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DERECHO A LA IDENTIDAD

Para intentar de llevar a cabo el derecho a la identidad cultural se necesita asistir a las
definiciones que se han dado sobre cultura, cultura clásica y famosa, variedad cultural,
pluralismo y patrimonio culturales, reconociéndose anteriormente que todos dichos
conceptos todavía no están plenamente determinados y continúan en el debate de los
especialistas.
La ONU para la Enseñanza, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) ha determinado a la
cultura como "el grupo de los aspectos distintivos espirituales y materiales, intelectuales
y afectivos que caracterizan a una sociedad o a un conjunto social y que engloba,
además de las artes y las letras, los métodos de vida, las formas de vivir unidos, los
sistemas de valores, las tradiciones y las creencias".
La cultura ha dejado de ser sólo una acumulación de las obras y conocimientos que
genera una sociedad definida y no se limita al ingreso a los bienes culturales, sino que
es a la vez una exigencia de un modo de vida que encierra además el sistema educativo,
los medios de difusión, las industrias culturales y el derecho a la información.
En el preámbulo de la mencionada Recomendación de la Organización de las Naciones
Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura se asegura que la cultura clásica o exitosa
"forma parte del patrimonio mundial de la raza humana y que es un poderoso medio de
acercamiento entre los pueblos y conjuntos sociales existentes y de aseveración de su
identidad cultural".
Ambos conceptos citados (cultura y cultura clásico y popular) enuncian que no hay una
sola cultura sino una multiplicidad de civilizaciones que comparten o no un definido
tiempo y espacio. "Esta pluralidad se afirma en la originalidad y la diversidad de las
identidades que caracterizan los equipos y las comunidades que conforman la raza
humana".
Esta variedad cultural "es, para el género humano, tan elemental como la biodiversidad
para los seres vivos y constituye el patrimonio común de la raza humana que debería ser
distinguida y consolidada en beneficio de las generaciones presentes y futuras".
Los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas junto con las
herramientas, objetos, aparatos y espacios culturales que les son inherentes que las
sociedades, los equipos y en algunas ocasiones las personas reconozcan como parte
miembro de su patrimonio cultural. Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite
de generación en generación, es recreado una y otra vez por las sociedades y conjuntos
en funcionalidad de su ámbito, su unión con la naturaleza y su historia, infundiéndoles
un sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo de esta forma a fomentar el
respeto de la variedad cultural y la creatividad humana.
Se integran en él las tradiciones y expresiones orales, las prácticas y las lenguas; las
artes del show, como la canción, el teatro, los bailes, las fiestas y el baile; los usos
sociales y ceremonias; los conocimientos y usos involucrados con la naturaleza y el
cosmos, como la medicina clásico y la farmacopea; las artes culinarias, el derecho
consuetudinario, la vestimenta, la filosofía, los valores, el código ético y cada una de las
otras capacidades especiales en relación con los puntos materiales de la cultura, como
por ejemplo los instrumentos y el hábitat.
La concepción actualizada del derecho a la identidad señala al reconocimiento de este
derecho en una doble magnitud: estática y dinámica. La identidad estática o primaria,
habitualmente exitosa como “identificación”, hace referencia fundamentalmente a la
identificación física, biológica o registral de un individuo - como por ejemplo el
nombre, el seudónimo, la imagen, el sexo, el sitio y fecha de origen, las huellas
digitales, la filiación, la nacionalidad, entre otros.
De todo lo anterior tenemos la posibilidad de concluir que el derecho a la identidad
cultural (DIC) prácticamente se basa en el derecho de todo conjunto étnico cultural y
sus miembros a pertenecer a una cierta cultura y ser identificado como distinto;
mantener su propia cultura y patrimonio cultural tangible o intangible; y a no ser
forzado a pertenecer a una cultura distinto o ser asimilado por ella.
Sin embargo, la identidad cultural de un conjunto no es estática y tiene una
conformación heterogénea. La identidad fluye y tiene un proceso de recomposición y
revalorización dinámico, que se genera tanto por las sucesivas discusiones a grado
interno, así como por el contacto y predominación que se tenga con otras civilizaciones.
En cada conjunto étnico-cultural se confunden subgrupos (ancianos, féminas,
adolescentes, personas con discapacidad) que constantemente retoman, readaptan o
rechazan ciertos aspectos y clásicos culturales de su conjunto, todo lo que "es parte
integral de los procesos de reorganización étnica que realizan viable su persistencia".
En tal sentido, el DIC además se apoya en permitir el cambio, la habituación y la toma
de recursos culturales de otras civilizaciones y pueblos, en la sabiduría de que todo lo
mencionado se realice de forma voluntaria, independiente e informada por parte del
conjunto. Impedir o dificultar la entrada a dichos mecanismos pondría llevar al conjunto
al estancamiento y la exclusión, poniéndose en riesgo su supervivencia física y cultural.
Es por ello por lo que ciertos autores sostienen que el fortalecimiento de la identidad
cultural no posee como exclusivo objetivo mantener a las civilizaciones, sino promover
el despliegue de sus potencialidades en el presente y en el futuro, permitir el ejercicio de
los derechos culturales, entablar canales más justos de diálogo y colaboración en la
toma de elecciones, y evadir procesos de relación avasalladores entre civilizaciones
diferentes.
Para intentar de comprender los desarrollos recientes alrededor de la definición del
individuo jurídico, en este ensayo describo las propiedades de 2 regímenes jurídicos de
verdad que se han ocupado de solucionar la pregunta sobre la conducta del sujeto, así
como el discurso típico presente en cada uno ellos, las transiciones y cambios al interior
de sus enunciados constitutivos. Antes que nada, analizo el sistema republicano que
surge durante el siglo XIX a lo largo de la Regeneración y su definición del sujeto como
un salvaje anormal.
Este sistema se fundamenta en el entendimiento doctor producido por el psiquiatra
forense sobre la normalidad de la mente del indígena no civilizado; usa el resguardo
como mecanismo de transformación del indígena en habitante y encarga la tarea de
cultura y normalización del salvaje en los misioneros. En segundo sitio, presento los
esbozos para un análisis del sistema multicultural que en la actualidad está siendo
construido en el planeta.
Éste se fundamenta en el entendimiento de los peritos antropólogos que otorgan a los
jueces su entendimiento sobre la alteridad cultural para escrutar la interacción entre una
persona y una cultura, entre lo cual la cultura es y lo cual el individuo hace y piensa, si
habita en ella y la reproduce. El perito antropólogo ha remplazado al psiquiatra como
fuente de saber sobre la alteridad cultural en los estrados judiciales.
El resguardo se convierte en territorio ancestral y se sostiene, primordialmente, en la
excepción entre nativos auténticos y aparentes al ratificar la interacción sustancial entre
individuo y naturaleza. En este modelo discursivo las nociones de pluralidad cultural
remplazan a esas propias del discurso doctor; por el momento no se habla de
imposibilidad o anormalidad de la mente sino de la relatividad de las maneras
culturales; el objeto de examen por el momento no es la mente del indígena sino su alma
cultural.
Los alcances del derecho a la identidad, el valor de abordarlo a partir de una perspectiva
actualizada, dinámica y comprensiva y la necesidad de meter mecanismos
institucionales efectivos para tutelar sus esferas estática y dinámica; la primera de las
cuales hace referencia al registro e identificación de una persona y la segunda se
prolonga a la “verdad personal o plan de vida” de cada individuo.
Además se identifican los primordiales obstáculos para acreditar la vida legal de los
individuos y reconocer los derechos sobre sus tierras y casas - que en todo el mundo
representan hasta un 90% del patrimonio familiar; y se pone en prueba cómo la
informalidad y la exclusión del Estado de Derecho no solamente impiden tutelar el
derecho a la identidad en su magnitud más vasta, sino consolidar temas de relevancia
nacional como la gobernabilidad, institucionalidad, integración, estabilidad ciudadana,
defensa ambiental, responsabilidad social, funcionamiento de recursos naturales.
Asimismo, se examina el contenido, logros y restricciones de las primordiales reformas
y mecanismos institucionales dirigidos a generar un sistema legal nuevo e inclusivo que
permita formalizar activos prediales y asegurar el derecho a la identidad en su doble
magnitud. El trabajo se ha enfocado en la vivencia peruana, incluyéndose datos sobre
otros territorios para efectos comparativos. Los planteamientos, definiciones legales,
data, reflexiones y conclusiones de la tesis provienen del estudio de ideología,
jurisprudencia y normatividad nacional y mundial, así como de averiguaciones y
proyectos orientados al diseño e utilización de reformas en América Latina, el Caribe,
Norteamérica, África, Asia y Europa del Este en los cuales la creadora ha participado a
lo largo de bastante más de 2 décadas.
Sin embargo, la ideología y normatividad “de avanzada” y las sentencias pioneras
previamente mencionadas, tenemos la posibilidad de ver que, en parte importante de la
ideología y legislación nacional y universal, la aproximación y defensa del derecho a la
identidad se enfoca primordialmente en su magnitud estática. Además, todavía no hay
claridad con relación a cuán compresiva es la esfera dinámica de este derecho. Al
implicar nada más y nada menos, que al “proyecto de vida” de una persona, este
derecho podría ser invocado en situaciones y entornos diferentes, que implican
interrelaciones y derechos de distinto índole entre seres vivos y entre éstos y varios
bienes materiales e inmateriales. Sin embargo, dada su amplitud, la magnitud dinámica
de la identidad comprende además el derecho de cada individuo a que se le acepte como
titular de sus ocupaciones reales y potenciales y de sus primordiales activos - tierras,
casas y pequeños negocios. No obstante, no hay conciencia de cómo la creciente
informalidad impide a la mayor parte de los individuos entrar a un Estado de Derecho
nuevo e inclusivo que acepte y salvaguarde el derecho a la identidad en su doble
magnitud.
La identidad dinámica trasciende a la esfera primaria del derecho a la identidad
destinada fundamentalmente a la identificación personal y se encarna en el “proyecto de
vida” o “plan vital” del individuo, el cual implica interrelaciones y derechos de distinto
índole entre seres vivos y entre éstos y varios bienes materiales e inmateriales. Es por
esto que el derecho a la identidad en su magnitud más extensa comprende, entre varios
otros, el derecho de cada individuo a que se le acepte como titular de sus ocupaciones
reales y potenciales y de sus primordiales activos, que para las mayorías en el planeta
son sus casas, tierras y recursos productivos, así como el derecho a que se le brinde las
herramientas jurídicos y mecanismos institucionales necesarios para hacer sus
ocupaciones y proteger sus derechos dentro un sistema legal nuevo e inclusivo.
La extensa magnitud del derecho a la identidad que, trascendiendo la esfera primaria,
hace referencia, nada más y nada menos, que al “proyecto de vida” de una persona -
explica por qué este derecho es invocado en situaciones y entornos diferentes, que
implican interrelaciones y derechos de distinto índole entre seres vivos y entre éstos y
varios bienes materiales e inmateriales. 2 se trata, puesto que, de un nuevo derecho
personal que se caracteriza por ser multiforme y adaptable y lo suficientemente flexible
como para brindar custodia legal a las más distintas situaciones e interrelaciones.
Es por esto que tenemos la posibilidad de asegurar que la identidad dinámica, puesta de
manifiesto por medio del “proyecto de vida” de cada ser humano, comprende, entre
otros, el derecho de cada individuo a que se le acepte como titular de sus ocupaciones
reales y potenciales y de sus primordiales activos, que para las mayorías en el planeta
son sus tierras, casas y pequeños negocios, así como el derecho a que se les brinde las
herramientas jurídicos y mecanismos institucionales necesarios para hacer sus
ocupaciones y proteger sus derechos dentro un sistema legal nuevo e inclusivo (Delgado
2009: 375).
Sin embargo, si lo cual se pretende tutelar es la “verdad personal”, la tutela de la
identidad personal “…en comienzo, debería conseguir y potencialmente cubrir todos los
diversos y complicados puntos de la rica personalidad del individuo.
Esta potencial expansión de la tutela de la identidad, en el tamaño que se relaciona con
los vastos atributos y propiedades definitorios de la personalidad, provoca que ella
precisamente interfiera con la defensa de otros derechos del individuo. La importante
vinculación entre todos los derechos del individuo en cuanto todos ellos… se refieren y
remiten al “yo”, trae como regla efecto el que no constantemente sea simple diferenciar
con pulcritud, frente al acontecimiento dañoso, cuál o cuáles de los intereses
existenciales fueron heridos.
La vida, la independencia y la identidad componen una trilogía de intereses que
tenemos la posibilidad de calificar como fundamentales entre los fundamentales. Por
esto, merecen una privilegiada y eficaz tutela jurídica.” (Fernández 1992: 22).
Sin embargo, la relevancia del derecho a la identidad personal, la atención de la ciencia
jurídica a este derecho en su doble magnitud, como “interés existencial” a tutelar, recién
nace en ambas últimas décadas del siglo XX.
En verdad, el derecho a la identidad personal es en esencia un derecho desarrollado
desde la jurisprudencia italiana, lo que es en especial importante si se tiene en
importancia que el sistema jurídico italiano es de tradición romano-germánica “civil
law” donde la construcción normativa recae primordialmente en los legisladores (Pino
2000: 9). Ha sido desde las sentencias de los jueces italianos que se puso en prueba que
el derecho a la identidad debía ser objeto de reconocimiento y tutela jurídica con
libertad de otros derechos primordiales, como el derecho al nombre, la imagen, la
intimidad y el honor, entre otros (Fernández 2014: 8).
Cabe determinar que hay antecedentes de Jurisprudencia peruana que no únicamente
reconocen el valor de la defensa al plan de vida, sino que establecen indemnizaciones en
busca de compostura del mal que pudiera padecer el plan de vida de una persona. Una
sentencia precursora tanto en la jurisprudencia peruana como en la interamericana es la
expedida en 1996 por jueces de Perú en la situación de “Encarnación Toscano” contra el
nosocomio privado donde surgió su hija Lady Meylin, quien por una bacteria del
nosocomio adquirió meningitis encefálica.
El Juez concluyó que gracias a esa patología se había producido una disminución de sus
habilidades psicomotrices y perceptivas y, como resultado, se había anulado su plan de
vida al verse severamente reducidas sus maneras futuras de concebir una estrategia
esencial (Cubero y Fernández 2010: 182). Otro ejemplo interesante es el del caso de
“José Robles Montoya”, conocido por el Tribunal Civil de Lima en el 2005, en cuya
sentencia el juez le da al actor una compensación de ciento cincuenta mil dólares
americanos por haberse truncado su plan de vida, al haber sido objeto de amenazas y
verse obligado a renunciar a su carrera militar (Cubero y Fernández 2010: 125).
Un caso muestra adicional es la situación “Mariátegui Chiappe” contra su señora
relativo a divorcio por causal, el cual motivó una sentencia de la Sala Civil Persistente
de la Corte Suprema que estableció que se había producido un mal al plan de vida de
Mr. Mariátegui Chiappe, que lo iba va a escoltar a lo largo de toda su historia y, por
consiguiente, comprometía para toda la vida su “manera de ser” (Cubero y Fernández
2010: 192).
En la presente tesis pretendemos enseñar cómo la entrada a la propiedad por las
mayorías pobres, hoy excluidas del amparo de la ley y de las ventajas que ésta ofrece,
constituye un presupuesto imprescindible para asegurar el derecho a la identidad en su
magnitud más vasta.
Buscamos situar en prueba cómo la carencia de reconocimiento y defensa del derecho a
la propiedad y a la estabilidad jurídica de las mayorías no solamente vulnera dichos
derechos primordiales, sino que les impide asegurar la tutela de derechos sobre bienes
considerados importantes para el desarrollo del plan de vida de toda familia, como es la
situación de sus tierras y casas, que en todo el mundo conforman entre el 80 y 90 % del
patrimonio familiar.
La propiedad y la identidad van de la mano bajo este criterio gubernamental el cual
determina la relación jurídica que existe entre los progenitores y sus descendientes
directos en primer grado: padre o madre hijo o hija. Se obtiene a través del
reconocimiento de la paternidad o maternidad de un niño o niña.
Es importante diferenciar el acto de la inscripción que nos permite tener un nombre, una
nacionalidad, conocer nuestra procedencia, etc; con el acto del reconocimiento que
establece el vínculo de filiación, es decir que obligaciones del padre a una pensión de
alimentos, herencia etc. 
El reconocimiento puede hacerse antes del nacimiento del niño o niña, al momento de la
inscripción o posterior a dicha inscripción; en tal sentido, debemos tener claro que el
acto de la inscripción no se supedita al reconocimiento. Además, el reconocimiento se
hace efectivo a través de la firma del padre o madre en el acta de nacimiento, en
escritura pública (en el caso del reconocimiento por vía notarial) o mediante testamento
No podemos dejar de resaltar que, exceptuando el reconocimiento judicial, nada obliga
al varón a reconocer (firmar) a un niño o niña como su hijo o hija, aun cuando su
nombre figure en el acta de nacimiento.
Finalmente debemos tener presente que, sólo la filiación (reconocimiento) asigna
obligaciones legales al progenitor con relación a los hijos o hijas, gozando así estos
últimos del derecho a alimentos y de los derechos sucesorios (herencia); sin embargo,
moralmente existe una obligación que esté ligado con el hecho de asumir las
responsabilidades de sus actos y que el hijo requiere de protección y afecto.
LA IDENTIDAD FACILITA LA INTEGRACIÓN DE LOS NIÑOS EN LA
SOCIEDAD

La inscripción en el Registro Civil y la concesión de la nacionalidad le proporcionará al


recién nacido la capacidad jurídica. O sea, va a ser identificado como integrante de la
sociedad, por lo cual va a tener una secuencia de derechos y obligaciones. Además, va a
tener ingreso a los diferentes servicios necesarios para realizarse y edificar su historia y
su porvenir, como la enseñanza y la sanidad.

La identidad les posibilita a los menores beneficiarse de la custodia legal, al ser


amparados por sus papás y el estado. Van a poder beneficiarse del sistema de defensa de
menores vigente en el territorio, que se encargará de protegerlos contra las diversas
muestras de violencia y explotación.

Los delincuentes infantiles, además se beneficiarán del sistema de defensa de menores,


un modelo penal ejecutado y adaptado a la edad, la función de discernimiento y el nivel
de madurez emocional del menor. Por lo cual los chicos no van a ser sancionados con
penas desproporcionadas o excesivamente crueles para su edad (como la pena de
muerte).

Para los menores, las razones de la condición de apátrida resultan muy distintas. Cabe
decir, la condición de refugiados de sus progenitores, la pérdida de la partida de origen
o pertenecer a alguna minoría étnica o indígena.
No obstante, la primordial causa de la condición apátrida entre los menores es el hecho
de no haber sido inscriptos en el Registro Civil una vez que nacieron. La inexistencia de
una cédula de identidad personal se debería a componentes bastante varios: los
esfuerzos económicos del Estado en el cual residen o que este esté inmerso en un
problema armado, por lo cual la actualización de los libros del Estado Civil pasa a un
segundo plano. En muchas situaciones en las oficinas del Registro Civil se generan
fallos gracias a la falta de personal calificado y de informes, debido a que acostumbran a
ser complicados y costosos. En ciertos territorios, los papás no son conscientes de que
su deber de inscribir a sus hijos no es una mera formalidad legal, sino que es de suma
trascendencia para los menores. A veces, el caso de pobreza y las creencias culturales
alientan a los papás a que abandonen a sus hijos o los vendan.

Los menores que no figuran en ningún archivo o páginas oficiales son los conocidos
como «invisibles», debido a que no hay constancia legal de su vida. Dichos menores,
deben arrostrar a la exclusión y a la discriminación, situaciones desfavorables que los
acompañarán lo demás de su historia.

Asimismo, esos chicos cuya identidad no sea distinguida oficialmente, no dispondrán de


archivo nacional de identidad. De esta forma puesto que, frente a la inviabilidad de
mostrar su edad, no se van a poder ayudar del sistema de custodia de menores. Dichos
acontecimientos poseen secuelas terribles más que nada para los jóvenes, que corren el
peligro de ser considerados adultos, por lo cual no van a poder tener ingreso a
determinados servicios, como sanidad y enseñanza. Nadie defenderá sus derechos
primordiales y como resultado se verán expuestos a la prostitución, a la trata y a laborar
en oposición a su voluntad. En conclusión, su condición de menores invisibles a ojos de
la sociedad causará que la violación de sus derechos pase inadvertida.

La falta de reconocimiento de los menores tiene efectos secundarios terribles. Estarán


condenados a vivir al margen de la sociedad, sin ni una posibilidad para continuar,
integrarse o desarrollarse como personas al igual que lo demás de los chicos. En la
mayoría de los casos, viven en el seno de una sociedad pobre y marginada, lo cual
acentuará su exclusión, debido a que no van a ser tratados como habitantes de pleno
derecho. El resultado va a ser que dichos individuos no tendrán ningún parentesco con
la sociedad que los circunda, por lo cual desarrollarán un sentimiento de animadversión
y sublevación para con la sociedad.
Aun de esta forma, se conoce que el derecho a la identidad articula el derecho a la
independencia, al respeto a la totalidad física, psíquica y moral de los individuos, a la
estabilidad personal, a tener un nombre, a la custodia del núcleo familiar y al derecho a
la realidad. Empero por sobre cada una de las cosas, el derecho a la identidad está
íntimamente ligado al núcleo sustancial de lo cual son los derechos humanos: el respeto
de la dignidad de toda la gente.

En resumen, con base a los autores citados y una visión del gobierno se concluye que la
identidad personal está formada por distintos recursos entre los que poseen particular
trascendencia esos que relacionan al individuo con el núcleo familiar de la que nace,
tanto a partir de la perspectiva genético como a partir de la perspectiva de las
interacciones sociales. Por esto los estudios científicos psicológicos concuerdan hoy en
asegurar que la probabilidad de entrar a la información que vincula a cada individuo con
su familia de procedencia es fundamental para la obra de su propia identidad, para el
desarrollo de su personalidad e inclusive, en algunas ocasiones, para su salud
psicológica.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.
o CUBERO SOTO, Melania y FENÁNDEZ ULATE, Inés. 2010 análisis y
Desarrollo del Concepto Daños al Proyecto de Vida. Tesis para optar el grado de
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http://iij.ucr.ac.cr/sites/default/files/documentos/t10-
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as_desarrollo_conce
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o FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. 1992 el Derecho a la Identidad Personal,
Buenos Aires: Editorial Astrea.
o FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. 2015 el Derecho a la Identidad Personal,
Buenos Aires: Editorial Astrea, Segunda edición actualizada y ampliada,
Instituto Pacífico S.A.C.
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del Siglo XXI”. Revista Comparazione e Diritto Civile. S/l. Consulta: 28 de
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http://www.comparazionedirittocivile.it/prova/files/sessarego_trascendencia.pdf
o DELGADO MENÉNDEZ, María del Carmen. 2009 “El Derecho de Propiedad
como dimensión del Derecho a la Identidad”. Revista de la Facultad de Derecho
de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Principales Retos para
los Derechos Humanos en el Siglo XXI. Lima: Fondo Editorial de la PUCP,
número 63, pp. 375-402.

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