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Marco Tulio Cicerón (en latín, Marcus Tullius Cicero;a Arpino, 3 de enero de 106 a. C.-Formia, 7 de diciembre de 43 a. C.

) fue
un jurista, político, filósofo, escritor, y orador romano.​ Es considerado uno de los más grandes retóricos y estilistas de la
prosa en latín de la República romana.
Reconocido universalmente como uno de los más importantes autores de la historia romana, es responsable de la
introducción de las más célebres escuelas filosóficas helenas en la intelectualidad republicana, así como de la creación de un
vocabulario filosófico en latín. Gran orador y reputado abogado, Cicerón centró —mayoritariamente— su atención en su
carrera política. Hoy en día es recordado por sus escritos de carácter humanista,​ filosófico y político.

Constituido en uno de los máximos defensores del sistema republicano tradicional


combatió la dictadura de César haciendo uso de todos sus recursos. No obstante, durante
su propia carrera no dudó en cambiar de postura dependiendo del clima político.
Originalidad del autor

La verdadera importancia de Cicerón para la historia del pensamiento político


consiste en que dio a la doctrina histórica del derecho natural la formulación
en que ha sido universalmente conocida en toda la Europa occidental desde su
época hasta el siglo XIX. De él paso a los jurisconsultos romanos y a los Padres
de la Iglesia.

Los pasajes más importantes se registraron innumerables veces en la Edad


Media. Es un hecho significativo que, aunque el texto de la República se perdió
después del siglo XII y no fue recuperado hasta el XIX, sus pasajes más
importantes habían sido reproducidos en los libros de San Agustín y de
Lactancio llegaron, por ello, a ser objeto del conocimiento común.
En primer lugar, hay un derecho natural universal que surge a
la vez del providencial gobierno del mundo por Dios y de la
naturaleza racional y social de los seres humanos que les
hace afines a Dios. Es, si dijéramos, la Constitución del Estado
Universal es la misma en todas partes y obligar indudablemente
a todos los hombres y todas las naciones.
“La ley verdadera es la recta razón de conformidad con la naturaleza; tiene una
aplicación universal, inmutable y perenne; mediante sus mandamientos nos insta
a obrar debidamente, y mediante sus prohibiciones nos evita obrar mal. Y no es en
vano que establece sus mandamientos o prohibiciones sobre los hombres buenos,
aunque aquellos carezcan de efecto alguno sobre los malos -ni el senado ni el
pueblo puede liberarnos de sus obligaciones, y no tenemos que mirar fuera de
nosotros mismos para encontrar su expositor o intérprete. No habrá así diferentes
leyes en Roma v en Atenas, o diferentes leyes ahora y en el futuro, sino que una
ley eterna e inmutable será válida para todos los países y ¿pocas, y habrá un solo
maestro y rector, es decir, Dios, sobre todos nosotros, pues él es el autor de esta
ley, su promulgador y su juez aplicador. Quien desobedece huye de sí mismo y
niega su naturaleza humana, y en razón de este mismo hecho sufrirá las peores
penas, aun si escapa a lo que comúnmente se considera castigo...” CICERON (De
Re Publica, III, XXII).
A la luz de esta ley eterna, todos los hombres, como sostiene
Cicerón del modo más inequívoco, son iguales.

¿En qué sentido son iguales? En cuanto que poseen razón, en su


estructura psicológica y en su actitud general respecto a lo que creen
honorable o indigno. Todos los hombres y todas las razas humanas
poseen la misma capacidad de experiencia y las mismas clases de
experiencia, y todos ellos son igualmente capaces de distinguir entre
lo bueno y lo malo.
El período clásico del desarrollo de la jurisprudencia romana
corresponde a los siglos I y II d. C. y los escritos de los grandes
jurisconsultos de esa época fueron seleccionados y compilados
en el Digesto o Pandectas, que el emperador Justiniano hizo
publicar en el año 533. La filosofía política subyacente en ese
cuerpo legal es una repetición y exposición de las teorías que
habíamos encontrado en Cicerón.
Los juristas cuyos textos encontramos incluidos en el Digesto, así
como los que redactaron los Instituta de Justiniano en el siglo VI,
reconocen tres tipos principales de derecho, el Ius civile, el ius
getium y el ius naturale.

¿Qué significa cada uno? El ius civile está constituido por las leyes o
el derecho consuetudinario de un determinado estado, o sea lo que
hoy se denomina derecho positivo interno.
No hay, en cambio una clara diferenciación entre el el ius getium y
el ius naturale.
Cicerón había utilizado ambos términos, pero aparentemente sin hacer
entre ellos una distinción de significado.

Ius naturale era una traducción de la terminología filosófica griega.


ius gentium era una noción propia de los juristas
Ambos términos se confundían:

Significaban indiferentemente principios que gozaban del


reconocimiento general y eran, en consecuencia, comunes a los
derechos de los diferentes pueblos y también principios que dan en sí
razonables y justos sin referencia a ningún sistema jurídico positivo en el
que pudieran aparecer.
Con el transcurso del tiempo, los jurisconsultos encontraron, al parecer,
un motivo para distinguir el ius gentium del ius naturale. Gayo, que
escribe en el siglo II, continuó usando los términos como sinónimos, pero
el Ulpiano y los escritores posteriores del siglo II, lo mismo que los
jurisconsultos prepararon en el siglo IV la Instituta, hacen una distinción
entre esos dos conceptos.
Tanto si distinguía entre el ius gentium y el ius naturale como en
caso contrario, ninguno de los jurisconsultos dudaba de la existencia
de un derecho superior al positivo de cada estado determinado. Como
Cicerón, concebían el derecho como definitivamente racional,
universal, inmutable y divino, al menos con respecto a los
principios más importantes de derecho y de justicia.
Se suponía que la "naturaleza" establece ciertas normas a las que el derecho
positivo debe adaptarse lo más que pueda y que, como había creído Cicerón,
una ley "ilegítima" NO constituye derecho.

Durante toda la Edad Media y hasta muy entrada la Moderna, se admitían en


discusión la existencia y la validez de tal derecho superior.

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