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Luna Marán
Durante los últimos nueve años nos hemos dedicado a aprender haciendo cine
cine son posibles: ¿cuáles son o cuáles nos interesan? Nos interesan las formas de
tiene la industria.
¿Cómo hacer cine desde otras formas de trabajo? Las respuestas las hemos ido
encontrando poco a poco, hemos apostado por aprender a escuchar cómo se organizan
comunalidad.
sobre todo, puede determinar el por qué se quiere contar. Esa energía que mueve a
todo un equipo humano para contar una historia, lo hemos llamado “el corazón de la
película”.
que un alcalde, ambas personas pueden desempeñar los dos cargos en diferentes
períodos, teniendo como resultado que un alcalde puede ser luego topil y un topil
todo porque entre todos vamos reuniendo los conocimientos para el hacer. Este
acuerdo: qué historia se quiere contar y por qué; pero los detalles operativos y
estéticos se pueden delegar según el cargo asignado y éste puede ser rotativo por
respeto. Aprender a escuchar lo que cada quién quiere imprimir al proyecto. Estas
intenciones se pueden unir y mezclar para definir el ¿qué queremos contar? y ¿por
qué?
Sin duda, el gran reto es aprender a escuchar las opiniones diversas o
tenemos que ser amigos, ni tampoco tenemos que caernos bien, pero sí es
Las asambleas se pueden equivocar, son cuerpos vivos que cometen errores,
errores colectivos, y de ellos también podemos aprender. Asumirse como parte del
todo y respetar el paso y ritmo que decida la propia asamblea, no es tarea fácil.
El cine de autor, como muchos otros movimientos artísticos, es parte de una época
en la década los 60 que afianza la idea de un cine creado por una sola persona, lo
El gran reto en este proceso es cómo honramos esa creación colectiva, para
que desde el inicio hasta décadas después, podamos reconocer a las colectividades
Nos quedan muchos retos para continuar aprendiendo y construyendo otros cines
hemos aprendido de nuestro pueblo. Sin fiesta no hay cine, sin fiesta no hay
pueblo.