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sin pagar.
ANTONIA. -¿También ellos?
JUAN. -¿Cómo que también ellos?
ANTONIA. -Quiero decir que no solo esos cuatro o cinco..., que los demás
también.
JUAN. -Y no acaba ahí la historia. Figúrate que al volver a casa he pasado
por un supermercado, y un montón de mujeres salían gritando, llenas de
bolsas, y resulta que lo habían cogido todo pagando lo que habían querido.
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JUAN. -No. No. Eso no.
ANTONIA. - No te preocupes, que ya mismo lo arreglo. (Se pone el abrigo)
JUAN.- ¿Para dónde vas?
ANTONIA.- A casa de margarita que hoy hizo mercado, seguro me
prestara algo. Tú mientras, mira la tele, que ya saldrá algún ministro
hablando de la crisis, diciendo que tenemos que pagar más impuestos y
apretarnos el cinturón. ¡Vuelvo en seguida!
JUAN. -Pero…. sin cabezas de conejo, por favor.
ANTONIA. -Tranquilo, que esta vez me traigo las patas. (Sale).
JUAN. -Muy graciosa, con el hambre que tengo. (Coge una lata y la abre.)
Voy a probarlo, pues… huele a mermelada con un toque de riñones. Le voy
a poner unas gotas de limón, (Se oye la sirena de la policía.) ¿Qué será ese
escándalo? (Llaman a la puerta).
JUAN.- ¿Quién es?
Voz de afuera. -Abra. Policía
JUAN. -(Abre.) (La Inspectora entrando manda a Juan contra la mesa)
INSPECTORA. -Registro. Aquí está la orden. Registro en toda la casa.
JUAN. -¿Y qué buscan?
INSPECTORA. -Oiga, no se haga el tonto. Buscamos la mercancía robada, o,
si prefiere, la mercancía retirada a precio fuertemente rebajado del
supermercado del barrio.
JUAN. -¿Y vienen a buscarla a mi casa? Eso es como llamarme ladrón.
INSPECTORA. -Tómeselo como quiera. Yo no tengo que ver. He recibido
órdenes y tengo que cumplirlas.
JUAN. -Pues cumpla, cumpla. Oiga, le advierto que esto es una provocación,
o, peor aún, ¡una tomadera de pelo! Vienen a reírse de nosotros, después
de dejarnos morir de hambre. Mire… mire lo que tengo hoy para cenar:
carne compuesta para perros exigentes, o una sopita de alpiste con
cabezas de conejo.
INSPECTOR. -¿Usted se come eso?
JUAN. -Qué remedio. No está tan mal, ¿sabe? ¿Le apetece? Con unas gotas
de limón pasa. Pruébelo, es buenísimo para la diabetes.
INSPECTORA. -No, gracias.
INSPECTORA. -¿Me está tomando el pelo?
JUAN. -Ni hablar. Mire, aquí está.
INSPECTORA. -(la inspectora recibe, se sienta y comienza a comer).
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La verdad es que con el sueldo que nos dan..., las paso moradas, y eso que
como en la comisaria. Mire, yo le comprendo, y también a esas mujeres del
supermercado.
JUAN. -¿Qué quiere decir?
INSPECTORA. -Pues sí, así no se puede seguir. Usted no me creerá, pero
para mí es un mal trago venir aquí, a efectuar este registro. Y para quién,
además ¡Esos sí que roban!
JUAN. -Oiga, usted si es inspectora de policía, ¿verdad?
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JUAN. - ¡Vaya Infeliz!
ANTONIA. -¡Imagínate que están registrando piso por piso!.
JUAN, -Sí, ya lo sé. Porque aquí han venido y...
ANTONIA. -¿Que han venido?
JUAN. -Claro. Y les he dicho: Vengan, registren donde quieran, debajo de la
cama, en el armario...
ANTONIA. -¿pero qué encontraron?
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JUAN. -(Abre.) Buenas noches..., ¿otra vez?
BRIGADA. -¿Cómo que otra vez ?
JUAN. -Usted perdone, le había tomado por la de antes.
BRIGADA. -¿Cuál de antes?
JUAN. -Una inspectora de policía.
BRIGADA. -Pues yo soy brigada de carabineros, tengo que efectuar un
registro.
JUAN. -Pero si ya lo han hecho hace un rato sus colegas de la policía.
BRIGADA. -No importa. Nosotros volvemos a hacerlo.
JUAN. -Ah, ya, no se fían, y por eso vuelven a ver si hemos hecho algún
truco.
BRIGADA. -Ya está bien. Quítese de en medio Y déjenos trabajar. (Va hacia
la cama.)
ANTONIA. -¡Pues claro!, todos tienen que hacer su trabajo. ¡Nosotros en
una fábrica ocho horas, y ellos trabajan para controlar que paguemos los
precios que ellos quieran! A que no controlan que los ricos paguen lo
justo, que no alcen los precios, que no nos desahucien con más impuestos.
(El BRIGADA prosigue su trabajo)
JUAN. -No digas eso, que a ellos tampoco les gusta hacerlo. ¿Verdad?
Dígaselo a mi mujer, que ustedes también están hartos de que les manden
a golpe de silbato ¡como perros guardianes!
BRIGADA. -Oiga, ¿qué es eso de perros guardianes? Le voy a arrestar.
JUAN. -¿Y eso por qué?
BRIGADA. -Por ofensa e insultos a oficial público.
JUAN. -¿Qué insultos? Si eso lo dijo hace un rato esa colega suya de la
policía. Dijo que se sentían ustedes como perros guardianes.
BRIGADA. -¿Quien, nosotros los carabineros?
JUAN, -No, ella se refería a los de la policía.
BRIGADA. -Ah, bueno; si los de la policía se sienten perros, allá ellos. Pero
cuidado con lo que habla. (el Brigada se acerca a la cama.)
ANTONIA. -(A MARGARITA) Quéjate, llora (le pega).
MARGARITA. -¡Auuuuuuuu!
ANTONIA. -Más fuerte (le vuelve a pegar).
MARGARITA. -¡Ayyyyyy! ¡Auuuuuuu!
BRIGADA. -¿Qué le ocurre?
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JUAN. -Parto prematuro, de cinco meses.
ANTONIA. -Es que hace un rato tuvo una crisis, por culpa de un sargento
que quería palparle la tripa a la pobre.
BRIGADA. -¿Palparle la tripa?
JUAN. –Sí, para ver si en lugar del niño llevaba arroz o macarrones...
¡Adelante, tóquela!, claro, como es una obrera todo está permitido,
¡adelante, vaya, pálpele la tripa a esta obrera!
BRIGADA. - Me está provocando, ¿sabe?
ANTONIA. -Sí, Juan, te estás pasando; déjalo ya. (Antonia le pega a
Margarita para que grite).
MARGARITA. -¡Ayyyyyyy! ¡Auuuuuu! (exclama muy duro)
BRIGADA. -¿Han llamado a una ambulancia?
ANTONIA. -¿Una ambulancia?
BRIGADA. -No pueden dejar ahí a esa pobre mujer, corre riesgo su vida y
la del niño.
JUAN. -Tiene razón.
ANTONIA. -Es que no sabe a qué a nosotros los del Sisbén nos toca
reservar cama con un mes de anticipación, sino no la aceptarán en ningún
hospital. Y que la mandan de un hospital a otro por toda la ciudad, y así se
nace el niño en la ambulancia y como es prematuro va y se muere. (Se oye
una sirena)
BRIGIDA. -Es evidente que ustedes desconocen los progresos de la
medicina moderna. Es que ignoran lo avanzados que están en el centro
ginecológico. Yo he estado allí y vi cómo hacían un trasplante.
JUAN Y ANTONIA. -¿Un trasplante de qué?
BRIGADA. -De un prematuro. Sacaron un niño de cuatro meses y medio del
vientre de una mujer que no podía seguir teniéndolo, y lo colocaron en el
vientre de otra mujer.
JUAN. -¿En el vientre?
BRIGADA. -Sí, mediante cesárea. Se lo injertaron con placenta y todo,
volvieron a coser, y a los cuatro meses volvió a nacer como si tal cosa,
estupendamente.
MARGARITA. -Queeee (hace cara de incrédula) (Antonia la pellizca y
Margarita grita) ¡Nooo! (el Brigada la mira y ella disimula sobándose el
brazo) nooo…. no quiero, ¡no doy mi consentimiento!
ANTONIA. -Ya lo oye. No da su consentimiento, por tanto no podemos
llevárnosla de aquí; y como su marido no está, nosotros no asumimos esa
responsabilidad.
BRIGADA. -Pues yo doy mi consentimiento y asumo toda la
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responsabilidad. ¡Mando a subir una camilla! (sale con Juan)
MARGARITA. – Oye, no te pases, estoy cansada de que me pegues todo el
tiempo. Además, esto va a acabar mal ¿qué va a pasar en el hospital cuando
se den cuenta de que estoy llena es de arroz y macarrones?
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LUIS. – Pero porque Margarita dejo la casa abierta sin dejar alguna nota.
JUAN. -¿Por qué iba a dejarte una nota? Tú tendrías que estar en la fábrica
haciendo tu turno de noche. A propósito, ¿cómo es que has vuelto?
LUIS. -Todos nosotros, hemos tocado la alarma y nos hemos bajado a las
vías. Hemos bloqueado todas las líneas. Nos declaramos en paro, Si
hubieras visto a los ejecutivos...
JUAN. -Perdona, Luis, pero me parece una estupidez. Seguro que has
estado con algún sindicalista de esos.
LUIS. -No; he tomado esa decisión yo solo. No podemos esperar buena
voluntad por parte del gobierno, o que intervengan los sindicatos. No, se
acabó ... nos vamos a paro.
(Prueba de una lata abierta!) Hum, no está mal este paté. ¿ De qué es?
JUAN. -¿Has comido de esa lata?
LUIS. -Sí, perdóname, pero tenía hambre.
JUAN.-(Lee) Paté para perros exigentes.
LUIS. -¿Qué? ¿Te has vuelto loco?
JUAN. -No, me volví gourmet. ¿Quién se ha comido una aceituna?
LUIS. -Yo, ¿no podía comérmela?
JUAN. -¡Claro que no! ¡Era la aceituna de tu hijo!¡Pobre criatura!
LUIS. -¿Qué es eso de la aceituna de mi hijo...? ¿De qué hijo?
JUAN, - Bueno, mejor ir paso a paso, que si no... Empecemos por el Papa.
LUIS. -¿Qué dices? Juan…. a ti te pasa algo.
JUAN. -Me refiero a tu mujer, ya me entiendes.
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LUIS. -Nadie, yo que lo sé. No tiene que tomarla, porque no puede tener
hijos, por una malformación que ahora no recuerdo...
JUAN. -Tú eres el que tiene la malformación en la cabeza. Tu mujer está
sanísima y puede tener hijos... la prueba es que tiene uno.
LUIS. -¿Que Margarita tiene un hijo? ¿Desde cuándo?
JUAN. -Desde ahora. Es más, puede que ya haya nacido, prematuro de
cinco meses.
LUIS. -Pero qué dices, cinco meses... si ni siquiera tenía barriga.
JUAN. -No tenía porque se vendaba. Luego Antonia la desvendó, ¡y Zas!,
una barriga de cinco meses, ¡que por lo grande parece de nueve.
LUIS. -¿Me estás tomando el pelo?
JUAN. -Claro que no. Han ido para centro ginecológico al norte, donde
hacen los trasplantes de niños prematuros de una barriga a otra.
Luis. -¿Trasplantes de niños?
JUAN. -¡Sííí! Allá… cogen a la mujer que tiene el prematuro y le sacan el
niño, luego cogen a otra mujer, le hacen la cesárea, le meten al niño en la
tripa con placenta y todo, y la vuelven a coser, a los cuatro meses, ¡Zas!
Nace el bebé.
LUIS, -Me importa un bledo el trasplante y la cesárea. Quiero ver a
Margarita.
JUAN. -Mira que eres burro LUIS. Pues, porque ahí es donde hacen esos
trasplantes y... (Se lleva la mano a la cabeza preocupado) Ay noooo ¡Mi
mujer! Seguro que Antonia se presta, con lo tonta que es... Esa seguro que
se deja trasplantar el chino, y me vuelve a casa con barriga. ¡Corre, vamos!
(Salen corriendo.) SE APAGA LA LUZ.
(Cambio de escena. Sólo hay una variación en la luz, para indicar que se
trata de otro ambiente de calle. Por la derecha vuelven a entrar JUAN y LUIS
cargados de sacos)
JUAN. -Ánimo, Luis. Un poco más y llegamos... Tú y tu brillante idea de
irnos hasta el hospital, para saber que tu mujer no fue ingresada. Y ahora
que nos hemos metido en este lio por coger estos sacos y traérnoslos a
casa.
LUIS. -¿Qué? Yo solo dije que me daban ganas de agarrar un par al verlos
tirados en el piso por ese camión volcado, pero quien tomó la decisión y se
agarró todo lo que pudo fuiste tu cuando te enteraste que te despidieron de
la fábrica.
JUAN. -Para, para, que justo delante de casa hay una furgoneta de la policía.
LUIS. -Lógico, mira.. Es el brigada de los carabineros, que nos ha seguido,
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sabe dónde vives... y nos vio correr con estos bultos de arroz y harina.
JUAN. -Pues entonces vamos a la tuya.
LUIS. -De acuerdo. Vamos por ahí y lo despistamos.
(Cambio de Escena: Las dos mujeres vuelven a casa; MARGARITA sigue con
barriga y lloriquea)
ANTONIA. -Por fin hemos llegado. (buscando) ¡Juan, Juan! (Mira en la otra
habitación).No está.
MARGARITA. -La culpa es nuestra. Nunca me haces caso, y mira qué lío
hemos armado...
ANTONIA. -¡Ay, Margarita, qué pesada eres¡ Después de todo, ¿qué ha
ocurrido? Bastó con explicarle a los de la ambulancia, que enseguida nos
ayudaron. Tienes que confiar más en la gente, te lo tengo dicho. (Mira en
el frigorífico). Dame el arroz que voy a hacer una sopita. (MARGARITA se
lo saca de debajo del abrigo. ANTONIA va a la cocina y ve la olla.)
¿Qué es esto? ¿El alpiste? ¡ ay ese Juan se ha terminado haciendo la sopa
de alpiste con cabezas de conejo, el muy tonto! Si es que no se le puede
decir nada, porque enseguida se lo cree.
MARGARITA. -Por mí no hagas la sopa, que se me ha cerrado el estómago.
Mejor me saco los paquetes. ¿No pretenderás que los lleve encima toda la
vida? (Margarita se saca los paquetes y los pone en la mesa).
ANTONIA. -Como quieras. Mira que eres tonta.
MARGARITA. -¿Ah sí? Pues entonces tú, que eres tan lista, dime qué le
cuento ya a tu marido, cuando vuelva a verme sin barriga y sin niño.
ANTONIA. -Ya lo tengo pensado. Le diremos que has tenido un embarazo
histérico.
MARGARITA. -¿Histérico?
ANTONIA. -Sí. Es muy común. Una mujer cree que está embarazada, se le
hincha la barriga, y cuando va a dar a luz, sólo le sale aire.
MARGARITA. - ¿Cómo un pedito?
ANTONIA. – Uhmm, si, pero sin olor (se ríen las dos). Bueno, ahora si me
preparo la sopa que me dio hambre. (Va a la cocina) Uy nooo, cortaron el
gas... ¡No, y no demoran en cortar la luz! (Llaman a la puerta) Ay Dios, y
ahora… ¿Quién es?
VOZ de afuera. -¡Servicios Públicos!
ANTONIA. -¡Ay, Margarita agarra eso, y mételo otra vez en tu saco, quien
quita que al ver dos mujeres embarazadas se conduelan y me reconecten
el gas!
MARGARITA. – Ojalá que sí.
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ANTONIA. – Un segundo, por favor, que no estoy vestida. (Abre la puerta
y aparece el BRIGADA) ¿Usted? ¿Qué broma es esta?
BRIGADA. -¡Quietas las dos! ¡Las he pillado! Con que embarazadas las dos
de pronto. ¡Pero cómo crecen esas barrigas!
ANTONIA. -Pero ¿qué dice este hombre, de que habla?
MARGARITA. -(Dejándose caer en la silla) ¡Lo sabía, lo sabía!
BRIGADA. -(A MARGARITA.) Veo con alegría que no ha perdido a su
retoño. Y usted, señora, para compensar... En cinco horas ha hecho el
amor, ha quedado embarazada y ha llegado al noveno mes... ¡Qué rapidez!
ANTONIA. -Está loco. ¿De qué habla?
BRIGADA. -Oiga, señora, ya no me engañan. ¡Saquen la mercancía robada!.
Llevo todo el día viendo pasar mujeres embarazadas. Pero ¿será posible
que todas las mujeres del barrio se hayan embarazado al mismo tiempo?
ANTONIA. -Ah, ya; pero no es por lo que cree, sino por la Santa Patrona.
BRIGADA. -¿Qué Santa Patrona?
MARGARITA. – (Cantando, se levanta de la mesa y se va detrás de Antonia)
Santa Eulalia del tripón….
ANTONIA. -Sí, Santa Eulalia. La santa que no podía tener hijos, y cuando
llegó a los sesenta años, el Señor le hizo el milagro de quedar embarazada.
BRIGADA. -¡No me diga!
ANTONIA. -Así que, para recordar este milagro, todas las mujeres del
barrio se pasean durante tres días con barriga postiza.
BRIGADA. -Qué bonita tradición. Así que por eso roban los
supermercados, ¿no? ¡basta ya de payasadas! Enséñeme lo que lleva ahí
debajo.
ANTONIA. – Oiga, le advierto que como nos toque le puede ocurrir una
desgracia.
BRIGADA. -No me haga reír. ¿Qué desgracia?
ANTONIA. -La misma que le ocurrió al marido de Santa Eulalia por
incrédulo. Le pidió a Santa Eulalia que le mostrara la barriga y cuando ella
se descubrió, del vientre le salió... ¡Una cascada de rosas! y al viejo se
quedó ciego "¡No veo, no veo!", gritaba, y entonces, apareció el niño ya
grandecito como de diez meses y le dijo: "Papá, el Señor te perdona,
puedes morir en paz". Le tocó la frente con su manita y el viejo, pup murió.
BRIGADA. -¿Ha terminado? Enséñame las barrigas.
ANTONIA. -Como quiera, que conste que se lo advertí. Vamos Margarita,
(Saca la oración que lleva adentro del pecho).
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''Santa Eulalia del tripón, a quien no crea este milagro, échale la maldición;
A quien no crea dale dolencia malvada, noche y niebla en la mirada; Santa
Eulalia que así sea”.
BRIGADA. -Que no les creo nada. (Le descubre la barriga a Margarita).
BRIGADA. -¡Ah!. ¡Lo sabía! (Se apaga la luz).
BRIGADA -¿Qué pasa ahora, se va la luz?
ANTONIA. -¿Qué luz?
BRIGADA. -¿No ve que está oscuro?
ANTONIA. -Pero qué dice; yo veo perfectamente.
MARGARITA. - (MARGARITA se acerca a ANTONIA a tientas, y en voz baja)
Han cortado la luz.
ANTONIA. -Menos mal, ayúdame haz algo.
BRIGADA. -Déjese de bromas, que no veo nada...
ANTONIA. -¡Ay, no, la desgracia le ha caído! Tenga cuidado por donde pisa.
Porque yo veo bien. ¿Cierto Margarita que tú ves bien?
MARGARITA. – (Se acerca por detrás al Brigada) Perfectamente (lo golpea
en la cabeza, el Brigada cae sobre la mesa).
BRIGADA. -¡Auuuuuuu! mi cabeza... ¿Qué ha pasado?
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ANTONIA. -¡Si, lo vi en una película! Dale ayuda a bombear.
MARGARITA. -Ya está.
ANTONIA. -¿Ves? Ya empieza a respirar; uish vaya barriga... ayúdame a
esconderlo antes de que llegue Juan mientras se me ocurre que hacer.
¿Dónde lo metemos?
MARGARITA. -Metámonosle en ese armario.
(Se escucha a Juan y a Luis llegando a la casa. Se abre la puerta y entra Luis.
Antonia y Margarita guardan al Brigada y salen corriendo a recoger el
mercado y a esconderlo bajo la cama)
LUIS. -La verdad es que esta vez has tenido una idea estupenda. Nunca
imagine que ese viejo cajón nos sirviera de cuartada. ¿Y esto porque está
oscuro?
JUAN. - (Colocan el cajón sobre la mesa) Parece una velada romántica.
(Margarita y Antonia salen y se sorprenden al verlos)
LUIS. – Margarita.
MARGARITA. – Luis.
ANTONIA. – Juan.
JUAN. – Antonia.
LUIS. -Margarita, amor mío... ¿Cómo estás? Pero ¿no tienes barriga? ¿Y el
niño?,¿lo has perdido?
MARGARITA. -No, tranquilo, que te lo cuente Antonia...
(En ese momento se abre la puerta del armario y se ve al BRIGADA
colgando de la percha. MARGARITA cierra rápidamente)
JUAN. -Antonia..., ¡y esa barriga! ¿Te has hecho el trasplante?
ANTONIA. -Bueno, en fin, si un poco...
JUAN. -¿Cómo que un poco?
LUIS. -¿A ti también te la han hecho, Margarita?
MARGARITA. -No sé... Antonia, ¿me la han hecho?
LUIS. -¿Por qué se lo preguntas a ella? ¿Es que tú no lo sabes?
ANTONIA. -Pues no, porque la durmieron ¿Y cómo iba a enterarse, si
estaba dormida?
JUAN. -¿Es que a ti te la han hecho despierta?
ANTONIA. -Bueno, pues …. Agggg yaaa ¿Qué es este interrogatorio?
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ANTONIA. -Desgraciados, mira si pregunta cómo estamos... Y pensar que
nosotras, para no preocuparos, nos hemos levantado de la cama como dos
imbéciles, que los médicos no querían.
JUAN. -Tienes razón, perdona... Has hecho muy bien.
JUAN. -Anda, siéntate, no estés de pie... (La hace sentarse en la cama) Que,
con la cesárea, ya se sabe... Tenías que haberte quedado en el hospital un
poco más.
ANTONIA. -Si, pero estoy estupendamente... mejor, quita de encima que
tengo que salir. (Se levanta y va hacia la puerta)
JUAN. -(Le cierra el camino) ¿Estás loca? Tú no te mueves de aquí. Te
acuestas enseguida, bien calentita... (Lleva a ANTONIA otra vez a la cama)
ANTONIA. -¿Qué es eso?
JUAN. -¿Qué?
ANTONIA. -Esa cosa negra que está encima de la mesa. (Señala la tapa del
ataúd).
JUAN. -Ah, ésta. Es una cuna. La compró Luis en cuanto supo lo del niño.
ANTONIA. -¿Tan larga y tan fea?
JUAN. -Si, ya sabes cómo crecen los niños...
(Antonia se acerca poco convencida. Intenta abrir la caja, y Juan la jala para
evitarlo. El mercado se sale de la barriga de Antonia y cae al piso).
JUAN. -Antonia, ¿qué es esto? No estabas embarazada.
ANTONIA. -¡Pues no!. Y antes de que me agobies con tus discursos. Esta
mañana estuve con esas mujeres en el supermercado y me traje para la casa
mercado medio robado.
JUAN. -Que queeeee. (Gritando) ¿Te has puesto a robar?
ANTONIA. –(tapándose el oído) Ay siii. Y también nos han cortado la luz y
el gas porque no lo he pagado, y llevamos 4 meses sin pagar el arriendo.
JUAN. -¿Que nos han cortado la luz y el gas? Y no has pagado el arriendo,
Pero ¿por qué no has pagado?
ANTONIA. -Porque con lo que ganamos entre los dos apenas nos da para
medio comer y mal.
JUAN. -¡Es el colmo! Está insensata, como has sido capaz de robar...
LUIS. – Juan, pero tu que hablas, si miras…. (abre el cajón).
ANTONIA. -¿Se puede saber, que significa esto?
JUAN. – Ehhh pues queee … yo también he robado.
ANTONIA. – Cómo, ¿tú?
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LUIS. - Sí, y eso que no te ha contado que esta mañana lo han echado del
trabajo.
ANTONIA. – Queeeeee…..
LUIS. - Y tu Margarita … la barriga, el bebé, ósea que tu también has robado
MARGARITA. -Sí, yo también he robado.
ANTONIA. -No, eso no es verdad, ella solo me ha ayudado.
BRIGADA. – (Sale del armario) ¡Aleluyaaa! ¡Veo, veo!
TODOS. - ¡El Brigada!
MARGARITA.- ¡Ay Dios mío! (se desvanece y todos corren a atenderla)
BRIGADA. -(ve el mercado sobre la mesa y se lo guarda en la barriga)
¡Milagro! Santa Eulalia me ha concedido la gracia...¡Voy a ser madre... y
padre! (Sale y los demás lo siguen).
ANTONIA. (Mira al suelo y no ve el mercado) ¡El mercado! Se lo ha llevado.
TODOS. - (gritan y van tras el Brigada) Nos han robado, ¡policia!
PROPIETARIA. – ehhh un momentico, para donde creen que van. Esto es
un desalojo, ¿qué es lo que está pasando?
ANTONIA -Es que vamos a comprar unas cosas para el velorio de mi
suegro.
JUAN. -¡Otra vez matando a mi papá!
LUIS. - (Con voz suave) Antoniaaa, ya, no digas más mentiras.
ANTONIA. -Esta bien, la verdad es que no pagamos el arriendo, nos
cortaron los servicios y eso que se está encima de la mesa no es el cajón de
mi suegro sino harina robada de un camión volcado.
PROPIETARIA. – Muy bonito, eso ya se sabía, y ya son 4 meses de arriendo
lo que deben, por eso todo queda embargado. Y necesito que me
desocupen de inmediato, porque este apartamento se arrienda ya, porque
“Aquí no hay quien pague”.
TODOS. - (Van saliendo, murmurando, Antonia para, se miran entre todos)
ANTONIA. –(Al público) Se dan cuenta, primero cae un mentiroso que un
cojo, ¡por eso es mejor la honestidad por encima de todo! (todos salen)
(Suena la pista musical). FIN.
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