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CAPITULO IV

RESULTADOS DE LA INVESTIGACION

En el presente capítulo se presentan los resultados de la observación y

estudio de las diferentes unidades de análisis contempladas en el cuadro de

construcción de las categorías de la investigación, es decir se examina cada

una de las unidades de análisis que definen operacionalmente las categorías y

los objetivos específicos que parten del objetivo general del trabajo especial de

grado.

Los resultados de la investigación documental, bibliográfica son

producto de la revisión minuciosa y exhaustiva de la teoría manejadas por los

estudios de la doctrina, en el presente estudio en el área tributaria tomando

como punto de partida las bases legales que soportan la temática

1. NOCIONES DE ARMONIZACION Y COORDINACION EN MATERIA


TRIBUTARIA

La armonización tributaria tiene por objeto eliminar las diferencias de

fiscalidad entre los países. Ella persigue que las decisiones de inversión y las

transacciones se acuerden con independencia de la carga fiscal, es decir que

esta resulte neutra a tales fines. Ello significa que el impuesto ha de

perjudicar lo menos posible la eficiencia en la asignación de recursos.

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Se ha señalado que "La armonización tributaria se convierte entonces

en el proceso por medio del cual los gobiernos de los países afectados por

estas distorsiones acordarán la estructura y el nivel de coerción de sus

sistemas tributarios, minimizando los efectos de la tributación sobre las

decisiones de consumo y producción, independientemente de la localización

geográfica y la nacionalidad".

Tal competenc ia armonizadora, en ningún momento puede

considerarse como una negación del poder tributario reconocido a los entes

menores, dentro de ellos el de la creación del impuesto a las actividades

económicas por parte de los municipios, sino simplemente como la

posibilidad que le reconoce el constituyente al Poder Nacional de establecer

principios y parámetros para determinar los tipos impositivos, definir factores

de conexión y adoptar cualquier otra medida que respetando la autonomía de

los estados y municipios en el ejercicio de su potestad tributaria, permitan

cumplir con otro principio propio de la descentralización, como lo es el de la

coordinación reconocido en el artículo 4 de la Carta Magna.

Interpreta esta juzgadora que la norma constitucional in comento no

tiene la intención de prever legislación única sobre esta materia, puesto que

en las disposiciones transitorias no se ordena tal cosa y se trata de delimitar

el alcance de las competencias nacionales y municipales cuando el legislador

nacional considere conveniente reglar algunas normas de armonización y

coordinación tributarias, pero mientras no lo haga, no las prohíbe.


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Frente a ello, podría decirse que el hecho de que el poder legislativo

sea quien apruebe la legislación armonizadora equivale a que ya se ha dado

la representatividad en referencia, y en consecuencia se podría predicar la

racionalidad tributaria en la forma en que está planteada en el artículo 156,

numeral 13 de la Constitución.

Mas se cree, sin embargo, que ello no es posible, tanto porque (i) el

Poder Legislativo Nacional representa un interés distinto y diferenciable, el

Nacional, sobre el Estatal o el Municipal (ii) la propia constitución, articulo

201, consagra la representatividad de la nación y de los estados en su

conjunto que ostenta los diputados a la asamblea nacional, con lo que los

diputados representarían a la nación, y no a los Estados y a los Municipios

que les eligen, con lo que la representatividad de la que se habla estos fines

queda descartada.

Abundando en lo expuesto, la expresión univoca de la República, sin

tomar en cuenta el derecho de los estados y de los municipios a regular sus

propias fuentes de ingresos, por su situación más cercana a la población que

la propia República, es incongruente con la propia obligación del poder

legislativo de “velar por los intereses y autonomía de los estados”, a que se

refiere el numeral 16 del artículo 187 de la constitución que define las

atribuciones de la asamblea nacional.

Por su parte, la competencia exclusiva y excluyente de la República

para legislar sobre las medidas de coordinación y armonización de los

distintos poderes tributarios de los estados y municipios para definir


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principios, parámetros y limitaciones, especialmente para la determinación de

los tipos impositivos o alícuotas de los tributos estadales y municipales, así

como para crear fondos específicos que aseguren la solidaridad

interterritorial, supone dada la atribución expresa de poder tributario a los

estados y municipios por imperio de los articulo 167 y 179 de la constitución,

una especie de reforma constitucional, distinta a los mecanismos de

modificación constitucional que prevé el mismo texto fundamental.

Además de la clausula de descentralización contenida en el artículo 157

de la constitución, que si bien en sí misma es perfectamente válida, no es

menos cierto que tal competencia debe responder al principio fundamental de

federación descentralizada a que se refiere el artículo 4 de la Carta Magna,

desiderátum de la organización política de la República, tal como lo

expresara la exposición de motivos de la constitución de 1961, tendencia

seguida por la constitución de 1999, así como por el principio de

descentralización para acercar el poder al pueblo, de acuerdo con el articulo

158 eiusdem, lo que en todo caso lograría, ahora sí, la corresponsabilidad de

la que habla el artículo 4 de la constitución.

En efecto, la corresponsabilidad supone que los poderes de los Estados

y de los Municipios participen directamente en la limitación de su propio

poder, como por ejemplo es el caso del régimen de coparticipación federal en

argentina; en caso contrario como lo es la aplicación, tal cual, de la

competencia exclusiva y excluyente del Poder Nacional sobre la

armonización tributaria, se deja en manos del poder nacional el poder


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absoluto, prácticamente constituyente, sobre una cuestión tan delicada como

lo es la financiación de los entes que procuran, de manera más cercana al

ciudadano, la satisfacción de las necesidades públicas.

Ello, desde el punto de vista axiológico seria una llave de paso, en

manos del poder nacional, para preterir las legitimas aspiraciones de los

pueblos de los estados y de los municipios para dar preferencia a las

necesidades financieras del poder nacional, quien únicamente atenderá a la s

necesidades propias para decidir si otorgar o niega poder tributario a estados

y municipios en determinadas materas, de manera de obtener la totalidad del

ingreso que la capacidad contributiva de los sujetos permite.

Ahora bien, no se niega la racionalidad de la armonización en sí misma;

los fines y valores antes descritos evidencian la necesidad de un mecanismo

armonizar como medio para obtener la progresividad y la justicia del sistema

tributario venezolano que preconiza el artículo 316 de la Constitución, en

respeto a la capacidad contributiva de los obligados tributarios y evitando, en

lo posible, los augurales conflictos de doble o múltiple tributación interna que

supone el régimen federal descentralizado adoptado por la constitución.

Lo que discute es el carácter exclusivo y excluyente de la competencia

del Poder Nacional para decidir e implementar, por vía legislativa, las

medidas armonizadoras, poderes tributarios se encontrara trabada en una

relación de contradicción con los principios y valores fundamentales del

sistema tributario.
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Todo lo contrario. La relación entre la autonomía fiscal de los estados y

de los municipios y los principios de progresividad, justicia y eficiencia del

sistema tributario no puede plantearse como una relación contradictoria, sino

en todo caso como una relación dialéctica, donde el uno puede y debe

perfectamente obtener los mismos fines por sus medios propios; es esa la

idea que preside la noción federal de estado, y negar esta realidad es negar

la esencia misma del Estado Federal que declara la constitución en su

articulo 4 que es propia de la república.

En razón a lo expuesto en líneas anteriores, la investigadora considera

que la armonización tributaria que desde la Constitución de 1999 ostenta la

República frente a los estados y municipios, como poder jurídico de

actuación competencia para limitar el poder tributario de los citados entes

político territoriales, de modo de alcanzar las finalidades de integridad

territorial, cooperación, solidaridad, concurrencia y corresponsabilidad de que

habla el artículo 4 del texto fundamental.

En este sentido, el proceso de armonización no se exige la creación de

un nuevo modelo de imposición, ni unificación de los sistemas fiscales

nacionales, sino aproximación pragmática de los sistemas existentes. Se

trata de un proceso instrumental, progresivo, orientado al funcionamiento

correcto del mercado, eliminando o atenuando las divergencias o diferencias

de carácter impositivo que obligan a desarrollar estrategias en la toma de

decisiones que afectan la competitividad. Es decir, se rige por la regla de la


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neutralidad, la que ha sido muchas veces definida como la recomendación de

que los impuestos no alteren las decisiones de las personas.

2. LA ARMONIZACIÓN INTERNA TRIBUTARIA SEGÚN LO


ESTABLECIDO EN LOS ARTICULOS 156. 13 DE LA CONSTITUCIÓN Y
164 DE LA LOPPM.

El artículo 156, ordinal 13°, de la CRBV, establece:

Es de la competencia del Poder Público Nacional: 13. La legislación

para garantizar la coordinación y armonización de las distintas potestades

tributarias, para definir principios, parámetros y limitaciones, especialmente

para la determinación de los tipos impositivos o alícuotas de los tributos

estadales y municipales, así como para crear fondos específicos que

aseguren la solidaridad interterritorial.

De esta forma, el nuevo texto constitucional, a diferencia del de 1961,

refuerza los propósitos de armonización y coordinación de las distintas

potestades tributarias, para garantizar un mínimo de uniformidad en el

ejercicio de dichas potestades, tanto por lo que respecta a los tributos

propios, como aquellos que eventualmente puedan ser asignados o cedidos

por el Poder Nacional a los estados o Municipios, por invocación del propio

texto constitucional, en ejercicio de las facultades descentralizadoras.

Esta novísima norma podría contribuir a establecer lineamientos claros

en cuanto a los límites a los que deberán sujetarse los Estados y Municipios

a la hora de ejercer sus competencias tributarias.

Su objeto, entonces, es el de garantizar la uniformidad en el diseño

legislativo y en la aplicación de los tributos, cualquiera que sea su origen


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territorial, sin que ello implique la desnaturalización o el vaciamiento de las

competencias que integran la autonomía, la cual, por su esencia, implica y

supone, la posible diversidad de las regulaciones , como señala Romero-

Muci, (1995), no podría el Poder Nacional, a través de una legislación de

coordinación tributaria, vulnerar las potestades tributarias de los entes

menores, por cuanto ello se consideraría como una usurpación de

competencias.

Para, Rojas (1993), se muestra acorde con esta postura argumentando

que las leyes a ser dictadas por el Poder Nacional con fines de alcanzar la

coordinación y armonización de las distintas potestades tributarias, no

deberán contener normas que puedan traducirse en medidas irrestrictas

sobre el poder tributario de los estados y los Municipios, como sería el caso

de establecer una banda que limitase, por arriba y por abajo, las

posibilidades de varias alícuotas por parte de los entes menores o llegar a

establecer respecto de un mismo tributo de manera uniforme y única, los

tipos aplicables por todos los estados o Municipios.

De lo que se trata más bien, es de lograr un equilibrio entre el principio

de la coordinación y el de la autonomía, circunscribiendo su intervención el

Poder Nacional a la fijación de principios, parámetros y a establecer

limitaciones al ejercicio de materias propias de los entes menores, evitar

casos de doble o múltiple imposición y alícuotas impositivas excesivamente

dispares para las mismas actividades en varios Municipios diferentes.

De allí que el investigadora infiere que la coordinación y armonización

de las distintas potestades tributarias, de lo que se trata es de coordinar


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mejor la tributación y no de asignarle más poder a ningún ente de la

administración gubernamental.

En este orden de ideas, cabe suponer que la LOPPM es parte de esa

legislación de la cual habla el artículo 156 de la Constitución, toda vez que en

el artículo 160 se establece: “los Municipios ejercerán su poder tributario de

conformidad con los principios, parámetros y limitaciones que se prevean en

la ley, sin perjuicio de otras normas de armonización que con esos mismos

fines, dicte la Asamblea Nacional”. Dentro de esas normas de armonización

se destacan las siguientes:

- La posibilidad de que los municipios puedan celebrar contratos de

estabilidad tributaria (artículo 164).

- La prohibición a los municipios de renunciar en sus contrataciones al

cobro de sus tributos, o a la liberación del pago de impuestos nacionales o

estadales. Tales estipulaciones serían nulas de pleno derecho, así como las

exenciones o exoneraciones de tributos municipales, que pudiesen conceder

el Poder Nacional o los estados, en contratos celebrados con terceras

personas (artículo 165).

- El cumplimiento, por parte del municipio, de ciertos deberes, en

atención al principio de colaboración entre los distintos niveles de la

Administración Pública y en relación de reciprocidad que permita la

efectividad de la coordinación administrativa. En consecuencia, los

Municipios deberán, según lo establece el artículo 169 de la LOPPM:


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- Facilitar a las otras administraciones información sobre antecedentes,

datos o informaciones que obren en su poder y resulten relevantes para el

adecuado desarrollo de los cometidos de aquéllas.

- Prestar la cooperación y asistencia activa que las otras

administraciones pudieran requerir para el eficaz cumplimiento de sus tareas.

- Suministrar la información estadística relacionada con la recaudación

de sus ingresos, padrones de contribuyentes y otras de similar naturaleza, a

los entes estadales o nacionales con competencias en materia de

planificación y estadísticas, así como a las Administraciones Tributarias que

lo soliciten, para lo cual podrán establecer un mecanismo de

intercomunicación técnica. Lo previsto en este artículo se entiende sin

perjuicio del régimen legal a que está sometidos el uso y la cesión de la

información tributaria.

En este sentido, el principio de colaboración al cual hace referencia esta

normativa , se establece en el artículo 136 de la CRBV. Planes de inspección

conjunta (artículo 170).

La Administración Tributaria del Municipio podrá elaborar y ejecutar

planes de inspección conjunta o coordinada con las demás administraciones

tributarias, municipal, estadal o nacional. Además de colaborar con otros

entes públicos con el municipio (artículo 171).

Todas las autoridades civiles, políticas, administrativas, militares y

fiscales de la República, de los estados y del Distrito Capital, los

registradores, notarios y jueces, así como los particulares, están obligados a


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prestar su concurso para la inspección, fiscalización, recaudación,

administración y resguardo de los ingresos municipales y a denunciar los

hechos de que tuviere conocimiento que pudiesen constituir ilícito tributario

contra la Hacienda Pública Municipal.

La posibilidad de que los municipios puedan celebrar acuerdos en

relación con el ISAE. Estos acuerdos pueden ser:

Entre los municipios y con otras entidades político-territoriales,

destinados a delimitar el alcance del poder tributario de la partes

intervinientes en el caso de que una actividad sea ejercida en más de una

jurisdicción (artículo 161).

Entre los municipios o con los contribuyentes, a los fines de logar reglas

de distribución de la base imponible distintas a las previstas en la ley, en

razón de especiales circunstancias que puedan rodear determinadas

actividades económicas. Estos acuerdos deberá n formularse con claros y

expresos criterios técnicos y económicos. En todo caso, dichos acuerdos

deberán privilegiar la ubicación de la industria (artículo 219).

Los criterios técnicos y económicos de acuerdo con el artículo 220 de la

LOPPM, se consideran utilizables a los fines de la atribución de ingresos a

los municipios en los cuales un mismo contribuyente desarrolle un proceso

económico único, entre otros, los siguientes: El valor de los activos

empleados en el municipio comparado con el valor de los activos empleados

a nivel interjurisdiccional. Los salarios pagados en el municipio comparados

con los salarios pagados a nivel interjurisdiccional. Los ingresos generados

desde el municipio con los ingresos obtenidos a nivel interjurisdiccional.


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De conformidad con lo establecido en el artículo 211 de la Ley Orgánica

del Poder Público Municipal (2009) primera parte expone que el ejecutivo

nacional o estadal, deberá tomar en cuenta el costo del impuesto municipal

sobre actividades económicas en la fijación del margen de utilidad conferido

a los servicios o productos cuyo precio es fijado por éste.

A estos fines, la alícuota impositiva aplicable de manera general a todos

los Municipios, será la fijada en la Ley de Presup uesto Anual, a proposición

del ejecutivo nacional.

Por lo que, en nuestro país, el reparto constitucional de los dominios

tributarios y las limitaciones que el mismo texto fundamental impone al

ejercicio de esas facultades, garantiza en cierta medida la restricción a los

desbordes o excesos de aquellos entes territoriales dotados también de

cierto grado de autonomía.

3. PROCEDIMIENTOS ADMINISTRATIVOS TRIBUTARIOS

La recaudación, verificación y determinación es una institución adjetiva

que se rige por estrictas normas de orden público que garantizan los

derechos del investigado, toda vez que su sustanciación se encuentra

sometida a reglas de insoslayable acatamiento, por su marcada intromisión

en la producción individual, al extremo de que con su sustanciación la

autoridad fiscal puede conocer con alto grado de certeza, la capacidad

contributiva de los sujetos pasivos sometidos al imperio de la potestad

tributaria del ente público acreedor del tributo y, al propio tiempo permite
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declarar la existencia y cuantía de un crédito tributario, que bien puede ser a

favor del contribuyente por pago excesivo, o a favor de la administración

tributaria, por pago deficitario del sujeto pasivo.

El código orgánico tributario venezolano (2001), ha plasmado en su

capítulo III, de los procedimientos, sección primera, disposiciones generales,

toda la normativa que el legislador ha estimado pertinente para regular la

sustanciación de los procedimientos fiscales de:

a) Determinación tributaria;

b) De verificación de deberes formales;

c) De pago de lo indebido y;

d) De reintegro de lo pagado por tributos indirectos que no hayan

podido ser trasladados mediante enajenación de bienes muebles corporales

o por prestación de servicios, afectando el principio de neutralidad de los

impuestos de esta especie, como suele ocurrir a los exportadores o

empresas en fase pre-operativa, en el impuesto al valor agregado.

Todos estos procedimientos hacen relación con la capacidad

contributiva, excepción hecha del destinado a verificar el cumplimiento de

deberes formales, cuyo fin es el de procurar que la Administración disponga

de los elementos informativos para que constituyan medios integrados de

control fiscal.

El tramado de normas procedimentales administrativas de naturaleza

tributaria, se encuentra estructurado por la expresa consignación en el código

orgánico tributario (2001) de reglas de conducta especial, encaminadas a fijar el


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alcance de los derechos y deberes de la administración, así como los del

contribuyente o responsable como sujeto pasivo de la obligación fiscal, toda vez

que la conformación de tales normas también están dotadas de la estructura

impero -atributiva, propia de toda norma jurídica, con su respectivo supuesto

fáctico (singular o plural) y su consecuencia jurídica.

Ese conjunto normativo plasmado en el aludido texto legal orgánico,

atiende las necesidades propias del derecho tributario, conjugando el interés

público de la recaudación con los derechos y deberes del ente acreedor de

las cargas fiscales con los del sujeto pasivo. Esa es su finalidad y hasta allí

llega su especialidad.

4. PRINCIPIOS BÁSICOS ESTABLECIDOS EN LA LEY DE


SIMPLIFICACIÓN DE TRÁMITES ADMINISTRATIVOS (2008) EN
CORRESPONDENCIA CON LOS PROCEDIMIENTOS TRIBUTARIOS
MUNICIPALES.

Como apunta Valdés (1992), los principios que se aplican en cada rama

del ordenamiento jurídico no son una creación exclusiva de dicha rama, sino

que por lo general resultan de la especificación de otros principios generales

residentes en la constitución nacional de forma explícita. De igual forma, la

calificación de tributario de un determinado principio solo implica especificar

al ámbito en el cual dicho principio más general del ordenamiento.

Es decir que, a los principios jurídicos tributarios, ahora se le agrega al

calificativo de constitucionales. Ello implica una clara diferencia o distinción

respecto de las jerarquías de la normas, además del carácter constitucional


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que se otorga a los principios tributarios, se debe considerar lo establecido

en la ley sobre simplificación de trámites administrativos por lo que en esta

ley se enuncian principios fundamentales que vinculados con los principios

tributarios se alcanzaría una armonización interna como mecanismo de

simplificación de los procedimientos tributarios siendo esto el componente

principal de la presente investigación.

Es por ello que para el desarrollo de los principios que expone la ley

sobre simplificación de trámites administrativos es importante desglosar en

primer término los principios tributarios los cuales debe cumplir con dos

requisitos a saber, el primero está referido a su propia definición como

principio, a su expresión, indicando algunas pautas tales como las siguientes:

Ser adecuado a la realidad social en que se inserta, en cuanto a su

realizabilidad, pues de lo contrario sería utópico; ser expresado con claridad

en cuanto a su sentido y ratio constitucional, para evitar interpretaciones

interesadas, debiendo tener un contenido concreto; debe ser más coherente

con los demás principios constitucionales tributarios, no pudiendo haber

contradicciones, que no haya de lesionar un principio para procurar

conseguir los fines de orto principio.

El segundo requisito, en cambio, está referido a que permita la

construcción de un sistema de garantías constitucionales para poder

rechazar la normativa contraria al conjunto de principios, mediante las vías

procesales que adecuadamente prevea el ordenamiento.


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Por su parte Pont (1998), agrega que la constitucionalización en materia

tributaria pretende evitar que el ordenamiento ordinario pueda llegar a

prescindir de ideas arraigadas la comunidad, también como así de principios

y criterios que deben tomarse en consideración para configurar el sistema

tributario. De esta forma, el legislador cuando dicte normas tributarias solo

podrá hacerlo respetando los principios y criterios establecidos en la

Constitución Nacional.

Cuando se habla del derecho constitucional tributario se refiere a un

conjunto de normas, pertenecientes al derecho constitucional, cuyo contenido

hace mención a la caracterización que debe tener el derecho tributario. Es

decir, en breve, la parte del derecho constitucional que regula la

conformación del derecho tributario, de las instituciones tributarias

consideradas fundamentales o básicas por el constituyente.

En lo que se refiere al principio de legalidad, emerge cuando todas las

acciones que emanan del poder público se encuentran en completa armonía

con las reglas de derecho.

El principio de legalidad se ha apoyado, no sólo en la concepción

tradicional de la supremacía de la ley, sino, además, en el principio de la

seguridad jurídica; en tal sentido, se puede señalar, a criterio de ésta

investigadora, que no existe seguridad jurídica si la autoridad no está

subordinada a la regla de derecho, es decir, la subordinación de los actos del

poder público, las leyes, los reglamentos, ordenanzas y actos normativos.


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En la administración pública, tal principio significa, que la prenombrada

administración está sometida a las reglas de derechos, recogidas en la

Constitución, en leyes dictadas por la asamblea nacional y las propias de la

administración. Este principio, impone a las autoridades, la obligación de

ceñir todas sus decisiones al contenido de las reglas jurídicas

preestablecidas y los principios no escritos que conforman el ordenamiento

jurídico, aplicándose tanto a los actos administrativos individuales, como a

los actos administrativos generales; por consiguiente, las medidas o

decisiones de carácter particular, requieren para su validez, estar

subordinados a las normas generales.

Los actos administrativos generales, deben tener su fundamento en la

Constitución Bolivariana de la República Bolivariana de Venezuela (1999) por

consiguiente, nada valdría, si la efectividad del principio de legalidad no

estuviera garantizada contra posibles violaciones del mismo.

Los administrados pueden acudir a los órganos jurisdiccionales

competentes, para pedir la anulación de los actos administrativos ilegales, u

oponer, como defensa, la excepción de ilegalidad cuando se haya intentado

contra ellos una demanda fundada en un acto administrativo que ellos

estiman ilegal. La acción de nulidad, basada en la ilegalidad del acto y la

excepción o defensa de la legalidad, son las vías de derecho abiertas a los

administrados para obtener la sanción de las infracciones del principio de

legalidad.
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Está investigadora considera, que la ilegalidad de un acto administrativo

puede manifestarse de diferentes modos; en este sentido, se expresó con

anterioridad que todo acto administrativo está compuesto de una variedad de

elementos, de cuya regularidad depende la validez de aquel, lo cual otorga

seguridad jurídica a los administrados, mediante el acatamiento de la norma

jurídica, apegada a la debida discreción administrativa, por lo que nos

conlleva a inferir que el funcionario actuante está sujeto en el ejercicio de los

actos administrativos a los presupuestos normativos de forma y de fondo

esenciales, ya que de lo contrario, estaría incurriendo en un acto que

adolecería de legalidad.

Se encuentra plenamente consagrado en la Constitución de la

República Bolivariana de Venezuela (1999) en su artículo 317. “No podrán

cobrarse impuestos, tasas, ni contribuciones que no estén establecidas en la

ley, ni concederse exenciones o rebajas ni otras formas de incentivos fiscales

sino en los casos previstos por las leyes (…)” Se evidencia su

carácter de principio constitucional tributario.

De allí, se desprende el complemento enunciado en el Código

Orgánico Tributario (2001) en su artículo 3:

Sólo a las leyes corresponde regular con sujeción a las normas


generales de este Código, las siguientes materias:
1. Crear, modificar o suprimir tributos, definir el hecho imponible,
fijar la alícuota del tributo, la base de su cálculo e indicar los
sujetos pasivos del mismo.
2. Otorgar exenc iones y rebajas de impuesto.
3. Autorizar al Poder Ejecutivo para conceder exoneraciones y
otros beneficios o incentivos fiscales.
4. Las demás materias que les sean remitidas por este Código
(…).
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Sobre la base de las ideas planteadas y tomadas en consideración las

bases legales sustentadas, el principio de legalidad, es un principio

constitucional tributario, que viene a limitar la potestad de los poderes

públicos de crear o modificar tributos.

De allí, que el principio puntualiza que las leyes tributarias deben ser

amplias y especificas en cuanto a la estructura del tributo, es decir base

imponible, hecho imponible, alícuota impositiva y régimen del incentivo fiscal

(exenciones y exoneraciones).

De tal manera que el principio de legalidad constituye una garantía

constitucional al limitar la facultad del poder ejecutivo para crear o modificar

ley que regule un tributo determinado.

Según lo referido por Villegas (1999), “no se puede dudar, que la ley

debe contener por lo menos los elementos básicos y estructurantes del

tributo a saber”: Configuración del hecho imponible o presupuesto que hace

nacer la obligación tributaria. La determinación como sujeto pasivo de aquel

a quien se atribuye el acaecimiento del hecho imponible o la responsabilidad

por deud a ajena. Los elementos necesarios para la fijación de la base

imponible y alícuota (p.365)

Por cuanto, el criterio del precitado autor (1999) confirma los estatutos

legales que enuncia la Constitución de la República Bolivariana de

Venezuela (1999) en relación al principio de legalidad, que constituye a su

vez la base para la creación de un determinado tributo.


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En este sentido la investigación en apoyo al criterio de Villegas (1999),

puntualiza algunas precisiones sobre el alcance del principio de legalidad a

saber Rige para todos los tributos por igual, es decir, impuestos, tasa y

contribuciones. Los decretos reglamentarios dictados por el poder ejecutivo

no pueden crear tributos, ni alterar sus aspectos estructurales, ya que eso

seria ir más allá del espíritu de la ley y violar el principio de legalidad,

El poder ejecutivo no puede mediante resoluciones generales, ni

mediante decretos, delinear aspectos estructurantes del tributo, ya que la

Constitución establece expresamente el principio de legalidad y no

contempla excepciones a él. A criterio y juicio de Villegas (1999), el límite o

alcance del principió de legalidad está plenamente definido por la ley, por lo

que cualquier circunstancia que la creación de cualquier tributo que no se rija

por el alcances antes descrito está viciado de inconstitucionalidad, en

consecuencia resulta importante señalar algunas de las circunstancias en

que se puede menoscabar la ley o constituirse una transgresión al principio

de legalidad.

Villegas (1999) considera que se viola el principio de legalidad:

- Cuando se pretenda cobrar un tributo cuyo hecho imponible no este

íntegramente fijados por la ley.

- Cuando se pretenda crear por decretos o resoluciones una situación

de sujeción pasiva tributaria, al margen de lo expresamente dispuesto por

ley.

- Cuando se pretenda recurrir a bases imponibles ajenas a las que

determina la ley. Cuando el Poder Administrador incremente alícuotas


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impositivas al margen de lo establecido en la ley, y aun cuando exista

delegación legal al no existir expresa autorización constitucional para ello.

-Cuando se creen administrativamente infracciones o sanciones no

establecidas por la ley. Cuando se perjudique al contribuyente actuando

discrecionalmente en el procedimiento de determinación tributaria, que debe

estar íntegramente reglado. Cuando se produzca aun por la ley alguna

alteración retroactiva perjudicial para la situación tributaria del sujeto pasivo.

En este sentido, el autor (1999) refleja de forma explícita las

situaciones en las cuales el sujeto administrado puede calificar de

transgredido o violado el principio de legalidad, por cuanto no puede existir

un tributo que lo establezca, se le confiere seguridad jurídica al sujeto pasivo

de la relación tributaria al exigirse que la ley tributaria debe contener todas

las disposiciones que regulen el funcionamiento de un tributo determinado.

En efecto, el principio de legalidad excluye cualquier tipo de

arbitrariedades en la configuración, modificación o suspensión de un tributo,

así mismo exige que la ley tributaria contenga los elementos estructurales del

tributo, como son el hecho imponible, la base imponible, los sujetos pasivos y

la alícuota.

De allí, que la ley es explicita cuando incluye acertadamente las

exenciones rebajas y otras formas de incentivos fiscales, a fin de que no se

concedan exclusiones de pagos totales o parciales que vengan en

contradicciones a lo establecido en la ley tributaria.

En lo referente al principio de capacidad contributiva nace de la

necesidad de contribuir al gasto público y del principio de igualdad de las


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cargas públicas. En efecto, es deber de todo ciudadano el contribuir en la

medida de sus posibilidades al financiamiento de los gastos en que incurre el

Estado, ya que este necesita de esos recursos para satisfacer las

necesidades públicas, lo cual es su razón de ser primordial, y principal motivo

de existencia. Existe pues, el deber de solidaridad de contribuir al gasto

publico, sin embargo, no todos están obligados a sacrificarse.

De igual manera, porque existe el principio de igualdad de las cargas

públicas, que no alude a una igualdad material, cuantitativa, sino que es

personal, cualitativa; se toma en cuenta la situación económica de cada

quien. De allí, que se afirme que la capacidad contributiva es la potencialidad

de contribuir a los gastos públicos que poseen los individuos sometidos al

poder tributario del Estado. Este concepto está íntimamente ligado al

concepto de sacrificio y a la posibilidad de que un ciudadano renuncie a un

goce directo y soporte tal renuncia; en otras palabras, constituye la medida

con que él puede contribuir a los gastos públicos.

Se advierte así que la capacidad contributiva es la aptitud económica

personal para soportar las cargas públicas en mayor o menor grado. Se

deben tener en cuenta, pues, las condiciones particulares de cada uno de los

contribuyentes. Lo que busca este principio es que los contribuyentes de un

Estado aporten a su sostenimiento en la cantidad más aproximadamente

posible a la proporción de sus respectivas capacidades; es decir, en

proporción a sus ingresos y rentas de que respectivamente disfrutan. Así,


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visto el concepto de capacidad contributiva, podemos sostener que éste es

imposible de cuantificar y que la forma en que se puede investigar es a

través de otros principios como el de Justicia e Igualdad Tributaria.

Y es el legislador quien debe atribuir al sujeto particular esta

potencialidad de contribuir a los gastos públicos, tomando en cuenta la

riqueza en posesión de una persona o empresa, y atribuyéndole a esta la

magnitud de capacidad contributiva y graduar así la obligación tributaria. La

aptitud económica, pues, reposa en los ingresos, el patrimonio o riqueza

propia del contribuyente. Con mayor precisión se ubica al principio de

capacidad contributiva como límite material al contenido de la norma

tributaria.

Señala por su parte Villegas, (1999), que la generalidad exige la no

exención (salvo motivos razonables) de quienes tengan capacidad

contributiva; la igualdad requiere que no se hagan arbitrarios distingos, sino

los que tengan fundados en la capacidad contributiva (salvo fines

extrafiscales).

La proporcionalidad garantiza contra progresividades que no se

adecuan a la capacidad contributiva graduada según la magnitud del

sacrificio que significa la privación de una parte de la riqueza; la

confiscatoriedad se produce ante aportes tributarios que exceden la

razonable posibilidad de colaborar al gastos público; la equidad y la

razonabilidad desean la justicia en la imposición y tal concepto está

expresado por la idea de que cada cual responda según su aptitud de pago
141

El concepto de capacidad contributiva denota una aptitud de las

personas para pagar los tributos, es decir, posesión de riqueza en la medida

suficiente para hacer frente a la obligación fiscal. Es dable advertir que

capacidad económica no es identificable con capacidad contributiva, sino que

ésta viene dada por la potencia económica o la riqueza de un sujeto que

supera el mínimo que posibilite un nivel de vida digno por parte del

contribuyente y su familia. No existe capacidad de concurrir a los gastos

públicos si sólo se tiene lo necesario para las exigencias individuales

mínimas, ni cuando no se satisfaga el imperativo constitucional de posibilitar

una vida digna.

El principio de no Confiscatoriedad se encuentra contemplado en los

artículos Nº 115 y 116 de la Carta Magna (1999).

Artículo 115. Se garantiza el derecho de propiedad. Toda persona tiene

derecho al uso, goce, disfrute y disposición de sus bienes (...).

Artículo 116. No se decretarán ni ejecutarán confiscaciones de bienes

sino en los casos permitidos por esta Constitución (…).

Se complementa con el aparte final del artículo 312, de la Constitución

de la República Bolivariana de Venezuela (1999), en los siguientes términos:

“… Ningún tributo puede tener efecto confiscatorio”.

De acuerdo a las bases legales antes presentadas, el principio de no

confiscatoriedad se basa en el respeto a la propiedad privada según los

autores Martín y Rodríguez (1999), es uno de los limites más importantes del
142

poder tributario, al garantizar que no se deben establecer tributos

exorbitantes, ya que se calificarían como confiscatorios.

Por su parte el autor Villegas (1999) en apoyo a lo referido por los

citados autores, concluye que la confiscatoriedad tributaria es una cuestión

eminentemente de hecho, que requiere una prueba asertiva y amplia para

que prospere y no se le presume en ningún caso.

De acuerdo a lo antes señalado, surge la importante intervención del

autor Octavio (2002), cuando expresa que se presume que el tributo tendrá

carácter confiscatorio, cuando se exija una parte de la riqueza gravada de

cuantía mayor que aquella que se considera razonable teniendo en cuenta la

naturaleza y fines del tributo.

De tal manera, que el legislador debe asegurar que el tributo no afecte

el capital, sino sólo su rendimiento efectivo o potencial y aun así en una

cuantía que no impida el ahorro o la reinversión y sobre todo que en las

personas naturales no desmejore el mínimo de sub-sistencia.

Como consecuencia de lo anteriormente planteado Octavio (2002)

afirma que:

Una de las razones que ha sido objeto de abundante


jurisprudencia es considerar la confiscatoriedad, en todos los
casos como una cuestión de hecho, ya que según la doctrina, el
carácter confiscatorio de un tributo no puede ser establecido sino
como consecuencia del análisis detenido de las circunstancias de
hecho que condicionan su aplicación; y su incompatibilidad, por tal
razón con la garantía constitucional de la propiedad no puede
resultar sino la prueba de la absorción, por el Estado de una parte
sustancial de la renta o del capital gravado (p.40).
143

Para Brewer (2001) toda contribución institucional, que resulta de la

violación de las garantías constitucionales de los contribuyentes frente al

poder impositivo del estado, a la legalidad del impuesto, a la propiedad, a la

equidad, a la libertad económica así como a las demás libertades públicas

individuales.

Para Fraga (2000) el problema de los efectos confiscatorios de los

tributos ha ocupados a buena parte de la doctrina desde hace bastante

tiempo. Para algunos se trata de u asunto que se reduce a la plena vigencia

de la garantía del derecho de propiedad: para otros, es un reflejo del principio

de acuerdo con el cual los tributos deben recaer sobre la verdadera

capacidad contributiva del sujeto pasivo; otros ven el principio como un limite

a la progresividad de los tributos; y, finalmente hay quienes restan toda

importancia esta discusión.

Según Pérez (2006), quien comenta la interdicción de los efectos

confiscatorios de los tributos en la Constitución Española de 1978, se trata

mas de un principio de valor ideológico o político que jurídico y solo en

aquellos casos en que: “un tributo llegase a producir efecto confiscatorio o de

anulación del derecho de propiedad, el precepto seria tachado de

institucionalidad sin necesidad de recurrir al principio que se estudia, por el

simple juego de la regla de la capacidad económica” (p.165).

En otras palabras, para el autor citado (2006), la señalada prohibición

no tiene mayor aplicación práctica, pues todo se reduce a un problema de

respecto del principio de capacidad contributiva.


144

De acuerdo con Rodríguez (1998), se trata de un principio que se

proyecta sobre el conjunto del sistema tributario a la manera de principio

estructural de la constitución financiera que se trata de garantizar el respeto

por otra parte del sistema fiscal de otros valores y derechos constitucionales

a la constitución económica, como el derecho a la propiedad privada a la

libertad de empresa así como también la economía de mercado. Constituye,

pues, el límite explicito a la progresividad que inspira el sistema tributario, a

la eventual utilización de la vía fiscal (a la revolución social por los impuestos)

como instrumento de transformación pacifica del sistema económico social

que la constitución Nacional propugna.

Según Fernández (1998), el principio de no confiscatoriedad se

presenta de esta forma como limite ultimo del sistema tributario con el que,

sustancialmente, se pretende impedir que una aplicación extrema del

principio de progresividad atente contra la capacidad económica que la

sustenta.

Ahora Ramírez (2000) señala que:

la confiscatoriedad, consiste en que existe por que el estado se


apropia indebidamente de los bienes de los contribuyentes al
aplicar un gravamen en el cual el montón llega a extremos
insoportables deteriorando así la capacidad contributiva de la
persona, vulnerando por esa vía indirecta la propiedad privada e
impidiendo ejercer su actividad” (p.113).

Adicionalmente el principio constitucional de la no confiscación se

define, como tal lo señala Naveira (1997), es un principio individual de tipo

garantista neto, configurador de un derecho individual que no necesita la


145

reglamentación Infra constitucional para hacerse efectivo, hasta se anuncia

claramente con una prohibición, una proscripción de cierta por parte del

Estado.

Por su parte, De Juano (1984), sostiene que el principio de no

confiscatoriedad refuerza la garantía de la propiedad privada como institución

frente al poder tributario del estado de la ordenación económica, como un

corolario y especificación del principio de conformidad con el Estado.

De acuerdo con Rodríguez (1998), se trata de un principio que se

proyecta sobre el conjunto del sistema tributario a la manera de principio

estructural de la constitución financiera que trata de garantizar el respeto por

parte del sistema fiscal de otros valores y derechos consustanciales a la

constitución económica, como el derecho a la propiedad privada o la libertad

de empresa y la economía de mercado.

Constituye, pues, en límite explicito a la progresividad que inspira el

sistema tributario a la eventual utilización de la vía fiscal (a la revolución

social de los impuestos) como instrumento de transformación pacifica del

sistema económico y social que la constitución propugna”. Como vemos, el

autor español encarga el principio con la protección de la propiedad privada,

la libertad de empresa y el principio de progresividad de los impuestos.

Según Fernández (1998), el principio de no confiscatoriedad se nos

presenta de esta forma como un límite del sistema tributario con el que,

sustancialmente, se pretende impedir que una aplicación extrema del


146

principio de progresividad atente contra la capacidad económica que la

sustenta. El autor concibe la prohibición como un límite al principio de

progresividad de persigue resguardar la capacidad económica del

contribuyente como índice revelador de la posibilidad de contribuir.

Finalmente, García (2002), opina que el sistema tributario como

instrumento del deber de tributación, tal y como está configurado en el texto

constitucional (Español), puede ser tachado de confiscatorio si alcanza a

detraer unos recursos y con posibilidades de participar en la vida económica

y por ende en la social, cultural y política de la sociedad.

Es la opinión de Fraga (2006), aparte de su clara conexión con la

garantía del derecho de propiedad, con la prohibición general de

confiscación, la normal que prohíbe los efectos confiscatorios de los tributos,

está íntimamente vinculada a los postulados fundamentales de la tributación

del sistema económico imperante en el país. El análisis de estos principios

en su relación con la no confiscatoriedad de los tributos, permite perfila con

mayor profundidad el alcance y contenido de esta prohibición.

Para García (2002), en Argentina la no confiscatoriedad de los tributos

no es una expresa garantía constitucional, no obstante, la no

confiscatoriedad de los tributos es una garantía implícita de orden

constitucional que surge de la aplicación de la garantía del derecho de

propiedad. Numerosa jurisprudencia, en forma pacifica, ha declarado la

confiscatoriedad de los tributos cuando ellos por su monto confiscan el

capital o la renta de los contribuyentes.


147

El carácter confiscatorio de un gravamen no puede ser establecido sino

como consecuencia de análisis detenido de las circunstancias de hechos que

condicionan su aplicación y su incompatibilidad por tal motivo con la garantía

constitucional de la propiedad no puede resultar si no de la prueba de la

absorción por el Estado de una parte sustancial de la renta o del capital

gravado.

Ahora bien, el decreto con rango y fuerza de ley sobre simplificación de

trámites administrativos. Dentro del contexto de dicho decreto, se

establecieron un conjunto de bases, lineamientos y mecanismos dirigidos a

racionalizar las distintas tramitaciones que realizan las personas ante la

administración pública.

De igual forma, el prenombrado decreto define las funciones del

ministerio del poder popular con competencia en materia de planificación y

desarrollo como órgano de supervisión y control de los planes de

simplificación de los trámites administrativos, estableciendo además, bajo

parámetros generales, lineamientos bajo los cuales los órganos y entes de la

administración pública realizarán la simplificación de los trámites

administrativos que se efectúan ante los mismos.

En este orden ideas, es que nace esta nueva ley de simplificación de

trámites administrativos, con una nueva estructura, un objeto perfectamente

delimitado y un ámbito de aplicación claramente definido, dirigida a eliminar

el carácter supletorio de su aplicación por parte de la administración pública

estadal y municipal, para lo cual, en ejecución de la nueva ley, dichas


148

administraciones se encuentran obligadas a simplificar los trámites que se

realicen ante ellas, crear planes de simplificación con el objeto de optimizar y

racionalizar la actividad administrativa y, asimismo, deberán reformar o dictar

los nuevos instrumentos normativos en el ámbito territorial de su

competencia, a los fines de adecuarlos al contenido de la nueva Ley de

Simplificación de Trámites Administrativos.

La ley de simplificación de trámites administrativos, a pesar de ser una

ley ordinaria, se toma en cuenta para la realización de la presente

investigación, ya que la misma se fundamenta en principios tales como el de

simplicidad, transparencia, celeridad, eficacia, eficiencia, rendición de

cuentas, solidaridad, presunción de buena fe del interesado o interesada,

responsabilidad en el ejercicio de la función pública, desconcentración en la

toma de decisiones por parte de los órganos de dirección entre otros. Dichos

principios están inspirados en los principios fundamentales del derecho y lo s

principios constitucionales. De manera que la aplicación de los mismos es de

suma importancia para el logro de la simplificación de los procedimientos

tributarios municipales.

La referida ley establece unos lineamientos para la elaboración de los

planes de simplificación, dichos lineamientos son los siguientes:

1. Suprimir los trámites innecesarios que incrementen el costo operacional de

la Administración Pública, que hagan menos eficiente su funcionamiento y

propicien conductas impropias.

2. Simplificar y mejorar los trámites administrativos, lo cual supone, entre

otros aspectos:
149

a) Adaptar los trámites a la forma más sencilla posible, reduciendo al mínimo

los requisitos y exigencias a las personas, dejando única y exclusivamente

los pasos que sean indispensables para cumplir el propósito de los mismos.

b) Rediseñar el trámite utilizando al máximo los elementos tecnológicos.

c) Incorporar controles automatizados que minimicen la necesidad de

estructuras de supervisión y controles adicionales.

d) Evitar las instancias en las cuales el juicio subjetivo de la Administración

Pública pueda interferir en el proceso.

e) Crear incentivos o servicios adicionales que puedan otorgarse a las

personas en contraprestación al cumplimiento oportuno del trámite.

f) Propiciar la participación popular a través de las comunidades organizadas,

en especial los consejos comunales.

3. Concentrar trámites, evitando su repetición en los distintos órganos y

entes.

Siguiendo este orden de ideas, se hace necesario que las

administraciones tributarias a nivel de los municipios (objeto de estudio)

apliquen estos lineamientos para lograr una efectiva simplificación en sus

procedimientos tributarios, con esto por un lado, se facilitan las tramitaciones

que realizan los contribuyentes ante la Administración tributaria mejorando su

eficacia, eficiencia, pertinencia, utilidad, logrando a la vez una mayor

celeridad y funcionalidad en las mismas, lo que también serviría para cubrir

insuficiencias de carácter fiscal y mejorar las relaciones de la Administración

con los contribuyentes.


150

Por otro lado, dichos lineamientos antes expuestos colaboran en el

proceso de armonización como mecanismo de simplificación de los

procedimientos tributarios coadyuvando en la eliminación o disminución de

las distorsiones existentes entre legislaciones internas a fin de que sean

susceptibles de realizar un objetivo común.

5. DIVERSAS FORMAS COMO LA ARMONIZACIÓN TRIBUTARIA


PERMITIRÍA SIMPLIFICAR PROCEDIMIENTOS TRIBUTARIOS EN
MATERIA MUNICIPAL .

Es un proceso que consiste en introducir cambios en el sistema

impositivo, con el fin de lograr los objetivos perseguidos dentro de esquemas

de integración tales como la unión aduanera o un mercado común externo.

Estos objetivos persiguen el libre movimiento de bienes y servicios, recursos

humanos y la intervención real y financiera dentro de los países y la

inversión real y financiera que conforman el esquema de integración.

Dentro de la armonización de la política fiscal, se encuentra la política

tributaria. Los elementos fundamentales de los impuestos que deben

armonizarse son: la base imponible, el hecho generador, las tasas y las

formas de liquidación y pago. Los objetivos de la armonización tributaria son:

1. Fomentar la inversión nación, regional y extraregional

2. Atraer capitales de manera cooperativa

3. Estimular la producción

4. Fomentar las exportaciones e intensificar el intercambio comercial

intrarregional.
151

Los efectos de los impuestos sobre los precios, pueden hacer que los

productores regionales concurran al mercado ampliado con bienes cuyos

precios reflejan distintos niveles de gravamen de los países donde se

producen. El problema se agrava si, además de los impuestos del país

productor (exportador), se aplican los del importador (consumidor). Lo que

evidencia la necesidad de acordar, entre los miembros del sistema de

integración, si el país importador o el país exportador tendrán la facultad

exclusiva de aplicar impuestos sobre bienes especiales.

Esto se puede lograr, en principio, igualando las cargas tributarias que

aplican los países miembros del grupo de integración o también, de modo

alternativo, anulando las diferencias mediante un sistema que elimine los

impuestos del país de origen dando igual tratamiento a los bienes nacionales

y a los importados.

En tal sentido, para el buen funcionamiento del gobierno cuyo fin

principal es generar una calidad de vida mejor para su población a través de

la satisfacción de las necesidades públicas, se hace necesaria la obtención

de recursos públicos los cuales percibe por medio de los diferentes ingresos

a las arcas del tesoro nacional. Existen diferentes tipos de ingresos públicos

establecidos por la doctrina, vale decir, ordinarios, extraordinarios,

patrimoniales, ingresos provenientes de las empresas del estado y los

ingresos tributarios, siendo esto últimos obtenidos mediante la recaudación

de los impuestos, tasas y contribuciones.


152

A pesar de la inminente necesidad que representa para el estado lograr

una efectiva recaudación de los tributos, existe desde la antigüedad

resistencia ante su pago por parte de los contribuyentes, las razones parecen

ser subjetivas a cada individuo.

No obstante, la mayoría reconoce que tales exacciones tributarias están

revestidas por un carácter de legalidad y obligatoriedad, que de no darle fiel

cumplimiento recaería en el sujeto una sanción bien sea pecuniaria, de cierre

del establecimiento y/o inclusive hasta penal.

Así las cosas, las leyes tributarias no solo están comprendidas por

obligaciones, sanciones, sino también por beneficios fiscales que pueden ser

disfrutados por el contribuyente, tales como exenciones, exoneraciones,

escudos fiscales, hasta vacios legales que traen como en consecuencia el

alcance de un ahorro en el quantum del tributo.

Resulta imposible ignorar la difícil realidad que los empresarios

venezolanos deben enfrentar para poder sobrevivir y alcanzar el éxito en una

economía marcada por factores de desequilibrio e incertidumbre los cuales

se han venido acumulando durante los últimos veinticinco años, estos han

gestado un tenso clima de inestabilidad política, aunado a una política fiscal

restrictiva, regulación de precios insostenible, altas tasas de interés, un

prolongado control del tipo de cambio, un gasto público que aumenta cada

día más, aunado a la aplicación de estrategias gubernamentales que lejos de

ser una salida a la crisis han conllevado a diversidad de problemas

económicos, como la inflación, distorsión en los precios, desabastecimiento


153

Ahora bien, dentro de las diversas formas como que debe poseer la

armonización tributaria que permita simplificar los procedimientos tributarios

en materia municipal, se encuentra la planificación tributaria la cual establece

un control de las diferentes obligaciones bien sea las generadas por los

impuestos, tasas y/o contribuciones dentro de las operaciones de la

empresa, permitiendo a su vez evaluar los logros obtenidos en la misma.

La planificación tributaria, en el marco de la armonización tributaria

debe poseer entre sus características principales la pro actividad,

entendiendo como esta habilidad según Álvarez de Mon & Cardona, (2001),

la consecuencia del esfuerzo consciente y racional de utilizar la libertad

frente a cualquier estimulo de manera racional, no instintiva; por ello este tipo

de planificación busca prever que consecuencias, van a tener las decisiones

que como sujetos pasivos del tributo adopten a lo largo del ejercicio

económico a fin de poder anticipar la cifra de tributos a pagar como lo señala,

Galarraga (2002).

En consecuencia se alcanza un control mayor del contexto tributario

que afecta a la empresa vale decir, de las normativas ya existentes además

de una preparación mas organizada que facilite la adaptación ante las

diferentes vicisitudes que podrían presentarse como modificaciones a las

leyes, el anuncio de Decretos o Providencias que podrían generar crisis por

el riesgo que la mismas implican.

Cusgüen (1998) plantea que la planificación tributaria es un instrumento

que le permite a las organizaciones disminuir el monto a incurrir por concepto


154

de impuestos sin interferir en el desenvolvimiento cotidiano de sus

actividades y sin cometer ningún tipo de infracción. Igualmente busca

cambiar métodos de administración artesanales, por métodos más

sofisticados que amplíen el panorama financiero.

En tal sentido, es importante destacar que este tipo de planificación le

permite a las organizaciones venezolanas adoptar alternativas o estrategias

que dent ro del marco legal vigente proporcionen una erogación justa de su

carga tributaria sin dejar de cumplir con su obligación hacia el Estado y de

esta forma poder preservar su patrimonio para continuar con su

funcionamiento económico, permaneciendo activa dentro del mercado

competitivo; también es utilizada como parámetros para tomar decisiones,

por lo que ayuda a reducir la crisis, da mejor uso a los recursos .

De igual manera, otra de las diversas formas como la armonización

tributaria permitiría simplificar procedimientos tributarios en materia

municipal, serían los contratos o convenios de estabilidad.

En Venezuela, el recurso de la realización de convenios entre entes

territoriales menores, está expresamente permitido en el artículo 164 de la

Ley Orgánica del Poder Publico Municipal (LOPPM) el cual señala que los

municipios podrán celebrar contratos de estabilidad tributaria con

contribuyentes o categoría de contribuyentes a fin de asegurar la continuidad

en el régimen relativo a sus tributos, en lo concerniente a alícuotas, criterios

para distribuir base imponible cuando sean varias las jurisdicciones en las

cuales un mismo contribuyente desarrolle un proceso económico único u

otros elementos determinativos del tributo .


155

Anteriormente se ha señalado que las diferencias en los impuestos que

cobra cada municipio afectan a empresas y actividades comerciales desde

hace muchos años. Los tributos municipales que requieren de una

armonización son: impuesto a las actividades económicas, de comercio y de

índole similar, los impuestos sobre inmuebles (derecho de frente), la patente

de vehículo, los impuestos de espectáculos y los de vallas y anuncios

publicitarios, ya que aunque todos los municipios tienen la misma gama de

tributos, sus procedimientos, es decir, las modalidades para el cálculo y pago

de los impuestos y las tasas varían de municipio en municipio.

Es por ello que los convenios de estabilidad entre los municipios

conformarían un buen mecanismo para limar las disparidades que existen

entre los mismo en cuanto a la aplicación de sus procedimientos tributarios se

refiere. En el caso del Impuesto a las actividades económicas, de comercio y

de índole similar, los municipios podrían realizar convenios relativos a la

distribución entre jurisdicciones cuando el mismo sujeto haya realizado

actividades comercio-industriales en varias jurisdicciones.

En Venezuela, la armonización es un proceso que consiste en introducir

cambios en el sistema impositivo, con el fin de lograr los objetivos

perseguidos dentro de esquemas de integración. Estos objetivos persiguen el

libre movimiento de bienes y servicios, recursos humanos y la intervención

real y financiera dentro de los tres entes políticos de gobierno que

conforman el esquema de integración.

Dentro de la armonización de la política fiscal, se encuentra la política

tributaria. Los elementos fundamentales de los impuestos que deben


156

armonizarse son: la base imponible, el hecho generador, las tasas y las

formas de liquidación y pago. Los objetivos de la armonización tributaria son:

5. Fomentar la inversión nación, regional y extraregional

6. Atraer capitales de manera cooperativa

7. Estimular la producción

8. Fomentar las exportaciones e intensificar el intercambio comercial

intrarregional.

Es importante aclarar que no se busca socavar la autonomía

tributaria y administrativa de cada municipio, lo que se pretende es unificar

los criterios y lograr una verdadera solidaridad interterritorial que permita

armonizar los impuestos, tasas y contribuciones especiales y promuevan el

logro del equilibrio fiscal de cada municipio.

Por otro lado, Venezuela no sería el primer país en emplear a


l

armonización fiscal como estrategia integradora en nuestro sistema tributario.

En Europa para los años 1962 y 1967 tuvieron en cuenta la necesidad de

una armonización tributaria orientada a la imposición interna, especialmente

en relación al impuesto a a
l s ventas acumulativas y a los impuestos a los

consumos específicos.

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