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DEONTOLOGÌA PROFESIONAL

Unidad 1. La profesión del criminólogo


1.1 Definición de profesión

Etimológicamente, la palabra profesión significa “ocupación u oficio que requiere estudios especiales”
(profesional ‘relativo a una profesión’); procede del latín, profesionem, acusativo de professio (tema profession)
“profesión, ejercicio de un oficio; declaración pública del nombre o del oficio de una persona: declaración
pública”, de professus, participio pasivo de profiteri “declarar públicamente”. Pero el significado etimológico, que
explica la palabra profesión a partir de los conceptos de ocupación y oficio, y que se usa aún en documentos
públicos hasta la fecha, aunque aporta una primera aproximación al concepto, resulta tautológico y anacrónico3
por las siguientes razones: Las definiciones contenidas en los diccionarios del lenguaje informan que ocupación
del latín occupatio, —onis significa empleo, oficio o dignidad—, en tanto que oficio, del latín officiues, es
ocupación habitual, profesión de algún arte mecánica. Como se puede observar, ambas se remiten al uso de la
otra en forma circular sin aportar sus diferencias específicas, si bien contienen algunos elementos que hacen
posible inferir algunas.
Ocupación se refiere a la condición general en que se encuentran las personas que en un momento dado
poseen un empleo, oficio o dignidad, regularmente productivo para ellas mismas, así como para la comunidad
a la que pertenecen. En este sentido se opone a desocupación, de donde se les puede calificar como ocupados
y desocupados. En el sentido mencionado, desde una perspectiva lógica, la ocupación sería el género mientras
que las profesiones u oficios, especies.
En cambio, la definición de oficio hace énfasis en la permanencia dentro de la misma actividad, en la
sensibilidad que el oficial, artesano y aprendiz deben emplear para realizar su actividad, en la mayor proporción
de esfuerzo físico y sobre la cantidad del esfuerzo mental requerido para efectuarla, así como en la forma
empleada para adquirir tales habilidades o destrezas, que normalmente consiste en la observación y la práctica,
sin descartar completamente en la actualidad el estudio informal.
A fin de intentar una primera aproximación en la definición de la palabra profesión es preciso hacer un
recuento de sus características relevantes. Sergio Sánchez Cordero18 ha realizado una relación muy completa
en los términos siguientes:
a) Formación específica, dirigida y sancionada en su validez. Este último aspecto suele instrumentarse en
lo que se conoce como habilitación profesional, la cual supone el establecimiento de límites al libre ejercicio de
las ocupaciones y profesiones por parte de los individuos en situaciones de libre mercado de contratación y
trabajo: sólo determinadas agencias gubernamentales y/o privadas pueden autorizar a los individuos para la
posibilidad de ejercicio o práctica legal de alguna profesión.
b) Seguimiento de determinadas reglas (reglamento profesional) a las que debe ajustarse cada profesión
y que marcan el eficaz desempeño de las distintas actividades que entraña.
c) Aceptación y cumplimiento de un determinado código ético (deontología profesional) que afectaría, por
un lado, al colectivo de profesionales y, por extensión, a los restantes miembros de la sociedad, bien se
relacionen directa o indirectamente con cada profesión.
d) Unido a lo anterior: la profesión debe comportar un fin u objetivo beneficioso para todos y cada uno de
los miembros de la sociedad y en principio puede revertir, bajo distintas formas, sobre aquellos que ni
indirectamente se relacionan con ella: ha de surtir efectos positivos globales desde el punto de vista social
(concepto del fin de la profesión como servicio social/responsabilidad social).
e) Y, finalmente, la profesión suele y/o debe constituir la base económica del individuo, aunque el prestigio,
el éxito y autoridad profesionales no están necesariamente unidos al total de los ingresos obtenidos por el
ejercicio de la profesión.

La profesión resulta entonces una forma dentro de la estructura social reconocida por el Estado y sujeta a
normas jurídicas que regulan y sancionan su ejercicio; un área del conocimiento transmitida mediante la
educación; una actividad caracterizada por el predominio del esfuerzo racional, y un producto de la investigación
y la interacción de los profesionales con las exigencias de desarrollo que genera su entorno social, económico
y político

1.2 Primera caracterización de la profesión del criminólogo

El criminólogo es un científico con actitud crítica y comprometida con los problemas sociales, capaz de
aplicar su conocimiento interpretando, analizando y sintetizando la realidad tanto a nivel individual como
colectivo. Un perfil que también está definido por capacidades especiales de argumentación, negociación,
mediación y resolución de conflictos. Así, es el Grado en Criminología la titulación que ofrece la formación
que tiene por finalidad el diseño, la aplicación y evaluación del comportamiento delictivo y de las conductas
antisociales en general. Titulación a la que se accede habitualmente desde el bachillerato de Humanidades y
Ciencias Sociales o el bachillerato de Ciencia y Tecnología (rama Ciencias de la Salud), exigiendo formación e
interés por las ciencias sociales y las disciplinas empíricas.
Entre las competencias específicas de la profesión podemos señalar:
• Desarrollar su actividad de forma empírica e interdisciplinar, y teniendo en cuenta siempre los principios
y las disposiciones legales y reglamentarias.
• Emplear con eficiencia y eficacia técnicas de investigación que le permitan analizar y evaluar la
criminalidad.
• Situar el problema criminal en un contexto personal, social y jurídico adecuado, siendo capaz de
diagnosticar la situación y aplicar teorías criminológicas para diseñar la mejor estrategia de actuación.
• Diseñar, ejecutar y evaluar políticas y medidas de seguridad e intervención para prevenir la
delincuencia y asistir a las víctimas.
• Informar y asesorar sobre sistemas y políticas de prevención de la criminalidad.
• Informar y asesorar sobre medidas penales.
• Negociar y aplicar técnicas de solución de conflictos.

Si bien la formación del criminólogo no capacita para una profesión específicamente regulada, sí abre paso
a ocupaciones que están relacionadas con la disciplina en sí misma. Es el caso de los cuerpos y fuerzas de
seguridad del Estado, el funcionariado, el ámbito de la seguridad privada y el del asesoramiento en general.
Vemos con más detalle:
• El cuerpo policial en general y el de funcionarios y personal laboral de instituciones
penitenciarias en lo correspondiente a realización de informes y actuación como especialistas en
juntas y equipos técnicos. Asimismo, las actuaciones del criminólogo en este ámbito penitenciario
son diversas: vigilancia y medidas penales alternativas, informes y propuestas que tienen que ver con
la toma de decisiones a nivel de permisos, libertad condicional, privación de derechos u otros beneficios
penitenciarios, etc.
• Administración de justicia y atención a víctimas y menores: asesoramiento, informes
victimológicos, mediación y conciliación, ejecución y control de medidas como la de la libertad vigilada,
etc.
• Seguridad privada, diseñando y gestionando políticas de seguridad y formando al personal.
• Asesorar en materia criminológica a empresas privadas (seguros, banca…). Y realizar encuestas,
elaborar estadísticas y tratar bases datos para elaborar informes.
• Perito criminalista: elaboración de informes periciales para aportarlos como pruebas documentales
en procesos judiciales.
• Docencia e investigación en instituciones públicas y privadas.

Además de lo anterior, el profesional de la criminología está en disposición de complementar otras


profesiones que requieren de formación o información en temas criminológicos:
medicina, sociología, psicología, etc.

1.3 El ethos profesional como fenómeno social

Augusto Hortal sostiene que enseñar ética no es impartir “moralina” sobre las prácticas usos profesionales.
Desde su punto de vista, la enseñanza de la ética en la universidad plantea retos impostergables como el ofrecer
una verdadera ética reflexiva y critica sobre el ser humano y su quehacer profesional, orientar las conductas
profesionales, establecer un dialogo interdisciplinario con los saberes especializados y realizar un discurso
público sobre lo que es un buen profesional (límites, derechos, compromisos y deberes).
Las profesiones se rigen por principios, los cuales clarifican y dan sentido a la esencia moral de las actividades
ocupacionales. Están enmarcadas en contextos, y finalmente, evidencia como los profesionales tienen una
responsabilidad pública ante la sociedad

La ética profesional no sea solo una asignatura que estudien los alumnos que se preparan. También
los profesores de las de las diferentes disciplinas tienen que implicarse en el debate ético dentro y fuera del
aula, no para convertir su disciplina en una asignatura de ética, si no para hacer ver que aquella tiene una
dimensión práctica de la que el profesor enseña y el profesional que la aplica son responsables.
Hortal ubica la ética profesional como una ética realista en la que se lleva a cabo una vida moral a través del
ejercicio profesional. En otras palabras, existe una congruencia entre lo que se “dice y hace”.

El ethos profesional como fenómeno social, el autor señala que los sociólogos y los historiadores
son los que más se han ocupado para investigar la profesión y la ética profesional. Asimismo, hace referencia
a la vocación y profesión desde sus raíces etimológicas. Herbert Spencer “quien decía que estas son un paso
evolutivo en el proceso de la vida, a la cual le dan belleza y sentido”, Max Weber “el eminente sociólogo alemán
que no se centró solo en la descripción de la profesión si no el espíritu y el ethos religioso calvinista que impulsa
el hombre a consolidar el espíritu capitalista”, y a Emilio Durkheim “quien se interesó por explicar la moral
profesional”.

Hortal señala que la profesión es una actividad ocupacional que presenta un servicio a la sociedad por
parte de personas que se dedican en forma estable y obtiene su medio de vida, asimismo, tiene un control
monopolístico del ejercicio de su profesión y acceden a ella tras un proceso de capacitación teórica y práctica
con licencia para ejercerla.
Cada profesión tiene contextos que posibilitan y configuran la responsabilidad de los profesionales, casi todas
las profesiones están inmersas en tres mediatizaciones básicas (técnicas, económica e institucional).

El profesional requiere una preparación técnica ineludible para llevar a cabo su trabajo, sin embargo,
se enfrentan con problemas tale como:
▪ Al tecnificarse el ejercicio profesional, se diluyen aspectos éticos de la profesión donde el profesional pasa a
ser un técnico instrumentalizado.
▪ La tecnificación convierte al profesional en una pieza que puede ser sustituida, su función es mecánica. La
técnica potencia y facilita el ejercicio profesional, pero termina siendo una amenaza para la ética.
La mediatización económica, se cambió la concepción de profesional liberal que se le retribuía su trabajo por
“honorarios”, ya que en la actualidad la mayoría de los profesionales están a expensas de un sueldo como
empleados por “cuenta ajena” o como funcionarios de organismos públicos, por ello:
▪ El trabajo es su medio de vida
▪ No es dueño de marcar sus objetivos, las tareas se le asignan
▪ Aprende a trabajar con recursos limitados y dentro de la viabilidad económica
▪ Sabe que existe una mercantilización de las profesiones “Todo se avala por el prestigio profesional”
▪ Reconoce que la empresa necesita de su aportación competente y coordinada, su relación con ésta es
interdependiente
▪ Puede contribuir a que se invierta la jerarquía de bienes intrínsecos (servicio) por los extrínsecos (dinero,
prestigio, poder, status)
▪ Tiene la oportunidad de ir construyendo su propio currículum profesional.

La mediatización institucional y organizativa, el


profesional actúa dentro de cauces institucionales que marcan las pautas de lo que tiene que hacer y de lo que
se debe esperar de él.
Principios de la ética profesional
Los principios son imperativos de tipo general que orientan acerca de qué hay de nuevo y realizable en unas
acciones, y de malo y evitable en otras. Los principios se diferencian de las normas porque son más generales
que éstas, ponen sobre la mesa los temas y valores del vivir y del actuar mientras que las normas aplican los
principios a situaciones concretas. Un principio enuncia un valor o meta valiosa, en cambio, las normas dicen
cómo debe aplicarse un principio en determinados casos.
▪ Principio de beneficencia: Consiste en hacer bien el propio oficio con el objeto de proporcionar los bienes y
servicios que cada profesión se esfuerza por realizar
▪ Principio de autonomía: En las relaciones profesionales, el usuario o cliente es persona sujeta a derechos. Su
opinión, convicciones y derechos merecen ser respetados y hay que informarle de cualquier actuación
profesional que le afecte, así como contar con su consentimiento.
▪ Principio de justicia: Significa proceder con justicia, cumplir con las obligaciones implícita o
explícitamente dentro del marco institucional público o
▪ Principio de no maleficencia: Este principio es la sombra de los tres anteriores, propone ante todo no hacer
daño “Primum non nocere”, “es decir, para empezar, no hacer mal el propio oficio profesional, no perjudicar ni
hacer mal a otros, no manipularles ni ejercer violencia sobre ellos, no violar sus derechos ni ignorarles como
personas; no cometer injusticias privándoles de lo que se les debe o les corresponde”.

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