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Alimentos Energéticos,

Constructores y Reguladores
Por
Tatiana Mejia Jervis

Alimentos energéticos, constructores y reguladores es la


denominación que se le da a los alimentos de acuerdo al efecto
que tienen en el cuerpo humano. Los alimentos, en general
cumplen un papel fundamental en el correcto funcionamiento del
cuerpo de todos los seres vivos.

Ayudan a conservar un estado óptimo de salud, regulan la


actividad metabólica del cuerpo y le brindan la energía que
necesita para poder desempeñarse en las tareas del día a días.

Existen diversas teorías sobre la nutrición y formas de clasificar los


alimentos en grupos. Una de estas teorías clasifica los alimentos
de acuerdo a los beneficios que proporcionan ala cuerpo, por
tanto, indica que existen tres tipos diferentes de alimentos, unos
reguladores, otros constructores y otros dedicados a dar energía
(India, 2017).

Los alimentos reguladores son aquellos que contribuyen con el


proceso de regulación del metabolismo. Son ricos en nutrientes,
minerales, vitaminas y todas las sustancias que el cuerpo requiere
para funcionar de forma correcta. Aquí se pueden encontrar las
frutas, vegetales y el agua.

Los alimentos constructores son aquellos que tienen como


función principal de reparar y construir tejidos en el cuerpo cuando
estos presentan algún tipo de lesión. Dentro de este grupo se
encuentran principalmente los alimentos ricos en proteínas de
origen vegetal y animal.

El tercer grupo de alimentos incluye aquellos denominados


como energéticos. Estos son los que tienen por misión proveer al
cuerpo con la energía que necesita para poder realizar sus
actividades cotidianas. Son los responsables de suministrar la
energía muscular, vitalidad y fuerza. Aquí se incluyen los hidratos
de carbono y las grasas (Crowther, 2013).

El balance en la ingesta de estos tres grupos de alimentos asegura


que el cuerpo cuente con todos los nutrientes necesarios para su
correcto funcionamiento. Es importante resaltar, que esta ingesta
debe ser balanceada, de acuerdo a las necesidades puntuales de
cada cuerpo.

Una buena alimentación siempre se traduce en una vida sana,


llena de fuerza y vitalidad (IWM, 2017).

Alimentos reguladores
Los alimentos reguladores son aquellos ricos en proteínas,
vitaminas, minerales. Se caracterizan por ser protectores de las
funciones vitales del cuerpo humano y se clasifican en dos grupos
primarios:
1 – Alimentos ricos en vitaminas, minerales y proteínas de alto
valor biológico. Aquí se encuentran numerosas verduras y frutas,
la leche, los huevos, el pescado, las proteínas de origen animal y
las vísceras como el hígado.

2 – Alimentos ricos en vitaminas y minerales puntuales. Aquí se


incluyen los vegetales de hojas verdes y ciertas frutas.

Este grupo de alimentos son los ayudan a regular el metabolismo


del cuerpo y le permiten funcionar de manera óptima. Se
entienden como los alimentos que dan al cuerpo aquello que éste
no puede producir.

Se caracterizan por contribuir con el correcto funcionamiento de


diferentes procesos que tienen lugar al interior del cuerpo, como lo
son la digestión.
En síntesis, estos alimentos se encargan de balancear todos los
procesos corporales al introducir al cuerpo los nutrientes que éste
necesita para que sus procesos internos tengan lugar de forma
regular (Merriam-Webster, 2017).
Los alimentos ricos en proteínas son llamados constructores. Estos
alimentos se dividen en dos grupos principales:

1 – Alimentos con alto valor biológico como lácteos, huevo,


pescado y proteína de origen animal.

2 – Proteínas de valor nutricional medio, como aceites de semillas,


nueces, harinas ricas en proteínas y frutos secos.

La función primordial de los alimentos que pertenecen a este


grupo es la de ayudar a la reparación de tejidos corporales
averiados y a la construcción de nuevos tejidos.

Estos alimentos benefician a los tejidos conectivo, epitelial,


sanguíneo, muscular y nerviosos, entre otros.
Algunos alimentos que se pueden clasificar dentro de este grupo
incluyen los fríjoles, las habas, las lentejas, la mayoría de cereales,
los alimentos provenientes del mar, las vísceras y todo tipo de
derivados de la leche, como yogures y quesos.

La ingesta de este grupo de alimentos debe corresponder por lo


menos al 15% de la dieta diaria de las personas, con el de fin de
que estos puedan cumplir con su función a cabalidad (Tull, 1996).

Alimentos energéticos
En este grupo se incluyen principalmente los alimentos ricos en
hidratos de carbono y grasas. Al igual que los otros dos grupos, los
alimentos energéticos también pueden ser divididos en dos
grandes categorías:

1 – Cereales, raíces y tubérculos.

2 – Carbohidratos y grasas.

Algunos cereales que se incluyen dentro de este grupo, pueden ser


también incluidos en el grupo de los alimentos constructores, y
reguladores puesto que suministran energía tanto como proteínas,
vitaminas y algunos minerales.

Incluso, algunas raíces y tubérculos también proporcionan


cantidades limitadas de proteínas, minerales y vitaminas. De
hecho, los únicos que solo suministran energía, son los
carbohidratos puros y las grasas.

Estos alimentos no solo dan energía al cuerpo, también le ayudan


a estimular la capacidad mental, favorecen la concentración, dan
fuerza y vitalidad.

Los alimentos ricos en energía deben ingerirse con moderación, y


teniendo en cuenta el consumo de energía promedio del cuerpo,
pues de lo contrario, pueden desbalancear el cuerpo,
acumulándose en él y generando problemas posteriores de salud,
como la obesidad.

Algunos de los alimentos más fácilmente identificables dentro de


este grupo incluyen las pastas, panes, el arroz, frutos secos,
cereales como la quinoa, avena y polenta.
La energía tomada de los alimentos usualmente se quema durante
el proceso de intercambio gaseoso.

Cuando actividades más demandantes tienen lugar, como correr,


hacer deporte, o caminar por periodos prolongados de tiempo, se
recomienda incrementar el consumo de estos productos (Gillaspy,
2014).

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