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Ética aplicada

Introducción.

El Siglo de la gran prueba, horizonte de exterminio de nuestra especie, armas de destrucción masiva, desastre
ecológico, etc. El funcionamiento expansivo del capitalismo nos lleva más allá de los límites de la biosfera.
Perspectiva intramuros, dentro de la ciudad, prestamos atención a lo que sucede dentro de nuestros grupos de
referencia y poca atención a la perspectiva extramuros, fuera de nuestro grupo.

Etimología: la moral (mores) tiene que ver con los hábitos y costumbres (algunos de ellos), ética proviene de ethos,
que significa talante, ánimo o hábitos. Hablamos de moral como el conjunto de comportamiento que solemos
considerar válidos, mientras que la ética supone la reflexión acerca de por qué los consideramos válidos. La moral es
entonces el objeto del que se ocupa la ética y la ética filosofia moral. Límites que nos ponemos en la tarea de dar
sentido a la acción en relación con los demás. Indagación sobre la convivencia, pero hay entonces ética que no sea
aplicada. Cuatro clases de preguntas; 1. ¿Debo hacer ‘y’? 2. ¿Cree ‘x’ que le está permitido ‘y’? 3. ¿Qué razones o
justificaciones podemos dar para responder a la primera pregunta? ética normativa. 4. Metaética, reflexión de
segundo orden, ¿en qué sentido se usan los términos morales? Aclaraciones sobre el uso y el significado de lo
normativo, así como cuestiones relativa a su fundamento.

La moral como estructura es inesquivable y quiere decir que la realidad moral es constitutivamente humana, no es un
ideal sino una necesidad impuesta por la naturaleza, perseguir propósitos deliberadamente y no instintivamente es algo
que nos caracteriza que está relacionado con nuestra capacidad para el lenguaje. No podemos situarnos más allá del
bien y del mal siempre estamos en contextos evaluativos y normativos donde suele surgir la pregunta por el
fundamento de nuestras acciones. Somos seres irremediablemente morales, estamos enfrentados con nosotros mismos.

La pregunta socrática ¿cómo he de vivir (o convivir, lo hacemos en grupos)? Se plantea como una pregunta por la
vida buena, eudaimonia, traducible más por dignidad que por felicidad. Esa es la pregunta fundamental de la ética.
Hay un momento en que toma el protagonismo la pregunta por las reglas o normas buenas que solemos situar en el
Ilustración, siendo esta la segunda gran pregunta de la filosofia práctica, cómo me relaciono con el otro, qué
obligaciones han de regularlo. Si atendemos a esas dos grandes preguntas vuelve a surgir una distinción entre moral y
ética diferente, asociando la ética con la pregunta por la vida buena y la moral por las reglas correctas.

En los grupos humanos en que nos encontramos se dan muchas morales vigentes, de las que podemos tomar distancia
y reflexionar créticamente sobre ellas, ¿son los valores valiosos o no? En este caso la ética se concibe como una
reflexión personal y la moral como las costumbres de la sociedad en las que estamos inmersos. La idea de autonomía
es básica para la tradición moral, sobre todo desde la Ilustración, sin embargo ese ideal es mucho más difícil de lo que
puede parecer, estamos inmersos en redes de interdependencia. La mayor parte de las decisiones que tomamos,
según nuevos estudios, las tomamos de manera inconsciente o en niveles bajos de conciencia. Nuestros juicios
morales se forman de manera intuitiva, es un prejuicio, y solo después podemos razonar o elevarnos sobre ese
prejuicio.

¿Qué son las normas, en concreto las normas morales? Imperativos generales recíprocos (exigidos de unos a otros)
que se deben justificar adecuadamente en un contexto social, responden a criterios de justificación exigentes.
Debemos tener también en cuenta los sentimientos morales, siendo los básicos la indignación moral, la culpa o la
vergüenza, y en ese juego de exigir o esperar ciertas conductas esos sentimientos desempeñan un papel importante.

A qué responde ese cambio de énfasis desde la vida buena hacia los deberes en la filosofia moral, responde a un
cambio histórico, lo que ha prevalecido a lo largo de la historia de la especie ha sido la convivencia en grupos
humanos pequeños en contextos locales, de manera creciente los grupos son más amplios y los contextos mundiales,
estamos en la época moral de largo alcance, a partir del s.XVI aproximadamente tenemos la tendencia de ampliar la
comunidad moral. Los efectos de nuestras acciones se prolongan en el tiempo cada vez más.

El mundo moderno está separado del premoderno por una gran zanja, la conquista de América, la emergencia de la
ciencia moderna, los inicios del capitalismo mercantil, etc. debemos asociarlo al cambio de énfasis en las preguntas
morales; de la vida buena a las normas y deberes. Ricoeur sugiere comparar la tarea ética con un triángulo de tres
vértices; (1) la aspiración a la vida buena (2) junto con los otros (3) en el marco de instituciones justas. El yo
(primera), que aspira a la vida buena, en dialogo con un tu (segunda) y en el contexto de un él (tercera persona). De
entrada, la libertad como posibilidad de autonomía y desde el polo del yo es el punto de partida para la ética pero ésta
solo empieza cuando reconozco en el otro un yo que también desea realizar su libertad, el rostro del otro me requiere,
su reconocimiento es el momento fundamental de la ética y además siempre sucede en contextos dados, donde ya hay
una moralidad positiva o vigente, el proyecto de libertad de cada surge en el contexto de valores morales establecidos.
Toda nueva praxis se inserta en una praxis establecida por la acción moral de nuestros predecesores. Ricoeur, defendía
la primacía de la ética sobre la moral, la vida buena sobre la obligatoriedad de la norma, sin embargo la primera debe
pasar por la segunda, no podemos pensar solo en términos de como logro mi dignidad despreocupándome de los otros.
La posibilidad de daño es la que nos impide desentendemos de la moral como norma. La vida política moral sucede
más bien a través de la relaciones asimétricas, la moral se expresa por medio de prohibiciones, reviste la preocupación
o cuidado del otro frente a la violencia o su amenaza.

1. Sustentabilidad.

Tres grandes dimensiones de la crisis ecosocial: calentamiento climático, cenit de los combustibles fósiles y crisis de
diversidad biológica.

Se han dado muchas definiciones de aquello en que consiste una sociedad sostenible, por ejemplo: la Comisión
Brundtland de las Naciones Unidas (en 1987) o la World Commission on Environment and Development (en el
mismo año). Nos vamos a quedar con las dos que dio en El concepto moderno de sustentabilidad el ingeniero Arturo
M. Calvente de la Universidad Abierta Interamericana: “El desarrollo económico, el bienestar social y la integración
están unidos con un medioambiente de calidad. Esta sociedad tiene la capacidad de satisfacer sus necesidades actuales
sin perjudicar la habilidad de que las generaciones futuras puedan satisfacer las suyas”. En el mismo estudio, se
plantea también una definición en términos económicos: “Sustentabilidad es la habilidad de lograr una prosperidad
económica sostenida en el tiempo protegiendo al mismo tiempo los sistemas naturales del planeta y proveyendo una
alta calidad de vida para las personas”.

La idea básica de la sustentabilidad es procurar el bienestar ambiental para lograr una correcta relación entre la
naturaleza y sus recursos con la especie humana y sus necesidades biológicas, económicas y sociales.

A. Elementos de ecología política para el Siglo de la Gran Prueba.

La ecología política es una disciplina que estudia la interacciones entre los sistemas naturales y sociales. Engloba,
entre otras cosas: 1) Diagnósticos sobre la situación en que la actividad humana ha puesto al planeta. 2) Desarrollo de
una serie de herramientas teóricas y medidas concretas que nos sirven para ir acercándonos a eso que referimos con
“crisis ecosocial”. 3) La capacidad de elaborar escenarios de futuro, propuestas utópicas u distópicas dentro del ámbito
de la filosofia y la literatura.

Podemos citar algunos hitos en la historia de la ecología política como los siguientes:

1968: Mensaje de Menton. Se trató de una petición de científicos a los líderes políticos para que emprendieran
acciones inmediatas contra el cambio climático, en un gesto de ecología activa. 1971: Barry Commoner, El círculo
que se cierra. 1971: Donella y Dennis Meadows, Los límites del crecimiento. 1972: Goldsmith, Allen, Allaby, Davoll
y Lawrence (grupo de científico), Manifiesto para la supervivencia. Aboga por las urgentes medidas correctas que
impiden la degradación suicida a que lleva el comportamiento general que tenemos hacia la naturaleza y sus recursos.
1972: René Dubos y Barbara Ward, Una sola Tierra. Se trató de un texto redactado para la primera conferencia de la
ONU sobre medio ambiente. 1972: Conferencia de la ONU sobre Medio Ambiente. 1979: Conferencia Mundial de la
ONU sobre el clima.

En la obra señalada en 1971, las autoras sostienen solo se podría mantener el equilibrio si se limitasen las tendencias
de crecimiento exponencial, que es de suyo insostenible. Podemos comprender aquí la ecología social como una teoría
de los límites del progreso y el desarrollo. El peligro es que las economías están diseñadas como si el crecimiento
ilimitado fuese posible (lógica de las deudas, intereses, etc.). El ser humano fue reconocido a partir de obras como ésta
un habitante de dos mundos: la ecosfera, el mundo natural habitado, y la tecnosfera, el conjunto de instituciones y
dispositivos humanos. Commoner señala, en este aspecto, que se está produciendo un serio desequilibrio entre la
tecnosfera y la ecosfera, un desequilibrio que él llama a corregir.

Podríamos complementar estos hitos con una larga lista de manifestaciones, constituciones de grupos ecologistas,
acciones ecologistas… Quizá un problema a advertir de la lista es que se trata de hitos limitados y mayormente
institucionales. En los años 60 y 70 del siglo pasado, en cualquier caso, se dieron los inicios de los actores de la
ecología política, que comenzaron a lanzar advertencias. Lo importante es que veamos que en el diagnóstico formado
por el entrecruzamiento de todos éstos hitos ya teníamos al menos 30 elementos presentes: 1) La comunidad científica
alertando sobre un problema de escasez de recursos y generación excesiva de desechos. 2) Las instituciones políticas a
nivel internacional reconociendo la importancia del problema y dando pasos especialmente declarativos, no solo en el
norte global: surgió una preocupación global por el estado del medio ambiente con eco institucional y político. 3) Una
movilización y concienciación creciente de la sociedad civil en torno al problema. La historia de los movimientos
sociales siempre es un tránsito de minorías a mayorías, y la contracultura tuvo un gran peso en los primeros años de la
lucha climática.

En esta época se generalizaron términos como sostenibilidad y biodiversidad. El metabolismo de las sociedades
primigenias se basaba en equilibrios orgánicos, pero esto cambió durante la revolución industrial al darse un paso
desde una economía de flujos eco-agrícola tradicional a una economía de stocks, que pasó a ser una economía ya no
solo planetaria sino también del subsuelo. El ser humano se empezó a hacer cargo de los minerales concentrados de la
geosfera.

Ecología política y ciencia.

La ecología política para hablar de su propia disciplina depende de la ciencia como fuente epistémica privilegiada,
pues necesita prestar atención a los estados de los diferentes ecosistemas con un profundo conocimiento de los
mismos. El modo de conocer científico tiene varias características que lo hacen especialmente relevante y valorado,
pese a no poder desligarse de ciertas formas concretas de práctica social: en general, la ciencia propone hipótesis y las
somete a prueba experimental. Se trata de un procedimiento públicamente contrastable, ya que cualquiera puede
recorrer los razonamientos y repetir los pasos de cualquier experimento o investigación para verificarlos
(reproductibilidad). Además, funciona con procedimientos autocorrectivos que permiten que los errores y las
debilidades individuales sean superados en el trabajo colectivo a lo largo del tiempo. El/la científica hace preguntas a
la realidad y dialoga con ella.

Por todas estas razones, la ciencia se hace imprescindible para tomar decisiones informadas. Aquí hay que tener
siempre en cuenta que existen otros modos de hacer ciencia que investigan la realidad mediante el interrogatorio, la
dominación y la tortura. Frente a estas formas violentas de la heurística, la perspectiva ecológica apuesta por un modo
de conocimiento basado en la contemplación, la admiración y el respeto.

 Primera perspectiva: dominación.

Una lectura que ha generado grandes recelos hacia la ciencia en Occidente es que no siempre ha sido respetuosa. Hay
una tradición científica que encaja con la degradación y la dominación de la naturaleza; en términos mayoritarios, la
ciencia sí se considera un método válido, siempre y cuando se entienda como diálogo o conversación con la
naturaleza. Son famosas algunas formulaciones de Francis Bacon (1561-1626) que comparaba la experimentación
sistemática con la violación y la tortura de la naturaleza, concebida como una hembra. El filósofo inglés, como se
sabe, asignó a la ciencia la finalidad de dominar la naturaleza y enunció que “a la naturaleza no se la domina sino
obedeciéndola”.

La epistemóloga feminista Carlyn Merchant sostiene que la filosofía de Bacon “trata a la naturaleza como una hembra
a la que hay que torturar con inventos mecánicos”, al modo de “los instrumentos mecánicos empleados para torturar a
las brujas”.

 Segunda perspectiva: admiración y respeto.

En esta línea pensaba también Alexander von Humboldt (1769-1859), uno de los fundadores de la ecología, las
ciencias de la tierra y los esfuerzos por comprender las totalidades que en la segunda mitad del siglo XX
desembocarían en la teoría de sistemas y los enfoques de la complejidad. Para el gran investigador alemán el objeto
del conocimiento de la verdad debería ser “no el poder sino el disfrute de la vida”; sus esfuerzos científicos se dirigían
a “despertar un conocimiento de todas las cosas dignas de amor”. En su obra magna: Cosmos (que comenzó a publicar
en 1845) trataba de explicar cómo en la naturaleza cada cosa estaba conectada con todas las demás, cómo todas las
fuerzas de la naturaleza se hallaban en mutua dependencia. Esta narrativa de la interdependencia e interrelación abre la
necesidad de equipos multidisciplinares.

En el siglo XX, el biólogo y antropólogo Gregory Bateson representaría estas posiciones. Padecemos una verdadera
neurosis de control, también en nuestra relación con el conocimiento y el mundo que nos rodea. El ecólogo Aldo
Leopold fue otro de esos autores que contribuyeron a la elaboración de diagnósticos para la ecología política
apoyándose en la ciencia. En sus palabras, nos encontramos en la contraposición entre “la ciencia que afila su espada
versus la ciencia que ilumina su universo”. A la ciencia que afila su espada se asocia homo sapiens como conquistador
y la naturaleza como esclava; a la ciencia que ilumina su universo corresponde homo sapiens como ciudadano biótico,
y la naturaleza como comunidad biótica. Así, como vemos, la disyuntiva sería entre una ciencia que tiende a la
dominación, mientras otra versión de la ciencia se inclina hacia la simbiosis.

Diagnósticos.

Tres imágenes para pensar la crisis ecosocial:

- Paso de un mundo vacío a un mundo lleno (Herman E. Daly, Jorge Riechmann).

La humanidad extrae recursos y genera desechos muy por encima de lo que la Tierra puede soportar, lo cual genera
una interacción muy destructiva en un mundo lleno de sistemas económicos y sistemas naturales enfrentados, ambos
incapaces de recuperarse.

- Paso del Holoceno al Antropoceno o Capitaloceno (Will Steffen, Paul Josef Crutzen).

El Holoceno es una etapa de gran estabilidad y de temperaturas templadas. La imagen del Antropoceno sugiere la idea
de que la principal fuerza geológica de este nuevo periodo es la actividad humana, lo que nos da por supuesto mucha
responsabilidad, somos el principal actor geológico.

- Nueve límites planetarios (Johan Rockström y Stockholm Resilience Centre).

Esta lista ha recibido actualizaciones sucesivas. En ella se sitúan los nueve factores biofísicos fundamentales del
planeta, que de alterarse por encima de un límite abrirían la puerta a escenarios de incertidumbre y desequilibrio
difícilmente predecibles. Los nueve límites son: 1) el cambio climático, 2) la pérdida de la biodiversidad, 3) los flujos
biogeoquímicos, 4) los cambios en los usos del suelo, 5) la acidificación de los océanos, 6) el agotamiento de ozono
no estratosférico, 7) el consumo mundial de agua dulce, 8) la contaminación atmosférica por aerosoles y 9) la
contaminación química. Los límites a la integridad de la biosfera y a los flujos biogeoquímicos ya han sido seriamente
comprometidos.

Algo preocupante de la crisis ecológica es que no es fácil achacar responsabilidades: ¿quiénes disfrutan los bienes
ecológicos, quienes sufren los males ecológicos? Resulta relevante la idea de Fernández Buey de crisis de
civilización: “Una crisis de civilización tendría que caracterizarse como un momento histórico en el cual llegan a un
punto crítico (ese punto crítico en el que el mal o la enfermedad ya da la cara o canta, que dicen los médicos) no sólo
las estructuras socioeconómicas, sino también las instituciones políticas y culturales así como el sistema de valores
que configura y da sentido a una determinada cultura”.

Otra cita relevante, en este caso de John Bellamy Foster, Brett Clark y Richard York en T he Ecological Rift: “El orden
metabólico social del capitalismo es intrínsecamente antiecológico, puesto que subordina sistemáticamente a la
naturaleza en su búsqueda de acumulación y producción ilimitadas a escalas cada vez mayores. […] Más que asumir
las grietas metabólicas, los límites naturales y/o las contradicciones ecológicas, el capital trata de jugar como un
trilero con los problemas medioambientales que genera, moviéndolos de un lado a otro sin afrontar las causas
fundamentales”.

La crisis ecosocial combina dos problemas a la vez y una respuesta conjunta puede no ser posible. Frente a la
insostenibilidad social, sería necesario satisfacer las necesidades de la población mundial; frente a la insostenibilidad
ecológica sería necesario revertir el choque con los límites biofísicos del planeta. Cómo hacer las dos a la vez parece
complejo, debemos poder reducir la producción y el consumo sin que ello ponga en riesgo la justicia o la igualdad.

Herramientas.

Por lo que hemos visto ahora la crisis ecosocial global aparece como un hiperobjeto, es decir, un objeto que se da a
una escala mayor que la antrópica (también existirían microbjetos como las supercuerdas o átomos). Guiarán la
reflexión elementos como: el enfoque ecointegrador, la poliética extramuros, la interdependencia y ecodependencia, el
ir más allá de la respuesta individual y la pedagogía (de la huella ecológica, los esclavos energéticos, el ciclo de
vida…).

El concepto de overkill: otra de las razones por la que nuestra era es diferente a todas las demás es que ahora algunas
naciones tienen la capacidad para destruir el planeta varias veces. El concepto de extralimitación no es menos
relevante: parece que en cierto sentido hemos ido más allá de los límites geofísicos del planeta. La huella ecológica
generada por el sistema industrial planetario, comparada con la biocapacidad del planeta, tiene un impacto del 170%
mayor. Otra herramienta conceptual es la de la gran aceleración; desde los años 80, la huella ecológica no ha dejado
de crecer exponencialmente en forma de los llamados escalones energéticos.

El enfoque ecointegrador y ecosocial, propuesto por J. M. Naredo, pretende integrar en el análisis la perspectiva del
mundo finito con recursos limitados y la conciencia de seres sociales con la de seres naturales, lo cual recuerda a la
poliética extramuros de J. Riechmann y F. Buey.

Conocimiento y verdad.

En ecología política, la distancia teórica que adoptemos respecto al objeto de estudio no puede ser del tipo de
“objetividad libre de valores”. Es imposible dejar de involucrarse personalmente en la investigación: el/la estudiosa
forma parte de la misma realidad que estudia, la que es la sociedad humana y el entorno natural en el que vive. La
defensa de la razón no desde su supuesta fortaleza, sino desde su fragilidad, es por lo que se apuesta para lograr un
racionalismo bien temperado: el pensamiento crítico y la ciencia social crítica pueden ganar la fuerza de un
“racionalismo atemperado por la conciencia crítica de lo que ha sido y es la vida de los hombres” (Francisco
Fernández Buey, La ilusión del método, Crítica, Barcelona 1991, p. 245). En palabras de Dennet, “Deseamos que la
ciencia sea objetiva, aunque no deberíamos desear que sea neutral”.

Otras citas relevantes del autor: “Es muy útil la forma en que Robert Proctor nos muestra la diferencia entre
neutralidad y objetividad. Los geólogos, dice, saben mucho más sobre los esquistos petrolíferos que lo que saben
sobre otras rocas –por obvias razones económicas y políticas–, pero conocen objetivamente los esquistos petrolíferos.
Y muchas de las cosas que saben sobre los esquistos petrolíferos pueden ser generalizadas a otras rocas menos
favorecidas. Deseamos que la ciencia sea objetiva; aunque no deberíamos desear que sea neutral. Los biólogos saben
más cosas sobre la mosca de la fruta, Drosophila, de lo que saben sobre otros insectos…”.

La ecología política sí considera que existe un mundo objetivo que nos da señas de estar maltrecho, por lo que asume
un compromiso con la verdad y una responsabilidad para con las propias creencias que conlleva el esfuerzo constante
por encontrar la verdad mediante virtudes epistémicas. Para esto hay que tener en cuenta los peligros del wishful
thinking (pensamiento mágico o pensamiento desiderativo) y los sesgos cognitivos.

Tenemos responsabilidad con nuestras creencias: La acción humana basada en creencias erróneas llevará con
frecuencia a malos resultados, y la renuencia a revisar creencias que sabemos mal fundadas es censurable. Mantener
creencias irracionales, contra la evidencia disponible, es una falta moral (y puede ser gravísima): pensemos en el
negacionismo frente al calentamiento climático, por ejemplo.

B. Pensar para mañana lo que puedes hacer hoy: ¿hay alternativas?

Podríamos decir que el fin de la ecopolítica es la sostenibilidad. La ecopolítica como disciplina tiene una dimensión
histórica de valoración de los diagnósticos de los expertos, por ejemplo la revisión de los límites del crecimiento
realizada por Ugo Bardi en Los límites del crecimiento retomados (2014).

El intento de pensar escenarios alternativos tiene una enorme importancia en ecopolítica, y parece tener también una
vinculación fuerte con la condición humana el impulso de desarrollar escenarios para planificar un futuro deseable.
Esto no quita que la predicción del futuro pueda generar cuestiones problemáticas, pues la ecología política puede
desbarrar en desmesura por intentar predecir el futuro, incluso con las predicciones científicas más certeras en la
mano. Esto significa al menos una cosa: no hay determinismo, todo depende del tipo de acción que tomemos. Todo
esto conecta directamente con la idea de las utopías como horizontes de transformación social.

Las cinco etapas del crecimiento de Walt Rostow [cap. 1.]: 1) La sociedad tradicional. En esta primera etapa las
técnicas agrícolas y artesanales funcionan de techo para la productividad económica de un país. 2) Condiciones
previas al despegue. Encontramos acontecimientos como la apertura de bancos, la creación de infraestructuras de
comunicación, la adaptación de la educación a la economía moderna y similares. 3) El despegue. El crecimiento pasa a
ser el estado normal del PIB, la estructura social y política se modifican de forma que pueda sostenerse de manera
regular una tasa de crecimiento constante. 4) El camino a la madurez. Se establece una amplia gama de industrias
modernas independientemente de la base de recursos del país. 5) La era del consumo masivo a gran escala. El
crecimiento proporciona el suficiente excedente de renta para que las familias empiecen a comprar bienes de consumo
duradero.

Erik Olin Wright: Construyendo utopías reales (2014).

Este autor propuso un triple criterio formal (deseabilidad, viabilidad, factibilidad) al que hay que dotar de contenido
en cada situación para pensar y evaluar las alternativas para el futuro. Una cuestión problemática en la que cabe
argumentar es quién decide sobre cada alternativa. El criterio se articula como sigue: alternativas indeseables y
deseables, en estas últimas: alternativas inviables y viables, y en éstas a su vez: alternativas factibles y no factibles.

Lo primero que debemos pensar es la deseabilidad de la alternativa: hasta qué punto queremos un futuro así. Si la
alternativa pasa el filtro (es deseable) pasamos a plantear su viabilidad, esto es: ¿cuenta con un plan adecuado de
transición que esté vinculado a la realidad? Por último, aplicamos el criterio de factibilidad, que evalúa la correlación
de fuerzas: con qué apoyos sociales y qué opositores cuenta una determinada alternativa. Este tercer criterio es
dinámico para la misma alternativa, cambia en el tiempo.

Este triple criterio de Olin Wright es interesante porque permite decidir entre alternativas a nivel teórico. Acuñó el
término de utopías reales, que desde entonces llevan trabajándose conscientemente. En palabras del propio Wright:
“Lo que necesitamos son utopías reales, esto es, ideales utópicos fundados en las potencialidades reales de la
humanidad, destinos utópicos que tengan paradas intermedias accesibles, planes utópicos para instituciones que
puedan informar nuestras tareas prácticas de navegar en un mundo de condiciones imperfectas de cambio social”
(2014).

Tenemos varios posibles escenarios para el futuro:

- Business as Usual:

Este escenario es muy criticado en el texto de Klein, es el escenario continuista, muy tratado por la ecología y por la
economía ecológica. Dentro de Esto lo cambia todo, Klein defiende que en esa línea encontraremos el futuro más
radical de todos: la mayoría de cosas acabarán muy mal para la mayoría si continúan las tendencias actuales. El futuro
se presenta así como algo muy indeseable en el que solo sobrevivirá una minoría. Algunos datos que atestiguan las
derivadas de este escenario son los estudios de los minerales y su agotamiento (Valero) y los datos sobre el Peak Oil
(Turiel).

- Utopía tecnófila:

Este escenario dibuja un futuro deseable en el que el ser humano podrá superar la crisis gracias a los avances de la
tecnología: sería un futuro de transhumanismo tecnocientífico, diseño utópico en el que habría una hibridación del ser
humano con máquinas para mejorar la especie, y una potencial inmortalidad de los individuos. Estas propuestas
cuentan con un respaldo científico variable pero, en cualquier caso, señalan un horizonte al que avanzar que plantea
ciertos pasos intermedios con un gran potencial de captar apoyo económico/empresarial en la forma de inversiones
millonarias para solucionar la crisis ecosocial mediante la tecnología con una perspectiva eufórico. Lo más
preocupante desde la ética política es la propuesta transhumanista de mejorar al ser humano física, mental y
moralmente.
Este escenario es muy problemático para gran parte de las autoras de ecología política, que la señalan llena de
trampas, desde la ecología se plantean algunas críticas: 1) Las consecuencias imprevisibles y nada razonables de
algunas de estas medidas. 2) La disponibilidad de materiales necesarios para poner las medidas en marcha. 3) Las
condiciones de reparto equitativas que resultarán de las medidas. 4) El reduccionismo contra la naturaleza: parecemos
incapaces de entender que no por haber generado problemas con la tecnología vamos a ser capaces de resolver los
mismos problemas mediante la tecnología. Quizá hemos puesto en marcha cambios sin retorno cuyos efectos solo
pueden ser amortiguados. 5) Concepción ecológica compartimentada. La ecología nos enseña que todo está
interrelacionado (por ejemplo, el modelo de los 9 límites planetarios) y que no se pueden acotar los problemas para
tomar medidas solo en un terreno.

- Proyecto ecologista de autocontención.

Más que atestiguar el fin del mundo habría que certificar el fin de un mundo: el de la mentalidad del crecimiento
infinito (Riechmann). Habría que ver cómo organizar sistemas ecosociales que pudieran encajar con los ecosistemas
en los que anidan y de los que dependen. En este punto encontramos muchas propuestas: 1) En el plano político,
institucional o legal: a través de la vía democrático-administrativa se pueden implementar muchos cambios en la vida
de la ciudadanía. 2) El grupo más numeroso: quienes, desde la sociedad civil y asociaciones de todo tipo llevan a cabo
movimientos o iniciativas micro de satisfacción sostenible o cooperativa de necesidades. 3) Señalar desde el presente
las grietas del sistema: aquellas personas que se han puesto a pensar desde el trasfondo de las economías reales, que se
plantean cómo podríamos organizar sistemas más sostenibles y justos desde el plano teórico. Para esto se haría
necesario un diseño de sistemas socioeconómicos que satisficieran necesidades sin tender al crecimiento ilimitado.
Aquí encontramos los modelos de parecon (democracia económica o economía participativa, o la famosa economía
colaborativa). Sabiduría: ser capaz de detenerse y de desandar un paso. Autocontención: autolimitarse para dejar que
exista el otro.

2. Una casa sobre suelo movedizo: ocho fallos estructurales de la visión occidental del mundo. Jeremy Lent.

Fallo 1: Los seres humanos son fundamentalmente egoístas

El Comunismo fracasó, se nos dice, porque estaba basado en una visión no realista de la naturaleza humana, mientras
que el Capitalismo triunfó porque se fundamenta en el uso de la naturaleza egoísta de cada individuo para el bien final
de la sociedad.

Nuevo fundamento: Los seres humanos son fundamentalmente cooperativos.

La antropología moderna y la neurociencia, muestran que la cooperación, la identidad grupal y el sentido de la justicia
son rasgos definitorios de la humanidad. Los humanos hemos evolucionado cooperando entre nosotros. Y esto se
convirtió en base de la cultura y a civilización. Cooperación, el 99% del tiempo de historia humana hemos cooperado.
Un ethos igualitario. Una ética compartida prevalecía sobre los aspectos de la vida, ejemplo de las amazonas y la
carne suya en el estómago de su hermano.

Fallo 2: Los genes son fundamentalmente egoístas

Desde la publicación de Richard Dawkins de El gen egoísta en 1976. La gente ha llegado a creer que la evolución es
una competición entre genes. Así pues, el altruismo, es interpretado en esta línea, como una forma sofisticada de
conducta usada por un organismo para prologar sus genes propios de forma más egoísta, como apunta el biólogo
Robert Trivers.

Nuevo fundamento: La naturaleza es una red

Ha sido fácilmente rechazado, pues los biólogos han adoptado un concepto de evolución, como una serie de sistemas
complejos e interconectados, en los que los genes, los organismos, la comunidad, la especie, y el entorno interactúan
todos unos con otros, tanto competitivamente como cooperativamente, en una red que se extiende en el tiempo y en el
espacio. Los ecosistemas se mantienen saludables por su interacción intensamente sincronizada entre muy diferentes
especies. Los árboles en un bosque, hemos descubierto, se comunican unos con otros en una red compleja que los
mantiene colectivamente con salud —un sistema al que se ha denominado la wood wide web.
Fallo 3: Los humanos están separados de la naturaleza

Desde Platón, con el tema del alma y la mimesis. Descartes, con la esencia de la persona es su pensamiento, y dejando
de lado el cuerpo. Pero, sobre todo, Francis Bacon y su proyecto de ciencia como dominación de la naturaleza. O el
antiguo testamento, con el mandato divino de dominación de Adán sobre Eva.

Nuevo fundamento: Los seres humanos son parte integral de la naturaleza

Estas ideas están tan intrincadas en la psique moderna que es fácil olvidar que son exclusivas de la visión europea del
mundo. Otras culturas a lo largo de la historia han visto a los humanos compartiendo el mundo en igualdad con todas
las otras criaturas. La tierra es su madre, el cielo su padre. Aquellos que deseen estar en armonía con la naturaleza, en
palabras del Tao Te Chin, deben ser “reverentes, como los invitados”. Los hallazgos de la Biología moderna y de la
Neurociencia validan el conocimiento.

Fallo 4: La naturaleza es una máquina

Otro mito cultural exclusivamente europeo proclama que la naturaleza es una máquina. Desde la revolución científica
del siglo XVII, la visión de la naturaleza como una maquina compleja se ha extendido mundialmente, llevando a
algunas de las más brillantes mentes de nuestro tiempo a perder de vista que esta frase es una metáfora, y a creer
erróneamente que la naturaleza es realmente una máquina. Como, Kepler o Descartes. También, Richard Dawkins,
reactualiza el mito cartesiano en forma de vida como bits.

Nuevo fundamento: LA naturaleza es un factual auto-regenerativo

En décadas recientes, los pensadores de sistemas han transformado nuestra comprensión de la vida, mostrando como
un sistema auto-regenerativo y autoorganizado, que se extiende como un fractal a una escala siempre creciente, de una
simple celular a un sistema global de vida en la Tierra. Todo en el mundo natural es más dinámico que estático, y los
fenómenos biológicos no pueden predecirse con precisión: en lugar de leyes fijas, necesitamos investigar los
principios organizativos subyacentes de la naturaleza. Esta nueva concepción de la vida nos lleva a reconocer la
interdependencia intrínseca de todos los sistemas vivientes, incluido el humano. Nos ofrece las bases de un futuro
sostenible en el que la tecnología es utilizada no para conquistar la naturaleza o para reorganizarla, sino para
armonizarnos con ella haciendo así́ nuestra vida más floreciente y llena de sentido.

Fallo 5: El PIB es una buena medida de prosperidad.

El pib mide la velocidad a la que transformamos la naturaleza y las actividades humana en economía monetaria, sin
considerar si esa transformación es beneficiosa o nociva. No establece distinción entre las actividades del bien estas y
aquellas que la reducen.

Nuevo fundamento: Medir la prosperidad genuina de un país.

Estas medidas alternativas ofrecen una historia muy diferente de la experiencia humana en los últimos cincuenta años,
que la que nos muestra el PIB. Los investigadores han desarrollado una medición denominada. Indicador del Progreso
Genuino (GPI, por sus siglas en inglés), que registra aspectos negativos como la desigualdad de ingresos, la polución
ambiental, o el crimen, así́ como aspectos positivos como las actividades de voluntariado o el trabajo doméstico, como
producción nacional. Cuando se aplicó́ este índice a diecisiete países del mundo, se descubrió́ que, aunque el PIB ha
crecido continuamente desde 1950, el GPI mundial alcanzó un pico en 1978 y no ha hecho sino decrecer desde
entonces. Una vez que comencemos a medir el éxito de nuestros políticos basándonos en el GPI, y no en el PIB, será́
más factible que el mundo se mueva hacia un modo de vida más sostenible antes de que sea demasiado tarde.

Fallo 6: La tierra puede sostener el crecimiento limitado

La economía mundial seguirá creciendo indefinidamente, pero es imposible. Para sostener nuestra velocidad actual de
expansión, la apropiación por los humanos de la Productividad Primaria Neta debería duplicarse o triplicarse a mitad
de siglo. Si echamos cuentas, esto no puede conseguirse en un solo planeta tierra. En palabras del teórico de sistemas
Kenneth Boulding: “Quien crea que el crecimiento exponencial puede continuar siempre en un mundo finito es o un
loco o un economista”.

Nuevo fundamento: Creer en calidad, no en consumo


Transformar nuestra cultura subyacente. Proponer una economía circular, de rosquilla, distributiva, de estado
estacionario… con la que estemos comprometidos. Hemos de despertar la conciencia pública.

Fallo 7: La tecnología es la solución.

Una razón por la que nos enfrentamos a una crisis global de sostenibilidad es que nuestra cultura alimenta actitudes
destructivas hacia la Tierra. La tecnología ha traído una plétora de mejoras en la experiencia humana, pero al mismo
tiempo, ha empujado la creencia subyacente occidental de que “conquistar la naturaleza” es el principal vehículo del
progreso. La naturaleza, sin embargo, no es un enemigo que conquistar, y cada paso que damos en esa dirección
desestabiliza más y más la intrincada relación entre los humanos y nuestra única fuente de vida y de futuro floreciente,
la Tierra.

Nuevo fundamento: El cambio sistémico, y no el arreglo tecnológico

En lugar de confiar solamente en la tecnología, las soluciones verdaderamente efectivas trabajan con las bases
sistémicas de nuestras crisis, transformando las practicas que han causado el problema en primera instancia. La
agroecología, por ejemplo, un enfoque de la agricultura basado en los principios de la ecología, contempla la tierra
como un sistema profundamente interconectado, reconociendo que la salud de los seres humanos y la de la naturaleza
son interdependientes. La agroecología diseña y gestiona los sistemas de alimentación para que sean sostenibles,
aumentando la fertilidad del suelo, reciclando nutrientes, e incrementando la eficiencia de la energía y del agua.

Fallo 8: EL universo no tiene sentido

Enfoque reduccionista de la ciencia. Mundo como ensamblaje de partes que pueden analizarse por separado. Se
fundamenta en la desconexión, la separación de la mente y del cuerpo, del individuo y su comunidad, y del ser
humano y la naturaleza.

Nuevo fundamento: EL universo es una red de sentido

Sin embargo, en décadas recientes, las intuiciones de la Teoría de la Complejidad y de la Biología de Sistemas
apuntan hacia una nueva concepción de un universo conectado, que es tanto científicamente rigurosa como
espiritualmente rica en significado. En esta comprendido, las conexiones entre las cosas son frecuentemente más
importantes que las cosas mismas. Al subrayar los principios subyacentes que se cumplen en todos los seres vivos,
esta concepción nos ayuda a darnos cuenta de nuestra interdependencia intrínseco con toda la naturaleza.

En lugar de los fallos cognitivos estructurales que han conducido a la humanidad al abismo, la perspectiva sistémica
invita a una nueva comprensión de la naturaleza como una “red de sentido”, en la que la misma interconexión de toda
vida, da sentido y resonancia también a nuestra conducta individual y colectiva. Cuando aplicamos este marco mental
a nuestra vida, el sentido brota, del modo como estamos relacionados con todo lo que nos rodea. El sentido se
convierte así́ en una función de la interconexión —y el sentido de la vida, en una propiedad emergente de la red de
conectividad que es el universo—. Vivir con esta profunda comprensión, nos hace sentir que estamos verdaderamente
en casa en el universo.

Conclusión: establecer florecimiento.

No es una tarea fácil pero puede ser profundamente transformadora. Es una necesidad acuciante, la reconstrucción de
nuestro sistema de valores y creencias, que puede llevarnos a la posibilidad de encontrar un sentido profundo,
mediante la conexión con nosotros mismos, con los demás y con el mundo natural. Estas nuevas bases, fundamentadas
en ver el cosmos esencialmente como una red de significado, tiene el potencial de ofrecer un futuro sostenible de
dignidad humana compartida y de florecimiento del mundo natural

3. La Sexta Gran Extinción.

Extinción de especies y poblaciones. La tasa actual de extinción es al menos cien veces más rápida que lo considerado
como normal. Y puede que hasta diez mil veces… William E. Rees. La situación es tan alarmante que WWF advertía
que en 2020, en apenas medio siglo, las poblaciones de vertebrados se han reducido en un 67% en comparación con
las que había en 1970. Entre 1970 y 2016 las poblaciones de vertebrados en el planeta Tierra han disminuido un
68%... ¡Más de dos terceras partes en menos de medio siglo! La Gran Aceleración…

Los insectos de todo el mundo están camino de la extinción y amenazan con generar un “colapso catastrófico de los
ecosistemas”, según el primer análisis científico global. Las principales conclusiones del estudio arrojan que más del
40% de especies diferentes están disminuyendo en número y un tercio de ellas están en peligro de extinción: la
velocidad a la que están desapareciendo es ocho veces mayor que la de los mamíferos, aves y reptiles. Según los datos
más precisos que han podido obtenerse, se está produciendo un descenso del 2’5% anual en la cantidad total de
insectos, una cifra alucinante que sugiere que podrían desaparecer por completo en un siglo. Los insectos son
esenciales para el funcionamiento de los ecosistemas, ya sea para alimentar a otras criaturas, polinizar las plantas o
reciclar nutrientes… No podemos pensar que los seres humanos sobreviviremos sin ellos.

La agricultura industrial es la causa principal del descenso de la cantidad de insectos, especialmente el uso de
biocidas. La urbanización y el cambio climático son otros factores importantes. Uno de los mayores impactos de la
pérdida de insectos lo sufrirán las aves, los anfibios y los peces: los principales animales que se alimentan de ellos
(efecto cascada).

Hemos desencadenado un proceso de desaparición de especies que se desarrolla a un ritmo cientos de veces superior
al natural, una megaextinción cuyo inmediato precedente habría que buscarlo en la desaparición de los dinosaurios,
hace 65 millones de años.

La destrucción de vida viene causada por diferentes factores que interactúan: la pérdida de hábitats, el cambio
climático, el uso intensivo de plaguicidas y varias formas de contaminación industrial, por ejemplo, están diezmando
las poblaciones de insectos y aves. Pero –nos dice uno de los grandes economistas ecólogicos del mundo, el
canadiense William E. Rees– “el motor general es lo que un ecólogo podría llamar el ‘desplazamiento competitivo’ de
la vida no humana por el crecimiento inexorable de la empresa humana.” siempre hay un conflicto entre la población
humana más su expansión económica y la ‘protección del medio ambiente.

Esto nos daña también a nosotros y o sólo a través de nexos causales bastante obvios (por ejemplo, la gran cantidad de
cosechas que en todo el mundo dependen de la actividades polinizadora de insectos, aves e incluso murciélagos) sino,
de forma más general, porque es el buen funcionamiento de los intrincadísimos ciclos biosféricos (bio-geo-químicos)
lo que hace que el planeta Tierra sea un hogar favorable para nuestra especie. Por aquí llegamos a la Teoría Gaia.
Nosotros formamos parte de la misma naturaleza que estamos degradando; la guerra nos la hacemos también a
nosotros mismos.

La gran cuestión ético-política de nuestra época es la autolimitación. A partir de ahí: el reconocimiento del otro, las
travesías de la belleza, el cuidado de lo diverso, el pensamiento fronterizo...

4. Gran Aceleración:

A mediados del siglo XX –hacia 1950– habría tenido lugar, según Will Steffen, la transición efectiva del Holoceno al
Antropoceno en forma de Gran Aceleración. “La segunda mitad del siglo XX es única en toda la historia de la
existencia humana en la Tierra. Muchas actividades humanas llegaron a puntos de despegue en algún momento del
siglo XX y se han acelerado bruscamente hacia el final del siglo. Los últimos cincuenta años del siglo XX [y lo que
llevamos del siglo XXI, J.R.] han visto sin duda la más rápida transformación de la relación humana con el mundo
natural de toda la historia de la humanidad.” Señala con acierto Josep Xercavins que es mejor hablar de Gran
Aceleración que usar el eufemismo Cambio Global: “La exponencialidad tan manifiesta de todas (¡todas!) las
tendencias presentadas, actualizadas y analizadas [muestra] que todos nuestros sistemas: sociales, económicos,
ambientales, etc. están claramente acelerándose –evolucionan con el tiempo de forma exponencial: con una gran
aceleración– y están, por lo tanto, fuera –totalmente fuera– de toda tendencia lineal mínimamente estabilizadora,
mínimamente cercana a futuras situaciones estacionarias.”

La Gran Aceleración es el aumento dramático, continuo y aproximadamente simultáneo en la tasa de crecimiento a


través de una amplia gama de medidas de la actividad humana, registrada por primera vez a mediados del siglo 20
y que continúa hasta el día de hoy. incluida la población, la economía, el uso del agua, la producción de alimentos, el
transporte, la tecnología, los gases de efecto invernadero, la temperatura de la superficie y el uso de recursos naturales.
El Antropoceno se representa típicamente como siguiendo el Holoceno, para enfatizar el papel central de la
humanidad en la geología y la ecología. Desde 1950, estas tendencias están aumentando significativamente, si no
exponencialmente

5. Antropoceno:

Hace ya un más de un cuarto de siglo, hacia 1995… Entre la mitad y una tercera parte de la superficie terrestre había
sido ya transformada por la acción humana. La concentración de dióxido de carbono atmosférico había aumentado
más de un 30% desde el comienzo de la Revolución Industrial. La acción humana fijaba más nitrógeno atmosférico
que la combinación de todas las fuentes terrestres naturales. La humanidad utilizaba más de la mitad de toda el agua
dulce accesible en la superficie del planeta. Aproximadamente una cuarta parte de las especies de aves del planeta
había sido extinguida por la acción humana. Las dos terceras partes de las principales pesquerías marinas se hallaban
sobreexplotadas o agotadas. 70% de la tierra emergida alterada. 66% de la superficie oceánica con impactos
acumulativos. Todos estos problemas han empeorado desde entonces. Si actualizamos hoy… el 85% de los humedales
han desaparecido desde 1700 El 77% de los ríos de más de 1000 km no fluyen libres… Sandra Díaz y otros.

La posición especial de los seres humanos como especie dominante de la biosfera es innegable a la vez que
inevitable… y ambigua. Interferimos en todo –no logramos controlar casi nada. Paradoja aparente: nuestra propia
posición es extremadamente frágil si la comparamos con otras especies con más posibilidades de futuro –bacterias,
algas, hongos...–. En cierto sentido las bacterias dominan la Tierra; en otro la dominamos los seres humanos.

Biomasa (en peso) de los mamíferos terrestres hoy existentes: humanos + ganado y mascotas, 97'11 %; seres
silvestres, 2'89 %. Los animales sólo suponen el 0’4% de la vida en la Tierra… Cuidado con el zoocentrismo (no sólo
con el antropocentrismo). Plantas y bacterias suman más del 96% de la vida en la Tierra (y con los hongos, el 98%):
ellas son lo esencial.

6. Economía ecológica:

Es una disciplina fundada a fines de la década de los 80 que integra elementos de economía, ecología, termodinámica,
ética y de un rango de otras ciencias naturales y sociales para proveer una perspectiva integrada y biofísica de la
interacción entre la economía y el ambiente con el objetivo de contribuir al desarrollo de soluciones estructurales para
los problemas ambientales.

Dos de sus aspectos más destacables son:

El marco conceptual tomado de la termodinámica, en particular los límites impuestos por el primer principio
(conservación de la energía) y el segundo principio (sobre la dirección de los procesos termodinámicos), y el
consecuente lugar que ocupa la economía como subsistema dentro de un sistema materialmente cerrado mayor que es
la Tierra, y no al revés.

El fundamento de la EE puede asociarse con el objetivo del desarrollo sustentable, noción tan utilizada hoy día y tan
poco precisada. Una rama de la economía similar a la EE es la Economía Ambiental (EA), pero estos términos no
deben confundirse, ya que tienen fundamentos completamente diferentes. La EA agrega al tradicional enfoque
económico ciertas “correcciones” mediante herramientas y nuevos métodos, pero el sustrato conceptual es el mismo
(por ejemplo, considerar que todos los costos y beneficios ambientales tienen un valor económico). Por esto, muchos
economistas, ecologistas e investigadores ambientales no están satisfechos en la forma con que la economía ambiental
estudia los problemas y la política ambiental. Por otro lado, la economía ecológica ofrece una crítica a esta última e
intenta desarrollar y aplicar métodos y enfoques alternativos. Esto no significa, igualmente, que la EA no pueda sernos
útil hoy día.

Algunas definiciones:

Caudal (traducido del inglés throughput): Flujo de materia y energía desde las fuentes de la naturaleza través de la
economía donde se transforma en bienes de consumo y de vuelta a ésta como residuo.
Crecimiento: Incremento del caudal. Aumento cuantitativo de las dimensiones físicas de la economía y/o de la
corriente de residuos producida por ésta.

Desarrollo: cambio cualitativo, realización de potencial, evolución hacia una mejor, pero no necesariamente más
grande, estructura o sistema. Un incremento en la calidad de los bienes y servicios provistos por un dado caudal,
donde la calidad es la medida de incrementar el bienestar humano.

Capacidad de Carga: es la población humana que puede ser sobrellevada por un dado ecosistema a un determinado
nivel de consumo y con una tecnología dada.

Escala: es el tamaño físico del subsistema económico relativo al ecosistema que lo contiene y lo sustenta.

7. Paciente moral:

Paciente moral sería aquel ser afectado por la conducta del agente que merece consideración moral (es decir, más o
menos: un ser cuyos intereses deberían ser tomados en cuenta cuando se tomen decisiones que le afectan). Por
ejemplo, una niña muy pequeña o un discapacitado psíquico profundo no son agentes morales, pero la mayoría de
nosotros pensamos que merecen consideración moral y deben ser kantianamente tratados como “fines en sí mismos”.

8. Agente moral.

Agente sería aquel individuo capaz de evaluación, deliberación y decisión moral (los agentes morales forman un
subconjunto del conjunto de los seres humanos: los bebés, por ejemplo, no son agentes morales). Diremos que algo es
digno de consideración moral si debemos tenerlo en cuenta directamente, por sí mismo, en nuestros juicios y
valoraciones morales.

De forma intuitiva, diríamos que los agentes morales son aquellos seres a quienes pedimos responsabilidades por lo
que hacen y dejan de hacer.

Los niños dan muestra desde muy pequeños de sus capacidades morales. “Todos los humanos (normales) se
desarrollan hasta convertirse en agentes morales, es decir en seres con (al menos) las siguientes capacidades morales:
la capacidad para hacer juicios sobre la permisibilidad moral, la impermisibilidad moral y la obligatoriedad moral de
las acciones en casos reales o hipotéticos, nuevos o ya conocidos; la capacidad para registrar la autoridad especial de
la moral (es decir, el hecho de que los imperativos morales son vinculantes de manera no hipotética y, a veces,
contrarios al interés personal); la capacidad para hacer atribuciones de responsabilidad moral con respecto a las
acciones (de manera distinta a la mera responsabilidad causal), y la capacidad para reconocer la fuerza de las excusas”
Citada por Steven Lukes, Relativismo moral, Paidós, Barcelona 2011, p. 78.

9. Ética normativa:

La ética normativa suele dividirse en dos campos; deontología (deberes, obligaciones, derechos, y razones para que lo
sean) y axiología (teoría de los valores, qué nos parece deseable y que no, qué queremos perseguir y qué evitar). Hay
un continuo de cuestiones entre la ética y la política, no existe una brecha marcada entre estas dos disciplinas. “Todos
los animales saben lo que necesitan menos el ser humano” estamos desorientados, dudamos sobre lo que hacemos, lo
que es correcto e incorrecto, no tenemos una guía segura como sí parece que tienen los animales.

La ética normativa es la rama de la ética que estudia los posibles criterios para determinar cuándo una acción es
correcta y cuándo no lo es. 1 Busca principios generales que justifiquen los sistemas normativos y argumenta por qué
se deberían adoptar determinadas normas. Un ejemplo clásico de un criterio semejante es la regla de oro
(consecuencialismo, utilitarismo, etc.). La ética descriptiva en cambio no pretende fundar normas o hacer juicios sino
describir lo que es una sociedad es moralmente correcto.
10. Ética aplicada.

La ética aplicada trata de orientar nuestra reflexión moral hacia problemas prácticos urgentes, qué hacemos con el
patriarcado o el ecocidio. La ética como disciplina empieza a cobrar protagonismo en el pensamiento filosófico a
partir de la primera guerra mundial. En la posguerra nuevos acontecimientos interpelan también la reflexión ética, la
guerra de Vietnam, el despliegue de una crisis ecológica que comienza a hacerse patente, un importante crecimiento
de la demografía, nuevas tecnologías en la medicina, etc. Suele llamarse “giro aplicado” como correlato de la crisis
civilizatoria que comienza en la posguerra de la IGM. Comienza a cuestionarse la fe en el progreso ilimitado, y esta
idea de crisis de civilización comienza a darse con fuera durante el siglo XX, en primer lugar tenemos la potencia de
la tecnociencia (armas de destrucción masiva que amenazan con acabar con la especie humana), en segundo lugar el
descontrol de la expansión capitalista nos está haciendo chocar con los límites biofísicos del planeta, el sistema
humano crece por encima de sus posibilidades materiales. Esta crisis explicaría el giro aplicado en ética.

En estas nuevas circunstancias podríamos pensar que a las dos grandes preguntas éticas que hemos identificado
aparecería una tercera pregunta característica de nuestra tiempo a la luz de la crisis ecosocial; cómo habitar la tierra.
En qué consiste la vida buena teniendo en cuenta las restricciones biofísicas que nos hacen replantearnos nuestros
objetivos y cómo concebimos ahora el deber y la obligación, así como la justicia intergeneracional o cómo pensar la
justicia ecológico o interespecies.

11. Sobre la desobediencia civil.

Podemos rastrearla en Sócrates, hay algunos aspectos en él de lo que luego serán la desobediencia civil, la no
participación de la ley de forma pacífica. Hasta Mahatma Gandhi o Martin Luther King. Otros precursores: Discurso
sobre la servidumbre voluntario, Thoreau, y Tolstoi, que recibe su influencia. La desobediencia además de pública,
ilegal, con fines políticos de mejora social, no violento, se aceptan las consecuencias penales y se realiza en
circunstancias excepcionales una vez se han agotado el resto de vías. Debate en torno a esas notas, sobre todo la
aceptación del castigo y la forma de no-violencia.

La desobediencia civil no es ni protesta legal ni acción revolucionaria. La desobediencia civil no violenta, la


negativa activa de un ciudadano o ciudadana a obedecer ciertas leyes, reglamentos u órdenes de un gobierno o una
potencia ocupante, resulta demostrablemente efectiva para iniciar un cambio político. Muchos de los cambios políticos
y sociales más profundos del siglo pasado se produjeron de esta manera, y los líderes de esta praxis, como Rosa Parks,
Emmeline Pankhurst, Martin Luther King y Mohandas Ghandi, antaño vilipendiados como disidentes peligrosos, hoy
son venerados como héroes, además no requiere demasiada participación (3´5, ha solido servir para derrocar
regímenes dictatoriales).

El artículo 2 de la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano (26 de agosto de 1789) habla de la
resistencia a la opresión como un “derecho natural e imprescriptible” del ser humano. Aquí culmina la tradición del
iusnaturalismo clásico de la Europa continental.

Étienne de La Boétie. Resistencia al gobierno civil plantea: los dominados participan de su propia dominación:
“¿Tiene [el tirano] algún poder sobre vosotros que no sea el que vosotros mismos le habéis dado?” Es la costumbre la
que naturaliza la dominación: “Todas las cosas a las que el hombre se hace y se habitúa se convierten en naturales
para él”. Hoy las dos patas de la servidumbre voluntaria son: 1. Alienación, persuasión, conformación del sujeto
(ideología, consenso alrededor del orden existente, “sentido común” de la cultura dominante, moral heterónoma, etc.)
2. Costes de la acción colectiva (dificultades para coordinar la resistencia o la rebelión de muchas personas).

Estrategia gramsciana: reinterpretación de categorías clave del pensamiento clásico indio en términos
emancipatorios, para así construir una nueva cultura nacional-popular. Swadeshi = “lo propio de un país”. Satyagraha
significa “la fuerza que nace de la verdad”. Poorna swaraj es el “completo autogobierno a través de medios veraces y
no violentos”

Desobediencia a las normas/órdenes injustas: parte de cualquiera de las grandes transformaciones sociales de la
historia moderna, desde el fin de la esclavitud al sufragio universal y la consolidación de los derechos civiles.
La reconsideración del concepto de revolución como ‘revolución cultural’ o ‘revolución de la vida cotidiana’ está
culturalmente más cerca de la crítica gandhiana a la incoherencia en la relación medios/ fines que de la visión política
derivada de un concepto de la dialéctica histórica según el cual la historia avanza por su lado malo.

El ideal del bien común, en última instancia, el que queda en entredicho cuando se manifiesta un gesto o actitud de
desobediencia civil. Se reclama, precisamente, con estas actitudes de disidencia, la reorientación de un marco legal
que ha dejado de velar por el bien de todos, en beneficio de intereses particulares.

M.L.King: la acción directa no violenta busca crear una crisis tal y fomentar tal tensión que fuerce a enfrentarse al
problema a una comunidad que se haya negado sistemáticamente a negociar. La desobediencia como una herramienta
política y democrática.

Definiciones. Mínima: acto motivado por convicciones de conciencia o principios de justicia que implica: el
incumplimiento de un mandato del soberano por parte del agente (carácter desobediente) y la aceptación responsable
de las consecuencias de dicho acto (carácter civil). Rawls: Acto público, no violento, consciente y político, contrario a
la ley, cometido habitualmente con el propósito de ocasionar un cambio en la ley o en los programas de gobierno.
Monedero: No causar daño físico a las personas, ni amenazarlas, que la reclamación exigida sea universalizable y la
aceptación de las consecuencias de los propios actos. Etxeberría añade: que se realiza en circunstancias excepcionales,
como ultima ratio (ya sea porque se han agotado las vías legales o por la urgencia del caso)

Los 198 métodos de acción directa según Gene Sharp. Métodos de persuasión y de lucha no violenta:
Declaraciones formales. Comunicación dirigida a públicos más amplios. Actos públicos simbólicos. Presiones sobre
los individuos. Procesiones. Homenajes a fallecidos. Asambleas públicas. Retiradas y renuncias. Exclusión de
personas (boicot social). No colaboración en acontecimientos, tradiciones e instituciones. Retirada del sistema social.
Acciones por parte de los consumidores, trabajadores, productores, intermediarios, directivos, gobiernos etc. Huelgas
simbólicas, agrícolas, restringidas, multisectoriales, etc. Métodos de intervención no violenta: Ayuno. Intervención
psicológica, social, económica, política, etc. Autoexposición a los elementos.

12. Sobre la demografía.

Overshoot: huella ecológica conjunta de la humanidad excede la biocapacidad del planeta (factor ya superior a 1,7) →
necesitaríamos 5/6 planetas Tierra → extralimitación (overshoot) = esencial UE (conjunto): con menos del 10% de la
población mundial, la UE, por sí solo ocuparía todo el espacio ecológico disponible en la Tierra

Debacle natalista y suicidio demográfico: para asegurar la población activa hay que tener 2’1 hijos; con la tasa
española de 1’3 se produce un envejecimiento fatal. Y la sociedad asiste desde hace años a este suicidio demográfico
mirando absurdamente para otro lado.

Desastre demográfica: detener el explosivo crecimiento de la población mundial –la “burbuja demográfica” asociada
con el capitalismo industrial, sobre todo durante la Gran Aceleración– es una necesidad insoslayable, y luego a medio
y largo plazo reequilibrar a la baja esa población para adecuarla a los recursos del planeta. No es un desastre es un
requisito para subsanar la explosión demográfico de dónde venimos. Los vivos somos minoría respecto a los muertos
→ los humanos vivos hacia 2011-2012 seríamos el 6’5% del total a lo largo de la historia humana. La explosión
demográfica no es la causa principal de la crisis ecológica, defiende Ehrlich.

Inercia demográfica: tendencia de una población a seguir creciendo muchos decenios después de haberse reducido
las tasas de natalidad.

Crisis malthusiana: donde come solamente una persona con dieta altamente carnívora, comen cinco personas o más
con dieta básicamente vegetariana. Los insostenibles consumos de carne (y pescado) propios de las dietas occidentales
tendrían que reducirse en un 90%..

Neomalthusianos: cifran en la explosión demográfica la principal causa de la crisis ecológica, creen en la necesidad
de un control colectivo consciente de la demografía. Es insostenible a largo plazo una población como la que quizá
habitará el planeta en algún momento del siglo XXI si no suceden antes grandes catástrofes por pandemias, guerras o
penuria de alimentos.
Falacia animalista: consiste en suponer que los seres humanos son animales como los demás, con un comportamiento
naturalmente determinado. Estamos sometidos a las mismas leyes biofísicas que las demás especies. El lenguaje, la
técnica, la agencia moral, y algunas dimensiones más de lo humano nos singularizan. Por eso insisto en lo de animales
con responsabilidades especiales.

Peak oil (cenit del petróleo): Estamos vaciando los acuíferos mucho más rápidamente de lo que el agua puede
reponerse. Estamos agotando los minerales de todo tipo, por lo que ahora necesitamos métodos de alta tecnología para
extraer minerales de mena baja. Pero sin el uso de electricidad y combustibles fósiles estos minerales quedarán fuera
de nuestro alcance. La mayoría de la población actual (más de la mitad es urbana, no lo olvidemos) no sabe vivir sin
combustibles fósiles y electricidad. La mayoría de nosotros no sería capaz de “dar un paso atrás y hacerlo como
antes”, con respecto a nuestros actuales puestos de trabajo.

Ecocidio: traería consigo el genocidio: un mundo malthusiano y hobbesiano. Gran probabilidad de que la mayor parte
de la humanidad sea exterminada antes de que acabe el s. XXI, incluso muchas otras formas de vida.

Factores del colapso: cambios climáticos, hambre por sobrepoblación, enfermedades infecciosas, grandes
migraciones y fracasos del Estado, hecatombe de diversidad biológica y la escasez de recursos básicos para las
sociedades industriales, comenzando por el petróleo e incluso el colapso de sistemas tecnológicos avanzados de los
que nos hemos hecho peligrosamente dependientes, comenzando por Internet.

Calentamiento global: La temperatura promedio de la Tierra es de 15º, a finales del s.XXI la temperatura incrementa
entre 2’5 y 7’8ºC con los valores más probables 3’7 y 4’8ºC. Vamos a un genocidio programado en general, no hay
adaptación posible a un planeta 4-6ºC más cálido para una población de 8 ó 9.000 millones de personas.

13. Sobre Ética de la tierra (Leopold).

Resumen:

Su interés intelectual por la novedosa ciencia de la ecología y los escritos de algunos conservacionistas lo impulsaron
a reflexionar una cuestión ética, la relación del ser humano con la tierra. Se han señalado algunas de las ideas más
importantes de Henry David Thoreau en torno a la relación del ser humano con la naturaleza que parecen abrir
camino, en el terreno teórico, a la propuesta de Leopold. En este sentido, podemos considerar dos ejes en los cuales
estos autores se relacionan: en primer lugar, el contacto de Leopold con los escritos de Thoreau. En segundo lugar,
las ideas que se encuentran en Thoreau y que se desarrollan con Leopold, las cuales, podríamos decir, van del
planteamiento trascendentalista de la naturaleza a una consideración ecológica de la tierra.

Leopold comienza su ensayo considerando que la extensión de los criterios éticos ha tenido lugar desde tiempos de
Odiseo. La ética primitiva se ocupaba simplemente de las relaciones entre individuos (vale decir que de cierto tipo de
individuos, que poseían ciertas características), posteriormente se fue ampliando hasta una ética que regulaba las
acciones entre el individuo y la sociedad. En consecuencia, Leopold espera que la siguiente etapa en el proceso sea
una ética que aborde la relación del ser humano con la tierra. Esta concepción corresponde a una historia natural de la
ética. De esta forma planteaba Leopold la posibilidad de que exista una ética que se ocupe de la relación el ser
humano con la naturaleza. Esta ampliación es una posibilidad evolutiva y una necesidad ecológica. Primero, porque
como hemos visto hay un desarrollo de la moralidad, además existen las condiciones biopsicológicas necesarias para
ampliar nuestros límites éticos. Así también lo afirma Callicott “cuando esta idea [la de comunidad biótica]
esencialmente ecológica se convierte en una apreciación y en un hábito de pensamiento general y establecido,
entonces, parafraseando a Darwin, incluso la razón más elemental le dirá a cada individuo que debe extender sus
instintos sociales y disposiciones favorables a todos los miembros de la misma comunidad (biótica) aunque difieran de
él en términos de especie. Y segundo, porque el ser humano ha adquirido el poder de dañar gravemente el mundo
natural (sobrepoblación y eficacia de las herramientas). Por lo tanto, la siguiente etapa debe ser una toma de
conciencia del problema ético que implica nuestra relación con la tierra.

La secuencia ética
La complejidad de los mecanismos cooperativos ha aumentado con la densidad de la población y la eficacia de las
herramientas. Por ejemplo, era más sencillo definir los usos antisociales de los mazos y piedras, en la época de los
mastodontes, que los de las balas y la publicidad en la era de los motores.

Las primeras éticas se ocuparon de la relación entre los individuos; los Mandamientos de Moisés don un ejemplo. Los
añadidos posteriores se referían a la relación entre el individuo y la sociedad. La Regla de Oro trata de integrar al
individuo a la sociedad; y la democracia intenta integrar la organización social al individuo. Todavía no existe una
ética acerca de la relación del hombre con la tierra y con los animales y las plantas que viven de ella. La tierra, como
las esclavas de Odiseo, todavía es una propiedad. La relación con la tierra sigue siendo estrictamente económica, se
otorgan privilegios, pero no obligaciones.

La ampliación de la ética a este tercer elemento del medio ambiente humano es, si interpreto debidamente la
evidencia, es una posibilidad evolutiva y una necesidad ecológica. Es el tercer paso de una secuencia. Los dos
primeros ya ocurrieron. Desde los tiempos de Ezequiel e Isaías, los pensadores han dicho que la devastación de la
tierra no sólo es inconveniente sino también equivocada. Sin embargo, la sociedad todavía no ha afirmado esa
creencia. Creo que el actual movimiento a favor de la conservación es un embrión de esa afirmación.

El concepto de comunidad

Propone una ética de carácter holista que se fundamenta en el concepto de comunidad. Toda la ética desarrollada hasta
ahora se basa en una única premisa: que el individuo es miembro de una comunidad de partes interdependientes. Sus
instintos lo impelen a competir por su lugar en esa comunidad, pero su ética también lo impele a cooperar (quizás con
el objetivo de que hay un lugar por el que competir). La ética de la tierra, sencillamente, extiende las fronteras de la
comunidad para incluir los suelos, las aguas, las plantas y los animales; dicho de un modo colectivo, la tierra. Esta
comunidad es, como ya se dijo, propiamente, una comunidad biótica. Leopold toma dicho término de la ecología para
sostener que la tierra es un conjunto complejamente organizado, que de manera análoga a las organizaciones sociales,
cada uno de los miembros cumple funciones específicas que permiten el mantenimiento de la comunidad. Entonces,
así como en la sociedad hay conductas sociales apropiadas para el mantenimiento de la cooperación entre miembros,
también en la comunidad biótica hay formas de regulación de los modos de cooperación. Sobre la base de la
comunidad biótica, Leopold señala que el hombre debe abandonar su papel de conquistador y dueño de la tierra para
convertirse en un miembro cooperativo, esto es, un ciudadano biótico. Porque la ética implica el respeto a los
miembros de la comunidad y, de hecho, a la comunidad en sí misma. El ser humano, como ciudadano adquiere
derechos y obligaciones en esta comunidad. Su derecho biótico es a existir, como todos los miembros. Sus
obligaciones éticas, son cuidar su comunidad.

Respecto a la idea de comunidad, piedra de toque de la ética de la tierra, se plantea una cuestión importante, a saber,
¿La comunidad biótica tiene valor en sí misma? ¿Las partes son menos valiosas respecto del todo? Estas cuestiones
pueden constituir graves objeciones al planteamiento de Leopold. Sin embargo, si consideramos la idea de holismo
inherente a la ecología que este autor adoptó podríamos encontrar una solución satisfactoria. Para Leopold la
comunidad biótica en sí misma posee un valor intrínseco, esto afirma cuando dice la tierra debe valorarse en sentido
filosófico

El hecho de que el hombre es solamente un miembro más de un equipo biótico se demuestra mediante una
interpretación ecológica de la historia. Muchos eventos históricos que hasta hoy sólo se han interpretado en términos
de la empresa humana, fueron en realidad interacciones bióticas entre la gente y la tierra. Las características de ésta
determinaron los hechos con tanta fuerza como las características de los hombres que vivían en ella.

En pocas palabras, la sucesión ecológica de plantas determinó el curso de la historia; el pionero sólo demostró, para
bien o para mal, qué sucesiones heredarían la tierra. ¿Se enseña la historia con este espíritu? Así se hará, en cuanto el
concepto de la tierra como comunidad penetre verdaderamente en nuestra vida intelectual.

La conciencia ecológica

La conservación es un estado de armonía entre los hombres y la tierra. A pesar de casi un siglo de propaganda la
conservación sigue avanzando, a paso de tortuga; el progreso todavía consiste sobre todo en membretes piadosos y
oratoria de convención. Todavía en los años 40 dábamos dos pasos hacia atrás por cada uno hacia adelante.
La respuesta usual a este dilema es "más educación para la conservación". Eso nadie lo discute, pero ¿será verdad que
sólo se debe aumentar el volumen de educación? ¿No faltará algo también en el contenido? Con respecto al uso de la
tierra, apela solamente al interés propio bien informado. ¿Cuán lejos nos podrá llevar ese tipo de educación? Y a la
vez con un ejemplo obtengamos una respuesta parcial.

En suma, los granjeros han elegido las prácticas correctivas que les reportan algún tipo de ganancia, e ignoramos las
que serían benéficas para la comunidad, pero no resultan claramente lucrativas para ellos. Cuando alguien pregunta
por qué no se han redactado esas reglas, responden que la comunidad todavía no está preparada para apoyarlas, pues la
educación debe preceder a los reglamentos. Sin embargo, la educación que hoy realmente está en marcha no menciona
las obligaciones para con la tierra, las que están antes y por encima de las que dicta el interés propio. El resultado neto
es que tenemos más educación y menos tierras de cultivo, menos bosques sanos y tantas inundaciones como en 1937.
La ética del uso de la tierra sigue estando gobernada íntegramente por el interés individual económico, tal como
ocurría hace un siglo con la ética social.

En resumen: le pedimos al agricultor que haga lo que crea más conveniente para salvar sus tierras de cultivo y eso es
lo que ha hecho, pero nada más. El granjero que tala un bosque en una pendiente de 75%, lleva luego su ganado a ese
claro y provoca que el agua de la lluvia, las rocas y el suelo sean arrastrados por el río de la comunidad, sigue siendo
un miembro respetable de la sociedad (si en lo demás es decente). Las obligaciones carecen de significado si no hay
conciencia social; y el problema que encaramos es cómo ampliar la conciencia social desde las personas hasta la
tierra.

Sustitutos de la ética de la tierra

Cuando la lógica de la historia nos pide pan y le damos una piedra, estamos en dificultades para explicar que las
piedras se parecen al pan. Ahora describiré algunas de las piedras que empleamos como sustitutos de la ética de la
tierra.

Una de las debilidades básicas de un sistema de conservación basado íntegramente en motivos económicos es que la
mayoría de los miembros de la comunidad de la tierra no poseen valor económico. Las flores silvestres y los pájaros
canoros son ejemplos de esto. De los 22.000 animales y plantas superiores nativos de Wisconsin, es dudoso que más
del 5% pueda venderse, usarse como forraje, sea comestible o tenga algún otro uso económico. Sin embargo, esas
criaturas también son miembros de la comunidad biótica y si la estabilidad de ésta depende de su integridad (como lo
creo yo), tienen derecho a persistir.

En resumen: un sistema de conservación basado solamente en el interés económico del individuo es irremisiblemente
sesgado. Tiende a ignorar y eventualmente eliminar, muchos elementos de la comunidad de la tierra que carecen de
valor comercial, pero que son esenciales (hasta donde sabemos) para su sano funcionamiento. Se supone,
erróneamente en mi opinión, que las piezas económicas del reloj biótico funcionarán sin el concurso de las partes no
económicas. Se tiende a dejar en manos del gobierno muchas funciones que a la postre serán excesivas, por su
magnitud, complejidad o dispersión, para que pueda realizarlas. El único remedio a la vista para esas cuestiones es que
el propietario privado asuma una obligación ética.

La pirámide de la tierra

Una ética que sirva de complemento y guía para la relación económica con la tierra presupone la existencia de una
imagen mental de ésta como un mecanismo biótico. Sólo podemos ser éticos en relación con algo que podamos ver,
palpar, entender o amar, o en lo cual tengamos fe por alguna otra razón.

La imagen que se suele invocar en la educación para la conservación es la del ‘equilibrio de la naturaleza’. Por razones
demasiado largas para detallarlas aquí, esta expresión figurada no describe con precisión lo poco que sabemos sobre el
mecanismo de la tierra. Es mucho más veraz la imagen que se emplea en la ecología: la pirámide biótica. Describiré
primero la pirámide como símbolo de la tierra y después desarrollaré alguna de sus consecuencias para el uso de la
misma.

Las plantas absorben energía del sol. Esta energía fluye en un circuito llamado biota y que se puede representar como
una pirámide formada por varios niveles. El nivel de la base es el suelo. En él se apoya el nivel que corresponde a las
plantas, el de los insectos se apoya en el de las plantas, la capa de las aves y roedores se asienta en la de los insectos, y
así se asciende a través de diversos grupos de animales hasta llegar al nivel superior, constituido por los grandes
carnívoros.

Este bosquejo práctico de la tierra como un circuito de energía contiene tres ideas básicas:

1) Que la tierra no es tan sólo el suelo. 2) Que las plantas y animales nativos mantienen abierto el circuito de la
energía, mientras que otros pueden hacerlo o no. 3) Que los cambios provocados por el hombre son de distinto orden
que los cambios de la evolución y tienen efectos más comprehensivos de lo previsto o deseado.

En forma colectiva, esas ideas plantean dos cuestiones básicas: ¿Es posible que la tierra se ajuste por sí misma al
nuevo orden? ¿Es posible introducir con menos violencia las modificaciones deseadas?

La evidencia conjunta de la historia y la ecología parece respaldar una deducción general: cuanto menos violentos son
los cambios provocados por el hombre, tanto mayor es la probabilidad de que la pirámide se reajuste con éxito. La
violencia, a su vez, varía según la densidad de la población humana; una población densa requiere una conversión más
violenta. A este respecto, América del Norte tiene mejores probabilidades de permanencia que Europa, si logra limitar
su densidad demográfica.

Esta deducción contradice nuestra filosofía actual, la cual supone que si un pequeño incremento de densidad
enriqueció la vida humana, un incremento ilimitado la enriquecerá infinitamente. La ecología no conoce ninguna
relación de densidad que pueda sostenerse si los límites son de amplitud indefinida. Todas las ganancias procedentes
de la densidad están sometidas a una ley de beneficios decrecientes.

La salud de la tierra y la división AB.

La ética de la tierra refleja entonces la existencia de una conciencia ecológica, y ésta, a su vez, denota una convicción
de responsabilidad individual por la salud de la tierra. La salud es la capacidad de la tierra para autorrenovarse. La
conservación es nuestro esfuerzo por entender y preservar esa capacidad.

Los conservacionistas son notorios por sus discrepancias. En una visión superficial parecería que eso sólo aumenta la
confusión, pero un examen más cuidadoso revela un mismo binomio de disidencia, que se extiende a muchos campos
especializados. En cada especialidad, un grupo (A) considera que la tierra sólo es el suelo, y su función es la de ser un
productor de productos; otro grupo (B) ve a la tierra como una biota y cree que su función es más amplia. Debe
admitirse que esa mayor amplitud está todavía en un estado de duda y confusión.

Los fundamentos ecológicos de la agricultura son tan poco conocidos por el público como otros aspectos del uso de la
tierra. Por ejemplo, pocas personas instruidas comprenden que los maravillosos adelantos técnicos logrados en las
últimas décadas son perfeccionamientos de la bomba, pero no del pozo. Hectárea por hectárea, esos avances apenas
han bastado para compensar la caída en el nivel de fertilidad.

En todas estas divisiones vemos que se repiten las mismas paradojas básicas: el hombre como conquistador versus el
hombre como ciudadano biótico; la ciencia como afilador para su espada versus la ciencia como faro buscador para
explorar su universo; la tierra como esclava y sierva versus la tierra como organismo colectivo. La interdicción de
Robinson a Tristram se puede aplicar, en esta coyuntura, al Homo sapiens como una especie en el tiempo geológico:

La perspectiva

Me parece inconcebible que pueda existir una relación ética con la tierra sin amor, respeto y admiración por ella, y sin
un alto aprecio de su valor. Por supuesto, por valor quiero decir algo más amplio que la simple utilidad económica; me
refiero al valor en sentido filosófico.

El obstáculo más grave que impide la evolución de la ética de la tierra es quizá el hecho de que nuestro sistema
educacional y económico se ha alejado de la conciencia de la tierra, en lugar de acercarse a ella. El ser moderno está
separado de la tierra por muchos intermediarios y por una infinidad de dispositivos físicos. No tiene una relación vital
con ella; la ve únicamente como el espacio que está entre las ciudades, allí donde crecen las cosechas.

Con toda intención he presentado la ética de la tierra como un fruto de la evolución social, un proceso intelectual y
también emocional. El camino de la conservación está empedrado de buenas intenciones que a la postre resultaron
inútiles o incluso peligrosas, porque estaban desprovistas del conocimiento crítico acerca de la tierra o su uso
económico. Considero una verdad de perogrullo decir que a medida que la frontera ética avanza del individuo a la
comunidad, su contenido intelectual se enriquece.

El mecanismo de operación es el mismo en cualquier ética: la aprobación social para las acciones correctas y la
desaprobación social para las incorrectas. En términos generales, nuestro problema actual es de actitudes e
implementos. Estamos remodelando la Alhambra con una pala de vapor y nos sentimos orgullosos de la rapidez de
nuestro avance. Nos es difícil renunciar a la pala mecánica, que después de todo tiene muchas ventajas, pero
necesitamos un criterio más amable y objetivo para utilizarla con éxito.

Las tierras silvestres

Las tierras silvestres son la materia prima con la que el hombre ha construido el artefacto llamado civilización. Las
tierras silvestres nunca fueron una materia prima homogénea. Su diversidad era muy considerable y los artefactos
resultantes revelan grandes variaciones. Estos diferencias del producto final las conocemos como culturas. La rica
diversidad de las culturas del mundo refleja un grado de variedad análogo en los entornos silvestres que las engendran.

Por primera vez en la historia de la especie humana, ahora hay dos cambios inminentes. Uno es la desaparición de las
tierras silvestres en las porciones más habitables del planeta. El otro es la hibridación mundial de las culturas por obra
de los transportes y la industrialización de la era moderna. Ninguno de los dos podrá evitarse, y tal vez así deba ser,
pero surge la interrogante sobre si será posible preservar ciertos valores, que de otras maneras se perderían, mediante
un leve amortiguamiento de los cambios que se avecinan.

Ensayo:

B, Latour: Dónde aterrizar. Cómo orientarse en política (2019).

Latour se ha preocupado últimamente por la crisis climática y el ascenso de los populismos; se ha planteado hasta qué
punto la explosión de las desigualdades y el negacionismo climático son, en realidad, el mismo problema. Pretende
conectar así el vector de doble sentido globalización- nacionalismos con la cuestión climática. La crisis climática
viene acompañada, según Latour, por una polarización cada vez mayor y un egoísmo de las élites; para él, una tercera
vida es la llamada búsqueda de lo terrestre.

Pero esos fenómenos son síntomas de un algo mucho más profundo, de un cambio político descomunal, se trata de la
irrupción de un elemento que siempre estuvo ahí pero que no quisimos ver. Si la política es una habilidad social para
vivir en el mundo entonces ahora toda política está angustiada por la inminente desaparición de nuestra vida en la
naturaleza, hecho que afecta enormemente nuestras opciones para organizar la sociedad.

Pero, ¿qué sucedió? según Latour hay dos polos políticos de atracción: lo global como imagen de modernización,
progreso y liberación; y lo local como imagen de las costumbres, lo anti-global y las antiguas certezas. Por desgracia,
lo global se transformó en algo puramente depredador, sabemos que no podemos garantizar un nivel de vida como el
del ciudadano medio europeo a todo el mundo, los recursos del planeta son limitados, y volver a lo local ahora es
imposible, de modo que no se puede aterrizar en ninguno de los dos (entiende el vuelo como el emprendido por
nuestra sociedad a raíz de la Modernidad, las revoluciones científicas e industriales, la emergencia del capitalismo,
etc.). El problema es que el planeta es demasiado pequeño para contener la globalización y expansión del capitalismo,
que exigiría muchos más recursos de los disponibles (además de haber producido desregulación económica y
desigualdad), varios planetas, pero a la vez es demasiado grande y complejo para permitir lo local, uno no puede
cerrar las fronteras y fingir que lo de fuera no le afecta, pues la crisis ecosocial atañe a todos por igual. O mejor dicho,
sí que puedes, eso es lo que hacen los negacionistas, fingir que el cambio climático no existe, ni el cenit de los
recursos, etc. Es un polo atractivo para mucha gente pero es una fantasía, una invención retrospectiva para llenar
nuestros vacíos en la tradición y sus ilusiones de protección, identidad y certidumbre (cuestión explorada por Bauman
en Retrotopía). La conclusión es que hemos perdido el suelo y nuestra orientación política, no podemos dirigirnos
hacia lo global pero tampoco hacia lo local.

Entonces, ¿dónde aterrizar? solo nos queda la opción de mirar hacia la Tierra, aparece así lo terrestre como un nuevo
actor y horizonte político, hemos forzado la naturaleza hasta tal punto que se ha revirado contra nosotros. Ahora, la
Tierra entera reclama participar, o al menos la parte que Latour identifica como Zona Crítica. Cuando Latour habla de
lo local-más cree que hay una posibilidad de retomar algunas de las semillas locales para pensar cómo hacemos las
cosas, aunque nunca podremos volver a sociedades locales, herméticas y seguras, sí que es necesario reducir el
consumo y la producción, recuperar modelos de vida que nos digan como habitar la tierra, etc. y se puede buscar en lo
local algunas inspiraciones.

La preocupación social y la preocupación ecológica son la misma (crisis ecosocial), la distinción entre naturaleza y
cultura no es real, compartimos el planeta con un número inmenso de otros actores y debemos decidir en qué grado
estamos dispuestos a colaborar con ellos. Latour diagnostica el origen de nuestro actual problema, a saber, que nuestro
sistema es insostenible en el tiempo, en la Modernidad, concretamente en su fantasía de separar lo cultural y lo
natural. Pero la crítica no acaba con el proyecto moderno, también incluye a la ciencia, que en más de una ocasión ha
servido para justificar y favorecer el deterioro del planeta, de modo que reclama cambios en la forma de hacer ciencia.

Creo que de este texto de Latour se desprende que la pregunta fundamental para la humanidad en este siglo es: cómo
habitar la tierra, y creo que una gran respuesta a esta pregunta es la que da Aldo Leopold. En qué consiste la vida
buena teniendo en cuenta las restricciones biofísicas que nos hacen replantearnos nuestros objetivos y cómo
concebimos ahora el deber y la obligación, así como la justicia intergeneracional o cómo pensar la justicia ecológico o
interespecies.

Leopold arguyó que el siguiente paso en la evolución de la ética es la expansión de la ética que incluya a los miembros
no humanos de la comunidad biótica, colectivamente entendida como "la Tierra". La frase central de la ética de la
Tierra de Leopold sería: una cosa es buena cuando tiende a preservar la integridad, estabilidad y belleza de la
comunidad biótica. Es mala cuando tiende a lo contrario. También la describe de esta manera: "La ética de la Tierra
simplemente amplía los límites de la comunidad para incluir los suelos, aguas, plantas y animales, o, colectivamente:
la Tierra... [Una] ética de la Tierra cambia el rol del Homo Sapiens desde conquistador de la comunidad de la tierra a
simple miembro y ciudadano de ella. Esto implica un respeto por los otros miembros de la comunidad y también un
respeto de la comunidad como tal."

14. Petrocalipsis (Turiel).

Resumen:

Turiel reserva un capítulo para cada fuente de energía. Comienza con el petróleo (crudo convencional y no
convencional), que hoy en día consumimos en unos 93 millones de barriles diarios. Sobre los agrocombustibles o
líquidos de origen vegetal con un 20% menos de poder energético que los combustibles fósiles, explica otro negocio
ruinoso, mantenido durante unos años a base de subvenciones. El gas natural, a diferencia de todos los anteriores,
continúa creciendo y su pico aún tardará unos pocos años en llegar. Su manejo, al ser un gas, es complicado en
gasoductos y buques metaneros, y en la actualidad su suministro continuado no está asegurado por factores
geopolíticos en Irán, Arabia Saudita, Rusia o Argelia (del que se nutre España) y podría escasear en próximos años.
Las reservas de carbón podrían durar dos siglos más, como mínimo. Ya sabemos que la quema de carbón genera
enormes emisiones de CO2 y dióxido de azufre (y la temible lluvia ácida), además de la devastación de amplias
superficies de territorio. China e India están apostando fuerte por el carbón y la contaminación del aire de amplias
zonas de esos países es tremenda y provoca millones de muertos y numerosos problemas de salud. Estados Unidos y
Alemania también siguen con las térmicas de carbón, industria que sigue dependiente del diésel para el transporte en
camiones.

La energía nuclear, a pesar de toda la propaganda del sector, tiene bajo rendimiento energético y se mantiene por las
subvenciones de los Estados en su construcción, mantenimiento y protocolos de seguridad. Sólo se recupera la
inversión al acabar su vida útil, pero nunca internaliza los costes del desmantelamiento de las centrales nucleares ni la
gestión de los residuos. De los 115 reactores nucleares que han dejado de usarse en el mundo, sólo 17 se han
desmantelado por completo y sólo 1 ha incluido los residuos. Además de la fuerte oposición que genera por sus
enormes riesgos, también escasea el uranio. Con respecto a nuevas promesas tecnológicas relacionadas con reactores
de IV generación, el autor es claro en que no son verosímiles. La nuclear es más pasado que futuro.

Turiel es crítico también con las renovables en auge. Sobre las eólicas, señala el principio de interferencia entre
generadores y el debate abierto sobre el potencial eólico al que podemos llegar. Pero sobre todo apunta en la
dependencia de los combustibles fósiles para levantar esos enormes molinos de cemento y acero, reparaciones
costosas y costes de desmantelamiento que tampoco se tienen en cuenta. Con respecto a la eólica marina, aún es más
costosa que la terrestre. El problema no es de electricidad, sino de transporte e industria. Otros sistemas de energía
renovables (geotérmica, mareomotriz, undimotriz y solar de concentración) y otras menos conocidas en estudio
(geomagnetismo, potencial gravitatorio de las rocas, electrolítico de las raíces de las plantas, rayos,
evotranspiración…) sin que haya ningún hallazgo científico de relevancia. Por último, analiza el hidrógeno, que no es
una fuente de energía porque no proporciona nuevas cantidades, pero que podría ser útil en casos concretos y muy
planificados, para darnos un “vector energético”, es decir, aprovechar los excedentes de la producción eléctrica
renovable. Si bien es un elemento muy fugaz, altamente inflamable y poco versátil.

¿Por qué no vamos a tener un coche eléctrico? Georgescu Roegen economista, distinguía entre recetas factibles
(procedimientos técnicos que saber cómo hacer) y tecnologías viables (geo-tecnológicamente posibles). El coche
eléctrico es una receta factible pero no viable, cálculo de la logística de la carga, si se interesará sustituir a escala
planetario todas las infraestructuras no sería viable. La clave está en la escala, en que se haga en algunos contextos.
Las tecnologías viables son conjuntos sociotécnicos amplios con cierta base energía que pueden reproducirse a sí
mismo, que son viables en el tiempo. Solo ha habido dos grandes tecnologías viables en nuestra historia: el dominio
del fuego (Prometeo 1) y los combustibles (Prometeo 2), lo que está en juego es si podemos encontrar un Prometeo 3.
Las células fotovoltaicas no se construyen a partir de otras, más de las cuatro quintas partes de esa producción está en
China. La energía que sirve para producirlas es derivada del carbón. Para que fuera posible el coche eléctrico debería
haber puntos de recargas en muchos sitios, deberían ser subvencionados, y esos significaría una transferencia de
dinero de los pobres a los ricos, requiere inversión con fondos públicos, y solo va a ser un medio accesible a los ricos.

Los defensores de la transición al coche eléctrico deberían preguntarse si no pasará como con el ave. Es un medio de
transporte que no cube sus propios costos, es un medio caro, no transporta suficientes pasajeros para amortizarse.
Estamos pagando con fondos público un medio que solo pueden costearse las clases pudientes, problemas de justicia.
Ferrocarril convencional optimizado como alternativa para el Ave, no es rentable el gasto de recursos que produce
para la ganancia de tiempo que significa en un país pequeño como España.

¿Por qué no saldremos nunca de esta crisis? Las fuentes de energía renovables solo podrían llegar a cubrir una
fracción de lo que consumimos hoy en día. Además, nos estamos quedando sin tiempo para lanzar un programa
renovable a gran escala, ese problema por el lado de las energías y los materiales y el clima también. No podemos
reaccionar debido a la necesidad de crecimiento económico inherente al sistema capitalista, funciona mientras crece
con esa dinámica expansiva, parece incompatible con un programa decrecentista. La inversión productiva se hace para
recuperar ese capital más algo adicional de ganancia. Eso impulsa el coche contra los límites biofísicos del planeta
Tierra, y si ahora nos encontramos en una situación de descenso energético, eso induce una contracción económica
con la que no puede funcionar bien. Podría acabar si estuviera a la vista una nueva fuente de energía capaz de
apuntalar esa expansión. El capitalismo justifica sus problemas como coyunturas, es por la pandemia, es por la guerra,
pero hay en el fondo condiciones estructurales que están de fondo. Desde 2015 la producción de diesel se halla en
retroceso, consecuencia de un fenómeno geológico y también técnico, lo que cabe esperar es que siga esa tendencia, lo
que tendrá consecuencias importantes en el transporte marítimo, la maquinaria pesada, etc. En lugar de hacerlo frente
se comienza a decir que los coches son malos para la salud, algo que se sabía hace 40 años, por qué ahora la
preocupación, se dice que estamos haciendo la transición por razones de salud para camuflar el problema de fondo.

¿Por qué la crisis de la covid-19 ha acelerado nuestro descenso? Su afección al sistema energético, lo va a hacer
más rápido en los años que vienen, porque la contracción económica ha provocado menos extracción de petróleo y
ahora es más dificultoso (es un grifo que es difícil de cerrar y volver a abrir).

¿Qué es lo que sí hace falta cambiar? En el ámbito político los cambios se centran en la tecnociencia, pero nada de
eso funciona, el problema real no es la energía sino el capitalismo, deberían hacerse cambios de tipo social más que
tecnológico: 1. Anulación de las deudas actuales, en un mundo decrecentista las deudas son impagables. 2. Reforma
radical del sistema financiera, no podrían seguir funcionando los intereses. 3. Sugestión del dinero. 4. Reformas de los
Estados-nación, lógica de relocalización. 5. Definir planes de transición locales, desde las ciudades, pueblos y barrios.
6. Preservación de los servicios básicos a las gentes necesitadas. También hay medidas técnicas importantes: 1.
Reingeniería, revisar la ingeniería, ecodiseño (contrario al usa-tirar), bioconstrucción (arquitecturas con tierra). 2.
Aprender a aprovechar la energía renovable, no pensar en términos de electricidad, no sustituirlo todo por ella,
desprendernos de la querencia por la electricidad y buscar energías RRR (aprovechamiento de las renovables capaces
de renovarse a sí mismas). 3. Cambios en los modelos de propiedad, acabar con la propiedad privada de lo que no sea
un bien de consumo inmediato o personal. 4. Cambio de modelo de uso, ej.: los electrodomésticos pueden compartirse
entre urbanizaciones. Si no estuviéramos en un sistema cuya lógica seria vender cuantos más lavavajillas mejor
entonces quizás bastarían con tener algunas comunes por urbanizaciones.

Ensayo:

Contra el fin de los relatos, existen dos muy pujantes hoy: tecnolatría y ecologismo. No hay afuera de la ideología
pero eso no significa que todas las ideologías sean igualmente válidas, buenas o justificadas, ello implicaría un
relativismo que no suele ser una postura epistémica recomendable.

La Postmodernidad no significa la imposibilidad de construir ese tipo de relatos totalizantes como si ya estuviéramos
totalmente desengañados de ellas. De hecho, hay dos relatos de este tipo que mantienen una intensa pugna
actualmente: el ecologismo vs la tecnolatría, y ¿qué hay más totalizante que la idea de un homo deux capaz de alcanzar
la condición transhumana? ¿no es acaso un fin último para toda la humanidad evitar el colapso biofísico?

La tecnolatría es la narrativa propia del capitalismo, la cual demanda una fe inquebrantable en las tecnologías
como soluciones cuasi-mágicas a nuestros problemas. Una idea que ya está en Günther Anders ( La obsolescencia del
hombre) pero que yo tomo de Adrián Almazán (Técnica y tecnología, 2021), quien la sugiere como una nueva religión
que dibuja en el horizonte la promesa de una salvación inmanente, como la mutación transhumana, la eternización de
nuestra raza en la conquista de la Galaxia e incluso la inmortalidad biotecnológicamente asistida. Narrativa que
encontraría su contrapunto en el discurso ecologista, desde el que escribe Almazán, con la particularidad de ser ésta
una narrativa desengañada ya de la fe en el progreso, y que si promociona una renuncia: la reducción del consumo y
de la producción, no es tanto para llegar a una utopía futura (una sociedad sostenible) cuanto para evitar una eminente
distopía, a saber, el colapso biofísico.

En La condición posmoderna distingue un conocimiento narrativo: el saber que se transmite como una narración de
las aventuras y que se legitima porque es contado por ancianos, padres, sabios, etc. Y un conocimiento científico,
obsesionado con su legitimación interna mediante cierta metodología y que pretende describir la realidad sin
evaluarla. La idea de Lyotard es que no vale tan solo con ese criterio interno a la propia práctica científica que se
legitima a sí misma en virtud de su reproductibilidad, predictibilidad, etc. sino que el proyecto científico necesita
además de una narración externa que justifique su papel en la sociedad. En la Postmodernidad el conocimiento
científico se habría impuesto sobre el narrativo, aun cuando Lyotard señala que, en realidad, son más bien
complementarios y si la ciencia ocupara por completo el campo de la narración se vería desfundamentada. En la
Modernidad el proyecto científico se legitimaba externamente conforme a dos narrativas que ya hemos visto: el
relato hegeliano, donde el conocimiento avanza progresivamente hacia el saber absoluto, y el relato marxista, donde el
conocimiento se justifica por un avance progresivo hacia la emancipación. Lo que me interesa del diagnóstico de
Lyotard es que con la desconfianza en este tipo de relatos lo que hoy legitimaría a la ciencia es un criterio tecnológico,
es decir, su productividad tangible en productos de mercado, en máquinas que se suponen mejoran nuestras vidas.

Lo que sugiere Lyotard es que el capital no tiene finalidad más allá de la seguridad financiera y su propia
reproducción, de manera que el capitalismo no construiría relatos o narrativas sino que más bien se dedicaría a destruir
los fines y producir los medios. De nuevo la idea de Weber según la cual la construcción de relatos habría quedado
relegada al ámbito personal y privado. El nuevo criterio de legitimación científica: la utilidad tangible en productos de
mercado, no apuntaría a un fin último sino a los propios medios, esto es, a las tecnologías. Resulta evidente que acierta
Lyotard en el diagnóstico del nuevo criterio de legitimación científica, pues todavía hoy la razón principal por la que
la opinión pública denosta la filosofia es porque no sirve para nada.

Aun cuando considero que el análisis de Lyotard es muy agudo no comparto su conclusión, la idea de que el nuevo
criterio pondría el acento en los medios más que en los fines. Pues, si como ya anticipó Ferlosio, la tecnolatría es una
nueva forma de religión, lo es bajo la esperanza de la construcción de lo inhumano, la emancipación del sistema solar,
el colonialismo espacial y proyectos semejantes. La tecnolatría es la narrativa que hoy legitima la ciencia pero también
el capitalismo: debemos seguir alimentando la tecnociencia, la industria y el comercio porque producen tecnologías y
ellas nos salvarán del Apocalipsis, perdón, del colapso biofísico. Una narrativa que sigue comprometida con la fe en el
progreso y que podemos ver expuesta a las claras en Sapiens, de animales a dioses, de Harari, donde se profetiza la
llegada de un homo deux transhumano que superará nuestras deficiencias gracias al progreso tecnológico.

La ideología ecologista es a mi juicio superior, en el sentido de más justificada porque tiene base en la ciencia y sobre
todo porque se ha desengañado por fin del Mito del progreso que caracteriza la Modernidad occidental. (Argumentos
contra el discurso tecnológico en ‘1. Sustentabilidad’).

15. Sobre animalismo:

Factores:

Los fenómenos que causan más daño y mal a los animales no humanos, no sería difícil convenir en dos conjuntos de
fenómenos: la crianza industrial de animales por una parte, y la destrucción de ecosistemas por otra.

“Doble moral” y “doble Derecho” que a veces se ha caracterizado como: “utilitarismo para los animales, kantismo
para los seres humanos”. Sorprende que no nos preguntemos más a menudo por qué es así, que no cuestionemos ese
doble estándar normativo (“doble moral” y “doble Derecho”). La razón principal, un poderoso supuesto de nuestra
cultura: la tesis de la diferencia antropológica postula un abismo infranqueable entre los humanos y los demás
animales. La ciencia moderna (biología evolutiva, biología molecular, etología, ciencias de la cognición,
neurociencias, etc.) no apoya esa idea. Hay que pensar las diferencias entre especies más bien como límites dentro de
un continuo. Una ontología más adecuada: continuo de niveles físico-biológico-social-cultural (J. Ferrater Mora).
Cada nivel “superior” depende del “inferior”, pero con autonomía (propiedades emergentes).

Adoptar una ontología como la del continuo de niveles –y una epistemología realista– induce a desestimar el
antropocentrismo fuerte o excluyente. Antropocentrismo en sentido moral: doctrina según la cual los intereses
humanos son moralmente más importantes que los de los animales o los de la naturaleza. Biocentrismo: doctrina
moral que afirma que todo ser vivo merece consideración moral. Las extensiones de ambos conceptos se intersecan.
Se puede ser a la vez partidario de un antropocentrismo débil y de un biocentrismo débil (si se afirma que todo ser
vivo merece consideración y respeto moral, pero unos seres vivos más que otros). Por ejemplo, si se sostiene que los
animales con capacidades más ricas merecen más respeto moral que los animales menos complejos. Sólo son
excluyentes las versiones fuertes de ambos conceptos.

Criterio material de justicia que defiendo: no existe ninguna diferencia moralmente relevante que justifique un trato
diferente a seres que tienen capacidades sensoriales, intelectuales y emocionales semejantes. El estatus moral de un ser
debe estar determinado por su características (capacidades, necesidades, vulnerabilidades), y no por su pertenencia a
una raza, un linaje, una nación o una especie animal determinada.

6 cosas que nos igualan con el resto de animales:

1) Todos los seres vivos compartimos un común origen evolutivo, y hemos convivido a lo largo de una misma historia
evolutiva sobre el planeta Tierra. 2) Existimos dentro de límites espaciotemporales; la biosfera es el común espacio
vital de todos nosotros; somos igualmente finitos y vulnerables. 3) Somos interdependientes y ecodependientes:
interactuamos dentro de extensas y densas redes de dependencias recíprocas (y estas redes pueden describirse desde
un punto de vista teleológico). 4) Aspiramos a la autoconservación, perseveramos activamente en el ser (y esto desde
las más sencillas cadenas de macromoléculas con capacidad de autorreplicación hasta los vertebrados de vida anímica
más compleja, como don Miguel de Unamuno sin ir más lejos). 5) Cada uno de nosotros poseemos un "bien" propio
de nuestra especie, y en este sentido somos realidades teleológicas. 6) Y por último, no todos los seres vivientes, pero
sí todos los animales somos realidades sintientes capaces de sufrir y de gozar.

Podemos convenir en que lo que cuenta moralmente son los individuos –nuestra mejor teoría moral será individualista
(o atomista, como decimos a veces). Pero sucede que, ontológicamente, los individuos cuentan poco –¡la realidad es
sistémica y relacional! Nuestra mejor ontología no será individualista. Podemos reconocer la importancia de las
totalidades y los sistemas (ser holistas) en lo ontológico, y mantener no obstante el individualismo moral: son las
vidas individuales las que cuentan moralmente. Especies y ecosistemas tienen sólo un valor moral derivado. Nos
importan, moralmente, los centros de sintiencia y consciencia que llamamos individuos. Pero en la naturaleza son
sobre todo las totalidades las que cuentan…
Haraway las especies de compañía (coevolución). Fin de la excepción humana, herida al ego.

La imagen del cyborg tiene potencia política y feminista porque la mujer, al igual que el cyborg, es un ser que habita
la frontera, ese límite entre el sujeto y el objeto. Hay por lo general una sospecha de que son sujetos pero de hecho son
tratadas como objetos, objeto de placer para el hombre y objeto de reproducción para la familia. El problema de la
mujer no es el mismo que el del proletariado (la alienación) sino más bien su cosificación sexual (un ejemplo claro es
la pornografía). A la mujer se la ha obligado históricamente a habitar la frontera y lo mismo sucede con las personas
racializadas, los artefactos e incluso los animales.

Esos animales, y con ellos pasamos ya de Manifiesto cyborg a Manifiesto de las especies de compañía, nos lanzan
preguntas que van más allá que las del cyborg, pues nos hace cuestionarnos la relación simbiótica entre organismos.
La categoría “especies de compañía” es más amplia que la de “cyborg” y ya no es una metáfora, el metaplasmo es
una suerte de realidad originaria, un plasma simbiótico entre los seres que las integran, y que pretende señalar las
alteraciones que se producen en la historia de la relaciones entre especies de compañía y que nos constituyen. La
pluralidad de la vida en la Tierra depende de la simbiosis, ella posibilita la vida eucariota y esa relación originaria de
simbiosis incluye también al cyborg, lo que Donna nos quiere hacer ver, contra el determinismo natural pero también
contra el determinismo cultural, es la naturocultarildiad de la existencia. “Quiero convencer a mis lectores de que los
habitantes de la tecnocultura nos convertimos en lo que somos en el tejido simbiogenético de la naturocultura”
(Haraway, 2016, p. 16).

La idea básica es que los seres no preexisten a sus relaciones sino que se constituyen mediante ellas, habitamos
espacios de simbiosis y coevolución, no existe algo así como el humano domesticando lobos hasta su conversión en
perros, pues nos hemos desarrollado a la par, hay una mutua evolución. Y lo mismo cabe decir de lo agrario; la
categoría “especies de compañía” es más amplia también que la de “animales de compañía” pues incluye también a
los vegetables en esa coevolución de los seres y la vida (ej.: los vegetales que no hemos manipulado históricamente
son prácticamente incomestibles porque no estamos intestinalmente adaptados a ellos). La selección artificial y la
selección natural son una y la misma cosa, y si esta literatura de corte biológico se puede considerar también feminista
es principalmente porque nos ayuda a ver la disolución de la frontera entre lo natural y lo cultural, llamando la
atención sobre el espacio fronterizo que ha ocupado históricamente la mujer.

Además de la mujer otro buen ejemplo de ser fronterizo, al que Haraway dedica mucho espacio en el texto, son los
perros, en ocasiones tratados como objetos y en otras como trabajadores o miembros de la familia.

Haraway, desde una perspectiva feminista, no solo nos invita a la disolución de las fronteras para proponer nuevas, o a
elaborar una ontología relacional y procesual que niegue el esencialismo de género, o a una filosofia política capaz de
reivindicar nuevos sujetos y agentes políticos, también nos invita a hacer ciencia de otra manera. Una historiografía
capaz de mirar todas las relaciones posibles, todas las causas y orígenes más allá de las humanas, que ahonde en esos
contextos de hibridación y simbiosis dando cuenta de los fenómenos naturoculturales a lo largo de la historia, y en el
que se puede ver también la mudanza que han sufrido los géneros (despojándolos así de su carácter fijista, esencial o
natural). Pero también una biología que no conciba la naturaleza como un hecho que se nos presenta tal cual, sino
sabiendo que la propia noción es una construcción con muchas capas y que no se puede entender sin la cultura, pues
ambas están entrecruzadas, son hibridas. Por ejemplo, el cambio de paradigma en biología con respecto a las
hormonas, aun cuando se creía estar describiendo fielmente la naturaleza, se hizo con un sesgo de género evidente,
pues se entendía que existían algo así como hormonas femeninas y hormonas masculinas, pero ¿por qué ha de ser la
testosterona una hormona masculina?

Foucault y las macrogranjas.

El historiador Jason Hribal defiende en su obra la tesis de que los animales son parte de la clase trabajadora.
Básicamente, la teoría de Hribal es un intento de renovar la visión sobre los animales dentro de la perspectiva marxista
para que sean considerados como sujetos para la liberación y no como objetos para la producción, que es el papel en el
que tradicionalmente han sido catalogados. Sin embargo, a mi modo de ver, esta tesis de Hribal presenta varios
problemas importantes que me gustaría exponer concisamente.
Que son esclavos yo creo que es bastante evidente, en las macrogranjas son explotados sistemáticamente y tratados
literalmente como mercancías, como objetos del que debemos extraer su utilidad para obtener el mayor beneficio
económico posible. El salario que les podría dar es mejorar sus condiciones de vida.

Desde Foucault se podría hacer una historia de la animalidad y analizar tecnologías como las macrogranjas, el saber
de la zoología, las granjas tradicionales, los zoos, etc. Los cuerpos dóciles de los animales a quienes se les trata de
extraer la máxima utilidad para obtener beneficio económico. También el zoo o por ejemplo los toros son fenómenos
interesantes a estudiar mas relacionados con la estética.

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