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Sudoración
En reposo, la orina representa la mayor forma de eliminación de líquido (60 %), seguida
por la piel (15 %), la respiración (15 %), la materia fecal (5 %) y el sudor (5 %). En un
ejercicio intenso y prolongado, el sudor elimina el 90 % del agua. En climas muy cálidos, la
temperatura ambiente puede superar la de la piel y las partes profundas del cuerpo,
determinando que la pérdida de calor por radiación, convección y conducción resulte
menos efectiva. La evaporación se convierta en el mecanismo más importante para la
disipación de calor. El sudor está constituido en un 99% por agua y es hipotónico en
comparación con los demás líquidos corporales. Los principales electrolitos presentes son
el sodio y el cloro, hay cantidades pequeñas de potasio, magnesio, calcio, hierro, cobre y
zinc; además se puede encontrar aminoácidos, nitrógeno, urea, ácido láctico y algunas
vitaminas hidrosolubles. Tiene un peso específico de 1,002 y un pH que oscila entre 4.2 y
7.5.
Las zonas más favorables para la emisión de calor son las extremidades. En ellas se denota
un incremento más intenso del riego sanguíneo cutáneo y una mayor actividad de cada
glándula sudorípara. Por eso es conveniente que el deportista utilice ropa liviana, y que deje
sus extremidades descubiertas facilitando la evaporación del sudor. Las glándulas
sudoríparas ecrinas o sudoríferas son estructuras tubulares que se extienden a través de la
dermis y de la epidermis, abriéndose hacia la piel. Se encuentran en toda la superficie de la
piel, principalmente en manos y plantas de los pies. Son glándulas tubulares simples, con
una región secretoria (adenómero) donde se encuentran las células claras (sudor ecrino
acuoso) y las células oscuras (secreción mucinosa).
Lesiones hipertérmicas
Aclimatación al calor
El estrés por el frío se define como cualquier condición ambiental que produce una pérdida
de calor corporal que amenaza la homeostasis y es un aspecto importante en deportes como
triatlón, ciclismo y natación de fondo.
Los dos principales estresores son el aire y el agua. La temperatura corporal se mantiene
dentro de cierto límite estrecho, con fluctuaciones diarias de normales de hasta 1°C. Una
reducción en la temperatura de la piel o de la sangre estimula al hipotálamo a activar los
mecanismos conservadores de la temperatura corporal, aumentando la producción
(termoformación) y disminuyendo la disipación de calor.
Las adaptaciones metabólicas en un ambiente frío incluyen los escalofríos o temblor, la
termogénesis independiente de la producida por el temblor y la vasoconstricción periférica.
Las contracciones musculares involuntarias incrementan la producción de calor metabólico
de 4 a 5 veces el ritmo de reposo. La termogénesis alternativa logra el mismo resultado
mediante la estimulación del sistema nervioso simpático y la acción de hormonas como la
tiroxina y las catecolaminas. La vasoconstricción periférica se produce como consecuencia
de la estimulación simpática de los músculos lisos que rodean las arteriolas de la piel, los
que se contraen al igual que las arteriolas, y de esta manera se reduce el flujo sanguíneo
hacia la periferia del cuerpo determinando una reducción de la transferencia de calor. La
disminución del riego sanguíneo cutáneo va acompañado de un aumento del mismo en los
órganos internos y en los músculos esqueléticos, para aumentar la producción de calor y el
calentamiento de los órganos vitales. El aumento de la capacidad aislante de la piel, debida
al cierre de los vasos cutáneos, es la principal reacción del organismo para conservar calor.
Esto disminuye la diferencia de temperaturas entre la superficie del cuerpo y el ambiente.
Recordemos que cuanto más grande es esa diferencia, mayor será la pérdida de calor. Los
mecanismos que habitualmente se encargan de eliminar calor como la conducción,
radiación, convección y evaporación, funcionan de manera ineficaz en un ambiente frío,
disipando el calor más rápido de lo que el cuerpo puede generarlo.
Existen ciertos factores anatómicos y ambientales que pueden influir en el ritmo de pérdida
de calor.
La grasa corporal
La grasa subcutánea es una excelente fuente de aislamiento contra el frío ya que la
conductividad térmica de la grasa es relativamente baja. Las personas que tienen
más grasa conservan más eficazmente el calor en ambientes fríos. Las mediciones
de los pliegues cutáneos para conocer la cantidad de grasa subcutánea son un buen
indicador de la tolerancia de un individuo a la exposición al frío.
La capacidad aislante del cuerpo consta de la capa superficial de la piel con la grasa
subcutánea y el músculo subyacente. Cuando la temperatura de la piel desciende la
constricción de los vasos sanguíneos de la piel y la contracción de los músculos
esqueléticos incrementan las propiedades aislantes. La vasoconstricción de los
músculos inactivos constituye hasta un 85% del aislamiento total del cuerpo lo que
representa una resistencia a la pérdida de calor que es dos o tres veces mayor que la
de la grasa y la piel.
Viento
El viento crea un factor de enfriamiento debido a la pérdida de calor por convección
y conducción. La humedad del aire, agrava el estrés fisiológico.
Agua
La pérdida de calor por conducción es 26 veces más rápida en el agua que en el aire,
pero considerando todos los mecanismos de pérdida de calor en un ambiente y otro,
el cuerpo pierde calor cuatro veces más rápido en el agua que en el aire a igual
temperatura.
Cuando la temperatura del agua desciende por debajo de los 32°C, el individuo se
vuelve hipotérmico a un ritmo proporcional a la duración de la exposición, que se
acelera si el agua está en movimiento alrededor del individuo, ya que la pérdida por
convección aumenta. Los individuos sumergidos en agua a 15°C experimentan una
reducción de la temperatura rectal de 2.1°C por hora. El ejercicio aumenta la tasa
metabólica y compensa una parte de la pérdida de calor. Pero a medida que avanza
la duración de la actividad, la intensidad del ejercicio disminuye, anulando
parcialmente este efecto. Las temperaturas del agua ideales para la competencia se
encuentran entre 23.9 – 27.8°C.
La indumentaria
Habitualmente la tendencia es abrigarse en exceso, pero si el sudor empapa y
atraviesa la ropa, la evaporación elimina el calor rápidamente y la persona se enfría
más. Cuando el tiempo es ventoso y helado, conviene utilizar ropa que evite la
pérdida de calor. Cuando las temperaturas son bajas, pero no heladas, y no hay
demasiado viento, es mejor utilizar ropa liviana.
La exposición al frío activa la vasoconstricción de los vasos que abastecen la piel y el tejido
subcutáneo, que es el principal depósito para los lípidos, por lo que su concentración en
sangre no aumenta proporcionalmente al aumento de las catecolaminas. Sin embargo, la
realización repetida de ejercicios en ambientes fríos aumenta el metabolismo de las grasas.
Durante la exposición al frío, el principal combustible metabólico utilizado es el glucógeno
que se utiliza a un ritmo más elevado.
Una disminución de la temperatura interna, disminuye sustancialmente el consumo máximo
de oxígeno, el gasto cardíaco, frecuencia cardiaca y la eficiencia del trabajo físico. El
sistema nervioso responde al enfriamiento muscular alterando los modelos de movilización
de fibras musculares. Se produce una disminución en la velocidad de contracción muscular,
en el nivel de la fuerza muscular y en la capacidad para conseguir una eficaz coordinación
de los movimientos. Si el deportista intenta ejercitar a la misma velocidad y con la misma
producción de fuerza en temperaturas bajas se fatiga antes. Debe desarrollar la actividad a
menor velocidad o consumir mayor cantidad de energía.
El incremento en la intensidad del metabolismo producto de la actividad física, permite
conservar el equilibrio térmico a temperaturas bajas y si el aislamiento proporcionado por
la ropa es suficiente para mantener la temperatura corporal, entonces el rendimiento del
ejercicio puede no verse muy perjudicado. La producción de calor disminuye gradualmente,
a medida que las reservas de glucógeno van disminuyendo y se reduce la intensidad de
trabajo, y la producción de calor metabólico.
Hipotermia
La hipotermia aparee cuando la temperatura interna desciende por debajo de los 35°C. Una
vez que la temperatura corporal es inferior a los 34.5°C, el hipotálamo paulatinamente
pierde su capacidad de regulación de la temperatura corporal que desaparece a los 30°C.
Cuando la exposición al frío es prolongada y severa, cesa el tiritar (hacia los 30ºC de
temperatura corporal), y los músculos pierden su tensión, quedando paralizados porque la
tasa de producción química de calor por cada célula, se reduce casi a la mitad por cada
descenso de 5°C. Se observa somnolencia al principio y por último coma, que deprime la
actividad de los mecanismos de control del calor del sistema nervioso central. La muerte
suele acaecer cuando la temperatura rectal cae a 23.5ºC, aunque hay casos de supervivencia
con temperaturas aún inferiores.
El efecto más importante de la hipotermia es sobre el corazón ya que la muerte por
hipotermia se produce por paro cardiaco sin paro respiratorio. El enfriamiento afecta
principalmente en el nódulo senoauricular, reduciendo la frecuencia cardíaca y por lo tanto
disminución del gasto cardíaco. Respirar aire frío no congela los conductos respiratorios ni
los pulmones, aunque reduce el ritmo y el volumen respiratorio.
Cuando la temperatura de los tejidos desciende hasta cerca de la congelación, el músculo
liso de la pared vascular se paraliza por el frío y ocurre una vasodilatación repentina, que
suele manifestarse por una rubefacción en la piel. Este mecanismo contribuye a evitar el
sabañón (congelamiento de la superficie corporal, generalmente lobulillo de la oreja o de
los dedos de la mano), porque aporta sangre caliente a la piel. Pero cuando la temperatura
de la piel desciende por debajo de tan sólo unos pocos grados del punto de congelación
(0°C), ésta se congela. La congelación se produce como consecuencia de los intentos del
cuerpo de prevenir la pérdida de calor como con la vasoconstricción hacia la piel que
ocasiona un menor flujo sanguíneo, por lo que la piel se enfría con rapidez y sumado a la
falta de oxígeno, produce la muerte de tejido.
Aclimatación al frío