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La ira es una emoción que se caracteriza por un incremento rápido del ritmo cardíaco, de la
presión arterial y de los niveles de noradrenalina y adrenalina en sangre. Es común que la persona
que siente ira se enrojezca, sude, tense sus músculos, respire de forma más rápida y vea aumentada
su energía corporal.
Siendo una emoción relacionada con el impulso agresivo, algunos expertos señalan que la ira es la
manifestación de la respuesta que emite nuestro cerebro para atacar o huir de un peligro.
Por otra parte, el estado mental propio de los momentos de ira nos vuelve instintivos y merma
nuestra capacidad para razonar.
Tipos de ira
La ira tiene distintas facetas y adquiere diferentes formas:
1. La conducta agresiva y la violencia puede aparecer como una manera de lograr distintos
objetivos cuando no hemos sido capaces de lograrlos sin usar la violencia. En este caso,
podríamos hablar de una ira instrumental, porque la empleamos como un medio para
obtener algo.
2. Puede aparecer la ira como explosión, a causa de haber aguantado durante mucho tiempo
una situación injusta o perturbadora. Así, las pequeñas frustraciones diarias se van
acumulando y, a base de no expresar nuestro malestar, acabamos estallando en un momento
u otro. La solución a este tipo de círculos viciosos es gestionar adecuadamente la ira, y no ir
acumulándola hasta explotar.
3. La ira como defensa surge cuando percibimos que nos están atacando o nos enfrentamos a
una dificultad. Tendemos a reaccionar de forma negativa más por intuición que por los
hechos objetivos, lo que puede conducirnos a que nuestra ira sea poco justificada
objetivamente.
5. La relajación es la mejor manera de prevenir los ataques de ira. Existen distintas formas
de relajarse: practicar deporte, el yoga, la meditación, el Mindfulness, tomar un baño de
agua caliente, o cualquier método que pase por distraer la mente y llevarnos a un estado de
positividad. De hecho, en los momentos concretos en que detectamos que podemos tener
una reacción de ira, es una buena idea tratar de respirar profunda y lentamente durante por lo
menos veinte segundos: esto hará que nuestro cuerpo se desintoxique de la negatividad y la
irascibilidad que sentimos.
6. Evitar situaciones y personas irritantes. Debemos evitar encontrarnos en situaciones en
que sabemos que pueden aumentar nuestra ira o llevarnos a un estado negativo. Es probable
que conozcas ciertas personas que te irriten especialmente (las personas tóxicas). En la
medida de lo posible, hay que tratar de evitar los contextos en que sepamos que podemos
estallar, y en cuanto a las personas que nos irritan, algunas veces será imposible no tener
ningún contacto (jefes, algún familiar), por tanto, en la medida de lo posible, habría que
tratar de conversar con esa persona con el fin de que las interacciones no resulten tan
irritantes. En estos casos es importante mantener la calma, escuchar para entender, acentuar
lo positivo, exponer los argumentos con tacto, atacar el problema y no a la persona, evitar el
jugo de la culpa.