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EJERCICIO EN AMBIENTES CALUROSOS

El incremento de la temperatura corporal se puede presentar como fiebre, que ocurre


cuando el incremento de la temperatura depende de una regulación transitoria hacia el
límite superior del centro termostático en el hipotálamo, sin embargo, el centro
termorregulador funciona de forma correcta. La fiebre es una reacción positiva del
organismo frente a un agresor. Por otro lado, la hipertermia, sucede cuando el centro
hipotalámico no es capaz de compensar un exceso de temperatura corporal. El daño por el
calor ocurre cuando el balance hacia la acumulación de calor es excesivo, apareciendo
cuadros clínicos de distinta gravedad (lesiones hipertérmicas).
El trabajo intenso en condiciones de calor está relacionado con la acumulación de calor en
el organismo a consecuencia, principalmente, del intenso trabajo muscular, de la
intensificación del metabolismo y de la influencia de la alta temperatura exterior. El
término estrés por calor se refiere a cualquier condición ambiental que produce un
incremento de la temperatura corporal que pone en peligro la homeostasis.
En condiciones basales la producción de calor corporal es de unas 70 kcal/m2/h. El ejercicio
físico puede generar 300-900 kcal/h, mientras que la capacidad disipadora de la sudación es
de unas 500-600 kcal/h; por lo tanto, una termogénesis excesiva, especialmente si el
ambiente es caluroso y húmedo, puede sobrepasar la capacidad termorreguladora del
organismo.

Adaptaciones cardiovasculares y metabólicas

El ejercicio aumenta la demanda sobre el sistema cardiovascular, más aún cuando lo


sometemos en ambientes calurosos. Es el encargado de llevar el calor desde el interior del
cuerpo hacia la piel. Durante el ejercicio, hay demanda de sangre hacia los músculo pero la
piel también necesita sangre para facilitar la pérdida de calor, lo que crea competencia por
el volumen minuto cardíaco. Puesto que el volumen sanguíneo es limitado, en el organismo
tiene lugar una redistribución aumentando la circulación cutánea y reduciendo el flujo en
los órganos internos. El trabajo físico con temperatura superior a los 40°C provoca un
descenso del riego sanguíneo en los riñones del 40 al 50 %. Los vasos sanguíneos en la piel
incrementan su diámetro. La reducción sanguínea a causa de la pérdida de volumen por la
nueva redistribución reduce el volumen diastólico, lo que a su vez afecta el volumen
sistólico. El gasto cardíaco permanece constante por un gradual aumento de la frecuencia
cardiaca para conservar el gasto cardíaco. Sin embargo es difícil seguir compensando la
creciente demanda y cualquier factor que interfiera con la disipación de calor, perjudica el
rendimiento y aumentar el riesgo de lesiones por calor. La respuesta cardiovascular al calor
consiste en un aumento de la frecuencia y el gasto cardíaco, un incremento de la volemia
del 6-7 %, por activación de la hormona antidiurética y del sistema renina-angiotensina-
aldosterona.
Debido a la redistribución del flujo sanguíneo aumenta la cantidad de oxígeno en piel, que
caracterizada por un bajo nivel en procesos de intercambio, y disminuye en los órganos
internos con un alto nivel de intercambio (hipoxia tisular relativa). La disminución en la
velocidad del consumo de oxígeno estimula en el hígado y en los riñones la activación de la
glucólisis, desarrollándose una reacción-estrés que contribuye a un aumento adicional de la
termoformación. El trabajo intensivo en condiciones de alta temperatura aumenta la
velocidad de respiración mitocondrial e incrementa la velocidad del consumo de oxígeno
celular muscular. Esta situación lleva hacia procesos menos económicos de formación
energética, y un aumento de la termoformación. La elevación de la frecuencia cardíaca
sumada a una mayor producción de sudor y una mayor intensidad de la respiración
demandan más energía, lo cual requiere un mayor consumo de oxígeno y un mayor gasto de
glucógeno muscular con acumulación de lactato. La fatiga muscular y el agotamiento se
desarrollan con rapidez, disminuyendo la intensidad y duración del ejercicio.

Sudoración

En reposo, la orina representa la mayor forma de eliminación de líquido (60 %), seguida
por la piel (15 %), la respiración (15 %), la materia fecal (5 %) y el sudor (5 %). En un
ejercicio intenso y prolongado, el sudor elimina el 90 % del agua. En climas muy cálidos, la
temperatura ambiente puede superar la de la piel y las partes profundas del cuerpo,
determinando que la pérdida de calor por radiación, convección y conducción resulte
menos efectiva. La evaporación se convierta en el mecanismo más importante para la
disipación de calor. El sudor está constituido en un 99% por agua y es hipotónico en
comparación con los demás líquidos corporales. Los principales electrolitos presentes son
el sodio y el cloro, hay cantidades pequeñas de potasio, magnesio, calcio, hierro, cobre y
zinc; además se puede encontrar aminoácidos, nitrógeno, urea, ácido láctico y algunas
vitaminas hidrosolubles. Tiene un peso específico de 1,002 y un pH que oscila entre 4.2 y
7.5.

TABLA 7.3: SUDOR Y EL PLASMA


electrolitos (mEq/L) y osmolaridad (mOsm/L)

Sodio Cloro Potasio Osmolaridad


Plasma 140 101 4 300
Sudor 40-60 30-50 4-6 80-185

Las zonas más favorables para la emisión de calor son las extremidades. En ellas se denota
un incremento más intenso del riego sanguíneo cutáneo y una mayor actividad de cada
glándula sudorípara. Por eso es conveniente que el deportista utilice ropa liviana, y que deje
sus extremidades descubiertas facilitando la evaporación del sudor. Las glándulas
sudoríparas ecrinas o sudoríferas son estructuras tubulares que se extienden a través de la
dermis y de la epidermis, abriéndose hacia la piel. Se encuentran en toda la superficie de la
piel, principalmente en manos y plantas de los pies. Son glándulas tubulares simples, con
una región secretoria (adenómero) donde se encuentran las células claras (sudor ecrino
acuoso) y las células oscuras (secreción mucinosa).

Figura 7.3: Glándula sudorípara ecrina. Desemboca en


las crestas epidérmicas por finos orificios.

Existen aproximadamente unos 3 a 5 millones de glándulas sudoríparas en cada persona,


aunque solo poco más de la mitad se encuentra activa. Esta cantidad se fija desde temprana
edad y cuanto más expuesto a las influencias térmicas está la persona mayor cantidad de
glándulas sudoríparas activas poseerá. Estas glándulas están controladas por el hipotálamo
que responde a la temperatura elevada de la sangre y entonces les transmite impulsos a
través de las fibras nerviosas simpáticas.
Las glándulas sudoríparas apocrinas, por otro lado, se encuentran en axilas, región genital,
ano, conducto auditivo externo, aréolas mamarias y párpados. Son estímuladas por
hormonas sexuales y secretan un sudor blanquecino grisáceo que carece de olor pero lo
adquiere por degradación bacteriana.
El sudor se forma por la filtración del plasma y al pasar a través de la glándula, el sodio y el
cloruro son reabsorbidos hacia los tejidos circundantes y la sangre. Cuando se traspira
ligeramente el sudor viaja lentamente y hay una completa reabsorción de estos minerales.
Pero durante el ejercicio, las sustancias filtradas viajan a mayor rapidez por los túbulos, hay
menor tiempo para filtrado y reabsorción, entonces el contenido de minerales del sudor es
mayor. Sin embargo, el contenido de mineral del sudor no es igual en sujetos entrenados y
no entrenados, ya que con el entrenamiento y la exposición continua al calor la aldosterona
estimula vigorosamente a las glándulas sudoríparas para que reabsorban mayor cantidad de
sodio y de cloruro. Como las glándulas sudoríparas carecen de un mecanismo para
conservar potasio, calcio y magnesio, estos electrolitos se hallan en iguales concentraciones
en sudor y en plasma.
En ejercicios intensos en condiciones calurosas el cuerpo puede perder más de 1 litro de
sudor por hora y por metro cuadrado de superficie corporal, entre el 2 y el 4 % del peso
corporal (1.5 – 2.5 litros) de sudor en un individuo de 50 – 75 Kg. En corredores de fondo
las pérdidas de sudor pueden llegar a ser del 6 al 10 % del peso corporal. Si la producción
de calor supera 15 kcal por minuto el cuerpo tiene que perder 1.55 litros por hora si todo el
sudor se evaporase y todo el calor metabólico se eliminase por evaporación (900 kcal de
calor producido / 580 kcal eliminadas por litro de sudor = 1.55 litros).
La pérdida de agua y minerales estimulan la liberación de aldosterona (corteza adrenal) y
de hormona antidiurética (glándula pituitaria posterior). La aldosterona es responsable del
mantenimiento de niveles apropiados de sodio ya que en ejercicios intensos en ambientes
calurosos limita la excreción renal, lo que a su vez favorece la retención de agua (los
volúmenes de fluidos en el plasma y en los líquidos intersticiales pueden aumentar en un 10
a un 20 %). La hormona antidiurética es responsable de mantener el equilibrio adecuado de
los fluidos al actuar estimulando la reabsorción de agua desde los riñones reduciendo sus
pérdidas por la orina.
La indumentaria debe ser adecuada para cumplir una función protectora reduciendo la
ganancia de calor por radiación sin restringir la evaporación del sudor. Es común observar
individuos que se ejercitan utilizando accesorios plásticos para promover la pérdida de
peso. Los plásticos crean un microclima donde la humedad es muy alta y la evaporación del
sudor es prácticamente imposible, limitando la disipación del calor por lo que la
temperatura central del cuerpo aumenta rápidamente. Este procedimiento es inútil para
facilitar la pérdida de grasa y afecta la termorregulación promoviendo los problemas por
calor. La ropa debe ser liviana, y debe dejar pasar el sudor para evitar el calentamiento en
climas cálidos, y el enfriamiento en clima fríos. La industria textil, está desarrollando
nuevas textura, géneros y diseños para la indumentaria deportiva, entre los cuales se
destaca el tejido dry fit, que permite la evaporación del sudor, anulando el efecto de barrera
característico de la ropa convencional.

Lesiones hipertérmicas

Los deportistas bien adaptados son capaces de soportar un aumento considerable de la


temperatura interna que puede alcanzar los 40.5-41.0°C, pero se consideran los 39-40°C
como una temperatura a partir de la cual aumentan la probabilidades de lesiones
hipertérmicas.
El calambre por calor se caracteriza por fuertes contracturas de los músculos esqueléticos
por la pérdida de microelementos y la deshidratación.
En el síncope por calor los sistemas reguladores son insuficientes para disipar calor con
rapidez porque es escaso el volumen sanguíneo para permitir una distribución adecuada
hacia la piel. Los cambios hemodinámicos producen hipoperfusión cerebral, responsable
del síncope por calor. Los síntomas incluyen fatiga extrema, vértigo, vómitos, desmayos,
piel fría y húmeda o caliente y seca, pulso débil y rápido, hipotensión.
El golpe de calor es un trastorno que pone en peligro la vida y requiere atención inmediata.
Se caracteriza por una elevación de la temperatura corporal interna hasta valores superiores
a los 40°C (la temperatura rectal suele superar los 40.6°C), en el que el deportista se
encuentra confuso o inconsciente aunque a veces predomine un cuadro de agitación
psicomotora. Hay aumento de la frecuencia cardiaca y respiratoria. La piel esta caliente y
seca por el cese de sudoración (anhidrosis) como consecuencia del daño térmico sobre las
glándulas sudoríparas. El daño del golpe de calor resulta de la toxicidad directa celular al
exponerse a temperaturas superiores a los 42ºC, ya que a partir de estas temperaturas, la
función celular se deteriora cesando la actividad mitocondrial, apareciendo alteraciones en
las reacciones enzimáticas, desnaturalización proteica, alteraciones de los fosfolípidos y
pérdida de la estabilidad de las membranas celulares con aumento de su permeabilidad. La
inestabilidad hemodinámica es responsable de hipoxemia y acidosis, originando en su
conjunto la aparición de un fallo hemodinámico, renal, hepático, alteraciones neurológicas
y de la coagulación. Es decir, es una falla multisistémica.
Todos los deportistas deben ser capaces de reconocer los síntomas de hipertermia. Aunque
la temperatura corporal se encuentre por debajo de los 40°C, la presencia de escalofríos y
dolores punzantes en la cabeza, deben ser tomadas como un indicador de que se está
acercando a una situación peligrosa que puede resultar fatal si se continúa haciendo
ejercicio. Los deportistas que están más expuestos a sufrir un trauma hipertérmico son los
insuficientemente aclimatados a las condiciones de calor, mal entrenados, los de peso
excesivo y los niños.

Aclimatación al calor

La realización de actividad bajo condiciones de calor y humedad conducen al desarrollo de


las correspondientes reacciones de adaptación, que permite a los sujetos aumentar su
capacidad de disipación de calor metabólico a través de la evaporación de sudor, mejorar el
desempeño, y reducir el riesgo a sufrir golpe de calor. La aclimatación al calor ocurre como
resultado a una estancia frecuente y un entrenamiento bajo condiciones de alta temperatura
que aumentan la termoestabilidad del organismo del individuo. Si ese ambiente es natural
se denomina aclimatización al proceso de adaptación fisiológica, mientras que si es un
ambiente controlado artificialmente se le dice aclimatación. Aunque habitualmente los
términos se utilizan indistintamente. El sistema, destinado al mantenimiento del equilibrio
de la temperatura, incluye:

 Un eslabón aferente: termorreceptores de la piel y de las vías respiratorias


superiores.
 Eslabón central-hipotálamo (centro de termorregulación).
 Eslabón eferente: órganos del suministro de sangre y aparato de enfriamiento por
evaporación.

En el desarrollo de la adaptación es de suma importancia que el perfecto equilibrio entre la


generación y la pérdida de calor, cuanto mejor funcione el sistema de termotransferencia, se
tolera mayor intensidad de trabajo y se eleva el nivel admisible de termoformación. Los
deportistas aclimatados al calor húmedo transfieren mejor el calor del cuerpo hacia el
ambiente. El aumento en el volumen plasmático de 10 a 12 %., como consecuencia de la
transferencia de agua y proteínas hacia el volumen vascular, permite disipar el calor de
forma más efectiva. A medida que se va desarrollando la adaptación la frecuencia cardiaca
y el riego sanguíneo a la periferia disminuyen significativamente mejorando la irrigación de
los órganos internos y los músculos activos. Esto está condicionado por un aumento de la
eficacia de la radiación del calor y de la evaporación, a consecuencia de lo cual la
eliminación de una cantidad indispensable de calor se realiza con un volumen menor de
riego sanguíneo cutáneo.
La aclimatación reduce el umbral para el inicio de la sudoración, es decir, que el deportista
aclimatado empieza a sudar antes y en mayor cantidad alcanzando una tasa máxima de 2-3
L/hora. La evaporación de esta cantidad de sudor elimina el calor del organismo a una
velocidad 10 veces superior a la tasa normal de producción de calor. Disminuye la
concentración de sodio en el sudor a consecuencia de una mayor secreción de aldosterona.
El sudor de un apersona aclimatada es hipotónico, tiene una menor concentración de sodio
(5 mEq/L) que los individuos no aclimatados (10-80 mEq/L).
Las personas no entrenadas ni aclimatadas llegan a la fatiga a una temperatura corporal
central generalmente de 38-39°C, pero la aclimatación permite que el deportista alcance la
fatiga a una temperatura corporal central de 40°C, trabajando a un 50-60% de VO2 max. Se
requiere el uso de más glucógeno muscular que el mismo ejercicio en un ambiente fresco,
sin embargo, la aclimatación reduce el ritmo de utilización de glucógeno muscular entre un
50 y un 60%. El período suficiente para una eficaz adaptación al calor es de 10-15 días,
aunque puede llevar el doble de tiempo en algunos casos. Los efectos de la adaptación a
condiciones de calor, son duraderos y se mantienen entre 3 y 4 semanas. La aclimatación al
calor mejora la adaptación a climas fríos.

Tabla 7.4: SECUENCIA DE ADAPTACIONES AL CALOR

Durante el período de tiempo de aclimatación, se observan una serie de adaptaciones del


organismo al medio ambiente caluroso y húmedo.
Es frecuente que inicialmente aparezca una gran
congestión en cabeza y cara; la temperatura rectal y la
frecuencia cardiaca están elevadas, la sudoración es baja
Primeros tres días y pueden existir algunas molestias. En los días siguientes
disminuye el malestar, desciende la temperatura rectal,
aumentando la sudoración debido al aumento de la
función de las glándulas sudoríparas.
Tercer al sexto día Aumento en el volumen plasmático.
Reducción en la frecuencia cardiaca.
Del quinto al octavo día Estabilización de la temperatura interna.
Entre el sexto y Adaptación individual a la temperatura elevada: la
décimo día capacidad de trabajo se restablece, la frecuencia cardiaca
y la temperatura se aproximan a las habituales. Aumento
del volumen sistólico, estabilización del gasto cardíaco y
del consumo de oxígeno. Aumenta la eliminación de
calor por evaporación. Disminución de la temperatura de
la piel y la rectal. Reducción de la concentración de
cloruro de sodio en el sudor.

Días 10-12 Se normaliza el consumo de glucógeno, y al décimo día,


el contenido de glucógeno es el del nivel inicial.

La aclimatación al calor requiere hacer ejercicio en un ambiente caluroso. Los baños de


vapor y de aire seco favorecen la adaptación, por desarrollar una mayor capacidad de
sudoración, debido a una reacción más eficiente del sistema cardiovascular frente a altas
temperaturas, así como por una menor generación de calor. Si la competencia se
desarrollará en un ambiente caluroso pero húmedo, los baños de vapor son los indicados. Al
inicio del proceso de aclimatación, la duración e intensidad de las sesiones de ejercicio
deben ser más bajas de lo acostumbrado. La intensidad del esfuerzo debe reducirse entre un
60 y un 70% para evitar el estrés por calor aumentando en forma gradual e medida que
mejora la tolerancia al calor incluyendo descansos más largos y frecuentes. Debe
asegurarse una correcta hidratación durante todo el período de aclimatación. Existe una
relación inversa entre consumo de oxigeno y el número de días necesarios para aclimatarse.
Otro factor que disminuye la temperatura corporal central inicial, y por lo tanto, prolonga el
tiempo de actividad, es la fase folicular del ciclo menstrual en la mujer, mientras que la fase
lútea está asociado con menores tiempos de tolerancia a la actividad.
La cantidad de tejido adiposo también influye en el aumento de la temperatura corporal. El
tejido adiposo tiene una menor capacidad calorífica comparado con el tejido libre de grasa
(sangre, músculo, agua y hueso), por lo que aquellas personas con mayor porcentaje de
tejido adiposo, sufrirán un aumento de la temperatura central más rápido. Las mujeres
poseen un mayor porcentaje de tejido adiposo que los hombres, lo que representa una
desventaja para la tolerancia al calor durante el ejercicio.

EJERCICIO EN AMBIENTES FRÍOS

El estrés por el frío se define como cualquier condición ambiental que produce una pérdida
de calor corporal que amenaza la homeostasis y es un aspecto importante en deportes como
triatlón, ciclismo y natación de fondo.
Los dos principales estresores son el aire y el agua. La temperatura corporal se mantiene
dentro de cierto límite estrecho, con fluctuaciones diarias de normales de hasta 1°C. Una
reducción en la temperatura de la piel o de la sangre estimula al hipotálamo a activar los
mecanismos conservadores de la temperatura corporal, aumentando la producción
(termoformación) y disminuyendo la disipación de calor.
Las adaptaciones metabólicas en un ambiente frío incluyen los escalofríos o temblor, la
termogénesis independiente de la producida por el temblor y la vasoconstricción periférica.
Las contracciones musculares involuntarias incrementan la producción de calor metabólico
de 4 a 5 veces el ritmo de reposo. La termogénesis alternativa logra el mismo resultado
mediante la estimulación del sistema nervioso simpático y la acción de hormonas como la
tiroxina y las catecolaminas. La vasoconstricción periférica se produce como consecuencia
de la estimulación simpática de los músculos lisos que rodean las arteriolas de la piel, los
que se contraen al igual que las arteriolas, y de esta manera se reduce el flujo sanguíneo
hacia la periferia del cuerpo determinando una reducción de la transferencia de calor. La
disminución del riego sanguíneo cutáneo va acompañado de un aumento del mismo en los
órganos internos y en los músculos esqueléticos, para aumentar la producción de calor y el
calentamiento de los órganos vitales. El aumento de la capacidad aislante de la piel, debida
al cierre de los vasos cutáneos, es la principal reacción del organismo para conservar calor.
Esto disminuye la diferencia de temperaturas entre la superficie del cuerpo y el ambiente.
Recordemos que cuanto más grande es esa diferencia, mayor será la pérdida de calor. Los
mecanismos que habitualmente se encargan de eliminar calor como la conducción,
radiación, convección y evaporación, funcionan de manera ineficaz en un ambiente frío,
disipando el calor más rápido de lo que el cuerpo puede generarlo.
Existen ciertos factores anatómicos y ambientales que pueden influir en el ritmo de pérdida
de calor.

 La grasa corporal
La grasa subcutánea es una excelente fuente de aislamiento contra el frío ya que la
conductividad térmica de la grasa es relativamente baja. Las personas que tienen
más grasa conservan más eficazmente el calor en ambientes fríos. Las mediciones
de los pliegues cutáneos para conocer la cantidad de grasa subcutánea son un buen
indicador de la tolerancia de un individuo a la exposición al frío.
La capacidad aislante del cuerpo consta de la capa superficial de la piel con la grasa
subcutánea y el músculo subyacente. Cuando la temperatura de la piel desciende la
constricción de los vasos sanguíneos de la piel y la contracción de los músculos
esqueléticos incrementan las propiedades aislantes. La vasoconstricción de los
músculos inactivos constituye hasta un 85% del aislamiento total del cuerpo lo que
representa una resistencia a la pérdida de calor que es dos o tres veces mayor que la
de la grasa y la piel.

 El tamaño y la composición corporal


El ritmo de pérdida de calor depende de la razón entre la superficie corporal y la
masa corporal. Los individuos altos y pesados tienen una razón pequeña entre la
superficie corporal y la masa corporal, lo que los hace menos susceptibles a la
hipotermia. Pero los niños, suelen tener una razón más grande que los adultos, lo
que determina una mayor dificultad para mantener la temperatura corporal. Las
diferencias entre sexos en cuanto a la tolerancia al frío son mínimas si se comparan
mujeres y varones con masa grasa, tamaño y nivel de fitness similares.

 Viento
El viento crea un factor de enfriamiento debido a la pérdida de calor por convección
y conducción. La humedad del aire, agrava el estrés fisiológico.

 Agua
La pérdida de calor por conducción es 26 veces más rápida en el agua que en el aire,
pero considerando todos los mecanismos de pérdida de calor en un ambiente y otro,
el cuerpo pierde calor cuatro veces más rápido en el agua que en el aire a igual
temperatura.
Cuando la temperatura del agua desciende por debajo de los 32°C, el individuo se
vuelve hipotérmico a un ritmo proporcional a la duración de la exposición, que se
acelera si el agua está en movimiento alrededor del individuo, ya que la pérdida por
convección aumenta. Los individuos sumergidos en agua a 15°C experimentan una
reducción de la temperatura rectal de 2.1°C por hora. El ejercicio aumenta la tasa
metabólica y compensa una parte de la pérdida de calor. Pero a medida que avanza
la duración de la actividad, la intensidad del ejercicio disminuye, anulando
parcialmente este efecto. Las temperaturas del agua ideales para la competencia se
encuentran entre 23.9 – 27.8°C.

 La indumentaria
Habitualmente la tendencia es abrigarse en exceso, pero si el sudor empapa y
atraviesa la ropa, la evaporación elimina el calor rápidamente y la persona se enfría
más. Cuando el tiempo es ventoso y helado, conviene utilizar ropa que evite la
pérdida de calor. Cuando las temperaturas son bajas, pero no heladas, y no hay
demasiado viento, es mejor utilizar ropa liviana.

Repuestas del cuerpo al ejercicio en frío extremo

La exposición al frío activa la vasoconstricción de los vasos que abastecen la piel y el tejido
subcutáneo, que es el principal depósito para los lípidos, por lo que su concentración en
sangre no aumenta proporcionalmente al aumento de las catecolaminas. Sin embargo, la
realización repetida de ejercicios en ambientes fríos aumenta el metabolismo de las grasas.
Durante la exposición al frío, el principal combustible metabólico utilizado es el glucógeno
que se utiliza a un ritmo más elevado.
Una disminución de la temperatura interna, disminuye sustancialmente el consumo máximo
de oxígeno, el gasto cardíaco, frecuencia cardiaca y la eficiencia del trabajo físico. El
sistema nervioso responde al enfriamiento muscular alterando los modelos de movilización
de fibras musculares. Se produce una disminución en la velocidad de contracción muscular,
en el nivel de la fuerza muscular y en la capacidad para conseguir una eficaz coordinación
de los movimientos. Si el deportista intenta ejercitar a la misma velocidad y con la misma
producción de fuerza en temperaturas bajas se fatiga antes. Debe desarrollar la actividad a
menor velocidad o consumir mayor cantidad de energía.
El incremento en la intensidad del metabolismo producto de la actividad física, permite
conservar el equilibrio térmico a temperaturas bajas y si el aislamiento proporcionado por
la ropa es suficiente para mantener la temperatura corporal, entonces el rendimiento del
ejercicio puede no verse muy perjudicado. La producción de calor disminuye gradualmente,
a medida que las reservas de glucógeno van disminuyendo y se reduce la intensidad de
trabajo, y la producción de calor metabólico.

Hipotermia

La hipotermia aparee cuando la temperatura interna desciende por debajo de los 35°C. Una
vez que la temperatura corporal es inferior a los 34.5°C, el hipotálamo paulatinamente
pierde su capacidad de regulación de la temperatura corporal que desaparece a los 30°C.
Cuando la exposición al frío es prolongada y severa, cesa el tiritar (hacia los 30ºC de
temperatura corporal), y los músculos pierden su tensión, quedando paralizados porque la
tasa de producción química de calor por cada célula, se reduce casi a la mitad por cada
descenso de 5°C. Se observa somnolencia al principio y por último coma, que deprime la
actividad de los mecanismos de control del calor del sistema nervioso central. La muerte
suele acaecer cuando la temperatura rectal cae a 23.5ºC, aunque hay casos de supervivencia
con temperaturas aún inferiores.
El efecto más importante de la hipotermia es sobre el corazón ya que la muerte por
hipotermia se produce por paro cardiaco sin paro respiratorio. El enfriamiento afecta
principalmente en el nódulo senoauricular, reduciendo la frecuencia cardíaca y por lo tanto
disminución del gasto cardíaco. Respirar aire frío no congela los conductos respiratorios ni
los pulmones, aunque reduce el ritmo y el volumen respiratorio.
Cuando la temperatura de los tejidos desciende hasta cerca de la congelación, el músculo
liso de la pared vascular se paraliza por el frío y ocurre una vasodilatación repentina, que
suele manifestarse por una rubefacción en la piel. Este mecanismo contribuye a evitar el
sabañón (congelamiento de la superficie corporal, generalmente lobulillo de la oreja o de
los dedos de la mano), porque aporta sangre caliente a la piel. Pero cuando la temperatura
de la piel desciende por debajo de tan sólo unos pocos grados del punto de congelación
(0°C), ésta se congela. La congelación se produce como consecuencia de los intentos del
cuerpo de prevenir la pérdida de calor como con la vasoconstricción hacia la piel que
ocasiona un menor flujo sanguíneo, por lo que la piel se enfría con rapidez y sumado a la
falta de oxígeno, produce la muerte de tejido.

Aclimatación al frío

La exposición repetida al frío altera el flujo sanguíneo periférico y la temperatura de la piel,


permitiendo una mejor tolerancia la frío. La adaptación estable al frío está vinculada con la
activación equilibrada de los procesos de generación de calor en los órganos internos, con
la mejora del transporte de oxígeno y la utilización de los sustratos de la oxidación, que
favorece la conservación de la homeostasis de temperatura, la capacidad de coordinación,
las cualidades de velocidad-fuerza y la movilidad articular.
El aumento en la generación de calor se debe principalmente a la intensificación del efecto
catecolamínico aunque el incremento en la secreción de las hormonas tiroideas es otro
importante factor de adaptación. El sistema nervioso central aumenta la función de las
glándulas tiroideas y el consumo incrementado de tirosina por los tejidos adaptados al frío,
contribuye a un incremento de la capacidad de oxidación mitocondrial que compensa la
alteración de la fosforilación oxidativa. Como resultado de una adaptación prolongada al
frío, que aumenta la capacidad de producir y conservar el calor, es posible el aumento de la
masa de las mitocondrias por unidad de masa corporal. En síntesis, la adaptación al frío es
el resultado del incremento del potencial funcional de los órganos, y de la hipertrofia del
sistema simpático-adrenalínico, de las glándulas tiroideas y del sistema mitocondrial en los
músculos.
El proceso de adaptación al frío se desarrolla efectivamente cuando se produce el efecto del
frío y del trabajo físico intensivo simultáneamente. El entrenamiento aumenta el coeficiente
de rendimiento, tanto en la actividad termorreguladora como en la actividad de los
músculos. Una prolongada adaptación al frío que no esté relacionada con una intensa
actividad muscular, disminuye el coeficiente de rendimiento del trabajo muscular. La eficaz
adaptación que responde a condiciones reales tiene lugar sólo con la acción simultánea en
el organismo del frío y del trabajo muscular. La combinación con una dieta adecuada, es
otra estrategia para controlar la depleción de glucógeno.

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