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TP 1.

PSICOLOGÍA FORENSE Y DERECHOS HUMANOS

Domínguez Lostaló (2012) Fundamentos Teóricos Metodológicos para Psicología Forense. Ficha de Cátedra.

La Psicología Forense, disciplina en permanente replanteo, aborda el conocimiento de los hechos determinantes en
la construcción de la subjetividad de las personas y la vinculación de estas con la Ley y el Poder, gestándose desde
las rtas a las demandas de crianza y la introyección de las normativas que regulan la convivencia en una sociedad.

Conforme a los desarrollos de los países, se definen condicionamientos de la conciencia científica. Las concepciones
de normas, leyes y transgresiones, como las compensaciones y corresponsabilidad social revelan el marco teórico
dominante. En nuestro país ese marco es el paradigma del Jus-humanismo (pautas normativas que se basan en los
DD.HH), desde la sanción de la Constitución Nacional en 1994. Sin embargo, en la práctica cotidiana impera el
modelo positivista Jus-naturalista.

Principios Estratégicos para la transmisión de la Psicología Forense

Lo Forense
El ámbito de lo forense abarca distintos sectores, instituciones, problemáticas y prácticas. Desde intervenciones
individuales como instituciones y comunitarias. Debe incluir la clásica visión de la “Psicología Jurídico-Judicial” pero
no limitarse a ese marco. La actividad profesional de los psicólogos puede llevar a cabo aspectos preventivos,
asistenciales o de rehabilitación.

Rol del Psicólogo Forense


Debemos resignificar su rol en el marco de los DD.HH y la justicia social, y recuperar el protagonismo comunitario en
el análisis, el juicio y la resolución del sufrimiento. Todo esto supone la participación activa con la comunidad,
permitiendo el retiro de la burocratización de lo judicial, que solicita herramientas de diagnóstico y peritaje
convencionales y un discurso de justificación que sostiene y afianza el sistema para un mayor control social. Cuando
participa a-críticamente de ese dispositivo de poder, el accionar del psicólogo se constituye como sustentador del
control social represivo.

Principios Conceptuales y Filosóficos


Se posiciona desde la Doctrina de los Derechos Humanos, de la Protección Integral de la Infancia de las Naciones
Unidas, la Constitución Nacional de la República Argentina y dentro de los siguientes principios:
1) La Declaración Universal de los DD.HH: acta fundante, consenso alcanzado acerca de una concepción del
hombre, sin privilegios ni discriminaciones (de ningún orden). Conquista de la humanidad después de luchas de
grupos que alcanzaron con la Declaración reivindicaciones de justicia y requerimientos de igualdad.
2) El Realismo Marginal Latinoamericano: análisis social que afronta la vulnerabilidad producida por lo económico y lo
político. Principio en pro de la obtención de mayor justicia social en aras del progreso.
3) El desarrollo de la Organización Comunitaria para la Seguridad Humana de los Habitantes: base y eje de las
Políticas Públicas, de donde nace un conjunto de prioridades como la erradicación del trabajo infantil, desempleo,
enfermedades infectocontagiosas, violencia, etc.
4) La Integración de las Comunidades, de los Grupos y las Personas Marginales y Excluidas, a través de
intervenciones adecuadas para la restauración de las redes solidarias originales, mediante alterativas al
asistencialismo y al clientelismo político, facilitando la participación en la organización y el desarrollo de espacios
solidarios compartidos por la grupalidad (ppio esencial para ejercer el Derecho a la palabra, la escucha y el disenso,
base de la única democracia posible para la plena vigencia de los DD.HH).
5) El Reconocimiento de la Dignidad intrínseca y de los Derechos Iguales e Inalienables de todos los miembros de la
familia, mediante el rescate de la memoria histórica e identidad cultural de sus comunidades.

Una metodología didáctica para la formación en Psicología Forense


La formación del estudiante en la disciplina no puede depender del aprendizaje técnico y teórico, puesto que la
actividad del psicólogo implica una participación en las relaciones humanas. Por lo tanto, la formación tendrá como
objetivo promover el desarrollo cabal de la ética que guía el ejercicio de la profesión, favoreciendo el desarrollo de
una cc clara de la dignidad y de la responsabilidad de la actividad psicológica.

Principios metodológicos
Respecto a la clásica formación de psicólogos, se exige una readaptación de los instrumentos ético-profesionales
para abordar temas sociales que nos afectan. La propuesta se fundamenta en rescatar metodologías que apunten a
la prevención primaria en el ámbito forense, encarando la tarea antes y después de producido el daño psíquico.
Una práctica psicológica en esta área, significa trasladar de la esfera privada (desconocida, negada) los temas de la
vida pública, entendidos desde una plena participación (Foro).

La propuesta se ajusta a las problemáticas desde una metodología atravesada por dos ejes de la práctica, dos
herramientas para resolver los conflictos:
a) La interdisciplinariedad: se fundamenta en la nesariedad de consolidar estrategias de intervención comunes con
otras disciplinas, fortaleciendo la comunicación entre los discursos a fin de reconocer las diversas y complejas
dimensiones de las problemáticas.
b) la grupalidad: se basa en la observación de fenómenos psicosociales para los cuales la atención individualizada
es el fruto resultante de una formación sesgada, y no el ajuste a las características de esas problemáticas.

Nuestra propuesta invita a “reducir la vulnerabilidad” a través de su metodología “participativa” (siendo partícipes
juntos, junto a las otras disciplinas, profesionales, técnicos, y a la comunidad en general) y de carácter grupal.
Entendiendo que las estrategias de contención del conflicto social (elemento q influye en el aumento de la
vulnerabilidad psicosocial) y las de protección de sus miembros más carenciados, solo puede realizarse a partir de
generar y reconstruir lazos vinculares que consoliden bases para una cogestión de su Salud desde la integración de
sus miembros en conflicto.

Los elementos estratégicos fundamentales para la enseñanza actual de la Psicología Forense son:
- Que el conocimiento de los aspectos forenses de la Psicología se incluyan en un enfoque psicosocial global, que se
adecue a las problemáticas locales de la región y del país.
- Que desde su formación el estudiante de Psicología tenga un enfoque pluridimensional de la enfermedad, así como
de la causalidad del sufrimiento
- Que cuando llegue a su primer contacto con el asistido, sepa reconocer las manifestaciones que expresan a un ser
humano q sufre y no como objeto de estudio o atención
- Que aborde tempranamente el estudio de la relación psicólogo-sujeto asistido, base de toda su tarea profesional y
campo de integración de las ciencias del hombre vinculadas a la administración de justicia (Campo específico de la
Psicología Forense)

En la nueva visión de la Psicología Forense, significa convertir a la Cátedra en un Foro, espacio de reflexión,
conocimiento y debate de los temas que los psicólogos enfrentaran dentro de una realidad cambiante, globalizada.
El eje del desarrollo teórico-práctico se basa en despegar desde lo jurídico hacia lo forense atravesado por un
enfoque preventivo-comunitario. En una constante tendencia a ampliar el campo psicológico del modelo jurídico que
tiende a favorecer el sistema regulador, modelador, adaptador, propiciante de lo controlado.

La crisis del “qué – hacer” en el ámbito de lo forense requiere del nuevo paradigma Jus-humanismo, único capaz de
garantizar la adecuación de la práctica profesional atenta a las normativas vigentes. Esta propuesta permitirá
desarrollar la enseñanza básica de la disciplina Psicología Forense, desde la articulación de los tres componentes de
la vida universitaria, la docencia, la investigación y la extensión.

Domínguez Lostaló (2008) Por qué una Psicología Forense. Ficha de Cátedra.

Contexto del Siglo XXI para una psicología forense


Existe un nuevo marco doctrinario desde el consenso de la comunidad internacional; este marco surge de la
integración de las visiones más significativas e integradoras acerca del colectivo humano, que tienen una implicancia
en distintas ramas del conocimiento humano, entre ellas la Psicología Forense.
Estos sistemas de ideas compartidas pretenden dar una aproximación a una interpretación integral y común de las
aspiraciones, derechos y deberes de la persona y de los diferentes pueblos y culturas.
¿Qué son los Derechos Humanos?
En 1948 surge la Declaración de los Derechos Humanos (Naciones Unidas) como el reconocimiento en una
normativa universal que otorga amparo a los derechos de las personas. Estos DDHH aparecen con el pleno ejercicio
de nuestra existencia (Derecho a la vida, educación, salud, etc). Es el Estado el que debe garantizar estos derechos
y NO el psicólogo, ya que no podemos ni debemos garantizar todos los derechos del sujeto, inevitablemente algunos
de ellos son vulnerados, priorizando otros derechos.
La seguridad humana, un enfoque desde el corazón de la crisis
La seguridad humana conecta de manera natural diversos tipos de libertad: libertad de no tener necesidades, la
libertad de no tener miedo, la libertad de poder obrar por su propia cuenta.
Llegada la década del ‘90, surge el planteo de la Seguridad Humana, como complementaria al de los DDHH y el
Desarrollo Humano y Sustentable, dando cuenta de una expansión del reconocimiento de los Derechos de las
personas.
La Seguridad Humana alude al despliegue de la posibilidad concreta de alcanzar el mayor margen de libertad aquí,
ahora y para todxs. Se trata de llevar adelante de manera cc y voluntaria, o sea desde la participación.
Si la seguridad absoluta es imposible, la participación concreta es el único medio de adquirir el control de nuestras
propias vidas y asumir la responsabilidad de asegurar la supervivencia.
Este concepto se diferencia de la Seguridad de Estado, sin entrar en contradicción, concentra su enfoque en las
personas, considerando que muchas veces los Estados vulneran sus derechos y libertades, amparando situaciones
de inequidad/impunidad.
Marco referencial de la Psicología Forense
La cuestión del control social y su aspecto modelador y constitutivo es la construcción de subjetividad, no puede ser
analizada al margen de una coyuntura socio-histórica determinada. (se va modificando a lo largo de la historia). Esta
es la justificación de porqué lo forense en lugar de lo jurídico como un requisito para el estudio de la problemática
actual del ejercicio de la psicología en América Latina.
Control social para García Méndez → Medidas tendientes a mantenimiento y reproducción del orden socioeconómico
y político preestablecido.
No poder separar la práctica del psicólogo del orden jurídico implica simplemente desconocer la autonomía del
conocimiento psicológico con respecto al orden socio-económico en el que está comprendido y se desarrolla su
práctica.
No existe una subjetividad que pueda aislarse de la cultura y de la vida social, ni tampoco existe una cultura que
pueda aislarse de la subjetividad que la sostiene. Esta mutua determinación debe ser nuestro punto de arranque, ya
que la subjetividad es cultura singularizada, tanto como la cultura es subjetividad objetivizada.
Hablar de psicología jurídica, nos coloca en la clásica actitud de reducir los hechos sociales a mecanismos
psicológicos, como forma de soslayar la corresponsabilidad social del Estado en la determinación de la vulnerabilidad
psicosocial de los habitantes.
La investigación de la subjetividad consiste en la interrogación y las significaciones de los sentidos, la ética y los
valores morales que produce una determinada cultura, la forma de apropiación del control social sobre los individuos.
El desafío profesional.
La actividad profesional de los psicólogos tiene una significación importante en el ámbito forense, ya sea en aspectos
preventivos, asistenciales o de rehabilitación. Adquiere importancia la posibilidad conceptual de brindar
conocimientos que hacen a la especificidad de lo forense desde el marco teórico que reconoce la significación del
control social en la construcción de subjetividad.
Este ámbito de lo forense abarca e incluye distintos sectores, instituciones, problemáticas y prácticas, por lo que debe
incluir a la psicología jurídica-judicial, conteniéndolo como uno de los saberes que incluye la disciplina, ya que el rol
de la psicología no es el de ser una ciencia auxiliar del derecho.
Por lo tanto, deberá saber comprender y tratar las diversas manifestaciones psicológicas de aquellas personas con
sufrimiento mental, que recurren al profesional o que requieren sus servicios, más allá de la demanda y más acá de
sus derechos.
La propuesta se fundamenta en rescatar metodologías que apunten a la prevención primaria en el ámbito forense.
La crisis del que-hacer en el ámbito forense requiere del nuevo paradigma del jus-humanismo, único capaz de
garantizar la necesaria adecuación de la práctica profesional, atento a las normativas vigentes.

Fridman. La así llamada buena victima.

En el año 1969 la psicoanalista Elisabeth Zetzel1 dio a conocer un articulo que fue muy leído en su momento “La así
llamada buena histeria”,en el cual la autora proponía una clasificación de diferentes sintomatologías encuadradas
dentro de la patología histérica, para poder definir quienes eran sujetos adecuados para un buen análisis. Más allá de
considerar que éste es un artículo muy bueno a nivel de clínica psicoanalítica en la medida que distingue lo que
podríamos llamar neurosis histéricas de síntomas histéricos en pacientes borderline, siempre me pregunté porqué un
cuadro netamente femenino llevaba un calificativo que aludía a la bondad. Para aclarar un poco las cosas, en el
comienzo del articulo hay un epígrafe en el cual Zetzel menciona una canción infantil que dice así:”había una niñita
que tenia un pequeño rizo en medio de la frente y cuando era buena era muy buena pero cuando era mala era
espantosa”, para continuar en otra parte del articulo: “En mi opinión la patología de este síndrome esta determinada
en gran parte por factores del desarrollo que son específicos del crecimiento y desarrollo del carácter femenino” (la
negrita es mía) y sigue para regocijo de los/as analistas con perspectiva de género: “Fallas comparables en el
desarrollo de los varones a menudo traen como resultado, según mi experiencia una aparente normalidad y no
síntomas neuróticos manifiestos”(la negrita es mía) En clave de análisis y para seguir profundizando en la presente
exposición creo necesario que nos preguntemos porqué en los textos psicoanalíticos hallamos adjudicaciones
calificativas y de alguna manera peyorativa acerca de lo buena o mala que puede ser alguna paciente, siempre
mujeres y de cómo “las malas pacientes” no son analizables y de cómo en el encuentro terapéutico con pacientes
mujeres que presenten hostilidad manifiesta como aspecto patognomónico, se pierde la tan mentada neutralidad del
analista. Zetzel divide el cuadro en 4 grupos según su analizabilidad adjudicándoles un criterio moral de buena o
mala según la gravedad de las estructuras.En este sentido podríamos pensar que lo que califica de bueno o malo en
las mujeres, en las patologías masculinas estaría representado por la noción de mayor o menor gravedad,
exceptuando esta atribución de valores morales. Pensemos en otro texto clásico de la teorización psicoanalítica de la
histeria, el texto de Lucien Israel “El goce de la histeria” en el cual también a través de un recorrido muy interesante
se deslizan atribuciones prejuiciosas acerca de la bondad o maldad de algunos casos de histeria. Lucien Israel
menciona aludiendo al Diccionario Dechambre de clínica que “ el termino histérica ya ha dejado de ser un vocablo
médico para convertirse en una palabra que hace sentir su presencia en el grupo social”…… como vemos otra vez
nos enfrentamos a la ecuación histeria= mujer, pero como siempre, una vez que se asigna esta representación a
alguien, vamos a encontrar un deslizamiento peyorativo cito : “ Hace algunos años organicé un seminario sobre la
histeria, con un grupo de jóvenes colaboradores…. El primero de aquellos colaboradores que tuvo el valor de
arrojarse a ese océano de la histeria sabiendo que era un océano y que él no estaba preparado para nadar, al
menos, para atravesarlo, se mostró osado y por eso mismo inventó y descubrió algunas cosas. Este joven se atrevió
a presentar una breve reseña que titulo “histérica perversa” e “histeria gentil”…. Cada vez que con nuestro orgullo
herido de machos queramos vengarnos de la histérica siempre encontraremos a alguien que nos recordará que
existen “histéricas gentiles”( la negrita es mía)” y leamos lo que sigue que es una perlita para analistas entrenados en
los deslizamientos de prejuicios de género “ Y en forma reciproca cada vez que nos erijamos en defensores- o
defensoras por el movimiento de liberación femenina ha tomado la palabra también- cada vez que hablemos de la
histérica como victima surgirá toda una legión que nos asegure : “Nada de eso, la victima no es la histérica: nosotros
somos las victimas de las histéricas”

Otra vez nos vemos enfrentados con representaciones peyorativas acerca de un cuadro clínico que no he encontrado
en ningún texto que analice patología masculina, inclusive en los textos en los cuales se analiza la habitual práctica
de violencia masculina sobre las mujeres. Teniendo en cuento lo anterior ¿podríamos pensar en un texto que hable
del “así llamado buen obsesivo”? o del “así llamado violento malo”? Siempre me ha llamado la atención la modalidad
de atribución diferencial por genero de representar la mayor o menor gravedad de los cuadros si es en referencia a
mujeres en forma desvalorizada o peyorativa (esto también lo he observado cuando los consultantes pertenecen a
colectivos subordinados, por ej. gay, lesbianas, inmigrantes etc.) Quisiera en el presente trabajo profundizar en
relación a lo anteriormente expuesto como algo similar ocurre en la atención de las víctimas de violencia de género.
En el largo camino que vengo realizando supervisando equipos que trabajan con esta problemática, he encontrado
algunos obstáculos que me gustaría referir en relación a lo que podríamos llamar, “los amores y odios” que
despiertan la atención a mujeres y sobre todo si son victimas de violencia de género. En los equipos que trabajan con
violencia de género, se puede observa que al encanto inicial del trabajo le suceden sensaciones de desaliento y
agotamiento progresivo. Lo que Leonel Sicardi2 ha tomado como enfermedad de la idealidad del trabajo, (término
empleado por Aubert y Gaulejac) o “síndrome de la desilusión” Si bien estas vivencias se pueden atribuir a las
problemáticas institucionales de los lugares de trabajo que los albergan y que desencadenan afectos negativos que
son imprescindibles elaborar, creo necesario hacer mención a un aspecto específico ligado a la práctica misma del
trabajo con violencia de género.

Para esto quisiera ejemplificar con 3 viñetas contrapuestas que nos permitan pensar algunos aspectos teóricos. En la
primera reunión de supervisión que se llevaba a cabo en una institución que atiende a victimas de violencia, una de
las profesionales que dirigía la institución me señaló de manera socarrona que “no creyese yo que las victimas de
violencia eran “todas buenas”…lo que trajo a mi recuerdo el texto de Zetzel, y me hizo preguntar porque las victimas
tenían que ser buenas. En otro grupo de supervisión uno de los participantes presentó un caso en el cual por el tipo
de relato que realizaba la consultante, había surgido en el equipo tratante la duda acerca de si el mismo era veraz o
era un relato delirante, esta diferencia era esencial porque de acuerdo a la opción que se tomase se iba a poner en
marcha un operativo judicial en el cual dos menores iban a estar involucrados con la necesaria preocupación de no
realizar nada que pudiera ser un mal abordaje para los mismos. En el equipo de profesionales que estaba realizando
la supervisión se generó una discusión bastante violenta acerca de si era creíble el relato presentándose una división
en dos subgrupos, uno que dudaba acerca de la narración, y otro subgrupo que defendía la posición como
verbalizaban de “la teoría dice que hay que siempre creerle a la victima” con la consiguiente imposibilidad de poder
pensar teóricamente y en función de esto planear una estrategia en la cual los dos niños que estaban en el medio del
conflicto fueran los menos dañados. En otro equipo dedicado al trabajo con violencia de género, relataron un caso en
el cual, una mujer victima de violencia, había relatado a la terapeuta tratante como ante un hecho de violencia
perpetrado por su hijo varón contra una prima, “ella (la madre) había sodomizado al niño con un palo de escoba para
que entendiese que con las mujeres no había que ser violento” con el consiguiente impacto subjetivo de la
profesional. Estas tres viñetas tan contrapuestas sirven, para poder pensar acerca de las dificultades con que se
enfrentan en la práctica diaria los equipos que abordan la tarea con victimas de violencia de género, y de cómo a
partir de poder elaborar las dudas y conflictos que plantea la praxis, se puede habilitar la interrogación nuevamente
de la teoría y desde allí reformular nuevas líneas teóricas que mejoren los tratamientos y los abordajes. En este
sentido el interjuego de la praxis y de la teoría, nos permitirá salir de lo que he llamado ya en otro texto “el corsé de
pensamiento” 3 que se produce tanto cuando no se tiene la real comprensión de las problemáticas de género como
cuando la teoría es tomada de modo fundamentalista. Estas dos dificultades son a mí entender las grandes
productoras de las patologías del trabajo en este campo. Una de las problemáticas más frecuentes que he
encontrado en los grupos de supervisión clínica de la tarea se refiere a la tensión que surge en los equipos de trabajo
entre la construcción imaginaria de la victima de violencia descripta en los textos, a la que denominaré “construcción
del sujeto épico de la liberación4 ” y el encuentro con la persona real que consulta. ¿Por qué recurro al vocablo de
épico? el término épico, del latín epĭcus, se refiere a aquello perteneciente o relativo a la epopeya o a la poesía
heroica. Este género poético presenta hechos legendarios o ficticios que se desarrollan en un tiempo y espacio
determinados. El héroe épico suele ser un personaje guerrero que logra superar todo tipo de obstáculos para
alcanzar sus objetivos. Su caracterización lo convierte en un ser de gran fuerza física, inteligente y noble. La noción
de épico trae a colación la representación de un sujeto heroico. El héroe épico tiene una condición virtuosa según
Hugo Bauza5 estudioso de este tema, y esto se ve reflejado en todos los sacrificios para superar la condición
humana de su naturaleza que en el caso de las victimas podrían representarse como portadoras en su seno de una
bondad intrínseca que hay que hacer surgir…. Toda ideología libertaria conlleva un trasfondo heroico del cual no hay
que renegar para sostener la ilusión de lucha por un cambio positivo.
El discurso feminista también está imbuido de esta tradición que se asienta en un relato de la modernidad que tendría
como fin un cambio para la felicidad humana. Esta representación inunda de alguna manera también a los equipos
que trabajan con ellas. Se crea aquí una suerte de representación romántica e ilusoria de una proceso en donde
las/os profesionales quedan reflejadas por la ilusión heroica, ilusión que ayuda a soportar y sostener el trabajo con lo
siniestro. Hay un antiguo precepto romano dice Bauza que enuncia “te doy para que tú me des”. La representación de
victima trae un problema ideológico y semántico, esta sería “alguien que sufre violencia pasivamente y que esta
exenta totalmente de las circulaciones de hábitos violentos que sí lleva a cabo el perpetrador”. Esta representación
trae aparejada no pocos aspectos problemáticos a la hora del trabajo terapéutico, ya que surge una fantasía en las/os
profesionales que se dedican a esta especialidad; la idea de que el trabajo con las mismas es de alguna manera
directo, fácil y que las victimas solo conocen la violencia de manera pasiva. Esta imagen trae en su seno un problema
al interior de los equipos y en las prácticas, lo que acontece con la elaboración de los afectos contratransferenciales
cuando esa misma persona que demanda ayuda para salir del circuito de la violencia de género presenta resistencias
altísimas al cambio y hostilidades varias tanto con sus otros vínculos como con los profesionales de las instituciones,
etc En el texto de “La impunidad”6 se plantea que “Los acuerdos ideológicos pueden, a su vez, constituir una fuente
de posibles complicidades defensivas de ambas partes del vínculo terapéutico. Siendo condición necesaria para la
tarea común (la negrita es mía), pueden actuar simultáneamente como una zona devaluartización narcisista de los
miembros de la institución y del equipo profesional. Definimos en este caso a la zona de valuartización como un
espacio vincular marcado por un pacto en el que se depositan, de un modo tenaz e inaparente, aspectos que se
procura no poner en consideración. Se trata de una situación de "de eso no se habla" porque podría poner en juego
las diferencias, o permitir la emergencia de aspectos fuertemente reprimidos, disociados o censurados”… y continúan
en otro momento del texto:” el lugar transferencial asignado tiende a producir efectos contratransferenciales intensos.
Las demandas idealizadas tienden a reforzar en los terapeutas sus propias fantasías de reparación absoluta, de ser
padres salvadores omnipotentes, de cubrir todas las faltas. Estos sentimientos contratransferenciales, muchas veces,
cuando no son elaborados, llevan a realizar enormes esfuerzos, sobrecargas intensas que se compensan con la
gratificación narcisista dada por el reconocimiento otorgado. Pero, a su vez, son fuentes de nuevas demandas.
Frecuentemente, los problemas que se presentan en el grupo institucional, especialmente cuando afectan el
sentimiento de permanencia de sus miembros, comprometen la subjetividad de los terapeutas determinando que se
puedan producir en el equipo profesional situaciones "en espejo" respecto de la institución. Polarización de ideas con
fuerte compromiso emocional, confusión, displacenteras, de intensa incomodidad con los propios colegas,
abroquelamientos narcisistas”. En función de lo antedicho por los autores creo necesario realizar una caución teórica
que tiene que ver con la ausencia de teorizaciones acerca de los afectos rechazantes que se producen en los
profesionales cuando la persona que se presenta a demandar ayuda es también violenta, hostil y/o reactiva al
cambio. Se crea por esta ausencia de teorización, una verdad que se muerde la cola, seguir pensando acerca de la
ilusión romántica de la tarea y no poder reflexionar sobre los aspectos de rechazo que presenta la labor en sí, por lo
cual se acentuaría una visión sintomática de las dificultades que presenta “el trabajo de trinchera” como me gusta
llamar a la practica en las instituciones de atención Es en esta línea que aparece la noción que he dado en llamar “la
así llamada buena victima” la consultante que cumple con el tratamiento avanza en el proceso de separación del
agresor y se va agradecida, explicitado esto en un sentido irónico de las consultantes a las que se definirían como
“malas victimas” mujeres que mienten a los terapeutas, son agresivas, aparecen y desaparecen de las consultas etc.
y en este sentido poder pensar a quienes se atribuye cada representación. Esta dicotomía nos interroga acerca de
las dificultades contratransferenciales que nadie se anima a mencionar cuando nos enfrentamos a lo que aludiendo al
texto de Elizabeth Zetzel “una mala victima”. De alguna manera aquí nos encontraríamos con algo parecido a lo que
señalé cuando traje a colación los textos de Zetzel y de Israel… la complacencia cuando un cuadro psicopatológico
es “gentil y se aviene rápidamente a las fantasías curadoras del profesional a cargo” y lo que ocurre cuando este
mismo cuadro es difícil y enfrenta al profesional con emociones contradictorias que inclusive confrontan con la
apoyatura ideológica teórica con que se aborda el trabajo. Cuando los profesionales se encuentran con las victimas
reales sufren una tensión entre esta imagen idealizada de los discursos teórico/ideológicos y la desilusión que surge
cuando se confrontan con las personas reales. Esta desilusión puede generar dos modos de resoluciones
conflictivas, por un lado emociones hostiles en las personas que trabajan con la victima y que pueden jugarse en los
tratamientos y por otro lado la dificultad de reflexionar sobre estos aspectos del trabajo por temor a ser tildados de
reaccionarios o contrarios a las teorizaciones con perspectiva de género. La atribución de la maldad o bondad de un
padecimiento nos pone de cara a un problema filosófico más profundo que tiene que ver con la noción de “semejante”
y quien es el semejante que vamos “a liberar”. Los entrecruzamientos dificultosos que presentan las personas que
demandan ayuda en este tema entre su condición de género, de etnia, de nivel socioeconómico, de historia subjetiva,
junto con los condicionamientos sociales del entorno, apoyo o no de políticas publicas ,etc. generan en los
profesionales intervinientes la sensación por momentos de profundo desaliento ya que el cambio para la salida de la
situación violenta no se opera en la rapidez deseada desde el imaginario teórico, muchas veces estas mismas
personas que acuden a pedir ayuda son atravesadas por modalidades violentas, se presentan en una actitud
maltratadoras de los equipos de atención, son frustradoras en su capacidad de cambio. Esto no implica que dejen de
ser victimas. Silvia Bleichmar en su libro Violencia social y violencia escolar7 dice:”La idea de hablar de la justicia
como pacto intersubjetivo o como modo de saneamiento de la sociedad se relaciona con el hecho de reflexionar
sobre cómo hemos perdido a lo largo de estos años ciertos principios que nos constituyen y ciertos aspectos de
nuestra identidad que nos consolidan lo cual nos ha sumergido en un hondo padecimiento.........esto se mantiene
todavía en la idea de que alguien va a pedir justicia por otro ser humano de acuerdo a la ideología que este tenia, lo
cual habla de la destrucción de la idea de semejante en la Argentina. El hecho de que todavía se apele a la noción de
victima inocente. Idea mediante la cual se define sectorialmente la noción de semejante como si hubiera victimas que
no “son inocentes” que son culpables”…..para seguir diciendo “La diferenciación entre victimas inocentes pone en
evidencia que hay otras victimas que no lo son, remite a la idea de que alguien encontró lo que buscaba. Las victimas
inocentes por alguna razón se encuentran involucradas en eso que les pasó, incluso se supone que son parte del
conflicto que las afecta de modo tal que la única forma de ser inocente es no involucrándose en nada que pueda ser
peligroso”. En este sentido nos encontraríamos de cara a un problema ético y teórico, la idea de que la victima debe
ser buena o inocente para ayudarla y por otro la necesidad de “inocentar” a las victimas para poder justificar las
teorizaciones que cuestionan al sistema cultural que ha sostenido a la violencia de género. Cuando en determinadas
disertaciones aparece alguien que pregunta “bueno ud. habla de la violencia de los varones en contra de las mujeres
… pero las mujeres no son violentas a veces?” lo que esta trayendo a colación es que sólo son pasibles de
preocupación social y de agenda política a las buenas… las otras “se lo buscaron”, nueva versión y vieja versión del
tristemente famoso “algo habrá hecho” frase tan luctuosa en nuestro país. Aquí uno se tendría que preguntar ¿la
justicia sólo se puede implementar en “las así llamadas buenas victimas”? Si sólo “las buenas victimas” son pasibles
del trabajo terapéutico nos preguntamos en que lugar quedaría el trabajo con aquellas que presentan más
complicación. Pero también hay que entender que en el trabajo con personas que presentan más conflictividad, no
debería haber un pacto inconsciente de silenciamiento de cuáles son los aspectos propios de prácticas violentas, ya
que de esta forma se impediría la adecuada visibilización y elaboración de modos vinculares patológicos que generan
nuevas espirales vinculares violentas. El pacto inconciente impediría un trabajo tan caro al feminismo como ser la
deconstrucción de practicas violentas para el fortalecimiento de la noción del cuidado al semejante y de daño al
objeto de amor. Esta tensión entre los aspectos idealizados y lo que denomino “el trabajo de trinchera” se encuentra
obstaculizado en su elaboración por imperativos teóricos que obturan tanto el pensamiento critico, como la
interrogación enriquecedora. Debemos tener en cuenta de que para que los equipos puedan mantener su salubridad
en este tipo de tarea es adecuado poder hacer circular todas estas emociones encontradas en los grupos de
supervisión. Poder entender el alcance que tiene la estructura violenta del patriarcado nos permite salirnos de este
mesianismo utópico para aceptar al sujeto real que con sus contradicciones nos está demandando ayuda para salir
del lugar donde se encuentra; ayuda que muchas veces se realiza en diferentes etapas, con muchas frustraciones, a
lo largo del tiempo y que en algunos casos, (por suerte no en todos), no se puede llevar a cabo, aceptando que el
trabajo con lo siniestro de la cultura, es una lucha que a veces se pierde. La dificultad de elaboración de estos
aspecto contratransferenciales habilitaría la aparición tanto de sintomatología corporal en los profesionales
intervinientes, como de tensiones en los grupos que dificultan el buen funcionamiento de los mismos, deteriorando los
equipos de atención de forma tan conveniente para el mantenimiento de la estabilidad del patriarcado.

TP 2. SUJETO, LEY Y VINCULO SOCIAL

Freud (1932) “El por qué de la guerra”

Carta de Freud a Einstein – Septiembre de 1932


¿Qué se quiere decir con “el humanismo como imposibilidad”? ¿Qué se entiende por humanismo?
[Albert Einstein le envía una carta a Freud porque la Liga de las naciones y el instituto internación de cooperación
intelectual le proponen que abra un debate con alguien que el elija (lo hace con Freud) para debatir sobre alguna
problemática que le interese: en este caso elije la pregunta por si existe algún camino para evitar en la humanidad
los estragos de la guerra.
Freud le plantea que ante semejante pregunta dio cuenta de la incompetencia, de la incapacidad que tanto el cómo
Einstein tenían frente a la posibilidad de darle una salida a dicho problema. Luego se dedica a reflexionar como se
presenta a la consideración psicológica el prevenir de las guerras.]
“Comienza usted con la relación entre el derecho y el poder. ¿Puedo sustituir la palabra poder por violencia (fuerza),
por ser un término más duro?” derecho y violencia son antagónicos, pero no es difícil demostrar que en los orígenes
uno se desarrolló a partir del otro.”
“en principio los conflictos de intereses e/ los hombres son solucionados mediante la violencia. Esto sucede con todo
el reino animal, pero que en el caso del hombre se suman también los conflictos de opiniones/ideas que alcanzan
mayores alturas de abstracción y que parece que requieren otros recursos para solucionarlos.
Al principio de la historia de la humanidad era una pequeña horda humana, la de mayor fuerza muscular era la que
decidía a quién debía pertenecer alguna cosa o la voluntad de quien debía llevarse a cabo. La fuerza muscular fue
sustituida en el tiempo por el uso de instrumentos (armas), con esta introducción la superioridad mental empieza a
ocupar el lugar de la fuerza muscular; el propósito de las luchas sigue siendo el mismo. El objetivo de las luchas se
consigue una vez eliminado el enemigo; esto tiene una doble ventaja por un lado permite impedir que se reinicie otra
vez su oposición, y por el otro hace que su destino se ejemplo para desanimar a otros. En un momento de la historia
el propósito homicida choco con la contradicción de que respetando la vida del enemigo, pero manteniéndolo
atemorizado podría empleárselo para servicios útiles. Es así que entonces la violencia se contenta con someter, en
vez de matar. Pero en ese mismo momento el vencedor también perdió parte de su propia seguridad ya que pueden
convivir en los sometidos deseos de venganza.
He ahí, pues, el estado originario, el imperio del poder más grande, de la violencia bruta o apoyada en el intelecto.
Sabemos que este régimen se modificó en el curso del desarrollo, cierto camino llevó de la violencia al derecho.
¿Pero cuál camino? Uno solo, yo creo. Pasó a través del hecho de que la mayor fortaleza de uno podía ser
compensada por la unión de varios débiles. La violencia es quebrantada por la unión, y ahora el poder de estos
unidos constituye el derecho en oposición a la violencia del único. Vemos que el derecho es el poder de una
comunidad. Sigue siendo una violencia pronta a dirigirse contra cualquier individuo que le haga frente; trabaja con los
mismos medios, persigue los mismos fines; la diferencia sólo reside, real y efectivamente, en que ya no es la
violencia de un individuo la que se impone, sino la de la comunidad. Para que se consume ese paso de la violencia
al nuevo derecho es preciso que se cumpla una condición psicológica. La unión de los muchos tiene que ser
permanente, duradera. Nada se habría conseguido si se formara sólo a fin de combatir a un hiperpoderoso y se
dispersara tras su doblegamiento. La comunidad debe ser conservada de manera permanente, debe organizarse,
promulgar ordenanza, prevenir sublevaciones temidas, estatuir órganos que velen por la observancia de aquellas
leyes y que tengan a su cargo la ejecución de los actos de violencia acordes al derecho.
Opino que con ello ya está dado todo lo esencial: el doblegamiento de la violencia mediante el recurso de transferir el
poder a una unidad mayor que se mantiene cohesionada por ligazones de sentimiento entre sus miembros. Las leyes
de esa asociación determinan entonces la medida en que el individuo debe renunciar a la libertad personal de aplicar
su fuerza como violencia, a fin de que sea posible una convivencia segura. Pero semejante estado de reposo es
concebible sólo en la teoría; en la realidad, la situación se complica por el hecho de que la comunidad incluye desde
el comienzo elementos de poder desigual, varones y mujeres, padres e hijos, y pronto, a consecuencia de la guerra y
el sometimiento, vencedores y vencidos, que se transforman en amos y esclavos. Entonces el derecho de la
comunidad se convierte en la expresión de las desiguales relaciones de poder que imperan en su seno; las leyes son
hechas por los dominadores y para ellos, y son escasos los derechos concedidos a los sometidos. A partir de allí hay
en la comunidad dos fuentes de movimiento en el derecho, pero también en su desarrollo: En primer lugar, los
intentos de ciertos individuos entre los dominadores para elevarse por encima de todas las limitaciones vigentes, es
decir, abandonaran el dominio del derecho para volver al de la violencia; y en segundo lugar, los continuos empeños
de los oprimidos para procurarse más poder y ver reconocidos esos cambios en la ley, vale decir, para que se
progrese de un derecho desigual a uno igual para todos (lo que puede llevar a la sublevación)
Hay otra fuente de cambio del derecho, que sólo se exterioriza de manera pacífica: es la modificación cultural de
los miembros de la comunidad; pero pertenece a un contexto que sólo más tarde podrá tomarse en cuenta.
Vemos por consiguiente, que hasta dentro de una misma comunidad no se puede evitar la solución violenta a los
conflictos. Sin embargo las necesidades y los fines comunes que resultan de la convivencia en la misma comunidad
favorecen a la terminación rápida de esas luchas, de modo que en estas condiciones aumenta sin cesar la
probabilidad de que se recurra a medios pacífico para resolver los conflictos. Viendo la historia de la
humanidad, si bien hubo guerras que no trajeron otra cosa que infortunio, otras nos han de confesar que han sido un
medio propicio para establecer más unidad y paz, es decir que ha contribuido a la trasmudación de violencia en
derecho. Hasta hoy solo han traído uniones parciales, pero quizás la guerra sea un medio apropiado para alcanzar la
paz anhelada.
Solo es posible impedir con seguridad las guerras si los hombres se ponen de acuerdo en establecer un poder
central el cual se conferirá la solución de todos los conflictos de intereses. Esta formulación implica dos condiciones:
la de crear semejante instancia superior y la de que se le confiera ese poder. Ahora bien son muy escasas las
posibilidades de que esto suceda.
Hemos visto que la comunidad humana se mantiene unida a merced de dos factores: la compulsión de la violencia y
los lazos afectivos –identificaciones- que ligan a sus miembros. Desapareciendo uno de ellos, el otro podrá
posiblemente mantener unida a la comunidad. La historia enseña que la fuerza de las idas ha realizado su esfuerzo
pero que no ha podido evitar finalmente los enfrentamientos bélicos. Parece pues que el intento de sustituir un poder
objetivo por el poder de las ideas esta hoy condenado al fracaso. Por ejemplo es evidente que hoy en día las ideas
nacionalistas han terminado en un efecto contrario (Guerras Mundiales).
Ahora voy a pasar a desglosar otra de sus proposiciones, usted expresa lo fácil que es entusiasmar a los hombres
para la guerra y sospecha algo del orden de instinto del odio y de la destrucción obra en ello. Comparto sin
restricciones su opinión. Suponemos que las pulsiones del ser humano son solo de dos clases: aquellas que quieren
conservar y reunir (eróticas, sexuales, de vida) y otras que quieren destruir y matar (muerte, agresión). Cada una de
estas pulsiones es tan indispensable como la otra; de las acciones conjugadas y contrarias de ambas surgen los
fenómenos de la vida. Parece que nunca una pulsión perteneciente a una de esas clases puede actuar aislada;
siempre está conectada con cierto monto de la otra parte, que modifica su meta o en ciertas circunstancias es
condición indispensable para alcanzarla. Así, la pulsión de autoconservación es sin duda de naturaleza erótica, pero
justamente ella necesita disponer de la agresión si es que ha de conseguir su propósito. De igual modo, la pulsión de
amor dirigida a objetos requiere un complemento de pulsión de apoderamiento si es que ha de tomar su objeto. La
dificultad de aislar ambas variedades de pulsión en sus exteriorizaciones es lo que por tanto tiempo nos estorbó el
discernirlas. Entonces, cuando los hombres son exhortados a la guerra, puede que en ellos responda
afirmativamente a ese llamado toda una serie de motivos, nobles y vulgares, unos de los que se habla en voz alta y
otros que se callan. No tenemos ocasión de desnudarlos todos. Por cierto que entre ellos se cuenta el placer de
agredir y destruir.
El hecho de que la guerra desborde pulsión de destrucción es motivo para preocuparnos, y será combatida por su
contrario, la pulsión de vida. Ahora bien es fácil decirlo pero difícil cumplirlo. De lo que se trata finalmente no es de
eliminar del toda las tendencias agresivas humanas, sino de desviarlas al punto que no necesiten buscar expresión
en la guerra.
Una queja de usted sobre el abuso de la autoridad me indica un segundo rumbo para la lucha indirecta contra la
inclinación bélica. Es parte de la desigualdad innata y no eliminable entre los seres humanos que se separen en
conductores y súbditos. Estos últimos constituyen la inmensa mayoría, necesitan de una autoridad que tome por ellos
unas decisiones que las más de las veces acatarán incondicionalmente. En este punto habría que intervenir; debería
ponerse mayor cuidado que hasta ahora en la educación de un estamento superior de hombres de pensamiento
autónomo, que no puedan ser amedrentados y luchen por la verdad, sobre quienes recaería la conducción de las
masas heterónomas. No hace falta demostrar que los abusos de los poderes del Estado y la prohibición de pensar
decretada por la Iglesia no favorecen una generación así. Lo ideal sería, desde luego, una comunidad de hombres
que hubieran sometido su vida pulsional a la dictadura de la razón. Pero con muchísima probabilidad es una
esperanza utópica.”
[Hacia el final de la carta Freud se pregunta y reflexiona sobre porque algunos se indignan tanto con la guerra (como
él y Einstein) y considera que es porque todos los hombres tienen derecho a su propia vida, porque la guerra aniquila
vidas humanas, pone al individuo en situaciones indignas, lo compele a matar a otros, destruye valores materiales
productos del trabajo humano. Y a su vez el desarrollo de la cultura/civilización ha afectado el desarrollo del
psiquismo. Es por eso que la guerra a su vez contradice las actitudes psíquicas que nos impone el proceso cultural,
que es el del fortalecimiento del intelecto dominando la vida instintiva. Freud deposita esperanza en que el desarrollo
de la cultura trabaje para evitar las guerras y sus efectos nocivos.]

Domínguez Lostaló (1997)“Vulnerabilidad. Aportes a la discusión de un concepto que rompe un paradigma”


Ficha de Cátedra.

PELIGROSIDAD Y VULNERABILIDAD (la corresponsabilidad social).


Hay muchos elementos en los hábitos, costumbres y formas de desempeñarse que surgen del Control Social, que
internalizamos, y que estigmatizan y segregan. Uno de los grupos preguntó QUÉ ES ATENUAR LA
VULNERABILIDAD.
VULNERABILIDAD DERIVA DE HERIDA, REFIERE A LA PERSONA SUSCEPTIBLE DE SER DAÑADA DESDE
DISTINTAS FORMAS; por ejemplo sin no adquirió determinados hábitos va a ser expulsada de la escuela o la
guardería (si tiene la suerte de poder llegar), la vulnerabilidad muestra al semejante en situación de ser herido o
dañado por la exclusión, la marginación, por la sanción circunstancial informal o por la formal.
Tenemos que tener una posibilidad real de ponernos en el lugar del otro, es decir, una relación de empatía, entender
el modo de funcionamiento y su modus vivendi, sus estrategias de supervivencia, tratar de registrar cuales son los
beneficios sociales que este modelo de organización social trata de generalizar y que en este caso se ha perdido o
no se ha llegado a tener esta posibilidad. Lo más fácil de lograr es comenzar por no cristalizar esa vulnerabilidad en
algunos aspectos, como en el momento del diagnóstico o en el posterior tratamiento o atención.
Los diagnósticos de peligrosidad, la antípoda de la vulnerabilidad. Cuando se habla de peligro se plantea a éste como
direccional, no será de la persona hacia, o desde de los otros hacia esa persona. El diagnóstico de peligro siempre
ha sido peligro para la organización social tal como está constituida. En el Derecho, para la escuela clásica, para el
positivismo o jusnaturalismo, la peligrosidad es inherente al sujeto (-Proyecto Bush’92- En EEUU se busca genes de
delincuencia en jardines para adelantar programas prevención). La connotación de peligro siempre ha sido para el
orden social, por lo tanto la víctima no importa. Esto se debe a que en el reconocimiento que existe una víctima, no
viene de un criterio jusnaturalista.
ES EL JUSHUMANISMO EL QUE NOS HABLA DE UNA CORRESPONSABILIDAD SOCIAL. Esta implica un
compromiso ético de los grupos sociales que han transformado a un individuo en peligroso; el peligroso no nace, se
hace; y si se hace quiere decir que cuando fue vulnerable se dejó avanzar el proceso de vulnerabilidad. Por lo tanto
cuando nos encontramos con el peligro tenemos un doble trabajo (si somos coherentes):
1. resarcimiento de la víctima porque fue parte de un olvido del Estado (que alguien se tornará peligroso para
ella) y
2. reconocimiento del victimario como un vulnerable, por lo tanto como una persona susceptible a quien se le
deben cosas.
Un programa de tv sobre institutos de menores mostraba a un menor decir “yo estaba convencido de lo que hacia…”,
el ingenuo planteo de generar culpa viene de la concepción peligrosista; no se le encuentra una lógica a la conducta
y se supone que la persona ha sido peligrosa porque si y desde siempre.
En realidad se trata de no olvidar un principio básico -nadie es peligroso si antes no fue vulnerable-. Este es el eje de
los informes de todas las disciplinas vinculadas al Control Social.
¿Cómo definir entonces peligrosidad? El riesgo de daño a lo pautado por el sistema social; este sistema pauta no
matar, no herir, no robar, no invadir propiedad privada, no alterar usos y costumbres. Es decir todo lo que, de algún
modo, va en contra de lo normatizado cae sobre las personas como acto peligroso para el orden social. A su vez, a
cada persona víctima le correspondería un resarcimiento civil que se expresaría en términos económicos o en
términos de atención.
Veamos ahora un discurso del paradigma de la doctrina peligrosista que es el discurso de la Seguridad Nacional. La
doctrina peligrosista establece, casi siempre, un criterio selectivo muy específico y utiliza para ejemplificar casos que
no son los típicos sino los casos atípicos. La concepción que se maneja es que la persona que está como vecino es
un enemigo.
En una teoría peligrosista lo lógico es contener pero contener significa institucionalizar, armar instituciones para
depositar a aquellos que se han constituido en algún tipo de peligro y aún para aquellos que están en riesgo y no
tienen continencia privada (chicos abandonados o que pierden ambos padres son "protegidos" por el Estado con la
institucionalización). Entonces, es en el primer reconocimiento de una institución donde puede ya verificarse si lo que
rige es el eje del peligrosismo.
Lo descrito implica reformular los criterios de diagnóstico. Dicha reformulación nos llevó a elaborar cuáles eran los
elementos de vulnerabilidad máxima de quienes estaban allí adentro. Nuestro trabajo era inrterdisciplinario; el equipo
estaba integrado por asistente jurídico, asistente social, pedagogo, psicólogo, médico y una persona de seguridad
que no solamente no era hegemónico sino que además logramos establecer que siempre dependiera del personal
técnico. El personal que hace la tarea de contención está generalmente enfrentado al personal técnico; pero cuando
surgen las situaciones de crisis es el que interviene y es el que tiene menos recursos para una intervención no
represiva. Porque uno trata de controlar el conflicto de acuerdo a las herramientas de las que dispone.
Empezamos a ver los elementos de vulnerabilidad existentes:
- Había un pequeño grupo de personas cuya vulnerabilidad estaba dada por elementos de alta patología individual
(3 al 5% de la población carcerlaria): verdaderos psicóticos internados en forma indebida que el sistema de salud no
absorbía. Si estas personas tienen estallidos, es cierto que se tornan peligrosas para los demás, pero es el más
vulnerable a la represión, a las situaciones de aislamiento, soledad y maltrato. Medicación exacerbada, encierro
exacerbado y discurso de justificación por el peligro.
De allí, la necesariedad de tener precisión en los diagnósticos de vulnerabilidad. En el diagnóstico de vulnerabilidad
no habíamos visto el peligro de su acción delictiva o infractora, sino cuál es el elemento que lo tornó peligroso por
haber sido vulnerable; en ese caso lo que hay que atacar primero (sin descuidar el peligro potencial) es la situación
de vulnerabilidad de la persona y proporcionar elementos que permitan atenuarla, bajarla. La patología individual se
transforma en un elemento de riesgo pero para la persona, y en general para su grupo de pertenencia o continencia,
y en general para la connotación que se le va a dar a la comunidad de pertenencia. Porque la paradoja es que estas
personas no eran en absoluto peligrosas en su grupo o comunidad de Pertenencia o, si lo eran, tenían un cierto nivel
de integración. Esto también se averigua con un diagnóstico de vulnerabilidad.
- También descubrimos personas con un alto índice de vulnerabilidad por un condicionamiento de tipo neurótico,
compulsión de repetición de determinados actos (40-45%). Por ejemplo, jóvenes adictos que no tienen los elementos
defensivos necesarios para enfrentar la dependencia a la adicción aumentando su vulnerabilidad en la situación de
encierro.
- Otro grupo estaba constituido por aquellas personas altamente vulnerables por el largo tiempo de
institucionalización -permanente o con entradas-; esto le modifica sus hábitos y costumbres, y lo va deshabituando de
su propia comunidad, alejándolo del circuito productivo y de la red vincular que a los que estamos afuera, nos
sostiene, volviéndose entonces más contenedora la institución que la comunidad misma.
- Luego nos dimos cuenta que existía otro grupo más: los vulnerables situacionales u ocasionales, capaz de sufrir el
Control Social Punitivo, principalmente quienes pertenecen a grupos de bajo nivel socioeconómico. Son aquellos que
cometen algún delito por su situación de vulnerabilidad psico-social. En estos casos, como en los institucionalizados,
la cárcel se transformaba en escuela del delito. Lo paradójico es que ésta tenía un efecto secundario para su vuelta a
la comunidad, ya que cambiaba sensiblemente su rol social en base a un deterioro y un sufrimiento personal muy
importante.
En uno de los grupos se plantea si es posible aplicar y utilizar el criterio de vulnerabilidad donde prima socialmente el
criterio de peligrosidad. Es evidente que los criterios son siempre sustituibles pero para ello se requiere una
verdadera confrontación con los criterios vigentes. HAY QUE ESTAR DISPUESTO A ASUMIR LAS
CONSECUENCIAS, LA DEFENSA DE LOS DDHH NO ES GRATUITA Y LOS CAMBIOS DE PARADIGMA NUNCA
FUERON JUEGO DE NIÑOS.
¿Cómo se pasa de un paradigma a otro? Aprovechando las condiciones sociales y peleando en el campo de lo
teórico y lo practico ya que uno puede tener leyes o constitución bárbaras pero si las garantías no se dan en acto, no
tiene ningún sentido tener ese documento que solamente sirve como reforzador de biblioteca.
Otro interrogante: -Si la inimputabilidad considera o no el criterio de vulnerabilidad. El criterio de peligrosidad, tomado
en sentido estricto y el criterio de imputabilidad sin considerar la vulnerabilidad, sólo tiende a la consolidación del
poder: esto es la falta de apreciación de la víctima o del sufrimiento humano, solamente verifica el criterio de
peligrosidad si esta sociedad protege o no al orden social, no a las personas.
El diagnóstico de vulnerabilidad no es subjetivo, quizás es muchísimo más objetivo que el de peligrosidad. Este
último, en general se mide por el hecho y por la suposición de que determinadas condiciones sociales forman
individuos peligrosos. Es mucho más impreciso, ya que siempre se hizo en base a la dificultad en el control de
impulsos.
Para ser peligroso, primero se debe ser vulnerable, y hay que determinar allí la etiología de esa vulnerabilidad.
¿Desde qué momento se es vulnerable? Se pude ser vulnerable desde la gestación. En gestación, en el momento del
nacimiento y en la primera infancia, se sitúan los momentos de mayor vulnerabilidad. Durante la construcción de la
subjetividad, esos momentos son también determinantes porque es donde se construye la forma de expresar y recibir
las demandas, de responder a las mismas.
-La vulnerabilidad no se refiere a un sector social en especial. Un chico de clase alta que se suicida está
mostrando su vulnerabilidad.
-El grado máximo de vulnerabilidad es aquel en que se pone en riesgo la vida de una persona y la reiteración
de situaciones en las cuales se pone en riesgo la vida de esa persona. A veces esa vulnerabilidad es más psíquica
que social. Hay personas que por condicionamiento neurótico compulsivamente se ponen en situaciones de extremo
riesgo.
Si uno asume la doctrina de la seguridad nacional lo que va a buscar es una situación regular, que la persona en
conflicto no atente contra la seguridad nacional pero además se basa en la supervivencia del mas fuerte. Es la
posición del psicoanálisis, que tiene una mirada positivista porque solo se atiende la demanda voluntaria, no se
interviene sin demanda ¿y el psicópata o suicida que no demanda?
La doctrina de los DDHH es intervencionista: donde se está atentando con el derecho a vivir, se interviene.
Prácticamente se considera que lo liberal (en el sentido de libertad) es la libre elección, como si hubiera libre
elección, como si el impacto de los medios de comunicación o de los mandatos familiares no pesara. La definición de
libertad no es unívoca. Si la definimos como el derecho a elegir tenemos que ver cuáles son las opciones posibles.
Hay circunstancias en que la persona puede elegir entre ser fusilado o suicidarse. Es una opción de muerte.
Nosotros, en función de esos grados posibles de la conquista o de supresión de libertad, es QUE NO HABLAMOS
NUNCA DE SANAR LA VULNERABILIDAD, ÉSTA SÓLO SE REDUCE O SE INCREMENTA.
Las instituciones se hicieron para atender a quienes son vulnerables, a los efectos de que esas personas, una vez
contenidas, y atenuada su vulnerabilidad, EGRESEN. Es decir, vuelvan a la comunidad originaria; pero la realidad
nos muestra que las instituciones se transforman en sí en una fuente de trabajo para los que están en ella como
empleados sean profesionales o no profesionales, más que para prestar un servicio que dicen prestar (contener la
vulnerabilidad).
Sabemos que nuestra vulnerabilidad es la necesidad de laburo y por esta necesidad NOS CALLAMOS; y no nos
callamos porque nos vayan a desaparecer sino para poder conservar ese cachito de seguridad. La paradoja es que a
lo mejor hay tareas que nos pueden dar más dinero que esa pero esa depositación que decía Bleger de la parte
psicótica de la personalidad en las instituciones, hace que uno al perder la inserción institucional se sienta totalmente
inseguro.
Para hacer un diagnóstico institucional, además de conocer esto, tenemos que ver la relación existente entre lo que
se dice que va hacer la institución y lo que efectivamente hace. Insisto, a sabiendas que toda institución es para que
las personas EGRESEN DE ELLA.
En toda institución participa por lo menos de cuatro estamentos:
· - el personal que hace la contención o custodia
· - el personal administrativo
· - el personal técnico
· - los internos
Otra forma de hacer diagnóstico institucional es ver cuántas horas de trabajo efectivo realiza cada uno de los
estamentos y cuántas personan caen bajo su posibilidad de operar. Acá se define las ideologías del sistema. Cuando
el sistema establece que los técnicos no son personal de contacto, el sistema es del más liso y llano positivismo
peligrosista. Entonces, ¿cuál es la primera condición concreta para la transformación? El Personal técnico no es
personal de escritorio ni de gabinete, es personal de contacto. Si no es así su función no es significativa (esto genera
bronca en quienes también lo son con argumentos como “vos no estás todos los días”).
Lo que ocurre es que cuando se producen verdaderas violaciones a los DDHH, ellos son testigos molestos. En
realidad, los técnicos si no somos personal de contacto, somos totalmente prescindibles. Los administrativos con uno
o dos alcanzan pero el personal de contacto es irremplazable. Sin ellos no hay institución. Esto que digo es para el
positivismo. Suponer que desde el positivismo se puede hacer contralor de los DDHH es una falacia; el problema que
nos encontramos es que nuestra situación deja a merced de las condiciones más inhumanas a los dos grupos más
desposeídos de las instituciones, que son los que reciben el rótulo de represores o violentos. Esto nos llevó a que al
establecer los grupos como forma de analizar la institución nos muestra una institución que no refleja sus condiciones
adecuadas para hacer la transformación en un modelo comunitario.
¿Cómo se transforma un profesional liberal en un profesional que pueda trabajar con la vulnerabilidad como personal
de contacto? Haciendo. El contacto es lo único que transforma la desviación que sobre la tarea específica genera la
Universidad.
La defensa de los DDHH para que sea tal tiene que ser dura. Esto prácticamente lesiona la institución como un todo y
después es difícil levantar. Siempre las tareas son de contacto. Es frecuente en nuestra modalidad argentina que
como no sirve para nada lo ponemos de jefe, es decir pateamos para arriba. Si de jefe tampoco sirve, va de director y
así. Nunca vemos el daño ocasionado; estamos muy imbuidos mentalmente de la doctrina de seguridad nacional,
entonces nunca vemos la víctima y sí vemos nuestra solidaridad con el victimario.
REFLEXIONES GENERALIZADORAS SOBRE UNA REFORMA DEL SISTEMA DE CONTROL SOCIAL DE NIÑOS
Y JÓVENES EN "SITUACIÓN IRREGULAR"
Nuestra propuesta parte -muy modestamente- se tratar de cubrir, en la medida de las posibilidades, en las
instituciones cerradas, donde por determinado tiempo se procede a retener a las personas por sus infracciones, o
presuntas infracciones, la carencia de algunos de los beneficios sociales que la formación socioeconómico-cultural
prevé supuestamente para todos sus habitantes (educación, trabajo, continencia, control personal) a los efectos de
reducir la Vulnerabilidad de los internos al Sistema de C.S.S.I..
Pero, fundamentalmente, buscamos proporcionar un espacio donde la persona pueda expresares, disentir y
proponer, es decir, participar activamente. Ese espacio, que es el eje de tratamiento, es el del trabajo grupal que, a
modo de modelo, le permite organizar la convivencia. Este es, y así debe ser, sólo un punto de partida para una
participación mayor y para un manejo cada vez más eficaz de sus posibilidades sociales.
El aprendizaje vincular que resulta no se agota en los Grupos de Convivencia, sino que se prolonga en los grupos
familiares y en una propuesta de grupos cooperativos de capacitación laboral. Hay así, desde esta instancia, una
personalización del tratamiento que no se agota en las dinámicas grupales, sino que prevé los ya comentado en
Educación y Trabajo, que nos permite considerarlo tratamiento institucional personalizado como alternativa al C.S.S.I.
La implementación de esto no es fácil por varias razones, entre ellas que quienes pueden aportar elementos que
atenúen la vulnerabilidad, son los técnicos (profesionales y docentes) que son quienes menor disponibilidad horaria y
acercamiento suelen tener. Por otra parte, quienes mayor disponibilidad tienen no manejan otros elementos de
contacto que aquellos que le fueron dados en busca de un “endurecimiento frente al enemigo”, sin embargo, no hay
que caer en la trampa de segregación y prejuicio frente a un personal que, ingresando a la tarea como un trabajador
para cubrir necesidades, solo ha sido provisto de capacitación para una tarea custodial represiva: de ahí la
CAPACITACION ESPECIFICA DESDE EL HUMANISMO.

Criterio de Doctrina de la Seguridad Nacional (Situación Doctrina de los Derechos Humanos


Diferenciación Irregular) (Protección Integral)

Base Filosófica Positivismo Humanismo

Objetivo Intimidar Garantizar

Criterio Formal Institución Total Control Social en mayor grado de Libertad


posible.

Criterio General Encierro Control Social en mayor grado de Libertad


posible.

Criterio Judicial Escrito. Oral.


Demostrar la Inocencia Demostrar la Culpabilidad

Visión del Enemigo Semejante Vulnerable


Interno

Programa de Despersonalizar para Dominar Personalizar para Preservar


Admisión
(Procesados)

Programa Peligrosidad Vulnerabilidad


Diagnóstico Imputabilidad Mental (a diferencia de la social Co-culpabilidad
(Criterios) donde se intenta determinar qué beneficios Programación Compartida
sociales recibió para poder tener otro
desarrollo se ve la mental, el chico ES malo,
viene dado genéticamente, tiene una
estructura o malformacion que lo transforma
en un sujeto que está violentando el orden
social)
Imposición de tareas

Clasificación Mezclar, lesionar, intimidar. Grupos homogéneos para programas comunes


para el
Programa

Tratamiento Domesticar. Aprendizaje de autonomía y para eso hay que


Quebrar. enseñar la cogestión-autogestión. Dinámica de
Vulnerar. convivencia (comer con ellos y no separados,
por ejemplo) y coooperativizacion (crear
pequeñas unidades de trabajo cooperativo,
incluso subsidiarias una vez que el chico salga,
hasta que tenga cierto nivel de
autosubsistencia).

Proyecto de Especializar fundamentalmente en grandes Unidades Ecoproductivas Agroindustrial de


trabajo Grupos Aprovechamiento total (todo es utilizable).
(Trabajo en Serie) En pequeños grupos.
Capacitación de Obediencia Debida. Derecho a Disentir.
Personal de Verticalidad. Horizontalidad Organizada en el trato, darles
Custodia espacios de discusión y reflexión.

DERECHOS HUMANOS
EN LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA DE MENORES:

De la Clínica de la Peligrosidad a la Clínica de la Vulnerabilidad


Desde un principio señalaremos lo que nosotros llamamos tratamiento de menores infractores y cómo se da en
nuestros países.
Frecuentemente nos preguntamos si los tratamientos dan el resultado propuesto. Pero sucede que nosotros no
tenemos muy claro cuál es ese resultado propuesto y esto nos lleva a una historia ¿no es cierto?, lo que nosotros
llamamos tratamiento, y que irónicamente y amargamente yo a veces me refiero como "miento el trato", es una forma
de operar sobre las personas, en este caso, sobre los menores.
Lo podríamos generalizar después, a todo tratamiento de interrelación humana, de manera tal de ajustarse a una
propuesta, que es la propuesta que deviene como concepción del hombre a partir de la Revolución Industrial.
A partir de la revolución industrial la concepción de hombre normal, sano, es la del hombre productor, que trabaja una
cantidad exorbitante de horas. La mujer mantenía la casa y crianza del hijo para que el hombre produzca. El hijo es
una posesión de los padres.
Alrededor del 1850/80 comienza a asimilarse el positivismo que trae el mito del desarrollo industrial, que permite
acceder al confort y que tiene como modelo al hombre que produce y el niño que puede incorporarse de algún modo
al modelo de producción.
Otro fenómeno, producto de la colonización cultural, es la incorporación de grandes instituciones cerradas que antes
no existían. Los hospitales, orfanatos, sistemas penitenciarios, donde se deposita todos lo que no están integrados al
proceso de producción, se los mantiene dentro para impedir que se pierdan y ver si se pueden incorporar, pero si no
pueden, van a seguir en la marginación.
Divide y triunfaras: En las instituciones de menores se empleó uno de los resultados del positivismo que es la
fragmentación de las disciplinas, escasa comunicación entre trabajadores. Es por eso que no se pudo integrar una
imagen del menor porque no está en los proyectos originales. El menor es fragmentado; de los que estamos acá en
este momento, muy pocos sabemos lo que hace el otro; el médico no sabe lo que hace el abogado, el psicólogo no
sabe lo que hace el trabajador social, intuye, tiene algunas líneas: entonces, si no sabemos ni eso, muy difícilmente
podamos integrar una imagen del menor.
La condición del positivismo de que el único método válido era el de las ciencias naturales, que fue consolidando el
desarrollo de la ciencia, y nos fue llevando a la consolidación de la falacia que somos una entidad bio-psico-social
condicionó el hacer profesional de las ciencias.
Todo esto daba cientificidad y legalidad a una forma de operación que tendía a no cuestionar los efectos del grupo de
crianza que está inscripto en una formación socio económica y cultural dada.
Nosotros decimos que el modelo que realmente define a la condición humana es considerar a la misma como ser
socio-bio-político donde las condiciones del grupo de crianza son determinantes para que se desarrollen las
condiciones biológicas del sujeto (es decir, la condición bio no determina la condición humana ya que sin un grupo de
crianza específicamente humano no se adquiere por ejemplo el lenguaje)
Por lo tanto, el eje de nuestro trabajo son las condiciones en que se desarrolla ese grupo de crianza, dentro del
modelo que ese grupo social se establece como protovinculo (antes de vinculo con las personas).
Lo habitual es una sociedad expulsiva, decimos readaptar, resocializar, integrar para rever eso pero cuando uno
pregunta que tratamiento empleamos nos dicen educación. ¿Tratamiento o miento al trato? La educación en sentido
formal no es elemento de reintegración y además el modelo usual suele ser rechazado. El chico en general se
resiste. Nosotros mentimos el trato educativo, porque no partimos de las necesidades específicas del chico y de su
proyecto sino que tratamos de hacer un efecto colonizador, de meterle un proyecto al cual de algún modo no
suscribe. Algo similar pasa con lo laboral, al chico lo queremos meter en un modelo en el que no nos creemos
nosotros mismos, porque le enseñamos un modelo de trabajo industrial que muchas veces no van a tener inserción
debido a nuestro nivel de desocupación industrial. Cualquier empresario por amable que sea ante la duda y prejuicio
existente va siempre a optar por la imagen del desocupado ya capacitado que no tiene antecedentes ni infracciones,
es difícil ubicar a los chicos laboralmente. Hay que agregar dos técnicas: grupal y comunitaria, lo que llamamos
control personal (adquirir la capacidad de dialogo).
¿El chico es peligroso? ¿Para quién? Para una sociedad que le que mucho más peligrosa antes. Desde el punto de
vista de su ejercicio de violencia ésta es reactiva en el 89/90% de los casos. Estos chicos son vulnerables a un
sistema que aún no comparten y lo que nosotros podemos hacer no son diagnósticos de peligrosidad sino de
vulnerabilidad.

Domínguez Lostaló (1996) “Diagnóstico de Vulnerabilidad Psicosocial” Ficha de Cátedra Psicología Forense.
TP 3. CRIMINOLOGÍA Y CONTROL SOCIAL

Aniyar de Castro (1987) “Conocimiento y orden social: Criminología como legitimación y Criminología de la
liberación”.
Durante mucho tiempo la criminología ha pretendido dar respuesta a las preguntas quién es el delincuente,
cómo se realiza el delito y cuánta delincuencia existe, a través de una metodología muy variada pero siempre
causal-explicativa. Recientemente, otras corrientes criminológicas han ensayado vías de aproximación diferentes:
así, la tendencia del etiquetamiento, fundamentada en el interaccionismo simbólico, ha volcado su interés sobre la
reacción social. Esta determinaría que algunas conductas se conviertan en delictivas y crearía la delincuencia.
Asimismo, la reacción social determinaría que la práctica del control seleccionara a unas personas en vez de otras
para denominarlas delincuentes. Por último, al incidir por medio de una etiqueta en la imagen y autoimagen de la
persona etiquetada, amplificaría y retendría en esa persona el estatus delictivo. Es decir, puso sobre el tapete un
nuevo concepto: la criminalización.
La criminología es control social, entendido como las medidas tendientes al mantenimiento y reproducción del orden
socioeconómico y político establecido. Ésta ha ejercido una función LEGITIMADORA. Por legitimación se entiende
toda forma de convalidar, autorizándolo especialmente a través de la promoción de un consenso social, un sistema
de dominación determinado.
Esa función comienza con la Escuela Clásica del Derecho Penal, la cual se desentiende de la consideración
particularizada del hombre delincuente y se limita a poner precio a la conducta definida como delictiva sobre la base
de una arbitrariedad que justificaría por sí sola la responsabilidad legal y el derecho de castigar. Este precio se
traduce en una cantidad de libertad que debe perderse a medida que aumenta o disminuye la gravedad establecida
para el hecho cometido. Es decir, la libertad es entendida como mercancía. Así, la criminología de la escuela clásica
racionalizó el control a través de las técnicas legislativas usando preferentemente las vías legitimadoras que Weber
denominó de dominación legal.
La escuela positiva, por su parte, respondió a un llamado epistemológico de la época: las ciencias naturales
invadieron, con el prestigio de la experimentación y la cuantificación, el terreno de las ciencias sociales. Era
necesario entonces recrear los mecanismos de la dominación. Por ejemplo se hacen estudios sobre el desarrollo y
peso de la mandíbula y la mano del criminal. Lo que se pretende es conocer la esencia a través de la apariencia. Los
argumentos pueden clasificarse dentro de ciertas corrientes fundamentales. Para la primera, la criminología sería la
ciencia que se ocupa de las conductas criminales consideradas como producto patológico, en una gama de variables
que van desde un biologismo genético más o menos pronunciado, hasta una psiquiatrización del fenómeno. Su
exponente más notable es Lombroso. Otra corriente centra básicamente su atención en lo social, y partiendo de
cierta armonía cultural en la sociedad, distingue las conductas que se separan de las pautas culturales, de modo que
la criminología seria la ciencia de las conductas “desviadas”.
Entre las nuevas técnicas empleadas por la criminología positivista para reproducir el orden dado se encuentra la
utilización del delincuente estereotipado de clase baja, el cual permite fracturar la solidaridad intra-clase, al orientar
hacia la clase baja la agresividad contenida en la lucha de clases. El estereotipo del delincuente será transmitido por
los portadores de los sistemas normativos como la iglesia, la familia, la literatura, los partidos, los sindicatos, la
opinión pública, a través de las llamada “teoría del sentido común” y aun por la misma ciencia que se pregona
objetiva y neutral. Por su parte, la rehabilitación (o resocialización, reinserción, readaptación) constituyen el más
refinado instrumento ideológico pero también violento, de dominación. A través de estos conceptos los individuos de
conducta discordante (delincuentes) serán forzados a aceptar de nuevo los valores rechazados.
Algunos afirman que este tratamiento de la criminalidad ha fracasado, porque los índices de reincidencia continúan
siendo importantes, y además porque ha incidido sólo sobre el hombre y no sobre las estructuras, intereses, la
reacción social, el ejercicio del poder. Pero lo que ha fracasado pueden ser tal vez los fines explícitos de la prisión y
el tratamiento. No hay fracaso cuando, tanto la cárcel (represión pura) como el tratamiento (represión ideologizada)
han logrado cumplir sus fines implícitos: reproducir el sistema de clases dejando las manos libres a la clase
hegemónica para que realice sus objetivos a través de la racionalidad del mercado, y ratificar las teorías del sentido
común, las cuales, al separar las clases delincuentes de las clases no delincuentes, consolidan la estratificación.
La criminología entonces no solo se ha ocupado de la violación del orden sino de que este permanezca. Todo va
dirigido a que el orden no se cuestione. El orden social para mantenerse requiere de la ideología, no en su concepto
de proyecto político sino en su acepción de falsa conciencia, ocultadora de realidad. La ideología comienza a
concretarse con los procesos de socialización primaria, los cuales conforman actitudes y valores. Esta es la forma
más generalizada de control social y se aplica a todas las clases sociales. La socialización secundaria es la que
emerge cuando la primera fracasa. Es sobre esta segunda socialización donde generalmente se ha considerado
centrada la criminología a través de las teorías sobre la represión y el tratamiento. La Criminología sirve para
racionalizar el esquema prioritario del Estado: sustituir la política social por el control del crimen. Es decir que el
estado capitalista prefiere, en vez de actuar con inversiones sociales (crear fuentes de trabajo, por ejemplo), operar
con costos sociales (reprimir o tratar a los delincuentes contra la propiedad). Si criminología es control social,
criminología es poder.
En conclusión, entendemos al CONTROL SOCIAL como el conjunto de sistemas normativos (religión, ética,
costumbres, terapéutica y derecho) cuyos portadores a través de procesos selectivos (estereotipia y
criminalización) y mediante estrategias de socialización (primaria y secundaria) establecen una red de
contenciones que garantizan la fidelidad (o el sometimiento) de las masas a los valores del sistema de
dominación. En ese sentido, la criminología tradicional es la organización sistemática de conocimientos y técnicas,
originales o provenientes de ciencias diferentes, orientada al reforzamiento del control social y al mantenimiento, por
esa vía, del sistema al cual sirve. Esta definición claramente no es ortodoxa porque ningún criminólogo querría
hacerse cargo de ella; porque es en la pretensión de que la criminología es otra cosa (el estudio causal-explicativo
del delito, del delincuente y de la delincuencia), donde la misma ha hecho un uso más abundante de la ideología
ocultadora.
La autora propone para Latinoamérica una Criminología orientada al estudio del control social, pero dentro de una
práctica teórico diferente: no una práctica teórica reproductora sino una transformadora. Una práctica teórica será
transformadora si está orientada al cambio. Por eso propone para ella el nombre de TEORÍA CRÍTICA DEL
CONTROL SOCIAL.
La teoría se hace crítica sólo cuando sigue pautas metódicas determinadas. Este método deriva ampliamente del
método histórico dialectico, sumado algunos elementos propios de la teoría crítica de la Escuela de Frankfurt. Es
Marx quien crea la Crítica, una ciencia nueva, al no contentarse con describir al sistema capitalista sino tratando de
desenmascarar su carácter ideológico como encarnación de ideales burgueses, sostenidos en la esclavitud y
opresión. Esta nueva dimensión de lo metódico establece que para alcanzar un conocimiento científico coherente de
los hechos sociales estudiados, es necesario estudiar primero la historia constituyente (como devenir y desarrollo de
la superación de la lucha entre contrarios) y lo histórico constituido (como corte transversal de la historia, el contexto,
el momento coyuntural). El método dialéctico explicará esas contradicciones como elementos de requerimiento
recíproco: así, la burguesía no explota porque sea “mala” sino porque es justamente el antagonismo entre clases lo
que define las relaciones de producción existentes y el mismo modo de producción.
Así, el objeto y su reflejo en la conciencia humana deben ser abordados en todos sus aspectos: en su desarrollo, su
movimiento, sus relaciones con otros objetos a través de la aparición y solución de contradicciones, etc. De tal
manera, cuando se hace una criminología puramente clínica no se conoce sino una parte de la verdad. La omisión de
la totalidad crea ideología por ocultación.
La teoría crítica de Frankfurt, por su parte, pone el acento en la ideología: la deshumanización se ha agudizado, el
hombre ni siquiera es consciente de la irracionalidad en la que está inmerso, está alienado de su propia alienación.
Mientras Marx hacia crítica económica, la Teoría Crítica la hace cultural. Es entonces necesario combinarlos. La
función de la teoría crítica será desenmascarar todo tipo de legitimación ideológica, así como la de exigir una
discusión racional de toda la relación fáctica del poder. Si la autorreflexión es esclarecedora, entonces la práctica
teórica es transformadora y emancipadora, vinculada a los esfuerzos de liberación humana.
Como elementos del método histórico, toda investigación de la teoría crítica del control social deberá utilizar:
 La comprensión intuitiva cualitativa, que será una comprensión de propósito y significado (y no tanto
búsqueda causal-explicativa). Además estudiará acontecimientos que reconocerá como únicos, sin pretender
derivar de ellos explicaciones universalmente validas.
 El holismo, es decir entenderá los fenómenos dentro de una totalidad que es algo más que la suma de las
partes, para luego hacer un análisis integrador, reconstructor del proceso.
Con una criminología entendida de esta manera, podrá hacerse el análisis y la denuncia de la estructura del control
social actual en América Latina. De esta manera, el análisis de las conductas “discordantes” sólo deberá abordarse
para observar cómo opera diferencialmente sobre ellas el control social. Pero eso no debe quedar en pura denuncia.
Esta teoría debería sugerir, cuando sea oportuno, una estructura alternativa del control social, siempre en revisión.
Nuestra teoría deberá comprometerse con una actividad crítica permanente, sobre la base de un proyecto
emancipatorio que impida la congelación de cualquier sistema de control social o de dominación.

Zaffaroni (1993) “Criminología: aproximación desde un margen” Cap. 1: La problemática existencia de la


criminología.
En Latinoamérica la criminología es un campo plagado de dudas. Esto, sumado a la notoria inferioridad de desarrollo
teórico y recursos informativos disponibles y al obstáculo perceptivo provocado por la vinculación de las cuestiones
con dramáticos episodios cotidianos, hace que la criminología en América Latina ejerza la desafiante fascinación de
su intensa vitalidad, la cual sin embargo impide el transito, permitiendo únicamente la “aproximación”.
Para intentar una aproximación desde “el margen latinoamericano” es necesario en primer lugar asumir la posición
marginal, lo cual resulta muy difícil al investigador, no solo por su naturaleza de clase sino también porque toda la
preparación y entrenamiento lo condiciona a discurrir en formar “universal”, como si “centro” y “margen” del poder no
existiesen. Esto es una consecuencia de la pretendida universalización del modelo de sociedad industrial central.
Tenemos que entender entonces que somos también los que sostenemos a los “centrales”, a ellos les conviene que
sigamos periféricos. Otra dificultad consiste en que nuestra aproximación será desde tan solo uno de los márgenes,
por lo tanto será parcial. El tercer orden de dificultades proviene de nuestra inevitable limitación instrumental, la
escasez de instrumentos teóricos adecuados debido a que los disponibles están elaborados de conformidad con las
necesidades de otros fenómenos. Por último, es inevitable que al centrar el hilo conductor de la criminología en las
relaciones de poder, éstas se vinculen a sistemas ideológicos; no es posible pretender una objetividad inexistente. La
criminología, entonces, no es un saber privado de valoraciones. Desde nuestro margen, lo importante es establecer si
existen órdenes de saberes necesarios para transformar nuestra realidad y cuáles son estos, sin entrar en disputas
ideológicas vinculadas al concepto de ciencia, que vienen del poder mundial. No hay nada “natural” que sirva para
decirlos cuando un saber es necesario, sino que media una valoración, lo cual para la mayoría de las posiciones
centrales puede resultar escandaloso ya que por regla general no la confiesan.
La necesidad de un saber se establece en cuanto ese saber resulta útil para que el hombre de nuestro margen pueda
desarrollar sus potencialidades humanas, y el criterio para hablar de “desarrollo” humano en este sentido son los
derechos humanos. En nuestras sociedades hay una manifestación del control social que se caracteriza por utilizar
como medio a la punición institucionalizada. El control social punitivo está institucionalizado como punitivo (sistema
penal) o como no punitivo (asistencial, terapéutico, tutelar, laboral). En cualquier caso, su carácter punitivo no
depende de la ley, sino de la imposición material de una cuota de dolor o privación que no responde a fines
totalmente distintos del control de la conducta.
El aspecto institucional del control social punitivo se encuentra regulado por un conjunto de normas legales de
diferente jerarquía. Existe un saber que ordena el discurso respecto de estas normas. Son las diferentes ramas del
saber jurídico punitivo que abarcan el derecho penal, procesal penal y de ejecución penal. En forma parcial este
saber jurídico punitivo se integra con saberes jurídicos del derecho constitucional, internacional, civil, laboral,
administrativo, psiquiátricos, de menores y previsional. El Sistema penal opera con procedimientos empíricos o con
métodos tecnificados. Hay métodos tecnificados institucionalmente admitidos como la medicina legal, la psiquiatría
forense, la ciencia criminológica y métodos tecnificados, o disciplinas auxiliares no admitidos como diversas técnicas
de tortura o muerte, supresión de cadáveres, etc.
En general, este cuadro descriptivo del control social punitivo en nuestro margen quedaría incompleto sin hablar de la
CRIMINOLOGÍA TEÓRICA, que es el discurso que pretende explicar etimológicamente la criminalización (o mejor,
las conductas que la motivan) y con ello supone que puede dar los elementos teóricos necesarios para la prevención
en los casos particulares (clínica criminológica) como también proveer los elementos para una planificación general
preventiva (política criminal).
Esto es, para nosotros, aquí (en nuestro margen) y ahora (en este momento histórico) la criminología. No se trata de
una ciencia que cierra un horizonte de proyección en la forma de aislamiento de entes, sino que se trata de un saber
cuya delimitación epistémica se produce por efecto de la ligazón a una columna vertebral, que es el sistema penal y
su operatividad. La criminología es entonces el saber que nos permite explicar cómo operan los controles sociales
punitivos de nuestro margen periférico, qué conductas y actitudes promueven, qué efectos provocan y cómo se los
encumbre en cuanto ello sea necesario para proyectar alternativas a las soluciones punitivas o soluciones punitivas
alternativas menos violentas. Este concepto puede tener diversas críticas:
→ QUE DESPRECIA EL CONTENIDO DE LA CRIMINOLOGÍA PARA HACER DE ELLA UNA CIENCIA APLICADA:
se ha considerado que existe una criminología “científica” y otra “aplicada” y también que la criminología y la política
criminal son dos conceptos netamente separados. Pero aunque se haya considerado a la política criminal en forma
independiente, siempre ha estado subordinada a la idea de delito proporcionada por el derecho penal. La política
criminal en este sentido era la política estatal de lucha contra el crimen. En definitiva, la distinción entre criminología y
política criminal es tributaria de la distinción entre una criminología teórica y una aplicada, que sería la política
criminal. Esta concepción proviene de entender a una ciencia “pura”, totalmente separada de la política.
→ QUE TOMA PARTIDO POR UNA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA: cualquier criminología que pretenda recoger la
realidad represiva latinoamericana debe ser crítica. El poder mundial, con su distribución internacional del trabajo,
nos coloca en la posición de “sociedades proletarias”. Nuestras sociedades, como no protagonizan un proceso de
acumulación originaria de capital sino un proceso de capitalismo periférico o derivado, tienen estructuras de poder
que no controlan autónomamente los momentos de estancamiento, crecimiento o interrupción, de modo que son
procesos imprevisibles, lo que da lugar a soluciones improvisadas y por lo general brutales. La tarea más importante
de cualquier aproximación criminológica latinoamericana deber se la CRITICA IDEOLÓGICA. Para ello es preferible
que demos al concepto de ideología un valor neutro, no peyorativo: es un simple sistema de ideas. Como no tenemos
el poder para imponer un nuevo modelo de sociedad, nuestra crítica por ahora debe orientarse a la satisfacción de
las necesidades elementales que no están cubiertas.
→ DESPRECIA TODO EL ESFUERZO DE LA CRIMINOLOGÍA CLÍNICA: La criminología crítica central hizo un
análisis demoledor de la llamada “criminología clínica”, es decir de la criminología que se ocupa del diagnóstico y el
pronóstico de la conducta del criminalizado. Dentro de una crítica que pretenda traducirse en consecuencias
prácticas, con demasiada frecuencia tenemos la clara impresión de que el sistema penal arroja su red sobre los
sectores más marginales de la población y atrapa a aquellos que no solo son más vulnerables socialmente, sino a los
que son también más vulnerables psíquicamente. Esta comprobación muestra que esas características más que ser
“causas” del delito son causas de la criminalización que el propio sistema penal se encarga de acentuar e incluso de
crear. La “red” del sistema penal cae generalmente sobre quienes presentan ya signos que a menudo son de
deterioro bio-psicológico y para ello opera con ESTEREOTIPOS, de manera que invierte el planteo “clínico”: la
conducta criminal suele ser el resultado de una criminalización condicionante previa, como reacción social ante la
característica psicológica deficitaria. Es necesario un saber que permita ayudar a estas personas a superar o revertir
el deterioro causado por el sistema penal, que permita ayudar a las personas criminalizadas a reducir sus niveles de
vulnerabilidad al sistema penal Para ello hablamos de una CLÍNICA DE LA VULNERABILIDAD. Es una inversión del
planteo etiológico bio-psico-social de la conducta criminal por un planteo etiológico socio-bio-psíquico de la
vulnerabilidad individual al sistema penal.

TP 4. MODALIDADES DE ADMINISTRACION DE JUSTICIA

Dominguez Lostaló (2008) Del foro a los Derechos Humanos.

I. Espacio y tiempo de la psicología forense. Origen del foro, base psicosocial de la administración de justicia.

Imaginemos un grupo humano nómade que debe evaluar los comportamientos de sus propios miembros para
organizarse en la supervivencia. Como natural consecuencia de los modelos de organización grupal, con escasa
discriminación de las subjetividades, todo esto lleva al grupo a que se ordene en forma circular. Lo que hace que las
resoluciones no sean asumidas plenamente por uno solo. La conducta considerada lesiva es juzgada por el grupo.
Esta es la forma más primigenia de la actitud forense.
El acto del juicio originario, el acto de juzgamiento de una conducta consistirá en una persona a ser juzgada y otra
persona que de algún modo desarrolla las palabras que condenan y pide que los demás participen. Sobre esta forma
que se da en los grupos nómades deviene el foro hordalico.
En el foro se va generando toda una situación donde aquel que lleva adelante el acto de juzgar (quien es designado
para aquel acto), puede hacerse una composición interna, escuchando el relato de lo que parece haber sucedido
(nunca se puede reproducir de manera exacta lo sucedido) y de algún modo se permite posteriormente formular algo
que es el juicio, que implica la sanción o no del acusado.
En el curso de la historia se ha dado una privatización del acto de administrar justicia. El estado va restando
participación a los habitantes de la comunidad, delegando esa función a un cuerpo especializado que lo reemplaza y
que se supone poseedor de un saber.
El foro implica una acción pública, donde las personas van haciendo resonar en si las palabras de la gente que acusa
y su dolor, y la respuesta que va dando el discurso del acusado, más la composición de los que dice cada uno de los
que participen en ese acto. El efecto de resonancia despierta un grado de participación y un efecto de jurado (esto
último significa que todas las personas que participan comparten ese acto de juzgamiento y van a ser sumamente
exigentes con la persona que va a dar finalmente la sanción.
En realidad, el episodio fundante de la sanción en el foro es la escucha. Quien cumple la función de juzgamiento
escucha las partes, además siente en si el “resonar”, que el saber popular lo llama “conocimiento de piel”, y que
psicoanalíticamente captamos como transferencia.
¿Qué le pasa a la persona que va ejerciendo el acto de juzgar? Lo básico del psiquismo no es más que la capacidad
de sintetizar. Para lo cual deben recogerse una serie de estimulaciones, y a partir de ellas, componer, recurriendo a
las huellas mnémicas, algo que se represente como acontecimiento. Cada cosa que va diciendo cada una de las
personas va despertando en otros miembros sensaciones. De este modo a mayor participación, mayor capacidad de
escucha y mayor posibilidad de decir su propia palabra. La propia palabra va a estar teñida de subjetividad, de su
historia.
La historia del sujeto siempre está en el acto de intervenir. En el acto de juzgar se decide la suerte y destino de una
persona o de un grupo. Todas las catexias de quien va a realizar el acto de juzgar están en permanente síntesis
conflictiva.
El acto del foro supone un tiempo, una característica de estos juicios es que eran muy largos, se escuchaba mucho,
se buscaban múltiples formas de intervención, se buscaba resolver el conflicto lo menos lesivo posible, pero o más
consensuado a la vez.
Si bien había diferentes grados de libertad para exponerse, había alguien que tenía que ser un excelente captador de
esa situación (jefe, cacique, juez), de modo tal que lo que le dijera fuera reamente acatado y ejecutado.
Al principio la persona que ejercía la función de juez se fusionaba con otras tareas, era la persona que dirigía al
pueblo, la zona, la tribu. Tenía que integrar la gente de su comunidad y brindarle seguridad.
Cuando las poblaciones se establecieron como sedentarias, empiezan a dejar consulados los grupos de poder y más
allá de mantener integrada la comunidad y brindarle seguridad, lo que tratan de retener es la garantía de un orden
que las favorezcan. Se rompe la circularidad. Con el sedentarización de los grupos humanos se produce un divorcio
con el acto de jurídico y comienzan las pérdidas de protagonismo en la acción de juzgar como acto comunitario.
El acto de juzgar comenzó a ser cada vez más especializado, se empezó a perder la participación comunitaria. El
acto de juzgar fue perdiendo legitimidad comunitaria y el discurso teológico monárquico aristocrático se instituyo con
una fuerza tal que demolió a todo tipo de disenso o critica. En este marco, se llamara “legalidad” al acatamiento de un
dogma organizativo.

II. Del Fórum Romano a los DDHH en el ámbito jurídico para el orden democrático.

a- El Fórum Romano de los Paterfamilias

El poder de administrar justicia se fue concentrando a punto tal que se establecieron dos tupo de leyes (griegos y
romanos). Un derecho ciudadano (derecho para aquellos que tienen determinados privilegios) y un derecho de
gentes (los que no poseen privilegios). Los romanos dividen la base del derecho estableciendo dos formas de
escuchar el discurso y la ley es la que sustenta el dogma.
Esa ley es la “Ley del Poder” o la “Ley del Padre” (Padre-Páter-Patrón). El término poder incluye ambos sentidos:
poder como el que impone la norma como episodio legal, haciendo ejercicio de la paternidad según el modelo; poder
como desplazamiento de la ley de todos, de la ley de la comunidad.
El acto de juzgar realizado en forma comunitaria es soberano, logra una síntesis mayor al ser un proceso compartido.
En cambio, cuando se impone el juzgamiento mediante “la ley del poder”, se empieza a construir un modelo de
concentración.
La ley del poder concentra por que los únicos que tenían voz y voto eran los “paterfamilias”, que eran los que tenía
derecho como ciudadanos. Los otros padres, que los había pero no tenían la condición de ciudadano, participaban
del derecho de gentes. Este orden se estableció como natural. Los padres conformaban el senado, definían
normativas. El juez evalúa el grado y la forma en que las personas han cometido una desviación de la normativa.
Se fue complejizando el acto de juzgar. Lo único que queda como acto público es la sanción, que no es más que la
muestra de poder del estado. La participación comunitaria se va limitando a observar.
El juez tenía que ser un prototipo de paterfamilias, tenía que estar casado y tener hijos. Tenía propiedades, entre
ellas a su mujer, sus hijos, su esclavo. Estaban bajo su potestad. Potestad significaba poder castigar, vender, mutilar
y en algunos casos matar a su criados (hijos de esclavos).
El control social se va internalizando.
El gran salto cualitativo se vuelve a dar con la fusión del imperio romano con los cristianos. Momento en que la Iglesia
deja de ser cristiana y se transforma en católica, apostólica y romana.

b- Del Imperio Romano a la Inquisición

Lo cambios más importantes se dieron en lo jurídico. Se empezó a ser cada vez más secreto el acto jurídico. Se
incorporó la confesión a la administración de justicia. Esta confesión era un acto privado. Principio de conformación
de lo que hemos llamado “proceso inquisitorial”. Es decir, aquel proceso cruel que de algún modo (siempre cruento)
tendía a obtener en forma privada la declaración de culpabilidad. El terror se propagaba por lo no visto. Esto sigue
hasta hoy en día, la policía tortura para obtener confesiones.
Con el orden teológico empezó a ejercitarse en privado. En la inquisición tuvimos el máximo de privacidad y el
máximo de crueldad para consolidar el dogma.
A su vez tendió a eliminarse todo lo que no sea universal (único verso). Todo lo que tuviera otra forma de familia, otra
forma de comercio, todos estos actos eran considerados como ilegales. La Ley universal era la forma católica de la
ley del padre.

c- De la Iglesia de la Inquisición a las Ciencias Jurídicas

Este proceso inquisitorio tuvo su gran desarrollo desde 1300 a 1700. Nacen los movimientos que tienden a romper
las estructuras monárquicas y empieza a cambiar el ejercicio del poder. En 1800 el ejercicio del poder comienza a ser
ejecutado por aquellos que no tienen mayor vinculación con el linaje. Se trata del triunfo de las clases medias
(médicos y abogados) que son los que realizan la revolución francesa y la norteamericana. Así comienza a hablarse
de cs. Jurídica.
Con la cs. Jurídica empiezan a deshacerse aún más los modos del modelo primitivo de administración de justicia,
como forma de fortalecer los sectores que pretendían conservar el poder, a pesar de los cambios sociales de la
época.
El acto jurídico comienza a ser escrito. Ya ni siquiera existe la presencia de la persona, sino un ajuste total a la letra.
El discurso se corresponde con lo que espera la ley, y si no corresponde hay que sancionar y la víctima no importa.
La tarea de juzgar empieza a ser profesionalizada. Hay que aprender a juzgar. Nace la figura del experto. Persona q
construye un saber especifico, una palabra autorizada.
La cs. Jurídica marca el principio del positivismo, es decir, el tomar como único criterio de validez jurídica a los
aportes que provienen de las cs. Naturales. Esto va armando una extraña humanidad entre el orden jurídico y el
orden médico. El orden medico tiene un palabra que es escuchada muy cuidadosamente.
El poder del conocimiento viene de la mano con ciencia como control social.
La última etapa de esta síntesis histórica sobre las formas de administración de justicia es la que podríamos dar a
llamar “el fin de los privilegios” refiriéndonos a la burguesía dominante.
En 1948 se declaran los DDHH y surge la ONU, empiezan a marcar otros criterios y a rescatar derechos. Tarda 40
años aproximadamente en ser reconocidos.
En 1970 se incorpora la dimensión psicológica al acto de juzgar. La psicología jurídica se complementa como auxiliar
en el acto de juzgar, aunque de manera acrítica. Esto acrítico no es porque los psicólogos ignoren los multiversales,
sino porque se centran en la sumisión voluntaria al gran poder del acto jurídico como secreto, privado y privativo.
Para terminar debemos recordar el siguiente orden:
1- El modelo primitivo
2- El modelo romano
3- El modelo católico
4- El modelo de la ciencia
5- La vuelta al modelo participativo (desde el paradigma de los DDHH, los juicios orales y donde el ideal es
que sean abiertos a la comunidad)

Oñativia; Bagnato; Renovel (2008) Postscritum: Del foro romano al dispositivo del foro.

I. Introducción

A partir de las resonancias que genero el texto anterior (DL) los autores se proponen situar algunos recorridos
históricos del concepto foro. Las circunstancias socio histórico que le dieron origen y señalar como los efectos de
operaciones políticas le imprimieron distintos deslizamientos de sentido. De este modo contribuir a la
desnaturalización y deconstrucción del concepto de Control Social.
Por otra parte se proponen analizar un posible nuevo enfoque desde el Paradigma Humanista.

II. Desarrollo
En el diccionario: Foro: proviene del latín Fórum, Plaza de Roma, centro de actividad política, religiosa, comercial y
jurídica.
En un primer tiempo entendemos que Foro circunscribe un espacio, donde tienen lugar actividades de cuestión
pública. Luego el concepto sufre una torsión, que es que se lo restringe para designar lo concerniente a lo jurídico.
En la conjunción de lo espacial con la restricción a una sola temática específica, comienza a significarse el foro algo
del orden de la función. Foro como función representa el acto de escucha y sanción. De este modo experimenta una
segunda torsión: ya no remite a un espacio, ni a una temática, sino a un que-hacer.

III. Destrucción de la aplicación del concepto “foro”

Es necesario abordar algunos aspectos del concepto que pueden dar lugar a confusiones. Algunas de ellas surgen
en las distorsiones que el DD Romano recibió al ser reintroducido en Occidente a fines de la Edad Media, luego en el
XIX teóricos utilizaron elementos de la organización romana como categorizas de análisis. Estas apropiaciones y
usos de la cultura romana, aplicado a momentos y organizaciones sociales ajenas a ella han contribuido a sedimentar
sentidos que aun hoy persisten:

1) El concepto de FORO suele asociarse con la actividad jurídica política de la Antigua Roma, como único o
principal espacio de participación y resolución de lo público. Sin embargo Roma constituía una red compleja de
magistraturas y órganos político-judiciales; además estas instituciones van cambando a lo largo de los periodos
romanos. Por lo que el FORO esa lejos de haber sido la única o principal institución donde se trataban los temas
públicos.

2) Otro aspecto a considerar es el aspecto participativo y democrático que se le suele atribuir al foro romano.
Solo participaban aquellos que cumplían las condiciones necesarias para ser “Ciudadanos”.

3) Cuando se suele plantear al FORO como modelo participativo del pueblo romano, puede dar lugar a
malentendidos. Sin embargo la participación del pueblo tenía claramente definido sus límites: solo podían reunirse
cuando eran convocados por magistrados específicos, bajo la dirección de estos, y solo podían llevarse a cabo en
determinados lugares. Las reuniones auto convocadas no eran reconocidas oficialmente.

4) Es necesario desnaturalizar el concepto de foro para poder pensarlo en términos de Control Social. El foro no
era solo para actividades jurídicas, sino también para la sanción de leyes, normas de administración de justicia,
conformando una unidad funcional legislativa judicial.

IV. Foro antes del foro: dispositivo

En el texto de Lostaló se propone, desde el paradigma humanista, un nuevo enfoque del concepto, a partir de
introducirlo como un dispositivo lógico, constituido por un conjunto de elementos heterogéneos, discursivos y no
discursivos, que producen una forma determinada del acto de juzgar, considerándolo como el dispositivo de
participación de los grupos humanos primigenios. Esta forma de participación horizontal genera una forma
radicalmente distinta de administración de lo normativo.
Así, el foro como dispositivo integra, suprime al foro como lugar y función. Foro implica un proceso, con un tiempo
en el que se lleva el acto de jugar. También implica un espacio en donde desplegar la función, un lugar donde puede
darse el procedimiento de escucha, de síntesis y de sanción.
Entendemos entonces al foro como un dispositivo que surge en función de una urgencia: evaluar el acto realizado por
un miembro del grupo, cuyo efecto puso en riesgo a toda la comunidad y aplicar en consecuencia una sanción, con el
fin e reparar el daño causado por el efecto de dicho acto.
Este enfoque (foro como dispositivo) significa que ha operado una nueva torsión en el significado del término foro.
Pensar el foro como dispositivo posibilita poner en suspenso el grado de legitimidad del modelo actual de
administración de justicia. A la vez que permite resignificar modelos de participación y de distribución del poder.
Debido a la complejidad de las sociedades actuales es imposible retornar a las primeras formas de organización
social, pero desde el paradigma humanista se rescata el uso de los dispositivos de participación comunitaria, no solo
para el acto de juzgar, sino para el tratamiento de la cosa pública en general.

TP 5. SEGURIDAD CUIDADANA, SEGURIDAD DEL ESTADO Y SEGURIDAD HUMANA DE LOS HABITANTES

Mayorca (2000) El punto de vista latinoamericano


Los “críticos” de la criminología latinoamericana pueden agruparse por categorías. Unos consideran que nuestra
actividad no ha sido demasiado teórica y que hay pocas investigaciones empíricas. Otros se encierran en la falacia
del desarrollo y subdesarrollo. Los criminólogos consideran que los países subdesarrollados no están en capacidad
de crear tecno, basándose en un falso juicio: como nunca la han creado no son capaces de hallarlo. De ahí se pasa a
una consideración falsa: los países subdesarrollados son pocos creativos y se dedican a copiar lo que otros países
hacen; el 3er grupo refiere a aquellos que han creído que el desarrollo es un término global en el que caben por igual
los conceptos económicos, sociales, políticos y científicos. Cualquiera sea el país, si social y económicamente es
subdesarrollado, científicamente tmb lo será. Se cree que Latinoamérica no ha alcanzado un desarrollo criminológico
por ser un continente subdesarrollado.
El fenómeno de la criminalidad para Latinoamérica empieza a ser definido en nuevo contexto. Desborda lo
jurídico, lo psicológico y emplazándose dentro de lo social se vincula con los movimientos del poder. El
problema es revisar los ámbitos de poder, los mecanismos que ellos generan, las manifestaciones que tienen, los
ropajes jurídicos con que distraen la atención de los abogados. El punto de partida para este objetivo es: Si siempre
habrá delitos definidos por los legisladores, lo más importante será que tales definiciones se den acordes con
nuestras estructuras económicas y sociales.
El delito es un hecho universal pero los delitos son absolutamente específicos. Por tanto, mal pueden funcionar
los códigos penales o cualq doctrina criminológica que enfoque al crimen como fenómeno universal.
Este continente y sus criminólogos deben destruir las utopías sobre las que se construye la legislación.
Durante siglos se ha dicho que la noción básica del derecho penal es la igualdad ante la ley. Este principio no ha
funcionado en la práctica porque los hombres no son iguales en el proceso de criminalización y nunca lo serán.
Plantearnos la justicia igualitaria del derecho penal en los sistemas democráticos, por tener la facultad de escoger a
nuestras autoridades o expresarnos con libertad, no nos asegura lo principal: que la ley penal represente fielmente
nuestras desigualdades económicas, políticas y culturales.
Los códigos penales del mundo fueron elaborados por comisiones de juristas que nada tienen que ver con la
representación popular. Las leyes están viciadas en su origen. Las clases sociales y los intereses de las mismas
no tienen un acceso igualitario a la elaboración de la ley penal.
Si las clases sociales acceden en igualdad de condiciones tanto a la elaboración de la ley como a su aplicación,
tendremos un nuevo concepto de justicia que puede denominarse JUSTICIA SOCIAL PENAL.
El DERECHO SOCIAL se basa en un nuevo concepto de justicia: aquella que pretende lograr la igualdad de los seres
humanos mediante la desigualdad que la misma ley consagra.
Quien ha comido, estudiado, dormido en mejor ambiente habitacional, es injusto que sea juzgado penalmente de la
misma manera que quién ninguno de estos dones ha recibido. La distribución de la carga social, previa a la
comisión del delito, debe ser tomada en cuenta en una gama de situaciones que pueden ir desde el eximente
hasta el atenuante.
Es misión del criminólogo hacer reflexionar sobre quienes producen mayor daño social. Y uno de los argumentos más
fuertes para determinar la verdadera peligrosidad es la cuota de beneficio o de carga que la sociedad ha dado.
La pena entonces será desigual: más severa para quien ha recibido y más capaz ha sido de ser realmente peligroso,
y menor para quien solo ha asumido deberes, ocupando lugares en la sociedad de aspecto dañino limitado.
La responsabilidad seguirá siendo individual, al punto de que el individuo será siempre una entidad personal, pero él
sufrirá sanciones de acuerdo a los beneficios culturales recibidos y se le atenuará o eximirá de culpa según los
deberes sociales asumidos.

García Méndez. La doctrina de la Seguridad Nacional (Cap. 4)


El nacimiento moderno de dicha doctrina se produce en EEUU en 1945. En este contexto siglo XIX el concepto de
seguridad nacional poseía el sentido de protección de la soberanía nacional, y de una garantía de soberanía popular.
Con el fin de la 1ra GM el concepto de soberanía se modela y extiende con la política de expansión norteamericana.
Más tarde, con el aumento de las tensiones internacionales y el principio de la división del mundo en dos bloques, la
seguridad nacional adquiere un doble sido.
En el marco de las Naciones Unidas se configura un modelo colectivo de seguridad y por su parte EEUU elabora el
sistema de seguridad recíproco, el cual presupone la relativización del concepto de soberanía que se reduce a
soberanía popular. La seguridad externa aparece cada vez más estrechamente vinculada a la presuposición de la
existencia de un enemigo interno que exige una política de seguridad tendiente a la destrucción o neutralización de
dicho enemigo.
Componentes de esta nueva política de seguridad:
a) Presupuesto de la división del mundo en dos bloques irreconciliables (presencia permanente del enemigo externo);
b) Existencia de un enemigo interno nunca claramente definido, aunque encarnado en el peligro abstracto del
comunismo internacional;
c) Indeterminación de los contenidos en que se expresan los presupuestos arriba mencionados.
Terminada la 2da GM se estrechan e institucionalizan los contactos entre el Ejército Norteamericano y los de América
Latina.
La Doctrina de la Seguridad Nacional se presenta como una síntesis total de todas las ciencias humanas, una
síntesis dinámica capaz de proporcionar un programa completo de acción en todas las áreas de la vida social: una
síntesis entre política, economía, es pico-sociales, estrategia militar. Dos son los elementos de esta síntesis: la
pretensión totalizadora y la indeterminación de sus contenidos.
La DSN en América Latina constituye el resultado de la síntesis contradictoria en que se conjugan tres elementos que
modifican los planteos tradicionales de “Seguridad Nacional” elaborados en el siglo XIX. Estos tres elementos son:
a) La idea de la necesidad de expansión y protección del territorio nacional;
b) La división del mundo en bloques, producto de la etapa de la guerra fría; y
c) La política de interdependencia y delegación de una parte de la soberanía nacional, como componente
específicamente latinoamericano.
El término “Seguridad Nacional” define los problemas de subsistencia y mantenimiento de la soberanía que se le
presenta a todo estado nacional. Esta se debe diferenciar de la DSN: cuerpos sistemáticos de carácter normativo,
sancionadas con algún rasgo de oficialidad y convertidas en objeto de la socialización. Este modelo de la DSN debe
verse como un intento sistemático de reelaborar la legitimidad de nuevas formas de dominación.
El concepto de estabilidad en el contexto de la DSN es un presupuesto indiscutido e indiscutible del funcionamiento
del sistema. Por su parte, la inestabilidad hace referencia al concepto amplísimo de seguridad interna, según el cual
toda circunstancia que la afecta se transforma en un factor de perturbación y desestabilización.
El concepto de democracia constituye una ficción. Su ejercicio efectivo está previsto para el momento de la
finalización de las “dos guerras”: contra el enemigo externo y el enemigo interno. En los hechos, sin embargo, la
democracia no llega ni siquiera a obtener el rango de utopía.
De los postulados de la DSN se desprende una concepción instrumentalista del poder. Para ello se dispone del Poder
Nacional, que resulta de la síntesis y “subordinación” de todos los recursos disponibles tanto en el Estado como en la
sociedad civil.
El término consenso no figura ni en las elaboraciones de los teóricos de la DSN ni en sus manifestaciones jurídicas.
Aun así la DSN presupone el consenso. El Estado no aparece como el “lugar” donde puedan discutirse y resolverse
las contradicciones de la sociedad civil, sino como el instrumento que encarna a la Nación para el cumplimiento de
los objetivos que exige la conservación de la seguridad. Como contrapartida, el disenso es un ataque del enemigo
interno o externo a los fines supremos de la Nación. Dos son las formas de consenso que los grupos en el poder
pueden esperar. Por una parte, un consenso “tácito” que se manifestaría en la despolitización, apatía y refugio en la
existencia privada cotidiana, por la otra, el miedo.
El concepto de oposición política no forma parte del arsenal teórico de la DSN. Queda reservado para hacer
referencia a las contradicciones en el seno del bloque dominante. El lugar que posee la oposición política en las
democracias parlamentarias es ocupado por el concepto de enemigo.
Dos son los componentes básicos que conforman la idea de Estado de Derecho en el ámbito del pensamiento liberal:
a) Garantías de las libertades individuales; y b) Principio de la división de poderes.

Picado (2003) Seguridad Humana y Derechos Humanos.


El hito histórico fundamental para el concepto de Seguridad Humana, es la Declaración Universal de los DD.HH. de
1948, porque en ella se menciona la necesidad de un concepto de seguridad que vaya más allá de los intereses del
Estado, para centrarse en las necesidades de la persona.
El concepto de seguridad, ya no se fundamenta en las nociones de soberanía, territorialidad, y poderío militar
(Doctrina de la Seguridad Nacional), sino en lograr la libertad para vivir sin temor y sin miseria à búsqueda de la
dignidad humana.
El tema central de la seguridad humana es la reducción del riesgo colectivo y compartido, por medio de análisis,
decisiones, prevención y acciones que disminuyan las causas y circunstancias de la inseguridad. Así vemos como la
seguridad ya no va aparejada a la noción de fuerza, sino a la de reducción de riesgos y contingencias que afectan a
las personas.
La comisión de seguridad humana (CHS), define a la SH como aquella que consiste en proteger la esencia vital de
todas las vidas humanas, de una forma que realce las libertades humanas y la plena realización del ser humano.
Entonces, significa proteger las libertades fundamentales, libertades que constituyen lo esencial de la vida.
Esto significa la creación de sistemas políticos, sociales, medioambientales, económicos, militares y culturales que
brinden al ser humano las bases de la supervivencia, los medios de vida y la dignidad (Derechos fundamentales).
El concepto de esencia vital de todas las vidas, está relacionado con el concepto proyecto de vida, el cual se
encuentra ligado a la libertad como derecho de cada persona a elegir su propio destino.
El Estado tiene el deber de adoptar medidas positivas, concretas y orientadas a la satisfacción de una vida digna, en
especial cuando se trata de personas en situación de vulnerabilidad y riesgo: su atención se vuelve prioritaria.
La comisión de DD.HH. de las Naciones Unidas, determinó los derechos humanos que son esenciales para la
protección de los derechos de la vida. Estos son: alimentación, agua potable y salud.
Entonces, Seguridad Humana consiste en:
 Libertad para vivir sin miedo o temor (paz)
 Libertad para vivir sin miseria o necesidad (desarrollo)
 Libertad para vivir en dignidad (DD.HH.)
Sus principios son:
 Está centrado en las personas
 La multisectorialidad
 La integralidad
 La contextualización
 La prevención
Sus estrategias de acción:
 Protección, para resguardar a las personas de las amenazas
 Empoderamiento, como estrategias que habilitan a las personas a sobreponerse a situaciones difíciles. Se
busca lograr que ellas sean artífices en su destino.

Baratta (1997) Política Criminal: entre la política de seguridad y la política social.


POLÍTICA CRIMINAL: UN CONCEPTO COMPLEJO Y PROBLEMÁTICO
Política criminal es un concepto complejo: mientras que su finalidad es unívoca, su instrumental resulta
indeterminable, porque es definible sólo en términos negativos, a través de instrumentos penales, de un lado, y de
instrumentos no penales, del otro. La finalidad de la política criminal se entendió hasta hace un tiempo como la
finalidad de controlar la criminalidad. A partir de estudios victimológicos, y en particular por la preocupación acerca de
las necesidades de la víctima, de su ambiente social y de la sociedad el campo de acción de la política criminal se
extiende también hacia el control de las consecuencias del crimen, además de su prevención.
 Encontramos los modelos de la Criminología Administrativa de impronta etiológica, aplicables solamente
al control de la criminalidad. En niveles superiores encontramos los modelos de la Criminología Etiológica, que se
extienden al control de las consecuencias. Los niveles se elevan con los modelos de la criminología crítica, en la
medida en que ésta recoge el paradigma del “etiquetamiento” o de la reacción social, lo mejora y lo torna adecuado a
la aplicación práctica, mientras que la finalidad del control se extiende hacia las consecuencias.
 Política criminal es un concepto complejo y, a su vez, un concepto problemático. En sus niveles más altos de
elaboración la política criminal es un universo mucho más complejo de la “política penal”.
 La línea de distinción entre la política criminal y la política en general no se presenta ya de un modo claro.
Para distinguirlas debemos recurrir a la finalidad subjetiva, es decir, a la intención de los actores que ponen en
práctica.

SEGURIDAD Y POLÍTICA SOCIAL: ¿UNA FALSA ALTERNATIVA?

La contraposición entre Política de Seguridad y Política Social no es de lógica sino ideológica, y no sirve para
esclarecer sino para confundir relaciones conceptuales elementales. El concepto de política criminal no es solo
complejo y problemático, se torna además en un concepto ideológico.
Ideología en el sentido de una construcción discursiva de hechos sociales para producir una falsa conciencia en la
población. La forma de operar de la ideología en este sentido es legitimadora y reproductora de la realidad social.
A propósito de la política criminal, al sustantivo “seguridad” se agregan los adjetivos “nacional”, “pública”,
“ciudadana”. Se trata siempre de connotaciones colectivas, no personales, de la seguridad; es decir no se trata de la
seguridad de los derechos de los sujetos individuales, sino de la seguridad de la nación, de la comunidad estatal, de
la ciudad.
Más prometedora es la noción de la Seguridad Ciudadana (entre estas 3) que atribuye a la política criminal por
primera vez una dimensión local, participativa, pluralista. Sin embargo, el adjetivo estrangula (al igual que en los otros
dos casos) al sustantivo. Desde el punto de vista jurídico y también desde el psicológico, “seguros” deberían estar los
sujetos de derechos fundamentales universales (que no se limita a los ciudadanos) y estos son todas y cada una de
las personas físicas que se encuentran en el territorio de un Estado.
Lo que hoy ocurre es que las situaciones de riesgo, a menudo gravísimas que sufren hoy mujeres y niños en el sector
doméstico, así como las limitaciones de los derechos económicos y sociales de los cuales son víctimas los sujetos
pertenecientes a los grupos marginales y “peligrosos”, no inciden en el cálculo de la seguridad ciudadana. Tampoco
delitos económicos, de corrupción, desviaciones criminales en órganos civiles y militares del estado. Estos últimos
forman parte de la cuestión moral, pero no tanto de la seguridad ciudadana.
La ambigüedad ideológica del concepto de Política Criminal se destaca todavía más cuando lo relacionamos con la
política social. En este caso se produce una especie de compensación de aquello que se le ha sustraído a muchos
de los portadores de derechos en el cálculo de la seguridad. Después que se ha olvidado a una serie de sujetos
vulnerables provenientes de grupos marginales, cuando estaba en juego la seguridad de sus derechos, la política
criminal los reencuentra como objetos de política social. Objetos, pero no sujetos, porque también esta vez la
finalidad de los programas de acción no es la seguridad de sus derechos sino la seguridad de sus potenciales
víctimas. La política social se transforma así en prevención social de la criminalidad. Estamos en presencia de una
superposición de la política criminal a la política social, de una criminalización de la política social.
La orientación de la política criminal hacia la política de seguridad o hacia la política social es una falsa alternativa.
No solo porque con la criminalización de la política social la alternativa desaparece, sino también porque es un
concepto estrecho y selectivo de seguridad y sobre todo porque en una visión correcta de la teoría de la constitución
de los estados sociales de derecho el concepto de política social corresponde a una concepción integral de la
protección y de la seguridad de los derechos en toda su integridad.

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