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CONCEPTOS DE VEJEZ

EL VIEJISMO EN ESTOS DIAS


Para muchas personas la vejez es un proceso continuo de crecimiento intelectual,
emocional y psicológico. Momento en el cual se hace un resumen de lo que se ha vivido
hasta el momento.
Es un período en el que se debería gozar de los logros personales y contemplarse los frutos
del trabajo personal, útiles para las generaciones venideras. El envejecimiento es un
proceso que comienza pronto en la persona. En general esta realidad no se tiene en cuenta.
Afecta a todos y requiere una preparación, como la requieren todas las etapas de la vida.
La vejez constituye la aceptación del ciclo vital, único y exclusivo de uno mismo y de todas
aquellas personas que han llegado a este proceso. Supone una nueva aceptación del hecho
que uno es responsable de la propia vida.
Saber que todos envejecemos, prepararnos para hacerlo bien y sacarle mayor provecho
posible a esos años, es un aspecto importante de nuestra educación.
El envejecer es un proceso dinámico, gradual, natural e inevitable. Este proceso es
impreciso. Nos vamos dando cuenta de él por el reconocimiento de nuestro cuerpo
cambiante, del espejo, de la mirada del otro y de la exclusión de la sociedad en la mala
interpretación del proceso productivo.
La etapa de la vejez comienza alrededor de los 65 años y se caracteriza por un declive
gradual del funcionamiento de todos los sistemas corporales. Por lo general se debe al
envejecimiento natural de las células del cuerpo.
A diferencia de lo que muchos creen, la mayoría de las personas de la tercera edad
conservan un grado importante de sus capacidades, tanto físicas como mentales, cognitivas
y psíquicas.
También es cierto que la vejez es una etapa caracterizada por la multiplicidad de pérdidas y
la elaboración de duelos que acontecen esas pérdidas. El sujeto que envejece va perdiendo
interés vital por los objetivos y actividades que le posibilitan una interacción social
produciéndose una apatía emocional sobre los otros, y al mismo tiempo, el sujeto se
encierra en sus propios problemas.
Esta situación conlleva al aislamiento progresivo del anciano. Esta desvinculación obedece
en gran parte a las actitudes adoptadas por el entorno.
Con el Siglo XXI se han consolidado una serie de cambios en las sociedades, en cuanto a
las relaciones sociales y las relaciones familiares. Por otro lado, el fenómeno del
envejecimiento del envejecimiento ha producido una baja en la tasa de mortalidad, con su
consecuente aumento en la esperanza de vida, no siempre acompañado este fenómeno con
un aumento en la calidad.
Las sociedades en general perciben a la vejez como una etapa difícil, asociada a pérdidas de
todo tipo, especialmente de algunas capacidades vitales, habilidades y oportunidades. Suele
asociarse la vejez a enfermedad cuando en la mayoría de los casos, sólo se verifica un
declive lógico y esperable, que no implica deterioro, enfermedad o discapacidad.
También lo cultural en las sociedades varía. En oriente, el adulto mayor posee un status que
difiere al que presentan los ancianos en la mayoría de las sociedades occidentales. El
sistema capitalista ha contribuido de manera decisiva a consolidar en el imaginario social,
que el adulto mayor jubilado es improductivo, porque pone el foco en lo económico, de
manera tal que suele visualizarse a este segmento poblacional como una carga a sostener
por el resto de la población.
Esta realidad junto a recortes en políticas públicas y sociales, han llevado muchas veces a
que, sean los adultos mayores, un segmento poblacional objeto de condiciones de
vulnerabilidad, abandono y maltrato. En los casos en que los adultos mayores asumen el rol
de abuelos y además, participan de la crianza de lo niños frente a padres que, deben trabajar
largas horas diarias, aportan muchas veces esa contención afectiva que se hace carencia
frente a las ausencias paternas, ya sean reales o fantaseadas. Otros, participan de programas
dónde las relaciones intergeneracionales, son fuente de trasmisión de valores culturales,
tradiciones, principios éticos y morales que, toda sociedad necesita consolidar para evitar
los conflictos y desmadres.
Es así que muchos adultos mayores aportan a la identidad social, familiar, generando
beneficios para la sociedad en su conjunto y reemplazando en muchos casos, carencias y
fallas propias de una sociedad que privilegia valores erráticos e improductivos en lo que
respecta a la condición humana.

Etapas de la vejez
1. Prevejez (55 a 65 años): La prevejez es la etapa previa a la vejez, en la que ciertas
funciones corporales verán mermadas, en mayor o menor medida, sus capacidades para
continuar trabajando como habían venido haciéndolo antes.
Los cambios físicos en la prevejez
En esta fase es habitual que los patrones de sueño se vean alterados y que se produzca una
reducción importante en el número de horas que el cuerpo necesita para dormir. A su vez,
es frecuente la aparición de alteraciones en la retención de grasas y que realicemos la
digestión de manera más lenta y nos cueste más realizarla. Por lo que a la masa muscular se
refiere, esta tiende a atrofiarse de forma significativa.

En el caso de las mujeres, la prevejez tiende a iniciarse con el fin de la menopausia, que
genera una serie de alteraciones hormonales que tienen un notable efecto sobre la fisiología
de la mujer. Con el aumento de la esperanza de vida, también debemos tener en cuenta el
incremento del número personas con enfermedades crónicas. Es a partir de los 65 años
cuando empiezan a aparecer este tipo de enfermedades que propician el aumento del nivel
de fragilidad y la pérdida de independencia del individuo.

2. Vejez (65 a 79 años): La vejez en sí, es esa etapa de la vida en la que se asienta tanto el
debilitamiento de las funciones biológicas.
Los cambios físicos en la vejez
Aparecen problemas de tipo postural y un debilitamiento de los huesos que puede generar
dolor o que no se puedan realizar grandes esfuerzos físicos. Se suman problemas de
carácter digestivo. En numerosos casos se acentúan y asciende el riesgo de padecer varios
tipos de cáncer.
A ello debemos sumarle el que experimentemos una merma tanto de la visión como de la
audición que suelen resentirse con el paso de los años.
3. Ancianidad (80 años en adelante): La ancianidad representa la última etapa de la vejez
y comporta un cambio significativo en la evolución de la degeneración física.
Los cambios físicos en la ancianidad
En esta fase las alteraciones posturales y la fragilidad de huesos y articulaciones se
acentúan, lo cual puede llevar a reducir significativamente la autonomía de las personas. El
resto de problemas de salud también siguen su progresión, haciéndose sensiblemente más
frecuentes en esta fase.
Las causas de la pérdida de independencia en una persona se dan por una suma de factores.
Son muchas las causas que pueden llevar a alguien a la dependencia de otras personas por
el deterioro físico y progresivo provocado por el envejecimiento natural de nuestros
cuerpos y la falta o pérdida de autonomía física y emocional. De la emocional hablaremos
en otro artículo dedicado solo a ésta. Pero en lo que a degeneración física en la vejez se
refiere, este es un resumen de los puntos más destacados a tener en cuenta que se irán
dando progresivamente:
Fragilidad física, Problemas de movilidad, Deterioro de algunos sistemas biológicos
(respiratorio, cardiovascular, etc.) que producirán una disminución de la fuerza física, de la
movilidad y del equilibrio, las cuales se asocian al deterioro de las capacidades del
individuo para realizar aquellas actividades básicas de la vida diaria (tareas domésticas,
higiene personal, alimentación, control de esfínter, etc.)
Padecimiento de enfermedades crónicas como la artritis, la artrosis, la osteoporosis y las
fracturas provocadas por caídas u otros accidentes que contribuyen a la discapacidad, a la
dependencia física y, en definitiva a la pérdida de autonomía durante la vejez
Algunas de las funciones corporales que lo manifestarán son:
 Incapacidad para comer sin ayuda
 Dificultades para moverse y desplazarse
 Pérdida de seguir una rutina en el aseo y la higiene
 No poder uno vestirse correctamente por sí mismo
 Pérdidas de orina o de heces
Limitaciones sensoriales como de vista y oído
Consumo de fármacos y los efectos secundarios que pueden producir: confusión, deterioro
cognitivo, sedación o hipotensión.
Para concluir, recordemos que algunas degeneraciones físicas surgen o se agravan con el
abandono y la inacción por la creencia limitante que no hay nada que hacer para mejorar la
situación o dolencia. Y que a veces también nos acomodamos en el malestar para no tener
que hacer cambios que a medio plazo nos beneficien.

ASPECTOS FISICOS EN EL ENVEJECIMIENTO


Entre los 30 y los 40 años se alcanza el máximo de altura, disminuyendo luego 5 mm por
año a partir de los 50; este cambio es más acentuado en las mujeres. Se explica por cambios
posturales (mayor flexión de cadera y rodillas), disminución de la altura de los cuerpos
vertebrales y alteración de los discos intervertebrales.
El peso alcanza su máximo a los 50 años y luego disminuye. El compartimento de tejido
graso sufre un aumento de 15 a 30% entre los 40 y 55 años para luego disminuir a
aproximadamente un 20% promedio.
Los huesos: Los huesos se hacen menos densos en parte porque contienen menos calcio
(que confiere la dureza al hueso). La cantidad de calcio disminuye debido a que el cuerpo
absorbe menos calcio de los alimentos; además, los niveles de vitamina D, que ayuda al
cuerpo a usar el calcio, disminuyen ligeramente. Algunos huesos se debilitan más que otros.
Los más afectados son el fémur (a la altura de la cadera), los extremos de los huesos del
brazo (radio y cúbito) en la muñeca y los huesos de la columna vertebral (vértebras).
Los cambios en las vértebras de la parte superior de la columna hacen que la cabeza bascule
hacia delante, comprimiendo la garganta. Como resultado, es más difícil tragar, y es más
probable el ahogo. Las vértebras se vuelven menos densas, y las almohadillas de tejido
(discos) entre ellas pierden fluido y se vuelven finas, haciendo que la columna vertebral se
acorte. Por lo tanto, la estatura de las personas de edad avanzada disminuye.
Los ligamentos, que unen las articulaciones, y los tendones, que unen los músculos a los
huesos, se vuelven menos elásticos, por lo que las articulaciones se notan rígidas o duras.
Estos tejidos también se debilitan. Por consiguiente, la mayoría de las personas pierden
flexibilidad. Los ligamentos y los tendones suelen desgarrarse con mayor facilidad, y,
cuando lo hacen, se curan más lentamente. Estos cambios se producen porque las células
que reparan los ligamentos y los tendones se vuelven menos activas.
Músculos y grasa corporal: La cantidad de tejido muscular (masa muscular) y la fuerza
muscular tienden a disminuir a partir, aproximadamente, de los 30 años; dicha disminución
continúa durante toda la vida. Parte de esta reducción está causada por la inactividad física
y el descenso en las concentraciones de la hormona del crecimiento y de testosterona, que
estimulan el desarrollo muscular. Además, los músculos no se contraen tan rápidamente
porque se pierden más fibras musculares de torsión rápida que de torsión lenta. Sin
embargo, los efectos del envejecimiento no reducen la masa muscular y la fuerza más de un
10 o 15%, aproximadamente, durante la vida adulta. En ausencia de enfermedad, la mayor
parte de la pérdida más allá de ese 10 a 15% se puede prevenir con ejercicio regular. La
pérdida de masa muscular más grave (llamada sarcolema, que literalmente significa la
pérdida de la carne) es el resultado de una enfermedad o inactividad extrema, no de la edad
en sí.
Ojos: Pérdida de la visión de cerca: entre los 40 y los 50 años de edad, la mayoría de las
personas notan que les resulta difícil ver objetos a una distancia inferior a 60 cm. Este
cambio en la visión, denominado presbicia, se produce porque el cristalino se vuelve rígido.
Normalmente, el cristalino modifica su forma para ayudar a los ojos a enfocar; por lo tanto,
un cristalino rígido hace que resulte más difícil enfocar objetos de cerca. Al cabo de cierto
tiempo, casi todas las personas padecen presbicia y necesitan gafas de aumento para leer.
Las personas que además usan gafas para ver objetos lejanos pueden necesitar gafas
bifocales o de foco variable.
Cambios en la percepción del color: los colores se perciben de forma diferente, en parte
porque las retinas tienden a volverse amarillas con el envejecimiento. Los colores pueden
parecer menos brillantes, y los contrastes entre diferentes colores pueden resultar más
difíciles de ver los azules pueden parecer más grises, y las letras o fondos azules pueden
parecer desteñidos. Estos cambios son insignificantes para la mayoría de las personas; sin
embargo, las personas de edad avanzada pueden tener problemas para leer un texto impreso
en negro sobre un fondo azul o para leer letras azules.
Oídos: Muchos cambios en el oído probablemente son debidos tanto a la exposición al
ruido como al proceso del envejecimiento. Con el tiempo, la exposición a ruidos fuertes
perjudica la capacidad auditiva de los oídos, aunque algunas modificaciones del oído se
presentan con el paso del tiempo, independientemente de que las personas hayan estado
expuestas a ruidos fuertes.
A medida que las personas envejecen, cada vez es más difícil oír los sonidos agudos (alta
frecuencia de vibraciones). Este cambio se considera una pérdida de la audición asociada a
la edad Por ejemplo, la música del violín puede sonar menos clara.
Boca y nariz: Generalmente, cuando las personas alcanzan los 50 años, los sentidos del
gusto y del olfato comienzan a disminuir gradualmente; ambos sentidos son necesarios para
saborear la gama completa de gustos en los alimentos. La lengua es capaz de identificar
únicamente los sabores principales: dulce, ácido, amargo y salado, así como un sabor
relativamente nuevo llamado umami (descrito habitualmente como carnoso o sabroso). Los
sabores más sutiles y complejos (el de la frambuesa, por ejemplo) requieren también del
olfato.
Con la edad disminuye la sensibilidad de los receptores del gusto localizados en la lengua.
Estas modificaciones tienden a reducir la capacidad de percibir los sabores dulces y salados
más que los amargos o ácidos. El olfato solo disminuye ligeramente ya que el revestimiento
de la nariz se vuelve delgado y seco y las terminaciones nerviosas de la nariz se deterioran.
Sin embargo, el cambio es pequeño, y suele afectar solo a los olores sutiles. Por
consiguiente, la mayoría de las comidas suelen tener un gusto más amargo, y los alimentos
con olores sutiles pueden resultar más insípidos.
Piel: La piel se vuelve más fina, menos elástica, más seca, y forma arrugas finas. Sin
embargo, la exposición a la luz solar durante años también contribuye mucho a la
formación de arrugas y a que la piel sea áspera y tenga manchas. A menudo, las personas
que han evitado la exposición a la luz solar parecen mucho más jóvenes.
La piel cambia en parte porque el colágeno (un tejido fibroso resistente que fortalece la
piel) y la elastina (que la hace flexible) se transforman químicamente y se vuelven menos
flexibles; además, el cuerpo envejecido produce menos colágeno y elastina. Como
resultado, la piel se desgarra con mayor facilidad
Corazón: El corazón y los vasos sanguíneos se vuelven más rígidos. El corazón se llena de
sangre más lentamente; las arterias se vuelven menos capaces de responder a las
variaciones de la cantidad de sangre que pasa por ellas y, por consiguiente, la presión
arterial suele ser más alta.
A pesar de tales cambios, un corazón normal de edad avanzada funciona bien. Las
diferencias entre un corazón joven y uno viejo se hacen evidentes cuando es necesario un
esfuerzo mayor por parte del corazón y que bombee más sangre, como ocurre cuando una
persona ejecuta una actividad física intensa o cuando está enferma. Un corazón más viejo
no puede aumentar la frecuencia de los latidos tan rápidamente, ni bombear con la misma
rapidez ni la misma cantidad de sangre que un corazón joven. Así pues, los deportistas de
edad avanzada no tienen tanta capacidad de adaptación como los jóvenes. Sin embargo, el
ejercicio aeróbico regular puede aumentar el rendimiento en las personas de edad avanzada.
Sistema respiratorio: Los músculos utilizados en la respiración, el diafragma y los
músculos intercostales, tienden a debilitarse. El número de alvéolos y de capilares
pulmonares disminuye; por lo tanto, se absorbe un poco menos de oxígeno del aire
respirado. Los pulmones se vuelven menos elásticos. En las personas que no fuman o que
no tienen una afección pulmonar, estos cambios no afectan a las actividades cotidianas
diarias, pero pueden dificultar la actividad física. Respirar a grandes altitudes (donde hay
menos oxígeno) también puede resultar más difícil.
Los pulmones se vuelven menos aptos para combatir las infecciones, en parte porque las
células encargadas de eliminar de las vías respiratorias los desechos que contienen
microorganismos pierden parte de su capacidad funcional. La tos, que también ayuda a
limpiar los pulmones, suele ser más débil.
Aparato digestivo: En general, el envejecimiento afecta menos al aparato digestivo que a
la mayor parte del resto del organismo. Los músculos esofágicos se contraen con menor
fuerza, pero la movilidad de los alimentos en el esófago no resulta afectada. Los alimentos
son eliminados más lentamente por el estómago que, además, no puede retener grandes
cantidades de comida ya que es menos elástico. Pero en la mayoría de las personas, estas
modificaciones son tan leves que no llegan a notarse.
Ciertos cambios pueden provocar alteraciones en algunas personas mayores. El tracto
digestivo produce una cantidad menor de lactasa, una enzima que el organismo necesita
para digerir la leche. Como resultado, es más probable que las personas mayores
desarrollen una intolerancia a los productos lácteos (intolerancia a la lactosa). Las personas
con intolerancia a la lactosa pueden sentirse hinchadas o tener gases o diarrea después de
consumir productos lácteos.
Riñones y aparato urinario: Al envejecer, los riñones suelen reducirse de tamaño, ya que
el número de células disminuye. A partir de los 30 años, los riñones comienzan a filtrar la
sangre de forma menos eficaz. Con el paso de los años, los desechos de la sangre no se
eliminan tan bien, y también pueden eliminar demasiada agua, lo que aumenta la
probabilidad de sufrir deshidratación. Sin embargo, casi siempre funcionan lo bastante bien
como para cubrir las necesidades del organismo.
Aparato reproductor
Mujeres: Los efectos del envejecimiento sobre los niveles de hormonas sexuales son más
evidentes en las mujeres que en los hombres. En las mujeres, la mayor parte de estos
efectos están relacionados con la menopausia, cuando los niveles de hormonas femeninas
(sobre todo los estrógenos) disminuyen drásticamente, las menstruaciones cesan
definitivamente y el embarazo ya no es posible. La disminución de los niveles de hormonas
femeninas causa la reducción de las dimensiones de los ovarios y del útero. Los tejidos de
la vagina se vuelven más finos, más secos y menos elásticos (una afección llamada
vaginitis atrófica). En los casos graves, estos cambios pueden conducir a prurito, sangrado,
dolor durante el coito y necesidad de orinar de forma inmediata (urgencia urinaria).
Los senos se vuelven menos firmes y más fibrosos, por lo que tienden a perder su turgencia.
Estos cambios dificultan la localización de bultos en las mamas.
Hombres: En los hombres, los cambios en los niveles de hormonas sexuales son menos
bruscos. Los niveles de testosterona (la hormona sexual masculina) disminuyen, lo que
conlleva una menor producción de espermatozoides y una disminución del deseo sexual
(libido); no obstante, dicha disminución es gradual.

SALUD
La salud del anciano es considerada como "la capacidad funcional de atenderse a sí mismo
y desarrollarse en el seno de la familia y la sociedad, la cual le permite, de una forma
dinámica, el desempeño de sus actividades del diario vivir". Algunos autores no dejan de
considerar "la dificultad existente para medir la capacidad funcional de un individuo en tres
esferas (física, mental y social), y sobre todo para seguir de una manera real y objetiva la
evolución funcional de un anciano y valorar la eficacia de la terapéutica que se esté
empleando.
El envejecimiento está asociado con un incremento en la incidencia de diversas
enfermedades crónicas, incluyendo la enfermedad arterial coronaria, la DM no
insulinodependiente y la osteoporosis. Está bien documentado, además, que
concomitantemente se producen cambios en la composición corporal que incluyen
incrementos de la grasa corporal y la progresivo declinación en la masa muscular y la
densidad ósea, factores que unidos resultan en una disminución de la fuerza muscular y la
capacidad aeróbica.
Entre las afecciones más importantes, que constituyen causa de morbilidad y mortalidad en
el senescente se encuentran las enfermedades cardiovasculares. Esta constituye un grave
problema de salud por ser también un importante riesgo para el desarrollo de otras
enfermedades, como son: afecciones ateroescleróticas, cardiopatía isquémica, accidentes
cerebrovasculares e insuficiencia renal. Los factores de riesgo para estas enfermedades han
sido analizados por varios grupos de trabajo en diversas investigaciones, y han demostrado
que la edad, el sexo, el hábito de fumar, el estrés social, el alcoholismo, los altos niveles
colesterol y triglicéridos en sangre, el sedentarismo, el exceso de peso y la correspondiente
obesidad, están estrechamente relacionados con ellas.
Por otra parte, la duración máxima de la vida humana no se ha podido establecer hasta el
momento, aunque algunos científicos la estiman en unos 120 años, pero lo importante no es
llegar a esta edad, ni incluso prolongar la existencia, sino poder vivir años libres de
discapacidades, un envejecimiento saludable, de modo que seamos sujetos activos hasta el
límite de nuestras vidas.2
La OMS define el envejecimiento activo como el proceso de optimización de oportunidades
para luchar por la salud, por la participación activa en la vida, y por la seguridad de
alcanzar calidad de vida cuando el ser humano envejece. Los adultos mayores tienen mucho
por contribuir: tienen sabiduría y experiencia y, al mantenerlos saludables, funcionales e
independientes, pueden continuar contribuyendo a sus comunidades y a sus familias, y
serán más felices.
ENFERMEDADES
El riesgo de contraer cualquier enfermedad está siempre presente en todas las personas.
Desde un simple catarro hasta las enfermedades más difíciles de tratar, son parte del día a
día de la población. Algunas de estas enfermedades tienen causas muy diversas y otras se
asociación principalmente al envejecimiento. A medida que nos hacemos mayores, la
probabilidad y el riesgo de desarrollar diferentes enfermedades aumenta.
Demencia senil (demencia): La demencia senil es un tipo de enfermedad
neurodegenerativa que afecta de manera directa a las funciones intelectuales de las personas
mayores. Esta enfermedad hace que la cognición no funcione de manera regular. La
demencia causa estragos en la vida diría de los mayores, ya que algunos de sus síntomas
son la desorientación, la confusión o la pérdida de memoria.
Es de las enfermedades más comunes en la vejez porque se suele diagnosticar a partir de los
65 años. Y, a partir de los 90, existe más de un 50% de casos diagnosticados de demencia.
Esta enfermedad es, además, irreversible debido a su carácter degenerativo. A medida que
la enfermedad evoluciona, los cuidados se vuelven más exigentes y necesarios para las
personas mayores.
Alzheimer: La enfermedad del Alzheimer es una enfermedad también neurodegenerativa y
está relacionada con muchos de los casos de demencia que se diagnostican en las personas
mayores. Esta enfermedad corrompe las células cerebrales, provocando graves daños
cognitivos. Además, se produce la pérdida progresiva de memoria y de la mayoría de las
habilidades sociales.
Una persona con Alzheimer llega a desarrollar muchos problemas para enfrentarse a su día
a día. La memoria, la comunicación, las decisiones cotidianas se vuelven más complejas
según evoluciona la enfermedad.
Como es una enfermedad neurodegenerativa, el Alzheimer avanza de manera progresiva.
Además, afecta principalmente a las personas mayores de 60 años y cada vez se
diagnostican más casos. También existen casos de diagnósticos anteriores a los 60 años,
pero es una enfermedad que se va haciendo evidente a medida que envejecemos. Aunque
no hay que confundirla con casos puntuales de pérdida de memoria.
Hoy en día existen algunos tratamientos que tratan de frenar o retrasar los síntomas del
Alzheimer y la demencia, como la estimulación cognitiva o la musicoterapia. Estos
tratamientos no son farmacológicos, por lo tanto, el riesgo que tienen para los pacientes es
mínimo.
Parkinson: La enfermedad del Parkinson afecta en su mayoría a personas de la tercera
edad, por eso siempre se tiende a asociar esta enfermedad como un signo de la vejez.
Aunque lo que no está tan extendido es que el Parkinson también puede afectar a personas
más jóvenes.
La enfermedad del Parkinson es también neurodegenerativa y causa la muerte de las células
cerebrales. Además, se caracteriza por la nula producción de un neurotransmisor llamado
dopamina, que se encarga de regular la actividad motora. Esto causa síntomas propios
como los temblores en las extremidades, la rigidez del cuerpo, la inestabilidad al caminar y
la descoordinación etcétera.
Uno de los principales problemas aparece cuando esta enfermedad afecta a las personas
mayores. Según transcurre el tiempo, las personas mayores pierden sus facultades por
razones de la enfermedad. Los cuidados de una persona mayor con Parkinson deben ser
especiales. Los temas de movilidad, el control de la medicación e incluso la alimentación
tienen que ser vigilados.
Los tratamientos que existen para la enfermedad del Parkinson son de dos tipos:
farmacológicos y no farmacológicos. Los primeros suelen incluir medicamentos que
incrementen y favorezcan la producción de dopamina en el cerebro, para así regularizar sus
niveles. Los segundos, los no farmacológicos, buscan actuar sobre los síntomas de una
manera menos invasiva. Algunos de estos tratamientos se basan sobre todo en la actividad
física del paciente.
Artrosis: La artrosis es otra de las enfermedades más comunes en personas mayores.
Afectando especialmente a las mujeres, ya que con la aparición de la menopausia los
niveles de estrógenos pierden su normalidad y esto afecta al cartílago. Esta enfermedad es
degenerativa y se centra en las articulaciones de las personas mayores, degenerando el
tejido cartilaginoso y el tejido óseo. La artrosis puede ser razón de discapacidad en
personas mayores, obligándolas a pasar largos periodos encamadas.
Actualmente no existe un tratamiento que cure la artrosis, aunque sí es posible actuar sobre
sus síntomas para aliviarlos y retrasar la degeneración. De este modo, se evitan los dolores
característicos de la artrosis, la rigidez y se preserva la funcionalidad de nuestros mayores.
La Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (SERMEF) afirmó en el año
2018 que, en España aproximadamente la mitad de las personas de más de 65 años tenían
algún tipo de artrosis diagnosticada.
Ateroesclerosis
La ateroesclerosis es una enfermedad que afecta a las arterias de las personas mayores.
Estas arterias son las encargadas de transportar el oxígeno al corazón y a todas las partes
del cuerpo. La ateroesclerosis surge cuando las paredes interiores de estas arterias se
obstruyen debido a la acumulación de diversas sustancias como el colesterol o la grasa.
Esta obstrucción hace que las arterias pierdan elasticidad y desarrollen rigidez.
La ateroesclerosis es una de las enfermedades más comunes en las personas mayores
debido a que el proceso natural de la vejez también tiende a provocar rigidez en los vasos
sanguíneos. Esto hará que exista mayor probabilidad de formación de coágulos y bloqueo
del flujo de sangre en el sistema circulatorio. Esta enfermedad provoca dificultades
respiratorias y dolor en la caja torácica.
Algunos de los principales factores de riesgo además de la vejez son los hábitos del
consumo de tabaco, niveles altos de colesterol y grasa, la hipertensión arterial, la obesidad
y también el sedentarismo.

NUTRICION
Un estado nutricional alterado constituye un factor de riesgo, es un agravante que se asocia
a numerosas enfermedades crónicas y también deteriora el pronóstico en el curso de
patologías agudas. Se sabe que en los senescentes existe una relación recíproca entre
nutrición y enfermedad; así por ejemplo se enferman más los ancianos desnutridos y se
desnutren más los ancianos enfermos. Por otra parte, un estado nutricional adecuado
contribuye positivamente al mantenimiento de la función en los diferentes órganos y
sistemas.
Existe un sinnúmero de factores de riesgo que facilitan o provocan malnutrición en el
senescente, entre las que se pueden destacar: Falta de educación nutricional, ingesta
inapropiada de alimentos (cantidad y/o calidad), pobreza, aislamiento social, dependencia
y/o discapacidad, patologías asociadas (agudas y/o crónicas), tratamientos farmacológicos,
edad avanzada, trastornos afectivos y cognitivos Para obtener datos que permitan construir
una verdadera valoración nutricional, resulta fundamental considerar información relevante
en los siguientes aspectos: situación económica, grado de discapacidad, intolerancias
alimentarias, hábitos nutricionales, problemas odontológicos, trastornos de la deglución,
consumo de alcohol y tabaco.
Existen elementos relacionados con el envejecimiento que se asocian en forma directa con
una malnutrición y preferentemente con una desnutrición. Entre ellos destaca la mayor
labilidad emocional en los viejos, la que muchas veces lo motiva a no comer, como una
forma de protestar o de llamar la atención, así como también la ingesta exagerada, producto
de estados ansiosos o de soledad.
También se encuentra disminuida la sensación del gusto y del olfato, por lo que existe
menor posibilidad de diferenciar sabores. Las papilas gustativas que más se afectan son las
de la parte anterior de la lengua, las que diferencian gustos dulces y salados.
Por otra parte, los adultos mayores presentan menor acidez gástrica, un retardo en el
vaciamiento intestinal y una movilidad intestinal disminuida, además de las interferencias
propias de la ingesta de diversos medicamentos a la vez.
La boca, como cavidad compleja donde se inicia la nutrición, sufre múltiples
modificaciones, además de las mencionadas en la lengua. Es así como se produce la pérdida
progresiva de piezas dentales y en caso de que el anciano pueda acceder a prótesis, éstas no
siempre se ajustan a la cavidad, lo que provoca importantes molestias. Concluyentemente,
muchos pacientes se las retiran precisamente al momento de alimentarse.
Para el adulto mayor, la menor sensación del gusto y del olfato reduce, a veces, las
posibilidades de disfrutar de la comida, lo que favorece la menor ingesta de alimentos.
Otras de privaciones sensoriales, están dadas por la disminución de la agudeza visual y la
hipoacusia, que generan menor capacidad para efectuar actividades de la vida diaria, con la
consecuente mayor dificultad para obtener y preparar el alimento.
Lo anterior lleva a un mayor consumo de alimentos fáciles, como los hidratos de carbono,
que suelen producir distensión gastrointestinal y por lo tanto, una sensación precoz de
plenitud, que se ve acrecentada por el retardo en el vaciamiento gástrico y en el tránsito
intestinal, propio del senescente.
Cabe señalar que ninguno de estos parámetros considerados en forma aislada, puede por sí
sólo establecer el diagnóstico nutricional o cuantificar una desnutrición. En la etapa de
adultez, la nutrición se convierte en algo importante para la salud física y emocional. La
ingesta hídrica es otro de los aspectos esenciales de la nutrición. Las personas mayores
muestran un mayor riesgo a la deshidratación, por un descenso del agua orgánica total.
CAUSAS DEL ENVEJECIMIENTO
El envejecimiento o senescencia es el conjunto de modificaciones morfológicas y
fisiológicas que aparecen como consecuencia de la acción del tiempo sobre los seres vivos,
que supone una disminución de la capacidad de adaptación en cada uno de los órganos,
aparatos y sistemas, así como de la capacidad de respuesta a los agentes lesivos que inciden
en el individuo. El envejecimiento de los organismos y particularmente el nuestro como
especie humana, ha sido motivo de preocupación desde hace años.
Nuestra esperanza de vida ha aumentado significativamente en los últimos años. El
envejecimiento de la población puede considerarse un éxito de las políticas de salud pública
y del desarrollo socioeconómico aunque también es un reto para toda sociedad ya que debe
adaptarse a esta nueva realidad. Con el envejecimiento, comienza una serie de procesos de
deterioro paulatino de órganos y sus funciones asociadas. Muchas enfermedades, como
ciertos tipos de demencia, enfermedades articulares, cardíacas y algunos tipos de cáncer
han sido asociados al proceso de envejecimiento.

CAMBIOS COGNITIVOS CON LA EDAD


Nuestro cerebro alcanza su peso máximo alrededor de los 19 años y permanece más o
menos estable hasta los 45 o 50 años. Es a partir de este momento, con el envejecimiento,
cuando el cerebro empieza poco a poco a disminuir su peso, y con ello, van mermando
algunas capacidades cognitivas. A los 86 años, un cerebro normal ha perdido
aproximadamente un 11% del total de su peso, por lo que resulta normal que las personas
de esta edad muestren dificultades en algunas tareas que requieran una alta demanda
cognitiva.
Lo interesante es conocer qué zonas son las que van disminuyendo en funcionalidad para
poder entender por qué las personas mayores van teniendo dificultades cognitivas a medida
que van envejeciendo. En términos generales, son las zonas frontales y temporales las que
más se deterioran con el paso de los años.
Dado que las regiones en las que más se nota el paso del tiempo son las frontales y
temporales (hipocampo y amígdala), es por esto, que los cambios cognitivos más frecuentes
asociados a la edad se relacionan con el funcionamiento de estas regiones y son
principalmente los siguientes:
– Disminución de la fluidez verbal. Aunque no impide mantener conversaciones coherentes
y adaptadas, su lenguaje es menos fluido, tienen más pausas entre las palabras y suelen
utilizar menos variedad de vocabulario. Además, es frecuente observar un aumento del
fenómeno de la “punta de la lengua”, principalmente para nombres propios de personas
conocidas.
– Aumento de las dificultades de planificación de tareas no rutinarias. La planificación de
tareas y actividades es una función que depende mayormente de regiones frontales.
Requiere de mucha implicación de la memoria de trabajo. Es por esto que las personas
mayores prefieren realizar tareas rutinarias que pueden realizarse de manera más
automática. Suelen preferir tareas consecutivas más que tareas simultáneas y actividades
habituales a cambios repentinos.
– Mayores dificultades para mantener y manipular la información (memoria operativa)
– Cambios en la memoria prospectiva (acordarse de recordar). Es normal que las personas
mayores se olviden de algunas tareas que tienen que realizar en el futuro, una cita del
médico, llamar a un familiar, comprar todas las cosas del supermercado que necesita…
En relación a la memoria, los cambios normales más frecuentes son:
– Tienen mayor alteración de la memoria episódica (recuerdo consciente de
acontecimientos vividos, ya sean relacionados con la propia biografía o no) que de la
memoria semántica. Esta cuestión suele considerarse clave para diferenciar entre los
cambios cognitivos normales asociados a la edad y los cambio patológicos. Por ejemplo, en
personas con Enfermedad de Alzheimer, se observa una alteración de la memoria episódica,
pero también de la semántica y comienzan a perder conceptos y conocimientos
independientes del contexto.
– Disminución de la velocidad de procesamiento. Su pensamiento se vuelve algo más lento
y sus tiempos de respuesta suelen ir aumentando a medida que la edad avanza. Este
enlentecimiento general, puede afectar al funcionamiento del resto de funciones cognitiva.

ENVEJECIMIENTO EXITOSO
Introducción: Envejecimiento exitoso (EE) es la capacidad no sólo para sobrevivir, sino
también para prosperar en la vejez. Es un concepto multidimensional que abarca, trasciende
y supera la buena salud. Está compuesto por un conjunto de factores: condiciones de salud,
funcionamiento físico óptimo, alto funcionamiento cognitivo, afecto positivo y compromiso
social. Conocer los criterios y predictores permite identificar ancianos que envejecen bien y
desde la atención primaria, promover estrategias que aseguren mantener altos niveles de
funcionalidad todo el tiempo que sea posible.
Personalidad y envejecimiento
1. Entremezclado con los cambios intelectuales aparecen con la vejez modificaciones en la
personalidad como consecuencia a sus capacidades intelectuales, cambios corporales y a las
nuevas circunstancias sociales que exigen del anciano una readaptación al ambiente.
2. Durante la vejez, existe la tendencia a volverse cada vez más introvertido, su mundo se
va estrechando progresivamente y elige vivir en grupos pequeños, para evitar adaptarse
continuamente a nuevas circunstancias.
3. Tienen un gran interés por su salud, lo que les lleva a tener actitudes hipocondriacas.
4. Otro rasgo característico en la personalidad del anciano es la desconfianza, que emana de
tres realidades:
• Ser miembro de una minoría des privilegiada.
• Pérdida progresiva de contemporáneos.
• Sordera.
5. Integridad del YO vs desesperación, implica la aceptación de lo que se realizó a lo largo
de la vida, aceptación ante la cercanía de la muerte.
6. Para algunas personas mayores la jubilación es el momento de disfrutar el tiempo libre,
para otros es un momento de estrés, especialmente de prestigio, el retiro supone una pérdida
de poder adquisitivo o un descenso de la autoestima.
7. Es la etapa en la que se adquiere un nuevo rol: el ser abuelo. Los abuelos cumplen una
función de continuidad y transmisión de tradiciones familiares. (Historia familiar)
8. El ciclo vital del individuo está integrado dentro de un contexto cultural e histórico. A lo
largo de este ciclo interactúan patrones biológicos culturales, que determinarán la
personalidad de los adultos mayores.

ESTABILIDAD Y CAMBIO AL FINAL DE LA VIDA


El envejecimiento es un proceso dinámico, gradual, progresivo e irreversible. Todos los
seres humanos en las diversas etapas del ciclo vital atravesamos por una serie de crisis que
permiten o no superar los cambios que se presenten en cada una de ellas, pero
específicamente en la adultez mayor la crisis se relaciona con la evaluación que hace la
persona de su vida, en donde por un lado, puede aceptar la manera como ha vivido, se
muestra interesado por encontrar motivaciones y lograr un sentido de integridad,
desarrollando lo que denomina el autor «sabiduría», que le permite tener una mayor
aceptación de su muerte. En el caso contrario el adulto mayor puede desarrollar la
«Desesperanza» en donde no acepta la realidad inevitable de los cambios y la muerte,
siente que el tiempo y las oportunidades en su vida se han agotado, generando sentimientos
de amargura y desesperación por el tiempo perdido, lo cual les dificulta sobrepasar los
cambios propios de esta etapa de desarrollo
De esta manera, la llegada a la adultez mayor pone a la persona ante un sinnúmero de
cambios y pérdidas que repercuten de una u otra manera en la calidad de vida, su
estabilidad emocional, y trae consigo la conciencia de saber que la muerte está cada vez
más cerca. En la cultura occidental se evade con mayor frecuencia la temática, debido a que
es considerada un tabú y se asocia con miedo a lo desconocido, al dolor y el sufrimiento,
generando una negación permanente y colectiva Los jóvenes con relación a este aspecto,
muestran un menor grado de conciencia de la realidad innegable de la muerte y los
cuestionamientos alrededor de la misma son esporádicos, en comparación con los adultos
mayores en donde perciben una mayor proximidad con la misma, que los lleva apropiarse
de su llegada y a concebirla como algo inminente, lo cual es el resultado de haber vivido y
enfrentado numerosas pérdidas físicas, sociales y psicológicas durante su ciclo vital.

TAREAS DEL DESARROLLO AL FINAL DE LA VIDA RETIRO


CAMBIO DE ESTATUS

Hacerse viejo es un proceso que puede ser favorable o desfavorable, pero es natural e
irreversible. En el proceso de envejecer se experimenta la constante de que la capacidad
física decrece, mientras que algunos rasgos se incrementan, como la capacidad intelectual y
la experiencia de la vida, entre otros.

En la edad adulta comienza a visualizarse que la vida tiene un término, y se comienza en


mayor o menor medida a pensar en él. También se considera prever la llegada de ese
momento. Sin embargo, pocas veces se hace una preparación para el retiro, porque la gente
suele negar ese hecho, aunque es seguro que sucederá.

La sociedad moderna excluye a nuestros mayores, provocando en ellos malestar y


complicaciones, falta de ilusión, de alegría, de ánimo. Pero el más grande que sufren es la
soledad. Estar ausente sin integrarse en el grupo social o familiar como mero sujeto pasivo
que subsiste entre recuerdos y nostalgias.
La falta de comunicación de afectividad y la incomprensión, son factores determinantes y
creadores de tristeza y de enfermedades..
La jubilación actúa como barrera demarcatoria, dejando fuera de este círculo a todos
aquellos que, cumpliendo 60 o 65 años engrosan las filas de los llamados "pasivos",
obligándolos a replegarse sobre si mismos a un reposo forzoso.
Se considera que jubilarse es sinónimo de "no productivo", de falta de actividad.
Muchas veces la jubilación es pensada como un vacío, como un mazazo para el cual la
persona no se encuentra preparada, dejando al sujeto sin nada que hacer.
Si bien para muchos la jubilación es el momento de disfrutar del tiempo libre, para otros es
un momento de estrés, ya que el retiro les supone una pérdida del poder adquisitivo y por
ende en la autoestima. Es por ello que con la jubilación se produce un agujero que no puede
llenarse. Es necesario que a lo largo de la vida las personas, según sus tendencias e
intereses, amplíen de círculo de actividades, de manera tal que al llegar a la vejez, puedan
ocupar el tiempo que tienen a su disposición. La tercera edad es en realidad un momento
propicio para dedicarse a actividades que, por falta de tiempo no pudieron realizarse antes.
La mayor parte de los ancianos, salvo impedimentos físicos graves, se encuentran en
disponibilidad de fortalecer y desarrollar actividades que les despiertan placer. El
despliegue de dichas actividades, ya sean intelectuales, culturales o físicas, retrasan el
deterioro mental y anímico que ocurre en el proceso fisiológico del envejecimiento.
Esta es una etapa en la se adquiere un nuevo rol: el de ser abuelos, rol que conlleva la idea
de perpetuidad.
Los abuelos cumplen una función de continuidad y transmisión de tradiciones familiares,
culturales y sociales.
Por ello jubilarse y envejecer no justifica que nos retiremos de la vida social sino que por el
contrario, implica una forma diferente de participación, indispensable para nuestro propio
crecimiento y el de nuestros hijos.
El miedo a la vejez tiene que ver con la idea instalada en el imaginario social: declinación
de todas las funciones, deterioro físico y psíquico, y la temible falta de autonomía que lleva
implícita la dependencia. Los fantasmas del envejecer están relacionados con los prejuicios
de nuestra sociedad, que se ciernen sobre ellos signándoles a tener conductas acordes a lo
determinado por dicho imaginario.
Ser mayor no es estar retirado, es por el contrario una forma diferente de participación, que
es indispensable para nuestro propio crecimiento y el de nuestros hijos.

 RELACIONES FAMILIARES Y PERSONALES


El ser humano por característica principal es sociable, le agrada compartir con otras
personas, participar de actividades lo que invita a que diversas generaciones interactúen
cotidianamente.

Estar con otras personas de la misma edad genera interacción y ayuda a mantenerse activo
física y mentalmente a los adultos mayores. Por lo tanto, el sentir la  compañía  y las
relaciones de amistad y familiares estrechas,  son el mejor predictor de felicidad en la
adultez tardía.

Sugerencia para una vida más plena en la adultez:

 Relaciones familiares positivas: Una red familiar cercana y positiva ayuda a


sobrellevar las limitaciones Por ende, los apoyos que se reciben son una
estimulación a mantenerse activos consejos y motivación por parte de la familia
para que mantenga una vida independiente, respaldan los sentimientos positivos y
les permite amar y sentirse amado.

 Relaciones sociales: Las personas de la tercera edad que reciben un mayor apoyo
social en términos de conversaciones telefónicas y visitas con amigos, familiares,
vecinos y participan regularmente en actividades sociales, gozan de una mejor salud
y un mayor grado de satisfacción en su vida. Así, los individuos que tienen
relaciones sólidas con familiares, amigos y organizaciones sociales, tales como la
junta de vecinos, etc.

 Amistades cercanas: En esta etapa vital, las relaciones de amistad ofrecen un


apoyo relevante y significativo para el adulto mayor. Con los amigos se comparte
no sólo la edad, sino algo que es más importante: una experiencia de vida parecida,
intereses comunes, recuerdos y valores similares; configurando un marco de
relaciones agradable  y libre de tensiones.

CUIDADO DEL CONYUJE ENFERMO

Generalmente cuidar de un ser querido de la familia cambia la dinámica entre la pareja, si


uno cuida del otro.
Suelen sentirse agobiados, a pesar de estar consagrados en matrimonio, llegan a un punto
en que suelen pensar que su pareja es egoísta, como por ejemplo: Si a uno se le ha
diagnosticado una enfermedad grave como ser el Parkinson, suele ser difícil para la otra
parte tiene que hacer papel de enfermero/a ayudar a vestirse o caminar, y después de un
tiempo puede sentir que es desagradecido.
Se puede llegar a un punto de desesperación ante la enfermedad del ser querido, también
poseen mayores probabilidades de tener sus propios problemas de salud, sufren de mayores
niveles de estrés y reciben menos apoyo externo de parientes y amigos. El 70% piensa que
no tienen más opción que cuidar a sus cónyuges.
La mayoría de los cónyuges quieren cuidar de sus queridas parejas pero los agotan las
constantes exigencias y se desmoralizan por la falta de reconocimiento que reciben. A
menudo se convierten en personas socialmente más aisladas con el pasar del tiempo.
Algunas veces se deprimen.
He aquí algunas ideas que podrían disminuir los riesgos de agotamiento físico y mental de
los cuidadores conyugales.

Haz una clara distinción entre tus roles de cónyuge y enfermero


Con frecuencia cuidar de un ser querido de la familia cambia la dinámica entre los
cónyuges —pasan de compartir las alegrías de la vida y de la planificación de un futuro
más brillante a la mera supervivencia de la monotonía en de las tareas de cuidado diario—.
Parte de la pasión y la amistad puede desaparecer en la relación y ser sustituidas por la
tristeza o incluso el resentimiento mutuo.
Busca apoyo en personas dispuestas y conocedoras
Los hijos adultos cuidadores a veces son tratados prácticamente como héroes, reciben
grandes elogios hasta por el mínimo esfuerzo de ayudar a cuidar de sus padres mayores.
Los cuidadores conyugales, por el contrario, con frecuencia se pasan por alto, como si el
cuidar ilimitadamente de sus parejas sin ninguna concesión o queja fuera parte del
compromiso inicial que habían acordado. Por lo tanto, a la hora de buscar apoyo social y
emocional, los cuidadores conyugales deberán ser selectivos y buscar a otras personas que
hayan pasado experiencias similares y que pudieran prestar un apoyo más eficaz.
Pídele al cónyuge enfermo que dé, no solamente que reciba: Los cuidados prestados por
los cónyuges tienden a crear relaciones desequilibradas. Mientras más den los cuidadores y
más reciban los cónyuges enfermos, mayores las probabilidades de que los enfermos se
identifiquen como pacientes que necesitan toda la atención del mundo. Necesitan que se les
recuerde que (si lo permite la condición médica) no están completamente incapacitados
para retribuirles a los cónyuges que cuidan de ellos —y como mínimo agradecerles de
corazón. Esto puede ayudar significativamente a aumentar la moral del cónyuge cuidador.

VIUDES
En general, la pérdida del cónyuge representa un hito que marca dos etapas distintas de la
vida y que suele venir acompañada de cambios en el estilo de vida y los planes hacia el
futuro. En algunos casos, especialmente cuando se trata de mujeres mayores que han
perdido al cónyuge, la viudedad les supone mayores dificultades económicas, ya que dejan
de contar con los ingresos de la pareja. En otras ocasiones, especialmente aquellas viudas
que tuvieron que cuidar a sus maridos por periodos largos, se ven impactadas por un
cambio importante en sus rutinas; tienen que asumir nuevas tareas, de las cuales antes se
encargaban sus maridos o dejan de hacer algunas actividades por ya no contar con la
compañía del cónyuge

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