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Gnoseología

La gnoseología (del griego γνωσις, gnōsis, «conocimiento» o «facultad de conocer», y λόγος,


logos, «razonamiento» o «discurso»), también llamada teoría del conocimiento,1 es la rama de
la filosofía que estudia la posibilidad, el origen o medios, la naturaleza o esencia, y la
fenomenología del conocimiento.23

La gnoseología no estudia los conocimientos particulares, como pueden ser los conocimientos
de la física, de la matemática o del entorno inmediato, sino la naturaleza del conocimiento en
general. Muchas ciencias particulares tienen además su propia filosofía, como por ejemplo la
filosofía de la física, la filosofía de la matemática, la filosofía de la historia, etc. Otras disciplinas
también se ocupan del conocimiento en general, pero desde otros puntos de vista. La psicología
estudia los aspectos de la vida mental implícitos en el conocer, la lógica estudia la corrección o
incorrección de los razonamientos que pueden implicar nuevos conocimientos, y la ontología o
metafísica estudia la naturaleza de los objetos que se pueden conocer.

Los problemas en torno al conocimiento son centrales en la filosofía y su consideración se inicia


con la filosofía misma, especialmente en el Teeteto de Platón. Prácticamente todos los grandes
filósofos han contribuido a la gnoseología.

Tipos de conocimiento

En la gnoseología se suele distinguir entre tres tipos de conocimiento: el conocimiento


proposicional, el conocimiento práctico o performativo, y el conocimiento directo
(acquaintance).5 El primero se asocia a la expresión «saber que», el segundo a la expresión
«saber cómo», y el tercero, en el español, se asocia a la expresión «conocer» (en vez de «saber»).
Así se dice, por ejemplo, que en la biología se sabe que los perros son mamíferos. Este es un
conocimiento proposicional. Luego existe un saber cómo entrenar un perro, el cual es un
conocimiento práctico o performativo. Y por último, el conocimiento por familiaridad es aquel
que posee quien dice, por ejemplo, «yo conozco a mi perro».5 La mayoría del trabajo en
gnoseología se centra en el primer tipo de conocimiento, aunque ha habido esfuerzos por
cambiar esta tendencia.6

Conocimiento proposicional

El conocimiento proposicional es un tipo de conocimiento intelectual que se tiene cuando un


sujeto sabe que X:

Si X es verdadero

Si cree en la verdad de X

Si hay fundamento para creer en X

Se lo asocia a la expresión del lenguaje ordinario "saber que" (en inglés, know that) . Por
ejemplo, decimos que sabemos que la Luna orbita alrededor de la Tierra, que el texto que
tenemos delante de los ojos está en español, que padecemos de dolor de muelas, o que 2 + 2 =
4. Todos estos conocimientos son muy diversos entre sí, pero tienen en común que todos son
conocimiento de una proposición.

Conocimiento práctico

El conocimiento práctico, también llamado conocimiento operacional o procedimental, es el


conocimiento que se tiene cuando se poseen las destrezas necesarias para llevar a cabo una
acción. Se lo asocia a la expresión "saber cómo" (know how). Por ejemplo, decimos que sabemos
cómo ir en bicicleta, cómo redactar una carta comercial o cómo amamantar un niño.

Es frecuente la suposición de que la mayor parte de la teoría del conocimiento "clásica" —es
decir, aquella anterior al siglo XX— se ocupa principalmente del conocimiento proposicional. Sin
embargo, los problemas del conocimiento operacional gozan de una extensa historia en la
filosofía occidental. En la gnoseología contemporánea, sin embargo, la mayoría de los esfuerzos
se centran en el conocimiento proposicional (enunciado que afirma o niega algo).

Conocimiento directo

El conocimiento directo, u objetivo (de objeto), es el conocimiento que se puede tener de las
entidades. En español, el conocimiento directo se asocia a la expresión "conocer". Por ejemplo,
decimos que conocemos a Juan Pérez, que conocemos tal canción, que conocemos París.

Bertrand Russell trazó una distinción influyente entre conocimiento por familiaridad (en inglés,
knowledge by acquaintance) y conocimiento por descripción. El primer tipo de conocimiento es
el conocimiento de un objeto al que se tiene acceso directo, como puede ser una percepción o
un dolor. El segundo es en cambio el conocimiento de un objeto al que no se tiene acceso
directo, al que llegamos solo mediante una descripción definida que refiere unívocamente al
objeto siendo conocido. Por ejemplo, nuestro conocimiento del agua es un caso de
conocimiento por familiaridad, mientras que nuestro conocimiento del centro del Sol es un caso
de conocimiento por descripción.7

Vías de acceso al conocimiento

Un debate importante y recurrente en la gnoseología es aquel entre el racionalismo y el


empirismo.8 El racionalismo es la doctrina que sostiene que parte de nuestro conocimiento
proviene de una «intuición racional» de algún tipo, o de deducciones a partir de estas
intuiciones.8 El empirismo defiende, en cambio, que todo conocimiento proviene de la
experiencia sensorial.8 Este contraste está asociado a la distinción entre conocimiento a priori
y conocimiento a posteriori,9 cuya exposición más famosa se encuentra en la introducción a la
Crítica de la razón pura, de Immanuel Kant.

Existen dos formas de adquirir el conocimiento:


Sentidos: Es la información que se adquiere por contacto, visión, olfato, audición, gusto o
cualquier otro sentido como la propiocepción. Una variante elaborada de esta forma es la
transmisión de información entre personas, por ejemplo, comunicar lo que hizo una persona
cuando estaba sola.

Razón: Elabora la información e infiere una conclusión. Por ejemplo: si se ponen todas las piezas
de un juego de ajedrez en una bolsa oscura y se van retirando una por una, cuando quede una
sola pieza se podrá saber cuál es esta pieza sin necesidad de sacarla.

Problema de Gettier

Esta sección es un extracto de Problema de Gettier.[editar]

El problema de Gettier es un problema en gnoseología moderna que surge al presentar


contraejemplos a la definición clásica de conocimiento como «creencia verdadera justificada» y
que obligan a modificar la definición.

Desde al menos el Teeteto de Platón,10 la gnoseología contaba con una definición generalmente
satisfactoria del conocimiento proposicional: si S es un sujeto y p una proposición, entonces S
sabe que p si y sólo si:

S cree que p

p es verdadera

S está justificado en creer que p

Por ejemplo, Newton sabe que de alguna manera tiene una manzana si y sólo si:

Newton cree que tiene una manzana

Es verdad que tiene una manzana

Newton está justificado en creer que tiene una manzana

Sin embargo, en 1963, Edmund Gettier publicó un artículo de tres páginas titulado ¿Es el
conocimiento creencia verdadera justificada? en el que argumentó que la definición clásica no
es suficiente. Gettier mostró que hay casos en los que una creencia verdadera justificada puede
fallar en ser conocimiento. Es decir, hay casos en los que los tres requisitos se cumplen, y sin
embargo intuitivamente nos parece que no hay conocimiento. Retomando el ejemplo anterior,
podría ser que Newton crea que tiene una manzana y esté justificado en ello (por ejemplo,
porque parece una manzana), pero que sin embargo la manzana sea de cera. En ese caso, según
la definición clásica, Newton no posee conocimiento, porque falta que sea verdad que tiene una
manzana. Pero supongamos también que dentro de la manzana de cera hay otra manzana, más
pequeña, pero real. Entonces Newton cumple con los tres requisitos: Newton cree que tiene
una manzana; Newton está justificado en su creencia; y de hecho tiene una manzana. Sin
embargo, intuitivamente nos parece que Newton no posee conocimiento, sino que solamente
tuvo suerte (lo que se llama suerte epistémica).
Frente a este problema, muchos filósofos contemporáneos intentaron y aún intentan reparar la
definición, dando lugar a nuevas corrientes gnoseológicas. Otros filósofos han propuesto
problemas ligeramente diferentes, que se han incorporado a los contraejemplos enunciados por
Gettier. El conjunto de estos problemas y el desafío que plantean a la cuestión ¿qué es conocer?
recibe el nombre de el problema de Gettier. Aunque se han dedicado cientos de artículos a esta
cuestión, no hay consenso respecto a la solución al problema general.11 El problema de Gettier
es uno de los motores principales de la gnoseología contemporánea.

Justificación

Artículo principal: Teoría de la justificación

Uno de los problemas centrales de la teoría del conocimiento es el problema de la justificación,


la determinación de en qué circunstancias una creencia —es decir, un determinado juicio o
proposición a la que asentimos— puede llamarse realmente conocimiento. El planteamiento
clásico de esta cuestión se encuentra en un diálogo platónico, el Teeteto, donde Sócrates
defiende que el término "conocimiento" debe restringirse a las creencias verdaderas y
justificadas, al mismo tiempo que rechaza que la sensación pura y simple pueda ser identificada
con el conocimiento. De acuerdo a esta definición, no basta con afirmar algo verdadero para
considerar que eso constituye conocimiento; las razones por las cuales se afirma deben ser
fundadas y suficientes. Cuando no se dispone de una justificación semejante, se habla de fe,
opinión o convicción, pero no de conocimiento en sentido estricto.

Por su parte, la exigencia de que solo puede considerarse que es conocimiento un conjunto de
proposiciones estrictamente verdaderas (demostrables), ha sido cuestionado. En su Lógica de la
investigación científica, Karl Popper propuso el falibilismo, según el cual incluso la mejor clase
de ciencia empírica es falible. Una posición semejante puede rastrearse ya en René Descartes.

Si partiendo de la llamada "definición platónica" se acepta el punto de vista falibilista, se llega a


la idea de que el concepto que designa la característica central del conocimiento (y la ciencia),
es el de la (adecuada) justificación o prueba.

Justificación a priori y a posteriori

Esta sección es un extracto de A priori y a posteriori.[editar]

Las locuciones latinas a priori12 (‘previo a’)1314 y a posteriori12 (‘posterior a’) se utilizan para
distinguir entre dos tipos de conocimiento: el conocimiento a priori es aquel que, en algún
sentido importante, es independiente de la experiencia;15 mientras que el conocimiento a
posteriori es aquel que, en algún sentido importante, depende de la experiencia.

Por ejemplo, el conocimiento de que «no todos los cisnes son blancos» es un caso de
conocimiento a posteriori, pues se requirió de la observación de cisnes negros para afirmar lo
establecido. Los juicios a posteriori se verifican recurriendo a la experiencia, son juicios
empíricos, se refieren a hechos. Tienen una validez particular y contingente. Ejemplos: «los
alumnos de filosofía son aplicados» o «los ancianos son tranquilos».

En cambio, el conocimiento de que «ningún soltero es casado» no requiere de ninguna


investigación para ser establecido como verdadero, por lo que es un caso de conocimiento a
priori. Parece razonable afirmar que todo el mundo sabe que eso es cierto. Incluso diríamos que
es obvio. ¿De dónde proviene la justificación para ese conocimiento? Está claro que no viene de
haber preguntado a cada soltero si es casado. Más bien, parece que basta con comprender el
significado de los términos involucrados, para convencerse de que la proposición es verdadera.
Esta proposición es un ejemplo de lo que se llama una proposición analítica, es decir una
proposición cuya verdad descansa sobre el significado de los términos involucrados, y no sobre
cómo sea el mundo. Otros ejemplos de proposiciones analíticas podrían ser: «todas las nubes
son nubes», «si llueve, entonces llueve» y «esta manzana es roja o no lo es». Al parecer, cuando
se trata de proposiciones analíticas, nuestra justificación para creer en ellas es a priori. Esto no
quiere decir, por supuesto, que nuestro conocimiento de su verdad sea completamente
independiente de la experiencia, pues el significado de cada término se aprende empíricamente.
Pero una vez entendidos los términos, la justificación de la verdad de las proposiciones no
parece depender de la experiencia (es decir, de cómo sea el mundo). Existen otros candidatos a
conocimiento a priori, cuya justificación a priori no estriba en que la proposición sea analítica.
Por ejemplo, la famosa frase de Descartes, pienso, luego existo, pretende mostrar que para que
alguien sepa que existe, no necesita recurrir a la experiencia, sino que basta con pensar acerca
de ello para convencerse. Otro candidato importante es el conocimiento de Dios. Los
argumentos ontológicos pretenden mostrar, sin recurrir a la experiencia, que Dios existe.

Tradicionalmente, el conocimiento a priori se asocia con el conocimiento de lo universal y


necesario, mientras que el conocimiento a posteriori se asocia con lo particular y contingente.
Como la experiencia sensorial en la que generalmente se basan las justificaciones de las
proposiciones a posteriori no siempre es confiable, estas proposiciones se pueden rechazar sin
caer en contradicciones. Sin embargo, a partir del trabajo El nombrar y la necesidad de Saul
Kripke, actualmente se debate la posibilidad del conocimiento contingente a priori y el
conocimiento necesario a posteriori.

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