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La Guerra Civil Española no era sólo un combate entre fascismo y democracia. En primer
lugar, fue un conflicto militar iniciado con el golpe estado que enterró las soluciones políticas
y puso en su lugar las armas. Fue también una guerra de clases entre diferentes concepciones
del orden social, una guerra de religión entre catolicismo y el anticlericalismo, una guerra en
torno a la idea de la patria y de la nación, y una guerra de ideas de credos que estaban en
pugna en el escenario internacional.
Si bien España no había participado en la Primera Guerra Mundial, existía división y tensión
dada por el proceso de modernización entre quienes temían al bolchevismo y a las diferentes
manifestaciones del socialismo, amantes del orden y la autoridad, y quiénes soñaban con un
nuevo mundo igualitario que surgía de la lucha a muerte entre las clases sociales.
Con la proclamación de la República se pusieron en primer plano algunas tensiones que
existían o se habían germinado con la industrialización, el crecimiento urbano y los conflictos
de clase. Así se abre un abismo entre varios mundos culturales antagónicos, entre católicos
practicantes y anticlericales convencidos, amos y trabajadores, iglesia y estado, orden y
revolución. El anti republicanismo venía de los sectores más influyentes de la sociedad, los
hombres de negocios, los industriales, los terratenientes, la iglesia y el ejército. La CEDA fue
el primer partido de masas de la historia de la derecha española creado en 1933 que se
propuso defender el cristianismo y combatir la legislación sectaria de la República. Debido a
la derrota electoral en 1936 este sector se propuso restablecer el orden a través de las armas.
La guerra civil empezó porque una sublevación militar debilitó y socavó la capacidad del
estado y del gobierno republicano para mantener el orden. El golpe de muerte a la República
se lo dieron desde adentro, desde el propio seno de sus mecanismos de defensa, los grupos
militares que rompieron el juramento de lealtad a ese régimen en julio de 1936. La Guerra
Civil Española fue el resultado inmediato de un golpe militar frente al cual las clases
trabajadoras con sus organizaciones, acciones colectivas y movilizaciones aparecieron en el
escenario público, en la calle, en el parlamento, en las instituciones políticas como poderosos
contendientes a los que ya no se podía excluir de sistema.
El autor considera como Guerra Civil una lucha violenta por el poder que incluye a militares
y población civil dentro de las fronteras de un estado y donde el gobierno de la nación es uno
de los principales contendientes. En el caso de la Guerra Civil Española los protagonistas
principales fueron el gobierno de la República y los militares rebeldes. Aunque desde el
momento en que el golpe militar debilitó las estructuras políticas coercitivas y administrativas
del Estado grupos y milicias armadas de diferentes tipos se metieron en el combate.
Se crearon en todos los pueblos comités antifascistas locales y revolucionarios, también
colectivizaciones campesinas. Los revolucionarios con sus milicias, sus colectivizaciones y
sus comités asesinaron a industriales terratenientes y a numerosos miembros de las
organizaciones políticas más conservadoras. Fue la CNT, la organización anarcosindicalista,
la que dirigía al pueblo en armas.
Debido al llamado terror rojo la República no pudo obtener apoyo internacional, aunque no
fue el principal motivo que motivó a las potencias democráticas a abandonarla prácticamente
sola ante el nazismo y el fascismo. Parece obvio que el miedo a la Revolución bolchevique
que había triunfado en Rusia pusieron en contra de la República a los consejos de
administración de las grandes empresas y a las cancillerías diplomáticas de los países
occidentales. Con respecto a las ayudas internacionales, fue la ayuda italo-germana la que
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La Guerra Civil Española se manifestó en un violento combate político sobre los principios
básicos en torno a los cuales debe organizarse la sociedad y el estado. La reacción inicial del
gobierno francés (del frente popular, de socialistas y radicales) fue poner en marcha un plan
de ayuda para proporcionar material a la República Española. Parecía haber razones políticas
y militares que así lo aconsejaban: se trataba en ambos casos de repúblicas democráticas y a
Francia le interesaba tener en la frontera pirenaica un régimen amigo que, en caso de una
guerra europea, garantizara al tránsito entre las colonias africanas donde se encontraba un
tercio de su ejército y el territorio francés. Sin embargo, ese plan de ayuda no se pudo poner
en práctica, existió una opinión pública dividida: mientras que la izquierda en general mostró
su simpatía por la causa republicana, la derecha política, los católicos y amplios sectores de la
administración estatal y del ejército rechazaron el plan de ayuda.
Por otra parte, la actitud del gobierno del Reino Unido, aliado principal de Francia en Europa,
terminó por inclinar la balanza en contra de esa decisión inicial de enviar ayuda. Los
conservadores británicos en el poder desde 1931 temían que cualquier intervención en el
conflicto español obstaculizara su política de apaciguamiento con Alemania. Ese fue el punto
de partida de la política de no intervención que se puso en marcha desde el verano de 1936.
Sin embargo, no se pudo evitar la internacionalización de la Guerra Civil Española ya que las
peticiones de ayuda de Franco a Hitler y Mussolini fueron exitosas. En consecuencia, la
República que era un régimen legítimo se quedó inicialmente sin ayuda y los militares
rebeldes carentes de legitimidad recibieron casi desde el primer momento el auxilio
indispensable para hacer frente a la guerra provocada por ellos. El golpe de estado que no
había logrado su principal objetivo de hacerse con el poder se transformó así en una guerra
civil porque la ayuda ítala germana permitió a los militares rebeldes trasladar el ejército de
África a la Península, alrededor de unos 10,000 solados.
Mussolini resolvió apoyar a los militares rebeldes por razones geoestratégicas: ganar un
aliado en el Mediterráneo occidental y debilitar así la posición militar francesa. Estados
Unidos siguió manteniendo su política de neutralidad de británica mientras que la política de
no intervención partió del gobierno francés y del frente popular. Tuvieron la consideración de
evitar una intervención que enemistara a Francia con Italia y complicara la paz en el
Mediterráneo.
Gran Bretaña tuvo divisiones ya que los círculos diplomáticos, aristocráticos, burgueses y la
jerarquía de la iglesia anglicana apoyaban a los militares rebeldes. Mientras que el partido
laborista, los sindicatos y muchos intelectuales se inclinaban por la causa republicana, de
manera que la sociedad británica sufrió un cisma profundo.
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nuevo armamento que estaba desarrollándose en estos años de rearme previos a una gran
guerra que se anunciaba.
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