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En ese sentido se crearon los Principios Rectores sobre las empresas y los derechos
humanos, lo cuales fueron creados con características subyacentes importantes que
permitieran respaldar su éxito a largo plazo, como su universalidad y la distinción entre
los roles de los Estados y las empresas comerciales.
Es importante mencionar que el artículo 3 del mencionado borrador del tratado cero,
determina que se entiende por empresa transnacional, aquella que con animo de lucro
desempeñe actividades productivas y comerciales que tengan lugar o entrañen acciones
en dos o más jurisdicciones nacionales.
El borrador del tratado cero, especifica todo aquello concerniente a la jurisdicción en caso
de una vulneración de derechos humanos por parte de la empresa transnacional, el
derecho aplicable y los derechos de las víctimas. Asimismo se enfoca en la importancia
de la prevención de las vulneraciones de derechos humanos y no únicamente en la
reparación. Determina los tipos de responsabilidad en que pudiesen llegar a incurrir las
empresas transnacionales y la importancia de la cooperación internacional en la
promoción de el tratado como un instrumento tendiente a la protección efectiva de los
derechos humanos de todas las personas.
Si bien se han presentado diversos casos en que estas vulneraciones alcanzan incluso
el plano de la justicia internacional, la realidad demuestra que no es suficiente y que la
garantía de los derechos humanos debe ser para todos y no solo para unos pocos.
Empresas de gran renombre utilizan mano de obra infantil en un territorio y contribuyen
al “desarrollo económico” de otro territorio, de manera que las vulneraciones de derechos
humanos se ven opacadas por las ganancias de las empresas y por los beneficios que
dichas empresas representan para algunos estados.
Es decir, que en el entramado de los diversos actores sociales, los más débiles son los
que continúan siendo los más afectados. Es así como el contexto globalizado actual y el
creciente capitalismo se constituyen en el escenario perfecto para la vulneración de los
derechos humanos de ciertas personas o territorios que se encuentran en el lugar más
lejano de la cadena de poder.
La creación del tratado cero, puede llegar a ser un gran avance en la garantía de los
derechos humanos de manera universal, sin embargo tal y como se demuestra en el
proceso de su creación, los más poderosos continúan encabezando el movimiento para
su creación, determinando el alcance de dicho instrumento y beneficiando nuevamente
a quienes representan una mayor utilidad económica, es decir las empresas.
Sin embargo, desde una visión positiva, este instrumento se puede constituir como una
medida encaminada a la mejora de la protección de los derechos humanos. Aunque no
es el instrumento idóneo que proporcionará una solución creíble y viable para problemas
de derechos humanos tan complejos, como los acaecidos en el marco del cumplimiento
de las funciones económicas por parte de las empresas transnacionales, se puede ver
como el inicio de una etapa más consciente y encaminada hacia la responsabilidad que
tienen las empresas con los derechos humanos y con el medio ambiente. Puede ser un
paso hacia una responsabilidad social corporativa que propende por la garantía de los
derechos humanos, lo cual en últimas se constituiría como un enfoque basado en
principios, en aras de alcanzar un progreso real sobre el terreno en la protección de los
derechos humanos.