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La evaluación es un proceso dinámico que puede tener distintos objetivos, uno de ellos el
diagnóstico. Igualmente, pueden determinarse su contenido específico y los procedimientos más
adecuados para la consecución de los objetivos.
● Formulación y pruebas de hipótesis. Hay que identificar tanto lo que tiene afectado como
lo que tiene indemne. Son importantes tanto las pruebas objetivas (para ver si está fuera
o no de la norma) como las subjetivas (nos dan información sobre su desarrollo
funcional: actividad comunicativo-lingüística.
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1.1 Referencias históricas
La evaluación del lenguaje ha evolucionado desde una perspectiva centrada en los productos de
la actividad (lingüística, cognitiva, etc…) hacia una posición en la que los procesos ocupan un
lugar central. Es decir, antes se centraba en el aspecto más formal.
En un primer momento los datos relativos a la fonología y la sintaxis (forma) fueron los más
relevantes para la evaluación, pero a mediados de los setenta el foco de atención se desplazó
también hacia la semántica (contenido), y después a la pragmática (uso). Así, en los años
ochenta la mayor parte de los estudios se centraron en la interacción comunicativa, pero
también surge un creciente interés por los procesos de control de este tipo de interacción.
1.2 Objetivos de la evaluación del lenguaje
1. Detectar los posibles problemas con los cuestionarios o pruebas de “screening”, los
cuales requieren escasa formación para su aplicación (breves, fáciles de interpretar). No
se suelen revisar los criterios diagnósticos. Permiten juzgar si existen o no problemas
comunicativos, si es necesario pasar más pruebas diagnósticas o qué test puede ser más
adecuado (Ejemplo exploración de selección de las funciones del lenguaje (Clínica
Mayo)). Criterios de calidad:
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d. Eje IV. Problemas psicosociales y ambientales.
e. Eje V. Evaluación de la actividad global.
Desde una perspectiva cognitiva el objetivo fundamental de la evaluación del lenguaje sería
determinar las causas cognitivas que subyacen a las dificultades específicas de un sujeto por
referencia a un modelo de procesamiento, ya que a través de este pueden establecerse las
hipótesis sobre las causas de dichos problemas.
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1.4 Técnicas y procedimientos de evaluación
● La entrevista. Interés limitado a la fase inicial del proceso de evaluación. Según su grado
de estructuración, puede ser: no estructurada, semiestructurada y estructurada. La
principal causa de problemas que afectan a la fiabilidad de la entrevista es la varianza
relativa a los criterios diagnósticos empleados por los profesionales. Para reducir o
minimizar este problema se emplea el uso de sistemas de clasificación en los que los
criterios son consensuados.
También hay que tener en cuenta los sesgos (errores que nos han llevado a cometer
alguna serie de desviaciones de nuestro propio estudio y nos impiden obtener unos
buenos datos). Para evitar esto, pedimos que unos evaluadores externos observen lo que
hacemos y hagan una retroalimentación.
2. Funcionales. Se definen por los productos de las acciones (ej. escribir un texto).
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Si el criterio es la duración, las unidades de conducta pueden ser:
● Test referidos a criterio. Proporciona una medida objetiva que posee fiabilidad y validez
en la que incluye elementos que constituyen una muestra representativa del conjunto de
aspectos del rasgo a medir. Los datos se recogen de una forma arreglada y estos poseen
datos normativos. Normalmente, implican la predicción o inferencia acerca de conductas
más importantes que las observadas.
Se basan en el análisis minucioso de cada una de las tareas que debe dominar el sujeto
para ser considerado normal. La puntuación habitual en este tipo de test: nº de
habilidades aprendidas o dominadas/nº de habilidades requeridas.
2. Guía Portage. Nos da indicadores de cómo es el desarrollo evolutivo en cada una de las
áreas. Vienen fichas de colores con objetivos terapéuticos y etapas de actuación. Se
establece el nivel de partida del niño (observando lo que puede o no puede hacer).
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4. Escala de Desarrollo Lingüístico de Reynell (RDSL)(*18 meses a 7 años). Se utiliza
mucho en el hospital Rey Juan Carlos, proporciona datos del lenguaje a través del juego,
que comprenda determinadas consignas a través del personaje.
Los logopedas con este tipo de escalas normalmente observan a través del juego. Primero tiene
una toma de contacto con el niño y la familia (nos informa del motivo por el que se acude a
consulta), y después se le va proporcionando materiales al niño para ver cómo los manipula (se
emplea una escala de desarrollo). Se empieza evaluando el área motora. Posteriormente se
recoge documentación de la familia (para hacernos una idea de cómo es su conducta).
Finalmente se pasa al nivel de lenguaje expresivo y receptivo, Primero la comprensión, luego la
expresión y finalmente se pasa a pruebas de screening (constituyen una medida de prevención
secundaria que consiste en la realización de pruebas diagnósticas a sujetos a priori se
consideran sano, a fin de detectar posibles patologías de forma precoz).
Los inventarios MacArthur de Desarrollo Comunicativo (adaptación española; Lopez Ornat et al.,
2005) también son aplicables a niños de 8 a 30 meses de edad como la original. Permiten situar
a un niño concreto en relación a los niños de su misma edad respecto a su nivel de desarrollo
comunicativo-lingüístico. Baremación: muestra de 1100 sujetos de todo el territorio nacional.
Características generales:
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2. “Desarrollo del Vocabulario”, que permite obtener información cualitativa sobre el
patrón evolutivo de este componente del lenguaje. Se pide a los padres que señalen dde
entres una extensa lista de palabras aquellas que su hijo solo comprende o comprende y
dice (en el Inventario I), y solo aquellas que dice (en el Inventario II).
En niños de edades comprendidas entre los 30 meses y los 5 años muchos clínicos comienzan el
examen tomando una muestra de lenguaje a través de una sesión de juego interactivo (hora de
juego lingüística; Soprano, 1997).
1. Objetivos:
a. Lograr una primera aproximación global al nivel de desarrollo lingüístico y a las
capacidades comunicativas del niño.
b. Elaborar las primeras hipótesis diagnósticas que guiarán el resto del proceso de
evaluación.
2. Contextos/Escenarios: comidas, despertar, acostarse, paseos, etc. Cuanto mayor es la
variedad, mayor es la representatividad de la muestra de lenguaje obtenida.
3. Duración de la sesión. Entre 15 y 45 minutos.
4. Cantidad. Mínimo de 50 enunciados diferentes (recomendable entre 50 y 100).
5. Materiales: láminas o dibujos, y sobre todo juguetes (ej. personajes, elementos de cocina,
animales).
6. Otras consideraciones. La estructuración excesiva limita la variedad del lenguaje del
niño, y una muestra es representativa cuando los enunciados imitativos no sobrepasan el
20% y no hay más del 30-40% de respuestas a preguntas.
7. No se consideran enunciados canturrear, frases inacabadas, titubeos, lenguaje
ininteligible, frases hechas, repeticiones y todo lo que se considere no espontáneo.
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1. Establecer el perfil fonológico consignando los fonemas alterados de acuerdo al modo y
punto de articulación, y de su posición dentro de la palabra (Inicio, Medio, Final). Lo
mismo en relación con los grupos consonánticos y diptongos.
7. Omisiones de la sílaba inicial. Error grave teniendo en cuenta la edad del paciente.
Problema del desarrollo fonético fonológico.
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2.2.2 Morfosintaxis
Otro índice empleado, y que tiene alta correlación con la LME, es el Índice de Complejidad
Sintáctica: (nº de oraciones subordinadas + formas verbales compuestas)/nº total de
enunciados.
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Cálculo en muestras menores de 60 segundos. Primero se divide el nº de segundos en un minuto
(60”) entre el nº de segundos de la muestra (ej. 20”): 60/20=3. Después se multiplica el nº de
palabras en la muestra por el nº obtenido en el paso anterior (ej. 62 palabras*3=186).
El Índice de Diversidad léxica (en una muestra de habla). Se calcula: nº total de palabras
diferentes (types)/nº total de palabras (tokens). Para ello:
4. Las inflexiones morfológicas (femeninos, plurales, etc) cuentan como un mismo type
(pero diferente token).
Una forma modificada del RTT es el análisis por tipos de palabras: nombres, verbos, adjetivos,
adverbios, etc. Se calcula: nº de cada tipo diferente de palabras/nº total de palabras en la
muestra. Medidas por debajo de 0.45-0.5 a partir de los tres años indican déficit lingüístico.
2.2.4 Pragmática
8. Función de respuesta. Uso de lenguaje para responder a las preguntas formuladas por un
interlocutor. Se diferencian las respuestas de aclaración solicitada y no solicitada. Las
afirmaciones y negaciones se pueden incluir tanto aquí como en la función
representativa.
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Habilidades pragmático-conversacionales: tomar/iniciar la palabra (petición y función
reguladora); mantenimiento del tema (que sea capaz de abrirlo y cerrarlo adecuadamente);
reciprocidad conversacional; producción de contenidos o estilos de conversación adecuados al
interlocutor y al contexto; producción de preguntas adecuadas al tema; respuesta de cuestiones
adecuadas; fluidez; rasgos suprasegmentales y componentes no-verbales de la comunicación
(tono, intensidad o volumen de voz, acento, proximidad corporal, mirada, etc).
Además, las tareas de comprensión de tipo mentalista pueden aportar información sobre las
habilidades pragmáticas de un niño, ya que la teoría de la mente (TOM) tiene un papel
coprotagonista en las situaciones comunicativas. Es un subsistema cognitivo que se compone de
elementos tales como las atribuciones de creencias, deseos, recuerdos, intenciones, etc. Permite
utilizar estrategias sociales sutiles gracias a que permite ponerse en el lugar del otro. Las
situaciones de falsa creencia pueden ser de primer o segundo orden:
1. Las tareas de primer orden suelen resolverse a partir de los 4 o 5 años de edad.
2. Las tareas de segundo orden suelen resolverse a los 6 o 7 años en niños con un
desarrollo normal.
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2.3 Pruebas estandarizadas para su uso en la población infantil
Un test estandarizado global que es muy importante es el BLOC. Este es un test para niños entre
5 y 14 años de edad que comprende cuatro aspectos básicos del lenguaje (morfología, sintaxis,
semántica y pragmática), por lo que evalúa forma, contenido y uso del lenguaje. Presenta curvas
de desarrollo para los distintos bloques y hay distintas versiones (BLOC-S). Módulos del BLOC:
Otro test estandarizado global es el PLON-R. Consiste en un test considerado como de screening
o detección rápida, que valora el desarrollo del lenguaje de niños de 3-6 años en los diferentes
componentes: forma, contenido y uso.
1. Fonología. Común a todas las edades; varían las palabras estímulo y los baremos. “Mira
voy a enseñarte un… (se nombran las imágenes para un fonema)”. Posteriormente se
señala una imagen y se le pide decir su nombre. “¿Qué es esto?”.
2. Morfología y sintaxis. Para 3,4 y 5 años. Se hace una prueba de repetición de frases (ej. El
gato cazó un ratón en el patio) y otra para la expresión verbal espontánea (“Ahora dime
lo que pasa aquí”).
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3. Semántica:
a. Léxico. Para 4 años (con 3 cambia la lámina y la puntiación; con 5, cambia la
lámina y se pide señalar categorías: alimeto, ropa, jugueste). Tanto a nivel
comprensivo (“Vamos a jugar con esta lámina. Pon el dedo en el/la…”) como
expresivo (“Ahora fíjate bien en esta lámina. Dime qué es esto”)...
c. Relaciones espaciales (3 y 4 años). Ahora vamos a jugar. Pon una ficha (encima,
debajo, al lado, detrás) del coche.
d. Opuestos (en 3 años, partes del cuerpo: cabeza, manos, pies, orejas, pelo). Ahora
vamos a decir una frase entre los dos, yo la empiezo y tú la terminas. Un
hermano es un niño, una hermana es…
f.
4. Uso:
a. Articulación espontánea. Se vlora la expresión espontánea ante una lámina
(prueba 2 de morfosintaxis). Se diferencian tres niveles de expresión:
i. Denominación. Nombra los elementos del dibujo.
ii. Descripción. Expresa relaciones entre los elementos del dibujo o los
califica.
iii. Narración. Hace referencia a elementos no presentes, interpreta hechos,
infiere causas, etc.
1. Discriminación de sonidos del medio (tras oír un estímulos sonoro debe seleccionar una
imagen entre 4 posibles).
2. Discriminación figura-fondo (se escuchan 2 sonidos simulatáneamente y debe señalar
las 2 imágenes correspondientes a los estímulos).
3. Discriminación fonológica en palabras (se escucha una palabra y hay que señalar la
imagen entre 2 posibles dibujos que difieren solo en un fonema).
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4. Discriminación fonológica en logotomas (segmentos de habla sin significado equivalente
a sílabas) (escucha 3 logotomas y debe decir si las 3 sílabas son iguales o no).
5. Memoria secuencial auditiva (evalúa el recuerdo inmediato de vocablos desde 3 a 5
palabras. Es el único subtest que requiere producción oral-verbal-lingüística).
Primero hay que hacer una fase de entrenamiento y luego se empieza a pasar la prueba por el nº
de ítem que le corresponda a la persona por su edad. Si la persona responde a todas la palabras
contenidas en el conjunto de ítems correspondiente a su edad o comete solo un fallo, se
considera que esa es su EDAD BASE. En el caso contrario, iremos pasando los ítems propios de
una edad inferior, hasta que obtenga ese criterio con éxito. Una vez obtenida la edad base,
continuaremos pasando la prueba hasta llegar al CONJUNTO TECHO, aquel en el que se
comenten 8 o más errores dentro del mismo conjunto de palabras. En este momento, finaliza la
prueba. Puntuación del test:
1. Se asume que los sujetos realizaron bien todos los ítems que se sitúan por debajo de su
edad base.
2. El número de ítem del último elemento del conjunto en el que obtuvo 8 errores es el
elemento techo.
3. PD= elemento techo - total de errores cometidos por el sujeto al realizar la prueba.
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a. También pueden calcularse: CI, percentiles y eneatipos (a partir del CI), edad
equivalente (a partir de la puntuación directa).
A partir del ítem 1, se dicen las dos frases empezando por la que lleva asterisco, y se le
pide al niño que la señale.
Dichas estas dos formas seguidas, el examinador señala el dibujo superior y dice: a ver,
¿qué te he dicho yo de este dibujo? Si el niño no se acuerda o no lo dice bien, se le ayuda.
De este dibujo te he dicho: la muñeca se ha quedado sola, porque se ha quedado sola,
¿verdad? Señalando el dibujo inferior, se le dice: y de este, ¿qué te he dicho de este
dibujo?
Tras proporcionar las ayudas necesarias, se procede a evaluar los primeros 29 ítems de
esta forma. En los últimos ítems, tras enseñarle cómo realizar las tareas de cierre
gramatical (sin entrenar los aspectos evaluados), se lee la primera parte de la frase,
hasta el punto en el que aparecen dos barras, elevando la voz para invitar al niño a
terminarla. Si no lo hace, se repite la frase llegando esta segunda vez hasta las segundas
dos barras.
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1. Bloque D. Oraciones predicativas SV.
2. Bloque E. Oraciones atributivas.
3. Bloque F. Oraciones predicativas negativas SV.
4. Bloque G. Oraciones predicativas SVO no reversibles.
5. Bloque H. Oraciones predicativas SVO reversibles.
6. Bloque I. Oraciones predicativas SVO con sujeto plural.
7. Bloque J. Oraciones SVO con sujeto escindido.
8. Bloque K. Oraciones predicativas pronominalizadas reflexivas (se).
9. Bloque L. Oraciones predicativas SVCC de lugar (fuera, dentro, debajo y encima).
10. Bloque M. Oraciones predicativas pronominalizadas (le).
11. Bloque N. Oraciones comparativas absolutas.
12. Bloque O. Oraciones OVS con objeto focalizado.
Inconveniente: es una prueba muy larga, que produce mucha fatiga atencional sobre todo en
niños pequeños (ej. 3 años).
Se mide en dos niveles principalmente a nivel auditivo y a nivel visual, esta prueba consta de 11
subpruebas de las cuales 10 de ellas son obligatorias para poder determinar la edad
psicolingüística del paciente y una de ellas es una prueba voluntaria por así decirlo, se llama
prueba complementaria. Evalúa desde los tres años y medio hasta los once años de edad, se
tarda más o menos una hora y media en aplicar pero a menor edad más tiempo.
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2. Memoria secuencial visomotora. Capacidad para reproducir (dibujar) de memoria
secuencias de figuras después de habérsele presentado una secuencia brevemente,
poniendo a prueba la memoria a corto plazo.
9. Expresión verbal. Fluidez verbal y el léxico que posee el niño con respecto a un campo
semántico concreto.
11. Integración auditiva (esta es la prueba complementaria). Capacidad para producir una
palabra a partir de la pronunciación de los primeros fonemas de la misma. (Auto_ús, b).
Primero empezamos en la fase logográfica (Educación infantil: 4 años), la cual implica cierto
nivel en el desarrollo de lenguaje oral. En ella, los niños aprenden las formas y las letras, las
diferencias entre letra y números. Además, aprenden a identificar logotipos (Coca-cola) y
pueden practicar la copia de lo que ven escrito. Hay dos hipótesis:
1. Hipótesis 1. Los niños perciben las palabras como un todo y aprenden reglas de
asociación entre la forma escrita y la forma oral de las palabras. Así, el contexto ayuda al
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reconocimiento y permite establecer el significado de las palabras familiares. Las no
familiares son ignoradas o su significado se extrae a través del contexto. La aparición
repetida de las palabras contribuye a su progresiva descontextualización y al aumento
en el conocimiento de su grafismo.
2. Hipótesis 2, es más sólida. En el reconocimiento de palabras el niño usa solo una parte
de las mismas (grupo de letras, longitud, etc.). Así, el aprendizaje en esta etapa supone la
creación de asociación entre claves visuales parciales (con valor discriminativo) y la
forma oral. Es decir, empiezan a discriminar unas letras con respecto a otras. El contexto
es irrelevante. El progreso en el aprendizaje va a propiciar la asociación letra-fonema.
Debido a que esta asociación es un prerrequisito para la siguiente etapa, los datos
empíricos apoyarían la segunda hipótesis. El uso de un método fonético o una lengua
transparente (español) favorece el paso inmediato a la fase alfabética. Es decir, no solo el
contexto determina el aprendizaje, sino que se requiere una metodología, asociación
entre grafema y fonema (ruta fonológica).
Se necesita una maduración neurológica para la lectura, por ello no todos los niños empiezan a
leer a la misma edad.
En segundo lugar se encuentra la fase alfabética (5-6 años de edad), donde se asienta la
metafonología, y el hecho de no tenerla consolidada provoca en muchos niños lagunas en
primaria. Para llegar a esta fase es un requisito que el niño posea la habilidad para segmentar las
palabras en los sonidos constituyentes y para integrar estos otra vez. Es la fase en la que los
niños aprenden a leer desarrollando la unión entre fonemas y grafemas (conversión). Aquí es
donde se observa la verdadera lectura, donde realmente se asienta el aprendizaje.
El niño aprende y utiliza las correspondencias G-F y F-G, lo cual implica un desarrollo de la vía
fonológica. Por esto, el orden de las letras es un aspecto crítico, ya que las palabras son
analizadas secuencialmente (grafema a grafema).
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a. Conciencia silábica. Habilidad para segmentar, identificar o manipular las sílabas
que componen una palabra.
Por último, entraríamos en la fase ortográfica (7-8 años). Aquí, lo importante es la identidad y el
orden de las letras, agrupadas en unidades de significado (fase de la vía léxica, el niño debe
aprender a decodificar palabras). El dominio de las habilidades ortográficas determina la
elaboración de estrategias automáticas que aseguran la comprensión lectora. En esta se realiza
una comparación de la forma ortográfica de las palabras con las representaciones almacenadas
en el léxico ortográfico (*vía léxica - se utiliza un método visual). A mayor correlación entre
habilidad ortográfica, mayor nivel de comprensión. Esto se fomenta de la mera exposición a la
lectura, entrenar los procesos más automáticos de la lectura (con cartillas de lectura).
Los niños de 3 y 4 años pueden comprender oraciones a través de su contenido semántico (vía
léxico-pragmática), aumenta la comprensión de oraciones. Se potencian las habilidades
auditivas. Cuanto más competencia a nivel oral, mayor nivel de competencia a nivel de
lecto-escritura, aunque esto no es aplicable a todos los casos.
➔ Rasgos típicos en niños que pueden tener problemas:
○ Dificultades en habilidades metafonológicas. Que están muy relacionadas con la
conciencia fonológica, niños que hablan mal porque tienen una mala
conceptualización de los fonemas.
○ Memoria de trabajo afectada.
○ Cuando los errores son recurrentes y perdurables en el tiempo es cuando hay
que estar alerta.
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A los 6 años pueden utilizar claves sintácticas para comprender oraciones, aunque tienen
problemas para comprender oraciones de relativo reversibles y pasivas. Conocer y usar los
límites sintácticos de las oraciones, cláusulas y sintagmas, a través de los signos de puntuación
favorece la segmentación y el procesamiento en la memoria. Empiezan a mejorar las habilidades
de comprensión lectora.
A los 8 años empiezan a usar estrategias de comprensión. Comprenden textos secuenciales, pero
presentan dificultad para las demás superestructuras (estructura esquematizada del texto:
introducción, nudo y desenlace). Las tareas más fáciles son la secuencia (relacionado con el
factor atencional), la enumeración y la descripción (empiezan denominando, y el nivel más alto
es la narración) y, la más difícil, la comparación-contraste. Se comienza enseñando textos de
secuencias, enunciativos y descriptivos (en este orden).
En niños de 8-9 años se observa mayor dificultad a la hora de generar procesos inferenciales que
permitan la elaboración y predicción en relación con los planes y las consecuencias. Sin
embargo, son capaces de realizar inferencias que mantienen la coherencia local (el sentido de
cada párrafo u oraciones) y global (el sentido general del texto), porque requieren menos
recursos que la elaboración de una representación semántica. Dificultades de predecir lo que va
a aparecer en el texto.
Entre los 10 y los 11 años los niños son capaces de seleccionar la información relevante del texto
y de omitir la irrelevante (estrategia de supresión). También se ha comprobado que emplean la
estrategia de construcción con facilidad.
3.2.1 ¿Qué distingue a los buenos de los malos lectores en el segundo ciclo de EP?
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3.3 Criterios relativos a las dificultades de aprendizaje de la lectura (dislexias evolutivas)
Los problemas con la lectura se pueden empezar a manifestar a lo largo del segundo curso de EP
o incluso antes, el inicio del proceso de detección debe hacerse una vez se constate un desfase
curricular significativo en lectura respecto a los escolares de su misma edad.
Un paciente a la edad de 14 años ya no se puede tratar de una dislexia porque es una detección
muy tardía, según la CIE-10. Aunque hay muchos casos que no se detectan.
Perfiles:
1. El alumno lee cometiendo con cierta frecuencia los siguientes tipos de errores:
lexicalizaciones, errores derivativos o morfológicos, errores visuales, sustituciones,
inversiones, omisiones y adiciones.
2. El alumno lee cometiendo con cierta frecuencia los siguientes tipos de errores o
presentando las siguientes dificultades: acentuación, no consigue leer las palabras de
una sola vez, no emplea ritmo en la lectura, su lectura es lenta, mecánica, repetitiva y
silábica, dificultades para la comprensión del significado de los homófonos y de decisión
léxica con pseudohomófonos.
3. Mixto.
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En la categoría de Retraso en la lectura se incluyen los niños que tienen dificultades en la lectura
por cualquier causa, sea ésta intelectual, falta de motivación, falta de asistencia a clase, etc.
(Cuetos, 1991). Normalmente estos niños tienen dificultades en todas las materias. La única
diferencia de estos sujetos con los sujetos normales radica en el grado de desarrollo. Se
incluirían también aquí a los escolares y adolescentes con secuelas de retrasos del desarrollo del
lenguaje o disfasias en los que la limitación en la lecto-escritura es una expresión secundaria de
su limitación lingüística.
Podemos hallar una evaluación inicial de niños de Educación Primaria (Jiménez, 2009): Proyecto
EGRA; u otra propuesta basada en los criterios de Jiménez y Artilles (2007).
Evaluación inicial de niños de Educación Primaria (Jiménez, 2009): Proyecto EGRA
Conocimiento del nombre Reconocimiento de las letras. Dar el nombre de las letras en
de las letras mayúsculas y minúsculas, en
orden aleatorio.
Lectura y comprensión de Fluidez de lectura oral. Leer un texto con exactitud, con
un párrafo poco esfuerzo y ritmo suficiente.
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gramática correctamente,
mediante un ejercicio de dictado.
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i. Conversión de palabras en pseudopalabras (por errores de sustitución,
omisión, etc.).
ii. Regularización de palabras irregulares (judo, jeep, etc).
iii. No aparece el efecto de la frecuencia (constante de longitud), pero sí el de
longitud (constante de frecuencia). Sí aparecen diferencias entre las
palabras cortas y largas.
iv. Rendimiento muy deficiente en tareas de asociación de homófonos con
su definición (*el elemento objetivo es el de menor frecuencia).
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Las oraciones pueden agruparse de acuerdo con dos factores: el número de proposiciones (1, 2)
y el ajuste al orden sintáctico canónico del español [SVO] (si, no).
1. P1OCSI = PSPSN1SI + AOC1SI + OSF1SI
2. P1OCNO = PV1NO + PSNSP1NO + OOF1NO
3. P2OCSI = PCRTS2SI + RATS2SI + CROS2SI
4. P2OCNO = PCRTO2NO + RATO2NO + CRSO2NO
Si seguimos el modelo de Frith (1985), como en el caso de la lectura, la escritura pasa por tres
fases:
1. Fase logográfica: Se refiere al reconocimiento instantáneo de palabras familiares
(conocidas). El orden de las letras y los factores fonológicos son ignorados. Si los niños
no pueden reconocer una palabra tratan de adivinarla, teniendo en cuenta claves
contextuales o pragmáticas.
2. Fase alfabética: El niño aprende a usar en esta fase los fonemas y grafemas, y sus
correspondencias (fonema- grafema). En esta fase el orden de las letras y los factores
fonológicos son importantes. Posibilita al niño leer y escribir palabras desconocidas y
pseudopalabras.
En esta fase se supone que el niño tiene conciencia segmental, es decir sabe que el flujo
del habla se puede segmentar (arbitrariamente) en unidades discretas. Primero aparece
la segmentación en sílabas y después la segmentación de las sílabas en fonemas (más
difícil). (Ruta directa → velocidad y ruta indirecta → decodificación).
3. Fase ortográfica: En esta fase los niños llegan a ser capaces de analizar de forma
inmediata la palabra sin necesidad de la conversión fonológica. La mayor parte de las
palabras de nuestra lengua tienen una ortografía arbitraria. La única forma de escribir
correctamente todas estas palabras es a través de la memorización.
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La lectura es el marcapasos para la estrategia logográfica y la ortográfica, y la escritura
para la estrategia alfabética.
Por otro lado, Ehri (1986-1997) propone un modelo evolutivo de cuatro estadios en el que
integra la lectura y la escritura.
1. Nivel prealfabético: [F. LOGOGRÁFICA]
2. Nivel alfabético parcial: Predomina el uso parcial de las letras (lectura en clave fonética),
ya que sólo recuerdan algunas letras. Se producen confusiones en palabras semejantes.
Sería la fase de los 4 años [F. ALFABÉTICA 1].
3. Nivel alfabético completo: Los niños conocen ya las reglas de conversión
grafema-fonema y fonema-grafema. Sería la fase de los 5 años [F. ALFABÉTICA 2; INICIO
F. ORTOGRÁFICA].
4. Nivel alfabético consolidado: En este nivel se consolida también el conocimiento
morfológico. [F. ORTOGRÁFICA].
Los niños manifiestan una mejor producción escrita en la medida que los procesos de nivel
léxico visual de entrada se automatizan (se autimatiza la ruta directa) y el funcionamiento de la
memoria de trabajo es más eficiente (Madruga et al, 1999).
Hasta cuarto de EP (9 años) los textos expositivos consisten en oraciones conectadas entre sí y
referidas al mismo tópico, pero sin una organización global, es decir, faltan las estructuras
típicas de estos textos. También, y como consecuencia de lo anterior, presentan dificultades para
ordenar diferentes ideas. A los 12 años pueden realizar composiciones complejas. Junto con ello,
aumenta la longitud, la complejidad sintáctica, y el grado de abstracción y originalidad
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1. Las habilidades para escribir, evaluadas mediante pruebas normalizadas administradas
individualmente (o evaluaciones funcionales de las habilidades para escribir) se sitúan
sustancialmente por debajo de las esperadas dada la edad cronológica del sujeto, su CI y
la escolaridad propia de su edad.
2. El criterio anterior interfiere significativamente en el rendimiento académico o las
actividades de la vida cotidiana que requieren la realización de textos escritos (por
ejemplo, escribir frases gramaticalmente correctas y párrafos organizados).
3. Si hay un déficit sensorial, las dificultades en la capacidad para escribir exceden de las
habitualmente asociadas al mismo.
Sus errores de escritura tienden a ser correctos desde el punto de vista fonológico, presentando
un déficit significativo en el dominio de la ortografía. Además, el nivel de lectura y el CI son
normales, por ello, debe seguir una escolaridad normal. La causa de la disortografía no se debe a
factores visuales, educativos, neurológicos o psiquiátricos.
Aunque los problemas con la escritura se pueden empezar a manifestar a lo largo del segundo
curso de E. P. o incluso antes, el inicio del proceso de detección debe llevarse a cabo una vez se
constate un desfase curricular significativo en escritura respecto a los escolares de su misma
edad.
Perfiles:
1. Dificultad en el uso de la estrategia ortográfica de escritura: que implica un bajo
rendimiento en test estandarizado de escritura con un percentil inferior a 25 en tareas
de dictado de palabras de ortografía arbitraria reglada o no reglada. El alumno/a no
tiene problemas en general para escribir las palabras rápidamente, ni tampoco en
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escribir las palabras cuya ortografía es regular, es decir, cuando se pueden escribir tal y
como se oyen donde a cada sonido sólo le corresponde una grafía.
Cuando escribe peor palabras que pseudopalabras hay que utilizar pruebas de
repetición de pseudopalabra, y si repite correctamente las pseudopalabras el problema
es específico del procesamiento (es decir, se encuentra en las reglas de conversión
grafema-fonema).
Un problema frecuente en estos niños es encontrar las palabras adecuadas para expresar el
mensaje. Esto puede ocurrir porque su vocabulario es pobre o porque tienen dificultades para
acceder al léxico. Los niños con retraso en la escritura pueden tener dificultades en cada una de
las rutas de escritura y, por tanto, tendrían características parecidas a las descritas en los
distintos subtipos de disgrafía evolutiva.
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4. Procesos sintácticos: El PROESC evalúa estos procesos mediante una tarea de dictado de
oraciones que sirve para explorar el uso de los signos de puntuación y de las tildes.
Puede utilizarse de manera complementaria una prueba tipo “Cloze”: Ej: Dibujo de un
gato persiguiendo a un ratón, y después la frase incompleta: “El _____ es perseguido por
el _______”.
5. Evaluación de los procesos léxicos:
a. Tareas de denominación (p. ej.: Boston Naming Test)
b. Escritura al dictado (PROESC):
i. Dictado de pseudopalabras, fonemas y sílabas (para conocer el estado de
la vía fonológica).
ii. Dictado de palabras de ortografía arbitraria (b/v, g/j, h/-) y de ortografía
reglada (m antes de p y b): para evaluar la vía ortográfica.
c. Errores significativos: a) uniones indebidas (ej.: melavo); b) fragmentaciones (ej.:
con migo). Si el sujeto escribe peor las pseudopalabras que las palabras se debe
hacer una tarea de repetición. Si repite correctamente las pseudopalabras: el
problema es específico de escritura (RCFG), si no lo hace, es un problema de tipo
auditivo o en el almacén de fonemas (salida).
6. Procesos grafomotores: además de la observación de la posición del tronco, mano y
dedos; de la presión sobre el papel; los giros; la velocidad; tamaño de la letra; espacios,
etc, pueden emplearse algunas pruebas estandarizadas:
a. Test de Habilidades Grafomotoras (THG) de Nuñez y León [niños de 5 a 8 años].
b. Test de Aptitud Gráfica (Secadas, Alfaro y Rodríguez, 1994): a partir de 5 años.
c. Test de Frostig (de 3 a 9 años): madurez viso-motora.
Su objetivo general es determinar los componentes del sistema de procesamiento del lenguaje
que se encuentran deteriorados y los que permanecen intactos, así como el grado en que los
primeros pueden ser modificados. Para ello, es necesario analizar las habilidades cognitivas
básicas (atención, memoria operativa, FE, MLP,...). Objetivos específicos:
1. Determinar la presencia o ausencia de trastorno o déficit en el lenguaje y delimitar
inicialmente, en su caso, el componente o componentes que puede/n estar lesionado/s.
2. Identificar y definir las condiciones que han precipitado o están contribuyendo al
mantenimiento del deterioro en la comunicación para determinar si pueden ser
eliminadas, reducidas o cambiadas.
3. Establecer el pronóstico relativo a la evolución del paciente, a través de la evaluación
inicial y considerando los factores que pueden influir en dicho pronóstico (edad, tamaño
y localización de la lesión, etc.).
4. Identificar las condiciones que pueden complicar la intervención (p. ej., la presencia de
agnosia auditiva o visual, alteraciones motoras, apraxia, disartria, hemiparesia,
depresión, etc.).
29
4.2.1. Recogida inicial de datos
1. Exploración de selección de las funciones del lenguaje (Clínica Mayo: evalúa rasgos
suprasegmentales) → sobre todo para pacientes que tienen disartria
2. Mini-Examen Cognoscitivo (MEC; Folstein y Folstein; adaptación española de Lobo y
colaboradores, 1999)
3. Test ADAS-COG.
La entrevista clínica es una observación en diferentes contextos (registros del lenguaje), por lo
que tiene la ventaja de que permiten la flexibilidad en la aplicación de la prueba y que evalúan
aspectos prácticos del desarrollo del lenguaje. Es una conversación informal que sirve para
relajar al paciente al tiempo que se obtiene una primera evaluación sobre la capacidad de iniciar
la producción del habla. En ella se obtiene una muestra del discurso (hacer preguntas abiertas
como ¿qué le ha pasado?) para determinar cuáles son las mejores emisiones.
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Si se sospecha la presencia de afasia se debe aplicar un protocolo informal durante la fase aguda
de hospitalización, deben evaluarse como mínimo la escritura, la repetición, la fluidez y la
comprensión. Este protocolo permite recoger información sobre los parámetros que definen las
afasias desde un punto de vista clásico. Ejemplo práctico por algunos autores para detectar la
presencia de afasia:
En las pruebas específicas podemos realizar las siguientes tareas de expresión oral como las
siguientes:
1. Tareas de denominación por confrontación visual (TDC): para denominar objetos o
acciones dibujados. Permiten identificar y valorar la presencia de anomia.
Para reducir los inconvenientes de las TDC o detectar anomia en sujetos leves además de
las PDC se deben emplear tareas del tipo utilización de escenas dibujadas representadas
en láminas, y tareas de recuerdo libre como las que describen las actividades de
multitareas (ej. cambiar neumático pinchado). Esta tarea no proporciona ayudas y
requiere mayor demanda cognitiva al deber ordenarse los pensamientos
secuencialmente.
2. Tareas de imitación provocada: es una técnica para valorar el lenguaje que suele ser
complementaria a los registros de lenguaje espontáneo. Consiste en repetir palabras o
listas de frases dichas por el examinador. Aquí influye la hipótesis de la
imitación-comprensión-producción: la habilidad imitativa es una habilidad lingüística
propia que precede a la comprensión y a la producción.
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3. Tareas de comprensión: es una técnica para valorar el lenguaje que estudia la respuesta
no verbal del paciente (teniendo en cuenta la respuesta verbal). Consiste en una tarea de
identificación de imágenes o reconocimiento de nombres habituales Características:
a. Reconocimiento de objetos en función del uso. Ej. ¿Qué utilizas para...?
b. Seguimiento de órdenes sencillas y complejas o varias órdenes seguidas (Ej. Abre
la puerta, toca la nariz y luego cierra los ojos).
c. Comprensión de preguntas lógicas (Ej. con qué se abre la puerta de la casa, toque
la imagen correspondiente).
4. Tareas de lectura: leer letras, sílabas, palabras, frases,o textos.
5. Tareas de escritura: letras, sílabas, palabras, frases o textos en copia, dictado o
espontáneamente.
Las baterías neuropsicológicas evalúan el lenguaje como una función más dentro de la
evaluación neuropsicológica general. Objetivos de estas baterías:
1. Obtener medidas exactas y válidas de actuación.
2. Valorar los patrones naturales de recuperación, estabilización o decaimiento.
3. Proporcionar normas (para ver si el paciente dista o no de la norma) para ponderar la
actuación de un sujeto con alteración lingüística en relación con otro sujeto de
características similares y con sujetos controles.
4. Valorar los efectos del tratamiento.
Uno de los ejemplos más utilizados es el Test Barcelona (Peña-Casanova, 1990), permite una
exploración neuropsicológica sistemática y tiene como objetivo la exploración de las funciones
mentales superiores. Incorpora el tiempo en el análisis de las respuestas y su aplicación dura
entre dos y tres horas. Está compuesto por las siguientes subpruebas: (1) Orientación, (2)
Atención y concentración, (3) Lenguaje (oral, escritura y lectura), (4) Praxias, (5) Gnosias, (6)
Memoria, (7) Abstracción y (8) Cálculo y solución de problemas. También hay una versión
abreviada (administración: 30-45 minutos) [Peña-Casanova y colaboradores, 1997]: TBA
32
4.2.1.4. Baterías clásicas de evaluación de la afasia: el test de Boston
Test de Boston para el diagnóstico de la afasia (BDAE) de Goodglass y Kaplan (1972); adaptado
al español por García-Albea, Sánchez Bernardos y Del Viso en 1986).
El BDAE realiza un análisis psicolingüístico de los distintos componentes del lenguaje que
pueden estar selectivamente dañados en la afasia y pretende relacionar configuraciones
específicas de síntomas con correlatos neuropatológicos
33
5. Praxis: Praxis gestual y bucofacial.
6. Test de denominación de Boston.
La escala de severidad está destinada para medir la gravedad del deterior de la comunicación en
los pacientes afásicos, pero también otros trastornos del habla como disartria, trastorno de la
voz, sordera u otros problemas la escala debe reflejar el nivel global del deterioro.
La escala del perfil de características del habla (rasgos suprasegmentales) está destinado a unir
en un formato las escalas cuantitativas de las dimensiones de la afasia que contribuyen de
manera fundamental a la clasificación diagnóstica. Estas evaluaciones subjetivas en una escala
de siete puntos incluyen agilidad articulatoria, longitud de la frase, facilidad gramatical, línea
melódica. Además de las seis escalas cualitativas anteriores se han incluido en el perfil dos
escalas adicionales “comprensión auditiva” y “repetición de oraciones”.
La incorporación posterior de tests específicos estaría guiada por los resultados obtenidos
previamente en pruebas de carácter global. Algunas de las más utilizadas son las siguientes:
1. Token Test (publicada por De Renzi y Vignolo en 1962): Se trata de una prueba para
evaluar la comprensión del lenguaje y consta de 20 fichas de plástico que varían en
forma (cuadrados, círculos), tamaño (grande y pequeño) y color (amarillo, rojo, verde,
azul y blanco). Siempre se da la consigna con voz monótona. Su aplicación y corrección
son sencillas, consta de 62 órdenes que se dividen en cinco bloques o partes de
complejidad creciente: (También existe una versión reducida)
a. Parte I (ejemplo: Toque el círculo rojo).
b. Parte II (ejemplo: Toque el cuadrado verde grande).
c. Parte III (ejemplo: Toque el cuadrado verde grande y el círculo azul).
d. Parte IV (ejemplo: Toque el círculo amarillo pequeño y el cuadrado azul grande).
e. Parte V (ejemplo: Toque el círculo con el cuadrado verde).
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b. Clave fonológica: se proporciona cuando la pista semántica no resulta suficiente
para evocar una respuesta, e indicaría que se ha producido un error en la
respuesta espontánea que no es de tipo perceptivo. Con este se evaluaría el
léxico fonológico de salida. Problema anómico: problemas en el léxico visual de
salida.
La información obtenida durante la fase de recogida de datos es todavía muy general y necesita
ser organizada, sistematizada y condensada de una forma significativa.
Un test muy bueno para ello es el test EPLA (Evaluación del Procesamiento Lingüístico en la
Afasia; traducido y revisado por Valle y Cuetos). Este puede considerarse una guía para la
evaluación cognitiva del lenguaje en las afasias, y por tanto, para probar las hipótesis
diagnósticas iniciales. Es una prueba antigua que permite evaluar módulos que están afectados
en pacientes que presentan daño cerebral. Permite valorar la capacidad lingüística. Consta de 58
pruebas.
La información que incluye sobre las medias de acierto y las desviaciones típicas permiten
calcular el no de desviaciones típicas por debajo de la media a las que se encuentra la
puntuación obtenida por el sujeto. Se considera un rendimiento deficitario si se obtiene una
puntuación igual o mayor a dos desviaciones típicas por debajo de la media.
35
El EPLA permite evaluar el análisis acústico o fonológico a través de las pruebas 1 y 2
(discriminación con pares mínimos de palabras y no-palabras que difieren en un rasgo
distintivo). Estas dos tareas requieren que el individuo mantenga los dos elementos en la
memoria y realice un juicio sobre ellos ("igual - diferente").
Para obtener información sobre el Léxico fonológico de entrada (LFE) se emplean las pruebas 5
y 6 del test (decisión léxica auditiva: si una palabra es o no del castellano) donde las palabras
empleadas están seleccionadas por factores como la frecuencia de uso, la imaginabilidad y la
corrección morfológica. Una ejecución deficiente en estas tareas sugiere un problema en el LFE
(sordera para la forma de la palabra) o en una etapa más temprana.
Para comprobar si existen fallos en la conexión entre el léxico fonológico de entrada y el sistema
semántico (* sordera para el significado de las palabras), además de las tareas de decisión léxica
auditiva, se aplicarían las de asociación palabra hablada - dibujo (45). Esta tarea es muy propia
para ver si el paciente tiene un problema en el sistema semántico. El sujeto puede fallar en esta
tarea porque el déficit se sitúa en el sistema semántico.
Para evaluar el sistema semántico en profundidad pueden emplearse las tareas que aparecen en
el tercer bloque del EPLA (sinonimia auditiva y escrita, asociación semántica y denominación de
dibujos). emplear tareas de categorización semántica, denominación/identificación de dibujos.
En primer lugar se evaluaría el sistema semántico (SS). Para explorar el Léxico Fonológico de
salida (LFS) se usan tareas de denominación, que permiten detectar un déficit en la producción
de palabras (anomia). Las tareas 51 y 52 (denominación de dibujos) serían especialmente
importantes en este caso.
1. Tarea 51: incluye 40 dibujos para que el paciente los denomine tanto en forma oral como
escrita y, además esos estímulos se presentan de forma oral y escrita para que el
paciente los repita y los lea. De esta forma, es posible realizar comparaciones entre las
modalidades.
2. Tarea 52: incluye dibujos cuyos nombres varían en su frecuencia de uso. Esta variable es
especialmente crítica si el déficit se sitúa en el LFS o en la conexión del LFS con el SS.
36
fonológicas en cualquier tarea de producción de palabras, incluida la repetición. Si el niño repite
palabras que no puede decir, el problema no es de salida.
4.2.2.3. Lectura
La habilidad del paciente para realizar el análisis ortográfico a través de las tareas 19 y 20
(discriminación entre letras mayúsculas y minúsculas).
1. Tarea 28: para detectar problemas de lectura “letra a letra”.
2. Tarea 21: de discriminación de letras cuando forman parte de palabras y no-palabras
(dislexia atencional).
La integridad del Léxico Ortográfico de entrada (LOE) (dislexia superficial) puede ser evaluada a
través de la tarea de decisión léxica visual. El EPLA incluye distintas tareas (de la 24 a la 27) en
las que se manipulan distintos factores (morfología, frecuencia, regularidad, corrección
ortográfica e imaginabilidad) mientras se mantienen constantes otros.
La tarea crítica para detectar la dislexia superficial es la 25, que utiliza palabras irregulares y
pseudohomófonos. Los pacientes tienen problemas cuando utilizan la ruta fonológica puesto
que el significado está regulado por la pronunciación. Adicionalmente pueden emplearse las
tareas 33 (palabras irregulares y abreviaturas) y 36 (definir homófonos).
Para diferenciar una dislexia fonológica de una profunda resultan especialmente útiles las tareas
29 (lectura imaginabilidad x frecuencia) y 30 (lectura clase gramatical): Si el paciente presenta
una dislexia profunda tendrá una ejecución diferente en función de las variables imaginabilidad
y clase gramatical (peor rendimiento con palabras abstractas, verbos y adjetivos), además de
presentar errores semánticos. Suelen cometer más errores visuales.
4.2.2.4. Escritura
Para comprobar la funcionalidad del Léxico Ortográfico de salida (disgrafía superficial) la tarea
más adecuada es la escritura al dictado de palabras de ortografía arbitraria/irregulares (42).
También puede emplearse la tarea 44 (escritura de homófonos a partir de su definición). Si el
sujeto escribe peor las no-palabras (43) que las palabras (37), eso indicaría que tiene
dificultades para utilizar las reglas de conversión fonema-grafema (disgrafía fonológica).
Las alteraciones a nivel grafémico (almacén de grafemas) pueden detectarse comparando las
distintas tareas de escritura y analizando los errores del paciente (sustitución u omisión de
fonemas). Adicionalmente, puede emplearse la tarea 23 del EPLA (emparejamiento
37
sonido-letra). La tarea 37 permite determinar si el sujeto es sensible al efecto de longitud en la
escritura de palabras aisladas (disgrafía periférica adquirida).
38
c. Demostrativo: demostrando de forma precisa. Los informes logopédicos son
expositivos y valorativos y los de peritaje además son demostrativos debiendo
presentar ante un juez lo que en él se dictamine.
2. Adecuación y corrección lingüística.
3. Estilo de escritura.
4. Finalidad del informe.
Los informes deberán realizarse a lo largo de todo el proceso de evaluación. Realizando una
evaluación inicial para establecer el tratamiento, una evaluación intermedia para ver cómo
progresa el paciente y una evaluación final para su alta y posterior seguimiento. Siempre se
tiene la obligación de informar.
Para que un informe sea útil debe ser claro y preciso, y estructurado (por apartados, por áreas
funcionales o indicando los momentos). Además, debe ser completo y referirse a todo lo que hay
y solo a lo que hay, a la par que evidenciado, especificando las fuentes de evaluación (pruebas,
otros profesionales...) y las evidencias.
Tipos de informe
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y aspectos fuertes del paciente. Además, se deberán establecer nuevos objetivos si se va
continuar el tratamiento, y también se debe replantear si hay que hacer algún cambio en este.
También es importante saber si el destinatario es el mismo que el del informe inicial. Si no lo es,
es necesario resumir la historia clínica y el motivo de tratamiento, y si lo es, no es necesario
repetir la historia clínica.
40