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Liderazgo. Qué Es y cómo se Ejerce (II)
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Índice
Objetivos
• Objetivo 1: Profundizar en el concepto de liderazgo como un concepto de
influencia y creador de cultura.
• Objetivo 2: Distinguir entre una cultura de Miedo (M) y otra de Confianza (C) en las
organizaciones y qué elementos las constituyen.
La información hay que captarla, procesarla, darle sentido, enriquecerla y distribuirla entre
clientes internos y externos para que desempeñen mejor su trabajo. Un ejemplo es la
política de libros abiertos de algunas empresas, que facilita al personal información interna
económico-financiera de la organización. Esto posibilita que los empleados entiendan cómo
repercute su comportamiento en la marcha de la empresa y que se responsabilicen en
definir qué información necesitan para buscarla y encontrarla.
Idea clave
Pero la información crítica muchas veces no es la del interior de la empresa, que un
ejecutivo puede obtener con relativa facilidad, sino la del entorno. La información sobre la
Un hábito positivo es una virtud. Un evolución de los clientes y de los no clientes, de los competidores y de la tecnología la
hábito negativo es un vicio.
tienen los vendedores, y un ejecutivo debe tener tiempo para hablar con ellos
Los hábitos positivos directivos hacen
directamente, o incluso trabajar él mismo como vendedor. Esta información puede cambiar
directivos virtuosos.
drásticamente el DAFO de la empresa y hacer que la misión y la estrategia se replanteen.
A partir de la misión surgen las estrategias, que para una unidad de negocio es una red de
objetivos cuantitativos centrados en cuatro áreas interconectadas: económico-financiera,
servicio al cliente, procesos internos y conocimientos y capacidad de liderazgo de los
empleados. Sin un proceso interno que lo haga posible, los empleados no tendrán
capacidad de liderazgo. Por otra parte, un magnífico servicio al cliente no vinculado a un
resultado económico carece de interés.
¿Tiene una misión claramente definida que no surge de su propia genialidad? ¿Celebra el
equipo directivo de cada unidad de negocio seis o siete reuniones de tres o cuatro horas
cada año para la actualización estratégica? ¿Formula la estrategia de modo sencillo para
despertar más interés en los demás? ¿Adapta la organización y los procesos a la misión y a
las estrategias? ¿Pone su misión en primer plano el servicio al cliente y el valor añadido
que se le debe brindar?
No orientarse a los resultados hace que en la empresa haya gente inteligente y eficaz
haciendo cosas absurdas. Sin embargo, este problema no es técnico, sino de mentalidad, y
exige una mejora del liderazgo, ya que para organizar a los demás primero hay que
organizarse a sí mismo centrándose en lo importante. Se debe evitar caer en la trampa de lo
urgente porque, aunque eso pueda hacernos imprescindibles, crea una situación perversa y
no deja tiempo para desarrollar a los colaboradores.
¿Por qué tantos ejecutivos no definen mensualmente los dos o tres objetivos que
deben alcanzar? Porque están demasiado orientados a la acción y temen ser vistos
como indecisos. No tienen tiempo para lo que consideran ejercicios teóricos y, como
son “genios”, ya saben lo que tienen que hacer. La consecuencia de esto es ineficacia y
falta de integración de las funciones. La verdad es que quien se permite ser víctima de
las circunstancias trabaja muy por debajo de sus posibilidades y se decepciona a sí
mismo.
La mejor auditoría que puede realizar a este respecto es preguntarse si conoce lo que
para usted es importante y urgente. Además, ¿planifica primero lo impo rtante y se
atiene a ello? ¿Es un buen colaborador que refuerza la posición de su jefe? ¿Tiene
tiempo para la familia? Por último, ¿puede decir que añade valor al cliente?
El recurso más escaso de una empresa es la falta de personas con capacidad gerencial,
porque lo único que forma y desarrolla gerencialmente a las personas es un buen proceso
de delegación. Sin delegar funciones es absurdo hablar de liderazgo. Lo propio de la cultura
C es una delegación de máximo alcance para que los empleados estén comprometidos
con los detalles de su operación y que tengan voz y voto para tomar las decisiones
oportunas. Pero esto exige que dejemos de lado el ego y persigamos el bien común.
¿Cómo sabe si está delegando bien? Preguntándose si, aunque respete el conducto
reglamentario, habla con todo el mundo independientemente de su nivel para
entusiasmar a los demás y pensar en el valor añadido que se debe dar al cliente. ¿Pasa
hora y media al mes conversando con cada uno de sus colaboradores directos sobre su
plan de rendimiento? Ante un comportamiento inadecuado, ¿lo afronta personalmente
y cara a cara? ¿Es incansablemente positivo o se limita a actuar como juez que imparte
justicia?
En segundo lugar, el aprendizaje tiene que ser muy práctico y proporcionar métodos y
técnicas, porque en una cultura C el profesional sabe que nunca está suficientemente
preparado, que la seguridad solo la puede tener en sí mismo y que por otra parte no puede
aislarse. Tiene que solicitar opiniones, preguntar, escuchar y airearse. Por tanto, el mayor
enemigo del aprendizaje es la autosuficiencia.
En el entorno actual, no pasan más de cinco años sin que nos hayamos quedado obsoletos
a menos que hayamos adquirido nuevos conocimientos. Por tanto, debe preguntarse si
cumple con sus propósitos y planificaciones y si conoce las tecnologías de información y
comunicación necesarias en su puesto de trabajo. ¿Saca una media de media hora diaria
para mantenerse al día en su especialidad? Y, cómo no, ¿conoce su proceso de
pensamiento y sabe si es intuitivo o racional, por ejemplo? ¿Sabe cuáles son sus grietas y
fisuras? ¿Aprende muchas cosas de sus clientes y sus competidores?
Aunque las innovaciones de gran alcance las debe impulsar la alta dirección, todo el mundo
debe estar innovando en su trabajo. Este hábito es prácticamente automático si se han
adquirido los demás, pero quizá sea el más difícil. En nuestros programas de formación y
desarrollo de directivos, cuando nos preguntan cuál debe ser su objetivo, respondemos
que debe ser lograr un índice de innovación mínimo de dos o tres innovaciones al año por
empleado.
Y para saber si posee este hábito, debe preguntarse si, además de trabajador infatigable, es
creativo, si crea sistemas para que todos aporten ideas de mejora, si retribuye la innovación
y si crea procesos para gestionar cambios. ¿Está toda la innovación presidida por la
mejora del servicio al cliente?
Para adquirir los hábitos descritos anteriormente, es fundamental que eliminemos nuestras
creencias anteriores. En el caso de la información, la contabilidad y el ordenador, pensar
Asimismo, no basta con ser justo y objetivo, también tiene que ser positivo y entusiasta,
escuchar a sus colaboradores, comprender antes de ser comprendido y ser capaz de
renunciar a su protagonismo personal en aras del equipo. Y por supuesto, debe dejar de
resignarse y pensar “yo soy así”. Lo que tiene que hacer es actuar para mejorar su forma
de ser y pensar que la productividad es cuestión de aprendizaje, no de tecnología.
Por último, la formación debe acoplarse y responder a la problemática real que tiene el
profesional en su puesto de trabajo e involucrarlo para que participe activamente. A
este respecto, las sesiones outdoor, fuera de la empresa, son siempre magníficamente
evaluadas, pero el problema radica en que a menudo las consecuencias que se extraen
de esas actividades no pueden aplicarse a la mejora del trabajo en la empresa. Una
formación no es buena por el simple hecho de ser divertida. La formación eficaz e
Este modelo se basa en la observación práctica sencilla y real. Todo profesional se orienta
en cierto grado: a) hacia la producción, los resultados, la organización, los beneficios (el
hard), y, también, hasta cierto grado b) hacia las personas y las relaciones humanas.
Según la magnitud de cada uno de estos dos parámetros, en unos ejes de coordenadas,
resulta uno u otro estilo de mando caracterizado por ser más o menos autoritario,
participativo, burocrático, etc.
cantidad de ideas y reflexiones que se pueden deducir desde el punto de vista cultural son
interesantísimas y dan mucho juego.
Otro modelo complejo es el de Vroom que determina el grado de participación con el que
se debe tomar cada decisión (Vroom es el mismo autor que creó la teoría de la motivación,
de la expectativa y la valencia).
1 2 3 4 5 6 7
En el lado izquierdo de la tabla (1), el jefe mantiene la mayor parte del control sobre la
decisión. El personal todavía tiene algo de control, incluso aunque solo sea al implementar
la decisión. En el lado derecho de la tabla (7), el personal mantiene la mayor parte del
control sobre la decisión. El jefe todavía tiene algo de control ya que él/ella aún tiene la
responsabilidad de la operación y no puede separare completamente de las consecuencias.
“Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva” es un libro que todo el mundo debería leer,
releer y reflexionar.
Sus famosos 7 hábitos son: ser proactivo – empezar con un fin en la mente – primero lo
primero – pensar en ganar/ganar – comprender antes de ser comprendido – la sinergia y
afile la sierra. Está lleno de anécdotas sencillas, tremendamente humanas y aún familiares.
Sus observaciones psicológicas son muy agudas. Es aplicable a todas las personas: al
hombre de empresa, al ama de casa, a un estudiante y, en definitiva, a cualquier profesional.
En “el octavo hábito”, habla del carácter.
Es el modelo con el que yo trabajo. No tiene nada que ver con Covey, ya que éstos son
8 Hábitos Directivos.
1. Eje Económico-Humano:
2. Eje Estabilidad-Cambio:
Estabilidad: Hábitos de Resultados y Delegación. Los directivos que los llevan a cabo, lo
que suelen hacer, entre otras muchas cosas, es preguntarse en qué son ellos responsables
(orientación a resultados), y qué es lo que realmente tiene que delegar, ya que muchas
veces se acaban delegando las responsabilidades y las tareas, en lugar de la autoridad para
llevarlas a cabo. Estos dos hábitos desarrollan gerencialmente a los colaboradores y le dan
estabilidad a la empresa.
2º Hábito de la Visión, para lograr que todos y cada uno de los empleados o
colaboradores vean las cosas de la misma forma.
Ejemplo de liderazgo:
Se trata de una empresa mediana del sector de la alimentación que tiene centros de
producción, una flota de vehículos de distribución y muchos puntos propios de atención y
venta al público en la provincia de Cádiz.
Conocemos bien esta empresa, porque desde hace años venimos realizando
Idea clave
entrenamientos con el equipo directivo y con otros niveles, y hemos observado su
evolución. El que su Director General (DG) es un verdadero líder lo ponen de manifiesto
Un líder crea liderazgo y genera líderes a
su alrededor. muchas cosas, una de ellas es el siguiente hecho: El año 2005, a los cuarenta directivos y
Un tipo de comportamiento genera el mandos del segundo nivel se les ha pedido una evaluación anónima de los ocho directores
mismo tipo de comportamiento. (siete más el DG); pues bien, en el conjunto, la evaluación más destacada es la que obtiene
el DG con diferencia. Otro detalle: hemos hablado con personas que descendiendo niveles
en la empresa, se siguen sintiendo completamente realizadas en su nuevo puesto de
trabajo.
b) Evalúa frecuentemente a sus directivos y exige que, a su vez, ellos lo hagan a sus
colaboradores. Y evalúa preferentemente actitudes que es lo que más le preocupa.
Apenas evalúa el desempeño. Por nuestros propios caminos llegamos a la
conclusión de que, efectivamente, ésa es la única evaluación que a un verdadero
líder le importa.
3 Conclusiones
1. La clave del éxito de una empresa actual es que en su seno exista la llamada cultura
C o de Confianza y un liderazgo en todos los niveles basado en el diálogo, la
inteligencia, la persuasión, el mando alternativo, la descentralización y las esferas de
confianza. Esto permite que la empresa se desarrolle y consolide de modo
propiamente humano.
2. Para forjar esta cultura dentro de la empresa es fundamental que sus directivos sean
líderes, esto es, que ayuden conscientemente a cada uno de los que los rodean a
aumentar su autoconfianza y su autoestima. El líder debe manejar y dominar las
4 Bibliografía
• Cardona, J.Mª, y Sergio. Liderazgo y Gestión por 8 Hábitos. Ed. Díaz de Santos,
2006