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Origen del lenguaje 

Habitualmente no solemos concebir el hecho de hablar como algo similar al


hecho de masticar, lamer o sorber, si bien, al igual que sucede en el primer
caso, estas tres actividades implican la realización de movimientos con la boca,
la lengua y los labios que son, en cierta medida, controlados. 

Antes de profundizar más sobre el Genesis del lenguaje debemos conocer que
es el lenguaje, según la Rae se puede definir lenguaje como la facultad del ser
humano de expresarse y comunicarse con los demás a través del sonido
articulado o de otros sistemas de signos. Para tener una idea más completa
sobre este concepto algunos autores lo definen de la siguiente manera: 

 Chomsky (1957), expone que el lenguaje es un conjunto finito o infinito


de oraciones, cada una de ellas de longitud finita y construida a partir de un
conjunto finito de elementos. Esta definición enfatiza las características
estructurales del lenguaje sin adentrase en sus funciones y la capacidad de
generar acción que tiene para un emisor y el receptor. 
  La Teoría del lenguaje de Vygotsky, propone que desde el punto de
vista de la comunicación el significado de cada palabra es una
generalización o un concepto. Si las generalizaciones y conceptos son
innegablemente actos del pensamiento podemos considerar el significado
como un fenómeno inherente al pensamiento. 
 Luria (1977), expone que lenguaje es un sistema de códigos con la ayuda
de los cuales se designan los objetos del mundo exterior, sus acciones,
cualidades y relaciones entre los mismos. 
 Según Sapir citado por Hernando (1995), el lenguaje es un método
exclusivamente humano, y no instintivo, de comunicar ideas, emociones y
deseos por medio de un sistema de símbolos producidos de manera
deliberada 

Existen muchas más definiciones provenientes de variados autores donde ponen


sus ideas sobre la mesa unas se complementan otras se contradicen, pero lo
mejor es la diversidad de opiniones que un concepto puede desarrollar. 
 
El origen del lenguaje según lo divino 

Según la perspectiva bíblica, luego de que Dios creara a Adán viene un


versículo que en pocas palabras dice que el lenguaje surge de la siguiente
manera ‘‘que luego de haber creado todos los animales del campo y todas las
aves del cielo, los llevo ante el hombre para ver como los llamaba, y para que
cada viviente tuviese el nombre que el hombre le diera’’.  
De acuerdo con una tradición hindú, la lengua proviene de la diosa Sarasvati,
esposa de Brahma, creador del universo. 
Si bien la mayoría de las religiones parece que el lenguaje humano tiene origen
divino, a lo largo de la historia se han realizados varios experimentos para
redescubrir esta lengua divina original. La hipótesis planteaba que, si se
apartaba a un niño y no tenía contacto con ninguna lengua, este
espontáneamente empezaría a hablar la lengua original dada por Dios. En la
antigüedad varios personajes pusieron a prueba este experimento, probando
que en parte la exactitud de esta hipótesis. 
 
La hipótesis de los sonidos naturales 

La idea consiste en que las palabras primitivas podrían haber sido imitaciones
de los sonidos naturales que las mujeres y los hombres primitivos oían a su
alrededor, es decir, cuando pasaba un objeto volando que emitía un sonido
GRA-GRA, el hombre primitivo trataba de imitar los sonidos para referirse al
objeto asociado con dicho sonido. El hecho de que en las lenguas modernas
tengan palabras cuya pronunciación parece imitar los sonidos de la naturaleza
podría considerarse un argumento a favor de esta teoría. 
De hecho, a este tipo de hipótesis se la ha denominado la hipótesis del ‘‘guau-
guau’’ sobre el origen del lenguaje. Pero, aunque es cierto que hay bastantes
palabras en todas las lenguas que son onomatopeyas (palabras que reciben su
nombre al imitar un sonido relacionado), no es fácil determinar de donde
proceden los nombres de la mayoría de las cosas de nuestro mundo que no
emiten sonidos, por no mencionar los conceptos abstractos, si la única manera
de referirse a ellas fuera imitar los sonidos naturales. Además, de que podría
provocarnos un cierto escepticismo una teoría que parece asumir que una
lengua es únicamente un conjunto de palabras utilizadas como ‘‘nombre’’ de
entidades. 
 
La hipótesis de la adaptación física 

En lugar de centrarnos en los tipos de sonidos como posible origen para el


hablar característica de nuestra especie, una alternativa consiste en examinar
los rasgos físicos que poseen los seres humanos, especialmente aquellos que
difieren de los existentes en otros seres vivos, los cuales podrían ser los
responsables de la generación de los sonidos del habla.  
En una fase inicial de la evolución de nuestros antepasados se produjo
transición desde una postura cuadrúpeda hasta una postura erguida, lo que
permitió una locomoción bípeda (la capacidad de por de andar sobre las dos
extremidades inferiores) y dio lugar a un reajuste de la función de las
extremidades anteriores. Algunos de estos efectos pueden evidenciarse en las
diferencias de un esqueleto de un gorila y el hombre Neanderthal. Es obvio el
cuestionar porque este cambio es relevante para analizar el origen del lenguaje,
pues se debe a que, a causa de este cambio de posición, la reconstrucción del
tracto vocal del Neanderthal sugiere que habría sido capaz de producir algunas
variaciones entre sonidos que recuerdan a las existentes entre los diferentes
sonidos consonánticos.  
                                            
Es preciso esperar hasta hace unos 35,000 años para encontrar en las
reconstrucciones realizadas a partir de estructuras esqueléticas fosilizadas
rasgos que comiencen a parecerse a los humanos modernos. En el estudio del
desarrollo evolutivo, existen determinadas características físicas, que habría que
denominar con mayor propiedad como adaptaciones parciales, que parecen ser
relevantes para el habla. Se trata de variantes optimizadas de rasgos que se
encuentran ya en otros primates. Por si solos, estos rasgos no tendrían por qué
dar lugar necesariamente a la producción del habla, pero constituyen indicios
con base de que una criatura que los poseyó probablemente sería capaz de
hablar. 
Luego de haber reflexionado sobre lo que es el lenguaje en sí, sobre las teorías,
definiciones, hipótesis y experimentos sobre el lenguaje, ahora conoceremos
parte fundamental para que el lenguaje oral sea efectivo, con esto me refiero a el
tracto vocal para la producción de la voz y que papeles juegan los dientes,
labios, boca, laringe y faringe relacionados con el lenguaje. 
 
Tracto vocal 
                               
El tracto vocal está constituido por la cavidad oral, nasal, la faringe y la laringe.
Dentro de estas cavidades están los órganos de la articulación que pueden ser
divididos en activos y pasivos. Los órganos articulatorios activos son la lengua,
mandíbula, velo del paladar y los labios, mientras que los órganos pasivos son
los dientes, paladar duro y maxilar superior. A través de la modificación y
diferentes posiciones que adoptan los órganos articulatorios, el tracto vocal
tendrá variadas formas o configuraciones que actuaran como diferentes filtros
acústicos para el sonido producido en la laringe. Cada configuración diferente
del tracto vocal constituye por lo tanto un filtro diferente y por ende el sonido
vocal escuchado será distinto. 

En la producción de la voz, son las cuerdas vocales las encargadas de


producir el sonido complejo constituido por la frecuencia fundamental y los
armónicos o múltiplos enteros de dicha frecuencia fundamental. Este sonido
complejo no constituye el producto final que escucharemos como la voz de una
persona, ya que antes debe pasar y ser filtrado por las cavidades de resonancia
o tracto vocal. 
                   
 
Dientes, lengua, labios, boca, laringe y faringe 

En la especie humana los dientes adoptan una posición recta, no estando


inclinados hacia delante, como ocurre en los monos, y además todos tienen un
tamaño parecido. Estas características no resultan particularmente beneficiosas
para cortar o desgarrar la comida, pero son muy útiles a la hora de producir
sonidos como f, z y d. Los labios humanos están conectados para una
musculatura mucho más compleja que la que encontramos en otros primates y
la flexibilidad que esta les facilita la producción de sonidos como p y b. La boca
humana, que es relativamente pequeña en comparación con la que poseen otros
primates, puede abrirse y cerrarse rápidamente, y contiene una lengua más
pequeña, más gruesa y más musculosa, con la que se puede generar una
amplia variedad de sonidos en el interior de la cavidad oral. El resultado al que,
en conjunto, dan lugar estas pequeñas diferencias consiste en una cara que
dispone de una musculatura más compleja, y que interconecta los labios y la
boca, capaz de generar una gran diversidad de conformaciones, así como de
articular con mayor rapidez los sonidos que se producen gracias a las mismas. 

La laringe humana, o ‘‘caja de la voz’’ (puesto que contiene las cuerdas


vocales), se diferencia de forma significativa por su posición de la que poseen
los monos. Durante la evolución de la especie humana, la adopción de la
postura erecta hizo que la cabeza se adelantara en relación con la columna
vertebral y que la laringe quedara más baja, creándose una cavidad más amplia,
llamada faringe, situada encima de las cuerdas vocales, la cual actúa como una
caja de resonancia para todos los sonidos producidos por la laringe,
contribuyendo a incrementar su variedad y a hacerlos más distintivos. Una
consecuencia desafortunada de estos cambios es que la posición de la laringe
humana aumenta la posibilidad de atragantarse al comer. Los monos quizás no
sean capaces de utilizar la laringe para producir sonidos lingüísticos, pero
tampoco sufren el problema de que los trozos de comida puedan alcanzar la
tráquea. Sin duda, en términos evolutivos el tener esta capacidad vocal adicional
(esto es la posibilidad de producir una mayor variedad de emisiones acústicas)
debe haber incrementado las posibilidades de supervivencia, pues, de lo
contrario, no hubiera compensado el inconveniente potencial que supone el
riesgo añadido de morir atragantado. 
No podemos dejar de hablar de la función del cerebro relacionado con el
lenguaje.  
 
El cerebro humano 

El cerebro humano es el responsable del control de la organización de todos


estos componentes físicos más complejos disponibles potencialmente para la
producción de sonidos. El cerebro humano posee un tamaño inusualmente
grande en relación con el tamaño corporal además se encuentra lateralizado, es
decir, cada hemisferio se ocupa de determinadas funciones especializadas. En
la mayoría de los seres humanos las regiones encargadas del control de los
movimientos motores implicados en tareas como el habla y la manipulación de
objetos (fabricación y utilización de herramientas) se encuentran localizadas, en
gran medida, en el hemisferio cerebral izquierdo. Recuerda plausible la
existencia de una conexión evolutiva entre estas dos capacidades humanas, así
como la implicación de ambas en el desarrollo de un cerebro capaz de hablar.

La mayoría de las restantes teorías sobre el origen del habla implican la


existencia de seres humanos que producirían ruidos aislados para señalar
objetos de su entorno, en lo que seguramente puede haber sido una etapa
crucial en el desarrollo del lenguaje; sin embargo, conviene señalar que se
trataría de un lenguaje carente aun de cualquier tipo de organización estructural.
Todas las lenguas humanas, incluidas la de los signos, implican la organización
y combinación de sonidos (o signos) en secuencia determinadas. Al parecer,
una parte de nuestro cerebro se ha especializado en generar este tipo de
secuencias. Gracias a que la lengua es tan flexible, puede cambiar de posición
con rapidez para generar una secuencia rápida de sonidos.
                                        
Si tratamos de analizar esta cuestión por analogía e intentamos establecer
cuáles son los procesos básicos necesarios para la fabricación de herramientas,
parece evidente que no es suficiente con ser capaz de coger una piedra
(producir un sonido), sino que el ser humano también ha de ser capaz de
ponerla en contacto con otra piedra (otros sonidos) de forma apropiada. Dicho
en términos de estructuras lingüísticas, el ser humano debió de desarrollar en
primer lugar la capacidad de nombrar las cosas produciendo siempre el mismo
ruido especifico (por ejemplo, pan) para cada objeto concreto. Sin embargo, un
segundo paso crucial habría sido el aprender a combinarlo con otros ruidos
específicos (por ejemplo, bueno) para construir un mensaje complejo (pan
bueno). Después de algunos miles de años de evolución, los seres humanos
han terminado perfeccionando esta capacidad de generar mensajes hasta el
punto de que los sábados, viendo un partido de futbol, puedan picar algo para
comer y decir Este pan esta bueno. Por lo que sabemos hasta el momento, otros
primates son incapaces de hacerlo. 

  Y sin más que añadir el lenguaje un complejo y estructurado proceso de


comunicación donde participan específicas y únicas partes de nuestro de cuerpo
que al complementarse forman este enigmático pero eficiente maravilloso
método de comunicación resultado de la evolución. 

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