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Unidad 2.

Importancia de la Ley de Imprenta y de Vías Generales


de Comunicación
Legislación de la comunicación

El derecho a la intimidad, al honor y a la propia imagen

La necesidad de intimidad es inherente a la persona humana, ya que para que el


hombre se desarrolle y geste su propia personalidad e identidad es menester que
goce de un área que comprenda diversos aspectos de su vida individual y familiar
que esté libre de la intromisión de extraños. Así pues, debemos entender que todos
los seres humanos tenemos una vida “privada” conformada por aquella parte de
nuestra vida que no está consagrada a una actividad pública y que por lo mismo no
está destinada a trascender e impactar a la sociedad de manera directa y en donde
en principio los terceros no deben tener acceso alguno, toda vez que las actividades
que en ella se desarrollan no son de su incumbencia, ni les afectan.

Ciertamente, el concepto de vida privada es muy difícil de definir con precisión,


pues tiene connotaciones diversas, dependiendo de la sociedad de que se trate, sus
circunstancias particulares y la época o el periodo correspondiente. Sin embargo,
dentro de esta esfera de la vida privada podemos considerar a las relaciones
personales y familiares, afectivas y de filiación, las creencias y preferencias
religiosas, convicciones personales, inclinaciones políticas, condiciones personales
de salud, identidad y personalidad psicológica, inclinaciones sexuales,
comunicaciones personales privadas por cualquier medio, incluso algunos llegan a
incluir la situación financiera personal y familiar.

La necesidad de intimidad podemos decir que es inherente a la persona humana y


que el respeto a su vida privada, manteniendo alejadas injerencias no deseables e
indiscreciones abusivas, permitirá que la personalidad del hombre se desarrolle
libremente. De esta forma, la protección a la vida privada se constituye en un
criterio de carácter democrático de toda sociedad.

Sin duda alguna, el respeto a la vida privada y a la intimidad, tanto personal como
familiar, se constituye en un valor fundamental del ser humano, razón por la cual el
derecho ha considerado importante tutelarlo y dictar medidas para evitar su
violación, así como para intentar subsanar los daños ocasionados. De esta manera,
surge el llamado derecho a la privacidad, a la vida privada o simplemente derecho a
la intimidad, como un derecho humano fundamental por virtud del cual, se tiene la
facultad de excluir o negar a las demás personas del conocimiento de ciertos
aspectos de la vida de cada persona, que solo a ésta le incumben. Este derecho, que
tiende a proteger la vida privada del ser humano, es un derecho complejo que
comprende y se vincula a su vez con varios derechos específicos que tienden a
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evitar intromisiones extrañas o injerencias externas en estas áreas reservadas del


ser humano como son:
 El derecho a la inviolabilidad del domicilio.
 El derecho a la inviolabilidad de correspondencia.
 El derecho a la inviolabilidad de las comunicaciones privadas.
 El derecho a la propia imagen.
 El derecho al honor.
 El derecho a la privacidad informática.
 El derecho a no participar en la vida colectiva y a aislarse
voluntariamente.
 El derecho a no ser molestado.

Igualmente, este derecho se relaciona con muchos otros, como son: el derecho a la
no exteriorización del pensamiento e ideas como parte de la libertad de expresión,
la libertad de religión y creencias, la libertad de procreación y de preferencia
sexual, la libertad de pensamiento y de preferencia política, así como muchos otros
derechos de índole familiar. Por supuesto, también es importante mencionar la
relación del derecho a la privacidad con los derechos de libertad de expresión, de
imprenta y de información, ya que como veremos, la vida privada constituye un
límite al ejercicio de estas libertades.

El derecho al respeto a la vida privada o intimidad, al honor e, incluso, a la imagen


propia, son considerados ya como derechos humanos fundamentales, establecidos
por diversos instrumentos internacionales, como son la Declaración Universal de
los Derechos Humanos, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas
en 1948 (artículo 12), el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966
(artículos 17 y 19), la Convención Americana sobre Derechos Humanos de 1969
(artículos 11 y 13), y en la Convención sobre los Derechos del Niño de 1989
(artículo 16), instrumentos todos estos firmados y ratificados por nuestro país.

Cabe señalar que también existen otros instrumentos que establecen este derecho:
la Convención de Roma para la Protección de los Derechos Humanos y las
Libertades Fundamentales de 1959, la Declaración de los Derechos y Libertades
Fundamentales aprobadas por el Parlamento Europeo y la Carta Africana de los
Derechos del Hombre y de los Pueblos de 1981, de los que México no es parte.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), en su artículo 12,


establece que nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su
familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su
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reputación y que toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra esas
injerencias o ataques.

El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (1966), en su artículo 17,


establece las mismas disposiciones que el artículo 12 de la Declaración Universal de
los Derechos Humanos y en su artículo 19, al hablar de la libertad de expresión,
señala que el ejercicio de ese derecho entraña deberes y responsabilidades
especiales por lo que podrá estar sujeto a ciertas restricciones fijadas por la ley y
que sean necesarias para asegurar el respeto a los derechos o a la reputación de los
demás, así como para proteger la seguridad nacional, el orden público, la salud o
moral públicas.

La Convención Americana sobre Derechos Humanos (1969) –Pacto de San José-,


en el artículo 11, se refiere a que toda persona tiene derecho al respeto de su honra
y al reconocimiento de su dignidad y que por tanto no deberá ser objeto de
injerencias arbitrarias o abusivas en su vida privada, familia, domicilio,
correspondencia, ni deberá sufrir ataques ilegales a su honra o reputación;
también, establece el derecho de la persona a ser protegida por la ley contra esas
injerencias o ataques. El artículo 13 establece la libertad de pensamiento y
expresión determinando que no deberá existir previa censura, pero que el ejercicio
de esos derechos estará sujeto a responsabilidades ulteriores, mismas que deberán
estar expresamente fijadas por la ley y que deberán tender a asegurar, entre otras
cuestiones, el respeto a los derechos o a la reputación de los demás.

La Convención sobre los Derechos del Niño (1989), en su artículo 16, menciona que
ningún niño será objeto de injerencias arbitrarias o ilegales en su vida privada, su
familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques ilegales a su honra o a su
reputación; el niño tiene derecho también a la protección de la ley contra esas
injerencias y ataques.

En lo que respecta a nuestra legislación constitucional, podemos decir que la tutela


de la vida privada se desprende del contenido de los artículos 6°, 7° y 16º de la
Constitución, que establecen:
 Artículo 6º. Que la libertad de expresión tiene como límite el respetar los
derechos de terceros.
 Artículo 7º. Que la libertad de imprenta tiene como límite el respetar la
vida privada.
 Artículo 16. Que nadie puede ser molestado en su persona, familia,
domicilio, papeles o posesiones sino en virtud de mandamiento escrito
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de autoridad competente que funde y motive la causa legal del


procedimiento. Dicho artículo también establece la inviolabilidad del
domicilio, así como la inviolabilidad de las comunicaciones privadas y de
la correspondencia.

Es evidente que la protección de la vida privada frente a actos de las autoridades se


encuentra debidamente instituida en el primer párrafo del artículo 16
constitucional, al señalar que para que una injerencia de la autoridad en nuestra
intimidad sea válida, ésta deberá provenir de una orden de una autoridad facultada
por la propia ley para realizar dicha intervención plasmada por escrito, la cual
deberá estar debidamente razonada y justificada, además de estar prevista en una
ley el acto de molestia en cuestión. Lo mismo ocurre con la intervención de
comunicaciones privadas por los diversos medios ya que nuestra Constitución
establece condiciones, casos y requisitos en los que el Estado puede realizar dicha
intervención (aunque debemos decir que éstos todavía son insuficientes y faltan
precisarse ciertas situaciones y reglamentar mejor dichas intervenciones).

El problema fundamental lo encontramos cuando la intimidad o privacidad del ser


humano, su honor o su imagen se ven vulnerados por otros particulares y
concretamente por el exceso en el ejercicio de la libertad de expresión o del
derecho a la información. Es decir, cuando con motivo del ejercicio de la libre
expresión de las ideas o de la actividad informativa y periodística se vulnera la
esfera privada del individuo.

Esto ocurre debido a la ambigüedad de los términos que manejan tanto el artículo
6° como el 7°, ya que ninguno de los dos establece cuándo la libertad de expresión
afecta los derechos de terceros o cuándo la libertad de imprenta puede llegar a
vulnerar la vida privada. El único criterio objetivo que de ellos podría
desprenderse es la limitante relativa a que con la libertad de expresión no se
cometa algún delito. Con lo cual nos veríamos remitidos a los códigos penales para
saber en qué casos el abuso de la libertad de expresión encuadra en algún tipo
penal específico (difamación, calumnia, injurias, etc.).

Sin lugar a dudas sería importante contar con una legislación reglamentaria
específica y apropiada que estableciera de manera clara y con un criterio objetivo
lo que comprende la vida privada o ámbito íntimo del individuo, para así poder
establecer con precisión los límites de estos dos derechos que en ocasiones parecen
confrontarse estableciéndose una lucha entre la libertad de expresión y el derecho a
la intimidad.
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El tema del respeto a las comunicaciones privadas es también un asunto


importante, pues a últimas fechas y debido a los avances de la tecnología se han
dado bastantes casos en los que comunicaciones de carácter privado entre dos
personas han sido interceptadas y, lo que es peor, hechas públicas y dadas a
conocer a través de medios de comunicación, afectando severamente la reputación
e imagen de quienes en ellas participaron, sin que se hayan fincado, hasta ahora,
responsabilidades por esos actos.

Actualmente existe una definición o mejor dicho un catálogo de actos que se


consideran como ataques a la vida privada, contenido en el artículo 1º de la Ley de
Imprenta, reglamentaria de los artículos 6º y 7º de la Constitución. Pero es
importante decir que la validez de esta ley ha sido cuestionada severamente por
múltiples razones, entre las que destacan:

 El haber sido expedida por Venustiano Carranza, en cuanto Jefe del


Ejército Constitucionalista y encargado del Poder Ejecutivo, con dudosas
facultades para ello.
 No es una auténtica “ley” expedida por el Poder Legislativo (Congreso de
la Unión).
 El haber sido emitida el 9 de abril, publicada el 12 de abril y entrado en
vigor el día 15 del mismo abril de 1917, fecha en que la Constitución ya
había sido promulgada pero aún no entraba en vigor, con lo que no
podría de algún modo regular los artículos de una Constitución que
todavía no entraba en vigor, tomando en cuenta que nuestra
Constitución comenzó a regir hasta el día 1° de mayo de 1917. Además,
resulta extraño que Carranza emitiera esa ley como la misma dice:
“entretanto el Congreso de la Unión reglamenta los artículos 6º y 7º”,
suena ilógico querer hacer una ley de una vigencia tan efímera.
 Por otra parte, también es de notarse que Carranza violó la propia
Constitución que en sus artículos transitorios (SEXTO y
DÉCIMOSEXTO) estableció que correspondería al Congreso
Constitucional expedir las leyes relativas a Garantías Individuales en el
periodo ordinario de sesiones que iniciaría el 1° de septiembre de 1917.

Aunque ha sido muy cuestionada esta ley, como ya se ha mencionado, debemos


apuntar que la Suprema Corte la ha declarado válida hasta en tanto el Congreso de
la Unión no expida una nueva que venga a sustituirla. Sin embargo, en la práctica
dicha norma es letra muerta, pues realmente no se aplica en ninguna parte.
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Sería importante contar con una legislación emitida por el Congreso de la Unión,
que precisara de mejor manera estas cuestiones, aclarando que no deberá tratarse
de una ley mordaza que impida a la prensa y a los medios desempeñar su función
informativa, pero sí de sujetar estas actividades al orden jurídico y al respeto a los
derechos fundamentales de todos los ciudadanos. No se trata de coartar la libertad
de expresión sino de evitar el abuso que pueda hacerse de este derecho, fincando de
manera clara las responsabilidades conducentes una vez ejercida en exceso esa
libertad de expresión y de información, pues recordemos que libertad sin
responsabilidad es libertinaje. Así pues, es importante reglamentar el derecho a la
información y el derecho al honor, a la intimidad y a la imagen propia delimitando
bien las fronteras entre unos y otros y estableciendo los medios para
salvaguardarlos y para restituir a los afectados cuando éstos hubieren sido
vulnerados.

Ley de imprenta
La Ley de Imprenta en México se trata de una ley promulgada en 1917. Esta Ley,
vigente hoy en día, mantiene los mismos resquemores que la definen desde que fue
promulgada por Venustiano Carranza, en abril de 1917.

La Ley de Imprenta reconoce una prerrogativa esencial de la sociedad ante la


prensa: el derecho de réplica. La rectificación que haga el aludido en un periódico
tiene que publicarse al día siguiente de que se ha recibido y "en el mismo lugar y
con la misma clase de letra y demás particularidades" con que se hizo el texto cuya
corrección se pretende. El principio de equidad entre la prensa y el lector que en tal
sentido establece la Ley de Imprenta es interesante.

El segmento más relevante de esa Ley, sin embargo, se dedica a tipificar tres clases
de delitos. En primer lugar, se encuentran los ataques a la vida privada, entendidos,
entre otras cosas, como "Toda manifestación o expresión maliciosa hecha
verbalmente o por señales, en presencia de una o más personas, o por medio de
manuscrito, o de la imprenta, del dibujo, litografía, fotografía o de cualquiera otra
manera que expuesta o circulando en público, o transmitida por correo, telégrafo,
teléfono, radiotelegrafía o por mensaje, o de cualquier otro modo, exponga a una
persona al odio, desprecio o ridículo, o pueda causarle demérito en su reputación o
en sus intereses".

Es decir, esa ley no sanciona solamente delitos de prensa. Una mentada de madre
en la calle, o un mensaje injurioso a través de la Internet, podrían caber en la
anterior definición. Pero para que tales expresiones sean consideradas como delito,
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es necesario que se compruebe que el afectado ha sido expuesto "al odio, desprecio
o ridículo". Esos delitos, si causan "afrenta ante la opinión pública", son castigados
con prisión de hasta dos años y una multa que puede llegar a mil pesos (hay que
recordar que las sanciones pecuniarias, como el resto de la Ley, corresponden a
parámetros de hace más de ochenta años).

En segundo lugar, están los ataques a la moral. Son aquellas manifestaciones que,
por los medios anteriormente descritos, "defiendan o disculpen, aconsejen o
propaguen públicamente los vicios, faltas o delitos, o se haga la apología de ellos o
de sus autores". También son ataques a la moral las expresiones con las que "se
ultraje u ofenda públicamente el pudor, a la decencia o a las buenas costumbres, o
se excite a la prostitución o a la práctica de actos licenciosos o impúdicos".

El tercer delito establecido en la Ley de Imprenta es el ataque al orden o a la paz


pública. Por tal se entiende, entre otras expresiones, "toda manifestación o
exposición maliciosa hecha públicamente por medio de discursos, gritos, cantos,
amenazas, manuscritos, o de la imprenta, dibujo, litografía, fotografía,
cinematógrafo, grabado o de cualquier otra manera, que tenga por objeto
desprestigiar, ridiculizar o destruir las instituciones fundamentales del país; o con
los que se injurie a la nación mexicana, o a las entidades políticas que la forman".

Los ataques al orden o la paz pública son castigados con prisión hasta de un año, si
se trata de agravios de carácter general. Sin embargo, si las injurias son contra el
Congreso, la Suprema Corte, el Ejército o la Armada, la prisión mínima será de 3
meses y la máxima de dos años. Si el ofendido es el Presidente de la República, la
pena es de hasta un año y medio pero además hay una multa de cien a mil pesos. Si
se insulta a un secretario de Estado, al Procurador General o a un gobernador, el
arresto es de hasta un año y la multa de 50 a 500 pesos.

Un ciudadano cuya vida privada ha sido invadida por el fisgoneo de la prensa sólo
puede defenderse si demuestra que ha quedado expuesto al "odio, desprecio o
ridículo", situaciones harto difíciles de probar. En la legislación penal se
contemplan los delitos de difamación e injurias, pero con exigencias tan tortuosas
que los procesos legales por esa causa suelen ser interminables, o intransitables.

La Ley de Imprenta en México no contempla la principal garantía que suelen


incluir las legislaciones relacionadas con la prensa en todo el mundo y que es el
derecho de los ciudadanos a contar con recursos legales para defenderse de
posibles abusos de la prensa. En cambio, contiene disposiciones riesgosas para el
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ejercicio de las libertades de información y opinión. La solución no es ignorar, ni


olvidar a la Ley de Imprenta. Tampoco bastaría con derogarla, porque el trato entre
los medios y la sociedad sigue requiriendo de una legislación pero no como la que
tenemos ahora.
Legislación cultural
En tanto que la cultura nacional es un elemento fundamental en el proceso de
transformación de la sociedad mexicana, la política cultural representa una alta
prioridad como factor generador de acciones identificadas con los más altos
intereses nacionales. La cultura y la educación son cada vez más, factores
prioritarios dentro de las políticas gubernamentales.

En el ámbito internacional, la política educativa, científica y cultural


gubernamental se orienta a complementar los esfuerzos productivos de la sociedad
y a fortalecer los vínculos de solidaridad con todos los países.

La era de la globalización se sustenta en una economía planetaria que se significa,


entre sus características esenciales, por un avance exponencial de la información y
el conocimiento. Este proceso se ha visto acompañado de la necesidad de
identificación de los grupos sociales. Se han reivindicado así las tendencias de
agrupación regional y la defensa de las peculiaridades culturales. Por lo tanto, la
cultura y la educación constituyen hoy en día elementos fundamentales de
identidad.

Para llevar adelante estos objetivos y conseguir la puesta en práctica de los


principios generales de la política cultural del Estado Mexicano, existe una amplia
legislación específica. Ella está compuesta tanto por artículos constitucionales,
disposiciones sobre administración cultural y diversas leyes y reglamentos que
rigen normativamente al sector. En ciertos temas, como el patrimonio cultural y las
industrias culturales, es previsible una próxima adecuación a las nuevas
circunstancias de intercambio económico y cultural internacional.

Disposiciones constitucionales específicas


La Constitución de los Estados Unidos Mexicanos contiene numerosos artículos
referidos a la educación y la cultura. Su artículo 3º establece, como una obligación
del Estado, alentar el fortalecimiento y difusión de nuestra cultura. Esto se
complementa con la facultad y responsabilidad de las universidades y demás
instituciones de educación superior a las que la Ley otorga autonomía para difundir
la cultura, conforme con los principios del propio artículo 3º.
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En materia de la composición pluricultural de la nación mexicana, en el artículo 4º


se señala que la Ley protegerá y promoverá el desarrollo de las lenguas, culturas,
usos, costumbres, recursos y formas específicas de organización social de los
pueblos indígenas.

Respecto a la libertad de expresión, establecida en el artículo 6º, se garantiza la


libertad de difundir el producto de la creación, mientras que el artículo 7º garantiza
la libertad de escribir y publicar escritos sobre cualquier materia, es decir, de
difundir el producto de la creación escrita.

Por otra parte, en el artículo 28 se prevé que no constituyen monopolios los


privilegios que por determinado tiempo se concedan a los autores y artistas para la
producción de sus obras. Aquí se reconoce la propiedad del producto de la creación
cultural y se enuncian los principios para su producción.

Conforme al artículo 73, el Congreso de la Unión puede legislar en materia de


industria cinematográfica, de escuelas de bellas artes, de museos, bibliotecas y
demás institutos concernientes a la cultura general de los habitantes de la nación;
también sobre monumentos arqueológicos, artísticos e históricos, cuya
conservación sea de interés nacional. Además, el Congreso tiene competencia para
establecer, organizar y sostener en toda la República, instituciones como las
mencionadas.

Disposiciones sobre gestión cultural gubernamental


Las principales disposiciones sobre administración cultural gubernamental se
refieren en la actualidad, fundamentalmente, al Consejo Nacional para la Cultura y
las Artes. La estructura administrativa y jurídica con la que comenzó a operar el
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, como órgano desconcentrado de la
Secretaría de Educación Pública, respondía en lo esencial, a una agrupación de
dependencias gubernamentales surgidas en momentos diferentes y con
atribuciones diversas.

Es por ello que el marco jurídico del Subsector Cultura reviste, aún hoy, una gran
complejidad. La acción de los organismos que coordina el Consejo Nacional para la
Cultura y las Artes está regida por un conjunto de nueve leyes, cinco reglamentos,
28 decretos y 21 acuerdos, alrededor de otras 300 disposiciones que contienen
referencias sobre el arte o la cultura. A esto se debe añadir que el propio Consejo
fue creado por decreto presidencial.
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A continuación se enlistan las principales disposiciones jurídicas relacionadas con


la cultura y el arte. Existen otras que harían muy extensa esta relación, y algunas
que, sin tocar por completo las materias citadas, contienen alguna referencia. Por
lo tanto, se pretende mencionar en este informe sólo la regulación con mayor
importancia en las materias referidas.

Los principales son:


 Artículo 3º Constitucional (educación), promulgado el 5 de mayo de
1917 y reformado el 13 de diciembre de 1934, el 30 de diciembre de
1946, el 9 de junio de 1980, el 21 de enero de 1992 y el 5 de marzo de
1993.
 Decreto de creación del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes,
del 6 de diciembre de 1988.
 Ley Orgánica de la Universidad Nacional Autónoma de México, del 6
de enero de 1945.
 Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas, Artísticas e
Históricas, del 6 de mayo de 1972. Reformas: 23 de diciembre de
1974, 31 de diciembre de 1981, 26 de noviembre de 1984, 13 de enero
de 1986.
 Ley Orgánica del Instituto Nacional de Antropología e Historia, del 3
de febrero de 1939. Reformas: 13 de enero de 1986.
 Ley Orgánica del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, del
31 de diciembre de 1946. Reformas: 11 de diciembre de 1950.
 Ley Federal de Derechos de Autor, del 21 de diciembre de 1963.
Reformas: 31 de diciembre de 1981, 11 de enero de 1982 y 17 de julio
de 1991.
 Ley General de Educación, del 13 de julio de 1993.
 Ley General de Bibliotecas, del 21 de enero de 1988.
 Ley Federal de Radio y Televisión, del 8 de enero de 1960.
 Ley de Premios, Estímulos y Recompensas Civiles, del 31 de
diciembre de 1975. Reformas: 15 de enero de 1980, 27 de diciembre
de 1983 y 18 de noviembre de 1986.
 Ley Federal de Cinematografía, del 29 de diciembre de 1992.
Reformas: 29 de diciembre de 1998.

Algunos reglamentos
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 Reglamento de la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas,


Artísticas e Históricas (8 de diciembre de 1975. Reformas, 5 de enero de
1993).
 Reglamento para el uso del Teatro del Palacio de Bellas Artes (28 de
diciembre de 1944. Reforma, 23 de mayo de 1945).
 Reglamento del Decreto que prohibe la exportación de Documentos
originales relacionados con la historia de México, y de los libros que por su
rareza sean difícilmente substituibles (13 de julio de 1974).
 Reglamento para el uso y conservación de las áreas, objetos y colecciones del
Palacio Nacional (6 de septiembre de 1984 ).

Régimen legal de la cinematografía


La Ley de Derechos de Autor vigente en México protege, entre otras, las obras
cinematográficas y audiovisuales, considerando como autores al director-
realizador; los autores del argumento, adaptación, guión o diálogo; los autores de
las composiciones musicales; el fotógrafo, y los autores de las caricaturas y de los
dibujos animados. Salvo pacto en contrario, se considera al productor como el
titular de los derechos patrimoniales de la obra en su conjunto, es decir, la persona
física o moral que tiene la iniciativa, la coordinación y la responsabilidad en la
realización de una obra, o que la patrocinan. El productor, sin perjuicio de los
derechos de los autores, puede llevar a cabo todas las acciones necesarias para la
explotación de la obra audiovisual.

La reglamentación específica que se aplica en este caso es la Ley Federal de


Cinematografía, que databa de 1992, reformada en diciembre de 1998 por el
Congreso, y puesta en funciones según Decreto Presidencial del 5 de enero de 1999.

Tiene como objetivos fomentar y proteger la creación cinematográfica nacional.


Esta ley regula y norma tanto las acciones estatales de fomento a la creación como
la exhibición y comercialización de las películas (nacionales y extranjeras) en los
diferentes medios.

Además de las disposiciones relativas a la difusión de obras cinematográficas, en el


rubro de radio y televisión, la ley regula los contratos para las transmisiones de
obras por estos medios, refrendando para ellas los mismos derechos y obligaciones
que se aplican a la edición de obras literarias.

En cuanto a las propuestas actuales de reforma a la ley, en las mesas consultivas se


ha debatido la necesidad de no desarticular el proyecto de leyes separando radio,
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televisión y cinematografía; de conservar el espacio de transmisión de la


producción nacional por lo menos como aparece en el reglamento actual (del 30%),
de establecer como garantía institucional el derecho de cualquier grupo organizado
de ciudadanos mexicanos a fundar y operar radiodifusoras con proyectos
comunitarios, y de asegurar la existencia de radios comunitarias mediante la
exención de impuestos a las empresas radiodifusoras y a sus patrocinadores.

Disposiciones sobre espectáculos públicos


Existen reglamentos que regulan la celebración de espectáculos públicos en las
distintas entidades del país, ellos determinan las reglas y los mecanismos para
garantizar que, con motivo del desarrollo de esos espectáculos, no se altere el orden
público, ni se ponga en riesgo la integridad de los participantes y asistentes.

Las personas físicas o morales que obtengan permisos para desarrollar


espectáculos musicales, teatrales, artísticos, culturales y recreativos estarán
obligadas a disponer lo necesario para que cuando menos el 75% de los
participantes sea de mexicanos, excepto en los casos de espectáculos públicos
extranjeros que se presenten por un evento o temporada, en cuyo caso se podrá
tener participantes extranjeros en los términos de la delegación aplicable; instalar
lugares funcionales y debidamente acondicionados, tales como camerinos o
vestidores, vigilar que durante la celebración de espectáculo público se mantenga el
orden, y se observen otras normas relativas a la difusión y la suspensión de los
espectáculos.

En esta reglamentación existe además una disposición sobre Censura y


Clasificación que incluye películas cinematográficas, series filmadas, telenovelas y
teleteatros grabados. La Dirección General de Cinematografía autorizará las
películas cinematográficas, las series filmadas, las telenovelas y los teleteatros
grabados de acuerdo con una clasificación que distinga los aptos para niños,
adolescentes y adultos en cualquier horario, los aptos para adolescentes y adultos a
partir de las 21:00 horas, y los aptos únicamente para adultos a partir de las 22:00
horas.

La ley también fija la prohibición a los concesionarios, permisionarios, locutores,


cronistas, comentaristas, artistas, anunciantes, agencias de publicidad, publicistas
y demás personas que participen en la preparación o realización de programas y
propaganda por radio y televisión lo siguiente:
 Efectuar transmisiones contrarias a la seguridad del Estado, a la
integridad nacional la paz o el orden públicos.
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 Difundir todo aquello que sea denigrante u ofensivo para el culto de


los héroes o para las creencias religiosas, así como lo que, directa o
indirectamente discrimine cualesquiera razas.
 Hacer apología de la violencia, del crimen o vicios.
 Realizar transmisiones que causen la corrupción del lenguaje y las
contrarias a las buenas costumbres, ya sea mediante palabras,
actitudes o imágenes obscenas, frases o escenas de doble sentido,
sonidos ofensivos, gestos o actitudes insultantes, así como recursos
de baja comicidad.
 Emitir textos y anuncios o propaganda comercial que requiriendo la
previa autorización oficial no cuenten con ella.
 Alterar sustancialmente los textos de boletines, informaciones o
programas que se proporcionen a las estaciones para su transmisión
con carácter oficial.
 Presentar escenas, imágenes o sonidos que induzcan al alcoholismo,
tabaquismo, uso de estupefacientes o de sustancias psicotrópicas.
 Transmitir informaciones que causen alarma o pánico en el público.

Otra legislación relacionada con la cultura


Dentro de la legislación vigente se ha considerado provechoso constituir una
Subcomisión de Cultura, integrada por las secretarías de Turismo, Educación
Pública, Relaciones Exteriores, Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca,
Comunicaciones y Transporte, y Contraloría y Desarrollo Administrativo, el
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, el Instituto Nacional de Antropología
e Historia, el Instituto Nacional Indigenista y el Fondo Nacional de Fomento al
Turismo, la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio y Servicios
Turísticos, la Confederación Nacional de Asociaciones de Agencias de Viajes y la
Asociación Mexicana de Agencias de Viajes. Su objetivo es, entre otros, el
establecimiento de políticas y programas de coordinación y colaboración
encaminados al aprovechamiento de los atractivos culturales del país, tales como
destinos turísticos, y el establecimiento de las acciones necesarias para el
mejoramiento de la infraestructura cultural y turística.

Por otra parte, la Ley Aduanera también establece normas jurídicas que influyen en
el desarrollo de la cultura. En este sentido, la ley dispone que la Secretaría de
Hacienda y Crédito Público está obligada a brindar las facilidades necesarias para
evitar posibles daños a las obras mediante el régimen de depósito fiscal que existe
en el caso de exposiciones internacionales, solicitando un tránsito interno desde el
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puerto de entrada hasta el lugar donde se llevará a cabo el evento. Lo anterior


permite que las obras artísticas que se importen sean revisadas hasta su destino
final.

En cuanto a las exportaciones temporales, la ley autoriza la salida del territorio


nacional hasta por seis meses de enseres, utilería y demás equipo necesario para la
filmación, siempre que se utilicen en la industria cinematográfica y su exportación
se efectúe por residentes en el país, y hasta por un año, los que se destinen a
exposiciones, convenciones, congresos internacionales o eventos culturales o
deportivos.

Ley de vías generales de comunicación


Puede afirmarse que las telecomunicaciones en México tienen una política reciente
si consideramos que hace apenas siete años fueron reclasificadas como una
actividad prioritaria, en la cual el mercado asume las responsabilidades de
crecimiento, inversión y desarrollo tecnológico, bajo una rectoría que se encamina
a mantener el dominio público de las vías a través de las cuales transita la
información.

Este nuevo esquema comenzó a construirse en 1995 con una reforma constitucional
y su respectiva ley reglamentaria. Sin embargo, quedaron vigentes algunas partes
de la antigua política, sobre todo las dictadas en 1940, en el campo de las sanciones
y de los compromisos que el país había adquirido desde 1973 con instituciones
multilaterales que regulan las comunicaciones entre territorios nacionales.

Las partes del nuevo escenario fueron construyéndose no sin demoras y con
insuficiencias marcadas en algunos renglones álgidos, como es el caso de las
normas oficiales mexicanas. Los avances alcanzados son variables, según sea el
renglón que se quiera analizar, pero en términos generales es evidente que estamos
en una fase de consolidación porque ya transcurrió el tiempo suficiente para
evaluar el resultado de las nuevas reglamentaciones, subsanar las inconsistencias
que todavía prevalecen y acabar de establecer las regulaciones faltantes.

Para conocer los efectos de esta legislación hay que referirse a cada uno de los 9
campos específicos en donde se aplican sus disposiciones.

Los segmentos de la política


Unidad 2. Importancia de la Ley de Imprenta y de Vías Generales
de Comunicación
Legislación de la comunicación

Telecomunicaciones. Bajo este rubro se localiza la legislación de aplicación general


en el mercado de las telecomunicaciones. Aquí están las disposiciones jurídicas que
dan atribuciones a la SCT y a la Comisión Federal de Telecomunicaciones, las
resoluciones de ésta, el programa sectorial, los tratados con la Unión Internacional
de Telecomunicaciones (UIT) y la Organización Internacional de
Telecomunicaciónes Móviles por Satélite, los convenios bilaterales, los reglamentos
para personal especializado y, por supuesto, la Ley Federal de Telecomunicaciones
con el reglamento de 1990.

Este reglamento, aunque vigente en todas sus partes, ha sido un renglón olvidado
de la autoridad a la luz de la ley de 1995, porque no se sabe a ciencia cierta cuáles
de sus partes se contraponen con la nueva generación de regulaciones en la
comunicación vía satélite y en el servicio telefónico local.

Vías generales de comunicación. En este renglón sobresalen las disposiciones


constitucionales que establecieron en 1960 el dominio directo de la nación sobre el
espacio aéreo y la Ley de Vías Generales de Comunicación, en cuyos capítulos
vigentes se determina el régimen de concesiones y permisos, las atribuciones
gubernamentales en materia de inspección y vigilancia, las figuras del dominio
público de la Federación y las sanciones por el uso indebido de estas vías, en
especial las llamadas comunicaciones eléctricas. Dicha ley recoge una rica
experiencia de 62 años en la materia.

Comunicación por satélite. Aquí la importancia se inicia en los años setenta cuando
el país ingresa a la Unión Internacional de Telecomunicaciones para la obtención
de posiciones orbitales. La gran necesidad de recursos financieros y tecnología que
requería el Estado a fin de evitar el rezago en este punto fue el motivo inmediato de
la reforma constitucional que abrió a la empresa privada el mercado mexicano de
las telecomunicaciones.

Ello se tradujo también en un grupo destacado de requisitos y atribuciones de la


autoridad, dentro de la Ley Federal de Telecomunicaciones, para lograr la
reciprocidad en las relaciones económicas con otros países y con las empresas
multinacionales de la comunicación satelital.

No hay que olvidar los acuerdos alcanzados con la Organización Internacional de


Telecomunicaciones por Satélite, conocida como INTELSAT, los protocolos con
EEUU y Canadá de transmisión y recepción de señales para la prestación de
diferentes servicios, así como el reglamento de 1997 de comunicación vía satélite.
Unidad 2. Importancia de la Ley de Imprenta y de Vías Generales
de Comunicación
Legislación de la comunicación

Esta instrumentación se ha llevado a cabo con impactos sobresalientes en los


servicios televisivos, de radiodifusión y de la publicidad.

Redes de telecomunicaciones. Bajo este rubro se encuentran el TLC, en su capítulo


XIII, relativo a telecomunicaciones, diversos acuerdos que reglamentan la ley
federal de telecomunicaciones, resoluciones de la COFETEL que regulan la
información contable por servicio de redes públicas de telecomunicaciones y
diversas normas oficiales mexicanas. Es una legislación para uno de los renglones
más dinámicos del mercado de las telecomunicaciones.

Espectro radioeléctrico. Si bien es cierto que las principales disposiciones que


regulan el espectro radioeléctrico se encuentran en la ley federal de
telecomunicaciones, desde 1977 se han emitido diversos decretos y acuerdos
secretariales que atribuyen bandas de frecuencias para una amplia gama de
aplicaciones: servicio fijo y móvil, sistemas radioeléctricos, servicio fijo multicanal,
sistemas de relevadores radioeléctricos analógicos, teléfonos inalámbricos,
estaciones radiotelefónicas y uso libre.

También existen acuerdos con EEUU para el uso de bandas de frecuencia


específicas en la frontera común, pero sobresale el cuadro nacional de atribución de
frecuencias que es un verdadero mapa de las oportunidades de inversión para la
radiocomunicación y que se ha traducido en un intenso concesionamiento de
bandas de frecuencia.

Radiocomunicación. Los servicios de este género, íntimamente vinculado con las


redes, la comunicación vía satélite y el servicio telefónico, se rigen por el hoy
todavía vigente reglamento de telecomunicaciones de 1990, el decreto de
promulgación del reglamento de radiocomunicaciones de la UIT, el convenio con
EEUU relativo al uso de bandas por los servicios terrenales de
radiocomunicaciones y sus protocolos, así como un reglamento de 1953 y varios
acuerdos secretariales, que en el curso de las últimas 2 décadas han orientado el
desarrollo de este segmento del mercado.

Servicio de aficionados. Se trata de un apartado de pocas regulaciones que, sin


embargo, incluye un convenio interamericano sobre el servicio de aficionados,
promulgado en 1989, a fin de extenderlo en forma temporal, dentro del territorio
de los países miembros de la OEA.
Unidad 2. Importancia de la Ley de Imprenta y de Vías Generales
de Comunicación
Legislación de la comunicación

Servicio telefónico. Su importancia deriva del hecho de que es un medio para


conducir no sólo voz sino también datos, texto e imagen. Desde 1995 el mercado
del servicio telefónico requirió de nuevas reglas.

Para establecerlas y hacerlas funcionales fueron necesarios 6 años en los cuales se


han emitido regulaciones trascendentes como son las relativas a la interconexión
de los variados servicios prestados por diferentes empresas, particularmente la
señalización y la numeración; la reglamentación de los servicios de larga distancia
nacional e internacional, local y de telefonía pública; la supervisión y control de las
operaciones de Teléfonos de México S.A., bajo el supuesto de que opera en
condiciones de prácticas monopólicas, y las normas oficiales mexicanas para el uso
eficiente del espectro radioeléctrico, los equipos telefónicos y los servicios conexos.

Telégrafos. La legislación sobre telégrafos proviene de los años cuarenta y sesenta.


Es indudable que se trata de regulaciones que hay que actualizar no sólo por el
nuevo entorno de competencia comercial prevaleciente sino también por las nuevas
opciones tecnológicas que ofrecen las redes de telecomunicaciones y las carreteras
de la información.

Los campos vinculados


La legislación que define y sustenta la política de telecomunicaciones está inmersa
en procesos más amplios de modernización y apertura. Existen otras áreas de las
políticas públicas cuyos marcos jurídicos condicionan la legislación sobre la
materia.

Concretamente, se trata de las reglas jurídicas relativas a la inversión extranjera,


régimen fiscal, servicio postal, libre concurrencia y monopolios, metrología y
normalización, comercio exterior, bienes nacionales, radio y televisión, así como la
política penal.

Se trata de nueve campos que envuelven al marco jurídico de las


telecomunicaciones. Su legislación da la pauta para la disponibilidad de equipo, las
restricciones impositivas, la estandarización en la calidad de aparatos, la
explotación del espectro, la operación de los grandes usuarios como son los medios
de comunicación social, el uso intensivo del comercio electrónico, el acceso
generalizado a la información gubernamental y las sanciones por el empleo
indebido de las telecomunicaciones.
Unidad 2. Importancia de la Ley de Imprenta y de Vías Generales
de Comunicación
Legislación de la comunicación

Algunos de estos campos tienen una gran movilidad, como es el caso del comercio
exterior, ya que en promedio cada 3 meses se publican disposiciones que modifican
los aranceles sobre el equipo electrónico que se usa en las telecomunicaciones,
derivado de compromisos de los diferentes tratados comerciales firmados por el
gobierno de México.

Oportunidades de inversión
Las telecomunicaciones son probablemente una de las actividades que más influirá
en los modos de producción y en las relaciones sociales, en el futuro inmediato. De
hecho, sus efectos ya son evidentes en aquella parte de la economía y de la sociedad
mexicanas que se moderniza y se inserta en los procesos de globalización.

Cualquier proceso de revisión de la legislación requiere tomar en cuenta una


evaluación de las oportunidades creadas por disposiciones legales que dan sustento
a un mercado que se diseñó para ser libremente concurrido y promotor de la
modernización de la economía.

El grueso de las oportunidades de inversión se localiza en tres ordenamientos: el


reglamento de 1990, la Ley Federal de Telecomunicaciones y el Tratado de Libre
Comercio de América del Norte, capítulo XIII. Tan sólo la ley fija condiciones para
dar seguridad a las alianzas estratégicas, la comunicación por satélite, las
concesiones administrativas, los convenios de interconexión de redes públicas, la
explotación del espectro radioeléctrico, evitar operaciones de mercado relevante y
las redes públicas de telecomunicaciones. Son básicamente restricciones
encaminadas a procurar la libre concurrencia, la competitividad y la calidad de los
servicios.

Legislación estratégica
De los 179 ordenamientos jurídicos que dan forma al marco jurídico de la política
de telecomunicaciones, seis son el centro sobre el cual gira el resto de la legislación.
Cada uno de éstos establece atribuciones para la autoridad, prohibiciones,
requisitos, definiciones, sanciones, registros, plazos, etc., que se han identificado a
fin de medir la magnitud de las restricciones, los estímulos y las condicionantes a
los que se enfrentan los actores del mercado.

Esta legislación estratégica, en su conjunto, se caracteriza por el predominio de


artículos que contienen atribuciones de la autoridad y requisitos, lo que muestra
una política más restrictiva de lo que se piensa en la apertura y concurrencia del
mercado.
Unidad 2. Importancia de la Ley de Imprenta y de Vías Generales
de Comunicación
Legislación de la comunicación

La Ley Federal de Telecomunicaciones es la legislación de corte más propositivo.


Como ordenamiento reglamentario de la reforma constitucional de 1995, que
transfiere la comunicación vía satélite de las áreas estratégicas a las prioritarias, se
orienta a fijar los lineamientos de política, los requisitos, los plazos y las
atribuciones de la autoridad en la comunicación vía satélite, la explotación del
espectro radioeléctrico, las redes públicas de telecomunicaciones y la operación de
las empresas comercializadoras de servicios, a través de las concesiones y permisos.

Reciprocidad global
La importancia de los tratados internacionales se acentúa con los procesos de
apertura de las economías. A la fecha existen tratados sobre telecomunicaciones, en
cinco de los nueve apartados en que se ha dividido el análisis del marco jurídico:
telecomunicaciones, comunicación por satélite, redes de telecomunicaciones,
radiocomunicación y servicio de aficionados.

Son recientes los tratados sobre telecomunicaciones que están vigentes. Datan de
1973, al adherirse el país a la organización INTELSAT. La mayoría de ellos son
multilaterales y sólo existen convenios celebrados con pocos países.

Las necesidades de tecnología y de capital, hacen de esta reciprocidad una


condición para incorporarse al desarrollo vertiginoso de este sector y, más
concretamente, para aprovechar sus beneficios económicos y culturales. Se han
vuelto una razón de Estado.

El sólo hecho de que la ley condicione la asociación entre empresas mexicanas y


extranjeras dueñas de sistemas satelitales, a la existencia de tratados, hace
indispensable conocer las reglas internacionales que reglamentan las
telecomunicaciones, para identificar los parámetros sobre los que deben diseñarse
los nuevos convenios que el gobierno federal está obligado a promover.

Referencias

http://www.unla.mx/iusunla3/reflexion/DERECHO%20A%20LA%20INTIMIDA
D.htm
http://www.nexos.com.mx/?P=leerarticulo&Article=2101059
http://www.oei.es/cultura2/mexico/c4.htm
http://www.siemexico.com/estudios/telecom/resumen.htm

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