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Natalia Carolina Pedrozo Arbeláez

EMPRESAS TRANSNACIONALES Y DERECHOS HUMANOS

En el contexto actual la globalización es uno de los conceptos más importantes. Es un


fenómeno que permea todos los contextos sociales y todos los ámbitos de la vida social.
Esta globalización permite que mediante la tecnología se acorten distancias y que ciertos
procesos dispendiosos se realicen a través de aparatos electrónicos que se crean para
dicha función.

Asimismo la globalización permite que las categorías de tiempo y espacio sean


replanteadas y de esta manera las fronteras (por lo menos en términos económicos)
dejen de ser consideradas el límite. En ese contexto se han fortalecido diversas
empresas transnacionales que desempeñan sus actividades a nivel internacional. Este
enfoque globalizado permite que las empresas transnacionales abarquen en el desarrollo
de sus funciones varios países y por ende varias legislaciones. Por esta razón la
regulación de dichas empresas es indispensable para el buen funcionamiento de las
mismas. Especialmente porque la condición de transnacional se puede constituir en una
potencial vulneración de los derechos de algunas persona.

En ese sentido se crearon los Principios Rectores sobre las empresas y los derechos
humanos, lo cuales fueron creados con características subyacentes importantes que
permitieran respaldar su éxito a largo plazo, como su universalidad y la distinción entre
los roles de los Estados y las empresas comerciales.

Sin embargo, en aras de ampliar la regulación respecto de las empresas transnacionales


y los derechos humanos, se planteó el "borrador del tratado cero", el cual tal y como
consta en su artículo 2, tiene como finalidad el fortalecimiento del respeto, la promoción,
la protección y la realización de los derechos humanos en el contexto de las actividades
empresariales de carácter transnacional. Igualmente tiene como fin garantizar el acceso
a la justicia a aquellas personas que se vean inmersas en una vulneración de derechos
humanos por parte de este tipo de empresas.

Es importante mencionar que el artículo 3 del mencionado borrador del tratado cero,
determina que se entiende por empresa transnacional, aquella que con animo de lucro
desempeñe actividades productivas y comerciales que tengan lugar o entrañen acciones
en dos o más jurisdicciones nacionales.

El borrador del tratado cero, especifica todo aquello concerniente a la jurisdicción en caso
de una vulneración de derechos humanos por parte de la empresa transnacional, el
derecho aplicable y los derechos de las víctimas. Asimismo se enfoca en la importancia
de la prevención de las vulneraciones de derechos humanos y no únicamente en la
reparación. Determina los tipos de responsabilidad en que pudiesen llegar a incurrir las
empresas transnacionales y la importancia de la cooperación internacional en la
promoción de el tratado como un instrumento tendiente a la protección efectiva de los
derechos humanos de todas las personas.

Es importante mencionar que si bien los principios rectores se encargan de determinar


las condiciones mínimas para el respeto de los derechos humanos por parte de las
empresas transnacionales, es importante contar con un instrumento que regule de
manera clara este tipo de empresas, para evitar que las mismas puedan burlar las
diferentes disposiciones legales nacionales y llegar a convertirse en un agente de
violación de derechos.

Los Estados tienen la obligación de respetar, proteger y velar por el cumplimiento de


todos los derechos humanos y las libertades fundamentales, de manera que todos los
ciudadanos tengan garantizados unos estándares mínimos enfocados a su propia
dignidad. Por esta razón, las obligaciones de los Estados y las obligaciones de las
empresas deben verse a la luz del apoyo mutuo y de esta manera estar intrínsecamente
vinculadas, especialmente en el sentido que la capacidad de las empresas para respetar
los derechos humanos puede verse directamente afectada por las acciones de los
Estados. De esta manera la creación de una normativa legal que reiteré la importancia
de los derechos humanos en el marco de las actividades transnacionales se constituye
como una necesidad apremiante bajo el pilar de responsabilidad corporativa.
En un estado ideal los Estados cumplen con todas sus obligaciones internacionales, las
empresas acatan todas las regulaciones que determinan la manera en que deben llevar
a cabo sus funciones y juntos Estado y empresas transnacionales velan por el
cumplimiento y la garantía de todos los derechos humanos. Sin embargo la realidad
actual nos demuestra que muchas veces los derechos humanos se ven relegados ante
la capacidad económica de diversas empresas. Muchas veces las prioridades se enfocan
más hacia las utilidades que hacia las consecuencias que sus actividades puedan
acarrear para la población. En razón de esto, la creación de un marco legal que regule
la responsabilidad en la que incurrirían las empresas transnacionales en caso de
vulneración de los derechos humanos, es una necesidad acorde al contexto de la
sociedad actual.

Hoy en día la sociedad es mayoritariamente capitalista y en razón de esto la tendencia


al consumismo se ha incrementado en gran medida. Debido a esta gran demanda de
productos novedosos y continuamente en mejora, las empresas se enfocan en garantizar
una oferta que de cierta manera satisfaga las exigencias de la creciente demanda. Para
esto muchas empresas transnacionales recurren a la contratación de mano de obra en
países en vía de desarrollo, contratando a personas por un alto número de horas y
pagando un salario muy bajo, incluso muchas veces contratando niños para el
desempeño de estas funciones.

Asimismo, algunas empresas transnacionales que se encargan de vender productos a


gran escala, invaden los mercados de los diferentes países, perjudicando así los
mercados locales. Muchas veces sus labores entrañan un gran daño para el medio
ambiente y para las poblaciones que deben compartir su territorio con las diferentes
fábricas de muchas empresas. Especialmente en el sentido que las poblaciones más
afectadas son generalmente aquellas que ya se encontraban en situación de
vulnerabilidad, por ejemplo en Latinoamérica muchas veces generan afectaciones a
poblaciones indígenas que se ven obligadas a ceder parte de su territorio.

En razón de las facilidades otorgadas por la tecnología, las empresas transnacionales


mediante la modalidad de outsourcing y con el fin de proveer el servicio de atención al
cliente, contratan personal en países en vía de desarrollo y con unas condiciones
salariales inferiores a las que deberían pagar en caso de que dicho servicio sea prestado
en el lugar en el que tienen su casa matriz. De manera que mientras los altos cargos de
las compañías disfrutan de unos salarios acorde al país en el que se sitúan, en otro lugar,
personas que trabajan para la misma empresa se ven enfrentados a una devaluación
salarial y a unas condiciones laborales inferiores.

Estas empresas cuentan con un gran poder en razón de su prominente capacidad


económica, de manera que la mayoría de las vulneraciones de derechos humanos
acaecidas en razón del desempeño de su actividad económica, pasan desapercibidas o
tienen un tratamiento diferente al que debería concederse a las personas en calidad de
víctima de violación de derechos humanos.

Si bien se han presentado diversos casos en que estas vulneraciones alcanzan incluso
el plano de la justicia internacional, la realidad demuestra que no es suficiente y que la
garantía de los derechos humanos debe ser para todos y no solo para unos pocos.
Empresas de gran renombre utilizan mano de obra infantil en un territorio y contribuyen
al “desarrollo económico” de otro territorio, de manera que las vulneraciones de derechos
humanos se ven opacadas por las ganancias de las empresas y por los beneficios que
dichas empresas representan para algunos estados.

Es decir, que en el entramado de los diversos actores sociales, los más débiles son los
que continúan siendo los más afectados. Es así como el contexto globalizado actual y el
creciente capitalismo se constituyen en el escenario perfecto para la vulneración de los
derechos humanos de ciertas personas o territorios que se encuentran en el lugar más
lejano de la cadena de poder.
La creación del tratado cero, puede llegar a ser un gran avance en la garantía de los
derechos humanos de manera universal, sin embargo tal y como se demuestra en el
proceso de su creación, los más poderosos continúan encabezando el movimiento para
su creación, determinando el alcance de dicho instrumento y beneficiando nuevamente
a quienes representan una mayor utilidad económica, es decir las empresas.

Sin embargo, desde una visión positiva, este instrumento se puede constituir como una
medida encaminada a la mejora de la protección de los derechos humanos. Aunque no
es el instrumento idóneo que proporcionará una solución creíble y viable para problemas
de derechos humanos tan complejos, como los acaecidos en el marco del cumplimiento
de las funciones económicas por parte de las empresas transnacionales, se puede ver
como el inicio de una etapa más consciente y encaminada hacia la responsabilidad que
tienen las empresas con los derechos humanos y con el medio ambiente. Puede ser un
paso hacia una responsabilidad social corporativa que propende por la garantía de los
derechos humanos, lo cual en últimas se constituiría como un enfoque basado en
principios, en aras de alcanzar un progreso real sobre el terreno en la protección de los
derechos humanos.

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