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Hizo notar que si bien no están con riesgo de quiebre de stock, los
problemas en China -congestión en los puertos, el incremento en los costos
de materia prima y en la electricidad- hacen que el tiempo de producción en
las fábricas sea mucho más largo que antes y con lo cual, algunos
productos tardan más en llegar de lo normal. “Todos estos factores hacen
que se carguen directamente al precio de venta”, puntualizó Postey.
Luis Fernando Saavedra Tardío, CEO de Dismac, expresó que existe una
serie de problemas causados por el incremento de los fletes, la energía y las
materias primas (el acero y los microcomponentes). Los costos de las
materias primas afectan de manera homogénea a productos de muchos
orígenes. En otras palabras, “el alza del acero afecta los costos de
producción de los artículos fabricados con este insumo en todo el mundo”,
apuntó.
Hizo notar que el incremento de los costos logísticos, afecta a los productos
que se fabrican más lejos disminuyendo su competitividad contra los que se
producen más cerca. “El costo de un refrigerador, por ejemplo, se vuelve
más competitivo en Brasil, que hecho en China”, anotó Saavedra, al
subrayar que los tiempos de demora del tráfico causan quiebres de stock.
No obstante, dijo que en Dismac tienen múltiples proveedores y si bien
ciertos productos podrían tener quiebres, hay sustitutos.
Desde la Asociación Boliviana de Supermercados (Asobsuper), el
presidente Sergio Weise, refirió que el riesgo inflacionario proviene de la
subida del costo de combustibles, petroquímica, energía y de algunos
productos que ‘pesan’ en la canasta que mide la variación de índice de
precios al consumidor, como el trigo y su subproducto, la harina. “Estos
sectores pueden impulsar una subida de precios”, dijo.
Expuso que los costos de transporte de Asia a Sudamérica han subido
mucho. Descartó un quiebre de stock en el sector supermercadista. “La
industria local es uno de los mayores abastecedores de los supermercados.
Existen grandes importadores que nos abastecen, pero sus productos
provienen de mercados muy diversos y no exclusivamente de Asia”,
señaló.
Según el CEO y fundador de DeltaX, Luis Fernando Ortiz, la guerra generó
un aumento del petróleo que se refleja en un mayor costo operativo para las
navieras, y la cuarentena en Shanghái y otros puertos de China, han
reducido la cantidad de contenedores importados a Bolivia, y, por tanto, la
disponibilidad de contenedores vacíos para la exportación. “Todo esto
genera volatilidad en los fletes marítimos y terrestres en países vecinos,
donde el diésel no tiene subsidio como en Bolivia”, insinuó.
De los riesgos, visibilizó la disponibilidad de buques y contenedores para la
oferta exportable del país. “Los minerales, el azúcar, la madera y buena
parte de los alimentos se exporta en contenedores, y esta disponibilidad
depende de los contenedores que importamos principalmente desde China”,
manifestó, al anotar que otro riesgo latente es que un mayor costo logístico
pueda generar mayor contrabando, que afecta directamente a los
operadores logísticos formales.
“Creo que en Bolivia estamos en una burbuja anti inflacionaria muy frágil e
insostenible en el mediano plazo, porque la contención de los precios está
basada en la subvención de las materias primas en el mercado interno (maíz
y trigo), y los controles de precio a la industria alimentaria, lo cual es
incontenible a mayor subida de los precios globales. El otro elemento que
juega en contra es la creciente elevación del subsidio a los combustibles,
debido al alto precio internacional de la gasolina y el diésel que importa el
Estado a precio elevado y vende subsidiado”, indicó Rocha.
En criterio del economista Róger Banegas, la problemática en la cadena de
suministro internacional se verá reflejada con el aumento de la inflación
importada y desde luego en la inflación total, que podría evidenciar un
rango de 3 y 3.5% para 2022, lo cual no es un problema como en otros
países de la región (Chile, Colombia y Brasil), dada las rigideces de precios
en los combustibles (gasolina y diésel), así como el tipo de cambio fijo en
nuestro país. “En el caso de existir una devaluación cambiaria en Bolivia,
se tendría un efecto traspaso hacía la inflación, por lo cual, cobra relevancia
la necesidad del fortalecimiento de las Reservas Internacionales Netas
(RIN)”, apuntó.
Antes del covid-19, el costo del transporte marítimo bordeaba los USD 5 para
una importación de USD 100. A partir de la segunda mitad de 2020, el desfase
de oferta y demanda de contenedores provocó que el costo del transporte se
incrementara progresivamente, hasta llegar a USD 10,96 por una importación
de USD 100, en diciembre de 2021.
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Exportadores, en problemas
El sector florícola también ha enfrentado problemas similares. Para
Alejandro Martínez, presidente de Expoflores, en la reciente temporada alta
para el sector, que fue San Valentín, se evidenció fuertemente el déficit de
logística. “No se puede exportar toda la demanda que existe y hay problemas de
abastecimiento”.
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Las rutas más afectadas por el incremento del costo del flete son China-
Sudamérica, China-África Occidental, debido a la balanza comercial deficitaria
que mantienen las economías sudamericanas y africanas con China.
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