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EL DERECHO A LA INTIMIDAD.

La Intimidad es la parte de la vida de una persona que no ha de ser observada


desde el exterior, y afecta sólo a la propia persona. Se incluye dentro del “ámbito
privado” de un individuo cualquier información que se refiera a sus datos
personales, relaciones, salud, correo, comunicaciones electrónicas privadas, etc.
El derecho que poseen las personas de poder excluir a las demás personas del
conocimiento de su vida personal, es decir, de sus sentimientos y
comportamientos. Una persona tiene el derecho a controlar cuándo y quién
accede a diferentes aspectos de su vida personal. El derecho a la intimidad
consiste en una especie de barrera o cerca que defiende la autonomía del
individuo humano frente a los demás y, sobre todo, frente a las posibles
injerencias indebidas de los poderes públicos, sus órganos y sus agentes. El
articulo 18 dispone de la constitución menciona: " el domicilio es inviolable, como
también la correspondencia epistolar y los papeles privados; y una ley determinará
en qué casos y con qué justificativos podrá procederse a su allanamiento y
ocupación.

El derecho a la intimidad sigue siendo esencial para un individuo, pero también lo


es para una sociedad el de la libre información. Este derecho es fundamental, pero
no siempre la sociedad y los medios de comunicación perciben que los derechos a
la intimidad y a la propia imagen son aplicables a todo el mundo. Y nada mejor
para examinar este tema que empezar por ver brevemente el estado de la
cuestión es un país cuyos medios de comunicación no respetan de ninguna
manera la vida privada de la gente, que dispone de una prensa amarilla
especializada en publicar todo lo que puedan con la finalidad de enriquecerse a
costa de otros sin importar que perjudiquen a los demás, y que a menudo ha
presumido de no tener o necesitar una protección de los derechos a la intimidad y
a la propia imagen.

“Se garantiza en el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia


imagen” Art. 18.1 CE

Este artículo de nuestra actual Constitución va a ser el punto de partida de esta


argumentación basada en los derechos de la personalidad y en su evolución
histórica desde la primera constitución, la aprobada en las cortes de Cádiz en
1812.

Echando un sencillo vistazo podemos observar que el derecho al honor, a la


intimidad y la propia imagen son tres derechos distintos, sin embargo, nunca han
estado exentos de polémica y de una cierta confusión en la historia jurídica
universal.

Todos ellos poseen las siguientes características:


 Son derechos originarios e innatos. La persona ya nace con ellos, esto lo
podemos observar en el citado artículo 18, que “garantiza” unos derechos
que ya existían. Sin embargo, algunos autores como Gitrama afirman que el
derecho existe sólo en el caso de su violación o incumplimiento.

 Son derechos absolutos: esto es, que poseen una posibilidad alegatoria
“erga omnes”, es decir ante cualquiera. Sin embargo, esta característica no
quiere decir que sean ilimitados, sino que limitaran las libertades de
expresión como veremos por ejemplo en el artículo 20.4 CE. cuando estas
atenten contra la vida privada.

 Son derechos extrapatrimoniales: es decir, que sobre ellos es imposible


hacer negocio jurídico alguno. Quedan aquí englobados la irrenunciabilidad
y la indisponibilidad de los mismos. No obstante, tenemos noticia de que
ciertas personas “venden” su vida privada a la prensa rosa, pero la
reiteración de una conducta no es un factor de legitimación de la misma en
ningún caso.

 Son derechos irrenunciables, aunque pueden darse disposiciones sobre


manifestaciones puntuales.

 Son derechos inembargables e inexpropiables, por tanto, intransferibles.

 Son imprescriptibles por su propia naturaleza de derechos de la


personalidad. Sin embargo, cabría remarcar que el derecho a la intimidad
no dejaría de serlo si trasciende de la esfera privada pues existe el secreto
por voluntad expresa del individuo.

INTIMIDAD PERSONAL Y FAMILIAR

Intimidad es la parte interior que solamente cada uno conoce en sí mismo. Es el


máximo grado de inmanencia, es decir, aquello que se almacena en el interior. Lo
íntimo está protegido por sentimientos del pudor. Por su parte, en la expresión de
la intimidad se colocan en juego la capacidad de dar y la posibilidad de dialogar
con otra intimidad diferente. La capacidad de dar consiste en entregar algo de la
intimidad y que la persona lo reciba como propio. Esta expresión se obtiene a
través del lenguaje, el cual puede ser verbal, corporal y expresivo. El hombre
necesita expresarse con los demás.

La divinidad humana, dentro de la esfera de lo social, se garantiza en la medida en


que se tenga la posibilidad de conservar su privacidad, entendida como aquel
fuero interno que sólo puede interesar al ser humano como individuo o dentro de
un contexto reducido de personas que en últimas está determinada por el
consentimiento de quien es depositario de su existencia.
El Derecho a la vida Privada encuentra su fundamento en la libertad y dignidad del
individuo, es un Derecho personal que forma parte de la propia vida y que deriva
del Derecho a la Libertad, son inalienables, creyentes en la primacía de la persona
humana y en que todos los hombres tienen igual dignidad, tienen derecho de
validez universal, anteriores y superiores al Estado.
Diferencia entre intimidad y privacidad
Germán Bidart Campos, que diferencia el concepto de intimidad del de privacidad,
define la intimidad como: "La esfera personal que está exenta del conocimiento
generalizado de tercero", y la privacidad es: "La posibilidad irrestricta de realizar
acciones privadas (que no dañen a otros) que se cumplan a la vista de los demás
y que sean conocidas por éstos".

Eduardo P. Jiménez manifiesta por su parte, que privacidad e intimidad integran


una zona de reserva personal, propia de la autonomía del ser humano, irreducible
para la intromisión de los restantes habitantes y el poder público. Este autor define
a la intimidad como: "La antítesis de lo público, y por lo tanto, todas aquellas
circunstancias relativas al hogar, la familia, la religión, la salud, la sexualidad, los
asuntos legales y económicos personales del individuo".

Lo privado es, entonces, aquello restringido, dominio de unos pocos, referido a lo


doméstico y familiar y consagrado en el "derecho a la privacidad", mientras que lo
íntimo es lo que corresponde al ámbito personal y psicológico, las creencias y la
moral de la persona.

 Se protege la intimidad como una forma de asegurar la paz y tranquilidad


que exige el desarrollo físico, intelectual y moral de las personas, esta
particular naturaleza suya determina que la intimidad sea también un
derecho general, absoluto, extramatrimonial, inalienable e imprescriptible y
que se pueda hacer valer tanto frente al estado como a los particulares.
 El derecho a la imagen es un derecho fundamental originado en la dignidad
de la persona y posee tutela jurídica.
 Hay que proteger la dignidad de las personas en vez de violarla ya que es
un derecho de cada uno de nosotros y debemos apoyarla.
 Demos ser más precavidos y prudentes con nuestras acciones para evitar
posibles actos que vayan en contra de nuestra privacidad y se conviertan
en delitos contra la intimidad.

Código Penal: Artículo 154

"El que viola la intimidad de la vida personal o familiar, ya sea observando,


escuchando o registrando un hecho, palabra, escrito o imagen, valiéndose de
instrumentos, procesos técnicos u otros medios, será reprimido con pena privativa
de libertad no mayor de dos años. Si utiliza algún medio de comunicación social, la
pena privativa de libertad será no menor de dos ni mayor de cuatro años y de
sesenta a ciento ochenta días-multa."

4. Derecho al nombre

El nombre es uno de los derechos fundamentales de la persona. En el ámbito


internacional, el derecho al nombre se encuentra reconocido en el artículo 7,
inciso 1 de la Convención sobre los Derechos del Niño; en el artículo 24, inciso 2
del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, así como en el artículo 18
del Pacto de San José de Costa Rica o Convención Americana de Derechos
Humanos.

En el ámbito interno, el derecho al nombre se reconoció en el artículo 2, numeral


1 de la Constitución Política Peruana de 1979, en los siguientes
términos: “Toda persona tiene el derecho: A un nombre propio...” Asimismo, En el
Código Civil de 1984, se prescribe que "Toda persona tiene el derecho y el deber
de llevar un nombre.

Este incluye los apellidos “En la Constitución Política Peruana de 1993, aún
vigente, no se consagra expresamente el derecho al nombre, pero sí se reconoce
en el artículo 2, numeral 1) el derecho a la Identidad, el mismo que se encuentra
contemplado además en el artículo 8 inciso 1) de la Convención sobre los
Derechos del Niño y en el artículo 6 del Código de los Niños y Adolescentes,
aprobado por Ley No.27337.

El derecho a la Identidad supone el reconocer a cada persona, en


cuanto ser único y no intercambiable. La identidad puede ser entendida como el
"conjunto de circunstancias que determinan quién y qué es una persona humana”

El derecho a la identidad, por ser más amplio, comprende el derecho al nombre y


el derecho de toda persona a conocer a sus padres y a llevar sus apellidos.

En nuestro país, por regla general, no se admite el cambio de nombre. Sin


embargo, según lo prescrito en el artículo 29 del Código Civil,
excepcionalmente se lo admite por motivos justificados y mediante autorización
judicial, debidamente publicada e inscrita.

4.1 Concepto de nombre


Según Fernández Sessarego, el nombre es "la "expresión visible y social”
mediante el cual se identifica e individualiza a la persona en sociedad,
por lo que adquiere singular importancia dentro de los derechos de las personas.

- 4.2 características

4.2.1. Obligatoriedad

Es nuestro mismo código civil de 1984 que indica que el nombre es un “derecho
y un deber”, con lo que resalta su imperativo de obligatoriedad, tanto en
tener un nombre, como el derecho a poder usarlo, este estará estructurado por
una dualidad en su composición: el apellido, que fijará la filiación y la identidad
genealógica con su familia y, el prenombre, que es de libre elección y no tiene
ninguna vinculación con otro criterio establecido. Ello garantiza el
desenvolvimiento de las personas en el sistema jurídico, pudiendo individualizarse
de los demás identificarse.

4.2.2. Inmutabilidad

Para poder distinguir quién es quién en la sociedad, no basta con las diferencias
somáticas, sino que requiriendo de un soporte jurídico que contribuya a ello, es
que “el nombre” entra a tallar como el único criterio por excelencia a considerar de
ahí que al ser registrarnos En el Registro Civil y Partidas no podemos alterarlo a
nuestro antojo. En el artículo 29º del código civil se establece “la regla” que
nadie puede cambiar su nombre ni hacerle adiciones; pues de no ser
así, entendemos, que sería difícil la identificación de la persona y está
inseguridad jurídica generaría serios impedimentos en el desenvolvimiento
de las relaciones sociales de las personas.(Vásquez, 2015, pág. 175) señala que
“el principio se reduce a asegurar la prohibición absoluta de las
modificaciones voluntarias o caprichosas manteniendo la regla general del
nombre invariable durante toda la vida del sujeto, salvo en los supuestos en los
que la mutación se produce por imperio de la ley.

4. 2.3. Indisponibilidad

Como lo diría Juan Manuel Sosa Sacio, no es fácil poder determinar


que implica el carácter de “disponible” en un derecho fundamental como
el nombre, ya que el ordenamiento jurídico le reconoce el trato del más alto
nivel en nuestro sistema legal. La doctrina el mismo Tribunal Constitucional ha
sido clara en señalar que el nombre es “indisponible e inalienable”- en cierto
modo estos términos aproximados a la misma argumentación de no poder
ser vendidos, transferidos, etc.…-, pero nosotros tomamos la posición, siguiendo
la teoría de los derechos fundamentales que esto no es así del todo, sino que para
determinar su disponibilidad se deberá primero analizar si se refiere a su ámbito
objetivo o subjetivo.

4.2.4. Imprescriptibilidad

Por razones de seguridad jurídica es que el derecho crea la institución


de la prescripción, la cual hace que el status de algo cambiare por el transcurso
del tiempo. Este no es el caso del nombre, pues como ya hemos desarrollado
anteriormente, es un derecho y un deber el ejercer su defensa; que nace
con la persona y permanece con ella hasta su muerte, e incluso hasta sobrevienen
sus efectos jurídicos después de la existencia de la persona misma. De todo ello,
es que podemos afirmar que “el tiempo” no tiene lugar, ni en su adquisición, ni en
su pérdida.

4.2.5. Irrenunciabilidad

Cuando el Código Civil menciona que el nombre, además de ser un derecho es


una “obligación”, hace de este, un imperativo - entre otras razones -, porque es de
interés público que, al estar registrados con nuestro nombre, lo debamos llevar
toda la vida sin poder renunciar o este de forma unilateral. Sólo y únicamente, es
posible que si el nombre colisionara con causas que justifiquen sea necesario su
cambio, lo podrá hacer el juez; pero esto no sería propiamente una renuncia, sino
dar cuenta al Órgano Jurisdiccional que hay razones que justifican sea este quien
autorice el cambio, garantizando no sólo el interés particular, sino el interés
público.

4.2.6 La inembargabilidad

Está referida a la calidad de “derecho” que tiene el nombre. Por lo que llevar el pre
nombre y el apellido de sus padres es un derecho regulado por ley y nadie puede
privar su uso, no mediando razón o motivo que lo justifique. Tanto es así que
incluso la persona que cometiera un crimen de gran aberración, que merezca un
alto reproche penal, no podría ser privado de su nombre; porque la propia
naturaleza de este lo hace necesario, y quizá sea de los derechos absolutos que
no admiten relatividad en su aplicación.

4.3 Los Apellidos


El Apellido es la designación común de una estirpe y permite distinguir afiliación y
el parentesco de las personas. Como ejemplos de apellidos se tiene a Pérez,
Quispe, Carranza, etc. A diferencia de lo que sucede con el nombre, los apellidos
no podrán ser asignados libre y arbitrariamente, con la excepción contemplada en
el artículo 23 del Código Civil, según el cual: “El recién nacido cuyos progenitores
son desconocidos debe ser inscritos con el nombre adecuado que le asigne el
Registrador del Estado Civil. “Al Hijo Matrimonial, que es el nacido durante el
matrimonio o dentro de los trescientos días siguientes a su disolución (y que
anteriormente se le denominaba Legítimo), le corresponde el primer apellido
del padre y el primero de la madre. Así se ha prescrito en el artículo 20 del
Código Civil vigente.

Al Hijo Extramatrimonial, que es el concebido y nacido fuera del


matrimonio (y que anteriormente se le denominaba ilegítimo) le
corresponden los apellidos del progenitor que lo haya reconocido. Si es
reconocido por ambos, lleva el primer apellido de los dos. Así se ha
establecido en el artículo 21 del Código Civil.

La disposición anteriormente referida debe ser relacionada con lo


dispuesto en el artículo 392 del mismo cuerpo de leyes, en el que se
establece que: “Cuando el padre o la madre (del hijo Extramatrimonial) hiciera el
reconocimiento separadamente no puede revelar el nombre de la persona con
quien hubiera tenido el hijo. Toda indicación al respecto se tiene por no puesta”
Además el artículo 37 del Decreto Supremo 015-98-PCM impide al Registrador
inscribir cualquier indicación al respecto, bajo responsabilidad.

4.4 El cambio de nombre

En el artículo 29 del Código Civil vigente se ha expresado lo siguiente: “Nadie


puede cambiar su nombre ni hacerle adiciones, salvo por motivos justificados y
mediante autorización judicial, debidamente publicada e inscrita.

El cambio o adición del nombre alcanza, si fuere el caso, al cónyuge y a los hijos
menores de edad. “Una vez que se asigna una cierta denominación a cada
individuo, súrgela necesidad de que éste conserve el nombre dado. Su
eventual modificación podría generar confusión e impediría la identificación de la
persona.

De ahí que el titular tenga también el deber de mantener la


designación que le corresponde. Por ello, como regla general se ha establecido
que nadie puede cambiar su nombre ni hacerle adiciones. Sin embargo, existe una
excepción, la misma que se presenta cuando existan motivos justificados
y se haga mediante autorización judicial, publicada e inscrita. Por ejemplo, se
puede decir que una persona tendría un motivo justificado para realizar
un cambio de nombre, cuando se le ha asignado uno que sea extravagante,
ridículo, que sea móvil para la burla de terceras personas, con la consiguiente
afectación de su tranquilidad y bienestar.

Así mismo, creemos que sería procedente el cambio de nombre de una persona
que es homónima de un avezado y famoso delincuente o de persona
que ha sufrido escarnio público, que le impide realizar normalmente sus
actividades cotidianas, por las continuas discriminaciones o temores de la que es
víctima.

Estos cambios de nombre deben ser debidamente garantizados por la publicidad,


con la finalidad de que las personas que se sienta afectadas con tales hechos,
puedan impugnarlos oportunamente en sede judicial.

Requisitos para cambio de nombre

Primero se debe presentar una demanda firmada por ti y tu abogado.

Luego una copia simple de tu DNI.

Partida de nacimiento.

Cualquier documento que acredite el motivo justificado por el

cambio o adición de nombre.

Certificado de antecedentes penales.

Certificado de antecedentes policiales.

Certificado de antecedentes judiciales.

Tasa judicial por ofrecimiento de pruebas (pagar en el Banco de la Nación).

Cédulas de notificación suficientes (pagar en el Banco de la Nación).

La redacción del artículo 29º del Código Civil considera el cambio de nombre
como una excepción a la regla, siendo la única posibilidad cuando el
juez considere que está frente a un “motivo justificado”, quedando a su total
subjetividad de qué supuesto es, o no es, un motivo justificado.
Ante la textura abierta del artículo 29º, no existe alguna norma de
desarrollo que establezca parámetros de qué es un “motivo justificado”, tampoco
jurisprudencia vinculante que lo desarrolle, pues la Corte Suprema ha
tomado la postura genérica de no conocer los procesos de naturaleza no
contenciosa y el Tribunal Constitucional sólo ha desarrollado la posibilidad
de cambiarse el nombre al no coincidir con la identidad de género del individuo.

5. Bibliografía

Chunga, L. F. (1995). Derecho de Menores. Edit. Grijley. Obtenido de

https://www.derechoycambiosocial.com/RJC/Revista15/nombre.htm

Fernández, S. C. (1992). Derecho de las Personas. Cultural Cuzco S.A.

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http://www.nuevocodigocivil.com/wpcontent/uploads/2015/06/El-cambio-

de-nombre-y-los-justos-motivos-.

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