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Chile duplica la tasa de mortalidad juvenil por suicidio de Latinoamérica y el Caribe. Debido a esta situación,
el Minsal se ha propuesto para la década 2011-2020 “disminuir en un 15% la tasa de mortalidad proyectada por
suicidio en población de 10 a 19 años”. Es decir, la meta de impacto esperada al año 2020 es de 10,2 por 100.000
adolescentes.
Estas cifras tendrían relación con el considerable aumento en conductas de riesgo en adolescentes y jóvenes
entre 10 y 24 años, tales como conducta sexual riesgosa, consumo problemático de drogas, alcohol, tabaco,
alimentación poco saludable, sedentarismo y estados depresivos.
La situación descrita lleva a anticipar un aumento en los años de vida perdidos por discapacidad y en la carga
de enfermedad en los adultos de los próximos años debido a las muertes prematuras y a la alta prevalencia de
enfermedades mentales asociadas al suicidio → problema de salud pública, también de un punto de vista
productivo y económico.
Discusión y propuestas para la implementación del Programa Nacional de Prevención del Suicidio:
La implementación del programa exige un alto grado de coordinación y tomando en cuenta la realidad
chilena actual, nos parece que existe una distancia muy grande entre lo esperado de acuerdo al programa y la
situación real de los servicios de salud.
Es por esto que se hace necesario establecer una jerarquía de prioridades para dar curso a la
implementación del PNPS.
El objetivo principal es la contención de la crisis, es decir, contribuir a detener o disminuir el crecimiento
sostenido de las tasas de suicidio en nuestro país.
En un primer momento es necesario destinar una importante contribución de recursos al reforzamiento de
la red asistencial, específicamente en capital humano e infraestructura y en un segundo momento enfocarse en la
implementación de los dispositivos orientados a la prevención del riesgo suicida.
Texto 2: Qué debemos evaluar en consultantes a salud mental con riesgo suicida
Distinción de conceptos sobre suicidio
Shneidman (1985; 1994) lo definió como el acto humano de causar el término de la propia vida.
La OMS define el suicidio como el acto deliberado, iniciado y desarrollado para terminar con la propia
vida, en conocimiento de la fatalidad del resultado.
La ideación suicida se entiende como el acto de pensar en atentar contra la propia integridad, o como el
sentimiento de estar cansado de la vida, la creencia de que no vale la pena vivir y el deseo de no despertar del
sueño.
El intento de suicidio se define como una acción o comportamiento suicida no mortal
El parasuicidio alude al acto de autoagresión con una baja intención de conseguir la muerte
El comportamiento de autoagresión se entiende como un acto en contra de la propia integridad física,
sin la intención suicida. Entonces, para que una autoagresión sea considerada un intento suicida, se requiere que
exista intención suicida
Contexto de vida
Situación de vida del paciente, existencia de una red de apoyo y protección. Un sistema de apoyo y
contención inseguro o ausente puede hace necesaria la hospitalización. También debe considerarse la existencia
de eventos intercurrentes indeseables o percibidos como insolubles, como la existencia de pérdidas recientes,
especialmente si involucran a una figura clave.
En algunos casos, el ambiente familiar es disfuncional o existe una situación de agresiones o violencia. La
ausencia de una alianza terapéutica capaz de “sostener” el tratamiento es otro criterio importante.
Los factores protectores incluyen algunos más bien “estructurales” como la existencia de un medio o
vínculo protector, disponibilidad de recursos de ayuda y apoyo, y otros más propiamente “psicológicos”, tales
como espiritualidad, sentido de responsabilidad por el bienestar de otras personas, esperanza y planes para el
futuro, compromiso con el plan terapéutico, alianza terapéutica, percepción de autoeficacia, apego a la vida, miedo
a la muerte, a morir o al suicidio, temor a la desaprobación social, repudio moral al suicidio, compromiso con la
vida, disposición a pedir ayuda en caso de agravamiento y otros.
Fuentes de información.
Las fuentes deben incluir a otros cercanos que puedan corroborar o ampliarla. Estos pueden ser familiares
del paciente, pero no solo ellos. Este contacto temprano con el sistema social del paciente puede ser muy
importante.
Componentes de la evaluación
• Evaluación psiquiátrica debe considerar:
o La existencia de trastornos psiquiátricos, especialmente comórbidos y de trastornos de la
personalidad.
o La presencia de perfiles sintomáticos y conductuales asociados a riesgo, específicamente los que
se traducen en un insuficiente control de impulsos.
o La historia de tratamientos anteriores y su resultado.
o La historia familiar psiquiátrica y suicidal.
• Suicidalidad: evaluación de ideas e intentos suicidas, tomando en cuenta indicadores directos e indirectos.
• Factores psicosociales: eventos vitales desencadenantes o agravadores de la crisis y a la percepción de
apoyo social.
• Desesperanza: variable central de la suicidalidad, que se asocia no solo a la ideación suicida sino a
intentos y suicidio consumado.
• Contexto: específicamente si brinda apoyo y contención, seguros y confiables.
• Balance entre factores de riesgo y factores protectores: la conducta clínica dependerá esencialmente
del balance entre ambos.
• Estimación del riesgo: leve, moderado, severo o extremo.
• La crisis suicida: es un período de gran inestabilidad en que el riesgo puede incrementarse rápidamente.
La evaluación debe ser seriada y recurrente, hasta la resolución.
Conclusiones:
1) La evaluación del riesgo suicida debe estar incorporada en la práctica rutinaria de la psiquiatría.
2) La evaluación debe considerar otras fuentes además del paciente.
3) La primera prioridad es proteger al paciente y resolver la crisis suicidal.
4) La avaluación del riesgo suicida es seriada, recurrente, con una orientación prospectiva: el riesgo puede
reaparecer.
5) El riesgo suicida debe resolverse con prontitud.
6) Al evaluar los intentos suicidas deben
considerarse los criterios de letalidad e
intención suicida por separado.
7) Aún existiendo una mejoría, en
pacientes suicidas el alta no debe indicarse
precozmente.
8) El tratamiento de pacientes suicidas es
frecuentemente multidimensional,
involucrando aspectos biológicos,
psicológicos y familiares.
Definición
Para conceptualizar las conductas autolesivas deliberadas es necesario precisar que éstas no constituyen
una patología en sí mismas, sino son un síndrome posible de ser encontrado en diversas patologías psiquiátricas.
• Conducta autolesiva: conducta deliberada destinada a producirse daño físico directo en el cuerpo, sin la
intención de provocar la muerte. La ideación y los actos que tienen intención suicida están excluidos de
esta definición
o Deliberado: no se trata de algo accidental, sino que es intencional y directo, es decir, que busca
tener un impacto inmediato sobre el cuerpo. En general no existe intención de morir; sin embargo,
en la práctica clínica se encuentra que puede haber cierta ambivalencia al respecto.
Epidemiología
Estimaciones de prevalencia en poblaciones clínicas encuentran que el 21% de los adultos y el 30 a 40%
de los adolescentes6 que requieren hospitalización psiquiátrica es porque se han provocado alguna conducta
autolesiva.
En estudios comunitarios aplicados en población general, se describe que el 13 a 29% de los
adolescentes7,8 y el 4 a 6% de los adultos5,9 ha presentado esta conducta al menos una vez en la vida.
Estudios clínicos y poblacionales ubican la edad de comienzo entre los 10 y 15 años11,12, encontrándose
que el inicio de estas conductas después de los 30 años es muy infrecuente.
Características clínicas
Las autoagresiones más comúnmente observadas son los cortes y magulladuras en las extremidades y
abdomen, producidos con objetos cortopunzantes, también escoriarse la piel hasta sangrar, quemarse o
introducirse objetos subdérmicos.
Las mujeres muestran preferencia por cortarse superficialmente los antebrazos, mientras que los hombres
optan por golpearse o quemarse las extremidades.
Son factores de riesgo pertenecer al género femenino, ser adolescente, de bajo nivel socioeconómico, con
orientación homosexual o bisexual y presentar el antecedente de haberse criado en un ambiente familiar adverso.
Implicancias clínicas
El tratamiento psiquiátrico integral de un sujeto que se autolesiona sin el objetivo de morir resulta
diametralmente distinto del tratamiento de un sujeto que decide terminar con su vida, la sospecha de
intencionalidad suicida obliga a un manejo clínico altamente restrictivo, en el contexto de una intervención médica
intensiva que se impone a la voluntad tanto del propio paciente como de su familia.
Perspectiva epidemiológica
La tasa de suicidio en muestras clínicas de TLP es de aproximadamente el 9%. La tasa del 9% es unas 400
veces la tasa de suicidio en la población general y más de 800 veces la tasa en mujeres jóvenes. La cifra del 9%
refleja realmente la alta frecuencia con la que los pacientes límite hacen intentos de suicidio que no tienen éxito.
Las amenazas o gestos de suicidio se producen con mucha más frecuencia que los intentos de suicidio.
Estimamos que se producen en el 90% de los pacientes límite y que suelen ocurrir de forma reiterativa.
La forma más común de conducta automutilante es el corte (80%), pero los moretones (24%), las
quemaduras (20%), los golpes en la cabeza (15%) o los mordiscos (7%) no son inusuales.