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El Estado de excepción en Venezuela es un mecanismo que, como su nombre sugiere, otorga poderes especiales al
Ejecutivo Nacional para afrontar situaciones fuera de lo común que afectan la paz o el bienestar de los ciudadanos y que
no son afrontables a través de los mecanismos normales.
Estos poderes podrán utilizarse estrictamente para ese fin y una vez logrado el objetivo se extinguen.
El rasgo más característico de estas atribuciones es que acarrean la posibilidad de limitar o restringir el ejercicio de
algunos derechos temporalmente.
La finalidad de un estado de excepción es enfrentar una situación grave y extraordinaria que perturba a las instituciones
del Estado o a los ciudadanos, a través de acciones determinadas e idóneas con las que se pretende poner fin al hecho
lesivo y que, en definitiva, se traducen en un aumento del poder del Ejecutivo Nacional que, por un tiempo dado, podrá
restringir garantías y actuar con mayores libertades sin que por ello deje de estar sujeto a controles o quede exento de
responsabilidad. En pocas palabras: la finalidad no será otra que “el pronto restablecimiento de la normalidad” al
“solucionar una forma de provisionalidad alteradora del orden público”.
Todos los decretos de excepción analizados comparten el mismo objetivo: “que el Ejecutivo Nacional adopte las medidas
urgentes, contundentes, excepcionales y necesarias, para asegurar a la población el disfrute pleno de sus derechos,
preservar el orden interno, el acceso oportuno a bienes, servicios, alimentos, medicinas y otros productos esenciales para
la vida”.
¿Cuánto tipos de estados de excepción existen?
De acuerdo con la Constitución vigente existen 4 tipos de estado de excepción (Art. 338):
- Estado de alarma:
Está vinculado con la ocurrencia de “catástrofes, calamidades públicas u otros acontecimientos similares que pongan
seriamente en peligro la seguridad de la Nación o de sus ciudadanos y ciudadanas”.
De acuerdo con el diccionario, una catástrofe es un “Suceso que produce gran destrucción o daño” y una calamidad es
una “Desgracia o infortunio que alcanza a muchas personas”, ambos son eventos vinculados a causas naturales
(terremotos o huracanes) o accidentes de gran alcance en cuanto al daño material que pueden producir (por ejemplo, un
incendio).
Duración máxima: 30 días prorrogables por otros 30 días más.
Con base en el artículo 337 de la CRBV, los estados de excepción podrían definirse como un mecanismo previsto en la
Carta Magna para la protección del orden constitucional que, frente a una circunstancia fáctica determinada sea de orden
social, económico, político, natural o ecológico que por su gravedad hace insuficiente al ordenamiento jurídico ordinario,
faculta al Presidente de la República para dictar en Consejo de Ministros los actos que sean estrictamente necesarios
para lograr una respuesta oportuna que ponga fin a la crisis o la haga manejable pudiendo inclusive este mandatario
restringir determinadas garantías, siempre que su actuar, en todo momento, respete los principios que rigen al régimen
de excepción, al Estado de Derecho y esté fundamentado en una emergencia cierta. Esta definición se compaginaría con
los dichos de la doctrina en la materia que catalogan estos estados como “una respuesta jurídica a fenómenos naturales
o acontecimientos políticos, sociales o económicos extraordinarios” a través de la cual se procura “el pronto
restablecimiento de la normalidad”; por lo que, por el tiempo que dure la medida, el Poder Ejecutivo contaría con poderes
excepcionales que le facultan para dictar actos y correctivos que tiendan a dicho restablecimiento pudiendo incluso limitar
el ejercicio de determinados derechos al restringir sus garantías. Lo anterior, teniendo presente la advertencia formulada
por García-Pelayo para quien, aunque “toda normatividad supone una normalidad” pues “no hay norma aplicable a un
caos”, y “la posibilidad de la vigencia del Derecho está condicionada por una situación social estable, es decir, por una
situación en la que se dan los supuestos sobre los que se edificó la normatividad jurídica en cuestión”, ya que si ello no
ocurre nos encontraríamos ante un “caso excepcional al que, por su misma naturaleza, no se le puede aplicar la norma
general”, tal excepcionalidad no puede ser equiparada a una ausencia de Derecho; motivo por el cual, a fin de evitar que
producto de la emergencia se tomen medidas que contraríen el marco jurídico, “el Estado de Derecho lleva en su propia
dialéctica la necesidad de un derecho excepcional, es decir, prever la excepción y normativizar la misma excepción”,
concluyendo el autor que la excepción “debe encuadrarse en el marco y en los términos de la ley”. En otras palabras: el
derecho de excepción no equivale a negar la existencia y vigencia del Estado de Derecho, pues el primero se entiende
como parte integrante del segundo (una relación continente contenido, si se quiere) para lograr lo que la doctrina
denomina la “vuelta ordenada” a la racionalización del Poder.
- Por qué, cuándo y para qué actúa el cuerpo militar en un estado de excepción.
El cuerpo militar en un estado de excepción actúa cuando se produzca o amenace producirse una insurrección o acto de
fuerza, siempre y cuando no pueda resolverse por otros medios, por tanto, la misión de la FANB aparecen
normativamente vinculadas, de manera directa y en principio exclusiva, a la más grave de las denominadas “situaciones
de crisis” reguladas en nuestro ordenamiento, en el sentido de que sólo el ataque violento, o la simple amenaza de tal, a
los valores o principios esenciales al ser mismo del Estado son susceptibles de desencadenar la intervención del cuerpo
militar, con la finalidad de proteger y garantizar la seguridad, soberanía, independencia, integridad de toda la ciudadanía y
territorio nacional.
- ¿Por cuales razones pudiera considerarse como un factor vital para el militar profesional el dominio de todo el
contenido de la asignatura Seguridad, Defensa y Desarrollo Integral?
Toda profesión se basa, predominantemente en conocimientos y técnicas intelectuales para la realización del servicio
que presta. La vocación militar específicamente nos remite a la etimología de la palabra militar, de miles, es decir uno
entre mil, llamado a armarse para la defensa de su patria. Por esta razón, es necesario conocer y dominar a cabalidad los
contenidos de las asignaturas pertenecientes al pensum para la de la profesión elegida, para de esta manera disponer de
hombres y mujeres preparados para conducir un ejército estructuralmente redimensionado, ágil y flexible en grado de
afrontar las actuales diversificadas situaciones operativas, en un contexto altamente tecnológico y con relaciones
siempre más directas y abiertas con el mundo socio- cultural circundante constituyente para el ejército un objetivo de
notable importancia.
Se impone así, necesariamente la exigencia de formar un oficial con conocimientos consolidados en seguridad, defensa
y desarrollo de manera integral para obtener las capacidades necesarias y el espíritu militar, racional y voluntario al
servicio de la nación.
El militar debe formarse para enfrentar las modernas del accionar militar requiriendo tener conocimientos profundos y
fundamentados a partir del amplio dominio del planteamiento de la organización, control y dirección, requiere además
altos grados de creatividad e imaginación para poder resolver situaciones variadas que se presenten en su escenario
como profesional.