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El Orientador Experto

REPORTE DE LECTURA

El Orientador Experto
Egan, Gerard

Maestría en Educación Humanista


Grupo ME37
Dianeth Paola Contreras Carrasco

Culiacán, Sinaloa, 24 de junio de 2022.


El Orientador Experto

De inicio este libro empieza señalando que está escrito para personas que
estén aprendiendo o en el proceso de adquirir destrezas para el proceso de
ayudar. Menciona que ayudar es un arte y que solo se aprende haciéndolo.
Presenta un modelo práctico para hacer orientación, para integrar el
adiestramiento en destrezas, la influencia social, y los enfoques conductuales
sobre la ayuda, y para establecer una tecnología de adiestramiento que se
aplique tanto al adiestramiento del orientador como al mismo proceso de
ayuda.

Este modelo de ayuda se desarrolla en tres etapas; esto es, tiene “un principio,
una parte media y un final”, todo ello en una relación dinámica entre etapas.
En un contexto de ayuda toma esta forma: establezca el tipo de relación con la
persona que viene a pedir ayuda que le permita explorar libremente lo
problemático en su vida; después ayúdele a ver objetivamente el problema y a
comprender la necesidad de la acción y, finalmente, ayúdele a actuar.

Este modelo, tiene tres fuentes mayores interrelacionadas.


1. El trabajo de Carkhuff y otros sistemas de adiestramiento sistemático de
destrezas.
2. Teoría de la influencia social.
3. La teoría del aprendizaje y los principios que subyacen al mantenimiento
y cambio de la conducta

Menciona que profesiones específicamente necesitan destrezas de ayuda y


menciona una serie de profesiones que tienen que ver con el trato con
personas, niños, apoyo a personas, pero seguido de esto encontré este
párrafo, el cual me pareció muy cierto e interesante:

“Estoy seguro que se puede aumentar la lista anterior. Puesto que la necesidad
de ayuda en este mundo termina nunca, bien podemos preguntarnos por qué la
gente no se ayuda una a otro más de lo que lo hacen. ¿Esto es un simple
problema de egoísmo? Nadie negaría que existe demasiado egoísmo,
descuido, y autosuficiencia en el mundo, pero también sería probable que
mucha gente se ofreciera como voluntario para prestar sus servicios si
pensaran que pudieran ayudar, si sintieran que tienen las destrezas necesarias
para ayudar. Muchos más brindarían sus servicios si hubiera programas
inteligentemente llevados, bien organizados, centrados en la comunidad,
dirigidos por orientadores de alto nivel, que proveyeran a los voluntarios un
adiestramiento en cualquier destreza que fuera necesaria para un programa
particular. Justamente así como los psicólogos han hablado del potencial no
usado que existe dentro de cada individuo (Maslow, 1968), así nosotros
podemos hablar de los recursos para la ayuda no utilizados que se dan dentro
de cualquier comunidad.”
El Orientador Experto

Capítulo uno: La ayuda, el orientador y el que se adiestra.

Un principiante necesita un sistema que le diga a él qué hacer para ayudar. El


modelo de ayuda presentado aquí proporciona una estrategia práctica para
ayudar.

Orientar no es un proceso neutral, por lo tanto: o es para mejorar o es para


empeorar. El adiestramiento del orientador es cognoscitivo, los programas de
adiestramiento que son demasiado cognoscitivos y no sistemáticos, carecen de
habilidades básicas para ayudar. Se tiene que elaborar criterios de éxito y
fracaso, para así poder delinear los procesos esenciales que conduzcan al
éxito.

La verdadera ayuda a las personas trata de darles un adiestramiento en las


destrezas que necesitan para vivir la vida y para enfrentarse a sus crisis con
más efectividad.

Los presupuestos son (1) que el orientador es una persona experta, una
persona que vive realizada y que ciertamente está viviendo más realizado que
el cliente, en las áreas de los problemas del cliente y (2) que el cliente aprenda
las habilidades que necesita para vivir más efectivamente a través del proceso
de orientación.

Entonces, ¿cómo se ayuda a la gente? Una respuesta es que se les ayuda al


ser adiestrados en las destrezas que necesitan para vivir la vida y para
enfrentarse a sus crisis más efectivamente.

Un orientador antes que nada está comprometido con su propio crecimiento:


físico, intelectual, emocional, social (la gente orientada religiosamente
agregaría “espiritual”); ya que se da cuenta de que debe modelar la conducta
que él espera ayudar a que otros alcancen. Sabe que puede ayudar solamente
si, en sentido pleno del término, él es un ser humano “potente”, una persona
con voluntad y recursos para actuar. Muestra un respeto hacia su cuerpo a
través de dieta y ejercicios apropiados. Posee una adecuada inteligencia
básica, es consciente de sus propias posibilidades intelectuales, respeta el
mundo de las ideas. Lee activa y ávidamente pues está ansioso en ampliar su
vista acerca del mundo. Aún más importante, él tiene buen sentido común y
buena inteligencia social. Está como en su hogar en el mundo socio-emocional,
tanto en el suyo como en el de otros. Respeta a su cliente y expresa su respeto
al estar disponible para él, trabajando con él, no juzgándole, confiando en las
fuerzas constructivas encontradas en él y finalmente con la esperanza de que
viva la vida tan efectivamente como pueda.

El que se adiestra debe aprender a vivir efectivamente, física, intelectual y


socio-emocionalmente. Ciertamente debe aprender a tratar con la problemática
de su propia vida, no de una vez por todas, sino continuamente, porque es una
persona en proceso. Debe ser un agente; esto es, él mismo debe esforzarse y
envolverse activamente en el programa de adiestramiento antes que someterse
pasivamente a él y nada más. También debe prestar atención, comunicar la
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empatía precisa, respetar, ser concreto y auténtico. Una destreza personal que
el adiestrado debe adquirir durante el programa, es la de evaluar sus puntos
fuertes y deficiencias reales en ayudar y en relaciones humanas.

Por otra parte hablando del adiestrado, si este no se está comunicando a un


nivel más alto del que los que se adiestran, éstos últimos sufrirán, ya sea
logrando poco o ningún progreso, o incluso, bajando al nivel del adiestrador.
Del mismo modo que la ayuda, el adiestrar puede ser para bien o para mal.

Los mejores practicantes se vuelven los mejores orientadores; los mejores


orientadores son los mejores adiestradores (Carkhuff, 1972c).

Capítulo dos: Panorama de un modelo de desarrollo de ayuda

En este capítulo se describen las etapas de este modelo, menciona que se


llama de desarrollo porque está compuesto de etapas progresivas
interdependientes. Se comprende mejor si se consideran las metas
conductuales del proceso de ayuda. El cambio constructivo de la conducta es
la primera meta.

Este modelo tiene una fase de pre-ayuda que tiene como meta prestar
atención tanto física como psicológicamente. Consta de tres etapas. En la
etapa I (Respondiendo / Auto-exploración): consiste que el orientador debe
responder al cliente con respeto y empatía, para establecer una relación de
trabajo efectiva y colaborativa que tenga por objetivo ayudar al cliente a
explorar sus experiencias, conducta y sentimientos relevantes en la
problemática de su vida; En la etapa II (Entendimiento integrativo / Auto-
entendimiento dinámico): El orientador empieza a reunir los datos producidos
por el cliente en la fase de auto-exploración, lo ayuda en a identificar temas o
patrones de conducta y lo enseña a llevar este proceso integrativo que lo haga
ver la necesidad de cambio, de acción. Por último, la etapa III (Facilitando la
acción / Actuando): El orientador ayuda al cliente a escoger e implementar las
clases de programas de acción que conducen a metas de conducta
constructiva. Sostiene al cliente mientras éste se mueve a través de éxitos y
fracasos en estos programas de acción.

Thorne trata sobre la acción del cliente desde el punto de vista del aprendizaje.
Pare él, ayudar significa modificar el proceso de aprendizaje e incluye
aprendizaje, reaprendizaje y desaprendizaje.

El proceso de orientación debe centrarse en la persona más que en los


problemas de la persona. Según el orientador se mueva con el otro, a través
del proceso de ayuda, sus problemas podrían cambiar. Si el orientador es
efectivo, ayudará al cliente a explorar los sentimientos y conductas asociadas
con las áreas problemáticas de su vida.

También menciona la importancia de las comunidades de aprendizaje donde


los adiestrados intentan compartir el uno con el otro su experiencia del otro.
Reaccionan a las experiencias que tienen (o han tenido) con el otro. Están para
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compartir sentimientos personales con el otro y para responder a estos
sentimientos compartidos con reacciones pasadas y nuevas a estos
sentimientos son más efectivos si se desarrolla una gran cantidad de
mutualidad, cada miembro se interesa no sólo en su propio aprendizaje sino
también en el aprendizaje de sus compañeros. Señala que esto funciona mejor
si se desarrolla una gran cantidad de mutualidad, cada miembro se interesa no
sólo en su propio aprendizaje sino también en el aprendizaje de sus
compañeros.

Capítulo tres: Atender


En este capítulo, se procuran diseñar las características de un buen orientador.
Un buen orientador es socialmente inteligente. La definición que E. L.
Thorndike hace de la inteligencia social incluyó dos factores: la habilidad para
entender a otros y la habilidad para actuar sabiamente en situaciones sociales.

La discriminación es la habilidad de entender los varios componentes de una


situación social (Carkhuff, 1969). La "discriminación" es el acto de percibir
(Gazda, 1973).

El buen orientador debe comunicar a otros el hecho de que les entiende desde
el marco de referencia de ellos, está en contacto consigo mismo, discrimina,
respeta, ve cara a cara a la persona, la mira a los ojos, escucha sin
interrupción, sabe que la cara y el cuerpo son extremadamente comunicativos,
debe escucharse a si mismo durante y después de la entrevista.

La falta de atención en las relaciones humanas es bastante común, si la falta


de ésta quebranta la comunicación humana ordinaria, dicha falta es desastrosa
en la ayuda. Una atención efectiva ayuda al orientador a establecer una base
de poder con el cliente al mostrarse interesado y cuidadoso. El prestar atención
es un reforzador potente.

En la atención física es importante mirar a la cara del otro directamente,


mantener un buen contacto ocular, mantener una postura abierta, inclinarse
hacia el otro, mantenerse relativamente relajado. En la atención psicológica:
escuchar como el centro de prestar atención, la conducta no verbal como la
paralingüística deben ser escuchadas por el orientador ya que se debe
responder al mensaje total del cliente y no solamente a sus palabras. Algunas
veces las conductas no verbales son conductoras de las dimensiones
emocionales del mensaje.

Capítulo 4, 5 y 6: Las Etapas I, II y II

En los siguientes capítulos nos describe con ejemplos y explicaciones de casos


para un mejor entendimiento de cada una de las etapas de este modelo.

Nos muestra las destrezas del orientador dadas en la etapa I, de manera muy
sólida, es decir, la empatía, autenticidad y genuinidad, respeto,
autoexploración, etc. No obstante, en el capítulo 5, la etapa II, de entendimiento
integrativo/auto-entendimiento dinámico, tiene como meta ser más profunda,
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dirigida hacia la ayuda del cliente, para descubrir la clase de
entendimiento objetivo de su persona, de sí mismo, de sus problemas, y bien,
de su mundo, que conduce hacia la acción afectiva cliente-orientador.

Cabe mencionar, que con el objetivo de ayudar al cliente a lograr


el auto-entendimiento, el orientador mismo cambia la perspectiva del proceso
de orientación en la etapa II, por lo que en la etapa I el orientador se concentra
en el marco de referencia muy personal del cliente.

Es de acentuar, que la meta de todo el proceso de ayuda es la acción,


el cambio conductual constructivo. En este sentido, es importante que el
orientador internalice y aplique los principios básicos que sobrelleva al cambio
de conducta; tales como: reforzamiento y castigo. Finalmente, el capítulo 6,
tiene como objetivo la reproductividad; no solamente ayuda, sino adiestra a
otros en las destrezas que él posee y les enseña una metodología sistemática
con la cual ellos, también, puede adiestrar a otros para ser orientadores.
Cuando un orientador se adiestra, de modo que puede reproducir la manera
en el cómo ayudar, es posible que pueda servir de ejemplo para demás
aprendices a orientadores mismos.

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