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Decretos Legislativos:
Son aquellos por medio de los cuales el Presidente de la República declara los estados de
excepción, previstos en los artículos 212 (guerra exterior), 213 (estado de conmoción interior) y
215 (estado de emergencia económica, social y ecológica) de la Constitución Política.
Decretos Leyes:
Son aquellos que expide el Presidente con base en una ley de facultades extraordinarias pro
tempore conferidas por el Congreso de la República, cuando la necesidad lo exija o la conveniencia
pública lo aconseje, estas disposiciones tienen la misma jerarquía de una ley expedida por el
Congreso de la República, de acuerdo con lo previsto en el numeral 10 del artículo 150 de la
Constitución.
Decretos Administrativos:
Son aquellos que profiere el Presidente o el Gobierno en cumplimiento de sus funciones
administrativas, cuya finalidad es la aplicación concreta de disposiciones constitucionales, legales
o reglamentarias.
En la derogación expresa, el legislador señala en forma precisa y concreta los artículos que deroga.
Es decir, no es necesaria ninguna interpretación, pues simplemente se excluye del ordenamiento
uno o varios preceptos legales, desde el momento en que así lo señale el legislador
La derogación orgánica refiere a cuando la nueva ley regula integralmente la materia, que en
términos de la Corte Suprema de Justicia supone “que la nueva ley realiza una mejora en relación
con la ley antigua; que aquella es más adecuada a la vida social de la época y que, por tanto,
responde mejor al ideal de justicia ...
Lo anterior, partiendo de lo establecido por el articulo 363 de la constitución política, el cual dicta
que “El sistema tributario se funda en los principios de equidad, eficiencia y progresividad. Las
leyes tributarias no se aplicarán con retroactividad”.
Así pues dentro de estos principios se encuentran:
PRINCIPIO DE LEGALIDAD
De acuerdo con lo establecido por la sentencia C 891 de 2012, “El principio de legalidad tiene
como objetivo primordial fortalecer la seguridad jurídica y evitar los abusos impositivos de los
gobernantes, puesto que el acto jurídico que impone la contribución debe establecer
previamente, y con base en una discusión democrática, sus elementos esenciales para ser válido.
En este sentido, el principio de legalidad, como requisito para la creación de un tributo, tiene
diversas funciones dentro de las cuales se destacan las siguientes:
“Artículo 338: En tiempo de paz, solamente el Congreso, las asambleas departamentales y los
concejos distritales y municipales podrán imponer contribuciones fiscales o parafiscales. La ley, las
ordenanzas y los acuerdos deben fijar, directamente, los sujetos activos y pasivos, los hechos y las
bases gravables, y las tarifas de los impuestos. La ley, las ordenanzas y los acuerdos pueden
permitir que las autoridades fijen la tarifa de las tasas y contribuciones que cobren a los
contribuyentes, como recuperación de los costos de los servicios que les presten o participación
en los beneficios que les proporcionen; pero el sistema y el método para definir tales costos y
beneficios, y la forma de hacer su reparto, deben ser fijados por la ley, las ordenanzas o los
acuerdos. Las leyes, ordenanzas o acuerdos que regulen contribuciones en las que la base sea el
resultado de hechos ocurridos durante un período determinado, no pueden aplicarse sino a partir
del período que comience después de iniciar la vigencia de la respectiva ley, ordenanza o
acuerdo”.
PRINCIPIO DE EQUIDAD
El principio de equidad tributaria observa y analiza las circunstancias económicas de los individuos,
para así poder determinar y asignar un nivel adecuado de contribución con el Estado.
De esta forma existe una proporcionalidad, que busca que la cantidad de dinero este de acuerdo
con los ingresos que tiene el contribuyente, para así establecer o definir una obligación de
contribución acorde. Hay que recordar y tener en cuenta que estas medidas son tomadas en pro
de la población y para un beneficio común, por lo que el Estado se ve limitado con lo previamente
mencionado.
Teniendo en cuenta lo anterior, entre mayor sea la capacidad de pago, mayor va a ser la carga
impositiva que se establecerá de acuerdo con la ley tributaria. De aquí nacen los términos equidad
horizontal y equidad vertical, los cuales dictan:
Equidad horizontal: hace referencia a que los tributos gravan de la misma forma a aquellos que
tiene la misma capacidad de pago.
Equidad vertical: hace referencia a que los tributos gravan en una proporción mayor o menor a
quienes tiene una capacidad contributiva mayor o menor. Entendiendo como capacidad
contributiva, la capacidad de pago que tiene la persona de sus obligaciones de tipo tributario.
Por lo que se podría decir que, lo que se busca es a un trato desigual entre desiguales, y un trato
igualitario entre iguales. Frente a esto la corte constitucional ha sostenido que:
“la equidad tributaria es la manifestación del principio de igualdad general e implica las
formulaciones legales que establezcan tratamientos tributarios diferenciados injustificados, ya sea
porque se desconozca el mandato de igual regulación legal cuando no existan razones para un
tratamiento desigual o porque se desconozca el mandato de regulación diferente cuando exista
razones para un tratamiento igual”
PRINCIPIO DE EFICIENCIA
Desde una perspectiva de carácter puramente tributario, el principio de eficiencia se refiere a la
capacidad de cumplir una meta deseada o idónea, con la menor cantidad de procedimientos y
recursos; por lo que en materia tributaria se refiere a la capacidad de imponer tributos y
recolectarlos de la forma más sencilla, tanto para el Estado como para los contribuyentes.
Frente a la eficiencia vista desde el deber de contribuir, es necesario que la legislación tributaria
así como su procedimiento se encuentren lo suficientemente claras para que el contribuyente
logre tener un entendimiento adecuado de los tributos, y que efectúe su pago sin traumatismos
innecesarios, para poder continuar con cumplimiento fluido y estimulado de las obligaciones
fiscales.
De esta manera, de acuerdo con algunos doctrinantes, el principio de eficiencia parte del análisis
de la relación entre el derecho y la economía, donde se determina si las políticas económicas son
deseables o indeseables, a través de la práctica de la economía positiva y normativa, conceptos
que consagran:
PRINCIPIO DE PROGRESIVIDAD
Este principio va de la mano con el principio de equidad e igualdad, debido a que este consiste en
que debe existir una distribución de las cargas tributarias entre los diversos individuos obligados a
contribuir con su pago, observando la capacidad contributiva de dichos individuos. A manera de
ejemplo, generalmente se sostiene que el impuesto más regresivo es el impuesto sobre las ventas
(IVA) debido a que este es un impuesto que no observa la capacidad contributiva de su obligado
económico, mientras que el impuesto sobre la renta de personas naturales se enciente como un
impuesto puramente progresivo por establecer tarifas diferenciadas de acuerdo con el ingreso que
tiene la persona, por lo que a mayor ingreso, mayor tarifa aplicable.
Así pues, la capacidad contributiva debe ser proporcional y acorde a la disposición económica que
hay para ejercer el pago. Sin embargo, en términos de progreso, este principio también hace
referencia a la valoración de los resultados obtenidos con los recursos recaudados, tales como el
destino y los efectos de tal gasto público financiado por los individuos contribuyentes. Esta
permite determinar el nivel de impacto tanto positivo, como negativo del gasto público en relación
con el bienestar y situación relativa de los contribuyentes.
Los impuestos de carácter nacional son el impuesto a la renta, el impuesto al valor agregado (IVA)
y el Gravamen a los Movimientos Financieros (GMF). Los principales impuestos departamentales
en Colombia son el impuesto al consumo y el impuesto de registro.
La nulidad es, en Derecho, una situación genérica de invalidez del acto jurídico, que provoca que
una norma, acto jurídico, acto administrativo o acto procesal deje de desplegar sus efectos
jurídicos, retrotrayéndose al momento de su celebración. Para que una norma o acto sean nulos
se requiere de una declaración de nulidad, expresa o tácita y que el vicio que lo afecta sea
coexistente a la celebración del mismo.