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Gnoseología
rama de la filosofía
El experimento mental del cerebro en una cubeta pretende poner a prueba distintas teorías acerca del conocimiento.
Tipos de conocimiento
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En la gnoseología se suele distinguir entre tres tipos de conocimiento: el conocimiento
proposicional, el conocimiento práctico o performativo, y el conocimiento directo
(acquaintance).[5] El primero se asocia a la expresión «saber que», el segundo a la expresión
«saber cómo», y el tercero, en el español, se asocia a la expresión «conocer» (en vez de
«saber»). Así se dice, por ejemplo, que en la biología se sabe que los perros son mamíferos.
Este es un conocimiento proposicional. Luego existe un saber cómo entrenar un perro, el
cual es un conocimiento práctico o performativo. Y por último, el conocimiento por
familiaridad es aquel que posee quien dice, por ejemplo, «yo conozco a mi perro».[5] La
mayoría del trabajo en gnoseología se centra en el primer tipo de conocimiento, aunque ha
habido esfuerzos por cambiar esta tendencia.[6]
Conocimiento proposicional
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El conocimiento proposicional es un tipo de conocimiento intelectual que se tiene cuando un
sujeto sabe que X:
1. Si X es verdadero
2. Si cree en la verdad de X
Se lo asocia a la expresión del lenguaje ordinario "saber que" (en inglés, know that) . Por
ejemplo, decimos que sabemos que la Luna orbita alrededor de la Tierra, que el texto que
tenemos delante de los ojos está en español, que padecemos de dolor de muelas, o que 2 +
2 = 4. Todos estos conocimientos son muy diversos entre sí, pero tienen en común que todos
son conocimiento de una proposición.
Conocimiento práctico
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El conocimiento práctico, también llamado conocimiento operacional o procedimental, es el
conocimiento que se tiene cuando se poseen las destrezas necesarias para llevar a cabo una
acción. Se lo asocia a la expresión "saber cómo" (know how). Por ejemplo, decimos que
sabemos cómo ir en bicicleta, cómo redactar una carta comercial o cómo amamantar un
niño.
Es frecuente la suposición de que la mayor parte de la teoría del conocimiento "clásica" —es
decir, aquella anterior al siglo XX— se ocupa principalmente del conocimiento proposicional.
Sin embargo, los problemas del conocimiento operacional gozan de una extensa historia en
la filosofía occidental. En la gnoseología contemporánea, sin embargo, la mayoría de los
esfuerzos se centran en el conocimiento proposicional (enunciado que afirma o niega algo).
Conocimiento directo
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El conocimiento directo, u objetivo (de objeto), es el conocimiento que se puede tener de las
entidades. En español, el conocimiento directo se asocia a la expresión "conocer". Por
ejemplo, decimos que conocemos a Juan Pérez, que conocemos tal canción, que
conocemos París.
Bertrand Russell trazó una distinción influyente entre conocimiento por familiaridad (en
inglés, knowledge by acquaintance) y conocimiento por descripción. El primer tipo de
conocimiento es el conocimiento de un objeto al que se tiene acceso directo, como puede
ser una percepción o un dolor. El segundo es en cambio el conocimiento de un objeto al que
no se tiene acceso directo, al que llegamos solo mediante una descripción definida que
refiere unívocamente al objeto siendo conocido. Por ejemplo, nuestro conocimiento del agua
es un caso de conocimiento por familiaridad, mientras que nuestro conocimiento del centro
del Sol es un caso de conocimiento por descripción.[7]
Sentidos: Es la información que se adquiere por contacto, visión, olfato, audición, gusto o
cualquier otro sentido como la propiocepción. Una variante elaborada de esta forma es la
transmisión de información entre personas, por ejemplo, comunicar lo que hizo una
persona cuando estaba sola.
Razón: Elabora la información e infiere una conclusión. Por ejemplo: si se ponen todas las
piezas de un juego de ajedrez en una bolsa oscura y se van retirando una por una, cuando
quede una sola pieza se podrá saber cuál es esta pieza sin necesidad de sacarla.
Problema de Gettier
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Esta sección es un extracto de Problema de Gettier.[editar (https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Problema
_de_Gettier&action=edit) ]
S cree que p
p es verdadera
Por ejemplo, Newton sabe que de alguna manera tiene una manzana si y sólo si:
Sin embargo, en 1963, Edmund Gettier publicó un artículo de tres páginas titulado ¿Es el
conocimiento creencia verdadera justificada? en el que argumentó que la definición clásica no
es suficiente. Gettier mostró que hay casos en los que una creencia verdadera justificada
puede fallar en ser conocimiento. Es decir, hay casos en los que los tres requisitos se
cumplen, y sin embargo intuitivamente nos parece que no hay conocimiento. Retomando el
ejemplo anterior, podría ser que Newton crea que tiene una manzana y esté justificado en
ello (por ejemplo, porque parece una manzana), pero que sin embargo la manzana sea de
cera. En ese caso, según la definición clásica, Newton no posee conocimiento, porque falta
que sea verdad que tiene una manzana. Pero supongamos también que dentro de la
manzana de cera hay otra manzana, más pequeña, pero real. Entonces Newton cumple con
los tres requisitos: Newton cree que tiene una manzana; Newton está justificado en su
creencia; y de hecho tiene una manzana. Sin embargo, intuitivamente nos parece que Newton
no posee conocimiento, sino que solamente tuvo suerte (lo que se llama suerte epistémica).
Frente a este problema, muchos filósofos contemporáneos intentaron y aún intentan reparar
la definición, dando lugar a nuevas corrientes gnoseológicas. Otros filósofos han propuesto
problemas ligeramente diferentes, que se han incorporado a los contraejemplos enunciados
por Gettier. El conjunto de estos problemas y el desafío que plantean a la cuestión ¿qué es
conocer? recibe el nombre de el problema de Gettier. Aunque se han dedicado cientos de
artículos a esta cuestión, no hay consenso respecto a la solución al problema general.[11] El
problema de Gettier es uno de los motores principales de la gnoseología contemporánea.
Justificación
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Uno de los problemas centrales de la teoría del conocimiento es el problema de la
justificación, la determinación de en qué circunstancias una creencia —es decir, un
determinado juicio o proposición a la que asentimos— puede llamarse realmente
conocimiento. El planteamiento clásico de esta cuestión se encuentra en un diálogo
platónico, el Teeteto, donde Sócrates defiende que el término "conocimiento" debe
restringirse a las creencias verdaderas y justificadas, al mismo tiempo que rechaza que la
sensación pura y simple pueda ser identificada con el conocimiento. De acuerdo a esta
definición, no basta con afirmar algo verdadero para considerar que eso constituye
conocimiento; las razones por las cuales se afirma deben ser fundadas y suficientes. Cuando
no se dispone de una justificación semejante, se habla de fe, opinión o convicción, pero no
de conocimiento en sentido estricto.
Por su parte, la exigencia de que solo puede considerarse que es conocimiento un conjunto
de proposiciones estrictamente verdaderas (demostrables), ha sido cuestionado. En su
Lógica de la investigación científica, Karl Popper propuso el falibilismo, según el cual incluso
la mejor clase de ciencia empírica es falible. Una posición semejante puede rastrearse ya en
René Descartes.
Las locuciones latinas a priori[12] (‘previo a’)[13] [14] y a posteriori[12] (‘posterior a’) se utilizan
para distinguir entre dos tipos de conocimiento: el conocimiento a priori es aquel que, en
algún sentido importante, es independiente de la experiencia;[15] mientras que el
conocimiento a posteriori es aquel que, en algún sentido importante, depende de la
experiencia.
Por ejemplo, el conocimiento de que «no todos los cisnes son blancos» es un caso de
conocimiento a posteriori, pues se requirió de la observación de cisnes negros para afirmar
lo establecido. Los juicios a posteriori se verifican recurriendo a la experiencia, son juicios
empíricos, se refieren a hechos. Tienen una validez particular y contingente. Ejemplos: «los
alumnos de filosofía son aplicados» o «los ancianos son tranquilos».
El hallazgo por Willem de Vlamingh de cisnes negros en Australia, en 1697, obligó a corregir la vieja creencia
inductiva de que todos los cisnes eran blancos. Lo mismo podría ocurrir en el futuro con otras generalizaciones
científicas.