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SUMARIO
1. EL RÉGIMEN DE EXCEPCIÓN. 1.1. Los antecedentes históricos. 1.2. Las
características del régimen de excepción. 1.3. Los elementos y las dimensiones del
régimen de excepción. 1.4. El régimen de excepción, la razón de Estado y el estado
de necesidad. 2. EL RÉGIMEN DE EXCEPCIÓN Y SUS MODALIDADES DE
EXCEPCIÓN. 2.1. El estado de sitio. 2.2. El estado de desorden interno o de
emergencia. 2.3. El estado de calamidad. 2.4. El estado de crisis económica. 2.5.
El estado de prevención. 2.6. El caso de los decretos de urgencia. 3. EL
RÉGIMEN DE EXCEPCIÓN Y LOS DERECHOS FUNDAMENTALES. 3.1. El
régimen de excepción y las prerrogativas parlamentarias. 3.2. El régimen de
excepción y las acciones de garantía. 3.3. El régimen de excepción y el control
judicial y político. 4. LA CIUDADANÍA Y LA ANORMALIDAD
CONSTITUCIONAL.
4.1 . El derecho a la insurgencia. 4.2. El derecho de insumisión.
b) La legalidad excepcional
Implica la existencia de un marco normativo derivado de una
grave situación de anormalidad, lo cual, sin embargo, vincula al acto
estatal necesario con los valores y principios mismos del Estado de
Derecho.
En dicho contexto, si bien las normas que consagran los derechos
fundamentales de la persona son previstas para su goce pleno en
situaciones de normalidad, en cambio durante los “tiempos de
desconcierto” pueden convertirse en instrumentos para la destrucción
del propio orden constitucional que los reconoce y asegura. Por ende,
en vía de excepción, legislativamente es admisible la suspensión o
limitación de algunos de dichos derechos; sin que ello
signifique llegar al extremo de consagrar un estado de indefensión
ciudadana y proscripción de la actuación del Estado con sujeción a
reglas, principios y valores que justifican su existencia y
finalidad.
Al respecto, mediante la absolución de la Opinión Consultiva OC-
8/87 de fecha 30 de enero de 1987, la Corte Interamericana de
Derechos Humanos estableció la legalidad excepcional, la cual se
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a) Fáctica
En cuanto contempla las situaciones, hechos o casos de anormalidad.
b) Normativa
En cuanto describe las reglas que regulan las situaciones de
anormalidad.
c) Axiológica
En cuanto plantea la legitimación de los fines que
se persiguen alcanzar con la aplicación de determinados actos
estatales.
En ese sentido, la declaratoria del régimen de excepción se
justifica en la medida que se acredita lo siguiente:
- La necesidad de asegurar la existencia misma del Estado.
- La necesidad de asegurar la libertad y la seguridad ciudadana.
dicho obsoleto instituto era la ley motora del cuerpo estadual, que
otorgaba liberalidad al ejercicio del poder en relación a todo
condicionamiento jurídico –sea formalo material–; a efectos
que ante una fáctica “exigencia” política se pudiese obrar a voluntad.
Dicha razón permitía al gobernante situarse por encima de la ley.
Así, un imperativo político impone sus propias “normas” y hace que
la compulsión estatal se exponga como elemento único y exclusivo
en pro de la conservación y mantenimiento del poder.
La razón de Estado permitía que ante una necesidad política se
considerare como legítimo un obrar incluso arbitrario55
mundo en donde todo se marchita: los precios de los bienes, los precios
de la bolsa, los precios de los artículos, el empleo, todo se marchita”.
En efecto, a consecuencia del crack trece millones de
norteamericanos perdieron sus empleos; cinco mil instituciones
bancarias no pudieron cumplir con sus obligaciones contractuales
con sus clientes; etc.
Ante tal situación, el Presidente Franklin D.
Roosevelt (1882-1945) se vio en la necesidad de dictar medidas
de excepción tales como: dictar una norma estableciendo un feriado
bancario en donde quedaron suspendidas la totalidad de las
transacciones bancarias durante cuatro días consecutivos;
restringir la conversión del papel moneda, a efectos que el dólar
se deprecie y desvalorice; disponer la intervención del sistema
bancario; a suspensión de las actividades bancarias de
inversión; el control federal sobre el tráfico de bienes y acciones; la
refinanciación de las pequeñas hipotecas; etc.
Desde una perspectiva constitucional el estado de crisis
económica quedó consagrado a raíz de la dación de la Ley Monetaria
Hipotecaria del Estado de Minnesota (1933), la que generó el caso
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teoría del estado y derecho constitucional
El origen de este tipo de dispositivos con rango de ley emanados del órgano
Ejecutivo, como consecuencia de una delegación general establecida por el
legislador constitucional o por una delegación específica formulada por
el legislador ordinario puede encontrarse en Francia, Italia e
Inglaterra.
a) Medida extraordinaria
Se trata de disposiciones que se dictan ante situaciones que están fuera
de lo común; es decir, se promueven para conjurar
hechos imprevistos, anormales y extremos.
Su expedición permite atender específicas situaciones de
súbita aparición y de impostergable atención, dada su agudeza, anormalidad
y la potencial gravedad de sus consecuencias; las
cuales no pueden esperar el cumplimiento del trámite ordinario de la dación
de una ley o de la delegación de facultades legislativas.
Tal como expresara el Tribunal Constitucional en el caso Banda de Tarifas
(Expediente Nº 008-2003-AI/TC), se trata de circunstancias de una naturaleza tal
que por el tiempo que demandaría el cumplimiento del trámite
parlamentario, implicaría la consumación de daños irreparables.
Transitoriedad
c) Generalidad
Se trata de disposiciones cuyos efectos no pueden circunscribirse a intereses
focalizados, sino que directa o indirectamente deben alcanzar a toda la
comunidad en su conjunto.
d) Conexidad
Se trata de disposiciones que deben tener vinculación y entroncamiento
directo entre la medida aplicada y las circunstancias extraordinarias existentes.
f) Dación de cuenta
Se trata de disposiciones que deben ser puestas en inmediato conocimiento
del Parlamento, a efectos del correspondiente control y la subsecuente
ratificación o no ratificación.
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a) Principio de proclamación
El Estado debe dar a conocer previamente la existencia de una situación de
anormalidad que lo obliga a decretar alguna modalidad del régimen de
excepción.
b) Principio de proporcionalidad
El Estado debe asegurarse que existe correspondencia entre las medidas que
adopta y la situación inminente o real de peligro.
d) Principio de intangibilidad
El Estado no puede suspender o limitar el goce de ciertos derechos
fundamentales.
En efecto, el goce efectivo o la limitación de los derechos constitucionales
dentro de alguna de las modalidades de estado de excepción, puede presentarse
de la siguiente manera:
a) Existencia de derechos fundamentales de la persona que no pueden ser objeto
de suspensión bajo ninguna circunstancia. Entre ellos están el derecho a la
vida, el derecho a la integridad física, el derecho al nombre, el derecho a la
nacionalidad, el derecho a la libertad de conciencia, la aplicación de los
principios relativos a la legalidad y retroactividad, así como la prohibición de
la esclavitud y servidumbre. Como señala Daniel Zovatto G. [Los estados de
excepción y los derechos humanos en América Latina. Instituto Interamericano de
Derechos Humanos. Caracas: Editorial Jurídica Venezolana, 1990], bajo
ninguna consideración las referidas facultades pueden ser objeto de
suspensión. Se trata de derechos calificadosde intangibles
o inalienables, aun en circunstancias de
anormalidad constitucional.
b) Existencia de derechos fundamentales de la persona que tienen una mínima
y residual vinculación con las situaciones de anormalidad constitucional (por
ejemplo, los derechos de familia), razón por la cual no es frecuente que sean
objeto de alguna suspensión.
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frente a la injerencia de los otros poderes del Estado o de particulares con
influenciaen la vida pública.
En doctrina se admite la clasificación de prerrogativas a título individual y
a título colectivo, entre las primeras aparecen la inviolabilidad o no
responsabilidad por los votos y opiniones funcionales y la inmunidad o exención
de arresto o procesamiento judicial sin la previa autorización del propio
Parlamento. Entre las segundas destacan la obligación del Ejecutivo de poner a
disposición del Congreso los efectivos de las fuerzas armadas y de la policía que
este demande; así como el impedimento de estos a ingresar al
recinto congresal sin la previa autorización de parte del titular de dicho órgano
constitucional.
En ese contexto, la doctrina no admite la posibilidad de la suspensión o
limitación de dichas prerrogativas, en razón a que estas se encuentran
estrictamente vinculadas con las funciones que desarrolla el Parlamento a
través de sus miembros; y, que, por ende, devienen en
indispensables para el cabal ejercicio de la función parlamentaria máxime en los
períodos de anormalidad.
Al respecto, ha sentado jurisprudencia el caso Alem en Argentina.
Así, el 2 de abril de 1892, el Presidente Carlos Pellegrini declaró el estado de
sitio en todo el territorio de la República en razón de estarse promoviendo una
rebelión. Como consecuencia de ello, se ordenó la detención de una decena de
personas, entre ellos el senador Leandro N. Alem.
Alem es detenido, empero logra alcanzar a la ciudadanía una protesta escrita
en donde sostenía que “se somete a la fuerza, sin someterse a la ilegalidad”.
Se interpone una acción de hábeas corpus a favor, la cual es declarada
fundada.
Posteriormente, en setiembre de 1893 se produce un episodio semejante. Tras
una serie de incidentes la Corte Suprema falla recordando que el régimen de
excepción no puede afectar a las autoridades de los otros poderes del Estado,
dado que si así se aceptase “se estaría autorizando al presidente para destruir los
restantes poderes de la República por medio del arresto o traslación de sus
miembros durante el estado de sitio”.
Sobre la materia, cabe agregar que cuando un parlamentario es suspendido en la
comisión flagrante de un delito, es pasible de un arresto policial, pero
inmediatamente debe ser puesto a disposición del Parlamento
para la dilucidación de su situación personal; la cual puede concluir con el
levantamiento del fuero parlamentario.
“Las leyes son injustas de dos maneras, o por contrarias al bien común, o porque su
fin, como el caso en el que el gobierno impone a sus súbditos leyes onerosas, no es por
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motivo de bien común, sino de propia codicia o ambición, o también por su autor,
cuando este da una ley extralimitándose de la facultad que tiene encomendada […] a
esas leyes de ninguna manera es lícito observarlas […]”.
Dicha institución fue establecida en nuestro país como concurrente al ejercicio
del derecho de insurgencia en la Constitución de 1979.
Ahora bien, entre ambos institutos existen las diferencias siguientes:
a) El derecho a la insurgencia promueve una acción colectiva y con connotación
de fuerza. En cambio el derecho de insumisión se plasma en una
acción individual y pacífica.
b) El derecho a la insurgencia puede promoverse como una medida de
prevención ante un peligro inminente de ruptura; el derecho
a la insumisión se ejercita después de la ruptura del orden constitucional.
c) El derecho a la insurgencia exige una actuación inmediata, el derecho a la
insumisión puede incluso promoverse en lapso mediato.
Es citable como caso de insumisión el que se produjo en 1920 durante la
República de Weimar (Alemania). Así, el comandante del ejercito alemán
Wolfang Keep dio un golpe de Estado. Inmediatamente y durante largos días los
empleados públicos y la ciudadanía en general se negaron a cumplir las normas
y ordenes del gobernante de facto. Esto llevó a la caída de Keep y el regreso al
Estado de Derecho.