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Psicología Forense
Los psicólogos, que inicialmente no fueron reconocidos como tales, comenzaron dedicándose al
estudio de la percepción, la memoria y la forma en que los humanos sienten las cosas. De modo que
le fuese reconocido un carácter científico, la Psicología se denominó inicialmente Psicofísica, disciplina
que se encargaba de realizar experimentos con el propósito de ver cómo los individuos responden a
determinados estímulos. Aquí es donde nace la ciencia psicológica.
A principios del siglo XX, los psicólogos comenzaron a ser llamados a los tribunales para realizar un
papel clave: verificar si lo dicho por los testigos se correspondía con la realidad. Esta psicología del
Testimonio consiste, pues, en el estudio del modo en que el ser humano es capaz de, en condiciones
especiales como cometer delitos, representar lo sucedido. Para los tribunales es importante hacer que
los testimonios sean más creíbles, en particular con respecto a los delitos con pocos testigos, como
ocurre en casos de abuso sexual infantil.
De esta manera, la Psicología, que en su momento se quiso como ciencia, se enfoca en esta cuestión,
es decir, en la percepción y memoria de los testigos. En efecto, el nacimiento de la Psicología Forense
suele ser situado en este momento, cuando los primeros psicólogos comenzaron a abordar cuestiones
jurídicas y particularmente preguntas relacionadas con el testimonio. Sin embargo, con base en el
trabajo de Foucault, esto debe ubicarse en la confluencia de intereses entre las disciplinas en el
advenimiento de la sociedad disciplinaria. El autor desarrolló varios trabajos sobre la clínica, la locura
y se centró en el nacimiento de la prisión como institución. A su juicio, el interés por quienes delinquen,
ya sea dentro del sistema penitenciario, o más generalmente, aparece en el siglo anterior. En la
transición del siglo XVIII al XIX, un interés central en el individuo comienza a existir. El movimiento
envolvente tenía como finalidad principal individualizar a los reclusos, con el fin de estudiarlos,
comprender sus necesidades e intervenir para tratar al recluso. Así, Foucault entiende que es en la
cárcel donde se desarrolla la voluntad de disciplinar al hombre y, en consecuencia, la Psicología
Forense.
La Psicología y el Derecho no siempre se han llevado muy bien, pero no pueden vivir el uno sin el otro.
Las decisiones judiciales siempre deben tener en cuenta los aspectos psicológicos, aunque no siempre
es así. La ley dice que el agente concreto y sus particularidades deben tenerse en cuenta en la
aplicación de sanciones, de ahí la importancia de la Psicología Forense. Aún así, la relación entre estas
dos disciplinas siempre ha sido, en parte, tensa. En este sentido, Loh (1981) postuló una serie de etapas
relacionadas:
o Desde principios del siglo XX hasta la década de 1930 hubo el problema de la inexactitud y
sugestionabilidad del testimonio, que vino a ser soslayada con el reconocimiento de la
importancia de los psicólogos en los tribunales;
o Desde la década de 1930 hasta la década de 1970 se observó el psicologismo jurídico, lo que
resultó en un realismo jurídico: la ley como producto del consenso entre los individuos y los
intereses de la comunidad y no como un orden natural- la profesionalización de la Psicología,
la llamada de peritos a tribunales y estudios sobre los jurados;
o Desde la década de 1970, ha habido una diversificación de la psicología en términos de áreas
de aplicación e investigación – edad de oro de la psicología forense.
En cuanto a su definición, el término forense proviene del latín, derivado de foro, lugar donde se aplicó
el antiguo derecho romano. Al hablar de Psicología Forense, se puede hablar de Psicología como
soporte legal. Por tanto, una definición más básica entiende a la Psicología Forense como la aplicación
de la Psicología a la ley. A veces puede surgir en relación con procedimientos judiciales, investigaciones
policiales y asuntos relacionados (Connoly & McKellar, 1963). A pesar de ser una idea muy ilusoria y
generalizada en las películas, también puede relacionarse con la elaboración de perfiles criminales. Por
último, también podemos entender la Psicología Forense como la rama de la Psicología Aplicada que
se ocupa de la recopilación, realización de exámenes y presentación de pruebas con fines judiciales
(Haward, 1981).
La Psicología Forense también puede verse desde dos perspectivas (Bartol & Bartol, 1987):
Investigación de conductas relacionadas con procesos legales, en cuanto al comportamiento
criminal, testimonio, procesos de toma de decisiones de jueces y jurados;
Ejercicio profesional dentro o en asesoría del ordenamiento jurídico, consustancial a la
producción y aplicación de conocimientos psicológicos a los Sistemas de Justicia Civil y Penal;
La definición funcional (Hess, 1987), a su vez, está más relacionada con la prestación de servicios
psicológicos en los Sistemas Legislativo y de Justicia, el desarrollo e investigación de cuestiones
jurídicas involucrando procesos psicológicos – Psicología de la ley– y el desarrollo de un conocimiento
especialista en cuestiones jurídicas que afectan el ejercicio de la Psicología – Psicología por el Derecho.
Todas las formas de conducta profesional cuando el psicólogo actúa, con conocimientos específicos,
como experto en asuntos jurídicos explícitos, en asistencia directa a Tribunales, partes implicadas en
procesos legales, servicios correccionales y de salud mental forense, y agencias administrativas,
judiciales y legislativas.
Además, son funciones del psicólogo forense (Consejo Americano de Psicología Forense, 1987) son:
Responder a consultas de abogados y procuradores;
Responder a las consultas de los abogados;
Servir a los tribunales;
Consultas con el sistema de justicia penal y los sistemas correccionales;
Consultas del sistema de salud;
Consultar y enseñar al personal encargado de hacer cumplir la ley, como policías o guardias
penitenciarios;
Diagnosticar, predecir y tratar a la población delictiva;
Diagnosticar, pronosticar y hacer recomendaciones en todo lo que tenga que ver con la
condición mental del sujeto;
Analizar problemas y dar recomendaciones sobre responsabilidad, salud mental y seguridad
del sujeto;
Realización de estudios y análisis de situaciones para proporcionar a los abogados
datos psicológicos necesaria para el proceso;
Servir como peritos en casos civiles y penales a solicitud de la administración;
Evaluar y tratar al personal de administración de justicia;
Servir como peritos especializados en los tribunales;
Mediar en los conflictos psicológicos que se presenten en el ámbito jurídico;
Investigar en las ciencias del comportamiento para comprender los comportamientos del
sujeto;
Capacitar en programas policiales sujetos que tengan que ver con procesos judiciales;
Enseñar y supervisar a otros psicólogos forenses.
Como se puede apreciar, la Psicología Forense puede tener una concepción extensiva, que la sitúa
como todos el campo de actuación de la Psicología en el área de la justicia y la conducta desviada en
general, así como también puede tener una concepción restrictiva, siendo vista como una disciplina
aplicada sólo al apoyo técnico especializado ante los tribunales, particularmente a través de la función
pericial. En este sentido, trabajar con presos no sería Psicología Forense, ya que sólo estaría
relacionado con la realización de peritajes para ayudar a las decisiones judiciales.
En cuanto a la Psicología Forense en Portugal, hubo un gran retraso en relación a otros países. La
formación académica en Psicología sólo comenzó a ser posible a partir del 25 de abril, por lo que hasta
esa fecha casi nadie tenía esta calificación. La única manera de estudiar Psicología era tomando un
curso en el extranjero, que hizo que la mayoría de los psicólogos en los años 70 y 80 se graduaran fuera
del país, creando el primer grupo de psicólogos interesados en cuestiones de justicia. Sin embargo,
solo unos pocos psicólogos se embarcaron en las áreas de justicia, habiendo surgido solo en los 80 un
interés real en el área forense, lo que resultó en un aumento de profesionales, algunos contratados
por los servicios penitenciarios y otros por los servicios de tutela de menores. Además, en los años
90, existe una diversificación de solicitudes desde el propio Sistema de Justicia, lo que obliga a los
servicios de medicina legal a extender su acción. Así, además de las autopsias, también se encargarán
de realizar de pericias sobre el propio delincuente, un papel para los psicólogos forenses.
A su vez, en 1982, con la reforma del Código Penal, se crea la Dirección General de Reinserción Social
que se ocupaba de la rehabilitación de los delincuentes, centrándose en la libertad condicional y otros
aspectos. Esta institución integra a psicólogos, técnicos en servicio social y licenciados en derecho, con
el objetivo de crear equipos multidisciplinarios en el área de reinserción, con el fin de acompañar a
convictos y ex-convictos y velar por el cumplimiento de las medidas en la comunidad.
Dicho esto, los psicólogos forenses se dividen en profesionales de la salud, que hacen un
acompañamiento psicológico de todo tipo de personas, sin que estas hayan cometido necesariamente
un delito, y colaboran esporádicamente con el Sistema de Justicia, y funcionarios de la administración
de justicia, trabajando a tiempo completo al servicio de los Sistemas de Justicia, como sucede en
centros de reinserción para jóvenes infractores, por ejemplo.
Papeles de la Psicología Forense
Howard, 1981,1990
Se ocupa del estudio del comportamiento humano que tiene relevancia forense a
Experimental través de la aplicación de principios y técnicas psicológicas a problemas forenses
con el fin de demostrar cierto efecto forense a través de la información científica
actual.
Se trata de informes periciales y todo lo que tenga que ver con una función de ayuda
Consultor a las instancias de justicia, es decir, comprende la revisión y contradicción de
peritajes por pares, así como asistir al Tribunal en asuntos de carácter psicológico.
El principal objetivo de la pericia de la Psicología Forense es contribuir con elementos que apoyen al
magistrado en la toma de decisiones. De hecho, las decisiones judiciales están condicionadas de una
manera considerable para los aspectos psicológicos, ya que estos siempre tienen que atender al sujeto
concreto, como la ley obliga a hacerlo. De esta manera, la Psicología Forense plantea algunos
interrogantes que pueden ser preguntas concretas y duales, a saber: ¿Es esta persona responsable de
sus acciones? ¿Volverá a cometer crímenes? ¿Será capaz de testificar? ¿Será capaz de cuidar a un niño?
¿Es inimputable?
Machado & Gonçalves llaman la atención sobre algunas concepciones de la Psicología y el Derecho:
Naturaleza de los hechos: en derecho, los hechos se establecen de manera inequívoca y
decisiva, por lo que desde el momento en que se establecen como tales eliminan su
complejidad. Un hecho probado resulta de un mecanismo causal determinista, es decir,
simple y encadenado. Sin embargo, en términos de agentes las cosas son mucho más
discutibles. Si concluye que hay un trastorno mental, la ley dice que ese trastorno constituye
un hecho. Esa perturbación es un conjunto de síntomas que, según ciertos criterios, permiten
establecer una conclusión diagnóstica. En efecto, la posibilidad de tener una determinada
patología, más que factual, es un conjunto de microhechos. Esto genera dificultades como
que hay diferentes formas de enfocar la realidad de las personas;
Causalidad: es importante para todas las decisiones legales, e incluso para el Derecho en
general, determinar un mecanismo causal lo más simple posible. Por lo tanto, hay una
necesidad urgente del Derecho de encontrar una causa precisa e inequívoca para todo lo que
existe. Ya en psicología, en particular la psicología criminal, se habla de probabilidad, es decir,
de un conjunto de acontecimientos que, concomitantemente, pueden ayudar a comprender
el hecho en cuestión, nunca siendo una sola causa. Así, la explicación de las conductas debe
ser multifactorial y, por tanto, las causas son múltiples, pudiendo no señalarse causas directas;
Idioma – existe un lenguaje diferenciado que utiliza conceptos específicos en cada una de las
disciplinas, de modo que, por ejemplo, la noción de culpa fue construida por el mundo jurídico
y no tiene el mismo significado ni correspondencia terminológica con la naturaleza
psicológica. Es decir, no hay correspondencias absolutas. A veces se usa un vocabulario no
comprensible para todas las personas. Como tal, hay una necesidad de traducción en un
lenguaje común que todos puedan entender, para que el juez entienda el idioma que aparece
en el informe forense;
Naturaleza humana: todos los hombres son iguales y tienen libre albedrío, a menos que aún
no esté preparado para esto, porque es un niño, o tiene un trastorno psíquico que le hace ser
considerado inimputable. Todos los demás se consideran iguales ante la ley. Como es sabido,
el comportamiento de los sujetos puede ser explicado por múltiples causas y factores. Cada
uno tienen diferentes antecedentes históricos, sociales, genéticos, familiares, etc., y las
personas serán analizadas a la luz de estas mismas diferencias. Cuando la Ley dice que somos
iguales, es ante el ley, y ahí es donde surgen las grandes dificultades.
En el ámbito civil, la evaluación psicológica puede ser útil como aporte para esclarecer diversas
cuestiones, en términos de la capacidad de cuidar de uno mismo y de las posesiones, daños
psicológicos derivados de un accidente de trabajo, por ejemplo, e incluso aquellos en los casos en que
la custodia y adopción de niños se discuta. Por otra parte, también puede esclarecer cuestiones
fundamentales en el ámbito penal:
El estado mental del sujeto - determinar el estado psicológico del sujeto es esencial para
percibir si el sujeto es capaz de testificar, cómo se enfrenta a la realidad exterior o cómo
entiende el crimen que cometió, por ejemplo;
El estado mental en el momento del delito – muy importante para evaluar el tema de la
rendición de cuentas. Cuando el individuo comete el delito, puede encontrarse en una
situación de perturbación, lo que tiene implicaciones prácticas para la decisión judicial, ya que,
una vez probada la inimputabilidad del sujeto, la decisión recaería en la aplicación de una
medida de seguridad y ya no en la aplicación de una pena;
Peligrosidad para uno mismo y para los demás: la peligrosidad es un término muy común en
el área legal, pero tiene un carácter determinista, que no siempre es real, por lo que no se
suele utilizar en el campo forense. De hecho, para la toma de decisiones, es muy importante
estar seguro sobre el comportamiento futuro del sujeto y si comprende el peligro para sí
mismo, para los demás y para la sociedad en general;
Testimonio: consiste en la pericia del testigo, por lo general más centrado en niños, en casos
de delitos sexuales, para entender la credibilidad de ese mismo testimonio. En Portugal, las
personas son evaluadas principalmente en la fase de sentencia, que significa que hay posibles
inocentes que están bajo evaluación.
Es el tribunal el que pide a los técnicos y profesionales forenses que valoren a un determinado
imputado en el proceso penal, por lo que la evaluación no es algo que provenga de la voluntad de ese
individuo. Por tanto, siendo necesario que el técnico tome precauciones fundamentales en su relación
con este cliente, hay algunas precauciones básicas y muy importantes a adoptar:
Actitud defensiva y simulación: las personas a menudo se ponen en una posición defensiva
antes de la evaluación del técnico y, por tanto, el técnico debe motivar al individuo a
colaborar. Además, los individuos pueden simular una mejor versión de sí mismos, por lo que
se necesita precaución;
Existen diferentes métodos y técnicas para realizar una valoración psicológica forense. Su uso está
condicionado por varios elementos, como la naturaleza de la evaluación. Los técnicos disponen de un
conjunto de instrumentos y formas de trabajo cuyo uso dependerá de las condiciones concretas del
sujeto y de las características que presenta. Pueden requerirse pruebas dirigidas para los coeficientes
intelectuales, realizar un test de personalidad o analizar sus funciones mentales. Se utilizarán
diferentes instrumentos según el tipo de cuestión jurídica y la valoración que requiera.
Además, la selección del método a utilizar también depende del profesional que esté realizando la
evaluación, cuya forma de trabajo dependerá de sus propios conocimientos, orientaciones teóricas y
experiencia. La persona puede preferir evaluar características psicométricas, preferir metodologías
cualitativas, etc. La verdad es que todos son utilizables, pero no todo el mundo los usa con la misma
frecuencia porque están más familiarizados con ciertos instrumentos y metodologías.
Dicho esto, para realizar una valoración psicológica forense, son necesarios conocimiento, formación
y experiencia en:
o Evaluación en Contextos Forenses – consiste en una tarea que requiere mucho conocimiento
y experiencia, no solo a nivel científico, sino también en temas legales relacionados.
Dicho esto, la evaluación psicológica forense recurre a métodos de base clínica, teniendo como
modelo la entrevista, que permite una buena recopilación de datos sobre la persona, sobre su vida,
delitos cometidos, niñez, adolescencia, integración social, forma de relación con los demás, rasgos de
personalidad expresados, entre otros. Esto permite evaluar el funcionamiento del individuo, así como
sus desviaciones y posibles psicopatologías. Esta valoración debe hacerse entonces, en su contexto
habitual, para comprender sus patrones de comportamiento. Si el mismo estuviese en la prisión
preventiva, por ejemplo, sus interacciones con los demás deben estar sujetas a escrutinio.
Para ello, una gama más o menos amplia de otros informantes, como familiares, profesores, amigos,
médicos u otros técnicos que hayan acompañado al sujeto dispuesto a dar una entrevista, ayudando
al psicólogo forense a recopilar información clínica importante. Además, es importante buscar todos
los datos, registros o documentos que se puedan obtener legítimamente sobre el sujeto, como sus
antecedentes penales, al confrontarlo con la información que él mismo y los informantes ponen a
disposición.
La evaluación mediante instrumentos tiene mejores resultados predictivos. Hay efectivamente datos
científicos que, al recurrir a una valoración actuarial, se obtienen mejores resultados en comparación
con las evaluaciones realizadas con instrumentos clínicos no estandarizados, como entrevistas por
separado. Por ello, se considera fundamental utilizar instrumentos de evaluación de riesgos y
necesidades criminógenas, que orientan la recolección clínica, ofreciendo apoyo empírico, en
particular con mayor validez predictiva en comparación con el juicio clínico no estructurado.
En la evaluación psicológica forense, el contacto cara a cara con el sujeto es fundamental. Además, se
deben utilizar todos los tipos posibles de información, con ética profesional y límites de tiempo
disponible, que debe ser razonable para la complejidad de la tarea. Por lo tanto, toda la información
recopilada debe conservarse para un uso futuro razonable y de tal forma que el profesional pueda
fundamentar su opinión ante el juez.
La evaluación de la conducta delictiva tiene como tareas comunes (Gresswelll & Kruppa, 1994):
Desarrollar una comprensión de su historia y etiología, incluida una interacción entre el sujeto
y el entorno en el que ocurrió el comportamiento: todo delito es el resultado de una conducta
o una secuencia de conductas que, para ser comprendidas tienen que ser descritos, junto con
las circunstancias en que ocurrieron, cuándo comenzaron, cuál fue su frecuencia, entre otros.
Cuando no hay un problema de salud subyacente, es importante buscar comprender qué tipo
de problemas psicológicos pueden haber llevado al sujeto a cometer un delito;
También se destacan algunas diferencias en relación con otros contextos de evaluación (ídem):
Problemas emocionales profesionales: puede tener dificultades para establecer una relación
empática con el sujeto, poniéndose demasiado del lado de las víctimas. Por otro lado, también
puede empatizar con el criminal, creer que ha sufrido mucho en la vida y, por lo tanto, hay una
cierta pena. Tiene que haber un equilibrio, en el que se establezca una buena relación con el
sujeto. No se debe pensar en la evaluación como un paso para cambiar de tema, sino como
un medio para obtener una sentencia justa y luego trabajar para rehabilitarlo.
o Evaluaciones cognitivas: tienen como objetivo evaluar las capacidades de los sujetos y qué
repercusiones tienen en la evaluación del proceso penal. De esta manera, procesos mentales
como el pensamiento, aprendizaje, percepción, resolución de problemas, memoria, etc. la
realidad es que, con cierta frecuencia, las personas con dificultades que las incapacitan para
evaluar y emitir juicios sobre sus acciones;
o Evaluaciones de personalidad: se evalúan aspectos estructurados y relativamente estables de
la persona, para comprender cómo se entiende a sí misma en su camino de vida y cómo
entiende el delito cometido. Este es, después de todo, el aspecto más predominante en casi
todos los instrumentos de evaluación;
Es necesario consultar una amplia gama de fuentes de información para recoger diferentes
perspectivas sobre los hechos y confrontarlos. De hecho, todas las fuentes que demuestran ser
viables, dentro del tiempo y la ética impuesta al profesional, ya que existen plazos que deben ser
cumplidos, así como los límites que no deben ser excedidos. Por otra parte, el sujeto evaluado no
puede nunca ser la única fuente de información, por varias razones, a saber, negación, mentiras o
exacerbación, lo que puede conducir a la recopilación de información errónea.
EN RESUMEN...
▪ Las fuentes de información deben permitir el análisis de diferentes perspectivas sobre la persona;
Además, las fuentes de información deben permitir la validación de la información recolectada, así
como el análisis de diferentes miradas sobre la persona. El objetivo es, posteriormente, realizar una
triangulación y un cruce entre toda la información recolectada, permitiendo abarcar más el tema y sus
diversas facetas. Finalmente, las fuentes de información aún deben incluir no sólo registros sino
también entrevistas.
En el mismo sentido, en relación con el uso de estos registros, deben ser examinados todos los
documentos accesibles sobre el individuo para obtener la mayor cantidad de información posible
sobre el individuo, y todo acceso a los registros debe ser autorizado por la persona y las instituciones
involucradas. Además, los registros pueden ser diversos, ya sean judiciales, policiales, penitenciarios,
sanitarios o médico, social, escolar y militar, entre otros. Así, dentro de la ética y dentro de lo posible,
debemos acceder a estos registros y confrontarlos con lo dicho por el sujeto. Sin embargo, la revisión
de los registros deben, en la medida de lo posible, preceder a las entrevistas.
Entrevista forense
▪ El propósito de la evaluación;
Además, también se debe firmar una declaración de consentimiento informado, que garantiza que se
han aclarado los propósitos y el marco de la evaluación, los posibles riesgos jurídico-legales y datos
personales y la posibilidad de decidir participar o no.
El método principal de recopilar información para un informe forense y hacer cualquier intervención
con un individuo es una situación de entrevista, un procedimiento que depende de la capacidad
psicólogo forense para comunicarse. Hay entrevistas de muchos tipos, realizadas por muchos tipos de
profesionales. En este caso, nos interesa la entrevista clínica con fines forenses, que tiene múltiples
definiciones:
Una conversación con un propósito (Bingham & Moore, 1924) – en esencia, la entrevista es
una conversación, algo para lo que los individuos ya desarrollaron capacidades precoces. Sin
embargo, la entrevista es algo programado, tiene un tiempo programado, un comienzo, un
lugar, etc. Todo esto marca la entrevista desde el punto de vista del contexto social, ya que
hay un objetivo impuesto por asuntos legales, peritajes, entre otros;
Una conversación seria, con un propósito específico que no sea el simple placer de dialogar
(Nahoum, 1976) – no es una conversación que ocurre naturalmente y es exactamente
placentera, es algo más grave, ya que tiene un objetivo adyacente a cumplir;
Una forma de conversación entre dos o más personas involucradas en una interacción verbal
y no verbal, con un propósito previamente establecido (Muchielli, 1980) – el intercambio de
elementos verbales y no verbales. La expresión no verbal del entrevistado es tan importante
como la expresión verbal, factores a los que el evaluador debe prestar atención;
El acto de comunicación, intercambiar palabras con otras personas, supone una transmisión
simbólica – el lenguaje – pero no se limita a esto, ya que lo no verbal – gestos, prosodia,
posturas – tiene su importancia (Pedinielli & Ruan, 2005) – la entrevista es una interacción
marcada y plena de simbolismos, en los que cada uno juega un papel social.
Ante esto, es claro que la entrevista se basa en una serie de habilidades básicas de comunicación,
culminando en una dinámica interactiva, relacional y subjetiva. La verdad es que no es posible preparar
una entrevista de principio a fin, ya que no se sabe cómo reaccionará el sujeto, de ahí que se formen
una fecha de dinámicas:e dinámica:
Interactivo – desde el punto de vista de que hay todo un proceso de comunicación entre dos
personas, es decir, hay una interacción humana entre los dos;
Relacional: no hay entrevista sin establecer una relación. El primer objetivo debería, además,
estar relacionando, conectando con ese ser humano, no hay manera de hacer una evaluación
de otra persona, independientemente del delito que se le imputa, sin crear un vínculo con ella.
Es la base para obtener una buena información;
Intersubjetivo – como seres humanos buscamos comprender, conocer, tener una noción de
cómo piensa la persona que tenemos delante. De hecho, el técnico debe transportar lo más
posible al mundo del otro, aprehendiendo la forma en que el mismo pensó, sintió y actuó
concretamente.
Las entrevistas difieren de las conversaciones ordinarias porque son una herramienta de evaluación,
una manera intencional de aprender acerca de los sentimientos, pensamientos y experiencias de las
personas, son guiadas por el evaluador que intencionalmente introduce un conjunto de preguntas que
pretende aclarar y puede tener como objetivo obtener información más o menos estructurada. Existen
varios tipos de entrevista: estructurada, semiestructurada y no directiva. En la clínica, las entrevistas
forenses son todas semiestructuradas, ya que no es posible realizar una entrevista como un
cuestionario. Por ello, generalmente se basan en un guion del que se espera cierta flexibilidad. Por el
contrario, no se realizan entrevistas no directivas, porque las entrevistas forenses tienen por sí mismas
un carácter directivo, ya que existe un objetivo final. La realización de una entrevista requiere una serie
de condiciones específicas:
Ambiente Físico – es necesario tener un espacio propio, con un mínimo de comodidad para el
técnico y el objeto de evaluación, que sobre todo garantiza la privacidad.
Acogida: relacionado con el punto anterior, no debe garantizar solo la bienvenida por el
entorno, pero también por la forma en que el técnico recibe al sujeto. Debe acogerlo y tratar
de cautivarlo. La entrevista no funciona sin esto, de lo contrario el individuo no sentirá la
confianza necesaria para hablar sobre sí, dándose a conocer.
Contractualización: se establece casi un contrato escrito, similar al consentimiento
informado, en la que se establece un acuerdo con esa misma persona, pidiéndole, por
ejemplo, autorización para la realización de entrevistas;
Desarrollo: – realizar la entrevista de forma flexible y fluida, pudiendo obtener la información
que desea;
Finalización: dado que trata diferentes aspectos de la vida de las personas, es importante
darles retroalimentación y, por lo tanto, es necesario dejar a la persona equilibrada, como lo
fue en el inicio o mejor aún, diciéndole abiertamente lo que se describirá en el informe.
Hay varias posibilidades para organizar la recopilación de información para una entrevista. El profesor
sugiere separar los principales predictores de delincuencia de lo que tiene que ver, al final, con la vida
personal del sujeto, que pueden surgir en conjunto con los predictores:
Delito: es imposible hacer una evaluación forense sin abordar la cuestión del delito por el cual
el sujeto está siendo acusado. Como tal, es inevitablemente necesario hablar de crimen para
entender qué comportamientos eran, cómo lo reporta el individuo, qué factores lo
desencadenaron, qué víctimas, qué relación tuvieron con las víctimas, qué acciones, cómo y
qué es lo que hizo el individuo después de cometer el delito, entre otras cosas. Sin embargo,
puede haber infractores que callarán y se negarán a hablar, aunque la mayor parte acabará
siempre por asumir lo que hizo;
Actitudes y orientación hacia el crimen y la justicia: esto cubre el crimen cometido, incluyendo
sentimientos relacionados con el delito y sus consecuencias, delitos en general, normas,
juicios, supervisión, entre otros. Las personas tienen una postura y una actitud hacia crímenes
y es importante entender cuál es su actitud hacia el crimen cometido, la sentencia, la acción
de los cuerpos policiales criminales, al seguimiento en el pasado. Básicamente, buscando
percibir si el individuo tiene en sí mismo algún tipo de crítica sobre sí mismo y su postura
criminal, es decir, si siente remordimiento o culpa, o si, por el contrario, desvaloriza el hecho
cometido, culpa a otros, excusa su comportamiento, etc.;
Empresas o pares – aquí tratamos de entender el contexto del crimen y también el contexto
donde se desenvuelve el sujeto, con quien se lleva, con quien pasa más tiempo. Básicamente,
consiste en percibir su apoyo social a la delincuencia. La identidad criminal y la pertenencia a
un grupo han de ser igualmente analizados en vista del entorno en el que se inserta el
individuo, sea éste favorable o desfavorable al delito, ya que esto le permitirá comprender su
comportamiento, el delito cometido, sus acciones y actitudes.
Considerando los principales predictores, se destacan otros aspectos importantes que deben ser
evaluados en la vida de la persona que básicamente siguen un breve orden cronológico:
Sin embargo, al entrevistar solo al acusado, el evaluador reunirá una visión de lo que sucedió muy
limitada, que seguramente será defensivo y puede ser engañoso. De hecho, además de abordar todos
las áreas mencionadas anteriormente, sigue siendo fundamental hablar con otros informantes para
hacer frente a la información recopilada desde otras perspectivas de familiares, amigos, vecinos y
técnicos que acompañan o acompañó al sujeto, las áreas de justicia, salud, educación, etc.
La información obtenida debe valorarse teniendo en cuenta la posición de las personas frente al
sujeto. En este sentido, es necesario tener mucho cuidado al acercarse a las víctimas o familiares de
las víctimas, especialmente si se tratara de un delito de carácter sexual. La información proporcionada
por estos sujetos puede ser parcial y muy negativa, además de incurrir en el riesgo de que la víctima
sufra una revictimización o victimización erróneamente secundaria.
La psicología forense tiene dos grandes tradiciones. La tradición clínica se ocupa esencialmente del
estudio del funcionamiento psicológico del sujeto, así como de sus características de personalidad. La
información puede recopilarse a través de estas entrevistas, pruebas de evaluación psicológica y otras
informaciones previas. Básicamente, se pretende acceder a la personalidad del individuo con el fin de
predecir la probabilidad de volver a cometer delitos en el futuro, lo cual es necesario para respaldar la
valoración judicial del peligro criminal, junto con ciertas decisiones judiciales.
Al mismo tiempo, existe una tradición actuarial que tiene una tendencia más criminológica y está
dirigida para la determinación de alguna conducta delictiva. Como tal, se basa en instrumentos
cuantitativos que tienen como objetivo distinguir a los individuos más propensos a cometer delitos,
con base en sus factores de riesgo. Esta tradición trata así de comprender qué características tienen
quienes delinquen, no sólo a nivel individual, sino también en un ámbito más amplio de factores
sociales, familiares, ambientales, etc. En la actualidad predomina la idea de que ambas tradiciones
deben conciliarse, en lo que se denomina ensayo clínico estructurado.
Las pruebas de evaluación psicológica también pueden denominarse pruebas auxiliares de diagnóstico
y son importantes para saber si existe motivo de inimputabilidad penal. Sin embargo, hay diferentes
tipos de pruebas psicológicas, a saber:
Pruebas de desarrollo: dan cuenta de la evolución y la capacidad que tiene el individuo para
estar dentro de tu rango de edad, revisando tu desarrollo para evaluar su testimonio. Este
tipo de evaluación pretende comprender en qué medida el sujeto tiene una adquisición de
conocimientos, habilidades y relaciones apropiados para la edad. En este sentido, son pruebas
ampliamente utilizadas en niños y adolescentes;
Pruebas de inteligencia y aptitud: tienen como objetivo medir las habilidades intelectuales y
cognitivas del individuo. Lo más común es realizar pruebas de coeficiente intelectual en este
contexto, pruebas, exámenes estandarizados que miden lenguaje, matemáticas, aptitud,
entre otros, con el fin de evaluar la capacidad intelectual de la persona. En el área forense, a
menudo es importante evaluar esto en los casos en que los delitos se cometen con personas
que pueden tener estas habilidades reducidas, ya sea que estuvieran comprometidas al nacer
o debido a ciertos episodios. Es necesario averiguar si el individuo tiene el juicio para entender
lo que está haciendo y si debe considerarse inimputable;
Hay, sin embargo, un conjunto de criterios para el uso de pruebas psicológicas a los que se debe
prestar atención en un contexto forense (Heilbrun, 1992):
3. La prueba debe ser relevante para la cuestión jurídica en cuestión o para evaluar el concepto
psicológico que subyace a la cuestión jurídica, es decir, las pruebas deben ser adecuadas para su fin.
Por ejemplo, una prueba de coeficiente intelectual no debe usarse para evaluar la personalidad;
4. La administración de la prueba debe ser estándar, es decir, las reglas de los respectivos manuales.
Cada prueba psicológica tiene instrucciones, por lo que cada resultado de la prueba se compara con
los valores normativos;
5. Los resultados de las pruebas no se deben aplicar a fines para los cuales la prueba no fue
desarrollado. No se deben aplicar pruebas a lo que no está previsto, ya que existe el riesgo de hacer
inferencias abusivas;
6. Se debe tener cuidado con las predicciones de comportamiento a partir de los resultados de las
pruebas, ya que el comportamiento y la personalidad evaluados en la prueba se refieren a la situación
actual del sujeto y, por lo tanto, lo que se mide no es necesariamente vinculante. Estas pruebas
describen el pasado y pretenden comprender el presente, siendo muy limitada en su previsibilidad
futura, contrariamente a los instrumentos de evaluación de riesgos orientada a predecir el futuro,
especialmente la reincidencia;
7. Siempre se debe tener mucho cuidado al interpretar los resultados, teniendo en cuenta el estilo de
respuesta adoptado en el contexto forense, una vez que el individuo sabe que está a ser evaluado y
podrá decir lo que crea favorable para sí ante el tribunal, ser capaz de afrontar fenómenos de
negación, actitud defensiva, simulación, etc.
Eyesenk ha desarrollado un modelo que propone que los humanos se distingan en base a tres
dimensiones de la personalidad. Este modelo fue creado específicamente para ser aplicado a
delincuentes, pero es posible hacerlo para distinguir a los delincuentes de los no delincuentes.
Neuroticismo: tiene que ver con la forma en que manejamos nuestras emociones. Los
extremos puede conducir a trastornos de naturaleza neurótica. Una neurosis es una condición
psiquiátrica clásica que aglutina un gran conjunto de patologías mentales que tienen que ver
con dificultades de gestión emocional diversas que toman la forma de trastornos depresivos,
hipocondríacos, psicosomáticos e histéricos, por ejemplo. Sin embargo, no es la patología que
está en juego aquí, sino la adaptabilidad emocional del sujeto, es decir, si es más neurótico o
adaptable a las circunstancias de la vida;
Extroversión – o sociabilidad, que se opone a la introversión, se relaciona con cómo
interactuamos con quienes nos rodean, seamos más o menos extrovertidos. Algunas
patologías pueden provenir de extremos de esta dimensión, que configuran dificultades
añadidas para las personas extremadamente introvertidas o extrovertidas;
Impulsividad – o desinhibición, originalmente llamada psicoticismo, es una dimensión que se
relaciona con una mayor o menor capacidad para controlar los impulsos y la desinhibición
conductual. Existe la posibilidad de que las personas tengan cierta extrañeza en sus
interacciones que pueden estar relacionados con trastornos psicóticos. Eysenck pretendía
incluir los rasgos de la personalidad psicópatas que resultan de la práctica de actos delictivos
en esta dimensión, que llegó a plantear algunos problemas, debido a que el autor inicialmente
se proponía mirar las dimensiones ordinarias de la personalidad, habiendo terminado
mezclando características de la psicosis con características de la psicopatía. Las psicopatías
son trastornos antisociales, constituyendo un desorden que casi siempre se materializaba en
una conducta delictiva. En efecto, el individuo psicópata es aquel que tiene características de
personalidad anómalas, pero que están demasiado preocupados. Los psicópatas son, pues,
personas cuyo sentido temperamental y conductual están muy perturbados, pero no en el
sentido de estar fuera de la realidad ordinaria, como ocurre en las psicosis. Se trata de un
trastorno mental caracterizado por la desconexión de realidad y que puede ocurrir por una
enfermedad psiquiátrica. Así, el psicoticismo resulta ser demasiado amplio para ser
considerado como una sola dimensión.
Costa & Mcrae se refieren a cinco dimensiones de la personalidad, en un intento de superar las
limitaciones mencionadas anteriormente, principalmente en términos de la conceptualización del
psicoticismo. Este es el modelo más consagrado hoy, según el cual el Hombre tiene cinco dimensiones
principales y 30 facetas:
Neuroticismo: mantuvo esta dimensión, de manera similar al modelo anterior, pero introdujo
diferentes facetas que los individuos normales pueden tener más o menos: ansiedad,
hostilidad, depresión, timidez, impulsividad y vulnerabilidad;
Extroversión: agrega varias facetas, como bienvenida, sociabilidad, asertividad, actividad,
Apertura a la experiencia: capacidad de estar abierto o no a nuevas experiencias: fantasía,
estética, sentimientos, acciones, ideas y valores;
Agradabilidad: ser más o menos agradable con los demás: confianza, rectitud, altruismo,
complacencia, modestia y sensibilidad;
Responsabilidad: características relacionadas, por ejemplo, con el mundo del trabajo:
competencia, orden, obediencia, lucha, logro, autodisciplina y deliberación.
Pruebas proyectivas, como la prueba de Rorschach, cuya lógica adyacente es que nos
proyectamos a nosotros mismos en lo que decimos. El sujeto evaluado no es consciente de
ello, ni tiene control sobre lo que percibe de las manchas que se le muestran, lo que permite
que, desde sus respuestas que el clínico valora sobre su pensamiento, ideación, afecto,
mediación, procesamiento, interpersonal, autopercepción y otros índices especiales –
esquizofrenia, depresión, afrontamiento, constelación suicida, hipervigilancia y obsesión.
Preservación de respuestas con contenidos extraños y mezclas ilógicas de las partes pueden
ser indicativas de alguna perturbación en la que las personas tienen dificultad para adherirse
a la realidad, por ejemplo;
El PCL consta de 20 preguntas organizadas según dimensiones, que aún no están consensuadas, con
básicamente dos paradigmas. En el primero, se considera que existe una característica humana
patológica, que se organiza como un rasgo de personalidad y simultáneamente como conducta,
correspondiente a dos relaciones interpersonales o comportamiento afectivo y desviación social,
respectivamente. Por otra parte, también se pueden ver simplemente cuatro dimensiones, a saber,
interpersonal, afectiva y estilo de vida, asociadas con la personalidad y desviación social, en relación
con el comportamiento. Por otro lado, aunque la depresión no es un predictor de delincuencia,
también puede ser relevante analizarlo con el BDI, ya que puede ser causa de conducta delictiva y
criminal y, como tal, debe ser necesario evaluar estos aspectos particulares.
En definitiva, existen varias pruebas e instrumentos psicológicos que ayudan a la evaluación forense.
Generalmente se consideran medios auxiliares de diagnóstico, aunque para el docente deben ser
considerados medios para explorar las características de las personas. El enfoque principal no debe
estar en hacer diagnósticos, ya que no estamos en el área de la salud, sino legal.
Burmann et al. (2007) señalan una serie de limitaciones a las evaluaciones clínicas tradicionales. La
razón principal proviene del hecho de que son demasiado subjetivos y de precisión cuestionable, lo
cual no es necesariamente malo, pero el hecho de que dependan de la opinión y competencia del
clínico puede conducir a conclusiones completamente diferentes. De hecho, se necesitan ciertos
criterios para evitar prejuicios personales y subjetividad. Esto los hace menos confiables que las
evaluaciones actuariales, al igual que se les atribuye una menor validez predictiva, ya que nada
garantiza realmente su habilidad para proyectar el comportamiento futuro de manera efectiva.
A pesar de ello, es fundamental individualizar al sujeto en la evaluación del riesgo y hay que mirar hacia
comportamientos individuales – “cada caso es diferente”. No debemos regirnos por esta frase, pero
tenerlo en cuenta, ya que nos da la posibilidad de percibir el riesgo de forma adecuada. Básicamente,
son habilidades clínicas que nos permitan acercarnos a las personas y sacar conclusiones sobre ellas.
Por lo tanto, la clínica tradicional se puede mejorar en términos de previsibilidad del comportamiento
cuando incorporan sistematicidad y estructura. Es decir, las materias deben evaluarse en su conjunto,
pero a través de una estructuración del acervo clínico. Nos estamos moviendo, entonces, hacia
evaluaciones clínicas que no son completamente tradicionales, pero concilian estos dos elementos.
Según Andrews y Bonta (2006), el riesgo es un aspecto que caracteriza a una persona o entorno, lo
cual se asocia con una mayor probabilidad de cometer un acto delictivo. Cuando se habla de factores
de riesgo, nos referimos a factores que tienden a ser estables, ya que es algo que caracteriza a las
personas. Sin embargo, decir que algo es estable no significa decir que no puede ser cambiante o
dinámico. Entonces la noción de riesgo dinámico proviene de la creencia de que es posible cambiar
algunas características de las personas.
De esta manera, los factores de riesgo dinámicos corresponden a las necesidades del individuo y son
susceptibles de cambio. En algunos casos, pueden configurar necesidades criminógenas y, en este
caso, el cambio de estos factores da como resultado un cambio en la actividad delictiva del sujeto. De
hecho, es en este aspecto por el que se debe apostar para reducir la reincidencia. Difiere, por tanto,
de las necesidades no criminógenas, cuyo eventual cambio no tiene consecuencias de actividad
delictiva. Por otro lado, también existen factores protectores, que tienen que ver con las
características y circunstancias de los individuos que están asociados con una probabilidad reducida
de actividad delictiva. Dicho esto, el Modelo RNR –Riesgo-Necesidades-Responsabilidad- constituye el
modelo dominante para evaluar y trabajar con los morosos, teniendo como fundamentos principales:
De hecho, se entiende que los dos primeros principios son fundamentales para la evaluación: ofender
risk assessment– y el tercero asocia estos principios en el tratamiento – effective ofender
rehabilitation. Por lo tanto, evaluar el riesgo y las necesidades criminogénicas es esencial para
evaluaciones forenses y para el tratamiento rehabilitador en los Sistemas de Justicia, por lo que el
Modelo RNR constituye un modelo integrado de intervención relevante.
Ha habido un esfuerzo por identificar las características que hacen que las personas reincidan, es decir,
comprender cuáles son los factores de riesgo relacionados con este comportamiento. Existen varios
instrumentos que buscan ser generalistas para cualquier delito y otros que proponen factores que
pueden estar relacionados con delitos específicos. En un esfuerzo por identificar los factores de riesgo,
una de las propuestas más respetadas es el modelo RNR. En consecuencia, hay cuatro factores
principales que están relacionados con el crimen (r > .20):
o Historia Criminal: todas las personas que tienen un inicio anterior, más repetido y con más intensidad
de los actos delictivos, será más probable que vuelva a delinquir. La historia criminal es un correlato
muy fuerte de la delincuencia. Es imposible trabajar con alguien en el marco criminal sin tener
conocimiento de sus antecedentes penales. Este es el único factor de riesgo estático, pues no es
posible cambiar la historia de alguien, por lo que no es objeto de intervención;
o Patrón de personalidad antisocial: todas las tendencias individuales integradas en el desarrollo del
individuo que hacen que los rasgos de personalidad sean relativamente estables crean una propensión
criminal. Hay un conjunto de características individuales que han demostrado una fuerte conexión con
el crimen, a saber, bajo autocontrol, búsqueda de sensaciones, agresividad, hostilidad y psicopatía;
o Apoyo Social a la Delincuencia – tiene que ver con el entorno normativo próximo, en el que existe
una asociación con partes antisociales, aislamiento de las normas, surgiendo así un apoyo inmediato a
la delincuencia en el grupo de referencia. Así, cuanto más antisocial sea el entorno próximo, mayor
será la probabilidad de reincidencia.
Los factores de riesgo antes mencionados, junto con otras cuatro necesidades criminogénicas de
segundo orden plano (.20 > r > .10), constituyen el Ocho Central.
o Abuso de sustancias, es decir, alcohol o drogas, implica una gran participación de personas en
actividades delictivas. Por lo tanto, es importante entender en qué medida está presente e
importancia que tiene para la potencial reincidencia delictiva de la persona concreta;
o Actividades recreativas, es decir, las mismas actividades que el individuo realiza en su tiempo libre
pueden constituir un factor de riesgo.
Estas son las áreas en las que se debe centrar la atención al realizar un análisis de riesgos. Además,
también es importante prestar atención a las necesidades no criminógenas. Incluso si tienen una
corrección muy baja con práctica delictiva (r < .10), debe cumplirse. Ejemplos son la autoestima,
depresión, ansiedad, trastorno mental, salud física, condiciones sociales e inteligencia.
Un punto fundamental de la evaluación es el uso de instrumentos confiables y válidos. Por esa razón,
es fundamental tener en cuenta sus propiedades psicométricas: fiabilidad y validez. La primera se
refiere a la concordancia temporal entre los observadores y la consistencia interna del instrumento.
Para que un instrumento sea considerado fiable es necesario que, en igualdad de condiciones, el
mismo resultado o muy similar. Sin embargo, el instrumento también debe ser sensible a los cambios,
en caso que se verifiquen cambios significativos en lo que se evalúa. Además, también se debe
asegurar que todas las personas llegan a la misma conclusión al evaluar lo mismo, es decir, tiene que
haber acuerdo temporal y entre observadores.
A su vez, existen numerosos tipos de validez, pero la más relevante será la validez predictiva. Por si
tiene la intención de calcular el riesgo de recurrencia futura, es importante que el instrumento en uso
ya haya dado evidencia de que predice bien. También debe tener algún acuerdo con otros
instrumentos ya consagrados. Sin embargo, hay una serie de escenarios que deben tenerse en cuenta:
Previsión Reincidencia
Bajo Riesgo No Falso Negativo
Alto Riesgo Sí Falso Positivo
Son problemas que surgen y que reducen la calidad de juicio de los técnicos. Por lo que es necesario
que los instrumentos de riesgo tengan una alta capacidad predictiva por lo que son capaces de
predecir con mayor certeza si el individuo recaerá o no. Sin embargo, no existe una prueba que pueda
predecir exactamente lo que sucederá y, por lo tanto, sólo se puede hablar de probabilidades. Por lo
tanto, hay dos medidas principales para evaluar empíricamente la capacidad predictiva de un
instrumento (Rice & Harris, 2005):
Las herramientas de evaluación de riesgos deben cumplir ciertos requisitos, como ser teóricamente
fundamentadas predominantemente en teorías sobre el comportamiento humano, y validado
empíricamente, preferentemente a través de estudios cuantitativos con muestras grandes. Además,
se pueden diferenciar según los tipos delictivos. De hecho, hay instrumentos genéricos que
supuestamente darán lugar a cualquier tipo de delincuencia, ya que están constituidos por los
predictores de delincuencia a un nivel más general. En otros casos, los instrumentos parten de teorías
específicas, particularmente sobre violencia sexual o doméstica, centrándose en un tipo de delito y
factores de riesgo específicos. Además, también hay adaptaciones de algunos instrumentos más
generales a ciertas formas de criminalidad.
Por otro lado, también puede haber diferenciación según grupos de población, debido a la edad o el
género, por ejemplo. Estudios en el área de la delincuencia juvenil y las especificidades de los jóvenes
comenzaron a tomarse en cuenta, lo que hizo que la evaluación de los jóvenes casi por sí sola la
definición más difícil, debido a que la personalidad aún está en desarrollo, lo que hace que sus
características aún no están estabilizadas, lo que dificulta la predicción del riesgo. Por otro lado,
también se han identificado factores de riesgo específicos de género, que distinguen a las mujeres de
hombres. La vulnerabilidad, el trauma, la violencia o el abandono infantil son cuestiones muy
específicas de la criminalidad femenina, entonces las delincuentes femeninas tienen distintos factores
de riesgo.
Dicho esto, los instrumentos para evaluar el riesgo de reincidencia, probados empíricamente, son
entonces relevantes para el desarrollo de informes de expertos para el asesoramiento técnico sobre
la elección de la sanción y los niveles de seguridad, vigilancia y tratamiento de los infractores, así como
vigilar y ajustar la vigilancia de los delincuentes, con miras a prevenir la reincidencia delictiva. Una
buena evaluación del sujeto orienta nuestra práctica, lo que pone de relieve la necesidad específica de
recurrir a instrumentos actuariales de evaluación de riesgos.
Hay algunos criterios que deben tenerse en cuenta al utilizar instrumentos de evaluación de riesgos
de reincidencia criminal en contextos forenses (Doren, 2002):
1. Como regla general, deben usarse y, cuando no se usen, se debe explicar por qué no se usaron;
3. El evaluador debe estar consciente del conocimiento científico para seleccionar los instrumentos;
4. Se deben evaluar las diferentes dimensiones del riesgo, ya que puede haber diferentes riesgos según
las dimensiones;
5. Las opiniones sobre el riesgo deben situar al sujeto dentro de un intervalo de probabilidad de riesgo
individual, o sea, son probabilísticas y no de porcentajes directos;
Basado en la evidencia, son instrumentos estructurados, donde los ítems individuales son
atribuidos pesos numéricos, combinados de forma mecánica, y relacionados con el
comportamiento criminal.
Por lo tanto, los instrumentos de evaluación del riesgo actuarial se basan predominantemente en
cuestionarios de autoinforme, pero también se pueden utilizar análisis de archivos o entrevistas
combinadas con el análisis de expedientes. La mayoría de los instrumentos son llenados por técnicos
capacitados. Los instrumentos más difundidos y utilizados son:
A pesar de su buena consistencia, las valoraciones actuariales tienen varias limitaciones (Burmann et
al., 2007). Lo cierto es que los indicadores se hacen agregando información de una población, por lo
tanto, no se tiene en cuenta la diversidad, siendo los resultados solo promedios. Además, se basa en
factores de riesgo, algo relativamente estable en las personas, por lo tanto es muy difícil percibir cómo
estos factores operan y se materializan en la actividad delictiva. Hay momentos clave para la práctica
del delito, algo que los instrumentos no pueden detectar. Por lo tanto, no son sensibles a contextos
donde operan los factores de riesgo.
Los instrumentos van siendo validaos con referencia a los datos de reincidencia criminal, aunque esto
no tiene en cuenta cifras negras, un detalle imposible de incorporar. La condena es un proceso social
complejo, no siendo el mismo para todos los individuos y del cual algunos logran escapar y no es
posible tener en cuenta en la validez de los instrumentos. Finalmente, es realmente posible predecir
la probabilidad de reincidencia, pero no el impacto de la reincidencia. Por ejemplo, en terrorismo, una
buena parte de las personas, previsiblemente terroristas, que tienen algo de radicalismo, tienen bajo
riesgo de producir crímenes de esta naturaleza, pero hay miles de personas con algún potencial. No
sabemos cuáles son los que van a cometer algún crimen, aunque un crimen terrorista puede resultar
en la muerte de centenas de personas.
Analizadas las desventajas, las valoraciones actuariales no pierden su valor añadido, es decir, la
coherencia, ya que nos dan la garantía de que todos los profesionales alcanzarán conclusiones
relativamente similares, afirmando su superioridad frente a las evaluaciones tradicionales. Además,
los instrumentos tienen una base empírica robusta, con fuerte validez predictiva, además de tener la
ventaja de mejorar usando enfoques sistemáticos y estructurados de evaluación de riesgos.
En conclusión, existe fuerte evidencia empírica de confiabilidad, validez y validez predictiva dinámica
de este tipo de instrumentos de evaluación de riesgos. Los técnicos, debidamente capacitados,
pueden beneficiarse del uso de este tipo de instrumentos en la elaboración de informes forenses y en
la gestión de casos de supervisión. A su vez, los tomadores de decisiones judiciales pueden obtener
información específica para tomar decisiones sobre sanciones y niveles de supervisión adecuados a los
riesgos/necesidades. Por último, los propios delincuentes pueden obtener respuestas judiciales que
tengan en cuenta los niveles de riesgo y beneficiarse de servicios adaptados a sus necesidades que
promuevan la rehabilitación y la prevención del delito.
El Sistema Penal Portugués tiene como objetivo garantizar la seguridad de los ciudadanos, la
prevención y represión del delito y la recuperación del delincuente como forma de defensa social. Por
lo tanto, la aplicación de cualquier pena presupone dos cosas: la definición de una culpabilidad
concreta de ese individuo y el sentido de la pena, y su ejecución debe estar siempre guiada por un
sentido pedagógico y sentido educativo y resocializador. Como tal, existen varias fases procesales a
tener en cuenta:
En Portugal, las Ciencias Forenses son especialmente relevantes en la fase de sentencia. Por lo tanto,
la actividad especializada de estos profesionales está prevista por la ley en forma de informes sociales
y periciales. Los primeros son un medio para conocer a la persona y dar indicaciones sobre su
desarrollo social, permitiendo valorar las condiciones sociales, psicológicas y personales del sujeto. En
cambio los informes periciales son más especializados y se centran en cuestiones psicológicas:
o Informe social para decidir sobre la determinación de la sanción (artículo 370 del CPP) -cuando el
Tribunal pretende pronunciarse sobre el crimen pide este tipo de informe. La verdad es que cualquier
tipo de persona debe ser objeto de este tipo de evaluación, ya que tiene como objetivo ayudar en el
conocimiento de la personalidad del acusado. No obstante, debe ser solicitada por el Tribunal, aunque
puede llevarse a cabo por iniciativa de los servicios de libertad vigilada, de forma independiente,
cuando el seguimiento del imputado en prisión preventiva así lo aconseje. Así, se lleva a cabo la
aplicación del informe social en su totalidad o su actualización. Además, también podrá solicitarse en
la fase de enjuiciamiento cuando se considere necesario para corregir la determinación de la sanción.
Según la jurisprudencia portuguesa, el consentimiento expreso del acusado no es un requisito formal
para la elaboración del informe social, aunque tiene derecho a no participar y a guardar silencio;
La valoración de los menores víctimas de abusos sexuales, en particular, es un área bastante sensible.
Los abusos sexuales a menores constituyen delitos contra la autodeterminación sexual infantil,
previstos en los artículos 171 a 177 del Código Penal, que se refieren al abuso sexual de menores y a los
actos sexuales con adolescentes, la prostitución, el proxenetismo y la pornografía infantil. En la
mayoría de los casos de abuso sexual no hay pruebas físicas ni testigos, por lo que el único medio de
prueba es el propio relato del niño.
Es importante evaluar a la víctima, para saber si su testimonio puede ser creíble. Se supone que la
denuncia de un delito de este tipo es bastante rara, si se compara con el abuso sexual. Es muy raro que
los niños revelen el abuso, experimentando el síndrome del secreto (Furniss, 1991), por lo que la
evaluación del testimonio merece un cuidado particular. La capacidad del niño para testificar debe
enmarcarse en una evaluación razonada. Para ello, es necesario observar varios elementos:
o La dinámica psicológica, que es característica de los niños y el entorno en el que viven, son
características de lo que suele ocurrir en el abuso sexual.
o Evaluación del impacto traumático - las reacciones pueden ser muy diversas, por lo tanto puede ser
muy complicado, pero existe literatura que enumera lo más típico;
o Evaluación del desarrollo del niño y de las manifestaciones comportamentales - también hay que
hacer un análisis más global del niño como persona más o menos desarrollada, comprendiendo su
desarrollo junto con su comportamiento para entender cómo se conectan ambos.
En 1999 se publicó la Ley de Tutela Educativa, que distinguía a los jóvenes infractores de los jóvenes
en riesgo, a menudo confundido. Así, el Estado asume respuestas diversificadas en función de la
diversidad de situaciones de los menores. Para los menores en peligro, existe una respuesta
protectora y asistencial, en base a la Ley de Protección de Niños y Jóvenes en Peligro, mientras que,
para los menores delincuentes, se realiza una intervención para educar al menor en el respeto de los
valores y normas fundamentales de la sociedad, identificados por valores y normas jurídico-penales.
Además, el Estado mantiene el límite de 16 años para la responsabilidad penal. En efecto, la ley Tutelar
Educativa se aplica a jóvenes entre 12 y 16 años que hayan cometido hechos que la ley tipifica como un
crimen Así, los menores de 12 años no están sujetos a la acción de tutela por educativa, pero sí de
intervención protectora, mientras que a partir de los 16 años el joven puede ser el objetivo de acción
penal, si bien debe aplicarse el régimen especial para jóvenes mayores de 21 años.
Ley Tutelar de la Educación – Ley 166/99, de 14 de septiembre, modificada por la Ley 4/2015, de 15 de
enero – busca fundamentalmente conciliar protección y justicia, asumiendo el Estado la
responsabilidad del menor y tal necesidad de educar a los jóvenes. Así, la intervención estatal sólo se
justifica por la práctica de un hecho calificado como delito, es decir, un delito contra un interés jurídico
esencial, o por la necesidad de educación de los menores al respeto de los valores mínimos esenciales
para la vida comunitaria – el controversial concepto de educación jurídica. Es de la valoración de esta
doble condición que el Estado encuentra legitimidad para intervenir, aun contra la voluntad de los
padres o del menor. Las medidas de tutela pueden ser de carácter más o menos coercitivo,
encaminadas a educar al menor por el derecho y su inserción, de manera digna y responsable, en la
vida de la comunidad:
Amonestación;
Privación de conducir ciclomotores u obtener permiso para conducir ciclomotores
Indemnización a la parte ofendida;
Realización de beneficios económicos o tareas a favor de la comunidad;
Imposición de normas de conducta;
Imposición de obligaciones;
Frecuencia de los programas de capacitación;
Seguimiento educativo;
Internamiento en un centro educativo (abierto, semiabierto o cerrado).
Dicho esto, es importante conocer los principales instrumentos y documentos utilizados a los que se
recurre para la aplicación de la Ley de Tutela Educativa. Todos ellos son vistos como medios para
obtener pruebas que tengan por objeto ayudar al conocimiento de la personalidad del menor,
incluyendo su conducta e inserción socioeconómico, educativo y familiar:
CASO 2
B es un niño de 11 años de un entorno familiar y social difícil. Ambos de sus padres están en la cárcel, el padre por robo
a mano armada y la madre por posesión de drogas. B Ha estado cuidando a su hermana menor. Presenta a menudo
comportamiento de oposición en el hogar y en la escuela. Es grosero con los maestros, a menudo se niega a hacer
deberes y a menudo falta a clase. Robó algunos productos de las tiendas locales. A menudo se pelea con sus colegas y
uno usaba un arma (ladrillo) en estas peleas. Sin embargo, por lo general se disculpa si realmente tiene la culpa. Le
gusta hacer deporte con los compañeros. A menudo expresa afecto hacia su hermana y se siente bien cuando ella está
presente. Sus emociones son a menudo turbulentas. A menudo refiere falta de autoestima.
CASO 3
R tiene 35 años y cumple una condena de 25 años por asesinato. Siempre tuvo mal carácter, y esta vez qué comenzó
como una pelea de bar terminó quitándole la vida a su oponente. R da la impresión de ser algo inmaduro, bromista,
pero sincero Los demás reclusos tienen mucho cariño a R y no hay antecedentes penales en su contra. R tiene
aproximadamente media docena de delitos en su historial, desde los 17 años cuando fue arrestado por hurto. A pesar
de no haber tenido ningún contacto con la autoridad antes de la adolescencia, los padres informan que comenzó a
tener problemas en el hogar y en la escuela alrededor de los 15 años. Sus padres dicen que era difícil de controlar. No
respetó la hora de irse a casa, mintió con frecuencia, destrozó la propiedad y se escapó de casa. En la escuela solía
pelear a menudo. R abandonó la escuela a los 16 años comenzó a trabajar como artesano. A pesar de haber sido
despedido algunas veces por no llevarse bien con sus compañeros, logró mantenerse empleado. Sin embargo, bebía
mucho y gastaba su dinero sin responsabilidad, a menudo descubriendo que no tenía dinero para pagar sus cuentas.
Para ganar más dinero, empezó a vender marihuana y ocasionalmente robaba equipos de las obras de construcción
donde trabajaba. Estas actividades resultaron en su detención en 18 años.
R encontró trabajo y se mudó con su novia. A pesar de las frecuentes discusiones sobre gastar R, vender consumo de
drogas y consumo de alcohol, la relación se mantuvo estable. R tuvo dos aventuras extramatrimoniales, pero terminó
ambas porque se sentía culpable y tenía miedo de que su novia se enterara y lo dejara. El consumo de alcohol se ha
vuelto peor y una noche se vio envuelto en una pelea en un bar. A pesar de que normalmente puede evitar una pelea,
esta vez R regresó con una botella en la cabeza de su oponente, quien se rompió y asestó un golpe fatal en la garganta.
La policía fue llamada y R inmediatamente contó lo sucedido. En la corte se declaró culpable.
CASO 4
T. tiene 39 años y cumple 25 años de prisión por matar a su compañero de viaje para robarle el dinero. Es un gran
consumidor y traficante de drogas. Es gracioso y divertido hablar con él, pero tus conversaciones terminan siempre por
ser inapropiado y sugerente. Tuvo varios trabajos pero nunca duró más de unas pocas semanas. Está constantemente
en problemas por no ser confiable y tener arrebatos violentos cuando su voluntad no está satisfecho.
Su registro tiene varias páginas. Su primer delito denunciado ocurrió a los 9 años cuando robó equipo de la escuela. A
la edad de 11 años, lo atraparon cuando intentaba ahogar a un compañero de escuela que se había negado a darle
dinero. Cuando se le preguntó qué había pasado, se rió diciendo que su colega era más grande que él y que habría
“terminado el trabajo” si el maestro no hubiera llegado.
Después de eso, la vida de T transcurrió dentro y fuera de los centros de detención como niño, adolescente y adulto.
Su lista de delitos contiene todas las categorías imaginables, desde robo hasta asalto y toma de rehenes. Nunca he
tenido una profesión real más de 2 semanas. En cambio, vive del apoyo de sus amigos o de actividades delictivas como
tráfico, robo o proxenetismo. Nunca pasó más de unas pocas semanas en un lugar, prefiriendo vagar. Puede parecer
muy amigable y no tiene problemas para conocer a las personas que le ofrecen cobijo. Muchas veces estos acuerdos
terminan con discusiones violentas, y T comienza de nuevo. Nunca estuvo casado pero tuvo varias parejas con quién
vivió. En todos los casos, se fue a vivir con ellos después de “haberles vuelto la cabeza”, según relata. La relación más
larga duró seis meses, pero estuvo marcada por la inestabilidad y la violencia. Dice varias veces donde estuvo
involucrado con otras mujeres mientras vive con una pareja. Cuando se le preguntó si alguna vez había estado
monógamo dice que siempre lo ha sido. Cuando se le presenta la contradicción, la niega diciendo: “Siempre he sido
monógamo porque es físicamente imposible estar en dos lugares al mismo tiempo, ¿sabes?
Hay muchas pruebas de que T cometió el delito por el que está detenido, pero en el tribunal se declaró inocente.
Todavía insisto que es inocente y no muestra misericordia a la víctima o la familia. A pesar de que empezaba a tener
lástima de sí mismo y le decían que probablemente no habrá reducción, es muy terco y habla como si su liberación fuera
inminente.
Para el diagnóstico de Trastorno Antisocial de la Personalidad, sería deseable verificar si las personas
tienen déficits en el funcionamiento afectivo, falta de empatía, frialdad emocional, remordimiento y
culpa. Estos indicadores son muy importantes para la distinción entre sujetos con rasgos psicopáticos
y sin rasgos psicopáticos, dado que en el primero destaca el dominio de ausencia de interiorización,
muy baja ansiedad y miedo muy bajo, mientras que, en este último, el dominio de externalización de
conductas, incapacidad para aprender y vulnerabilidad a la agresión.
La versión actual del DSM se desarrolló con el objetivo de lograr una mayor confiabilidad. En tu primera
versión, de 1952, pretendía clasificar los trastornos psicológicos de los soldados que llegaban de la
guerra, para lo cual estuvo eminentemente influenciado por psicodinámicos, psicoanalistas y
manifestaciones de personalidad subyacentes a los trastornos. Como había muchas inferencias sobre
el funcionamiento psicológico a través de diferentes pruebas y técnicas, fue frecuente que diferentes
psicólogos lleguen a diagnósticos contradictorios. A partir de la tercera edición, se ha hecho un
esfuerzo para que esto no sucede. Para aumentar la confiabilidad, el DSM ahora presenta solo criterios
objetivos, es decir, manifestaciones observables. Así, a partir de 1980, los criterios diagnósticos del
DSM se convirtieron en básicamente listas de verificación de comportamiento.
Sin embargo, varios criminólogos y psicólogos forenses, en particular Robert Spitzer, han llamado la
atención al hecho de que este intento de aumentar la confiabilidad puede conducir a la pérdida de
especificidad. El funcionamiento emocional y la afectividad son muy importantes. Personas con
perfiles psicológicos completamente diferentes pueden tener el mismo diagnóstico, incluso si su causa
o etiología es distinto. Como resultado, diferentes personas terminan siendo colocadas en la misma
categoría, así como hay ciertos tipos de personalidad persistentemente antisociales que ni siquiera
cometen delitos. Esta perturbación es a la vez demasiado inclusiva y demasiado exclusiva. Incluye a las
personas que no debe ser así diagnosticada, pero también excluye a las personas que deberían serlo.
Fue en la década de 1980 cuando la psicopatía comenzó a tomarse en serio. Al mirar a los que sufren
de Trastorno Antisocial de la Personalidad, es posible evaluar tus niveles de psicopatía. en poblaciones
prisionales se ha encontrado que alrededor del 50% puede ser diagnosticado con Trastorno de
Personalidad Antisocial. Al realizar una evaluación con el Psychopathy Checklist, PCL, en esta
población, las personas con altos niveles de psicopatía tienen tres veces más probabilidades de recaer
y cuatro veces más probabilidades de reincidir violentamente en el primer año después de la liberación
(Hamphill et al., 1998; Grann et al., 1999; Hare et al., 2000). Es por esto que la psicopatía se considera
un factor de riesgo.
Aunque estos individuos representan solo el 1% de la población, representan el 50% de los delitos
cometidos, de ahí la importancia de intervenir sobre ellos. Sin embargo, se ha llegado a la conclusión
de que no responden al tratamiento. En el clásico estudio de Hare (2000), el autor sitúa a los individuos
con psicopatía en una comunidad terapéutica, quienes posteriormente fueron dados de alta y se
constató que la reincidencia era muy superior a la del grupo de control. De hecho, se notó que los
individuos psicópatas, después de tratamientos, son más propensos a recaer, ya que durante estas
sesiones de terapia fueron aprendían nuevas formas de manipular a los demás.
La psiquiatría del siglo XIX no se ocupaba de los criminales, sino de la gente de medios no
problemáticos que exhiben un comportamiento antisocial y violento. La manía sin delirio describe
individuos normales, es decir, que no tienen delirios, alucinaciones o psicosis, pero que desde cierto
momento se vuelven violentos o agresivos, pero no son tontos, imbéciles desde el punto de vista
intelectuales y exhiben un comportamiento antisocial.
Este concepto, en cierto punto, es utilizado y transformado por Richard Corrigall debido a la Ley de
salud mental británica, la primera ley en tipificar las enfermedades mentales en el Reino Unido. El autor
apeló al concepto de locura sin delirio para desarrollar el de locura moral, imbecilidad moral,
inmoralidad constitucional, inferioridad psicopática, sociopatía, etc. Este es un núcleo de lo que más
tarde se llama psicopatía. Por su parte, Cleckley (1946) hace una descripción, revisa toda la literatura y
entiende que lo que pasa es que la psicopatía funciona como un “cubo de basura”, sin embargo es una
serie de características que deben formar parte de este constructo.
El término psicópata proviene de otra tradición, la psiquiatría alemana. Kurt Schneider desarrolla la
primera gran obra de la psiquiatría, en la que describe las condiciones de la enfermedad mental y los
trastornos de personalidad. Desde su perspectiva, las psicopatías no son realmente enfermedades
mentales. No es posible comprender la realidad de un paciente esquizofrénico, ya que vive una
realidad cualitativamente diferente al nuestro debido a delirios y alucinaciones. Sin embargo, logramos
comprender las desviaciones del estado de ánimo o de la personalidad. Entonces, en su opinión, las
psicopatías son solo eso, desviaciones estadísticas que causan sufrimiento a uno mismo oa los demás.
El comportamiento antisocial no es un criterio, las psicopatías son cosas como la ansiedad, la
depresión. De las 10 psicopatías que describe, sólo 1 como indicador de comportamiento antisocial.
Dicho esto, vemos una confluencia entre las tradiciones francesa e inglesa y la tradición alemana en la
tradición estadounidense: el comportamiento antisocial está motivado de manera inapropiada frente
al comportamiento desviado de personalidad que causa sufrimiento. En ninguno de los dos se pone
en entredicho la capacidad intelectual. Hervey Cleckley, en su obra Mask of Sanity, rechaza la noción
schneideriana porque considera que en todas las psicopatías hay una tendencia antisocial. En efecto,
dice que la psicopatía no es alcoholismo, reactividad neurótica, histéricas, deficiencia motora, es una
condición o cuadro clínico que reúne:
Cleckley sigue intentando investigar la etiología de la psicopatía. Sin embargo, el autor no dice si la
psicopatía es o no hereditario, sino sólo que estos individuos carecían de relaciones afectivas y vínculos
sociales porque trabajan como máquinas, ya que su universo afectivo es pobre y lo que hacen
predominantemente es imitar a otros desde un punto de vista emocional. Ven a alguien reír, se ríen,
pero no sentirlo. Hay una desconexión entre la experiencia emocional y la experiencia. En el fondo,
saben la letra de la canción pero no sienten la música. No entienden la emoción afectiva del mundo,
por lo que piensan que no existe.
Hare (1980) recurrió a los criterios de Cleckley para el desarrollo de PCL. El autor todavía tenía otras
influencias, a saber, McCord y Bough, ambos del campo de la Psicología Criminal, lo que lleva a que
esta escala incluía ítems relacionados con conducta antisocial persistente y comportamiento afectivo.
Así, a partir de su aplicación en una población delictiva reincidente, dos dimensiones: una relacionada
con aspectos afectivos e interpersonales (factor 1) – individuo confiado, mentiroso compulsivo,
manipulador, falto de empatía o carente de nerviosismo – y otro relacionado con el estilo de vida,
impulsividad y comportamiento antisocial (factor 2).
Estas dimensiones están correlacionadas, por lo que tienden a ser valores altos en el factor 1 de la PCL
conducen a valores elevados en el factor 2, de donde se deriva que individuos con problemas a nivel
afectivo y las habilidades interpersonales son más impulsivas y exhiben un comportamiento más
antisocial. Sin embargo, una dimensión no explica completamente la otra, ya que hay individuos
impulsivos con problemas en el comportamiento afectivo y comportamientos antisociales, pero que
no son psicópatas.
Así, este constructo de psicopatía tiene en cuenta factores conductuales (factor 2) y relacionados con
la personalidad (factor 1). Así, los individuos con psicopatía tienden a presentar puntajes altos para el
factor 1 y 2, mientras que las personas diagnosticadas con Antisocial de la personalidad tiende a asumir
valores altos para el factor 2, pero no para el factor 1, demostrando ya que el trastorno de personalidad
antisocial y la psicopatía no son lo mismo. Efectivamente, entre reincidentes, la mayoría tiene el
primero, pero solo una parte de estos son psicópatas.
En la actualidad, el modelo postulado por Hare es el más consagrado, continuando utilizándose en
contexto forense, contexto penitenciario y contexto de evaluación de riesgos. A nivel de su estructura
conceptualmente, como se mencionó, el PCL consta de dos dimensiones:
o Dimensión interpersonal o afectiva: falta de empatía, labia o encanto superficial, frialdad, falta de
remordimiento o vergüenza, afecto superficial;
PCL es entonces conceptualizado por cuatro facetas de la psicopatía: interpersonal, afectiva, estilo de
vida y antisocial. Como se ve en el esquema anterior, entre cada una de estas dimensiones se estimaron
correlaciones moderado. Sin embargo, debido a las críticas hechas por Cooke y Michie, se notó que las
tres dimensiones ajusta mejor estadísticamente que cuatro dimensiones. Los autores argumentaron
que, como este modelo influenciado por las obras de Cleckley, se debe considerar el hecho de que el
autor no presenta la conducta antisocial como parte del marco conceptual de la psicopatía.
La psicopatía es definida por muchos autores como la ausencia de remordimiento, frialdad, falta de
empatía, egocentrismo, desprecio por los derechos de los demás, tendencia a mentir y manipular a los
demás, impulsividad, entre otros. Por lo tanto, es un predictor importante para la tendencia del estilo
de vida antisocial y una mayor probabilidad de reincidencia, además de ser un factor de riesgo para
comportamiento violento y conduce a que los individuos con esta característica estén
sobrerrepresentados en contextos carcelarios (Gonçalves, 2000; Hare et al., 2000; 2007; Hart, 1998;
Hemphil et al., 1998).
El tipo de agresividad exhibido por los sujetos es lo que permite distinguir entre psicopatía y otros
marcos de externalización persistente, y estos se refieren a personas que, de alguna manera
sistemáticamente, tienen conductas antisociales, agresivas y violentas. De esta manera, una de las
manifestaciones diferenciales de la psicopatía es el uso de la agresividad instrumental (Blair, 2005).
Importa, distinguiendo así la agresividad reactiva de la agresividad instrumental:
o Agresión reactiva o afectiva: ocurre provocada por un evento amenazante o frustrante que lleva al
individuo a tener un acto agresivo, y puede incluso y muchas veces inducir enojo. Por lo tanto, la
agresión se inicia sin miras a la obtención de un objetivo potencial, que puede tener que ver con la
propiedad o el estado. Por ejemplo, el FFF (Blanchard, 1977) es un modelo que describe el
comportamiento típico de los mamíferos en términos de amenaza, describiendo una escalada de
reacción a diferentes niveles de amenaza;
Los tipos de agresividad expuestos están mediados por diferentes circuitos neurocognitivos, es decir,
diferentes partes del cerebro. Pacientes con lesiones orbitofrontales, es decir, con sociópatas
adquiridas o pseudopsicopatía - un patrón de comportamiento psicopático, el resultado de lesiones
cerebrales – demostrar patrones de alta violencia reactiva, mientras que algunos psicópatas
demuestran altos niveles de violencia reactiva e instrumental.
El Modelo Triárquico de Psicopatía (Patrick & Bernat, 2009; Patrick, Fowles & Krueger, 2009) postula
que hay tres características principales que constituyen los fenotipos de la psicopatía:
Este modelo propone entonces que la etiología de la psicopatía puede provenir de dos procesos. Por
un lado, la incapacidad de sentir miedo – Rasgo de Intrepidez – se postula en base a que existen niños
que demuestran una capacidad muy reducida para experimentar el miedo que luego se convierte se
traduce en altos niveles de audacia o frialdad emocional. Esto está determinado principalmente por la
calidad de las relaciones con los padres y sus competencias. A su vez, desinhibición – Externalizar
Vulnerabilidad – tiene su etiología relacionada con la capacidad de controlar los impulsos, basada en
un conjunto de estructuras cerebrales distintas.
La capacidad de sentir miedo reside en una estructura subcortical, la amígdala, mientras que la la
desinhibición está regulada por la corteza prefrontal, los sistemas de detección y respuesta de
recompensa. Efectivamente, distanciamiento y aproximación no son dos puntos del mismo espectro.
En el mecanismo de acercamiento-escape, un zorro perseguido por un depredador que está cerca de
un charco de agua al mismo tiempo puede querer acercarse para beber y alejarse para escapar.
De hecho, los sistemas que controlan estas dos valencias son diferentes, por lo que es perfectamente
es posible tener una incapacidad para sentir miedo y también ser desinhibido. Estos son los psicópatas
exitosos: personas con poca ansiedad pero que no están desinhibidas y, por lo tanto, capaces de
controlar su comportamiento, no siendo detectados y encarcelados. Psicópatas fracasados tienen
anomalías estructurales subcorticales y prefrontales.
Así, pasamos de una Perspectiva Taxonómica, que afirma la Psicopatía como categoría, a una
Perspectiva Dimensional, en la que la existencia de individuos con altos niveles de Psicopatía y otros
con niveles bajos de Psicopatía, finalizando con una Combinación Probabilística, en la que se entiende
que hay ciertos rasgos que, combinados, permiten afirmar que una determinada persona es un
psicópata. Estos rasgos son la falta de miedo y la desinhibición.
HIPÓTESIS DEL MIEDO BAJO – Lykken (1957), Fowles (1980) y Patrick (1994):
El modelo más conocido es el modelo de miedo bajo, siendo una de las posiciones más fuertes del
estudio de psicopatía. Según esta hipótesis, los individuos con altos niveles de psicopatía tienen una
disfunción en los mecanismos neurobiológicos de detección y respuesta a amenazas. Lykken (1957,
1995) postuló tres axiomas o supuestos:
→ Los psicópatas tienen un déficit fundamental en el sistema de miedo y ansiedad (bajo QF);
→ Las personas con bajo FQ (cuestionario de miedo) son más difíciles de socializar de esta manera.
Ante esto, el autor avanzó con tres grandes demostraciones:
Lykken (1995), haciendo un análisis genotípico de los niños, concluyó que algunos de ellos son de
naturaleza de fácil socialización. Serán individuos que, aun teniendo padres con habilidades débiles,
tendrán siempre altos niveles de socialización. Por otro lado, los niños con habilidades de socialización
promedio necesitan padres competentes para ser altamente socializados. De lo contrario, se
convertirán en sociópatas – individuos antisociales por génesis ambiental – persistentemente
antisociales por no tener controles formales que les hacen interiorizar las normas sociales. En este
sentido, varios autores han demostrado déficits en el condicionamiento aversivo y paradigmas
experimentales:
Todavía en la década de 1970, hubo autores que comenzaron a tratar de entender qué estructuras
cerebrales estaban comprometidos dando lugar a los déficits de los sujetos con psicopatía. Una de las
grandes contribuciones de Gray (1975, 1987), esencialmente interesado en la ansiedad y el miedo, fue
su conceptualización que se denomina ortogonalidad del sistema motivacional. En su Teoría de
Sensibilidad de respuesta, establece que el sistema motivacional de los mamíferos está organizado en
dos ejes principales: el Sistema de Activación del Comportamiento: los mamíferos están programados
para en situaciones tranquilas husmean, buscan parejas sexuales, etc., y el sistema de Inhibición del
comportamiento, que se activa cuando las señales ambientales dicen que hay algo mal, es decir,
cuando reconocen señales de castigo, no-recompensa, nuevos estímulos o miedo innato.
Los sistemas de activación e inhibición del comportamiento son fisiológica y neurobiológicos, así como
tener diferentes fortalezas en diferentes personas. De hecho, hay gente muy reactiva y otros no.
Cuando el Sistema de Inhibición del Comportamiento se activa, se espera que hay inhibición del
comportamiento, aumento de la activación, aumento de la atención y que, administrando
medicamentos contra la ansiedad, el sistema se detiene o se ve muy disminuido.
Para probar cómo se puede manipular este sistema, Gray fue el primer autor en hacer reproducciones
selectivas en ratas, habiendo comprobado que era posible crear cepas de ratas muy nerviosas y cepas
de ratones con muy poco miedo. De hecho, llegó a la conclusión de que esta sería una característica
hereditaria. Al mismo tiempo, también demostró que era posible bajar el sistema de inhibición de la
rata si era demasiado activo con ansiolíticos. Si al administrar ansiolíticos a ratas que tienen mucho
miedo comienzan a comportarse como los que no tienen miedo, por lo que hay algo en el cerebro que
controla la cuestión de la inhibición del comportamiento. Para comprender qué parte del cerebro es
responsable de este mecanismo, Gray comenzó a eliminar partes del cerebro a las ratas, habiendo
comprobado que, al retirar el sistema septohippocampal, las ratas temerosas dejaron de tener miedo.
De esta manera, el autor prueba su hipótesis colocando microelectrodos en el hipocampo para medir
su actividad en ratas, habiéndose comprobado que, cuando el ratón se detuvo, el hipocampo estaba
trabajando a una frecuencia muy específica (7,7 hz) y por lo tanto a esta frecuencia el animal inhibía
cualquier tipo de conducta.
La salida del hipocampo es una especie de inhibición del comportamiento. A bajas frecuencias la inhibición
se supone que debe estar dirigido al movimiento voluntario; a alta frecuencia (<7Hz) se dirige a patrones
de acción fijos; en frecuencias intermedias (alrededor de 7-8Hz) el BIS está en funcionamiento, inhibiendo
todo comportamiento y permitiendo que el animal para probar su entorno en busca de información sobre
peligros amenazados o decepciones. Gray, 1976
Estas ideas fueron traídas al estudio de la Psicopatía por David Fowles (1980) quien, según un llamado
Teoría de la Sensibilidad del Refuerzo (RTS), postuló que es posible conceptualizar la psicopatía y sus
diferentes tipos utilizando la idea de que hay dos sistemas Los factores motivacionales y las personas
varían en estos sistemas. En la psicopatía primaria, los individuos tienen un sistema de activación de
comportamiento normal y por lo tanto identificar recompensas, pero tienen un sistema de inhibición
del comportamiento deficiente, lo que significa que hay algo en el sistema del hipocampo septal que
los hace menos temerosos y, por lo tanto, menos sensibles al castigo. Los psicópatas secundarios, por
otro lado, tienen un sistema de inhibición del comportamiento normal y por lo tanto, experimentan
tanta ansiedad como los demás, pero tienen un sistema de activación comportamental hiperactivo y
por lo tanto responden más de lo normal a la recompensa, es decir, si ven algo que quieren no puede
resistir, no pudiendo no acercarse. Es por esta razón que ninguna logra inhibir su comportamiento,
causando daño a otros, provocando víctimas y luego arrepentirse.
▪ Williamson et al. (1991); Kiehl et al. (1999) – ausencia de diferenciación ERP y tiempo de reacción en
tareas de discriminación y decisión léxica a palabras negativas frente a positivas y abstracto versus
concreto. Los psicópatas primarios no responden tan bien emocionalmente Si la palabra es emocional
como "muerte", la mayoría de las respuestas cerebrales de personas es mucho más rápido. Los
estímulos negativos ganan prioridad en el procesamiento. Sin embargo, las personas con psicopatía
no diferencian las respuestas emocionales de las que no la tienen, son por lo tanto no responden más
rápido. Será una palabra como las otras;
▪ Patricio et al. (1993); Levenston et al. (2000;) Pastor et al. (2003) – menos potenciación del reflejo
ocular de defensa en el contexto de primes aversivos;
▪ Marsh y Blair (2008) – déficits en el reconocimiento de expresiones faciales de miedo y tristeza. Una
de las consecuencias de los déficits neurobiológicos en individuos con niveles extremos de psicopatía
es no ser capaz de reconocer las expresiones faciales de miedo y tristeza. Sin embargo, estos autores
hicieron un estudio con individuos antisociales en recaída y los comparó con individuos de control. Al
final, los autores consideran que los resultados también se aplican a las personas con psicopatía, pero
este resultado es dudoso.
Dado esto, los modelos de bajo miedo se han convertido en dos familias de modelos. Por un lado, se
entiende que los individuos con psicopatía tienen déficits emocionales, de los cuales el mecanismo de
inhibición de la violencia, seguida del modelo integrado de emoción. Por otro lado, surge un modelo
cognitivo, modulación del conjunto de respuestas. En la visión del grupo de investigación del docente,
los modelos emocionales están más centrados en la psicopatía primaria y los cognitivos en la
psicopatía secundaria. Sin embargo, sus autores tienen una visión unitaria de la psicopatía.
MODELOS EMOCIONALES – Mecanismo de Inhibición de la Violencia (Blair, 1995):
Al principio, Blair dice que parece dudoso que el castigo sea la técnica más efectiva en la socialización
de un niño, aunque Lykken y Eysenck asumen que la socialización se realiza a través del castigo. Así,
dice que los métodos más efectivos para promover la pro-sociabilidad en la mayoría de los niños son
técnicas inductivas y no técnicas punitivas. Las técnicas inductivas consisten en llamar la atención de
los niños sobre las consecuencias de su comportamiento en los demás. Los mamíferos tienen sistemas
automáticos de inhibición de la violencia. Cuando los perros están peleando, rara vez luchan hasta la
muerte. Cuando uno de ellos se da cuenta de que ha perdido, muestra una señal de sumisión y el otro
ya no ataca. Los seres humanos también tienen estos mecanismos, utilizando señales aversivas, como
llorar, abrir más los ojos, entre otras. Dado que estas señales son aversivas para los seres humanos,
entonces todo asociado a estas pistas se vuelve aversivo. Los niños asocian los actos a las emociones
e inhiben los comportamientos. Con todo, cuando los niños tienen trazos de frialdad emocional y
psicopatía, no son capaces de reconocer reacciones de miedo o tristeza y, por no reconocer esas
pistas, las técnicas inductivas no funcionan.
Blair distinguió las transgresiones morales de las transgresiones convencionales. Los primeros son
transgresiones que se consideran universalmente malas, graves y no dependientes de la autoridad,
como sería el caso de matar a una persona. A su vez, las transgresiones convencionales dependen del
contexto o situación, como conducir por el lado derecho de la calle. En efecto, las transgresiones
morales son aquellas que se asocian desde el punto de vista del desarrollo con el sufrimiento de los
demás y por eso asumen un carácter universal, haciéndonos saber que no podemos violar estas
normas. Sin embargo, las personas con psicopatía no son capaces de distinguir entre transgresiones
morales y convencionales.
El autor llegó a esta conclusión al realizar un estudio en el que comparó individuos con conductas
antisociales que estaban en la cárcel y controlan a los individuos, pidiendo para ellos llamarse un
conjunto de transgresiones. El autor concluyó que los individuos que estaban en la cárcel juzgan todas
las normas y reglas como morales porque no tienen mecanismos que permiten reconocer las
expresiones faciales de miedo y tristeza, al igual que no tienen mecanismos que les permitan distinguir
entre transgresiones morales y convencionales y, por tanto, responder de acuerdo a lo que es
socialmente deseable. Para tener datos más fiables, Blair hizo la misma prueba con niños con rasgos
de frialdad emocional y encontró que juzgan todo transgresiones como convencionales porque aún
no han sido reprendidas socialmente.
Hay seis emociones básicas y son universales para la especie humana: asco, miedo, ira, alegría, tristeza
y sorpresa. Algunos autores discuten por qué nuestras expresiones faciales son así. Cuando se hace
una expresión de disgusto, por ejemplo, estamos en una situación evolutiva en la que estamos
rechazando estímulos ambientales, es decir, estamos rechazando información porque, normalmente,
hacemos una expresión que implica entrecerrar los ojos, reduciendo nuestra superficie sensorial. Por
otro lado, Marsh (2005) dice que la función evolutiva del miedo es hacer que nuestro rostro se parezca
al rostro de un bebé, esto se debe a que los seres humanos están evolutivamente programados para
cuidar bebés y así que de alguna manera nos estamos protegiendo a nosotros mismos.
Patrick (1994) postuló que el miedo bajo en la psicopatía es causado por la amígdala cerebral. Con base
en esto, en 2005, Blair complica su modelo anterior, creando el sistema integrado de emociones, un
modelo según el cual los individuos con psicopatía tienen déficits funcionales hereditarios y
estructuras en la amígdala, una estructura subcortical responsable de procesar la información,
evaluación de estímulos positivos y negativos y preparación corporal para estos estímulos.
En el fondo, esta estructura responde a estímulos que le provocan miedo. En los casos de personas
que tienen disfunciones o daños en la amígdala, no reconocen caras de miedo, aunque sí reconocen
alegría, enojo y sorpresa. Tiene un déficit selectivo en el reconocimiento de miedo y por tanto, la
amígdala ha sido asociada al reconocimiento del miedo. Además, la amígala también es importante en
el aprendizaje mediada por el refuerzo, ayudando a construir expectativas sobre cuál va a ser la
consecuencias de determinado estímulo o comportamiento. Inicialmente todos los comportamientos
son neutros y van a ser modulados por las consecuencias del ambiente. Así, la amígala permite prever
la consecuencia esperada de un determinado comportamiento o estímulo.
Blair dice que esta disfunción en el funcionamiento de la amígdala está asociada con un menor
volumen y menor actividad, lo que provoca déficits en el aprendizaje emocional que resultan en
déficits en la evitación pasivo y reconocimiento pasivo y del miedo, disfunción emocional (PCL1) y, si
hay aprendizaje y antecedentes de actos antisociales, esto también puede resultar en agresión
instrumental y actos antisociales (PCL2). Así, toda la variación del LCP estaría explicada por el
funcionamiento amigdalino. En 2007, Blair se da cuenta de que la amígdala está relacionada con las
representaciones de estímulos condicionados, asociado con respuestas emocionales y, a su vez, la
corteza prefrontal ventromedial está relacionado con el cómputo de las expectativas respecto al
sufrimiento de los demás. Entonces la psicopatía resulta de la disfunción de estas estructuras, que
forman una especie de unidad funcional, tener una conexión sináptica prácticamente. De hecho, en
estudios sobre psicopatía, estas estructuras aparecen repetidamente asociadas, pero como el modelo
de Blair es un modelo unitario, que solo utiliza el PCL, el autor trata de explicar las perturbaciones en
ambos en el mismo modelo. Postula, pues, tres hipótesis
→ Hay un factor común en el desarrollo de la amígdala y la corteza prefrontal. Para otras palabras, la
misma predisposición genética que está relacionada con los déficits amigdalinos puede también estar
relacionado con déficits en la corteza prefrontal, es decir, la misma anomalía asociada a las dos
funciones. Esto es, sin embargo, poco probable, ya que los tiempos de maduración de las dos
estructuras son muy diferentes;
→ El hecho de que las personas con psicopatía sean más propensas a comportamientos antisociales y
tienen estilos de vida más riesgosos, puede provocar que adquieran lesiones en la corteza prefrontal,
por el consumo de alcohol y drogas a edades tempranas, por ejemplo.
No está del todo claro que en todos los individuos con tendencias psicopáticas haya disfunción
prefrontal Parece que esto es muy característico de la psicopatía extrema. Algunos estudios afirmar la
existencia de lesiones en la amígdala en psicópatas exitosos y no exitosos, mientras que la lesiones
prefrontales solo aparecen en los que están en la cárcel, las más exteriorizadas.
▪ Tiihonen et al., 2000; Yang et al., 2009; Vieira, Almeida et al., 2015 – resonancia magnética;
▪ Birbaumaer et al., 2005; Gordon et al., 2004; Kihl et al., 2001 – IRMf;
▪ Jones et al., 2009; Marsh et al., 2008 – fMRI en niños;
▪ Flor et al., 2002; Lykken, 1957 – condicionamiento aversivo;
▪ Newman y Kosson, 1986; Lykken, 1957 – evitación pasiva;
▪ Levenson et al., 2000; Patrick et al., 1993 – Modulación del reflejo de defensa.
MODELO COGNITIVO – Modulación del Conjunto de Respuestas (Patterson & Newman, 1993;
Newman, 1998):
Este modelo postula que la disfunción de la psicopatía no tiene nada que ver con la emoción, como
defienden modelos anteriores, sino más bien con atención. En opinión de Newman, la perturbación
central de la psicopatía se relaciona con la incapacidad de modular el conjunto de respuestas de
acuerdo con las señales ambientales. En términos más concretos, la modulación de la respuesta se
refiere a la capacidad de suspender una acción en curso, en reacción a un evento negativo, nuevo o
inesperado, recurriendo para esto a la integración de información contextual periférica.
De acuerdo con el modelo de Gray, cuando una rata en una jaula no hace nada, comienza a buscar
oportunidades (explotación ambiental). Si de repente sucede algo, como una luz, el mouse detiene lo
que está haciendo y verifica lo que sucede en el entorno que lo rodea, verificando así una modulación
de la respuesta. El sistema de inhibición entra en funcionamiento conductual. Lo mismo sucede en los
seres humanos debido a los estímulos sociales. Sin embargo, las personas con psicopatía no pueden
detenerse, reflexionar y cambiar su respuesta cuando surge información periférica y, en la mayoría de
los casos, se trata de información emocional. De esta forma, se postula que los individuos con altos
niveles de psicopatía tienen una incapacidad para modular el conjunto de respuestas de acuerdo con
las señales ambientales, con dificultad para la acomodación de información periférica ya sea emocional
o no. Para Newman, los individuos con psicopatía no parecen verse afectados por los estímulos que
señalan peligro porque son periféricos. Si se transforman en estímulos centrales, la respuesta cambia.
Esto justifica lo que ocurre en las experiencias de evitación pasiva con psicópatas.
Mientras que los autores de disfunción emocional dicen que en el juego del laberinto, los individuos
tienen que cumplir una tarea, es decir, aprender a no escandalizarse, los autores de este modelo
entienden que los individuos tienen que cumplir dos tareas: el objetivo central es llegar al final del
laberinto y el objetivo periférico es para evitar recibir una descarga eléctrica. Son dos tareas distintas
y los sistemas responsables de ellas son muy diferentes. Mientras que para llegar al final del laberinto
y recibir una recompensa el individuo es guiado por el Sistema de Activación del Comportamiento,
para aprender a no ser sorprendido es guiado por el sistema de inhibición conductual. Las personas
tienen que ser capaces de integrar esta información. Ante la oportunidad de obtener una recompensa,
los sujetos adoptan un conjunto de respuestas de aproximación. Sin embargo, cuando ocurre un
evento inesperado, como un castigo, hay un aumento de la excitación no específica, por lo que las
personas se detienen y reevalúan la situación: reflexión retrospectiva: así aprender las señales
asociadas con el castigo y necesarias al evitamiento pasivo. Sin embargo, los psicópatas, ante un
evento inesperado, no son capaces de integran información que es periférica, es decir, no se detienen
y no aprenden. Hay una facilitación de comportamiento continuo, sin procesamiento de
retroalimentación de respuesta. Cuando tienes el sistema de activación conductual funcional no
vuelve a la inhibición. Además, Newman et al. (1997) desarrollaron un estudio sobre los déficits en el
procesamiento de señales periféricos neutras. Según este estudio, bajo ciertas condiciones, las
personas con psicopatía primaria demuestran rendimiento en términos de control:
o Evitación pasiva si el conjunto de respuestas es solo castigo (Newman & Kosson, 1986) o la
retroalimentación es presentado durante un período prolongado (Newman et al., 1987) - a partir de
aquí, construido dos paradigmas. El primero consistía en demostrar números complejos a individuos,
teniendo que aprender a qué números tenían que responder. Así, si los individuos fueran capaces de
responder 1, 2, 3 ganaban puntos, si lograban responder 4, 5, 6 no pasaba nada y, finalmente, si
lograban responder 7, 8, 9 perdían puntos. Ante esto, se llegó a la conclusión de que los psicópatas
aprenden, además de los controles, a responder a 1, 2, 3, pero no aprender a responder a 7, 8, 9.
Newman justifica esto afirmando que el objetivo central de los psicópatas es ser recompensado y
darse cuenta de cómo responder a los números que les permiten ganar puntos, ya que no responder
a números que les harían perder puntos es solo un objetivo periférico. A su vez, en el segundo
paradigma, los individuos que respondieron perdieron a 1, 2, 3 puntos, así como si respondían 7, 8, 9
también perdían puntos. Entonces, como el objetivo es evitar perder puntos, está claro que los
psicópatas aprenden muy bien a no responder a estos números como los controles. Por tanto, se
concluye que, en realidad, los psicópatas no tienen déficits en evitación pasiva pero déficit en la
integración de información periférica;
o Activación autonómica ante estímulos desagradables (Patrick et al., 1993; Levenston et al., 2000) –
varios los estudios han demostrado que las respuestas eléctricas de la piel a las descargas son las
mismas para los psicópatas y controlar sujetos cuando se colocan para observar determinadas
imágenes. Esto puede ser explicado por el hecho de que las imágenes se convierten en información
periférica, ya que la tarea principal de los psicópatas se centra en el shock.
Hay varias experiencias posteriores que apoyan el modelo de modulación de respuesta. Como fue
mencionado, uno de los biomarcadores de psicopatía es la ausencia de Reflejo Ocular de Sobresalto.
Newman llega a decir que esto tiene que ver con la capacidad de procesar estímulos de miedo o
amenazante, pero eso se debe a que estamos en un laboratorio mostrando las imágenes, que para las
personas con psicopatía, esta es información periférica.
Todavía en el Protocolo de reflejo ocular de sobresalto, se presentan letras que pueden escribirse en
mayúscula o minúsculas y que podrá escribirse en negro o azul. En algunas condiciones, el hecho de
que la carta sea mayúscula o minúscula se asocia con la probabilidad de escuchar un estímulo
desagradable. En una de las condiciones, se pide a los individuos que digan si la letra es mayúscula o
minúscula y, en otra condición, ya sea negro o azul. Es decir, el hecho de que sea mayúscula o
minúscula, así como azul si es negro o azul, indica shock y el objetivo es que los sujetos lo identifiquen.
Las respuestas a estas situaciones serán congruente o incongruente. Individuos con bajos niveles de
psicopatía, independientemente de si la respuesta es congruente o incongruente, siempre modelan
en la situación que realmente indica la probabilidad de recibir una descarga. Ya los que tienen altos
niveles de psicopatía solo modelan el reflejo del ojo de sobresalto cuando se ven obligados a procesar
la condición de estar conmocionado. A partir de ese momento, normalizar los resultados, procesar el
reflejo de sobresalto del ojo. Si obligamos a las personas a procesar la información, convirtiendo lo
periférico en central, así se normalizan las respuestas.
Newmann et al. (1997) demostraron que las personas con psicopatía tienen déficits en el
procesamiento de pistas fuesen neutrales. La tarea que realizaron consistió en ver una palabra y dos
imágenes y ver si estaban relacionadas. Aquí el estímulo de la lluvia es periférico y causa interferencia,
lo que lleva a negar la información incorrecta. Entonces los controles tardan más en decir que no en el
primer par de imágenes que los individuos con psicopatía, ya que estos últimos las ignoran, al menos
que no hay efecto sobre la información periférica. De esta manera, se verifica que no hay interferencia
de información periférica, aunque esta información es neutra en los psicópatas. Existe una disputa
académica entre los modelos emocionales y cognitivo. Básicamente, proponen una sola etiología para
la psicopatía, sino al observar las poblaciones que Blair y Newman hicieron sus estudios, es posible
comprobar que son diferentes. Las muestras de Blair, por un lado, son Individuos poco
externalizantes, poco ansiosos e impulsivos, contrario a las muestras de Newman, que, por otro lado,
son muy externalizantes, como asesinos, psicópatas con altas puntuaciones en el PCL e individuos muy
impulsivos. Así, Newman nunca explica la evidencia neurobiológica más fuerte que existe en la
psicopatía, es decir, los déficits estructurales y funcionales amigdalinos. Blair, por otro lado, no es
capaz de explicar los problemas relacionados con la subcontratación. En este sentido, de hecho, los
modelos están explicando dos cosas diferentes, el bajo miedo de Blair y la externalización de Newman.
Neuroimagen estructural
La neuroimagen es una técnica que analiza la estructura del cerebro, la densidad de la materia gris y la
densidad de los axones, es decir, la materia blanca. Los estudios que utilizan esta técnica es enfocada
en regiones específicas del cerebro, con el fin de evitar cometer errores en el análisis. En el estudio de
psicopatía, tratamos de entender si los individuos con altos niveles de psicopatía son diferentes en la
corteza prefrontal en comparación con individuos con bajos niveles de psicopatía.
De hecho, Oliveira-Souza et al. (2008) comparar grupos con o sin psicopatía y buscó observar áreas
con menor densidad de neuronas en algunas áreas del cerebro (la materia gris son los cuerpos de las
neuronas y la materia blanca son axones o haces). Así, este estudio demuestra reducciones de
concentración de materia gris en:
Por lo tanto, toda la región prefrontal está comprometida. Al comparar grupos con baja y alta
puntuación PCL alta, los autores encontraron que cuanto más altas eran las puntuaciones PCL de los
sujetos, más materia gris que presentaban. Es particularmente interesante analizar los índices de
materia gris en cada una de las áreas en función de las funciones de cada una.
Neuropsicología Forense
La neuropsicología forense permite analizar las estructuras cerebrales más relacionadas con la
externalización, es decir, la corteza prefrontal. El miedo no se analiza tanto en este contexto porque
la amígdala se encuentra en una parte más interior del cerebro. Así, es posible encontrar en las
estructuras del cerebro todo un conjunto de indicadores de comportamiento antisocial. Una revisión
de la literatura con varios estudios longitudinales observaron a las personas antes y después de sufrir
una lesión cerebral. Así, se encontró que las lesiones cerebrales y la propensión al crimen están
relacionadas.
Miller (2002) también desarrolló un estudio en el que el autor analizó la prevalencia de lesiones
cerebrales en población carcelaria. La población de este estudio estuvo compuesta por sujetos
condenados a muerte que han demostrado hipometabolismo en la corteza prefrontal, lo que provoca
que sea más violento. Al analizar la prevalencia de lesiones cerebrales, se encontró que los porcentajes
son altos en las poblaciones criminales.
En efecto, existe una mayor propensión a la manifestación de conductas antisociales en algunos
individuos que han sufrido daño cerebral en ciertas regiones. Sin embargo, a pesar de la evidencia de
que efectivamente las lesiones cerebrales están relacionadas con la predisposición criminal, no todos
los delincuentes tienen anomalías cerebrales, por lo que no se puede establecer una relación causal.
Sociopatía adquirida
Desde el punto de vista del funcionamiento del cerebro, existe una alta prevalencia de casos de
sociopatía adquirida y pseudopsicopatía -más reactiva, agresiva, impulsiva- asociada a lesiones
prefrontales. En el caso específico a continuación, se realizó un escaneo del cerebro del individuo y se
verificó que prácticamente no tiene corteza prefrontal, lo que está relacionado con la capacidad de
autorregularse emocionalmente. Se realizaron varias pruebas de evaluación neuropsicológica, todas
fallidas y se muestra que está por debajo de la población. Por otro lado, logró una puntuación PCL de
27 (el punto de corte para ser un psicópata es 30) y tiene un coeficiente intelectual de 124 (por encima
del promedio). Los individuos con sociopatía adquirida tienen una mayor vulnerabilidad a las
externalizaciones, están frustrados e incapaces de controlar los impulsos. Por lo tanto, se distinguen
de los psicópatas primarios. Qué diferencia entre la psicopatía del desarrollo y la sociopatía adquirida
es que la primera se caracteriza por patrones de agresividad instrumental y el segundo se caracteriza
por la agresividad reactiva, ya que los sujetos son incapaces de comprender los cambios en las
contingencias. Esto conduce a la creación de patrones de agresión por frustración.
Dicho esto, aquí está el conjunto de síntomas que componen el cuadro hipofrontal:
o Agresión reactiva;
o falta de motivación;
o Falta de empatía;
o Impulsividad;
o Irresponsabilidad;
o Falta de perspicacia;
o Desinhibición conductual;
o Déficit en la identificación de vocalizaciones y expresiones emocionales;
o Terminación de las respuestas;
o Inversión de Respuesta;
o Déficits en la toma de decisiones (tareas de juego).
Se desarrollaron varios modelos de sociopatía adquirida con el objetivo de encontrar un marco teórico
para tratar de explicar estos cambios, es decir, por qué observamos estos patrones y cómo esto
interfiere en el comportamiento de estos sujetos. No todas las lesiones prefrontales son iguales, y no
todos los marcos de arrebatos de comportamiento son iguales.
Este modelo no explica específicamente el comportamiento antisocial. El autor utiliza la lesión cerebral
para formar una teoría sobre la toma de decisiones humana. Damasio comprobó que las personas con
lesiones de la corteza prefrontal ventromedial tienen resultados de prueba normales estándar de
funcionamiento neurocognitivo, es decir, son normales desde un punto de vista intelectual, pero en
ciertas tareas, como expresar emociones, sentimientos apropiados y procesos de toma de decisiones,
parece haber algo mal o disfuncional. Damásio dice que esto quiere decir que, como hay déficits en la
integración y expresión de las emociones, entonces la toma de decisiones no es puramente racional.
Hay un mecanismo corporal (emocional para Damásio, pero no para otros autores) que señala
rápidamente las opciones más ventajosas y desventajosas – esto es inconsciente, no es pensamiento.
Estos sujetos tendrán una incapacidad para integrar esto rápidamente como la gente normal, lo que
les hace tener que analizar pros y contras de cada alternativa. Las disfunciones en este mecanismo
significan que el individuo tiene que tomar más tiempo de decisión y mala toma de decisiones. Para
Damásio, una emoción se define como el patrón de cambios en los estados del cuerpo y del cerebro
como resultado de la activación de un sistema cerebral que responde a estímulos emocionalmente
competente – objetos o eventos relevantes, percibidos o recordados. Así, un estímulo que evoca una
emoción es un estímulo emocionalmente competente. Las emociones involucran modificaciones
fisiológicas del cuerpo, que son internas, viscerales y no perceptibles, como los latidos del corazón
cardíaco, por ejemplo. El cuerpo reacciona inconscientemente.
o Inductores primarios: son estímulos innatos o aprendidos que provocan estados de placer o
aversivo. Los seres humanos tienen esto en su genoma por evolución. La amígdala es un sustrato
esencial para provocar la respuesta a los inductores primarios;
o Disparadores secundarios: entidades generadas por el recuerdo del evento emocional. La corteza
prefrontal ventromedial es esencial para desencadenar la respuesta a los inductores secundarios. Hay
una asociación del conocimiento de inductores secundarios con estados corporales relacionados con
la situación (¿cómo me hace sentir estar en la situación?), lo que lleva a la reconstrucción del estado
corporal inducido por el inductor primario.
Una de las tareas de laboratorio más importantes llevadas a cabo por el grupo de António Damásio
fue la de comprender cómo las personas con ciertas lesiones toman decisiones en situaciones de
conflicto acercamiento-escape. Esta tarea puede tener 2 o 4 mazos, 1 de los mazos tiene altas
recompensas y altos castigos y otras barajas de recompensas bajas y castigos bajos. Se ve que los
pacientes con lesiones en la corteza prefrontal no muestran un patrón normal de reactividad
electrodérmica cuando se enfrentan con opciones de conducta riesgosas. En las personas que no
tienen lesiones, sus cuerpos anticipan una decisión arriesgada. Si al final de la tarea le preguntas a los
controles y a los pacientes con déficit, aquellos con déficit tienden a decir que deberían haber jugado
la otra baraja. Es decir, por autoinforme saben lo que deberían haber hecho, pero sus cuerpos no se lo
permiten.
Hay otras estructuras cerebrales que han sido ampliamente estudiadas en el campo del
comportamiento antisocial, es decir, los que intervienen en el control del comportamiento, es decir,
son estructuras involucradas en detectar las oportunidades en el entorno, cosas que son importantes
para el individuo. Además, existen estructuras que regulan la detección y gestión de conflictos, a
saber, la corteza cingulado anterior, ubicado justo detrás de la corteza prefrontal. Algunos autores
entienden que pertenece a la unidad de la corteza prefrontal. Si una persona tiene una lesión en esta
estructura, tiene, en la gran mayoría de los casos, también en la corteza prefrontal, casos en los que
esta no sucede Los pacientes con lesiones a este nivel presentan:
o Perseverancia de respuesta;
o Dificultades para identificar emociones en vocalizaciones y expresiones faciales;
o Dificultad en el seguimiento del error;
o Dificultad para inhibir las respuestas;
o Desregulación de las funciones autonómicas;
o Ausencia de ansiedad;
o Inestabilidad emocional;
o Apatía.
Esto se explica por el circuito de respuesta a la recompensa, siendo el cuerpo estriado ventral el núcleo
principal del Sistema de recompensa cerebral. Sin embargo, también se sabe que el cuerpo estriado
ventral está controlado por estructuras laterales de la corteza prefrontal. En adultos, la actividad en la
corteza prefrontal lateral les transmite información para que vayan despacio, pero en los adolescentes
la apuesta se verifica. El estriado ventral de los adolescentes cuando están con pares queda en alto, lo
que explica gran parte de la impulsividad, así como explica el pico de delincuencia en la adolescencia.
De hecho, existe una relación entre la activación en el cuerpo estriado ventral y la resistencia a la
influencia de los compañeros. Este estudio ilustra así que:
→ Una parte importante de lo que son las observaciones del modelo de taxonomía de desarrollo
explicado por patrones desequilibrados de maduración social del cerebro;
→ Hay efectos de pares en la adolescencia, sin los cuales estos pares tienen más influencia
criminógena para un adolescente, más preocupado por complacer a sus compañeros que un adulto;
→ Las zonas laterales de la corteza prefrontal están relacionadas con el control de la conducta.
2. MODELO NEUROBIOLOGICO DE AGRESION REACTIVA – Blair (2005/2006):
Este modelo retoma las cuestiones del miedo y pretende explicar la agresividad reactiva. Los patrones
de reactividad o agresión observados en la psicopatía y la sociopatía tradicionales adquiridos son muy
diferentes. La agresividad reactiva es agresiva por sobreestimulación, es como si la gente respondió
más a la amenaza.
Hay varias formas en las que una persona puede tener un sistema de respuesta incrementado y una
de ellas es una lesión cerebral La corteza frontal media y la corteza orbitofrontal, constituyentes de la
corteza prefrontal, están involucradas en el proceso de regulación del sistema básico de respuesta a
amenazas. Estas dos estructuras se ocupan de calcular las expectativas de recompensa e identificar
sus violaciones. En estas estructuras se ubica un módulo cerebral relacionado con la detección de
cambios en contingencias. En una situación en la que algo no está bien porque el entorno indica, es
fundamental saber identificar las pistas para cambiar el comportamiento. Individuos que no tienen la
capacidad para detectar esto están constantemente en problemas y surgirán sentimientos de
frustración por el hecho de que no integran los carriles intermedios y ser sancionado constantemente.
Debido a esto, las personas muy rápidamente comienzan a responder agresivamente a los demás.
Además, los individuos con lesiones en la corteza orbitofrontal, especialmente la derecha, tienen
deficiencias constantes en la identificación de emociones faciales y vocales, lo que dificulta captar
señales (Hornak et al., 1996). Esto también se asocia con el reconocimiento de la ira, que son
expresiones de esa emoción que activan la corteza orbitofrontal. Los individuos con lesiones
prefrontales aún pueden manifestar conductas de externalización de diversas formas. Si las lesiones
son más laterales, muestran dificultad para controlar los procesos de aproximación. También pueden
demostrar incapacidad para detectar cambios contingentes sociales, como se mencionó. Por otro
lado, dado que la amígdala detecta la amenaza y la corteza orbitofrontal indica el nivel de amenaza,
con disfunciones, ante situaciones de mínimo estrés, el sujeto termina produciendo respuestas
emocionales exageradas. La corteza prefrontal controla los patrones de detección de lo que es
peligroso en el entorno y la escalada de respuesta. Esta escalada puede ser debida a que existe una
lesión prefrontal, pero también a la la persona ya está predispuesta a ello. Las personas altamente
reactivas son personas muy nerviosas y fácilmente irritable, y esta irritabilidad ya se puede ver desde
bebés. Este tipo de predisposición interactúa mucho con el entorno. Por ejemplo, las personas que
tienen esta predisposición y son los malos tratos se vuelven extremadamente reactivos. En todo caso,
las vías para desregular el sistema los conceptos básicos de la respuesta a amenazas son diversos:
o Mayor sensibilidad del sistema como resultado de la exposición previa a señales ambientales de
amenaza. Si el sistema ha estado expuesto a demasiadas señales de amenazas, procede a interpretar
todos los estímulos como hostiles;
o Reducción de la regulación del circuito debido a la disfunción de las regiones frontal orbital y media.
Ellos son ejemplo personas con lesiones prefrontales, personas que consumen drogas y alcohol desde
temprana edad, etc;
Conceptos básicos
Estudio sistematizado de la relación entre el cerebro y la conducta. O sea,
Neuropsicología pretende comprender cuáles son los correlatos cerebrales de los procesos
conductuales.
Extensión de los principios de la neuropsicología al estudio, cuantificación y
Neuropsicología evaluación de procesos cognitivos como la memoria, la atención y el lenguaje.
Cognitiva Prueba, a través de técnicas y pruebas científicas, comprender lo que sucede
dentro del cerebro.
Uso de principios de evaluación e intervención basados en el estudio científico
de comportamiento humano y su relación con el funcionamiento normal y
Neuropsicología anormal del sistema nervioso central. El referente es siempre el cerebro
Clínica humano, uno siempre piensa en las funciones cerebrales, áreas cerebrales
potencialmente comprometidas. Son hechos en pruebas de evaluación
psicométrica, donde algunas se utilizan en otros dominios como memorias de
dígitos, lo que le permite ver si las personas tienen lesiones.
La preocupación por el cerebro surge de la evidencia de que diferentes estructuras cerebrales están
relacionados con diferentes procesos cognitivos. Es posible mapear procesos cognitivos en redes
cerebrales, pero esto no siempre fue evidente. La primera evidencia sistemática de esto se remonta a
1861, año en el que Paul Broca presentaba un caso de una persona que no hablaba, pero era capaz de
entender todo lo que le dijeron. Cuando se analizó su cerebro, se encontró que tenía una lesión en la
corteza prefrontal, lo que hoy se llamaría afasia motora o afasia de Broca. Wernicke, al cabo de unos
años, se dio cuenta de que no todas las afasias eran iguales. Había gente que podía producir palabras
pero simplemente no las entendía: afasia de Wernicke. Esta afasia semántica puede tener diferentes
grados, las personas pueden usar las palabras de forma más o menos aleatoria. En la primera fase de
la afasia, las personas comienzan a intercambiar palabras. Después se olvidan de ellos. Este es el
resultado del daño a la corteza temporal, donde se almacenan los significados profundos de las
palabras. Aquí es donde se establece la conexión entre los sonidos y sus significados. Frente a estos
hallazgos, Broca y Wernicke se constituyen en localizacionistas, ya que argumentan que cada función
se basa en una ubicación específica del cerebro. Siendo también neuronistas, creía que el cerebro
estaba compuesto de diferentes células y neuronas y que estas estaban separados unos de otros,
dependiendo de las sinapsis.
El holismo o equipotencialidad sostiene que todas las áreas del cerebro tienen el mismo potencial.
Todas las áreas del cerebro son responsables de todas las funciones. Por lo tanto, según Flourens y
Goldstein, los déficits observados no están relacionados con el área afectada, sino con la cantidad de
tejido afectado. Es decir, se establece una correlación entre el tamaño de la lesión y la cantidad de
función perdida. Sin embargo, hoy se sabe que lo que sucede la mayoría de las veces es que las
personas tienen lesiones en los haces que unen el área de Broca y el área de Wernicke, provocando
una interrupción del circuito, lo que les lleva a dejar de comprender y producir palabras. Por su parte,
Hughlings-Jackson y Luria defienden el localizacionismo, corriente según la cual considera que existen
diferentes niveles de control para cada función, y esto se debe a la evolución de creación del cerebro
que se estaba construyendo con funciones más nuevas además de las más antiguas. Estos autores
también refieren que, a medida que se asciende en términos de evolución, las funciones se vuelven
más complejo. De hecho, existen múltiples niveles de déficit y jerarquías de control conductual.
Localizacionismo Holismo
Cada función está gobernada por un Todas las funciones dependen del
Axiomas área específica. funcionamiento cerebral global.
Identifica las áreas involucradas en la Funcionamiento cerebral unitario: ¿hay
regulación de las funciones mentales algo de unidad en el cerebro, no cómo el
de alto nivel: ¿es posible darse cuenta cerebro está conectado?; implicación de
de dónde está el sustrato mental áreas amplias en la regulación de
biológico de las diferentes funciones; funciones superiores: el control de las
Se aleja de la tesis dualista -según la funciones superiores está distribuido;
Para reconciliar las ideas de estas dos escuelas, autores como Hughlings-Jackson y Luria desarrollaron
modelos jerárquicos de control de la conducta. Entienden que las funciones del cerebro se controlan
en el cerebro de forma jerárquica, ya que a medida que se avanza en los niveles del control cerebral,
las funciones se vuelven cada vez más complejas. Estos modelos tienen una aspiración evolutiva ya
que se destaca que el cerebro está compuesto por capas y estas son el resultado de un pasado
evolutivo, dado que descendemos de animales con cerebros menos complejos que el nuestro. Por lo
tanto, la naturaleza desarrolla sistemas de control encima de los sistemas de control, y estos sistemas
funcionan en diferentes niveles. Uno de los autores más importantes dentro de esta noción de
modelos jerárquicos es Luria. Éste presenta el Modelo de Funcionamiento Cerebral que sigue siendo
muy útil hoy en día. El autor dice que uno puede mirar para el cerebro que tiene tres bloques centrales:
Bloque 1: se refiere a las estructuras basales del cerebro, es de un nivel filogenético más
antiguo, con funciones más primitivas. De esta manera, todos los animales lo tienen y que
corresponde a las estructuras basales del cerebro. Lo que hace, sobre todo, es controlar el
tono. Por ejemplo, estar despierto, dormido, movimiento muscular, etc. El nivel basal del
cerebro es una especie de centro de energía que controla las funciones básicas del cuerpo;
Bloque 3 – se encuentra en la corteza cerebral anterior, es todo lo que está frente al surco
central. Por lo tanto, controla la producción y el seguimiento de las respuestas motoras.
Los bloques 2 y 3 se subdividen en áreas primarias, secundarias y terciarias. Las áreas primarias son los
encargados de recibir y enviar información, es decir, todo lo que entra y sale del cerebro. Recibir
información táctil mediante el mapeo directo de las neuronas sensoriales. La información se proyecta
desde la corteza sensorial primario al secundario, y en éste ya comienza a darse cierta integración.
Entonces las áreas secundarias y terciarias, áreas de asociación, son las encargadas de la integración
de la información.
Por lo tanto, en las áreas primarias se recibe o envía información. Esta información viaja desde las
zonas primarias, donde hay una representación de cada una de las zonas del cuerpo, hasta las zonas
de las áreas secundarias y, después de estas, a áreas terciarias donde se cruza la información sensorial.