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Muchas veces se presentan situaciones en las que llegas a tal nivel de estrés o presión mental

que simplemente el cerebro pierde la capacidad para actuar con una adecuada coordinación. Es
en ese momento que se manifiesta la ira.

La ira es un fiel compañero del ser humano y es una respuesta emocional a cierto tipo de
situaciones que pueden resultar de un cúmulo de pequeñas alteraciones nerviosas y que
incluyen la moral, valores, ética e incluso los genes del ser humano.

La ira se puede de forma simple percibir de dos formas: explosiva e implosiva. La ira explosiva
es la que manifiesta la persona en determinadas situaciones de estrés o sentimiento de agresión
o vulneración de sus derechos, falta de respeto hacia sus principios y así por el estilo. La ira
implosiva por su parte se manifiesta en las personas más controladas y es una acumulación de
estímulos que por lo general afectan la moral y las condiciones de salud emocional del
individuo. Por más extraño que parezca, las personas más razonables y con un mayor grado de
educación mental pueden padecer más frecuentemente estos episodios de ira implosiva y por lo
general estallan luego de un largo período de depresiones y angustia.

Si bien los dos tipos de ira pueden ofrecer cuadros o situaciones en las que la pérdida de los
estribos puede conllevar a conflictos físicos, verbales y hasta fatalidades, por lo más común y
por raro que pueda parecer, las mayores fatalidades ocurren cuando una persona sufre un
desencadenamiento de ira implosiva

 ¿CÓMO COMBATIR LA IRA?

Bueno, es necesario que se visite un experto profesional para combatir este tipo de desórdenes.
Sin embargo, algo que se puede implementar en nuestro día a día es:

- Pensar primero y después hablar; al analizar lo que vamos a decir nos evitamos ser hirientes
con los demás.

- Controlar la reacción ante el estímulo; discutir no es siempre la salida a un conflicto, evitarlo


también es una salida inteligente.

- Aprovechar para decir o expresar lo que se siente en el momento; esto es recomendable para
las personas con tendencia a la ira implosiva pues ellos tienden a acumular sentimientos para
descargarlos en un solo episodio y ahí es donde está el peligro de un daño permanente. 

- Escuchar primero y luego hablar; aunque no todos tienen la capacidad de ceder la palabra,
esta es la primera señal de madurez y control de la ira. Además, escuchar los puntos de vista de
los demás nos da un marco de referencia para enfrentarlos o hacerles entender nuestro parecer.

En resumen, la ira no es algo de lo que podamos escapar del todo. Sin embargo, la forma como
enfrentamos la ira es la que va a determinar cuánto nos afecta en realidad. Muchas veces es
mejor retirarse que pelear. Debemos ser firmes y saber también cuándo ceder.
Ceder no significa abandonar nuestras creencias y principios sino dar espacio a que
los demás se expresen. Expresarse en el momento no significa una disputa, sino la
sabia decisión de exponer nuestro punto de vista y tratar de que los demás vean su
error sin ofenderles. Y si tienes que ofender, hasta para ello debes ser inteligente.

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