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Título: La función preventiva ambiental de la responsabilidad civil en el nuevo Código unificado


Autor: Esain, José Alberto
Publicado en: RCCyC 2016 (octubre), 19/10/2016, 181 - RCyS2017-II, 19
Cita Online: AR/DOC/3141/2016
Sumario: I. Introducción.- II. El derecho civil y el derecho ambiental: su entrecruzamiento en el derecho
ambiental civil.- III. La responsabilidad civil por daños al ambiente. El daño ambiental de incidencia colectiva y
los daños por contaminación. La regulación de la Ley General del Ambiente 25.675.- IV. Sistema de jerarquía y
fuentes para la responsabilidad civil por daño al ambiente.- V. La función preventiva de la responsabilidad civil
en el Código unificado.- VI. Conclusiones.- VII. Bibliografía.
"Entre las reglas que se aprecian en el Código unificado emerge la de la prevención enfocada en la
responsabilidad civil y más específicamente la función preventiva de la responsabilidad. El Código unificado le
dedica un espacio específico e incluso una acción de prevención con una serie de salvaguardas internas que
rodean un espacio muy interesante".
"El hombre cauto jamás deplora el mal presente; emplea el presente en prevenir las aflicciones futuras".
William Shakespeare
"Quien come y guarda en la alacena, tiene cena". Dicho popular
I. Introducción
La Comisión de Reformas de los Códigos Civil y Comercial de la República Argentina integrada por los
Doctores Ricardo Luis Lorenzetti (como Presidente), Elena Highton de Nolasco y Aida Kemelmajer de
Carlucci, designada por el decreto presidencial 191/2011, presentó al Poder Ejecutivo Nacional el 27 de marzo
de 2012, el "Anteproyecto de Código Civil y Comercial de la Nación" y sus Fundamentos, en los que se detalló
tanto el método como los principios que inspiraron ese trabajo. A partir de esa fecha el proyecto quedó en una
suerte de purgatorio jurídico que incluía el estudio del mismo por parte del Poder Ejecutivo Nacional a los fines
de su presentación al Congreso Nacional, lo que se concretó el 8 de junio de 2012, pero con importantes
reformas introducidas. A algunas de ellas nos referiremos en los presentes desarrollos. A partir del mes de
agosto de 2012, comenzó su tratamiento por la Comisión bilateral designada por el Honorable Congreso de la
Nación y la realización de numerosas audiencias públicas en buena parte del territorio nacional, alcanzando la
aprobación por el Senado con nuevas modificaciones el 28 de noviembre del 2013. Los pasos finales se dan
primero el 1 de octubre de 2014 con la sanción del proyecto por la Cámara de Diputados de la Nación, para
completarse el siete de octubre con la promulgación por el Poder Ejecutivo Nacional con el número de ley
26.994 publicada mediante Boletín oficial del día miércoles 8 de octubre de 2014. La norma dispone su vigencia
a partir del 1 de enero de 2016 como Código Civil y Comercial de la República Argentina, fecha que fue
adelantada al mes de agosto de 2015.
Lo primero para mencionar en el tema que nos convoca es que el Código Unificado Civil y Comercial (CU
en adelante) incluye cuestiones muy novedosas. Por un lado la ponderación de prerrogativas nuevas: los
derechos de incidencia colectiva (DIC en adelante) dentro de los cuales el derecho al ambiente resulta ser uno
de los principales exponentes. Por el otro la intersección entre derecho privado y derecho ambiental. Emerge un
derecho ambiental expresamente mencionado en el CU, el que se muestra en un sector de intersección de ambas
disciplinas.
La primera cuestión interesante, refractaria de este modelo de constitucionalización del derecho privado, ha
sido la obligatoria regulación en el derecho privado de prerrogativas que en general no son reconocidos en este
tipo de cuerpos normativos. En esto el CU argentino se distingue como el primero en todo el mundo en incluir
en su texto, derechos de incidencia colectiva. En general los códigos civiles se han referido y desarrollado
derechos individuales como la propiedad, la libertad de trabajo, industria, etc. Los DIC, que se corresponden a
una ciudadanía activa, han estado ajenos a estos sistemas. Por este motivo, el primer aspecto sobre el que
pondremos las dianas es el reconocimiento de estos derechos.
El artículo 14 CU dispone: "En este código se reconocen: a. derechos individuales; b. derechos de incidencia
colectiva..." (el destacado nos pertenece). Lo primero para indicar es que estamos ante una norma de
coordinación y no de reconocimiento de derechos. Las prerrogativas a las que la norma se refiere -derechos
fundamentales individuales y de incidencia colectiva- tienen fuente en la Constitución nacional y los convenios
internacionales de derechos humanos. A pesar de que mediante el artículo 14 el CU "reconoce" estos derechos,
la voz no debe ser interpretada como fuente sino como compatibilización interna de ambas tipologías mediante
los instrumentos que el Código trae. Este es el sentido del art. 14 CU motivo por el cual la mención que se haga
o que se deje de hacer no afecta derechos que surgen de otros sistemas de los que el CU es tributario. Decimos

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esto porque dicho artículo sufrió un serio recorte por el Poder Ejecutivo Nacional al quitársele el inciso dos, en
que se incluía los derechos individuales homogéneos.
Desde la amplia panoplia de derechos que tienen base en la Constitución nacional -párrafos 1 y 2 art. 43
CN- los que la Corte ha consolidado en sendos leading cases podemos advertir que la anulación del inciso 2 del
artículo 14 respecto a derechos individuales homogéneos no tiene efecto práctico, más allá de la quita del
sistema de coordinación. Decimos esto porque siendo el artículo 14 CU básicamente una norma de coordinación
y no de reconocimiento de derechos, los que tienen fuente en otros cuerpos normativos que además el código
reconoce como fuentes (arts. 1/3 CU) la nómina que haga el artículo no resulta ni exclusiva ni excluyente de
otros (1).
Respecto a los derechos advierten Maurino, Nino y Sigal que la caracterización de los derechos de
incidencia colectiva ha sido una tarea para nada sencilla no sólo en nuestro país, sino en general en el derecho
comparado, al punto que estas figuras han sido calificadas como personajes absolutamente misteriosos. Dicen
los mencionados autores que en la enumeración de criterios de definición de estos derechos se pueden
encontrar: la indivisibilidad del bien jurídico, la existencia de un grupo, la dificultad de precisar a los afectados,
la dimensión social y la unidad de la causa. De todos modos aclaran que esta categoría no puede definirse a una
sola y única categoría definitoria. Su construcción requiere la superación de las distinciones tradicionales y debe
dar cuenta de los elementos que explican y justifican su recepción constitucional. Tampoco necesita ser
conceptualmente geométrica, a la manera en que la dogmática típica formalista trataba los conceptos jurídicos
clásicos. Se trata de una definición que debe cumplir una función constitucional y no una exigencia escolástica.
Esto es particularmente relevante en tanto la Constitución contiene derechos de incidencia colectiva tipificados
(arts. 41, 42, y 43 CN) y no tipificados, que forman la categoría de derechos de incidencia colectiva en general.
Como segundo elemento remarcan los autores que no todos los derechos de incidencia colectiva protegen
"nuevos" bienes o valores jurídicos, hasta ahora no tutelados por el derecho. Algunos representan una nueva
dimensión de protección de bienes o derechos ya tutelados por el sistema legal. En algunos casos se trata de la
recepción de una dimensión colectiva de derecho individuales que se suma a dicho aspecto individual -ejemplo
de la salud, ilustrado en casos como "Asociación Benghalensis" o "Asociación de Esclerosis Múltiple de Salta",
de los más claros (2).
Compartimos la tesis de Leandro Giannini que toma al término derechos de incidencia colectiva
-incorporado en la Constitución nacional en el segundo párrafo del artículo 43- como el género desde donde se
distinguen una serie interna de subcategorías, donde la nota diferenciadora estará en la divisibilidad del interés.
Siguiendo a Jorge Galdós, conceptúa que los derechos de incidencia colectiva constituyen una categoría
susceptible de tutela aún más amplia que la de los intereses difusos, superadora del derecho subjetivo y el
interés legítimo (3).
En cuanto a la composición del grupo, Maurino, Nino y Segal encuentran dos tipologías internas:
1. Los bienes jurídicos que son legal o fácticamente colectivos, que generan derechos de incidencia
colectiva para su tutela. En este caso la categoría "bienes colectivos" ha sido desarrollada en la teoría jurídica
comparada y se solapa en gran medida con la de "bienes públicos" de la ciencia económica. Este tipo de bienes
se caracteriza conceptualmente -combinando las nociones jurídicas y económicas, que apuntan a características
diferentes, pero contribuyen a la misma idea- por las siguientes notas: a) son insusceptible de apropiación
individual excluyente, b) su división resulta imposible o no consentida por el derecho, c) su disfrute por parte de
más personas no lo altera, d) resulta imposible o muy difícil excluir a personas de su goce. Estas circunstancias
conducen a lo que se denomina carácter no distribucional de los bienes colectivos; es decir, la imposibilidad
conceptual, real o legal de dividir el bien en partes y asignar porciones a los individuos. Ese carácter no
distribucional constituye como bien señala Alexy, el elemento que resume la definición. Los casos tipificados
en el artículo 43 que pertenecen a esta categoría son la protección del ambiente, patrimonio natural y cultural y
los que protegen la "sana" competencia (4).
2. También configuran derechos de incidencia colectiva aquellos, que sin recaer sobre bienes colectivos
tienen condiciones de ejercicio homogéneas en relación con una pluralidad de titulares, cuyas posibilidades para
acceder a la justicia -consideradas estructuralmente- resulta obstaculizadas por las circunstancias del caso. La
homogeneidad de situaciones se refiere a la situación jurídica de los titulares frente a los sujetos pasivos que
deben dar, hacer o abstenerse de hacer algo a fin de que los derechos se ejerzan y satisfagan. Ella se origina
generalmente a partir de la existencia de una causa común para las situaciones homogéneas, y que puede
resultar de: a) la existencia de un conjunto de relaciones jurídicas uniformes y de dinámica plural; b) la
existencia de circunstancias o acontecimientos fácticos o normativos en virtud de los cuales una cantidad de
sujetos quedan situados para su ejercicio o protección en tales condiciones estructurales de uniformidad y
homogeneidad. La idea de homogeneidad apunta a la situación en que los sujetos afectados comparten una
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posición jurídica semejante; en particular, la pretensión de titularidad de sus derechos de características


análogas, en virtud de circunstancias semejantes y uniformes, o resultantes de una misma causa, más allá de
eventuales diferencias accidentales. El segundo elemento liga la existencia de incidencia colectiva con las
posibilidades de acceso a la justicia (5). Los casos tipificados en el artículo 43 CN que pertenecen a esta segunda
categoría son los derechos de usuarios y consumidores, los que protegen contra la discriminación.
Bujosa Vadell divide las modalidades en dos criterios: objetivo y subjetivo. En el primero de los casos, el
modo de considerar lo plurindividual del interés está centrado en el objeto, que es un bien insusceptible de
apropiación privada exclusiva. En el segundo caso, el criterio es subjetivo porque el foco está en los sujetos
homogéneamente afectados por un evento común. Como vemos los autores se refieren con matices, del mismo
modo a los mismos conceptos (6).
Ambas categorías han sido reconocidas por nuestra Corte también, y de modo diferenciado. Pero sobre todo,
las encontramos en la sentencia en autos "Halabi" (7). Siguiendo a Néstor Pedro Sagüés decimos que "Para la
mayoría de la Corte en la sentencia mencionada el artículo 43 CN contiene tres tipos de amparos:
1. El amparo clásico, creado a partir de "Siri" y "Kot", que tutela bienes jurídicos individuales, es decir,
derechos subjetivos sobre un bien individualmente disponible por su titular. Se propone defender derechos
divisibles y no homogéneos y atender a daños sustancialmente propios e individuales (cons. 10).
2. El amparo referido a derechos de incidencia colectiva que tienen por objeto la custodia de bienes
colectivos, pertenecientes a toda la comunidad, de naturaleza indivisible y que no admite exclusión alguna. El
caso del ambiente resulta ser el más paradigmático. Están legitimados el afectado, el defensor del pueblo y las
asociaciones, pero no se atiende aquí a garantizar bienes o agravios individuales, sino sociales (considerando
11).
3. El amparo en defensa de derechos de incidencia colectiva referentes a intereses individuales homogéneos.
Menciona la Corte que este caso se puede dar en relación al ambiente, a la competencia, a los usuarios y
consumidores y los casos de discriminación. Se trata de derechos individuales y enteramente divisibles donde
no hay un bien colectivo. Sí existe un acto lesivo único o continuado, una causa fáctica homogénea (u
"homogeneidad fáctica y normativa", se agrega después), que lesiona a todo un grupo. Para atender estos
problemas, es "razonable la realización de un solo juicio con efectos expansivos de la cosa juzgada que en él se
dicte, salvo en lo que hace a la prueba del daño (cons. 12)" (8).
Otro aspecto a destacar de este artículo 14 CU es el derivado de su última parte cuando dispone "La ley no
ampara el ejercicio abusivo de los derechos individuales cuando pueda afectar al ambiente y a los derechos de
incidencia colectiva en general". Vale aclarar que el Capítulo 3 del "Título preliminar" del CU se refiere al
abuso del derecho y lo hace en primer término en relación a los derechos individuales (art. 10 CU) lo que
implica el límite interno, del ejercicio de esos derechos. En cambio, en el artículo 14 -como acabamos de ver- se
pretende coordinar-articular mediante el instituto del abuso del derecho el ejercicio de los derechos individuales
en relación a los DIC. En ese espacio específico es cuando se menciona expresamente al ambiente como
derecho de incidencia colectiva. En este sentido, se utiliza como aparejo la mecánica del abuso del derecho para
disponer ya no del límite interno sino el externo en el ejercicio de derechos individuales, que son las
prerrogativas típicas del derecho privado.
Finalmente, esta norma -art. 14 CU- hace un puente con otros aspectos del CU: los artículos 14, 18, 51, 240
y 241 entre otros.
II. El derecho civil y el derecho ambiental: su entrecruzamiento en el derecho ambiental civil
Todas las disciplinas dedican un punto corto y específico a su relación con otras. El derecho penal, el civil,
el comercial, el administrativo, se refieren en general -en los primeros puntos de sus manuales- a explicar el
modo en que se conjugan con el civil, la sociología, para mencionar algunos aspectos. Esto se repite con todos
los capítulos del ordenamiento jurídico. En el caso del derecho ambiental el grado de complejidad es diferente.
Nuestra disciplina no se permite un mero "intercambio académico". Estamos ante una estructura "de síntesis",
que pretende amalgamar contenidos que provienen de ámbitos específicos, a ser objetivados como parte del
bisoño universo normativo. Otean ante nosotros contenidos de derecho penal que se refieren a la protección del
ambiente, de derecho minero; civil, y así podríamos continuar la enumeración. Surge así un ámbito de
intersección entre el derecho civil y el ambiental, en el que el primero aportará al segundo instituciones propias,
objetivadas, que se despojarán de su matriz originaria y pasarán a ser derecho ambiental. Como el lector puede
presumir, será este aspecto el mejor modo de introducirnos en un cuerpo normativo civil y comercial del que
tenemos que extraer sus consideraciones ambientales.
Una buena manera de conocer el fenómeno de la intersección entre el derecho ambiental y el derecho civil

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es recordar el proceso cronológico hacia la autonomía de la disciplina. El mismo muestra un derecho ambiental
que pasó de ser un opúsculo oculto, un anexo de disciplinas consolidadas (algunos autores dicen que en ese
período inicial el derecho ambiental era un problema de la realidad tratado por capítulos de los espacios clásicos
pero sin vocación de autonomía) para terminar como disciplina consolidada. Esto provoca que muchas
instituciones que han nacido en sectores clásicos, una vez que nuestro derecho nuevo accede a la mayoría de
edad se bañan en sus aguas para ser reprocesados. El derecho civil aportará muchos contenidos, como por
ejemplo su estructura de responsabilidad, obligaciones, para sostener lo que es la responsabilidad civil por daño
al ambiente (9).
Como bien señala Brañes, ninguna norma jurídica pertenece de manera exclusiva y excluyente a una
disciplina determinada. El mismo sistema jurídico no pertenece de manera exclusiva y excluyente a la ciencia
jurídica porque puede ser analizado (en todo o en parte) desde la sociología o la historia o en nuestro caso,
desde la misma biología o geografía. Esto provoca un fenómeno que Brañes describe como la lectura de las
normas ajenas desde un enfoque nuevo. Es en este proceso dado, que el derecho ambiental tiene un objeto
propio y específico, se presenta como disciplina de síntesis y no de mero reagrupamiento horizontal. Todas esas
normas de los sectores son releídas para el derecho ambiental, a efectos de darles el alcance que corresponde el
enfoque propio, combinándolos para formar un cuerpo nuevo y unificado de proposiciones jurídicas (10).
Recuerdan Grethel Aguilar y Alejandro Iza (con cita de Madrigal Cordero) que "el derecho ambiental nace
de la confluencia de varias ramas del derecho en torno a una problemática común: la de la conservación
ambiental. No responde a las instituciones jurídicas tradicionales, sino que las replantea, de manera que obliga a
utilizar nuevos parámetros de interpretación, como los principios ambientales" (11).
El CU se inscribe en esta metodología. Es la "barriada" del derecho ambiental civil, donde brotarán los
institutos de la sostenibilidad para este nuevo cuerpo legal. Ese es el espacio de diálogo pleno entre el derecho
civil/comercial y derecho ambiental, el que nutre de contenidos ambientales al CU.
Al respecto Néstor Cafferatta enseña que "el derecho ambiental, está compuesto por 'derechos de incidencia
colectiva', referidos al bien colectivo ambiente (macro bien) o alguno de sus componentes (micro bienes), como
dijo la Corte, en la causa 'Mendoza, Silvia Beatriz y otros', 'Halabi, Pedro', entre otros casos emblemáticos.
Estos intereses plurales, homogéneos o supraindividuales, son desde el punto de vista subjetivo, difusos en la
titularidad, compartidos de manera fungible, impersonal, o indiferenciado por grupos sociales, sectores, clases,
categorías, la sociedad, colectividad o la comunidad en su conjunto, y recaen en general, o tienen por objeto,
'bienes colectivos' o 'bienes no distributivos' (R. ALEXY) o 'bienes comunes' (ambiente, y cada uno de los
elementos que forman parte del mismo), por naturaleza o esencia indivisibles (no susceptibles de división), o
valores colectivos (vinculados con el patrimonio histórico cultural, nuestras tradiciones orales, etcétera). Se trata
entonces desde el derecho, —por una situación de desorganización inicial, por encontrarse estos intereses
desparramados, o debilidad estructural fáctica de origen, por incidir en una pluralidad de sujetos,
indeterminados o de difícil determinación—, de contar con mecanismos reforzados o diferenciados de defensa o
tutela del ambiente, que 'igualen desiguales' (el administrado, el vecino, afectado, con los centros de poder
económico), por lo que sus normas presentan características tuitivas o protectorias (un plus de protección) de los
más débiles o vulnerables en la relación. Por ello, el derecho ambiental expresa como ningún otro derecho, la
necesidad imperiosa de conjugar la defensa de lo social, -el ideal de la comunidad o colectividad-, que integra el
entorno, ambiente o espacio vital (ecocentrismo), con la inviolabilidad de la persona, -el ser humano como
figura basilar (antropocentrismo)- , con el objetivo de lograr el desarrollo sustentable, en una visión compleja de
justicia intra e intergeneracional. (...) El ciudadano, el vecino, el hombre de la calle o del pueblo, los medios y el
mercado, incide con fuerza propia, de manera influyente, en las estructuras políticas de la administración
pública, no sólo a través de su voto o sufragio electoral (derechos políticos), sino también en el ejercicio activo
de sus derechos civiles, económicos, sociales y culturales, despareciendo poco a poco los límites (y diferencias)
entre el Derecho Privado y el Derecho Público. En este contexto, es frecuente ver conflictos o litigios sociales
de base privada (civil o comercial) e interés público" (12).
Esto modifica estructuras ambientales importantes. Avanzaremos ahora en un análisis de uno de estos temas
de entrecruzamientos: la responsabilidad civil por daño al ambiente y su matriz preventiva.
Dentro del entrecruzamiento surge un tema muy importante: la competencia para legislar posee diferentes
matrices de funcionamiento en materia civil (art. 75.12 CN) y ambiental (tercer párrafo art. 41 CN). La
competencia para legislar en materia ambiental deriva del párrafo 3 del artículo 41 CN donde se establece un
sistema de concurrencia complementaria, sobre el que varios autores nos hemos expresado en detalle (13).
Dispone dicho artículo que "Corresponde a la Nación dictar las normas que contengan los presupuestos
mínimos de protección, y a las provincias, las necesarias para complementarlas". Esto significa que las normas

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nacionales de presupuestos mínimos de protección ambiental (PMPA) obligan a las provincias, por ser el piso
dictado por el Congreso federal, inderogable y supremo; el que invalida las normas locales que protegiendo
menos, los contraríen. Cuando nos referimos a las normas locales incluimos su Constitución, los convenios
interprovinciales, las leyes y los decretos provinciales. Las normas provinciales y municipales deben
complementar, y ello implica proteger más. Mientras tanto, en paralelo a la complementariedad, la competencia
para el dictado de la ley civil es exclusiva del Congreso Nacional, quedándole a las provincias sólo la facultad
de aplicar la norma, lo que implica no sólo la aplicación sino la competencia de legislar las normas de
aplicación que son los códigos procesales (art. 75.12, CN). Estamos ante sistemas competenciales que funcionan
en paralelo, pero que resultan ser diferentes. Por un lado el ambiental con la mencionada concurrencia
complementaria y por el otro el sistema civil que divide las funciones en Nación (norma de fondo) y provincias
(normas adjetivas/procesales). Varias preguntas cabe hacerse con algunas reflexiones al respecto:
-¿Qué sucede con las normas civiles alojadas en las leyes de presupuestos mínimos como las leyes 25.612,
25.675, 25.670 entre otras? Son normas civiles y por lo tanto de fondo (conf. Art. 75.12 CN), impidiéndosele a
las provincias complementar esos artículos aunque aparezcan alojados en una ley que se autodefine como de
PMPA.
-Al revés: ¿qué sucede con las normas ambientales contenidas en el Código Civil? Son normas civiles,
aunque se refieran a la protección del ambiente porque ellas refieren todas a elementos de esa disciplina la que
por imperio del principio de unidad de legislación impide -al igual que en el anterior apartado- que las
provincias puedan ejercitar complemento respecto de ellas. Un ejemplo de esto son los artículos 14 ó 240 CU,
que no son complementables pues su base es el artículo 75.12 CN y no el tercer párrafo del artículo 41 CN.
-¿Coordinar los derechos individuales con la protección del ambiente como lo hace el CU en sus artículos
14 y 240, amerita alguna referencia al sistema de normas de protección del ambiente? La respuesta es
afirmativa. Lo mejor era, siendo dos estructuras que se rigen por competencias diversas, no dejar de participar a
una de la otra, porque así lo hace el artículo 3 y 4 ley 25.675 y porque así lo debe hacer el CU. Este es el modo
de considerar el artículo 241 CU que dispone: "Cualquiera sea la jurisdicción en que se ejerzan los derechos,
debe respetarse la normativa sobre presupuestos mínimos que resulte aplicable". Esto se completa con la
mención que el anterior artículo (240 CU) trae en relación a las normas de policía en general (al que identifica
con el interés público). Estamos ante una norma de coordinación, pero en relación al poder de policía general y
sobre todo en este aspecto al poder de policía ambiental que se desdobla en tres ejercicios normativos: el de
PMPA nacional, el de primer complemento provincial (y CABA) y el de segundo complemento por cada
municipio con capacidad legisferante.
La matriz lógica que impera en el sistema de policía en general es la de la concurrencia típica (ver "Boto
Armando c/Obra Social Conductores de Transporte de Colectivo de Pasajeros" el 6 de mayo de 1997) (14)
mientras que en el poder de policía ambiental es la concurrencia complementaria, a la que nos hemos referido.
Por este motivo es importante que la norma haga la salvedad respecto al ejercicio de los derechos individuales
en salvaguarda de los presupuestos mínimos porque ellos son los engranajes básicos del sistema de limitación
de derecho en protección del ambiente. De este modo el legislador no sólo hace mención a la protección del
ambiente entre los principios generales sino que coordina ese cuerpo normativo en sus aspectos específicos,
mencionando la tipología específica en que se alojarán las normas de protección del ambiente.
Para quienes estamos en el tema hace años, la norma no dice nada nuevo, pero hemos encontrado durante
mucho tiempo mucha reticencia a que en el ámbito provincial a la aplicación de normas de PMPA, al ejercicio
de derechos individuales sobre actividades industriales mineras, agrícolas, ganaderas, pesquera). Las provincias
históricamente detentaron las casi totalidad de competencias de policía sobre estas actividades que se
desarrollan en su territorio, las que utilizan sus recursos naturales, y se ejecutan en el marco topográfico que les
pertenece (art. 124, CN). Por este motivo han sido muy celosas a que se les apliquen las normas nacionales
sobre sus recursos. La indicación que hace el CU no resulta ser una cuestión menor, porque dará respuesta a este
interrogante de modo contundente: ya nadie podrá alegar que su actividad industrial, minera, ganadera, etc. no
queda sujeta a las normas de presupuestos mínimos de protección ambiental nacionales (ley general 25.675,
leyes sectoriales de bosques -26.331- de glaciares -26.639- entre otras). Como se puede ver, ya no sólo el
derecho ambiental llama a ordenar los institutos de derecho privado desde sus normas (art. 3, LGA) sino que
ahora la noticia resulta ser que el propio derecho privado posee normas que indican la operatividad del derecho
ambiental en su propio territorio.
III. La responsabilidad civil por daños al ambiente. El daño ambiental de incidencia colectiva y los daños
por contaminación. La regulación de la Ley General del Ambiente 25.675
Sabemos que la noción clásica de responsabilidad civil extracontractual consiste en que está facultado para

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exigir la reparación del daño quien haya sufrido la lesión en sus bienes o intereses patrimoniales o morales. Pero
el problema es que el daño ambiental puede ir contra éstos bienes individuales, pero además puede ir contra
bienes colectivos.
Dice Jorge Mosett Iturraspe que la tutela del ambiente se puede dar en clave individual, patrimonialista y
burguesa, como disciplina de la propiedad, o bien con miras más levantadas, en el ámbito de los derechos de la
personalidad, como reconocimiento del interés de toda persona, y de la colectividad -a gozar de un ambiente
sano. La primera visión, la tradicional, se desarrolla a partir de las inmisiones inmateriales, disciplina recogida
en los códigos decimonónicos, dentro de las relaciones de vecindad en defensa de la propiedad privada que se
ve invadida o perturbada por el humo, los olores, el ruido, la contaminación, en aras de la humana convivencia.
La segunda, amplía el ámbito de protección y va más allá de la mera relación entre vecinos, abarcando los
intereses supraindividuales que se consideran equidistantes tanto de lo meramente privado como de lo públicon
(15).

En este sentido la doctrina divide en dos tipos los daños relacionados con el ambiente:
-Daño ambiental de incidencia colectiva: es el que afecta a la flora y fauna, el paisaje, el aire, el agua, el
ambiente, el que sufre el ecosistema, inhibiéndolo en sus funciones naturales. Este daño no se posa sobre ningún
bien de pertenencia individual sino sobre el ambiente como bien colectivo.
-Daños individuales por contaminación: Son los llamados daños a las personas o las cosas por rebote de las
alteraciones al ambiente. A la denominada contaminación que es un cambio en un sistema ambiental, le puede
seguir un daño a las personas en su salud o en sus bienes individuales.
La primera noción conceptual parece asimilarse más puramente al concepto de daño ambiental. Se refiere al
perjuicio o menoscabo soportado por los elementos de la naturaleza o la calidad de vida (para el daño al
ambiente urbano), sin recaer específicamente en persona o cosas jurídicamente tuteladas. Se trata de un daño al
ambiente, ya sea mediante su alteración o destrucción parcial o definitiva, afectando en forma mediata la calidad
de vida de los diversos seres vivientes del planeta (16).
La segunda categoría resulta asimilable a las clásicas hipótesis de daño, ya reconocidas por el añejo Código
Civil, las que revisten implicancia ambiental. Si bien este caso recibe la atención doctrinaria y judicial con el
rótulo de daño ambiental, las reglas para atribuir responsabilidades y establecer el resarcimiento de estos casos
no difieren sustancialmente de las reglas clásicas del derecho. En estos casos, se trata de un daño a las personas
o a las cosas por una alteración del medio ambiente a causa del obrar humano. No se trata de un daño directo al
medio ambiente, sino de un daño a las personas o a las cosas, por una alteración del medio ambiente.
Adentrándonos en la primera noción, que es la que nos interesa, podemos decir que el ambiente está
formado por aquellos recursos y sistemas naturales primarios de los que dependen la existencia y el normal
funcionamiento de la naturaleza en su conjunto y que jurídicamente tienen la categoría de bienes comunes (aire,
agua y suelo componentes abióticos) y ecosistemas, flora y fauna (componentes bióticos) e incluso bellezas
naturales, en cuanto portadores de ecosistemas que se pretendan conservar y culturales (17).
A efectos de apreciar el daño ambiental lo que nos interesa será la alteración humana externamente inducida
a los sistemas, inhabilitándolos o perjudicándolos en la materialización de sus imprescindibles funciones de
apoyo a los ecosistemas menores y las alteraciones a éstos últimos. La alteración puede provenir de agentes
extraños al hombre, como el vulcanismo o la transmisión de radioactividad por ciertas rocas, o de una acción
humana, (lo que hoy se denomina "contaminación"), que es la que configurará el daño ambiental (18). De allí
que Daño Ambiental - tal como lo define Lorenzetti - es "toda pérdida, disminución o menoscabo significativo
inferido al medio ambiente o a uno o más de sus componentes" (19).
El daño ambiental afecta a la colectividad y no solo a las personas individualmente consideradas. Los
fenómenos de contaminación y degradación ambiental son de carácter tan extenso que resultan difíciles de
determinar, con límites precisos tanto en el tiempo como en el espacio. Así se puede decir que el daño ambiental
es todo menoscabo material que sufre el ambiente y/o sus procesos naturales, causado contraviniendo una
disposición jurídica o algún principio -tal como alterum non laedere- y que genera efectos negativos actuales o
potenciales.
De este daño se ocupa nuestra constitución nacional en el artículo 41 cuando dice: "El daño ambiental
generará prioritariamente la obligación de recomponer". Llegamos así a la ley marco ambiental argentina 25.675
que regula entre otras cosas en los artículos que van desde el 27 al 34 el "daño ambiental". Estamos ante un
espacio de la ley marco que se refiere al daño ambiental concepto que congloba a ambas tipologías de las que
hemos visto. Es verdad que este acápite pone el foco en esa figura, porque lo dice el legislador lo dice
expresamente en el comienzo del artículo 27. Pero de todos modos, no podemos pensar que se agota en esa

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figura porque de lo contrario hubiera utilizado la nomenclatura correspondiente y porque varios artículos -como
el 29 ó 30- hacen referencias al directamente damnificado es decir al legitimado para los reclamos
indemnizatorios por daños por rebote (20).
Yendo a la definición, el artículo 27 dispone que "el daño ambiental como toda alteración relevante que
modifique negativamente el ambiente, sus recursos, el equilibrio de los ecosistemas, o los bienes o valores
colectivos". Serán potenciales agente de generación del daño hechos, actos jurídicos, lícitos o ilícitos, por acción
u omisión (art. 27 LGA in fine).
IV. Sistema de jerarquía y fuentes para la responsabilidad civil por daño al ambiente
Otro aspecto importante frente a todo este sistema de responsabilidad civil aplicado al daño al ambiente, es
la prelación de normas. El CU prevé prelación normativa para varios supuestos entre los que contamos contratos
(art. 963 CU) o para el resarcimiento del daño contractual (art. 1082 CU). Se le da primacía en todos los casos a
la legislación especial (de la responsabilidad civil o de los contratos) y después las normas generales.
Explica Ricardo Lorenzetti en su comentario al Código que el pluralismo jurídico consiste en la existencia
simultánea de sistemas jurídicos diferentes aplicados a situaciones idénticas en el seno de un mismo orden
jurídico, y también en la coexistencia de una pluralidad de ordenamientos jurídicos distintos que establecen, o
no, relaciones de derecho entre ellos (21).
En el ámbito de derecho privado patrimonial el conflicto puede tener dos normas en conflicto, la legislación
especial que pertenece al derecho ambiental y las normas generales de responsabilidad civil.
Dispone el artículo 1709 CU una prelación normativa que "En los casos en que concurran las disposiciones
de este Código y las de alguna ley especial relativa a responsabilidad civil, son aplicables, en el siguiente orden
de prelación: a. las normas indisponibles de este Código y de la ley especial; b. la autonomía de la voluntad; c.
las normas supletorias de la ley especial; d. las normas supletorias de este Código".
Dice Ricardo Lorenzetti que "en materia de responsabilidad civil puede señalarse como ejemplo de posibles
colisiones la determinación de cuál es la norma aplicable en caso de concurrencia del régimen específico de
ciertas responsabilidades agravadas (v.gr., la legislación especial en materia ambiental -art. 29 LGA 25.675- o
de residuos industriales -art. 40 ley 25.612, o de residuos peligrosos art. 45 ley 24.051) con el sistema general de
la responsabilidad objetiva previsto en el Código para la intervención de cosas y de ciertas actividades (arts.
1719, 1720, 1721, 1722, 1723, 1726, 1730, 1731, 1733, 1757, 1758). También pueden platear colisión de
normas supuestos de tensión entre la aplicación de los principios de prevención y precaución ambiental (arts. 2,
3, 4, LGA 25.675) y los propios de la legislación general del derecho privado patrimonial (arts. 1710 a 1713).
No hay dudas de que prevalece siempre la regla especial por sobre la regla general" (22).
Es el propio Ricardo Lorenzetti el que utiliza el ejemplo ambiental para descifrar el sistema de la norma.
Queda claro que ante la colisión normativa se imponen aquellas del sistema especial ambiental conforme la
norma y la interpretación que nos da el presidente de la Comisión de autores. Esto tiene entonces una enorme
importancia porque hemos visto el sistema de derecho ambiental tiene muchos contenidos que regarán a estos
aspecto de la función preventiva, los que se aplicarán respetando estas pautas hermenéuticas.
De todos modos, si estamos ante una norma que prevea un mayor nivel de protección ambiental en el
sistema general que en el especial, por imperio del principio de optimización en la protección y pro homine la
interpretación debe darse en favor de la regla que mejor opción de protección del derecho fundamental al
ambiente nos da. Esto ha sido repetido en muchas ocasiones por autores importantes de la disciplina. Citamos
quien más ha trabajado el punto: Aníbal Falbo, que ha explicado la regla hermenéutica en la jurisprudencia de la
Suprema Corte Bonaerense indicando que "en un caso ambiental, cuando existan dos o mas opciones de
selección, abordaje, interpretación y/o decisión siempre habrá de optarse por la que mejor proteja al ambiente.
Estas opciones de selección, abordaje, interpretación y/o decisión no se reducen, entonces, al campo exclusivo
del material normativo. También se expanden, como ya se anticipó, a otras áreas y territorios del tema
ambiental, como por ejemplo las decisiones jurisprudenciales, la forma de utilización de los principios
ambientales, las posiciones doctrinarias, las diferentes opiniones técnicas, los métodos de cognición, el manejo
procesal de los tiempos, entre otras lineas y aconteceres que construyan el entramado de cada tema concreto. Lo
mismo sucederá con los principios ambientales aplicables frente a, por ejemplo, los institutos jurídicos; o ante
posible interpretaciones normativas diversas, o frente a diferentes posiciones doctrinarias, o ante disimiles
informes informes técnicos o informes científicos. Sin que quepa dejar fuera las mecánicas de pensamientos ni
los datos mentales que utilice y articule el decisor, ni tampoco la variable temporal en tanto exigencia de una
decisión urgente, definitiva y eficaz" (23).
V. La función preventiva de la responsabilidad civil en el nuevo Código unificado

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El Título V ("Otras fuentes de las obligaciones") del Código Unificado Civil y Comercial inaugura su
Capítulo 1 ("Responsabilidad civil") con la sección 1 ("disposiciones generales") con una norma que plantea el
panorama general al disponer las funciones que en este nuevo cuerpo normativo la responsabilidad civil tendrá:
la prevención, la reparación (24).
Dice Ricardo Lorenzetti que el CU consagra la función bipartita de la responsabilidad civil: prevenir y
reparar. De este modo la responsabilidad comprende dos etapas del daño: actuar ex ante para impedir su
producción, continuación o agravamiento, estableciéndose un deber general de hacer (realizar una acción
positiva para evitar causarlo) o de abstención (omitir ejecutar una conducta potencialmente lesiva). Acaecido el
hecho, se presenta la clásica función resarcitoria que cuantitativamente es la más importante (25).
Llama la atención Lorenzetti sobre el nombre del capítulo -"responsabilidad civil"- el que reemplaza el de
"responsabilidad por daños". Es interesante este punto pues abriga una nueva visión, que no exige el daño para
activar la responsabilidad, un enfoque en una función que se anticipa al daño.
Existe otra cuestión en este punto inicial y es que en el trámite parlamentario, se eliminó la regulación de la
función punitiva en esta norma. Dice Lorenzetti que ello da lugar a una interpretación estricta, en el sentido de
que la misma no existe en el ordenamiento argentino y otra más amplia, que afirma que subsiste, aunque no
sistemáticamente. Esto último puede decirse si se contempla que hay sanción punitiva en el derecho del
consumo, que es parte del sistema de derecho privado conforme al Código, y que se reconocen facultades
judiciales para moderar la punición, excesiva, lo cual implica reconocer que esa función existe.
Respecto a la función preventiva, dice Lorenzetti que "el código derogado preveía expresamente la función
resarcitoria y la doctrina y jurisprudencia sostuvo que la función preventiva resulta de la interpretación
armónica de varias de sus disposiciones, de leyes especiales y de normas de derecho procesal. (...) Buena parte
de la doctrina afirma que la única función es la reparatoria aunque dentro de esa postura se acepta -por otra vía-
la tutela civil inhibitoria como instrumento preventivo de los daños dentro del ordenamiento jurídico privado.
Otros pregonan las siguientes funciones: 1) la demarcatoria que distingue entre lo que está permitido y lo
prohibido, lo que necesariamente debe estar tipificado (art. 19 CN); 2) la compensatoria, resarcitoria o
indemnizatoria; 3) la distributiva -que se suma a la anterior- y admite la realización de ciertas actividades
riesgosas o peligrosas mediante la responsabilidad objetiva; en cambio la función compensatoria se funda en
principios de justicia conmutativa o correctiva y tiene su razón de ser en la culpa; 4) la preventiva y 5) la
sancionatoria (26). Sin embargo el CU define la función bipartita de la responsabilidad civil y la ley resolvió la
controversia. Las dos funciones tienen la misma jerarquía normativa aunque, por su naturaleza, la reparatoria
será la de aplicación más usual o prevalente si el bien protegido es el patrimonio ya que cuando se trata de
bienes que tienen un precio en dinero el resarcimiento es el mecanismo fundamental. En cambio cuando se
tutela la persona humana puede resultar más eficaz la prevención: por ejemplo la evitación de daños a bienes
sensibles como el ambiente (27).
Como dicen observan Pablo Lorenzetti y Federico Zonis es imprescindible desde hace tiempo pensar si la
función del derecho de daños se agota en indemnizar a la víctima de un menoscabo patrimonial o
extrapatrimonial, o bien se es necesario también idear soluciones que se alojen en un instante o estadio anterior
al acaecimiento del perjuicio (28).
Un aspecto importante para resaltar es que las funciones de la responsabilidad civil son aplicables tanto a la
responsabilidad contractual como la extracontractual.
En cuanto a las normas específicas del Código, debemos decir que los artículos que van desde el 1710 al
1715 (sección 2ª "Función preventiva y punición excesiva") se enfoca allí a la función preventiva. Avanzaremos
en los contenidos de estas normas pero en un análisis que se dirige específicamente al derecho ambiental, es
decir que las pensaremos en plena vinculación con esta disciplina, con ejemplos derivados de ella y vinculación
con los microsistemas de esta disciplina.
Lo primero para mencionar sobre la función preventiva civil cuando ingresa en el material ambiental es
saber que este micro sistema se encuentra mejorado por influencia de algunos principios de la materia. El
primero es el de prevención.
El principio de prevención en el ámbito ambiental es fundamental. El derecho en esta época está enfocado
en la actuación anticipada, antes de que se desencadenen las consecuencias de las acciones. El nivel de
desarrollo de la posmodernidad ha permitido fuentes nuevas de daño que una vez desenvueltos provocan
consecuencias en abanico, de grandes magnitudes, extendidas en el espacio y el tiempo e incontrolables en la
causalidad múltiple. Como reflexiona Hans Jonas (29), la acción humana afianzada con la tecnológica moderna
amplía el horizonte de la causalidad y las consecuencias de los actos que desarrollamos hoy y aquí, se pierden
en lugares remotos perdurando activamente en tiempos inmemoriales.
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El Estado necesariamente debe pensar en actuar antes, actuar sobre las causas y no sobre los efectos. Surge
así la prevención como el signo de la era moderna. Es imperativo de nuestro tiempo el deber de actuar antes.
Esto se llama actuación proactiva a diferencia de la actuación reactiva.
Merece rescatarse el perfil que posee el modelo de gestión del ambiente en el marco del desarrollo
sostenible, que transitará el camino pro activo. Como consecuencia de estas nuevas pautas, el énfasis se pondrá
en la actuación desde los principios de prevención y precaución. Esto significa que el Estado podrá limitar
derechos de particulares desde un nuevo axioma -y reflejo de esto son los artículos 14, 240 y 1710 CU-. Es que
este aspecto en materia ambiental impondrá que el Estado proponga medidas de actuación preventivas,
anticipadas y proactivas. Deberán abandonarse las políticas reactivas, que sólo actúan ante el daño consumado
pasando a tener preponderancia la planificación y la evaluación de estos planes mediante procedimientos como
la evaluación de impacto ambiental o la evaluación ambiental estratégica.
Es un requisito que se desprende de la característica del bien colectivo afectado. Sabemos de la sensibilidad
del ambiente y sus sistemas ante estímulos negativos. Los elementos constitutivos que lo componen, interactúan
entre sí y ante la mínima afectación de uno de ellos, se conllevan consecuencias negativas previstas pero
también imprevistas en el devenir de los hechos.
Esta característica fue tomada por la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires que dijo en
un leading case que "el bien ambiental es, a diferencia de otros bienes, esencialmente limitado, y su consumo
irreparable en cuanto cada vez con mayor nitidez se advierte la imposibilidad de un reiterado, continuo e
inmediato reemplazo, al punto de preverse en muchos casos -de persistir una utilización irracional- su
agotamiento inminente, con la consecuente repercusión directa y obviamente negativa que ello conlleva
respecto de la calidad de vida humana" (30).
Augusto M. Morello llega a considerar la característica de agotable y de ella desprende respecto al ambiente
que "su preservación no admite demoras y exige que se considere a la misma como una causa común" (31). A tal
punto es tan trascendente esta cuestión que la Suprema Corte en el mencionado leading case recuerda que "es
papel irrenunciable del juez el que hace a su participación activa con miras a la prevención del daño ambiental,
donde debe buscarse prevenir más que curar" (el destacado nos pertenece) (32).
De estas aguas se nutren varios principios ambientales. Estamos en tiempos de actuación anticipada, sobre
las causas y no sobre los efectos como hemos dicho. De este sector se vislumbran principios varios: prevención,
precaución. La función preventiva de la responsabilidad civil y muchos instrumentos ambientales aparecen
desde este modelo de gestión: evaluación de impacto ambiental, ordenamiento ambiental del territorio,
evaluación ambiental estratégica, ecoauditorías, sistemas de gestión, entre otros. En cuanto al principio de
prevención en el ámbito de la responsabilidad civil por daños al ambiente se traducirá como la función
preventiva de la responsabilidad civil. Por este motivo es importante conocer el principio.
La prevención ambiental es quizá el aspecto más importante del derecho instituido en el artículo 41 de la
Constitución Nacional. De él derivarán otros principios que se conjugan entre sí para dar sustento a este vector
en la tipología protectora del ambiente y es necesario que entendamos que en esta materia cobra rigurosa
importancia el instituto de la prevención de los daños ambientales (33).
El método científico consistirá en enfrentar problemas, proponer hipótesis, aplicar la lógica para averiguar
qué implican, confrontar sus consecuencias con la realidad observable y, de acuerdo con el resultado, abandonar
la hipótesis por refutación o conservarla por corroboración. Esta concepción por supuesto, conserva ecos de
antiguas metodologías (34).
En esa acumulación de conocimiento a la que hace referencia el maestro de la epistemología, aparecen
"causalismos probados". Esto quiere decir que producto del conocimiento acumulado, antes de que se ejecute
una determinada acción, se puede saber con un altísimo grado de probabilidad, las consecuencias que a ella le
seguirán, tanto las ciertas, como las probables, actuales, o remotas. Si esas consecuencias son dañinas para los
sistemas ambientales, el principio de prevención impone la necesidad de evitar la acción para impedir las
consecuencias que, aunque no se hayan producido, para el sistema serán disvaliosas.
Se dispondrán entonces de una serie importante de instrumentos dirigidos a la prevención de los impactos al
ambiente. Enderezados a ello verificaremos la evaluación de impacto ambiental que es un procedimiento que se
dirige a conocer un proyecto de modo previo a que se lo desarrolle, analizar el ambiente donde se instalará, los
efectos que sobre el mismo se producirán, disponiendo de fórmulas de corrección o en su caso descartar el
proyecto si los impactos no resultan mitigables. En otra escala -recordemos el bien jurídico admite varias- el
ordenamiento ambiental del territorio también sirve para prevenir impactos derivados de grupo de proyectos,
actividades, infraestructura, las que se sabe que por la localización y el ambiente en donde se instalarían puede
afectar sistemas ambientales.
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Para ello habrá que actuar jurídicamente, procurando impedir dentro de los límites racionales, todo aquello
que lleve en sí mismo peligro de generar un perjuicio ambiental, debiéndose utilizar los medios más adecuados
para frustrar la amenaza de daño de todo factor degradante, el que se proyectará sobre la idea de daño futuro (35)
.
Como bien explica Ramón Martín Mateo "La configuración inicial de esta institución, responde, lo que hoy
predomina, al propósito de valorar, antes de proceder a la ejecución de un determinado proyecto de incidencia
ambiental, su trascendencia para los sistemas naturales, lo que tuvo su recepción en otros ordenamientos y más
concretamente en el de la Unión Europea, como técnica dirigida a la efectividad del principio preventivo, que
hoy tiene trascendencia cuasi constitucional en este ámbito tras su incorporación al Tratado Constitutivo de la
Comunidad Europea. Debe decirse que aunque el fundamento natural de la EIA, efectivamente, sea valorar con
carácter previo a la materialización de un propósito de trascendencia ambiental, su incidencia previsible en este
medio y los temperamentos que en su caso deberán arbitrarse, el procedimiento en cuestión, en su ámbito
originario, lo que me parece no ha pasado Europa, o al menos a España, tenía otras virtualidades adicionales, a
saber, suscitar el diálogo con las comunidades afectadas, dando transparencia a los propósitos de la
Administración y de los particulares, y arbitrar las medidas correctoras pertinentes" (36).
Silvia Jaquenod de Zsögön entiende a la prevención como carácter y no como principio; es decir que para
dicha autora la prevención resulta ser algo más importante que un simple principio, pues los caracteres estarán
un eslabón por encima y de éstos derivará derivarán luego los principios. Esto se justifica pues en materia
ambiental son necesarias aquellas acciones que se anticipan para prevenir cualquier tipo de degradación
ambiental, en lugar de limitarse a verificar, e integrar a posteriori y reparar los daños ambientales (37).
Dice Cafferatta que el énfasis preventivo constituye uno de los caracteres por rasgos peculiares del derecho
ambiental (38). Aunque "se apoya a la postre en un dispositivo sancionador", sin embargo "sus objetivos son
fundamentalmente preventivos", porque la coacción a posteriori resulta ineficaz, puesto que muchos de esos
daños ambientales, de producirse son irreversibles. De manera que la represión podrá tener una trascendencia
moral, pero difícilmente compensará graves daños, quizá irreparables". Por ello se recomienda la adopción de
estrategias medio ambientales, previsoras, en etapas precoces del proceso potencialmente dañoso (39).
Se entiende en esta rama del derecho que será fundamental actuar antes del daño, como indica el viejo dicho
popular citada por la Suprema Corte bonaerense en el leading case "Pinini de Pérez" "más vale prevenir que
curar", porque pasado el evento y devenidas sus consecuencias, no se podrá lograr lo que el derecho civil
denomina reparación in natura o restablecimiento al estado anterior al evento contaminante el que por regla
biológica es imposible por la dinámica de los ecosistemas.
Si queremos armonizar ambas posturas podemos señalar que uno de los caracteres o rasgos peculiares del
derecho ambiental, es su énfasis preventivo, sin llegar a sostener que sea un carácter. Aunque se apoye a la
postre en un dispositivo sancionador, sin embargo sus objetivos son fundamentalmente preventivos, porque la
coacción a posteriori resulta ineficaz, ya que muchos de esos daños ambientales, de producirse serán
irreversibles. Como dice la doctrina, la represión podrá tener una trascendencia moral, pero difícilmente
compensará graves daños, quizá irreparables (40).
La primera noticia sobre la prevención ambiental se remonta a la Reina Isabel I que ordenó allá por 1602 el
análisis de los efectos de la construcción de un acueducto en el caudal de un río navegable. Entre las normas
ambientales que apuntalan el principio de prevención podemos citar la Declaración de la histórica Conferencia
Estocolmo 1972, que en su principio 2 ordena la preservación de "los recursos naturales de la Tierra", "en
beneficio de las generaciones presentes y futuras" para lo que ordena una "cuidadosa planificación y
ordenación, según convenga". Otra norma importante para citar como antecedente es el artículo 9 de la
Declaración de Nairobi de 1982 que dice: "Es preferible prevenir los daños al ambiente que acometer después la
engorrosa y cara labor de repararlos. Entre las medidas preventivas debe figurar la planificación adecuada de
todas las actitudes que influyen sobre el medio ambiente. Es asimismo importante, mediante la información, la
educación y la capacitación, aumentar la comprensión..." En la Declaración de Río de 1992 se dispone en su
principio 17 la necesidad de implementar la EIA como instrumento central de gestión del ambiente con énfasis
preventivo.
De lo expuesto surge que la prevención en materia ambiental ha sido un principio que ha nacido
concomitantemente con este derecho, y desde las primeras normas hasta las últimas se ha venido consolidando.
Siguiendo el recorrido en el derecho comparado ambiental encontramos menciones expresas del principio de
prevención en constituciones y leyes que se ocupan del derecho al ambiente las que podemos citar
someramente.
El primer caso es Estados Unidos, donde con fecha relativamente temprana se tomó la iniciativa en esta
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materia en 1948 a través de la ley de depuración de aguas (Clean Water Act) de la administración Truman
donde se ponía foco en la prevención de la polución de los ríos. Al empeorar las condiciones del entorno, se
agudiza la preocupación y en 1970 se promulga la Ley Fundamental del Medio Ambiente (The National
Eviromental Policy Act, NEPA en adelante) la que en su artículo 102 exige a las agencias federales que
incluyan en todas las recomendaciones o informes relativos a propuestas legislativas y otras acciones federales
importantes que afecten significativamente la calidad del ambiente humano, un estudio que comprenda el
impacto ambiental de la acción propuesta. Estamos en presencia de una mención temprana del procedimiento de
evaluación de impacto ambiental, en el año 1970. Este procedimiento, clave de los tiempos iniciales del derecho
ambiental y su apoyo basal es el principio de prevención (41).
En México, los principios aparecen reglados en el artículo 15 de la Ley General del Equilibrio Ecológico y
la Protección del Ambiente (LGEEPA). Entre ellos se subraya que "la prevención de las causas que los generan
es el medio más eficaz para evitar los desequilibrios ecológicos" (fracción V). Dice Brañes que la propia
LGEEPA está estructurada sobre esta idea esencial (42).
En Colombia, en el "Código de Recursos Naturales Renovables y de Protección del Medio Ambiente"
(1974), se abarca la protección y la gestión de los recursos naturales y aparecen una enorme cantidad de normas
referidas a la prevención. Enumeramos primero que entre los objetivos que persigue el Código en su artículo 2.2
se dispone "Prevenir y controlar los efectos nocivos de la explotación de los recursos naturales no renovables
sobre los demás recursos". En el artículo 10 se hace referencia nuevamente al principio cuando se dispone que
"para prevenir o solucionar los problemas ambientales y regular la utilización de recursos naturales renovables
compartidos con países limítrofes". El artículo 19 dispone que "el gobierno nacional calculará, por sectores de
usuarios y por regiones que individualizará, los costos de prevención, corrección o eliminación de los efectos
nocivos al ambiente". En el artículo 32 se hace expresa referencia a prevención del deterioro ambiental o daño
en la salud del hombre y de los demás seres vivientes, como parámetro para el establecimiento de requisitos y
condiciones para la importación de sustancias y fabricación de productos. El Artículo 39 dispone que "para
prevenir y para controlar los efectos nocivos que puedan producir en el ambiente el uso o la explotación de
recursos naturales no renovables". En el artículo 75 se hace expresa referencia a la prevención de la
contaminación atmosférica". Un aspecto directamente referido al punto es el Capítulo II "de prevención y
control de la contaminación" que se enfoca en su art 134 directamente al punto. Más referencias expresas
encontramos en los artículos 164, (protección preventiva del ambiente marino, cuando dice "medidas necesarias
para impedir o prevenir la contaminación de la zona"). En el Capítulo II se enumeran las facultades de la
admiración y entre ellas aparecen referencias expresas la prevención en el art. 181.a "Velar por la conservación
de los suelos para prevenir y controlar". En el art. 241 se dispone que "se organizarán medidas de prevención y
control de incendios forestales y quemas en todo el territorio nacional, la prevención o extinción del incendio
(art. 243, 244). Aparece también el artículo 295 referido a sistemas de vigilancia epidemiológica para la
prevención de enfermedades en flora y fauna y en el artículo 314.c se hace mención de la prevención de la
erosión en cuentas hídricas, prevención a la eutroficación en el 314.e y prevención de fenómenos que alteren o
degraden suelos en el artículo 324.
Siguiendo los influjos de la ley estadounidense, la Ley Venezolana de 1976 se ocupa de la prevención
ambiental desde un punto de vista conservacionista en su artículo 1. En Venezuela La Constitución de 1999
exige estudios de impacto ambiental para la realización de actividades susceptibles de causar daños al ambiente,
así como la protección ambiental dentro de las relaciones contractuales. De allí, que "Todas las actividades
susceptibles de generar daños a los ecosistemas deben ser previamente acompañadas de estudios de impacto
ambiental y socio cultural. El Estado impedirá la entrada al país de desechos tóxicos y peligrosos, así como la
fabricación y uso de armas nucleares, químicas y biológicas. Una Ley especial regulará el uso, manejo,
transporte y almacenamiento de las sustancias tóxicas y peligrosas" (artículo 129 CRBV).
En nuestro país en el plano normativo verificamos la existencia del principio de prevención primero en
normas de rango constitucional, el artículo 41 CN. Como consecuencia de esta norma, también lo detectamos en
instrumentos internacionales de rango supra legal (75 inc. 22 primer párrafo) y en normas internas. Vayamos a
estas últimas.
La ley 25.675 ha adoptado una definición del principio de prevención restringida a determinados aspectos.
Dice el artículo 4: "Principio de prevención: Las causas y las fuentes de los problemas ambientales se atenderán
en forma prioritaria e integrada, tratando de prevenir los efectos negativos que sobre el ambiente se pueden
producir".
Esta definición se deberá interpretar en relación a otras normas y principios que terminan por exponer la
verdadera nomenclatura pretendida por el legislador. Del texto del artículo 4 LGA se advierte que este principio
obligará a que se ataquen las fuentes de polución en sus propias causas, en momento anterior al origen del daño,
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para poder detener el elemento poluente de manera previa a la consecución de la alteración introducida sobre el
sistema ambiental. En este punto el texto del artículo se dirige a un aspecto parcial de la prevención: la
corrección en las fuentes. Este será el primer subprincipio que se derivará de la idea de prevención pretendida
por el legislador.
Avancemos ahora en el texto del CU y la función preventiva desde el material propio de dicho cuerpo
normativo.
Comencemos el análisis del CU por el artículo 1710 que es el que prima la sección. Lo primero para decir es
que la norma prevé un deber. Es interesante verificar que la puerta de entrada a la función preventiva esté
enfocada en este deber y no en un derecho. Esto quiere decir que las normas generales del derecho civil
contenidas en el CU referidas a la función preventiva de la responsabilidad, se encolumna detrás de un deber, el
de prevención del daño. Esto en materia ambiental hace pie en la noción de derecho-deber que gobierna la
disciplina. Esta doble naturaleza que posee el derecho a vivir en un ambiente sano, como prerrogativa de tercera
generación es la piedra basal de este deber de prevención.
El deber de prevenir el daño ambiental dispuesto, se correlaciona y así encuentra base con la noción de
derecho-deber que aloja nuestra Constitución nacional para los derechos de incidencia colectiva en el primer
párrafo del artículo 41 para el derecho al ambiente. Desde la mencionada norma se regla el derecho público
subjetivo (43) de los habitantes a vivir en un ambiente sano y equilibrado y en ese mismo primer párrafo se
dispone que los titulares del derecho también tienen "el deber de preservarlo" una obligación legal de proteger el
bien jurídico y de evaluar los daños que puedan provocarse sobre el mismo por cualquier actividad humana, lo
que impone una actuación preventiva para conocer y evitar esto previamente a la iniciación de la misma. De la
letra del artículo 41 CN se desprende claramente la necesidad de que el uso que las autoridades hagan de los
recursos naturales deberá ser racional, lo que implica la previa evaluación de las actividades que puedan
acarrear un perjuicio a los mismos, o al patrimonio natural. La racionalidad se desprenderá justamente de la
sostenibilidad que en el primer párrafo ya hubo descripto el constituyente. Se suma a este elemento que uno de
los deberes de las autoridades será la preservación de la diversidad biológica.
Vayamos a la norma. La misma dice -bajo el título "Deber de prevención del daño"- que "Toda persona
tiene el deber, en cuanto de ella dependa, de: a) evitar causar un daño no justificado; b) adoptar, de buena fe y
conforme a las circunstancias, las medidas razonables para evitar que se produzca un daño, o disminuir su
magnitud; si tales medidas evitan o disminuyen la magnitud de un daño del cual un tercero sería responsable,
tiene derecho a que éste le reembolse el valor de los gastos en que incurrió, conforme a las reglas del
enriquecimiento sin causa; c) no agravar el daño, si ya se produjo".
Comencemos por el objeto del deber (inc. a) evitar el daño, que solo se pueda soportar si es justificado. El
calificativo de "no justificado" y la noción de daño justificado es otro aspecto interesante. El concepto reenvía al
artículo 1718 CU que se ocupa de tres figuras que conducen a la denominada "justificación": a) la legítima
defensa, b) el estado de necesidad y c) el ejercicio regular de un derecho. Este último se puede leer en pleno
puente con el abuso del derecho en relación a los derechos de incidencia colectiva reglado en los artículos 14 y
240 CU. Las tres figuras dan base al "daño justificado" o -dicho con corrección técnica- al hecho que por alguna
de estas tres causas, existe la posibilidad de que se acepte causar un daño (44).
Dicen Pablo Lorenzetti y Federico Zonis comentando este primer inciso del artículo 1710 CU que consagra
"evidentemente una obligación de no hacer, de abstención, de evitación de daños que no cuenten con alguna
justificación. En consecuencia, todo aquel agente que se halle frente a una acción que pudiere generar un daño
-ambiental en nuestro caso- debe abstenerse de ejecutar esa medida o, al menos, tomar los recaudos que fueren
pertinentes para que el perjuicio no se produzca" (45).
Respecto al inciso b) los citados autores explican que el mismo exige una conducta activa del sujeto -una
obligación de hacer- consistente en adoptar medidas concretas tendientes a evitar la consumación de un daño o,
de no resultar posible esta expectativa de máxima, disminuir su magnitud.
Este es uno de los puntos centrales de la función preventiva ambiental. Se vincula esta suerte de "obligación
de hacer la prevención" con otro principio de la ley general del ambiente: el de responsabilidad (art. 4 LGA) que
le impone al "generador de efectos degradantes del ambiente", -"actuales o futuros"- lo que incluye -dentro de
los segundos- el deber de prevención, la consecuencia jurídica de solventar "los costos de las acciones
preventivas y correctivas de recomposición...".
Se recurre al concepto jurídico indeterminado de la buena fe que el CU califica como deber o principio
general y define en su artículo 9 para aplicarlo en el artículo 10 al regular el abuso de derecho, y también en un
sinnúmero de disposiciones particulares en el resto del articulado a los efectos de ser adoptado como parámetro
interpretativo en cada una de ellas. Se lo considera a efectos de exigir la adopción de medidas eficaces de
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evitación o disminución de daños, lo cual en materia de perjuicios ambientales constituirá una máxima por
demás útil a aplicar.
Introduce también este inciso un parámetro de equidad al permitir a todo aquel que hubiese ejecutado las
medidas que finalmente impidieron la consumación de un daño, originado por responsabilidad de un tercero,
que pueda gestionar de éste último el recupero de los gastos en que hubiere incurrido, conforme las reglas del
enriquecimiento sin causa (46).
Esta última situación de equidad prevista por el inciso es interesante y se correlaciona con la noción de daño
grupal que es parte neurálgica del daño al ambiente. Es que el daño al ambiente puede derivar de varias acciones
concatenadas, acumuladas, -coordinadas o no- las que -paradójicamente- quizá por separado no tengan esa
capacidad lesiva. El artículo 31 LGA se vincula con esta noción en su fase reactiva, no preventiva (47) pues
dispone que "si en la comisión del daño ambiental colectivo, hubieren participado dos o más personas, o no
fuere posible la determinación precisa de la medida del daño aportado por cada responsable, todos serán
responsables solidariamente de la reparación frente a la sociedad, sin perjuicio, en su caso, del derecho de
repetición entre sí para lo que el juez interviniente podrá determinar el grado de responsabilidad de cada persona
responsable". Por imperio del principio de responsabilidad estos contenidos podrían extenderse a la etapa de
prevención. Volviendo al art. 1710 CU la norma en comentario dispone la cara preventiva de este contenido
normativo, pues puede que uno de esos sujetos obligados a la prevención sea quien tome la determinación de
realizar las acciones que eviten que todo el grupo sea en el futuro declarado responsable. El acto entonces
beneficiará a otros sujetos en su obligación de prevención y por lo tanto los beneficiados -cuestión que para que
sea exigible requerirá que se pruebe la calidad de futuro dañador- serán sujetos obligados a la compensación de
gastos, por repetición.
Finalmente la norma prevé el deber de no agravar el daño que ya se encuentre producido. Esto en materia
ambiental también es de mucha aplicación atento la continuidad del daño en nuestra disciplina, el que puede
darse en dos versiones en relación a la extensión temporal: a) por actos que se repiten continuamente reabriendo
el agravio o b) por un acto que tiene la capacidad de sostenerse en el tiempo por las sustancias implicadas y su
persistencia en el ambiente. En ambos casos aparece aparece la posibilidad de agravamiento. Ejemplo del
primer caso es una explosión, una inundación, una deforestación. El agravamiento se puede dar en ellos por un
segundo suceso, repetido. El no agravar en estos casos es evitar que otro acto se ejecute, y comenzar de modo
urgente la recomposición. Ejemplo del segundo es un derrame de hidrocarburos, de PCB (ley 25670) o de
cualquier sustancia por ejemplo como las orgánicas persistentes regladas en el Convenio de Estocolmo (48) que
tienen la virtud de quedar alojadas en un sistema ambiental por años con capacidad alterante. En estos casos, si
estamos ante una emisión, prevenir es evitar agravar cesándolas. Si es un derrame, rodeando la pluma
contaminante, quitándola hasta el mejor límite posible y evitando nuevos sucesos.
Dice Pablo Lorenzetti al respecto que "si el bien colectivo está siendo afectado desfavorablemente por un
sujeto o por un grupo, lógico resulta exigirle que -hasta tanto resulte factible ejecutar las medidas tendientes a la
recomposición- se suspendan todas aquellas acciones que, de continuar, contribuirían a agravar el perjuicio" (49)
.
A posteriori de estas normas más generales, aparece la regulación relacionada a lo procesal, que es la acción
específica en la materia: la acción preventiva. Ella conforme el artículo 1711 CU "procede cuando una acción u
omisión antijurídica hace previsible la producción de un daño, su continuación o agravamiento. No es exigible
la concurrencia de ningún factor de atribución".
Dice Agustín Hijano que "La acción preventiva no solamente va a proteger los derechos individuales,
patrimoniales o no, sino también los derechos de incidencia colectiva, transformándose en una herramienta
indispensable para proteger los bienes que pertenecen a la comunidad" (50).
Hay que destacar que la acción será procedente -como bien lo expresa su texto- en el ámbito de la
certidumbre o previsibilidad del acaecimiento del agravio. Ante la posibilidad no cierta sino altamente probable
de que se pueda suceder un evento del que derivan consecuencias ambientales negativas, cualquier persona
(veremos a continuación la legitimación) puede recurrir a la justicia a solicitar la prevención.
Se descarta la actuación en el marco de la incertidumbre. Esto -en materia ambiental- se traduce en
activación en el marco del principio de prevención y no en el de precaución. Recordemos que el primero se
aplica a los casos en que se pueda prever el agravio mientras que el segundo se activa "Cuando haya peligro de
daño grave o irreversible" y "ausencia de información o certeza científica" (conforme art. 4 LGA). Pareciera la
acción preventiva no incluye la precaución.
En este sentido, nos alerta Pablo Lorenzetti de un detalle importante y es que el CU no ha seguido la
posición adoptada por la Comisión III de las XXIII Jornadas Nacionales de Derecho Civil llevadas a cabo en la
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Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Tucumán en octubre de 2011, según la
cual "El principio precautorio es un principio general del Derecho de Daños que impone el deber de adoptar
medidas adecuadas con el fin de evitar riesgos de daños potenciales a la vida, la salud y el ambiente" (51).
Otro aspecto de la norma es que no se exige para la activación de la acción por prevención ningún factor de
atribución. Respecto a este requisito en materia ambiental ha dicho Cafferatta que "en todos los casos de daños
ambientales, el factor de atribución de la responsabilidad es siempre objetivo, por cuanto "el que contamina
paga"; quien crea el "riesgo" al ambiente es el que debe reparar" (52).
Enumera Cafferatta primero el viejo artículo 2618 del Código Civil de Vélez (con las reformas de la ley
17.711) sobre de inmisiones en relaciones de vecindad (el que a grandes rasgos se repite en el actual artículo
1973 CU), y los supuestos generales de la responsabilidad civil extracontractual y en particular los del régimen
de daños causados por el riesgo de la cosa del 1113 segundo párrafo del viejo Código Civil, que siempre
obedecen a factores objetivos de atribución. Explica el autor que en todas las normas el factor de atribución es
objetivo, porque en general la degradación del entorno es provocada "por cosas"; ya que en efecto, la
contaminación de las aguas proviene habitualmente del vertido en ellas de detergentes insolubles, y la infección
del aire respirable se origina fundamentalmente en procesos de emanación de gases y humo, propios de la
combustión de todo tipo de maquinarias caseras, industriales, vehículos a explosión, etc. (53). El daño al
ambiente deriva en definitiva de cosas que desarrollan su funcionalidad, generando paralelamente el riesgo de
degradación del medio (54) (55).
En derecho comparado encontramos el régimen de responsabilidad civil ambiental en los Estados Unidos.
Allí podemos mencionar la llamada CERCLA (Comprenhensive Environmental Response, Compensation and
Liability Act, o ley general de responsabilidad y compensación ambiental) promulgada en el año 1980 con el
objeto de regular las emisiones de sustancias peligrosas y los costes derivados d ela reparación de los lugares
contaminados por este tipo de sustancias. La misma otorga acción directa a los particulares para recuperar los
costes de la limpieza de la contaminación y centra el deber de descontaminar el bien frente a la EPA en especie
o mediante indemnización a la EPA por los gastos en que ésta haya incurrido al descontaminar. La CERCLA
define quien es el responsable de la descontaminación, y se enfoca en dos objetivos: que aquella persona
relacionada con el lugar o las sustancias contaminantes, sean responsables de la descontaminación, soportando
los gastos y además apoderando a las autoridades federales para tratar este problema, con soluciones a corto
plazo, (traslado de las sustancias) y a largo plazo (reparación total) para lo que crea un fondo. Se impone para
todo esto una responsabilidad objetiva sobre los propietarios de los lugares de los que surja la contaminación o
amenace surgir. Se agregan los que produjeron, transportaron o dispusieron las sustancias en dicho lugar, y los
que realizaron las operaciones (56).
Coincidimos en este punto con Pablo Lorenzetti y Federico Zonis cuando concluyen "que esta situación
queda subsanada si recurrimos al texto de los Fundamentos presentados por la Comisión, según el cual se
entiende por cumplido el requisito de la antijuridicidad con la mera violación al deber genérico de prevención
consagrado en el art. 1710. Esta norma trasunta una diferencia notoria respecto de la vigente -contenida en el
artículo 1066 del Código Civil- al punto que ya no requiere de una violación expresa a normativa alguna sino
que, por el contrario, introduce la noción de antijuridicidad de tipo material. Todo daño es antijurídico, en esta
concepción, si no se encuentra debidamente justificado. El centro de las miradas está puesto en la víctima del
daño y no en el victimario. Se responde, en conclusión, aún por daños causados a través de actividades
perfectamente lícitas y autorizadas administrativamente" (57).
Respecto a la legitimación para el ejercicio de la acción de prevención el artículo 1712 CU dispone que
"Están legitimados para reclamar quienes acreditan un interés razonable en la prevención del daño" (el
destacado nos pertenece). Esta noción del sistema general de responsabilidad civil al ingresar al microespacio
del derecho ambiental enciende varias alarmas, pues las legitimaciones en la materia traen previsiones mucho
más protectoras que amplían los términos de este artículo. De este modo, y conforme la manda del art. 1709 CU
que da primacía a los contenidos normativos especiales por sobre los del régimen general del CU debemos
pensar en que quedan legitimados para esta acción de prevención "toda persona" las que pueden exigir el cese
del daño (todo conforme tercer párrafo del artículo 30 LGA).
A renglón seguido el Código Unificado se ocupa -en su artículo 1713- de la sentencia que admite la acción
preventiva, a la que llamamos estimativa. Ella puede darse -conforme el texto del artículo- "a pedido de parte o
de oficio" es decir porque una parte en el proceso lo solicite, o porque el juez lo disponga. Agregamos nosotros
que puede darse -porque otra parte ajena se presente en el proceso y lo solicite también en caso de inacción del
actor, siendo que la sentencia en materia ambiental posee efectos extensivos, sea preventiva, o sea reactiva. Este
tipo de cuestiones se ven mucho en las causas ambientales donde los procesos se han calificado como
multipartes, con intervenciones de tercerías novedosas. Al respecto recomendamos la lectura del artículo 33
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segundo párrafo LGA que dispone: "La sentencia hará cosa juzgada y tendrá efecto erga omnes, a excepción de
que la acción sea rechazada, aunque sea parcialmente, por cuestiones probatorias". Agrega el artículo 1713 CU
que la sentencia puede disponer estas órdenes de hacer o abstenerse de hacer "en forma definitiva o provisoria".
Dice el artículo "obligaciones de dar, hacer o no hacer, según corresponda". La provisoriedad en materia
ambiental es moneda corriente y puede que mediante auditorías se detecten errores en la toma de decisión
inicial, que deben ser cambiados en posteriores resoluciones que se vayan adoptando, corrigiendo anteriores.
Aporta el artículo 1713 CU dos criterios que debe ponderar la sentencia preventiva estimativa las que son
coincidentes con principios de derecho ambiental: a) menor restricción posible y b) de medio más idóneo para
asegurar la eficacia en la obtención de la finalidad.
La primera se relaciona con el artículo 10 LGA que al regular el proceso de ordenamiento ambiental dispone
el deber de "asegurar el uso ambientalmente adecuado de los recursos ambientales, posibilitar la máxima
producción y utilización de los diferentes ecosistemas, garantizar la mínima degradación y
desaprovechamiento...". Es decir, la máxima producción con mínima degradación. Este es uno de los principios
del ordenamiento ambiental del territorio que se refleja en este criterio para la sentencia preventiva (58).
El principio ambiental que se vincula con este criterio es el de "exigencia de la mejor tecnología disponible".
Esto significa que en cada momento y en cada realidad, debemos adoptar los mecanismos, los implementos, las
maquinarias más limpias posibles.
Dice Loperena Rota que este principio está ampliamente difundido. Su concepción original (Best available
technology which does not Entail Excesive Costs, BATNEEC) remite a un equilibrio entre la mejora
tecnológica y costes económicos que en sí ignora los ambientales, por lo que en estrictos términos contables es
básicamente discutible. No parece razonable rechazar una tecnología disponible por excesivamente cara cuando
el coste real de la contaminación o de la restauración ambiental derivada de esa actividad es superior. (...) El
nivel de desarrollo de un país determinará cuál es la tecnología adecuada a su economía. Por tanto, este
principio, que en el ámbito estatal tiene unos perfiles bastante nítidos se desdibuja en el ámbito global, dado que
el coste excesivo de las tecnologías más limpias es un concepto relativo a la economía de cada país. Cuenta el
español que algunos autores -como Lessson-lo subdividen en BPM (Best practicable means) la BPEO (Best
practicable environmental option) y BAT (Best available techniques) (59) (60).
De las opciones preventivas disponibles el juez debe intentar que la obligación que se le imponga al
particular comporte el menor nivel de restricción del ejercicio del derecho. Pero además, la adopción de un
mecanismo y no otro, debe responder a una ponderación de opciones de las que se debe desprender una mayor
protección con menos restricción.
VI. Conclusiones
El nuevo Código que ha unificado el derecho civil y el comercial, que ha dejado de lado la idea de derecho
privado para confundir entre sus elementos contenidos públicos, en materia ambiental ha contribuido al pleno
diálogo de la disciplina del desarrollo sostenible con las mencionadas. Es un fecundo lugar, un páramo en que
crecen nuevos brotes en viejos árboles, donde aparecen nuevos institutos para gobernar el entramado que
intercepta el derecho ambiental y el civil.
Entre las reglas que se aprecian emerge la de la prevención enfocada en la responsabilidad civil y más
específicamente la función preventiva de la responsabilidad. El CU le dedica un espacio específico e incluso
una acción de prevención con una serie de salvaguardas internas que rodean un espacio muy interesante.
Estamos ante un muy sugerente conjunto de normas, contenidos que mejoran la gestión judicial de los
conflictos ambientales pensados desde esta nueva función preventiva, con deberes de prevenir, referencias a la
sentencia preventiva, legitimación, jerarquización de los contenidos específicos. Es muy interesante todo este
apartado del nuevo Código y será de enorme utilidad en el futuro en la materia ambiental, para coadyuvar a los
elementos derivados de la ley general del ambiente referidos a este aspecto.
VII. Bibliografía
1. Aguilar Rojas Grethel e Iza Alejandro (Editores a cargo), Manual de derecho ambiental en
Centroamérica, UICN Oficina Regional para Mezoamérica, Unión Mundial para la Naturaleza, San José, 2005.
2. Alterini Atilio, Ámeal, López Cabana, Derecho de obligaciones civiles y comerciales, Abeledo- Perrot,
1995.
3. Benjamín Antonio H., "¿Derechos de la naturaleza?" en Obligaciones y contratos en los albores del siglo
XXI, homenaje al profesor Dr. Roberto M. López Cabana, Abeledor Perrot.
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contratos en los albores del siglo XXI Homenaje al Profesor López Cabana, Abeledo PPerrot, 2001, p. 59.
5. Botassi Carlos Derecho Administrativo ambiental, Platense, 1997.
6. Brañes Raúl, Manual de derecho ambiental mexicano, Editado por la Fundación Mexicana para la
Educación Ambiental y el Fondo de Cultura Económica, México, 2004.
7. Bustamante Alsina Jorge, Derecho ambiental: fundamentación y normativa, Abeledo Perrot, 1995.
8. Bustamante Alsina Jorge, "La responsabilidad colectiva en el derecho de daños", LA LEY 142- 984.
9. Bustamante Alsina Jorge, "Responsabilidad civil por daño ambiental" LA LEY1994-C-1052.
10. Cafferatta Néstor, "Derecho ambiental en el Código Civil y Comercial de la Nación", en Suplemento
Especial Nuevo Código Civil y Comercial, 2014 (Noviembre), 17/11/2014, p. 273.
11. Cafferatta Néstor, "El principio de prevención en el derecho ambiental", en RDAmb. 0-9 o Cafferatta
Néstor, Summa Ambiental, tomo I, Editorial Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2011.
12. Cafferatta Néstor, "Ley 25.675 General del Ambiente. Comentada, interpretada y concordada", en DJ,
2002- 3, p. 1133.
13. Cafferatta Néstor, "Teoría general de la responsabilidad civil ambiental", en Derecho ambiental y daño,
Lorenzetti Ricardo Luis (Director), La ley, Buenos Aires, 2009.
14. Carranza Jorge: "Aproximación interdisciplinaria a la responsabilidad por daño ambiental", JA
1989-IV-705, nº IV-B)- 3C).
15. Ciuro Caldani Miguel Ángel, "La comprensión del plurijuridismo y el monojuridismo en una nueva era",
en LA LEY 2006-C-1246.
16. De Miguel Perales Carlos, La responsabilidad civil por daños al medio ambiente, Editorial Civitas,
primera edición 1994, segunda edición 1997, Madrid España.
17. Esain José Alberto, Competencias ambientales, Editorial Abeledo Perrot, Buenos Aires 2008.
18. Esain José Alberto, "De la prevención ambiental los estudios de impacto ambiental y las medidas
autosatisfactivas en el derecho ambiental provincial, la suspensión cautelar de proyectos por carencia de
trámites preventivo ambientales en la Provincia de Buenos Aires", en la revista La Ley Buenos Aires, año 10,
número 2, marzo de 2003, pp. 148.
19. Esain José Alberto, "El daño ecológico leve y las pruebas científicas tasadas", nota al fallo "Icardi
c/Nalco", publicada en la revista Doctrina Judicial del año XXI, nro. 45, fechada el 9.11.05, p. 702
subsiguientes.
20. Esain José Alberto, "El concepto de medio ambiente", en Ambiente sustentable II obra colectiva del
bicentenario, Tomo II, Herrera Amancay (coordinadora), Orientación Gráfica Editora, Buenos Aires, 2010.
21. Esain José Alberto, "La empresa en el marco del desarrollo sostenible", en Tratado de la empresa, Tomo
I, Piaggi Ana (coordinadora), Editorial Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2009.
22. Esain José Alberto, "De la Prevención ambiental, los Estudios de Impacto Ambiental y las medidas
autosatisfactivas en el derecho ambiental provincial", La ley Buenos Aires marzo 2003, p. 150.
23. Esain José Alberto, "Derecho Ambiental: el principio de prevención en la nueva ley general del
ambiente 25.675", publicado en el Suplemento de Derecho Administrativo de la Revista Jurídica Lexis Nexis,
del día 1.9.04.
24. Esain José Alberto, "El daño ambiental de incidencia colectiva en el caso del derrame de petróleo de
Magdalena", en Suplemento de Derecho Ambiental de la Revista La Ley del 29 de abril del 2003, ps. 2/7.
25. Cafferatta Néstor, Tratado jurisprudencial y doctrinario, Editorial La ley, Buenos Aires, 2012.
26. Sabsay Daniel Alberto y Di Paola María Eugenia, "El Federalismo y la Nueva Ley General del
Ambiente", Doctrina Judicial, ADLA LXIII-A.
27. Escribano Collado y López González, "El medio ambiente como función administrativa", en Revista
Española de Derecho Administrativo, Madrid, España, Nro. 26. Julio septiembre 1980.
28. Falbo Aníbal, Derecho ambiental, Editorial Platense, La Plata, 2009.
29. Falbo Aníbal, "La fórmula constitucional de los presupuestos mínimos ¿un algoritmo para todo caso
ambiental?", en Revista de derecho ambiental: doctrina, jurisprudencia, legislación y práctica Buenos Aires,
Abeledo Perrot, 2015, nro. 42 (Abr/jun), ps. 251-269.

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30. Figueiredo Guilherme José Purvin de, Curso de Direito ambiental, 3era Edição revista, atualizada e
ampliada, Letra da lei Editora, Curitiba, Brasil, 2009.
31. Galdós Jorge M., "Suprema Corte de Buenos Aires, aperturas procesales y sustanciales, a propósito Del
caso Copetro", LA LEY, 1999-C143.
32. García de Enterría, Curso de Derecho Administrativo, Civitas, Madrid, 1997.
33. Gelli María Angélica, "La Cláusula para el progreso y los límites al poder de policía provincial", en LA
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34. Gianfelice Mario, "Responsabilidad civil por contaminación ambiental", LA LEY 1983-D-1021.
35. Giannini Leandro J. La tutela colectiva de derechos individuales homogéneos, Librería Editorial
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36. Goldenberg Isidoro y Cafferatta Néstor en Daño Ambiental problemática de su determinación causal
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37. Hernández Carlos ¿Hacia la generalización de algunas soluciones del régimen de defensa del
consumidor? (El diálogo entre el derecho común y el derecho del consumidor) en Libro homenaje al profesor
Jorge Mosset Iturraspe, Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 2005, p. 197.
38. Hijano Agustín, "La función preventiva en el nuevo Código Civil y Comercial" en Informe Ambiental
2016, Fundación Ambiente y Recursos Naturales, Buenos Aires, 2016.
39. Jonas Hans, El principio de responsabilidad, Herder Editorial SL, Barcelona, 1995.
40. Jordano Fraga Jesús, "La responsabilidad de la Administración con ocasión de los daños al medio
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41. Kiss Alexandre Los principios generales del derecho del medio ambiente Valladolid, 1975.
42. Klimovsky Gregorio, Las desventuras del conocimiento científico. Una introducción a la epistemología,
AZ Editora, Buenos Aires, 2011, p. 140.
43. Larrumbre Biurum, "Medio ambiente y comunidades autónomas", en RVAP, nro. 8 enero abril, p. 14.
44. Leopoldo e Silva Junior Alcidees, El estudio de impacto ambiental como instrumento de prevención del
daño al medio ambiente" en Pasos de Freites Vladimir (coordinador) Direito ambiental em evlucao, Juruá, 2002,
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45. Llambías, Jorge J., Tratado Obligaciones, T. IV-B, p.282 y ss, nº 2958 y p. 291 y ss., nº 2962, Editorial
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46. Lorenzetti Pablo, "Relación de causalidad como presupuesto del daño ambiental. Nuevos perfiles a partir
del Código Civil y Coercial de la Nación". en Revista de Responsabilidad Civil y Seguros, Año XVIII, Número
2, Febrero de 2016. Editorial La Ley.
47. Lorenzetti Pablo y Zonis Federico, "La función preventiva de la responsabilidad civil y el daño
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48. Lorenzetti Pablo, "Antijuridicidad como presupuesto de la responsabilidad civil por daño ambiental. Su
reformulación a partir del nuevo Código Civil y Comercial de la Nación". en Revista de Derecho Ambiental,
Editorial Abeledo Perrot nro. 43 Cafferatta Néstor (Director).
49. Lorenzetti Pablo, "Antijuridicidad como presupuesto de la responsabilidad civil por daño ambiental. Su
reformulación a partir del nuevo Código Civil y Comercial de la Nación", en Revista Crítica de Derecho
Privado del Núcleo de Derecho Civil de la Universidad de la República de Uruguay, Nº 12. Edit. La Ley
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50. Lorenzetti Pablo, "Funciones de la responsabilidad civil y daño ambiental en el Proyecto de Código
Civil y Comercial de la Nación de 2012". en Revista de Responsabilidad Civil y Seguros, Año XV, Número 8,
Agosto de 2013. Editorial La Ley.
51. Lorenzetti Pablo, "Relación de causalidad como presupuesto del daño ambiental. Nuevos perfiles a partir
del Código Civil y Comercial de la Nación", Publicado en Revista de Responsabilidad Civil y Seguros, Año
XVIII, Número 2, Febrero de 2016. Editorial La Ley.
52. Lorenzetti Ricardo (Director), Código Civil y Comercial comentado, Editorial Rubinzal Culzoni, Santa
Fe, 2014.
53. Lorenzetti Ricardo, "La protección jurídica del ambiente", LA LEY 1997-E-1463.

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54. Madrigal Cordero P., Derecho ambiental en Centroamérica, Centro de Estudios y Capacitación Judicial
Centroamericano, San José, 2000.
55. Maiztegui, Cristina, "Daño Ambiental: una hipoteca al futuro", en Derecho Ambiental, 1º parte, 10 de
julio 2002/ JA 2002- III, fascículo n. 2.
56. Martín Mateo Ramón, Tratado de derecho ambiental, Trivium vol I 1991.
57. Martín Mateo Ramón, "La Revisión del Instituto de Evaluación de Impacto Ambiental". En Revista
Aranzadi de Derecho Ambiental, Thomson Aranzadi, número extraordinario (1), 2002, Navarra.
58. Maurino Gustavo, Nino Exequiel y Sigal Martín, Las acciones colectivas, Análisis conceptual,
constitucional, procesal, jurisprudencial y comparado, Editorial Lexis Nexis, Buenos Aires, 2005.
59. Mirra Álvaro, Acción civil pública y reparación del daño al medio ambiente, Juárez de Oliveira, 2002.
60. Morello Augusto Mario, La tutela de los intereses difusos en el derecho argentino, Librería Editora
Platense, La Plata, 1999.
61. Mosset Iturraspe Jorge, "Daño ambiental" en Daño ambiental T I, de Mosset Iturraspe Jorge, Hutchinsón
Tomás y Donna Edgardo Alberto, Rubinzal Culzoni Editores, Buenos Aires, 1999.
62. Mosset Iturraspe, Jorge: "Daños causados por un miembro no identificado de un grupo determinado" en
JA, 1973-VIII-4 y en "Estudios sobre la responsabilidad por daños", Editorial Rubinzal- Culzoni, 1980, T. II, p.
314, nº 8.
63. Muñoz Machado, Derecho Público de las Comunidades Autónomas, Volumen II, Alfaguara, Madrid,
1973.
64. Parellada Carlos, "Los principios de responsabilidad civil por daño ambiental en Argentina", en
Responsabilidad por daños al medio ambiente, Universidad de Esternado de Colombia, 2000, p. 243.
65. Quiroga Lavié Humberto, La Potestad Legislativa, Editorial Zavalía, Buenos Aires, 1993.
66. Quiroga Lavié Humberto, Amparo colectivo, Rubinzal Culzoni, 1998.
67. Rocca Crivelari, Responsabilidad civil por contaminación ambiental, Bias editora, Buenos Aires, 1983.
68. Sagüés Néstor Pedro, "Adenda de actualización El amparo como acción de clase (caso 'Halabi')", a
Acción de amparo, Editorial Astrea, Buenos Aires, 2009.
69. Sagüés Néstor Pedro, La interpretación judicial de la Constitución, Editorial Lexis Nexis, Buenos Aires,
2006.
70. Stiglitz Gabriel, "Responsabilidad civil por contaminación del medio ambiente", en LA LEY 1983-A p.
786 nro. III-1
71. Trigo Represas Félix: "Responsabilidad civil por daño ambiental", JA, 1999-IV-1180.
72. Wright C., Miller A., Kane Mary, Federal Practice and Procedure, West group, 2da edición 1986.
(1) Finalmente, vale la pena aclarar que esta categoría de derechos fue reconocida como integrativa del
propio artículo 14 en las conclusiones a la que arribaron la Comisión N° 12 ("Interdisciplinaria. derechos e
intereses de incidencia colectiva) de las XXV Jornadas Nacionales de Derecho Civil, celebradas en la ciudad de
Bahía Blanca del 1 al 3 de Octubre del 2015 (Autoridades: Enrique Muller, Jorge Galdós, Andrés Mariño,
Néstor Cafferatta, Gonzalo Sozzo, Pablo Lorenzetti, Federico Zonis, Guillermo Marchesi, Teresa Mancini,
Nancy Tognola, Gastón Noguera, Maico Trad) donde entre otras cosas se dijo: "1. La categoría intereses
individuales homogéneos es una especie que integra el género derechos de incidencia colectiva, por lo que debe
considerarse subsumida en la redacción de los artículos 14, 240, 1737 y cc. del Código Civil y Comercial de la
Nación. 2. Las notas esenciales se encuentran en la jurisprudencia de la Corte Nacional (causas "Halabi",
"Padec" y "Consumidores Financieros" entre otras) y conforman una doctrina interpretativa a seguir por los
tribunales inferiores".
(2) MAURINO, Gustavo, NINO, Exequiel y SIGAL Martín, Las acciones colectivas, Análisis conceptual,
constitucional, procesal, jurisprudencial y comparado, Editorial Lexis Nexis, Buenos Aires, 2005, ps. 170/5.
(3) GALDÓS Jorge M., "Suprema Corte de Buenos Aires, aperturas procesales y sustanciales, a propósito
Del caso Copetro", LA LEY, 1999-C, 143, citado por GIANNINI Leandro J., La tutela colectiva de derechos
individuales homogéneos, Librería Editorial Pantense, La Plata, 2007, p. 43.
(4) Maurino Gustavo, Nino Ezequiel, Sigal Marín, op. cit., p. 191/2.
(5) Maurino Gustavo, Nino Ezequiel, Sigal Marín, op. cit., p. 191/3.

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(6) Bujosa Vadell Lorenzo, La protección jurisdiccional de los intereses de grupo, JM Bosch Editor,
Madrid, 1995.
(7) CSJN en autos "Halabi Ernesto c/Poder Ejecutivo Nacional", sentencia del 24.2.2009.
(8) Sagüés Néstor Pedro, "Adenda de actualización El amparo como acción de clase (caso 'Halabi')", a
Acción de amparo, Editorial Astrea, Buenos Aires, 2009.
(9) Para un análisis de estos institutos desde la visión privada se puede consultar Esain José Alberto, "La
empresa en el marco del desarrollo sostenible", en Tratado de la empresa, Tomo I, Piaggi Ana (coordinadora),
Editorial Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2009.
(10) Brañes Raúl, Manual de derecho ambiental mexicano, Editado por la Fundación Mexicana para la
Educación Ambiental y el Fondo de Cultura Económica, México, 2004, ps. 49/50.
(11) Madrigal Cordero P., Derecho ambiental en Centroamérica, Centro de Estudios y Capacitación Judicial
Centroamericano, San José, 2000, ps. 19/20 citado por Aguilar Rojas Grethel y Iza Alejandro (Editores a cargo),
Manual de derecho ambiental en Centroamérica, UICN Oficina Regional para Mezoamérica, Unión Mundial
para la Naturaleza, San José, 2005, p. 43.
(12) CAFFERATTA Néstor A., "Derecho ambiental en el Código Civil y Comercial de la Nación", en
Suplemento Especial Nuevo Código Civil y Comercial, 2014 (Noviembre), 17/11/2014, p. 273.
(13) Por nuestra parte podemos citar varios aportes, pero básicamente ESAIN, José Alberto, Competencias
ambientales, Editorial Abeledo Perrot, Buenos Aires 2008; CAFFERATTA, Néstor, Tratado jurisprudencial y
doctrinario, Editorial La ley, Buenos Aires, 2012, ps. 65/130; SABSAY Daniel Alberto y DI PAOLA María
Eugenia, "El Federalismo y la Nueva Ley General del Ambiente", Doctrina Judicial, ADLA, LXIII-A.
(14) Publicado con nota de GELLI, María Angélica, "La Cláusula para el progreso y los límites al poder de
policía provincial", en LA LEY, 1998-IV-423/434 de la que hemos tomado varios conceptos aleccionadores.
(15) MOSSET ITURRASPE, Jorge, "Daño ambiental" en Daño ambiental T I, de Mosset Iturraspe Jorge,
Hutchinsón Tomás y Donna Edgardo Alberto, Rubinzal Culzoni Editores, Buenos Aires, 1999.
(16) ESAIN, José Alberto, "El daño ambiental de incidencia colectiva en el caso del derrame de petróleo de
Magdalena", en Suplemento de Derecho Ambiental de la Revista La Ley del 29 de abril del 2003, ps. 2/7.
(17) Conforme ESCRIBANO COLLADO y LÓPEZ GONZÁLEZ, "El medio ambiente como función
administrativa", en Revista Española de Derecho Administrativo, Madrid, España, Nro. 26. Julio septiembre
1980, p. 370 y Larrumbre Biurum, "Medio ambiente y comunidades autónomas", en RVAP, nro. 8 enero abril,
p. 14.
(18) MARTÍN MATEO, Ramón, Manual de derecho ambiental, Editorial Trivium, Madrid, 1998.
(19) LORENZETTI, Ricardo, "La protección jurídica del medio ambiente", en LA LEY 1997-E-1467, nro.
2 e.
(20) ESAIN, José Alberto, "El daño ecológico leve y las pruebas científicas tasadas", nota al fallo "Icardi
c/Nalco", en la Revista Doctrina Judicial del año XXI, nro. 45, fechada el 9.11.05, p. 702 subsiguientes.
(21) HERNÁNDEZ, Carlos ¿Hacia la generalización de algunas soluciones del régimen de defensa del
consumidor? (El diálogo entre el derecho común y el derecho del consumidor) en el libro homenaje al profesor
Jorge Mosset Iturraspe, Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 2005, p. 197; CIURO CALDANI, Miguel
Ángel, La comprensión del plurijuridismo y el monojuridismo en una nueva era, en LA LEY, 2006-C, 1246.
(22) LORENZETTI, Ricardo (Director), cit. ps. 291/2.
(23) FALBO, Aníbal, "La fórmula constitucional de los presupuestos mínimos ¿un algoritmo para todo caso
ambiental?", Caso comentado: SCBA I.72.669 "Picorela Leyi, Jorge Omar y otros c/ Municipalidad De General
Pueyrredón s/ inconst. ord. Nº 21.296)" En Revista de derecho ambiental : doctrina, jurisprudencia, legislación y
práctica Buenos Aires : Abeledo Perrot, 2015 N° 42 (Abr/jun), p. 251-269
(24) Artículo 1708 CU "Funciones de la responsabilidad. Las disposiciones de este Título son aplicables a
la prevención del daño y a su reparación".
(25) LORENZETTI, Ricardo (Director), Código Civil y Comercial comentado, Editorial Rubinzal Culzoni,
Santa Fe, 2014, p. 271.
(26) López Herrera, Edgardo, Teoría general de la responsabilidad civil, Lexis Nexis, Buenos Aires, 2006,
p. 46.
(27) LORENZETTI, Ricardo (Director), cit. p. 274/5.
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(28) LORENZETTI, Pablo y ZONIS, Federico, "La función preventiva de la responsabilidad civil y el daño
ambiental", en LORENZETTI Ricardo (Director), Código Civil y Comercial comentado, ps. 280/281.
(29) JONAS, Hans, El principio de responsabilidad, Herder Editorial SL, Barcelona, 1995.
(30) SCBA Ac. 54.665, "Pinini de Pérez c/Copetro", sentencia del 19-5-98.
(31) MORELLO, Augusto Mario, La tutela de los intereses difusos en el derecho argentino, Librería
Editora Platense, La Plata, 1999.
(32) SCBA Ac. 54.665, "Pinini de Pérez c/Copetro", sentencia del 19-5-98.
(33) Seguiremos en este punto desarrollos que ya hemos hechos de este principio en ESAIN, José Alberto,
"De la Prevención ambiental, los Estudios de Impacto Ambiental y las medidas autosatisfactivas en el derecho
ambiental provincial", LLBA, 2003-150 y ESAIN, José Alberto, "Derecho Ambiental: el principio de
prevención en la nueva ley general del ambiente 25.675", publicado en el Suplemento de Derecho
Administrativo de la Revista Jurídica Lexis Nexis, del día 01/09/04.
(34) KLIMOVSKY, Gregorio, Las desventuras del conocimiento científico. Una introducción a la
epistemología, AZ Editora, Buenos Aires, 2011, p. 140.
(35) Afianzando este principio encontramos un trabajo clásico: CARRANZA, Jorge, Aproximación
interdisciplinaria a la responsabilidad por daño ambiental, JA 1989-IV-701.
(36) MARTÍN, Mateo Ramón, "La Revisión del Instituto de Evaluación de Impacto Ambiental", en Revista
Aranzadi de Derecho Ambiental, Thomson Aranzadi, número extraordinario, 2002, Navarra, p. 15.
(37) JAQUENOD DE ZSÖGÖN Silvia, cit., p. 352.
(38) PARELLADA, Carlos, "Los principios de responsabilidad civil por daño ambiental en Argentina", en
Responsabilidad por daños al medio ambiente, Universidad de Externado de Colombia, 2000, p. 243;
Bustamante Alsina Jorge Derecho ambiental: fundamentación y normativa, Abeledo Perrot, 1995, p. 48;
MARTÍN, Mateo Ramón, Tratado de derecho ambiental, Trivium vol I 1991, BOTASSI, Cárlos, Derecho
Administrativo ambiental, Platense, 1997, Besalú PÁRKINSON, Aurora, "Daño ambiental: aspectos relevantes
de la responsabilidad", en Obligaciones y contratos en los albores del siglo XXI Homenaje al Profesor López
Cabana, Abeledo Perrot, 2001, p. 59; en la misma obra colectiva BENJAMÍN, Antonio H., "¿Derechos de la
naturaleza?" en obra colectiva Obligaciones y contratos en los albores del siglo XXI, homenaje al profesor Dr.
Roberto M. López Cabana, Abeledo Perrot; Morello Augusto, La tutela de los intereses difusos en el derecho
argentino cap. IV, Un matiz fuertemente definitorio, lo preventivo" Platense, 1000, p. 59; BUSTAMANTE
ALSINA, Jorge, "Responsabilidad civil por daño ambiental", LA LEY, 1994-C, 1052; JORDANO FRAGA,
Jesús, "La responsabilidad de la Administración con ocasión de los daños al medio ambiente", Revista de
derecho urbanístico, nro. 19 julio agosto 1990, p. 19 Leopoldo E Silva Junior Alcidees, El estudio de impacto
ambiental como instrumento de prevención del daño al medio ambiente" en PASOS DE FREITES, Vladimir
(coordinador) Direito ambiental em evlucao, Juruá, 2002, p. 33; KISS, Alexandre Los principios generales del
derecho del medio ambiente Valladolid, 1975, p. 73; Mirra Álvaro, Acción civil pública y reparación del daño
al medio ambiente, Juárez de Oliveira, 2002, p. 127. En ese sentido, LORENZETTI, Ricardo L., "La protección
jurídica del ambiente", LA LEY, 1997-E, 1463, afirma que en el derecho ambiental, se le asigna a las empresas
una función de agente de prevención toda vez que en materia de contaminación se le imponen deberes
preventivos, como los de seguridad en el proceso de promoción y evitación de daños ambientales a terceros;
citados todos en CAFFERATTA, Néstor, "El principio de prevención en el derecho ambiental", en RDAmb. 0-9
o CAFFERATTA, Néstor, Summa Ambiental, tomo I, Editorial Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2011, ps. 275/6.
(39) MARTÍN, Mateo, Tratado...cit., p. 93; BUSTAMANTE ALSINA, Jorge Derecho ambiental cit., p. 50;
JAQUENOD DE ZSÖGÖN, Silvia, El derecho... cit., p. 352; MOSSET ITURRASPE, Jorge, "El daño
ambiental en el derecho privado", en Daño ambiental, cit. P. 21; BOTASSI, Carlos, Derecho administrativo, cit.,
p. 93.
(40) MARTÍN Mateo Ramón, Tratado de Derecho Ambiental, vol. I Trivium, 1991, p. 93, BUSTAMANTE
ALSINA, Jorge, Derecho Ambiental, fundamentación y normativa, Abeledo Perrot, Bs.As., 1995, p. 50, y
GOLDENBERG, Isidoro y CAFFERATTA, Néstor en Daño Ambiental problemática de su determinación
causal Abeledo Perrot, Bs. As 2001, ps. 68/72.
(41) El Tribunal Supremo de los Estados Unidos de América sostuvo que los objetivos de la NEPA eran
dos: a) imponer a las agencias federales la obligación de considerar todo impacto ambientalmente importante
derivado de una acción que se pretenda ejecutar y b) asegurar que la agencia informará a los ciudadanos de que
se han considerado las implicaciones ambientales del proyecto en el proceso de decisión. En este contexto el

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estudio de impacto ambiental (Environmental Impact Study, EIS) pasa a ser el signo externo de que, la variable
ambiental ha sido considerada.
(42) BRAÑES, Raúl, Manual..., cit.
(43) QUIROGA LAVIÉ, Humberto, Amparo colectivo, Rubinzal Culzoni, 1998, p. 268.
(44) Dispone el artículo 1718 que "Está justificado el hecho que causa un daño: a. en ejercicio regular de un
derecho; b. en legítima defensa propia o de terceros, por un medio racionalmente proporcionado, frente a una
agresión actual o inminente, ilícita y no provocada; el tercero que no fue agresor ilegítimo y sufre daños como
consecuencia de un hecho realizado en legítima defensa tiene derecho a obtener una reparación plena; c. para
evitar un mal, actual o inminente, de otro modo inevitable, que amenaza al agente o a un tercero, si el peligro no
se origina en un hecho suyo; el hecho se halla justificado únicamente si el mal que se evita es mayor que el que
se causa. En este caso, el damnificado tiene derecho a ser indemnizado en la medida en que el juez lo considere
equitativo.
(45) LORENZETTI, Pablo y ZONIS, Federico, "La función..."cit. ps. 276/317; LORENZETTI, Pablo,
"Relación de causalidad como presupuesto del daño ambiental. Nuevos perfiles a partir del Código Civil y
Comercial de la Nación", Publicado en Revista de Responsabilidad Civil y Seguros, Año XVIII, Número 2,
Febrero de 2016. Editorial La Ley; LORENZETTI, Pablo en tres trabajos: "Relación de causalidad como
presupuesto del daño ambiental. Nuevos perfiles a partir del Código Civil y Coercial de la Nación". Publicado
en Revista de Responsabilidad Civil y Seguros, Año XVIII, Número 2, Febrero de 2016. Editorial La Ley;
"Antijuridicidad como presupuesto de la responsabilidad civil por daño ambiental. Su reformulación a partir del
nuevo Código Civil y Comercial de la Nación". Publicado en Revista de Derecho Ambiental de Abeledo Perrot
Nº 43 (Director: Néstor Cafferatta). También publicado en la Revista Crítica de Derecho Privado del Núcleo de
Derecho Civil de la Universidad de la República de Uruguay, Nº 12. Edit. La Ley Uruguay, 2015; "Funciones
de la responsabilidad civil y daño ambiental en el Proyecto de Código Civil y Comercial de la Nación de 2012".
Publicado en Revista de Responsabilidad Civil y Seguros, Año XV, Número 8, Agosto de 2013. Editorial La
Ley.
(46) LORENZETTI, Pablo y ZONIS, Federico, cit., LORENZETTI, Pablo, cit.
(47) Dice Néstor Cafferatta al comentar el artículo 31 LGA que la norma "avanza sobre el régimen de
responsabilidad colectiva contenido en el artículo 1119 Código Civil y doctrina concordante, estableciendo la
responsabilidad solidaria de la reparación "frente a la sociedad". El último párrafo de este artículo extiende la
responsabilidad en el caso el daño sea producido por personas jurídicas a sus autoridades y profesionales en las
medidas de su participación". Al respecto el autor recomienda verificar ALTERINI, Atilio - ÁMEAL- LÓPEZ
CABANA, "Derecho de obligaciones civiles y comerciales", p. 813, nº 1920, Abeledo- Perrot, 1995;
BUSTAMANTE ALSINA, Jorge, "La responsabilidad colectiva en el derecho de daños", LA LEY 142- 984;
ídem., "Teoría General de la Responsabilidad civil", o. 622, nº 1745; CARRANZA, Jorge: "Aproximación
interdisciplinaria a la responsabilidad por daño ambiental", JA 1989-IV-705, nº IV-B)- 3C); GIANFELICE,
Mario C. "Responsabilidad civil por contaminación ambiental", LA LEY 1983-D-1021; LLAMBÍAS, Jorge J.
"Tratado Obligaciones", T. IV-B, p.282 y ss, nº 2958 y p. 291 y ss., nº 2962, Editorial Perrot, 1973; MOSSET
ITURRASPE, Jorge: "Daños causados por un miembro no identificado de un grupo determinado" en JA,
1973-VIII-4 y en "Estudios sobre la responsabilidad por daños", Editorial Rubinzal- Culzoni, 1980, T. II, p. 314,
nº 8; TRIGO REPRESAS, Félix: "Responsabilidad civil por daño ambiental", JA, 1999-IV-1180. Recuerda
Cafferatta -con cita de Maiztegui que "es necesario incluir la posibilidad de la condena solidaria al conjunto de
sujetos que de cara a la sociedad deben responder por ese daño colectivo, principalmente para los supuestos en
que no es posible determinar con precisión la medida de aportación del daño por parte de cada sujeto, pero
además porque es frecuente que un daño o pasivo ambiental producido no derive de un único acto o suceso, sino
de un conjunto de hechos (MAIZTEGUI, Cristina, Daño Ambiental: una hipoteca al futuro", en Derecho
Ambiental, 1º parte, 10 de julio 2002/ JA 2002- III, fascículo n. 2)" (en CAFFERATTA, Néstor, "Ley 25.675
General del Ambiente. Comentada, interpretada y concordada", en DJ, 2002-3, p. 1133).
(48) Ver en Argentina Ley 26.011 que aprueba el Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos
Persistentes, adoptado en Estocolmo, Reino de Suecia, el 22 de mayo de 2001.
(49) LORENZETTI Pablo y ZONIS, Federico y LORENZETTI Pablo, cit.
(50) HIJANO, Agustín, "La función preventiva en el nuevo Código Civil y Comercial" en Informe
Ambiental 2016, Fundación Ambiente y Recursos Naturales, Buenos Aires, 2016.
(51) LORENZETTI, Pablo y ZONIS, Federico y LORENZETTI, Pablo, cit.
(52) CAFFERATTA, Néstor, "Teoría general de la responsabilidad civil ambiental", en Derecho ambiental

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y daño, Lorenzetti Ricardo Luis (Director), La ley, Buenos Aires, 2009, ps. 64/65.
(53) ROCCA CRIVELARI, Responsabilidad civil por contaminación ambiental, Bias editora, Buenos
Aires, 1983, ps. 203 y subsiguientes, citado por Cafferatta Néstor, "Teoría general, cit.
(54) STIGLITZ, Gabriel, "Responsabilidad civil por contaminación del medio ambiente", en LL 1983-A p.
786 nro. III-1 citado por Cafferatta Néstor, "Teoría general, cit.
(55) CAFFERATTA, Néstor, "Teoría cit., p. 65.
(56) Ver DE MIGUEL PERALES, Carlos, La responsabilidad civil por daños al medio ambiente, Editorial
Civitas, primera edición 1994, segunda edición 1997, Madrid España, ps. 49/51.
(57) Lorenzetti, Pablo y ZONIS, Federico y LORENZETTI, Pablo, cit.
(58) Para profundizar muchos de estos temas, recomendamos la lectura de los aportes de Cafferatta,
.Lorenzetti Pablo y Federico Zonis.
(59) LESSON, J.D., Environmental law, Pitman Pub., Londres, 1995, p. 40 y subsiguientes.
(60) LOPERENA ROTA, Demetrio, Los principios del derecho ambiental, Editorial Civitas, 1998, p. 107.

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