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Es evidente que la mayor parte de las renegociaciones de contratos realizadas han sido
perjudiciales como queda claramente demostrado en las investigaciones y análisis al respecto, al
aumentarse los pagos, generarse cobros adicionales, ampliándose los plazos, retrasándose las
inversiones, reduciendo los montos de inversión, entre otros. Casos recientes son: la Línea
Amarilla o nuevas
vías de Lima, el alquiler de decodificadores de Movistar, el incremento de las tarifas eléctricas,
las obras de IIRSA y otras concesiones como el Metropolitano, el Aeropuerto Internacional
Jorge Chávez, Chavimochic, etc.
Ante esta evidencia real, muchos candidatos podrán responder que ellos sí lo harán bien, pero tal
afirmación solo indicaría su desconocimiento del tema y el uso demagógico del mismo.
En primer lugar, una renegociación no debe alterar el equilibrio pactado a la firma del contrato,
ni reducir la rentabilidad de los inversionistas; es decir, si pedimos obras adicionales o menores
tarifas deberá ser compensado de alguna forma. Si un gobierno, por la fuerza o con amenazas de
expropiación (como ha ocurrido en otros países), pretendiera alterar el equilibrio, el inversionista
utilizará las garantías contra riesgo políticos, las cláusulas leoninas (que se incluyen en los
contratos para evitar los abusos del concedente), que permitirán su indemnización y con ello
todas las utilidades pactadas hasta el final de contrato de concesión.
Estas elevadísimas indemnizaciones serán pagadas por los peruanos. Estas indemnizaciones
exorbitantes, a veces desconocidas por quienes firman, administran o renegocian los contratos,
no son propias de una obra pública, sino de una Asociación Público Privada (APP), y permiten dar
seguridad y estabilidad a los contratos, evitando que futuros gobernantes modifiquen
arbitrariamente los compromisos y acuerdos.
En segundo lugar, en el mundo de las APP y en la experiencia internacional existe el término
"asimetría de la información", donde el operador privado tiene el 100% de la información del
proyecto o de la concesión ya que es quien procesa, administra y puede filtrar, seleccionar,
manipular la información que se utilizará en los procesos de renegociación. Es increíble, pero real,
que administradores de contratos u organismos reguladores, hoy, en el año 2016, no cuenten con
el modelo económico financiero o la propuesta técnica ganadora que son la base, el punto de
partida del equilibrio que deben mantener. Si no saben qué hemos comprado, qué hemos pactado,
¿cómo podrán renegociar?, ¿usarán la información proporcionada por el operador privado? La
mayoría, por no decir todos los contratos suscritos hasta hoy, no tienen la matriz de riesgos. Si el
privado tiene clausulas exorbitantes y otros beneficios, es porque se compromete a asumir riesgos
que no asumirá si el contrato se interpreta como si fuera de obra pública.
Recordemos que las APP se impulsan para atraer a las mejores empresas del mundo con
tecnología, conocimientos y recursos financieros. Ello implica que cuentan con recursos
económicos para contratar a profesionales del primer mundo para que administren la concesión y,
obviamente, también pueden contratar a los mejores estudios de abogados. Si a ello le sumamos
lo descrito anteriormente, entenderemos por qué en Perú las empresas privadas ganan la mayoría
(casi todos) los procesos de arbitraje y judiciales, así como todas las renegociaciones.
¿Considera usted que estamos preparados para solicitar la renegociación de los contratos de APP?
¿Tenemos la información y los recursos necesarios para mantener el equilibrio en una
renegociación y no salir perjudicados?