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Criterios de evaluación

Interpretación crítica de
fuentes diversas

Comprende el tiempo
histórico
¿Qué debes de aprender en esta sesión?
Propósitos de aprendizaje
Evidencia de
Reflexiona sobre el valor y aprendizaje
la limitación de todo tipo de Valoración de
fuentes, a través del tratamiento una fuente
de su origen, contenido y
histórica
propósito sobre hechos o
1.procesos históricos Y CONSTRUIMOS EL APRENDIZAJE
INVESTIGAMOS

Actividad 3: Observan atentamente el video “La invasión italiana de Abisinia (1935-36)” extraído de
https://www.youtube.com/watch?v=OlPCZ_9T490

RESPONDE:

¿Qué factores permitieron la


invasión de Abisinia?

-Abisinia era un territorio lleno


de recursos, tanto petroleros
como el de exportación de gas.

¿Cuál fue el impacto de dicha


invasión en la polítca
internacional?

El desprestigio de las Naciones


Unidas, tras una respuesta débil
a la invasión de Italia.
A continuación, resuelve esta actividad. En primer lugar, lee y analiza las lecturas que te presentamos en los
anexos. Luego responde las preguntas 1a y 1b de la prueba 1 del IB que están al final de cada fuente (Fuentes 2
y 3):

Fuente 2: Brian McKercher, profesor de historia, expresa en el ensayo académico “The Foreign Office,
1930–1939: Strategy, Permanent Interests and National Security” (El Ministerio de Asuntos Exteriores, 1930–
1939: estrategia, intereses permanentes y seguridad nacional) para la revista Contemporary British History
(Historia británica contemporánea) (2005).

En los doce meses que siguieron a mayo de 1935, las relaciones de Italia con Gran Bretaña y Francia
empeoraron, en parte como consecuencia de la firma del pacto franco-soviético y, al mes siguiente, por la
firma del acuerdo naval anglo-germano. Todavía más importante fue que en octubre de 1935, las fuerzas
italianas invadieron Abisinia y se produjo una importante crisis, de modo que cuando la guerra finalizó,
Italia se había separado de sus socios de Stresa. Gran Bretaña quería un acuerdo entre Mussolini y Haile
Selassie, el emperador abisinio, que a la vez salvaguardase los firmes vínculos anglo-italianos. Cuando
estalló la crisis, el Ministerio de Asuntos Exteriores británico comprendió que un derramamiento de sangre
en Abisinia podía afectar negativamente los equilibrios de poder en Europa, el Mediterráneo y el Extremo
Oriente.

1. (a) ¿Según la Fuente D, qué importancia tuvo la invasión de Abisinia


para Gran Bretaña?
Gracias a esto Gran Bretaña pudo hacer tratos especiales con Italia.
Al Gran Bretaña no tomar acciones drásticas a Italia, esto permitió un
acercamiento entre ambos.
Gran Bretaña quería un acuerdo entre Mussolini y Haile Selassie, el
emperador abisinio, que a la vez salvaguardase los firmes vínculos
anglo-italianos.
La invasión podía afectar negativamente los equilibrios de poder en
Europa, el Mediterráneo y el Extremo Oriente.

Fuente 3: John Bernard Partridge, ilustrador, representa de izquierda a derecha al emperador abisinio
Haile Selassie con Laval, Hoare y Mussolini, en la viñeta “The Sweets [rewards] of Aggression” [“Los
dulces [las recompensas] de la agresión”], de la revista satírica británica Punch (18 de diciembre de 1935).
Nota: LEAGUE POLICE STATION – COMISARÍA DE POLICÍA DE LA LIGA

Hailé Selassie: “¿LO HE ENTENDIDO BIEN? —ÉL HA TOMADO CASI LA MITAD DE LO QUE YO
TENÍA Y AHORA USTEDES, CABALLEROS, ¡QUIEREN DISCUTIR SI DEBERÍA TOMAR MÁS AÚN!”

1. (b) ¿Qué sugiere la Fuente K sobre la invasión de


Abisinia?
En primer lugar, se observa la posición de Hailé
Selassie (Utopía) reclamando las acciones de la
liga de las naciones ante la invasión de Italia,
esto a partir de la posición de sus brazos
representando un espacio y su mirada
desconcertante relevando la palabra “Miren lo
que hizo”. En segundo lugar, Mussolini muestra
que quiere tomar mas acciones aun tras las
declaraciones de Hailé Selassie, esto
representado a través de la postura de Mussolini
Que adopta una actitud un poco desafiante y
hacer denotar que a de seguir con sus acciones en
el territorio de Utopía. En tercer lugar se muestra
la aceptación por parte de la Sociedad de
Naciones (Francia y Gran bretaña) a las acciones
de Italia en Utopía, esto representado a través de
la postura flexible la cuál adoptan Francia y Gran
Bretaña ante Italia.

Contrastación de las comprensiones: (con el G2 en meet, con los G1 y G3, mediante llamada) El docente
retroalimenta retomando cada una de las preguntas que desarrollaron los estudiantes.
Actividad 4: Clarificación de la concreción de la evidencia.
Lea las fuentes 4 y 5 sobre la invasión de Abisinia y Albania y su impacto en teatro de la diplomacia
europea, luego responde a las siguientes preguntas:
1. ¿Qué factores iniciaron la política expansionista italiana en la década de 1930?
2. ¿Cuál es el mensaje de la imagen?

Fuente 4:

LA LUCHA DIPLOMATICA
El Duce, impaciente por consolidar su situación en el Adriático antes que se le adelante alguien – tal
vez la misma Alemania –, decide la anexión de Albania, donde hace sentir su influencia económica u y
política desde 1926, el Rey Zogú I – declara el Gobierno italiano – ha “traicionado su confianza”,
“pisotea” los intereses económicos italianos y niega “reforzar” la alianza italoalbanesa; pero lo que
determina esta acción, fundamentalmente, son unos móviles de carácter estratégico. Contar
sólidamente con la posición estratégica de Valona, que domina el canal de Otranto; poseer una cabeza
de puente que permitirá actuar en los Balcanes y mantener a Yugoslavia en la línea adoptada en 1937
por el Gobierno de Stoyadinovitch: tal es el objetivo. En la eventualidad de una guerra general –
escribe el Popolo di Roma – “la posesión militar de la orilla albanesa del Adriático es, para Italia,
cuestión de vida o muerte”. El 7 y el 11 de abril, la resistencia del Gobierno de Albania es destrozada
por un desembarco de tropas y algunas horas de lucha.
Estas iniciativas alemana e italiana enfrentan con la realidad a aquellos que, en Gran Bretaña y
Francia, conservan todavía la esperanza de “salvar la paz” mediante soluciones de compromiso;
provocan en Paris y Londres reacciones diplomáticas inmediatas y enérgicas.
Alemania e Italia replican con la firma de una alianza. Ahora, la guerra es aceptada por unos como
una eventualidad deseable, y por los otros como una perspectiva casi inevitable.
Nota: Renouvin, P. (1990). Historia de las relaciones internacionales. Madrid: Editorial AKAL. pp.
1072 –1074.

Fuente 5
La crisis de Etiopía, 1935-1936

El año 1936 fue testigo de tres grandes crisis que determinaron la ruptura del Frente de Stresa y la
configuración de un bloque revisionista germano-italiano que prefiguraba el bando del Eje durante la segunda
guerra mundial.

La primera crisis se inició en 1935 en Etiopia. Abisinia, como también se denominaba este territorio, era, junto
a Liberia, el único territorio africano libre de la dominación europea. Como país independiente había pasado a
formar parte de la Sociedad de Naciones. Italia intentó su anexión en 1896, pero terminó humillantemente
derrotada por el emperador Menelik en la batalla de Adua.

A cartoon by David Low published in the UK newspaper, the Evening Standard, on 15 February 1935.

¿Cuál es el mensaje de la imagen?

Mussolini aspiraba a la anexión del territorio y pese a las amenazas británicas, concretadas en el despliegue de
la Armada en el puerto de Alejandría, Italia inició el ataque en octubre de 1935. El 7 de octubre, a instancia del
Reino Unido, la Sociedad de Naciones condenó el ataque italiano y declaró a Italia país agresor acordando
diversas sanciones de tipo económico. Sin embargo, las medidas no fueron más allá. El embargo de petróleo,
que hubiera sido una medida realmente dañina para el gobierno de Roma, no se pudo adoptar ante la
negativa de EE.UU., por lo demás, país fuera de la Sociedad.
En diciembre de 1935, como reacción a la actitud franco-británica, Mussolini denunció el Frente de Stresa. En
mayo de 1936, las tropas fascistas conquistaban la capital Addis-Abeba. El gobierno de Roma proclamó la
anexión de Etiopía.

La crisis había resultado un completo fracaso para la Sociedad de Naciones, que se había visto impotente para
arbitrar medidas que frenaran el expansionismo italiano. También alejó a Italia de Francia y Gran Bretaña,
acercándola a la Alemania de Hitler.

Actividad 5: Vínculo TOK: Analice por parejas hasta qué punto las fuerzas económicas son la principal
fuerza impulsora del cambio histórico. Debería considerar el primer estudio de caso sobre Japón en las
décadas de 1920 y 1930, así como este estudio de caso sobre Italia. Tome notas de su conversación y agréguelas
a medida que lea estas sesiones.

2. TRANSFERIMOS Y NOS AUTOEVALUAMOS

Actividad 6: Esta es la única actividad que debes enviar para ser evaluada. En primer lugar, lee y analiza las
lecturas que te presentamos en los anexos. Luego responde la pregunta 2 de la prueba 1 del IB:

Fuente A

Un discurso que Mussolini pronunció ante el público italiano el día antes de la invasión italiana de
Abisinia, en octubre de 1935.

No es sólo nuestro ejército el que marcha hacia su objetivo, 44 millones de italianos marchan con ese ejército,
todos unidos y alerta. Que otros traten de cometer la más negra injusticia, quitándole el lugar bajo el sol a
Italia. Cuando, en 1915, Italia unió su estado con los aliados, ¿cuántas promesas se hicieron? Para luchar por la
victoria común, Italia aportó su suprema contribución de 670.000 muertos, 480.000 discapacitados y más de un
millón de heridos. Cuando íbamos a la mesa de esa odiosa paz sólo nos daban las migajas del botín colonial.

Con referencia al origen, propósito y contenido de la Fuente A, evalúe sus valores y limitaciones para los
historiadores que estudian la invasión italiana de Abisinia.
Coevaluación y Autoevaluación de la evidencia. Los estudiantes coevalúan su evidencia en parejas con los
criterios del instrumento diseñado y se espera que mejore cualitativamente los aspectos de los que se hace
consciente de sus falencias.

INSTRUMENTO DE EVALUACIÓN.
Esquema de calificación: La pregunta se centra en el valor y las limitaciones de la fuente. Si solo se
discuten o el valor o las limitaciones, conceda un máximo de [2]. El origen, propósito y contenido deben
utilizarse como material de apoyo para hacer comentarios pertinentes sobre el valor y las limitaciones. Para
obtener [4] debe haber al menos una referencia a cada uno de ellos en el valor o en las limitaciones.

1. REFLEXIONAMOS NUESTROS RESULTADOS

Cuánto sé y cuánto me falta saber y qué debo hacer: Lo realizan en parejas. Luego comparten con toda el
aula.
Autoevaluación de Habilidades investigativas
1 2 3 4
1 Indago para descubrir relaciones aparentemente ocultas.

2 Uso la Imaginación histórica para contextualizar los hechos.

3 Soy perspicaz al momento de procesar la información.

4 Extraigo conclusiones con creatividad, asociando y relacionando


hechos de diferentes formas.

5 Exploro, busco, rastreo la información que necesito en varias


fuentes.

6 Reflexiono constantemente acerca de la coherencia de los


argumentos, que leo y construyo.

7 Sintetizo, conectando puntos de vista e ideas para generar nuevas


ideas y/o conclusiones.

8 Controlo mis emociones para no frustrarme cuando no encuentro


información que em ayude a construir mis argumentos.

Bibliografía:

●FONTANA, Josep (2017). “El siglo de la revolución” Barcelona-España, Editorial Planeta.


●LOW NORMAN (2005) “Guía Ilustrada de Historia Moderna” México: FCE
●History - Paper 1 The Move To Global War - SL and HL - OSC 2017.
●Rogers and Thomas (2015) Causes And Effects Of 20th Century Wars. Pearson, Second
Edition, p.24.
=============================================================
Autoría: COAR Arequipa: Profesor Paul Sardon R. de C.

ANEXOS

Fuente 1:
La política exterior fascista

La política exterior fascista desde el 1922 hasta el 1929: la “Italia de la Entente”

Las dos décadas de fascismo representan una parte fundamental de la historia moderna italiana, y la política
exterior implementada en el frágil y complejo periodo entre el año 1922 hasta el 1939. De hecho, es posible separarla
en tres momentos principales: el primero abarca desde 1922 hasta 1929, el segundo desde 1929 hasta 1932 y
finalmente, el que abarca el periodo entre 1932 y 1939. Cada uno de estos periodos es caracterizado por una
concepción distinta de la estrategia política empleada, y por personajes y figuras distintas. Sin embargo, siempre
existe un concepto de base con respecto al “Duce”, quien consideraba importante explotar su política exterior para
poder alcanzar dos metas principales: fortalecer el régimen e incrementar la influencia italiana en el ámbito
internacional. Entre 1922 y 1929 Mussolini se apoyó en la política exterior para consolidar su poder, especialmente a
nivel de la opinión pública.

La política exterior de Italia y su acercamiento al III Reich.

El acercamiento de la Italia fascista al Tercer Reich se desarrolla en un contexto histórico, político y diplomático bien
preciso: no se trató de un ejemplo de política realista italo-alemán ni de la expresión del interés recíproco entre
potencias “totalitarias”, sino que se constituyó como el resultado de un largo e intenso proceso a lo interno del cual
la intención del duce fue la de implementar una línea política que convirtiera Italia en una potencia de primer nivel,
al nivel de los vencedores del primer conflicto mundial. Esta orientación no tenía como objetivo la búsqueda de
alianzas o acuerdos basados en motivaciones ideológicas ni simpatías personales, sino que, por el contrario, según el
diseño de Mussolini, era transformar a Italia en el primus inter pares (el primero entre iguales) entre los Estados
europeos: una potencia capaz de establecerse como un peso decisivo (de aquí el nombre atribuido a esta línea
estratégica) en eventuales crisis europeas y potencialmente, convertirse en su árbitro. Los proyectos del duce
apuntaban a esto: dar, entonces, el merecido prestigio al propio País y al propio régimen a través de relaciones
internacionales.

Los primeros años de la política exterior fascista se caracterizaron por un constante compromiso junto a las
potencias de la Entente Francia y Gran Bretaña. Sin embargo, la seguridad colectiva era el cuadro al interno del cual
el duce tenía intención de obrar con un objetivo final, el de convertir a Italia en una potencia de primer nivel, como
los vencedores del primer conflicto mundial.

(…) Mussolini, después de haber despedido a Grandi en el 1932 y haber asumido de nuevo la posición en el
ministerio de Asuntos Exteriores (cargo que mantiene hasta el 9 de junio del 1936), se convirtió en el promotor del
Pacto de los Cuatro, dirigido a la colaboración entre las cuatro potencias europeas (Gran Bretaña, Francia, Italia y
Alemania).

De este modo el duce pretende lograr su política exterior mediante la asignación a la Italia fascista de un papel de
gran potencia responsable, al igual que las otras, del orden en Europa. Ya en octubre de 1932, durante un discurso
en Turín, el duce propuso un acuerdo de colaboración entre las grandes potencias occidentales para encaminar una
solución a la crisis económica y política de Europa, teniendo en cuenta las dificultades en las cuales se encontró la
conferencia del desarme, la tensión franco-italiana y la ascensión de Hitler en Alemania.

Nota:

D´ Auria, Ch. (2014). La política exterior fascista desde el 1922 hasta el 1929: la “Italia de la Entente”. InterSedes. Vol. XV.,
114-115. Consultado el 30 de setiembre de 2020. Recuperado de www.redalyc.org/pdf/666/66631887011.pdf

D´ Auria, Ch. (2014). La política exterior fascista desde el 1932 al 1936: de la equidistancia al eje. Anuario CEIP- Universidad
de Costa Rica. 4: 8-23. Consultado el 30 de setiembre de 2020. Recuperado de
https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/ciep/article/download/20797/20942

● ¿Cuál es la diferencia fundamental entre la política exterior italiana de los 20 y la de los 30? ¿Qué
condiciones dieron lugar al acercamiento de la Italia fascista y el III Reich?

Fuente 2
Una década de crisis (1929 -1939)

En Italia la crisis económica forzó al fascismo aún cambió su política. Hubo de abandonar su vieja actitud de dejar la
economía en manos de los empresarios para acudir a auxiliar a bancos industria con los recursos del Estado. Se creó
para ello un instituto para la reconstrucción industrial (IRI), usado para realizar pequeñas actividades de
salvamento y devolver después las empresas rescatadas al sector privado. Sólo que el capital privado se limitó a
aceptar de vuelta las más rentables, y dejó el resto en manos de esta institución mixta, privada y estatal. Que a fines
de 1933 y a la propiedad de más de una quinta parte del capital de las sociedades anónimas italianas, y una
participación mayor a un como consecuencia de su implicación en los bancos mixtos. Finalmente, se decidió en 1937
que el IRI fuese una entidad permanente e Italia consolidó una economía mixta, privada y estatal, en que el estado
gestionaba las actividades menos rentables, mientras que los buenos negocios (tejidos, automóvil, química) seguía
en manos privadas.

La crisis se alivió, además, con el gasto público a que obligó el inicio de la guerra de Etiopía, que comenzó el 3 de
octubre de 1935, sin previa declaración. La aventura, legitimada por la voluntad de vengar la vieja derrota
de Adua (1896), iba encaminada a crear un imperio africano en que se esperaba asentar a millones de colonos
italianos. Se envió a esta guerra (mucho más de lo necesario, en medio de una desorganización espantosa). La
condena de la Sociedad de Naciones sirvió que aumentase el apoyo a los fascistas de un pueblo ilusionado por el
sueño imperial, pero la guerra fue en realidad un desastre, pese a que Mussolini no dudó en adoptar métodos
brutales, bombardeando hospitales, usando gases tóxicos y armas bacteriológicas. En mayo de 1936 las tropas
tomaron la capital, Addis Abeba, y Mussolini decidió que había ganado la guerra, y que una vez acabada ésta tenía
derecho a matar a los que todavía resistiesen, convertidos legalmente a terroristas. Se exterminó a maestros y
letrados –a veces se limitaban a echarles gasolina y quemarlos-, se fusilaba a doce etíopes por cada italiano muerto,
pero, pese a la brutalidad de la conquista, nunca se llegó a pacificar una tierra que se mantuvo sujeta militarmente a
costa de grandes gastos. Todo lo cual se ocultó con la invención de historias de grandes batallas, que permitieron
repartir medallas y recompensas, y de una fábula civilizadora que se expresaba en la canción "Facetta  nera" ("Carita
negra") donde los italianos se presentaban como libertadores que arriesgaban sus vidas para liberar a la
bella abisinia" de la esclavitud. 

[…] Las condenas de la SDN y de los países democráticos a la guerra de Etiopía facilitaron la aproximación de
Mussolini a Hitler, y su participación en otras aventuras imperiales. Primero, en 1936, con su intervención en la
Guerra Civil Española, a la que seguirían la invasión de Albania en 1939, y más adelante, el 28 de octubre de 1940, la
invasión de Grecia, y nada proseguir la ampliación del imperio italiano en el Mare Nostrum.

                                                         

Nota: Fontana, J. (2017). El siglo de la Revolución. Una historia del mundo desde 1914. Barcelona, España: Editorial
Crítica. pp. 199 -200.

Fuente 3
La política exterior de Italia

La política exterior del gobierno de Benito Mussolini en Italia, presenta aristas muy diferentes a las potencias de la
época, sobre todo para tratar de entender las causas de su renovado espíritu imperialista, principalmente en los
territorios donde se desarrolla. Durante la Primera Guerra Mundial, Italia perdió cientos de miles de muertos, junto
con la ruina económica, más el aumento del desempleo como consecuencia de la desmovilización de los que se
encontraban en las fuerzas armadas. A esto se suma la baja de los salarios, y la bancarrota estatal. Luego de la
conflagración y en el marco del estancamiento de la economía mundial de los años '30, cuando parece que las
grandes potencias como Francia y Gran Bretaña, buscan frenar la expansión territorial, el estado fascista se propone
incorporar colonias.

Un análisis de la política exterior de la Italia fascista: fortalezas y debilidades.

La política externa de Benito Mussolini nos muestra costados distintos a los que presentaban las potencias de la
época, especialmente para intentar entender los factores que desencadenaron su espíritu imperialista. Después de la
Primera Guerra Mundial (1914-1918), y sobre todo a partir de la crisis de los años treinta, las grandes potencias
como Francia y Gran Bretaña, intentan detener el expansionismo territorial, mientras que, por otro lado, la Italia
fascista pretende anexar territorios para convertirlos en colonias. Mientras que los alemanes no muestran
intenciones de incorporar nuevamente los territorios de ultramar perdidos después de la Primera Guerra Mundial,
los italianos atacan países débiles para incorporarlos como colonias. La política exterior de Benito Mussolini se
cimentó en el pragmatismo del régimen, fundamentado en cuestiones políticas e ideológicas. Se cambiaban de
aliados según las circunstancias, y no se tenía demasiado en cuenta los recursos humanos y materiales con que
contaba Italia para poder afrontar los desafíos venideros. Sin embargo, a pesar que sus Fuerzas Armadas no estaban
pertrechadas para una guerra de largo alcance, y de no contar con materias primas e insumos, el pueblo italiano
creyó en la propaganda fascista sobre la superioridad italiana sobre los países a los que se debía conquistar, y a los
que se transformaría en colonias.

Por eso concluimos que la política externa italiana, y su renovado imperialismo, estaban fundadas en un
pragmatismo dependiente del gobierno, que varía de aliados sin tener una cabal concepción de lo que ello implica,
solo el oportunismo y la negociación importan. Tampoco hubo una consideración de los recursos con que se cuenta
para llevarla adelante. Pues la economía no podía afrontar una guerra prolongada y era muy difícil que su
dependencia de recursos externos pudiese ser remediada. Sus Fuerzas Armadas eran incapaces de asegurar los
accesos marítimos y de ocupar lugares estratégicos, que dieran acceso a materias primas e insumos. La población
disfrutaba de la propaganda sobre la superioridad italiana, y hasta aprobaba la incursión en Etiopía, pero luego de
la experiencia de la Gran Guerra, no simpatizaba con alianzas o acuerdos que llevasen a entrar en un conflicto
armado, que en definitiva les parecía ajeno. Pero el prestigio y las necesidades internas de Mussolini marcan el
ritmo a seguir.

Nota: Argemi, D. y Luchetti, J. (2002). La política exterior de Benito Mussolini y sus repercusiones internas. SEDICI,
repositorio institucional de la UNLP, 1-2. Consultado el 30 de setiembre de 2020. Recuperado
dehttp://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/40582

Fuente 4
En los primeros días del régimen de Mussolini (asumió el poder en 1922), la política exterior italiana parecía
bastante confusa, pues Mussolini sabía qué quería, "hacer que Italia fuera grande, respetada y temida", pero no
estaba seguro de cómo, aparte de agitar para que se revisara el acuerdo de paz de 1919 en favor de su país.
Parece que en un principio pensó que una política exterior aventurada era la mejor línea de acción, de ahí el
incidente de Corfú y la ocupación de Fiume en 1923. Por un acuerdo firmado en Rapallo en 1920, Fiume sería
una “ciudad libre”, utilizada conjuntamente por Italia y Yugoslavia; después de que las tropas italianas la
ocuparan, Yugoslavia accedió a que perteneciera a Italia. Después de estos éxitos iniciales, Mussolini se volvió
más cauto, quizás alarmado por el aislamiento de Italia cuando el incidente de Corfú. Después de 1923, su
política podría clasificarse en dos grandes fases: 

• 1923-1934  

• Después de 1934. 

a) 1923-1934 

En esta etapa, la política de Mussolini dependía de su rivalidad con los franceses en el Mediterráneo y los
Balcanes, donde la relación de Italia con Yugoslavia, aliada de Francia, era en general tensa. Otra consideración
era el temor de los italianos de que el débil Estado austríaco, además de su frontera nororiental, cayeran bajo la
influencia de Alemania; a Mussolini le preocupaba una posible amenaza germana por el Paso de Brenner.
Intentó manejar ambos problemas por la vía diplomática: 

1. Asistió a la Conferencia de Locarno (1925), pero se desilusionó porque los acuerdos firmados no garantizaban
la frontera italiana con Austria.  

2. Se mostró amistoso con Grecia y Hungría, pero especialmente con Albania, su vecino del sur y rival de
Yugoslavia. Se firmaron acuerdos económicos y de defensa, que resultaron en el virtual control de Albania por
Italia, que tenía ya una posición firme en tomo al Mar Adriático.  

3. Cultivó buenas relaciones con Gran Bretaña; apoyó su exigencia de que Turquía tendría que devolver la
provincia de Mosul a Irak, a cambio de que Gran Bretaña concediera a Italia una pequeña parte
de Somalilandia.  

4. Italia se convirtió en el primer Estado, después de Gran Bretaña, en reconocer a la URSS; en septiembre de
1933 se firmó un acuerdo de no agresión entre ambos estados.  

5. Intentó reforzar a Austria en contra de la amenaza de la Alemania nazi apoyando al gobierno antinazi del
canciller Dollfuss y firmando acuerdos comerciales con Austria y Hungría. Cuando los nazis austríacos
asesinaron a Dollfuss (julio de 1934), Mussolini envió tres divisiones italianas a la frontera, en caso de que
Alemania invadiera Austria; de inmediato, los nazis cesaron en su intento de tomar el poder en esta última. Esta
postura claramente antialemana mejoró las relaciones entre Italia y Francia. Sin embargo, aunque ya era muy
respetado en el exterior, Mussolini se estaba impacientando; sus éxitos no eran suficientemente espectaculares. 

b) Después de 1934 

Mussolini modificó gradualmente su extrema suspicacia respecto de los designios de Hitler en cuanto a Austria
a una mezquina admiración por los logros de éste y el deseo de imitarlo. Después de su primer encuentro (junio
de 1934), Mussolini describió desdeñosamente a Hitler como “ese payasito loco”, pero más tarde llegó a pensar
que más ganaría con hacer amistad con Alemania que con Gran Bretaña y Francia. Mientras mayor fue la
influencia de Hitler en él, más agresivo se volvió. Su cambio de actitud se deja ver en ciertos acontecimientos: 

1. Cuando Hitler anunció que reanudaría la conscripción (marzo de 1935), Mussolini se unió a británicos y
franceses en su condena de Alemania y apoyo para Austria (Frente Stresa, abril de 1935). Tanto Gran Bretaña
como Francia evitaron cuidadosamente hacer mención de la crisis de Abisinia, que estaba forjándose; Mussolini
interpretó esto como que se harían de la vista gorda si los italianos atacaban Abisinia y lo considerarían algo así
como una expansión colonialista pasada de moda. El Acuerdo Naval Anglogermano firmado en junio lo
convenció del cinismo y egoísmo de los británicos.  

2. La invasión italiana de Abisinia (Etiopía) en octubre de 1935 fue decisiva para la carrera de Mussolini. La
participación italiana en dicho país, único Estado independiente que quedaba en África, se remontaba a 1896,
cuando Italia intentó colonizarlo y acabó ignominiosamente derrotada en Adowa. Las razones de Mussolini para
atacar en 1935 fueron: 

• Las colonias italianas que en ese entonces existían en África Oriental (Eritrea y Somalilandia) no eran muy
gratificantes, y sus intentos (mediante un tratado de “amistad” firmado en 1928) por reducir a Abisinia a una
posición equivalente a la de Albania habían fracasado. El emperador de Abisinia, Haile Selassie, había hecho
todo lo posible para no ser dominado económicamente por Italia.  

• Italia sufría por la depresión, y una victoria bélica distraería la atención de los problemas internos y crearía un
nuevo mercado para las exportaciones italianas.  

• A los nacionalistas y colonialistas les gustaría vengar la derrota de 1896 y levantar la desfalleciente
popularidad de Mussolini. 

La victoria de Italia sobre los etiopes, mal equipados y mal preparados, fue una conclusión anunciada, si bien se
complicaron la vida. Su verdadera importancia fue que demostró la ineficiencia de la seguridad colectiva. La
Liga condenó a Italia por su agresión y le aplicó sanciones económicas, pero fueron inútiles, pues no proscribían
la venta de petróleo y carbón a Italia, si bien la escasez resultante habría incidido seriamente en los esfuerzos
bélicos de dicho país. El prestigio de la Liga sufrió un golpe más cuando se supo que el secretario británico del
Exterior, sir Samuel Hoare, había hecho un trato secreto con Laval, primer ministro francés (diciembre de 1935),
para entregar una porción importante de Abisinia a Italia, más de lo que los italianos habían logrado capturar
hasta entonces. En Gran Bretaña, la opinión pública estaba tan escandalizada que la entrega no se llevó a cabo.
Las razones de esta débil postura contra Italia fueron que Gran Bretaña y Francia no estaban preparadas, ni
militar ni económicamente para la guerra, y les preocupaba aplicar medidas (como la sanción del petróleo) que
hicieran que Mussolini les declarara la guerra. También esperaban poder revivir el Frente Stresa y utilizar a Italia
como aliado en contra de Alemania, verdadera amenaza para la paz de Europa, de tal forma que su objetivo era
apaciguar a Mussolini. Desafortunadamente, los resultados fueron desastrosos: 

• La Liga y la idea de la seguridad colectiva se desacreditaron.  

• De todas maneras, Mussolini se molestó por las sanciones y empezó a interesarle la amistad con Hitler, que no
había criticado la invasión ni aplicado sanciones. A cambio, Mussolini dejó de objetar la toma de Austria por
Alemania. Hitler aprovechó la preocupación general por Abisinia para enviar tropas a Rhineland. 

3. Cuando estalló la Guerra Civil en España, en 1936, Mussolini envió abundante ayuda a Franco, líder
nacionalista de extrema derecha, con la esperanza de establecer un tercer Estado fascista en Europa y conseguir
bases navales en España para amenazar a Francia desde ahí. Su justificación fue que quería evitar que el
comunismo se difundiera.  

4. Se llegó a un acuerdo con Hitler, el llamado Eje Roma- Berlín. Mussolini dijo que el Eje era una línea trazada
entre Roma y Berlín, en torno al cual "pueden girar todos los estados europeos que deseen la paz". En 1937, Italia
se unió al Pacto AntiComintem, con Alemania y Japón, por el cual los tres se comprometieron a mantenerse
juntos contra los bolcheviques. Este giro respecto de su política previa y su amistad con Alemania no eran
populares entre los italianos, y la desilusión en tomo a Mussolini empezó a generalizarse.  

5. Su popularidad revivió temporalmente con su participación en el Acuerdo de Múnich de septiembre de 1938,


con el cual la paz parecía garantizada, pero Mussolini no logró sacar las conclusiones correctas del alivio de su
pueblo (que la mayoría no deseaba otra guerra) y llevó a cabo otra agresión. 

6. En abril de 1939, las tropas italianas ocuparon de improviso Albania, con escasa resistencia. Fue una operación
sin sentido, pues Albania ya era controlada económicamente por Italia, pero Mussolini quería un triunfo para
imitar a Hitler por la reciente ocupación de Checoslovaquia.  

7. Transportado por sus éxitos, Mussolini firmó una alianza total con Alemania, el Pacto de Steel (mayo de 1939),
por el cual prometió apoyo militar ilimitado en caso de guerra. Mussolini comprometía a Italia cada vez más
profundamente con Alemania, lo cual, en última instancia, lo llevó a la ruina. 

Nota: Lowe, N. (2012). Guía Ilustrada del Mundo Moderno. México: Fondo de Cultura Económica. Pp. 129-
134. 

FUENTE 5: MUSSOLINI Y EL FASCISMO ( Extraído de “Biología del fascismo” de José Carlos Mariátegui)

FASCISMO y Mussolini son dos palabras consustanciales y solidarias. Mussolini es el animador, el líder, el duce
máximo del fascismo. El fascismo es la plataforma, la tribuna y el carro de Mussolini. Para explicarnos una parte de
este episodio de la crisis europea, recorramos rápidamente la historia de los fasci y de su caudillo.

Mussolini, como es sabido, es un político de procedencia socialista. No tuvo dentro del socialismo una posición
centrista ni templada sino una posición extremista e incandescente. Tuvo un rol consonante con su temperamento.
Porque Mussolini es, espiritual y orgánicamente, un extremista. Su puesto está en la extrema izquierda o en la
extrema derecha. De 1910 a 1911 fue uno de los líderes de la izquierda socialista. En 1912 dirigió la expulsión del
hogar socialista de cuatro diputados partidarios de la colaboración ministerial: Bonomi, Bissolati, Cabrini y
Podrecca. Y ocupó entonces la dirección del Avanti. Vinieron 1914 y la Guerra. El socialismo italiano reclamó la
neutralidad de Italia. Mussolini, invariablemente inquieto y beligerante, se rebeló contra el pacifismo de sus
correligionarios. Propugnó la intervención de Italia en la guerra. Dio, inicialmente, a su intervencionismo un punto
de vista revolucionario. Sostuvo que extender y exasperar la guerra era apresurar la revolución europea. Pero, en
realidad, en su intervencionismo latía su psicología guerrera que no podía avenirse con una actitud tolstoyana y
pasiva de neutralidad. En noviembre de 1914, Mussolini abandonó la dirección del Avanti y fundó en Milán Il
Popolo d'Italia para preconizar el ataque a Austria. Italia se unió a la Entente. Y Mussolini, propagandista de la
intervención, fue también un soldado de la intervención.

Llegaron la victoria, el armisticio, la desmovilización. Y, con estas cosas, llegó un período de desocupación para los
intervencionistas. D'Annunzio nostálgico de gesta y de epopeya, acometió la aventura de Fiume. Mussolini creó los
fasci di combatimento: haces o fajos de combatientes. Pero en Italia el instante era revolucionario y socialista. Para
Italia la guerra había sido un mal negocio. La Entente le había asignado una magra participación en el botín.
Olvidadiza de la contribución de las armas italianas a la victoria, le había regateado tercamente la posesión de
Fiume. Italia, en suma, había salido de la guerra con una sensación de descontento y de desencanto. Se realizaron,
bajo esta influencia, las elecciones. Y los socialistas conquistaron 155 puestos en el parlamento. Mussolini, candidato
por Milán, fue estruendosamente batido por los votos socialistas.

Pero esos sentimientos de decepción y de depresión nacionales eran propicios a una violenta reacción nacionalista. Y
fueron la raíz del fascismo. La clase media es peculiarmente accesible a los más exaltados mitos patrióticos. Y la clase
media italiana, además, se sentía distante y adversaria de la clase proletaria socialista. No le perdonaba su
neutralismo. No le perdonaba los altos salarios, los subsidios del Estado, las leyes sociales que durante la guerra y
después de ella había conseguido del miedo a la revolución. La clase media se dolía y sufría de que el proletariado,
neutralista y hasta derrotista, resultase usufructuario de una guerra que no había querido. Y cuyos resultados
desvalorizaba, empequeñecía y desdeñaba. Estos malos humores de la clase media encontraron un hogar en el
fascismo. Mussolini atrajo así la clase media a sus fasci di combatimento.

Algunos disidentes del socialismo y del sindicalismo se enrolaron en los fasci aportándoles su experiencia y su
destreza en la organización y captación de masas. No era todavía el fascismo una secta programática y
conscientemente reaccionaria y conservadora. El fascismo, antes bien, se creía revolucionario. Su propaganda tenía
matices subversivos y demagógicos. El fascismo, por ejemplo, ululaba contra los nuevos ricos. Sus principios -
tendencialmente republicanos y anti-clericales- estaban impregnados del confusionismo mental de la clase media
que, instintivamente descontenta y disgustada de la burguesía, es vagamente hostil al proletariado. Los socialistas
italianos cometieron el error de no usar sagaces armas políticas para modificar la actitud espiritual de la clase media.
Más aún. Acentuaron la enemistad entre el proletariado y la piccola borghesia, desdeñosamente tratada y motejada
por algunos hieráticos teóricos de la ortodoxia revolucionaria.

Italia entró en un período de guerra civil. Asustada por las chances de la revolución, la burguesía armó, abasteció y
estimuló solícitamente al fascismo. Y lo empujó a la persecución truculenta del socialismo, a la destrucción de los
sindicatos y cooperativas revolucionarias, al quebrantamiento de huelgas e insurrecciones. El fascismo se convirtió
así en una milicia numerosa y aguerrida. Acabó por ser más fuerte que el Estado mismo. Y entonces reclamó el
poder. Las brigadas fascistas conquistaron Roma. Mussolini, en "camisa negra", ascendió al gobierno, constriñó a la
mayoría del parlamento a obedecerle, inauguró un régimen y una era fascistas.

Acerca de Mussolini se ha hecho, mucha novela y poca historia. A causa de su beligerancia política, casi no es
posible una definición objetiva y nítida de su personalidad y su figura. Unas definiciones son ditirámbicas y
cortesanas; otras definiciones son rencorosas y panfletarias. A Mussolini se le conoce, episódicamente, a través de
anécdotas e instantáneas. Se dice, por ejemplo, que Mussolini es el artífice del fascismo. Se cree que Mussolini ha
"hecho" el fascismo. Ahora bien, Mussolini es un agitador avezado, un organizador experto, un tipo
vertiginosamente activo. Su actividad, su dinamismo, su tensión, influyeron vastamente en el fenómeno fascista.
Mussolini, durante la campaña fascista, hablaba un mismo día en tres o cuatro ciudades. Usaba el aeroplano para
saltar de Roma a Pisa, de Pisa a Bolonia, de Bolonia a Milán. Mussolini es un tipo volitivo, dinámico, verboso,
italianismo, singularmente dotado para agitar masas y excitar muchedumbres. Y fue el organizador, el animador, el
condottiere del fascismo. Pero no fue su creador, no fue su artífice. Extrajo de un estado de ánimo un movimiento
político; pero no modeló este movimiento a su imagen y semejanza. Mussolini no dio un espíritu, un programa, al
fascismo. Al contrario, el fascismo dio su espíritu a Mussolini. Su consustanciación, su identificación ideológica con
los fascistas, obligó a Mussolini a exonerarse, a purgarse de sus últimos residuos socialistas. Mussolini necesitó
asimilar, absorber el antisocialismo, el chauvinismo de la clase media para encuadrar y organizar a ésta en las filas
de los fasci di combatimento. Y tuvo que definir su política como una política reaccionaria, anti-socialista, anti-
revolucionaria. El caso de Mussolini se distingue en esto del caso de Bonomi, de Briand y otros ex-socialistas.

Bonomi, Briand, no se han visto nunca forzados a romper explícitamente con su origen socialista. Se han atribuido,
antes bien, un socialismo mínimo, un socialismo homeopático. Mussolini, en cambio, ha llegado a decir que se
ruboriza de su pasado socialista como se ruboriza un hombre maduro de sus cartas de amor de adolescente. Y ha
saltado del socialismo más extremo al conservatismo más extremo. No ha atenuado, no ha reducido su socialismo; lo
ha abandonado total e integralmente. Sus rumbos económicos, por ejemplo, son adversos a una política de
intervencionismo, de estadismo, de fiscalismo. No aceptan el tipo transaccional de Estado capitalista y empresario:
tienden a restaurar el tipo clásico de Estado recaudador y gendarme. Sus puntos de vista de hoy son diametralmente
opuestos a sus puntos de vista de ayer. Mussolini era un convencido ayer como es un convencido hoy. ¿Cuál ha sido
el mecanismo o proceso de su conversión de una doctrina a otra? No se trata de un fenómeno cerebral; se trata de un
fenómeno irracional. El motor de este cambio de actitud ideológica no ha sido la idea; ha sido el sentimiento.
Mussolini no se ha desembarazado de su socialismo, intelectual ni conceptualmente. El socialismo no era en él un
concepto sino una emoción, del mismo modo que el fascismo tampoco es en él un concepto sino también una
emoción. Observemos un dato psicológico y fisonómico: Mussolini no ha sido nunca un cerebral, sino más bien un
sentimental. En la política, en la prensa, no ha sido un teórico ni un filósofo sino un retórico y un conductor. Su
lenguaje no ha sido programático, principista, ni científico, sino pasional, sentimental. Los más flacos discursos de
Mussolini han sido aquéllos en que ha intentado definir la filiación, la ideología del fascismo. El programa del
fascismo es confuso, contradictorio, heterogéneo: contiene, mezclados péle-méle, conceptos liberales y conceptos
sindicalistas. Mejor dicho, Mussolini no le ha dictado al fascismo un verdadero programa; le ha dictado un plan de
acción.
Mussolini ha pasado del socialismo al fascismo, de la revolución a la reacción, por una vía sentimental, no por una
vía conceptual. Todas las apostasías históricas han sido, probablemente, un fenómeno espiritual. Mussolini,
extremista de la revolución ayer, extremista de la reacción hoy, nos recuerda a Juliano. Como este Emperador,
personaje de Ibsen y de Mjerowskovsky, Mussolini es un ser inquieto, teatral, alucinado, supersticioso y misterioso
que se ha sentido elegido por el Destino para decretar la persecución del dios nuevo y reponer en su retablo los
moribundos dioses antiguos.

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