi interior. Está profundamente
dormido, y podría ser solo una reacción, pero mi corazón, que es cautivo de
este hombre ahora, está eligiendo interpretarlo de manera diferente. Está
desesperado porque Dascha Reznikov lo desee tanto como él lo quiere.
Parpadeando hacia él durante varios minutos, observo su pecho
desnudo moverse hacia arriba y abajo con respiraciones calmadas, piel
pálida y tinta esparcida; liso, sin vello, acentuando las curvas de sus
pectorales, los pequeños círculos de sus pezones...
Jesús. Palmeo mi polla sobre mis pantalones y palpita.
Tengo que irme antes de que me vuelvan a succionar, así que me acerco
de puntillas a la puerta y salgo de la celda tan silenciosamente como puedo,
yendo hacia la zona de los presos comunes, ya que la cocina de la planta
baja no tendrá nada más que sobras. Alimentamos a los prisioneros en
aislamiento con cosas que podrían considerarse basura. Definitivamente es
jodido, pero trato de no pensar en ello.
De cualquier manera, no le voy a dar eso a Dash. Se merece algo mejor
y si tengo que hacérselo yo mismo, lo haré. La cafetería está tranquila, pero
puedo oler que algo se está cocinando, lo cual es una buena señal. Podré
llevarle comida fresca.
Miro mi reloj. Son las cinco y media de la mañana. Este lugar se siente
tan alejado de la civilización como lo está. No hay relojes ni calendarios en
ningún lado, porque no quieren que los presos sepan qué día u hora es. Es
muy fácil que el tiempo pase por aquí sin siquiera darse cuenta. Si no llevara
reloj, no tendría ni puta idea de qué momento del día es.
Al entrar en la cocina, me cruzo con unos guardias que me ignoran y
yo los ignoro a ellos. No soy amigo de ninguno de mis compañeros de trabajo.
No nos asociamos mucho. Vengo aquí, hago mi trabajo y me voy. Eso es
todo. No me interesa socializar. 204
Sin embargo, todos lo hacen. Es duro vivir lejos del resto de la sociedad.
Este definitivamente no es el trabajo soñado de nadie. Todos lo hacemos
porque tenemos opciones limitadas.
Mis compañeros oficiales penitenciarios pasan todo su tiempo juntos.
Trabajan juntos, luego vuelven a casa a la casa compartida donde todos
vivimos y pasan más tiempo juntos. No entiendo cómo lo hacen.
No me interesa.
Soy un maldito solitario. No me gusta mucho la gente, así que prefiero
estar solo. Lo que hace aún más confuso que de repente parece que no
puedo mantenerme alejado del chico de ojos color avellana; el ladrón de
bancos ruso que es terco, bocón y que llora en sueños.
Me duele el pecho y me recuerdo lo que estoy haciendo. Fue realmente
jodidamente difícil mantenerse alejado de Dash durante dos semanas, pero
lo hice porque sabía que tenía que hacerlo. Estoy jugando un juego
peligroso, que no es algo que hago.
No tengo tiempo para juegos. Si quiero algo, lo tomo. Es así de simple.
Supongo que es por eso que estoy en este lío en primer lugar...
En la cocina, veo que están calentando huevos revueltos. Bueno, esos
Egg Beater 19, pero aun así. Creo que a Dash le gustaría esto. Tomo un
cuenco grande para él, con una tapa para mantenerlo caliente, luego recojo
algunos paquetes de esos pequeños muffins, un par de botellas de agua y
un jugo de naranja. Me voy tan invisible como cuando vine, caminando de
regreso a mi mazmorra donde pertenezco.
Fuera de la cafetería, paso junto a Joy Jameson y ese nuevo guardia,
Harley Samuels, a quien llaman Rook. El novato parece angustiado y Joy
parece estar intentando consolarlo.
Simplemente pongo los ojos en blanco y los ignoro, pasando con los
brazos llenos. Esos dos siempre tienen algún tipo de drama, y por lo general
Velle está en medio. El tipo tiene alardes de jefe y no tengo tiempo para eso,
así que me mantengo alejado.
Estoy a punto de alcanzar la puerta cuando algo me llama la atención.
El nombre de Dash. O mejor dicho, su número...

205
19 Egg Beaters: es un producto comercializado en los Estados Unidos como un sustituto

saludable de los huevos de gallina. Los Egg Beaters son principalmente claras de huevo
con saborizantes, vitaminas y espesantes, goma xantana y goma guar. Contiene claras de
huevo reales, pero no yemas de huevo.
—¿Qué diablos estabas haciendo con 101, de todos modos? —le
pregunta Joy a Rook, y yo doblo la esquina, manteniéndome fuera de la vista
mientras escucho—. Después del drama que hizo con Velle hace unas
semanas, es el último recluso por el que deberías ir.
—No iba por él —murmura Rook, apoyándose contra la pared—. Él vino
a mí. Quería que lo dejara a él y a sus amigos pasar el rato o algo así, anoche
durante el apagón. Me estaba ofreciendo un favor a cambio.
Mi estómago se hunde y mi mandíbula se tensa. La confusión y la rabia
se entrelazan en mi pecho mientras aguanto la respiración para escuchar
con atención.
—Harley, eres mejor que eso. —Suspira Joy, y Rook se pasa los dedos
a través de su cabello—. ¿Qué fue lo primero que te dije cuando empezaste?
No te involucres en el intercambio de favores con los reclusos. Es una
pendiente resbaladiza. Y con Velle y todo...
—Lo sé, Joy. Lo sé, maldición —sisea, manteniendo la voz baja
mientras mira a su alrededor. Me agacho más detrás de la esquina—. La
cagué, ¿de acuerdo? No estaba pensando. He estado tan alterado
últimamente, y lo siguiente que sé es que tenía su mano en mis pelotas. —
La ira me agarra la parte de atrás del cuello, deslizándose detrás de mis ojos
poniendo mi visión roja—. Fue entonces cuando Velle entró.
—Jesús... —Joy suspira—. ¿Qué hizo?
Rook se queda callado por un momento, y tengo que ver su rostro. Solo
tengo que hacerlo.
Miro a la vuelta de la esquina para encontrarlo mordiéndose el labio
inferior. Luce culpable, y eso me enferma de celos furiosos.
Hay una razón por la que no tengo sentimientos... por cosas como esta.
No sé cómo manejar los celos. Es una sensación tan nauseabunda que me
hace querer vomitar y luego golpear las paredes de concreto hasta que mis
nudillos estén ensangrentados hasta el hueso.
Rook toma aire y lo suelta lentamente.
—Velle me hizo sacar mi polla fuera.
Joy suelta una carcajada de burla cómplice y niega con la cabeza. Pero
esa no es mi reacción. Estoy vibrando con ira tan espesa que rezuma por
mis venas como melaza. 206
—Creo que iba a hacer que Reznikov me la chupara, pero el chico no
quiso hacerlo. —Un alivio temporal muy leve me honra, hasta que Rook
dice—: Bueno, no de primeras. Velle terminó masturbándome en la boca de
101 y él se lo tragó.
Se cubre la cara y suspira detrás de las manos.
—Fue salvaje.
Un zumbido en mis oídos atenúa sus voces cuando Joy dice:
—Típico de Velle.
Siguen hablando de sus tonterías mientras yo me quedo ahí, mirando
inexpresivamente la pared, con la sangre corriendo en mis oídos. Puedo
escuchar la vena en mi cuello pulsando.
Él no haría eso, ¿verdad?
Bum.
¿Por qué no? No es tuyo. Es un juguetito, y los juguetes están hechos
para jugar.
Bum.
Ni siquiera te quiere. No le importa, y ciertamente no estaba
alcanzándote. Buscaba a cualquiera, porque es solo otra cara bonita en una
putilla dañada. Te lastimará si lo dejas, lo cual es exactamente lo que estás
haciendo.
Bum, bum.
No puedes confiar en Dascha Reznikov.
Pasan los minutos y sigo parado en el mismo lugar. Joy y Rook se han
ido y yo estoy congelado, temblando de ira y angustia.
Me siento estúpido. Tonto.
No puedo creer que me enamoré de este tipo joven y sexy en primer
lugar. No sé cuál es mi problema.
¿Cuánto tiempo tienes?
Cerrando los ojos con fuerza, me golpeo la cabeza contra la pared. Esto
es estúpido. ¿Por qué me estoy castigando cuando debería castigarlo a él?
Él es quien me atrajo, con su piel suave y bonita, y sus ojos engañosos.
Su boca perfectamente carnosa que pensé que estaba reclamando como
mía, solo para que él se arrodillara y bebiera el semen de cada maldito
guardia en este antro.
207
Rujo y tiro una de las botellas de agua contra la pared opuesta hasta
que se rompe, y el agua vuela por todas partes. Necesito moverme. Necesito
hacer algo.
No puedo quedarme aquí sentado sintiéndome mal por mí mismo. Algo
tiene que hacerse.
Dascha necesita ser castigado por sus acciones descarriadas. No me
importa si él aún no lo ve. Él es mío, y eso significa que no tiene permitido
andar chupando a todo el mundo a cambio de favores insignificantes. No le
permitiré hacer eso.
Paseando de un lado a otro, con mis brazos todavía llenos de su
desayuno, me pongo aún más furioso. He hecho mucho por él. Yo le consigo
cosas. ¿Por qué diablos iba a ir a Rook? Si necesitaba algo, yo podría
habérselo conseguido.
Está actuando como esa pequeña zorra de Ren, lo cual es muy
decepcionante. Pensé que era diferente. Tiene que ser diferente.
No aceptaré esto. Ese no es él. Necesito que vea el error de sus formas
y traerlo de vuelta.
Algo hace clic en mi cerebro y recuerdo...
Recuerdo lo que le hicimos a Ren una vez, cuando llegó por primera
vez. No lo ayudó porque es irredimible.
Pero Dash no lo es. Es muy enseñable. Y esta podría ser la manera
perfecta para arreglarlo.

Decido darle a Dash su desayuno antes de comenzar con mi plan para


corregirlo. Bien podría dejarlo disfrutar durante un par de horas. Él está en
aislamiento de todos modos, por lo que no es como si pudiera meterse en
muchos problemas.
Por ahora, es todo mío.
Entro en la celda para encontrarlo despierto. Todavía está acostado
boca arriba en la cama mirando al techo. Y una pequeña parte de mí se 208
siente culpable muy brevemente, porque no quería que despertara solo.
Pero se apaga de inmediato cuando recuerdo que antes de que viniera
a mí anoche, dejó que el puto Rook se corriera en su boca. Le dejó...
Mis dientes rechinan mientras intento controlarme, recordando que
tengo un maravilloso plan que le permitirá a mi delicioso juguete saber
exactamente lo que hizo mal, y le dará la oportunidad de disculparse
conmigo. Repetidamente.
Dash me mira cuando me acerco a él, apoyándose en sus codos cuando
me siento en la cama a sus pies.
Finjo una sonrisa.
—Te traje el desayuno.
Entregándole el cuenco de huevos y una cuchara, coloco el resto de sus
artículos junto a él en la cama, y mi mano roza su pierna mientras lo hago.
Me mira por un momento, la conmoción evidente en su rostro. Sus ojos
están muy abiertos y puedo ver mucho más verde que marrón, incluso esas
pequeñas motas doradas alrededor de las pupilas, como dientes de león en
un campo.
Trago sutilmente, tratando de no dejarme llevar por lo mucho que
necesito que sienta lo mismo que yo. Es duro, pero me distraigo de mis
pensamientos acelerados tocando mi pulgar y la yema del dedo medio para
que coincidan con cómo creo que se siente su pulso.
Tap, tap, tap, tap, tap.
Siempre se vuelve más rápido cuando estoy cerca.
Dash abre el cuenco y huele los huevos.
—Estaban más calientes antes —le digo, dejando de lado el hecho de
que pasé casi una hora planeando su castigo, y por eso sus huevos están
fríos.
—Gracias. —Su voz se cuela en el aire entre nosotros, ese sonido
profundo y áspero que me gusta tanto.
Parece que podría ser cantante de una banda de rock. Él también se
parece a uno. Y su voz es maravillosa. Le he oído cantar para sí mismo antes.
Parece hacerlo sin siquiera darse cuenta a veces, y siempre canta una cierta
canción.
Suena hermoso. Quizás perdió su vocación.
Todos estos pensamientos continúan girando mientras lo veo comerse
sus huevos. Abre el jugo de naranja y lo bebe todo en dos sorbos, así que 209
hago una nota mental para traerle jugo de naranja en el futuro.
Si se porta bien.
—No tienes que quedarte aquí conmigo mientras como —dice, dándome
una mirada que parece grabada en confusión—. Si tienes trabajo que hacer,
quiero decir.
—Todo eso puede esperar. —Me muevo en mi asiento al ver su lengua
rosada deslizándose a lo largo de su labio inferior—. Solo quiero asegurarme
que estés bien... después de anoche.
Se congela por un momento, y entrecierro mi mirada hacia él. ¿Se
siente siquiera un poquito culpable por lo que hizo con Rook? Supongo que si
no lo ha hecho ya, pronto lo hará.
—¿Por qué de repente te importa si estoy bien? —pregunta, no tan
sarcástico como estoy seguro de que pretendía.
—Dascha, creo recordar que te lo pasas de maravilla durante la mayor
parte de nuestras interacciones, así que por favor deja de actuar como si yo
fuera el diablo —le refunfuño, permaneciendo firme pero casualmente
indiferente, ya que no quiero que se dé cuenta lo iracundo que estoy—. ¿No
te he dado cosas bonitas a las que de otro modo no hubieras podido acceder
aquí? —Levanto la ceja y sus ojos se posan en su comida mientras asiente—
. ¿No te he dado orgasmos fantásticos mejores que los que has sentido
nunca antes?
Un rubor de vergüenza sube por sus mejillas, y tengo que apartar la
mirada por un segundo antes de abordarlo, follar esa garganta apretada tan
fuerte como sea posible y correrme por toda su cara bonita, solo para ver
cuán malditamente rosa puedo hacerlo sonrojarse.
Bum.
—Sí, pero no pedí nada de eso —murmura como la cosa terca que es,
y me hace sonreír.
—Oh, perdóname —canturreo sarcásticamente—. Qué monstruo que
soy. ¿Debería quitarte esos bóxeres ahora? Ya sabes, ya que no pediste por
ellos. ¿O qué tal el cepillo de dientes?
—Sí, bien que me sirve aquí abajo —espeta.
—No es mi culpa que estés aquí. —Me encojo de hombros—. ¿Por qué
esta vez, alborotador? —Sus ojos se abren hacia mí por un momento, pero
ignora la pregunta y toma otro bocado de su comida, masticando con
petulancia, lo cual es completamente adorable—. Te traeré otro cepillo de 210
dientes para usar aquí abajo, Luscious.
Me lanza una mirada ardiente que se dispara justo a mi ingle, luego
vuelve a desayunar en silencio. Claramente, él ve mi punto. Soy bueno con
él, ya sea si quiere o no admitirlo ahora mismo, y apreciará todo lo que he
hecho por él.
Dash termina sus huevos, y luego se come los mini muffins, con
bastante alegría. Son de chispas de chocolate, y creo que es seguro decir
que le gustan los dulces porque los devora en segundos con una linda
sonrisa en su rostro, todo el tiempo. Una vez que ha terminado de comer, se
levanta y se estira, deambulando alrededor de la habitación y mirando los
círculos de cera endurecida en el piso donde las velas se derritieron y luego
se apagaron.
Me resulta difícil concentrarme cuando estoy cerca de él. Creo que
podría existir muy bien permaneciendo permanentemente en su presencia.
Él es una criatura fascinante, moviéndose de manera diferente a cualquiera
que haya visto antes; graciosamente confiado, como un felino. No es
demasiado arrogante y a menudo parece inseguro de sí mismo, lo que podría
provenir de la falta de conciencia de sí mismo, pero aun así, su cuerpo
trabaja en movimientos fluidos.
En el último mes de observarlo, he notado algunos comportamientos
extraños. Como sus inquietudes ocasionales, mirando a su alrededor como
si estuviera buscando alguien. A veces habla consigo mismo, en voz baja, y
no puedo decir lo que está diciendo. También camina mucho cuando está
solo y usa las flexiones y los abdominales como un calmante para el estrés.
Pero todas estas cosas lo hacen mucho más interesante para mí. Nadie
es perfecto, y creo que las imperfecciones de una persona la convierten en
quienes son. De lo contrario, todos seríamos iguales.
El tarareo de Dash me saca de mis pensamientos, y observo mientras
usa un poco de cera de vela verde para dibujar una forma en la pared.
Sacudiéndome para espabilarme, mis músculos se tensan por la
frustración. Me sigue distrayendo con lo malditamente atractivo que es, y
en este momento solo me recuerda cuán desconsiderado es.
Imágenes de él de rodillas, tomando la carga de Rook en su boca
perfecta hace subir mi presión arterial unos cien puntos. Se supone que
debe ser mi boca. Después de todo lo que he hecho por el chico, no debería
permitir que cualquier otra persona acceda a él de esa manera. 211
Necesito corregirlo.
Recogiendo su plato vacío, ya que dejarlo aquí es como dejarle una
alfombra de bienvenida a las cucarachas, me acerco a la puerta, pero su voz
me detiene.
—¿Te vas? —Me vuelvo y lo veo mirándome, todavía sin camisa.
Requiere un esfuerzo que mis ojos no caigan sobre su torso esculpido y
examinen todos sus extraños tatuajes.
—Volveré con tu cepillo de dientes y algunas cosas para ayudarte a
lavarte —murmuro, luego abro la puerta de la celda—. Ponte una camisa.
Va a hacer frío.
Fuera de la celda, respiro profundamente para enderezar mi cabeza.
Necesito enfocarme. Dascha es una distracción, y aunque es una de las que
no me importa, una que en realidad disfruto, no puedo permitir que él dirija
el espectáculo. No importa cuántos obsequios le dé, no se aprovecharán de
mí, y no quedaré como un tonto tampoco.
No me importa lo que vean los demás cuando me miran, pero por mi
propio bien, Dascha se alineará.
Voy al ala este y encuentro una de las salas de examinación. Sé que
esta contiene los dispositivos que usamos en el pasado. Tengo que hurgar
por unos minutos, pero finalmente encuentro lo que estoy buscando.
Yo nunca lo he usado ni lo he operado, pero recuerdo cuando Velle lo
usó con Ren. Fue bastante sencillo, así que verifico que la batería esté
cargada y camino de regreso a aislamiento. No le llevaré a Dascha su cepillo
de dientes todavía.
Primero veremos cómo le va con esto.
Cuando vuelvo a la celda, Dash todavía está dibujando algo en la pared
con cera. Y todavía está sin camisa.
Me mira por encima del hombro y levanto una ceja. Él claramente sabe
que no estoy satisfecho con su incapacidad para seguir instrucciones,
porque ofrece una sonrisa disculpándose pero aún engreída, y dice:
—Todavía no tengo frío.
—Dascha. —Suspiro y niego con la cabeza, caminando hacia él
lentamente mientras jugueteo con el dispositivo en mis manos—. Vas a
aprender a escuchar mejor. Si soy yo quien tiene que enseñarte, que así sea.
212
Se burla y vuelve a su dibujo.
—¿Qué diablos siquiera significa eso?
Me aclaro la garganta, fuerte. Eso llama su atención cuando se congela
visiblemente, y luego se vuelve lentamente para mirarme de nuevo.
—Te estás dejando llevar, recluso —le digo con la mandíbula apretada,
lanzándole una mirada tranquila pero ardiente—. Solo porque me gusta
darte cosas después de tomar, eso no significa que puedas faltarme el
respeto. Aprenderás a obedecer...
—¿Obedecer? —interrumpe, y hay una leve incredulidad en su tono.
—Y sabrás a quién perteneces —prosigo, ignorándolo y preparando mi
postura antes de asentir—. Contra la pared, 101.
—¿De qué estás hablando? —Todavía está dando pelea. No estoy
sorprendido, porque ciertamente no esperaba que su terquedad se disipara.
Así es como es—. Soy un prisionero. Eso no significa que tú personalmente
me poseas.
—No estaría de acuerdo. —Mi hombro se levanta en un sutil
encogimiento de hombros, acercándome hasta que estamos a solo treinta
centímetros de distancia—. Yo te reclamé primero, y luego te pusiste de
rodillas para otro guardia.
Los ojos de Dash se agrandan cuando se da cuenta de qué se trata todo
esto. Sus labios se abren, pero parece completamente mudo.
—¿Crees que eso estuvo bien, Dascha? —Me inclino, manteniendo mi
mirada en la suya—. ¿Beber su semen como una pequeña zorra?
Se lanza hacia adelante, en un intento por alejarse de mí, pero lo
empujo fuerte con una mano en su pecho, chocando su espalda contra la
pared. Suelta un aliento harapiento mientras me mira boquiabierto, y algo
de miedo parpadea en sus ojos.
No mentiré, me pone duro.
—Luego bajas aquí inmediatamente después y me dejas comerte el culo
hasta que te corres por todo el lugar... —le siseo en la cara, sosteniéndolo
contra la pared con mi brazo—. ¿Te parece eso respetuoso, 101?
—No te pedí que hicieras eso —se queja mientras trata de salir de mi
sujeción. Empujo más fuerte y él tararea de disgusto, ya que probablemente
mi brazo es lo suficientemente fuerte como para romperle las costillas.
Intentaré no hacer eso, pero mi rabia está burbujeando en la superficie
ahora mismo, y la sangre se siente como fuego en mis venas. 213
—No importa. Lo aceptaste —susurro con mis labios flotando sobre los
suyos—. Me has dejado en ridículo, recluso. No aprecio eso.
—Vete a la mierda —gruñe en mi cara y pongo los ojos en blanco,
agarrando mi Taser.
Basta de este comportamiento errático. Necesita aprender.
Doy un paso hacia atrás y antes de que sepa lo que está pasando, la
presiono contra su costado y disparo, dándole dos mil voltios hasta que se
desmorona en el suelo. Para su crédito, se lo toma como un campeón
nuevamente; incluso mejor que la última vez. Sin llorar ni gritar, aunque
está acurrucado a mis pies como un perro al que tuve que patear para
recordarle quién manda.
No disfruto haciéndole eso, pero está siendo insubordinado. Tengo que
colocarle el dispositivo, y preferiría no tener que esposarlo para hacerlo,
aunque estoy comenzando a pensar que sería más fácil de esa manera.
—No quería tener que hacer eso —murmuro, observando que parpadea
pesadamente y niega con la cabeza, tratando de aflojar todos sus músculos,
que supongo que están apretujados por los voltios.
—Eres un... jodido... lunático... —Jadea, empujándose sobre sus
manos y rodillas.
—Tal vez. Entonces, ¿no sería prudente hacer lo que digo, sin los
pequeños comentarios sarcásticos? —Levanto la ceja y me ignora, aunque
creo que está empezando a verlo a mi manera—. Ahora, el problema,
Dascha, es que no confío en ti. Actuaste como una putita irrespetuosa
anoche. Y las putitas irrespetuosas deben ser castigadas.
—Lo siento —gruñe, frotándose la cara con las manos mientras
prácticamente se inclina a mis pies—. No era mi intención hacerlo. No lo
volveré a hacer.
No suena del todo sincero, pero al menos es un comienzo.
—Me alegra que digas eso. —Me agacho, para que estemos cara a
cara—. Pero la Taser no fue tu castigo.
—¿Qué...? —gime, con los brazos temblando visiblemente mientras se
levanta.
—No, bebé. El castigo se ajustará al crimen. —Tomo su barbilla en mis
dedos—. Te he dado mucha gratificación sexual. No he sido tímido sobre
darte orgasmos, ¿verdad?
214
Sacude la cabeza y susurra:
—No...
—No. Y sin embargo te arrodillaste para Rook, lo que significa que te
he dado demasiada libertad. Dascha, estás actuando como un animal en
celo. ¿Y qué le haces a un animal en celo? —Hago una pausa para ver si
está comprendiendo a dónde voy con esto. Sus ojos se amplían y están
vidriosos, sus labios tiemblan mientras permanece en silencio—. Los
arreglas.
Sostengo el dispositivo en mi mano para que lo vea. Tan pronto como
sus ojos caen en la jaula para pollas, su cabeza comienza a temblar
frenéticamente de un lado a otro.
—No. No, no, no, lo siento —tartamudea, con la mirada suplicante—.
Dije lo sentía. Lo siento. Por favor, no hagas esto... Por favor.
—Dascha, bebé —lo callo, pasando mi pulgar por sus labios
temblorosos—. Relájate. Este ni siquiera es el más pequeño.
—Oh, mierda. —Deja caer la cabeza.
Está entrando en pánico. Debería. Sé que esto no será divertido para
él, especialmente cuando reciba su primera descarga. Pero necesita
entender. Esto lo ayudará.
Me pongo de pie y lo levanto, aunque no parece querer pararse.
—Quítate los pantalones y el bóxer —ordeno, usando la llave para abrir
la jaula.
—Por favor, no hagas esto —suplica, con la voz ronca y temblorosa.
—No fue una solicitud, recluso —gruño—. Estoy perdiendo la
paciencia. Si vas a seguir siendo obstinado, te volveré a electrocutar y te
esposaré. ¿Quieres eso? —Él gime y se cubre la cara con las manos por un
momento, antes de negar con la cabeza—. Bien. Ahora, quítate los
pantalones. Date prisa.
A regañadientes, se baja los pantalones, con su bóxer. Caigo de rodillas
con la jaula de acero abierta y lista para encerrar su polla.
Es considerada un dispositivo de castidad masculina. Tenemos una
variedad de ellos aquí que hemos usado con los reclusos antes.
Básicamente, se ve exactamente como suena; como una jaula para tu polla.
Ésta es de acero, de unos ocho centímetros de largo, que creo que funcionará
para Dash, ya que su pene no es pequeño de ninguna manera. Tiene que
estar completamente blando para entrar en la jaula, y luego se bloquea con 215
la llave, por lo tanto evita que el sujeto tenga una erección.
Este que estoy usando, sin embargo, es especial. Tiene la capacidad de
darle una descarga de electricidad al sujeto, a través de un control remoto
que yo controlaré.
Pero el problema es que nunca he visto la polla de Dash blanda. Solo
asumí que esta encajaría, basado en el tamaño de su polla cuando está
dura, que mide al menos veintidós centímetros con una buena
circunferencia. Lamentablemente, no esperaba que tuviera problemas
incluso para ponerse completamente blando.
Ahora mismo está asustado, enojado, nervioso y claramente un poco
avergonzado, pero su polla está llena al menos a media asta. Lo miro y mi
ceja se arquea con sorpresa.
—Yo... tengo problemas para hacer que baje. Especialmente en
situaciones estresantes —murmura, dándome una mirada culpable.
Lo juro por Dios, este chico va a ser mi muerte. Hay algo sobre sus
problemas que simplemente me excita. Está completamente desnudo frente
a mí, temblando porque está preocupado y hace frío aquí, justo como le dije
que haría, y su pene se está endureciendo, sus mejillas todavía están
jodidamente rosadas, y sus labios todos suaves y carnosos.
No puedo soportarlo. Mi mandíbula se aprieta y miro al suelo, tomando
un respiro para recomponerme antes de volver a mirar su hermoso rostro.
—¿Cómo haces que se ablande? —pregunto, mi propia polla palpitando
contra mi muslo.
—Normalmente tengo que... correrme. —Traga saliva, en voz baja, como
si alguien estuviera cerca escuchando—. Pajearme o algo así...
—Se supone que esto es un castigo, Dascha —gruño, y mis ojos caen
incontrolablemente sobre su polla, que está apuntando hacia mi cara,
luciendo como una paleta sexy.
—Lo sé, lo siento —tararea—. Es la única forma, aparte de tal vez
ignorarla por un tiempo.
Parpadeo hacia él, escéptico.
—¿Así que nada más ablandará tu polla una vez que está dura? —Se
encoge de hombros—. ¿Dolor, vergüenza, miedo...?
Él niega con la cabeza.
216
—Todos esos me ponen duro.
Me tomo un segundo para pensar, antes de soltar un suspiro.
—Bien. Usarás mi boca para correrte. Tienes cinco minutos.
Su frente se arruga.
—¿Que yo tengo cinco minutos?
—Yo no haré nada —digo—. Eso sería una recompensa. Usa mi boca.
Tienes cinco minutos, comenzando ahora.
Me lanza una mirada un poco frenética, pero inmediatamente comienza
a sacudirse en tirones lentos y fuertes, justo frente a mi cara. Observo,
fascinado, mientras su pulgar provoca debajo de la punta, y con la otra
mano agarra sus bolas. Luce inseguro, pero aun así empuja su polla hasta
mis labios, metiendo la cabeza dentro. No puedo evitar el jadeo que se me
escapa alrededor de su suave carne.
Me encanta su sabor; su piel es dulce, y no puedo evitar chuparle un
poco, porque me encanta ver cómo se le caen los párpados y se le acelera la
respiración.
Sostiene mi mandíbula y me folla la boca lentamente, mirando su polla
desaparecer entre mis labios mientras la obliga a bajar por mi garganta.
Trago más allá de las náuseas y gime, mordiéndose el labio.
—Será más rápido si... me lastimas —susurra, y mi corazón da un salto
en mi pecho—. Solo un poco.
Sé que no se supone que deba hacerle ningún favor, pero mi polla está
jodidamente palpitante y no puedo resistir la tentación de darle un poco de
dolor que como resultado hará que se corra en mi boca. Todavía no he
probado su semen, y como que estoy muriendo por hacerlo.
Así que agarro sus bolas en mi mano y las tiro un poco, rodando mi
dedo índice y pulgar lo suficiente para apretarlas en la parte superior. Ahoga
un ruido, tirando de mi cabello mientras su dura polla se desliza dentro y
fuera de mi boca, follando mi garganta más y más profundamente. Estoy
perdido en un aturdimiento mientras descanso mi frente en su estómago
dándole mi cabeza para follar. Y lo hace.
Me sostiene en el lugar y me golpea la boca una y otra vez mientras
aprieto sus bolas, fuerte. Casi demasiado fuerte, pero aparentemente el
dolor funciona para él, porque grita suavemente, y su pene se estremece
entre mis labios.
—Me voy a correr... —Me suelta el cabello, como si yo quisiera 217
apartarme.
Como si hubiera alguna forma de que no quisiera beberlo como si fuera
el último sorbo de agua en un desierto abrasador.
Lo trago de vuelta, masajeando debajo de su erección con mi lengua
hasta que derrama chorros de semen en mi garganta. El presemen pulsa de
mi propia polla dentro de mis pantalones mientras me trago el orgasmo de
Dash. Tiene un sabor maravilloso y no puedo creer que nunca haya hecho
esto antes, porque es cegador.
Creo que es solo él.
Apartando mi boca de él cuando ha terminado, miro hacia arriba,
hipnotizado, para verlo apoyado contra la pared, luchando por recuperar el
aliento. Se acurruca en el cemento, acariciando distraídamente mi cabello
con sus dedos. Y tengo que tomarme un momento para asimilar lo perfecto
que se siente.
Pero después de que pasa un minuto, salgo de ello, dándome cuenta
que su polla está finalmente suave. Agarro la jaula, meto su polla dentro y
la cierro a su alrededor antes de perder la oportunidad. Dash se sacude,
como si hubiera olvidado el punto de todo esto.
—Maldito idiota —dice enfurecido mientras me pongo de pie,
limpiándome el labio inferior con el pulgar.
—Cuida tu tono, recluso. —Entrecierro los ojos—. Te hice un favor al
hacer que te corrieras. Ahora no tendrás que sufrir tu castigo por un tiempo.
Disfruta el descanso.
Camino hacia la puerta de su celda.
—¿A d-dónde vas? —llama.
—Volveré más tarde —le digo mientras abro la puerta—. Prepárate,
Luscious. Se va a poner muy incómodo para ti. Y esta vez, un orgasmo no
conseguirá sacarte.

218
18
Dash
iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii
45 días dentro.

E
l oficial Kemper es un maldito psicópata.
Esta es la determinación a la que he llegado, apoyado
contra la pared de mi celda en aislamiento. O mejor dicho,
la celda de Darcey. Pero aun así... no lo he visto en un
tiempo, y he reclamado su cama.
Eso no tiene importancia. Lo que importa es que el oficial Kemper está
jodidamente loco, y ahora estoy nervioso.
Claro, tenía sospechas antes, basándome en su comportamiento
errático, y la forma en que parece tener exactamente cero compasión
humana. He estado en alerta máxima a su alrededor desde el momento en
que nos conocimos. Pero este es un juego completamente nuevo.
Me encojo y tiro de mis pantalones, apartando el bóxer lejos de mi piel,
mirando hacia abajo para observar la jaula de acero que actualmente
encierra mi pene flácido. Todavía no puedo creer que me pusiera esto...
Porque está celoso. De lo que hice con Rook.
No estoy seguro de por qué me sorprende. Me drogó y me trajo a
aislamiento cuando nos encontró mientras Ren me hacía una mamada. No
sé cómo pensé que no se enteraría de esto y reaccionaría de la misma
219
maldita manera. Como un maldito psicópata obsesivo y acosador.
Y no soy mejor, honestamente. Porque le dejo hacer estas cosas. Gran
parte no ha sido exactamente consensual, pero es consensual-adyacente y
siento que eso significa que es parcialmente culpa mía. Por no patearlo en
las pelotas como lo hice con Velle; por no luchar con uñas y dientes para
conseguir apartar a ese imbécil de mí.
¿Por qué no lo hice?
Supongo que esa es la pregunta que nos ocupa. Y por mi vida, no tengo
una respuesta.
Lo más extraño de todo este escenario es que antes de poner un pie
dentro de la Penitenciaría de Alabastro, nunca había mirado dos veces a
ningún hombre. Siempre me he considerado cien por ciento heterosexual.
Está bien, así que mis gustos se oscurecieron a lo largo de los años, sesgados
por mi necesidad de algo diferente para correrme de la forma que lo quiero,
en el fondo. La necesidad del dolor y la vergüenza empezaron a guiarme más
de lo que pensé que podría. Pero eso no significa que me guste que me
abusen... al menos, no creo que lo haga.
Aun así, ese no es el punto. Solo hice esas cosas con mujeres, y la
sexualidad no es un fetiche. Si puedo correrme con Kemper, entonces eso
debe significar, como mínimo, que soy bisexual. O pansexual...
Realmente no lo sé, pero ahora, cuando pienso en él, siento este extraño
cosquilleo en la boca del estómago. Se siente extrañamente similar a la
incomodidad, pero a veces se extiende por mi pecho y me calienta por
dentro, como un trago de vodka. He reconocido que es un hombre atractivo,
objetivamente. Como Rook. Solo que Rook es una persona muy diferente a
mi acosador.
El oficial Kemper es oscuro, aterrador e impredecible. No entiendo cómo
es posible que alguien pase de probarte y esposarte para poder forzar actos
sexuales, a acurrucarse y traerte huevos. Fue básicamente como un
desayuno en la cama, y ahora tengo una jaula en mi polla.
Mi polla se contrae ante el recuerdo de él de rodillas antes y me muerdo
el labio. Mierda, mierda, mierda... No puedo dejar que se ponga dura. Ni
siquiera quiero saber qué sucederá si lo intento.
Cuando lo intente. Para mí es solo cuestión de tiempo. Me pongo duro
muy fácilmente, especialmente cuando la mierda es jodida. No tengo
ninguna posibilidad.
220
Cubriendo mi rostro con mis manos, respiro, aclarando mi mente. He
estado tratando de mantenerla en blanco desde que se fue hace un par de
horas. Ha funcionado en su mayor parte, pero si vuelve, estoy jodido.
Me ocupo de terminar mi dibujo en la pared, usando la cera de vela
verde para hacer una imagen de Zadira, aunque no exactamente, porque
esto es verde y Zadira es violeta. Sin embargo, no soy muy bueno para los
bocetos. No soy un artista, a menos que estemos hablando de trabajos de
pintura brillante. Aun así, no soy horrible, y al menos es algo que hacer.
Termino usando los tres bloques de cera de las velas, comiéndome el
otro paquete de mini muffins mientras termino. Lo que más odio de estar en
aislamiento es no saber qué hora es. Nunca se sabe realmente si es de día
o de noche en Alabastro, pero al menos con los presos comunes mantienen
las luces encendidas en el pasillo entre las seis de la mañana y las nueve de
la noche. Hay ruido cuando nos levantan para ducharnos o para las
comidas, lo que solo ocurre a determinadas horas del día.
Aquí abajo no hay nada de eso. Solo continuo silencio.
Contar las horas te ayuda a sentirte normal, pero cuando estás
atrapado en la oscuridad veinticuatro siete, todo sangra mezclándose. Las
cosas empiezan a sentirse inútiles, y eso es lo peor. Perder la motivación
para levantarse y moverse... Es un asesino silencioso.
No soy de los que se acuestan y dejan que la depresión me invada.
Nunca lo he hecho. Mi mente es demasiado ruidosa; mis miembros están
demasiado llenos de la necesidad de funcionar. Es lo suficientemente difícil
dormir por la noche, y mucho menos durante el día. Dicho eso, estar
encerrado en una noche perpetua hace que todo se sienta muy extraño.
Como si nada importara. Todo es una ilusión.
Creo que es de noche cuando mis piernas ceden por el continuo
caminar de un lado a otro y me siento en el borde de la cama. He contado
once o doce horas desde que Kemper me abrochó esta maldita cosa y se fue.
Y me las he arreglado para mantener mi polla blanda todo el tiempo. Está
ajustada, pero no del todo incómoda. Pero de nuevo, este soy yo solo. Si
vuelve aquí, sé que se convertirá en un juego que no tengo ganas de jugar.
Estoy tarareando mientras me acuesto de lado, sabiendo que necesito
permanecer despierto a toda costa. El problema es que el único momento
en que normalmente puedo quedarme dormido es cuando sé que no debería.
221
No estoy cansado, pero tan pronto como me quedo aquí tumbado, mirando
fijamente mi mural en la pared opuesta, mis párpados comienzan a caer.
No estoy seguro de cuánto tiempo estoy fuera, pero cuando los
escalofríos me invaden, mis ojos se abren rápidamente para ver la figura
ente las sombras junto a la puerta. Mi corazón salta, sin saber si realmente
está allí; mi cabeza está confundida y él no se mueve. Está tan quieto que
parece una maldita estatua.
Una leve pulsación atrae mi atención por debajo de mi cintura.
Gimiendo silenciosamente, miro dentro de mi bóxer. Mi pene está tratando
de endurecerse, pero no puede porque la jaula lo está deteniendo. Me duele,
pero el problema es que el dolor me enciende más, como antes cuando
Kemper apretó mis bolas entre sus dedos.
Mierda... Maldición.
El recuerdo envía más sangre corriendo a mi pene, pero está atrapado,
y la jaula evita que mi erección gane tracción. Es jodidamente extraño. Me
encuentro mirándola durante unos minutos, preguntándome cómo diablos
es incluso posible. No puedo creer que esta maldita jaula pueda realmente
evitar que me ponga duro.
Miro hacia la sombra y él todavía está de pie en el mismo lugar. Quizás
en realidad no está aquí... Bien podría ser un producto de mi imaginación.
Un sueño...
O una pesadilla.
Sus ojos brillan, lo que me haría pensar que no es real, pero sus ojos
tienden a hacer eso en la oscuridad, me he dado cuenta. Ni siquiera sé cómo
es posible, pero cuando hay luz detrás de él, de alguna manera atrapa sus
ojos y hace que parezcan gemas que reflejan la luz.
Estoy al borde cuando se inclina contra la puerta, mirándome como si
esperara que yo hiciera algo. No estoy seguro de qué podría querer de mí.
Mi mente repasa los hechos... Me puso este maldito dispositivo para poder
castigarme por relacionarme con alguien que no es él. Es un cinturón de
castidad masculina, que está diseñado para evitar que experimente
gratificación sexual.
Entonces, ¿tal vez quiere que le dé a él un poco?
Niego con la cabeza hacia él sutilmente. No lo voy a tocar. De ninguna
manera voy a recompensarlo por usar un dispositivo de tortura leve en mí.
No puede ser tan jodidamente estúpido. 222
No dice nada, pero inclina la cabeza hacia un lado mientras me mira
fijamente. Apretando los dientes, pongo la almohada sobre mi cabeza para
no tener que mirarlo. Está enfureciéndome como la mierda. Este tipo acaba
de irrumpir en mi vida, sin ser invitado, y ahora cree que puede controlarme.
Como si fuera un juguete para que él juegue. No aprecio eso.
Yo soy mi propia persona. No me importa si es un sádico, un dominante
o lo que sea. Si quiere un sumiso, puede ir a un club de sexo y encontrar
uno. Nunca me han interesado esas cosas. Me gustan cosas diferentes en
cuanto al sexo se refiere, pero siempre he pensado que las personas
involucradas en BDSM se lo toman un poco demasiado seriamente.
Simplemente me gusta lo que me gusta y, aparentemente, a veces ni
siquiera sé lo que me gusta. Pero eso no significa que quiera a un gran
imbécil tratando de ser mi papi.
Vómito.
Unos pasos pesados me llaman la atención mientras camina hacia el
centro de la habitación, lo que me incita a tirar de la almohada hacia abajo
aún más fuerte. Escucho y no veo nada, lo que es bueno y malo. No me
gusta quedar expuesto a él pero no quiero mirar su cara de imbécil engreído
mientras me evalúa con este estúpido dispositivo de mierda.
No pasa nada por unos minutos, y creo que tal vez se fue sin que lo
escuchara. Pero luego siento que algo me recorre los abdominales. Me
estremezco, principalmente porque fue inesperado, pero también un poco
porque es un lugar sensible para mí... En mi pelvis, debajo de mi ombligo.
Supongo que es su dedo, y recorre la cintura de mis pantalones,
apartándolos de mi piel. Gruño de frustración y quito la almohada de mi
cabeza.
—¿Qué diablos quieres? —Me siento y hago una mueca de dolor cuando
la maldita jaula de acero pellizca mi piel—. Esta cosa es horrible. Y ahora
aquí estás, jodiendo conmigo porque sabes que puedes. ¿Por qué no buscas
a otra persona para torturar y me dejas en paz?
Kemper me mira parpadeando y hay un calor visible en sus ojos. No
estoy seguro si es que lo enciende cuando le grito, o si realmente está
enojado. Parece que los dos van de la mano con él, y estoy harto de intentar
descifrar lo que está pasando por su cabeza. Apenas puedo entender lo que
está pasando en mi propia cabeza. No estoy tratando de entender a este
guardia imbécil.
—Dascha... —susurra mi nombre en un tono demasiado ronco y 223
gruñón que, por extraño que parezca, me golpea directamente en las pelotas.
La sangre bombea a mi polla y se expande dentro de la jaula. El acero
se clava en mi piel y tarareo de incomodidad. Pero luego, por supuesto, la
incomodidad hace que se inunde una vez más, y mi órgano luche contra el
dispositivo.
Mis ojos se cierran y trato de alcanzar algo. No estoy seguro de lo que
busco, pero lo primero que agarra mi mano es su pierna. Él está parado al
final de la cama y ahora estoy agarrando su muslo. Es una pierna gruesa y
carnosa. Puedo sentir la dureza a través de sus pantalones. El cuerpo de
este tipo es básicamente todo músculo.
No puedo decir que no me impresionó cuando se quitó la camisa
anoche. Él debe ejercitar sin parar. Quiero decir, me gusta mantenerme
definido, pero no soy enorme como este tipo. Tiene volumen; en todas partes,
aparentemente.
—¿Cómo se siente? —pregunta, deslizando sus dedos más adentro de
mis pantalones. Eso envía otra onda a través de mis entrañas que no tiene
a dónde ir. Mis bolas están jodidamente adoloridas ya.
—Apesta —siseo entre dientes.
—Pero te gusta —murmura, una declaración, no una pregunta, así que
tengo que corregirlo.
—No. No me gusta. Quítame esta maldita cosa.
El oficial Kemper suspira, como si yo lo estuviera probando a él, luego
mira dentro de mis pantalones. Solo los mantiene abiertos, mirando mi
polla, en su propia cárcel.
Mi polla también es una prisionera. Esto es jodidamente ridículo.
Tomo una decisión repentina, aunque no una bien pensada, de
apartarle la mano de un golpe.
Me mira intensamente.
—Me dijiste que te gusta el dolor. La incomodidad. —Cubre mi mano
con la suya cuando voy a apartarla de su estúpido muslo musculoso.
—Sí, me gusta ponerme duro por eso. —Pongo los ojos en blanco,
tirando de mi mano un poco más. No la soltará, y ahora la está moviendo
hacia su entrepierna—. Esta cosa le quita la diversión.
Él sonríe y una pequeña risa brota de entre sus labios.
—Ese es el punto, Luscious.
—¿Cuál es el punto, exactamente? Debe ser incomprensible —
224
murmuro, obligándome a mantenerme no afectado por su risa.
No me gusta ni nada, simplemente no sucede a menudo, así que
cuando lo hace parece especial. Le da a su rostro normalmente oscuro
algunos toques de color vibrantes.
—El punto, como ya te expliqué, es enseñarte a manejarte mejor. —Sus
profundos ojos se fijan en los míos—. Extenderte por alrededor es
inaceptable.
—¿Quién lo dice?
—Yo lo digo.
—¿Sí? ¿Y quién te hizo rey de mi polla?
Un pequeño suspiro sale de entre sus labios y lame el de abajo
rápidamente. Su mano lleva la mía a cubrir su erección sobre sus
pantalones. Intento apartarme, pero todavía no me deja.
—El rey de tu polla es un título que acepto con mucho gusto, recluso.
—Sonríe—. ¿Sientes esto?
—Uh sí. —Mis mejillas se calientan bajo su mirada. Mi polla está
tratando de estallar fuera de la maldita jaula, y no se siente bien. Pero ya
me estoy acostumbrando a ello.
—¿Quieres que tu bonita polla esté libre como la mía ahora? —Levanta
su ceja hacia mí, golpeando mi palma alrededor de su circunferencia. Puedo
sentirla palpitar.
—¿Qué tiene de bonita mi polla? —pregunto, con la intención de sonar
sarcástico, aunque mi voz sale desesperadamente inquisitiva. Le echo la
culpa al artilugio.
Deja escapar un zumbido gutural y luego se arrodilla en la cama a mi
lado.
—Bueno, déjame contarte sobre eso. Tu polla es larga, recta y
perfectamente proporcionada. —Se sienta a horcajadas sobre mi muslo y
cuando trato de sentarme, me empuja hacia atrás con una mano grande en
mi pecho—. La piel es suave y hace juego con tu tez, a excepción de esa
cabeza redonda y rosada, como una corona. —Arrastra sus dedos por mis
abdominales, arrastrando mi camisa a medida que avanza—. Tu polla es
majestuosa, como realeza. Supongo que por eso no puedo dejar de
inclinarme ante ti, Dascha.
225
Mueve su rostro hacia mi torso y presiona unos cuantos besos lentos y
suaves en mi pecho, frotándose contra mi muslo mientras su lengua se
asoma para trazar la curva de mi pectoral. Me muerdo el labio con fuerza,
para retener cualquier sonido traidor que pudiera querer escabullirse, pero
también para distraerme de mi polla palpitante en la jaula de acero que la
rodea.
No tengo más remedio que mantenerme blando, pero no es fácil, y él
obviamente está tratando de hacerlo más duro a propósito, juego de
palabras incluido.
—Eso suena ridículo... —murmuro en respuesta a toda la locura que
acaba de decir sobre mi polla.
Pero en lugar de enojarse, simplemente tararea y sigue besando, y
chupando mi pezón derecho entre sus labios. Mi polla se dispara, o intenta
hacerlo, y duele tanto que mis ojos ruedan hacia atrás en mi cabeza. Ni
siquiera siento como si esto realmente estuviera sucediendo.
Estoy en un sueño, flotando por el espacio exterior. Todo es
tambaleante y cálido. Kemper está respirando sobre mi piel y mis manos
están inmovilizadas a mis costados por absolutamente nada. No me está
reteniendo. Solo estoy acostado aquí tomándolo. De nuevo.
—Yo... yo... —No tengo idea de lo que estoy tratando de decir.
—Shhh...
Chupa mi pezón con más fuerza y me retuerzo, los músculos se tensan
por todas partes. Tomo una respiración profunda y la sostengo, luchando
por obligarme a no excitarme. Parece imposible, pero tengo que intentarlo.
No hay alternativa. Al margen de si mi polla es realeza o no, no es el Increíble
Hulk. No podrá atravesar el acero.
—¿Te gusta esto, recluso? —ruge sobre mi pezón, dejándolo húmedo
con su saliva mientras se mueve hacia el izquierdo.
A través de mi neblina, murmuro:
—Sí.
Y lo siguiente que sé es que algo afilado me apuñala en las bolas. Mis
ojos se abren de golpe y miro hacia abajo, cuando un hormigueo de dolor
acalorado se esparce por toda mi polla. Kemper me mira y abre la palma de
su mano.
Tiene un control remoto. Jadearía si tuviera algo de aliento para dar en
este momento.
226
—¿Eso es...? —Otro impacto se produce antes de que pueda pronunciar
las palabras y me ahogo con el aire, tosiendo a través del dolor en la ingle.
—No se supone que te guste nada en este momento, 101. —Sus ojos se
vuelven círculos negros de obsidiana de maldad eléctrica.
Es Satanás. Eso es lo que es. He estado jodiendo con Lucifer en persona.
—¿Qué carajos te pasa...? —suelto la pregunta sin aliento
retorciéndome para escapar, aunque, por supuesto, no me deja.
—Estaba tratando de pensar en formas de castigarte. —Me ignora como
siempre, mientras sus dedos recorren mi mandíbula. Aparto la cara de un
tirón, pero él tira de ella, así que me veo obligado a seguir mirándolo.
—¿Y la jaula eléctrica para pollas no fue suficiente? —murmuro, y
aunque él me mira de reojo, hay una sutil sonrisa en sus labios.
—Tan fresco. —Niega con la cabeza en forma de amonestación—. De
todos modos, me di cuenta que será difícil ya que te gusta el dolor y la
humillación. Pero creo que he ideado un plan para ayudarte a comprender
cuán fuera de lugar has estado.
—Dije que lo sentía —digo con los dientes apretados. No lo digo en serio,
en lo más mínimo, pero necesito apaciguar al lunático—. Por favor, haré lo
que quieras. No tocaré a nadie más.
—Oh, sé que no lo harás. —Sonríe, pasando sus dedos por mi polla
encarcelada—. Pero esto no tiene nada que ver con eso.
Se pone de rodillas de nuevo y se desabrocha el cinturón, una vista y
sonido que inmediatamente hace que me atraviesen escalofríos de terror.
Pero también lleva sangre hacia debajo de mi cintura, y esa parte me hace
estremecer. Kemper capta el cambio en mi expresión y sus ojos se posan en
la jaula. Algo destella sobre su cara, pero se ha ido antes de que pueda
intentar analizarlo.
Se baja los pantalones lo suficiente como para sacar su polla
monstruosa, y trago saliva. Es muy intimidante. Dice que mi polla es bonita,
pero la suya da miedo. Si la mía es un rey, entonces la suya es el dragón
que quema el castillo.
La acaricia unas cuantas veces junto a mi cara, dándole un par de
tirones pausados mientras me observa, acostado en la cama junto a él, no
esposado, pero todavía claramente incómodo. Podría correr, supongo, pero
¿a dónde me llevaría eso? Además, él puede darle una descarga a mi polla
con solo presionar un botón. No es tan doloroso como cuando me 227
electrocuta, pero no se siente muy bien, especialmente porque no puedo
ponerme duro.
Eso probablemente sea lo peor. Nunca sabrás lo liberador que es tener
una erección hasta que te la quitan. Por qué alguien haría esto
voluntariamente está más allá de mi comprensión.
Kemper me devuelve a la realidad cuando me pone la polla en la cara,
empujándola entre mis labios. Me aparto, pero él agarra mi cabeza para
mantenerla quieta.
—Te voy a follar la cara, recluso. —Me sostiene firme, aunque su pulgar
roza mi mandíbula de una manera tan tierna que casi me hace olvidar lo
que está pasando por un segundo—. Duro.
Apenas tengo tiempo para procesar nada antes de que se arrodille sobre
mi pecho y fuerce su polla en mi boca. Gruño y mi mano se eleva como por
instinto, tratando de retenerlo. Pero la agarra y la mantiene presionada
hacia abajo. Intento usar la otra mano, pero no puede llegar a hacer nada
más que golpearlo en el costado, lo cual es un mal movimiento porque
inmediatamente presiona el botón y le da otra descarga a mi polla.
Gimo alrededor de su polla, y la cabeza gorda empuja la parte posterior
de mi garganta hasta que me ahogo. No pensé que fuera posible que fuera
más agresivo que la última vez, pero esto definitivamente es peor. No puedo
respirar en este ángulo, y él solo la saca lo suficiente para que pueda aspirar
una fracción de segundo de aire en mis pulmones. Él empuja más profundo
y más fuerte en mi garganta, ignorando mis gruñidos de protesta.
Está haciendo exactamente lo que dijo. Está follándome la cara, y es
avasallador. No puedo respirar en absoluto, lo que me marea. Rindiéndome
a su placer, observo el rápido movimiento de sus caderas por encima de mí,
y el azul profundo de sus ojos mirándome donde estoy acostado, a su
maldita misericordia.
—Jesús, Dash... —murmura, acariciando mi cara y cuello mientras
bombea su polla por mi garganta—. No quiero que le des esta boca a nadie
más. ¿Me entiendes?
Exhalo por la nariz como respuesta, ya que no hay otra forma de
hacerlo. Me brotan lágrimas de los ojos al mismo ritmo que la saliva fluye
de las comisuras de mi boca. Esto es jodidamente terrible, pero todo lo que
puedo hacer es intentar. Intentar mantener mi mandíbula relajada, intentar
respirar tan a menudo como puedo, intentar no sentir mi reflejo nauseoso.
Intentar no pensar en lo humillante que es esto... 228
Porque eso dolerá. Mi polla es prácticamente una con la jaula tal como
está.
—Eres mío —susurra Kemper, atravesando mi garganta con su polla,
una y otra y otra puta vez.
Estoy entumecido. Flotando... Ya ni siquiera puedo decir dónde estoy.
Solo puedo imaginarme cómo se ve esto...
El gran cuerpo de Kemper, su enorme polla, violando mi rostro. ¿Y si
alguien entrara ahora mismo...?
Un pequeño gemido retumba en la parte posterior de mi garganta y mis
párpados caen. La jaula se me clava tanto en la carne que creo que podría
romperme la piel.
Y luego buzz. Ahí va otra descarga. Lloro por instinto, y mis ojos se
abren para mirarlo.
—Deja de disfrutar esto —gruñe, empujando su polla tan
profundamente que debe estar más allá de mis anginas. Duele, pero de
nuevo apenas siento nada en este momento. Estoy cruzando la Vía Láctea
en una nave espacial.
Me da una descarga de nuevo, y esta vez mantiene apretado el maldito
botón durante diez segundos. Empiezo a toser alrededor de su polla,
atragantándome, pero no se detiene. Él todavía está follando mi boca, más
fuerte, gruñendo sonidos animales como una bestia salvaje.
—¿Quieres beber mi semen, pequeña zorra? —Sus ojos están fijos en
los míos y aunque están encapuchados con un inmenso deseo, luce
francamente amenazador—. Contéstame, recluso.
Asiento, porque esa es la única respuesta que puedo dar mientras está
forzando veinticinco centímetros por mi garganta, tan profundo que sus
bolas golpean mi barbilla.
—El mío es el único semen que comerás a partir de ahora, ¿está claro?
—Su pulgar traza la comisura de mi boca, estirada tanto como puede.
Asiento de nuevo, y mis párpados se vuelven pesados. Esto es mucho
trabajo. Solo estoy acostado aquí, pero estoy exhausto como si hubiera
corrido un maldito maratón.
—O usarás... —ruge, su ancho pecho agitado mientras cierra los ojos
por un momento, con la cabeza inclinada hacia atrás—. Maldición, eso es
tan bueno. Bebé, te sientes como cielo.
229
El calor inunda mis costillas ante sus palabras de alabanza. No sé por
qué me gustan tanto, pero parece que las chispas vuelan por la habitación.
Se inclina un poco y susurra:
—Me voy a correr, bebé. —Casi puedo sentir lo que está sintiendo. La
construcción... Estamos tan cerca—. Dios, sí, voy correrme. ¿Quieres
hacerme correr, verdad?
Asiento frenéticamente, sosteniendo sus ojos, el azul brillando y
reluciendo mientras parpadea pesadamente.
Luego, bruscamente, saca su polla de mi boca y la golpea rápido.
—¿A quién perteneces, Dascha? —Jadea, terminó tan alterado que
puedo sentirlo. Está listo para estallar.
—A ti —murmuro sin siquiera pensar mientras su polla pulsa chorros
de semen espeso, en mis labios, y en mi barbilla, arrastrando su polla por
mi cuello mientras se corre por encima de mí.
—Maldición, sí... —Su voz es gutural, un rugido ronco mientras
termina su orgasmo.
Y parpadeo, observando fascinado. Puedo sentir el semen en todas
partes, y sin siquiera pensar, mi lengua se desliza. Lamo los restos de mis
labios mientras él me mira fijamente, pareciendo casi asombrado cuando la
amplia pared de su pecho se mueve hacia arriba y hacia abajo con su
respiración.
—¿Tengo mejor sabor que Rook? —Él levanta una ceja acusatoria.
No tengo intención de tratar de hacer que mi abusador se sienta mejor
acerca de sí mismo, pero decido no pinchar a la bestia. Todo sabe igual para
mí. No soy un experto en semen, pero miento y le digo:
—Mucho mejor.
Resopla un poco y un mechón de cabello sedoso cae en su rostro. Eso
lo hace lucir joven; más joven de lo que probablemente es. Supongo que está
en la treintena, pero es tan exigente que podría tener cuarenta. Y sin
embargo ahora mismo parece de mi edad. Juvenilmente resplandeciente,
irradiando todos los colores del arcoíris en diferentes lugares.
Parpadeo y parpadeo, inseguro de lo que está provocando esto, o por
qué lo estoy mirando así. No me corrí. No hay razón para que me sienta así
ahora mismo.
Tal vez sea él... 230
Voy a usar mi camisa para limpiar el semen de mi cuello, pero Kemper
agarra mi brazo. Le doy una mirada y él niega con la cabeza.
—Parte de tu castigo, 101 —dice. Trago saliva, tenso porque por lo
general, está más tranquilo durante más tiempo después de correrse. Esta
vez ya ha vuelto a ser un imbécil lo que significa que todavía está enojado—
. Vas a ir a dar un paseo... con mi semen sobre ti.
Lo miro con los ojos entrecerrados mientras me siento.
—¿Qué carajos...?
—Mhm. Iremos a dar un paseo. —Se mete de nuevo en los pantalones
y salta de la cama—. Levántate.
—¿A dónde vamos? —pregunto, incapaz de mantener los nervios fuera
de mi voz. Realmente no quiero ver a mis amigos con esperma seco encima.
Un golpe en mi pene me hace tropezar.
—Sin preguntas, recluso —me regaña, luego se acerca a la puerta—.
Darte prisa.
Me arreglo los pantalones y camino, con cuidado, hacia donde él está
golpeando su maldito pie en el suelo como el idiota que es. Me duelen tanto
las bolas que se sienten hinchadas. Mi polla se siente como si ya no
estuviera allí, lo cual es alarmante. Solo han pasado unas pocas horas. No
puedo imaginarme usando esto por mucho más tiempo, y solo estoy
tratando de hacer lo que quiere con la esperanza de que consiga sacarme
esto pronto.
No puedo seguir así. Es más que horrible. Bolas azules permanentes y
perder la polla. Una maldita tortura.
Kemper sale de la celda y espera a que lo siga, lo que hago. Es raro que
no esté esposado ni nada. Nunca he caminado por aquí sin estar
encadenado. Pero Kemper está pisando fuerte por el pasillo a un ritmo que
no puedo mantener. Luego se da la vuelta y ladra:
—Vamos. Mantén el ritmo, recluso.
Pongo los ojos en blanco, pero me muevo más rápido, para no enojarlo
más. Caminamos un rato, a través de pasillos tenuemente iluminados. Hace
frío aquí abajo, y puedo sentir los restos pegajosos que se están secando
incómodamente en mi barbilla y cuello. Preferiría no pensar en ello.
Pasamos el resto de las celdas solitarias, pero no tengo tiempo para
echar un vistazo por las ventanas y ver si hay alguien allí mientras trato de
231
seguir el ritmo del paso firme de Kemper. Pasamos por unas pocas puertas,
ninguna de las cuales parece estar bloqueada. Y lo más extraño es que no
veo cámaras aquí abajo como hay arriba con los presos comunes.
Continuamos por un largo camino y una rata pasa corriendo junto a
nuestros pies. Me estremezco, pero Kemper no parece preocupado. ¿Por qué
lo estaría? Él trabaja aquí. Probablemente esté acostumbrado a cada
centímetro de esta mierda, lo cual es deprimente.
Al llegar a una última puerta, Kemper saca las llaves de su cinturón y
la abre. Luego la mantiene abierta y se aparta. Hago una pausa, mirándolo.
—Ve. —Es todo lo que dice, así que paso.
Mi cabeza se balancea mientras camino, asimilando lo que veo. Las
celdas de aquí se ven diferentes. No son celdas sino más bien como salas de
examinación, solo que por supuesto, mucho más sucias de lo que estarían
en una instalación médica real. Tomo pasos lentos, mirando las
habitaciones vacías, que puedo ver a través de las grandes ventanas de
plexiglás que tienen a ambos lados de la puerta.
Hay sillas de examen en el centro de cada habitación, con grilletes
integrados en ellas, para lo que parecen manos, pies y cuello. Trago y miro
a través de la puerta. Hay mesas de bandejas junto a ellas, que contienen
suministros e instrumentos médicos viejos y oxidados.
Es inquietante.
Unas voces resuenan detrás de mí y me vuelvo hacia la puerta. Kemper
se ha ido, y no veo a nadie. Está oscuro y es psicodélico, las luces de las
habitaciones parpadean dándole un ambiente aún más espeluznante. El
lugar parece casi abandonado y no tengo idea de por qué Kemper me traería
aquí.
Escucho a alguien murmurar en el pasillo y me acerco a los sonidos,
mirando repetidamente hacia atrás a medida que avanzo. No hay nadie ahí,
pero no puedo evitar sentirme como que estoy siendo vigilado. La voz se hace
más fuerte cuando me acerco a una habitación al final del pasillo.
—No lo saben... nunca lo sabrán.
Mis manos tiemblan un poco a medida que me acerco, la oscuridad me
rodea mientras me acerco.
—Nunca lo entenderán.
Cuando llego a la habitación, miro dentro de la ventana al lado de la
puerta y encuentro a un hombre de cabello castaño y anteojos de montura
negra tirado en el suelo con un chaleco de fuerza. 232
—¿Darcey? —Jadeo y él mira hacia arriba.
—Oye, mira quién es. —Sonríe, aunque no llega a sus ojos.
No se ve muy bien. Claro, ha pasado un tiempo desde que lo vi, pero
luce todo jodido; exhausto, golpeado. Un terrible sentido de empatía se
instala en mi intestino.
—¿Qué diablos te están haciendo aquí abajo? —Estúpidamente intento
tirar de la puerta, pero obviamente no se mueve.
—Estudiándome. —Se ríe, pero no es un sonido divertido. Entonces él
rueda sobre su estómago y se pone de pie, serpenteando hacia la puerta.
Sus ojos se disparan a mi alrededor—. Lo siento por el desorden. —Sopla
un mechón de cabello fuera de su cara—. No esperaba compañía.
Mis labios se abren, pero no sé qué decir. Consideraba a este tipo como
mi único amigo aparte de Luthor, solo por lo mucho que charlamos durante
mi primera vez en aislamiento. Él me ayudó a atravesarlo, pero no entiendo
ahora. No tengo ni idea de cómo ayudarlo.
—¿Al menos te están alimentando? —decido preguntar, ya que sé cómo
funcionan las cosas en aislamiento. Espero que sea diferente aquí.
Él asiente.
—Sí, consigo comida. Quieren mantenerme alerta. Se supone que me
enviarán una especie de doctor...
—Escuché eso —murmuro, observándolo. Me siento mal de que estén
tratándolo como una rata de laboratorio solo porque asesinó a toneladas de
personas. Parece un tipo bastante agradable, pero estamos en la cárcel, así
que ¿qué diablos sé yo?
Darcey me mira por un momento, y de repente me siento inseguro
acerca del semen sobre mí. Espero que no pueda decir qué es.
—¿Por qué estás aquí abajo solo? —Se mueve nerviosamente desde el
interior de su chaleco de fuerza—. Ni siquiera estás esposado...
—Uno de los guardias me trajo... —Considero qué decir, ya que me doy
cuenta de lo extraño se ve esto—. Estoy siendo... castigado.
—¿Castigado cómo? —Parece escéptico.
—Yo um... yo no... —Mi tartamudeo se interrumpe cuando siento una
descarga en mis pantalones.
Me estremezco y me apoyo contra la ventana, sosteniendo mi estómago.
Darcey me da una mirada extraña, ladeando la cabeza. Creo que se está 233
dando cuenta de lo que está pasando, pero no dice nada, y tengo que
agradecerlo.
—Te ves... como si hubieras sudado la gota gorda —murmura, y algo
de diversión parpadea en sus ojos. La vergüenza calienta mis mejillas y
parpadeo hacia el suelo—. ¿Estás bien?
—¿Me estás preguntando a mí si estoy bien? —resoplo—. Tienes puesto
un chaleco de fuerza en una habitación abandonada. —Miro alrededor de
su celda y noto el espejo en la pared del lado opuesto—. ¿Eso es de doble
cara?
—Oh, estoy seguro —susurra, luego su mirada se aleja por un
momento antes de que parpadee con fuerza—. No quiero hablar de mí. Dime
que ha estado pasando contigo.
—No ha pasado nada —digo entre dientes, sintiéndome de repente a la
defensiva, y no estoy seguro de por qué—. Sigo siendo enviado a aislamiento
porque soy un maldito idiota.
—O porque quieres estar ahí...
Lo miro como si estuviera hablando swahili.
—¿Por qué diablos querría estar en aislamiento?
—No lo sé... dímelo tú. —Se encoge de hombros, en ese molesto e
informal tono encantador que usa. Es fácil ver cómo se convirtió en un
asesino en serie. Es demasiado agradable.
—¿Así que ahora eres el psiquiatra? —me burlo y él sonríe.
Un grito repentino de algún lugar cercano interrumpe nuestra
conversación, enviando un escalofrío por mi columna vertebral.
—¿Qué demonios fue eso? —Miro alrededor de mí.
—Hay alguien más aquí —dice Darcey con pesar—. Creo lo tratan peor
que a mí, lo que parece excesivo.
Mi mente vuelve a pensar en algo que dijo Luthor y murmuro:
—O'Malley. Uno de los otros presos... Luthor y Kang estaban hablando
de él. ¿Esta es el ala este?
—Sí. Aquí es donde estudian a los reclusos que, no sé, han hecho cosas
terribles. Presuntamente. —Apoya la frente en el cristal y exhala—. Lo
siento, estoy realmente cansado de repente.
Entrecierro mi mirada hacia él.
234
—¿Estás bien? Quizás deberías sentarte.
—Estaré bien —murmura.
El grito vuelve a suceder y ambos nos estremecemos.
—Tengo que ir a buscarlo. —Miro por el pasillo para ver si hay otra
salida—. Si no te vuelvo a ver, cuídate.
Empiezo a alejarme, pero la voz de Darcey me detiene.
—Dash... —Me doy la vuelta sobre mi hombro—. El hecho de que
estemos rotos no significa que necesitemos que ellos nos arreglen.
Lo miro con los ojos entrecerrados mientras se tropieza con la silla de
examinación y se deja caer. No puedo evitar notar que no tiene una cama
ahí...
Sacudiéndolo, me alejo, por el pasillo, siguiendo el sonido de otro grito.
No puedo pensar en lo que le está pasando a Darcey en este momento,
porque no hay nada que pueda hacer. Desearía que no estuviera allí, pero
desear no hace una mierda.
Dando la vuelta a la esquina, empujo la puerta y, para mi sorpresa,
está abierta. Camino por el pasillo, lentamente, tratando de guardar
silencio, y mientras me muevo, escucho un zumbido eléctrico, como un
motor pequeño. Cuando me detengo, se detiene. Cuando yo me muevo, se
pone en marcha de nuevo.
Mirando hacia el techo, noto una cámara. Entonces el ala este tiene
cámaras también. Aparentemente, el único lugar donde no hay cámaras es
en aislamiento. Imagínate.
Tan pronto como empiezo a caminar de nuevo, la cámara se mueve
para seguir mis pasos. Me detengo, luego retrocedo y la cámara me sigue.
Me sigue a donde quiera que vaya.
La fulmino con la mirada. ¿Ese es Kemper? ¿Es así como me está
observando ahora mismo?
¿Me está poniendo a prueba para ver qué hago? Si está esperando ver
si le hago una mamada a alguien, podría querer ponerme en un área donde
haya gente de verdad.
Con ese pensamiento, escucho pasos y voces. Preferiría no ser
encontrado por nadie más. Porque si bien esto es probablemente una jodida
prueba de Kemper, no estaría por encima de él traerme aquí y luego dejarme
para que me las arregle solo con guardias que no conozco.
235
Me agacho detrás de una esquina cuando la puerta se abre de golpe y
un guardia entra, hablando con alguien. Retrocedo contra la pared,
escondiéndome en las sombras, y cuando pasan, veo con quién está
hablando el guardia.
Es el alcaide.
Mi corazón golpea en mi pecho mientras pasan, absortos en lo que sea
que estén discutiendo y sin siquiera darse cuenta que un prisionero rebelde
está pasando el rato en un ala donde ciertamente no se supone que debe
estar. Trato de escuchar lo que están diciendo, en caso de que tenga que ver
con Darcey u O'Malley, pero mi sangre corre en mis oídos tan fuerte, que
todo lo que escucho son las palabras métodos renombrados y controvertidos.
Justo cuando casi han salido por la puerta opuesta, una descarga me
golpea la polla de nuevo. Aguanto la respiración para mantenerme en
silencio, maldiciendo a ese hijo de puta, donde sea que carajos esté.
Mirando hacia el techo con desdén, veo que la cámara apunta
directamente hacia mí. Le muestro el dedo medio.
Cuando estoy seguro que el alcaide y el otro guardia se han ido, me
escabullo hacia la puerta y me dirijo en dirección por donde ellos vinieron.
Hay más celdas aquí abajo, o habitaciones, pero parecen estar acolchadas,
como las que encontrarías en un antiguo manicomio. Miro dentro de cada
una de las pequeñas ventanas cuadradas en las puertas cuando paso. La
mayoría están vacías. Tres celdas tienen presos adentro, aunque no
reconozco a ninguno de ellos. Estoy seguro que deben haber estado aquí
desde antes de que yo llegara.
Otro grito atraviesa el aire y me lanzo a la celda de donde vino. Cuando
miro dentro, veo a un hombre atado a una silla. Es un chico pálido con
cabello oscuro, afeitado por supuesto. Y está claramente angustiado.
Hay dos médicos en la habitación con él. O al menos, espero que sean
médicos. Llevan batas blancas de laboratorio y se mueven a su alrededor,
comprobando sus signos vitales mientras él se agita. No estoy seguro de qué
diablos están haciendo con él, pero sea lo que sea, parece horrible. Su cara
está roja y sus muñecas están sangrando por lo fuerte que está tirando de
los grilletes.
—¡Váyanse a la mierda, idiotas! —grita. Puedo decir de inmediato que
este es O'Malley porque tiene un discernible acento irlandés—. ¡No pueden
hacerme esto!
236
Uno de los médicos se inclina y le dice algo que parece cortarlo
profundo, porque su frente se arruga y lloriquea, antes de estremecerse con
un llanto.
En ese momento, su mirada se dirige a la ventana y nos miramos a los
ojos. Parpadea hacia mí un par de veces, y yo le respondo. Probablemente
debería darme la vuelta y correr. No lo conozco y podría delatarme
fácilmente, haciéndoles saber a todos que estoy aquí, hacerme atrapar.
Pero no hace eso. En cambio, niega con la cabeza, repetidamente. Sus
ojos se ensanchan y articula algo. Creo que es vete.
Una mano grande me golpea el hombro y salto tan fuerte que casi vuelo
fuera de mi piel. Puedo decir de inmediato por el toque y el olor del tipo
detrás de mí, que es Kemper. Mis ojos se quedan con O'Malley por un
momento mientras los médicos le enganchan algo en las sienes. Esos
dispositivos de electrodos tipo Frankenstein.
Él sigue sacudiendo la cabeza hacia mí mientras Kemper me agarra por
la cintura y me aparta, los sonidos de los gritos de O'Malley resuenan a
través del pasillo.
En mis oídos y en mi cerebro; los gritos no paran.
Me tapo los oídos con las manos, temblando cuando Kemper me
empuja alrededor de una esquina. El ruido en mi mente se está acumulando
fuerte y no puedo soportarlo. Me duele la cabeza. Apretando los ojos con
fuerza, la agonía burbujea dentro de mí, llanto, voces y dolor.
Kemper me empuja contra una pared de cemento y me agarra la cara.
Mis ojos se abren para mirarlo mientras me enjaula con sus brazos a cada
lado de mi cabeza. Los charcos de profundo azul negruzco me abrasan
mientras su rostro baja solo unos centímetros por encima del mío.
—¿Por qué me trajiste aquí? —Tomo una respiración y la contengo,
intentando calmar mi ritmo cardíaco.
—Quería que vieras... —Su aliento mentolado roza mis labios, enviando
una sacudida a mi polla. Ni siquiera puedo decir ya si está presionando el
botón. No creo que lo esté haciendo... el control remoto ni siquiera está en
su mano.
—¿Qué viera qué?
—Dascha, eres mío. —Mueve sus labios junto a mi oreja—. No me
importa si no lo quieres. No te involucrarás con nadie más, ¿entiendes?
Gruño en su cara.
237
—No eres mi dueño, Kemper.
Golpea la pared junto a mi cabeza, con fuerza.
—Claramente no te estoy castigando lo suficiente.
La mirada de rabia en su rostro me hace retorcerme de miedo, y decido
renunciar a mi apuesta por independencia. Ya no estoy de humor para más
descargas. Estoy cansado y todo es tan ruidoso.
—No, no. Por favor. Lo entiendo, ¿de acuerdo? Lo prometo. No me…
involucraré con nadie. —Trago saliva—. Tú eres todo.
Me mira y algo se suaviza en su rostro. Sus ojos se posan en mis labios,
y no puedo evitar lamerlos. La forma en que mira mi boca hace que mis
labios se sientan secos. Tengo toda la boca seca, ahora que lo pienso. Y mi
garganta.
—¿Me tienes miedo, recluso? —ruge, tan cerca que puedo sentirlo.
Y por mucho que me encantaría actuar duro en este momento, surge
la respuesta, silenciosa, y sin dudarlo.
—Sí.
Él toma un respiro y luego lo suelta lentamente, todo el tiempo mirando
mi boca, antes de decir:
—Bien.
Luego me hace girar con fuerza, presionándome contra la pared
mientras me esposa por detrás.
—¿Qué estás haciendo? —gruño, confundido por sus acciones.
Me murmura al oído:
—Llevándote de regreso.

238
19
Dash
iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii i
46 días dentro.

P
or mucho que protesto durante todo el camino, el oficial
Kemper me lleva de vuelta con los presos comunes. Y luego
me abandona allí.
Me empuja a través de una de las puertas hasta que
prácticamente choco contra Velle, que me echa un vistazo, con semen seco
en mi cuello y mi ropa... una jaula para pollas estrangulando como la mierda
a mi pobre y flácido pene. No es que él pueda ver eso, necesariamente, pero
siento que todo el mundo lo sabe. Sus ojos en realidad caen a mi entrepierna
y no puedo cubrirme ya que tengo las manos esposadas a la espalda.
Y la boca de Velle se transforma en una enorme sonrisa devoradora de
mierda. Joy está parada junto a él, imagínate, y mi cara y cuello se calientan
como un horno. Ella luce un poco aturdida, no divertida como Velle,
mientras da un paso adelante, asomándose por la puerta por la que acabo
de llegar.
Kemper ya se fue. No tiene sentido buscarlo.
—Vamos a llevarte de vuelta a tu celda, 101 —susurra Joy, tomándome
del brazo y arrastrándome lejos de Velle, que ahora se está riendo
perversamente. 239
—Es una pena no tener una cámara. —Se ríe—. Esta es una foto
perfecta.
—Velle —dice Joy en voz baja mientras me acompaña a la puerta
opuesta—. Déjalo tranquilo. Obviamente, ha pasado por suficiente por un
día.
Jesús, ¿realmente me veo tan mal?
La presión se acumula detrás de las cuencas de mis ojos mientras me
arrastro al lado de Joy, pasando guardia tras guardia, todos los cuales se
detienen y me miran como si fuera una gran jodida broma.
Como una pequeña puta empapada de semen, la voz de Kemper resuena
en mi mente. ¿Todavía sientes mi polla en tu garganta, recluso? Esto es lo
que querías, ¿no?
Estoy tan jodidamente cansado... Me siento como si me hubieran
golpeado de adentro hacia afuera. Estoy exhausto, y ahora sé por qué
Darcey me miraba de la forma en que lo hacía. Debo lucir tan mal como él.
Quizás peor.
Manteniendo la cabeza gacha mientras caminamos por la fila de celdas,
con los ojos en mis pies, ignoro los silbidos y llamadas de otros reclusos.
Las cosas que están diciendo hacen que olas de ira choquen dentro de mí
como una marea alta. Quiero romper algo. Quiero hacer sangrar algo.
No puedo creer que me haya hecho esto... Él sabía completamente lo
humillante que sería, y sabía que no había manera de que yo pudiera
ponerme duro por la vergüenza, como lo haría normalmente. Ni siquiera
puedo sentir mi pene ya. Está entumecido.
Me duele la mandíbula, mi cráneo late con fuerza. Mi vida es una puta
mierda.
Cuando finalmente llegamos a mi celda, un diminuto alivio inunda mi
pecho. Joy me lleva dentro y me quita las esposas, saliendo sin decir una
palabra, aunque no me pierdo la mirada de lástima en su rostro. Me hace
sentir diez veces peor.
Luthor no está aquí, lo que significa que debe ser la hora de la cena
para nuestro grupo. Estoy un poco contento, ya que lo último que quiero es
que me vea así. Aunque estoy seguro que escuchará... La voz corre en este
lugar ya que no hay nada mejor que hacer que hablar mierda.
Exhalando fuerte, me dirijo directamente al lavabo para lavar este
maldito semen fuera de mí. Me quito la camisa y trato de restregarla con un 240
poco de mi barra de jabón y agua, colocándola en la litera para que se seque
mientras mojo toda mi maldita cabeza debajo del grifo, frotando mi cara,
cuello y pecho tanto como es posible en el pequeño lavabo. Luego me lavo
los dientes, ya que no pude hacerlo esta mañana. Kemper dijo que me iba a
traer otro cepillo de dientes, pero nunca lo hizo. Estúpido.
Me cepillo la lengua con fuerza para sacar el sabor de su polla de mi
boca. Me siento mal del estómago de repente, al pensar en las cosas que
hice...
Algo debe haberme invadido. No sé quién era la otra noche, pero no era
Dash Reznikov.
Me pongo un nuevo bóxer y me tomo un segundo para comprobar mi
pene. La jaula luce jodidamente ridícula. Mantiene mi polla restringida, lo
que no parece gustarle. La piel está visiblemente enrojecida, probablemente
por todas las descargas, y mis bolas se sienten pesadas, como un globo de
agua sobrellenado.
Esto apesta. Quiero esta cosa fuera de mí.
Tiro de la cerradura, negando con la cabeza. Ese hijo de puta tiene la
llave. Eso significa que no ha terminado conmigo, ni mucho menos. ¿Toda
esa charla de que soy suyo, y luego me deja aquí de nuevo? Me reclama, sus
palabras, y luego se va para que me las arregle solo. ¿Qué carajos es esa
mierda, de todos modos?
Con las sienes palpitando, me acuesto en mi cama, tirando de la fina
manta sobre mí mismo. No hace tanto frío aquí arriba como abajo en la
mazmorra, pero hace fresco y no tengo camisa porque la única que tengo
todavía se está secando. Ni siquiera quiero pensar en el hecho de que he
estado usando los mismos calcetines desde que llegué aquí. Odio llevar ropa
sucia, pero aparentemente no les importa lavar la ropa regularmente como
a los humanos civilizados.
Tomo la decisión de lavar mis calcetines en el lavabo, lo que me lleva
unos minutos. Los cuelgo junto a mi camisa y luego me recuesto,
bostezando. Mis párpados caen mientras los pensamientos se arremolinan
a través de mi cerebro...
Darcey usando un chaleco de fuerza, O'Malley siendo torturado... La
boca de Kemper alrededor de mi polla. Su lengua acariciándome mientras yo
bajaba por su garganta.
Mi polla salta contra la jaula y agarro la manta en mi puño.
El sueño intenta robarme mientras mis dedos pican por la sensación 241
de un suave cabello dorado y partes musculares fuertes. Me dejo llevar por
la imagen de ojos tan azules como el cielo por la noche, con estrellas y todo,
y el sonido de una voz profunda susurrando en mi oído.
Soy lo que tú eres.
Tú eres mío.
El sonido de la puerta de la celda cerrándose de golpe me despierta
abruptamente. Mi corazón martillea detrás de mis costillas cuando me
incorporo, parpadeando para despertarme. Mi primer instinto es tensarme,
pero cuando veo a Luthor, me relajo un poco, exhalando lentamente.
—¡Gracias a Dios que estás bien! —Luthor se apresura hacia la litera,
dejándose caer al pie de mi cama—. Dijeron que habías vuelto aquí. ¿Estás
bien?
—Estoy bien. —Asiento, aunque lo último que siento actualmente es
bien.
—Bien. Escuché algunas cosas... —murmura, luego se detiene,
mirándome con cuidado, como si no supiera cómo decir lo que está
pensando.
—Fui al ala este. —Cambio de tema—. Vi a O'Malley... Al menos estoy
bastante seguro que era él. Le estaban haciendo algo... —Recuerdo sus
gritos y la expresión de su rostro cuando me dijo que me fuera—. Está
jodido. No tengo idea, pero tenemos que sacarlo de allí.
—Dash, no hay forma de sacarlo. —Parpadea Luthor—. Él es de ellos
ahora. Nadie vuelve del ala este...
—¿Cómo es posible? —Me froto los ojos con los dedos—. ¿Qué diablos
quieren con él, de todos modos?
Luthor se queda callado por un segundo, mirando su regazo.
—O'Malley... es complicado. Hay rumores sobre lo que hizo para entrar
aquí. No me gusta repetir las cosas que me dice Ren, pero en este caso,
podría ser cierto...
—¿Qué podría ser? —Me siento más derecho.
—O'Malley mató a un niño —murmura Luthor, y el arrepentimiento se
come su tono—. A su hermano menor. Lo ahogó en una bañera. Él... —Hace
una pausa y exhala lentamente, sacudiendo la cabeza—. Escondió el cuerpo
durante cuatro días antes que alguien lo descubriera.
Todo mi cuerpo se ha quedado quieto. Ni siquiera creo que esté
respirando. 242
—¿Fue... un accidente? —pregunto, esperanzado. Pero Luthor me da
una mirada que responde mi pregunta—. Jesucristo...
—Sí. Así que, como Darcey, está ahí abajo por una razón. —Continúa—
. Es decir, todos hemos hecho mierdas, pero si el alcaide se interesa en tu
caso, normalmente terminas en el ala este. Es peor que estar aquí, eso es
seguro.
Niego con la cabeza.
—No merezco estar aquí. Robé un maldito banco. No maté a nadie. —
Luthor me mira, y sus ojos se entrecierran un poco como si no entendiera
lo que estoy diciendo—. Sin ofender —agrego rápidamente—. Quiero decir
no sé lo que hiciste para entrar aquí, pero no pareces un asesino.
Luthor se ríe con cierta burla.
—Sí, tampoco O'Malley si hablas con él.
—O Darcey —murmuro.
Buen punto. Los asesinos no actúan como locos. Son gente normal.
Miro a Luthor, y a pesar de saber que se supone que nunca debes hacer
esto, le pregunto:
—¿Qué hiciste? ¿Para ser enviado aquí?
Se mueve, y el aire se vuelve sobrio a su alrededor antes de que trague
visiblemente, y se recueste contra la pared.
—¿Recuerdas que te hablé de la computadora que ensamblé en el
garaje de mis padres? —Asiento—. Bueno, pasaba todo mi tiempo en ello.
Entre eso y la escuela, me volví muy bueno con las cosas tecnológicas, hasta
el punto en que logré hacerlo mi vida. Lo aprendí todo y luego, como
cualquier niño joven y estúpido con demasiado poder, usé mis habilidades
para ganar dinero. Podía hacer cualquier cosa, hombre. Empecé con
identificaciones falsas, luego pasaportes. Lo siguiente, fue piratear en los
bancos de las personas, sus cuentas de Amazon. Amigo, no había nada que
no pudiera hacer.
»Detrás de escena, mis padres siempre me molestaban por no salir y
tener una vida real. No entendían que la tecnología era mi vida. Era lo único
que quería hacer. Tenía millones de amigos en línea, desde jugadores hasta
en las redes sociales. Y sí, supongo que se volvió adictivo. Me sentía como
un dios, en cierto modo. Sé que puede sonar estúpido para las personas que
no lo entienden pero tenía el mundo al alcance de mi mano.
243
Se detiene por un momento, luego se deshace de un pensamiento.
—De todos modos, ignoré a mis padres, y seguí adelante. Tenía este
grupo de amigos jugadores, y constantemente jugábamos Fallout, haciendo
videos y esas cosas... Uno de mis amigos era esta chica, KillaClam25. —Se
ríe ante la expresión de mi rostro—. Su nombre real era Leah. Ella se
convirtió en una de mis mejores amigas. Hablábamos todos los días,
hacíamos video chat, mensajes de texto... todo. La amaba, pero había algo...
extraño en ella.
—¿Extraño? —intervengo—. ¿Qué quieres decir?
—Bueno, ella tenía miedo de decirnos exactamente dónde vivía. Todos
sabíamos en qué pueblos vivían los demás, pero ella solo nos decía el estado.
Sus perfiles eran privados y muy vagos. Ella nunca tenía fotos de nadie en
su vida, y siempre se quedaba sin conexión de la nada, a veces
desapareciendo durante varios días.
»Cada vez que le preguntábamos al respecto, se ponía a la defensiva.
No podíamos descifrar su historia, y pensábamos que tal vez estaba
mintiendo sobre sí misma, como un perfil falso. Pero le enviábamos
mensajes de video todo el tiempo y su rostro coincidía con su perfil. Era
extraño, ¿sabes? Entonces hubo una vez, que ninguno de nosotros supo de
ella por dos meses. Fue el tiempo más largo que había estado ausente, y
estábamos preocupados porque no había dicho nada. Simplemente...
desapareció.
»Seguí tratando de contactarla. Me negué a rendirme, porque era mi
amiga. Ella es... mi amiga. —Se ahoga con las palabras y mi corazón se
siente pesado detrás de mis costillas.
Se sacude una vez más.
—Me tomó un tiempo, pero finalmente conseguí ubicarla por teléfono.
Y me dijo lo que estaba pasando... Resulta que era víctima de una masiva
red clandestina internacional de tráfico sexual.
Siento que mis ojos sobresalen.
—¿Qué?
—Sí —susurra—. Quiero decir, sucedió mucho antes de que ella
comenzara a hablar con nosotros. Supongo que fue secuestrada en el centro
comercial de su ciudad natal cuando tenía doce, y había estado viviendo por
todo el mundo desde entonces. Eso son diez años de ser paseado, y obligado
a tener sexo con hombres por todas partes. Podía decir que ella estaba
tratando de restarle importancia. Sabía que estaba acostumbrada, pero al 244
escucharlo por primera vez, me disgustó. Más que eso... estaba jodidamente
enfurecido.
»No podía dejarlo pasar, hombre. Simplemente no podía. Esa mierda
me mantenía despierto por la noche. Le rogué que intentara conseguir ayuda
o algo, pero no había nada que ella pudiera hacer. Dijo que la red sexual
estaba dirigida por un círculo de personas de élite. Personas que nunca
esperarías... Esa fue la última gota para mí. Y decidí intervenir. Pasé
semanas investigando, pirateando cuentas, profundizando y profundizando
en la web oscura. Eventualmente me enteré de algunas cosas que, supongo,
eran una cuestión de seguridad nacional. Y terminé... pirateando el
Pentágono.
Toso ante sus palabras.
—¿El Pentágono? ¿¿Como el Pentágono, en Washington??
—Sí. —Se ríe—. Fue jodidamente loco. Descubrí una mierda que no
debería. Y lo siguiente que supe, fue que cuatro enormes SUV negros
estaban estacionando en el jardín delantero de mis padres y los tipos me
llevaban esposado. —Se frota la cara con una mano—. Sabía que estaba
jodido cuando me vendaron los ojos. Nunca me permitieron tener una
llamada telefónica, no pude hablar con un abogado... Simplemente desperté
aquí, y eso fue hace cinco años. Ni siquiera pude despedirme de mis
padres… —Su voz se tambalea por un segundo, y se aclara la garganta—.
Solo desearía poder disculparme con ellos. Ojalá hubieran tenido un hijo
normal... Uno al que le gustara jugar al béisbol e ir al cine.
Mirando boquiabierto a mi amigo, reconozco ahora que es mi amigo
porque siento una inmensa simpatía por él. Ojalá hubiera algo que pudiera
hacer o decirle para consolarle.
—Soy su mayor decepción —murmura, mirando a la pared, con la
mirada vacía.
—¿No lo somos todos? —digo, y vuelve la cabeza para mirarme—. Es
por eso que estamos todos aquí, hombre. Somos jodidas decepciones. No
estás solo. Y mira, tus padres deberían sentirse afortunados de tener un hijo
como tú, porque eres inteligente y motivado. —Dejo caer la barbilla—. Pasé
toda mi infancia persiguiendo la aprobación de mi padre, tratando de ser
como él, y luego terminó dejándome, de todas formas. Dejándome con ella…
—Mi estómago se retuerce y cierro los ojos por un momento.
—Supongo que estamos todos jodidos aquí, ¿eh? —Luthor resopla y yo
asiento sin palabras porque es todo lo que puedo hacer. 245
Nos quedamos callados por un rato, simplemente sentados y pensando,
dejando que las duras verdades de nuestras vidas se posen sobre nosotros.
Todos la hemos jodido y hemos tomado malas decisiones, y por eso estamos
aquí. Ninguno de nosotros es mejor o peor que el otro.
Somos la escoria de la sociedad. Dejados atrás para pudrirse.
Las luces de la fila de celdas se apagan, pero Luthor y yo nos quedamos
sentados en mi cama.
Finalmente, vuelve a hablar.
—Dash…
—¿Sí?
—Lo que hiciste… con Rook… —Su voz es vacilante, y mi corazón da
un vuelco—. ¿Te gustó?
Mi primera reacción instintiva es burlarme y decir que no, como un
macho hetero que simplemente así se encontró de rodillas tragándose la
carga de un tipo. Pero Luthor es mi amigo y le debo, como mínimo, la verdad.
Así que susurro:
—Creo que sí.
Se queda en silencio por un momento antes de decir:
—Me gustó verlo.
Esta vez los dos nos quedamos callados.
—¿Qué crees que significa? —le pregunto, y la confusión me retuerce
hasta la médula.
Necesito respuestas aquí. No entiendo por qué todo esto está
sucediendo ahora. Parece demasiado conveniente decir que es solo porque
no hay mujeres alrededor, y si soy honesto conmigo mismo, no se siente así.
—No tengo idea... —Suspira—. Pero estoy un poco celoso.
Suelto una risita.
—¿Por qué? ¿Porque me tragué el semen de Rook?
—No. Porque te estás permitiendo hacer cosas. Obviamente no tienes
miedo de… experimentar. Lo que sea que quieras probar, lo estás
intentando.
—Luthor, realmente no elegí esto —le digo, tomando la decisión de
mostrarle lo que está pasando actualmente en mis pantalones. 246
Tiro de ellos hacia abajo y los ojos de Luthor se agrandan.
Levanta las manos.
—Vaya, Dash, no quise decir…
—No, idiota —lo interrumpo, sacando mi polla enjaulada—. No te estoy
echando los perros. Mira.
Sus ojos se posan en mi polla y su rostro se transforma en uno de
espanto. Sin embargo, no se ve completamente sorprendido o confundido
por ello.
—Mierda... —Inclina la cabeza—. Le hicieron eso a Ren antes.
—¿En serio? —Me vuelvo a subir los pantalones—. ¿Quién?
—Velle. Pero el alcaide lo ordenó. Ren siempre ha estado fuera de
control, pero cuando llegó al principio, se volvió loco. Querían calmarlo, pero
como puedes ver, Ren no puede ser domesticado. No hace falta decir que
realmente no funcionó.
Procesando toda esta información, algo que dijo se me queda grabado
en la cabeza.
—¿Cómo sabes lo que pasó cuando Ren llegó aquí por primera vez?
Pensé que dijo lleva aquí quince años.
Luthor suspira.
—Dash, Ren es un mentiroso patológico.
Mi mandíbula cae, y de repente todo lo que Ren ha dicho o hecho
parpadea a través de mi mente.
—No puedes creer nada de lo que dice —prosigue Luthor—. Tiene
muchos más problemas que eso, pero ese es el más inconveniente. Le han
hecho pruebas con el polígrafo antes. Casi rompió la máquina. —Luthor se
ríe y no puedo evitar reír también.
—Estamos tan jodidos. —Me carcajeo, y Luthor se ríe.
—Un montón de malditos inadaptados —tararea, secándose los ojos—
. Jaulas para pollas, mentirosos y tontos.
—Oh, Dios. —Sonrío, y él se ríe a carcajadas.
—¿Esa cosa duele?
—No realmente, a menos que me esté dando una descarga. —Me muevo
un poco al mencionarlo—. Eso solo hace que mi pene se adormezca. Me
siento como un tonto. 247
—¿Cómo te da descargas? —Parece intrigado, lo cual es un poco
extraño.
—El guardia lo controla —le digo, y sus cejas se juntan con confusión—
. Eso es lo que quise decir antes cuando dije que no elegí esto... El guardia
de aislamiento me ha estado obligando a hacer cosas. Y comencé odiándolo,
pero ya no estoy seguro. —Hablar de Kemper se siente extraño. No quiero
estar pensando en él. No quiero darle crédito por ninguno de mis
sentimientos, pero no puedo evitarlo—. Las líneas definitivamente son
borrosas, como tú dijiste.
—Sí, eso sucede —ruge, luego mira al vacío por un segundo.
Me pregunto si está pensando en Ren. Debe ser difícil tener
sentimientos por alguien tan complicado como Ren. Por otra parte, ninguno
de nosotros es exactamente simple. Kemper es una persona jodidamente
loca y, sin embargo, ahora me encuentro preguntándome dónde está...
Si va a volver por mí y cuándo.
Un poco más tarde, Luthor se desliza fuera de mi cama y se sube a la
suya. Él se duerme en un instante, como siempre, pero me paso la noche
mirando al vacío, esperando oír esos pasos familiares, y los tintineos que
nunca llegan.

A la mañana siguiente, somos los primeros en ir a las duchas, lo que


significa que nos llevarán a las duchas y luego probablemente iremos a
almorzar después de eso. He llegado a encontrar que escalonan los grupos
entre comer y ducharse, de modo que no más de veinte presos están en un
lugar a la vez. Suele ser en orden, pero es difícil decir exactamente qué
sucederá en qué momento.
Creo que es una táctica. Los guardias hacen cosas al azar a propósito,
para que nunca podamos acostumbrarnos a una rutina. Las rutinas
brindan comodidad a los humanos, y quieren mantenernos lo más
incómodos posible.
Afortunadamente para mí, estoy acostumbrado al desorden. Pasa
dentro de mí todo el día todos los días, e incluso cuando encuentro algo a lo
que aferrarme, el mundo que me rodea todavía siempre está dando vueltas.
Eso me recuerda a Nietzsche... Caos.
248
De camino a las duchas, estoy más nervioso que de costumbre. Tengo
una jaula puesta en mi polla, una que contiene la capacidad de darme
descargas. Dudo mucho que tenga permitido mojarla, así que ahora tengo
que pensar en ducharme sin mojarme la polla. No es lo ideal. Realmente me
gustaría lavarme las pelotas.
Y además de eso, no quiero desnudarme frente a un montón de tipos
con esta cosa puesta. Ayer fue bastante vergonzoso sin todos esos tipos
viendo lo que estaba pasando dentro de mis pantalones. No puedo imaginar
que vaya bien en las duchas, y sinceramente, el ridículo es la menor de mis
preocupaciones.
Una vez que estamos dentro, me escabullo a mi lugar habitual al final
donde nadie va normalmente. Está vacío, así que me apresuro a quitarme
la ropa y abro el agua manteniendo mi trasero debajo mientras trato de
cubrir mi polla a toda costa.
Rook pasa dándome una breve mirada que se convierte en una doble
toma antes de chillar para detenerse.
—¿Qué demonios es eso? —Jadea, con los ojos en mi polla.
—¡Shh! —Miro a mi alrededor, asegurándome de que no venga nadie
más—. No es por elección, ¿de acuerdo?
—Eso parece doloroso. —Se acerca más, inclinándose un poco para
inspeccionar.
Me alegro de que no me odie después del otro día, pero no debería
dejarlo cerca de mi polla. Si Kemper ve esto, todo habrá terminado para mí.
Me aparto de él y me mira, con una expresión un poco incómoda
cruzando su rostro, como si estuviera recordando mi boca en su polla.
Mi cara se calienta más rápido que el agua de las duchas, y me aclaro
la garganta.
—Oye, ¿crees que podrías vigilar por mí? No quiero que nadie más vea
esto...
Me mira fijamente por un momento, luciendo como si fuera a decir que
sí, pero luego escucho a Velle gritar llamándolo.
—¡Rook! ¡Ven aquí! —La voz de Velle brama desde fuera de la puerta, y
Rook me lanza una mirada de disculpa.
—Lo siento, Dash —murmura y se encoge de hombros—. Estoy
tratando de no enojarlo de nuevo. 249
Se endereza y se marcha antes de que pueda protestar. Decido
largarme como la mierda de aquí. Tomaré un baño para pájaros en el
maldito lavabo si es necesario. No vale la pena.
Estoy a punto de agarrar mi mierda cuando escucho que se acerca
gente. Unos tipos grandes se acercan tranquilamente a mi lado, hablando
entre ellos. No los conozco personalmente, pero reconozco sus rostros de la
otra noche... Son los tipos con los que Ren estaba pasando el rato en la
cafetería. Durante el apagón.
Empiezan a quitarse la ropa, pero se detienen cuando me ven. Apenas
me he colocado los bóxeres cuando uno de ellos ve mi polla, y sus ojos se
amplían.
—¡Mierda! ¿Esa es una de esas jaulas para pollas? —El tipo apunta a
mi entrepierna.
Tirando de mis bóxeres, agarro mis pantalones, pero uno de los otros
tipos me lo arrebata. Lo miro, luego a los otros dos. Todos son bastante
jodidamente grandes. Si trato de enfrentarme a todos, no terminará bien
para mí.
Pero pelearé si es necesario. No voy a hacer esto en este momento.
—El novato es un fenómeno —dice el idiota más grande, el que usa una
de esas sonrisas de imbécil presumido, como Velle—. Muéstrame eso de
nuevo. Quiero ver cómo funciona.
—Puedes irte a la mierda. —Estrecho mi mirada hacia su estúpida cara
de mierda.
Él se acerca a mí, y yo también, porque a la mierda. Pero antes de que
las cosas puedan escalar, alguien más gira a la vuelta de la esquina.
—Vamos, chicos —dice Ren, cruzando los brazos sobre su pecho
desnudo—. Es una jaula para pollas. ¿No hemos visto, todos, una antes? No
es noticia.
Miro a Ren y él me da una mirada rápida, antes de caminar hacia el
tipo que sostiene mis pantalones. Coloca una mano en su brazo, lo que
parece que disminuye un poco la tensión, luego toma mis pantalones y me
los arroja.
No dudo colocármelos de un salto, manteniendo la guardia alta, porque
incluso aunque Ren conozca a estos tipos, no confío en ellos ni un poco. Y 250
realmente no me gusta la idea de que Ren se asocie con ellos cuando sé
cuánto se preocupa Luthor por él. No puedo permitirme ser galante en
nombre de nadie en este momento, pero aun así... quiero que estos idiotas
se vayan.
—Oh sí, olvidé que tenías que usar uno hace un tiempo, Ren bebé —
canturrea un tipo más grande, mirando a Ren de arriba abajo—. Debe ser
un castigo para los que le gusta que le den por el culo.
—¿Qué carajo dijiste? —Me acerco al imbécil, pero Ren coloca una
mano sobre mi pecho para detenerme.
—Hmm... Supongo que puedes chupártela tú mismo esta noche, Percy.
—Ren perversamente sonríe.
—¿Tu nombre es Percy? —Me río. Al tipo no le hace gracia.
Fulmina a Ren con la mirada.
—Te dije que no me llamaras así. —Se tambalea hacia adelante
metiéndose en la cara de Ren. Pero Ren no retrocede. Él es básicamente del
mismo tamaño que este tipo, y supongo que puede defenderse. Al menos eso
espero.
—Ren, tu boca es mejor tomando cosas dentro —se mofa uno de los
otros tipos.
Ren pone los ojos en blanco.
—Eso es muy original.
—Oye, Gage, dejemos que las dos putas se pajeen —dice un tipo,
mirando detrás de él.
—Eres un marica, Matthews —dice el grandulón, Percy Gage, con el
estúpido nombre—. Quiero que Ren y su amigo se disculpen por ser unas
pequeñas perras desconsideradas.
—Sin embargo, ya tengo dos strikes con Velle —dice Matthews, pero
Gage lo ignora.
—Muéstranos lo que hace la jaula, novato. —Se acerca—. ¿Ayuda
cuando estás tomando profundo una buena polla? Creo que deberíamos
probarlo.
Mi mandíbula se tensa mientras miro al imbécil con llamas de odio en
los ojos.
—Da otro paso, Percy. Te reto.
251
—Dash, ve —dice Ren—. Yo puedo con esto.
—Uno de ustedes lo tomará crudo. —Entrecierra los ojos Gage—. No
me importa cuál.
Mis puños se aprietan y estoy listo para escupir en la cara de este
idiota.
—Dash —repite Ren de nuevo—. Vete.
—No te voy a dejar solo con él —refunfuño.
—Eso es tan dulce. —Sonríe el imbécil—. ¿Ustedes dos son novio y
novia ahora? Pero, ¿cómo deciden cuál se inclina cuando los dos son
pasivos?
El rojo salpica mi visión y balanceo mi puño hacia su cara. Él tropieza
pero inmediatamente vuelve por mí. Ren salta entre nosotros y lo empuja
mientras sigo balanceándome alrededor del cuerpo de Ren.
En un instante, los gritos vienen de todas direcciones, y ahora otros
prisioneros nos rodean, gritando por una pelea. Todo el infierno se está
desatando.
Ren le da un puñetazo al estómago, pero luego golpea a Gage en la cara
tres veces, rápido; pop, pop, pop, uno tras otro. Tengo que detenerme
sorprendido por un segundo, porque ¿no es el mismo tipo que me dejó
molerlo a palos la semana pasada?
El amigo de Gage viene hacia mí lanzándose desde un lado y me agacho
para evitar su puño, enderezándose a tiempo para clavarlo en la nariz. Voy
por otro swing cuando la multitud se separa y un Velle enfurecido pisa
fuerte, con Rook, Joy y otros dos guardias detrás. Por supuesto que sus ojos
se posan en mí primero, antes de observar la escena.
Saca su Glock y la sostiene en una mano, mientras que la otra alcanza
su Taser.
—¿Qué carajos está pasando aquí? —ruge tan fuerte, que todos
inmediatamente levantamos la mirada.
Rook y Joy sacan sus cachiporras. Todos se ven enojados, y todo lo que
puedo hacer es pararme junto a Ren, jadeando. Ren me mira y yo le devuelvo
la mirada, y los dos asentimos. Estamos en la misma página por primera
vez desde que llegué aquí. Se siente bien. Es un buen tipo, supongo.
—Jesús, 101. —Resopla Joy—. ¿Por qué siempre estás en el centro de
esta mierda?
—Yo no…
252
—No hables —sisea Velle en mi cara, luego se vuelve para ladrarle a
Joy—: Llévalo de nuevo a la planta baja. ¡Ahora!
Joy me agarra y me arrastra fuera de las duchas, descalzo, sin camisa
y por primera vez, sin temer aislamiento tanto como probablemente debería.
Necesito ver a Kemper. Todo esto es culpa suya y estoy jodidamente
enojado. No me importa si quiere castigarme... voy a cantarle las cuarenta.
Puede que sea una mala decisión, pero ahora mismo no me importa.
Estoy enojado.
Así que de vuelta al calabozo voy... Ni siquiera veinticuatro horas
después.

253
20
Dash
iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii ii
47 días dentro.

E
stoy en aislamiento durante doce horas antes de que Kemper
finalmente aparezca.
Todas las horas que pasé paseando me dieron más
tiempo para pensar, calentándome aún más, y ahora estoy
furioso.
Sabía lo que pasaría, arrojándome allí con semen sobre mí y un maldito
collar de choque en mi polla. Para alguien que dice que yo le falto el respeto,
seguro que no tiene ningún problema en faltármelo a mí.
Cuando abre la puerta de la celda de Darcey y entra, me inclino contra
la pared opuesta y hiervo en su dirección. Me mira fijamente durante
minutos en silencio, como de costumbre, y me está volviendo loco, pero me
niego a hablar primero.
Finalmente, entra en la habitación y murmura:
—¿De vuelta tan pronto, Luscious?
Mis dientes se convierten en polvo mientras me encojo de hombros.
—Me encanta muchísimo estar aquí abajo.
254
Él se ríe, una cosa profunda y ronca, y camina más cerca,
observándome, luego levanta la ceja, supongo que porque estoy sin camisa
y sin zapatos.
—Me peleé en las duchas —refunfuño—. Dejé mis zapatos y mi camisa
allí.
—Eso es una temeridad, recluso. Hace mucho frío y está sucio aquí. —
Mira mis pies—. Ni siquiera quiero pisar este piso con los zapatos puestos.
—Bueno, no fue exactamente mi elección dejar mi mierda —digo
fulminándolo con la mirada.
Él cruza los brazos sobre su pecho, mirándome con el ceño fruncido en
la poca luz, sus ojos iluminados, como siempre parecen estar.
—Si hay algo que te gustaría decirme, 101, simplemente dilo.
—Sí, hay algo que necesito decir. —Me empujo fuera de la pared y piso
fuerte hacia él—. Me jodiste al enviarme allí de esa manera. Eso fue mil
veces peor de lo que crees que te hice. Y luego tuve que tomar una ducha
con esta maldita cosa puesta. Casi conseguí que me dieran una paliza.
Su mandíbula hace tic visiblemente.
—¿Lo hiciste?
Hago una pausa por un momento.
—No… pero aun así. Ese no es el punto. No quería pelear con nadie. Y
ahora me estás dando mierda sobre los malditos zapatos que perdí allí. Esos
eran mis únicos zapatos, obviamente. Mi jodido par de Adidas favoritas,
debo añadir.
Tiene el descaro de sonreír con suficiencia.
—Te conseguiré nuevas Adidas.
—No las quiero de ti. —Me acerco a su rostro—. De hecho, no quiero ni
una puta cosa de ti que no sea la llave de este pedazo de mierda. —Hago un
gesto a mi polla, y él baja la mirada por un momento. Entonces sus ojos se
deslizan de nuevo a los míos y levanta las cejas—. Quítamelo.
—Alguien está molesto esta noche. —Da un paso adelante, directo
hacia mí. No tengo elección sino retroceder. Sonríe, algo sutilmente maligno
que me hace tragar—. Relájate, 101. Estaba planeando venir para quitártelo.
Te adelantaste.
—Eso estuvo jodido, y lo sabes —siseo.
—Mhm —gruñe, apenas prestando atención, como si fuera algo
intrascendente con lo que no necesita lidiar. Estoy jodidamente lívido.
255
Saca una llave de su bolsillo y mantiene sus ojos en los míos mientras
tira de mis pantalones hacia abajo. Mi frecuencia cardíaca aumenta a cada
segundo, pero estoy tratando de no dejárselo saber, quedándome inmóvil
mientras agarra mi polla enjaulada en su mano y desbloquea el dispositivo.
En el segundo que se abre, mi polla se alivia, se me pone la piel de
gallina por la repentina liberación de presión. Quita la jaula y mi polla casi
parece estirarse, como estoy seguro de que lo haría si hubiera estado
atrapado dentro algo asfixiante durante tres días. El sentimiento vuelve
instantáneamente a mi carne, y es eufórico.
Me toma un momento darme cuenta de que los dedos de Kemper le
están frotando la sensación de nuevo a mi polla y se siente demasiado bien.
No quiero que él haga eso, así que agarro mis pantalones y los levanto
mientras me alejo de él. Él me mira de reojo, guardando la jaula en su
bolsillo mientras una sonrisa tuerce la comisura de su boca.
—Listo, bebé Luscious. —Se inclina más cerca de mi cara y susurra—:
Todo mejor.
Niego con la cabeza.
—Eso estuvo realmente jodido hoy. Escupes toda esta mierda sobre que
te falto el respeto, pero luego me tiras como basura. —Paro para
recomponerme, parpadeando con fuerza—. Eres un maldito idiota, Kemper.
—No me enojes, recluso. —Se acerca—. Apenas te estoy perdonando
por tus indiscreciones. No hagas que me arrepienta. Y no me llames así.
Burlándome, pongo los ojos en blanco.
—¿Qué, quieres que te llame papi o algo así?
Sus ojos parpadean con rabia sin explotar.
—Me llamarás por lo que soy para ti.
—¿Oh, sí? —Me cruzo de brazos—. ¿Y qué es eso? ¿Gigante imbécil
violador?
En un abrir y cerrar de ojos, se lanza hacia adelante y me agarra por la
garganta, golpeándome contra la pared. Toso, abriendo mucho los ojos
cuando él se aprieta contra mí.
—Oficial, recluso 101 —gruñe en mi cara—. Y tu comportamiento
claramente todavía necesita trabajo.
Mis músculos están tensos, la rabia y el miedo se mezclan dentro de
mí como un torbellino. Todavía estoy más que jodidamente enojado, pero 256
por la forma en que me está mirando, creo que podría haberlo jodido
atacándolo. Me está dando una de esas miradas tortuosas que disparan un
escalofrío por mi espalda.
Aún sosteniéndome por el cuello, se vuelve y me empuja hacia atrás,
hacia la cama. Caigo de espaldas y él trabaja rápido, agarrándome de las
piernas y volteándome sobre mi estómago. Miro por encima del hombro, y
el pulso late en mis orejas como un tambor de acero mientras lo veo sacar
un par de esposas.
Maldición, no. No, no, esto de nuevo no.
Trago saliva mientras él toma mis muñecas y me esposa a la cama.
Luego tira de mis pantalones y bóxer hacia abajo en un movimiento fluido.
Estoy jodidamente desnudo en esta habitación helada y, sin embargo, estoy
ardiendo por la adrenalina que recorre mi cuerpo.
Trato de alejarme de él, pero se sienta a horcajadas sobre mis muslos,
sosteniéndome en el lugar mientras sus manos capaces ahuecan mi trasero.
—Basta. ¿Qué estás haciendo? —Jadeo, sin aliento por los nervios y el
esfuerzo.
El terror se apodera de mis entrañas. Tiene esa mirada amenazante en
sus ojos oscuros que me avisa que algo violento está a punto de suceder.
—Estoy tomando lo que es mío. —Escucho su cinturón desabrocharse,
un sonido que ahora es asociado con pavor en mi mente.
Sigo mirando por encima del hombro, respirando con dificultad
mientras él se sienta debajo de mi culo, acariciando su polla gigante en su
mano. Sus ojos se encuentran con los míos, y son negros; pilares profundos
y sombríos de emoción indiferente.
Él cree que es mi dueño... En algún nivel sabía que esto sucedería, con
el tiempo.
Trago saliva mientras saca una pequeña botella de su bolsillo,
exprimiendo un poco de líquido y frotándolo por toda su erección.
Parpadeando con los ojos más amplios de todos los tiempos, lo miro con una
mirada suplicante por algo de simpatía.
—No. No hagas esto... —Tiro de las esposas, y el metal se clava en mi
carne—. Por favor.
Me ignora, sin sorpresa alguna, y frota un poco de líquido caliente entre
257
mis nalgas. Mi cuerpo se frunce ante su toque y deja escapar un ruido sordo
en el fondo de su garganta.
—Realmente voy a disfrutar esto. —Gira su dedo alrededor de mi
agujero—. Solo para que sepas.
—Por favor, no lo hagas. Detente... —Intento moverme debajo de él,
pero es demasiado pesado. Sé cómo va esto y no espero poder detenerlo.
Pero esto es diferente. Esta es una línea que no quería cruzar. Sigo mirando
por encima de mi hombro con horror mientras toma su polla lubricada en
su mano y la empuja hacia arriba a mi culo—. No pongas eso dentro de mí,
por favor, te lo ruego. Haré lo que quieras.
—Pero esto es lo que quiero, Luscious. —Frota la cabeza de su polla de
arriba abajo sobre mi ano, mojando todo con la lubricación.
—No... —lloriqueo de nuevo, cerrando los ojos y enterrando mi rostro
en la cama para no tener que ver qué está pasando.
Tira de mis caderas hacia atrás para ponerse en una mejor posición,
manteniéndome quieto con sus manos dominantes.
—Relájate, Dascha —susurra, inclinándose hacia adelante para
presionar un beso en mi columna vertebral. Un hormigueo me recorre
mientras acaricia mis caderas, sensualmente, como si fuera mi amante y
estuviéramos haciendo esto juntos. No como un psicópata violador que está
obligándome a que me follen antes de que esté seguro de querer—. Quiero
que te sientas bien, ¿sabes? Quiero que disfrutes esto. Pero me correré de
todas formas.
—No quiero —susurro—. Aún… no.
—Eres tan hermoso, bebé —murmura, deslizando su polla entre mis
mejillas—. Si pudieras ver lo que estoy viendo en este momento, entenderías
por qué no puedo esperar ni un segundo más. —Sus brazos me rodean, y
sus dedos ahuecan los músculos en mi pecho por detrás—. Quería esto
desde la primera vez que te vi.
Estoy tan nervioso que me castañetean los dientes. No puedo decir si
esto es algo en lo que siquiera estaría interesado. Todo es demasiado nuevo.
El problema es que me está apurando y no está bien. Bueno, me está
forzando francamente.
Aun así, sin embargo... me corrí con sus dedos dentro de mí. Fue el mejor
orgasmo de mi vida. Esto podría ser igual...
Pero su polla es enorme. Me va a destrozar. 258
—Kemp… oficial —le digo mientras él se desliza y resbala su gran polla
sobre mi agujero—. Por favor... no...
—¿No qué, bebé? —Él deja un rastro de besos por toda mi espalda,
hasta mi trasero, mordiendo una mejilla hasta que me estremezco.
Mi polla salta debajo de mí, llamando mi atención sobre lo dura que
está. Ni siquiera me había dado cuenta... estoy jodidamente sólido, y mi
pulso late a través de las venas por toda la sangre corriendo.
Por supuesto que mi polla está dura. Ha estado oprimida durante días.
Mis bolas están tan apretadas, que estoy seguro que me correré por casi
cualquier cosa en este momento.
Pero ese no es el punto. Tengo miedo...
—No me hagas daño —le suplico, con voz inestable, el corazón me da
un vuelco en el pecho.
El oficial Kemper toma mi barbilla entre sus dedos y gira mi cara, así
que tengo que mirarlo por encima del hombro.
—No te haré daño, amor. No a propósito, de todas formas. Solo quiero
lo que nadie ha tenido antes. Lo necesito.
Niego con la cabeza sutilmente, mirándolo confundido. ¿Cómo sabe que
nadie me ha hecho esto antes?
Mis labios se separan, y nuestros ojos se encuentran cuando, sin más
discusión o advertencia, empuja la punta de su polla hacia mi culo, y la
cabeza redonda y gorda empuja hacia adentro muy ligeramente. Me roba
todo el aliento del interior de mis pulmones.
Luego le da un fuerte empujón, y la cosa ancha se abre camino a través
de mi barrera. Ahogo un ruido estrangulado, y mi cabeza se inclina hacia
adelante como si hubiera acabado de ser apuñalado.
—Eso es, bebé. —Lanza más dentro, unos centímetros más, y la
quemazón me pone en llamas—. Tómalo.
—Me... duele... —gruño, apretando mis puños por encima de las
esposas.
—Tienes que relajar todo tu cuerpo, Dascha. Como cuando usé mis
dedos.
Asiento, reconociendo que esto está sucediendo y que no hay vuelta
atrás. Todo lo que puedo hacer ahora es concentrarme en superarlo.
Me exhorto a relajar todos mis músculos mientras él bombea más su 259
polla gruesa destrozándome con solo un par de centímetros dentro. Dios,
me está matando. La quemazón es una cosa, pero es tan grande que puedo
sentir cada vena mientras su eje se fuerza en mí, estirando mi cuerpo para
adaptarse a su circunferencia.
Saber que este no es un lugar donde se supone que su polla debe estar,
nunca está muy lejos en mi cerebro.
Pero entonces ese factor envía sangre a mi erección. Se reafirma como
loca, atascándose contra la cama mientras el oficial Kemper me taladra
desde detrás.
Es prohibida, toda esta noción. No se supone que él esté haciendo esto...
no se supone que yo esté haciendo esto.
Si alguien entrara ahora mismo, vería un enorme guardia tatuado y
musculoso follándome por el culo.
Todo mi cuerpo se estremece y se enrojece con el calor. Él se mueve
más, manteniéndolo lento mientras agarra mis caderas con tanta fuerza que
puedo sentir cada una de sus huellas dactilares incrustándose en mi carne.
—Estoy a mitad de camino, Luscious. —Su voz vacila en sus palabras,
el sonido me hace saber que está perdiendo el control, solo un poco. Debería
asustarme, pero la idea de hacer que alguien como él renuncie al control me
da un destello de júbilo. Por mí—. Me voy a mover ahora, bebé.
Mi pecho se calienta desafiante por la frecuencia con la que me llama
bebé. Odio los apodos cariñosos, y desprecio lo mucho que piensa que soy
suyo para hacer esto, pero también parece debilitarme por él contra mi
voluntad.
Él retrocede un poco, y la sensación es tan extraña que provoca un
jadeo ahogado de mis labios. Luego empuja de nuevo, aún más profundo,
haciéndonos gemir a ambos al unísono. Sus movimientos se aceleran
ligeramente, aunque todavía lo mantiene lo suficientemente lento que creo
que me estoy adaptando a su tamaño, aunque no hay forma de que algo así
de grande debería caber dentro de mí.
Acariciando tranquilamente, roza ese punto dentro de mí, donde sus
dedos estaban el otro día, y me estremezco.
—¿Te gusta eso, bebé? —Pasa sus manos por mis costados—. Tu
trasero es la cosa más apretada en la que he metido mi polla.
—Estoy... yo... mierda... —Mi voz se mezcla en la cama mientras él
empuja más y más profundo, golpeando el lugar bueno cada vez. No puedo 260
respirar, y mi cuerpo se enrolla como una goma elástica.
Kemper se derrite sobre mi espalda, metiendo su polla tan
profundamente en mí que puedo sentir su pelvis en mi trasero cuando toca
fondo.
—¿Te gusta mi polla en el fondo de tu pequeño coño, bebé? —Luego,
sus caderas trabajan, aumentando su ritmo, más rápido y más duro,
embistiéndome una y otra vez mientras besa y lame la parte posterior de mi
cuello, mis hombros, luego mi oreja—. Toma esta polla, Luscious.
Sus palabras son tan lascivas, que debería odiar lo que dice, pero mi
polla está llorando contra la cama. No puedo creer que me guste esto. No
puedo creer que esté haciendo esto y estoy tan duro como una piedra y lo
esté disfrutando. Mi mente está por todos lados plagada de tantos
pensamientos sobre lo equivocado que es esto y lo bien que se siente, que
finalmente se queda en blanco.
Kemper me agarra por la nuca y gira mi cara hacia la suya.
—Mírame, Dascha.
Mis ojos se abren para encontrar los suyos. Los océanos interminables
me atrapan, pegándome en el lugar. Respira bruscamente entre sus labios
mientras bombea en mí, arrastrando y conduciendo, embistiéndome en el
culo tan profundo que sus bolas están golpeando mi perineo. Tengo que
morderme el labio inferior para evitar los jadeos y gemidos tratando de
estallar.
—Dios, me encanta tu trasero. —Jadea, y sus ojos caen a mi boca.
Libero mi labio y gime observándolo... luciendo como si quisiera besarme.
¿Me besaría mientras me folla?
No quiero que lo haga, pero el pensamiento ahora baila en mi mente.
¿Cómo sería? ¿Si capturara mi boca ahora mismo, mientras está enterrado en
mí hasta la empuñadura? Podría gustarme... quién sabe.
—Mi gran polla está estirando tu pequeño coño, Dascha —dice sobre
mi boca, cabalgando mi culo hasta dejarlo en carne viva.
Mi polla palpita, la fricción de ella chocando contra la cama es casi más
de lo que puedo soportar. Se siente maravilloso, y me doy cuenta de que el
dolor de cuando comenzó se ha ido casi por completo. Todavía es incómodo,
pero me gusta, y levanta mis bolas con tanta fuerza que creo que están a
punto de estallar. 261
Su polla se desliza sobre mi próstata, disparando rayos de electricidad
a través de mis entrañas. Como su maldito Taser, solo que mezclado con
placer. Cada vez que su enorme polla la toca, una euforia cegadora
chisporrotea dentro de mí, irradiando una asfixia apretada hasta mi pecho.
Y él sigue bombeando en mi cuerpo sosteniéndome quieto y tocándome por
todas partes, el plaf, plaf, plaf de él follándome tan fuerte y tan profundo
como es humanamente posible suena a través de la pequeña habitación. El
pequeño marco de la cama cruje debajo de nosotros, como si pudiera
derrumbarse en cualquier momento.
Los sonidos de alguien que le están follando la vida rebotan en las
paredes. Y el hecho de ese alguien sea yo hace que mi polla se agite aún más
con líquido preseminal.
—Este culo. —Su voz es entrecortada y abrumada por la inmunda
lujuria mientras deja caer su frente sobre mi hombro—. Este perfecto culo
apretado. Voy a correrme muy dentro de ti, Luscious. —Me muerde y yo
maúllo como un gatito, luego me muerdo el labio para taparlo.
Se endereza para verse a sí mismo follándome, sosteniendo mis caderas
y acariciando cada centímetro de su longitud en mi estrecho agujero, una y
otra vez, ordeñándose dentro de mí donde nadie más ha estado, hasta que
pienso que podría desmayarme.
Su respiración se vuelve violentamente desigual cuando una gran mano
sube a mi garganta, sosteniéndome firme mientras sus caderas se agitan
contra las mías desde atrás. Sus golpes se vuelven superficiales y mantiene
su polla larga hasta el fondo en mi cuerpo, bombeando contra mis nalgas
con tanta fuerza que mi cara se estrella contra la cama.
—Dime que quieres que me corra profundamente en tu coño, bebé —
suplica, su voz al borde de quebrarse.
Mis caderas chocan contra la cama con sus embestidas, y mi propio
clímax amenaza con agarrarme y tirarme en cualquier segundo.
—Dilo, Dascha —gruñe, y yo ronroneo cuando golpea ese maldito lugar,
básicamente viviendo en él.
—Ah, maldición... Jesús... —Mi mente es una masa de deseo codicioso
cuando las palabras huyen de mis labios por su cuenta como una súplica—
: Córrase profundamente en mi coño, oficial.
No puedo creer que acabo de decir eso. Excepto que puedo, porque lo
quiero. 262
Quiero sentirlo pulsando semen caliente dentro de mí. No sé
jodidamente por qué pero lo hago. Y quiero correrme al mismo tiempo.
Quiero que se corra tan fuerte que haga que me corra de inmediato.
Dios, necesito esto.
—Maldición, sí, bebé... Sí, sí, sí, me voy a correr en ti —gime,
sosteniendo mi garganta tan apretada, que mi cara está en llamas y no
puedo respirar. Estoy volando más allá de las estrellas, cruzando el
cosmos—. Me estoy corriendo fuerte por ti, Dascha. —Cada palabra viene
con un embiste mientras me llena—: Toma. Mi. Maldito. Semen.
Siento su gran polla formando ondas dentro de mí, y me dejo ir; mis
ojos se ponen en blanco en mi cráneo mientras mi polla estalla.
Este es el placer más increíble que nunca supe que podría tener... Y me
corro, y me corro, y me corro, sobre la cama y por todos mis abdominales,
llorando contra el colchón mientras Kemper canta mis alabanzas,
asfixiándome mientras su polla dispara semen en lo profundo de mi cuerpo.
—Maldita sea. Maldita sea... —croa y luego tose, y sus caderas
eventualmente desaceleran. Cae hacia adelante sobre mi espalda sin poner
todo su peso sobre mí, y sus brazos rodean mi cintura para abrazarme
fuerte—. Luscious... eres perfección, bebé.
Quedo sin gravedad; ingrávido y esponjoso. Durante minutos, no tengo
idea de dónde estoy o qué está pasando. Todo lo que puedo hacer es
concentrarme en la estable cadencia de su corazón latiendo en mi espalda
mientras se sincroniza con el mío. Pum, pum, pum, pum, pum.
Se me ocurre que todavía está dentro de mí, pero no duele. Me siento
un poco completo... Como si una parte de mí mismo que nunca supe que
faltaba hubiera hecho clic.
Sus dedos recorren todo mi cuerpo mientras se levanta, dejando caer
unos besos en mis omóplatos.
—Una cosa bonita tan rota —susurra, manteniéndome caliente con su
voz y sus misteriosas palabras.
Hace tanto frío aquí, que probablemente haya vapor saliendo de
nuestros cuerpos de lo jodidamente calientes que estamos.
—Me voy a mover, precioso. —Su voz profunda me envuelve y creo que
asiento, pero apenas puedo decir si me estoy moviendo.
Saca su polla, lo cual es una sensación extraña, y luego siento cosas
filtrándose fuera de mí. Eso lleva un rubor aún más palpable a mi cara,
porque aquí estoy, desnudo y esposado en la cama con su semen goteando 263
de mi culo. No puedo creer que se haya corrido dentro de mí de esa manera...
Sin mención de condones o algo así. Y aunque me gustaría estar
preocupado, no puedo localizar ninguna de las emociones negativas
necesarias en este momento.
Kemper se levanta y agarra algo, un paño, y lo usa para limpiar nuestro
desorden. Limpia mi trasero, suavemente y con cuidado. Podría ser
vergonzoso, pero todo lo que siento es dicha y puro consuelo silencioso. Es
como si estuviera envuelto en una manta de piel gigante frente a una
chimenea. Eso es lo que estoy visualizando, de todos modos.
Estoy en un lujoso bungaló en Tulum, un pequeño fuego crepita mientras
estoy recostado en una alfombra peluda, desnudo y saciado. Las puertas
traseras están abiertas dejando entrar el sonido del océano, y la cálida brisa
tropical acaricia mi piel.
Vuelve a mí inmediatamente, después de tirar el trapo sucio al suelo y
abre mis esposas. Luego se acuesta a mi lado y toma mis muñecas en sus
manos para frotarlas. Un ronroneo sale de mis labios mientras parpadeo
hacia él, preguntándome por qué diablos estoy tan cómodo.
Al comienzo de cada interacción que tenemos, lo odio. Y entonces él
hace cosas que cruzan mis cables. Es muy confuso.
Kemper mira la cama y arquea una ceja.
—¿Te corriste?
Trago saliva y luego me burlo:
—No.
Él sonríe y se lame el labio, pasando los dedos por los restos húmedos
en mis abdominales.
—Lo hiciste. Te gustó.
Su presunción me está enojando y la parte obstinada de mí interviene.
—Lo odié absolutamente —siseo, aunque hay muy poca mordacidad en
mi tono—. Deberías dejarme en paz, o la próxima vez, lo juro por Dios,
encontraré una manera de matarte en el momento en que entres en mi
celda.
Su sonrisa se ensancha, todos los colores brillan en mi rostro mientras
deja escapar una pequeña risa que me hace cosquillas en el estómago. Se
necesita toda la fuerza que me queda no sonreír.
—Lo que tú digas, Luscious. —Me toma en sus brazos, tirando de mí 264
más cerca.
Empiezo a luchar contra eso, pero es inútil. Es más fuerte, además de
cálido. No tengo ropa y estoy cansado... Tan jodidamente ridículo como
suena, solo quiero que me abracen.
Mi cabeza descansa sobre su pecho y él me cubre con la manta, con
los dedos trazando distraídamente mi espalda de arriba a abajo.
—Eres caliente... —Las palabras salen de mis labios sin mi permiso,
pero ni siquiera puedo preocuparme por eso ahora mismo. Estoy a la
deriva...
—Eres hermoso —susurra con asombrada certeza en su voz.
—Me debes un par de zapatillas —murmuro, y su pecho ancho tiembla
con su risa.
—Me encargaré de ello enseguida, bebé.

265
21
Oficial Kemper

N
ormalmente trabajo el turno de noche.
La mayoría de los guardias alternan los turnos
nocturnos de trabajo. Por ejemplo, hacemos la mitad de la
semana durante la noche y luego la otra mitad de día. O a
veces hacemos una semana de turnos de noche y luego una semana
completa de día.
Joy arma el horario y es bastante indulgente. Ella nos deja elegir lo que
queremos siempre que todo vaya acompañado de la cobertura suficiente.
Después de la primera vez que Dash fue enviado a aislamiento, me
ofrecí como voluntario para trabajar tantos turnos de noche como podía.
Luego comencé a tirar más dobles. En este punto, no he estado en casa en
días.
Sin embargo no me importa. Me gusta estar aquí cuando él está aquí.
Me gusta observarlo, incluso cuando piensa que me estoy manteniendo
alejado. La distancia es buena para nosotros y lo entiendo.
Pero aun así... cuando estoy lejos de él, hay una ausencia física que
siento en mi cuerpo y mi mente, como una corriente eléctrica. Una escasez.
Siento como que algo falta cuando no puedo ver su rostro perfecto; lo
observo hacer sus flexiones hasta que sus brazos tiemblan o lo escucho
cantar esa maldita canción una y otra vez porque cree que nadie está
escuchando.
Me fascina, y claro, me doy cuenta de que no es saludable querer a 266
alguien tanto así. Pero he hecho muchas cosas que no son saludables para
mí a lo largo de los años. Comparado con todas esas cosas, obsesionarse
con el chico no parece tan malo.
Dejé que Dash durmiera en mis brazos durante horas mientras yo
permanecía despierto, observándolo para asegurarme de que no tuviera una
pesadilla. Cuando me sentí seguro de su sueño pacífico, subí las escaleras
y encontré sus zapatillas.
Tengo toda la intención de comprarle un par nuevo, pero no hay
exactamente un outlet en la Isla de Alabastro, y Amazon tarda semanas en
entregar aquí. Nos vamos de la isla una vez al mes como grupo, pero no será
hasta dentro de dos semanas. Él necesita zapatos lo antes posible, y no le
quedará en mi talla cuarenta y seis. Él tiene un cuarenta y cuatro.
Mientras estaba allí, le conseguí ropa nueva, ya que sus calcetines y
camisa no estaban, y usé sus únicos pantalones para limpiar nuestro sexy
desorden.
Desafortunadamente, las selecciones eran escasas en lo que respecta
al vestuario, ya que todavía es un recluso y necesita usar el mono gris como
todos los demás. Pero le conseguí una talla más pequeña de pantalones,
para que no tenga que tirar de ese cordón hasta el final para atarlos
alrededor de su delgada cintura. Y agarré una de mis sudaderas con
capucha de mi casillero. Hace mucho frío aquí abajo, y lo último que quiero
es que se enferme.
Lo he visto suceder antes... Y no volveré a repetir esa mierda. No bajo
mi guardia, y no con mi Luscious. Nunca dejé mis juguetes bajo la lluvia
cuando era niño, y no empezaré a hacerlo ahora.
Lo reclamé anoche. Le quité algo que estoy completamente seguro que
me habría dado voluntariamente, eventualmente, si hubiera tenido
suficiente paciencia para esperar. Pero no lo hice, así que le hice ver que
incluso cuando tomo de él, puedo darle lo que necesita. Yo diría que se
divirtió. A pesar de su ataque después, sé que se corrió. Se corrió mientras
yo lo follaba por primera vez.
Ahora me pertenece. Y es mi responsabilidad ocuparme de lo que es
mío.
Volviendo a aislamiento, con mis brazos se llenos de ropa y más
paquetes de mini muffins porque sé que a Dash le encantan, paso a algunos
guardias a quienes elijo no reconocer. Creo que pueden estar captando
cuánto tiempo paso con Dash. Claro, la mayoría de los guardias aquí
comercian bienes por favores sexuales con los internos. Pero la regla tácita 267
es mantenerlo discreto. El alcaide tiene una especie de política de no
preguntes, no digas, con nosotros. Siempre que no obstaculice el trabajo ni
interfiera con la poca financiación que obtenemos, no le importa.
Dash es uno de nuestros prisioneros de alto perfil, por lo que hizo, y es
un milagro que el alcaide eligiera no mantenerlo en el ala este. Creo que si
supieran el alcance total de sus problemas de conducta, lo cambiarían
realmente rápido. Así que haré que sea mi nuevo deber asegurarme que
nunca lo hagan.
Aparte de la tortura que se lleva a cabo en el ala este, no podría estar
con él como estoy ahora, y no puedo permitir eso. Nadie me quita a mi
Luscious.
Mi mente corre a través de todo tipo de pensamientos mientras abro la
puerta de la celda y me deslizo dentro, asegurándome de que nadie esté
cerca primero.
Como imanes, mis ojos encuentran a Dash inmediatamente, y una
pequeña sonrisa tira de mis labios cuando me doy cuenta que todavía está
durmiendo. A veces le cuesta conciliar el sueño. Lo he visto mucho por
observarlo, pero parece que siempre lo noqueo cuando tonteamos, lo cual
es bueno. Necesita descansar.
Moviéndome a la cama en silencio, coloco sus cosas a sus pies y luego
tomo asiento al lado de él. Lo observo en su estado de sueño tranquilo
mientras memorizo las líneas de su cuerpo; el tono perfectamente uniforme
de su piel, y el ritmo constante de sus respiraciones calmantes. La manta
está caída alrededor de su cintura, exponiendo su mitad superior; hombros
anchos, pecho definido, algunas pecas dispersas, como sus tatuajes,
decorándolo de una manera totalmente única para él.
Sus brazos son largos, las curvas de sus bíceps regordetas y firmes,
aunque no demasiado voluminosas y gruesas como las mías. Dash tiene
una fuerza en su cuerpo que parece sin esfuerzo. Venas recorren sus
antebrazos y sus manos están bien formadas con dedos exquisitos. Se
muerde las uñas, lo que podría ser un tic nervioso o simplemente algo que
hace aquí para evitar que se alarguen. De todas formas, visualizar esas
manos tocándose a sí mismo, o a mí, es suficiente para llevar algo de
significativa calidez a mi carne.
Extendiendo la mano, paso las yemas de mis dedos suavemente por la
pendiente alargada de su cuello, dejándolas permanecer en su punto de su
pulso por un momento. Recuerdo cómo se aceleró anoche cuando estaba
dentro de él. Recuerdo lo ásperas que eran sus respiraciones, como si 268
estuviera controlando su respiración con cada embiste.
Mi pene se llena rápidamente ante las imágenes que se escabullen por
mi cerebro, endureciéndose contra mi muslo mientras me muerdo el labio.
Anoche fue mi primera vez con un hombre... Y ahora se siente como si me
hubiera despertado de un coma de treinta y cinco años.
Todavía puedo sentir la forma en que el cuerpo de Dash se ajusta al
mío como un guante. La forma en que él se moldeó a mí mientras lo llenaba
con cada centímetro de mí mismo. Jesús, quería enterrar todo mi cuerpo
dentro de él. Él satisfizo todos mis apetitos anoche, y sin embargo, todavía
quiero mucho más.
Estoy lejos de terminar con Dascha Reznikov. De hecho, acabamos de
empezar.
Se mueve a mi lado, rodando sobre su espalda. Tan pronto como
sucede, vislumbro algo que casi me quiebra la cara en dos.
Está haciendo una tienda de campaña con la manta como un loco. Su
erección está en pleno saludo, de pie hacia arriba y sosteniendo la manta
con ella. Me río y cubro mis labios con mis dedos, mirándolo hambriento.
Me alegro que haya aprendido la lección y le haya sacado la jaula para
pollas. Honestamente, su polla es demasiado perfecta para estar
encarcelada así. El largo por sí solo es realmente impresionante, pero
también lo dura que se pone, y cuán a menudo sucede, es un milagro nada
tímido.
Algunos pueden considerar inconvenientes las erecciones de
vergüenza, pero para mi juguete es perfecto. Es como si pudiera contar con
su polla para decirme cosas que podría estar inclinado a reprimirse.
Incapaz de resistirme, mis dedos caminan por su estómago, abriendo
la manta para poder mirar dentro y asomarme para ver su erección
matutina. Se me hace agua la boca. Me encantaría probarlo de nuevo... Es
tan dulce y delicioso, y los sonidos que hace cuando se corre son la mejor
música para mis oídos.
Pero antes de que pueda considerar envolver mis labios alrededor de
su cabeza hinchada, él estira los brazos y parpadea para abrir los ojos. Dejo
caer la manta y miro su cara mientras me mira, la confusión duró solo un
momento antes de bostezar y rodar sobre su costado, más cerca de mí.
Se acurruca contra mi muslo y me dice con voz ronca:
—Me sorprende que todavía estés aquí.
—¿Por qué? —Mi cabeza se inclina hacia un lado. 269
Se encoge un poco de hombros, manteniendo los ojos cerrados, creo
que así no tiene que mirarme mientras hablamos. Es posible que se sienta
tímido después de lo que pasó, lo cual es tan adorable que me pone duro
como una roca.
La mano de Dash se extiende para tocar mi rodilla con vacilación y
quiero jodidamente atacarlo, está siendo tan tímido y sexy. Pero me
abstengo, dejando que sus dedos curiosos suban por mi pierna.
—Pensé que tal vez tendrías que... irte —murmura, moviendo la mano
hacia el interior de mi muslo, peligrosamente cerca de la erección por la que
es responsable de hacer crecer ahora mismo—. Y volver a ser guardia.
—Sigo siendo un guardia. —Mi voz sale ronca mientras miro sus dedos
moverse hacia mi polla y su rostro permanece enterrado tímidamente en el
exterior de mi muslo donde estoy sentado, al borde de la cama.
Su mano cubre mi erección, y sus ojos se abren de golpe, moviéndose
rápidamente hacia los míos.
—¿Pero está bien que estés aquí conmigo... así?
Su mirada cae hacia donde está su mano, y parece que no tiene idea
de qué quiere hacer, o incluso cómo sentirse; parcialmente aterrorizado,
pero aún más encendido y curioso como el infierno. Me encanta esa mirada
en él. La incertidumbre nunca ha sido tan caliente hasta Dash.
—Bueno, en realidad no —le respondo, separando las piernas solo unos
centímetros más, haciéndole saber que está bien que explore. Más que bien.
Estoy jodidamente muriendo por ello.
Su pulgar traza la curva de mi cabeza a través de mis pantalones, y
succiono aire. Me mira con un brillo travieso en sus ojos color avellana
mientras lo hace de nuevo, esta vez alisando toda su palma sobre él.
Parpadeo lentamente ante él, alabando silenciosamente su toque inocente.
—¿Has hecho esto antes? —pregunta, luego se moja sus afelpados
labios rosados con la lengua, una imagen que hace que mi polla se
estremezca en su mano—. ¿Con otro preso, quiero decir?
Niego con la cabeza lentamente.
—Nunca. Ni con un recluso... ni con un hombre. —Hago una pausa
para dejar que ese hecho se asimile, para los dos—. Eres el primero.
Parece que le gusta esa respuesta, sus mejillas se enrojecen un poco
mientras su mano agarra mi polla a través de mis pantalones, sacudiéndola
270
casualmente.
—Tú también fuiste el primero —dice, sin aliento, como si fuera
excitante incluso estar hablando de esto conmigo. Debo decir que estoy de
acuerdo—. Quiero decir... anoche.
—Lo sé. —Levanto mis caderas para empujar mi polla con más fuerza
en su mano, y él jadea.
—¿Como sabes eso? —Entrecierra su mirada hacia mí, envuelto en
deseo mientras juega con mi polla, retorciéndose bajo las mantas. Solo saber
que está desnudo debajo hace que me duelan las bolas de necesidad.
—Sé mucho sobre ti, Dascha. —Mantengo mis ojos fijos en los suyos.
—Eso es espeluznante. —Su boca se curva en una sonrisa burlona que
quiero morder y tragar.
Apuesto a que sabría a Pop Rocks 20. Chispas dulces; ese es Dash.
—Es parte de mi trabajo saber cosas sobre ti —le digo, aunque es un
argumento débil. Claro, sé lo que dice su archivo, pero eso es todo. El resto
lo aprendí observándolo constantemente, enamorado e incapaz de parar.
—Hmm, ¿cómo qué? —ronronea mientras sus dedos se deslizan hacia
abajo para frotar mis bolas.
Mis ojos se cierran por un segundo.
—Sé por qué estás aquí, por supuesto.
Su mano se ralentiza, y su sonrisa se cae mientras me mira, algo de
visible inseguridad se hace cargo.
—Sí, robé un banco —murmura y luego niega con la cabeza, apartando
su mano lejos de mí—. No tengo idea de cómo eso me llevaría a un lugar
como este, pero supongo que eso es para que ustedes, idiotas, lo sepan y yo
nunca lo descubra, ¿verdad?
Estoy un poco desanimado por la pérdida de alegría, pero ni siquiera
puedo estar preocupado sobre eso ahora mismo. Estoy demasiado ocupado
concentrándome en lo que acaba de decir.
Dice que robó un banco... Como en, ¿que eso es todo lo que hizo?
Mi frente se arruga en confusión mientras lo miro boquiabierto,
aturdido. Él está mirando fijamente mi muslo, dibujando un círculo en él

20 Pop Rocks: es un caramelo carbonatado, también conocido como caramelo con 271
chasquidos. Su característica más destacable se encuentra en la exposición de sus
ingredientes al anhídrido carbónico. Cuando el dulce se introduce en la boca libera esas
partículas al contacto con la saliva, que producen sonido y una sensación de explosión y
efervescencia.
una y otra vez con su dedo índice, perdido en sus pensamientos. Y puedo
relacionarme, porque estoy atascado en lo que acaba de decir, y el tono en
el que lo dijo.
—¿Quieres decir que...? —Empiezo y luego me detengo. No quiero
molestarlo, y no quiero decir nada incorrecto. Pero ahora tengo más
curiosidad—. ¿Qué quieres decir?
—Quiero decir lo que dije —se queja y se sienta a mi lado, sosteniendo
la manta sobre su regazo—. Nadie me ha dicho una mierda sobre por qué
estoy aquí, rodeado de gente que ha hecho cosas mucho peores que yo.
Quiero decir, entiendo que me he salido con la mía robando desde hace un
tiempo, pero aun así. Como mucho deberían llevarme a una prisión federal,
no a la Bahía de Guantánamo para psicópatas. No pertenezco aquí.
Cierra los ojos y se pasa una mano por la cara, pareciendo estresado.
Murmura algo en voz baja que no puedo entender y ahora estoy más allá de
las palabras.
¿Cree que está aquí por robar un banco? Es decir, no sabe lo que dice su
archivo...
No lo sabe... ¿O no lo recuerda?
¿Cómo es eso posible?
No puedo evitar la expresión en blanco en mi rostro mientras lo
observo. Cuando vuelve a abrir los ojos, veo que su mandíbula se aprieta
visiblemente.
—No me mires así —gruñe, y sus pupilas de repente se abren como el
infierno casi tragándose el iris.
—¿Cómo? —pregunto vacilante.
—Basta —murmura, casi inaudible.
Niego con la cabeza.
—Dascha, no te estoy mirando de ninguna manera. Lo siento, por
mencionar esa mierda. Olvidémoslo, ¿de acuerdo?
Me fulmina con la mirada por un momento en silencio hasta que
finalmente deja escapar un áspero suspiro.
—No, yo lo siento. Supongo que estoy nervioso, después de ver lo que
le estaban haciendo a los muchachos del ala este. 272
Asiento, porque no sé qué más decir. Saliendo de la cama, aturdido por
esta conversación, con sus palabras resonando en mi mente, señalo todas
las cosas que le traje.
—¿Qué es eso? —pregunta.
—Encontré tus zapatillas en el piso de arriba —le digo, y él agarra las
cosas, mirando todo—. No me voy a retractar de mi promesa. Te conseguiré
zapatillas nuevas, solo lleva un tiempo conseguir cosas aquí. Pero también
te traje ropa nueva mientras tanto.
Toma mi sudadera de la Academia de Policía de NYPD 21 y la sostiene.
Sus ojos se iluminan con diversión, la comisura de su boca se arquea
mientras me mira a escondidas.
—Eso es mío —digo.
—Sí, puedo decirlo. —Sonríe, sosteniéndola más alto. La cosa es
obviamente enorme, porque es de mi tamaño—. ¿Quiere que use su ropa,
oficial?
Mi polla se contrae mientras lo miro.
—Me gustaría verte vistiendo solo eso.
Su sonrisa se ensancha.
—Pervertido.
Su rostro está jubiloso, prácticamente resplandeciente, y me encanta.
Me encanta cómo se ve cuando está emocionado, casi tanto como me
encanta cuando está incómodo, enojado o triste. Es tan hermoso, en toda la
gama de sus emociones.
Dash se quita la manta y se pone de pie, completamente desnudo y sin
vergüenza. Su cuerpo es jodidamente perfecto, y creo que en algún nivel
sabe eso. O al menos él sabe cómo me siento al respecto, por eso se está
tomando su tiempo para vestirse, parado con el culo y la espalda en
exhibición. Él incluso me mira por encima del hombro y me da una mirada
definitivamente perversa antes de subirse los pantalones. Luego desliza mi
sudadera con capucha sobre su cabeza, acomodándose en ella.
Luce como un maldito sueño, lo juro por Dios. Estoy acabado con este
chico.
Acurruca su rostro en la tela y huele, lo que me hace sonreír. 273
—Huele como un policía grande y tonto. —Sonríe.

21 NYPD: Departamento de Policía de Nueva York.


—Bueno, ahora puedes hacer que huela como un sexy provocador ruso.
—Levanto una ceja y se ríe.
Un paquete de mini muffins cae del bolsillo de la sudadera al piso, y se
inclina para recogerlos. Los mira por un segundo antes de abrirlo, metiendo
uno en su boca rápidamente.
—¿Por qué estás siendo tan amable conmigo? —pregunta mientras
mastica—. ¿Es solo porque me follaste anoche?
Le doy una mirada que dice cuidado, y me muestra una sonrisa
descarada. Tendré que vigilar ese descaro.
—Me ocupo de lo que es mío, Luscious —le recuerdo.
—¿Sabe que soy mi propia persona, verdad, oficial? —Él arquea una
ceja—. No soy un objeto.
Me encojo de hombros, ignorando su postura de independencia. Por
supuesto que sé que no es un objeto. Pero quiero poseerlo. Es así de simple.
Desde la primera vez que lo vi, Dascha se ha apoderado de mis
pensamientos. Este soy yo vengándome por eso.
—¿Estás bien por ahora? —Lo miro de cerca mientras devora los
muffins—. Tengo que volver a trabajar un poco.
Él se encoge de hombros y asiente.
—Supongo. Sin embargo, sigo esperando ese cepillo de dientes. —
Frunce los labios hacia mí y aprieto la mandíbula para mantener oculta la
diversión. Está tan provocador hoy que casi no puedo creerlo.
¿Está actuando de esta manera porque follamos? ¿Se siente más cómodo
conmigo ahora? ¿Eso era realmente todo lo que hacía falta?
O tal vez cruzamos una línea hacia algo más profundo. Compartimos
algo anoche, supongo. Es pesado pensar en ello, pero a mí me gusta lo
pesado.
Considero su solicitud por un momento. Este es confinamiento en
solitario. Se supone que los reclusos no deben estar cómodos, ese es el
punto. Si quiero que Dash tenga una ducha, comida regular y acceso a un
lavabo e inodoro en su celda, debería llevarlo de vuelta con los presos
comunes. Pero entonces será más difícil para mí verlo...
Tomo una decisión rápida mientras él se pone los calcetines y los 274
zapatos, abriendo la puerta de la celda y mirando alrededor.
Dash mira hacia arriba y le hago señas con la mano.
—Vamos. Date prisa.
—¿A dónde vamos? —Parece nervioso. Sigo pensando que es adorable,
pero como que deseo que nos hubiéramos conocido en un lugar donde no
estuviera acostumbrado a ser tratado como basura.
—¿Confías en mí? —Alzo una ceja.
Hace una pausa por un momento, mirándome. Luego se pone de pie y
deambula hacia mí.
—Creo que sí... supongo que eso me convierte en un puto debil 22, o
masoquista o algo así.
—¿Qué es debil? —repito la palabra, sin que suene realmente como lo
hizo cuando él la dijo.
Me sonríe.
—Un idiota.
No puedo evitar reírme, negar con la cabeza y agarrarlo del brazo.
—Ven conmigo, recluso. Probemos esa teoría.
Se ríe en voz baja, tratando de disimularlo mientras lo esposo, solo para
aparentar. Luego lo arrastro por el pasillo, a través de algunas puertas y
pasando por algunas celdas más, hacia el vestuario. Abriendo la puerta,
miro adentro para asegurarme que no haya nadie ahí. Cuando estoy seguro
que la costa está despejada, llevo a Dash dentro, cierro la puerta detrás de
nosotros y la bloqueo. Esta puerta no suele estar cerrada con llave, así que
si alguien más intenta entrar, será muy sospechoso.
Con suerte, podemos hacer esto y salir de aquí antes de que alguien
aparezca.
Le quito las esposas a Dash y voy a mi casillero, sacando mi cepillo de
dientes. Se lo entrego, junto con mi tubo de pasta de dientes, le hago un
gesto hacia los lavabos.
—Vamos. Haz tus cosas.
—¿Tengo que usar tu cepillo de dientes? —Parece escéptico e inclino la
cabeza.
—¿Puedes tragarte mi polla y mi semen, pero mi cepillo de dientes es
ir demasiado lejos?
275

22 Idiota en ruso.
Me fulmina con la mirada por un momento y yo le devuelvo la mirada.
La mía es más aterradora, chico.
Finalmente, resopla y niega con la cabeza, una pequeña sonrisa cubre
sus labios mientras va al lavabo del medio.
—Tienes un punto. Lo que es alarmante, por cierto.
Cruzando los brazos sobre mi pecho, lo miro en el espejo mientras él se
cepilla los dientes a fondo. Parece que le gusta cepillarse los dientes, lo cual
no está mal. Yo mismo me cepillo y uso hilo dental tres veces al día, y
enjuague bucal en el medio. Nada como una buena higiene bucal.
Cuando termina, enjuaga el cepillo y me lo devuelve. Guardo todo
mientras se lava la cara, mirándose a sí mismo por un momento en el espejo.
Sus ojos se fijan en su propio reflejo, y me pregunto qué demonios ve cuando
se mira a sí mismo.
No hay forma de que sepa acerca de los trucos que viven dentro de las
grietas de su mente bonita e infectada, las palabras que pronunció en la
celda vuelven a mí...
Si realmente cree que está aquí simplemente por haber sido atrapado
robando un banco, entonces es un mentiroso profundamente arraigado,
como Ren. O de alguna manera bloqueó lo que pasó.
Es plausible, basado en las cosas que he visto. Y su expediente...
No sé qué pensar, pero el hecho permanece. Me preocupo mucho por
Dash. No quiero que se sienta confundido o lastimado, incluso si se lo está
haciendo su propia biología.
Debería decirle la verdad. ¿Pero cómo? ¿Y si se enoja?
Lo más seguro es que se enojará de todos modos. No quiero que me
ataque o me culpe, pero al mismo tiempo probablemente sería mejor para él
escucharlo de mí, si se entera de la verdad en presencia de alguien que
pueda consolarlo y guiarlo. Alguien que lo conozca.
Mis pensamientos se interrumpen cuando se vuelve hacia mí.
—¿Puedo tomar una ducha?
Le doy una mirada severa.
—Dash…
—¿Por favor? —suplica, acercándose—. Me gustaría ducharme...
276
después de anoche. —Sus mejillas se sonrojan y traga—. Siento que… Solo
necesito ducharme. ¿Por favor? Solo tomará un segundo.
Contemplo su petición, luego miro mi reloj. Son casi las tres de la tarde,
y el cambio de turno no es hasta las seis. No vendrá gente aquí en esta hora
del día. Aun así, no es inteligente hacer esto. Realmente no me importan los
diversos guardias, pero si Velle se entera, podría ser un problema. Aunque
él tiene su propio vestuario que él y Joy usan, arriba. Me sorprendería si
viniera aquí, aunque han sucedido cosas más extrañas.
Y sin embargo, mirando a Dash, con sus ojos de bosque amplios y
brillantes, y un pequeño puchero en sus labios suaves, no estoy seguro de
cómo negárselo. Él es jodidamente irresistible. La idea de ducharme con él
aquí, porque naturalmente entraría con él, suena como la mejor idea jamás.
Y tiene razón. Después de anoche, se merece una buena ducha tibia.
—De acuerdo, está bien —concedo, y él se ilumina, radiante, una cosa
enorme que muestra sus dientes blancos perfectamente rectos—. Tienes
diez minutos. Y bajo una condición.
Me mira, lo que significa que obviamente sabe cuál es la condición.
—¿Y cuál sería, oficial Pervertido?
—Comentarios como ese te costarán, recluso —le advierto, quemándolo
con mis ojos. Está siendo tan fresco hoy. Creo que necesita un pequeño
recordatorio de quién está en la cima aquí—. La condición es que yo te lave.
—Podría estar de acuerdo con eso —susurra, y sus ojos transmiten
nervios y anticipación juntos.
—Bien, porque no tienes opción. —Sonrío—. Ahora, desnúdate, 101.
Él levanta mi sudadera con capucha y la arroja en un banco cercano,
patea sus zapatos y calcetines, luego se quita los pantalones y el bóxer,
rápidamente, manteniendo sus ojos desviados, creo que por incertidumbre.
Todavía está ansioso por lo que haré, cosa que puedo entender y apreciar.
Lo he lastimado antes, pero no quiero. Si hace lo que le digo, solo puede ser
beneficioso para él.
Desabrochándome la camisa, me la quito de los hombros y luego me
desabrocho el cinturón.
—Abre el agua. —Hago un gesto detrás de él hacia una de las duchas.
Se acerca y, al darme la espalda, estoy medio tentado de morderme el
puño. Su piel pálida se ve deliciosa, decorada solo con algo de tinta
277
ocasional. No soy un Dom, y nunca me ha gustado ningún tipo de cosas de
estilo BDSM. Pero al mirar la carne perfectamente lechosa de Dash me dan
ganas de marcarlo, tal vez con mordidas o chupadas. Algo violeta se vería
positivamente malvado en él...
Me obligo a calmarme mientras me desvisto, y Dash abre el agua,
colocando su mano debajo de ella hasta que se calienta. Luego da un paso
debajo.
Acecho hacia él, como un depredador que va a por su presa, aunque
esto no se supone que se trate de devorar. Se trata de limpiar y tengo que
recordarme no dejarme llevar.
Entro al cubículo con él y aunque solo soy unos ocho centímetros más
alto, tiene que inclinar su rostro hacia arriba debido a lo cerca que estamos.
El espacio es limitado dentro de este pequeño puesto, y me gusta. Quiero
gastar todo mi tiempo presionado contra él.
—No te esposaré, recluso —le digo mientras miro sus labios. Ellos son
tan malditamente tentadores; suaves, afelpados, con este tono rosado pálido
que solo quiero chupar durante horas hasta que se oscurezcan—. Voy a
confiar en que te portarás bien. Si no lo haces, conseguirás el Taser. ¿Lo
entiendes?
Él asiente de inmediato.
—Sí.
—¿Sí, qué?
—Sí, oficial. —Traga saliva y mi polla salta hacia la suya.
Ambos nos miramos las pollas, paradas y rozándose una con otra.
Muevo mis caderas hacia adelante solo un poco para frotar mi erección en
la suya y él succiona un aliento audible, y sus ojos vuelven a mirar los míos.
Dios, todo lo que quiero en el mundo es frotar mi polla con la suya para
siempre hasta que ambos nos corramos sobre el otro, pero no tengo tiempo
para eso ahora. Quizás más tarde.
Extiendo la mano hacia el dispensador de jabón en la pared, exprimo
un puñado de gel de baño, frotándome las manos para hacer una buena
espuma. Mis ojos aterrizan en Dash y me mira fijamente, con los labios
presionando juntos mientras está parado, inmóvil como una estatua.
Poniendo mis manos enjabonadas en su pecho, empiezo por ahí, frotando
sus pectorales y hombros, hasta su cuello, todo el tiempo mirando su cara.
Su respiración se acelera más a cada segundo, y cuando mis manos trazan 278
sus abdominales hasta su pelvis, se inclina un poco hacia atrás,
descansando en la pared detrás de él mientras caigo de rodillas.
—Maldición... —susurra.
—Tranquilo, 101. —Sonrío con malicia, acariciando su polla en mi
puño—. Esta no es hora de jugar. Solo te estamos limpiando. —Me muevo
sobre sus bolas y lloriquea, con los ojos cerrados.
—Eso se siente... —tararea, pero luego me muevo sobre sus muslos y
se queja—. ¿Por qué te detuviste?
Resoplo y niego con la cabeza, mirándolo.
—¿Que acabo de decir?
—Mmm... no eres divertido. —Hace un puchero, y tengo que reír.
A continuación, le lavo las piernas y luego los pies. Normalmente no
soy un tipo de pies, pero los de Dash son agradables. Grandes y varoniles...
No sé por qué me gusta todo esto de repente, pero aún más, me gusta la
expresión de su rostro mientras los masajeo. Podría hacer esto por un
tiempo, pero tengo que recordarme que el tiempo es limitado.
Me levanto y él exhala, con los ojos clavados en los míos.
—Date la vuelta, bebé —le indico, mi tono mezclado con hambre. No
puedo mantenerlo fuera. Lo deseo tanto en este momento, mi polla palpita.
Poder tocarlo, por todas partes, adorando su cuerpo perfecto... es casi
demasiado. Estoy apenas a segundos de follarlo contra esta pared.
Y ahora le estoy haciendo la espalda... Jesús, ¿cómo se supone que debo
concentrarme?
Dash se gira y presiona las palmas de las manos sobre las baldosas,
sacando el trasero un poco, hasta que está justo frente a mi entrepierna.
Estoy babeando.
Parpadeando con fuerza, tomo más jabón en mis manos, comenzando
por sus omóplatos y su espalda, incapaz de evitar empujar hacia él. Él gime
silenciosamente cuando mi polla dura se desliza en la rendija de su culo.
Dejo caer mi cabeza hacia adelante, dejando débiles respiraciones en su
nuca mientras tiembla.
—Anoche... —Trago, frotando la parte baja de su espalda con mis
manos mientras me rozo contra su culo—. Dascha, eres una revelación.
¿Sabes lo increíble que se siente estar dentro de ti?
—No. —Su voz es rasposa mientras gira la cabeza. 279
—Tu trasero es el jodido Edén, bebé —le susurro al oído, luego lamo la
concha lentamente antes de chupar el lóbulo entre mis labios.
Ronronea y empuja su trasero hacia mí.
—Fóllame. —Lo dice como una súplica—. Fóllame de nuevo. Ahora
mismo.
Cada músculo de mi cuerpo duele de necesidad. Pero aun así gruño:
—No recibo órdenes tuyas, Luscious.
—No es una orden —murmura—. Quieres... sé que quieres.
Mis manos masajean sus nalgas por un momento, hasta que su frente
cae contra la pared de azulejos. Entonces mis dedos se deslizan entre sus
mejillas, deslizándose hacia arriba y hacia abajo sobre su agujero con el
jabón.
—Por supuesto que quiero. —Toco la yema del dedo medio y el pulgar
con mi mano izquierda, una y otra vez, en algún intento de control. No puedo
follarlo ahora mismo...
¿No?
Mis dedos enjabonados se deslizan y se deslizan entre las mejillas de
su culo perfectamente regordete, arrastrándose hasta su perineo, luego
retrocediendo; lavando, eso es todo. Solo lo estoy limpiando.
Dash está temblando, su respiración es tan áspera como la mía,
aunque todavía estoy intentando mantenerme bajo control mientras meto
un dedo dentro de él. Él jadea y aprieta, así que le beso la nuca lentamente.
—Relájate, bebé. —Más besos cubren su cuello mientras mi dedo gira—
. Me corrí aquí adentro anoche. Necesito limpiarte.
—S-sí... recuerdo que te corriste en mi culo. —Puedo sentirlo
relajándose y aprovecho para deslizar otro dedo húmedo dentro de él
mientras él maúlla—. ¿No crees en los condones?
—¿Por qué debería usar condón con algo que es solo mío? —Muerdo la
carne flexible de su cuello hasta que se estremece.
Luego suspira:
—Dios... —Y noto que una de sus manos se mueve hacia su polla.
Mis dedos se deslizan dentro y fuera de su culo, acariciando
pausadamente mientras él aprieta su polla en su puño y se masturba.
Estoy impresionado. Él acaba de tomar mi polla, áspera y profunda, 280
anoche por primera vez y ya está pidiendo más; abriéndose a mí. Por no
mencionar que se corre solo de la penetración. Creo que Dash fue hecho
para ser pasivo. Corrección, mi pasivo.
Golpeo mi erección en su nalga mientras termino de limpiar su dulce
pequeño agujero, y su respiración irregular resuena en las baldosas. Mi
cabeza está confusa, y estoy perdido en una espesa niebla de lujuria. El
vapor que nos rodea no tiene nada que ver con el agua ya.
No puedo detenerme. Incluso el hombre más controlado no podría
resistir esta tentación. Mi juguete necesita que lo llene de nuevo. Tengo que
darle lo que necesita.
Sacando mis dedos, Dash deja escapar un suspiro de frustración. Pero
antes de que pueda soltar su boca inteligente, lo agarro por la cintura y lo
arrastro fuera de la ducha, llevándolo rápidamente al banco y empujando
su cuerpo mojado hacia él.
—¿Q-qué estás haciendo? —Sus ojos están muy abiertos, y el obsceno
deseo en ellos es más evidente esta vez que su miedo.
—Tengo que follarte de nuevo —digo con voz ronca, apresurándome
para agarrar algunas toallas, lanzándoselas—. Pon esto en ese banco.
Traga saliva visiblemente pero hace lo que le pido mientras me acerco
a los pantalones y tomo las esposas de mi funda.
—Acuéstate de espaldas —exijo, respirando pesadamente con
anticipación—. Y levanta los brazos por encima de la cabeza.
Él hace lo que le digo, y yo me arrodillo sobre sus caderas en el banco,
desnudo y chorreando agua, esposándolo a la pata. Esta cosa es bastante
estrecha, pero es lo suficiente grande para que dos personas adultas follen.
Lo sabría, porque he visto a gente follando sobre ellos antes.
Dash se lame los labios mientras yo alcanzo mis pantalones en el suelo
de nuevo, esta vez agarrando la pequeña botella de loción que usé anoche.
Nuestros ojos se quedan juntos mientras yo arrojo un poco y lo froto sobre
mi erección, acariciándola lentamente mientras mi pecho sube y baja.
Extiendo sus piernas ampliamente, doblando una rodilla alrededor de
mi cintura mientras me acerco a él a cuatro patas, y deslizo mis dedos
lubricados entre sus mejillas.
—Esta posición... —Jadea, temblando sin aliento.
—Quiero verte. —Tomando mi polla en mi mano de nuevo, presiono la
cabeza en su agujero—. Quiero ver tu cara mientras te follo tan profundo
como puedo. 281
Un pequeño ruido brota de entre sus labios mientras doy un duro e
impaciente empujón, forzando mi polla en su culo, provocando un sonido
más fuerte y estrangulado desde el fondo de su garganta. Mis párpados caen
y suspiro, empujando más profundo dentro de él, estremeciéndome por
completo ante la sensación jodidamente pura de llenarlo. Es maravilloso.
Eufórico.
—Dios, estás tan apretado. —Me inclino sobre él, empujando más
profundo aún, soltándome la polla y agarrando sus caderas con mis manos.
—Eres... —Hace una pausa para gemir—. Jodidamente enorme. Jesús,
me estás destrozando.
—Me halagas, recluso. —Dejo caer mi rostro en el hueco de su cuello,
besando y chupando su pulso mientras conduzco más profundo,
manteniendo mi ritmo domesticado, dándole tiempo para adaptarse a mi
tamaño de nuevo. Haber metido dos dedos dentro de él en este momento
puede haberlo preparado un poco, pero no fue nada comparado con tomar
mi polla en este ángulo.
Levantando la cabeza para mirar, continúo sumergiéndome en él, mis
caderas ondeando, más profundo y más fuerte mientras se muerde el labio,
y tiene los párpados caídos en pura reverencia, aunque sus iris se quedan
conmigo.
Dash parece un jodido milagro de los dioses del sexo, piernas largas
abiertas ampliamente para mí, brazos musculosos esposados por encima de
su cabeza; su polla llena y deliciosa, sólida y pulsando líquido preseminal
en sus abdominales cada vez que golpeo su próstata. Sus ojos ruedan hacia
atrás en su cráneo cuando sucede, y sus labios ahora entreabiertos y
temblando.
Creo que probablemente podría acabar con solo mirarlo así. No es que
necesitaría ayuda cuando sus músculos están agarrando mi polla,
acariciándome mientras trabajo el ritmo dentro de él.
Acelerando un poco el ritmo cuando estoy seguro de que está más
cómodo, tiro y empujo hasta que estoy enterrado profundo hasta las bolas
en el fondo de su cálido coño, mirando fascinado como sus bolas golpean
mi pelvis cada vez que me sumerjo profundamente. Esta es solo mi segunda
vez follando con un hombre, obviamente, pero creo que me gusta mucho
más esta posición.
Me encanta mirar su polla mientras lo estoy follando. Está tan dura,
meneándose alrededor con mis fuertes embestidas, lo que me permite saber
282
que él se siente bien. Y eso es lo que quiero. Más que mi propio placer, quiero
que le encante esto.
Quiero que sepa que cuando su dueño lo lleva a dar un paseo, es
garantizado que se correrá mejor que nunca.
Mis manos lo exploran por todas partes, cubriendo sus caderas y
costados, palmeando sus bolas y la polla hasta que gime, jadeando mientras
continúan, subiendo por sus abdominales y pectorales. Las yemas de mis
pulgares rozan sus pezones y se endurecen como pequeños guijarros.
Entonces mi agarre llega hasta su garganta.
Dándole una mirada, miro sus ojos mientras bombeo entre sus piernas,
asegurándose de que esté bien.
—Ahógame —susurra, y el verde en sus ojos brilla mientras el marrón
se oscurece hasta volverse casi negro.
Eso es todo el incentivo que necesito.
Mis manos se aprietan alrededor de su garganta y lo sostengo mientras
lo follo con brusquedad, sus gemidos se convierten en gritos ahogados
mientras sus tobillos se bloquean sobre mi trasero para abrazarme a él.
Le encanta, como siempre supe que lo haría. Estaba nervioso al
principio, naturalmente, pero ahora es mío y le encanta cómo lo follo. Es un
sueño hecho realidad.
—¿P-puedo... usar mis manos? —pregunta Dash con un aliento
ahogado—. ¿Por favor?
Mi mirada se estrecha hacia él mientras mis caderas se ralentizan.
—¿Por qué?
—Quiero mis manos... por favor, oficial. —Su rostro está increíblemente
sonrojado, del estrangulamiento, claro, pero también de la vergüenza que
siente por ser utilizado. Sé que le encanta y maldición, a mí también.
Disminuyendo aún más la velocidad, considero su súplica. Sus brazos
están estirados probablemente bastante incómodamente, por encima de su
cabeza, y por el ángulo de la pata del banco, probablemente podría ser un
poco doloroso.
Además, lo pidió tan amablemente.
—Te daré una. —Me estiro para agarrar las llaves de las esposas,
desbloqueando su mano izquierda y luego esposando la derecha a la pata.
Libera un suspiro y susurra: “Gracias”. Antes de morderse el labio. 283
—Mmm... de nada, Luscious. —Me inclino hasta que nuestros cuerpos
resbaladizos son prácticamente uno, lo que me da un buen empuje
poderoso.
Ronronea, levantando su mano libre hacia mí. Lo miro con
escepticismo, confundido por lo que está haciendo mientras coloca su palma
sobre mi pecho. Un zumbido se libera mientras me toca, explorando
gradualmente para desplazarse sobre mi músculo pectoral. Observa cómo
se aleja su propia mano, paralizado, como si se moviera por sí sola. Y,
sinceramente, estoy haciendo lo mismo.
Me sorprende que me esté tocando, apenas respirando mientras lo
miro, cuando el pulgar rodea mi pezón hasta que se me escapa un gemido
incontrolable. Sus ojos se mueven rápidamente hacia los míos y ahora nos
miramos mientras su mano acaricia mi pecho, sensualmente y con un rastro
de miedo, como si pensara que tal vez no se supone que debería estar
haciendo esto.
¿Quería sus manos para poder tocarme? ¿Quiere tocarme mientras
follamos…?
Dentro mi pecho se agita, y mis caderas se mecen lentamente hacia él
mientras su mano se desliza hacia mi hombro, luego por mi cuello, los dedos
peinando los mechones húmedos de mi cabello. Un aliento sale de mis labios
mientras miro, y él me devuelve la mirada, tocándose los dientes con la
punta de la lengua.
Mis ojos se posan en su boca, y mi mandíbula se aprieta mientras trago.
—Kemper —susurra, deslizando su lengua sobre su labio inferior.
—Mm... —Mi voz retumba mientras lo contemplo, hipnotizado por su
boca.
Su boca dulce, tentadora, perfectamente irresistible.
Los dedos de Dash recorren mi mandíbula, sosteniéndola mientras me
tira hacia él. Y yo voy, como un esclavo. Como una mascota. Como si él me
estuviera controlando a mí, y su boca es el único lugar donde quiero estar,
por el resto de mi existencia.
Se inclina para encontrarse conmigo en el medio. Y hacemos una
pausa, mi boca flotando sobre la suya, casi saboreando su delicioso sabor,
deseándolo con cada fibra de mis entrañas. 284
Moviendo mis caderas con facilidad, lo follo con firmeza mientras veo
sus labios separarse. Soy testigo de cómo se cierran sus ojos. Luego los míos
se cierran, y nuestras respiraciones contenidas se mezclan mientras nos
juntamos.
Nuestros labios se tocan. Y las chispas vuelan detrás de mi visión, un
escalofrío bailando sobre mí, de nuestras bocas conectadas y hacia fuera.
Dash ronronea. Yo gimo.
Él separa sus labios sobre mi labio inferior, chupando tiernamente
hasta que jadeo, un sonido de conmoción y asombro.
Estoy cayendo en caída libre.
Esto no se parece a nada que haya experimentado antes. Dash me está
besando y yo le estoy devolviendo el beso.
Estoy besando a un chico y se siente tan jodidamente bien.
Algo hace clic y nos movemos más rápido, más seguros, de repente
mucho más frenéticos. Dash me tira del cabello, tirando de él de raíz
mientras me besa mareándome, lamiendo y succionando entre
respiraciones fuertes, sonidos de cruda necesidad moviéndose entre
nosotros.
Mi mano sube para sostener su rostro también, y lo beso más profundo,
empujando mi lengua para rozar la suya. Gime cuando se encuentran,
avanzando una sobre la otra, y casi olvido que estamos follando por un
segundo. Mis caderas han dejado de moverse y solo lo estoy besando, con
cada gramo de fuerza que tengo. Y él está devolviéndome el beso con una
fiebre de lujuria desconocida.
—Mmm —se queja, comiéndome jodidamente vivo.
—Lo sé. —Chupo su labio superior, luego su labio inferior, luego el
superior de nuevo, deslizando mi lengua sobre el de abajo y dentro de su
boca para saborearlo más.
—Nunca he besado a un tipo. —Tira de mi cara lo más cerca posible a
la suya tragándome—. No puedo creer que me estés besando y follando...
—Me encanta —le digo, la desesperación en su tono y sus besos
frenéticos hacen saltar mis caderas una vez más.
Me levanto y me muevo contra él de nuevo, ordeñando mi polla en su
culo mientras él se aferra a mí y me chupa la cara. Dios, me encanta su
sabor. Es como dulce. El azúcar más adictivo que he probado en mi vida. 285
Finalmente nos separamos para respirar, ambos barriendo el aire
mientras yo corro entre sus muslos, descansando mi frente en la suya.
—Maldición, esto es tan bueno. —Mi cabeza da vueltas fuera de control.
Estoy a segundos de explotar.
—Tan, tan bueno... —Roza sus dedos por mis labios, trazando mi
mandíbula, luego mi cuello, como si no quisiera dejar de tocarme ni un
segundo.
—Bésame más —exijo, mi tono es más suave que nunca.
Es como si algo se hubiera roto dentro de nosotros y ya no fuéramos
un prisionero y un guardia; no somos enemigos, ni opuestos, ni un acosador
y su presa.
Somos amantes que nos unimos en un deseo recíproco. Tan áspero y
crudo como es cuando golpeo mi polla contra él, que se siente como si
estuviéramos... haciendo el amor.
Dash agarra mi cara y me besa de nuevo, mordiendo mi labio entre
chupadas y dándome su lengua. Los sonidos de nuestra pasión vibran a
través de la habitación, y no podría importarme menos si alguien se enterara
de esto.
No me importa nada más que él.
—Voy a correrme pronto, bebé. —Jadeo en su boca, y se estremece—.
Córrete conmigo. Necesito que... maldición, Dash, necesito que te corras
conmigo.
—Fóllame más fuerte. —Sus dedos se entierran en mi cabello mientras
sostiene mi cara hacia la suya—. Justo ahí… En ese lugar. Jesús, sí. Voy a
correrme.
—¿Sí? ¿Este lugar se siente bien, bebé?
—Sí… más. Justo así.
Le doy lo que quiere, y sus sonidos hinchan tanto mi corazón que quiere
estallar fuera de mí. Está golpeando, saltando agresivamente, como si
estuviera tratando de escapar de mí y refugiarse en él.
Mis caderas trabajan, haciendo que mi polla azote su próstata, siendo
dueño de su culo hasta que él se aprieta completamente.
—Voy a... correrme —gime, y luego gruñe en voz alta—. Maldición... ¡me
estoy corriendo!
Su clímax me envía al límite. Siento su polla palpitar corrientes 286
resbaladizas en los dos mientras mi propia polla entra en erupción en su
culo.
—Me estoy corriendo tan duro dentro ti, Dascha... Dios, eres
jodidamente perfecto.
La embestida no se detiene, incluso después de que mi polla ha
terminado de soltar cada última gota en él. Simplemente se siente increíble.
No quiero que se detenga nunca. Dash está aferrándose a mí, besando toda
mi boca mientras respira como si acabara de volver de quedar atrapado bajo
el hielo. Torrentes de luz destellan alrededor de la habitación, una fuerza
magnética que nos mantiene unidos en éxtasis.
Porque fuimos hechos el uno para el otro.
Finalmente, el cuerpo de Dash se afloja, y sus piernas caen de mi
cintura mientras parece licuarse debajo de mí. Pero su mano permanece
quieta, sosteniéndome por la nuca.
Y seguimos besándonos. Nos besamos durante interminables minutos
que se sienten como horas. Nuestros labios permanecen unidos mientras
nos respiramos, saboreando el paraíso que acabamos de descubrir;
desenterrado, como un tesoro escondido que se ha mostrado por primera
vez.
Nunca supe que podría ser así.
Dejamos de besarnos cuando nuestros labios están en carne viva y me
duele la mandíbula. Colapso en su pecho, prestando atención a mi peso,
respirando con dificultad e inhalando el aroma de nuestro sexo y él,
embriagador e intoxicante. Sus dedos se arrastran por mis hombros, por mi
cabello. Nos quedamos callados mientras nuestro ritmo cardíaco se regula
y bajamos del subidón sexual más largo del mundo.
Levantándome con brazos temblorosos, agarro las llaves de las esposas
y abro su otra mano. Luego tomo su muñeca y la froto, como lo he hecho
antes. Porque siempre pensé que necesitaba esposarlo, pero después de esta
vez, ahora no estoy tan seguro.
Dash tocándome fue una afirmación de vida.
Me quedo a cuatro patas sobre él, mirándolo a la cara; mejillas
sonrojadas y labios hinchados, ojos aturdidos y somnolientos. Su aspecto
posterior al sexo es fascinante. Desearía poder tomarle una foto.
Dejo un beso en sus labios y me sonríe adormilado. Entonces beso sus
mejillas, barbilla, mandíbula, cuello. No tengo idea de lo que me ha 287
embargado, pero no puedo parar. Se ríe, colocando sus manos en mis
costados.
—¿Quién eres tú y qué has hecho con el imbécil que me puso una jaula
para pollas? —murmura y yo me río.
—¿Quién eres tú y qué has hecho con la perra terca que peleó conmigo
con uñas y dientes antes? —Le arqueo una ceja y suspira, parpadeando
mientras me da una mirada estudiosa.
—Ni siquiera lo sé, para ser honesto —dice—. Supongo que tal vez no
estás tan mal.
Me muestra una pequeña sonrisa arrogante, y solo tengo que quitarla
de sus labios con un beso.
Tan extraño como hubiera parecido antes, ahora ni siquiera podemos
molestarnos en salir de este vestuario. Terminamos besándonos y
tocándonos por casi otra hora, antes de que finalmente nos recuperemos y
nos vayamos.
De vuelta a la realidad de la Penitenciaria de Alabastro, aunque no
estoy muy seguro de lo que eso significa ya.

288
22
Dash
iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iii
48 días dentro.

N
os besamos.
Maldición, nos besamos.
¿¿Qué demonios fue eso??
No puedo dejar de pensar en lo que pasó en el vestuario. Por horas
después de que Kemper me devolviera a mi celda y desapareciera, todo lo
que he podido hacer es recordar la sensación de sus labios sobre los míos.
El sabor de su lengua, la calidez de sus respiraciones mentoladas entre
nosotros chupándonos la cara como si no hubiera un mañana.
Besa tan... suavemente. Tan vacilante. Para ser un policía gigante y
musculoso que se corre al forzar mierda y ser el tipo más dominante que he
conocido, realmente parecía que estaba a mi merced cuando lo estaba
besando.
¿Cuando él me estaba besando a mí? ¿Cuando nos estábamos
besando...?
Ya ni siquiera lo sé, pero me gustó. No creo que pueda ocultar ese
hecho. Sentí que era lo más correcto que me había pasado en la vida, y
realmente no lo entiendo.
289
Y a pesar de lo confuso que es que aparentemente disfruto que me folle
un tipo, porque seamos sinceros, también disfruté muchísimo de eso, los
besos me parecen aún más perturbadores.
Todos sabemos que el sexo para mí suele ser indiferente. Pero con
Kemper no se siente de esa manera. Y ahora que pasamos horas besándonos
como un par de adolescentes cachondos, esos lazos que tengo con él se han
vuelto aún más fuertes. Es como si hubiéramos estado construyendo algo,
con cada interacción que hemos tenido desde que entré aquí; pieza a pieza,
apilando partes pequeñas para esta creación que ninguno de los dos
realmente entiende. Y los besos lo solidificaron. Fue como el vínculo
adhesivo para mantener unido lo que antes no era tan fuerte.
Creo que el oficial Kemper y yo somos algo. ¿Dónde está el vodka cuando
lo necesito?
El hecho preocupante de que se fue después de traerme de regreso del
vestuario ha pasado a un segundo plano en mi mente ante toda esta
obsesión. No puedo tener sentimientos por él...
Olvidemos que es un tipo, y que nunca me ha interesado el mismo sexo
así antes. Él es mi acosador. Mi violador.
¿Es esta una especie de situación del Síndrome de Estocolmo? ¿He
estado desarrollando este apego a él simplemente porque lo está forzando?
Ojalá hubiera una manera de averiguarlo, pero desafortunadamente
estoy atrapado aquí y no puedo escapar de él. Y lo más loco es que la idea
de alejarme de él ya no me atrae. Es desconcertante.
Niego con la cabeza mientras sigo con mi paseo desenfrenado alrededor
de la celda de Darcey. Tal vez sea bueno que se haya ido. Claramente,
necesitamos algo de espacio. Quiero decir, anoche fue una cosa... Me esposó
y me folló como siempre supe que lo haría en el fondo de mi mente, porque
básicamente es un animal salvaje que también está armado.
Pero luego pasamos el rato esta mañana. Bueno, me trajo ropa y
comida, que supongo que es como la versión de la Penitencia de Alabastro
de una primera cita. Y me dejó ducharme en lo que es básicamente el
vestuario de los empleados. Es bastante obvio que hubiera sido una
violación grave de las reglas si nos atrapaban, y sin embargo Kemper lo hizo
por mí sin pestañear.
Me ocupo de lo que es mío.
Puedo escuchar su voz gruñona diciendo las palabras en mi mente, y
envía un hormigueo por mi piel. Estoy haciendo un agujero en el maldito 290
piso de todo lo que estoy paseando de un lado al otro mientras recuerdo la
ducha, la sensación de él haciendo precisamente eso... Cuidarme.
Burlándome, niego con la cabeza. Soy un hombre adulto. No necesito
un tipo enorme que me traiga regalos y me lave como si fuera una chica
necesitada.
Pero luego me trago mis reservas al recordar lo bien que se sintió, tener
sus manos sobre mí. Posesivo, que es obviamente lo suyo, pero luego
también acariciando. Sus manos me atesoraron como si fuera un regalo
preciado. Incluso pensar en eso ahora tensa mi pecho como si estuviera
siendo aplastado de adentro hacia afuera.
Prácticamente le rogué que me volviera a follar. ¿Por qué?
¿Qué cambió de anoche a esta tarde? No lo quería entonces, pero
sucedió de todos modos. Y luego, hoy, cuando estábamos en esa ducha, todo
en lo que podía pensar era en lo jodidamente bien que se sentiría tenerlo
dentro de nuevo, destrozándome de una manera que no se sintiera dañina,
sino de alguna manera... curativa.
Entonces lo hizo. Y no me equivoqué. Me corrí más duro que nunca
antes, con sus labios sobre los míos, llorando mi placer en su puta boca.
Dejo de caminar por un momento y me apoyo contra la pared,
apretando y cerrando los ojos con fuerza.
Estoy jodidamente perdido.
No... tal vez estaba perdido antes. Y alguien finalmente me encontró.
Escucho pasos y ya puedo decir que no son de Kemper. Él tiene una
forma de caminar que es específica para él, y lo que es más loco es que
incluso he captado eso.
Rápidamente, me saco su sudadera con capucha y la doblo,
escondiéndola debajo del colchón como me dijo antes de irse.
Me encantaría que usaras mi ropa con los presos comunes, bebé, pero
podría meternos en problemas.
Meternos. Lo dijo sin esfuerzo. Como si fuéramos algo; una pareja
secreta, escabulléndose en contra de los deseos de la sociedad.
No estoy seguro si eso es lo que somos, pero no pude evitar el escalofrío
de excitación lasciva que me recorrió cuando lo dijo. La idea de que tengo
prohibido estar con él... No puedo evitar lo mucho que me excita.
El otro guardia que a veces está aquí abajo, creo que se llama Brenner, 291
da un paso dentro de la celda y asiente hacia la pared.
—Muy bien, 101. Ya sabes cómo va.
Me acerco a la pared y coloco mis manos planas sobre ella mientras él
me da palmaditas rápidamente. Luego me esposa las muñecas y me pone
grilletes en los tobillos, como de costumbre, arrastrándome con él, fuera de
aislamiento y de regreso con los presos comunes.
Me siento aliviado de salir de aislamiento después de solo un día, que
sé que es obra de Kemper. Aunque me olvidé por completo de todo ese drama
con esos imbéciles en la ducha ayer, y ahora estoy nervioso de que puedan
estar sosteniendo rencor. No estoy seguro si alguno de ellos fue enviado a
aislamiento también, pero no noté a nadie más al pasar. Probablemente me
culpen por todo el asunto, ya que soy el residente alborotador y todo eso.
Mientras caminamos por la fila, reviso las celdas de Kang y Ren en el
camino hacia abajo, pero están vacías. No estoy seguro de la hora, ya que
volver de aislamiento siempre hace que mi reloj interno se descomponga un
poco, pero supongo que probablemente todavía están en la cafetería con el
grupo final de la cena. No me sorprende cuando llego a nuestra celda y
Luthor tampoco está.
Brenner me quita las esposas y los grilletes y me deja frotarme las
muñecas en la tranquila comodidad de mi celda marginalmente mejorada.
Es extraño pensar que ni siquiera me he dado cuenta de lo terrible que es
aislamiento últimamente.
Por Kemper.
Mi corazón hace un pequeño espasmo extraño en mi pecho, pero lo
ignoro, concentrándome en las cicatrices en carne viva en mis muñecas.
Estas marcas duelen como una perra. Ojala tuviera algún ungüento o
vendas, o...
Mis ojos aterrizan en mi cama y mi mandíbula cae. Hay una pequeña
bolsa de gimnasia colocada junto a mi almohada. Parece nueva y cuando
me acerco, mirándola boquiabierto, me doy cuenta que es nueva. Todavía
tiene las etiquetas y todo.
Paseando, miro a mi alrededor como si alguien pudiera aparecer en
cualquier momento, antes de sentarme en mi cama. El bolso es de Adidas,
y es súper bonito. Y pesado, cuando lo recojo. Abriendo la cremallera, miro
el interior y mis los ojos se abren. Hay todo tipo de cosas increíbles aquí.
Paquetes de calcetines nuevos, un cuaderno con rotuladores, paños,
más artículos de tocador, ungüento, para las malditas cicatrices... vaya, e
292
incluso un caro kit de productos de Kiehl's. No puedo evitar la sonrisa que
cruza mi cara mientras saco todo, abriendo cada recipiente para olerlo.
Es como Navidad. Disfruto investigando todas mis cosas nuevas, tanto
así que apenas me doy cuenta que Joy deposita a Luthor de nuevo en la
celda. Salgo fuera de mi trance e intento mover las cosas a mis espaldas,
pero Joy simplemente levanta la ceja hacia mí y sacude la cabeza,
irrumpiendo detrás del ruido metálico de la puerta de nuestra celda al
cerrarla.
Luthor me mira especulativamente por un momento, luego toma aire y
lo deja salir.
—Me alegra que estés bien. No puedo creer que Ren y tú pelearan
contra esos tipos...
—Ren me cubrió la espalda —murmuro ante el recuerdo de él
defendiéndome cuando realmente no tenía que hacerlo—. No es un mal tipo.
Luthor asiente, como si estuviera considerando mis palabras, antes de
sacudirse.
—¿Quieres ver mi progreso?
Ni siquiera necesito preguntar. Sé que está hablando de su
computadora. Y antes de que pueda responderle, salta a su litera y comienza
a juguetear con algo. Sonrío para mí mismo, contento de estar de vuelta con
él, aunque hay una pequeña voz en un rincón oscuro de mi mente, que tira
de mi mirada de nuevo hacia la mochila y todas mis novedades.
Me chupo el labio inferior, saboreando el hecho de que todavía está
adolorido por todos los besos feroces de antes...
De los roces de su rastrojo.
Creo que lo extraño y no quiero. No sé si debería...
De hecho, creo que realmente no debería. Pero eso no cambia el hecho
de que lo hago.
No me detiene, mientras Luthor me muestra la maqueta de su
computadora y habla en términos nerd que suenan como otro idioma, que
me pregunte dónde está Kemper. Si vuelve... cuando lo volveré a ver.
¿Y qué pasará cuando lo haga?

293
Tengo problemas para dormir las siguientes dos noches y me niego a
reconocer que podría tener algo que ver con cierto ser lunático tatuado que
está M.I.A. 23
Estoy cansado y las voces son constantes; ruidosas, rebeldes e
insaciables.
La ducha también ha cambiado. Ya no intento la privacidad. Me ducho
justo al lado de Luthor, Ren y Kang. No es extraño ni nada, simplemente no
quiero volver a encontrarme solo con Gage y su pandilla de imbéciles.
Es bueno saber que tengo amigos aquí. Siempre he sido un poco
solitario. Soy introvertido, pero eso no significa que quiera estar solo todo el
tiempo. Anhelo conexión humana, por lo que tenerlo aquí de todos los
lugares es algo que no quiero dar por sentado.
Hoy es el tercer día consecutivo que nos duchamos juntos. Quiero
decir, no estamos bajo la misma corriente de agua ni nada, pero ciertamente
se necesita algo de acostumbramiento, estar tan cerca de otros tipos
desnudos mientras me lavo las pelotas. Especialmente con Ren alrededor.
Ignorando el hecho de que me la ha chupado antes, y lo he presenciado
tomando una polla, algo en lo que ahora tengo experiencia, una noción
extraña en sí misma, es un maldito ninfómano, y bromea sobre sexo
constantemente.
Es un tipo que coquetea mucho, probablemente un síntoma de su
descarada adicción al sexo. Está bien para él... puede hacer lo que quiera.
Simplemente no quiero que nadie lo tome de forma equivocada.
Como Luthor. O Kemper...
Nos enjabonamos en silencio, bueno, nosotros estamos en silencio, pero
hay voces resonando alrededor de las duchas de otros presos, y estoy
usando el gel para ducha de mi kit de Kiehl's, que huele excelente.
Puedo sentir a Ren mirándome desde mi izquierda, y finalmente pongo
los ojos en blanco y suspiro:
—¿Quieres usar un poco?
Una enorme sonrisa recorre su rostro mientras asiente con
entusiasmo.
—Pensé que nunca lo preguntarías.
294

23 M.I.A.: Missing in action, Desaparecido en acción.


Riendo mientras él extiende sus manos ahuecadas, arrojo algo de lo
bueno en ellas. Inmediatamente se enjabona y se pasa las manos por todas
partes sobre sí mismo, cerrando los ojos, gimiendo de placer, lo que me
incita a tragar saliva.
Ren es guapo, de una manera obvia. Cabello oscuro, ojos azules
brillantes, una mandíbula que podría cortar vidrio. Pero nunca lo miro con
esos ojos, porque en lo que a mí respecta, eso rompería el código de los
chicos. Es de Luthor, ya sea que quieran o no admitirlo, o resolver sus
problemas. Incluso ahora que estoy aparentemente explorando mi
sexualidad de maneras que nunca pensé que haría, no estoy interesado en
ser un destructor de hogares. Incluso si el hogar todavía no es un hogar.
Dicho esto, todo lo que he experimentado en las últimas semanas me
ha abierto los ojos a cosas que nunca antes había notado. Como las líneas
en los músculos de Ren...
Esa V en su pelvis. Kemper la tiene, solo que la de Kemper es más
gruesa, que simplemente la de todo el mundo.
Un carraspeo me devuelve la atención al rostro de Ren. Él me está
sonriendo con suficiencia, porque acaba de atraparme comprobándolo, e
inmediatamente envía mi corazón a mi garganta. Miro por encima de mis
hombros para asegurarme de que Kemper no esté cerca para captar lo
mismo, ya que su reacción diferiría mucho de las risitas que recibo de
Luthor y Ren.
Mis mejillas arden y aparto la mirada de todos, concentrándome en
enjuagarme. Desafortunadamente, Ren no es de los que dejan pasar esas
cosas.
—¿Te gusta el tatuaje? —murmura, y ya sé de cuál está hablando.
Tiene un yin-yang en la pelvis que le encanta mostrar a todos, porque
le da una excusa para bajarse los pantalones, no es que realmente necesite
una.
No le respondo, pero sigue hablando.
—Puedo hacerte uno si quieres. No lo mismo, obviamente. Lo que elijas.
Siempre y cuando no sea demasiado enredado.
Mi frente se arruga cuando lo miro.
—¿Lo hiciste tú mismo? 295
Ren asiente.
—Sí. Soy el residente tatuador. ¿No lo sabías?
Miro a mi derecha, a Luthor y Kang, para verificar que lo que dice Ren
es verdad, ya que aparentemente mentir es un segundo idioma para él.
Ambos asienten con aprobación.
—Hizo este. —Kang señala unas letras asiáticas en su pecho.
—¿Qué dice? —pregunto.
Él sonríe y niega con la cabeza, cierra el grifo y agarra su toalla sin
contestarme. Solo frunzo los labios hacia el suelo. Malditos secretos en este
lugar, hombre.
—Déjame saber lo que quieres. —Continúa Ren con la conversación
sobre tatuajes—. Conseguiré que Rook te deje venir cuando quieras.
Parpadeo ante la pared pensando. Disfruto tatuarme, casi más que la
tinta real con la que termino. Amo el dolor y elegir mis propias cicatrices. Se
siente bien.
Mi mente vaga por el mismo lugar en el que ha estado durante los
últimos tres días.
Kemper tiene un montón de tatuajes. Me pregunto con qué frecuencia se
los hace... Si incluso le queda espacio.
Yo sé que lo hace. Tiene mangas llenas en ambos brazos, y algunos
corren por su lado derecho, y sobre su pierna. Incluso le suben al cuello, la
espalda, y el pecho. Aunque cuando estábamos desnudos juntos, en el
vestuario, vi algo de lienzo en blanco. Me pregunto si querría conseguir algo
nuevo...
—Entonces, Dash, ¿de dónde sacaste todas estas cosas? —pregunta
Ren, cortando mi confuso proceso de pensamiento. Lo miro—. Obviamente
has encontrado un buen papi aquí para apadrinarte. —Sonríe con
suficiencia y se inclina más cerca—. Cuéntame tus secretos.
Pongo los ojos en blanco.
—No estoy haciendo nada. Y definitivamente no tengo un papi.
—Sí, está bien. —Resopla Ren, sarcásticamente—. Apuesto a que es
Rook. He oído sobre lo que pasó con ustedes dos, la noche del apagón.
Mis ojos se posan en Luthor mientras lo fulmino con la mirada. Él
levanta sus manos en defensa.
—¡Lo siento! De todos modos, lo habría escuchado de otra persona — 296
se queja Luthor—. Además, fue... fue una noche loca. —Sacude un poco la
cabeza antes de volver a enjuagarse.
La mirada de Ren se detiene en él por un momento, luego vuelve a mí
por más interrogatorio.
—Eres el único tipo en este lugar que parece amar el aislamiento. Y
cada vez que regresas, tiene regalos a montones. Estoy celoso. Mis
experiencias en aislamiento definitivamente no fueron mi idea de diversión…
—No me divierto en aislamiento —gruño—. Es horrible.
—Bueno, sea cual sea la mierda horrible que estés soportando, debes
ser bueno en eso. —Ren me guiña un ojo—. ¿Es ese tipo Brenner? Tiene una
polla decente. No es realmente larga, sino más bien gorda.
Hace un círculo con su mano y le miro horrorizado. Luthor está
haciendo la misma cara.
—No estoy follando con Brenner. —Frunzo el ceño—. No estoy follando
con nadie.
—Bien. —Se ríe, y terminamos de enjuagarnos al mismo tiempo,
cerrando nuestras duchas.
Agarro mi toalla y me seco, mirando a Ren mientras se acerca a Luthor
y le susurra algo. Luthor pone los ojos en blanco, pero la sonrisa que
claramente está tratando de esconder es visible. Envuelve su toalla
alrededor de su cintura mientras Ren sacude su cabeza como un perro,
empapando a Luthor mientras ambos se ríen. No puedo evitar sonreír. Son
un poco lindos juntos, si no tuvieran tantos problemas interponiéndose en
su camino, la mayoría de los cuales parecen ser de Ren.
Al observarlos, también noto que el cabello de Ren es más largo que
probablemente el de cualquiera del resto de nosotros. No es largo de ninguna
manera, pero casi le llega a sus orejas y supongo que esa es una de las cosas
para las que usa el sexo con los guardias. Sé que la longitud del cabello
parece una vanidad que no es tan importante en el gran esquema,
especialmente con lo que tenemos que soportar aquí, pero es una libertad
que das ciento por ciento por sentada en el exterior.
Nadie me ha vuelto a afeitar la cabeza desde que Kemper lo hizo en mi
primer día, y se está haciendo un poco más largo. Pasando mis dedos por
mi cabello mojado, lo paro un poco. No es mucho, pero deseo
desesperadamente quedármelo. Estoy rezando para que no vengan a
buscarlo. 297
No creo que Kemper pueda ayudarme a mantener mi cabello, ya que
está en aislamiento. Por lo general, Joy es la que afeita las cosas aquí. La
veo haciéndolo todo el tiempo antes o después de las duchas. No sé cómo ni
cuándo decide afeitar a la gente, pero supongo que tiene algo que ver con
Velle. Él recibe las órdenes del alcaide y las hace cumplir.
—Ren, ¿quién te deja crecer el cabello? —le pregunto, apartando su
atención de Luthor, que está tratando de cubrirse mientras se viste.
—Joy —me dice, poniéndose los pantalones—. Ella dijo que soy
demasiado bonito para no tener cabello. —Me río y niego con la cabeza,
mirando a Luthor que está sonriendo—. No, en serio —agrega Ren—. Ella
realmente dijo eso.
—Eres un idiota —susurra Luthor, pasando junto a nosotros para
alcanzar a Kang que está hablando con Joy en la entrada de las duchas.
Lo sigo detrás de él y Ren, sonriendo. Si fuera un idiota, le preguntaría
a Joy si ella realmente dijo eso, pero no quiero llamar la atención sobre la
conversación sobre el cabello. Me muero por hacer crecer el mío hasta donde
lo tenía cuando entré aquí. No era demasiado largo, pero lo mantenía más
largo en la parte superior para poder despeinarlo un poco cuando era
platino.
Me pregunto si alguien podría conseguirme tinte para el cabello... Me
encantaría volver a teñirlo de lila, para que coincida con Zadira.
Mi pecho se hunde cuando la desesperanza se apodera de mis costillas.
Nunca conseguiré salir de aquí... Nunca volveré a ver a Zadira.
Probablemente esté en un lote de incautación de la policía, esperando
ser subastada a un idiota que no sabe una mierda sobre coches, y que no
apreciará el tiempo que me llevó conseguir su coloración perfecta.
Probablemente ni siquiera usarán la cera protectora adecuada cuando la
limpien. ¡Podrían simplemente llevarla a un lavadero de autos regular!
La depresión continúa arremolinándose mientras los guardias nos
devuelven a la fila de celdas.
Ren me susurra:
—Piénsalo. —Mientras lo empujan dentro de su celda y cierran la
puerta.
No me opongo a hacerme otro tatuaje, especialmente después de ver lo
bueno que es Ren. Estoy seguro que no tiene las herramientas disponibles
para realizar piezas complejas, como las que tienen Kemper o Velle. Pero soy
más un tipo de bocetos pequeños dispersos, y para eso creo que sería 298
perfecto.
Si pudiera pensar en algo que hacerme...
Luthor y yo nos trasladamos a nuestra celda donde perdemos el tiempo
durante unas horas, Luthor jugando con su computadora y yo terminando
El Resplandor una vez más. No estoy en el mejor espacio mental para leer
en este momento, con mi mente zumbando como una licuadora, pero lo
intento porque no hay nada más que hacer, y no puedo seguir obsesionado
con mi nuevo despertar sexual.
El tema es demasiado profundo por el momento, no cuando mi cordura
está al borde del quiebre en mi angustiosa cadena perpetua.
Pasan las horas. Vamos a cenar y volvemos a un lugar más tranquilo.
Es una noche fría, y mi estado de ánimo es un poco amargo. Más aún
cuando escuchamos una pareja de guardias hablando de lo hermoso que
está afuera hoy.
Es mayo. La mejor época del año en Nueva York, en mi opinión. Amo
la primavera, cuando finalmente deja de llover tanto y consigues uno de esos
hermosos días soleados. Todos salen de su escondite y la ciudad está
bulliciosa con buenas vibraciones.
Es perfecto. ¿Y dónde estoy mientras eso sucede?
Encerrado en un agujero de cemento rodeado de moho negro y miseria.
Luthor se duerme temprano mientras yo me acuesto en la cama,
colgando boca abajo sobre el borde. Empiezo haciendo algunos
abdominales, pero mi energía se desvanece rápido y termino mirando el
techo durante horas.
Hasta que escucho pasos. Los que he estado echando de menos en
secreto...
Mi estómago se retuerce mientras me incorporo lentamente, mirando
la puerta abrirse y luego cerrarse, la figura gigantesca entre las sombras
hace movimientos suaves, supongo que para mantener el silencio.
Ignoro el alivio que invade mi pecho, con un apresuramiento tan
dominante que me confunde en lo más profundo. Solía temer escuchar esos
pasos y ver las sombras cuando entraba en mi celda. Debería temerlo
todavía.
Pero no lo hago. Algo cambió, y aunque todavía hay un movimiento de
malestar cuando lo veo, por no saber lo que su impredecible estado de ánimo
podría causar, ya no le temo. 299
Temo cuánto lo anhelo y las cosas que me hace.
—Hola... —susurro mientras se queda parado y me mira fijamente,
como siempre lo hace, con los ojos azul oscuro brillando hacia mí desde el
otro lado de la celda.
Mis ojos bajan para tomar su forma grande y abrumadora y me doy
cuenta que una de sus manos está detrás de su espalda.
—Hola —responde, y un escalofrío recorre mi columna vertebral por la
voz ronca que pronuncia la misma maldita palabra que dije, aunque mi
cuerpo reacciona como si fuera algo extrañamente tentador.
Camina hacia mi cama, y sus ojos se lanzan por un momento hacia la
litera de Luthor. Ronca, como de costumbre, mientras Kemper se sienta a
los pies de mi cama. Me acerco unos centímetros mientras él quita su mano
de detrás de su espalda.
—Te traje algo especial.
Mi mirada cae de la mirada ansiosa en su rostro a lo que está
sosteniendo, y mis labios se entreabren mientras aspiro un suspiro de
incredulidad.
Parpadeo repetidamente ante la golosina que me está dando.
—¿Cómo...? —Ni siquiera puedo formular las palabras necesarias para
expresar este nivel de sorpresa.
Helado.
Me trajo helado... Mi tipo favorito.
—Date prisa y cómelo, Luscious —ofrece con una pequeña sonrisa,
empujando la taza de vainilla suave servida con salsa de cereza hacia mí—.
Ya está derretido, ya que me tomó una eternidad llegar aquí.
Tomando la taza, y mis ojos se mueven de arriba abajo entre sus
atrevidos iris y el helado. Es de Mr. Softee. Este ha sido mi dulce favorito
desde que puedo recordar. Mi papá solía llevarme al camión de Mr. Softee
en los veranos y yo siempre conseguía helado suave de vainilla bañado en
cereza. Cuando era más joven, solía obtener chispas de arcoíris, pero luego
mis amigos me dijeron que era gay, así que dejé de hacerlo.
Llevándome una cucharada a la boca, me deleito con el primer bocado.
Dios, es como un orgasmo.
Me encanta comer, y no solo conseguimos la peor comida de este lugar, 300
sino que las delicias especiales como el helado son, por supuesto,
inexistentes. Honestamente pensaba que jamás vería a una taza de Mr.
Softee de nuevo, por el resto de mi vida.
Tomo algunos bocados más, más rápido esta vez, rompiendo con la
cuchara la cubierta roja endurecida de la salsa de cereza, recogiendo vainilla
con ella. Que haya sido vuelto a congelar es irrelevante. Está jodidamente
increíble.
Estoy en el cielo.
Kemper suelta una risa tranquila y mis ojos se dirigen a su rostro.
—¿Qué?
—Pareces un niño en este momento —murmura, y esos ojos
misteriosos brillan hacia mí—. Simplemente… felizmente inocente. Es
bastante adorable.
—Eso es raro —digo con un trago de helado, y la mirada sin complejos
en su rostro me hace reír. Admiro cómo no le importa una mierda lo que
piensen los demás—. Gracias por esto. Ni siquiera sé cómo... —Hago una
pausa y niego con la cabeza, continuando con mi helado—. Solo gracias.
—De nada. —Levanta una mano para rozar sus dedos a lo largo de mi
nuca.
La piel de gallina recorre mi cuerpo, y lo que está haciendo mi
estómago... solía pensar que era asco. Ahora sé que no es eso. Creo que es
emoción... intriga. Deseo.
¿Siempre me he sentido así? ¿O está comenzando ahora…?
No puedo lidiar con los sentimientos confusos en este momento, así
que sigo comiendo mi helado mientras me mira y me toca. Suave...
ligeramente. De una forma que lleva calor a mi pecho, extendiéndose por mi
cuello y mejillas.
—¿Cómo sabías que este era mi favorito? —pregunto, lamiendo un poco
de vainilla de mi labio.
Él mira mi boca intensamente, la tensión visible en su mandíbula,
antes de moverse.
—Te lo dije, te conozco Dascha. Más de lo que piensas.
Parpadeo hacia él, preguntándome qué diablos significa eso y cómo es
posible estar cada vez más apegado a alguien que debería aterrorizarme en
teoría.
—Suenas como un acosador —murmuro, con un poco de actitud que 301
sé que le gusta, porque se ríe, luego se acerca a mí.
—Ven aquí.
La orden es suave, pero aún posesiva, como si supiera que conseguirá
lo que quiere, sin importar si voy de buena gana.
Lo que quiere soy yo. Y sé que lo conseguirá; lo tomará si tiene que
hacerlo. Y por primera vez desde que estoy aquí, creo que no me importaría
que tomara de mí. Tampoco creo que me importe dar.
Su gran mano agarra mi mandíbula y gira su torso, simultáneamente
tirando de mi cara hacia la suya. Tengo el tiempo justo para tragarme todos
mis nervios con el último bocado de helado antes que presione sus labios
contra los míos, gimiendo mientras lo hace.
Respiro un jadeo ahogado en su boca mientras chupa mi labio inferior,
sumergiendo su cabeza mientras separo mis labios para él. Su lengua busca
la mía y se aprietan juntas con vacilación, como si ambos todavía no
estuviéramos seguros si el otro día fue una casualidad.
No lo fue. Esto se siente jodidamente maravilloso.
Presiono mi mano en su pecho y él ronronea, un ruido retumbante del
gemido que puedo sentir en mi palma, desde debajo de la roca de su
músculo pectoral y a través de su uniforme.
—Mi Luscious —gruñe, mordiendo mi labio con tanta fuerza que gimo,
y mi polla palpita entre mis muslos—. Sabes aún más dulce ahora.
—Mmmf. —No sé lo que estaba tratando de decir, pero no puedo
pensar. Mi mente está confundida y la lujuria que nos rodea es espesa como
el humo.
Esto es tan nuevo. Esto es tan jodidamente diferente. ¿Desde cuándo
esto es tan jodidamente bueno…?
Ni siquiera puedo preocuparme por nada de eso. Solo quiero sexo.
Quiero más sexo de él, y no me importa si es malo, o si no me he dejado
llegar a un acuerdo con eso.
Quiero que él...
—Fóllame. —Me arrastro a su regazo, colocándome a horcajadas sobre
sus caderas y voy por los botones en su camisa.
—Jesús, bebé. —Sostiene mi cintura con sus grandes manos,
deslizándolas hacia abajo para ahuecar mi trasero y empujarme más fuerte
sobre su erección—. Eres insaciable. Será mejor que solo sea por mí...
302
—Sí —murmuro sobre su labio inferior, tirando de su camisa
desabotonada fuera de sus pantalones—. Solo usted, oficial.
—Maldición, ¿qué me estás haciendo, Dascha? —Levanta mi camisa
por encima de mi cabeza, y luego se encoge de hombros mientras yo me
apresuro con manos temblorosas para desabrochar su cinturón,
disminuyendo la velocidad al ver todas las armas en su pistolera. Estamos
sin aliento cuando mis ojos se encuentran con los suyos y él me mira.
Puedo escuchar su voz, aunque no está hablando...
Solo te lastimaré si quieres, bebé.
Me duelen las bolas cuando las aprieto contra él mientras abro la
cremallera de sus pantalones y los empujo hacia abajo tanto como puedo.
Se quita las botas y chocan contra el suelo, luego me baja los pantalones y
el bóxer, tomando mi polla en su mano.
—Maldición... —Mi cabeza cae hacia adelante mientras me acaricia en
su puño. Luego me agarra la cara y me besa, fuerte.
—Me vuelves jodidamente loco, bebé —murmura en mi boca entre
nuestras dos respiraciones profundas—. Nunca antes había deseado a un
chico, pero siento que estás hecho para mí.
Mi cabeza da vueltas ante sus palabras, y el anhelo me lleva a otro
nivel. Siento como si estuviera fuera de mi cuerpo, mirando mientras me
quito los pantalones y calcetines y él hace lo mismo.
—Esto es jodidamente ridículo —susurro mientras me mueve, sin
esfuerzo, para sentarme a horcajadas sobre sus anchos hombros, y luego
lame una línea cálida a lo largo de mi erección. Mi cabeza cae hacia atrás
con un gemido—. No puedo creer que estemos haciendo esto...
—No te metas en tu cabeza, Dascha. —Sus manos viajan por mis
costados—. Solo déjame hacerte cosas malas.
—Malas —gimo cuando chupa mi polla en su boca—. Tan jodidamente
malas…
—Mmm tan bueno —dice cuando se saca mi polla, masturbándose
mientras echo un vistazo detrás de mí para mirar. Está usando algo de
lubricación en su polla, probablemente la loción que siempre tiene, y los
nervios me recorren el estómago mientras desliza los dedos mojados entre
mis mejillas.
He hecho esto dos veces antes y parece mejorar cada vez. Es
emocionante, y sí, estoy nervioso, pero también estoy excitado. Sé que me 303
dará un orgasmo tan intenso que no recordaré mi propio nombre. Si viene
de su polla colosal en mi culo, que así sea.
—¿Me vas a montar, Luscious? —ruge hacia mí y yo trago fuerte.
Nunca había hecho eso antes... duh. No es algo que alguna vez pensé
que haría. Se siente como el movimiento de una chica... Montar una polla.
Y no soy una puta chica.
Pero me gusta ver mis manos agarrando su pecho. Me gusta ver mi
polla sobre sus abdominales mientras me muevo lo suficiente como para
acercar mi culo a su polla. Me gusta sentirlo empujando la cabeza hacia mi
culo desde atrás, y me gusta estar encima de él.
—¿P-puedo hacerlo? —tartamudeo, mi rostro se derrite en humildad.
Sus párpados caen y traga.
La vista de su nuez de Adán deslizándose en su garganta, cubierta de
áspero rastrojo, pulsa en mi polla. Kemper asiente, y yo alcanzo detrás de
mí y agarro su pene, pesado en mi palma mientras lo empujo hacia mi culo,
urgiéndome a relajarme.
Pasa al menos un minuto mientras trato de que mi cuerpo lo acepte.
Quiero esto, pero estoy en mi cabeza y creo que eso está tensando mis
músculos.
—¿Quieres que te caliente primero, bebé? —murmura, sus ojos oscuros
y encapuchados con tanta necesidad inquieta, que creo que está claro que
está disfrutando, incluso si no ha sucedido nada todavía.
Mordiéndome el labio y negando con la cabeza, finalmente me relajo lo
suficiente como para permitir que la cabeza redonda de su polla se deslice
dentro de mi culo. Dejo escapar un jadeo ahogado y él tararea.
—Maldición, bebé, eso es. —Sus manos se mueven hacia mi frente,
trazando las curvas de mis pectorales y provocando mis pezones—. Eres
jodidamente perfecto, Dascha. Luces como una perversa fantasía hecha
realidad.
Calor líquido se filtra en cada hendidura de mi interior mientras me
conduzco más abajo en su polla, temblando por la sensación instantánea.
Sigo adelante, tomándolo más profundo, los dos respiramos con dificultad
hasta que me siento sobre él y no puedo creerlo.
Nuestros ojos permanecen juntos, irrompibles, mientras yo me muevo,
gradualmente, y su longitud completa está dentro de mí donde me siento
sobre su forma robusta. Es una locura pero me encanta, y no puedo evitar 304
que lo haga.
Parece que esto es algo que nunca supe que necesitaba hasta ahora.
Kemper me sostiene las caderas y me ayuda a subir el ritmo. Soy
inestable al principio; un poco descoordinado, pero no le importa. De hecho,
creo que le encanta. Sus ojos están ardiendo azules, como la parte más
caliente de una llama. Me muerdo el labio y se estremece, empujándome con
fuerza sobre su polla y sosteniéndome allí durante un segundo.
—Quiero vivir dentro de ti, Dascha —dice con voz ronca, finalmente
dejándome moverme de nuevo, acelerando constantemente el ritmo—.
Nunca me quites esto...
Gimo un sonido gutural, inseguro de lo que está sucediendo dentro de
mí mientras monto su polla, más rápido, más fuerte, y mi erección se
balancea en los grupos de músculos en su estómago a medida que avanzo.
Verlo me excita, al igual que ver el líquido preseminal goteando sobre sus
abdominales cuando golpea mi próstata.
Kemper gruñe y se sienta, nos pone nariz con nariz, y yo no desperdicio
absolutamente nada de tiempo en agarrar su rostro y besarlo, casi
agresivamente. Estoy jodidamente desesperado por sus labios y lengua, y
esas respiraciones que me dejan saber que le estoy dando buenas
sensaciones.
Me lo estoy comiendo vivo mientras nos mantiene unidos, moviendo
sus caderas con las mías, empujándome hacia arriba mientras giro hacia
abajo sobre él. Su eje grueso me está estirando de la manera más deliciosa,
acariciando mi próstata una y otra vez hasta que estoy a punto de estallar.
—Fóllame, bebé —ronronea contra mis labios—. Dios, me encanta tu
estrecho coño montando mi polla.
Un ruido ahogado sale de mis labios mientras mi orgasmo se avecina.
Mis dedos se entrelazan en su cabello y mi cara cae al hueco de su cuello,
mordiendo y chupando su carne mientras mis caderas ruedan sobre él,
manteniendo su pene lo más profundo posible.
Mis bolas en su pelvis me están volviendo jodidamente loco. Estoy a
punto de perder el control cuando abruptamente me empuja sobre mi
espalda, luego levanta mis caderas hacia arriba, todavía dentro de mí todo
el tiempo.
Deja escapar el gruñido hambriento de un animal antes de deslizar su
boca sobre mi polla, chupando mientras sus caderas se doblan contra mí,
golpeando mi culo rápidamente, enterrado hasta las bolas.
305
—Maldición, Dios mío, Kemper. —Todas las palabras salen en una larga
corriente mientras mi cuerpo se envuelve y envuelve. Alcanzando su cabeza,
tiro de su cabello mientras chupa la cabeza de mi polla con fuerza y me folla
más fuerte—. Voy a correrme.
Él gime en mi polla, arrullando todo el camino dentro de mí mientras
se corre. Puedo sentir su orgasmo estallar profundamente en mi culo y es
más de lo que puedo soportar.
Mis bolas se tensan y me corro justo detrás de él, vertiendo mi clímax
en su boca mientras sus gemidos vibran dentro de mí.
—Cal... maldición, Cal, eso es tan jodidamente bueno... mierda... —Ni
siquiera sé lo que estoy diciendo. Las palabras brotan de mí como el semen
chorreando en su boca.
Se lo traga todo, con mucho gusto, por supuesto, y cuando finalmente
se quita mi polla de la boca, suspira y deja caer su frente sobre mis
abdominales. Mis dedos rascan su cabello, trazando sus hombros mientras
baja mis caderas y suavemente sale fuera de mí.
Estoy flotando y hay silencio a nuestro alrededor, comparado con el
crujido de la cama y los gruñidos desenfrenados de hace un momento. No
hay forma de que Luthor durmiera a través de todo eso, pero no puedo
molestarme en pensar en ello ahora mismo. Estoy en paz.
En serio, este tiene que ser el mejor sentimiento del mundo.
Kemper llega al suelo y recoge algo, usándolo para limpiarme. Creo que
es su bóxer, pero no estoy seguro. Solo estoy acostado en mi cama bajo una
sábana de calma que se siente mejor que cualquier cosa que haya
experimentado antes. Se deja caer a mi lado y me pone un poco encima de
él, doblando la manta sobre nuestros cuerpos desnudos y sudorosos. Dos
hombres adultos apiñados en una pequeña litera, pero funciona.
Descanso mi cabeza en su pecho, y su corazón martillea en mi mejilla
mientras el ritmo se ralentiza palpablemente. Un suave suspiro huye de mis
labios y él se ríe. Eso me obliga a mirarlo.
—¿Qué es lo gracioso? —pregunto, mi voz vacilante, distraída por todo
el color que posee.
Siempre es tan vibrante cuando terminamos de tontear.
—Me gusta ponerte así. —Toca con la punta de sus dedos mi mejilla—
. Me gusta hacerte sentir bien.
306
—Bastante diferente a antes, ¿eh? —Hago una pausa después de decir
las palabras porque todavía tengo miedo de enojarlo.
Pero él solo sonríe y asiente.
—Sí. Lo es.
Parpadeando hacia él, no puedo perderme sus ojos cayendo a mis
labios. Entonces le doy lo que obviamente quiere y coloco un lento beso en
su boca. Él siempre sabe a menta. Como fuerza y reposo.
—Me llamaste por mi nombre —murmura contra mis labios, y retrocedo
para mirarlo—. Mi primer nombre.
Me congelo por un momento, porque apenas recuerdo haberlo hecho.
Nunca lo he llamado por su nombre de pila antes. Lo hace sentir mucho
más... real.
—Lo siento, oficial —bromeo, aunque una parte de mí no está
bromeando.
—Puedes llamarme como quieras, bebé. —Su mano se desliza a lo largo
de mi cuello y aterriza con la palma hacia abajo sobre mi corazón—. Es
diferente ahora. Al menos… creo que lo es.
Su ceja se levanta un poco, como si me estuviera haciendo una
pregunta. Y no sé cómo contestar.
Bueno, sé cómo quiero hacerlo... ¿Pero tiene sentido? ¿Es eso siquiera
lo que está preguntando?
Estoy tan en mi cabeza, que solo le sonrío.
—Como quiera, ¿eh?
Su sonrisa brilla.
—Cualquier cosa menos Imbécil Gigante Violador.
Una risa brota de mis labios y su sonrisa se ensancha, como si
estuviera más que orgulloso de sí mismo por hacerla realidad. Es algo
adorable.
—¿Qué tal Psicópata Acosador? —Le doy una sonrisa descarada y él
tararea.
—Eso suena bien. —Acerca mis labios a los suyos una vez más.
Nos volvemos a besar un rato. Pasan los minutos, gastados con
nuestros labios juntos, provocando y degustando en puro hedonismo. Es
jodidamente desconcertante, pero bueno. Mejor que bueno…
Es perfecto. 307
Cuando finalmente nos separamos, él dice:
—Ojalá no tuviera que irme...
—Yo tampoco. Eres tan cálido. —Me quedo dormido con mi cabeza en
su pecho.
—Ojalá estuviéramos en otro lugar. —Su voz profunda vibra en mi
mejilla mientras sus dedos peinan lo que está disponible de mi cabello.
—¿Cómo en dónde?
Se queda callado por un momento, antes de tomar una respiración
audible.
—En algún lugar muy lejos de aquí...
Esta vez los dos nos quedamos callados, y nuestras mentes zumban a
través de todas las posibilidades que nunca llegaremos a explorar. Es un
fastidio, pero me siento demasiado bien para dejar que eso me baje de este
subidón.
Mi defecto sale en forma de humor, y bromeo:
—Deberías ayudarme a escapar, entonces.
El cuerpo de Kemper se pone rígido. Sus manos han dejado de moverse
y sus músculos se ponen tensos. Mi estómago da un vuelco, esperando no
haberlo molestado con mi estúpida broma.
Levantando la cabeza, estoy listo para decirle que estaba bromeando,
pero la mirada en su cara me detiene. Sus ojos están muy abiertos y
brillantes, y parece menos aterrador de lo que nunca antes. De todas las
veces que lo he visto, esta es la reacción más humana que ha tenido, la que
estoy recibiendo ahora mismo.
—Yo haría eso —susurra.
Estoy inclinado a reírme, pero se ve muy serio. No hay rastro de humor,
en su rostro o en sus ojos, el azul más profundo de alguna manera brilla
potencial ante mí.
—¿Lo harías? —Mis cejas se juntan mientras lo miro, desconcertado
por lo que está diciendo.
Kemper asiente.
—Sí. Quiero sacarte de aquí, Dash. Podríamos… —Su voz se arrastra y
parece inseguro de lo que estaba a punto de decir. Pero me muero de ganas
de escucharlo.
—¿Podríamos qué? —suplico por sus palabras.
308
—Podríamos... huir. —Su voz es susurrante con temor antes que diga
bajo—: Juntos.
23
Oficial Kemper

H
ora cincuenta y seis sin dormir.
Estoy terminando un turno doble, mi segundo turno
consecutivo, y mis párpados quieren caer de vez en cuando,
por eso necesito seguir moviéndome. Tengo mierda que
hacer y dormir no es parte del plan todavía.
Si bebiera café, ahora sería el momento de tomar una taza. Pero no lo
hago, así que tendré que depender de la adrenalina natural de mi cuerpo
para sobrevivir, sin importar cuánto parece que se esté acabando.
Paseando por los pasillos a un ritmo constante, abro puerta tras
puerta, con la mente palpitando mientras llego a la que sé que necesitará
una llave. La última puerta, que separa aislamiento y el ala este.
Usando mi llave, abro la puerta y entro, tomando el largo pasillo hacia
otra puerta a la derecha. Este es un lugar al que no vengo a menudo.
La sala de control.
Afuera, cambio mi peso de un lado a otro, pensando. Considerando...
Si voy a ayudarlo a salir, tendría que asegurarme de que pudiera evitar
las cámaras en este pasillo.
Una parte de mí realmente no cree que esté considerando esto. Poner
en peligro mi trabajo por... todavía no estoy seguro de qué es Dash para mí.
Un hombre con el que estoy encaprichado. El primer hombre que me
ha interesado, que ha capturado mi corazón en solo unas pocas 309
interacciones. Un ladrón de bancos testarudo, sexy, bocón y ruso con ojos
como el desierto que tiembla cuando lo toco y me besa como si pudiera estar
tan confundido por mí como yo por él.
¿Voy a ayudarlo a escapar de la Penitenciaría de Alabastro? ¿Y luego
qué?
Sé que podría hacerlo. A pesar de toda la seguridad de primer nivel que
tienen en este edificio en ruinas, hay agujeros. Brechas en el campo de
fuerza que otros oficiales tal vez ni siquiera conozcan, o tal vez no les importe
conocer.
Tal vez simplemente asumen que ningún recluso podría superar estas
brechas solo, por lo que no importa. Pero si un O.C. estuviera ayudando a
un recluso, entonces en teoría, podría ser muy fácil para él escapar.
Nunca lo había pensado antes, pero desde el momento en que Dash lo
mencionó la otra noche, no me lo puedo quitar de la cabeza. He estado
pensando en esto durante días, y cuanto más lo hago, más crece la idea de
liberarlo en mi mente, de un pequeño capullo a una flor completa.
Podría funcionar.
Miro dentro de la pequeña ventana de plexiglás de la puerta de la sala
de control. Solo hay una persona ahí en este momento. Junto con la falta
de financiación para mantenimiento y reparaciones en la Penitenciaría de
Alabastro, también estamos muy faltos de personal. La sala de control debe
ser operada por al menos tres personas en todo momento, pero en ciertos
momentos del día, principalmente durante los cambios de turno, podría
haber tan solo una persona.
Eso es terrible para la seguridad, pero genial para Dash. Si puedo
hacerle pasar la puerta del ala este, entonces podré decirle exactamente a
qué hora es mejor evitar ser visto por el operador de la cámara. Unos pocos
pasos después de eso, y estaría fuera de peligro.
Pero, ¿qué significa eso? ¿Me iría con él?
Supongo que necesitaría hacerlo. Si escapa, es solo cuestión de tiempo
antes que alguien lo vincule conmigo, ya que yo me he encargado de
supervisar aislamiento. Y no sería difícil para el alcaide averiguar cuánto
tiempo he estado pasando alrededor de Dash.
No, si se va, tengo que irme con él.
Pero, ¿a dónde iríamos? ¿De verdad quiere estar conmigo... fuera de
aquí?
Parece un concepto tan extraño. Realmente ya no conozco mucho del 310
mundo fuera de la Penitenciaría de Alabastro. Desde que Dash llegó aquí,
este lugar se ha convertido en mi vida. Quiero decir, claro, no estoy atrapado
aquí como él... Pero ¿qué me hace pensar que lo que tenemos dentro de
estos muros se traduciría en la sociedad normal?
Las cosas que hacemos en la oscuridad son una cosa... pero
¿podríamos salir a la luz? ¿Juntos?
¿Él querría?
Niego con la cabeza, escéptico. No quiero engañarme. Dash puede estar
hipnotizado por los orgasmos, los regalos, y el hecho de que no tiene muchas
opciones.
Mi pecho se contrae, por la inseguridad y el miedo. ¿Y si sacrifico mi
trabajo, mi libertad... mi vida por él, y luego me deja? Eso sería terrible.
Mi mandíbula se aprieta con los puños a los lados. Lo perseguiría. Lo
seguiría hasta los confines de la tierra y...
Cerrando los ojos, respiro profundamente. Relájate. No hay necesidad
de crucificarlo por algo que ni siquiera ha hecho todavía.
El caso es que él significa algo para mí y quiero ayudarlo. A pesar de lo
que hizo, no creo que se merezca pudrirse en este lugar. Existen peores
personas por ahí, caminando libres. Demonios, conozco a algunos de ellos.
Dascha Reznikov merece ser liberado de este infierno, y yo seré el que
lo haga.
Miro la sala de control durante un rato, manteniendo los ojos y los
oídos abiertos por cualquier cosa que pudiera ayudar. Para cuando me
muevo de nuevo, han pasado horas y mi espalda está rígida, mi cabeza
turbia por la necesidad de dormir. Mirando mi reloj, me doy cuenta que mi
turno termina en diez minutos. Pero la idea de ir casa y arrastrarme a mi
cama no me atrae tanto como el deseo de subir y acurrucarme junto a un
prisionero de veinticinco años en una vieja litera desvencijada e incómoda.
Dash ha distorsionado las paredes que lo rodean; el alambre de púas
que nos había mantenido separados se ha ido, y ahora estamos en el mismo
lado de la valla. Intencionalmente o no, lo hecho, hecho está, y necesito que
él acepte lo que yo sé que somos.
Estamos hechos el uno para el otro.
Es mío.
Solo recordar que se subió encima de mí la otra noche, besándome 311
frenéticamente y suplicándome que lo folle me hace caminar, de vuelta hacia
los pasillos sin fin.
Follamos sin esposas. Eso significa que ya no lo estoy forzando. Ya no
necesito convencerlo de que es mío, porque lo es.
Y ahora necesito sacarlo de aquí.
Marcho rápido todo el camino, de regreso a través de aislamiento y
hasta la zona de presos comunes. Espero veinte minutos a que se apaguen
las luces de la fila, y luego me escabullo hasta el final, hacia la celda de
Dash, donde paso otra media hora escuchándolo a él y a su compañero de
celda hablar. Solo están parloteando sobre nada en particular pero me
provoca una pequeña sonrisa todo el tiempo, escuchar a Dash charlar con
alguien sobre programas de televisión y coches. Aparentemente, Dash ama
a su auto. Tiene un nombre para él y todo, lo que es jodidamente adorable.
Finalmente, el compañero de celda, Lexington Deon, se duerme y abro
la puerta, deslizándome silenciosamente dentro. Dash está despierto, como
siempre, y puedo verlo sonriéndome con suficiencia desde la cama en el
segundo en que pongo un pie en su celda. Ni siquiera se sienta, simplemente
yace ahí con los brazos cruzados detrás de la cabeza.
—¿Cómo sabía que vendrías esta noche? —Él sonríe mientras camino
suavemente hacia la cama, quitándome las botas y arrastrándome a su lado.
Se corre para hacer espacio, pero inmediatamente lo agarro por la cintura y
lo empujo hacia mí. Siendo que somos dos hombres grandes en una cama
individual, estamos prácticamente uno encima del otro.
—Porque te dije que te vería en un par de días —murmuro a través de
una sonrisa cansada, acurrucando mi cara en su cuello e inhalando. Huele
celestial.
Como Dash, más el jabón que le compré. Delicioso.
—Sí, bueno, eso podría significar cualquier cosa. —Gira en mis brazos
hasta que estamos cara a cara—. No eres exactamente transparente,
¿verdad, oficial?
Entrecierro mi mirada hacia él, diciéndole en silencio que tenga
cuidado con el descaro, a lo que se ríe y presiona un beso en mis labios. No
puedo evitar el zumbido que se me escapa, y mi mano sube por su espalda,
acariciando la sensación de él. Es asombroso, este sentimiento. No creo que
haya experimentado algo como esto antes...
He tenido relaciones. Claro que sí. Pero esto es una primera vez. Este 312
tipo de consuelo sin problemas. Tener a alguien que hace que mi corazón se
acelere, y sin embargo de alguna manera me calme al mismo tiempo. No
estoy familiarizado con ello, y no estoy seguro si es porque nunca supe que
me gustaban los chicos, o porque no tenía a Dash.
Sin embargo, no me importa averiguarlo. Solo quiero quedarme con él;
no dejar esto nunca, ni siquiera por un segundo. Corro el riesgo de sofocarlo
si no tengo cuidado.
—¿Comiste algo decente hoy? —pregunto en sus labios, agarrando un
puñado de su culo que hace que mi polla salte hacia él.
—Mm... no realmente. —Traza mi mandíbula con sus dedos—. Cazuela
de carne misteriosa. Menos mal que todavía me quedaban un par de mini
muffins.
—Te traeré más mañana. —Beso su cuello, lamiendo y chupando
casualmente mientras escucho los sonidos constantes de su respiración,
como anticipación y la necesidad fluye de sus pulmones—. Entonces... creo
que el jueves es el mejor día.
—¿Para qué? —Su voz está ronca de deseo mientras sus manos
descansan en mi pecho, y sus dedos trazan líneas de músculos antes de ir
por los botones de la camisa de mi uniforme.
—Para irse —susurro.
De repente se queda quieto y se aleja lo suficiente como para detener
mis labios.
—Espera... ¿Esto realmente está pasando? —Sus ojos están muy
abiertos y brillantes—. Como que... ¿Puedo salir?
—Sí, bebé. —Tomo su barbilla entre mis dedos—. No digo cosas sin
razón. Te dije que quería sacarte de aquí, y lo decía en serio.
Toma aire, mirándome boquiabierto.
—Santa mierda...
—Hoy es viernes, así que tendremos que esperar hasta la semana que
viene. —Continúo maravillándome de su belleza y queriendo besar cada
línea perfecta de su rostro—. Tengo un plan. Es arriesgado, por supuesto
que lo es, pero creo que podría funcionar. Podemos repasarlo en unos días,
después de que haya verificado algunas cosas. Pero hablo en serio sobre
esto, Dascha. —Le levanto las cejas—. ¿Y tú?
Se ve un poco aturdido, y aunque es una expresión adorable, no soy 313
aplacado por su incertidumbre. Necesito que esté seguro de todo. Escapar,
construir una nueva vida… Nosotros.
Todo.
—Yo… sí. —Se aclara la garganta y luego baja la voz a un susurro—.
Sí, también hablo en serio. Quiero largarme de aquí.
—Bien. Puedo ayudarte a hacerlo —le digo, mi tono es más firme que
hace un momento atrás. Quiero que me quiera con él... Pero aún no se ha
referido a eso. Está poniéndome nervioso.
—Vaya. Esto es una locura. —Suspira y niega con la cabeza. Entonces
sus ojos se sacuden—. Voy a extrañar a Luthor.
Lo miro sin comprender durante varios segundos antes de preguntar:
—¿Sabes a dónde te gustaría ir? ¿Una vez que estés libre?
Dash no tiene el mismo problema, apenas un segundo de pensamiento
pasa antes de que responda:
—A Tulum.
—¿En México? —Parpadeo.
Asiente.
—Sí. Siempre he soñado con retirarme allí. Iba a ir allí después de mi
último trabajo, pero obviamente eso no sucedió... —Sus ojos bajan por un
momento y traga visiblemente—. Tengo dinero escondido en mi casa en
Brooklyn. Necesito conseguirlo, entonces podré irme.
Irme. No irnos.
Mi estómago se hunde cuando un dolor terrible aparece detrás de mis
costillas. No sé qué decir, así que solo digo:
—¿Estás seguro que todavía está allí?
—Sí, era el escondite de mi papá —dice con confianza—. Sobrevivió
múltiples órdenes de registro. —Asiento y muerdo el interior de mi mejilla.
Estoy a dos respiraciones más de enloquecer, cuando murmura—:
Entonces, ¿qué hay de ti? ¿Podrías... encontrarme allí o...?
Mis ojos saltan a los suyos mientras un millón de kilos de peso se
disuelven de mi pecho. Quiero agarrar su cara y besarlo hasta quitarle el
aire de su cuerpo sexy. Jesús, esta mierda de sube y baja es una tortura.
Estar enamorado es una tortura tan dulce.
Tragando saliva ante mis pensamientos, los sacudo, para obsesionarme 314
con ellos más tarde.
—No podemos irnos juntos, pero te encontraré. —Mis inseguridades me
obligan a agregar—: Si eso es lo que quieres...
Sus labios se abren, pero se queda callado por un momento, pareciendo
nervioso. Sus mejillas están visiblemente rosadas, incluso en la escasa luz.
Es tan hermoso que podría explotar.
—Yo um... como que me gustas un poco, oficial Kemper. —Se ahoga
con las palabras, la seriedad pintada en su rostro, aunque una pequeña
sonrisa está tratando de tirar de sus labios—. Es jodidamente idiota, lo sé.
Debo ser un verdadero idiota...
Resoplo y agarro la parte de atrás de su cuello.
—No hables así de lo que es mío.
Presionando mis labios contra los suyos, lo beso con fuerza,
poseyéndolo a través de nuestras bocas, hasta que ambos nos quedamos
sin aliento y él está tratando de gatear encima de mí. Pero tomo el control y
lo inmovilizo contra el colchón, presionando mis caderas contra las suyas.
—¿Realmente vas a dejar todo atrás... por mí? —Él mira hacia arriba
hacia mí, lamiendo sus labios.
—No tengo nada que quiera tanto como te quiero a ti —gruño estas
verdades, que deberían sonar ridículas. Después de conocerlo solo por un
par de meses, dentro de una prisión.
Este chico roto... Con un mundo de cicatrices dentro de él. Sé que no
tiene sentido, pero lo necesito. Nunca me he sentido tan completo como con
él.
Dascha Reznikov ha llenado todas las grietas de mi base.
—Estoy tan abrumado por esto —dice, agarrando dos puñados de mi
camisa mientras cuelga abierta—. Ni siquiera sé qué pensar...
—No pienses, bebé —le digo con voz ronca sobre su boca—.
Simplemente siente. Se siente bien, ¿no es así? —Asiente con entusiasmo—
. ¿Se siente bien, tú y yo? —Asiente de nuevo—. Podemos hacerlo.
Sus labios tiemblan sutilmente mientras susurra:
—Podemos hacerlo.
Tarareo con la satisfacción más intensa que jamás he sentido y lo beso
de nuevo, chupando su boca deliciosa mientras empuja mi camisa y yo tiro 315
de la suya sobre su cabeza. Estoy tan cansado, pero sé que dormir se sentirá
un trillón de veces mejor después de tener sexo alucinante con mi juguete.
Mi… ¿novio?
Lo sacudo de nuevo y sigo besándolo, tragándome sus pequeños
gemidos y jadeos como bocadillos. Eso es lo que Dash es para mí. Es el mejor
regalo que alguna vez podría disfrutar.
Nos quitamos la ropa a nuestro antojo y exploramos la lenta
sensualidad que estamos construyendo. Sin esposas, sin restricciones.
Nada detrás de lo que esconderse.
Y es abrumador, sí. Pero también es emocionante. Es real, lo sé.
—¿Te gustaría hacerte otro tatuaje? —canturrea la voz entrecortada de
Dash y hago una pausa en mi incesante succión y mordisqueo de su
clavícula para mirarlo—. Ren los hace. Estaba pensando en conseguir uno.
Tal vez podamos hacernos uno... juntos.
Mi corazón late con fuerza.
—¿Quieres que nos hagamos tatuajes a juego?
—No a juego. —Pone los ojos en blanco, sonriendo—. Pero como, algo
que podríamos hacernos antes de irnos. Para recordar... cómo nos
conocimos.
Mi sonrisa está fuera de control. No creo que jamás he sonreído tanto.
Tengo miedo de mostrárselo, así que tengo que volver a acariciar mi rostro
en su cuello.
—No creo que necesitemos ayuda para recordar este lugar —bromeo,
dándole a su piel un pequeño mordisco hasta que se estremece, y sus dedos
se clavan en mis hombros—. Pero, sí. Quiero que me tatúen tu nombre.
—No tiene que ser mi nombre. —Se ríe—. Eso es una locura. Todavía
apenas nos conocemos.
Mi cabeza se levanta ante eso.
—Sé todo lo que necesito saber, Dascha. ¿Estás teniendo dudas sobre
esto?
—¿Qué? No —murmura, parpadeando rápidamente—. Solo digo...
—Bebé, sé que te he lastimado antes. —Comienzo, tratando de
transmitir tanta sinceridad como puedo con mis ojos y tono—. Pero fue solo
porque no entendía mis sentimientos por ti. Será diferente fuera de aquí, lo
prometo. —Sus ojos están muy abiertos de nuevo. Tomo su mano y la coloco 316
sobre mi corazón—. ¿Confías en mí?
Asiente lentamente.
—Sí.
La euforia se lanza entre mis costillas mientras agarro su mandíbula y
acerco su boca a la mía. Lo beso tan suavemente como puedo, mientras sus
dedos trazan mi esternón.
—Tienes espacio aquí —dice cuando nos separamos.
—Voy a tatuarme tu nombre —le digo, y él se ríe, negando con la
cabeza. Pero lo digo muy en serio.
—Eres un psicópata. —Sonríe.
Sonrío sobre sus labios.
—¿Te preocupa eso?
Él tararea:
—Mm… nah. Creo que he descubierto cómo manejarte. —Su mano se
desliza por mi torso, continuando por debajo de mi cintura para alcanzar el
interior de mis pantalones abiertos. Él palmea mi polla gruesa y gruño,
mordisqueando su boca.
—Así que, ¿vas a tatuarte mi nombre, entonces? —le pregunto dándole
una mirada fogosa, aunque ahora está provocando bien mis pelotas y mis
ojos quieren cerrarse.
—Te sorprenderé. —Sonríe, y quiero follarlo duro. Deshacerme de toda
esa actitud.
Me gusta, sin embargo. No lo querría de otra manera.
Mis pensamientos se arremolinan mientras nos besamos y nos
tocamos. Hay un futuro en el horizonte, uno que no había visto antes, pero
que es muy posible. Todavía parece una locura, pero siempre he sido bueno
conduciendo hacia un objetivo, independientemente de la locura que
encierre.
Y si mi objetivo es llevar a Dascha a Tulum, para cumplir sus sueños,
entonces haré justamente eso.
Haré que suceda. Por él.

317
24
Dash
iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii
iiii i
56 días dentro.

T
ratar de no actuar como si supiera un gran secreto es la parte
más difícil.
He hecho amigos aquí. Buenos amigos, probablemente
mejores que los que he tenido jamás en el exterior.
Luthor y yo hemos pasado horas y horas hablando de todo bajo el sol.
Kang ha estado tratando de enseñarme coreano y yo le estoy enseñando
ruso a cambio. No es jodidamente fácil, él lo capta más rápido que yo, pero
nos reímos mucho en el proceso. Y Ren, de todas las personas, lo crean o
no, me está ayudando a aceptar mi sexualidad. Él es tan abierto y
despreocupado. A pesar de lo jodido que puede estar, es una gran energía
para tener alrededor.
Tengo algo en mente ahora, y me dan ganas de gritarlo a todo pulmón.
Cuando Velle patea mis piernas mientras me lleva a las duchas, o cuando
Joy agarra mi bandeja de comida antes de que termine de comer. Cuando
me esposan e ignoran y me dan lo mínimo para la supervivencia humana,
quiero gritar en todas sus caras que VOY A SALIR DE AQUÍ. 318
Kemper volvió a mi habitación anoche para concretar los últimos
detalles. Él ha estado en mi celda cada vez más últimamente, y eso es otra
cosa que me gustaría poder hablar con Luthor. No dice nada sobre mi
visitante nocturno, pero sé que él sabe a quién estoy viendo. Aprecio que me
esté esperando para que lo saque a colación, pero estoy preocupado por todo
el asunto.
Entré aquí entusiasmado por lo heterosexual que era. Solo un par de
meses después y tengo novio.
Y podemos ahorrarnos las bromas obligatorias de la prisión. No soy su
perra.
Me gusta Kemper. Todavía no sé exactamente cómo sucedió, después
de haberme golpeado como un camión Mack. Pulsó un interruptor dentro
de mí, y cuanto más pensaba al respecto, más agradecido le estoy por
hacerlo.
Sé que me lastimó al principio, y algunas personas me llamarían idiota
por encadenarme voluntariamente a alguien que me ha encadenado antes.
Pero no es tan simple. Todas las cosas que solía ver en blanco y negro se
han distorsionado en una masa gris; complejidades que nunca supe que
existían ahora me consumen.
No quiero ir a Tulum solo. Estoy harto de estar solo...
Quiero ir con Kemper. De hecho, no puedo esperar. Estoy tan ansioso,
que estoy arrastrándome fuera de mi piel.
Anoche me dijo lo que tengo que hacer. En solo tres días más, el plan
entra en movimiento.
El miércoles por la noche, tendré que hacer algo para que me envíen de
vuelta a aislamiento. Pensé que solo golpear a Velle de nuevo sería
suficiente, pero Kemper me instó a elegir sabiamente mi acción. Tiene que
ser algo que hará que me envíen a aislamiento solo, sin llamar demasiado
la atención. La cantidad de tiempo que he pasado en aislamiento podría
considerarse sospechosa, si el alcaide se enterara. En cambio, haré algo
estúpido en la cena. Volcar una bandeja de comida sobre alguien o lo que
sea. Lo resolveré en el momento.
Después de eso, Kemper dejará mi celda en aislamiento sin llave.
Entonces él comprobará todas las puertas entre aislamiento y el ala este,
que al parecer rara vez están bloqueadas, un hecho que encontré
sorprendente. La parte más difícil será superar el ala este sin ser detectado.
Kemper dijo que él también abrirá esa puerta y luego distraerá a los guardias 319
que están mirando las cámaras. Tendré que escabullirme por allí para llegar
al sistema de alcantarillado, y desde allí escaparé, al estilo Shawshank
Redemption. 24
Debo admitir que estaba bastante sorprendido que hacerlo de esa
manera fuera parte del plan de Kemper. Aparentemente, nunca leyó el libro
ni vio la película, sacrilegio para un fan de King como yo. Le expliqué toda
la escena, y la mirada en su rostro no tenía precio. Luego le dije que la
veríamos una vez que lleguemos a Tulum, y creo que le gustó porque, casi
de inmediato, me sacó la polla y me chupó tan bien que me corrí un litro
por su garganta mientras mis dedos de los pies se curvaron y me mordí el
labio hasta ensangrentarlo para mantenerme callado.
Mi estómago da un vuelco ante el recuerdo, y tengo que forzar la sonrisa
de mi cara. Una vez que salga del canal de alcantarillado, en el exterior,
correré un par de kilómetros o así, a través del bosque. Kemper me habló de
un muelle donde me encontrará, y luego tomaremos un bote a Coney Island.
A partir de ahí, tomaremos mis fondos de escapada y luego diversos
autobuses todo el trayecto hasta México.
Lo tenemos todo resuelto. Excepto por cómo serán nuestras vidas
realmente una vez que seamos libres. ¿Qué haremos en Tulum, como pareja?
Estaré en una relación gay... Dios, nunca siquiera he tenido novia.
Pero por abrumador que sea imaginarlo, me duele el corazón pensar en
irme sin Kemper. Para ser honesto, aunque no puedo imaginarlo en ropa
que no sea el uniforme de un O.C., ciertamente puedo imaginarlo sonriendo
en una playa, bebiendo cócteles con sombrilla conmigo. Puedo verlo, tan
claro como el día.
Sus colores se mezclarán muy bien allí... todos cálidos y tropicales. Él
es luz del sol para mí, en este lugar sombrío y lúgubre. Tiene sentido que
nos vayamos a algún lugar donde la luz del sol siempre esté en exposición.
Solo quiero ser feliz. Creo que finalmente puedo conseguirlo. Tal vez él
pueda parar las voces...
Mañana me haré el tatuaje y estoy emocionado. Ya sé qué dirá, y dónde
será. Bueno, dónde serán. Creo que Kemper está consiguiendo el suyo hoy...

24 The Shawshank Redemption: es una película estadounidense de 1994 escrita y dirigida

por Frank Darabont y protagonizada por Tim Robbins y Morgan Freeman. Basada en Rita 320
Hayworth y la redención de Shawshank, novela corta de Stephen King, la película abarca
una mirada optimista de la vida relatando la historia del banquero Andy Dufresne
(Robbins), quien es condenado a cadena perpetua en la Penitenciaría Estatal de Shawshank
por los asesinatos de su esposa y el amante de ella, a pesar de haberse declarado inocente.
Ojalá pudiéramos ir juntos, pero obviamente eso no funcionaría. No
podemos ser vistos juntos, especialmente ahora. Aunque estoy seguro que
Ren se dará cuenta de lo que está pasando después de que haga nuestros
tatuajes. Pero no dirá nada. E incluso si lo hiciera, nadie le creería.
Todos estos pensamientos... tantos malditos pensamientos. Corren
desenfrenados en mi mente mientras me siento en mi cama, sosteniendo un
libro que ni siquiera estoy leyendo. Así Habló Zarathustra. Es de Joy... No
podía creer que realmente tuviera una copia de este libro específico de
Nietzsche. Mi mente se tambalea demasiado para prestar atención, pero ya
lo leí, algunas veces, cuando era adolescente. Para ser sincero, tener este
libro en mis manos me distrae un poco.
Luthor está en la litera de arriba, jugando con su máquina. Está
progresando, o al menos me lo parece. Luthor no está satisfecho, pero
entonces puedo entenderlo. Trabajé en la pintura de Zadira durante meses
porque necesitaba que fuera perfecta.
Tal vez pueda conseguir otro Audi para pintar en Tulum...
—¿Cómo te va allá arriba, hermano? —llamo a Luthor, queriendo
hablar con él.
En unos días saldré. Y nunca lo volveré a ver... es deprimente.
—Hombre, no sé de esta cosa —se queja, y eso me hace reír—. Necesito
un relé de entrada, una mejor caja de suministro de energía y ni siquiera
me hagas comenzar con el CPU. —Bufa y me hace reír más fuerte.
No tengo ni idea de lo que está hablando, pero maldición, voy a extrañar
esto.
—No dejarás de trabajar en eso, ¿verdad? —pregunto, realmente
tratando de no ponerme sentimental, pero es difícil.
—No, estoy bien. Quiero decir, ¿qué más puedo hacer? —Maldice y
escucho un tintineo, como si algo acabara de caer detrás de la cama.
—Bien. Haz lo que te haga feliz, Luth. Te mereces ser feliz —digo
mientras miro al espacio—. Creo que Ren y tú deberían intentar arreglar las
cosas.
—¿Qué diablos estás divagando ahí abajo? —murmura—. ¿Por qué
suenas como si te estuvieras muriendo o algo así?
321
Mordiéndome el interior de la mejilla, me obligo a no decir lo que quiero.
—Solo digo… puede que no siempre esté aquí. Estoy mucho en
aislamiento y todo eso...
—Sí, sobre eso. Empiezo a pensar que Ren tiene razón. Te gusta estar
allí abajo.
—No. No es mi culpa que me sigan enviando allí...
—Dash, es tu culpa. —Su tono es un poco más gruñón de lo habitual,
el que solo sucede cuando está frustrado con Ren—. Responsabilízate de lo
que has hecho. Estás aquí por una razón, como el resto de nosotros.
Fulmino con la mirada el fondo de su colchón.
—¿Cuál es tu problema hoy?
—Nada. Lo siento, solo estoy... estresado. —Suspira—. Estaba
pensando en O'Malley. Y en Darcey. Es jodido lo que les está pasando.
Quiero decir, sé que son criminales peligrosos, pero ¿eso justifica la tortura?
Ni siquiera lo sé...
—Hay criminales peligrosos en todo el mundo. Y solo una pequeña
parte de ellos en realidad están encerrados —digo con certeza. Lo sé.
El mal rara vez obtiene lo que se merece. Sigue jodiendo a la gente como
nosotros para siempre hasta que nosotros terminamos aquí.
—Supongo. Es bueno saber que estamos en buena compañía durante
el resto de nuestras vidas —tararea, todavía jugando.
—Sin embargo, no debería ser por el resto de nuestras vidas —objeto—
. Vivimos en los putos Estados Unidos. Hay algo llamado debido proceso
legal. No pueden simplemente encerrarnos aquí sin siquiera un juicio justo,
o...
—¡Dash! —me ladra Luthor y dejo de hablar—. Tienes que aceptar que
estás aquí. ¡No vas a ninguna parte! ¿Qué te dije en tu primer día? No seas
ese tipo... el tipo que siempre piensa que va a salir. Llevo aquí cinco putos
años y te digo que es un callejón sin salida. —Sus palabras y la tristeza
airada en ellas me hacen tragar saliva—. Solo haz lo que puedas para
encontrar algo parecido a la vida tras las rejas. Estás atrapado aquí, al igual
que todos nosotros.
Mi corazón se siente pesado en la cavidad de mi pecho. Ojalá pudiera
llevarme a Luthor conmigo. Él, de todos los malditos psicópatas en este
lugar, no merece estar aquí. Es joven y realmente una buena persona. Odio
tener que irme y que él no.
322
Necesito hablar con Kemper. Tenemos que llevarnos a Luthor. No puedo
dejarlo aquí para que se pudra.
No digo nada más durante el resto de la noche, y finalmente Luthor se
queda dormido. Escucho sus respiraciones suaves durante horas por
encima de mi cabeza, y no consigo ni un guiño de sueño. Tengo demasiado
ruido acumulado.
Y Kemper no aparece, lo que me mantiene nervioso. Realmente podría
haber usado uno de esos orgasmos eufóricos para ayudarme a relajarme...
Tan loco como suena, para alguien que acaba de perder la virginidad de su
trasero la semana pasada, lo anhelo dentro de mí ahora. Soy adicto y pasó
muy rápido. Me alarmaría si no estuviera demasiado ocupado fantaseando
con todas las duras crestas de su cuerpo, y el contraste de sus labios suaves
y la forma dulce en que casi me adora.
No lo sé... es complicado, lo que siento por él. Es inesperado y nuevo,
pero quiero explorar estos sentimientos fuera de esta maldita prisión. Quiero
ver si se sentirá igual fuera de estas paredes.
De todos modos, sabía que probablemente no vendría esta noche. Podré
verlo el miércoles por la noche, antes de que todo se estropee. Hasta
entonces, tendré que conformarme con mis recuerdos.
Cerrando los ojos, recuerdo todas las cosas que me ha hecho, midiendo
cómo mis sentimientos sobre esas cosas han cambiado desde el principio.
Pienso sobre eso toda la noche, de hecho, rodando con los sonidos de su voz
en mi mente hasta que finalmente las luces se vuelven a encender en la fila
de celdas y nos reúnen para desayunar.
Estoy cansado e inquieto por las duchas y luego el almuerzo, alterado
y ansioso, así que cuando Rook me agarra al salir de la cafetería, casi salto
de mi piel.
—Vamos, 101 —murmura, llevándome a la celda de Ren en lugar de la
mía sin más palabras.
Cuando me quitan las esposas y Rook se va, le doy a Ren un breve
saludo mientras coloca algunas herramientas en una bandeja junto a su
cama. Ren no tiene compañero de celda, por lo que tiene todo el lugar para
él. Pensarían que la privacidad sería agradable pero el contacto humano es
una necesidad aquí, razón por la cual Ren soborna a los guardias para
dejarle tener visitas.
Todos sabemos que Ren requiere más contacto humano que una
persona normal.
323
Me acerco a donde está jugando con algunos artículos: agujas, un tubo
de tinta, unos hisopos de algodón. No necesariamente en la misma forma
que lo que encuentras en una tienda de tatuajes profesional, pero supongo
que a caballo regalado no se le miran los dientes.
—Entonces, ¿sabes lo que quieres? —Levanta la barbilla en mi
dirección, sin mencionar a Kemper, que creo que estuvo aquí anoche.
Quizás no se hizo mi nombre...
No sé por qué ese pensamiento me deprime. Pero lo sacudo y asiento,
extendiendo mis muñecas y diciéndole lo que quiero que digan las palabras.
Él arquea una ceja hacia mí, y una sonrisa maliciosa cruza sus labios. Pero
no dice nada y simplemente hace un gesto hacia su cama.
—Toma asiento.
Hago lo que dice, y él comienza inmediatamente, sosteniendo mi
muñeca izquierda en su mano, calentando la aguja y mojándola
repetidamente en tinta negra. Duele mucho peor que hacerlo
profesionalmente, pero por supuesto que me gusta. Mi polla quiere
responder al dolor de una manera que sería inconveniente para mí en este
momento, y decido iniciar una conversación para distraerme.
—Entonces, ¿qué vas a hacer para recuperar a Luthor?
Los ojos de Ren se mueven desde donde está grabando las letras en mi
piel hasta los míos.
—Bueno, en primer lugar, nunca lo tuve para empezar. Yo siempre he...
—Traga visiblemente, apretando la mandíbula. Es interesante que alguien
tan seguro como Warren Xavier pueda atragantarse tanto. Y por alguien tan
dulce como Luthor—. He tenido sentimientos por él por un tiempo y lo sabe.
Nos acercamos un par de veces, pero siempre termino adelantándome y
asustándolo. En caso de que no te hayas dado cuenta, él no tiene relaciones.
De ningún tipo.
Pienso en sus palabras por un momento.
—Tienes razón. Pero sé que está interesado en ti, Ren. Claramente se
preocupa mucho por ti. Necesitas mostrarle que vas en serio. Se merece algo
auténtico.
—No es tan simple, Dascha —murmura—. No estoy seguro si estoy...
equipado para darle lo que necesita. Necesita a alguien de confianza,
alguien... monógamo. Y no sé si soy capaz de hacer eso.
324
Pongo los ojos en blanco.
—Eso me suena a mierda.
—Eso es porque no lo entiendes —murmura—. ¿Alguna vez has estado
enamorado, Dascha?
La pregunta me aturde, golpeando mi pecho con tanta fuerza, tan
inesperadamente, que casi puedo sentir que mi corazón se acelera un poco.
Trago el exceso de saliva en mi boca, mientras me pregunto por qué
esta pregunta hace que mi cuerpo reaccione de esta manera.
—Yo... no lo creo... —Esa respuesta se siente como una mentira.
¿Por qué se siente como si acabara de mentir?
—Bueno, entonces definitivamente no sabes cómo se siente amar a
varias personas de una vez. —Continúa, sin darse cuenta de la confusión
que ocurre dentro de mí—. Nunca supe cómo amar a una persona a la vez.
Para mí, el sexo es la única forma en que puedo sentirme... humano. Es la
única forma en que puedo sentir algo, a veces. No puedo atarme a una
persona sabiendo que terminaré lastimándola. Especialmente si esa
persona es Lexington. Me preocupo demasiado por él para hacer eso...
Sus palabras permanecen en el aire entre nosotros y antes de que
pueda siquiera pensar, mi boca se abre.
—Ren, lo que estás diciendo es que Luthor no es suficiente para ti, pero
no le has dado la oportunidad de intentarlo. Eso es jodido.
Ren deja de trabajar en mi muñeca por un momento y mira fijamente
el suelo. Frunce el ceño y parece angustiado. Profundamente preocupado.
Reconozco la mirada.
Vuelve a tatuarme, permaneciendo callado todo el tiempo. Obviamente
sumido en sus pensamientos, y después de que se mueve hacia mi muñeca
derecha, finalmente suspira y dice:
—Entonces, ¿qué me sugieres que haga? Él no me tomará en serio.
—Sí, no cuando admites el fracaso incluso antes de haberlo intentado
—me burlo. Él me mira, y una pequeña sonrisa cubre sus labios—. Mira, no
soy un experto en relaciones. Acabo de descubrir este nuevo lado de mí
mismo y no sé si Kem...
Me detengo antes de decir su nombre y me congelo mientras Ren me
mira boquiabierto. Sus ojos se entrecierran, pero salto hacia atrás con más
palabras antes de que pueda decir cualquier cosa. 325
—Mi punto es que las relaciones son complicadas, pero no puedes
simplemente cerrarte a no hacerlo porque tienes miedo de que no funcione.
Pruébalo, Ren. Si ambos se preocupan por el otro, se deben al otro y a
ustedes mismos al menos intentarlo.
Ren fija sus ojos azul claro en los míos, boquiabierto por un momento
antes que sus labios se curven en una pequeña sonrisa.
—Para alguien que dice que nunca ha estado enamorado, seguro que
sabes mucho sobre el tema...
Tragando mis emociones, mantengo mi rostro quieto.
—Solo quiero que Luthor sea feliz. Y tal vez tú también.
Él se ríe.
—Oh, ¿así que ahora te gusto?
—Estás bien, supongo. —Sonrío, y él se ríe un poco más, sacudiendo
la cabeza mientras continúa con mi tatuaje—. Y das muy buenas mamadas.
—De eso, Dascha, soy muy consciente. —Me guiña un ojo y no puedo
evitar el rubor que se arrastra hasta mis mejillas.
Solo diez minutos más y Ren ha terminado con mis tatuajes. Para ser
un tatuaje de la prisión, no se ve ni la mitad de mal.
Sosteniendo mis muñecas, observo la palabra Mi en la izquierda y
Oficial en la derecha. Exactamente donde me han esposado un millón de
veces desde que llegué a la Penitenciaría de Alabastro, la más dolorosa de
las cuales fue realizada por Kemper. Mi Oficial.
Sonrío al pensar que ya no me esposará cuando tonteemos. Estoy
orgulloso de ese hecho. Para mí, significa que somos más que un simple
prisionero y un guardia.
Él es mi oficial y yo soy su prisionero. Por elección.
Y pronto descubriremos qué significa todo eso en México, en la playa
comiendo tacos y bebiendo margaritas. Realmente espero no estar siendo
delirante al pensar que esto podría funcionar, porque estoy muy emocionado
sobre esto.
—Gracias, Ren —tarareo, y para nuestra sorpresa, lo atraigo para un
abrazo.
Se necesita un segundo para que su leve conmoción desaparezca antes
de que envuelva sus brazos alrededor de mí y apriete. Descanso mi cabeza
en su hombro y abrazo la sensación de alguien que me ha ayudado de una
326
manera que nunca predije necesitar.
—Estarás bien, Dash. —Suspira junto a mi oído y sostiene la parte de
atrás de mi cabeza con la mano—. Tú sabes quién eres.
Asiento, luchando contra la presión detrás de mis ojos. Realmente no
puedo creer que me tomara venir a la cárcel para descubrir todas estas cosas
sobre mí. Deseo mantener este sentimiento. Quiero embotellarlo y tenerlo
disponible siempre que empiece a dudar de mí mismo.
Al salir de la celda de Ren, poseo una sensación de libertad que no
debería tener mientras estoy encadenado como un animal salvaje. Estoy
ansioso por el mañana.
Desafortunadamente, no llego muy lejos antes de que aparezca Velle,
sorprendiéndonos a Rook y a mí.
—¿Qué está pasando aquí? —le gruñe a Rook, los ojos rebotando entre
nosotros, como si sospechara que acabáramos de terminar de follar.
Rook no dice nada, encogiéndose un poco de hombros con lo que Velle
no parece en absoluto satisfecho.
Velle niega con la cabeza en forma de amonestación y luego ladra:
—Déjanos, oficial.
Rook me lanza una mirada rápida, como si quisiera protestar, pero por
supuesto no lo hace, y simplemente se aleja, saliendo de la fila de celdas
para dejarme a solas con mi mejor amigo.
Mirando a Velle, me pregunto qué diablos quiere cuando estoy a seis
putos metros de mi celda.
Agarra mis muñecas, donde las esposas están lo suficientemente
sueltas como para que no interfieran con mis nuevos tatuajes. Velle mira la
escritura negra en mi carne y luego presenta una expresión escéptica.
—Sabes, 101, me he estado preguntando por ti —susurra, dejando caer
mis muñecas—. Pasas muchísimo tiempo en aislamiento. Sigues
apareciendo con todo ese contrabando. —Se acerca más a mi cara—. ¿A
quién te estás follando?
—¿Realmente importa? —Aprieto los dientes—. No estoy haciendo nada
que otros presos no hagan. Debe ser un efecto secundario de este maldito
lugar.
—Solo quiero asegurarme que no te estés aprovechando de uno de mis 327
oficiales. —Me fulmina con la mirada, instándome a dar marcha atrás, lo
que no haré. Este tipo es un puto dolor en el culo.
—Bueno, no he estado con Rook, si eso es lo que te preocupa —digo
levantando mi hombro—. Excepto por esa única vez.
—Un error de juicio de mi parte —gruñe—. No te quiero en ninguna
parte cerca de él de nuevo. Eres tóxico.
—¿Yo? —me burlo—. Ni siquiera he hecho una mierda para justificar
estar aquí. Soy un puto ladrón de bancos, no un psicópata. Solo estoy
tratando de arreglármelas, oficial, así que ¿por qué no me sacas del pedestal
del prisionero y me dejas jodidamente tranquilo?
Los ojos de Velle se entrecierran hacia mí, en una mirada que conozco
muy bien. Su cabeza se ladea hacia la derecha y hay líneas de su frente.
Me mira como si estuviera loco. Maldición, desprecio esa mirada.
—Oh, vaya. Reznikov. —Niega con la cabeza, y un repentino aire de
lástima nos rodea—. Realmente estás jodidamente loco, ¿no?
Mi mandíbula se bloquea y todos mis músculos se tensan.
—No me llames así, maldición.
En lugar de inclinarse, deja escapar una risa condescendiente.
—He visto tu archivo, 101.
Me da un vuelco el estómago
—¿Que se supone que significa eso?
—Significa que sé lo que hiciste para terminar aquí, y tiene muy poco
que ver con los bancos que has robado. —Cruza los brazos sobre su pecho.
Mi cara cae en confusión mientras parpadeo hacia él—. Estás aquí por
asesinato en primer grado.
El silencio parece extenderse entre nosotros por una fracción de
segundo que se siente como una hora. Mi visión vacila, mi cabeza se inunda
de recuerdos, goteando hacia atrás como el agua que siempre gotea en algún
lugar fuera de la vista.
El día que me arrestaron...
El banco. La Cooperativa de Crédito Municipal.
El Scorpion. Lo tenía conmigo... Todo pasó tan rápido y mi adrenalina
estaba disparada. Entrecierro los ojos, los párpados revoloteando una y otra
vez mientras mi mirada se queda en el suelo y pienso... 328
—Le disparé a Mike... —Las palabras brotan de mis labios, pareciendo
provenir de otro lugar completamente.
—Sí. Y mataste a una chica de veintidós años. Otra empleada del
banco. Karly Clayton.
Un grito resuena, vibrando en mis sienes con tanta fuerza que tengo
que cerrar los ojos.
—¿Sabes quién era, 101? —La voz de Velle sondea mi mente y yo
sacudo la cabeza—. Ella era la sobrina del gobernador.
Mis ojos vuelven a mirarlo, con las cejas juntas en consternación. No
sé de qué está hablando.
¿Chica? ¿¿Qué jodida chica??
—Mataste a dos personas, Dascha. —Continúa, acercándose a mí—. A
sangre fría. Una de ellas, familiar de nuestro maldito gobernador. No eres
simplemente un ladrón de bancos. Mereces estar aquí tanto como todos los
demás. Quizás más. Porque claramente estás jodido... —Se burla y sacude
su cabeza de nuevo, sosteniéndome con ojos afilados. Estrangulando la vida
fuera de mí donde estoy parado.
—No... —susurro con incredulidad—. No, eso no es...
—No mientas, recluso —sisea en mi cara y luego me agarra por la
camisa, acercándome—. No hagas ese acto inocente. Eres un asesino.
Admítelo.
Mis ojos están muy abiertos, y las extremidades me tiemblan mientras
mi mente vuela.
—Yo no... recuerdo.
Mi voz se corta mientras aplasto mis ojos para cerrarlos, con todo tipo
de imágenes corriendo a través de mi cabeza.
Voces. Siempre hay voces. No sé de dónde vienen pero...
¿¿Maté a una chica?? No recuerdo...
Eso no fue real, ¿verdad?
Yo no... yo no soy...
Todo mi cuerpo está nervioso y mentalmente estoy perdido. Ni siquiera
sé qué decir o hacer. Las lágrimas se acumulan dentro de las cuencas de
mis ojos, el olor a sangre y pólvora me llama, tan prominente que no puedo
decir qué es real y qué no es.
329
Velle gruñe algo de insatisfacción y me arrastra de vuelta a mi celda,
quitándome las esposas y tirándome adentro antes de irse. Colapsando en
el suelo, me acurruco en una bola, temblando mientras las voces se burlan
de mí, cada vez más y más fuerte, hasta que es demasiado. No puedo
respirar.
No puedo moverme.
Estoy perdido.
¿La maté…? ¿Cómo? ¿Por qué?
¡No lo recuerdo!
—Dash, ¿estás bien, hombre? —La voz de Luthor viene de mi lado
mientras él me ayuda a levantarme, llevándome a la cama—. ¿Qué pasó?
Todavía estoy demasiado aturdido para hablar. No puedo pasar más
allá de los destellos en mi mente, todo es borroso como un revoltijo de sangre
y furia, atormentada angustia.
La cara de mamá. La chica del banco.
Mike.
Kemper.
¿Quién soy?
¿Qué está pasando…?
—No puedo... respirar... —Jadeo, y mi corazón se acelera como loco.
Un sudor frío estalla en mi piel mientras tiemblo y me sacudo.
—Vamos. —Luthor empuja mis hombros hacia adelante—. Pon tu
cabeza entre tus rodillas. Así.
Escupiendo, intento calmarme, pero no funciona. Hay gritos, las voces
de millones de personas, un clamor descarado que brama en mi cerebro.
Tú la mataste.
Asesino.
Asesino.
¡Eres un asesino!
—Inhala por la nariz y exhala por la boca. —Demuestra Luthor—.
Hazlo, Dash.
Asintiendo débilmente, aspiro aire por la nariz, lo sostengo por un
momento y luego lo dejo ir. Frota mi espalda mientras tiemblo, el cuerpo de
mi persona pesado y sin embargo de alguna manera aireado. 330
Apretando los ojos con más fuerza, me concentro en Luthor. La
sensación de su mano sobre mí. La calidez de su presencia amistosa y su
voz tranquilizadora. Mi ritmo cardíaco se regula hasta volverse constante, y
la tensión en mis músculos se relaja un poco.
Muchos minutos después, me siento derecho de nuevo y finalmente
vuelvo a abrir los ojos, parpadeando de nuevo a lo que creo que es la
realidad, pero todavía perturbado por lo que Velle dijo...
No puedo creer que pueda ser verdad.
Necesito largarme de aquí.
—Amigo, ¿qué diablos te pasó? —La cara de Luthor está pintada con
preocupación. Me recuerda el gran amigo que es. Y cuanto necesito sacarlo
de aquí también.
—Luthor, si te dijera que vinieras conmigo al aislamiento mañana por
la noche... —Empiezo, hablando entre respiraciones entrecortadas—. Si te
dijera que podríamos salir de aquí, y todo lo que tienes que hacer es
seguirme... ¿lo harías?
Luthor parpadea con ojos abiertos como platos, como si no tuviera idea
de cómo responder a eso.
—Dash… creo que necesitas descansar un poco. No estás teniendo
ningún sentido.
—No, hablo en serio. —Me paso la mano por la cara—. Me voy de aquí
mañana, Luthor. Y si quieres puedes venir conmigo. Creo que deberías. Este
lugar es... —Niego con la cabeza—. No quiero que te desperdicies aquí. Eres
mi amigo.
Su rostro es la imagen del desconcierto mientras me mira durante
minutos en silencio, con la boca abierta.
—¿De qué estás hablando? —Finalmente jadea—. ¿Cómo puedes
apostar salir de aquí? No tiene sentido.
—Tengo un plan. Lo tenemos... Uno de los guardias es... —Me detengo,
eligiendo no incorporar a Kemper en esto. No quiero joder nada—. Va a
funcionar. Mañana por la noche, a través de aislamiento... Tienes que venir
conmigo, Luthor. Puedes ser libre y vivir. Vivir el resto de tu vida, fuera de
esta mierda. Por favor. Ven.
Le estoy suplicando con mi mirada, clavada en sus ojos vibrantes
mientras las ruedas en su mente giran. Puedo ver que está sucediendo, pero
331
en última instancia es escéptico. Porque se pone de pie y empieza a caminar.
—No. Estás jodidamente loco. No hay forma de que eso funcione, y no
puedo... No voy a... —Se detiene y exhala ruidosamente, meciendo la cabeza
repetidamente—. No sabes de lo que estás hablando. Nadie sale.
—Yo sí. —Salto y agarro sus hombros—. Me voy, Luth. Y necesitas venir
conmigo.
—No puedo. —Su frente se arruga, el rostro grabado con aprensión.
—¿Por qué no? —siseo—. ¿Por qué diablos no puedes al menos
intentarlo?
—Porque... —susurra en un tono quebrado—. No puedo irme...
Mi ira está burbujeando hasta que me detengo por un momento para
leer lo que sus ojos están diciéndome. Mi mano se desliza lejos de él y
parpadeo.
No puede dejar a Ren.
Tragando saliva, miro boquiabierto a mi amigo, que está atrapado en
medio de algo tan jodidamente brutal, y profundamente complicado, que
apenas sabe lo que está haciendo. Pero estaría mintiendo si dijera que no lo
entendía.
Por eso nunca pude salir de casa, después de todo...
Siempre había algo que me retenía allí, ya sea que lo quisiera o no.
Así que no digo nada más. Simplemente asiento en comprensión y
empujo a Luthor a un abrazo. Lo abrazo fuerte, con todo lo que puedo,
porque nunca lo volveré a ver después de mañana, pase lo que pase.
Si me atrapan, podrían matarme. Si no me atrapan, nunca podré volver
a Nueva York mientras viva.
—Eres mi mejor amigo, Luthor —exhalo.
Él asiente y retrocede.
—Independientemente de lo jodido que sea esto, me alegro que hayas
venido aquí. Me alegro de haberte conocido.
Una pequeña sonrisa tira de mis labios, a pesar de todas las cosas
terribles que se acumulan dentro de mí. Algo bueno salió de la Penitenciaría
de Alabastro, y esa es la gente que he conocido aquí, en general. Todos ellos,
incluso Velle. Han cambiado mi mundo.
332
Para bien o para mal.
Otra noche sin dormir.
Después que las luces del pasillo se apagaron, Luthor se fue a la cama.
Y me quedé despierto, caminando de un lado al otro.
Pensando. Recordando o intentando hacerlo.
Hay un vacío en mis recuerdos del día en que me arrestaron.
Lo último que recuerdo es que llevé a la chica fuera para hacer un
último esfuerzo por escapar. Después de eso, me desperté en el coche con
los ojos vendados. No puedo recordar lo que sucedió realmente, y me niego
a creer que maté a una chica inocente.
No quise matarla...
A Mike, seguro. Fue una rata que me traicionó. Merecía morir. Pero la
chica no me hizo nada. Ella solo estaba... allí.
Los recuerdos irregulares desgastan mi mente y, por supuesto, hoy es
uno de los días en que no desayunamos ni nos duchamos. Estamos en la
celda literalmente todo el maldito día, y estoy atrapado con nada más que
mis pensamientos.
Ninguna cantidad de flexiones puede distraerme de los sonidos en mi
cerebro; los ruidos, las voces y los gritos que siguen llegando.
Burlándose de mí. Insultándome.
Homicida.
Asesino.
Malo.
Loco.
Tú la mataste.
Eres un asesino.
Eres un monstruo inútil.
Perteneces aquí.
A las diez horas, mi autodesprecio se convierte en ira. Y mi ira necesita
ser apuntada a alguien. Así que la enciendo hacia la única persona en la
333
que se supone que debo confiar aquí.
La persona que dijo que ya no me haría daño...
Kemper.
Es un guardia. Ha visto mi archivo, al igual que Velle, lo que significa
que lo sabía. Él sabía que yo maté a esa chica, y nunca dijo nada.
Debería habérmelo dicho. ¿¿Por qué no me lo dijo??
Apenas le he dicho unas cien veces que pensé que estaba aquí por robar
bancos. Él sabía que no lo recordaba. Él tuvo todas esas oportunidades para
decirme lo que hice, y mantuvo su boca mentirosa y traicionera cerrada.
Estoy tan agotado, que mis pensamientos apenas tienen sentido, pero
la furia ha secuestrado todas las reflexiones previamente racionales, y ahora
estoy enfurecido. Mi cabeza no está clara. Estoy sin dormir y con adrenalina
forzada, y las putas voces, todas ellas.
Los gritos en el pasillo aumentan, lo que significa que es hora de cenar.
Solo saber que tengo ir a la cafetería ahora mismo y hacer una escena para
que me arrojen en aislamiento pesa sobre mí. Estoy estresado y nervioso, y
jodidamente enojado cuando Rook entra en la celda, esposándonos a Luthor
y a mí. Nos saca hacia el pasillo haciéndonos caminar, más lento de lo que
mi cuerpo tenso puede soportar, hacia la cafetería.
Luthor me da un codazo.
—¿Estás bien?
—No realmente —respondo a través de una mandíbula tensa, pero sin
dar más detalles.
Ni siquiera sé lo que diría...
Me acabo de enterar que soy un asesino. Resulta que merezco estar
encerrado en un lugar del que intento escapar más tarde...
Nos acompañan a la cafetería, de la misma forma que lo he estado
haciendo durante meses, e incluso sabiendo que esta podría ser mi última
visita a esta asquerosa habitación que huele a moho y comida vieja, no
puedo pensar en nada de lo que se supone que debo estar pensando en este
momento.
Todo lo que puedo hacer es mirar alrededor de mí. Por los ojos azul
medianoche, cabello dorado y tatuajes.
Sé que estará aquí arriba ahora mismo. Él tiene que estar.
Porque necesito hablar con él. 334
25
Oficial Kemper

A
lgo me dijo que subiera las escaleras.
El plan era que no vería a Dash hasta esta noche en
aislamiento, cuando pasara por aquí para abrir su celda.
Pero por alguna razón, tuve un fuerte impulso de subir y
asegurarme que esté bien con lo que sea que esté haciendo para que lo
envíen de vuelta a la planta baja.
Y efectivamente, creo que tomé la decisión correcta. Porque no luce
bien.
Puedo decir al mirarlo por un segundo que algo está mal. Está inquieto,
tiene círculos oscuros debajo de los ojos y el cabello, que está creciendo,
está todo desordenado como si hubiera estado tratando de arrancárselo.
En el momento en que le quitan las esposas, inmediatamente busca
alrededor de la habitación. Sé que me está buscando.
Y cuando nuestras miradas se encuentran, observo una emoción en la
suya que no he visto en un tiempo.
Furia.
Inmediatamente comienza a pisotear hacia mí, y mis ojos se mueven
para asegurarme que nadie lo está observando, ya que claramente no le
preocupan sus acciones en este momento. Eso aprieta mi mandíbula.
Necesita tener la cabeza bien puesta. Esto no es una maldita broma.
Nadie parece prestarle atención. Está bullicioso en la cafetería y hay 335
una gran cantidad de reclusos en la línea de comida, agarrando bandejas.
Todos los otros guardias están concentrados en eso.
Pero no yo. Estoy observando a Dash de cerca mientras se acerca a mí,
irradiando una furia silenciosa. Se detiene con solo unos centímetros de
espacio entre nosotros y está furioso. Puedo sentirlo.
Agarrándolo del brazo, tiro de él hacia la vuelta de la esquina,
ligeramente fuera de la vista de todos los demás para poder averiguar cuál
es su problema.
—¿Qué está pasando? —pregunto en voz baja, enfocando mis ojos en
el remolino avellana verde y marrón, que es mucho más oscuro en este
momento, conteniendo su ira.
—Velle me dijo lo que dice mi archivo anoche —gruñe, luego cierra sus
ojos y sacude la cabeza antes de apuntarlos de nuevo hacia mí. Se agarra el
cabello y murmura—: Aparentemente, yo... maté a la sobrina del
gobernador. —Casi se ahoga con la palabra maté, y puedo decir que está
luchando con esto.
Mierda...
Mis tripas se hunden y mis músculos se tensan. Jodido Jesucristo...
Velle. Ese imbécil.
Se suponía que yo debía contarle a Dash sobre eso. Bien, entonces...
esto no es bueno.
Mi boca se abre, pero antes que pueda hablar, él salta.
—¿Lo sabías?
—Dash... —murmuro, manteniendo mi tono lo más pacífico posible.
Ni siquiera me deja intentarlo.
—Maldición, lo sabías. ¡¿Cómo pudiste no decírmelo?!
Su volumen está subiendo un poco con su ira, y necesito mantenerlo
callado. Esto no es parte del plan. No quiero que nadie nos vea juntos. Podría
poner en peligro todo.
—Dash, no es así. Quería decírtelo, solo estaba esperando el momento
correcto.
Extiendo la mano e intento tomar su brazo, pero tira de él hacia atrás.
—No me toques. ¡Deberías habérmelo dicho! —Exhala con fuerza, y sus
ojos caen a mi clavícula, expuesta por el botón superior abierto de la camisa
de mi uniforme. Supongo que se ensanchan cuando nota el tatuaje allí... Su
336
nombre.
Soy testigo de cómo traga saliva mientras su mirada se arrastra hacia
mi rostro. En este momento, quiero agarrarlo y aplastar sus labios con los
míos. Quiero sentir su toque en el lugar donde grabé permanentemente su
nombre en mi carne. Dejarle saber que siempre lo conservaré, pase lo que
pase.
Pero todavía está tan enojado. Sus ojos se reducen a rendijas mientras
se lame los labios.
—Sabías que no lo recordaba, y no dijiste nada. Qué tipo de… —Hace
una pausa y refunfuña algo en voz baja.
Mirándolo con atención, trato de tocar su mano de nuevo.
—Por favor bebé, relájate...
Se aparta de nuevo y me mira, las llamas arden en sus iris.
—¡No seas condescendiente conmigo como si estuviera loco! ¡No estoy
jodidamente loco!
Mis dientes rechinan mientras me inclino.
—Sé que no lo estás. Ahora baja la voz.
—¿No es esta tu responsabilidad? —ladra, y sus ojos se posan en el
tatuaje una vez más. Escaneo la habitación por encima de su cabeza para
asegurarme que nadie escuche. Él está siendo demasiado ruidoso, y estoy a
dos segundos de cubrir su maldita boca con mi mano—. Dices toda esta
mierda sobre cuidarme, pero luego mientes. Como todo el mundo.
Sus palabras duelen. Necesito asegurarle que no hice esto a propósito,
pero está tan agitado, girando en algún tipo de episodio, y ni siquiera me da
un segundo para hablar.
—Deberías habérmelo dicho, maldición. —Continúa, y sus
movimientos se vuelven más nerviosos a cada segundo. Por mucho que me
enfurezca, me preocupa más que nada. Necesito ayudarlo a relajarse antes
que esto se intensifique—. ¿Cómo puedo saber que puedo confiar en ti?
¡¿Cómo puedo confiar en mí mismo?!
—Dascha, cariño, necesitas calmarte. —Le hablo lento, tranquilo,
inclinándome para tomar su barbilla entre mis dedos cuando se niega a
hacer contacto visual—. Si alguien te escucha, no podré...
—¡Deja de intentar manipularme! —Retrocede con fuerza fuera de mi 337
agarre—. ¡Siempre estás haciendo eso! ¡Maldición, ni siquiera sé quién soy
o qué está pasando, y es tu maldita culpa!
—Dascha —siseo, pero es demasiado tarde. Está dando la vuelta,
murmurando para sí mismo, más fuerte de lo que debería, y me doy cuenta
que un par de guardias miran en nuestra dirección—. Dash, por favor. Bebé,
mírame.
—No puedo hacer esto. No puedo... no lo hice. ¡No quise hacerlo! —grita
cubriéndose los ojos con las manos.
Dos guardias, Brenner y Peters, se acercan pisando fuerte y mi corazón
se aloja en mi garganta. Sigo intentando llamar a Dash, pero al mismo
tiempo no puedo dejar que ellos sepan que estoy hablando con él.
No sé qué hacer. Esto lo va a joder todo.
—¿Algún problema, 101? —Brenner evalúa la situación, pero Dash no
es consciente. Está demasiado ocupado entrando en pánico.
—No... no, no basta —sigue murmurando.
Brenner y Peters me lanzan una mirada y me encojo de hombros. No
sé qué más hacer.
—Está bien, chico. Vas a venir con nosotros —dice Peters, sacándose
las esposas mientras alcanza a Dash.
Mi boca se abre como para protestar, pero la cierro de golpe. No puedo
detenerlo. No puedo moverme.
—¡No! ¡Déjenme tranquilo! —grita Dash, y ahora todo el mundo está
mirando en nuestra dirección.
Brenner y Peters rápidamente pierden la paciencia, agarrando a Dash
por sus brazos mientras él lucha contra ellos. Sus ojos están muy abiertos
y confusos, buscándome.
Se bloquean con los míos y gime:
—No, no hagas esto. Lo siento, ¡¿de acuerdo?!
Apretando los labios, utilizo todas mis fuerzas para permanecer
indiferente, obligándome a no involucrarme. Asiento a Brenner y Peters,
sabiendo que necesito actuar como si no me estuviera muriendo por dentro
al ver pasar esto.
—¡Kemper! ¡Por favor! —llora Dash mientras tiran de sus brazos hacia
la espalda, prácticamente levantándolo para que deje de resistirse. Pero él
simplemente no se calmará—. ¡Lo siento! 338
—Tendremos que sedarlo —murmura Peters, haciendo un gesto con la
cabeza a alguien para llamarlo.
Es Velle. Mierda, no. Maldita sea.
Velle irrumpe, sacando una jeringa de su funda.
—Manténgalo quieto.
—No estoy seguro de que sea necesario —ladro, pero todos me ignoran.
—¡No! No, no lo hagas. ¡Por favor! —brama Dash, luchando contra los
dos grandes oficiales con todas sus fuerzas—. ¡Kemper, no me olvides! Por
favor no...
Brenner lo agarra por la barbilla y lo obliga a quedarse quieto mientras
Velle le clava una aguja en el cuello. Trago el dolor como el ardor del licor
más fuerte de la tierra.
¡No le hagas daño! Por favor, no le hagas daño.
Me está matando ver esto. Esto me está matando.
Los ojos de Dash se clavan en los míos.
—Kemper, no me... olvides...
Y luego se queda flácido en sus brazos, con los ojos aún abiertos. Parece
muerto.
Me dejo caer contra la pared detrás de mí, rascando mis uñas en el
cemento tan fuerte que creo que estoy sangrando.
—Llévenlo abajo —exclama Velle, apartando un mechón de cabello de
su cara. Me mira por un momento, y juro que veo una pequeña sonrisa en
sus labios, antes de que gire y se vaya.
Dejando que Brenner y Peters lleven a Dash abajo.
Dejándome caer de nuevo en las sombras.
Porque sé que no lo van a llevar a aislamiento.
Va al ala este.

339
26
Dash
iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii
iiii iiii
60 días dentro.

C
uando mis ojos quieren abrirse, es difícil. Mis párpados
parecen pesar una tonelada.
Tragar también es difícil. Mi garganta está
completamente seca y tengo que chasquear la lengua un
montón de veces para que incluso se mueva. Cuando me lamo los labios,
están todos cortados y agrietados.
Mi cuello apenas puede sostener mi cabeza. ¿¿Qué diablos me pasó??
Cuando mis ojos finalmente se abren y miro a mi alrededor, no
reconozco la habitación en la que estoy. Es mucho más grande que mi celda,
con los presos comunes o en aislamiento. Y con una mirada más cercana,
noto el acolchado en las paredes.
Mierda.
Muevo los brazos y no se mueven. Mirando hacia abajo, mis ojos se
cierran con comprensión.
Tengo puesto un chaleco de fuerza. 340
Mierda, mierda, mierda.
Me duele la espalda de estar tumbado en el suelo. No hay muebles en
esta habitación. Está acolchada por todas partes, y enfrente de donde estoy
acostado hay una puerta; de metal pesado, como las de aislamiento, con
una pequeña ventana de plexiglás en la parte superior.
—Ayuda —gruño, retorciéndome en el suelo hasta que finalmente me
giro lo suficiente como para sentarme. Mis pies están descalzos. No tengo
zapatos ni calcetines—. ¿Hay alguien?
No viene nadie, y decido que probablemente así esté mejor. No quiero
saber quién anda por aquí. La última vez que vi a alguien en una habitación
como esta fue a O'Malley, y no quiero que me hagan lo que le estaban
haciendo a él.
Un escalofrío me recorre la espalda y lucho contra la tela apretada del
chaleco de fuerza un poco más. Odio sentirme atado así. Odio no poder
moverme, y esto es un millón de veces peor que las esposas.
¿¿Qué diablos pasó?? ¿Cómo terminé aquí?
Mi cerebro se esfuerza por recordar. Estaba en la cafetería. Se suponía
que tenía que hacer una escena, para ser enviado a aislamiento. ¿Quizás el
plan salió mal? ¿Me enviaron aquí en cambio...?
Cierro los ojos y trato, con todas mis fuerzas, de recordar.
Mi mente va a Kemper, el corazón se me sube a la garganta. ¿Él está
bien?
No estoy seguro de lo que hice, pero tengo una sensación de
hundimiento en el estómago y puedo ver el rostro de Kemper. Parpadea en
mi mente, Kemper luciendo preocupado. Luciendo... afligido; desconsolado.
No disfruto ver su cara así. Por lo general tiene todo bajo control. No quiero
verlo mirándome como...
Como si estuviera jodidamente loco.
¿Lo estoy?
Tengo puesto un maldito chaleco de fuerza ahora mismo, y estoy en una
celda acolchada... Dímelo tú.
Luchando un poco más dentro del material, me niego a creer que
Kemper se rendiría conmigo. No lo haría.
El plan todavía está en su lugar, solo tengo que salir de esta celda. Él 341
vendrá por mí. Sé que lo hará.
Kemper siempre viene por mí.
Pasa un tiempo y estoy tan deshidratado que estoy alucinando un poco.
Es obvio que me drogaron anoche, y las secuelas de lo que sea que me dieron
son bastante intensas. Estoy agobiado y cansado, pero me las arreglo para
levantarme e ir a la ventana. Mirando a través de ella, no veo nada más que
un pasillo. Es familiar, del día en que Kemper me trajo aquí.
Eso significa que O'Malley está cerca. Y Darcey.
No puedo ver una mierda a través de la ventana, y en las horas desde
que me desperté, no he visto ni escuchado a una sola persona. Es
preocupante, especialmente porque se supone que debería estar escapando
por las alcantarillas en este momento, y encontrarme con Kemper en el
muelle.
No quiero arruinar el plan. No puedo.
Necesito salir de aquí. ¿¿Dónde está Kemper??
Intento algunas cosas mientras deambulo, para ver si tal vez hay
alguna rasgadura en el material del chaleco de fuerza, para salir. Pero no
puedo encontrar nada.
Estoy jodidamente atascado, y cuanto más vuelven mis recuerdos
entrecortados, cuanto más pienso que la cagué.
Maté a esa chica.
Ahuyenté a Kemper.
Todavía no recuerdo haber matado a la chica, pero sé que lo hice. Se
siente como que lo hice y los destellos de sangre y gritos intentan decirme
algo.
Me desconecté ese día cuando estaba golpeando a Ren. Sé que no fue
la primera vez, y probablemente no será la última.
Cayendo al suelo derrotado, las lágrimas amenazan con estallar por
detrás de mis ojos. No quiero perder a Kemper. No quiero quedarme
atrapado aquí, siendo torturado, tocado y pinchado por médicos.
Tengo miedo.
Tragando saliva, me acuesto de costado en el suelo para descansar mi
cabeza pesada. Pero entonces unos pasos aguzan mis oídos. Vuelvo a
levantarme y miro la puerta. No suenan toscos, como los de Kemper. En
realidad, son muy silenciosos, pero aun así puedo oírlos. Es el primer ruido 342
que escucho desde que estoy aquí.
Los pasos se acercan cada vez más a mi puerta y mi cuerpo se tensa.
El sonido de las llaves tintineando afuera de mi puerta trae una ola de terror.
Me paro y retrocedo contra la pared opuesta, temiendo a quien sea que esté
a punto de entrar aquí.
Puedo ver una sombra a través de la ventana, pero no estoy seguro de
quién es porque las llaves desbloquean la puerta y se abre una rendija. Unos
ojos grises familiares protegidos por unos anteojos de montura negra son lo
primero que veo al mirar. Entrecierro los ojos hacia la figura a medida que
la puerta se abre más, y entra.
—¿Darcey? —pregunto, dando un paso adelante.
Estoy atónito. No tengo idea de lo que está haciendo aquí.
No dice nada, pero mientras se mueve hacia la luz, y me acerco un
poco, mis ojos se amplían.
Está cubierto de sangre. Y quiero decir, empapado.
Hay sangre en toda su ropa, que creo que alguna vez fue del gris claro
que todos usamos. Ahora es de color granate oscuro; sus brazos, manos y
cuello están todos cubiertos de rojo. Tiene salpicado su rostro, incluso sus
lentes. Él debe darse cuenta, porque se los quita y trata de limpiar los lentes
de su camisa, pero simplemente lo empeora.
Me acerco a él.
—Aquí. Límpialos sobre mí.
Sus ojos se iluminan un poco, y una pequeña sonrisa arquea sus labios
mientras limpia la sangre de sus lentes en mi chaleco de fuerza.
¿Qué diablos está pasando ahora mismo?
—Gracias. —Parece mucho más aturdido de lo que lo había visto antes.
Es como si estuviera en un trance; sus movimientos son lentos, casi
sedados, en cierto sentido.
—¿Esa es… tu sangre? —pregunto, vacilante. No estoy seguro de querer
saber la respuesta.
—Siempre es mi sangre. —Su voz suena pequeña, prácticamente
inexistente.
Luego saca una navaja mariposa de su bolsillo trasero y la abre.
Trago saliva.
343
—Darcey... no. —Mi cabeza se sacude mientras trato de retroceder.
Pero murmura:
—Quédate quieto. —Y comienza a cortar el material de mi chaleco de
fuerza. Corta la tela en zigzag hasta que puedo retorcerme y liberarme de su
fuerte agarre.
Finalmente puedo respirar, estirando los brazos.
—Gracias.
—De nada —dice pacíficamente, y no tengo la menor idea de por qué
está cubierto de sangre o cómo consiguió las llaves de mi celda. Pero estoy
agradecido.
No puedo perder más tiempo. Necesito largarme de aquí.
Kemper podría estar ahí afuera esperando, y no quiero perdérmelo.
—Darcey, me voy a largar de aquí —le digo, moviéndome hacia la puerta
y mirando hacia el pasillo para comprobar si hay señales de alguien.
No veo a nadie, y al final del pasillo está la puerta sobre la que Kemper
me estuvo diciendo. Hay una cámara allí, pero si puedo pasar a hurtadillas,
puedo llegar a las alcantarillas como planeamos.
—Puedes venir —le digo, volviéndome para encontrarlo mirando el
suelo. Es como si estuviera en una especie de estado catatónico.
Me mira, y el tamaño de sus pupilas me sorprende. Son enormes.
—No, gracias —susurra—. Me quedaré un rato. Quiero ver cómo va
esto... —Algo de diversión destella en sus ojos mientras mira más allá de mí,
hacia qué, no tengo idea.
¿Qué pasa con todos estos tipos que quieren quedarse en este maldito
lugar?
Me lo quito de encima y digo:
—Está bien, estoy fuera. ¿Esas llaves abren esa puerta ahí fuera?
Él asiente y me entrega las llaves.
—Llévatelas.
—Gracias. —Agarro las llaves en mi puño, preparándome para ir. Esto
es todo. Pero primero, mis ojos caen a sus pies—. ¿Qué tamaño de zapato
calzas?
Se ríe y se quita las zapatillas sin decir una palabra, dándomelas, sin
vacilaciones. Me las pongo y encajan perfectamente. 344
—Gracias de nuevo, Darcey. —Ladeo la cabeza. Este tipo está loco de
atar y, sin embargo, creo que es mi amigo.
Todos estamos jodidos aquí, después de todo.
—De nada, Dash. —Hace un pequeño saludo, sus movimientos son
flexibles, si no lentos—. No nos olvides.
—Oh, no lo haré. —Sonrío, devolviéndole el saludo mientras salgo de la
habitación.
Acechando el pasillo, lentamente, me acerco de puntillas a la puerta y
utilizo las llaves para desbloquearla. Miro a la cámara, moviéndome hacia
las sombras, como Kemper me instruyó, abrazando la pared mientras me
apresuro a través del pasillo hacia la esquina. No tengo idea de qué hora es.
Puede que ya ni siquiera sea jueves, así que no estoy seguro de cuántos
guardias están trabajando detrás de la cámara.
Pero tengo que intentarlo. No puedo preocuparme por eso ahora mismo.
Lo voy a lograr.
Me voy a la mierda.
Sigo todas las instrucciones de Kemper que memoricé. Derecha,
izquierda, izquierda, derecha, hasta que finalmente llego al canal de
alcantarillado. Tengo que arrastrarme por una pequeña escotilla y luego
bajar por una escalera, lo cual es horripilante como el infierno. Es pequeño,
y más apretado de lo que me siento completamente cómodo, pero me niego
a pensar en ello mientras me fuerzo a atravesarlo, por unos tres metros. Y
luego bajo la escalera.
En la alcantarilla, hace frío, está oscuro y huele horrible. Pero sigo
adelante.
Sigo moviéndome.
Sería más rápido si tuviera una linterna, pero no la tengo, y tengo que
palpar alrededor para averiguar a dónde voy. Vadeando lodo, tomo un par
de giros equivocados, ya que todo se ve igual, y termino retrocediendo.
Parece que he estado caminando por aquí durante una hora.
Todo está completamente negro, incluso después de que mis ojos se
hayan adaptado a la luz. Un chillido debajo de mi pie me hace estremecer.
Pisé una rata. Dios, esto es repugnante.
Pero finalmente llego al final. Agotado y cubierto de mugre.
Pateando la rejilla al final, salgo a la vista de árboles y césped. Por 345
primera vez en meses, puedo ver el cielo.
Las lágrimas caen de mis ojos mientras el aire fresco pincha mi piel. La
brisa cepilla mi carne mientras dejo escapar una risa sollozante.
Y no está lloviendo, pero levanto las manos en el aire, como hizo Andy
en The Shawshank Redemption.
Soy libre. Soy jodidamente libre.

Mis piernas están ardiendo, al igual que mis pulmones.


He estado corriendo, trotando por el bosque, apenas durante quince
minutos. Pero después de no hacer cardio durante meses, esto es realmente
agotador en este momento.
Kemper dijo que a menos de tres kilómetros a través del bosque
encontraría el pequeño muelle. Probablemente podría haber llegado antes si
no me hubiera detenido con cada ruido que escuchaba.
Me aterroriza que perros de búsqueda salten de la nada y me ataquen,
o que Velle salte de alrededor de un árbol con su Glock apuntando a mi
cara. No dejo de escuchar helicópteros en el cielo.
Pero ni siquiera he vislumbrado ninguna señal de que sea real. Estoy
viendo cosas...
Son mis nervios. Mi adrenalina está más allá de lo creíble y está
jodiendo conmigo. Eso es todo.
Necesito llegar a ese maldito muelle. Necesito llegar a Kemper.
Me detengo y me apoyo en un árbol para recuperar el aliento. Mis
manos agarran la corteza y aprietan, porque mierda, pensé que nunca vería
otro árbol de nuevo. Una gaviota grazna sobre mi cabeza y me estremezco,
luego me río de mí mismo. Esto es una locura. Estoy afuera.
La sonrisa cae de mis labios cuando miro al suelo, a las zapatillas de
Darcey en mis pies, todas marrones por la alcantarilla, pero todavía con
rastros visibles de sangre en ellas.
No me lo estoy imaginando, ¿verdad? Por favor, Dios, que esto sea real.
Le doy una patada a algunas hojas y tierra en el suelo, haciendo un 346
pequeño agujero con la punta de mi zapato. Estoy aquí. Sé que lo estoy.
Esto es real. Tiene que serlo.
Parpadeando con fuerza, me sacudo. No tengo tiempo para esto. Estoy
cerca del muelle, lo sé. Puedo oír el océano. También puedo olerlo; más
fuerte que nunca.
Mirando a mi alrededor una vez más, me levanto y empiezo a correr de
nuevo, moviéndome entre los árboles. Solo unos minutos más y veo algo a
la distancia.
Es la costa. Un poco de arena y, efectivamente, un pequeño muelle.
Hay un cobertizo para botes allí también. Allí debe ser donde está Kemper.
Gracias a Dios.
Exhalo, y una sonrisa incontrolable cruza mis labios mientras corro
hacia allí. Pero algo me detiene. Voces. O al menos una.
El miedo se apodera de mis entrañas mientras retrocedo contra un
árbol para mantenerme oculto. Conteniendo mis respiraciones erráticas,
trato de escuchar.
Las voces no suenan exactamente cercanas. De hecho, parecen estar
viajando de otro lugar.
Confundido, miro alrededor del árbol y mis ojos escanean. Es difícil de
ver, ya que todavía estoy dentro del bosque, y decido escabullirme, con
cuidado, hasta donde los árboles terminan y se encuentran con la orilla. A
medida que me acerco, descubro por qué suenan así las voces.
Justo en la orilla del muelle, a menos de un kilómetro de distancia, hay
una enorme mansión. Estoy hablando de gigantesca. El lugar es como un
palacio, hecho casi en su totalidad de lo que parece ser mármol blanco.
Nunca he visto algo así, y me quedo boquiabierto ante la
monstruosidad mientras miro hacia arriba, un gigante incluso desde tan
lejos como estoy.
Ese debe ser la casa del alcaide. ¿Cómo dijo Luthor que se llamaba?
La Mansión Ivory.
Ahí es donde vive el alcaide, con todos los guardias que residen en el
lado opuesto. Bueno, puedo ver cómo eso es posible ahora. Creo que la
mansión es más grande que la Penitenciaría de Alabastro.
Mis ojos escanean el exterior para encontrar de dónde venía la voz, y
veo a alguien parado en un balcón. 347
Me escondo rápidamente cuando me doy cuenta que es el alcaide.
¡Mierda!
Pongo mi mano sobre mi corazón mientras trata de saltar fuera de mi
cuerpo. No me vio, ¿¿verdad??
Todavía puedo escucharlo hablar, y su voz viaja debido a lo alto que
está sobre el océano. Qué vista tan espectacular debe ser...
¿Pero con quién está hablando?
Asomándome de nuevo, lo miro, paseando, con la mano en la cara. Él
está hablando por teléfono. Y claramente no está feliz, hablando lo
suficientemente alto como para que su voz sea estruendosa. Parece enojado.
Y ahora sé que necesito escucharlo. Porque si está hablando de mi fuga,
creo que eso es algo que debería saber.
Solo puedo distinguir algunas pocas palabras, pero aún no ha dicho mi
nombre. Logro discernir las palabras no importa, inaceptable, y ¡¿cuánto me
costará esto?!
Entonces escucho algo que anima mis oídos.
Todavía es entrecortado, pero algo como, no había terminado con ese
idiota irlandés. Ahora tengo que limpiar tu desorden.
Entrecierro los ojos y parpadeo. ¿O'Malley? ¿¿De qué está hablando??
Estoy confundido, pero tengo cosas más importantes de las que
preocuparme en este momento. Si el ala del alcaide está justo ahí,
probablemente podrá oír el motor del bote cuando lo encienda. Esto es
realmente peligroso y no tengo idea de por qué Kemper no habría
mencionado que el jodido lugar donde vive está tan cerca del puerto. ¿¿Por
qué no me dijo que el alcaide estaría jodidamente ahí??
Estoy estresado, frustrado y agotado. Quiero meterme en ese maldito
cobertizo para botes para poder ordenar mis pensamientos, pero creo que
está claro que necesito al menos esperar hasta que el alcaide vuelva a entrar.
Esperando a que termine su llamada, miro al cielo. Está gris y nublado
hoy, pero basándome en el hecho de que realmente no puedo encontrar el
sol, supongo que debe ser más tarde en el día. Si esperamos hasta que
oscurezca, probablemente sea nuestra mejor apuesta para salir de aquí sin
que nadie escuche o note el bote.
Solo un par de minutos después de ladrar cosas, el alcaide regresa a
pisotones dentro de su palacio, y aprovecho la oportunidad para cruzar la
orilla hacia el muelle. Subiendo a la madera, abro de un tirón la puerta del 348
cobertizo, tan jodidamente ansioso por ver a Kemper, que mi corazón
prácticamente se sale de mi pecho y cae al suelo cuando no encuentro nada
más que cosas de barcos dentro.
Tragando mis sentimientos, voy a un agujero en el suelo y salpico agua
sobre mí mismo, lavando algunos restos repugnantes de la alcantarilla.
Todavía no me estoy volviendo loco. Kemper está en camino.
Estoy seguro que se retrasó, ya que el plan se desvió por un momento.
Pero tan pronto como llegue al ala este y se dé cuenta que me he ido, vendrá
inmediatamente al muelle.
Solo necesito darle algo de tiempo. Estará aquí.
Me enjuago las zapatillas de Darcey, encogiéndome por cuán
desgarrados y andrajosos están mis pantalones del mono. No estoy seguro
en qué estado se encuentra mi casa, pero rezo para que haya al menos
todavía una muda de ropa allí.
Mi corazón se encoge en mi pecho por un momento aterrador.
Mamá.
Maldición... ¿Qué le ha estado pasando desde que me fui?
Me pregunto si le dijeron que estaba muerto. Parte de mí espera que lo
hayan hecho...
Pero no importará. Nada de eso lo hará.
Las voces asaltan mi cerebro y mis ojos se cierran con fuerza.
¡No, por favor! ¡Por favor, no me hagas daño!
Mamá te ama, malysh.
Siempre serás el buen chico de mamá.
Basta... no lo hagas.
¡NO!
Disparos y gritos resuenan en mi cabeza hasta que caigo al suelo
sosteniendo mi cabeza con mis manos. La empujo entre mis rodillas y la
cubro con mis brazos, balanceándome hacia adelante y hacia atrás para
calmar el ruido.
Déjame tranquilo.
No me toques.
349
Basta.
Basta...
¡BASTA!
La sangre está por todas partes detrás de mis ojos; una pantalla de
color rojo oscuro tan intensa que puede olerla. Tengo arcadas y me acuesto
de lado, haciéndome un ovillo.
¿Dónde está Kemper?
Lo necesito.
Kemper, por favor ven pronto.
Por favor.

Han pasado horas, y mi cadera se ha adormecido por estar acostado en


este piso de madera por tanto tiempo.
Mi corazón descansa, marchito en la cavidad hueca detrás de mis
costillas mientras miro la puerta del cobertizo. Está oscuro a mi alrededor,
un reflejo de cómo me estoy sintiendo.
Perdido.
Él no vendrá. ¿Por qué no viene?
¿Se olvidó de mí? ¿Cambió de opinión?
¿¿Por qué no está aquí??
Me trago la opresión aterrorizada de las lágrimas que quieren abrirse
paso por mi cara y presiono mi mano contra mi pecho. Mi latido es
superficial, como si le faltara la mitad de su fuerza.
No puedo creer que me enamoré de sus palabras y su actitud posesiva.
Me dijo me cuidaría, pero no está aquí.
O cambió de opinión y decidió que no quiere que yo sea suyo, o nunca
lo dijo en serio en primer lugar. Tal vez solo quería deshacerse de mí. Quizás
todo este plan era para sacarme de su vida.
Sollozando mientras me incorporo, me froto los ojos tristes. Es una
tontería por mi parte quedarme aquí un segundo más. Podría haber grupos
de búsqueda en todas partes. Soy un puto idiota por esperar tanto como lo 350
hice.
Tengo que irme.
Poniéndome de pie, todo mi cuerpo está abrumado por la derrota. Hacer
esto solo es algo que nunca quise hacer. Pero lo haré, si es necesario. Voy a
llegar a Tulum. Puedo obsesionarme con Kemper todo lo que quiera una vez
que llegue allí, pero ahora mismo, necesito seguir moviéndome.
Agarro dos latas de gasolina y bajo por la escalera que te deposita justo
en el bote, subiendo a él. Escaneando los controles, respiro profundamente
y lo dejo salir rápidamente. Con suerte, conducir un bote no sea tan difícil,
porque ciertamente no había planeado ser el que hiciera esto.
Las llaves ya están en el encendido, lo que parece extraño. Pero
entonces supongo es exactamente como Kemper dijo que sería. Hago a un
lado su nombre y lo enciendo, el motor zumba, no tan fuerte como pensé
que sería, gracias a Dios.
Me toma un momento dominar los controles y casi choco el costado del
muelle probando la marcha atrás por primera vez, pero lo recojo lo
suficientemente rápido, y tan pronto como estoy lejos de la madera, lo
disparo, hacia afuera, al océano.
Está oscuro, es muy difícil de ver con un solo faro pequeño que no
atraviesa exactamente mucho la niebla. Pero sigo adelante. Sigo
conduciendo, tan rápido como me siento seguro viajando, hacia la noche,
con agua rociando a los lados, y viento húmedo golpeando mi cara.
Tengo la suerte de tener un buen sentido de la orientación, pero
también hay una brújula en el tablero, y por lo que me dijo Kemper, solo
necesito mantener dirección sur para llegar a Coney Island. Bueno, suroeste.
Supongo que iré al suroeste en el futuro previsible.
Mi mente está relativamente despejada mientras conduzco, los cielos
están negros y no revelan helicópteros de la policía, ni focos. Solo algún
avión ocasional sobrevolando y lo bajo que están me permite saber que me
estoy acercando a la ciudad.
El aire se está congelando, pero todavía se siente mejor que congelarse
en una celda diminuta. Me pregunto cómo le irá a Luthor. Supongo que
todos están durmiendo ahora. Ren probablemente esté haciendo algo que
no debería... A menos que haya tomado mi consejo y decidiera actuar
correctamente. Espero que lo haga.
Quiero que él y Luthor sean felices. Y Kang, Joy, Rook, Darcey...
demonios, incluso Velle.
351
Espero que estén todos bien. Y... Kemper.
Mis pensamientos se ahogan con su nombre. Se suponía que debía
estar aquí ahora, conduciendo el bote. Se suponía que debía estar conmigo.
Necesito saber qué le pasó. Pero tendrá que esperar.
Porque ahora mismo, puedo ver una costa en la distancia que es
definitivamente Coney Island. Cuando veo el Cyclone 25, una sonrisa se
apodera de mis labios. Recuerdo la última vez que fui a ese paseo...
Tenía dieciséis años y quería celebrar el robo de una tienda solo. Quería
demostrarme a mí mismo que no necesitaba a mi papá cerca; que podía
funcionar muy bien por mi cuenta. Lola y yo fuimos a Coney Island,
compramos salchichas empanizadas en Nathan's y la llevé al Cyclone. Ella
gritó todo tiempo, y me hizo reír. No le tiene miedo a una mierda, así que
fue muy gracioso verla enloqueciendo como una chica así.
En los últimos años, la única vez que he ido a Coney fue para reunirme
con gente turbia y hablar de negocios. Ahora desearía haber ido más para
pasar el rato y divertirme. Rara vez me divierto.
Decidido, creo que me divertiré en Tulum.
Cuando me acerco lo suficiente, apago las luces para evitar ser
detectado por los guardacostas. Realmente no veo a nadie, pero no me
arriesgo. Una vez que estoy a poca distancia de la orilla, abandono el bote y
me sumerjo en el agua. Nado hacia las rocas junto a uno de los muelles,
tratando de permanecer escondido mientras subo por el costado y me deslizo
hacia el paseo marítimo.
Por lo general, hay policías patrullando por todo este lugar, pero
conozco los mejores espacios para evitarlos, que es lo que hago. Me
escabullo, con cuidado, a través de un callejón entre el parque temático y
Popeye's, y luego estoy fuera de peligro.
Ahora solo soy un bicho raro al azar que camina por las calles de noche
con ropa andrajosa y empapada. Es Nueva York. A nadie le importa un
carajo.
Camino hacia una parada de taxis que conozco un par de cuadras más
abajo y me subo al coche amarillo, dándole al conductor mi dirección.
Mientras conduce, apoyo mi cabeza en el reposacabezas, soltando una
pequeña risa para mí.
352

25Cyclone: El ciclón de Coney Island es una montaña rusa de madera en Luna Park en
Coney Island, Brooklyn, Nueva York.
No puedo creer que lo hice. Jesucristo, escapé de la prisión. ¿¿Esto
sucedió??
Estoy un poco conmocionado, viendo todos los edificios, casas y
personas pasando por las ventanas mientras conducimos por las calles. Se
siente como si nunca siquiera me hubiera ido. Y claro, no me fui tanto
tiempo como cualquier otra persona que esté adentro, considerando que yo
era el recluso más nuevo. Pero fue lo suficiente como para que me dé cuenta
que tengo que dejar de dar la vida por sentada.
Me han dado una segunda oportunidad, una nueva vida en bandeja de
plata. Sería un tonto no tomar esto y seguir la corriente.
Será difícil despedirse de Nueva York. He vivido toda mi vida aquí. Pero
claro, he estado soñando con Tulum desde que era adolescente. Solía cerrar
los ojos por la noche, meciéndome en mi pequeña cama, soñando con un
paraíso tropical, con palmeras, motos de agua, y bebidas servidas en cocos.
Este gran escape siempre ha sido mi plan, incluso antes de terminar
en prisión.
Así que aprecio el aspecto de Brooklyn por la ventana del taxi, sabiendo
que esta es la última vez que lo veré. Y estoy bien con eso. Más que bien.
Estoy aliviado.
Hasta que el conductor se detiene frente a mi edificio y trago saliva. Oh,
mierda...
Hay una cinta de advertencia de la policía sobre nuestra puerta.
—Oh, no. No, no, no —murmura el conductor—. Sal de mi coche. ¡Sal
ahora! No quiero tener nada que ver contigo.
—Pero tengo que pagarte —murmuro.
—¡No! ¡Solo vete! —me grita, echándome fuera del vehículo.
En el segundo que cierro la puerta, se aparta del bordillo mientras me
froto detrás del cuello. Volviéndome hacia mi casa, ni siquiera sé qué hacer.
Esto es malo... no esperaba esto.
¿Han pasado meses y todavía tienen la cinta puesta? Espero que no
hayan encontrado mi dinero...
Escabulléndome por la parte trasera hacia la ventana de mi habitación,
subo, de la forma en que siempre solía entrar y salir a escondidas. Chocando 353
contra mi habitación, miro a mi alrededor con nostalgia descontenta. Diría
que se ve exactamente igual, pero realmente no lo hace. El lugar está
destrozado.
Todo ha sido derribado y revuelto. Los polis obviamente estaban
buscando mis fondos para la escapada, o evidencia de algo. No estoy seguro
por qué, si ni siquiera estaban armando un caso en mi contra. Ellos
decidieron que era culpable y me arrojaron a Alabastro sin ni siquiera
decirme adiós. Tiene poco sentido que intentaran conectar algún punto.
Me dirijo directamente a mi armario, y el corazón me late con fuerza en
la yugular. La totalidad del contenido está prácticamente volteado, pero el
alivio inunda mis extremidades cuando noto la pared falsa, todavía intacta.
Suspiro con fuerza y me dejo caer al suelo, sacándola para encontrar
mi caja fuerte. Todavía aquí.
—Sí —lloro suavemente, apoyando mi frente en ella—. Gracias.
Gracias, gracias, gracias.
Abriendo la caja fuerte, saco mi alijo para la fuga, por completo. Podría
llorar, estoy tan feliz.
Trescientos cuarenta y dos mil dólares en efectivo. Y mi pasaporte falso
de un David Renier.
Todo está aquí. Todo lo que necesito para largarme. Además, mi mapa
de Tulum, y el folleto de un resort en el que siempre quise vivir, llamado
Abre Tus Ojos.
Suspiro y agarro una mochila, metiendo todo dentro. Entonces me
cambio de ropa, poniéndome una gorra de béisbol azul, con suerte para
mantenerme discreto. Mirando alrededor de la habitación, me despido
rápido de este dormitorio donde he vivido toda mi vida. No contiene ningún
recuerdo maravilloso en particular, así que estoy bien dándole el dedo
medio, mientras voy a arrastrarme hacia fuera de la ventana.
Pero algo me detiene. Un cosquilleo recorre la base de mi columna
hasta mi cráneo.
Tragando saliva, me doy la vuelta y miro la puerta.
Mamá.
Ella no debe estar aquí... ¿cierto? Quiero decir, el lugar parece la escena
de un crimen. ¿Por qué estaría ella todavía aquí?
Pero tengo que comprobarlo. Antes de irme para siempre... creo que
necesito comprobarla.
354
Enderezándome, suspiro y camino hacia la puerta, moviéndome
glacialmente por el pasillo hasta la habitación de mi madre. Más cinta de
precaución.
Trago. Parpadeo.
Mi mano tiembla al girar la manija, y una terrible incertidumbre me
llena como arena mientras abro la puerta y miro dentro...

355
27
Dash

E
nfermo.
Mi mirada vacía permanece apuntada hacia arriba.
Hay una grieta en el techo, en el yeso. Es más gruesa que
hace un año, creo.
Quizás este lugar se esté derrumbando. Desmoronándose, al igual que
la gente que está dentro.
Enfermo.
Su mano roza mi brazo, trago saliva y vuelvo a cerrar los ojos. Solo
deseando estar en otro lugar.
En México. Muy lejos de aquí.
—Dascha, eres perfecto, mi dulce malysh. —La voz de mamá tararea
desde mi lado mientras su cuerpo hace crujir las sábanas de la cama—. Un
hombre mucho mejor que tu padre.
Encogiéndome, me duele el cerebro, la estática en mi mente se convierte
en susurros. Cuándo sus dedos rozan algo de la tinta en mi pecho que siempre
traza, las voces se vuelven más fuertes.
Enfermo, enfermo, enfermo.
Estás enfermo.
—No me gusta esto. —Me ahogo con mis palabras. No es que importen.
A ella no le importa.
356
Ella nunca lo ha hecho, no desde que él se fue.
En lo que a ella respecta, lo reemplacé. Pero yo no quería.
No quiero esto.
—Tonterías, cariño. —Resopla, y mis ojos se abren para mirarla mientras
sus delgados dedos rozan los mechones enredados de cabello rubio
plateado—. Lo disfrutas. Puedo decir que lo haces.
La bilis sube, quemando mis entrañas mientras la presión se acumula
detrás de mis ojos; el grosor aprieta mi garganta y mi pecho, y solo quiero
morir.
La cama huele a ella y a nosotros juntos, y es nauseabundo.
Sé que no está bien... Me ha estado haciendo esto durante dos años,
desde que él se fue. Ella sabe que no quiero, y de todos modos me obliga.
Sueño por la noche con llevarme un cuchillo a las muñecas. Cortando mis
venas y viendo la sangre espesa brotar de mi cuerpo, brotando y drenándome
hasta que no quede nada.
Enfermo, enfermo, enfermo.
Estás enfermo.
Repugnante.
¡Vil!
Cubro mi rostro con mis brazos, tratando de sacudir las voces, pero no
se detienen. Son tan ruidosas.
—Dascha, cariño, relájate. —Mamá acaricia mi cuello, luego presiona un
beso en mi bíceps—. Ve a buscarle una bebida a mamá, ¿quieres?
Siempre es así. Una copa antes y una copa después.
Mi caparazón hueco se arrastra fuera de la cama y no me molesto en
vestirme. La miro una vez mientras enciende un cigarrillo, acostada en su
cama, una sábana cubriéndola del pecho para abajo.
Mi cabeza se inclina hacia un lado.
Sabes lo que tienes que hacer...
Hazlo, Dascha. Es la única forma.
La única forma de detener esto.
Obligando a mis pies a moverse, salgo de su habitación y voy a la cocina.
Voy por la botella de vodka, sirviéndole un poco en un vaso. Y luego abro un
cajón, sacando el cuchillo de cocina más afilado que tenemos.
357
Sostener la fría hoja contra mi piel me da escalofríos. Mis ojos se cierran
y exhalo, rezando por una dulce liberación.
Orando por el fin de las pesadillas y la tristeza.
Y el mal.
¡Hazlo, Dascha! Debes hacerlo ahora.
Mis párpados se abren y recojo el vaso, regresando a la habitación de
mamá. Mis movimientos son elegantes y constantes cuando entro al
dormitorio una vez más, sosteniendo la bebida, mientras mi otra mano
permanece detrás de mi espalda.
Mamá toma el vaso y me sonríe, bebiendo de él. Arrastrándome hacia la
cama, me arrodillo a su lado, mi mirada hosca fijada en su bonito rostro. En
la suave pendiente de su largo cuello...
—Mamá... —susurro, y las voces en mi cerebro son tan fuertes que
apenas puedo oírme.
—¿Pa, dorogoy? 26 —Ella se ve joven en este momento, su piel pálida en
cadencia con la ropa de cama de color crema.
Parpadea y sus ojos verdes brillan como esmeraldas.
—Lo siento —susurro.
Y miro su ceño fruncirse mientras lanzo mi mano derecha hacia adelante,
apuñalando un costado de su cuello con el cuchillo.
¡Dascha!
Intenta croar mi nombre, pero es ininteligible mientras la sangre brota de
su arteria carótida a través del agujero que acabo de hacer en su yugular.
Miro su rostro de cerca, estudiando las líneas y los cambios en su expresión
desconcertada.
Me pregunto qué siente. Si duele. Si duele más saber que su hijo
simplemente le quitó más de lo que ella le ha estado quitando durante años.
El rojo empapa las sábanas, salpicando mi visión mientras levanto el
cuchillo de nuevo y lo sumerjo en su pecho. Es difícil atravesar la coraza, pero
soy lo suficientemente fuerte como para hacerlo.
El aire sale de entre sus labios y tose, el pulmón perforado, escupiendo
sangre de su boca sobre mi pecho desnudo. Levanto el cuchillo una vez más
y la apuñalo en el estómago. Entonces otra vez, y otra vez... Y otra vez.
La sangre salpica mi piel, mi cara, mis brazos, cuanto más la apuñalo y
la traspaso, mientras gorjea y toma su último aliento.
358

26 Sí, cariño, en ruso.


—¡Estoy enfermo por tu culpa! —grito, apuñalando más y más—. ¡Él se
fue por tu culpa!
Gruñendo y resoplando, el deslizamiento, deslizamiento, deslizamiento
de una cuchilla penetrando su carne es todo lo que escucho. Las voces se han
detenido. Silenciado.
Me rindo soltando un aliento entrecortado y me limpio la frente con una
mano ensangrentada, los restos pegajosos manchan mi cara. Pero no me
importa.
Estoy ingrávido.
—Y no me gusta —susurro, cerrando los ojos mientras mi cabeza cae
hacia atrás.
No me he sentido tan libre desde que era un niño pequeño, cuando mi
padre me llevó en un barco, en verano. El viento golpeaba en mi cara. Fue
fortuito.
En este momento, sin embargo, la tranquilidad es igualmente serena. Mi
cuerpo es mío y solo mío.
No de ella. Nunca más de ella.

Han pasado horas. Muchas, muchas horas de trabajo y estoy fatigado.


Tuve que cortar el colchón de mamá en pedazos, lo que me costó un poco
de esfuerzo. Tuve que cortar a mamá también.
La llevé a la bañera y le quité los brazos y las piernas. Y luego la cabeza.
No fue fácil. Pero lo hice.
Bajé todo por las escaleras, cargando las partes de mamá en un cesto
de la ropa de mimbre. Encendí la caldera gigante, tan fuerte como fue posible,
y alimenté todo adentro, una pieza a la vez. Lo quemé todo.
Toda la ropa de cama, los trozos de colchón.
Y luego a mi madre. Quemé las partes de su cuerpo, porque era la única
forma.
359
Ella todavía está ardiendo ahora, y estoy observando las llamas a través
del vidrio en la pequeña puerta con bisagras de la caldera.
No siento nada. Ni dolor, ni arrepentimiento, ni empatía.
Si eso significa que soy un sociópata, que así sea.
Todas y cada una de las veces que grité por dentro cuando ella me tocó
se han convertido en humo en el cielo de Nueva York. Cada toque de dolor que
sentí en el placer que ella forzó sobre mí, que no quería... Todo se ha ido ahora.
Todo ha sido quemado.
Escucho pasos en la parte superior de los escalones que dan hacia el
sótano y mi cabeza se inclina lentamente en su dirección. Solo tenemos una
vecina en el edificio, la señora Petrovsky.
Subo las escaleras lentamente, usando nada más que unos pantalones
de chándal, todavía cubierto con la sangre de mi madre. Me encuentro con la
señora Petrovsky en lo alto de los escalones y le muestro una sonrisa amable.
—Zdravstvuyte 27 —le digo mientras me mira a través de sus gruesos
lentes.
—¿Vse v poryadke? 28 —me pregunta si todo está bien y yo asiento
casualmente.
—Da, da. Vse khorosho. 29
Le digo que estoy bien y que solo estoy jugando con el horno. Entonces
la distraigo preguntándole si necesita víveres. Por supuesto que pide unas
cien cosas, porque siempre lo hace, y yo acepto llevarle lo que necesita
mañana. Ella me ofrece su famoso Pelmeni a cambio, a lo que yo río y acepto
con gusto.
—Spasibo, ti khoroshiy mal'chik. 30 —Ella aprieta mi mano y la acompaño
de regreso a su puerta.
Ella no menciona por qué su vecino de diecisiete años está medio
desnudo y cubierto de sangre, o por qué la caldera en el sótano está
encendida más fuerte que nunca antes.
O qué es el olor que ha estado viniendo de aquí abajo toda la maldita
noche.
Y vuelvo a mi tarea. Limpio cualquier rastro de sangre en el sótano, el
baño y la habitación de mamá. Luego limpio el horno barriendo todas las
cenizas en una bolsa y tirándolas a la basura.
360
27 Hola, en ruso.
28 ¿Todo está bien? En ruso.
29 Sí, sí. Está bien. En ruso.
30 Gracias, eres un buen chico. En ruso.
Sus huesos son todo lo que queda de ella. Solo algunos huesos, que
recojo en un cubo de plástico. Lo cubro bien y lo escondo detrás de una de las
paredes falsas, en el armario de su dormitorio. Echo una última mirada a mi
alrededor antes de cerrar la puerta al salir.
Y me voy a dar una ducha, luego me voy a la cama.
Duermo dos días y cuando me despierto no recuerdo nada de lo que
pasó.
Pero me niego a entrar en su dormitorio. Odio incluso mirarlo. Me
persigue y las voces me dicen que no vaya allí, así que no lo hago.
A veces me pregunto qué estará haciendo allí. A veces pienso en ella... Y
me pregunto por qué no podría haberme amado de la forma en que se suponía
que debía hacerlo.
A pesar de ser la estrella bailarina, mi madre estaba realmente enferma.
Y ahora yo también lo estoy.

361
28
Dash

T
ropezando hacia adelante, me agarro a la pared para
mantenerme en pie.
¿¿Qué diablos fue eso??
¿Un recuerdo? ¿¿Eso realmente sucedió??
Simplemente salió de la nada, asaltando mi mente como unas locas
diapositivas. Mi cerebro está confuso mientras miro alrededor del dormitorio
de mi madre.
Recuerdo.
Lo recuerdo todo, como si hubiera pasado ayer. Recuerdo todas las
veces que me hizo ir a la cama con ella... todas las veces que me hizo pensar
que era lo que necesitaba que hiciera por ella.
Tenía quince años cuando empezó. Mi papá se había ido a principios
de ese año. Ella solía pedirme que durmiera en su cama, que le hiciera
compañía. Pensaba que era inocente...
Hasta que no lo fue.
Con náuseas, cierro los ojos con fuerza y tiro de mi cabello en mis
puños.
Continuó durante casi dos años, hasta esa noche, cuando tenía
diecisiete.
Hace ocho años, maté a mi madre. Y no he estado dentro de esta
habitación desde entonces. 362
Caigo de rodillas en el suelo junto al armazón de su cama. No hay
colchón en él. Solo una vieja caja de resortes.
Aparte de eso, todo se ve igual que siempre, excepto que una capa de
polvo y telarañas cubre los muebles, que están arrojados por todo el lugar.
Por la policía.
Buscaron aquí. ¿Qué estaban buscando?
¿La estaban buscando a ella? ¿¿Saben que la maté??
Mi cabeza se inclina por la habitación, observando las pertenencias
derribadas de mi mamá. Todavía huele a ella aquí.
Vuelvo a sentir náuseas.
Maldición... soy un maldito asesino. Quién sabe a cuántas personas he
asesinado en este punto...
Me arrastro hacia el armario. Es un desastre, hay ropa, zapatos y
bolsos por todas partes. Pero la pared falsa todavía está en su lugar, como
lo estaba en mi armario. Golpeando mi puño contra ella una y otra vez,
gruño con confusión frustrada hasta que la pared finalmente cede. La saco
del camino y agarro el compartimiento plástico.
La parte superior recibe algunos golpes antes de que se desprenda, pero
cuando lo hace, y miro dentro, el contenido confirma mis repentinos
recuerdos.
Son sus huesos. Los huesos de mi madre están aquí.
Una gran pila, y encima de ella, su cráneo.
Trago una y otra vez mientras la bilis intenta subir por mi garganta. El
olor a humano quemado todavía persiste en ellos, y me recuerda mucho a
ese día... de pie frente al horno. Observándola desaparecer.
Me doy la vuelta y vomito en el suelo, lanzando mis tripas ante las
traicioneras visiones flotando detrás de mis ojos. Me han hecho un nudo en
el estómago y apenas puedo ver a través de las lágrimas que nublan mi
visión.
Tengo que largarme de aquí.
Mis manos tiemblan violentamente mientras intento volver a poner la
tapa en el contenedor, empujándola de nuevo hacia donde estaba. Volviendo
a poner la pared en su lugar, mi vista vacila. Me pongo de pie y salgo
corriendo de la habitación, cerrando la puerta detrás de mí, con el pecho
agitado, y el pánico se apodera de mí por dentro mientras lucho por pasar 363
esto.
Estoy tratando de concentrarme, pero toda mi vida se derrumba a mi
alrededor. No tengo idea de quién soy realmente...
Soy un maldito monstruo, eso es lo que soy. El mal personificado.
Velle tenía razón. Soy un asesino a sangre fría. Pertenecía en la
Penitenciaria de Alabastro.
Parpadeando con fuerza, me obligo a moverme, agarro mi mochila y me
lanzo por la ventana de mi dormitorio, saliendo al patio trasero, detrás de la
casa.
Desde allí, corro hasta el metro más cercano y tomo el tren hasta la
estación de autobuses más cercana. Estoy en piloto automático mientras
compro un boleto de autobús a Washington DC, esperando en la estación
durante dos horas hasta que llegue el autobús.
Todo corre dentro de mí, desde mis pensamientos hasta mi sangre y mi
oxígeno. Siento que estoy perdiendo el control y todo lo que quiero es
perderlo pero no puedo.
Tengo que ser inteligente, porque soy un fugitivo. Soy un maldito
asesino a la fuga. Y si hay alguna posibilidad de que llegue a Tulum, necesito
ser inteligente.
Y no colapsar.
Cuando finalmente abordamos el autobús a DC, me siento en la parte
de atrás solo, observando pasar la ciudad de Nueva York. No puedo dejar de
pensar en cuánto mejor sería este viaje si Kemper estuviera aquí, como se
suponía que debía estar. No estaría solo en este momento, como siempre
parezco estar. No estaría tratando con el peor momento de mi vida
jodidamente solo.
Solo con mis pensamientos y mis demonios. Eso debe ser lo que pasó...
Vio mi oscuridad y decidió que era demasiado para él. Es la única explicación.
Soy un puto desastre. Un completo y absoluto desastre.
Dejando el único hogar que he conocido; una ciudad que me empoderó
durante toda mi vida, me pregunto...
¿Qué diablos se supone que debo hacer con mis demonios ahora?

364
En Tennessee, compro un coche.
No quiero arriesgarme a tomar autobuses todo el camino, así que
después de mi segundo autobús de DC a Gatlinburg, voy a un restaurante
y pregunto por vehículos.
Coqueteo un poco con la mesera, y ella me presenta a un cliente, un
local, que tiene un garaje. Me invento una historia sobre cómo me mudaré
a Los Ángeles para ser una estrella de cine, y todos se lo creen. Según mi
ficción, mi auto se rompió en Alejandría, lo que me tiene en una situación
difícil. Están muy ansiosos por ayudarme.
El tipo, Bob, me lleva a su tienda y me muestra su inventario, que
consiste en una vieja Dodge Ram oxidada con más de ciento sesenta mil
kilómetros, y un Buick Le Sabre de los noventa que solo tuvo un dueño.
El amante de los autos en mí está gritando, pero tengo tan pocas
opciones en este momento, no puedo comparar exactamente, lo que significa
que no puedo ser exigente. Además, necesito mantenerme bajo el radar. Así
que compro el Buick por ochocientos dólares en efectivo, le agradezco a Bob,
y salgo a la carretera, extrañando a Zadira con cada fibra de mi ser.
Conduzco durante horas, a través de Atlanta y hasta Mississippi. Paro
en Biloxi y compro un teléfono celular prepago. Se siente extraño sostener
un teléfono de nuevo por primera vez en meses. No es nada sofisticado, pero
tiene datos y todo. Y por supuesto, el primer pensamiento que me viene a la
cabeza es que desearía poder llamar a Kemper.
Es una locura, lo sé. No sé su número y no estoy seguro de cómo lo
encontraría siquiera. Realmente no debería preocuparme por eso ahora
mismo. Solo necesito seguir moviéndome.
Puedo obsesionarme una vez que llegue a México.
Puedo distraerme de mis neurosis hasta Texas, pero una vez que llego
a Houston, me estoy volviendo loco. Estoy tan cerca de México que puedo
olerlo pero Tulum está al final, y todavía tengo treinta horas para conducir
hasta mi destino final. Y hay algo que debo hacer antes de moverme un
centímetro más.
Decido pasar la noche en un motel y acomodarme en una habitación
con algo de comida rápida. Probablemente parezca una locura, pero las
papas fritas de McDonald's saben tan bien que casi me pongo a llorar. No 365
puedo dejar de pensar en todas las veces que la comida en la Penitenciaría
de Alabastro me puso enfermo. Y ahora estoy acostado en una cama real
comiendo hamburguesas con queso, papas fritas y los mejores nuggets de
pollo de todos los tiempos. Sin debate.
Quiero decir, la cama probablemente tiene jugos sexuales por todas
partes, pero aún es mejor que ese cubre colchón en el suelo de aislamiento.
Aunque fue en el suelo de aislamiento donde vi los ojos de Kemper por
primera vez, cuando me amenazó y me hizo masturbarme para él...
Mi estómago se retuerce, dolorosamente, mientras me pregunto qué
está haciendo, incapaz de amordazar la estúpida voz en el fondo de mi
mente, que me dice que él podría estar en Tulum esperándome.
Simplemente nos separamos o algo lo detuvo. Pero todavía vendrá.
Podría hacerlo. Tengo que albergar esperanzas en él, porque la idea de
haber sido jugado tan mal, especialmente con todo lo demás que estoy
enfrentando actualmente... Es demasiado.
Tumbado de espaldas en la dura cama de la habitación del motel y
viendo la mala televisión, el pequeño dispositivo de pantalla táctil en la
mesita de noche me llama.
Sé que no debería hacerlo... no necesito la distracción. Pero no puedo
evitarlo.
Alcanzándolo, escribo mi nombre en una búsqueda de Google y
sostengo la respiración mientras se carga.
Como era de esperar, los resultados son abrumadores. Toneladas de
artículos de noticias sobre robo en la Cooperativa de Crédito Municipal.
Imágenes sobre imágenes de la sobrina del gobernador, Karly Clayton.
La sobrina del gobernador asesinada en un robo a un banco que salió
mal.
Hago clic en un artículo y, efectivamente, hay una foto mía. Es una
vieja ficha policial, de una de las veces que me detuvieron hace un par de
años, cuando los cargos finalmente fueron desestimados.
Mordiéndome el labio, leo el artículo que dice, tan claro como el día,
que fui asesinado por la policía durante el altercado, lo que también resultó
en la muerte de Karly.
Estoy muerto. Parpadeo ante las palabras un par de veces.
Les dijeron a todos que estoy muerto. Lo que significa que no habría 366
equipos SWAT buscándome mientras hablamos...
Sacudo ese pensamiento con escepticismo. Si pueden arrojarme en un
lugar como la Penitenciaría de Alabastro para que me pudra, entonces
ciertamente pueden enviar gente detrás de mí, a pesar de que el mundo
piense que estoy muerto. La corrupción es real y me niego a relajarme hasta
que me establezca en Tulum bajo un alias, lejos de Nueva York, y del
gobierno de Estados Unidos.
Volviendo al artículo, acerco el zoom a la cara de Karly y trato de
recordar. Veo destellos de ella, en el banco. Yo agarrándola y arrastrándola
con mi ametralladora contra su espalda.
Todavía se desarrolla en visiones entrecortadas... Llevándola afuera.
Los gritos y la sangre, un grupo de policías tacleándome, estrellando mi cara
contra el pavimento hasta que no podía respirar.
Luego todo se volvió negro y me desperté con los ojos vendados en la
parte trasera de un coche.
—Lo siento —le susurro a la foto de Karly. Y creo que lo digo en serio.
No quería matarla. Ella no me hizo nada.
La cagué y desearía poder retirarlo.
Limpiando una lágrima que se desliza por mi mejilla, pongo los ojos en
blanco.
¿Eres un maldito asesino y ahora estás llorando por eso? No puedes ser
malvado y tener sentimientos, debil. No funciona de esa manera.
Continuando con mis resultados de búsqueda, termino siendo
absorbido por un agujero de artículos, algunos del pasado, incluso uno de
las primeras veces que fui arrestado. Muestra la misma foto mía que es más
reciente. Eventualmente encuentro algunos sobre la desaparición de mi
madre. Leo y leo, muchos de ellos alegan que sospechaban de algo turbio
relacionado con su desaparición, pero no pudieron encontrar un cuerpo, por
lo que carecían de evidencia suficiente para apoyar las teorías.
Sus huesos en ese cubo revolotean por mi cerebro y parpadeo.
Puedo escucharla gorgotear y ahogarse con su propia sangre cuando la
apuñalé. Puedo sentirme llevándola a nuestra bañera y usando un cuchillo
de carnicero para desmembrar su cuerpo.
Los sonidos de su carne y sus huesos siendo cortados...
367
Gruño fuerte y lanzo mi teléfono al otro lado de la habitación, agarrando
una almohada para cubrirme la cabeza y gritar hasta que me duelen los
pulmones.
¿Cómo se volvió todo tan jodido?
¿¿Y dónde diablos está Kemper cuando lo necesito??
Es la única persona que quiero en este momento, lo cual es
jodidamente ridículo. ¿Por qué extrañaría a alguien como él? Alguien que
me usó y abusó de mí... Igual que lo hizo mi madre.
Niego con la cabeza debajo de la almohada. No, Kemper no era como
ella.
Sí, hizo cosas que no quería. Pero él se preocupaba por mí... Me hizo
preocuparme por él.
No es lo mismo. ¿No?
Ya no sé qué pensar. Todo lo que sé es que me voy a México mañana,
solo.
Como siempre lo había planeado. Aunque se siente mucho menos como
una victoria de lo que solía esperar.

368
29
Dash
iiii iiii
10 días fuera.

E
stoy en México durante cinco días antes de decidir hacer algo
realmente estúpido.
Llegué a México sin problemas, lo que fue realmente
espléndido. Me quedé en Veracruz por una noche antes de
viajar el resto del camino a Tulum. Y tengo que decir que, a pesar de lo
molesto que estoy con mi viejo cubo oxidado, el camino a lo largo del Golfo
fue tan increíble como siempre me lo había imaginado.
Fue hermoso, y apenas me detuve una docena de veces para
contemplar el paisaje, deseando estar mirándolo con cierto gran lunático
tatuado.
De todos modos, llegué a Tulum, como un sueño hecho realidad. Aquí
es donde pertenezco, rodeado de arena, sol y aguas cristalinas. Todos los
colores para calmar mi alma retorcida.
Vine directamente a Abre Tus Ojos, que es una especie de lugar tipo
resort que se especializa en exclusivos condominios estilo bungaló para
alquilar. Actualmente todos están alquilados, aunque tienen a alguien que
se muda el próximo mes. Me quedaré al lado del resort hasta que el lugar
permanente esté disponible, lo cual está bien para mí. Tengo el dinero. 369
Tan hermosa como es mi nueva ciudad de residencia, pasé mi primer
día y medio en Tulum durmiendo. Estaba agotado más allá de todo
reconocimiento por la fuga de la prisión y el viaje de casi una semana hasta
aquí, sin mencionar la carga emocional que actualmente llevo como pesas
de veinte kilos en mi cabeza y mi corazón. Tan pronto como me instalé en
mi habitación en Abre, me estrellé y no abrí los ojos de nuevo durante casi
diecinueve horas. Necesitaba el descanso, seguro.
Al día siguiente, salí y compré algo de ropa. Luego un poco de tinte para
el cabello ya que tengo suficiente cabello para teñirlo de nuevo.
Ahora es rosa y me encanta.
He tenido días para descomprimirme de todo el caos, físico y mental, y
finalmente es hora de que empiece a obsesionarme de nuevo.
No puedo dejar de pensar en Kemper. Realmente no puedo, y necesito
saber por qué me abandonó. Simplemente no parece plausible. Algo está
mal.
Claro, no he tenido una relación real antes, así que no lo sabría si un
tipo solo me estuviera diciendo lo que quiero escuchar. Pero realmente no
se sentía así. Kemper no es de los que se burlan de alguien. Si no quería
tener nada que ver conmigo, simplemente me habría ignorado. O me hubiera
dicho rotundamente que no se preocupaba por mí. Es ese tipo de imbécil.
Sin embargo, no es el tipo de imbécil que finge que le importa un carajo,
crea un plan completo para que huyamos juntos, y luego nunca aparece.
Eso es pasar por un gran esfuerzo solo para joderme...
Si le pasó algo, necesito saberlo. Y si sí me abandonó, entonces al
menos merezco saber por qué.
Me paso un día entero buscando gente de Alabastro, con la esperanza
de poder de alguna manera encontrar su número. Lamentablemente, no
puedo encontrar ninguna información sobre ningún Callum Kemper en
ningún lado, así que pruebo otros nombres, y finalmente me tropiezo con el
número de móvil indicado para una Joy Jameson.
Dando vueltas y vueltas en mi habitación, preparo un plan para llamar
a Joy y chantajearla para que me deje hablar con Luthor. Le pediría que me
dejara hablar con Kemper, pero eso es arriesgado. Siento que ella estará
más dispuesta a ponerme con Luthor, y luego puedo acosarlo a él para
obtener más detalles.
Lo sé, lo sé. Llamar a la prisión de la que escapé suena como una idea
realmente inteligente. Pero mi teléfono de prepago está registrado en 370
Mississippi, y ya compré uno nuevo, listo para tirar este tan pronto como
termine.
El caso es que tengo que hacer esto. Tengo que saber...
Unas horas más de convencerme a mí mismo y un par de tragos de
vodka más tarde, hago la llamada. El zumbido en mis oídos apenas ahoga
la sangre corriendo, y mis palmas sudan tanto que el teléfono casi se me cae
de la mano unas pocas veces mientras camino, de un lado a otro, de un lado
a otro, y de un lado...
—¿Hola? —La voz suave y ronca de Joy suena a través del altavoz en
mi oído y por un momento muy breve me congelo, olvidándome de todo lo
que acabo de pasar las últimas tres horas ensayando—. ¿¿Hola?? ¿Hay
alguien ahí? Me estás molestando en el trabajo, así que será mejor que...
—Escucha atentamente —gruño en el teléfono con el tono disfrazado
que he estado practicando—. Necesito hablar con un recluso en la
Penitenciaría de Alabastro. Lexington Deon. Lo mejor para ti es cooperar.
Hago una pausa y alejo el teléfono de mi cara para tomar un respiro,
tratando de evitar que mi voz tiemble.
—¿Quién demonios eres? —Joy ya suena disgustada, lo que no me
sorprende—. ¿Y de qué diablos estás hablando?
—Déjame hablar con Lexington Deon ahora —exijo, haciendo un
agujero en la alfombra en mi habitación—. Según mis cálculos, debería ser
la hora de cenar para su grupo. Lo que significa que probablemente esté
contigo en la cafetería en este momento. Dale el teléfono.
—En primer lugar, ¿quién diablos eres y cómo sabes estas cosas? —me
ladra al oído—. En segundo lugar, no acepto órdenes de gente al azar al
teléfono, así que colgaré ahora...
—Cuélgame y expondré todos los secretos que hay que conocer sobre
la Penitenciaría de Alabastro —intervengo—. Incluyendo información muy
interesante sobre tus amigos, John Chevelle y Harley Samuels.
—¿Quién diablos...? —susurra, sonando tan sorprendida como
esperaba que lo hiciera, hasta que su voz se apaga y jadea—: Lo juro por
Dios, Reznikov, si eres tú... Esta llamada telefónica será la última cosa que
hagas.
Mi corazón se me sube a la garganta con tanta fuerza que casi toso.
Pero luego me recuerdo a no ceder a lo que está haciendo. Nunca confieses.
Niega, niega, niega. 371
—No tengo idea de lo que estás hablando. —Bajo mi tono lo mejor que
puedo—. Tienes dos minutos para conseguir que Lexington se ponga al
teléfono, o todos van a caer. Y el alcaide sabrá exactamente quién es el
responsable de la fuga de Dascha Reznikov.
De acuerdo, eso estaba fuera del guion. Podría haberme jodido. Supongo
que lo averiguaremos.
Puedo sentir a Joy sopesando sus opciones sobre la línea, pero
eventualmente suspira audiblemente y murmura un petulante:
—Espera.
Los sonidos familiares de la hora de la cena en la cafetería me hacen
cosquillas en los oídos, y extrañamente me da una breve sensación de
nostalgia, lo cual es completamente estúpido. Solo extraño a la gente, eso
es todo. No siento nostalgia por una prisión horrible. Eso sería estúpido.
Hay algo de movimiento durante otro minuto más o menos antes de
que finalmente soy agraciado con la voz de Luthor.
—¿Hola?
—Luthor... —susurro, y la emoción recorre mi cuerpo al hablar con mi
amigo de nuevo. Ya extraño al tipo como loco—. Soy Dash.
—Mierda... —Jadea, y casi puedo imaginarlo mirando alrededor, como
si alguien fuera a descubrir que soy yo por la expresión de su rostro—.
¿¿Hablas en serio ahora mismo? ¿Cómo estás siquiera…? ¿¿Por qué diablos
me estás llamando?? ¡¿Qué tan estúpido eres?!
—No hay suficiente tiempo en el día, Luth. —Sonrío.
—¡Hermano, no puedo creer que escapaste! Eres un maldito loco. —Su
tono es amonestador, sí, pero también empapado de admiración—. ¿Y ahora
estás llamando a Joy para llegar a mí? ¿¿Estás loco?? ¡Pensarán que estaba
en ello contigo!
—Vamos, hombre. Sabes que el alcaide no le dirá a nadie que escapé.
He pensado mucho en esto. Siendo que mi caso es aparentemente lo
suficientemente de alto perfil como para que el gobernador me envíe a
Alabastro, supongo que si alguien descubriera que escapé bajo la vigilancia
del alcaide, querrían su cabeza en la tabla de cortar. Alabastro ya está
subfinanciado y se está desmoronando. Lo último que necesitan es un
escándalo, como el escape del asesino de la sobrina del gobernador. Mejor
aún, siendo liberado por sus propios guardias y el Escultor.
372
Sería una tormenta de mierda, dirigida directamente a Manuel Blanco.
Luthor se queda en silencio por un segundo, pensando claramente en
lo que he dicho.
—Está bien… bien, entonces, ¿cómo puedo ayudarte? ¿Me extrañabas
y querías charlar? Porque Joy todavía podría decirle a alguien...
Mi impaciencia se desvanece y suelto:
—Ella no lo hará. Mira, Luthor, por mucho que te extraño y realmente
me encantaría quedarme hablando para siempre, llamé por una razón.
Necesito preguntarte sobre Kemp… sobre el oficial Kemper.
No puedo evitar la forma en que trago saliva con su nombre. Se siente
como una eternidad desde que lo he visto o he hablado con él, pero ha estado
en mi mente todo este tiempo.
Luthor se queda callado de nuevo por otro momento.
—El oficial Kemper... ¿Quién demonios…? —Hace una pausa y luego
dice—: Oh, ¿te refieres a ese tipo que renunció?
Mis nervios golpean fuerte.
—Así que renunció... ¿Cuándo?
—Hace un tiempo —dice Luthor, sonando tan confundido como me
siento—. No pensaba que lo conocías.
Mis sienes ya están palpitando para igualar el fuerte golpe de mi pulso.
—¿¿Por qué no iba yo a... eh??
—Porque su último día fue el día que llegaste aquí.
Un extraño escalofrío me recorre de la cabeza a los pies. Mis piernas
ceden y me dejo caer en el borde de mi cama, mirando al frente mientras
agarro mi teléfono con tanta fuerza que creo que podría partirse en dos.
—¿¿De qué carajo estás hablando?? —grazno, más genuinamente
confundido de lo que creo haber estado en mi vida.
—Dash... ¿de qué estás tú hablando? —resopla Luthor, y sus palabras
resuenan fuera del interior de mi cráneo—. El oficial Kemper no ha trabajado
en Alabastro en meses.
Todo el aire sale de mis pulmones de golpe, y mi mano se aleja de mi
cabeza, dejando caer el teléfono al suelo.
Lo único que puedo hacer es mirar fijamente. Mirar fijamente la pared 373
de mi refugio mexicano.
Donde aparentemente nada en mi vida es lo que parece.
Confusión es mi segundo nombre.
Me he pasado las últimas veinticuatro horas acostado en mi cama, de
cara al techo. Preguntándome si toda mi existencia ha sido una gigante
alucinación.
Basado en lo que he aprendido en la última semana, diría que es un
rotundo sí.
He matado a personas que no recuerdo haber matado. Fabriqué una
relación con alguien que aparentemente ni siquiera conocía.
Mi cerebro está roto y esa es la única explicación plausible. No puedo
evitar más los hechos... Seriamente hay algo mal en mí.
He saqueado mi mente en busca de todas y cada una de las pistas
posibles que pudieran aludir a que Kemper, mi oficial Kemper, no sea real.
Pero sigo quedándome en blanco.
Él estaba ahí. Sé que lo estaba. Estaba conmigo... lo sentí.
Lo sentí dentro de mí, por el amor de Dios. Si él realmente no estaba allí,
entonces ¿¿a quién demonios me he estado follando durante meses??
Estoy tan fuera de sí, que me estoy deshaciendo, cada apariencia de mi
cordura se rompe en pedazos, hasta que ya ni siquiera sé quién soy.
Hay un interruptor que todos tienen en sus cerebros, uno que les
permite distinguir entre lo que es real y lo que no lo es... Y el mío no
funciona. Está defectuoso. Mi cabeza no puede saber cuándo están
sucediendo las cosas realmente y cuándo no lo están.
He evitado pensar en estos temas durante toda mi vida adulta, pero
ahora que aparentemente he alucinado meses de interacciones, tengo que
admitirlo.
Creo que estoy jodidamente loco.
La depresión me devora durante días, durante los cuales no dejo mi
habitación.
374
No como; no me ducho. Apenas tengo fuerzas para levantarme y usar
el baño.
Simplemente me quedo acostado en la cama durante dos días
completos, mirando la televisión, sin absorber nada de lo que estoy mirando,
perdiendo y recobrando la conciencia.
Nunca me había sentido tan indefenso en toda mi vida. Me mataría si
no parecería demasiado trabajo.
Por la noche, lloro hasta que no puedo sentir mi cara. Mi corazón está
roto y lo jodido es que me lo hice a mí mismo. Me enamoré de un amigo
imaginario, y luego lo tiré lejos.
No puedo respirar cuando entro en pánico, acurrucándome en una bola
sobre mis rodillas, intentando con cada gramo de fuerza dentro de mí no
perder el control de mi mente. Las voces me dicen cosas y, por primera vez,
puedo decir que no está bien. Esto me está pasando porque estoy enfermo.
Esta es la enfermedad de la que mi padre siempre estaba advirtiéndome...
Esta enfermedad... no es como el cáncer o la EM 31. Mi cerebro me está
haciendo esto. Mi propia mente me está atacando y me enoja tanto que
podría gritar.
Creo que lo hago. Grito durante horas, tirando cosas por toda mi
habitación. No quiero esto... no quiero ser este humano jodido y dañado.
Solo quiero ser como todos los demás.
Me quedo dormido en el suelo durante otras veinticuatro horas. Y
cuando el sol me asalta desde fuera de mi ventana, finalmente decido
levantarme e intentarlo.
Estoy en Tulum. Escapé de la prisión y llegué al lugar con el que soñaba
desde que era joven. Me prometí que no daría la vida por sentada, y por
mucho dolor que esté sucediendo dentro de mí, al menos tengo que
levantarme.
En este día, finalmente me lavo los dientes y me ducho. Entonces
consigo vestirme con ropa nueva, y limpio mi habitación, arreglando todo lo
que destruí en mi ataque de rabia.
Me convencí de salir fuera, y aunque todo parece seriamente
abrumador, me las arreglo, caminando con cuidado hacia el camión de tacos
en el borde del resort, para conseguir un delicioso al pastor 32 que ilumina
todo alrededor de mí solo un poquito.
375
EM: Esclerosis Múltiple.
31

Al pastor: Los tacos al pastor o de trompo son la variedad de tacos más populares en la
32

mayor parte de México. Sus ingredientes principales son carne adobada, asada, servida en
Montando el subidón, decido dar una caminata larga, esperando que
la naturaleza me dé un poco de perspectiva, cosa que lo hace. Por mucho
que estoy teniendo dificultades por aferrarme a la realidad, sé en mi corazón
que estoy en Tulum. He querido venir aquí desde que era un adolescente y
finalmente estoy aquí, a pesar de todas las probabilidades en mi contra.
Lo logré yo mismo, y eso me alegra un poco.
Para cuando termino de caminar, el sol se ha puesto y es la hora feliz
en uno de los bares al aire libre que creo que se ve genial, con todas esas
luces navideñas colgadas por todo el lugar. Me acerco, necesito un vodka
con hielo para tranquilizarme mientras tomo asiento en un taburete en el
extremo más alejado de la barra. No puedo evitar inquietarme un poco,
sofocado por las otras personas alrededor, aunque el lugar está
prácticamente vacío.
Es solo el camarero y una pareja sentada en una mesa en la terraza.
El camarero se acerca y me pregunta:
—¿Qué puedo ofrecerte?
—Stoli. Con hielo, por favor. —Asiento, colocando un billete en la barra.
—Ya mismo. —Sirve mi bebida y la pone frente a mí, pero se va sin
tomar mi dinero.
Por el rabillo del ojo, veo que una nueva persona acaba de sentarse en
el extremo opuesto de la barra. Tomando aire, lo dejo salir lentamente y llevo
mi bebida a mis labios, tragando la quemazón para distraerme del estado
insípido de mi existencia.
Eso es, hasta que escucho algo que roba toda la armonía que estoy
pretendiendo tener.
Es una voz. Una familiar, proveniente de la persona que acaba de
sentarse en el otro extremo de la barra.
—Solo una Coca-Cola, por favor —refunfuña la voz, y aunque no está
cerca de mí, me da escalofríos.
Mis ojos se mueven rápidamente hacia el tipo de quien proviene la voz,
y me mareo tanto, que creo que podría caerme del taburete. Agarrando el
borde de la barra para no hacerlo, parpadeo, una y otra vez hacia el hombre
376

finas rebanadas sobre pequeñas tortillas de maíz, la carne puede ser una combinación de
carne de cerdo y carne de ternera, aunque lo más común es que sea solo carne de puerco.
sentado allí. Parpadeo largo y tendido, sacudiendo la cabeza para
asegurarme de que no sea una alucinación.
¿¿Es esto una especie de broma enferma??
No se siente así, pero entonces, ¿cómo diablos iba a saberlo?
El camarero le entrega un vaso de Coca-Cola al hombre, que gruñe:
—Gracias
Mi corazón late con fuerza. Sé que es él, sin la menor duda.
No estoy seguro de cómo... no tengo la menor idea de cómo es posible,
pero sé que es él.
Es Kemper. Sentado en el otro extremo de la barra, aquí en Tulum.

377
30
Kemper

H
an sido unos días difíciles, que supongo es lo que me llevó al
bar del resort.
Quiero decir, tendría que haber una angustia extrema,
¿verdad? Llevar a alguien en recuperación a un bar, incluso
si no tengo la intención de pedir una bebida de verdad. Que es exactamente
el por qué estoy aquí, pidiendo una Coca-Cola para ahogar mis penas, en
azúcar, supongo.
De verdad, la última semana ha sido una pesadilla y estoy empezando
a pensar que realmente lamento esta escapada. No me he escapado de nada.
De hecho, los problemas están más presentes que nunca, y ahora no
tenemos nada más en lo que enfocarnos.
Sin trabajo, sin amigos, sin casa. Somos solo nosotros, todo el tiempo,
y es insoportable.
Mis ojos se levantan del cristal frente a mí y creo que veo algo, o más
bien a alguien, a quien definitivamente no debería estar viendo. Hago un
parpadeo fuerte asumiendo que es un producto de mi imaginación. Pero
cuando vuelvo a abrir los ojos, lo encuentro todavía allí.
Todavía sentado en el otro extremo de la barra, mirándome fijamente y
tratando de no actuar como si no lo estuviera haciendo.
Mi corazón me da un pequeño golpe sordo a través de toda la confusión
que actualmente está nadando dentro de mí. ¿¿Por qué está aquí??
Ahora tiene el cabello rosado, pero definitivamente es él. No podría
378
olvidar esa cara...
Dascha Reznikov. También conocido como la razón por la que dejé mi
trabajo en la Penitenciaría de Alabastro y decidí reservar estas elaboradas
vacaciones en México.
Sus ojos, que son visiblemente brillantes, incluso a muchos metros de
distancia, siguen rebotando entre mirarme y lanzarse hacia el vaso de
líquido claro en su mano, que está girando más de lo que está bebiendo. Y
cada vez que nuestros ojos se encuentran, entremedio de tratar de actuar
como si no me estuviera mirando, la mirada en ellos es una de confusión
que refleja la mía.
Parece que podría reconocerme y, lo que es peor, parece sorprendido
de que esté aquí. El sentimiento es mutuo.
Hace solo unos meses nos estábamos preparando para llevarlo a la
Penitenciaría de Alabastro, cuando simultáneamente me estaba preparando
para renunciar, porque simplemente ya no podía ser parte de ese tipo de
violaciones de derechos humanos. Pero independientemente de eso, una vez
que los reclusos son sentenciados a la Penitenciaría de Alabastro, no salen.
Que esté aquí en este bar en este momento significa que sucedió alguna
locura. Y tan intrigado como estoy por descubrir qué fue, necesito pisar con
cuidado con Dascha. Dash.
Ya fue bastante malo que estar parado junto a él durante cinco minutos
y afeitarle la cabeza, me diera más hormigueos de los que había sentido
probablemente en toda mi vida adulta.
Dejé atrás un mundo al que estaba acostumbrado, una vida cómoda,
por ese hormigueo.
Y ahora aquí está. Mirándome fijamente, masticando un labio inferior
que luce muy carnoso.
Parándose. Caminando hacia mí.
Oh, mierda, está viniendo aquí. Mierda, mierda... Está bien, Jesús, no
estoy preparado para esto.
Mirando alrededor de mí momentáneamente, desearía no ser un
bastardo tan solitario, y estar entre amigos que pudieran servir de
amortiguador o algo así. Pero no lo soy.
Estoy solo, sin nada más que un vaso de maldita Coca Cola para
distraerme del hecho de que Dash viene directo por mí. Tragando saliva, mis 379
labios se abren, pero para mi sorpresa, no se me acerca.
En cambio, toma asiento en la barra junto a mí. Bueno, no justo junto
a mí. Deja uno entre nosotros, ya que somos las únicas dos personas aquí
y sería extraño y desconsiderado teniendo en cuenta las reglas del espacio
personal, si se sentara directamente a mi lado.
Se acomoda en su asiento, con la bebida todavía en la mano, y mira
hacia la televisión detrás de la barra que está reproduciendo un partido de
fútbol. Mi mirada hacia él se estrecha, curvando la boca ligeramente
mientras me pregunto si realmente se movió para ver mejor el juego. ¿O es
solo una excusa?
Mierda, tal vez ni siquiera me recuerde... tal vez estoy construyendo toda
esta mierda en mi cabeza, cuando en realidad fue un momento intrascendente
el que compartimos. Tengo una tendencia a obsesionarme con las cosas, que
es exactamente lo que estoy haciendo ahora mismo, pensando en este chico
y si él siquiera...
—¿Sabías que el fútbol es el juego más popular del mundo? —habla,
interrumpiendo mis pensamientos desenfrenados con una voz que es
positivamente encantadora.
Es profunda y algo áspera; suave, como si pudiera haber sido cantante
en una banda grunge. Me distrae tanto que casi me pierdo lo que dijo. Más
aún cuando gira su rostro en mi dirección, encerrándome en el lugar con
los ojos coloreados de mi avellana favorita, de la persuasión verde y marrón.
Es una combinación tan subestimada.
Tartamudeando por el hecho de que mis pensamientos realmente se
están escapando de mí, y debe pensar que soy un puto bicho raro porque
solo lo estoy mirando sin decir una maldita palabra, gruño un demasiado
breve:
—¿Qué?
No se inmuta en lo más mínimo por mi respuesta cortante. De hecho,
parece hacer que esos ojos brillen aún más.
—Es un hecho conocido. Sin embargo, no estoy del todo seguro de cómo
se sabría tal cosa. —Continúa, llevándose la bebida a los labios y tomando
un sorbo—. ¿Imaginas todos los datos necesarios para demostrar que algo
es la cosa más popular? Parece mucho trabajo...
Solo parpadeo hacia él. Estoy sorprendido de estar sentado aquí con 380
un famoso ladrón de bancos, con el que de alguna manera acabé en la
misma habitación dos veces ya, en extremos opuestos de dos países
diferentes, y lo estoy escuchando hablar sobre algo completamente sin
sentido. Aunque si soy honesto, lo que está diciendo tiene mucho sentido
en mi cerebro.
—Ese es realmente un buen punto. —Ladeo la cabeza mientras lo
pienso más—. Entonces, ¿cómo sabes que el fútbol es el deporte más
popular?
—¿Dónde averiguamos cualquier cosa estos días? —Me da una sonrisa
maliciosa—. Google.
Tengo que reírme de eso, excepto que entonces se me ocurre que no me
he reído en un tiempo, así que lo interrumpo.
—Sabes que no todo lo que lees en Google es verdad, ¿cierto?
Se encoge de hombros y vuelve a mirar la televisión.
—El fútbol es bastante impresionante, así que elijo creer en esto.
Dejo escapar una pequeña burla y vuelve a mirarme.
—El fútbol —susurro, levantando mi vaso de Coca-Cola—. Es aburrido
como el infierno.
Desata una sonrisa asesina, que luego la cubre mirando hacia la barra.
—¿Oh, sí? Entonces, ¿cuál es el mejor deporte?
—Bueno, depende de lo que estés buscando. —Me giro un poco para
enfrentarlo como él mismo lo hace. No me centraré en lo cerca que están
nuestras rodillas de tocarse, pero son unos angustiosos centímetros—. Si
buscas emoción, es el hockey. Sin lugar a dudas.
—A mí también me gusta el hockey —murmura.
Dejo atrás su comentario y sigo adelante, aunque parece encantado
con esta conversación tan inútil. Me gusta. Mucho.
—Si estás buscando a los fanáticos más entusiastas, diría fútbol
americano. Aunque tu futbol podría ganarnos en otros países.
Tararea un pequeño sonido que suena como una risa que me golpea
directamente en las pelotas y me marea de repente.
—Creo que cualquier estadounidense estaría de acuerdo contigo. Es
curioso como Estados Unidos está demasiado centrado en su propio fútbol
para entrar en el bombo del fútbol. —Toma otro sorbo de su bebida,
volviéndose para mirar la pantalla del televisor mientras yo observo su perfil. 381
Está mal por mi parte no divulgar que sé quién es. Reconozco eso. Pero
todavía estoy esperando que diga que se acuerda de mí, y para mi decepción,
realmente parece que no lo hace.
No quiero arruinar este momento sacando a relucir toda la
conversación de cómo es que no estás en la cárcel ahora mismo.
Entonces, en lugar de admitir que ya conozco su nacionalidad, le
pregunto:
—¿Eres estadounidense?
—Nací en Estados Unidos, pero mis padres son rusos —dice, y una
pequeña línea se forma cerca de su boca, aunque no parece que esté
frunciendo el ceño—. Vinieron a Nueva York apenas unos meses antes de
que yo naciera. ¿Y tú?
—Soy estadounidense. —Asiento, preguntándome cómo continúa esta
conversación sin que todavía nos hayamos pedido el nombre. Es extraño,
pero lo más extraño es que no se siente extraño. Simplemente fluye
orgánicamente.
—Pareces estadounidense —dice, casualmente, como si ese comentario
tuviera algún sentido. Y luego, cuando se da cuenta que le estoy echando
un vistazo por la esquina del ojo, sonríe.
—¿Cómo se ve un estadounidense, exactamente? —Levanto una ceja.
Gira para mirarme de nuevo, esta vez completamente, y sus rodillas
tocan las mías. Él no parece en absoluto afectado por ello, pero una fuerte
sorpresa me golpea por el contacto, y hace que me maree.
—Me gustan tus tatuajes. —Ignora mi pregunta y se inclina, como si
estuviera buscando algo en mí. No estoy seguro de qué es, pero él está
mirando fijamente mi cuello y su mirada me quema la piel. Puedo sentir un
rubor saliendo de mi pecho lo que me da ganas de salir corriendo.
¿¿Qué carajos es esta reacción que tengo hacia él?? Fue igual cuando
aquel día le afeité la cabeza... Su primer día en la Penitenciaría de Alabastro,
y el último para mí. Porque supe que después de ese momento, no podría
alejarme de esta fuerza magnética que Dascha Reznikov parece poseer. Y
por mucho que dolía pensar en dejarlo para que se defendiera por sí mismo
contra los lobos, Velle en particular, tuve que largarme antes de hacer algo
estúpido.
Había estado pensando en dejar mi trabajo por un tiempo, y la llegada
de Dash fue la gota que colmó el vaso. Después que el alcaide me hizo afeitar
su cabeza, me fui inmediatamente furioso y lo esperé en su oficina. Y 382
renuncié.
Las cosas que me habían atado a la Penitenciaría de Alabastro durante
años anteriores ya no eran las cosas que quería que controlaran mi vida.
Estaba dispuesto a dejar todo lo que conocía detrás para escapar de mis
demonios.
Pero aparentemente, te siguen a donde quiera que vayas… literalmente.
Ojalá alguien me hubiera advertido.
Regresando a Dash que está mirando mi clavícula, decido cambiar de
tema y murmuro:
—Soy Kellan, por cierto. Kellan Kemper. No sé tu… nombre.
Casi me ahogo con la última palabra, porque en cuanto dije mi nombre,
sus ojos saltaron a los míos y se agrandaron como malditos platos. No sé
por qué me está mirando como si le acabara de confesar algo ilícito, pero
realmente desearía que se detuviera.
Probablemente debería alejarme de él. Esto no presagia nada bueno
para mi negación.
—¿Tu nombre es... Kellan? —murmura, y su frente se arruga mientras
mira fijamente su vaso por un momento antes de tomarlo de un trago
rápidamente.
—La última vez que lo comprobé —bromeo, intentando un tono
casual—. ¿Por qué? ¿Mala experiencia con alguien con ese nombre?
Me mira fijamente por un segundo, con los labios lo suficientemente
entreabiertos para que yo vea su lengua tocar sus dientes superiores. Me
golpea en la ingle con tanta fuerza que me muevo y me aclaro la garganta,
mirando hacia otro lado antes de caer.
—No, yo solo... tuve un Deja vu o algo así. —Niega con la cabeza—. Te
pareces a otra persona. Soy Dash.
Está bien, me siento muy mal. Debo admitirle que nos hemos visto antes.
Pero por mucho que sé que debería, todavía no lo hago. La principal
razón es que no quiero que se escape cuando se entere que sé que
aparentemente es un convicto fugado.
Me gusta hablar con él. Me he pasado meses preguntándome cómo
sonaría su voz en una conversación, cuando no estuviera molesto y lidiando
con el alcaide, eso es, y cómo se vería su rostro cuando me estuviera 383
hablando a mí directamente. Y luego he pasado esos mismos meses
fingiendo que no me he estado preguntando ninguna de esas cosas.
Estoy tan confundido.
—Debería irme —murmuro, y luego arrojo algunos pesos en la barra.
Esto se está poniendo demasiado real.
Una cosa era pensar en este chico cuando era un tipo al azar que había
visto solo una vez en la vida real. Así es como siempre pienso en los tipos
que noto, de todos modos… en fantasías secretas y objetivas.
Nunca podría ser más que eso.
Pero es algo completamente diferente estar sentado a su lado en un
bar, hablando. Sé que solo lo hemos estado haciendo durante un par de
minutos, pero simplemente parece una mala idea.
Dash parece que quiere oponerse a que me vaya, y eso tira de mi
corazón significativamente. Me presiona contra el asiento. Pero lo dejo atrás,
como siempre lo hago y me levanto de todos modos.
—Encantado... de conocerte. —Se da la vuelta en algo parecido al
aburrimiento, cosa que me patea en el pecho. Sus ojos se deslizan hacia los
míos brevemente—. Tal vez te vea por ahí en algún momento.
Asiento, incapaz de decir nada más, y salgo del bar, mientras me regaño
mentalmente por actuar como un idiota con alguien que no lo merece.
¿Cuántas veces he hecho eso?
Traté mal a un tipo debido a mis propios deseos enterrados...
No está bien, pero no puedo pensar en nada de eso en este momento.
Realmente es un mal momento. Solo necesito volver...
Recorro los senderos del resort, desde el bar hasta los bungalós. El
nuestro está justo en el medio. Es una buena ubicación si quieres estar
cerca de todo, a una corta distancia de todos los restaurantes y la mayoría
de las actividades. No es que hayamos tomado ventaja de nada de eso.
Usando mi llave para entrar, deambulo por la sala de estar, notando lo
silencioso que está. Por un momento, el alivio inunda mi cuerpo ante la idea
de que Nikki podría haber salido. Pero luego la encuentro sentada en la
cama leyendo. Y desprecio la puta sensación de decepción que me invade
cuando la veo.
No quiero sentirme así. Daría cualquier cosa por ser golpeado con
emociones positivas cuando pongo los ojos en mi esposa... pero no sucede.
384
Ni siquiera estoy seguro si alguna vez sucedió, incluso cuando nos
conocimos.
En ese entonces, era más una nueva perspectiva. Un mundo
desconocido de posibilidades que ella tenía, lo que me excitaba sin fin. Pensé
que tal vez ella me arreglaría. Que tal vez ella traería alivio a mi caótico
corazón.
Pero nunca sucedió, y ahora han pasado cinco años, y aquí estamos.
En Tulum, celebrando nuestro aniversario y unas últimas vacaciones antes
de comenzar una nueva carrera profesional y... una familia.
Mi estómago se retuerce dolorosamente al pensarlo, como siempre,
pero trato de superarlo y le doy una sonrisa a mi esposa.
—¿Te divertiste? —pregunta, levantando sus ojos hacia los míos por
solo un segundo, antes de volver directamente a su libro.
—Realmente no hice mucho. —Me encojo de hombros, desnudándome.
Me imagino que si salto directamente en la ducha, es menos tiempo que
tendremos que dedicar a tener una conversación incómoda o a las
inevitables peleas.
El baño está justo al lado del dormitorio, y cierro la puerta la mayor
parte mientras me desnudo, abriendo el agua. La ducha es enorme y
obviamente diseñada para que quepan varias personas a la vez... pero eso
no es lo que está sucediendo aquí.
Todo el lugar está preparado para tener sexo. El dormitorio es la
habitación más grande del condominio, y tiene estas puertas gigantes que
puedes abrir para salir a una playa privada, solo para residentes. Estas
cabañas están un poco más apartadas que las habitaciones del resort,
claramente destinadas a personas en sus lunas de miel, o a aquellos que
deseen aprovechar la belleza tropical más que a una pareja que no se ha
tocado en meses.
Lo intentamos, cuando llegamos aquí al principio, pero como tantas
otras veces con Nikki y yo, se acabó antes de que pudiera empezar.
Entro en la ducha rodeada de vidrio esmerilado y me muevo debajo de
la cascada, dejando caer mi cabeza en mi habitual tormento silencioso. Dejo
que el agua me bañe, apretando los ojos con fuerza, luchando contra los
pensamientos que se vuelven más intensos; más poderosos.
No está funcionando.
No la quiero a ella. 385
No... creo que quiera a ninguna mujer.
Cubriéndome la cara con las manos, me apoyo en el cristal. Mi corazón
está deseando salir de mí y convertirme en otra persona, pero las únicas
personas a las que les he dado la oportunidad no son las correctas.
No son del… tipo correcto.
Creo que las lágrimas caen, pero no las reconozco. El agua las lava
mientras me obligo a controlarme. Necesito pensar racionalmente aquí. No
puedo dejar que ver a ese tipo... ese hombre con los rasgos perfectos, el
cabello extraño, y los ojos que parecen una brillante mañana en medio del
desierto, me distraiga de los hechos.
Nikki es mi esposa. Y vamos a formar una familia juntos.
Estoy asustado, eso es todo. Tengo miedo de traer un niño a este
mundo loco y desordenado, así que estoy inventando obsesiones y giros
extraños para distraerme.
No me atrae Dascha Reznikov. Es un criminal.
Un asesino.
Sin embargo, mi pene ya no parece entender la conciencia porque se
está llenando con cada segundo, reafirmándose hasta que palpita cuando
recuerdo esa puta boca carnosa... La lengua rosada tocando sus dientes, las
mejillas enrojeciéndose un poco en dulce contraste con su pálida piel
blanca, como el marfil.
Al igual que ese día, en el cuarto oscuro, cuando toqué su cuello y sentí
lo jodidamente suave que es esa piel, ahora lo estoy pensando y no puedo
parar. No puedo dejar de imaginar cómo debe verse cuando está tan loco de
lujuria como no me he permitido soltarme con nadie más que conmigo
mismo.
E imaginar lo que le debe gustar... Si a él le gustaría lo que me
encantaría hacerle.
Gruño y me golpeo la cabeza contra la pared. Esto es tan frustrante.
No sé qué hacer conmigo mismo en este momento, pero estoy tan harto de
fingir, de esconderme y actuar como si no me estuviera muriendo por dentro
todos los días que paso siendo alguien que sé que no soy. Envidioso por un
sinfín de personas que veo en las redes sociales, haciendo alarde de su
orgullo cuando parece que no puedo localizar nada dentro de mí, excepto
culpa y vergüenza. Y miedo. 386
Mis ojos se abren lentamente y miro hacia mi pene, regañándolo en
silencio. Tienes todas las respuestas, ¿no? Sabes exactamente quién te gusta
y lo que quieres…
Bueno, no es tan fácil, ¿de acuerdo? No puedo simplemente... hacerlo.
No funciona de esa manera.
Enjuagándome, salgo de la ducha, deleitándome con el hecho de que
la luz del dormitorio está apagada, lo que significa que Nikki se ha ido a
dormir. Respiro un poco mejor cuando no tengo que lidiar con la
decepcionante rutina nocturna... Yo actuando como si quisiera tener sexo,
y ella actuando cansada, luego yo actuando decepcionado. Su ofrecimiento,
y yo actuando cansado... Es un baile tan estúpido, que podría vomitar.
Poniéndome un bóxer, entro de puntillas en la sala de estar, y un
escalofrío de diablillo gotea por mis venas. Ella está dormida…
Localizando mi teléfono, voy al área de la cocina, solo porque está más
lejos del dormitorio. No es ideal hacer esto al aire libre, pero estoy tan
alterado y no tengo a dónde ir. En casa iría a la oficina, o a mi coche. Aquí
tengo que trabajar con lo que tengo disponible.
Una vez que todas las luces se apagan, y me quedo quieto un momento
para verificar que Nikki no vendrá aquí, abro el sitio web familiar en un
navegador secreto. La página tiene por defecto una categoría... pero voy a la
que quiero. Y me desplazo por los videos con los ojos muy abiertos,
buscando algo que a mi polla le guste. Esta es la única vez que le dejo
guiarme.
Muchos de los videos son abrumadores. Hay algunas cosas locas aquí,
muchas que he visto en el pasado. Quiero decir, he estado haciendo esto
durante más de una década ya. Estoy familiarizado con lo que me gusta y
lo que no.
Pero tienen que ser chicos. Puedo admitir eso cuando estoy solo en la
oscuridad. No he visto pornografía heterosexual desde que tenía veinte años.
Un video me llama la atención y hago clic en él, hipnotizado por la
mirada del chico en la parte inferior. Tiene la piel pálida, como Dash. Y
tatuajes también, como los de Dash. Dispersos, no por todas partes y
conectados como los míos.
Un chico besa al otro y mi corazón ya se acelera. Apenas necesito 387
tocarme... cerrar los ojos e imaginarme haciéndolo de verdad me volverá
jodidamente loco.
Cuando no me enfurece insoportablemente.
El tipo más grande empuja entre las piernas del tipo con aspecto de
Dash y yo tarareo, mordiéndome el labio para callarme. Mi mano rodea mi
erección y mis ojos ruedan hacia atrás en mi cráneo, acariciándome
lentamente mientras me imagino cómo sería…
Ser feliz. Sumergirme de lleno en el sexo y sentirme bien. Disfrutarlo,
tanto como quiera.
Y muy pronto, ya ni siquiera miro mi teléfono, el volumen está lo
suficiente bajo como para que pueda escuchar algunos gruñidos y
respiraciones ásperas mientras imagino mis manos haciendo lo que hacen
sus manos.
Tocar, deslizarse por su carne cremosa, provocarlo con las yemas de
mis dedos mientras nuestros labios se tragan al otro. Me apoyo contra la
pared y sacudo mi polla más fuerte, apretando más fuerte, imaginando su
cuerpo agarrándome como si no quisiera soltarme. Me imagino mi lengua
probándolo y haciéndolo gritar mi nombre mientras él se corre, y yo puedo
observar.
Observarlo correrse mientras yo entro en él... como el placer más
brillante, y más paralizante que nunca podré tener de verdad.
Porque cuando exhalo con fuerza y despierto de mi trance, todavía
estoy parado en la cocina del condominio del resort donde estoy con mi
esposa. Mi vida preparada, como una prisión de la que no puedo escapar...
Dascha Reznikov es libre y yo no.
Y tengo que vivir con eso.

388
31
Dash
iiii iiii iiii ii
17 días fuera.

D
espertar en el suelo con la cabeza palpitando confirma que
no debería haber matado esa botella de vodka anoche.
Pero fue inevitable. Especialmente después de que seguí
a Kellan a su casa, para espiarlo.
Verlo, hablar con él, me lanzó al bucle más grande de mi vida. Pasé de
pensar que lo había inventado en un estado de psicosis a encontrarme con
él en un maldito bar en Tulum. De todos los lugares en todo el puto mundo,
él aparece aquí. ¿¿Qué significa eso??
Algo no está haciendo clic en mi mente. Es una persona real,
claramente. Y su nombre sigue siendo Kemper, aunque su primer nombre
es Kellan, no Callum. No estoy seguro qué diablos significa eso tampoco.
¿De dónde habría sacado Callum?
Independientemente, es él. Mi Kemper. Él tiene la misma voz, los
mismos ojos oceánicos sin fondo, el mismo cabello sedoso, coloreado como
la miel directamente del peine.
Incluso sus tatuajes son exactamente iguales a como los recuerdo,
menos el de mi nombre en su clavícula. Ese no está... lo busqué, en el lugar
donde recuerdo que fue la última vez que lo vi. No está ahí. 389
Y otra gran diferencia que noté fue cierta joya, en su mano izquierda.
Un maldito anillo.
Kemper nunca antes había usado un anillo. Ni siquiera se me hubiera
ocurrido mirar pero justo cuando salía del bar, se pasó los dedos por el
cabello y la estúpida cosa brilló en mi cara, como un maldito letrero de neón.
ESTÁ CASADO.
Lo único que nunca pensé en preguntarle a mi Kemper era si estaba
casado con una mujer. Simplemente no surgió. Honestamente, no creo que
ninguno de los guardias de Alabastro esté casado. Quiero decir, ¿cómo
podrían estarlo? Trabajando tantas horas y viviendo en la mansión del
alcaide con un grupo de otras personas... es un trabajo para una persona
soltera.
Pero efectivamente, cuando lo seguí a su condominio anoche, vi una
mujer dentro. Me escabullí hasta el lado de la playa de su casa, sabiendo
que era donde están los dormitorios, mirando a través de las cortinas
parcialmente corridas. Y había una chica en su cama, leyendo un libro.
Morena. Esbelta, hermosa.
Ella lo observó desvestirse para ir a la ducha y yo la odié
instantáneamente. Fue una emoción tan confusa que me sentí enfermo. No
pude quedarme para ver qué pasaría cuando saliera. No podía torturarme
así.
En cambio, volví a mi habitación y bebí una pinta de vodka mientras
caminaba de un lado al otro, envolviendo cinta adhesiva alrededor de mis
muñecas para cubrir mis tatuajes para no sentirme obligado a arrancarlos
de mi piel.
Kemper es un ser humano real. No lo inventé en mi mente, pero ahora
casi desearía haberlo hecho. Hubiera sido más fácil de tragar que encontrar
esta extraña, rara versión de él, solo días después de que se suponía que
íbamos a escapar de Alabastro juntos.
Él es él y, sin embargo, no lo es. Se ve y suena exactamente igual, sus
manierismos son idénticos a los del guardia de aislamiento que tomaba en
formas que despertaron algo dentro de mí.
Pero su nombre no es Callum ni Cal. Es Kellan y tiene una puta esposa.
No es mío. Él es de ella...
Quizás estoy jodidamente loco después de todo.
390
Levantándome, con las sienes palpitando, miro alrededor de mi
habitación a través de ojos que se niegan a abrirse completamente. Aterrizan
en el reloj y veo que es casi la una de la tarde. Gruñendo en voz baja, me
fuerzo por ponerme de pie e ir al baño, cepillarme los dientes con más fuerza
y tomar una ducha larga y agradable.
Después de eso, un poco de Gatorade y Advil, y me siento un poco más
como una persona y menos como un monstruo que vive en un pantano
hecho de licor. Cuando las fuertes quejas de mi estómago interrumpen las
reposiciones de The Office en español para tercera vez, decido ir a buscar
algo de comida. Salgo de la habitación y camino hacia la playa, al lugar con
la mejor comida que he encontrado hasta ahora aquí en Abre, lo que
definitivamente ayudará con mi resaca.
El camión de tacos.
Se llama Tacos Hermanos, y sé que ya dije esto, pero su al pastor es
una experiencia religiosa. Además, me gusta que me recuerde a un taco
versión Pollos Hermanos de Breaking Bad.
Puedo ver que hay una fila, pero no me importa esperar. Hay cientos
de lugares para comprar tacos cerca de aquí, pero la gente se parará en esta
fila durante más de una hora. Creo que eso habla por sí mismo de lo
increíble que es la comida.
Sin embargo, al acercarme a la línea, me detengo un segundo
sorprendido y de puro pánico. Kemper está ahí, justo al final. ¡Mierda!
Mirando alrededor de mí, verifico si viene alguien más, para dejarlo
adelantarse, pero no hay nadie a la vista. Así que me arriesgo, trago mis
sentimientos y merodeo hacia la línea, justo detrás del tipo que pensaba que
era alguien especial para mí, pero resulta que es solo un tipo.
Pararse en cualquier lugar cerca de él es jodidamente confuso. Incluso
huele de la forma que lo recuerdo, lo que simplemente no es posible. ¿¿Cómo
recordaría el olor de una persona que nunca he conocido??
También es un aroma tan delicioso. Como piñas y una hoguera junto
al océano. Masculinidad y dulzura tropical juntas. Estoy en una maldita
agonía, inclinándome más cerca solo para oler...
Él se da vuelta y yo me aparto, fingiendo que no lo estaba oliendo como
un maldito asqueroso.
—Hola. —Su boca se curva en una sonrisa sin entusiasmo, y sus ojos
se deslizan sobre mí de arriba a abajo muy brevemente—. Dash, ¿verdad?
Asiento, ignorando el escozor en mi pecho. 391
—Kellan. —Tomará un poco acostumbrarse a eso...—. ¿Cómo estás?
—Bien. —Se encoge de hombros, girando para moverse en la fila un par
de pasos mientras yo sigo detrás de él—. ¿Cómo resultó ese partido de
fútbol?
—En realidad fue bastante aburrido —murmuro, y me ciega con una
simple sonrisa perfecta sobre su hombro. Casi me hace colapsar, pero me
esfuerzo por quedarme de pie, con los ojos cayendo a sus pies mientras
ahogo mi propia sonrisa—. Um, entonces estás aquí de... ¿vacaciones o algo
así?
Mi mirada regresa a la suya y lo primero que noto es un confuso calor
en sus ojos. Me recuerda tanto a él en Alabastro que empiezo a toser como
un loco, ahogándome literalmente con nada.
Tal vez por instinto, se acerca y coloca una mano firme en mi espalda
mientras recupero el aliento. Y ahora me está tocando, y me quedo sin
aliento por una razón completamente nueva.
Sus ojos se abren de par en par al darse cuenta y aparta la mano
rápidamente, aclarando su garganta.
—Sí, eh, estoy aquí por mi... aniversario.
Si estuviera obsesionado, me fijaría en el tono de voz desinteresado que
usó con la palabra aniversario, pero no me permito hacer eso ahora. Es un
callejón sin salida.
Por ahora, necesito concentrarme en demostrarme a mí mismo que él
no es una alucinación, porque es imperativo verificar que no he caído
completamente en lo profundo. Es todo en lo que he podido pensar
últimamente.
Recordando que dijo algo sobre su aniversario, respondo:
—Oh, genial. Felicitaciones. —No podría ser más rudo si me pagaras.
—Sí... gracias, supongo. —Suspira y se mueve de nuevo cuando la línea
avanza.
—No suenas muy emocionado. —Tengo que agregar porque no puedo
no hacerlo.
Me fulmina con la mirada, como si no fuera el lugar de un extraño
sopesar su relación, pero luego sus ojos se suavizan y exhala.
—No va muy bien. Pensé que venir aquí sería bueno para nosotros, pero 392
ahora no estoy tan seguro... no tengo idea de por qué te digo esto. —Resopla
una risa autocrítica y sacude la cabeza.
—Puedes decirme lo que quieras. —Salto, y sus cejas se juntan—.
Quiero decir... ¿para qué más están los extraños de vacaciones, verdad?
Le muestro una sonrisa casual, esperando que alivie la tensión. Y lo
hace. Sus hombros caen un poco, visiblemente.
—¿Estás... aquí con alguien? —pregunta, la mirada en su rostro es tan
intensa que hace que mis párpados se muevan en un parpadeo rápido.
Es diferente de mi Kemper, y sin embargo, extrañamente similar, en
formas que no puedo evitar notar.
Por ejemplo: su pregunta fue bastante casual, pero la forma en que la
hizo develó sus posesivas capas ocultas. La forma en que sus ojos se
oscurecieron y sus labios se fruncieron, probablemente de forma
imperceptible para la mayoría de la gente... pero yo lo noté. Recuerdo besar
esos labios fruncidos. Saben deliciosos; dulces con un toque de acidez, como
frambuesas.
Genial, y ahora estoy mirando su boca. Y me ve haciéndolo.
Mis ojos rápidamente encuentran el camino de regreso a los suyos.
Luego los suyos caen a mi boca.
Maldición, Jesús… esto es imposible.
Creo que estamos más cerca que cualquier otro extraño en esta línea,
un hecho del que parecemos darnos cuenta los dos al mismo tiempo. Se
sacude y se gira para tropezar hacia adelante, cruzando los brazos sobre su
ancho pecho, la definida camiseta blanca que lleva acentúa toda la tinta en
su piel bronceada. Esos brazos son enormes, cruzados sobre su pecho así...
Su bíceps es casi del tamaño de mi cabeza.
Tragando la distracción una vez más, me obligo a recordar su pregunta.
—No. No estoy con nadie. Vivo aquí ahora. Me acabo de mudar, quiero
decir.
Eso hace que su rostro se vuelva hacia mí de nuevo.
—¿De dónde?
Muchas preguntas de un extraño, ¿no?
—De Nueva York.
Maldita sea, no debería haber dicho eso. Ni siquiera se supone que deba
estar diciéndole a la gente mi nombre real. Para eso están los alias.
393
Me mira boquiabierto por un segundo, como si estuviera tratando de
leer algo en mi cara, antes de decir:
—Yo también soy de Nueva York.
La voz en mi cabeza dice, lo sé, incluso antes de que pueda procesarlo.
Pero tengo que recordarme que no lo conozco. Es un extraño para mí.
En un esfuerzo por parecer educado y no un loco acosador, pregunto:
—¿Ah, sí? ¿Qué parte?
—Babilonia —murmura, un poco inquieto, mirando alrededor como si
estuviera incómodo. No me hace sentir bien—. Soy de Kansas City
originalmente, pero he vivido en Long Island durante unos trece años.
Asiento ante sus palabras, pensando que si ha vivido en Nueva York
tanto tiempo, podría reconocerme de todos esos artículos recientes. Claro,
dijeron que estaba muerto pero aun así. Ahora me veo exactamente igual
que en las fotos.
Observándolo por un momento, me da una mirada, y parece que
estamos mirándonos fijamente por un rato, estudiándonos. Incluso si lo
sospechaba, no creo que vaya a decir nada. Le haría parecer loco. Y ya se
está alejando de mí, así que...
Decido arrojar mis cartas sobre la mesa, porque esto me está volviendo
loco.
—Deberíamos salir juntos.
Me mira boquiabierto, y sus labios se curvan por un instante antes de
fruncirse.
—No puedo. Mi esposa…
—Ella no está aquí ahora. —Me encojo de hombros, y él parece
desconcertado.
—Sí, pero...
—¿Qué ocurre? ¿No te gusto? —Le muestro una sonrisa burlona, de la
que se burla con un ruido nervioso.
—No me gustan los chicos —dice con una mirada fogosa que hace que
sus palabras parezcan menos sinceras.
Pongo los ojos en blanco.
—Oh, maldición. ¿Cómo voy a seguir?
Su mandíbula hace tic, pero luego una sonrisa se desliza por su rostro 394
y se ríe. Me río con torpeza, porque interactuar con él es muy extraño.
Abre la boca como si fuera a decir algo, pero luego el tipo del camión
de tacos grita ¡Siguiente! Y se acerca a la ventana para hacer su pedido.
Observo atentamente, estudiando cada movimiento del tipo de los tacos y
de Kemper, tratando desesperadamente de determinar si esto realmente
está sucediendo.
Todas las señales apuntan a que sí, pero todavía me siento inquieto.
Puedo verlos interactuando y este ni siquiera es el Kemper que recuerdo,
entonces, ¿cómo podría ser posible que estuviera alucinándolo? Tiene que
ser real…
Mi estómago se revuelve por lo nervioso que me pone toda esta premisa.
Mi ansiedad está por las nubes en este momento, y los susurros están
plagando mis pensamientos. Parpadeo con fuerza, una y otra vez, rezando
para que se detenga mientras Kemper se hace a un lado y me mira cuando
doy un paso adelante.
Ordeno mis tacos, con la cabeza llena de estática. Pero cuando voy a
pagar, el tipo me despide y señala a Kemper.
Me vuelvo hacia él y levanto una ceja.
—Me estás enviando señales contradictorias, Kellan.
Tiene la intención de ser una broma, pero la cara que hace es una de
las cosas más serias que he visto en mi vida. Sus ojos están muy abiertos,
y su boca cuelga abierta en pura mudez. Si no supiera nada mejor, diría que
golpeé alguna especie de punto sensible con mi estúpido comentario.
Se queda callado, mirando a todas partes del mundo menos a mí hasta
que su orden aparece. Agarra su comida, todavía sin hacer contacto visual,
y murmura un débil: “Nos vemos, Dash”. Antes de irse.
Estoy tan desconcertado por todo el encuentro que apenas puedo
disfrutar de mis tacos. De acuerdo, eso no es del todo cierto, porque me muero
de hambre y están fantásticos. Pero aun así.
Como mi comida en un banco frente al océano, pensando todo el
tiempo, en Kellan versus Callum, dónde podría posiblemente haber
encontrado a esta persona, y por qué el verdadero Kemper parece mucho
menos seguro de sí mismo que la versión que inventé.
Por teléfono, Luthor dijo que, de hecho, había un oficial Kemper. Pero
renunció a la Penitenciaría de Alabastro justo cuando yo llegué. Entonces 395
tal vez, solo tal vez, sí conocí a Kemper. A este Kemper. Y luego, de alguna
manera, mi cerebro se confundió, como sucede muy a menudo, y aluciné el
resto.
Es una exageración, pero tiene más sentido que de alguna manera
inventara una persona que claramente ya existe.
Pero entonces, ¿por qué no me recuerda? Si nos conocimos en Alabastro,
¿no debería haber dicho algo? ¿No se hubiera asustado, llamado a la policía?
Incluso si ya no trabaja allí, era un oficial. Ese código no desaparece, o
eso me han dicho.
Mis pensamientos me confunden más, y cuando vuelvo a mi
habitación, estoy más allá de todo razonamiento. Camino de un lado al otro
y hago flexiones durante bastante tiempo. Casi se siente como un apagón,
porque cuando llegué el reloj decía que eran las tres y media, y la siguiente
vez que miro hacia arriba son casi las once.
Corriendo al baño sin aliento, me salpico un poco de agua en la cara,
pasando los dedos por mi cabello rosado. Mis ojos se ven negros y puedo
escuchar todo tipos de ruidos.
Tengo que salir de esta habitación.
Sin pensarlo voy y me dirijo al bar, el mismo de anoche, por la remota
posibilidad de que tal vez Kemper esté allí. Sé que no es mi Kemper, pero
todavía me siento más cómodo con él que solo. No sé lo que eso significa,
pero estoy harto de pensar.
Solo quiero ser por un tiempo. Vine a Tulum a vivir, no a esconderme
en una habitación como solía hacer en casa.
Cuando llego al bar, hay más gente que anoche. No está lleno, pero aun
así hay gente. Todas las mesas de la terraza están llenas y solo hay un par
de asientos libres en la barra. Me dirijo a uno de ellos, pero luego veo a
Kemper, en el mismo asiento de anoche, con un vaso de lo que supongo es
Coca-Cola colocado frente a él. De nuevo.
Hago una pausa por un momento para mirarlo. Él está solo, no
conversa con nadie, y está mirando fijamente su vaso, absorto en sus
pensamientos. La forma en que está sentado allí, el aura de soledad que lo
rodea... me hace pensar que hace mucho esto. Quizás no aquí, pero lo hace.
Mi corazón se astilla y se rompe por él. Hasta que recuerdo que estoy
tan solo como él. Y es ese pensamiento el que me hace caminar.
No hay asientos libres a su alrededor, así que me detengo junto donde
está sentado, y levanta la mirada de inmediato. Me gustaría pensar que lo 396
primero que veo en sus ojos oscuros es emoción, alivio o alguna forma de
alegría. Pero se transforma tan rápidamente en un extraño malestar que no
sé qué hacer conmigo mismo.
Termino quedándome allí parado, moviendo mi peso de un lado a otro
mientras digo:
—No me dejaste darte las gracias por los tacos...
—No eran necesarias ningunas gracias —murmura, luego continúa
mirando su bebida—. Solo estaba tratando de ser amable.
—Fue amable. —Mi mente va inmediatamente a todas las cosas que me
ha dado antes… o que me dio la versión imaginaria de él. Todos los regalos,
la ropa, las cosas para la ducha... el helado, nada de eso probablemente ni
siquiera era real—. Siempre has hecho cosas buenas por mí...
Me doy cuenta de lo dije después de que las palabras salen de mis
labios, y él me mira, arqueando las cejas mientras retrocedo.
—Quiero decir, lo agradezco. El almuerzo —tartamudeo mientras se
vuelve hacia mí completamente en su taburete. Mis ojos se mueven
alrededor—. ¿Dónde está tu esposa? ¿No tenía ganas de un aperitivo? —
¿¿Acabo de decir aperitivo?? ¿Qué diablos tengo? ¿¿Cincuenta??
No parece complacido cuando responde:
—Ella está... cansada.
—Eso apesta. —Me encojo de hombros en un intento de mantener el
estado de ánimo suave—. ¿Quieres algo de compañía?
—Te lo dije, no me balanceo de esa manera. —Me mira con cautela.
No estoy seguro si debería ofenderme que este tipo piense que soy un
loco homosexual que le va a agarrar la polla cada vez que baje la guardia,
pero el hecho aún más interesante es que no lo soy. No me duele de ninguna
manera que él piense que soy gay, porque bueno, supongo que es una
verdad parcial.
La cuestión es que no he tenido a nadie a quien acudir. No soy gay,
pero definitivamente al menos bisexual, y estoy tan solo, incluso en la tierra
de mis sueños, que aún no he tenido la oportunidad de contárselo a nadie.
Me gustaría contárselo a Kemper... Si estuviera actuando como mi Kemper, y
no como este homófobo tan inseguro.
No soy terapeuta, y ciertamente no soy un experto en nada de esto, 397
pero solo por la forma en que ha estado reaccionando hacia mí, parece que
está tratando de ponerse una fachada. Ojalá pudiera ayudarlo a relajarse
un poco. Podría ser bueno para él.
Cruzando mis brazos sobre mi pecho, afirmo:
—No estoy coqueteando contigo, Kemper. Solo intento ser amable,
como tú con los tacos antes. —Levanto una ceja hacia él, y parece alterado.
Atrapado—. Ahora —prosigo antes de que pueda argumentar—: ¿Qué
estamos bebiendo? Algo más fuerte que Coca Cola, espero. —Hago señas
con la cabeza al camarero que me hace un gesto mientras termina la bebida
que está haciendo.
—No bebo —dice Kemper, captando mi atención—. Hace dos años que
estoy sobrio.
Parpadeando ante su rostro, noto unas pocas líneas que no estoy
seguro de haber notado en mi Kemper. Líneas que hacen que éste sea real.
Me roba el aliento por un momento.
El camarero se nos acerca y pregunta qué me gustaría. Se necesita
esfuerzo para apartar mirada del hombre frente a mí.
—Tomaré lo que él está tomando.

398
32
Kellan Kemper

E
stoy fuera de mi elemento.
No saber cómo actuar alrededor de ciertos tipos es algo
con lo que he estado lidiando toda mi vida, pero con Dash es
una premisa completamente nueva.
Él es fascinante para mí. Todo sobre él, incluso las cosas que no me ha
confesado todavía, las cosas que ya sé de él, por mi trabajo... lo hacen tan
malditamente interesante. Como una lluvia de meteoritos. No quiero quitarle
los ojos de encima ni por un segundo.
Desafortunadamente para mí, eso es complicado. Porque estoy casado
con una mujer, y la idea de mirar a este hombre obviamente atractivo me
da picazón.
Mi cuerpo quiere algo que mi cerebro se niega a reconocer. Es muy
confuso. Y, sin embargo, todavía estoy aquí, hablando con el chico del
cabello rosado.
Estamos en el bar donde hemos estado sentados juntos durante más
de una hora, charlando sobre todo tipo de cosas. Es fácil hablar con él, se
lo concedo. Tiene ese tipo de humor burlón que a veces me hace temblar los
dedos. No sé lo que significa, pero es diferente. Diferente bien.
Hasta ahora, hemos logrado desviarnos de temas de conversación
serios, como cualquier cosa relacionada con mi matrimonio, lo que hacemos
para trabajar o por qué hemos estado bebiendo nada más que Coca-Cola.
Le dije que no tenía que dejar de beber en mi nombre, pero simplemente lo 399
ignoró.
No obstante, creo que nuestra alegre conversación está a punto de dar
un giro cuando pregunta...
—Entonces, ¿eres alcohólico? ¿O hiciste otras cosas? —pregunta esto
como si fuera la pregunta más normal y no invasiva del mundo. Como si me
estuviera preguntando por mis ingredientes de pizza favoritos.
Y, sin embargo, me siento inclinado a responderle. No estoy seguro de
por qué.
—Otras cosas —murmuro y él me mira de reojo, lo que hace sonreír a
mis labios. Obviamente quiere más. Me estoy dando cuenta de esto sobre él;
es exigente—. Soy un adicto a la heroína en recuperación. Cinco años sobrio
de eso, dos años del alcohol.
—Vaya —susurra, con el rostro inmóvil. Espero la lástima o la opinión
habituales, aunque no estoy seguro de por qué. Dash claramente no es así
en absoluto, lo cual es confirmado cuando dice—: Felicidades por los cinco
años. Eso es realmente genial.
Mi pecho se aprieta. El único lugar en el que obtengo algún tipo de
reconocimiento por mi sobriedad es en las reuniones. A Nikki no le gusta
escucharme hablar sobre mi pasado, o sobre estar sobrio. Siempre dice que
el pasado está en el pasado, y no tiene sentido insistir en ello. Estoy de
acuerdo, hasta cierto punto. Pero también sé que el pasado es lo que nos
hace quienes somos.
No sería el hombre que soy hoy si no fuera por mis experiencias...
Sentado junto a alguien hacia quien no se supone que debería estar
gravitando, usando todo lo que está en mi poder para mantener mis
pensamientos en secreto.
Tragando saliva sobre mi garganta seca, sonrío.
—Gracias. —Luego levanto mi refresco para tomar un sorbo.
—¿Fue eso lo más difícil por lo que has pasado? —pregunta Dash,
sobresaltándome un poco. Esto dio un giro hacia lo profundo... pero
nuevamente, me siento obligado a responderle con sinceridad.
—Algo así. Bueno, eso y esto. —Me acerco y abro el cuello de mi camisa
un poco, exponiendo mi clavícula completa, y la cicatriz de quince
centímetros que va hasta mi hombro.
400
La observa por un momento, y la cercanía entre nosotros me permite
olerlo. Realmente estoy intentando no hacerlo, pero tiene este aroma
irresistible, como nada que haya olido antes. Es embriagador.
Parece completamente cautivado por mi cicatriz, y antes de que sepa
qué está sucediendo, levanta los dedos para tocarla. Me hace dar una
sacudida y él inclina su cara, haciendo que sus ojos color avellana se
encuentren con los míos.
—¿Qué te pasó? —pregunta. Niego con la cabeza sutilmente, así que
agrega—: ¿Demasiado personal? —Asiento y él suspira suavemente—. Muy
bien, ¿y si te digo algo personal? —Me encojo de hombros, a lo que él pone
los ojos en blanco—. Voy a necesitar las palabras de verdad, Kemp.
Kemp. Me gusta eso. ¿Por qué me llamaría así? ¿Por qué suena tan bien
saliendo de su boca?
—Cuéntame, entonces —gruño con nuestros ojos pegados y tratando
de no pensar en cuánto me recuerda el color de sus iris a los bosques de
casa, en Kansas City.
Toma aire y luego dice:
—La primera vez que robé un banco solo, tenía diecisiete años.
Sus ojos son redondos y brillantes mientras se calla y me mira
fijamente esperando mi reacción. No sabía este hecho exacto, sobre lo joven
que era la primera vez que lo hizo. Pero definitivamente sé que es un ladrón
de bancos. He sabido sobre Dascha Reznikov desde hace tiempo, siguiendo
su historia en los periódicos locales incluso antes de que lo llevaran a la
Penitenciaría de Alabastro.
Mi boca se abre, lista para decirle eso, pero por alguna razón no lo hago.
En cambio, le sonrío con suficiencia.
—Seguro. Lo que digas, chico.
Él jadea, y curva la boca con irritada diversión.
—¿Estás diciendo que no me crees?
—¿Creer que eres un ladrón de bancos? —me burlo, luchando por
mantener una cara seria mientras jodo con él. La indignación que tiene es
puramente adorable.
—Eso es más que grosero —murmura—. No te cuestioné lo tuyo.
—Eso es porque lo mío es creíble. —Aprieto los labios, sabiendo que
está volviéndolo loco porque estoy dudando de su credibilidad callejera.
—Te mostraría la prueba, si no fueras tan skatina 33. —Sacude la 401
cabeza.

33 Idiota en ruso.
Me río.
—¿Cómo me acabas de llamar?
—¿No te gustaría saberlo? —Se inclina un poco y me toma un segundo
notar que su mano descansa sobre mi pierna.
No está muy arriba, pero me está tocando. Y de repente no hay
suficiente aire en la habitación. No puedo respirar y me aferro a donde viene
el dolor sofocante, porque duele.
Me mantengo firme, alejándome de él con la mandíbula tensionada. Él
tiene el valor para parpadear como si no tuviera idea de por qué estoy
enojado.
—Voy al baño, luego me voy —gruño, y antes de que él pueda decir
cualquier cosa, me voy enojado a la parte de atrás del bar.
Avergonzado durante todo el camino, irrumpo en el baño, pero en lugar
de ir al urinario, me dirijo directamente al puesto en el otro extremo. Me
apresuro adentro, apenas cerrando la puerta antes de apoyarme contra la
pared, apretando los ojos y frotándolos con fuerza con los dedos.
¿¿Por qué estoy haciendo esto?? ¿Por qué estoy pasando el rato con este
chico?
No necesito esta mierda. No necesito que un criminal jodido me haga
sentir inadecuado e incómodo. Debería estar de nuevo en el condominio con
mi esposa. No aquí en un bar con este tipo… tocándome y jodiéndome la
cabeza.
Me está lavando el cerebro, con sus palabras interesantes y su intrigante
pasado, su actitud... sus ojos que parecen un bosque, y sus labios que
probablemente son realmente suaves... y su... su...
Mi sangre corre en mis oídos tan fuerte que apenas escucho que alguien
más entra en el baño. Y camina directamente al puesto en el que estoy.
La puerta se abre y yo me quedo aquí como un idiota, mirando en
suspenso mientras Dash entra y cierra la puerta detrás de él.
Intento retroceder, pero no tengo a dónde ir.
—¿Qué estás haciendo…?
—Pensé que querías que te siguiera. —Se inclina contra la pared.
Lo fulmino con la mirada, irradiando hostilidad.
402
—¿Por qué querría eso?
—No lo sé, Kemper. —Se encoge de hombros—. Dímelo tú.
—Pregunta capciosa. No te quiero aquí. —Hago un gesto detrás de él,
hacia la puerta—. Ahora, por favor lárgate.
Hace una mueca, como si ni siquiera entendiera lo que está pasando
ahora mismo; absorto en... seducir. Realmente me desconcierta. Hay
asombro brillando en sus ojos color avellana.
—¿Pero no quieres ver? —murmura y se acerca a tocar mi camisa.
Trago más nervios de los que puedo soportar mientras él tira de la tela, pero
no me muevo. No puedo.
Soy una puta estatua.
Se acerca a mí y creo que podría vomitar, mi corazón está martillando
tan rápido.
—¿V-ver qué? —pregunto, yendo en contra de lo que mi cerebro me
dice, que necesita detenerse.
—¿Cómo se siente? —Los ojos de Dash permanecen en los míos, y por
mucho que quiera mirar a cualquier otro lugar, no puedo hacerlo. Es como
si me tuviera como rehén. Su mano se desplaza hasta el botón de mis
vaqueros.
—Te lo dije. —Trago saliva con dificultad, y la mentira casi se queda
atrapada en mi garganta antes de abrirse camino—. No me gustan los
hombres.
—Sí, lo has dicho —susurra, desabrochando el botón mientras me paro
completamente quieto, dejándolo—. Pero nosotros somos diferentes, Kemp.
—Entonces la cremallera desciende. Se muerde el labio y mis ojos finalmente
se apartan de los suyos, para ir a esa puta boca carnosa.
—¿Quiénes son nosotros?
—Tú y yo —susurra, y antes de que pueda preguntar de qué diablos
está hablando, se deja caer de rodillas.
Creo que mi vida está pasando ante mis ojos mientras él tira de mis
vaqueros hacia abajo solo lo suficiente, con mi bóxer, para sacarme la polla.
Es una maldita piedra.
—Espera... —gruño, pero no hace nada para sonar, de ninguna
manera, como un pedido genuino.
Dash sube un puño por mi longitud, murmurando algo como he echado 403
de menos esto, aunque no puedo estar seguro, porque después de eso su
boca se envuelve alrededor de la cabeza de mi polla. Mis ojos ruedan hacia
atrás en mi cráneo, y el único sonido que puedo escuchar es mi pulso
bombeando sangre directamente debajo de mi cintura.
Su boca es cálida, húmeda y jodidamente perfecta mientras la mueve,
chupando suavemente, lo que me permite adaptarme a la sensación antes
de que tome mi polla más profundamente. No se parece a nada que haya
experimentado antes. Lo sé, una boca es supuestamente solo una boca, pero
esta se siente como una utopía para mi polla.
Su lengua se desliza por la parte inferior mientras me empuja más
adentro, hasta que la punta roza la parte posterior de su garganta. Yo
lloriqueo... jodidamente lloriqueo.
No creo que haya hecho ese ruido antes.
Mis ojos se abren vacilantes para mirar hacia abajo y ver cómo se ve
esto. Efectivamente, está la melena rosada de Dash, balanceándose
gradualmente frente a mi entrepierna, ahuecando sus mejillas mientras
chupa.
Me estiro para deslizar mis dedos debajo de su barbilla, y sus ojos se
encuentran con los míos. Mordiendo mi labio inferior, lo veo chupar mi polla,
más fuerte, aunque todavía firme, tomando tantos centímetros como puede,
y la cabeza empuja más profundamente en su garganta.
Gimo, y mis párpados caen.
—Jesús, eso se siente... —Lo que fuera que iba a decir es interrumpido
por otro gemido ahogado cuando su mano se mueve entre mis muslos para
masajear mis bolas—. Maldición... sí.
Tararea alrededor de mi polla y la vibración envía escalofríos a cada
centímetro de mi cuerpo. Ni siquiera puedo actuar como si esto no fuera
todo lo que he estado soñando desde que puedo recordar. Es la mejor
sensación del mundo y mi orgasmo ya se avecina.
Dash sigue observándome, y yo lo observo a él, tragando mi polla hasta
que sus ojos se ponen llorosos. Mis dedos agarran su cabello, deseando que
haya más, como la primera vez que lo vi. Antes de que me obligaran a
afeitárselo...
Está volviendo a crecer, ya casi. Y es tan suave.
Maldición, su boca es como el cielo. Parece un maldito sueño sobre sus
rodillas para mí. No quiero que esto termine nunca, pero lo hará. Como, 404
pronto.
Sigue chupando y chupando, moviéndose hacia arriba y hacia abajo
mientras sostengo su cabeza y muevo mis caderas, empujando más y más
profundamente, hasta donde puedo encajar. Trata de tragar mi polla, y su
garganta se aprieta en mi eje hasta que mis bolas se tensan.
—Maldición, Dash... vas a hacer que me corra —Jadeo las palabras,
perdido en una bruma erótica de cosas que siempre me he prohibido tener.
Cosas que siempre he querido. Necesitado, incluso.
No está bien que no las tenga. No es correcto decirme a mí mismo que
no puedo tener eso, cuando está aquí y se siente tan jodidamente bien.
Mis ojos caen y noto que Dash frota su erección a través de sus
pantalones. Puedo ver el contorno de la misma, y se acaricia con la mano
izquierda, mientras la derecha tira de mis bolas, su boca me trabaja una y
otra y otra puta vez.
El clímax se acerca sigilosamente, y suelto su cabeza, murmurando:
—Mierda, mierda, mierda, Dios... me estoy... corriendo...
Y se queda justo donde está mientras mi semilla se derrama en su boca,
y bebe hasta la última gota. Chupándome mientras mi polla palpita entre
sus labios afelpados... es jodidamente maravilloso.
Este es un nivel completamente nuevo de dificultad para respirar.
Tarareando tonterías durante lo que se siente como una hora, mis
dedos trazan superficies de él; su mandíbula, su cuello, sus hombros, su
espalda. Su boca permanece en mi polla hasta que está seguro que he
terminado, y luego succiona hacia arriba, limpiándome, e incluso
empujando mi polla gastada de nuevo en mis pantalones.
Lo veo ponerse de pie, mi garganta ronca por jadear
incontrolablemente, como si acabara de salir de una temporada de treinta y
cinco años bajo el agua.
Todo parece diferente ahora.
Apenas reconozco que estamos juntos en el cubículo de un baño de
hombres. Solo lo estoy mirando fijamente, y él también a mí, el resto del
mundo está en pausa.
Es hermoso. Quiero tocarlo. Quiero…
Hasta que el tiempo vuelva a acelerarse y llegue a un acuerdo con lo 405
que acaba de suceder.
Me dio una mamada un tipo. Por primera vez.
Y me voló la puta cabeza.
Aclarándome la garganta, rompo nuestro concurso de miradas, y dejo
caer la mirada hacia las baldosas del piso, con suerte para ocultar el
evidente rubor en mi cara.
—¿Cómo estuvo? —Su voz retumba justo frente a mí, y está tan cerca,
pero no puedo romper ese estúpido campo de fuerza invisible que pongo
alrededor de mí. Quiero tanto, pero no puedo.
Afortunadamente para mí, Dash puede. Creo que podría ser para lo que
está aquí porque se acerca y agarra mi mano, y mis ojos se lanzan a los
suyos. Su mirada nunca deja la mía mientras toma dicha mano y la coloca
en su cadera. Mi respiración está fuera de control de nuevo, aumentando la
tensión, a pesar de que el orgasmo me relajó más allá de lo creíble.
Luego presiona su palma sobre mi corazón. Tengo el impulso más
fuerte de apartarme. No quiero que sienta lo fuerte que está latiendo. Pero
se mueve más cerca, hasta que estamos prácticamente machacando
nuestros frentes juntos, inclinando su boca hacia mi oreja.
—¿Crees que esto es malo? —susurra, y suena como si estuviera
preguntando honestamente. Me pregunta si creo que estar él y yo aquí
juntos está mal…
Mis músculos se tensan, el escudo quiere que lo aleje y grite sí. Pero su
calidez se está filtrando en mí donde estamos parados, sosteniéndonos como
amantes, no extraños.
Esto no se siente mal ni está mal. Mi corazón sabe lo que quiere...
siempre lo ha sabido.
Mis labios se abren, pero me toma un momento encontrar mi voz, antes
de finalmente murmurar:
—No.
—¿Te gusto, Kemper? —Su aliento en mi oreja me pone la piel de gallina
hasta que me inclino más cerca, mi cabeza, mi cuerpo. No me está ayudando
a tocarlo ya. Lo estoy haciendo por mi cuenta.
Mi mano se desliza posesivamente de su cadera hasta su espalda,
sintiendo los músculos allí que nunca había sentido antes al abrazar a
alguien así. Es… estimulante.
406
—Sí —susurro, y luego, sin siquiera pensarlo, le doy un pequeño beso
en el cuello, haciéndonos tararear a los dos.
Dios, su piel es suave. Y su olor es como… todo. Es todo lo que necesito.
—Bien —dice, y la profundidad de su voz retumba en mí, despertando
a mi polla de su siesta. Me encanta su voz... quiero escucharlo hablar por
siempre—. Porque tú me gustas.
Mi corazón da un salto y siento una extraña oleada de poder en mis
miembros. Me está dando tanta fuerza en este momento. Fuerza que
siempre he tenido, simplemente nunca me dejo usarla.
Pero ahora puedo. Todavía estamos ocultos y no tengo que
preocuparme. Está bien. Todo estará bien.
Lo empujo contra la pared, tal vez un poco más fuerte de lo que estaba
preparado, pero cuando me aparto lo suficiente para ver su rostro, hay una
sonrisa de suficiencia que desesperadamente quiero besar.
Miro fijamente su boca por un momento en suspenso y ansiedad.
¿Podría besarlo? No he besado a un chico desde que estaba en la escuela
secundaria, y todos recordamos cómo terminó eso...
Pero como él está aquí para ayudarme, Dash habla para que yo no
tenga que hacerlo.
—¿Quieres que te bese?
Mis labios se abren y titubeo, parpadeando incontrolablemente.
—Yo... yo no...
Antes de que pueda dudar más, cierra el espacio entre nuestras bocas,
y presiona esos labios insoportablemente suaves contra los míos. No me he
movido ni un centímetro, pero se siente como si estuviera volando.
O cayendo...
El viento azota mi cara mientras caigo en picado, y mi estómago ahora
se aloja en mi garganta.
Dash exhala un sonido de satisfacción mientras separa sus labios para
chupar mi labio inferior entre los suyos.
—Ábrete para mí. Por favor, Kemper.
Algo sobre escucharlo suplicarme despierta mi alma. Mis labios se
abren y desliza su lengua en mi boca, encontrándose con la mía. Cuando se
tocan, gimo porque Jesucristo, ¿cuándo besar se ha sentido así?
Ni siquiera creo que haya besado a alguien así en años; más de lo que
puedo recordar. E incluso entonces, no fue así. Esto es casi espiritual.
407
Nuestras lenguas se mezclan y me enamoro del sabor de Dash. Él sabe
dulce, con el más mínimo indicio salado, de mi semen, creo, que hace que
me palpiten las bolas. Y le devuelvo el beso, más fuerte, respirando con
dificultad, empujándolo contra la pared con tanta firmeza que podría estar
lastimándolo.
Pero a él no parece importarle. Él está tan ido y embelesado como yo lo
estoy ahora mismo, sus manos tocan los músculos de mi pecho, subiendo
a mis hombros y luego hasta mi cabello. Empuña mi cabello y me chupa la
boca desesperadamente necesitando tanto como yo necesito.
Es increíble lo bien que se siente.
—Tu boca es deliciosa 34 —susurro cuando me aparto para respirar.
Dash se congela, alejándose lo suficiente para que nuestros ojos se
bloqueen. Me está dando una mirada que posiblemente no puedo
comprender, una mirada que sostiene un mundo de emoción que nunca
había visto antes, en nadie. Es abrumadoramente hermoso.
En sus ojos hay un bosque donde estamos juntos.
Me encantaría ver lo que ve cuando me mira así.
—Dios, bésame —ronronea y agarra mi mandíbula, tirando de mi boca
de vuelta a la suya.
Mis palmas se apoyan contra la pared detrás de él, encerrándolo
mientras nos besamos como locos, lamiendo y chupando tan fuerte que
puedo sentir la hinchazón en mis labios.
Nuestras caderas se han fusionado, y su polla dura frota la mía. Es
raro, y tan jodidamente sexy que creo que mi propia polla está pulsando
líquido preseminal, lo que parece imposible. Soy como un maldito
adolescente de nuevo. Estas son las cosas que quería entonces, pero que no
podía tener.
Ahora puedo tenerlas. Dash me las puede dar.
—No te corriste. —La inquietud marca mi tono. Estoy nervioso, no
tengo idea de qué estoy haciendo. Pero creo que quiero hacerlo sentir tan
bien como él me hizo sentir a mí.
No, sé que lo hago.
—¿Quieres hacer que me corra, of… Kemper?
Mis movimientos se detienen. Sonaba como si me fuera a llamar de otra
forma, y al instante siento una curiosidad loca. 408

34 En el original usa la palabra luscious.


¿Era el nombre de otra persona? ¿¿Casi dijo el nombre de otra persona
justo ahora??
Mis manos caen hasta su cintura y lo sostengo con fuerza, apartando
mis labios, listo para obligarlo a decirme lo que iba a decir, cuando escucho
un ruido. Es alguien entrando al baño. Me quedo completamente quieto, y
mis ojos se ensanchan de miedo, pero Dash no parece preocupado en
absoluto por la idea de que alguien pudiera atraparnos aquí juntos. De
hecho, todavía frota su erección contra mi entrepierna.
Le lanzo una mirada feroz, empujando sus caderas hacia atrás para
que no pueda frotarse contra mí. Tiene esta mirada de necesidad en su
rostro, un dulce rubor en sus mejillas y sus ojos cubiertos de deseo. Esa
mirada estará en mis sueños en el futuro previsible, estoy seguro de ello.
—Compórtate —gruño, con la voz más tranquila que puedo manejar.
Sus párpados caen y maúlla, mordiéndose el labio para mantener el sonido
dentro.
Levantándole una ceja, no puedo evitar comprender algo. Creo que le
gusta que lo dominen un poco. Cuando soy firme con él, sus pupilas se
dilatan, y casi puedo sentir su respiración acelerarse.
Le gusta que lo controlen.
Algo sobre eso le habla a una parte de mí que nunca he reconocido
antes. Siempre supe que estaba ahí, pero me negaba a dejarla salir. Hasta
ahora…
Porque a Dash le gusta. Le gustan todas las partes ocultas de mí.
El tipo que estaba usando el baño se va y mi mano se desliza
lentamente por el torso de Dash, y mis dedos presionan su cuello. No puedo
dejar de mirar fijamente mi mano, y el marcado contraste entre la tinta
oscura y su piel pálida. Luce positivamente malvado.
—No puedo hacer esto —murmuro mientras mis ojos se deslizan por la
pendiente de su cuello que me encantaría decorar con marcas de mordiscos,
su clavícula expuesta por el cuello en V de su camiseta. Estoy hipnotizado
por la definición en su cuerpo... todas las líneas duras, visibles incluso
debajo de su ropa.
Estoy tan atrapado que parece que he soltado palabras, porque Dash
está repentinamente rígido, y cuando miro de nuevo su rostro, hay 409
devastación en sus ojos.
—Quiero decir aquí —aclaro rápidamente, y él suelta una bocanada de
aire, como sintiéndose aliviado, trayendo una agradable curva a mis labios.
Me da el coraje para dar un salto, a pesar de todas mis inseguridades, de
nunca haber invitado a salir a un hombre antes y decir—: ¿Puedo verte de
nuevo? Fuera del baño de hombres...
Su rostro se ilumina mientras sonríe, brillando como la luna sobre
claras aguas azules.
—Absolutamente.

410
33
Dash
iiii iiii iiii iiii
20 días fuera.

H
an pasado dos días desde mi pequeño jugueteo con Kellan
en el baño. Voy a seguir poniendo su nombre en cursiva en mi
mente, porque todavía parece extraño.
No he vuelto a ver ni oír una palabra de él desde
entonces, y me está socavando un poquito con cada segundo que pasa,
convenciéndome de que ha cambiado de idea.
No me quiere. Ama a su esposa.
No puede estar con un tipo al aire libre.
A decir verdad, yo mismo estoy un poco nervioso por esas cosas, pero
disfruto sintiéndome incómodo. Sabemos esto.
Estoy tan concentrado en mi adicción al hombre que no puedo
preocuparme por nada más. La idea de que la gente nos mire de forma
extraña o que no consigamos los mismos derechos que los demás en ciertos
lugares... todo es menos importante que la forma en que me siento por él.
Además, creo que en esta época, ser gay o bisexual está lejos de ser
escandaloso. Ojalá pudiera ayudar a Kemper a ver eso. A menos que, por
supuesto, sus dudas surjan de otra cosa… como su amor por su esposa. La
otra cosa que nos mantiene a distancia.
411
No quiero odiar a la chica. No la conozco. Por lo que he visto mientras
los he espiado durante los últimos dos días, parece agradable. Ella tiene
cabello brillante que probablemente huele bien, y un piercing en la nariz.
Ella usa estas pequeñas pulseras en sus tobillos, acentuando cuán
largas y suaves son sus piernas. Tiene bonitos pies.
Ni siquiera sé su nombre, pero lo que sí sé es que a su marido le gustan
los hombres. Quizás también le gusten las chicas. Estoy bastante seguro de
que a mí todavía me gustan. Pero independientemente de eso, hay
demasiado en su mirada persistente. Demasiado ardor, demasiada
intensidad… demasiado calor en sus besos.
No creo que haya estado con un chico antes, al menos no desde hace
bastante tiempo, y estaría dispuesto a apostar que se muere por ello. De la
forma en que nunca supe que era algo que quería hasta que esta parte loca
de mí mismo lo descubrió en la cárcel, creo que Kemper está más que
ansioso por explorar los sentimientos que ha estado alejando por tanto
tiempo. Solo necesita un pequeño empujón; más sutil del que yo conseguí
en Alabastro, por supuesto.
Quiero ayudarlo. Necesito hacerlo; ayudarlo de la forma en que mi
versión alucinatoria de él me ayudó. Se lo debo al falso Kemper, a quien
ahora estoy aceptando en mi mente como una especie de amigo imaginario
al estilo Tyler Durden. Si Edward Norton puede llevarlo a cabo en Fight Club,
entonces es una buena racionalización para mí. Además, el suyo era Brad
Pitt, así que ya saben. Bastante impresionante.
Pero prefiero al oficial Kemper por encima de Brad cualquier día. Perdón
pero no lo siento.
De todos modos, son todos estos pensamientos locos los que me hacen
bailar el vals hacia la puerta de la casa de Kemper, listo para llamar. He
estado merodeando este bungaló durante los últimos dos días, desde que le
di mi número y tomamos caminos separados. Salió del baño primero
después de decirme que me llamaría. Así que imaginen mi decepción cuando
eso no sucedió.
Ni siquiera un mensaje de texto. Silencio.
A la noche siguiente, fui a su casa y miré por las ventanas de nuevo.
Sé que es muy raro, pero ¿qué quieren de mí? Soy un tipo raro. No puedo
evitarlo.
412
Vi que sucedía muy poco. Estaban viendo televisión y comiendo comida
para llevar. Al día siguiente, lo mismo. Cada uno salió de la casa en
momentos separados, supongo que para hacer mandados o salir.
Es asombroso que dos personas puedan estar en un lugar tan hermoso
y no quieran aprovecharlo para divertirse juntas. Esto solo prueba más mi
punto sobre su relación. Y después de la forma poco entusiasta que Kellan
mencionó a su esposa y su aniversario, creo que hay problemas en el
paraíso.
Por eso tengo justificación para pasar por aquí. Sé que están en casa,
ya que ya llevo horas aquí parado. Son aproximadamente las dos de la tarde.
El momento perfecto para una cita para almorzar.
Sé lo que están pensando, pero nunca he dicho que soy una buena
persona. Y considerando todas las cosas, perseguir a un hombre casado es
bajo en el tótem de mis crímenes.
Tomando una respiración profunda, llamo a la puerta, moviéndome en
el lugar mientras algunas voces me dicen lo estúpido que soy. Es bastante
estándar, pero mi parpadeo se acelera y mi mandíbula se tensa, tratando de
hacer que se callen para poder enfocarme.
La puerta se abre y me recibe el rostro sorprendentemente hermoso de
Kellan Kemper. Parece normal, durante medio segundo completo antes que
su expresión se transforme en pura conmoción. Y dos segundos después de
eso, cambia a una furia abrumadora.
Abrumadora principalmente porque, lo juro por Dios, he visto esa cara
antes. Me está desconcertado pensar que no lo he hecho.
Trago saliva mientras me mutila con una mirada reprimida por el fuego,
y no del tipo sexy. Del tipo que dice podría golpearte la cara.
—¿Qué estás haciendo aquí? —sisea con voz baja mientras mira
rápidamente sobre su hombro.
Hago lo mismo y veo a su esposa sentada en el sofá, con su teléfono.
Ella se ve muy bonita y me hace sentir asqueroso del estómago.
—Quería ver si te gustaría ir a Tacos Hermanos para almorzar —le doy
mi tono y sonrisa más cortés, rezumando la indiferencia que he estado
practicando frente al espejo últimamente.
—¿Por qué querría hacer eso? —gruñe, todavía fulminándome con la 413
mirada, con la mandíbula visiblemente tensa—. ¿Por qué vienes aquí y
simplemente...?
—Cariño, ¿quién es tu amigo? —canta una voz suave y angelical
mientras su esposa se acerca a él, apuntando una sonrisa perfectamente
casual en mi dirección.
Sigo sonriendo, aunque escuchar ese cariño hace que mi pecho se
hunda, y tengo que apretar el puño a mi lado para distraerme del dolor.
Kemper continúa fulminándome con la mirada, mientras responde:
—Este es Dash. Es solo... de por aquí.
¿Solo de por aquí? Jesucristo, eso es peor que llamarme directamente
“nadie”.
—Hola. —Me estiro más allá de Kemper, extendiendo mi mano hacia su
esposa—. Dascha. Un placer conocerte.
—Hola, Dascha. —Se ilumina un poco mientras nos damos la mano.
La suya es muy suave—. Qué buen nombre. Soy Nikki. —Sus ojos se
mueven y canta—: Me encanta tu cabello.
—Gracias —murmuro, tratando de tragarme mis problemas antes de
que algo malo pase.
Es muy agradable, lo que hace que odiarla sea aún más difícil. Y puedo
olerla desde donde estoy parado. Ha pasado un tiempo desde que olí a una
mujer. Casi olvidé lo delicadas que son. Ella me recuerda a una flor.
—Está bien, bueno, gracias por pasar, Dash, pero no puedo ir. —
Kemper se mueve entre nosotros, forzando el fin de nuestro apretón de
manos. Él todavía está sosteniendo la puerta, y de hecho comienza a
cerrarla, murmurando—: Nos vemos.
—Cariño, puedes ir a almorzar con él —dice Nikki, dándole a Kemper
una mirada, y ladeando la cabeza. Entonces sus ojos vuelven a mí, y ella se
ríe—. No estamos haciendo literalmente nada.
Le sonrío antes de mirar a Kemper, que parece más incómodo que
enojado ahora. Se ve nervioso y completamente fuera de su elemento con
toda esta situación. Quiero decirle que me siento de la misma manera... si
simplemente viniera a pasar el rato conmigo, tal vez podríamos hablar un
poco.
—¿Ves? Ahí tienes. —Me encojo de hombros, manteniendo el aire
agradable sobre mí—. Mejor al pastor en Tulum.
414
Traga saliva visiblemente y luego murmura:
—Me gustan las carnitas.
—Oh, Dios mío, las carnitas. —Jadea Nikki y coloca sus manos sobre
el corazón.
Mi sonrisa hacia ella se ensancha. De acuerdo, tal vez me guste.
—¿Entonces? ¿Sí? —Hago un gesto hacia detrás de mí.
Suspira y asiente, luego se vuelve hacia su esposa.
—Regreso en un momento. ¿Quieres que te traiga algo?
—Estoy bien. —Ella sonríe, dándole una palmada en el hombro—.
Diviértanse. —Se enfrenta a mí una vez más y hace este lindo saludo con la
mano—. ¡Encantada de conocerte, Dascha!
—A ti también —respondo en voz baja, preguntándome sinceramente
sobre su relación.
Nikki parece una esposa genial. Quizás por eso Kemper se queda con
ella a pesar de su sexualidad diferente... porque ella es claramente una
persona increíble.
¿¿Quizás ella lo sepa??
Sacudiendo estos pensamientos por ahora, bajo los escalones delante
de Kemper, y me sigue mientras deambulamos silenciosamente en dirección
a la playa. Está a solo cinco minutos a pie de la franja donde se estacionan
todos los camiones de comida, pero no pronunciamos una sola palabra
durante todo el camino. Mis extremidades hormiguean con la necesidad de
hacer algo, pero no sé qué. Así que me quedo callado mientras vamos a la
fila, que no es tan larga como el otro día. Solo unas pocas personas frente a
nosotros.
No puedo evitar observar a Kemper, tratando de ser sutil con eso, pero
cada vez que intento apartar la mirada, mis ojos terminan deslizándose
hacia él, como si fuera el imán más poderoso alrededor y yo solo soy
chatarra. Me siento gravitando hacia él y, sinceramente, no es una
sensación nueva.
Recuerdo bien esto, de las últimas dos semanas en la Penitenciaría de
Alabastro, y efectivamente, está de vuelta con fuerza. En prisión, Kemper se
había convertido en mi propia forma personal de gravedad. Si era real o no,
se sentía como si fuera lo único que me mantenía en el planeta. Y estoy
recibiendo esas mismas sensaciones que te retuercen las tripas ahora, que
es una forma muy molesta de sentirse acerca de un tipo casado que ni 415
siquiera me mira.
Sus ojos recorren todo el lugar mientras finge leer el menú, aunque solo
tienen como seis cosas ahí, mira su reloj, da golpecitos con los pies. Es como
si estuviera usando todo lo que está a su disposición para parecer que somos
solo dos tipos parados uno al lado del otro, cuando en teoría eso es
exactamente lo que somos.
—Entonces, ¿cuántos vas a pedir? —le pregunto porque, al menos, la
comida debería ser algo de lo que podamos hablar y que no lo haga salir
corriendo.
—Uh, no sé. —Se encoge de hombros, atrayendo mi atención hacia la
forma en que usa su camiseta como una segunda piel. Músculos en
abundancia—. Tal vez unos... ¿tres?
—¡¿Tres?! —Jadeo entre risas y finalmente me mira—. Aficionado. Si
no consigues al menos cinco, no podemos ser amigos.
Una pequeña sonrisa tira de sus labios mientras se vuelve hacia mí.
—¿Y qué te hace pensar que quiero ser tu amigo?
—Vamos, Kemp. Probablemente ya soy la persona más interesante que
conoces. —Mi cabeza se ladea hacia él mientras me inclino—. Y soy muy
consciente de que te gusto. Me lo dijiste, ¿recuerdas?
Algo serio pasa por su rostro y susurra:
—Por supuesto que lo recuerdo.
—Entonces, ¿por qué me hiciste ir a buscarte? —pregunto, en voz baja,
ya que sé que probablemente esté nervioso. Yo también lo estoy.
Honestamente, no estoy seguro de por qué le pregunté, aparte de que
realmente necesito saberlo.
Pensé que nos habíamos divertido en el baño. Y luego desapareció.
—Yo... yo —tartamudea, sacudiendo la cabeza—. Lo siento, Dash. No
sé lo que estoy haciendo…
—¿Qué es lo que quieres hacer? —Me muero por alcanzarlo, por tocarlo
en algún lugar, en cualquier lugar. Pero me abstengo, porque tiene miedo y
no quiero presionarlo. Bueno, quiero, pero no lo haré.
Kemper abre los labios, pero no sale nada. Parece completamente
inseguro de qué decir, y luego es nuestro turno para ordenar, así que
tenemos que poner esta conversación en espera hasta que consigamos 416
nuestra comida.
Me acerco al mostrador y ordeno para los dos, cinco al pastor y cinco
carnitas. Ya decidí que compartiremos. Pago y cuando termino Kemper me
mira como si estuviera disgustado.
—¿Qué? —Me encojo de hombros, fingiendo inocencia.
—Deberías haberme dejado pagar —ruge mientras nos apartamos a un
lado para esperar nuestra comida.
—¿Por qué? Pagaste el otro día, ahora pago yo.
Se mira los zapatos con irritación, que tiene que ser una de las cosas
más adorables que he visto en mi vida. Quería pagar... porque cree que es el
hombre. Qué dulce.
Tengo que pellizcarme el labio inferior entre los dedos para evitar reírme
a carcajadas de mis propios pensamientos mientras él me mira, arqueando
una ceja.
—¿Qué? —Obviamente, ahora también está tratando de no sonreír.
—Nada, solo eres... —Suspiro y niego con la cabeza—. Vaya tipo. —Dejo
que la risa se deslice, y se ve indignado, aunque la diversión en su rostro es
inequívoca.
—¿Disculpa? —resopla—. ¿Y eso que significa?
—Eres macho. —Me río—. Recuerdo haber pensado lo mismo antes. —
Tanteo mis propias palabras, dándome cuenta que no debería haber dicho
eso. Pero él solo parpadea mientras me aclaro la garganta—. Te gusta estar
a cargo.
Él tararea, y su boca se curva en una pequeña sonrisa agradable que
solo necesita ser besada. El deseo me obliga a tirar de mi labio entre mis
dientes, lo que llama su atención.
—Sí, bueno... creo que te gusta eso —murmura, de repente más cerca
de mí de lo que recuerdo que estábamos cuando llegamos aquí. Sus ojos
permanecen en mi boca mientras habla—. ¿No es así?
Está muy agradable a nuestro alrededor, y hay una densidad en el aire
que está robándome el aliento.
—¿Yo no...? —Mi cerebro se siente confundido.
—¿No quieres ser... controlado? —susurra las palabras justo enfrente
de mi cara y el olor a gaulteria me deja aturdido. 417
Por ti, casi susurro, pero el chico de la ventana grita nuestro número
de orden y me estremezco. Kemper también lo hace, y salta hacia atrás,
poniendo distancia entre nosotros mientras recojo nuestra comida y ahogo
toda esa tensión.
Es físicamente imposible estar al lado de este tipo sin ser arrastrado
hacia él; todo sobre él ha estado tomando el control sobre mí desde hace un
tiempo ya, ya sea en mi cabeza o en la realidad.
Y creo que está claro que, independientemente de qué Kemper sea,
quiere ser el que me controle a mí.
Camino hacia el banco que da a la playa donde me gusta sentarme y
comer mis tacos. Y me sigue sin decir una palabra, dejándose caer a mi lado.
Le doy un recipiente de espuma de poliestireno, y los mantenemos en
nuestro regazo mientras abro ambos, y transfiero dos de mis pastores al
suyo, luego tomo dos de sus carnitas a cambio.
Una vez que termina ese proceso, inmediatamente tomo uno de los
tacos, no me importa cuál, me muero de hambre, y le doy un gran mordisco.
Mis ojos casi ruedan hacia atrás en mi cabeza por lo increíbles que están, y
cuando siento que él no se mueve, levanto la vista para encontrar a Kemper
mirándome fijamente, con alguna especie de deleite en su rostro cincelado.
Trago mi comida y murmuro:
—¿Qué?
Me lanza una sonrisa que probablemente podría curar cualquier
dolencia. Honestamente, quiero mirarlo para siempre con la esperanza de
que me cure.
Luego sus ojos se posan en su plato, y arquea las cejas.
—Acabas de tocar mi comida.
Parpadeando, mi cabeza se inclina.
—¿Lo… siento? —No puedo evitar sonreír, porque realmente no lo
siento, y no entiendo por qué chuparnos la cara después de tragarme su
carga está bien, pero tocar su comida no.
—No, me gustó —tararea, tomando un taco. Uno de los que le di—. Me
gusta cómo simplemente... tomas lo que quieres. Tenías razón antes, Dash.
Eres la persona más interesante que conozco. —Hace una pausa por un
momento antes de agregar—: Y apenas te conozco.
Estoy sorprendido. No estaba preparado para ese tipo de cumplidos, y 418
ahora no sé qué decir. Pero es la dinámica que sé que quiero entre
nosotros... Él, controlador, posesivo, alfa. Y yo, relajado y constantemente
enojándolo. No estoy seguro de por qué es atractivo, pero lo es, y es esa
noción la que hace que me acerque sutilmente a él en el banco.
Los dos seguimos comiendo, pero sus palabras se quedan grabadas en
mi mente. Odio ser el loco aquí, sintiendo que conozco a alguien cuando en
realidad no lo conozco. Y me encantaría conocerlo mejor, al verdadero él,
pero parece sobresaltarse fácilmente; manteniéndome a distancia porque es
más fácil que ir por algo que no puede aceptar que podría querer.
Es agotador pensar en ello, pero finalmente llegué al final de mi ingenio
cuando ya casi terminamos con nuestra comida, y extiendo la mano para
tocar su pierna. No es nada impactante, solo mis dedos en su muslo, pero
por la forma que mira mi mano pensarías que es la cabeza de una serpiente
venenosa, lista para hundir sus colmillos ante el menor movimiento.
—Kemper —susurro junto a su cara—. Quiero conocerte mejor, y creo
que tú quieres lo mismo. Así que supongo que mi pregunta tiene que ser...
¿de qué tienes miedo?
Su rostro se vuelve hacia el mío, y aparta la mirada de mi mano,
encontrando mis ojos con esos iris azul medianoche, más profundos que
cualquier abismo que haya podido entender. Mis dedos se deslizan por su
cuenta, acariciando su musculoso muslo a través de sus vaqueros mientras
traga visiblemente.
—Todavía estoy casado, Dash —dice con pesar.
Me parece interesante que haya dicho que todavía está casado, y no
solo que está casado. Esa palabra, todavía, tiene que significar algo,
¿verdad?
—Pero no eres feliz... —Lo miro con cautela mientras lo urjo en silencio
a animarse un poco.
Sus labios se abren como si quisiera discutir, pero antes que pueda, le
doy una mirada de complicidad, a la que asiente.
—¿Qué se supone que debo hacer?
—No puedo responder eso. —Me inclino más hacia su costado—. Pero
creo que deberías encontrar una manera de ser feliz. La felicidad es
necesaria.
Él se ríe.
419
—¿Tú eres feliz?
—Sería más feliz si tú fueras feliz —le digo sin siquiera pensar, y él
parece alucinado.
—¿Cómo puedes hacer esto? —pregunta después de unos momentos
de silencio—. Ni siquiera me conoces... —Mira a su alrededor, como si la
gente fuera a saltar de los malditos arbustos con horquillas, condenándonos
al infierno por cometer un pecado cardinal de el hombre no dormirá con el
hombre.
—¿Quieres que mueva mi mano? —pregunto con cierta irritación en mi
tono. No estoy tratando de ser seco con él, solo creo que necesita dejarme
saber qué hacer. Ya estoy agotado por obligarme a no montarlo a
horcajadas. Todo esto es difícil.
—¿Qué pasa si mi esposa nos ve? —responde mi pregunta con otra
pregunta, molestándome más. Sin embargo, es gracioso, ser molestado por
Kemper no es como ser molestado por otras personas. Es algo sexy cuando
actúa ridículo. No sé por qué...
—¿La ves por algún lado? —Miro alrededor de mí por puro teatro. Sé
que ella no está aquí. Incluso si lo estuviera, lo haría. No me interesa mimar
a las personas.
Este es el nuevo Dash, aparentemente. Un bisexual que hace lo que
quiere.
Kemper aparta nuestras cosas del camino y se vuelve para mirarme de
frente.
—Estar cerca de ti es realmente confuso para mí, ¿de acuerdo? Y sí, mi
matrimonio apesta y sé que debería... tratar de resolverlo, pero no es tan
fácil. —Se detiene y su mirada cae, sus dedos trazan los míos donde están
en su muslo—. He pasado cosas que... realmente me jodieron. Como,
muchísimo. Entonces es difícil simplemente reconfigurar mi cerebro. Pero
quiero, Dash. Quiero... jodidamente besarte. Ahora. —Sus ojos vuelven a los
míos y están tan condenadamente azules, como la falta de oxígeno que me
captura el aliento—. Quiero besarte tan fuerte que todos en esta maldita
playa sabrían que eres mío y solo mío.
Mío. Esa palabra me envía de regreso a una celda diminuta y húmeda
con cucarachas, donde un tipo que se ve exactamente como este dijo algo
similar... Pensé que era real, pero no lo era.
¿¿Esto es real??
Mi respiración se acelera mientras lo miro, inclinándome más cerca. Él 420
retrocede.
—Pero no puedo. Aquí no. Todavía no. —Toma mi mano, mirando a
nuestro alrededor una vez más—. No hasta que resuelva mi mierda.
—¿Qué quieres que haga entonces, Kemper? —Miro su hermoso rostro
por cualquier señal de que esto es fingido—. Porque no puedo retroceder.
No es una opción contigo tan cerca.
Hace una pausa, dándome una mirada que me atraviesa antes de
murmurar:
—Solo estaremos aquí en Tulum por otros tres días. —El desaliento
cubre su tono.
Pero no es nada comparado con el dolor que siento por esta revelación.
Es como si me hubiera clavado un cuchillo entre las costillas y no
pudiera respirar. La sangre está llenando mis pulmones mientras me dejo
caer contra el banco, mirando hacia las aguas cristalinas.
—Bueno, eso es genial —gruño—. Así que, ¿cuál es el plan? Volver a
Nueva York, hacer algunos bebés... ¿y vivir felices para siempre?
Mi corazón está gritando dentro de mí.
Kemper se queda callado un rato, deliberadamente sin contestarme, y
el silencio se convierte en algo asfixiante. Hasta que finalmente habla de
nuevo.
—¿Puedo pasarme esta noche?
Este dolor no es del tipo bueno. Y sé que soy un tonto, pero no puedo
evitar sentir que verlo esta noche lo aliviará de alguna manera. Como un
torniquete para ese estúpido órgano en mi pecho.
—Depende —me quejo, mirándolo—. ¿De verdad vas a aparecer?
Me bendice con otra de esas sonrisas que me hace reactivar de nuevo.
—Tanta actitud en un paquete tan bonito. Sí, estaré allí. Nada podría
detenerme.
Una sonrisa quiere tirar de mis labios, pero me fuerzo por apartarla,
frunciéndolos en cambio.
—Lo creeré cuando lo vea.
Él resopla una pequeña risa que se mete en mi pecho, envolviendo esa
herida y apretándola solo un poco. Luego mira a su alrededor una vez más
antes de inclinarse cerca de mi oído.
—Déjame compensarte, ¿de acuerdo? No he dejado de pensar en esa 421
boca en dos días.
Jesús, este tipo. Me estoy derritiendo.
Tomando una decisión rápida, vuelvo la cara, y aunque quiero besarlo,
él está tan jodidamente cerca, no lo hago. Pero mantengo nuestras bocas
flotando viendo sus párpados revolotear. Es un movimiento tan delicado en
un hombre tan grande y dominante. Me encanta demasiado todo.
—Tienes una oportunidad más —le susurro, dedos curiosos aún
tocando su pierna, acercándome deliberadamente a donde sé que se está
poniendo más y más duro—. No me dejes plantado esta noche. Tengo
grandes expectativas.
—Sin presión ni nada —murmura con sarcasmo.
—Me gusta la presión. —Me río.
Su mano golpea la mía rápidamente, para detener su deambular, y
gruñe:
—Quiero consumirte. Nunca me había sentido así antes.
Un escalofrío me recorre, y tengo que obligarme a parpadear para salir
de él. Porque por mucho que esté cayendo en lo que sea que es esta obsesión
con Kemper, y no quiero volver de ella nunca más, todavía estamos en
público. Y él está casado y realmente no quiero meterlo en problemas.
—Te dejaré. —Voy por una última broma y él gime en voz baja—. Si
vienes esta noche.
Se echa hacia atrás para que podamos mirarnos, y las llamas en sus
ojos son muy diferentes de lo que vi antes. Esta vez es un fuego de hambre
pura.
—Apuesta tu dulce trasero a que estaré allí. Dascha.

Toda la noción de estar nervioso por la posibilidad de dormir con


alguien con el que en teoría ya me he acostado hace que me duela el cerebro.
De ahí proviene toda la ansiedad en este momento. Pensaba que ya
había perdido mi virginidad, mi virginidad gay, es decir, con Kemper en la
Penitenciaría de Alabastro. Lo acepté en ese momento, pero luego resultó
que no sucedió. Creo… 422
Y ahora tengo que aceptarlo de nuevo. Es como atravesar toda la
experiencia de cambio de vida dos veces. Esto es una mierda seria tipo El
Día de la Marmota, o Black Mirror.
Lo único que me mantiene a raya es saber que Kemper, Kellan Kemper,
lo atravesará conmigo. Si tenemos sexo esta noche, será su primera vez con
un chico también.
Si.
Sin embargo, no sé a quién engaño. Estoy tan loco por este tipo, que
estoy planeando saltar sobre él en el segundo que ponga un pie dentro de
mi casa. Pero por todo lo que sé, no querrá hacerlo...
¿¿Y si quiere que yo lo folle?? Oh, Dios... ¡Ni siquiera había pensado en
eso!
Y luego lo pienso. Y mi polla se pone tan dura que intenta escapar de
la prisión mucho menos agresiva de mis pantalones. Si mi Kemper está ahí
en algún lugar, querrá follarme. Pero aun así... podría ser algo para
experimentar en el futuro.
Me burlo de mí mismo y pongo los ojos en blanco mientras camino,
rodeando la mesa de café en mi sala de estar. Escuchen a mi tonto culo...
Imaginando un futuro con alguien que ni siquiera conozco. Está casado, con
una mujer, y se va de Tulum en tres días.
Soy el follamigo más grande del planeta. No hay esperanza para esto,
un pensamiento que hace que mi labio tiemble mientras me muevo, incapaz
de detenerlo. Estoy tan jodidamente ansioso. Odio sentirme así. Solo quiero
que aparezca y me haga sentir normal de nuevo.
Y, sin embargo, también odio depender de otra persona, ya que la
última vez que confié en él, resultó que ni siquiera era real. Estoy tan
jodidamente asustado de que vaya a suceder de nuevo; no me pueden
arrancar la alfombra de debajo de mis pies otra vez... no lo sobreviviré.
Hay un golpe en mi puerta y prácticamente salto fuera de mi piel,
apresurándose para ir a contestar. Tomando una respiración profunda más
para la buena suerte, abro la puerta de un tirón, prácticamente tropezando
hacia atrás cuando lo veo.
Es tan extremadamente atractivo que realmente me desconcierta que
sea el primer hombre que alguna vez he visto así. Ni siquiera puedo recordar
cómo era el mundo cuando no pensaba que una mandíbula afilada
espolvoreada con rastrojo era la cosa más deliciosa que existe. O cuando no
anhelaba la sensación de brazos gigantes sumergidos en tinta 423
sujetándome...
Sacudiéndome del trance, me hago a un lado y le indico a Kemper que
entre, lo que hace, luciendo solo un poco menos nervioso que yo. Él
deambula dentro de mi casa, mirando a su alrededor, con las manos
metidas en los bolsillos.
—Bonito lugar. —Gira hasta que vuelve a mirarme.
Cierro la puerta, un clic distintivo que parece dilatar sus pupilas.
Entonces me inclino contra ella, sin estar seguro si será posible estar de pie
en este momento.
—Más pequeño que el tuyo.
—¿Te vas a mudar? —pregunta, entablando conversación. Intentando
hacernos parecer normales. Historia improbable.
Asiento sutilmente.
—Probablemente conseguiré tu lugar después que te vayas.
Realmente no quería mencionarlo, pero tan pronto como las palabras
salen de mis labios me estremezco. Kemper suspira, audiblemente, luego se
acerca a mí, agarrándome la cara con fuerza con esas manos grandes y
perfectamente masculinas.
—¿Crees que me quiero ir? —Sus ojos perforan los míos y solo sé que
mi labio tiembla visiblemente.
—No sé lo que quieres, Kemper —gruño, incapaz de apartar la mirada
del azul negruzco—. Eres un maldito misterio para mí.
—Bueno, déjame aclararte entonces. —Me empuja hasta que estamos
prácticamente fusionados, y puedo sentir su forma en mí; su aliento
mentolado escabulléndose en mis sentidos, recordándome todas esas
noches que nunca sucedieron—. Te deseo, Dash. Quiero estar aquí contigo.
No entiendo qué es este agarre que tienes sobre mí, pero no estoy interesado
en romperlo. Quiero... —Su voz se apaga, y su mirada acalorada se centra
en mi boca.
—Tómalo —susurro la palabra en una súplica, y nada más sucede
antes de que sus labios asalten los míos.
Su beso es audaz, ricamente decadente, como una buena taza de café,
y justo con el mismo efecto. Estoy en un repentino frenesí de sensaciones,
besando su boca mientras su lengua acaricia la mía y chupa mis labios con
una fuerza desgarradora.
Gimo, con las manos agarrando su camisa y su cabello, mordiendo su 424
labio inferior hasta que tararea, un sonido tan erótico que mi polla salta
contra la suya. Nos besamos furiosamente durante minutos, con Kemper
agarrando mis manos e inmovilizándolas contra la puerta a mis costados,
aplastándose contra mí con movimientos de sus caderas que hacen llorar a
mi polla. Él mueve su boca a mi mandíbula, luego a mi cuello, usando
caricias pausadas para trazar mi pulso antes de morder, con suficiente
suavidad, aunque todavía provoca un jadeo de entre mis labios.
—Eres tan delicioso, bebé —murmura.
Mi cabeza descansa en la puerta, los ojos cerrados, listo para
desnudarme y darle a este tipo cada maldita parte de mí. No puedo evitarlo...
Estamos mezclando los recuerdos con el presente de tal manera que me
vuelve más loco de lo que ya estoy.
—Kemp... —Las respiraciones entran y salen rápidamente de mis
pulmones mientras él chupa el mismo punto una y otra vez en mi garganta.
—Mío —gruñe—. Eres mío. ¿Cierto? —Su mano se desliza entre
nosotros y toca mi erección sobre mis pantalones.
—Sí, sí. Soy tuyo —ronroneo, empujando contra su palma.
—Esto es tan nuevo para mí, bebé —dice, agarrando mi polla como si
fuera algo que siempre ha querido hacer. Me vuelve loco—. Lo he imaginado
por mucho tiempo... Soñé con cómo se sentiría.
—¿Así es como te lo imaginaste? —pregunto, y él me mira,
encerrándome en el lugar con esos ojos cautivadores.
—Es mucho mejor —susurra, luego se acerca a mi boca una vez más
para besarme hasta dejarme sin aliento.
Eventualmente me aparta de la puerta, haciéndonos girar hasta que
nos besamos de camino hacia el sofá. Le salto encima y lo empujo hacia
abajo, arrastrándome sobre él mientras regreso a su boca, cálida, sedosa y
húmeda, mezclada con menta y deseo inexplorado. Un sabor tan estupendo.
—Gracias por invitarme —divaga en mis labios, provocando una
sonrisa mientras sus manos serpentean debajo de mi camisa para tocar mis
abdominales.
Me encanta la vacilación en sus movimientos. Nunca conseguí eso en
mis fantasías y es ampliamente excitante por razones que no estoy seguro
de entender completamente.
—Gracias por demostrarme que estoy equivocado y aparecer. —Empujo
mis caderas sobre las suyas, frotando nuestras cosas juntas hasta que
425
gruñe.
—No debería estar aquí... lo sé. —Su dedo índice traza la cintura de mi
bóxer.
Dejo los besos el tiempo suficiente para hacer contacto visual.
—¿Te sientes mal… de estar aquí?
—No tan mal como debería, estoy seguro. —Me da una pequeña sonrisa
maliciosa, y el mismo dedo aparta el material de mi piel unos centímetros.
—¿Quieres hablar acerca de ello? —No puedo evitar la diversión en mis
labios mientras él me devuelve la sonrisa.
—No. Hablar es lo último que quiero ahora mismo...
Me coloco sobre su cara, bromeando.
—Pensé que no te gustaban los chicos.
—Creo que estaba mintiendo —gruñe, luego acerca mi boca a la suya
para que podamos besarnos un poco más, borrando todo rastro de humor.
Los besos son lentos, voraces y sensuales, engendrando tensión entre
nosotros como una reacción química en el aire. Colores vibrantes brillan
detrás de mis ojos mientras jadeamos juntos, sonidos de ansiosa
anticipación que se mueven de uno a otro.
Está temblando, probablemente por los nervios y la excitación. Es la
cosa más condenadamente sexy que he experimentado.
—¿Puedo... —traga saliva—… quitarte la ropa? —Un suave maullido se
me escapa cuando agrega—: Quiero ver tu cuerpo, Dascha. He estado
soñando contigo...
—Me estás matando, Kemper. —Levanto su camisa hasta el pecho,
trazando los tendones de sus abdominales con las yemas de mis dedos—
. Me desnudaré si tú lo haces.
Él sonríe y tira de mi camisa sin decir una palabra más. Luego lo hace
con la suya, y esas poderosas manos decoradas con tinta negra vuelven a
patinar sobre mi piel pálida. Luce perfecto.
—Me encanta cómo dices mi nombre así. —Su pulgar roza mi pezón
hasta que se endurece.
—Kemper... —susurro, besando su cuello y su oreja—. K-Kellan.
Él gime y yo también. Decir su nombre se siente como un secreto
erótico que estamos compartiendo.
Él desabrocha mis vaqueros, luego los baja, dejando el bóxer arriba, 426
descansando sus manos en mis caderas.
—Toca mi trasero —me quejo, chupándole el lóbulo de la oreja hasta
que hace lo que le digo.
Sus manos se deslizan hacia abajo dentro de mi bóxer, ahuecando mis
nalgas con fuerza. Él deja escapar un gemido áspero.
—Tu trasero es tan jodidamente agradable. No sabía que los chicos
podían tener culos así.
Tengo que reírme de eso. Porque supongo que tiene razón. Realmente
tampoco sabía eso hasta que empecé a notarlo.
—¿Quieres ver cómo se siente... por dentro? —Le lamo el cuello y él
tiembla.
—¿Es eso lo que te gusta? —Su voz está ronca por la excitación—.
Quiero complacerte. Quiero hacerte sentir bien.
—Mmm... qué dulce. —Una sonrisa perezosa tira de mi boca mientras
lo follo en seco, solo un poco, porque no puedo detenerme—. Haré lo que
quieras, bebé.
Hace un ruido suave, y sus dedos se deslizan por la raja de mi trasero.
—Dios, llámame bebé de nuevo...
—Sigue tocando, bebé. —Estoy mareado por este calor—. Si mojas tu
dedo, puedes empujarlo dentro de mí...
—Maldición. —Se estremece—. No voy a durar, Dash. Esto es tan
caliente.
Suelto una risa seductora, luego tomo uno de sus brazos y lo aparto,
sosteniendo su mano en la mía. Mantengo mis ojos en los suyos mientras
meto su dedo índice en mi boca y lo chupo. Sus labios se abren, y sus ojos
se entrecierran mientras me observa, chupando su dedo de la misma
manera que chupé su gran polla perfecta la otra noche.
Quiero esa polla dentro de mí. No sé si me lo imaginé antes, pero no me
importa porque incluso si fue una fantasía, fue fantástico. El dolor de ese
objeto extraño y gigante atravesándome fue exactamente todo lo que nunca
supe que me estaba faltando. Y todo lo que he echado de menos desde
Alabastro.
Apenas si me he masturbado desde que escapé, por lo que decir que
estoy nervioso sería un eufemismo gigante. Probablemente no tanto como
Kemper, pero aun así. Entre los dos, somos una pareja hecha en el cielo del
pre semen.
427
—Cariño, eres tan sexy —me dice mientras me meto su dedo en la
garganta, mojándolo tanto como es posible. Tengo cosas para usar como
lubricante, pero están en el dormitorio y prefiero lidiar con unos pocos dedos
brutos que interrumpir este delicioso momento.
Me llevo otro dedo a la boca, dejándolos a ambos goteando de saliva y
luego beso su boca, empujando su mano detrás de mí. Él inmediatamente
toma el control y no pierde el tiempo abriéndome con una mano mientras la
otra provoca mi culo con sus dedos mojados.
—Dios... he estado pensando en esto durante tanto tiempo. —Las
palabras huyen de mis labios como resultado de mi cerebro empañado por
la lujuria.
—Yo también. —Su dedo índice rodea mi agujero metódicamente por
un momento antes de presionar hacia dentro. El impacto inicial hace que
me tense por instinto—. ¿Eso está bien?
—Está más que bien. —Me relajo un poco, moviendo mi cara hacia
abajo para lamer su pecho—. No sientas que necesitas tomártelo con calma,
bebé. Puedo manejarlo, créeme.
—¿Te gusta más duro? —gruñe, y su tono se asemeja al viejo Kemper
mientras fuerza su dedo más profundamente en mi culo y maúllo.
—Dios, sí. —Mi frente cae sobre su pecho, y mis caderas empujan hacia
atrás para que él vaya más profundo—. Más.
—¿Así? —Empuja su dedo completamente dentro de mí hasta que está
hundido hasta los nudillos y estoy ronroneando.
Estoy a su merced. Aunque estoy encima de él, estoy en sus brazos,
con el culo abierto mientras me folla con los dedos de la forma en que lo
necesito. Fuerte, profundo y posesivo. Como si fuera mi dueño.
—Kemper... maldición... —Me retuerzo sobre su enorme cuerpo duro
mientras quita el dedo y luego lo fuerza de regreso hacia adentro, esta vez
con el otro, sin mostrarme ninguna amabilidad.
Sin entrar con suavidad. Me mete los dedos profundamente, luego los
saca un poco y los empuja de nuevo hacia adentro, trabajando algunas
caricias, creando una fricción que quema, por la falta de lubricante
adecuado y probablemente la falta de penetración por un tiempo.
Pero mentiría si dijera que no me gustó. El dolor me enciende más y mi
polla está tan dura, que está erguida y medio saliendo de mi bóxer.
428
—Tu trasero es tan acogedor y cálido, bebé —tararea, masajeando mi
mejilla con una mano, mientras que la otra mete esos dedos bien formados
en mi agujero una y otra vez—. Apuesto a que se sentiría divino poner mi
polla aquí.
—Hazlo —le suplico, moviendo mi boca a lo largo de sus pectorales,
chupando un pezón entre mis labios para hacerle gemir—. Fóllame.
—¿Sí? —Me golpea la próstata y me quejo con un ruido irregular,
frotando mi polla en su pelvis, haciendo que líquido pre seminal gotee sobre
él—. ¿Quieres que ponga mi gran polla en este pequeño agujero?
—Sí. Por favor, Kemp. —Ya estoy ardiendo como la mierda, retorciendo
mi cuerpo sobre él con sus dos dedos en mi culo, controlándome.
—Vas a ser mi muerte, Dascha. —Me da unos cuantos empujes más de
sus dedos antes de sacarlos y golpearme en el trasero. No demasiado fuerte,
pero lo suficientemente sorprendente como para hacerme saltar, y un serio
rubor trepa por mi cuello y mejillas. Me da una sonrisa maliciosa—. Te
gusta eso, ¿no es así?
Frunzo los labios, tratando de actuar con dureza, pero obviamente él
no se lo traga.
Se sienta de repente, obligándome a retroceder hasta que estamos nariz
con nariz, mientras me sostiene por la cintura y gruñe:
—Eres un sueño hecho realidad, Dascha. El juguete perfecto para mí,
bebé.
Mis labios se abren, pero no tengo voz. Ni siquiera sé qué decir. Estoy
aturdido.
—Dime lo que quieres —suplica con sus manos sobre mí.
A ti, dice mi cerebro sin pensarlo. Solo a ti.
—Ven a la habitación. —Me paro y tomo su mano, tirando de él
conmigo—. Quiero pasar tanto tiempo como sea físicamente posible contigo
entre mis piernas.
Me quema con una mirada como un soplete, aunque soy testigo del
meneo de la manzana de Adán en su garganta, lo que demuestra que incluso
a pesar de su lado dominante, todavía está nervioso, cosa que me gusta.
Me encanta que todavía tenga esta primera vez suya. No quiero a nadie
más tocándolo.
¿Y su esposa? 429
Sacudiendo ese pensamiento, me quito mis pantalones y el bóxer,
dejándolos en el piso de la sala mientras camino delante de él hacia el
dormitorio. Lo miro por encima del hombro, atrapándolo babeando sobre mi
cuerpo. Eso me hace sonreír con satisfacción mientras entro en el dormitorio
adjunto. Las luces están apagadas aquí adentro, pero hay un tenue
resplandor proveniente de la otra habitación, lo que funciona para crear un
poco de ambiente.
Dejándome caer en la cama, me apoyo sobre mis codos mientras lo
miro, entrando tranquilamente en la habitación con esa arrogancia
confiada, algo que la simple confusión sobre su sexualidad no podía borrar.
Es seguro de sí mismo y está cómodo en su propia piel, incluso cuando se
siente incómodo con sus sentimientos. Debo apreciar eso, porque siempre
me he sentido de la misma manera.
Tengo confianza con mi cuerpo, independientemente de lo que suceda
para hacerme sentir incómodo. Todos son factores externos, pero tengo que
decir que desde que llegué aquí a Tulum, me he sentido más como el Dash
real de lo que creo que nunca antes.
Me encanta. También quiero eso para Kemper.
Si no tuviera que irse...
Tragándome esos sentimientos, miro mientras se quita los pantalones
y el bóxer, haciendo que su tamaño abrume la habitación. Él es tan grande,
aún más es su presencia dominante. Gran parte de él es excitante, y no
puedo creer que tenga una segunda oportunidad de experimentarlo.
Mordiéndome el labio, no puedo dejar de mirar fijamente mientras él
camina hacia la cama, y luego gatea, sobre sus manos y rodillas, hacia mí.
Me agarra de la pantorrilla y tira de mí más cerca de él, sobresaltándome
un poco, lo que creo que puede notar por la mirada en mi cara porque
resopla una risa.
—¿Has hecho esto antes? —murmura, empujando mis piernas para
abrirlas mientras se mueve entre mis muslos separados, con los ojos
clavados en nuestras pollas. Ambas están tan duras como pueden estarlo,
venas visibles y piel estirada casi brillante.
Su polla es tan enorme como recuerdo, aunque la tuve en la garganta
la otra noche. Pero no pude verla realmente. Ahora recuerdo lo bien que luce
frotándose contra la mía. Y se siente aún mejor, especialmente cuando sus
bolas se arrastran sobre las mías mientras nos frota juntos. Mi cabeza cae
hacia atrás en la cama.
430
—Um... yo... —Considerando lo que voy a decir, respondo de la única
manera que tiene sentido—. Sí. Lo he hecho.
—Sí, no sé por qué pregunté eso. —Su cabello dorado cuelga en su
rostro mientras baja sus labios a los míos—. No quiero pensar en nadie más
teniéndote. Nunca.
Era contigo, oficial. Siempre he sido tuyo.
Sin embargo, mis pensamientos no pueden manifestarse en palabras.
Porque no tiene sentido. Así que me quedo callado y sostengo su rostro,
acercando su boca a la mía.
—Nadie más importa, bebé. —Beso su labio inferior lentamente hasta
que tararea—. Solo tú.
—Esto es una locura —dice mientras me devuelve el beso—. Es tan...
diferente contigo. Es como si nos hubiéramos... conocido antes. —Mi
corazón patina en mi pecho, lo suficientemente fuerte como para lastimar.
Sus ojos se clavan en los míos—. Cuando dices mi nombre, suena familiar.
—Creo que... eres parte de mí, Kemper. —Mi palma se desliza sobre su
corazón—. Lo siento si eso es intenso...
—Me siento de la misma manera —susurra, atrapando mis labios en
un beso que abruma mis sentidos.
Ya no tengo ni idea de dónde estoy ni de lo que está pasando. Todo lo
que sé es que esta noche se trata de nosotros, finalmente. Los verdaderos
nosotros. Si solo tuviéramos este secreto... Si todo lo que tengo es a él en la
oscuridad, entonces me aferraré al momento con fuerza, mientras pueda.
Nos besamos tranquilamente por un tiempo, generándole fricciones y
ardor al otro hasta que ambos estamos jadeando, con las pollas rígidas y
adoloridas contra el otro.
—Quiero explorar cada centímetro de tu hermoso cuerpo, bebé. —
Kemper sostiene mi cara en una mano, mientras que la otra toma mi
muñeca y la lleva a sus labios, besando la palabra Mi tatuada para él, sin
siquiera saberlo—. Pero tampoco puedo esperar a estar dentro de ti.
—Haz eso primero. —Mi voz sale ansiosa, a lo que él tararea una risa
seductora—. Tenemos toda la noche para los juegos previos.
Se ríe de nuevo, moviendo mi muñeca por encima de mi cabeza y
sujetándola allí.
—¿Quieres que te follen, Dascha?
431
Un pequeño gemido resuena en el fondo de mi garganta.
—Quiero que tú me folles.
Parpadea con párpados pesados, toma mi otra muñeca y mueve esa por
encima de mi cabeza también. Luego se inclina, deslizando sus suaves
labios por el santuario de mi cuello, mordisqueando mi clavícula antes de
continuar hacia mis pezones. Me sujeta y lame círculos a su alrededor, luego
chupa, con fuerza, rizando mis dedos de los pies, antes de morder
suavemente hasta que mi polla salta. Repite las acciones en mi pecho,
derecha, izquierda, derecha, izquierda, torturándome con la construcción
hasta que no tengo aliento y apenas puedo ver bien.
—Me gusta jugar contigo. —Suelta mis muñecas, deslizando las manos
por mi torso, hasta que una alcanza mi erección. La encierra con un puño
y tira de ella, de forma sensualmente áspera. Como a mí me gusta—. Tienes
un cuerpo que merece ser adorado, Dascha.
—Kemp... estoy mareado... —No sé lo que estoy diciendo, pero mi
cuerpo es girado, y todo lo que quiero en el mundo es que empuje su polla
gigante dentro de mí. Me muero por eso.
—¿Tienes lubricante? —murmura, y esas palabras que salen de su
boca malvada, en esa voz profunda como sexo para tus oídos, me arruina
un poco más.
—En la mesita de noche —susurro, girando la cabeza mientras la
alcanza. Almacené algo de lubricante allí hoy, demasiado ansioso por esta
noche.
Vuelve a mí con la botellita, la abre y aprieta un poco en sus dedos.
—No usaré condón. Espero que esté bien... —Separo mis labios, pero
sigue adelante antes de que pueda responder—. Quiero sentir todo, bebé.
Está bien, te lo prometo. —Besa mis labios y mi cerebro se vuelve papilla—
. Siempre y cuando quieras esto también...
—Quiero todo de ti —le digo, inclinando la cabeza hacia atrás, dándole
acceso a mi garganta.
La decora con besos y mordiscos, mientras acaricia lubricante en su
larga polla, y luego desliza sus dedos entre mis mejillas. Lloriqueo ante su
toque y suspira.
—Dios, probablemente voy a correrme muy rápido. —Agarra mi cadera
con fuerza, sosteniéndome mientras envuelvo mis piernas alrededor de él
un poco. 432
Sonrío con los ojos caídos, tocando su pecho mientras él toma su polla
en su mano y presiona la cabeza contra mi culo. Estoy tan relajado que es
casi alarmante. Estoy jodidamente listo para que él bombee el aire fuera de
mis pulmones.
—Empuja tu polla dentro de mí, Kemp —le suplico, trazando todos los
tatuajes en su pecho y hombros—. Dame esa gran polla.
Él gime y deja caer su frente sobre la mía, dándome un fuerte y
agradable empujón, y esa cabeza suave y gorda se desliza dentro de mi culo.
Ambos gemimos maldición al mismo tiempo, antes de que empuje de nuevo,
alimentándome lentamente un centímetro a la vez, atravesando los anillos
de mi cuerpo.
Arde ferozmente, pero me encanta. Me encanta como me posee así,
forzando su enorme polla dentro de mí hasta que está a mitad de camino,
luego tirando hacia atrás solo un poco, solo para perforarme más
profundamente.
—Maldición —me ahogo con la palabra de nuevo mientras Kemper
entierra su cara en la curva de mi cuello, sosteniendo nuestros cuerpos
juntos mientras él penetra en mí más profundamente—. Te sientes mejor de
lo que recuerdo...
—¿Qué, bebé? —Jadea, demasiado ocupado llenando mi cuerpo con el
suyo para darse cuenta de lo que dije.
—Nada. Más fuerte, bebé. Fóllame más fuerte.
Soy todo sensación en este momento, cuando su piel roza debajo de
mis bolas mientras se sumerge en mí, golpeando cada jodido nervio en el
camino. Hay salpicaduras en mi visión, un sol ardiente de placer
atravesando mis entrañas mientras él toca fondo y se mete en mí hasta la
empuñadura, jadeando en mi cuello cuando lo hace.
—Jesucristo... —croa un torrente de palabras—. Jesucristo, maldita
sea, Dash... maldita sea, Dios mío...
—Lo sé, ¿verdad? —Tiro de su cabello mientras me folla más fuerte, tan
profundo que ni siquiera sé qué hacer conmigo mismo. Creo que está todo
el camino hasta allí... muy dentro de mi cuerpo.
—Dios, estás tan apretado. —Me acaricia el culo tan bien que ya estoy
a punto de estallar. Eso y la fricción de sus abdominales contra mi polla es
casi demasiado—. Tu dulce culo es apretado y cálido... como un coño.
Trago, gruñendo junto con sus embestidas, recordando... 433
—Mejor que un coño. Mucho mejor... bebé, eres el mejor que he tenido
—sigue divagando, con las manos apoyadas en mi pecho mientras me folla,
más duro y más áspero. Una mano sube a mi garganta y casi me corro en
el instante.
—Fóllame, Kemp. —Un brillo de sudor brilla en su pecho y el mío,
mientras nos frotamos juntos, y él me embiste hacia el olvido—. Fóllame en
el culo.
—¿Te gusta cómo me follo tu culito, bebé? —Plaf, plaf, plaf.
Dios, esto es intenso. Tan jodidamente bueno... Echaba de menos esto.
—Jesús, Dash, estás tan apretado. —Deja caer su cabeza en mi
pecho—. Tan… apretado... no puedo...
Su respiración se vuelve inestable, sus profundos gruñidos desiguales.
Reconozco el sonido.
Él va a correrse...
—Bebé, no puedo aguantar —gime, mordiendo mi pectoral—. Voy a...
maldición…
Y luego siento que su polla se hincha dentro de mí y late. Puedo sentirlo
soltando su carga dentro de mí, y es jodidamente increíble. Estoy tan cerca
de correrme que le doy una palmada en el trasero, obligándolo a seguir
moviéndose dentro de mí.
—¡Me corro... me corro... sííííí, Dash! —llora lamiéndome y
mordiéndome dondequiera que pueda alcanzar.
Mi corazón se expande en mi pecho, lo suficientemente ancho como
para romperme las costillas. Kemper deja caer su peso corporal sobre mí,
casi aplastándome debajo de él, aunque me gusta. Me encanta lo pesado
que es. Mi corazón golpetea contra él, y el suyo contra mí; nuestros cuerpos
sudorosos se deslizan juntos mientras él baja de su éxtasis.
Él gime y se cubre la cara, y no puedo evitar reírme, trazando mis dedos
a través de su cabello.
—Eso fue tan vergonzoso —murmura detrás de sus manos—. Soy un
perdedor.
Me río un poco más, y me parece extraño que me sienta tan cálido y
confuso incluso aunque no me corrí.
—Créeme, no es la cosa más vergonzosa que haya existido.
Me vienen a la mente recuerdos usando una jaula para pollas...
434
Él aparta sus manos y puedo ver su hermoso rostro sonrojado
postorgasmo. No puedo dejar de mirarlo fijamente. Resulta que los colores
son igual de brillantes si no me corro. No tiene nada que ver con mis
orgasmos.
Es él.
—Lo siento mucho, bebé. —Se ve muy molesto y no quiero que lo esté.
Esa fue su primera vez. Quiero que esté feliz, no triste—. Te lo compensaré…
Lo detengo con mis dedos en sus labios.
—Eso fue increíble. ¿Sabes lo bien te sientes? Incluso ahora…
Me muevo, porque él todavía está dentro de mí, y aunque no está
completamente duro, definitivamente podría correrme si sigue moviéndose.
—Te sientes como un maldito sueño, Dascha Reznikov. —Deja caer un
beso en mis labios, y borra todos mis pensamientos. Entrelazo mis dedos en
su cabello para besarlo más profundo.
Cuando nos apartamos a tomar aire, Kemper mantiene sus ojos
bloqueados debajo de mi cintura mientras sale de mí. No estoy seguro de lo
que está haciendo, pero creo que está viendo su semen gotear fuera de mí,
y el calor en mi cara se enciende un par de veces. Sin embargo, parece
hipnotizado y estoy volando.
Eso era lo que necesitaba. Era su primera vez teniendo sexo gay y
honestamente, ya parece un hombre nuevo. Espero haber sido yo... Espero
haberle hecho esto. Hacerlo feliz.
Rodea mi cintura con sus brazos y acaricia mi cuello con sus labios.
—Amo tu olor. Y cómo sabes...
—Ya eres bastante dulce conmigo para alguien que acaba de perder su
virginidad de chico. —Sonrío tranquilamente, con los ojos cerrados,
disfrutando de la sensación áspera de su barba en mi piel.
—¿Virginidad de chico? ¿Eso existe? —Pasa su nariz por mi mandíbula,
y yo asiento.
—Sí. Es cuando tienes relaciones sexuales con un hombre por primera
vez. Existe totalmente.
Kemper está callado por un momento, simplemente trazando uno de
mis tatuajes en mi pecho. Ojalá pudiera leer su mente. Quiero saber qué
está pensando...
Y luego, de alguna manera leyendo mi mente, dice:
435
—Ojalá no estuviera casado.
Sin siquiera pensarlo, digo:
—Déjala.
Siento que sus músculos se tensan por un momento, pero luego
suspira.
—Lo sé. Tengo que hacerlo.
—¿La amas? —Mi estómago se desliza por mi esófago por las
potenciales formas en que podría responder a esto.
—Es una gran chica. —Su dedo cruza las líneas de mis abdominales—
. La amo como a una amiga. Pero nunca me he enamorado de ella. —Hace
una pausa por un momento antes de susurrar—: Nunca me he enamorado
de ninguna chica.
Asiento, relacionándome con eso. Nunca antes me había enamorado de
nadie.
Tragar se siente difícil por un momento.
—¿Has estado enamorado de un chico? —pregunto.
Esta vez se levanta para mirarme. Sus ojos brillan como zafiros, y sus
labios son de un seductor tono rosado por todos los besos. Él recoge mi
mano y lleva las yemas de mis dedos a la cicatriz en su clavícula.
—Pensé que lo estaba una vez —murmura—. Era muy joven... en la
escuela secundaria. Mi mejor amigo, su nombre era Jeremy. Solíamos pasar
el rato todos los días. Éramos inseparables. Todavía estaba averiguando las
cosas y no entendía lo que estaba sintiendo. Las hormonas estaban furiosas,
todos mis amigos hablaban sobre besarse con chicas, ya sabes...
Asiento, observando su rostro mientras me mira, alternando entre
mirar fijamente mis labios y mis ojos.
—De todos modos, comencé a desarrollar sentimientos por Jeremy. —
Continúa—. Había intentado besar a un par de chicas, y nunca se sentía
bien. Pero me quedaba despierto toda la noche cada noche pensando en
besar a mi mejor amigo. Él era heterosexual, supongo. Siempre saliendo con
chicas, y eso me mataba. Así que una noche volvimos a mi casa después de
una fiesta, y se iba a quedar a dormir, como lo había hecho un millón de
veces. Excepto que esa noche nos pusimos a hablar, y lo siguiente que supe
fue que lo estaba besando.
Mi estómago se retuerce con algunos celos extraños al escuchar esto.
436
Al imaginar a mi Kemper besando a otro chico, aunque sé que es una
estupidez. Estaba en la escuela secundaria. Ni siquiera lo conocía...
Aun así, me siento incómodo. Odio cómo me hace sentir esto... ¿¿Por
qué estaría celoso de su novio de la secundaria??
—Y para mi sorpresa —la voz de Kemper interrumpe al pequeño
monstruo verde dentro de mí—. Él me devolvió el beso. Fue jodidamente
revelador. Se sintió increíble y duró muchos minutos… —Sonríe, levantando
su pulgar hacia mi labio inferior, rozando la curva y dándome escalofríos—
. Hasta que mi padre entró y nos vio.
Su rostro cambia rápidamente a uno mucho más solemne, y trago
saliva.
—Me molió a golpes... casi me mata. Me tiró por las escaleras. Y me
rompí la clavícula y el hombro. Ahí es donde conseguí esta cicatriz.
Parpadeando hacia él, toco la cicatriz, sintiendo el dolor a través de su
piel, en su voz y en su corazón, a través de las yemas de mis dedos.
Finalmente lo estoy viendo mucho más claro... por qué tenía tanto miedo.
—Él realmente me jodió, Dash —dice, asentando ese azul profundo
sobre mí—. Me hizo sentir que lo que quería estaba mal. Me convenció de
que no podía ser hombre y que me gustaran otros hombres. Y así es como
terminé viviendo mi vida. Hasta que… —Se detiene abruptamente. Mi
cabeza se inclina hacia un lado, suplicando silenciosamente que termine—.
Hasta que te conocí.
Mi corazón galopa dentro de mí mientras me inclino hacia adelante,
presionando un beso en su cicatriz.
—Kemper, no soy un experto en nada de esto. —Niego con la cabeza—
. Apenas recientemente me di cuenta que era bisexual, pero tan pronto como
me lo admití, fue como si me hubiera quitado un tremendo peso de mis
hombros. Y todo se volvió tan claro. Sin complicaciones. —Le peino el cabello
hacia atrás con los dedos—. Creo que viví durante mucho tiempo con las
anteojeras puestas sobre mi sexualidad, pero tenía que aceptarlo a mi propio
ritmo. No tienes que decírselo a todo el mundo, porque no se trata de nadie
más que de ti. Dítelo a ti mismo y el resto se resolverá. Lo prometo.
Los ojos de Kemper me queman y me da una mirada tan profunda que
ni siquiera sé cómo procesarla. Creo que quiere decirme algo y está tomando
todo el aire de la habitación.
—Dash... sé que puede parecer extraño o repentino, pero no quiero 437
dejarte —murmura, luego besa mis labios, y todos estos nuevos
sentimientos y revelaciones desconectan la mierda del mundo. De mi
cerebro.
Hace que todo sea tan pacífico. Y eso me encanta…
Creo que lo amo.
Nuestros besos se calientan y su mano encuentra su camino hacia mi
polla, aún dura y palpitante por la falta de liberación.
Lame mi pecho y estómago, mirándome; luciendo como un sueño ahí
abajo.
—Enséñame a complacerte, bebé. Quiero aprender.
—Esto es tan ridículamente al revés —susurro, desconcertado por la
forma en la que han cambiado los papeles.
—¿Qué significa eso? —me pregunta mientras toco sus labios.
—No importa. Abre la boca.
Él lo hace. Y usa esa boca para hacerme correr. La boca que acaba de
confesarme cosas. La boca de un hombre que creí conocer, pero resulta que
recién ahora lo estoy conociendo. Y realmente no importa en absoluto,
porque él está aquí ahora.
Chupando mi polla, practicando conmigo. Aprendiendo a dar
mamadas, conmigo. Es jodidamente perfecto, como él.
Cuando me hace correr, se lo traga todo, tan hechizado por este nuevo
deseo que está agarrando mi cintura todo el tiempo y masturbándose hasta
que se corre de nuevo.
Y nos desmayamos juntos en mi cama, felices y con un poco menos de
confusión que el día anterior.

438
34
Kellan Kemper

M
e despierto sintiendo algo que no estoy seguro de haber
sentido nunca realmente...
Feliz.
Me siento cálido y gloriosamente sereno, incluso en mi
estado de inconsciencia. Creo que tuve un sueño fantástico, pero a medida
que despierto más, descubro que es una realidad.
Me toma un momento recordar dónde estoy hasta que vuelve a mí.
Estoy en la cama de Dash, donde finalmente nos quedamos dormidos
después de horas de follar. Primero nos desmayamos juntos, luego lo
desperté. Luego nos desmayamos de nuevo y me despertó él. Fue irreal... Y
sin embargo, realmente sucedió.
Cosas que me he pasado toda la vida soñando... pasaron con Dash
anoche, hasta esta mañana. Con los colores del crepúsculo asomándose a
través de las cortinas, nos tocamos tanto que estaba seguro que se me
caerían los dedos. Besando tanto que se me adormeció la boca.
Jodidamente brillante.
Y ahora, ahora, estoy tumbado aturdido, con los ojos cerrados,
recordando la sensación de él por todo mi cuerpo. Está incrustado en mi
carne como la tinta que he tenido durante tantos años.
Todavía puedo sentirlo...
De hecho, hay un serio calor rodeándome, un hormigueo que cubre mi 439
piel.
Cuando mis ojos se abren y miro hacia abajo, encuentro la fuente de
mis buenas sensaciones, debajo de las sábanas. Una sonrisa se apodera de
mis labios mientras mis párpados se cierran de nuevo, y mi cabeza cae sobre
la almohada.
—¿Estas tratando de matarme? —Levanto la sábana y miro adentro
para localizar al culpable de cabello rosado.
Intenta sonreír, incluso mientras se traga profundamente mi polla, lo
cual es adorablemente sexy. Cuando tararea sobre mi polla, tiemblo.
—Muerte por un orgasmo. —Mis dedos recorren su mandíbula,
mirando con fascinación mientras él chupa de tal manera que me hace
querer hacer mucho más que solo quedarme aquí acostado y observar. Mis
dedos peinan su cabello y lo uso para forzarlo a quedarse quieto, provocando
un gruñido que sale del fondo de su garganta.
Sé que a veces le gusta rudo. Lo exploramos un poco anoche cuando
me dijo que le sujetara la garganta mientras se corría. Vi un mundo
deslumbrante de placer en sus ojos de bosque, y supe en ese momento que
nunca podré dejar ir a este hombre.
No hay forma. Él es exactamente todo lo que siempre quise en otra
persona, y preferiría entregar mi vida por completo que dejar que eso se
escape. El destino me dio otra oportunidad de ser feliz, con el hombre con
quien quiero hacerlo.
Tirando de su boca fuera de mí por su cabello, lo miro mientras un
jadeo ahogado huye de sus labios húmedos.
—Quiero probarte, bebé. Mientras me chupas la polla.
Sus mejillas están enrojecidas de ese dulce rosa pálido que amo tanto
ver mientras se muerde el labio, subiendo lentamente sobre mí, hasta que
su boca se cierne sobre la mía.
—Toma lo que quieras de mí —dice en un tono suplicante que hace que
mi polla pulse.
Sostengo su rostro en mis manos, besándolo suavemente por un
momento, antes de empujar su pecho para moverlo hacia arriba. Le doy una
mirada que entiende sin pronunciar una palabra, girando hasta que su culo
se extiende ante mí como un festín, y su boca se hunde inmediatamente en
mi polla.
Soltando un gemido de placer, lo abro sin perder el tiempo, rodeando
su agujero con mi lengua. Mis respiraciones son ásperas, incapaz de creer 440
que tengo esto. Tengo algo de lo que hui zonas horarias completas, por
miedo.
Pero aparentemente no puedes escapar de tu corazón.
Inclinándome hacia Dash, beso y lamo, adoro y aprecio, mientras él
hace lo mismo para mí. Aturdido, me muevo sobre sus bolas, chupando con
fuerza porque sé que le gusta un poco el dolor. Y cuando su polla palpita en
mi pecho, la tomo en mi mano, acariciando unas cuantas veces antes de
apuntarla a mi boca.
Dash gime alrededor de mi longitud mientras sostengo sus caderas,
inclinándolo para poder chuparlo mientras él me chupa. Es abrasador;
estamos quemando la cama, jadeando y sudando juntos en un deseo tan
fuerte que es como su propia fuente de poder.
De alguna manera terminamos de costado, comiéndonos vivos hasta
que puedo sentir que mi orgasmo se está construyendo, poniéndome tenso.
Dash está prácticamente llorando sobre mi polla, y sus caderas están
empujando mi cara. Me envía directamente al borde de un clímax explosivo
que me hace agarrar su culo con tanta fuerza que tendrá marcas de
moretones con huellas dactilares.
No puedo esperar a verlos. El pensamiento hace que me corra aún más
fuerte en su boca mientras me bebe. Y luego se corre para mí, retorciéndose
con gracia dentro de mí mientras corrientes de semen fluyen en mi boca.
Libera mi polla de sus labios para cantar mi nombre...
Kemper... Kemper, Kemper, Jesús, Kellan, me estoy corriendo tan fuerte
por ti, bebé…
Es como una canción de amor que se quedará en mi cabeza para
siempre.
Para cuando ambos nos hemos recuperado, Dash está boca arriba de
nuevo, con su cabeza en mi pecho mientras mi corazón late bajo su mejilla
y el suyo golpea en mi estómago. Tomo su mano en la mía, jugando con sus
dedos. Puedo sentir sus pensamientos; una sensación tan abrumadora, algo
que ni siquiera pensé que podría experimentar.
Su dedo índice pasa por mi anillo de matrimonio y trago saliva.
—¿Dónde cree tu esposa que estás? —murmura en voz baja curioso y
muy Dash. Hay algo inocentemente curioso en él que saca a un libro cerrado
como yo de su caparazón de soledad.
—Realmente no lo sé... —le respondo con sinceridad, y eso lo 441
sorprende. Su cara gira en mi dirección—. Le dije que iba a salir a tomar
algo contigo anoche. Supongo que pensará que me quedé a dormir aquí...
Su boca se curva en una pequeña sonrisa.
—Aunque tu condominio está a menos de diez minutos a pie desde
aquí.
No puedo evitar sonreír. Porque le queda muy bien.
—No tiene mucho sentido, supongo.
—No. No lo tiene. —Estira los brazos antes de cruzar las manos sobre
mi pecho y apoyar su barbilla en ellas para mirarme—. ¿Qué vas a decirle?
Un suspiro sale de entre mis labios, y me froto los ojos.
—Tengo que decirle la verdad, Dash. Pero es difícil... Llevamos cinco
años casados. Ella ha estado... esperando cosas de mí que sé que no puedo
darle.
—Como bebés —murmura, apretando visiblemente la mandíbula. No
quiero molestarlo, pero es la verdad.
Nikki tiene veintiocho años. Todavía es joven, pero quiere tener hijos.
Ya sé que lo hace, y no puedo posponerlo más. Tengo que ser honesto con
ella, para que no pierda el tiempo. Pero no tengo idea de cómo comenzar
esta conversación.
Asiento con remordimiento, y los ojos de Dash se posan en la cicatriz
de mi clavícula.
—Bueno, buen momento, supongo. Ya que te vas en un día.
La tristeza alrededor de sus ojos duele en mi pecho, y tomo su barbilla
entre mis dedos, obligándolo a mirarme.
—Te lo dije, no quiero dejarte, Dascha.
—Pero lo harás. —Parpadea—. Todos se van.
Su tono me hace sentir mal. No puedo dejarlo... no puedo perderlo de
nuevo.
La primera vez fue una casualidad. Tenía miedo y salí corriendo, como
hacen los cobardes. Pero tengo otra oportunidad, y no la desperdiciaré de
nuevo.
—Déjame resolverlo, bebé —le digo con sinceridad. Él no luce aplacado,
sin embargo—. ¿Me darás una oportunidad? —Me mira en silencio por un
momento antes de asentir, vacilante—. ¿Me darás una probada? —Mis ojos 442
están puestos en su boca, codiciando esos deliciosos labios como si fueran
mi bocadillo favorito.
Los lame lentamente, para mi beneficio estoy seguro, luego se inclina y
me besa, dulce y cálido, y albergando todo el potencial que tenemos entre
nosotros. Podríamos ser mucho, pero necesito hacer que me crezcan un par
de pelotas.
Es hora de hacer lo que quiero. De dejar que el pasado impida mi
futuro.
Finalmente nos despegamos y tomamos una ducha que nos lleva
incluso a más toques y besos, y luego a Dash apretado contra la pared
mientras lo follo duro, con mi mano sobre su boca.
Cada vez que me corro con él ahora, se vuelve cada vez más fácil para
mí imaginar una vida como esta. Una vida en la que me importa un carajo
lo que piensen los demás... sobre mi sexualidad y mi relación, pero también
sobre mi pareja. Bueno… potencial pareja. No nos adelantemos todavía.
Pero el hecho es que tendré que decirle a Dash quién soy... y de dónde
lo conozco. Y conociendo a Dash, podría asustarlo un poco. Pero necesito
que sepa que nunca me importarán sus crímenes. No me importa lo que
hizo... porque nadie es inocente, y creo que me estoy enamorando de él, que
es razón más que suficiente para aceptarlo, con defectos y todo.
Sé que Dascha no es perfecto, y no solo por las cosas que ha hecho. Él
es diferente. No estoy seguro de lo que sucede exactamente en esa cabeza
suya bellamente estropeada, pero no me importa. Ni siquiera un poquito.
Me ha ayudado más en un par de días de lo que puedo contar. Y sé que
no es un concurso, pero estar ahí para él, para lo que necesite, es lo menos
que puedo hacer.
Cuando salimos de la ducha, decido no revisar mi teléfono.
Principalmente porque temo que Nikki haya estado tratando de comunicarse
conmigo, pero también porque una parte de mí teme que ella podría no
haberlo hecho. Nuestra relación se ha debilitado a lo largo de los años, y
este viaje fue una especie de último esfuerzo por resolver nuestra mierda, lo
cual definitivamente no hemos hecho aquí en Tulum.
Realmente no sé qué decir, pero decido dejar mi teléfono tranquilo por
un rato y disfrutar un poco más de tiempo con Dash. Volveré con Nikki para
cenar y arreglar todo. Pero ahora mismo, hay un tipo ruso sexy vagando en
bóxer frente a mí que me está distrayendo y no me deja pensar con claridad.
Literalmente.
443
Dash me sorprende mirándolo y sonríe.
—Te ofrecería algo de ropa, pero dudo que seamos del mismo tamaño.
Ya sabes, ya que eres un gigante.
Me río a carcajadas y lo agarro por la cintura.
—¿De qué estás hablando? No estás tan en forma. Apuesto a que pesas
casi noventa kilos.
—Sí, claro. —Resopla, empujando su trasero contra mi entrepierna—.
Más bien ochenta. ¿Y cuánto pesas tú? ¿Ciento quince?
Beso la parte de atrás de su cuello.
—Eso es excesivo. Más bien cien.
—Jesucristo. —Se ríe, y luego gira en mis brazos—. Estuve cerca.
—Mmm... no realmente.
Aprieta mi bíceps.
—¡Ni siquiera puedo envolver mi mano alrededor de esto!
Me río y continúo con más besos en el cuello con la esperanza de
distraerlo.
—¿Eso te excita?
—Bastante. —Sonríe, pasando sus manos por mi pecho.
Con los ojos fijos en su bonito rostro de líneas perfectamente
simétricas, ladeo la cabeza y pregunto:
—¿Qué te hizo venir a Tulum?
Su rostro se pone serio antes de murmurar:
—Siempre he soñado con venir aquí. Mi papá solía hablar de México.
Antes de irse... —Hace una pausa y su mirada se posa en sus manos—. De
todos modos, este lugar parecía la mejor parte. Todo hasta el final. —Se
encoge de hombros—. He tenido el folleto de este complejo desde que tenía
dieciséis años.
Mi ceja se levanta hacia él.
—¿En serio? No sabía que este lugar era tan antiguo.
Sus ojos se levantan de nuevo a los míos y me mira de reojo, la diversión
delinea su boca.
—Solo tengo veinticinco años. Así que… sí. Ha existido por más de 444
nueve años.
Una risa brota de mi garganta. Sé que este comentario lo enojará pero
tengo que hacerlo. Es muy divertido jugar con él.
—Oh, lo siento. Pareces, como, mucho más mayor de veinticinco.
—¿Oh, sí? —sisea y yo asiento—. ¿Eso es así? Bueno, entonces debes
tener ¿qué? ¿Cincuenta? Quiero decir, tienes la vibra de un papi, ¿no es así?
La sonrisa se me escapa de los labios y lo atrapo contra la pared.
—Cuida esa maldita boca, Dascha. —Él se ríe en voz alta y no me
divierte. Tan alborotador—. Estoy medio convencido de ponerte de rodillas
ahora mismo y hacerte chupar una disculpa por eso.
Sus ojos brillan mientras se muerde el labio, sonrojándose
visiblemente.
—No me amenaces con pasar un buen momento, ofi… —Se detiene a
mitad de la palabra, de nuevo, y ahora necesito saberlo.
—Esa es la segunda vez que casi me llamas de otra manera —gruño,
deslizando las manos hacia abajo para ahuecar su trasero posesivamente,
sosteniéndolo cerca—. Por favor, dime que no es el nombre de un ex...
Sus ojos están muy abiertos, y la incertidumbre baila en ellos mientras
me mira boquiabierto.
—No. No es un ex. Es solo que... —Se detiene y toma aire. Esto ya no
lo encuentro divertido. Estoy seriamente preocupado por lo que pueda
decir—. ¿Recuerdas cuando dije que me recordabas a alguien? —Asiento
lentamente mientras levanta sus muñecas—. Bueno, él era um… un oficial.
Y supongo que es una larga historia, o algo así, pero... casi no dejo de
llamarte oficial, porque... sí.
Dejo escapar un suspiro, prácticamente temblando mientras tomo sus
muñecas en mis manos y observo las palabras tatuadas en ellas. Mi en la
izquierda y Oficial en la derecha. Esto realmente me está jodiendo.
Hay tantas preguntas que quiero hacerle y tantas cosas que quiero
decirle. Como el hecho de que yo soy un oficial. Me gradué de la Academia
de Policía en Kansas City, y me mudé a Nueva York con ganas de ser policía
en la ciudad, solo para arruinar mi reputación y cualquier oportunidad que
hubiera tenido yéndome de fiesta como un drogadicto inútil.
Si no fuera por Manuel Blanco, habría desperdiciado cualquier
445
oportunidad de trabajar como oficial de nuevo. Pero el alcaide me hizo un
trato, y yo lo tomé. Trabajé en Alabastro por un tiempo, pero una vez que
conocí a Nikki y me casé, empezó a ser un poco... agotador. Todo era más
de lo que podía manejar, y cuando el ladrón de bancos sexy de Brooklyn con
el que había estado secretamente obsesionado fue ingresado, no tuve más
remedio que huir. Es en lo que soy bueno, después de todo.
Pero no esta vez. Esta vez me niego a dejar que las cosas que me
abruman me alejen de lo que está justo frente a mí. Mirándome con ojos del
color de las palmeras de afuera.
No sé qué oficial lo impulsó a hacerse estos tatuajes, pero en mi corazón
obsesivo, que ya se está enamorando tanto de este chico que realmente no
conozco del todo muy bien, quiere creer que soy yo.
Ni Velle, ni Rook, ni Peters… yo.
Yo soy su oficial...
Llevando su muñeca a mis labios, le doy un beso sobre la palabra, y
luego hago lo mismo con la otra, observándolo mientras me mira
boquiabierto como si no estuviera seguro de lo que está sucediendo.
—¿Puedo ser tuyo? —susurro.
Toma mi mandíbula entre sus manos y acerca mis labios a los suyos,
besándome desesperadamente por un momento, antes de murmurar:
—No tienes idea de lo que estás diciendo. No deberías quererme...
—Pero lo hago. —Mis dedos se deslizan por su cabello, chupando su
labio inferior como si fuera un dulce—. No puedes hacer que me detenga.
—No soy bueno, Kemper —protesta, aunque los besos no se detienen.
Tampoco las pequeñas respiraciones que jadea, o el roce de sus dientes
sobre mi labio, o las huellas de sus dedos a lo largo de las curvas de mis
músculos—. Soy jodidamente malo, en realidad.
—Mmm... —Mi boca deja la suya para mordisquear su mandíbula,
luego su cuello, luego el lóbulo de su oreja—. Tal vez necesito castigarte.
Se estremece pero niega con la cabeza.
—Estoy hablando serio. Estoy jodido. Deberías correr en dirección
opuesta.
He estado allí, he hecho eso, bebé. Nunca más.
—Dascha, no me importa lo que hayas hecho. Me estás enseñando que
lo que otras personas piensan no debería importar, ¿recuerdas?
446
—¿Incluso cuando es... algo malo?
Dejo su cuello, decorado con mordiscos de amor púrpura de anoche, y
pongo mi cara frente a la suya de nuevo para poder mirar sus hermosos ojos
preocupados.
—Mis sentimientos por ti son demasiado fuertes para preocuparme por
tu pasado.
Deja escapar un resoplido cansado, dejando caer su cabeza sobre mi
hombro. Y yo lo sostengo cerca de mí, meciéndolo un poco, sintiéndome
puramente horrible de que esté molesto. Ojalá hubiera algo que pudiera
hacer para ayudarlo. Y creo que la única opción viable sería decirle la
verdad...
Decirle que sé lo que ha hecho. Y por lo que sé, se sentirá herido porque
le mentí, y oculté esto de él, pero tengo que esperar que lo ayude a entender
que no me importa nada de eso. No me importa lo que hizo antes, y no me
importa si la sociedad piensa que es malo.
No lo es. Es precioso.
—¿Quieres cenar, bebé? —le pregunto peinando con mis dedos los
lados afeitados de su cabeza, hacia su cabello sedoso rosa pálido
despeinado.
Levanta la cara, mostrando cierta emoción que hace que mi corazón se
acelere.
—Deberíamos ir por un helado.
No puedo evitar la sonrisa que tuerce mi boca.
—¿Helado? ¿Eso es lo que quieres cenar?
Él asiente con entusiasmo.
—Hay un camión que me muero por probar. Quiero ver si se asemeja
siquiera remotamente a Mr. Softee.
¿¿Mr. Softee?? ¿El heladero que conduce por la ciudad?
Justo cuando pensé que el chico no podría ser más interesante, revela
una extraña obsesión con ciertas golosinas a base de lácteo. Estoy perdido.
Pero no tengo problemas con el helado. Me gusta, aunque no me
complazco a menudo, y cuando lo hago, consigo el simple de vainilla y Nikki
se burla de mí por ser aburrido. Aun así, mi Dash quiere helado, así que lo
conseguirá. 447
—Vamos a tomar un helado entonces —digo con voz ronca, y él está
visiblemente emocionado, prácticamente rebotando en mis brazos. Mis ojos
se posan en su piel suave esparcida con tinta ocasional, y marcas púrpuras
de mi boca y dientes—. Ponte algo de ropa, bebé, antes de que acabemos en
esa cama por incluso más horas.
—Oh, ¿quieres decir que no puedo salir así? —Sonríe con suficiencia,
apoyado contra la pared en la que lo he tenido presionado todo este tiempo.
—No, a menos que quieras verme envuelto en una ola de asesinatos —
gruño, y él se lame el labio.
—Eso podría ser entretenido. —Sus brazos se doblan sobre su pecho.
Sacudiendo la cabeza, una risa estalla de mi garganta y lo agarro por
la cintura, empujándolo hacia su ropa. Tengo que darle una buena palmada
en el culo por si acaso, a lo que me mira, tratando de actuar enojado. Pero
el rubor que sube por su cuello lo delata.
Le gusta.
Y a mí me gusta aún más.
A Dash le toma cinco segundos ponerse algo de ropa, y luego estamos
saliendo por la puerta, caminando hacia el tramo de playa donde se
estacionan los camiones de comida. Traje mi teléfono conmigo, pero está
muerto, lo que probablemente sea para mejor. No quiero pasar mi tiempo
con Dash obsesionándome con cuántas veces puede que Nikki me haya
llamado o no.
Por supuesto que está en el fondo de mi mente todo el tiempo, sabiendo
que tendré volver a nuestro bungaló eventualmente y explicarme.
Especialmente porque se supone que nos iremos pasado mañana, y la idea
de hacerlo me revuelve el estómago.
Pero lo dejo a un lado por ahora y me concentro en Dash.
Aparentemente, el camión de helados mexicano no ofrece su especialidad
favorita de Mr. Softee, el baño de cereza, lo cual es una pena porque incluso
a mí me gusta esa cosa, aunque solía conseguirla en Dairy Queen en KC.
No me sorprende en absoluto cuando Dash elige helado de algodón de
azúcar, ya que ya saben, es un ladrón de bancos ruso con el cabello rosado.
Opto por lo mismo y luego refunfuño con él sobre lo dulce que es. Pero sus
pequeñas risitas valen la pena la potencial diabetes en una taza.
Comemos nuestro helado caminando por la playa, solo charlando, y
disfrutando de la compañía del otro. Y puede que no parezca nada innovador 448
para algunos, pero para mí es sublime. Este hombre está derribando todas
mis barreras y estoy tan agradecido que quiero caer de rodillas y adorar sus
pies.
El sol se pone mientras caminamos de regreso, más allá de los
remolinos de color en el horizonte, como una obra maestra pintada que
cuelga como telón de fondo de la imagen de esta noche perfecta. Dash me
ha estado sacando de mi zona de confort cada vez más cada vez que estamos
juntos, y tengo la esperanza de poder compensarlo de alguna manera.
Lo haré mejor por él... lo prometo.
Después de todo esto, mi malestar es excesivo mientras suspiro:
—Debería regresar al condominio. Explicarle todo a Nikki...
Dash se queda callado a mi lado, y sus dedos dejan de rozar los míos
abruptamente mientras caminamos, lo que había estado haciendo
básicamente todo el tiempo. Creo que significa que está inquieto y no quiero
que lo esté. Pero tampoco quiero que mi esposa se preocupe solo porque
parece que he encontrado la manera de salir del armario, por así decirlo.
No puedo ser egoísta. Por mucho que me hayan jodido toda mi vida
sobre esta mierda, no es culpa de Nikki. Ella es una mujer maravillosa y no
merece un marido que mienta y joda con ella.
Mi estómago se retuerce en nudos cada vez más apretados con cada
centímetro nos acercamos a mi bungaló. Puedo verlo, tres casas arriba a la
izquierda, y tomo una decisión rápida para agarrar la mano de Dash.
Le doy un tirón hacia una esquina y antes de que pueda sonreír ante
lo adorable que es su cara de sorpresa, lo estoy presionando contra el
costado de una casa. Estamos un poco en las sombras, pero todavía
bastante al aire libre. Cualquiera que pase podría vernos. Pero no puedo
obligarme a que me importe en este momento.
Solo necesito esto... lo necesito a él.
—¿Qué estás...? —Su voz se convierte en un grito ahogado cuando lo
atrapo entre la pared y mis caderas, agarrando su nuca en mi mano
mientras mis labios caen sobre los suyos.
Mi beso es entusiasta, pero gradual, poderoso pero sabroso;
seductoramente, mis labios bailan con los suyos, un toma y da que me
sacude con escalofríos. Nos besamos como si hubiéramos sido hechos para
hacerlo, chupando y mordiendo, nuestras lenguas uniéndose en perfecta 449
armonía; una sinfonía de sonidos en el tono de respiraciones contenidas.
—Dascha... —ronroneo, mareado por su sabor a algodón de azúcar en
mi boca.
—Kellan. —Su voz es como un orgasmo, lo juro. Nunca tendré
suficiente de escucharlo decir mi nombre.
—Puedes llamarme así, si quieres... —murmuro, apenas consciente de
lo que estoy diciendo.
—¿Llamarte cómo? —Sus manos van por mi trasero, sintiéndome
mientras nos frotamos contra el otro.
Algunas personas pasan y creo que nos ven porque escucho risas. Pero
por primera vez en mi vida, no me importa. Me importa un carajo que
alguien o algo suceda fuera de este hombre hermoso y sus perfectas piezas
rotas.
Con vacilación, susurro:
—Oficial. Puedes llamarme... oficial.
Dash se congela, sus labios tiemblan debajo de los míos, y no estoy
seguro si la cagué diciéndolo. Él todavía no comprende toda la situación...
Pero antes de que pueda empezar a retroceder, me besa de nuevo, con
fuerza, chupando mis labios. Mi polla ya palpita, y la froto contra la suya,
esperando esa palabra de su boca pecadora.
En cambio, escucho una voz femenina familiar jadear:
—Oh, Dios mío.
Alejándome de Dash, giro mi rostro justo a tiempo para captar la
mirada de conmoción en el rostro de Nikki antes de volverse, murmurando:
—Lo siento... —Mientras tropieza hacia nuestro bungaló.
—Mierda. —Sin aliento, retrocedo un poco con el corazón alojado en la
garganta.
Miro a Dash y él se pasa la mano por el cabello, suspirando:
—Ve.
Le lanzo una mirada de sincero agradecimiento. Realmente espero que
lo entienda antes de girar y trotar detrás de mi esposa. Me tiemblan las
manos cuando me acerco a la puerta que acaba de cerrar de golpe, no del
todo en mi cara, pero aun así. Y considerando todas las cosas, no estoy tan 450
aterrorizado como pensé que estaría si algo como esto alguna vez pasaba.
He pasado años siendo escrupuloso al ocultar quién soy realmente de
todo el mundo, y de mi esposa sobre todo. Sin embargo, todo lo que
necesitaba para besarme con un chico en público era el chico adecuado,
aparentemente. Es extraño, pero ni siquiera puedo decir que estoy
sorprendido. Dash es así de especial.
Inspirando profundamente, lo dejo salir mientras abro la puerta,
deambulando dentro de nuestro bungaló y preparándome para ser golpeado
por platos voladores o algo peor. Nikki nunca ha sido ese tipo de chica, pero
acaba de presenciar a su marido chupándose la cara con otro chico, así
que... quién sabe.
No la veo en la sala de estar, así que deambulo lenta y cautelosamente,
hacia el dormitorio. Y efectivamente, ella está sentada en la cama, con la
cara enterrada en sus manos. Tragando un nudo en mi garganta, doy un
paso, sintiéndome como el montón de escoria más grande del mundo por
hacerla llorar.
—Nik... lo siento mucho. —Me siento junto a ella en la cama—. Por
favor, déjame explicarte.
Sus hombros se mueven un poco hacia arriba y hacia abajo, cuya vista
me apuñala en el intestino.
—Nena, por favor no llores. —Le froto la espalda, y ella realmente me
deja—. No quise lastimarte... Por favor, no me odies.
Pero cuando aparta las manos de su cara, sus mejillas están
sonrojadas y está sonriendo. Mi frente se arruga mientras la miro con pura
perplejidad. Se vuelve para mirarme de lleno, agarrando mis manos entre
las suyas.
—Kellan, no te odio —resopla, con su rostro iluminado con algo que
nunca había visto antes—. Fue una sorpresa verlo, claro, pero, cariño... —
Coloca su mano en mi cara—. No te lo tomes a mal, pero... estoy muy feliz.
¿Eh?
Debo estar usando confusión en mi cara como maquillaje de payaso,
porque ella se ríe y pasa su pulgar por mi labio inferior.
—Kel... eres gay. Quiero decir, realmente tenía muchas ganas de
esperar a que me lo dijeras, pero eres tan jodidamente terco. Como que más
o menos lo averigüé hace un tiempo...
Me quedo sin palabras. Físicamente no tengo cuerdas vocales
disponibles para producir palabras. 451
Parpadeando hacia mi esposa un par de veces, finalmente grazno:
—¿Cómo lo sabes tú cuando ni siquiera yo lo sabía?
Ella pone los ojos en blanco.
—Vamos, Kel. Lo sabías... solo tenías miedo. Y está bien. Yo solo... no
lo sé, no quería presionarte.
Mi cabeza da vueltas. No sé qué pensar. ¿¿Mi esposa de cinco años está
diciéndome que ella ha sabido todo este tiempo que soy gay?? Estoy
desconcertado por esto.
—Nikki, hemos estado juntos durante seis años. —Niego con la cabeza
con incredulidad—. Quieres una familia... quiero decir, he estado perdiendo
tu tiempo. —Dejo caer mi cara en mis manos—. Jesucristo, lo siento mucho.
Ahora ella me frota a mí la espalda, en un giro de eventos que se siente
bien, a pesar de lo jodidamente confundido que estoy. Los últimos dos días
han arrancado mi vida entera de raíz. Y seguro, probablemente sea para
mejor, pero aun así... es mucho para asimilar.
Nikki exhala lentamente.
—Está bien, así que... no te enojes. Pero necesito decirte algo. —Mi cara
brota de mis palmas y la miro boquiabierto, trabajando en prepararme
mentalmente para lo que sea que esté a punto de decir—. He estado viendo
a alguien.
—¡¿Qué?! —ladro y ella salta—. ¿Quién?
Ella me da una expresión puramente culpable.
—Justin, del trabajo.
—¿¿Te has estado acostando con ese tipo?? ¿A mis espaldas? —Una
rabia celosa quiere hacerse cargo, pero luego recuerdo cómo pasé las
últimas veinticuatro horas. E incluso antes de eso...
Cuánto tiempo he estado pensando en Dash; fantaseando con él. Con
chicos, en general...
—Kel. —Devuelve mi atención a ella—. Estoy embarazada.
Mi pecho se agarrota y lo golpeo con la mano.
—Jesús, maldición... creo que estoy teniendo un ataque al corazón.
Nikki deja escapar una pequeña risa, y supongo que no tengo más
remedio que abandonar mi rabia. No puedo enojarme con ella. No tengo
derecho. Claro, me engañó, pero yo le he estado mintiendo desde el primer
día.
452
Estamos tan jodidos... para empezar, nunca debería haberme casado,
pero supongo que era un error que tenía que cometer.
Apesta, pero... no puedo retractarme.
—Lo siento, Kel —susurra—. Debería haber dicho algo. Debería haber
tratado de ayudarte...
—No, Nik, no era tu responsabilidad. —Aprieto su mano—. Lo siento.
No debería haberte arrastrado a mi mierda. Lamento que me haya tomado
tanto tiempo resolver esto.
Ella asiente y luego apoya la cabeza en mi hombro. Y nos quedamos
sentados juntos en silencio por un tiempo, solo pensando. Dos humanos
separados que han pasado tiempo solos, juntos. Sin embargo, no puedo
decir que me arrepienta de casarme con esta mujer. Ella es una persona
maravillosa.
Extiendo la mano y toco su vientre.
—¿De cuánto estás?
—Quince semanas —dice, y puedo escuchar la emoción en su voz.
Tengo que decir que me hace sentir menos culpable.
—Y estás segura que no es...
—¿Tuyo? —Levanta la cara—. ¿Siquiera necesitas preguntarlo?
Resoplo y niego con la cabeza.
—Tienes razón. —Casi nunca tenemos sexo, y siempre he usado
condones religiosamente, por esta misma razón.
—Sucedió cuando todavía estabas en Alabastro —murmura. Ahora todo
tiene sentido.
Por eso dejó de darme dolores de cabeza por el trabajo y estar lejos de
ella de tres a cuatro días a la semana. Solo había otro oficial de la
Penitenciaría de Alabastro que estaba casado. No es un trabajo que aceptes
si tienes una familia. Supongo que inconscientemente eso habla por sí
mismo.
Todo esto es un gran viaje, pero honestamente, también es un peso
enorme sacado de mis hombros.
—Estoy feliz por ti, Nik. —Le beso el cabello—. Felicidades.
—Tú también —chirría, y yo me río—. Ustedes se ven muy lindos
juntos, Kel. —Está hablando de Dash y yo, y eso hace que mi estómago de
una vuelta—. ¿Te gusta?
453
Mi pecho se aprieta más. Lo amo.
—Sí, bastante —le susurro, y ella chilla, moviendo mi mano. Tengo que
reírme.
Ella es algo fuera de lo común. Es mi mejor amiga.
—Cometimos muchos errores, ¿eh? —Suspiro y ella asiente.
—Sí, pero nunca es demasiado tarde para arreglarlo. —Se endereza a
mi lado—. Kellan, quiero que dejes de perder el tiempo, ¿de acuerdo? —Mi
cabeza se inclina con reconocimiento—. Ve a estar con Dash. Te mereces ser
feliz.
Toda esta conversación se siente como un sueño extraño. Apenas estoy
seguro de que realmente está sucediendo, pero de cualquier manera, tomo
la cara de Nikki en mis manos y beso sus labios rápidamente.
—Gracias. Por ser la mejor esposa que un gay en el closet podría pedir.
—Le sonrío y ella se ríe, dándome una palmada en el brazo.
Ahora que sé que Nikki está embarazada, realmente no quiero dejarla
sola. Pero me asegura que está bien e insiste en que pase la noche con Dash
de nuevo. Acepto dejarla a regañadientes, pero cargo mi teléfono y le digo
que lo dejaré encendido esta vez, si me necesita para algo.
Luego empaco una muda de ropa en mi bolsa de gimnasia, le doy a mi
futura ex esposa un beso en la frente y en el vientre, y me voy, prácticamente
corriendo de regreso a Dash.
Mi mente corre a un kilómetro por minuto, y no puedo esperar para
decirle qué sucedió. Estoy seguro que está un poco asustado, pensando que
estoy lidiando con algo mucho más complicado. Lo admito, yo mismo estoy
bastante desconcertado por esto.
Esperaba que hablar con mi esposa y sobre el divorcio fuera doloroso.
Eso fuera apenas desagradable.
Cuando llego a la casa de Dash, lo escucho hablar, o más bien gritar,
a través de la puerta. Inmediatamente me pone en alerta máxima y llamo
rápidamente, listo para derribar la puerta y salvarlo de un posible intruso.
Pero luego él responde, sin aliento y mirándome por la rendija por un
momento, antes de abrir la puerta por completo.
—¿Estás bien? —Entro dentro, mirando alrededor de mí. No hay
señales de nadie más.
454
—Sí. Bien. —Se echa el cabello hacia atrás con los dedos, pareciendo
un poco nervioso—. ¿Y tú? ¿Ella enloqueció?
Lo miro fijamente por un momento, y algo dentro de mí se rompe. Estoy
completamente superado por la necesidad de este chico y todos sus
problemas. Después de todo lo que acaba de suceder con mi esposa, estoy
viendo las cosas mucho más claras.
Dando un paso adelante, dejo mi bolso en el suelo y cierro la puerta de
una patada detrás de mí, retrocedo a Dash contra una pared, agarrando su
mandíbula en mi mano, inclinando su cara hacia la mía. Presiono mis labios
contra los suyos, chupando inmediatamente su labio inferior en mi boca y
mordisqueándolo un poco. Lloriquea y se apacigua, inclinándose hacia mí
mientras su lengua se encuentra con la mía y volvemos directamente a la
pasión que estábamos explorando fuera. Él todavía sabe a algodón de
azúcar, y quiero pasar toda la noche probando su perfecto sabor.
—Dash... —susurro, apoyando mi frente en la suya mientras me
esfuerzo en decir dos palabras que nunca he pronunciado en voz alta—. Soy
gay.
Dash sonríe, potente y evidente como un rayo de sol, mientras sus
manos se deslizan por mis caderas, y dentro de mi camisa.
—¿Está seguro? Eso no suena bien.
Se me escapa un gruñido y coloco la cara en el hueco de su cuello,
mordiéndolo hasta que se estremece.
—Será mejor que tengas cuidado con el descaro, bebé, o te lo quitaré
follándote.
—No me amenaces con pasar un buen rato, Kemper. —Sus dedos
trazan las líneas de mis abdominales, deslizándose a lo largo de la cintura
de mi bóxer debajo de mis vaqueros.
—Entonces... ¿gay, dices?
Me río suavemente y tarareo sobre su garganta.
—Mhm. Súper gay.
Espero que siga burlándose de mí, pero en cambio envuelve sus brazos
alrededor de mi cintura, apretando y exprimiéndome el aire.
—Estoy tan feliz por ti, bebé —susurra en mi oído, y sé que parece
juvenil o cursi, pero la presión se acumula detrás de mis ojos.
Es sorprendente que esté a miles y miles de kilómetros de donde crecí, 455
y donde vivo, y sin embargo, aquí mismo en este momento, siento que estoy
en casa.
Y con el interés de estar donde se supone que debo estar...
—Me voy a quedar en Tulum —le murmuro y él se aparta un poco para
darme una mirada de perplejidad—. Contigo. Quiero quedarme aquí contigo,
Dash. Si eso está bien…
Su rostro se ilumina, pero cubre su brillante sonrisa frunciendo los
labios.
—Tendré que pensar en eso. Eres un poco mandón...
Estoy seguro que puede ver en mis ojos todas las formas en que estoy
pensando en castigarlo por esa boca inteligente. Y para mi malvado apetito,
parece estar listo para ello.

456
35
Kellan Kemper

—M
ierda…
Gruño, dejando caer mi frente contra su
pecho.
—Eso es, bebé. Toma mi polla.
—Dios, Kemper, tu polla es tan grande. —Jadea Dash mientras chupo
su pezón entre mis labios—. Me encanta cómo me follas...
—Te amo cabalgando mi polla, Dascha. —Inclino mi rostro para ver
cómo se mueve sentado a horcajadas en mi regazo con mi polla metiéndose
profundamente en su culo.
—¿Te estoy haciendo bien? —Su cabeza cae mientras agarro sus
muñecas detrás de su espalda, sujetándolas con fuerza y manteniéndolo en
el lugar mientras gira sus caderas para trabajar mi polla dentro de él. Me
está haciendo más que bien...
Estoy a punto de estallar.
—Bebé, eres una revelación —le digo, mirando su cuerpo esculpido de
curvas y líneas, definición muscular en una demostración tan
proporcionada. Físicamente no puedo quitarle los ojos de encima—. ¿Te
gusta montar mi polla?
Gime un sonido ronco, mordiéndose el labio mientras sus ojos se abren
para conectarse con los míos.
—Me encanta. Te amo profundamente dentro de mí... 457
Mi estómago da un vuelco ante las primeras dos palabras de esa
oración.
Te amo…
Tragándome la locura, lo empujo con más fuerza hacia mí y él gime.
Luego lamo una línea en su cuello, saboreando la dulzura de su piel y la
salinidad de su sudor. Dios, es sexy. Me muero por correrme dentro de él,
pero quiero ver su polla correrse sobre nosotros primero.
—¿Sí? —canturreo, mordiéndolo una vez más, fuerte, hasta que jadea
y su polla se estremece visiblemente—. Profundamente en tu culo
apretado...
—Tan profundo —ronronea, rebotando sobre mí, su polla pesada, la
piel estirada, y las venas presionando mientras sube y baja, golpeándome
en el pecho.
Es jodidamente irresistible. La punta está brillante con líquido
preseminal, lo que generalmente sucede cuando le golpeo la próstata. Me
impulsa a empujar hacia arriba cuando se mueve hacia abajo hasta que
estemos trabajando a un ritmo inmaculado.
—Te sientes tan apretado, Dash... —murmuro contra su piel,
perdiéndome en la sensación—. Un coñito estrecho, dulce y cálido
cabalgando mi polla.
Deja escapar un gemido ahogado, y de la nada, se encorva hacia
adelante para morder mi hombro.
—Jesucristo, ya voy correrme... Maldición…
Él sigue frotándose, todos mis centímetros dentro de él mientras su
polla palpita semen en todo mi pecho y abdominales. Sin siquiera pensarlo
suelto sus manos y una de las mías vuela a su garganta. Le aprieto el pulso
mientras llora sin aliento, atravesando su orgasmo, con nuestros dedos
entrelazados en su otra mano, detrás de su espalda.
Tarareando junto a mi oído, susurra mi nombre, ronco y sin aliento,
sonido que mezclado con mi polla enterrada profundamente en él, me pone
en marcha. Y me corro, disparando mi carga en su culo mientras lo abrazo
fuerte.
Juntos parece que no hay suficiente aire en la habitación. Dash está
acostado apoyado contra mi pecho durante tanto tiempo, que creo que tal
vez se ha quedado dormido. Pero luego levanta la cabeza y me mira, sus ojos
parpadean, y su cara se ruboriza, lo que me recuerda lo perfecta que es su 458
tez lechosa.
Levanto la mano para cepillarle el cabello con los dedos y él besa mi
muñeca. Tal gesto leve, pero de él, se siente cargado con el del mundo.
Está haciendo que me enamore tanto de él... Que da miedo.
Antes de que pueda soltar algo pesado, Dash murmura:
—Me levanto. — Y se aparta de mí, cojeando los pocos pasos hacia el
baño en mi apartamento.
Nikki se fue ayer. Voló de regreso a Nueva York para estar con Justin.
Aparentemente, él estaba demasiado ansioso por empacar sus cosas de
nuestra casa y mudarlas a la suya. No lo culpo... la madre de su hijo ha
estado viviendo con otra persona y ahora finalmente puede estar con él. Es
emocionante, para ambos.
Nikki y yo nos separamos en buenos términos. Acordamos solicitar el
divorcio y yo incluso mencioné que vendiera la casa, ya que me voy a quedar
en Tulum por ahora. Como es una gran amiga que se preocupa por mí, me
instó a no apresurarme en nada, y a pensarlo antes de tomar cualquier
decisión.
Sé que tiene razón. Debería dedicarle un poco más de tiempo a Dash
antes de saltar con ambos pies. Pero estoy tan emocionado de estar con él
aquí que es difícil ver alrededor de estas gafas de color rosa.
Levantándome aturdido, me dirijo al baño, donde Dash está saltando a
la ducha. Parece algo distante, lo que me pone un poco nervioso. Por lo
general, después que nos corremos, no podemos dejar de tocarnos, pero esta
vez él simplemente se levantó y se alejó.
No quiero asfixiarlo. Él puede tener su tiempo a solas, obviamente, pero
solo estoy preocupado. Especialmente después de lo que escuché el otro
día... Que estaba gritándole a la nada.
No es la primera vez que me doy cuenta de los comportamientos
extraños ocasionales de Dash. A veces se pone inquieto, y lo he visto hacer
esto donde parpadea con fuerza y niega con la cabeza, como si estuviera
tratando de apartar algo.
Lo primero que pensé fue tal vez en alguna especie de trastorno de
estrés postraumático, de los días en los que estuvo arrestado, o de
Alabastro. Muy bien podría ser, pero esa explicación no siento que sea
suficiente. Apoyado contra la puerta del baño, lo miro a través de la 459
mampara de vidrio de la ducha. Ni siquiera parece darse cuenta que estoy
aquí, lo cual es extraño. Él está parado debajo del agua corriente, dejando
que se acumule en sus manos ahuecadas, mirándola sin comprender.
Permanece inmóvil durante más de un minuto antes que yo decida
hablar.
—¿Dascha? —No responde a mi voz en absoluto, congelado donde
está—. ¿Dascha? Bebé... ¿estás bien? —Todavía nada. La inquietud está
subiendo por mi columna vertebral cuando ladro—: ¡Dash!
Eso lo saca del trance. Se estremece y vuelve la cara para mirarme a
los ojos.
—¿Hm?
Mis cejas se juntan con confusión mientras me acerco a la ducha.
—¿Estás bien?
—Sí. Estoy bien. —Asiente, su tono gotea despreocupación casual.
No estoy seguro de qué decir, así que me meto en la ducha con él,
rodeando su cintura con mis brazos para sujetarlo por detrás. Apoya su
cabeza en mí, respirando tranquilo mientras el agua nos empapa en silencio.
Nos mantenemos así por un rato, hasta que finalmente me despego y voy
por el jabón, lavándolo a él primero, luego a mí mismo.
No hablamos todo este tiempo, solo sostenemos nuestra mirada
mientras lo toco por todas partes, y él me deja, pareciendo profundamente
involucrado en la forma en que mis manos lucen esmaltadas sobre su carne
cremosa; por la forma que el agua lava el jabón de mi tinta.
Somos solo ojos, manos y aliento en este momento, y todo es demasiado
hipnotizante. Pronto olvido mis preocupaciones de antes y solo lo cuido,
porque creo que eso es lo que necesita, independientemente de lo que esté
pasando en su cabeza.
Finalmente salimos de la ducha y nos secamos, volviendo a la
habitación. Dash bosteza y se mete en la cama completamente desnudo,
tirando de las mantas hasta la barbilla. No puedo evitar sonreír al mirarlo,
y ver lo condenadamente perfecto que es. Es sorprendente que algo con
tantos problemas pueda ser tan exquisito.
Me meto en la cama con él, acerco su cuerpo desnudo al mío y él
suspira, un aire discernible de agotamiento lo rodea.
Le beso la cabeza y le pregunto:
—¿Quieres que ponga una película o algo así? 460
—Probablemente me quedaré dormido en dos segundos. —Sonríe, con
los párpados ya cayendo donde su cabeza descansa contra mi hombro—.
Pero ponla.
Una sonrisa permanece en mis labios mientras levanto el control
remoto, enciendo la televisión y me desplazo por los canales en busca de
algo interesante, sosteniendo a Dash cerca. Efectivamente, ni dos minutos
después siento sus pequeñas respiraciones calmadas, indicando que está
dormido antes de que decida qué mirar.
Me encantaría dormirme con él ahora mismo, pero mi mente está
corriendo como loca. Probablemente no podré dormir hasta dentro de un
rato, de ahí el deseo de ver una película y desconectarme. Después de toda
la locura que ha pasado en los últimos días, no estoy seguro de poder apagar
mi cerebro.
Mi desplazamiento sin sentido se detiene cuando aterrizo en Django
Unchained. Un clásico de Tarantino, y Jamie Foxx es perfecto. Me encanta
esta película.
Solo lleva unos veinte minutos, lo cual está bien, ya que la he visto
millones de veces antes. Y, sinceramente, podría empezar esta película
desde cualquier lugar y aún disfrutarla completamente.
Pasa aproximadamente una hora y todavía estoy mirando, no hay luz
en la habitación más que el brillo de la televisión, el volumen está bajo casi
por completo, para no para molestar a mi príncipe dormido. Dash está
inconsciente, babeando un poco en mi pecho, pero estoy bien con eso.
Quiero decir, él se corre sobre mí, así que, ¿qué es un poco de saliva, verdad?
Justo cuando llegamos a la parte en la que Christoph Waltz mata al
personaje racista e idiota de Leo DiCaprio, Dash comienza a moverse y a
murmurar, haciendo que sus labios se muevan sobre mi piel.
Mirándolo, supongo que está teniendo algún tipo de sueño, sus
párpados están revoloteando. Pero luego las líneas de su frente se fruncen
y él presiona su cara más fuerte contra mí, murmurando no, no, no
repetidamente.
Claramente es una pesadilla, y me siento horrible, por lo que llevo mis
dedos a su cabello, y lo acaricio suavemente con la esperanza de que lo
calme. No tengo tanta suerte.
461
De repente, comienza a moverse como un loco, agitando los brazos, y
pateando con las piernas. Me golpea en la espinilla y gruño, tratando de
retroceder un poco, con los ojos abiertos de par en par mientras lo observo
en medio de la mierda horrible que está sucediendo en su mente.
—¡No! —grita, empuñando las sábanas mientras se mueve, con una
seria apariencia de dolor en su cara bonita.
Odio esto. Y me refiero a odiar... Verlo herido es más de lo que puedo
soportar. Lo agarro y mantengo quieto, solo para tratar de asegurarme de
que no se lastime de alguna manera.
—Dascha. —Lo inmovilizo mientras lucha bajo mi peso—. Bebé, soy yo.
Soy Kemper. Por favor, despierta, amor. Estás bien.
—No hagas esto... ¡por favor! —llora, sus ojos están cerrados con
fuerza, y sus músculos visiblemente tensos por todo su cuerpo.
—Dascha, bebé... —Lo abrazo con más fuerza—. Cálmate. Te tengo.
Todo está bien.
—No me olvides —gime y mi corazón se rompe por la mitad—. Por
favor… no te olvides. No... me… olvides...
Sé que no es seguro acercarme a él cuando está aterrorizado de esta
manera. Podría darme un cabezazo. Pero no me importa. Me inclino y beso
sus labios, suavemente. De alguna manera son incluso más suaves cuando
está triste. Puedo saborear su dolor, y solo quiero beberlo todo para esté
mejor.
—Kemper... Por favor. —Jadea Dash, y sus ojos se abren mientras
jadea—. Kemper, no me olvides.
—Nunca te olvidaré, bebé —le digo mientras sus ojos recorren toda la
habitación con confusión, como si no tuviera idea de dónde está—. Estoy
aquí. —Tomo una de sus manos y la coloco sobre mi pecho, cubriendo mi
corazón con su palma—. Estoy aquí, Dascha.
—Eres Kemper —murmura, y una lágrima se desliza por el rabillo del
ojo mientras me mira, la incertidumbre del pánico se mezcla con el color
avellana—. Eres tú. Mi oficial... —lloriquea, y mi pecho se siente como si
tuviera una herida abierta, profunda y expuesta.
Lo estoy lastimando. Lo estoy rompiendo... al no decirle lo que necesita
saber.
No sé si soy, de hecho, su oficial. Pero parece pensar que lo soy. Y
462
necesito decirle la verdad...
—Dascha, háblame, bebé —le susurro, enjugando sus lágrimas con mi
pulgar—. Estoy aquí.
Se retuerce debajo de mí y yo me aparto, acostándome a su lado. Se
vuelve para enfrentarme y suspira, inhala y exhala varias veces, en un claro
intento por calmarse.
—Kemp, yo estoy... —Comienza y luego se detiene para tragar—. Estoy
jodido. Estoy tan jodidamente roto...
Mis ojos se cierran con fuerza por un momento, volviendo a abrirse
para mirarlo mientras alcanzo su cara.
—Bebé, no estás roto.
—Sí, lo estoy —dice con firmeza—. Kemper, no estaba mintiendo sobre
robar bancos. Por eso estoy aquí en México. Yo era un ladrón de bancos en
Brooklyn, y me arrestaron. Yo... maté a alguien. —Parpadea con fuerza,
haciendo ese pequeño movimiento con la cabeza—. A dos personas. Um...
en el banco. Maté al tipo que me delató, y luego maté a una chica inocente.
No recordaba haberlo hecho, pero... ella era la sobrina del gobernador. Así
que me envió a esta terrible prisión, llamada Penitenciaría de Alabastro.
La culpa me revuelve los intestinos al escucharlo decirme todas estas
cosas que ya sé. Hay tanto dolor en su tono y en su rostro. Ni siquiera sé
qué hacer. Sigo mirándolo en silencio mientras continúa.
—El público no lo sabe. Está en una isla frente a la costa de Nueva
York. Y envían a las personas allí cuando quieren que el mundo crea que
están muertas. En serio, los periódicos dicen que morí en el banco ese día,
pero no fue así. Estaba en la Penitenciaría de Alabastro, y bueno, yo... no
sé, conocí a alguien. Pensé… —Dash hace una pausa, mirándome,
angustiado—. No sé lo que pensé, pero conseguí escapar. Me escapé de la
Penitenciaría de Alabastro, con la ayuda de otro recluso. Y luego vine aquí.
Exhala con fuerza y se cubre la cara con las manos, murmurando desde
detrás de ellas.
—Soy un asesino, Kemper. No deberías quererme. No deberías... Hay
algo malo en mí.
No puedo soportar más esto. Mi corazón se siente como fragmentos de
vidrio roto en mi pecho mientras extiendo la mano y agarro las suyas,
apartándolas de su rostro.
—No hay nada malo contigo, Dascha Reznikov. —Bloqueo mis ojos con
los suyos—. Eres perfecto tal y como eres. 463
Dash suspira, sus párpados revolotean por un momento mientras se
inclina más cerca de mí. Parece que quiere que lo abrace, y estoy a punto
de hacerlo cuando sus ojos se abren y retrocede.
—¿Cómo sabes mi apellido? —Su frente se frunce—. Lo has dicho
antes... ¿cómo sabías mi apellido? Yo nunca te lo dije…
—Dascha, bebé. —Utilizo el tono más suave que puedo—. Escúchame.
Necesito explicarte algo.
Sus ojos están muy abiertos por el terror potencial mientras se sienta.
Yo también me siento junto a él, manteniendo sus manos en las mías,
incluso cuando siente que podría querer apartarlas.
—Yo... —Apenas sé cómo decir las palabras—. Sé de ti, bebé. Trabajé
en la Penitenciaría de Alabastro. Yo era un O.C.
Escucho que el aliento abandona sus pulmones rápidamente mientras
me mira fijamente, con confusión y dolor en sus ojos, como si le acabara de
disparar.
—Trabajé allí por un tiempo... Casi diez años —murmuro mi
confesión—. Había estado jodiendo mi vida, drogándome y consumiéndome.
Y cuando finalmente me puse sobrio, nadie me daba una oportunidad…
Hasta Manuel Blanco. Él me recogió, me quitó el polvo y me dijo que podía
trabajar para él, en la Penitenciaría de Alabastro. Así que lo hice.
La nuez de Adán de Dash se balancea en su garganta mientras me mira
boquiabierto con sorprendido silencio.
—Te vi en el periódico local un día, hace casi dos años. —Continúo—.
Hubo un robo que no te pudieron pegar. Estaba tan fascinado por ello, por
ti, que guardé el artículo. Debo haberlo leído cien veces. Y tu foto... estabas
tan impresionante. Supongo que como que me… enamoré de tu historia, y
de ti. Así que comencé como... a seguirte. Todo lo que tuviera que ver
contigo, siempre lo leía. Era mi propia pequeña obsesión secreta. Y luego,
un día, nos dijeron que vendrías a la Penitenciaría de Alabastro. Te
acababan de arrestar y el gobernador estaba en conversaciones con el
alcaide. Venías a mi prisión...
Me detengo para soltar un suspiro, sacudiendo la cabeza mientras miro
hacia abajo a nuestras manos unidas.
—Ya había estado pensando en renunciar por un tiempo. No podía 464
soportar ser parte de lo que sucede allí. Pero luego entraste... y estabas allí,
en la misma habitación que yo. Este chico en el que había estado pensando,
el que había estado deseando en secreto... Era abrumador. El alcaide me
hizo afeitarte la cabeza, no estoy seguro si lo recuerdas... y simplemente no
pude soportarlo. Mi atracción por ti era tan fuerte que no sabía qué hacer
conmigo mismo. Así que salí de la habitación después de eso, entré en la
oficina del alcaide y renuncié en el acto.
Dash nunca ha estado tan pálido. Parece que va a vomitar cuando su
voz rechina:
—Jodido Jesucristo...
—Pasé los últimos meses desempleado, buscando trabajo —prosigo, y
la culpa sube por mi garganta como bilis—. Finalmente encontré un trabajo
en seguridad corporativa, y Nikki y yo decidimos venir aquí para celebrarlo.
Unas últimas vacaciones antes de empezar un nuevo trabajo, y empezar...
a intentar formar una familia. Estaba profundamente en negación, y no
podía ver la salida. Solo estaba tratando de esconderme, Dash. A simple
vista, como un camuflaje. Así que imagina mi sorpresa cuando te vi en el
bar... Fue como el destino. Casualidad. Se supone que debemos estar juntos,
Dascha. Y lamento mucho no haberme dado cuenta antes, y que no te lo
dije. Yo solo…
—Kemper —retumba su voz, con el rostro pálido cuando interrumpe
mis disculpas—. Necesito preguntarte algo y debes responder con
sinceridad, ¿de acuerdo? Necesito que entiendas lo importante que es la
verdad aquí...
Asiento con vehemencia.
—Entiendo. Sí, pregúntame lo que quieras.
—El día que me afeitaste la cabeza. —Parece que está temblando de
adentro hacia afuera—. El día de mi admisión... ¿fue la última vez que me
viste?
La mirada de sus ojos es tan intensa, tan cruda y saturada de
emociones. Estoy tentado a mentir...
—Sí. —Asiento con sinceridad, solemnemente, porque creo que él
quería una respuesta diferente—. Tenía tantas ganas de verte, pero no
podía... así que me fui, justo después de eso. Empaqué mis cosas en la
Mansión Ivory y nunca miré atrás.
Dash deja escapar un largo suspiro, y cuelga su cabeza hacia adelante
en lo que parece fracaso. 465
Mi confesión final se escabulle, porque merece saberlo todo.
—Dicho eso, hice, um... hice que Joy...
Su cabeza se levanta bruscamente, mirándome boquiabierto con
severidad.
—¿Hiciste que Joy qué?
—Te diera cosas... —Me trago mi culpa con fuerza, como algo podrido
que me están alimentando a la fuerza—. Aunque no podía quedarme
contigo, quería que estuvieras cómodo. Así que hice que Joy te diera... cosas.
Bóxeres, jabón, un cepillo de dientes...
—Mierda, Kemper... —Suspira, un tono dolido que iguala el dolor en su
rostro.
—Lo siento…
—¿Eso fue todo? —Su voz me azota—. No le dijiste que... ¿me hiciera
nada?
Parpadeo ante él con confusión.
—¿Hacer qué? No, no lo haría... no. Solo quería que ella te diera regalos.
De mí... eso es todo. ¿Por qué, qué…? —Mis palabras se disuelven. Incluso
si pudiera pensar en qué preguntar, algo me dice que no quiero la respuesta.
Sacude la cabeza y cierra los ojos con fuerza, tirando de sus manos
fuera de las mías.
—No lo entiendo. ¿Por qué...? ¿Por qué me está pasando esto? ¿Por qué
soy así, simplemente no puedo...?
—Dash, bebé, por favor no te enojes... —Me acerco a él, tratando de
abrazarlo, pero no me deja. Se arrastra en la cama, poniendo distancia entre
nosotros.
—¡¿Qué no me enoje?! ¡Me mentiste! —sisea, el resentimiento y la
miseria brillan alrededor de sus ojos—. Me hiciste sentir como si estuviera
jodidamente loco. Más loco de lo que estoy, lo cual es muy jodidamente loco,
en caso de que no te hayas dado cuenta... —Tira de su cabello y murmura
algo—. Esto es una puta mierda. ¡¿Quién fue entonces, Kemper?! ¿Quién
fue? Si no eras tú, ¿quién estaba allí? ¿¿Nadie??
Me duele el corazón como si lo estuvieran destrozando mientras lo
observo impotente, sin la menor idea de lo que necesita que haga para
mejorar esto.
—Dascha, quiero ayudarte —le susurro, acercándome poco a poco—. 466
Déjame intentarlo. Cuéntame lo que está pasando, y podemos hablar de
ello…
—¡No! ¡No podemos! ¡Porque no tiene ningún sentido! —Salta de la
cama y comienza a caminar por la habitación, lloriqueando para sí mismo,
sacudiendo la cabeza una y otra vez.
Está teniendo algún tipo de crisis nerviosa y lo detesto. Quiero
ayudarlo. Necesito quitarle el dolor, pero no sé cómo. Estoy perdido y me
siento como un pedazo de mierda sin valor de nuevo.
—Estabas allí —se enfurece, dirigiéndome una mirada furiosa—. Estás
mintiendo. Si pudiste mentir sobre conocerme una vez, podrías mentir
acerca de estar conmigo durante semanas. Admítelo. —Sus ojos están
quemando un agujero en mi cara y mis labios se separan, pero no puedo
decir nada. Simplemente me encojo de hombros y él ladra—: ¡Admítelo! Me
follaste... me probaste, tú... tú... —Deja escapar un sonido devastado,
juntando sus cejas—. Me hiciste todo tipo de cosas, Kemper, pero me
enamoré de ti, de todos modos. Solo admítelo. ¡Admite que fuiste tú, por
favor!
Él está llorando en toda regla ahora, y no puedo evitar dejar que mis
propias lágrimas caigan, también. Tengo tantas ganas de decirle lo que
quiere oír, pero no puedo. Me pidió que no le mintiera, y no quiero mentirle.
Incluso si le quitara este dolor que lo está partiendo en dos.
—Dascha... por favor, bebé —sollozo, yendo tras él.
Pero corre. Él corre, lejos de mí. Al igual que yo corrí de él, cuando
debería haberme quedado.
Me merezco esto.
—¡Aléjate de mí! —ruge, agarrando su ropa del suelo y saltando para
colocársela—. No eres real... nada de esto lo es. Ella me jodió y por eso él se
fue. Y tú también te fuiste. No estás aquí... —Las lágrimas están brotando
de sus ojos, está temblando y farfullando con tanta fuerza que estoy
preocupado. Creo que se va a desmayar.
—Dascha, por favor vuelve. —Lo alcanzo de nuevo, persiguiéndolo
alrededor de la habitación—. Necesitas sentarte y relajarte. Necesito que te
relajes por mí, bebé…
—¡No me llames así! —Jadea, sin aliento, su pecho agitado mientras se
lanza a la sala de estar y lo sigo—. No eres real y no puedes mejorarme.
Debería haberme matado ese día, no a ella... 467
No sé de qué está hablando, mi cabeza está confusa y mi pecho
apretado; confusión y tristeza hacen que la adrenalina recorra mis
extremidades mientras lo veo irse hacia la puerta de entrada.
—Dash, vuelve —le grito mientras él abre la puerta—. No puedes irte.
Tienes que sentarte un minuto. Por favor.
—Váyanse todos a la mierda —murmura y se va, cerrando la puerta en
mi cara.
Parpadeo conmocionado, abro la puerta de nuevo y miro fuera para ver
en qué dirección va. Ya no está, lo cual es alarmante. Creo que debe haber
vagado entre las casas, en lugar de utilizar el camino principal.
Gruñendo con frustración, vuelvo a la habitación para ponerme ropa y
zapatos. Esto es un puto desastre.
El hombre que amo está ahí afuera, solo, experimentando algo que
todavía no entiendo completamente. Necesito ir a buscarlo antes que se
lastime. Especialmente después de lo que dijo antes de irse...
Debería haberme matado ese día, no a ella...
No estoy seguro si está hablando de Karly Clayton, la sobrina del
gobernador, o de alguien más. Pero de cualquier manera, no me gusta que
esté pensando en hacerse daño. Necesito llegar a él, y rápido.
Saliendo del condominio, deambulo por el complejo, buscando alguna
señal de mi hombre. Necesito ayudarlo.
Necesito protegerlo.
No me importa lo destrozado que esté, y no me importa lo que haya
hecho. Para mí, es perfecto, y nunca cometeré el error de dejarlo ir de nuevo.
Repetir nuestra pelea me hace pensar. Mientras camino, saco mi
teléfono celular y hago una búsqueda en Google...

468
36
Dash

—¿P
or qué querrías ir a México? —le pregunto a mi
padre, sentado en el asiento del pasajero de
su Cadillac mientras buscamos nuestro
próximo trabajo. Solo estamos en el segundo
día de observación, pero ya estoy ansioso por ponerme en marcha.
Papá me dejó ser el conductor de la escapada la última vez. Dijo que hice
un gran trabajo.
Esta vez, si soy bueno, puede que me deje entrar con él.
—Está muy lejos —dice mi padre en su tono habitual, gruñón e
indiferente—. Lejos de todo. Siempre brilla el sol y hay buena comida. Puedes
esconderte.
—¿Por qué tendrías que esconderte? —Hago otra pregunta, sabiendo que
odia cuando pregunto demasiado.
Ojos abiertos, boca cerrada, syn moy 35. Enfocado.
Pero en lugar de enojarse, me responde.
—Bueno, si nos atrapan, tendríamos que escondernos de la policía.
—Dijiste que nunca te atraparían. —Sonrío, dándole una mirada de
reojo.
Me regaña con los ojos por un momento, aunque su boca se curva en una
pequeña sonrisa.
469

35 Hijo mío en ruso.


—Pero no siempre depende de nosotros, Dascha. Alguien más podría
jodernos. Eso sucede.
—Dijiste que no confíe en nadie... —murmuro, y él succiona aire entre los
dientes.
—Dascha. Suficiente. ¿Qué te he dicho?
—Ojos abiertos, boca cerrada —repito sus palabras, lo que me ha estado
inculcando desde que era un niño pequeño.
—Exactamente. —Deja su libreta y bolígrafo y se vuelve hacia mí, el
aroma familiar a la menta de gaulteria que siempre chupa llena el confinado
espacio—. Dascha, experimentarás muchas dificultades en tu vida. Es un
hecho lamentable. No será culpa tuya, pero no hay forma de evitarlo.
Mi estómago se aprieta y se desliza hasta mi garganta mientras lo miro.
—¿Qué significa eso?
—No deseo preocuparte. Pero tienes algo en tu cerebro, como una herida
que no se puede curar. Por eso te digo lo importante que es tu enfoque.
Siempre debes mantener tu ingenio contigo, moy dorogoy syn 36. Y si alguna
vez no estás seguro, apóyate en alguien en quien confíes.
Sus palabras se arrastran por mi columna vertebral, como un escalofrío
perverso que extiende un hormigueo de miedo dentro de mí.
—¿Por qué no puedo simplemente apoyarme en ti? —pregunto, sonando
más como un niño de lo que quiero.
Toma mi barbilla entre sus dedos y la aprieta un poco, dándome una
mirada de cariño.
Pero no me responde.
El silencio se extiende durante horas, días, semanas y luego meses.
Hasta que él se ha ido, y me quedo solo preguntándome por qué tengo una
herida en mi cerebro, y si hay alguien ahí fuera que podría curarla.

Creo que me desmayé en la playa.


470

36 Mi querido hijo en ruso.


Me despierto cubierto de arena, helado por la brisa del océano y rígido
por estar acostado en el suelo por mucho tiempo. A decir verdad, no
recuerdo exactamente cómo llegué aquí. Después de mi pelea con Kemper,
me desmayé. Mi mente estaba estresada, y me hizo girar y girar, en todas
direcciones hasta que perdí la pista de dónde estaba y qué estaba haciendo.
Esto me pasa, cuando las voces se vuelven fuertes y no puedo
concentrarme.
Ese recuerdo de mi padre es lo último que se me queda grabado en el
pensamiento. Él nos dejó por culpa de mi madre... porque ella estaba
enferma y él no podía lidiar con eso. Y siempre lo he resentido por eso.
Debería haberse quedado por mí.
A menos que me dejara por la misma razón.
La herida en mi cerebro... es real. Como la de mi madre.
Me cubro la cara y suspiro, escuchando los sonidos del océano a
medida que avanza y retrocede. Cuando los vuelvo a abrir, miro a mi
alrededor, sin reconocer la parte de la playa en la que estoy. Debo haber
caminado más de lo habitual. Si estuviera en mi playa habitual, estoy seguro
que Kemper me habría encontrado.
A menos que no me esté buscando. Tal vez no le importe lo que me
pase, porque estoy jodidamente loco y es demasiado para él.
O tal vez no exista.
Resoplo y ruedo sobre mis rodillas, cubriendo mi cabeza con mis
brazos. ¿Cómo es posible que conociera a Kemper una vez, durante cinco
putos minutos, y mi cerebro convirtiera esa interacción en una persona,
manifestándolo en mi mente, creando semanas de interacciones y mentiras
elaboradas a las que aferrarme como electricidad estática?
Tasers, jaulas para pollas, helados, esposas, mamadas y sudaderas con
capucha, y follar... tanto sexo jodidamente delicioso...
¿¿Cómo pude haberme inventado todo basándome en haberlo visto una
vez??
Debe ser una herida gigante en mi cerebro.
Mi mente vuelve a recordar lo que Kemper confesó anoche... sobre
haberme visto en el periódico. Dice que pensó en mí... ¿que tenía un
471
enamoramiento conmigo? Sin siquiera conocerme...
Me hace reírme para mí mismo, con la frente presionada contra la
arena. Tal vez sea posible inventar algo... crear una relación para hacer
creer, imaginar a alguien tanto que se vuelve real. Para mí supongo que el
impulso es más fuerte que para los demás... por lo que me pasa. Por la
herida en mi cerebro.
Suspirando, decido levantarme e irme a casa. Puedo revolcarme en la
comodidad y seguridad de mi pequeña habitación. Puede que no sea tan
grande y elegante como el condominio de Kemper, pero es mi casa y me
gusta.
No necesito a nadie más. Papá estaba equivocado en eso.
No puedo apoyarme en nadie, porque la gente te defrauda. Te traiciona.
Te jode.
Mienten y se van. La gente es basura y estoy mejor solo.
Vagando por la playa, tratando de encontrar mi camino a casa sin el
teléfono toma más de lo que esperaba. El sol se acaba de poner cuando
finalmente reconozco los puntos de referencia y veo la línea de camiones de
comida más adelante. Mi estómago gruñe ante la idea de unos tacos, pero
cuando me palmeo los bolsillos, me doy cuenta de que debo haber dejado
mi billetera en casa de Kemper.
Mierda…
Tendré que volver a mi casa y recoger algo de dinero si quiero comer.
Camino el sendero largo alrededor de la playa, por si acaso Kemper está allí.
No puedo verlo ahora mismo. Es demasiado.
Él es demasiado. Él es como si todo se hubiera convertido en un solo
ser humano. Es abrumador.
Imaginen mi sorpresa cuando llego a mi casa y me detengo en seco,
parpadeando ante el bulto gigante de músculos y tatuajes desplomado
frente a mi puerta. Kemper está apoyado en ella, acurrucado en el suelo,
dormido. Ladeando mi cabeza, lo miro, y la más mínima diversión tira de
mis labios.
Se ve tan tranquilo cuando duerme. Desprovisto de toda preocupación,
sin muros para protegerlo, no tiene el escudo de alfa hosco para mantener
a todos a raya. Es solo él... Kellan Kemper. El tipo que me afeitó la cabeza
en la Penitenciaría de Alabastro y luego se fue porque no sabía cómo lidiar
con sus sentimientos.
Y mientras él huía, yo me ponía cómodo con una versión imaginaria de 472
él.
Al menos me envió un cepillo de dientes.
Me río y niego con la cabeza, frotándome los ojos. Estamos más que
jodidos. Perjudicialmente. Somos dos mitades del conjunto más desordenado
del mundo.
Mi estómago gruñe de nuevo, recordándome lo hambriento que estoy,
y pateo el zapato de Kemper, lo suficientemente fuerte como para que se
despierte sobresaltado, mirando a su alrededor frenéticamente antes de
mirarme y exhalar en voz alta.
—Oh, gracias a Dios que estás bien. —Se levanta del suelo, haciendo
una mueca sobre lo que supongo son músculos rígidos mientras se para
frente a mí.
Me mira como si quisiera decir tantas cosas con las que no puedo lidiar
en este momento. Abriendo mi puerta, paso junto a él dentro.
—Estoy muerto de hambre. Solo vine a buscar dinero para ir por
comida.
Me sigue a través de la puerta.
—Dash, sé que estás molesto conmigo, pero necesito que me escuches.
No quise lastimarte ni esconderte cosas. Es una situación compleja y tomé
la decisión equivocada. Pero lo siento mucho, bebé. Necesito que sepas
cuánto lo siento...
—Kemper, por favor —lo interrumpo con un suspiro exasperado—. Solo
quiero come algo. Tener esta conversación con hambre y enojados no le hará
bien a ninguno de los dos, te lo aseguro.
Hace una pausa y me mira fijamente, las piscinas sin fondo en su iris
me dan sentimientos en los que no quiero pensar en este momento.
—¿Hambre y enojados? —murmura, la diversión traza las líneas en su
rostro.
—Sí. Estoy a dos segundos de patearte. —Cruzo mis brazos sobre mi
pecho—. Si me dan unos tacos, puede que no. Puede es la palabra clave.
Resopla una risa pequeña y se acerca a mí, dándome su mirada de
deseo darte el beso de tu vida. Retrocedo y miro mis zapatos, sacudiendo la
cabeza. No puedo hacer esto...
—Dascha, tenemos que hablar de esto —se queja, tan claramente
despreciando no tener el control, ese tono severo y dominante que me
473
empuja y me hace doler hasta la médula.
Es la misma persona. Sigue siendo Mi oficial Kemper... me lo dijo.
Parpadeando ante su rostro, mi boca se abre sin la menor idea de lo
que decir o hacer. Y como es mi Kemper, me ayuda.
—Está bien, bien, bebé. Si te consigo unos tacos, ¿podemos hablar
después? —Él toma mi mano y tira un poco. Aturdido, asiento lentamente
con la cabeza. Suspira y también asiente—. Bien entonces. Es hora de unos
tacos.
Kemper me lleva a Tacos Hermanos, nuestro lugar, consiguiendo la
mitad de al pastor y mitad de carnitas de nuevo, y luego nos instala en
nuestro banco habitual. Y todo el tiempo me quedo mirándolo fijamente en
silencio, porque me cuida mucho. No importa si es real o mi imaginación.
Este es él...
Mi oficial Kemper. El guardia que me mantuvo firme mientras me
afeitaba la cabeza, rozando mi cuello con su dedo para enviar confusos
escalofríos a través de mi cuerpo. Su toque se instaló en mi estómago ese
día y luego se convirtió en algo que nunca hubiera sabido que existía si no
fuera por él.
Y supongo que le hice lo mismo. A pesar de lo poco que realmente nos
conocíamos hasta que llegamos aquí, siempre fuimos algo.
No éramos nada y de alguna manera éramos todo.
Comiendo nuestros tacos en silencio, nos sentamos uno al lado del
otro, mirando el océano iluminado solo por la luna; una gran bola de marfil
brillante que cuelga en el cielo.
Y cuando ya no tengo hambre y estoy enojado, me acerco a Kemper y
tomo su mano, tirando de ella sobre mi regazo mientras entrelazo nuestros
dedos. Lo siento mirándome fijamente, pero no puedo mirarlo a la cara. Aún
no.
Todavía estoy tan desanimado...
Se vuelve más y más silencioso a nuestro alrededor a medida que las
empresas cierran y la gente se va casa. Pero Kemper y yo nos quedamos
quietos, simplemente existiendo uno al lado del otro, sintiendo el peso de
todo lo que no sabemos y todo lo que sí, como una balanza tratando
constantemente de mantener el equilibrio.
Pero cuanto más lo pienso, más me doy cuenta de que no es necesario.
Quizás algunas cosas en la vida están destinadas a fluctuar para siempre. 474
Como el caos. Un desequilibrio perfecto.
Y tal vez incluso lo distorsionado puede ser hermoso, cuando realmente
lo miras.
Ante ese pensamiento, digo con voz rasposa:
—Maté a mi madre.
Siento a Kemper todavía a mi lado, pero no dice nada. Él solo se queda
sentado a mi lado y espera.
—Mi padre nos dejó unos meses después de mi decimoquinto
cumpleaños —prosigo, y mi tono de voz permanece bajo—. No podía manejar
lo que ella tenía... lo que ambos teníamos, creo. Así que me dejó solo con
ella. Dejó a dos personas enfermas solas, porque no era lo suficientemente
hombre como para curarnos, o ni siquiera para intentarlo. —Mi mandíbula
se aprieta y sacudo el dolor—. No pasó mucho tiempo antes de que mi madre
comenzara a sentirse... sola, supongo. Siempre quería que fuera a su cama
con ella. Solo para abrazarnos, decía. Y claro, al principio fue solo eso. Pero
luego dejó de estar bien... y comenzó a estar mal.
Mi garganta se cierra un poco y toso. Kemper coloca una gran mano
sobre mi espalda y frota suavemente, calmándome como él lo hace.
—Me hizo follarla —gruño más allá del vómito que quiere subir por mi
garganta—. Durante casi dos años. Tenía la misma herida en su mente que
yo tengo, y usó eso para manipularme. Ella estaba enferma y quería que yo
lo reemplazara. Y me decía que me gustaba... pero no me gustaba. Así que
la apuñalé.
Esta vez inclino mi rostro en su dirección y nos miramos a los ojos. Los
suyos están amplios, azules como el océano ahora. Olas y todo.
—La apuñalé hasta matarla, Kellan. Corté el cuerpo y lo quemé todo.
Todo menos los huesos, que todavía están escondidos en nuestra casa. —
Mis dientes rechinan mientras lo miro—. ¿Entiendes lo que te estoy
diciendo? La borré de la existencia. Porque no era mi madre, era mi
monstruo. Las personas que he matado... no fueron un accidente. Lo hice a
propósito, ya sea por rabia, por un apagón o por una enfermedad. Sea lo
que sea, no estoy seguro. Pero lo hice, sé que lo hice.
Nos quedamos callados por un momento, solo mirándonos el uno al
otro, sin movernos, hasta que el pulgar de Kemper roza el mío. Al igual que
me rozó el cuello ese día, enfrente del alcaide. Eso fue real. 475
Eso realmente sucedió, y me dan ganas de llorar lágrimas de felicidad,
por el mero hecho de que sé que algo realmente sucedió. El misterio es como
una bola de estrés gigante en mis entrañas. Quiero saber…
—Eres policía, Kellan Kemper. —Mi cabeza se balancea sutilmente—.
No puedes dejar que me salga con la mía. Soy un criminal peligroso y tienes
que entregarme.
Kemper exhala lentamente y levanta mi mano, dándola vuelta para que
mi muñeca esté hacia arriba, la palabra Oficial en negrita en tinta negra,
mirándonos.
—Voy a decir algo y quiero que sepas que esto es real, ¿de acuerdo? —
Habla con calma y uniformidad, sus palabras salen como una línea que
puedo ver—. Estamos en Tulum, México, el diez de julio. Mi nombre es
Kellan Kemper y tu nombre es Dascha Reznikov. ¿Lo entiendes?
Parpadeando hacia él, asiento, reconfortado al saber que esto también
es real. Él está haciendo esto por mí... Haciéndolo real.
—Dascha... te amo —dice, y su pulgar roza el tatuaje en mi muñeca—.
Nunca me había enamorado antes y, sin embargo, supe que te amaba en el
segundo en que te vi. Quiero estar aquí para ti, y me importa un carajo lo
que hayas hecho. El mundo no es blanco y negro, especialmente contigo.
Eres un prisma de color, reflejando cada cosa hermosa, y nunca quiero dejar
eso. Bebé, creo...
Hace una pausa para aclararse la garganta.
—Creo que podrías sufrir de esquizofrenia. Pero no quiero que tengas
miedo, ¿de acuerdo? Porque no importa, ese es el punto. No importa lo que
creas que está dañado en tu cerebro, Dash, porque quiero arreglarlo. Cariño,
si hay cualquier tipo de herida dentro de ti, entonces yo seré tu torniquete.
—Exhala con fuerza y levanta mi muñeca para colocar un beso sobre la
tinta—. Déjame. Por favor.
Todas sus palabras revolotean por mi mente en alta definición. Él dijo
tantas cosas, que me está tomando un momento procesarlo todo.
Me ama. Me ama desde el segundo que me vio...
No le importa lo que haya hecho. Quiere estar conmigo.
Soy... esquizofrénico.
Mi frente se arruga y jadeo por aire, negando con la cabeza. No… eso
suena serio.
No me gusta. No quiero ser eso.
476
Empiezo a inquietarme, incómodo con toda esta nueva información.
Todas las palabras amontonadas en mi cráneo.
Pero Kemper toma mi cara entre sus manos y me da la vuelta con
ternura para que tenga que mirarlo.
—Bebé, quédate conmigo. Todavía estamos aquí, ¿verdad?
Me concentro en sus ojos, en el color que solía pensar que era negro en
mi imaginación, antes de darme cuenta que era el azul más oscuro de todos
los tiempos. Asiento lentamente.
—Te llevaré a un médico, Dash —me dice, su tono firme y aún
consolador—. ¿Eso está bien? Podemos solucionar esto. Juntos. Tú y yo.
Solo si te parece bien...
La presión se acumula detrás de mis ojos, densa, sin ningún lugar a
dónde ir. Él quiere ser mi torniquete. Quiere ponerme mejor...
Las palabras de mi padre resuenan... Apóyate en alguien en quien
confíes.
Asiento y me inclino hacia adelante, metiendo la cara en el hueco de su
cuello para que no me vea llorar como un puto bebé.
—Sí. Para mí está bien. Te amo, Kellan Kemper. Por favor, no... me
olvides.
—Nunca te olvidaré, Dascha Reznikov. —Envuelve sus brazos gigantes
a mi alrededor y me abraza.
En público. A la intemperie. Me ama. Y confío en él. Confío en que él
está realmente aquí... y quiere curar mis heridas.
—Me estás estrangulando —murmuro contra su piel y él se ríe a
carcajadas.
—Lo siento, bebé. —Tira de mi cara hacia atrás y besa las lágrimas de
mis mejillas.
Porque es real. Y me ama.

Al día siguiente, Kemper me convence de que me mude a su


condominio.
477
Debo admitir que al principio era cauteloso. Se sentía como si estuviera
insistiendo tanto porque tenía miedo de que me quedara solo. A lo que le
recordé que he estado solo desde que tenía diecisiete años, y me manejé bien
solo, asesinatos y ser enviado a prisión aparte, por supuesto.
Pero él es Kellan, y su explicación fue que quiere estar cerca de mí
veinticuatro siete, porque está enamorado de mí y no puede soportar que
estemos separados.
Súper loco, lo sé. Pero estoy aprendiendo a amar un poco la locura.
Así que le di lo que quería, empaqué mi mierda, algo de ropa y un
Amazon Fire Stick 37, y lo moví todo a su casa. Es lo mejor también, porque
su casa es más grande. Extendió el contrato de arrendamiento, ya que
ambos nos quedaremos en Tulum por ahora. Honestamente, me encanta
demasiado estar aquí. No quisiera ir a ningún otro lugar. No todavía, de
todos modos.
Me acabo de instalar en el condominio y, debido a todo el estrés, me
siento extra tembloroso. Es extraño, estoy tan acostumbrado a negar lo que
me hace así. Pero desde que Kellan me presentó su teoría, que es nacida
estrictamente de buscar los síntomas en Google hasta ahora, el más mínimo
cambio en mi comportamiento es sobreanalizado en mi mente.
Como que apesta, pero supongo que esto es lo que es la autoconciencia.
Sabremos más después de que vea al médico. Si decido hacer eso...
Realmente no estoy apurado por averiguar exactamente lo jodido que estoy.
Kemper salió a comprar víveres. No, no me estoy imaginando cosas. Él
dijo que quiere prepararme la cena para nuestra primera noche oficial
viviendo juntos, y estaba tan emocionado que no había forma posible de que
pudiera decir que no.
Mientras él está fuera, decido darme una ducha rápida, luego pongo
un poco de Big Bang Theory en la televisión del dormitorio y me acuesto en
la cama, desconectándome. Funciona bastante bien para mantenerme
relajado, porque lo siguiente que sé es que escucho a Kemper entrar en la
sala de estar.
—¡Cariño, estoy en casa! —grita y me río de lo cursi que es.
Inmediatamente está parloteando sobre la comida que compró y yo no
lo escucho porque me acabo de dar cuenta que olvidé vestirme después de
la ducha. Estoy desnudo acostado en la cama. Y, por supuesto, mi polla ya
478
37 Fire Stick: es un pequeño dispositivo de streaming, con la forma de una memoria flash

USB, diseñado para conectarse a una toma de corriente y luego a un puerto HDMI en tu
televisor.
está medio dura, solo porque sé que él está en la habitación de al lado y
probablemente a punto de entrar aquí en cualquier momento.
Mordiéndome el labio, decido que me importa un comino la comida en
este momento, y prefiero divertirme. Y basándome en algo que pudiera
darme la cantidad justa de humillación que definitivamente resultará en
momentos sexy, decido recostarme y envolver el puño alrededor de mi
erección.
Acariciándola lentamente, me obligo a no vigilar la puerta en busca de
Kemper. Será más caliente de esta manera, si parece que entra cuando me
estoy masturbando.
Jesús, ¿¿por qué hace tanto calor?? A quien le importa. Mejor no pensarlo
demasiado.
Tiro de mi polla con más fuerza, escuchando los sonidos de Kemper
deambulando alrededor del condominio, probablemente llevando los
comestibles a la cocina. Tarda un minuto, pero supongo que se impacienta
esperando que responda a todas las cosas que está gritándome, ya que se
pasea hasta la puerta y luego se detiene por completo cuando sus ojos se
posan en la cama.
En mí, sacudiendo mi polla dura con una mano y frotando mis bolas
con la otra.
No puedo evitarlo más, y dejo que mi mirada se eleve hacia la suya, el
rubor de vergüenza trepando por mi cuello hasta mi cara. La mirada de
sorpresa en la suya dura lo suficiente para que la humillación de ser
atrapado apriete mis bolas con fuerza antes de que se evapore en una lujuria
ardiente. Da un paso dentro de la habitación, con los ojos pegados en mi
polla, y mi mano moviéndose hacia arriba y hacia abajo a un ritmo pausado.
—¿Qué estás haciendo? —ladra y me muerdo el labio, mirándolo con
párpados caídos—. ¿Dije que podías tocarte?
—Luscious... —susurro, y mi estómago se retuerce mientras levanta
una ceja ante mi comentario—. Llámame Luscious. Por favor, bebé…
Solo toma un segundo antes que la comprensión se refleje en su rostro
y se mueva hasta el borde de la cama, luego se incline sobre mí, colocando
sus manos sobre ambos lados de mis caderas.
Sus ojos oscuros se deslizan desde mi polla hasta mi boca y se lame los 479
labios.
—Este tipo de comportamiento errático te costará... Luscious.
Un quejido huye de mis labios cuando se quita la camisa por la cabeza
y luego se baja los pantalones, quitándoselos a patadas, con los zapatos,
hasta que está tan desnudo como yo. No puedo evitar que mis ojos vaguen
por todo su cuerpo gigante y musculoso goteando de tinta, aterrizando en
su polla, gruesa y pesada, acercándome más a la mía mientras se arrastra
sobre mí.
—¿Hay algo que le gustaría decirme, recluso? —gruñe sobre mis labios
y estoy tan jodidamente excitado que apenas puedo moverme.
Mi respiración está fuera de control mientras murmuro:
—Lo siento, oficial.
Agarra mis muñecas rápidamente y las levanta por encima de mi
cabeza, sujetándolas allí mientras frota su polla dura contra la mía.
—Esa es una disculpa débil. Creo que me debes un orgasmo, Luscious.
—Lo que quieras —ronroneo, volviéndome loco al sentir su carne firme
frotándose contra la mía, haciendo que la fricción genere calor a nuestro
alrededor.
—Mmm... me gusta eso —murmura sobre mí y arrastra sus labios
sobre cada superficie libre de mi carne que está temblando por él.
Se mueve a mi pecho para chupar mis pezones, mordiendo con fuerza
como a mí me gusta, hasta que maúllo en voz alta. Luego sube por mi cuello,
chupando más marcas púrpuras por todos lados, su propia marca.
Le encanta marcarme. Que todos sepan que soy suyo, supongo. Estoy
totalmente de acuerdo con eso.
Luego captura mis labios y me besa, lento pero feroz, tarareando
sonidos que hacen que mi polla llore sobre mis abdominales.
—Dascha... —Lleva mi propia mano a mi boca y presiona mi dedo hasta
mis labios, lo que indica que quiere que chupe.
Así que lo hago. Le doy una mamada a mi dedo como si fuera su polla,
mientras él me mira con fuego azul en sus ojos.
—Quiero que hagas algo... —Mete otro de mis dedos en mi boca, y me
pregunto por qué me está haciendo esto con mis propios dedos, aunque
apenas puedo molestarme en preocuparme, porque la forma en que me mira
es suficiente para hacer que me corra con una orden. Bueno, eso y su polla 480
frotándose contra la mía—. Quiero probar algo. —Tarareo sobre mis dedos,
parpadeando con curiosidad hacia él—. Para ver si me gusta...
Él levanta las cejas y me toma un segundo darme cuenta de lo que está
hablando.
Saca mis dedos de mi boca y suspiro:
—Ohh. Sí… mi amor, me apunto. Quieres que te fol…
—Es oficial, Dascha —me interrumpe, disparándome justo en las bolas
con ese tono dominante—. Vas a poner tu gran polla en mi culo y vas a hacer
que me corra... Pero todavía estoy a cargo. ¿Entendido?
—Sí, oficial. —Asiento con la cabeza, con los ojos muy abiertos mientras
espero más instrucciones.
Y efectivamente presiona un delicado beso en mis labios y luego lleva
mi mano a su culo.
—Solo toca primero —susurra, y asiento de nuevo, trazando su agujero
con mi dedo mientras nos besamos.
Los besos profundos y resbaladizos continúan por un tiempo, con la
punta de mi dedo apenas entrando en él. Está tan apretado que quiero
decirle que se relaje un poco para mí, pero creo que lo mejor que puedo
hacer es ponerlo de espaldas primero.
—¿Puedo usar mi boca en ti, oficial? —suplico, agarrando sus nalgas
llenas y redondas en mis manos.
—Mmm, sí —dice con voz ronca, levantando un poco la cabeza hasta
que algunas hebras de cabello dorado caen en su cara—. Quiero esa boca
dulce y esos labios deliciosos.
No pierdo el tiempo empujando a Kemper sobre su espalda y él se
acurruca en la cama, con la cara enrojecida un poco por lo que estamos
haciendo. Dios, espero que esté nervioso. Eso podría ser increíblemente
ardiente.
Ya me estoy volviendo loco ante la idea de meter mi polla dentro de él.
Kemper nunca antes había hecho nada de esto. Él es un top auténtico, así
que el hecho de que me esté dejando follarlo es un momento revolucionario
y un potencial orgasmo que me volará la cabeza.
A horcajadas sobre sus caderas, beso sus labios un par de veces, ya
que es tan condenadamente delicioso. Luego me muevo por sus
inmaculados músculos, lamiendo y chupando las curvas de sus pectorales,
481
chupando sus pezones hasta que se convierten en guijarros, antes de
continuar mi viaje por sus abdominales y esas sexy canaletas, como una V
apuntando a su polla monstruosa.
Manteniendo mis ojos en los suyos, mirándolo mirarme, encierro la
cabeza gorda con mi boca, chupando fuerte. Sus manos vuelan a mi cabeza
y me sostiene en el lugar, empujándome un poco hacia abajo mientras
gradualmente tomo sus centímetros en mi boca. Chupo bien durante
minutos, tragándolo por mi garganta hasta que la saliva gotea y me duele la
mandíbula.
—Dios, eres tan bueno para chupar pollas —murmura, tocándome
sensualmente dondequiera que pueda alcanzar.
Saco su polla y me muevo hacia sus bolas, prestándoles algo de
atención durante unos minutos antes de llegar a su trasero. Kemper abre
bien las piernas y yo uso mis manos para abrir sus mejillas, levantándolo
tanto como necesito. No puedo dejar de mirarlo así, todo extendido para
mí...
Es algo tan diferente de ver. Nunca había tenido sus piernas tan
abiertas con su delicioso culo disponible para que lo tome. No puedo esperar
a tener sus tobillos en el aire…
Pero quiero que esté listo, así que presiono algunos besos lentos en sus
muslos, luego sus mejillas, besando mi camino en el medio, hasta su ano.
Lamo alrededor de él, deslizándome hacia arriba y hacia abajo, dando
vueltas y vueltas, entrando para succionar un poco. Es tan diferente a
comerse un coño, pero más o menos lo mismo. Creo que le gusta todo lo que
estoy haciendo, porque está jadeando fuerte y agarrando la parte de atrás
de mi cuello, prácticamente empujando mi cara más profundamente en su
trasero.
Empujo mi lengua en su ano, luego la sumerjo dentro, consiguiendo
que se relaje para que pueda mojarlo bien. Luego pongo mis dedos de nuevo,
lamiendo y tocándolo al mismo tiempo.
Mi dedo índice presiona dentro y él gime:
—Maldición... eso es diferente...
No puedo evitar sonreír.
—¿Te gusta?
Nuestras miradas se encuentran desde donde estoy enterrado en su
trasero y él asiente, mordiendo su labio.
Eso es todo lo que necesito, y presiono más el dedo, usando mi saliva 482
como lubricante por ahora. Esta es solo la introducción y claramente puede
aceptarla. Él ya está empujando contra mi mano, rogando silenciosamente
más. Empujo mi dedo dentro y fuera de él, calentándolo bien, antes de poner
un segundo dedo, haciéndolo gimotear.
—Dash... Dash, por favor...
Sonrío, observando mis dedos bombear dentro de él.
—¿Cómo puedo ayudarte?
—No te pongas lindo —me gruñe.
—Demasiado tarde. —Sonrío y él suelta una carcajada, con la cara toda
sonrojada, desesperada con lujuria.
—Consigue lubricante y fóllame maldita sea —refunfuña—. Ahora.
—Sí, señor, oficial —tarareo, sacando mis dedos.
Alcanzando la mesita de noche, agarro el Astroglide y exprimo un poco
en mi polla. La acaricio, amando ya la sensación, emparejada con lo
jodidamente hermoso que él está ahora. El enorme tipo alfa tatuado y rudo
con su culo frente a mí, esperando ser follado. No puedo pensar en nada
más ardiente.
Empujando sus piernas para abrirlas más, sostengo su trasero con una
mano mientras la otra presiona mi polla hasta su agujero.
—Necesito que te relajes para mí, bebé, ¿de acuerdo?
—Me voy a correr tan rápido —divaga, agarrándose la polla mientras
observa lo que estoy haciendo.
Aparto su mano lejos de su erección.
—Entonces, no hagas eso todavía. —Lo miro con deseo, seguro, pero
más amor que cualquier otra cosa—. ¿Listo?
—Oh, Dios mío, solo hazlo. —Se muerde el labio—. Estoy perdiendo la
cabeza.
Resoplo suavemente y empujo la cabeza de mi polla dentro de él.
Simplemente se desliza justo hacia dentro, probablemente debido al
lubricante. Y Kemper gruñe.
—Santo hijo de puta. —Su cabeza cae hacia atrás en la cama,
exponiendo su garganta sexy cubierta de rastrojo mientras su nuez sube y
baja.
No espero más confirmación. Sé que ya lo ama, así que empujo otro 483
centímetro dentro, y su cuerpo me agarra con fuerza. Tan apretado, de
hecho, que casi siento que no voy a poder moverme.
—Relaja tus músculos, oficial —paso mis dedos por su cadera—.
Déjame meter esta gran polla dentro de ti.
—Oh, maldición... sí, Luscious —susurra y mis bolas palpitan—. Estoy
relajado…. tan jodidamente... relajado.
—Entonces maldita sea, eres jodidamente apretado, bebé —susurro,
forzándome a entrar más profundamente en él, atravesando sus crestas,
más con cada centímetro que doy, hasta que estoy aproximadamente a la
mitad y necesito moverme.
Arrastrando mis caderas hacia atrás un poco, hago una pausa, luego
me deslizo dentro de él una vez más, más profundo esta vez, mientras sus
ojos ruedan hacia atrás en su cabeza.
—¡Dash! Fóllame... —Su voz es ronca y entrecortada como la mierda.
Perfecta.
—Sí, suena familiar. —Dejo escapar una risa tortuosa, bombeando
hacia él, construyendo un ritmo dentro de él, hasta que estoy enterrado
hasta las bolas.
Y luego me derrito sobre su cuerpo.
Mis caderas continúan, continúan empujando, mientras él yace debajo
de mí, con su gran cuerpo abierto, dejándome hundir mi polla en su culo
una y otra y otra puta vez. Voy más fuerte y él lo toma. Él lo toma, luciendo
como un maldito sueño, hecho solo para mí.
—Te sientes tan bien, bebé —murmuro en sus labios, besándolo
mientras es superado por la lujuria que le estoy dando—. Dime que se siente
bien para ti...
—Yo estoy... yo... maldición, Dascha, Dios... —Jadea, sin ningún
sentido—. Esto es intenso. Más duro, bebé.
—Eso es, amor. —Presiono mis manos en su pecho y lo follo más fuerte
asegurándome de golpear su próstata. Creo que puedo decir cuando lo hago
porque deja salir un sonido ahogado.
No puedo dejar de mirar su polla dura, moviéndose en sus
abdominales, esperando ser atendida. Envuelvo mi mano alrededor de ella
y la sacudo mientras lo follo, haciéndolo coincidir mis caricias.
—Me voy a correr, Dash —me dice con los ojos pegados debajo de
484
nuestras cinturas, donde me estrello contra él mientras masturbo su gran
polla.
—Córrete para mí... oficial. —Conduzco con más fuerza y jodidamente
más ásperamente, hasta que él se quiebra.
Su mano vuela hasta mi garganta y la sostiene con fuerza mientras
gime todo tipo de tonterías y su polla late chorros de semen en su pecho y
abdominales. Y yo persigo su orgasmo, cayendo a continuación mientras me
derramo profundamente en su culo.
—Que me den, cariño, eres todo... —Capturo su labio inferior, lo chupo,
y muerdo, y gimo su maldito nombre, repetidamente.
—Te amo, Dash. —Está sin aliento, tocando cada superficie de mi
cuerpo. Agarrándome el culo y sosteniéndome profundamente dentro de él
por un segundo o dos extra.
—Te amo, Kemper. —Parpadeo hacia su hermoso rostro—. Kellan.
Él sonríe y deja escapar una risa cansada.
—Me vuelves loco, bebé.
—¿Te gustó? —Decoro toda su mandíbula y garganta con besos.
—Fue... jodidamente abrumador. —Sus dedos suben y bajan por mi
espalda.
—¿Vas a querer ser el pasivo ahora? —Me río sobre su piel pegajosa.
—Mmm... no lo creo. —Suspira—. Podemos turnarnos.
—Eso funciona para mí. —Me incorporo un poco y luego salgo de él.
Me regaña con los ojos, pero no dejo que se mueva hasta que puedo ver
mi semen goteando de su culo. Es sexy como el infierno. Ahora sé por qué le
gusta.
Nos acomodamos y entramos en el baño para limpiarnos para poder
preparar la cena como él había planeado. En el baño, cuando terminamos,
con las toallas envueltas alrededor de nuestras cinturas, lo miro en el espejo
mientras se pasa los dedos por la mandíbula con barba incipiente.
—¿Te duele el trasero? —Me río bajo y él me lanza una mirada de
advertencia.
—Si estás buscando cumplidos míos, sabes que no los necesitas.
Luscious. —Sonríe con malicia, y tengo que tomar aire y contener la
respiración.
485
Porque ahora que me llama así... desde que le hablé del apodo y cómo
me recuerda a una versión de él que no conoce, juro por Dios, que es él.
Callum era una versión de Kellan que inventé de alguna manera, pero existe.
Está jodidamente aquí, en Tulum conmigo.
Amándome, de la misma manera que yo lo amo.
No tengo idea de cómo sucedió, pero estoy feliz. Más que feliz. Estoy
eufórico.
El único problema de la verdadera felicidad, de estar enamorado, es
que siempre está el potencial de que podrías perderlo. Y estoy aterrorizado
de perder a Kemper. No sobreviviría perderlo dos veces.
—¿Qué pasa, hermoso? —Se vuelve hacia mí, dándome una mirada de
simpatía—. Estás haciendo una mueca como si algo estuviera mal, y lo odio.
Dime qué está pasando en tu hermosa mente, por favor.
Sus palabras me dan ganas de ponerme a llorar. Él está tan
jodidamente aquí para mí y odio la idea de que esté renunciando a cosas por
mí antes de saber si quiere.
—No quiero retenerte, Kellan —murmuro, y él hace una mueca como
si estuviera sorprendido—. Quiero decir, ¿no quieres salir y experimentar
todo lo que puedas como hombre gay?
Sacude la cabeza y suelta un bufido.
—Dascha, por favor...
—Por lo que tengo entendido, es un gran momento para ser gay. Tienes
clubes solo para ti, y desfiles, ¡y tu propio mes! El mundo es tu ostra. ¿Por
qué querrías establecerte justo al salir por la puerta? Especialmente con
alguien... ¿como yo? —Mis ojos se posan en el lavabo—. Alguien con mis...
problemas. Es como si te estuvieras encadenando a un puto tren
descarrilado.
Kemper se me acerca y me presiona contra el mostrador, agarrándome
la cara.
—Hay muchas cosas equivocadas en lo que acabas de decir. En primer
lugar, tú también tienes el desfile, bebé. No es solo orgullo gay. Eres la B en
LGBTQ. ¿O eres la Q?
Me río a carcajadas y eso lo hace sonreír.
—No estoy seguro. No he decidido qué letra quiero ser todavía.
—El caso es que estamos juntos en esto, cariño. ¿Recuerdas? —Levanta 486
sus cejas hacia mí y asiento vacilante—. Me ayudaste a descubrir quién soy,
Dascha. Si no fuera por ti, estaría en el armario para siempre. Y en segundo
lugar, sobre tus problemas... necesito que me escuches sobre esto, ¿de
acuerdo? —Me mira hasta que asiento de nuevo—. Estoy enamorado de ti,
Dascha Reznikov. Necesito estar contigo. Eras la persona más fascinante
que había conocido antes de conocerte.
Dejo que una sonrisa se asome. Porque eso me gusta.
Me gusta que seamos tan jodidamente retorcidos, y que pensáramos
que nos conocíamos cuando no lo hacíamos.
—Yo también te amo, Kemper —le susurro, parpadeando ante las
piscinas infinitas en sus ojos.
—Bien. —Deja caer un suave beso en mi boca—. Tú y yo, somos para
siempre, ¿de acuerdo?
Asiento, obligándome a no ahogarme.
—Para siempre.
Toca mi barbilla con sus nudillos, y suspiro las emociones, observando
mientras sale de la habitación para vestirse y comenzar a preparar nuestra
cena.
Y, sinceramente, me importa un carajo si no es real ahora. Ni siquiera
me importaría. Porque todos los momentos con cualquier versión del oficial
Kemper son una bendición para mí.
Real, falso, alucinación, holograma, un jodido mono usando un traje de
persona. Realmente no importa.
Lo amo. Él es el mejor síntoma de la locura que vive en mi cabeza.

487
EPíLOGO
Kellan
iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii
iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii i

101 días libre.

—¡D
ascha!
Sin respuesta. Imagínense.
Poniendo los ojos en blanco, recorro el
condominio para localizarlo. Le dije
repetidamente que estuviera listo a las tres, y son las cinco y media. No estoy
seguro de por qué estoy sorprendido, sin embargo. Mi novio es alérgico a la
puntualidad.
—Dascha... en serio. Tenemos que irnos. ¡Llegaremos tarde! —grito de
nuevo con la esperanza de llamar su atención. Pero aun así no responde.
Deambulo hacia el dormitorio, listo para gritar un poco más, pero me
congelo cuando finalmente lo veo, en el suelo junto al armario. Tiene los
pantalones puestos, pero no la camisa, y un zapato, el otro pie está descalzo.
Trago mi preocupación y corro hacia él, cayendo de rodillas.
—Bebé... ¿estás bien? —Pongo mis manos en sus piernas—. ¿Qué 488
sucede?
—¿Puedes ir sin mí? —Me mira mientras se muerde el labio—. No me
siento bien.
—Oh, bebé —susurro, sentándome a su lado y deslizando mis brazos
alrededor su cintura. No tengo que tirar mucho hasta de él para que esté en
mis brazos, envuelto alrededor de mí como una vid—. ¿Qué pasó? Estabas
tan emocionado con esto ayer.
—Estoy emocionado, pero... simplemente no me siento bien ahora —
murmura en mi cuello mientras acaricio su cabello. Ahora es unos
centímetros más largo y es morado.
Me encanta.
Desafortunadamente en este momento, el chico del cabello morado está
triste, y es mi trabajo averiguar por qué, para poder hacerlo feliz de nuevo.
—Transparencia —digo con firmeza. Y lo siento ponerse rígido por un
momento, antes de exhalar un suspiro áspero.
Luego se acuesta de espaldas, descansando su cabeza en mi regazo,
mirando hacia el techo en lugar de a mí. Pero estoy bien con eso. Mientras
él hable conmigo.
—Ir a ver la nueva casa me hizo... pensar en mi casa en Brooklyn —
dice Dash, y las líneas en su frente indican que todavía está un poco
incómodo de abrirse.
Pero lo está haciendo y estoy muy orgulloso de él.
Han pasado tres meses desde que a Dash le diagnosticaron oficialmente
esquizofrenia y leve trastorno narcisista de la personalidad, que los médicos
creen que contribuyó un poco a su psicosis en prisión. Después de esa
primera cita, estaba bastante deprimido. Le ha costado mucho lidiar con el
conocimiento de que tiene una enfermedad mental de por vida que nunca
desaparecerá. Y créanme, él estaba preparado para vivir en negación para
siempre, pero me alegro que haya aceptado a ver al médico.
El doctor López le dio a Dash algunos medicamentos en dosis bajas
para controlar sus síntomas, y parecen ayudar con las alucinaciones. No ha
experimentado psicosis desde que inició el tratamiento, lo cual es excelente.
Pero lo más útil, creo, ha sido la terapia dos veces a la semana. Dash
va solo los martes y los viernes vamos juntos. Al principio, no estaba
realmente seguro de ir con él, porque no quería entrometerme. No es como
si estuviéramos casados o algo así... pero Dash estaba tan nervioso que
estaba prácticamente llorando, rogándome que fuera con él. 489
No tuve elección. Él es mi todo, y desprecio por completo verlo
disgustado. Por eso saqué la tarjeta de la transparencia hace un momento.
Es una cosa de terapia.
El doctor López dice que Dash debe tratar de ser honesto y abierto con
lo que está molestándolo, porque está muy acostumbrado a internalizarlo
todo. Aparentemente, eso es probablemente lo que le hizo reprimir recuerdos
del pasado, o una parte de él, de todas formas. El doctor López hizo una
regla, que cada vez que alguno de los dos esté guardando algo
embotellándolo dentro, el otro puede decir transparencia, y tenemos que
soltar la verdad.
Sé que solo han pasado un par de meses, pero ambos nos seguimos
apegando a ella. Dash se toma su terapia en serio, lo cual tengo que
agradecer. Mucho más en serio de lo que toma su medicación, pero ese es
una discusión para otra ocasión.
Mis dedos retuercen un mechón de su cabello púrpura.
—¿Qué pasa con la casa en Brooklyn?
—Los huesos, Kemper. —Sus ojos se encuentran con los míos desde
donde descansa su cabeza en mi regazo—. Todavía están allí. Todavía están
detrás de esa pared falsa en su armario.
Su madre. Ese es uno de esos temas intensos que tiende a ponernos
nerviosos.
—¿Cuáles son tus sentimientos al respecto? —le pregunto, pasando
mis manos sobre su pecho, sabiendo que mi toque lo ayuda a relajarse. Creo
que está funcionando, al igual que la conversación porque su respiración ya
parece haberse estabilizado un poco.
—Me está impidiendo seguir adelante. —Cierra los ojos y toma mi mano
en la suya—. Creo que necesito, como, un cierre o algo así.
Considero sus palabras por un momento. Se supone que deberíamos
estar de camino a mirar una casa que estamos pensando en comprar. El
condominio ha sido bueno con nosotros, pero necesitamos más espacio. Una
oficina y un garaje, al menos. Dash ha estado hablando sobre hacer trabajos
de pintura personalizados durante semanas, hablando sin parar sobre su
viejo Audi, al que le puso nombre, y que extraña con locura.
Teóricamente, no había forma de que un joven de veinticinco años 490
pudiera jubilarse y estar satisfecho pasando sus días en la playa comiendo
tacos y bebiendo margaritas. Sé que suena genial en teoría, pero no hacer
nada se vuelve aburrido muy rápido, especialmente si eres Dash. El tipo no
se queda quieto.
Decidimos que era necesario comprar nuestro propio lugar, para
darnos algo que hacer. Nada enorme o sofisticado, ya que los fondos son
limitados y ninguno de los dos trabaja. Además, es México. No es como si
pudiéramos simplemente sacar una hipoteca. Además, está eso de que mi
compañero es un fugitivo.
Estábamos buscando algo específico que pudiéramos comprar con
efectivo, y creo que encontré el lugar perfecto. Quiero que Dash lo vea, pero
no iremos a ningún lugar hasta que hagamos que se sienta mejor.
Y si darle un cierre a la muerte de su madre lo llevará allí, entonces
estoy totalmente de acuerdo. Estoy a favor de cualquier cosa que lo
mantenga sano y sonriente.
—Está bien. —Mi mente trabaja con posibles ideas—. Bueno, todos
fuera del círculo de la Penitenciaría de Alabastro creen que estás muerto,
¿verdad? —Él asiente hacia mí pasando distraídamente sus labios sobre mis
dedos—. Así que si tuviera que hacer una llamada anónima a la policía sobre
los huesos, no es como si fueran a intentar rastrearte…
Se queda callado por un momento, mirándome fijamente. Puedo ver su
mente filtrando todos sus pensamientos. Es algo fascinante de presenciar,
y tengo que preguntarme si alguna vez llegará un momento en el que no
crea que este chico sea lo más asombroso que me haya pasado.
Lo dudo.
—¿Qué pasa con el alcaide? —pregunta—. ¿Tiene suficiente influencia
para enviar a alguien para que me busque?
Niego con la cabeza con confianza.
—Si aún no lo ha hecho, no lo hará.
—¿Cómo sabemos que no lo ha hecho? —Parpadea con sus grandes
ojos hacia mí, esos remolinos de marrón dorado y verde esmeralda, como el
rocío que brilla en las hojas de los árboles en primavera—. ¿Y si todavía no
me ha encontrado?
—Manuel Blanco tiene conexiones en todas partes al sur de la frontera
—le digo, tratando de aplacar sus pensamientos, que corren salvajemente
como un semental—. Estoy seguro que podría haberte encontrado si hubiera 491
querido. Pero no quiero que te preocupes por eso, bebé. Estás
completamente a salvo, siempre que yo esté respirando. Además, sabemos
a ciencia cierta que están tratando de mantener tu escape en secreto.
Lo sabemos. Desde entonces hablé con Joy y ella confirmó que el
alcaide los tiene a todos en estricto bloqueo con los detalles de la fuga de
Dash. En lo que respecta al gobierno, Dash todavía está escondido en la
Penitenciaría de Alabastro.
—Está bien. —Acepta mi respuesta—. ¿Entonces podrías hacer una
llamada? —Asiento con tanta sinceridad como pueda transmitir en tal
movimiento—. Solo la quiero fuera de allí... la quiero en la tierra. O donde
sea, no me importa.
—Entiendo, bebé. Considéralo hecho. —Me inclino y presiono un beso
al revés en sus labios, lo que nos hace tararear a los dos.
Sonríe en mi boca, y luego suspira.
—Está bien, entonces. Echémosle un vistazo a esta casa que mi hombre
quiere que le compre.
Entrecierro mi mirada hacia él y él se ríe. Ha estado haciendo un
montón de bromas acerca de que él es mi baby-sugar-daddy últimamente,
ya que es más joven que yo, pero tiene el dinero. Piensa que es gracioso.
Maldito asno.
Lo levanto y termina de vestirse. Para cuando llegamos a la casa, vamos
más de media hora tarde. Pero no me importa. Si quieren vendernos,
esperarán.
Dash agarra mi mano y no la suelta, incluso cuando estamos
sacudiendo la mano de agente inmobiliario. Por más inconveniente que sea,
tengo que reírme para mí mismo porque es adorable. Le gusta que todos
sepan que estamos juntos. Parte de mí cree que quiere que alguien nos mire
con desaprobación para que pueda saltarles al cuello de alguna manera. Es
una cosita tan descarada, lo juro.
Y lo amo con todo mi puto corazón.
Deambulamos por la propiedad, comprobando todas las
especificaciones y el espacio. Como esperaba, y como se ve en las imágenes,
no es enorme, pero definitivamente es más grande que el condominio. Está
en el agua, así que todavía tendremos la playa como patio trasero.
Principalmente me gusta el hecho de que hay una oficina y un garaje 492
completo con espacio para al menos dos autos.
—Dos autos y una moto —agrega Dash mientras me tira alrededor—.
Tal vez incluso dos motos. Y una moto de agua.
—Podrías mantener una moto de agua en el cobertizo —agrega el agente
inmobiliario, pero Dash le hace una cara como si fuera raro. Me hace reír
entre dientes.
Se toma muy en serio sus juguetes. Y sé que lo ha estado matando no
tener un vehículo en el que trabajar. Eso y que quiere tirar ese Buick por
un acantilado o quemarlo o algo así.
—¡Podría conseguir una Vespa! —Jadea, sonriéndome con entusiasmo.
—¿Supongo que esto significa que te gusta? —Le levanto la ceja.
Frunce los labios, obviamente minimizando su emoción. Pero puedo
leerlo como un libro, por lo que se da por vencido rápido y asiente.
—Sí. Me encanta. Lo hiciste bien, oficial. —Me sonríe y me da un beso
en la mejilla.
—Lo intento, Luscious. —Le guiño un ojo, y luego le doy una palmada
en el trasero antes de girarme hacia el agente inmobiliario—. La tomaremos.

A la mañana siguiente, Dash sale a correr después del desayuno.


Y es la oportunidad perfecta para hacer esa llamada telefónica.
Debo admitir que estoy un poco nervioso por eso. Por supuesto que
haré cualquier cosa por él, sin una sola vacilación. Él dice salta y ni siquiera
pregunto ¿qué tan alto? Simplemente salto, porque él es mi hombre; mi otra
mitad.
Dicho esto, hay algo desconcertante sobre llamar a la policía para
delatar a mi novio. Claro, todos piensan que está muerto o en la
Penitenciaría de Alabastro, así que no puede meterse en problemas. Y no
hay pruebas que lo vinculen con el asesinato de su madre de todos modos,
de lo contrario lo habrían puesto en su archivo. Estaba en todos los
periódicos poco después de su arresto, o después de su muerte. Es raro decir
eso. Es como si estuviera saliendo con un fantasma. 493
Esta llamada telefónica debería ser exactamente lo que necesita para
tener un cierre, y eso es todo.
Tocando la yema del dedo medio con el pulgar repetidamente, utilizo el
teléfono de prepago de Dash para hacer la llamada, así puedo tirarlo
después.
El teléfono llama al sexagésimo primer distrito de la policía de Brooklyn,
y el despachador responde, a lo que murmuro:
—Me gustaría reportar un cuerpo. —La mujer en la línea hace una
pausa por un momento antes de decirme que espere. Entonces un hombre
se pone al teléfono—. Necesito reportar los restos de un cuerpo escondido
dentro de una casa en Gravesend —le digo rápidamente—. Tres-setenta
Avenida U y Este Primera. Apartamento A. Hay una pared falsa en el armario
del dormitorio principal. Detrás de ella encontrarán los huesos de Svetlana
Reznikov.
—¿Cuál es su nombre, señor? ¿Cómo sabe…?
Cuelgo antes de que pueda hacer más preguntas y saco la batería del
teléfono, exhalando con fuerza. Parpadeando hacia el suelo por un
momento, y me pregunto qué sucederá. Solo rezo para que esto sea útil para
Dash. Fuera de eso, no me preocupo por nada más.
Aunque creo que lo será. Que él hablara de su madre en terapia lo abrió
hasta mencionarla en alguna ocasión. Tiene buenos recuerdos de ella, pero
naturalmente, todos fueron borrados después de lo que le hizo. Me duele el
corazón pensar en lo que pasó...
Ser abusado sexualmente por tu propia madre es una píldora difícil de
tragar y gracias a Dios no puedo empatizar exactamente. Pero sé lo que es
descubrir que tus padres son escoria, y Dash y yo parecemos haber ganado
el premio gordo hasta ahora en lo que a padres de mierda se refiere.
¿Hubiera sido bueno tener un padre que no me repudiara por ser gay?
Por supuesto. ¿O tener una madre que me defendiera cuando su marido
intentó matar a su hijo…? Sí, creo que hubiera sido genial. Pero a la gente
como Dash y yo, quienes dejan de lado la idea de tener padres que nos
quieran desde pequeños, aprendimos a cuidarnos solos. Esos muros de
protección que se supone que tus padres deben construir para ti, nosotros
nos hicimos esa mierda solos.
Y así encajamos juntos, y nos hacemos mejores uno al otro, que es
como una relación debería ser, creo.
494
Estar con alguien como Dash es como estar en una montaña rusa.
Potencialmente aterrador, pero lo suficientemente emocionante como para
que valga la pena el riesgo.
Hacemos que funcione. Dash cree que estoy aceptando demasiado con
él y honestamente, odio cuando habla de eso. Solo desearía que entendiera
lo devoto de él que soy...
Cómo incluso pensar en alguien que lo lastimó como lo hizo su madre
me hace querer viajar en el tiempo antes que él la matara para poder matarla
yo mismo. Cómo si alguna vez me encontrara con su padre en esta vida,
estrangularía una disculpa de él con mi rodilla en su garganta.
Dash es mi mundo entero. El hecho de que sea un criminal
esquizofrénico nunca ha sido un problema para mí porque en mi mente él
es simplemente Dash. El amor de mi vida.
Mi teléfono suena, sacándome de mis pensamientos. Es un número
privado. No caeré en eso. Deslizo para ignorar, pero vuelve a llamar, lo que
es extraño. Tal vez debería responder... ¿y si es Dash y está en problemas?
Deslizando el dedo, me acerco el teléfono a la oreja con vacilación.
—¿Hola?
—Hola, Kellan.
Todo mi cuerpo se pone rígido.
Manuel Blanco.
El estrés y la incomodidad aprietan mis músculos mientras considero
simplemente colgar. Pero no estoy seguro de que sea prudente.
—Alcaide... —gruño—. Ha pasado un tiempo. ¿Qué puedo hacer por
usted?
—Deja el acto cortés, Kemper. —Habla en su tono habitual,
completamente desprovisto de emoción y sonando como si acabara de salir
de un libro de Dickens—. Esta no es una llamada social. Creo que tienes
algo que me pertenece.
Dash. Mi corazón salta a mi garganta con tanta fuerza que casi toso, y
mis manos están temblando de repente. Si pudiera desear una cosa ahora
mismo sería que Dash atravesara la puerta. Quiero que esté en casa, ahora.
—No tengo idea de lo que está hablando. —Trato de transmitir
indiferencia, pero sé que no está funcionando. El alcaide tiene poderes,
después de todo. Él siempre puede decir cuando mientes. No sé cómo lo
hace, pero es increíblemente hábil en leer a la gente. 495
—Escucha atentamente, oficial Kemper. Te di un pase porque no puedo
probar que ayudaste a Reznikov a escapar. Pero también sé que estabas
demasiado enamorado de él para dejarlo estar. Y como no puedo permitir
que nadie descubra que está libre, te daré la cortesía de dos opciones. ¿Me
sigues?
Mi mandíbula se aprieta, pero me quedo en silencio. Estoy más que
harto de los juegos de este idiota. Lidié con esta mierda durante casi diez
años. Ya no juego.
—Opción número uno, traer a mi animal de vuelta a donde pertenece.
—Retumba en mi oído y mi puño se aprieta tan fuerte que duele, la sangre
bombea rabia por mis venas—. Opción número dos, mantienes a Dascha en
hielo allí abajo, y cuando decido que lo necesito, envío a alguien a buscar a
mi propiedad. Para decir la verdad, esa opción podría complicarse... si llega
el momento.
Hace una pausa, supongo que me dejará absorber esta información,
pero todo lo que el silencio hace es hervir mi sangre hasta el punto de que
casi sale vapor de mis oídos.
—¿Entonces? ¿Qué opinas, Kellan? —tararea, y su presunción me
empuja justo sobre el borde.
—Muy bien, te toca a ti escuchar atentamente, Ivory —gruño—.
¿Quieres a Dash? Vas a tener que venir a enfrentarme tú mismo. Porque
será mejor que creas que destruiré a cualquiera que intente acercarse a él.
Mientras siga respirando en esta tierra, nadie pondrá una puta mano sobre
Dascha Reznikov, y esa es una maldita promesa. ¿Está claro?
Él suelta una carcajada en el teléfono mientras mis dientes se
convierten en polvo.
—Haz lo que quieras, oficial. La opción dos será. Sin embargo, recuerda
lo que dije. Si lo necesito de vuelta, lo conseguiré.
—No cuentes con eso. —Cuelgo el teléfono y suelto un rugido,
azotándolo contra la pared con tanta fuerza que la pantalla se hace añicos.
Mi cara cae en mis manos y tiro de mi cabello con fuerza, tratando de
calmarme. Mi corazón está martillando dentro de mí mientras respiro
hondo, intentando bajar mi presión arterial.
El alcaide está fanfarroneando. No intentará recuperar a Dash. Es
demasiado arriesgado. Si cualquiera se entera de que Dash no está
actualmente en Alabastro, el alcaide está acabado. Le conviene más fingir 496
que Dash todavía está allí, o mejor aún, mentir sobre que él murió o algo
así. Después de todo, no sería la primera vez que un preso muere en la
Penitenciaría de Alabastro.
El Ivory se especializa en la manipulación y el control. Odia el hecho de
que yo renuncié a él, ya que yo era uno de sus guardias superiores, justo
debajo de Velle y Joy. Y lo que es peor, de alguna manera sabe sobre Dash
y yo. No estoy exactamente seguro cómo, pero lo que sí sé es que ahora, nos
quedaremos aquí definitivamente.
No arriesgaré la seguridad de Dash. Haré literalmente todo lo que esté
en mi poder para asegurarme que esté bien.
El sonido de la puerta principal abriéndose me asusta, pero luego el
alivio inunda mi cuerpo cuando me doy cuenta que es Dash. De alguna
manera, abre las puertas de golpe. Nunca había visto a nadie hacerlo antes.
El solo pensarlo me hace sonreír mientras corro hacia él. Él está todo
sudoroso usando unos pantalones de correr Under Armour blancos que
parecen una segunda piel y una camisa sin mangas, colgando abierta a los
costados lo suficiente como para que puedas prácticamente ver todo su
torso. La definición muscular por sí sola me hace babear sin mencionar sus
tatuajes visibles, cabello morado revuelto, mejillas enrojecidas... como, Dios.
Mi hombre está jodidamente bien.
Él levanta la vista para encontrarme mirándolo boquiabierto y sonríe,
sacándose sus auriculares.
—¿Le gusta lo que ve, oficial?
Mi lengua se desliza por mi labio inferior, ladeando la cabeza hacia un
lado.
—Ven aquí.
Él sonríe más ampliamente y hace lo que le digo, aunque se asegura de
pavonearse para que cuando llegue a mí mi paciencia se haya desvanecido
y lo agarre por la cintura. Mis manos caen sobre su trasero y lo agarro, lo
suficientemente fuerte como para hacerlo gruñir.
Envuelve sus brazos alrededor de mis hombros y se aprieta contra mí.
—Estoy poniéndote todo sudado... —canta, presionando lentos besos a
lo largo de mi mandíbula.
—Me encanta. —Lo abrazo con fuerza, asimilando su aroma y
simplemente deleitándome con su perfección.
No sé qué haría sin este hombre. Me encanta todo sobre él. Cómo huele,
497
cómo sabe, y cómo se siente estar dentro de él. Me encanta cómo se ríe de
las reposiciones de programas de televisión que ha visto un trillón de veces,
y me encanta cómo canta cuando está ansioso, generalmente la misma
canción... “Crimson and Clover”.
Y amo su voz. Es hermosa, como él. Él es hermoso por dentro y por
fuera, y preferiría acabar con mi propia vida antes que dejar que le pasara
algo.
Porque la cosa es que él no es realmente perfecto, pero para mí sus
imperfecciones lo convierten en algo más que un hombre. Es como si fuera
inmortal. Es una maravilla, un enigma.
Mi otra mitad.
Y en este momento, con todo girando entre mi cabeza y mi corazón, es
tan claro como el día.
Quiero pasar el resto de mi vida con él.
Hemos tomado lo malo y lo hemos vuelto tan jodidamente bueno.
Quiero eso para siempre.
—Te quiero para siempre... —susurra, y mi cuerpo se congela.
Las palabras exactas en la punta de mi lengua… él simplemente las
pronunció.
Está claro que estamos destinados a estar juntos. Sé que no será fácil,
amar a este hombre para siempre a pesar de su daño.
Pero lo arreglaré, como él me arregló a mí.
Sonriendo, presiono un beso en sus suaves labios.
—¿Qué tienes en mente? —murmura.
—Tú ya lo sabes.

498
EPíLOGO
Dash
iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii
iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii
iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii
iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii
iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii iiii
iiii ii
257 días libre.

E
s jueves a las seis.
Tengo una cita pendiente, todos los jueves a las seis. Por
eso llevo la moto a un restaurante en las afueras de la ciudad.
No uso este lugar a menudo, pero creo que, dado que ha
pasado un tiempo, puedo venir aquí esta vez. Tal vez me lleve un trozo de
tres leches a casa para Kellan.
Está bien, sobre todo para mí, pero él comerá un bocado o dos. 499
Estacionando fuera, voy al viejo teléfono público en el estacionamiento
y marco el número que he memorizado. Suena un par de veces antes que la
familiar voz femenina canturree la sobre la línea.
—Feliz jueves, 101 —susurra Joy, sonando como su habitual yo duro.
Pongo los ojos en blanco.
—Probablemente puedas dejar de llamarme así. Considerando todas
las cosas…
—Siempre serás 101 para mí —mantiene su voz en un susurro,
supongo que para que nadie escuche—. ¿Cómo está Kel?
—Bien. Casi ha terminado con las renovaciones de la casa.
—¿Está construyendo una guardería para todos los bebés? —bromea.
Me encantaría atravesar este teléfono hasta Nueva York y
estrangularla.
—Oh, sí, eso es lo que quieres para criar niños —murmuro—. Un
esquizofrénico fugitivo.
—Oye, al menos tendrían a Kemper. —Se ríe.
—Cierto. Quiero decir, todos seríamos muy afortunados de tenerlo
como padre. Sé que lo soy. —Me río y ella intenta, de manera audible,
sofocar su risa.
—¡Oh, hombre, sabía que ustedes se habían metido alguna mierda tipo
daddy! —Ella se ríe más, y luego escucho voces de fondo—. Está bien, tus
groupies se están impacientando. Hablaré contigo la semana que viene. Y
dile a Kemp que también quiero escuchar su voz la próxima vez.
—Sus deseos son órdenes, oficial Jameson. —Sonrío mientras pasa el
teléfono. Puedo decirlo por todo el traqueteo.
—¡Mi mejor amigo Dash! —chilla Luthor, en voz baja en mi oído y mi
sonrisa casi me parte la cara por la mitad—. ¿Qué pasa, chico? ¿Cómo
estuvo tu semana?
—Nada mal. Terminé ese El Camino del que te hablé —comparto—.
Salió mortal.
—Eso es genial. ¿Estilo Cheech y Chong 38? ¿O más capo del cartel como
la vieja escuela?
Me río a carcajadas.

38 Cheech y Chong: es un dúo humorístico conformado por Richard "Cheech" Marin y 500
Tommy Chong. El dúo encontró éxito comercial y cultural en las décadas de 1970 y 1980
con sus rutinas de stand up, grabaciones de estudio y largometrajes, que se basaron en la
era hippie y del amor libre, especialmente en los movimientos de drogas y contracultura,
sobre todo su amor por el cannabis.
—Eres un tonto. ¿Cómo están las cosas por allá? ¿Todavía en
confinamiento?
—Algo así —responde Luthor—. Ren tiene sus formas, pero aun así ha
estado aburrido aquí, lo que apesta. Este lugar es como una cámara de
tortura de aburrimiento.
Me estremezco al escuchar esto, sintiéndome más culpable. Después
que salí de la Penitenciaría de Alabastro, el alcaide puso una loca orden de
mordaza sobre los guardias, tomando enérgicas medidas contra cualquier
confraternización con los presos, e intercambio de bienes... prácticamente
todas las cosas que hacía que el lugar fuera siquiera levemente tolerable.
Por eso acepté llamar a los chicos a través del teléfono de Joy una vez a la
semana. De lo contrario, no es la idea más inteligente pero ahora lo esperan
con ansias. Es lo más destacado de sus semanas.
Luthor me informa sobre la computadora que comenzó a construir
mientras yo estaba allí. Por supuesto que ha sido más difícil para él
conseguir partes con la prohibición del contrabando, pero consiguió algunas
cosas y aparentemente logró que encendiera. Estoy impresionado. El tipo es
un genio de la tecnología.
Y luego escucho otra voz familiar.
—¡Déjame hablar con mi amigo! Estás acaparándolo. —Sonrío cuando
Ren se pone al teléfono—. ¡Hola, Dascha! ¿Cómo estás?
—Simplemente espléndido, Warren. ¿Cómo estás tú?
—Aburrido. Necesito que describas lo que hiciste anoche con Kemper,
como tanto detalle como sea posible. Y sí, me refiero a las cosas sucias. No
dejes nada afuera. Vamos.
Tengo que reírme de eso.
—Está bien, en primer lugar, eres un enorme pervertido.
—Establecido. Continúa.
—En segundo lugar, ¿cómo sabes que hicimos algo anoche? ¿Qué tal
si solo nos abrazamos? —Sonrío, pasando mi pulgar sobre mi labio inferior
ante el recuerdo de lo que hicimos antes de abrazarnos, con ese par de
esposas que encontré en algún lugar y llevé a casa.
—Está bien, incluso ustedes dos abrazados suena sexy, así que si eso
501
es todo lo que hicieron, que no voy a creérmelo ni por un segundo, entonces
seguro. Descríbemelo. Vamos a empezar, ¿quién es la cuchara grande y
quién es la cuchara pequeña?
Me echo a reír.
Me encanta que todavía pueda hablar con los chicos. Sobre todo con
Luthor y Ren, aunque a veces Kang viene a saludar. Y luego Joy, por
supuesto, ya que es su teléfono. Mantiene nuestras llamadas en secreto
como un favor para Kemper. Aparentemente, ellos eran amigos cuando él
trabajaba allí. Todavía hablan por teléfono con regularidad, que es como Joy
sabe algo sobre nuestras vidas. Es interesante que los únicos amigos que
tenemos estén en Nueva York, en una prisión.
En lo que respecta a Tulum, sigue siendo un paraíso, especialmente
ahora que tenemos nuestra propia casa, y he vuelto a hacer trabajos de
pintura. Soy como una especie de autónomo y no tomo demasiado. Lo
suficiente para mantenerme ocupado.
Kemper decidió, después de que compramos la casa, que se volvería un
carpintero sexy o algo así, caminando por alrededor con un cinturón de
herramientas y músculos estallando fuera de sus overoles. Es una broma.
Bueno, en realidad no. Se ve sexy como la mierda cuando trabaja, pero no
lo intenta. Solo pasa.
Y luego vamos juntos a terapia. De hecho, me gusta, pero odio los
medicamentos que tomo por mi esquizofrenia. Está bien, me ayudan a no
tener alucinaciones, pero me hacen sentir como el caparazón de un ser
humano. A veces creo que alejan mis emociones, aunque el médico dice que
ese no es el caso. Y dice que cuanto más los tome, mejor funcionarán. Lo
intento, pero no puedo evitarlo si me olvido.
Es un trabajo en progreso. Nadie dijo que sería fácil, pero tengo a
Kemper y él hace que todo sea maravilloso. Es prácticamente lo mejor que
le ha pasado a la humanidad, y mucho más a mí como persona. Los últimos
ocho meses con él han sido el mejor momento de mi vida.
Hablamos de todo y me encanta. Me encanta tener a alguien que sabe
todo sobre mí, y de quien conozco todo. Es refrescante no tener que esconder
mi jodido ser, o tener que preocuparme por eso. Kemper me ha visto en mi
momento más bajo y él todavía está aquí.
Creo que está de por vida. Le llevaré dos trozos de pastel hoy.
Kang y Ren están discutiendo en mi oído sobre lo que creen que había
en la carne misteriosa el otro día mientras Luthor se ríe de ambos. Kang
dice que era la cola de un ratón, pero Ren jura que era la pulsera APS 39 de
502
un niño. Él insiste que consiguió las cuentas en otra comida unos días

39 APS: Amigos para siempre.


antes. Estoy negando con la cabeza como si fuera mi trabajo cuando algo
me roza la pierna.
Mirando hacia abajo, veo a un chucho sarnoso en mis asuntos. Levanto
una ceja, y él ladra.
—Chicos, tengo que irme. Hay un perro aquí —les digo a mis amigos,
observando que el perro se pasea de un lado a otro frente a mí.
—¿Lassie? —murmura Ren—. ¡Pregúntale quién cayó al pozo viejo!
—Ren, cállate. ¡Adiós, D! —murmura Kang en el teléfono.
—Hablamos la semana que viene, hermano —interviene Luthor—. Te
extraño, te extraño, realmente quiero besarte.
—¡Ohh eso es muy dulce! ¿Lo escribiste tú mismo? —Me río.
—¡Lo hace para ponerme celoso, todos lo sabemos! —grita Ren.
Me río.
—Adiós, chicos. —Al colgar el teléfono, vuelvo al perro que no parece
dejarme solo—. ¿Qué quieres, sarnoso? —Le rasco las orejas por un segundo
luego me encojo—. Estás sucio como la mierda, amigo. ¿Tienes casa?
Me ladra. En realidad es bastante lindo, tiene un ojo claro y otro oscuro,
lo que inmediatamente lo convierte en el perro más interesante de todos los
tiempos.
Me encojo de hombros y dejo al perro tranquilo, voy al restaurante a
buscar mi… quiero decir el tres leches de Kemper. Adentro, les pregunto a
las señoras del mostrador si alguien ha perdido un perro. Y me dicen que
hay perros callejeros por todas partes fuera del resort, lo que es un poco
deprimente.
Cuando salgo, el perro está literalmente sentado junto a mi Ducati. Me
subo y la enciendo, esperando que el ruidoso motor lo asuste, pero él
simplemente se queda ahí sentado mirándome.
—Está bien, amigo. Me voy. Nos vemos la próxima vez, tal vez. —Me
pongo el casco y saludo al perro mientras me alejo, en dirección a nuestra
casa, que está justo recto por la playa desde el restaurante, y el complejo.
Queríamos quedarnos en la misma zona ya que es oculta y eso nos
gusta. Además, necesito estar siempre a poca distancia de Tacos Hermanos.
Estoy conduciendo, a menos de un kilómetro de casa, y cuando miro
503
en mi espejo, veo a ese maldito perro, persiguiéndome. Está corriendo detrás
de mi motocicleta. No me estoy yendo locamente rápido, ya que
normalmente solo navego por estos caminos de tierra a sesenta y cinco
kilómetros por hora máximo. Pero el perro está corriendo, tal vez como a
seis metros detrás de mí.
Estoy atónito, pero sigo conduciendo. Cuando llego a casa y me detengo
en el camino de entrada, efectivamente el perro corre detrás de mí,
ladrándome como si fuera una especie de juego.
—¿Qué estás haciendo aquí? —le pregunto al perro, quitándome el
casco—. No puedes simplemente...
¡Guau!
—No me interrumpas. —Le frunzo el ceño.
La puerta del garaje se abre y Kemper baja los escalones distrayéndome
vistiendo solo con sus pantalones cortos de baloncesto.
—¿Con quién estás hablando? —pregunta, mirando a su alrededor
mientras sorbo mi lengua de regreso a mi boca. Kemper se acerca al perro y
se inclina para acariciarlo—. ¡Hola! ¿Quién es este tipo?
—No tengo idea. Me siguió a casa.
Kemper me mira alzando las cejas.
—¿Te siguió? ¿Desde la cafetería?
Me encojo de hombros, sabiendo que parece una locura. Empujo el pie
de apoyo de mi motocicleta, apoyo el casco y me acerco para unirme a
Kemper y al perro.
—Deberíamos quedárnoslo.
Los ojos de Kemp se ensanchan.
—¿En serio? ¿Quieres un perro?
—No cualquier perro —murmuro, acariciando la suave, aunque
levemente sucia, cabeza—. Este perro. Le gusto. Y me habla. Mira, observa.
Oye, perro. —Me dirijo al perro y ladra. Levanto la mano—. Te lo dije.
Kemper se ríe y luego mira al perro.
—Perro, habla. —El perro se queda callado. Repite—: Habla. —Todavía
nada.
—No, no. —Niego con la cabeza—. No puedes hablar con él como si
fuera un perro. Tienes que hablarle como una persona. Observa. —Miro al 504
perro de nuevo—. Perro, ¿qué piensas de mi novio? Es bastante sexy, ¿eh?
El perro ladra.
Kemper no puede ocultar su sonrisa.
—Bueno, es heterosexual, pero dijo que objetivamente, eres un tipo
atractivo. —Le sonrío.
Kemper se muerde el labio y se abalanza sobre mí, inmovilizándome
contra el suelo de nuestro garaje mientras el perro ladra una y otra vez.
Kemper me besa y yo me río entre dientes.
—El perro cree que me estás atacando.
—Bueno, entonces tendrá que mantenerse lejos cuando estemos
follando. —Sonríe con suficiencia.
Jadeo de emoción.
—¡¿Podemos quedarnos con él?!
—Cualquier cosa para hacer que tu cara se vea así. —Pasa sus labios
sobre mi garganta.
Mis manos viajan hacia su trasero y lo aprieto.
—Te amo, oficial Kellan.
—Yo te amo más, Dascha Luscious —gruñe en mi cuello, frotando su
polla endurecida contra la mía a través de nuestra ropa—. Bebé…
—Bebé, bebé. —Mis manos recorren su espalda.
—Quiero casarme contigo. —Besa las palabras a través de mi piel,
dándome escalofríos por todas partes.
La euforia me recorre, emocionante, cálida y jodidamente colorida; todo
lo que es Kemper.
—Entonces cásate conmigo. —Sonrío, tomando sus manos entre las
mías para entrelazar nuestros dedos.
—Está bien —susurra, y me río.
—¿¿Eso es una propuesta?? Porque debo decir que es bastante. —
Muerdo su clavícula, justo donde dice Dash con tinta negra fresca.
—Te estoy pidiendo... que te cases conmigo. —Empuja mis manos
hacia abajo, inmovilizándome con sus caderas mientras levanta su rostro lo
suficiente para mirarme. Entonces él ladea una ceja de la manera que lo
hace cuando está esperando que le conteste algo a lo que claramente yo no
estaba prestando atención.
505
—¿Hablas en serio? —pregunto, de repente sin aliento.
Él asiente.
—Completamente.
Mi estómago está saltando como una lata de Jiffy Pop 40, y los
escalofríos me recorren como la electricidad que solía dispararse en mi
imaginación.
Lo miro por un momento antes de susurrar:
—Pregúntame bien.
Su sonrisa se llena de arcoíris.
—Dascha Reznikov, quiero que seas mío y solo mío, para siempre. ¿Por
favor, quieres casarte conmigo?
Me siento como un cobarde, pero hay lágrimas ardiendo en las cuencas
de mis ojos mientras resoplo:
—Sí. Me encantaría casarme contigo, Kellan Kemper.
Se inclina y me besa suavemente.
—Bien.
Estoy volando, lo juro por Dios. Nos besamos durante muchos minutos
en el suelo del garaje, hasta que el perro empieza a ladrar de nuevo y a
lamernos.
—Creo que el perro fue una mala idea —susurra Kemper.
—Demasiado tarde ahora. ¡Mira lo exigente que es! Él ya piensa que es
nuestro niño. —Sonrío y Kemper parece muy feliz por eso.
—Tenía muchas ganas de follarte en el suelo del garaje de nuevo —
refunfuña, sentándose.
—De nuevo es jodidamente correcto. La última vez estuvo deliciosa. —
Me acerco más a él sutilmente—. Entonces... ¿no hay anillo? —bromeo.
Él se ríe.
—¿Quieres un bonito diamante, princesa?
Le pongo los ojos en blanco mientras él parece muy complacido con su
broma.
—Quería decir un anillo para pene. No tengo idea de lo que tú estás
hablando. —Él estalla a carcajadas, y me enorgullezco de hacerlo lucir así.
Y sonar así.
506
Hasta que el perro empieza a ladrar de nuevo.

40 Jiffy Pop: marca de palomitas.


—¡Está bien! Dios —gruñe Kemper, levantándose y ayudándome a
ponerme de pie mientras el perro corre en círculos a nuestro alrededor—
. Dos animales exigentes. ¿Cómo voy a sobrevivir en esta casa?
Envuelvo mis brazos alrededor de su cintura.
—Estoy seguro que lo resolverás.
—Entonces, ¿cómo quieres nombrarlo?
—Me gusta Perro. —Se ríe, pero lo digo muy en serio.
—No puedes nombrar a un perro, Perro... —me regaña, y me encojo de
hombros—. Bien, ¿cómo se dice perro en ruso?
—Sobaka. —El perro ladra.
—Le gusta. —Sonríe Kemper—. Sobaka será. Vamos, vamos a darle un
baño, prometido. Y puedes contarme todo sobre este anillo de compromiso
para pollas que quieres.
Me río y voy a caminar dentro de la casa, pero él me detiene, tirando de
mí en sus brazos para abrazarme, de la forma en que lo necesito. La forma
en que lo amo.
Lo curioso es que las voces en mi cabeza siempre son mucho más
tranquilas con Kemper alrededor. A veces, desaparecen por completo. Y sé
que siempre estaré un poco roto por dentro, pero dijo que quería vendar mis
heridas, y eso fue lo que hizo.
El oficial Kemper cubre las voces con las suyas, y es todo lo que jamás
pude pedir. Incluso en la Penitenciaría de Alabastro, cuando un deseo
subconsciente se convirtió en una alucinación de mi sueño hecho realidad…
Él era real. Él todavía es real.
Y algún día será mi marido. Porque de todas las imágenes
distorsionadas en mi cabeza, a él lo veo claro como el cristal.

Fin.
507
NOTA DE LA AUTORA
Siempre me gusta tomarme un momento, al final de mis libros, para
comprobar el estado mental del lector. ¿Cómo estás? ¿Te sientes bien? No
dolió tanto como podría haberlo hecho, ¡¿¿verdad??!
Lo primero que tengo que decir es gracias. Por leer este libro, por darle
una oportunidad, ¡sin mirar spoilers! (Sí, todavía te estoy gritando al
respecto, desde el Prólogo hasta ahora LOL). Por abrir tu mente al amor
verdadero engendrado en circunstancias muy poco convencionales.
Cuando se me ocurrió la idea de la Penitenciaría de Alabastro, Dash
fue el primer personaje que me vino a la cabeza. Él y Kemper fueron el
comienzo, y todas las otras ideas se formaron alrededor de ellos dos (bueno,
tres, si cuentas al amigo imaginario de Dash). Creo que eso los hace bastante
condenadamente especiales, ¿no?
No soy una escritora que hace cosas sin motivo. Hay un propósito para
cada centímetro de mis libros, y éste no fue la excepción. Fue muy
importante para mí que sintieras todo lo que Dash está sintiendo todo el
tiempo. Durante el abuso y la degradación, quería que experimentaras todas
esas cosas difíciles justo a su lado. Lo mismo ocurre con su gran escape,
todas las impactantes revelaciones e incluso los flashbacks de su psicosis.
Dascha Reznikov es, con mucho, el personaje más complejo que he
escrito. Investigué mucho para ayudarme a atravesar lo que él estaba
sintiendo, y creo que es por eso que tengo a Dash tan cerca de mi corazón.
Su desolación me habló. Sentí su sufrimiento a pesar de que, gracias a Dios,
la esquizofrenia no es algo que he tratado personalmente. Aun así, mi
corazón y mi mente corrieron con los suyos en una cadencia en espejo, que
tiene que ser la parte más interesante e inquietante de ser una escritora.
Dascha es como mi hijo, y solo puedo esperar haberle hecho justicia con ese
final, especialmente después de todo lo que le hice pasar durante la historia.
La otra cosa interesante que quería mencionar es la diferencia palpable
entre el oficial Kemper y Kellan Kemper. Hay tal contraste entre ellos, y me
encanta el cambio de poder inicial, cuando Dash se encuentra con el
verdadero Kemper en Tulum. Me encanta que, después de ser la presa la
508
mayor parte del libro, Dash se vuelva el depredador, aunque solo sea por un
momento.
Es posible que también haya recogido referencias ocasionales de
Nietzsche... El caos influye mucho en la historia. Dash salta la cuerda con
la línea entre la negación y la verdadera conciencia de sí mismo, al igual que
Kellan. Pero al final, ambos saben que no son normales y les gusta ese
hecho.
Personalmente, a mí me encanta. De todos modos, ¿qué tiene de
divertido lo normal?
La mayor parte del material de Nietzsche se basó en la cita de Así Habló
Zaratustra, que dice: “Uno debe tener todavía el caos en uno mismo para
poder dar a luz a una estrella bailarina”. Se refiere a una forma de
autoconciencia y autoactualización, Nietzsche es el mayor inconformista.
Esta idea del bien y el mal, y el desequilibrio realmente influyen en el mundo
de la Penitenciaría de Alabastro. Me estoy desviando del tema…
Probablemente la parte más compleja de toda esta historia es
comprender la manifestación de Dash de Callum Kemper en su estado de
psicótica alucinación. Si has leído mis libros antes (tos, Brutal Rapture, tos)
entonces sabes que no me gusta explicar demasiado las partes impactantes.
Me gusta que tú, el lector, pienses en las cosas que suceden y formes tus
propias opiniones; para mantenerlo puro y, a veces, incluso confuso, hasta
cierto punto. Sin embargo, mencionaré que hay pequeñas pepitas
escondidas en las interacciones de Dash con el oficial Kemper que
definitivamente aluden al hecho de que no es real. No son cosas que
captarás mientras lees, pero te insto a volver a leer la historia de nuevo una
vez que hayas terminado. Es como toda una nueva experiencia.
Un ejemplo es que notarás que no hay desarrollo del personaje de
Callum Kemper. Obviamente, eso se hace por una razón. El oficial no sabía
nada que Dash no hubiera podido averiguar, de otros guardias, de Luthor,
etc.
Y Dash no solo alucinó sus interacciones con el oficial Kemper. Hay
una conversación específica con Luthor que tiene mientras usa la jaula para
pollas, que en realidad nunca sucedió. Puedes decirlo porque básicamente
se sincera con Luthor sobre el guardia en aislamiento que ha estado viendo.
Y sin embargo en interacciones futuras, Luthor nunca lo menciona, ni tiene
idea con quien Dash se ha estado viendo. Dash descubrió la razón por la
que Luthor estaba en la Penitenciaría de Alabastro mucho antes en la
historia, pero quedó enterrado en todo el caos de su mente.
509
Dash siempre era plenamente consciente durante sus ataques de
psicosis. Él era consciente de lo que sucedió durante el robo, pero eso se
desvaneció dentro y fuera de su mente consciente, lo que es algo tan
interesante de esta enfermedad, hombre. Lo juro, podría hablar de esto todo
el día.
De todos modos, es por eso que escribo historias como esta...
inesperadas y poco convencionales. Me gusta cuando mis palabras,
personajes y sus acciones se quedan atascadas en tu mente por un tiempo.
Y disfruto cuando el concepto de cómo debería verse la ficción romántica se
distorsiona (¿Ves lo que hice ahí?).
Como dijo Dash antes, desprecio los deberías del mundo,
especialmente cuando se trata del arte. Porque el arte es tan subjetivo y
debe ser así. Es por eso que insisto en que los lectores vayan a mis libros
con la mente abierta. Si leíste este libro esperando que funcione como
cualquier otra historia, la misma fórmula para escribir romance que ha
existido desde los días de Fabio 41 en las portadas e incluso antes, estoy
segura que te decepcionó mucho.
No me importa si estás decepcionado. Tienes derecho a tus
sentimientos. Solo espero que le hayas dado a mis palabras una sólida
oportunidad primero. Y si no estás decepcionado, que seamos honestos, no
deberías estarlo, entonces eso significa que lo entendiste. Y ganas el premio.
La historia de amor de Dash y Kemper no es ordinaria, porque la mente
de Dash no es ordinaria. Y eso me encanta de él (también lo hace Kemper).
Así es como sé que son perfectos el uno para el otro. Se enamoraron contra
toda lógica, a pesar de lo que ven los forasteros cuando los miran.
En cuanto a las preguntas abiertas del libro, como ¿qué pasa con el
alcaide? ¿Ese tipo es súper malvado o algo así?
¿Qué le pasó a O'Malley?
¿Qué está pasando con Velle y Rook?
¿Cómo consiguió un Darcey cubierto de sangre las llaves para ayudar
a Dash a escapar?
¿Luthor terminará alguna vez su computadora?
¡Te lo aseguro, habrá respuestas! ¡A todo!
Distorted es solo el comienzo, amigos. Así que espósate a la cama de
Darcey y acomódate, porque estás en la Penitenciaría de Alabastro por ahora
>:-D 510

41Fabio Lanzoni: conocido como Fabio, es un actor, modelo de portada de novelas


románticas a lo largo de los años ochenta y noventa.
PRó XIMO LIBRO
Joyless (Alabaster Penitentiary #2)

Atrapado en una isla de


manipulación, en una mansión hecha de
secretos.
Yo estoy a cargo aquí. El mandamás,
cuando el alcaide no está cerca, claro.
Me llaman Velle, pero es oficial
Chevelle para ti.
Parece que tengo todo lo que pueda
necesitar aquí, en la Isla de Alabastro.
Pero las necesidades y los deseos son
dos cosas muy diferentes.
Soy el rey para su reina... Joy
Jameson. Mi ex y la chica más ruda de la
historia. No jodas con ella, a no ser que
desees salir perdiendo extremidades.
Y luego está él... el chico nuevo. Lo
llamamos Rook.
Lo conocí cuando no debería haberlo
hecho y ahora no puedo escapar de él... o
de esa noche.
El estrés en este lugar está
aumentando, y se agregará un recluso
más a mi lista.
101, por favor no hagas nada
estúpido.

**Joyless es un romance oscuro de HHM en el mundo de la Penitenciaría de 511


Alabastro. Se puede leer y disfrutar de forma independiente, aunque se recomienda
leer Distorted primero para obtener el alcance completo de la historia.**
SOBRE LA AUTORA
Nyla K.

¡Hola, chicos! Soy Nyla K, también conocida como Nylah Kourieh; una
torpe amante de todo lo romántico con boca de marinero, que vive en Dirty
Lew, en Maine, con mi prometido, a quien pueden llamar PB, Patty Banga
si son desagradables. Cuando no estoy escribiendo y leyendo libros sexys,
me muevo con Machine Gun Kelly y YUNGBLUD, cocinando comida
deliciosa y preocupándome por mi gatito (y no, eso no es un eufemismo).
¿He mencionado que tengo la mente más sucia que probablemente todos los
que conocen? 512
Me gusta admirar a chicos sexys (¿no lo hacemos todos?) y los novios
de libros, los pasteles y el helado son mi kriptonita. Puedo recitar cada
palabra que alguna vez se pronunció en Friends, Padre de Familia y Cómo
Conocí a su Madre, el Gatorade rojo es mi sangre vital, y me encanta cantar,
aunque me han dicho que lo hago con la voz de Cher por alguna razón. Me
apasionan mucho las cosas que me importan y el arte es probablemente lo
más importante. Si me dices que te gustan mis libros, te daré lo que quieras.
Considero que mis lectores son mis amigos y les doy la bienvenida a que me
busquen en redes sociales cada vez que quieran hablar de libros o ¡de tipos
sexys!

513
514

También podría gustarte