Temas de Gestión Pública y Actualidad A
Cazadores de Mitos
Las Asociaciones Público-Privadas en la mira
Jesús Córdova (*)
Bachiller en Derecho de la Pontificia Universidad Católica del
Perú. Miembro de la sección de Gestión Gubernamental y Derecho
Corporativo de la Revista Informativo Caballero Bustamante.
I. ¿FALSO, POSIBLE O VERDAD?
¿Es posible hacer flotar un barco hundido con pelotas de
ping-pong? ¿Puede una moneda arrojada desde un edificio alto
asesinar a un peatón? ¿Un ventilador de techo es capaz de de-
capitar a una persona? ¿Sumergirse bajo el agua protege de los
disparos de un arma de grueso calibre?
Estas preguntas, como también los mitos y otras leyendas
urbanas son tratados de explicar en el programa de televisión
estadounidense “Cazadores de Mitos” o “Mythbusters” –nom-
bre original en inglés–, el cual es protagonizado por dos ex-
pertos en efectos especiales: Adam Savage y Jamie Hyneman,
quienes, a través de diversos experimentos y pruebas, ponen
en cuestionamiento la validez de varios rumores, preguntas, mi-
tos y leyendas urbanas de la cultura popular.
Así, por ejemplo, debido a la explosión de una gasolinera en
Indonesia, las autoridades de ese país señalaron que las causas
del siniestro se debió a una chispa generada por un celular de
uno de los clientes de la gasolinera que estaba atendiéndose
y hablando por el móvil. Este noticia se difundió tanto por la
televisión como por internet y otros medios.
Al hacer las pruebas correspondientes, lograron demostrar
que los celulares no pueden generar alguna reacción que pro-
voque una explosión en el centro de abastecimiento de gaso-
lina. Sin embargo, es frecuente observar en las grifos un letrero
pequeño que prohíbe hablar por celular o teléfono móvil mien-
tras se abastece combustible a los automóviles.
Algunos de estos mitos resultan ciertos, otros posibles, y,
otros, son falsos.
Al mismo estilo de Mythbusters, vamos a poner sobre la
mesa distintos mitos, preguntas y otras cuestiones que se han
ido perfilando sobre las Asociaciones Público-Privadas (APPs),
de tal manera que lo que pretendemos alcanzar son los con-
tornos en los que se dibuja las APPs, sus objetivos, sus metas,
cómo funciona, para qué y cómo sirven, qué problemas presen-
ta y, sobre todo, cuáles son los mitos que se presentan sobre
ellas y descubrir si son ciertas, posibles o falsas.
II. ANTECEDENTES
2.1 Private-Public Partnership -PPP
Recientemente ha sido publicado en el Diario Oficial “El
Peruano“ el Decreto Legislativo N° 1012 (13.05.2008). Con
Gestión Pública
esta norma se aprueba la Ley Marco de Asociaciones Pú-
blico-Privadas para la Generación de Empleo Productivo y
dicta norma para la agilización de los procesos de promo-
ción de la inversión privada.
De acuerdo con el artículo 3° del mencionado Decreto Le-
gislativo, se define a las APPs como las modalidades de
participación de la inversión privada en las que se incor-
pora experiencia, conocimientos, equipos, tecnología, y se
distribuyen riesgos y recursos, preferentemente privados,
con el objeto de crear, desarrollar, mejorar, operar o man-
tener infraestructura pública o proveer servicios públicos.
Como observamos de la definición propiciada, entende-
mos que se trata, en principio, de una inversión privada
que interviene en cualquier parte o, también, en la totali-
dad del manejo u operación de una infraestructura pública
o de un servicio público. Esta definición que, por cierto, a
simple vista se asemeja mucho a lo que es una concesión
pública, cobra algunos matices diferentes que ya iremos
resaltando más adelante (1).
Ahora bien, cabe señalar que las APP no constituyen un
concepto nuevo. Es más, en muchos países ya se ha ido
utilizando esta modalidad de participación o contratación
obteniendo muy buenos resultados en la gestión del de-
sarrollo de infraestructura (2) y servicios, como es el de la
educación, agua y saneamiento, transporte (3) y otros.
En general, en la gran mayoría de países existe un momen-
to en que la demanda de infraestructura pública (princi-
palmente educación y salud) no puede ser suplida por el
Gobierno, lo que genera que el Estado se endeude para
cubrir estas necesidades. Ello se reflejó en los años 80'
y 90' (4), principalmente. Sin embargo, el problema de la
infraestructura simplemente, ha sido trasladado a través de
una deuda.
Ello implicó que diversos países y, en especial, aquellos
que se encuentran en desarrollo (y el Perú no fue la ex-
cepción), realicen privatizaciones de los servicios públicos.
Este traslado, a través de concesiones y privatizaciones,
no siempre alcanzó los resultados que se buscaban, y ello
debido a diversas razones, como son el problema de la
transferencia de las operaciones de la infraestructura o ser-
vicio público, una mala regulación legal que permita una
flexibilidad adecuada a estos cambios, etc. Por ello, se ha
dicho que la evidencia de la última década apunta a las di-
ficultades causadas por las privatizaciones precipitadas de
los servicios públicos básicos que realizaron los gobiernos,
en la mayoría de los casos, sin un período de transición
apropiado entre la gestión pública y privada. Ello devino
en un choque inevitable entre las metas de las políticas
del gobierno, las expectativas del público en cuanto a la
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calidad de los servicios y las expectativas del sector privado
en cuanto al rendimiento de sus inversiones (5).
En este escenario empezaron a aparecer los Public-Pri-
vate Partnerships (conocidos también como PPP o 3P)
sobre las cuales se ha dicho que son asociaciones en-
tre el sector público y el privado con fines de diseño,
planificación, financiación, construcción y la explotación
de proyectos que sean considerados tradicionalmente
como del ámbito del sector público. Infraestructuras y
proyectos tales como carreteras y puentes son los princi-
pales ejemplos (6).
De esta manera, resultó una nueva presentación de finan-
ciamiento de infraestructuras que el Estado no podía su-
plir. Las PPPs, en este caso, resultaron un buen aliciente
dado que permitía al Estado no crecer su deuda externa y
porque permitieron al privado desarrollar una infraestruc-
tura y recobrar lo invertido.
Una de las formas usuales de intervención indirecta del
privado fue a través de la venta de bonos o colocación de
deuda privada a través de inversionistas institucionales.
En el Perú, y en gran parte de Latinoamérica, los sectores
público y privado se encontraban disociados, por un lado,
el primero estableció un control político y paso de inter-
vensionista a regulador, mientras que el segundo buscaba
protección a través de convenios de estabilidad jurídica.
2.2. El panorama actual
Actualmente, a raíz de la firma del Tratado de Libre Co-
mercio (TLC), el Poder Legislativo delegó al Poder Ejecuti-
vo para que emita una serie de medidas para dar camino
a la implementación del TLC. Una de ellas es, justamente,
la promoción de la inversión privada, mejora del marco
regulatorio y, en general, la modernización del Estado (7).
Dentro de este “paquete normativo” se encuentra el De-
creto Legislativo N° 1012, el cual introduce el concepto
de Asociación Público-Privada, pero, como ya señalamos
antes, no se trata de un concepto. Así, en el Perú existen
diversos proyectos que ya utilizaban estas formas de con-
tratos, y que actualmente se encuentran en plena ejecu-
ción (8).
Sin embargo, a pesar de ser una buena propuesta, el
marco regulatorio plantea algunas dudas e interrogantes,
como es el caso de su artículo 9°, referente al marco ins-
titucional para la provisión de infraestructura y servicios
públicos.
Las APPs plantean un sistema de financiamiento para el
desarrollo de infraestructuras. A diferencia de otros tipos
de contratos administrativos como la concesión o la lici-
tación, permiten una mayor participación del privado y,
también, una reasignación de los riesgos.
En el caso de una APP cofinanciada, presenta algunos pro-
blemas, en vista de que debe cumplir con todos los requi-
sitos y procedimientos establecidos en la Ley del Sistema
Nacional de Inversión Pública (SNIP) y la Ley del Sistema
Nacional de Endeudamiento (SNE). Con ello simplemente
estamos obteniendo formas de contratos o mecanismos
de inversión que ya existen, por lo que se estaría desvian-
do a las APPs de su cometido original, y sería el Estado
quien nuevamente tenga el total control y riesgo de la in-
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versión de la infraestructura limitando con ello también el
interés del privado en participar.
III. LOS INCENTIVOS DEL CAPITAL PRIVADO
¿Existe alguna diferencia entre el capital privado y el capi-
tal público? Cameron Gordon indica que esta complejidad
institucional sugiere que la división entre «público» y «pri-
vado» no es tan sencilla como parece a menudo. La cuestión
pertinente aquí es cómo la forma de propiedad y gestión (te-
niendo en cuenta que los dos podrían ser diferentes) afecta a
la naturaleza de los bienes de capital. Por lo tanto, uno tiene
que ir más allá de la forma jurídica y considerar las diferen-
cias que podría tener forma en función del capital (9).
Al tratar de diferenciar estas dos nociones no resulta del
todo simple, y ello se desprende de los efectos que se pro-
ducen en ambas.
Así, podemos observar que el “capital público” se encuen-
tra siempre a rendición de cuentas (control y sanciones) y
sobre todo a los alcances del interés público. Por cierto, éste
último concepto resulta a veces muy impreciso y de difícil
determinación, de tal manera que puede resultar confuso
para el inversor entender cuáles son los alcances del mismo.
Como señala Bullard, el problema principal surge en quién
pone los límites entre lo que el Derecho Administratio y las
ramas del Derecho Privado pueden hacer. Usualmente, en-
tendemos que en caso de conflicto, lo público prima sobre
lo privado. Pero ello, no es siempre cierto, a pesar de que
sea verdad que cuando se toman decisiones en defensa del
interés público es posible que el derecho público prime sobre
lo privado. Entonces encontraremos que la propiedad privada
debe ceder ante la facultad del Estado de expropiar un predio
para la construcción de una obra de utilidad pública, o que la
libertad de contratación debe hacerlo ante la facultad de un
ente regulador de fijar tarifas en una industria que constituye
un monopolio natural” (10).
En general, ello guarda determinada importancia, ya que,
en función del interés público, cabe cierto margen de proba-
bilidad que proyectos de infraestructura no lleguen a culmi-
narse. Así Streeter y otros señalan que es necesario tomar
en cuenta la importancia del Derecho Administrativo en las
APPs que, por definición, se rigen tanto por este así como
por el derecho comercial. Así existe la posibilidad de que un
juez dictamine en contra de los derechos e intereses de los
socios privados o inversionistas basando su razonamiento en
que el interés público debe elevarse a un nivel superior por la
naturaleza esencial del proyecto y su función en mantener el
orden, salud o bienestar social (11).
En realidad, las APPs, al estar bajo la operación de priva-
dos, se presenta la opción de que el mismo privado pueda
resultar quebrado dejando paralizado una obra. También,
es posible que la Administración Pública cambie constante-
mente las reglas de juego, por lo que cualquiera diría que las
APPs, al igual que otra concesión o contrato realizado entre
la Administración Pública y el privado, están sometidas a de-
terminados riesgos que la probabilidad de la inviabilidad de
las mismas siempre va a presentar. Ello nos hace pensar en la
siguiente pregunta: ¿En qué condiciones puede desarrollarse
una APP?
Gestión Pública

Streeter (12) nos indica que los requisitos para un mercado de
deuda de APPs receptivas son, cuando menos, los siguientes:
1) Un ambiente macroeconómico relativamente estable.
2) Desarrollo de un marco legal para concesiones, ejecución de
contratos y quiebra y amparo para los acreedores.
3) Un marco regulador estable que considere las necesidades
del ciclo de vida del proyecto.
4) Un mercado doméstico de capitales de deuda en desarrollo.
En el Perú, estamos experimentando un crecimiento sos-
tenible, pero, en el campo de infraestructura, presentamos un
cuadro relativamente pobre (13), mientras que, en el tema de
regulaciones, aún falta mucho por hacer. Es más, estamos en
un proceso de cambio y adecuación a raíz del TLC (14).
Así, también falta un marco legal adecuado de amparo para
los acreedores, ello si tomamos en cuenta que el Código Civil se
encuentra casi enteramente inspirado en el principio favor debi-
toris, con lo cual estamos ante un desincentivo crediticio, lo que
encarece, o bien el crédito, o bien los costos de contratación.
Otro punto importante es que el Estado debe garantizar el
cumplimiento de los contratos, lo cual se trasluce en un buen
Poder Judicial y mecanismos de solución de controversias rápi-
das y eficientes. Aquí, es conveniente resaltar que el arbitraje en
inversiones cada vez cobra mayor interés como medio idóneo
para la resolución de conflictos en esta materia. Por ello, nos
parece saludable que la norma marco de las APPs haya incluido
dentro de su articulado el deber de incluir a la vía arbitral como
mecanismo de solución de diferencias, correspondiente a las
partes elegir en ese caso, dentro del contrato, la asignación de
árbitros, sede, lugar, institución arbitral, etc.
Resumen del Proyecto de Inversión Privada declarado
de interés por el OPIP
a) Un resumen del proyecto contenido en la iniciativa privada que con-
temple:
i) Objeto y alcance del proyecto de inversión.
ii) Bienes y/o servicios públicos sobre los cuales se desarrollará el
proyecto.
iii) Modalidad contractual y plazo del contrato.
iv) Monto referencial de la inversión.
v) Cronograma tentativo del proyecto de inversión.
vi) Forma de retribución propuesta de inversión (con indicación de si el
proyecto requiere incremento de tarifa).
b) Indicadores de calidad del servicio a prestarse, de ser el caso.
c) Elementos esenciales del proyecto de contrato, de acuerdo con los criterios
que establezca el Organismo Promotor de la Inversión Privada (OPIP).
d) Garantías de fiel cumplimiento de las obligaciones contractuales.
e) Requisitos de precalificación de la Oferta Pública, Licitación Pública o
Concurso de Proyectos integrales que se convoque.
f) Factor de competencia de la Oferta Pública, Licitación Pública o Concurso
de Proyectos Integrales que se convoque.
g) Modelo de carta de expresión de interés y modelo de carta fianza a
presentar por terceros interesados en la ejecución del proyecto.
IV. LA CLASIFICACIÓN DE LA APPS
De acuerdo con el Decreto Legislativo N° 1012, se distin-
gue o clasifica a las APPs en dos clases, en función del manejo
financiero que presente. Así, tenemos: (i) La autosostenible,
la cual debe cumplir con la condición de tener una deman-
da mínima o nula garantía financiada por parte del Estado
y cuyas garantías no financieras deben tener una probabili-
dad nula o mínima de demanda del uso de recursos públicos;
y (ii) Cofinanciada, la cual requiere del cofinanciamiento, u
Gestión Pública
Temas de Gestión Pública y Actualidad A
otorgamiento o contratación de garantías financieras o no que
tengan una probabilidad significativa de demandar el uso de
recursos públicos.
Garantías en las APPs
Garantías Financieras.-
Son aquellos aseguramientos de carácter incondicional y de ejecución
inmediata, cuyo otorgamiento y contratación por el Estado tiene por objeto
respaldar las obligaciones del privado, derivadas de préstamos o bonos
emitidos para financiar los proyectos de APP, o para respaldar obligaciones
de pago del Estado.
Garantías No Financieras.-
Son aquellos aseguramientos estipulados en el contrato que se derivan de
riesgos propios de un proyecto de APP.
En particular, esta forma de clasificación es una modalidad
o forma de conceptuar a las APPs, dado que, en realidad, exis-
ten en comparación con otras latitudes diversas modalidades
de APPs o PPPs, las cuales, muchas veces, están en función de
la infraestructura o servicio que se pretende desarrollar.
Por ejemplo, en el Reino Unido la principal forma de PPPs es
el Private Finance Initiative (PFI), en donde el contratista suele
esperar a invertir fuertemente en activos productivos, tales como
edificios, carreteras u otras infraestructuras físicas o Sistemas de
TI. Estas inversiones son financiadas por fuentes privadas que
impliquen la emisión de la equidad y los valores de deuda (15).
Así, también, otras formas por las cuales son conocidos los
PPPs son los contratos BOOT (build, own, operate and trans-
fer), BOO (build, own, operate), DCM (design, construct and
maintain), BOT (build, operate, transfer), entre otros, los cuales
se han ido utilizando en diversos proyectos nacionales a pesar
de no contar con una regulación adecuada. Se ha tratado de
utilizar estos mecanismos de contratación que, en realidad, res-
ponde a estándares internacionales.
Ahora bien, en contraposición de las garantías que presenta
el particular, el Estado, en contraprestación, otorga determina-
dos compromisos. De acuerdo con la norma de las APPs, éstas
pueden ser firmes o contingentes.
Los compromisos firmes son aquellas obligaciones a cargo
del Estado de pagar al privado una contraprestación por la re-
alización de los actos previstos en el contrato de APP, destina-
dos a la ejecución de proyectos de infraestructura y/o servicios
públicos que cumplan con los parámetros asociados a la inver-
sión y con los niveles de servicio por parte del privado estable-
cidos en el contrato.
En el contrato de APP deben plasmarse las contrapresta-
ciones a cargo del Estado, los cuales pueden girar sobre la base
del retorno económico que pueda brindar la infraestructura.
El artículo 11° del Decreto Legislativo se ha encargado de
precisar las dos clases de compromisos firmes que asumen el
Estado al decir que son:
a) Cuotas periódicas que tienen como finalidad retribuir la in-
versión en que incurre el privado, lo que incluye a los certifi-
cados que acreditan el pago de esta cuota periódica de ma-
nera directa, general, incondicional e irrevocable del Estado.
b) Cuotas periódicas que tienen como finalidad retribuir la acti-
vidad de explotación y conservación en que incurre el inver-
sionista privado para la prestación del servicio.
Por otra parte, tenemos los compromisos contingentes, los
cuales son potenciales obligaciones de pago a cargo del Es-
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tado a favor del privado, correspondientes a las garantías que
el primero haya otorgado a fin de mejorar el perfil de riesgo del
proyecto e incentivar la participación privada.
V. ENTRE MITOS Y LEYENDAS
Uno de los aspectos más importante al momento de garan-
tizar la inversión que se realiza es el blindaje jurídico que se le
puede dar. Ello es más significativo cuando se divide o desafecta
el patrimonio a invertir, de los participantes, como puede ser el
caso de un fideicomiso o la titulización de activos.
Como podemos notar de lo señalado en el párrafo anterior,
los proyectos de inversión (y, entre estos los APPs) revisten,
primero, un tratamiento a nivel contractual en lo referido a la
concesión, el otorgamiento o firma de la APP. En segundo lugar,
tenemos el financiamiento que reviste la operación, donde los
instrumentos de deuda y otros como el fideicomiso y acuerdos
entre las partes.
Normalmente, lo que ha ido ocurriendo en diversos países
es que se estructuraban garantías al financiamiento. Sin embar-
go, los Estados cambiaban las reglas de juego, lo que permitía
burlar los marcos legales aplicado, a través de expropiaciones
por ejemplo, lo que en consecuencia descapitalizaba la infraes-
tructura. Con las APPs, si bien es cierto que el riesgo de que un
país cambie su política sigue latente, no menos cierto es que se
disminuyen los efectos del mismo, en vista de las medidas de
protección de riesgo que plantean.
En este extremo, podemos concluir que este mito es posible.
En vista de que el Estado cambie sus regulaciones, es posible
afectar un APP y el proyecto que esté ejecutando. Sin embargo,
esta forma de contratación permite mitigar sus efectos.
De la misma manera podemos pensar acerca de la quiebra
involuntaria que se presente en una empresa o empresas del
sector privado participantes del desarrollo de la infraestructura.
Para ello, las garantías y la constitución de fideicomisos igual-
mente pueden reducir los efectos de la quiebra voluntaria.
De acuerdo con Fitch, para determinar si una transacción
financiera se beneficia o no cuando se involucra a una entidad
de propósito especial, es necesaria la opinión de un asesor le-
gal calificado con competencia en las leyes del país que provea
una clara descripción de los poderes y obligaciones de la enti-
dad y de certidumbre respecto a la obligación pactada, a menos
que, alternativamente, exista la garantía de un tercero. Sólo en
un pequeño grupo de países se produce o exige esta opinión
como parte de la documentación requerida para vender este
tipo de bonos. En la mayoría de los países, si bien debe solici-
tarse dicha opinión como parte de su proceso de clasificación,
el mercado, simplemente, no lo exige (16).
Finalmente, tenemos un último mito, relacionado con la
idea del inversionista acerca de la factibilidad de retorno de la
inversión sobre la infraestructura. Ello puede deberse, principal-
mente, a dos factores: el primero, relacionado con la solidez de
las garantías y respaldo que brinde el Estado, y, segundo, sobre
la misma rentabilidad que produzca la infraestructura, la cual
puede crear incertidumbre por las características propias de la
infraestructura que los usuarios del mismo no lleguen a cubrir
el retorno que se espera.
En este último supuesto, ello escapa de los alcances y bene-
ficios que pueda brindar una APP, dado que su principal virtud
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es el logro de un financiamiento eficiente y de reasignación de
recursos muy adecuado, lo que no implica que, efectivamente,
se garantice el éxito del retorno, es mas existen casos en los
cuales APPs de financiamiento de infraestructuras han fracasa-
do, pero que, a diferencia de otras formas de financiamiento,
han reducido el riesgo de los inversionistas.
NOTAS
(*) Deseo expresar mi agradecimiento a la Dra. Karem Munive Rojas por los
comentarios y sugerencias vertidos en la elaboración del presente artículo.
Sin embargo cualquier error u omisión es atribuible exclusivamente al autor.
(1) Por ello, no debe resultar extraño que se aplique de manera supletoria a las APP
las normas vigentes sobre concesiones de obras de infraestructura y servicios
públicos, tales como el TUO de las Normas con Rango de Ley que regulan la
entrega en Concesión al Sector Privado de las Obras Públicas de Infraestructura
y de Servicios Públicos, aprobado por el Decreto Supremo N° 059-96-PCM.
(2) HAMMAMI, Mona, RUHASHYANKIKO, Jean-Francois y Etienne B. YEHOUE. “Deter-
minants of Public-Private Partnerships in Infrastructure”. IMF Working Paper, April
2006. pp. 1-37. En Francia, por ejemplo, bajo la PPP se ha permitido construir el
viaducto de Millau, considerado el puente más grande del mundo, gestionado
y explotado por Eiffage, que se ha encargado de su construcción y de su finan-
ciación (400 millones de euros). Mientras que el Estado francés sólo desembolsó
50 millones de Euros. Esta obra juega un rol económico muy importante para el
departamento de Aveyron, la región de Auvernia y la integración del mercado
europeo, al tiempo que ofrece una alternativa a la autopista del valle del Ródano,
vía saturada por el tráfico norte-sur de Europa.
(3) Al respecto, puede revisarse: ESTACHE, Antonio, JUAN, Ellis y Lourdes TRUJILLO.
“Public-Private Partnerships in transport”. Policy Research Working Paper, N°
4436. World Bank. Diciembre 2007, pp. 1-29.
(4) BESLEY, Timothy y Maitreesh GHATAK. “Public-Private Partnerships for the
Provision of Public Goods: Theory and an Application to NGOs”. Development
Economics Discussion Paper Series, N° 17, August 1999, pp. 1-4.
(5) STREETER, William et al. “Asociaciones Público - Privadas: La Próxima Gene-
ración en Financiamiento de Infraestructura”. Informe Especial Financiamiento
de Proyectos /Finanzas Públicas, 20 de julio de 2004. Disponible en: www.
fithratings.com, p.5. Asimismo, añade que “Durante esta experiencia, los ex-
pertos crearon un nuevo vocabulario para describir las diversas modalidades
de estas asociaciones (construir-operar-transferir, construir-transferir-operar,
construir-poseer-operar, comprar-construir-operar, y diseñar-construir-operar,
entre otras). No obstante, la mayoría de estas operaciones no contaban con las
bases jurídico-financieras para transitar entre los entornos viejos y los nuevos
y operar como empresas independientes. Asimismo, con respecto al crédito,
no contaban con los resguardos necesarios para soportar la volatilidad ma-
croeconómica que surgió de las crisis recurrentes. El mundo avanzado exportó
sus modalidades contractuales de construcción y financiamiento al mundo en
desarrollo. El financiamiento externo se veía como sinónimo de experiencia y
ambas partes subestimaron las consecuencias. Ibid., pp. 5-6.
(6) WEBB, Richard y Bernard PULLE. “Public-Private Partnership: An introduction”.
Information and Research Services. Research Paper N° 1, 2002-03, p. 2.
(7) Mediante la Ley N° 29157 (20.12.2007) se delegó al Poder Ejecutivo la facultad
de legislar sobre diversas materias relacionadas con la implementación del
Acuerdo de Promoción Comercial Perú - Estados Unidos, y con el apoyo a la
competitividad económica para su aprovechamiento.
(8) Para una idea de los proyectos que se están realizando, puede revisarse el
análisis del Proyecto de Ley N° 2046 elaborado por “Reflexión Democrática”,
en: Gestión Pública. Revista de Actualidad y Análisis Especializado. Centro Pe-
ruano de Investigación y desarrollo de Proyectos. Año 1, Nro 8. Marzo, 2008,
pp. B1-B4.
(9) CAMERON, Gordon. “Public Versus Private Capital: Is There a Difference?”
(2006). Disponible en SSRN: http://ssrn.com/abstract=1090092, pp. 5-6.
(10) BULLARD, Alfredo. “Enemigos íntimos: El arbitraje y los contratos administra-
tivos”. En: Revista Peruana de Arbitraje. N° 2, Ed. Grijley, Lima, pp.
(11) STREETER, William et al. Op. Cit., p. 3.
(12) Ibid., pp. 3-6.
(13) Conforme al Ranking Mundial de Competitividad 2008, el Perú, en infraes-
tructura, se encuentra en el puesto 52 de 55 países. Elaborado por CENTRUM
Católica en asociación con IMD, p. 8, disponible en: http://www.centrum.pucp.
edu.pe/promomail/imd/INFORME_IMD2.pdf.
(14) Al respecto, puede revisarse CÓRDOVA SCHAEFER, Jesús. “La Contratación
Pública en el TLC: Un modelo para armar”. En: Gestión Pública. Revista de
Actualidad y Análisis Especializado. Centro Peruano de Investigación y desarrollo
de Proyectos. Año 1, Nro 5. Diciembre, 2007, pp. C11-C14.
(15) WEBB, Richard y Bernard PULLE. Op.cit., p. 3.
(16) STREETER, William et al. Op. Cit., p. 10.
Gestión Pública