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SENTENCIA NÚMERO: CIENTO CATORCE.

En la ciudad de Córdoba, a los  cuatro  días del mes de  octubre    de dos mil dieciocho,
siendo las   once y treinta       hs., se reúnen en audiencia pública, los Señores Vocales
integrantes de la Sala Civil y Comercial del Excmo. Tribunal Superior de Justicia,
Doctores María Marta Cáceres de Bollati, Domingo Juan Sesín y María de las Mercedes
Blanc G. de Arabel, a fin de dictar sentencia en los autos caratulados: “ARTI BLOK
SRL – QUIEBRA INDIRECTA – INCIDENTE DE VERIFICACIÓN TARDÍA
DEDUCIDA POR AFIP – RECURSO DE CASACION – EXPTE N° 419722”,
procediendo en primer lugar a fijar las siguientes cuestiones a resolver.
PRIMERA CUESTIÓN: ¿Es procedente el recurso de casación deducido por la
incidentista, mediante apoderado, con fundamento en la causal del inc. 1° del art. 383
CPCC?
SEGUNDA CUESTIÓN: ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
Conforme al sorteo que en este acto se realiza, los Señores Vocales votan en el siguiente
orden: Doctores María Marta Cáceres de Bollati, Domingo Juan Sesín y María de las
Mercedes Blanc G. de Arabel.
A LA PRIMERA CUESTION PLANTEADA LA SEÑORA VOCAL DOCTORA
MARÍA MARTA CÁCERES DE BOLLATI, DIJO:
I. La incidentista, mediante su apoderado, Dr. Oscar Eugenio Martínez, deduce recurso
de casación en autos: “ARTI BLOCK SRL –QUIEBRA INDIRECTA- INCIDENTE
-DE VERIFICACIÓN TARDÍA DEDUCIDA POR AFIP EN” (EXPTE. n.°
419722), en contra de la Sentencia n.° 83, de fecha 28 de octubre de 2015, dictada por la
Cámara de Apelaciones en lo Civil, Comercial y Contencioso de Primera Nominación
de la ciudad de Río Cuarto, con fundamento en el inc. 1° del art. 383 del CPCC.
Corrido el traslado de ley, el mismo es evacuado por la fallida -por medio de su
apoderado, Dr. Julio Glineur Berne (fs. 657/658)-, el Fiscal de Cámara (fs. 662) y el
síndico Cr. Juan Carlos Pierluca, con el patrocinio del Dr. Fernando David Magoia (fs.
664/665).
Mediante Auto n.° 282, de fecha 18 de noviembre de 2016, la Cámara interviniente
concede la impugnación extraordinaria articulada.
Radicadas las actuaciones en esta Sede, dictado y firme el decreto de autos (fs. 689),
queda el recurso en condiciones de ser resuelto.
II. El escrito de casación admite el siguiente compendio:
a) La recurrente observa, en primer lugar, que la Cámara a quo cambió el eje de la
cuestión a dirimir.
Explica que la sentencia de primera instancia fundó el rechazo de la pretensión fiscal en
el hecho de haberse acompañado “copias simples” de la documental base de la acción.
Añade que su parte rebatió dicha interpretación argumentando que no se trataba de
“copias simples” sino de originales firmados “en original” por funcionarios de AFIP-
DGI debidamente legitimados para realizar ese acto administrativo, o en su caso, de
fotocopias debidamente suscriptas por personal legitimado.
Señala que al dictar el pronunciamiento en crisis, los sentenciantes analizaron la
legitimidad de los funcionarios que suscriben la documentación acompañada, poniendo
en tela de juicio el valor probatorio de la misma, lo que no fue el meollo de la cuestión
debatida, tratando de interpretar de modo particular lo que quiso trasuntar la Sra. Juez
de primera instancia.
b) Denuncia que la resolución atacada incurre en falta de fundamentación y
arbitrariedad al concluir que las fotocopias no autenticadas carecen de valor, sin
investigar el origen de la deuda verificada, tarea que no realizó ni el síndico -que tenía
la obligación de hacerlo- ni el Juzgador, quien -dice- debió dictar una medida para
mejor proveer.
Fustiga que los sentenciantes se hayan conformado con los elementos obrantes en autos
y entiende que se debió buscar la verdad real sobre la acreencia fiscal, teniendo
facultades suficientes para ello.
En esta senda, destaca que la Cámara debió dictar una medida para mejor proveer a
efectos de corroborar la documental acompañada en fotocopias con firmas originales,
para así zanjar la cuestión.
Agrega que también debió exhortar al Juzgado Federal de 1° Instancia de Río Cuarto,
Secretaría de Ejecuciones Fiscales, para requerir información o la remisión de los
expedientes de las deudas fiscales ejecutadas.
Cita profusa doctrina y jurisprudencia sobre el rol activo del Juez para esclarecer los
hechos controvertidos y procurar la verdad jurídica objetiva.
Expresa que los expedientes judiciales ventilados por ante el Juzgado Federal de Río IV
fueron remitidos al Juzgado Civil y Comercial de Cuarta Nominación, con fecha 31 de
marzo de 2006, por lo tanto, al no ser considerados por la primera y segunda instancia
juzgadora, estaríamos frente a una nulidad absoluta de la sentencia, en razón de no
haberse tomado en cuenta estas pruebas.
Insiste en que la documentación que se acompañó, en todos los casos se presentó
conjuntamente con los distintos escritos, estos últimos firmados por persona
competente, sea escrito de verificación de crédito, expresión de agravios.
Adita que no se trató de hechos aislados o introducidos circunstancialmente en el
expediente, sino que se corresponden con documentación y antecedentes oportunamente
confeccionados en Sede Administrativa o vía electrónica.
Transcribe lo normado por el art. 45 de la ley 11.672 (T.O. por Decreto 689/99) en
relación a la naturaleza y valor probatorio de los documentos redactados en primera
generación en soportes electrónicos y ópticos indelebles.
Explica que el Juez administrativo o funcionario público certifica la autenticidad del
reporte que emiten los sistemas informáticos de la AFIP-DGI, como en el presente caso,
y dicho reporte consiste en el reflejo de la información relativa a la autodeterminación
de los impuestos que surgen de la DDJJ efectuada por el propio contribuyente ante esta
repartición y en cumplimiento de las respectivas resoluciones. Afirma que dicha
autenticación otorga al documento el carácter de instrumento público.
Pide se tenga presente que la concursada tuvo a su alcance el procedimiento previsto en
la referida Ley 11.683 y debió impugnar administrativamente si así lo consideraba
procedente.
Destaca que son actos administrativos firmes, consentidos y en condiciones de
ejecutarse judicialmente -como aconteció-, sobre los que recae la presunción de
legitimidad prevista en el art. 12, Ley 19.549.
Afirma que los argumentos de la fallida no revisten trascendencia jurídica para
desvirtuar la legitimidad de lo actuado, siendo su presentación formal y sustancialmente
improcedente.
Reitera lo expresado en grado de apelación en relación a que los certificados y boletas
de deudas son título ejecutivo causal. Cita jurisprudencia.
Respecto de la afirmación de la Alzada referida a la falta de datos para corroborar las
liquidaciones, señala que en autos se acompañó formulario con cuadro de intereses y
tasas acumuladas sobre intereses resarcitorios y punitorios, glosada a fs. 347.
Insiste en que se debió analizar el origen de toda la documentación presentada, obrando
los originales en poder de esta Administración y lo acompañado son copias o fotocopia
o impresión de pantalla del sistema informático, correctamente autenticado por personal
de AFIP-DGI debidamente autorizado para ello (art. 4, Decreto n.° 618/97), habiendo
sido suscriptas por Jefes de División, Jefes de Sección, Agentes Fiscales, todas personas
con competencia suficiente desde el punto de vista territorial o desde el punto de vista
de la jerarquía requerida (art. 7, Ley 19.549).
c) Fustiga la decisión de imponer la totalidad de las costas a su parte, tanto del abogado
del concursado como de la sindicatura, atento el escaso valor técnico de su contestación,
la que versa sobre críticas sin base cierta.
Expresa que del análisis armónico del total de las pruebas arrimadas al proceso, surge
que no se puede analizar cada una de ellas en forma compartimentada, pues se trata de
un solo contribuyente y mayoritariamente, de declaraciones juradas hechas por el propio
concursado.
Observa que el síndico no aclaró ni aportó nuevos conceptos útiles a la causa, pese a
que su función consiste en agotar los medios de investigación idóneos para formarse
una opinión cabal y fundada de cada crédito, a fin de volcarla luego como dictamen en
el informe individual.
Objeta la falta de prueba que le endilga la Cámara a quo puesto que en los rubros
reclamados en el proceso verificatorio se encuentran debidamente clarificados los
conceptos, períodos e importes adeudados, así que no deberían formar parte del monto
regulatorio.
III. Relacionadas de este modo las censuras, anticipo que la casación articulada debe ser
rechazada, pues lejos de identificar vicios formales o de actividad, se reduce a una
discrepancia con la solución de mérito acordada en base a la valoración de la prueba
rendida, lo que obsta a la habilitación de la instancia extraordinaria por la causal
casatoria intentada (inc. 1°, art. 383 del CPCC).
Acto seguido, procedo a justificar tal aserto.
IV. La censura por la que se enrostra al resolutorio en crisis haber cambiado el eje de
la cuestión debatida, no resulta atendible.
La serena lectura de los términos del pronunciamiento objeto de ataque, cotejados con
los que conformaran la apelación y las demás constancias que informa la causa, excluye
de plano que la Cámara haya desbordado los límites de la competencia habilitada para el
conocimiento del recurso (arts. 356 y 332, CPCC).
Repárese que en primera instancia la Juez a quo rechazó la pretensión verificatoria por
considerar que no se acreditó la causa, monto y privilegio de las obligaciones que la
AFIP pretendía insinuar en el pasivo falencial, atento que sólo se acompañaron copias
simples de la documental sustentadora del crédito reclamado (Sentencia n.° 107 del 16
de julio de 2012, fs. 476/481).
La decisión fue recurrida por la Administración quien, en grado de apelación, invocó
que “…se acompañaron las constancias documentales exigidas por el art. 32 de la
LCQ, firmadas por los funcionarios administrativos autorizados para ello” (ver escrito
de expresión de agravios, fs. 519 vta.).
En la misma senda, manifestó: “…los originales de ella se hallan en poder de esta
administración y lo acompañado son copias o fotocopia o impresión de pantalla del
sistema informático, correctamente autenticado, por personal de AFIP-DGI
debidamente autorizado para ello (Art. 4° del Decreto N° 618/97), así encontramos que
fueron suscriptas por: Jefes de División, Jefes de Sección, Agentes Fiscales, repito
todas personas con competencia suficiente tanto desde el punto de vista territorial o
desde el punto de vista de la jerarquía requerida (Art. 7° Ley 19.549)…” (ver traslado
de la contestación de la apelación formulada por la fallida, fs. 529 vta.).
Frente al marco procesal descripto, surge patente que los sentenciantes se hallaban
plenamente habilitados para pronunciarse sobre la eficacia convictiva de la
documentación acompañada en orden a la prueba de la causa, monto y privilegio de los
créditos, puesto que justamente sobre ese extremo recayó la impugnación de la apelante.
De allí que, el debate en torno a la facultad fedataria de los Agentes Fiscales -argumento
expresamente llevado en apelación por la interesada-, formó parte de la materia elevada
a la competencia del órgano de alzada.
En ese orden de ideas, la Cámara sostuvo: “…en mi opinión no se ha tratado de una
errónea percepción de las constancias de la proceso sino de considerar que no se ha
acreditado en la causa que los nombrados estén facultados para autenticar copias o
testimonios en los términos que refiere el segundo inciso del art. 979 de la Ley 340,
conclusión que no ha desvirtuado la apelante, como referí precedentemente aunque
aludiendo a los Agentes Fiscales, pues la normativa que cita no refiere que los Jefes de
Sección tengan facultades fedatarias (fs. 638).
A continuación, agregó: “En el caso el apoderado de la fallida impugnó expresamente
la autenticidad de toda la documentación acompañada por tratarse de “fotocopias
simples”, siendo insuficiente, como señalé precedentemente, la firma del Agente Fiscal
quien, por otra parte, en ningún momento realizó manifestación alguna sobre la
autenticidad de las reproducciones” (fs. 638 vta.).
Lo expuesto sella, sin más, la suerte adversa de la censura.
V. Tampoco asiste razón a la recurrente cuando denuncia que el resolutorio incurre en
falta de fundamentación y arbitrariedad al concluir que las fotocopias no autenticadas
carecen de valor probatorio, sin investigar el origen de la deuda verificada.
V.1. El cuestionamiento formulado por la casacionista en orden a que la Cámara a quo
debió dictar una medida para mejor proveer para corroborar la autenticidad de la
documental presentada en respaldo de la pretensión verificatoria, no merece recibo.
En principio, en el marco del proceso civil, netamente dispositivo, las medidas para
mejor proveer son de carácter eminentemente facultativo para los juzgadores, a tal
punto que se ha expresado que la omisión en disponerlas no resulta hábil para fundar
agravios (CSJN, González, Ciriaco c/ ANSeS s/ jub. invalidez ley 24.241 (CMC),
24/04/2003, T. 326).
En igual sentido se ha expedido esta Sala en reiterados pronunciamientos (cfr. A.I. n.º
220/08, Sent. n.° 245/13, entre otros).
Para justificar tal aserto, cuadra advertir que la propia letra de la ley -art. 325 del CPCC-
establece que “los tribunales podrán, para mejor proveer”, disponer las medidas que la
norma enumera.
Se aprecia claro, entonces, que la ley procesal vigente remite la alternativa de
diligenciar medidas para mejor proveer a la facultad discrecional del Tribunal, por
manera que la tácita decisión de prescindir de ellas se halla -al menos en principio-
sustraída como materia pasible de revisión en instancias recursivas.
En este sentido, la doctrina ha destacado que una de las consecuencias derivadas del
carácter facultativo de las medidas, es la improcedencia del recurso de nulidad en contra
de una sentencia, fundado en la presunta omisión del sentenciante de ordenar medidas
para mejor proveer (MASSANO, Gustavo, en VÉNICA, Oscar, Código Procesal Civil y
Comercial de la Provincia de Córdoba - Ley 8465, Tomo III, Lerner, Córdoba, 1999, p.
138).
Así, se ha dicho que: “En cuanto a que dejó de hacer uso de las medidas para mejor
proveer, siendo éstas meramente facultativas del órgano judicial y libradas a su
exclusivo arbitrio como unanimidad se pronuncia doctrina y jurisprudencia
(RAMACCIOTTI, “Compendio...”, T. I, pág. 779), su no uso no puede dar lugar a
reclamo alguno, y menos fundar un recurso de nulidad relativo a las formas de la
sentencia” (Cam. Ap. San Francisco, LLC 1994-855, citado por MASSANO, Gustavo,
en VÉNICA, Oscar, ob. y loc. cit., p. 139).
Sobre el particular, resulta contundente lo señalado en el sentido que: “el principio
protectorio veda tal planteo (art. 78, pto. 3), ya que quien omitió ofrecer un elemento de
prueba oportunamente y aún más consiente el dictado del decreto de autos, luego no
puede denunciar válidamente que el magistrado haya preterido incorporar
oficiosamente un elemento de descargo. Sería tanto como reconocer la propia
negligencia (DIAZ VILLASUSO, Mariano, Código Procesal Civil y Comercial de la
Provincia de Córdoba, t. II, Advocatus, pág. 268).
Si bien las medidas para mejor proveer muchas veces resultan de gran utilidad para el
juzgador, en aras de dictar una resolución que se ajuste lo más posible a la verdad
jurídica objetiva, lo cierto es que la decisión jurisdiccional sobre la conveniencia o no
de dictar una de estas medidas es -como se dijo, y siempre que se respeten los cánones
del art. 325 del CPCC- una facultad discrecional de los magistrados y una cuestión de
mérito, cuya revisión en casación resulta en principio inviable.
De allí que, como regla, no puede decirse que la omisión de ordenar una medida de este
tipo constituya un vicio de actividad en el marco del inc. 1º del art. 383 del CPCC.
V.2. Por lo demás, cabe destacar que -a despecho de lo argüido en el embate-, la
decisión impugnada se encuentra suficientemente fundada.
La Cámara a quo ha explicitado las razones fáctico-jurídicas que abonan la conclusión
asumida, independientemente de que ésta no sea favorable a los intereses de la
casacionista, siendo su acierto intrínseco irrevisable por la vía impugnativa escogida
(inc. 1°, art. 383 del CPCC).
En efecto, la lectura del resolutorio revela que los sentenciantes justificaron
acabadamente -en base a la valoración de la prueba rendida en la causa-, el
temperamento adoptado en orden a considerar que no se encontraba acreditada la causa
de las acreencias fiscales.
Así, el órgano de juicio comenzó su razonamiento, destacando que los incidentes de
verificación y revisión de créditos en el concurso del deudor son procesos de
conocimiento, con amplitud de debate y prueba, en los que se debe invocar y en su caso,
demostrar la causa del crédito que se insinúa (arts. 32, 26 y 200 ley 24.522), carga que
pesa sobre todo acreedor concurrente y de la que no se encuentran exentos los
organismos públicos por el sólo hecho de serlo (fs. 636).
A ello agregó que si bien se presume la legitimidad de los certificados de deuda, cuando
su validez formal o valor convictivo es desconocido -como sucedió en la presente
causa- pesa sobre el acreedor la carga de acreditar debidamente la causa de su crédito
(fs. 636).
A la luz de tales pautas conceptuales, y tras analizar los elementos probatorios rendidos
en la causa, la Cámara concluyó que la AFIP no logró acreditar la causa, monto y
privilegio de las deudas invocadas.
Al respecto, destacó que frente a la impugnación de la autenticidad de la documental
por parte de la fallida, la interesada en ningún momento manifestó haber acompañado
los originales a los fines de su compulsa (fs. 636 vta./637).
Agregó que la práctica tribunalicia no se condice con lo argüido por la recurrente y que
de haber observado alguna omisión del personal dependiente del Poder Judicial en
relación a la compulsa de la documentación presentada o el cargo inserto, debió requerir
la correspondiente subsanación, conducta que la AFIP ni siquiera invocó haber seguido
con resultado adverso (fs. 639).
De otro costado, a despecho de lo aducido por la impugnante, y con particular referencia
a las copias de los Certificados de Deudas y Boletas de Deudas adjuntadas a la causa,
los sentenciantes concluyeron que la firma de Agentes Fiscales o Jefes de Sección
inserta en la documental, no tiene eficacia autenticante.
Sobre el tópico, expresaron: “Al respecto sostuvo el apoderado de la recurrente (no en
el libelo de expresión de agravios sino en la contestación -fs. 529/530- del ofrecimiento
de prueba de la fallida) que se trata de reproducciones correctamente autenticadas
“por personal de AFIP-DGI debidamente autorizado para ello”, sin que surja de la
normativa que cita que los Agentes Fiscales cuenten con esa facultad fedataria, por lo
que no procede considerarlos instrumentos públicos en los términos del segundo inciso
del art. 979 del Código Civil anteriormente en vigencia (Ley 340)” (fs. 637 vta.).
También descartaron que los “reflejos de pantalla” incorporados al proceso, ostenten, en
el caso, eficacia convictiva.
En el temperamento de la Alzada, dichas reproducciones incorporadas en soporte papel,
impugnadas en su autenticidad por tratarse de copias simples y suscriptas sólo por el
Agente Fiscal Abogado Ricardo Hugo Perrota, no pueden considerarse comprendidas en
el art. 45 de la Ley 11.672 (fs. 638 in fine).
Así, afirmaron: “Como todo documento, el “electrónico” debe ser autenticado
conforme a la modalidad de su presentación: si se lo acompaña “en soporte papel
sacado por impresora, en cuyo caso se está en presencia de un instrumento
informático”(…) correspondiendo en tal caso realizar “un cotejo pericial entre el
documento escrito y el soporte magnético, sirviendo en este caso de copia de fiel
reproducción”(…) Consecuentemente, si no se requirió ni produjo la respectiva
pericial, no es factible acordar valor convictivo a los reflejos de pantalla incorporados
al incidente en soporte papel” (fs. 628 vta.).
Finalmente, en relación al reproche por no haber requerido al Juzgado Federal de esta
ciudad la remisión de los expedientes cuyo cobro la AFIP procuró por vía ejecutiva, la
Cámara entendió que correspondía a la entidad fiscal -por encontrarse en inmejorable
situación para conocer si aquellos habían sido enviados al juzgado donde tramita la
quiebra- ofrecerlos como prueba y solicitar se libre el respectivo oficio para obtener su
radicación ante la Jueza interviniente en la falencia (fs. 639).
La argumentación precedentemente transcripta permite descartar que exista la acusada
falta de motivación, puesto que el órgano de alzada ha fundado acabadamente su
decisión en base a la ponderación crítica del material probatorio arrimado al proceso.
Cabe recordar que en el marco de un proceso concursal de verificación de créditos no
existen reglas probatorias fijas y estables impuestas legalmente, la ponderación de las
circunstancias que llevan a tener por demostrada -desde el punto de vista causal- la
obligación del contribuyente, queda librada al criterio prudencial de los jueces de
mérito, según las reglas de la sana crítica racional.
Siendo ello así, resultan inaudibles las censuras en cuanto apuntan, en definitiva, a que -
efectuándose una revisión de la tarea de selección y valoración de la prueba rendida-
este Alto Cuerpo declare que el crédito cuya verificación se pretende ha sido
debidamente acreditado con la documentación oportunamente glosada al expediente.
Como es sabido, tal actividad se encuentra vedada a esta Sala por el carril impugnativo
utilizado, desde que aquellas cuestiones pertenecen a la soberanía de los órganos de
Mérito (cfr. TSJ, Sala CyC, Sent. n.° 205/11, entre otras).
V.3. Resta añadir que tampoco se verifica arbitrariedad  en la decisión de la Alzada.
Sucede que, conforme lo ha explicado esta Sala en numerosas oportunidades, la
arbitrariedad normativa pasible de denuncia casatoria por el motivo que prevé el inc. 1°,
art. 383 del CPCC, sólo admite prédica ante un ostensible apartamiento del
ordenamiento jurídico vigente, que excediendo el marco de lo opinable, deja al fallo
huérfano de la fundamentación legal requerible para que las resoluciones alcancen el
grado de acto jurisdiccional válido (arts. 155, Const. Prov. y 326 del CPCC).
Y por cierto que, en el caso de autos, dicha imputación no halla cabida en relación a la
interpretación legal que la Cámara a quo auspiciara atribuir al art. 45 de la ley 11.672
(t.o. por Decreto 689/99), en tanto, se comparta o no el sentido que la preside, la misma
encuentra respaldo en un importante sector de la jurisprudencia y la doctrina
especializada, lo cual descarta ab initio toda alternativa de pregonar verificado el vicio
de que se trata.
En efecto, nótese que sobre el tópico, se ha expresado que: “la condición de
instrumento público de los ´certificados de deuda´ o ´boletas de deuda´ emanados de
reparticiones oficiales, debe entenderse limitada al ámbito ejecutivo para el que han
sido previstos, sin que quepa extenderla a procesos de cognición plena como el de
verificación de créditos, donde, por imperativo legal, debe aducirse y probarse la
causa de la obligación (...) Ello es así, pues los organismos públicos se encuentran, a
estos efectos y en dicho marco, en pie de igualdad con el resto de los acreedores, por lo
que no sería legítimo admitir en su beneficio distinciones o prerrogativas que la ley no
establece y que conculcan en definitiva el principio de la pars conditio creditorum (...)
Asimismo, las impresiones de ´reflejos de pantalla´ de consulta de declaraciones
juradas, con las cuales se intenta acreditar la deuda por su falta de pago en los
períodos diciembre de 2004 a marzo de 2005, tampoco resultan bastantes con ese
designio. Es que dichas impresiones constituyen material probatorio elaborado
unilateralmente y que, por cierto, no reviste el carácter de instrumento público". (C.
Nac. de Apel. en lo Com., Sala C, in re: "MODULOR S/ Quiebra (AFIP)", Expediente
Nº 5853.10; 02/07/2010; LL Sup. C. y Q. 2010 (diciembre), 37. Cita on line:
AR/JUR/46431/2010. El énfasis ha sido agregado). En el mismo sentido, también
rechazando un planteo de arbitrariedad, se ha expedido la Suprema Corte de Justicia de
la Provincia de Mendoza (AFIP EN J: 62.486 GUERRA VICTOR HUGO P/ CONC.
PREV. P/ REC. REVISIÓN", 2/10/07, citado en MJ-JU-M-16415-AR | MJJ16415 |
MJJ16415). Igual solución ha adoptado cierto sector de la doctrina (V.gr. CASADIO
MARTÍNEZ, Claudio Alfredo, El ´Reflejo de pantalla´ y la acreditación de la causa en
la verificación concursal, LLC 2008 (septiembre), 837).
Queda así en evidencia la verdadera entidad del embate que, lejos de evidenciar la
existencia de la irregularidad acusada, tan sólo trasunta la discrepancia de la vencida
con el criterio jurídico sustentado por el órgano de Alzada, aspecto éste de la decisión
cuyo eventual desacierto sólo podría ser revisado en esta Sede extraordinaria por los
carriles contemplados en los incs. 3° y 4° del art. 383, CPCC, que en el caso, no han
sido esgrimidos.
V.4. Tampoco resulta de recibo la censura por la que se acusa nulidad absoluta de la
sentencia en razón no haberse valorado los expedientes donde tramitaron las
ejecuciones fiscales de los créditos cuya verificación persigue.
Adviértase que, en la inteligencia asumida por la Cámara a quo, pesaba sobre el
acreedor la carga de ofrecer tales obrados como prueba al promover la demanda
incidental -si conocía que los mismos habían sido enviados al juzgado- o bien requerir
se librara el respectivo oficio para su radicación en el Juzgado de la quiebra (fs. 639).
Por tanto, habiendo declarado la propia recurrente -recién en esta instancia
extraordinaria- que según “surge de los antecedentes” los expedientes fueron enviados
al Juzgado de la quiebra con fecha 31 de marzo de 2006, es decir, aún antes de
presentarse la demanda incidental, la acusada omisión solo podría ser imputable a su
propia negligencia, atento ser quien debía probar la causa de sus créditos.
VI. Igual suerte adversa merece la crítica proyectada contra la imposición de costas a
su parte, dispuesta en función del principio objetivo de derrota.
Aun soslayando la deficiencia técnica de este segmento impugnativo -atento que ni
siquiera se invoca el motivo casatorio en que se funda (arg. art. 385 del CPCC)-, la
censura no puede admitirse.
Esta Sala ha sostenido que el modo como han sido impuestas las costas constituye
materia examinable en casación sólo cuando la decisión adoptada resulte infundada o
arbitraria (cfr.: entre otros, A.I. n.° 82/99); por lo que "no corresponde abordar su
tratamiento cuando ésta se siga del carácter de vencido respecto de la cuestión
principal, haciendo innecesario o sobreabundante todo otro fundamento al respecto,
desde que así resulta de la previsión legal expresa (art. 130, CPCC)" (cfr. A.I. n.°
392/07, 5/12, 307/14, 273/15, Sent. n.º 21/01, 188/12, entre muchos otros).
En efecto, el art. 130 del CPCC autoriza a decidir la imposición de costas sin brindar
fundamentación autónoma, cuando éstas se carguen al vencido en juicio. Esta
prescripción legal no resulta caprichosa, puesto que los fundamentos que se brinden
sobre la cuestión principal en litigio y que determinan el carácter de vencido de una de
las partes, sirven para justificar una condena en costas coherente con el hecho objetivo
de la derrota.
Siguiendo estas pautas, la decisión que dispuso imponer las costas a la incidentista en
función de su condición de vencida, no resulta infundada ni arbitraria, aun cuando no
sea del agrado de la casacionista.
VII. En mérito de todo lo desarrollado, voto por la negativa a la primera cuestión
planteada.
A LA PRIMERA CUESTIÓN PLANTEADA EL SEÑOR VOCAL DOCTOR
DOMINGO JUAN SESÍN, DIJO:
Adhiero a los fundamentos brindados por la Señora Vocal María Marta Cáceres de
Bollati. Por ello, compartiéndolos, voto en igual sentido a la primera cuestión planteada.
A LA PRIMERA CUESTIÓN PLANTEADA LA SEÑORA VOCAL DOCTORA
M. DE LAS MERCEDES BLANC G. DE ARABEL, DIJO:
Comparto los fundamentos expuestos por la Señora Vocal del primer voto.
Así voto.
A LA SEGUNDA CUESTION PLANTEADA LA SEÑORA VOCAL DOCTORA
MARÍA MARTA CÁCERES DE BOLLATI, DIJO:
En mérito de la respuesta dada al primer interrogante propongo:
I. Rechazar el recurso de casación articulado por la incidentista -mediante su apoderado,
Dr. Oscar Eugenio Martínez- con fundamento en el inc. 1° del art. 383 del CPCC.
II. Las costas de esta Sede extraordinaria se imponen a la recurrente por resultar
vencida (art. 130 del CPCC).
A los fines de establecer los porcentajes regulatorios de los honorarios profesionales,
cabe tener presente que esta Sala ha sentado doctrina dirimiendo la recta inteligencia de
la derivación que a la norma arancelaria local prevé el art. 287 LCQ para el caso de
incidentes de verificación tardía de créditos (conf. autos “Incidente de Revisión
deducido por Caja Nacional de Ahorro y Seguro (en liquidación) en autos: Gastaldi
Hnos. S.A.C.I. y C.F. E I. - s/ Concurso Preventivo – Recurso de Casación”, S.Nº 150
del 7/12/2005 y “García Lerchundi María Elena- Pequeño Concurso Preventivo-
Verificación tardía (Arts. 260 y 56 LCQ)- Transpres S.A.- Recurso de Casación”, S.Nº
282 del 20/11/2011); por lo cual corresponde fijar en el 17 % del mínimo de la escala
del art. 36 Ley 9459, el porcentaje para la oportuna regulación de honorarios del letrado
apoderado de la fallida, Dr. Julio Glineur Berne, e idéntico porcentaje, en conjunto, al
Síndico Contador Juan Carlos Pierluca y a su asesor letrado Dr. Fernando David
Magoia (arts. 39, 40 y 83 inc. 1° primera parte de la Ley 9459 y art. 287, ley 24.522).
No se regulan estipendios a los letrados de la perdidosa en esta oportunidad (arg. art. 26,
a contrario sensu, ley 9459).
Así voto.
A LA SEGUNDA CUESTIÓN PLANTEADA EL SEÑOR VOCAL DOCTOR
DOMINGO JUAN SESÍN DIJO:
Adhiero a la solución propuesta por la Señora Vocal del primer voto.
Voto en idéntico sentido.
A LA SEGUNDA CUESTIÓN PLANTEADA LA SEÑORA VOCAL DOCTORA
M. DE LAS MERCEDES BLANC G. DE ARABEL DIJO:
Coincido con el sentido resolutivo que postula la Doctora María Marta Cáceres de
Bollati, por lo que me pronuncio en el mismo sentido.
Por el resultado de los votos emitidos, previo acuerdo, el Tribunal Superior de Justicia,
por intermedio de su Sala en lo Civil y Comercial,
RESUELVE:
I. Rechazar el recurso de casación interpuesto por el motivo del inc. 1º, art. 383, CPCC.
II. Imponer las costas a la recurrente por resultar vencida. Establecer el porcentaje para
la oportuna regulación de honorarios del apoderado de la fallida, Dr. Julio Glineur
Berne, en el diecisiete por ciento (17 %) del mínimo de la escala del art. 36, ley 9459, e
idéntico porcentaje, en conjunto, al Síndico Contador Juan Carlos Pierluca y a su asesor
letrado Dr. Fernando David Magoia. No regular honorarios a los letrados de la parte
perdidosa.
Protocolícese e incorpórese copia.

CACERES de BOLLATI, María Marta


VOCAL TRIBUNAL SUPERIOR DE JUSTICIA

BLANC GERZICICH de ARABEL, Maria de


SESIN, Domingo Juan
las Mercedes
VOCAL TRIBUNAL SUPERIOR DE
VOCAL TRIBUNAL SUPERIOR DE
JUSTICIA
JUSTICIA

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