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Los sulfitos son unos derivados del azufre que se emplean como aditivos por sus
propiedades conservantes, antifúngicas, antimicrobianas y antioxidantes. La
polémica que ha surgido en torno a sus efectos para la salud ha llevado a
demonizarlos. Buena prueba de ello es que algunas marcas de alimentación
proclaman en el empaquetado de sus productos que están libres de estas
sustancias.
Efectivamente, uno de los hechos menos conocidos es que toda levadura crea
pequeñas cantidades de sulfitos como un subproducto de la fermentación. Esto
significa que cualquier tipo de alimento o bebida sometido a proceso de
fermentación (bollerías, pan, cerveza, vino, sidra, queso, yogur...) contienen
algunos sulfitos.
El modo en que se aplica el sulfito depende del recipiente donde se añada, así
si es un depósito muy grande, de más de 10.000 litros, conviene aplicarlo como
gas de bombona. Si es un envase pequeño, conviene hacerlo como
metabisulfito. Y si son barricas vacías, conviene hacerlo quemando una pastilla
de azufre de 5 gr.
Ahora bien, de cara a la calidad del vino es importante señalar que el sulfuroso
total se compone de la suma del "Sulfuroso Libre" más el "Sulfuroso
Combinado". Para el enólogo sólo es útil el libre; por lo tanto, el buen enólogo
es aquel que con menos total consigue más libre.
Por otro lado, la ley, tanto en Europa como en EEUU, obliga a que todos los
vinos que superen los 10mg/l deban informar en la etiqueta que "contiene
sulfitos". El etiquetado es necesario porque un pequeño porcentaje de la
población es sensible o alérgico a los sulfitos.
Desde el punto de vista del análisis sensorial, cuando un vino contiene más de
35 mg/l de sulfuroso libre, puede picar ligeramente la nariz; y si es tinto, perder
algo de color, que después se recupera. El mayor peligro para los vinos es la
enfermedad del avinagrado, que se detecta por la acidez volátil. Este fenómeno
es irreversible, por lo que, cuando la acidez volátil dice que un vino tiene ya
defecto de avinagrado, entonces ya no hay remedio. Pero la acidez volátil sube
cuando baja de 10 el sulfuroso libre. Por tal razón, vigilando el sulfuroso libre
de los vinos, se evita esta alteración.
¿Naturales o añadidos?
Pérdida de nutrientes
Uno de los motivos por los que los sulfitos no pueden emplearse en cualesquiera
productos es la capacidad que tienen para descomponer la tiamina o vitamina
B1 en sus componentes, tiazol y pirimidina. “Esta vitamina es indispensable para
nuestro organismo”, recuerda Ares. “Por este motivo, el uso de los sulfitos debe
permanecer restringido al mínimo nivel necesario tecnológicamente, sobre todo en
alimentos ricos en vitamina B1 como la carne”.
Alrededor de un 3 por ciento de los adultos y un 6 por ciento de los niños sufren
algún tipo de intolerancia alimentaria. Son muchos los alérgenos de alimentos que
pueden causar síntomas pero, según la normativa europea (Reglamento 1169-
2011), solo son 14 los que es obligatorio notificar en el etiquetado. Entre ellos
están los sulfitos, que deben declararse con los términos sulfito o dióxido de azufre
en los alimentos que los contengan en cantidades superiores a 10 mg/Kg o 10
mg/L.